Suplemento Dominical - La Opinión de Zamora

Anuncio
A la carga en femenino
Cofrades
zamoranas, en
el Congreso
Nacional de
Cargadoras
ZAMORA, 8 DE FEBRERO DE 2009
dominical
Cosido a los ancestros
Celedonio Pérez, redactor-jefe de “LA OPINION-EL CORREO DE ZAMORA”, narra desde
dentro de la máscara la experiencia de ser Zangarrón en su pueblo, Sanzoles
II / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
El Zangarrón de Sanzoles, una manifestación que transciende a la pura mascarada
En el envés de la fiesta del Zangarrón de
Sanzoles están los sentimientos, esa es la
clave para entender la mascarada
El autor de este reportaje se pone la careta
y sondea en lo más profundo de la
celebración, busca el agua debajo del pozo
Con la cara
tapada y
el alma desnuda
NO ES FACIL PONERSE UNA CARETA CENTENARIA AHORMADA CON CUERO DE
CABRA DESPELLEJADO CON MIL TRASIEGOS DE VINO, NI ENVOLVERSE EN MANTAS DE CABALLERIA DEL MISMO SELLO. SUPONE ESFUERZO, CORRER DURANTE HORAS ATADO A MILES DE PUNTADAS, CON CENCERROS EN VEZ DE RIÑONES. PERO TODO VALE, HASTA LOS CINCO KILOS EN SUDOR PERDIDOS EN EL
CAMINO. EN EL SUFRIMIENTO ESTA LA FELICIDAD Y EL CONOCIMIENTO.
✒ Celedonio Pérez /Fotos: José
Alfonso, Javier Hernandez y V. Puga
La vida, a veces, se encela en espiral y culebrea eternizándose. No pasa nada. Y otras
que se desgañita y se lanza monte abajo, encabritándose sin control: entonces cualquier
minuto cuenta, cala y se queda ahí, hurgando
dentro, como una herida en un dedo, en el que
siempre caen los golpes. Me ha pasado a mí,
me acaba de pasar hace un suspiro. Y siento
que lo vivido ya ha echado raíces y que ahí se
quedarán. Cuando cualquier viento airado
destape el humus superficial, volverán a salir
a la superficie. Con ellas, estoy seguro, retornaré al polvo porque son parte de mí, son yo.
«El señor Cele está mal. Tiene una gastroenteritis muy fuerte. No reacciona bien al
tratamiento, ventila mal... Hemos llamado a
la ambulancia y lo vamos a llevar a Urgencias
del Clínico...». La llamada telefónica cayó como un dolor en el pecho; el mensaje escuchado a las tres de la mañana en la cama, a lado
de mi mujer, como un golpe en la cara. El alma prendida por mil manos, la respiración
corta, la angustia larga. Después, dolor. Mi padre, Dios, como un pajarito...
No me puedo vestir de Zangarrón mañana,
no tengo ánimo, no debo, estoy hundido, mi
padre se está muriendo. El pensamiento fue
una espada clavada durante varias horas. Le
susurré, vencido, a Valentina: «Si llama José
Javier o Antonio Domingo, dile que se vista
otro, yo no puedo...». Mi mujer: «Tranquilo
que ya verás como mejora, haz lo que tu quieras, lo que tú decidas está bien...». Y asumió
toda la responsabilidad de velar por el enfermo durante un día y dos noches y a la vez, sin
decir nada, me dio fuerza a mí. Quería que
fuera Zangarrón, lo mismo que Alba y Rodrigo, que también sabían que el empeño me hacía ilusión.
¿Y por qué quería volver a vestirme de
Zangarrón, treinta y un años después de haberlo encarnado cuando fui quinto? Por mi
primo Manolo, “Gazapo” como yo, al que el
pueblo le debía un homenaje después de cin-
cuenta años como tamborilero; por sentir dentro de la careta la fuerza de la tradición, ahondar en las raíces de la fiesta, descubrir su fuerza totémica, penetrar en el misterio de una
mascarada que encierra en su concepción, parafernalia y liturgia el devenir de una sociedad, la prehistoria, la historia, sus avatares y
alamares. También para reivindicar una careta con más de cien años y respirar el olor apagado y ocre del cuero viejo, el mismo que respiraron decenas de sanzolanos, mis antepasados, la mayoría ya muertos.
Pronto descubrí que no iba a ser fácil. Me
asusté el día de Año Nuevo cuando en casa de
Pascual intenté ponerme la careta del señor
Fermín, que ahora custodia Paulino, una máscara primitiva, negra, fea, repleta de costurones, enroscada, coronada de cintas de papel
que tapan dos cuernos trenzados con el mismo cuero, de donde cuelgan dos “falanges”
de sarmiento sin corazón y sobresalen boca y
ojos, aureolados con elementos infantiles antes de llegar a un rabo de cabra que sirve de
supuesto asidero a la mano que mueve la careta, cuando ya en movimiento, el Zangarrón
intenta ver por los dos ojines el mundo peripatético y nervioso. No pude ponérmela, no
me entraba. Acabé viendo por la boca. De ahí
no pasaba, me hice daño en la base del cuello
al empujar, nada. ¿Claustrofobia? No.
La cara marcada por el roce de un pliegue
sin suavizar y untada de Nivea, así acabó.
Descubrí de esta manera, a lo bestia, la respuesta a una pregunta que un día escuche al
codirector de las excavaciones de Atapuerca,
José María Bermúdez: ¿Para qué tiene barba
el hombre si ya no le es imprescindible para
protegerse del frío? Pues para salvaguardar
su rostro de la rusticidad de la máscara, para
evitar que la careta le haga daño y le pinte
mataduras, muy difíciles de curar en épocas
pasadas.
José Javier tuvo que emplearse a fondo para vivificar y ensanchar la careta y hasta utilizó una crema especial de grasa de caballo para suavizar el cuero, mejunje abetunado que
acabó después en mi rostro.
Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO
dominical / III
a: sentir el palpitar de la fiesta desde la profundidad de la careta
Pero hubo más dudas. La víspera el ánimo
flojeaba, pero también el cuerpo. Subir las escaleras del hospital “Rodríguez Chamorro” se
convirtió de repente en tarea dolorosa, que se
fijaba en el pecho. Falta de sueño, agotamiento, el palpitar inconsistente de lo que está por
venir, pero que empieza a respirar, ahí, en la
epidermis... Así no puedo, el físico no quiere.
Un resfriado asomaba la cabeza. La víspera,
por la noche, llegó sin avisar un extraño dolor
de cabeza que identifiqué pronto con ese malestar que también aflora cuando al día siguiente hay carrera de medio maratón. Me desperté con el mismo dolor, más pronunciado.
¿Miedo? ¿Nervios? Un poco sí. La responsabilidad de la tradición. Pronto iba a notar lo que
significaba.
La mañana, luminosa, reñida con la del día
anterior: hosca, escarchada, como mi ánimo. Lo
que cambia un día en invierno. Quise hacer lo
que siempre: ir a buscar al tamborilero, a mi primo, y romper a sudar, todavía sin careta, aunque
ya armado con el palo de fresno con seis vejigas
que olían a mondongo, a urea caduca. Atado al
palo, un rabo de toro. Más símbolos seminales,
de fertilidad. Dejo el bullicio y el humo; solo,
enfilo Calzada abajo y entonces me doy cuenta
del peso del traje de “alta costura” –casi seis kilos–, del tirón de los cencerros, de que ahora sí.
Y empiezan a fluir mil pensamientos. Llego a
mi calle y el peso de los recuerdos se mezcla
con el primer sudor. Mi primo no está, ya ha subido a Casa de Anuncia, mi suegra, lugar elegido para la salida. Es un impulso incontrolable:
me abrazo a Pepita y nos echamos a llorar desconsoladamente: pasa volando la historia de la
familia, de una generación de labradores que se
ha ido. «¿Tu padre...?»
Ocho horas
cosido: prohibido
ir al servicio, no
hay “salidas”
LA MANTA TIENE QUE AJUSTARSE AL BRAZO.Es imprescindible que el brazo derecho, el del
palo, tenga mucho juego. Por eso hay que tomar
medidas exactas antes de coser.
LAS PUNTADAS, A LA LUZ, QUE SE VEAN.La confección lleva miles de puntadas. Se unen
todas las piezas con esmero y mucho cuidado. El
hilo debe verse, que es más bonito.
DESPUES DE LAS SOPAS DE AJO.Los “quintos”, tras calentar el estómago con las
sopas de ajo, se preparan para tocar las
castañuelas. Hay que preparar el instrumento.
LA MASCARA CENTENARIA ESPERA.La careta cuelga a la espera del inicio de la
Función. Tiene más de cien años y es de cuero
viejo, con mil remates. Su fealdad atrae.
HAY QUE EVITAR LAS ROZADURAS.Esparadrapo sobre las narices para evitar las
rozaduras, muy difíciles de curar y que antes
marcaban a los Zangarrones para siempre.
EMOCION ANTES DE LA CARRERA.La emotividad está a flor de piel. Va a empezar la
carrera y los recuerdos familiares se agolpan en
tropel y a veces es imposible evitar que fluyan.
COMIENZA LA FUNCIÓN, TODOS ATENTOS.El Zangarrón sale de casa de Anuncia. Empieza la
carrera que murió en las Cuatro Calles. El día
espléndido ayudó a la presencia de vecinos.
MANOLO, CINCUENTA AÑOS NO ES NADA.Manolo, el tamborilero despide 50 años de
Función. Los sones de la flauta, con fondos de la
Verde Retama, son inigualables.
EL BAILE DEL NIÑO EN LAS CUATRO CALLES.Los “quintos”, en pleno Baile del Niño en las
Cuatro Calles, nombre que hace alusión, según
algún experto, a las cuatro culturas.
HUEVOS CON CHORIZO PARA ALMORZAR.Los huevos con chorizo es el menú del almuerzo.
El plato es ideal para reponer fuerzas después del
esfuerzo. El ambiente es de “quintada”.
Un río de emotividad
Vuelvo sobre mis pasos. Allí está mi casa,
donde nací; donde murió mi abuelo, mi madre... Está temblando de frío, agotada. Levanto
el palo y farfullo algo que ni yo entiendo: Va
por vosotros. ¿Por quién? Esta vacía, herida por
el tiempo, rota por la vida. La memoria estalla
y no es capaz de condensar los kilos y kilos de
sentimientos que irrumpen con violencia. Corro y veo de lejos a Casimiro y Flor. No puedo
evitarlo, me acerco a ellos, ya sudoroso y los
beso. Fue una reacción instintiva. La familia...
