Senado de la Nación Secretaria Parlamentaria Dirección General de Publicaciones (S-0276/11) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,... Artículo 1.- Sustitúyase el Artículo 1 de la Ley 24.588, que será reemplazado por el siguiente: “La presente Ley garantiza los intereses del Estado Nacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, mientras esta sea Capital Federal de la República, con el doble propósito de garantizar el pleno ejercicio de los poderes atribuidos a las autoridades del Gobierno de la Nación, y garantizar el desarrollo pleno de la autonomía política y judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Artículo 2.- Sustitúyase el Artículo 2 de la Ley 24.588, que será reemplazado por el siguiente: “La Ciudad Autónoma de Buenos Aires ejerce todo el poder no conferido por la Constitución Nacional al Gobierno Federal. Sin perjuicio de ello, el Estado Nacional es titular de todos aquellos bienes, derechos, poderes y atribuciones necesarios para el ejercicio de sus funciones”. Artículo 3.- Sustitúyase el Artículo 5 de la Ley 24.588, que será reemplazado por el siguiente: “El Estado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es sucesor de los derechos y obligaciones legítimas de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y del Estado Nacional en las competencias, poderes y atribuciones que se le transfieren por los Artículos 129 y concordantes de la Constitución Nacional, como en toda otra que se le transfiera en el futuro. La legislación nacional y municipal vigente en la Ciudad de Buenos Aires a la fecha de entrada en vigencia del Estatuto Organizativo al que se refiere el citado Artículo 129 de la Constitución Nacional seguirá siendo aplicable, en tanto no sea derogada o modificada por las autoridades nacionales o locales, según corresponda”. Artículo 4.- Agréguese como Artículo 7 bis a la Ley 24.588 el siguiente: “Artículo 7 bis. - Transfiéranse a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires las partidas presupuestaria, recursos monetarios, materiales y de personal del Gobierno Federal afectados al cumplimiento de las funciones de seguridad y protección de bienes y personas dentro del ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, a medida que dichas funciones sean asumidas por el Gobierno de la Ciudad”. Artículo 5.- Sustitúyase el Artículo 8 de la Ley 24.588, que será reemplazado por el siguiente: “Transfiérase la jurisdicción y competencia de la Justicia Nacional Ordinaria de la Ciudad de Buenos Aires y del Ministerio Público al Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, progresivamente según determinen los convenios de transferencia celebrados por ambas partes. La transferencia de todas las funciones deberá completarse en un plazo no mayor a 2 años corridos desde la fecha de sanción de la presente ley”. Artículo 6.- Agréguese como Artículo 8 bis a la Ley 24.588 el siguiente: “La transferencia incluirá el traspaso de las correspondientes estructuras funcionales, medios materiales, inmuebles y personal afectado al cumplimiento de sus funciones, sean las del Poder Judicial o las del Ministerio Público de la Nación, actualmente abocadas a resolver aquellas cuestiones relativas a la Justicia Ordinaria. Los funcionarios transferidos conservarán sus empleos, categorías, remuneraciones, antigüedad, régimen previsional y obra social vigentes. Se garantiza asimismo la inamovilidad de grado y sede y la intangibilidad de las remuneraciones de los jueces transferidos. Una vez efectuada dicha transferencia, los magistrados solo podrán ser removidos de sus cargos de conformidad con los mecanismos establecidos en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y las leyes respectivas de la Ciudad”. Artículo 7.- Agréguese como Artículo 8 ter a la Ley 24.588 el siguiente: “Artículo 8 ter.- La transferencia de dichas competencias se acompañará de los recursos pertinentes según lo dispuesto por el Artículo 75 inciso 2 de la Constitución Nacional y la Cláusula Transitoria décimo tercera de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Artículo 8.- Sustitúyase el Artículo 10 de la Ley 24.588, que será reemplazado por el siguiente: “Transfiéranse a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el Registro de la Propiedad Inmueble y la Inspección General de Justicia. La transferencia incluirá los recursos correspondientes, la totalidad del patrimonio incluyendo bienes muebles como inmuebles, elementos de uso y consumo, equipos y materiales, el personal y cualquier otra cuestión no enunciada específicamente en el cuerpo de la presente Ley que haga a su función específica y normal funcionamiento”. Los agentes transferidos conservarán el mismo nivel escalafonario, los derechos, beneficios, remuneración, antigüedad, régimen previsional y servicios sociales, que tuvieren al momento de la transferencia Artículo 9.