A la carga en femenino Cofrades zamoranas, en el Congreso Nacional de Cargadoras ZAMORA, 8 DE FEBRERO DE 2009 dominical Cosido a los ancestros Celedonio Pérez, redactor-jefe de “LA OPINION-EL CORREO DE ZAMORA”, narra desde dentro de la máscara la experiencia de ser Zangarrón en su pueblo, Sanzoles II / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 El Zangarrón de Sanzoles, una manifestación que transciende a la pura mascarada En el envés de la fiesta del Zangarrón de Sanzoles están los sentimientos, esa es la clave para entender la mascarada El autor de este reportaje se pone la careta y sondea en lo más profundo de la celebración, busca el agua debajo del pozo Con la cara tapada y el alma desnuda NO ES FACIL PONERSE UNA CARETA CENTENARIA AHORMADA CON CUERO DE CABRA DESPELLEJADO CON MIL TRASIEGOS DE VINO, NI ENVOLVERSE EN MANTAS DE CABALLERIA DEL MISMO SELLO. SUPONE ESFUERZO, CORRER DURANTE HORAS ATADO A MILES DE PUNTADAS, CON CENCERROS EN VEZ DE RIÑONES. PERO TODO VALE, HASTA LOS CINCO KILOS EN SUDOR PERDIDOS EN EL CAMINO. EN EL SUFRIMIENTO ESTA LA FELICIDAD Y EL CONOCIMIENTO. ✒ Celedonio Pérez /Fotos: José Alfonso, Javier Hernandez y V. Puga La vida, a veces, se encela en espiral y culebrea eternizándose. No pasa nada. Y otras que se desgañita y se lanza monte abajo, encabritándose sin control: entonces cualquier minuto cuenta, cala y se queda ahí, hurgando dentro, como una herida en un dedo, en el que siempre caen los golpes. Me ha pasado a mí, me acaba de pasar hace un suspiro. Y siento que lo vivido ya ha echado raíces y que ahí se quedarán. Cuando cualquier viento airado destape el humus superficial, volverán a salir a la superficie. Con ellas, estoy seguro, retornaré al polvo porque son parte de mí, son yo. «El señor Cele está mal. Tiene una gastroenteritis muy fuerte. No reacciona bien al tratamiento, ventila mal... Hemos llamado a la ambulancia y lo vamos a llevar a Urgencias del Clínico...». La llamada telefónica cayó como un dolor en el pecho; el mensaje escuchado a las tres de la mañana en la cama, a lado de mi mujer, como un golpe en la cara. El alma prendida por mil manos, la respiración corta, la angustia larga. Después, dolor. Mi padre, Dios, como un pajarito... No me puedo vestir de Zangarrón mañana, no tengo ánimo, no debo, estoy hundido, mi padre se está muriendo. El pensamiento fue una espada clavada durante varias horas. Le susurré, vencido, a Valentina: «Si llama José Javier o Antonio Domingo, dile que se vista otro, yo no puedo...». Mi mujer: «Tranquilo que ya verás como mejora, haz lo que tu quieras, lo que tú decidas está bien...». Y asumió toda la responsabilidad de velar por el enfermo durante un día y dos noches y a la vez, sin decir nada, me dio fuerza a mí. Quería que fuera Zangarrón, lo mismo que Alba y Rodrigo, que también sabían que el empeño me hacía ilusión. ¿Y por qué quería volver a vestirme de Zangarrón, treinta y un años después de haberlo encarnado cuando fui quinto? Por mi primo Manolo, “Gazapo” como yo, al que el pueblo le debía un homenaje después de cin- cuenta años como tamborilero; por sentir dentro de la careta la fuerza de la tradición, ahondar en las raíces de la fiesta, descubrir su fuerza totémica, penetrar en el misterio de una mascarada que encierra en su concepción, parafernalia y liturgia el devenir de una sociedad, la prehistoria, la historia, sus avatares y alamares. También para reivindicar una careta con más de cien años y respirar el olor apagado y ocre del cuero viejo, el mismo que respiraron decenas de sanzolanos, mis antepasados, la mayoría ya muertos. Pronto descubrí que no iba a ser fácil. Me asusté el día de Año Nuevo cuando en casa de Pascual intenté ponerme la careta del señor Fermín, que ahora custodia Paulino, una máscara primitiva, negra, fea, repleta de costurones, enroscada, coronada de cintas de papel que tapan dos cuernos trenzados con el mismo cuero, de donde cuelgan dos “falanges” de sarmiento sin corazón y sobresalen boca y ojos, aureolados con elementos infantiles antes de llegar a un rabo de cabra que sirve de supuesto asidero a la mano que mueve la careta, cuando ya en movimiento, el Zangarrón intenta ver por los dos ojines el mundo peripatético y nervioso. No pude ponérmela, no me entraba. Acabé viendo por la boca. De ahí no pasaba, me hice daño en la base del cuello al empujar, nada. ¿Claustrofobia? No. La cara marcada por el roce de un pliegue sin suavizar y untada de Nivea, así acabó. Descubrí de esta manera, a lo bestia, la respuesta a una pregunta que un día escuche al codirector de las excavaciones de Atapuerca, José María Bermúdez: ¿Para qué tiene barba el hombre si ya no le es imprescindible para protegerse del frío? Pues para salvaguardar su rostro de la rusticidad de la máscara, para evitar que la careta le haga daño y le pinte mataduras, muy difíciles de curar en épocas pasadas. José Javier tuvo que emplearse a fondo para vivificar y ensanchar la careta y hasta utilizó una crema especial de grasa de caballo para suavizar el cuero, mejunje abetunado que acabó después en mi rostro. Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / III a: sentir el palpitar de la fiesta desde la profundidad de la careta Pero hubo más dudas. La víspera el ánimo flojeaba, pero también el cuerpo. Subir las escaleras del hospital “Rodríguez Chamorro” se convirtió de repente en tarea dolorosa, que se fijaba en el pecho. Falta de sueño, agotamiento, el palpitar inconsistente de lo que está por venir, pero que empieza a respirar, ahí, en la epidermis... Así no puedo, el físico no quiere. Un resfriado asomaba la cabeza. La víspera, por la noche, llegó sin avisar un extraño dolor de cabeza que identifiqué pronto con ese malestar que también aflora cuando al día siguiente hay carrera de medio maratón. Me desperté con el mismo dolor, más pronunciado. ¿Miedo? ¿Nervios? Un poco sí. La responsabilidad de la tradición. Pronto iba a notar lo que significaba. La mañana, luminosa, reñida con la del día anterior: hosca, escarchada, como mi ánimo. Lo que cambia un día en invierno. Quise hacer lo que siempre: ir a buscar al tamborilero, a mi primo, y romper a sudar, todavía sin careta, aunque ya armado con el palo de fresno con seis vejigas que olían a mondongo, a urea caduca. Atado al palo, un rabo de toro. Más símbolos seminales, de fertilidad. Dejo el bullicio y el humo; solo, enfilo Calzada abajo y entonces me doy cuenta del peso del traje de “alta costura” –casi seis kilos–, del tirón de los cencerros, de que ahora sí. Y empiezan a fluir mil pensamientos. Llego a mi calle y el peso de los recuerdos se mezcla con el primer sudor. Mi primo no está, ya ha subido a Casa de Anuncia, mi suegra, lugar elegido para la salida. Es un impulso incontrolable: me abrazo a Pepita y nos echamos a llorar desconsoladamente: pasa volando la historia de la familia, de una generación de labradores que se ha ido. «¿Tu padre...?» Ocho horas cosido: prohibido ir al servicio, no hay “salidas” LA MANTA TIENE QUE AJUSTARSE AL BRAZO.Es imprescindible que el brazo derecho, el del palo, tenga mucho juego. Por eso hay que tomar medidas exactas antes de coser. LAS PUNTADAS, A LA LUZ, QUE SE VEAN.La confección lleva miles de puntadas. Se unen todas las piezas con esmero y mucho cuidado. El hilo debe verse, que es más bonito. DESPUES DE LAS SOPAS DE AJO.Los “quintos”, tras calentar el estómago con las sopas de ajo, se preparan para tocar las castañuelas. Hay que preparar el instrumento. LA MASCARA CENTENARIA ESPERA.La careta cuelga a la espera del inicio de la Función. Tiene más de cien años y es de cuero viejo, con mil remates. Su fealdad atrae. HAY QUE EVITAR LAS ROZADURAS.Esparadrapo sobre las narices para evitar las rozaduras, muy difíciles de curar y que antes marcaban a los Zangarrones para siempre. EMOCION ANTES DE LA CARRERA.La emotividad está a flor de piel. Va a empezar la carrera y los recuerdos familiares se agolpan en tropel y a veces es imposible evitar que fluyan. COMIENZA LA FUNCIÓN, TODOS ATENTOS.El Zangarrón sale de casa de Anuncia. Empieza la carrera que murió en las Cuatro Calles. El día espléndido ayudó a la presencia de vecinos. MANOLO, CINCUENTA AÑOS NO ES NADA.Manolo, el tamborilero despide 50 años de Función. Los sones de la flauta, con fondos de la Verde Retama, son inigualables. EL BAILE DEL NIÑO EN LAS CUATRO CALLES.Los “quintos”, en pleno Baile del Niño en las Cuatro Calles, nombre que hace alusión, según algún experto, a las cuatro culturas. HUEVOS CON CHORIZO PARA ALMORZAR.Los huevos con chorizo es el menú del almuerzo. El plato es ideal para reponer fuerzas después del esfuerzo. El ambiente es de “quintada”. Un río de emotividad Vuelvo sobre mis pasos. Allí está mi casa, donde nací; donde murió mi abuelo, mi madre... Está temblando de frío, agotada. Levanto el palo y farfullo algo que ni yo entiendo: Va por vosotros. ¿Por quién? Esta vacía, herida por el tiempo, rota por la vida. La memoria estalla y no es capaz de condensar los kilos y kilos de sentimientos que irrumpen con violencia. Corro y veo de lejos a Casimiro y Flor. No puedo evitarlo, me acerco a ellos, ya sudoroso y los beso. Fue una reacción instintiva. La familia... Esos hilos invisibles que a veces se hacen consistentes, que se enredan y anudan como árbol viejo. Empecé a comprender que aquella vestimenta, los cencerros, el ambiente... me podían. Era un río de emotividad, que volvió a desbordarse cuando pasé junto a la casa donde vivieron mis abuelos, yo mismo. Mis primos: Meli, Emilio, José, Miguel, todos ahora en la bruma del País Vasco. Los vi por un momento, otra vez el pasado, la luz