Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición y el Tratado de la Unión Europea* INMACULADA DÍAZ YANES Tribunal Económico-Administrativo Central SUMARIO 1. INTRODUCCIÓN.—2. CONVENIOS BILATERALES: MODELOS CONVENIO.—3. NORMATIVA COMUNITARIA.—4. INTERRE­ LACIÓN ENTRE LOS DISTINTOS NIVELES NORMATIVOS. 4.1. Interrelación entre convenios bilatelares y normativa nacional española. 4.2. Interrelación entre normativa nacional y normativa comunitaria. 4.3. Interrelación entre convenios bilaterales y normativa comunitaria.—5. ANÁLISIS DE LAS DISTINTAS FORMAS DE INTERRELACIÓN DE LOS DIVERSOS ÓRDENES JURÍDICOS EN LA IMPOSICIÓN DIRECTA DE LOS NO RESIDENTES, A TRAVÉS DE ALGUNOS CASOS PAR­ TICULARES. 5.1. Tributación de los dividendos. 5.1.1. Tributación en los Modelos de convenio. 5.1.2. Tributación según la normativa comunitaria. 5.1.3. Tributación norma interna española. 5.1.4. Interrelación de la norma interna con los Convenios y con la normativa comunitaria. 5.2. Tributación de los intereses. 5.2.1. Tributación según los Modelos de convenio. 5.2.2. Tributación según normativa comunitaria. 5.2.2.1. Exclusión de deter­ minados pagos en concepto de intereses o cánones. 5.2.2.2. Medidas transitorias en favor de Grecia, España y Portugal. 5.2.3. Tributación según normativa interna. 5.2.4. El caso particular de la norma de subcapitaliza­ ción como muestra de la interrelación de los tres niveles normativos.—BIBLIOGRAFÍA. Palabras clave: Fiscalidad Internacional, Doble imposición internacional, Convenios para evitar la doble impo­ sición, Derecho Comunitario, Fuentes del Derecho Tributario internacional. 1. INTRODUCCIÓN El tráfico jurídico externo requiere la presencia de un elemento extranjero o internacional que afecte a la finalidad social de los hechos (CARRILLO SALCEDO) y contiene una ambientación plurilegisla­ tiva del supuesto (ESPINAR VICENTE). En el ámbito de la fiscalidad se producen clara­ mente los presupuestos que justifican la existencia de un Derecho internacional. Tradicionalmente las distintas soberanías fisca­ les han sometido a gravamen las rentas por dos causas diferentes, o bien, por razón de haberse ori­ ginado en su territorio, o bien por haberse obteni­ do por sujetos residentes de ese Estado. La internacionalización de la economía, la inexis­ tencia de fronteras para los capitales, hizo necesario ya hace mucho tiempo el establecimiento de unos El primer presupuesto del Derecho Internacio­ nal es el fraccionamiento del mundo jurídico a nivel mundial. Los Estados actúan con un alto grado de independencia a este nivel. Otro de los presupuestos del Derecho interna­ cional es la dificultad que plantea la aplicación auto­ mática de los ordenamientos jurídicos estatales a las relaciones exteriores. Las soluciones de trafico interno están pensadas para un contexto determi­ nado y no para resolver situaciones con elementos extranjeros, lo que podría conducir a resultados materialmente injustos y, sin duda, distorsionar la voluntad del legislador. Estos inconvenientes justifi­ can la existencia del Derecho internacional. * Trabajo presentado al VII-A Curso de Alta Especialización en Fiscalidad Internacional celebrado en la Escuela de la Hacienda Pública del Instituto de Estudios Fiscales en el segundo semestre de 2006. 51 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 acuerdos que permitieran, al mismo tiempo que evi­ taban un exceso de tributación sobre las rentas pro­ ducidas por estos capitales, determinar quien era el Estado competente para aplicar su potestad tributaria. Por otra parte, la construcción de espacios mul­ tinacionales, como la Unión Europea, ha introducido otra necesidad nueva en el reparto de las competen­ cias tributarias entre países: la de facilitar el mercado interior, eliminando cualquier obstáculo que dificulte la circulación interior de capitales, bienes o personas. El derecho fiscal internacional es una materia compleja que consiste en combinar el derecho de varios Estados aplicable para someter a tributación las rentas. Esta combinación de reglas aplicables no siem­ pre hace fácil la conclusión sobre cual debe ser la tributación a la que se someta la renta obtenida en un país por un sujeto residente en otro país, lo que se complica aún más, si además ambos países están sometidos a otro ordenamiento jurídico de carác­ ter supranacional. En la practica, para determinar el derecho a someter a tributación a una determinada renta, es preciso descomponer la cuestión en cuatro partes: 1) régimen tributario aplicable en el país en el que se ha generado la renta, es decir, en el país de la fuente; 2) régimen aplicable en el país de residen­ cia del beneficiario; 3) existencia de un convenio bilateral entre los dos países afectados; 4) existen­ cia de un tratado internacional que afecte a esta cuestión, y 5) interrelación de los diversos ordena­ mientos jurídicos aplicables. A priori, en esta interrelación de normas, dos cuestiones parecen especialmente interesantes, ambas relativas a cual es la norma que debe tener primacía: 1) qué ocurre cuando el convenio aplica­ ble supone un gravamen superior al resultante de la aplicación de la norma interna correspondiente, y 2) qué ocurre cuando el convenio bilateral permite una tributación diferente a la que resulta de aplicar la norma supranacional común a los dos Estados. En este trabajo se va a realizar un sencillo análi­ sis de esta cuestión, con una referencia inicial a los Convenios Modelos y a la normativa comunitaria y algunas reglas básicas de aplicación, para después realizar una concreción en el régimen de tributa­ ción de determinadas rentas de capital, tomando como referencia el sistema tributario Español. 2. CONVENCIONES sobre las rentas producidas a las que le eran de aplicación dos soberanías fiscales diferentes, termi­ nó con la adopción de dos Modelos de Convenio para evitar la doble imposición internacional; uno en el ámbito de los países de la OCDE y otro, augurado por la ONU. La utilidad real de estos modelos fue puesta de manifiesto por el Comité Fiscal de la Sociedad de las Naciones: "ayudar a resolver muchas de las difi­ cultades técnicas que surgen en (la negociación de) los acuerdos fiscales... crea automáticamente una uniformidad en la práctica y en la legislación... resulta suficientemente elástico para adaptarse a los diferentes condiciones existentes en los dife­ rentes países o parejas de países". La existencia de estos dos modelos diferentes se justifica por la distinta posición que ocupan los paí­ ses que integran la OCDE (países desarrollados eco­ nómicamente) sobre la situación económica de un gran número de los países enmarcados en la ONU. Ya en 1921 la Sociedad de Naciones había comenzado trabajos para estudiar la doble imposi­ ción y cuando la OCDE adoptó su primera Reco­ mendación relativa a la doble imposición en febrero de 1955, en ese momento ya se habían fir­ mado 70 convenios bilaterales entre países miem­ bros de la OCDE. La creciente interdependencia económica y la cooperación entre los países miembros de la OCDE mostraron, cada vez con más claridad la importancia de las medidas para evitar la doble imposición internacional. Al mismo tiempo que se reconocía la necesidad de extender la red de con­ venios bilaterales, se ponía de manifiesto cada vez con más nitidez, la conveniencia de armonizar estos convenios de acuerdo con principios, defini­ ciones, reglas y métodos uniformes, y de alcanzar un acuerdo sobre una interpretación común. Desde 1963 (en forma de Recomendación sobre la eliminación de la doble imposición), estas orientaciones (ahora bajo la forma de Modelo Con­ venio) para la suscripción de acuerdos bilaterales se han ido modificando para adaptarse a las condi­ ciones económicas cambiantes (aumento de las relaciones fiscales internacionales, aparición de nuevos sectores económicos, nuevas tecnologías, nuevas formas de realizarse las operaciones trans­ fronterizas, e incluso nuevos métodos de elusión y de evasión fiscal). De esta manera, a las Recomen­ daciones de 1963 sucedió el modelo Convenio de 1977 y sucesivamente, las versiones de 1991, 1992, 1994, 1995, 1997, 2001 y 2005. Por su parte, las Naciones Unidas, a mediados de los años 60, comenzaron a mostrar un renova­ BILATERALES: MODELOS CONVENIO La generalidad de la necesidad de llegar a acuer­ dos bilaterales para evitar el exceso de tributación 52 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES En cualquier caso, no hay que olvidar que estos "Comentarios" son el resultado de un grupo de tra­ bajo constituido en el mejor de los casos por fun­ cionarios de los diversos Estados miembros que no tienen capacidad interpretativa. España como país miembro de la OCDE ha sus­ crito la mayoría de sus Convenios para evitar la doble imposición, siguiendo el Modelo Convenio de esta Organización, aunque en algunos casos, debido a las características del otro país firmante, ha reco­ gido en sus convenios alguna de las orientaciones contenidas en el Modelo de Convenio de la ONU. do interés por el problema de la doble tributación, como consecuencia del continuo aumento del número de Estados Miembros en desarrollo y como parte de sus medidas orientadas a promover la corriente de inversiones extranjeras hacia los países en desarrollo. En 1980 se publicó el modelo de las Naciones Unidas y se ha revisado en 1999. Ambos Modelos tienen la misma estructura: están divididos en 7 capítulos, el Modelo Convenio de la OCDE tiene 31 artículos y el de la ONU 29. El contenido de los 26 primeros artículos de ambos Convenios se refiere a idénticas materias. El artícu­ lo 27 del MC OCDE trata la misma cuestión que el artículo 28 del Modelo ONU y finalmente, el modelo OCDE dedica dos artículos (los 27 y 29) a dos materias no contempladas en el de la ONU: La asistencia en la recaudación de impuestos y la extensión territorial. Los Convenios bilaterales determinan qué Administración Tributaria es la competente para gravar los específicos tipos de renta definidos en el convenio; estableciendo en algunos casos algunos límites a la tributación. Una vez determinado el Estado competente para gravar, será el Derecho interno de ese Estado el que deba tomarse para establecer el tratamiento tributario de las rentas. Ambos Modelos de Convenio se acompañan de unos "Comentarios" que vienen a interpretar el contenido de los artículos. La eficacia interpretati­ va de estos "Comentarios" no es una cuestión uná­ nime; no obstante, la mayoría de la doctrina especializada se inclina por considerar que, cuando el texto del Convenio a interpretar es coincidente con el del Modelo Convenio, salvo que exista una interpretación auténtica1 que se puede llevar a cabo a través del protocolo o declaración anexa al Convenio o mediante canje de notas posterior, que lleve a una interpretación diferente, los Comenta­ rios deben de servir de fuente para interpretarlo. Otra cuestión menos clara es cual debe ser la consideración de estos "Comentarios", que se van modificando con bastante frecuencia, respecto al contenido de Convenios firmados con anterioridad al acuerdo sobre los Comentarios; es decir, si debe seguirse una interpretación estática (considerar los existentes en el momento de la firma del Conve­ nio) o una interpretación dinámica (aplicar los comentarios posteriores a la firma del Convenio). 