Revista de CiendasMédicasdeBarcelona Año XXVI 25 Agosto 19OO Núm. 16 Artículos originales INFECCIÓN DE LA HERIDA EN LAS OSTEOTOMÍAS AXTEO-MASTOIDEAS. QUIRÚRGICA TEATAMIENTO No recuerdo en este momento haber leído observaciones de casos clínicos con operación de antro-mastoidotomía, en los que el autor confesase que la herida post-operatoria se hubiese infectado, y tuviese de paso la amabilidad de relatarnos el hecho y los medios que empleara contra la supuración de las cavidades óseas practicadas con el escoplo ó el trépano. Es más que probable que esa infección se haya presentado alguna vez; yo creo que todos los que han operado en el hueso temporal habrán tenido algún caso ele esta índole; pero, cada autor se complace en publicar todo lo bueno, todo lo favorable á su reputación, y procura dejar en casa y muy oculto aquello que se clasifica entre los casos desgraciados ó poco lucidos. Hay otólogos muy meticulosos en las cuestiones de asep-, sis y antisepsis, que operan con una escrupulosidad rigu-f rosísima, y como niños asustadizos en todas partes creen y. ver el fantasma de la infección. Hay otros, más serenos, que sólo ven infección en donde realmente existe, y hay otros que no la temen, ni se preocupan de ella, y viven en paz, aunque en paz armada, porque en cuanto asoma la combaten á hierro y á fuego. Yo creo que tanto los unos como los otros registran casos de infección operatoria entre sus casos tratados quirúrgicamente, aun siguiendo estrictamente las reglas de asepsia más perfectas. La posibilidad de infectarse el trauma G02 INFECCIÓN DE LA HERIDA QUIRÚRGICA operatorio depende de circunstancias demasiado variables y sutiles para que nadie pueda vanagloriarse de presentar una estadística de cien operados sin que en alguno de ellos se haya infectado la herida, y no quiero con esto zaherir la habilidad del médico operador ni acusarle de ignorante, de incauto ó de descuidado en las curas consecutivas; porque tampoco quiero.que se me acuse de todas estas cosas al publicar hoy mis casos de operados con infección de la herida quirúrgica que, dicho sea de paso y anticipando noticias, no por ello fallecieron. Las causas de estas infecciones post-operatorias del oído medio y sus cavidades adyacentes son á lo menos tres: 1. a La comunicación con aire ambiente á favor de la trompa de Eustaquio, ó ingreso de las legiones microbianas de la faringe y de las fosas nasales. 2. a El medio séptico en que puede vivir el enfermo, máxime si la higiene no impera en el individuo. 3 . a La dificultad de mantener asépticas las piezas de aposito en una casa particular en la que concurran tan desfavorables condiciones. Aun con tan malos auspicios y tantos inconvenientes, he operado mastoides y antros en diversos individuos pobres, en su propio domicilio, sin presentarse infección, y curándose todo perfectamente en el plazo consuetudinario de dos meses, ó tres. Pero no había de ser tan afortunado siempre, y un día ú otro debía presentarse la complicación infectiva, como se verá en las historias clínicas que pongo á continuación, y en las que se demuestra cómo los recursos terapéuticos pueden conjurar los peligros de esas infecciones tan temidas por los modernos cirujanos. El primero era un niño de 7 años, muy flaco y débil, tipo tuberculoso; su otorrea (derecha) databa de tres años; el flujo era fétido, sanguinolento, abundante; en el fondo del conducto una fungosidad grande ocultaba el tímpano que sin duda estaba todo destruido. El estilete permitía tocar el promontorio denudado, y producía hemorragia. Desde el año pasado se notaba parálisis del facial completa, del lado derecho. Hice el diagnóstico: otitis supurada de la caja extendida al antro y ática, con caries y necrosis de lapared laberíntica, invadiendo ésta el canal de Fallopio. Unos días antes de mi primera visita (26 Agosto 1899) se habían iniciado dolores profundos, irradiados á toda la región temporal, cefaleas nocturnas, vértigos yfiebrecon INFECCIÓN DE I.A HERIDA QÜIRÚROICA <)03 escalofríos. Probablemente se iba á formar un foco meningítico, y la intervención operatoria se imponía con urgencia, bien que ante todo probé un plan Iiidrargírioo sin resultado, durante 8 días. Este niño fue visitado en mi consulta del Hospital del Niño Dios, cuyo director facultativo es el Dr. Guerra, y la operación fue practicada en el mismo Hospital. A la sazón la sala de operaciones estaba cerrada porque nacían reparaciones en ella. Se hubo de habilitarla sala de curaciones quirúrgicas, de cuya asepsis nadie podía responder. Con todo, teniendo á mi disposición agua hervida, instrumentos desinfectados y manos muy limpias, no vi inconveniente en llevar las cosas adelante. (12 Septiembre). Cloroformizado el enfermo por el doctor Llagostera, y bien lavada la región y el conducto, incindí la piel hasta el hueso muy cerca de la inserción del pabellón; separé la oreja hacia adelante, hice un legrado extenso hasta dejar toda la mastoides y región del antro sin tegumentos ni periostio, y apliqué el escoplo en la parte postero-superior del conducto. Luego de saltado el cuadradito clásico de cortical ósea, excavé más hasta el antro, que no era muy profundo, en el cual se veía pus y fungosidades; trepanó luego la mastoides salvando su parte posterior ó sinusial, encontrándola sana. Separó después el conducto membranoso á beneficio de una lámina de acero acanalada, roma y poco cortante; verifiqué la sección de la pared postero-superior del conducto óseo y externa del ático, etc., etc. Después de un raspado total de estas cavidades, observó con el estilete una perforación del tegmen timpani. Entonces con un escoplo delgado hice saltar una porción de éste j del techo del ático, con cuidado de no herir la duramadre. Presentábase esta meninge de un color lívido; y muy pulsante. La puncioné con una aguja recta de sutura muy flameada, pero no salió pus; cuatro gotas de sangre venosa. La pared interna de la caja fue raspada de sus fungosidades, y aun con la cucharilla se desprendía el yunque y un pequeño secuestro de la parte posterior del promontorio muy vecino al sitio del canal falopiano. Secada la cavidad antro-mastoido-ótica, se rellenó con gasa yodofórmica y se aplicó el vendaje clásico de gasas y algodón, etc. C04 IXFECCIÓN DE LA HERIDA QUIRÚRGICA El niño fue trasladado á la enfermería; cesó la anestesia general y apenas hubo vómitos clorofórmicos. Al día siguiente, el vendaje estaba seco é inodoro. Apirexia. Alivio general en los dolores óticos. La parálisis facial, como se puede comprender, continuaba muy completa. Por reiteradas súplicas de los padres, el niño ñió trasladado á su casa al día siguiente de la operación (13 Septiembre). Tres días después levanté el aposito, asistido por mi distinguido colega el Dr. Forns, de Madrid, que hallándose en Barcelona quiso acompañarme. Las cavidades abiertas presentaban buen aspecto; poca sangre y sin olor patológico. El hueso seco y sonrosado; nada de pus. Cura yodofórmica y aposito. No hay dolor peri-ótico. El Dr. Forns me hizo notar que la habitación ocupada por el enfermo, era muy sucia y miserable, lo cual podía obrar en detrimento de la asepsis quiriírgica. En efecto, las condiciones del local eran pésimas, y me arrepentí de no haber retenido al enfermo en el Hospital. La segunda cura se verificó á los tres días, después de haber hervido las pinzas y tijeras, y previo exquisito lavado de manos y con la precaución de que las gasas y vendas estuvieran en cajas metálicas bien cerradas. Al día siguiente, el vendaje estaba manchado y olía á pus sanioso. Descubierta la herida, quitando la gasa yodofórmica empapada de pus amarillo sucio, se vio que toda la cavidad ósea estaba supurada y por el conducto fluía pus fétido y oscuro. Toda la región dolorida al tacto, y algún rato dolía espontáneamente. De momento procedí á limpiar las cavidades con fuertes inyecciones de cloruro de zinc al 2 por 100; las rellenó luego de yodoformo, y apliqué muchas capas de gasa sublimada. Cada día se renovó la cura, y cada día era más abundante el pus. Había una verdadera osteítis aguda infectiva estreptocóeica. Al 8.° día, el pus se hizo azulado, y encontró en él el bacilo piociánico. Tratamiento: lociones de formol al 1 por 1000. 15.° día. Supura menos. Dolor no tan intenso; por la noche no impide el sueño. INFECCIÓN DR I,A HEH1DA QUIRÚRGICA C05 16." día. En el fondo de la caja el pus es muy adherente y fétido. Las superficies óseas seccionadas el día de la operación toman un color gris y no vegetan. (Lociones con cocimiento de quina alcanforado). 17.° Cesa la fetidez del pus. El hueso se pone obscuro y seco. 19." Toda la pared de la excavación mastoidea está negra, seca y rugosa. Hay un verdadero secuestro adherido. También se exfolia la superficie interna del antro. (Lociones con decocto de quina fenicado y alcanforado. Aplicación de torundas de gasa impregnada en bálsamo cativo-mangle. Desde esta fecha, se pasaron tres semanas en plena supuración de osteitis eliminadora, pero sin que la parte necrosada del hueso se desprendiese, lo cual explica bien la persistencia de la supuración. Al cabo de un mes, sigue de igual modo. En vano espero que el proceso osteítico provoque la caída del secuestro. Con pinzas y palancas pretendo despegar el hueso necrosado del hueso sano, pero inútilmente, y las tentativas resultan muy dolorosas para un enfermo tan débil y acobardado. El día 20 de Diciembre, convencido de que es una temeridad esperar la eliminación supurativa del secuestro antro-mastoideo, renuevo mis instancias de segunda operación, las cuales son poco atendidas. Los padres del niño prefieren esperar, ensayando otros tópicos, y el niño se opone en absoluto á todo acto operatorio. No obstante su negativa, pocos días después quedan convencidos y procedo á practicar la secuestro-tomía, con anestesia general (28 Diciembre). Saltaron los secuestros á golpes de escoplo dados en las paredes óseas que los rodeaban, y en cuanto vi las cavidades limpias de todo tejido necrótico, pues había osteotoniizado por lo sano, volví á la cura yodofórmica. Esta vez no ss infectó la herida ósea, pero aquellas cavidades, dos veces resecadas, eran enormes y necesitaron tres meses para cubrirse de vegetaciones embrionarias restauradoras y para lograr una cicatriz completa. La región mastoidea quedó bastante deformada. Un hueco ocupado por tejido fibro-conjuntivo brillante y delgado es lo que restó de su proceso ótico. En este caso no creí prudente 000 INFECCIÓN T>K T.A H R H I D » QITIRTJR CilC, A hacer el colgajo de Kórner ni el de Botey para conseguir la reunión inmediata y curar por el conducto, por temor á estrechar el campo quirúrgico en las curas. Duración total hasta la cicatrización post-auricular y la neofibrinización timpánica: 6 meses y medio. Persistió la parálisis facial aunque no tan completa. La necrosis extensa de la excavación mastoido-antral ocurrida en este sujeto, es la única que he visto; pues en los otros casos clínicos de infección post-operatoria ocurridos en mi práctica, nunca se llegó á mortificar el hueso. Historia clínica 2. a J . B., obrero, de 27 años, linfático, nervioso, fuerte. Lleva desde su infancia una otorrea derecha, del todo abandonada. A primeros del mes de Agosto de 1899, sin causa conocida, y hallándose la otorrea en período de poca intensidad, empezó á sentir dolores en el fondo del oído, en la región supra-auricular, y hacia la mastoides y la nuca. Observó, además, que su rostro se deformaba por asimetría en el acto de reir, y que su ojo derecho permanecía semiabierto cuando quería cerrar ambos ojos. Este síntoma de parálisis facial le alarmó más que las periotalgias (aunque dicha parálisis distaba mucho de ser completa, como lo era la del niño antes referido) y entonces fue cuando se decidió á consultar á su médico, quien me lo recomendó. En mi primera visita (19 Agosto 1899) observé desde luego su hemiplejía facial muy poco acentuada; escaso flujo auricular, sanioso, fétido; una perforación de la membrana flácida por la cual asomaba un racimillo de fungosidades; un tímpano íntegro, aunque muy deslustrado y sucio de grumos purulentos. Diagnóstico: Antigua caries del ático. Pero á este diagnóstico viejo, había que añadirle un complemento, porque: los dolores, la reciente paresia facial derecha y algún vértigo muy pronunciado, amén de cierto malestar general, con ligeras hipertermias vespertinas y un estado nauseoso con normalidad gástrica, hacían sospechar, pero con grandes visos de certeza, que en aquellos momentos la caries del ático habíase agudizado provocando osteítis del tegmen y también hiperotosis alrededor del promontorio y del canal semicircular externo con peligro de invadir el proceso inflamatorio las meninges que cubren el peñasco. INFECCIÓN ])F. I.A HERIDA (¡UIRCES1CA G07 Como los calmantes tópicos y las puntas de galvanocauterio retroauris no dieron resultado, agrandé con bisturí lanceolar la abertura de la membrana de Shrapnell, y lavé el ático con la cánula de Hartmann, pero sin éxito. Propuse luego la avulsión del martillo y del yunque; pero habiendo confesado al enfermo que esa extracción á veces no es suficiente y hay que practicar una operación mayor y más radical, me dijo, con gran resolución, que prefería esta lütima para acabar de una vez. Al día siguiente (18 de Septiembre) le practiqué la operación de Stacke, pero empezando por la abertura del antro y respetando la mastoides porque no había ningún síntoma de que estuviera dañada intus ni extra. Por no tener vivienda á propósito el enfermo, decidimos operar en la Casa de Salud de Nuestra Señora del Pilar, edificio muy adecuado por sus condiciones higiénicas, verdadero hospital de lujo, situado en la próxima villa de San Gervasio. Dispusimos allí de una magnífica sala de operaciones montada con todas las ventajas de la cirugía moderna, material aséptico y ayudantes muy expertos. La operación no ofreció dificultades, salvo la resección del tegmen timpani que siempre es delicadísima y la punción de las meninges á través del orificio practicado en aquél. Había un punto de paquimeningitis incipiente. Por la abertura antral extraje el yunque y el martillo rasgando el tímpano, estando ambos cariados. Raspó las paredes de la caja y el resto de pared externa de la logette (Gelló) ó pared externa del ático; y al explorar con el estilete la pared interna de la caja al rededor del promontorio y en su parte postero-superior, noté que en un punto recién raspado de fungosidades cerca de la pirámide, se tocaba el hueso denudado y rugoso, por cuyo motivo lo resequé con un golpe de escoplo delgado. Esta pequeña resección frente al canal de Falopio era atrevidísima porque el nervio facial difícilmente podía quedar indemne, y, en efecto, el nervio quedó herido. En cuanto cesó el sopor clorofórmico, lo primero que miró fue el rostro del enfermo, que, como me temía, al respirar resoplaba su mejilla, su ojo derecho no podía cerrarse, y su mímica facial se mostraba terriblemente asimétrica. La prosoplejia era completísima (1). (1) A los tres meses de la operación quedó perfectamente curada esta parálisis y no se ha reproducido jamás. 