el ejercicio de la `potestas` por las mujeres de la realeza

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RESUMENES COMUNICACIONES III SESIÓN. LAS MUJERES Y EL PODER
Coordinadoras: Cristina Segura(Universidad Complutense de Madrid) y Maria Isabel
del Val (Universidad de Valladolid)
Poder y movilidad social de las mujeres emigrantes en Indias: el caso de Jordana
Mejía
Amelia Almorza (Instituto Universitario Europeo) (Florencia)
La emigración española a Indias tuvo un importante componente femenino desde
mediados del siglo XVI. La política pobladora de la monarquía que intentó favorecer el
viaje de mujeres a Indias, unido a la organización de grupos familiares de emigración, la
circulación de intermediarios y el atractivo mercado matrimonial en Indias, produjo que
las mujeres supusieran a fines del siglo XVI en torno al 25% del total migratorio1.
La primera generación de estas mujeres emigrantes que llegó al Virreinato del Perú tuvo
la oportunidad de enlazar con la pujante élite encomendera y ocupar así un lugar
relevante en la nueva sociedad colonial. Como ejemplo, disponemos del caso de doña
Jordana Mejía, que llegó a Trujillo del Perú procedente del Espinar de Villacastín
(Segovia) siendo una niña y acompañando a su padre el capitán Rodrigo Mejía, en torno
al año 15522. Su primer matrimonio fue con el poderoso encomendero de Cajamarca
Melchor Verdugo, que había acumulado grandes propiedades y categoría social gracias
a su participación en la conquista 3. Al quedar viuda, accede a un segundo matrimonio
mucho más ventajoso con don Álvaro de Mendoza Carvajal, nieto de uno de los
primeros conquistadores que llegaron a Perú, encomendero y gobernador de Popayán
desde 1561. En los últimos años de su vida y siendo de nuevo una viuda poderosa, se
traslada a Lima. A través de su testamento 4, es posible estudiar la gestión que realizaba
de su patrimonio acumulado y la inversión en distintos negocios, desde obrajes hasta
envío de factores a Sevilla y comercio con productos de China. No teniendo
descendencia directa, prohijó a un sobrino político al que compró un Hábito de Santiago
utilizando sus redes familiares en la corte, y dejó dispuesto la construcción de una
capilla en la importante Iglesia de San Francisco de Lima, donde reuniría a toda su
familia difunta. Gracias a los numerosos pleitos que debió de sostener a lo largo de su
vida en defensa de sus derechos de encomienda, y la documentación sobre las personas
que la rodearon, disponemos de una importante información en torno al proceso de
ascensión social de esta mujer.
El análisis de este ejemplo me permitirá explicar los mecanismos de acumulación de
poder que las mujeres españolas utilizaron para formar parte de la primera élite colonial,
tales como una estrategia matrimonial ventajosa, la defensa legal de sus intereses como
encomenderas, y el uso de sus redes familiares en España.
1
Boyd Bowman, Peter. "Patterns of Spanish Emigration to the Indies until 1600." The Hispanic American
Historical Review 56, N.4 (1976): 580-604
2
Archivo General de Indias, Lima,567,L.7,F.131V-132V
Lockhart, James. Los de Cajamarca, (1987)
4
AGI, Contratación, 360 N.3 R.11. Bienes de Difuntos: Jordana Mexía
3
Historia, mujeres y revolución: un repaso a la Historiografía mexicana a propósito de
los diálogos con América latina.
Diana Arauz Mercado (Universidad Autónoma de Zacatecas)
Tres décadas han transcurrido desde que en 1980, diversas instituciones académicas y
universitarias en México empezaron a volcar su atención en torno a trabajos e
investigaciones que por aquel entonces proponían los primeros estudios sobre la historia
de la mujer mexicana en las sociedades prehispánica, colonial, independiente y
posrevolucionaria. De igual modo y con motivo del XV Coloquio Internacional de la
AEIHM, se nos ha convocado a analizar y reflexionar sobre temas y situaciones
históricas relevantes, con el altruista propósito de seguir manteniendo un intercambio
cultural y enriquecimiento mutuos entre España y América Latina.
Aprovechando entonces este grato encuentro, pretendemos hacer un balance con la
debida perspectiva histórico-crítica, del significado y relevancia que han ido
adquiriendo los estudios de historia de las mujeres en México (en especial los de la
mujer en la Revolución) a propósito de la complejidad de un pasado que con sus
cambios en las estructuras políticas, socioeconómicas, culturales, jurídicas y religiosas,
no dejan de aportarnos diferentes reflexiones y debatidas posturas sobre la continuidad
de la presencia y experiencia femeninas a través de la historia, proyectadas - en nuestro
caso - a partir del análisis histórico. Dicho análisis, nos permitirá repensar la
importancia de la Revolución mexicana como proceso que marcó la vida política del
país, y de otro lado, seguir rastreando la participación que tuvieron las mujeres dentro
de dicho proceso, no como una actuación secundaria o estereotipada (como a veces se
les suele representar), sino como sujetos históricos y sociales en relación a unas
demandas específicas de acuerdo al período que vivieron.
