Retiro Hna. Victoria - Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón

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Hospitalarias del Sagrado Corazón
Roma, 3 de mayo, 2012
Retiro
Mira que estoy a la puerta y llamo
Apoc 3, 20
En la carta convocatoria de vuestro Capitulo del 8 de diciembre la Hna Camino os
decía: “Quiero hacer mía y recalcar la invitación que nos hace el mismo número (se
refiere al número de delegadas) a la oración incesante, junto con las actitudes de
pobreza y caridad fraterna para que el Capítulo sea realmente un “acontecimiento
congregacional y eclesial” Y luego compartía lo que el tiempo litúrgico de Adviento y
Navidad le inspiraba en ese momento. El Adviento proclama diversas formas de la
única venida del Señor: el que viene, el que se hace presente y operante en la vida del
pueblo de Israel, el que vendrá al final de los tiempos, el que ha venido en la carne, y el
que viene siempre que es celebrado.
El Señor Jesús vendrá durante este capítulo que con tanto cariño habéis preparado,
vendrá “porque viene siempre que es celebrado” y es lo que vais hacer durante las
próximas semanas, celebrar su amor, celebrar su compasión. Vendrá, viene hoy, está ya
aquí, conduciéndoos en ese deseo de profundizar juntas lo que significa hoy ser
impulsadas por el Espíritu a recrear la hospitalidad. Él os envía como envió a los setenta
y dos discípulos a vivir esa dimensión de su misión y así dar a conocer la Buena Nueva
del Reino.
La Hna Camino también os decía que un Capítulo es una celebración congregacional y
eclesial, es tiempo de gracia. Habéis empezado a vivirlo cuando empezasteis a
prepararlo; las preparaciones son siempre importantes, nos sitúan, nos ponen en camino.
Desde vuestras provincias os pusisteis congregacionalmente en camino hace varios
meses. Ahora ha llegado el momento de abrirse a su celebración y para ello queréis
pasar dos días en soledad con el Señor porque sentís la necesidad, la sed de encontraros
con él y dejaros encontrar por él.
¿Cuál será vuestro diálogo con Él al iniciar este gran evento? No me toca a mi
decíroslos, es algo muy personal pero creo que es importante recordar que Él más que
vosotras quiere encontraros, quiere hablaros al corazón, quiere revelaros el amor que el
Padre le ha comunicado y que hoy os dice “Yo os envío a todas las ciudades y lugares;
vais impulsadas por el Espíritu a recrear la hospitalidad”.
Hay tres anotaciones de los EE de San Ignacio que os pueden ayudar: 5, 15 y 20 a vivir
el capitulo en espíritu de discernimiento. Nos hablan de unas disposiciones interiores
necesarias para abrirnos al Espíritu.
Anotación 5: las disposiciones: para entrar en EE se necesita gran ánimo y liberalidad...
Anotación 15: dejar que el Creador se comunique con su creatura abrazándola en su
amor y disponiéndola...
Anotación 20: no teniendo el entendimiento partido sino poniendo todo su cuidado en
una sola cosa: servir a su Creador.
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

¿Cuáles son mis disposiciones interiores al empezar este capitulo?
¿Estoy dispuesta a que el Creador se comunique con su criatura… abrazándola en su
amor y disponiéndola?. ¿Estoy dispuesta a quitar todos los obstáculos, a nombrar las
resistencias, bloqueos o prejuicios que a lo mejor traigo conmigo y que me habitan
en este momento y me van a impedir acoger la sorpresa de Dios para cada una de
vosotras? ¿Hay algo que me quita la libertad? Y muchas veces puede ser un apego a
un bien. Sobre todo en estos momentos, el apego a un bien se puede convertir en
obstáculo a la acción del Espíritu y no me deja abrirme a esa sorpresa que me
ofrece. ¿Cuáles son los bienes a los que estoy apegada? Esos bienes pueden
llevarme a cerrarme a la acción del Espíritu.
El Creador se va a comunicar concada una de vosotras en las conversaciones, en los
distintos encuentros, en las deliberaciones que tengáis, en el silencio de vuestro
corazón… pero tenemos que crear ese espacio para que se comunique. Si es
importante encontrarlo en la oración, en el silencio de la capilla, no lo es menos
encontrarlo en cada una de las capitulares aquí presente, en las conversaciones que
tengáis, en los intercambios. Y en esa comunicación sólo quiere una cosa, abrazaros
en su amor y disponeros. Escuchadle porque os habla.

No teniendo el entendimiento partido. ¿Qué quiere decir en estos momentos para
vosotras? No estar en cien mil cosas sino buscar sólo aquello que la Congregación y
sus miembros necesitan para responder a las llamadas del mundo de hoy para
vosotras y así servir a vuestro Creador y Señor, en otras palabras buscar aquello que
os permita dejaros impulsar por el Espíritu.
