EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013 21 MANUEL IZQUIERDO Montesinos, un gomero reconocido en Tejina por su labor de practicante 24/25 revista semanal de EL DÍA «LUCES SOBRE UN TIEMPO EN GRIS», exposición bibliográfica sobre la represión del franquismo en Canarias Compilador: Daniel García Pulido Textos: Biblioteca Universitaria de La Laguna In memóriam Lilia Plasencia Rodríguez, antigua bibliotecaria de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática “L a memoria no abre heridas... Las abre el negarse a ver y pensar”. Palabras tan cargadas de entereza y sapiencia como las esgrimidas por el filósofo Emilio Lledó Íñigo (Sevilla, 1927) podrían muy bien servir de antesala para la muestra conmemorativa del Día de Libro 2013 que ha preparado con exquisito tesón y profesionalidad la Biblioteca Universitaria de La Laguna, centrada sobre una de las páginas más recientes y sensibles de nuestro pasado. Su título, “Luces sobre un tiempo en gris: exposición bibliográfica sobre la represión franquista en Canarias”, ansía condensar en ese sencillo lema inicial el propósito e intención de brindar una visión renovada, científica y detallada, a través de un metódico análisis histórico, de una época que hasta la fecha sigue permaneciendo confusa y desdibujada en el imaginario de la sociedad actual, plena de recuerdos deslavazados, de verdades a medias y afirmaciones sesgadas, convulsa por la mescolanza de vivencias que nos atañen y nos circundan tanto por horizontes sentimentales como políticos, por senderos familiares o de amistades, por todo un cúmulo de afinidades y desavenencias, y puede que incluso por motivos de índole sencillamente humanitaria y universal. Esta muestra permanecerá abierta al público hasta finales de junio en las instalaciones de la Biblioteca General y de Humanidades, en el campus de Guajara, con ese objetivo palpable de desprender esa “venda” que velaba la visión ecuánime de unos hechos históricos que marcaron indefectible y duramente la sociedad y la vida isleñas. La exposición bibliográfica efectúa un denso recorrido sobre ese ámbito de sufrimiento y de miseria, de violencia política y censura ideológica, que definió en líneas generales ese periodo de silencio, miedo y olvido, solo rotos en tiempos recientes con el pro- Presos condenados en el Batallón 180 en Aulef (Marruecos), 1939-1940. Entre ellos Juan Régulo, Ramón García Rojas, los hermanos Mauro y Eladio Martín Peña y Manuel Machado Mesa. (Foto facilitada por la familia de Jacinto Alzola). ceso de recuperación de la memoria histórica. En ese repaso, condensado en un esfuerzo de síntesis merced al trabajo del equipo académico vinculado a la exposición, el visitante de la muestra puede detenerse en los prolegómenos y aconteceres de la Guerra Civil, que hunden sus raíces en la propia II República en España, pasando por las diversas caras que esa violencia implícita al horizonte bélico imprimió en todas las facetas del franquismo subsecuente, desde la vertiente político-ideológica, económica, educativa o cultural hasta el papel de la mujer o las manifiestaciones últimas del tardofranquismo y los acontecimientos inmediatamente posteriores a la muerte de Franco. Aparte del evidente interés que suscita la temática seleccionada, al tratarse de un período de la historia reciente de nuestras Islas, esta exposición se presenta como una magnífica oportunidad para conocer y acercarse a parte de los valiosos fondos bibliográficos contemporáneos con los que cuenta la Biblioteca de la Universidad de La Laguna, particularmente en su Sala de Canarias, que constituye el grueso de las obras expuestas y es uno de los fondos de investigación más importantes de nuestra biblioteca y del conjunto del Archipiélago. Para cum- plir ese objetivo y meta propuestos se ha conseguido seleccionar un interesantísimo conjunto de obras y documentos que van desde estudios y publicaciones académicas a diarios personales, pasando por fuentes literarias de diversa índole –cartas, poemas, apuntes...–, testimonios gráficos (fotografías, carteles, propaganda) y audiovisuales –con grabaciones orales de protagonistas–, así como una variada tipología de documentos personales, prensa, revistas, materiales artísticos y objetos cedidos tanto por instituciones, particulares como testigos de los propios acontecimientos estudiados. Merece especial atención ese complemento artístico de la muestra, con la exposición de serigrafías efectuadas por José Luis Vega y Antonio Gamiz, junto a algunas pictografías de Eduardo Martinón, todas ellas inspiradas en el universo carcelario canario de la posguerra (Fyffes, Gando y La Isleta). Frente a ese “periodo velado, ese tiempo impuesto, de tristeza y sufrimiento, ese tiempo de silencio”, la muestra bibliográfica anhela aportar un haz de luz y de conocimiento científico que certifique aquella realidad cultural, literaria y artística truncada y afectada por la censura, panorama que, a diferencia de otras sociedades que han sufrido totalitarismos simi- lares, durante muchos años ha permanecido “en gris, recubierto por la pátina del olvido y del miedo”. Estructurada en diez apartados expositivos, condensados a su vez en ocho paneles temáticos, la muestra comienza con unos breves apuntes sobre “La Segunda República en Canarias (19311939)”, vitales a la hora de comprender el vigor represivo desatado tras el comienzo de la Guerra Civil. Este paréntesis histórico previo se constituye en una de las claves iniciales de la propia exposición al enfatizar la relevancia de la etapa republicana como génesis de los ulteriores acontecimientos, ya que, no en vano, estos años llevaron consigo ímplicamente una “movilización política, social y cultural sin precedentes en Canarias”. La sociedad insular vivió su primera experiencia realmente democrática, con un tenso enfrentamiento entre maneras muy distintas de entender la cotidianeidad, dicotomía que cristalizó en las elecciones de febrero de 1936, en donde la coalición de partidos y sindicatos de izquierdas, agrupados en torno al Frente Popular, se impuso a las derechas católicas. Ese universo enfrentado explica cómo, al triunfar el golpe de Estado militar en el Archipiélago, pasa a la pág. siguiente® 22 jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA EN PORTADA ® viene de la página anterior la inmensa mayoría de los asesinatos y las represalias recayeran sobre los miembros de la citada organización política del Frente Popular, quienes habían puesto en cuestión el poder tradicional de las clases dirigentes y de la Iglesia en Canarias. El segundo de los bloques temáticos de la exposición se centra en “La Guerra Civil en Canarias: retaguardia y resistencia”, en un intento de reunir tanto obras, documentos como testimonios que relaten el papel desempeñado por Canarias en el estallido del propio evento bélico como su desarrollo en el Archipiélago, definiendo los focos de resistencia y las actividades de los republicanos canarios en tierras peninsulares. Es evidente que las pautas definitorias de la conflagración en las Islas vienen determinadas por la propia ausencia de conflicto bélico en sentido estricto, aunque no exenta de una durísima represión contra quienes habían pertenecido a los partidos y sindicatos republicanos y de