El ejercicio de la “potestas” por las mujeres de la realeza castellana (siglos XI-XV)
Inés Armero (Universidada Autónoma de Madrid)
La imagen que la historiografía tradicional ha adjudicado a las mujeres en el Medievo
ha creado en la mentalidad colectiva un modelo estereotipado de las mismas. Así,
tradicionalmente, se ha tendido a pasar por alto las actuaciones femeninas en el ámbito
del poder, de tal modo que la esfera política ha llegado a ser concebida como un espacio
puramente masculino. Aunque el protagonismo de los varones en la política medieval es
indiscutible, fueron muchas las mujeres que influyeron en el gobierno de su época,
llegando incluso a ser figuras clave en algunas circunstancias. De este modo, más allá
de su valor en la negociación de alianzas matrimoniales entre linajes, mi estudio
pretende destacar la presencia de las mujeres en determinados momentos de crisis, que
en la perspectiva tradicional ha sido ensombrecida.
La comunicación se apoyará no sólo en la bibliografía actual sino principalmente en las
crónicas medievales castellanas, con el ánimo de demostrar la participación de las
mujeres en la política de su tiempo. Como medio de acotar el tema se han seleccionado
todas aquellas crónicas escritas desde la creación del reino de Castilla en 1035 (fecha en
la que el condado se convierte en reino de la mano de Fernando I y Sancha de León)
hasta la muerte en 1474 de Enrique IV. Asimismo, se ha optado por no incluir ni la
guerra sucesoria posterior a la muerte del monarca ni el período de reinado de los Reyes
Católicos, ya que el enorme volumen de la documentación sobrepasaría el objetivo de
un trabajo de estas características.
El objetivo principal de este artículo es elaborar un estudio que evalúe las diferentes
formas de influencia que ejercieron las mujeres en el mundo de la política medieval.
Para ello, me centraré en aspectos como los derechos hereditarios femeninos (tomando
como ejemplo la legislación alfonsí) y la influencia femenina en el poder, según narran
las crónicas. A continuación, realizaré una doble clasificación de la aportación de las
mujeres a la política medieval: por un lado, se ofrece una catalogación de los diferentes
estatus que poseían (concubina, noble, reina consorte, reina regente, reina o señora de
pleno derecho), ordenados siguiendo un criterio de menor a mayor grado de
participación política; por otro lado, se aporta un análisis de los diferentes funciones
políticas que podían llegar a desempeñar las mujeres de este periodo (mediación,
participación en conflictos y participación activa en la política).
Soy consciente de que la elección del apoyo de las crónicas como fuente histórica tiene
sus desventajas. En primer lugar, las mujeres que aparecen en estos textos sólo
representan a un grupo social de la población que nada tiene que ver con la realidad de
la mayor parte de las mujeres en la Edad Media. Al mismo tiempo, la aparición de estas
mujeres en los textos cronísticos viene frecuentemente ligada a su papel de consortes y
madres, pero solo en ocasiones a sus actuaciones en el plano político. Sin embargo,
considero estas crónicas un instrumento imprescindible para el estudio y conocimiento
de la sociedad medieval, pues constituyen la fuente de información fundamental de los
principales acontecimientos históricos de la época. Además, permiten descubrir la
imagen de la mujer que los cronistas de la época (como emanación de la sociedad
patriarcal) proyectaban.
La decisión de centrar este trabajo principalmente en los reinos castellanos es debida al
hecho de que en este territorio las posibilidades de las mujeres de influir en la política
eran mayores que en el resto de los reinos hispanos. De hecho, en Castilla, a partir de las
Partidas de Alfonso X se contemplaba la ascensión femenina al trono, siempre y
cuando no existiera un candidato varón. Esta situación contrastaba con lo que ocurría en
los distintos reinos peninsulares, y antes de la legislación alfonsí en Castilla, donde las
mujeres eran meras trasmisoras de los derechos sucesorios, pero sin llegar a ejercerlos.
Hubo, por supuesto, ciertas excepciones que expondré, en las que estas mujeres
pudieron hacerse con la potestas (Urraca Señora de Zamora, Urraca Reina de Castilla y
León, Berenguela de Castilla, María de Aragón, Isabel de Portugal, Leonor de
Alburquerque).
Los delitos de las brujas. La pugna por el control del cuerpo femenino
Yolanda Beteta Martín (Universidad Complutense de Madrid)
A partir del siglo XV se inicia un proceso de demonización de las actividades
mágicas que desencadena la persecución y deslegitimación de las sanadoras, parteras y
ensalmadoras que quedarán asociadas a la figura de la “bruja”. En la comunicación se
analizarán qué prácticas realizaban las brujas y que “delitos” cometieron para provocar
una reacción violenta de las autoridades civiles y eclesiásticas. La reacción contras estas
mujeres evidencia que debían ostentar algún tipo de poder o reconocimiento social que
constituía una amenaza para el sistema patriarcal. La comunicación enfocará esta
deslegitimación femenina como un enfrentamiento entre el conocimiento empírico de
las mujeres y el conocimiento científico masculino en un contexto en el que se inicia la
implantación de la medicina como profesión y para cuyo ejercicio se exigía una
formación universitaria que excluía a las mujeres de su práctica.
Doña Aldonza de Mendoza. El poder de las mujeres de la alta nobleza castellana.
María Jesús Fuente Pérez (Universidad Carlos III)
La historia de Doña Aldonza de Mendoza, con los enfrentamientos con su esposo, el
conde de Lemos, y con su hermanastro, el marqués de Santillana, es un excelente
ejemplo para estudiar la capacidad de influencia y poder de las mujeres de la nobleza en
general y de algunas representantes de la familia Mendoza en particular.
