Recurso de amparo presentado al Tribunal Constitucional de

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AL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Doña
, Procuradora de los Tribunales y de Doña
según acredito con copias de escritura de poder, que acompaño como
documento nº 1, ante el Tribunal comparezco y DIGO:
Que, al amparo de lo dispuesto en el artículo 49 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, vengo a formalizar DEMANDA DE RECURSO DE AMPARO
CONSTITUCIONAL, contra los autos de 22 de febrero de 2006 y de 31 de julio de
2006 del Juzgado de Instrucción nº 11 de Palma de Mallorca, y contra el auto de 8 de
marzo de 2007 de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca (cuyos originales y
copia acompaño como documentos nº 2, 3 y 4) y por infracción de los preceptos
constitucionales que se relacionarán en este escrito, y comenzando, para mejor
ilustración del Tribunal, por exponer los siguientes
ANTECEDENTES DE HECHO
El presente recurso de amparo es interpuesto por esta parte para que se reconozca la
vulneración de los derechos fundamentales de los que ha sido víctima Doña
a manos de las autoridades policiales y de los órganos jurisdiccionales. Éstos
han vulnerado su derecho a la tutela judicial efectiva, a no ser víctima de
discriminación, a su dignidad intrínseca como persona y a no sufrir tortura ni tratos o
penas inhumaos o degradantes. Resaltamos que en un Estado democrático y de derecho
no se puede permitir que los derechos de las personas sean violados por quienes
integran los órganos encargados de hacer cumplir la ley y de mantener y respetar el
mencionado Estado de derecho.
nacional
PRIMERO.- El 15 de julio de 2005, mi representada, Doña
de
, con NIE
se encontraba en la calle en la cuidad de Palma de
Mallorca cuando dos agentes de la Policía Nacional se acercaron a ella y le dijeron que
debía marcharse de allí. Los agentes pidieron a mi representada que se identificara, a lo
que ésta accedió. Tras la identificación, y para evitar problemas, mi representada se
marchó del lugar.
Más tarde el mismo día 15 de julio de 2005, sobre las 02,45 horas, Doña
se encontraba igualmente en la calle, cuando vio a los dos agentes de policía
nacional con los que había tenido el encuentro anteriormente, los cuales se desplazaban
en moto. Los agentes se dirigieron hacia ella, y en ese momento Doña
intenta esconderse detrás de un coche, consciente, tras el encuentro anterior, de la
oposición de los agentes a que ésta ejerciera la prostitución en la calle. Los policías se
bajaron de la moto, y al llegar a donde estaba mi representada, le agredieron sin motivo
alguno, golpeándole fuertemente con una porra en el muslo izquierdo y en la muñeca, y
sustrayéndole el teléfono móvil. Mientras tenía lugar la agresión, uno de los agentes le
insultó diciéndole “puta negra fuera de aquí”. Tras esto, uno de los agentes le requirió
la documentación para identificarle, a lo que Doña
le respondió que no
se la entregaría hasta que no le fuera devuelto el teléfono móvil. El agente se lo
devolvió, y Doña
le entregó su identificación. Dicho agente le
amenazó entonces diciéndole que “más le [con]vendría no tener nada pendiente con
la justicia”. Tras aparecer dos policías más que se desplazaban en coche, el agente
devolvió la documentación a mi representada, y se marcharon del lugar1.
Doña
interpuso denuncia verbal ante el Juzgado de Instrucción nº
8 de Palma de Mallorca el 21 de julio de 2005 sobre los hechos que tuvieron lugar
el 15 de julio. Por turno de reparto, el conocimiento de esta causa le correspondió al
Juzgado de Instrucción nº 9.
SEGUNDO.- El día 23 de julio de 2005 mi representada estaba en la calle cuando un
agente de la policía nacional se acercó y le dijo que no podía “trabajar” allí. Mi
representada discutió con él porque veía en esa misma calle a otras personas con
fenotipo europeo, a las cuales el agente no les impedía estar allí. Ante esto, el agente
llamó a otro compañero, que resultó ser el mismo que le había identificado y agredido
en las ocasiones anteriores, el cual le dijo que no podía “trabajar” allí y, discutiendo
Doña
con él, éste le golpeó fuertemente con la porra en la mano y en la
rodilla. Tras esto, los agentes llamaron a un vehículo policial para trasladar a mi
representada a la comisaría, donde intentaron que ésta firmara un documento en el que
decía “resistencia a los agentes de la autoridad”, a lo que ésta se negó.
El 25 de julio de 2005, mi representada presentó una nueva denuncia verbal ante el
Juzgado de Instrucción nº 2 de Palma de Mallorca, Esta segunda denuncia la
acompañaba Doña
con dos partes médicos, uno de ellos de fecha 21 de
julio de 2005, en relación a la agresiones sufridas el 15 de julio y otro de fecha 23 de
julio de 2005, en relación a la agresión sufrida dicho 23 de julio. Por turno de reparto, el
conocimiento de esta causa le correspondió al Juzgado de Instrucción nº 11.
El Juzgado de Instrucción nº 11 dictó auto por el que acordaba la inhibición a favor del
Juzgado de Instrucción nº 9, inhibición que no fue aceptada por este último,
tramitándose, entonces, ambas denuncias de manera independiente.
TERCERO.- El Juzgado de Instrucción nº 9 ofició informe de la Jefatura Superior de
Policía. Dicho informe, con fecha 11 de octubre de 2005, reconoce que el 15 de julio
una dotación uniformada procedió a la identificación de Doña
y que
esta identificación queda registrada en los registros informáticos de la Dirección
General de la Policía. El Jefe Superior de Policía, Elicio Amez Martinez dice que:
“Narra la citada [mi representada] que en fecha 15 de julio de 2005
cuando iba por la calle, que no indica, al ver Funcionarios policiales se
escondió tras un vehículo, consultados los Registros Informáticos de
la Dirección General de la Policía resulta que efectivamente a las
2,30 horas del día citado (…) se procedió a la identificación de la
citada, entre otras mujeres que practican la prostitución callejera en la
zona de la Playa la Palma”.
1
La denuncia de Doña
recoge de manera errónea lo sucedido. Esta parte procedió a
solicitar ampliación de la demanda, entre otras, en el escrito de 14 de octubre de 2005 presentado por
Doña
ante el Juzgado de Instrucción nº 11 de Palma de Mallorca, para que se pudieran
aclarar y ampliar los hechos. No obstante, esto no pudo realizarse, debido a que el Juzgado de Instrucción
no atendió esta petición.
Este mismo informe alega que normalmente se producen “intentos de las diversas
ciudadanas extranjeras en escaparse del control policial, que naturalmente dificulta
e impide el ‘trabajo’ de las personas reseñadas, precisamente como ella misma indica
en su denuncia, al referir que no le dejan ‘trabajar’”. Continúa dicho informe explicando
que:
“La citada, como otras varias más, al darse cuenta de la presencia
policial trataron de eludir su identificación, por lo que trató de
esconderse, más detectada y advertida de las consecuencias de
mantener su actitud obstativa, se procedió a su normal identificación,
actuación durante la cual, por la mera presencia policial con
plasmación externa de su actuación identificativa, se dificulta el
trabajo de las mujeres allí reunidas, al ahuyentar a los posibles
varones que son tentados, por su presencia, a usar de sus
servicios”.
