In memoriam. José Antonio de Aldama, S. I.

Anuncio
In
memoriam
El día 23 de marzo de 1980, domingo de
Cuaresma, fallecía en Granada el R. P. José
Anto nio de Aldama, S. l., profundo teólogo,
eminente mariólogo, insigne maestro y amigo
entrañable.
Scripw de María siente el vacío que deja u n
miemb ro tan significado en s u Conse jo de Re­
dacción y dedica este número a su memoria.
La Dirección de la Revista
El P. Aldama ante la muerte.
Texto de su <<Testamento espiritual»
En estos mmnentos decisivos de mi vida quiero, ante todo, a"/abar
y adorar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en cuya fe, servicio
y amor he vivido y quiero morir. ·Soy todo una pura misericordia
suya y quiero cant;ar eternamente esa misericordia.
Agradezco "/a gran misericordia de 'haber sido elegido gratuit;a­
mente en Cristo para "/a fe y para "/a gracia en "/a Sant;a Iglesia
Católica, mi Madre, bajo cuyo magisterio y sumisión he querido
vivir íntegramente y quiero morir. Agradezco al Señor la miseri­
cordia de 'haber sido bautizado el mismo día de mi nacimiento,
siendo así, desde el primer día de mi vida, hijo de Dios. Agradezco.
especialmente la misericordia d,':! haber nacido de unos padres san­
tos y en una familia consagrada en su tot;alidad al Señor.
Doy inmensas gracias a Jesucristo, mi Rey y Señor, por su mi­
sericordia tomándome durante cincuent;a años como su represen­
t;ante, su instrumento para proc"/amar su palabra y 'hacer su obra
santificadora, y muy especialmente porque ha querido tantísimas
veces servirse de mi lengua y de mis manos para 'hacerse verda­
dera, real y susf;ancialmente presente en el Alt;ar. Siempre le he
tenido por .mi Rey y toda mi esperanza y mi súplica es la grandí­
sima misericordia de est;ar eternamente con El.
Agradezco a "/a Santísima Vi:rgen, mi Madre y Señora, las gran­
des misericordias que lia tenido conmigo 'haciéndose presente en
los momentos más import;antes de mi vida y dándome ocasión de
proc"/amar y defender sus excelencias, sus privilegios y muy espe­
cialmente su virginidad y su culto verdadero. El"/a lia sido siempre
Madre buena conmigo y yo he querido serle hijo fiel. En sus bra­
zos deseo morir.
Agradezco "/a gran misericordia de 'haber sido elegido a "/a Com­
pañía de Jesús, mi Madre, a quien después de Dios y mis padres,
debo cuanto soy y tengo. Siem�pre he querido su progreso en el
bien. Y ahora deseo que cada día viva más "/a Fórmula del Insti­
tuto y las Constituciones que Dios por san Ignacio le dio.
La conciencia de f;antas misericordias con que el Señor me lia
colmado en mi vida, me hace· percibir más vivamente los fallos de
mi pequeñez. Mirando a esta pequeñez mía, pido al Señor y a
todos perdón por todas mis faltas y pecados, y lo espero todo de
la misericordia divina.
Granada, 24 de septiembre de 1979, Festividad de Nuestra Se­
ñora de la Merced.
]osé
Antonio de Aldama, S. l.
IN MEMORIAM
JOSE ANTONIO DE ALDAMA, S. l.
CANDU>O POZO, S. l.
El 19 de septiembre de 1979 se cumplían cincuenta años de la
ordenación sacerdotal del P. José Antonio de Aldama 1• «Scripta de
Maria», de cuyo Consejo de Redacción era miembro y que valoró
siempre, como muy alta, su importancia en la Mariología de nuestro
tiempo, quiso, con un sentido de homenaje, publicar su bibliografía
mariana completa2; a la vez que solicitó de él una colaboración que
al poner en relación Mariologfa y Eucaristía subrayase, con palabras
suyas -por tratarse de un artículo escrito por él-, dos polos funda­
mentales en su vida: la Eucaristía y la figura. de Nuestra Señora3• Lo
eucarístico tomaba relieve singular por celebrarse entonces las bodas
de oro de su sacerdocio. Lo mariano es igualmente una constante
tanto de su vida personal como de su actividad de teólogo.
Ninguno de los que con sencillez y cariño organizamos ese sencillo
homenaje en conversaciones fraternas de pasillo -en el maravilloso
claustro mudéjar del monasterio de Guadalupe-, durante la Semana
de Estudios Marianos celebrada allí (19-23 de septiembre de 1978),
podía sospechar entonces que se trataba de un homenaje de despe­
dida. Nada permitía preverlo. A pesar de sus 76 años de edad, el
1
Los datos biográficos esenciales pueden verse en
Antonio de Aldama, S.
Diakonía písteos. Homenaje al R. P. José
l., en sus trez'nta y cinco años de profesorado y sesenta y cz'nco de edad
(Granada, 1969), pp. XXIII s. Como semblanzas que contienen también muchos datos biográ­
ficos, cfr A. MONTERO, Aldama, mi maestro, en Diakonía písteos, pp. XIII-XXI, y J. CQLLAN­
TES, Una profunda y sincera religiosidad marcó toda la vida del Padre Aldama, «Ideal», 25 de
marzo de 1980, p. 3.
2 Cfr C. Pozo, Bibliografía mariana del R. P. José A. de Aldama, S. l., «Scripta de
Maria» 2 (1979), pp. 511-518.
3 Cfr J. A. DE ALDAMA, Eucaristía y Maternidad Divina. Dos temas conexos en la Htera­
tura eclesiástica, «Scripta de Maria» 2 (1979), pp. 37-58.
11
CANDIDO POZO, S. l.
P. Aldama nunca fue anciano. Pasó de la plenitud de fuerzas, in­
cluso de una inesperada agilidad, a su última penosa enfermedad.
Sin embargo, Dios lo ha llevado consigo. Su ponencia en aquell'}
Semana4 constituye su último trabajo mariológico que hay que añadir
a la bibliografía publicada en «Scripta de Maria»5• Y el P. Aldama
contempló el volumen de «Scripta de Maria» con nuestro pequeño
homenaje, ya muy paralítico y sin poder s0stenerlo en sus manos,
cuando lo traje conmigo después del Congreso Mariológico Internacional de Zaragoza.
El 20 de agosto de 1979, d P. Aldama, en una llamada telefónica
desde El Ferrol, me comunicaba que comenzaba a tener dificultades
de movimiento en la mano derecha y que volvería a Granada lo
antes posible. Comenzaba su largo calvario, vivido con lucidez plena
hasta el final, lo que le permitió asistir con absoluta conciencia al
progresivo atenazamiento de la parálisis sobre su cuerpo. Sucesiva­
mente fue perdiendo manos, piernas, garganta (tanto p.ua tragar
como para hablar). Su comunicación tuvo que seguir el lento camino
en el que uno de nosotros iba señalando letras en un alfabeto hasta
que él con una leve emisión inarticulada de sonido señalada cuál era
la letra correcta, para ir así, letra tras letra, componiendo las pala­
bras. Puede parecer terrible. Pero es lo que dio la más honda belleza
espiritual a su enfermedad. El dolor :sólo tiene valor ante Dios en
cuanto aceptado y ofrecido. Y él recibía, con la completa lucidez, la
gracia de poder dar diariamente valor a su sufrimiento.
Su propia familia tuvo que aceptar resignadamente que la pe­
queña fiesta íntima prevista para celebrar sus bodas de oro sacerdo­
tales se suprimiera. El P. Aldama, que celebraba todavía, sentado y
en privado, la santa misa, no se atrevió a concelebrar, ni siquiera a
puerta cerrada, con sus dos hermanos sacerdotes.
A nivel de amigos, los mariólogos de todo el mundo que lo apre­
ciaban y amaban, pudieron notar, por primera vez, su falta -tanto
4 J. A. DE ALDAMA, La piedad mariana en el Tratado «Passio Duorum>>, Estudios Maria­
nos 44 (1979), pp. 51-72.