Esos hilos invisibles que a veces se hacen consistentes, que se enredan y anudan como árbol
viejo. Empecé a comprender que aquella vestimenta, los cencerros, el ambiente... me podían.
Era un río de emotividad, que volvió a desbordarse cuando pasé junto a la casa donde vivieron mis abuelos, yo mismo. Mis primos: Meli,
Emilio, José, Miguel, todos ahora en la bruma
del País Vasco. Los vi por un momento, otra
vez el pasado, la luz visceral del ayer..., lo que
no hace falta contar para entenderlo.
Ya en casa de Anuncia, otra explosión
sentimental, aún mayor. Mi hermana, Angel... «¿Qué tal está?». «Está mejor...». Y
nos abrazamos y la emoción contenida sale
por los ojos. La cocina nueva se llena de
gente, de amigos. Pastas, licores, movimiento y fuego. Ha llegado el momento.
¿Dónde está la careta? Y de los consejos:
Valentina: «No te mates, cógelo con tranquilidad, a tu ritmo, sin forzar...». Y Manolo: «Tú guarda las filas, eso es lo bonito, que
se vean a los que bailan, no hace falta que
corras mucho...». «Y tú, mira a ver hasta
donde aguantas; no fuerces mucho la máquina, hasta que te puedas y después que siga Tanis...». Y miro a mis hijos de soslayo
antes de ajustarme la careta. Ahora sí.Fuera
es el delirio. El sonido totémico de los cencerros se mezcla con el griterío, ahora chillón y estridente por el nerviosismo de los
niños. El pueblo huele a lumbre. Y la calle
de San Sebastián es un río de color que se
escurre como una trucha. Suenan las castañuelas, el chascarraschás hueco, súcubo.
Los “quintos” de más de 40 años empiezan
pronto a demostrar su maestría.
Pasa a la página siguiente
Pasadas las ocho de la mañana del
día de Reyes comenzaron a vestirme en
la “casa de los quintos”. Los “costureros”: José Javier y Antonio Domingo,
dos locos del Zangarrón, herederos del
arte del señor Fermín. ¿El traje? No
hay traje. Varias mantas usadas hace
casi cien años por las mulas del señor
Leonardo y la señora Marcelina, la carnicera. Los curiosos empiezan a llegar.
También los “quintos”. Se oyen los primeros toques de castañuelas, destemplados, sin ritmo. Entradas y salidas
constantes, guirigay. Huele a ajo y a
humo.
En pijama, con una leyenda en inglés norteamericano, qué contraste, me
coloco junto a la lumbre de leña de encina. Se inicia la operación, que es delicada y tiene un orden. «Esto sí que es
alta costura, no Balenciaga ni Victorio&Lucchino», dice alguien con gracia. La manta se ajusta a la pierna. «Las
puntadas que se vean, son las bonitas».
La operación, que durará casi dos horas, tiene su ritmo, sus chascarrillos.
Uno se repite varias veces: «¿Y ahora,
señor Fermín (el más clásico vestidor
de Zangarrones, con una pizca de mala uva, muerto hace años), y ahora qué?
Ahora me tocáis los cojones». Risas.
Lo más complicado, domeñar la tela, ajustarla al pecho y dejar libertad
para el movimiento de los dos brazos.
Alba apunta los detalles. «El brazo derecho tiene que tener más juego, que es
el del palo». Las mantas, increíblemente, se van doblando buscando los
valles del cuerpo; y lo que sobra, se recoge en los sitios menos visibles. Cosido por completo, se coloca la mandileta y la bolsa para la fruta. Todo está
dispuesto.
Siento cierta desazón por dentro,
afloran los nervios, necesito empezar a
moverme porque el cuerpo se encoge y
hay que tensarlo. Más gente, más bullicio: «Venga, que hay que prepararse,
que nos come el tiempo». Pienso en alto: «Imaginad que ahora, o dentro de
un rato me da un ataque de apendicitis
y me tenéis que llevar a Urgencias. A
ver cómo me auscultan». «Joder, qué
positivo, pues cogen la tijera o el bisturí y cortan la tela. A degüello». Risas.
Durante ocho horas, prohibido ir al
servicio, me agobio un poco. Los esfínteres quietos. ¿Tiene acaso alguna
significación esta “pureza” obligada a
golpe de puntada? ¿Acaso el Zangarrón necesita estar limpio para imbuirse de espiritualidad? «Venga, el pañuelo y pruébate la careta». La tela fina se
ajusta, de repente me convierto en pirata. Es preciso colocar el pañuelo correctamente para preservar la cara de
los roces. Sobre la nariz, varias tiras de
esparadrapo. Me pruebo la máscara.
«Bien, no parece que me roce». De la
parte de atrás, además de papeles cuelgan dos bolas y un mazacote, un cilindro informe de algo envuelto en tela.
Los testículos y el pene. «Son los atributos del macho. Por eso, el Zangarrón
siempre tiene que ser un hombre», se
oye un comentario. ¿Y por qué este afán
de ir tapado hasta los ojos? Quizás hubo chamanes mujeres. Nadie lo hubiera
notado. Atado, encogido y dispuesto.
IV / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
El Zangarrón de Sanzoles, una manifestación que transciende a la pura mascarada
LA EMOCIÓN SIEMPRE A FLOR DE PIEL.La fiesta del Zangarrón está ligada a la emoción.
Más si se homenajea a alguien querido y se habla
de los que ya no están. Es tiempo de nostalgia.
LAS CUATRO CALLES, UNA IMAGEN IRREPETIBLE.Es el momento más emotivo de la Función, el más
plástico. Zangarrón, quintos y vecinos, todos
juntos. Al fondo la iglesia del pueblo.
LOS NIÑOS, ALUCINADOS, PARA NO OLVIDAR.Los niños son grandes protagonistas de la
mascarada. Miran alucinados al personaje central
de la celebración. ¡Cómo para tener pesadillas!
EL RELEVO ESTA ASEGURADO.Los jóvenes siguen la fiesta con mucho interés. El
relevo parece asegurado y la continuidad de la
mascarada está garantizada.
MAS DE 20 VUELTAS ALREDEDOR DE LA IGLESIA.El Zangarrón y un grupo de acompañantes dan la
vuelta alrededor de la iglesia. Más de 20 vueltas.
Simboliza la búsqueda de la fe.
MOZOS Y CENCERROS, IMPRESCINDIBLES.En la fiesta son imprescindibles quienes tocan los
cencerros. Son los animadores de la mascarada,
quienes le ponen guindilla a las carreras.
LAS VENIAS, UN MOMENTO CLAVE.Todos los espectadores están pendientes de
quien, con el pendón, hace las venias al Santo.
Hay que hacerlas por el gancho, aunque cueste.
HOMENAJE AL TAMBORILERO.El pueblo se vuelca con el homenaje a Manolo.
Cientos de personas asistieron al mismo, que
acabó con un acto en el Ayuntamiento.
La mascarada es un tarro repleto de
abalorios y sensibilidades, con signos
prehistóricos y modernos
Dentro de la careta te das cuenta
de que ninguna otra representación
hace más importante al actor
De chamanes, peste
y memoria genética
Viene de la página anterior
La calle encoge y huye del tropel sonoro
y palpitante. Sombras engordadas por la
cintura se mueven compulsivamente. Aquí
no hay toro, aunque sí tañir sincopado del
totémico cencerro. Y el fluir de las castañuelas –¡Qué uniformes suenan las de
Conrado!– y yo, en el medio, guardando las
filas, marcando distancias, palo en ristre,
protegiendo a los danzantes. Antes de iniciar la carrera siento que el Zangarrón es
eso: emotividad, un río de sentimientos, el
ronzal que une generaciones, la compuerta
que abre la espita de la familiaridad. Y pronto, metido en el océano convulso de la fiesta, confirmo, si las sensaciones pueden confirmar algo, que es prehistoria, que es la llama nunca apagada de un tiempo de
oscuridad.
Limpio las filas y golpeo cariñosamente
con el palo a Angel “Chicha”, Loren, mi
quinto, mis amigos: Luis Salvador, Agusti,
Heliodoro... Mil críos van y vienen... Intento marcar el territorio con carreras cortas. El
sudor quiere salir del rostro y lubrica la careta. La cabeza ha encogido y el pañuelo no
basta. Hay que agarrar la máscara para se-
guir viendo por esos ojines, que agrandan
las pupilas para verlo todo.
Y por un instante, gracias a la magia que activa la escenificación, soy chamán del Neolítico, ése que vivaqueó por El Redondil y dejó
sus restos en un túmulo rociado con polvo de
cinabrio, antes de que 3.500 años después descubriera los huesos el señor Angel “Michica”.
Y brujo del Calcolítico que convocaba los malos humores de los buenos espíritus y a todos
los guerreros de la tribu para defender las lomas del Montico. O guerrero en la Edad del
Hierro que murió junto al Talanda, antes de la
Gran Avenida.Y general vettón, ése que el historiador y geógrafo griego Estrabón escribió
que no hacía otra cosa que guerrear o estar
tumbado junto al fuego allá en la Cuesta El Viso o junto al Teso El Castillo...
Como ellos, vestido como algunos de ellos,
me empeño en cuidar a mi gente. Esa es la explicación primera de esta mascarada: guardar
a los danzantes, protegerlos de quienes, desde
fuera, intentan romper la armonía, golpear con
el vergajo o el palo a quien ose molestar; fiesta de iniciación, de liturgia u origen claramente prehistórico.
Sigue la carrera loca y el baile armonioso.
Manolo, con su flauta, marca el ritmo, apren-
dido de mi abuela Juliana, mujer analfabeta
pero repleta de cultura. Los diez kilos de abalorios que llevo encima no impiden los acelerones. Me acuerdo de Moyano al pasar por lo
que fue su casa; veo a Casimiro, los dos quintos de mi padre..., ¿cómo estará?Y las Cuatro
Calles, nombre que alude a las cuatro culturas:
cristiana, musulmana, judía y oriental, eso dicen algunos estudiosos. El Baile del Niño se
hace largo, pero aún sigo entero. Persigo a
Luis y Agusti hasta la casa de Domi. Pillo al
primero. Manolo “Patato” reparte “estera” con
el vergajo para cuidar que nadie rompa el orden de las filas. El brujo tiene ayudante de ce- El Zangarrón y los danzantes, en las Cuatro Calles, la carretera a
remonias. Siempre ha sido así.
