25 DE OCTUBRE DE 2015 DOMINGO 30 DEL TIEMPO ORDINARIO Textos: Jr 31,7-9; Sal 126(125), 1-2ab.2cd-3.4-5.6; Hb 5,1-6; Mc 10, 46 – 52 “Hijo de David. Jesús, ten compasión de mí” (10, 47) 1. INVOCACIÓN AL ESPÍRITU SANTO Oración: Espíritu Santo: ilumina nuestras almas con tu luz; imprime tu ley en nuestros corazones, inflámanos con el fuego de tu amor, enséñanos a orar bien por medio de la Palabra. Espíritu Santo, eterno Amor, ven a nosotros con tus ardores, ven, inflama nuestros corazones. Amén. 2. LECTURA ¿Qué dice el texto? A. Proclamación y silencio B. Reconstrucción del texto Si es posible, alguna persona puede relatar el texto de memoria. Para profundizar y entender mejor, se pueden utilizar las siguientes preguntas: - Cuando Jesús salía de Jericó ¿quién estaba sentado junto al camino? ¿Qué hizo Bartimeo al enterarse de que pasaba Jesús por allí? ¿Cómo reaccionaron muchos a los gritos del mendigo ciego? ¿Lograron hacer callar a Bartimeo? ¿Con qué nombres llamó a Jesús?. - ¿Cómo reaccionó Jesús a los gritos de auxilio del mendigo ciego? ¿Quiénes debían llamar al ciego para que se acercara a Jesús? Cuando llamaron al mendigo sentado a la vera del camino, animándolo, ¿Qué hizo entonces este? - Cuando el mendigo ciego había ido a su encuentro, ¿qué le preguntó Jesús? ¿Qué quiso el ciego que hiciera Jesús por el? ¿Qué le dijo entonces Jesús? ¿Qué lo ha salvado? - Cuando Bartimeo comenzó a ver, ¿qué hizo? ¿Los discípulos y la multitud siguieron a Jesús? C. Ubicación del texto Qué dicen los textos antes y después de nuestro texto? Este episodio de la curación del ciego Bartimeo acontece a la salida de Jericó; pues cuando Jesús se dirige a Jerusalén con sus discípulos para dar cumplimiento a su ministerio final de padecer, morir y resucitar, el ciego le pide misericordia y Jesús le recompensa su fe con el don de ver. D. Algunos elementos para comprender el texto Paralelos del texto Leer: Ex. 3, 7; Mt. 20, 29-34; Mt. 8, 10; Lc. 18, 35-43; Jn. 20, 16. Comentar. Ideas fundamentales Existen miles y miles de Bartimeos. Ese mendigo ciego es todo un símbolo de todos los marginados, abandonados, impedidos y aislados. Por su enfermedad no se puede valer por sí mismo. No le queda otra que recurrir a la limosna para poder sobrevivir. Su grito por la solidaridad y la “justicia demasiado largamente postergada” molesta muchas veces. Entonces nadie lo quiere oír. Para Jesús, el grito por ayuda y salvación no significa molestia. En Él está Dios presente que dijo: “Yo he visto la opresión de mi pueblo” (Ex. 3,7). Jesús se sabe enviado por el Padre “a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4, 18s). Dios escucha el grito del pobre. Los discípulos, junto con una gran multitud acompañan a Jesús. Pero no están dispuestos a seguirlo. Se tapan los oídos ante el triple anuncio de Jesús de que estaba en camino hacia la muerte. Permanecen sordos y ciegos para lo que Jesús les quiere revelar. Quedaron ciegos después de la multiplicación de los panes (8, 21). Y más ciegos aún, quedarán cuando Jesús sea crucificado. Únicamente el centurión pagano comprenderá y exclamará: “¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!” (15.39). En extraña oposición a los discípulos que no quieren abrir los ojos, Bartimeo es consciente de su ceguera, y quiere ver. Jesús había preguntado a Santiago y Juan: “¿Qué quieren que haga por ustedes?”. Ahora pregunta a Bartimeo: “¿Qué quieres que haga por ti?”