CHRISTLICHE INKULTURATION IN DIE GRIECHISCHE PHILOSOPHIE BEI CLEMENS VON ALEXANDRIEN LA INCULTURACIÓN CRISTIANA EN LA FILOSOFÍA GRIEGA DE CLEMENTE ALEJANDRINO Juan José Sanguineti Publicado en AA. VV., Die Weite des Mysteriums, Christliche Identität im Dialog, K. Krämer y A. Paus, Herder (eds.), Friburgo 2000, pp. 316-352. (Traducción castellana) El objeto de esta contribución1 es considerar la actitud de Clemente de Alejandría ante el pensamiento y la cultura helénica, un tema que a la luz de las temáticas suscitadas por la Encíclica Fides et Ratio adquiere una inusitada actualidad2 . Esta actitud es mucho más matizada y compleja 1 Este estudio en homenaje a H. Bürkle está en sintonía con temáticas tratadas en su obra Der Mensch auf der Suche nach Gott -die Frage der Religionen, Bonifatius, Paderborn 1996, que he tenido el gusto de presentar en mi recensión en "Acta Philosophica", 7, 1998, pp. 363-366. 2 Utilizaremos las siguientes abreviaturas para las obras de Clemente: a) Protr.: Protréptico; b) Pedag.: Pedagogo; Strom.: Strómatas. Nos concentraremos especialmente en los Strómatas. Emplearemos las obras de Clemente por las siguientes ediciones y traducciones: Protréptico, Gredos, Madrid 1994 (traducción de María Consolación Isart Hernández); El Pedagogo, Ciudad Nueva, Madrid 1994, (traducción de M. Merino y E. Redondo); Strómata I, Ciudad Nueva, Madrid 1996, (traducción de M. Merino Rodríguez); Strómata II-III, Ciudad Nueva, Madrid 1998 (traducción de M. Merino Rodríguez). Para el resto de los Strómatas seguimos la edición Gli Stromati. Note di vera filosofia, Edizioni Paoline, Milán 1985 (traducción italiana de G. Pini), siendo nuestra la traducción al castellano. Citaremos del siguiente modo: Protr., IX, 81, 3, por ejemplo, significa "capítulo IX, número 81, parágrafo 3"; Pedag., II, 48, 3, significa "libro II, número 48, parágrafo 3"; VI Strom., IV, 173, 2, significa: "libro VI, capítulo IV, número 173, parágrafo 2". Los números corresponden todos a la edición alemana de Otto Stählin - L. Früchtel - U. Treu, Clemens Alexandrinus Werke, perteneciente al Corpus de Berlín de la serie Die Griechischen christlichen Schriftsteller der ersten Jahrhunderte (volúmenes 12, 15, 17 y 39 de la serie), de lo que normalmente se piensa. Ella caracteriza de un modo fundamental la misión evangelizadora y doctrinal que Clemente, cristiano de la tercera generación (él conoció a personas que probablemente tuvieron trato con algún Apóstol), pretendía realizar con el mundo griego. Presuponemos en este trabajo un conocimiento básico de la producción del alejandrino, situada a fines del siglo II, y de las coordenadas fundamentales de su doctrina, en la que sobre una plataforma filosófica, inspirada sobre todo en el medioplatonismo y el estoicismo medio, se levanta una teología centrada en el Logos Cristo y dirigida especialmente a la formación de los cristianos que vivían en el ambiente helenista. Heredero de Filón, pero yendo mucho más allá de él, Clemente se enfrenta ante los paganos de lengua griega con el claro propósito de atraerlos a la verdad de Cristo. Su intento y casi diríamos su vocación se pueden entrever de algún modo en el siguiente párrafo, de sabor autobiográfico: "Como [muchos paganos helenistas] no están dispuestos a creer ni por la buenas obras, como sería justo, ni por la gnosis que conduce a la salvación, nosotros mismos consideraremos nuestro lo que es de ellos, porque todo es de Dios, y sobre todo porque el bien ha tomado movimiento en nosotros para llegar a los griegos"3 . 1. Introducción Al acabar su prólogo al primer libro de los Strómatas, Clemente señala en primera persona que a lo largo de esta obra "insinuaré de alguna manera que la filosofía es obra de la divina Providencia"4 . El concepto de provvnoia divina, tomado del estoicismo (pre-visión, pre-intelección), sirvió al alejandrino, como veremos en estas páginas, para relacionar con la Redención toda la cultura humana y la filosofía desarrollada a lo largo de la historia. Nuestro autor dio así un paso de gigante, que de alguna manera estaba ya incoado en San Justino, con su idea de que la iluminación del Logos llega de un modo natural a todo lo que de verdadero han dicho los filósofos de un modo fragmentario5 . De este modo Clemente presentó, diríamos que por primera vez en el pensamiento, los trazos esenciales de una filosofía de la historia que es también una teología de la historia, bajo la publicados en la Akademie-Verlag, Berlín (mencionemos el Protrepticus und Paedagogus, 1972; Stromatas I-VI, 1985; Stromatas VII-VIII, 1970). 3 V Strom., IV, 19, 1. 4 I Strom., I, 18, 4. 5 En San Ireneo puede verse también, aunque de un modo más indirecto, la conexión de la filosofía con Dios, con su concepto de Revelación divina operante en el universo (cfr. B. Mondin, Storia della teologia, vol. 1, Bolonia 1996, pp. 125-126). Pero la tesis está presente en Clemente de un modo completamente explícito y muy desarrollado, y constituye precisamente uno de los grandes paradigmas originales de su teología. eficaz intuición del propósito educador del Logos Encarnado, que ejerce con la Redención la Providencia divina, es decir el cuidado que tiene Dios por su criatura humana. La providencia de Dios significa que el Creador tiene un plan de conjunto y universal para con la humanidad, desde sus orígenes hasta el presente, y un plan que llega a todos los hombres y a todas las culturas. Ese programa puede denominarse también una Paideia o "designio educativo de Dios para con el hombre"6 . En la base de estas ideas está presente una verdadera teología de la creación de Clemente7 . Parece oportuno hacer notar que en el alejandrino, como en general en todos los Padres de la Iglesia y escritores eclesiásticos antiguos, no se plantea nunca una dicotomía entre el orden natural y sobrenatural, como si lo primero no tuviera que ver con Dios y como si lo segundo simplemente se superpusiera a la naturaleza del mundo y del hombre. La Redención continúa y perfecciona la obra de la Creación, o al revés, la Creación se establece en vistas de la Redención. Dios Padre, que lleno de amor crea la tierra para los hombres, hijos suyos, a quienes educa de modos muy diversos, envía a su Hijo para reparar el mal del pecado, que supuso la pérdida de la filiación divina, y para así entregar a sus criaturas, una vez que han sido rescatadas y liberadas, muchos más dones de gracia. El carácter histórico de la Revelación tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, así como la emergente conciencia histórica en el mundo helenista, sobre todo en los estoicos y epicúreos, facilitaron a Clemente la visión de las realidades del mundo en términos de historia. No nos ha de extrañar, por consiguiente, que él se atreviera a ver en la historia de la humanidad, en sus múltiples manifestaciones (pero no según un sentido lineal necesario, como ocurrirá siglos más tarde en Hegel), una historia de la educación divina del hombre (una Paideia de Dios), guiada por un plan superior que no depende en último término del hombre, sino de Dios mismo. "La enseñanza que obedece a Cristo reconoce como Dios al Creador, ve la Providencia hasta en los detalles, sabe que la naturaleza de las cosas visible es creada y cambiante, enseña a dirigirnos hacia la poderosa 6 Cfr. sobre el tema W. Bierbaum, Geschichte als Paidagogia Theou. Die Heilsgeschichtslehre des Klemens von Alexandrien, "MThZ" 5 (1954), pp. 246-272. 7 C. Mondésert, en la introducción a su traducción del Protréptico (cfr. Le Protreptique, 2a. edición, Ed. du Cerf, París 1961), sugiere las líneas principales de esta teología del mundo de Clemente, que puede verse expuesta, de alguna manera, en Protr. IV, 63: el mundo, siendo la obra de Dios, es bueno y bello. Dios lo ha creado con toda libertad y por amor lo ha entregado a los hombres. Los paganos adoran la obra de la creación, pero se olvidan de reconducirla al Creador, divinizando así al universo. Las creaturas sirven para que el hombre, por medio de ellas, alcance a Dios. semejanza con Dios, y a aceptar la economía [salvífica] como principio hegemónico de toda educación"8 . El plan de Dios con el mundo y el hombre se puede verdaderamente resumir en el término educación o paideia, o al menos éste es el peculiar enfoque que le da el alejandrino. La obra del Logos en cada persona y a la vez en toda la historia se ve como guiada por un propósito pedagógico de Dios para con el hombre. La historia se hace inteligible por la oijkonomiva divina o "administración de Dios" (vocablo en cierto modo convergente con el de Providencia), que es así el principio director de la Paideia, como señala A. Méhat9 . En otros términos, la economía divina se realiza en un contexto providencialista que abarca todos los aspectos del hombre (no se refiere sólo a la "salvación", si la entendemos de un modo estrecho o sectorial, como suele hacerse hoy, al menos a nivel popular), y ella culmina en Cristo, centro de la historia y por tanto también referente principal (hegemónico, para emplear el vocabulario estoico de Clemente) de la educación del hombre. 2. Valor providencial de las filosofías y de las culturas Uno de los aspectos más conocidos del pensamiento de Clemente es que él concibe a la filosofía griega antes de la venida de Cristo con una función subordinada pero en el fondo convergente con la que tuvo la Ley mosaica respecto a la obra de Cristo. Así como San Pablo ve el Antiguo Testamento especialmente a la luz de la Ley de Moisés, entendida como fruto de una pedagogía divina (cfr. Rom 3, 24), Clemente traslada por analogía el mismo pensamiento a la filosofía griega. Esto no significa, obviamente, que él ponga a la filosofía en el mismo plano que la Revelación de Dios, como podremos comprobar en la exposición que sigue. El alejandrino es consciente de que las enseñanzas de los filósofos y poetas son de desigual valor y que no puede tomarse todo indiscriminadamente como si fuera la voz de Dios, mientras que, por el contrario, las Escrituras están divinamente inspiradas y son con plena garantía la voz del Espíritu Santo. Al no existir en su época la distinción conceptual entre natural y sobrenatural, nuestro autor no puede explicar su intuición en los términos precisos que hoy podríamos desear. Pero es verdad también que en nuestra época esta distinción ha sido entendida demasiadas veces de un modo extrínseco, como si estos dos órdenes estuvieran separados. En este sentido, el enfoque de 8 9 I Strom., XI, 52, 3. Cfr. A. Méhat, Étude sur les Stromates de Clément d'Alexandrie, París 1966, pp. 309-311. Clemente es ejemplar y puede ayudarnos a comprender algo que en nuestros días no cesa de ser objeto de la reflexión teológica: la unidad profunda entre lo natural y lo sobrenatural. Por eso Clemente no podía aceptar que los valores de la cultura griega y también bárbara pero no hebreocristiana (según la costumbre de su época, él denomina bárbaro todo lo que no es griego) no tuvieran nada que ver con Dios y con el bien del hombre. Todo su intento es demostrar que tienen que ver y de una manera no trivial. No considera, pues, a la cultura y a la filosofía de los pueblos paganos como enteramente dominada por el pecado y totalmente corrompida. Aquí está el optimismo de Clemente y la base de su humanismo cristiano, algo que será de una importancia decisiva para la etapa en que lo tocó vivir y para la actitud de la Iglesia con la cultura griega y con los saberes seculares. El