En el informe se hace referencia a una actuación que tuvo lugar el día 21 de julio, fecha
de la segunda denuncia interpuesta por mi representada, en la cual mi representada
aparece como identificada según sus registros informáticos. No obstante, Doña
no declara en ninguna de las dos denuncias haber sido interceptada por los
agentes, ni posteriormente identificada, en dicha fecha de 21 de julio de 2005.
CUARTO.- El Juzgado de Instrucción nº 9, por medio de auto de 17 de octubre de
2005, acordó el sobreseimiento provisional y archivo de la causa, alegando que no
aparecía justificada la perpetración del delito. Este auto no fue notificado a Doña
ni tampoco a su representación procesal porque este órgano no aceptó los
poderes presentados por dicha representación. Frente a este auto, esta parte está
pendiente de personarse y solicitar la notificación, en aras a realizar las actuaciones que
se estimen convenientes.
QUINTO.- El 14 de octubre de 2005, se presentó ante el Juzgado de Instrucción nº 11
de Palma de Mallorca un escrito en nombre de mi representada, donde se solicitaba:
o Ampliación de la denuncia, para lo cual se debería citar a mi
representada en el Juzgado.
o Oficio a la Comisaría de Policía Nacional de Palma de Mallorca
para que remitieran los números de placa de los policías que se
encontraban de servicio la madrugada del día 15 de julio de
2005 y el 23 de julio de 2005. Mi representada desconocía el
número de placa, pero sabía que los agentes se desplazaban en
moto, y uno de ellos era de origen asturiano.
o Rueda de reconocimiento para identificar a los presuntos autores
de los hechos.
El Juzgado de Instrucción nº 11 no atendió a las peticiones que aparecían en el escrito.
SEXTO. - La instrucción por parte de éste consistió en el oficio a la Jefatura Superior
de Policía de un informe, el cual fue recibido por el Juzgado el 28 de diciembre de
2005. Dicho informe señalaba que:
“La denunciante (…) ha presentado anteriormente a la denuncia que
se adjunta otra en términos similares y ambas con la intención de
obtener una impunidad en su medio de obtener ingresos y tratar
de evitar el cumplimiento de las obligaciones inherentes a las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
(…)
Respecto a la fecha que refiere la denunciante no consta
intervención alguna por parte del Cuerpo Nacional de Policía, que
según los registros informáticos solamente se realizaron dos
identificaciones en la Vía Pública en fechas 15-07-2005 y 21-07-2005.
(…)
No constando ni en el sistema informatizado de control a las
personas ni en los Partes de Sala del 091 ni en los Partes de
Ocurrencias de la Comisaría de la Playa de Palma, competente en
aquel sector, intervención alguna que tuviera como sujeto pasivo a
la Sra. SOLOMON.
Es por ello que no se puede identificar a quién no consta intervino,
debiéndose considerar que durante la temporada estival existe un
incremento de dotaciones policiales, tanto pertenecientes a ésta
Jefatura Superior como desplazadas en funciones de refuerzo, si bien
en cada uno de los supuestos pretendidamente ocurridos, según relata
la Sra. SOLOMON, se hubieran producido registros suficientes como
para poder aceptar la existencia de los hechos, cuestión que no consta,
como se ha evidenciado”.
Este informe, firmado por el mismo Jefe Superior de Policía Elicio Amez Martinez, está
en directa contradicción con el informe con fecha 11 de octubre de 2005.
SÉPTIMO. - El 29 de mayo de 2006 se notificó a esta parte un auto de fecha 22 de
febrero de 2006 del Juzgado de Instrucción nº 11 donde se comunicaba el
sobreseimiento provisional y el archivo de la causa, por no aparecer debidamente
justificada la perpetración del delito. Frente a dicho auto se presentó, con fecha 1 de
junio de 2006, recurso de reforma y subsidiario de apelación en base a la vulneración
del derecho a la tutela judicial efectiva y al valor de la declaración de la víctima como
prueba suficiente para enervar la presunción de inocencia.
OCTAVO. - Mediante auto de 31 de julio de 2006, el Juzgado de Instrucción nº 11
desestimó el recurso de reforma al entender que no aparecían en la causa indicios
incriminatorios suficientes sobre la perpetración del delito denunciado. Con fecha 10 de
octubre de 2006 se dictó providencia que dio traslado del recurso de apelación a la
Audiencia Provincial de Palma de Mallorca.
NOVENO.- La Audiencia Provincial de Palma de Mallorca desestimó el recurso de
apelación, mediante auto de 7 de marzo de 2007, al considerar que:
“resulta acertada la decisión recurrida por resultar claramente
insuficientes los datos existentes y los propuestos para formar el juicio
de probabilidad que es preciso para la continuación de la investigación
penal”.
La Audiencia apoya su decisión en el informe de la Jefatura de Policía de 28 de
diciembre de 2005, explicando que en el mismo no consta intervención alguna
respecto a mi representada, y copiando textualmente que la intención de las denuncias
era obtener la impunidad en su medio de obtener ingresos y tratar de evitar las
obligaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
DÉCIMO.- Durante el desarrollo de la causa, se interpusieron el 21 de noviembre de
2006 una queja ante el Defensor del Pueblo y otra ante el Consejo General del Poder
Judicial, debido a la preocupación por esta parte de las vulneraciones al derecho a la
tutela judicial efectiva que se estaban produciendo. Dichas quejas fueron contestadas
por ambos órganos, sin que se atendiera a las peticiones requeridas por esta parte.
PRECEPTOS CONSTITUCIONALES INFRINGIDOS
El presente recurso se articula por los siguientes motivos:
I.- VULNERACIÓN DEL ARTÍCULO 24 DE LA CONSTITUCIÓN QUE
CONSAGRA EL DERECHO A LA TUTELA JUDICIAL EFECTIVA, y como
consecuencia de ello, DEL DERECHO A NO SUFRIR INDEFENSIÓN, POR
QUEBRANTAMIENTO DE LOS PRINCIPIOS DE CONTRADICCIÓN E
IGUALDAD, Y DEL DERECHO A UNA MÍNIMA ACTIVIDAD PROBATORIA.
1) ARGUMENTOS CONSTITUCIONALES
El artículo 24 de la Constitución Española (en adelante CE) consagra el derecho a la
tutela judicial efectiva. La presente demanda entiende que se ha vulnerado el derecho a
la tutela judicial efectiva de Doña
al considerar que las resoluciones
judiciales anteriormente expresadas han causado a mi representada indefensión por
vulneración de los principios de contradicción e igualdad, de su derecho a usar los
medios de prueba suficientes para demostrar los hechos alegados y por la mínima
actividad probatoria desarrollada por el órgano instructor de la causa.