008 INFECCIÓN I>E IJA HERIDA QU1RÚKGIUA Aplicado el aposito, procedente de los autoclaves y estufas de la casa, y habiéndose seguido en toda la operación y cura la más clásica asepsis, pasó el enfermo á su habitación limpia y desinfectada de antemano. Transcurridas 24 horas de malestar y vómitos clorofórmicos y excitación delirante, pero sin fiebre, el enfermo quedó tranquilo sin quejarse del oído. Únicamente sufría cefalea frontal. Levantóse el aposito al tercer día y encontráronse todas las gasas impregnadas de pus. La cavidad ático-antral y la caja contenían pus, algo oliente; la herida estaba muy sensible al tacto. Apliqué cloruro de zinc (soluc. al 10) que produjo grandes dolores, y gasa yodofórmica, etc. Esta cura se verificó en la sala de operaciones aséptica, y con todo rigor de precauciones; empero la herida se tornó úlcera y la supuración del hueso aumentaba cada día. Abandonó el yodoformo y el cloruro de zinc, y limitándome á los grandes lavados de cocimientode quina alcanforado que entraba unas veces por la herida y salía ampliamente por el conducto auditivo, y otras veces á la inversa, es decir, inyectando por el conducto, conseguí deterger las paredes de la cavidad ático antral y anular la fetidez del pus. Al cabo de un mes la regeneración del hueso era perfecta y rápida. Sustituí la quina por las hojas de nogal en cocimiento fenicado, y á los tres meses de la operación, la cicatriz óseo-cutánea estaba correctamente formada y sólida. En lugar de tímpano se divisaba un tejido fibroso adherido al promontorio, tejido denso y seco, sin perforaciones ni pus. ¿Cómo se había infectado la herida operatoria? Aquí no podemos invocar la sepsis de la sala, ni de los vendajes... ni de nada, ni de nadie de los que intervenimos en la operación. Yo creo que la infección entró por la trompa de Eustaquio, porque este individuo la tenía muy permeable; tanto, que con sólo practicar el método de Valsalva, el tímpano crugía con estrépito y se abombaba viéndosele, con el especulum, adquirirla forma convexa. Cicatrizada la herida, á los tres meses persistía la parálisis del 7.° par, la cual curó en dos semanas á beneficio de faradizaciones de todos los músculos paréticos, uno por uno. Vista la restauración perfecta del poder motriz de todos estos músculos, debe creerse que la laminilla resecada del INF1ÍCCIÓN D E L A H E R I D A QUIRÚRGICA í>O!'t canal de Fallopio se regeneró, y que la sección que yo produje en el nervio por debajo del ganglio geniculado ha cicatrizado; fenómeno que nada tiene de particular porque ocurre en todos los nervios seccionados experiruentalmente ó por trauma accidental. Historia clínica 3.'1—El niño A. C , de cinco años, linfático. Tiene otorrea crónica y fístula ósea retro-auricular al nivel del antro mastoideo, consecutiva á un absceso osteítico que se abrió espontáneamente un año atrás á beneficio de cataplasmas, etc. En el tímpano, limpiado el pus, se vo perforación epitimpánica, de 2 milímetros, redonda, sin fungosidades. A través de ella se distingue una pared seca negra (necrosis?). Por mucho que se lave, aun con cánula intratimpánica de Hartmann, siempre se ve aqtiella superficie negra. Con el estilete se toca dicho punto negro, muy seco y muy duro. Respecto á síntomas subjetivos, aquejaba dolor vivo al rededor del oído, hacia la mastoides; cefaleas y algún escalofrío, con anorexia y vómitos, y tendencia al estado soporoso. Como el mal era crónico y rebelde venían sus padres dispuestos á todo; la operación radical fue pues aceptada, ya que se trataba de caries ático-antral con agudización osteítiea y meningitis inminente, en cuanto les indiqué los peligros que amenazaban al niño si no se operaba pronto. Siendo la habitación de esta familia el subterráneo de una casa de la que eran porteros, local oscuro y muy húmedo, no quise operarle allí. Tampoco, quisieron á ir á la Casa de Salud de Nuestra Señora del Pilar, por falta de recursos monetarios, ni aceptaron mi proposición de dirigirse al Hospital del Niño Dios, por ser demasiado distante de su casa. En tal conflicto, se acordó llevar al niño al Hospital de la Santa Cruz, en donde le operó mi distinguido amigo el Dr. Eaventós, á quien tuve el honor de secundar en el acto quirúrgico. Eaventós empezó por practicar el proceder llamado de Stacke ampliado, mas, observando fungosidades procedentes de la cavidad mastoidea, abrió ésta, haciendo pues una excavación ósea total fmastoido-antro-aticotomía.) Aplicado el aposito, todo marchó perfectamente; pero al tercer día,'la herida se presentaba ya en plena supuración fétida, sin que la pudiese corregir el yodoformo largo manu, ni los toques de cloruro de zinc. 010 INKF.CClftN DE LA HKRIDA Qt'IRÚKC.ICA El enfermo volvió á su casa al cabo de dos semanas, y entonces volví á verlo con frecuencia en mi gabinete. Seguía supurando mucho y mal oliente; los cortes del hueso no vegetaban, parecían lívidos y cubiertos de detritus purulentos. Recurrí á los lavados por la abertura retro-auricular y por el conducto con cocimiento de quina alcanforado y á las aplicaciones del bálsamo cativo mangle. A los pocos días las heridas óseas se cubrían ya de mamelones, el pus era inodoro y su secreción disminuida. Paulatinamente creció su superficie y se delineó una cinta de epidermización entre los tegumentos y la úlcera ósea. Este tejido fue progresando desde la piel hacia el interior, y al cabo de dos meses una cubierta fibrosa brillante daba protección al hueso en la mastoides, en el antro y en la caja. El interior de ésta fue más tardío en cicatrizar. Alguna vez pareció terminado el proceso restaurador, pasando ocho días sin humedecerse la gasa seca conque se rellenaba la caja por el conducto, pero luego volvía á salir húmeda de pus. Insuflé entonces calomelanos hasta colmar toda la cavidad del oído medio cada tres días. A los quince días me limitó á meter algodón hidrófilo flameado con alcohol bórico, dejándolo por vía de prueba especiante durante tres semanas. Pasado este tiempo, retiré el algodón, y habiendo salido éste seco y del todo inodoro, consideró la curación ya como definitiva. Actualmente (ha pasado un año), continúa la cavidad seca y cubierta de tejido fibroso-cutáneo muy robusto. He piiblicado estas tres historias, únicas en que se infectó la herida operatoria entre más de 100 enfermos que llevo operados de antro, ático ó mastoides, para demostrar que la tan temida infección quirúrgica no es grave cuando se la trata convenientemente. Los tópicos preconizados por la Cirugía moderna (yodoformo, salol, cloruro zíncico, sublimado etc.), pueden atajar las infecciones microbianas y aun anular toda reproducción de estafilococos ó estreptococos; pero, como agentes curativos cicatrizantes y antipurulentos, no llegan de mucho á determinar la vegetación y crecimiento de las células embrionarias cuya misión consiste en crear tejido normal nuevo. En cambio, esas antiguallas de la Cirugía del tiempo de Nelaton (ante INFECCIÓN DE LA HERIDA QUIRÚRGICA 011 Listeriana) llamadas: cocimiento de quina alcanforado r cocimiento de hojas de nogal; el mismo fenol, que ahora es la Cenicienta de la casa, los óxidos de mercurio, eí precipitado blanco, el bálsamo cativo-mangle (gran estimulante de los capilares y del tejido embrionario neoformativo) y otros, que yo no he abandonado porque la experiencia me dice cada día que son muy eficaces, ésto» triunfan siempre y constituyen el gran recurso en caso de supuración de cualquier tejido mientras sea posible aplicarlos en toda la región enferma; y como en estos casosóticos la osteotomía amplia deja paso libre y permite ancha entrada del tópico hasta los rincones más ocultos del sitio dañado, la indicación se ve coronada del mayor éxito. Estas curaciones obtenidas no deben significar desprecio á la antisepsis, ni han de considerarse como subterfugios para disimular esas referidas infecciones que se podrían tildar de descuidos de asepsis durante y después de la operación; muy al contrario, yo acato las leyes y las reglas de la actual Cirugía, y cumplo rigurosamente los preceptos que ella dicta. Yo sólo he querido demostrar, 1.° que. cuando, á pesar de todos los cuidados previos, la operación del hueso temporal no va seguida de una cicatrización feliz y segura, no siempre debe culparse al cirujano. 2.° Que la infección del hueso después de una osteotomía del temporal bien hecha, no es grave; porque no significa retención de pus ni de productos patológicos. 3.° Que en estas infecciones, aunque el escoplo haya abierto el techo del antro ó del ático, y aunque se hayan puncionado las meninges, el cerebro no sufre consecuencias que á priori podrían parecer letales. 4.° Que con los tópicos mencionados desaparece la complicación y se cura la herida quirúrgica de un modo seguro y en un lapso de tiempo más ó menos igual que el necesitado cuando dicha herida se mantiene aséptica desde el día de la operación hasta el logro de la cicatriz final. 5.° Que considero dicho tratamiento, en estos casos, muy superior al del yodoformo, sublimado y otros, preferidos por los modernos cirujanos. Luis Julio de 1900. SÜÑÉ Y MOLIST. G12 RESTAURACIÓN DEL OÍDO EN I,OS SORDO-MUDOS Literatura extranjera RESTAURACIÓN DEL OÍDO EN LOS SORDO-MUDOS (0 POR M. V. BOGDANOF-BEREZOVSKY Tous les sourd-muet3 sont des malades. Giampeiro. El arte de tratar las enfermedades del oído existe desde hace más de tres mil años, según demuestran papiros de aquella época. Pero es extraño que á los conocimientos acerca de las afecciones del oido y de su tratamiento que te alan en tan remota antigüedad, no se haya añadido casi nada. Sólo en los últimos treinta años, la otología ha tomado nuevo rumbo, avanzando rápidamente tras la iniciativa do William Wild y Toynbee. En Rusia, sin embargo, ni aun hoy tenemos una sola Universidad en que la= enfermedades del oído constituyan un objeto de enseñanza. Tan incomprensible indiferencia de parte de no sé quién, si del Gobierno ó de toda la clase módica, ha conducido á que, en Rusia, la otiatría represente el rincón más olvidado y abandonado de la medicina. Y sin embargo, los enfermos del oído distan mucho de ocupar elúltimo lugar. Esto lo sabemos por los médicos rurales. De los recientes trabajos de los Dres. Izachik, Kostritzky y otros, que han hecho investigaciones estadísticas, resulta que las enfermedades de los oídos, en cuanto á frecuencia, ocupan el primer lugar entre las dolencias de la población campesina. Finalmente, á la atención de los otiatras queda la enorme familia de los desgraciados sordo-mudos, cuyo número, en Rusia, llega aproximadamente á unos 200,000. Más del 50 por 100 de ellos necesitan tratamiento especial, y unos 25 por 100 necesitan, además del tratamiento, enseñanza. Sin embargo, sólo unos mil niños encuentran sitio en la escuela especial. En el resto de Europa, se ha dejado de considerar hace tiempo la sordo-mudez como un mal inevitable, como un defecto irreparable, con el cual la sociedad tiene que acomodarse de buena ó de mala gana. Al contrario, se considera como una enfermedad que debe tratarse médica y pedagógicamente. Hasta qué punto es esencial en estos casos la ayuda del especialista, se ve por las siguientes palabras, pronunciadas hace poco por uno de los mejores otiatras de nuestra época, Bezold: «Estoy convencido del unánime pensamiento de todos los médicos, al decir que en la mayoría de los casos en que la sordo-mudez se desarrolla á consecuencia de supuración (1) Tralucción del Vratch, núm. 20. —1900. RESTAURACIÓN DEL OÍDO BM LOS SORDO-MUDOS (¡13 del oído medio, habría podido prevenirse con un oportuno tratamiento especialista.» No vayáis á pensar que las escuelas para los sordomudos alberguen exclusivamente sordos. Así debería ser, pero, en realidad, no es así, y á ellas van á parar también otros niños que solamente se parecen á los sordomudos en parte, simplemente por equivocación, pero en parte también porque para ellos no existen establecimientos escolares especiales. En las escuelas ingresan muchas veces idiotas, porque padecen también pérdida del oído, aunque no es difícil distinguirlos por su aspecto exterior. Allí van á parar niños con afasia de diverso origen, con el oído completo ó incompleto, siendo la afasia más frecuentemente motor. Bastantes veces encontramos mezclados con los sordo-mudos, en las escuelas especiales, niños que sufren una forma especial de sordera: la llamada afasia sensitiva transcortical. En éstos están destruidas las vías entre el centro de Bernike y el de Elechsig. En la vida común, les llaman sordos psíquicos. Tales niños no sacan provecho alguno de la conversación, pues no la entienden. Aunque oyen nuestras palabras, las repiten solamente como un eco, pero su sentido y significación les queda completamente ajeno. En la mayoría de los casos sus facultades intelectuales están bastante desarrolladas, y tales niños empiezan enseguida á comprender nuestro discurso cuando lo acompañamos de los correspondientes gestos. Estos, por regla general, les sirven también de medio de comunicación con la gente, pues espontáneamente no hablan, pero Si se les obliga á una constestación, repiten sin sentido toda clase de palabras, por regla general tan desfiguradas, que no es posible reconocerlas. Al ingresar en la escuela especial estos niños con sordera psíquica, hemos de persuadir á los padres de que los enseñen en casa en medio de los que oyen, mediante un sistema pedagógico especial, haciéndoles ver todo el daño que puede aportarles la compañía de los sordo-mudos verdaderos. A la enseñanza de la escuela de sordo-mudos hay que someter, en rigor, solamente los afectos de tres órdenes de enfermedades.