Es importante no caer en la tentación, tan frecuente entre nosotras, de querer
abarcarlo todo, querer tenerlo todo claro, a lo mejor tenemos que aceptar menos
claridad y más mezcla… pero a cambio de mucho amor y dinamismo.
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¿Qué es lo que quiero y deseo? Id quod volo
¿Qué es lo que quiero? Abrirme a lo nuevo discernido que llama a nuestras puertas¿Qué es lo que el Señor quiere para vosotras en estos momentos? ¿Qué es lo que quiere
para vuestros enformos, la niño de sus ojos?
No tener miedo de nombrar lo que os habita en este momento, todo lo que os habita, los
buenos deseos también, nombrar libera.
Me gustaría empezar la reflexión de esta mañana situándonos como Moisés ante la
"Zarza ardiendo". Escuchemos al Señor que nos dice en este momento, al entrar en este
capítulo que queréis vivirlo como un proceso de discernimiento, "Quítate las sandalias
porque el lugar que pisas es tierra santa". Moisés, Moisés, Camino, Begoña, Laurinda...
este lugar, este capítulo en el que entras, es tierra santa y para adentrarse en él es
necesario quitarse las sandalias.
Y Dios dijo a Moisés "Yo soy el Dios de tus padres. El Dios de Abrahán, de Isaac, de
Jacob", el Dios de vuestro fundador San Benito Menni, de vuestras fundadoras, María
Josefa Recia y María Angustias Giménez, el Dios de todas las que os han precedido y
de todas vosotras aquí reunidas. Entonces Moisés se veló el rostro porque tenía miedo.
No era un miedo, pienso yo, como los que podemos tener nosotras, su miedo, su temor
era adoración, reverencia... Sabemos que ese momento, ese acontecimiento, marcó su
relación con Yahvé su Dios.
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Quitarse las sandalias, desnudarse ante Dios, despojarse, es una gracia que se
transforma en fuente de vida pero que nos exige, como a Moisés, mucha confianza y
una profunda relación de amor.
Hoy el Señor os llama a cada una de las capitulares a quitaros vuestras sandalias, a dejar
vuestras ataduras, vuestros prejuicios, vuestras ideas ya hechas, para adentraros en esa
tierra santa que es el capitulo.
Y vamos a hacer esto “con Él”, cenando con Él. Juan nos dice en la Apocalipsis: “Mira
que estoy a la puerta y llamo. Si alguno escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en
su casa, y cenaré con él y él conmigo”.
“Mira que estoy a la puerta y llamo” Apoc 3, 20
Es Él quien llama a vuestra puerta. Es Él quien desea ardientemente entrar en vuestra
casa y cenar con vosotras. Es Él quien os busca, quien desea actuar en vosotras y a
través de vosotras. La misión exige intimidad y la intimidad envía a la misión. Son
inseparables. Para saber lo que quiere de vosotras necesitais intimidad con él. No al
contrario. Es su misión la que lleváis entre manos.
Elementos o momentos esenciales: Abrirle la puerta,
Estar con él: cenar con él
Escucharle: es un diálogo personal, “si me abre…cenaré con él”
Encontrarle: Contarle como me encuentro…
Hacer memoria juntos
 Estar con El:
¿Qué significa para mí, hoy, abrirle la puerta? ¿acogerle? ¿siento esa necesidad? ¿me da
pereza acogerle? ¿Cuáles son mis actitudes interiores? Lo veíamos al inicio de este
compartir.
Pedirle la gracia de querer acogerle durante este capítulo, de sentir la necesidad de
abrirle la puerta cada día y de sentarme a la mesa con él.
Pedirle que al “abrirle la puerta” descubra su presencia.
Pedirle que al sentarme a la mesa “con él” pueda vivir un encuentro, encontrarle y
dejarme encontrar por él para ser fiel a su misión.
Cenar con él, a la mesa: es ya eucaristía
 Es un acontecimiento que me habla de relación, de amor y libertad, y
me habla de compromiso
 Es un acontecimiento que me abre a la comunidad
 Escucharle: hacer silencio y ESTAR.
Darnos tiempo para que todo se pose en mí: “Muddy waters”
“No se tomó Zamora..”
No somos un coche que se para con el freno: las tres botellas de agua
Tiempo para contemplar, escuchar, serenarme si lo necesito.
 Encontrarse:
Quiere cenar con cada una de vosotras, es decir, encontraros. Un capítulo es un
encuentro, un encuentro de vida y por lo tanto habrá momentos fáciles y otros menos
fáciles, así es la vida, pero lo importante es que se dé el encuentro y que sea en familia.