5 Como es obvio, no me refiero a escritos póstumos. En este mismo número de «Scripta de
Maria» se publica un tratado inédito del P. Aldama sobre EspirituaHdad Mariana. Es igual­
mente claro que me refiero a su Bibliografía Mariana. Su Bibliografía completa se publicará,
Dios mediante, en el volumen de «Archivo Teológico Granadino» de 1980. Es notable que el
último artículo que escribió el P. Aldama sea: Inmortalidad y resurrección de todo el hombre,
«Ya», 10 de agosto de 1979, p. 15; reproducido: Inmortalidad del alma y resurrección de todo
el hombre, Boletín Oficial del Arzobispado de Toledo 135 (1979), pp. 383-386; Inmortalidad
y resurrección, «Reino de Cristo», noviembre de 1979, pp. 17 ss. Se trata de un breve y lúcido
comentario a la Carta de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Je a todos los
obispos miembros de las
Conferencias Episcopales sobre algunas cuestiones referentes a la
(17 de mayo de 1979). Resulta impresionante que su último trabajo teológico,
redactado muy pc;ico antes de caer herido de muerte por su última enfermedad, tratase de la
inmortalidad y la resurrección.
Escatología
12
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA, S. l.
más sensible cuanto que su asistencia había sido siempre asidua y
sumamente eficaz y activa6, debida ya a su enfermedad, en el Con­
greso de Zaragoza, donde el 5 de octubre debía haber leído en la
sección de lengua española una ponencia sobre «El puesto mediador
de Maria en la experiencia . mística de san Ignacio»7, que la enfer­
medad le impidió escribir. Aunque siempre estuvo sereno ante la
muerte, no pude contarle, a mi vuelta, casi nada del Congreso. El
P. Aldama recibía con la más absoluta paz cualquier comentario o
noticia negativa sobre su salud (ya en septiembre me pidió que no
se le ocultara la verdad), pero se emocionaba profundamente con
cualquier noticia referente a la vida de la Iglesia y muy especialmente
6 No me refiero solamente a sus Ponencias en las sesiones plenarias o en las de la sección
de lengua española según los casós, sino también -y ahora más en primer plano- a su papel
decisivo en la elaboración de documentos. Constituye éste un aspecto muy poco conocido,
que en muchos casos permanecerá oculto en la historia, pero sumamente eficaz de la actividad
del P. Aldama. Por poner un solo ejemplo, en un Congreso, que se percibió y vivió como
erizado de dificultades, el de Lourdes en 1958 (sobre él cfr Pozo, La contribución del P. Carlos
Balz"é, O. F. M., a la Marzºología, en «Pontificia Accademia Mariana Internazionale», P. Garlo
Balié, O. F. M. , Profi"lo-lmpressioni-Ricordz� Roma, 1978, pp. 55 s.), al P. Aldama confió
Balié la redacción del esquema de proposiciones para la discusión final de los teólogos (cfr
De celebratione III Congressus Mariologz"cz· Internationalis.
2. De labore in sessionibus plenariz"s
et in Sectionibus particularibus. 4} Die 14 septembris 1958, DIE Dominico: sessiones studiorum.
a) De discussione finaH theologorum, en «Pontificia Academia Mariana lnternationalis», Marza
et Ecclesia. ·Acta
Congressus Mariologici-Marz'ani
in
Ciuitate Lourdes anno 1958 celebrati,
vol. 1, De Congressus apparatione et celebratione, Romae, 1968, pp. 215 s.), del que, sea cual
fuere la tendencia teológica que se defienda sobre la corredención, hay que decir que centraba
perfectamente la problemática. Véase, además, sobre las aportaciones del P. Aldama en aquel
Congreso, la valoración de B ALié , Sermo in sessione conclusiva Congressus Marilogici, die 14. IX.
1958, habz"tus, lbid. , pp. 325 y 338. En Zagreb (agosto de 1971) fui testigo presencial de la
agilidad con que redactó las conclusiones y votos de la sección de lengua española, aún no
publicados (falta todavía el volumen 1. de las Actas de aquel Congreso). Para la intervención
del P. Aldama en la toma de posición de la «Sociedad Mariológica Española» frente al artículo
de J. R. SCHEIFLER, La vieja nam"dad perdida. Estudio bíblico sobre la infancia de jesús, «Sal
Terrae» 65 (1977), pp. 835-851;_ cfr Pozo, La concepción virginal del Señor, «Scripta de Maria» 1
(1978), p. 131, nota 5. Lo mismo puede decirse de otros campos. El P. Aldama es sustancial­
mente el autor del documento de adhesión al Magisterio de la Iglesia, publicado por una parte
de la prensa madrileña el 25 de enero de 1969 y suscrito inicialmente por 17 teólogos
españoles (J. Daniélou envió su firma para aparecer entre los promotores, pero llegó tarde),
frente al documento de crítica ante el pretendido peligro de limitación de la libertad del
teólogo (como se ve, ya antes de Ju_?-n Pablo II comenzó a hablarse de «involución»), pro­
movido por la revista «Concilium» bajo la firma de 38 teólogos (sobre el documento de «Conci­
lium» véase la reacción de «L'Osservatore Romano», 4 de enero de 1969, p. 2), y total y exclu­
sivamente de las «Observaciones sobre los Documentos de la Asamblea conjunta» (26 de abril
de 1972), firmadas inicialmente por 40 teólogos (se equivoca, por tanto, «Vida Nueva», 29 de
julio de 1972, p. 7, al suponer en ellas la intervención de otras plumas); se trata de un estudio
solicitado por el cardenal primado, entonces presidente de la Comisión Episcopal del Clero
y constituye un amplio documento centrado en los aspectos teológicos. Lamento no poder his­
toriar todavía la actividad del P. Aldama, decisiva en orden a lanzar un puente entre exegetas
y teólogos, en el symposium sobre la historicidad de íos Evangelios de la infancia, celebrado
en Nemi en octubre de 1967 bajo los auspicios de la Santa Sede.
7 Cfr «VIII Congreso Mariológico y XV Mariano, Internacionales», Libro de los Congresos
(Zaragoza, 1979), p. 54.
0
13
CANDIDO POZO, S. l.
con las relacionadas con Nuestra Señora o el movimiento mano­
lógico8.
Recuerdo emocionadamente el día 27 de octubre de 1979, en
que recibió la unción de los enfermos, sentado en un sillón frente a
una ventana que comunicaba su habitación con la capilla de la enfer­
mería de la residencia de profesores de la Facultad de Teología de
Granada, rodeado de un grupo de sus más íntimos colegas, con la
devoción de quien se pone en manos de Dios. A lo largo de su enfer­
medad, hasta el final de ella, quiso que todas las mañanas se abriera
esa ventana para. orar una hora ante el Sagrario; a la caída de la
farde se volvía a abrir la misma ventana para una oración vespertina
de tres cuartos de hora. A través de esa ventana oía todos los días la
santa misa desde el lecho de dolor; previamente, dada la dificultad
de audición que el cristal de la ventana suponía, deseaba que le leye­
ran y le comentaran los textos bíblicos de la misa del día. Con quie­
nes le acompañaban seguía el rezo diario del rosario. A pesar de la
imposibilidad de tragar, fue posible hasta el final depositar en su
boca, todos los días, unas gotas del «sanguis» del Señor. «El que bebe
mi sangre, tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el último día»
(Jn 6,54). Así vivió su enfermedad hasta la mañana del 23 de marzo
de 1980, en la que caf;i sin agonía -unos tres minutos -, al afectar
la parálisis a los músculos respiratorios, entregó su alma al Señor,
rodeado de las oraciones de tres de sus colegas. Me cabe el consuelo
de haberle impartido la absolución cuando me parec10 que comen­
zaba su agonía y, todavía de nuevo, en el momento mismo de ex­
pirar.
Pero quizás mi más emocionante recuerdo se remonta al día 24
de septiembre de 1979, fiesta de la Virgen de la Merced. Consciente
ya de que la enfermedad era irreversible, todavía de pie -la parálisis
sólo le afectaba entonces las manos-, me dictó su testamento espi­
ritual. El lo dirigía a sus hermanos en la vida religiosa, a los sacer­
dotes de los que fue formador, a tantos sobre los que repartió a
manos llenas en su vida su visión evangélica de la realidad. Quería
ser, a la vez que testimonio, su último consejo. El texto se publica en
este número de «Scripta de Maria». Estas líneas de necrología del
P. Aldama no pretenden ser otra cosa que las reflexiones meditativas
que su lectura me sugiere9•
8 Como he escrito en otra ocasión, también se emocionaba fuertemente, cuando se le
hablaba de las actividades. del Papa; cfr Pozo, Testamento espirz"tual del P. Aldama, «Ideal»,
25 de marzo de 1980, p. 11.
9 Con esto queda señalado el punto de vista que limita esta necrología. No pretende, por
tanto, ser una valoración de conjunto de su figura como teólogo; sólo unos rasgos esenciales
irán saliendo al filo del texto mismo de su testamento espiritual. Un estudio completo de su
personalidad teológica y de sus aportaciones a la Teología tendría que fijarse en tres vertientes
14
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA,
S.
l.