En esta comunicación se analizarán las formas de ejercer su autoridad e influencia en
asuntos políticos, económicos y culturales, moviendo los hilos de diversas instancias sin
moverse, en la mayor parte de los casos, del espacio de su propia casa. En el caso
concreto de Doña Aldonza se estudiará su intervención a través de la documentación
conservada en el Archivo de la Casa Ducal de Alba, y en el Archivo Histórico Nacional
sección nobleza.
Las fuentes a utilizar se referirán a la relación que tuvo con su esposo, que se
vislumbran en un interesante pleito, y las que mantuvo con su hermanastro, que pueden
observarse parcialmente en el propio testamento de Doña Aldonza. En ambos
documentos queda de manifiesto la figura potente de esta mujer de la nobleza, que
desafía a personajes de gran envergadura dentro de su propia familia.
Mujeres poderosas de la corte romana: augustae y divae. El poder invisible.
María José Hidalgo de la Vega (Universidad de Salamanca )
El estudio de la historia de las mujeres ha cobrado felizmente carta de naturaleza en la
comunidad académica e incluso ha obligado a abrir un debate y una reflexión no sólo en el
marco de la propia historiografía sobre mujeres, sino, además, en el seno de la
historiografía tradicional acerca de lo que debería ser una verdadera historia general en la
que hombres y mujeres ocupen un lugar. Para ello, es importante poseer instrumentos o
conceptos, como construcción intelectual, que nos permitan y ayuden a descubrir áreas
olvidadas de la historia o manipuladas por la propia historia de la historiografía en su
conjunto. Desde esta perspectiva, el concepto de género, gender, se erige como una
categoría analítica que hace referencia a una realidad histórica conformada por un complejo
entramado de relaciones múltiples y procesos diversos tanto del pasado como del presente.
La llamada historia de las mujeres tiene que ser integrada en la historia general a través del
estudio de las relaciones entre mujeres y hombres, poniendo de manifiesto que es historia
de género por excelencia, y ésta a su vez es una historia de relaciones sociales y, por tanto,
forma parte de la llamada historia social.
Mi propósito en esta comunicación consistirá en analizar el papel que las mujeres
imperiales desempeñaron en la política romana y la utilización de su imagen pública, dada
la importancia que ellas tuvieron en la legitimación dinástica y en el culto imperial, por
medio de su deificación una vez muertas. Como mujeres de la clase senatorial o
procedentes de ricas familias provinciales participaban de unos parámetros educacionales y
formativos más o menos similares, pero desde el momento en que pertenecían a familias en
cuyo seno se concentraba el poder monárquico tenían especificidades propias en su
desarrollo vital, concretadas en ser esposas de emperadores, emperatrices, madres de
emperadores, hijas y/o hermanas de emperadores. Se convierten así en propagadoras y
continuadoras de las dinastías, desarrollándose una imagen pública de su persona que, en
muchos casos, podía ser percibida como una amenaza para la hegemonía masculina, al
tiempo que una ventaja para la reproducción del propio sistema político.
A la luz de estas consideraciones, se observa que las acciones y la esfera de influencia de
las princesas imperiales generalmente son consideradas en la historiografía romana, desde
Tácito a los biógrafos de la Historia Augusta, como una invasión del espacio masculino y
una trasgresión o subversión de una praxis y una normativa política muy consolidada; pero
ellos nos aportan una imagen no una realidad. Por ello, si bien es verdad que las Augustae
no pueden desempeñar cargos institucionales, ya que no poseen derechos políticos, incluso
el término “emperatriz”, por otra parte muy utilizado en la bibliografía actual, es
inexistente en las fuentes clásicas y huye de una conceptualización clara, sin embargo,
como estudiaremos, estas damas imperiales desempeñaron un papel en la esfera pública
muy relevante. El jurista Ulpiano dice al tratar la lex Iulia et Papia (Dig. 1. 3. 31): princeps
legibus solutus est; Augusta autem licet legibus soluta non est, princeps tamen eadem illi
privilegia tribuunt, quae ipsi habent. Estos privilegios, a modo de títulos, honores, e
incluso la divinización una vez muertas, fueron utilizados por ellas para ocupar un espacio
público-político y contribuyeron a la integración e incorporación de las mismas en un
sistema político, económico, social y religioso complejo, que contribuirán a cambiarlo o
acabarán sucumbiendo, como sucedió con algunas de ellas.
Las mujeres y el poder en la Licia grecorromana.
Arminda Lozano-Velilla (Universidad Complutense de Madrid)
La aparición en inscripciones licias de época romana de mujeres ocupando una posición
sobresaliente no sólo en sus ciudades de origen, sino en el propio gobierno de la
Confederación licia, merece ser objeto de reflexión por tratarse de una situación insólita,
aparentemente contradictoria con la imagen acuñada de la mujer y el papel
desempeñado en la sociedad griega. Bien es cierto que el ámbito geográfico en que se
centra el trabajo es “grecoanatolio”, es decir, se trata de una región con una fuerte
impronta cultural propia, con supervivencias autóctonas muy marcadas todavía en época
romana, dado que los licios por haber desempeñado un papel de enorme relevancia en
el desarrollo político del sur Anatolio, siguieron manteniendo sus rasgos propios
incluso en aquellas etapas de sumisión política a potencias foráneas.
El estudio analiza las características particulares de Licia relativas al tema general del
Congreso. Uno de ellos es el supuesto matriarcado existente entre los licios de que nos
hablan las fuentes antiguas, pasando posteriormente a abordar los ejemplos epigráficos
de mujeres que desempeñaron los cargos políticos de mayor rango en la Confederación
licia.