izquierda. Desde el mismo 18 de julio de 1936 se produjo la destitución de las autoridades que habían sido elegidas en las elecciones de febrero, siendo las instituciones ocupadas por elementos militares y sus cargos políticos anejos, reintegrados a miembros de la burguesía, de la terratenencia insular y de los grupos conservadores que se adhirieron al nuevo régimen. En medio de ese proceso, se produjo el reclutamiento de miles de jóvenes canarios, que fueron enviados al frente de guerra peninsular. De manera general, se puede decir que este es el panorama político de las Islas durante este período, a lo que hay que unir la ausencia de una resistencia capaz de frenar el golpe. En Gran Canaria, la resistencia se centró en la zona norte, como también ocurrió en Tenerife, donde además hubo contados enfrentamientos en la capital. En La Gomera se produjo “El Fogueo” de Vallehermoso y en Santa Cruz de La Palma tuvo lugar la “Semana Roja”, intentos ambos de resistencia que fueron duramente reprimidos, sin olvidar que en la Península también se organizaron focos de resistencia de canarios, como el Batallón Canarias, al frente del cual estaba el comunista gomero Guillermo Ascanio. El tercer apartado de la muestra bibliográfica, titulado “La represión política durante la Guerra Civil: presos judiciales y su memoria”, concentra un cúmulo de obras y testimonios que describen el fenómeno represivo en distintas islas, junto con otras referencias que versan sobre figuras concretas sometidas a procesos judiciales con los distintos desenlaces que estos tuvieron (penas de cárcel, batallones de trabajo o fusilamientos) y obras relativas a procesos incoados a organizaciones sindicales en particular. Este apartado reúne también un importante número de testimonios de personas represaliadas a través de memorias, obras de ficción y de la palabra cautiva generada en las cárceles canarias durante la guerra y la posguerra. El diputado Luis Rodríguez de la Sierra Figueroa y su hijo Guetón, ambos desaparecidos durante la Guerra Civil, junto con el resto de la familia, también represaliada. (Foto facilitada por la familia) Pintura realizada por el artista represaliado Felo Monzón en 1938 en la prisión de Gando. (Familia de Jacinto Alzola) La represión política de los sublevados sobre los militantes republicanos y las organizaciones obreras comenzó desde el mismo día en que se producía el golpe militar contra la República, el 18 de julio de 1936. En un primer momento se llevó a cabo un tipo de represión más arbitraria, propia del descontrol de esa primera etapa del proceso golpista, donde muchos militantes de izquierda fueron asesinados y se les hizo desaparecer sin dejar rastro alguno. En una segunda ola represiva, los republicanos y militantes de izquierda detenidos comenzaron a ser juzgados en los tribunales de guerra de los sublevados sin ninguna garantía jurídica, siendo las acusaciones más comunes los delitos de sedición, traición o rebeldía. Una vez establecidas las sentencias, las penas podían tener un carácter variado, dependiendo de la participación de los procesados en la etapa política anterior. Algunos fueron condenados a varios años de cárcel en los centros penitenciarios de las Islas –caso de la prisión de Fyffes en Tenerife–, otros enviados a los batallones de trabajadores forzosos –empleados, por ejemplo, en la construcción del aeropuerto de Los Rodeos en La Laguna–, a campos de concentración –La Isleta y Gando, en Gran Canaria–, y finalmente los que peor suerte corrieron fueron los sentenciados a ser fusilados –63 en la provincia occidental y 60 en la oriental–. Este bloque temático viene ímplicamente adjunto al apartado de “La represión política durante la Guerra Civil: los desaparecidos”, que se centra en el oscuro fenómeno de las desapariciones llevadas a cabo en Canarias durante el período de la Guerra Civil. Bajo el epígrafe “Atrapados en azul: fascistización, represión y supervivencia”, se muestra un conjunto de libros, revistas y periódicos sobre el aparato propagandístico del régimen, la Falange y la Iglesia, que contribuyen a entender el papel de ambas instituciones y de la sociedad canaria en la construcción y aceptación de la cultura nacional-católica. Asimismo, se incluyen en esta sección algunos estudios sobre la autarquía y la labor realizada por el Mando Económico en el Archipiélago. La dimensión económica de la represión, tanto durante la guerra como en momentos posteriores, y la visión sobre la situación económica de las islas en esos años se completa con trabajos académicos sobre el racionamiento, el estraperlo Rúbricas en el álbum de honor de la Biblioteca Provincial y del Instituto Canarias, del General Francisco GarcíaEscámez e Iniesta y de Fray Albino G. Menéndez Reigada, obispo de Tenerife, en su visita a la Universidad en el año 1943. (Biblioteca de la Universidad de La Laguna). y la emigración clandestina, motivada esta última por tales condiciones de escasez, pero debida también a la presión ejercida por las autoridades franquistas sobre quienes habían estado vinculados con el republicanismo. Tras aquel periodo inicial de represión directa dio comienzo lo que los historiadores suelen definir bajo el concepto de fascistización, proceso de incorporación de una serie de elementos ideológicos y políticos que asimilaba al régimen nacido del golpe de Estado y de la victoria en la Guerra Civil en sus primeros años con los regímenes fascistas del momento. Esto se manifestó especialmente en el ámbito político con la creación de un partido único, FET y de las JONS, que contó a su vez con estructuras organizativas para las mujeres y los jóvenes, como fueron la Sección Femenina y el Frente de Juventudes. Los años de la posguerra, con la aplicación de las políticas autárquicas de fondo y la creación del Mando Económico (1941-1946), estuvieron caracterizados por sus efectos negativos sobre una población que pasó hambre y que, en muchos casos, no tuvo más alternativa que trabajar intensamente en el campo o arriesgar sus ahorros para salir de manera clandestina –en los primeros años– con destino a América, fundamentalmente a Venezuela. No obstante, también fue una etapa en la que se mantuvo la represión policial y la vigilancia a aquellos sospechosos de haber pertenecido o pertenecer en la clandestinidad a los partidos opositores, especialmente al Partido Comunista, siendo las claves de la supervivencia y la represión cuestiones claves para entender la etapa de posguerra en un contexto internacional que mantuvo la incertidumbre sobre el futuro del régimen de Franco. A renglón seguido surge la sección expositiva “La represión franquista en el ámbito educativo y cultural”, donde se aborda, mediante una selección de obras diversas, la actuación del nuevo régimen sobre la enseñanza, que afectó al magisterio, al profesorado universitario y, en menor medida, al alumnado, pero también a libros y bibliotecas escolares y al modelo de escuela mixta de la República. Este apartado contiene también una pequeña selección de obras y otros documentos relevantes sobre figuras de la literatura, el arte y el periodismo canario que permite ilustrar la acción represiva en el ámbito cultural. Estas personalidades sufrieron sus efectos de manera diversa: desde la muerte, la