3. NORMATIVA COMUNITARIA La normativa comunitaria está integrada por el denominado Derecho primario y por el Derecho derivado. Los Tratados constituyen el "Derecho primario" de la Unión Europea, que equivale al Derecho Constitucional nacional. Los Tratados definen, pues, los elementos fundamentales de la Unión y, más concretamente, las competencias de los parti­ cipantes en el sistema comunitario que intervienen en el procedimiento de toma de decisiones, los procedimientos legislativos, así como los poderes que se les han conferido. Los gobiernos de los Estados miembros negocian directamente los Tra­ tados, que deben ratificarse seguidamente de acuerdo con los procedimientos nacionales previs­ tos (en principio por los parlamentos nacionales o mediante referéndum). Además de a los dos Tratados fundamentales –el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea y el Tratado de la Unión Europea–, EUR-Lex da acce­ so al Tratado Euratom, a los Tratados de adhesión y a otros tratados y protocolos. El "Derecho derivado" es la tercera fuente importante del Derecho Comunitario después de los Tratados (Derecho primario) y los acuerdos internacionales. Se le puede definir como el conjun­ to de los actos normativos aprobados por las insti­ tuciones europeas en aplicación de las disposiciones de los Tratados. Se incluyen en el Derecho deriva­ do los actos jurídicos obligatorios (Reglamentos, Directivas y Decisiones) y no obligatorios (Resolu­ ciones y Dictámenes) previstos en el Tratado CE, así como toda una serie de actos de otro tipo, como los reglamentos internos de las instituciones o los programas de acción comunitarios, por ejemplo. La fiscalidad indirecta requiere un alto nivel de armonización porque afecta a la libre circulación de mercancías y a la libre prestación de servicios. No ocurre lo mismo con la fiscalidad directa, razón por 1 Según el Profesor SAINZ DE BUJANDA, interpretación auténtica es la que resulta de la voluntad de las partes plasmada en el propio Convenio. Frente a esta interpretación distingue la interpretación aplicativa que es la que resulta de aplicar a situa­ ciones jurídicas concretas e individualizadas la regla objetiva del Derecho. 53 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 la cual el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (Tratado CE) no prevé específicamente la armonización de los impuestos directos. Algunos aspectos de la fiscalidad directa no requieren ningu­ na armonización o coordinación y se dejan plena­ mente a la apreciación de los Estados miembros, de acuerdo con el principio de subsidiariedad. La situa­ ción es algo distinta cuando la fiscalidad directa inci­ de sobre las cuatro libertades inscritas en el Tratado CE (libre circulación de bienes, personas, servicios y capitales) y sobre el derecho de establecimiento de personas y empresas. Las disposiciones fiscales nacionales deben respetar estas libertades funda­ mentales, pero los regímenes de fiscalidad directa nunca han sido objeto de armonización en la Comunidad y los escasos avances en este sentido han sido simplemente una respuesta parcial a situa­ ciones específicas, como la doble imposición o las actividades económicas transfronterizas. La fiscalidad, en particular la de las empresas, es uno de los pocos ámbitos en los que el Consejo está obligado a adoptar medidas legislativas por unanimi­ dad. Esto ha hecho que, en la práctica, la adopción de tales medidas resulte difícil. Inicialmente sólo estaban vigentes dos directivas y un convenio, todos ellos adoptados en la misma reunión del Con­ sejo de 23 de julio de 1990. Posteriormente, el 1 de diciembre de 1997, el Consejo adoptó un paquete de medidas para combatir la competencia fiscal perniciosa, cuyo objeto era dar un nuevo impulso a la coordinación fiscal en la Unión, tanto en lo que atañe a las empresas como a los particulares. La primera Directiva vigente fue la relativa a "sociedades matrices y filiales", que tiene por obje­ to eliminar la doble imposición de los dividendos repartidos por las filiales a sus empresas matrices situadas en otro Estado miembro. La segunda fue la Directiva "fusiones", que ins­ taura un régimen fiscal común por el cual las plusva­ lías obtenidas con motivo de fusiones, escisiones, aportaciones de activos y canjes de acciones no tri­ butarán en el momento de la operación en cuestión, sino solamente cuando se realice efectivamente esta plusvalía. Por último, un Convenio instaura un procedi­ miento arbitral concebido para evitar los riesgos de doble imposición que pudieran resultar de las dife­ rencias de interpretación entre los Estados miem­ bros sobre los precios de transferencia aplicados por las empresas asociadas en sus operaciones comunes. Este Convenio entró en vigor el 1 de enero de 1995 para un período de cinco años. El 21 de diciembre de 1995 se firmó un nuevo Con­ venio para tener en cuenta la adhesión de Austria, Suecia y Finlandia. En el caso de los impuestos directos sobre ren­ tas derivadas de bienes muebles, se ha reconocido ya la necesidad de cierto grado de coordinación, en especial: el intercambio de información sobre los rendimientos del ahorro; en las directivas relativas a la imposición de las empresas ya adoptadas (de con­ formidad con el art. 94 del Tratado); en el Código de Conducta sobre tributación empresarial; y en la propuesta de Directiva relativa a intereses y cáno­ nes. Sin embargo, puede ser necesario adoptar en un futuro próximo un enfoque más ambicioso. El Tratado (en el art. 94) establece la "aproximación" de las normas sobre impuestos directos que "inci­ dan directamente en el establecimiento o funciona­ miento del mercado común". La Comisión está analizando si puede hacerse algo más para abordar los obstáculos para el Mercado Interior que se encuentran en los impuestos directos, especialmen­ te en el campo de la imposición de las empresas, dentro del respeto a la soberanía de los Estados miembros. Ciertamente, una mayor coordinación de los sistemas impositivos nacionales en el campo de la imposición sobre las sociedades ayudaría a eli­ minar situaciones de doble imposición o de no imposición involuntaria, así como los obstáculos fis­ cales antes citados. Es necesario proseguir este aná­ lisis tomando en consideración, por una parte, las distorsiones que podrían poner en peligro el ade­ cuado funcionamiento del Mercado Interior y, por otra parte, los efectos de la competencia fiscal. No obstante, el nivel impositivo en esta área es una cuestión que deben decidir los Estados miembros, de acuerdo con el principio de subsidiariedad.2 En la citada Comunicación de la Comisión al Consejo de mayo de 2001, en la que planteaba la necesidad de realizar un estudio sobre el Impuesto sobre Sociedades en la Unión Europea (UE), se planteaba ya que una de las cuestiones más impor­ tantes que deberían analizarse es la de saber si el enfoque de la Comisión tendría que seguir tratan­ do de encontrar soluciones, caso por caso, a los problemas fiscales y, mientras tanto, dejar que sigan coexistiendo los 15 sistemas distintos de impuestos para las sociedades dentro de la UE (y los costes que esto conlleva). La alternativa sería buscar solu­ ciones más globales, políticamente ambiciosas, tales como ofrecer a las sociedades la opción de un conjunto único de normas sobre las que se rija la base imponible de las sociedades para las activida­ des que realicen en toda la UE. Si se adopta un 2 De acuerdo con la Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social, de 23 de mayo 2001, titulada "Política fiscal en la Unión Europea. Prioridades para los próximos años" [COM (2001) 260 final –no publicada en el Diario Oficial–]. 54 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES enfoque basado en el reconocimiento mutuo, por ejemplo, el enfoque de la tributación en función de las normas del país de residencia (la denominada "Imposición en el Estado de Origen"), podrían ser­ vir las normas nacionales existentes; de lo contra­ rio, habría que establecer nuevas normas comunes para el ámbito de la UE. Los agentes económicos están a favor de este tipo de solución paneuropea más global para la eliminación de los obstáculos fis­ cales transfronterizos. Sería un paso de mucho alcance y muy ambicioso, que afectaría a cuestiones fundamentales de la política fiscal de la UE; entre otras cosas, aumentaría la importancia económica global de los tipos de los impuestos sobre socieda­ des. Además, este sistema adquiriría una nueva dimensión con la ampliación de la UE. Cualquiera que sea la solución que se busque, está claro que la eliminación de los obstáculos fisca­ les reducirá los costes de cumplimiento y los casos de doble imposición, con lo que se conseguirá ganar en eficacia en el Mercado Interior y fomentar ope­ raciones transfronterizas económicamente benefi­ ciosas. Sería, además, una contribución importante hacia una mejora de la competitividad de las empre­ sas de la UE. Los impuestos sobre la renta son en su totalidad competencia exclusiva de los Estados miembros, y sólo es necesaria una coordinación a nivel de la UE para evitar la discriminación transfronteriza o los obstáculos al ejercicio de las cuatro libertades. En particular, la coordinación de los impuestos sobre la renta puede ser necesaria, en algunos ámbitos, para evitar la doble imposición o la no imposición involuntaria en situaciones transfronterizas, o para luchar contra la evasión internacional de impues­ tos. La propuesta de directiva de la Comisión para garantizar un mínimo de imposición efectiva de los rendimientos del ahorro en forma de pago de inte­ reses dentro de la Comunidad es, probablemente, el mejor ejemplo de esto último. En su Recomendación de 21 de diciembre de 1993 relativa al régimen tributario de determina­ das rentas obtenidas por no residentes en un Esta­ do miembro distinto de aquel en el que residen, la Comisión propuso un sistema comunitario de imposición de la renta de las personas físicas que tienen su residencia fiscal en un Estado miembro pero realizan sus actividades en otro. La finalidad principal de esta Recomendación es evitar la doble imposición sobre los ingresos de los trabajadores fronterizos. El elemento principal es que las perso­ nas no residentes se beneficien del mismo trato fis­ cal que los residentes cuando obtienen un 75 por 100 del total de sus ingresos en un Estado miem­ bro; en tal situación, el Estado miembro de resi­ dencia podría reducir proporcionalmente los bene­ ficios fiscales de naturaleza personal. Esta Reco­ mendación la ha seguido, en gran medida, el Tribunal de Justicia Europeo al dictar su sentencia en el caso SCHUMACKER (C-279/93) y, desde enton­ ces, la mayoría de los Estados miembros han modi­ ficado su legislación consecuentemente. Respecto a la posible incidencia del Tratado