Hogar Sor Eusebia Nº1 / 2013 REPORTAJE Historias de exclusión, historias de esperanza ENTREVISTA J.V. Martínez Rico, presidente del hogar: “Ayudando a los demás, me ayudo a mí mismo, soy feliz” Nueva etapa La junta directiva apostó por la profesionalización de todas las áreas que integran la cartera de servicios de Sor Eusebia Hogâr Sor Eusebia Edita: Hogar Sor Eusebia Junta directiva: Presidente: José Vicente Martínez Rico Vicepresidenta: Rosalía Martínez Velasco Tesorera: Amparo Otero Rey Secretario: Ricardo Gómez Pico Vocales: Manuel Marcos Franco Otero Juan Ramón Rojo de Castro José Luis Quintela Julián Reynaldo Corral Francos SUMARIO Editorial Redacción: A. Losada, Alberto Leyenda, Víctor Porto y Pilar G. Pérez Nueva etapa. Un hogar con sólidos cimientos Diego Utrera: “Me interesó el Hogar Sor Eusebia por el gran valor social de su trabajo” Víctor Hugo Castillo: “No renuncié al hábito, mi labor siempre será la caridad“ Dolores Mosquera: “El trabajo es duro, pero es raro el día que no me saca una carcajada” José Manuel Mendoza: “Tenemos que ser eficientes con nuestros recursos para dar un servicio de calidad” Un día en Sor Eusebia Fotografía: Alberto Leyenda y archivos del Hogar Sor Eusebia y Aguamarina, comunicación y eventos Testimonios. Historias de exclusión, historias de esperanza Semana cultural en el hogar Director: Paco Docampo Diseño y maquetación: Marta Álvarez Produción: Aguamarina, Comunicación y Eventos. aguamarinacomunicacion.es Imprenta: Mundo Depósito Legal: C 2489-2013 03 04 08 10 12 14 16 19 23 24 Jacobo Rodríguez-Losada: “Con el edificio de Sor Eusebia busqué albergar al máximo número de personas en el mínimo espacio” ENTREVISTA. 26 JOSÉ VICENTE MARTÍNEZ RICO: “Ayudando a los demás, me ayudo a mí mismo, soy feliz” MECENAS 32 HISTORIA DEL HOGAR SOR EUSEBIA. 36 Todo empezó con siete camas y un pozo MEMORIA VIVA 38 AMPARO OTERO: “Lo que hago en Sor Eusebia no es un esfuerzo, es una satisfacción” RICARDO GÓMEZ PICO: “En el hogar, ves 40 una parte de la sociedad que suele estar oculta” IN MEMORIAM. 44 Carmen Rodríguez-Losada ‘Mi prima Carmiña’, por Camilo José Cela 46 Heliodoro de Vicente, embajador de Sor Eusebia en Galicia OPINIÓN. Carlos Negreira, Mar Barcón, Diego Calvo, Beatriz Mato SOR EUSEBIA. Fe y determinación. 47 48 51 HOGÂR / 3 EDITORIAL Dos décadas después de su fundación, el Hogar Sor Eusebia inicia una etapa más acorde con las exigencias de la sociedad del siglo XXI. Un nuevo período caracterizado por la profesionalización. Ahora no solo funcionamos desde la buena voluntad sino desde el conocimiento y el saber. Eso sí, sin perder nuestro espíritu fundacional: ayudar a los que menos tienen y más necesitan, a los excluidos de la sociedad, a los que nadie quiere. Ayudar a los que están tirados en nuestras calles, a los enfermos que carecen de un lugar para morir. Atender a nuestros hermanos machacados por la vida. La junta directiva de Sor Eusebia hemos tenido que tomar una decisión difícil. Este paso hacia la profesionalización de nuestra cartera de servicios supone un incremento de los gastos en un momento en que no es fácil captar nuevos recursos. Pero una vez más, confiamos en la protección divina y en la ayuda de nuestros socios y mecenas. Entre todos, estabilizaremos una estructura funcional y orgánica que, estamos seguros, redundará –está redundando ya– en una mejor atención y en una mejor calidad de vida de los residentes: nuestro primer objetivo, nuestra razón de ser. Hemos tenido la fortuna de incorporar a nuestra asociación a personas de amplio recorrido profesional y contrastado currículum en su ámbito de actuación. Lo hemos hecho no solo por las exigencias de las distintas administraciones sino desde una profunda convicción. Asumimos con agrado el pasado, protagonizado por los anteriores equipos gestores, a los que agradecemos su dedicación y esfuerzo, e iniciamos una nueva andadura con ilusión y esperanza. Con ánimos renovados, editamos Hogar Sor Eusebia para informar a nuestros socios y mecenas, a las instituciones y a la ciudadanía qué hacemos en nuestra sede de Bens, cómo es la vida de los residentes puertas adentro, en qué gastamos lo que generosamente nos donan y cómo han transcurrido nuestros casi veinte años de existencia. Con esta publicación pretendemos, también, llegar a más corazones generosos, con la esperanza de ampliar nuestra nómina de socios que nos permita mantener no solo nuestra actividad sino mejorarla e incrementarla. Por eso recabamos la ayuda de nuestros lectores porque las necesidades, en estos momentos de crisis, son cada vez mayores y más acuciantes. A todos los que nos echan una mano y a todos los que se decidan a sumarse a esta buena causa gracias, muchas gracias. Junta directiva del Hogar Sor Eusebia NUEVA ETAPA NUEVA ETAPA Un hogar con sólidos La profesionalización de Sor Eusebia ha ido desde la dirección hasta todos los servicios que se prestan a los residentes Por ARTURO LOSADA Diego Utrera, director del Hogar Sor Eusebia desde el mes de mayo de 2013, es la cabeza visible de la nueva etapa de la institución. Formado en Francia, respondió a la oferta de empleo que José Vicente Martínez Rico publicó en la prensa, solicitando un profesional que se hiciese cargo del bienestar de los residentes y de la buena marcha del hogar. “Este es un centro de inclusión social, donde lo primero es darle un techo a quien lo necesita –asegura– pero donde también debemos procurar que desarrollen conductas lo más próximas posibles a lo que se considera normal. Al fin y al cabo, el hogar forma parte de la sociedad”. El edificio situado en el Lugar de Mazaido, en Bens, no ha cambiado su apariencia externa, pero sí su interior. Diego Utrera habla de “transformación” para referirse al momento actual. Desde su punto de vista, durante el período de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, “el trabajo se realizó con buenas intenciones. Nosotros las mantenemos, pero añadiendo la perspectiva de una gestión profesional”. El primer paso de este cambio fue establecer una infraestructura organizativa, que es “la osamenta de toda institución, la que hace que funcione”. HOGÂR / 5 HOGÂR / 5 Diferentes áreas del hogar cimientos El núcleo de esta organización lo forman el propio Utrera y el subdirector, Víctor Hugo Castillo, quienes residen en el hogar las 24 horas del vía, y viven y conviven con los residentes. Mano a mano con ellos colabora la trabajadora social, Dolores Mosquera, que gestiona el historial social de los internos. Y completan la plantilla del hogar el administrador, José Manuel Mendoza -que se ocupa de gestionar y controlar las cuentasy la cocinera, Encarna Queijo, de cuyas manos salen los menús de toda la semana, combinando con imaginación y creatividad los alimentos disponibles. La mayoría llegan a través de donaciones que provienen esencialmente del Banco de Alimentos, pero también de empresas y comerciantes, aunque algunos, como la carne o la fruta, se compran cuando son necesarios para completar una dieta sana y equilibrada. Otros servicios se encuentran externalizados para una mayor eficiencia y un menor coste. Así, se ha contratado a una profesional para atender la enfermería del hogar adaptando su funcionamiento a los patrones actuales vigentes en la materia. Se estableció un protocolo para repartir la medicación y se crearon registros de las distintas prestaciones prodigadas a los residentes: controles de peso, tensión arterial, curas, tratamiento de diabéticos, etcétera. También se han producido mejoras en cuanto a la higiene y el cuidado personal de los que viven en la institución. Antes esta tarea se encomendaba a algunos residentes, de manera que los más autónomos debían velar por la higiene de los más dependientes. Ahora, una auxiliar de geriatría se hace cargo de estas tareas, y controla que todo el mundo se duche, que las camas estén hechas y las habitaciones organizadas. Del mismo modo, la limpieza diaria la realiza una empresa exterior, si bien esta tarea es asumida por un grupo de residentes los fines de semana. “Hasta ahora, el trabajo se realizó con buenas intenciones. Nosotros las mantenemos, pero añadiendo una gestión profesional” Diego Utrera, director NUEVA ETAPA El director, el subdirector y la trabajadora social forman el núcleo duro de esta nueva etapa. La plantilla fija se completa con el administrador y la cocinera “Al dejar estos asuntos en manos de profesionales podemos estar seguros de que funcionan, y establecemos una organización de la convivencia diaria, una base sobre la que trabajar”, explica Utrera. Y, desde ahí, se marca el camino hacia una vida normalizada, que se refuerza con una cartera de actividades y servicios. En palabras del director: “Procuramos ofrecerles conocimientos, hábitos y prácticas útiles para la vida diaria, como la actividad de inicio a la informática, que acabamos de poner en marcha, o el taller de habilidades sociales. Para eso contamos con el apoyo de una terapeuta ocupacional”. Por otra parte, y como una vía más de integración, el hogar ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para que los residentes puedan participar en actividades en el exterior, como natación o gimnasia. De este modo, cuidan su salud al tiempo que mejoran sus habilidades sociales. “Esta es una oferta que nos gustaría ampliar, y estamos buscando el apoyo de otras instituciones para conseguirlo, para que cada uno tenga la oportunidad de acercarse a lo que más le interese”, sostiene Diego Utrera. Aquellos residentes que lo desean también pueden emplear sus habilidades para ayudar al buen funcionamiento del hogar, trabajando en la cocina, en labores de intendencia o cultivando la pequeña huerta habilitada junto al edificio, entre otras cosas, pues siempre hay algo que hacer. Otros servicios como la enfermería o la limpieza, se encuentran externalizados “Establecemos una organización pensada para ser compatible con la sociedad. Queremos que todos los residentes sean capaces de desenvolverse por sí mismos, ir al médico o salir a tomar un café. Nuestra meta es ir más allá de proporcionarles bienestar y cuidados”, explica el director. “Muchas de las personas que llegan a nuestras puertas tienen graves secuelas de sus experiencias anteriores. Físicas, en algunos casos, pero, sobre todo, psicológicas. Por lo tanto, queremos ayudarles a recuperarse”, añade. Esto empieza por establecer pautas de conducta básicas, como comer en horas fijas, ducharse y mantener un mínimo de orden personal. Son cuestiones que es fácil olvidar cuando uno duerme en la calle, pero que ayudan a “reestructurar una mente dañada”. Las normas, y el contenido que se oculta tras ellas, tienen la virtud terapéutica de devolverles a las personas el autorrespeto. Como señala Utrera, “en estos casos, no hay medicinas milagrosas, la cura se consigue día a día”. HOGÂR / 7 Otras dependencias del hogar, con la cocinera, la auxiliar de geriatría y la enfermera Aquellos residentes que lo desean pueden emplear sus habilidades para ayudar al buen funcionamiento del hogar No obstante, Sor Eusebia no funciona como un cuartel, sino como un hogar familiar. Como explica su director, “quienes viven aquí disponen de bastante libertad, a cambio de asumir también algunas responsabilidades. Además, ellos saben que siempre hay alguien para ayudarles, aunque no siempre nos vean, y eso les da más seguridad que un control estricto”. Como novedad, del 9 al 13 diciembre, se organizó una semana cultural con la colaboración de colectivos como la Casa de Andalucía, la Tuna de Veteranos, y los coros Allegro ma non troppo y el grupo de teatro Entre lusco e fusco, ambos formados por miembros del Centro Socio-comunitario del Barrio de Las Flores. Los propios residentes interpretaron, el jueves día 12, dos piezas de teatro breve y escenificaron algunas escenas humorísticas. También se celebraron torneos de ajedrez, dominó y tute. Para Diego Utrera, el siguiente paso debería ser “pensar en la reinserción laboral. Dadas las secuelas y comportamientos problemáticos de muchos de ellos, es casi imposible que consigan un empleo normal por su cuenta, pero existen programas especializados que pueden serles de utilidad. Así, podrían obtener independencia y recursos económicos, lo que nos permitiría que algunos, con apoyo y tiempo, logren reincorporarse a la sociedad”. Por otra parte, la institución ha ultimado acuerdos con las La institución ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento para ofrecer actividades como natación o gimnasia universidades de Santiago y A Coruña para que los estudiantes de Trabajo Social y Terapia Ocupacional, respectivamente, puedan realizar prácticas en el hogar. “De este modo, no solo contaremos con ayuda, sino que se nos reconocerá como un organismo formador.” “Para las personas que viven aquí no hay medicinas milagrosas, la cura se consigue día a día” Diego Utrera El Hogar Sor Eusebia, declarado de Utilidad Pública por el Gobierno de España y premio Melvin Jones del Club de Leones, ha cambiado mucho desde aquel refugio que solo aspiraba a darle un techo y una comida caliente a quienes más la necesitaban. Y, durante esta nueva etapa, cambiará aún más, siempre por el bien de los que menos tienen y a los que pocos quieren. NUEVA ETAPA Diego Utrera: “Me interesó el Hogar Sor Eusebia por el gran valor social de su trabajo” El nuevo director vive y convive con los residentes, a quienes conoce y trata cara a cara Por A. LOSADA D iego Utrera es la cabeza visible del equipo que dirige el Hogar Sor Eusebia en su nueva etapa. Desde mayo de este año ocupa el puesto de director del albergue y pone su amplia experiencia al servicio de la institución y sus residentes. Nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz), en 1950, emigró a Francia en su juventud. Allí se licenció en Psicología y se formó como director de centros sociales, en un programa de 700 horas homologado por la Escuela Nacional de Salud Pública del país galo. En 1979 fue nombrado director adjunto de un centro de día para niños psicóticos, situado HOGÂR / 9 Permaneció allí tres años, hasta que cruzó de nuevo la frontera española. Trabajó durante algún tiempo en un centro geriátrico de Málaga, hasta que pudo jubilarse por la Seguridad Social francesa. “Estuve un tiempo sin hacer nada, pero se me hizo muy cuesta arriba”, recuerda Utrera. Fue entonces cuando vio en la prensa un anuncio del Hogar Sor Eusebia, en el que se solicitaba un nuevo director. Según él mismo explica: “La oferta me interesó por el gran valor social que percibí en ella. La vi como una oportunidad de ser útil y poner un broche a mi carrera profesional”. Así, llegó al Lugar de Mazaido, dispuesto a capitanear una nueva etapa para la institución. En Francia, fue responsable de un hospital de niños psicóticos y de un complejo de centros para adultos discapacitados en la localidad de Senlis, en el departamento del Oise, unos 40 kilómetros al norte de París. En 1987 regresó a España, para hacerse cargo del departamento de Servicios Sociales Especializados en el Ayuntamiento de Jerez, puesto en el que permaneció durante una década y media. Con el cambio de siglo, en 2000, regresó de nuevo a Francia, cuando recibió una oferta para trasladarse a Beuvais a dirigir un complejo de dos centros sociales, uno destinado a adultos con deficiencias mentales y otro para residentes que sufrían tanto discapacidad psíquica como física. Utrera ha dirigido el Departamento de Servicios Sociales Especializados del Ayuntamiento de Jerez y un centro geriátrico en Málaga “Es curioso, pero en mis últimos años, cuando todo el mundo busca un puesto relajado, yo me he incorporado a uno realmente exigente en el plano físico. Estoy disponible 24 horas al día y siete días a la semana, pero no me arrepiento. Sé que lo que estoy haciendo vale la pena”, asegura. Utrera vive en el hogar, y convive en todo momento con sus ocupantes, a los que conoce cara a cara. La puerta de su despacho está siempre abierta, y desde allí resuelve consultas y afronta los problemas del día a día, con un estilo que aúna cordialidad y eficiencia. Tanto se ocupa de coordinar las visitas al médico de los residentes como revisa los desperfectos en el edificio o atiende a un recién llegado que necesita un nuevo par de zapatos. Nada de lo que sucede en Sor Eusebia le es ajeno. NUEVA ETAPA Víctor Hugo Castillo: “No he renunciado al hábito, mi labor siempre será la caridad” El subdirector del Hogar Sor Eusebia, antiguo hermano misionero, ha sido un testigo de excepción del cambio de etapa que vive la institución Por A. L. V íctor Hugo Castillo representa, en cierto modo, la nueva etapa que se abre en el Hogar Sor Eusebia. Miembro de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, llegó al hogar durante los últimos meses en los que estuvo bajo la dirección de esta asociación de fieles y chocó con la forma de hacer las cosas en aquellos momentos. Fue testigo de la transición en primera persona y, en una decisión que define como “muy dura y difícil”, optó por dejar la vida consagrada y continuar en el hogar, ayudando a los demás, como subdirector del centro y mano derecha de Diego Utrera. “No he renunciado al