esquema siguiente resume la intuición de Clemente sobre la Economía del Verbo en la historia y es el núcleo fundamental al que se refiere nuestro artículo: Economía del Logos (Paideia) Ley de Moisés (Antiguo Testamento) Cristo, Logos encarnado (plenitud de la Paideia) Filosofías y culturas (griega y de pueblos bárbaros) Razón natural, con errores y confusiones El primer punto que se ha tener en cuenta es que Clemente considera que el hombre con su razón natural puede conocer a Dios y a las verdades morales fundamentales, si están bien dispuestos. Es obvio que él está guiado en esta convicción por la enseñanza de Pablo en los primeros capítulos de su Epístola a los Romanos, que conectan con los capítulos 13-15 de Sabiduría. "Es posible al que se comporta según nuestra norma ser filósofo también sin letras, sea bárbaro o griego, esclavo o anciano o niño o mujer, porque el sentido moral es común a todos los seres humanos, con tal que lo quieran"10 . El afirma substancialmente lo mismo respecto al conocimiento de Dios, con ciertas restricciones que tienen que ver con la conducta moral y la autenticidad de vida: "Una intuición natural del único Dios omnipotente estaba en todos los hombres dotados de juicio y en todo tiempo, y la mayoría han abrazado el eterno beneficio dispuesto por la Providencia divina, al menos los que no perdieron del todo el respeto por la verdad"11 . Dicho con otro matiz: "había un conocimiento oscuro de Dios también en los paganos"12 . Recogiendo la convicción universalista de los estoicos sobre el conocimiento común de Dios de todos los pueblos, escribe Clemente: "Todos los pueblos, sea que se extiendan en las regiones del Oriente o del Occidente, septentrional o meridional, todos tienen un solo e idéntico preconocimiento de Aquél que ha establecido su imperio, si es verdad que los efectos más universales de su actividad han invadido igualmente todas las cosas. Pero los griegos han hecho mucho más (...) Ellos [los griegos] lo conocían con verdad, pero sólo de modo confuso (se remite a Rom 3, 29)"13 . Es decir, Clemente reconoce en los griegos méritos especiales en su profundización en el conocimiento racional de Dios a partir de sus efectos universales en la creación, pero también advierte sus limitaciones, pues sus conocimientos, si bien muy altos, contenían muchas confusiones, ni tampoco pudieron llegar a saber cosas aún más altas de Dios, "si no hubieran sido catequizados por nosotros"14 . Los mejores griegos "no conocieron a Dios por un conocimiento profundo, sino confusamente"15 . A Clemente le habría bastado decir que, si los paganos poseen una razón natural, pueden llegar al conocimiento de algunas verdades y que, por tanto, sus filosofías son atendibles. Pero él pretende argumentar este punto y verlo, sobre todo, desde Dios mismo, es decir, a la luz de la Providencia, que de todos modos cuenta con la cooperación humana, así como el pedagogo o el médico ejercen una acción sobre el niño o el enfermo, los cuales por su parte deben responder, y pueden hacerlo bien o mal. "La Providencia es divina, la cooperación es de los hombres"16 . Pero no se trata de que las fuerzas humanas sean independientes de Dios. La Providencia divina no se ejerce desde fuera, pues dota a los hombres de capacidades propias para caminar hacia el bien y la verdad. "De Dios 10 IV Strom., VIII, 58, 4. V Strom., XIII, 87, 2. 12 VI Strom., VIII, 64, 6. 13 V Strom., XIV, 133, 9 y 134, 1. 14 V Strom., XIV, 134, 1. 15 VI Strom, V, 39, 1. 16 VI Strom., XVII, 157, 2. 11 viene también la inteligencia. Por ejemplo, la libre elección de los buenos obedece principalmente a la voluntad de Dios"17 . Adelantándose en varios siglos a temas que serán estudiados en las controversias de auxiliis, Clemente sostiene así que la libre cooperación del hombre a la Providencia de Dios es causada por esta misma Providencia. Por tanto, "muchos de los hechos que se producen en el mundo toman vida a través de un acto de la razón humana, pero recibieron una primera chispa de Dios"18 . Y no se trata de que Dios intervenga sólo al inicio. En realidad, la visión divina abarca todo el tiempo, todos los hechos en su conjunto y en su singularidad, así como podemos arrojar una mirada de conjunto a una entera obra teatral: Dios "desde la eternidad tiene cada cosa singular en su pensamiento. Es lo que sucede en los teatros respecto a cada parte singular, cuando se mira en su interior y a su alrededor, y se logra una mirada de conjunto. Esto sucede en Dios. El ve todas las cosas juntas y cada una en particular, con una sola mirada"19 . La conclusión es clara: la filosofía viene de Dios. He aquí un razonamiento impecable en este sentido: "Pues el que afirmara que la filosofía no ha descendido a nosotros enviada por Dios, corre el riesgo de afirmar la imposibilidad de que Dios conozca todas las cosas particulares, o al menos que sea causa de todos los bienes (...) Nada de eso existiría sin un acto de la voluntad de Dios. Y si todo existe porque Dios lo quiere, entonces la filosofía viene de Dios"20 . Como toda obra de la Providencia, ella ayuda sólo a los que están bien dispuestos, mientras que los malvados corrompen tal ayuda. Lo que empezó movido como por una chispa inicial encendida por Dios, tiene un término final diverso, según las disposiciones personales y el aprovechamiento que se haga de los dones divinos: "Muchas ventajas son comunes a los hombres buenos y malvados; sin embargo, ellas son útiles sólo a las personas honestas y serias, por amor de las cuales Dios las creó: los recursos de los dones divinos están para el uso de los buenos"21 . A partir de estas premisas, Clemente pasa a la tesis cultural de que la filosofía griega, concretamente, procede de Dios. Contra la gnosis de Marción, el alejandrino sostuvo muchas veces que los dos Testamentos tienen a Dios por autor. Pues bien, Dios donó también "a los griegos su filosofía, por la cual el Omnipotente es glorificado por los griegos"22 . Judíos y griegos confluyen así, providencialmente, en la constitución del nuevo pueblo cristiano, educados por "diversos 17 VI Strom., XVII, 157, 3. VI Strom., XVII, 157, 1. 19 VI Strom., XVII, 156, 6-7. 20 VI Strom., XVII, 156, 3-4. 21 VI Strom., XVII, 157, 3. 22 VI Strom., V, 42, 1. 18 testamentos" por el único Señor23 . "Dios quería salvar a los griegos y les dio profetas, y así hizo surgir los más ilustres entre los griegos como profetas en su propia lengua"24 . Y afirma en otro sitio: "La filosofía ha sido dada a los griegos como un testamento propio de ellos, que pudiera servir de base para la filosofía cristiana"25 , aunque a continuación previene que también entre ellos fue sembrada la cizaña, y por eso algunas de sus doctrinas, como las de Epicuro, son frutos corrompidos de su cultura, así como análogamente entre los cristianos el sembrador de la cizaña hizo crecer las herejías junto al buen grano26 . No se ha de perder de vista que Clemente concibe a la filosofía y a la cultura en general (letras, legislación, artes) como destinadas a la formación y a la virtud de las personas. El está muy lejos de la concepción intelectualista hoy tan frecuente de la filosofía. Cuando afirma que la filosofía viene de la Providencia, el contexto clementino típico no es gnoseológico, sino educativo. Dios con su Providencia se ha preocupado de los pueblos y ha suscitado sabios y legisladores pensando en el bien de los hombres, aunque estos hayan respondido de modo más o menos satisfactorio. "Y éstos son los que supieron ponerse a la cabeza de otros y educarles, y mediante ellos se manifiesta muy 23 Cfr. VI Strom., V, 42, 2. VI Strom., V, 42, 3. Como vemos, Clemente es muy flexible en el uso del vocabulario. En la cita presentada y en las líneas cercanas a ella atribuye a los griegos los conceptos de profeta y de testamento. También en otros momentos él admitirá en algunos filósofos una suerte de inspiración divina, algo que ya había sido esbozado por Platón (por ej., escribe nuestro autor: "el mismo Platón, amante de la verdad, dice como inspirado por Dios...": I Strom., VIII, 42, 1). Estas afirmaciones ciertamente podrían dar lugar a serias confusiones si se entendieran mal. Conviene recordar que Clemente carece de los instrumentos conceptuales necesarios para expresarse con precisión, y no podemos pedirle a un autor del siglo II que utilice con más rigor términos como profeta, inspiración, alianza, testamento, que en su época tenían cierta fluidez semántica, especialmente cuando eran ampliamente usados por no cristianos y gnósticos. En el siglo II y antes era común que las doctrinas filosóficas o religiosas se presentaran como revelaciones místicas (en el neopitagorismo, en los escritos hermetistas, en los oráculos caldeos, etc.). No nos extrañe, por esto mismo, que nuestro autor apoye las ideas mencionadas también utilizando algunos apócrifos de Pedro y Pablo (Actos de Pablo y Predicación de Pedro). Una hermenéutica correcta de Clemente no puede quedarse en textos aislados, a causa de su peculiar método: superando ciertas ambigüedades e incluso contradicciones, se ha de tener presente el conjunto de su obra y el modo concreto en que él las entiende y usa, no siempre fácil de averiguar. Una de las técnicas de Clemente, por ejemplo, ligada a la cultura erudita alejandrina, es la de apoyar sus ideas utilizando todo tiempo de fuentes y argumentaciones, sin excesivas preocupaciones de coherencia y síntesis. La idea de ver en los filósofos figuras casi proféticas, pensando especialmente en Platón, procede del modo como los platónicos medios y neopitagóricos enfocaban a los filósofos de la antigüedad. El platonismo medio, en concreto, es una filosofía religiosa, no una filosofía como ciencia. 25 VI Strom., VIII, 67, 1. 24 clara la eficacia de la providencia, cuando Dios quiere beneficiar a la humanidad a través de la cultura y de cualquier medida de orden o de gobierno, y esto lo quiere en todo tiempo. Por eso suscita las personas aptas para el útil desenvolvimiento de las actividades que contribuyen a la virtud, a la paz y a la beneficencia"27 . Una consecuencia notable de este hecho es que, siguiendo la lógica pedagógica de la condescendencia, y basándose en el principio didáctico de que cada uno aprende las cosas con las que tiene semejanza a su modo de ser, Clemente sostiene, sin utilizar obviamente esta terminología, la necesidad de que la evangelización se inculture28 . "Así, a los que buscan la sabiduría, 'su' sabiduría, hay que darles elementos con los que tengan familiaridad. Entonces ellos llegarán fácilmente, como es lógico, a la fe en la verdad, a través de una vía propia. Por otra parte, Pablo dice que 'me he hecho todo para todos, para ganar a todos' (1 Cor 9, 22)"29 . Poco más adelante añade: "la mayor parte de la gente examina lo que es objeto de comprensión o lo que es justo no en base a la verdad, sino en base a sus predilecciones sensibles. Y sus predilecciones sensibles están ciertamente orientadas más que nada hacia los aspectos de la realidad que les son semejantes"30 . Este punto constituye una reflexión pedagógica que quiere tener en cuenta la mediación de la subjetividad humana. Dios suscita caminos diversos entre las gentes, aunque todos en definitiva se dirijan a la verdad. Cada uno tiene un camino propio. En esos caminos hay distintas sensibilidades y se subrayan aspectos peculiares de la realidad, con los que un pueblo se connaturaliza. Para comunicarles la verdad, por tanto, hay que atender a esos aspectos con los que los destinatarios están connaturalizados. Por demás, así ha hecho Dios con los judíos y los cristianos, al hablarles en su propio lenguaje y al encarnarse en su Hijo. La misma Encarnación del Verbo es un ejemplo de la condescendencia pedagógica que Clemente propone como vía para llevar a todos a la verdad de Cristo. Presentaremos ahora algunos textos donde se puede ver cómo Clemente elabora su teoría de la acción providencial de Dios en las culturas acudiendo al concepto estoico de la concausalidad 26 Cfr. VI Strom., VIII, 67, 2. En I Strom., I, 18, Clemente ve su propio trabajo de los Strómatas como un rastreo de la verdad envuelta y escondida entre las opiniones de los filósofos, para entresacar de ellas lo que resulte comestible. 