sobre la regulación tributaria de los países miem­ bros es muy clarificadora la postura de la Comisión explicitada en la antes mencionada Comunicación al Consejo: "Otro medio para eliminar los obstáculos fisca­ les al buen funcionamiento del Mercado Interior es utilizar más, o de manera más centrada, los proce­ dimientos de infracción. De los ejemplos de obstá­ culos fiscales citados anteriormente y de otros no mencionados se deduce claramente que hay varias esferas (la tributación de las empresas y los instru­ mentos de inversión colectiva, por ejemplo) en las que las normas impositivas de los Estados miem­ bros pueden contravenir el Tratado o la legislación comunitaria existente. La Comisión, aunque pre­ senta con regularidad sus observaciones al Tribunal de Justicia Europeo en los recursos sobre tributa­ ción presentados por contribuyentes particulares, sólo ha iniciado un número escaso de procedi­ mientos de infracción contra los Estados miem­ bros por lo que se refiere a los impuestos directos. Sin embargo, el rápido desarrollo de la jurispru­ dencia de la CE relativa a los impuestos directos durante estos últimos años mediante recursos entablados por particulares ha puesto de manifies­ to la necesidad de que la Comisión actúe más fre­ cuentemente. La diferente evolución de la jurisprudencia en materia de imposición directa e indirecta se puede explicar en gran parte por los distintos grados de competencia comunitaria en estas áreas. No obs­ tante, también es cierto que los procedimientos del Tribunal implican costes elevados tanto para los contribuyentes como para las Administracio­ nes. Por otra parte, en muchos casos, no está muy claro que se pueda aplicar de manera general un caso específico de un Estado miembro. El enfoque jurídico que se aplica en la actualidad tiende tam­ bién a ser asimétrico en sus efectos en la medida en que, incluso cuando una norma obliga a varios Estados miembros a introducir nuevas normas fis­ cales, éstos suelen hacerlo de formas enorme­ mente diferentes. La Comisión tiene aquí un papel que desempeñar proponiendo una respuesta común ante esas sentencias, incluso, cuando sea necesario, por medio de legislación comunitaria. La Comisión desempeña también un papel impor­ tante a la hora de garantizar que los Estados miembros respeten y apliquen correctamente las sentencias del Tribunal de Justicia. (...) 55 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 Modelo Convenio de la OCDE. Este Modelo de Convenio establece en primer lugar las reglas que delimitan el ámbito de aplicación, definiendo por una parte, cuando un sujeto tributario debe consi­ derarse residente de alguno de los dos países fir­ mantes y, por otra parte, distinguiendo para los diversos tipos de rentas, operaciones o actividades, donde puede someterse a tributación la corres­ pondiente renta y con qué limite. En este contexto, cabría recordar también que el artículo 96 del Tratado dispone la base legal para que la Comisión tome medidas para abordar las distorsiones de las condiciones de competencia en el Mercado Interior, incluida la posibilidad de pro­ poner directivas que podrían ser adoptadas por mayoría cualificada. Dado que las medidas sobre tributación directa e indirecta pueden entrar dentro del ámbito de las disposiciones sobre ayudas estatales del Tratado CE, la Comisión les presta una gran atención y seguirá dando los pasos necesarios para garantizar que se respete el Tratado. Por lo que se refiere a los impuestos directos, en su Comunicación de 1998 relativa a la aplicación de las normas sobre ayudas estatales a las medidas relacionadas con la fiscalidad directa de las empresas, la Comisión ha explicado detalladamente los criterios que utiliza en ese campo. El primer paso, pues que es preciso dar para determinar la aplicación de un convenio es el de determinar si se dan los requisitos fundamentales para su aplicación. La aplicación de un Convenio en España se produce para establecer la tributa­ ción que debe aplicarse sobre las rentas produci­ das en territorio español que corresponden o son propiedad o benefician a una persona física o jurí­ dica no residente fiscalmente en España y residen­ te en otro país con el que existe suscrito un Convenio bilateral. Con carácter general, esta limi­ tación de la soberanía fiscal que hace un Estado como consecuencia de la aplicación de un Conve­ nio, requiere la actuación del sujeto que pretende tal aplicación acreditando que cumple las condicio­ nes para ello, es decir, que es residente fiscal en el otro país y que es el beneficiario efectivo de estas rentas. (...) En resumen, la Comisión tiene ahora la inten­ ción de adoptar una estrategia más proactiva en el ámbito de las infracciones fiscales y estar más dispuesta a iniciar acciones cuando crea que se está vulnerando la legislación comunitaria. Garan­ tizará también la correcta aplicación de las sen­ tencias del Tribunal de Justicia. Hay un factor perentorio en el campo de los impuestos direc­ tos: el enfoque actual de dejar que la jurispruden­ cia en el ámbito de los impuestos directos se vaya desarrollando por sí misma y reaccionar sólo ante los recursos interpuestos por los contribuyentes ante el Tribunal no es una base adecuada para progresar hacia los objetivos acordados a nivel comunitario." 4. INTERRELACIÓN Los Convenios contienen además de su articu­ lado, una serie de comentarios y observaciones introducidos en la negociación que permiten la interpretación del Convenio. Por otra parte, se viene aceptando que los Comentarios al Modelo Convenio de la OCDE pueden utilizarse para inter­ pretar los diversos Convenios bilaterales que se han firmado siguiendo aquel. ENTRE LOS DISTINTOS NIVELES NORMATIVOS En lo que se refiere al ordenamiento jurídico español, los Convenios válidamente celebrados y publicados en el BOE, forman parte de aquél (art. 96 Constitución Española), teniendo prioridad sobre la normativa interna, son pues de obligado cumpli­ miento, sin que una posterior modificación de la legislación nacional pueda argumentarse como causa para su inaplicación. Es conveniente empezar el complejo análisis de la interrelación de los diversos niveles normativos desbrozando las relaciones entre cada dos de estos diversos ordenamientos. 4.1. Interrelación entre convenios bilaterales y normativa nacional española El artículo 96 de la Constitución Española esta­ blece que los Tratados internacionales válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en las formas previstas en los propios tratados o de acuerdo con las nor­ mas generales del derecho internacional. La correcta operatividad del sistema convencio­ nal requiere que la regulación prevista en los CDIs prevalezca sobre las normas internas que puedan regular o afectar a lo ordenado por tales conve­ nios. Ahora bien, la relación entre las disposiciones previstas en los Convenios y la legislación interna no se reduce ni puede explicarse a partir de tal regla de primacía convencional. Las disposiciones internas configuradoras del hecho imponible son previas a los CDIs o constituyen una suerte de pre­ Los Convenios para eliminar la doble imposi­ ción firmados por España siguen generalmente el 56 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES supuesto sobre el que luego se aplican o pivotan las normas de los CDIs.3 En la interrelación entre un Convenio bilateral y la norma interna pueden ocurrir varios supuestos: 1) La regulación contemplada en el Convenio es más favorable para el no residente que la normativa interna. 2) La regulación del Convenio es más gravosa que la regulada en el ordenamiento nacional. 3) La regulación del Convenio es diferente, siendo mejor en alguna faceta y peor en otra. En el primer caso, que es el más común, la apli­ cación de lo dispuesto en el Convenio permite una tributación inferior a la prevista en la norma inter­ na, así, por ejemplo, los dividendos pagados a un no residente pueden tributar a un tipo de grava­ men superior al fijado en el convenio para los divi­ dendos pagados a un beneficiario efectivo que sea residente del país con el que se firmó el Convenio. Es posible también que acontezca una posibili­ dad que ha creado más dificultades a la hora de determinar cual debe ser la tributación aplicable, es el caso de que la norma prevista en el Convenio sea más gravosa que la norma nacional. Este supuesto puede producirse especialmente en Convenios sus­ critos con bastante antigüedad, cuando la norma nacional ha ido aligerando el gravamen de las rentas. La solución a este caso no es unánime, parte de la doctrina defiende que al ser el Convenio parte del ordenamiento interno, nada justifica su inaplica­ ción. Defiende esta posición doctrinal, que los Convenios vienen a sustituir a la norma nacional para aquellos casos en los que son de aplicación, y, que por consiguiente, es preciso aplicar su conteni­ do cualquiera que sea. Por el contrario, otra corriente opina que los convenios son un instrumento cuyo objetivo funda­ mental es el de eliminar la doble imposición esta­ bleciendo el reparto de competencias tributarias y que sería contrario a este objetivo el que como resultado de la aplicación de un convenio resultara un mayor gravamen del que se aplicaría sin Conve­ nio. Así, el Convenio establecería la competencia que tiene el Estado para gravar y el límite máximo al que puede hacerlo, y si la norma nacional es más beneficiosa será esta la que deba aplicarse. Desde luego parece que si el Convenio contie­ ne el artículo 24 del Modelo Convenio OCDE, que contiene la cláusula de "no discriminación", no sería muy ajustado a lo convenido la no aplicación de la norma interna más favorable. Por último es posible que el contenido del Con­ venio pueda ser más favorable en algunos aspectos y perjudicial en otros respecto a lo regulado en la norma nacional. Un ejemplo de esto puede ser el procedimiento de devolución de ingresos indebi­ dos, que de acuerdo con el Convenio, y en su caso, la Orden Ministerial que lo desarrolle puede estar sometido a un plazo más restringido que el previs­ to con carácter general. En estos casos se plantea si debe aplicarse el plazo establecido en la norma interna cuando es más amplio. Parece que la res­ puesta de la Administración española viene siendo que la aplicación del Convenio debe realizarse ínte­ gramente, no siendo aceptable la pretensión de aplicar el Convenio en una parte y no en otra cuan­ do esta no sea interesante. 