Esta parte conoce la abundante jurisprudencia constitucional (SSTC 199/1996, de 3 de
diciembre; 41/1997, de 10 de marzo; 67/1998, de 18 de marzo; 84/1998, de 20 de abril)
que reitera que el derecho a la tutela judicial efectiva no comprende el derecho de la
parte interesada a la condena del presunto culpable. Así, tal y como se recoge en la STC
67/1998, no existe “un pretendido derecho fundamental a obtener la condena penal de
otra persona ni de (…) instrumentalizar la acción constitucional del amparo, remedio
ideado para la defensa de los derechos fundamentales, con el fin de prolongar
procesalmente el ejercicio del ius puniendi del Estado” (fundamento jurídico 2º).
Mediante el presente recurso, no se pretende una condena de los presuntos
culpables, sino una instrucción efectiva por parte de los tribunales encargados de
ello, para que el derecho a la tutela judicial efectiva de Doña
sea
restituido.
La STC 48/1984, señala que en el art. 24 CE “ocupa un lugar central y
extraordinariamente significativo la idea de indefensión”. La indefensión engloba a
todas las demás violaciones de derechos constitucionales que puedan colocarse en el
marco del art. 24 CE, y “se caracteriza por suponer una privación o una limitación del
derecho de defensa”. Esta parte sabe que el derecho a la defensa lo ostentan las
personas que son acusadas en los procesos. Entendemos que si este principio se aplica a
acusados y procesados, su contenido también debe interpretarse y aplicarse a favor de
quien presenta la demanda penal. Teniendo esto en cuenta, la mencionada STC 48/1987
explica que cuando la privación o limitación del derecho a la defensa tiene lugar en
virtud de pronunciamientos de los órganos jurisdiccionales “entraña mengua del
derecho de intervenir en el proceso en el que se ventilan intereses concernientes al
sujeto, respecto de los cuales la Sentencia debe suponer modificación de una situación
jurídica individualizada, así como del derecho de realizar los alegatos que se estimen
pertinentes para sostener ante el Juez la situación que se cree preferible y de utilizar los
medios de prueba para demostrar los hechos alegados” (fundamento jurídico 1º). La
indefensión supone además un menoscabo de los principios de contradicción y de
igualdad de las partes, y para que ésta alcance la dimensión constitucional que le
atribuye el artículo 24 se requiere que los órganos judiciales hayan impedido u
obstaculizado en el proceso el derecho de las partes a ejercitar su facultad de alegar
y justificar sus pretensiones, esto es, que la sea causada por la incorrecta actuación del
órgano jurisdiccional (STC 40/2002, de 14 de febrero, fundamento jurídico 3º).
El derecho a la tutela judicial efectiva comprende también el derecho a una mínima
actividad probatoria. Afirma la STC 1/1985, de 9 de enero, que “La falta de toda
instrucción priva a la perjudicada de una garantía procesal constitucionalizada en el art.
24.1, pues su derecho no ha obtenido la tutela jurisdiccional, ya que ninguna instrucción
se ha realizado para depurar la verdad (…) Si la garantía procesal penal comprende,
en todo caso, el derecho a promover, y el de participar en la causa, pero también el
que el Juez de Instrucción realice la investigación que el caso requiera, y esto
cualquiera que sea el delito público objeto de la instrucción, la garantía adquiere
una extremada relevancia cuando se trata de la protección de los derechos o
libertades fundamentales, respecto de los cuales nada es trivial o inimportante”
(fundamento jurídico 4º). Así, los jueces deben velar por el buen desarrollo de la fase
probatoria, lo que supone observar que las pruebas sean obtenidas legalmente, que sean
pertinentes para el caso, y que sean útiles, de manera que estén destinadas a esclarecer
los hechos objeto del litigio. La lesión del derecho se produce si la falta de la práctica es
imputable al órgano judicial, y si esa falta genera indefensión material a los recurrentes,
en el sentido de que el Tribunal aprecie la relación entre la práctica de la prueba con los
hechos que se quisieron probar y no se probaron, y la trascendencia de la misma en
orden a posibilitar una modificación del sentido del fallo (SSTC 73/2001, de 26 de
marzo, fundamento jurídico 2º; 183/1999, de 11 de octubre, fundamento jurídico 4º).
2) ARGUMENTOS DE DERECHO INTERNACIONAL
El art. 96 CE señala que los tratados internacionales válidamente celebrados por España,
una vez sean publicados oficialmente, pasarán a formar parte del ordenamiento interno.
Esto supone que las personas que integran los juzgados y tribunales en España, están
obligadas a aplicar de manera directa lo que se establece en los tratados y convenios
internacionales publicados. Por otro lado, España también se ve vinculada por la
jurisprudencia emanada de determinados tribunales internacionales, cuando en virtud de
los tratados y convenios ratificados así se establezca. En adelante, incluiremos
argumentos de derecho internacional en el análisis de cada uno de los derechos
fundamentales que se consideran vulnerados.
En el ámbito internacional, el Convenio Europeo para la protección de los derechos
humanos y las libertades públicas establece en su art. 6 que “Toda persona tiene
derecho a que su causa sea oída equitativa, públicamente y dentro de un plazo razonable
por un tribunal independiente e imparcial, establecido por la ley”. Dicho artículo exige
una investigación eficaz como primer requisito para proteger el derecho del demandante
a un proceso equitativo. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante
TEDH), que de acuerdo con el art. 19 del Convenio Europeo es el encargado de
asegurar el respeto de dicho Convenio por los Estados Parte, ha establecido que la
realización de una investigación criminal “apropiada” es un componente vital de su
deber, y la interrupción en una realización completa de una investigación supone una
negación del derecho al acceso a un proceso equitativo ante una corte o tribunal. En
relación con esto, cabe mencionar el asunto Aydin c. Turquía (Asunto nº 23178/94.
Fallo 25 de septiembre de 1997), que se sustanció ante el TEDH. En este caso se
presentaron dos exámenes médicos como respuesta a la petición del Fiscal y finalmente
se llevó a cabo una pequeña investigación respecto a las alegaciones realizadas. A pesar
de todo, el Tribunal consideró que el Estado había incurrido en una falta en relación con
su deber de realizar una investigación rigurosa.
Cabe mencionar también distintas sentencias del TEDH que consideramos aplicables a
este caso. Así, en el caso Nachova y otros c. Bulgaria, (Asuntos nº 43577/98 y
43579/98. Fallo 6 de julio de 2005) el TEDH señaló la obligación procesal que
concierne a los Estados de hacer “lo que es razonable dado el caso, para obtener y
asegurar la evidencia, investigar todas aquellas maneras de descubrir la verdad y
pronunciar una decisión razonada, imparcial y objetiva, sin omitir hechos sospechosos
que puedan ser indicativos de una violencia inducida por motivos raciales”. Esta
obligación aparece recogida tanto en el artículo 14 como en el artículo 2, ya sean
interpretados conjunta o separadamente.
Es también interesante que el TEDH estima que con el fin de determinar la
responsabilidad del Estado respecto de los actos de violencia racista, el demandante
debe probar, más allá ce cualquier duda razonable, que hubo una conexión causal entre
el acto y las motivaciones raciales; esto tiene que ser probado ante el Tribunal Europeo
de Derecho Humanos. En Salman c. Turquía, (Asunto nº 21986/93. Fallo 27 de junio
de 2000) la Corte invirtió la carga de la prueba en un caso en que todas las evidencias
están bajo el control del propio Estado, por ejemplo, cuando una persona es asesinada
estando detenida.