- Comuníquese al Poder Ejecutivo. Samuel Cabanchik.FUNDAMENTOS Señor presidencia: El reconocimiento expreso de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires en la reforma constitucional de 1994 fue un paso determinante en la construcción de la ciudadanía porteña: por primera vez en la historia se tomaron acciones concretas para disminuir el fuerte déficit de representatividad que asediaba a la Ciudad y para acercar su status jurisdiccional al del resto de las provincias, armonizándolo y, por lo tanto, integrándolo al resto del sistema federal. La proclamación de la autonomía porteña otorgó a los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires la posibilidad de darse sus propias leyes, juzgarse por sus propios jueces y administrar sus recursos, atribuciones de las que ya gozaban todos ciudadanos de las demás jurisdicciones del país. Sin embargo, y debido a su condición de Capital Federal de la República, el constituyente consideró necesario limitar el alcance de la autonomía porteña plasmada en el Artículo 129 de la Constitución Nacional, facultando al Congreso a sancionar una Ley orientada a preservar los intereses del Estado federal en la Ciudad. Surgió así la Ley 24.588, también conocida como la “Ley Cafiero”, por medio de la cual la Nación “conserva todo el poder no atribuido por la Constitución al gobierno autónomo de la Ciudad”. Este cercenamiento concreto de la autonomía de la Ciudad inició un largo historial de contradicciones entre el teórico “desideratum” de la norma constitucional; el verdadero contenido de la legislación nacional; y el naciente corpus constitucional y legislativo de la Ciudad de Buenos Aires, en el que se sostiene que “La Ciudad ejerce todo el poder no conferido por la Constitución al Gobierno Federal”. La Ley Cafiero asegura la existencia de un estado federal en la Ciudad de Buenos Aires; pero incapaz de ejercer competencias en materia de seguridad, de justicia y de fiscalización de los servicios públicos en su territorio. En este paradójico estado de situación, resulta inevitable el surgimiento de tensiones entre el gobierno nacional y el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en un largo debate por el ejercicio de las competencias. En este sentido, más allá de la sanción de la Ley Cafiero y la llamada “Ley Snopek” (24.620) para la convocatoria de elecciones para Jefe de Gobierno porteño, podría decirse que en los diecisiete años que han transcurrido desde la reforma constitucional, poco se ha avanzado en materia de autonomía porteña. Recién tras la crisis política y financiera del año 2001, se decidió por Decreto Nº 692/02 del Poder Ejecutivo nacional la transferencia diaria y automática de recursos coparticipables, prerrogativa de la que ya gozaban las provincias; y en el año 2003 se fijó el coeficiente de participación de los recursos coparticipables en un 1,40% dentro de la porción de la Nación. En materia de competencias, tuvieron que pasar casi diez años para que se empezara a replantear el rol del Estado Nacional y su injerencia en la Ciudad de Buenos Aires. Cabe destacar dos hechos relevantes en esta temática: la sanción de la ley 26.288 (modificatoria de la Ley 24.588) que permitía a la Ciudad de Buenos Aires tener su propia fuerza de seguridad, siempre y cuando la Nación conservara sus funciones y facultades en materias federales; y la suscripción de convenios entre el Estado Nacional y la CABA a partir del año 2000, para lograr la progresiva transferencia de competencias penales de la Justicia Nacional Ordinaria al Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tal y como lo permitía el artículo 6 de la Ley 24.588. En el primero de los convenios, aprobado por la Ley 25.752 de 2003, se estableció la transferencia del delito de tenencia y portación de armas de uso civil y su suministro a quien no fuera legítimo usarlo (Arts. 42 bis de la Ley 20.429 y Arts. 189 bis, 3er párrafo y 189 ter del Código Penal, todos según Ley 25.086 y según los arts. 3, 4 y 38 de la Ley 24.192). En el segundo convenio, aprobado por el Congreso Nacional mediante la Ley 26.357 de 2008, se transfirieron los siguientes delitos: a) Lesiones en riña (Arts. 95 y 96 del Código