visceral del ayer..., lo que no hace falta contar para entenderlo. Ya en casa de Anuncia, otra explosión sentimental, aún mayor. Mi hermana, Angel... «¿Qué tal está?». «Está mejor...». Y nos abrazamos y la emoción contenida sale por los ojos. La cocina nueva se llena de gente, de amigos. Pastas, licores, movimiento y fuego. Ha llegado el momento. ¿Dónde está la careta? Y de los consejos: Valentina: «No te mates, cógelo con tranquilidad, a tu ritmo, sin forzar...». Y Manolo: «Tú guarda las filas, eso es lo bonito, que se vean a los que bailan, no hace falta que corras mucho...». «Y tú, mira a ver hasta donde aguantas; no fuerces mucho la máquina, hasta que te puedas y después que siga Tanis...». Y miro a mis hijos de soslayo antes de ajustarme la careta. Ahora sí.Fuera es el delirio. El sonido totémico de los cencerros se mezcla con el griterío, ahora chillón y estridente por el nerviosismo de los niños. El pueblo huele a lumbre. Y la calle de San Sebastián es un río de color que se escurre como una trucha. Suenan las castañuelas, el chascarraschás hueco, súcubo. Los “quintos” de más de 40 años empiezan pronto a demostrar su maestría. Pasa a la página siguiente Pasadas las ocho de la mañana del día de Reyes comenzaron a vestirme en la “casa de los quintos”. Los “costureros”: José Javier y Antonio Domingo, dos locos del Zangarrón, herederos del arte del señor Fermín. ¿El traje? No hay traje. Varias mantas usadas hace casi cien años por las mulas del señor Leonardo y la señora Marcelina, la carnicera. Los curiosos empiezan a llegar. También los “quintos”. Se oyen los primeros toques de castañuelas, destemplados, sin ritmo. Entradas y salidas constantes, guirigay. Huele a ajo y a humo. En pijama, con una leyenda en inglés norteamericano, qué contraste, me coloco junto a la lumbre de leña de encina. Se inicia la operación, que es delicada y tiene un orden. «Esto sí que es alta costura, no Balenciaga ni Victorio&Lucchino», dice alguien con gracia. La manta se ajusta a la pierna. «Las puntadas que se vean, son las bonitas». La operación, que durará casi dos horas, tiene su ritmo, sus chascarrillos. Uno se repite varias veces: «¿Y ahora, señor Fermín (el más clásico vestidor de Zangarrones, con una pizca de mala uva, muerto hace años), y ahora qué? Ahora me tocáis los cojones». Risas. Lo más complicado, domeñar la tela, ajustarla al pecho y dejar libertad para el movimiento de los dos brazos. Alba apunta los detalles. «El brazo derecho tiene que tener más juego, que es el del palo». Las mantas, increíblemente, se van doblando buscando los valles del cuerpo; y lo que sobra, se recoge en los sitios menos visibles. Cosido por completo, se coloca la mandileta y la bolsa para la fruta. Todo está dispuesto. Siento cierta desazón por dentro, afloran los nervios, necesito empezar a moverme porque el cuerpo se encoge y hay que tensarlo. Más gente, más bullicio: «Venga, que hay que prepararse, que nos come el tiempo». Pienso en alto: «Imaginad que ahora, o dentro de un rato me da un ataque de apendicitis y me tenéis que llevar a Urgencias. A ver cómo me auscultan». «Joder, qué positivo, pues cogen la tijera o el bisturí y cortan la tela. A degüello». Risas. Durante ocho horas, prohibido ir al servicio, me agobio un poco. Los esfínteres quietos. ¿Tiene acaso alguna significación esta “pureza” obligada a golpe de puntada? ¿Acaso el Zangarrón necesita estar limpio para imbuirse de espiritualidad? «Venga, el pañuelo y pruébate la careta». La tela fina se ajusta, de repente me convierto en pirata. Es preciso colocar el pañuelo correctamente para preservar la cara de los roces. Sobre la nariz, varias tiras de esparadrapo. Me pruebo la máscara. «Bien, no parece que me roce». De la parte de atrás, además de papeles cuelgan dos bolas y un mazacote, un cilindro informe de algo envuelto en tela. Los testículos y el pene. «Son los atributos del macho. Por eso, el Zangarrón siempre tiene que ser un hombre», se oye un comentario. ¿Y por qué este afán de ir tapado hasta los ojos? Quizás hubo chamanes mujeres. Nadie lo hubiera notado. Atado, encogido y dispuesto. IV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 El Zangarrón de Sanzoles, una manifestación que transciende a la pura mascarada LA EMOCIÓN SIEMPRE A FLOR DE PIEL.La fiesta del Zangarrón está ligada a la emoción. Más si se homenajea a alguien querido y se habla de los que ya no están. Es tiempo de nostalgia. LAS CUATRO CALLES, UNA IMAGEN IRREPETIBLE.Es el momento más emotivo de la Función, el más plástico. Zangarrón, quintos y vecinos, todos juntos. Al fondo la iglesia del pueblo. LOS NIÑOS, ALUCINADOS, PARA NO OLVIDAR.Los niños son grandes protagonistas de la mascarada. Miran alucinados al personaje central de la celebración. ¡Cómo para tener pesadillas! EL RELEVO ESTA ASEGURADO.Los jóvenes siguen la fiesta con mucho interés. El relevo parece asegurado y la continuidad de la mascarada está garantizada. MAS DE 20 VUELTAS ALREDEDOR DE LA IGLESIA.El Zangarrón y un grupo de acompañantes dan la vuelta alrededor de la iglesia. Más de 20 vueltas. Simboliza la búsqueda de la fe. MOZOS Y CENCERROS, IMPRESCINDIBLES.En la fiesta son imprescindibles quienes tocan los cencerros. Son los animadores de la mascarada, quienes le ponen guindilla a las carreras. LAS VENIAS, UN MOMENTO CLAVE.Todos los espectadores están pendientes de quien, con el pendón, hace las venias al Santo. Hay que hacerlas por el gancho, aunque cueste. HOMENAJE AL TAMBORILERO.El pueblo se vuelca con el homenaje a Manolo. Cientos de personas asistieron al mismo, que acabó con un acto en el Ayuntamiento. La mascarada es un tarro repleto de abalorios y sensibilidades, con signos prehistóricos y modernos Dentro de la careta te das cuenta de que ninguna otra representación hace más importante al actor De chamanes, peste y memoria genética Viene de la página anterior La calle encoge y huye del tropel sonoro y palpitante. Sombras engordadas por la cintura se mueven compulsivamente. Aquí no hay toro, aunque sí tañir sincopado del totémico cencerro. Y el fluir de las castañuelas –¡Qué uniformes suenan las de Conrado!– y yo, en el medio, guardando las filas, marcando distancias, palo en ristre, protegiendo a los danzantes. Antes de iniciar la carrera siento que el Zangarrón es eso: emotividad, un río de sentimientos, el ronzal que une generaciones, la compuerta que abre la espita de la familiaridad. Y pronto, metido en el océano convulso de la fiesta, confirmo, si las sensaciones pueden confirmar algo, que es prehistoria, que es la llama nunca apagada de un tiempo de oscuridad. Limpio las filas y golpeo cariñosamente con el palo a Angel “Chicha”, Loren, mi quinto, mis amigos: Luis Salvador, Agusti, Heliodoro... Mil críos van y vienen... Intento marcar el territorio con carreras cortas. El sudor quiere salir del rostro y lubrica la careta. La cabeza ha encogido y el pañuelo no basta. Hay que agarrar la máscara para se- guir viendo por esos ojines, que agrandan las pupilas para verlo todo. Y por un instante, gracias a la magia que activa la escenificación, soy chamán del Neolítico, ése que vivaqueó por El Redondil y dejó sus restos en un túmulo rociado con polvo de cinabrio, antes de que 3.500 años después descubriera los huesos el señor Angel “Michica”. Y brujo del Calcolítico que convocaba los malos humores de los buenos espíritus y a todos los guerreros de la tribu para defender las lomas del Montico. O guerrero en la Edad del Hierro que murió junto al Talanda, antes de la Gran Avenida.Y general vettón, ése que el historiador y geógrafo griego Estrabón escribió que no hacía otra cosa que guerrear o estar tumbado junto al fuego allá en la Cuesta El Viso o junto al Teso El Castillo... Como ellos, vestido como algunos de ellos, me empeño en cuidar a mi gente. Esa es la explicación primera de esta mascarada: guardar a los danzantes, protegerlos de quienes, desde fuera, intentan romper la armonía, golpear con el vergajo o el palo a quien ose molestar; fiesta de iniciación, de liturgia u origen claramente prehistórico. Sigue la carrera loca y el baile armonioso. Manolo, con su flauta, marca el ritmo, apren- dido de mi abuela Juliana, mujer analfabeta pero repleta de cultura. Los diez kilos de abalorios que llevo encima no impiden los acelerones. Me acuerdo de Moyano al pasar por lo que fue su casa; veo a Casimiro, los dos quintos de mi padre..., ¿cómo estará?Y las Cuatro Calles, nombre que alude a las cuatro culturas: cristiana, musulmana, judía y oriental, eso dicen algunos estudiosos. El Baile del Niño se hace largo, pero aún sigo entero. Persigo a Luis y Agusti hasta la casa de Domi. Pillo al primero. Manolo “Patato” reparte “estera” con el vergajo para cuidar que nadie rompa el orden de las filas. El brujo tiene ayudante de ce- El Zangarrón y los danzantes, en las Cuatro Calles, la carretera a remonias. Siempre ha sido así. Pausa para el almuerzo. Fotos, fotos y fo- lo de la cabeza, que está pingando y lo pone a tos. Subo hacia la casa de los “quintos”. Hay secar junto a la lumbre. Huevos con chorizo momentos en que corro solo y ahí siento la para los danzantes. Para mí, agua y Coca Cofuerza de la careta, de las decenas de rostros la. Los esfínteres no me dan guerra, todo afloque han estado metidos en el hueco informe ra a la piel. La hora de misa. Otra vez el baile, carreras que llevo como una pluma. Memoria genética pegada al material labrado con ríos de sudor. y tropel, camino de la iglesia. Los quintos enOtra vez el jolgorio. Me quito la máscara y es- tran en la iglesia. Yo no, dicen que el Zangatoy como “El Lute” después de ser apresado