Poder Judicial de la Nación LABORAL.INDEM LEY 9688,MODIF

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Poder Judicial de la Nación
Año del Bicentenario
LABORAL.INDEM LEY 9688,MODIF. POR LEY
24.028).
VALORACIÓN
DE
LA
PRUEBA.
PORCENTAJE DE INCAPACIDAD INDEMNIZABLE.
PRECEDENTE “REQUEJO” SALA II CFALP.
Estimo que la descripción del trabajo aportada por los testimonios, juntamente con el
diagnóstico sobre las enfermedades del actor y su incapacidad, expresada por la pericia
médica, resultan suficientes para formar mi convicción acerca de la intervención negativa de
factores laborales en la salud del actor (arts. 456, 477 y 386 CPCC. y 155 ley 18.345)”
PORCENTAJE DE INCAPACIDAD: El análisis de la demandada no es correcto. Si bien es
cierto que el juzgador no menciona la afección cardio circulatoria en la sentencia, entiendo que
esta omisión sólo es enunciativa. . Sin embargo, creo que asiste razón al apelante en que debió
aplicarse, en la sumatoria de las incapacidades, el método de la capacidad residual. En efecto,
ante la procedencia de la reparación por parte de la empleadora, la incapacidad originada a
partir de diversas patologías debe expresarse en porcentajes de pérdida de la capacidad
funcional total de la persona, utilizando el criterio de la capacidad residual o restante. Este
método contempla la valoración del deterioro producido por las diferentes patologías sobre el
total de la capacidad restante. Es decir, partiendo del total (100%) de capacidad originaria,
deben deducirse, uno a uno, los porcentajes de minusvalía derivados de cada afección,
teniendo en cuenta para ello la capacidad que le resta (residual o restante) luego de cada
deducción. . Ahora bien, sin perjuicio de ello, antes de concluir quiero dejar sentada mi opinión
acerca del criterio seguido por el a quo sobre la reparación de infortunios laborales adecuados
a la ley 24.028. Su decisión se basa en el art.2 de la ley citada, por medio del cual se deja de lado
la teoría de la indiferencia de la concausa, con lo cual resultan disminuidas las hipótesis de
responsabilidad patronal. En virtud de esta ley el trabajador sólo tendría derecho a solicitar la
reparación de aquellas enfermedades incapacitantes causadas por la actividad laboral, aspecto
que no se encuentra aquí cuestionado por la parte actora, con lo cual, entiendo, ha quedado
firme. Ello sin perjuicio del criterio que he mantenido en mi voto en los autos nº13.001/95,
“Requejo, Jorge H. c/ YPF s/ Ley 9688", del 21/04/98, registro de esta Sala II, L.48 f.193. (Juez
SCHIFFRIN con adhesión Jueces FLEICHER y ÁLVAREZ).
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN R.S. 2 T.195 f 136/138*
//la ciudad de La Plata a los 23
días del mes de febrero
del año dos mil diez, reunidos en
Acuerdo los Señores Jueces que integran la Sala II de la Cámara Federal de Apelaciones, toman en
consideración el expediente N°° 9851/04, caratulado “C., M. A. / A.F.N.E. s/ Ley 9688" proveniente
del Juzgado Federal de Primera Instancia N° 2 de esta ciudad, para conocer y decidir el recurso
interpuesto contra la sentencia de fs. 87/88.
El Tribunal establece la siguiente cuestión a resolver:
Se ajusta a derecho la sentencia apelada?
Practicado el pertinente sorteo resultó el siguiente orden de votación: Doctor Leopoldo H.
Schiffrin, Doctor Román J. Frondizi y Doctor Sergio O. Dugo.
Ahora bien, con posterioridad se dictaron las Resoluciones 199/06 y 4/09 de la Cámara
Federal de Apelaciones de La Plata, por las cuales la Sala ha quedado integrada con los Dres.
Gregorio Julio Fleicher y César Álvarez.
EL JUEZ SCHIFFRIN DIJO:
I. Llegan estos autos a la alzada en virtud del recurso de apelación interpuesto por el
apoderado de la demandada, a fs.96/98vta., contra la sentencia de fs.87/88, con contestación de la
contraria, a fs.103/104vta.
La decisión apelada hizo lugar a la demanda deducida por C. y, en consecuencia, condenó a
Astilleros y Fábricas Navales del Estado S.A. (en liquidación) a abonar al actor, en los términos de la
ley 25.344, la suma de $... con más el interés de la tasa activa promedio mensual del Banco de la
Nación Argentina para las operaciones de descuento comerciales, desde el mes de febrero de 1993
hasta el 31/12/99. Impuso las costas a la demandada y difirió la regulación de los honorarios
profesionales.
II. La crítica de la apelante se refiere a la condena a su parte a abonar la indemnización por
accidente de trabajo. En este marco sostiene que el juez a quo ha valorado incorrectamente las
pruebas relativas a la causa/concausa de las enfermedades del actor y las tareas que desarrollara para
la empresa, como también en cuanto al porcentaje de incapacidad indemnizable determinado.
En este sentido, al fundamentar sus agravios, expresa que la pericia médica basa sus
conclusiones en teorías que no tienen actualidad y que han sido reemplazadas por otras, destacando
las receptadas por el Plenario del Cuerpo Médico Forense en el que –dice- se expresa que está
comprobado que los microtraumatismos laborales por sí solos no producen artrosis. Asimismo,
agrega, que las teorías más aceptadas en la actualidad vinculan a la artrosis con causas genéticas.
Con respecto a la hipoacusia, considera que la prueba pericial médica y la testimonial son
insuficientes para formar la convicción del juzgador en orden a vincular las tareas con la afección. En
este sentido, indica que no se ha probado la existencia de ruidos superiores a los 90 decibeles.
Por último, en su crítica expresa que el sentenciante incurre en error al determinar el
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porcentaje de incapacidad indemnizable. Desde esta perspectiva, sostiene que incluyó en la
reparación el diagnóstico de bloqueo de rama derecha del aparato cardio circulatorio (5%), por el que
no condenó. Concluye entonces que, sin perjuicio del agravio anterior y luego de la aplicación de la
teoría de las capacidades restantes, la reparación debería reducirse a 19,48%.
III. Ello sentado, previo al tratamiento de los agravios, realizaré una breve descripción de las
circunstancias fácticas que originaron el reclamo del actor.
1. La demanda tuvo por objeto obtener la indemnización por enfermedad accidente de la ley
9688, modificada por la ley 24.028, de parte de Astilleros y Fabricaciones Navales del Estado
(A.F.N.E.) S.A.
En el escrito de inicio, el señor C. detalla que ingresó a la empresa el 13/12/1971 y que, a la
fecha de la presentación, seguía trabajando. También, precisa que siempre desempeñó funciones de
electricista en la planta de propiedad de la demandada.
Denuncia que sufre varias patologías (hipoacusia perceptiva bilateral, con acúfenos,
insuficiencia columnaria -artrosis y espondiloartrosis con episodios frecuentes de lumbalgia y
cervicobraquialgias-, insuficiencia venosa en ambos miembros inferiores, insuficiencia respiratoria y
cardiovascular y reuma generalizado) y sostiene que fueron causadas o, eventualmente, concausadas
por las tareas desarrolladas o por la agresividad de los ambientes donde aquéllas fueron prestadas.
También, describe el hábitat laboral como de alta sonoridad por el ruido que el propio trabajo
produce (utilización de equipos con motores eléctricos, mazas, martillos, etc.). Asimismo, menciona
la tracción física de pesos excesivos, la utilización de pesadas herramientas, subir y bajar escaleras,
permanencia en posiciones de trabajo incómodas y antifisiológicas, trabajo a la intemperie,
bipedestación prolongada, polución ambiental, humedad, etc. Dice que lo señalado actuó como factor
determinante, acelerante o coadyuvante de sus enfermedades y que, por ellas, padece incapacidad,
habiendo tomado conocimiento de la misma en el mes de febrero de 1993.