Pausa para el almuerzo. Fotos, fotos y fo- lo de la cabeza, que está pingando y lo pone a
tos. Subo hacia la casa de los “quintos”. Hay secar junto a la lumbre. Huevos con chorizo
momentos en que corro solo y ahí siento la para los danzantes. Para mí, agua y Coca Cofuerza de la careta, de las decenas de rostros la. Los esfínteres no me dan guerra, todo afloque han estado metidos en el hueco informe ra a la piel.
La hora de misa. Otra vez el baile, carreras
que llevo como una pluma. Memoria genética
pegada al material labrado con ríos de sudor. y tropel, camino de la iglesia. Los quintos enOtra vez el jolgorio. Me quito la máscara y es- tran en la iglesia. Yo no, dicen que el Zangatoy como “El Lute” después de ser apresado rrón nunca ha entrado, que es un personaje
por la Guardia Civil, según palabras de Javier, diabólico. Subo con Loren y Angel al bar de
mi primo, unos días después. En mi rostro re- Eladio. Después, de nuevo en la Plaza Mayor,
luciente y aborrajado quedan los restos de la me dedicó a dar vueltas alrededor de la iglecrema de caballo. Alguien me quita el pañue- sia: una, dos, más de veinte. Hago una cruz
Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO
dominical / V
a: sentir el palpitar de la fiesta desde la profundidad de la careta
Dos detalles y
una tercera
explicación: la
militar
TOCAR LAS CASTAÑUELAS TAMBIEN CUESTA.El esfuerzo de los “quintos” es muy grande. Las
castañuelas tiran. Y las manos siempre acaban
inflamadas. Si no se tiene práctica, más.
HAY QUE ENSAYAR PARA NO PERDER EL TOQUE.El Día de Reyes, los “quintos” dieron una clase de
tocar las castañuelas. Eso se consigue con
enyaños y mucha práctica. O experiencia.
PROCESIÓN CON SAN ESTEBAN.La función también está ligada a la Iglesia y a la
festividad de San Esteban, que se celebra el día
26. Los mozos sacan la imagen en procesión.
MANOLO POSA CON SU FAMILIA.El homenajeado posa con su familia, todavía con
la emoción en los ojos. La celebración se ha
consumado y ha sido un éxito.
CINCO KILOS EN SUDOR.El autor del reportaje después de las carreras. El
cansancio es manifiesto. Cinco kilos se quedaron
en las calles y en las mantas.
UN MOMENTO DE DESCANSO ANTES DE VOLVER.Después de las Cuatro Calles hay que reponer
fuerzas antes de volver a la Función. Es la hora del
almuerzo. Para algunos.
das del palo. Cada venia, pom, reviento una
vejiga con el pie. Se acaba la ceremonia y
vuelven las fotos, todo el mundo me reclama
para posar.
Convite en casa de Don Miguel antes de
marchar, otra vez en formación y corriendo
hacia el Ayuntamiento. En los pasos de la Casa Consistorial, José Javier hace la presentación de la Asociación Amigos del Zangarrón
y Valentina lee una dedicatoria a Manolo, mi
primo, el tamborilero homenajeado. Transmite emoción que cala en los cientos de presentes. Hay lágrimas. Más visibles en Pepita, Pepi y Manoli. Los recuerdos, a veces, se
abrazan a los sentimientos y estallan tiznando todo de nostalgia. A más recuerdos, más
nostalgia. Por eso los mayores son llorones.
A las puertas del
Ayuntamiento
estalla la emoción.
El homenaje a
Manolo rompe la
cáscara de los
recuerdos
Zamora. Al fondo, Las Llaves, una fiesta magnífica
con el palo sobre el suelo del antiguo juego de
pelota. Por fin, aparecen los quintos, la gente
y la procesión con el santo, con San Esteban.
La iglesia católica siempre ha sabido dar un
contenido religioso a las celebraciones profanas, también lo ha hecho con el Zangarrón.
Ahí se enmarca la explicación segunda de esta mascarada, en el personaje que se vistió con
andrajos para asustar y disuadir a los vecinos
que querían apedrear la imagen del santo en
una procesión para pedir la muerte de la peste, no se sabe en qué época.
Baile del Niño, muy trenzado, ahí está la
influencia de la jota castellana. Niños, sobre
todo, me provocan enseñándome fruta –cantan una cancioncilla popular: «La pera, la pera, de mi tía Manuela, la verás, la verás, pero
no la catarás...»– Me hago con más de 15
piezas –antes, hace años era tradicional que
el Zangarrón cogiera el postre para la comida–. Abro el círculo para que los muchos espectadores puedan ver la escenificación: sones de flauta y tamboril, toques de castañuelas, carreras... Y al final las venias al santo
con el pendón. Minguín cumple, a la vez que
yo hago explotar las vejigas de cerdo colga-
La invitación delAyuntamiento a los vecinos
marca el final de la celebración pública. Me
quito la careta y parezco, dicen, un Ecce Homo.
Ahora ya sí, hay satisfacción. Sé que he cumplido. El esfuerzo no ha servido sólo para perder peso: cerca de cinco kilos, según la báscula de Anuncia; y es que el calorcillo de las mantas y el ardor de los sentimientos queman
muchas calorías. He encontrado lo que buscaba, la hipersensibilidad de la careta, el privilegio de ver el mundo, el grande y el pequeño,
desde una atalaya levantada para sentir. ¿Y por
qué alguien ya con 51 años se pone la careta y
se arropa hasta la extenuación, exponiéndose a
roces y “manqueras”, a problemas de salud?
pienso cuando, puntada a puntada, me van desvistiendo Valentina y Alba, en presencia de Pepe Alonso y Antonio Alfonso, el bodeguero del
vino con alma. No sé, quizás un reto. La fuerza
de la sangre. Palabras grandilocuentes. Quizás
todo es más sencillo: uno ama lo que le rodea.
En muchos casos, las sensaciones vitales, esas que se enquistan en el músculo y aún llegan a las vísceras, sufren reverberaciones que se manifiestan a intervalos, a veces muy intensos, pasado el
hecho que las ha desencadenado. Algo
así me ha sucedido a mí. Después de mi
experiencia intensa como Zangarrón,
pensé que era tiempo de dejarla posar,
para que se clarificara, pero poco pudo
reposar, porque a las pocas horas de quitarme la careta, dos detalles agrandaron
la experiencia. Uno: ver a mi hijo poniéndose la máscara y haciéndose una
foto con el móvil, y dos: sentir la sonrisa
de mi padre, herido de muerte en el hospital, sonreír cuando le dije que acababa
de quitarme el traje de Zangarrón.
Eso es lo que he extraído de la experiencia. Me he dado cuenta de que la celebración une, que tiene un componente
balsámico que diluye las tensiones. Es
muy gratificante ver como son decenas
de familias, casi centenares, las que quieren posar para el fotógrafo con todos sus
miembros, con la figura del Zangarrón.
Es ya una tradición que hace grupo.
Los propios “quintos”, todos mayores
de cuarenta años, que hicieron la Función en Reyes, pudieron comprobar el
poder saludable de esta mascarada. Hermanos que hacía tiempo que no afrontaban una misma tarea en común, amigos
separados por los falsos compromisos de
la vida diaria, familiares un poco distantes, todos notaron la fuerza de la fiesta,
que se “inventó” para matar el año viejo
y olvidar todo lo malo que hubiera ocurrido y para saludar al nuevo, siempre
motivo de esperanza y de ilusión.
Hay, además, otro aspecto de esta
mascarada que demuestra su evolución
a lo largo del tiempo. Es el carácter militar de una parte de su liturgia, que va
más allá del uso de leguis por parte de
los danzantes. La celebración esta cargada de tics marcados por la disciplina
que ahora, es verdad, se han aflojado un
poco. Antes el tamborilero exigía a los
quintos que conocieran, uno por uno, a
todos los vecinos del pueblo a través del
recitado de las Pascuas. Las barajas de
cencerros eran custodiadas como si fueran las armas con las que ir a la batalla al
día siguiente.
Y, además, está la comida del mutis,
otro elemento que ahonda en la explicación marcial de la mascarada, la tercera
explicación tras la prehistórica y la religiosa. Los quintos se comprometen a
mantener silencio durante el banquete
que cierra la función. El encargado de
que el compromiso se cumpla es el tamborilero que vigila la comida, vergajo en
mano. El que no cumpla la norma es castigado económicamente y físicamente.
La fiesta del Zangarrón, declarada de
interés turístico regional, tiene muchas
aristas en las que agarrarse y, a veces,
despeñarse porque al no haber documentación, cualquier explicación es válida. Hay una obra de teatro que centra
su trama en esta manifestación y que fue
escrita a principios de siglo. Antes, oscuridad.
Sanzoles, no obstante, no tiene duda.
Esta es su fiesta, la que define el sentir de
sus hijos, el cordón umbilical que une
pasado con futuro.
VI / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
Fermoselle en la historia
Desamortización de propiedades
eclesiásticas en 1843 (y IV)
✒ Manuel
Rivera Lozano
Afectó a bienes de las cofradías
de La Soledad, La Concepción y La
Cruz, a la Parroquia “Nª. Sª de la
Asunción” y al Convento de Franciscanos Descalzos.
La huerta del Convento se adjudicó a Don Baltasar Fernández en
20.020 reales de vellón y la mayoría
de las propiedades fueron compradas
por familias fermosellanas de apellidos: Guerra, Serrano, de la Torre,
Nieto, Fernández, Díez y Margallo.
El proceso desamortizador de los
bienes y propiedades de la Iglesia
(clero secular y regular, monasterios,
conventos, cofradías, obras pías...)
así como de las Corporaciones civiles continuó paso a paso su marcha
en nuestra provincia.
En el Archivo Histórico Provincial de Zamora se encuentra la documentación que generó la venta en
pública subasta y, entre ella, la referente a diversas cofradías, a la propia
iglesia parroquial y al convento de
Franciscanos Descalzos de la villa de
Fermoselle.
Y comenzamos nuestro trabajo
relacionando las propiedades rústicas para concluir con las urbanas, para ofrecer finalmente algunos datos
que considerarnos significativos:
“Un quiñón que pertenecía a la
cofradía de La Concepción, de 1 fanega y 3 celemines de cabida, rentaba 3,20 reales, 120 de capitalización
y fue rematada en 125 a Don Manuel
Guerra, de Zamora.
Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Cruz, de 2 fanegas y 2
celemines de cabida, rentaba 80 reales, 6.300 de capitalización y fue rematada en 6.355 a Don Alejandro
Serrano y compañía, de Fermoselle.
Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Cruz, de 3 fanegas de
cabida, 2.400 de capitalización y fue
rematada en 2.505 a Don Manuel
Guerra, de Zamora.
Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Soledad de 6 fanegas de
Afectó a bienes de las cofradías de La Soledad, La Concepción y La Cruz,
a la parroquia de la Asunción y al convento de Franciscanos Descalzos
Lavamanos de la sacristía
de la iglesia de San Juan
del antiguo convento
franciscano
(●) Foto M. R. L.
cabida, rentaba 20 reales, 4.110,26
de capitalización y fue rematada en
4.215 a Don Francisco Díez de Margallo, de Fermoselle.
Un quiñón que pertenecía a la cofradía de La Soledad, de 7 fanegas de
cabida, rentaba, 3.466,23 de capitalización y fue rematada en 3.705 a
Don Manuel Guerra, de Zamora.
Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 3 fanegas de
cabida, rentaba, 4.200 de capitalización y fue rematada en 6.100 a Don
Alejandro Serrano y compañía, de
Fermoselle.
Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 7 fanegas y
6 celemines de cabida, rentaba 160
reales, 6.359,27 de capitalización y
fue rematada en 7.210 a Don Alejandro Serrano y compañía, de Fermoselle.
Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas y
9 celemines de cabida, rentaba 40
reales, 3.150 de capitalización y fue
rematada en 3.170 a Don Alejandro
Serrano y compañía, de Fermoselle.
Otro quiñón, prado, álamos y robles que pertenecía a la fábrica de la
Parroquia, de 5 fanegas y 220 pies de
cabida, rentaba 265 reales, 7.200 de
capitalización y fue rematada en
11.400 a Don Alejandro Serrano y
compañía, de Fermoselle.
Un quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas de
cabida, rentaba, 1.980,13 de capitalización y fue rematada en 3.010 a
Don Gabriel de la Torre y compañía,
de Fermoselle.
Otro quiñón que pertenecía a la
fábrica de la Parroquia, de 2 fanegas
de cabida, rentaba 7 reales, 1.890,7
SOLUCIONES A LOS PASATIEMPOS
de capitalización y fue rematada en
2.000 a Don Pedro Nieto, de Fermoselle (padre del Escribano Don Manuel Nieto Miranda).
Urbana:
Una bodega y quiñón que pertenecía a la fábrica de la Parroquia,
rentaba 140 reales, 3.600 su capitalización y fue rematada en 5.115 a
Don Alejandro Serrano y compañía,
de Fermoselle.
Una bodega y octavo que pertenecía a la fábrica de la Parroquia, rentaba 118 reales, 3.300 su capitalización y fue rematada en 4.040 a Don
Alejandro Serrano y compañía, de
Fermoselle. (1)
Esta desamortización que hoy tratamos afectó a tres cofradías, La
Concepción, La Cruz y La Soledad,
a la fábrica de la Parroquia Nuestra
Señora de la Asunción (fondo que
suele haber en las iglesias para repararlas y costear los gastos del culto
divino), y también alcanzó a las propiedades del clero regular de los religiosos Franciscanos del denominado convento de “San Juan”.
“Una huerta que pertenecía al
Convento de los Franciscos Descalzos de Fermoselle, de 8 fanegas de
cabida, rentaba 360 reales, 12.400 su
capitalización y fue rematada en
20.020 a Don Baltasar Fernández, de
Fermoselle.
A este respecto incluimos el acta
levantada el día 4 de septiembre de
1.835 que dice así:
“Inventario que firmamos los infrascriptos Comisionados por la Administración y Contaduría de Rentas
y Arbitrios de Amortización de esta
Provincia de Zamora a presencia del
Padre Guardián del Convento de
Franciscos Descalzos de esta Villa
de Fermoselle de las fincas rústicas
y urbanas correspondientes a él con
arreglo a lo prevenido en la regla lª
de la disposición 3ª que comprende
la circular del Real Decreto de 25 de
julio de 1.835 y es como sigue:
Una huerta lindante con el Convento, con algunos árboles frutales y como
doscientas cepas de viña pero sin fruto
y alguna hortaliza seca por falta de
agua, la cual era para el usufruto de la
comunidad y por lo visto no está arrendada. No tiene carga alguna.
Son los mismos predios rústicos
que tiene el referido Convento según
manifestación del Padre Guardián,
quien lo firma con nosotros y su síndico José Regidor, que también se
halla presente a este Inventario en dicho Convento de Fermoselle a 4 de
septiembre de 1.835. Fray José de
San Vicente, Fray José Regidor, Manuel Saturnino Losada, escribano, y
Pedro Guerra, Administrador de
Rentas en Fermoselle. (2)
Si hacemos cómputo general de
los datos que hemos aportado, obtenemos lo siguiente:
Suman las rentas: 1.551 reales.
Suman las capitalizaciones:
83.750 reales. Suman los remates:
98.990 reales.
Superficie afectada: 46 fanegas,
20 celemines y 220 pies.
Existía en Fermoselle, además de
esta cofradía de “La Concepción”,
una capellanía de su mismo nombre
que creemos tenían relación o dependencia entre ellas. Sí nos consta
saber que su fundación se debe al
presbítero fermosellano Don José
Barbero Guerra que lo hace en testamento otorgado en la villa ante el escribano público, Don Pedro Sandoval y Montejo, y posteriormente fue
erigida por el Sr. Provisor de este
Obispado, Don Julián García de
Abienzo, en 19 de enero de 1.7 41.
En 1.888 y en un nuevo proceso
de enajenación encontramos abundante documentación de la Hacienda Pública y los herederos legales del
fundador Don José Barbero. En este
caso se trata de Don Saturnino Viñas
Cabezas, vecino de Andavías que
inicia expediente para exceptuar de
la venta de bienes dotales que constituyen esta capellanía y lo hace a través del licenciado Don Andrés Rodríguez Calamita, de Zamora.
Encontramos un oficio que el Delegado de Hacienda envía al entonces Notario de Fermoselle, Don Ulpiano Castro, preguntando dónde se
encuentran los protocolos testamentarios del año 1.741 en que testó Don
José Barbero, y la contestación que
da es ésta: “En Bermillo de Sayago
y el Notario es Don Francisco Conde Armenteros”.
Por su curiosidad también informamos que hemos encontrado certificaciones de cotejo al respecto firmadas por el entonces Sr. Alcalde de
Zamora, Don Víctor Gallego, que
tiene dedicada una calle importante
en la ciudad.
La cofradía y capellanía de La
Cruz tenía su sede en la ermita de su
nombre, sita en La Portilla y camino
de la ermita de la La Soledad (más
tarde cementerio) y próxima a la
charca o laguna, ya desecada, denominada del Santo Cristo (hoy monumento a los muertos en la guerra civil) y de la Iglesia de San Juan y
Convento de Franciscanos.
Había sido fundada en Fermoselle por Don José Vicente Velasco y su
esposa Doña María Barrueco Ramos
en el año de 1684. Con anterioridad
su hermano Don Antonio fundó otra
capellanía en Fermoselle cuando era
párroco de Fuente el Saz y de su anejo Valdetorres, perteneciente al arzobispado de Toledo.
En 1871 y a instancia de Don José Funcia Aribayos, presbítero, capellán y cumplidor de cargas de ambas capellanías presentó expediente
de excepciones de venta de bienes
con arreglo al Rey Decreto de 12 de
agosto de 1871 que regulaba dicha
desamortización pero no fue atendida.
Fuentes:
(1) A.H.P:Z. DesamortizaciónHacienda. Signatura: C:013
(2) A.H.P.Z. DesamortizaciónHacienda. Signatura: C-001.
Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO
dominical / VII
CXXII
Aquellas curiosidades del pasado
✒ José Manuel García Rubio
Finalizamos el capítulo anterior con las humoradas de Don
Estatua de Viriato y
Joaquín del Barco; y así vamos a
palacio de la
Encarnación, actual
comenzar éste, basándonos en su
Diputación, en el
obra de cantares, imprimida en
año 1906
la zamorana Imprenta Calamita,
en el año 1899:
(●) Foto L. O. Z.
“Que no me quiere por vago,
anda tu madre diciendo; ya verá
como me aplico el día que nos
casemos”.
“Si tu pecho es un volcán y
tus ojos echan fuego; el que se
case contigo ¡qué bien pasará el
invierno!”.
“No vivas en Balborraz si he
de quererte alma mía; no temo
yo la bajada, lo que siento es la
subida”.
“No esperes tener talento porque sea hombre rico; pues aquello que no se hereda no es fácil
adquirirlo”.
“Me dijiste ayer que sí; hoy
me dices no te quiero. Tienes
más vueltas niña, que la Cuesta
del Piñedo”.
“En el barrio de la Lana se
crían las buenas mozas; es porque todas son hijas de la Virgen
de la Concha”.
“El arroyo de Valorio siempre
en verano se seca; porque dice
que ve cosas que le dan mucha
vergüenza”.
El otro zamorano fallecido en
dicho año 1911, fue Don Eduardo Barrón; el día 23 de noviembre. Cuando caminaba por Madrid, en la llamada calle Sevilla
se sintió enfermo repentinamente, falleciendo poco después.
Contaba 53 años.
A pesar del tiempo transcurrido, nuestro monumento a Viriato nos lo recuerda permanentemente. Así como la artística
puerta de la antigua Diputación
y el escudo que culmina la fachada de dicho edificio.
En varias ciudades españolas podemos
contemplar la huella artística de Eduardo Barrón: En Cádiz su monumento a Castelar. En
Salamanca su monumento a Cristóbal Colón. En Medellín (Cáceres) su monumento a
Hernán Cortés. En la Escuela de Minas en
Madrid, podemos contemplar otra bella obra
escultórica.
Tres años antes de morir fue nombrado
Académico de Bellas Artes de la Real de San
Fernando, de Madrid.