En su testamento espiritual llama la atención el tema de las mi­
sericordias de Dios, que reaparece una y otra vez como un «ritorne­
llo». El tema tiene en él una larga prehistoria. Es notable que muy
poco después de su ordenación sacerdotal, el P. Aldama tuvo que
predicar en la primera misa de su propio padre (25 de diciembre de
1929). El texto bíblico introductorio elegido entonces para su sermóri,
fue: «Cantaré eternamente las misericordias del Señor>> (Sal 89; Vulg
88,2). Almas amigas que conocían muy de cerca, como hijas, el espí­
ritu del padre, las religiosas Esclavas del Santísimo Sacramento y de
la Inmaculada10, reprodujeron el mismo texto en los recordatorios
que hicieron para sus bodas de oro sacerdotales: «Cantaré eterna­
mente las misericordias del Señor. En mis Bodas de Oro Sacerdo­
tales. 1929- 19 septiembre- 1979. José A. de Aldama, S. ]. ». La ima­
gen de los recordatorios, sin especial valor artístico, es familiarmente
entrañable: se trata del Sagrado Corazón que presidía la capilla de
los condes de Aldama, sus padres, ante el que hicieron la Primera
Comunión la mayor parte de los hermanos (aunque no el P. José
fundamentales: patrística, historia de la teología postridentina y mariología. Son las tres sec­
ciones en que se estructuró el volumen Dz"akonía písteos, que se le ofreció como homenaje
en 1969. En su última entrevista, «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13 (aunque publicada
en esa fecha, la entrevista es muy poco posterior a la fecha en que me dictó su testamento
espiritual; por elio, una lectura atenta de la entrevista y del testamento espiritual permite
encontrar muchos pensamientos paralelos; se trata del mundo de ideas y sentimientos en que
vivió aquellas fechas decisivas de balance de su vida y aceptación de su muerte), el P. Aldama
afirmaba: «Comencé mi tesis doctoral con un tema patrístico: el Credo del primer Concilio
de Toledo. Al tener prácticamente que fundar sobre nuevas bases la Facultad de Teología de
Granada, tuve que pensar en darle un campo de especialización. Pensé que el campo más
obvio era la Teología postridentina. Es un periodo que permite aclarar muchas cosas sobre
la dolorosa ruptura, desgraciadamente aún vigente, del protestantismo. Además, es el siglo
de oro de la Teología española. Con ello está dicho que las fuentes, incluso manuscritas, están
aquí en España. Un tercer campo de mi actividad ha sido la Mariología. No me pregunte
razones. Era una exigencia de mi piedad filial hacia Nuestra Señora. En esta línea me cabe el
consuelo de haber colaborado en la fundación de la Sociedad Mario lógica Española - de la
que he sido varios años presidente- y de su revista Estudios Marianos, de modo paralelo
a como fundé la revista Archivo Teológico Granadino, órgano oficial de la Facultad de Teo­
logía. Estos son los tres campos de mi actividad científica. Es notable que cuando al cumplir
mis sesenta y cinco años de edad, un grupo de teólogos de todo el mundo quiso dedicarme un
volumen de homenaje, los trabajos aparecieran en él agrupados precisamente en estas tres
secciones: Patrología, Teología postridentina y Mariología».
.
10 El P. Aldama. en su entrevista a «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13, explica su
relación con este Instituto: «Finalmente de un modo providencial e inesperado tuve el pri­
vilegio de colaborar con la fundadora de las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada. Pienso
que le ayudé a que tomara realidad su idea de un instituto contemplativo con un hondo sen­
tido eucarístico y mariano. Por otra parte, el instituto quería ser -y esto es nuevo en la his­
toria de los influjos de san Ignacio de Loyol.a - un instituto contemplativo con espiritualidad
ignaciana. Tiene un sorprendente paralelismo con la doble vertiente, mariana y eucarística,
de ese instituto, el hecho de que habiendo dedicado yo gran parte de mi vida a estudios de
Mariología, me haya dedicado en estos últimos años a elaborar un tratado sobre la Eucaristía.
Precisamente, ya dentro de la antigua colección Sacrae Theologiae Summa, escribí princi­
palmente un tratado de Mariología y otro sobre la Eucaristía». Véase también G. PETTINATI,
Ancelle del Santissz"mo Sacramento e dell'Immacolata, «Dizionario degli Istituti di Perfezione»
1, p. 615; ID. , Lucas Burgos, María Rosarz"o, «Dizionario deg!i Istituti di Perfezioni» 5, pp. 744 s.
15
CANDIDO POZO,
S.
l.
Antonio) y que, en todo caso, centró los primeros pasos de su vida
espiritual desde la niñez.
Pero quien haya conocido teológicamente al P. Aldama, recono­
cerá en esta insistencia una de las grandes preocupaciones de su
teología de la gracia: su especial sensibilidad a valorar la iniciativa
de la misericordia de Dios, que llegaba a una instintiva aversión al
semipelagianismo.. como aparecía en sus clases y en todas sus conver­
saciones sobre el tema11•
En el párrafo primero, el P. Aldama quiere, ante todo, alabar y
adorar a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, en cuya fe, servicio y
amor ha vivido y quiere morir. La acentuación de los verbos «alabár
y adoraD> y de los sustantivos «fe, servicio y amoD>, es, a mi juicio,
una reminiscencia del principio y fundamento de los Ejercicios Espi­
rituales de san Ignacio12 y delata sus raíces de espiritualidad igna­
ciana, de la que siempre vivió. La especificación trinitaria, después
de la apelación de Dios, es en él fruto de su dedicación, ya en los co­
mienzos de su actividad teológica, a los temas trinitarios. Ella aparece
en su tesis, presentada para obtener el título de «Maestro agregado
a la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana»,
El Símbolo Toledano J. Su texto , su o rigen, su poszºdón en la hiSto rza
de los Símbolos13, en la que todo el cuerpo doctrinal de la tesis se
centra en su fe trinitaria14• Por esos años, el P. Aldama había conse­
guido establecer críticamente el texto auténtico del Credo «Clemens
TrinitaS>> 15 y demostrar la existencia de otro Credo fuertemente trini­
tario como fuente común a Baquiario y Rufino16, a la vez que había
publicado otros dos artículos sobre teología trinitaria17• Insisto en
estas connotaciones de las afirmaciones de su testamento con sus tra­
bajos teológicos, p�es creo que se puede señalar, como una constante
en el P. Aldama, que su teología tenía siempre resonancias en su
11
Sobre la eficacia de la gracia publicó el P. Aldama dos inéditos de Suárez muy inte­
resantes: Dos pareceres inéditos de Suárez sob re la grada ef'icaz. Introducción y edidón, «Ar­
chivo Teológico Granadino» 11 (1948), pp. 225-270. También se encargó de la puesta al día
del tratado sobre la gracia del P. Severino Gonzál.ez, en sus ediciones 2.ª y 3.ª, por la muerte
de éste: De gratia, auctore P. SEVERINO GoNZÁLEZ, S. l., retractavit P. IOSEPHUS A. DE A LDA­
MA, S. l., en «Patres Societatis Iesu in Hispania Professores», Sacrae Theologiae Summa, t. 3,
ed. 2. ª (Matriti, 1953), pp. 479-705; ed. 3. ª (Matriti, 1956), pp. 487-709.
1 2 «El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor>>.
Ejercidos Espirituales, (23], en O bras completas de San Ignado de Loyola, editadas por l. IPA­
RRAGUIRRE, ed. 2. ª (Madrid; 1963), p. 203.
1 3 Romae, 1934.
1 4 Cfr El Símbolo Toledano I, pp. 67-147.
15 El símbolo «Clemens TrinitaS», «Gregorianum» 14 (1933), pp. 485-500.
1 6 Baquian·o y Rujino, «Gregorianum» 15 (1934), 589-598.
17
Ruiz de Montoya y el problema trinitario del principio de identidad comparada, «Es­
tudios. EclesiásticoS>> 11 (1932), pp. 547-556; «Deitas innasdb i"liS>>. Pour l'histozre d'un anathe­
matisme du «Liºbellus in modum symboli» de l'éveque Pastor, «Revue d'Histoire écclesiastique>>
29 (1933), pp. 74-81.
