DECRETERO DE SENTENCIAS //tevideo, 27 de marzo de 2014. No. 140 VISTOS: Para sentencia definitiva, estos autos caratulados: "MANGOLD PESSIO, ENRIQUE ERVIN Y OTROS con MINISTERIO DE ECONOMÍA Y FINANZAS. Acción de nulidad" (Ficha No. 815/11). RESULTANDO: I) Que con fecha 29/XI/2011 a fs. 20, comparecieron Enrique MANGOLD, por sí y en representación de GALASUR S.A, Nélson GONZÁLEZ y Guillermo MANGOLD, demandando la nulidad de la Resolución Nº 3/0313/11 de fecha 8 de abril de 2011, dictada por División Fiscalización de la Dirección General de Impositiva, en ejercicio de atribuciones delegadas (fs. 246-249 de los A.A en la foliatura en tinta roja y fs. 3-6 del principal), por la que se dispuso: “1º) Declarar que al contribuyente GALASUR S.A …, le correspondió pagar las siguientes obligaciones tributarias: por concepto de saldo de IRIC (períodos 10/0409/05, 10/05-09/06, 10/06-09/07) la suma de $ 1.103.917; por concepto de ICOSA (períodos 10/04-09/05, 10/08-09/09) la suma de $ 194; por concepto de PATRIMONIO (período 10/04-09/05, 10/06-09/07, 10/0809/09) la suma de $ 92.000; por concepto de saldo de IRAE (período 10/07-09/08, 10/08-09/09) la suma de $ 844.069, totalizando un monto global de $ 2.040.180 2º) Declarar que se ha configurado “mora” por la parte no extinguida en plazo de las obligaciones referidas en el numeral anterior, imponiendo por tal concepto una multa que asciende a la suma de $ 408.036, más los recargos legales generados hasta la cancelación total de los impuestos adeudados. 3º) Declarar responsable solidaria e ilimitadamente de las obligaciones de IRIC referidas en el numeral 1º de esta Resolución, en su calidad de director desde el comienzo del período inspeccionado al 14/10/2008, al Sr. NELSON RAMÓN GONZÁLEZ MANGOLD. 4º) Declarar responsable solidaria e ilimitadamente de las obligaciones de las obligaciones de IRAE referidas en el numeral 1º de esta Resolución, en su calidad de director desde el 14/10/2008 al final del período auditado, al Sr. ENRIQUE ERVIN MANGOLD PESSIO. 5º) Declarar responsables solidarios de las restantes obligaciones por tributos referidas en el numeral 1º de esta Resolución, hasta la concurrencia de los adeudos con el monto de los bienes administrados, a los representantes, por sus diversos períodos de actuación, Sres. NELSON RAMÓN GONZÁLEZ MANGOLD (desde el comienzo del período inspeccionado al 14/10/2008) y ENRIQUE ERVIN MANGOLD PESSIO (desde el 14/10/2008 al final del período auditado). 6º) Declarar responsables solidarios de todas las obligaciones por tributos referidas en el numeral 1º de esta Resolución, hasta la concurrencia de los adeudos con el monto de los bienes administrados y por sus respectivos períodos, a los representantes voluntarios de la empresa Sres. ENRIQUE ERVIN MANGOLD PESSIO (desde el comienzo del período inspeccionado al 14/10/2008) y GUILLERMO FELIX MANGOLD PESSIO (por todo el período inspeccionado). 7º) Declarar responsables solidarios de las obligaciones referidas en los numerales 2º y 3º de esta Resolución, por sus correspondientes períodos de actuación, a los Sres. NELSON RAMÓN GONZÁLEZ MANGOLD (desde el comienzo del período auditado al 14/10/2008) y GUILLERMO FELIX MANGOLD PESSIO y ENRIQUE ERVIN MANGOLD PESSIO (ambos por todo el período inspeccionado).” Los accionantes se agraviaron básicamente en el hecho de que, a su criterio, es ilegal el acto de determinación emitido por la Administración tributaria, así como las responsabilidades solidarias imputadas. Afirmaron que existe un vacío de normas reglamentarias en cuanto al plazo de amortización de mejoras incorporadas a inmuebles urbanos tomados en comodato por un plazo cierto y que quedan en beneficio del propietario. Indicaron que los arts. 89 del Decreto 840/88 (IRIC) y 92 del Decreto 150/007 (IRAE) prevén que para el caso de mejoras en inmuebles de activo fijo propiedad del contribuyente, la amortización será del 2% anual en un plazo de 50 años; en tanto para los inmuebles arrendados, el plazo de amortización no excederá el del vencimiento del contrato respectivo. Señalaron que en caso de mejoras incorporadas a inmuebles tomados en comodato no se encuentra previsto en dichas normas, pero ello no es motivo para rechazar la amortización en virtud de que la misma está admitida por las normas legales; la discrepancia se centra en la forma de efectuar la integración analógica prevista en el art. 5º del C.T. Recordaron que tal como sostuvo la Administración tributaria demandada en la Consulta Nº 5.267 en un caso de comodato precario, no puede argüirse válidamente la falta de reglamentación para obstar su cumplimiento. En tal sentido, sostuvieron que el régimen más afín con la amortización de mejoras en inmuebles tomados en comodato no es el de los bienes del activo fijo, sino el de los bienes arrendados. Alegaron que la Administración no puede imponer requisitos o condicionamientos para las amortizaciones que no están comprendidas, ni aún en forma implícita, en la ley ni en la reglamentación porque ello incide en la cuantía de la obligación tributaria, que es materia de reserva legal (art. 2º del C.T.); en este sentido, la importancia de las obras no es criterio considerado por las normas legales ni reglamentarias; el hecho de que las obras hayan sido realizadas para cubrir las necesidades de la empresa no es algo singular, ya que es lo típico que acontece (art. 2232 C.C.); si la inversión no estuviera destinada a obtener y conservar la renta, no sería un gasto deducible; el hecho de que las mejoras puedan ser utilizadas por la empresa por un lapso más extenso que el plazo del comodato tampoco es contemplado en norma alguna y no contradice el régimen establecido para los casos de arrendamientos; en la Consulta Nº 5.267 se dio esta hipótesis y no se otorgó por ello el régimen de amortización de los bienes de activo fijo; en suma, ninguno de los elementos reseñados es idóneo para optar por uno u otro régimen de amortización. Afirmaron que la ratio juris de las normas responde a la distinta vinculación que tiene con el inmueble quién realiza la inversión; en consecuencia, la figura más afín para la amortización de mejoras en inmuebles tomados en comodato con plazo es la del arrendamiento, porque en ambos casos las obras se realizan en inmuebles de terceros, y cuyo uso y goce se obtiene por un plazo determinado. Adujeron que el hecho de que un contrato sea oneroso (arrendamiento) y el otro gratuito (comodato) no es esencial; se otorga un régimen especial al arrendamiento, no por su carácter oneroso, sino por el hecho de que otorga un uso transitorio del inmueble. Expresaron que es absurdo sostener que si en un comodato no se fija plazo y es precario, se pueden deducir de una vez todos los gastos devengados en las mejoras introducidas, tal como se sostuvo en la Consulta 5.267 citada; en tanto que si se fija plazo, la deducción hay que hacerla en 50 años; la Consulta aludida demuestra que no son relevantes ninguno de los elementos manejados por los inspectores en su informe de fecha 9/2/2011 para justificar su posición; la situación de hecho era la misma y se aplicó un criterio más favorable a los intereses del Fisco que el aplicado en el caso de la consulta reseñada. Recordaron que la aplicación de criterios dispares por parte de la Administración puede hacerla incurrir en responsabilidad por sus actos propios provocado por un tratamiento discriminatorio a los contribuyentes en violación del principio de igualdad ante las cargas públicas. Por su parte, respecto a la liquidación del impuesto al Patrimonio, consideraron que se basa en el error de considerar a las mejoras realizadas como de propiedad de la empresa, cuando en realidad pertenecen por accesión a los propietarios de los inmuebles (art. 731 C.C.). Agregaron que, aun cuando la empresa hubiera considerado esas mejoras como bienes propios -tal como erróneamente entendió la DGI- tampoco sería una razón válida para liquidar el IP porque la fuente de los tributos es la ley y no la voluntad de las partes. Sostuvieron que se está violando el Decreto 101/996 en cuanto a que los bienes de los socios afectados al uso de la empresa no deben ser