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6.- EL ARTE ÍBERO
Los íberos eran los habitantes prerromanos de la Península Ibérica, que tenían
una cultura bastante avanzada, pero inferior a la de los fenicios, griegos y
cartagineses, quienes influyeron en ella. No obstante, la cultura íbera nos ha
legado numerosas obras arquitectónicas, escultóricas, objetos de cerámica y
armas de gran calidad.
ARQUITECTURA CIVIL
La población íbera se agrupaba en núcleos protegidos que conformaron las
primeras ciudades, que se construían generalmente en lugares estratégicos
para su mejor defensa (colina de difícil acceso), como se puede observar en
Lérida, Sagunto (Valencia), Ullastret (Gerona), Olérdola (Barcelona), la Bastida
de les Alcusses en Mogente (Valencia), Tarragona, etc.
Del Poblado Íbero de Ullastret se conserva la muralla del siglo VI a. C., con
torres y puertas en buen estado. Las torres son de base circular y distan 28 m
unas de otras.
El Yacimiento Arqueológico de Olérdola (Barcelona) se remonta a la Edad
de Hierro (siglos VIII-VII a. C.), pero luego fue reutilizado por los íberos en los
siglos V y IV a. C.; y más tarde por los romanos (siglos II-I a. C.).
Uno de los conjuntos monumentales más importantes de la civilización íbera es
el Poblado de la Bastida de les Alcusses en Mogente (Valencia), que se
remonta al siglo IV a. C. Fue descubierto en 1909, pero no se empezó a
excavar hasta 1928. Se encontraron varias cosas, como la estatuilla de bronce
que representa a un guerrero a caballo; varias planchas de plomo con escritura
íbera; adornos; armas, etc. Los muros de este poblado eran gruesos; se hacían
con un gran basamento de piedras, unidas con barro; y sus paredes se
recubrían con barro para impermeabilizarlas. Las casas eran de pequeñas
dimensiones y se alineaban a lo largo de las calles, con la parte trasera como
muralla.
ARQUITECTURA RELIGIOSA
Es muy probable que los íberos construyeron lugares de culto, en donde había
imágenes de sus dioses y celebraban algunas ceremonias, pero no sabemos
cómo eran exactamente, pues los restos arqueológicos conservados no nos lo
permiten, por ahora. No obstante, se sabe que practicaban el rito de
incineración y que las cenizas se guardaban en recipientes de barro o piedra,
que se depositaban en un hoyo en el interior de las tumbas. El modelo de
tumba más abundante, que ha llegado hasta nosotros, es la denominada torretumba, de inspiración oriental, en cuyo interior se depositaban las cenizas.
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El mejor ejemplo conservado es la Torre-tumba de Pozo Moro que se
conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, procedente de la
localidad de Chinchilla de Monte-Aragón (Albacete). Se fecha hacia el 500 a. C.
Es de planta cuadrada y está realizada con sillares de piedra caliza. Se
compone de un gran basamento escalonado de tres peldaños y un cuerpo
troncopiramidal, con cuatro leones con las fauces abiertas en las esquinas de
la base, y relieves en las caras externas, que representan escenas de tipo
ritual.
PILARES-ESTELA
Por todo el ámbito íbero hay numerosos pilares-estela, los cuales están
formados por un basamento escalonado, un pilar y un capitel que soporta la
figura de un animal (generalmente toro o león). Se desconoce el significado
exacto de los mismos, pero es probable que fueran los guardianes de las
tumbas; o quizás representen la fuerza y el poder.
Entre los mejor conservados se halla el Pilar-estela de Monforte del Cid
(Alicante), que se fecha entre el siglo V y el III a. C. Remata con la figura de un
toro.
También destaca el Pilar-estela de Coy del Museo Arqueológico de Murcia,
datado en el siglo IV a. C., que procede de la necrópolis de la Fuentecica del
Tio Carrulo de la población murciana de Coy, cerca de Lorca. Remata con la
figura de un león.
ESCULTURA
La escultura íbera, de raíz orientalizante, empezó a sentir un fuerte influjo
griego, ya desde mediados del siglo VI a. C., pero sobre todo a lo largo del
siglo V a. C. No obstante, los escultores íberos no se preocuparon tanto como
los helenos por las proporciones y la armonía, sino por los detalles minuciosos,
probablemente debido a que tenían otra mentalidad diferente a la de la cultura
griega.
El material más usado por los escultores íberos es la arenisca y la caliza, dos
piedras blandas fáciles de trabajar. Sin embargo, también utilizaron otras
piedras más duras, el barro cocido y el bronce, aunque en menores
proporciones.
Las dos Esfinges de Agost (Alicante), realizadas en el siglo VI a. C. reflejan
perfectamente el influjo ejercido por la escultura griega en la íbera, ya desde
dicha centuria. Ambas fueron encontradas en 1893 en el yacimiento
arqueológico alicantino del Campo del Escultor, desde donde fueron al Museo
del Louvre, pero en 1941 una de ellas regresó a España, siendo ingresada en
el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. En cuanto a su significado es
probable que sirvieran de portadoras de almas al Más Allá.