— A. Sordo-mudez ó sordera por destrucción del oído medio.— B. Sordo mudez por destrucción del laberinto, de partes del mismo ó de los nervios auditivos.—C. Sordo-mudez central por afección del centro de Bernike. (Este la llama sordera sensitiva; Munk, psíquica, y Kussmaul, vocal). Si se estableciese un tipo de escuela para sordo-mudos, en la cual se admitieran solamente los sordos y se les observase más de cerca, se vería que, aun entre éstos, casi no hay ninguno sordo en absoluto. Ya á mediados del siglo pasado, Ernaud sostenía que no existe la sordera absoluta. Luego, el célebre Pereire, fundador del método oral en Francia, que vivió en la misma época, publicó sus observaciones, según las cuales casi todos los sordo-mudos, á no ser que su oído estuviera perdido del todo, podían llegar á oir palabras. Al principio de este siglo, gracias á Itard, Blonchet, Beek, Wolf y, finalmente, Toynbee, empezó un movimiento á favor de los ejercicios auditivos de les sordo-mudos. En América se puso á la cabeza 614 RESTAURACIÓN DEL OÍDO KS LOS SORBO-MUDOS •de este movimiento, Graham Bell; pero para llevar este pensamiento á la práctica, no bastaba la teoría ni las observaciones aisladas. Faltaba un sistema riguroso que satisfaciera las miras científicas modernas, y, además, se necesitaban personas de gran cultura, enteramente consagradas al asunto. Tales fueron Bezold, de Munich, y Urbantschitsch, de Viena. Antes de Bezold, cuando los médicos atribuían una importancia mucho mayor, casi exclusiva á la investigación otoscópica, los métodos para determinar la agudeza auditiva eran muy imperfectas é incompletamente adaptados á la sordomudez. Bezold, con ayuda del conocido físico Edelmann, fundó su inetrumentario musical que permitía investigarlos restos de oído en los sordo-mudos, teniendo en cuenta los diferentes tonos accesibles al oído humano normal, es decir, en la extensión de más de once octavas, tanto con respecto á su conducción por el aire, como á través de los huesos craneales. Este aparato de Bezold consta de nueve diapasones y tres tubos de órgano, siendo el último de éstos el llamado silbato de Galton. El tono más bajo que puede obtenerse mediante estos aparatos, es el do de la sub-contra octava que corresponde á diez y seis vibraciones por segundo. El tono más alto lo da el silbato de Galton, y corresponde á cincuenta y cinco mil vibraciones por segundo. El diapasón más agudo del aparato de Bezold da el la de la octava superior de ochocientas setenta vibraciones. Cada diapasón tiene en sus ramas unos compresores, por medio de los cuales el tono se puede elevar ó rebajar de medio tono. Gracias á estos compresores, los diapasones suenan muy débilmente, dando además tonos puros sin las supresiones. El silbato de Galton comprende desde el ía de 3,520 vibraciones por segundo, hasta el tono más elevado de 5o,C00. Toda la longitud del tubo de este silbato se halla dividido en 250 divisiones, correspondiendo á otros tantos tonos, distinguiéndose cada uno en 1¡l0 de elevación respecto del anterior. Con ayuda de una serie no interrumpida de tonos musicales, Bezold efectuó hermosas investigaciones acerca del oído de los albergados en el Instituto de sordomudos de Munich, y se convenció de que sólo una pequeña parte de ellos eran completamente sordos. Los demás pueden, siquiera con un oído, percibir tonos diversos. Resultó que en los sordo-mudos los tonos faltan en unos por lagunas, en otros por grandes intervalos; en unos por arriba, en otros por abajo de la escala musical. Fundándose en las investigaciones, Bezold divide á los sordo-mudos en cinco categorías, haciendo constar que si llega á faltar la percepción de la sexta mayor, resulta imposible la comprensión de la palabra humana. Por esto, Bezold compara esta sexta con la depresión central de la retina con respecto á la vista. Como Bezold encontró muchos sordo-mudos en que el oído, con respecto á los tonos musicales quedaba conservado dentro de los límites de la sexta, y sin embargo no había habla, podía sacarse de esto dos conclusiones: primera; es evidente que en tales individuos están afectados los centros de las imágenes acústicas de las palabras, los centros de la percepción auditiva, ó, en otros términos, el centro de Bernike. Con estos sordo-mudos formó Bezold su sexto grupo, haciendo depender el RESTAURACIÓN DEL OÍDO ES I.OS SORIKl-MUDOS (ilb defecto de una lesión cerebral y excluyendo en ellos enteramente afecciones laberínticas y del nervio acústico. Con éste tenía derecho á separar la sordera de la palabra, con conservación del. oído para los tonos, de la sordera completa para la palabra y los tonos. Segunda; es evidente que en el cerebro debe existir un centro musical especial. El reciente trabajo del Dr. Larionoff, de la clínica del Profesor Bechterew, ha demostrado que este centro se halla en la mitad posterior de la ínsula y en la mitad anterior de la primera y segunda circunvoluciones temporales. Este hermoso trabajo fisiológico,— tal vez algo atrevido en sus conclusiones finales, pues se funda en investigaciones del oído por medio de los diapasones en perros en los cuales no es fácil, naturalmente, excluir errores subjetivos,— fue pronto confirmado, tanto por las investigaciones anatómicas del mismo autor, como por observaciones clínicas directas que demostraron la especificidad y autonomía de la capacidad musical en el cerebro. Bezold encontró sordera completa en 48 de 158 órganos auditivos. En 108 había restos del oído; en ninguno percepción completa de toda la escala de tonos, Los restos de oído en los 1C8 casos se repartían de la siguiente manera. I. II. III. IV. V. Lagunas Faltas de medio tono á tres y media octavas Ausencia de la parte superior de la escala Ausencia de las partes superior é inferior. Ausencia en la parte inferior de la escala, desde cuatro y media á siete octavas . . VI. Falta en la parte inferior de la escala, desde media á cuatro octavas 28 casos. 20 » 1 » 8 » 18 » ífó » Relaciones algo distintas entre el número de sordo-mudos con restos de oído y de sordos absolutos, fueron obtenidas por Urbantschitsch, quien investigó el oído de los niños sordo-mudos, primero en Dublín, 1894, y luego en la escuela isrealista de sordo-mudos en Viena. De la reseña que en Febrero de 1898 presentó á la Sociedad otológica de Austria, se desprende que entre 144 órganos auditivos, encontró sordera absoluta para todos los tonos sólo en tres. En 30, había sordera parcial, y en 111, oído para todos los tonos desde A á f'k y aun en los casos de sordera parcial, no encontró Urbantschitsch lagunas tan definidas como Bezold. No llevó á cabo sus investigaciones por medio de los diapasones, porque los considera excitadores demasiado débiles para el nervio acústico, y como excitador más enérgico empleó' un acordeón inventado por él. Es un acordeón ordinario que tiene en uno de los lados dos aberturas, en una de las cuales se arreglan diversos tonos reforzados por medio de madera, aplicando cuarenta y tres en la extensión de las seis octavas de D' á m'1. Los tonos resultan prolongados y con una intensidad que puede modificarse á voluntad. Urbantschitsch aplica en el fuelle del acordeón, un manómetro indicando una diferencia de • RRSTAUnAClÓN DEL OÍDO J?N LOS SORDO-MUDOS Vio de atmósfera, gracias á lo cual es posible regular con exactitud la presión del fuelle, y por consiguiente la intensidad del sonido producido. Como demostración de la exactitud de su idea acerca de la intensidad relativa de los tonos del diapasón y de su acordeón, Urbantschitsch alega la circunstancia de que todos los sordo-mudos que no podían percibir los diferentes sonidos de origen débil, como tampoco la escala musical de Bozold, empiezan, después de alguna práctica, á percibir los sonidos orales y la palabra. De esto resulta evidente que para los tonos correspondientes á la palabra, no había sordera, sino tan sólo una mala sensibilidad perceptiva del nervio auditivo, que mejoró con el ejercicio. Examinando los mismos sordo-mudos con los diapasones de Bezold y el acordeón, encontró Urbantschitsch con los primeros solamente lagunas del oído en el mismo enfermo en el cual, con el acordeón, se encontraba percepción confusa de los tonos desde A á f3. Para Urbantschitsch había en estos casos sólo una sordera aparente, y, por esto, atribuye una importancia limitada á los cuadros de restos del oído en sordo mudos, presentados por Bezold. Entre 91 sordo-mudos investigados por Barth, según el método de Bezold, no se encontró ni un solo sordo absoluto. El año pasado se publicó el trabajo del Di*. Iiickhefel. quien había investigado el oído en 29 sordo-mudos (16 varones y 13 hembras de cinco á diez y seis años) de la escuela de Dantzig. La investigación funcional se hizo con los diapasones de Bezold y el acordeón de Urbantschitsch; además se investigó el oído con respecto á la palabra. Por el primer método resultaron diez oídos con sordera completa y cuarenta y ocho con restos do oído. Los sordo-mudos que habían conservado el oído para tonos musicales (b2'8 por 100), fueron divididos en los cinco grupos de Bezold, resultando que el tercer grupo quedaba sin representación. De los diez oídos completamente sordos para los diapasones, seis presentaban restos de oído á la investigación con el acordeón de Urbantschitsch en una extensión de medía á tres octavas, principalmente entre la grande y la pequeña. El novísimo trabajo de Schwendt y Wagner se presenta como comprobación de todas las observaciones anteriores. Estos autores investigaron en todos sentidos á 47 sordo-mudos de seis á veinte años de edad, estudiando la función auditiva mucho más detenidamente de lo que habían hecho Bezold y Urbantschitsch. Emplearon: a) los diapasones; b) los tubos de órgano; c) el acordeón; d) la palabra; y e) los ruidos (reloj, acúmetro, rascar con las uñas, cri-cri y palmoteo). También fue investigada la conducción del sonido por los huesos. Teniendo en cuenta que la parte más esencial é importante de la función de nuestro oído consiste en la percepción de la palabra humana, los autores toman esta circunstancia como base de la clasificación de los enfermos por ellos investigados con respecto á los restos de oído. Así establecieron cuatro grupos: en el primero van comprendidos los sordo-mudos que perciben palabras y frases cortas (catorce casos). Este grupo, investigado sobre la escala musical, dio RESTAURACIÓN DEL OÍDO EN LOS SO11DO-MUDOS 017 un campo acústico entero, sin interrupción, idéntico en ambos oídos en los casos de I á IX; un campo continuo, pero diferente en los dos oídos, en los tres casos siguientes; y un campo con interrupciones parciales en los XIII y XIV. El segundo grupo contiene los sordomudos con percepción de la mayor parte de las vocales y algunas consonantes. De los siete casos, encontráronse en la investigación musical, en tres un campo acústico con interrupciones parciales, idénticas para ambos oídos; en un caso, el campo presentaba interrupciones diferentes en los dos oídos; y en un caso existían lagunas acústicas. El tercer grupo comprende los sordo-mudos con oído muy limitado para los tonos y algunos sonidos vocales (sin capacidad do distinguirlos). En la escala musical en todos se encontraban lagunas simples ó múltiples (diez y seis casos). En el cuarto grupo se colocan los sordo-mudos en los cuales era imposible obtener indicio alguno de oído por los instrumentos mencionados. Solamente quedaba exceptuado el acordeón de Urbantschitsch, con el cual, hasta en los absolutamente sordos, quedaba alguna sospecha de que tuvieran percepción acústica (diez casos). Gracias á una serie de trabajos análogos, inclinándose en lo esencial á la determinación exacta de los restos de oído en los sordomudos, surgió una nueva aspiración. Hiciéronse ensayos de inducir á los sordo-mudos, no solamente á hablar, lo cual se consigue también con la enseñanza por el método oral, sino también á oir, tanto su propia palabra como la ajena. El iniciador de este nuevo rumbo fue Urbantschitsch. Describió su método con tanta claridad, los primeros resultados fueron tan convincentes y las esperanzas tan seductoras, que se comprende perfectamente que su primera comunicación sobre este asunto fuera recibida con entusiasmo inverosímil, á pesar de las objeciones de peso de muchas autoridades científicas. 