cárcel y el destierro por su vinculación política directa o de sus familiares con la República, hasta los consejos de guerra o las multas por su oposición al régimen o por publicar una determinada obra o artículo periodístico. Este apartado se adentra en el lenguaje de autores canarios censurados, algunos de los cuales han sido considerados pioneros de la llamada poesía social en España. No debe obviarse que la educación y el fomento 23 EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013 EN PORTADA de la cultura habían sido un objetivo primordial en las políticas reformistas de la Segunda República, en una sociedad canaria con las mayores tasas de analfabetismo de España y también de Europa occidental. No obstante, reformas como el fomento de la coeducación (niños y niñas en la misma clase) y la naturaleza laica motivaron que el proyecto educativo y cultural republicano generaran una gran polémica con la Iglesia y las organizaciones católicas, que temían perder su tradicional influencia docente. Tras el golpe militar, por tanto, uno de los sectores más castigados por el nuevo régimen fue el magisterio y, en general, el profesorado y el alumnado favorable a esa idea laica e igualitaria de la educación republicana. Aproximadamente un 35% de las personas que ejercían el magisterio en Canarias fueron depuradas, lo que podía suponer desde la sanción temporal hasta la separación definitiva de la docencia. Muchos docentes y artistas sufrieron además penas de prisión, siendo uno de los episodios más oscuros las desapariciones de maestros tinerfeños como José Galán o Francisco Delgado Herrera, entre muchos otros; el asesinato de poetas vanguardistas como Domingo López Torres, o el fusilamiento de maestros destacados políticamente como José Miguel Pérez o Manuel Illada. Paralelamente a esta política represiva, el régimen instauraría un modelo de educación fundado en los principios del nacionalcatolicismo. Bajo el apartado “Mujeres bajo el franquismo” figura una serie de obras que revelan tanto el modelo de feminidad promovido por el régimen como la vida de las mujeres represaliadas o las que se sitúan en el frente de lucha antifranquista, en lo que se configura como una de las claves o llaves a destacar en esta muestra bibliográfica: el papel de todas aquellas mujeres que sufrieron de una manera muy especial la imposición de un sistema que recortaba muchos de sus legítimos derechos políticos y civiles e instauró como obligatorio un modelo de feminidad basado en la noción de las mujeres como “ángeles del hogar”. Si bien es cierto que los hombres sufrieron la represión más encarnizada, que llevó a muchos de ellos a la muerte y a la desaparición en el más absoluto anonimato, no es menos cierto que las mujeres sufrieron también encarcelamientos, torturas, vejaciones, e incluso desapariciones en algunos casos, junto a los efectos derivados de la represión sobre los varones de sus familias, aunque este haya sido un fenómeno menos estudiado por la historiografía canaria. Las mujeres canarias jugaron un papel importante en la lucha contra la represión y el fraquismo que se dio a lo largo de las décadas de los 60 y los 70 en Canarias, con un papel fundamental en el movimiento de recuperación de la memoria histórica, como lo demuestra el hecho de que estén al frente de la mayoría de estas asociaciones. A renglón seguido la exposición se adentra en el tema “Oposición política y represión en el tardofranquismo”, exhibiendo diversas obras y documentos que analizan cómo a lo largo de la década de los sesenta del siglo pasado empezaron a aparecer públicamente algunas manifestaciones de la lucha antifranquista en las Islas, organizadas en la clandestinidad, manifestaciones que sufren episodios de represión. En este sentido, se incorporan obras que han estudiado estos movimientos, algunas publicaciones significativas que dieron cobertura a la resistencia antifranquista y también obras relativas al papel de destacadas figuras de la oposición política al franquismo en Canarias. En 1959 era ejecutado por garrote vil Juan García “el Corredera”, figura mítica de oposición al régimen, proceso que impulsó movilizaciones posteriores en el Archipiélago. Con el inicio de los años 60, en Canarias comenzó una etapa de oposición al régimen franquista promovido por la formación de nuevos movimientos como Canarias Libre o el MPAIAC, pero también a partir de organismos políticos de la etapa republicana que se volvían a estructurar, caso del Partido Comunista. Esta oposición fue inmediatamente correspondida por la represión de las autoridades de la dictadura. En 1962 fue detenida la cúpula dirigente del movimiento Canarias Libre en Gran Canaria, figurando entre los apresados Fernando Sagaseta. En ese mismo año, Antonio Cubillo huyó a Argelia ante la posibilidad de ser reprimido a causa de su implicación en la defensa jurídica de los obreros tinerfeños, fundando desde este país el MPAIAC en 1964. En 1968 caía en los llamados “Sucesos de Sardina del Norte”, en la localidad grancanaria de Gáldar, la dirección del PCE liderada por los hermanos Gallardo, El poeta Pedro García Cabrera y la escritoria Nivaria Tejera en 1957 en La Laguna. (Foto cedida por Antonio Álvarez de la Rosa) Fondo del pozo del Llano de las Brujas (Arucas, Gran Canaria), donde se encontraron los cuerpos de veinticuatro desaparecidos durante la Guerra Civil. (Tibicena) siendo condenada a varios años de prisión en las cárceles peninsulares. A lo largo de los años 70, momento de su mayor auge contra las instituciones del régimen en Canarias, muchos de los militantes del MPAIAC serían detenidos. En 1975 moría, a causa de las torturas realizadas por agentes de la dictadura, el militante comunista Antonio González Ramos en los sótanos del Gobierno Civil de Santa Cruz de Tenerife; y al año siguiente era asesinado a tiros el joven independentista Bartolomé García Lorenzo, también de la mano de la represión del régimen. El asesinato de Javier Fernández Quesada en el campus de la Universidad de La Laguna en 1977 y el intento de asesinato sobre Antonio Cubillo en 1978, por una dictadura en descomposición, cerraría este amplio bagaje de la represión a la oposición tardofranquista en Canarias. Esta exposición se cierra con el apartado “La recuperación de la memoria histórica”, temática y objetivo que en los últimos años ha cobrado máxima actualidad debido al debate social generado a partir de la demanda de reparación impulsada por las familias de las víctimas. En este apartado se analiza la contribución realizada a este movimiento tanto desde instituciones académicas y de investigación como desde las diversas asociaciones para la recuperación de la memoria existentes en Canarias. Se exponen referencias a dichas asociaciones y a la intervención de las universidades y otras instituciones públicas en proyectos de investigación orientados a la recuperación de fuentes orales y escritas, así como a la exhumación de restos en distintos enclaves de las Islas. Esta sección, que cierra la muestra, se constituye en una llamada perentoria y necesaria hacia el movimiento de recuperación de la memoria histórica en Canarias y su papel relevante, especialmente el de las asociaciones de familiares, como impulsoras de tal movimiento, y del papel