Contemporáneo de estos dos zamoranos
citados fue Don Tomás María Garnacho,
quien deleitó con sus escritos a varias generaciones, a las cuales entre otras curiosidades trató de enseñar a pronosticar el tiempo,
observando el entorno que los rodeaba. Estas fueron algunas de sus curiosísimas indicaciones:
Las nubes divididas como la lana de las
ovejas y formando vellones, indican durante el verano viento; durante el invierno nieve.
Cuando la lluvia desprende vapor al caer,
es que va a llover. Cuando la lechuza chilla
es señal de que lloverá en abundancia.
Cuando tiene cerco la luna, es señal que de noche, es señal de buen tiempo.
Cuando las abejas no se separan de la colva a llover.
Si el arco iris es doble, continuará llo- mena, va a llover.
Cuando las golondrinas vuelan bajo, indiviendo.
Si se desprende el hollín de la chimenea, can mal tiempo.
Fallece Eduardo
Barrón
A pesar del tiempo transcurrido, el
monumento a Viriato nos recuerda
permanentemente la obra del escultor
Tres años antes de fallecer fue nombrado
Académico de Bellas Artes de la Real de San
Fernando, en Madrid
Si las ranas cantan más que de costumbre,
pronto lloverá.
Lo mismo sucede cuando la ovejas pastan
muy rápido.
Continuando con nuestro tema de curiosidades zamoranas, llegamos a la primavera de
1914, cuando un buen día a través de la prensa local se hizo pública la queja siguiente: “Llevamos más de ocho días que la ciudad
está
alborotada,
especialmente en algunas calles;
por el delito de unirse en segundas nupcias un popular carretero; viéndose obligado a soportar
con la paciencia de Job una sesión continua de conciertos cencerriles.Ya dice el futuro cónyuge: “No hay derecho a inquietar
a un pacífico ciudadano, que en
uso de su voluntad y en alas de
Cupido se aproxima al altar”.
Pedimos a las autoridades tomen cartas en el asunto, para
evitar el espectáculo de esas expansiones salvajes; pues no se
puede permitir que una capital
de provincia esté a tan bajo nivel
cultural”.
Si en estos capítulos de curiosidades he hablado de algunos
zamoranos que destacaron por
las suyas artísticas; a continuación lo hago con otros dos: Primero el pianista Don Miguel
Berdión, al cual llegué a conocer, cuando era ya muy mayor,
pero todavía nos deleitaba con
algunos cortos de piano, utilizando el que tenía Don Manuel
Franco en su carpintería de la
Avenida del Mengue: Allá por
los años veinte el semanario local “La Ciudad” decía lo siguiente: “Este zamorano ilustre,
continúa su gira triunfal por Norteamérica, donde se han contado
por éxitos resonantes las actuaciones que ha tenido. En el Filarmonic Auditorium de Los Angeles, en San Diego... los aplausos conquistados por este
zamorano han sido verdaderamente estruendosos; siendo el
pianista europeo que más entusiasmo ha despertado en aquellas tierras”.
Todo este éxito le llegó comenzando su juventud, llegando a dominar hasta tal punto el
piano, que fue calificado como niño prodigio. Con motivo de la inauguración del órgano de la Catedral, el 12 de enero de 1919,
al día siguiente Miguel Berdión lo estrenó
ofreciendo un concierto, después que la jornada anterior lo hicieran los mayores; y digo
mayores deduciéndolo por la crónica del momento, que dijo así: “Con asistencia de gran
número de público, el jovencito zamorano
Miguelito Berdión ejecutó con facilidad extraordinaria varias piezas musicales”.
El otro zamorano del que voy a hablar fue
también otro zamorano, destacado precoz en
dotes musicales; este con el violín: Eran momentos de tirantez en España, pleno verano
de 1936, la guerra civil recién comenzada;
en el periódico local “Heraldo de Zamora”
se escribía lo siguiente: “Nuestro querido
paisano y gran violinista Lorenzo Antón,
quien entre sus triunfos cuenta el destacado
premio Sarasate, pasó a perfeccionar sus estudios al Conservatorio de Bruselas, consiguiendo el primer premio en violín. A dicho
examen se presentaron más de cien alumnos
de muchas nacionalidades. Lorenzo Antón,
que tan alto ha sabido poner el nombre de
Zamora, actuó varias veces en la Orquesta
Filarmónica de Bruselas.
VIII / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
Actualidad de las Cofradías
Mujeres bajo
el peso de la fe
Cofrades zamoranas asisten al III Congreso Nacional de Cargadoras en
Cartagena y reivindican el derecho a participar en igualdad en Semana Santa
✒ Andrea Rodríguez
Cargadoras, portapasos, costaleras,
braceras, horquilleras... Nombres que
aunque no son sinónimos tienen mucho
en común. Todos ellos sirven para denominar a las mujeres que llevan sobre sus
hombros, sobre sus espaldas, una escena
bíblica o una imagen de un paso de
Semana Santa en distintas ciudades de
España.
Darles la importancia que se merecen,
ni más ni menos que la que se merecen
ellos, ha sido el objetivo del III Congreso
Nacional de Costaleras y Portapasos que
se ha celebrado recientemente en Cartagena.
En esta ciudad, donde hay portapasos
femeninos desde hace más de diez años, a
las mujeres les costó Dios y ayuda que les
permitieran cargar con un trono. De
hecho, tuvieron que solicitar el permiso
de integrar uno nuevo en la procesión
para poder salir. De este modo se creó el
paso de La Despedida, muy similar al de
la Cofradía de la Tercera Caída de Zamora. Son las dos únicas representaciones de
esta escena que existen en España. «Estaban en las esquinas pendientes de cómo
dábamos la vuelta, pensando que íbamos
a hacerlo mal, nos insultaban y estaban
deseando que falláramos en algo», explica una de las portapasos.
A dicho paso, allí trono, de la Cofradía
California, se le uniría posteriormente
otro cargado por mujeres, aunque en otra
procesión y en otra Cofradía, La Marraja.
Y este año, saldrá un tercero. El hecho de
que las mujeres sacaran un trono a hombros levantó ampollas entre los sectores
más conservadores de la Semana Santa
cartagenera. Ampollas que, con el paso
de los años, han ido haciéndose pequeñas
aunque no han llegado a desaparecer .
«No se trata de hacer una exhibición de
fuerza, sino de sacar una imagen dignamente a la calle», aseguraba la capataz de
La Despedida, Belén Ruíz Martínez en su
última visita a Zamora.
Ella fue la encargada de explicar en la
mesa redonda del congreso que hablaba
sobre la actitud de las cofradías ante la
incorporación de la mujer como portadora de pasos procesionales. En ella participaron además representantes de cofradías
de Zamora, Barcelona, León y Lorca.
Cada uno explicó su caso. En Zamora,
como todos saben, las mujeres sólo pueden cargar con la imagen de Jesús, Luz y
Vida el sábado posterior al Viernes de
Dolores. En el resto de cofradías la
mujer, de momento, no carga, aunque
alguna hay ya apuntada a la lista de espera de la imagen de Nuestra Madre de las
Angustias y otro grupo formará parte de
una carga mixta cargando a La Virgen de
las Espadas. Es de esperar que en la
Cofradía del Santo Entierro, que acaba de
admitir a las mujeres en sus filas, alguna
cofrade muestre su deseo de cargar con
un paso.
Xuasús González expuso muy claramente como está el panorama para la
mujer cargadora en León. El ponente leonés mostró al auditorio del Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy algunas de las
excusas que las cofradías leonesas habían
dado para no admitir mujeres cargadoras.
«Las mujeres son problemáticas, ¡qué
salgan de Manolas!, ¡que se vayan a
cofradías femeninas! o ¡no me gusta que
salgan de braceras, y punto!». Argumentos que no sólo se dan en León. Sin
embargo allí se ha conseguido que algún
trono sea portado o bien sólo por mujeres
o bien de forma mixta.
Manuel Zamora, representante del
Consejo General de Hermandades de la
Archidiócesis de Barcelona, explicó que
la situación en Barcelona era distinta,
aunque «hay que seguir luchando por no
discriminar ni a mujeres, ni a hombres.
«Las mujeres son conflictivas,
¡que salgan de Manolas! o
¡no me gustan debajo de un
paso y punto!»
«Claro que las mujeres y los
hombres tenemos distinta
constitución; igual que yo y
este señor y cargamos juntos»
«Hay que llegar a la igualdad
en derechos y condiciones.
A la Virgen poco le importa
quién va debajo»
Hay que llegar a una igualdad de derechos y de condiciones. Creo que a la Virgen poco le importa quién está debajo»,
aseguró.
La representante de Lorca, Angeles
Plazas Aránega, indicó como la Semana
Santa de su pueblo es un ejemplo de integración. Hombres y mujeres participan
por igual tanto en las representaciones
bíblicas que allí se realizan como en las
procesiones. No en vano la integración
les ha supuesto el premio Pasos que
anualmente entrega la Asociación de
Mujeres Cofrades de Cartagena.
Entre el público las preguntas a los
ponentes se referían a las cargas mixtas,
que, según la mayoría de los asistentes, es
el ideal que hay que conseguir para que ni
hombres ni mujeres se sientan discriminados. «Claro que las mujeres y los hombres tenemos distinta constitución. Y yo y
este señor que está a mi lado, y hemos
cargado juntos. Y según los críticos eso
de ir rozándose con mujeres... Pero qué
pasaría si a mí no me gustaran las mujeres...», explicó Xuasús González.
Además de la mesa redonda sobre la
actitud de las cofradías ante las cargadoras femeninas, el Congreso contó con tres
ponencias académicas.
La primera fue impartida por una veterana en estas lides, la malagueña Paloma
Sánchez Domínguez, que disertó sobre el
vocabulario cofrade y los términos que se
refieren a la mujer como portadora de tronos. Habló también de la necesidad de
conservar los términos autóctonos, sin
que por ello no se pudieran utilizar los
foráneos. «Al fin y al cabo eso lo decide
el público, aunque tienen mucha influencia también los medios de comunicación», aseguró.
Paloma Sánchez terminó su conferencia asegurando que el trono, o el paso ha
sido desde siempre «el terreno más vedado a la mujer en las cofradías».
La segunda ponencia académica estuvo
a cargo de Jorge Gómez Cervera, traumatólogo y procesionista, que es como se
denomina en Cartagena a los cofrades.