1 adujo á Urbantschitsch á concebir su nuevo método, el siguiente caso: en 1888-89 hizo ejercicios acústicos con un muchacho sordomudo que hasta entonces había distinguido con dificultad las palabras pronunciadas recientemente junto á su oído. Dos años de ejercicios sistemáticos produjeron el resultado do que el muchacho oyera frases enteras, pronunciadas con voz natural, á la distancia de uno á dos pasos; y finalmente, pudo seguir la enseñanza ordinaria de la escuela. Este caso indujo á Urbantschitsch á consultar la literatura, encontrando muchas indicaciones, así antiguas como modernas, de las cuales se deducía indudablemente la utilidad de los ejercicios acústicos. En vista de esto, hizo en 1S93 su primera comunicación á la «Sociedad de Médicos de Viena». Su método es, en breves palabras, el siguiente: Siendo lo más frecuente que en los sordo-mudos, uno de los oídos percibe mejor que el otro, se empieza pronunciando junto al mismo, con voz clara y prolongada, cualquier vocal, habiendo resultado preferible la a ó la u. Si con éstas no se logra el objeto de despertar la facultad auditiva, se prueban las otras vocales y si con ninguna se logra resultado, se emplean las palmas de las manos dispuestas á manera de trompa auditiva y junto á la que se pronuncia alguna vocal. Fracasado también este ejercicio, recurre á su acordeón. 618 KBSTAXIRACIÓN DEL OÍDO EN LOS SORDO-MUDOS Demostró que la excitación previa del aparato auditivo de fuerza considerable facilita la percepción de sonidos vocales y consonantes, y se convenció además de que la simple excitación acústica ayuda al otro oído á percibir más fácilmente las palabras pronunciadas junto al mismo. Así, por ejemplo, tuvo un enfermo que con el oído derecho percibía la palabra lampe, tan sólo cuando al oído izquierdo se le pronunciaba cualquiera otra palabra, como fenster, polster. Con ninguno de los oídos percibía separadamente la palabra lampe. De las vocales, pasa Urbantschistch á las consonantes, lo que constituye la parte más difícil de los ejercicios, y luego procede a emplear palabras sencillas. Por medio de estos ejercicios se logra dar al sordo-mudo una pequeña provisión de palabras, por medio de las cuales es posible establecer con el mismo un diálogo ordinario, hablándole, al principio, directamente al oído y luego á distancia. En los ejercicios con niños de cuatro á cinco años pueden aprovechárselos diversos juguetes musicales como campanillas, acordeones y también los libros con dibujos, gritándoles al oído el nombre del objeto dibujado de una manera clara y prolongada. Los mejores resultados de los ejercicios acústicos en sordo-mudos fueron obtenidos por Urbantschitsch mismo, en comparación con otros autores. En 1894, fueron sometidos á su método sesenta pupilos de la Escuela de sordo-mudos de la Baja Austria, establecida en Dobling, y al cabo de seis meses se comprobaron los siguientes resultados: Al principiar los ejercicios Al. <\'i.bo ilo sois mesos Con restos de oído solamente en. 32 Oído para vocales solamente , 22 Oído para palabras tí Oído para frases 0 11 21 16 12 Los ejercicios no habían sido diarios, sino únicamente cada dos ó tres días, durante diez minutos. Los resultados de los mismos durante los años 1894 95, fueron los siguientes: 1.—Sordos casi absolutos, empezaron á percibir: Sonidos Tonos Vocales Palabras , 9 17 18 4 2.—De los que percibían sonidos, llegaron á percibir: Vocales 7 Palabras 2 3.—De los que percibían tonos, llegaron á percibir: Vocales Palabras Frases 2 3 2 RESTAURACIÓN' DEL OÍDO EN LOS SO'tDO-MUÜOS G19 4.—De los que oían vocales, percibían: Palabras Frases Total mejorados. !) 10 . . . 0'2 De las observaciones de otros autores sobre los ejercicios acústicos, Urbantschitsch cita la memoria del maestro de sordo mudos de Agram, Ilestie. De 15 alumnos, 12 eran absolutamente sordos; 1 oía la vocal e, pronunciada reciamente al oído; los 2 restantes no eran del todo sordos. Después de los ejercicios, 11 de los absolutamente sordos, oían las cinco vocales; los restantes empezaban á entender palabras sueltas y cortas frases reciamente pronunciadas á distancia de 2 metros. Los ejercicios continúan. La comunicación de estos brillantes resultados produjo muchas esperanzas y apasionadas discusiones; provocó una verdadera revolución en los conceptos fundamentales, desde tiempo establecidos, acerca de la enseñanza de los sordo-mudos, tanto entre los otólogos como en los profesores especiales. Los primeros suponían que el descubrimiento de ITrbantschitsch les abriría nuevos horizontes en la patología y terapéutica de la sordo-mudez, mientras que los segundos veían en la nueva doctrina una tendencia á revolucionar su antiguo sistema pedagógico. Se comprende, pues, que unos y otros, con febril impaciencia y verdadero apasionamiento emprendieran la comprobación de las afirmaciones de Urbantschitsch. Nosotros los rusos, que en casi todas las cuestiones científicas y sociales vamos en zaga al Occidente, tampoco estábamos á la delantera en la enseñanza de los sordo-mudos. Pero en la cuestión presente, nuestro atraso nos proporciona cierta ventaja. Ha de pasar aún no poco tiempo antes que el ardor y entusiasmo de los observadores cedan el lugar á un criterio rigurosamente objetivo acerca del nuevo rumbo científico. Hay entre nosotros muy pocas escuelas de sordo mudos, y de éstas, no todas se hallan instaladas satisfactoriamente en el concepto científico y requieren esenciales reformas, y cuando éstas se instalen, lo mismo que cuando se funden escuelas nuevas, nos será dable elegir un sistema más racional y perfecto para la enseñanza de los sordo-mudos. Veamos ante todo lo que dicen del método auditivo de Urbantschitsch los que han trabajado con él. Las primeras observaciones obtenidas sobre el desarrollo del oído en los sordo-mudos fueron llevadas á cabo por Itard, ya en 1805. Los ejercicios se practicaban con cinco y luego con tres sordo-mudos, cada día una hora, durante un año. En dos de los muchachos se obtuvieron hermosos resultados; empezaron á oir la palabra, mientras que antes de los ejercicios uno de ellos oía tan sólo el trueno y el toque de campanas. El tercer muchacho se separó de sus compañeros por pereza. Estos ensayos de Itard llegaron á olvidarse por completo, y cuando Blanchet, en 1847, en medio de la convicción general de la 020 RESTAURACIÓN BEL OÍDO EN LOS SORDO-MUDOS imposibilidad de devolver el oído á los sordo-mudos, se atrevió á defender el concepto de I t a r d y sometió al juicio de la Academia francesa los resultados de tres meses de ejercicios acústicos con seis muchachos sordo mudos, la comisión nombrada mostró poca simpatía á sus proyectos y se negó á manifestar una opinión definitiva. Pero el incansable Blancliet volvió en 1858 á presentar una memoria á la Academia Imperial de Medicina. Esta vez encontraron en el dictamen de la nueva comisión indicios de que los trabajos de Blanchet habían pasado sin dejar rastro, siendo además sus propios resultados más claros y convincentes que en 1847. En el dictamen de la comisión se lee que muchos sordo-mudos pueden percibir, mediante los nervios, cierto número de vibraciones, desde 80 á 1,200, y que el ejercicio y el desarrollo de esta capacidad, debe de facilitar indudablemente las relaciones sociales y aliviar su situación. Luego, en su Manuel de VInstituteur, divide los sordo-mudos en dos grupos. Primero, aquellos cuya capacidad auditiva supera á la táctil, y segundo, aquellos en que la primera es más débil que la segunda. Como partidarios de los ejercicios auditivos en los sordo-mudos, se presentaron Deleau, Piroux, Beck, Jager, Wolf, Franck, Toynbee, Gallaudet, Javal y otros. Pocos años lia se constituyó en los Estados Unidos un comité especial teniendo á su cabeza el conocido Graham-Bell con objeto de hacer una intensa propaganda á favor de los ejercicios acústicos en los sordo-mudos. En 1864, el profesor Giampetro propuso el llamado método ortofónico para la enseñanza de sordo-mudos, que consiste en avivar la actividad de los centros auditivos, impedidos por trastornos de carácter periférico, para lo cual empleó excitadores acústicos metódicos en combinación con otros recursos. Hace veinticinco años, el Director del Instituto de sordo mudos de Viena, "Lelifeld. escribía: «Puesto que en medio de los mudos hay muchísimos que no son absolutamente sordos, sino solo, en alto grado, duros de oído, y á consecuencia de esto, aprendieron poco ó nada á hablar, este Instituto se propuso robustecer á los que tienen restos, siquiera débiles, de oído por medio de ejercicios, y por la constante práctica de la palabra, acostumbra al alumno al sonido de la misma para que llegue, finalmente, á entenderla exclusivamente por medio del oído. Estos son los juicios más favorables acerca de la importancia de los ejercicios acústicos que los médicos expresaron antes de la publicación del trabajo de Urbantschitsch. Inmediatamente después de las primeras comunicaciones de éste, presentaron objeciones dos autoridades científicas: Politzer y Gruber. El primero manifestó que de este método no se podía esperar mucho, porque en la mayoría de los casos de sordo-mudez se t r a t a de alteracio • nes ya completamente establecidas (obliteración, osificación, atrofia y otros), alteraciones anatómicas definitivas que no es posible mejorar con tentativas de mejorar el oído. Con todo, no había de desecharse absolutamente el método de Urbantschitsch hasta, lograr esclarecer la cuestión por completo, puesto que sería posible RESTAURACIÓN DEL OÍDO EX LOS SORDO-MUDOS <)'2l una mejoría en los casos de entorpecimiento del nervio auditivo como afección parcial. Teniendo en cuenta que, por un lado, nuestros conocimientos patológicos acerca de la sordo-mudez son todavía escasos y fundados en número muy limitado de autopsias y, por otra parte, la observación clínica no siempre permito determinar qué parte del aparato auditivo está afectada y en qué grado, no es posible negar que la objeción de Politzer tiene algún peso. Urbantschitsch contestó que á pesar de esto, no debía privarse á ningún sordo-mudo de los ejercicios de prueba, y puesto que aun con la destrucción de los órganos conductores del sonido no se puede determinar si se trata de la destrucción de una parte solamente ó de todo el aparato perceptor. Las objeciones de Gruber oran casi idénticas á las de Politzer. Gradenigo, en un artículo inserto en el Archivio Italiano d' Otología, admite un influjo simultáneo de los ejercicios acústicos sobre el aparato auditivo y el psíquico, pero también hace constar que no es posible formar aún juicio definitivo sobre el método de Urbantschitsch. El Dr. Freund, de Breslau, se declara conforme á la opinión de Gradenigo, pero excluye de toda esperanza de mejoría de los ejercicios acústicos, los casos en que la sordera procede del laberinto. Ferreri, en la sesión de la Sociedad otológica italiana de 29 de Octubre de 1897, suscitó la cuestión de .si los resultados favorables obtenidos por Urbantschitsch debían atribuirse al desarrollo de la capacidad auditiva, y si esto era así, en qué casos de sordo-mudez podía contarse desde luego con probabilidades de éxito. Si la Sociedad reconociera el efecto del método de Urbantschitsch como puramente psíquico, entonces el método oral habría de ser suficiente y la escuela habría de quedar agradecida á los médicos si una exacta indicación de éstos la librara en adelante de la tarea de ocuparse en experimentos inútiles que difícilmente pueden traer algún beneficio pedagógico, Ferreri atribuye los éxitos exclusivamente á su acción psíquica y al perfeccionamiento de la capacidad auditiva del sordo-mudo. En un caso dado, dice, no se desarrolla en el sordo una nueva perceptividad acústica, que existiría ya en el centro auditivo y que, á consecuencia de los ejercicios, ha despertado para la percepción de las palabras. A esta manifestación de Ferreri puede objetarse que en los prolongados ejercicios acústicos, la prolongada investigación del oído en los sordo-mudos demuestra una ampliación de los límites del oído, no solamente para la palabra, sino también para otras fuentes de sonido, musicales ó no, lo cual no parece posible explicarse simplemente como efecto psíquico. Por otra parte, la esencia de las objeciones de Ferreri queda anulada con respecto á los éxitos obtenidos en el desarrollo del oído de personas que habían ensordecido en una edad ulterior y para las cuales el mismo considera adecuado el método de Urbantschitsch. Según Freitel, los resultados que pueden obtenerse con el método de Urbantschitsch no corresponden á la pérdida de tiempo que implican. La, sordera no es en modo alguno una enfermedad funcional; las autopsias demuestran que en la mayoría de los casos existen destrucciones irreparables en el laberinto y en las ventanas que no 622 RESTAURACIÓN DEL OÍDO EX LOS SORDO-MUDOS se pueden curar con ejercicios acústicos. Las mejorías obtenidas por algunos, se explican tal vez por sensaciones táctiles producidas por las vibraciones del aire y provocadas por el habla del maestro ó médico y, tal vez también, por un influjo psíquico, en el sentido de un desarrollo gradual en el centro cerebral de la representación acústica de las palabras, gracias á la cual, el sordo-mudo muchas veces adivina las palabras y frases por una ó varias vocales. Según Freitel, todos los buenos resultados obtenidos desaparecen inmediatamente al cesar los ejercicios y, según él, no consta ningún caso en que el oído de un sordomudo haya mejorado hasta el punto que se arriesgara á tomar parte en una conversación general. Podría ser también que los sordo-mudos sometidos á los ejercicios oyeran sólo las frases y palabras de su maestro, pero no de otras personas. Mejores resultados se obtienen ciertamente en la sordera psíquica, pero ésta debe distinguirse rigurosamente de la otra. Tampoco los buenos éxitos de los ejercicios asústicos en la sordera desarrollada después de meningitis cerebral ó espinal no basta para inducir á Freitel á modificar su opinión desfavorable al porvenir del método de Urbantschitsch, porque en estos casos los ejercicios fueron empezados inmediatamente después de la convalecencia, cuando, según Politzer, son todavía posibles mejorías espontáneas. Si no se logra con los ejercicios hacer posible una conversación seguida, vale más contentarse con el simple método oral. Gutzmann llega á considerar perjudiciales los ejercicios acústicos, y Uchermann considera el desarrollo de restos de oído en los sordo-mudos, como una