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El encuentro es clave para la vivencia de un Capitulo y durante el Capítulo, si no hay
encuentro no hay Capítulo, creo yo. Me gusta pensar que toda esta casa se ha convertido
en la “tienda del encuentro”, (Ex 33, 7) encuentro con Dios y con la congregación; ese
espacio donde os encontráis para escuchar y descubrir como comunidad capitular
enviadas por vuestras provincias lo que Dios quiere para la congregación en los
próximos años. “Ensancha el espacio de tu tienda…” (Is 54, 2)
Encuentro con el Señor, encuentro con la otra hermana, con sus deseos, con sus sueños;
encuentro con la diferencia, con la diversidad.
Es importante crear un ambiente de encuentro para que se dé el encuentro entre
personas, encuentro de ideas, de culturas, de la diversidad; crear ese ambiente para que
se dé el encuentro con el otro/la otra diferente que yo pero con un mismo ideal.
No es fácil abrirse a los diferentes encuentros, hay que ir habiéndose quitado las
sandalias, con los pies desnudos, dejando caer los miedos, abriéndose a lo
desconocido…. Son cosas que piden valor, sabiduría, audacia, una cierta serenidad….
Texto: Mt 1, 17 La genealogía de Jesús:
 Hacer memoria
Os propongo que también tengáis un encuentro con todas las que os han precedido y
para ello es importante hacer memoria. No empezáis a partir de cero, este capítulo es un
eslabón más en vuestra historia que os une a los otros eslabones que la forman. ¿Qué os
dicen esos eslabones? ¿de qué os hablan? ¿qué os preguntan? ¿a qué os animan? Ayer
María Camino os hablaba de hacer camino. Este capítulo es un tramo más del camino
que hace años empezó la congregación guiada por el Espíritu, un camino audaz y
valiente. Un camino pascual donde se da la muerte para una vida más plena.
Como texto principal para este diálogo, este hacer memoria con Jesús, he elegido: Mt
1, 17 La genealogía de Jesús. Igual os sorprende la idea pero espero que os ayude a
situaros en vuestra historia y a situar vuestra historia en la de la Salvación, para
descubrir una vez más y encontraros con esa historia vuestra tan llena de vida. Será un
tiempo de acción de gracias, de alabanza y de acogida amorosa de vuestra propia
historia.
Toda reflexión sobre la genealogía es un encuentro con la historia, con los y las que nos
precedieron. Vivimos en una cultura que privilegia la imagen y lo inmediato pero con
poca memoria histórica. Sin embargo “hacer memoria”, recordar, es algo muy bíblico:
“recuerda Israel,”, recuerda todo lo que Dios ha hecho por ti; recordar todo lo que Dios
ha hecho nos lleva a adentrarnos en Su corazón. Es ahí, en el corazón, donde
encontramos la unidad y el hilo conductor de nuestra vida y de nuestra historia, con sus
días de sol y sus noches obscuras, con su fuerza y su debilidad. En esa historia, la
nuestra y la de la congregación, hay un sentido a veces escondido que lo descubrimos al
hacer memoria: “El Señor estaba ahí y yo no lo sabía” (Gen 28, 16)
Mateo comienza su evangelio con la genealogía de Jesús. A la que le ayude puede
comenzar el Capítulo como Mateo comienza su evangelio, mirando vuestra genealogía,
y os propongo que la veáis, como os decía antes, al interior de la gran historia de
salvación.
No hay dos historias de salvación, solo hay una en la que Cristo se encarnó. La vuestra
personal y congregacional con sus riquezas y sus repliegues forma parte de esa historia,
de esa cadena de nombres, ahí está el vuestro, el de cada una de vosotras, el de las que
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os han precedido. Es la historia de un pueblo, es la historia de personas llamadas en
medio de un pueblo para dar vida a ese mismo pueblo y de él recibir vida.
Este texto se lee el día de la Natividad de la Virgen. Pidámosle a María que sea Ella,
vocacionada y partícipe de la vida e historia de un pueblo, la mediadora y medianera de
estos días y de este capítulo. Pidámosle que esté desde los comienzos con nosotras.
Abrahán engendró a Isaac,..... y de María nació Cristo. Ella fue la perfecta tienda del
encuentro, el tabernáculo del Santísimo, el santa santorum. La tienda del encuentro.
La importancia de la genealogía es que nos dice de dónde viene Jesús, nos da raíces.
Nosotros sabemos de dónde venimos y quienes somos. Todos esos personajes son
nuestros hermanos mayores, nuestros antepasados. En el marco de la historia de
salvación incluimos la nuestra.
