Las familias en el Sinú Víctor Negrete Barrera Compilador Las familias en el Sinú Las familias en el Sinú © Víctor Negrete Barrera - Compilador Ediciones Universidad del Sinú - Elías Bechara Zainum Centro de Estudios Sociales y Políticos - Universidad del Sinú E.B.Z. Fundación del Sinú UNIVERSIDAD DEL SINÚ - ELÍAS BECHARA ZAINUM Cra. 1W Calle 38 Barrio Juan XXIII P.B.X. (4) 7840340 Montería - Colombia vicnegreteba43@gmail.com - Tel: 300 809 7402 www.unisinu.edu.co Fotografías: Archivos Fundación del Sinú, Archivos Analuz Navarro G., Internet. Diseño y diagramación: Analuz Navarro Gardeazábal - 311 411 5151 Diseño de ediciones - lanitanavarro@gmail.com Armada electrónica, impresión y encuadernación: PUBLICACIONES UNISINÚ publicaciones@unisinu.edu.co Ramiro A. Navarro Pérez ISBN: © Enero de 2015 Impreso en Colombia - Printed in Colombia Contenido Presentación Los antecedentes: familias indígenas y negras -7 -9 Cereté: un área de latifundio La clase social Descripción de las clases La educación y su relación con la clase social Las instituciones religiosas La familia - 16 - 16 - 18 - 23 - 24 - 27 Las familias en las décadas de los años 60 (antes) y 80 (después) Testimonios El padre (antes) El padre (después) La madre (antes) La madre (después) El hijo La hija Los abuelos La nuera y el yerno La querida ¿…Entonces qué? - 31 - 31 - 31 - 34 - 37 - 39 - 42 - 44 - 47 - 50 - 52 - 54 Las familias en la primera década del año 2000. Testimonios El padre joven El padre mayor Las madres jóvenes Los abuelos Las suegras - 56 - 56 - 59 - 61 - 67 - 68 La familia en el municipio de Montería La familia tradicional, 1952 -La familia de los propietarios o ganaderos pequeños y medianos -La familia de los peones o macheteros La familia en transición, 1982 La consolidación de los cambios en los tipos de familia, 2012 Los cambios forzados en las familias por el conflicto y la pobreza Reflexiones y recomendaciones - 70 - 70 - 71 - 73 - 75 - 78 - 80 - 81 Los nuevos papeles de las mujeres Un ejemplo: las madres y abuelas de la restitución de tierra - 83 - 87 Las familias de asentamientos urbanos marginales: el maltrato a los niños y niñas Opiniones de los padres Opiniones de las madres comunitarias - 90 - 91 - 95 Normas, valores, principios y creencias que se encuentran en algunos hogares - 100 Normas - 101 Valores - 103 Principios - 103 Creencias - 105 Factores que afectan la familia - 106 Caracteristicas de los monterianos - 108 Radio Bemba - 114 Presentación L a idea venía de tiempo atrás, sin embargo las múltiples ocupaciones me lo impidieron una y otra vez. Así que la fui aplazando hasta hace poco cuando tomé la decisión de ordenar parte de los materiales que poseo, revisarlos y completarlos hasta obtener este documento que he llamado con cierta pretensión Las familias en el Sinú. En su elaboración fue placentero recibir el apoyo de varios autores que ayudaron a darle integralidad y firmeza al texto. Manuel Zapata Olivella, por ejemplo, nos explica con sencillez y rigurosidad, propias de él, cómo las familias indígenas y negras contribuyeron en medio de las diferencias y a veces enfrentamientos a formar las características de buena parte de las familias costeñas y cordobesas. Lo mismo hizo un grupo de profesores de la Universidad Nacional que estudiaron a fondo en 1965 las clases sociales, la educación, las instituciones religiosas y la familia en Cereté, considerado un área de latifundio. Por último, producto de un concurso sobre las características de los monterianos celebrado hace 18 años, una estudiante adolescente y un joven abogado nos ofrecen elementos de juicio para ahondar más sobre quiénes somos. Por mi parte, con la grata compañía de una suiza y una monteriana, damos a conocer una serie de testimonios recogidos de miembros de familias de sectores populares con roles diferentes y en distintas etapas de sus vidas. Ya de manera individual muestro con ciertos detalles los períodos o épocas por las que han pasado las familias del municipio de Montería, en particular desde que la convirtieron en capital del departamento. Después señalo los nuevos papeles que han asumido las mujeres en los últimos años en variados aspectos y escenarios. Encontré una realidad triste y dolorosa que no puedo ni debemos ignorar: el maltrato de niños y niñas en los asentamientos urbanos marginales, lugares donde hicimos los estudios respectivos. También conocimos que en estos y otros hogares existen normas, valores, principios y creencias que guían sus acciones y aspiraciones, conduciéndolos por uno u otro camino. Las Familias en el Sinú - 7 En fin, son documentos que nos aproximan a una realidad compleja, cambiante y poco entendida, con hondas repercusiones en todos los ámbitos personales, familiares y sociales. Hemos entendido que mucho de lo que sucede en familias con problemas tiene que ver con la corrupción, la delincuencia, las drogas, el conflicto social y armado, la inequidad y la inseguridad. Es urgente conocer más sobre nuestras familias y las perspectivas a que estamos abocados en caso de que no actuemos o nos equivoquemos en las propuestas de solución. Esta publicación es un aporte a este propósito y ponemos a disposición de todos los conocimientos y experiencias que hemos adquirido durante muchos años. Víctor Negrete Barrera Montería, diciembre de 2014 8 - Las Familias en el Sinú Los antecedentes: familias indígenas y negras Manuel Zapata Olivella (1972). Tradición oral y conducta en Córdoba. Instituto Colombiano de Reforma Agraria — Incora. Subgerencia de Desarrollo Agrícola, División de Desarrollo Social Campesino. Bogotá, págs. 31-37. L as tribus zenúes, al igual que todos los Caribes del Darién, practicaban la poligamia como dan testimonio Fray Pedro Aguado y Cieza de León, entre otros cronistas. La ignorancia que se tenía acerca de la procreación llevó a los indígenas de este continente, como a los pueblos de todo el mundo, a considerar que el don de la vida se recibía por influjo de totems o dioses sobre la mujer y no como consecuencia directa de las relaciones sexuales. La poligamia resultaba así una forma ideal por cuanto permitía un mayor incremento de hijos fecundados por las deidades en el vientre de las mujeres que cohabitaban, asegurando a la par un aumento de mano de obra y estabilidad en la comunidad. Las Familias en el Sinú - 9 Lo más significativo de esta norma poligámica son sus ligazones con las creencias mágicas y religiosas conservadas en los mitos, leyendas, refranes, cuentos, entre otros, profundamente arraigadas en los indígenas y que mezcladas a las africanas, en mayor o menor grado, han continuado trazando pautas de conducta al mestizo actual, pese a las represiones que sufrieron por parte de los predicadores. Así vemos que al sistema matrilineal indígena, tan ligado a la idea mágica de la procreación, guiaba los vínculos de parentesco, matrimonio, herencia, sucesión. Habitualmente, el jefe de la familia Caribe era el padre, quien reunía a su alrededor de una misma vivienda a sus muchas mujeres. Las relaciones exogámicas constituían la generalidad pero podía haber matrimonios endogámicos sobre todo para conservar la unidad y la propiedad de la tierra. Se poseía un código de relaciones sexuales bastante libre, siempre que no se violaran los lazos sagrados de parentesco uterino: un hombre podía casar con una mujer y la hija de ésta, pero no era permitido con su propia madre, hermana o sobrina materna. Las viudas quedaban en condición de esposa de los hermanos uterinos del difunto. Como puede apreciarse, la consanguinidad materna y la pluralidad de mujeres aseguraban la estabilidad del clan para la producción de bienes materiales de subsistencia y la guerra. Aún cuando sería necio establecer influencias directas de dichos patrones en la asociación y mentalidad del cordobés, tales atavismos ayudan a explicar algunos conceptos codificados en su refranero y no pocas actitudes de hermanos y tíos hacia sus parientes maternos, mucho más fuertes que los sentidos por los consanguíneos paternos. Otro tanto puede afirmarse de sentimientos y actitudes heredadas de los ancestros africanos. Virginia Gutiérrez de Pineda, en su trabajo La familia en Colombia, expone varios argumentos para indicar que las condiciones de esclavitud en las que se encontraban los africanos no les permitieron influir básicamente en la estructuración de la familia colombiana. Uno de estos es que “no se desplazaban familias ni en el grupo estricto ni en la célula extensa. Tampoco unidades más amplias como fratrías o clanes. Eran solamente individuos desintegrados de sus culturas ni tan siquiera pertenecientes a una sola de las numerosas comunidades de la Costa occidental. Eslabones rotos de sus valores, concepciones y metas, sin unidad cultural alguna. ¿Como podemos entonces decir que individuos sueltos, mosaicos de infinitos vitrales, 10 - Las Familias en el Sinú podían reproducir en un medio social extraño y sin libertad, sus instituciones, sus estructuras sociales?”. No es este el lugar de abordar la critica de tan importante obra pero considero que las posibilidades y acciones que tuvo el negro esclavo de influir en conceptos y actitudes del cordobés hoy en día en relación a la familia, así como las heredadas del indígena, no deben juzgarse exclusivamente desde el ángulo social como lo hace la ilustre antropóloga colombiana, sino dentro del contexto general de la cultura: mentalidad, expresión material, conducta y biología. En procesos de aculturación colonialista donde hay imposición de patrones sociales es fundamental la actitud mental de los oprimidos. Gracias a este factor los hispanos visigodos pudieron resistir por espacio de ocho siglos la ocupación militar y las presiones de los árabes determinados a imponerles sus formas sociales y culturales. En Latinoamérica no fueron ni son menos importantes las posiciones mentales asumidas por los indígenas y africanos para aceptar o rechazar valores hispánicos hasta el grado de transformarlos en nuevas resultantes –lenguaje, religión, matrimonio, artesanía, filosofía, familia y demás- que si guardan externamente las estructuras impuestas por el conquistador, en el fondo han conducido y conducen a nuevos patrones culturales. El aporte de la tradición africana, es decir, el acervo cultural del esclavo representado en costumbres, normas, creencias e ideas religiosas que traían de las tribus de donde fueron sacados, debieron influir en la actitud que asumió al verse constreñido a sumarse a la nueva realidad social mulata y mestiza de los pueblos que después formarían el departamento de Córdoba. Algunos aspectos de este acerbo cultural, documentado en publicaciones, nos dice que la familia estaba conformada por marido, Las Familias en el Sinú - 11 mujer e hijos no casados. La regla era que cada familia vivía en su hogar separado en medio de un campo clanil común. La residencia era un rancho, habitualmente sin paredes, donde los límites se determinaban por los objetos personales, a pesar de lo cual había zonas bien especificadas para el marido y la mujer. Económicamente cada familia se autoabastecía. Los niños de ambos sexos dormían con sus padres hasta la edad de seis años, a partir de la cual lo hacían en casa de parientes viudos o sin hijos. Dos años después pasaban al rancho de un hermano o amigo en condiciones de aprendices. Las hijas solían dormir en ranchos de mujeres solteras, una especie de hogar controlado por abuelas paternas en donde se les educaba en moral y conducta. Las relaciones matrimoniales se establecían sólidamente después del nacimiento de uno o más hijos, a partir del cual la unión se consideraba permanente. Entonces realizaban una serie de ceremonias que conducían a aceptar a la pareja como miembros de un mismo tótem o nombre familiar. Estas ceremonias no concedían status a la pareja pero reforzaban entre ella sus lazos y parentesco. Se esperaba y era mirada con agrado una descendencia numerosa, estimándose más a la mujer que daba a luz varones que aquella que tiene descendencia de mujeres. Era aceptado, siempre que el marido lo tolerara, que algún hermano paterno del marido tuviera relaciones con la esposa antes de nacer el primer hijo y aún después. Si el marido era infecundo o impotente, se permitía a la esposa tener relaciones sexuales con algún hermano paterno. Todas estas prácticas estaban relacionadas con la necesidad de reproducción, aumento de la familia y el grupo, no sólo por necesidad sexual. La mujer ocupaba una posición inferior, lo que se revela en ciertas costumbres como la de sentarse en el suelo o tener por lugares propios las partes traseras de la casa, en tanto se reservaba al marido las principales. Sin embargo, no puede considerarse que la mujer se trataba como una esclava o sierva, pues se le respetaba el status de su clan familiar. En cuanto a la propiedad, el marido era el único dueño sobre todas las cosas en el hogar. Si había divorcio, éste conservaba todos los bienes y cuidados de los hijos. Las limitaciones estaban señaladas solo por aquellos 12 - Las Familias en el Sinú actos que contravinieran las leyes de la comunidad debidas al parentesco y el tótem, entre otros. El padre, por ejemplo, podía vender o cambiar a los hijos que no habían sido circuncidados. De aquí que esta practica tenga un significado social más que sexual. El padre podía seleccionar a la mujer o el marido de lo hijos y aun desheredarlos si no era acatada su voluntad. Si la mujer enviudaba, podía elegir entre constituirse en herencia de alguno de los hermanos del marido o casarse con otro, pero en este caso, el ganado o parte de la herencia debía dejarla a los herederos paternos del marido. En general, en este sistema patrilineal, la mujer no poseía independencia ni individualidad legal o práctica: antes de casarse, su padre o parientes de este vigilaban por ella y la representaban. Después de casada, pasaba a ser doblemente súper vigilada por el marido y por el padre. Cualquier acto de infidelidad obligaba al padre ante el marido. El varón podía tener varias mujeres y con cada una de ellas conformar un rancho y familia aparte, pero tradicionalmente convivían en un mismo campo familiar que generalmente recibía el nombre del marido. Podía darse el caso de habitar en ranchos separados uno de otros varias millas. Por lo general la primera esposa tenía mayor status sobre las otras, aunque a veces su situación entraba en conflicto con la favorita del marido, pese a que esta no poseía el mismo status. Lo normal era que las nuevas esposas, sobre todo mientras no tuvieran hijos o vivieran separadas, debían cierta obediencia a la primera mujer y esta correspondía con tolerancia y consejos hacia ellas. Incluso, pudo darse el caso de aceptarlas bajo su propio rancho. Los esclavos africanos, en su gran mayoría con una tradición patrilineal, se identificaron con el hispano que favorecía el concubinato y la hegemonía del varón en la familia, pero fueron aliados del indio cuando rechazaban Las Familias en el Sinú - 13 la imposición de la herencia bilateral, ciertas formas de incesto y la prohibición de ritos tradicionales funerarios. En cambio, en el plano de la realidad cotidiana, donde no era fácil al indio ni al negro hacerse a varias mujeres, la monogamia cristiana y la poligamia afro-indígena se conjugaron en torno al concubinato actual tan practicado en las capas analfabetas, semiletradas y letradas de Córdoba La fusión de costumbres, religión, creencias y actitudes de españoles y africanos procedentes de otros continentes con las propias de los indígenas en su suelo natal, presupone que en el amalgamiento de nuevos conceptos de familia y organización social no intervienen los valores específicos del conquistador en forma rígida y exclusiva, sino que se acomodaban a convivencias surgidas de las necesidades biológicas, religiosas y mentales. Aunque los conquistadores y colonizadores predicaran el patrón de familia cristiana, en la practica se acogían a costumbres poligámicas indígenas y africanas por necesidad y porque tenían cierta predisposición hacia ellas, herencia de la dominación árabe. Dentro de la vida social se vigilaba mucho más la eficacia de la explotación colonialista que los valores culturales de la familia. La acción moralizante y el sentido de la hispanidad sólo cobraban fuerza gradualmente en la medida en que se aseguraban las bases de la producción económica. Son muchas las crónicas y documentos que reflejan indirectamente esta situación o que la testimonian en forma especifica. Trascribo algunos conceptos del profesor Reichel Dolmatoff, deducidos de los apuntes de viaje del padre Joseph Palacios de la Vega (1787-1788) sobre su acción predicadora entre los indios y negros de la provincia de Cartagena y que revelan la situación de las familias arrocheladas en las orillas de los ríos San Jorge y Sinú. “En las zonas marginales, lejos de los caminos que unían las ciudades y villas se habían establecido grupos de esclavos negros que habían huido de sus amos, y vecinos con ellos vivían grupos de indígenas que habían huido de las encomiendas en los dos siglos anteriores o que nunca habían sido reducidos a ellas. A estos grupos se agregaron a través de los años los mestizos, mulatos y zambos y así se habían formado en muchas zonas una población triétnica que no estaba bajo el directo control de la administración”. 14 - Las Familias en el Sinú Esta situación era muy extendida en todos aquellos sitios a donde habían llegado esclavos, generándose una gran población substraída de las normas impuestas por los colonizadores. “Entre estas gentes reconocí a muchos indios de diversos pueblos y provincias, fugitivos de sus poblaciones, los unos casados en ellos y mal amistados con indias ajenas y fugitivas, otros solteros en el mismo estado, con indias zambas, negras y mulatas casadas y fugitivas de sus maridos y otras de diferentes poblaciones por cuyas causas se van acabando los pueblos de los naturales; y haciendo diferentes diligencias para reducirlos a buen vivir, experimenté grandes dificultades, por estar dichas gentes obstinadas en sus vicios; y aunque como vicario procedí contra algunos, hallé que los medios suaves no producían efecto “. (Informe de Balthasar de la Fuente y Robredo. Noviembre 26 de 1690. Palenque, primer pueblo libre de América de Roberto Arrázola). En el largo proceso de sincretización, en donde jugaban intereses encontrados aún dentro de los mismos valores culturales hispánicos, los negros sí tuvieron oportunidad de influir en la estructuración de la familia colombiana allí donde se congregaron, no sólo por la manera de asociarse con indígenas y mestizos sino por las actitudes mentales que asumieron. Las creencias y prácticas religiosas africanas constituyeron fuerzas modeladoras en la medida en que favorecían o rechazaban pasiva y activamente ciertas normas proclamadas por el colonizador. La mayoría de ellas, estando proscritas por las leyes y careciendo de alfabeto, se conservaron y trasmitieron hasta nuestros días a través de la comunicación oral. De este modo importaba poco que se le reconociese oficialmente, pues bastaba con sentirlas y practicarlas cada vez que podían, individual o colectivamente. Las Familias en el Sinú - 15 Cereté: un área de latifundio Eugene Havens, L. Eduardo Montero, Michel Romieux. (1965) Cereté: un área de latifundio (Estudio Económico y Social). Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Sociología, Sección de investigación social. Bogotá, págs.91-108. La clase social Para determinar objetivamente la clase social en Cereté, se entrevistó una serie de “informantes claves” que residen en el municipio. A cada informante se le solicitó registrar 10 personas o familias que fueran representativas de las diversas clases sociales existentes en la comunidad. Durante este proceso se observó que ciertas clases pertenecían exclusivamente a determinadas organizaciones formales o clubes sociales de la comunidad. Por lo tanto, fue posible emplear las listas de los miembros de estos clubes como una estimación del número de individuos de cada clase. 16 - Las Familias en el Sinú Se encontraron cinco clases sociales, a saber: 1. la clase alta tradicional, 2. la nueva clase alta, 3. la clase media tradicional, 4. la nueva clase media y 5. la clase baja. Es interesante notar que en el vocabulario de la gente local existen solamente tres distinciones. La clase alta tradicional y la clase alta nueva se refieren como la gente rica o la gente de consideración. Los dos grupos de clase media son llamados la clase media o la gente media y la clase baja como los pobres. Las distinciones de clases entre la clase alta tradicional y la clase nueva alta, generalmente están impuestas por los miembros del grupo tradicional. Es decir, la nueva clase alta se considera así misma como la clase alta, aunque la clase alta tradicional no se identifica con este grupo ni lo admite en su esfera social. Por lo tanto, fue necesario considerarla dividida en dos capas, la alta tradicional y la nueva, como consecuencia de las entrevistas con sus diferentes miembros. Si consideramos esta clase como un segmento de pirámide, observaremos que hay dos puntos de vista para la gente representada por él: a) del vértice de la pirámide y b) de la base de la pirámide. Mirando la pirámide desde el vértice, los entrevistados se consideraban a sí mismos como miembros de una clase de características de valores y actitudes determinadas, pero limitando su clase a la comunidad de origen, antigüedad, valores y actitudes hacia la comunidad. Desde la base, los miembros de la clase son menos exigentes, dando primacía a la riqueza y el poder político. Olvidan y no dan importancia al origen, antigüedad, valores y actitudes hacia la comunidad. Esto permite definir la clase tradicional alta como una elite dentro del sistema social de Cereté. Fenómenos similares tienen lugar entre los grupos de la clase media. Estas clases, en el centro urbano (la cabecera) de Cereté están representados así: 120 habitantes pertenecen a la clase tradicional alta con el 1.4% de la población; 534 habitantes a la nueva alta con el 6.3%; 2148 habitantes a la media tradicionalista y nueva media que representan el 25.4% y 5.653 habitantes a la artesanal y obrera especializada junto con el grupo más numeroso representado en jornaleros y trabajadores de economía marginal con el 66.9% de la población. En Martínez (área rural) un corregimiento de Cereté, la clase alta representa el 1.4%, la media el 6.6% y la baja el 92% de la población. Las Familias en el Sinú - 17 Desde el punto de vista de los residentes de Martínez surgen las mismas cinco clases. Sin embargo, las clases altas en Martínez son vistas como clase media baja por la clase alta del centro urbano de Cereté. Descripción de las clases La clase alta tradicional (1.4% de la población). Según uno de sus miembros se caracteriza por la descripción que hace de él mismo: “Tengo la ilustración necesaria para ser un hombre civilizado, con estudios primarios y secundarios. Mi familia es de raza blanca, tradición castellana y formación rigurosamente católica”. Este estrato está formado por cuatro tronco familiares, en la actualidad emparentados entre sí, de origen español y residentes en la región por un mínimo de cuatro generaciones. Forman un grupo cerrado que se ha marginado de casi todas las actividades sociales y políticas pero ejercen una profunda influencia en estas. Se consideran a sí mismos como responsables del bienestar comunal y acusan al resto de la clase alta por su indiferencia ante este. Su posición económica es de las más poderosas. Son hacendados, criadores de ganado y cultivadores de algodón. Mantienen una permanente preocupación por mejorar su nivel técnico y educacional. Casi toda la última generación adulta es profesional: abogados, médicos e ingenieros. Los miembros de esta clase son socios del Club Rotario, donde discurre su actividad social en Cereté. Otras actividades incluyen reuniones familiares, viajes, actos sociales en el Club Campestre de Montería. La mayor parte ha viajado al exterior y mantiene relaciones con la clase alta de otras ciudades. En resumen, se consideran como líderes de la comunidad. 