pura ilusión. En el Instituto de sordo-mudos de Posen los ejercicios llevados á cabo según las indicaciones de Urbantschitsch, durante seis meses, en 17 niños, quedaron casi sin resultado. La pronunciación no mejoró, las palabras aprendidas no tenían importancia práctica porque eran pocas, y se olvidaron pronto. El maestro de sordo-mudos de Breslau, Heidsick, se declara contrario á los ejercicios auditivos, concediéndolos sólo el último lugar en el sentido de mejoramiento del oído de los sordo-mudos. «No es el desarrollo del oído, dice, lo que enseña á los sordomudos á oír y á hablar, sino que la instrucción sistemática del método oral de articulación, los facilita á valerse de un gran éxito de los restos de su oído.» Cuatro de sus discípulos, después de seis meses de enseñanza oral, oían su propia voz y era posible conversar con ellos mediante con la trompa acústica á considerable distancia. Estes niños habían ingresado en la escuela como sordo-mudos en absoluto, y durante los seis meses en que se consiguió este extraordinario resultado, no hicieron otros ejercicios que los del conocido método oral. En esto ve precisamente Heidsick la explicación de los primeros resultados del método de Urbantschitsch, con la circunstancia de que á la escuela de sordo-mudos van á parar niños con grandes restos de oído y que, á pesar de esto, por equivocación son contados entre los absolutamente sordos al ingresar. Calcula el número de tales niños en un 25 á 30 por 100 de todos los sordomudos. INSTAURACIÓN DEt, OÍDO EN LOS SORDO-MUDOS 623 Hobrich practicó ensayos en 12 alumnos, y obtuvo resultados medianos en el sentido pedagógico que no tenían importancia práctica. En cambio, el eminente pedagogo vienes Lehfeld, que hace ya treinta años había expresado su modo de ver acerca de los ejercicios acústicos, se presentó entusiasta partidario del método de Urbantschitsch, declarándolo, incondicionalmente, capaz de mejorar el oído y la claridad de la pronunciación, facilitando al sordomudo la percepción de las fuentes intensas de sonidos y hasta de ruidos; lo cual no deja de tener extraordinaria importancia para la vida subjetiva de lossordo-mudos. Los numerosos adversarios del método de Urbantschitsch, fundándose en las objeciones teóricas de Politzer, Gruber, Szens y otras autoridades, tratan, con especial gusto pero con excesiva precipitación, de apoyar sus conclusiones con los resultados prácticos obtenidos en este concepto por uno de los mejores auristas de nuestro tiempo, Bezold. Este, efectivamente, se separó de Urbantschitsch en los procedimientos para determinar los restos de oído en los sordo-mudos, pero no ha negado nunca la utilidad de los ejercicios auditivos y sólo reduce, en comparación con Urbantschitsch, el círculo de los sordo-mudos capaces de sacar provecho de estos ejercicios. Bezold, personalmente, no estuvo presente en el Congreso de naturalistas de Viena en que Urbantschitsch hizo su comunicación, pero reproduce la opinión de los presentes que afirmaron que los resultados demostrados por Urbantschitsch y sus discípulos eran sorprendentes, y en un pasaje de su reciente trabajo dice que «todo otólogo puede convencerse con. frecuentes ejemplos del importante servicio que para la enseñanza y desarrollo de la palabra puede ejercer un tratamiento cuidadoso de los restos de oído.» Reconociendo la posibilidad de mejorar el oído por medio de los ejercicios en algunos casos, hace constar que la falta de la parte inferior de la escala musical, hasta la mitad, puede depender de una afección del aparato conductor, sobre todo la inmovilidad del mismo, la anquilosis del estribo como consecuencia de una afección persistente consolidada. En estos casos, cree Bezold que los ejercicios acústicos, si se funda en la conducción del sonido por el aire, no pueden tener influencia alguna en la ampliación del oído del sordo-mudo. Es enteramente inútil aplicar en los ejercicios con los diversos tonos á los numerosos enfermos de su sexto grupo, porque en ellos están perdidos, no los distintos tonos ó sonidos, sino las complejas representaciones de las figuras de palabras y melodías, para los cuales no hay sitio en el cerebro del sordo de nacimiento ó del que lo ha quedado en la primera infancia. Así pues, Bezold no niega la significación de los ejercicios auditivos, sino que pretende tan sólo precaver contra los entusiasmos excesivos, por otra parte tan naturales, en las cuestiones de Ja vida práctica. También Antoine de Louis comunicó en el Congreso de Moscou los favorables resultados de sus propias observaciones de ejercicios acústicos. Y en una reunión de los directores de los institutos provinciales (¡24 TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO DEI. ESTÓMAGO de Sajonia para los sordomudos, en el mismo año de 1897, el Profesor Kühning expuso los resultados indudables que había obtenido. primero con 12, y luego con otros 10 alumnos, de los cuales, ante^ de emprender los ejercicios, 4 oían vocales y palabras; 2, ruidos, y los otros 6 eran sordos en absoluto. Como resultado, 10 oyeron frases cortas y hasta su propia voz. También otro profesor, Prüfner. declaró que su propia experiencia hablaba á favor de la eficacia de los ejercicios acústicos en los sordo-mudos. El año pasado, el doctor Jousset, de Lille, comunicó en un artículo Sobre el papel del especialista en las escuelas de sordo-mudos, sus observaciones durante dos años sobre el restablecimiento del oído en 22 niños. Cinco de ellos presentaban serios adelantos, tres podían seguir la conversación y la lectura á voz ordinaria, y tres oían vocales y frases cortas. f Concluirá.) TOPOGRAFÍA Y DIAGNOSTICO DEL ESTOMAGO U) ron JORGE ROSENFELD La cirugía gástrica y el diagnóstico radiográfico han puesto fuera de toda duda que la topografía de las visceras abdominales necesita con urgencia una revisión. Entre los cirujanos, Doy en tiene el mérito de haber sido el primero que llamó la atención acerca del hecho de que la idea corriente respecto á la situación del estómago, como la representan Luschka y otros anatómicos y se describe en los manuales, no corresponde á la realidad de los hechos. Doyen describe el estómago normal de la siguiente manera: «El estómago, en oposición á las descripciones de los clásico?, ocupa en el estado de vacuidad, una situación casi vertical. La región pilórica solamente traspasa á la derecha de la línea media y aun el píloro mismo se aparta de ella dos ó tres centímetros». .Doyen añade la correspondiente figura demostrativa. Por esta y por la descripción es fácil formarse idea de la verdadera situación vertical. Pero parece que los internistas no se han enterado aún. Mi atención fue llamada hacia este asunto al desarrollar mi método para determinar la situación, forma y volumen del estómago. á beneficio de los rayos Eontgen. La primera parte de este método consiste en introducir en el estómago una sonda blanda de goma cerrada por abajo, donde está llena de perdigones. Cuando el paciente está en pie, esta sonda ocupa el punto más bajo del estómago. Me llamó la atención que casi siempre se ve en la mitad izquierda del cuerpo; ¿por qué, me pregunté, no pasa á la mitad derecha, conforme dicen Luschka, Sappey y otros? Pero aun acostando á los enfermos del lado derecho, de medo que, por su peso, la sonda pueda tomar la posición que corresponda á la figura de (1) Traducción del Mündiener. Med.-Wocli. TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO DEL ESTÓMAGO Luschka, empleando las sondas más variadas y toda clase de posiciones hasta la invertida, colgando la cabeza hacia abajo sobre una escala, siempre quedaba la sonda contigua en la linea media, sea á la derecha, sea á la izquierda. Ignorando las comunicaciones de Doyen, no me quedó otro recurso que buscar la causa en el cadáver y quedé sorprendido al ver que, en efecto, el estómago traspasa la línea media hacia Ja derecha tan sólo con la insignificante porción terminal del píloro. La segunda parte de mi diagnóstico radiográfico del estómago consiste en la introducción de aire por diminutos agujeros en el extremo de la sonda introducida en el estómago. El aire llena el estómago sin dilatarlo, pues basta una cantidad relativamente pequeña para hacer visibles los límites del estómago. La imagen de éste se presenta en la forma que el estómago realmente ocupa. Es, poco más ó menos, la figura de un cuerno de abundancia, y por esto el observador, al principio, duda de que se trate del estómago teniendo presente en la memoria la lámina de Luschka. Así pues, la observación anatómica del estómago del cadáver y la transluminación radiográfica del estómago vivo, dan la misma imagen, y si luego se ilumina á los cadáveres con los rayos de Eontgen después de la introducción de la sonda con perdigones, trazando la forma del estómago con un dermatógrafo y practicando luego la disección en posición colgante, resulla una coincidencia absoluta de las imágenes rontgenianas con lo que en el cadáver se encuentra. Así pues, es dable con el método de Hontgen reconocer perfectamente los límites del estómago. La eficacia del método queda demostrada por el hecho de que él solo, entre los métodos clínicos, revela la forma normal del órgano. Se podría pensar que una vez llamada la atención sobre esta forma normal, no ha de quedar ninguna dificultad en comprobarla. Pero, según una conferencia de Meinert, en el Congreso de Munich, parece que no faltan dificultades, pues á pesar de que en el material de autopsia del hospital de Dresde, en veintitrés de veintiséis cadáveres, el estómago estaba vertical, no se le ocurre decir que en la mayoría de los casos, es decir en el 88 por 100, ó sea en general, el estómago está colocado verticalmente, sino que deduce que los estómagos de los hospitales son todos patológicos. Meynert explica esto por un influjo de la forma del tórax del material hospitalario, que provoca una transformación fie las visceras abdominales y en especial del estómago. Lo curioso es que también en el material vivo que yo he investigado por métodos exactos, perteneciente á las clases sociales más diversas, la posición vertical del estómago ss encuentra en más de cuatro quintas partes de todos los casos. De modo, que la posición que Meynert califica de patológica, es ¡a que se observa al menos en 80 por 100 de los individuos. ¿Dónde encuentra Meynert el estómago normal? «En un joven reclutado para una tropa escogida, de estatura no más que mediana, se encuentra por una exploración exacta el estómago de Luschka». Es decir, se forma la norma sobre la base de la exploración exacta en unos cuantes soldados. Ahora: cabe preguntar cómo (¡20 TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO DUI, ES'l'ÓM\0O es dable á Meynert reconocer uu estómago de Luschka, como tal. sin el método de Bontgen. Si se trata de un verdadero estómago según Lusohka, la mayor parte del mismo debe quedar escondido bajo las costillas y ser accesible á la observación tan sólo en la pequeña región entre la línea bicostal y el límite inferior del lóbulo hepático izquierdo. Toda la diferencia se refiere al curso diferente de la pequeña curvadura en un campo tan pequeño y tan difícilmente accesible á los métodos clínicos usuales, que solamente los rayos Eontgen pueden aclarar. Sin éstos, la fantasía tiene tanto espacio libre, que los estómagos normales de los soldados, explorados tan sólo con el método, llamado exacto, no pueden aceptarse como ejemplares de lo normal, pues en el material cadavérico de Meynert mismo encuentro que los estómagos que califica de regulares dejan de ocupar la posición normal, á no ser muy raramente, de modo que apenas hay un estómago horizontal que no esté dilsctado, es decir de una cabida de más de uno y medio litros. El resumen de las consideraciones de Meynert es que de veintiséis estómagos, veintitrés están verticales y solamente tres horizontales, y estos últimos constituyen la norma, pero nada dice de la cabida de estos tres estómagos. ¿Pero, qué es lo normal? Para el anatómico la respuesta á esta pregunta podría ser dudosa: podría construir una figura masculina normal sobre el Discóbolo de Mirón, declarando anormales á todos los individuos que divergieren de este tipo. Tal anatómico confundiría su figura ideal con la normal que es la que nos interesa en la clínica, en donde se corsidera como norma el término medio de la generalidad de los casos, teniendo por normal á un hombre aunque su musculatura no presente la belleza estatuaria. Con respecto al estómago, podría suceder que en un suicida de bellas formas se encontrara un estómago conforme al esquema de Luschka y que el anatómico autopsiante nos lo presentara como normal por pertenecer á un cuerpo, para él de tipo normal. En vista de tedo esto, me parece que cuando más de 80 por 100 de todos los individuos, vivos ó muertos, de todas las clases, sexos, edades y formas de tórax, tienen el estómago vertical, esta posición debe considerarse como normal, y sería ir contra la realidad empeñarse en considerar como normales los pocos estómagos horizontales, todos dilatados. Hay otro aspecto difícil en esta cuestión. En un trabajo Sobre estenosis püórica completa á consecuencia de cauterización con lejía, Hadenfeldt dice que mi descripción del estómago explicaría plausiblemente la producción do la estrechez completa. «En un trabajo reciente, titulado Contribución al diagnóstico gástrico, Eosenfeld de Breslau, deduce como resultado de sus investigaciones en cadáveres que la posición del estómago en la mitad izquierda del cuerpo, considerada clínicamente como excepcional, es la posición normal porque en la pequeña curvadura no se dirige siquiera verticalmente de arriba abajo, sino desde el cardias hacia la izquierda y abajo. De esta manera, los alimentos, con todos sus estímulos térmicos y mecánicos, afectan la pequeña curvadura so- TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO DEL