27 VI Strom., XVII, 158, 2-3. 28 Cfr. M Galloni, Cultura, evangelizzazione e fede nel "Protrettico" di Clemente Alessandrino, Roma 1986, pp. 42-47. 29 V Strom., III, 18, 6-7. 30 V Strom., IV, 19, 1-2. subordinada. Esto le permite además dirigir su mirada no sólo al pasado, sino hacia el presente y al futuro. Es decir, la filosofía intervino providencialmente como una praeparatio evangelica, pero también ahora sigue manteniendo ese valor y no queda sin más substituida por la fe cristiana. "Antes de la venida del Señor, la filosofía era necesaria para la justificación de los griegos31 ; ahora, sin embargo, es provechosa para la religión (qeosevvbeian), y constituye una propedéutica32 para quienes pretenden conseguir la fe mediante demostración racional33 (...) Ciertamente Dios es la causa de todos los bienes; de unos [lo es] principalmente, como del Antiguo y del Nuevo Testamento, de otros consecuentemente, como de la filosofía. Quizás también la filosofía haya sido dada primitivamente a los griegos antes de llamarles también a ellos mismos el Señor, ya que también la filosofía educaba a los griegos, al igual que la Ley a los hebreos, hacia Cristo. En verdad, la filosofía, abriendo camino, predispone al que luego es perfeccionado por Cristo"34 . El texto parece dejar en duda si la filosofía está en pie de igualdad o no con la Revelación paleotestamentaria, pero el contexto general de los escritos clementinos resta importancia a esta última formulación ambigua, pues Clemente siempre reconoce la inspiración de los libros del Antiguo Testamento, no homologable a la "inspiración" de poetas y escritores griegos, que pueden contener errores35 . Por tanto, la posición del alejandrino ante la filosofía y la cultura, pensando más concretamente en los griegos, es la siguiente: 31 eij" dikaiousuvvnhn: no hemos de ver en esta expresión el sentido riguroso que adoptará en la teología de la gracia de siglos posteriores. 32 Literalmente, propaideia: propaideiva. 33 El sentido de las frases de Clemente que acuden al término demostración (ajpovdeizi") se relaciona con la ciencia, pero no con una peculiar prueba demostrativa de la fe. Clemente está diciendo que la fe puede recibirse con ayuda de la razón, una ayuda conveniente, aunque no suficiente. Por eso maneja la categoría de la casualidad auxiliar. Al decir esto, como se verá en breve, se está oponiendo a los que pretenden alejar toda racionalidad ante el acogimiento de la fe revelada. Su actitud es la que adoptará la tradición patrística y medieval, y sólo será contrastada muchos siglos más tarde por la fe luterana, que abrirá paso al fideísmo de muchos autores modernos. 34 I Strom., V, 28, 1-3. 35 Podemos admitir, sin embargo, que la ambigüedad en este punto no es del todo eliminable en nuestro autor. Clemente no dispone de una teología con la que pueda explicar con toda claridad la diferencia entre Moisés y Platón, también porque él, como resultado del medio filosófico-religioso alejandrino en que se mueve, tiende a ver demasiado a Moisés casi como un filósofo, y a Platón casi como un profeta. 1. Históricamente la filosofía griega, en sus aspectos positivos, que se han de discriminar, es fruto de la Providencia de Dios. El fin de la Providencia es que la filosofía les prepare para recibir el Evangelio (fin propedéutico). Dios hace que surjan buenos filósofos, que proclamen la verdad, para preparar a los hombres al encuentro con la verdad completa de Cristo. 2. Una primera consecuencia práctica de este hecho es que el Evangelio se debe presentar a los griegos con la pedagogía de lo que hoy denominamos inculturación, para lo que Clemente no dispone de un término específico. El es consciente de que ésta es una peculiar misión suya en la Iglesia, si bien no exclusiva: hacerse griego para conducir a los griegos hacia Cristo. Al hacerlo así vocacionalmente, no hace más que ponerse en la línea de la Providencia divina. 3. La filosofía y la cultura griega no quedan eliminadas con el advenimiento de Cristo, aunque serán transformadas. Ahora ya no resultan imprescindibles como antes, pero continúan siendo útiles, a título propedéutico, para llevar a los hombres a la verdad de Cristo, para una comprensión más fructífera de la fe y para el crecimiento de la vida cristiana. Con terminología actual, podríamos decir que Clemente ve necesaria la filosofía griega para la existencia de la ciencia teológica y para la formación más cabal del cristiano, lo que comprende un aspecto ascético y otro doctrinal y se resume en su figura idealizada del gnóstico36 . Es evidente que no todos compartían en Alejandría esta actitud positiva de Clemente ante la filosofía griega. En los Strómatas hay momentos polémicos contra adversarios que sostenían la necesidad de atenerse a la fe simple, sin atender a la formación cultural, que sería superflua, haría perder tiempo y hasta resultaría peligrosa. Si esta actitud fuera la correcta, no habría surgido la escuela de Alejandría. "No se me ocultan tampoco las murmuraciones de algunos ignorantes timoratos que dicen que es necesario ocuparse de lo más imprescindible, o sea, de lo que contiene la fe, y descuidar igualmente las cosas externas y superfluas, que nos fatigan inútilmente y nos ocupan el tiempo sin aportar nada al objetivo final. Incluso hay quienes piensan que la filosofía es mala, porque se ha introducido en la vida de los hombres para su perdición por un malvado inventor"37 . 36 Señala Jaeger, al comentar la referencia a la Paideia de Cristo de la epístola apócrifa de Felipe, que esto "implica que la clásica Paideia está superada, poniéndose en Cristo el centro de una nueva cultura. La antigua Paideia se hace por eso su instrumento" (Early Christianity and Greek Paideia, Cambridge (Mass.) 1962, p. 12). 37 I Strom., I, 18, 2-3. La actitud del alejandrino es completamente opuesta, porque el labrador tiene que trabajar la tierra donde va a sembrar38 , es decir, tiene que contar con la naturaleza del que va a recibir a Cristo, conociendo el estado en que se encuentra, en sus aspectos positivos y en sus deficiencias. "Por eso nuestra obra no titubeará en utilizar los [mejores] recursos de la filosofía y de cualquier obra propedéutica que nosotros recordemos. No sólo hay que hacerse judío en virtud de los judíos y de quienes están bajo la Ley, como dice el Apóstol [cfr. 1 Cor 9, 20 ss], sino también griego en razón de los griegos con el fin de ganarlos a todos"39 . Se puede ver en estos textos cómo la idea de utilizar la filosofía en favor del Cristianismo no tiene en Clemente, como en otros autores, un objetivo meramente apologético (si bien esto no se excluye), sino que, conforme a la gran motivación de su vida, el propósito es emplear para Cristo un bien natural que Dios mismo ha querido, con una finalidad primordialmente educativa, en el contexto de la formación cristiana. El siguiente texto del libro I de los Strómatas precisa mejor la teoría clementina de la filosofía como concausa auxiliar: "Pero es necesario que hagamos todavía una precisión en razón de los que critican: al decir que la filosofía es concausa (sunaivtion) y cooperadora (sunergo;n) de la comprensión de lo verdadero, porque es investigación de la verdad, proclamamos que es una propedéutica para el gnóstico; y no estimamos como causa lo que es sólo concausa, ni lo que ayuda [a un fin] como lo que comprende [dicho fin], ni a la filosofía como imprescindible para obtenerlos; ya que, casi todos sin haber recibido el ciclo pedagógico, sin filosofía griega, y algunos casi sin letras, estimulados por la filosofía divina y bárbara40 , hemos recibido la doctrina acerca de Dios por el poder (cfr. 1 Tes 1, 5) de la fe, siendo educados por una Sabiduría que ha actuado directamente en nosotros. Quien trabaja junto a otro, siendo incapaz de producir algo por sí mismo, le llamamos cooperador y concausa, en cuanto es autor con la causa; es llamado autor porque se suma a la otra causa, al no ser capaz por sí solo de producir resultados conforme a la verdad. Por sí misma la filosofía justificaba no ha mucho a los griegos, aunque sin conducir a la justificación total (para la cual se manifiesta como una ayuda, lo mismo que el primer y segundo escalón para quien sube al piso superior, o como el maestro de gramático para el que ha de filosofar); incluso su desaparición 38 Cfr. I Strom., I, 15, 2. I Strom., I, 15, 3-4. 40 Con la expresión filosofía bárbara, Clemente suele designar la doctrina cristiana, o también la doctrina contenida en la Revelación del Antiguo y del Nuevo Testamento. Cfr. IV Strom., XXII, 144, 2; V Strom., I, 9, 4; V Strom., VIII, 51, 1; V Strom., IX, 56, 2; V Strom., XIV, 140, 2. La expresión podría contener una punta de ironía, pues para un griego culto no era fácil dejarse enseñar y tener que subordinarse completamente a una filosofía bárbara (que literalmente significa 39 no acarrearía la ausencia completa de la razón o la privación de la verdad; también la vista, el oído y la voz son una ayuda para [conquistar] la verdad, pero es [sólo] el espíritu quien [nos] la manifiesta adecuadamente. En verdad, unos colaboradores aportan más y otros menos"41 . Pese a su longitud, nos parece que en estas líneas Clemente ha explicado con detalle cómo él entiende la colaboración parcial de la filosofía en la formación cristiana, tanto desde el punto de vista histórico como personal. 3. Diseminación de verdades parciales en las filosofías históricas Aunque lo dicho hasta aquí sobre el valor de la filosofía (griega) para la educación histórica operada por el Logos podría ser suficiente, vamos a detenernos ahora en otra serie de textos que aportarán nuevos matices a la doctrina de Clemente. En estos textos la filosofía no se ve tanto como procedente de un propósito divino, sino más bien como un contenido de verdad poseído por los filósofos. Este aspecto inmanente de la filosofía y la cultura (derivado ciertamente de la trascendencia de Dios) es argumentado con singular eficacia por Clemente en el capítulo 13 del primer libro de los Strómatas. Encontramos aquí un planteamiento participativo en torno a los conceptos de verdad total y verdades parciales. Escribe Clemente: "Las escuelas filosóficas, la bárbara como la griega, recibieron una parte cada una, aunque se gloríen de [poseer] toda la verdad (...) En efecto, se puede demostrar que todos juntos, griegos y bárbaros, en cuanto que aspiran a la verdad, han participado del Logos verdadero, unos en no pequeña medida, otros en cambio parcialmente, según el caso. La eternidad contiene en sí misma y en un instante el pasado, el presente y el futuro; sin embargo, la verdad es más capaz de reunir sus propias semillas que la eternidad, aunque estén sembradas en tierra extranjera"42 . Lo que en la eternidad se presenta en la unidad de lo simple, en el tiempo está disperso y como fragmentado. El texto de Clemente continúa glosando la idea de la parte que se incorpora armoniosamente en el todo, para lo cual acude a metáforas musicales y matemáticas de matriz pitagórica. Esta relación parcial-total, miembro-organismo completo, tiene vigencia cosmológica, es decir que la vemos plasmada en la mismo totalidad del universo: "también en el no griega, aunque excluyendo a los romanos, a quienes se considera plenamente asimilados a la cultura helénica). 