hábito, mi labor siempre será la caridad”, aclara. Nació hace 30 años en la capital de Perú, Lima. Y a los 26, supo que quería dedicar su vida a ayudar a los demás. Entró en los Hermanos Misioneros y fue destinado al norte del país andino, a un refugio para necesitados. “Allá las causas de la pobreza extrema son muy distintas y tienen más que ver con la vejez y el abandono, pero no se ven tantas enfermedades mentales”, explica. Dos años después, su presencia fue requerida en España, y se trasladó a Vigo, al hogar que la asociación regenta en Teis. Permaneció allí durante casi un año, hasta que fue destinado a A Coruña para servir de relevo generacional en Sor Eusebia. En el edificio de Bens se encontró con que “las cosas no funcionaban, aunque intentábamos ayudar”. Se esforzó al máximo, siempre por el bien de los residentes, y su trabajo llamó la atención de la junta directiva. Cuando se puso en marcha la nueva etapa del hogar, José Vicente Martínez Rico, presidente del Hogar Sor Eusebia, no quiso prescindir de Víctor Hugo Castillo, pues Entró en la vida religiosa a los 26 años y realizó trabajos humanitarios en Perú, hasta que se trasladó a Vigo HOGÂR / 11 “Las cosas no funcionaban con los hermanos, aunque intentábamos ayudar” se paraban a saludarme, me pedían consejo e incluso me invitaban a sus casas. En España no ocurre lo mismo, se ha perdido esa relación”. consideraba que aún tenía mucho que aportar, así que le pidió que se quedara. Para el joven peruano, esta oferta supuso un terrible dilema. “Puso a prueba mis convicciones”, asegura. Él era consciente de que en el hogar se estaban realizando muchas buenas obras, y que la labor de los Hermanos Misioneros era “mejorable”, pero al mismo tiempo se sentía obligado hacia la iglesia. Llegado el momento de decidir, “tenía que escoger lo que realmente quería: vestir un hábito o servir a los demás con la ayuda de Dios. Esa luz la vi en el momento en que los hermanos se fueron y quedé en manos del Señor”, explica el subdirector de Sor Eusebia. Para entender el conflicto de Víctor Hugo Castillo, hay que situarse en su lugar. En Lima, optó por la vida religiosa para ayudar a los necesitados, por ser la vía más habitual en Sudamérica. Para él, abandonar el hábito suponía, en cierto modo, traicionar los valores a los que ha decidido dedicar su vida. “En Perú, los religiosos están asociados con los trabajos humanitarios. Allá, cuando salía a la calle con el hábito, las personas “En mi país, cuando salía a la calle con el hábito, las personas se paraban a saludarme e incluso me invitaban a sus casas” “Ahora, los residentes viven mejor, están más contentos y mejor atendidos, y así nos lo hacen saber” Ahora, Víctor Hugo es testigo de excepción de la nueva etapa del hogar, en la que colabora mano a mano con el director, Diego Utrera, y con la trabajadora social, Dolores Mosquera, con quienes forma “un equipo muy bien compenetrado”, según sus propias palabras. “Colaboramos perfectamente y nos entendemos porque tenemos el mismo objetivo: el bienestar de los residentes, hacer todo lo posible para que tengan una buena calidad de vida”. El subdirector apoya a Diego Utrera en la gestión diaria, asume un papel de proximidad y confianza con las personas que viven en Sor Eusebia, y se ocupa de solucionar todos los imprevistos que puedan surgir. De hecho, el inicio de esta entrevista hubo de retrasarse por una llamada urgente del Banco de Alimentos. Disponían de varios kilos de verdura para donar, pero era necesario ir a recogerlos cuanto antes. Tras el aviso de Utrera, Víctor Hugo salió inmediatamente a buscar las provisiones que tan necesarias son para atender a los allí alojados. “Somos un equipo muy bien compenetrado, porque tenemos el mismo objetivo: el bienestar de los demás” “No tengo dudas de que los cambios que la junta directiva ha realizado son buenos. Los residentes viven mejor, están más contentos y mejor atendidos, y así nos lo hacen saber”, concluye Víctor Hugo Castillo, cuyo compromiso con los más necesitados le ha llevado a cruzar un océano y a atravesar la frontera de la vida seglar. Por su mirada, queda claro que no se arrepiente. NUEVA ETAPA Dolores Mosquera: “El trabajo es duro, pero es raro el día que no me saca una carcajada” Por A. LOSADA L a trabajadora social Dolores Mosquera tuvo su primer contacto con el Hogar Sor Eusebia a principios de 2012, durante el ocaso de la gestión de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres. Su buen entendimiento con los residentes hizo que la directiva la tuviese en cuenta para la nueva etapa, y ella aceptó gustosa la oferta. “El cambio ha sido enorme, y va mucho más allá de las simples cuestiones organizativas. Hay que verlo para creerlo”, señala. En la actualidad, Dolores Mosquera es un pilar fundamental para el buen funcionamiento del hogar y se muestra orgullosa del trabajo que realiza. “Es duro, no lo niego, y tiene un fuerte componente vocacional. Pero para mí es una gran satisfacción, me llevo una alegría con cada avance, cada pequeño detalle positivo. Sinceramente, es raro el día que no me sacan aquí una carcajada”. Una sonrisa involuntaria se dibuja en su rostro cuando explica que ha conseguido que un chico con un grave trastorno autista, incapaz de relacionarse, la salude todos los días cuando llega. “Antes se escondía detrás de las puertas, y se pasaba allí “Me llevo una alegría con cada avance, con cada pequeño detalle positivo” horas. En su caso, un ‘hola’ diario fue un gran logro”, afirma la trabajadora social. Su currículum es extenso y variado. Trabajó en el departamento de servicios sociales de los ayuntamientos de Sada y Verín, en el área de valoración de discapacitados de la Consellería de Traballo e Benestar. También tuvo responsabilidades en el servicio autonómico de adopciones, en un colegio de educación especial y en un centro de dependientes. Fue coordinadora del Servizo de Axuda no Fogar, en el municipio de Arteixo, y formadora del programa Rede Xiana de la Diputación de A Coruña. En el hogar, desempeña una función muy amplia, y está presente allí donde se le necesita. Empieza por recibir y valorar las demandas de ingresos que llegan desde otras instituciones, HOGÂR / 13 “Procuro velar por los intereses de los residentes y defender sus demandas, cuando son razonables” su hijo padece esquizofrenia, porque es una dolencia que se asocia a los asesinos de las películas”, explica la trabajadora social. De ahí surgen muchos desencuentros, que no pocas veces terminan con una persona durmiendo en la calle. exterior del hogar, incluyendo el trato con los familiares. “A menudo, las familias no quieren saber nada de sus parientes internos en Sor Eusebia” como centros sanitarios, ONG’s o colectivos sociales. A continuación, evalúa las necesidades de cada residente, tanto las demandadas como las detectadas, para poder realizar un proyecto de inserción individualizado. Acompaña en los trámites administrativos cuando la situación lo requiere, gestiona las solicitudes de cambio de centro y propone (tras un adecuado estudio) las determinaciones de grado capacidad, discapacidad y dependencia ante la Fiscalía. También se ocupa de solicitar las ayudas a las que los residentes pudieran tener derecho y, en general, de cualquier actividad relacionada con la proyección “Hablar con las familias no siempre es sencillo –asegura Dolores Mosquera–. La mayoría están muy quemadas, porque el trato diario con estas personas no es fácil. Aquí están en un ambiente organizado y saben que hay unas normas y unas figuras de autoridad, además de un control médico. Saben donde están los límites. Pero en casa no tienen nada de eso, allí es más fácil que dejen de tomar su tratamiento, o que acompañen las pastillas de una cerveza. Eso se traduce en un comportamiento más agresivo, que acaba estropeando la relación con los parientes”. “La enfermedad mental sigue siendo un tabú. Pocos reconocen que una persona cercana la padece” No es extraño que los familiares no quieran saber nada de los residentes del hogar o, incluso, que sean estos los que prefieran no hablar con ellos. “Existe mucho desconocimiento en torno a las enfermedades mentales, y no hay un servicio de apoyo a las familias para tratar con ellas. Además, son un tabú. Casi nadie quiere reconocer que su tío o A veces, porque así es la naturaleza humana, la reconciliación llega por la vía económica. Cuando el Hogar Sor Eusebia consigue que alguno de sus residentes reciba una pensión, algunas familias vuelven a mostrar interés en su antigua oveja negra. E incluso se ocupan de que tenga de nuevo un hogar. En el día a día el trato con las personas que viven en el alberque ocupa buena parte de la jornada de Dolores Mosquera: “A menudo tengo que hacer de psicóloga y practicar medidas de contención, ayudarles a calmarse si se enfadan o se ponen nerviosos. Hay que discutir mucho con ellos para confrontarlos con la realidad. La mayoría tienen enfermedades mentales, o patologías asociadas a las adicciones, y tienen una visión distorsionada de la realidad, por lo que les cuesta reconocer las cosas tal como son”. Cuando es necesario, la trabajadora social se enfunda la bata de profesora y realiza tareas educativas, enseñando a los residentes a gestionar su propio dinero, entre otras tareas cotidianas. Y también ejerce de correa de transmisión entre los residentes y la dirección del hogar, a la hora de trasladar peticiones y solicitudes. “Procuro velar por sus intereses y defender sus demandas cuando son razonables. En resumen, que hago de todo”, sentencia, entre risas. NUEVA ETAPA José Manuel Mendoza: “Tenemos que ser eficientes con nuestros recursos para dar un servicio de calidad” El contable señala que el hogar cerrará 2013 con unos ingresos de 275.000 euros, todos ellos invertidos en los servicios a los internos Por A. LOSADA L a contabilidad es uno de los pilares fundamentales de cualquier organización e institución. Da igual lo buenas que sean las intenciones que alimentan su actividad, si las cifras no cuadran, está abocada al fracaso. Sor Eusebia no es una excepción a esa regla, pero cuenta con un buen profesional para vigilar que los números no se tiñan de rojo, José Manuel Mendoza, contable, que desde septiembre de 2012, trabaja en pos de unas cuentas saneadas. Mendoza fue uno de los primeros en sumarse al equipo que representa la nueva etapa de la institución, y asegura que cuando llegó se encontró “una contabilidad un tanto deslabazada”. Y su primera tarea fue adaptarla al Plan General Contable para Entidades No Lucrativas, de obligado cumplimiento a partir de 2012. “Ahora presentamos nuestros balances en el formato requerido por las administraciones y tratamos de clarificar toda la información sobre ellos”, explica. Tiene una larga experiencia profesional en distintas Los residentes que disponen de ingresos aportan al hogar un 75% de los mismos, pero esa contribución no alcanza para pagar las facturas empresas del sector mercantil, de la construcción y de las telecomunicaciones. Los números no guardan ya muchos secretos para él. Sin embargo, en Sor Eusebia aprendió a ver su trabajo con otros ojos, desde una perspectiva solidaria. “El enfoque es muy diferente –explica–, aquí no se trata de de maximizar el beneficio empresarial o contable, sino de administrar de manera eficiente y de prestar un servicio de la mejor calidad posible”. La clave de su labor en el hogar es “sacar el máximo partido de los escasos recursos de los que disponemos”. El hogar terminará el año 2013 con unos ingresos en torno a los 275.000 euros, de los que hasta el último céntimo se ha invertido en mantener y mejorar los servicios de la institución. Y la gran mayoría de estos fondos provienen de tres fuentes principales, tres pilares que sostienen el edificio de Sor Eusebia. El primero son los propios residentes. Aquellos que reciben pagas entregan el 75% de las mismas para ayudar a mantener el hogar pero, como puede imaginarse, esa contribución no alcanza para pagar las facturas. “De las 59 personas que viven aquí actualmente, solo el 70% tiene algún tipo de ingreso mensual. Y, de estos, casi todos perciben pensiones no contributivas. La mayoría de las aportaciones de los residentes son de 274 euros al mes”, explica José Manuel Mendoza. Es decir, una cifra que a penas cubriría los gastos más elementales de la gran casa del Lugar de Mazaido. Tan solo el 22% de los ingresos de la entidad provienen de las administraciones públicas, a través de subvenciones del Ayuntamiento de A Coruña, la Diputación Provincial y la Consellería de Traballo e Benestar de la Xunta de Galicia. Son instituciones que, de una forma u otra, han colaborado con la obra del Hogar Sor Eusebia casi desde sus inicios, y que se ha mantenido durante los últimos años, ya que la reorganización del HOGÂR / 15 La generosidad de los 375 socios es imprescindible para que Sor Eusebia pueda seguir realizando su tarea de ayudar a quienes han cruzado la frontera de la exclusión social El tercer pilar son los aproximadamente 375 socios del hogar, cuya generosidad es imprescindible para que Sor Eusebia pueda seguir realizando su tarea de ayudar a quienes han cruzado la frontera de la exclusión social. “Muchos son personas humildes, que nos aportan tres o seis euros al mes, porque no pueden permitirse más. Otros llegan hasta los 20 y otros prefieren realizar un solo pago al año, para aportar cantidades superiores”, señala el contable. Cada cual da lo que puede y como puede, pero aún así, todos estos ingresos sumados no bastan para cubrir la manutención, atención sociosanitaria y alojamiento de las 59 personas que tienen su hogar en Sor Eusebia. hogar de un modo más profesional y eficiente ha permitido que cumpla los requisitos para presentarse a sus convocatorias públicas y ha mejorado sus posibilidades de éxito. En este sentido, José Manuel Mendoza agradece las aportaciones de las administraciones, sin las que el hogar no podría sobrevivir, pero lamenta que solo lleguen “a través de ayudas que se convocan puntualmente y en las que hemos Tan solo el 22% de los fondos de la entidad provienen de las administraciones públicas El resto de los recursos necesarios para el funcionamiento del hogar son donaciones particulares de competir con otras muchas instituciones similares. Creo que en aquellos casos, como el nuestro, en los que se realice una labor constante y probada, deberían estar más abiertas a firmar convenios de larga duración, que nos garanticen los ingresos mínimos para salir adelante”. Así, podría reducirse la dependencia de las contribuciones puntuales, sin “tener todos los años una espada de Damocles encima”. El resto de los recursos necesarios para esta obra solidaria se alcanzan con tesón, perseverancia, una pizca de suerte y mucho de generosidad. Proviene de donaciones de particulares e instituciones, mecenas de los que hablamos en estas mismas páginas, y que no siempre aportan dinero, sino alimentos, ropa u otro tipo de ayuda. En torno a los pilares ya mencionados, ellos ponen el techo y los muros que cobijan a los residentes. “Sobrevivimos, pero nunca estamos seguros de los recursos con que contaremos. En Navidad, por ejemplo, aumentan las colaboraciones puntuales. Y de vez en cuando, muy de vez en cuando, alguien nos deja en herencia algún bien o alguna cantidad de dinero. Con confianza, seguimos adelante”, sentencia José Manuel Mendoza. REPORTAJE llave del cuarto donde se guarda la ropa; necesita un pantalón limpio para uno de los residentes. Un día en Sor Eusebia Los internos colaboran en algunas tareas como la recogida de comida, la preparación de las mesas y la limpieza de las habitaciones Por ALBERTO LEYENDA Son las diez de la mañana de un lunes de diciembre, el sol empieza a derretir la helada de la noche anterior sobre los campos de Bens y el hogar registra un trajín que recuerda al de cualquier centro de trabajo. La mayoría de internos llevan ya dos horas en pie, han desayunado y ordenado sus habitaciones y han hecho sus camas. Un grupo de ellos salió con el subdirector, Víctor Hugo Castillo, a buscar un cargamento de comida al Banco de Alimentos. Otros están en sus tareas habituales, ayudando en la cocina o en la lavandería. Unos pocos hacen cola ante la enfermería para que se les practiquen sus curas diarias. En su despacho, el director, Diego Utrera, analiza con Amparo Otero una lista de precios de pescados y mariscos. Están preparando los menús especiales para las fechas más señaladas de la Navidad. Todo el centro está ya decorado con guirnaldas, árboles y otros adornos típicos de la época navideña, actividad a la que se han dedicado los internos el fin de semana, explica el director. Interrumpe la conversación la auxiliar de geriatría, para pedir la La mañana es el momento de la jornada que registra un mayor movimiento. Aunque no hay toque de diana, los internos se despiertan hacia las ocho, algunos porque ponen sus propias alarmas, otros por el ruido de los compañeros de habitación. Antes de las nueve, cuando está marcado el desayuno, los que necesitan medicación, que son mayoría, ya han tomado la primera dosis del día. Para lo único que suena el timbre es para