En el caso Bekos y Koutropoulos c. Grecia, (Asunto nº 15250/02. Fallo 13 de marzo
de 2006) el TEDH estableció que “cuando la prueba demuestra la existencia de un
abuso verbal racista usado por los cuerpos y fuerzas del Estado en relación con el trato
degradante de las personas detenidas pertenecientes a una minoría étnica o de otro tipo,
una investigación meticulosa de los hechos debe ser asumida para descubrir los posibles
motivos raciales”. En particular, sobreentiende el Tribunal que existe un deber del
Estado de investigar y verificar cualquier alegación de uso de un lenguaje racista.
3) CONTEXTO EN EL QUE TUVIERON LUGAR LOS HECHOS: EL RACISMO,
EL SEXISMO, EL ABUSO POLICIAL Y LA FALTA DE JUSTICIA EN ESPAÑA
Los jueces de instrucción no sólo ignoraron las afirmaciones de Doña
sino también el contexto en el que ocurre este caso particular. No es secreto que el
abuso policial y sus manifestaciones racistas y sexistas existen, que estos casos apenas
se investigan, y que los resultados de dichas investigaciones son poco transparentes.
Esta situación generalizada ha sido documentada en diversos informes que apoyan el
presente recurso. Así, el informe del año 2002 sobre España de la Comisión Europea
contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), menciona que “En los últimos años ha
aumentado el número de alegaciones de mala conducta policial hacia las minorías
étnicas o los extranjeros. Tales alegaciones incluyen controles discriminatorios y
palabras insultantes o abusivas, pero también violencia y malos tratos, que en
algunos casos se han cobrado víctimas mortales. La ECRI teme que ciertos grupos de
personas, incluidos extranjeros (…) sean más susceptibles de ser víctimas de este
comportamiento, ya que, no obstante la existencia de leyes y códigos que pretenden
ofrecer protección contra la discriminación o la conducta arbitraria de los agentes
estatales, la discriminación racial suele ser frecuente (…) Si bien las víctimas de estos
incidentes muchas veces no presentan oficialmente una queja, es bien sabido que
apenas se investigan los incidentes, y que los resultados de dichas investigaciones
policiales son poco transparentes. En muchos casos se presentan contradenuncias o se
amenazan a los que pretenden presentar una queja de malos tratos contra los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley (…) La ECRI pone de relieve la
necesidad apremiante de mejorar la respuesta de los mecanismos de control internos y
externos a las quejas sobre el comportamiento racista o discriminatorio por parte de la
policía”2.
El posterior informe de la ECRI sobre España, del año 2005, explica que numerosos
informes recibidos por distintas organizaciones afirmaban que “los miembros de las
minorías étnicas eran desproporcionadamente objeto de detenciones, controles de
identidad y registros por parte de los representantes de las fuerzas del orden”, siendo
uno de los grupos más afectados por esta práctica el de los inmigrantes del África
subsahariana, como es el caso de mi representada3. El párrafo 88 de este documento
reitera que los no ciudadanos “víctimas de malos tratos infligidos por las fuerzas
policiales raramente presentan quejas formales. Cuando éstas se presentan, apenas
se investigan los incidentes y los resultados de las investigaciones policiales son
poco transparentes”4. Finalmente, la ECRI “insta a las autoridades españolas a que
2
Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia. Segundo informe sobre España. 13 de diciembre
de 2002. Párrafos 38 y 39
3
Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia. Tercer informe sobre España. 14 de junio de
2005. Párrafo 18
4
Ídem. Párrafo 88
hagan justicia y castiguen a todos los responsables de actos de violencia racial y
xenófoba contra los inmigrantes”5.
4) APLICACIÓN AL CASO CONCRETO
Esta parte considera que las resoluciones recurridas en el presente recurso causaron
indefensión a Doña
por varios motivos. En primer lugar, su derecho a
hacer uso de los medios de prueba que estime necesarios fue vulnerado. Así, los
órganos jurisdiccionales no realizaron las pruebas propuestas por su representación
en el escrito presentado ante el Juzgado de Instrucción nº 11 con fecha 14 de octubre de
2005, sino que se limitaron a oficiar informes de la Jefatura Superior de Policía. Por
otro lado, los principios de igualdad y contradicción fueron vulnerados, pues dichos
informes, que fueron la única actuación del órgano instructor, provenían del mismo
cuerpo al que pertenecían los supuestos culpables de los hechos denunciados, lo que
coloca a mi representada en situación de inferioridad pues los órganos jurisdiccionales
sólo conocieron la versión de los hechos de una de las partes, sin que oyera a mi
representada ni se intentara profundizar en su versión de los hechos. Los jueces dieron
total credibilidad a los informes de la Jefatura de Policía frente a las declaraciones de mi
representada, aún cuando estos informes presentaban inconsistencias y afirmaciones
claramente fuera de lugar.
Por otro lado, los informes de la Jefatura Superior de Policía de los días 11 de
octubre y 28 de diciembre de 2005 se contradicen entre sí. El primero señala que sí
existió identificación los días 15 y 21 de julio de 2005, y se explica que lo que Doña
pretendía era eludir que los agentes le identificaran. El segundo
informe, de 28 de diciembre, afirma que no existió intervención alguna por parte del
Cuerpo Nacional de Policía las fechas que señalaba mi representada, que en los sistemas
informáticos no aparecía registrada ninguna intervención que tuviera como sujeto
pasivo a mi representada, y que la intención de ésta era gozar de impunidad en su medio
de obtener ingresos y evitar las obligaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado. Por otro lado, no se manifiestan acerca de si existió o no identificación o
detención de Doña
el día 23 de julio de 2005, lo que hace que exista
una laguna importante, si se tiene en cuenta que ese día aparece en la segunda denuncia
verbal de mi representada como el señalado en que se produjo la segunda agresión.
Esta parte quiere señalar que mi representada se encontraba en situación
administrativa regular, con tarjeta de residencia y trabajo, de manera que cuando
intentaba eludir a la policía no era para evitar que le identificaran, sino para evitar
ser agredida por los agentes. Por otro lado, tampoco pretendía obtener impunidad
alguna, pues la prostitución no es delito de acuerdo con la normativa española, así
que no tenía temor de poder ser castigada la actividad que estaba realizando.
Los órganos jurisdiccionales cuyos autos se recurren en el presente recurso, ignoraron la
solicitud de mi representada de ampliar la demanda, y tampoco atendieron a la solicitud
de prueba de realizar una rueda de reconocimiento, ya que mi representada podía haber
identificado a los presuntos autores.
Sabe esta parte que para determinar si existen indicios incriminatorios, los órganos
judiciales deben atender, entre otros, a la veracidad de los hechos. Cuando la presunta
5
Ídem. Párrafo 47
víctima denuncia unos hechos, su declaración es suficiente para enervar la presunción
de inocencia de los presuntos culpables. Exige la jurisprudencia una serie de requisitos
para que el testimonio de la víctima pueda ser considerado apto para destruir la
presunción de inocencia. Estos son la ausencia de incredibilidad subjetiva, la
observación de las características físicas o psicoorgánicas de la denunciante, la
inexistencia de móviles, la verosimilitud del testimonio, y la persistencia de la
incriminación. En el presente caso, se cumplen todos estos requisitos, por lo que la
declaración de mi representada sería suficiente para enervar la presunción de inocencia
de los presuntos culpables.
