San Telmo (I): El palacio Comenzó a construirse en 1682, pero no para uso palaciego, sino como sede de la Universidad de Mareantes. Ésta estuvo ubicada durante los siglos XVI y XVII en la calle Betis, hasta que se mudó a San Telmo. Allí se desempeñaron labores náuticas hasta 1847, cuando quedó sin uso. Dos años más tarde fue adquirido por los Duques de Montpensier, convirtiéndose así en palacio. Su nombre proviene de San Telmo, patrón de los navegantes, cuya figura preside la imponente puerta principal. El palacio contaba, entre otros, con dos grandes atractivos. Uno de ellos fue el gran manto verde formado por los Duques tras anexionar a los jardines del edificio otros cercanos. El otro aún podemos contemplarlo. Se trata del encargo realizado a Antonio Susillo, los llamados Doce Sevillanos Ilustres, que coronan la fachada de la calle Palos de la Frontera. Tras ser convertido en palacio, el edificio fue ricamente adornado, y hoy siguen siendo visibles numerosos detalles de su función palaciega. En 1893, la Infanta María Luisa Fernanda, Duquesa viuda de Montpensier cedió a la ciudad parte de sus jardines, conformando el actual parque María Luisa. A su muerte, en 1897, legó el palacio a la Archidiócesis de Sevilla, convirtiéndose en seminario a partir de 1901. En 1989 fue cedido a la Junta de Andalucía para ser sede de su Presidencia. Para ello fue restaurado, llevándose a cabo la segunda fase de restauración entre 2005 y 2010. San Telmo (II): Las leyendas Hasta nuestros días han llegado tres célebres historias/leyendas sobre contenidos de este palacio. El embarcadero de los Montpensier. Los Duques tuvieron su propio embarcadero, el cual, según la leyenda, comunicaba el palacio y el río a través de un pasaje, para poder ser usado por los Montpensier en caso necesario. Amor en los jardines de palacio. El parque María Luisa formaba antes de su cesión y restauración parte de los jardines del Palacio de San Telmo. Allí se sitúa el Pabellón de Alfonso XII, donde según la leyenda, Alfonso XII y María de las Mercedes de Orleans comenzaron su historia de amor. El Costurero de la Reina. María de las Mercedes de Orleans falleció poco tiempo después de su boda con Alfonso XII. Según la leyenda, debido a su delicado estado de salud, acudía a este edificio la Reina para estar en contacto con el apacible clima sevillano mientras hacía labores de costura. En realidad, no es más que una leyenda, ya que este pequeño edificio fue construido en 1893, 15 años después de la muerte de la Reina. San Telmo (III): La estatua de Fernando VII Pierre Joseph Chardigny realizó en 1831 una estatua de Fernando VII en bronce. Esta estatua viajó junto a la ya Regente María Cristina en su exilio a Francia, adornando los jardines del Palacio de la Malmaison. Allí estuvo desde 1842 hasta la venta del palacio a Napoleón III en 1861, cuando fue enviada a la Infanta María Luisa Fernanda, que residía en Sevilla. Con motivo de la visita a Sevilla de su hermana, la Reina Isabel II, la Infanta mandó labrar un pedestal que ucía el escudo de España. El conjunto fue colocado en los jardines del palacio en 1862. Con la Revolución de 1868 llegó su primer traslado desde que llegara, trasladándose a un lugar discreto de los jardines, la que fuera huerta del desaparecido Convento de San Diego. Siguieron a éste otros cambios de ubicación, pasando por las cercanías de la ría de los jardines, donde actualmente se encuentran las glorietas de Luca de Tena y de Luis Montoto. En 1893 la Infanta cedió parte de sus jardines a la ciudad, trasladando entonces la estatua a los que aún eran jardines del palacio. Allí se formó una glorieta rodeada de columnas rematadas por estatuillas, en cuyo centro se colocó la estatua. En 1926, al comprar Sevilla a la Mitra parte de los ya reducidos Jardines de San Telmo para la Exposición Iberoamericana de 1929, compró también la estatua. Unos años más tarde, en 1931, con la Segunda República Española, fue trasladada para evitar su destrucción a su ubicación actual, el antiguo Museo Arqueológico Municipal. Para este último traslado la figura fue desmontada del pedestal, perdido desde entonces, y troceados su sable, sus manos y su cabeza. De estas piezas separadas, el sable también desapareció y las manos fueron adquiridas en el mercadillo de El Jueves por el orfebre Fernando Marmolejo, quien mostró su disposición a reponerlas siempre que a la estatua se le diera un lugar apropiado en la ciudad. La glorieta en la que estuvo la estatua hasta su retirada