REFORMA Reforma del sistema de pensiones Rocío Dívar Conde Letrada de la Seguridad Social Diciembre 2011 La Fundación Ciudadanía y Valores como institución independiente, formada por profesionales de diversas áreas y variados planteamientos ideológicos, pretende a través de su actividad crear un ámbito de investigación y diálogo que contribuya a afrontar los problemas de la sociedad desde un marco de cooperación y concordia que ayude positivamente a la mejora de las personas, la convivencia y el progreso social Las opiniones expresadas en las publicaciones pertenecen a sus autores, no representan el pensamiento corporativo de la Fundación. 2 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Sobre la autora Rocío Dívar Conde es licenciada en Derecho y Letrada de la Seguridad Social. Actualmente está destinada en la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social de Barcelona. 3 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org REFORMA DEL SISTEMA DE PENSIONES Rocío Dívar Conde Letrada de la Seguridad Social INTRODUCCIÓN El objetivo de este ensayo es analizar la situación actual del sistema de la Seguridad Social en España y proponer medidas de reforma que ayuden a garantizar su viabilidad. Algunas de las que se propondrán serán relativas a la corrección de deficiencias de prestaciones concretas; podría decirse que sencillas desde un punto de vista técnico y aplicables a corto plazo. Otras, por el contrario, tendrán un calado más profundo, por ser propuestas de reforma que se referirán a la estructura misma del sistema, como iremos viendo. En su definición más clásica, la Seguridad Social es un sistema público de protección ante situaciones de necesidad. En la mayoría de los casos estos supuestos consisten en una ausencia de recursos relacionados con la imposibilidad de realizar un trabajo; por causa de enfermedad, de maternidad, o por haber llegado a la edad de retiro… Ésta es la regla general que conviene subrayar; la Seguridad Social en España tiene carácter profesional. Además de este carácter profesional, nuestro sistema tiene carácter contributivo; los trabajadores aportan mensualmente una cantidad económica en concepto de cuota, que sirve para sufragar el sistema, así como su pensión futura. Estas nociones básicas -y conocidas –nos llevan al tercer carácter clave del sistema en España: nuestro sistema es un sistema de reparto puro. Los sistemas de pensiones en derecho Comparado se dividen, haciendo un resumen un tanto reduccionista, en dos grandes grupos: los sistemas de capitalización y los sistemas de reparto. Cada uno de ellos puede presentarse de forma pura, o bien combinando características de uno u otro. Así, un sistema de reparto es aquél en el que la práctica totalidad de los ingresos por cuotas se reparten en el pago de las prestaciones de los actuales beneficiarios. Éste es el sistema que rige en España. Un modelo que tiene como fundamento el principio de solidaridad y, dado su carácter mutualista, 4 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org permite que la suma de las aportaciones de todos posibilite atender las necesidades de quiénes tienen menos recursos. Los sistemas de reparto presentan cómo problema fundamental la dificultad de garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Problemas que pueden derivar, sin duda, de la escasez de fuentes de financiación en tiempos de crisis, pero también de cuestiones tan complejas como las demográficas o el envejecimiento de la población. Un segundo modelo de sistema de pensiones es el denominado sistema de capitalización. En este caso, las cuotas que se ingresan mensualmente por los trabajadores se dirigen a engrosar -aunque no en su totalidad -una cuenta personal que financiará su futura pensión. Se trata por lo tanto, de un sistema de ahorro exclusivamente individual. La principal crítica que puede hacerse a este sistema de capitalización puro es que olvida por completo el principio de solidaridad, que está en la base de todo sistema de Seguridad Social. Pero no es la única crítica. Estos sistemas de capitalización plantean también problemas como las dificultades de gestión que para el Estado puede suponer la existencia de tantas cuentas individuales como trabajadores, o el riesgo inflacionista entre otros. Además, podríamos incluso hablar de un tercer modelo, que combinaría el reparto y la capitalización. Existen ejemplos de distintos países de la Unión Europea que, animados por importantes instituciones entre las que destaca la OCDE, han procurado incluir a lo largo de la última década instrumentos que permiten el desarrollo de medidas de ahorro individual que sirvan de complemento para la pensión pública. De esta manera, han reforzado el carácter de capitalización de sistemas inicialmente concebidos como de