“Claro honor de las mujeres”: María Guadalupe de Lancáster ante el ejercicio del
poder.
Natalia Maillard Álvarez (European University Institute) (Florencia)
La sexta duquesa de Aveiro, María Guadalupe de Lancáster y Cárdenas, fue un
personaje muy conocido en el mundo ibérico de los siglos XVII y XVIII (Sor Juana Inés
de la Cruz la llamó “claro honor de las mujeres/ de los hombres docto ultraje” en el
romance que le dedicara en su Inundación Castálida), aunque hoy día haya caído
prácticamente en el olvido. Nacida cerca de Lisboa en 1630, sus padres fueron doña
Ana María de Cárdenas (hija del III duque de Maqueda) y Jorge de Lancáster, duque de
Aveiro y Torres Novas. La casa de Aveiro se mantiene a camino entre España y
Portugal, no sólo porque en ambos reinos tiene territorios, sino también por permanecer
fiel a Felipe IV durante la sublevación portuguesa de 1640. Este hecho motivó la
expulsión de María Guadalupe de Portugal en 1660, instalándose en España, donde
contrajo matrimonio con el VI duque de Arcos, Manuel Ponce de León. Su vida se
desarrolló en la Corte, donde fue admirada por sus obras de caridad y su apoyo a las
misiones (llegó a ser conocida como “madre de las misiones”), pero también por sus
conocimientos: fue poliglota tanto en lenguas vivas como muertas, y experta en historia
religiosa y sacra, dejando a su muerte una biblioteca compuesta por 4.374 volúmenes.
Mi comunicación se centrará en la relación de María Guadalupe de Lancáster con el
poder en dos sentidos distintos pero complementarios: por un lado, mi primer objetivo
será analizar los esfuerzos realizados por la duquesa tanto en España como en Portugal
para mantener sus títulos y transmitirlos a sus hijos, lucha que le llevó incluso a
separarse de su esposo; así mismo, analizaré como ejerció María Guadalupe el gobierno
de sus estados y las relaciones con sus vasallos. En ambos casos me interesa poner en
relación las actitudes y actuaciones de la duquesa de Aveiro con las de otras nobles
españolas y portuguesas de los siglos modernos.
Familia, mujer y orden social
Liliana Mendoza Pontiffe (Universidad de Salta) (Argentina)
Durante la etapa que caracterizó la administración colonial española en América, las
instituciones de gobierno así como la iglesia, representada por el clero secular y regular,
trabajaron mancomunadamente por mantener un determinado orden social. De manera
que las disposiciones normativas que se definían e impartían tendían a cumplir con ese
objetivo y la sociedad debía acatarlas.
En aquel marco, interesa observar cómo la familia, particularmente la de ascendencia
española, y dentro de ella la mujer, por el rol que desempeñaba en el ámbito
doméstico, constituyó un agente imprescindible y valioso para la conservación de dicho
orden en la colonia. A partir de allí es que se toma como contexto de análisis a la ciudad
de Salta, ubicada entonces al norte del Virreinato del Río de la Plata y al período que
abarca desde la segunda mitad del siglo XVIII y principios del siglo XIX, considerando
además que las familias prominentes fueron las que, concluida la revolución, tendieron
a reproducir el statu quo que las había mantenido en el poder con una indelegable
autonomía.
María de Aragón e Isabel de Portugal a través de las Cronicas.
Diana Pelaz Flores (Universidad de Valladolid)
Las Crónicas son una fuente de información fundamental para el conocimiento del
periodo medieval. Partiendo de esta premisa, hemos de fomentar el acercamiento entre
la historia de género y este modelo literario de características tan particulares, en el que
la Historia se pone al servicio del poder en la narración del devenir de los
acontecimientos.
Si bien cada reinado consta de una o varias crónicas que relaten las grandes gestas de
los reyes, el reinado de Juan II es especialmente rico, sumándose a la crónica de García
de Santamaría otras como la del Halconero de Juan II o la que redactara Pedro Carrillo
de Albornoz, que resultan de gran valor a la hora de acercarse al conocimiento del papel
que tuvieron dos mujeres relevantes durante este periodo. Nos estamos refiriendo a
María de Aragón e Isabel de Portugal, primera y segunda mujer, respectivamente, de
Juan II.
Su estudio servirá por un lado, para aproximarnos al papel que desempeñaron en la
política del momento ambas consortes, pues no hemos de olvidar las disquisiciones que
tuvieron con el condestable Álvaro de Luna, reflejadas en las Crónicas. A través de ellas
encontraremos elementos que nos ayudarán a conocer la influencia que pudieron tener
en su caída. Sin embargo, este tipo de literatura encierra muchos más matices de gran
interés para el estudio de la reina considerada en su faceta política, para ponerlos de
manifiesto prestamos atención no sólo a los momentos en que son nombradas y las
causas que conducen al autor a reseñar la figura de la reina, sino también a los silencios,
en los que se omite su presencia. Como resultado de ese análisis intentamos presentar la
imagen que esas Crónicas ofrecen de las reinas consortes.
Con esta comunicación pretendemos mostrar que la literatura cronística, sin duda
construida por y para el poder, con unos intereses propagandísticos claros y bien
definidos, es un instrumento de gran valor para la historia de la mujer y la estrecha
relación que ésta mantiene con ese poder, de acuerdo a un rol activo dentro de las tareas
de gobierno, que permite percibirla como un personaje de primer orden dentro de la
política medieval.