jugado por las instituciones académicas, fundamentalmente las universidades, brindando un apoyo científico y riguroso a este proceso, unido al apoyo prestado a estos fines por algunas entidades públicas (caso de ayuntamientos, cabildos y el propio Gobierno canario, que en algunos casos están poniendo los medios para facilitar la labor de investigación y exhumación de restos de personas asesinadas). La consecución de una sepultura digna a estas personas víctimas de la fuerte represión desatada en Canarias tras el estallido de la Guerra Civil merece de sobra todas estas atenciones. Toda la fecunda labor de síntesis y de conjunto que se observa en la exposición “Luces sobre un tiempo de gris”, esa amalgama equilibrada de contenido y muestra, solo ha podido llevarse a efecto gracias al trabajo del equipo académico encargado del montaje y contenidos de la exposición, conformado por Miguel Ángel Cabrera Acosta, Victorio Heredero Gascueña, Aarón León Álvarez, Guacimara Ramos Pérez y Luana Studer Villazán, comisariado por la bibliotecaria Paqui Rivero Cabeza, y con la colaboración inestimable del propio equipo de la institución, constituido por Paz Fernández Palomeque, Liti García-Ramos Medina, Silvia Molero Avilés, Candela Morales Méndez y Fátima Sáinz Sáinz. El diseño estético de la exposición, a cargo de Ismael García Pérez, ha otorgado a la muestra ese punto de exquisitez y calidad visual que tan ávidamente reclaman quienes acuden a acontecimientos culturales de esta índole, todo bajo la organización del Servicio de Biblioteca de la Universidad de La Laguna adscrito al Vicerrectorado de Servicios Universitarios. “Luces sobre un tiempo en gris” sueña con trasladarnos por momentos a esos instantes trágicos de un ayer no tan lejano, no tan aislado de nuestras vivencias actuales, y quiere hacerlo desde la promesa constante de una visión abierta, libre y liberadora de sensaciones y sentimientos. Sueña, en definitiva, con hacer ciertos y menos dolorosos, desde la perspectiva de la investigación histórica, de la documentación y del desagravio de los sentidos, aquellos versos de Borges que afirmaban que “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. 24 jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA TRADICIONES GOMEROS CON RELIEVE MANUEL IZQUIERDO MONTESINOS: de Hermigua a Tejina Texto: Oswaldo Izquierdo Dorta E l centro de salud de Tejina se ha identificado con el nombre de un gomero esforzado y generoso, de un profesional de horario y disposición permanentes: Manuel Izquierdo Montesinos, desde ahora vinculado a la memoria y al corazón del pueblo que más sabe de corazones. En agosto de 2012, la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, después de valorar su trayectoria profesional, tomó la decisión de reconocer públicamente su labor, realizada durante más de 40 años como practicante del 5º distrito de La Laguna, al poner su nombre al centro de salud de Tejina. Este homenaje recogía no sólo el reconocimiento oficial sino también el sentir de varias generaciones de tejineros. Al 5º distrito, que comprende Tejina, Valle de Guerra, Bajamar y Punta del Hidalgo, se hallan adscritas más de once mil personas, que son atendidas por nueve médicos nueve enfermeras, una matrona, una trabajadora social y enfermería de enlace. Al acto asistieron Juana María Reyes, directora del Servicio Canario de la Salud, en nombre de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, y Fernando Clavijo, como alcalde del municipio de San Cristóbal de La Laguna, acompañados de otras autoridades. El alcalde lagunero realzó la trayectoria de aquellos profesionales que, como el homenajeado, “han sabido situar el interés general por encima del suyo propio, personas que han hecho de la ayuda a los demás la base de su trabajo”, y señaló que “Manuel Izquierdo Montesinos, el practicante, fue una persona entregada a su pueblo, consciente de las dificultades que soportaba la mayoría de sus vecinos y fiel a una manera de entender el servicio público que ha sido modelo y ejemplo para los que con su trabajo aspiran a mejorar las condiciones de vida de quienes viven a su alrededor”, y que lo hizo “en una época de dificultades económicas, en la que muchas familias apenas podían costearse el tratamiento y la mayoría de las veces no cobraba”. De las documentadas palabras del regidor municipal, J. F. J. subraya las siguientes: “En el año 1952 el destino de Tejina, Valle de Guerra, Bajamar y Punta del Hidalgo quedó para siem- pre unido al nombre de Manuel Izquierdo”. (1) Almudena Cruz destaca la creación del “igualatorio”, “una especie de seguro en el que, a cambio del pago de 10 pesetas mensuales, se tenía derecho a la atención de los servicios del practicante”. (2) Sobre su profesionalidad ha dicho el periodista Domingo Barbuzano que Manuel Izquierdo “ejercía su profesión de casa en casa sin tener que ver a la hora que solicitaban sus servicios. Al principio lo hacía caminando y siempre estaba de buen humor y con ánimo de servir a todo el mundo, pero especialmente a los más desfavorecidos, a quienes a veces no les cobraba o los atendía y les daba dinero de su bolsillo”. Y añade: “No había hora para atender a un enfermo y pasaba hasta noches enteras junto al mismo, solo con una taza de café, hasta que veía que estaba bien”. (3) Si es justo destacar la entrega profesional de este practicante, también lo es la de recordar el agradecimiento de sus pacientes que se manifestaba en frecuentes regalos de frutas y verduras. Personalmente nos consta la importancia que tuvo su papel como mediador en conflictos familiares, tanto de parejas como de herencias y otros similares. Cuando una mujer se le quejaba de algún problema de esta índole, don Manuel se entrevistaba de inmediato con el causante de la situación. Para ello, lo citaba en su despacho o iba a buscarlo a su casa o al bar y, apartándolo de los demás, lo abordaba con un expresión muy suya: “Ven acá, chico: ¿por qué…?”. Y era tal el prestigio y la autoridad que le reconocían sus con- vecinos que, en la mayoría de los casos, desempeñaba con eficacia ese papel de “juez de paz” circunstancial. Manuel Izquierdo Montesinos, don Manuel para los tejineros, había nacido el 18 de agosto de 1924 en Mayajigüa, Las Villas, provincia de Santa Clara, Cuba, la tierra de promisión a la que habían emigrado sus padres, mi tío Pancho Izquierdo Plasencia, natural de Hermigua, y mi tía Susana Montesinos Montesinos, de Agulo. En el pueblo de su madre nació la mayor, Andreíta; en la Perla de las Antillas, Paco, Sarita, Manolo, Rosita y Arsides; y los dos más pequeños, Arnoldo y Gerardo, en Hermigua, después de regresar, en el nefasto año 1929, toda la familia a La Gomera. Manolito vivió en Hermigua y asistió a la escuela pública de Ibo Alfaro, regentada por don José Manuel González. También pasó una temporada en Agulo, en casa de sus abuelos maternos. Allí tuvo la oportunidad de tratar de cerca a su tío Domingo Montesinos, pianista solicitado por las sociedades de Hermigua y de Vallehermoso para los bailes de sus fiestas patronales, a las que se desplazaba en burro. Don Domingo, personaje romántico, de cabello largo y apasionada expresión artística, fue un bohemio amigo de otros dos personajes entrañables, presentes aún en mi memoria más remota: el destacado poeta Pedro Bethencourt, natural de Agulo, y Pascasio Trujillo, que pasaba unas temporadas empoyatado arriba, en la orilla vertical del monte; otras, en su casa de La Playa; y el resto viajando por Europa. La afición a la medicina le pudo venir o, al menos, se vio propiciada por el ambiente familiar: mi tío Pancho Manolo, en primera fila, en cuclillas, en Arure, a mitad de los años 30. A su lado, un desconocido con una guitarra y Avelino Darias Mora con una bandurria. 