rrón nunca ha entrado, que es un personaje por la Guardia Civil, según palabras de Javier, diabólico. Subo con Loren y Angel al bar de mi primo, unos días después. En mi rostro re- Eladio. Después, de nuevo en la Plaza Mayor, luciente y aborrajado quedan los restos de la me dedicó a dar vueltas alrededor de la iglecrema de caballo. Alguien me quita el pañue- sia: una, dos, más de veinte. Hago una cruz Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / V a: sentir el palpitar de la fiesta desde la profundidad de la careta Dos detalles y una tercera explicación: la militar TOCAR LAS CASTAÑUELAS TAMBIEN CUESTA.El esfuerzo de los “quintos” es muy grande. Las castañuelas tiran. Y las manos siempre acaban inflamadas. Si no se tiene práctica, más. HAY QUE ENSAYAR PARA NO PERDER EL TOQUE.El Día de Reyes, los “quintos” dieron una clase de tocar las castañuelas. Eso se consigue con enyaños y mucha práctica. O experiencia. PROCESIÓN CON SAN ESTEBAN.La función también está ligada a la Iglesia y a la festividad de San Esteban, que se celebra el día 26. Los mozos sacan la imagen en procesión. MANOLO POSA CON SU FAMILIA.El homenajeado posa con su familia, todavía con la emoción en los ojos. La celebración se ha consumado y ha sido un éxito. CINCO KILOS EN SUDOR.El autor del reportaje después de las carreras. El cansancio es manifiesto. Cinco kilos se quedaron en las calles y en las mantas. UN MOMENTO DE DESCANSO ANTES DE VOLVER.Después de las Cuatro Calles hay que reponer fuerzas antes de volver a la Función. Es la hora del almuerzo. Para algunos. das del palo. Cada venia, pom, reviento una vejiga con el pie. Se acaba la ceremonia y vuelven las fotos, todo el mundo me reclama para posar. Convite en casa de Don Miguel antes de marchar, otra vez en formación y corriendo hacia el Ayuntamiento. En los pasos de la Casa Consistorial, José Javier hace la presentación de la Asociación Amigos del Zangarrón y Valentina lee una dedicatoria a Manolo, mi primo, el tamborilero homenajeado. Transmite emoción que cala en los cientos de presentes. Hay lágrimas. Más visibles en Pepita, Pepi y Manoli. Los recuerdos, a veces, se abrazan a los sentimientos y estallan tiznando todo de nostalgia. A más recuerdos, más nostalgia. Por eso los mayores son llorones. A las puertas del Ayuntamiento estalla la emoción. El homenaje a Manolo rompe la cáscara de los recuerdos Zamora. Al fondo, Las Llaves, una fiesta magnífica con el palo sobre el suelo del antiguo juego de pelota. Por fin, aparecen los quintos, la gente y la procesión con el santo, con San Esteban. La iglesia católica siempre ha sabido dar un contenido religioso a las celebraciones profanas, también lo ha hecho con el Zangarrón. Ahí se enmarca la explicación segunda de esta mascarada, en el personaje que se vistió con andrajos para asustar y disuadir a los vecinos que querían apedrear la imagen del santo en una procesión para pedir la muerte de la peste, no se sabe en qué época. Baile del Niño, muy trenzado, ahí está la influencia de la jota castellana. Niños, sobre todo, me provocan enseñándome fruta –cantan una cancioncilla popular: «La pera, la pera, de mi tía Manuela, la verás, la verás, pero no la catarás...»– Me hago con más de 15 piezas –antes, hace años era tradicional que el Zangarrón cogiera el postre para la comida–. Abro el círculo para que los muchos espectadores puedan ver la escenificación: sones de flauta y tamboril, toques de castañuelas, carreras... Y al final las venias al santo con el pendón. Minguín cumple, a la vez que yo hago explotar las vejigas de cerdo colga- La invitación delAyuntamiento a los vecinos marca el final de la celebración pública. Me quito la careta y parezco, dicen, un Ecce Homo. Ahora ya sí, hay satisfacción. Sé que he cumplido. El esfuerzo no ha servido sólo para perder peso: cerca de cinco kilos, según la báscula de Anuncia; y es que el calorcillo de las mantas y el ardor de los sentimientos queman muchas calorías. He encontrado lo que buscaba, la hipersensibilidad de la careta, el privilegio de ver el mundo, el grande y el pequeño, desde una atalaya levantada para sentir. ¿Y por qué alguien ya con 51 años se pone la careta y se arropa hasta la extenuación, exponiéndose a roces y “manqueras”, a problemas de salud? pienso cuando, puntada a puntada, me van desvistiendo Valentina y Alba, en presencia de Pepe Alonso y Antonio Alfonso, el bodeguero del vino con alma. No sé, quizás un reto. La fuerza de la sangre. Palabras grandilocuentes. Quizás todo es más sencillo: uno ama lo que le rodea. En muchos casos, las sensaciones vitales, esas que se enquistan en el músculo y aún llegan a las vísceras, sufren reverberaciones que se manifiestan a intervalos, a veces muy intensos, pasado el hecho que las ha desencadenado. Algo así me ha sucedido a mí. Después de mi experiencia intensa como Zangarrón, pensé que era tiempo de dejarla posar, para que se clarificara, pero poco pudo reposar, porque a las pocas horas de quitarme la careta, dos detalles agrandaron la experiencia. Uno: ver a mi hijo poniéndose la máscara y haciéndose una foto con el móvil, y dos: sentir la sonrisa de mi padre, herido de muerte en el hospital, sonreír cuando le dije que acababa de quitarme el traje de Zangarrón. Eso es lo que he extraído de la experiencia. Me he dado cuenta de que la celebración une, que tiene un componente balsámico que diluye las tensiones. Es muy gratificante ver como son decenas de familias, casi centenares, las que quieren posar para el fotógrafo con todos sus miembros, con la figura del Zangarrón. Es ya una tradición que hace grupo. Los propios “quintos”, todos mayores de cuarenta años, que hicieron la Función en Reyes, pudieron comprobar el poder saludable de esta mascarada. Hermanos que hacía tiempo que no afrontaban una misma tarea en común, amigos separados por los falsos compromisos de la vida diaria, familiares un poco distantes, todos notaron la fuerza de la fiesta, que se “inventó” para matar el año viejo y olvidar todo lo malo que hubiera ocurrido y para saludar al nuevo, siempre motivo de esperanza y de ilusión. Hay, además, otro aspecto de esta mascarada que demuestra su evolución a lo largo del tiempo. Es el carácter militar de una parte de su liturgia, que va más allá del uso de leguis por parte de los danzantes. La celebración esta cargada de tics marcados por la disciplina que ahora, es verdad, se han aflojado un poco. Antes el tamborilero exigía a los quintos que conocieran, uno por uno, a todos los vecinos del pueblo a través del recitado de las Pascuas. Las barajas de cencerros eran custodiadas como si fueran las armas con las que ir a la batalla al día siguiente. Y, además, está la comida del mutis, otro elemento que ahonda en la explicación marcial de la mascarada, la tercera explicación tras la prehistórica y la religiosa. Los quintos se comprometen a mantener silencio durante el banquete que cierra la función. El encargado de que el compromiso se cumpla es el tamborilero que vigila la comida, vergajo en mano. El que no cumpla la norma es castigado económicamente y físicamente. La fiesta del Zangarrón, declarada de interés turístico regional, tiene muchas aristas en las que agarrarse y, a veces, despeñarse porque al no haber documentación, cualquier explicación es válida. Hay una obra de teatro que centra su trama en esta manifestación y que fue escrita a principios de siglo. Antes, oscuridad. Sanzoles, no obstante, no tiene duda. Esta es su fiesta, la que define el sentir de sus hijos, el cordón umbilical que une pasado con futuro. VI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 Fermoselle en la historia Desamortización de propiedades eclesiásticas en 1843 (y IV) ✒ Manuel Rivera Lozano Afectó a bienes de las cofradías de La Soledad, La Concepción y La Cruz, a la Parroquia “Nª. Sª de la Asunción” y al Convento de Franciscanos Descalzos. La huerta del Convento se adjudicó a Don Baltasar Fernández en 20.020 reales de vellón y la mayoría de las propiedades fueron compradas por familias fermosellanas de apellidos: Guerra, Serrano, de la Torre, Nieto, Fernández, Díez y Margallo. El proceso desamortizador de los bienes y propiedades de la Iglesia (clero secular y regular, monasterios, conventos, cofradías, obras pías...) así como de las Corporaciones civiles continuó paso a paso su marcha en nuestra provincia. En el Archivo Histórico Provincial de Zamora se encuentra la documentación que generó la venta en pública subasta y, entre ella, la referente a diversas cofradías, a la propia iglesia parroquial y al convento de Franciscanos Descalzos de la villa de Fermoselle. Y comenzamos nuestro trabajo relacionando las propiedades rústicas para concluir con las urbanas, para ofrecer finalmente algunos datos que considerarnos significativos: “Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Concepción, de 1 fanega y 3 celemines de cabida, rentaba 3,20 reales, 120 de capitalización y fue rematada en 125 a Don Manuel Guerra, de Zamora. Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Cruz, de 2 fanegas y 2 celemines de cabida, rentaba 80 reales, 6.300 de capitalización y fue rematada en 6.355 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Cruz, de 3 fanegas de cabida, 2.400 de capitalización y fue rematada en 2.505 a Don Manuel Guerra, de Zamora. Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Soledad de 6 fanegas de Afectó a bienes de las cofradías de La Soledad, La Concepción y La Cruz, a la parroquia de la Asunción y al convento de Franciscanos Descalzos Lavamanos de la sacristía de la iglesia de San Juan del antiguo convento franciscano (●) Foto M. R. L. cabida, rentaba 20 reales, 4.110,26 de capitalización y fue rematada en 4.215 a Don Francisco Díez de Margallo, de Fermoselle. Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Soledad, de 7 fanegas de cabida, rentaba, 3.466,23 de capitalización y fue rematada en 3.705 a Don Manuel Guerra, de Zamora. Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 3 fanegas de cabida, rentaba, 4.200 de capitalización y fue rematada en 6.100 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 7 fanegas y 6 celemines de cabida, rentaba 160 reales, 6.359,27 de capitalización y fue rematada en 7.210 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas y 9 celemines de cabida, rentaba 40 reales, 3.150 de capitalización y fue rematada en 3.170 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Otro quiñón, prado, álamos y robles que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 5 fanegas y 220 pies de cabida, rentaba 265 reales, 7.200 de capitalización y fue rematada en 11.400 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas de cabida, rentaba, 1.980,13 de capitalización y fue rematada en 3.010 a Don Gabriel de la Torre y compañía, de Fermoselle. Otro quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas de cabida, rentaba 7 reales, 1.890,7 SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS de capitalización y fue rematada en 2.000 a Don Pedro Nieto, de Fermoselle (padre del Escribano Don Manuel Nieto Miranda). Urbana: Una bodega y quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, rentaba 140 reales, 3.600 su capitalización y fue rematada en 5.115 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. Una bodega y octavo que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, rentaba 118 reales, 3.300 su capitalización y fue rematada en 4.040 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle. (1) Esta desamortización que hoy tratamos afectó a tres cofradías, La Concepción, La Cruz y La Soledad, a la fábrica de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción (fondo que suele haber en las iglesias para repararlas y costear los gastos del culto divino), y también alcanzó a las propiedades del clero regular de los religiosos Franciscanos del denominado convento de “San Juan”. “Una huerta que pertenecía al Convento de los Franciscos Descalzos de Fermoselle, de 8 fanegas de cabida, rentaba 360 reales, 12.400 su capitalización y fue rematada en 20.020 a Don Baltasar Fernández, de Fermoselle. A este respecto incluimos el acta levantada el día 4 de septiembre de 1.835 que dice así: “Inventario que firmamos los infrascriptos Comisionados por la Administración y Contaduría de Rentas y Arbitrios de Amortización de esta Provincia de Zamora a presencia del Padre Guardián del Convento de Franciscos Descalzos de esta Villa de Fermoselle de las fincas rústicas y urbanas correspondientes a él con arreglo a lo prevenido en la regla lª de la disposición 3ª que comprende la circular del Real Decreto de 25 de julio de 1.835 y es como sigue: Una huerta lindante con el Convento, con algunos árboles frutales y como doscientas cepas de viña pero sin fruto y alguna hortaliza seca por falta de agua, la cual era para el usufruto de la comunidad y por lo visto no está arrendada. No tiene carga alguna. Son los mismos predios rústicos que tiene el referido Convento según manifestación del Padre Guardián, quien lo firma con nosotros y su síndico José Regidor, que también se halla presente a este Inventario en dicho Convento de Fermoselle a 4 de septiembre de 1.835. Fray José de San Vicente, Fray José Regidor, Manuel Saturnino Losada, escribano, y Pedro Guerra, Administrador de Rentas en Fermoselle. (2) Si hacemos cómputo general de los datos que hemos aportado, obtenemos lo siguiente: Suman las rentas: 1.551 reales. Suman las capitalizaciones: 83.750 reales. Suman los remates: 98.990 reales. Superficie afectada: 46 fanegas, 20 celemines y 220 pies. Existía en Fermoselle, además de esta cofradía de “La Concepción”, una capellanía de su mismo nombre que creemos tenían relación o dependencia entre ellas. Sí nos consta saber que su fundación se debe al presbítero fermosellano Don José Barbero Guerra que lo hace en testamento otorgado en la villa ante el escribano público, Don Pedro Sandoval y Montejo, y posteriormente fue erigida por el Sr. Provisor de este Obispado, Don Julián García de Abienzo, en 19 de enero de 1.7 41. En 1.888 y en un nuevo proceso de enajenación encontramos abundante documentación de la Hacienda Pública y los herederos legales del fundador Don José Barbero. En este caso se trata de Don Saturnino Viñas Cabezas, vecino de Andavías que inicia expediente para exceptuar de la venta de bienes dotales que constituyen esta capellanía y lo hace a través del licenciado Don Andrés Rodríguez Calamita, de Zamora. Encontramos un oficio que el Delegado de Hacienda envía al entonces Notario de Fermoselle, Don Ulpiano Castro, preguntando dónde se encuentran los protocolos testamentarios del año 1.741 en que testó Don José Barbero, y la contestación que da es ésta: “En Bermillo de Sayago y el Notario es Don Francisco Conde Armenteros”. Por su curiosidad también informamos que hemos encontrado certificaciones de cotejo al respecto firmadas por el entonces Sr. Alcalde de Zamora, Don Víctor Gallego, que tiene dedicada una calle importante en la ciudad. La cofradía y capellanía de La Cruz tenía su sede en la ermita de su nombre, sita en La Portilla y camino de la ermita de la La Soledad (más tarde cementerio) y próxima a la charca o laguna, ya desecada, denominada del Santo Cristo (hoy monumento a los muertos en la guerra civil) y de la Iglesia de San Juan y Convento de Franciscanos. Había sido fundada en Fermoselle por Don José Vicente Velasco y su esposa Doña María Barrueco Ramos en el año de 1684. Con anterioridad su hermano Don Antonio fundó otra capellanía en Fermoselle cuando era párroco de Fuente el Saz y de su anejo Valdetorres, perteneciente al arzobispado de Toledo. En 1871 y a instancia de Don José Funcia Aribayos, presbítero, capellán y cumplidor de cargas de ambas capellanías presentó expediente de excepciones de venta de bienes con arreglo al Rey Decreto de 12 de agosto de 1871 que regulaba dicha desamortización pero no fue atendida. Fuentes: (1) A.H.P:Z. DesamortizaciónHacienda. Signatura: C:013 (2) A.H.P.Z. DesamortizaciónHacienda. Signatura: C-001. Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / VII CXXII Aquellas curiosidades del pasado ✒ José Manuel García Rubio Finalizamos el capítulo anterior con las humoradas de Don Estatua de Viriato y Joaquín del Barco; y así vamos a palacio de la Encarnación, actual comenzar éste, basándonos en su Diputación, en el obra de cantares, imprimida en año 1906 la zamorana Imprenta Calamita, en el año 1899: (●) Foto L. O. Z. “Que no me quiere por vago, anda tu madre diciendo; ya verá como me aplico el día que nos casemos”. “Si tu pecho es un volcán y tus ojos echan fuego; el que se case contigo ¡qué bien pasará el invierno!”. “No vivas en Balborraz si he de quererte alma mía; no temo yo la bajada, lo que siento es la subida”. “No esperes tener talento porque sea hombre rico; pues aquello que no se hereda no es fácil adquirirlo”. “Me dijiste ayer que sí; hoy me dices no te quiero. Tienes más vueltas niña, que la Cuesta del Piñedo”. “En el barrio de la Lana se crían las buenas mozas; es porque todas son hijas de la Virgen de la Concha”. “El arroyo de Valorio siempre en verano se seca; porque dice que ve cosas que le dan mucha vergüenza”. El otro zamorano fallecido en dicho año 1911, fue Don Eduardo Barrón; el día 23 de noviembre. Cuando caminaba por Madrid, en la llamada calle Sevilla se sintió enfermo repentinamente, falleciendo poco después. Contaba 53 años. A pesar del tiempo transcurrido, nuestro monumento a Viriato nos lo recuerda permanentemente. Así como la artística puerta de la antigua Diputación y el escudo que culmina la fachada de dicho edificio. En varias ciudades españolas podemos contemplar la huella artística de Eduardo Barrón: En Cádiz su monumento a Castelar. En Salamanca su monumento a Cristóbal Colón. En Medellín (Cáceres) su monumento a Hernán Cortés. En la Escuela de Minas en Madrid, podemos contemplar otra bella obra escultórica. Tres años antes de morir fue nombrado Académico de Bellas Artes de la Real de San Fernando, de Madrid. Contemporáneo de estos dos zamoranos citados fue Don Tomás María Garnacho, quien deleitó con sus escritos a varias generaciones, a las cuales entre otras curiosidades trató de enseñar a pronosticar el tiempo, observando el entorno que los rodeaba. Estas fueron algunas de sus curiosísimas indicaciones: Las nubes divididas como la lana de las ovejas y formando vellones, indican durante el verano viento; durante el invierno nieve. Cuando la lluvia desprende vapor al caer, es que va a llover. Cuando la lechuza chilla es señal de que lloverá en abundancia. Cuando tiene cerco la luna, es señal que de noche, es señal de buen tiempo. Cuando las abejas no se separan de la colva a llover. Si el arco iris es doble, continuará llo- mena, va a llover. Cuando las golondrinas vuelan bajo, indiviendo. Si se desprende el hollín de la chimenea, can mal tiempo. Fallece Eduardo Barrón A pesar del tiempo transcurrido, el monumento a Viriato nos recuerda permanentemente la obra del escultor Tres años antes de fallecer fue nombrado Académico de Bellas Artes de la Real de San Fernando, en Madrid Si las ranas cantan más que de costumbre, pronto lloverá. Lo mismo sucede cuando la ovejas pastan muy rápido. Continuando