Gómez habló sobre las lesiones que
puede ocasionar la carga de tronos a
hombros o al costal. El traumatólogo
explicó las mejores posturas para cargar,
«manteniendo la espalda todo lo recta
que se pueda» y dio consejos muy interesantes para que las lesiones fueran mínimas. «Los vendajes en las articulaciones
y una buena faja para sujetar la zona lumbar pueden ayudar», aseguró. También
recomendó utilizar los músculos de la
zona abdominal en el esfuerzo.
Gómez aseguró, esta vez dirigiéndose
a los capataces o jefes de paso, que era
fundamental «realizar un buen tallaje» y
ensayar con el mismo peso que se va a
llevar en la procesión.
En esta conferencia uno de los temas
conflictivos fue la edad de los cargadores.
El médico recomendó que se cargara de
los 21 a los 45, pero «hay personas de
más de 50 años que se mantienen muy en
forma». Lo que sí aconsejó es «no salir
de portapasos en varias procesiones
seguidas». También aconsejó los estiramientos previos y un buen calzado.
Angel Julio Huertas Amorós ofreció la
última ponencia sobre la configuración
estética en los tronos y pasos de Semana
Santa según la forma en que son portados. Angel Julio Huertas resaltó la importancia del costalero a la hora de configurar un paso. El ponente realizó un recorrido por la geografía española de norte a
sur. Destacó que en el norte se da mucha
importancia al grupo escultórico y no a
los cargadores que cargan debajo del
mismo y a los que no se ve en ningún
momento de la procesión, de ahí «que
fuera necesario incluir respiraderos que
más tarde se convirtieron en una serie de
ornamentos que dan una propia identidad
al trono».
Pero en la región de Murcia ocurre
todo lo contrario ya que los portapasos o
Mujeres portando el trono de La Despedida
en la muestra procesional (arriba). Abajo a
la izquierda, participantes en el Congreso en
la recepción del Ayuntamiento, un
momento de las ponencias académicas
(centro) y la imagen de La Despedida de
Cartagena.
(●) Fotos Pedro Martínez y Vicente Cepeda
los estantes «con su indumentaria particular forman parte de la estética de su
Semana Santa».
Finalmente, Angel Julio presentó una
hipótesis muy novedosa que podría ser la
explicación de la configuración estética
actual del típico trono de Cartagena. Aseguró que a finales del siglo XIX y principios del XX, «la burguesía encargada de
Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO
dominical / IX
La Despedida al
ritmo del “Mater
Mea”, en Cartagena
Uno de los momentos más emotivos del III Congreso
Nacional de Costaleras y de Portapasos de Cartagena fue
la muestra procesional que se desarrolló en la ciudad y
que permitió a muchas de las asistentes al encuentro saber qué es y qué se siente al tener un paso sobre los hombros durante unas horas.
No fue una procesión en sí, ya que no asistieron nazarenos, sólo algunos representantes de la agrupación y de
la cofradía. El trono recorrió las calles más céntricas de
Cartagena, por donde pasan las procesiones en los días
más importantes: Jueves y Viernes Santo.
Les acompañaba la
Agrupación Musical
Sauces que entonó varias marchas fúnebres.
El trono fue el de La
Despedida de Jesús de
la Santísima Virgen y
resultaba, por lo menos
curioso, que algunas representantes de la Asociación Mujeres Cofrades de Zamora cargaran
con La Despedida al
son del “Mater Mea”, pero por las calles de Cartagena.
Algo que, hoy por hoy, con el grupo del mismo nombre,
es impensable en la capital zamorana. Fue una experiencia inolvidable también para las representantes de otras
asociaciones ya que tuvieron la oportunidad de cargar con
un trono de forma distinta a como se hace en sus lugares
de origen. Los tronos en Cartagena se cargan a un hombro y las imágenes de la Virgen, suelen entrar en la Iglesia de cara al público, lo que supone que los portapasos
se dan la vuelta en la vara sin dejar el trono en el suelo.
La Agrupación del
Osculo brindó la
oportunidad a las
cofrades de otras
ciudades de saber lo
que se siente con el
peso de un trono
sobre los hombros
El premio Pasos,
para una hermandad
de Lorca
las cofradías en esa época en Cartagena, buscando que el público
asistente a los cortejos aumentara
de forma notoria, encontrara nuevos recorridos dónde instalar tribunas y dieran a los tronos un halo de
novedad adornándolos con juegos
de luces y flores que los hicieran
más espectaculares, tal y como lo
hacían las carrozas de las veladas
marítimas de los veranos de la
época».
Las ponencias y la mesa de
debate se complementó con una
exposición de enseres cofrades de
las Agrupaciones El Osculo (Californios) y Los Estudiantes (Marrajos), las dos en las que se cargan
tronos femeninos. Aunque este
año, la cofradía de La Resurrección
estrenará uno, portado también por
mujeres.
Al final del encuentro se decidió
que el cuatro encuentro de Costaleras se celebrara en Castelldefels.
Las sedes anteriores han sido
Alcaudete, Badalona y Cartagena.
Los participantes en el Congreso
tuvieron ocasión de visitar el Ayuntamiento de la ciudad, que ha sido
recientemente restaurado; el Teatro
Romano, rehabilitado también por
Moneo, así como la propia ciudad
que siempre merece la pena.
Una de las asistentes al congreso
puso de manifiesto un tema can-
dente en casi todas las ciudades
donde se celebra Semana Santa y
donde existen pasos cargados a
hombros: la escasez, cada vez
mayor de portapasos. En algunos
sitios, esta circunstancia ha sido
beneficiosa para la incorporación
de la mujer, pero en otros, ya con la
mujer incorporada, pone en peligro
que las propias imágenes salgan a
la calle a hombros de sus cargadoras o cargadores. Con esta intervención se destacaba uno de los
problemas más importantes que
empieza a afectar a la Semana
Santa, la falta de fe. Un tema al que
sería necesario dedicarle otro congreso.
El Muy Ilustre Cabildo de Nuestra Señora la Virgen de la
Amargura en la Real y Muy Ilustre Orden Archicofradía de
Nuestra Señora del Rosario. Paso Blanco, de la ciudad de
Lorca, fue este año el ganador de la IV Edición del Premio
Pasos. Un premio que el año pasado fue a parar a la Hermandad de las Siete Palabras de Zamora, premiando así su
esfuerzo por integrar a las mujeres en igualdad de condiciones que a los hombres.
La cofradía ganadora
de este año ha acogido
también la participación
activa de la mujer como
cofrade, a la que tiene incorporada en todas y cada una de sus estructuras.
Se ha premiado también en esta edición el
hecho que la mujer participa también como portapaso, en plantillas de
cargadores mixtas desde
el año 1995 en los tronos
de San Juan Evangelista,
Santísimo Cristo del Rescate y Santísima Virgen de la Amargura, y también como grupo exclusivamente femenino en el
trono de la Santa Mujer Verónica.
Uno de los representantes de la Cofradía aseguró en su
discurso refiriéndose a la integración de la mujer en las cofradías que en Lorca «hemos hecho de forma natural lo natural». La Semana Santa de Lorca es una de las más peculiares de España, sus representaciones bíblicas han conseguido que su Pasión sea reconocida como de Interés
Turístico Internacional.
La Semana Santa de
Lorca es una de las
más peculiares de
España y está
considerada como de
Interés Turístico
Internacional
X / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
A MI PARIENTE HERMINIO, DE SAN MIGUEL, AL QUE ACABO DE DESCUBRIR CON ENORME
DELFINARIO
DELFIN RODRIGUEZ
Apuros
en el cine
UN TIPO ME REMITE UNA CARTA LA MAR DE
ILUSTRATIVA ACERCA DE LO MAL QUE SE
PASA CUANDO LA MAS ELEMENTAL DE LAS
ACCIONES HUMANAS COMO ES EL ORINAR
SE CONVIERTE EN PERENTORIA Y URGENTE
LA FRASE
Las máquinas han
venido a calentar el
estómago del
hombre, pero han
enfriado su corazón
MIGUEL DELIBES
Leyendo su “Delfinario” del pasado domingo, donde las ganas de orinar fueron las simpáticas y angustiosas protagonistas, me atrevo
a remitirle mi experiencia por si le fuera de alguna utilidad. Créame que, a mi juicio, no tiene desperdicio alguno.
Me ocurrió un día ya un tanto lejano en que
mi madre me encargó llevar al cine a mi hermanito pequeño Tolomeo, que hay que ver
también que coincidencia la de su nombre con
mi historia.
Antes de entrar compré, como siempre había hecho, una Coca Cola y unas palomitas. Lo
típico. Vamos, lo típico. A media película me
tomé el refresco con un resultado la mar de sorprendente: al minuto me entraron unas ganas
horribles de orinar.
Como la película estaba en la mitad hice esfuerzos ímprobos por esperar al final y no molestar a los señores que tenía en la fila de atrás
ni a los de mi misma fila. No fui capaz. Tenía
que salir o corría el riesgo de hacérmelo encima.
Le pedí a mi hermanito Tolomeíto que se estuviera quieto en su butaca, que yo salía un minuto a hacer un pis y en un pis pas regresaba.
Me apreté el bajo vientre con ambas manos y
cuando llegué a los mingitorios tras sortear todos los señores de mi fila estaba que explotaba.
Entré y me puse en uno. Estaba yo sólo.
Aquellos urinarios no tenían esas piezas de
mármol que suelen separarlos. Yo siempre las
buscaba como si fueran un símbolo de calidad
porque a menudo, cuando no las tienen, el vecino de al lado acaba orinándote los pantalones. No me preocupé porque iba a orinar solo,
como a mi me gustaba.
No llevaba ni cinco segundos cuando entró
un tipo gordo como un tonel. Había siete urinarios libres a mi derecha, pero no, el tonel se
fue a poner justo al lado del mío. Por un momento pensé que se trataba de alguno de estos
cerdos que se ponen a tu lado para mirártela.
Algún sádico de esos que aprovechan la soledad de los cines para sus guarradas.
No me extrañaría nada. Además de gordo
era alto y tenía dos auténticos culos de vaso por
gafas. Sabe Dios si no utilizaría esa estratagema, esa especie de lupa ocular para llegar con
la retina hasta las entrañas mismas del orinador
de al lado. Tendría el cerdo unos cincuenta
años.
Seguí intentando orinar pero sin perderlo de
vista. Lo miraba por el rabillo del ojo con una
mano apostada en la pilusilla y la otra en una
navaja de Albacete que me había regalado mi
amigo Tadeo. Quería saber si el guarro bajaba
su mirada para ponerla en mi aparato en cuyo
caso era capaz de darme la vuelta y dejarle un
recuerdo en la pernera: un navajazo o mismo
una meada.