incluidos en el activo de la empresa contribuyente, sino en el de sus titulares; por lo cual, menos puede considerarse como activo fijo bienes que no son de un socio sino del director de la empresa (Enrique MANGOLD) y de un tercero (PEÑALUR S.A). Adujeron que la posición sustentada por la demandada lleva a una doble tributación simultánea (en cabeza de la empresa contribuyente y de los propietarios de los inmuebles), la cual carece de toda justificación legal. Por otro lado, afirmaron que es ilegal la responsabilidad imputada al ex director Sr. Nelson R. GONZÁLEZ MANGOLD porque al cese de su cargo (14/10/2008) no conocía la existencia y cuantía de las presuntas obligaciones adeudadas, por lo que no puede considerarse que obligaciones que no estaban en condiciones de ser pagadas (y por consiguiente, no eran exigibles), estuviesen vencidas (arts.139 del Decreto 840/88 y 181 del Decreto 150/007); la negligencia imputada no puede estar referida al no pago pues le era imposible pagar obligaciones cuya existencia y cuantía se desconocían hasta ese entonces. Alegaron que tampoco hay negligencia en el surgimiento de los impuestos adeudados cuando, como viene de exponerse, hay diferencias de criterio; a lo sumo, se trata de un error de criterio que no puede catalogarse de inexcusable y menos aún, producido con dolo. Afirmaron que las sanciones moratorias son ilícitas pues no existe actuación personal de los representantes en la consumación de la presunta deuda; el responsable no participa de la mora del contribuyente, ni comete dicha infracción por hecho propio. Advirtieron la ilegalidad del numeral 7º de la Resolución impugnada en tanto reclama responsabilidad solidaria por mora en el IRIC a los Sres. Enrique y Guillermo MANGOLD PESSIO, cuando ninguno de los dos fue director en el período en que se devengó el IRIC, sino que eran tan solo representantes voluntarios. Por último, consideraron que la Resolución atacada carece de fundamentos, la que la torna arbitraria y vulneradora de la garantía de defensa del administrado en virtud de que los descargos efectuados oportunamente no fueron considerados en forma alguna, contrariando lo dispuesto en los arts.123 y 124 del Decreto 500/991. II) Conferido traslado de la demanda, los representantes de la Dirección General Impositiva la evacuaron con fecha 17/II/2012 a fs.43-55v de estos obrados, abogando por la confirmación del acto administrativo impugnado por resultar en un todo ajustado a Derecho. Afirmaron que no existe norma específica que contemple el caso de mejoras realizadas en inmuebles tomados en comodato. Sostuvieron que únicamente el bien inmueble dado en arrendamiento tiene un límite temporal a la amortización de mejoras y en este sentido, una solución diferente, siendo esta excepcional, no corresponde su aplicación por analogía como pretende la actora. Señalaron que la norma expresamente establece que la amortización por mejoras será del 2% anual en inmuebles urbanos y suburbanos, por lo que no existe objeción alguna para aplicar la referida solución al caso de autos; en efecto, la norma respectiva en sus primeros dos incisos refiere a un régimen general y recién en el tercero establece una previsión específica y excepcional para los casos de arrendamientos. Indicaron que la Consulta Nº 5.267 no habla de un caso similar al planteado en autos, pues refiere al tratamiento tributario que recibirá el propietario del inmueble y no quien realiza las mejoras. Expresaron que el régimen general establecido no exige en absoluto un vínculo de permanencia entre quien realiza las mejoras y el inmueble. Agregaron que, en cuanto a la determinación tributaria del impuesto al Patrimonio, la misma es ajustada a derecho; de acuerdo al informe técnico de los inspectores actuantes, la empresa fiscalizada en sus estados contables tomó las mejoras realizadas como bienes propios y las contabilizó en la cuenta de activo “Obras en construcción”; las mejoras son propiedad del contribuyente ya que fue él mismo quien realizó la inversión. Sostuvieron que si las mejoras se efectuaron para desarrollar la actividad comercial de la empresa, si ésta se sirve exclusivamente de ellas, es la que la utiliza y dispone de las mismas (pudiendo incluso destruirlas o llevárselas antes de finalizar el contrato de comodato), no caben dudas que forman parte de su activo y que deben computarse a los efectos del IP. Afirmaron la responsabilidad objetiva, solidaria e ilimitada del Sr. Nelson GONZÁLEZ MANGOLD en su carácter de director de la sociedad contribuyente en el período liquidado por concepto del pago del IRIC y por disposición de la Ley 17.930, dicha responsabilidad se extiende a las sanciones por mora y cita jurisprudencia del Tribunal en su favor; al tratarse de una responsabilidad de tipo objetivo resulta indiferente si el demandante conocía o no la existencia y cuantía de las obligaciones tributarias adeudadas. En cuanto a los restantes impuestos liquidados, consideraron que es de plena aplicación lo dispuesto por el art. 21 del C.T. en cuanto a la responsabilidad solidaria subjetiva de los representantes de la contribuyente. Los actores no alegaron no haber sido los representantes de la empresa durante el período liquidado, ni justificaron y menos aún probaron, haber actuado con la debida diligencia de un buen hombre de negocios. Añadieron que los representantes de la sociedad están sujetos a responsabilidad personal por las infracciones tributarias cometidas por hecho propio (arts. 102 y 104 del C.T). La infracción tributaria por mora opera por el solo vencimiento del término para pagar la obligación tributaria adeudada, no requiriéndose ninguna valoración de conducta. Por último, alegaron que según surge del propio acto administrativo impugnado y de los antecedentes administrativos agregados, el mismo ha sido debidamente fundado y motivado. III) Que abierto el juicio a prueba, se produjo la que se encuentra certificada a fs. 64, haciéndolo la actora de fs. 58 a 60 y la demandada de fs. 61 a 63. A los autos se agregaron por cuerda antecedentes administrativos presentados por la parte demandada en 286 fojas. Alegaron las partes por su orden (de fs. 67-91v. y de fs. 94-103, respectivamente). IV) Oído el Sr. Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo (Dictamen No. 126/13 a fs. 106-107) aconsejó anular el acto impugnado, se citó a las partes para sentencia (fs. 109); pasando los autos a estudio de los Sres. Ministros, quienes la acordaron y dictaron en legal forma. C O N S I D E R A N D O: I) Que, en la especie, se han acreditado los extremos legales habilitantes requeridos por la normativa vigente (arts. 4 y 9 de la Ley N° 15.869) para el correcto accionamiento de nulidad. II) En obrados, se demanda la nulidad de la Resolución Nº 3/0313/11 dictada por el Director Técnico de la División Fiscalización de la Dirección General Impositiva, en ejercicio de atribuciones delegadas, de fecha 8 de abril de 2011, por la cual se determinaron obligaciones tributarias en cabeza de la contribuyente GALASUR S.A. o GALASUR SOCIEDAD ANÓNIMA (IRIC, IPAT, ICOSA e IRAE) por los distintos períodos allí indicados (Num. 1º); se tipificó a su respecto la infracción de mora, con sus correspondientes multa y recargos (Num. 2º); se declaró la responsabilidad solidaria e ilimitada por concepto de IRIC al Sr. Nelson Ramón GONZÁLEZ MANGOLD (desde el comienzo del período al 14/10/08) y por concepto de IRAE al Sr. Enrique Ervin MANGOLD PESSIO (desde el 14/10/08 al final del período auditado), correspondientes a sus respectivos períodos de actuación como directores de la sociedad (NumS. 3º y 4º); se declaró respecto a los mismos la responsabilidad solidaria y limitada a los bienes que administraron por las restantes obligaciones tributarias (IPAT e ICOSA), también respecto a cada período de actuación como director (Num. 5º); se declaró la responsabilidad solidaria y limitada a los bienes que administraron, por todos los tributos, y con respecto a sus períodos de actuación como representantes voluntarios de la sociedad, de los Sres. Enrique Ervin MANGOLD PESSIO (desde el comienzo del período inspeccionado al 14/10/08) y