41 I Strom., XX, 99, 1-4. 42 I Strom., XIII, 57, 1-3. universo las partes todas, aunque difieran unas de otras, conservan entre sí una relación respecto al todo"43 . Las escuelas filosóficas, por tanto, manifiestan una parte de la verdad completa. "Tanto la filosofía bárbara como la griega constituyen un fragmento de la verdad eterna, no la del mito de Dioniso, sino la de la teología del eterno Logos"44 . Detrás de esta afirmación parece vislumbrarse una tesis metafísica y teológica, aludida de un modo oscuro por Clemente, según la cual en el Logos está presente en unidad lo que está disperso en el mundo. "Más quien reúne de nuevo lo que se ha diseminado y reconstruye la unidad podrá contemplar con seguridad al Logos, a la Verdad"45 . Un texto precedente, igualmente oscuro, parecería aludir a que las filosofías son como luces tenues, que se purifican cuando sale el Sol (que sería la venida de Cristo): "Y es que, me parece a mí, todo se ilumina con la salida de la Luz"46 . Pero Clemente no está diciendo con esto, sin más, que toda filosofía sea buena y verdadera. El texto que acabamos de comentar alude, al comienzo, al mito de Dioniso, según el cual las Bacantes mutilaron a Penteo, rey de Tebas y enemigo del culto a Dioniso47 . Es decir, las sectas filosóficas48 (e incluso gnósticas), al pretender apropiarse de la verdad, o al poner como verdad total lo que era sólo parcial, acabaron por producir una mutilación del todo completo. La teoría de las semillas de verdad se puede ver también bajo esta nueva faceta, en la que, en vez de semillas, tenemos restos de un todo destruido. Por tanto, si no se produce el esfuerzo por reconstruir la unidad, y por contemplar las cosas a la luz completa del Sol que es el Logos encarnado, se recaerá en la fragmentación y por tanto en la falsedad, así como una herejía escoge un aspecto de la verdad de la fe y lo desintegra respecto al conjunto de la doctrina cristiana. En otro momento nuestro autor explica su concepción de la filosofía como concausa auxiliar con un argumento que podríamos denominar de la multiplicidad necesaria. "Al igual que son muchos los hombres que botan [en el agua] un barco, y no se dice que las causas sean múltiples, sino que es 43 I Strom., XIII, 57, 5. I Strom., XIII, 57, 6. No obstante nuestra indicación anterior, en este concreto lugar filosofía bárbara no se refiere al Cristianismo, sino simplemente a las filosofías de autores no griegos, pues éste es también otro uso clementino del vocablo. El alejandrino insiste mucho, como veremos luego, en que la filosofía no se reduce a la cultura helénica. 45 I Strom, XIII, 57, 6. 46 I Strom, XIII, 57, 1. 47 Cfr. I Strom, XIII, 57, 1. 44 una única causa [compuesta] de muchos elementos (porque cada uno por sí mismo no constituye la causa para botar la nave, si no es con la ayuda de los otros), así también la filosofía contribuye a la comprensión de la verdad, puesto que constituye una búsqueda de la verdad, pero no es causa [única] de la comprensión, sino causa unida a otras y colaboradora"49 . La idea es, pues, que normalmente no basta acudir a una sola fuente de la verdad, aunque Clemente bien sabe que la principal fuente de todas es la Revelación. La misma fe, podríamos decir con términos actuales, exige el apoyo de causas auxiliares, como son las fuerzas racionales y otras vías humanas que, aunque no sean imprescindibles, son útiles y al menos algunas de ellas no pueden faltar, porque la fe se asienta sobre un hombre racional y no sobre un ciego. El texto clementino se sitúa, sin duda, en esta línea de pensamiento, que pretende evitar que el unum necessarium elimine todo lo demás. "Así como el ser feliz es realmente una sola cosa, las causas que contribuyen son las múltiples virtudes que lo favorecen; y de igual manera que el sol, el fuego, el baño y el vestido producen calor, así también la verdad es una, aunque sean muchas las cosas que cooperan a su hallazgo; aunque su descubrimiento [se consigue] mediante el Hijo"50 . La unidad de la verdad en Cristo, podríamos decir en otros términos, no elimina la multiplicidad de valores humanos, que quedan dignificados y elevados al plano de la santidad cuando se incorporan al Verbo encarnado. Si así no lo hiciéramos, la Encarnación no lograría su propósito de llegar verdaderamente al plano del hombre. Estamos aquí en presencia de una notable reflexión clementina sobre la unidad y multiplicidad de la verdad, que él traduce al plano educativo. "Así también, aunque la verdad es una, en geometría la verdad es geométrica, en la música musical, y en la correcta filosofía bien puede ser la verdad griega. Mas una sola es la verdad soberana e inexpugnable, la que nos ha enseñado el Hijo de Dios"51 . El alejandrino en los textos cercanos al citado continúa buscando sin cansarse otras semejanzas para acabar de remachar su idea: una misma moneda asume diversas facetas según sea impuesto, alquiler, pago, honorario, etc.; una misma virtud aparece como templanza, fortaleza, justicia, etc. Es necesaria la combinación de muchos aspectos si se quiere llegar a la perfección, aunque no por eso se olvida el elemento principal. "Sin duda, la filosofía contribuye, aunque sea a distancia, a la búsqueda de la verdad, esforzándose de múltiples maneras por estar unida estrechamente a la 48 AiJvresi": secta, herejía, elección, facción, escuela, con el acento semántico en lo que una escuela tiene de unilateralidad. 49 I Strom., XX, 97, 1. 50 I Strom., XX, 97, 2. Verdad que nosotros reconocemos"52 . La verdad es una, podríamos decir de otro modo, pero los caminos que pueden llevar a ella son múltiples, en atención a las condiciones de las personas, así como en el agua de un mismo río confluyen numerosos afluentes de diversas partes53 Vista la densidad de esta doctrina, la conocida teoría del robo de los filósofos, sostenida por Clemente con matices, quizá aparezca como algo más circunstancial. La hipótesis del robo fue sostenida por diversos Padres de la Iglesia de los primeros siglos (San Justino, Taciano, Tertuliano, etc.) y parece tener su origen en el ambiente judío-alejandrino (concretamente, en Aristóbulo), si bien Filón la usó de modo moderado. En el ambiente sincretista de la época no era tan impensable, mediante adecuadas comparaciones, pensar en un plagio o al menos en una supuesta "inspiración" que los filósofos griegos habrían tenido de las sabidurías orientales. La teoría aludida consistía, concretamente, en sugerir que Platón y algunos otros filósofos griegos habrían conocido la Biblia, cronológicamente anterior, la cual les habría servido al menos como fuente de inspiración. Con ello se podía dar una autoridad doctrinal a la Biblia de cara a los orgullosos científicos o humanistas griegos, que miraban con desdén las Escrituras usadas por hebreos y cristianos, como si fueran un escrito mitológico entre otros. La tesis era en realidad un arma de doble filo, porque a los cristianos que despreciaban a la filósofos podía darles una excusa para que persistieran en esa actitud, visto que los filósofos no habrían hecho más que repetir mal lo que la Sagrada Escritura decía de modo íntegro y puro. Pero a los hebreos y cristianos, como Filón y Clemente, interesados en relacionar la filosofía griega con la Revelación y en recoger sus fragmentos de verdad, la teoría les justificaba, como por una especie de "derecho de recuperación", el apropiarse de las doctrinas filosóficas verdaderas, viendo en ellas algo propio. Creemos que en Clemente alejandrino la doctrina del robo o del plagio54 es tan sólo una pieza más de sus argumentaciones, con las que él pretende atenuar la idea probablemente difundida en el 51 I Strom., XX, 97, 4. I Strom., XX, 98, 3. 53 Esta idea se expone en I Strom.,, V, 29, 1: "Uno sólo es el camino de la verdad; pero, es como un río que siempre fluye y en el que desembocan afluentes cada cual de un sitio". 54 La teoría del robo está contenida en diversos sectores de los Strómatas, especialmente en el libro V, cap. XIV, y en el libro VI, capp. 2-4, que sirven de apoyo a V Strómatas, XIV, en cuanto pretende probar que los griegos se copiaban entre sí sin declararlo. En realidad, este procedimiento no era extraño en una época que no tenía nuestra actual concepción de la propiedad literaria y que no conocía los métodos modernos de la cita, pero en el ambiente sincretista de la época de Clemente se acentuaba mucho más. En I Strómatas, cap. XXI, Clemente trata de probar que Moisés es anterior en el tiempo a los filósofos griegos, y los capp. XXII-XXIX, de modo menos sistemático, también intentan ilustrar que Platón se inspiró en Moisés. Significativa es la cita clementina del 52 ambiente alejandrino de que la sabiduría provenía de los griegos. Por eso en I Strómatas dedica una sección especial para demostrar tanto que muchos filósofos que pasan por griegos en realidad tenían un origen bárbaro (asiáticos, egipcios, fenicios, etc.) (cap. XV), como que muchas invenciones y artes vienen también de los bárbaros, como caldeos, egipcios y otros pueblos (cap. XVI)55 . Entre tales orígenes menciona incluso el brahmanismo hindú56 y es el primer autor cristiano que hace una referencia a Buda57 . Estas pruebas, aunque afectadas por el método de la acumulación erudita, hoy nos resultan particularmente simpáticas, porque constituyen una crítica del helenocentrismo análoga a la que hoy suele hacerse contra el eurocentrismo. Por eso, cuando en el Protréptico Clemente acaba de citar a Platón, se dirige a él con gesto teatral y le dice: "conozco a tus maestros, aunque quieras ocultarlos. Aprendes la geometría de los egipcios, la astronomía de los babilonios, recibes sabios conjuros de los tracios y mucho te enseñaron los asirios; pero para las leyes, las que son verdaderas, y tu opinión sobre Dios te ayudaron los mismos hebreos"58 . Clemente se hace así paladín del universalismo: las ciencias, las artes y la filosofía están en todos los pueblos y no solamente en los griegos, que son sólo relativamente superiores. La actitud del alejandrino, en este sentido, es abierta hasta el punto de no temer el eclecticismo y de caer en ingenuos anacronismos. Cuando narra la vida de Moisés en Egipto, por ejemplo, no tiene reparos en atribuirle una perfecta educación helenística, asiática y africana, que hicieron de él un verdadero sabio: "cuando llegó [Moisés] a la juventud fue instruido por distinguidos egipcios en la aritmética, la geometría, la rítmica, la armonía, la métrica y la música, y también más tarde en la filosofía de los símbolos, que los egipcios ejercitan mediante la escritura jeroglífica. También los griegos le enseñaron en Egipto el otro ciclo pedagógico, como a niño regio, conforme [afirma] Filón en su Vida de Moisés; luego, aprendió la gramática asiria y la astronomía junto a [maestros] neopitagórico pagano Numenio de Apamea: "¿Quién es Platón sino un Moisés que habla en ático?" (I Strom., XXII, 4). El intento que manifiestan estos esfuerzos es concordista y sincretista. Siguiendo el espíritu de su época, Clemente no renuncia a ningún medio literario para lograr sus objetivos: no contento con la teología del Logos que ha iluminado a los griegos, se ve obligado a probar que éstos han saqueado la Escritura, para lo cual se sirve de comparaciones de citas y de un uso a veces desmedido del método alegórico. 