las comidas: a las nueve, a la una y a las ocho y media de la tarde. Varios de los internos coinciden en que se encuentran más cómodos con la mayor autonomía de la que gozan en esta nueva etapa. Antes, comentan, la disciplina era más severa y el cumplimiento de los horarios más rígido. “Ellos saben cuándo tienen que hacer cada cosa, no hace falta tocar la trompeta”, señala Diego Utrera. La mañana es el momento de la jornada que registra un mayor movimiento; aunque no hay toque de diana, los internos se despiertan hacia las ocho Fuera acaba de llegar la furgoneta con los alimentos. Como el pequeño patio -que también hace de aparcamiento- está atestado de coches, la maniobra se complica. Los residentes, entre risas, dirigen a Víctor Hugo Castillo, que se toma con humor las bromas. Una vez aparcado el vehículo, una docena –varios de los cuales han sido llamados por megafonía- proceden a la descarga, que hacen de manera ordenada y rápida, a través de una eficaz cadena. Es una tarea que se realiza cada quince días, así que está perfectamente engrasada. HOGÂR / 17 REPORTAJE Varios internos coinciden en que se encuentran más cómodos con la mayor autonomía de la que gozan en esta nueva etapa Uno de los coches que llenan el aparcamiento es el de Guillermo y Rocío, una pareja de jubilados, socios del centro, que han venido por iniciativa propia a traer algo de ropa y comida. Hace cerca de un año que conocieron la labor de Sor Eusebia, buscando organizaciones benéficas de la ciudad con las que colaborar. Se quedaron impactados con su trabajo, así que decidieron aportar su grano de arena, afiliándose y donando periódicamente lo que está en su mano. Al poco rato de vaciar la furgoneta con la comida, Víctor Hugo Castillo se vuelve a marchar con otro grupo, esta vez al puerto. Ha atracado en la ciudad un trasatlántico que va a cambiar las mantas y sábanas de sus camas y las donarán a distintas entidades, entre ellas el Hogar Sor Eusebia. Dentro del edificio, un goteo constante se acerca por el despacho de la trabajadora social, Dolores Mosquera, a la que tratan con gran cariño. “Nunca la vi entrar con cara seria, siempre tiene una sonrisa. Eso es una maravilla”, comenta uno de los internos. Entre otras obligaciones, ella administra el dinero de aquellos que tienen problemas para controlar sus gastos. También gestiona el tabaco de algunos, para evitar que fumen en exceso. La imagen de un puñado de residentes apurando sus cigarrillos en el patio es una constante durante toda la jornada. “Ellos saben cuándo tienen que hacer cada cosa, no hace falta tocar la trompeta” Diego Utrera Hacia las doce, de manera espontánea, se organiza una numerosa cola frente a la enfermería. Toca la segunda toma de medicación, esta vez repartida por la enfermera, que, desde el pasado mes de junio, trabaja en el Hogar durante cuatro horas al día. Destaca lo “bien acostumbrados” que están a tomar sus medicamentos, muchos para afecciones psiquiátricas. A su llegada, resalta, le sorprendió la amabilidad y el buen carácter de los residentes, cuando se esperaba un perfil más conflictivo. También ella se ocupa de lidiar con las citas médicas, pero como ese lunes había huelga en la sanidad ningún interno acudió a los centros médicos. Dolores Mosquera administra el dinero de aquellos que tienen problemas para controlar sus gastos y también gestiona el tabaco de algunos Mientras, en la cocina, Encarna Queijo ayudada por dos residentes, da los últimos toques al menú. De primero habrá lentejas, para combatir el frío, y de segundo pescado frito con patatas cocidas. Para la noche está prevista una sopa y una fideuá con chipirones, gambas y otros productos del mar. “Comen bien, muy variado”, señala. Las mesas del comedor están ya perfectamente puestas, trabajo que hacen también los internos. A la una suena el timbre y todos van tomando asiento. Es después de comer cuando se registra una caída en la actividad. Los internos se retiran a sus habitaciones, a descansar o a ver la televisión. Es en este momento cuando el hogar se transforma en un auténtico “remanso de paz”, tal y como lo definen algunos residentes y algunas visitas puntuales de los colaboradores. A partir de las cuatro vuelve a comenzar el movimiento. “Nunca la vi entrar con cara seria, siempre tiene una sonrisa. Eso es una maravilla”, comenta uno de los residentes sobre la trabajadora social Algunos bajan a la ciudad a dar un paseo o tomar un café, otros hacen lo propio por la zona de Bens. Los que están en la lavandería y en el ropero –ordenando la ropa, planchándola, zurciendo algún descosido– vuelven a sus tareas. Aunque el día que se hizo este reportaje no les tocaba, dos veces a la semana van a la piscina y al gimnasio, en el Palacio Municipal de los Deportes de Riazor. También, por las tardes, voluntarios y alumnos de prácticas de terapia ocupacional organizan, junto con la terapeuta, otras actividades, como juegos, talleres informáticos, de manualidades y de habilidades sociales. Además, justo ese lunes, 9 de diciembre, se estaba ultimando la función enmarcada en la semana cultural, que tendría Después de comer los internos se retiran a sus habitaciones y el hogar se transforma en un auténtico remanso de paz lugar el jueves siguiente. Cuatro de los internos interpretarían dos pequeñas obras. Alguno de los actores andaba por el centro con el guión en el bolsillo, para poder ojearlo en cualquier momento y aprenderse su papel. Asimismo, haciendo gala de su origen andaluz, el director promovió una suerte de chirigotas para que los internos cantasen a los empleados. Por ejemplo, con la melodía de una conocida canción cubana, le cantaron a la enfermera, llamada Cristina, aquello de “María Cristina me quiere empastillar, y yo le sigo, le sigo la corriente...”. Una muestra clara del buen ambiente que reina en el Hogar Sor Eusebia. Testimonios HOGÂR / 19 Historias de exclusión, historias de esperanza Siete internos cuentan cómo el Hogar Sor Eusebia cambió unas vidas condicionadas por el alcoholismo y los problemas psiquiátricos Por ALBERTO LEYENDA La vida de los que habitan en el Hogar Sor Eusebia está marcada por el desgarro, por la soledad, por la exclusión. Pero cada uno de ellos tiene su propia historia, con sus condicionantes particulares. Algunos internos, por su origen social o por sus problemas psiquiátricos, responden al tipo de perfil que la sociedad asocia a estos centros. Otros son gente que tenía un trabajo y una familia, y a los que las circunstancias empujaron a la autodestrucción. Siete de los residentes nos cuentan sus trayectorias vitales, sus ilusiones, también sus miedos. “Me gasté todo en juergas, alquileres y coches. Cuando tienes pasta todos son amigos tuyos, después ni te conocen” A.A.H.l Y cómo Sor Eusebia los ha rescatado del abismo. El alcohol es un factor presente en la mayoría de estas historias. Es el caso de A. A. H. C., que llegó al centro hace quince meses desde el Complejo Hospitalario de A Coruña. Allí estuvo un mes, a causa de un ictus mal curado La vida de los que habitan en el Hogar Sor Eusebia está marcada por el desgarro, la soledad y la exclusión que había padecido tiempo antes. En su día, hacia 2005, dirigió una academia de oposiciones y de informática, pero el negocio no funcionó. Después trabajó como relaciones públicas para un local nocturno, ambiente en el que empezó a frecuentar compañías que resultaron poco recomendables. Para cubrir gastos, vendió una propiedad inmobiliaria por más de 200.000 euros, pero el dinero se esfumó “en juergas, alquileres y coches”. El cuerpo dijo basta y sufrió el accidente cerebrovascular. Entonces pidió ayuda a su hermano, ingeniero de caminos, que vive en Oviedo. En la ciudad asturiana estuvo un año en la cama recuperándose, periodo del que le han quedado secuelas en las rodillas. “Pero allí no tenía nada, así que me volví a A Coruña”, cuenta. Pero, una vez en casa, se encontró con que aquí tampoco podía contar con nadie: “Cuando tienes pasta todos son amigos tuyos, después ni te conocen”. Ahora ya no bebe. En el centro se encuentra a gusto, y la natación y el gimnasio le ayudan a curar sus maltrechas articulaciones. A sus 56 años, A. no se resigna y confía en reinsertarse en la sociedad. “Estaré aquí dos años más y luego alquilaré una habitación en la ciudad y buscaré un trabajo”, dice con convicción. Otro de los que está seguro de que volverá a la TESTIMONIOS V. C. es ciego y tras superar su alcoholismo está tramitando los papeles para poder vender cupones de la ONCE vida fuera de Sor Eusebia es V. C., que es ciego. En la actualidad está tramitando los papeles para poder vender cupones de la ONCE. Hace años ya desarrollaba esa actividad, pero su adicción al alcohol provocó que la entidad le retirase la autorización. Si no le dan plaza en A Coruña se irá a cualquier otra ciudad española, pero nunca volverá a establecerse en su pueblo natal, Ribeira, donde consumía su pensión no contributiva y las limosnas que conseguía en alcohol y en pagar una habitación. V. se muestra afable y hablador, y no duda en bromear con los empleados del hogar con los que se cruza. Mantiene una gran autonomía, y de hecho él solo da largos paseos desde Bens hasta la trama urbana de la ciudad. Destaca el gran cambio que percibió desde la entrada del nuevo equipo: “Agora se preocupan máis pola xente”. También A. F. aspira a reinsertarse en la sociedad. El suyo es un caso atípico, pues solo cuenta con 26 años. Muy joven abandonó su casa, debido a las malas relaciones con su madre, para sumarse a una comunidad religiosa en O Barco de Valdeorras, donde hacía de pastor de ovejas. Sin embargo, una serie de conflictos que no quiere detallar le provocaron una inestabilidad mental que le condujo a un centro psiquiátrico en Toén (Ourense). Desde allí llegó hace ocho meses a Sor Eusebia, donde ha encontrado la paz. Ahora ha podido retomar sus estudios primarios, que había dejado de lado en su día. Todas las tardes va al instituto y por las noches, después de cenar, estudia. De momento, los resultados son buenos, cuenta. En ese sentido, agradece el apoyo que le ofrece el personal del centro. También ha mejorado la relación con su familia, con la que no ha perdido el contacto. “Quiero ser una persona que viva sola, que pueda hacer su propia vida”, afirma. En cambio, otros residentes han descubierto en el centro su lugar en el mundo. Uno de esos casos “Quiero ser una persona que viva sola, que pueda hacer su propia vida” A. F HOGÂR / 21 “Estoy cómodo, no me falta de nada. Estoy muy agradecido” J.L.P. “Quiero que me dejen siempre aquí, no voy a estar mejor en otro lugar porque volvería a un hábito perjudicial” J.J.C. es el de J. L. P. Lleva aquí diez meses, y, a sus 50 años, no se le ocurre un sitio mejor para él. La mayor parte de su vida la pasó pidiendo en la calle, de albergue en albergue. El lustro anterior a su entrada en el hogar estuvo viviendo en una casa abandonada en Burela. Allí trabajaba en el puerto, en la descarga de pescado, pero lo poco que ganaba apenas le daba para saciar su adicción al alcohol. Un día, una enfermera jubilada lo vio en la estación de ferrocarril, consumiendo un cartón de vino, y se lo llevó para su casa. También se preocupó de contactar con el centro y de gestionar su ingreso en él. “Esa mujer me dio la vida, si no es por ella estaría muerto”, asegura J.L. Tiene cuatro hermanos, de los que no sabe nada desde hace cinco años. Uno de ellos, el varón, está casado en A Coruña. “Pero no consigo contactar con él, mi familia no sabe que estoy aquí”, explica. Como siempre le gustó la cocina, en el centro se ofreció para ayudar a preparar las comidas, actividad que desarrolla con gran entusiasmo. “Estoy cómodo aquí, no me falta de nada. Estoy muy agradecido por todo lo que hacen”, sentencia. En una línea similar se expresa J.C.C.: “Quiero que me dejen siempre aquí, no voy a estar mejor en otro lugar porque volvería a un hábito perjudicial”. Ese hábito nocivo es una vez más el alcohol, al que se enganchó con 18 años, a raíz de un accidente de moto que le dejó incapacitado para trabajar. Los problemas mentales asociados le llevaron al psiquiátrico de Toén en el que le recomendaron Sor Eusebia. De eso hace cuatro años y cuatro meses. Así pues, también ha vivido la transición entre la anterior dirección y la actual, y coincide con sus compañeros en que “todo ha mejorado” con el nuevo equipo. J.C. desempeña uno de los turnos de recepcionista, en el que se encarga de atender el teléfono, del servicio de megafonía, cuando lo requiere la dirección, y estar pendiente de abrir y cerrar el portal. En su caso no ha dejado de ver a su familia, que de vez en cuando lo va a visitar. En otras ocasiones es él quien vuelve a casa, y de hecho preveía pasar con los suyos la Nochebuena. Junto a los que mantienen la esperanza de volver a integrarse TESTIMONIOS Junto a los que mantienen la esperanza de volver a integrarse en la sociedad y a los que han encontrado su sitio en el hogar, otros han perdido la ilusión en la sociedad y a los que han encontrado su sitio en el hogar, hay un tercer grupo: el de los que han perdido la ilusión, carecen de expectativas y asumen su estancia en el centro con resignación. Dos de ellos también han querido contar su historia, aunque, significativamente, piden mantener el anonimato y rechazan ser fotografiados. Uno es de Mugardos, y recuerda con precisión el día que entró en Sor Eusebia, el 21 de julio de 2010, después de estar 51 días hospitalizado a causa de un “colapso total” producido por la mezcla de alcohol y ansiolíticos. Tiene 48 años y entró en barrena después de quedarse en paro. Fue un familiar el que le recomendó el centro, y aunque tenía sus reparos –sobre todo porque estaba gestionado por religiosos– aceptó que era la única vía de salida, pues por sí mismo no podía valerse. “Fue un choque, un palo”, señala. Antes de perder el empleo trabajó para varias empresas auxiliares del naval ferrolano. Ahora le cuesta mirar hacia adelante. “¿Mi futuro? No lo sé, ni lo piensas, vives al día, no tienes ilusión por nada”, responde cuando se le pregunta por sus expectativas vitales. En este sentido, comenta que en sus paseos por la ciudad ve situaciones relacionadas con la pobreza que nunca había presenciado. “Y yo con 48 años, ¿a dónde voy? ¿Salir fuera a buscar trabajo? Ya soy mayor para eso”, concluye. Otro de los que vive con resignación su estancia en Sor Eusebia es ya veterano, pues lleva unos nueve años en el Hogar. Entró para curar su alcoholismo, objetivo que ha logrado, y le gustaría poder hacer una vida como la de cualquier trabajador. “Pero como no puede ser, hay que aguantarse”, indica. Es parco en palabras y denota incomodidad ante las preguntas por su vida personal. Trabajó muchos años en la Marina Mercante, pero en una revisión le detectaron “un desgaste muy fuerte en la columna”, y le prohibieron volver a embarcar. Su adicción al alcohol acabó por romper su matrimonio, del que nacieron cuatro hijos, con los que mantiene el contacto. Sin embargo, la falta de medios económicos le aboca a permanecer, contra su deseo, en el centro. Con todo, es un pilar fundamental en la actividad “¿Mi futuro? No lo sé, ni lo piensas, vives al día, no tienes ilusión por nada”, dice un residente que prefiere permanecer en el anonimato diaria de Sor Eusebia, pues se encarga de acompañar a los otros residentes al médico. Es él quién habla con los doctores cuando se trata de internos que no se valen por sí mismos, y el que atiende a las explicaciones sobre los tratamientos a seguir. “Soy más conocido en el hospital que el pupas”, comenta en la única concesión al humor durante la entrevista. SEMANA CULTURAL HOGÂR / 23 Los residentes salen a escena Sor Eusebia organizó una semana de actividades culturales que culminaron con la representación de dos obras teatrales por parte de cuatro residentes Por ALBERTO LEYENDA Durante la semana del 9 al 13 de diciembre el Hogar Sor Eusebia acogió su I Semana Cultural, una apuesta de la nueva dirección por crear un programa de actividades teatrales, musicales y de ocio estructurado y con vocación de futuro, de forma que se establezca como una cita anual. Hasta el momento, en el centro se realizaban actuaciones puntuales, “pero no de forma organizada”, explica el director, Diego Utrera. El plato fuerte tuvo lugar el jueves 12, con la representación por parte de cuatro residentes de dos pequeñas obras teatrales, de corte humorístico, y algunos sketchs. Se trata de la primera vez que un grupo de internos se atreve a subirse al escenario, lo que fue posible en parte por la labor de la terapeuta ocupacional, Nuria Suárez. A tenor de las carcajadas del público, que llenaba el salón del centro, el éxito fue rotundo. de sus colaboradores, entre ellos miembros de la Asociación María Auxiliadora. Entre los asistentes se encontraban varios miembros de la junta directiva de la asociación con el presidente, José Vicente Martínez Rico, a la cabeza. También acudieron el concejal de Servicios Sociales del Ayuntamiento de A Coruña, Miguel Lorenzo, el plantel completo de trabajadores de Sor Eusebia y varios Después de las escenificaciones, también se