Sumado a todo lo expuesto, los tribunales encargados de la investigación de los hechos
no realizaron investigación alguna en relación con los insultos racistas que recibió mi
representada. Debe hacerse mención aquí del informe sobre España del año 2000 del
Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD), cuyo párrafo 6 señala
su preocupación por el “escasísimo número de casos tratados como incidentes de
discriminación racial en los tribunales nacionales”6. En esta misma línea se
pronuncia la ECRI en su informe del año 2002, donde señala que “la dimensión racial
de los delitos cometidos suele pasarse por alto (…) el componente racista de todos
los delitos debería reconocerse y reflejarse en la respuesta oficial a tales delitos,
incluidos los enjuiciamientos, aun cuando el racismo no sea el único motivo
identificable de un delito”7. En su informe posterior sobre España, la ECRI, reiteró su
llamamiento “a las autoridades españolas para que estudien los posibles patrones de
discriminación a los que se enfrentan los grupos minoritarios en el sistema de
justicia penal” y “para que mejoren la respuesta de los mecanismos de control internos
y externos a las quejas presentadas sobre el comportamiento racista o racialmente
discriminatorio por parte de la policía” 8.
II.- QUEBRANTAMIENTO DEL PRINCIPIO DE IGUALDAD ANTE LA LEY
CONSAGRADO EN EL ARTÍCULO 14 DE LA CONSTITUCIÓN, y como
consecuencia del mismo, del DERECHO A NO SER DISCRIMINADO POR
RAZÓN DE NACIMIENTO, RAZA, SEXO, RELIGIÓN, OPINIÓN O
CUALQUIER OTRA CONDICIÓN O CIRCUNSTANCIA PERSONAL O
SOCIAL, del también artículo 14 de la Constitución, causado por la actuación
policial y los órganos jurisdiccionales.
1) ARGUMENTOS CONSTITUCIONALES
El principio de igualdad viene recogido en el art. 14 de la CE. La presente demanda
entiende que se ha vulnerado el principio de igualdad de mi representada, pues ésta fue
víctima de una agresión por motivos de raza, sexo, y condición o circunstancia personal
o social, recibiendo insultos tales como “puta negra”, por parte de las autoridades
españolas, sin que en ningún caso las resoluciones impugnadas en este recurso
mencionaran nada acerca de esto.
6
CERD/C/304/Add. 95. Observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación
Racial. Informe sobre España. 19 de abril de 2000. Párrafo 6
7
Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia. Segundo informe sobre España. 13 de diciembre
de 2002. Párrafos 26 y 27
8
Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia. Tercer informe sobre España. 14 de junio de
2005. Párrafos 19 y 92
El precepto constitucional que regula este principio de igualdad enumera dos
enunciados, la “igualdad ante la ley” y la prohibición de discriminación “por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social”.
Paradigma del análisis de este derecho lo constituye la STC 13/2001, de 29 de enero.
Dicha sentencia afirma en su fundamento jurídico 7º que “en la STC 126/1986, de 22 de
octubre (FJ 1), calificó la discriminación racial de perversión jurídica, y en la STC
214/1991, de 11 de noviembre, hemos rechazado rotundamente que, bajo el manto
protector de la libertad ideológica (art. 16 CE) o de la libertad de expresión (art. 20 CE),
puedan cobijarse manifestaciones, expresiones o campañas de carácter racista o
xenófobo, «puesto que … ello es contrario no sólo al derecho al honor de la persona o
personas directamente afectadas, sino a otros bienes constitucionales como el de la
dignidad humana (art. 10 CE), que han de respetar tanto los poderes públicos como los
propios ciudadanos, de acuerdo con lo dispuesto en los arts. 9 y 10 CE. La dignidad
como rango o categoría de la persona como tal, del que deriva y en el que se proyecta el
derecho al honor (art. 18.1 CE), no admite discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza o sexo, opiniones o creencias. El odio y el desprecio a todo un
pueblo o a una etnia (a cualquier pueblo o a cualquier etnia) son incompatibles con el
respeto a la dignidad humana, que sólo se cumple si se atribuye por igual a todo
hombre, a toda etnia, a todos los pueblos». Y si bien las aludidas manifestaciones las
efectuábamos en relación con el ataque al honor dirigido contra todo un pueblo (en el
caso considerado, el judío), tal rechazo absoluto es predicable también de aquellas
conductas que, proyectadas sobre un solo individuo, encuentran su motivación en la
pertenencia de éste a un determinado grupo racial, étnico o religioso. Finalmente en la
STC 176/1995, de 11 de diciembre, (FJ 4, párrafo 4) tuvimos ocasión de afirmar, como
colofón de todo el razonamiento desarrollado en ella, que el mensaje racista está en
contradicción abierta con los principios de un sistema democrático de convivencia
pacífica”.
En su fundamento jurídico 8º, esta sentencia explica que el art. 14 CE prohíbe tanto la
discriminación patente, que es el tratamiento jurídico manifiesta e injustificadamente
diferenciado y desfavorable de unas personas respecto a otras, como la discriminación
encubierta, que es el tratamiento formal o aparentemente neutro o no discriminatorio del
que se deriva, por las circunstancias del hecho concreto, un impacto adverso sobre la
persona objeto de la actuación constitucionalmente censurable en cuanto la medida que
da lugar al impacto adverso no aparece justificada o no es idónea para conseguir el
mencionado objetivo.
Como explica la STC 145/1991, “En relación con el tratamiento diferenciado de una
persona en razón de su sexo, conviene recordar que, como este Tribunal ha declarado,
«la virtualidad del art. 14 C.E. no se agota en la cláusula general de igualdad que inicia
su contenido, sino que también persigue la interdicción de determinadas diferencias,
históricamente muy arraigadas, que, tanto por la acción de los poderes públicos
como por la práctica social, han situado a amplios sectores de la población en
posiciones no sólo desventajosas, sino abiertamente contrarias a la dignidad de la
persona que reconoce el art. 10 C.E.»” (fundamento jurídico 2º). Continúa la
sentencia afirmando que “La prohibición constitucional de discriminación por
características personales y en particular por el sexo, como signo de pertenencia de la
mujer a un grupo social determinado objeto históricamente de infravaloración social,
económica y jurídica, se conecta también con la noción sustancial de igualdad. (…).
Ello implica que cuando ante un órgano judicial se invoque una diferencia de trato
basada en las circunstancias que el citado precepto considera discriminatorias -en
este caso, el sexo- y tal invocación se realice precisamente por una persona
perteneciente al colectivo tradicionalmente castigado por esa discriminación -en
este caso, las mujeres-, el órgano judicial no puede limitarse a valorar si la
diferencia de trato tiene, en abstracto, una justificación objetiva y razonable, sino
que debe entrar a analizar, en concreto, si lo que aparece como una diferenciación
formalmente razonable no encubre o permite encubrir una discriminación
contraria al art. 14 C.E” (fundamento jurídico 2º).