55 "Los bárbaros no sólo son los descubridores de la filosofía, sino también de casi todas las artes" (I Strom., XVI, 74. 1). 56 Cfr. I Strom., XV, 71, 3-5. 57 "Entre todos los habitantes de India hay quienes obedecen las prescripciones de Buda. A éste le honran como dios por su extrema dignidad" (I Strom., XV, 71, 6). 58 Protr., VI, 70, 1. caldeos y egipcios"59 . Tenemos aquí un auténtico programa educativo que podía provocar la admiración de los más exigentes alejandrinos, haciéndoles así atractiva la figura de Moisés. Pero su relativización de los griegos es contenida, porque Clemente debe también frenar el antifilosofismo de los que criticaban con exceso a los griegos. "Como algunos dicen que la filosofía griega engendra de alguna manera la verdad por aproximación, pero de manera confusa y no íntegramente; sin embargo, otros afirman que [la filosofía griega] toma su impulso del demonio (...) Mas aunque la filosofía griega no llegue a alcanzar la verdad en su totalidad, y, además, no posea en sí misma fuerza para cumplir los mandatos del Señor, al menos prepara el camino para la enseñanza verdaderamente más regia, porque de un modo u otro hace prudente [al hombre], modela el carácter, y predispone a quien cree en la Providencia para la recepción de la verdad"60 . Cabe concluir, desde los textos examinados, que en realidad Clemente no ahorra argumentos y vías para convencer a sus oyentes de la utilidad de la filosofía griega. El no se adhiere a una única teoría sobre su origen, sino que las admite todas (iluminación del Logos, inspiración en Oriente, razón natural, oscura inspiración, robo, etc.), y admite también sus límites (oscuridad, parcialidad, aproximación, conjetura) de múltiples modos. "Por consiguiente, bien se diga que los griegos profesaron accidentalmente algo de la verdadera filosofía, ese accidentalmente es economía divina (...); o bien [se diga que] por coincidencia, esa coincidencia no es impremeditada. Por otra parte, si se dijera que los griegos tuvieron alguna razón natural, sabemos que uno es el creador de la naturaleza (...) o si [se dijera] que tienen mente común, entonces deberíamos examinar quién es el padre de ese sentido (...) Hay quienes pretenden que esas cosas se den en los filósofos por reflejo de la verdad"61 . Como se ve, en este texto Clemente ha dicho que la filosofía puede haber surgido o por casualidad (pero las casualidades caen bajo la Providencia), o por la fusikh; e[nnoia (noción natural), o por el koino;" noufl" (intelecto común a todos los hombres), conforme a las ideas estoicas, o por reflejo de la verdad (idea platónica), pero en cualquier caso viene de Dios, porque todas esas posibles vías se reconducen siempre al Creador62 . 59 I Strom., XXIII, 153, 2-3. I Strom., XVI, 80, 5-6. 61 I Strom., XIX, 94, 1-3. 62 En el texto citado menciona también cierta forma de profetismo inspirado, como otro posible origen de la filosofía griega, y en VI Strom., VII, 56, 3, apela a una tradición ancestral que también en último término acabaría en Dios: "Si hay una instrucción, es necesario encontrar al maestro. Cleantes reivindica a Zenón como a su maestro, Teofrasto a Aristóteles, Metrodoro a Epicuro, Platón a Sócrates. Aunque me remonte a Pitágoras, Ferécides, Tales, me detengo en buscar a sus 60 4. Perfección e imperfección de la sabiduría filosófica Clemente conoce muy bien las advertencias paulinas contra la vana filosofía o la sabiduría mundana, falaz, orgullosa y necia63 . Es obvio que esta crítica de San Pablo no se refiere contra toda filosofía, nos previene Clemente, sino contra los errores o actitudes de los filósofos64 , contra la posesión orgullosa de un saber que no conduce a creer, porque es un saber aparente (doxosofiva) y sofista, y que, cuando conoce la verdad, no la lleva a la práctica y por tanto se queda en palabrería, destinada a la satisfacción de la vanidad y no a la caridad65 . La causa de la doxosofía es el endurecimiento del corazón, que vuelve al sabio intelectualista un ignorante66 . De ahí la cerrazón a la revelación divina. Clemente tiene ante sí las objeciones que probablemente le dirigían algunos intelectuales paganos: "los aparentemente sabios encuentran como de fábula que el Hijo de Dios hable a través de un hombre, que Dios tenga un Hijo y que además ese [Hijo] haya sufrido. Por todo ello, su prejuicio les impide creer"67 . Pero precisamente por este motivo, nuestro autor cree necesaria la filosofía verdadera, que afirma a Dios y su acción providencial en la historia, quitado lo cual la economía salvífica "parece un mito"68 . La filosofía es como una antorcha que, al aparecer la luz del Sol, pierde fuerza iluminante69 . Sin embargo, el mismo Pablo no desdeñó utilizarla en su discurso en el Areópago: su cita del poeta Arato supone que él "aprueba lo que los griegos confusamente dijeron"70 . Clemente recoge de los griegos lo que es conforme a la verdad: "no aceptamos sin más cualquier filosofía"71 . maestros. Si me los encuentras en los egipcios, indios, babilónicos, en los mismos magos, no desistiré en seguir buscando al maestro de todos estos. Te reconduciré hasta la primera generación humana, y desde allí empezaré a buscar: ¿quién es el maestro?". El texto concluye como cabe esperar: en esta serie de generaciones, en las que hasta se podrían incluir a los Angeles, el Maestro es Dios Uno, ingenerado, que en el Hijo nos revela su sabiduría escondida. Cristo es "maestro de todos los seres generados" (VI Strom., VII, 58, 1). 63 Cfr. en particular, I Strom., capp. XI y XVIII, con una amplia exégesis de los textos de 1 Cor 1, 19-20; 3, 19; Col 2, 8. 64 Cfr. I Strom., XI, 50, 6 y 50, 1: Clemente menciona de modo explícito a Epicuro y al materialismo de la teología estoica. 65 Cfr. I Strom., XI, 54. 66 Cfr. I Strom., XVIII, 88. 67 I Strom.,, XVIII, 88, 5. 68 I Strom., XI, 52, 2. 69 I Strom., XVIII, 89, 2. 70 I Strom., XIX, 91, 5. 71 I Strom., XIX, 92, 3. En los diversos textos clementinos citados aparece claro que él acepta el valor de la filosofía con una actitud discriminatoria. En muy diversos modos se expresa nuestro autor para manifestar la insuficiencia objetiva de las filosofías griegas y, por tanto, de la misma tarea filosófica como tal. Las filosofías dan un conocimiento parcial (merikhv), por buena conjetura (stocastikwfl"), y llegan a la verdad confusamente (ajmudwfl"), de modo complicado (kata; pepivfrasin), o a veces por feliz casualidad (kata; perivptwsin). El saber filosófico es fragmentario y sólo en parte es luminoso. Los griegos afirmaron algunas verdades, pero "las entendieron mal; en otros casos las expresaron con inspiración divina, pero no las llevaron a su perfección, y otras cosas las expresaron con conjeturas y humano raciocinio, y también aquí fallan. Ellos se engañan al creer que llegan a la verdad en modo completo, y nosotros los descubrimos: la alcanzan sólo parcialmente. En cualquier caso, no saben nada que trascienda este mundo"72 . En una notable observación casi fenomenológica, en la que se destaca la mediación gnoseológica en la presentación de la verdad, Clemente señala que, así como los pintores cambian las dimensiones de las cosas y sus variados relieves, resaltando algunas cosas y dejando otras en el fondo, añadiendo luces a unas y sombreando otras, para así configurar el espacio visual según un artificio, del mismo modo hacen los filósofos, imitando a la verdad mediante configuraciones pictóricas que al final resultan engañosas73 . Poseían semillas de verdad, "pero no las cultivaron, sino que dejaron que fueran sofocadas por hierbas selváticas, al confiarlas a un terreno improductivo y sin aguas, así como los fariseos se alejaron de la ley adoptando doctrinas humanas74 . Buscando siempre nuevas imágenes, sugestivas e inteligentes, Clemente compara en otro lugar las doctrinas de los filósofos a luces variadas de poca intensidad, que participan de la Luz de Dios. "La filosofía de los griegos puede asemejarse a la luminosidad de una lámpara, que la gente enciende 'robando hábilmente al Sol su luz'75 . Pero cuando fue anunciado el Logos, entonces resplandeció 72 VI Strom., VII, 55, 4. Cfr. VI Strom., VII, 56, 1: "Vemos que la geometría se ocupa de medidas, dimensiones, figuras mediante la reproducción en el plano, y que la pintura ocupa todo el espacio óptico en la configuración de las escenas, y aquí ella falsea la vista de las cosas, valiéndose según las reglas del arte de los signos de la perspectiva que traza para los contornos visibles (por lo cual resultan las imágenes de los primeros planos, fondos, superficies a plena luz, y algunos objetos parecen sobresalir, otros quedan en la sombra, otros resaltan de otro modo sobre la superficie blanca y lisa). Pues del mismo modo también los filósofos imitan a la verdad, como los pintores". 74 VI Strom., VII, 59, 2. 75 Se trata de una cita de un cómico desconocido. Clemente la introduce a propósito para poder así jugar con el conocido tema del "robo" de los filósofos. 73 toda su sagrada luz. Por tanto, ese hurto es útil en las casas nocturnas, pero de día irradia el fuego y toda la noche está iluminada por un tan gran Sol de luz espiritual"76 . Se comprende que Clemente sostenga que a ninguna autoridad filosófica se le ha de conceder el título de maestro, conforme a lo que ha dicho Señor (cfr. Mt 23, 10). "El orgullo de los griegos proclama maestros a los hombres"77 , cuando en realidad el único verdadero maestro es Cristo, Luz del mundo. Una consecuencia de estas consideraciones es que la filosofía se tiene que ver teleológicamente, como una marcha progresiva hacia la verdad plena, que Clemente razona en términos paulinos e incluso con imágenes deportivas familiares a los griegos. Así pues, un signo de autenticidad de la filosofía es que se oriente hacia la fe en Cristo (nótese en el siguiente texto que dice la fe, no la gnosis, la cual se edifica sólo en la fe). Tanto la Ley dada a los judíos, como la filosofía dada a los griegos, tienen como meta la fe: "ofreciendo a unos los mandamientos, y a los otros la filosofía, [el Señor] 'encerró' la incredulidad hasta su venida, para que el que no ha creído no tenga excusas [cfr. Gal 3, 22; Rom 11, 32 y 1, 20-21]. El conduce a la perfección de la fe mediante los dos modos de avanzar, griego y bárbaro. Si algún griego, superando el estadio preliminar de la filosofía griega, saltó directamente a la verdadera doctrina, éste, si bien privado de cultura, ha lanzado el disco más lejos. El escogió el atajo para llegar a la perfección, que es la salvación mediante la fe"78 . La filosofía no es vista por Clemente sólo como un acontecimiento del pasado. Ella es también una búsqueda de la verdad en el presente, pero debe dirigirse ya ahora a su finalidad, que es la verdad del Logos Cristo. "Los que creyeron en la venida del Señor y en la claridad de la Escritura, están en el conocimiento perfecto de la ley, así como los que provienen de los estudios filosóficos, mediante la doctrina del Señor llegan a establecerse en el conocimiento perfecto de la verdadera filosofía"79 . La analogía de la Ley mosaica con la filosofía griega sigue dando su fruto: en el acogimiento de la verdad de Cristo está la plenitud de la ley y también la plenitud de la filosofía. En este sentido, no se debe volver a la filosofía griega, señala Clemente, así como el hebreo convertido no debe volver a la Ley mosaica80 , una observación que señala cómo nuestro autor concibe la presencia de la filosofía en el cristiano. Ninguno como Clemente ha defendido la necesidad de que el cristiano 76 V Strom., V, 29, 6. El texto es prácticamente poético y se basa en la imagen juanina de la luz: los paganos están en la noche; iluminados por las tenues luces que podían encender los sabios y poetas, son superados al salir el Sol del Logos. No por eso, sin embargo, Clemente considera que ya sean innecesarios, como puede verse por toda nuestra exposición. 