18 - Las Familias en el Sinú 1. La nueva clase alta (6.3% de la población). Esta clase está en su mayor parte constituida por agricultores enriquecidos por el algodón, comerciantes y emigrantes de origen sirio y libanés. Las actividades de esta clase consisten en una serie de demostraciones de riqueza con el objeto de adquirir prestigio. Dentro de estas actividades se destacan las fiestas en el Club Campestre de Cereté, las actividades políticas (directorios), los obsequios de toros y dinero durante las fiestas patronales, entre otras. El estatus económico es el determinante de esta clase y la educación o el origen no tienen ninguna importancia. La clase tradicional alta los admite a veces dentro de su círculo, a pesar de no considerarlos iguales. Su indiferencia por el bienestar común y su poder estrictamente económico, les resta reputación ante la clase baja y acrecienta el prestigio de la clase tradicional alta. 2. La clase media (25.4% de la población). Las clases medias, a pesar de haber sido divididas en media tradicional y media nueva, son generalmente vistas por otros y por ellos mismos como miembros de una posición similar. Sin embargo, sus normas de conducta son diferentes. La clase media tradicional tiene un origen similar a la alta tradicional, sin los recursos económicos de ésta. Sus miembros están dedicados al comercio, son profesionales u ocupan cargos municipales. Las mujeres de este grupo tienen un nivel educacional alto, son normalistas o han cursado varios años en la Normal Superior del Carmen (Cereté). Los niños asisten a la escuela local los cinco primeros años y continúan en Montería u otra ciudad. Se caracteriza este segmento de la clase media por su fuerte control social y su apoyo a las actividades de la Iglesia. Es, predominantemente, una estructura estrecha o ceLas Familias en el Sinú - 19 rrada, formada por individuos que han aceptado su posición y desarrollan sus propios modelos de conducta, sin tratar de imitar la clase alta como lo hace la clase media nueva. La clase media nueva comprende los propietarios medianos y pequeños, fundamentalmente artesanos y comerciantes. En su mayoría son de origen rural que han gozado de movilidad debido a la demanda creciente de sus servicios. En los primeros años de su establecimiento se ocupaban en herrería y carpintería. Con la rápida introducción de jeeps y tractores, han llegado a ser hombres de taller, mecánicos, tapiceros y constructores de carrocerías para jeeps. El aumento de la construcción también ha influido en la mayor demanda artesanal, en especial los carpinteros. El control social es menor que el de la clase media tradicional, es frecuente entre ellos el exceso en la bebida y un menor formalismo en sus actividades. Las mujeres dedican menos tiempo a la Iglesia. En resumen, es una clase activamente ocupada en trabajar para lograr una posición social más alta; imitan las clases altas en cuanto lo permiten sus medios económicos. 4. La clase baja. (66.9% de la población). La clase baja está formada por artesanos, jornaleros y obreros no especializados. En su mayoría, emigrantes campesinos en la ciudad. El modelo de conducta en esta clase es completamente diferente al de las clases descritas anteriormente. Su nivel económico es precario y puede ser considerado como de subsistencia. En esta clase es donde se encuentra la mayoría de las uniones libres. Son familias con poca estabilidad, en que el hombre abandona a la mujer y a los hijos por motivos económicos. La norma de compra de mujer existe desde hace tiempo y es admitida pero poco practicada en la actualidad. Por medio de un pago a la familia y a la pretendida, llamado dote, se formaliza este tipo de unión libre. En el siguiente caso se podrá apreciar el comportamiento de esta clase. 20 - Las Familias en el Sinú Caso T2 Tulia tiene 22 años, cursó hasta tercero de secundaria, cuando tenía 17 años conoció en el ventorrillo de su tía a Manuel. Ella concurría a la tienda a ayudar a la tía, quien sabía que ambos se gustaban. La mamá de Tulia, enterada del naciente idilio, le prohibió volver al ventorro. En realidad, el que un hombre casado pretendiera a una virgen no era normal. La madre de Tulia pertenece por parte del padre a una familia muy importante de Cereté y, en aquellos círculos, tal situación es poco honrosa. A través de la madre, toda la familia presionó para que no se formalizara ninguna relación. Sin embargo, la situación económica de la familia de Tulia presionaba más que la actitud de sus parientes nominales en Cereté. El abuelo de Tulia fue L. O. hermano de E., uno de los más ricos propietarios de Cereté. A su muerte, no se le reconoció a la madre de Tulia herencia de ningún tipo, pues, si hubiera querido reclamar debía hacerlo por vías legales y prefirieron renunciar a la parte que le correspondía en la sucesión. De tal modo que las presiones de los parientes de Cereté fueron dejadas de lado por la madre que veía en la oportunidad de comprometer a Tulia una forma de asegurarle el futuro y mejorar la situación económica de la familia. Manuel es un rico terrateniente de 45 años, perteneciente a una familia árabe bastante poderosa en el municipio. Posee fincas ganaderas en el valle de San Jorge y en el municipio de Ciénaga de Oro. Casado con una colombiana de ascendencia árabe, tuvo con ella tres hijos, todos mayores de 18 años y estudiantes en Medellín. Interesado en Tulia, habló con los padres y prometió hacerle una casa y amoblársela. La casa de Tulia es, indudablemente, una de las mejores del corregimiento, no sólo en construcción sino en ornato y muebles. Manuel es responsable de todos los gastos que ella considere necesarios. La visita con mucha frecuencia y le agrada caer de improviso. Las Familias en el Sinú - 21 La solicitud y el cumplimiento del hombre hacia los deberes adquiridos, obliga a la mujer en primer lugar a una permanencia continua en el hogar (la llegada del hombre en ausencia de la mujer da lugar a múltiples explicaciones) y a una atención rápida y eficiente de los deseos del hombre. Dada su juventud, intenta Tulia evadirse de la rigurosidad del régimen familiar, saliendo a Cereté o visitando a sus amigas; sin embargo, aún en ausencia de su compañero, se ejerce sobre ella control; tal control está en manos de su madre. La señora se siente absolutamente responsable de sus actos y de ningún modo busca justificación a hechos aparentemente normales. El compromiso de Tulia y Manuel se ve como un hecho afortunadísimo, las muchachas del pueblo envidian su buena suerte y la madre bendice la generosidad del marido de su hija. En realidad, colma todas las aspiraciones de una muchacha del lugar. No debemos olvidar que estas aspiraciones son en primer lugar una necesidad urgente de seguridad económica; los atributos personales (físicos o espirituales) son complementarios. Además de la casa para la hija, recibieron los padres $30.000. En la actualidad, Tulia goza de una situación económica holgada, aún cuando no se trate de una situación de verdadera prosperidad, apreciada en nuestros términos. Es decir, en el contexto del lugar, tiene un alto nivel de vida, aún cuando las diferencias entre el lujoso apartamento de Montería y la casa del corregimiento, son muy notorias. Este caso muestra el comportamiento observado entre las clases, actitudes de la familia de Cereté (clase alta tradicional), actitud del pretendiente (clase alta nueva) y actitud de la muchacha y su madre (clase baja). En general, la clase baja de Cereté no cuenta con los medios para mejorar su nivel de vida. Son incapaces de educar a sus hijos, debido al costo de la educación. Están obligados a aceptar el estilo de vida, el cual es reflejo de su precaria economía. Esta actitud ambivalente ante la vida explica el significado de la palabra toca en el vocabulario colombiano, es decir, algo que no se quiere pero que se debe hacer. 22 - Las Familias en el Sinú La educación y su relación con la clase social El sistema educacional en Cereté es algo típico de las normas usuales observadas en la mayoría de las áreas rurales en Colombia. En el centro urbano hay tres tipos de escuelas: 1) Escuelas públicas urbanas, 2) Escuelas privadas urbanas y 3) La escuela normal urbana. Hay 10 escuelas públicas urbanas, de las cuales cuatro son únicamente para varones, tres para niñas y tres mixtas. Aunque hay tres escuelas mixtas, los niños se separan por sexo durante el tiempo de asistencia. Los niños asisten por la mañana y las niñas por la tarde. De estas 10 escuelas, una ofrece dos años de educación, tres ofrecen tres años, una ofrece cuatro años y cinco ofrecen cinco años. En las escuelas privadas y urbanas, de las cuales hay cuatro, una es para varones, una para niñas y dos son mixtas. Una de estas escuelas ofrece tres años de educación, otra ofrece cuatro y dos ofrecen cinco años. La Normal Superior del Carmen es una escuela secundaria para niñas solamente. Es dirigida por religiosas, aunque los fondos provienen del Ministerio de Educación. Había en 1962, 148 niñas matriculadas. En el área rural de Cereté hay 39 escuelas que ofrecen los siguientes años de educación: 1 año, 2 escuelas; 2 años, 30 escuelas; 3 años, 3 escuelas; 4 años, 3 escuelas; 5 años, cccccccccccccc1 escuela Es posible notar que la vasta mayoría de los estudiantes reciben un año de educación formal. 72% de varones y 68% de niñas están registrados en el primer año, mientras que solamente el 22% de los varones y el 27% de las niñas están matriculadas en el segundo año. Debido al costo del transporte de Las Familias en el Sinú - 23 los niños al centro urbano, y debido al gran número de escuelas de segundo año en las regiones rurales (77%), estos niños están en su mayoría confinados a uno o dos años de educación formal. De otra parte, el centro urbano presenta un modelo diferente. Se presenta la asistencia a la escuela para el centro urbano de Cereté. De los varones, el 14% termina los cinco años de entrenamiento y de las niñas el 8% termina los cinco años. En general, los niños reciben más educación en el centro urbano que las niñas. Esto refleja uno de los valores de las clases media y alta; a los varones se les ha dado más oportunidad para la educación y son tenidos en más alta estimación por las familias que las niñas. Las niñas son entrenadas para ser buenas amas de casa y esposas, mientras que los varones son entrenados para sostener la posición de la familia y avanzar educacionalmente. Otra diferencia importante en la educación presenta la calificación profesional de los profesores. Es obvio que los profesores en el centro urbano están mejor preparados que en el área rural. Puesto que la vasta mayoría de las clases altas viven en Cereté (casco urbano), sus niños están en capacidad de recibir más educación formal. Las clases bajas viven en áreas rurales donde la calificación del profesor y los años de educación disponibles son mínimos. Debido al costo del transporte del niño al centro urbano, las clases bajas están económicamente forzadas a perpetuar el bajo nivel de educación. Simplemente, no pueden enviar sus niños a las escuelas urbanas y las escuelas rurales no ofrecen una oportunidad para la movilidad vertical a través de la educación. Las instituciones religiosas La parroquia católica de Cereté consta del centro urbano de Cereté y los corregimientos de Martínez, Rabolargo, Vilches y Mateo Gómez. La parro24 - Las Familias en el Sinú quia está bajo la responsabilidad de un párroco, por lo tanto es difícil mantener una actividad religiosa en un área tan extensa. Hay pequeñas iglesias en construcción en Martínez y Mateo Gómez. Sin embargo, la mayoría de las actividades parroquiales están centralizadas en el casco urbano. Como resultado, el párroco es visto por los miembros de la clase baja como un representante de los ricos terratenientes. Por lo tanto la institución religiosa, en general, no juega un papel importante en la vida del municipio como en otras partes de Colombia. Las razones para el alejamiento de la iglesia son complejas. Estas pueden ser resumidas en la siguiente forma: primero que todo, nunca ha existido una fuerte presión social hacia el hombre para asistir a misa, aunque la esposa lo haga con regularidad. En segundo lugar, puesto que hay poca actividad religiosa en las áreas rurales, la gente de estos lugares debe asistir a los servicios de Cereté. Los habitantes rurales, siendo en su mayoría miembros de la clase baja, no poseen recursos económicos para vestir bien. Las mujeres de la zona se sienten avergonzadas al asistir sin zapatos y buen traje a la misa. En tercer lugar, en 1961 una misión católica viajó por el municipio y realizó matrimonios y bautizos. Pero éstos no fueron registrados en la parroquia local. Cuando las mujeres se presentaron en la parroquia de Cereté con el objeto de registrar el matrimonio o el bautizo de sus hijos, surgió el conflicto. El registro era imposible, no existía ningún comprobante que acreditara la veracidad del hecho; la misión no había suministrado los datos. Además, la iglesia católica establece que para registrar el bautizo de un hijo ilegítimo, el padre debe testimoniar, personalmente o por escrito, el reconocimiento de éste. La negativa del párroco fue interpretada como un acto de mala voluntad. La reacción fue el alejamiento de la iglesia y la negativa a formalizar sus matrimonios. A causa de estas costumbres la iglesia es importante para las clases media y alta que Las Familias en el Sinú - 25 residen en el centro urbano de Cereté. Las congregaciones religiosas están completamente dominadas por los residentes de Cereté y por los líderes de la clase alta, las clases bajas presentan un tipo diferente de participación religiosa. Entre la clase baja, la gente aún se identifica como católica. Sin embargo, generalmente no asisten a la iglesia ni se casan por la iglesia, ni bautizan sus hijos. En vez de esto, se presta gran atención a los aspectos mágicos de la religión. En las áreas rurales existen varios centros religiosos que están constituidos por imágenes a las cuales se les atribuye poder para realizar milagros. Los miembros de una comunidad rural o caserío forman peregrinaciones a estas imágenes y solicitan favores por medio de novenas, las cuales están generalmente acompañadas de un baile (casi siempre el fandango). También existen en las áreas rurales individuos a quienes son atribuidas funciones religiosas y por lo tanto, en este aspecto, son líderes locales. Ellos ganan respeto no sólo por las técnicas de rezandero, sino también por su conocimiento del mundo de los espíritus (dan información acerca de donde irá el espíritu y qué hará). También poseen información sobre apariciones del diablo y otros espíritus. Entre los miembros de la clase baja no se le pide al sacerdote asistir a la muerte. En lugar de eso, la familia invita al rezandero para asistir a la muerte y a la purificación del espíritu (velorio). Después de la muerte, el pariente femenino más cercano organiza el velorio. Una puerta se deja abierta de manera que el espíritu pueda dejar la casa. Durante el velorio no se permite música ni danza. El temor a la muerte se expresa por medio de varias formas de comportamiento. Las más notables son el temor de pasar por el cementerio durante la noche o frente a una casa donde recientemente ha muerto una persona. En resumen, la estructura religiosa organizada es importante para los miembros de las clases alta y media, no siendo lo absoluto para las clases bajas, las que sólo aceptan sugerencias del párroco. Estas dan más énfasis a los aspectos supersticiosos de la religión. 26 - Las Familias en el Sinú La familia El litoral de Colombia se caracteriza por una serie de aspectos culturales distintos a los del interior andino del país. Uno de estos aspectos consiste en la organización social de la población, especialmente en las particularidades de la estructura de la familia. En contraste con el resto de Colombia, en la Costa se registra un porcentaje alto de uniones libres y en muchas comunidades el matrimonio católico es más bien la excepción y no la regla, llevando esta situación a una rata elevada de ilegitimidad. En Cereté la estructura de la familia varía en relación directa con la clase social. Las familias de clase alta y media son patriarcales y patrilocales. La estructura y función de las familias de la clase alta y media son similares a los modelos que generalmente predominan en Colombia. Las desviaciones importantes se presentan en las clases bajas. En la clase baja la familia es matrilocal muy frecuentemente, las mujeres tienen más de un compañero durante su vida y es común encontrar niños de la misma madre con cuatro o cinco apellidos diferentes. Si la mujer es abandonada, vuelve a su madre para levantar sus hijos. Si puede suministrar lo esencial para sus hijos por cualquier medio, mantiene un prestigio relativamente alto. En estos casos la mujer posee el más alto estatus en la familia y a su turno da más importancia a sus hijas. Si ella puede colocar a sus hijas en contacto con un terrateniente o alguien con medios económicos, puede elevar el nivel de su familia. Como resultado, los niños varones dejan la casa muy temprano y por lo general no vuelven. Buscan trabajo, en su mayor parte en agricultura por la carencia de educación y con frecuencia emigran al centro urbano de Cereté o fuera del municipio. La mayoría de las mujeres que manejan las casas son de la clase baja. Idealmente el hombre está obligado a contribuir con el sustento de su compañera y, a través de ella, al de todo su grupo doméstico; mientras que Las Familias en el Sinú - 27 ésta, además de sus servicios sexuales, se encarga de lavarle su ropa. Como el hombre no cumple siempre con esta obligación de un modo satisfactorio para todos, las uniones se disuelven con frecuencia; de todas maneras esta fase se considera como un período de experimentación del cual no se espera mayor estabilidad. Al lograr cierta independencia económica el hombre funda un nuevo hogar aparte y durante un período más o menos largo la pareja vive sola. Ocasionalmente algunas uniones se basan en el matrimonio católico y adquieren un carácter a veces estable, sobre todo si el hombre construye o compra una casa pero con frecuencia la pareja sigue viviendo en concubinato y aún cambia a veces de consorte, regresando la mujer a la unidad doméstica materna junto con sus hijos. Si el hombre abandona a la mujer ella no necesariamente regresa a la casa de su madre sino a que a veces se sostiene apoyada por esta, por el trabajo de sus niños, la ayuda de parientes de línea materna, de los esposos de sus hijas, o por su propia labor. Es probable que ella vuelva a establecer relaciones con otro hombre, ahora ya de edad madura, quien convive con ella y forma luego la unidad doméstica más amplia, en la cual colaboran también los consortes de las hijas. Mientras tanto la mujer ha adquirido una posición económicamente bastante fuerte, sea por medio de sus ahorros, la ayuda de sus niños o por las propiedades obtenidas en el curso de varias uniones conyugales, de manera que cuando se forma la unidad doméstica definitiva está dominada por ella. Dos tipos de organización familiar se presentan en la clase baja, estos son: 1) donde el esposo satisface parte de las obligaciones económicas y 2) donde el esposo satisface todas las obligaciones económicas. En el primer caso, la esposa continúa jugando un papel importante y en el segundo, el hombre es la cabeza de la casa y la obligación matrimonial es estable. La estructura de la familia entre la clase baja depende en su mayor parte de la manera 28 - Las Familias en el Sinú como el hombre satisface sus obligaciones económicas. Dada la frecuencia con la cual los hombres desatienden estas obligaciones y teniendo en cuenta el concepto de machismo, el hombre trata de establecer relaciones con el mayor número posible de mujeres. En las clases bajas las mujeres frecuentemente sostienen la casa, son cabeza de ella y toman las decisiones. Esto, naturalmente, es importante para cualquier programa de cambio que pueda ser instituido en Cereté. En las regiones rurales, el cambio tendrá un aliado en la mujer, puesto que las mujeres han llegado a acostumbrarse a su posición de jefe están convencidas de la necesidad del cambio. Así, una de las características principales de la familia de clase baja consiste en el hecho de que con frecuencia ella no está constituida por una familia nuclear solamente, sino por un grupo más amplio cuyos miembros pertenecen a más de dos generaciones, unidos por vínculos de parentesco más o menos cercanos. Ocasionalmente se añaden a estos grupos algunas personas que no pertenecen a la parentela, tales como niños adoptivos o comensales. Se hace necesario distinguir claramente entre unión conyugal y unión doméstica, conceptos que no siempre coinciden. Es dentro de la última que se forma la unidad conyugal nuclear en su fase inicial, para convertirse finalmente en una unidad doméstica semejante a la originadora. No se trata de diferentes tipos matrimoniales opcionales, sino de fases sucesivas en el proceso de desarrollo de un sistema. Partiendo de la familia nuclear como una unidad elemental más sencilla, observa Dussan de Reichel (1962) que Las Familias en el Sinú - 29 ésta se establece casi siempre dentro del marco de referencia de una unidad doméstica de más de dos generaciones3. El hombre, al entablar relaciones con una muchacha, no convive necesariamente con ella sino que la visita periódicamente y es probable que procreen niños sin que la pareja viva bajo un mismo techo. En esta primera fase de uniones inestables, los niños procreados quedan por lo general incorporados en la unidad doméstica de su madre biológica o de su abuela materna. En el grupo nuclear, el hombre es por lo general el elemento económicamente más activo y al comienzo la mujer contribuye poco al sustento de la familia. La autoridad está en estos casos representada por el hombre como cónyuge y padre, pero ello no significa que la línea paterna adquiera alguna importancia en la estructura de las interrelaciones sociales. En realidad, el hombre es siempre un elemento marginal y la línea materna siempre se considera como la verdadera familia. Después de algunos años, sin embargo, al paso que aumenta el número de niños y que el hombre, como es frecuente, sostiene otras mujeres, su compañera también se ve obligada a trabajar y de este modo ella comienza a tomar más y más ingerencia en la vida familiar. Referencias bibliográficas: Dussan de Reichel Alicia. (1962). La Estructura de la familia en la Costa Caribe de Colombia. Memoria del Congreso Americanista de París reunido en San José de Costa Rica. Lecturas Adicionales (82), Facultad de Sociología. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 30 - Las Familias en el Sinú Las familias en las décadas de los años 60 (antes) y 80 (después) Víctor Negrete Barrera y Teresa Meister de Vettiger (1994) Testimonios El padre (antes) Antes, el ser padre era cosa muy seria. Yo recuerdo que sólo cuando cumplíamos 18 ó 20 años de edad nos permitían usar pantalones largos. Entonces nos considerábamos mayorcitos, con un poco más de libertad para escoger nuestro propio camino. Y se suponía que ya habíamos dejado las relaciones con animales, especialmente las burras, mulas, terneras, vacas y hasta con gallinas y comenzábamos con mujeres. Las primeras casi siempre son muchachas loquitas que nunca faltan y una que otra mamasanta, me Las Familias en el Sinú - 31 refiero a mujeres veteranas en asuntos sexuales que aparentan inocencia o virginidad y hacen las cosas escondidas para que no hablen de ellas, en otras palabras comen callao. Después, lo que seguía era conseguir su propia compañera. Lástima que nuestros padres no nos instruyeron sobre esas relaciones sexuales, pudieron evitarnos tantos malos momentos puesto que aprendimos solos, apenas recordando los cuentos reales o inventados que echaban los amigos mayores. Sin embargo nuestros papás nos exigían a cada momento ser machos, tener bien puestas las pelotas y amenazar de muerte al hijo que saliera con modales de señoritas. A la edad aproximada de 25 años y con algún recurso para mantener mujer y levantar hijos, nos decidíamos a formar hogar. Por lo general la pretendida era la novia de varios años atrás. Nos gustaban querendonas, fieles, trabajadoras, entregadas de lleno a los hijos y al marido, sumisas, sin ninguna mancha en su pasado. Por esto la preferíamos del mismo pueblo o de otro cercano. Así sabíamos quién era ella y toda la familia. Una vez que ella y yo, por ejemplo, acordábamos entablar algo serio mi padre le pedía permiso al de ella para poder visitarla. Si estaba de acuerdo me fijaba un horario y hasta me probaba a ver si era capaz de contraer obligaciones. Lo corriente era desmalezar o limpiar un pedazo de monte o sacar y aporrear un número acordado de pencas de majagua, del árbol chitúa, utilizadas, por ser tan fuertes, para hacer cabuyas o cuerdas para sujetar el ganado y otros animales o para hacer chinchorros o hamacas. Estas pruebas le daban una idea al futuro suegro de lo que era capaz de hacer el pretendiente. El noviazgo mínimo era de un año y la visita era en su casa. Allí disponíamos de un lugar para hablar y darle besos rápidos cada vez que se descuidaban sus padres. Eso de estar besando a cada momento y sobando por todas partes no era permitido, pues se suponía que si el compromiso fracasaba la muchacha debía quedar con la misma integridad, libre de toda mala sospecha. Si todo marchaba bien el padre del varón le pedía al padre de la muchacha, en presencia de testigos respetables, permiso y autorización para que los muchachos se casaran. Enseguida fijaban la fecha y comenzaban los preparativos. 