es una pequeña glorieta muy transitada pero poco conocida, la glorieta de la avenida de Perú. Con el transcurso de los años esta glorieta ha sufrido numerosos desperfectos, encontrándose destrozada la fuente central en numerosas ocasiones, así como vandalizadas las estatuillas que rematan las columnas. Algunas permanecen casi ocultas entre las ramas de los árboles cercanos. En 1955, dentro de las obras de ornamentación de los aledaños del parque María Luisa, se le encargó a Juan Abascal Fuentes la Alegoría de Portugal. Se sustituiría así la única estatuilla que faltaba sobre las columnas en aquel momento. San Telmo (IV): Las columnas de la Plaza de Santa Cruz En la calle Mateos Gago encontramos la Iglesia de Santa Cruz, sede de la Hermandad de Santa Cruz. Este templo fue construido, entre 1655 y 1728, como Convento del Espíritu Santo para los Clérigos Menores. Su advocación actual se debe al fatal desenlace que tuvo la primitiva Iglesia de santa Cruz: Tras la conquista de Sevilla por Fernando III en 1248 se creó la Judería, ese barrio hoy de duende pero que nació para aislar a los judíos de la ciudad. En la calle Fabiola aún nos queda un lienzo restaurado de la muralla que cercaba la Judería, el barrio donde vivió Susona. A la muerte del Rey, su hijo Alfonso X El Sabio donó las mezquitas de la ciudad a la Iglesia, salvo las tres que se encontraban en el interior de la Judería, que fueron convertidas en sinagogas. Una de ellas se localizaba en la actual Plaza de Santa Cruz. Tras la matanza en 1391 de más de cuatro mil judíos a manos de sevillanos alentados por el Arcediano de Écija, apenas quedaron judíos en Sevilla desde entonces. Poco a poco la sinagoga fue quedando sin uso y tras la expulsión de los judíos de España ordenada por los Reyes Católicos el templo se convirtió en iglesia cristiana. La arquitectura de este templo descansaba sobre cuatro columnas desiguales. Con la destrucción del templo, la Iglesia de Santa Cruz acabó instalándose en Mateos Gago y las columnas fueron trasladadas al Jardín de la Aclimatación, cercano a los jardines de las Delicias. Ese terreno fue comprado por Antonio de Orleans, Duque de Montpensier, para anexionarlo a los jardines del Palacio de San Telmo. Tras la compra en 1926 de parte de los jardines del palacio para edificar pabellones de la Exposición Iberoamericana de 1929, se procedió a la apertura de la calle La Rábida y al levantamiento del muro actual de los jardines. De este modo, las columnas quedaron enmarcadas en el acceso más cercano al Pabellón de Chile de los actuales Jardines de San Telmo. Jardines de San Telmo. Columnas. Aún podemos apreciar su relación con el Palacio de San Telmo en la decoración de ese tramo de verja, distinto al resto del cerramiento. Muchas veces he pasado junto a estas columnas, pareciéndome llamativas por su diferencia respecto al resto del cerramiento y por sus extraños remates decorativos. Imposible imaginar que serían testigos de la convivencia sevillana de tres culturas tan distintas, si no fuera por el compañero Du Guesclin. (http://sevillanadas.blogspot.com/) San Telmo (V): Detalles del interior En el interior de este palacio se mezclan multitud de detalles. Hay mucha modernidad, debido a las diversas restauraciones que ha sufrido. Pero aún conserva detalles de sus antiguos usos. Como ya sabemos, fue construido como sede de la Universidad de Mareantes. La estrecha relación entre navegación y estrella queda patente en parte del solado. Y, como también hemos contado, tuvo posteriormente uso palaciego. De esta etapa aún queda detalle muy reproducido en el exterior, la flor de lis. También vemos una placa colocada por los Duques de Montpensier con los nombres de las Personas Reales que se habían hospedado en su palacio. La antigua iglesia, una auténtica joya, guarda un curioso detalle. En el techo contemplamos tres pinturas. Una representa a la Virgen María, otra a San Luis y otra a San Fernando. . Pero tienen algo particular, y es que su ubicación forma un acrónimo, formando esos personajes el nombre de la Infanta: María Luisa Fernanda. Por último, un pequeño detalle de los restaurados jardines. Allí, sobre una de las fachadas del edificio, encontramos otro detalle relacionado con la navegación. Se trata de una lápida que recoge el poema Al río Guadalquivir, de Juan Arguijo. El uso de la información mostrada ha sido autorizada para la web de Seminario Menor de Pilas, siendo el origen de la misma el blog “Esa Sevilla” - http://esasevilla.blogspot.com