La participación en la vida política y cultural de las mujeres de la alta burguesía del
siglo XIX: Amalia Heredia Livermore, un ejemplo singular.
Eva Mª Ramos Frendo (Universidad de Málaga)
Nuestro trabajo pretende dar a conocer el ejemplo concreto de una destacada y singular
dama de la alta burguesía del siglo XIX. Amalia Heredia Livermore, marquesa de CasaLoring. Amalia nace en Málaga, pero estará afincada durante largos periodos de su vida
en la capital española. Su historia coincide con la de otras mujeres que, al igual que ella,
se alejarán del modelo estereotipado de la época, el “ángel del hogar” con una vida
destinada en exclusividad a ser esposa, madre y cumplir con las obligaciones
devocionales.
Amalia, por el contrario, aun cumpliendo con su otro papel, destacará por su gran
cultura e intelectualidad que la llevan a adquirir una formación autodidacta a través de
las lecturas que le proporcionan las bibliotecas familiares y el contacto con los eruditos
malagueños y del resto del país. Se convierte así en una mujer atípica que destacará
como investigadora –sobresaliendo su labor de recopilación de la correspondencia
habida entre Felipe IV y Sor María de Agreda, consejera del monarca- y coleccionista
de antigüedades con unas inquietudes inusuales entre sus coetáneas.
Igualmente, se distinguirá por su papel activo, aunque siempre desde la retaguardia, en
la vida política de nuestro país. Desde sus diversas residencias –su villa de recreo La
Concepción o sus palacetes en la calle de Alcalá y, más tarde en el Paseo de Recoletos
de Madrid, entre otras- actuará como protagonista de las tertulias y proyectos que allí se
forjan.
Junto a su esposo y otros miembros de la aristocracia de la época, encabezará, en los
años de la Primera República, un grupo de claro apoyo a la causa monárquica que
trabajará hasta lograr su restauración en la figura de Alfonso XII.
Amalia se convertirá en la gran consejera de muchas figuras de gran renombre en la
vida política de la época como su pariente lejano y gran amigo don Antonio Cánovas
del Castillo o su yerno don Francisco Silvela. A su muerte muchos dijeron de ella que
conocía los resortes íntimos de la política mucho mejor que cualquier hombre y
exaltaron su destacado papel como consejera hasta el punto de considerar que muchos
políticos debía a dichas recomendaciones la posición más tarde alcanzada.
Nuestro objetivo es, por tanto, exponer los mecanismos empleados por esta dama para,
en una época en que la mujer estaba recluida en el ámbito doméstico y tenía vedada la
participación en la política, como en otros aspectos de la vida pública, lograr desde esa
esfera privada incidir en la marcha de los acontecimientos del país.
Aportamos a este trabajo nuevos documentos inéditos que vienen a enriquecer esas
facetas inusuales en el mundo decimonónico femenino y que Amalia supo desarrollar,
consiguiendo además el respeto y admiración de todos sus coetáneos. Clara muestra
serán las palabras que otra destacada dama de la época, doña Emilia Pardo Bazán,
expondrá en uno de sus artículos en donde exaltará el buen gusto literario de Amalia y
la distinguirá, junto a otro reducido número de damas, del grupo de mujeres burguesas
que solo dedicaron su vida “al lujo y la molicie”.
Entre la devoción, el trabajo y el poder: la “fraila” de la Iglesia Mayor del Señor
Santiago de Bilbao en el tránsito del Medioevo a la Modernidad.
Ana María Rivera Medina (UNED Madrid)
Las mujeres ocuparon un lugar secundario dentro de las instituciones eclesiásticas como
en otros muchos ámbitos de la sociedad bajomedieval y de la primera modernidad. El
poder, el control sobre las cosas públicas y privadas importantes estaba en mano de los
hombres. En las diócesis vascas, en iglesias y ermitas, las féminas oficiaron de
“freiras”, “frailas”, “fraillas, “freylas” “sororas”, “seroras”, “benitas”, “beatas”,
“benedictas” o “sacristanas”; en suma, mujeres también son conocidas como ermitañas
o santonas. Dicha institución es omnipresente y su importancia se extendió al largo
tiempo en el País Vasco. Tan es así que las primeras referencias se remontan al siglo
XIV. Su actividad se desarrolló tanto en el ámbito urbano como en el rural, y su oficio
consistía en alumbrar, cuidar y adornar ermitas o iglesias, entre otras actividades. En
principio se podría pensar que sus atribuciones no traspasaban la frontera de lo
doméstico; pero, esto no parece ser del todo cierto, dado que dependiendo de la iglesia a
la que se adscribieran llegarán a tener importantes cuotas de poder temporal y,
podríamos decir, que también espiritual en la medida que su oficio se orienta a
disciplinar las conductas colectivas en los actos litúrgicos.
La historiografía vasca, tras algunos trabajos realizados a comienzos del siglo XX,
retoma en las últimas décadas del mismo siglo el interés por esta curiosa y sorprendente
institución de mujeres ligadas al ámbito eclesiástico. Sin embargo, los estudios sobre el
tema se centran sobre todo para los territorios navarro y guipuzcoano, y en menor
medida para el vizcaíno.