32 - Las Familias en el Sinú El día de la boda era una fecha grande. Todo el pueblo y los pueblos vecinos tenían que ver con la fiesta. Llegaba gente de todas partes y para todos había comida, un lugar donde colgar la hamaca y abrir la cama de tijera, música y bebida suficiente para emborracharse. Algunas veces prolongaban la fiesta por varios días y no existía ningún problema porque los dueños estaban preparados y los invitados también. El propio día de la boda, a la media noche, en pleno furor de la fiesta, los desposados abandonaban con sigilo la sala y se marchaban para el cuarto o la casa preparada para la ocasión. Al siguiente, bien temprano, los familiares, los invitados y todo el pueblo permanecía a la expectativa a la espera de la salida de los recién casados. Al rato salía ella con la sábana blanca manchada de sangre a colgarla en el alambre de tender la ropa para que todo el mundo se enterara que el hombre la encontró virgen. Mientras tanto él se quedaba afuerita de la puerta viendo a su mujer, con una toalla enrollada en el cuello, tapándose la nariz y con pedazos de algodón metidos en las orejas para que el aire frío de la mañana no se le metiera en el cuerpo, todavía caliente por el ajetreo de la madrugada. Tal vez los que más sufrían eran los padres de la hembra. Ya la mamá había llorado porque se le iba una hija de su lado. Ahora, con el corazón en la mano, al lado de toda la familia esperaba ansiosa el resultado de ese encuentro de sexos. Si salía con la sábana saltaban felices y se llenaban de orgullo, de un orgullo tan grande que no había con qué compararlo. Si abrían la puerta y no salía nadie era señal que algo anduvo mal: la mujer no era virgen. Entonces podía ser devuelta a su casa llenando a la familia de una gran vergüenza que no lograban borrar nunca. Enseguida trancaban puertas y ventanas, suspendían visitas, esquivaban a la gente, salían a hacer estrictamente lo necesario y volvían a recogerse. La devuelta quedaba condenada a padecer la soltería, el chisme y la soledad a menos que los padres o familiares, condolidos por esta triste situación, la llevaran a vivir a sitios más comprensivos sobre esto de la virginidad. Claro que hubo muchas mujeres que no aguantaron las ganas o tipos que sabían sonsacarlas y se las llevaban antes de efectuar el compromiso y la fiesta. A veces se debía a que los muchachos se querían pero cualquiera de los viejos no era gustoso y así las cosas no marchaban. Preferían entonces fugarse y regresar a los tres días; ella sola primero a ver cómo estaba la siLas Familias en el Sinú - 33 tuación. Pedía perdón y les decía que él estaba dispuesto a vivir con ella o casarse, que le entendieran su proceder, que ella sabía que había hecho mal pero, ajá, qué otra cosa podía hacer si ellos no querían. Antes de responderle la castigaban con los mejores zurriagos, capaces de sacar caminitos de sangre cada vez que tocaban la carne de cualquier parte del cuerpo. Después que el papá reposaba la fatiga escogía una de estas tres opciones: aceptaba la propuesta pero con condiciones; la alejaba para siempre del hombre que la perjudicó o desfloró manteniéndola bajo control estricto; la echaba de la casa con la advertencia de no volver jamás, prohibiéndoles a los familiares más cercanos pronunciar el nombre de quien ya consideraba una hija muerta. Ya uno organizado con su mujer, pensaba en los hijos. En tener los hijos que Dios mande; sobre todo varones, porque definitivamente las hijas son carne para gallinazo. Las criamos con esmero sin saber quién las aprovechará. De ahí el dicho de engordar el pollito para que otro le chupe el huesito. En cambio los varones perpetúan el apellido y son una garantía para la integridad y el respeto a la familia. Esto de los hijos es cosa de la mujer. Ella es la que debe velar y estar pendiente de ellos. El hombre es el encargado de mantenerlos, de enseñar a los varones a trabajar, ser honrados y de procurarles algún estudio si es que tienen cabeza para eso. El puesto de la mujer es en la casa y para esto no necesita estudio. En cambio el hombre está en la casa para mandar, para hacerse obedecer. El padre (después) Hablar de los padres de hoy es muy complicado. Sí señor, se lo digo yo que soy uno de ellos. Para empezar le digo que cada día somos más jóvenes; si no lo cree, averigüe en los gremios de albañiles, mecánicos de carros o bicicletas, sacadores de arena del río, vendedores ambulantes o estacionarios, loteros, celadores, sastres, carpinteros, vendedores de tinto y otros por el mismo rango o vaya al campo para que se convenza de la gran cantidad de gente joven que está metida en compromisos. Claro, todo esto tiene una explicación: son personas que padecieron muchas penurias en la infancia y la adolescencia y demasiado rápido se dieron cuenta que la vida no les ofre34 - Las Familias en el Sinú cía tantas cosas buenas como creían o esperaban. Entonces aprendieron uno o más oficios, buscaron trabajo, fijo u ocasional, y ya con esta “independencia” lo más lógico es conseguir una compañera que lo atienda. Bueno, le estoy hablando de las clases populares porque en las medias y altas ocurren otras cosas. En las medias la gente se está casando joven debido a las grandes facilidades que existen hoy para hacer el amor con las muchachas. Tú sabes que ellas en las casas no tienen control y las amistades, el medio y todo lo que ven, leen, oyen, sienten y ponen en sus cuerpos las incitan a estas relaciones. Estas facilidades son el camino más corto para llegar al matrimonio, a los abortos y a la perdición. Si por casualidad el muchacho estudia o no cuenta con trabajo, los padres de él o ella los ayudan. Lo más común es manteniéndolos. Los pudientes no tienen tanta prisa para casarse o tener hijos. Ellos saben que tarde o temprano deben manejar fortunas, negocios, puestos públicos o prestigio político y para hacerlo bien deben prepararse. Aunque yo no sé para qué se preparan porque la verdad sea dicha están perdiendo las tierras y el ganado. Pero bueno, no nos salgamos del tema. Otra cosa que tienen los pudientes es que forman un grupo muy cerrado. Difícil de romper por los que no pertenecen a él. Un matrimonio entre una de sus mujeres y uno de las clases bajas o medias es raro. Sucede un poco más entre uno de ellos y una de las de este lado. Los antioqueños por su parte no sólo siguen adquiriendo fincas, almacenes y ganado, también les están quitando las mujeres más bellas que ellos tienen. Como te decía, hoy todo se facilita: te puedes casar por lo civil o lo religioso, vivir en unión libre y contar con una o más sucursales o queridas. Y Las Familias en el Sinú - 35 todo está bien. Nadie tiene por qué meterse en tu vida. ¡pendejo el que lo acepte!. Con semejantes garantías el hombre fiel es una pieza de museo y en ese mismo lugar encontraremos a la mujer a la llegada del año dos mil. Tal vez exagero pero en esa dirección vamos marchando. ¡Lo apuesto diez a uno! Lo que no entiendo muy bien es qué busca la mujer con eso de la liberación femenina. Ahora les ha dado por estudiar y querer laborar en oficinas, empresas y otras instituciones, menos en el hogar. Muchachas para trabajar en el oficio doméstico son difíciles de conseguir y la mayoría estudia de noche. ¡A dónde vamos a llegar Díos mío! Y se están volviendo altaneras. Con cualquier grito, insulto, cachetada o golpe que uno les da o rasguño que les haga, forman el gran alboroto. Nos denuncian por maltrato o falta de apoyo económico para los hijos. Al marido no lo atienden como debe ser, a los niños no quieren darle seno porque se les caen, consumen licor como cualquier hombre y ya son ellas las que enamoran. Se rebelan contra cualquier control que no les guste de los hijos, los padres o el esposo. Ni siquiera esperan llegar a ser señoritas cuando nos están exigiendo libertad total y diciéndonos que somos anticuados, que no entendemos los tiempos actuales. En el fondo pienso lo siguiente: lo que está sucediendo es una moda loca de las mujeres que tarde o temprano debe pasar y estoy seguro que pasará porque las mujeres, y más las de hoy, no piensan sino en sexo y dinero. Dándoles ambas cosas, las mujeres son felices. Por eso no les importa la devoción maternal de otros tiempos y han hecho que nosotros cuando buscamos a una de ellas lo hagamos por pasar un rato o temporada para luego buscar otra y así sucesivamente. Con mujeres así pocos de nosotros pensarán en formar un hogar estable con los respectivos hijos. Y los hijos para muchos hombres como yo tienen una razón de ser: son la demostración de que podemos embarazar mujeres, con capacidad de engendrar cuando queramos y también para que la mujer no olvide quién se lo hizo. De todas maneras, si llegan los hijos los mantenemos pero el cuidado y estar pendiente qué hacen y con quién es obra más que todo de la madre. De una madre que no está muy interesada en seguir cumpliendo este papel ni el de esposa tampoco. 36 - Las Familias en el Sinú La madre (antes) Nosotras, las madres de antes todavía no sabemos si fuimos felices o desdichadas. Me imagino que cada una tendrá su opinión y claro, yo también tengo la mía. Recuerdo que nacimos para estar bajo el mando de los hombres, así fueran padres, hermanos, novios o maridos y de la gente en general porque siempre fuimos sus víctimas, inocentes o no, pero sí sus víctimas. Ellos juntos nos acorralaron en las casas y nos ordenaron hacer lo que teníamos que hacer: lavar, cocinar, barrer, planchar, cuidar niños y maridos, tolerarles sus defectos y complacerles sus antojos. Cumplir con todo esto significaba ser buena esposa, madre, hija y hermana. Y nosotras creímos de verdad que esta era la vida. Y con esta creencia le dimos gusto al hombre en todo lo que quiso: que nos quería vírgenes, nos le entregamos vírgenes; que muchos no esperaban el momento de la boda o el comprometimiento y nos pedían la prueba de amor, le dimos la prueba de amor, aún sabiendo que nos exponíamos al engaño; que no necesitábamos estudiar para cumplir nuestro papel de mujer, les creímos y muchas apenas aprendieron a conocer las letras del alfabeto. En el campo por lo regular no gozábamos la niñez ni disfrutamos la adolescencia porque pasábamos de niñas trabajadoras a cumplir funciones de esposa de hombres mayores cuando cumplíamos 12 o 13 años. ¡Todo les entregamos! A cambio nos convirtieron en máquinas de hacer oficios y niños y como tal nos Las Familias en el Sinú - 37 trataron: sin consideración, sin detalles que mostraran su preocupación o amor por nosotras, sin alicientes para arreglarnos para parecer más bonitas, con la ropa y los accesorios estrictamente necesarios y cuando sentían ganas de hacer el acto sexual simplemente nos golpeaban el hombro, nos dirigíamos a la cama, nos hacían abrir las piernas, se subían un rato moviéndose de arriba-abajo y listo. Por nosotras no se preocupaban en lo más mínimo. Me atrevo a asegurar que casi todas las mujeres de mi época no supieron ni creyeron en el orgasmo: yo por lo menos no supe que es eso. En raras ocasiones nos sacaban a algún evento familiar o social ¡Hubo mujeres que después de casadas o comprometidas no salieron en vida nunca más de su casa! En las casas marchitábamos la vida…bueno…. eso que llamábamos vida. A pesar de todo, estoy segura de una cosa: madres como nosotras habrá pocas en los tiempos presente y venideros. Fuimos madres en todo el sentido de la palabra: levantamos a los hijos contra viento y marea, nunca tuvimos corazón para regalarlos o tirarlos a la calle para que se defendieran solos. Como un ángel guardián les seguíamos los pasos para que no se metieran en líos o enredaran con malas compañías. Los controlábamos férreamente pero era por su bien. Cuando enfermaban no nos separábamos de su lado ni un solo instante. No nos importaba el trasnocho ni la falta de comida, si alguno de ellos estaba de por medio. Nos angustiaban las demoras que tenían, los malos momentos que pasaban, los pesares y fracasos que los embargaban. Ya grandes y con familia aparte, seguían siendo para nosotras dignos de cuidado, de atención, de orientarlos en la vida. Para una madre un hijo siempre será como un niño. Si de algo se nos puede acusar es que sobreprotegimos a los hijos… yo no estoy de acuerdo con esta acusación porque antes de un mal me parece un bien lo que hicimos y no me arrepiento de haberlo hecho. Muchas veces, es cierto, que por cuidarlos y quererlos tanto les quitamos cierta independencia, de vez en cuando eran inseguros y no tomaban iniciativas importantes sin consultarlas. Se sentían más seguros estando al lado nuestro, el de sus padres. Pero los hijos respondieron más bien que mal estos desvelos y sacrificios: por lo regular oían los consejos de los mayores, respetaban a los superiores, 38 - Las Familias en el Sinú nunca elevaron la voz ni levantaron los puños ante cualquier reclamo o llamado de atención que le hicieron los padres, los familiares, los padrinos, los señores y señoras de edad. Fueron humildes, tímidos, penosos tal vez, hasta pasaban por brutos pero sabían tratar a las visitas, besaban la mano del padrino, decían buenas noches o buenos días al acostarse o al levantarse, pedían la bendición cuando marchaban lejos o al momento de dormir, no eran patanes ni vulgares. Eran confiados, serviciales con los necesitados, de una sola palabra en los compromisos. Si llegaban al extremo de pelear lo hacían con los puños y hasta con patadas pero nunca usaban cosas que no fueran del cuerpo. Comíamos juntos en la mesa y en la prima noche acostumbrábamos a conversar de cada uno y de todos. Los hermanos se prestaban toda la ayuda necesaria y entre ellos no había tantas peleas. En conclusión: por lo que hicimos las madres con nuestros hijos estoy conforme; por lo que hicieron los maridos con nosotras estoy resentida. La madre (después) Ya hoy no somos las mismas de antes. Creo que mucha gente se ha dado cuenta de ello y están sorprendidos, especialmente nosotras mismas, porque al fin nos dimos cuenta que debíamos darle un vuelo a nuestra condición de mujer y poco a poco lo vamos logrando. ¿Cómo? De varias maneras: capacitándonos en el mayor número de oficios y carreras posibles, es una de ellas. La época actual requiere de gente más preparada, puesto que los cambios ahora son tan rápidos que si nos descuidamos nos quedamos en la vía. Sin embargo esta decisión de estudiar y trabajar está llena de obstáculos por todas partes. Hemos tenido necesidad de demostrarles a los hombres, especialmente a los padres, esposos, empresarios y gobernantes que la mujer no opina por donde orina, que la inteligencia no la poseemos en medio de las piernas; que es muy sano y conveniente la competencia de tú a tú en capacidad e iniciativa en los distintos campos de actividades. Claro que todo este reconocimiento significa que debemos tener iguales derechos y deberes en el hogar. No hay justificación de ninguna clase que el hombre se crea superior y pueda chantajearnos por la simple razón de ser el único que entrega dinero o seguir sosteniendo la falsa creencia que los oficios domésticos son tareas estrictamente de mujeres. Las Familias en el Sinú - 39 Si el hogar es obra de ambos y ambos aportan con dinero o con trabajo lo lógico es que se dividan o compartan las obligaciones sin establecer discriminaciones ventajosas para ninguno de los dos. Otra manera de hacernos ver es tratar de acabar con los abusos que cometen contra nosotras. No es posible seguir tolerando gritos, amenazas, golpizas, desconsideración, irresponsabilidades de todos los tamaños, burlas y un sinnúmero de arbitrariedades por cualquier mínima sospecha o sin existir ninguna razón de peso. Con hombres de esta calaña la única solución es la separación. Y de hecho lo estamos haciendo. Basta con mirar los casos de separaciones en los juzgados respectivos para entender que la iniciativa la llevamos nosotras. También anhelamos, y esto es un complemento de lo dicho anteriormente, que se nos reconozca el derecho de ser felices en el acto sexual, que no se nos inhiba o nos miren mal cada vez que deseemos manifestar nuestros gustos con libertad y franqueza. El acto amoroso es creación de dos y por lo mismo deben quedar satisfechos ambos. Malo, pésimo, que sea uno el que goce y el otro quede con angustias en el cuerpo y el alma. Por motivos conocidos nosotras somos las grandes sacrificadas y al parecer la situación no va a cambiar por ahora. Debe haber una respuesta nuestra a esta anomalía. Y en estos asuntos yo soy radical: si una mujer no consigue satisfacción, bienestar y superación en un hombre, lo más natural del mundo es que lo deje y punto. Y este mismo derecho se lo reconozco al hombre. No faltaba más. Es mejor desde todo punto de vista la separación que la infidelidad. Afortunadamente las separaciones son tan frecuentes que no causan las 40 - Las Familias en el Sinú habladurías de antes y la virginidad no es requisito tan riguroso como en tiempos pasados. Sé que muchos hombres y no pocas mujeres critican lo que está sucediendo, se escandalizarán con lo que estoy hablando y hasta nos calumniarán pero las cosas ya no tienen reversa, los cambios seguirán operándose. Mientras tanto seguiremos criando hijos con una nueva mentalidad, sin necesidad de abandonarlos, así seamos madres solteras, separadas o viudas y tengamos que venderle el alma al diablo. Es más, siempre hemos procurado que los hijos permanezcan con nosotras y no se vayan con el padre. Esto no es ningún capricho bobo, nos viene desde años atrás la preocupación porque los hijos se superen y con nosotras tienen todo el apoyo que sea necesario. Y esta disposición natural no la vamos a perder de ninguna manera. Continuaremos batallando porque nuestros hijos sean alguien en la vida sin fijar diferencias entre hijos varones y mujeres. Para nosotras valen y los queremos iguales. En el fondo de mí hay algo que me duele como mujer, estamos dejando de ser tiernas. Algo o alguien, o las dos cosas al tiempo, nos vienen insensibilizando paulatinamente. Poco o tardíamente respondemos a los detalles románticos, a los piropos galantes, a las caricias y a los juegos que nos alegran y nos vuelven mansas como las palomas o sensitivas como los versos de los poetas enamorados. En fin, es mucho lo que se puede decir pero pensando con cabeza fría, sin ánimo de polemizar ni de culpar a nadie, yo creo que los cambios que estamos promoviendo las mujeres son convenientes para todos. Veamos por qué: para los esposos, porque cuentan con mujeres más preparadas y menos desgastadas físicamente que les ayudan a llevar los altos gastos que demanda el sostenimiento de un hogar en condiciones tan apretadas como las actuales. Para los hijos, porque disponen de una mayor comprensión y una mejor orientación en la vida. Para la comunidad, porque nos vinculamos activamente al trajín de sus actividades económicas, sociales, religiosas, culturales, deportivas y políticas, proporcionando ideas, entusiasmo, dinamismo y progreso. Para nosotras mismas, porque empezamos a realizarnos como mujeres de esta época tan enredada y tan necesitada de opiniones y sentimientos más justos y humanos. Opiniones y sentimientos que se encuentran más en nosotras. Las Familias en el Sinú - 41 Son tan justas estas solicitudes y aspiraciones que la aceptación y el apoyo a las mismas es cuestión de tiempo. No más. Aspiramos a no equivocarnos y a confiar en la sensatez de los varones, siquiera por esta única vez. El hijo Cuando hablamos de los hijos debemos especificar si son mujeres o varones y en caso de ser estos últimos, si nos estamos refiriendo al mayor o a los menores, pues en realidad los importantes somos nosotros, los mayores. Antes, y esta opinión todavía no se pierde, todos los hogares ambicionaban que el primer hijo fuera varón por razones obvias que ustedes ya conocen. Nuestra misión era y sigue siendo nada menos que la de reemplazar al padre en sus ausencias temporales o definitiva. Algo grande si se tiene en cuenta que en estas circunstancias hasta la propia madre estaba obligada a consultarnos los movimientos y decisiones importantes de la casa. No vaya a creerse que cumplir este papel como es debido es cosa de niños. ¡De ninguna manera! A uno lo preparan desde que nace: los mejores mimos y preferencias, las más grandes oportunidades para sobresalir, la mayor libertad y la mayor autorización para mandar. 42 - Las Familias en el Sinú Es al primero en especial a quien el padre saca a pasear, a mostrar y a decirle a todo el mundo “este es el heredero, el que puede hacer y deshacer porque es primogénito”. Y desde muy niños recibíamos el encargo de acompañar y vigilar a cada momento a nuestras hermanas. Sin todavía entender por qué razón nos dieron un poder grande sobre ellas. Y este poder lo usamos severamente cada vez que se presentó la oportunidad. Tal vez algunas veces fuimos injustos, sobre todo al principio, cuando no comprendíamos las cosas y nuestros padres nos alertaron tanto contra nuestras hermanas que posiblemente exageramos la vigilancia y las chantajeábamos y denunciábamos. Pero después, ya grandes, si nos excedimos un poco lo hicimos con plena consciencia, pues teníamos que imponernos como hombres y como hermanos mayores. Nos tocaba entonces aprobar o rechazar las amistades, conceder o negar los permisos y no permitir que tuvieran novios. Contábamos con licencia para castigarlas si nos desobedecían o fallaban en algo. Y lo podíamos hacer con puños, cinturones, varitas de totumo o tamarindo y con sogas de colgar hamacas o sujetar animales. En estos casos nuestras madres no se metían, aunque hubo casos en que nos ayudaban un poco. Les he estado hablando de las hermanas jóvenes o señoritas que todavía dependen de la casa paterna pero también teníamos que ver con las hermanas casadas. Si éstas se encontraban en apuros económicos o conyugales nos encargábamos de hablar con los cuñados y pedirles explicaciones. Si por casualidad alguno de éstos la golpeaba injustamente el asunto lo arreglábamos a los puños. Esto no significa que el marido no pueda regañar o pegarle a la esposa, así sea hermana de uno; no, no es esa mi opinión, pues yo estoy de acuerdo que todo acto indebido que cometa una mujer merece sanción. El cómo sancionarla depende de cada cual. Antes y todavía hoy, se emplean los golpes. En cuanto a los hermanos menores o pequeños, alguna atención merecían de parte nuestra. Interveníamos cuando nuestras madres ya no los aguantaban, cuando hacían o decían algo que se relacionaba directamente con nosotros y cuando les ordenábamos el cumplimiento de los oficios que a cada cual les correspondía ejecutar todos los días. Pero nuestro compromiso no tocaba únicamente a los hermanos. Nos correspondía llamarle la atención a nuestro padre cuando incumplía con sus Las Familias en el Sinú - 43 deberes para con el hogar, ya fuera por descuido o abandono, por malos negocios, por parrandas o por mantener otra mujer. Era un llamado de atención respetuoso pero tajante. Algunos aceptaban, a otros les molestaba enormemente que un hijo, aún el mayor, se excediera en atribuciones que nadie le había dado. En todo caso siempre supimos portarnos correctamente con los viejos. Hay que reconocer también que la función del primogénito no fue cumplida eficientemente por todos. Fallaron los que no contaron con las cualidades y habilidades apropiadas para merecer la confianza de la madre y los hermanos. Y cuando el mayor fracasaba el vacío de autoridad lo llenaba otro de los hermanos varones o la propia madre si ya no había en quien confiar. En resumen, los primogénitos hemos desempeñado una notable labor en la familia. Basta pensar que colaboramos con los padres en la noble labor de mantener unida la familia. A pesar de los resquemores y críticas que recibíamos de los hermanos en contra de nuestras órdenes y privilegios, lo cierto fue que nos mantuvimos ligados muy estrechamente en los juegos y en los buenos y malos momentos. Los de mayor edad se mantenían pendiente de los menores: los cuidaban, bañaban y vestían, les daban teteros y comida en general, los mecían, dormían y entretenían. Hoy, me parece a mí, los primogénitos venimos fracasando en nuestra labor. Estamos permitiendo y contribuyendo con la desunión entre los hermanos por las peleas, los insultos y ataques entre sí. Viviendo en la misma casa no nos hablamos, existe una indiferencia total por lo que sucede a cada uno, desaparecieron las reuniones familiares y no es nada raro que padre e hijo se den puñetazos en los patios o en las calles. La hija Las hijas de antes pasamos por dos momentos en casa de los padres: uno como niñas y otro como mujeres. ¿Cuál fue mejor? ¿Cuál nos sirvió más para después desempeñarnos como esposa y madre? Son preguntas que trataré de responder conforme mi experiencia y la de muchas otras que conozco. 