77 VI Strom., VII, 58, 3. 78 VII Strom., II, 11, 2-3. 79 VI Strom., VII, 59, 3. formado sea culto y estudie filosofía, pero él no desea que se vuelva al estado de Platón, Aristóteles, etc. que buscan a Dios sin haberle encontrado plenamente. El no ha podido explicarlo mejor, pero es obvio que sostiene no que la filosofía desaparezca sin más en el cristiano, sino que permanezca transformada. Si no fuera así, la filosofía dejaría de ser formativa y supondría una vuelta a la situación pagana. La filosofía se debe incorporar a la doctrina cristiana. Una distinción epistemológica entre filosofía y teología cae fuera del horizonte de Clemente. La distinción formal se producirá siglos más tarde en el pensamiento escolástico. Pero está fuera de dudas que para Clemente el cultivo en un cristiano de la filosofía como un modo de vida, en el sentido de poner entre paréntesis su fe, le parecería algo inconcebible, aunque él admite, a nuestro parecer, la subsistencia de temas y problemas filosóficos objetivos, estudiables con su propia racionalidad. Podríamos decir que Clemente acepta los objetivos parciales de la filosofía griega, así como su metodología propia, pero no su finalidad, o mejor, transfiere esa finalidad al ámbito cristiano. Quedarse sólo en la filosofía y no orientarla dinámicamente hacia la fe sería para Clemente como permanecer en el estado de niñez intelectual. El hace esta afirmación en cuanto interpreta el texto de Pablo, "mientras fuimos niños, vivíamos en servidumbre bajo los elementos del mundo" (Gal 4, 3), como referido a la filosofía, al ver alegóricamente en la expresión elementos del mundo a la filosofía81 . Y así señala: "los filósofos son niños, a menos que se hagan totalmente hombres por obra de Cristo"82 . El argumento teológico se basa aquí en la plenitud de la humanidad tal como está en Cristo, con lo que se concluye que quien busca la verdad al margen de Cristo, la busca todavía como un niño que no ha llegado a ser adulto, también en su misma racionalidad, pues Cristo es el Logos. Veamos, para concluir, otro sector de Strómatas donde se delinea de modo eficaz el sentido del progreso (prokophv) filosófico, visto como una marcha de la racionalidad hacia la fe, y por tanto hacia la verdadera gnosis y el amor. "No es absurdo que también la filosofía haya sido dada por la Providencia de Dios como propedéutica de la perfección en Cristo, con tal de que no se avergüence ella, que es 'filosofía' [amor de la sabiduría], de aprender a progresar hacia la verdad con ayuda de la gnosis bárbara"83 . El texto parece dirigirse al filósofo pagano, a quien Clemente trata de convencer que se deje educar por la filosofía "bárbara" del Cristianismo, si quiere ser de verdad un 80 Cfr. VI Strom., VIII, 62, 1. Cfr. I Strom., XI, 53, 1; VI Strom., VIII, 62, 1; XV, 117, 1. 82 I Strom., XI, 53, 2. 83 VI Strom., XVII, 153, 1. 81 amante de la sabiduría. "Si [los filósofos] se fatigan en el estudio no de una parte de la filosofía, sino de la filosofía en sentido absoluto, entonces con amor de la verdad y sin ningún orgullo ellos aportan un testimonio a la verdad misma, también uniéndose a los que son de otra opinión, para todo lo que es dicho rectamente. Así realizan progresos hacia la inteligencia, según la orientación divina y la inefable bondad que una y otra vez conduce a la naturaleza de los seres, en el límite de sus posibilidades, hacia lo mejor. Adquirida luego una familiaridad no sólo con los griegos, sino también con los bárbaros [se refiere a la tradición hebreo-cristiana], se dejarán conducir a la fe, [porque han llegado] a una inteligencia peculiar, sobre la base de una formación común con ellos. Acogido así el fundamento de la verdad, adquieren ulteriormente más fuerzas para proseguir en su búsqueda, y de aquí alcanzan el amor, después de haberse hecho discípulos, y ansiosos de 'gnosis' se lanzan hacia la salvación"84 . Hacerse discípulos es adquirir, por el Bautismo, la filiación divina. En este momento el filósofo ha alcanzado una meta propia de su búsqueda filosófica, y en adelante puede progresar de un modo más alto, sin dejar por eso de ser filósofo, es más, siéndolo del modo más pleno. 5. Método concreto del uso de la filosofía A la vista de todos estos diversos juicios de Clemente sobre la función histórica y pedagógica de la filosofía griega, que en realidad valen para cualquier filosofía secular, podemos entender mejor el modo concreto con que él maneja a los clásicos griegos, tanto poetas como filósofos. En este artículo, naturalmente, no nos es posible abordar este problema, que de por sí exigiría una amplia investigación. Nos limitaremos, por eso, tan sólo a algunas muestras significativas. El capítulo V del Protréptico, por ejemplo, está destinado a ilustrar las insuficiencias de los filósofos en sus opiniones sobre Dios. La cuestión no se aborda científicamente, sino tan sólo según el género literario retórico. Entre los diversos filósofos de los que brevemente se pasa revista, Clemente critica a los estoicos por su panteísmo naturalista: para ellos "la divinidad se reparte a través de toda la materia, incluso de la menos noble. Sencillamente éstos deshonran a la filosofía"85 . Seguidamente critica a Aristóteles porque habría identificado a Dios con el Alma del mundo86 , basándose en el De mundo (peri; kovsmon), escrito atribuido a Aristóteles por los antiguos. El capítulo VI del Protréptico, en cambio, se refiere a las verdades parciales que sobre 84 VI Strom., XVII, 154, 1-3. Protr., V, 66, 3. 86 Cfr. Protr., V, 66, 4. 85 Dios han dicho los filósofos griegos. El autor que sale mejor parado aquí es Platón, aunque se mencionan positivamente también los nombres de Pitágoras y Cleantes. El capítulo VII hace lo mismo con los poetas, donde son referidos de modo positivo Hesíodo, Homero, Sófocles, Eurípides y otros. Veamos ahora algunos ejemplos concretos que manifiestan cómo Clemente utiliza el método de las referencias convergentes entre la filosofía griega y la fe cristiana o la Sagrada Escritura. Ejemplo n. 1. "Dice bien Demócrito: 'la naturaleza y la educación se asemejan entre sí'. Y explica brevemente el motivo: 'la educación transforma al hombre, y la naturaleza opera transformando'. Así pues, no hay diferencia entre ser plasmado por la naturaleza en un determinado modo, y ser transformado por un aprendizaje prolongado en el tiempo. Y el Señor ha garantizado ambas cosas, la primera con la creación, la segunda con la reconstitución y con la renovación del Testamento"87 . Puede observarse aquí cómo Clemente asume la idea de un texto de Demócrito88 , donde se afirma que tanto la naturaleza como la educación transforman al hombre, y la revierte en la teología de la creación, que dona al hombre la naturaleza, y la Redención, que educa y renueva al hombre en el tiempo. En este caso el uso positivo que Clemente acaba de hacer de un pensamiento clásico es esencial, porque está precisamente en el núcleo de su doctrina sobre la Paideia. Ejemplo n. 2. "El gnóstico puede ya sobre la tierra divinizarse: 'yo os he dicho: vosotros sois dioses, hijos del Altísimo' [Salmo 81 (82), 6]. Y también Empédocles dice que las almas de los sabios se hacen dioses. He aquí sus palabras: 'al final ellos se hacen adivinos, poetas, médicos y príncipes entre los hombres terrestres: de ellos germinan dioses gloriosísimos dignos de honores'"89 . El cristiano que llega a la perfección, está diciendo Clemente, siendo hijo de Dios se diviniza, un punto que él apoya con el texto de un filósofo que habla de la transfiguración en seres casi divinos de los hombres ilustres. La correspondencia de citas es algo extrínseca, pero el procedimiento no está tan lejos del modo de obrar de Pablo ante los atenienses. Conviene tener en cuenta el contexto del entero capítulo, donde Clemente está ilustrando cómo el cristiano va modelándose según Cristo a medida que alcanza la perfección de la gnosis. Ejemplo n. 3. "Por tanto, a nosotros, los párvulos, nos está permitido gloriarnos del Señor y exclamar: 'me enorgullezco de haber nacido de un padre tan bueno y de su sangre' [Homero, Ilíada 87 88 IV Strom., XXIII, 149, 4. Demócrito, 68 B 33, D. K. XXI, 109, y XX, 241]"90 . Estamos ante un uso libre, de carácter poético, de un texto de Homero que puede expresar muy bien el sentimiento agradecido de la filiación divina, tematizada en el primer libro del Pedagogo. Ejemplo n. 4. "Moisés se expresó muy claramente a este respecto: 'Tened ánimo, Dios ha venido para probaros, para que tengáis siempre ante vuestros ojos su temor y no pequéis' [Ex 20, 20]. De aquí lo aprendió bien Platón: 'Todos los que sufren un castigo -dice- reciben en realidad un gran bien, ya que sacan el provecho de comprobar que su alma se mejora cuando son castigados' [Platón, Gorgias, 477 A]" 91 . Aquí Clemente ha encontrado dos textos concordantes sobre la pedagogía del temor en base al castigo, aprovechándose de paso para remachar su teoría del robo o inspiración de Platón respecto a Moisés. Ejemplo n. 5. "Cada uno de nosotros elige los castigos, pecando voluntariamente. 'Cada uno es responsable de su elección; Dios no es culpable' [Platón, La República, X, 617]. 'Pero si vuestra justicia realza la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será acaso injusto Dios al descargar su cólera? ¡De ningún modo!' [Rom 3, 5-6]"92 . Son dos textos en los que Platón y San Pablo concuerdan en decir que no hay injusticia en Dios cuando castiga al pecador. El contexto es la pedagogía del castigo, tematizada en los últimos capítulos del Pedagogo y, en general, siempre que Clemente habla de las leyes. Ejemplo n. 6. "Y, como es natural, amará [Dios] al hombre más que a los otros [seres] porque es la más bella de sus criaturas, y un ser vivo, capaz de amar a Dios. Luego Dios ama al hombre [cita implícita de Platón, Las Leyes, IV, 713 D] y el Logos también ama al hombre; y el amante quiere ser útil al amado [cita implícita de Crisipo, Fragm. phys., 1116]; y ser útil es superior a no serlo"93 . Apoya inteligentemente la doctrina del amor de Dios a los hombres, que se manifiesta máximamente en la Encarnación, con dos textos clásicos, uno directamente relevante, de Platón, y el otro del estoico Crisipo, que sirve para completar la idea con un silogismo implícito. Aunque no siempre Clemente sigue este método de buscar lugares clásicos que correspondan a las ideas cristianas, puesto que sus citas de la Escritura son muchísimo más numerosas que las de los 89 IV Strom., XXIII, 149, 8. El texto de Empédocles está en 31 B 146 D. K. Pedag., I, 50, 1. 