2) ARGUMENTOS DE DERECHO INTERNACIONAL
El derecho a la igualdad y a estar libre de discriminación por una serie de motivos,
incluyendo raza, sexo, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o
social, es uno de los pilares más importantes de todos los derecho humanos y aparece
recogido en la gran de los instrumentos internacionales de derechos humanos, tales
como la Declaración Universal de Derechos Humanos (Art. 7), el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (Art. 2), la Convención Internacional sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación Racial (Art. 2 a y art. 7), la Convención para la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Art. 2 c, d y e) y el
Convenio Europeo de Derechos Humanos (Art. 14).
La Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer, que fue ratificada por España el 17 de julio de 1980, dice en su artículo primero
que la expresión “discriminación contra la mujer denotará toda distinción, exclusión o
restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el
reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil,
sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las
libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en
cualquier otra esfera”.
3) CONTEXTO EN EL QUE TUVIERON LUGAR LOS HECHOS: LA
DISCRIMINACIÓN PATENTE EN ESPAÑA
En el informe del CERD de 1996, sobre España, este Comité “expresa su preocupación
por las crecientes manifestaciones de racismo, xenofobia y discriminación contra
extranjeros, solicitantes de asilo y miembros de la comunidad gitana. Observa con
honda preocupación que los indicios de actitudes racistas en agentes de la policía y
de la guardia civil parecen aumentar, pero el número de condenas resultantes de
esos incidentes no parece aumentar en proporción” y “recomienda que las
autoridades españolas adopten urgentemente más medidas para tajar y castigar
los actos racistas y la xenofobia en todas sus formas” y “que se garantice el goce por
todos, sin discriminación, de los derechos enumerados en el artículo 5 de la
Convención”9.
9
CERD/C/304/Add. 8. Observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación
Racial. Informe sobre España. 28 de marzo de 1996. Párrafos 9, 17 y 18
El posterior informe del CERD, del año 2000, manifiesta nuevamente la preocupación
del Comité por los informes que afirman que es común la discriminación contra las
personas de origen extranjero, y hace mención en concreto a la preocupación “sobre
comportamiento racista de agentes de la policía y de la Guardia Civil, se pide al
Estado Parte que, en su próximo informe, dé a conocer toda evaluación que se haya
hecho de la eficacia de los planes de formación sobre no discriminación destinados a los
agentes”10.
También cabe mencionar el informe de la Red ENAR (European Network Against
Racism), del año pasado, que afirmaba que “Las principales víctimas de racismo en
España son las personas gitanas y las personas extranjeras”11.
4) APLICACIÓN AL CASO CONCRETO
Doña
fue agredida por dos agentes de la policía en una calle
concurrida. Las agresiones fueron acompañadas en una de las ocasiones de un insulto tal
como “puta negra”. Tal y como advierte la STC 13/2001, el rechazo a la
discriminación racial es absoluto por parte de nuestros órganos jurisdiccionales.
Además, tal y como declaró mi representada [en su denuncia de 25 de julio explica que
discutió con un agente porque ella veía como éste no decía nada a otras mujeres que
estaban ejerciendo la prostitución, sino que le increpaba a ella exclusivamente], este
tipo de trato por parte de las autoridades se limitaba a un colectivo determinado,
que no es otro que el de las prostitutas negras.
Esta parte conoce que los insultos racistas deben ser probados por medio de una
investigación eficaz realizada por los órganos jurisdiccionales. Si leemos los
pronunciamientos de los tribunales que son impugnados por el presente recurso,
podemos observar que ninguno de ellos hace mención a dicho insulto, lo que hace
presuponer a esta parte que no se realizó investigación alguna a este respecto,
continuando así la vulneración de este derecho, esta vez por parte de las autoridades
judiciales encargadas de garantizar los derechos fundamentales de todas las personas,
incluyendo a las mujeres negras, inmigrantes y prostitutas, a quienes también se les
reconocen sus derechos fundamentales bajo el sistema constitucional español.
Junto a esta discriminación racial, queda patente que existe una discriminación en razón
del sexo de mi representada. Así, el informe de la Jefatura Superior de Policía de 11 de
octubre dice explícitamente que los controles policiales dificultan el trabajo “de las
mujeres allí reunidas, al ahuyentar a los posibles varones que son tentados, por su
presencia, a usar de sus servicios”.
En el presente caso, los órganos jurisdiccionales no se plantearon siquiera la posibilidad
de que existiera una discriminación en razón del sexo de mi representada. Esta parte
entiende que la discriminación por motivos de sexo en este caso queda patente en el
informe de la Jefatura Superior de Policía de 11 de octubre de 2005, al afirmar que los
hombres son tentados por las mujeres que se prostituyen, puesto que con dicha
afirmación se culpabiliza y responsabiliza de manera directa a la mujer por el
hecho de que un hombre adulto decida solicitar los servicios de una prostituta.
10
CERD/C/304/Add. 95. Observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación
Racial. Informe sobre España. 19 de abril de 2000. Párrafos 9 y 11
11
Informe de la Red ENAR. 20006. Página 4
Cuando una persona quiere solicitar los servicios de una mujer que ejerce la
prostitución, es una decisión que toma por sí sola, y no porque las mujeres que se
prostituyen le induzcan a ello. Igualmente, el insulto “puta negra” encierra una
connotación claramente discriminatoria, no sólo por razón de raza (según se ha alegado
antes) sino también por razón de sexo.
Respecto a la forma en que se llevó a cabo la identificación de mi representada,
nuevamente debemos hacer mención a la STC 13/2001, que señala que los controles de
identidad deben realizarse “de forma proporcional, respetuosa, cortés y, en definitiva,
del modo que menos incidencia genere en la esfera del individuo”, puesto que de lo
contrario se encubriría “un móvil racista o xenófobo en la decisión misma de
ejercitar dichas funciones o en el modo concreto en que, atendidas las
circunstancias, se llevan a cabo” (fundamento jurídico 8º). Volvemos de nuevo a
afirmar que la identificación de mi representada no se hizo como obliga la sentencia,
sino, todo lo contrario, fue desproporcionada, descortés, irrespetuosa, y acompañada de
trato vejatorio, prueba de ello son las agresiones e insultos y amenazas que los agentes
le profirieron.
En la misma STC 13/2001, el tribunal entendió que la actuación de los agentes en ese
caso fue correcta, pues “los funcionarios policiales desplegasen su actuación de forma
desconsiderada, ofensiva o gratuitamente obstaculizante de la libertad de circulación de
la demandante de amparo, pues la intervención se prolongó únicamente lo
imprescindible para lograr la identificación”. En nuestro caso en cambio mi
representada fue parada por los agentes en distintas ocasiones en un plazo de 9
días, y trasladada en una de las ocasiones a dependencias policiales. Esta parte no
entiende cómo se puede parar a una misma persona en un plazo de nueve días, teniendo
en cuenta que, además, el segundo control de identidad lo realizó el mismo agente días
después, y considera que en este caso se vulneró la libertad de circulación de mi
representada, pues incluso se le obligó a trasladarse a dependencias policiales,
prolongando innecesariamente la identificación, de manera que se actuó de manera
contraria a lo que el TC establece en su sentencia.