Guillermo Félix MANGOLD PESSIO (por todo el período auditado) (Num. 6º); se declaró la responsabilidad solidaria por las obligaciones referidas en los numerales 2º y 3º, por sus correspondientes períodos de actuación, a los Sres. Nelson Ramón GONZALEZ MANGOLD (desde el comienzo al 14/10/08), Enrique Ervin MANGOLD PESSIO y Guillermo Félix MANGOLD PESSIO (ambos por todo el período inspeccionado) (Num. 7º) (fs. 246 A.A.) La resolución fue notificada personalmente a la actora con fecha 26 de abril de 2011 (fs. 261 A.A.). Contra la misma, se interpusieron el día 5 de mayo de 2011, los correspondientes recursos de revocación y jerárquico (fs. 265 A.A.). Transcurrido el plazo de doscientos días desde la interposición de los recursos sin resolución expresa de los mismos, se produjo, con fecha 21 de noviembre de 2011, la denegatoria ficta. Luego, la demanda de nulidad de autos fue incoada en tiempo y forma, el día 29 de noviembre de 2011 (fs. 20 de autos). III) Los argumentos que sustentan las partes, se encuentran explicitados en el capítulo de RESULTANDOS a los cuales corresponde remitirse, brevitatis causae. IV) Por Dictamen Nº 126/2013, a fs. 106, el Procurador del Estado en lo Contencioso Administrativo aconsejó el acogimiento parcial de la demanda incoada, únicamente en cuanto refiere al criterio utilizado para la amortización de las mejoras en la liquidación del IRAE. V) El Tribunal, discrepando parcialmente con lo dictaminado por la Procuraduría del Estado en lo Contencioso Administrativo, se pronunciará en forma unánime por el acogimiento parcial de la demanda incoada, en mérito a los fundamentos que se desarrollan en los siguientes numerales. VI) Antecedentes. Las presentes actuaciones reconocen por origen la fiscalización realizada respecto de la sociedad GALASUR S.A. o GALASUR SOCIEDAD ANÓNIMA, en el marco de la cual la DGI objetó el criterio técnico empleado por la compañía para liquidar tanto los impuestos a las rentas empresariales (IRIC e IRAE) como el Impuesto al Patrimonio (IPAT). Con fecha 4 de abril de 2009, se labró acta de inicio de actuación, solicitándose la presentación de diversa documentación (fs. 24 A.A.); tres días más tarde, se tomó declaración al administrador de la sociedad Sr. Guillermo MANGOLD (fs. 27 A.A.), quien al mes siguiente compareció nuevamente ante la DGI a efectos de dejar ciertas constancias (fs. 28 A.A.); a continuación se recabó la información fiscal de la empresa y se agregó la documentación solicitada (fs. 29 y ss. A.A.); asimismo, el 24 de marzo de 2010 se labró acta final de inspección (fs. 113 A.A.). El día 24 de junio de 2010, se produjo informe de actuación inspectiva por parte de las funcionarias fiscalizadoras actuantes Victoria ECHINOPE y Adriana DI MAURO, en el cual se objetó el criterio técnico utilizado por la empresa para la liquidación del IRIC-IRAE y del IPAT; con respecto a los impuestos a la renta empresarial (IRIC e IRAE), lo que se cuestionó por las inspectoras fue el criterio usado por la empresa para amortizar una determinada inversión (en concreto, las mejoras realizadas en tres inmuebles tomados en comodato); por su parte, respecto a la liquidación del IPAT, lo que se objetó fue que la empresa no computara dichas mejoras en los inmuebles como un activo; en base a los observaciones realizadas, se estimó el monto de tributos adeudados, se identificó a los responsables de la empresa, y se informó que existía riesgo en la percepción del crédito fiscal (fs. 114 y ss. A.A.). Las actuaciones fueron remitidas a la División Técnico Fiscal, a efectos de que se pronunciara el Departamento Jurídico, que dictaminó con fecha 18 de agosto de 2010, sugiriendo la adopción de medidas cautelares contra la empresa, sus directores y representantes voluntarios (fs. 197 A.A.), las que así fueron solicitadas a la justicia mediante Resolución Nº 067/2010 de la Directora Técnico Fiscal de fecha 27 de setiembre de 2010, y adoptadas por parte del Juzgado Letrado de Primera Instancia de Colonia de 2º Turno (fs. 201 y 205 A.A.). Posteriormente, se dio vista de las actuaciones a los actores, los que evacuaron la misma en un prolijo y detallado escrito, en el cual efectuaron sus descargos contra los criterios utilizados por la Administración para realizar la estimación de oficio, tanto en lo relativo a la amortización de las mejoras en los inmuebles tomados en comodato-respecto a lo cual agregó que desde 2008 los contratos dejaron de ser comodatos y pasaron a ser innominados-, como en lo atinente a la contabilización como activo de las mejoras a efectos del IPAT, así como respecto a las responsabilidades solidarias imputadas (fs. 213 y ss. A.A.). Respecto a la evacuación de vista, se expidieron las inspectoras actuantes, contestando parte de los descargos efectuados por los actores, y señalando que respecto de determinados conceptos correspondería su análisis a los servicios jurídicos (fs. 236 y ss. A.A.). El expediente giró a estudio del Departamento Jurídico de la División Técnico Fiscal, donde recayó informe de la Asesora Letrada Dra. Nubia CABRERA, el cual se limitó a señalar que se compartía lo expuesto por las inspectoras respecto a la liquidación de adeudos, y a realizar consideraciones únicamente sobre la responsabilidad solidaria y la infracción de mora imputadas, así como sobre las medidas cautelares adoptadas (fs. 240 y ss. A.A.). Dicho informe fue compartido por las jerarquías del Departamento Jurídico, dictándose finalmente el acto administrativo impugnado (fs. 246 A.A.). VII) Falta de respuesta a parte de los descargos formulados en la vista: vicio formal ininfluyente. La Sede estudiará en primer lugar el último de los agravios expresados por la parte actora en su extensa y fundada demanda, relativo a los defectos en la motivación del mismo y la consecuente vulneración de la garantía de defensa. Señaló la actora, en tal sentido, que buena parte de los descargos que presentó en ocasión de evacuar la vista previa no fueron examinados por los servicios jurídicos de la DGI, ni por ninguna otra dependencia técnica, circunstancia que determina que la resolución encausada carezca de fundamentos, lo que la torna arbitraria, vulnerándose la garantía de defensa, puesto que el derecho a ser oído requiere que los argumentos del justiciable sean seriamente considerados. Al respecto, debe señalarse en primer término que efectivamente se advierte en el presente procedimiento administrativo la existencia de una irregularidad, consistente en la falta de respuesta -por parte de los servicios jurídicos de la Administración- a algunos de los descargos formulados por la actora en su evacuación de vista. No obstante lo cual, cabe puntualizar que resulta discutible la trascendencia de tal irregularidad procedimental para viciar el acto administrativo objeto de este accionamiento (Cfme. art. 7º Decreto 500/991). Tal como fuera señalado en la precedente reseña de los antecedentes administrativos, emerge de los mismos que luego de conferida la vista previa, los interesados comparecieron a presentar sus descargos, mediante un documentado escrito en el que cuestionaron pormenorizadamente los criterios técnico-tributarios en los cuales se sustentara la reliquidación practicada (fs. 213 y ss. A.A.). Dicho escrito de descargos fue examinado por las propias inspectoras actuantes en la fiscalización, las cuales dieron respuesta a parte de las objeciones formuladas por la actora (criterio utilizado para la amortización de las mejoras en inmuebles tomados en comodato a efectos de la liquidación del IRIC e IRAE, consideración de dichas mejoras como activos a efectos de la liquidación del IPAT), señalando respecto a los restantes descargos (mutación de los contratos de comodato en contratos innominados, responsabilidad solidaria imputada) que los mismos requerían un abordaje por parte de los servicios jurídicos del organismo (fs. 238 y 237 A.A.). A juicio de la Sede, lo argüido por las inspectoras (profesionales contadoras) resultaba lógico y de sentido común, desde que parte de la controversia sobre el fondo involucraba la calificación de contratos privados, por lo cual, hubiera sido razonable