ESTÓMAGO f>'27 bre la cual descarga el esófago. Siendo el píloro, en el estómago vacío, la parte más profunda, ha de ser precisamente el punto más y más duraderamente influido por la acción de los ingesta. Esto parece muy plausible y tendría perfecta aplicación en el caso presente. Pero tiene en contra el resultado de las investigaciones del profesor Heller, quien al tratar de la úlcera redonda del estómago dice: En el estado de vacuidad gástrica, que ciertamente es muy raro porque siempre se encuentra alguna mucosidad, este órgano ocupa normalmente una moderada posición oblicua de izquierda á derecha y de arriba abajo, de modo que la gran curvadura mira hacia abajo. Pero cuando, como puede suceder, en el estómago vacío se desprenden gases, la gran curvadura se eleva un poco hacia adelante y arriba y, por esto, la cara inferior resulta posterior y se halla en la región de la pequeña curvadura como una especie de plano oblicuo én la continuación del esófago. Así es que pequeñas cantidades de líquido pueden descender pronto y pararse en el píloro. Este se contrae fuerte bajo la acción del estímulo y, así, la cauterización resulta más intensa. »E1 profesor Heller me encargó que comprobara su opinión en algunos cadáveres de niños en los cuales las alteraciones patológicas de posición son más raras. En todos ellos encontré siempre confirmada la opinión de Heller, no presentándose un solo caso de posición vertical.» Este método insólito de cubicación por parte del profesor Heller (Hadenfeldt, el verdadero autor, declina la responsabilidad diciendo: «como traspasaría los límites de mi trabajo el entrar detenidamente en la cuestión de la posición del estómago y sólo un número mayor de observaciones que exigen bastante tiempo me darían derecho á criticar la opinión de Rosenfeld, he de contentarme por ahora con estas explicaciones esperando tener más tarde ocasión de proseguir esta interesante cuestión») hace imposible una refutación detenida y puedo hacer resaltar solamente algunos puntos. Según Heller, la gran curvadura mira hacia abajo. ¿Qué quiere decir esto? ¿Por la concavidad ó por la convexidad? Cuando una línea forma C mira á todos lados según se considere tal ó cual parte como principal y según se tenga en cuenta el lado cóncavo ó el convexo. En el estómago de Luschka, mira principalmente hacia arriba, considerada como horizontal en posición supina, y en el estómago vertical mira hacia la derecha. Heller hace observar la situación del estómago en «varios» cadáveres de niños. Que no son muchos, lo confiesa Hadenfeldt mismo, pero no dice si fueron todos los que se presentaron á la autopsia ó si se escogieron sólo los que tenían el estómago horizontal. La opinión de Heller de que en los cadáveres de niños las alteraciones patológicas de posición serían raras no es cierta para la posición horizontal, pues ésta se observa en los niños con alguna mayor frecuencia que en los adultos: 20 contra 10 á 15 por 100. Pero los estómagos horizontales de niños son todos notablemente grandes. Los agrandamientos en sentido vertical son ciertamente menores y más raros en los niños. El estómago en éstos, cuando se dilata, parece que lo hace más fácilmente en 628 TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO DIOL ESTÓMAGO dirección horizontal que en el vertical. Pero su posición normal es, como on los adultos, vertical en 80 por 100 de los casos y las excepciones van acompañadas de aumento de cabida, que no son raras en los niños. Si el profesor Heller ha encontrado una forma gástrica distinta de laque yo he descrito, «en numerosas investigaciones ad hoc, ¿por qué no cita números? Hace falta contestar á la simple pregunta: ¿en cuántas autopsias, desde aquella fecha, hechas seguidamente, fue encontrada la posición vertical según el tipo por mí descrito en la Revista de Medicina Clínica de 1899 ? La contestación á esta pregunta es condición previa para toda discusión sobre la topografía del estómago. Los resultados necroscópicos deben ordenarse según determinados puntos de vista para que resulte posible llegar á una inteligencia general. Yo he sentado como criterio de un estómago normal dos caracteres topográficos: primero, la pequeña curvadura va del cardias hacia la izquierda y abajo: segundo, el punto más bajo no alcanza la línea bicostal. A esto habría que añadir, como tercero, que en el estómago de estos límites no existe fondo menor, en el sentido de la figura de Luschka, sino que el píloro forma un tubo estrecho, poco más ó menos del diámetro del intestino delgado. Como cuarto punto ha de tenerse en cuenta todavía la capacidad. Es un mérito de Kelliug haber llamado la atención sobre el hecho de que la capacidad del estómago vivo no es tan grande como se supone. Según él, lo normal es una capacidad de un litro y medio. (Jon esto concuerda perfectamente lo que yo he encontrado al llenar los estómagos de cadáveres. Un estómago que presenta los límites indicados, no admite más líquido que un litro y medio. Dentro de esta medida, la cantidad de agua varía aún según la estatura del individuo. Ivelling hace constar que la capacidad del estómago corresponde poco más ó menos al volumen de la comida mayor. De este modo, puede sospecharse cierta relación entre la necesidad de ingerir alimento y la estatura del individuo por un lado y, por otro, la cabida del estómago. Para una persona pequeña, un litro y medio de capacidad gástrica ha de resultar grande, mientras que para un hombre de seis píes de estatura, un estómago de dos litros no excederá la norma. En 46 autopsias seguidas del Hospital de protestantes, de Breslau, en las cuales el curso de la pequeña curvadura se dirigía desde el cardias hacia abajo y á la izquierda en 39, y sólo siete se dirigía hacia la derecha. En 30 de estos casos el punto más bajo del estómago no descendía más allá de la línea bicostal y de aquellos 39 casos de curso normal de la pequeña curvadura, 27 no alcanzaban dicha línea. De los 46 estómagos eran, pues, normales, es decir, llenaban las condiciones topográficas 27, siendo 14 de mujeres y 13 de hombres. Estos estómagos eran todos verticales. De los estómagos restantes con la pequeña curvadura dirigida hacia la izquierda, el órgano traspasaba en 12 la línea bicostal, de modo que tenemos 12 estómagos con agrandamiento vertical; 9 eran de mujeres y 3 de hombres. TOPOGRAFÍA Y DIAGNÓSTICO D E L ESTÓMAGO G2í> Tre? de los 27 estómagos normales — 2 de mujer y 1 de hombre — aunque no traspasaban los límites á la derecha ni hacia abajo, presentaban una manifiesta dilatación hacia el diafragma, como resultado de la gran cabida, del curso plano de la gran curvadura y de la mayor ocupación del hipocondrio izquierdo; se trataba de dilatación del fondo. Sólo en 7 estómagos — 4 de mujeres y 3 de hombres — la pequeña curvadura se dirigía á la derecha. Eran, pues, estómagos horizontales, pero por la simple consideración anatómica, y al llenarlos de agua, resultaron muy superiores á la capacidad regular. Su cabida era de tres á cuatro litros y uno solo presentaba una excepción porque la pequeña curvadura era débilmente dirigida á la derecha y su punto más bajo no traspasaba la línea bicostal, mientras que á la izquierda alcanzaba sólo la línea mamilar, de modo que salía mucho del hipocondrio izquierdo. Su cabida era solamente de 1,300 cm.3 y pertenecía á un hombre de setenta y cinco años con tisis pulmonar y nefritis. Se trataba evidentemente de una dislocación hacia la derecha sin dilatación. Por lo demás, este estómago no correspondía á la figura de Luschka, sino que era un estómagovertical empujado oblicuamente hacia derecha. En el vivo, he dibujado y en parte fotografiado 121 estómagos. Entre éstos, había solamente 15 que satisfacían todas las exigencias de la normalidad que he establecido para el estómago cadavérico. Todos eran de hombre. En 84 casos, el estómago era verticalmente más largo que la norma, es decir, alcanzaba por debajo de la línea bicostal — 50 eran de mujeres, 34 de hombres: — Aun cerca de la norma había 10 casos — 1 de mujer, 9 de hombres — en que era insignificante la prolongación del estómago más allá de la línea bicostal. Estómagos horizontalmente dilatados — forma de jamón — he dibujado solamente o, todos de hombre. Estómagos dilatados vertical y horizontalmente (forma de gaita) había 7 casos — 5 de hombres y 2 de mujeres.-El material vivo se distingue del cadavérico, en apariencia por la mayor longitud del estómago en el vivo; pero no debe olvidarse que las relaciones en el cadáver son tomadas estando el cuerpo horizontal, y las del vivo estando de pie. Esto estriba únicamente en la diferencia de los métodos empleados, pero ambos demuestran terminantemente que el estómago de la gran mayoría de los individuos, guarda una posición vertical, pues de 167 observaciones, sólo en 12 ss encontró vina situación horizontal. G30 TRATAMIENTO DE LA COXALGIA TKATAMIENTO DE LA COXALGIA POR M. H. MOKESTIN (Conclusión) V COXALGIA EN EL ADULTO. — Ya Marjolin preguntaba á sus co- legas de los hospitales de adultos, qué es lo que deducían del examen de los coxálgicos. Y, hoy todavía, hay que lamentarse de la escasez de trabajos acerca de este asunto. El estudio de la coxalgia se hace generalmente de una manera general y en su descripción en globo se tiene poco en cuenta la coxalgia del adulto. Lo cual es un error, pues importa mucho darle un sitio aparte. Mucho menos común, infinitamente menos, que la coxalgia de los niños difiere de ella por su sintomatología, por su marcha, por su pronóstico, y no es posible calcar el tratamiento de una sobre el de la otra. Al lado de coxalgias tardías, se observan en el adulto coxalgias retardadas: variedades bien diferentes. Yo entiendo por coxalgia retardada ó prolongada, la coxalgia que habiendo empezado en la infancia continúa hasta la edad adulta. No es que se trate de actitudes viciosas, de anquilosis, acortamientos que quedan después de la coxalgia infantil y que no es raro observar. Esto son taras dejadas por la enfermedad de la misma manera que otras afecciones dejan cicatrices. La coxalgia está curada, la posición viciosa y el acortamiento son deformidades, pero la afección que las ha producido ha terminado. Si el cirujano ha de intervenir, ha de ser sólo con un objeto puramente ortopédico. La situación es muy distinta cuando la lesión tuberculosa no ha terminado su evolución, y continúan los abscesos y las fístulas persisten. La enfermedad, en resumen, sigue su curso y es por causa de ella y no por sus consecuencias más ó menos molestas que se reclama la intervención del cirujano. Una coxalgia retardada es una coxalgia infantil observada en el adulto. Los casos no son absolutamente raros. Se comprende desde luego que estos casos deben diferenciarse bastante de los de coxalgia tardía. En efecto, ésta se desarrolla sobre una articulación y un organismo ya llegados á la plenitud de su desarrollo ó muy cerca de este período; la otra empezó durante el período de crecimiento y, hasta el término de éste, no ha cesado de influir sobre el desarrollo del miembro. Esta última forma ha conservado los caracteres y la evolución de la coxalgia infantil. La coxalgia tardía presenta una sintomatología mucho menos característica que la de la infancia; las contracturas, las posiciones diversas son mucho menos acusadas. La inmovilización tes menos completa y, durante un plazo mucho mayor y aun á veces durante toda la onfermedad, pueden determinarse ligeros movimientos de TRATAMIENTO DE LA COXALGIA 631 flexión. Después de los treinta años, se encuentran raramente las actitudes tan características que constituyen la regla absoluta en la coxitis tuberculosa del niño. El que más se observa es el de adducción, poco el de flexión y el de rotación. En cambio, los abscesos se presentan muy precozmente; el estado general se altera más pronto y más profundamente y la generalización es más frecuente. Con frecuencia se observan otros focos de tuberculosis. En fin, la localización en la nalga es secundaria, ordinariamente, á lesiones pulmonares. No hay, en absoluto, la tendencia á la curación espontánea que se ve en la forma infantil. El pronóstico de la coxalgia tardía es malo, como lo es el del mal de Pott del adulto. Se puede en esta forma observarse varias anomalías; algunos casos son poco dolorosos y permiten la marcha aun existiendo lesiones extensas. Bajo este punto de vista, la coxalgia retardada presenta un aspecto completamente distinto que permite hacer el diagnóstico á simple vista. El miembro inferior presenta una deformación característica: es mucho más corto y delgado que el opuesto. Ha sufrido un paro en su desarrollo, tanto más acentuado cuanto la enfermedad ha empezado más pronto, Encuéntrase otra posición viciosa habitual en las coxalgias irregularmente tratadas: adducción, flexión, rotación hacia dentro y luxación ó sub-luxación de la cabeza del fémur hacia la fosa ilíaca externa. Observo en este momento un ejemplo de los más claros en el hospital de San Luis, en un relojero de veintisiete años, cuya coxalgia empezó á los siete y desde entonces ha evolucionado sin interrupción, á pesar de que entre los veinte ha pasado diez años en varios hospitales. La región de la nalga, la glútea, la parte superior del muslo están acribillados de fístulas y cicatrices. En otros casos la posición es mejor porque los cuidados han sido mejor entendidos, pero la curación no ha podido obtenerse. Cuando se estudia el porvenir de los coxalgicos se pasa generalmente en silencio la situación que crea á los individuos que alcanzan la edad adulta persistiendo la enfermedad. Y es porque, efectivamente, son en reducido número. ¿En qué paran los coxalgicos? Muchos mueren .por una ú otra causa durante la evolución de su enfermedad: otros curan definitivamente con ó sin anquilosis. Otros obtienen curaciones durables con deformidades y anquilosis, pero su curación no es más