2ª fila de izquierda a derecha: los dos primeros sin identificar; Rosendo Izquierdo Plasencia, mi padre y tío de Manolo; Casto Mora, de Vallehermoso; Ruperto Dorta García, tío mío; José Mesa Niebla, mi padrino; y José Luis Mesa (de pie, con tirantes). Ignoro los nombres de las dos señoras y del niño pequeño. /ARCHIVO DEL AUTOR. tenía habilidad para poner inyecciones y desinfectar y curar pequeñas heridas, para lo que era solicitado por sus vecinos cuando llegaba el caso. Disposición que contagió a sus dos hijos mayores, Paco y Manolo, que no tardaron en ser requeridos por don Gil Méndez, médico que tenía despacho en una casa próxima, para ayudarle como enfermeros. Allá por los primeros, turbios y difíciles años cuarenta, los estudios secundarios, y no digamos los universitarios, eran una utopía para más de noventa y cinco por ciento de la población escolar de las Islas, que no tenían centros oficiales ni colegiados de bachillerato (La Gomera, El Hierro y Fuerteventura), y las perspectivas de futuro para esa inmensa mayoría se limitaban a entrar en el seminario, desear que algunos maestros formaran una academia y que los padres pudieran pagar matrículas, libros y mensualidades o emigrar clandestinamente a Venezuela. Como Manolo quería estudiar y ninguna de las dos primeras era posible para una familia de ocho hermanos muy seguidos, tuvo la voluntad de no rendirse y el ingenio de buscar otra alternativa, menos frecuente, pero posible también: ir voluntario al servicio militar para, desde esa situación, realizar los estudios que pretendía. Sus cuatro hermanos varones tuvieron que emigrar: Paco y Arnoldo a finales de los cuarenta, de manera furtiva y temeraria, en el “Telémaco”, y Arsides y Gerardo años más tarde de manera regular. 25 EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013 TRADICIONES La familia Izquierdo Gutiérrez./ FOTO CEDIDA Manuel Izquierdo Montesinos. Manolo fue destinado a Sanidad, al Hospital Militar de Santa Cruz de Tenerife, centro en el que trabajaban dos ilustres gomeros, médicos cirujanos y militares de alta graduación, don Victoriano y don Sebastián Darias Montesinos. Procedían estos de San Sebastián por los Darias y de Agulo por los Montesinos y pertenecían a una brillante dinastía de la que también formaron parte sus hermanos: un canónigo, don Maximiliano; una farmacéutica, doña Pulqueria; y un notario. Los doctores Darias Montesinos, que eran primos de la madre de Manolo, trataron siempre a este como a un familiar muy próximo y lo animaron y apadrinaron para que estudiara la carrera de practicante. Para poder alcanzar esta meta, realizó el Bachillerato elemental, previo para las carreras de grado medio, en el Instituto Masculino de Santa Cruz de Tenerife como alumno libre (4) y, también en esta misma modalidad, se desplazó a Cádiz para superar las pruebas pertinentes y conseguir el título oficial de practicante, algo similar a lo que actualmente se conoce como ATS. Todo lo hizo al tiempo que cumplía los cuatro años del servicio militar y hacía prácticas en el hospital. Después de un breve regreso a Hermigua, trabajó algún tiempo en la Clínica Llabrés y en el Hospital Civil. Posteriormente, tuvo la oportunidad de elegir plaza en Güímar o en Tejina. Se decidió por esta última y a ella dedicó, en jornada disponible de 24 horas, toda su vida profesional. Allí trabajó los primeros años con José Ascanio, médico gomero que tenía a Manolo en gran estima y lo animó a pedir Tejina; luego, con los siguientes: Fernando Rey, Andrés Quintela, Herminio García, Antonio Balsalobre, Asciclo Armas y Horacio Hernández. De todos ellos guardaba gratos recuerdos. Como practicante de Tejina permaneció, de manera ininterrumpida, desde 1952 hasta 1998, cuarenta y seis años; toda su vida laboral. Murió el 17 de febrero de 2001 y sus restos descansan en el cementerio de Hermigua, como era su deseo. Los inicios de su vida sentimental se remontan a los años en los que trabajaba en el Hospital Militar y estudiaba la carrera. En esas fechas conoció a la que habría de ser su esposa, en la casa de una amiga común, una señora gomera llamada doña Lola, que tenía alquilado un piso a los padres de Chencha. Chencha, Inocencia Gutiérrez Castañeda, fue su inseparable compañera, una mujer encantadora, siempre con la sonrisa en los ojos y la dulzura en la palabra. Con ella se casó el 28 de diciembre de 1951, unos meses antes de incorporarse a Tejina. Natural de El Hierro, era hija de Juan Gutiérrez y de Nicolasa Castañeda, hermana esta última del que fuera durante muchos años presidente del Cabildo Insular de la Isla del Meridiano Matías Castañeda. Durante los primeros años el matrimonio ocupó una casa alquilada a doña Herminia; luego compraron una en la calle Tomás González Rivero, que ampliaron, acondicionaron y convirtieron en la vivienda definitiva de la familia. En Tejina nacieron sus cinco hijos: Francisco, María Anisia (Marisa), Eligio, Óscar y Manolo, a los que supo inculcar el gran amor que sentía por Tejina. De las emotivas palabras pronunciadas por María Anisia, queremos destacar aquellas en las que subraya el respaldo y la comprensión de su madre, y las que expresan los sentimientos familiares de gratitud a la gente de Tejina: “Todos sus hijos nos sentimos orgullosos de la complicidad, unión y diálogo que mis padres mostraron en tiempos tan duros como los que vivieron. Siempre apoyándose, siendo conscientes de que lo más importante, junto con la familia, era la atención a las personas que lo necesitaban, fuera a la hora que fuera y el caso que se tratara. Nuestra familia nunca podrá agradecer al pueblo de Tejina el que hubiera tomado la iniciativa para reconocer a nuestro padre el trabajo que realizó, pero lo que sí podemos hacer es seguir sintiendo al pueblo de Tejina como parte de nuestra familia, como a él le hubiera gustado”. (5) Don Manuel atendía a los enfermos en su despacho y a aquellos que no se podían trasladar los iba a visitar a su domicilio. Siempre le acompañaban el buen carácter, el humor, el optimismo, los medicamentos puntuales y una inmensa generosidad. Llegados a este punto, es de justicia recordar que en los dos primeros tercios del pasado siglo, y con mayores motivos en épocas anteriores, la labor de los médicos y practicantes de nuestros pueblos fue heroica: a disposición día y noche; a pie, en burro o, en tiempos más cercanos, en coche; solos o acompañados de un familiar del enfermo; con la luz del día o con la de un farol; por estrechos y pedregosos caminos… En el tiempo convulso y desnortado que estamos viviendo, tan escaso de referentes cabales para la formación mimética de los más jóvenes, nos parece oportuno rescatar y recrear la semblanza de este profesional de trayectoria reconocida y valorada por sus conciudadanos y por las autoridades como modelo y ejemplo. Hay personas que con esfuerzo, dedicación y honestidad dan los mejores frutos a sus semejantes; que crean en su entorno una aureola de reconocimiento que se traslada de padres a hijos que las ennoblece y ennoblece a su pueblo y a su isla, como Manuel Izquierdo Montesinos, que ha dejado un recuerdo imperecedero en la memoria colectiva y su nombre en una institución clave: el centro de salud de Tejina. Personas como Manuel Izquierdo Montesinos, prototipo de profesional laborioso y constante; de esos gomeros que, dentro y fuera, logran que el nombre redondo de la isla se pronuncie con respeto y agradecimiento; de los que hacen patria desde cualquier sitio y profesión, a lo largo de toda una vida; de los ensanchan las orillas y consiguen que percibamos La Gomera, más allá de los pescantes del norte y de los muelles del sur, como un gigantesco acordeón que expande sus esencias mucho más allá de sus fronteras físicas. NOTAS 1. diariodeavisos.com (30 de agosto de 2012) 2. La Opinión, 31-08-2012. 