4.2. Interrelación entre normativa nacional y normativa comunitaria A partir de 1986, con la Ley Orgánica 10/1985, de 2 de agosto, que autorizó la ratificación del Trata­ do de adhesión de España a las Comunidades Euro­ peas en aplicación de lo dispuesto en el artículo 93 de la Constitución española, diversas leyes Orgánicas se han aprobado para autorizar la entrada en el dere­ cho interno de todo el Derecho comunitario. El Derecho comunitario está integrado por el denominado Derecho originario (los tratados fun­ dacionales) y por el Derecho derivado que son los reglamentos, de directa aplicación, y lasa directi­ vas, que son normas de resultado que deben ser traspuestas al Derecho interno por los órganos constitucionalmente competentes. Junto a estas fuentes escritas están otras fuentes como son los principios generales del derecho y los criterios resultantes de la Jurisprudencia del Tribunal de Jus­ ticia de las Comunidades Europeas (TJCE). El Tribunal de Justicia vigila por la aplicación del Tratado con la ayuda del Tribunal de Primera Instan­ cia de las CCEE (jurisdicción de derecho común para los recursos de las empresas y particulares). Los Estados miembros están subordinados al Tribunal de Justicia, lo que asegura la supranacionalidad de éste. El Tribunal de Justicia ha declarado el principio de autonomía y primacía del Derecho Comunitario en numerosas sentencias (C-14/68; C-6/64) No obstante, es preciso distinguir entre el Derecho originario y el derivado Dentro del Derecho originario se encuentra además de los dos Tratados fundamentales –el Tra­ tado constitutivo de la Comunidad Europea y el Tra­ 3 CALDERÓN CARRERO, José Manuel, y MARTÍN JIMÉNEZ, Adolfo J. (2005) : "Los tratados internacionales y los Convenios de doble imposición en el Ordenamiento Español ; Naturaleza, efectos e Interpretación", Capítulo 1 de Convenios Fiscales Internacionales y Fiscalidad Europea. CISS, Valencia 2005. 57 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 no existe ninguna norma en los Tratados que regu­ le algo referente a esta materia, lo que en principio podría hacer pensar en la imposibilidad de que se produzca una contradicción entre el Derecho Comunitario originario y las normas nacionales sobre la imposición directa. No obstante, el Tribunal de Justicia ha dicho en numerosas ocasiones (C-279/93 –SCHUMACKER–, C-80/94 –WIELOCKX–, C-107/94 –ASSCHER–, C-50/95 –FUTURA–, C-118/96 –SAFIR–; C-264/96 –I.C.I.–) que aunque la materia de los impuestos directos no constituye una competencia de la Comunidad, esto no es óbice para que los Estados miembros deban ejercer sus competencias dentro del respeto al Derecho Comunitario. De hecho, en alguna oca­ sión el Tribunal se ha pronunciado considerando que una norma de impuestos directos nacional es contraria a las disposiciones del Tratado. En lo que se refiere al Derecho derivado, exis­ ten algunas Directivas en el ámbito de la imposi­ ción directa que exigen que los Estados miembros recojan en su normativa interna las disposiciones en ellas previstas. En este sentido es destacable el reconocimien­ to de la primacía del Derecho Comunitario realiza­ do por la sentencia del Tribunal Constitucional español del 11 de septiembre de 1995 (núm. 130) relativa a un recurso en materia de prestaciones de la seguridad social a favor de un trabajador inmi­ grante, el Alto Tribunal manifestó: tado de la Unión Europea–, el Tratado Euratom, los Tratados de adhesión y otros Tratados y protocolos. Los Tratados fundacionales contienen normas de directa aplicación, el conocido efecto directo del derecho comunitario en los Estados miembros, que permite a los ciudadanos europeos invocar directa­ mente las normas comunitarias ante sus tribunales nacionales (sentencia VAN GEND & LOOS de 1963, sen­ tencia COSTA de 1964, sentencia FRANCOVICH y otros de 1991). Como dijo la sentencia C-48/71, la atribu­ ción realizada por los Estados miembros a favor de la Comunidad de los poderes y derechos correspon­ dientes a las disposiciones del Tratado entraña una limitación definitiva de sus derechos soberanos, con­ tra la cual no podrá invocarse ninguna disposición de Derecho interno cualquiera que sea su naturaleza. En lo que respecta al Derecho derivado, deben distinguirse tres tipos de normas: los Reglamentos, las Directivas y las Decisiones. Los Reglamentos son de aplicación directa y, en general, por tanto, no requieren de ninguna norma nacional para la aplicación de su contenido. Las Directivas fijan un objetivo, estableciendo pautas concretas para conseguirlo. El contenido de las Directivas se incorpora al Derecho nacional mediante la correspondiente transposición a través de la aprobación de una norma interna. No son pues de directa aplicación. Las Directivas son vincu­ lantes para los Estados miembros en lo que se refiere a los resultados que deben alcanzarse, pero les dejan la elección de los medios para conseguir esos objetivos comunitarios dentro de su ordena­ miento jurídico interno. Si los Estados miembros no incorporan una Directiva a su legislación nacional o si lo hacen de manera incompleta o tarde, los justiciables pueden invocar directamente la Directiva ante los tribuna­ les nacionales. Las Decisiones adoptadas por el Consejo, el Consejo en colaboración con el Parlamento Euro­ peo o por la Comisión, las Decisiones son el acto mediante el cual las instituciones comunitarias legislan sobre casos particulares. Mediante una Decisión las instituciones pueden exigir a un Estado miembro o a un ciudadano de la Unión que actúe o deje de hacerlo, otorgarle derechos o imponerle obligaciones. El diferente alcance de las diversas normas del Derecho Comunitario debe tenerse en cuenta a la hora de contemplar una posible contradicción entre aquél y una norma interna. Como ya hemos dicho los impuestos directos no están dentro del ámbito de armonización pre­ visto en el Derecho originario, y en consecuencia, "Sin embargo, al margen del Derecho conven­ cional internacional que se acaba de indicar4, ha de tenerse en cuenta que España es Estado miembro de las Comunidades Europeas desde el 1 de enero de 1986, de conformidad con las previsiones del artículo 93 CE y, por tanto, sujeto a las normas del ordenamiento comunitario que poseen efecto directo para los ciudadanos y tienen primacía sobre las dis­ posiciones internas, como así se ha declarado por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (Sentencias de 5 de febrero de 1963, en el asunto Van Gend and Loos y de 15 de julio de 1964, asun­ to Costa contra ENEL) y ha sido reconocido por este Tribunal [SSTC 28/1991 (RTC 1991/28) y 64/1991 (RTC 1991/64), entre otras]." El Tribunal Constitucional en la sentencia núm. 64/1991 (Sala Primera ), de 22 marzo, correspon­ diente a tres recursos de amparo, se refirió tam­ bién a la primacía de la normativa comunitaria, realizando al mismo tiempo algunas precisiones sobre los procesos constitucionales: "La vinculación al Derecho Comunitario –ins­ trumentada, con fundamento en el art. 93 de la 4 Se refiere al Convenio de la OIT 97/1949 sobre trabajadores emigrantes. 58 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES nes administrativas contrarias a las normas con fuerza de Ley o de rango superior [art. 6 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (RCL 1985/1578, 2635), 62.2 de la Ley de Régimen jurídico de las Administraciones Públicas y del procedimiento administrativo común (RCL 1992/2512, 2775 y RCL 1993, 246) y, en el ámbito de las disposicio­ nes reglamentarias emanadas del Gobierno del Estado, artículo 23.2 de la Ley de Organización, competencia y funcionamiento del Gobierno (RCL 1997/2817)]." Constitución, en el Tratado de Adhesión– y su pri­ macía sobre el Derecho nacional en las referidas materias no pueden relativizar o alterar las previ­ siones de los artículos 53.2 y 161.1, b), de la Cons­ titución. Es por ello evidente que no cabe formular recurso de amparo frente a normas o actos de las instituciones de la Comunidad, sino sólo, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 41.2 de la LOTC, contra disposiciones, actos jurídicos o sim­ ple vía de hecho de los poderes públicos internos. (...) Por otra parte, el propio Tribunal Supremo en su sentencia de 29 enero 2004 (Recurso conten­ cioso-administrativo núm. 52/2002), refiriéndose a una norma tributaria, hace referencia al alcance que tiene la incompatibilidad de una norma nacio­ nal con el Derecho Comunitario: Y es asimismo patente que los motivos de amparo han de consistir siempre en lesiones de los derechos fundamentales y libertades publicas enunciados en los artículos 14 a 30 de la Constitu­ ción [arts. 53.2 y 161.1, b), de la Constitución y Título III de la LOTC], con exclusión, por tanto, de las eventuales vulneraciones del Derecho comuni­ tario, cuyas normas, además de contar con especí­ ficos medios de tutela, únicamente podrían llegar a tener, en su caso, el valor interpretativo que a los Tratados internacionales asigna el artículo 10.2 de la Constitución.” "Esta doctrina no es trasladable a los supuestos en que una norma, en nuestro caso el artículo 111 de la Ley 37/1992, es contrario a la legislación europea ya que tal contradicción es directamente invocable ante los tribunales españoles y por tanto la recurrente pudo recurrir en vía administrativa primero y en vía contenciosa después al acta de liquidación y tanto la administración como la juris­ dicción posteriormente debían haber aplicado directamente el ordenamiento comunitario. La recurrente en este caso, al contrario de lo que acontece en los supuestos de gravamen comple­ mentario de la tasa de juego, sí era titular de la acción por invocar la contradicción entre el orde­ namiento estatal y el ordenamiento comunitario que debía ser aplicado directamente por los tribu­ nales nacionales incluso aun cuando no hubiese sido invocado expresamente..." En definitiva el TC resolvió que únicamente es recurrible en su sede la normativa estatal y los actos de ejecución y con referencia a la eventual infrac­ ción de un derecho fundamental o libertad pública. Por otra parte, esta sentencia negó claramente la procedencia de considerar que la autoridad nacional cuando ejecuta lo dispuesto en el Derecho Comunitario europeo actúa como órgano comuni­ tario, por lo que no se puede defender que estaría sometida exclusivamente al ordenamiento comuni­ tario: "la cesión del ejercicio de competencias en favor de organismos supranacionales no implica que las autoridades nacionales dejen de estar sometidas al ordenamiento interno cuando actúan cumpliendo obligaciones adquiridas frente a tales organismos, pues también en estos casos siguen siendo poder público que está sujeto a la Constitu­ ción y al resto del ordenamiento jurídico español (artículo 9. 1 de la Constitución)". En similar sentido se ha expresado el Tribunal Supremo en sentencia de 13 julio 2004 (recurso Contencioso-Administrativo núm. 134/1999): En definitiva, la jurisprudencia de los tribunales españoles han dejado clara la primacía del Derecho Comunitario, que no corresponde al Tribunal Cons­ titucional la vigilancia del cumplimiento de la nor­ mativa comunitaria, sino a los tribunales ordinarios, que son nulas las normas internas que se opongan al Derecho Comunitario y que en caso de conflicto entre una norma interna y una norma comunitaria, tanto la Administración como los tribunales deben aplicar directamente el ordenamiento comunitario. "El principio de primacía del Derecho comuni­ tario implica la prevalencia del Derecho Comunita­ rio sobre el Derecho interno en caso de conflicto. El ordenamiento jurídico comunitario, surgido de una fuente autónoma distinta de las de los Estados miembros, se integra en los ordenamientos inter­ nos. En Derecho español esta operatividad com­ porta la nulidad de las disposiciones de carácter general que se opongan al ordenamiento comuni­ tario. 