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 El olvido es vital para
empezar a hablar de paz
A propósito de una charla muy polémica en el Hay Festival, entre Héctor
Abad Faciolince y David Rieff. El encuentro culminó ayer en Cartagena.
Beatriz Mesa Mejía | Medellín | Publicado el 3 de febrero de 2014
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Una de las charlas más inquietantes ofrecidas en el Hay Festival
tuvo que ver con el tema de la memoria. ¿Olvidar? ¿Recordar?
¿Hasta dónde ese recordar permanente puede contribuir a que
nunca se alcance la paz? ¿Qué tan necesario se hace dejar atrás
los odios que quedan, perdonar para comenzar de nuevo e iniciar
un proceso de convivencia pacífica? El diálogo se dio entre el
periodista y escritor colombiano Héctor Abad Faciolince, como
moderador, y el periodista y politólogo David Rieff, quien publicó
precisamente el libro titulado Contra la memoria, un volumen que
toca temas relacionados con la política, las guerras, la ética, la
paz, la justicia, que son fundamentales en la contradictoria
sociedad contemporánea. El salón del Hotel Sofitel Santa Clara se
vio casi lleno el sábado pasado en el Hay Festival, en Cartagena.
Este tema clave para Colombia y de enorme complejidad convocó
a asistir a una conversación que dejó más dudas que certezas. Al
final, casi todos los asistentes quedaron con varias preguntas
entre el tintero que no fueron resueltas. El tema seguro será
motivo de ensayos y otros libros que apoyen la tesis de David Rieff
o definitivamente se opongan a ella. En un país como Colombia, la
propuesta del olvido puede resultar peligrosa moralmente.
Pareciera que recordar es un acto moral, pero olvidar resulta
inmoral. Rieff señaló que no cree que deberíamos hacer de la
memoria política un gesto sagrado. Advirtió que si bien hay veces
en que la memoria resulta adecuada, en otras puede entorpecer
un proceso de paz. Recordó el cubrimiento que hizo de la guerra
de Bosnia y cómo allí comprendió lo que significa la memoria
colectiva, la cual contribuye a ver la historia como un gran arsenal,
como una guerra sin fin, con una paz imposible, utópica, para los
pueblos del mundo. Hay muchos tipos de memoria. La cercana,
la remota, la que está marcada por el odio ante hechos de
violencia y discriminación. Cada quien recuerda, además, según el
grupo al que pertenece, según sus propios intereses, sus propios
discursos y creencias o la posición en la que está: víctima o
victimario. La memoria histórica no es una cosa sagrada, no
puede ser mitificada, dice. Tiene muchas caras. Cada movimiento
puede tener su propia memoria, pero no se puede imponer. La
memoria es frágil. Lo ocurrido en Masada, en Israel, por ejemplo,
¿cómo puede verse a la luz de hoy? ¿Es pertinente odiar por lo
ocurrido en aquel momento? ¿Hasta cuándo debe durar ese odio?
¿Cómo recordar el Holocausto? ¿Cómo contar esa historia a las
nuevas generaciones? ¿Cómo trascender -olvidar-, la historia de
conflictos raciales para construir futuro? ¿Cómo podrían olvidar las
víctimas de la violencia en Colombia a sus muertos, a los seres
desaparecidos? ¿Cómo olvidar los desplazamientos obligados, las
violaciones a los derechos? ¿Las tierras perdidas? ¿El
enfrentamiento entre guerrilleros, paramilitares, ejército? ¿Cómo
borrar las cicatrices si hacen parte de la piel? ¿La memoria tiene
una caducidad? ¿Olvidar desde cuándo? Y ¿qué olvidar? ¿En qué
momento debe haber un trabajo contra la memoria?, preguntaba
Héctor Abad al investigador. Finalmente, cada sociedad tiene sus
propios caminos y es a partir de su historia que se puede
determinar el cuándo y el cómo y el porqué. Las personas que
han sufrido, requieren hacer un duelo para que se logre el perdón,
la paz y la reconciliación. Finalmente, ese es el sentido de las
políticas de Gobierno, de los trabajos comunitarios, de los
acompañamientos en duelos, de las escuelas para la paz, del
trabajo en barrios y comunidades afectadas. Para David Rieff
resulta más importante la paz que la justicia. Advirtió que si no
hay puntos en los cuales se puede dejar la memoria atrás,
hablaremos de guerras perpetuas. ¿Quién gana la guerra en esas
circunstancias? Si no hay olvido siempre existe la posibilidad de
recomenzar los conflictos. Es una herida abierta. Culpa y
responsabilidad El ganador puede imponer su idea de memoria.
