El olvido es vital para empezar a hablar de paz A propósito de una charla muy polémica en el Hay Festival, entre Héctor Abad Faciolince y David Rieff. El encuentro culminó ayer en Cartagena. Beatriz Mesa Mejía | Medellín | Publicado el 3 de febrero de 2014 Me gusta A 97 personas les gusta esto. Sé el primero de tus amigos. http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/el_olvido_es_vital_para_e mpezar_a_hablar_de_paz/el_olvido_es_vital_para_empezar_a_hablar_de_paz.as p Una de las charlas más inquietantes ofrecidas en el Hay Festival tuvo que ver con el tema de la memoria. ¿Olvidar? ¿Recordar? ¿Hasta dónde ese recordar permanente puede contribuir a que nunca se alcance la paz? ¿Qué tan necesario se hace dejar atrás los odios que quedan, perdonar para comenzar de nuevo e iniciar un proceso de convivencia pacífica? El diálogo se dio entre el periodista y escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, como moderador, y el periodista y politólogo David Rieff, quien publicó precisamente el libro titulado Contra la memoria, un volumen que toca temas relacionados con la política, las guerras, la ética, la paz, la justicia, que son fundamentales en la contradictoria sociedad contemporánea. El salón del Hotel Sofitel Santa Clara se vio casi lleno el sábado pasado en el Hay Festival, en Cartagena. Este tema clave para Colombia y de enorme complejidad convocó a asistir a una conversación que dejó más dudas que certezas. Al final, casi todos los asistentes quedaron con varias preguntas entre el tintero que no fueron resueltas. El tema seguro será motivo de ensayos y otros libros que apoyen la tesis de David Rieff o definitivamente se opongan a ella. En un país como Colombia, la propuesta del olvido puede resultar peligrosa moralmente. Pareciera que recordar es un acto moral, pero olvidar resulta inmoral. Rieff señaló que no cree que deberíamos hacer de la memoria política un gesto sagrado. Advirtió que si bien hay veces en que la memoria resulta adecuada, en otras puede entorpecer un proceso de paz. Recordó el cubrimiento que hizo de la guerra de Bosnia y cómo allí comprendió lo que significa la memoria colectiva, la cual contribuye a ver la historia como un gran arsenal, como una guerra sin fin, con una paz imposible, utópica, para los pueblos del mundo. Hay muchos tipos de memoria. La cercana, la remota, la que está marcada por el odio ante hechos de violencia y discriminación. Cada quien recuerda, además, según el grupo al que pertenece, según sus propios intereses, sus propios discursos y creencias o la posición en la que está: víctima o victimario. La memoria histórica no es una cosa sagrada, no puede ser mitificada, dice. Tiene muchas caras. Cada movimiento puede tener su propia memoria, pero no se puede imponer. La memoria es frágil. Lo ocurrido en Masada, en Israel, por ejemplo, ¿cómo puede verse a la luz de hoy? ¿Es pertinente odiar por lo ocurrido en aquel momento? ¿Hasta cuándo debe durar ese odio? ¿Cómo recordar el Holocausto? ¿Cómo contar esa historia a las nuevas generaciones? ¿Cómo trascender -olvidar-, la historia de conflictos raciales para construir futuro? ¿Cómo podrían olvidar las víctimas de la violencia en Colombia a sus muertos, a los seres desaparecidos? ¿Cómo olvidar los desplazamientos obligados, las violaciones a los derechos? ¿Las tierras perdidas? ¿El enfrentamiento entre guerrilleros, paramilitares, ejército? ¿Cómo borrar las cicatrices si hacen parte de la piel? ¿La memoria tiene una caducidad? ¿Olvidar desde cuándo? Y ¿qué olvidar? ¿En qué momento debe haber un trabajo contra la memoria?, preguntaba Héctor Abad al investigador. Finalmente, cada sociedad tiene sus propios caminos y es a partir de su historia que se puede determinar el cuándo y el cómo y el porqué. Las personas que han sufrido, requieren hacer un duelo para que se logre el perdón, la paz y la reconciliación. Finalmente, ese es el sentido de las políticas de Gobierno, de los trabajos comunitarios, de los acompañamientos en duelos, de las escuelas para la paz, del trabajo en barrios y comunidades afectadas. Para David Rieff resulta más importante la paz que la justicia. Advirtió que si no hay puntos en los