En Bilbao, la Iglesia Mayor del Señor Santiago se convirtió en el eje sobre el que giró la
religiosidad de la sociedad del Nervión. Como tal, desde el bajomedievo, tuvo entre sus
miembros a “frailas”. Los libros de fábrica, las ordenanzas municipales y las actas del
concejo dan buena muestra de su presencia y actividad. Intentaremos reconstruir la
trayectoria de una de ellas, a fin de demostrar que a pesar del aparente trabajo rutinario
y de menor categoría alcanzaron un cierto grado de autoridad, una cuota de poder y
autonomía sobre las actuaciones que les correspondían. Sin duda, sorprenderá
comprobar cómo siendo mujer y ejerciendo como tal, la “fraila” ostentará un poder que
traspasa las funciones puramente domésticas, y se extiende a ámbitos propios de
clérigos o beneficiados; es decir, privativos de los hombres.
La casa de Doña Leonor de Aragón, Reina de Portugal (1433-1445): formación y
desintegración de un instrumento de poder femenino.
Ana Maria S. A. Rodrigues (Universidad de Lisboa)
Doña Leonor, hermana pequeña de los famosos «infantes de Aragón», se casó con el
príncipe heredero de Portugal, Duarte, en 1428 y con el se alzó al trono en 1433. Cinco
años más tarde, Duarte murió de peste, dejando a su esposa como tutora de su hijo
menor Alfonso V y regente del reino. La reina empezó a reinar sin oposición inmediata
pero, poco a poco, los hermanos del rey difunto aprovecharon el descontento popular,
expreso en Cortes en fines de 1439, para retirarle la tutela del niño y forzarla a
compartir con ellos el poder. Leonor acabó por exiliarse en Castilla en noviembre 1440,
esperando la ayuda diplomática y militar de sus hermanos y de su primo Juan II para
volver a Portugal en una posición de fuerza. Pero la lucha que estalló entre ellos poco
después no lo permitió, y la reina llegó al fin de sus días en Toledo, en 1445, arruinada
y casi sola.
En esta comunicación, estudiaremos la formación y composición de la Casa de Doña
Leonor desde sus tiempos de prometida del heredero del trono, pasando por su apogeo
como reina consorte y regente de Portugal, hasta el ocaso en exilio, en que sólo le
quedaban los más fieles de sus fieles. El análisis de las transformaciones que sufrió esta
Casa en cada etapa de la vida de su titular nos permitirá entender mejor como
funcionaba una institución que proporcionaba a las mujeres de estirpe real la posibilidad
de ejercer un poder efectivo, formal, y que límites tenía ese poder.
Castigos aplicados a las mujeres que participaron en el proceso de Independencia de
la Nueva Granada
Ana Serrano (Universidad Nacional de Bogotá)
Este trabajo pretende contribuir al rescate de la participación femenina en el proceso
histórico de la Independencia de la Nueva Granada (actual Colombia) entre 1810 y
1819; debido a que dicha participación no se puede rastrear de una manera directa, pues
la información sobre ella se encuentra dispersa y por lo general no se halla consignada
en los documentos de una manera explícita, la investigación se realizó a través del
estudio de los mecanismos de represión que se le impusieron a las mujeres que
brindaron su apoyo a la causa rebelde. El estudio revela que la represión a las mujeres
fue mucho más extendida de lo que hasta ahora se consideraba en la historiografía
colombiana.
La represión que se aplicó a estas mujeres desarticuló y desestabilizó en gran medida las
redes sociales que estas habían tejido, y que se habían tejido a su alrededor dentro de
sus grupos sociales; los castigos no sólo tuvieron causas diferenciadas que llevaron a su
imposición, sino que de cada uno se esperaba un resultado determinado; la pena de
muerte eliminó agentes femeninos revolucionarios, que ya no pudieron seguir prestando
ayuda al movimiento separatista de España; el destierro aseguró que mujeres rebeldes y
relacionadas de alguna manera con la sedición, fueran confinadas, aisladas y
controladas fuertemente, para que perdieran el contacto con las fuerzas insurgentes, y
con familiares y amigos que pudieran ayudarlas; el secuestro de bienes aplicado a las
familias de rebeldes condenados a muerte y lideradas por mujeres viudas, logró llenar
sus vidas de necesidades y eliminar la posibilidad de cualquier potencial auxilio
económico para las tropas patriotas; la prisión, la humillación pública, el maltrato y
otros castigos las escarmentaron para que no desearan volver a hacerlo de nuevo, y para
mostrar a las demás mujeres lo que sufrirían si se decidían a apoyar ellas también la
revolución.
A través del despliegue de fuerzas y esfuerzos emprendidos por las autoridades
españolas para reprimir a las mujeres, se puede observar lo importante que fue el apoyo
femenino a la revolución, y lo claro que le había quedado al Gobierno que éstas no eran
inofensivas. La condición de sexo delicado tan promovida por la sociedad del siglo
XVIII y XIX no fue tomada en cuenta a la hora de juzgar a las reas, y no sirvió como
justificación para atenuar sus penas; por el contrario, se les impuso sin miramientos todo
el peso de la ley y al menos en el plano judicial experimentaron una igualdad con los
hombres, lo cual deja abierto un interrogante sobre el verdadero estatus político que en
la práctica se le confirió a las mujeres que participaron en la Independencia.
La proyección pública de Mercedes Formica en la Posguerra española: escritura,
abogacía y periodismo.