2. Por su parte, la demandada en su contestación negó el tipo de tareas que dijo desempeñar el
actor como, también, el ambiente ruidoso de trabajo. Asimismo, controvirtió tanto la presencia de las
afecciones incapacitantes denunciada, como que, ante su padecimiento, éstas guarden vinculación con
labor desempeñada. Finalmente, también cuestionó la fecha de toma de conocimiento.
3. El juez a quo, basándose en la prueba reunida, tuvo por cierta la fecha de toma de
conocimiento denunciada por el actor e hizo lugar a la acción, condenando a AFNE a abonar la
indemnización reclamada, por el 24,8% de incapacidad.
IV. Ahora bien, los agravios contra la sentencia se detienen en argumentos que no logran
conmover, sustancialmente, lo resuelto por el juzgador. Desde esta perspectiva, estimo que las
pruebas reunidas son suficientes para responsabilizar a la demandada por la incapacidad del actor, por
cuanto de autos se desprende que las tres enfermedades diagnosticadas por el médico se encuentran
vinculadas con las labores desempeñadas por el señor C. bajo las órdenes de su empleadora o
generadas por el ambiente de trabajo en la empresa demandada. Sin embargo, creo que le asiste razón
a la apelante en un aspecto de sus agravios, vinculado al cálculo del porcentaje incapacitante (arts.386
CPCC y 155 ley 18.345).
1. Pues bien, comenzando con el análisis de la prueba reunida, creo que la valoración
probatoria realizada por el juzgador es correcta.
En este sentido, el perito médico, en su informe de fs.53/55 vta. y fs.61/65vta. diagnosticó que
el actor padece “Síndrome radicular lesional en la L5 derecha y en la C6, C7 Bilateral, que le
ocasiona cervicalgia bilateral y lumbalgia, dando una incapacidad parcial y permanente del
15%...Presenta una Hipoacusia Perceptiva Bilateral, con acúfenos que lo incapacitan parcial y
permanente en el 11%...En el aparato cardio circulatorio, bloqueo de rama derecha incapacidad
parcial y permanente del 5%...” (la negrita es nuestra). Asimismo, en cuanto al vínculo de las
dolencias con el trabajo, el experto manifestó que el 20% de la incapacidad corresponde a su estado
anterior y el 80% corresponde a las tareas y al ambiente laboral de la empresa demandada,
concluyendo que el actor presenta una incapacidad parcial y permanente de 31% de la T.O.
Por otra parte, debemos destacar que el médico responde al punto 1.5 de lo solicitado por la
actora (v.fs.5vta.) que realizó el estudio in situ de las tareas realizadas por el actor (v.fs.54vta.). En
este sentido, aún cuando el perito no revele datos sobre el ambiente laboral, este elemento es de
importancia a la hora de evaluar la solvencia de sus conclusiones.
2. Asimismo, la vinculación de las afecciones descriptas con factores generados en el
ambiente laboral, surge del aporte de los testimonios obrantes en autos.
Los testigos de fs.75/76 describen las tareas, el lugar de trabajo y el ambiente laboral de
manera coincidente. Afirman que el actor desempeñaba su labor de electricista en barcos en
construcción y que sus labores se realizaban en un ambiente ruidoso (“…para comunicarnos teníamos
que
gritarnos
entre
nosotros…”),
con
tareas
que
requerían
exigencias
físicas
(“…arrodillado…gateando…”; “…llevar cables y bajar escaleras, con cables al hombro,…con peso
de unos cinco o diez kilos…”), en lugares descriptos con características que propician problemas de
salud (“...frío, húmedo…principalmente, cuando comienza la construcción del barco, queda poco aire
para respirar,…y por eso, se ponía una manguera de respiración…”).
En mi opinión, estimo que la descripción del trabajo aportada por los testimonios, juntamente
con el diagnóstico sobre las enfermedades del actor y su incapacidad, expresada por la pericia
médica, resultan suficientes para formar mi convicción acerca de la intervención negativa de factores
laborales en la salud del actor (arts. 456, 477 y 386 CPCC. y 155 ley 18.345).
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3. Ahora bien, resta considerar la crítica acerca del porcentaje de incapacidad indemnizable
establecido en 24,8%. El juzgador obtuvo ese porcentual al considerar que la demandada era
responsable del 80% de la incapacidad determinada en el actor (del 31%).
La apelante sostiene en su agravio que la sentencia incurre en un error al determinar dicho
porcentaje, por cuanto, dice, el a quo sólo la condenó por la hipoacusia (15%) y por la artrosis
cervical y lumbosacra (11%). Desde esta perspectiva, estima que debió reducirse la condena porque
no procede la reparación por el bloqueo de rama derecha del aparato circulatorio (5%). Concluye,
indicando además, que debió aplicarse la teoría de las capacidades restantes, con lo cual, si hubiere
condena, debería ser por el 19,48% de incapacidad.
El análisis de la demandada no es correcto. Si bien es cierto que el juzgador no menciona la
afección cardio circulatoria en la sentencia, entiendo que esta omisión sólo es enunciativa.
Esta conclusión surge del propio texto de la decisión apelada, que considera responsabilidad
de la demandada el 80% de la incapacidad que padece el actor, determinada en un 31% de la Total
Obrera (considerando primero, fs..87 in fine). Asimismo, no surge de la pericia médica que la
afección en análisis sea de causa extralaboral, por el contrario, es coincidente con todo lo
desarrollado respecto de las características de las tareas y el ambiente de trabajo, con lo cual cabe
desechar también este agravio.
4. Sin embargo, creo que asiste razón al apelante en que debió aplicarse, en la sumatoria de las
incapacidades, el método de la capacidad residual.
En efecto, ante la procedencia de la reparación por parte de la empleadora, la incapacidad
originada a partir de diversas patologías debe expresarse en porcentajes de pérdida de la capacidad
funcional total de la persona, utilizando el criterio de la capacidad residual o restante. Este método
contempla la valoración del deterioro producido por las diferentes patologías sobre el total de la
capacidad restante. Es decir, partiendo del total (100%) de capacidad originaria, deben deducirse, uno
a uno, los porcentajes de minusvalía derivados de cada afección, teniendo en cuenta para ello la
capacidad que le resta (residual o restante) luego de cada deducción.
De la lectura de la sentencia surge la condena a la demandada a indemnizar al actor por un
24,8% de incapacidad. Este porcentual se obtuvo de la simple sumatoria de los porcentajes
incapacitantes informados por el médico.
Así, la perito determinó que la incidencia del trabajo era del 80% sobre una incapacidad del
31% que padecía el actor por artrosis cervical y lumbosacra (15%), hipoacusia bilateral (11%),
afección cardio circulatoria (5%), por aplicación de la ley 24.028.
El juzgador sumó estos parciales y resolvió que la acción prosperara por el 80% del resultado
obtenido, esto es el 24,8% ya señalado cuando, por aplicación de la fórmula de la capacidad residual,
debió ser por el 80% pero de 28,13%, esto es: 22,51%, por lo que debe modificarse la sentencia en
este aspecto.
En virtud de lo precedentemente expuesto, el monto por el que prospera la acción es $... (1,44
x 1000 x 17,74 x 22,51%).