Por último, el fundamento jurídico 10º de la STC 13/2001 se menciona que los
controles de identidad deben ajustarse al principio de proporcionalidad. En el caso de
los que constituyen los antecedentes del presente recurso, la identificación carece de
cualquier proporcionalidad, por los argumentos ya expresados anteriormente, lo que otra
vez vulnera el principio de igualdad. Por tanto, no cabe más que concluir que los
agentes actuaron motivados por un móvil racista y discriminatorio, por ser mi
representada una mujer negra que ejercía la prostitución.
Por otro lado, las actuaciones de los jueces que desestimaron las denuncias recurridas
por este recurso, también fueron discriminatorias, pues dieron total credibilidad a los
informes policiales contradictorios, frente a las acusaciones de una prostituta negra e
inmigrante. La discriminación empezó con la conducta de la policía, y ha continuado
desde entonces por la falta de tutela judicial efectiva.
III.- VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA DIGNIDAD DE LA PERSONA,
RECOGIDO EN EL ARTÍCULO 10 DE LA CONSTITUCIÓN
1) ARGUMENTOS CONSTITUCIONALES
La presente demanda entiende que se ha vulnerado el derecho a la dignidad de Doña
El art. 10.1 de la CE establece que “La dignidad de la persona, los
derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el
respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la
paz social”.
La dignidad de la persona es un valor jurídico absoluto que no admite grados, lo que
significa que todos los seres humanos, por el hecho de ser personas, son iguales en
dignidad, y no se puede considerar a nadie más digno que a otro, ni devaluar la dignidad
de los grupos de personas y considerarlos de inferior condición con respecto a los
demás. Así, como señala la STC 53/1985, de 11 de abril, la relevancia y la
significación superior de este valor, y del recogido en el art. 15 del texto
constitucional, que consagra el derecho a la vida y a la integridad, y a no ser sometido a
tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes, “se manifiesta en su colocación
misma en el texto constitucional, ya que el artículo 10 es situado a la cabeza del título
destinado a tratar de los derechos y deberes fundamentales, y el artículo 15 a la cabeza
del capítulo donde se concretan estos derechos, lo que muestra que dentro del sistema
constitucional son considerados como el punto de arranque, como el prius lógico y
ontológico para la existencia y especificación de los demás derechos” (fundamento
jurídico 3º).
Analizando el contenido del apartado primero de este esencial artículo, observamos
que la dignidad de la persona constituye el valor inherente de la misma, que consiste en
el derecho de cada cual a determinar libremente su vida de forma consciente y
responsable y a obtener el correspondiente respeto por parte de los demás, como
se estableció en la STC 53/1985, de 11 de abril, fundamento jurídico 8º. La dignidad de
la persona debe permanecer inalterada cualquiera que sea la situación en la que ésta se
encuentre, constituyendo en consecuencia un mínimo invulnerable que todo estatuto
jurídico debe asegurar (SSTC 120/1990, de 27 de junio, fundamento jurídico 4º;
57/1994, de 28 de febrero, fundamento jurídico 3º).
2) ARGUMENTOS DE DERECHO INTERNACIONAL
Son numerosos los textos internacionales que hacen mención a la dignidad intrínseca de
la persona. Entre ellos nos encontramos la Declaración Universal de Derechos
Humanos, cuyo art. 1 dice que “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse
fraternalmente los unos con los otros”. También el art. 10.1 del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos explica que “Toda persona privada de libertad será tratada
humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.
Igualmente, la Carta de Naciones Unidas nos dice en su exposición de motivos que los
Estados Parte se comprometen a “reafirmar la fe en los derechos fundamentales del
hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de
hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas”. Por su parte, la Convención
para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer nos recuerda
que “la discriminación contra la mujer viola los principios de la igualdad de derechos y
del respeto de la dignidad humana”.
3) APLICACIÓN AL CASO CONCRETO
En este caso, la dignidad de Doña
fue vulnerada por los agentes de la
autoridad, que se dirigieron hacia ella con insultos tales como “puta negra”, y que le
agredieron con las porras produciéndole lesiones en diversas partes de su cuerpo.
Dichos agentes, así como el Juzgado de Instrucción nº 11 y la Audiencia Provincial de
Palma de Mallorca a través de sus resoluciones, vulneraron su derecho a determinar
libremente su vida y a obtener el respeto de los demás por considerar que la
actitud de mi representada respondía “a la intención de obtener una impunidad en
su medio de obtener ingresos y tratar de evitar el cumplimiento de las obligaciones
inherentes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”, impunidad que, por
otra parte, y como ya se ha dicho anteriormente, no debía ser pretendida por mi
representada si tenemos en cuenta que el ejercicio de la prostitución en España no está
prohibido, por lo que su actuación no era en sentido alguno ilegal ni contradecía
ninguna norma establecida. Cabe mencionar el Código Penal español, cuyo Capítulo V
del Título VIII recoge los delitos relativos a la prostitución y la corrupción de menores,
sin que ninguno de los artículos de dicho capítulo establezca responsabilidad penal para
la persona que ejerce la prostitución.
Los pronunciamientos de los órganos jurisdiccionales muestran cómo se juzgó la
actividad que estaba realizando Doña
El ejercicio de la prostitución
está mal visto en nuestra sociedad, y la actitud de las autoridades va encaminada a evitar
la visibilización de este fenómeno. Esto último supone una vulneración de la dignidad
de mi representada, si tenemos en cuenta que el intento de invisibilizar la prostitución
conlleva un maltrato hacia las personas que la ejercen, no sólo por parte de los
ciudadanos de a pie, sino también, y principalmente, de las autoridades y órganos
jurisdiccionales. En el presente caso no se respetó a mi representada, sino que los
tribunales, a la hora de resolver la causa, realizaron un implícito juicio moral negativo
sobre la actividad que ejercía legalmente Doña
en el momento en que
ocurrieron los hechos, juicio moral irrelevante a los efectos de tramitar la instrucción
penal, conculcando de esta manera los principios básicos del Estado democrático de
Derecho.
IV.- VULNERACIÓN DEL DERECHO A LA INTEGRIDAD FÍSICA Y MORAL,
Y A NO SER SOMETIDO A TORTURA NI A PENAS O TRATOS
INHUMANOS O DEGRADANTES, RECOGIDO EN EL ARTÍCULO 15 DE LA
CONSTITUCIÓN
1) ARGUMENTOS CONSTITUCIONALES
El art. 15 CE reconoce el derecho de toda persona a la vida y a la integridad, así como a
no ser sometidos a tortura y penas o tratos degradantes. El derecho a la integridad, junto
con el derecho a la vida, son los derechos más básicos y primarios de todos los
reconocidos en el texto constitucional, constituyendo aquel, en su doble dimensión
física y moral, una garantía de la plena inviolabilidad del ser humano que sienta las
bases de la construcción individual y social.