con nuestro tema de curiosidades zamoranas, llegamos a la primavera de 1914, cuando un buen día a través de la prensa local se hizo pública la queja siguiente: “Llevamos más de ocho días que la ciudad está alborotada, especialmente en algunas calles; por el delito de unirse en segundas nupcias un popular carretero; viéndose obligado a soportar con la paciencia de Job una sesión continua de conciertos cencerriles.Ya dice el futuro cónyuge: “No hay derecho a inquietar a un pacífico ciudadano, que en uso de su voluntad y en alas de Cupido se aproxima al altar”. Pedimos a las autoridades tomen cartas en el asunto, para evitar el espectáculo de esas expansiones salvajes; pues no se puede permitir que una capital de provincia esté a tan bajo nivel cultural”. Si en estos capítulos de curiosidades he hablado de algunos zamoranos que destacaron por las suyas artísticas; a continuación lo hago con otros dos: Primero el pianista Don Miguel Berdión, al cual llegué a conocer, cuando era ya muy mayor, pero todavía nos deleitaba con algunos cortos de piano, utilizando el que tenía Don Manuel Franco en su carpintería de la Avenida del Mengue: Allá por los años veinte el semanario local “La Ciudad” decía lo siguiente: “Este zamorano ilustre, continúa su gira triunfal por Norteamérica, donde se han contado por éxitos resonantes las actuaciones que ha tenido. En el Filarmonic Auditorium de Los Angeles, en San Diego... los aplausos conquistados por este zamorano han sido verdaderamente estruendosos; siendo el pianista europeo que más entusiasmo ha despertado en aquellas tierras”. Todo este éxito le llegó comenzando su juventud, llegando a dominar hasta tal punto el piano, que fue calificado como niño prodigio. Con motivo de la inauguración del órgano de la Catedral, el 12 de enero de 1919, al día siguiente Miguel Berdión lo estrenó ofreciendo un concierto, después que la jornada anterior lo hicieran los mayores; y digo mayores deduciéndolo por la crónica del momento, que dijo así: “Con asistencia de gran número de público, el jovencito zamorano Miguelito Berdión ejecutó con facilidad extraordinaria varias piezas musicales”. El otro zamorano del que voy a hablar fue también otro zamorano, destacado precoz en dotes musicales; este con el violín: Eran momentos de tirantez en España, pleno verano de 1936, la guerra civil recién comenzada; en el periódico local “Heraldo de Zamora” se escribía lo siguiente: “Nuestro querido paisano y gran violinista Lorenzo Antón, quien entre sus triunfos cuenta el destacado premio Sarasate, pasó a perfeccionar sus estudios al Conservatorio de Bruselas, consiguiendo el primer premio en violín. A dicho examen se presentaron más de cien alumnos de muchas nacionalidades. Lorenzo Antón, que tan alto ha sabido poner el nombre de Zamora, actuó varias veces en la Orquesta Filarmónica de Bruselas. VIII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 Actualidad de las Cofradías Mujeres bajo el peso de la fe Cofrades zamoranas asisten al III Congreso Nacional de Cargadoras en Cartagena y reivindican el derecho a participar en igualdad en Semana Santa ✒ Andrea Rodríguez Cargadoras, portapasos, costaleras, braceras, horquilleras... Nombres que aunque no son sinónimos tienen mucho en común. Todos ellos sirven para denominar a las mujeres que llevan sobre sus hombros, sobre sus espaldas, una escena bíblica o una imagen de un paso de Semana Santa en distintas ciudades de España. Darles la importancia que se merecen, ni más ni menos que la que se merecen ellos, ha sido el objetivo del III Congreso Nacional de Costaleras y Portapasos que se ha celebrado recientemente en Cartagena. En esta ciudad, donde hay portapasos femeninos desde hace más de diez años, a las mujeres les costó Dios y ayuda que les permitieran cargar con un trono. De hecho, tuvieron que solicitar el permiso de integrar uno nuevo en la procesión para poder salir. De este modo se creó el paso de La Despedida, muy similar al de la Cofradía de la Tercera Caída de Zamora. Son las dos únicas representaciones de esta escena que existen en España. «Estaban en las esquinas pendientes de cómo dábamos la vuelta, pensando que íbamos a hacerlo mal, nos insultaban y estaban deseando que falláramos en algo», explica una de las portapasos. A dicho paso, allí trono, de la Cofradía California, se le uniría posteriormente otro cargado por mujeres, aunque en otra procesión y en otra Cofradía, La Marraja. Y este año, saldrá un tercero. El hecho de que las mujeres sacaran un trono a hombros levantó ampollas entre los sectores más conservadores de la Semana Santa cartagenera. Ampollas que, con el paso de los años, han ido haciéndose pequeñas aunque no han llegado a desaparecer . «No se trata de hacer una exhibición de fuerza, sino de sacar una imagen dignamente a la calle», aseguraba la capataz de La Despedida, Belén Ruíz Martínez en su última visita a Zamora. Ella fue la encargada de explicar en la mesa redonda del congreso que hablaba sobre la actitud de las cofradías ante la incorporación de la mujer como portadora de pasos procesionales. En ella participaron además representantes de cofradías de Zamora, Barcelona, León y Lorca. Cada uno explicó su caso. En Zamora, como todos saben, las mujeres sólo pueden cargar con la imagen de Jesús, Luz y Vida el sábado posterior al Viernes de Dolores. En el resto de cofradías la mujer, de momento, no carga, aunque alguna hay ya apuntada a la lista de espera de la imagen de Nuestra Madre de las Angustias y otro grupo formará parte de una carga mixta cargando a La Virgen de las Espadas. Es de esperar que en la Cofradía del Santo Entierro, que acaba de admitir a las mujeres en sus filas, alguna cofrade muestre su deseo de cargar con un paso. Xuasús González expuso muy claramente como está el panorama para la mujer cargadora en León. El ponente leonés mostró al auditorio del Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy algunas de las excusas que las cofradías leonesas habían dado para no admitir mujeres cargadoras. «Las mujeres son problemáticas, ¡qué salgan de Manolas!, ¡que se vayan a cofradías femeninas! o ¡no me gusta que salgan de braceras, y punto!». Argumentos que no sólo se dan en León. Sin embargo allí se ha conseguido que algún trono sea portado o bien sólo por mujeres o bien de forma mixta. Manuel Zamora, representante del Consejo General de Hermandades de la Archidiócesis de Barcelona, explicó que la situación en Barcelona era distinta, aunque «hay que seguir luchando por no discriminar ni a mujeres, ni a hombres. «Las mujeres son conflictivas, ¡que salgan de Manolas! o ¡no me gustan debajo de un paso y punto!» «Claro que las mujeres y los hombres tenemos distinta constitución; igual que yo y este señor y cargamos juntos» «Hay que llegar a la igualdad en derechos y condiciones. A la Virgen poco le importa quién va debajo» Hay que llegar a una igualdad de derechos y de condiciones. Creo que a la Virgen poco le importa quién está debajo», aseguró. La representante de Lorca, Angeles Plazas Aránega, indicó como la Semana Santa de su pueblo es un ejemplo de integración. Hombres y mujeres participan por igual tanto en las representaciones bíblicas que allí se realizan como en las procesiones. No en vano la integración les ha supuesto el premio Pasos que anualmente entrega la Asociación de Mujeres Cofrades de Cartagena. Entre el público las preguntas a los ponentes se referían a las cargas mixtas, que, según la mayoría de los asistentes, es el ideal que hay que conseguir para que ni hombres ni mujeres se sientan discriminados. «Claro que las mujeres y los hombres tenemos distinta constitución. Y yo y este señor que está a mi lado, y hemos cargado juntos. Y según los críticos eso de ir rozándose con mujeres... Pero qué pasaría si a mí no me gustaran las mujeres...», explicó Xuasús González. Además de la mesa redonda sobre la actitud de las cofradías ante las cargadoras femeninas, el Congreso contó con tres ponencias académicas. La primera fue impartida por una veterana en estas lides, la malagueña Paloma Sánchez Domínguez, que disertó sobre el vocabulario cofrade y los términos que se refieren a la mujer como portadora de tronos. Habló también de la necesidad de conservar los términos autóctonos, sin que por ello no se pudieran utilizar los foráneos. «Al fin y al cabo eso lo decide el público, aunque tienen mucha influencia también los medios de comunicación», aseguró. Paloma Sánchez terminó su conferencia asegurando que el trono, o el paso ha sido desde siempre «el terreno más vedado a la mujer en las cofradías». La segunda ponencia académica estuvo a cargo de Jorge Gómez Cervera, traumatólogo y procesionista, que es como se denomina en Cartagena a los cofrades. Gómez habló sobre las lesiones que puede ocasionar la carga de tronos a hombros o al costal. El traumatólogo explicó las mejores posturas para cargar, «manteniendo la espalda todo lo recta que se pueda» y dio consejos muy interesantes para que las lesiones fueran mínimas. «Los vendajes en las articulaciones y una buena faja para sujetar la zona lumbar pueden ayudar», aseguró. También recomendó utilizar los músculos de la zona abdominal en el esfuerzo. Gómez aseguró, esta vez dirigiéndose a los capataces o jefes de paso, que era fundamental «realizar un buen tallaje» y ensayar con el mismo peso que se va a llevar en la procesión. En esta conferencia uno de los temas conflictivos fue la edad de los cargadores. El médico recomendó que se cargara de los 21 a los 45, pero «hay personas de más de 50 años que se mantienen muy en forma». Lo que sí aconsejó es «no salir