que fuera el Departamento Jurídico el que analizara tales cuestiones, justamente por tratarse de aspectos eminentemente jurídicos. Sin embargo, pese a que el expediente fue girado al Departamento Jurídico de la DGI, el análisis que reclamaban las inspectoras no se produjo. En efecto, el dictamen letrado suscrito por la Dra. Nubia CABRERA solamente se explayó respecto a las responsabilidades solidarias imputadas, sin hacer referencia alguna a la naturaleza de los contratos celebrados en 2008 (esto es, si eran comodatos o negocios innominados), ni al criterio de amortización de las mejoras a efectos del IRIC e IRAE, ni a la contabilización de éstas en el activo a efectos del IPAT, cuestiones éstas últimas respecto a las cuales señaló que “por razones de especialidad” la suscrita se acogerá a lo informado por las inspectoras (fs. 240 y ss. A.A.). Si bien se observa, dicho dictamen soslayó la cuestión de fondo, ya que se pronunció derechamente sobre la responsabilidad solidaria de las personas físicas por las obligaciones determinadas en cabeza de la empresa, cuando tales obligaciones habían sido cuestionadas por los administrados; es decir, evadió el aspecto principal y se concentró únicamente en lo accesorio. No obstante las carencias señaladas, el referido dictamen fue compartido por los jerarcas del Departamento Jurídico, dictándose sin más el acto administrativo impugnado. VIII) Respecto a la omisión de examinar los descargos antes del dictado del acto, ha expresado REAL que ello importa un vicio que afecta la motivación del mismo. En tal sentido, enseña el prestigioso autor: “La participación de los interesados en el procedimiento contradictorio previo al acto, sólo cumple su función si los hechos invocados, la prueba producida y las razones expuestas, por dichos participantes, son tomados seriamente en cuenta, en la fundamentación, por el órgano que debe decidir mediante el acto culminante del proceso. Deben examinarse esos elementos de juicio, ya sea para descartar la influencia en lo que se debe resolver (por no ser pertinentes o convincentes) o para recibir en la decisión el influjo de su pertinencia y racionalidad” (Cfme. REAL, Alberto Ramón: “La fundamentación del acto administrativo”, en LJU. Tomo LXXX. Pág. 12). En el mismo sentido, ha señalado el Tribunal ante un caso que presenta analogías con el presente: “En el subespecie, el esfuerzo argumental de la actora en aras de demostrar la procedencia del criterio propuesto para la distribución de los gastos indirectos, no fue seguido de un esfuerzo acorde para justificar las razones del rechazo. Por el contrario, en los mencionados informes se hace una sumarísima consideración y, lo que adquiere mayor relevancia, es que no se refutan los argumentos esgrimidos por la solicitante. Razón por la cual, a juicio de la Sede, la atacada no se halla jurídicamente justificada, contraviniéndose frontalmente lo dispuesto en el art. 123 del Decreto 500/991” (Cfme. Sentencia Nº 400/2013; en igual dirección: Sentencia Nº 291/2013). En resumen, considera la Corporación que, en el presente caso, se ha verificado una irregularidad en el procedimiento administrativo, puesto que una actuación que sea verdaderamente conforme al principio del debido proceso supone la consideración por parte de la Administración de todos y cada uno de los descargos expresados por la actora en su escrito de evacuación de vista, lo que en el caso no se cumplió. IX) Ahora bien, corresponde indagar si el relevado vicio formal puede tener por consecuencia, en el presente caso, la nulidad de la resolución finalmente adoptada. Ello por cuanto ha sido jurisprudencia constante del Tribunal que no cualquier vicio operado en el procedimiento administrativo supone de por sí la nulidad del acto final, sino que tal consecuencia exclusivamente tendrá lugar cuando pueda considerarse que el defecto formal ha tenido trascendencia o repercusión en la decisión finalmente adoptada, o cuando haya colocado al administrado en estado de indefensión o de seria disminución de sus garantías (Cfme. Sentencias Nº 282/2011, 246/2012, 348/2013, entre muchas otras). Como enseña el Prof. CAJARVILLE, la violación de las reglas sobre la forma de los actos administrativos debe apreciarse en cada caso, en aplicación del principio de trascendencia, el cual es propio de la teoría de las nulidades; esto es, el incumplimiento de forma no se aprecia en sí mismo, sino en el agravio que produce. Acertadamente, el Decreto Nº 500/991, en su art. 7º y concordantes, aprecia la trascendencia o relevancia en relación con el fin propio del acto de procedimiento vicioso y con las garantías que el Derecho otorga al interesado en el procedimiento, y no en relación con la legalidad o ilegalidad material o de fondo del acto final. En consecuencia, se entiende que el vicio formal provocará la nulidad del propio acto que lo padece, si impide que cumpla con el fin propio de ese acto o si provoca disminución de las garantías del procedimiento o -caso extremo- indefensión (Cfme. CAJARVILLE PELUFFO, Juan Pablo. Procedimiento Administrativo. Ed. Idea. Montevideo. 1997. Págs. 58 y 128). En reiteradas ocasiones, este Cuerpo ha puesto de manifiesto la existencia de vicios en procedimientos que precedían al dictado de resoluciones procesadas, no obstante lo cual, ha concluido que aquellos no siempre acarreaban la nulidad de éstas. En tal sentido, en una sentencia redactada por el Ministro Dr. HARRIAGUE en el año 2011, en el cual se relevó la presencia de un defecto formal en el inicio del procedimiento, se terminó concluyendo: “Ciertamente, ese comienzo de las actuaciones denotó incumplimiento de lo dispuesto en el art. 161 del Reglamento de Procedimiento de OSE, no obstante no puede ignorarse tampoco que ese vicio procedimental menor no puede acarrear la nulidad pretendida por la parte actora, en tanto cumplió con el cometido esperado, sin conculcar garantías esenciales del procedimiento provocando indefensión (art. 7 del citado Reglamento)” (Cfme. Sentencia Nº 282/2011). Por su parte, en la Sentencia Nº 634/2012 de esta misma redacción, así como en otras que siguieron la misma línea jurisprudencial, la Sede consideró que las irregularidades existentes en la orden de inspección no suponían la nulidad de lo actuado, al señalar: “En atención a los principios de finalismo y trascendencia de los vicios formales, la mera existencia de dicha irregularidad en la orden de inspección no resulta suficiente por sí sola para determinar la nulidad de las actuaciones. Tal consecuencia solo podría tener lugar si se probara la existencia de perjuicios ciertos derivados del referido vicio procedimental. En concreto, solo podría concluirse en la nulidad del procedimiento, si la irregularidad en cuestión hubiera tenido influencia en el resultado final de las actuaciones, o si con la misma se hubiera causado la indefensión del administrado, extremos que, en el caso, no se verifican” (Cfme. Sentencia Nº 634/2012). X) Pues bien, trasladando dicho razonamiento al caso de autos, estima la Sede que el vicio formal detectado en la especie, consistente en la falta de respuesta por parte de la Administración a algunos de los descargos formulados por la actora en su escrito de evacuación de vista, resulta ininfluyente y no causa indefensión, por lo que no es idóneo para determinar la nulidad del acto encausado. La cuestión resulta por demás discutible, en tanto el ejercicio completo del derecho de defensa supone no solo la oportunidad de formular descargos y ofrecer medios probatorios, sino también la consideración de tales objeciones por parte de la Administración y el diligenciamiento de las probanzas propuestas. No obstante, en la especie, sin perjuicio del vicio formal señalado, se advierte que los administrados pudieron evacuar sus descargos y ofrecer la prueba que entendieron pertinente -la cual fue agregada al expediente-, y que obtuvieron una respuesta a sus descargos -si bien incompleta- por parte de los servicios técnicos de la Administración; véase que, en concreto, el único descargo que quedó sin responder fue el relativo a la calificación de los nuevos contratos, ya