entregaron los trofeos a los internos ganadores de los torneos de ajedrez, tute y escoba. Para finalizar la jornada, residentes y profesionales se unieron en el escenario para entonar una chirigota basada en fragmentos de canciones populares. Cada una Residentes y trabajadores se unieron en el escenario para entonar una chirigota basada en canciones populares Público asistente, entre ellos, el concejal Miguel Lorenzo de esas melodías estaba dedicada, en tono humorístico, a los empleados del centro. Y para la última estrofa tenían reservada una sorpresa especial: el agradecimiento expreso a Pepe do Pato, que es el apodo de José Vicente Martínez Rico y el pseudónimo que utilizaba en sus escritos. El presidente, situado en primera fila, recibió con los ojos abiertos y entre risas la alusión. “Son pequeñas locuras controladas que de vez en cuando airean los pasillos del hogar”, comenta Diego Utrera. Al margen del día de producción propia, a lo largo de esa semana los residentes pudieron disfrutar de las actuaciones del coro y del grupo de teatro del Centro Socio-Comunitario de Traballo e Benestar del Barrio de las Flores, de la Tuna de Veteranos y del coro de la Casa de Andalucía. LA SEDE JACOBO RODRIGUEZ-LOSADA, arquitecto “Con el nuevo edificio busqué albergar al máximo número de personas en el mínimo espacio” No me fui a una arquitectura moderna, de filigranas y techos planos, sino a un edificio funcional, fácil de limpiar y de conservar en buen estado Por PACO DOCAMPO Jacobo RodríguezLosada Allende es un arquitecto coruñés de éxito. De fama le viene al galgo: su abuelo y su padre también ejercieron el noble arte de la arquitectura. Y no termina ahí la saga porque dos de sus hijas siguen sus pasos profesionales. Sobrino de Carmen Rodríguez-Losada, es el autor del proyecto y de la dirección de obra de la actual sede de Sor Eusebia, en cuya construcción se invirtieron 100 millones de pesetas. Trabajos que realizó desinteresadamente como también ha hecho con otros edificios que fueron promovidos por su tía para dar cobijo a los que menos tienen y a los excluidos de la sociedad. ¿Cómo le llegó el encargo de realizar el proyecto de la sede del Hogar Sor Eusebia? Por mi tía Carmiña (Carmen RodríguezLosada). Su profesión era ayudar a la gente y, cuando podía, me implicaba a mí. Ya en 1991 me había encargado que proyectase una residencia para niños abandonados en Betanzos, que finalizamos al año siguiente. Y, cuando Sor Eusebia tuvo que dejar la casita de la Torre, a causa de la edificación del paseo marítimo, me pidió a mí el nuevo edificio. Lo llevamos a cabo en 1994, y en 2005 firmé también una ampliación. Tras la muerte de mi tía, sin embargo, he tenido menos contacto con la asociación. Para mi tía diseñé, también, el Hogar Santa Lucía, para mujeres abandonadas, y la residencia Remanso, de la tercera edad. Ella no descansaba nunca, porque sabía que para fundar una asociación benéfica se necesita corazón, no dinero. ¿Qué criterios inspiraron el proyecto, desde el punto de vista arquitectónico y funcional? Busqué albergar al máximo número de personas en el mínimo espacio, y que el mantenimiento fuese muy barato. No me fui a una arquitectura moderna, de filigranas y techos planos, sino a un edificio funcional al cien por cien, fácil de limpiar y de conservar en buen estado. Al mismo tiempo, cumplía todos los requisitos de la Xunta de Galicia para centros de este tipo. ¿Qué opinión le merece la labor que se realiza en Sor Eusebia? Recuerdo que funcionaba muy bien, y que las personas que dormían allí recibían un trato excelente. Disponían de mucha libertad, y tenían un sitio donde dormir mientras quisiesen. En este sentido, A Coruña es una ciudad con mucha cobertura social, gracias a instituciones como esta, Padre Rubinos, la Cocina Económica... ¿Cómo era su tía? Era monja, y lo dejó para cuidar a mis abuelos. Y HOGÂR / 25 Mi tía Carmiña sabía que para fundar una asociación benéfica se necesita corazón, no dinero. Por ayudar a los demás, hipotecó hasta su casa cuando ellos murieron, empezó a ir por las cárceles, los hospitales y las calles recogiendo a quien lo necesitaba. Por ayudar a los demás, hipotecó hasta su casa. Ese es su perfil público pero, ¿cómo era en familia? Era muy abierta y, como no tenía hijos, siempre estaba con nosotros. Comía y cenaba en casa de sus hermanas, y allí iba también cuando estaba enferma y era ella quien necesitaba que la cuidasen. Era una mujer que no se detenía ante nada, que conseguía todo lo que se proponía, y que hizo milagros. ¿Recuerda alguna anécdota? Hay una que contamos mucho en mi familia, a la que llamamos el milagro de don Eduardo. Fue cuando el Deportivo jugó la final de la Copa del Rey contra el Valencia en 1994, aquel partido que tuvo que suspenderse por la lluvia. Iban empatados a unos, y faltaban diez minutos por jugar. El día que iba a terminarse el encuentro, mi tía apareció en mi estudio y me pidió que le dejase ver la tele, “un minuto solo”. Decía que había hablado con su padre, Eduardo, que llevaba años muerto y que, como era muy deportivista, le habia prometido un gol en el primer minuto. Pasaron 50 segundos de juego y marcó Alfredo. En cuanto lo vio, Carmiña se levantó y se fue, diciendo “ya está”. ¿Por qué cree que no volvió a la vida religiosa? Creo que se dio cuenta de que ella tenía que hacer más cosas en el mundo que estar en un convento. Ella, como otras dos de sus hermanas, pertenecía a la orden de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, cuya misión de Era (Carmen Rodríguez-Losada) una mujer que no se detenía ante nada, que conseguía todo lo que se proponía, y que hizo milagros educar a las niñas se ha quedado obsoleta desde que el Estado asume la enseñanza. Ahora tienen colegios concertados, en los que han renunciado a su ideario, y creo que Carmiña lo percibió así. ¿Cómo fue su muerte? Muy tranquila. Tenía un cáncer desde hacía varios años, que se la acabó llevando. Falleció en casa de su cuñada, Proyecto de ampliación Emilia, rodeada por sus seres queridos. ¿Nunca tuvo crisis de fe? Nunca. Ella siempre estuvo muy ligada a sus hermanas monjas, hasta que murieron. Una llegó a ser secretaria general de las Esclavas, y la otra acabó siendo carmelita, y estuvo de misionera en Filipinas. ¿Y momentos de crisis en su vida social? Siempre se las arreglaba para cumplir sus compromisos. Tenía una calidad humana que le permitía llevarse bien con Fraga, con el alcalde de Oleiros y con Paco Vázquez. Eso sí, tenía una idea de cómo debían de ser las cosas, pero no siempre coincidía con las normativas autonómicas o municipales. ¿Qué relación mantenía con la gente a la que ayudaba? Muy buena y nada proselitista. Ella los cuidaba y se preocupaba de que estuvieran atendidos, A Coruña es una ciudad con mucha cobertura social, gracias a instituciones como el Hogar Sor Eusebia, Padre Rubinos, la Cocina Económica... pero les dejaba tomar sus propias decisiones. ¿De dónde sacaba el dinero? Se movía como podía. Buscaba socios, y conseguía préstamos a bajo o ningún interés. Ella se movía bien por la ciudad, porque era muy querida por todo el mundo, y siempre solía sacar algo. ¿Cómo valora la trayectoria de su tía? Ha sido una de las personas más importantes de esta ciudad, y una de las más vinculadas al bienestar de los pobres. Lo hizo todo sin alardear, pero sin detenerse nunca. Fue una mujer feliz. ENTREVISTA José Vicente Martínez Rico “Ayudando a los demás, me ayudo a mí mismo, soy feliz” Hacer el bien no tiene límite, porque siempre se pueden hacer más cosas, siempre hay espacio para ayudar sobre todo en estos tiempos de crisis HOGÂR / 27 ¿Cómo nace el Hogar? Yo vivía en la calle Betanzos, en A Coruña. Una Nochebuena, cuando salía con toda mi familia a la Misa del Gallo, encontramos un mendigo en el portal. Resultó ser maño, como la familia de mi mujer, así que nos quedamos charlando con él. Empecé a pensar en cómo podía ayudarle, y también a otros en su misma situación, para que no durmiesen en la calle. En aquel momento, ya me defendía bastante bien económicamente, y pensé que podía invertir algo en esta causa, sin miedo a arruinarme. En mi cabeza, visualizaba una casita en la que los excluidos sociales pudieran cobijarse ante una gran pota de caldo, un plato que para mi es exquisito (ríe). José Vicente Martínez Rico es un hombre hecho a sí mismo. Nació en Miño, en 1940, en el seno de una familia de comerciantes. Sus padres eran propietarios de un establecimiento en el que vendían un poco de todo: alimentos, telas, muebles...Desde pequeño, al igual que sus dos hermanos, no hizo otra cosa que trabajar. Sus progenitores no querían que estudiara. Aún así, siempre tuvo inquietud para aprender. Preparó su ingreso al bachillerato, a escondidas, sintonizando una emisora educativa del instituto laboral de Betanzos. Los estudios medios los realizó en el servicio militar. Hizo el preparatorio en la Escuela de Náutica de A Coruña y en Madrid inició los estudios de ingeniero técnico que abandonó para crear su primer negocio de envases de plástico. Le fue bien, se casó y hoy es propietario de media docena de empresas en los sectores de la marmolería, carpintería, maquinaria, herramientas y ropa de seguridad. También tiene intereses en el sector inmobiliario. De profundas convicciones religiosas, nada de lo que le ocurre al prójimo más necesitado le es indiferente. Solidario y misericordioso es el fundador y presidente del Hogar Sor Eusebia. Por PACO DOCAMPO ¿Qué hizo para llevar esa idea a la práctica? Me informé de todas las iniciativas similares que existían en A Coruña. Visité la Obra de la Señora, y me entrevisté con su fundador, que me enfrió un poco los ánimos. Yo quería hacer una cosa sencilla, para ayudar a quien no tenía techo, pero él me hizo ver que existían bastantes trabas administrativas. Sin embargo, no abandoné el plan y seguí dándole vueltas, hasta que al cabo de un mes, me llamó Carmen Rodríguez-Losada. ¿Por qué le llamó? Porque ella también había ido a la Obra de la Señora con una idea similar, y allí le dieron mi contacto. Fue ella la que me convenció de crear una asociación para que el trabajo tuviera continuidad el día que yo faltara. En paralelo, mantenía relación con Heliodoro de Vicente, desde que le había comprando la fórmula del OxiNo, que aún hoy exploto comercialmente. Era un hombre encantador, y nos hicimos muy amigos. A través de él conocí a Sor Eusebia. La figura de esa monja me impactó mucho y me hice muy devoto de ella, incluso fui a Huelva con don Heliodoro para visitar el convento donde vivió y escuchar de primera mano los testimonios de gente que la había conocido. De niña, fue mendiga y anduvo con su padre pidiendo limosna por los pueblos de Castilla. Por Los fundadores eso, cuando empezamos fuimos mi mujer, con la asociación, quise ponerle su nombre. Isabel, Carmen Carmen RodríguezRodríguez-Losada, Losada tenía otra denominación pero Josefina Salorio, accedió a mi propuesta. María del Carmen Por supuesto, también invité a Heliodoro de Nogueira, don Vicente a colaborar con Heliodoro y Pedro nosotros, y se apuntó encantado. Díaz Casteleiro, Usted, Heliodoro de Vicente y Carmen Rodríguez Losada fueron, entre otros ENTREVISTA pues, los fundadores del Hogar de Sor Eusebia. En realidad, los fundadores fuimos diez, porque Carmen y yo llamamos a algunos de nuestros amigos para constituir la primera junta directiva. Los dos solos no hubiéramos sido capaces. Estaban también mi mujer, Isabel, Josefina Salorio, María del Carmen Nogueira, el ya citado don Heliodoro de Vicente y don Pedro Díaz Casteleiro, entre otros. ¿Donde se constituyó la asociación? En una casa de la calle Rubine, en el domicilio de una amiga de Carmen Rodríguez-Losada. Allí se redactó el acta, y allí la firmamos todos. ¿Cuáles fueron los siguientes pasos? Yo ya había mantenido contacto con José Fernández Pernas, el presidente de Renacer. Poco después de la constitución, me llamó porque había encontrado una casa que nos podía interesar, cerca de la Torre de Hércules. Fui inmediatamente a hablar con la propietaria, y la alquilamos por unas 6.000 pesetas al mes. Hicimos rápidamente los arreglos necesarios, con la ayuda de muchos benefactores. ¿Cómo captaron a los primeros residentes? El primero fue un chico de Vigo, que dormía cerca de la capilla de San Roque. Era un lugar con ratas, y él les había puesto nombre. Accedió en seguida a acompañarnos. Se corrió la voz y rápidamente El primer residente que tuvimos fue un chico de Vigo, que dormía cerca de la capilla de San Roque, en un lugar lleno de ratas En la primera etapa, el centro estuvo dirigido por Luis Caramés, un hombre que trabajaba con drogadictos Al equipo de Luis Caramés lo sustituyó el de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres. En aquel momento, fue una excelente solución Nos fuimos de la Torre a Bens porque la casa nos fue expropiada para hacer el paseo marítimo tuvimos siete personas, todas las que cabían en la casa en aquellos momentos. Poco a poco la fuimos ampliando, incluso con una vivienda prefabricada que nos regalaron y que montamos en el huerto. Después, don Heliodoro compró un terreno adyacente y pudimos crecer más. Llegamos a tener hasta 30 residentes... Recuerdo que un día me llamó Carmen, como era habitual, para avisarme de que había llegado uno nuevo, que era ciego. Fui a conocerlo y, en cuanto lo vi de lejos, me di cuenta de que era Luisiño, un chico que había sido vecino mío en Miño, al que no veía desde hacía 30 años. Le di un abrazo, y cuando le dije quien era, se quedó estupefacto. Aún hoy sigue en el hogar. ¿Cuál era el perfil de aquellas personas? Como se dice en los estatutos, eran el desecho de la sociedad. Los más pobres de los pobres. Aquellos a los que nadie quería. Tuvimos criminales, alborotadores, drogadictos... ¿Quién les atendía? Al principio, el encargado era Luis Caramés, un hombre que ayudaba a los drogadictos, y que nos pareció el perfil ideal. Formó su propio equipo y llevó el Hogar durante años. Hizo una gran labor, pero terminó por caer en prácticas que no eran deseables, y no pudo continuar... Contado así, todo parece muy fácil, pero a lo largo de los años tuvimos toda clase de problemas... A pesar de todo seguimos adelante, porque el Hogar Sor Eusebia es algo que forma parte de mi vida y de mi familia. Es como un hijo más. ¿Cómo fue el relevo del equipo de Luis Caramés? Carmen Rodríguez-Losada, que era una gran trabajadora, siempre dedicada al prójimo, pensó en recurrir a los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, que tenían unas instalaciones en Vigo. Y hasta allí fuimos los dos. En aquel momento, fue una excelente solución porque los hermanos trabajaban por vocación, y nosotros no teníamos dinero para contratar a profesionales. El hermano Donaire, el superior de la orden, aceptó en seguida la propuesta. ¿Los hermanos llegaron a trabajar en la Torre? No, se incorporaron a las nuevas instalaciones en Bens. Nos fuimos de la Torre porque la casa nos fue expropiada para construir el paseo marítimo. Carmen, que tenia buena relación con el alcalde, Paco Vázquez, consiguió que se comprometiera a financiarnos las obras de un nuevo edificio. Y el arquitecto Jacobo Rodríguez Losada, sobrino de Carmen, nos hizo el proyecto y no nos cobró. ¿Y el solar? Era de unas escuelas municipales. Nos fue cedido por el Ayuntamiento en compensación por la expropiación de los terrenos que teníamos en la Torre. HOGÂR / 29 Allí edificamos el actual centro con capacidad para 60 personas. ¿Cómo fue aquella segunda etapa? Llegamos a un acuerdo verbal con los hermanos para pasarles una cantidad mensual. Desgraciadamente, solo pudimos cumplirlo durante dos años porque después entramos en una muy mala situación económica. Ellos aceptaron correr con los gastos, y nosotros pagábamos lo que podíamos. Invertíamos todas las cuotas de los socios en el hogar, además de alguna herencia y donativos que recibimos. ¿Cuántos socios tenían? Unos 500. Es una cifra que, con altibajos, se ha mantenido estable casi desde los inicios. Supongo que nos ha fallado el marquéting... Pero, insisto, todos los recursos de la asociación se invertían en el hogar. El problema fue que los hermanos, sin nosotros saberlo, se quedaban con el 75% de los ingresos de los residentes, ya que muchos de ellos recibían pensiones no contributivas. Cuando me di cuenta, no me importó, porque al fin y al cabo dedicaban su Prescindimos de los hermanos, con la colaboración de los superiores de la orden, y buscamos un equipo de profesionales Necesitábamos un director que aceptase vivir en el centro, y contratamos a Diego Utrera vida al hogar y estaban haciendo un buen trabajo. Ese acuerdo funcionó durante unos 20 años, ellos llevaban el día a día, y nosotros, la junta directiva, ayudábamos en lo que podíamos y supervisábamos todo. ¿Y qué ocurrió? Que la sociedad evoluciona, y la propia Administración cada vez exige más por las ayudas que recibimos y por principios. Ahora son necesarias medidas de seguridad para que no haya accidentes, mayor higiene, cuidados a los enfermos y otras cosas muy razonables. En los últimos años, las inspecciones de la Xunta detectaron una