5. Ahora bien, sin perjuicio de ello, antes de concluir quiero dejar sentada mi opinión acerca
del criterio seguido por el a quo sobre la reparación de infortunios laborales adecuados a la ley
24.028. Su decisión se basa en el art.2 de la ley citada, por medio del cual se deja de lado la teoría de
la indiferencia de la concausa, con lo cual resultan disminuidas las hipótesis de responsabilidad
patronal. En virtud de esta ley el trabajador sólo tendría derecho a solicitar la reparación de aquellas
enfermedades incapacitantes causadas por la actividad laboral, aspecto que no se encuentra aquí
cuestionado por la parte actora, con lo cual, entiendo, ha quedado firme. Ello sin perjuicio del criterio
que he mantenido en mi voto en los autos nº13.001/95, “R., J. H. c/ YPF s/ Ley 9688", del 21/04/98,
registro de esta Sala II, L.48 f.193.(1)
V. Por lo tanto, propongo al Acuerdo, se confirme la sentencia apelada en cuanto condena a la
demandada a reparar por incapacidad, modificándola respecto del monto indemnizatorio, el que se
reduce a $... En virtud de este resultado, las costas de alzada corresponde imponerlas en un 10% al
actor y en un 90% a la demandada sustancialmente vencida (arts.68 del CPCC. y 155 de la ley
18.345).
LOS JUECES FLEICHER Y ÁLVAREZ DIJERON:
Que adhieren al voto del Juez Schiffrin.
Por ello, SE RESUELVE: confirmar la sentencia apelada en cuanto condena a la demandada
a reparar por incapacidad, modificándola respecto del monto indemnizatorio, el que se reduce a $....
Imponer las costas de alzada en un 10% al actor y en un 90% a la demandada sustancialmente
vencida (arts.68 del CPCC. y 155 de la ley 18.345).
Regístrese, notifíquese y devuélvase.Firmado Jueces Sala II Leopoldo Héctor Schiffrin. César
Álvarez- Gregorio Julio Fleicher.
NOTA (1) se transcribe a continuación:
INDEMNIZACIÓN LEY 9688.APLICACIÓN ART. 2* LEY
24.028. CONCURRENCIA DE FACTORES CAUSALES
ATRIBUIBLES AL TRABAJADOR Y FACTORES
CAUSALES ATRIBUIBLES AL TRABAJO.
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CONSIDERACIONES ACERCA DE LOS CRITERIOS PARA ESTABLECER
LA DISTINCIÓN. JURISPRUDENCIA. LÍMITES LEGISLATIVOS.
En el caso, los agravios de la apelante versan sobre la valoración efectuada por el
a quo de la prueba pericial médica,la testimonial y la pericial ingenieril,como,
asimismo acerca de que el sentenciante contra lo que prescribe la ley 24.028,no
efectuara discriminación de la causalidad laboral y la extralaboral de condenar
a su parte.
Probada la relación causal entre el trabajo y las dolencias padecidas , con respecto al
restante embate del apelante, referido a la aplicación del art. 2, tercer párrafo, de la ley
24.028, el dictamen del Cuerpo Médico acredita, como se señaló ut-supra, lo que interesa
saber, esto es, el grado de incapacidad atribuible exclusivamente al trabajo.
Por ello, valorado el mismo conforme al art.477, CPCCN, concluyo que no encuentro motivo
para apartarme de él, y, por lo tanto, estimo que el grado de incapacidad parcial y
permanente del actor en relación a las tareas realizadas para la demandada, asciende al
18,21% de la T.O.. En conclusión, el agravio de la demandada solo puede prosperar en
cuanto al
porcentaje de in capacidad asignado por el a quo . (del voto
del Dr.
FRONDIZI ,al que adhiere el Dr.DUGO).
Reafirmo, pues, que, fundando la misma ley 24.028 las obligaciones que regula en la
idea del riesgo creado, no puede subordinar la pertinencia de la indemnización
respectiva a una condición imposible, ni cabe que la interpretación realice la metamorfosis de esa condición en una suerte de paráfrasis de la responsabilidad por culpa, yendo
así del sinsentido de una norma aislada a la antinomia entre el fundamento de la
obligación y su medida. De cualquier manera, aún quien no quiera dar por inexistente el
contenido de la manifestación de la voluntad legislativa examinada, podrá, admitir que
se establezca su invalidez, dada la incompatibilidad de la misma con las normas
constitucionales antes invocadas. El criterio que ha seguido el a quo, al no tomar en
cuenta lo prescripto por el art. 2°° de la ley 24.028 respecto de la causación del infortunio
del actor, ha sido la solución que corresponde en derecho, pues no cabe atribuir
juridicidad a la manifestación legislativa aludida, y, de todos modos, si se lo considerase
como una norma integrante del orden jurídico, ella resultaría inconstitucional. (del voto
en disidencia deL Dr. SCHIFFRIN).
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN. R.S.2.T.48.f* 193/206
//la ciudad de La Plata a los 21 días del mes de abril de mil novecientos noventa y ocho,
reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala II de la Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata, toman en consideración el expediente n° 13.001/95, caratulado: "R.,
J. H. c/Y.P.F. s/Ley 9688", procedente del Juzgado Federal de Primera Instancia n° 4 de ésta
ciudad, Secretaría n° 12 para resolver el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia
de fs. 194/196.El Tribunal establece la siguiente
cuestión a resolver:
Se ajusta a derecho la sentencia apelada?
Practicado el pertinente sorteo el orden
de votación resultó: Dr. Leopoldo H. Schiffrin, Dr. Román J. Frondizi y
Sergio O. Dugo.
EL DOCTOR SCHIFFRIN DIJO:
I- Llegan estos autos a la alzada en virtud del recurso de
apelación interpuesto por la demandada a fs. 197/204 vta., cuya contestación por la actora
obra a fs. 206/212, contra la sentencia de fs. 194/196 vta., que condena a Y.P.F. a abonar al
actor la suma de $..., con más actualización, intereses y costas.
II- Los agravios del apelante versan sobre la valoración
efectuada por el a quo de la prueba pericial médica; la testimonial y la pericia ingenieril,
como, asimismo acerca de que el sentenciante, contra o que prescribe la ley 24.028, no
efectuara discriminación de la causalidad laboral y la extralaboral de condenar a su parte.
III- Antes de considerar los agravios del apelante es conveniente hacer una breve
descripción de los hechos que dieron origen a la presente litis.
A fs. 6, se halla la demanda iniciada por el actor el 07-10-92, contra Y.P.F. en la
que solicita se le abone la debida indemnización conforme a la ley 9688. En su escrito,
describe los hechos que dieron motivo a su pretensión, refiriendo que trabajó en la destilería
de La Plata desde el 26-02-75 hasta que fue dejado cesante el 04-07-92 por razones
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empresariales; que comenzó trabajando como operario en plantas obsoletas con una gran
presión sonora; que sus tareas de maquinista engrasador las realizaba a la intemperie,
maniobrando válvulas que requieren para su manipulación gran esfuerzo físico desplegado en
posiciones antifuncionales. Posteriormente -expresa- fue trasladado al sector transportes para
desempeñarse como conductor de camiones, donde debió, en un primer momento, ayudar a
cargar y descargar arena, cemento, cal, caños, tablones,etc.
Según el accionante, dichas tareas provocaron las dolencias incapacitantes cuya
indemnización demanda en este proceso. Se trata de hipoacusia bilateral traumática,
cervicobraquialgia con manifestaciones en ambos miembros superiores, espondiloartrosis y
problemas en los meniscos de ambas piernas, hernia inguinal izquierda y artrosis de cadera;
IV- En cuanto a las pruebas producidas en la causa
comencenos por la de fs. 176/178, donde obran los testimonio….. El primero de los
declarantes dice que trabajó realizando las mismas tareas de maquinista que el demandante
efectuó en su primer período, acei tando y engrasando bombas. El testigo confirma lo expresado por el actor en cuanto a que se desempeñó en los topings 4 y 5 y luego en transporte.