que una tregua más ó menos larga con retorno de brotes agudos. Otros duran á pesar de su enfermedad. A estos dos últimos grupos pertenecen los casos en que nos ocupamos. En ellos, el pronóstico es mejor que en la coxalgia tardía. La lesión evoluciona sobre un terreno esclerosado, todos los tejidos de la articulación son más ó menos cicatriciales; la larga duración de la enfermedad, su marcha lenta son indicios de una relativa benignidad. La afección mantiene su tendencia á la localización. Mientras que la coxalgia tardía presenta grandes dificultades para el diagnóstico, en ésta el examen más somero elimina toda duda, así acerca la naturaleza de la coxopatía como acerca de la época en que empezó. Estas consideraciones previas tienen por objeto facilitar el estu- (¡32 TRATAMIENTO DK T,A COXALGIA dio del tratamiento. Claro es que las condiciones son muy diferentes en las dos variedades y no queda duda de que las circunstancias son mucho menos favorables que en el niño. Para decirlo desde luego; los resultados distan mucho de ser satisfactorios. Los coxálgicos adultos acaban casi siempre por sucumbir y los que curan son en su mayor parte individuos muy jóvenes cuya enfermedad puede considerarse como una forma de transición. ¿En qué proporción puede el tratamiento modificar estos resultados y cómo ha de entenderse el tratamiento? Refiriéndose precisamente á este punto, M. Nelatón ha suscitado últimamente una discusión en la Sociedad de Cirugía. Nelatón cree que la resección ilo la nalga debe ser en el adolescente y en el adulto el tratamiento normal de la coxalgia. Delorme se adhiere á este concepto, apoyado también por Schwartz. Es de justicia hacer constar la insuficiencia de los medios que en los niños proporcionan éxitos tan numerosos, tan constantes y tan durables. La inmovilización, la extensión continua procuran mejorías temporales, pero rara vez la curación. Es preciso confesar, sin embargo, que en el adolescente tales medidas pueden todavía, á veces, ser eficaces. Pero hablemos del adulto, Los enfermos, durante mucho tiempo obligados a l a cama, se debilitan, enflaquecen, pierden el apetito, contrariamente á lo que ocurre cor: los niños que guardan el decúbito horizontal durante meses, y engordan, comen y duermen regularmente y no parecen conocer ni el aburrimiento ni la duración del tiempo. Por lo demás, no puede contarse nunca con una docilidad absoluta y es preciso renunciar á la aplicación rigurosa déla extensión. Por otra parte, este método está en tal caso menos indicado, pues las lesiones óseas son menos pronunciadas, la tendencia á las actitudes viciosas menos acentuada y el dolor mucho menos intenso. Tampoco es posible trasladar al enfermo con la misma facilidad que al niño y transportarle al aire libre. Es preciso, pues, abreviar la duración del período de la extensión continua, — que sin embargo nos parece útilísima en los casos dolorosos — y en cuanto se puede ha de movilizarse al enfermo dándole muletas, después de haberle aplicado un gran vendaje enyesado. Los abscesos justifican las mismas inyecciones que en la coxalgia del niño, debiendo, si cabe, ser tratados todavía con mayor esmero. Sin embargo, por más que se haga se obtiene muy rara vez la curación. Tales enfermos nos abandonan antes de estar curados y con frecuencia somos nosotros mismos los que les sugerimos tal determinación. En realidad, se arrastran de una á otra visita ó se eternizan, en aquella en que se les tolera. Viven de esta manera meses, años, pero todos acaban por sucumbir más ó menos tarde. ¿Puede el tratamiento operatorio dar mejores resultados? En realidad, ha de tratarse solamente de la resección de la nalga, puesto que las demás operaciones, drenaje, artrectomia, son pobres recursos en el adulto y nunca dan buen resultado. La resección forma parte desde hace mucho tiempo del tratamiento clásico de la coxalgia. Pero todos los que la han practicado, 1'RATAMlUNTO DÍ5 LA OOXA'LGlA (¡Íi3 y en particular MM. Boeckol y Ollier, reconocen que han obtenido resultados no tan buenos como en el niño. Esto es lo que, en resumen, cada uno ha podido observar en su propia práctica. Las circunstancias nos obligan, por decirlo así, á resecar cuando existen abscesos fistulosos, abscesos profusos y el enfefmo va agotando sus fuerzasvEsto es lo que impone la necesidad. ¿Pero cuántos enfermos de esta clase pueden mostrarse curados, con las heridas cicatrizadas y un miembro útil? Por esta razón, Nelaton no se equivoca al afirmar que en tales casos la operación no ha de ser la regla. Operando más oportunamente, se pueden obtener mejores resultados, y dada la impotencia de los medios ordinarios, se está autorizado á apelar á la intervención precoz. En el niño, detiene el temor á los trastornos funcionales que deja la resección y que aumentan con la edad, y, por otra parte, por los buenos resultados del tratamiento conservador. Aquí ocurre lo contrario; este tratamiento, todos convienen en ello, da resultados poco satisfactorios, y si se atiende á la situación en que deja á los enfermos la supresión de la parte superior del fémur, se encuentra que el acortamiento, resultado de la operación, es definitivo y que no ha de aumentarse ya por el desigual crecimiento de los dos miembros. Ha de notarse aún que, en el adulto, las lesiones óseas son menos extensas que en el niño, frecuentemente secundarias y que el sacrificio habrá de sérmenos extenso. Los enfermos, pues, si curan, andarán mejor, como puede ocurrir en los casos favorables si se trata de adolescentes todavía y la lesión es reciente y limitada. Se puede, de esta manera, eliminar todo lo enfermo y en tales condiciones puede esperarse un buen éxito. El tumor blanco de la nalga quedaría, así, asimilado al de la rodilla, bajo el punto de vista del tratamiento. Así, al menos, lo piensa M. Nelaton. Esta comparación no es, sin embargo, cierta más que en teoría, pue,s prácticamente surgen muchas dificultades que impiden colocar de lado las dos operaciones. La resección de rodilla es fácil, la articulación es superficial, se descubre enseguida por medio de una incisión cualquiera y todas las maniobras se hacen á la luz y se juzga inmediatamente de la extensión del mal, pudiéndose proporcionar la altura de las secciones. En el campo operatorio libre y ampliamente expuesto á la vista, se pueden excíndir las fungosidades, las prolongaciones de la lesión, dejando una herida limpia, franca, y aproximar sólo los tejidos sanos. La resección de la nalga es, al contrario, penosa; en el adulto la- articulación está rodeada de partes blandas, gruesas, necesitándose incisiones considerables si se quiere hacer una operación completa y no una simple decapitación del fémur seguida de raspado más ó menos perfecto, requiriéndose una minuciosa atención, mucho tiempo y grande experiencia. De otra manera, la operación fracasa y se ha logrado solamente agravar la situación del enfermo. Los que están acostumbrados á emplear la venda de Esmarch se ven privados aquí de utilizarla. Por otra parte, esta resección es siempre grave mientras que la de la rodilla es relativamente benigna. Finalmente, resecada la ro- 634 TRATAMIENTO DE LA COXALGIA dilla, colocada una gotiera ó un vendaje de yeso, los cuidados ulteriores son sencillos. Lo cual no sucede después de la resección de nalga en la que las curaciones son difíciles y con frecuencia penosas para el enfermo, pues no se trata de una región manejable como la rodilla. Y sin embargo, no pueden evitarse como en otras resecciones. Se producen flujos abundantes, lo que no ha de extrañar después do una herida tan vasta, el aposito se empapa y se hace precisa su frecuente renovación. Esto constituye una causa de infección ; la vecindad del ano y de los genitales constituye otra. La necesidad de orinar y de defecar expone á que se ensucie el aposito, y aunque, en rigor, pueden aminorarse estos motivos de infección, no es menos cierto que no pueden evitarse por completo. No es pues posible establecer una identidad entre esta resección y la de otras articulaciones. Es dificil, peligrosa é incierta en las consecuencias post-operatorias. Y sin embargo, no poseemos nada mejor. Esto es lo que hay que hacer; en el niño, resecar cuanto más tarde mejor; en el adulto, lo más pronto posible. En el niño, rara vez y con gran parsimonia, en el adulto todo lo más ampliamente que se pueda. Pero no en todos los adultos. Hay algunos á los que vale más dejarlos, en particular los que se aproximan á la vejez, pues se observan alguna vez coxalgias seniles. Hay que respetarlas. ¿Obraremos de la misma manera en las coxalgias tardías que en las retardadas? En manera alguna, cuando se trata de un simple reverdecimiento después de una tregua más ó menos larga; es, con frecuencia, que la anquilosis no era completa y se ha producido una ligera distorsión articular. Está indicado entonces inmovilizar la juntura y generalmente se obtiene la retrocesión del brote agudo. Habitualmente, lo que se observa es un absceso al rededor de la articulación anquilosada. Estos abscesos necesitan un tratamiento relativamente sencillo. Evolucionan sin gran dolor y muchas veces hasta sin molestias. Dependen de un punto de hueso enfermo todavía; son lesiones parciales y en el resto de la articulación la tuberculosis está extinguida ó adormecida. Estos casos, relativamente frecuentes, son de pronóstico benigno. Los abscesos se curan fácilmente sin necesidad de extensión ni de aparatos. Son abscesos como los osifluentes ordinarios. Se puede empezar por las inyecciones modificadoras, y en caso de fracaso, ó aun desde luego, abrirlos, y, después de raspados, proceder á la oclusión sin drenaje. Cuando no ha existido remisión larga y completa, y toda la nalga está acribillada de fístulas y existe una posición viciosa, no puede esperarse una curación duradera. Las inyecciones, las insuflaciones medicamentosas , pueden á la larga desinfectar los trayectos y obtener la cicatrización, pero no se puede contar más que rara vez con este resultado precario por otra parte, pues las recaídas son la regla general. ¿Hay que intentar entonces la resecación de la nalga? Efectivamente, puede, encontrarse un enfermo en quien sea dado practicar una resección útil. Pero en los casos que estudiamos, la operación resultará estéril. Se trata de enfermos que tienen ya un acorta- TRATAMIENTO DE I.A COXALÜIA 635 miento de 12 á 15 centímetros y aun más; el fémur está más ó menos luxado y enfermo en grande extensión; el ilíaco está igualmente afectado y las fístulas se extienden á una extensión de 15, 20, 25 centímetros. Seíía preciso entonces suprimir el tercio superior del fémur y una parte del ilíaco, y el miembro está ya de tal manera acortado que no puede servir para la marcha. Suponiendo que fuera posible obtener buen éxito, el enfermo, á manera de miembro inferior, conservaría sólo una especie de apéndice péndulo sin fuerza ni utilidad alguna. Pero aun podría suceder que ni aun esto se obtuviese, quedando una herida sin cerrar. Si algo se puede hacer para estos infortunados es librarles del miembro inferior haciendo, al mismo tiempo que la desarticulación, una resección cotiloidea. Hay que elegir entre esta grave operación y el statu quo, siendo lo mejor exponer claramente la situación al enfermo, dejándole libre entre las dos alternativas. Estando el fémur luxado, sub-luxado y anquilosado habrá que renunciar al procedimiento en raqueta á cola posterior. Es preciso recurrir a los procedimientos á colgajo anterior y posterior ó á la raqueta á punta externa. Después déla ablación del muslo, se investigará la oportunidad de una acción complementaria sobre la pelvis. Puede ser que las lesiones estén circunscritas á la cotiloide ó á sus cercanías y sea posible destruirlas sencillamente pormedio de largas pinzas gubias. Es preciso, empero, saber contenerse y no encarnizarse demasiado con el ilíaco para no comprometer la vida del operado. Seria mejor guardarlo para una intervención secundaria que consistiría en la ablación de todas las partes enfermas de la pelvis, y aun quizás del iliaco entero. Sin embargo, esta ablación completa de todo el ilíaco, nos parece que ha de ser inútil siempre. La desarticulación de la nalga con resección pélvica está también indicada en caso de fracasar la resección en el adulto. Se trata de enfermos condenados á la septicemia crónica y á una muerte miserable, y si se encuentran en estado de soportar una nueva intervención, hay que intentar este supremo recurso. En resumen; para el adulto el tratamiento no debe arrastrarse mucho tiempo por las vías conservadoras. No ha de ser, sin embargo, desde luego ni siempre operatorio. Hay que tener en cuenta gran número de contraindicaciones relativas ó formales que, en muchos casos, aconsejan la abstención. Pero si se interviene debe ser con oportunidad para que el esfuerzo no sea estéril, y es preciso hacerlo extensamente para que el beneficio no resulte ilusorio. Es por este camino que debemos en el momento actual buscar un mejoramiento de los resultados. No es cierto en absoluto que éste sea el tratamiento ideal y perfecto, pero si logramos solamente obtener en el adulto resultados mediocres, podemos quedar satisfechos. (•oí! (;osGi;rí,sos y ACADEMIAS Congresos y Academias DEGENERACIÓN DE LA NEURONA Lecciones cronianas dadas en el M. Colegio de Médicos de Londres, POR EL D E . FEDERICO W. MOTT (IJimtinufición.) L A PARÁLISIS G E N H H A I Í ES UNA DBGBNBltACIÓN PRIMITIVA El proceso morboso de la parálisis general ha sido considerado por Mendel y por otras muchas autoridades como una meningooncefalitis primitiva. Quisiera anticipar las siguientes razones para considerarla como una degeneración primitiva de la neurona con meningo-encefalitis secundaria: 1.a Su relación con la tabes dorsal y la probabilidad de que sea el mismo proceso morboso debido á la misma causa (sífilis) que se inicia en un punto distinto del sistema nervioso. 