Penal); b) Abandono de personas (Arts. 106 y 107 del Código Penal); c) Omisión de auxilio (Art. 108); d) Exhibiciones obscenas (Arts. 128 y 129); e) Matrimonios ilegales (Arts. 134 y 137); f) Amenazas (Art. 149 bis, primer párrafo); g) Violación de domicilio (Art. 150); h) Usurpación (Art. 181) i) Daños (Arts. 183 y 184); j) Ejercicio ilegal de la medicina (Art. 208); k) Los tipificados en la Ley 13.944 (incumplimiento de los deberes de asistencia familiar); l) Los tipificados en la Ley 14.346 (Protección de los animales) y; m) Los tipificados en el artículo 3 de la Ley 23.592 (Antidiscriminación). Respecto de estos procesos, resulta en primer lugar necesario advertir sobre la lentitud con la que se han llevado a cabo las negociaciones. Desde la firma de los Convenios por el Poder Ejecutivo nacional y por la Jefatura de Gobierno de la Ciudad hasta su entrada en vigor tras la aprobación del Congreso de la Nación, pasaron, en el caso del primer convenio, casi tres años y, en el caso del segundo, cerca de cuatro años. Resulta inadmisible que las necesidades de una jurisdicción tan dinámica, mutable y productiva como lo es la Ciudad de Buenos Aires se vean demoradas debido a la falta de voluntad política de llevar a cabo una revisión intensa y profunda de su estado de situación. Desafortunadamente, la demora en el proceso no ha sido el único inconveniente que rodea a la trasferencia de competencias. Otro tema determinante a la hora de negociar la autonomía de la Ciudad en el seno del Congreso Nacional es la necesidad de transferencia de fondos que acompañen a dicho proceso. Como señala el artículo 75, inc. 2. quinto párrafo de la Constitución Nacional: “No habrá transferencia de competencias, servicios o funciones sin la respectiva reasignación de recursos, aprobada por ley del Congreso cuando correspondiere, y por la provincia interesada o la Ciudad de Buenos Aires en su caso”. El mandato constitucional es taxativo. Sin embargo, para lograr la aprobación por parte del Congreso Nacional de la creación de una fuerza policial de la Ciudad de Buenos Aires que gradualmente vaya asumiendo parte de las funciones que cumple la Policía Federal Argentina en dicho territorio, el gobierno de la ciudad autónoma se vio obligado a tener que renunciar a los fondos que le correspondían por aquella transferencia de funciones. La renuencia de las provincias a realizar la transferencia de recursos no sólo contradice el mandato expreso en la Constitución, sino que también resulta incomprensible, puesto que, mientras permanezcan en la esfera de competencia nacional, es la Nación la que seguirá sosteniendo con recursos propios la provisión del servicio de justicia y de seguridad en la Ciudad, incluso en materias no federales. La provisión excesiva de fondos no sería una consecuencia de la transferencia de competencias, dado que en la práctica se está solventando con dinero de la Nación servicios que en las demás veintitrés provincias se encuentran a cargo de los erarios provinciales. La transferencia de competencias con recursos vendría a poner el punto final a dicha situación, conforme la Ciudad de Buenos Aires vaya siendo capaz de absorber los gastos. Otra de las grandes objeciones que se plantean al traspaso de competencias de la Nación a la Ciudad es el temor a la pérdida de influencia de la Nación sobre aquellos servicios e intereses en la Ciudad de Buenos Aires que le corresponden por ser esta capital de la República. A este respecto, es preciso realizar dos aclaraciones. En primer lugar, es necesario destacar que hasta este momento, el legislador siempre ha tenido en cuenta dicha superposición de competencias y ha dejado expresamente claro en toda pieza de legislación que apunte a ampliar la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires que dicha ampliación se haría siempre en materias no federales, es decir, en aquellas que competen exclusivamente a la Ciudad como jurisdicción autónoma. Asimismo, cabría preguntarse cuál sería el interés de la Nación en conflictos laborales o de minoridad que tengan lugar en la Ciudad. No parece haber interés alguno en pro del correcto cumplimiento de las funciones federales que deba garantizarse, sino todo lo contrario,: una clara intromisión en la autonomía de un ente federal como es la CABA, aún cuando reconozcamos la fuerte polémica que existe en la doctrina jurídica respecto al status jurídico de la Ciudad (dado que no es un municipio, pero tampoco, sostienen algunos, es una provincia). Continuando con esta línea de pensamiento