4.3. Interrelación entre convenios bilaterales y normativa comuniataria El Derecho Comunitario prima sobre las dispo­ siciones nacionales. La cuestión que se plantea es la incidencia que los convenios bilaterales suscritos entre dos Estados miembros y que se incorporan al ordenamiento interno de estos países tiene frente al derecho comunitario. El propio Derecho Comunitario reconoce el papel y la importancia de los Convenios fiscales, así Es principio tradicional en nuestro Derecho el que establece la nulidad radical de las disposicio­ 59 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 b) Allí donde exista una norma comunitaria que se solape con la regulación de un CDI debe aplicarse la primera, a menos que la disposición convencional contribuya a en mayor medida a la realización de los fines perseguidos por la normativa comunitaria. c) El ejercicio del poder tributario por parte de los Estados miembros en el ámbito de la imposición directa, que ya se haya repartido o no a través de un CDI, está sujeto y limi­ tado por las normas del Derecho Comuni­ tario. d) Un CDI que ha celebrado un Estado miem­ bro con u tercer país resulta igualmente sujeto a las exigencias del Derecho Comu­ nitario. e) Es compatible con el Derecho Comunita­ rio la aplicación de los Convenios bilatera­ les limitada a las personas residentes de los países contratantes, sin que sea exigible su aplicación a residentes de otro Estado miembro (Sentencias TSJE C-376/03, de 5 de julio, CASO D y C-307/97 en el CASO SAINT GOBAIN). En materia tributaria, los Convenios internacio­ nales tienen como objetivo fundamental distribuir la competencia fiscal y limitar la imposición en cada Estado. Puede concluirse que cuando se superpo­ nen más de una norma, el Convenio internacional, al menos en cuanto a la tributación, debe actuar como límite máximo. De tal manera que en esos casos, debe aplicarse el acuerdo o norma que haga inferior la tributación. No obstante, quizás el camino más adecuado de integración entre los Convenios para evitar la doble imposición firmados por los diversos Estados miem­ bros y la normativa comunitaria es lo que planteaba la Comisión en su Comunicación de 23 de mayo de 2001, señalando que "es evidente que la labor de la OCDE en el ámbito de la imposición directa va mucho más allá que la agenda sobre competencia fiscal perniciosa, puesto que esta organización ha sido pionera en la tarea de eliminar la doble imposi­ ción, ha emitido Directrices sobre los Precios de Transferencia y está iniciando también estudios sobre la imposición sobre sociedades del comercio electrónico. La Comunidad tiene un estatuto espe­ cial en la OCDE, como miembro de pleno derecho pero sin derecho de voto y, como tal, la Comisión representa los intereses de toda la Comunidad. Sin embargo, los Estados miembros no suelen inter­ cambiar opiniones sobre las cuestiones fiscales que se discuten en la OCDE antes de adoptar una posi­ ción lo que, a veces, da lugar a resultados poco satis­ en el artículo 293 del Tratado (los Estados miem­ bros entablarán, en tanto sea necesario, negocia­ ciones entre sí, a fin de asegurar en favor de sus nacionales... la supresión de la doble imposición dentro de la comunidad) o en el reenvío explicito a los Convenios bilaterales que se realiza en las Directivas de fusiones (90/434/CEE) y matriz-filial (90/435/CEE). Por su parte el Tribunal de Justicia Europeo ha exigido en diversas sentencias que ciertas disposi­ ciones de los Convenios para evitar la doble imposi­ ción o las correspondientes normas nacionales para su ejecución deben adaptarse a los principios del Tratado (C-58/01 –OCÉ VAN DER GRINTEN–; C-385/00 –F.W.L. DE GROOT C. STAATSSECRETARIS VAN FINANCIËN–, 398/98 –METALLGESELLSCHAFT–; 200/98 –X AB Y Y AB–). El Tribunal de Justicia ha aclarado la situación del Derecho Comunitario y su fuerza dentro del orden jurídico internacional, al decir además de que supone en determinados ámbitos una auto limitación de su soberanía aceptada por los Estados firmantes, que el Tratado CE es algo más que un acuerdo que cree obligaciones entre los Estados contratantes y que, a diferencia de los Tratados internacionales ordinarios, el Tratado CE constitu­ ye un ordenamiento jurídico propio integrado en el sistema jurídico de los Estados Miembros desde su entrada en vigor y que se impone en sus jurisdic­ ciones (6/64 –FLAMINIO COSTA/ENEL–). En este sentido, parece quedar claro que la Comunidad no está sometida al Derecho bilateral convencional suscrito entre dos Estados Miembros. Puede concluirse que cuando la aplicación de un Convenio bilateral suscrito entre dos países miembro resulte contraria a la normativa comuni­ taria, debería de ser de aplicación ésta. En definitiva se trata de establecer la jerarquía normativa de las distintas normas, y en estos casos, existen dos Tratados internacionales que, en princi­ pio podría considerarse que tienen idéntico rango; pero el hecho de que uno se haya suscrito entre dos países y el otro (la normativa comunitaria) entre un número mayor de países entre los que además se encuentran aquellos dos, debe llevar a concluir sobre la prevalencia de la normativa comunitaria. En este sentido resulta muy clarifica­ dora la enumeración realizada por José M. CALDE­ RÓN y Adolfo MARTÍN de las principales reglas que delimitan la incidencia del Derecho comunitario sobre los CDIs: a) El Derecho Comunitario prevalece sobre los CDIs; los Convenios de doble imposición no pueden contener disposiciones incompa­ tibles con el Derecho Comunitario. 60 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES factorios pues la Comunidad no puede adoptar una posición coherente ni explotar todas sus posibilida­ des, a pesar de tener un interés común. En opinión de la Comisión, por lo tanto, habría que explorar si se pueden fijar posturas coordinadas entre todos los Estados miembros en los debates de la OCDE sobre tributación sin cambiar el marco institucional, ni siquiera los derechos de voto de los Estados miembros. Esta manera de proceder sería conve­ niente dado que la legislación comunitaria y la juris­ prudencia del Tribunal de Justicia Europeo afectará inevitablemente a cualquier posición que puedan adoptar los Estados miembros”. 5. ANÁLISIS ral o al máximo el 5 por 100 cuando la participa­ ción sea al menos del 25 por 100 del capital de la sociedad. Por su parte, el Modelo Convenio de la ONU deja el porcentaje de tributación máxima en el país de la fuente a la voluntad de los países y fija la par­ ticipación mínima para aplicar el tipo reducido en el 10 por 100 del capital. En ambos Modelos se excluye de estas reglas, sometiéndolos a las de las rentas obtenidas por establecimientos permanentes, a los dividendos que tienen su origen en participaciones vinculadas efectivamente a un establecimiento permanente del beneficiario efectivo situado en el país del que es residente la sociedad que paga los dividendos. DE LAS DISTINTAS FORMA DE En la mayoría de los Convenios para evitar la doble imposición suscritos entre España y otro Estado Miembro el tipo de gravamen previsto para los dividendos es el 15 por 100 (la única excepción es el Convenio con Grecia que prevé un tipo de gravamen del 10 por 100). INTERRELACIÓN DE LOS DIVERSOS ÓRDENE S JURÍDICOS EN LA IMPOSICIÓN DIRECTA DE LOS NO RESIDENTES, A TRAVÉS DE ALGUNOS CASOS PARTICULARES En principio vamos a centrar este análisis en tres tipos de rentas obtenidas de la utilización del capital: 1) las rentas obtenidas del capital utilizado como fondos propios, es decir, los dividendos; 2) las rentas producidas por el capital cuando es cedi­ do como capital ajeno: los intereses, y 3) las rentas obtenidas por la cesión de un capital diferente al financiero. Además de estos tres tipos de rentas los modelos Convenio distinguen otras rentas proce­ dentes de la cesión de capital: las rentas proceden­ tes de bienes inmuebles. A su vez, las rentas procedentes del capital pue­ den distinguirse como rendimientos por su uso o ganancias producidas al transmitir los bienes en los que está materializado. 5.1. 5.1.2. Tributación según la normativa comunitaria Una de las pocas normas que la Unión Europea ha establecido en relación con la fiscalidad directa, está relacionada precisamente con la tributación de los dividendos en el caso concreto de sociedades matrices y filiales de Estados miembros diferentes de la Unión Europea. Se trata de la Directiva 90/435/CEE del Consejo, de 23 de julio de 1990, relativa al régimen fiscal común aplicable a las sociedades matrices y filiales de Estados Miembros diferentes, posteriormente modificada por la Directiva 2003/123/CE, que entró en vigor el 2 de octubre de 2004. La pretensión de esta Directiva es la de estable­ cer normas fiscales neutras desde el punto de vista de la competencia aplicables a las agrupaciones de sociedades de Estados miembros diferentes. Esta Directiva suprime la doble imposición por los beneficios distribuidos en forma de dividendos por una filial situada en un Estado miembro a su socie­ dad matriz situada en otro Estado miembro. Tributación de los dividendos 5.1.1. Tributación en los Modelos convenio Los Modelos de Convenio de la OCDE y de la ONU, prevén de manera muy similar el reparto de la competencia fiscal en relación con este tipo de rentas. Así, ambos Modelos prevén la tributación com­ partida con limitación en la fuente; siendo las dife­ rencias entre ambos Modelos básicamente el tipo límite considerado para la tributación en el país de la fuente y el porcentaje de participación para el que se puede fijar un tipo límite más reducido. Así, el Modelo de Convenio de la OCDE prevé que el país de la fuente puede hacer tributar los intereses hasta un 15 por 100 con carácter gene­ De acuerdo con lo dispuesto en esta Directiva, cuando una sociedad matriz (o un establecimiento permanente al que estén afectas las participacio­ nes, tras la modificación introducida por la Directi­ va 2003/123 CE,) recibe, en calidad de socio de una sociedad filial, beneficios distribuidos, el Estado de la sociedad matriz deberá, o bien abstenerse de gravar dichos beneficios; o bien, gravarlos, autori­ zando al mismo tiempo a dicha sociedad a deducir 61 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 pueden deber determinar las condiciones y los instrumentos jurídicos pertinentes para proteger los ingresos fiscales nacionales e impedir que se eludan las leyes nacionales, de conformidad con los principios del Tratado y teniendo en cuenta las normas fiscales acep­ tadas internacionalmente. 