Los nombres van pasando, uno a uno, como la cosa más natural. La genealogía, toda
genealogía, es un canto a la vida que nos lleva a preguntarnos ¿qué es de verdad lo
importante? ¿Quién permanece realmente? Sólo aquel que es el Dios de la historia. Dios
no cambia, no responde en proporción a nuestras obras. Dios hace opciones que no
cambian ni por nuestra virtud o fidelidad ni por nuestro pecado. Dios es amor y no
cambia. Israel ya descubrió esto, por eso para él, lo importante era la gratuidad de Dios
y su fidelidad.
La genealogía, es un canto a la fidelidad de Dios. Esto significa que estamos llamadas a
descubrir y contemplar cada día esa fidelidad de Dios, y a descubrir que cada una de
nosotras es un sacramento de esa fidelidad.
¿Dónde está nuestro Dios? Y Dios respondió: en la historia. Nuestros fundadores/as son
respuesta a esa pregunta. Responden haciendo experiencia de la fidelidad de Dios, y sus
vidas son respuesta a esa pregunta del pueblo de Dios: "¿Dónde está Dios?" y Dios
responde, en medio del pueblo, dándole a conocer el amor del Padre, educándolo al
amor. Del corazón y de las entrañas viene la respuesta.
La genealogía es fidelidad, fidelidad siempre nueva. Saber cantar esa genealogía, la
nuestra, es saber cantar nuestra historia. La mía y la de mi congregación, la vuestra.
Dios es fiel.
En toda vocación hay un hilo conductor: la fidelidad de Dios
Aparecen uno tras otro nuestros antepasados: “Abrahán engendró a Isaac...”
Aparentemente todo es repetición, rutinario, pero es aparentemente como la vida misma
que parece rutinaria, un día igual que otro. Pero si se lee más a fondo no hay nada de
rutina. Se descubre toda una historia, hay cuatro mujeres y las cuatro, una por una, están
en situación irregular. Con respecto a los hombres no se salva ni uno, David, Salomón,
no se necesita escarbar mucho para ver que no se salvan ni las mujeres ni los hombres.
Conocemos mejor a algunos, a otros pocos, a otros nada, pero todos son importantes;
son como esos eslabones de los que os hablaba antes que nos unen y nos enlazan. Es
igual que la vida misma. Cada vida es una expresión del misterio de la fidelidad de Dios
y por lo tanto de su misericordia.
En la genealogía descubrimos a través de sus personajes la belleza y la debilidad
humana; es una historia que nos revela la fidelidad y la misericordia de Dios. Una
historia de amor y misericordia. Y la cadena con todos sus eslabones termina con María,
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llena de gracia, y con Jesús, la imagen visible del Dios invisible. El horizonte es la vida,
la misericordia. “He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”
El “hacer memoria”, el releer vuestra propia historia, vuestra realidad, no dudo que os
llevará a la esperanza y la esperanza es prima hermana de la misericordia, y ambas nos
llevan a la experiencia de la fidelidad.
La esperanza camina agarrada de la mano de sus dos hermanas, de la mano de la fe y de
la mano del amor.
La genealogía nos enseña a leer nuestra historia y la de la congregación, y nos ayuda a
abrirnos a lo nuevo.
La genealogía nos llena de esperanza, de confianza. Todo en Dios es misericordia
porque es todo fidelidad: ”Sé de quien me he fiado”
La genealogía nos lleva a palpar la vida y la vida es:
 pasar, cambiar, evolucionar, movimiento;
 es fuerza y es debilidad; es pequeñez y grandeza; es lucha y es gozo.
 es un dejar pasar y es un acoger.
 es un engendrar: Abrahán engendró a Isaac….
Dar gracias por la vida engendrada hasta ahora y pedir luz y audacia para seguir
engendrándola.
Conclusión:
Dios quiere que acojáis hoy la realidad congregacional, su historia con su genealogía, y
la genealogía es vida, es un transmitir la vida de unos a otros. Lo importante no es tanto
lo que hicieron o dejaron de hacer, si fueron de verdad santos o no, lo importante es que
engendraron vida, comunicaron vida, dieron vida.
La genealogía es testimonio de la vida engendrada.
Y durante este capítulo estáis llamadas a engendrar vida no sólo para vosotras sino para
recrear la hospitalidad impulsadas por el Espíritu y acogiendo el hecho de ser enviadas
a sanar, a comunicar la misericordia, a acoger al enfermo, al caído en el camino porque
“vuestra felicidad consiste en seguir a Jesús, imitando su amor, su mansedumbre,
desconfiando de nosotros mismos y confiando sólo en Jesús” (C 432.17)
“Mira que estoy a la puerta y llamo” El Señor llama hoy a tu puerta, si le abres se
sentará a la mesa contigo y te hablará al corazón.
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