3. EL DÍA, 03-09-2012. 4. Actas de calificación escolar. Archivo del Instituto Andrés Bello de Santa Cruz de Tenerife. 5. Palabras de agradecimiento leídas por su hija María Anisia en el acto de homenaje. 26 jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA ARTE Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 879 PATRIMONIO HISTÓRICO-MONUMENTAL DEL PUERTO-CIUDAD DE SANTA CRUZ DE TENERIFE Esculturas que miran al mar (y IV) HERÁLDICA del apellido de la familia FERNÁNDEZ La capital tinerfeña está festoneada de esculturas expuestas al aire libre, algunas de las ellas de autores muy cotizados. El presente trabajo propone un recorrido por aquellas que se encuentran cerca del mar o que tienen alguna relación con él , como las que se encuentran en la Escuela de Náutica. Se trata de hacer una somera descripción de cada obra con sus datos más básicos, para mejor conocimientro del público. Esta es la última entrega de una serie que ha incluido un total de 15 esculturas. Textos: José Manuel Ledesma Alonso CALLAOS OLAS E stas tres piezas con forma de callaos (piedras alisadas y redondeadas por efecto del continuo rozamiento producido por el ir y venir del oleaje sobre la costa) de 1 metro de altura y 5x5, 2x2, y 4x2 metros de superficie, se encuentran expuestas en el espacio ajardinado de la autovía de San Andrés, a la entrada a la dársena del Este del puerto de Santa Cruz de Tenerife. Su autor, José Antonio Zárate Lugo (La Orotava, 1954) es un escultor que expresa sus obras con formas y materiales sacados del paisaje insular, convirtiéndolos en un motivo plástico y de conocimiento y en un juego de formas (piedras) y poesía (silencio). En la construcción del ar- E “Callaos”, de José Antonio Zárate Lugo mazón el autor utilizó acero galvanizado cilíndrico, de 6 mm. de sección, recubierto con una malla de aluminio sujeta por 1.500 puntos de unión. Cuando las estructuras estaban emplazadas en su ubicación, le aplicó mortero base sobre la malla de aluminio, por medio de proyección mecánica y le añadió una capa de mortero especial pigmentado, proyectado a máquina y aplanado a mano. ste espacio arquitectónico-escultórico, que representa una superficie marina, levantado por la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife (diciembre de 1999) en la rotonda de la dársena del Este, es obra de Miguel Berroa Cerrajería, profesor de Lenguaje Escultórico de la Universidad Complutense de Madrid, con la colaboración de los arquitectos tinerfeños Corona Bosch y Pérez Ama- “Olas”, de Miguel Berroa Cerrajería ral. La superficie de la rotonda, de 20 metros de diámetro, está cubierta de enormes piedras cuyos pesos oscilan entre los 50 y los 200 Kg. Estas piedras, a la vez que conforman el lecho oceánico, se utilizan para calzar las 20 chapas de hierro, de 7 metros de largo, 3,3 de ancho y 12 mm de espesor, que imitan las olas. Las láminas están dispuestas de un modo aparentemente anárquico. Este grupo escultórico, con una cota máxima de 3,5 metros, está dispuesto de manera que sea percibido por un espectador que tiene poco tiempo para observarlo, apenas unos segundos, puesto que se encuentra en un lugar de paso de vehículos. A LOS HOMBRES QUE DIERON SU VIDA POR EL MAR E “A los hombres que dieron su vida por el mar” sta escultura, inspirada en motivos y formas marinas, que se encuentra en los jardines del Instituto Oceanográfico de Canarias, fue donada por su autor, Carlos Ferreira de la Torre, con motivo de la inauguración del primer edificio, en 1982. Carlos Ferreira de la Torre –que nunca firmaba sus obras– nació en Valdemoro (Madrid) en 1914 y falleció (1990) en el Puerto de la Cruz (Tenerife), donde residía con toda su familia desde el año 1970. Esta obra de acero corten, de 8 metros de altura, se ha trasladado al nuevo edificio, inaugurado en octubre de 2011, situado al margen derecho de la autovía de San Andrés, en la zona ZEC del puerto de Santa Cruz de Tenerife, debido a que el primitivo inmueble tuvo que ser derribado (2009) por los desprendimientos de enormes rocas procedentes de la montaña. José Peraza Hernández Apellido patronímico derivado del propio nombre de Fernán o Fernando, muy expendido por la Península y Canarias, sin que tengan relación entre sí los diversos linajes Muchos de los caballeros de este apellido probaron su nobleza en las órdenes militares españolas y Reales Chancillerías de Valladolid y Granada. Don Alonso Luis Fernández de Lugo nació en Tenerife y fue tercer Adelantado de Canarias. Continuó en América del Sur las conquistas de su padre, don Pedro, practicando con el emperador nueva capitulación o asiento. Se distinguió notablemente en las guerras de Flandes y Alemania y falleció en Gante en 1556. El adelantado de Canarias don Alfonso Luis Fernández de Lugo y Hurtado de Mendoza nació en Rivaldía e ingresó en la Orden Militar de Santiago en 1577. Don Pedro Fernández Moreno y del Campo, juez de Indias de la Ciudad de Cádiz natural de Tenerife, probó su nobleza en la Orden de Santiago, en 1654. Don Alonso Fernández de Lugo y Cabrera nació en 1614 e ingresó en la Orden de Calatrava. Armas Algunos de Castilla: en campo de azur, tres veneras de oro, bien ordenadas y sumadas de tres flores de lis, también de oro. Otros de Canarias traen: en campo de plata, un león de gules, con cinco castillos de oro en la parte superior y cinco calderas, también de oro, en la parte inferior. Bibliografía –Nobiliario del Julio de Atienza. El Solar Vasco-Navarro, de García Garraffa, tomo III, pág. 292. Enciclopedia General Heráldica Hispana, d., y A. y A. García Carraffa. por Lino Chaparro D’Acosta 27 EL DÍA, jueves, 30 de mayo de 2013 FIESTAS Texto: Nicolás Pérez García D esde la alborada dominical, el pueblo se pone en marcha para dar color y alegría a la nueva cita floral que irrumpe en honor del Santísimo Sacramento. En el Corpus de Tacoronte se llegan a encontrar detalles cotidianos que se repiten desde el origen de la fiesta y han encendido la imaginación de los seguidores que han recogido el testigo de sus mayores. De tal forma se consolida la idiosincrasia que define al vecindario que toma parte activa en la confección de las alfombras y tapices para adornar el paso del Señor. El ajetreo que se vive en el entorno de la plaza del