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EL RESCATE DE LA INDUSTRIA PETROLERA
Fauzi Hamdán Amad
Después de un difícil período de zozobra y faltando dos días para que se
cumpliera el término para el estallamiento de la huelga emplazada por el
Sindicato de PEMEX, el gobierno llegó a un acuerdo con los trabajadores y
ésta quedó conjurada. Sin embargo, la sola expectativa de una situación
nunca antes vista desde la creación de la Paraestatal, invita al análisis
jurídico acerca de las respuestas legales que tiene el gobierno cuando se
trata de salvaguardar el interés de la Nación y dejando de lado otros
factores de tipo político o electoral que pudieran contaminar la reflexión. El
funcionamiento de todos los renglones que abarca la industria petrolera,
desde la exploración y explotación, la refinación, hasta la distribución y
comercialización de los hidrocarburos, es vital para la economía del país.
Por eso es que, por ningún motivo el gobierno hubiera podido permitir que
un grupo, independientemente de la legitimidad de sus demandas, pudiera
tomar el control de una actividad de interés nacional.
Se asegura que la
paralización de PEMEX hubiera provocado una pérdida para el Estado de
aproximadamente 110 mdd diarios, de los cuales 40 millones serían por
exportaciones de petróleo crudo y el resto por las ventas en el mercado
interno, ésto sin tomar en cuenta la afectación que hubieran sufrido otros
sectores relacionados, como el industrial y el de servicios, que representan
el 26.3 y el 48.4 del Producto Interno Bruto. La industria eléctrica sería
perjudicada de inmediato puesto que PEMEX no le surtiría el gas natural,
combustoleo o coque de petróleo necesario para la generación de
electricidad. Aun cuando se pretendiera recurrir a la importación de gas
natural de Estados Unidos, para ello hubiera sido necesario utilizar los
ductos de la Paraestatal, que estarían tomados por los paristas. Ante la falta
de energía toda la actividad industrial, cualquiera que fuera su giro,
resultaría dañada, por lo que se llegó a afirmar que la afectación a la
economía nacional hubiera sido solamente comparable a la crisis argentina.
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En ocasiones se mencionó la posibilidad de que el gobierno aplicara la
requisa. En este punto cabe precisar que la requisa es el acto administrativo
por medio del cual el Estado, basado en ley y mediante indemnización,
priva a un particular de la propiedad o del goce temporal de un bien, mueble
o inmueble, o lo obliga a prestar un servicio personal, originada por
situaciones urgentes, apremiantes o peligrosas, con el objeto de satisfacer
necesidades de interés general, figura jurídica que sólo es aplicable a las
vías generales de comunicación, en los términos que previene el artículo
112 de la Ley de Vías Generales de Comunicación.
Por cierto dicha
institución es de dudosa constitucionalidad, toda vez que la única clase de
requisa prevista en nuestra ley suprema es la militar. Otras figuras, como la
expropiación, la nacionalización y la ocupación temporal tienen en común
con la requisa que privan a un particular de su propiedad, por causas de
utilidad o interés publico y mediante indemnización. Cabe recordar que,
tanto los hidrocarburos, como las instalaciones y terrenos necesarios para
llevar a cabo la actividad son bienes del dominio directo de la Nación y
están sujetos exclusivamente a la jurisdicción de los poderes federales. Han
sido “asignados” a PEMEX para un fin específico y, que por lo tanto, en
cualquier momento es posible rescatarlos por causa de utilidad o interés
público, con lo que volverían a la posesión, control y administración del
Gobierno Federal. En este caso no procedería el pago de indemnización
alguna puesto que no se priva de la propiedad a ningún particular.
Simplemente la Nación recupera el absoluto control de lo que le pertenece.
Una de las características de los servicios públicos es su continuidad. Es
obligación del Estado asegurar que éstos no sean interrumpidos
ocasionando serios daños a la sociedad. Reconocer el derecho de huelga
en la prestación de servicios públicos implica destruir, en beneficio de una
colectividad menor, el régimen jurídico de una colectividad mayor. El daño
que representa una huelga en PEMEX, es de tal magnitud que, incluso,
puede ser causal de aplicación de la suspensión de garantías, contemplada
por el artículo 29 constitucional pues, sin duda,
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la sociedad estaría en
grave peligro y se perturbaría la paz pública. Sin embargo, para llevar a
cabo esta medida, sería necesaria la aprobación del Gabinete y del
Congreso, lo que significa un proceso más largo y complicado. La figura
legal que, en todo caso, podría haber sido utilizada por el Estado, es la del
rescate, prevista en el artículo 26 de la Ley General de Bienes Nacionales,
la cual contempla la posibilidad de revertir los bienes concesionados o
asignados a un organismo estatal, por causa de interés general, cuyo
supuesto hipotético, en el caso particular, indiscutiblemente se hubiera
realizado plenamente. Aún cuando no estalló la huelga, tranquiliza saber
que el Estado cuenta con los medios legales para evitar que el interés de
algunos afecten gravemente los derechos de todos los ciudadanos y
obstaculicen el desarrollo nacional.
Octubre 3, 2002.
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