de portapasos en varias procesiones seguidas». También aconsejó los estiramientos previos y un buen calzado. Angel Julio Huertas Amorós ofreció la última ponencia sobre la configuración estética en los tronos y pasos de Semana Santa según la forma en que son portados. Angel Julio Huertas resaltó la importancia del costalero a la hora de configurar un paso. El ponente realizó un recorrido por la geografía española de norte a sur. Destacó que en el norte se da mucha importancia al grupo escultórico y no a los cargadores que cargan debajo del mismo y a los que no se ve en ningún momento de la procesión, de ahí «que fuera necesario incluir respiraderos que más tarde se convirtieron en una serie de ornamentos que dan una propia identidad al trono». Pero en la región de Murcia ocurre todo lo contrario ya que los portapasos o Mujeres portando el trono de La Despedida en la muestra procesional (arriba). Abajo a la izquierda, participantes en el Congreso en la recepción del Ayuntamiento, un momento de las ponencias académicas (centro) y la imagen de La Despedida de Cartagena. (●) Fotos Pedro Martínez y Vicente Cepeda los estantes «con su indumentaria particular forman parte de la estética de su Semana Santa». Finalmente, Angel Julio presentó una hipótesis muy novedosa que podría ser la explicación de la configuración estética actual del típico trono de Cartagena. Aseguró que a finales del siglo XIX y principios del XX, «la burguesía encargada de Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / IX La Despedida al ritmo del “Mater Mea”, en Cartagena Uno de los momentos más emotivos del III Congreso Nacional de Costaleras y de Portapasos de Cartagena fue la muestra procesional que se desarrolló en la ciudad y que permitió a muchas de las asistentes al encuentro saber qué es y qué se siente al tener un paso sobre los hombros durante unas horas. No fue una procesión en sí, ya que no asistieron nazarenos, sólo algunos representantes de la agrupación y de la cofradía. El trono recorrió las calles más céntricas de Cartagena, por donde pasan las procesiones en los días más importantes: Jueves y Viernes Santo. Les acompañaba la Agrupación Musical Sauces que entonó varias marchas fúnebres. El trono fue el de La Despedida de Jesús de la Santísima Virgen y resultaba, por lo menos curioso, que algunas representantes de la Asociación Mujeres Cofrades de Zamora cargaran con La Despedida al son del “Mater Mea”, pero por las calles de Cartagena. Algo que, hoy por hoy, con el grupo del mismo nombre, es impensable en la capital zamorana. Fue una experiencia inolvidable también para las representantes de otras asociaciones ya que tuvieron la oportunidad de cargar con un trono de forma distinta a como se hace en sus lugares de origen. Los tronos en Cartagena se cargan a un hombro y las imágenes de la Virgen, suelen entrar en la Iglesia de cara al público, lo que supone que los portapasos se dan la vuelta en la vara sin dejar el trono en el suelo. La Agrupación del Osculo brindó la oportunidad a las cofrades de otras ciudades de saber lo que se siente con el peso de un trono sobre los hombros El premio Pasos, para una hermandad de Lorca las cofradías en esa época en Cartagena, buscando que el público asistente a los cortejos aumentara de forma notoria, encontrara nuevos recorridos dónde instalar tribunas y dieran a los tronos un halo de novedad adornándolos con juegos de luces y flores que los hicieran más espectaculares, tal y como lo hacían las carrozas de las veladas marítimas de los veranos de la época». Las ponencias y la mesa de debate se complementó con una exposición de enseres cofrades de las Agrupaciones El Osculo (Californios) y Los Estudiantes (Marrajos), las dos en las que se cargan tronos femeninos. Aunque este año, la cofradía de La Resurrección estrenará uno, portado también por mujeres. Al final del encuentro se decidió que el cuatro encuentro de Costaleras se celebrara en Castelldefels. Las sedes anteriores han sido Alcaudete, Badalona y Cartagena. Los participantes en el Congreso tuvieron ocasión de visitar el Ayuntamiento de la ciudad, que ha sido recientemente restaurado; el Teatro Romano, rehabilitado también por Moneo, así como la propia ciudad que siempre merece la pena. Una de las asistentes al congreso puso de manifiesto un tema can- dente en casi todas las ciudades donde se celebra Semana Santa y donde existen pasos cargados a hombros: la escasez, cada vez mayor de portapasos. En algunos sitios, esta circunstancia ha sido beneficiosa para la incorporación de la mujer, pero en otros, ya con la mujer incorporada, pone en peligro que las propias imágenes salgan a la calle a hombros de sus cargadoras o cargadores. Con esta intervención se destacaba uno de los problemas más importantes que empieza a afectar a la Semana Santa, la falta de fe. Un tema al que sería necesario dedicarle otro congreso. El Muy Ilustre Cabildo de Nuestra Señora la Virgen de la Amargura en la Real y Muy Ilustre Orden Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario. Paso Blanco, de la ciudad de Lorca, fue este año el ganador de la IV Edición del Premio Pasos. Un premio que el año pasado fue a parar a la Hermandad de las Siete Palabras de Zamora, premiando así su esfuerzo por integrar a las mujeres en igualdad de condiciones que a los hombres. La cofradía ganadora de este año ha acogido también la participación activa de la mujer como cofrade, a la que tiene incorporada en todas y cada una de sus estructuras. Se ha premiado también en esta edición el hecho que la mujer participa también como portapaso, en plantillas de cargadores mixtas desde el año 1995 en los tronos de San Juan Evangelista, Santísimo Cristo del Rescate y Santísima Virgen de la Amargura, y también como grupo exclusivamente femenino en el trono de la Santa Mujer Verónica. Uno de los representantes de la Cofradía aseguró en su discurso refiriéndose a la integración de la mujer en las cofradías que en Lorca «hemos hecho de forma natural lo natural». La Semana Santa de Lorca es una de las más peculiares de España, sus representaciones bíblicas han conseguido que su Pasión sea reconocida como de Interés Turístico Internacional. La Semana Santa de Lorca es una de las más peculiares de España y está considerada como de Interés Turístico Internacional X / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 A MI PARIENTE HERMINIO, DE SAN MIGUEL, AL QUE ACABO DE DESCUBRIR CON ENORME DELFINARIO DELFIN RODRIGUEZ Apuros en el cine UN TIPO ME REMITE UNA CARTA LA MAR DE ILUSTRATIVA ACERCA DE LO MAL QUE SE PASA CUANDO LA MAS ELEMENTAL DE LAS ACCIONES HUMANAS COMO ES EL ORINAR SE CONVIERTE EN PERENTORIA Y URGENTE LA FRASE Las máquinas han venido a calentar el estómago del hombre, pero han enfriado su corazón MIGUEL DELIBES Leyendo su “Delfinario” del pasado domingo, donde las ganas de orinar fueron las simpáticas y angustiosas protagonistas, me atrevo a remitirle mi experiencia por si le fuera de alguna utilidad. Créame que, a mi juicio, no tiene desperdicio alguno. Me ocurrió un día ya un tanto lejano en que mi madre me encargó llevar al cine a mi hermanito pequeño Tolomeo, que hay que ver también que coincidencia la de su nombre con mi historia. Antes de entrar compré, como siempre había hecho, una Coca Cola y unas palomitas. Lo típico. Vamos, lo típico. A media película me tomé el refresco con un resultado la mar de sorprendente: al minuto me entraron unas ganas horribles de orinar. Como la película estaba en la mitad hice esfuerzos ímprobos por esperar al final y no molestar a los señores que tenía en la fila de atrás ni a los de mi misma fila. No fui capaz. Tenía que salir o corría el riesgo de hacérmelo encima. Le pedí a mi hermanito Tolomeíto que se estuviera quieto en su butaca, que yo salía un minuto a hacer un pis y en un pis pas regresaba. Me apreté el bajo vientre con ambas manos y cuando llegué a los mingitorios tras sortear todos los señores de mi fila estaba que explotaba. Entré y me puse en uno. Estaba yo sólo. Aquellos urinarios no tenían esas piezas de mármol que suelen separarlos. Yo siempre las buscaba como si fueran un símbolo de calidad porque a menudo, cuando no las tienen, el vecino de al lado acaba orinándote los pantalones. No me preocupé porque iba a orinar solo, como a mi me gustaba. No llevaba ni cinco segundos cuando entró un tipo gordo como un tonel. Había siete urinarios libres a mi derecha, pero no, el tonel se fue a poner justo al lado del mío. Por un momento pensé que se trataba de alguno de estos cerdos que se ponen a tu lado para mirártela. Algún sádico de esos que aprovechan la soledad de los cines para sus guarradas. No me extrañaría nada. Además de gordo era alto y tenía dos auténticos culos de vaso por gafas. Sabe Dios si no utilizaría esa estratagema, esa especie de lupa ocular para llegar con la retina hasta las entrañas mismas del orinador de al lado. Tendría el cerdo unos cincuenta años. Seguí intentando orinar pero sin perderlo de vista. Lo miraba por el rabillo del ojo con una mano apostada en la pilusilla y la otra en una navaja de Albacete que me había regalado mi amigo Tadeo. Quería saber si el guarro bajaba su mirada para ponerla en mi aparato en cuyo caso era capaz de darme la vuelta y dejarle un recuerdo en la pernera: un navajazo o mismo una meada. Para mí la cosa estaba clara: su miembro era mucho más potente que su voluntad y él no podía controlarlo… Antes de abrir la bragueta me fijo si mi compañero de viaje tiene párkinson o le tiembla el pulso El tipo aquel no me miraba, pero se ve que se había aguantado las ganas mucho más que