16
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA,
S.
l.
vida espiritual, lo que implica que fue siempre teología vivida18• El
párrafo se cierra con un - deseo de la vida eterna como un «cantar
eternamente esa misericordia». Una vez más reaparece la alusión al
Sal 89 (Vulg 88), 2, tan hondamente enraizado en su vida personal.
Por otra parte, es teológicamente profundo concebir la vida eterna
como una liturgia celeste19 y en ella el P. Aldama subraya el inter­
minable canto de gratitud a la obra salvadora de Dios.
Inmediatamente después el P. Aldama agradece la misericordia
de la elección gratuita en Cristo a la fe y a la gracia en la Santa
Iglesia Católica. El tema de la Iglesia se prolonga amorosamente con
el apelativo de «mi Madre», y con la afirmación de que bajo su ma­
gisterio y sumisión ha querido vivir íntegramente y quiere morir. Una
vez más, actitud espiritual y teología se unen en el P. Aldama. Con
la Sacrae Theologz"ae Summa el P. Aldama, que fue su promotor,
propulsó un determinado método teológico20 que él veía programáti­
camente propuesto por Pío XII en la Encíclica Humanz· Generzs21 y
realizado autorizadamente en la Constitución Apostólica Munifz"cen­
tissz·mus Deus22• Elemento fundamental de él era tomar el Magisterio
como norma y punto de partida. El valor del Magisterio fue un tema
sobre el que volvería también más tarde para insistir en su impor­
tancia para una exégesis bíblica correcta23• Muy poco después de la
18 Sobre esta conexión como ideal en el quehacer teológ_ico cfr H. U. VON BALTHASAR, Teo­
logía y santidad, en «Ensayos Teológicos», t. 1, Verbum caro, trad. esp. (Madrid, 1964)
pp. 235-268; J BEUMER, Theologie als relxgifües Anliegen, «Münchener theologische Zeit­
scrhrift» 8. (1957), pp. 295-307. Véase también A. STOLZ, De «theologia kerygmatica>>, «Ange­
_
licum» 17 (1940), pp. 337-351, quien propone una «teología carismática» como solución a la
problemática propuesta por la «teología kerygmática».
1 9 Sobre el tema, cfr Pozo, La índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión
con la Iglesia celeste, en PROFESORES DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍA DE GRANADA, Constitución
dogmátz"ca sobre la Iglesia. Texto y comentario (Madrid, 1967), pp. 346, 352 s. y 355 s.
20 Como puede verse analizando la estructura de cualquier tesis de la Mariología, escrita
por el P. Aldama en la Sacrae Theologiae Summa (y lo mismo puede hacerse en cualquier
otro tratado, ya que el conjunto de la obra se atiene a las mismas normas), después de indicar
.
el «nexo» de la tesis con las anteriores, se explican las «nociones», se exponen los «adversarios»
y se pasa al cuerpo de la tesis comenzando por recoger la «doctrina de la Iglesia», de la que
se deduce el «valor dogmático» o «cualificación teológica»; sólo después la tesis «Se prueba por
la Sagrada Escritura» y «por la Tradición»; al final se indica lo que aporta la «razón teológica»,
lo cual no es siempre una prueba, sino muchas veces una ulterior explicación especulativa.
21
El método teológico de la Encíclica fue �xplicado por el P. ALDAMA , Pío XII y la Teología Nueva, «Salmanticensis» 3 (1956), pp. 317-320.
.
22
Cfr ALDAMA , Los primeros comentarios de la Bula «Munificentissimus DeuS>>, «Estudios
Eclesiásticos» 25 (1951), p. 389, donde afirma explícitamentre que la Bula sigue el procedi­
miento enseñado en la Encíclica Humani Generis, DS 3886.
23 De valore Magister# Ecclesiae zn znterpretatz"one Sacrae Scrzpturae, en Marza z"n Sacra
Scrzptura. Acta Congressus Marz"ologicz"-Manani in Repub lz"ca Domznz"cana anno 1965 cele­
bratz� vol. 3 (Romae, 1967), pp. 199-208. Véase también, del mismo P. ALDAMA, El magis­
terio ecleszastico, en «Oraciones y Teología» (Barcelona, 1969), pp. 47-57; Magisterio y Teolo­
gía, según la mente de Pablo VI, en «XXVIII Semana Española de Teología» (Madrid, 16-20
sept. 1968), Fe y Magisterio eclesz"ástico. Doctorado de santa Teresa (Madrid, 1971), pp. 5-23.
17
CANDIDO POZO,
S.
l.
publicación de la Encíclica Humanz' Generz's , durante mis estudios
teológicos· en Granada, en el curso 1950-1951, hice con el P. Aldama
un breve curso de «Metodología teológica», en el que insistía fuerte­
mente en ··la necesidad del Magisterio para la interpretación de las
fuentes. Fue mi único contacto como alumno con él24• El P. Aldama
era, ya a partir de aquel año, profesor de la Universidad Pontificia
de Salamanca, pero aprovechó una breve estancia en Granada para
darnos aquellas clases. Tengo que confesar, sin embargo, que, a pesar
de la corta duración de aquellas clases, a ellas debo no sólo uno de
los campos de mi especialización posterior, sino también mi talante
teológico, fundamentalmente coincidente con el suyo y que, como el
mismo P. Aldama explicaba en la última entrevista que hizo,. pu­
blicada en el periódico granadino «l.deal», 16 de octubre. de 1979,
p. 13, se insertaba en la misma espiritualidad a la que, como jesui­
tas, hemos entregado la vida: tomar en serio, también en lo teoló­
gico, el cuarto voto de obediencia al Papa, propio de la Compañía
de Jesús25•
El canto de acción de gracias al Señor se extiende a misericordias
que afectan entrañablemente su vida personal y familiar: el bautismo
recibido el mismo día de su nacimiento, con lo cual fue, desde el
primer día de su vida, hijo de Dios y el haber nacido de padres santos
y en una familia totalmente consagrada a Dios. En efecto, es cono­
cido que todos los hermanos varones, José Antonio, Antonio María
y Francisco de Borja, ingresaron en la Compañía de Jesús, y todas
las hermanas, Concepción y Natividad, en la Congregación de Es­
clavas del Sagrado Corazón; una vez que todos los hijos habían tomado
el camino de la vida religiosa, la madre, doña Dolores Pruaño, in­
gresó en la Orden de la Visitación de Nuestra Señora en Sevilla, mien­
tras que· el padre, don Antonio, se ordenó de sacerdote, para entrar
enseguida en el Noviciado de la Compañía de Jesús en Loyola, donde
murió como novicio. «Pocas veces se habrá repetido en la historia
24 Por ello, como he
.:ado en otra ocasión, como estudiante, fui discípulo del P. Al­
dama en una medida muy limitada. «Traté con mucha asiduidad al P. Aldama el curso
1953-54 en Salamanca, mientras él era profesor en aquella Universidad Pontificia y yo estaba
dedicado a un año de tormación espiritual después de mis estudios sacerdotales. Pero mi inti­
midad con él parte de 1964, cuando a su vuelta de Lovaina a Granada comenzamos a ser
colegas de profesorado. Para mí fue una intimidad respetuosa. casi filial, consciente de la
diferencia de categoría teológica que nos separaba. El solía maravillarse de que hubiéramos
llegado a ser tan amigos a pesar de nuestra diferencia de edad». Pozo, Testamento espz"rz"tual
del Padre Aldama, «Ideal», 25 de marzo de 1980, p. 11.
2 5 En su entrevista a «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13, el P. Aldama lo veía así, al
señalar, entre las raíces de su actitud teológica, a «Roma que incluso por la misma proxi­
midad a la Santa Sede me inculcó la fidelidad al sucesor de Pedro que inicialmente había
aprendido en la espiritualidad ignaciana que asimilé desde mis primeros años de formación
en la Compañía de Jesús. El cuarto voto de obediencia al Papa que hacen los jesuitas debe
forjar toda una mentalidad, también teológica, en ellos». Véase, más adelante, la nota 68.
...u..
18
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA, S. l.
una escena tan cargada de emoción religiosa como la de aquella ma­
ñana de Navidad (1929) en la Visitación de Sevilla. Era la primera
misa del anciano patriarca. Su esposa la oía tras de las rejas del con­
vento. Sus dos hijos menores la ayudaban y el P. José Antonio pre­
dicaba el sermón de primicias a su anciano padre que, por la tarde,
impuso el hábito a la nueva religiosa, doña Dolores. Las dos hijas
Esclavas no pudieron salir de su convento y tuvieron que unirse a fa
alegría de aquellos instantes con el sacrificio de su ausencia»26. Se tra­
ta de recuerdos decisivos que siempre estuvieron vivos en el corazón
del P. Aldama.