4. Cuando los grupos de sociedades se organi­ cen en cadenas de sociedades y los benefi­ cios lleguen a la sociedad matriz distribuidos a través de la cadena de filiales, es preciso eliminar la doble imposición mediante exención o crédito fiscal. En el caso del cré­ dito fiscal, la sociedad matriz debe poder deducir todo impuesto abonado por cual­ quiera de las filiales de la cadena, con supe­ ditación al cumplimiento de las condiciones establecidas en la Directiva 90/435/CEE. En lo que se refiere a los dividendos percibidos por personas físicas, la Comisión, inspirándose en la Jurisprudencia del Tribunal de Justicia de las CCE ha realizado la Comunicación al Consejo, al Parla­ mento Europeo y al Comité Económico y Social Europeo, de 19 diciembre 2003, titulada "Imposi­ ción de los dividendos percibidos por personas físi­ cas en el mercado interior" [COM (2003) 810 final –no publicada en el Diario Oficial–], en ella se pro­ ponen directrices sobre la incidencia del Derecho comunitario sobre los sistemas de imposición de dividendos aplicados por los Estados miembros, con el fin de ayudar a estos últimos a velar por la compatibilidad de sus disposiciones fiscales con las obligaciones del mercado interior. Los Estados miembros aplican sistemas diferen­ tes para la imposición de los pagos de dividendos percibidos por personas físicas. Para los dividendos nacionales, la mayoría de los Estados miembros evitan o reducen la doble imposición económica que resulta de gravar los mismos ingresos a la vez con el Impuesto sobre Sociedades y del Impuesto sobre la Renta, aplicando o un sistema de consigna­ ción o un sistema cedular. Si los Estados miembros conceden un trata­ miento fiscal diferente según que se trate de divi­ dendos nacionales, de dividendos entrantes o de dividendos salientes, se produce una restricción potencial de las inversiones transfronterizas, que puede traducirse en una fragmentación de los mer­ cados de capitales en la Unión Europea y podría ser contraria al artículo 56 del tratado CE. En su jurisprudencia, el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE) examinó esta cuestión a la luz de las disposiciones relativas a la libre circulación de capitales. En el principal asunto de la cuantía de su impuesto la fracción del impues­ to de la filial correspondiente a dichos beneficios. Respecto al otro lado de la operación, es decir, al régimen aplicable a las distribuciones de benefi­ cios realizadas por la filial a favor de su matriz situa­ da en otro Estado miembro, la Directiva establece que estos beneficios deberán quedar exentos de la retención en origen, al menos en los casos en los que la participación de la matriz sea igual o supe­ rior al 25 por 100. La Directiva delimita a qué sociedades es de apli­ cación lo dispuesto en la misma. En el caso de Espa­ ña, inicialmente la Directiva limitaba estas entidades a las siguientes: las sociedades anónimas, comandi­ tarias por acciones, de responsabilidad limitada y entidades de derecho público que operen en régi­ men de Derecho privado. Posteriormente, la Direc­ tiva 2003/123 CE amplió la aplicación de la directiva a "otras entidades constituidas con arreglo al Dere­ cho español sujetas al Impuesto sobre Sociedades español". Establece también la Directiva como requi­ sito básico que las sociedades deben estar sujetas y no exentas al Impuesto sobre la Renta de Sociedades existente en el respectivo Estado miembro. Tras la revisión de la Directiva que se hizo en 2003 para adaptarla tras la experiencia acumulada se introdujeron algunas novedades: 1. A fin de ampliar el alcance de las ventajas de la Directiva 90/435/CEE, el umbral de participación necesario para que una socie­ dad sea considerada sociedad matriz y la otra su sociedad filial debe rebajarse gra­ dualmente del 25 al 10 por 100 (20 por 100 desde 2004, 15 por 100 a partir de 1 de enero de 2007 y 10 por 100 a partir de 1 de enero de 2009). 2. El pago de beneficios distribuidos a un esta­ blecimiento permanente de una sociedad matriz y la percepción de dichos beneficios por este establecimiento deben dar lugar al mismo trato que rige entre una sociedad filial y su sociedad matriz. Aquí debe incluirse el caso de que una sociedad matriz y su socie­ dad filial estén situadas en el mismo Estado miembro y el establecimiento permanente esté situado en otro. Por otra parte, resulta que los casos en que el establecimiento per­ manente y la sociedad filial se sitúan en el mismo Estado miembro pueden, sin perjui­ cio de la aplicación de los principios del Tra­ tado, tratarse con arreglo a la legislación nacional del Estado miembro afectado. 3. Por lo que se refiere al trato de los estableci­ mientos permanentes, los Estados miembros 62 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES te pero limitada. En consecuencia, si el gravamen de los dividendos de acuerdo con la normativa interna (Real Decreto legislativo 5/2004), que es actual­ mente del 18 por 100 (15 por 100 hasta 2006) fuera más elevado que el máximo previsto en el Conve­ nio, por aplicación del Convenio debería aplicarse el tipo máximo previsto en el Convenio. Así, por ejemplo, el Convenio con Argentina prevé que cuando los dividendos se perciban por una sociedad que ostenta directamente al menos el 25 por 100 del capital social de la sociedad que paga el dividendo, el impuesto máximo que puede exigir el Estado de residencia de la entidad pagado­ ra será del 10 por 100. De esta manera, aunque el tipo de gravamen en España sea del 18 por 100, si los dividendos se pagan a favor de una sociedad residente en Argentina, por aplicación del Conve­ nio hispano-argentino, los dividendos se someterán en España a una tributación del 10 por 100. Si los dividendos se pagan a un residente de un Estado miembro, por ejemplo Portugal, aunque el Convenio hispano-luso prevé la tributación en el Estado de la fuente de los dividendos cuando la participación es de al menos el 25 por 100 a un tipo máximo del 10 por 100, entra en juego la normati­ va comunitaria, en este caso, la Directiva 90/435/CEE del Consejo, de 23 de julio de 1990, relativa al régimen fiscal común aplicable a las sociedades matrices y filiales de Estados Miembros diferentes, posteriormente modificada por la Directiva 2003/123/CE, que entró en vigor el 2 de octubre de 2004. Esta directiva establece la exen­ ción de los dividendos pagados a residentes de otro Estado miembro y , en consecuencia, el gra­ vamen de los dividendos pagados a una sociedad portuguesa por su filial española, por respeto a la normativa comunitaria no debería someterse a nin­ guna retención en España. En este caso, la norma interna española, al transponer la Directiva, ha regulado la exención del IRNR de los dividendos pagados a una sociedad residente de otro Estado miembro. Como el Con­ venio para evitar la doble imposición establecía la tributación de los dividendos en el Estado de la fuente sólo como una posibilidad que en el caso de producirse tenía además un tipo máximo, no se produce ningún problema de incompatibilidad entre las diversas normas a tener en cuenta. analizado en la Comunicación (Asunto C-35/98, VERKOOIJEN, de 6 de junio de 2000), sentenció la incompatibilidad con el Tratado CE de una medida que preveía un tratamiento fiscal distinto para los dividendos nacionales y los dividendos entrantes. La Comisión considera que el análisis de esta jurisprudencia permite sacar conclusiones funda­ mentales con respecto a la concepción de los siste­ mas de imposición: los Estados miembros no pueden aplicar una imposición superior a los divi­ dendos entrantes o salientes respecto a los divi­ dendos nacionales. La eficacia de esta Comunicación, quizás la pone en evidencia el propio texto de la Comunica­ ción: La Comisión desea promover esta coordina­ ción en interés tanto de los inversores de cartera personas físicas como de las sociedades y, sobre todo, con el fin de garantizar la eficacia máxima del mercado interior, con los efectos positivos que se derivarán para la competitividad de la Unión en el mercado mundial. Si, a pesar de la lógica evidente del enfoque presentado, los Estados miembros no encuentran soluciones al respecto, la Comisión, en su calidad de guardiana de los Tratados, adoptará las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento efectivo de las disposiciones del Tratado, en particular pre­ sentando el asunto al TJCE, de acuerdo con el ar­ tículo 266 del Tratado CE. 5.1.3. Tributación norma interna española Con carácter general los dividendos están suje­ tos y tributan a un tipo del 18 por 100 (15 por 100 hasta 2006) [arts. 13. f). 1.o y 25. 1. g). 1.o del Real Decreto legislativo 5/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto de la Renta de no residentes]; no obstan­ te, los beneficios distribuidos por las sociedades filia­ les residentes en territorio español a sus sociedades matrices residentes en otro Estado Miembro o a un establecimiento permanente de dicha residente situado en otro Estado miembro, los dividendos estarán exentos [art. 14. 1. h) del RD Leg 5/2004], siempre que cumplan determinados requisitos, entre ellos que la participación sea al menos del 20 por 100 (o menor si así se acuerda por el Ministro de Economía y Hacienda a título de reciprocidad). 5.1.4. Interrelación de la norma interna con los Convenios y con la normativa comunitaria 5.2. Tributación de los intereses 5.2.1. Tributación según los Modelos convenio En el caso de los dividendos, los Convenios bila­ terales suscritos de acuerdo con el Convenio Modelo prevén la tributación en el país de la fuen­ Cuando los capitales se ceden no como fondos propios sino como fondos ajenos; es decir se ceden 63 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 con la intención de recuperarlos, las rentas que se perciben por esta cesión se denominan intereses. A este tipo de rentas dedican los mencionados Modelos de Convenio, sus respectivos artículos 11, con propuestas casi idénticas. Se establece la tributación compartida con tri­ butación limitada en la fuente, que el Modelo Con­ venio de la OCDE establece en un máximo del 10 por 100 del importe bruto de los intereses y el MCONU deja al resultado de las negociaciones en cada Convenio. Se prevé que cuando el crédito que origina los intereses esté vinculado a un establecimiento per­ manente del beneficiario efectivo de los intereses en el país de la fuente, estas rentas tributaran como el resto de las rentas de los establecimientos per­ manentes. A estos efectos se considera país de la fuente al país del que es residente el deudor o en donde radica el EP del deudor cuando la deuda se haya contraído en relación con este EP y los intereses son soportados por éste. Por último, en ambos Modelos se prevé una regla especial que viene a limitar el importe que tendrá el trato de intereses a efectos de la aplica­ ción de lo dispuesto en el artículo 11, al importe que se habría producido entre un acreedor y un deudor que no tuvieran ninguna relación especial, que fueran independientes. El exceso sobre este importe tendrá el trato que establezcan las leyes internas de cada Estado. Es la conocida como norma de subcapitalización. eximen los intereses y cánones de todo gravamen aplicado a tales categorías de ingresos, para ese tipo de sociedades, con independencia de que el gravamen se aplique mediante retención en origen o mediante estimación de la base imponible. No