91 Pedag., I, 67, 1. 92 Pedag., I, 69, 1. 93 Pedag., I, 63, 1. 90 clásicos, es evidente que el método es perseguido de un modo bastante sistemático. Se trata de una clara opción de nuestro autor que refleja la apertura y la riqueza de su actitud ante los autores paganos. Este método comparativo nos parecerá algo concordista, pero no hemos de minusvalorarlo, y no creemos que sea superficial ni que pertenezca al eclecticismo entendido como mezcla incoherente y relativista ante la verdad. Ciertamente las comparaciones no se hacen con un rigor científico tal como hoy lo entendemos, sino dentro del género peculiar del Pedagogo y de los Strómatas o Tapices, que no son obras de ciencia sino más bien retóricas. Por otra parte, los antiguos no conocían todavía una ciencia histórica comparativa y el uso de la cita textual no tenía en su época el sentido con que hoy suele emplearse en una investigación científica. Pero Clemente, como hemos dicho, emplea este método con cierto sistema, en el sentido de que hace comparaciones basándose en semejanzas textuales o de contenido, sin olvidar el método alegórico. Estimamos en general poco feliz el modo en que él usa este último procedimiento (del que no hemos puesto ningún ejemplo entre los seis escogidos), que fácilmente se presta, por abuso, a cierta arbitrariedad o a hacerle decir a un autor lo que él realmente no dijo (dejando en salvo, obviamente, los casos en que la lectura alegórica se impone dentro del mismo texto bíblico). Ciertamente el alejandrino usa de modo abundante la hermenéutica de la alegoría, pues era el método propio de su escuela, heredado de Filón, y era bien aceptado por los medios intelectuales de su época. Los seis ejemplos que hemos presentado se atienen al significado literal y, dentro de sus límites, pues no obedecen a una investigación sistemática en torno a los autores citados, ninguno de ellos es trivial. El método inaugurado por Clemente será seguido por muchos autores cristianos. Lo encontraremos de modo regular, por ejemplo, en Tomás de Aquino, quien en sus escritos teológicos no deja de recurrir a textos relevantes de los filósofos, vistos como auctoritates, para responder a las quaestiones que él estudia. El siguiente cuadro de los seis ejemplos vistos nos permite captar de un vistazo la metodología clementina que estamos ilustrando: Autor clásico Verdad cristiana Tipo de correlación 1. Demócrito Dios crea y educa al hombre Proyección 2. Empédocles Divinización Apoyo (≅ Pablo en Atenas) 3. Homero Filiación divina Poética 4. Platón Pedag. del temor (Moisés) Acuerdo temático 5. Platón Pedag. del temor (Pablo) Acuerdo temático 6. Platón y Crisipo Filantropía divina Acuerdo a distancia Puede observarse cómo son múltiples y muy variadas las posibles correlaciones que Clemente tiene a la vista, para no hablar de las que él descubre cuando usa la alegoría. En algunos casos, como en el ejemplo 1, nuestro autor acoge un elemento filosófico y lo proyecta en un esquema o en una verdad teológica, lo que de paso le permite hacer crecer a la ciencia teológica. El ejemplo 2, más extrínseco, consiste en ver en una opinión filosófica un anuncio o cierto apoyo humano de una verdad teológica, sobre el modelo del discurso de Pablo en el Areópago. El ejemplo 3 utiliza sin más un texto clásico para situarlo de modo poético, pero no inesencial, en un contexto cristiano. Los ejemplos 4 y 5 encuentran un acuerdo fundamental en un contenido de verdad. El ejemplo 6 supone ver un acuerdo de fondo a distancia entre una idea filosófica y una verdad cristiana. Estos ejemplos no agotan, obviamente, las posibilidades de las correlaciones. Es frecuente, por ejemplo, que los autores cristianos vean en algunas verdades afirmadas por los paganos o una verdad de razón que ha de acogerse, o cierto preanuncio lejano de una verdad sobrenatural, o por ejemplo en nuestros días a veces algunos suelen ver en autores modernos una secularización de verdades cristianas (por ejemplo, el mesianismo de Marx como secularización de la idea mesiánica cristiana, o el concepto de existencia en Heidegger como una secularización de la idea de Kierkegaard de existencia cristiana). En algunos casos la correlación es estrictamente veritativa, como hizo Clemente en los capítulos V-VII del Protréptico, en el sentido de que se trata de ver qué han dicho en rigor de verdadero o falso los filósofos no cristianos (con crítica y rechazo, o acogimiento de lo que es compatible con el Cristianismo porque es verdadero). Se podría intentar una sistematización de estos diversos usos de la filosofía no cristiana, según los niveles del discurso: científico, retórico (apologético, predicación, etc.) educativo, pastoral, de opinión pública, etc., pero creemos que conviene evitar un afán clasificador excesivo. Ciertamente algunos autores cristianos podrían utilizar a los autores paganos o no cristianos, por ejemplo, sólo para criticarles, o por el contrario, simplemente para buscar una confirmación de las verdades cristianas, pero sin aprender nada nuevo de ellos. Creemos que Clemente no cae en estos unilateralismos y que mantiene una actitud muy amplia y variada en su uso de la filosofía pagana, aunque subraya siempre la supremacía y perfección suma del conocimiento de la fe. No es casualidad tampoco que él utilice a todos o a casi todos los autores clásicos, sin concentrarse excesivamente en uno solo, no obstante su "opción preferencial" por Platón. Buscar la correlación de la verdad cristiana con un solo autor tiene el riesgo de ponerlo casi en pie de igualdad con la Revelación. Clemente piensa por el contrario, como vimos, que la verdad secular está dispersa en muchos, y por eso la busca en todos simultáneamente. De aquí deriva quizá su uso múltiple de citas, que nunca afronta el estudio sistemático y profundo de un autor. Esto último se salía de sus posibilidades e intereses y no pertenece al estilo de la Antigüedad. Pero precisamente este método de acogimiento libre y no sistemático de ideas de diversos autores, aunque tiene el riesgo de la superficialidad, le da una gran libertad de movimiento y le permite esa peculiar apertura de espíritu que caracteriza su lectura de los clásicos. Su actitud ante la filosofía secular podría calificarse de ecléctica en el sentido etimológico del término, es decir, selectiva o discriminatoria, como lo revela el siguiente texto: "Yo no llamo filosofía a la estoica, ni a la platónica, ni a la epicúrea, ni a la aristotélica, sino a lo que en cada uno de estos sistemas se dice convenientemente, y que enseña a fondo la justicia al mismo tiempo que el saber piadoso; a todo ese conjunto ecléctico denomino filosofía (touflto suvmpan to; ejklektikovn filosofivan fhmiv). Pero cuando [los filósofos] se exceden más de lo debido, extrayéndolo de razonamientos humanos, eso no lo llamaré jamás divino"94 . 6. Conclusiones sobre la utilidad y el sentido de la filosofía en Clemente Todo lo visto precedentemente nos permite hacernos una idea bastante precisa del modo y los matices con que Clemente concibe el valor formativo de la filosofía ("clara imagen de la verdad": 94 I Strom., VII, 37, 6. ajlhqeiva" ou|san eijkona ejnarghfl)95 y de la cultura. Sea cual sea su origen y viniendo en todo caso de Dios Providente, la filosofía tiene un valor formativo intelectual y moral, porque ayuda al conocimiento de Dios y a la rectitud de la vida moral, aunque eso no quita que esté sujeta a corrupciones. Históricamente la filosofía griega, "regalo divino concedido a los griegos (Qeivan dwrea;n ”Ellhsi dedomevnhn)"96 , ha educado al pueblo heleno y a los diversos pueblos en los que el helenismo se ha difundido (incluyendo, en parte, al mismo Moisés). Clemente valora en especial la filosofía griega, pero en realidad él sostiene explícitamente y con visión universalista que la filosofía, las ciencias y la cultura se dan en todos los pueblos, con desigual valor, y que en cada uno de ellos contiene aspectos providenciales. En último término, la educación, proveniente de la cultura y del saber sapiencial (o también científico) de un pueblo sirve, en lo que ella tiene de auténtico, como una predisposición para recibir la plenitud de la verdad que está en Cristo. "Los dones concedidos oportunamente a cada generación para su bien son una educación preparatoria a la palabra del Señor"97 . Por tanto, esos dones son una causa coadiuvante, no absolutamente imprescindible pero sí conveniente para disponer a la recepción del Evangelio. Por eso el evangelizador debe tenerla en cuenta para conducir al evangelizado a la verdad, según la lógica de la Encarnación. Clemente ve en cierto modo en las culturas seculares, providencialmente guiadas por Dios, un paralelismo con lo que Dios ha hecho con los judíos en el Antiguo Testamento. La idea está inspirada en Rom 1 y 2, donde Pablo claramente señala la Ley en los judíos y la recta conciencia y la razón en los griegos como dos vías que debían conducir al conocimiento de Dios y preparar así para la justificación en Cristo, sin que ninguna de las dos vías contuviera un valor salvífico (cfr. Rom., 2, 9-10 y 3, 9). En este sentido, con la nueva economía divina cae la distinción entre el griego y el judío. Pero el alejandrino no homologa completamente la filosofía griega al Antiguo Testamento, porque él insiste de continuo en las imperfecciones y corrupciones de los filósofos y poetas, a quienes critica muchas veces, lo que en cambio nunca hace con los libros del Antiguo Testamento. El paralelismo además no podía llevarse a un extremo, porque la Ley mosaica estaba abrogada y asumida en la plenitud de la Ley de gracia de Cristo, mientras que la filosofía griega a Clemente le parece válida en el presente para la formación del cristiano. 95 I Strom., I, 20, 1. I Strom., II, 20, 1. 97 I Strom., V, 29, 9. 96 Tampoco considera nuestro autor que la filosofía pueda seguir existiendo en la nueva etapa de la humanidad tal como era cultivada antes de la venida de Cristo, al menos en los fieles cristianos. Es indudable que para Clemente sería inimaginable que un cristiano continuara filosofando exactamente como Platón, Aristóteles o los estoicos. Este punto ni siquiera se plantea temáticamente en nuestro autor, estando fuera del horizonte de todo el pensamiento patrístico. Un cristiano que hiciera filosofía al margen de la fe y de la finalidad cristiana para ellos significaría, sencillamente, una apostasía implícita, algo que ni siquiera se considera porque no existía en su época (aunque sí hubiera apostasías explícitas). Por eso Clemente asume a la filosofía no sólo como causalmente originada en Dios, sino como teleológicamente orientada a Cristo, en todo aquello que tiene de bueno y verdadero. Esto supone que la filosofía ahora debe emplearse como un elemento incorporado a la doctrina de Cristo, donde alcanza esa plenitud de inteligibilidad y bondad que antes tenía sólo de modo oscuro y fragmentario. Si se siguiera poseyéndola a modo de fragmento desgajado del todo, como antes, volvería a producir frutos amargos, porque el error de muchos filósofos griegos fue precisamente el haber tomado lo parcial como completo, o al menos el haberlo asumido de modo orgulloso y cerrado en sí mismo, con lo cual su filosofía no les sirvió para la llegada a la plenitud de la fe. La filosofía para Clemente, por tanto, es considerada tan sólo como útil, como un medio y no como un fin en sí mismo, y es así como Clemente se aproxima a los clásicos de los cuales proviene. La filosofía es una ayuda inestimable para el crecimiento en la fe y para llevar a la fe a los que todavía no la han encontrado. Una vez más recordemos que Clemente no conoce una distinción rigurosa entre filosofía y teología. Filósofos para él son los paganos, en principio, aunque al mismo tiempo él emplee a veces expresiones como filosofía bárbara, nuestra filosofía, la verdadera filosofía98 , o la filosofía según Cristo 99 para designar al Cristianismo. Ciertamente él no confunde la religión cristiana con una escuela filosófica y advierte que el Cristianismo es una doctrina de vida y no una ciencia, en el sentido escolar del término. Pero le faltan expresiones técnicas para puntualizar estas distinciones. Además téngase en cuenta que la filosofía en la época de Clemente, particularmente en el medioplatonismo y el neopitagorismo, era más bien una filosofía religiosa, mezclada muchas veces con rituales de iniciación y con prácticas místicas, no una filosofía entendida como un puro conocimiento racional. 