Cuando dictaba el testamento, por aquellos días, se cumplían los
50 años de su· ordenación sacerdotal. Precisamente el día en que me
lo dictaba era la fecha prevista para haberlos celebrado solemnemente
-pasada ya la celebración estrictamente familiar con sus otros cuatro
hermanos (ya he dicho que aun esa celebración tuvo que suprimirse)­
en la iglesia de las Esclavas del Santísimo y de la Inmaculada de
Granada. Por ello, en su espíritu estaba muy presente la gran mise­
ricordia que el Señor le había concedido al otorgarle cincuenta años
de sacerdote: medio siglo siendo representante de Cristo e instru­
mento suyo para proclamar su palabra y hacer su obra santificadora.
En la predicación de la palabra de Dios el P. Aldama incluía su en­
señanza teológica que siempre había considerado primariamente como
transmisión del mensaje de fe de la Iglesia27. Pero su piedad eucarís­
tica, de la que había brotado gran parte de su esfuerzo teológico
-la enfermedad le sorprendió escribiendo un tratado sobre la Euca­
ristía28 y ya en la Sacrae Theolog1:ae Summa su tratado De Sacra­
mento Unz"tatis christi'anae seu de Sanctzssz·ma Eucharzstz"a 29 representa
una de sus aportaciones más importantes a aquella dogmática30, ve
�o
COLLANTES,
Una profunda y sincera relz'gz'osz'dad marcó toda la vida del P. Aldama,
«Ideal», 25 de marzo de 1980, p. 3.
27 En la entrevista, publicada en «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13, a la pregunta
«Sin embargo, su dedicación primordial ha sido académica. ¿No considera que su actividad
ha sido así menos sacerdotal?», responde el P. Aldama: «De ninguna manera. Tengo en
cuenta que la misión primera del sacerdote es la predicación de la Palabra de Dios. La ense­
ñanza teológica ha sido para mí un modo de transmitir los frutos de la reflexión que durante
dos mil años la Iglesia ha realizado sobre esa Palabra. Si yo mismo he podido contribuir en
algún punto a reflexionar ulteriormente sobre ella, seña mi máxima aportación como teólogo.
Por otra parte, tenga en cuenta que esta especie de predicación que es la enseñanza teológica
ha estado encaminada en mi vida a la formación de sacerdotes».
28 El P. Aldama ha muerto sin poder concluir ese tratado. En este momento me es toda­
vía imposible dar un juicio sobre el grado de elaboración de los materiales que ha dejado y,
consecuentemente, sobre la facilidad de completarlos en orden a su publicación.
29 En Sacrae 'Theologia11; Sttmma, t. 4 (Matriti, 1951), pp. 217-382; ed. 2.ª (Matriti, 1953),
pp. 227-400; ed. 3. ª (Matriti, 1956), pp. 225-393; ed. 4. ª (Matriti, 1962), pp. 213-278.
30 En su entrevista a «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13, el P. Aldama consideraba
providencial «el hecho de .que habiendo dedicado yo gran parte de mi vida a estudios de Ma­
riología, me haya dedicado en estos últimos años a elaborar un tratado sobre la Euca.ristía.
19
CANDIDO POZO,
S.
l.
con especial gratitud el hecho de que tantísimas veces el Señor
Jesús hubiera querido servirse de m lengua y de sus manos para
hacerse verdadera, real y sustancialmente presente en el altar. Cuando
el P. Aldama me dictó estas palabras, me estremecí: ya no tenía
prácticamente manos y su lengua comenzaba a trabarse al hablar;
cuando su ciclo de actuación sacerdotal -no su sacerdocio, que con­
sistía en un carácter indeleble -se cerraba, su sentimiento era el de
un sereno agradecimíento a Di.os. Por otra parte, el P. Aldama, para
hablar de la presencia de Cristo en la Eucaristía, utiliza en su tes­
tamento deliberadamente la fórmula tridentina: «verdadera, real
y sustancialmente presente»31; una nota sobre la historia de las defi­
niciones eucarísticas de Trento pertenece a los escritos suyos que vio
publicados después de que la enfermedad lo atenazara32• Pero, ade­
más, la fórmula tridentina resalta todo el realismo del verbo «sen>
contenido en las palabras institucionales: «Esto es mi cuerpo» (Mt 26,26;
Me 14, 22; Le 22, 19; 1 Cor 11, 24)33• Y de este realismo se sigue la
presencia permanente: porque es, sigue siendo mientras permanecen
las especies sacramentales34• De ahí la valoración de la adoración
eucarística que él cultivó exquisitamente en su vida personal -inclu­
so durante su última enfermedad- y que fomentó en las Religiosas
Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada35• Precisa­
mente el último trabajo que el P. Aldama presentó en las Semanas
de Teología espiritual de Toledo, con las que colaboró entusiasta
y eficazmente desde que comenzaron y que aquel año ( 1978) estuvo
dedicada a la espiritualidad eucarística, estudió la actualidad -de las
congregaciones religiosas dedicadas a la adoración de la Eucaristía36•
Precisamente, ya dentro de la antigua colección Sacrae Theologiae Summa, escribí principal­
mente un tratado de Mariología y otro sobre la Eucaristía».
31 «Si quis negaverit, in sanctissimae Eucharistiae sacramento contineri vere, realz"ter et
substantialz"ter, corpus et sanguinem una cum anima et divinitate Domini nostri Iesu Christi ac
proinde totum Christum; sed dixeri.t, tantummod.o esse in eo ut in signo vel figura, aut
virtute: anathema sit». Concilio de Trento, Sessio XIII, Decretum de ss. Eucharistia, canon 1,
DS 1651; cfr Ibiºd, cap. 1: DS 1636: «Principio docet sancta Synodus et aperte ac simpliciter
profitetur in almo sanctae Eucharistiae sacramento post panis et vini consecrationem Dominum
nostrum Iesum Christum verun Deum atque hominem vere, realiter ac substantialz"ter sub
specie illarum rerum sensibilium contineri».
32 Notas tridentinas. JI. La doctrina de Lutero sobre la transubstanciación , según los teó­
logos del concilz"o de Trento, «Archivo Teológico Granadino» 42 (1979), pp. 49-59.
33 Sobre la importancia del verbo «Ser>> en orden a la objetividad de la presencia eucañs­
tica, cfr J. A. SAYÉS, Controversias redentes sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía
y sus i·mplicacz"ones teológiºco espfrz'tuales, en «Centro de Estudios de Teología Espiritual», Euca­
ristía y vzºda cristiana (Madrid, 1979), p. 54.
34 En castellano el verbo «estar>> indica una mayor transitoriedad y falta de permanencia
que el verbo «Ser>>; no es lo mismo «estar enferrno» que «ser enfermo», por poner un ejemplo
absolutamente vulgar.
35 Para . la relación del P. Aldama con este Instituto véase más arriba la nota 10.
36 Sentido actual de las Congregaciones reHgiosas dedicadas a la adoradón y a la repara­
dón eucarísticas, en «Eucaristía y vida cristiana», pp. 297-308.
20
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA,
S.
l.
Jesucristo, de quien era sacerdote, es, en el testamento espiritual,
su aspiración suprema. Proclama haberlo tenido siempre por Rey
suyo37 y pide la grandísima misericordia de estar eternamente con El.
«Estar con Cristo» es el sentido primario de la vida eterna en san Pablo
(2 Cor 5, 6ss; Fil 1,23; 1 Tes 4, 17)3ª.
Pero, junto al sentido cristológico de su vida espiritual, no podía
faltar en el P. Aldama una proclamación del sentido mariano que
siempre tuvo· su vida39• Por eso agradece a la Santísima Virgen, su
Madre y Señora, las grandes misericordias que ha tenido con él hacién­
dose presente en los momentos importantes de su vida. Hay aquí
una alusión a secretos de su vida espiritual personal que sólo él co­
nocía. Pero la apelación a María como «Madre y Señora» tiene un
trasfondo documentable. El tema de la Maternidad espiritual de
María40 y el del culto de esclavitud a la Señora41 fueron objeto de su
estudio cariñoso. Y en el P. Aldama los temas de estudio no estaban
nunca disociados de· sus vivencias espirituales.