Cristo y en las calles que confluyen a ella es la forja de un impulso creativo sencillo, aunque muy sentido por quienes se afanan en conservar la tradición que juega con los colores. Desde los inicios de su poblamiento, ha ya más de cinco siglos, Tacoronte se denominó “lugar” hasta 1834; luego se fue nombrando “pueblo” hasta 1911. Lo dicen los documentos. En aquel 1911 se recibió el decreto o cédula real de Alfonso XIII concediendo al pueblo el flamante título de “ciudad”. Pero Tacoronte siempre ha sido pueblo, conservando el sabor popular de su origen, preservando su carisma agrario como tal “comarca de la ladera”, enmarañado de campos de labranza desde la medianía baja que mira al Atlántico hasta las tierras altas cercanas al bosque. Mencionamos el monte, del que desde antiguo dependía el quehacer agrícola y ganadero, suministrando los recursos indispensables de madera y aperos para el labrantío y la construcción de viviendas. En la zona montuosa brotaba el agua que daba de beber al pueblo, cuyas canales de madera llegaban hasta los enclaves de El Cantillo y Fuente del Alcalde. Todavía hoy, el preciado líquido sigue fluyendo en la Madre del Agua, vital hontanar del “sagrado bosque de las aguas”, como llamaban al monte los antiguos moradores. Entonces predominaban los terrenos paniegos por todo el término, hasta que los viñedos fueron ganando terreno. Hay que remontarse al siglo XVI para encontrar las raíces de la festividad que se celebra en el Tacoronte de nuestros días. Por aquella época, la ermita de Santa Catalina y su feligresía luchaban enconadamente por conseguir plena autonomía eclesial y así librarse de la hegemonía del beneficio parroquial de El Sauzal. Fue una dura y áspera contienda eclesiástica y vecinal llena de episodios problemáticos, rencillas y pleitos entre clérigos vecinos. La jurisdicción parroquial de San Pedro, erigida con toda legitimidad desde 1533, acaparaba todos los servicios religiosos de la comarca, contando con cofradías y demás. Los capellanes y feligreses de la zona de Acentejo estaban obligados a ir a El Sauzal los días de precepto, mientras que en la ermita de Santa Catalina solamente se podía decir alguna misa CORPUS CHRISTI, vivencias de un día especial por un capellán movible que se mantenía de la limosna vecinal. José Antonio Fernández de Ocampo y Lugo (1717-1791), a quien podríamos considerar el primer historiador de Tacoronte, reseña la visita, en 1578, del obispo abulense don Cristóbal Vela, que rigió la diócesis canaria entre 1574 y 1580. Este prelado dejó un extenso mandato sobre cómo había de desenvolverse la vida religiosa en toda la comarca, quedando bien claro la rectoría eclesial del beneficio de San Pedro. Pero las cosas empezaron a cambiar. Una de las mandas de monseñor Vela dice así: “Yten que como los beçinos detacoronte muestren al vicario obligacion firme de ñora Santa catalina de tacoronte el primer domingo infra octaba del corpus cristi en quince dias que sera el domingo siguiente despues de aberse hecho la dha fiesta enla yglª de nrâ Señora dela bitoria en çentejo y queelcura ebenefiçiado deste benefiçio del Sauçal y el capellan serbidor dela dha yglª de nra Señora dela Vitoria sehallen presentes estedia enla yglª de Santa catalina ala dha fiesta y sopena de una dobla sino se hallaren presentes”. A finales de este siglo XVI, la ermita de Santa Catalina ya contaba con la cofradía del Santísimo Sacramento, cuya celebración principal era el Corpus Christi, a más de la procesión cada ter- quince doblas poco mas o menos sobre haçiendas siguras para que deellos sealumbre esirba el Santissimo Sacramtº. y haçiendo Relicario deplata y lo demas que fuere neçesario a contento del vicario para que este deçentemente el Santissimo Sacramento y puedan ponerlo y tenerlo en la dicha yglª desanta catalina guardando las condiçiones que enesta bisita tenemos ordenado Reserbando como Reserbamos el poder anidir [añadir] e quitar i mudar enesto loque bien bisto fuere y esto es loque depresente sus probeya e mandaba Reserbando ensi quesiobiere alguna que probeer en continuaçion dela dicha visita lo hara”. Después de esto, no pasaría mucho tiempo cuando, siendo obispo don Fernando de Rueda, su vicario, el licenciado Castillo Maldonado, en 1585, entre otras cosas autoriza la celebración del Corpus Christi en la ermita de Santa Catalina: “Primeramente sumd mdº [su merced mandó] quela fiesta del corpus cristi quese haga en esta dha yglª dese- cer domingo de mes. Prueba de ello es el mandato del vicario don Nicolás Martínez de Tejada durante su visita de 31 de julio de 1601: “… continuando la visita delas ylesias y Cofradias del dho Lugar visito la Cofradia del Sanctimº sacramento questa en la yglesia de Santa Cathalina del dho lugar y en ella hallo por mayordomos Salbador Ribero y Diego Hernandez los quales juraron en forma de derecho y prometieron decir verdad para tomar las cuentas de todo el dho tpo [dicho tiempo] que avian sido mayordomos”. Sobre esta fiesta del Corpus que el licenciado mandó celebrar en las tres ermitas, un domingo en cada sitio, los distintos párrocos o capellanes debían asistir a las celebraciones con sobrepelliz, túnica blanca que vestían los clérigos en lugar del alba. El nombre deriva de que usaban tal prenda encima de las pieles o pellizas (de ahí “sobre-pelliza”, sobrepelliz) con que se abrigaban en tiempo de invierno. Durante siglos, la celebración del Cor- Alfombras del Corpus Christi en Tacoronte en los años noventa. pus se venía haciendo en el interior de las iglesias con procesión claustral, hasta que, avanzado el siglo XIX, se abre al exterior y se populariza, circunstancia que hace a la tradición más significativa con la participación del vecindario en la utilización de flores y otros productos naturales para adornar el paso de la procesión. La costumbre trasciende y con el paso del tiempo las calles se convierten en senderos ataviados que rezuman un ambiente activo y agradable, sin que se pierda la esencia cristiana en el escenario formado por un bonito caleidoscopio floral y colorista. A ras de calle, la suma de diferentes ideas y perspectivas conducen a una finalidad común, producto de labores personales, simples y peculiares acorde con el objetivo que se persigue. Familias y vecinos arracimados conforman un cuadro humano dinámico y pintoresco en el camino de las acacias (antiguo Camino Nuevo, hoy Teobaldo Power) entoldado de refrescante sombra, a veces bajo la sutil amenaza de nubes perezosas que pueden traer llovizna. Ocurrió el año pasado cuando, culminado el trabajo de alfombrado, el Santísimo no pudo procesionar debido a la inesperada lluvia. El monumento y la comitiva tuvieron que detenerse en el interior de la iglesia de Santa Catalina antes de salir por la puerta traviesa norte del templo. No se recuerda que alguna vez saliera la procesión por esta puerta. No es nada raro que en el preludio del verano se encapote el cielo y llueva inesperadamente, lo que desluce el trabajo de las alfombras. Por un día, ese pequeño mundo que es el pueblo, hace valer un encanto especial del lugar, reviviendo la tradición y haciendo cercana la historia con otros protagonistas, expresando su efímero arte en homenaje sincero, próximo y natural hacia lo más profundo: el Cuerpo de Cristo. Pues, sobre