reparto puro. Podemos encontrar también ejemplos contrarios como el de Chile. Este país partía de un sistema de cuentas personales y ha introducido un seguro obligatorio y de carácter solidario, que ha venido a completar su sistema anterior. Pues bien, el sistema español es, como se ha dicho, de reparto puro. La práctica totalidad de las cantidades ingresadas se destinan al pago de las prestaciones de los actuales pensionistas. Con las cantidades sobrantes se crea un fondo que sirve para hacer frente a complicaciones futuras. La situación española es, por lo demás, bien conocida; el envejecimiento de la población es un problema estructural al que no puede hacerse frente a corto plazo. Para afrontar el pago de las pensiones es conveniente y necesario, que aumente, y además de manera constante, la población activa, lo que se revela harto complicado y no sólo en periodos de crisis. 5 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Éste es el contexto en el que debemos plantear las reformas del sistema, prevenidos en cualquier caso, de que los defensores de uno y otro modelo son irremediablemente detractores del contrario, lo que dificulta proponer soluciones. Realizado este breve análisis de la situación actual señalamos que, aunque no es posible dar solución a todos los problemas que podamos plantearnos, podremos proponer algunas reformas. Éstas respetarán siempre nuestro sistema de reparto actual y se dirigirán; por un lado, a corregir defectos o abusos de concretas prestaciones (nos centraremos en las de jubilación y viudedad); y por otro, a plantear algunos cambios que tiendan a facilitar un complemento a las pensiones públicas. JUBILACIÓN Comenzamos por la pensión de jubilación que es la mayor preocupación, tanto para los beneficiarios del sistema como para sus gestores. Esta pensión vitalicia se obtiene, como es sabido, cuando cumplida una determinada edad, se produce el cese en la prestación de servicios, siempre que se haya cotizado por un tiempo mínimo. El cálculo de la pensión se efectúa atendiendo a las cotizaciones que el trabajador ha venido ingresando y puede incrementarse en función del número de años trabajados. La Ley General de la Seguridad Social (RD 1/1994, de 20 de junio) enumera las distintas modalidades de jubilación que de manera fragmentaria, desordenada incluso, se han ido incorporando a nuestra legislación. Se completa con lo dispuesto en la Ley de jubilación gradual y flexible (Ley 35/2002, de 12 julio). Mención especial merece la Ley 27/2011 de 1 de agosto sobre adecuación y modernización del sistema de la Seguridad Social. Esta norma reciente, que no entrará en vigor hasta el 1 de enero de 2013, eleva la edad de jubilación ordinaria de los 65 a los 67. No obstante, la edad mínima puede ser rebajada en supuestos especiales que agrupamos bajo el epígrafe jubilación anticipada. Lo único que tienen en común es que el trabajador puede lucrar esta pensión antes de cumplir la edad legal y siempre que se cumplan el resto de los requisitos que la ley exige. Algunas tienen como fundamento la peculiaridad del trabajo que se desempeña; otras fueron concebidas como medidas de fomento de empleo. La legislación vigente distingue los supuestos siguientes; jubilación anticipada por razón del grupo o actividad profesional, jubilación anticipada de trabajadores discapacitados ,jubilación anticipada por tener la condición de mutualista, jubilación anticipada sin tener la condición de mutualista, jubilación parcial, jubilación especial a los 64 años, jubilaciones anticipadas desde el 1 de enero de 2004, por expediente de regulación de empleo. 6 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Tras la aprobación de la Ley 27/2011, todos estos supuestos quedan reducidos a dos modalidades de acceso: la que tiene su origen en un cese en el trabajo por causa no imputable al trabajador; y la que se deriva de la propia voluntad del interesado. En el primero de los casos, la edad de acceso a la jubilación se anticipa a los 61 años; y en el segundo, a los 63. No entrará en vigor, como decimos, hasta el 1 enero de 2013. La “jubilación flexible” es posiblemente la figura más interesante de todas las que contempla la legislación de jubilación y sin embargo es la que menos incidencia ha tenido en la práctica. Se trata de aquellos casos en los que, habiéndose accedido a la jubilación ordinaria, se permite compatibilizar la pensión con la realización de un trabajo a tiempo parcial. El trabajador percibe la pensión, aunque minorada, y continúa trabajando. Es una medida realmente útil dado que, se alarga la vida activa de un trabajador que por otro lado continúa cotizando lo que supone que continúe aumentando la cuantía de su pensión. En supuestos como la jubilación anticipada, como ya se ha señalado, se adelanta la edad