En el primer lugar, -declara- debió efectuar revisaciones de las bombas mencionadas abriendo
y cerrando, algunas veces con "grinfas", válvulas de diferentes alturas y medidas, lo que
obligaba en algunos casos a operar desde arriba de "los caños" o maniobrar con cadenas. En
otras ocasiones debían subir por escaleras gato con herramientas pesadas de entre 3 kg. y 4
kg.. Todo esto lo efectuaban en medio de un ruido que les impedía mantener una conversación
normal y a la intemperie, ruido que según las mediciones sonoras realizadas por el experto
técnico a fs. 114 vta. registraba valores que excedían los límites permitidos por las normas de
seguridad, ascendiendo en algunos casos a 98,9 db (A). El segundo testigo manifiesta que
conoció al accionante por desempeñarse éste como conductor a su servicio, cuando R. se
desempeñaba en el sector "transporte". Expresa que el actor se ocupó del manejo de camiones
y camionetas. Los camiones no eran muy confortables, tenían una suspensión y dirección muy
duras, un volante grande y una pedalera rígida. El actor -dice el testigo- además de las
operaciones de transporte, contribuía a la carga y descarga de lo transportado, a pesar de que
del informe del ingeniero a fs. 114/116 vta., surge que éstas no eran tareas propias del
transportista. En general, los objetos manipulados eran de gran peso, como válvulas de aprox.
50 kg., o rotores que pesaban de 150 kg. a 200 kg. utilizándose aparejos para ayudar a
moverlos. En cuanto a la descripción del ambiente, tanto en las plan tas "toping" 4 y 5, como
en la del sector transporte, hace la misma referencia al ruido existente en esos lugares. Dicen
ambos testigos, por otra parte, que la empresa les proporcionaba cascos y unos protectores
auditivos muy poco eficaces que se resbalaban y salían de los cascos. El ingeniero, a este
respecto informa que no hay registros, siquiera de la entrega de los protectores mencionados.
Las declaraciones reseñadas son más que suficientes para tener un cuadro acabado
del ambiente y condiciones laborales en que se desempeñaba el actor; lo cual suple las
posibles insuficiencias del informe pericial médico en cuanto la experta no ha efectuado, en su
visita al lugar de trabajo donde se desempeñó el actor, un examen acabado del mismo.
En consecuencia, la valoración conjunta del material probatorio permite observar
que los hechos sobre los que se basa el experto para determinar la relación de causalidad de
las incapacidades, se hallan suficientemente corroborados por la composición con el dictamen
ingenieril y los dichos de los testigos. Las conclusiones del médico, establecido el vínculo
mencionado, arriban a valores de 44,2% de incapacidad parcial y permanente de la T.O. por el
padecimiento de lumbociatalgía, cervicobraquialgia, hipoacusia por trauma sonoro, hernia
inguinal izquierda y artrosis de caderas y de rodillas.
Corresponde, por lo tanto rechazar
los agravios referidos a la valoración de la prueba.
V- Tratemos ahora, la tacha del apelante referida a que el
a quo no aplicó en la causa lo dispuesto por el art. 2° de la ley 24.028, según el cual: "... En
caso de concurrencia de factores causales atribuibles al trabajador y factores causales
atribuibles al trabajo, sólo se indemnizará la incidencia de estos últimos, la que será
determinada por la autoridad administrativa o judicial según correspondiere. ..."
Dado que el juzgador ha otorgado indemnización por el
total de la incapacidad estimada por el perito, está claro que no ha descontado los factores
ajenos al trabajo que pudieran haber incidido en la producción de las dolencias que padece el
actor.
Ahora bien, a fs. 173, al contestar la impugnación de la
pericia médica, el experto manifiesta que "no existen criterios ni metodología cientifica que
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permitan la valuación cuantitativa de las incapacidades, discriminando el porcentual atribuible
a los factores propios al sujeto, de aquellos relativos al trabajo y de los factores ajenos al
sujeto y al trabajo.
Por lo que he podido averiguar, esta convicción acerca de
la inexistencia de criterios de valor científico para establercer la distinción a que se refiere la ley
es absolutamente general y ha llevado a la jurisprudencia a efectuar distinciones ajenas al
ámbito científico para dar cabida a algún tipo de aplicación del citado art. 2° de la ley 24.028.
No comparto dicho criterio. Existe, en efecto, un límite infranqueable para el legislador,
que se encuentra en la estructura de las cosas, en las estructuras lógico-objetivas de la realidad
visualizadas y tan bien explicadas por Welzel, que hacen que carezca de sentido, de cualquier
relevancia o sig nificado, las expresiones con las cuales el legislador quiere modificar hechos
objetivos. Pese a que Jerjes quiso hacerlo, es imposible castigar al mar (Historia de Herodoto,
Libro VII, parágrafo 35).
Recordemos también, aunque hoy el ejemplo nos suene menos convincente, el famoso
brocardo del foro inglés del siglo XVIII recogido por De Lolme: "el Parlamento puede hacer
cualquier cosa, menos transformar una mujer en hombre y un hombre en mujer" (v. A. V.
Dicey, introduction to the Study of the Law of the Constitución, 9a ed., Macmillan, Londres,
1930, pag. 43). Dicey relaciona este proverbio con el famoso pasaje de Blackstone sobre la
omnipotencia del Parlamento, que incluye estas palabras: "él puede, en suma, hacer todo lo que
no es naturalmente imposible" (Commentaries on the Laws of England, Libro I, cap. 2, n°
160-161). Es decir, el curso objetivo de los sucesos y los límites objetivos del conocimiento no
pueden modificarse por voluntad legislativa. Cuando el legislador intenta hacerlo, el producto
no es una norma sino un flatus vocis. Ad. imposibilinemo tenetur, impossibilium nulla
obligatio est ultra, pose nemo obligatur, son tradicionales normas, principios básicos de
interpretación del derecho romano recogidos por nuestro Código Civil en el art. 953 y su
expresiva nota, en especial el último párrafo de la misma.
Las estructuras lógico objetivas (sachlogischer Strukturen) son estructuras de regulación jurídica,
destacadas por la lógica concreta (sachlogik), que se orienta diractamente en la realidad, objeto
de conocimiento, explica Cerezo Mir, en la nota 2 de la versión castellana de la obra de Hans
Welzel "El Nuevo Sistema del Derecho Penal", Ariel, Barcelona, 1964, pág. 14. Allí, el maestro
de Bonn expresa que para entender esta idea basta referirse "a un hecho conocido por todos: del
mismo modo que el Derecho no puede ordenar a las mujeres que aceleren el embarazo y que a
los seis meses traigan al mundo a niños viables, no puede prohibirles tampoco que tengan abortos. Puede exigirles, en cambio, que se comporten de modo que no se produzca ningún aborto y
puede prohibirles que provoquen abortos. Las normas del Derecho no pueden ordenar o prohibir
meros proceso causales, sino sólo actos dirigidos finalmente (por consiguientes acciones) o la
omisión de tales actos".
Armin Kaufmann, en de llorada memoria, demostro, en su obra
"Lo vivo y lo muerto en la teoría de las normas de Binding", que la idea de las estructuras lógico-objetivas subyace en la sistemática de este último, y no sólo subyace, sino que en muchos
casos encuentra muy clara y directa expresión. Así, por ejemplo, Bindig dice "lo que no puede ser
lesionado o aniquilado, tampoco puede ser reconocido por el derecho positi vo como lesionable,
como aún menos es capaz el derecho positivo de hacer surgir por encantamiento
(hervorzuzaubern) una relación causal allí donde no hay ninguna" (Die Normen und ihre
Ubertretung, Tomo I, pág. 340, citado por Kaufmann en la pág. 274 de su mencionada obra
"Lebendiges und Totes in Bindings Normentheorie, Göttingen", 1954; hay traducción castellana
de Enrique Bacigalupo y Ernesto Gastón Valdez con el título "Teoría de las Normas",
Ed.Depalma, 1977).
VI- Añadamos, frente a esta clara idea, que el
derecho positivo tampoco puede producir, por arte de encantamiento, la percepción de
modalidades dentro del proceso causal que -si en efecto se dan- el intelecto no tiene vías para
conocer en su actual grado de desarrollo.