serie de cosas que había que mejorar, pero los hermanos no estaban por la labor. Y ahí empezó la tercera etapa. Efectivamente. Apliqué el conocimiento empresarial, pensando en la sostenibilidad económica. Prescindimos de los hermanos, con toda la colaboración por parte de los superiores de la orden, y buscamos ENTREVISTA un director y un equipo profesional, al menor coste, para cumplir las exigencias administrativas y tener acceso a las ayudas públicas. Fue como nadar y guardar la ropa. ¿Qué hicieron? Reconozco que la crisis nos ayudó a incorporar a nuestra plantilla a unos excelentes profesionales, a un precio asequible para el hogar. Encontré a un excelente administrador, que aceptó un contrato de cuatro horas. Es un gran trabajador, que puso en claro de qué recursos económicos disponíamos y, a partir de ahí, completamos el plantel técnico. Necesitábamos un director que aceptase vivir en el centro, y fichamos a Diego Utrera, un gran profesional. Con él, partimos ya de un planteamiento distinto. ¿Quién completó el equipo? En primer lugar, Víctor Hugo Castillo, que llegó con los hermanos misioneros pero abandonó la congregación y hoy es nuestro subdirector. Nos demostró un gran compromiso, es de origen peruano, y superó todos los trámites necesarios para trabajar aquí. Contamos también con una cocinera y una trabajadora social, Dolores, que ya colabora con nosotros desde la época de los hermanos, porque su figura es indispensable para una asociación como la nuestra. La limpieza la lleva una empresa externa, al El 90% de los residentes tienen alguna enfermedad, y nosotros estamos en condiciones de ofrecer toda la atención que puedan necesitar La mayoría de los internos fallecen en el hogar. Las personas que viven allí son difíciles de reinsertar. No las quiere ni su propia familia igual que otros servicios como la fisioterapia, que mantendremos en tanto en cuanto podamos pagarlos. ¿Cuál es la cartera de servicios de Sor Eusebia, más allá del alojamiento y la manutención? El 90% de los residentes tienen alguna enfermedad y nosotros estamos en condiciones de ofrecer toda la atención que puedan necesitar, salvo en el caso de grandes dependientes. Contamos con un microbús que todos los días los lleva a las consultas médicas, y, hasta hace poco, una doctora de la Cruz Roja visitaba el hogar dos días por semana, de forma altruista. ¿Quiénes viven hoy en el hogar? Los que no tienen otro lugar a donde ir. Por ejemplo, tenemos a tres hermanos, todos ellos con graves problemas psiquiátricos, que no pueden estar con sus padres..En general, cuando en el Hospital de A Coruña tienen a alguien con dependencia y sin recursos, nos lo mandan a nosotros. Hemos acogido a mucha gente con cánceres terminales que pasan en Sor Eusebia sus últimos días. Cada dos o tres meses fallece un interno. ¿Hay personas que van a morir a Sor Eusebia? La mayoría de los residentes fallecen en el hogar. Las personas que viven allí son complicadas de reinsertar. A muchas ni las quiere su propia familia... Recuerdo a un hombre que pasaba temporadas con nosotros, se HOGÂR / 31 recuperaba y descansaba, pero no era capaz de adaptarse a nuestra disciplina. Entonces se marchaba, pero sus padres no querían que entrase en casa, por lo que a los pocos meses volvía a ser un pordiosero, y regresaba al hogar. Recuerdo que un día lo vi en los Cantones, harapiento, y le compré un bocadillo. Estaba durmiendo en un 600 abandonado, frente a Capitanía. Le convencí para que volviera con nosotros. ¿Tienen residentes que se hayan reinsertado? Los hay, pero pocos. Son personas a quienes la vida ha machacado mucho, y eso siempre deja secuelas. ¿Cuál es el futuro de la asociación? Hacer el bien no tiene límite, porque siempre se pueden hacer más cosas, siempre hay espacio para ayudar sobre todo en estos tiempos de crisis. Pero, siendo realistas, tenemos dos caminos posibles: o ampliamos el hogar para dar cabida a más personas, o acudimos directamente a las casas de los necesitados para darles atención y comida. Estos son proyectos a largo plazo y para desarrollarlos necesitaríamos apoyo. ¿Cuáles son, entonces, sus proyectos más inmediatos? Estoy trabajando para desarrollar la atención a matrimonios. Hace poco, me encontré en el hogar a una señora, que venía a visitar a su marido, que es uno de nuestros residentes. Están pasando una mala racha y no pueden ni mantener a su hijo, que está viviendo con los abuelos. Nosotros solo albergamos a hombres por lo que ella vive en una habitación que le facilita el Ayuntamiento. Están separados y solo se ven dos horas al día (se emociona)... No es justo que les separen las circunstancias económicas... Ella estaba sentada allí, sumisa, esperando a su marido como si fuesen niños en el recreo. Sé que hay más matrimonios en esa situación y me pregunto cómo es posible que esto pueda llegar a ocurrir. Por eso, quiero hacer todo lo posible para reunirlos. Disponemos de algunas habitaciones vacías y apartadas en el hogar en las que podríamos albergarlos. Comida tenemos, con la que nos donan, y espacio también. Serán para ellos, para que no estén en la calle. ¿Qué supuso para usted Sor Eusebia ? Mucho. Espiritualmente, me ha enriquecido. Ayudando a los demás, me ayudo a mí mismo. Me siento feliz porque ¿qué cosa mejor se puede hacer? Y gracias al hogar, he aprendido que no soy el único que piensa así, que hay muchos que están dispuestos a ayudar. He visto que en el mundo las personas buenas son muchas más que las malas, muchísimas más. Como nos enseña la religión, Dios hizo al hombre bueno, aunque a veces el demonio se salga con la suya. ¿Y cómo percibe su familia el proyecto Sor Eusebia? Ya ha dicho que su mujer estuvo en la primera directiva pero ¿y sus hijas? Saben que es algo inherente a nosotros, que es una parte de nuestra familia. Al fin y al cabo, todas ellas asistieron al nacimiento de la asociación, en aquella Nochebuena en la que íbamos a la Misa del Gallo. Una de mis hijas, que es psicopedagoga, es la vicepresidenta. Y esta decisión no fue idea mía, sino de Carmen Rodríguez-Losada. Nuestros residentes son personas a quienes la vida ha machacado mucho, y eso siempre deja secuelas Tenemos dos caminos de futuro: ampliar el hogar, para acoger más personas, o acudir a las casas de los necesitados para atenderlos y darles comida Estoy trabajando para desarrollar un programa de atención a matrimonios He visto que en el mundo las personas buenas son muchas más que las malas, muchísimas más MECENAS Asociación María Auxiliadora, siempre junto a los necesitados La Asociación María Auxiliadora, vinculada al Colegio de los Salesianos y a la parroquia del mismo nombre en A Coruña, es uno de los socios más antiguos del Hogar Sor Eusebia. El vínculo entre los dos colectivos es sólido, y está representado por la figura de Amparo Otero, que forma parte de las directivas de ambos. Inmaculada Soto, presidenta de la entidad desde octubre de este año, explica que “desde que Amparo entró en Sor Eusebia, hace unos veinte años, todos los meses de enero realizamos un donativo para el hogar”. Su importe oscila entre los 400 y los 600 euros, dependiendo de los recursos disponibles en cada ejercicio. “En nuestra asociación no hay cuotas fijas, cada uno da lo que puede y cuando puede, y tenemos que repartirlo. Pero nunca faltamos a nuestro compromiso con Sor Eusebia, porque la importancia de su obra es enorme”, asegura Inmaculada. Sus fondos provienen de los donativos que los feligreses depositan en las capillas de la iglesia tras el Colegio de los Salesianos, o directamente bajo la imagen de la beata de Salamanca que se guarda en este templo. En la parroquia están siempre disponibles, además, los formularios para hacerse socio del hogar. La asociación colabora también con otras causas, como un proyecto de Club de Leones, comprometidos con lo más próximo El Club de Leones La Coruña Decano lleva casi medio siglo de compromiso con los más necesitados en el entorno de la ciudad, lo que inevitablemente incluye el apoyo y la colaboración con el Hogar de Sor Eusebia. Esta ayuda se ha materializado a lo largo de los años con aportaciones para mejorar los equipos de cocina o el sistema de megafonía. La penúltima de estas contribuciones fue la donación de 200 kilos de arroz el pasado mes de julio. Y el sábado 30 de noviembre, la entidad celebró su cuadragésimo quinto aniversario con una “Sabemos la labor y las necesidades de Sor Eusebia. Muchos de nuestros socios colaboran con el hogar” J. L. Álvarez Fernández Algunos integrantes de la directiva de María Auxiliadora “Nunca faltamos a nuestro compromiso con Sor Eusebia, porque la importancia de su obra es enorme” Inmaculada Soto cooperación en Senegal, un donativo fijo a la Fundación Juan Soñador, y el apoyo a diversas misiones sacerdotales. Además, recaudan fondos cuando es necesario paliar alguna tragedia, como el terremoto de Haití. cena-tómbola, el 50% de cuya recaudación se ha destinado a distintas entidades benéficas, entre ellas el Hogar. “Sabemos la labor que hacen y las necesidades que tienen, muchos de nuestros socios colaboran directamente con ellos”, afirma el presidente, José Luis Álvarez Fernández. Con todo, José Luis Álvarez lamenta que el “50 o el 60% de la ciudadanía” de A Coruña desconozca una trabajo que, dice, les tiene “impresionados”. Él mismo, que lleva un año al frente la junta directiva del Club, ha visitado varias veces las instalaciones, experiencia que la ha propiciado sensaciones contradictorias: “Es gratificante ver cómo trabajan con los internos, pero por otro lado te deja medio desolado que, por los recortes, no se pueda hacer mucho más”. HOGÂR / 33 Pescaderías de As Conchiñas, la ayuda más fresca Como cada sábado al mediodía, el 30 de noviembre la furgoneta del centro, con un grupo de residentes abordo, se dirigió al barrio de As Conchiñas para recoger los productos del mar frescos que donan la pescadería Mari y los distintos puestos de la plaza. Se trata de los excedentes que quedan sin vender y que si no fuese el hogar a buscarlos acabarían en el cubo de la basura. “Es una pena cuando entre semana tenemos que tirarlo”, explica una de las pescaderas. Uno de los residentes va pasando por cada puesto y recogiendo la mercancía: jureles, parrochas, algunas castañetas y hasta un pulpo. Ese día el lance no fue muy copioso. “Una vez se llevaron de aquí casi 20 cajas a reventar; antes Panadería Cuns, un horno de lumbre generosa “Una vez se llevaron casi 20 cajas a reventar; antes quizás se les daba más” Una pescadera que quede lo menos posible sin comercializar. El responsable de uno de los puestos con expositor vacío comenta: “Hoy no tenemos nada, bien para nosotros, mal para ellos”. Su compañera de negocio le corrige: “Bien para ellos también, así otro día le podremos dar más”. personas que realmente necesitaban lo que para nosotros solo eran sobras”, recuerda la panadera. Desde entonces, todos los días, cuando cierra el establecimiento, la furgoneta del hogar se acerca hasta su puerta, donde recibe un cargamento de pan, bollería, empanadas y otros productos valiosos para el estómago. “Para nosotros, es una satisfacción saber que toda esa comida se aprovecha por una buena causa”, sentencia Fina Nieto. “Hay quien prefiere tirar la mercancía antes de donarla. No es nuestro caso”, asegura Fina Nieto. Junto a su marido, Manuel Mourelle, gestiona la Panadería Cuns, en el número 2 de la calle Santiago de la Iglesia, en el Agra del Orzan, y desde hace diez años donan buena parte de los productos que quedan en los estantes al terminar el día a beneficio de los residentes del Hogar Sor Eusebia. “Una de nuestras clientas, con la que teníamos muy buena relación, nos preguntó un día qué hacíamos con lo que no se vendía. Le dijimos que pan rallado, torrijas, o ese tipo de cosas. Y entonces nos habló de Sor Eusebia, donde había quizás se les daba más”, comenta otra vendedora. Y es que con la caída del consumo propiciada por la crisis, los establecimientos procuran ajustar al máximo los pedidos para “Para nosotros, es una satisfacción saber que toda esa comida se aprovecha por una buena causa” Fina Nieto En los últimos años, sin embargo, la Panadería Cuns ha tenido que ampliar su labor solidaria. También ayudan a familias y vecinos que, a causa de la crisis, se han quedado sin recursos para comprar alimentos. Como explica Fina Nieto: “La gente nos pide ayuda, y no podemos negarnos. Preparamos paquetes para ellos, y solo les reñimos por no habérnoslo dicho antes”. MECENAS Cristina Bañobre, toneladas de patatas y de buen corazón Hace años, Cristina Bañobre escuchaba a menudo a su padre hablar de un centro de ayuda a los desamparados de A Coruña. Él tenía algunos campos en Miño, donde vive la familia, en los que cultivaba manzanos como pasatiempo. De vez en cuando decía: “Vou a Sor Eusebia”, y se plantaba en las instalaciones con unas cuantas cajas de manzanas. Su hija guardó el recuerdo de esas donaciones y, cuando hace cinco años montó su explotación de patatas y cebollas, no dudó en ponerse en contacto con la dirección para poner su grano de arena en forma de toneladas de estos productos. “Cando o precisan, chámanme e eu levo un cargamento. Suminístrolle entre 300 e 400 kilos de pataca e 100 de cebola ao mes” Al principio, cuenta, era ella la que tomaba la iniciativa, pero desde hace un año la relación se intensificó y se hizo más fluida. “Temos ese acordo, cando o precisan chámanme e eu vou levarlles un cargamento. O meu obxectivo é que non lles falten patacas e cebolas”, explica Cristina Bañobre. Con todo, teme que, en ocasiones, se queden sin remesas y por “reparo” no la avisen. Las aportaciones dependen de la temporada, pero calcula que suministra entre 300 y 400 kilos de patata al mes y 100 de cebolla. Siempre que puede va ella en persona, para “ter constancia de que está todo correcto”, y para intercambiar impresiones con la gente del centro. De sus estancias allí, Cristina Bañobre –que insiste en no publicitar el nombre de su empresa– destaca “o ambiente de paz incrible” que le inspira “algo moi especial”. Central Lechera Asturiana, un sustento esencial La delegación de la Central Lechera Asturiana en Bergondo, tiene un papel muy relevante en los suministros alimentarios que recibe Hogar Sor Eusebia. Aporta desde hace seis meses la gran mayoría de los lácteos que se consumen en el centro. “Cuando tenemos un excedente de producción, los llamamos y vienen a buscarlo; normalmente un par de veces por semana”, señala Leonardo Bello, delegado comercial para la provincia de A Coruña. económicas cualquier ayuda que podamos dar creo que es bienvenida”. Los suministros varían en función de las circunstancias de producción, pero suelen oscilar entre diez y quince cajas “El trabajo del Hogar Sor Eusebia es muy importante, y es de agradecer que exista gente que ayuda a los que más lo necesitan” Leonardo Bello de yogures, a razón de 48 unidades por caja; y unos 30 cartones de leche. A veces también se incluyen algunos quesos. La colaboración se restableció hace medio año, después de un “largo parón”, cuenta Leonardo Bello. Él asumió el cargo a finales de 2012 y varios compañeros le transmitieron que en el pasado, hace unos cuatro o cinco años, se realizaban donaciones a Sor Eusebia. Así pues, decidió retomarlas: “Dadas las circunstancias Bello todavía no ha tenido oportunidad de visitar las instalaciones del Hogar, pero espera poder hacerlo próximamente. De todas formas, considera que la labor del centro es “impagable” con los más desfavorecidos. “El trabajo social que hacen es muy importante en la sociedad en la que vivimos y es de agradecer que exista gente así que ayuda a los que más lo necesitan”. Cáritas, un apoyo en casos graves Cáritas fue uno de los puntos de apoyo de Sor Eusebia en sus primeros años, mediante donativos económicos, de ropa y comida. Si había riesgo de que los residentes pasasen hambre o frío, allí estaba Cáritas para aportar lo necesario y, con su generosidad, hizo posible el despegue. A medida que la infraestructura del hogar se fue ampliando y mejorando, esta colaboración fue haciéndose más esporádica, pero se mantiene en la actualidad. “Cuando surge alguna situación difícil, en Sor Eusebia saben que pueden recurrir a nosotros”, asegura Mercedes Carrión, directora técnica de Cáritas en A Coruña. Desde su punto de vista, “el hogar realiza una gran labor, porque en esta ciudad no hay demasiados centros de acogida. Es, además, una institución con un espíritu muy especial y una enorme calidad humana. Es difícil regentar un centro de estas características porque siempre surgen problemas, pero ellos lo consiguen de manera encomiable”. “Sor Eusebia tiene un espíritu muy especial” Mercedes Carrión HOGÂR / 35 Panadería Agra, 27 años alimentando la solidaridad Casi desde el mismo momento en que el hogar empezó su labor de asistencia a los desamparados, tuvo en la panadería Agra una fuente de solidariedad en forma de pan y repostería. Todo empezó cuando María Meizoso, la propietaria, asumió el negocio. De aquella uno de los hermanos del centro paraba a comprar “cuatro o cinco barritas” para llevar a los internos, y ella le daba los productos