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La conocida como Bicha de Balazote (Albacete), que se encuentra en el
Museo Arqueológico Nacional de Madrid, en realidad se trata de un toro
androcéfalo, que está tallado sobre un sillar de esquina, de manera similar a los
leones de Pozo Moro. Es obra de la segunda mitad del siglo VI a. C. que debió
de formar parte de un monumento funerario, como referencia al Más Allá, pues
el toro era símbolo de vida.
La Dama de Elche (Alicante), que fue realizada entre los siglos V-IV a. C.), se
halla asimismo en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Es sin duda una
de las mejores creaciones de la escultura íbera. Quizás debió de formar parte
de una estatua de cuerpo entero (como la Dama de Baza), ya que en la zona
inferior se aprecia un corte irregular y además tiene, como ésta, un hueco en la
espalda, quizás para depositar las cenizas de algún difunto de alto rango.
Aparece vestida ricamente con un lujoso tocado y numerosas joyas, por lo que
podría tratarse de una divinidad con un fin funerario, como parece indicar el
mencionado hueco de la espalda.
El 22 de septiembre de 1987 se encontró en el yacimiento arqueológico de
Cabezo Lucero de Guardamar de Segura (Alicante) los fragmentos de una
figura femenina que una vez restaurados se clasificó con el nombre de Dama
de Cabezo Lucero, que se fecha entre el 400 y el 370 a. C. y se halla en el
Museo Arqueológico Provincial de Alicante. Aparece ataviada con túnica y
manto; tiene diadema y rodetes laterales, como la Dama de Elche; y presenta
varios collares con dijes colgando.
Otra de las grandes piezas de la escultura íbera es la Dama de Baza del
Museo Arqueológico Nacional de Madrid, realizada en el siglo IV a. C. Fue
encontrada en la tumba nº 155 de la necrópolis de Baza (Granada) el 20 de
julio de 1971 en un estado de conservación excelente, pues conserva la
policromía original. Se trata de una urna cineraria monumental, pero de
momento se ignora a quién representa, quizás a una reina o a una diosa. El
trono en el que está sentada se parece a los realizados por los griegos. Guarda
algunas semejanzas con la Dama de Elche, como el hueco para las cenizas, el
rico atavío y el estar pintada.
Menos antigua que las anteriores, pero asimismo bien conservada, se halla la
Gran Dama Oferente del Cerro de los Santos del Museo Arqueológico
Nacional de Madrid, que fue realizada entre los siglos III y II a. C. Se llama así
porque se encontró en el yacimiento íbero del Cerro de los Santos, en
Montealegre del Castillo (Albacete). Representa a una mujer ricamente
ataviada con tres túnicas superpuestas; los pies calzados; tres collares; y un
lujoso tocado con rodetes y largas trenzas. Los ojos son grandes y
almendrados. Sostiene entre sus manos un vaso en actitud oferente, por lo que
debe de tratarse de un exvoto de gran tamaño.
Cabe destacar también el conjunto de más de medio centenar de Esculturas
del Yacimiento Arqueológico de Cerrillo Blanco de la antigua ciudad íbera
de Ibolca, la actual Porcuna (Jaén), que fue excavado entre 1975 y 1979, y
actualmente se hallan en el Museo de Jaén, a la espera de que se termine el
futuro Museo Internacional de Arte Íbero de Jaén. La mayoría de estas figuras
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son de bulto redondo y fueron realizadas en piedra caliza durante la primera
mitad del siglo V a. C. Representan a guerreros y a hombres luchando con
animales, pero también hay figuras de animales reales y fantásticos.
Procedentes de la antigua ciudad turdetana de Urso, la actual Osuna (Sevilla),
se conservan en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid una espléndida
colección de Esculturas de Osuna del siglo V a. C., compuesta por figuras
exentas y numerosos relieves. Destacan estos últimos representando
principalmente a personas que realizan alguna actividad, como guerreros,
jinetes, damas oferentes y mujeres tocando instrumentos musicales, por lo que
se piensa que eran individuos de las clases sociales más elevadas.
Otro aspecto de la escultura íbera lo proporcionan los pequeños exvotos de
bronce de los siglos V y IV a. C., que se encuentran repartidos por diversos
museos y colecciones, procedentes de numerosos yacimientos. En la mayor
parte de los casos, también suelen ser figuritas de guerreros, como el Jinete
de Mogente (Valencia), que se halla en el Museo de Prehistoria de Valencia,
encontrado en 1931 en el departamento nº 218 del antes mencionado poblado
de la Bastida de les Alcusses. Mide solamente 7,3 cm de altura.
Para finalizar con el arte íbero conviene mencionar el ajuar funerario hallado en
la tumba nº 155 de la necrópolis de Baza, que correspondía a la de la famosa
dama, ya que estaba compuesto, entre otras cosas, por varias armas, como
una falcata, es decir, una espada corta típica del armamento militar de los
íberos, antes de la llegada de los romanos.
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