Desde luego, este tipo de observaciones sólo puede
pertubar a los creyentes en el dogma del legislador racional, cuyo carácter primitivo y mágico
está muy claro en la teoría jurídica moderna y al cual me he referido en el caso "Lusarreta, José y
otros s/Inf. arts. 222 y 292 2° parte del C.P. "exp. n° 8513, del 24-07-89, de la manera que ahora
me permito transcribir:
Este paradigma, en la presentación más atenuada, aparece como "el modelo
dogmático del legislador racional", que se supone "unico", "imperecedero", "omnisciente",
"operativo", "justo", "Coherente", "preciso", "omnicomprensivo" (Carlos Nino, Introducción
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al análisis del derecho, Bs.As., 1980, pág. 328/329), cuya precisa función es que la actividad
integrativa y creativa del intérprete no aparezca "como una modificación del orden jurídico
positivo, sino como si se tratara de una descripción del derecho positivo vigente tal como
genuinamente debió haber sido pensado por el legislador" (Ibidem, pág. 329). En una
concepción más crítica, aparece como hipótesis de una supuesta armonía preexistente de
derecho, capaz de descansar sobre sí, aislado del contexto cultural y socio-económico, y hasta
de dar cuanta adecuada de estos fenómenos (Francois Ort, L, interprétationlogique et
sistématique et le postulat de la rationalite du legislateur, en L,interprétation en Droit,
Publications des Facultés Universitaires Saint Louis, bajo la dirección de Michel van de
Kerchove, Decano de la Facultad de Derecho, Bruselas, 1978, pág.97 y sigs., en especial págs.
181 y sigs.). El postulado deriva, o mejor dicho, es la continuación del mito tan extendido en
la antigüedad de la divinización de las leyes, o de los legisladores (v. el en sayo del Juez de la
Suprema Corte de Israel, Haim H. Cohn, Secularization of Divine Law, publicado en Jewish
Law in Ancient and Modern Israel, Jerusalen, 1971, pág. 1 y sigs., en especial, pág. 7 y sigs.),
divinización que explica muchas de las falencias metódicas de la jurisprudencia que, forjadas
en la retórica helénica y romana, fueron recibidas por le derecho talmúdico, el canónico y el
romanístico (v. David Daube, Rabbinic Mwthods of Interpretación and Hellenistic Rhetoric,
Hebrew Union College Annual, vol 22, año 1949, pág. 239 y sigs., en especial págs. 248/251).
...La solemne declaración de Justiniano ensu Constitución de vetere jure enucleando
, Código, Libro II, Título XVII, fragmento 15, en el sentido de que "lo contradictorio no vindicará
para sí ningún lugar en este Código, ni se encuentra si con cuidadosa atención (sutili animo) se
buscan las razones de diversidad", es, nos dice Geny, forzozamente ineficaz ante los hechos y su
logica (op. cit., pág. 113).
Aunque la tendencia a una sana desmitización y secularización del derecho se
halla avalada por pensadores católicos que se adscriben a la línea aristotélico-tomista, y con un
sesgo decididamente consevador (v. Michel Villey, Torah-Dikaion, I, (Patristique et Moyen Age)
y Dikaion-Torah II (Seconde scolastique), en Critique de la pensée juridique moderne, Dallos, París,
1976, pág. 35 a 49), el paradigma del legislador racional tiene un férreo enraizamiento, pues es
la base de la ideología judicial dominante.
Sin embargo, como lo recalca Francois Ost en el trabajo ya citado (pág. 161), existen casos límites
respec to de los cuales el juez rechazará el postulado de racionalidad del legislador en cualquiera de sus
aspectos, y me permito añadir que en ocasiones sólo lo seguirá hasta cierto punto".
VII_ Cuando, por la inercia de los siglos, se sigue aceptando la todopoderosa
imagen del legislador racional, la única vía de escape que queda a quien así piensa, cuando comprueba
que la realidad ontológica y gnoseológica no puede modificarse con una declaración legislativa, se halla
en fingir. El rey está vestido pese a su evidente desnudez.
La ficción consiste, según la veo operar, en entender la incógnita relación causal entre factores de
infortunio propios del trabajo y ajenos a él, como situaciones de culpa concurrente. Pero esto es de
evidente ilegitimidad. En la culpa concurrente el juez realiza una estimación objetiva que no se refiere a
establecer
enigmáticas proporciones en el reino de la causalidad, sino en determinar el contenido
jurídicamente disvalioso de cada una de las conductas ilícitas, comparando la acción efectivamente
ocurrida con
el deber de cuidado correspondiente. Se trata, al fin, de un procedimiento sancionatorio
en el cual el juez
dosifica el reproche, como ocurre en todos los asos, comparando la norma violada
y la acción sujeta a juzgamiento (no olvidemos que la culpa, civil o penal es, por esencia, infracción al
deber de ciudado -v., en este sentido, la decisión de la antigua Sala III Penal in re "Cristiansen, Aldo T.
s/atentado a la
seguridad de los medios de transporte y lesiones leves", exp. n° 8247 del 25-02-88,
resuelta segín mi voto,
en el que pongo de relieve las ideas que al res pecto formuló Armín Kaufmann
y constituyen hoy patrimonio común de la ciencia del derecho).
Nada de esto es posible realizar en el campo de la causalidad para medir factores que,
,se existen, no dejan, con los procedimientos accesibles, cuantificar su incidencia.
Por otro lado, si se equipara el caso del art. 2°, inc. 3 con el de culpa se crea una
autonomía pues pues el art. 7 inc. a) de la ley 24.028 no indica a la culpa sino al dolo como eximente
de responsalidad (la anterior mencionaba la culpa grave: art. 4° de la ley 9688).
Esto significa que si la equiparación aludida se admitiese la "culpa" del trabajador que en el art. 7 in
inc. a) de la ley 24.028 no excluye la responsabilidad del empleador, la excluiría parcialmente en el
artt. 2°.
No se me oculta que la ficción de culpa que venimos criticando está fa
vorecida por la circunstancia de que en etapas anteriores a la admisión de distintas modalidades de
oría del riesgo, se intentó encontrar fundamento para la indemnización de los accidentes de trabajo,
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no ya en la culpa aquiliana del empleador, sino en el in cumplimiento contractual.
Admitida como parte del contrato de trabajo la asunción
por el patrono de la obligación de garantizar la integridad corporal del trabajador, las lesiones que éste sufra
en el ambito de ejecución del contrato se encaran como incumplimiento contractuales de cuyas consecuencias
el empleador sólo puede eximirse demostrando su falta de culpa.
Tal idea es la que subyace en el art. 5 de la ley 9688, que
consagra la presunción de responsabilidad de empleador, lo cual no se refiere en forma directa a la carga
probatoria sino que constituye un residuo de la fundamentación antes referida incompatible con el sistema de
la indemnización tarifada que establece la ley, pues el incumplimiento contractual obliga a prestaciones de
carácter integral (sobre la existencia de la acción contractual autónoma por incumplimiento del deber de seguridad, v. la nota de Oscar Zas titulado "La competencia para la acción resarcitoria derivada del
incumplimiento del deber de seguridad en el ámbito de la Capital Federal").
El art. 2°, segundo párrafo, de la ley 24.028 repite la
fórmula tradicional, incluyendo en la presunción (que en realidad sería de culpa) a los accidentes de trabajo
propiamente dichos, pero excluye de dicha presunción a las enfermedades producidas por el trabajo.