que le sobraban. “Cuando se despacha toda la producción se cocinan por la tarde 20 o 30 barras para el hogar” María Meizoso “Un día nos sobró muchísima empanada, así que llamamos a la Cocina Económica y nos pidieron que se la lleváramos. Pero como no teníamos ningún repartidor libre avisamos al hogar, que sí vino a buscarla. A raíz de eso, siempre le damos lo que no vendemos”, rememora María. Todas las noches, 365 días al año, algún empleado o residente del centro se pasa por la panadería para recoger estos alimentos. Aunque la cantidad varía en función de las ventas, lo habitual es que se lleven dos sacos con pan, además de la pastelería y las empanadas, todo ello fabricado esa misma jornada. Los días en que se despacha toda la producción se cocinan ex profeso por la tarde “20 o 30 barras para que no se vayan con las manos vacías”, explica María Meizoso. Cada Navidad recibe la invitación del centro, al que ha acudido varias veces para comprobar in situ el “extraordinario” trabajo que realiza. Banco de Alimentos, una despensa para los desfavorecidos Cuando nació el Banco de Alimentos de A Coruña, hace cerca de tres años, el Hogar Sor Eusebia fue de las primeras entidades que solicitó su colaboración, según cuenta el responsable de relaciones externas, Antolín Pardo. Desde entonces, cada 15 días, los responsables del hogar se acercan a recoger su correspondiente cargamento de víveres a la nave del polígono industrial de A Grela que sirve de almacén al banco. Una parte de la comida llega del Fondo Español de Garantía Agraria (Fega), y la otra se recolecta a través de las distintas operaciones kilo que se organizan a lo largo del año. A finales del pasado noviembre, se realizó una campaña especial en toda España. En la provincia de A Coruña se consiguieron en dos días un total de 150 toneladas de mercancía. “Todavía la estamos clasificando, da gusto ver el almacén”, comenta Antolín Pardo. Los suministros se reparten en función del número de personas a las que atiende cada entidad, siempre dependiendo de posibles limitaciones. Se trata de un cargamento variado de “Todavía estamos clasificando las 150 toneladas que recogimos en noviembre, da gusto ver el almacén” Antonlín Pardo productos no perecederos, como pasta, arroz o latas de conserva, aunque puntualmente se pueden incluir alimentos frescos. Para hacer posible que el Banco de Alimentos en A Coruña cumpla sus objetivos unos 40 voluntarios trabajan de manera altruista, cerca de 30 en el almacén y otra docena en la oficina, haciendo tareas administrativas. No están todos los que son La solidaridad de los colaboradores de Sor Eusebia es tan grande que no cabe en estas páginas. Además de aquellos que dan aquí su testimonio, el hogar también recibe ayuda habitual de la Lonja de A Coruña, la Refinería de Repsol en Meicence, la asociación Airiños da Terra, la Fundación Amancio Ortega y la pescantina Concha Vidal, de Sada, así como de otras entidades y personas que han preferido mantener el anonimato. HISTORIA Todo empezó con siete camas y un pozo El Hogar Sor Eusebia ha recorrido un largo camino desde sus orígenes, en una pequeña casa junto a la Torre, hasta su actual ubicación en Bens Por A. LOSADA El primer paso en el largo camino que ha recorrido el Hogar Sor Eusebia se dio un 24 de diciembre de 1984. Como cuenta en la entrevista que publicamos en estas mismas páginas, José Vicente Martínez Rico salía de casa para acudir con su familia a la Misa del Gallo. A la salida de su portal, encontró a un hombre durmiendo en la calle, una persona cuya situación despertó sus sentimientos cristianos, y le impulsó a hacer algo para ayudarle a él y a otros en similares circunstancias. Estado del edificio alquilado para la primera sede de Sor Eusebia que tomasen forma las buenas intenciones que alimentaban este hogar. Querían “una casita vieja, que pudiésemos alquilar barata y reformar dignamente”, en palabras del ya presidente de la asociación. Y quien la encontró fue José Fernández Pernas, fundador de Renacer, que no tardó en avisarles. Estaba en el barrio de Monte Alto, al pie de la Torre de Hércules, y próxima a la antigua prisión provincial. Era un edificio destartalado, de 82 Martínez Rico entró en metros cuadrados, que contacto con Carmen la junta directiva alquiló Rodríguez-Losada, por 10.000 pesetas que había estado al mes. La reforma persiguiendo por su era imprescindible, cuenta un objetivo pero aquella naciente similar, y alistó para asociación no tenía los esa causa solidaria recursos suficientes. a su amigo, socio y Fueron el propio confidente, Heliodoro de Martínez Rico, el Vicente. De la suma de sus tres voluntades, nació constructor Enrique Álvarez Conchado, el el Hogar Sor Eusebia, diseñador de moda que el 1 de octubre de 1985 quedó inscrito en el Antonio Pernas y el Registro de Entidades de empresario Francisco García quienes la Xunta de Galicia, con resolvieron este el número 200. problema que parecía insalvable. Ellos y gran Comenzó entonces la parte de sus proveedores búsqueda de un espacio aceptaron trabajar físico, un edificio en el gratis para adecentar el inmueble. Poco a poco, con ayuda de muchas personas, la idea fue tomando forma. Se dividieron siete habitaciones, con camas donadas por las Hermanas del Refugio, se construyó la cocina y un cuarto de baño y, como no había traída, se abrió En la Nochebuena de 1986 abrió las puertas la primera sede, una casa alquilada en Monte Alto, al pie de la Torre un pozo de barrena para obtener agua potable. Así, el 24 de diciembre de 1986, dos años después de aquel primer impulso de José Vicente Martínez Rico, se inauguró el Hogar Sor Eusebia. Su primer director fue Luis Caramés, que había conocido la iniciativa por ser compañero de Carmen RodríguezLosada en Renovación Carismática. Esa misma Nochebuena llegaron los dos primeros HOGÂR / 37 El Hogar Sor Eusebia se inscribió en el Registro de Entidades de la Xunta de Galicia el 1 de octubre de 1985 Autoridades y miembros de la junta directiva, el día de la inauguración residentes, M. L. y A. L. Luis y Carmen les enseñaron la casa y lo primero que pidieron fue darse una buena ducha. Los dos llevaban años durmiendo en la calle y, a las pocas semanas, A. tuvo que ser operado de una grave úlcera de estómago. De no haber estado en el hogar, hubiera fallecido. “Me tocó la lotería”, solía decir. Se corrió la voz de la buena obra que estaba ya en marcha, y los siete dormitorios no tardaron en llenarse. Hubo que habilitar literas y aprovechar el espacio, y allí llegaron a vivir hasta 21 personas. En aquellos primeros años, Cáritas y la Cocina Económica suministraban la comida que se les servía a los residentes, que se enriquecía ocasionalmente con donativos de ciudadanos particulares. El hogar era como un Portal de Belén, en cuya puerta se depositaban los donativos, que mantuvieron viva la obra de Sor Eusebia hasta que el número de socios fue creciendo y garantizó unos ingresos mínimos. En enero de 1989, la junta directiva decidió comprar la casa de la Torre y ampliarla, para lo que recurrieron a un crédito bancario. José Vicente Martínez Rico, Heliodoro Carmen Rodríguez-Losada, Paco Vázquez, Martínez Rico y Julián Barrio En 1996 se inauguró el nuevo edificio en Bens, cuyo proyecto realizó gratuitamente Jacobo Rodríguez-Losada Uno de los primeros residentes tuvo que ser operado de una úlcera de estómago. En la calle hubiera fallecido de Vicente y Enrique Álvarez Conchado se encargaron, una vez más, de que el grueso de las obras se realizase a coste cero. Y al cabo de un año, la transformación fue completa. El renacido inmueble constaba ahora de 28 dormitorios individuales, seis cuartos de baño, comedor, sala de fumadores, cafetería, oficinas e incluso una pequeña capilla. A quienes lo habían visto en su estado anterior, aquello les parecía un hotel de lujo. Y, sin embargo, también terminó por llenarse, porque es imposible poner límite a las buenas obras. De nuevo volvieron las literas a los cuartos, y de nuevo se hizo necesario pensar en un espacio más amplio. Pero en esta ocasión, la respuesta vino dada con las obras del Paseo Marítimo. El Ayuntamiento expropió los terrenos que ocupaba Sor Eusebia en el entorno de la Torre, y a cambio le ofreció a la asociación el terreno ocupado por la antigua escuela de Bens, de unos 6.000 metros cuadrados, y una subvención de 90 millones de pesetas para construir allí una nueva sede. El arquitecto Jacobo Rodríguez-Losada Allende, sobrino de Carmen, se encargó desinteresadamente de elaborar el proyecto y dirigir las obras. La primera piedra se colocó el 15 de mayo de 1995 y, en un plazo de ocho meses, el nuevo hogar se convirtió en realidad. La inauguración oficial tuvo lugar el 23 de enero de 1996, con la presencia del entonces alcalde, Paco Vázquez, y del arzobispo de Santiago, Julián Barrio. Con el traslado a Bens, se inició la segunda etapa en la historia del albergue de Sor Eusebia. Por acuerdo de la junta directiva, la administración del hogar quedó a cargo de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, quienes ya estaban realizando una labor similar en Vigo. La obra no dejó de crecer, gracias al permanente apoyo de sus socios y a la generosidad de los coruñeses. Se realizaron varias ampliaciones en el edificio, siempre pensando en el bienestar de los residentes. Y, precisamente con ese objetivo en mente, se abre ahora la nueva etapa que hemos detallado en estas páginas. Un tiempo nuevo para el hogar. MEMORIA VIVA Amparo Otero: “Lo que hago en Sor Eusebia no es un trabajo, es una satisfacción” Miembro de la junta directiva y colaboradora de Sor Eusebia desde hace años, se ha convertido en el alma del hogar, que visita a diario Por A. LOSADA Amparo Otero se convirtió en colaboradora del Hogar Sor Eusebia de la mano de una de sus fundadoras, Carmen RodríguezLosada. “Ya colaboraba con doña Carmen en las escuelas del caldo –las Escuelas Populares de A Coruña–, que había fundado su abuelo, don Camilo. Trabajé allí durante 26 años, y tuve la suerte de conocer a toda la familia. Por eso, ella pensó en mí cuando se abrió el hogar en la casita de la Torre”. Amparo, cuya solidaridad es a prueba de bomba, es también animadora social en la Asociación de María Auxiliadora, en el Colegio de los Salesianos, y Carmen Rodríguez-Losada le propuso HOGÂR / 39 que entrase en Sor Eusebia como representante de esta primera institución. Desde entonces, la colaboración entre ambas entidades sociales se mantiene, firme, constante y en beneficio de quienes más lo necesitan. En aquellos años, Amparo ponía su coche a disposición de la institución benéfica y recorría la ciudad en busca de los donativos de comida y ropa para los residentes del hogar. Sacaba el tiempo de donde podía, ya que compaginaba sus actividades solidarias con su jornada de trabajo, pero poco a poco fue implicándose más, hasta pasar a formar parte de la junta directiva, donde ocupa el cargo de tesorera. El cambio de siglo le trajo dos nietas y solicitó la prejubilación para poder cuidar de ellas. Sin embargo, a medida que las niñas crecieron, su abuela se fue repartiendo entre ellas y su otra familia, la que duerme en Sor Eusebia. “El presidente me pidió que, ya que estaba más libre, fuese de vez en cuando por el hogar, para ver cómo estaban las cosas. Al principio venía dos o tres horas, un par de veces por semana. Ahora, ya no me sacan de aquí. Hace dos años que vengo todos los días”. “El cariño que recibo de los residentes compensa todo el esfuerzo que realizo” Hoy, Amparo Otero es una pieza fundamental en el nuevo proyecto de Sor Eusebia, según reconoce el nuevo director Diego Utrera: “Tiene trato con todos los residentes más antiguos, que confían en ella, y siempre está pendiente de todas las cuestiones de intendencia”. Un paseo con Amparo por las instalaciones del hogar no deja lugar a dudas de la veracidad de estas palabras. Recorre el edificio, que conoce como la palma de su mano, sin parar de saludar y de “Empecé viniendo una o dos veces por semana. Ahora no hay quien me saque de aquí” recibir muestras de afecto. “Hay muchachos que son un encanto, que en cuanto te ven, te preguntan si necesitas algo, y se desviven por echar una mano”, asegura. Está pendiente de todos los detalles, y cuando advierte algún problema o desperfecto, se desvive para solucionarlo. “Acabamos de cambiar todas las puertas, porque estaban muy deterioradas. Y ahora vamos a hacer una reforma en los baños de la planta baja, porque cuando la gente se ducha, sale el agua al pasillo. Poquito a poco, vamos haciendo todo lo que hace falta”. Con su ejemplo, Amparo demuestra que “en la junta directiva nos desvivimos por los residentes, todos los recursos que tenemos los invertimos en ellos, en asegurar que no les falta de nada. Queremos que estén bien atendidos. Este es el hogar de los que no tienen hogar”. En sus casi treinta años de relación con el Hogar Sor Eusebia, ha vivido toda clase de anécdotas, en su mayoría positivas. Muchos “La mayoría de las personas que están aquí solo nos tienen a nosotros. Este es el hogar de los sin hogar” de los residentes pasan sin dejar testimonio de su historia, pues “algunos prefieren no hablar, y nosotros no les preguntamos, para que no les duela”. Pero otros, a veces por casualidad, dejan entrever su pasado. “Recuerdo a un chico que, cuando llegó, me sonaba muchísimo. Le pregunté de dónde era, y resultó que había nacido en mi barrio, y que había estudiado con mis hijos”. Este joven había caído en la droga a los 13 años, y desarrolló tendencias violentas. Una orden de alejamiento le impedía mantener contacto con sus padres, por lo que se había quedado en la calle. Pero en Sor Eusebia encontró una segunda vida. Recientemente, Amparo estuvo enferma y no pudo acudir al hogar durante unos cuantos días. Cuando regresó, este joven le regaló un dibujo en el que había intentado retratarla. “Pensé que ya no iba usted a volver –le dijo-, así que la “Muchos de nuestros socios son jubilados, que nos dan tres o cuatro euros al mes. Para ellos es un esfuerzo enorme” pinté para poder seguir viéndola”. Con el cariñoso garabato en las manos, ella se emociona y afirma: “Esto para mí no es un trabajo, es una satisfacción. Hace que me sienta útil, y todo el esfuerzo que realizo queda más que compensado por el cariño que recibo de las personas que están aquí. La mayoría no tienen a nadie, solo a nosotros”. En este sentido, la tesorera muestra su agradecimiento a los más de 375 socios y a los muchos colaboradores de Sor Eusebia, que son quienes hacen posible que las buenas obras sigan adelante. “Tenemos a muchos jubilados, con la pensión mínima, que nos dan lo que pueden, tres o cuatro euros al mes. Puede parecer poco, pero para ellos es un esfuerzo enorme. Y entre todos, pasito a pasito, hacemos mucho bien”. MEMORIA VIVA Ricardo Gómez Pico: “En Sor Eusebia, ves una parte de la sociedad que suele estar oculta” Me consta que en el hogar hay personas cuyas familias tienen recursos más que suficientes para mantenerlos, pero han preferido abandonarlos Por PACO DOCAMPO Ricardo Gómez Pico tiene 69 años, edad que no aparenta. Humanista y solidario, hizo sus pinitos en política: primero en el PSG y después en La Coruña Unida -“un grupo de amigos ilusionados en cambiar la ciudad”- con la que llegó a ser concejal. Se retiró de la vida pública convencido de que no servía para esta actividad, en la que se veía como “un aficionado en un terreno de profesionales”. Trabajó durante toda su vida en el sector de los seguros, donde empezó con un puesto humilde y llegó a subdirector general de una gran compañía. Después de una exitosa operación a corazón abierto, sigue en activo. Desde 1999 es el secretario de la junta directiva del Hogar Sor Eusebia. HOGÂR / 41 ¿Cómo entró en contacto con el Hogar? Durante muchos años pertenecí al Club de Leones Decano, y fui uno de los fundadores del Club de Leones Marineda, que creamos para llevar a cabo nuevas actividades e iniciativas. Una de ellas fue la de subvencionar la cafetería del edificio de Sor Eusebia, en Bens, que acababa de inaugurarse. Donamos una nevera, una máquina expendedora de refrescos y una cafetera. Después, les ayudamos a comprar sábanas y aportamos muebles para el segundo piso. A raíz de estas colaboraciones, entablé trato personal con José Vicente Martínez Rico. Y un día, tomando un café, me ofreció el puesto de secretario de la junta directiva. Era el año 1999. Y en ese puesto sigue. Sí, porque es una asociación en la que no hay grandes luchas por ocupar puestos (ríe). En nuestro país, muchas veces, convertimos en caridad lo que debería ser justicia ¿Qué impacto recibió cuando entró en Sor Eusebia? Me di cuenta de la gran obra que realiza el hogar. Y de que en nuestro país, muchas veces, convertimos en caridad lo que debería ser justicia. Instituciones como la nuestra, la Cocina Económica, Padre Rubinos, Cáritas... realizan tareas que debería afrontar el Estado con nuestros impuestos. Sin embargo, la experiencia nos indica que, por muy rico que sea un país, siempre hay personas que quedan marginadas, y a las que solo atiende una parte de la sociedad civil, de forma altruista y