que las restantes objeciones fueron contestadas, bien por las inspectoras, bien por el Departamento Jurídico; en consecuencia, por más que pueda cuestionarse el parco dictamen emitido por este último, concluye la Corporación que el vicio detectado no tuvo la magnitud suficiente como para determinar, en la especie, la conculcación del derecho de defensa de los contribuyentes. Asimismo, no puede aseverarse que la irregularidad formal haya tenido una especial y significativa influencia en la decisión finalmente adoptada; en otras palabras, estima el Tribunal que aún si hubiera mediado un correcto cumplimiento del requisito procedimental afectado por el vicio (esto es, aún si se hubiera efectuado una completa respuesta a los descargos formulados en la vista), es dable presumir que ello no habría tenido como consecuencia la adopción de un contenido distinto en la volición impugnada, puesto que los argumentos ensayados previamente por la Administración conducían a sostener la solución a la que se arribó, independientemente de la calificación que se diera a los contratos en cuestión -comodatos o innominados-. En efecto, como se desarrollará más adelante, la posición de la Administración puede resumirse en que la regla general para la amortización de las mejoras en inmuebles es la prevista en el inc. 1º de los arts. 89 del Decreto Nº 840/988 (reglamentario del IRIC) y 92 del Decreto Nº 150/007 (reglamentario del IRAE), y que tal regla se excepciona única y exclusivamente en aquellos casos en que las mejoras se realizan en inmuebles arrendados. Por ende, con esa lógica, es dable suponer que aún si la actora hubiera logrado convencer a la Administración de que los nuevos contratos no eran comodatos sino figuras innominadas, de todos modos ello no habría implicado la aceptación de un criterio distinto para la amortización: no siendo arrendamientos, se les hubiera aplicado la regla general. Por su parte, en relación a los restantes descargos contenidos en la vista, ya se dijo que los mismos obtuvieron respuesta por las inspectoras o por la asesora letrada; y si bien hubiera sido preferible que algunas de tales objeciones hubieran sido analizadas por los juristas del organismo y no exclusivamente por sus contadores, tal circunstancia tampoco aparece, en el presente caso, como una razón suficiente para determinar la nulidad del procedimiento. En definitiva, en el presente caso, la Corporación considera que el vicio formal detectado resulta intrascendente o ininfluyente en relación al acto atacado, por lo cual, de conformidad con lo dispuesto por el art. 7º del Decreto Nº 500/991, cabe concluir que no se verifica en la especie una hipótesis de nulidad por vicio procedimental. XI) Análisis de los agravios relativos a la liquidación de los tributos determinados por la DGI. Emerge del informe inspectivo de fs. 114 y ss. A.A. que, durante el curso de la auditoría tributaria realizada a la empresa, la fiscalización constató que la misma había tomado tres inmuebles en comodato, en todos los casos por un plazo de siete años, los cuales eran utilizados como depósito o sucursales de la compañía; respecto a los tres inmuebles, la sociedad actora (comodataria) había realizado costosas mejoras, las que fueron contabilizadas en su activo, dentro de la cuenta denominada “Obras en construcción”. Conforme emerge de obrados, para amortizar la inversión que supusieron dichas mejoras en los inmuebles, la empresa utilizó el siguiente criterio: prorrateó el gasto total de las mismas en el plazo de duración de los respectivos contratos de comodato (siete años), por lo cual, amortizó un séptimo (1/7) de la inversión por año. Ello significa que, a los efectos de obtener la renta neta -sobre la cual se aplican las tasas tanto del IRIC como del IRAE-, dedujo de la renta bruta, en cada ejercicio, un valor igual a 1/7 (14,28 %) de la cifra total actualizada de dichas mejoras. Ahora bien; dicho criterio, empleado por la empresa para amortizar las mejoras efectuadas en los inmuebles, mereció la objeción de las inspectoras de la Administración Tributaria, las que entendieron que al no existir una regla expresa para la amortización de mejoras en inmuebles tomados en comodato, la empresa debió emplear la regla general de amortización de las mejoras para los inmuebles urbanos (2 % anual), guarismo que surge de lo dispuesto en el primer inciso de los arts. 89 del Decreto Nº 840/988 y 92 del Decreto Nº 150/007. Por otra parte, las inspectoras también objetaron que la empresa no computara las mejoras como un activo para su liquidación del Impuesto al Patrimonio (IPAT), máxime cuando fue la propia firma la que contablemente registró tales mejoras en su activo (fs. 117 y 237 A.A.). Esas objeciones en cuanto a los criterios técnicos empleados para liquidar los tributos fueron las que determinaron la reliquidación de IRIC/IRAE e IPAT que se resiste con el presente accionamiento y la imposición de las sanciones moratorias. La actora expresó agravios respecto a los criterios utilizados por la DGI para realizar la reliquidación, argumentando que los criterios correctos son aquellos que fueron empleados por la empresa al realizar sus declaraciones juradas. Se analizarán en primer lugar los agravios referentes al plazo para las amortizaciones de las mejoras a efectos del IRIC e IRAE, para luego estudiar lo relativo a la inclusión de tales mejoras en el patrimonio fiscal a efectos del IPAT. XII) Ilegitimidad del criterio utilizado por la Administración, para la reliquidación del IRIC y el IRAE, respecto de la amortización de las mejoras en inmuebles dados en comodato. En su expresión de agravios, la actora defendió el criterio técnico empleado para la amortización de las mejoras; señaló que no existe una regla expresa para los inmuebles tomados en comodato, empero, existe una disposición para las mejoras realizadas en inmuebles tomados en arrendamiento, que permite al arrendatario que realiza las mejoras amortizarlas en el plazo de duración del contrato (art. 89 inc. 2º del Decreto Nº 840/988 reglamentario del IRIC y art. 92 inc. 4º del Decreto Nº 150/2007 reglamentario del IRAE). Abogó entonces por la aplicación analógica de la regla prevista para los arrendamientos a los comodatos con plazo, indicando que existe una semejanza sustancial entre el arrendamiento y el comodato, que hace mucho más sustentable el criterio de amortización empleado por la empresa que el pretendido por la DGI. XIII) Como enseña SHAW, las amortizaciones por obsolescencia desgaste y agotamiento, son en realidad partidas que constituyen gastos necesarios, que la ley ha regulado expresamente por la importancia que revisten. La pertinencia de deducir como un gasto necesario para la fuente productora de renta, puede deberse al desgaste del bien provocado por su uso, a la obsolescencia del mismo debido al progreso técnico, a su agotamiento (caso de la pérdida de valor de bienes tales como minas, canteras y otros yacimientos de materias primas cuya explotación los va consumiendo), en función de la acción del tiempo o a otras causas similares (Cfme. SHAW, José Luis. El Impuesto a las Rentas de Industria y Comercio. FCU. Montevideo. 