Es importante que el P. Aldama, al repasar su vida a la luz de su
muerte cercana, agradezca también a Nuestra Señora haberle conce­
dido trabajar como mariólogo proclamando y defendiendo sus exce­
lencias y privilegios. Es característico que al restaurarse después de la
guerra la Facultad de Teología de Granada, el P. Aldama abriera
las actividades de la nueva época de la Facultad con un discurso
inaugural del curso 1939-1940 sobre Investigaciones y problemas
de la Mariología actual42• El vivió toda la problemática mariológica
que se va desarrollando desde el comienzo de su actividad teológica
37 A mi juieio, encontramos aquí otra reminiscencia de espiritualidad ignaciana; recuér­
dese la importancia, para san Ignacio, de la meditación del «Rey temporal», cfr Ejerddos
Espz"rituales, [91-98], en O bras completas de san Ignado de Loyola, pp. 218 ss.
38 Cfr Pozo, Teología del más allá (Madrid, 1968), pp. 160 ss.
39 Una vida. cristiana no es auténtica sin una seria dimensión mariana. «Si queremos ser
cristianos, debemos ser marianos». PABLO VI, Homilía .en el santuarz"o de Nuestra Señora del
Bonaria (24 de abril de 1970), AAS 62 (1970), pp. 300 s. Sobre la cuestión, cfr Pozo, María
en la Escritura y en la fe de la Iglesia (Madrid, 1979), pp. 168 ss. Sin embargo, como explica
el P. Aldama en el tratado de Espzrüualz"dad Mariana que se publica en este mismo número
de «Scripta de Maria», hay vidas espirituales con una especial acentuación de lo mariano. Así
fue la suya.
40 Dos textos antiguos sobre la maternidad espz"rz"tual de Nuestra Señora, «Ephemerides
Mariologicae» 14 (1964), pp. 395-399; Maternz"dade espiritual, «Verbo. Enciclopedia luso­
brasileira de cultura», 12, pp. 1.837 ss.
41 Cultus marianus servitutis a przºmordz"t�: usque ad s. Anselmun Cantua riensen, en «Pon­
tificia Academia Mariana Internationalis», De cultu mariano saeculis VI-XI. Acta Congressus
Marz"ologici-Mariani· zn Croatia anno 1971 celebratz� vol. 4 (Romae, 1973), pp. 403-426.
Véase también La fórmula de Consagración a Nuestra Señora de la Cofradía esclavista de
Alcalá, «SalmanticensÍS>> 6 (1959), pp. 477-481.
4 2 Granada, 1939.
21
CANDIDO POZO, S. l.
en Granada hasta su muerte43• Y no sólo como comentador teológico
de acontecimientos como la definición de la Asunción de Maña44,
la atribución del título de Reina por Pío XIl45, la promulgación del
capítulo mariano en la Constitución dogmática Lumen gentz"um del
Concilio Vaticano Il46 o la proclamación de Maña como Madre de la
Iglesia por Pablo VI47• El P. Aldama se adelanta a estos hechos ecle­
siales. Lucha por la definición de la Asunción48 y por el título de
Madre de la Iglesia49• Además de ello participa en las controversias
en torno a la corredención y toma posición en ellas50, se preocupa
del débito del pecado original en su relación con la doctrina de la
Inmaculada como camino para salvaguardar que Maña fue real­
mente redimida51, investiga la más antigua fiesta litúrgica mariana52
43 Es notable que en la bibliografía del P. Aldama no hay ningún escrito de tema ma­
riano anterior al discurso inaugural al que se refiere la nota anterior. Por tanto, debe decirse
que la actividad mariológica del P. Aldama comienza en Granada. Por lo demás, debe reco­
gerse la declaración autobiográfica del P. Aldama en su última entrevista, «Ideal», 16 de
octubre de 1979, p. 13, sobre los motivos por los que surgió en él su dedicación a la Mario­
logía: «Un tercer campo de mi actividad ha sido la Mariología. No me pregunte razones. Era
una exigencia de mi piedad filial hacia Nuestra Señora».
44 Los primeros comentarios de la Bula «Munift'centissi·mus DeUS», «Estudios EclesiásticoS»
25 (1951), pp. 375-406.
45 Consideraciones sobre la realeza de Nuestra Señora, «Estudios EclesiásticoS» 30 (1956),
pp. 459-468; Realeza de María, «Verbo. Enciclopédia luso-brasileira de cultura» 15, pp. 1.841.
46 La Santísima Virgen María ; Madre de Dz"os, en el misterz'o de Cristo y de la Iglesia, en
«Profesores de la Facultad de Teología de Granada», Const#udón dogmá#ca sobre la Iglesia.
Texto y comentario, pp. 357-425; El culto de la Santísi"ma Virgen en la Iglesia, en Condlio
Vatz"cano II, vol. 1, Comentan·os a la Const#ución sobre la Iglesia (Madrid, 1966), pp. 1.0481.084; La Madre de la Iglesia: su puesto en el Misten·o redentor, en La Iglesia, misten·o de
salvación, en la «Lumen gentz"um» (Bérriz, 1966), pp. 141-150.
47 María, Madre de la Iglesia, Razón y Fe 171 (1965), pp. 271-282; Mae da Igreja,
«Verbo. Enciclopédia luso-brasileira de cultura» 12, pp. 997. María, Madre de la Iglesia. Dos
co nferencias (Madrid, s.a. 1965).
48 La Asunción de María (Obra en colaboración con J. M. BOVER, S. l.) (Madrid, 1947),
Disquisición preliminar. La muerte de la Santísima Vfrgen, pp. 15-43; La Asundón ante el
.
Magisten·o eclesi"ástz"co . Horizontes teológz·cos de su defini bz"lidad, pp. 277-299; ed. 2. ª (Ma­
drid, 1951); La Asunción ante el Magisten·o eclesz"ásti"co. Horizontes teológi"cos de su defini·­
bilz"dad, «Estudios MarianoS>> 6 (1947), pp. 305-324; La muerte de María y el concepto integral
del misterio asuncionista, «Estudios MarianoS» 9 (1950), pp. 227-238 .
49 Mater Ecclesiae (Madrid, 1964); Mater Eccleszae,
«Ephemerides Mariologicae» 14
(1964), pp. 441-465; María, Madre de la Iglesia, «Boletín Oficial del Arzobispado de Gra­
nada» 118 (1964), pp. 236-246.
5 0 La cooperación de María a la redención por modo de satisfacción por el pecado, «Estu­
dios MarianoS>> 2 (1943), pp. 179-193; Posz'ción actual del Magisten·o Eclesiástico en el proble­
ma de la Corredención, «Estudios Marianos» 19 (1958), pp. 45-75; De relatione B. V. Mariae
=
ad redemptionem Christi: comparatz"one z"nstituta z"nter ipsam et fi"deles seu omnes homines,
en «Pontificia Academia Mariana Internationalis», Maria et Ecclesia. Acta Congressus Man·o­
logzd-Manani· z"n Cz"tn"tate Lourdes anno 1958 celeb ra#, vol. 2 (Romae, 1959), pp. 119-136;
Co-reden�ao de. Nossa Senhora, «Verbo. Enciclopédia luso-brasileira de cultura» 5, p. l. 747.
5 1 Boletín Man·ológz"co. En torno a la redención preservatz·va, «SalmanticensiS» 1 (1954),
pp. 722-737. Véase también Documentos en torno a Gonzalo de Albornoz y su negación del
.
déb ito de pecado original en Nuestra Señora. Introducción y edzdón, «Archivo Teológico
Granadino» 17 (1954), pp. 149-232.
22
�������·
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA, S. l.
o atribuye a Suárez la paternidad de la primera Mariología cientí­
fica53, por citar una somera lista de temas mariológicos de los que
se ocupó. Insisto en que con ello no soy exhaustivo con. respecto a los
muchos otros que trató en su amplia producción mariológica54• Pero,
aparte de ellos, el P. Aldama es autor de una excelente síntesis de
Mariología en la serie Sacrae Theologzae Summa55•
Seguramente la obra mariológica más importante del P. Aldama
es María en la Patrística de los siglos I y II56• Así la valora él mismo
en su última entrevista, concedida a «ldeal»57• Pero el testamento
espiritual nos hace descubrir que en su valoración afectiva él colo­
caba en primer lugar otros dos libros: Virgo Mater58 y De quaestione
mariali in hodierna vz"ta Ecclesiae 59• En efecto, al agradecer a la San­
tísima Virgen el haberle concedido escribir en favor de sus excelen­
cias y privilegios, la gratitud del P. Aldama se centra, de modo es­
pecial, en haber podido defender la virginidad de María y su culto
verdadero. Virgo Mater es la historia del dogma de la virginidad
de María en el parto, atacada, como es sabido, desde el libro de
A. M ITTERER, Dogma und Biologie der heiligen Familie nach dem
Weltbild des hl. Thomas von A.quin und dem der Gegenwart 60, y De
quaestione marzali in hodierna vita Eccleszae es una respuesta al libro
de R. LAURENTIN, La question marzale 6 1, el cual, en cuanto crítica
al movimiento mariano contemporáneo, implicaba un intento de
freno a los modos de expresión de culto, especialmente a los popu. lares, tributados a Nuestra Señora62• En sus declaraciones ya citadas
52
La primera jz"esta l#úrgz"ca de Nuestra Señora, «Estudios Eclesiásticos» 40 (1965),
pp. 43-59.