voluntaria. Sin ir más lejos, hace dos días, mi mujer, Carmiña, yo encontramos a un anciano durmiendo en la calle. Nos contó su historia, era un camionero de León, su esposa acababa de fallecer, y no tenía hijos. Intentamos convencerle de que fuese a Sor Eusebia, donde estaría protegido del frío y tendría comida caliente. Pero no quiso, porque no se veía capaz de seguir las normas. Son situaciones muy difíciles de resolver. En Sor Eusebia he visto como personas que estaban tiradas en la calle, sucias y con ropa harapienta, recuperaban su dignidad ¿Qué encontró en las personas que residen en el hogar? He visto como personas que estaban tiradas en la calle, sucias y con ropa harapienta recuperaban su dignidad. Hay muchos que son casos perdidos para una sociedad como la nuestra, pero allí son felices, dentro de sus problemas. ¿Cuáles son las patologías más comunes? Problemas mentales, en su mayoría. De hecho, durante una temporada, el psiquiátrico de Toén, en Ourense, nos remitió a varias personas que consideraba reinsertables. En Sor Eusebia, ves una parte de la sociedad que suele estar oculta. ¿Las familias se preocupan por los residentes? En general, el contacto es muy limitado. Incluso hay algunos que, nos consta, tienen familiares con recursos, pero han sido abandonados. Solo un diez o un veinte por ciento reciben visitas de cuando en vez. Sin embargo, la suerte que tienen, dentro de su desgracia, es que la mayoría no echan de menos esa compañía, a causa de su estado mental. ¿Cómo es su relación con ellos? Son personas encantadoras, y muy agradecidas. Hay infinidad de anécdotas que podría contar... Pues cuente alguna, por favor. Hay un chico con el que me llevo muy bien, que está en recepción. Siempre me tutea, pero a veces llego y me llama “don Ricardo”. Entonces sé que hay alguien de fuera esperando (ríe). También hay otro que tiene una cicatriz de un corte en la mano, desde hace dos años. Pero siempre que lo veo, me la enseña y me dice que le duele. En realidad solo busca cariño. ¿Cuáles han sido los momentos más duros que ha vivido en el hogar? En realidad, he vivido pocos momentos difíciles personalmente. Si acaso, me han contando alguna riña entre dos, que luego al día siguiente ya estaban tan amigos. Pero no he tenido verdaderos problemas. Yo allí soy feliz. Hace poco se lo explicaba a mi nieto, Alejandro, que tiene siete años. Le decía que, en la vida hay una cosa que cuanto más das, más tienes. “¿Qué es, abuelo?”, me preguntaba. “La felicidad”, le dije. Y eso es lo que pasa en Sor Eusebia, aunque es difícil de explicar. Hay que vivirlo. Cuanta más felicidad das, más tienes. Y eso es lo que pasa en Sor Eusebia ¿Qué le ha dado a usted Sor Eusebia? Ya lo digo, felicidad. Y también amigos. Considero que los residentes son mis amigos, y sé que ellos también me ven así, sin interés... Puede que sea imposible, pero a mí me gustaría que toda la sociedad funcionara como el hogar, en cuanto a relaciones de amistad. Cuidamos unos de otros sin esperar nada. Yo me preocupo por ellos, y les MEMORIA VIVA La Xunta nos exigía cubrir una serie de puestos de trabajo, pero no nos garantizaba el mínimo de ingresos para mantenerlos Cuando yo llegué, iniciamos una campaña de captación de socios, para lograr unos ingresos fijos. También empezamos a luchar por subvenciones quiero.... Por ejemplo, había uno que padecía de alzheimer, que se perdía, se olvidaba de su cuarto, y siempre tenía frío. Cuando lo veía, lo llevaba a su habitación y le ponía un jersei, y él se quedaba tan agusto. Es un detalle simple, ayudas a un hombre y le quitas el frío, pero a mí me hacía muy feliz. ¿Qué recuerda de la etapa de los Hermanos Misioneros? Ellos cuidaban de los residentes, pero tenían una absoluta carencia de organización moderna. El funcionamiento del hogar se basaba en la buena voluntad del presidente y de los otros miembros de la directiva, pero no había una estructura que le diera estabilidad. ¿Y qué hicieron? Cuando yo llegué, iniciamos una campaña de captación de socios, para lograr unos ingresos fijos. También empezamos a luchar por subvenciones. Tenemos reuniones habituales con la Xunta, muchas de ellas tensas, en las que vamos consiguiendo ayudas. Poco a poco fuimos haciendo reformas. El edificio de Bens se construyó con habitaciones individuales, en un 90%. Pero nos dimos cuenta de que no era lo ideal que los residentes durmiesen solos, porque muchos tienen problemas físicos, y agradecen que alguien les ayude si se encuentran indispuestos durante la noche. Tiramos tabiques y de dos cuartos individuales hicimos uno triple, con lo que ganamos plazas y la gente está más contenta. Por otra parte, hemos mejorado los servicios sanitarios, y hemos encontrado a una doctora que, voluntariamente, viene a pasar consulta, al margen de la asistencia que reciben del Sergas. Háblenos de la nueva etapa. La Xunta nos advirtió de que, si queríamos seguir recibiendo ayudas, teníamos HOGÂR / 43 esta Navidad, además de otras actividades, como viajes o visitas a museos, para aquellos que pueden salir. También tenemos un administrador, José Manuel, que me ha liberado a mí de mucho trabajo. Cuanto más viejo voy, más me doy cuenta de que cumplir la ley no puede ser una excusa para dejar de hacer lo que debes ¿Cómo funciona la junta directiva de Sor Eusebia? Nos reunimos una vez al mes de forma ordinaria, y debatimos con toda claridad y sinceridad. Además, una vez al año, celebramos la asamblea ordinaria, a la que pueden acudir los socios, y en la que presentamos las cuentas. que profesionalizar nuestra estructura. Nos exigían cubrir una serie de puestos de trabajo que, desde luego, son muy necesarios, pero tampoco nos garantizaban el mínimo de ingresos para mantenerlos... De todos modos, nos movimos y encontramos un excelente director, Diego Utrera, que ya ha organizado una semana cultural Les pregunté (a los funcionarios) si preferían que tramitásemos primero los papeles, mientras se moría gente de frío en la calle ¿Cuál es la situación económica? Cerramos los ejercicios de 2011 y 2012 sin déficit, pero fue gracias a la donación de algunas herencias. Sin embargo, es un recurso esporádico con el que no podemos contar. En 2013, si todo va bien, finalizaremos también sin deudas. ¿Y las subvenciones? Este año, bien, pero en los anteriores tuvimos algunos problemas. Recuerdo en 2011 una reunión especialmente tensa con los representantes de la Xunta. Nos exigieron unas reformas y adaptaciones de las instalaciones, de golpe, algo que no podíamos hacer. Les pregunté si preferían que tramitásemos primero los papeles, mientras se moría gente en la calle. Fue en aquel invierno tan frío en el que fallecieron varias personas en las calles en A Coruña. Habíamos hecho unas obras sin autorización para acoger a nuevos residentes. Y nos costó un problema. Cuanto más viejo voy, más me doy cuenta de que cumplir la ley no puede ser una excusa para dejar de hacer lo que debes. ¿Cómo ve el futuro? ¿Hay relevo? Desde luego. Ya tenemos gente joven en la junta rectora, y estoy seguro que irán llegando más. Mi ilusión sería que no hiciera falta el servicio que presta Sor Eusebia, pero eso es una quimera, así que tenemos que ir renovando la directiva, buscando gente dispuesta a ayudar. ¿Es un sacrificio? En absoluto. Simplemente, yo sé que el tercer miércoles de cada mes tenemos la reunión de la directiva, y ya reservo el día. Hay quien lo hace para jugar al fútbol sala, o para hacer surf. No tiene más misterio. Pero vivimos en una sociedad muy egoísta... Lo explico con una anécdota. Hace poco vino una compañera a venderme lotería para una asociación de párkinson, en la que está su padre. Y se la compré, pero le eché la bronca por no habérmela vendido el año pasado, cuando su progenitor aún no estaba enfermo. Hasta entonces la causa de los enfermos de párkinson le tenía sin cuidado. No nos comprometemos, hasta que tenemos el problema en casa. Exacto. Y por eso a la gente no le importa Sor Eusebia, hasta que algún familiar, o ellos mismos, tienen que entrar un día en el hogar. El paso a la exclusión social es fácil, ¿no? Le puede tocar a cualquiera. En el Club de Leones de Oleiros, al que pertenezco, estamos ahora recogiendo alimentos para familias que nunca hubieran pensado verse en esa situación. Y, como ya he dicho, me consta que en Sor Eusebia hay personas cuyas familias tienen recursos más que suficientes para mantenerlos, pero han preferido abandonarlos. No sé que nos está pasando, pero nos hemos deshumanizado de todo. In memoriam ¡Cuánto te esperé! Carmen tuvo una infancia muy feliz. Desde muy niña se llenó de ese amor a Dios y a los pobres que le transmitieron sus padres, y que fue el hilo conductor de toda su vida. Ya entonces llegó a vivir situaciones un tanto extraordinarias. Para mí fue una gran maestra y un gran apoyo. Ante cualquier dificultad acudía a ella, y siempre me sorprendía por la rapidez con que buscaba las soluciones Cuando tenía 15 años, tuvo una fuerte experiencia de Dios que cambió su vida, ella lo cuenta así: “Me encontré con Dios, me convertí y me entregué, vino Dios con una fuerza tremenda y se quedó”. A los 17 años descubre su vocación, Dios la llamaba a consagrarse a Él, a vivir para Él, y cuando cumplió los 18 años, a pesar de que le costaba mucho separarse de sus padres y hermanos, decidió ingresar en la Congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús. Allí, con sus luces y sombras, permaneció hasta los 47 años, momento en el que decidió abandonar temporalmente el Instituto para cuidar a sus padres, según Por la HNA. ENCARNACIÓN HERRERO, directora del Hogar Santa Lucía Con este título, que es el mismo de su autobiografía, quiero empezar este artículo porque expresa muy bien cuál era el motor que movía la vida de la mujer a la que voy a dedicar estas líneas. Doña Carmen Rodríguez-Losada Trulock, nacida en La Coruña en 1922, fue una mujer que tuvo el privilegio de nacer en una familia donde el amor era el alimento diario, una familia numerosa con buena posición social. Su padre era arquitecto de profesión y músico de alma, como decía ella; pero sobre todo, era un hombre de fe, siempre atento a la voluntad de Dios. La atención a los pobres era una de sus ocupaciones principales, además de la familia y el trabajo. La madre fue una mujer dedicada totalmente a los suyos, que, junto con el padre, transmitió los valores cristianos a sus hijos. Carmen Rodríguez-Losada acordaron entre los hermanos. Al mismo tiempo, en los ratos libres, empezó a ayudar a los pobres, según las situaciones que se le iban presentando: Atención a mujeres que estaban en un centro penitenciario, ayuda a los niños acogidos en Agarimo -centro fundado por el Capuchino Nemesio Fernández Villa- en Arteixo, La Coruña, colaboración con el Colegio Santiago Apóstol en Santa Cruz… ************** Siempre encontró las personas adecuadas para cada una de sus iniciativas, con las mismas inquietudes, los mismos deseos de ayudar a los más necesitados *************** Cuando sus padres fallecieron, tras hacer un buen discernimiento personal y con la orientación de su familia y de su director espiritual, decidió continuar viviendo como religiosa en su casa para dedicarse exclusivamente a Dios y a los pobres. Desde esa libertad que le concedía el estar fuera de unas estructuras y guiada por la luz del Espíritu Santo, pronto empieza a hacer sus grandes obras en favor de los más necesitados. En 1985, junto con don José Vicente Martínez Rico, funda el Hogar Sor Eusebia para dar acogida a hombres sin recursos, en situación de calle. Fue grande su alegría cuando, la víspera de Navidad de ese año, pudieron ofrecer una casa a un grupo de personas que carecían de lo más necesario. Lo contaba con enorme entusiasmo, se emocionaba, estaba llena de vida, sus proyectos empezaban a hacerse realidad. Este pequeño hogar, en 1996 se convirtió en un gran hogar con capacidad para 60 usuarios, situado en Bens, La Coruña, donde no solo se les ofrece un lugar donde vivir sino que también cuentan con otros muchos recursos para su rehabilitación. HOGÂR / 45 ************** Fueron muchas las dificultades por las que tuvo que pasar en cada una de las obras, pero todo lo ponía en manos de Dios *************** Con sus ganas de hacer el bien, en 1993, crea una casa de acogida para niños en Betanzos, y posteriormente, en 1996, funda una casa de acogida para mujeres sin techo, ubicada primero en Borroa y posteriormente en Bens. En este centro, se ofrece a las residentes una atención integral para su rehabilitación y posterior reinserción social. Y su última obra fue la residencia Remanso, en el Barrio de los Rosales de La Coruña, con la intención de acoger a personas mayores con escasos recursos. Su deseo fue ir dejando estas iniciativas en manos de congregaciones religiosas para darles continuidad. Y así lo hizo. De este modo, trató de atender a los más vulnerables: niños y ************** Era una mujer fuerte, en el sentido bíblico de la palabra, estaba fundamentada sobre roca, vivía pobremente, se conformaba con poco *************** Carmen con su Seat 600 Carmen Rodríguez-Losada con otros miembros de la junta directiva y colaboradores de Sor Eusebia ancianos, hombres y mujeres en situación de desamparo. Además, en un pequeño local, ayudaba también a muchas personas que acudían a buscar ropa, juguetes, mantas… y todo tipo de información. Pero si importante ha sido su trabajo, no ha sido menos el realizado por todas las personas que la ayudaron a dar vida a cada una de estas obras. Siempre encontró las personas adecuadas para cada una de ellas, con las mismas inquietudes, los mismos deseos de ayudar a los más necesitados. Y también se las arreglaba para buscar patrocinadores, tenía un arte especial. Fueron muchas las dificultades por las que tuvo que pasar en cada una de sus obras, pero todo lo ponía en manos de Dios, en Él descansaba. Carmen fue una gran mujer, de carácter fuerte, alegre, jovial, pronta para el bien. Alma de corazón limpio, transparente, con grandes ansias de encontrarse con su amado Jesús. Para mí fue una gran maestra y un gran apoyo. Ante cualquier dificultad relacionada con el Hogar Santa Lucía acudía a ella, y siempre me sorprendía por la rapidez con que buscaba las soluciones, rasgo que la caracterizaba. Uno de sus deseos más profundos era evangelizar, catequizar, cosa que ya hizo desde pequeña, fruto de su amor a Jesús. Cuando tenía 72 años le diagnosticaron cáncer, ella supo ************** Mientras su enfermedad avanzaba y le marcaba el final de su vida, nos decía que ese era el billete para el cielo *************** aceptarlo y vivirlo desde la fe, todo lo vivía con Jesús, todo era por Él y para Él, y mientras su enfermedad avanzaba y le marcaba el final de su vida, nos decía que ese era el billete para el cielo. Percibía a Dios en todo, vivía en permanente contacto con Él, solo deseaba darle gusto, hacer su voluntad. Era una mujer fuerte, en el sentido bíblico de la palabra, estaba fundamentada sobre roca, vivía pobremente, se conformaba con poco. Su carácter fuerte, a veces le jugaba malas pasadas, y, como todo ser humano, tuvo sus fallos y errores, pero sabía tanto pedir perdón como perdonar. Cuando tenía clara una cosa, actuaba con determinación, era capaz de arriesgarlo todo por amor a Cristo, quien le daba la fortaleza que necesitaba para aceptar y superar las dificultades que iba encontrando. A los 84 años nos deja para “cambiar de lugar”, decía ella, para el abrazo definitivo con el Padre y el tan deseado encuentro con Jesús. “¡Cuánto te esperé!”, ¡qué nostalgia la suya! IN MEMORIAM Mi prima Carmiña Es una rara mezcla de cristiana primitiva, anarquista de las barricadas y donadora de sangre del espíritu a todo el que se lo pida Por CAMILO JOSÉ CELA, premio Nobel de Literatura Mi prima Carmiña quiere que le llame Carmen pero yo no puedo romper así de golpe, una inercia de setenta años. Mi prima Carmiña es una mujer que cree en Dios, que cree en las virtudes teologales, que cree en el hombre y que también cree en la acción propia y la buena fe de los demás. Mi prima Carmiña es una rara mezcla de cristiana primitiva, anarquista de las barricadas y donadora de sangre del espíritu a todo el que se lo pida. Mi prima Carmiña se vierte en los demás porque le sobra todo lo que tiene, y menos dinero, tiene todo de sobra: amor, entusiasmo y fe, mucha fe. Yo creo que mi prima Carmiña sería capaz de levantar pesos, adivinar el porvenir y hacer equilibrios en la cuerda foja y volatines en el trapecio del circo. Yo sé de sobra que no, porque en sus ojos habita el Espíritu Santo, pero a veces llegué a pensar si no tendría pacto con ************** Al hombre hay que ayudarlo mientras le lata el corazón en el pecho porque, aunque no lo parezca, es obra de Dios *************** Foro por MDCarchives (Trabajo propio) [CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/licenses/ by-sa/3.0) el demonio. Sólo me resta añadir que mi prima Carmiña no se parece a nadie porque está hecha con mínimos pedazos de cada uno de nosotros, con minúsculos trocitos del cuerpo y del alma de quienes andamos por la calle –y por la vida– llevando a rastras e incluso