Para mí la cosa estaba
clara: su miembro era
mucho más potente que
su voluntad y él no podía
controlarlo…
Antes de abrir la
bragueta me fijo si mi
compañero de viaje
tiene párkinson o le
tiembla el pulso
El tipo aquel no me miraba, pero se ve que
se había aguantado las ganas mucho más que
yo, porque fue ponerse en el urinario, sacársela con evidente afán y soltar un cañonazo que
me salpicó casi hasta la barbilla.
«Joder pero qué hace paisano», le dije mientras escupía y trataba de apartarme agarrándome la colita para no orinar fuera.
El señor parecía muy educado, quién lo diría. Me pidió disculpas y me explicó que llevaba mucho rato aguantando. Luego me dijo que
no sabía qué le había pasado. Que siempre solía orinar con mucho tiento y disciplina. Para
mi la cosa estaba bien clara: su miembro era
mucho más potente que su voluntad y él no podía controlarlo…
Pero claro, para ese tipo de miembros existe lo que yo le llamo prudencia y paciencia. Vamos, que podía habérsela agarrado para dirigirla al hueco con cierto tacto. Pero no, él la había sacado y la había dejado allí, a su libre
albedrío y luego pasa lo que pasa.
Es lo mismo que si abres un grifo de mucha
presión cuando está conectado a una manguera. Lo más probable es que la manguera te empape, porque se retuerce de tal manera que
siempre dirige el chorro hacia el rival más débil, es decir, tú.
Lo peor es que yo, al verme orinado y al
querer reprochar su actitud a mi compañero
de váter me volví hacia él y yo también le oriné la pernera. Lo mío tenía más lógica, era como devolverle el gol que me había metido por
toda la escuadra, pero el tipo también se en-
Domingo, 8 de febrero de 2009 / LA OPINION-EL CORREO
dominical / XI
E ALEGRÍA
¡Qué cosas!
Cuando
la orina
era oro
fadó. Sobre todo porque parte del chorro le había caído sobre los zapatos nuevos que dijo que
eran de una piel carísima, no sé si tafilete o algo así.
Me dirigí al lavabo, cogí un trozo de papel del
váter, lo empapé en el grifo y me froté los pantalones. No quería volver al cine oliendo a orines. Al momento estaba hecho un cristo. No sabía si había sido peor el remedio que la enfermedad.
Al salir la gente que esperaba para entrar a la
siguiente película –aquello era sesión continuame miraba como diciendo, mira a ese cerdo se
ha orinado sobre los pantalones…
Cuando fui a mi butaca cogí la bolsa de palomitas que mi hermano me estaba guardando.
A los dos minutos me dijo, hermano qué te has
hecho que hueles a meao que apestas…
Lo que me faltaba. Le dije que se callara y
que nos fuéramos de allí. Así no podía seguir.
Ya me imaginaba a todo el cine con la nariz tapada para escapar a los olores que mis pantalones desprendían.
Mi hermanito no quería salir. Decía que él
quería ver acabar la película. No habían matado al malo y él sin ver en qué quedaba aquello
no se movía. Le dije que bueno, que salía yo y
que lo esperaba fuera junto a la barra del bar. La
discusión se acaloraba por momentos. A mi hermano le daba miedo quedarse sólo. De pronto
dijo, ¡pues no haberte meado encima!
Todas las cabezas del cine se volvieron hacia
mi que me dejé escurrir en la butaca hasta que
tenía las orejas detrás del respaldo. Un calor as-
fixiante me subía por el pecho y la cara se me
había puesto roja como un tomate.
Y todo eso me pasaba por no haber sido prudente. Por no haber observado a rajatabla las
normas más elementales del bien orinar. A partir de entonces me dije, esto no vuelve a pasarme a mí por nada del mundo. Y puse en práctica las normas con un resultado la mar de alentador.
Siempre que entré a mear, a partir de entonces, busqué urinarios con mármol de separación para que no me salpicaran. Me la agarro
bien fuerte para que no se me vaya para los lados con la presión. Antes de abrir la bragueta
me fijo si mi compañero de viaje tiene párkinson o le tiembla el pulso, en cuyo caso abandono la idea de orinar a su lado y me busco una
cabina.
Tampoco he vuelto a orinar al lado de uno de
más de cincuenta años. Son los que más mojan
porque son los que menos controlan la situación. Tampoco me pongo al lado de un niño, los
niños también mojan porque son muy distraídos
y a menudo se mueven u orinan como si tuvieran un aspersor sin centrar el chorro.
Y, muy importante, cuando tengo algún curioso al lado me pongo la palma de la mano sobre la colita como si fuera una marquesina. Evito que tengan sucias tentaciones y pensamientos impuros. Y me va de maravilla. Orinar
seguro es un gran placer sólo al alcance de quien
utiliza la ciencia en el empeño.
www.delfin_rod@hotmail.com
La orina más cara que el propio oro, quién lo diría. La
orina ejemplo de pulcritud, quién lo pensara. Tanto, que
no hubiera sido en la antigüedad muy extraño piropear a
una bella mujer diciéndole, señorita tiene usted los ojos
más limpios que la ropa lavada con orina.
Y es que en muchos sitios en la antigüedad la orina
era el “Perlan” de entonces. El “Omo”. El “Tu-tu”. El
“Elena”.
La cosa se descubrió por casualidad. Con la erupción
del volcán Etna, se encontraron en Pompeya una lavandería romana. En ella la orina
era el elemento esencial. Sus
ácidos eran empleados para
blanquear la ropa. Claro que
tal lujo sólo estaba al alcance
de los más pudientes porque
no era fácil hacer acopio del líquido.
Vamos, que qué lavandería
tendría tantos empleados como
para embotellar o enlatar la
orina necesaria para blanquear
a media Pompeya.
La solución al difícil problema la buscaron los lavanderos en grandes ollas de porcelana que colocaban en las
puertas del comercio donde
las personas podían ejecutar
sus ganas sin miedo a ser multados. Vamos, como si fueran
el origen de los modernos urinarios.
Una vez recogido el mágico
líquido, los esclavos volcaban
la orina en grandes pilas donde pisaban la ropa como si fuera uva hasta que el ácido úrico
hacía su efecto limpiador y desinfectante. Luego las prendas
eran cuidadosamente enjuagadas en agua para evitar malos
olores.
La utilidad de la orina, convertida en auténtico lujo, llevó
al emperador Vespasiano a
grabarla con un impuesto. Y
no era pequeño. Casi tenías
que ser rico para lucir una camisa lavada con orina.
Claro, que aquella demostrada eficacia no debe de llevar
a nadie en la actualidad a orinar en el tambor de la lavadora para realzar su colada. Los detergentes actuales tienen grandes propiedades blanqueadoras.
No, por muy achuchada que esté la cosa no deben de
ahorrar utilizando el detergente casero que proviene de
la uretra. Puede que sea tan eficaz como los detergentes
de última generación, pero resulta un poco más asquerosillo. Vamos, que no la veo yo a usted, doña Josefa, orinando en un cazo para luego verterlo en el tambor.
Y es que la gran utilidad de la orina ha sido conocida
ya desde los tiempos más remotos. Algunos pueblos la
utilizaron como remedio para aliviar el ardor de estómago. Los esquimales la utilizan para limpiar heridas y lavarse las manos… Una auténtica bicoca.
Una vez recogido el
mágico líquido, los
esclavos volcaban la
orina en grandes pilas
donde pisaban la ropa
como si fuera uva
hasta que el ácido
úrico hacía su efecto
limpiador y
desinfectante. Luego
las prendas eran
cuidadosamente
enjuagadas en agua
para evitar malos
olores
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dominical / XV
Más vale prevenir
Ancianos expuestos al maltrato
● Negligencia y abandono son las vejaciones más frecuentes
● También pueden sufrir abuso físico o psicológico y explotación financiera
✒ Ramón
Sánchez-Ocaña
«Una de cada cuatro personas mayores de
65 años, altamente dependientes y que son cuidadas en su domicilio podrían sufrir algún tipo
de maltrato. A mayor edad y mayor grado de
dependencia, mayor riesgo». Así se expresa el
doctor Francisco Sánchez del Corral, del servicio de geriatría del Hospital Central de la
Cruz Roja de Madrid y secretario de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
¿Y a qué se llama maltrato? La definición
oficial adoptada en la declaración de Toronto,
en noviembre de 2002, dice que el maltrato a
mayores es un acto único o repetido o la falta
de acción apropiada que ocurre dentro de cualquier relación en la que existe una expectativa
de confianza, que causa daño o angustia a una
persona mayor. Puede ser de varias formas: físico, psicológico-emocional, sexual, financiero o simplemente reflejar una negligencia intencional o por omisión.
El doctor Sánchez del Corral ha dirigido un
amplio estudio sobre el maltrato en personas
mayores y altamente dependientes que son cuidados en el domicilio familiar. Los resultados
indican que el principal tipo de maltrato que reciben es la negligencia (16,4 por ciento), seguida del abandono (7,7 por ciento), el abuso
psicológico (3,1 por ciento), la explotación financiera (1,5%), el abuso físico (1%) y el abuso sexual (0,2 por ciento).
Y es curioso señalar que, entre los pacientes
altamente dependientes, los que padecen un
cáncer avanzado son un grupo de menor riesgo en relación a los pacientes geriátricos.
También señala este especialista que antes
de valorar el maltrato se deben conocer las definiciones. Y, así, explica que la negligencia es
el rechazo, negativa o fallo para completar
cualquier parte de las obligaciones o deberes a
un anciano, de forma voluntaria o involuntaria.
Y el abuso sería la deserción o abandono por
un individuo que ha asumido el papel de cuidador o por la persona que tiene la custodia física.
«Esto incluye», dice el doctor Sánchez del
Corral, «no aportar medidas económicas o cuidados básicos como comida, hidratación, higiene personal, vestido, cobijo, medicinas, confort, seguridad personal o cualquier otro tipo de
atención incluida en una responsabilidad que
puede ser explícita o acordada. En este contexto un tipo de negligencia que sigue ocurriendo
se produce, por ejemplo, cuando el médico de
familia no acude, de forma reiterada, al domicilio del paciente ante las sucesivas peticiones
de la familia, por los problemas de salud que
éste presenta. La falta de higiene o no cambiar
la postura del anciano en la cama para evitar la
aparición de úlceras por presión sería otra forma de negligencia por profesionales que ocu-
rre en los servicios de urgencia o cuando nadie
dedica tiempo para dar de comer a un paciente
que, por su enfermedad, no puede hacerlo por
sí mismo. Lo cierto es que en el caso de negligencia o abandono la responsabilidad de los
profesionales sanitarios y de servicios sociales
puede llegar a ser de un 60 por ciento de los casos, mientras que el resto (el otro 40%) afectaría al entorno del anciano, principalmente la familia».
