Expte. N° 16.941/02 "Valicenti Josefina c/PEN -Dto. 1570/01 y 214/02 s/ amparo ley 16.986" ///nos Aires, de agosto de 2002.- Y VISTOS: para dirimir el conflicto negativo de competencia planteado entre los juzgados nacionales de primera instancia en lo contencioso administrativo federal n° 8 (ver fs.22) y en lo civil n° 31 (ver fs. 30); y CONSIDERANDO: I. Que la actora promovió acción de amparo contra el Poder Ejecutivo Nacional y contra su deudora Olga Mabel Lettieri (en este aspecto, ver en particular punto I de fs. 2) a efectos de que se declare la nulidad e inconstitucionalidad, entre otras normas, de la ley 25.561 y del decreto 214/02 y, en su consecuencia, se ordene "se mantenga indemne la voluntad de las partes en el contrato constitutivo celebrado con el demandado, y en su moneda establecida, DOLARES ESTADOUNIDENSES, sin cambios ni alteraciones, con costas". II. Que -como bien lo puso de relieve la magistrado titular del Juzgado N°8 del fueroen él ámbito de la Capital Federal, en la cual, por ahora, todos los jueces -excepción hecha de los locales que ejercen la jurisdicción que corresponde a la Ciudad de Buenos Aires- son nacionales, los jueces nacionales en lo civil ejercen una jurisdicción de igual naturaleza a la que les compete a los jueces nacionales en lo contencioso administrativo federal (confr. C.S.J.N., Fallos 308:1973, entre mucho otros), por lo que se tiene reiteradamente dicho que la competencia de éstos últimos no surge como consecuencia de que se impugne una ley sancionada por el Congreso de la Nación, un decreto dictado en ejercicio de función legislativa delegada o un acto administrativo emitido por una autoridad nacional, sino en razón de que la materia debatida subsuma en el derecho administrativo (confr. C.S.J.N., Fallos: 310:2680; 311:2659; 312:808). III. Que, consecuentemente, nada obsta a que se atribuya competencia a la justicia nacional "ordinaria" aún cuando se demande a la Nación o alguna de sus entidades autárquicas (confr. Fallos: 310 :1546; entre muchos otros), máxime cuando la circunstancia de haberse demandado en el sub-lite a distintas autoridades nacionales aparece "prima facie" como improcedente, habida cuenta el sistema de contralor de inconstitucionalidad -como lo puso de relieve la Corte Suprema en Fallos: 256:104excluye la defensa directa de las normas impugnadas por parte del Estado que las ha expedido, en tanto no sea éste adversario formal en la causa por debatirse en ella derechos que aquéllas le acuerdan, señalando en este orden de ideas que el análisis judicial de la constitucionalidad de tales actos o normas debe ocurrir en el marco de un litigio común, como medida tendiente a superar el obstáculo que de ellos derivan para el reconocimiento del derecho invocado por la parte que los impugna, siendo en tal sentido que el Alto Tribunal tiene declarado desde antiguo que todos los jueces de cualquier jerarquía o fuero pueden interpretar y aplicar la constitución en las causas cuyo conocimiento les corresponde (Fallos: 33:162; 149: 122; entre muchos otros; ver, asimismo, esta Sala, in re "Deritown S.A.", del 4/6/2002 y "Fabricant" del ). IV. Que ello así, y teniendo en cuenta que para la determinación de la competencia corresponde tomar en cuenta la exposición de los hechos que el actor hiciere en la demanda y el derecho que invoca como fundamento de la acción (C.S.J.N., Fallos: 286:45; entre mucho otros), cabe advertir que toda vez que, en el sub-lite, para dilucidar el conflicto planteado resultarán de preponderante aplicación normas y principios básicos del derecho civil y constitucional, ordenamiento público este cuya observancia se reitera- incumbe hacer respetar a todo magistrado judicial, no cabe sino concluir que, en razón de la materia, debiera conocer en el sub-lite la justicia nacional de primera instancia en lo civil. V. Que no empece a ello que en el caso se cuestionen la ley 25.561 -en cuanto, a la par que, por su art. 3°, derogó, entre otros, el art. 1° de la ley 23.928 (que declarara la convertibilidad, a un relación de 1 a 1, del peso con el dólar estadounidense), por su art. 11 estableció (si bien "en concepto de pago a cuenta de la suma que en definitiva resulte") que "las prestaciones dinerarias exigibles desde la fecha de promulgación de la presente ley, originadas en contratos celebrados entre particulares, sometidos a normas de derecho privado, pactados en dólares u otra moneda extranjera (...) serán cancelados en pesos a