La STC 120/1990, de 27 de junio, fundamento jurídico 8º que el art. 15 de la CE
garantiza el derecho a la integridad física y moral, el cual protege la inviolabilidad
de la persona frente a los ataques dirigidos a lesionar su cuerpo o espíritu, y
también contra toda intervención en estos bienes que carezca del consentimiento de su
titular (Ver también STC nº 137/1990, de 19 de julio, fundamento jurídico 6º; STS nº
819/2002, de 8 de mayo, fundamento jurídico 3º).
Respecto a la integridad moral, “La jurisprudencia constitucional interpreta el concepto
de integridad moral desde la idea de la inviolabilidad de la personalidad humana, es
decir, del derecho a ser tratado como persona y no como cosa” (STS 213/2005, de
22 de febrero, fundamento jurídico 5º).
En cuanto a la tortura y los tratos inhumanos o degradantes, la STC 120/1990, de 27 de
junio, fundamento jurídico 9º, explica que “«Tortura» y «tratos inhumanos o
degradantes» son, en su significado jurídico, nociones graduadas de una misma
escala que, en todos sus tramos, denotan la causación, sean cuales fueren los fines, de
padecimientos físicos o psíquicos ilícitos e infligidos de modo vejatorio para quien los
sufre y con esa propia intención de vejar y doblegar la voluntad del sujeto paciente”.
La visión constitucional está claramente desarrollada en el art. 174 del Código Penal
español, que establece que “Comete tortura la autoridad o funcionario público que,
abusando de su cargo, y con el fin de obtener una confesión o información de cualquier
persona o de castigarla por cualquier hecho que haya cometido o se sospeche que ha
cometido, o por cualquier razón basada en algún tipo de discriminación, la sometiere a
condiciones o procedimientos que por su naturaleza, duración u otras circunstancias, le
supongan sufrimientos físicos o mentales, la supresión o disminución de sus facultades
de conocimiento, discernimiento o decisión, o que de cualquier otro modo atenten
contra su integridad moral”.
2) ARGUMENTOS DE DERECHO INTERNACIONAL
También la prohibición de la tortura y de los tratos inhumanos o degradantes aparece
reflejada en la normativa internacional. De acuerdo con la Declaración Universal,
“Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.”
(Art. 5). En iguales términos aparece esta prohibición en el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, que señala que “Nadie será sometido a torturas ni a penas
o tratos crueles, inhumanos o degradantes.” En particular, nadie será sometido sin su
libre consentimiento a experimentos médicos o científicos (Art. 7) y en el Convenio
Europeo para la Protección de los Derechos Fundamentales y las libertades Públicas,
que en su Art. 3 dice que “Nadie podrá ser sometido a tortura ni a penas o tratos
inhumanos o degradantes”.
Es obligatorio hacer mención especial en este momento a la Convención contra la
Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de 10 de diciembre
de 1984 (ratificada por España el 21 de octubre de 1987, y en vigor desde el 20 de
noviembre de 1987). Ésta define la tortura como “todo acto por el cual se inflija
intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, con el fin de obtener de
ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a
otros, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos
dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya o con su consentimiento o
aquiescencia” (Art. 1.1). Esta Convención extiende sus garantías a “otros actos que
constituyan tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes y que no lleguen a ser
tortura tal como se define en el Art. 1”.
3) APLICACIÓN AL CASO CONCRETO
En el presente caso, Doña
fue golpeada e insultada en la vía pública
por los agentes de la autoridad (existen partes médicos de días posteriores a las
agresiones, donde queda constancia de que mi representada había sufrido lesiones), sin
que en los autos que se recurren se hiciera mención alguna a esto. Por otro lado, tal y
como se deduce de la lectura del auto de la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca,
dicho Tribunal tuvo en cuenta la actividad que mi representada estaba realizando en el
momento de sufrir las agresiones, a la hora de dictar sentencia. Esto es así, pues en el
auto se puede leer la copia de un extracto del informe de la Jefatura Superior de Policía
donde se indica que “la interposición de ambas denuncias obedecería a la intención de
obtener una impunidad en su medio de obtener ingresos y tratar de evitar el
cumplimiento de las obligaciones inherentes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado”. Cabe mencionar aquí el Informe del Comisario para los Derechos Humanos,
Gil-Robles, donde señala la preocupación de diversas ONG “por lo que consideran un
incremento de la tortura y malos tratos infligidos por miembros de las fuerzas y cuerpos
de seguridad de Estado”, pues “tan sólo un porcentaje reducido de casos de tortura o
malos tratos termina en una denuncia y aún menos en una condena penal”12.
Esta parte considera que la actitud de los agentes tenía como fin evitar que Doña
ejerciera la prostitución callejera, lo cual les llevó a tratarla de manera
vejatoria y degradante, golpeándole e insultándole. Esto, de acuerdo con la
jurisprudencia arriba enunciada, supone un trato degradante hacia mi representada y una
vulneración de su derecho a la integridad física y moral, lo cual no fue tenido en cuenta
por el Juzgado de Instrucción nº 11 ni por la Audiencia a la hora de dictar el auto.
En virtud de todo lo cual,
SOLICITO AL TRIBUNAL que, teniendo por presentado este escrito, en tiempo y
forma, con los documentos y copias que se acompañan, tenga por interpuesta
DEMANDA DE RECURSO DE AMPARO CONSTITUCIONAL por la vulneración
de los artículos 24, 14, 10 y 15 de la Constitución en que, presuntamente, incurren las
resoluciones impugnadas, dictadas por el Juzgado de Instrucción nº 11 y la Audiencia
Provincial de Palma de Mallorca, admita a trámite el presente recurso, se sirva de
reclamar a dichos órganos judiciales la totalidad de la actuaciones que dieron lugar a
dichas resoluciones, y, tras los trámites oportunos, dicte sentencia estimatoria del
presente recurso, por la que se otorgue a mi representada el siguiente amparo:
1.- Reconocer que ha existido vulneración de los siguientes derechos de mi
representada: del derecho a la tutela judicial efectiva, y que, por tanto, se debe restituir
dicho derecho a mi representada a través de una instrucción real y efectiva que permita
12
Informe de Álvaro Gil-Robles, Comisario para los Derechos Humanos, sobre su visita a España. 10-19
de marzo de 2005. Párrafo 8
determinar si tuvieron lugar los hechos que esta relata; del derecho a no ser
discriminada por razón de raza, sexo o cualquier otra circunstancia o condición personal
o social de mi representada; del derecho a la dignidad intrínseca de la persona de mi
representada; del derecho a la integridad física y moral, y a vivir una vida libre de
tortura y de tratos inhumanos o degradantes; vulnerados todos ellos por la actuación
policial y por la actuación de los órganos jurisdiccionales recurridos.
2.- Que se anulen las resoluciones recurridas, a saber los autos del Juzgado de
Instrucción nº 11 de fecha 22 de febrero de 2006 y 31 de julio de 2006, y el auto de la
Audiencia Provincial de Palma de Mallorca de 7 de marzo de 2007.
3.- Que se determine la reapertura de la investigación de los hechos para que se tomen y
valoren apropiadamente las pruebas solicitadas.
Por ser de justicia que pido en Madrid, a 3 de abril de 2007.
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