44 - Las Familias en el Sinú Recién nacidas los padres no nos veían con buenos ojos pero terminaban aceptando lo dispuesto por el destino. Después hasta nos llegaban a querer un poquito, en especial cuando teníamos entre uno y tres años de edad. Nos cargaban, nos hablaban como chiquitos, jugaban de todo con nosotras y se preocupaban de verdad por cosas como la comida y la salud. De los cinco años en adelante principiaban los mandados, los oficios, los cuidados de los más pequeños hasta que Dios y los hombres querían, en una rutina tan absorbente que terminamos acostumbradas a ella. Quizás por ello tuvimos siempre una visión tan estrecha de la vida puesto que el mundo no pasaba de la casa donde vivíamos y de unas cuantas casas más del pueblo. Incluso, los cambios en nuestro cuerpo pasaban casi desapercibidos porque no sabíamos para qué servían… bueno, si sabíamos: para hacer más y mejores las actividades que nos tocaba realizar. El crecimiento de los senos, los vellitos en el sobaco, los movimientos de la cadera, el brillo de los ojos y el cabello, los gestos sensuales del cuerpo y la boca y la finura de la piel, eran descubiertos primero por nuestros padres y hermanos que por nosotras. Entonces nos llamaban la atención, nos daban instrucciones y comenzaban a vigilar nuestros movimientos. Ya ustedes saben qué ocurría si fallábamos en algo. El hecho de ser la mayor conllevaba ciertas responsabilidades. Algunas de las cuales eran reemplazar a la madre en los oficios y cuidado de los meLas Familias en el Sinú - 45 nores cada vez que se enfermaba o salía a diligencias familiares y servir de ejemplo a las otras hermanas. El mayor ejemplo que nos exigían era el de la buena compostura, ser merecedora de respeto por parte de los hombres, no ser objeto de habladurías ni de cuentos y saber casarnos como Dios manda. Porque del ejemplo que pusiera la mayor dependía el éxito o el fracaso de las otras hermanas. Si alguna de éstas fracasaba se le cargaba a la cuenta de la mayor, quedando con ese peso en la conciencia por el resto de su vida. Yo creo que la atención a los padres, sobre todo cuando están viejos, es otra responsabilidad, ¿cierto? Los hermanos por lo general no la cumplen por el trabajo, como si nosotras no trabajáramos, las pérdidas frecuentes, las parrandas y porque no tienen corazón, paciencia, ni la capacidad de sacrificio y abnegación que tenemos nosotras. A propósito: se me ocurre por momentos, cuando los padres dependen de la atención que le prodigamos ¿no sentirán remordimiento por la manera injusta como se portaron con nosotras? El padre debiera preguntarse por qué razones no deseaba tener hijas y la madre por qué siempre fue tan enérgica con nosotras y tolerante con los varones, cuando era ella la única esperanza que teníamos en medio de tanta incomprensión de los hombres y del pueblo. No piensen que estoy llena de remordimientos. Son cosas simples que se me ocurren para pasar el rato, ahora que veo a mis hijas y las comparo conmigo cuando tenía sus edades. ¡Que diferencia¡ Saben muchas cosas con demasiada superficialidad. No les gusta hacer los oficios de la casa. Viven pendientes de amigas y amigos, modas, música, cine, novelas, cantantes, artistas en general y paseos. Son antojadizas, estudian apenas para pasar en las notas del colegio y principian a pintarse desde muy jóvenes. No les entusiasma saber cómo vivíamos y pasábamos los mayores ni le prestan atención a las cosas y costumbres que son de nuestros pueblos. Nos irrespetan, creen conocer todo, son groseras, se enojan por cualquier motivo pero con las amistades siempre están sonriendo. Estoy de acuerdo que quieran ser más libres e independientes pero con responsabilidad. En esta época es muy fácil dañar a una niña o un niño con tantos vicios y maldades y por lo mismo los padres no podemos descuidarnos. El progreso trae sus ventajas pero también sus perjuicios. Y estos tenemos que evitarlos al máximo. 46 - Las Familias en el Sinú Una de las ventajas que yo encuentro es que el hombre está entendiendo que las mujeres sentimos el placer sexual con tanta o más intensidad que él. Hubo y hay hombres todavía que juran y rejuran que nosotras sufrimos en el acto sexual. Sufrimos si no nos complacen, ¡que quede bien claro¡ En el fondo, opino yo con modestia, esta es la razón principal por la que los hombres no deseaban o desean tener hijas. Pero el asunto no termina en lo que he dicho. He notado desde hace varios años que las casas se están llenando de hijas jóvenes que salen embarazadas…me asombra verlas cada vez más jóvenes y atrevidas. Y a estos hijos de nuestras hijas generalmente nos toca atenderlos porque ellas con toda frescura nos convierten en madres-abuelas, a veces demasiado rápido. A la larga y perdonen por hablar tanto, puedo decir que todo cuanto vivimos y aprendimos fue de mucha utilidad para nosotros pero no para nuestras hijas. Ellas no creen en nada del pasado. Para ellas este es un tiempo nuevo y por lo mismo no podemos entenderlo. Nos toca observarlo y no juzgarlo, así nos dicen cuando las regañamos, ¿cómo les parece? Los abuelos Nosotros los viejos o los abuelos, ahora que hablamos de la familia, ya no soplamos. Vamos de mal en peor. Antes se nos llamaba con cariño y respeto papá viejo o mamá vieja. Servíamos para una infinidad de cosas pero yo y Juana, mi mujer, siempre preferimos y nos gustó muchísimo todas las veces que los hijos y los nietos, tanto hembras como varones, llegaban hasta nosotros a consultarnos sus cuitas, sus andanzas y negocios. Hablaban con sinceridad, nos escuchaban con atención y rara vez desoyeron los consejos o las indicaciones que le formulábamos. Gozábamos por entero contando cuentos, leyendas, anécdotas, sucesos buenos de la vida de uno o de otros, del propio pueblo o de otros que se conocieron de vista o de oídas. Sabrosas las reuniones que hacíamos de noche, a un lado del fogón y del mechón, fumando tabacos y echando cuentos que sobrecogían el corazón pero entraban con dulzura a la mente ansiosa y blandita de los niños. A ellos y a los grandes, familiares o no, les explicamos despacio y les repetimos una, dos, tres, diez, veinte, cien y todas las veces que fue necesario, la historia del pueblo, los primeros hombres y mujeres que se aventuraron por montañas Las Familias en el Sinú - 47 endiabladas con la intención de limpiar pedacitos para tener donde sembrar cualquier cosita y con suficiente claridad les fuimos contando también como eran las costumbres y como han venido cambiando a medida que el tiempo avanza sin que nadie pueda detenerlo, sin que aparezca una talanquera que lo aguante por un rato no más, siquiera para que las cosas y las gentes no cambien tan rápido. Estos momentos cortos o largos, los tenemos bien conservados en el alma. Ni siquiera se los hemos dejado a la memoria porque es muy frágil y somos gustosos que nos acompañen hasta el último instante de lucidez que tengamos antes de morir. Ahora que hablo de morir, y Juana está de acuerdo conmigo, le estamos rogando a la Divina Providencia que nos lleve con ella cuando todavía estemos hábiles y lúcidos. Ojalá no llegue cuando seamos un par de viejos inútiles que lo único que hacen es estorbar y joder. Porque en esto debemos ser precisos: los hijos y los nietos se aburren de nosotros a medida que perdemos la utilidad y los bienes o recursos. Nos soportan hasta cuando servimos de algo o tenemos algo. Les da rabia y maldicen si nos orinamos o cagamos sin querer o tienen que suministrarnos la medicina a la medianoche o la madrugada o si empezamos a pujar o a quejarnos como si estuviéramos en agonía. ¡Qué triste final el de los hombres y las mujeres que llegan a viejos en estas condiciones! 48 - Las Familias en el Sinú Nosotros por fortuna todavía prestamos algún servicio: pilamos arroz, cuidamos matas, árboles y hortalizas, pelamos frijoles, tejemos esteras, abanicos, redes para pescar y hamacas, atendemos los animales del corral, barremos la sala y un pedazo del patio, expulgamos el arroz, le sacamos piojos y liendres a los nietos, hacemos escobas y mandados, cuidamos la casa, ayudamos para que los niños coman, echamos cuentos, recogemos y llevamos flores a los muertos, nos levantamos temprano a hacer el tinto y a medio arreglar los trastos, salimos a caminar y muchas más cosas que sería largo enumerar. Hay que aclarar, sin embargo, que los abuelos del campo tienen más que hacer en su soledad que los abuelos de las ciudades. A éstos no solo les aprieta el abandono y la inutilidad, también la estrechez física de las casas donde viven. Hay otro oficio que estamos prestando: atender los hijos de nuestras hijas solteras. El colmo llega a tal extremo que nos acusan de criarlos mimados, aunque por otro lado acusan a las madres solteras de criarlos relajados. No estoy seguro si esto último es verdad, pero la acusación a nosotros en parte es cierto porque los queremos bastante. ¿Pero acaso querer a un nieto es malo? ¿Por qué razón? No hay mejor padre que el abuelo. Yo y Juana seguiremos queriendo a nuestros nietos, sean de hijas o hijos casados o no. Sobre todo ahora que las parejas se separan por cualquier cosa y al ratico forman otras parejas que luego se separan para más tarde formar otras, en una cadena que parece no tener fin en ninguna parte. Y de cada unión van quedando hijos desamparados de alguno de los padres que, si no fuera en parte por nosotros los abuelos, quien sabe cómo y dónde terminarían sus días. El porvenir de tantos muchachos atendidos por uno solo de los padres, lo veo oscuro y repleto de incertidumbres. ¿Qué será de ellos? ¿Cómo formarán sus sentimientos? ¿Cuántos echarán a perder su vida por el solo hecho de no contar con el apoyo de uno de los padres? Nos acongoja lo que estamos viendo y nuestra ilusión de vivir tranquilos, en paz con todo el mundo, definitivamente la perdimos para siempre. ¿Cierto Juana? Las Familias en el Sinú - 49 La nuera y el yerno Perdón, le pido permiso a los miembros de la familia para decir algo. Yo soy la nuera. Me toco vivir con mi marido en casa de su familia por varios años pero en la actualidad ya vivimos independientes. Digo esto porque son dos situaciones completamente diferentes. Vivir con los suegros y cuñados es algo así como ser vecinos o inquilinos del propio infierno. Por muy buenos que sean los suegros y cuñados, y de verdad los hay, siempre estará presente una rasquiña de incomodidad, habrá la propensión al choque y dígase lo que se diga nunca se llega a formalizar un verdadero hogar porque viene el conformismo y desaparecen las ganas de contar con su propia casa. Considero que los padres actúan con la más sana intención de colaborar con la pareja que principia su vida conyugal; es más, creo indispensable esta ayuda para arrancar con un poco más de seguridad. Pero ciertos padres exageran la colaboración. Entonces les da por oponerse con métodos abiertos o soterrados que el hijo tenga por aparte su hogar, retirado de su tutela protectora. A veces se valen de unos argumentos que uno no sabe si reírse o morirse de la rabia: como aquellos de que si se enferma no tendrá quien lo cuide con esmero, ni quien le pegue los botones, ni quien le planche la ropa como a él le gusta, ni quien le caliente la comida y le haga jugo de limón bien frío cuando llegue borracho en las madrugadas y otros cien por el mismo estilo. Al final, para que el hijo no tenga reparos le dicta la sentencia: recuerda que madre no hay sino una. 50 - Las Familias en el Sinú En muchos casos sin embargo, el hijo, presionado por nosotras, decide desvincularse del hogar de los padres. La despedida inevitable es del mismo corte de los argumentos: recuerda que esta es tu casa, regresa aquí cada vez que no estés a gusto donde vas a vivir y si tienes problemas con tu mujer no lo dudes un instante ¡vente para acá! ¿Cómo les parece? pero bueno, estas cosas se pueden soportar con algún esfuerzo… lo que no aguanto es ver a estos maridos nuestros tan apegados a las faldas y pantalones de los papás que no son capaces de contar con iniciativas propias. Prefieren darse la gran vida de la vagabundería y la irresponsabilidad mientras sus padres, unos perfectos alcahuetes, nos mantienen a regañadientes. Y es en la nuera donde se descargan todas las rabias y las indirectas de la casa. El hijo puede ser el sinvergüenza más grande del mundo pero uno está obligada a recibirlo y atenderlo como rey. ¡Cuánta injusticia! Da la impresión que los suegros y los cuñados nos cobraran por dormir, comer y estar en la casa de ellos. Reconozco que nos corresponde ayudar en todo el movimiento de la casa pero tampoco es para que abusen, a tal punto que a veces creemos estar desempeñando el puesto de muchacha de servicio doméstico. En el campo la situación es peor. La nuera en estos lugares de hecho es una criada. Se le mantiene en la cocina o en lugares apartados mientras las cuñadas, bien arregladas y con tiempo de sobra para flojear, son las que pueden hablar y atender visitas. Cuando llegan extraños o forasteros la nuera debe retirarse de inmediato para su respectivo sitio. Tanto en el campo como en la ciudad, los maridos saben todo cuanto nos pasa pero no dicen nada. Se quedan callados como tumbas. Dan la sensación de estar de acuerdo con sus padres y hermanos para cansarnos la vida. Ahora me toca a mí. Yo soy el yerno y guardadas las proporciones en algunos aspectos coincidimos con lo que planteó la nuera. No es lo mismo desde ningún punto de vista vivir en casa de los suegros y cuñados que disponer uno, su mujer e hijos Las Familias en el Sinú - 51 de un rancho propio o alquilado. En el primero, uno como yerno se siente humillado, a la voluntad de los dueños de la casa y experimenta en carne propia la diferencia en el trato y los oficios que establecen entre el yerno y los cuñados. Uno siempre queda abajo. La mujer, o sea, la hija de los suegros y hermana de los cuñados, nota con frecuencia la diferencia y reclama y hasta pelea pero que va, eso no desaparece. Por mucho que uno ayude con dinero o con trabajo y atenciones el malestar sigue latente. Y claro, a uno como hombre le duele más que a las mujeres que le estropeen su orgullo y le quiten su autoridad de mando. En cambio, uno en su rancho, por pobre que sea, puede hacer y deshacer y nadie tiene porque asomar sus narices por allí. Como hombres, como esposos y como padres nos realizamos mejor en el sitio donde podemos mandar sin ninguna interferencia. Quiero ser claro con lo que acabo de decir: no es que esté en desacuerdo o sea un tipo incapaz de convivir con otra gente, en este caso la familia de la mujer ¡ni más faltaba! A mi particularmente me gusta vivir en casa de los suegros pero es difícil. En muchas ocasiones todos estamos contra todos. Los vínculos de sangre y parentela parecen no existir y cada cual jala por su lado. Esto hace que los yernos nos sintamos discriminados y humillados como lo dije anteriormente. Las cosas empeoran cuando la propia mujer, sabiéndose amparada, trata de montarse sobre nuestros hombros y manejarnos como ella quiere. Y esto es algo que tampoco acepta ningún hombre de valía. La querida Sé que me van a tratar de intrusa pero quiérase o no yo tengo ganado un lugar en la familia. Lo he conquistado con paciencia y resolución a toda prueba y no estoy dispuesta a echar pie atrás. Me han calumniado hasta la saciedad. De mi aseguran que soy destructora de hogares, una maligna perdedora de hombres, una rebuscona o mujer de vida alegre, una bruja o pervertida que valiéndome de mañas del diablo enloquezco a los maridos. Todavía es hora que debo soportar insultos, groserías, gestos de desprecio, burlas e indirectas por parte de novias o esposas que no pueden verme. Hay algunas un poquitín más comprensivas, que nos aceptan por considerar que somos una especie de entrenamiento para su futuro marido. Hasta ahí han llegado las más condescendientes. 52 - Las Familias en el Sinú Ustedes alguna vez han pensado ¿Por qué los hombres buscan queridas? Tal vez para las esposas sea una pregunta necia o irritante pero no deja de ser interesante y necesaria de aclarar para que las calumnias no proliferen con tanta bondad como hasta ahora. Para mí, tanto las queridas como las esposas somos caras de una misma moneda. Nos complementamos unas a otras con el fin de proporcionarle una mayor felicidad al hombre que queremos. Simplemente nos repartimos las funciones sin necesidad de ponernos de acuerdo. Está demostrado que nosotras somos más atentas y solícitas. Estamos siempre dispuestas a complacer al hombre cuándo, cómo y dónde quiera. Casi nunca objetamos o ponemos condiciones, ese papel lo reclaman las esposas porque lo cumplen a la perfección. Cuando los tenemos en casa procuramos que pasen ratos o días agradables, los colmamos de detalles que sabemos les encantan y procuramos que echen a un lado el cansancio y ofuscamiento del trabajo y los disgustos de la otra casa. Sus amigos nunca podrán quejarse porque también los atendemos con la cortesía que merecen. Conviene hacer notar igualmente que el hogar complementario o sustituto que forman con nosotras no pone en peligro la integridad del otro hogar por motivos económicos. Si bien el hombre nos mantiene total o parcialmente lo cierto es que gasta mucho menos con nosotras que con ellas. Y esto no es motivo de discusión o reclamo porque creemos que es así y está bien. Es más, si nosotras trabajamos o contamos con algún recurso, no vacilamos en ayudarlo, aún sabiendo que es para el otro hogar. Por algo los hombres conocen nuestra comprensión y desprendimiento y quizás por estos y otros motivos nos exigen tanto como a sus esposas pero esperan mucho más de nosotras. Las Familias en el Sinú - 53 Según mi criterio las esposas deben convencerse que nos necesitamos mutuamente y abandonar la falsa creencia que son o valen más que nosotras. Esta mentira piadosa las ha llevado a comportamientos tiránicos como el de impedir que nos acepten en grupos femeninos con fines cívicos, religiosos o de fiesta y otros igualmente descabellados. ¿Para qué este alarde? me pregunto yo. No le encuentro razón de ser por ninguna parte. ¿Ustedes si? ¿…Entonces qué? Cualquiera que sea la opinión que tengamos sobre estos testimonios debemos reconocer que estos cambios no se han formado así por así, ni de la noche a la mañana. Varios factores, propios de la familia o por fuera de ella, más el tiempo que trascurre se han puesto de acuerdo para formarlos y seguir formándolos. Así es la vida. Este trabajo fue publicado en 1984 y el departamento de Còrdoba fue creado en 1952. La creación de nuestro departamento aligeró los cambios que comentamos y muchos más. En ese momento no pasábamos de ser una serie de pueblitos sin porvenir conocido, con una escasez sorprendente de vías, centros de salud, escuelas, servicios públicos y otros detalles indispensables. La familia vivía tranquila en su medio, lejos del resto del mundo, aparentemente satisfecha porque contaba con recursos materiales no tan difíciles de conseguir y una diversidad cultural importante expresada en valores, conocimientos, creencias, normas, principios, sentido común, sencillez y laboriosidad con una particular manera de ver y entender las cosas sin necesidad de recibir influencias de pueblos o gentes forasteras. Así más o menos eran entonces las familias. Pero los pueblos y las personas cambian sin cesar. Y nosotros no somos ninguna excepción. Cambiamos a medida que abren carreteras y disponemos de distintos medios de transporte. La pérdida o desaparición de recursos para habitar, comer, vestir o divertirnos nos hace cambiar. Como nos hizo cambiar igualmente el fracaso de la reforma agraria; la emigración de nuestra gente a otros departamentos y países; la violencia política que conmueve partes de este suelo tan propio desde antes de ser departamento. Como lo hace la televisión, el cine, la radio y todos los medios masivos de comunicación. El intercambio de productos y habitantes nos trae comuni54 - Las Familias en el Sinú caciones. Las explotaciones mineras nos están cambiando y lo mismo hará la hidroeléctrica de Urrá. En fin, existen tantos elementos que nos hacen cambiar que una lista detallada resultaría larguísima. Y lo bueno o malo es que todos los días aumenta el número de estos elementos. Sin embargo las cosas no paran aquí. Dentro de la familia se producen hechos que la cambian permanentemente. Como la irresponsabilidad de los cónyuges; la falta de comunicación, respeto y confianza entre sus miembros; los matrimonios jóvenes e inexpertos; la decisión de la mujer de capacitarse para jugar un papel más activo en su comunidad y fuera de ella; el respeto a las creencias y a la personalidad de cada cual y muchos otros más. A pesar de todo lo dicho hay pueblos y familias que aún conservan algunas de sus costumbres viejas: el apoyo moral o económico en caso de calamidades como velorios, enfermedades y ruinas; el compartir momentos agradables o fechas memorables como los cumpleaños, matrimonio, navidad, año nuevo, semana santa y las patronales; la disposición de las abuelas a hacerse cargo de los nietos en todos los casos posibles y la convivencia de varias familias unidas por sangre o parentesco en una misma casa o grupo de casas muy cercanas, son algunos de los casos más conocidos entre nosotros. Nos queda una inquietud ¿cómo serán las familias en el Sinú en los próximos años? Las Familias en el Sinú - 55 Las familias en la primera década del año 2000 Víctor Negrete Barrera y Johana Ferreira, 2014 Testimonios El padre joven Hoy en día hay una diferencia notable entre los padres jóvenes (18-25 años aproximadamente) y los mayores de 30 años. Yo soy de los jóvenes. Desde los doce empecé a tener novia. La relación era limitada a compartir cosas como resolver las tareas escolares, mecatos, idas a cine, paseos, llamadas telefónicas, fiestas y juegos; nos visitábamos en las casas y de vez en cuando un besito rápido en la boca, los abrazos, la sacada de espinillas o exprimiéndome granitos de los que salen en la cara y la cogida de manos. Hace tres años hago pareja con una muchacha, cinco años menor que yo; ambos estudiábamos y de vez en cuando teníamos relaciones sexuales, no siempre con condón porque hubo momentos apremiantes y no contábamos con tiempo para adquirirlos. El resultado fue un embarazo no deseado. Los padres de ella quedaron sorprendidos y decepcionados. Le reclamaron casi llorando si por qué lo hizo, que les dijera dónde habían fallado, si ellos la querían, en vez de castigarla le llamaban la atención con buenos modales, estudiaba en un colegio privado porque en los públicos enseñan poco y pierden mucho tiempo, los planes eran que entrara a la universidad sin 56 - Las Familias en el Sinú importar el sacrificio que debían hacer para costearle la carrera y después sí, ya profesional, escogiera un marido preparado y bueno que la valorara y les dieran algunos nietos. Mi novia también lloraba y avergonzada les pedía perdón y comprensión por su debilidad de mujer y falta de previsión. Les juró que continuaría estudiando y procuraría llegar a ser la profesional que ellos deseaban. Después de llantos, silencios y espasmos los padres acongojados aceptaron la realidad y me pidieron que cumpliera con responsabilidad mi papel de marido y futuro papá. Me tocó entonces hablar con mis viejos y hermanos. Fue una sesión larga y complicada. Llena de preguntas, acusaciones, molestias y advertencias. Al final aceptaron mi petición de llevarla a la casa a vivir conmigo. Lo hicieron más por compasión que por cualquier otro motivo, previa aceptación de varias condiciones: no dejaría de estudiar, buscaría algún trabajo y permaneceríamos en la casa unos meses después del alumbramiento. El acomodo de ella en la casa también fue engorroso: el uso del baño, repartirse los oficios domésticos, distribuir los espacios, ver los programas de televisión, modificar las manifestaciones de amor y los actos de la intimidad. A mi me tocaba recibir de mi mujer y mis familiares, quejas y reclamos, oír puyas e indirectas, ver gestos y groserías y aplacar las cosas cuando subían de punto, amenazando convertirse en escándalos. Las Familias en el Sinú - 57 Después de unos meses de zozobra empezó a normalizarse la situación. Ella por las molestias del embarazo dejó de estudiar y yo seguí de manera irregular, faltando con frecuencia a clases. Creo que ambos, cada uno en su soledad