. La misma pregunta actúa la diferencia de la respuesta. Mientras que los dos hermanos deseaban sentarse junto a Jesús, a su derecha y a su izquierda, el ciego Bartimeo, cansado ya de estar sentado, desea poder ver para poder seguir a Jesús. Ese mendigo no puede ver a Jesús, pero ha escuchado de El; y el escuchar de Jesús se convirtió en fe. Llama a Jesús por su propio nombre, que significa: “Yavé, Dios salva”. Y agrega el título “Hijo de David” para mostrar que lo reconoce como Salvador del pueblo. Es la profesión de fe más perfecta para él posible. El hijo de Timeo reconoce en Jesús al Mesías, al que todos esperan. Lo quieren hacer callar. Muchas personas voces interiores que lo quieren alejar de Cristo: “¿Para qué perder tiempo en la catequesis y en la Iglesia? Allí no le pagan nada. La fe es cosa de débiles, para mujeres y niños. La oración, igual no sirve...”. Y las voces que lo envuelven, por ejemplo de colegas o vecinos, cuando tocan el tema de la religión y le contestan con una sonrisa irónica. Bartimeo no cede. “Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá”, dijo Jesús (Mt 7,7). Grita más decididamente aún, Ya no se quiere contentar con algunas monedas que al pasar algunos le han tirado y brillan sobre su capa. ¿Qué significan algunas ideas brillantes para quien quiere ver la luz?. No se contenta con algunas lindas palabras o alguna ideología que podría ser muy brillante; quiere encontrarse de veras con Cristo. Jesús se detiene y lo hace llamar. Dios necesita a los que llamen a los ciegos de nuestros días: “Animo, ¡levántense!, Cristo les llama”. Bartimeo tiró su capa. Para él, su capa era todo: su abrigo, su cama, su casa, su equipaje. Dirá San Pablo: “Por Cristo he sacrificado todas las cosas a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo, y estar unido a él” (Flp 3, 8s). Bartimeo “se puso en pie de un salto”, para no perder un solo segundo, y corrió hacia Jesús. En El encontró no solamente la luz para sus ojos, sino en El, quien es la luz del mundo, encontró la luz de su vida. El pobre mendigo ciego no solamente llegó a poder ver, sino se convirtió en un “iluminado”, uno que conoce el misterio del camino de Cristo, que a través de la entrega en la cruz lleva a la gloria de la Resurrección. Sigue a Jesús como discípulo. El que antes no podía encontrar el camino a una casa en este mundo, ahora conoce el camino que lleva a la casa eterna de Dios. 3. MEDITACIÓN ¿Que me dice el texto? Nosotros, al igual que Bartimeo, podemos estar enceguecidos por nuestros pecados, lo fundamental es el deseo de ver y creer que Jesucristo nos da la luz y es nuestro guía. Por eso, preguntémonos: - ¿Conozco de verdad el camino de Jesús? ¿Invito a los demás a seguir a Cristo? ¿Cómo? - ¿Escucho el grito del pobre? ¿Cómo?; ¿Me molesta; Soy indiferente? ¿Le doy ánimo al pobre? - ¿Qué voces, desde mi interior y desde el exterior me quieren alejar de Jesucristo? - ¿Qué me enceguece? ¿Confío en Jesús que me da la luz? 4. ORACIÓN ¿Qué me hace decir el texto? Con el canto “Con vosotros está” (MPC 95) (puede ser proclamado para quienes no conocen la música) orar por los pobres y enfermos, especialmente por los enfermos del espíritu, que pudiendo ver, están enceguecidos por sus pecados; pedir para que Jesucristo los sane y sea su verdadero guía. 5. CONTEMPLACIÓN ¿A qué me compromete el texto? Invitar a contemplar a Jesucristo que hoy quiere sanarnos de la ceguera, pero espera de nosotros que reconozcamos nuestros pecados y pidamos la curación. ¿Así, a qué me compromete el texto? Orar a diario, confesarme con frecuencia, asistir constantemente al grupo, asistir a la Eucaristía CANTO: ESTA ES LA LUZ DE CRISTO (M.P.C. No.188)