con cierta emoción nuestros anhelos y nuestros fracasos, nuestras úlceras, nuestras renunciaciones y nuestras ilusiones. ************** Mi prima Carmiña no se parece a nadie porque está hecha con mínimos pedazos de cada uno de nosotros *************** En mi prima Carmiña admiro, sobre todo, la diafanidad, la firmeza de las tres ideas o propósitos con los que juega al naipe de la vida en orden y provechoso buen juicio: al hombre hay que ayudarlo mientras le lata el corazón en el pecho porque, aunque no lo parezca, es obra de Dios y Dios nos pide a todos que no permitamos que nadie desfallezca. Hay algo que no debe ser olvidado jamás: una mano abierta al prójimo puede salvar dos almas y dos voluntades: las de quien abre la mano y las de a quien a ella se agarra, quizá como a un clavo ardiendo. Miguel de Unamuno, aquel cristiano en permanente agonía, en permanente lucha, que no siempre fue bien entendido, nos dejó dichos, entre cientos de verdades, dos versos de muy honesto buen deseo y muy saludable lección: “Dios te conserve fría la cabeza / caliente el corazón, la mano larga”. Fría la cabeza para discernir, caliente el corazón para amar, la mano larga y dadivosa para dar paz y pan también, ¿por qué no?, un vaso de vino para ayudarnos a seguir el camino. El calendario nos dice que es imposible, pero estos dos versos parecen escritos pensando en mi prima Carmiña. HOGÂR / 47 El embajador de Sor Eusebia en Galicia Heliodoro de Vicente, salmantino de nacimiento y coruñés de adopción, fue uno de los pioneros del hogar, al que permaneció vinculado hasta su fallecimiento Por VÍCTOR PORTO Heliodoro de Vicente es uno de los fundadores y mecenas del Hogar Sor Eusebia. Sus más de ochenta años de existencia se pueden resumir en una sola frase: “pasó por el mundo haciendo el bien”. Era un hombre bueno, generoso, cariñoso y atento. Se hacía querer. Dedicó su larga vida a su esposa -a la que adoraba- a sus inventos y a los que menos tenían, a los más necesitados. Don Heliodoro, salmantino de nacimiento y coruñés de adopción, era creativo y emprendedor. Un investigador dotado con una portentosa imaginación. Es el padre del famoso antioxidante Oxi...No, o del aditivo para carburantes Sol Fuerza. ************** Don Heliodoro era creativo y emprendedor. Un investigador dotado con una portentosa imaginación *************** De carácter emprendedor y siempre activo, vinculado profesionalmente a la Armada, ya en sus años mozos diseñó con éxito prendas militares para el Ejército. Hasta llegó a inventar un tipo de pavimento para las aceras de nuestras calles y dedicó tiempo y esfuerzo a crear unos bloques de carbonilla y cemento. ************** Sus más de ochenta años de existencia se pueden resumir en una sola frase: “pasó por el mundo haciendo el bien” ************** Desde una posición económica desahogada, le encantaba encerrarse en su “laboratorio” para hacer las pruebas más dispares y crear nuevos productos. Su cabeza no descansaba nunca. Esta afición, hecha pasión, le proporcionó notables ingresos con los que podía dar empleo a los expulsados del mercado laboral por sus discapacidades. Heliodoro de Vicente era un hombre de fe y coherente con sus creencias. Por eso no podía permanecer impasible o indolente ante el sufrimiento ajeno, ante la exclusión social. Por eso estuvo desde los orígenes hasta su muerte vinculado al hogar. Era muy devoto de la beata Sor Eusebia, a la que su mujer conoció en el colegio donde estudió, en el que su querida monja realizaba tareas domésticas. Una devoción que contagió a José Vicente Martínez Rico, que optó por poner ese nombre al hogar que abriría a los pies de la Torre de Hércules. Don Heliodoro era el embajador de Sor Eusebia en Galicia. El señor de Vicente era un hombre sencillo, hacía el bien con discreción. No tuvo hijos, a no ser que consideremos como tales a los residentes de Sor Eusebia. Esta gente a la que nadie quería, a la que nadie acogía, esos seres humanos a los que la sociedad desechaba, eran una prioridad y una razón de ser para él. Se volcó con el hogar. Y cuando había que ************** Heliodoro de Vicente era un hombre de fe y coherente con sus creencias. Por eso no podía permanecer impasible o indolente ante el sufrimiento ajeno ************** aportar fondos para incrementar su capacidad de acogida, hacer unas obras de mejora o adquirir algún elemento que facilitase la vida a los residentes, allí estaba Heliodoro de Vicente, como lo estaban los también ya fallecidos Carmen Rodríguez-Losada y Enrique Álvarez Conchado Y otros afortunadamente vivos que aparecen en estas mismas páginas. OPINIÓN Una gran familia Mi satisfacción por coincidir en tiempo y lugar con personas capaces de semejantes historias de justicia y solidaridad Hace muchos años, en una pequeña casita al pie de nuestra majestuosa Torre de Hércules, algo importante empezó a gestarse en la ciudad. Se llamaba Hogar de Sor Eusebia, y fue uno de esos proyectos callados y bien hechos, con pocas luces y flashes, que solo con el paso del tiempo se aprecian en toda su potencia y dimensión. El Hogar de Sor Eusebia, auspiciado por Carmen Rodríguez- Losada Trulock y José Vicente Martínez Rico, nació en el año 1986 como apoyo concreto y tangible a personas en situación de calle. La urbanización posterior del Parque de la Torre de Hércules, diez años después, fue el catalizador del traslado del hogar a su actual emplazamiento, en el Lugar de Mazaido, en Bens. Allí, de la mano del Ayuntamiento, el hogar creció y ganó en posibilidades, plazas y expectativas de futuro. Sor Eusebia significó en su día, como el femenino Hogar de Santa Lucía, un recurso de media y larga estancia en el que los usuarios podían normalizar su vida y, en muchas ocasiones, volver a tener una identidad propia dentro de un grupo humano estable. Y eso se ha mantenido con el tiempo, apoyado por las personas socias en la ciudad. Sor Eusebia es hoy, en cierta forma, una gran familia. Una familia que mejora y se adapta a las condiciones de cada una de sus etapas vitales. Sin el Hogar Sor Eusebia, muchas personas estarían perdidas La crisis está haciendo que los ciudadanos sean más conscientes de la importancia de su labor Mar Barcón formó parte de la junta directiva del Hogar Sor Eusebia, como representante del Ayuntamiento de A Coruña, entre 1999 y 2003, un período en el que ocupó la Concejalía de Servicios Sociales. Prefirió no delegar esa responsabilidad y ocupar ella misma el asiento que le correspondía. Durante esos cuatro años, asistió a todas las reuniones periódicas de la institución y conoció de primera mano su funcionamiento bajo la gestión de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, ya en el edificio del Lugar de Mazaido. Participó en campañas de recogida de donativos y de captación de socios, y se implicó en el buen funcionamiento de la institución, en lo que para ella fue “una experiencia muy grata”. “El trabajo que se realiza en Sor Eusebia es muy positivo y demasiado desconocido pues, sin él, muchas personas estarían perdidas”, asegura la actual portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de A Coruña. Y añade que “la crisis está haciendo que los ciudadanos sean más conscientes de la importancia de su labor y de la de otras instituciones como Renacer, Santa Lucía, la Cocina Económica o Padre Rubinos. Entre todas, HOGÂR / 49 Hoy el Hogar de Sor Eusebia, en cuyo gobierno participa también activamente el Ayuntamiento, está regido por una junta directiva donde sigue al frente José Vicente Martínez Rico. La entidad, con una nueva dirección, apuesta por la profesionalización de sus servicios, ha renovado parte de sus instalaciones y afronta el futuro con ilusión y capacidades renovadas. En ese camino les expreso mi reconocimiento y apoyo, así como el orgullo de un alcalde por coincidir en tiempo y lugar con personas capaces de semejantes historias de justicia y solidaridad. Carlos Negreira Souto, alcalde de A Coruña conforman una red de apoyos que resulta fundamental para aquellos que han caído en lo peor de la exclusión social, y sin la que no podrían sobrevivir. La implicación pública en este campo es imprescindible, y en ningún caso deberíamos renunciar a ella, pero el esfuerzo de estos colectivos no tiene precio, porque están allí donde no llega la Administración”. Barcón valora, además, el esfuerzo realizado en Sor Eusebia en esta nueva etapa, por modernizarse y “caminar hacia la integración y la reinserción laboral, en aquellos casos en los que sea posible. Solo tengo elogios y palabras de agradecimiento para José Vicente Martínez Rico y todas las personas que trabajan con él, por el gran bien que han hecho en Carlos Negreira Souto, nuestra ciudad”. alcalde de A Coruña Si se quiere, se puede Lo que ha sucedido en el Hogar de Sor Eusebia, es un paso de gigante en la profesionalización Cuando los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres se vieron en la necesidad de abandonar el Hogar de Sor Eusebia podrían haber sucedido muchas cosas. El centro podría haber cerrado sus puertas y cesado su actividad, ante la ausencia de un relevo generacional que hiciera posible mantener su gestión. El centro podría haber mantenido esa atención a los más necesitados durante un tiempo determinado, buscando ayudas para desempeñar su trabajo y confiando en las siempre generosas y desinteresadas aportaciones de los socios. Existía una tercera posibilidad: que los misioneros siguieran trabajando pese a su avanzada edad, lo que, sin duda, supondría un descenso en la calidad de la atención. Pero no. Nada de eso ocurrió, sino que se dio la mejor de las opciones posibles. Se dio paso a la transición. A una transición natural. A una transición que, a ojos de muchos, pasó totalmente desapercibida precisamente por esa naturalidad con que se llevó a cabo. Lo que sucedió en este hogar ha sido un ejemplo para todos nosotros. ¿Por qué? Por algo muy sencillo. Por la capacidad que ha demostrado un equipo directivo al adaptarse a las nuevas circunstancias y convertir lo que funcionaba como un centro de acogida gestionado por una asociación religiosa en un centro profesional, con trabajadores cualificados y con nuevos servicios. El resultado está a la vista de todos. El hogar funciona y la labor que desempeña es idéntica a la que provocó su fundación hace ya más de 20 años. Y, como entonces, las personas más necesitadas encuentran siempre una puerta abierta cuando muchas otras se le cierran. En resumen, lo que ha sucedido en el Hogar de Sor Eusebia, ese paso de gigante que se ha dado en la profesionalización de un centro tan importante como este, demuestra algo que, aunque suene a tópico, sigue siendo una gran verdad: si se quiere, se puede. Diego Calvo Pouso, calvo Pouso, presidente de la Diputación de A Coruña OPINIÓN Entidades como Sor Eusebia nos abren los ojos La conselleira de Traballo e Benestar destaca la labor de las organizaciones que “ayudan, de manera anónima, a que la sociedad sea mejor” La conselleira de Traballo e Benestar, Beatriz Mato, expresa su agradecimiento a las entidades que, como el Hogar de Sor Eusebia, “están ayudando de una manera anónima a que la sociedad sea mejor”. “El reconocimiento tiene que ser no solo público y notorio, sino constante”, afirma la responsable de los servicios sociales de la Xunta de Galicia. “Para nosotros no se trata solo de hacer un reconocimiento, sino que son una fuente de información, porque en los momentos difíciles que vivimos, la entidades como Sor Eusebia nos abren los ojos más si cabe”, añade Beatriz Mato. En este sentido, explica que gracias al contacto con estos centros de inclusión tienen una información directa sobre los efectos de la coyuntura económica. “La peor consecuencia de la crisis es que muchas personas que tenían una circunstancia económica y personal tranquila, hoy por hoy, la han perdido”. Así, la titular de Traballo e Benestar señala que, más allá del “diálogo fluido” con estas organizaciones, la Administración tiene la “obligación” de que ese compromiso “se constate y se palpe en la priorización del dinero público”. Para ello, explica, el Gobierno gallego, a través de una orden de concurrencia competitiva, destinó a estas entidades tres millones de euros en 2013, un 13% más que el año anterior. En el caso de Sor Eusebia, aportó 24.000 euros, 4.000 más que en 2012, en función de las plazas residenciales y de comedor que ofrece. “Nuestra perspectiva es seguir haciéndolo y seguir avanzando en ese compromiso, porque anónimamente están haciendo un trabajo impagable”, destaca Beatriz Mato. Desde la Xunta, comenta, tienen claro que “la prioridad son las personas y sus necesidades básicas” y, en especial, “las de los más necesitados”. La conselleira conoce de primera mano el trabajo del Hogar Sor Eusebia, puesto que ha visitado en varias ocasiones sus instalaciones. Su última estancia fue hace año y medio, y se llevó una “muy buena impresión”. “Estaba en perfecto estado, con una habitaciones amplias, pulcras, con la farmacia perfectamente organizada”, recuerda. “Pero me ha comentado el presidente, José Vicente Martínez Rico, que ahora está aún mejor, con lo cual tengo que ir de nuevo por allí”. HOGÂR / 51 Sor Eusebia, herramientas son su gran memoria, sus profundas convicciones y su sencillez. fe y determinación Su libro de cabecera es Las llagas santas de Jesús, del que toma notas y apuntes que transmite a los demás. “Quizá no haya ningún párroco de España que no haya recibido una carta de sor Eusebia, a propósito de la esclavitud mariana”, se puede leer en su expediente de canonización. De familia muy pobre, ingresó en la orden de las monjas salesianas, falleció a los 36 años y Juan Pablo II la elevó a los altares Por POR PILAR G. PÉREZ Eusebia Palomino Yenes, nació en Cantalpino, Salamanca, a finales del siglo XIX, en el seno de una familia pobre, muy pobre, pero de profundas convicciones religiosas. Su padre, Agustín, se dedicaba a las tareas agrícolas cuando los terratenientes de la comarca tenían a bien darle trabajo. Cuando carecía de esta fuente de ingresos ejercía la mendicidad, tarea en la que, a veces, le acompañaba Eusebia. No le quedaba más remedio si quería alimentar a sus cuatro hijos y a su mujer, María, que cuidaba del hogar y de la familia. _________________ Trabaja duro, pero no descuida su vida espiritual y entra en contacto con las monjas Salesianas. Los domingos acude al oratorio de la orden. Las hermanas le piden ayuda y ella, desde una total entrega y generosidad, acepta con entusiasmo: limpia la casa, ayuda en la cocina, lava y tiende la ropa, acarrea leña, Su padre, Agustín, se dedicaba a las tareas agrícolas. Cuando carecía de esta fuente de ingresos ejercía la mendicidad junto a Eusebia En este contexto de pobreza, Eusebia va poco a la escuela. Se pone a trabajar a los siete años como niñera, primero en su pueblo natal y más tarde en la capital de la provincia a donde se desplaza, en compañía de su hermana mayor. Era una forma de huir de la miseria y de dejar de ser una carga para sus padres. hace recados y acompaña a la escuela a las alumnas. Su deseo, no revelado inicialmente, es dedicarse a la vida religiosa: “Si cumplo con diligencia mis deberes tendré contenta a la Virgen y un día podré pertenecer a la congregación”. Hasta que le confiesa su intención a la madre superiora que la acoge y admite. El 5 de agosto de 1922 inicia el noviciado. Son días tan duros como apasionantes: estudio, trabajo y oración. Dos años después, hace los votos religiosos y es destinada a Valverde del Camino (Huelva). Allí se encarga de la cocina, la portería y del huerto, y atiende a los niños. La ya Sor Eusebia, se gana el afecto de los más pequeños contándoles anécdotas de Dom Bosco, la vida de algunos santos y episodios marianos. Sus En los convulsos y fratricidas años 30, “se ofrece al Señor como víctima para la salvación de España y por la libertad religiosa”. En 1932 tiene el primer grave problema de salud, que se complica con su patología asmática. El sufrimiento físico es enorme, pero lo es todavía mayor el espiritual: tiene visiones de sangre, como el del asesinato de su madre superiora, que se producirá cuatro años después, en 1936. La enfermedad progresa y se apodera de su cuerpo, pero no de su mente, siempre lúcida, delicada y amable. El 10 de febrero de 1935, a los 36 años, fallece mientras duerme. Los que vivieron ese momento proclaman que fue “en lor de santidad”. El papa Juan Pablo II la elevó a los altares, primero como venerable y después como beata. EL HOGAR. Junta directiva Presidente José Vicente Martínez Rico Vicepresidenta Rosalía Martínez Velasco Tesorera Amparo Otero Rey Secretario Ricardo Gómez Pico Vocal Manuel Marcos Franco Otero Vocal Juan Ramón Rojo de Castro Vocal José Luis Quintela Julián Vocal Reynaldo Corral Francos ÉCHANOS UNA MANO HAZTE SOCIO Entre todos mantenemos el hogar HOGAR SOR EUSEBIA Lugar de Mazaido, Bens, 15191 A Coruña Teléfono: 981 14 30 88 (José Manuel Mendoza) info@hogarsoreusebia.org En la lucha contra la exclusion social toda ayuda es poca. Necesitamos tu colaboracion para atender a todas las personas que han encontrado en el Hogar Sor Eusebia una familia.