y en los momentos críticos, nos dimos cuenta que habíamos metido la pata. ¡Cuánta falta nos hacían la libertad, dormir hasta tarde, no rendir cuentas a nadie, la despreocupación, el ocio, los amigos, las rumbas y los amores sin compromisos! Cuando llegó la niña, los abuelos y las tías fueron los más entusiastas y colaboradores. Los primeros meses fueron duros para nosotros por los llantos, los trasnochos, la preparación de los teteros y el suministro de medicamentos, el gasto de leche, pañales, medicina… en fin, quedé asombrado de la cantidad de cosas que necesita una recién nacida… y nosotros no teníamos la más mínima idea de lo que significa todo esto. Así, haciendo mal las cosas varias veces aprendí a cargarla, mecerla en los brazos o en los hombros, darle tetero sin peligro de ahogarla, tocarle suave la espalda para facilitarle la erupción que le producían las comidas, bañarla, vestirla y tararearle parte de canciones conocidas o improvisaciones mías. Me entretenía jugando con ella, haciéndole cosquillas para escuchar su risa, imitando el lenguaje de los animales y repitiendo la palabra papá para que la aprendiera rápido. Las relaciones sexuales con mi mujer eran cada vez más espaciadas por los ajetreos con la niña, las limitaciones de la casa y el gusto por el acto ya no era el mismo. La comida casera había que intercambiarla con la de la calle… y eso fue lo que hice al conseguirme una chica que no era exigente, es decir, aceptaba que tuviera compañera con una hija y no molestaba por eso. Y claro, aparecieron las llegadas tarde, las excusas, los embustes y los reclamos, los indicios de la infidelidad, hasta que la situación se hizo insoportable. Después de una sesión complicada por los insultos, las amenazas de demanda, el daño causado, el engaño, el dolor y el derecho sobre la niña convenimos en separarnos. Ella volvería a su casa y yo quedaba libre como antes pero con más experiencia para no pasar por otra situación parecida. En el fondo uno como hombre sabe que la mujer es la que pierde en casos como este pero no lo tiene en cuenta en el momento de decidir. Por lo regular la mayoría de nosotros hace alarde que fue mujer de uno, la dejó y le hizo una hija. Para la gente que la conoce, así como para su familia, amistades y relaciones posteriores significa un fracaso en su vida. Sus compañeras de barrio y estudio la mirarán con cierto aire de superioridad o 58 - Las Familias en el Sinú ventaja y los varones la considerarán una presa más fácil por lo vulnerable que queda. A muchos padres jóvenes nos gusta jugar con los hijos o hijas cuando están pequeños, los tratamos de campeones y queremos enseñarles de todo, les mostramos con orgullo a amigos y familiares lo que ya saben decir y hacer como hablar, bailar, imitar muecas o morisquetas de personas allegadas o personajes de televisión, cantar, recitar, armar rompecabezas, manejar juguetes con pilas o medios de locomoción, pronunciar palabras obscenas; nos asombramos con las cosas que inventan, las ocurrencias que tienen, las preguntas que formulan. Les enseñamos, metemos o inscribimos en clubes o grupos para que aprendan a jugar futbol, beisbol, patinaje, natación, ajedrez, tocar guitarra, manejar la televisión y los juegos de celulares y computadores. Aunque la mayoría de nosotros todavía prefiere tener varones, las hijas cada vez son más bien recibidas y deseadas. A mí me gustó que haya sido niña. Y hay algo que me parece bueno: los castigamos muy poco. Ya estamos aprendiendo a no castigarlos con la severidad de antes. No todos los padres jóvenes son como yo: despreocupado, sin mucho interés por estudiar o trabajar, mujeriego, rumbero, tomador de tragos, con disposición a probar drogas para ver que son esas vainas y no me echen cuentos chinos. Me gusta vestir bien, oler a loción, tener celular, gafas oscuras, tenis de marca y ojalá pueda comprarme una moto. Algunos conocidos míos, muchachos como yo, trabajan y estudian, salen con su mujer e hijos, no se les oye discutir, no llegan borrachos tarde en la noche o al amanecer, mejoran la casa donde viven y adquieren sus cosas como televisor, lavadora, nevera, computador y cosas por el estilo. Tanto a ellos como a mí nos gusta ver programas de deportes, música, competencias, animales, inventos, tecnología y pornografía, películas de acción, noticieros y la vida y chismes de famosos. Bueno, como sé que la vida es una sola, por ahora trato de divertirme y pasar lo mejor que pueda. Ya veremos qué pasará en los próximos años. El padre mayor Muchos padres mayores de 30 años, me refiero a los de estratos bajos, por lo regular hemos avanzado en el estudio y la capacitación, ya no es tan raro encontrar entre nosotros bachilleres, técnicos o tecnólogos, incluso uniLas Familias en el Sinú - 59 versitarios. No podemos negar que todavía hay muchos que no terminaron primaria o el bachillerato o si los acabaron no pudieron seguir adelante. La mayoría vivimos en barrios populares o asentamientos subnormales: unos tranquilos, con vecinos buenos, servicios públicos aceptables, puestos de salud y escuelas o colegios no muy buenos pero peor es no tener nada y ciertas casas hasta presentables porque los dueños se preocupan por tenerlas en buen estado. En cambio hay otros donde se nota la desidia y el abandono de sus habitantes: lotes enmontados, calles llenas de huecos, aguas negras encharcadas o corriendo por las aceras, casas y andenes en mal estado o sucios, aunque pobres las pueden mantener mejor, patios llenos de malezas o convertidos en basureros, los equipos de sonido a todo volumen en algunas viviendas, tiendas, kioscos, mesas de juego instaladas bajo cualquier árbol para protegerse del sol sobre todo los fines de semana y días festivos y la inseguridad de pandillas, viciosos y delincuentes de diferentes calibres. En cuanto a empleo estamos mal, por lo menos en estos barrios existen cuatro grupos más o menos bien diferenciados: 1. El más numeroso es el de los dedicados a vender una extensa lista de productos a domicilio, ambulantes y estacionarios, como loterías, chances, rifas, minutos de celulares, vestidos e interiores, joyería y artesanía de uso popular, artículos de belleza, escobas y traperos, tintos, aromáticas y chocolate con panes y cigarrillos, agua, melcochas, periódicos y revistas, libros usados, fritos y dulces, jugos, chichas, peto y agua de coco, productos agropecuarios que comprenden los de pancoger (plátano, yuca, ñame), verduras, frutas, carnes de res, cerdo y pescados. 2. El de los recogedores de objetos desechados que son reciclables como hierro, cobre, aluminio, cartón, papel, hueso, plástico. 3. Los que salen con sus herramientas a ofrecer diversos oficios 60 - Las Familias en el Sinú como fontaneros, arregladores de jardines y parques, uñas de pies y manos, peluquería, emboladores, ollas de presión y licuadoras, empajadores de sillas y mecedoras, podadores de árboles, masajes, fumigaciones de casas y negocios. 4. Los que prestan servicios de manera independiente como carpinteros, albañiles, instaladores de aires acondicionados, cielos rasos y sistemas eléctricos, refuerzos escolares, pintores, arregladores de computadores y electrodomésticos y mantenimiento de piscinas, entre muchos otros oficios. Por lo general nosotros llevamos la vida en pareja y familiar más estable que los padres jóvenes. Esto es posible gracias al cuidado y responsabilidad que debemos tener con los hijos, los bienes conseguidos con tanto esfuerzo, en especial la vivienda, así sea pequeña, que nos brinda garantías, el conocimiento y afectos mutuos después de varios años de convivir juntos y pasar “por las verdes y maduras”, el apoyo de las familias y amigos comunes. Esta vida que yo llamo más estable no es fácil de llevar y mantener. En el camino hay muchos abrojos representados en agresiones, desatenciones, infidelidades, apatías, flojera, conformismo, desempleo, vicios, enfermedades, discapacidades, irrespetos e irresponsabilidades que ponen en peligro cualquier relación. Y la vida de nosotros los pobres, por buenos y honrados que seamos o parezcamos, está expuesta a sufrir cambios, a debilitar o perder la familia. Hace poco me enteré por un profesor amigo que el 80% de las quejas, denuncias y consultas que reciben en la Casa de Justicia que funciona en nuestro barrio están relacionadas con problemas entre familiares y con vecinos. Parece que es pan de todos los días las peleas entre la pareja, los hermanos y entre estos y aquella. Golpes, lesiones, groserías, burlas, desaires, amenazas, gritos, llantos, súplicas, rezos, carreras, arrodilladas, promesas…todo esto es posible en muchos de nuestros hogares Las madres jóvenes La mayoría no pidieron serlo, sus embarazos fueron no deseados y vieron en ellos un alto en las vidas que llevaban normalmente entre sus estudios, salidas con amigos y libertad. En mi caso el embarazo fue totalmente inesperado, estaba estudiando en la universidad y había tenido poca experiencia en el ámbito sentimental a lo largo de mi vida. En el colegio no fui Las Familias en el Sinú - 61 la más popular y aunque era despierta y entrona no tuve suerte con los chicos por estudiar siempre en colegios femeninos. Terminé mi bachillerato y a diferencia de muchas jovencitas de mi colegio no tuve un novio que presentar en mi casa. Cuando entré a la universidad la historia no cambió mucho, tuve un único novio que no duró mucho porque cambió de universidad. Fue entonces cuando me conocí con el papá de mi hija, siete años mayor que yo. Me deslumbré, me entregué a una relación con él donde no había ninguna clase de compromisos, aunque no era lo que una muchacha como yo se merecía lo acepté sin ningún reparo. Nuestra relación, a pesar de haber sido aprobada por mi mamá, no tuvo las etapas de cualquier noviazgo normal con salidas a cine, comer helados y paseos por las tardes. Yo lo deseaba pero él siempre sacaba excusas para no hacerlo y así me acostumbré a aceptar lo que él quería por temor a perderlo. Así pasaron los meses, teníamos relaciones con protección unas veces y otras no, hasta el día que me di cuenta que estaba embarazada. Al principio fue duro, cómo decírselo a mi mamá y mis hermanos, él asumió su responsabilidad, no tuvo problemas en aceptar que era el padre de mi bebé y prometió que seguiríamos juntos. Dio la cara en mi casa, le contó a mi mamá, ella se sintió muy decepcionada, me reprochó pero jamás me 62 - Las Familias en el Sinú volvió la espalda. Estaba decepcionada porque en realidad esperaba mucho más de mí: terminar mi carrera y trabajar para ayudarla y pagarle todos sus esfuerzos. En el fondo supe siempre que no hice las cosas bien, debí esperar más tiempo para tener una vida estable y ahí sí decidir convertirme en mamá. Con el tiempo la relación con mi pareja empezó a tener altibajos: sus constantes salidas, mensajes, llamadas y respuestas me alertaban que no me estaba siendo fiel y la relación empezó a decaer. Pero yo sentía la necesidad de estar junto a él por miedo a ser madre soltera. Comprendí que nuestra vida de pareja no fue una decisión que tomamos por amor sino por el compromiso que adquirimos al convertirnos en padres. Cuando empezamos a vivir juntos yo dejé mis estudios universitarios ya casi terminando la carrera puesto que los cuidados a la bebé se le hacían cada vez más difíciles a mi mamá, con quien vivimos tres años. Me tocó convertirme en ama de casa y me sentí frustrada. La responsabilidad de la niña recaía solo sobre mí, él seguía con su vida como si nada hubiese cambiado, no dejó de estudiar, salía con sus amigos y en ocasiones con amigas y yo lo aceptaba por miedo a quedarme sola y sin sustento para mi niña porque no trabajaba pero en el fondo sabía que lo que sentía era miedo a estar sin él porque estaba enamorada. Pasado el tiempo conseguí trabajo y las cosas mejoraron un poco. El estaba más pendiente de mí y disminuyeron las salidas que justificaba con los trabajos de la universidad y los amigos pero vinieron los problemas económicos. Al verme trabajando no quería darme nada para mí, debí asumir la totalidad de los gastos. Se justificaba diciendo que el sueldo no le alcanzaba para nada. Así aguanté muchas cosas, incluidas también infidelidades que siempre perdonaba. En más de una ocasión traté de dejar todo atrás pero él insistía que me amaba, mejoraba por un tiempo y a los pocos meses volvía a ser el mismo. Pienso que yo merezco algo mejor, me sentía mendigando amor pero no me sentía capaz de dejarlo. Después de cinco años de relación y de aguantar tantas cosas tomé valor y decidí acabar con todo lo que había entre los dos. Me mudé a casa de mi mamá que siempre me ha apoyado y por más que ha intentado volver, pienso en mí misma y en que debía salir de ese círculo vicioso en el que me encontraba dando vueltas. Hoy en día mi niña tiene cinco años y es el Las Familias en el Sinú - 63 centro de mi vida, mis expectativas son muchas y el lado sentimental no está incluido entre ellas. Aspiro volver a estudiar y sé que ahora será mucho más difícil que antes cuando mi mamá conseguía de donde no tenía para pagar mis estudios, ahora me toca a mí darme lo que no supe aprovechar cuando quedé embarazada y de paso darle un mejor futuro a mi hija. Él sigue con su vida normal, ahora con más libertad: trabaja, estudia, rumbea y ve a la niña cuando quiere. Mi realidad es otra, a veces quiero salir y no puedo porque sé que debo cuidarme, porque ya no soy sola, sentimentalmente pienso darme un buen tiempo para encontrar a la persona indicada, sé que va a ser más difícil porque no tengo chance de volver a fracasar y hay hombres que cuando ven que una es madre soltera se acercan no con las mejores intenciones y la verdad no estoy para juegos y pasatiempos. Nunca he sido de esas, a veces salgo y me divierto con algunas amigas pero no puedo hacerlo como lo hacía antes porque mi niña me espera en casa. En fin, por ahí hay una frase que dice que un hijo no ata a nadie pero si eres madre y lo amas con todo tu corazón sabes que estás atada a ellos por el resto de tu vida, y si los tienes y no estás preparada algún día llegará el momento que te recriminarás el no haber pensado bien las cosas. Yo no me arrepiento de haber tenido a mi niña porque es el amor más puro que he conocido pero si me arrepiento de no haberme dado mi tiempo para estar preparada para ser madre. Mi corta historia es esta, me he mantenido en casa de mi madre cuidando de mi niña y trabajando para ellas pero he conocido casos de madres que han acabado sus relaciones de parejas y sus vidas siguen siendo igual que antes: salen, toman trago y he visto cómo entregan el cuidado de sus hijos a los abuelos de estos. Estas chicas en sus relaciones no fueron ejemplos de mujer y cuando terminan con sus parejas siguen como si nada, tienen una nueva a los pocos meses y se dedican a “disfrutar la vida”. En otros casos las relaciones terminan y la mujer, que en la mayoría de casos es quien toma la decisión de irse porque no soporta más los errores de su pareja, se ve obligada a volver por diferentes situaciones que le impiden seguir una vida sola, junto a sus hijos tanto en lo económico como en lo sentimental. Es aquí donde se ven obligadas a aceptar todo lo que sus parejas quieren hasta el punto de perdonar cualquier falta con tal de no vivir lejos de ellos, este caso por lo general aplica para quien decide volver. También no hay duda que existen parejas que cuando se extrañan cambian y cuando regresan las cosas mejoran. 64 - Las Familias en el Sinú Otro caso es el de las madres solteras adolescentes, la mayoría de las veces tienen relaciones sin medir las consecuencias que esto trae consigo y es aquí donde vienen los embarazos no deseados. Conocí el caso de una niña de 13 años que vivía con sus padres y estudiaba en el colegio. Era una niña a la que todos veían como el ejemplo de la casa, no salía, no tomaba y se dedicaba a sus estudios. En una salida con sus amigas conoció al papá de su hijo, un adolescente como ella considerado popular y deseado en el círculo de sus amigas. El chico se fijó en ella, se sintió afortunada que esto sucediera porque todas sus amigas le decían que el “más papacito” la había escogido. Entre besos y bailes el chico la convenció y la llevó a la cama, con tanta suerte que en una sola relación sin protección quedó embarazada. Nunca tuvieron un noviazgo, en su casa no lo conocieron antes de que se enteraran que iba a ser mamá y en una oportunidad hasta fue capaz de negar que fuera el padre del bebé. Ella se quedó con sus padres, abandonó sus estudios y cuidó sola a su bebé. Sus padres la apoyaron y el padre del bebé a duras penas responde por sus gastos, él siguió sus estudios universitarios y hasta tiene un negocio propio, sigue con su vida normalmente dándole “amor” a su hijo pero sólo de palabras; actualmente tiene otra pareja y a la muchacha parece ya no interesarle. A ella en ocasiones se le ve con otros chicos pero como hoy en día los adolescentes y jóvenes se tratan todos igual ya no se sabe si son parejas o no; parece no tener expectativas de esLas Familias en el Sinú - 65 tudiar ni trabajar, permanece en casa de sus padres cuidando a su bebé y viviendo su vida dentro de una rutina que parece no tiene fin. Existen los casos de madres jóvenes que no tiene este final como el mío, terminan sus estudios y salen adelante. Conozco el caso particular de una compañera que salió embarazada unos meses antes de terminar la carrera. El papá del bebé era compañero de estudios y siempre la apoyó en el proceso al igual que su mamá; aunque no vivieron juntos siempre estuvieron unidos y felices. Terminaron sus carreras, marcharon juntos a trabajar a otra ciudad, le dejaron la niña a los abuelos. Cuando ella quedó desempleada él siguió trabajando para los tres, regresó a vivir donde su madre y viajaba esporádicamente con la niña a visitarlo. A pesar de la distancia la relación era sólida. Al final construyeron un hogar para los tres, viven juntos y a pesar de ser una pareja joven son estables y cuidan de su hija. Las madres de mayor edad con hijos son más conscientes del compromiso que adquieren al iniciar una vida en pareja. Muchas de ellas saben de antemano que no van a tener la vida ideal que toda mujer desea ni el hombre comprensivo que buscan. Al parecer existen en ellas una disposición o resignación a aceptar o soportar si no una “mala vida” por lo menos una con dificultades y sinsabores. Con humildad aceptan los errores cometidos, están dispuestas a purgar sus faltas asumiendo una actitud de sacrificio. En realidad hacen muy poco por cambiar la situación y repiten con impotencia que por sus hijos son capaces de aguantar situaciones que acabarían con cualquier relación de pareja. En general las madres solteras, jóvenes o no, tienen las siguientes posibilidades en el aspecto económico: - No buscar compañero y con su propio esfuerzo sacar adelante a sus hijos. - Aceptar propuestas que le hacen personas que quieren aprovechar su difícil situación económica. - Dedicarse a la prostitución en cualquier nivel. - Regresar con su pareja sometiéndose a sus condiciones. - Volver a casa de los padres u otros familiares en busca de ayuda - Contar con un compañero fijo ocasional que la quiera, valore y estimule su superación personal. 66 - Las Familias en el Sinú Los abuelos Los abuelos son personas arraigadas a sus cosas, casas y pertenencias en general. Muchos nacieron en el campo, trabajaron y lucharon bastante y con ahínco por tener lo que tienen en la actualidad, así sea poco, por lo general un rancho o una vivienda modesta. La mayoría de ellos con pocos estudios, tuvieron familia a temprana edad y numerosa prole, compuesta por hijos, nietos y bisnietos. Son apegados a las costumbres de tiempos anteriores y ven las actitudes de los jóvenes de ahora como acciones que en sus tiempos jamás hubiesen sucedido: drogas, alcohol, homosexualismo, prostitución, conflictos, irrespetos, ocio y juegos, entre otros. La mayoría de los abuelos y abuelas dejaron de hacer cosas en sus tiempos de juventud y con frecuencia las añoran: las mujeres por tener que criar hijos y atender la familia y los hombres por trabajar en su predio o en otros ajenos. Aspiraban a tener una casa grande o una finquita productiva con algunos animales para dejarles algo al final de sus días, asegurar el estudio de los hijos y la oportunidad de conseguirles un buen empleo, rogar porque estén bien casados. En fin, contar con hijos buenos y responsables que les ayuden en las enfermedades y la vejez, que les presten atención cuando hablan o aconsejan o, en otras palabras, que los tengan en cuenta. Hay quienes piensan que el trato de los abuelos con los nietos en ocasiones es permisivo, incluso, a veces son considerados alcahuetes por patrocinarles todo cuanto hacen: desobedecer en algunos momentos, no estar quietos, causar daños menores, no querer levantarse, decir malas palabras o hacer actos o gestos indebidos, ensuciarse, no comer cosas que no le gustan y no querer asistir al colegio, entre muchas otras. Hay hijos e hijas Las Familias en el Sinú - 67 que les recuerdan con cierto aire de reproche cuando eran menores que los trataban con severidad y les imponían castigos. Sobre el particular hay dos versiones: la que considera que ellos o ellas por la edad, experiencia, sabiduría y comprensión entienden mejor a los menores y están convencidos que así deben educarse o al menos permitirles algunos ratos, gestos o comportamientos para hacer lo que les guste sin llegar a los extremos y la otra es creer que los procederes con los nietos es una manera simbólica de reparar los excesos, incomprensiones, injusticias u olvidos que tuvieron con sus hijos e hijas. Algunas hijas consideran que los abuelos o abuelas con frecuencia cubren o tratan de cubrir las faltas que cometen los nietos o nietas. Por esta razón les llaman la atención, en especial las hijas, quienes de vez en cuando les aseguran que tanto consentimiento o malcriadez puede afectar el comportamiento de los niños y de ahí vienen los berrinches o rabietas para conseguir lo que quieren. La mayoría de los abuelos y abuelas cuidan a sus nietos: les atienden cuando están enfermos, les hacen mimos, los consuelan cuando tienen rabia o lloran con una paciencia sin límites, los sacan a pasear cuando los padres no pueden por el trabajo, los buscan en el colegio y los ayudan a cargar los pesados maletines que les exigen ahora y a protegerlos del sol o la lluvia con gorras, sombreros o paraguas. Las suegras De las suegras hablan mucho más que de los suegros. Lo cierto es que son ellas las que están más pendientes de cómo viven sus hijos o hijas con sus parejas. Según varias nueras en nuestro medio hay tres tipos de suegras: 1. Las que de buena fe se creen con derecho a intervenir en la organización de los hogares de sus hijos o hijas por la experiencia que tienen en el manejo familiar y la crianza de los hijos. Estiman que sus ideas u observaciones deben ser tenidas en cuenta. 2. Las que consideran que la pareja de sus hijos o hijas no es la adecuada por razones de estudio, económicas, sociales, religiosas, laborales o de conductas. Permanecerán vigilantes para llamar la atención, prevenir o corregir a tiempo cualquier anomalía o situación sospechosa que aparezca. Los comentarios que hacen son directos o a veces los expresan de manera indirecta. 3. Pocas prefieren mantenerse al margen de las situaciones y vivir alejadas de la relación de sus hijos o hijas, poco se 68 - Las Familias en el Sinú involucran y si lo hacen es solo para dar concejos que las mismas parejas deciden o no aceptar. Cuando la nuera vive en casa de la suegra tiene que aceptar lo que ellas impongan, sus gustos en las comidas, el cuidado de las cosas de sus hijos, el buen comportamiento, la buena y oportuna atención al hijo y los nietos. Si es el yerno el que vive en casa de la suegra debe portarse y atender bien a la esposa y los hijos porque siempre estarán vigilando cómo está la relación y el trato que les dispensa. Las Familias en el Sinú - 69 Las familias en el municipio de Montería Víctor Negrete Barrera (2000). Las familias de Montería ante los derechos y los riesgos. Corporación Universitaria del Sinú. Centro de Estudios Sociales y Políticos. En los últimos 60 años las familias en el municipio de Montería has pasado por tres etapas bien diferenciadas: 1. La familia tradicional. 2. La familia en transición. 3. La consolidación de los cambios en los distintos tipos de familia. 1. La familia tradicional, 1952 Era la familia rural o campesina representada en las familias de los propietarios o ganaderos pequeños y medianos y en la de los trabajadores o peones. 