de acceso a la pensión, cuando se cumplen el resto de exigencias legales. Parece una figura razonable, aunque debe limitarse de manera estricta a ciertos colectivos como los trabajadores desarrollan actividades más penosas. Distinto es el supuesto de la prejubilación. En estos casos se produce un cese en el trabajo cuando todavía no se reúnen todos los requisitos de acceso a la jubilación ordinaria o anticipada. Generalmente se procede al despido de un trabajador y éste pasa a percibir prestación de desempleo, a la que se suma una retribución mensual que la empresa se compromete a pagar. Esta modalidad, de la que se ha abusado en los últimos años de una manera alarmante, no obtiene el rechazo de algunos trabajadores porque en muchos casos mantienen unos ingresos mensuales muy similares a los que percibían cuando trabajaban. Todas estas prácticas son costosísimas para el erario público. No faltan quienes defienden que el percibo de esta pensión supone la aplicación de coeficientes reductores que son un ahorro para el Estado. No es así. Lo cierto que no hay sistema que aguante bolsas de trabajadores expulsados del mercado de trabajo a edades tan tempranas teniendo en cuenta que por un lado, dejan de cotizar, y por otro, pasan a percibir pensiones vitalicias a cargo del sistema. Por ello, entendemos que deben suprimirse medidas de este tipo y proponerse precisamente las contrarias; las que vayan dirigidas a la prolongación de la vida activa y a desincentivar la jubilación anticipada. 7 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org En cualquier caso, la regulación de la pensión de jubilación que brevemente hemos analizado es particularmente rígida en España, si la comparamos con los países de nuestro entorno. Principalmente, porque no se concede ningún peso a la propia autonomía del trabajador y no se le incentiva para que opte por aumentar la cuantía de las cuotas o alargar voluntariamente su vida laboral. Respecto la primera de estas cuestiones, es la legislación la encargada de establecer una cuantía fija que, en concepto de cuota, debe abonar cada trabajador. Sería beneficioso para la flexibilidad del sistema que esa cuota sea mínima y de ingreso obligatorio, pero que nada impida que los trabajadores puedan elegir un aumento en su cotización. Ello supone que, si las cosas no empeoran, pueda aumentar su pensión futura y, además que pueda disminuir su cotización para permitírsele superar épocas de mayor dificultad o gasto. Respecto al retraso voluntario en la edad de jubilación, los beneficios que pueden derivarse no requieren mucha explicación. Implica que ese trabajador se mantiene en el mercado aportando cuotas al sistema y, además, no se convierte en acreedor del mismo con derecho a pensión vitalicia. Esta medida es sencillamente prioritaria por los beneficios que se obtienen desde el punto de vista económico y porque sería de aplicación voluntaria. Su implantación no entraña además grandes dificultades desde el punto de vista técnico. No obstante, sin beneficios reales en su futura pensión nadie decide continuar trabajando. VIUDEDAD Abordamos ahora el estudio de la pensión de viudedad que puede definirse como una renta vitalicia a la que tiene derecho una persona cuando, por la muerte de su cónyuge, surge una necesidad económica. Todos los textos legales de reforma de esta materia (y son muchos) se refieren a la urgencia de una reforma profunda de la pensión de viudedad que, sin embargo, no se afronta. Éste es uno de los casos en los que el legislador español ha actuado de manera particularmente incoherente, dado que todos los textos legales que han reformado esta pensión expresan en su Exposición de Motivos una intención, y terminan recogiendo en el articulado soluciones que se alejan de esas manifestaciones. Ya el Pacto de Toledo (aprobado el 6 de abril de 1995) configuró esta prestación económica como renta de sustitución. También se subraya este carácter en todos los textos de actualización del Pacto que ha aprobado la Comisión de seguimiento del Congreso de los Diputados. Las sucesivas reformas, y particularmente la emprendida por la Ley de Medidas de Seguridad Social de 4 de diciembre de 2007, han ampliado el 8 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org campo de protección de la pensión de viudedad que puede resumirse brevemente como sigue: En primer lugar, tienen derecho a la pensión de viudedad, las personas que, tras el fallecimiento de su cónyuge acrediten los requisitos que la ley exige. En segundo lugar, esta protección se extiende a los supuestos de separación y divorcio exigiéndose que se acredite dependencia económica de la persona fallecida. En estos casos se reduce a los supuestos en los que, tras la sentencia de divorcio, se reconozca pensión compensatoria al ex cónyuge