98 Cfr. VI Strom., VII, 58, 3; 59, 4. filosofiva kata; cpistovn: VI Strom., VIII, 67, 1. La expresión podría ponerse en correspondencia con lo que hoy llamamos filosofía cristiana. 99 Como puede concluirse de todo lo visto, la filosofía griega (o cualquier otra) es acogida por el proyecto educativo de Clemente pero transformada, o incorporada vitalmente en el contexto completo y más alto, plenamente luminoso y unitario, de la verdad del Logos Cristo. Si se pretendiera que la filosofía a secas tuviera que mantenerse como tal, con sus leyes propias aunque no cerrada, pensamos que, por una exigencia lógica del planteamiento de nuestro autor, ésta tendría que volverse algo más modesta (incluyendo la lógica, la física, algunos elementos éticos y metafísicos, etc.), o también, si se pretendiera que ella continuara con las exigencias absolutas propias de la sabiduría de Platón y Aristóteles (conducir a la contemplación de Dios y a la felicidad) entonces creemos que la conclusión obligada es que en Clemente tal filosofía se debería transformar prácticamente o en la doctrina cristiana o, mejor aún, en lo que hoy llamamos teología, pero siempre que ésta última incluyera la especulación metafísica y fuera a la vez una forma de teología mística y espiritual. De hecho, creemos que esto coincide en buena medida con lo que Clemente considera la sabiduría del gnóstico. Viene aquí a nuestra mente la célebre frase de que la filosofía es ancilla theologiae, que en realidad Clemente no ha dicho como tal. La ha dicho en cierto modo Filón alejandrino, pero refiriéndola a la sabiduría: "Así como las ciencias sobre las que se basa la cultura general (ta; ejgkuvklia) contribuyen al aprendizaje de la filosofía, así la filosofía contribuye a la adquisición de la sabiduría. En efecto, la filosofía es el esfuerzo por alcanzar la sabiduría, y la sabiduría es la ciencia de las cosas divinas y humanas y de sus causas. Así pues, como la cultura es sierva (douvlh) de la filosofía, así también la filosofía es sierva de la sabiduría (filosofiva douvlh sofiva")"100 . Apoyándose en este texto, Clemente dice en términos semejantes: "Al igual que el ciclo de estudios (ejgkuvklia maqhvmata) es útil para la filosofía101 , que es su reina, así también la misma filosofía contribuye a la adquisición de la sabiduría (...) La sabiduría es la señora de la filosofía, como ésta lo es de su propedéutica"102 . Y expone a continuación la alegoría filoniana de la esclava Agar, que representa la cultura secular, y de su señora Sara, que está por la sabiduría basada en la fe103 . 100 Filón de Alejandría, Congr., 79. El "ciclo de estudios" comprende las diversas ciencias y artes, que en la Edad Media cuajarían en las llamadas "artes liberales", propias de los estudios escolares de la época helenística imperial. Filón, al igual que Clemente, quiere que las diversas ciencias se orienten a la filosofía, y que ésta se dirija a la sabiduría divina, es decir, a la doctrina basada en la Revelación. 102 I Strom., V, 30, 1. 103 Cfr. I Strom., V, 30-32. 101 La utilidad que ve el alejandrino en el uso de la literatura y de la filosofía griega no ha de entenderse en un sentido "utilitarista" extrínseco, como si se tratara de instrumentalizar, en el mal sentido de este término, la cultura con un propósito ajeno a sus fines propios, por ejemplo, para obtener citas de adorno, argumentos de apoyo, etc.104 . Esto supondría pensar que, en el fondo, el uso cristiano de la cultura profana sería poco serio, como si esa cultura fuera infravalorada y considerada útil de modo momentáneo, hasta vencer en la disputa apologética o hasta conseguir que la gente se convierta. Ciertamente no éste es el caso de Clemente. El emplea la cultura griega con un gran empeño intelectual, aunque lo hace obviamente dentro de los límites hermenéuticos de su tiempo, cuyos intereses son circunscritos y que no cuenta con todos los medios para poder afrontar de modo comprensivo y crítico a todos los autores. La utilidad (wjfevlhma) significa en Clemente principalmente el beneficio de la educación y la enseñanza105 . La valoración clementina de la cultura griega se basa en un auténtico humanismo de nuestro autor, que en el fondo tiene como raíz teológica la teología cristiana del mundo y el dogma de la Encarnación. Marrou explica de este modo la valoración clementina de la cultura: "Para ser cristiano, hay que ser primero hombres, plenamente hombres (...) Aun siendo tan ascético el temperamento y la moral de Clemente, esta ascesis es muy diferente de una ascesis dualista que intentara separar en el hombre un elemento divino de una ganga material considerada como radicalmente mala. Es en este contexto doctrinal que hay que entender la fidelidad de Clemente a la tradición clásica, la utilización masiva que hace de sus riquezas"106 . Hay detrás de esto una razón teológica peculiar, indica este autor, y es que Clemente, al valorar la cultura griega, que para él representaba el esfuerzo de la razón humana, supo percibir "todas las consecuencias prácticas que se derivan de esta intuición fundamental, de esta unidad reconocida entre el Logos divino y el logos 104 H. I. Marrou señala que se ha insistido demasiado en la introducción masiva de elementos clásicos en la literatura cristiana como efecto de una "táctica" empleada por los Padres de la Iglesia para atraerse a la gente ilustrada. En realidad, los Padres y escritores eclesiásticos de los primeros siglos de la era cristiana eran ordinariamente personas cultivadas, que pertenecían al medio intelectual en el que se movían. El uso retórico de los elementos clásicos era una característica de la cultura retórica de la época en que les tocó vivir (cfr. la introducción de Marrou a Le Pédagogue, Livre I, París 1960, p. 67). No se trata de táctica, sino de un uso no científico sino retórico, así como en nuestros días un discurso político, académico o eclesiástico se sirven de citas pertinentes. Los Padres emplean con frecuencia el género homilético, que impone ese tipo de empleo de autores tanto cristianos como paganos. 105 Cfr. A. Méhat, Étude..., cit., pp. 58-61. 106 H. Marrou, Humanisme et Christianisme chez Clément d'Alexandrie d'après le Pédagogue, en "Recherches de la tradition platonicienne", Ginebra 1957, pp. 181-200 (la cita en p. 193). humano"107 . Escribe en este sentido Mondin: "el principio de que la gracia no destruye la naturaleza sino que la eleva, principio básico del catolicismo, ha encontrado en Clemente a su primer gran teórico y a uno de sus mayores propugnadores de todos los tiempos"108 . Clemente asume la cultura clásica para cristianizarla, naturalmente tal como podía hacerlo un cristiano de su tiempo formado en el helenismo. Este es su horizonte de comprensión cultural, con sus ventajas y sus límites, por lo que se comprende que él no acoge a los autores clásicos, sabios y literatos, con el mismo espíritu, por ejemplo, con que lo hará la escolástica del siglo XIII o el humanismo del Renacimiento. Más que las circunstancias históricas de su aproximación a los clásicos, es interesante notar cómo él advirtió con gran lucidez el problema, con razones teológicas profundas y no sólo prácticas del momento, y además le imprimió ciertas pautas fundamentales, que tendrán unos efectos históricos irreversibles en la historia de la cultura cristiana y que nos parecen globalmente acertadas. Sin duda Clemente ha planteado con gran claridad el problema de la cultura cristiana. La Paideia cristiana es también cultura cristiana, porque la cultura es por sí misma educativa. No podemos decir que él haya solucionado completamente el problema de cómo compaginar la cultura secular con la fe cristiana, un problema que en sus matices concretos es muy delicado y que no puede solucionarse a priori. Pero Clemente dio una primera vía maestra que será continuada, en nuestra opinión, particularmente por Tomás de Aquino y por todos los grandes humanistas cristianos. Concluyendo, podemos decir que la asimilación de la cultura clásica con una finalidad formativa es hecha por Clemente en favor del Cristianismo. Es el Cristianismo, en la visión de Clemente, el que 107 H. Marrou,, ibid. De opinión contraria es M. Carmon Hardy, en Secular Knowledge and the Early Christians, en "Paedagogica Historica", Gent 1968, VIII, 1, pp. 19-41, para quien el acercamiento de los Padres de la Iglesia a la cultura clásica (aunque no se refiere directamente a Clemente) se habría realizado por meras razones de utilidad y apologética. Al desaparecer esas razones, desapareció el interés por la cultura secular y se obtuvo un milenio de esterilidad y alejamiento de ella. "Fue sólo muy tímidamente que el Cristianismo llegó a 'la conclusión de que la naturaleza humana no está enteramente corrompida'" (p. 41). Este juicio resulta muy simplista como diagnóstico histórico. Clemente ciertamente propugna una dirección humanista que, tras la caída de la cultura antigua por conocidos motivos geopolíticos y tras la difusión del monaquismo en Europa, se va a poder retomar gradualmente sólo a partir del siglo XII, en las diversas oleadas en que la nueva cultura cristiana va a ir revalorando a los clásicos y a las estructuras seculares. La tesis de una corrupción completa de la naturaleza humana, por el contrario, va a favorecer en la época moderna el advenimiento del secularismo, algo muy distinto de la valoración positiva de la secularidad. Clemente no es secularista. El aprecia la cultura secular, pero quiere purificarla y llevarla a Cristo. 108 B. Mondin, Filone e Clemente, Roma 1984, p. 162. se asimila la cultura clásica y no al revés. El proceso inverso fue también intentado en la antigüedad por los gnósticos, con su tendencia sincretista a asimilarse todo lo que encontraban a su paso. Es notable que Clemente haya logrado salir airoso en su empeño (con defectos menores, ante los que podemos ser indulgentes), en medio de la confusión sincretista que estaba a la orden del día en los ambientes intelectuales de su tiempo. El motivo es el profundo convencimiento cristiano del alejandrino, que todo lo subordina a la formación cristiana, con la misma fuerza de los Apóstoles. Por este camino seguro él emprendió su vigoroso proyecto de llegar a configurar una Paideia cristiana que afirmaba las realidades seculares y descubría en ellas su fondo más auténtico, para liberarlas de sus puntos de corrupción e incorporarlas así al plan de la Redención.