53 El sen#do moderno de la Mariología de Suárez, en «Actas del IV Centenario del naci­
miento de Francisco Suárez», t. 2 (Madrid, 1949), pp. 55-73, publicado también en «Gaceta
Oficial del Arzobispado de México» (1949), pp. 516-534; Pieté et systeme dans la Marz"ologz·e
du «Doctor Exz"mz"us», en H. Du MANOIR, l'v!aria. Etudes sur la Sainte Vierge, t. 2 (París,
1952), pp. 975-990; Un resumen de la primera Marz"ología del P. Francisco Suárez. Introduc­
ción y edición, «Archivo Teológico Granadino» 15 (1952), pp. 293-337.
54 Remito, de p.uevo, a Pozo, Biblz"ografía Mariana del R. P. José A. de Aldama, S. l.,
«Scripta de Maria» 2 (1979), pp. 511-518.
55 Mariología, seu de Matre Redemptorú, en «Patres Societatis Iesu in Hispania Professo­
reS», Sacrae Theologiae Summa, t. 3 (Matriti, 1950), pp. 287-418; ed. 2.ª (Matriti, 1953),
pp. 331-478; ed. 3.ª (Matriti, 1956), pp. 331-486; ed. 4.ª (Matriti, 1961), pp. 323-481. Véase
también Mariología, en «Enciclopedia del mundo católico», t. 2 (Madrid, 1968), pp. 737-768.
56 Madrid, 1970.
57 16 de octubre de 1979, p. 13: «Pienso que, aparte de mi tesis doctoral, mi obra más
importante es María en la Patrística de los siglos I y Il».
58 Estudios de teología patrís#ca (Granada, 1963).
59 Romae, 1964. Existe traducción española: María en el tiempo actual de la Iglesia
(Zaragoza, 1964)
60 Wien, 1952.
61 París, 1963.
62 Sobre la intervención de Balié en la génesis de este libro del P. Aldama (Balié fue quien
pidió al P. Aldama urgentemente la elaboración de una respuesta que el mismo Balié se
apresuró a publicar en una de las colecciones de la «Pontificia Academia Mariana Interna. •
23
CANDIDO POZO, S. l .
a «Ideal», el P. Aldama afirmaba explícitamente que estos libros eran
los que mayor satisfacción le habían producido63•
Después de evocar brevemente su devoción mariana, como una
afectuosa relación entre Madre e hijo64, el P. Aldama expresaba su
deseo de morir en los brazos de María.
Su vocación a la Compañía de Jesús es otra gran misericordia que
el P. Aldama agradece al Señor en su testamento. Ella ha sido su
Madre y a ella, después de Dios y sus padres, confiesa deber cuanto
es y tiene. Declara, con la sinceridad que da la proximidad de la
muerte, que siempre ha querido su progreso en el bien y en esa hora
decisiva para cada hombre desea que la Compañía de Jesús viva,
cada día más, la Fórmula del Instituto y las Constituciones que Dios
por san Ignacio le dio. En estas frases sumamente pensadas y mati­
zadas el P. Aldama explica y justifica su posición intrajesuítica en los
años difíciles de la crisis posconciliar y a la luz de estas frases debe
ser entendida cualquier actitud suya concreta65•
El P. Aldama se siente colmado de misericordias de Dios. Pero
en Le 18,9- 14, Jesús explicó que hay una sola actitud que permite
que el hombre sea aceptado por Dios: que el hombre se presente
ante Dios como pecador, ya que todo hombre lo es66• La conciencia
cional» ), cfr Pozo, La contn"bución del P. Carlos Balié, O.F. M. a la Mariología, en P. Garlo
Balié O.F. M. , p. 58.
6 3 «Ideal», 16 de octubre de 1979, p. 13: «Si me pregunta qué libros me han producido
más satisfacción, le <liria que Virgo Mater, donde hago la historia del dogma de la Virginidad de
Maria en el parto, y De quaesttone manalz: que me permitió defender el culto a Nuestra
Señora en momentos en que se le atacaba».
64 «Ella ha sido siempre Madre buena conmigo y yo he querido serle hijo fiel» (palabras
del P. Aldama en su testamento espiritual). Sobre la conexión entre su piedad filial a Maria
y su dedicación a la Mariología véase la declaración autobiográfica del mismo P. Aldama,
reproducida más arriba en la nota 43.
65 No se revela ningún secreto diciendo que el P. Aldama compartía plenamente la posi­
ción -expresada por J. CARD. DANIÉLOU, Deviazi"onz· pen·colose, en «Radio Vaticana», Puo
cambiare la vt"ta relt"giosa? (Citta del Vaticano, 1972), pp. 35-38. Por el contrario, no es ima­
ginable en la pluma del P. Aldama un artículo «desdramatizador» como el de J. ITURRIOZ, R e­
comendadones del Papa Juan Pablo JI a la Compañía de jesús, «Manresa» 52 (1980), pp. 5-16
(por cierto, no parece que una alabanza de los «Ejercicios EspiritualeS» de san Ignacio, hecha
por el Papa, tenga mucha relación con un juicio de valor sobre situaciones actuales de hecho).
66 EL CONCILIO DE TRENTO, Sessio VI, Decretum de t"ustificatione, cap. 11: DS 1536, nos
recuerda que la oración dominical fue pensada y compuesta por Jesús para que la dijeran
también - y primariamente- los hombres en estado de gracia, los cuales, a pesar de encon­
trarse en ese estado de justicia, al decir diariamente el. «padre nuestro» tienen que incluir en
su fórmula con humildad y verdad las palabras de petición de perdón que en él se contienen:
«Nam iustorum illa vox · est et humilis et verax: Dt"m#te nobis debita nostra (Mt 6,12)». El
mismo Concilio, ibid., cap. 16: DS 1 549, insiste en la frase de Sant 3,2: «in multis offendimus
omneS» . Es finalmente muy importante la definición del canon 23: DS 1573: «Si quis hominem
semel iustificatum dixerit [ . . . ] posse in nota vita peccata omnia venialia vitare, nisi ex speciali
Dei privilegio, quemadmodum de beata Virgine tenet Ecclesia: an. s.»; por cierto, la impor­
tancia mariológica de este canon fue estudiada por el P. ALDAMA, El valor dogmático de la
doctn·na sobre la inmunidad de pecado venial en Nuestra Señora, «Archivo Teológico Grana­
dino» 9 (1946), pp. 53-67. Para la explicación teológica de la necesidad de que el hombre
24
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA, S. l.
de tantas misericordias hace percibir más vivamente la pequeñez del
hombre. Precisamente mirando a esa pequeñez es necesario pedir
perdón a Dios y a los hermanos y esperarlo todo, una vez más, de la
misericordia divina.
La lectura del testamento espiritual del P. Aldama nos lo mues­
tra, ante todo, como un hombre de fe. La elección gratuita en Cristo
a la fe y a la gracia en la Santa Madre Iglesia Católica es la gran
misericordia que el P. Aldama evoca, en primer lugar, cuando de la
afirmación general («soy todo, pura misericordia»), pasa a los reco­
nocimientos de los beneficios concretos de Dios. Hombre de fe, quiso
ser sumamente fiel a los contenidos de esa fe67• Sin esta fidelidad
a los contenidos, su fe hubiera quedado en mera adhesión abstracta.
