Adviento 2011, año del santuario en el año jubilar Cuarto viernes: nuestro hogar, un santuario Esquema general de los cuatro viernes anteriores a los cuatro domingos de Adviento: Viernes 25 de noviembre: acogimiento y santa Isabel Viernes 2 de diciembre: transformación y Juan el Bautista Viernes 9 de diciembre: envío y san José Viernes 16 de diciembre: nuestro hogar, un santuario para la Sagrada Familia Algunos materiales: corona de adviento (cuatro velas en una corona de ramas) foto de nuestra familia hojas de canto con las canciones de este encuentro 1. Canto inicial Mientras se canta, se enciende la primera, segunda y tercera vela de la corona de adviento. Si no se tiene una corona de adviento se canta igual sin encender ninguna vela. Cantad con gozo, con ilusión, ya se acerca el Señor. Os anunciamos el gozo de Adviento con la primera llama ardiendo; se acerca ya el tiempo de salvación, disponed, pues, la senda al Señor. Cantad con gozo, con ilusión, ya se acerca el Señor. Os anunciamos el gozo de Adviento con la segunda llama ardiendo; el primer ejemplo Cristo nos dio, vivid unidos en el amor. Cantad con gozo, con ilusión, ya se acerca el Señor. Os anunciamos el gozo de Adviento con la tercera llama ardiendo; el mundo que vive en la oscuridad brille con esta claridad. Cantad con gozo, con ilusión, ya se acerca el Señor. Os anunciamos el gozo de Adviento; mirad la cuarta llama ardiendo; el Señor está cerca, fuera el temor, estar a punto es lo mejor. 2. Oración inicial La idea es hacer una pequeña oración para introducirnos en el espíritu del momento. Queremos, a partir del santuario hogar, adentrarnos en el misterio de Adviento y preparar así la Navidad. Rezamos el Padre Nuestro o un denario o alguna oración al Espíritu Santo. 3. Introducción y bienvenida El tema de hoy es el hogar y la imagen es la de nuestra propia familia. Junto con leer los párrafos siguientes se puede acoger a las nuevas visitas que participan en esta oración en nuestro santuario hogar. Es la última vez que nos reunimos en nuestra casa y en torno a nuestro santuario hogar. Sean todos muy bienvenidos a nuestra casa. Nuestro peregrinar hacia Navidad está llegando a un término, a pesar que quedan algunos días aún. Entre el ajetreo del mundo y las preocupaciones por preparar la fiesta puede que hayamos perdido la paz y sintamos que no nos preparamos adecuadamente para recibir a Jesús. Aún queda tiempo, nunca es tarde para retomar el camino y disponer el alma, a la familia, el entorno para la venida de Aquel que le da origen y sentido a todo lo que está pasando en este tiempo. Nuestro santuario hogar es verdaderamente el hogar espiritual de la casa, la cuna de santidad donde una y otra vez nos ponemos de pie para comenzar a caminar hacia Dios. En él se nos acoge, como lo vimos semanas atrás, se nos transforma según los criterios, según el corazón, según la vida de Jesús, y finalmente se nos envía a dar testimonio del amor que hemos conocido. Por eso es el centro de nuestro hogar y queremos abrirlo una vez más a nuestros vecinos y amigos, para que muchos disfruten de este don. 4. Lectura del Evangelio Leemos el Evangelio del domingo siguiente (cuarto domingo de Adviento) y lo meditamos en comunidad. Evangelio según san Lucas 1,26-38. Ojalá tener una buena Biblia de la cual leer, con letras grandes y un texto legible (leerlo antes para estar seguros de ello). Después del Evangelio acogemos la Palabra con el canto “Dios está aquí”. /:Dios está aquí Tan cierto como el aire que respiro Tan cierto como la mañana se levanta Tan cierto como que este canto lo puedes oír:/ 5. Reflexión del Evangelio El Evangelio de este domingo es tremendamente potente. Hemos escuchado muchas veces este relato y lo seguiremos haciendo. Dios ha querido hacerse hombre. Más aún, ha querido hacerse hombre a la manera de los hombres, es decir, comenzando siendo un niño. Y para ello, antes de nacer en Belén, que es lo que celebraremos en pocos días, tuvo que “nacer” en el vientre de una mujer. No llegó al mundo en Belén, sino en el vientre de María en Nazaret. Su primera casa fue el cuerpo de María. Y no sólo su cuerpo. También su corazón, pues antes de concebir a Jesús, ella le dio un sí a Dios: “hágase en mí según tu palabra”. Es decir: “estoy de acuerdo en que suceda en mí todo lo que tú me has dicho y según la manera que tú me has dicho”. María recibió a Jesús en su alma y en su cuerpo, y lo tuvo allí por nueve meses hasta que lo “presentó” al mundo en el nacimiento en Belén. Cuando las madres van a dar a luz un hijo también se produce esta dinámica en la familia. Cada uno tiene que hacer espacio para que Jesús pueda nacer. Hay que darle un sí en el corazón antes de recibirlo físicamente en medio de la familia. Los hermanos tienen que aceptar a su hermanito y evitar las envidias. El papá tiene que hacerse el ánimo de que tendrá una nueva boca que alimentar. La mamá, mucho tiempo antes, ha tenido que abrir su vida a las exigencias de la nueva creatura. Todos han tenido que recibir en el alma la nueva vida que se regala, para después gozar de la presencia que nos trae el nacimiento. La Navidad es un tiempo para renovar el sí a Jesús, para que él pueda entrar en nuestra vida de familia, en nuestros negocios, en nuestros criterios de cómo nos relacionamos con el dinero, la sexualidad, el poder, las personas, la creación entera. Es un tiempo de hacer hogar para Jesús, tanto físicamente, con las figuras del pesebre, pero