70 - Las Familias en el Sinú La familia de los propietarios o ganaderos pequeños y medianos La ganadería en Córdoba fue incrementada por el aporte significativo de un grupo de hombres que nacieron pobres, estudiaron poco o no lo hicieron, trabajaron fuerte y gracias a su empeño e inteligencia natural llegaron a ser reconocidos ganaderos. Fueron hombres que laboraban de seis de la mañana a seis de la tarde, recios y rudos en el trabajo, acostumbrados a los soles caniculares, las lluvias torrenciales y los peligros del monte. Todo el núcleo familiar, mujer e hijos, sin excepción, participaban de las faenas. Estrictos, exigentes, comprensivos con los familiares y trabajadores o peones. Competían con los trabajadores en las tareas de poner y arreglar cercas, ordeñar, castrar, marcar, amansar caballos. Vaqueaban en pelo sin montura. Eran ahorrativos. No desperdiciaban las cosas, compraban lo estrictamente necesario, los vestidos y calzados de los mayores servían a los menores. Los hijos, sin importar la edad y estudio, les debían respeto y sumisión. Para ellos, ser mayor de edad no eximia a los hijos de sus obligaciones como tales. La mujer estaba dedicada por completo a las ocupaciones de la casa, el cuidado y atención de los hijos y el marido. Por lo regular las mujeres amamantaban a los hijos desde el nacimiento hasta los 18 o 24 meses. Completaban esta alimentación con mazamorra y mote de plátano, agua de panela o arroz y leche de vaca que suministraban Las Familias en el Sinú - 71 con totumitas o pequeños jarros de aluminio. El cuidado después del parto o la dieta demoraba 40 días, atendida la recién parida con las máximas comodidades posibles y alimentación especial basada en sancochos o guisos de gallina criolla gorda. Las que tenían posibilidad reservaban las 40 gallinas con la aprobación y colaboración del resto de la familia. La mazamorra y el mote los preparaban con plátano o papoche verdes. Los hacían tajadas, las secaban al sol y las molían; en la preparación le agregaban leche de res. Las mujeres creían que mientras amamantaban, así menstruaran, no salían embarazadas. La verdad es que en los hijos de la mayoría de familias de la época, sin ninguna posibilidad de control natal diferente al natural, la diferencia es de 2 años. Dar el seno o amamantar en público o ante extraños no avergonzaba ni ruborizaba a ninguna mujer. Era algo normal y se veía con naturalidad. Esta costumbre las tenían las mujeres de las distintas clases sociales. Volviendo a los hombres, estos eran de palabra, su mayor orgullo era cumplirla al pie de la letra. Fueron mujeriegos y prolíficos; a todos los reconocían como hijos legítimos y por lo tanto con derecho a herencia. La comida era abundante para todos. No escatimaban gastos en este sentido: arroz, yuca, ñame, plátano, suero, queso, leche, mantequilla, chicharrón, animales de monte y hasta pescado en caso de estar cerca de fuentes de agua. El hijo mayor lo remplazaba en sus ausencias, le asignaba autoridad en la casa y en la hacienda. Nadie podía faltarle al respeto y menoscabar su mando. Eran tomadores de trago, criadores y peleadores de gallos finos, aficionados a las carreras de caballo, fandangos y corralejas, peleas a trompada limpia y hacer pulsos con los dedos y las manos. Amigo de los capataces y peones. Les ayudaban a resolver problemas, les daban consejos y regañaban. No robaban ni mataban ni lastimaban los animales ajenos que se metían en sus predios. Entregaban tierra a algunos peones para hacer cultivos. Machistas. A los hijos mayores no les permitían gestos o actitudes femeninas de ninguna clase; los impulsaban a tener relaciones sexuales con animales (burras, sobretodo) y mujeres. Inflexibles. A las hijas les mantenían una rígida vigilancia, constriñéndolas a la casa. 72 - Las Familias en el Sinú Poco adictos a los chistes, cuentos y bromas vulgares. Respetuosos, algo tímidos ante gente foránea importante. Apegados a lo propio, con sentido de pertenencia. Desconfiaban de paisas y turcos (sirios y libaneses). Admiradores de la naturaleza, los campos abiertos, el olor a hierba recién cortada y tierra mojada. Trataban con cariño a los perros, caballos, mulos, morrocoyes, aves, monos y otros animales. Los enfermaba la ociosidad, la impotencia y los lugares cerrados. Tercos, pretenciosos, conversadores, nostálgicos, buenos amigos, excelentes compadres, grandes y prácticos negociantes. El control sobre los bienes era presencial, las transacciones por lo regular en efectivo. Le interesaba nada o poco participar en política. Preocupado por el estado y calidad del pasto, las aguas, los corrales, las innovaciones en el ganado. Reverentes con sus padres y galantes con las mujeres, cuidadosos con los niños y sarcásticos con los enemigos. Extrovertidos, hablaban claro y sin tapujo. Sinceros, orgullosos de la fuerza física que tenían o llegaron a tener. Desesperados en unos casos y pacientes en otros. Gozaban al máximo sentarse y acostarse en los taburetes, las mecedoras y las hamacas para hablar y descansar. Críticos y burlones de los hijos varones flojos o lentos para hacer trabajos. Disfrutaban a plenitud las comidas, dulces y bebidas de semana santa, en especial hicoteas, palmito, arroz de fríjol cabecita negra, mongomongo, chicha de maíz y mucho más. Nunca se les ocurrió intervenir de una u otra manera las fuentes de agua; más bien aprovecharon los recursos que poseían. La familia de los peones o macheteros El oficio de peón o machetero comenzaba a los diez o doce años de edad y terminaba por lo regular entre los 50 y 60 años. Las actividades que llevaban a cabo eran variadas: desmonte, arranque de pajón (hierba que daña el pasto), trasplante de pastos, pica o macaneo de monte, hachar, mantenimiento de cercas, limpieza de estancos o jagüeyes, abrir guardafuegos (aislar la cerca, los árboles o cultivos de la acción del fuego en jornadas de quema), raspado (limpieza total) de la tierra y siembra de yuca, ñame y maíz, fumigar y otras labores menores como hender troncos para sacar varas de leña y usar de combustible, buscar agua, tumbar y pelar cocos, entre otras. Las Familias en el Sinú - 73 El horario normal de los peones era de siete a doce del medio día. Otros, como los vaqueros, ordeñadores, corraleros, cocineros y hacedores de quesos y sueros comenzaban también a las siete pero terminaban a las cuatro de la tarde. Aquellos eran de medio tiempo y estos de tiempo completo. A cada grupo de peones le asignaban una faena específica a cumplir en su horario de trabajo. A la culminación de esta responsabilidad la llamaban sacar la tarea. Lo usual era contratar grupos de trabajadores (cuadrillas) para hacer determinadas tareas. Los encargados eran los capataces: hombres maduros (entre 45 y 60 años), conocedores del cargo, con don de mando y respetado. Casi siempre eran naturales de los pueblos próximos a la hacienda o de otros lugares pero ampliamente conocidos en la zona. El capataz contrataba las cuadrillas de los pueblos vecinos. Como conocía a todos, escogía los que más cumplían los requisitos: robustos, de buena salud, sin malas mañas (embustero, charlatán, borrachín, ladrón), loco (irresponsable), activo, aplomado, que no pelee ni reclame, que acepte las condiciones. Dentro del acuerdo pactado los peones debían presentarse con sus aperos e indumentaria de trabajo: rula, calabazo con agua, bota o abarca, sombrero concha jobo (de palma de vino), mochila con la comida o sarapa, pantalón de dril remendado y suéter amansa loco (de cuello alto y manga larga). El trabajo era pesado, riesgoso por la presencia de culebras, avispas, hormigas candelillas y mosquitos; expuesto a lluvias, soles inclementes, sequías 74 - Las Familias en el Sinú de verano y fuego de las quemas. Después del trabajo departían con cuentos, chistes y chanzas. Les gustaba el baile, trago, cigarrillo o tabaco. A los 17 años buscaban mujer. Lo corriente era llevarla a vivir donde los padres con las pocas mudas de ropa que tenían. Dormían en hamacas, camas de tijeras hechas de madera y lonas, catres o en camastros. Poco a poco adquirían lo más indispensable y urgente. Los que tuvieron oportunidad de trabajar con patronos antioqueños y cordobeses admiten que estos últimos brindaban mejor comida, compartían momentos de juegos, bromas y calamidades, les ayudaban a solucionar necesidades que tenían que ver con fiados en las tiendas y quebrantos de salud. Eran conscientes o recordaban que sus padres o abuelos también fueron macheteros, eran incansables trabajadores, fuertes, guapos y orgullosos de dominar las condiciones de la naturaleza. A la generación de ellos, lo reconocen, les tocó una situación diferente en todos los sentidos: las haciendas, ya hechas y capacitadas, los necesitan poco, ocasionalmente y con pagos de hambre; la violencia, el abandono del gobierno y la falta de programas de capacitación y apoyo que permitan vislumbrar unas nuevas y mejores posibilidades de vida. 2. La familia en transición, 1982 Cuando fue creado el departamento de Córdoba en 1952 los pueblos eran veredas tranquilas, dedicadas a la agricultura y a la ganadería, con muchos recursos, sin servicios públicos, sin grandes preocupaciones, sin televisión ni radio. La familia era: la madre, escogida por el hombre por buena, hacendosa, dedicada de lleno a los hijos y al trabajo, sumisa, sin ninguna mancha en su vida, virgen cuando llegó al matrimonio. El padre, el que manda en la casa, a quien todos deben obedecer y respetar. El hijo mayor, preparado para reemplazar al padre. La hija, sujeta a la voluntad de los padres y los hermanos varones destinada a cuidar a los hermanos menores y atender la casa, no necesitaba estudio. Las Familias en el Sinú - 75 Treinta años después la familia ha cambiado mucho, la madre mantiene la vigilancia de los hijos, los padres han descuidado la comunicación con los hijos. Las hijas y las mujeres en general están tomando los derechos que siempre les negaron. Exigen educación y tomar parte activa en el hogar y la comunidad. Hoy constituyen el mayor número de los estudiantes y son las que llevan la iniciativa en las separaciones que se presentan en los juzgados. Muchos hombres ponen como condición para vivir con una mujer que sea virgen o que no tenga hijos de otro. Los vínculos familiares están debilitados. La relación padre-hijo y hermanos-hermanos o la que se da con otros parientes está disminuida. La solidaridad, el apoyo, la atención permanente que se daba antes ya casi no existe. Las reuniones familiares que hacían después de la cena o en la noche ya no se dan. La transmisión de cuentos, leyendas, creencias, costumbres que se hacían de generación en generación o de abuelo a padres a hijos, se rompió y ya el pasado de los pueblos se está perdiendo. Los medios masivos de televisión y la radio han influido poderosamente en la adquisición y cambio de costumbres y opiniones de la familia. La manera de llamar la atención o de castigar a los hijos también ha cambiado, ya no es a través de golpes y castigos inhumanos. Ahora hay que analizar y tratar de comprender las fallas que cometen los hijos. Hay que entender y tratar de corregir antes de castigar brutalmente. 76 - Las Familias en el Sinú Hay que hacer esfuerzos para la educación de los hijos tanto varones como mujeres. Facilitarles a los que tengan vocación e interés en hacerlo. Hay que acostumbrar a los hijos al trabajo y darle independencia y responsabilidades desde pequeños, no tutearlos siempre. La madre no debe estar siempre en la cocina y la casa. Hay que tratar de vincularla a labores que le permitan capacitación y le den importancia en la comunidad. La capacitación en la familia es básica para el líder y él debe preocuparse porque lo haga siempre. Los padres deben entender que la sociedad cambia. La niñez y la juventud de cada generación serán diferentes. Se necesita que padres e hijos entiendan las preocupaciones de cada cual y cada uno esté dispuesto a ceder en uno u otro punto. Para esta época Montería como cabecera municipal crecía con lentitud. Se destacaba la serie de asentamientos populosos originados en los programas de interés social a través del Instituto de Crédito Territorial y las invasiones, la diversificación del comercio, la abundancia de bicicletas, el incremento de motos y jeep, la demanda de servicios y el ejercicio de profesiones diversas. La gran mayoría de las familias las componían los padres y seis o siete hijos en promedio, la típica familia nuclear. Predominaba la unión libre, como todavía lo es hoy en los sectores populares urbanos y rurales. En los pueblos de pescadores era usual que parejas solteras con hijos, uno o ambos, conformaran nuevas familias. Por lo general las madres que quedaban viudas o eran abandonadas, así fueran jóvenes, no buscaban otros maridos. Había pobreza pero no tanto como ahora porque existía suficiente y variada producción campesina tanto en las casas como en numerosas parcelas; los ríos y ciénagas aportaban recursos de toda clase; en los playones de ciénaga, al servicio de todos, crecían los cultivos rápidos (sandía, pepino, ajonjolí, tomate), el pasto para la alimentación de los animales y la vegetación para elaborar elementos de uso en el hogar y las artesanías; pedazos de tierra eran alquilados, prestados o a partir utilidades con los dueños por una o varias cosechas. Para la mayoría de las familias pobres la alimentación de los hijos era lo fundamental, lo demás podía esperar: vestuario, educación, salud en general, mejoramiento de la vivienda, juguetes, muebles, menajes. Aun hoy muchos padres creen que con entregar dinero para la comida, escaso por supuesto, están cumpliendo con sus obligaciones. Las Familias en el Sinú - 77 En estos años el porcentaje aproximado de los principales tipos de familia según su composición era el siguiente: Familia nuclear 77% Familia extensa 10% Familia con jefatura femenina 8% Familia reintegrada 5% 3. La consolidación de los cambios en los tipos de familia, 2012 Actualmente los porcentajes aproximados son los siguientes de acuerdo con estudios realizados en algunos asentamientos, la observación y las entrevistas hechas a habitantes y líderes comunitarios de distintos lugares: Familia nuclear 40% Familia con jefatura femenina 26% Familia extensa 21% Familia reintegrada 13% 78 - Las Familias en el Sinú Por estratos el orden de frecuencia es: Estratos 1 y 2: jefatura femenina, extensa, nuclear y reintegrada. Estratos 3 y 4: nuclear, extensa, jefatura femenina y reintegrada. Estratos 5 y 6: nuclear, extensa, reintegrada y jefatura femenina. Estos cambios tan drásticos en un tiempo relativamente corto se deben a factores externos e internos. Dentro de los primeros están la concentración de la tierra, el abandono del campo, la pobreza, el conflicto armado, el desplazamiento y el narcotráfico. En los segundos la violencia doméstica y comunitaria, desempleo, vicios, infidelidad, separaciones, irrespeto, carencia de oportunidades, ausencia de comunicación y autoridad, entre otros. Algunos de estos son consecuencia de los primeros. En marzo del año 2005 comenzó a funcionar en Montería la Casa de Justicia y Paz. Está situada en Los Araújos, un asentamiento subnormal al sur de la ciudad. Aquí prestan sus servicios la Comisaría de Familia, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Consultorios jurídicos de universidades, Fiscalía, Medicina legal, Personería, Defensoría del Pueblo, Inspección de Policía, Policía Comunitaria, los programas de orientación sicológica y conciliación en equidad y una oficina atendida por afrodescendientes. Su área de influencia abarca en la actualidad a 17 barrios o asentamientos vecinos o cercanos. En los primeros cuatro años (2005-2009 recibieron 16.966 consultas. De estas, 11.107 (65.4%) por conflictos familiares; 1.824 (10.7%) por problemas civiles relacionados con deudas, contratos, escrituras; 1.060 (6.2%) por problemas con los vecinos; 889 (5.2%) por problemas penales relacionados con violación a menores, robos, atracos, lesiones personales; 226 (1.3%) por violación a los derechos humanos relacionados con homicidios, amenazas, derechos a la salud y prestación de servicios públicos. El número de consultas referidas a problemas que tienen que ver con violencia, justicia y derechos humanos alcanzó la cifra de 15.106 (89%). En la Comisaría de Familia de Montería aseguraban que la violencia intrafamiliar estaba desbordada y no contaban con personal ni recursos suficientes para atender esta compleja situación. La Procuraduría de Familia también reconoció la gravedad de lo que ocurría y clamaba por acciones más decididas. Obsérvese que solo asistieron a conciliar 751 (4.4%) y a recibir atención y orientación sicológica 794 (4.6%) para un total de 1.545 (9%) consultas. ¿A qué se debe esta actitud? ¿Falta de información? ¿Desconfianza? ¿Ineficacia? Las Familias en el Sinú - 79 Motivos de consulta en la Casa de Justicia y Paz de Montería Marzo 2005-Marzo 2009 Motivo de consulta Total Conflictos familiares 11.107 Problemas civiles 1.824 Conciliación en equidad 751 Problemas penales 889 Conflicto entre vecinos 1.060 Atención, apoyo y orientación sicológica. 794 Violación de derechos humanos 226 Pérdida o ausencia documentos 110 No pago arriendos y servicios públicos. 104 Problemas por desplazamiento forzado 37 Sin información 50 Problemas laborales 14 Total 16.966 Los cambios forzados en las familias por el conflicto y la pobreza En Ayapel una india estaba con dolores de parto y ya iba a parir. La costumbre era hacerlo en la ciénaga. Como era primeriza dos madrinas la tomaron de los brazos y se botaron al agua, metiéndose hasta que les dio a los pechos. Enseguida dando un grande grito la india zambulló junto con las otras. Cuando resollaron fue con la criatura; era hembra la nacida, así que la lavaron bien y la madre acabó de parir. Salieron del agua y llevaron a la parida a un chinchorro o hamaca, poniéndole un brasero de candela debajo para que allí escurriesen las inmundicias del parto, para que la recién nacida no tuviese llagas nunca y para que nadie pisara aquella sangre porque moría la parida. A poco rato otra india llevó un poco de aceite de 80 - Las Familias en el Sinú canime en una totuma y untándose el dedo margarito desfloró a la indiecita para que no tuviese dolor cuando se juntase con macho. (Joseph Palacios de la Vega. Diario de viaje. 1787-1788). En el Sinú medio el día de boda era una fecha grande. Todo el pueblo y los pueblos vecinos tenían que ver con esa fiesta. A la media noche, en pleno furor, los desposados abandonaban con sigilo la sala y se marchaban a su cuarto o casa, dispuesta para la ocasión. Al día siguiente, bien temprano, los familiares, los invitados y todo el pueblo permanecía a la expectativa, a la espera de la salida de los recién casados. Al rato salía ella con la sábana blanca manchada de sangre a colgarla en el alambre de tender la ropa para que todo el mundo se enterara que el hombre la encontró virgen. Él se quedaba afuerita de la puerta con una toalla enredada en el cuello, tapándose la nariz y con pedazos de algodón metidos en las orejas para que el aire frío de la mañana no se le metiera en el cuerpo, todavía caliente por el ajetreo de la madrugada. Si la puerta se abría y no salía nadie era señal que algo anduvo mal: la mujer no era virgen y podía ser devuelta a su casa, llenando a la familia de una gran vergüenza que no lograban borrar nunca. (Víctor Negrete Barrera y Teresa de Vettiger. La familia cordobesa. 1984) Hace bastante tiempo estas costumbres y convicciones, extrañas e indignas para algunos, desaparecieron en Ayapel, el Sinú medio y en otros lugares del departamento de Córdoba. Desaparecieron poco a poco, sin causar traumas ni desajustes sicológicos y sociales. Fueron reemplazadas por otras costumbres y convicciones más benignas y de mayor aceptación. Pero no todos los cambios culturales y sociales han sucedido de esta manera tranquila y con respaldo ni los reemplazos han sido mejores para el conjunto de la comunidad. La familia en el Sinú, por ejemplo, ha experimentado cambios profundos en los últimos 30 años que la han debilitado notoriamente y por consiguiente a las comunidades y la sociedad en general. Reflexiones y recomendaciones Estos hechos nos llevaron a las siguientes reflexiones y recomendaciones: 1. Los factores externos e internos han modificado sustancialmente la composición de las familias en el departamento. Las Familias en el Sinú - 81 2. Los cambios sucedidos en los sectores populares del campo y la ciudad están poco documentados, en los sectores medios y altos prácticamente no hay nada conocido. 3. Al parecer las instituciones y organizaciones que tienen que ver con esta situación no se han percatado de estos cambios ni han tomado las medidas para atenderla. 4. Aún no se conoce con exactitud la real situación de riesgo en que se encuentran los niños, adolescentes y jóvenes en las áreas urbanas y rurales. 5. Es necesario evaluar si las normas, valores, principios y creencias tradicionalmente empleadas en las familias hasta qué punto hoy en día pueden ayudar a enfrentar con éxito los factores que las han debilitado. 6. Las administraciones municipales y en particular el Consejo de Política Social debe elaborar con carácter urgente el plan de trabajo con propósitos y metas definidas en tiempo y lugar, evaluaciones y seguimiento permanente e informes periódicos a la población sobre estado en que se encuentra la situación, las medidas tomadas y los resultados obtenidos. 