yo, porque fue ponerse en el urinario, sacársela con evidente afán y soltar un cañonazo que me salpicó casi hasta la barbilla. «Joder pero qué hace paisano», le dije mientras escupía y trataba de apartarme agarrándome la colita para no orinar fuera. El señor parecía muy educado, quién lo diría. Me pidió disculpas y me explicó que llevaba mucho rato aguantando. Luego me dijo que no sabía qué le había pasado. Que siempre solía orinar con mucho tiento y disciplina. Para mi la cosa estaba bien clara: su miembro era mucho más potente que su voluntad y él no podía controlarlo… Pero claro, para ese tipo de miembros existe lo que yo le llamo prudencia y paciencia. Vamos, que podía habérsela agarrado para dirigirla al hueco con cierto tacto. Pero no, él la había sacado y la había dejado allí, a su libre albedrío y luego pasa lo que pasa. Es lo mismo que si abres un grifo de mucha presión cuando está conectado a una manguera. Lo más probable es que la manguera te empape, porque se retuerce de tal manera que siempre dirige el chorro hacia el rival más débil, es decir, tú. Lo peor es que yo, al verme orinado y al querer reprochar su actitud a mi compañero de váter me volví hacia él y yo también le oriné la pernera. Lo mío tenía más lógica, era como devolverle el gol que me había metido por toda la escuadra, pero el tipo también se en- Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / XI E ALEGRÍA ¡Qué cosas! Cuando la orina era oro fadó. Sobre todo porque parte del chorro le había caído sobre los zapatos nuevos que dijo que eran de una piel carísima, no sé si tafilete o algo así. Me dirigí al lavabo, cogí un trozo de papel del váter, lo empapé en el grifo y me froté los pantalones. No quería volver al cine oliendo a orines. Al momento estaba hecho un cristo. No sabía si había sido peor el remedio que la enfermedad. Al salir la gente que esperaba para entrar a la siguiente película –aquello era sesión continuame miraba como diciendo, mira a ese cerdo se ha orinado sobre los pantalones… Cuando fui a mi butaca cogí la bolsa de palomitas que mi hermano me estaba guardando. A los dos minutos me dijo, hermano qué te has hecho que hueles a meao que apestas… Lo que me faltaba. Le dije que se callara y que nos fuéramos de allí. Así no podía seguir. Ya me imaginaba a todo el cine con la nariz tapada para escapar a los olores que mis pantalones desprendían. Mi hermanito no quería salir. Decía que él quería ver acabar la película. No habían matado al malo y él sin ver en qué quedaba aquello no se movía. Le dije que bueno, que salía yo y que lo esperaba fuera junto a la barra del bar. La discusión se acaloraba por momentos. A mi hermano le daba miedo quedarse sólo. De pronto dijo, ¡pues no haberte meado encima! Todas las cabezas del cine se volvieron hacia mi que me dejé escurrir en la butaca hasta que tenía las orejas detrás del respaldo. Un calor as- fixiante me subía por el pecho y la cara se me había puesto roja como un tomate. Y todo eso me pasaba por no haber sido prudente. Por no haber observado a rajatabla las normas más elementales del bien orinar. A partir de entonces me dije, esto no vuelve a pasarme a mí por nada del mundo. Y puse en práctica las normas con un resultado la mar de alentador. Siempre que entré a mear, a partir de entonces, busqué urinarios con mármol de separación para que no me salpicaran. Me la agarro bien fuerte para que no se me vaya para los lados con la presión. Antes de abrir la bragueta me fijo si mi compañero de viaje tiene párkinson o le tiembla el pulso, en cuyo caso abandono la idea de orinar a su lado y me busco una cabina. Tampoco he vuelto a orinar al lado de uno de más de cincuenta años. Son los que más mojan porque son los que menos controlan la situación. Tampoco me pongo al lado de un niño, los niños también mojan porque son muy distraídos y a menudo se mueven u orinan como si tuvieran un aspersor sin centrar el chorro. Y, muy importante, cuando tengo algún curioso al lado me pongo la palma de la mano sobre la colita como si fuera una marquesina. Evito que tengan sucias tentaciones y pensamientos impuros. Y me va de maravilla. Orinar seguro es un gran placer sólo al alcance de quien utiliza la ciencia en el empeño. www.delfin_rod@hotmail.com La orina más cara que el propio oro, quién lo diría. La orina ejemplo de pulcritud, quién lo pensara. Tanto, que no hubiera sido en la antigüedad muy extraño piropear a una bella mujer diciéndole, señorita tiene usted los ojos más limpios que la ropa lavada con orina. Y es que en muchos sitios en la antigüedad la orina era el “Perlan” de entonces. El “Omo”. El “Tu-tu”. El “Elena”. La cosa se descubrió por casualidad. Con la erupción del volcán Etna, se encontraron en Pompeya una lavandería romana. En ella la orina era el elemento esencial. Sus ácidos eran empleados para blanquear la ropa. Claro que tal lujo sólo estaba al alcance de los más pudientes porque no era fácil hacer acopio del líquido. Vamos, que qué lavandería tendría tantos empleados como para embotellar o enlatar la orina necesaria para blanquear a media Pompeya. La solución al difícil problema la buscaron los lavanderos en grandes ollas de porcelana que colocaban en las puertas del comercio donde las personas podían ejecutar sus ganas sin miedo a ser multados. Vamos, como si fueran el origen de los modernos urinarios. Una vez recogido el mágico líquido, los esclavos volcaban la orina en grandes pilas donde pisaban la ropa como si fuera uva hasta que el ácido úrico hacía su efecto limpiador y desinfectante. Luego las prendas eran cuidadosamente enjuagadas en agua para evitar malos olores. La utilidad de la orina, convertida en auténtico lujo, llevó al emperador Vespasiano a grabarla con un impuesto. Y no era pequeño. Casi tenías que ser rico para lucir una camisa lavada con orina. Claro, que aquella demostrada eficacia no debe de llevar a nadie en la actualidad a orinar en el tambor de la lavadora para realzar su colada. Los detergentes actuales tienen grandes propiedades blanqueadoras. No, por muy achuchada que esté la cosa no deben de ahorrar utilizando el detergente casero que proviene de la uretra. Puede que sea tan eficaz como los detergentes de última generación, pero resulta un poco más asquerosillo. Vamos, que no la veo yo a usted, doña Josefa, orinando en un cazo para luego verterlo en el tambor. Y es que la gran utilidad de la orina ha sido conocida ya desde los tiempos más remotos. Algunos pueblos la utilizaron como remedio para aliviar el ardor de estómago. Los esquimales la utilizan para limpiar heridas y lavarse las manos… Una auténtica bicoca. Una vez recogido el mágico líquido, los esclavos volcaban la orina en grandes pilas donde pisaban la ropa como si fuera uva hasta que el ácido úrico hacía su efecto limpiador y desinfectante. Luego las prendas eran cuidadosamente enjuagadas en agua para evitar malos olores XII / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / XIII XIV / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO dominical / XV Más vale prevenir Ancianos expuestos al maltrato ● Negligencia y abandono son las vejaciones más frecuentes ● También pueden sufrir abuso físico o psicológico y explotación financiera ✒ Ramón Sánchez-Ocaña «Una de cada cuatro personas mayores de 65 años, altamente dependientes y que son cuidadas en su domicilio podrían sufrir algún tipo de maltrato. A mayor edad y mayor grado de dependencia, mayor riesgo». Así se expresa el doctor Francisco Sánchez del Corral, del servicio de geriatría del Hospital Central de la Cruz Roja de Madrid y secretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. ¿Y a qué se llama maltrato? La definición oficial adoptada en la declaración de Toronto, en noviembre de 2002, dice que el maltrato a mayores es un acto único o repetido o la falta de acción apropiada que ocurre dentro de cualquier relación en la que existe una expectativa de confianza, que causa daño o angustia a una persona mayor. Puede ser de varias formas: físico, psicológico-emocional, sexual, financiero o simplemente reflejar una negligencia intencional o por omisión. El doctor Sánchez del Corral ha dirigido un amplio estudio sobre el maltrato en personas mayores y altamente dependientes que son cuidados en el domicilio familiar. Los resultados indican que el principal tipo de maltrato que reciben es la negligencia (16,4 por ciento), seguida del abandono (7,7 por ciento), el abuso psicológico (3,1 por ciento), la explotación financiera (1,5%), el abuso físico (1%) y el abuso sexual (0,2 por ciento). Y es curioso señalar que, entre los pacientes altamente dependientes, los que padecen un cáncer avanzado son un grupo de menor riesgo en relación a los pacientes geriátricos. También señala este especialista que antes de valorar el maltrato se deben conocer las definiciones. Y, así, explica que la negligencia es el rechazo, negativa o fallo para completar cualquier parte de las obligaciones o deberes a un anciano, de forma voluntaria o involuntaria. Y el abuso sería la deserción o abandono por un individuo que ha asumido el papel de cuidador o por la persona que tiene la custodia física. «Esto incluye», dice el doctor Sánchez del Corral, «no aportar medidas económicas o cuidados básicos como comida, hidratación, higiene personal, vestido, cobijo, medicinas, confort, seguridad personal o cualquier otro tipo de atención incluida en una responsabilidad que puede ser explícita o acordada. En este contexto un tipo de negligencia que sigue ocurriendo se produce, por ejemplo, cuando el médico de familia no acude, de forma reiterada, al domicilio del