cuales se puede dejar la memoria atrás, hablaremos de guerras perpetuas. ¿Quién gana la guerra en esas circunstancias? Si no hay olvido siempre existe la posibilidad de recomenzar los conflictos. Es una herida abierta. Culpa y responsabilidad El ganador puede imponer su idea de memoria. Por eso Rieff no cree en una memoria colectiva. ¿Cuál es el sentido de una amnistía? Para Rieff, muchas leyes de amnistía han sido convenientes para alcanzar la paz, aun cuando no haya castigo. Sin embargo, insistió en que depende de cada caso la determinación. Rieff reconoce que lo que sugiere podría parecer falta de respeto a la verdad, sin embargo, está convencido de su tesis, pues cree que es tal vez la única forma de alcanzar la paz en las naciones en conflicto. Sabe que la historia crítica es muy problemática. Los héroes, por ejemplo, a veces se ven con una sola cara, pero tienen varias. Monumentos en calles y parques alaban figuras que tuvieron vidas contradictorias. Héctor Abad recordó, por ejemplo, que Colombia rinde un homenaje permanente en su nombre, a Cristóbal Colón, mientras en México el énfasis no está en los conquistadores, no está en Hernán Cortez, sus monumentos rinden honor a los indígenas. Son dos memorias, dos miradas al pasado. La historia debe ser crítica, o no existe. ¿Qué tanto podemos saber de la verdad histórica? Más preguntas Los asistentes a la charla se preguntaron, por ejemplo, acerca del significado de museos como los del Holocausto, en Israel; los de la memoria, en Granada, Antioquia o la Casa de la Memoria, en Medellín. Se preguntaron por el proceso de reconciliación en el que se ha insistido en Colombia. ¿Cómo funciona iluminado desde esta polémica teoría del olvido, o mejor, contra la memoria? ¿Cómo hacer un proceso que deje atrás las cadenas de la memoria ¿Cómo estructurarlo y desde dónde? ¿Qué sentido tienen las representaciones culturales que permiten dilucidar lo ocurrido en Bojayá, desde la teatralización de su drama? O las canciones que hacen los jóvenes de la Comuna 13 en Medellín. ¿Cuál es el sentido de las exposiciones que se hacen en un Museo como el de Antioquia, entidad que mira al pasado tratando de proyectarlo al presente y al futuro? Definitivamente son ejercicios de memoria necesarios en un país como Colombia. Porque, además, todo aquel que haya vivido un episodio traumático siempre querrá recordar, incluso, más allá de tomar venganza, para tratar de entender y desde ahí, tal vez perdonar. Porque la memoria no es un asunto de guardar solo lo que nos gusta y olvidar o silenciar lo que no nos gusta. David Rieff no cree que exista una culpa colectiva. No cree de ninguna manera en la culpabilidad, cree, más bien, en la responsabilidad, cree que se puede hablar de responsabilidad en términos de lo que ocurrió en un país. Y fue claro al referirse al fenómeno de la realidad del tiempo, pues está convencido de que pasados los años todo será olvidado. Si en términos del tiempo biológico todo será olvidado, tenemos derecho a decidir, no es un asunto, insistió, de moralidad. Y fue contundente al decir que "sin olvido seríamos inconsolables". Piensa, además, que la insistencia en no olvidar puede contribuir a estimular el nacionalismo, eliminando las libertades individuales. Generando, además, odios étnicos, religiosos, políticos, internos y externos. Las memorias de la sociedad cambian y mueren, dijo el escritor y periodista invitado. ¿Qué se recordará dentro de 7.000 años? Las memorias individuales cambian con el tiempo. Si no hay olvido, la reconciliación será muy difícil. Y esto David Rieff lo dice refiriéndose a Colombia y a los otros países que viven conflictos internos y entre las naciones. Se podrá elegir la justicia y en ese caso, tal vez sea difícil conseguir la paz. Puso como ejemplo la lucha en Irlanda, al final, tuvieron que olvidar para reponerse. "Prefiero la paz a la justicia, esa es mi opinión", dijo David Rieff al poner punto final a esta charla, cuyo tema continuaba discutiéndose este domingo entre algunos de los asistentes a ella. Cartagena cerró un nuevo capítulo del Hay Festival y comenzó la organización del próximo. En la memoria quedarán las palabras de lo escuchado.