82 - Las Familias en el Sinú Los nuevos papeles de las mujeres Víctor Negrete Barrera, 2008 y 2014 L as mujeres de estos asentamientos han cambiado comportamientos y concepciones y están desempeñando papeles que eran impensables hace 15 años aproximadamente. A la mujer de hoy se le debe mirar con otros ojos en sus funciones tradicionales de esposa y madre y en las nuevas de trabajadora, líder y vecina. ¿Por qué razón? Simplemente porque cualquier proceso que involucre participación y organización en estos asentamientos cuenta con la presencia activa de las mujeres. Lo vienen haciendo desde hace varios años en las reuniones que tienen que ver con la educación propia y de los hijos, la salud, la vivienda, la capacitación, el trabajo, el empleo, las artesanías, la danza y hasta en la música y el deporte. Entre todos los miembros de la familia la mujer es la que ha experimentado los cambios fundamentales, llevando consigo transformaciones en la pareja, los hijos, familiares y el vecindario. Entender estas modificaciones permitirá comprender mejor la situación actual y las perspectivas que ofrece al trabajo comunitario. Las Familias en el Sinú - 83 El siguiente paralelo lo hicimos con mujeres de los asentamientos de Montería Brisas del Sinú y Santafé. Nos muestra a grandes rasgos cuáles son los cambios que les parecieron más llamativos: son conscientes de las fortalezas y debilidades que tienen y los cambios que pueden generar en la familia, la comunidad y la sociedad y lamentan que hayan pasado desapercibidos ante los líderes y analistas sociales. Consideran que este ejercicio no es añoranza del pasado ni crítica a lo que está sucediendo. Es un proceso que debemos tratar de entender para aprovechar mejor sus ventajas. Como esposas Antes Después • Sumisas, dedicadas al esposo, los hijos y la casa • Más independientes y liberadas • Para tomar decisiones requería la presencia y respaldo del marido. • Buscan igualdad de derechos y oportunidades • Fieles por respeto a los hijos y las exigencias culturales • Continuos casos de infidelidad por variadas razones. • División del trabajo: los hombres proveedores de recursos y la mujer dedicada a los oficios domésticos. • En gran porcentaje ambos son proveedores pero los oficios de la casa siguen siendo ejercidos por la mujer • Respetada por el marido, los hijos y el vecindario • Muchas veces desconsideradas por el marido, los hijos y los vecinos • La mayoría de mujeres viudas, separadas o abandonadas tardaban un tiempo prudencial para adquirir nuevos compromisos. • Separadas y abandonadas en especial buscan reemplazo rápido. • La casa era su lugar natural, poco salía. • Mayor número de espacios donde desenvuelve su vida. 84 - Las Familias en el Sinú Como madres Antes Después • La lactancia por lo regular duraba • Poco amamantamiento y mucho biberón más de un año • Más dedicada a la crianza y a dar • Delega a otros la enseñanza y ha buen ejemplo con su comporta- disminuido el interés por ser modelo de comportamiento. miento • Recibía más amor y respeto de los • Menos querida y respetada hijos • En las separaciones asume otras • No buscaba padrastro a los hi- relaciones, en muchos casos con jos hijos. • La educación y enseñanza a los hi- • Mayor flexibilidad en la enseñanza, muchas pierden autoridad. jos era severa y de carácter Como trabajadoras Antes Después • Dedicadas a oficios domésticos, cría de animales y algunas sembraban frutas, hortalizas y plantas aromáticas • Propietarias, administradoras o empleadas en los sectores de la producción, el comercio y los servicios • Recibía poca o nula capacitación • Cuenta con muchas posibilidades laboral de educación y capacitación laboral • No tenía credibilidad como pro- • Cuenta con alta credibilidad en pietaria o empleada los trabajos que realiza. Las Familias en el Sinú - 85 Como líder Antes Después • Las pocas que había no eran reco- • Las hay en todos los campos nocidas como tal . políticos, cívicos, comunitarios, productivos, deportivos, religiosa, madre de familia. • No participaban en la defensa de • Participa activamente en defensa los intereses colectivos de intereses políticos y familiares. • No mostraba interés en la po- • Tiene aspiraciones políticas y lítica ni la situación general del cuenta con buena información gepaís neral. Como vecina Antes • El vecindario era unido Después • Prima el individualismo • Las familias mantenían buenas • Relaciones poco frecuentes y no relaciones tan cordiales • Era común la solidaridad y el • Reducida colaboración. intercambio de comidas, oficios y atenciones. • Respeto por la intimidad ajena. • Abunda el chisme y mala intención. • Eran frecuentes las visitas forma- • Son escasas e informales. les entre familias 86 - Las Familias en el Sinú Un ejemplo: las madres y abuelas de la restitución de tierra Vivían en pueblos campesinos de cualquier lugar de Córdoba, Urabá, bajo Cauca y otros cercanos y lejanos. A pesar de la escasez de servicios y oportunidades se sentían satisfechas, unas con más comodidades que otras. Entonces eran niñas, adolescentes y “entradas en años”. Hoy están entre los 30 y 80 años con hijos, nietos o bisnietos pasando la vida, la mayoría de ellas, en barrios populares o asentamientos subnormales. Algunas reflejan las formas de vida que han llevado y los dramas padecidos en sus ojos oscuros, opacos y cansados; las arrugas en los rostros y las manos duras, cubiertas con venas gruesas a punto de reventar; el cabello desteñido; la voz sosegada y nostálgica cuando habla del campo que debió abandonar o amorosa cuando consiente o duerme a los hijos y nietos. Pasan desapercibidas, nadie sospecha lo que hay en esos cuerpos vitales, convencidos de sus derechos porque las apariencias son de fragilidad, humildad y parsimonia a veces, “mujeres del campo o campesinas”, las llaman ciertos funcionarios. Salieron de sus lugares de origen muchas veces de manera inesperada, brusca, “con lo que llevaban puesto”, sin una última mirada de súplica a las imágenes de la Virgen del Carmen y el Sagrado Corazón de Jesús, sin una flor de icaco o bonche en el cabello; sin tiempo ni ánimo para mirar los cultivos, los marranos, el ganado, los animales, la represa; no sintieron los aromas de los lirios, la flor del amor ni de los matarratones florecidos; Las Familias en el Sinú - 87 el tiempo no importó si era de mañana, tarde, noche o madrugada. ¡Lo importante era salir completos o con los que quedaban vivos todavía! Los responsables de estos hechos no tuvieron en cuenta si eran niñas, viejas, enfermas o discapacitadas. Ellos llegaron a amenazar, matar, violar, desplazar, quemar, robar, despojar. Y así lo hicieron. Luego vino el desamparo en pueblo ajeno, implorar ayuda, soportar o silenciar los traumas y angustias… la sobrevivencia del desarraigo. “Fueron años terribles, muchas creíamos que no soportaríamos pero lo fuimos logrando poco a poco, solas o con maridos o familiares, sobreponiéndonos a las adversidades de todo tipo, a la indiferencia y el señalamiento. Las que llegamos a Montería contamos con la suerte de encontrar organizaciones como María Cano y Prodesal a principios de los años 80, a ellas es mucho lo que le debemos. En estos últimos 30 años recibimos capacitación, nos ayudaron a organizar, sufrieron y gozaron con nosotras ante las adversidades y los éxitos. La lista es larga, sólo queremos mencionar, además, a Benposta, Pastoral Social de las Diócesis de Montería y Montelíbano, Corsoc, las mujeres de Valle Encantado, Asocordim, Organización de mujeres víctimas del desplazamiento forzado, la Nelson Mandela, Comfavic, Adepsa que creó Yolanda Izquierdo; también hemos recibido ayuda y formación de la Defensoría del Pueblo, los organismos de cooperación internacional y algunas universidades”. Muchas de estas mujeres, en especial las abuelas, todavía conservan el pelo negro y abundante, según ellas, por el uso de la manteca negrita, elaborada con una variedad de corozo, y el lavado con jabón de monte que usaban en el campo, antes del desplazamiento; lo recogen con moños, peinetas o pedazos de tela; las que usan aretes los prefieren discretos y pequeños. El maquillaje es escaso, con polvo y coloretes y los labios los pintan de rojo carmesí; los collares son de artesanías, a unas les gustan los escapularios. Las combinaciones son de popelina o dacrón blanco; las blusas debajo de la cadera y las mangas al codo, de colores blanco, negro, morado, verde o azul; los cinturones de la misma tela de las blusas; las faldas le llegan a media pierna; usan mochilas, bolsos y en algunos casos la cédula y el dinero los guardan en bolsitas plásticas que acomodan en los senos; el calzado preferido son sandalias y tenis; los perfumes son colonias con fragancia. Las madres visten diferentes, más actuales pero conservando la sencillez, sobriedad y algo de coquetería. 88 - Las Familias en el Sinú Estas mujeres tienen sus momentos de intimidades, generalmente en los atardeceres y amaneceres. Es entonces cuando les llegan los recuerdos, con tal fidelidad, que creen estar viendo a los padres afanados en sus quehaceres, la algarabía de los animales, los saludos del vecino, el zarzo repleto de gajos con arroz, los cuentos y quejas del abuelo, la comida exquisita, los colores del firmamento, el paisaje multicolor y la lluvia tenue de verano. Cuando alguien llora, habla o pregunta el momento se rompe, cae en cuenta de su realidad tan distinta y sin querer las lágrimas aparecen silenciosas. Ya conscientes repasan lo del día: reuniones con las instituciones del gobierno, asistencia a las versiones de los victimarios, encuentro con los compañeros de organización, actividades personales o familiares, atender visitas de medios de comunicación, organismos de cooperación internacional y funcionarios del gobierno, recibir y hacer llamadas, no olvidar los protocolos de seguridad: el celular, el chaleco que no usan, los escoltas y el carro, orientar y dar órdenes en la casa, tranquilizar a los familiares, observar el disgusto de algunos vecinos inconformes por su situación de inseguridad, las rondas de la Policía y las motos sospechosas. De estas mujeres depende en gran parte el proceso de restitución de tierras en Córdoba. Ellas son las que alientan, las que empujan. Les ha tocado estudiar las normas, los procedimientos, las rutas, hacer gestiones, viajar, velar por la organización, estar pendientes de la seguridad, llorar los muertos, buscar apoyos, discutir y hacer valer los derechos que tienen como víctimas. Hay maridos e hijos que no están de acuerdo con lo que hacen, compañeros de lucha “que no son constantes, descuidados con el conocimiento y la aplicación de las normas y las leyes, creen que con gritar y exigir es suficiente para lograr los propósitos que queremos. Esta labor es exigente y peligrosa, pero no tenemos otro remedio. Lo hacemos por nosotras, las familias y la misma sociedad. “Esperamos que el Gobierno entienda nuestra situación, así como nosotros los hemos entendido y apoyado” Las Familias en el Sinú - 89 Las familias de asentamientos urbanos marginales: el maltrato a los niños y niñas Víctor Negrete Barrera, 2007 L os niños y niñas de estos asentamientos son de apariencia normal. A algunos se les nota la tristeza, la timidez, el malestar de algo físico o sicológico. Los otros son inquietos, vivaces, gritan, juegan con estrépito. Les gusta escuchar cuentos y lo que dicen los títeres. • El papá le pega a Juan, por esta razón quiere más a la mamá y al abuelo, a veces cuando está muy solo “quiere vivir en el cielo con Dios” • Juana no tiene amiguitas, los papás no juegan con ella, así que con muñecas de verdad o con algo que consiga inventa amigas para no jugar sola. • A Pedro y Julia les pegan con cinturón y chancletas. No los sacan a pasear y poco los consienten. Las faltas más comunes que cometen son: dañar el televisor o ventilador, romper trastos, regar o derramar cosas, ensuciar la ropa o la casa recién barrida o trapeada, hacer ruido. 90 - Las Familias en el Sinú • Daniela dice que en su casa usan palabras groseras. El papá está preso, no sabe la razón. • Silvia cuenta que los papás tenían muchos problemas, peleaban mucho y a ellos los encerraban con llave en el cuarto. Terminaron separados. Contó que en una ocasión, ya separados, el papá llegó borracho a la casa a molestar a su mamá, el hijo mayor estaba presente y para defender a su mamá se enfrentó con su papá. Con un machete le causó heridas por varias partes y vio cuando el papá recogía la sangre de las heridas y se la chupaba. • Eduardo no tiene papá ni mamá. Así les llama a una hermana y hermanos mayores. En la casa hay muchas discusiones. A él le pegan duro con una vara. Juega a los caballos con un amiguito. • A Víctor cuando está triste nadie lo consuela. Le gusta recoger basuras y barrer. • Lisbeth vive con su mamá, un hermanito y la tía con un bebé. La mamá trabaja porque consigue plata pero no sabe en qué. No sabe nada de su papá. Desayuna y almuerza en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar; al parecer no cena o come cualquier cosa. La mamá la abraza poco, la tía con más frecuencia. • A Cenia, los hermanos mayores la tratan mal: le pegan, muerden o pellizcan. A veces los padres se meten pero en la mayoría de los casos no le prestan atención. Opiniones de los padres Todos son pobres. Muchos nacidos y criados en Montería. Otros vienen del Alto Sinú y el Urabá antioqueño. Hay blancos, Las Familias en el Sinú - 91 negros y mestizos. La mayoría son sencillos, humildes, buena gente. Cada día, especialmente las mamás, son más jóvenes. Casi todos los que trabajan lo hacen en la informalidad. Vienen de familias pobres, acostumbrados a las carencias de servicios públicos, de buena vivienda y de falta de oportunidades para ser alguien en la vida. • A los papás les hace falta más acercamiento con los hijos a través de diálogos y conversaciones frecuentes, estar más pendiente de lo que hacen o dejan de hacer, aconsejarlos en cada etapa de la vida y en cada momento cotidiano importante. Saber llamarles la atención y sancionarlos. Entregarles muestras de afecto o cariño, jugar y salir con ellos siquiera a caminar y tomarse una gaseosa o helado de vez en cuando. • Reconocen que ellos no fueron preparados para esas formas de ser, que fueron tratados con severidad, sin tantas contemplaciones. Más bien les enseñaron a ser “vivos” o astutos, no dejarse fregar y molestar por nadie, responder ante cada afrenta, saber conocer más de la cuenta, estar dispuestos a vivir experiencias. Eso de pedir disculpas, reconocer los errores y rectificar, no es costumbre de ellos. Dicen que la vida del pobre es dura y a los hijos hay que prepararlos para que la puedan sortear de la mejor manera. • Y precisamente por esos tiempos difíciles en que se desenvuelven, que es la mayor parte de la vida, cuando les llegan algunos momentos gratos, de felicidad, reconocen que se vuelven como locos: emborrachándose, despilfarrando, buscando mujeres, retirándose de la casa, abiertos al jolgorio y el vicio. Son momentos que hay que aprovechar, así después algunos se arrepientan de tales excesos. • El trabajo informal que desempeñan les demanda mucho tiempo y poca ganancia. Tantas necesidades encima y no contar con ayudas vuelve a muchos groseros, arbitrarios, indiferentes a muchas cosas de la mujer, hijos y familiares. Y ante estas circunstancias es difícil guardar la paciencia y no terminar con gritos, groserías, insultos y agresiones. • Otra consecuencia de esta forma de vida es que muchos no creen que por ser adultos puedan capacitarse y ayudar a aumentar sus ingresos. De esta manera se han alejado voluntariamente de la mayoría de las reuniones donde se conversan y acuerdan estos temas. Algunos prefieren utilizar el tiempo destinado a estas capacitaciones tomando cerveza, escuchando música popular, jugando cartas, dominó, parqués o cualquier otra cosa o 92 - Las Familias en el Sinú simplemente charlando con los amigos. • Las mamás en cambio si están aprovechando las pequeñas oportunidades que les ofrecen el gobierno, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales y algunos gremios. Gracias a estas pequeñas ayudas se han capacitado en varias actividades u oficios, reciben apoyo en salud, educación, recreación y créditos para ellas y los hijos; les enseñan convivencia, tolerancia, relaciones humanas, derechos humanos, valores y principios y una nueva visión de cómo vivir mejor en comunidad. Todo esto, aseguran ellas, les ha servido para que el trato en el hogar no sea tan tirante ni conflictivo. • Las mamás adultas con compañeros estables tratan de inculcarles a sus hijos lo que para ellas es bueno y necesario; cuidan a sus hijas para que no den un mal paso como embarazo a temprana edad, novios indeseables, malas compañías, prostitución tipo prepago, relaciones con hombres mayores o casados, y a los varones para que no cojan al mal camino de los vicios, la delincuencia, la vagancia, los grupos armados fuera de la ley o embarazar muchachas sin asumir sus responsabilidades. • Las mamás jóvenes y solteras se sienten un tanto incómodas en casa de Las Familias en el Sinú - 93 los padres, recibiendo el reproche de los padres y algunos hermanos por el desliz o el fracaso que tuvieron, sin saber qué hacer porque no están preparadas para conseguir empleo permanente, acosadas por muchachos y adultos que tratan de aprovechar su vulnerabilidad, con bastantes posibilidades de volver a caer si hay alguien que la entusiasma y ofrece sacarla de esa situación. • A las mamás jefes de hogar sin compañero o con compañero que no puede o no quiere trabajar, está enfermo, viejo o incapacitado, les toca vender cualquier cosa en los mercados, hacer fritos, dulces, jugos, comidas con el fin de llevar algo a la casa donde la esperan muchas bocas hambrientas. • Estos casos de mamás son representativos en el asentamiento: una vive la angustia de no saber que va a pasar con sus hijos en un medio hostil, sin oportunidades para acceder a una vida mejor, de riesgo social para los niños, adolescentes y jóvenes. • Otra, desesperada por sentirse rechazada, al borde de una decisión que le cambiará la vida para bien o para mal. Y la tercera agobiada por las penurias, impotente muchas veces para evitar que los hijos se salgan del redil. • Cada una de ellas en sus particulares condiciones de vida, con sus antecedentes a cuestas, con su manera de ver el mundo y la vida, sus carencias y debilidades… en un medio de lucha por la sobrevivencia diaria, donde no hay nada asegurado, el papel que cumplen en el hogar, más específicamente con la pareja, familiares e hijos está condicionado por estas situaciones desfavorables. • Resulta comprensivo que las peleas en casa y el maltrato que le ocasionan a los niños y niñas sea una forma de vida, casi normal, en la mayoría de los hogares. • La pregunta que me hicieron es clave: ¿cree usted que sólo los consejos, charlas o capacitaciones sobre convivencia, tolerancia, respeto y demás, nos pueden ayudar a modificar esta situación? • Ayudennos de verdad a mejorar nuestras condiciones de vida, dennos oportunidades de capacitación con calidad y trabajo, y junto con los valo94 - Las Familias en el Sinú res y principios, estamos seguras que cambiamos. Opiniones de las madres comunitarias Los niños por lo regular cuando cometen faltas las disimulan más que las niñas, se inmutan menos. Ellas en cambio se ponen nerviosas, titubean. • A los niños les pegan más o igual que las niñas. • Las madres castigan más porque pasan más tiempo con los hijos y están más pendiente de lo que hacen. Consideran que son castigos leves aunque a veces se sobrepasan causándoles daños irreparables • Los papás castigan menos pero cuando lo hacen es más fuerte, física y verbalmente. • Los materiales que usan los padres para castigar son cinturones de cuero, mangueras utilizadas en el servicio de gas doméstico, cabuya, cables de energía, palos, ramas delgadas de ciertos árboles como totumo y fuete, además de golpes con la mano abierta y puños. No faltan las prohibiciones a ver televisión, salir a paseos o a jugar. • Muchas madres que son jefas de hogar y trabajan todo el día, cuando regresan en la tarde o la noche son poco amorosas; piden cuenta a los hijos mayorcitos del comportamiento de ellos y los menores, los oficios que hicieron y los daños causados. De inmediato reparten los regaños, insultos y uno que otro golpe. Casi nunca agradecen, alaban, reconocen, valoran, besan, acarician. Estas madres los domingos o días que no trabajan, los dedican a hacer Las Familias en el Sinú - 95 otros oficios o visitas pero pocas veces los dedican a los hijos. • La tercera parte de los hogares están en manos de mujeres solas o con compañeros. Lo que ganan en oficios domésticos, informales o en ventas de productos diversos, no alcanza el salario mínimo. No todas tienen acceso a los servicios de Sisben o sistema de beneficiarios o del programa presidencial Familias en Acción que les facilitan recursos y servicios gratuitos. Esta situación económica y social las hace muy vulnerables, casi siempre dispuestas a la discusión, la pelea, la agresividad y, por supuesto, al castigo de los hijos. • A los hijos e hijas mayorcitos les dan la responsabilidad de cuidar a los menores y en general hacerse cargo del manejo de la vivienda mientras las madres trabajan. Estas responsabilidades muchas veces no las pueden cumplir porque no tienen las capacidades o habilidades suficientes, creando en ellos frustraciones o derivando en la desatención o el maltrato. A veces, abriéndoseles el camino a los vicios y la delincuencia. • Algunas de estas madres solas que trabajan, han decidido estudiar para validar grados de primaria o secundaria o cursos de subsistencia. Muchas debe recurrir a los pagadiarios, préstamos para pagar por una vez o por cuotas diarias. Hay quienes consideran necesario este sistema de préstamo pero explotador por el interés tan alto que cobran y el riesgo que corren cuando no lo cancelan o incumplen. • La mayoría de las familias son de Montería, seguidas por los campesinos desplazados del Alto Sinú y el Urabá antioqueño. • Los padres campesinos del Alto Sinú y los paisas del Urabá tratan mejor a sus hijos, comparten más con ellos y no castigan con tanta agresividad. • Los maridos del campo y los paisas son más atentos con las compañeras o esposas. Los de Montería las agreden físicamente con cachetadas o golpeándolas con lo que tengan en la mano o verbalmente, llamándolas perras, hijueputas, malparidas y calificativos parecidos. 96 - Las Familias en el Sinú • En la escuela los niños y niñas los discriminan por su color. • Cuando las familias son extensas y los padres trabajan, él o la pariente de mayor edad, abuelos, tías, ayudan a cuidarles los hijos. En caso que no tengan ningún pariente, además de la responsabilidad asignada a los mayorcitos, algunos los encomiendan a los amigos del vecindario. • Crece el número de niñas y niños que empiezan a tener relaciones sexuales a la edad de 13 años. Las niñas corren el riesgo de quedar embarazadas y por lo regular terminan como madres solteras. Algunas conformarán una nueva familia, en la mayoría de los casos sin un porvenir seguro. • En el asentamiento hay bastantes casos de drogadicción, prostitución en adolescentes y embarazadas a temprana edad. Opiniones de los docentes De 45 estudiantes del grado quinto que asisten a la escuela, 40 hacen parte de familias extensas y con jefatura femenina. Las primeras son aquellas, que, además de padres e hijos las integran otros familiares como abuelos, tíos, primos, sobrinos, nueras, yernos. Y las segundas son aquellas cuando toda o gran parte de la responsabilidad recae en las madres por ausencia, discapacidad, enfermedad u otra razón del marido o compañero. • Muchos niños y niñas son rechazados por sus compañeros y algunos docentes cuando llegan con ropa o zapatos sucios o rotos o con mal olor por falta de baño. • Muchos niños y niñas buscan el afecto de los profesores pero estas manifestaciones pueden ser mal interpretadas, obligando a los docentes a restringirlas o negarlas. Las Familias en el Sinú - 97 • En los estudiantes de primaria el consumo de drogas es poco pero en los de secundaria, así como en la comunidad y los asentamientos vecinos, el consumo está creciendo. • Para los padres “que no soportan o aguantan”, según sus propias palabras, los juegos, necedades, llantos y daños que ocasionan sus hijos en la casa, los envían a clases para estar más tranquilos, por lo general no ayudan a la educación de los niños. • Algunos niños con problemas por falta de afecto, desatención o maltrato de los padres o familiares, terminan conformando grupitos de niños malos que hacen daño a los pequeños y causan dificultades. • Los comportamientos de estos niños por lo regular son: tirar las sillas, decir groserías, hacer gestos de rebeldía y bromas pesadas, pegarle a los más pequeños, mentir y a veces hasta robar o quitar a la fuerza. • Las expresiones cotidianas de un alto número de padres son vulgares, ofensivas, hirientes, burlescas y más graves aún cuando están enojados, borrachos o cuando castigan a los hijos. • Para muchos padres pegarle o maltratar a los hijos como castigo les parece normal. Según ellos es la manera que siempre han conocido. • Muchos niños aceptan el maltrato como castigo. Creen que las faltas que cometen las deben pagar con altos castigos. No importa lo cruel que sean. • Al momento de castigar muchos padres no establecen diferencias entre niños y niñas, aunque hay papás que castigan con menos severidad a las niñas. A los niños, a veces, les exigen que no lloren cuando los castigan porque “los hombres no lloran”. • Hay adolescentes de ambos sexos que soportan impasibles los castigos que les infringen. A algunos padres esta actitud les parece desafiante y el castigo lo hacen más fuerte. Como testimonio del maltrato quedan las marcas en las manos, los brazos, las piernas, las nalgas y en los costados. Hay padres que quedan exhaustos. • El ejemplo que reciben los niños en la casa por lo regular no es bueno: escasez de servicios, alimentación y vestido; mala condición de vida; que98 - Las Familias en el Sinú rellas por cualquier motivo, incomprensiones, falta de tolerancia y convivencia, los problemas los solucionan con gritos y violencia. • Hay niños que golpean o tratan mal a las niñas. Es lo que muchos ven en sus casas cuando el padre maltrata a la mamá. • En orden de mayor a menor los maltratos son: verbal, físico, sicológico. • La mayoría de los padres son vendedores ambulantes. Hay bastante desempleo y subempleo. Otros medio viven de marañas o trabajos ocasionales. • A las reuniones escolares asiste casi la totalidad de las madres. Estas reuniones son cada dos meses. Los papás solo acuden cuando van a reclamar a los profesores o directivos. • Gran número de educadores no tienen la capacitación ni orientación suficiente para entender ni guiar muchas de las situaciones que les presentan los niños, las familias y la comunidad. Es más, no cuentan con tiempo para atender mejor a los alumnos y menos para hacer visitas y entrevistas a los familiares. Muchos de ellos ni siquiera tienen la disposición. Las Familias en el Sinú - 99 Normas, valores, principios y creencias que se encuentran en algunos hogares E Víctor Negrete Barrera, 2010 n todos los hogares existen normas, valores , principios y creencias que de una u otra manera guían a sus miembros, sean estos niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos de ambos sexos; dependiendo, claro està, de la edad, estudios, cultura, ideología, religión, mentalidad y oficios, entre otros. En algunos hogares las normas son impuestas y discriminatorias favoreciendo a los mayores o a los que tienen el control. En muchos priman los antivalores y en otros los principios obedecen a las siguientes reglas: el fin justifica los medios, el billete hay que conseguirlo como sea, el vivo vive del bobo, al caído caerle, el que se murió se acabó, aprovecha que sòlo hay una vida, la mejor vida es tomar, fiestar y mujerear, el trabajo es para los burros, Dios proveerá, para què me afano si no tengo nada, el que sufre es el que tiene, entre otras. Las creencias se pierden irremediablemente desaprovechando todo lo positivo y creativo que tienen. En fin, es necesario revisar las normas, valores, principios y creencias que hay en los hogares para saber o preveer que tipos de familias tenemos en la actualidad. 