obstante, se han previsto disposiciones transitorias para Grecia y Portugal por lo que respecta a los intereses y los cánones y para España en lo que res­ pecta a los cánones, con objeto de atenuar la repercusión inmediata de la Directiva en los presu­ puestos de dichos países. El Consejo conviene en que las ventajas previs­ tas por la Directiva no deben beneficiar a las empresas exentas del impuesto sobre los ingresos contemplados por dicha Directiva y ha invitado a la Comisión a que presente, llegado el momento, las eventuales modificaciones que deban introducirse en el texto. Los pagos de intereses o cánones procedentes de un Estado miembro están exentos de cualquier impuesto aplicado en dicho Estado de origen sobre dichos pagos, ya sea mediante retención en origen o mediante estimación de la base imponible, siem­ pre que el beneficiario efectivo de los intereses o cánones sea una sociedad de un Estado miembro situada en otro Estado miembro o un estableci­ miento permanente situado en un Estado miembro distinto del de la sociedad de la que depende. Se considera que procede de un Estado miem­ bro "Estado de origen" el pago efectuado por una sociedad de dicho Estado o por un establecimien­ to permanente radicado en dicho Estado de una sociedad de otro Estado miembro. El Estado de origen debe rembolsar la reten­ ción en origen percibida en exceso en el plazo de un año a partir de la recepción de la solicitud y de la información acreditativa que pueda solicitar legí­ timamente. De no devolverse en dicho plazo el importe de la retención fiscal en origen, la sociedad o establecimiento permanente receptores tendrán derecho, al finalizar el año en cuestión, a cobrar intereses sobre el impuesto reembolsado a un tipo de interés equivalente al tipo de interés nacional aplicable en casos similares, en virtud de la legisla­ ción nacional del Estado de origen. Se entiende por "intereses" el rendimiento de los créditos de cualquier clase, estén o no garanti­ zados por una hipoteca o una cláusula de participa­ ción en los beneficios del deudor y, en particular, el rendimiento de bonos y obligaciones, incluidas las primas y lotes vinculados a éstos. Los recargos por pago atrasado no se consideran intereses. Se entiende por "cánones" las remuneraciones de cualquier clase percibidas por el uso o la cesión 5.2.2. Tributación según normativa comunitaria Mediante la Directiva 2003/49/CEE del Conse­ jo, de 3 de junio de 2003, relativa a un régimen fis­ cal común aplicable a los pagos de intereses y cánones efectuados entre sociedades asociadas de diferentes Estados miembros, la Unión Europea establece un régimen fiscal común a fin de eliminar la imposición en origen de dichos pagos y suprimir así su doble imposición. El objetivo es que los pagos de intereses y cáno­ nes entre sociedades asociadas de diferentes Esta­ dos miembros sean objeto de una única imposición en un Estado miembro. La actual Directiva, que se inspira en gran medi­ da en la propuesta de la Comisión de 1998, tiene por objeto suprimir las retenciones en origen sobre los pagos de intereses y cánones efectuados entre sociedades asociadas de diferentes Estados miembros. De esta forma, los Estados miembros 64 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES Cuando, debido a una relación especial entre el pagador y el beneficiario efectivo de los intereses o cánones, o entre ambos y un tercero, el importe de dichos intereses o cánones supere el que habrí­ an convenido ambos de no existir dicha relación especial entre ellos, lo dispuesto en la Directiva se aplicará exclusivamente a este último importe. del derecho de uso de cualquier derecho de autor sobre obras literarias, artísticas o científicas, inclui­ das las películas cinematográficas y los programas y sistemas informáticos, cualquier patente, marca registrada, diseño o modelo, plano, fórmula o pro­ cedimiento secretos, o por informaciones relativas a experiencias industriales, comerciales o científi­ cas. Se consideran cánones las remuneraciones percibidas por el uso o la cesión del derecho de uso de equipos industriales, comerciales o científicos. Se considera que dos sociedades están "asocia­ das" cuando: — una de ellas posee una participación de un 25 por 100, como mínimo, en el capital de la otra, o — una tercera sociedad posee una participa­ ción directa de un 25 por 100, como míni­ mo, en el capital de cada una de las dos sociedades. Las participaciones sólo pueden referirse a sociedades domiciliadas en territorio comunitario. No obstante, los Estados miembros tienen la opción de sustituir el criterio de una participación mínima en el capital por el de una participación mínima en los derechos de voto. Por último, por "establecimiento permanente" se entiende un centro de actividades fijo, situado en un Estado miembro, a través del cual se realiza una parte o la totalidad de las actividades empresa­ riales de una sociedad de otro Estado miembro. 5.2.2.2. Medidas transitorias en favor de Grecia, España y Portugal Grecia y Portugal están autorizadas a no aplicar las disposiciones de la Directiva hasta la entrada en vigor, el 1 de enero de 2005, de la Directiva 2003/48/CE en materia de fiscalidad de los rendi­ mientos del ahorro. Durante un período transito­ rio de 8 años a partir de la fecha mencionada, el tipo del impuesto sobre los pagos de intereses y cánones a una sociedad asociada de otro Estado miembro o a un establecimiento permanente radi­ cado en otro Estado miembro de una sociedad asociada de un Estado miembro no deberá superar el 10 por 100 durante los cuatro primeros años ni el 5 por 100 durante los cuatro últimos años. España estará autorizada no aplicar las disposi­ ciones de la Directiva hasta el 1 de enero de 2005, aunque exclusivamente en relación con el pago de los cánones. Durante un período transitorio de seis años a partir de la fecha mencionada más arriba, el tipo del impuesto sobre los pagos de cánones a una sociedad asociada de otro Estado miembro o a un establecimiento permanente radicado en otro Estado miembro de una sociedad asociada de un Estado miembro no deberá superar el 10 por 100. No obstante, dichas disposiciones transitorias quedan subordinadas a la aplicación continuada de cualquier tipo de interés inferior estipulado en acuerdos bilaterales celebrados entre Grecia, España o Portugal y otros Estados miembros. Cuando una sociedad de un Estado miembro o un establecimiento permanente radicado en dicho Estado miembro y perteneciente a una sociedad de un Estado miembro perciba intereses o cánones de una sociedad asociada de Grecia o Portugal, cáno­ nes de una sociedad asociada de España, intereses o cánones de un establecimiento permanente radi­ cado en Grecia o Portugal y perteneciente a una sociedad asociada de un Estado miembro, o cáno­ nes de un establecimiento permanente radicado en España y perteneciente a una sociedad asociada de un Estado miembro, el primer Estado miembro deberá autorizar que se deduzca un importe equi­ valente al impuesto pagado en Grecia, España o Portugal de conformidad con el apartado 1 por estos ingresos del importe del impuesto sobre la 5.2.2.1. Exclusión de determinados pagos en concepto de intereses o cánones El Estado miembro de origen puede excluir del ámbito de aplicación de la Directiva determinados pagos que puedan constituir intereses, como por ejemplo: — Los pagos que se consideren distribución de beneficios o reembolso del capital con arreglo a la legislación del Estado de ori­ gen. — Los pagos procedentes de créditos que comprendan un derecho a participar en los beneficios del deudor. — Los pagos procedentes de créditos que autoricen al acreedor a cambiar su dere­ cho a percibir intereses por un derecho a participar en los beneficios del deudor. — Los pagos procedentes de créditos que no contengan disposiciones sobre la devolu­ ción del principal o cuya devolución sea devengable más de 50 años después de la fecha de emisión. 65 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 según unas categorías específicas enumeradas en la directiva. Los Estados miembros pueden, no obs­ tante, limitar este contenido mínimo de información al importe total de los intereses o rendimientos y al importe total del producto de la cesión, el rescate o el reembolso. Durante un período de transición, Bélgica, Luxemburgo y Austria podrán abstenerse de inter­ cambiar información sobre los rendimientos del ahorro regulados por la presente directiva si aplican a los mismos rendimientos un sistema de retención en origen. En efecto, estos tres Estados miembros aplicarán este sistema transitorio hasta que la Con­ federación Suiza, el Principado de Andorra, el Prin­ cipado de Liechtenstein, el Principado de Mónaco y la República de San Marino garanticen un intercam­ bio efectivo y completo de información, previa petición, respecto de los pagos de intereses, y hasta que el Consejo convenga por unanimidad que los Estados Unidos se comprometen a intercambiar información, previa petición, según el Acuerdo modelo de la Organización de Cooperación y Des­ arrollo Económico (OCDE). No obstante, la direc­ tiva autoriza a estos tres Estados miembros a recibir información de los otros Estados miembros. En cuanto al sistema de retención en origen, la directiva impone que cuando el beneficiario efecti­ vo de los intereses sea residente de un Estado miembro distinto de aquél en el que está estableci­ do el agente pagador, Bélgica, Luxemburgo y Aus­ tria aplicarán una retención en origen del 15 por 100 durante los tres primeros años del período de transición, del 20 por 100 durante los tres años siguientes y del 35 por 100 posteriormente. Por lo que se refiere a la participación en los ingresos, la directiva impone a los Estados miem­ bros que aplican una retención en origen la obliga­ ción de conservar el 25 por 100 de sus ingresos y de transferir el 75 por 100 al Estado miembro de residencia del beneficiario efectivo de los intereses. En cuanto a las dobles imposiciones, la Directiva impone al Estado miembro de residencia fiscal del beneficiario efectivo la obligación de procurar que se eliminen todas las dobles imposiciones que podrían resultar de la exacción de la retención en origen. Así el artículo 14 de la Directiva establece que dos. Si los intereses percibidos por un benefi­ ciario efectivo han sido objeto de retención a cuen­ ta en el Estado miembro del agente pagador, el Estado miembro de residencia del beneficiario efectivo le concederá un crédito de impuesto igual al importe de dicha retención, dentro de los límites de la cuota tributaria adeudada en su territorio por tales intereses en virtud de la legislación nacional. Si renta de la sociedad o del establecimiento perma­ nente que percibió esta remuneración. Por otra parte, en lo que se refiere a los intere­ ses a percibir por personas físicas, existe una norma comunitaria que se refiere a ellos: la Direc­ tiva 2003/48/CE del Consejo, de 3 de junio de 2003, en materia de fiscalidad de los rendimientos del ahorro en forma de pago de intereses. La Directiva tiene por