y, transcurridos ya varios años en los que la Ciudad tuvo la capacidad de desarrollar su estructura institucional y ampliar sus capacidades y recursos, es que en el año 2009, los senadores Daniel Filmus y Miguel Pichetto presentaron un proyecto de ley en el que se sentaban las bases para un tercer convenio de transferencia de competencias judiciales. Dicha iniciativa propuso la transferencia de delitos complementarios a los ya transferidos por las leyes 25.752 y 26.357; los delitos contra la administración pública; contra la fe pública y aquellos vinculados a materias de competencia pública local. El proyecto obtuvo media sanción en la Cámara de Senadores en agosto de 2010 y aguarda ser tratado en la Cámara de Diputados a lo largo del corriente año. Por otra parte, los sucesos que han tenido lugar en el Parque Indoamericano de Villa Soldati el pasado diciembre han desatado una nueva ola de preocupación por la insuficiente capacidad de la Ciudad de Buenos Aires de ejercer el poder de policía en su territorio. Las desinteligencias que se produjeron entre la Policía Federal, la Policía Metropolitana y los gobiernos de sendas jurisdicciones acabaron por producir un estado de parálisis generalizado, hecho que dificultó la resolución de dicha crisis por canales institucionales. Por lo tanto surge claramente la necesidad de una medida integral, que dé garantías para la resolución de todas aquellas cuestiones que la ley 24.588 ha dejado inconclusas. Y es esto lo que me propongo precisamente en este proyecto de ley. En concreto, el proyecto de ley que aquí presento busca resarcir a la Ciudad de Buenos Aires en aquellas materias -tales como seguridad, administración de justicia y transferencia de recursos- en las que su autonomía se ha visto históricamente limitada, sin por ello menoscabar los intereses del Estado Nacional en su territorio. De hecho, así queda establecido en el primer artículo, en el que se expresa el espíritu y la voluntad de la presente reforma a la Ley 24.588, cuyo doble propósito es el de “garantizar el pleno ejercicio de los poderes atribuidos a las autoridades del Gobierno de la Nación, y garantizar el desarrollo pleno de la autonomía política y judicial de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Sostengo, por lo tanto, que dichos objetivos no son mutuamente excluyentes, sino que su imbricación y consecución simultánea son fundamentales. En el segundo artículo, se propone modificar el Artículo 2 de la Ley 24.588. Con esta nueva redacción, se busca terminar con las contradicciones existentes entre la legislación nacional y la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, de modo tal de que esta pueda tener verdadera vigencia y no ser una mera declaración de principios. En un verdadero sistema federal, la Nación no puede conservar todo el poder no atribuido por la Constitución al Gobierno de la CABA. Todo lo contrario, el ejercicio por parte de la Ciudad de todo el poder no conferido por la Constitución Nacional al Gobierno Federal no sólo brindará efectiva legitimidad a la autonomía porteña, sino que además, valida al sistema federal en su conjunto, al equiparar las prerrogativas de la jurisdicción porteña con las demás provincias. La modificación propuesta para el Artículo 5 de la ley 24.588 apunta en la misma dirección, destacando el carácter jurisdiccional de Estado que reviste la Ciudad de Buenos Aires, al tiempo que reconoce que, debido a la transferencia de competencias anteriormente atribuidas al Gobierno Federal, el gobierno de la CABA no es solamente continuador de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, como sugería el texto original, sino también del Gobierno de la Nación “en las competencias, poderes y atribuciones que se le transfieren por los Artículos 129 y concordantes de la Constitución Nacional”. En la redacción que se propone, la cita al Artículo 129 resulta oportuna, ya que de él no sólo emana la legitimidad para una ley que resguarde los intereses del Estado Nacional en la Ciudad de Buenos Aires, sino también –y más importante aún- la naturaleza de la autonomía de la CABA, haciéndose explícito que la Ciudad de Buenos Aires “tendrá un régimen de gobierno autónomo, con facultades propias de legislación y de jurisdicción”. Asimismo, resulta necesario dejar constancia expresa de que la autonomización no es un proceso acabado ni restringido, sino que es dinámico y debe ir en consonancia con las necesidades de la ciudadanía, motivo por el cual se puede profundizar en el futuro, tal y como en el