sobreviviente. La Ley prevé en este punto una lógica excepción, la de las mujeres víctimas de la violencia de género que se hayan visto obligadas por este motivo a renunciar a cualquier tipo de compensación económica. Por último, se reconoce pensión de viudedad en supuestos de pareja de hecho. La Ley General de la Seguridad Social enumera los requisitos necesarios y remite también a la legislación específica de las Comunidades Autónomas sobre la materia. Sobre este último aspecto, cabe resaltar las complicaciones que se derivan de la inexistencia de una ley de ámbito nacional que regule esta materia y establezca unas notas comunes mínimas. En la práctica, las normas autonómicas que han regulado esta institución lo han hecho de dos formas distintas: exigiendo inscripción en un Registro Público, o por el contrario, no exigiendo ningún acto jurídico para acreditar su existencia. Las primeras se han denominado parejas de hecho “de derecho”, porque se prevén ciertas exigencias de constitución y publicidad. Las segundas reconocen una realidad de hecho de acuerdo con requisitos más laxos lo que dificulta, a efectos probatorios, distinguir algunos casos de fraude. Al margen de lo anterior y de acuerdo con lo expresado, la pensión de viudedad debe adaptarse a las directrices del Pacto de Toledo, así como a nuestra propia realidad social. De esta manera, tal como se expresa en este fragmento del Documento que el Gobierno remitió a la Comisión de Seguimiento del Pacto de Toledo en enero de 2010: “(…) Cuestión bien distinta es la posibilidad de analizar, para los nacidos en las últimas décadas, la conveniencia de asignar rentas vitalicias cuando las convivencias familiares han sido breves y no existen descendientes. (...) Por ello la conveniencia de estudiar si en estos casos, y una vez alcanzada esa nueva situación de la sociedad, no se adecua mejor a esa realidad social la posibilidad de una indemnización en pago único, o de una prestación temporal, tal y como está en el propio mandado de la Comisión parlamentaria en octubre de 2003, cuando sugería una reformulación integral de la pensión de viudedad.” 9 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Así es. Aunque ninguna reforma debe afectar a las pensiones ya reconocidas, no parece acorde con nuestro tiempo una pensión que en algunos casos se reconoce con independencia del nivel de rentas del sobreviviente y que además, excepción dentro del sistema, es compatible con cualquier otra pensión. La incorporación de la mujer al mercado de trabajo, permitirá en el futuro que la pensión de jubilación se convierta en su fuente principal de ingresos y la pensión vitalicia de viudedad, debería entonces reconocerse sólo en supuestos de verdadera necesidad económica. Por el contrario, es la viudedad temporal, que la Ley General de la Seguridad Social ya contempla, la que debería generalizarse a nuestro juicio. Se trata de una pensión mensual que se percibe durante los dos años siguientes al fallecimiento del cónyuge o pareja de hecho, lo que permitiría reponerse económicamente, sin dar derecho a una pensión de por vida. Puede estudiarse también la conveniencia de una prestación de pago único a elección del viudo o la viuda con los límites máximos que establezca la legislación. Por último, cabe hacer una reflexión sobre la pensión de orfandad. La norma prevé que esta pensión se reduzca cuando se reconozca, respecto de un mismo causante, pensión de viudedad. Esta disposición tiene sentido cuando la persona beneficiaria de la viudedad es el padre o la madre del menor con derecho a orfandad, porque se tienen en cuenta los ingresos de toda la unidad familiar. Pero, como hemos señalado, la pensión de viudedad se reconoce en supuestos de separación y divorcio, lo que supone que, en algunos casos, la pensión de orfandad puede verse reducida por el reconocimiento de una pensión de viudedad a una persona ajena a la familia del huérfano. Por ello, consideramos, que la reducción de la pensión de orfandad sólo debe producirse una vez acreditado que ambos beneficiarios conviven en el mismo hogar familiar. Y también cabe señalar que, si como proponemos, se redujera el reconocimiento de pensiones vitalicias de viudedad, se convierte en inaplazable la revisión de las cuantías de la pensión de orfandad, completamente desfasadas de acuerdo con el momento actual, puesto que estamos ante una prestación con una justificación innegable: el auxilio económico a quien ha perdido a su padre o madre. PREVISIÓN SOCIAL COMPLEMENTARIA Después de este estudio breve sobre alguna de las prestaciones del sistema, tal y como hemos anunciado, procede profundizar en instrumentos que permitan introducir complementos a nuestras pensiones públicas. 