Todo este bloque errático de la culposidad girando en la órbita de la teoría del riesgo
confunde de tal modo al propio redactor de la norma, que deja consignada frases que frente a dicha teoría
carecen de significado, pero que tomadas aisladamente llevarían a la consecuencia de que estaría a cargo del
trabajador que hubiera enfermado probar, no sólo el vínculo causal entre enfermedad y padecimiento, sino la
culpa del empleador por el mismo, con lo cual ya no nos encontraríamos frente a una respondabilidad fundada
en la ley, sino de carácter aquiliano (sobre el art. 2° de la ley 24.028 como referido a la carga probatoria ver
sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso "Cecco, Héctor O. c/Municipalidad de
Concordia s/Accidente de Trabajo" del 25 de junio de 1996; aunque en este fallo sólo participan 5 de los
Ministros del Alto Tribunal y el mismo se refiere en muy breve y accidental a la parte del art. 2° de la ley que
examinamos).
IX- En fin, de ficción en ficción iremos cayendo de
contradicción en contradicción. Esto, contrario al buen sentido, escandaliza al justiciable y le hace perder
confianza en los jueces, que seguramente mejoraremos nuestra actividad cuando no nos turbemos por la e
existencia de expresiones legislativas sin sentido, tema viejísimo de la ciencia jurídica.
Así, en la discusión clásica acerca del acto de promulgación del
Digesto, es decir, la Constitutio de vetere iure enucleando, del año 533, Thibaut sostenía que la
interpretación imperial estaba reservada para esas leyes ininteligibles, de cuya exégesis no se saca partido
alguno (Savigny, Sistema del Derecho Romano Actual, Traducido al alemán por M. CH. Genowx y
vertido al castellano por Jacinto Mesía y Manuel Poley, Tomo I, Madrid 1878, pág. 206 in fine y notab)).
Cierto que Savigny dice no creer que exista un genero
de casos absolutamente desesperados, pero cabe consignar que el sumo jurista no pudo
conocer los avatares de la legislación post-moderna.
En similar orden de ideas he de destacar, como lo hice
en el citado caso "Lusarreta", que la ciencia jurídica reconoce la existencia de antinomias
agistralmente consideradas por el mismo Savigny, cuya opinión puse de relieve en el caso aludido y
la que, no hallándose conciliaciones racionales de los términos contradictorios de la ley, será preciso,
mentener la unidad del orden jurídico, dar prevalencia a la norma que más se conforme a los principios
ales.
Este mecanismo lo explica Harold Berman, en el sentido de que fue tomado por la
nte ciencia jurídica medieval de las formulaciones teológicas de Pedro Abelardo, mientras que tomás de
no le prestó escasa atención en esta temática. Al respecto, "...es necesario decir aquí que precisamente a
que los juristas de Occidente se encontraban comenzando a crear lo que, según su concepción, era una
ia del derecho, los teólogos de Occidente estaban comenzando a crear lo que, según su concepción, era
encia de la teología. Por cierto, Pedro Abelardo (1079-1142), quien fue el primero que usó la palabra
gía" en el sentido moderno de un análisis sistemático de la evidencia de la revelación divina... fue
én uno de los grandes pioneros de la lógica esco lástica... Abelardo procuró, mediante métodos escolás-
de análisis y síntesis, aplicar criterios racionales para juzgar cuándo las verdades reveladas eran de
ez universal y cuándo eran sólo relativamente válidas. Esto no era, pues, el tipo de fundamentalismo que
cada palabra el texto como poseyendo igual verdad bajo cualquier circunstancia; la totalidad es tomada
verdad, y dentro de la totalidad, a las partes se les asigna distintos matices de verdad... Abelardo indica
vías para reconciliar las contradicciones (P. ej., una misma palabra puede haber sido usada en
ntes sentidos), pero si no él, al menos sus seguidores, reconocieron que la reconciliación mecánica
ser imposible y que el sentido de pasajes contradictorios se encunentra con frecuencia solo en las
onexiones y propósitos de todo el cuerpo de los escritos bíblicos y patrísticos" (Harold J. Berman, The
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Origins of Western legal Science, Harvard Law Review. Vol. 90, p. 894 y ss., 908/909 nota 21; este ensayo
fue publicado como anticipo de una obra muy amplia cuyo título en inglés es "Law and Legal Revolution The formation of the Western Legal Tradition", aparecida en 1983, de cuyo texto original inglés no dispongo,
pero que obtuve en las traducción alemana titulada "Recht und Revolution - Die Bildung der Westlichen
Rechtstradition", editorial Suhrkamp, 2 ed., 1991; el ensayo que he citado constituye el capítulo 3° de di cha
obra).
X- Berman, logra demostrar acabadamente, a mi juicio, que el derecho de
tradición europea cae o subsiste con la aplicación de tal mecanismo (ensayo citado, pág. 943, nota 84;
además, como lo recordé en otro párrafo de la sentencia in re "Lusarreta", Savigny considera dicho criterio
como tradición recibida. Op. y vol. cit.pág. 194), que, según entiendo, ha de aplicarse tanto a las
contradicciones legales enunciadas al mismo tiempo, como a las situaciones de normas sin contenido
racional, carentes de sentido por su incompatibilidad con las estructuras ontológicas y gnoseológicas que
forman la materia de la legislación. En ese supuesto las resoluciones judiciales deben hacer prevalecer los
principios generales. Cuando ellos están contenidos, como ocurre en nuestro caso, en la propia Constitucion
Nacional, él tema se resuelve en una declaración de inconstitucionalidad. Y, en efecto, según el art. 14 bis de
nuestra carta magna "el trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán
al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor", mientras el art. 7 del Pacto internacional de derechos
económicos, sociales y culturales incorporado a la Constitución Nacional por el art. 75 inc. 22 garantizan al
trabajador la seguridad y la higiene en el trabajo.
Si las compensaciones de los daños emergentes del riesgo
laboral quedasen sometidas a condicio nes de cumplimiento imposible en el estado actual de la ciencia,
quedaría lesionado el principio mismo al que aludimos. A tal respecto he de traer a colación lo que expresé en
mi voto en el caso "Leira, Manuel c/Y.P.F. s/Daños y Perjuicios" exp. n° 5244, del 05-07-89, publicado en J.A.
5721 del 24-04-91, en el sentido de que la teoría de la indiferencia de la concausa es una exigencia insoslayable
del concepto mismo de responsabilidad por creación de riesgos en el ámbito laboral, de manera que ella,
ciertamente, juega en la esfera de aplicación del art. 1113 del Código Civil y también en cualquier hipótesis
similar de responsabilidad.
Para no recargar la exposición, me remito en este punto a las razones dadas en el
caso referido, a cuyo efecto acompaño copia de la decisión respectiva.
XI- Sobre la existencia de fuertes riesgos en el caso,
conviene destacar que el perito ingeniero, en su informe de fs. 114/116, manifiesta que los
niveles sonoros que pudo registrar dan como resultado un valor instantáneo en respuesta
lenta de 98,9 db (A), lo cual supera los límites establecidos por las normas de seguridad. Por
otra parte, señala el peligro de algunas sustancias tóxicas que se obtienen en los procesos
productivos de la Destilería y sobre los que pueden tener contacto los trabajadores de ese lugar, como corrosivos: soda cáustica, ácido fosfórico, sulfhídrico, fluoshídrico, sulfúrico, etc.,
benceno, líquido que a temperatura ambiente produce alteración en la síntesis de la médula
ósea, aumento incontrolado de glóbulos blancos, afectación del sistema inmunológico;
tolueno, líquido de baja toxicidad, que con una exposición permanente produce lesiones
hepáticas y renales transitorias, pérdida de células neuronales, envejecimiento prematuro;
tetraetilo de plomo, tóxico del sistema nervioso central, fijándose en los lipoides cerebrales
en forma muy rápida, las intoxicaciones son de carácter agudo y, por contacto cutáneo,
produce dermatosis de tipo irritativo agudo; propano, asfixiante simple, por desplazamiento
de oxígeno; butano, asfixiante simple, sin efecto significativos; azufre, el cual, en la forma
químicamente cuasiestable de dióxido de azufre (gas sulfuroso), en contacto con el vapor de
agua tiende a transformarse primero en troóxido de azufre y luego en ácido sulfúrico que es
el principal responsable de la "lluvia ácida" que provoca trastornos respiratorios, la que
contiene, además, aunque en menor grado ácido nítrico con alta toxicidad. Todas estas
sustancias constituyen un factor de riesgo permanente para los que trabajan habitualmente en
contacto con ellas. También es de observar que en relación a la existencia de escapes de
vapor, el ingeniero expresó que aunque no deberían producirse tales pérdidas, puede haber
situaciones, en los ambientes laborales, como en las operaciones de parada y arranque de las
plantas que posibiliten eventuales fugas de gases y vapores de los productos enumerados
anteriormente. Añade que generalmente se producen en los sectores del circuito con piezas
componentes removibles de las instalaciones y equipos (válvulas, trampas de vapor,
instrumental, etc.) debido a fallas intrínsecas de empaquetaduras, sellos, juntas, etc. o por
falta de mantenimiento o conserva ción, extremos éstos que fueron verificados por el experto en la oportunidad de efectuar su informe, como en otras visitas anteriores al
establecimiento.