Miguel Soler Gallo (Universidad de Cádiz)
En la oscura y hambrienta posguerra española, cuando la mayoría de las mujeres se
encontraban alienadas por la retórica oficial del franquismo, centrando sus destinos
dentro del hogar, leyendo –las que podían– novelas rosas, cuidando de cuanto desearan
sus maridos y, especialmente, preocupadas por ofrecer hijos a la patria, acordes a su
fina misión de continuadoras de la raza; otras, aunque pocas, tuvieron la posibilidad de
escapar y dar riendas sueltas a sus vidas fuera del reducto hogareño, teniendo la suerte
de disgregarse de esta mitología del Régimen basada en la sumisión, el sacrificio y la
abnegación, para dar a conocer sus iniciativas, desarrollando una vida pública, esfera
ésta reservada mayoritariamente al sexo imperante del varón. Mercedes Formica fue una
de las que consiguieron transgredir lo comúnmente aceptado según su condición de
sexo débil. Si bien es cierto, su antigua admiración por José Antonio Primo de Rivera, le
facilitó los derroteros de su vida, pero, no obstante, no todo es debido a ello, también la
educación recibida por una madre adelantada a su época forjaron en su personalidad la
idea de superación y de igualdad.
En esta comunicación nos proponemos analizar los hechos más importantes de la vida
de Mercedes Formica, influyente en la opinión pública, desde su entrada en la
universidad de Sevilla en 1931, siendo la primera mujer inscrita en la Facultad de
Derecho, hasta su labor como jurista y escritora, pasando por su faceta periodística en
ABC y Blanco y Negro hasta casi el final de su vida. Mercedes Formica entra a formar
parte del selecto grupo inicial de Falange Española casi desde los mismos momentos de
su fundación, ofreciéndosele el cargo de Delegada del S.E.U. femenino de la Facultad
sevillana de Derecho por José Antonio en 1934, y, posteriormente, a nivel nacional. Sin
embargo, una vez que muere fusilado el líder de Falange, Formica inicia una ardua
resistencia –muy a lo Ridruejo– en su categoría de jurista en contra de unas leyes
duramente represivas para la mujer, teniendo su punto cúlmine con la modificación de
varios artículos del Código Civil en 1958, conocido en su honor como “La Reformica”.
El vínculo de Formica con Falange, no obstante, no finalizó abruptamente, sino que lo
haría de forma progresiva. En los años cuarenta, dirigió la revista de la Sección
Femenina Medina, aunque la línea editorial, las censuras y las prohibiciones le hicieron
abandonar el cargo a los seis meses de su elección. Más tarde, Formica estuvo al frente
de otras dos publicaciones: Feria, en 1952, que se suprimió un año después, privada de
medios económicos, y la segunda edición de La novela del sábado en 1953.
Consecutivamente, iniciará su vinculación con ABC y Blanco y Negro, donde estuvo
como jefe de redacción, hasta los albores del año 2000, falleciendo en 2002. En ABC, en
la sección dominical de ABC de la mujer, Formica tratará cuestiones feministas,
políticas y sociales. Por tanto, tendremos en cuenta cómo su antigua vinculación con
Falange le facilitó, en un principio, el camino y le abrió puertas dirigidas a la ocupación
de cargos directivos. Trataremos también su faceta jurista, una de las tres abogadas en
ejercicio del Madrid de la posguerra; repasaremos sus novelas, muchas de ellas
achacadas por una crítica misógina de adulteradas al tratar cuestiones políticas y
sociales más afines a la pluma masculina, y, por supuesto, su labor periodística en ABC.
Tres pilares vitales, un pluriempleo que, sin duda, le hace ostentar la distinción de una
de las poquísimas mujeres con proyección pública en la posguerra española, y que por
factores ideológicos, relacionados fundamentalmente con su antigua pertenencia a la
Falange, hicieron que su voz se silenciara para siempre y olvidándose ya en la
democracia.
Gestos femeninos en conflictos sociales. Simbología del poder.
Pilar Tenorio Gómez (Colegio Univ. Cardenal Cisneros. Madrid)
Nos acercamos a conocer la situación de las mujeres en los conflictos sociales y su
manera de actuar frente al poder en la Castilla del siglo XVIII, desde dos puntos de
vista ; por un lado, como protagonistas en la acción: en alborotos, tumultos, asonadas.
Los gestos femeninos y la simbología del poder. El ataque por parte de las mujeres al
poder ¿legítimo?. Y, por otro lado, las mujeres como testigos , detenidas, culpables o
inocentes ante los representantes del poder. La palabra femenina, ¿se tiene en cuenta a
la hora de las decisiones? El estudio enlaza lo cotidiano con lo público, la calle con los
tribunales de justicia.
El papel de las amigas y consejeras de las reinas bajomedievales: el ejemplo de Teresa
de Ayala.
Covadonga Valdaliso (Universidad de Valladolid)
La figura de Teresa de Ayala, priora del convento femenino dominico de Santo
Domingo el Real de Toledo y madre de la también religiosa María de Ayala, hija natural
de Pedro I de Castilla, permite estudiar la relación de las mujeres con el poder en la baja
Edad Media castellana desde varios puntos de vista diferentes. En primer lugar,
encontrándose a la cabeza de una institución religiosa de fundación relativamente
reciente, Teresa tuvo la posibilidad de ejercer un poder local, sobre la comunidad
religiosa, y también en un radio de acción más amplio, a través de los contactos que la
institución mantenía con la ciudad y con el conjunto del reino. En segundo lugar, al
pertenecer a un destacado linaje castellano en ascenso en la segunda mitad del siglo
XIV, estuvo directamente relacionada con la media y alta nobleza del momento, a través
de lazos familiares directos y también mediante su matrimonio. Por último, mantuvo un
estrecho contacto con la monarquía, pues estuvo en la corte en diferentes momentos,
intercambió correspondencia con varios monarcas, fue el nexo de unión entre los
descendientes de Pedro I y, sobre todo, desempeñó el papel de amiga y consejera de
cuatro reinas del período: Catalina de Lancáster, esposa de Enrique III de Castilla;
Leonor de castilla, esposa de Fernando de Antequera; María de Castilla, esposa de
Alfonso V de Aragón; y María de Aragón, esposa de Juan II de Castilla.