Los médicos de familia han dado ya la voz
de alarma en un reciente congreso nacional. Alrededor de un 5 por ciento de los ancianos españoles sufre algún tipo de maltrato que en la
mayoría de los casos no se denuncia por depender emocional o económicamente del agresor. Y lo que es más grave: se teme que este
maltrato vaya en aumento por el progresivo envejecimiento de la población, que llevará a más
patología, a más dependencia, a más necesidad
de cuidados... Según el doctor don José Manuel
Espinosa, presidente de la Sociedad Andaluza
de Medicina de Familia y Comunitaria, hay un
problema añadido, «y es que los mayores difícilmente van a denunciar estos abusos. Por eso,
somos nosotros, los que entramos en las casas,
los que vemos el proceso, quienes tenemos que
saber ver el problema. Si no lo tenemos en
mente, difícilmente vamos a poder detectarlo.
Por eso hay que insistir en esa frase que dice
que “sólo se ve lo que se mira y sólo se mira lo
que se tiene en la mente”».
Maltrato por negligencia. Es el más frecuente. Es maltrato provocado por fallos o por
omisión de cuidados. Es una desatención. El
médico puede ver cómo va cambiando la situación, si se produce ese maltrato. El aseo, la
higiene, cómo esta arreglado puede ser una pista clara. Y se puede saber si la medicación no
se le administra o si se hace de manera inco-
rrecta al ver que un proceso dura mucho más
de lo previsto. Según los especialistas, es un
problema que se está empezando a destapar y
que se irá incrementando.
El perfil. Lo más frecuente es que se trate
de una señora mayor. No por el hecho de que
sea del sexo femenino, sino por pura razón demográfica. Hay más ancianas que ancianos. Y
se puede unir a eso también el maltrato de género. Pero la estadística informa de que se trata de una mujer, que suele presentar varias patologías a la vez, que tiene por tanto una gran
dependencia o un deterioro cognitivo. Normalmente, además, está ligada por una relación
familiar al cuidador principal.
En cuanto al perfil del maltratador, se sabe
que es persona en íntima relación con el maltratado. Son gente que lleva mucho tiempo haciéndose cargo de la persona mayor y que en
un momento determinado puede claudicar.
Suele tener además alta dependencia económica de la persona que cuida. Y si llevan mucho
tiempo en esa situación suele ser víctima de alguna adicción: alcohol, drogas, ansiolíticos...
El cambio social que se ha experimentado
en los últimos años puede dar la clave del porqué. Cada vez hay más ancianos y de más edad
que necesitan más cuidados.Y eso no se ha resuelto. Esa responsabilidad se descarga sobre
la familia en unas circunstancias que no son las
más adecuadas. Tenemos casas más pequeñas,
no hay sitio; quien cuida tiene que acabar prescindiendo de todo, de su vida laboral, de su vida familiar, de todo su entorno para dedicarse
única y exclusivamente a cuidar.Y así, cuando
a uno le toca esa responsabilidad se puede llegar a la negligencia; es decir, a dejar de atender, a no ser escrupuloso en el aseo, en la alimentación, en los cambios de postura para que
no se produzcan llagas...
XVI / dominical
LA OPINION-EL CORREO / Domingo, 8 de febrero de 2009
Con glamour y
mucho olé
Premios 2008
● No faltaron alusiones a Zamora en la entrega de los
Premios Nacionales del Flamenco, que se celebró esta
semana en Jerez de la Frontera
✒ Félix Rodríguez Lozano
Con más glamour que nunca tuvo lugar
la entrega de los premios nacionales del
flamenco el pasado martes en Jerez de la
Frontera. Recordar que en esta ocasión han
sido sesenta y tres los críticos de toda España que han emitido sus votos. Es obvio
que este evento, con su decena de ediciones
efectuadas, es una cita anual obligada para
el mundo del flamenco. Un año más Onda
Jerez lo retransmitió en directo con un despliegue técnico que impresionaba a propios
y extraños. Además permitió la conexión
por satélite a más de una veintena de televisiones locales y autonómicas. Se va haciendo necesario que la TV que pagamos
los españoles, pero que no está al servicio
de todos, deje de mirar para otro lado cuando de flamenco se trata.
Alfonso Eduardo Pérez Orozco, creador,
impulsor y dinamizador de los Premios,
junto con Anabel Padilla fueron los conductores del evento.
La cita contó con diversos atractivos empezando por el escenario. Nada menos que
en la sala multimedia de Los Museos de la
Atalaya, antigua Bodega de Rumasa, con
sus pantallas gigantes envolventes fue
quien congregó al medio millar de asistentes. La representación más nutrida, sin duda fue la extremeña con políticos y flamencos. En el primer grupo estaba Juan
Ramón Ferreira, Presidente de la Asamblea
de Extremadura, la coordinadora de los actos del 25 aniversario de la autonomía,
Emilia Guijarro y el senador Francisco
Fuentes. No era para menos, la obra premiada “Tangos y jaleos extremeños” puede considerarse una obra definitiva sobre
esos estilos y por su presentación y contenido estará para siempre en lo selecto del
flamenco. Por parte de los aficionados y artistas, el zamorano Federico Vázquez, era
su representante más señalado. Hasta un total de quince fueron los desplazados a Jerez. También el autor principal del libro,
Perico de la Paula, Pedro Peralta y compañía fueron a impartir lección magistral al
epicentro mismo del compás flamenco. Los
tangos ejecutados por Peralta con el ritmo
marcado por el golpeteo de cuatro bastones sobre el escenario le puso al respetable
los pelos de punta y se lo premiaron con
una generosa ovación. Pero antes, Federico Vázquez en su elocución de agradecimiento por el premio obtenido, sacó a relucir a Zamora. En concreto se refirió a la recogida del premio, también en Jerez,
otorgado a la Peña Flamenca “Amigos del
Cante” por la Cátedra de Flamencología,
estando María Fernanda, su mujer de parto
de su primer hijo. Eso fue hace treinta años.
Cosas de la vida. Pero no fue la única referencia a nuestra provincia. Romualdo Molina, esa mente prodigiosa para hilvanar y
analizar hipótesis, no sólo sobre flamenco
en lo que como se sabe es una consumada
autoridad, también sobre prácticamente
cualquier otro tema, además de ser un excelente conversador, volvió a referirse a la
afición zamorana. Romualdo además es un
excelso trasmisor de conceptos, llegando
claramente a la mente y a la emoción, a la
cabeza y al corazón, lo que le hizo cosechar la ovación más monumental que ha-
De la Crítica Nacional de Flamenco
MEJOR LABOR DE DIFUSION DEL FLAMENCO EN
MEDIO: ROMUALDO MOLINA:
50 AÑOS DE PROFESIÓN
yamos visto en un acto público, varios minutos con el
público en pie, y el buenazo
de Romualdo sin inmutarse.
Hay que destacar, además de la actuación de los
extremeños, la perla cultivada que nos tenía reservada
Alfonso Eduardo: El Quijote.
Pero en versión americana de
California y cantando flamenco
para morirse.
MEJOR PROMOCION DEL FLAMENCO:
BBK: EVENTOS FLAMENCOS
MEJOR LIBRO : TANGOS EXTREMEÑOS Y
JALEOS EXTREMEÑOS (Juan Pedro Lopez
Godoy)
Edición: ASAMBLEA DE EXTREMADURA y
Peña “Amigos del Flamenco DE EXTREMADURA”
MEJOR DVD: FARRUQUITO: FARRUQUITO
Y FAMILIA
MEJOR DISCO DE CANTE REVELACIÓN:
JEREZ SIN FRONTERAS de JESÚS MÉNDEZ
DISCO DE GUITARRA DE ACOMPAÑAMIENTO: RAICES Y ALAS (DE CARMEN LINARES) JUAN CARLOS ROMERO
MEJOR DISCO INSTRUMENTAL: RIO DE
LOS CANASTEROS de DIEGO AMADOR
MEJOR PRODUCTOR: ENRIQUE MORENTE
por PABLO DE MÁLAGA
MEJOR BAILAOR: JAVIER BARON
MEJOR BAILAORA: ROCIO MOLINA
MEJOR DISCO DE GUITARRA SOLISTA:
DIAPASION, de CHICUELO
El presidente de la Asamblea de Extremadura, Juan Ramón Ferreira, se dirige al público,
acompañado de la delegación extremeña
MEJOR DISCO DE CANTE: OCHO GUITARRAS… Y UN PIANO de EL PELE
Foto de todos los premiados. Entre ellos, abajo a la izquierda, el zamorano Federico Vázquez
FOTOS F. RODRIGUEZ
Sobre estas líneas, la actuación de “El Quijote”, un virtuoso de la guitarra. A la derecha,
Farruquito con Pedro Peralta
El Quijote arribó hace algunos meses
a la bahía de Cádiz con un barco fabricado por el mismo y navegando desde
EE.UU. hasta España. La primera vez
que vino lo hizo hace medio siglo para
empaparse de flamenco, como tantos
otros miles de extranjeros a la finca del
siempre recordado Donn E. Porhen, al
que La Opinión le dedicó una página con
motivo de su fallecimiento. El Quijote es
un artista que canta y se acompaña el
mismo con la guitarra, y que afortunada-
mente para este universal arte se ha “fosilizado”. Es decir, que cuando actúa si se
cierran los ojos de repente estás oyendo
tocar a Diego del Gastor y oyendo cantar
a Joselero y a Manolito María. Impresionante. Además de los premiados, entre
muchas otras caras conocidas, imposibles
de citar aquí, se dejaron ver, Mariana
Cornejo, Fernando de la Morena, Moraito, Dornates, Fernando Moreno, Paco Cepero, Diego Fernández y Joaquín López
del Instituto de Cultura Gitana.
Alfonso Eduardo, a la izquierda, con el premiado Romualdo Molina, gran difusor del flamenco
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