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XII- Reafirmo, pues, que, fundando la misma ley 24.028
las obligaciones que regula en la idea del riesgo creado, no puede subordinar la pertinencia de la
indemnización respectiva a una condición imposible, ni cabe que la interpretación realice la
metamorfosis de esa condición en una suerte de paráfrasis de la responsabilidad por culpa, yendo
así del sinsentido de una norma aislada a la antinomia entre el fundamento de la obligación y su
medida.
De cualquier manera, aún quien no quiera dar por inexistente el contenido de la
manifestación de la voluntad legislativa examinada, podrá, admitir que se establezca su invalidez,
dada la incompatibilidad de la misma con las normas constitucionales antes invocadas.
En cuanto a la pertinencia de la declaración de oficio de la inconstitucionalidad me
remito a las razones dadas por el Dr. Nogueira en su voto in re "Losignore, Vicente c/F.A. s/Ley
9688 - 212 LCT", exp. n° 11.733 del 08-02-94 y en la sentencia de la antigua Sala III Penal in re
"Borsari, Carlos A. y otro s/Inf. art. 7 inc. c) de la ley 20.771" exp. 8223, del 17-03-88, a lo que
ahora cabe añadir la doctrina que parace surgir de lo resuelto por la Corte Suprema in re "Lloret,
Juan O. c/Y.P.F.", exp. n° 12.222, del 19-12-95.
En consecuencia, el criterio que ha seguido el a quo, al no tomar en cuenta lo
prescripto por el art. 2° de la ley 24.028 respecto de la causación del infortunio del actor, ha sido la
solución que corresponde en derecho, pues no cabe atribuir juridicidad a la manifestación legislativa
aludida, y, de todos modos, si se lo considerase como una norma integrante del orden jurídico, ella
resultaría inconstitucional.
Por todo lo expuesto, estimo que no cabe hacer lugar a los
agravios de la apelante, correspondiendo, entonces, confirmar en su integridad la sen tencia en
recurso, con costas a la demandada vencida.
EL DOCTOR FRONDIZI DIJO:
1. La sentencia de fs.194/196 ha rechazado las excepciones
de prescripción y pago opuestas por la demandada y hecho lugar a la demanda instaurada por R.
contra la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales S.A., ex ley 24.028. Consecuentemente ha
condenado a esta última a abonar al actor la suma de pesos … con más los intereses a la tasa
promedio de la caja de ahorro común que publica el BCRA, capitalizable mensualmente. Las costas
las ha impuesto a la parte demandada vencida.
2. El decisorio ha sido apelado por YPF a fs. 201/204 vta.
con expresión simultánea de agravios. El recurso ha sido concedido a fs.205 y la réplica de la actora
obra a fs.206/211.
3. Los agravios del apelante se pueden reconducir a los
siguientes: 1) la errónea valoración de la prueba efectuada por el a quo, con especial referencia a la
acreditación del nexo causal entre las dolencia diagnosticadas y las tareas desarrolladas a las órdenes
de la demandada y 2) la falta de sujeción por el a quo a las previsiones del art. 2 de la ley 24.028, ya
que no determina el porcentaje de incapacidad derivado de factores causales atribuibles al trabajo;
sostiene, entonces, que la sentencia carecería de fundamentación.
4. Examen de los agravios.
4.1 El actor ha denunciado en su escrito de inicio (fs. 4/8) las siguientes
dolencias incapacitanes: hipoacusia bilateral traumática, cervicobraquialgia con
manifestaciones en ambos miembros supe riores, espondiloatrosis y problemas en los
meñiscos de ambas piernas, hernia inguinal izquierda y artrosis de cadera. Señala que se
desempeñó para la demandada como operario en topping IV y V realizando tareas de
maquinista engrasador y, finalmente, hasta su egreso en el sector transporte como conductor
de camiones. Afirma que para el desarrollo de sus tareas debió adoptar posiciones anómalas,
realizar excesivos esfuerzos físicos, someterse a altos niveles sonoros y desfavorables
condiciones climáticas.
4.2 La perito médica designada en autos,…, en su dictamen de fs. 129/134
vta. diagnosticó las siguientes dolencias: lumbociatialgia izquierda, crevicobraquialgia,
hipoacusia por trauma sonoro, hernia inguinal izquierda, y artrosis de cadera y de rodilla. Les
asignó un porcentaje de incapacidad del 44,2% de la T.O.. Señaló que las dolencias guardan
relación causal y concausal con las tareas desarrolladas por el actor.
4.3 Del análisis de la pericia médica, efectuado a la luz del art. 477 del
CPCCN, surgen las siguientes consideraciones:
La perito dice haber visitado el lugar de trabajo del
actor, pero su afirmación es vaga, no se ve acreditada con la información de la fecha de visita,
los lugares visitados, los nombres y jerarquía de los funcionarios que la recibieron y
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acompañaron, la categoría de los operarios que halló trabajando en los diversos sectores en los
que Requejo se desempeñó. Estas falencias echan un manto de dudas acerca del conocimiento
que se formó la médico sobre las tareas cumplidas por el actor o por dependientes que cumplan
otras análogas, y sobre las condiciones concretas, reales y efectivas en que las mismas se efectuaron (vide, en tal sentido, "T. c. Armada Argentina" expte.N° 11.865/93; "D. c.F.A.", expte.
N°11.977/93; "T. c. FA", expte. N°12.237/94, "L. c. Encotel", expte. N°11.219/92; "C.
c/UNLP" expte. N°11.439/92; "Q. c/EFA" expte. N°11.783/92; "A. c. EFA", expte. N° 12.433;
"R. c. AFNE S.A. y C.N.A.yS.", expte. N°12.531/94; L. c/EFA" expte. N°12.615; "C. c. F.A.",
expte. N°12.693/94; "M. c. Y.P.F.", expte. N°12.675/94; "A. c. FA", expte.N°12.781/94; "Z. c.
AFNE S.A. y CNASyS", expte. N° 12.801; "O′F., J. F. c. Y.P.F.", expte. N°12.779/94; "C. c.
Ministerio del Interior", expte. N°13.003/95; "C., R. N. c. Y.P.F.", expte. N°12.799/94; "K., E.
c. AFNE-CNAS", expte. N°12.889/94; "B. c. F.A.", expte. N°13.125/95; "B. c. FA", expte.
N°12.783/94; "M. c. Y.P.F.", expte. N°13.253/95; "L. c. Y.P.F.", expte. N°13.173/95; entre
muchos otros más).
Señálese, además, que el proceso tramitó conforme la
ley 24.028, por lo cual el dictamen pericial es insuficiente ya que la experta no lo realizó de
acuerdo a las disposiciones del art. 2 del citado texto normativo.