Por eso Rieff no cree en una memoria colectiva. ¿Cuál es el
sentido de una amnistía? Para Rieff, muchas leyes de amnistía han
sido convenientes para alcanzar la paz, aun cuando no haya
castigo. Sin embargo, insistió en que depende de cada caso la
determinación. Rieff reconoce que lo que sugiere podría parecer
falta de respeto a la verdad, sin embargo, está convencido de su
tesis, pues cree que es tal vez la única forma de alcanzar la paz en
las naciones en conflicto. Sabe que la historia crítica es muy
problemática. Los héroes, por ejemplo, a veces se ven con una
sola cara, pero tienen varias. Monumentos en calles y parques
alaban figuras que tuvieron vidas contradictorias. Héctor Abad
recordó, por ejemplo, que Colombia rinde un homenaje
permanente en su nombre, a Cristóbal Colón, mientras en México
el énfasis no está en los conquistadores, no está en Hernán Cortez,
sus monumentos rinden honor a los indígenas. Son dos memorias,
dos miradas al pasado. La historia debe ser crítica, o no existe.
¿Qué tanto podemos saber de la verdad histórica? Más
preguntas Los asistentes a la charla se preguntaron, por ejemplo,
acerca del significado de museos como los del Holocausto, en
Israel; los de la memoria, en Granada, Antioquia o la Casa de la
Memoria, en Medellín. Se preguntaron por el proceso de
reconciliación en el que se ha insistido en Colombia. ¿Cómo
funciona iluminado desde esta polémica teoría del olvido, o mejor,
contra la memoria? ¿Cómo hacer un proceso que deje atrás las
cadenas de la memoria ¿Cómo estructurarlo y desde dónde? ¿Qué
sentido tienen las representaciones culturales que permiten
dilucidar lo ocurrido en Bojayá, desde la teatralización de su
drama? O las canciones que hacen los jóvenes de la Comuna 13 en
Medellín. ¿Cuál es el sentido de las exposiciones que se hacen en
un Museo como el de Antioquia, entidad que mira al pasado
tratando de proyectarlo al presente y al futuro? Definitivamente
son ejercicios de memoria necesarios en un país como Colombia.
Porque, además, todo aquel que haya vivido un episodio
traumático siempre querrá recordar, incluso, más allá de tomar
venganza, para tratar de entender y desde ahí, tal vez
perdonar. Porque la memoria no es un asunto de guardar solo lo
que nos gusta y olvidar o silenciar lo que no nos gusta. David
Rieff no cree que exista una culpa colectiva. No cree de ninguna
manera en la culpabilidad, cree, más bien, en la responsabilidad,
cree que se puede hablar de responsabilidad en términos de lo que
ocurrió en un país. Y fue claro al referirse al fenómeno de la
realidad del tiempo, pues está convencido de que pasados los años
todo será olvidado. Si en términos del tiempo biológico todo será
olvidado, tenemos derecho a decidir, no es un asunto, insistió, de
moralidad. Y fue contundente al decir que "sin olvido seríamos
inconsolables". Piensa, además, que la insistencia en no olvidar
puede contribuir a estimular el nacionalismo, eliminando las
libertades individuales. Generando, además, odios étnicos,
religiosos, políticos, internos y externos. Las memorias de la
sociedad cambian y mueren, dijo el escritor y periodista invitado.
¿Qué se recordará dentro de 7.000 años? Las memorias
individuales cambian con el tiempo. Si no hay olvido, la
reconciliación será muy difícil. Y esto David Rieff lo dice
refiriéndose a Colombia y a los otros países que viven conflictos
internos y entre las naciones. Se podrá elegir la justicia y en ese
caso, tal vez sea difícil conseguir la paz. Puso como ejemplo la
lucha en Irlanda, al final, tuvieron que olvidar para reponerse.
"Prefiero la paz a la justicia, esa es mi opinión", dijo David Rieff
al poner punto final a esta charla, cuyo tema continuaba
discutiéndose este domingo entre algunos de los asistentes a
ella. Cartagena cerró un nuevo capítulo del Hay Festival y
comenzó la organización del próximo. En la memoria quedarán las
palabras de lo escuchado. 
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