Sucellus en España

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[Publicado previamente en: Archivo Español de Arqueología 39, n.º 113-114,
1966, 125-129. Versión digital por cortesía del editor (Servicio de Publicaciones
del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid) y de los herederos
del autor, con la paginación original].
© Antonio García y Bellido
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
SUCELLUS EN ESPAÑA
Reúno en esta nota tres esculturitas en
bronce hispano-romanas de una misma deidad y de idéntico tipo que tienen la interesante particularidad de ser representaciones —únicas hasta donde alcanzan mis
conocimientos— de una deidad extraña al
pantheón hispanorromano: Sucellus.
La primera que conocí es la que obra en
mi propiedad (figs. 1 y 2) y adquirí del
anticuario madrileño Federico Robles, en
junio de 1957, como procedente de las cercanías de La Puebla de Alcocer, en el extremo oriental de la provincia de Badajoz, donde se halló en 1928. Mide de altura en su
estado actual 11,4 cm. Entera llegaría a los
11,9 ó 12 cm. Pátina verde oscura. Fáltanle ambos pies desde el tobillo y la mano derecha desde la muñeca. Representa a una
deidad masculina, barbada, de recia complexión. Vístese con una túnica corta, que
no llega a cubrir las rodillas, ni sus mangas
alcanzan el antebrazo. La túnica va ceñida a las caderas con un cinto bajo. Cálzase
con borceguíes que cubren poco más del tobillo. Su cabeza, que tuerce ligeramente hacia su derecha, va cubierta por la testa disecada de un lobo, al modo y manera que
Hércules suele llevar la testa de león distintiva del héroe. Como éste, anuda las patas delanteras de la bestia sobre su pecho
mientras el resto del pellejo cuelga por la
espalda para aparecer por delante sobre el
brazo izquierdo del que penden las patas
traseras y la cola. En la mano del mismo
lado lleva un largo y nudoso garrote. La
figura apoya su peso sobre la pierna derecha mientras la izquierda, exonerada de él,
se retrae ligeramente como iniciando un
paso. Es la actitud general del Doriphoros
policlético tantas veces repetida. La figura
es buena, cuidada de modelado y bien fundida en pleno.
Vino después a mi conocimiento la que
como oriunda de Villaricos, en la provincia
de Almería, guardan las colecciones del Seminario de Historia Primitiva del Hombre
y se halla expuesta en el Museo del Instituto Arqueológico Municipal de Madrid a
cuyo Director, D. J. Martínez Santa Olalla,
debo noticia y fotografía (fig. 3). Fue antes de la colección Cuadrado, de Almería.
Mide 12 cm. de altura y se halla entera, a
falta sólo de la clava o garrote que llevaría en la mano izquierda al modo del bronce
anterior; para sujetar aquél la mano vacía conserva su gesto apropiado. Era, pues,
pieza añadida. En la mano derecha empuña una segur incompleta que entera adoptaría la forma propia de una podadera de
vid. La figurita está peor modelada que la
anterior, pero es idéntica a ella en su actitud y vestimenta. Sus dimensiones, son
también sensiblemente iguales. Está fundida en pleno; tiene pátina de color verde
parduzco.
La tercera es la que guarda la Hispanic
Society de New York (D. 922) como procedente de la colección Vives. Fue comprada a J. G. Meunier, de París, en noviembre
de 1913. La fotografía que reproduzco en
la figura 4 la debo a la amabilidad de la
citada Sociedad. Figura dibujada a lápiz, en
un boceto ligero y expresivo en las hojas
del "Álbum Vives" que guarda el Museo
Arqueológico de Madrid. En lugar alguno
he podido hallar noticia sobre su primera
oriundez. Mide de alto 8,8 cm. Pátina verde
oscura. Le faltan el antebrazo derecho y
ambos pies. Con éstos alcanzaría los 9,5 centímetros escasos. Es la menor de la tres y
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Fig. 1.–Bronce procedente de la Puebla de Alcocer (Badajoz). Madrid, propiedad particular. Fig. 2.– Otro aspecto del
bronce de la figura anterior.
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Fig. 3.– Bronce procedente de Almería, hoy en el Museo Arqueológico Municipal de Madrid (Fot. Mus.). Fig. 4.–
Bronce sin procedencia precisa. Fue de la Col. Vives. Guardado hoy en la Hispanic Society de Nueva York (Fot. H.
NOTICIARIO. SUCELLUS EN ESPAÑA
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Figs. 5 y 6.—Sucellus de Mours. Bronce.
por su arte es muy inferior a ellas. Pero la
figura es la misma.