100 - Las Familias en el Sinú Normas • Respetar la palabra empeñada y no mentir ni manipular • Practicar un deporte • Presentar el novio a los padres • No excederse en los gastos de los servicios públicos • Planificar los gastos • No malgastar agua ni energía • Cuidar la imagen personal • Lavar su propia ropa interior • Respetar y cuidar los hermanos menores • Al levantarse de la cama donde duerme, debe arreglarla enseguida • Cepillarse los dientes después de cada comida • Colaborar con el aseo, el orden y los quehaceres de la casa • Lavar la ropa los sábados y/o domingos • Recordar las fechas especiales como cumpleaños y aniversarios • Cerrar la ventana del cuarto antes de las cinco de la tarde • Ahorrar y guardar provisiones para los malos tiempos • Llegar a casa a la hora del permiso, teniendo en cuenta la inseguridad • Comer a las horas acordadas • Escuchar cuando nos hablan • Sentarse bien • Manejar los modales y los cubiertos en la mesa • La persona que descargue el computador portátil, lo pone a cargar • La persona que haga labores de culinaria en la cocina la tiene que dejar ordenada y limpia como la encontró • La persona que esté viendo televisión, al momento de apagarlo debe desenchufarlo y colocar el control delante del mismo • Acostarse temprano, máximo diez de la noche, salvo circunstancias especiales. • Secar el baño después de utilizarlo. Las Familias en el Sinú - 101 • Lavarse las manos antes y después de manipular y consumir cualquier alimento • Consumir los alimentos antes de la fecha de vencimiento • Pedir disculpas o perdón cuando sea necesario • No dañar los bienes de la casa ni prestarlos sin el permiso de los padres • Respeto a los hermanos mayores • No emplear palabras obscenas • No participar de las comidas con gorra o descamisado • Desayunar, almorzar, y cenar todos juntos en la mesa de comedor • No desperdiciar la comida • Pedir permiso con anterioridad para salir • Recibir las visitas en la sala • Presentar a los amigos en la casa • Llegar a la hora acordada • Saludar al levantarse • Ser responsable en el estudio • Cuando vea el televisor no encender otros aparatos • No estar demasiado tiempo en el computador metido en Internet • Recoger los platos después de comer • No permanecer hablando mucho tiempo por teléfono • No tomar alcohol en exceso • No escuchar música con volumen alto • No desordenar el cuarto de los padres • No hacer mucho ruido cuando los demás están durmiendo • Asistir a misa todos los domingos • No quedarse en casa solo • Sacar la basura cuando corresponda • No dejar ropa y zapatos regados por toda la casa • No hablar con la boca llena • No entrar a la casa con los zapatos sucios 102 - Las Familias en el Sinú Valores Responsabilidad, amor, comprensión, solidaridad, respeto, tolerancia, cariño, afecto, ayuda, honestidad, paciencia, paz, bondad, prudencia, justicia, igualdad, humildad, perseverancia, sencillez, generosidad, fortaleza, lealtad, amistad, gratitud, optimismo, honradez, perdón, solidaridad, decencia, puntualidad, autodominio, desprendimiento, constancia, pulcritud, autodisciplina, manejar la diplomacia y el tacto en situaciones difíciles, reconocer las faltas, saludo amable en los momentos que lo ameriten y buen humor, orden, fidelidad, carácter, comunicación, sensibilidad, superación, voluntad. Principios • Estar preparado para enfrentar en las mejores condiciones las dificultades que ofrece la vida. • No discriminar por razones de género, etnias, cultura, religión, ideología, edad, economía. • Evaluar y aprender de cada acción o hecho que afecte a la persona y familia. • Ayudar al que me necesite. • Trabajar en comunidad. • Luchar por el bien común. • Expresar mis puntos de vista. • Aprovechar el tiempo en labores constructivas o útiles. • Tener y mantener disciplina y constancia en los planes. • Ser ejemplo positivo para la comunidad o sociedad. • Practicar la convivencia pacífica. • Imitar y seguir los ejemplos de aquellos que hagan las cosas correctas y justas. • Mantener conductas intachables y una higiene buena. Las Familias en el Sinú - 103 • Esforzarnos en las diferentes cosas y actividades que llevamos a cabo, siendo precavidos. • Hablar y actuar con prudencia y discreción sin ofender a nadie. • Planear muy bien y a tiempo lo que vayamos a realizar. • No tener el deseo de la venganza. • Ser agradecido siempre. • No pegarle a la mujer. • Detestar la mentira y el engaño. • No robar. • No alegrarse de las desgracias ajenas. • No hacer a los demás lo que no quieres que hagan contigo. • Respetar a los mayores y sobre todo nuestros padres y familiares. • Escoger muy bien a los amigos. • Respetar las leyes, las autoridades y las señales de tránsito. • Cuidar nuestros recursos y medio ambiente, no arrojando basuras y dándole un buen mantenimiento. • Ejercer la democracia. • No impartir justicia con mano propia. • Crear una familia basada en el amor y la confianza. • Hacer de la virtud una práctica. • Crecer en conocimientos y sentimientos. • No guardar odios ni rencores que oscurezcan mi camino. • Aceptar que no se puede controlar todo. • Amar a Dios sobre todas las cosas. • Prepararnos para ser buenos profesionales. • Hacer todas las cosas con amor • Aceptar a los demás con sus defectos y cualidades. • Ser misericordiosos. • Amar a la vida. 104 - Las Familias en el Sinú Creencias • Un pedazo de hilo mojado con saliva puesto en la frente desaparece el hipo. • La manilla con mate en la muñeca de los niños los protege del mal de ojo y el pujo. • Collar con dientes de ajo sirve para las lombrices. • Santiguar a los niños los siete viernes de cuaresma. • Con niños enfermos de mal de ojo buscar siete niñas para cruzarlas en cruz. • Niños con abultamiento en el ombligo le tomaban las medidas y la introducían en las ranuras de un árbol. • Niños sin bautizar vestirlos de rojo antes de dormir para apartarle las malas influencias. • No permitir que los niños jueguen con niñas o sus juguetes y viceversa. • Las mujeres no deben subirse en los árboles porque los secan y no producen. • Después de hacer el amor no salir al patio sin abrigarse, tapándose el cuello y la nariz. • Usar fajero en el recién nacido para evitar se vuelva ombligón o pipón. • Hacer el aseo de la puerta principal para adentro. • Poner los tenedores debajo de la mesa para que escampe rápido. • Colocar la tijera en forma de cruz para retirar las brujas y malas energías. • La mata de sábila o una herradura detrás de la puerta para llamar la buena suerte. • La escoba boca arriba para ahuyentar los malos espíritus o las visitas indeseables. • Quemar el empaque donde depositan los huevos sirve para matar los mosquitos. • Baño de ahuyama para que los niños caminen rápido. • Persignarse a la salida de la casa o momentos de apremio. Las Familias en el Sinú - 105 • Cuando llueve con tormenta eléctrica tapan los espejos para que no se quiebren. • Después del parto la mujer debe guardar cuarenta días comiendo gallina. • El ratón Pérez premia a los niños que dejan sacarse los dientes blanditos. • Cuando hay luna nueva no se debe empollar las gallinas. • No comer carne en los días santos. • No barrerle los pies a alguien porque después no se casa. • El que pase por debajo de una escalera tiene mala suerte. • Encontrar una semilla de achiote significa que la esposa le es infiel a su marido. • Cuando la gallina canta como un gallo es mala para dar cría. • Cuando un búho canta sobre la casa es porque hay una mujer embarazada que no ha dicho nada. • El canto del yacabó (ave) anuncia muerte. • Cuando alguien muere y llueve ese mismo día fue buena persona. Factores que afectan la familia • • • • • • • • • • • • • • • Infidelidad, vagancia, ocio. Irrespeto, pandillismo, prostitución. Agresividad física, sicológica, verbal. Temperamentos violentos, homosexualidad. Vicios, (licor, tabaco, droga, marihuana) Violencia doméstica. Rebeldía en los hijos. Desempleo. Desplazamiento. Desmovilización. Separaciones. Abandono, incomunicación. Pobreza, desempleo. Mal ejemplo de los hijos e hijas mayores. Abuso, falta de autoridad. 106 - Las Familias en el Sinú • • • • • • • • • • • • • • • Hacinamiento. Uniones entre jóvenes, monotonía. Desconfianza. Celos, falta de autoestima. Abuso sexual. Incomprensión, retardo mental. Egoísmo, discapacidad. No reconocer la superación o capacidad de la mujer. Rutina. Calamidad doméstica. Falta de valores y comunicación. Discriminación con los hijos. Insatisfacción sexual. Resentimiento, chisme. Diferencia irreconciliable de opinión. Las Familias en el Sinú - 107 Caracteristicas de los monterianos Karina Otero Buelvas (1996) Idiosincrasia del hombre monteriano. E ste hombre de estatura media, tez morena y rostro expresivo con mujeres de gran belleza y cuerpo escultural hace parte del contexto cultural costeño poseedor de gran riqueza de ingenio y folclor. Su vida gira alrededor de la música la cual lleva en su sangre, los refranes y dichos muestran su chispa, los cantos de vaquería y las leyendas expresan su gran imaginación. El monteriano es de temperamento jovial, se relaciona fácilmente, es confiado y acogedor, con predilección por las fiestas populares como la carraleja y el fandango. En su idiosincrasia encontramos rasgos positivos y negativos que caracterizan su comportamiento social. Como rasgos positivos podemos anotar: • Es sencillo, descomplicado, sincero, elemental, fácilmente se le puede engañar, cree en la amistad y no tiene reservas cuando es amigo. 108 - Las Familias en el Sinú • Cariñoso con sus hijos pero no es fácil para él darles besos y caricias. Es parco, ama a su mujer pero no es detallista. • Autoritario en el hogar. • Amigo de parrandas y borracheras semanales, le gusta cantar y bailar cuando empieza a emborracharse, después se vuelve necio y a veces ofensivo; refiere chistes y exagera a cada momento. • Le gusta desempeñar oficios como la pesquería, labores agrícolas, conducción, ganadería, trabajos manuales, orfebrería y trabajos culinarios. • Es solidario con parientes, amigos y vecinos. • Dice ser religioso o creyente pero no asiste a misa ni a cultos, es muy supersticioso y confía en las tradiciones familiares o de los pueblos. • Celebra fiestas patronales, religiosas y sociales como semana santa, navidad, año nuevo, cumpleaños, bautizos, aniversarios, matrimonios y en general cualquier éxito obtenido. • El trato que le da a los santos y santas de creación popular es franco y familiar. Celebra los días de la virgen del Carmen, la Inmaculada, San Jerónimo y San José, entre otros. • De conducta moralizante y tradicionalista donde los principios están íntimamente ligados a lo religioso y a la filosofía popular. • La autoridad del padre y el respeto al abuelo son normas que acepta sin condiciones. • Come y bebe en abundancia, en especial comidas y bebidas con mucha harina, grasa y azúcar. Como rasgos negativos: • Apatía y conformismo en general; acepta las condiciones sociales tales como están, sin darle mayor valoración al cambio pues hay una fuerte adhesión a pautas de conductas y formas de vidas tradicionales. • Prevalecen actitudes emotivas y exageradas debido a la superstición y la excesiva protección que a veces pone en las relaciones de parentesco. • Falta espíritu cívico y sentido de responsabilidad social. Tendencia a recibir todo gratuitamente por parte del gobierno y organismos de solidaridad y emergencia. Las Familias en el Sinú - 109 • Indisciplina y falta de organización social. Falta de respeto hacia las normas de orden. • El machismo, puesto que la mujer se halla en posición de inferioridad en casi todos los aspectos frente al hombre. Se manifiesta en diversas formas: la irresponsabilidad en sus obligaciones con el hogar; el autoritarismo petulante ante la esposa y los hijos, lo que asegura el respeto fundado en el temor; el maltrato físico, verbal y sicológico a la esposa e hijos; la infidelidad; ninguna o mínima ayuda en los oficios domésticos; cierta oposición a que la mujer se capacite y trabaje, argumentando su amor por ella; cierta discriminación de género con los hijos. • Pierde demasiado tiempo en actividades que no le reportan ningún beneficio. • Es impuntual y poco dado a cumplir metas en las fechas o plazos establecidos. • No cuenta con un plan de vida a mediano y largo plazo. • Poco sistematiza las experiencias y las aplica. • Aún con posibilidades le gusta poco ahorrar. La visión de desarrollo general es escaso. Un aspecto destacado del monteriano es el folclor expresado en la danza y la música, en la diversidad de ceremonias y festivales como corralejas, carreras a caballo, celebración de matrimonios, velorios, entierros, bautizos y procesiones. La tradición oral está llena de leyendas, relatos, cuentos, refranes, adivinanzas, fabulas, cantos de monte y vaquería. La danza y bailes tradicionales que aún persisten son el fandango, el porro, la puya, la cumbia, el bullerengue. Para complementar su vocación y afición escucha y baila el vallenato, la salsa y el merengue, en especial. 110 - Las Familias en el Sinú Juan Arrieta Flórez (1996) Idiosincrasia del hombre monteriano. N uestro ancestro hispano-árabe, savia de la cual se nutre la ontología Caribe es machista, ello condiciona y facilita nuestra conducta esencialmente dominante. Somos, además de Caribes, colombianos y latinoamericanos y el hallarnos insertos en esos tres grupos nos inclina a la adopción de la postura según la cual es el hombre, el macho, el varón quien económica y afectivamente está en capacidad de dominar la estructura familiar. Lo anterior trasciende a las demás estructuras sociales y de producción que imperan en estas latitudes tropicales. Súmese a ello, para mayor explicación —que no justificación— la poderosa y obedecida influencia de la doctrina cristiana, católica, apostólica y romana, que ha aportado por todos los siglos postulados tales como “el hombre es la cabeza de la mujer así como Cristo es la cabeza de la iglesia…Mujer, debes obediencia, sumisión y respeto al marido… y otras enseñanzas bíblicas introducidas y arraigadas en las conciencias desde la antigüedad y transmitidas de generación en generación, llegando incluso hasta nuestras madres y hermanas. No quepa duda pues, del arraigo irrevocable del machismo en nuestro medio, tanto más difícil de erradicar cuanto más logremos desentrañar su remota existencia en los tiempos. Las Familias en el Sinú - 111 El monteriano necesita de la mujer siempre con urgencia manifiesta. La corteja y la pretende no siempre en forma tan galante como debería. La enamora, la piropea con soltura —hoy, por desgracia, cayendo en la chabacanería y la vulgaridad—. Le habla infinitamente de lo divino y de lo humano y llega a idealizarla y a valorarla tanto como el ejemplo de su entorno familiar y social de origen se lo hayan enseñando y permitido. Pero siempre –y en ello tiene absoluta claridad- la entiende y la percibe como un necesario complemento de su cotidianidad para su realización como varón, como ente social trascendente y la reconoce además desde siempre, como la parte menos aportante al sostén del hogar. La ve y he aquí el punto para resaltar, como el ser que tiene impostergable, indelegable e ineludible misión de procrear y además de calmar en debida forma y a cabalidad sus naturales instintos y sus siempre insaciables apetencias libidinosas. Debe cumplir la mujer además, para la concepción tradicional, un papel que resalte la correcta y ordenada disposición del hogar y de los hijos, de las labores hoy llamadas de “ingeniería doméstica”. Ello redundará en el mayor o menor grado de acreditamiento social como resultado del adecuado y esmerado cumplimiento de su misión de mujer. Quiérase o no, esta actitud de dominación, sojuzgamiento y prepotencia e incluso de salvajismo y primitivismo si se me permite está cediendo y ello ocurre por virtud y mérito del acceso cada vez más creciente de la mujer monteriana a los centros académicos del país y el exterior, a las posiciones de avanzada que ha tomado en el comercio, la banca, las finanzas y aún en la cada vez más complicada y contaminada actividad política. Lo anterior constituye un cambio incuestionable en la formulación de las estructuras de poder y de relación al interior del hogar. Cuando la mujer ha tenido acceso a la formación académica y se vincula con decisión como 112 - Las Familias en el Sinú fuerza laboral, activa y aportante económicamente, el hombre se ha visto obligado a la necesaria reflexión y a la paulatina cesión de espacios auspiciada además por los cambios lentos pero progresivos de las legislaciones y de los modos de pensar avenidos con las ultimas décadas. Lo anterior determina que si antes la relación era positiva, autoritaria y unidireccional (del padre-esposo hacia la madre-hija), ahora, por fuerza de las circunstancias deberá adquirir un matiz complementario, reflexivo y bidireccional (padre esposo–madre esposa). Pero con relación a lo que nos ocupa, este mismo fenómeno de la nueva mujer, menos femenina y más ejecutiva y profesional, ha causado la paulatina y dolorosa desaparición del piropero, del macho que posaba de galán, las más de las veces sin serlo en realidad. Este hombre de nuestras casas y nuestras calles ha sido absorbido lentamente por la fuerte corriente de los acontecimientos. Las mujeres, ahora más prácticas, más maduras pero a la vez menos románticas y sensibles, al haber tenido contacto académico con la universidad y roce social en la gran ciudad, se vuelven cada vez más reacias y renuentes a las formas machistas tradicionales y pretenden su homologación personal, profesional y laboral con los varones, aunque ello implique un detrimento cada vez mayor del rol que tradicionalmente le ha correspondido desempeñar. Tales fenómenos, decía, han sumido en la disminución progresiva de su capacidad al hombre del esquema tradicional. Ninguna mujer con un nivel superior de instrucción, con desenvoltura social en otros medios más extensos y con la posibilidad de apreciar y experimentar otros modelos y patrones de conducta social, aceptará hoy a los machos productores y aportantes omnímodos, omnipotentes y omnipresentes, proveedores de lo necesario y emperadores absolutos que se jactan de su proceder a través de dichos y refranes costumbristas tales como “del hombre la plaza y de la mujer la casa” o del corte de este: “hombre y dios, mujer y tusa”. Asistimos pues, a la desaparición paulatina del hombre galante, enamorador y romántico y de la mujer sensible, enternecida y femenina como una necesaria e ineludible consecuencia de los cambios individuales y colectivos de la mentalidad y del avance y el progreso de los grupos humanos acompasado por la velocidad de la ciencia y la tecnología. Se trata en conclusión, del avance y del progreso del grupo humano en natural y necesario detrimento de algunas pequeñas cosas que identifican nuestro pueblo como entidad histórica viva y trascendente. Las Familias en el Sinú - 113 Radio Bemba Víctor Negrete Barrera (1981) Idiosincrasia del campesino sinuano. E n los pueblos, en las colonias de paisanos, círculos de amigos e incluso, en ciertos barrios de pequeñas y grandes ciudades existe un medio de comunicación popular, formidable y eficaz: Radio Bemba o lo que es lo mismo, la transmisión de determinadas informaciones o “noticias” por vía oral, es decir, boca a boca. Radio Bemba, como todo el mundo lo sabe, nació y se mantiene con vigor en pequeños pueblos campesinos. Hace parte pues de su cultura campesina. Y aunque no es el único medio de comunicación que existe, sí es el más efectivo. En algunos pueblos, por ejemplo, se utilizan también el pasquín y los carnavales. El pasquín es una hoja suelta escrita a mano o en máquina, sin firma responsable, que aparece cualquier día pegada en postes o paredes de lugares concurridos o simplemente tirada en el piso de la sala porque alguien en la madrugada la arrojó por debajo de la puerta. Y los carnavales osn esas fiestas populares en donde la copla, la puya, la trova o la décima juegan un papel destacado, precisamente por la intención y el contenido que tienen. 114 - Las Familias en el Sinú Generalmente las informaciones que dan a conocer Radio Bemba, el pasquín y los cantadores de carnaval tienen como base estos principios: “la verdad en la cara duele” y “entre cielo y tierra no hay nada oculto”. Por esta razón casi todo el material que transmite Radio Bemba se refiere a ciertas verdades que algunas familias o personas guardan celosamente. Estas verdades son ciertas en su totalidad o parcialmente, pero jamás son del todo falsas. Otra cosa: son espontáneas, no se buscan a propósito; simplemente comienzan a formarse a partir de la más pura intuición, de esa malicia indígena u olfato de perro que tiene la gente del campo. Tal vez por este motivo cada persona que recibe la información y la sigue transmitiendo le quita o le agrega detalles a su gusto, de acuerdo a su ingenio o experiencia, pero sin modificar el hecho central. Es obligatorio igualmente que la narración se acompañe de gestos, imitaciones, cambios de voz y silencios cortos o prolongados con el fin de hacerla atractiva y llena de suspenso. Buena parte de los paquetes de informaciones que transmite Radio Bemba tienen que ver con el sexo (impotencia, frigidez, encoñamiento, abandono, homosexualismo, lesbianismo, marimachismo, violaciones, compra de doncellas, desfloración, infidelidades y otras por el estilo), fracasos y éxitos en los negocios, líos graves entre parientes, enfermedades incurables, recién llegados, hechicerías, teguas y empautos con el diablo, fallecimientos inesperados, actividades ilícitas, viajes repentinos, riñas y escándalos en general. ¿Cómo se origina la información que transmite Radio Bemba? Veámoslo en un ejemplo: en Boca de López, un pueblito del Sinú medio, una joven pareja de enamorados decidió hacer el amor y mantener el hecho en secreto. Supongamos que nadie los vió. Pero la consumación del acto y el silencio estricto que deben guardar produce en la joven pareja determinadas reacciones y emociones que aparentemente pasan desapercibidas para los amigos y familiares. Con el correr de los días, pocos o muchos, alguien descubre por casualidad algo raro en las miradas, en los saludos, en las risas y en las palabras que se cruzan los enmorados y decide prestar atención a ver si descubre lo que ya supone. Pero no se queda callado, sino que en la primera oportunidad le cuenta al amigo íntimo el descubrimiento, terminando con esta frase: “... a mí me parece que fulanito se está comiendo a zutanita”. Este primer indicio comienza a regarse en forma de murmullo. Las Familias en el Sinú - 115 Entonces son muchos los ojos y oídos que están pendientes de todo cuanto hace y dice la joven pareja: les meten conversaciones de doble sentido, hablan bien o mal de uno de los dos para conocer las sensaciones que produce, les hacen preguntas como quien no quiere la cosa, les sueltan de improvido puyas e indirectas, les inventan mentiras para sacar verdades y los más osados o los de mayor confianza pierden la paciencia y les exigen que digan la verdad y se dejen de tantas vainas. Es tal la presión y tan bien montado este aparato de espionaje que la verdad acaba conociéndose tarde o temprano. Hay veces que las cosas se precipitan por un descuido, una imprudencia, un alarde o sencillamente por un embarazo o un aborto. Las informaciones que da a conocer Radio Bemba llegan a ser dominio público pero todos las guardan con el fin de utilizarlas en el momento preciso y para sus propios intereses, aunque en el fondo parce que existe un sentimiento y actitud fiscalizadora y moralizante que trata de evitar excesos y la violación de normas éticas, morales y sociales que rigen la vida de la comunidad y por lo mismo deben ser acatadas y respetadas por todos. La gente conoce suficientemente este objetivo de Radio Bemba y evita por todos los medios ser objetivo de sus informaciones. A propósito de los protagonistas de Radio Bemba: la mayoría de ellos están convencidos que nadie sabe nada de las verdades que oculta celosamente y solo vienen a enterarse cuando en el desarrollo de una riña o un escándalo alguien le grita a todo pulmón, en plena calle, con pelos y señales todo cuanto se conoce. Este desenmascaramiento produce en la persona afectada una profunda vergüenza, mientras la comunidad respira algo tranquila, convencida que hizo algo positivo; castigar al infractor de sus normas y, al mismo tiempo, alertar a los otros para que no sigan el mal ejemplo. 116 - Las Familias en el Sinú