2. a La existencia del síntoma pupilar de Argyll-Robertson en la mayoría de ios casos. 8.a La existencia de la atrofia gris de los discos en un número de casos mucho mayor de lo que podría explicarse admitiendo una simple coincidencia. Estos dos últimos síntomas no pueden ser explicados más que por una atrofia primitiva. 4.a -La existencia de la degeneración de todo el sistema nervioso, pero en un grado que excede toda proporción con las señales de inflamación, las cuales afectan unas partes más que otras. Esta degeneración debe ser primitiva en el sistema nervioso y no consecutiva á una enfei-medad del resto del cuerpo, porque en ninguna enfermedad caquéctica, ni aun en la inanición, vemos que tenga lugar una degeneración extensa. 5.a El engrosamiento de la membrana pioaracnoidea es proporcional al grado y localización de la atrofia y guarda proporción con ella; así sucede en la tabes. 0.a En muchos casos de tabes, especialmente en los que van acompañados de síntomas mentales, se encuentra la atrofia de las fibras de asociación tangenciales y super-radiales del cerebro, que es completamente parecida á la de la parálisis general, pero que con frecuencia afecta localizaciones distintas. 7.!l En enfermedades que van acompañadas de meningo-encefalitis bien caracterizada, en la cual no puede caber duda de que es primitivamente un proceso inflamatorio, no encontramos esta atrofia extremada. Para poner más en claro este punto, quisiera llamar la atención sobre dos casos de letargo africano, que tuve ocasión de examinar, describiendo por primera vez los cambios histológicos existentes en el sistema nervioso central. En ambos casos, en todo el sistema nervioso central existían señales evidentes de un proceso infla • matorio crónico profundo y extenso. Los linfáticos peri-vascuiares estaban invadidos en toda su extensión por leucocitos mono»- UONGIIKSOS Y ACADHMIAK d'M nucleares. La membrana pio-aracnoidea estaba infiltrada do un modo parecido, indicando que en el líquido cerebro-espinal ó en la sangre, existía un veneno irritante, cuya naturaleza no pude descubrir en modo alguno, por más que así el Dr. Bullock, como yo, hicimos los más persistentes esfuerzos para descubrir la presencia de un micro-organismo, así en la autopsia como durante la vida. El único hecho anormal que se encontró en la sangre de estos negros, así como en un caso anterior del Dr. Esteban Mackensie (gracias á cuya cortesía, pude examinar los tejidos en los que encontré alteraciones histológicas parecidas) fue la existencia de los embriones de la filaría peritans en la sangre. La demostración de que ésta es la causa de los síntomas del proceso morboso encontrado en el sistema nervioso es completamente insuficiente. Aunque existía esta inflamación crónica, existía no obstante en el sistema nervioso un grado mucho menor de atrofia celular y de destrucción fibro-nerviosa, hasta en el caso más adelantado, que el que se encuentra en los períodos más precoces de la parálisis general. En realidad, el encé- • falo presentaba á simple vista una escasa atrofia ó alteración ó éstas faltaban por completo y por medio del microscopio se descubría en un caso una alteración muy pequeña de las columnas de Meynert. El peso del encéfalo presentaba, en un caso, una diferencia muy ligera y en otro ninguna, en comparación del normal, á pesar de que los cadáveres estaban sumamente demacrados en ambos casos. Creo que este hecho tiende á hacer ver que en la parálisis general existe una atrofia primitiva y que las alteraciones inflamatorias y vasculares son complicaciones secundarias. La degeneración primitiva de las neuronas puede afectar los sistemas aferente, eferente ó de asociación, aisladamente ó de una manera combinada y en la forma tabética de la parálisis general, pueden estar afectados los tres sistemas. DEGENERACIÓN PRIMITIVA UBI SISTEMA AFERENTE DE NEURONAS Tenemos en la tabes un ejemplo de degeneración del sistema aferente de proyección, la cual, por razones ya mencionadas, es debida probablemente á la perturbación nutritiva producida en la neurona espinal posterior, en virtud de la cual experimentan una atrofia regresiva partes sumamente distantes del centro nutritivo. Rara voz experimentan cambios marcados las células de origen á no ser que pueda considerarse á la pigmentación como una señal demostrativa de degeneración; pero parece existir alguna razón en virtud de la cual las células de los ganglios espinales posteriores serían capaces de sostener una independencia trófica. Ksto puede depender tal vez de la existencia de la cápsula ó tal vez las células reciben excitaciones de las visceras por medio de las ramas del simpático ó finalmente puede ser que hayan llegado á ser más ó menos independientes de la influencia de las excitaciones, gracias á las excitaciones procedentes de la periferia que se propagan directamente á lo largo de las fibras en forma de T. Por otra parte, después de la sección de las raices espinales posteriores no encontré cambio alguno en las 638 CONGRESOS Y ACADEMIAS células de los ganglios espinales posteriores. Además, sabemos que en los casos de amputación de larga duración, aunque los nervios y las raíces posteriores degeneran, las células de los ganglios espinales experimentan alteraciones ligeras. Es especialmente la proyección central de la neurona la que experimenta el proceso degenerativo en la tabes, y según la demostración experimental antes presentada, .esto no bastaría para producir cambios en la célula. La porción periférica de la neurona, esto es, los nervios sensitivos periféricos experimentan, según se ha demostrado, atrofia y degeneración regresivas desde su terminación hacia el centro. Sabemos que la porción periférica de los apéndices en forma de T, está envuelta • por las células mesoblásticas huecas, que forman la vaina de Schwann, y que, según hemos demostrado, es probable por muchas razones que ejerzan una influencia trófica indirecta en el largo apéndice del cilindro. Por otra parte en la tabes, la idea de que una esclerosis de las columnas posteriores producida por una proliferación irritativa de la neuroglia es el proceso morboso inicial, el cual produce una atrofia degenerativa secundaria, es el resultado de una confusión de la causa con el efecto. La hiperplasia de la neuroglia es una consecuencia de la atrofia progresiva de los elementos nerviosos y es proporcional á ella, pues que no podemos suponer que la neuroglia destruya de un modo electivo fibras exógenas, dejando intactas las endógenas. En apoyo de esta afirmación poseo una micro-fotografía del sexto segmento cervical de la médula espinal de un mono en el cual se cortaron en el lado izquierdo la tercera, cuarta, quinta, sexta y séptima raíces espinales posteriores cervicales y la primera, segunda y tercera dorsales. La raíz cervical octava, que es la que de un modo especial inerva la mano, no fue cortada. Se mantuvo vivo á este animal durante seis meses y al cabo de algún tiempo era muy difícil determinar en qué lado se había practicado la operación, porque empleaba una y otra mano con igual destreza, de un modo completamente diferente de lo que sucede en animales en quienes se han seccionado todas las raíces. El resultado de esta operación se re%7ela por dos cintas de esclerosis en la columna posterior en el lado de las raíces divididas, con una zona de fibras normales que corresponden á la raíz no dividida que queda entre las seccionadas. Se observa en esta micro-fotografía del sexto segmento cervical que se ven fibras finas que pasan al través de la zona de esclerosis hacia la substancia gris del cuerno posterior; en ninguna sección de los segmentos de la parte superior de la médula, pude notar la ausencia de estas fibras, que no podían ser otra cosa que ramas terminales de la raíz octava no dividida. Esto demuestra de un modo seguro que la esclerosis no produce la atrofia de las fibras porque he aquí un haz de fibras entre dos cintas esclerosadas bien precisas, y sin embargo, estas fibras delicadas pasan al través de la zona esclerosada. Obersteiner ha sostenido que la degeneración de las columnas posteriores es debida á una meningitis que afecta las raíces en el punto de su entrada, á consecuencia de la cual son comprimí- OONtiltISSOS Y AUAUKM1AS 639 dos los vasos nutricios que acompañan á estas últimas, pero existen tantos hechos contra esta teoría, los cuales se ocurrirán á cualquiera en cnanto reflexione sobre este asunto, que no tengo necesidad de mencionarlos. Baste decir que no se encuentra esta misma degeneración de las columnas posteriores en casos indudables de meningitis de origen sifilítico. Obersteiner presenta dibujos de preparaciones teñidas por el método de Pal, que demuestran como las fibras al pasar al través de las membranas para penetrar en la médula, dejan de teñirse. Esto, sin embargo, no debe ser considerado como una demostración evidente de degeneración en este punto particular, porque las raíces anteriores presentan algunas voces un defecto parecido en la manera como se tiñen á partir del punto por donde emergen de la médula. Además, la teoría de la meningitis no explica las alteraciones de los nervios periféricos, que se encuentran en esta enfermedad, ni la afección de las raíces posteriores hasta llegar al ganglio, al paso que quedan completamente intactas las raíces anteriores. Es posible que algunas condiciones anatómicas de la circulación en las columnas posteriores pueda obrar como un factor concomitante, como ocurre en las circunvoluciones frontal y central en la parálisis general, sobre todo si se consideran los efectos de los tumores cerebrales en la producción de degeneraciones limitadas á las columnas posteriores (Hoche, Batten). DEGENERACIÓN PRIMITIVA DEL SISTEMA EFERENTE En la esclerosis lateral amiotrófica tenemos un ejemplo de una degeneración sistemática que afecta el sistema motor eferente de las neuronas, desde la corteza hacia la periferia. He tenido oportunidad de examinar tres casos típicos de esta enfermedad y en los tres he encontrado la degeneración de todo el sistema eferente comprendiendo la neurona córtico-espinal y la neurona espinal muscular, estando limitada la degeneración á estas neuronas tan sólo. Esto fue señalado por Sír Guillermo Gowers en la primera edición de su manual. Ciertos grupos de las neuronas espinales motoras, según sabemos por la observación clínica y microscópica, son invadidos antes que otros, por ejemplo el grupo postero-externo en ol octavo segmento cervical y en el primero dorsal de la médula es, especialmente como se ha demostrado, el asiento de las primeras y más graves alteraciones en un gran número de casos. Es un grupo de neuronas que preside á los pequeños músculos de la mano. Soy de opinión de que en estas degeneraciones sistemáticas el proceso morboso empieza en la periferia de la neurona y se extiende en dirección ascendente hacia las células tróficas y genéticas de origen, produciendo por fin en los casos prolongados la destrucción de Las células mismas. Los argumentos que quisiera exponer á favor de esta opinión son, que en algunos casos de esclerosis lateral amiotrófica la degeneración no puede ser seguida más que hasta las pirámides, en otros hasta la corteza cerebral, al paso que en otros casos publicados por Charcot y Marie Kahler y Pick y Kowjenikoff la atrofia se extendía hasta las células piramidales de la corteza. fi'W C'ON(!ItK,4O.S V AÜAD1SMIAS En el caso relatado por el último do estos observadores, hasta existía atrofia de las circunvoluciones motoras con engrosamiento de las meninges, lo cual he observado también en uno délos tres casos que he mencionado antes. En dos de los tres casos que he examinado existía una degeneración, que podía reconocerse por el método de Marchi, no sólo de todas las neuronas córtico-espinales, sino también de las ramas laterales que pasan desde las prolongaciones del cilindro-eje hasta llegar á penetrar en el cuerpo calloso. Esta degeneración de las fibras motoras en el cuerpo calloso apoya en gran manera la teoría de la degeneración primitiva, según la cual el orígen de la enfermedad consistiría en una degradación nutritiva de las neuronas mismas independientemente de las alteraciones externas procedentes del tejido vascular ó del de sostenimiento. Además he encontrado en estos casos que los sistemas de fibras tangenciales, supra é inter-radiales estaban intactas. Ahora bien, si existiera alguna condición externa, estas neuronas se habrían alterado lo mismo que las neuronas motoras. Senator publicó un caso de esclerosis lateral amiotrófica típica, en la cual no se encontró degeneración alguna en los haces piramidales. No podemos explicar los síntomas, sino suponiendo que existía una interrupción entre las neuronas córtico-espinales y las espinales musculares ó bien á consecuencia de una alteración de la unión entre unas y otras, ó bien, de una atrofia de las células intermediarias (de Grolgi) como es posible en vista de la opinión de Monakoff ó bien de las recientes é interesantes observaciones de Schafer. Este autor, basándose en observaciones hechas con ayuda del método de Marchi en la médula espinal de animales en los cuales había llevado á cabo la hemisección del órgano, es de opinión de que las fibras de los cordones piramidales no terminan en la arborización terminal alrededor del cuerno anterior (neuronas espino-musculares); sino que están en conexión con células intermediarias situadas en la base del cuerno posterior: y si esta doctrina es verdadera, un impulso motor voluntario pasará al través de tres clases de neuronas en vez de dos. Siempre existe una atrofia celular considerable en la base del cuerno posterior en la esclerosis lateral amiotrófica, por lo cual Lis lesiones que se presentan en esta enfermedad no contradicen esta teoría. (Continuará.) nntH fin Hmirich y 0. a . on ronaamlitu, Callo fio (¡órnoga.—