10 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org Para quienes entiendan que esta cuestión encierra preocupaciones no justificadas haremos de nuevo algunas precisiones. En la actualidad, España dedica al pago de las pensiones alrededor del 9% de su producto interior bruto. Esta cifra es ligeramente superior al promedio de la OCDE, según se documenta en su último estudio sobre pensiones (www.ocede.org y Pensions at a Glance 2011). No obstante, si se introducen ciertas correcciones como consecuencia de datos demográficos llegamos prácticamente a igualarnos con los países de nuestro entorno. Esta organización ha valorado positivamente la última reforma aprobada en España y ha llegado a señalar que el aumento de la edad de jubilación a los 67 años puede llegar a suponer una reducción hasta el 3.5% del PIB. Pero también alerta de una cuestión preocupante: la pobreza entre personas mayores aumenta particularmente en nuestro país. Un alto número de personas perciben pensiones mínimas por haber cotizado poco tiempo, y su cuantía es sensiblemente inferior al salario del último trabajo que desempeñaron. Se señala que el rápido crecimiento de España antes de la crisis dejó atrás a las personas de edad avanzada y precisa que el hecho de tener una vivienda en propiedad “ha mitigado, al menos en parte, el diferencial de ingresos de los jubilados españoles frente al resto de la OCDE”. No obstante, también subraya que, aunque la sostenibilidad del sistema español pasa, irremediablemente por alargar la vida laboral esto no es suficiente. Insiste -repetidamente, y en los informes de varios años –en la necesidad de establecer dos pilares básicos: 1. Una pensión mínima gestionada por el Estado, es decir nuestro sistema de reparto. 2. El fortalecimiento -debería decir instauración –de mecanismos de capitalización que refuercen esas pensiones. El artículo 41 de la Constitución Española dispone que los “poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad social para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes en situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo”. Y añade, “la asistencia y prestaciones complementarias serán libres”. Este precepto constitucional es el que fundamenta las críticas de algunos a la introducción de cualquier novedad en el sistema, por entender que sólo prevé el sistema de reparto como posible. Sin embargo, a nuestro juicio, esto no puede defenderse. Una de las palabras clave de ese mandato es “suficientes”. La suficiencia del sistema es también su fundamento y justifica, cuando menos, la discusión y debate de nuevas 11 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org medidas. En cualquier caso, el último inciso de este precepto se refiere a las prestaciones sociales complementarias y se limita a decir que “serán libres”. El Pacto de Toledo también recogió las directrices que debían presidir el desarrollo de esta prestación social complementaria. Se limita a señalar por un lado, la necesidad de impulsar estos mecanismos de protección social que tengan carácter colectivo; y por otro lado, invita a que esto se realice en el marco de la negociación colectiva. Lo cierto es que estos planes han tenido un desarrollo prácticamente nulo en España. Se limitan a trabajadores de grandes empresas, y con más vigor hace años, al ámbito de la Administración Pública. Tampoco es alentador el panorama de los planes privados de pensiones. En la actualidad, de nuevo según la OCDE, los activos acumulados no superan el 7% del PIB; el promedio de los países OCDE es del 60%. Es necesario que estos planes de pensiones, preferiblemente los de carácter colectivo, se vean favorecidas por medidas de fiscalidad que ayuden a su desarrollo necesario, para que se conviertan en verdadero complemento de la pensión de jubilación que se percibe del Sistema Publico de la Seguridad Social. EL MODELO AUSTRIACO Merece un apartado especial. El modelo austriaco ha sido objeto de discusión en fechas recientes por la inclusión en el programa electoral del Partido Popular de una mención al mismo. Para algunos autores es el sistema ideal y consiste fundamentalmente en la introducción de un nuevo sistema de indemnización por despido. Antes de detallar en qué consiste, se hace necesaria una consideración previa. Nuestro sistema de Seguridad Social es, como ya se ha dicho, profesional y contributivo. Es decir, las prestaciones del sistema están siempre relacionadas con el ejercicio de un trabajo y del salario del trabajador se retrae una cantidad que se aporta a un fondo, la cuota. Es por ello que este sistema austriaco no sólo supone un cambio en la estructura jurídica de nuestras relaciones laborales sino que, como se verá, tiene relación directa con las pensiones futuras. De ahí, que resulte interesante al menos su exposición. A través de la denominada “mochila austriaca”, el empresario