Servicio Central de Extensión y Actividades en el Medio Unidad de Estudios Cooperativos Curso-Taller sobre Cooperativismo, Asociativismo y Economía Solidaria 2015 Segundo Análisis de Textos Taller de Educación COOPERACIÓN Teresa López // 3.592.974-2 gtlopez63@hotmail.com // Cootramec Danilo Tubino // 1.355.070-5 // datubino@gmail.com // Cootramec Matias Maschi // C.I: 4815592-2 // mvdb2b@hotmail.com // Psicologia Germán Michelena //C.I 4.405.127-1/ger.michelena@gmail.com //Trabajo Social Pablo Fernández // 3.286.797-3 // pablofff@gmail.com // Psicología Docentes: Felipe Stevenazzi. Camila Franklin. “...terminada la crisis, tienen sexo el egoísmo con la codicia y engendran a la indiferencia, que termina siendo la mejor empleada de los poderosos para crear el futuro imperio…” Obrero y cooperativista metalúrgico COOPERACIÓN Para iniciar la exploración conceptual del término cooperación, es necesario internarse en la etimología del término, de ahí tenemos que cooperación proviene del latín: cooperatio y significa “acción y efecto de trabajar juntos”; compuesta de “co” - (con, reunión, unión) “operari” (trabajar, operar) más el sufijo “ción” (acción, efecto). Como vemos desde su origen etimológico, la cooperación, como concepto, abre múltiples perspectivas y permite su ampliación conceptual en varios sentidos. Tal es así que Walter Frantz comienza su indagación conceptual apuntando que “es un concepto, de cierta forma, ambiguo, permite múltiples usos. Es usado para definir acciones, relaciones entre individuos, o empleado como un concepto de organización institucional.” El mismo autor toma una cita de Erik Boettcher (Frantz, 2004:242) en donde este define la cooperación como “la actuación consciente de unidades económicas (sean personas naturales o jurídicas) en dirección a un fin común, por la cual las actividades de los participantes son coordinadas a través de negociaciones y acuerdos.” Frantz hace hincapié en la acción combinada, sea entre individuos o grupos, con un fin común. (Frantz :264) De ahí podríamos erigir la acción y el fin común como los pilares que sustentan la cooperación. Más adelante amplía la definición y subraya a la cooperación como “un proceso social, basado en relaciones asociativas, por la cual un grupo de personas buscan encontrar respuestas y soluciones a sus problemas comunes, realizar objetivos comunes, busca producir resultados, a través de emprendimientos colectivos con intereses comunes.” (Frantz, 2004:242) Por su parte con los autores Tiriba y De Jesús (2004), entenderemos a la cooperación como acción y movimiento colectivos, en oposición a perspectivas individualistas. En este entendido comprenderemos a la cooperación en diferentes ámbitos y formas organizativas, no solamente asociada al mundo del trabajo, que es el más abordado. (2004 :88) En consonancia, podemos visualizar la cooperación como movimiento, y los diferentes modos de cooperación como la coordinación de esfuerzos colectivos, en sus diferentes prácticas y formas de organizarse con un mismo fin. En cuanto a la cooperación como acción podemos comprenderla como la “disposición, el empeño, el compromiso de apoyar, de hacer con (…) lo que puede ser visto también como valor, como resultante de una representación, de una visión del mundo y del hombre (…) significa tomar parte de una empresa colectiva” (Tiriba y De Jesús, 2004: 87) Si, por otra parte, analizamos la cooperación como un movimiento histórico; este está presente en todo movimiento que produjo algún cambio tanto en los medios de producción como en la forma de agruparse los distintos estratos sociales en relación con estos (medios de producción); ya presente en las primeras formas de agrupación humana; la vida en colectividad fue disipándose por lo que explica George Lasserre volcándose hacia una civilización individualista la cual se va materializando a través de distintas revoluciones (espiritual, económica, agrícola, industrial, etc) hasta llegar a una especie de punto de retorno en donde la humanidad vuelve a tender hacia una organización colectiva, según el autor los trabajadores comprendieron que su fuerza estaba en la unión de manera de hacer frente a la desigualdad producto del capitalismo, de esta forma crecen y se asocian en tres distintas formas: el sindicalismo, el socialismo político y cooperación. La cooperación como movimiento nació, según este autor, “en el mismo medio social, en la misma época, de la misma miseria proletaria y de la misma opresión, bajo el mismo espíritu que originó el sindicalismo y el socialismo” (De Jesus, Tiriba: 88) Cooperación desde el paradigma del materialismo histórico “Desde la perspectiva del materialismo histórico, Marx (1980) entiende a la cooperación como “la forma de trabajo en la que muchos trabajan juntos, de acuerdo a un plan, en el mismo proceso de producción o en procesos de producción diferentes pero conectados”. (…) los procesos cooperativos, en los cuales se concilia el trabajo de muchos trabajadores, están caracterizados por la fusión de muchas fuerzas en una fuerza social común, lo que genera un producto global diferente o mayor que la suma de las fuerzas individuales de los trabajadores aislados. (…) Para Marx (la cooperación) sería un elemento constitutivo del proceso de formación humana, pues “al cooperar con otros, de acuerdo a un plan, el trabajador se deshace de los límites de su individualidad y desarrolla la capacidad propia a su especie” Marx, 1980)” (De