todo lo demás, la misa solemne y la procesión son los actos que tocan el alma de cada cual. La fiesta del Corpus es un reclamo para imbuirse del espíritu más tradicional de la ciudad, en el triángulo histórico donde nació el pueblo hace más de cinco siglos: Santa Catalina, El Calvario, plaza del Cristo. Un paisaje singular lo conforma el Camino Nuevo, trazado en el siglo XVIII para unir las dos iglesias. En él se despliega la frondosa pérgola de acacias por la que se cuelan los rayos del sol entre el ramaje, cosa que agradecen los alfombristas, encorvados sobre sus dibujos. A media tarde retorna la quietud con el trabajo concluido a la espera del paso procesional. El ceremonial concluye sobre el gran tapiz de la plaza, en el descanso que se corona del manifestador para exponer el Santísimo a la adoración de los fieles, consiguiente plática del orador y bendición solemne. Culmina la fiesta cuando las últimas luces de la tarde se funden con el ocaso que anuncia un nuevo amanecer, mientras que el sendero alfombrado se vuelve masa irreconocible y en el ambiente se siente la satisfacción del compromiso cumplido. 28 jueves, 30 de mayo de 2013, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 879 ¿EN QUÉ PUEDE AYUDAR UN PSICÓLOGO EN LA EMPRESA? Seleccionar al personal, mantener un buen ambiente laboral y guiar y evaluar a los empleados son algunas de sus funciones Texto: Raquel González Casanova, psicóloga colegiada T-2147 Álvaro Cabrera Suárez, psicólogo T-2378 C uando hablamos de profesional de la psicología, lo primero que se nos viene a la cabeza es un experto que ayuda a enfocar a las personas cuando tienen algún bache en su vida, o el que las trata cuando sufren alguna afectación en su salud mental. Dicho de otra manera, sabemos que es un profesional que estudia y trata el comportamiento humano, tanto a nivel individual como en las relaciones con otros. Pero más allá de su papel clínico, el profesional de la Psicología puede desempeñar muchas otras funciones, por ejemplo, las que puede llevar a cabo dentro de una organización. Pensemos en ello: ¿quién mejor que este profesional del comportamiento para trabajar en un lugar donde hay tantas interacciones como en una empresa? Selección de personal Cuando hace falta alguien para cubrir un puesto en una empresa, el profesional de la Psicología analiza las competencias que requiere el puesto, ya sean los conocimientos y habilidades o la personalidad que encaje mejor en la empresa o en el grupo al que se va a incorporar el candidato. Este proceso se lleva a cabo con diversas técnicas que el psicólogo escoge en función del proceso selectivo a desarrollar. Entre otras, se encuentran: el análisis del puesto de trabajo, de la tarea o la realización de entrevistas personalizadas. Todo ello tiene como finalidad filtrar y tomar la mejor decisión a la hora de seleccionar un candidato. Un mal trabajo de selección puede traducirse en tener que repetir una y otra vez un proceso que cuesta tiempo y dinero a la empresa. Este proceso no se basa sólo en la selección, sino también en la realización de la correcta acogida, una vez seleccionado el candidato, en la que se invierte tiempo y dinero y esfuerzo para que el recién llegado se adapte el puesto. En muchas empresas dicha selección es realizada por personal que ha demostrado valía dentro de la organización, pero que no está formado para realizar una adecuada selección. Estos profesionales pueden intervenir en el proceso de selección asesorando al psicólogo desde su conocimiento de la tarea y/o área de competencia, pero dejarlos por completo a cargo de la selección puede ser un riesgo para la empresa. Las consecuencias de la selección de un perfil inadecuado pueden ir desde un trato no adecuado a los clientes a una pérdida de productividad o a la aparición de fallos de contabilidad, entre otros. El profesional de la Psicología pone en contacto al candidato con los objetivos individuales que se esperan de él, la forma en que se le va a evaluar y la normativa interna de la organización. Calidad de vida laboral Cuando existe un problema de comunicación entre compañeros, mandos intermedios y/o superiores, o no están claras las funciones de cada uno, se producen falta de fluidez en el trabajo, fallos, conflictos y estrés. Por todo ello, el psicólogo, dentro de la organización, trabaja estudiando las causas que están originando estas situaciones, para establecer criterios de actuación y así conseguir que exista un buen clima laboral. Por otra parte, elabora el plan de prevención, detección e intervención dentro de la empresa para actuar frente a un posible síndrome de “burn out” o del quemado, en el cual el profesional siente un agotamiento emocional, valora negativamente su trabajo y a sí mis- mo, lo que afecta a su habilidad en la realización del trabajo y al tipo de relaciones que establece con las personas a las que da servicio. También el psicólogo estudia, elabora y establece planes frente al acoso laboral o “mobbing”, el cual, si no se interviene de forma rápida, puede dar lugar, entre otras cosas, a pérdida de personal valioso para la empresa, un mal ambiente de trabajo, que decaigan la motivación y la creatividad, e incluso gastos derivados de litigios. Para este último caso, y para otras situaciones, se crea un sistema de normas y reglamentos disciplinarios dentro de la empresa. A la hora de la promoción y el desarrollo profesional en la empresa, se estudian, proponen e imparten planes de formación y motivación, y además se establecen medidas de control de asistencia y evaluación de los empleados. Una correcta evaluación del desempeño por parte del trabajador nos permite detectar rápidamente si se está produciendo alguna irregularidad que haya que corregirse o logros y avances que podrán ser tenidos en cuenta para hacer carrera dentro de la organización. En este aspecto, el psicólogo también guía al empleado por las distintas fases y requerimientos para avanzar en su carrera. A nivel administrativo El psicólogo laboral establece reuniones periódicas con los sindicatos para conocer los diferentes problemas de los trabajadores y solucionar así todas aquellas reclamaciones que van surgiendo en la empresa, además de la negociación colectiva. Por otra parte, lleva un control del presupuesto de personal, mantiene contacto con los organismos competentes en materia laboral, está al día en los aspectos legales y laborales y participa en todas aquellas comisiones necesarias para favorecer el buen clima laboral (salud laboral, calidad, estrategias de comunicación, etc.). Todo esto hace que sea el perfecto intermediario entre la empresa, los sindicatos y los trabajadores. En conclusión, pasamos gran parte de nuestra vida dentro de las empresas. En ellas nos relacionamos, trabajamos y nos desarrollamos como profesionales. Es un ambiente cambiante, tanto por los distintos flujos de trabajo y de personal como por la influencia directa y recíproca entre lo que pasa fuera de la empresa (familia, economía, política, etc.) y lo que pasa dentro. La importancia del profesional de la psicología en la empresa radica en gestionar los procesos que se suceden diariamente en las plantillas para conseguir una estabilidad necesaria que permita el buen funcionamiento de la misma.