CAPÍTULO I COLÁN PREHISPÁNICO CAPÍTULO II COLÁN HISPÁNICO LOS CAMINOS EN LAS ORDENANZAS DE 1588 LA IGLESIA DE COLÁN: TESTIMONIOS SINGUILARES UBICACIÓN GEOGRÁFICA DEL CURACAZGO DE COLÁN TESTAMENTO DE DON LUCAS DE COLÁN: Curaca en 1622. COLÁN EN LA VISIÓN DE LOS VIAJEROS CATÁLOGO SOBRE PATRIMONIO DOCUMENTAL CAPÍTULO III COLÁN FRENTE A LA INDEPENDENCIA LIBRO DE ELECCIONES DE SAN LUCAS DE COLÁN EL VALIOSO LIBRO COLANERO PAITA Y COLÁN OBSERVADOS EN EL SIGLO XIX COLÁN TIERRA DE AGRICULTORES CAPÍTULO IV CENTENARIO DE PUEBLO NUEVO DE COLÁN DOCUMENTOS SOBRE PUEBLO NUEVO DE COLÁN PRIMEROS REGISTROS CIVILES DE PUEBLO NUEVO RELACIÓN DE DOCUMENTOS OFICIALES DOCUMENTOS DE CARÁCTER AGROPECUARIO CAPÍTULO V LA MUNICIPALIDAD DE PUEBLO NUEVO COLÁN EN LOS REGISTROS NOTARIALES LA COMUNIDAD CAMPESINA DE COLÁN LA IGLESIA DE PUEBLO NUEVO CAPÍTULO VI DOCUMENTOS CAPÍTULO I COLÁN PREHISPÁNICO Ha quedado plenamente demostrado a través de la ciencia arqueológica que el asiento geográfico que abarca el hoy distrito de Colán, con su capital Pueblo Nuevo, dentro de la provincia de Paita, tienen origen ancestral y participaron en forma efectiva y personal en el desarrollo social de la región, pues en este medio terrenal se estableció la cultura Tallán que preservó costumbres aún entrada la conquista española y se mantuvo durante la colonia, llegando hasta la república. Aún quedan rezagos de la organización prehispánica que se trata de rescatar para mantener vigente nuestro pretérito como claro mensaje que nos alimenta hoy a fin de proyectar el futuro que esperan nuestros descendientes. A través de este capítulo queremos contribuir, desde nuestro punto de vista, a difundir básicamente en las Instituciones Educativas del Distrito de Colán y si fuera posible en la Provincia de Paita, a fin de que los educandos tengan breve referencia sobre nuestro antepasado prehispánico, específicamente sobre la organización Tallán. Notable es la opinión sobre evidencias arqueológicas de Colán en su etapa prehispánica, basada en el estudio que hizo David H. Kelly. Dice así: “Período Colán: El yacimiento tipo es COLÁN NORTE 1, hay claramente una ocupación de este período en San Pedro Norte A 17b. La Alfarería más típica es una cerámica gruesa pulida a menudo con engobe anaranjado. La decoración más típica es un filete apliqué sencillo que divide una zona de engobe rojo de una zona con engobe blanco. No se ha encontrado ningún fragmento de cerámica incisa en Colán Norte 1, y solo una en San Pedro Norte A 17b, en estos dos lugares encontramos fragmentos de vasijas con puntos blancos en una superficie interior pintada de rojo. Los filetes usados para separar o marcar la separación de la zona pintada de rojo, de la de blanco, se encuentran también en la Tortuga en alfarería muy similar y claramente pertenecen de una manera general a este período. Un fragmento inciso de la Tortuga, puede pertenecer a un diferente período de tiempo, o reflejar la rara presencia de incisión en el período Colán. Es posible que sólo indique una ligera diferencia temporal para el yacimiento como un todo del yacimiento Colán. No se ha analizado todavía un foso de prueba en Colán Norte 1, pero no ha revelado la presencia de ninguna de las culturas reconocidas en la fecha, o desde entonces, si bien los análisis probablemente harán posible que el período Colán se desdoble en dos subdivisiones. La diferencia mayor entre estos yacimientos y un rasgo que alinea Colán con el período San Pedro, es la gran frecuencia de artefactos en piedra bruta de Colán Norte 1. Estos son generalmente núcleos poco trabajados de uso muy incierto, cantos rodados bastante grandes, rotos a manera de dejar un bordo cortante o para raspar o centros de cuarzo golpeados en los terminales. Colán 1, es un grupo de más de 20 montículos de conchas, (conchales) situados en los bordes de una antigua (pero geológicamente reciente) laguna y la subsistencia debe haber sido debido a la pesca, ya que parece haber tenido un mayor énfasis en la pesca de conchas” (1). Creo es el mejor lugar para consignar que en el mapa político de la República de Panamá dentro de la Geografía correspondiente a LOS SANTOS, Península de Azuero, Océano Pacífico, existe un asentamiento denominado COLÁN que está rodeado, de izquierda a derecha, por los lugares siguientes: Bajo Corral, Arana, El Robillo, PUEBLO NUEVO, La Piñuela, Los Cabimos, El coro, La Sabaneta (2). NOTA.(1)San Lucas de Colán; Informe del INC Piura, Págs. 10/11. (2)Encarta Microsoft, año 2005. I. ORIGEN DE LA CULTURA TALLÁN.Dos teorías se discuten alrededor del origen de esta cultura piurana y son las mismas que se aplican a la cultura peruana. La primera referida a su importación y la segunda a su origen andino. La fuente escrita que nos permite abonar la procedencia andina está en Miscelánea Antártica, de Cabello Balboa, cuya cita a la letra dice: "...tienen diferentes opiniones en su origen... muchos padres de familias se pusieron (a imitación de sus antepasados) en camino para ser los primeros en los Valles y tierras, que pudiesen descubrir, y ANSI fueron bajando (con el favor de las aguas, y vientos Cures) en balsas, y canoas muchas gentes repulsas, y arrojadas de sus mismas, y naturales tierras por la estrechaza en que hacían