la relación de cambio un peso ($ 1) un dólar estadounidense (U$S 1)"- como el decreto n° 214 /02 (dictado por el Poder Ejecutivo Nacional en ejercicio de las facultades que por razones de emergencia le fueran delegadas por la norma legal anteriormente citada) -en cuanto, además de declarar transformadas a pesos todas las obligaciones de dar sumas de dinero, de cualquier causa u origen expresadas en moneda extranjera, por su art. 8, respecto a las no vinculadas al sistema financiero, dispuso que se convertirían a la mentada relación de un dólar (U$S 1) igual a un peso ($ 1), con más (en su caso) lo que resultare por aplicación del indice corrector que fijara por su art. 4° (CER)-, en la medida que ambos regulan materia de derecho común distinta a la de fijar el valor relativo de las monedas extranjeras que hayan de tener curso legal en la República de conformidad con lo establecido en el inc. 11 del art. 75 de la Constitución Nacional (confr. C.S.J.N., Fallos: 10:434)-, introduciéndose en el sistema obligacional del ordenamiento jurídico argentino, reglado en el Código Civil, para cuyo dictado la Ley Suprema facultó al Poder Legislativo de la Nación, si bien con la reserva de que ello no alteraría las jurisdicciones locales, disponiendo que su aplicación correspondería a los tribunales federales o provinciales según que las cosas o las personas cayesen bajo sus respectivas jurisdicciones (ver inc. 12 del citado art. 75); principio que reiteró en el art. 116 cuando, al establecer la competencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y de los tribunales inferiores de la Nación para conocer y decidir las causas que versen sobre puntos regidos por la Constitución y por las leyes de la Nación, excluyó de éstas a las comprendidas en la reserva hecha en el citado inc. 12 del art. 75. VI. Que, ahora bien, aún cuando, dado que el art. 6 de la ley 25.587 estableció la competencia de la justicia federal para la tramitación de los procesos que -como el de autos- encuadran entre los mencionados en su art. 1° -es decir, aquéllos "...de cualquier naturaleza en que se demande al Estado nacional, a entidades integrantes del sistema financiero, de seguros o mutuales de ayuda económica en razón de los créditos o deudas, obligaciones, depósitos o reprogramaciones financieras que pudieran considerarse afectados por las disposiciones contenidas en la ley n° 25.561 y sus reglamentarias..."-, considerásemos que nos encontramos ante un supuesto de una "ley de derecho común federalizada" -que Bidart Campos (Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, Ediar, 1992, T. II, págs. 173/174, n° 59/60) atribuye a la Corte Suprema de Justicia haber admitido en el caso "Oberti, Pedro c/ Panziraghi, Santiago" (ver Fallos: 248:781)-, esta "federalización" excepcional de materias propias del derecho común -tal como lo pone de relieve el citado autor (confr. op. y loc. cit.)- no traería otra consecuencia que la de determinar su aplicación en todo el país a través de tribunales federales -o sea, que escapan a su aplicación por los tribunales provinciales y, por ende, a la reserva de las jurisdicciones locales-, lo cual, en el ámbito de la Capital Federal carece de toda incidencia -se insiste- en razón a la igual naturaleza que cabe atribuir a los jueces nacionales (tanto los federales "strictu sensu" como los llamados "ordinarios") que en ella ejercen jurisdicción. VII. Que, consecuentemente, habida cuenta que para la dilucidación del conflicto planteado resultarán de preponderante aplicación las normas contractuales pactadas entre las partes y los principios básicos del derecho común, siendo que la cuestión constitucional involucrada -relativa a la razonabilidad, en los términos del art. 28 de la Constitución Nacional, de las normas impugnadas en cuanto reglamentarias de las leyes reguladoras de los derechos contractuales que la actora invoca en sustento de su pretensión nulificatoria- no escapa a la competencia de los jueces nacionales (federales) ordinarios -tal como claramente se advertiría si nos encontrásemos frente al cuestionamiento de la "pesificación" del precio de una locación de inmuebles, cuyo alquiler las partes hubieran originalmente pactado en moneda extranjera-, en la medida que incumbe a todo magistrado judicial el deber de hacer respetar a la Ley Suprema de la Nación, corresponde atribuir competencia para conocer en el sub-lite al juez nacional en lo civil. Regístrese, notifíquese y devuélvase.