presente artículo se prevé. El artículo 4 pretende remediar la desobediencia a la norma constitucional en la que se ha incurrido con la aprobación de la Ley 26.288, otorgándole a la Ciudad de Buenos Aires los fondos que le corresponden por la transferencia de competencias en materia de seguridad. Los siguientes dos artículos son una pieza fundamental del articulado, ya que en ellos se establece la necesidad de transferencia de la totalidad de la Justicia Nacional Ordinaria y del Ministerio Público de la Nación al Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires, de manera tal de terminar con la dependencia de la Ciudad de Buenos Aires del Estado Nacional en materias en las que, como hemos argumentado con anterioridad, la Nación no tiene verdaderamente ningún interés que deba proteger. Asimismo, se establece un plazo máximo de dos años para la realización de la transferencia, período de tiempo que permite a la vez el traspaso progresivo, pero con una meta tangible, que no demore innecesariamente el procedimiento. Este traspaso no sólo acercará y hará más clara la provisión del servicio de justicia a los ciudadanos de Buenos Aires –los verdaderos beneficiarios y usuarios-, sino que además mejorará notablemente su eficiencia, dado que evitará el llamado fenómeno del “doble mostrador”, es decir, la redundancia y los conflictos que se generan ante la intervención de uno u otro fuero (nacional o local). Por último, resta decir que dicha transferencia aliviará a los juzgados nacionales que hoy entienden en dichas causas, permitiéndoles atender con más eficacia aquellas para las que originalmente debieron ser concebidos. Para evitar futuras objeciones, se ha dejado en claro en el texto del proyecto de ley que los funcionarios transferidos “conservarán sus empleos, categorías, remuneraciones, antigüedad, régimen previsional y obra social vigentes”, al tiempo que “se garantiza la inamovilidad de grado y sede y la intangibilidad de las remuneraciones de los jueces transferidos”. Hecha esta salvedad, no habría motivo aparente por el cual los funcionarios nacionales transferidos pudieran oponerse al traspaso, dado que gozarían de los mismos derechos y deberes que antes. El artículo 7, por su parte, hace extensiva a todas las transferencias de competencias la manda constitucional de traspasar los fondos correspondientes, tal y como se estableció en el artículo 4 para el caso de la provisión del servicio de seguridad. Por último, la transferencia del Registro de la Propiedad Inmueble y la Inspección General de Justicia -áreas en las que tampoco existe un interés comprobable del Estado Nacional- permitirá la articulación de medidas de contralor, registro y policía sobre las personas físicas y jurídicas. Al mismo tiempo, las disposiciones contenidas en el artículo 8 del presente proyecto permitirán una mejor articulación entre la Inspección General de Justicia y el área de Rentas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aspiro a que la sanción de este proyecto sea el instrumento que permita avanzar de manera definitiva en el proceso de autonomización de la Ciudad de Buenos Aires, sin por ello perder conciencia de la necesidad de que sea un proceso gradual, en el que todas las partes deberán aportar su conocimiento y experiencia, de modo tal de que pueda llevarse a cabo de la manera más eficiente posible. La concreción de lo aquí expuesto devolverá a los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires aquellas garantías que les otorgó la Constitución, pero que inmediatamente les fueron arrebatas por la sanción de la Ley 24.588: la posibilidad de que los habitantes de la CABA se den sus propias instituciones, administren sus recursos y sean controlados y juzgados por sus propios vecinos, quienes siguen de cerca sus problemáticas. La reforma de la Ley 24.588 que aquí se propone, actualiza el debate por la plena autonomía de la CABA de acuerdo a las capacidades actuales de las que dispone la Ciudad y sus necesidades. Esto sin dudas permitirá el diálogo sensato y concreto entre el resto de los entes federales que hacen a la Nación y la Ciudad, puesto que prioriza como dos objetivos legítimos la consecución de la autonomía porteña y la salvaguarda de los intereses nacionales. Sólo de esta manera se podrá fortalecer el federalismo argentino y disminuir las desigualdades existentes entre los diferentes componentes de la Argentina. Por todo lo aquí expuesto, solicito a mis pares su apoyo para la aprobación del presente proyecto de ley. Samuel M. Cabanchik