aporta mensualmente una cantidad fija a una cuenta personal del trabajador y estas aportaciones constituyen una especie de salario diferido. Esas cantidades se van acumulando y pueden ser retiradas por el trabajador en caso de ser 12 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org despedido. El Estado garantiza el 100% de las aportaciones. Si se trata de un cese voluntario en el trabajo se puede acceder después del lapso de tiempo que legalmente se determine (que en el caso estudiado, Austria, es de cinco años). Si el trabajador fallece esas cantidades son para sus herederos. La cantidad sobrante en el momento de la jubilación se convierte en un complemento de la pensión pública que por otro lado puede obtenerse en pagos mensuales o bien retirarse de una sola vez, aunque en este último caso se paga un impuesto. Por otro lado, la gestión de esas cantidades se encomienda a entidades especializadas que invierten el dinero para conseguir rendimientos de capital. Y recordamos, como ya se ha dicho, que el Estado garantiza el 100% de las aportaciones. Esta mochila o hucha se constituye con las aportaciones empresariales realizadas a este fondo particular y vienen finalmente a sustituir la indemnización por despido lo que implica que éste deje de ser tan costoso para el empresario cuando tiene que afrontarlo en su modalidad actual de pago único. Tanto trabajadores como empresarios continuarían pagando las cuotas al sistema público, en la cuantía que se determine, por lo que el sistema de reparto seguiría siendo el pilar fundamental. Se aplica tanto a trabajadores indefinidos como a quienes tienen un trabajo temporal. El cambio de puesto de trabajo no supone pérdida de antigüedad. Los sindicatos austriacos apoyaron la medida porque era de aplicación universal, para todos los trabajadores. Entendieron que el mercado de trabajo obtenía así mayores cuotas de flexibilidad. Tras su puesta en marcha, la principal crítica es que ha encarecido el empleo en algunos sectores, y el mayor elogio que ha favorecido que las Pymes puedan afrontar un despido sin sufrir graves problemas de liquidez. El mayor peligro es, sin duda, que se eliminan trabas para el despido, lo que intenta corregirse a través de una legislación adecuada. La principal medida sería la imposición de sanciones al empresario que incumpla su obligación de abono de estas cantidades. Una vez analizado de forma somera el modelo austriaco, cabe dar una opinión al respecto. Si bien resulta atractiva la idea de vincular el trabajo, el cese y el despido a cantidades que pertenecen al trabajador y pueden beneficiarle para aumentar la pensión de jubilación, esto podría tener un efecto devastador sobre los trabajadores más desprotegidos. Por ello, si no se puede lograr que la legislación evite al máximo estos efectos perversos, la opción más lógica sería fortalecer el sistema de prestaciones complementarias, a través de planes colectivos como más arriba se ha dicho. 13 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org CONCLUSIONES Concluimos enumerando algunas de nuestras propuestas que, de acuerdo con lo expuesto, estarían orientadas a procurar el fortalecimiento y la racionalización de nuestro sistema público de pensiones. Prolongar la vida activa con incentivos que alienten a trabajar más allá de la edad legal de jubilación. Potenciar la autonomía del trabajador flexibilizando, sólo por exceso, la cuota mínima. Introducir formulas de cálculo de la pensión que guarden relación directa con el número de años trabajados. Reducir al máximo los casos de jubilación anticipada. Potenciar la figura de las prestaciones sociales complementarias fomentando los planes colectivos o de empresa así como los de carácter individual. Aumentar los beneficios fiscales y adoptar medidas de protección, garantizando al menos parte de esas cantidades. Abordar la regulación de la pensión de viudedad de acuerdo con las directrices del Pacto de Toledo. Profundizar aún más en la separación de fuentes de financiación de las pensiones contributivas y no contributivas. Éstas últimas se financian por los Presupuestos Generales del Estado y no con cuotas, pero deben configurarse –y reconocerse por la sociedad –como ayudas especiales que no son prestaciones de seguridad social sino servicios sociales. Transparencia, reforzando la información sobre expectativas de pensión futura a los trabajadores mediante un informe anual y personalizado. La Seguridad Social española se ha convertido en una de las administraciones europeas con menos costes de gestión. A pesar de ello, también en este caso pueden hacerse avances como continuar el proceso de homogeneización de los Regímenes Especiales con el Régimen General. 14 Fundación Ciudadanía y Valores C/Serrano, 27, 6º izq. 28001 Madrid www.funciva.org