1988. Págs. 98 y 107-108). Tal como señala en su excelente voto la Ministra Dra. SASSON: “Una inversión en un bien determinado que se incorpora al activo fijo de una empresa se debe ir amortizando durante su vida útil. En cada ejercicio se permite amortizar el porcentaje de la inversión en el bien, debidamente revaluada (esto último para evitar el impacto de la depreciación monetaria) que refleja el valor que el bien perdió durante el ejercicio. Es decir, al realizar la liquidación del impuesto a la renta empresarial, es menester revaluar los bienes del activo fijo y amortizarlos en función del porcentaje de su vida útil (desgaste, obsolescencia, etc.) que perdieron en el ejercicio. En el caso de los bienes inmuebles del activo fijo, la normativa regula expresamente, tanto en el IRIC como en el IRAE, el plazo de amortización de las mejoras en inmuebles (arts. 89 del Decreto Nº 840/988 reglamentario del IRIC y art. 92 del Decreto Nº 150/07 reglamentario del IRAE). En la reglamentación de ambos impuestos se establece que las mejoras en inmuebles propios que integren el activo fijo, se amortizarán al 2% anual para los inmuebles urbanos y al 3% anual para los inmuebles rurales. Para el caso de los inmuebles urbanos, el guarismo previsto en la disposición reglamentaria supone que la vida útil de las mejoras es de 50 años. Para el caso de mejoras incorporadas en inmuebles arrendados que queden en beneficio del propietario, la normativa permite prorratear la inversión en el plazo del contrato y amortizarla durante su cumplimiento. Ello evidentemente, implica la posibilidad de amortizar más aceleradamente la inversión en las mejoras, en función del carácter transitorio del vínculo que el contribuyente tiene con el inmueble”. XIV) El problema se plantea, en el caso, debido a que no se ha previsto expresamente una solución para la amortización de las mejoras realizadas en inmuebles tomados en comodato. Ante el vacío normativo, la discrepancia se centra en la forma de efectuar la integración analógica prevista en el art. 5º del Código Tributario: la demandada considera que la misma debe hacerse aplicando la regla general prevista en la primera parte del art. 89 del Decreto Nº 840/988 (para el IRIC) y del art. 92 del Decreto Nº 150/007 (para el IRAE), esto es, la amortización de un 2% anual; la actora, en cambio, entiende que la integración debe realizarse con la segunda parte de las citadas disposiciones, referidas a las mejoras en inmuebles arrendados, por lo cual concluye que la amortización debe hacerse en el plazo del contrato de comodato. XV) Pues bien; a juicio del Tribunal, asiste razón a la actora; ello por cuantos se considera que la ratio de las mencionadas disposiciones reglamentarias, por las cuales se permite amortizar las mejoras en los inmuebles tomados en arrendamiento en el plazo de duración del contrato, atiende al carácter transitorio del derecho que ostenta quien realiza las mejoras respecto del inmueble, sujeto sobre el cual pesa la obligación de restituir el bien después de determinado plazo. En función de ello, cabe entender que dicha solución, prevista expresamente para el arrendatario, ha de aplicarse no solo a éste, sino también a cualquier otro sujeto que tenga, respecto de la cosa, un derecho personal o de crédito, caracterizado por la transitoriedad del mismo, lo que lo distingue del derecho real de propiedad, el cual tiene vocación de permanencia. En el caso del comodato, no puede soslayarse que el derecho que ostenta el comodatario reúne las características precedentemente señaladas, en tanto se trata de un derecho personal, de naturaleza transitoria, cuya extinción está prevista para una fecha determinada, que será aquella en la que deba cumplir con la obligación de restituir la cosa. De acuerdo a lo dispuesto en el art. 2218 del Código Civil, “El comodante conserva la posesión y la propiedad o el derecho en cuya virtud hace el comodato: el comodatario adquiere la mera tenencia y el uso, pero no los frutos (…)”. Por su parte, el art. 2225 dispone: “El comodatario es obligado a restituir la cosa prestada en el tiempo convenido o a falta de convención, después del servicio para el que ha sido prestada (…)”. Respecto del comodato, señala GAMARRA: “Tres elementos caracterizan primariamente al comodato: la entrega de una cosa, con la finalidad de uso, y la obligación de restituir en individuo. La entrega se hace para conferir el uso; por ello transmite al comodatario la mera tenencia (no la posesión; ni, por supuesto la propiedad)” (Cfme. GAMARRA, Jorge. Tratado de Derecho Civil Uruguayo. Tomo I. Tercera Edición. 1977. Pág. 181). En resumen, el derecho del comodatario, en lo que tiene que ver con la extensión temporal del mismo -que es el aspecto relevante a efectos de las amortizaciones-, se asemeja al del arrendatario, ya que en ambos casos se trata de derechos transitorios, sujetos a extinción una vez vencido el plazo del contrato. Ello explica que sea razonable y adecuado aplicar, para la amortización de las mejoras realizadas en bienes tomados en comodato, la solución que fuera prevista expresamente para la amortización de las efectuadas en bienes arrendados, permitiéndose al titular del derecho personal (comodatario o arrendatario) amortizar el total de la inversión en el plazo de duración de su derecho. Cabe reproducir, en tal sentido, las expresiones vertidas en el muy fundado voto del Ministro Dr. HARRIAGUE, en el que se señala: “No se puede inferir como lo hace la demandada que el régimen aplicable a los bienes inmuebles del activo fijo sea el régimen general aplicable a todos los casos y que el régimen de los inmuebles arrendados sea un régimen de excepción. (…) no logro visualizar una relación conceptual de regla y excepción entre ambas situaciones; simplemente estimo que por un lado, tenemos un régimen general aplicable a todos los bienes de activo fijo de los contribuyentes y por otro lado, un régimen general distinto aplicable a todos los casos de bienes arrendados. (…) En el subexámine, estamos ante la figura contractual de un comodato o préstamo de uso convencional que contiene un plazo cierto y determinado (7 años), por lo que resulta más procedente la aplicabilidad de una integración analógica con el tratamiento de otra figura contractual de plazo cierto y determinado (elemento estructural común) como lo es el arrendamiento. Resultaría a todas luces irrazonable y en cierta medida injusto, pretender aplicarle el régimen de amortización de bienes de activo fijo establecido en 50 años, un plazo normativo muy superior al plazo contractual pactado. No poder amortizar dentro del plazo contractual una inversión realizada conlleva una carga gravosa que no se condice con el espíritu de las normas aplicables”. En definitiva, por los argumentos señalados, considera el Tribunal que la solución prevista en forma expresa para el arrendatario puede ser extendida por vía analógica al caso del comodatario que realiza las mejoras y las afecta a su propia actividad empresarial, cuando las mejoras queden en beneficio del propietario. En consecuencia, resulta carente de toda razonabilidad y contraria a Derecho la solución aplicada en el caso por la Administración, consistente en amortizar las mejoras en el plazo de cincuenta años, razón por la cual procede la anulación de la resolución impugnada en lo que atañe a la determinación del IRIC y el IRAE (Num. 1º), así como a la imposición de sanciones moratorias por tales conceptos (Num. 2º). XVI) Ilegitimidad de la determinación del IRAE en cuanto la Administración ni siquiera advirtió que los contratos firmados en 2008 no eran comodatos, sino contratos innominados afines al arrendamiento. Por otra parte, cabe puntualizar que la actora, al evacuar la vista oportunamente conferida, había señalado que los contratos celebrados en setiembre y octubre de 2008 respecto de los inmuebles objeto de las mejoras no eran comodatos, al pactarse que la empresa se haría cargo del pago de determinados tributos, introduciéndose un elemento de onerosidad incompatible con dicho tipo contractual; agregó que no se trataba tampoco de arrendamientos, porque la prestación a cargo de la empresa no consistía en el pago de dinero o de los frutos naturales de la cosa arrendada, por lo cual, concluyó que se trataba de contratos innominados a los cuales, por tener plena afinidad con el arrendamiento, le debían ser aplicadas las normas de dicho contrato nominado (fs. 215 vto. y 216 A.A.). Tal como se señaló previamente, la Administración no dio ningún tipo de respuesta en relación a tales argumentos ensayados por la actora, y pasó directamente al dictado del acto de determinación impugnado; dicho acto se fundó entonces en las conclusiones de los dictámenes anteriores, en los que se había entendido que todos los contratos en estudio eran comodatos, puesto que ni siquiera se analizó la mutación de los mismos desde 2008 en adelante. Pues bien, sobre el particular, estima la Sede que también asiste razón a la accionante. De acuerdo a lo dispuesto en la parte final del art. 2218 del Código Civil, “si interviene algún emolumento pagable por el