Por esta fidelidad a los contenidos se comprende también su adhesión
al magisterio68• Este mismo deseo de fidelidad le hizo valorar enor­
memente los «Credos». Al estudio del Credo del Concilio 1 de Toledo
consagró su tesis doctoral69• Por aquellos años estudió también el
Credo «Clemens Trinitas»7º. Mucho más tarde dedicó un fino y pe­
netrante artículo a comentar el «Credo» de Pablo VI71• Poco antes
había escrito otro bello artículo sobre el origen de los «Credos»72•
Pero hay otro hecho muy poco conocido y que, a mi juicio, re­
viste una importancia singular. Del 25 al 29 de octubre de 1944 se
celebraba un Concilio provincial en Granada73• En él se decidió em­
palmar con Ja antigua tradición de los concilios españoles ( recuér­
dense los «Credos» de los concilios de Toledo)74 y hacer preceder los
decretos de un «Credo» propio75• Hoy no hay ya motivo alguno para
se presente ante Dios como pecador, cfr K. RAHNER, A ngustia y salvación, trad. esp. (Madrid,
1953), pp. 119-139 (se trata de un bello capítulo que lleva como título: La oración de la
culpa).
67 El P. Aldama fue, por ello, muy sensible a determinadas problemáticas modernas que
en nombre del pluralismo teológico podían inducir un pluralismo en la fe: Pluralismo teologico
o pluralismo dogmatz"co'!; «Renovatio» 7 (1972), pp. 159-166; El pluralismo teológico actual, en
Los mouimzºentos teológicos secularzzantes. Cuestiones actuales de metodología teológica (Ma­
drid, 1973), pp. 1 65-189.
68 En la raíz de esta su adhesión al magisterio está, sin duda, su honda espiritualídad
ignaciana. Recuérdese la regla 13 «para el sentido verdadero que en la Iglesia militante debe­
mos tener», Ejerddos Espzrz"tuales (365], en O bras completas de san Ignacio de Loyola, p. 272.
Véase también más arriba la declaración autobiográfica del P. Aldama recogida en la nota 25.
69
El Símbolo Toledano J. Su texto, su origen, su poszºdón en la historia de los Símbolos
(Romae, 1934).
70
71
72
73
El símbolo «Clemens TrzºnitaS», «Gregorianum» 14 (1933), pp. 485-500.
La Profesión de Fe de Pablo VI, «Estudios Eclesiásticos» 43 (1968), pp. 479-505.
Origen de las fórmulas dogmáticas, «Estudios EclesiásticoS» 43 (1968), pp. 5-14.
Concilium Provinciale Granatense. Granatae habitum diebus, 2.5-29 Octobris anno 1944,
«Boletín Oficial del Arzobispado. de Granada», número extraordinario de 15 de octubre de
1946.
74 Credo del Concilio I de Toledo, DS 188 ss; Credo del Concilz"o III de Toledo, DS 470;
Credo del Concilz"o IV de Toledo; DS 485; Credo del Condlz"o VI de Toledo, DS 490-493;
Credo del Condlzo XI de Toledo, DS 525-541; Credo del Condlz"o X VI de Toledo, DS 568-575.
75 «Concilium Provinciale Granatense, amiquam Conciliorum Hispanorum consuetudinem
25
CANDIDO POZO, S.
l.
silenciar que el autor de esa fórmula, que el Concilio provincial de
Granada hizo suya como expresión de su fe, fue el P. Aldama76.
Por ello permítaseme concluir estas líneas de recuerdo del gran maes­
tro que el Señor ha llevado consigo, reproduciendo un texto que hoy
me complazco en llamar «la Profesión de fe del P. Aldama»77:
- Credz"mus et veradter confüemur
- Sanctam et zndz"vz"duam Trz.nz"tatern, Patrem et FzUum et Spfrüum
Sanctum,
-unum esse Deum, rerum omnz"um prznczpz·um et fznem;
- cuz·us i·mperfecta possessz·one per · fz"dem, spem et charz·tatem sanctifz·camur zn terris;
- cuz·us perfecta possessz·one per 1.l'tsz·onem, fruz.tz'onem et amorem
beabz·mur z"n caelis.
- Credz"mus Domznum Nostrum Iesum Chrzstum, verum Deum et
verum homz"nem,
-Sacerdotem aeternum et unz·versorum Regem et Magistrum,
-nos totumque mundum per merzºta passz·onis et mortis suae a servüute daemonis redemzsse 78•
- Credz·mus Beatam Marzam79 semper Vzrgznem, Matrem Dei� Matrem
quoque nostram,
sequens, etsi iam praescriptam fidei professionem emiserit, initio tamen laborum suorum fidem
profiteri gaudet». Concilium Provzndale Granatense, «Boletín Oficial del Arzobispado de
Granada», 15 de octubre de 1946, p. 7.
7 6 El P. Aldama hizo una breve presentación del texto de este Credo en una interesante
nota: Un nuevo símbolo de fe, «Estudios EclesiásticoS>> 21 (1947), pp. 357 ss.
77 La estructura del Credo del Concilio de Granada de 1944 corresponde a la que en
la clasificación que hizo el P. ALDAMA, El Símbolo Toledano I, pp. 78-83, se llama esquema
VI (pp. 80-83) y que es precisamente la del Credo del Concilio 1 de Toledo; el hecho es
interesante, pues el P. Aldama demostró no sólo el origen español de ese esquema, sino su
fuerte raigambre española que se remonta al Libellus fidei· de san Gregorio de Elvira (hacia
360-361) (ibid., pp. 91-96).
7S «La afirmación neta del dogma de la Redención forma también un carácter muy mo­
derno completado sin duda por las reminiscencias litúrgicas del Sacerdocio eterno de Jesu­
cristo y de su reinado». ALDAMA, Un nuevo símbolo de fe; «Estudios EclesiásticoS» 21 (1947),
p. 358. Sin duda, por lo que se refiere a la realeza de Cristo, seguía pesando en su corazón
el impacto de la Encíclica Quas primas de Pío XI, DS 3.675-3.679, vivida en la solemnidad
litúrgica ligada a ella; pero el tema tiene sus últimas raíces para el P. Aldama en la espiritua­
lidad ignaciana, como hice notar cuando en su testamento espiritual se refiere a Cristo como
«mi Rey»; véase más arriba la nota 37.
79 A propósito del Credo de Pablo VI había escrito el P. ALDAMA, La Profesión de Fe
de Pa blo VI, «Estudios EclesiásticoS>> '43 (1968), p. 488: «La inclusión de un amplio pasaje
dedicado a la Santísima Virgen es una gran novedad sin precedentes en la historia de los
Símbolos de fe»; cfr también Pozo, El Credo del Pueblo de Di.os, ed. 2. ª (Madrid, 1975),
p. 130, donde, de hecho, dependo de esta afirmación del P. Aldama. Sin embargo, mirando
a toda la historia literaria de los Símbolos de fe, la afirmación no es del todo exacta. Se había
adelantado el mismo P. Aldama. Presentando el Credo del Concilio Provincial de Granada de
1944, escribía: «La primera nota de modernidad nos la ofrece el esquema mismo, que ha sido
ligeramente modificado y ampliado para dar cabida a la Mariología, de una manera desta-
26
IN MEMORIAM, JOSE ANTONIO DE ALDAMA,
S.
l.
-ab omni" prorsus peccati la be immunem fuisse servatam;
-eamque corpore etz"am in caelis degentem, i·uxta catholicam doctrinam devotissime profüemur;
-atque in opus dz'.vinae Redemptionis a Christo adscitam80,
-ab Eoque gratz"arum omnium Medz"atricem constitutam, pz�e ad
mentem Ecclesz"ae agnoscimus.
- Credimus Sanctam Ecclesz"am,
-societatem perfectam a Christo Domino hierarchice sub Romano
Pontifice institutam,
-Magistram totius veritatis relzgiosae irifallibilem,
- extra quam nulla salus,
- eamdem esse Corpus Christi mysticum,
- totius sanctitatis fontem et radicem.
- Cuius iura sancte tenenda ac perpetuo defendenda proft:temur.
-In hac fide vi'uimus; in ea, Deo opitulante, moriemur 8 1 •
Efectivamente, por lo que respecta a l a persona del P. Aldama,
hombre consecuente en todas sus actitudes, podemos decir gozosa­
mente: en esta fe vivió; en ella, con la ayuda de Dios, murió.
cada, como se comienza a hacer ya en las clases y en los manuales teológicos. Sabido es que
esta parte de la Teología está tomando en la actualidad una extensión marcadísima». Un
nuevo símbolo de fe, «Estudios EdesiásticoS» 21 (1947), 358.
80 Para la cualificación teológica de esta afirmación, cfr Pozo, La asociadón de María
a la obra de la salvadón, «Scripta de Maria» 2 (1979), pp. 461-475.
81 Texto del Credo en Condlium Provinciale Granatense, «Boletín Oficial del Arzobispado
de Granada», 15 de octubre de 1946, p. 7.
27
Descargar