paciente ante las sucesivas peticiones de la familia, por los problemas de salud que éste presenta. La falta de higiene o no cambiar la postura del anciano en la cama para evitar la aparición de úlceras por presión sería otra forma de negligencia por profesionales que ocu- rre en los servicios de urgencia o cuando nadie dedica tiempo para dar de comer a un paciente que, por su enfermedad, no puede hacerlo por sí mismo. Lo cierto es que en el caso de negligencia o abandono la responsabilidad de los profesionales sanitarios y de servicios sociales puede llegar a ser de un 60 por ciento de los casos, mientras que el resto (el otro 40%) afectaría al entorno del anciano, principalmente la familia». Los médicos de familia han dado ya la voz de alarma en un reciente congreso nacional. Alrededor de un 5 por ciento de los ancianos españoles sufre algún tipo de maltrato que en la mayoría de los casos no se denuncia por depender emocional o económicamente del agresor. Y lo que es más grave: se teme que este maltrato vaya en aumento por el progresivo envejecimiento de la población, que llevará a más patología, a más dependencia, a más necesidad de cuidados... Según el doctor don José Manuel Espinosa, presidente de la Sociedad Andaluza de Medicina de Familia y Comunitaria, hay un problema añadido, «y es que los mayores difícilmente van a denunciar estos abusos. Por eso, somos nosotros, los que entramos en las casas, los que vemos el proceso, quienes tenemos que saber ver el problema. Si no lo tenemos en mente, difícilmente vamos a poder detectarlo. Por eso hay que insistir en esa frase que dice que “sólo se ve lo que se mira y sólo se mira lo que se tiene en la mente”». Maltrato por negligencia. Es el más frecuente. Es maltrato provocado por fallos o por omisión de cuidados. Es una desatención. El médico puede ver cómo va cambiando la situación, si se produce ese maltrato. El aseo, la higiene, cómo esta arreglado puede ser una pista clara. Y se puede saber si la medicación no se le administra o si se hace de manera inco- rrecta al ver que un proceso dura mucho más de lo previsto. Según los especialistas, es un problema que se está empezando a destapar y que se irá incrementando. El perfil. Lo más frecuente es que se trate de una señora mayor. No por el hecho de que sea del sexo femenino, sino por pura razón demográfica. Hay más ancianas que ancianos. Y se puede unir a eso también el maltrato de género. Pero la estadística informa de que se trata de una mujer, que suele presentar varias patologías a la vez, que tiene por tanto una gran dependencia o un deterioro cognitivo. Normalmente, además, está ligada por una relación familiar al cuidador principal. En cuanto al perfil del maltratador, se sabe que es persona en íntima relación con el maltratado. Son gente que lleva mucho tiempo haciéndose cargo de la persona mayor y que en un momento determinado puede claudicar. Suele tener además alta dependencia económica de la persona que cuida. Y si llevan mucho tiempo en esa situación suele ser víctima de alguna adicción: alcohol, drogas, ansiolíticos... El cambio social que se ha experimentado en los últimos años puede dar la clave del porqué. Cada vez hay más ancianos y de más edad que necesitan más cuidados.Y eso no se ha resuelto. Esa responsabilidad se descarga sobre la familia en unas circunstancias que no son las más adecuadas. Tenemos casas más pequeñas, no hay sitio; quien cuida tiene que acabar prescindiendo de todo, de su vida laboral, de su vida familiar, de todo su entorno para dedicarse única y exclusivamente a cuidar.Y así, cuando a uno le toca esa responsabilidad se puede llegar a la negligencia; es decir, a dejar de atender, a no ser escrupuloso en el aseo, en la alimentación, en los cambios de postura para que no se produzcan llagas... XVI / dominical LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009 Con glamour y mucho olé Premios 2008 ● No faltaron alusiones a Zamora en la entrega de los Premios Nacionales del Flamenco, que se celebró esta semana en Jerez de la Frontera ✒ Félix Rodríguez Lozano Con más glamour que nunca tuvo lugar la entrega de los premios nacionales del flamenco el pasado martes en Jerez de la Frontera. Recordar que en esta ocasión han sido sesenta y tres los críticos de toda España que han emitido sus votos. Es obvio que este evento, con su decena de ediciones efectuadas, es una cita anual obligada para el mundo del flamenco. Un año más Onda Jerez lo retransmitió en directo con un despliegue técnico que impresionaba a propios y extraños. Además permitió la conexión por satélite a más de una veintena de televisiones locales y autonómicas. Se va haciendo necesario que la TV que pagamos los españoles, pero que no está al servicio de todos, deje de mirar para otro lado cuando de flamenco se trata. Alfonso Eduardo Pérez Orozco, creador, impulsor y dinamizador de los Premios, junto con Anabel Padilla fueron los conductores del evento. La cita contó con diversos atractivos empezando por el escenario. Nada menos que en la sala multimedia de Los Museos de la Atalaya, antigua Bodega de Rumasa, con sus pantallas gigantes envolventes fue quien congregó al medio millar de asistentes. La representación más nutrida, sin duda fue la extremeña con políticos y flamencos. En el primer grupo estaba Juan Ramón Ferreira, Presidente de la Asamblea de Extremadura, la coordinadora de los actos del 25 aniversario de la autonomía, Emilia Guijarro y el senador Francisco Fuentes. No era para menos, la obra premiada “Tangos y jaleos extremeños” puede considerarse una obra definitiva sobre esos estilos y por su presentación y contenido estará para siempre en lo selecto del flamenco. Por parte de los aficionados y artistas, el zamorano Federico Vázquez, era su representante más señalado. Hasta un total de quince fueron los desplazados a Jerez. También el autor principal del libro, Perico de la Paula, Pedro Peralta y compañía fueron a impartir lección magistral al epicentro mismo del compás flamenco. Los tangos ejecutados por Peralta con el ritmo marcado por el golpeteo de cuatro bastones sobre el escenario le puso al respetable los pelos de punta y se lo premiaron con una generosa ovación. Pero antes, Federico Vázquez en su elocución de agradecimiento por el premio obtenido, sacó a relucir a Zamora. En concreto se refirió a la recogida del premio, también en Jerez, otorgado a la Peña Flamenca “Amigos del Cante” por la Cátedra de Flamencología, estando María Fernanda, su mujer de parto de su primer hijo. Eso fue hace treinta años. Cosas de la vida. Pero no fue la única referencia a nuestra provincia. Romualdo Molina, esa mente prodigiosa para hilvanar y analizar hipótesis, no sólo sobre flamenco en lo que como se sabe es una consumada autoridad, también sobre prácticamente cualquier otro tema, además de ser un excelente conversador, volvió a referirse a la afición zamorana. Romualdo además es un excelso trasmisor de conceptos, llegando claramente a la mente y a la emoción, a la cabeza y al corazón, lo que le hizo cosechar la ovación más monumental que ha- De la Crítica Nacional de Flamenco MEJOR LABOR DE DIFUSION DEL FLAMENCO EN MEDIO: ROMUALDO MOLINA: 50 AÑOS DE PROFESIÓN yamos visto en un acto público, varios minutos con el público en pie, y el buenazo de Romualdo sin inmutarse. Hay que destacar, además de la actuación de los extremeños, la perla cultivada que nos tenía reservada Alfonso Eduardo: El Quijote. Pero en versión americana de California y cantando flamenco para morirse. MEJOR PROMOCION DEL FLAMENCO: BBK: EVENTOS FLAMENCOS MEJOR LIBRO : TANGOS EXTREMEÑOS Y JALEOS EXTREMEÑOS (Juan Pedro Lopez Godoy) Edición: ASAMBLEA DE EXTREMADURA y Peña “Amigos del Flamenco DE EXTREMADURA” MEJOR DVD: FARRUQUITO: FARRUQUITO Y FAMILIA MEJOR DISCO DE CANTE REVELACIÓN: JEREZ SIN FRONTERAS de JESÚS MÉNDEZ DISCO DE GUITARRA DE ACOMPAÑAMIENTO: RAICES Y ALAS (DE CARMEN LINARES) JUAN CARLOS ROMERO MEJOR DISCO INSTRUMENTAL: RIO DE LOS CANASTEROS de DIEGO AMADOR MEJOR PRODUCTOR: ENRIQUE MORENTE por PABLO DE MÁLAGA MEJOR BAILAOR: JAVIER BARON MEJOR BAILAORA: ROCIO MOLINA MEJOR DISCO DE GUITARRA SOLISTA: DIAPASION, de CHICUELO El presidente de la Asamblea de Extremadura, Juan Ramón Ferreira, se dirige al público, acompañado de la delegación extremeña MEJOR DISCO DE CANTE: OCHO GUITARRAS… Y UN PIANO de EL PELE Foto de todos los premiados. Entre ellos, abajo a la izquierda, el zamorano Federico Vázquez FOTOS F. RODRIGUEZ Sobre estas líneas, la actuación de “El Quijote”, un virtuoso de la guitarra. A la derecha, Farruquito con Pedro Peralta El Quijote arribó hace algunos meses a la bahía de Cádiz con un barco fabricado por el mismo y navegando desde EE.UU. hasta España. La primera vez que vino lo hizo hace medio siglo para empaparse de flamenco, como tantos otros miles de extranjeros a la finca del siempre recordado Donn E. Porhen, al que La Opinión le dedicó una página con motivo de su fallecimiento. El Quijote es un artista que canta y se acompaña el mismo con la guitarra, y que afortunada- mente para este universal arte se ha “fosilizado”. Es decir, que cuando actúa si se cierran los ojos de repente estás oyendo tocar a Diego del Gastor y oyendo cantar a Joselero y a Manolito María. Impresionante. Además de los premiados, entre muchas otras caras conocidas, imposibles de citar aquí, se dejaron ver, Mariana Cornejo, Fernando de la Morena, Moraito, Dornates, Fernando Moreno, Paco Cepero, Diego Fernández y Joaquín López del Instituto de Cultura Gitana. Alfonso Eduardo, a la izquierda, con el premiado Romualdo Molina, gran difusor del flamenco