que recibe la cosa para usar de ella, la convención dejará de ser comodato”; es ello, justamente, lo que ocurre en el caso de autos, puesto que quien recibe la cosa (la actora) se obliga a pagar los tributos que recaen sobre los inmuebles (ver fs. 231 y 232 A.A.). Por ende, desde setiembre/octubre de 2008 en adelante, los contratos en cuestión ya no fueron propiamente comodatos; ahora bien, tampoco se trataba de arrendamientos, ya que no se cumplía con el requisito típico exigido por el art. 1778 del Código Civil, relativo a que el precio consista en dinero o frutos de la cosa; no obstante, cabe igualmente concluir que estos nuevos contratos innominados, en función de su similitud estructural con los arrendamientos de cosas, deben regirse en principio por las disposiciones propias de éstos. En concreto, en lo que refiere a la materia objeto de análisis, debe señalarse que en tanto el derecho del que ocupa el bien inmueble es de naturaleza transitoria, y en tanto pesa sobre el mismo la obligación de restituir, también le resulta aplicable a éste la solución regulada expresamente para el arrendatario. Por ende, también en este aspecto, relativo al criterio utilizado por la Administración para la amortización de las mejoras en las liquidaciones del IRAE posteriores a setiembre de 2008, resulta anulable el acto impugnado, por no haberse aplicado en forma analógica la regla prevista para la amortización de mejoras en los inmuebles arrendados. XVII) Legitimidad de la determinación del IPAT, en tanto es procedente la inclusión de las mejoras en el patrimonio fiscal de la empresa actora. Emerge de obrados que la empresa contabilizó en su activo, en sus estados contables, las mencionadas mejoras realizadas en los inmuebles tomados en comodatos (o en base a contratos innominados); no obstante, no siguió la misma conducta al realizar su liquidación del IPAT, lo cual determinó que la DGI reliquidara este impuesto, considerando que aquellas mejoras eran un activo que la empresa debió computar en su patrimonio fiscal para la liquidación de dicho tributo. La actora adujo que es errado el criterio de DGI, porque más allá de la forma en que la empresa haya contabilizado las mejoras, éstas pertenecen al titular de los inmuebles a los que se incorporan, por lo tanto, son éstos quienes deben computarlas en su liquidación del IPAT; agregó que la posición de los inspectores llevaría a una doble tributación, tanto en cabeza de la sociedad como en la de los titulares de los inmuebles, lo que carece de justificación legal; añadió que dicho criterio violenta el principio de la accesión, que solamente puede ceder ante la constitución de un derecho de superficie. Entiende la Corporación que, en relación a este punto, no le asiste razón a la parte actora. Las disposiciones reglamentarias previstas para la amortización de las mejoras realizadas por arrendatarios, cuya aplicación por analogía se ha admitido para el caso de los comodatos y de los contratos innominados referenciados, son muy claras en el sentido de que, para el sujeto que realiza las mejoras, éstas constituyen un activo que integra su patrimonio fiscal. En efecto, si se atiende al penúltimo inciso de ambas disposiciones (inc. 2º del art. 89 Decreto Nº 840/988 e inc. 4º del art. 92 Decreto Nº 150/007), puede observarse que los mismos establecen que la amortización de las mejoras efectuadas en inmuebles arrendados es un mecanismo a practicar por el arrendatario, lo cual obviamente supone que será éste -y no el propietario- quien deberá computar dicho activo (las mejoras) como propio; pues bien, si a ello se añade que el inciso final de ambas normas, al regular el inicio del plazo de la amortización, refiere a tal efecto al “ingreso del bien al patrimonio, o la afectación al activo fijo”, ello determina como conclusión que las mejoras efectuadas en inmuebles arrendados son un “bien ingresado al patrimonio” o “afectado al activo fijo” del arrendatario, descartándose así su inclusión en el patrimonio fiscal del propietario. Tales normas, si bien están previstas para el IRIC y el IRAE, resultan aplicables en sede de IPAT, conforme a lo previsto en el art. 15 del Título 14 del Texto Ordenado vigente, el cual dispone que para valuar los bienes que componen el patrimonio, corresponde acudir a las reglas del IRAE (y antes a las del IRIC). XVIII) Con respecto a este asunto, la actora ensaya una interpretación fundada en el principio de accesión del Derecho Civil, cuya aplicación llevaría a concluir que todo lo que accede a un inmueble pertenece a su propietario (art. 731 del Código Civil), por lo cual, las mejoras realizadas sobre los inmuebles de marras pertenecerían a los titulares de los bienes y no a quien realizó las mejoras. La posición sostenida por la accionante parte de asimilar el concepto de activo a aquellos bienes de los que el contribuyente es propietario o titular; dicho criterio, a juicio de la Sede, reposa en un malentendido conceptual acerca de lo que constituye un activo a los efectos del IPAT; en efecto, el concepto de “activo” a los efectos tributarios no se corresponde exactamente con las definiciones brindadas por el Derecho Civil. En tal sentido, cabe recordar que existe una regla hermenéutica prevista en el art. 6º inc. 1º del Código Tributario, la cual establece que el empleo por la ley de términos provenientes de otras ramas jurídicas no implica, necesariamente, que los mismos deban entenderse en idéntico sentido al que tienen en las ramas de las cuales provienen; la citada disposición del Código habilita a otorgar a tales términos acepciones propias de la materia tributaria, aun cuando difieran de aquellas que se establecen en las normas jurídicas que originariamente previeron dicha figura (Cfme. BLANCO, Andrés. El Impuesto al Valor Agregado. Volumen II. FCU. Montevideo. 2004. Pág. 279; Sentencia Nº 256/2013). Sobre el particular, corresponde reproducir, una vez más, los fundados argumentos expuestos en el voto de la Dra. SASSON, donde se expresa: “Tratándose de un tema tributario, por razones de especialidad, hay que priorizar las normas de Derecho Tributario y de Derecho Contable por sobre las normas de Derecho Civil. A los efectos tributarios -y en especial a los efectos del IPAT- el concepto de activo puede abarcar determinados bienes, de los que el contribuyente puede no ser su propietario. Por lo tanto, la titularidad de las mejoras, desde el punto de vista del Derecho Civil, no es terminante para que el contribuyente deba, igualmente, computar el valor de éstas en su activo a efectos de liquidar el IPAT. En su minucioso trabajo sobre el IPAT, Alejandro QUAGLIA expresa que, como no tenemos una definición de que se entiende por activo a nivel fiscal, debemos recurrir al concepto y a las consideraciones que sobre el mismo realiza el Marco Conceptual para la Preparación de Estados Contables. Estas disposiciones de Derecho Contable, definen a los activos del siguiente modo: “Un ‘activo’ es un recurso controlado por la empresa como resultado de acontecimientos pasados y del cual se espera que la empresa reciba beneficios económicos futuros”. El concepto de activo pertenece a la técnica contable, por lo tanto, es necesario acudir a las normas técnicas de esa disciplina para delimitar su alcance. De acuerdo a esta normativa, como lo explica QUAGLIA con claridad, debemos prestar atención a su “sustancia subyacente” y a su “realidad económica”, y no meramente a su forma legal. Concluye el citado autor que “…para configurar la existencia de un activo, el derecho de propiedad no es fundamental. Aunque la capacidad de la empresa de controlar los beneficios económicos provenientes de un activo generalmente deriva de derechos legales, un bien puede, asimismo, cumplir con la definición de activo aunque no existe control legal alguno.” (Así: QUAGLIA, Alejandro: “Manual práctico de liquidación del Impuesto al Patrimonio”, La Ley URUGUAY, Montevideo, 2012, pág. 167). Entonces, por más que desde el punto de vista del Derecho Civil pueda sostenerse que las mejoras incorporadas por el comodatario sobre los inmuebles tomados en comodato sean propiedad de sus titulares, por