El último de estos aspectos es aquel en el que indagaremos en el presente trabajo. Las
estrechas relaciones de Teresa de Ayala con las reinas, que pueden estudiarse a través
de la correspondencia epistolar, parcialmente conservada, muestran el grado en que las
mujeres participaban del poder monárquico, ya sea indirectamente en el caso de la
primera, ya directamente en el de las segundas. La naturaleza de estos escritos, de
carácter íntimo y familiar, facilita, además, el análisis de unos, no siempre claros,
límites entre lo público y lo privado en las cortes bajomedievales.
Rafaela Torrents. Los “poderes” de una mujer de clase acomodada en la Cataluña
decimonónica.
Laura Vicente Villanueva (l’IES Manuel de Cabanyes de Vilanova i la Geltrú)
Rafaela Joana Antonia Torrents Higuero, nació en Vilanova i la Geltrú el 8 de marzo de
1838 y era la octava hija de Joan Torrents de Papiol y Ramona Higuero Canalias. Se
casó a los 21 años con Josep Samà, un indiano que volvió a su lugar de origen con 36
años y que, a los siete años de matrimonio, la convirtió en una viuda rica. Era frecuente
que los indianos blindaran a las jóvenes con las que se casaban con una cláusula en el
testamento para que no pudieran volver a casarse. En caso de hacerlo perdían toda la
fortuna. Los “matrimonios de conveniencia” eran una institución fundamental para las
clases acomodadas que de esta manera consolidaban la familia patriarcal asegurando un
cómodo patrimonio. Rafaela quedó embarazada y nació un niño en abril de 1861 que
fue bautizado con el nombre de Salvador, en honor de su tío abuelo Salvador Samà
Martí.
La construcción de un palacete digno de la categoría del matrimonio Samá-Torrents en
el Paseo de Gracia, y los trámites para la adquisición de un título nobiliario, marcaron
los primeros pasos de la pareja para integrarse en la sociedad acomodada barcelonesa.
Josep no llegó a disponer de título nobiliario, aunque sí su viuda, y el palacete de los
Samà acabó siendo un centro de encuentro de la alta sociedad barcelonesa y de los
dirigentes políticos de la Restauración. Josep Samà murió el 14 de mayo de 1866, con
43 años, y su tio Salvador Samà murió, poco después, el 22 de julio del mismo año. La
herencia y el título de marques de Marianao pasaron a un niño de cinco años con una
madre joven, inteligente y ambiciosa. La fortuna que gestionó la joven viuda contenía
una posición económica muy destacada pero además, bien utilizada, podía abrir o cerrar
caminos en el campo de la política. En la Cataluña de la Restauración, la debilidad
organizativa de las fuerzas dinásticas y su disposición clientelar hacía necesario la
creación de ámbitos de influencia personal desde los que poder negociar con otras
facciones el reparto de cargos y recursos. Fue una mujer de negocios, con las
limitaciones propias de la época que no eran pocas, ya que realizó inversiones
inmobiliarias y compró y vendió acciones de diversas empresas.
Esta importancia de las viudas en las relaciones sociales y el prestigio de la familia era
la razón por la que no se veía con buenos ojos que se volvieran a casar, sometiéndolas a
una fuerte presión social para que no lo hicieran y guardaran la ausencia del marido.
Rafaela llegó a ser amiga del político liberal Víctor Balaguer y construyó a través del
afecto, y porque no de la seducción, una relación que nunca llegó a ser de patróncliente, ya que aunque la capacidad de Balaguer de aportar “bienes y servicios” a
Rafaela era muy superior a la de Rafaela, ésta le podía aportar a él compensaciones
afectivas muy valoradas por Balaguer y que no provocaban el desequilibrio que
convierte una “amistad instrumental” en una relación patrón-cliente. La amistad que
unió a Rafaela Torrents y Víctor Balaguer tuvo, de todas formas, un componente
clientelar, que como toda relación de este tipo era indiferente a la ideología, programa o
color del partido en el que hacía su proyección colectiva. Rafaela, como amiga-cliente
esperaba favores personales del amigo-patrón que eran discriminatorios a favor de ella,
o de sus propios amigos, y en contra de otros.
En una sociedad organizada según rígidos patrones de jerarquización y clientelismo (en
la que las relaciones interpersonales tenían un peso considerable), las mujeres estaban
muy implicadas en construir y mantener una red de mecenazgo y parentesco por medio
de diversas actividades. Rafaela ejercía “poderes”, tanto en el campo político como
económico y social. Cierto que ese ejercicio del poder era indirecto y lo ejercía,
normalmente, a través de los hombres (su marido, su hijo, Víctor Balaguer, etc.) pero es
indudable que esta mujer, y las de su clase social, disponían de mecanismos para
ejercerlos. Trataremos de dilucidar los mecanismos y características de dichos poderes.
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