objeto permitir que los rendimientos del ahorro, en forma de pago de inte­ reses efectuado en un Estado miembro en favor de "beneficiarios efectivos", que son personas físicas con residencia en otro Estado miembro, estén suje­ tos a imposición efectiva de acuerdo con las dispo­ siciones legales de este último Estado miembro. Se ha elegido el intercambio automático de informa­ ción entre los Estados miembros sobre estos pagos de intereses como medio para permitir la imposi­ ción efectiva de los "pagos de intereses" en el Esta­ do miembro en el que el beneficiario efectivo tiene su residencia fiscal. En este sentido, los Estados miembros adoptarán las medidas necesarias para garantizar que los organismos liquidadores estable­ cidos en su territorio, independientemente del lugar de establecimiento del deudor del crédito que produce los intereses, efectúen las tareas necesa­ rias para la aplicación de la presente directiva, es decir la cooperación e intercambio de información bancaria. La Directiva se limita a la fiscalidad de los rendi­ mientos del ahorro en forma de pago de intereses sobre créditos y excluye las cuestiones vinculadas a la tributación de las pensiones y prestaciones de seguros. A nivel territorial, la Directiva se aplicará a los intereses abonados por un "agente pagador" establecido dentro del territorio en el que el Trata­ do es de aplicación. Cuando el beneficiario efectivo de intereses es residente de un Estado miembro distinto de aquél en el que está establecido el agente pagador, la Directiva impone a este último la obligación de comunicar (que se prevé como un sistema automá­ tico que deberá realizarse como mínimo una vez al año) a la autoridad competente del Estado miem­ bro en el que esté establecido un contenido míni­ mo de datos como la identidad y la residencia del beneficiario efectivo, el nombre o la denominación y dirección del agente pagador, el número de cuen­ ta del beneficiario efectivo o, en su defecto, la iden­ tificación del crédito generador de los intereses, y la información relativa al pago de intereses. Además el contenido mínimo de la información que el agente pagador deberá comunicar referente al pago de intereses debe diferenciar los intereses 66 Los acuerdos internacionales sobre reparto de la competencia fiscal: los convenios para evitar la doble imposición... I NMACULADA D ÍAZ YANES la retención a cuenta es superior a la cuota adeuda­ da, el Estado miembro de residencia devolverá al beneficiario efectivo la diferencia retenida. Si, además de la retención a cuenta contempla­ da en el artículo 11, los intereses percibidos por un beneficiario efectivo han sido objeto de cualquier otro tipo de retención y el Estado miembro de residencia concede un crédito de impuesto por dicha retención en virtud de su legislación nacional o de convenios relativos a la doble imposición, dicha retención se deducirá antes de que se aplique el procedimiento mencionado en el apartado 2. El Estado miembro de residencia fiscal del beneficiario efectivo podrá sustituir el mecanismo de crédito de impuesto indicado en los apartados 2 y 3 mediante el reembolso de la retención a cuen­ ta prevista en el artículo 11. Por último, la Directiva no supone un obstáculo para que los Estados miembros apliquen retencio­ nes en origen aparte de las anteriormente mencio­ nadas en el marco de sus disposiciones nacionales o Convenios relativos a la doble imposición. este artículo no se aplicarán más que a este último importe. En tal caso, la cuantía en exceso podrá someterse a imposición de acuerdo con la legisla­ ción de cada Estado contratante, teniendo en cuenta las demás disposiciones del Convenio. Por su parte, la Directiva 2003/49/CEE permite excluir del ámbito de aplicación de la misma los pagos que puedan constituir intereses cuando se consideren distribución de beneficios o reembolso del capital con arreglo a la legislación del Estado de origen. Los Convenios para evitar la doble imposición prevén la posibilidad de aplicar la cláusula de sub­ capitalización, en consecuencia, en principio, la aplicación de esta cláusula si se previera en la nor­ mativa interna sería perfectamente compatible tanto con la normativa comunitaria como con cual­ quier Convenio que la contuviera, siguiendo el Modelo Convenio OCDE. No obstante, la compatibilidad de la cláusula de subcapitalización establecida en la normativa inter­ na con los CDIs o con la normativa comunitaria puede cuestionarse. De ello es un buen ejemplo la norma de subcapitalización contenida en el artícu­ lo 20 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades (Ley 43/1995) que hasta su modificación por la ley 24/2001 establecía: 5.2.3. Tributación según normativa interna Con carácter general los intereses satisfechos por personas o entidades residentes en territorio español o por establecimientos permanentes situa­ dos en este o que retribuyan prestaciones de capi­ tal utilizadas en él, están sujetos y tributan a un tipo del 15 por 100 [arts. 13. f). 2.o y 25. 1. g). 2 del Real Decreto Legislativo 5/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto de la Renta de no Residentes]; no obstan­ te, cuando el beneficiario sea un residente de otro Estado Miembro o un establecimiento permanente de dicho residente situado en otro Estado miem­ bro, los intereses estarán exentos [art. 14. 1. c) del RD Leg. 5/2004]. "1. Cuando el endeudamiento neto remunera­ do, directo o indirecto, de una entidad, excluidas las entidades financieras, con otra u otras personas o entidades no residentes en territorio español con las que esté vinculada, exceda del resultado de aplicar el coeficiente tres a la cifra del capital fiscal, los intereses devengados que correspondan al exceso tendrán la consideración de dividendos. " El Tribunal de Justicia de las Comunidades Euro­ peas, en su Sentencia de 12 de diciembre de 2002 (asunto C-324/00, caso LANKHORST) concluyó que una norma como la contenida en el artículo 8 bis de la Ley del IS alemán (prácticamente idéntica a la española) era contraria al principio de libertad de establecimiento establecido en el artículo 43 del Tratado Constitutivo de 25 de marzo de 1957 (según redacción del Tratado de Ámsterdam), con­ forme al cual "quedarán prohibidas las restricciones a la libertad de establecimiento de los nacionales de un Estado miembro en el territorio de otro Estado miembro". Así pues la norma de subcapitalización que, en principio, podía ser completamente compatible con el Derecho Comunitario, al haberse estableci­ do solo para no residentes, suponía una discrimina­ ción contraria al principio de libertad de establecimiento y por tanto fue declarada contraria al Derecho Comunitario. 5.2.4. El caso particular de la norma de subcapitalización como muestra de la interrelación de los tres niveles normativos El Convenio Modelo de la OCDE establece tanto para intereses como para cánones que: Cuando en razón de las relaciones especiales exis­ tentes entre el deudor y el beneficiario efectivo, o de las que uno y otro mantengan con terceros, el importe de los intereses (o cánones), habida cuen­ ta del crédito por el que se paguen, (habida cuenta del uso, derecho o información por los que se pagan, en el caso de los cánones) exceda del que hubieran convenido el deudor y el acreedor en ausencia de tales relaciones, las disposiciones de 67 Cuadernos de Formación. Colaboración 19/07. Volumen 4/2007 La norma alemana era prácticamente idéntica a la contenida en el artículo 20 de la LIS. Como reac­ ción a la sentencia del Tribunal Europeo, la norma de subcapitalización española fue modificada mediante nueva redacción dada al mencionado artículo 20 por la Ley 62/2003, de acuerdo con la que la norma de subcapitalización no es aplicable cuando la no residente vinculada fuera residente de un Estado miembro. La norma española podía haber tomado dos caminos diferentes para resol­ ver la incompatibilidad con el Tratado, o bien esta­ blecerla para residentes y no residentes; o bien, la solución tomada por el legislador, que consistió en excluir de la aplicación de esta norma a los residen­ tes de la Unión Europea. En este mismo sentido se regula la subcapitali­ zación en el artículo 20 del Real Decreto Legislati­ vo 4/2004, de 5 de marzo, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley del Impuesto sobre Sociedades, actualmente vigente. Esta reacción del legislativo ante la Jurispruden­ cia del Tribunal de Justicia Europeo resolvió hacia el futuro la originaria incompatibilidad entre la norma española y la normativa comunitaria. Recientemente, el TEAC ha resuelto en varias ocasiones, entre ellas, en la resolución 2396/2004 de 28 de septiembre de 2006 la cuestión de la exis­ tencia de una norma interna calificada por la juris­ prudencia comunitaria como contraria al Tratado, y la ha resuelto en el sentido de considerar que, en estos casos, la norma interna no debe aplicarse. El fundamento principal de estas resoluciones es el de la primacía del Derecho Comunitario ya reconoci­ da en numerosas ocasiones tanto por el Tribunal de Justicia de la Comunidad como por el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo. Si el Tribunal de Justicia Europeo, que es quien tiene competencia para juzgar la adecuación de una determinada norma u acto a la normativa comunitaria, determina que una norma nacional es contraria al Tratado esto supone la nulidad de pleno derecho de la norma nacional y en conse­ cuencia, tal y como sentenció el TS en su senten­ cia de 29 de enero de 2004, la Administración o los tribunales deben aplicar directamente el Derecho Comunitario. En un caso como el que estamos comentando, la imposibilidad de aplicar la regla de subcapitaliza­ ción a los residentes españoles, dado que no esta­ ba previsto en la norma, lleva necesariamente a determinar la inaplicación asimismo de la norma a los residentes de otra Estado miembro. Así este caso es el paradigma de una norma interna que podría ser aplicable de acuerdo con lo previsto en un Convenio bilateral, pero que, por contravenir la normativa comunitaria, no puede ser de aplicación en el ámbito de los sujetos residentes en la Unión Europea. También es cuestionable la compatibilidad de una norma de subcapitalización como la española con los CDIs y ello, porque aunque en principio los Convenios pueden preverla, el principio de no dis­ criminación recogido en el artículo 24 del Modelo Convenio de la OCDE la puede hacer incompatible con el Convenio cuando la norma se aplica exclusi­ vamente en relación con los no residentes, o cuan­ do infrinja las reglas de valoración en circunstancias de libre competencia5. 5 Así lo plantean el Eduardo SANZ GADEA, “Documento 7.3” del VII Curso de Alta Fiscalidad Internacional, IEF 2006 y José Manuel CALDERÓN, “Estudio de la normativa española sobre subcapita­ lización de sociedades a la luz del principio de no discrimina­ ción: Análisis de su compatibilidad con los convenios de doble imposición y con el ordenamiento comunitario”, Crónica Tribu­ taria, núm. 76. 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