la regencia del principio de accesión, desde el punto de vista fiscal, constituyen un activo para quien las hizo y se aprovecha de ellas (en este caso la empresa comodataria). Y es esto último lo que determina que deban ser computadas como un activo a los efectos del IPAT. (…) Por último, no se verifica ningún supuesto de doble imposición. Las mejoras deben computarse durante el término del contrato únicamente en el patrimonio de la sociedad co-actora y no en el patrimonio de los titulares de los inmuebles. Si el arrendatario (y el comodatario por analogía), de acuerdo a los artículos 89 del Decreto Nº 840/988 y 92 del Decreto 150/07 debe considerar a las mejoras como un activo, ello tiene como efecto reflejo su no inclusión en el activo del propietario de los inmuebles durante la duración del contrato. Deben ser consideradas únicamente en el patrimonio de la sociedad que realizó las mejoras, por lo tanto, no se presenta la doble imposición que denuncia la promotora. Si los propietarios de los inmuebles las computaron para la liquidación de su IPAT existió un error jurídico; podrán reliquidar en ejercicios sucesivos y pedir la devolución de lo pagado indebidamente, pero el Derecho obliga a reconocer las mejoras hechas por el arrendatario (y por el comodatario por analogía) en su patrimonio y determina que éstas no deban ser reconocidas por los propietarios”. En definitiva, concluye el Tribunal que las mejoras realizadas por la contribuyente en los inmuebles debieron ser consideradas en su activo a la hora de realizar la liquidación del IPAT; en tanto ello no se hizo, la reliquidación hecha en tal sentido por parte de la Administración resulta perfectamente ajustada a Derecho. XIX) Análisis de los agravios relativos a la imputación de responsabilidad solidaria de los directores y representantes voluntarios de la sociedad actora, por los tributos y por las sanciones moratorias. Por otro lado, la actora expresó agravios respecto a la extensión de responsabilidad a las personas físicas soportes de la empresa contribuyente; así, adujo que es ilegal la responsabilidad imputada al ex Director Nelson GONZALEZ por cuanto, a la fecha de su cese en el cargo, no conocía la existencia ni la cuantía de las obligaciones, por lo cual las mismas no estaban en condiciones de ser pagadas. Añadió que es ilegal la responsabilidad basada en el art. 21 Código Tributario, al no haberse invocado ni probado los hechos constitutivos de la supuesta negligencia, la cual no tuvo lugar, tratándose a los sumo de un error de criterio que no podría considerarse como inexcusable. Agregó que, en cuanto a las sanciones moratorias, la ilicitud deriva de haber invocado una actuación personal de los representantes, en una mora consumada antes de que los mismos conocieran la presunta deuda, a lo que debe adicionarse que, en su concepto, el responsable no incurre en mora por no pagar la obligación tributaria omitida por el contribuyente. Por último, adujo que es ilegal la responsabilidad solidaria por la mora del IRIC y del IRAE, pero tales aspectos carecen de relevancia, en tanto el Tribunal ha concluido que la empresa nada debe por tales conceptos. XX) Legitimidad de la atribución de responsabilidad solidaria a los directores y representantes por las obligaciones tributarias de la empresa. Entiende la Sede que los argumentos ensayados por la actora en referencia a este primer aspecto (responsabilidad solidaria por incumplimiento de obligaciones tributarias materiales) no resultan de recibo. En efecto, ninguna norma establece que la responsabilidad de los directores y representantes se limite exclusivamente a las obligaciones que hayan sido liquidadas por el contribuyente, no alcanzando a aquellas que puedan surgir de una reliquidación de oficio realizada por la DGI; el argumento no resiste el más liviano análisis, en tanto su procedencia llevaría prácticamente a desvirtuar el instituto de la responsabilidad solidaria de los representantes. En la especie, si los directores y representantes de la empresa desconocieron la existencia de las obligaciones tributarias reliquidadas fue por negligencia, esto es, por no haberse asesorado adecuadamente acerca de la forma en que correspondía liquidar el IPAT de la entidad que representaban. En consecuencia, cabe concluir que los soportes físicos de la sociedad actora no actuaron con la debida diligencia a la hora de liquidar el IPAT, lo que tuvo como consecuencia que la empresa pagara incorrectamente dicho impuesto; por ende, los mismos deben responder al amparo del art. 21 del Código Tributario. XXI) Ilegitimidad de la atribución de responsabilidad solidaria a los directores y representantes por las sanciones moratorias impuestas a la empresa. Finalmente, en lo atinente a la extensión de responsabilidad a las personas físicas por las sanciones moratorias impuestas a la contribuyente, el agravio resulta claramente de recibo. En tal sentido, el numeral 7º del acto en causa declara “responsables solidarios” de las sanciones moratorias, por sus correspondientes períodos de actuación, tanto a los directores como a los representantes voluntarios de la empresa. Es posible advertir, en tal enunciado, un error evidente en la atribución de la responsabilidad por las sanciones; en efecto, existe consenso en doctrina y jurisprudencia en que la responsabilidad solidaria de los representantes edictada en el artículo 21 del C.T. no alcanza a las infracciones y sanciones; por éstas últimas no se responde en forma solidaria, sino personalmente. La doctrina es pacífica en cuanto a que, para que alguien pueda ser responsabilizado por una infracción tributaria, los arts. 102 y ss. del Código Tributario reclaman que se compruebe su participación personal en la infracción (Cfme. VALDÉS COSTA, Ramón; VALDÉS DE BLENGIO, Nelly y SAYAGUÉS ARECO, Eduardo. Código Tributario comentado y concordado. FCU. Montevideo. 2002). En el mismo sentido indicado ha apuntado la jurisprudencia firme de este Cuerpo, conforme con la cual, “el art. 21 del Código Tributario no comprende las multas por infracciones, regulándose la posible responsabilidad infraccional de los representantes por lo previsto en el art. 104 del CT, en cuanto éste requiere actuación personal” (Cfme. Sentencia Nº 951/2011, entre muchas otras). En consecuencia, en tanto se imputó a las personas físicas una responsabilidad “solidaria” por las infracciones moratorias sin hacerse mención alguna a la “actuación personal en la infracción”, corresponderá anular también dicha fase del acto impugnado. XXII) En conclusión, el Tribunal acogerá parcialmente la demanda de nulidad incoada, anulando tanto lo relativo a la determinación de obligaciones tributarias por concepto de IRIC e IRAE – con su consecuente proyección sobre la responsabilidad solidaria de directores y representantes por tales impuestos y sus sanciones-, como la atribución de responsabilidad solidaria de directores y representantes por las restantes sanciones moratorias. En detalle, ello determina: A) la anulación parcial de los numerales 1º y 2º de la resolución (solo en lo que refiere a las obligaciones tributarias y sanciones moratorias por IRIC e IRAE); B) la anulación total de los numerales 3º y 4º del acto; C) la anulación parcial del numeral 6º de la impugnada (solo en lo que refiere a la responsabilidad solidaria por las obligaciones tributarias por concepto de IRIC e IRAE); d) la anulación total del numeral 7º de la misma. Por los fundamentos expuestos, y atento a lo preceptuado en el art. 309 de la Constitución Nacional y arts. 23, 24 y 25 del Decreto-Ley 15.524, el Tribunal, FALLA: Acógese parcialmente la demanda incoada; y en su mérito, anúlase en forma parcial el acto administrativo impugnado, de acuerdo a los parámetros señalados en el Considerando XXII. Sin sanción procesal específica. A los efectos fiscales, fíjanse los honorarios del abogado de la parte actora, en la suma de $ 20.000 (pesos uruguayos veinte mil). Oportunamente, devuélvanse los antecedentes administrativos agregados; y archívese. Dr. Tobía, Dr. Preza (r.), Dr. Harriague, Dra. Sassón, Dr. Gómez Tedeschi. Dr. Marquisio (Sec. Letrado).