Asimismo, y ante la impugnación que la demandada hiciera de la pericia médica
con respecto a este punto, … manifiesta que "(...) al momento actual no existe criterios ni metodología científica que permitan la valuación cuantitiva de las incapacidades, discriminando el porcentual atribuible a los factores propios al sujeto, de aquellos relativos al trabajo y de los ajenos al
sujeto y al trabajo ... la discriminación porcentual solicitada mensurando los factores participantes
en la producción de las dolencias incapacitantes, al momento actual, no resulta posible" (sic).
Ante tal situación, este Tribunal dispuso a fs. 226, como medida para mejor
proveer, remitir las actuaciones al Cuerpo Médico Forense a fin de que se pronuncie con respecto a
la determinación de factores atribuibles al trabajo y al trabajador, ex art. 2, tercer
párrafo,
ley 24.028.
Producida esta prueba a fs. 230/245 el Cuerpo Médico dictamina que R. padece
las siguientes dolencias:
artrosis columnaria de grado moderado, patología articular a nivel de la rodilla, hernia derecha
(afirma que la hernia izquierda no presenta incapacidad alguna) e hipoacusia perceptiva compatible
con trauma acústico de tercer grado moderado.
Por fin, el dictamen del Cuerpo Médico Forense acredita
lo que interesa saber ya que se refiere expresamente al porcentaje de incapacidad del actor derivado
de factores causales atribuibles al trabajo. En tal sentido, afirma que "(...) el paciente en cuestión está
incapacitado en forma parcial y permanente teniendo en cuenta el principio de la capacidad restante o
residual en el 11,59% de la TO en relación a las tareas realizadas para la demandada". A continuación
expresa que "(...) de aceptarse jurídicamente vinculable la patología auditiva hallada en el actor, la
cifra de incapacidad ascendería a: 18,21 % de la TO".
En suma, del examen de este elemento probatorio surge que existe
un criterio científico para determinar el porcentaje de incapacidad derivado de factores causales
atribuibles al trabajo, para adecuarse, así, a la norma que corresponde aplicar (ley 24.028). En
consecuencia, la afirmación efectuada por la (perito medica) (vide fs.173), carece de sustento científico y normativo.
5. Sentado ello, y a los efectos evaluar si, en el sub lite, se encuentra
acreditada la relación causal que existiría entre el trabajo y las enfermedades que padece R., cabe
examinar las pericias médicas conforme las reglas del art. 477 CPCC conjuntamente con las restantes
pruebas producidas.
5.1 La prueba pericial contable (vide fs. 158/159) no aporta ningún
dato útil sobre el tema en examen.
5.2 La prueba pericial de ingeniero en seguridad e higiene del
trabajo (fs. 114/116) ilustra acerca de las tareas que el actor desempeñó a las órdenes de la
demandada. El perito ingeniero ha efectuado mediciones sonoras en la planta de Topping (lugar
donde el actor se desempeñó durante tres años) de las que se concluye que los niveles de ruido
superan los valores máximos permitidos por la ley 19.587 y se de creto reglamentario N°371 (vide
respuestas a los puntos de pericia Nros. 3 y 12). Señala, además, que no consta que al actor se le
hubiere hecho entrega de protectores auditivos (vide respuesta al punto de pericia N°13).
5.3 De la prueba testimonial (fs. 176/177) surgen las siguientes consideraciones: ambos
testigos tienen disminuida su credibilidad, pues como ellos mismos lo reconocen tiene juicio
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pendiente contra la demandada (art.441, inc.3, del CPCC),lo que lleva valorar sus testimonios con
suma precaución. El testigo… describe las tareas desempeñadas por un operario de la planta de
topping, y si bien afirma que trabajaban en plantas linderas, realizaba las mismas tareas que el acto
en el mismo turno. El testigo… describe las tareas realizadas por el actor en el sector transporte, y
afirma que realizaban viajes a Capital Federal en jornadas de labor de 12 horas,
que utilizaban para ello camiones Deus (sic) poco confortables. Manifiesta que también vio
al actor trabajar en paros de planta "(...) ayudando a cargar distintos equipos como válvulas,
turbinas, bombas que algunas veces se subían con aparejos y otras a mano, y que dentro de la
caja, el chofer lo acomodaba con aparejo y a mano" (vide respuesta la pregunta 2).
6. Meritadas las probanzas del expediente de acuerdo a las reglas de la sana
crítica ex art. 386, del Código Procesal Civil y Comercial de la Na ción, resulta que:
a) Con relación a las dolencias artrósicas (columnaria
y de rodilla) y a la hernia in guinal derecha, los testigos que deponen a fs. 176/178, la pericia
ingenieril en seguridad e higiene del trabajo (fs.114/16 vta.), y en particular el dictamen del
Cuerpo Médico Forense de fs. 235/241 y estudios complementarios a él adjuntos, ilustran cuales
fueron las tareas que el actor realizaba, actividades que, por otra parte, la experiencia demuestra
que exigen un considerable esfuerzo físico. Sumado a ello, el hecho de que los testigos hayan
sido compañeros de trabajo del actor, es decir, que han podido percibir por sus sentidos las
labores que éste desempeñaba, me permite considerar acreditada la relación causal entre las
tareas desarrolladas por R. y las dolencias mencionadas.
b)Respecto de la hipoacusia, como ya lo anticipara,
atento a que se ha constatado la existencia de dicha dolencia y se han efectuado mediciones
sonoras que determinan que los niveles de ruido superan los máximos permitidos por la ley (vide
dictamen del perito ingeniero de fs. 114/116 vta., ratificado a fs. 183/184 vta.), encuentro, también,
acreditado en este punto la existencia del invocado nexo causal.
6. Sentado ello, probada la relación causal entre el
trabajo y las dolencias padecidas por Requejo, con respecto al restante embate del apelante, referido
a la aplicación del art. 2, tercer párrafo, de la ley 24.028, el dictamen del Cuerpo Médico acredita, como
se señaló ut-supra, lo que interesa saber, esto es, el grado de incapacidad atribuible exclusivamente al
trabajo.
Por ello, valorado el mismo conforme al art.477, CPCCN,
concluyo que no encuentro motivo para apartarme de él, y, por lo tanto, estimo que el grado de
incapacidad parcial y permanente del actor en relación a las tareas realizadas para la demandada,
asciende al 18,21% de la T.O..
En conclusión, el agravio de la demandada solo puede prosperar en cuanto al porcentaje
de in capacidad asignado por el a quo R..
7. El monto de la condena será, entonces, el que resulte de la liquidación a practicarse
inter partes en la instancia de origen y en la etapa procesal oportuna, y deberá tomar en cuenta el
porcentaje de incapacidad determinado en el punto 6 que precede.
9. En suma, por las consideraciones expuestas y normas legales citadas, propongo al
Acuerdo confirmar la sentencia apelada en lo principal que decide y costas, modificándola
respecto al porcentaje de la incapacidad resarcible y al monto de la condena conforme los puntos
6 y 7 que preceden. Costas de Alzada en un 80% a la parte demandada y en un 20% a la parte
actora (art. 71 del Código de Procedimientos Civil y Comercial de la Nación).
Así lo voto.
EL DOCTOR DUGO DIJO:
Que adhiere al voto del Dr. Frondizi.Por ello, en mérito a lo que resulta del Acuerdo que precede, se RESUELVE: confirmar
la sentencia apelada en lo principal que decide y costas, modificarla en cuanto al porcentaje de
incapacidad y mon to de la condena conforme los puntos 6 y 7 del voto del Dr. Frondizi. Costas
de Alzada en un 80% a la parte demandada y en un 20% a la parte actora.
Regístrese, notifíquese y devuélvase.firmado juices sala II Dres. Sergio O.Dugo.Román
Julio Frondizi.Leopoldo Héctor Schiffrin (en disidencia parcial).
Dra. Laura Amalia Benavides de Salvático.Secretaria.
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