sobre todo espiritualmente, dialogando con Dios, preguntándole y finalmente dando nuestro sí a su voluntad. El santuario hogar es precisamente eso: un hogar. Y el hogar familiar es el lugar donde puedo crecer y abrirme sin temor, donde me siento querido y valorado, donde aprendo a aceptar, recibir y amar. En el santuario hogar es donde quiere estar mi casa espiritual, donde me siento aceptado, querido y valorado por Dios a través de la Santísima Virgen María, y donde puedo crecer y abrirme a su voluntad, dando mi sí y recibiendo a Jesús en mi corazón como en mi casa. Todos necesitamos hogar para vivir, también Jesús, si quiere vivir en medio de nuestro mundo. Queremos darle hogar para que no tenga que ir a nacer en un pesebre, en una cueva. Por eso queremos darnos un tiempo en estos días finales para volver a este santuario hogar, a este hogar, a este lugar donde María vive y vive con su hijo Jesús, y disponer el corazón como un hogar donde le podamos dar el sí a Jesús en lo que nos esté pidiendo, en lo que espera de nosotros, en lo que nos quiera regalar, en aquello en lo cual quiere nacer. 6. Imagen de este día: la foto de nuestras familias Los niños presentan las fotos de sus familias para que los conozcamos a todos y los tengamos presentes en estos últimos días de Adviento. Luego serán puestas en el santuario hogar para que se pueda rezar por cada una de ellas. Queremos pensar en un símbolo para este día. Es la foto de nuestra propia familia. Cada familia es un hogar, el lugar y el espacio donde nace, vive y crece el amor con su mayor intensidad y pureza. Es en la propia familia donde puedo experimentar de mejor manera el hogar: un lugar de descanso, de arraigo, de libertad, de proyección personal. Cuando ese hogar se une al hogar de la Sagrada Familia, a María, que porta a Jesús, y a José, que acompaña a María, entonces el hogar propio adquiere nuevas dimensiones y desarrollos. Se transforma en un santuario. Eso queremos expresar con esta imagen. Que María, la madre del hogar, tome nuestra familia, y la haga más hogar, la haga un santuario para Dios. Así podremos recibir a Jesús con más alegría y profundidad en esta Navidad. Algunas preguntas para la reflexión personal Sería recomendable colocar una música suave mientras se leen las preguntas en forma tranquila y pausada, dejando tiempo a las personas para pensar y repasar brevemente sus vidas. ¿Siento mi casa mi hogar, el lugar donde me siento querido, valorado, aceptado e impulsado para emprender mis desafíos? Si miro la foto de mi familia, ¿son las personas que más profundamente tengo en mi corazón? ¿Hay aspecto de mi vida familiar a los cuales aún no les he dado un sí y a los cuales aún no he invitado a Jesús? ¿Áreas donde él quiere traer paz, perdón, reconciliación, delicadeza, claridad? ¿Le pedimos a María que haga de nuestra casa un hogar para Jesús? ¿Cuándo, cómo? Si pienso en la Anunciación, ¿he conversado ya con Dios sobre lo que me pide para esta Navidad? ¿Sé cuál es el regalo que quiere que le haga a su hijo Jesús en su cumpleaños? ¿Cómo vamos a preparar en familia estos últimos días de Adviento en espera de la Navidad? 7. Peticiones Es recomendable que los niños, si los hay, puedan hacer estas peticiones. Se pueden imprimir con letra grande para que las lean más fácilmente. Para que María, una y otra vez, haga de nuestra casa y familia un verdadero hogar. Por los papás y mamás para que siempre vivan en el amor mutuo, en la aceptación mutua y en el respeto mutuo. Para que los cristianos puedan tener tiempo de oración profunda en estos días, conocer lo que Dios les pide y quiere de ellos, y aceptarlo con un sí verdadero y auténtico. Por todos los que tendrán que trabajar durante las fiestas de Navidad, y por aquellos que están lejos de sus familias. Por los niños que están solos, sin sus papás. Por la Navidad compartida, para que el Señor multiplique en alegría, esperanza y agradecimiento todo el trabajo y servicio de quienes la han preparado. Por los sacerdotes en este tiempo previo a las misas, confesiones y prédicas de esta fiesta. Por todos los jóvenes de nuestras familias que rindieron la PSU, para que se les regale el entrar a la carrera que anhelan y servir así a nuestro pueblo con sus dones. Se da espacio para intenciones libres. Luego se reza un Padre Nuestro, confiando una vez más en que Dios Padre nos escucha siempre y nos regala lo que necesitamos en este tiempo. Padre Nuestro… 8. Consagración Los niños o adultos colocan las imágenes de sus familias en el santuario hogar de la familia que nos recibe. Ellas nos acompañarán durante este tiempo para recordarnos que María quiere hacer de nuestras familias verdaderos hogares donde se viva el amor de Jesús y donde él mismo pueda nacer otra vez. Luego rezamos… Oh Señora mía, oh madre mía… 9. Canto final (Ven, Señor, no tardes) Ven, ven, Señor, no tardes, ven, ven que te esperamos ven, ven, Señor, no tardes, ven, pronto, Señor. 1. El mundo muere de frio, el alma perdió el calor los hombres no son hermanos, el mundo no tiene amor. 2. Envuelto en sombría noche, el mundo, sin paz, no ve buscando va una esperanza, buscando, Señor, tu fe. 3. Al mundo le falta vida, al mundo le falta luz, al mundo le falta el cielo, al mundo le faltas tú. 10. Compartir fraterno Si existe la posibilidad de acoger a las visitas y a la misma familia con algunas cosas para comer y beber sería recomendable. Siempre la mesa es un buen lugar para acogerse mutuamente.