Jesus, Tiriba: 88) De este modo “al contrario de la competencia, en la que un trabajador o grupo de trabajadores intenta maximizar sus ventajas sin considerar a los demás, la cooperación presupone una coordinación del esfuerzo colectivo para alcanzar metas comunes.” (De Jesus, Tiriba: 89) “Sin embargo, en una sociedad en la que los intereses de un grupo o de una clase social prevalecen por sobre los intereses colectivos, la cooperación puede adquirir otros significados. Basada en la división del trabajo y considerada la forma de cómo los hombres, trabajando lado a lado, se complementan mutuamente, Marx señala que la cooperación se manifiesta desde el inicio de la civilización humana (…). Así el enfatiza que es necesario distinguir la cooperación, que se fundamenta en la propiedad común de los medios de producción, la que se basa en las relaciones directas de dominación y servidumbre (…), de aquella que presupone el salariado (…)” (De Jesus, Tiriba: 89) “En el capitalismo la cooperación surgiría como la fuerza productiva del capital; su valor de uso de transfigura en la producción de la plusvalía, asegurada por la congregación y actuación de varios trabajadores en el mismo lugar o en la misma rama de actividad. (…) a través de la emulación, de la animación de los trabajadores. (…) La productividad del capital no sería la suma de las fuerzas individuales de trabajo, sino el resultado de la nueva fuerza colectiva producida por el trabajo conjunto de los trabajadores asalariados.” (De Jesus, Tiriba: 89) “(…) se puede observar, a lo largo del capitalismo, diferentes tecnologías de producción y de gestión de la fuerza de trabajo que originan y presuponen diferentes estilos de cooperación (…)” (De Jesus, Tiriba: 90) “(…), la práctica de la cooperación en tanto acción y en tanto movimiento es condición sine qua non para el éxito del emprendimiento colectivo” (De Jesus, Tiriba: 92) “(…) el desafío está en crear las condiciones objetivas y subjetivas para el rescate y fortalecimiento de la cooperación como práctica social humanizadora y mediadora del proceso de reproducción ampliada de la vida.” (De Jesus, Tiriba: 94) Cooperación y Educación Estos dos conceptos, como afirma Frantz, son dos prácticas que se relacionan de tal forma que, en ciertos aspectos, afirma el autor, una “contiene a la otra.” (Frantz, 2004:243) Y es justamente sobre estos aspectos, mutuamente contenidos, pensamos que van nuestras interrogantes y sobre ellos centraremos nuestra indagación de campo. La cooperación “produce educación” (Frantz, 2004:243) así como en los procesos educativos, “pueden identificarse prácticas educativas” y en estas, “como proceso complejo de las relaciones humanas, se encuentra la cooperación” (Frantz 2004:244) Nuestra dirección es, de alguna forma, inversa, intentaremos indagar en la cooperación cuales son o han sido las prácticas educativas (en el sentido amplio, entendiéndolas como “trayectorias”) que permiten ese fenómeno. Para comprender, continúa Frantz, esa relación en sus “desdoblamientos prácticos, en sus significados, debe preguntarse por su uso social, por sus sentidos, por sus fuerzas, sus movimientos y sus orígenes.” (Frantz 2004:244) En gran medida el autor entiende, si bien lo hace al referirse al Programa de Cooperativismo en las Escuelas, que producirá en sus integrantes “nuevos valores, nuevas visiones, nuevos comportamientos (…) “sujetos comprometidos y constructores de una sociedad más justa, en la que se superan las profundas diferencias sociales, antagonismos y contradicciones hoy existentes”. Nosotros lo extendemos e incluímos a la “buena” cooperación y a la experiencia que da el trayecto de una “participación comprometida” dentro de grupos cooperativos, como productores también de estos fenómenos tal como lo subraya Frantz al referirse al citado Programa. En el sentido de nuestro trabajo, entendemos, análogamente, que la educación, el tipo y la calidad de esta, en los procesos cooperativos, produciría sujetos así. Por su parte es claro que en el uso del concepto “cooperación” tiene un sinfín de aplicaciones, muchas referidas a aspectos que nada tienen que ver con el “asociativismo/cooperativismo”. Estos aspectos serán obviados en el presente trabajo enfocándonos, justamente, en el aspecto que refiere a la “común unión”. Es decir, como afirma Frantz: “la cooperación como práctica social, (es) un lugar de discusiones y de acciones, de argumentación y realización, puede constituirse en un espacio de “educación política” de las personas que lo integran” (2004 :246) En definitiva, volviendo a la relación entre educación y cooperación: la educación para la cooperación “no es una concepción teórica, es una práctica social que se construye en la intencionalidad de sus actores” Tomando las palabras de Libaneo, Frantz nos dice que “la práctica educativa es siempre una expresión de una determinada forma de organización de las relaciones sociales en la sociedad.” (Frantz, 2004:249) En este sentido, no podemos más que acordar con él cuando afirma que “las organizaciones cooperativas también se constituyen en “espacios pedagógicos” de educación y consecuentemente también de poder” (2004:249) BIBILIOGRAFÍA: Frantz, Walter (2001) “Educaçãao e cooperação: práticas que se relacionam” en Revista Sociologías, Nº6. Porto Alegre .pdf TIRIBA, Lia y DE JESUS, Paulo (2004) “Cooperación”, en La Otra Economía. CATTANI, Antonio David (Comp.). Editorial Altamira-UNGS. Buenos Aires.pdf