Parece ser que la deidad originaria fue el
Sylvanus latino que en las Gallias se identificó con una deidad similar, con Sucelus o
Sucaelus, divinidad céltica cuyo distintivo
principal era el martillo. De este numen conocemos una gran cantidad de monumentos
de todo orden, epígrafes con dedicatoria, relieves y estatuillas exentas de bronce. Es,
por tanto, una deidad que podemos tener
como bien conocida en lo fundamental. Su
área de culto principal fueron las cuencas de
los ríos Rhodano y Saona, es decir, las Galliae Narbonensis y Lugdunensis. Aquí debió de nacer la deidad indígena, como Epona y Nantosvelta, esta última tenida por páredros de Sucaelus. Como áreas de irradiación este culto afecta a las cuencas de los
ríos Rhin y Mosela, es decir, las Gemanias
y Bélgica. Pero no penetró en la vecina Aquitania que limita con la Narbonensis y la
Lugdunensis. La identidad de Sucelus con
Sylvanus está suficientemente probada por
varias inscripciones y se deja traslucir
también por los aspectos y atributos de la
deidad. Grosso modo pueden distinguirse
dos tipos: Uno, el galo indígena, lleva el
característico martillo de mango corto o,
más frecuentemente, largo, hasta el suelo,
como un cetro, en una mano; en la otra sostiene un cuenco o recipiente semiesférico
o panzudo (una olla). A más de estos atributos se presenta con cierta frecuencia vistiendo largas bragas y con la cabeza descubierta. El otro tipo, el segundo, que pudiéramos
llamar latino, se asemeja más estrechamente al Sylvanus romano y como él lleva una
segur en la mano derecha y una clava o garrota larga y estrecha en la izquierda.
Aparte de ello se cubre con la piel de lobo
disecada cuya testa le sirve de casco. Va
siempre con las piernas al aire, pero los pies
se calzan con unos borceguíes. Es así cómo
se presentan los tres bronces hispanorromanos que aquí ofrecemos. Otras asimilaciones lo identifican con Dispater o con
Hércules, con el que tantas similitudes formales tienen.
Entre los muchos bronces galos con la
imagen de Sucaelus conocidos, uno de los
más próximos a los nuestros es el hallado pocos años ha en Mours, cerca de Romans (figs. 5 y 6). Mide 14,5 cm.1. Es tra
1 M. Vignard, Cahiers Rhodaniens, 3, 1956, 79,
al que debemos las dos fotografías que aquí publicamos.
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NOTICIARIO. SUCELLUS EN ESPAÑA
bajo algo más fino que el mejor de los nuestros y también algo mayor. Pero su identidad como tipo es patente 2.
La presencia en Hispania de esta deidad
plantea un problema de interés. ¿Hasta qué
punto hubo en la Península Ibérica una penetración de elementos de origen galo? El
tema es amplio y habría que tener muy en
cuenta ciertos hechos históricos como la pacífica penetración en España en tiempos de
Caesar de aquellos 6.000 individuos de que
nos habla el mismo Caesar en BC. I 51,
muchos de ellos de familias senatoriales
y equestres (erant complures honesti adulescentes, senatorum filii et ordinis equestris) 3. Por otra parte no debe ser una coincidencia casual el hecho de que en la Bae
tica hubiese, según Plinius en III 10, una
ciudad de nombre Sucaelo, idéntico al de la
deidad gala que nos ocupa. Sucaelo es el
actual Cerro de las Cabezas, cerca de Fuen-
te Tójar, al SE. de la provincia de Córdoba 4. No lejos de ella había otra ciudad típicamente céltica de situación no precisada,
la que Plinius llama III 10, Arialdunum
con el sufijo -dunum tan frecuente en las
Gallias (e. g. Lugdunum). Además habría
que catalogar los topónimos galos dentro de
la copiosa nomenclatura céltica de la Hispania romana. Sobre los elementos de tropa
galos en el ejército romano de ocupación
trataremos en otro lugar. Los trajo Caesar
y después figuran otros como los componentes originarios de aquellas Cohortes y Alae
que guarnecieron el NO. de la Península durante el Imperio (Ala II Gallorum, Cohors I
Gallica equitata c. R., Cohors II Gallica,
Cohors IIII Gallorum). No olvidemos tampoco que el culto a Epona tuvo sus adeptos
en la Península. El problema es interesante
y merecedor de que alguien lo trate con más
detenimiento.
A. GARCÍA Y BELLIDO
2
Para la bibliografía general y particular de
los monumentos referentes a Sucellus, ver Kaune,
RE, s. v, Sucellus (1931), con lista de las efigies y
los epígrafes conocidos de esta deidad y con la
enumeración bibliográfica referentes a todos y
cada uno de los monumentos catalogados. Ello
nos evita más precisiones. Para su culto, recientemente Sören Skougaard Jensen, "Silvanus and
his cult", Analecta Romana, 2, 1962, 11 ss.
3 Ver para esto mi trabajo "Algunos problemas relativos a las invasiones indoeuropeas en
España", AEArq. 23, 1950, 487 ss., principalmente
490 ss. Caesar no da más que 6.000 hombres de
toda condición, pero con ellos vinieron también
mujeres, hijos y esclavos, lo que permite calcular
un total como de 20.000 personas.
4 J. M. Navascués, Hom. a Mélida, I, 319 ss.
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