venir los muchos hijos que procreaba ya dejamos dicho como estos llanos comienzan a mostrarse intratables desde la tierra de Tumbes, y por aquella parte ya estaban pobladas de gentes bajadas de la Sierra...", Págs. 326/27. Podría ser la presencia de avanzadas Wari en la serranía piurana ocurrida a finales del Intermedio Temprano que obligaron a los Tallanes a buscar su tranquilidad y bienestar social en la costa, ubicándose por estos predios. También es verdad que además de la presencia de gente serrana en la costa otros grupos usando sus rústicas embarcaciones llegaron a estos predios por la vía marítima y se establecieron formando sus curacazgos, verbigracia de Sechura. Carlos Robles Rasura tiene escrito que los fundadores de la cultura Tallán y sus dinastías llegaron procedentes del sur a las costas piuranas: "...dirigidos por los caudillos Mec Non y Ñari Guala quienes tras explorar la región, se asentaron en la extensa zona de Catacaos hacia el sur. Ambos dirigentes de los hombres de mar eran más que guerreros agricultores, conocían profundamente el arte de cultivar la tierra, manejaban admirablemente la talla (pala) por lo que los naturales a los que se impusieron les llamaron Tallanes, es decir, maestros en el arte de cultivar la tierra", El Tiempo del 21.03.1976, Pág. 8. Consignamos la bien concebida y sólida opinión de Juan José Vega, quien sobre el origen de los Tallanes ha escrito: "Todo indica un origen costeño para los Tallanes, pero no faltó crónica como la de Miguel Cabello Balboa que habló de una remota procedencia andina", pág. 287, Pizarro en Piura. Conforme lo tienen establecido las tradiciones orales el origen de los Tallanes se ha dado por dos rutas de la época y por ende importante. Es decir, tanto por la sierra como también por la costa. Esta situación determina la diversidad étnica y la afinidad dialectal entre los curacazgos de acuerdo a la zona de acercamiento geográfico. Las connotaciones religiosas muy diversas abonan esta propuesta respecto al origen del poblador Tallán. II.ÁMBITO TEMPORAL Y ESPACIAL.Los Tallanes conformaron una de las naciones más importantes de la costa norte del Perú Antiguo, ubicándose en el tiempo durante el Período Intermedio Tardío, hacia los años 900 ó 1,000 después de Cristo, como núcleo cultural de esta región, finando su existencia con la llegada de los españoles en 1532. La nación Tallán, lo tiene aseverado Juan José Vega, "estuvo conformada por una diversidad de grupos étnicos, con originales dialectos y costumbres". Insistimos que nuestros Tallanes estaban dedicados a un quehacer laboral orientado a la integración de una estructura jerárquica del poder. El ámbito geográfico de la cultura que nos ocupa abarcó por el Norte desde Manta, actual república del Ecuador; por el Sur hasta Olmos y Mórrope, hoy territorio comprendido en el Departamento de Lambayeque; por el Este con la cresta andina cuyas área cultural era dominada por los Huayacuntus y por el Oeste con el mar Pacífico. Entre nosotros se incorporan en la nación Tallán a Catacaos, Sechura, Paita, Colán, Amotape, Marcavelica, Poechos, Pariñas, entre otros poblados. Una reciente prospección arqueológica sobre el Pueblo de Colán nos entrega interesante información, pues el INC Piura, al informar sobre San Lucas de Colán, expone: “El poblamiento de esta parte de nuestro territorio se remonta a épocas muy antiguas (prehispánicas), la ubicación del poblado cerca de una fuente inagotable de recursos así lo demuestra, el mar constituye para los primeros pobladores colanes la base de subsistencia, lo que más tarde pasaría a representar la materia prima para la realización de actividades comerciales, con otras partes del país”. “Los antiguos pobladores, dedicados especialmente a las actividades de la pesca, alcanzaron un alto grado de especialización, la gran cantidad de conchales existentes así como las continuas capas de escamas son un dato válido para tal afirmación. Además de la pesca una actividad complementaria fue la agricultura. La actividad comercial se realizó para alcanzar productos de otros pisos ecológicos y fundamentalmente para obtener objetos suntuosos de todo tipo, como metales, piedras preciosas, fibra textil y cerámica fina”, Pág. 19. III.ORGANIZACIÓN POLÍTICO-SOCIAL.El régimen Tallán alcanzó una organización civilizada con su aparato político-social encargado del gobierno de la nación, que tuvo muchos curacazgos y Colán fue uno de ellos. Nuestros Tallanes, conforme a las existentes naciones prehispánicas del Intermedio Tardío, establecieron su organización política a través de un sistema de gobierno sustentado en el linaje que privilegió a los herederos de los linajudos para ocupar los curacazgos vacos existentes en valles de la costa y pueblos del litoral piurano. Se tiene dicho que los curacazgos mantenían entre sí una sólida unidad cultural que los llevó a conformar una Organización Regional que se mantuvo firme y fuerte en sus dominios que no sólo fueron en esta costa norteña sino que se extendieron a los predios andinos. La organización política abarcó dos sectores conformados por la elite gobernante curacal: 1) curacas, sacerdotes y principales en línea jerárquica; y, 2) la clase dominada constituida por el pueblo en su conjunto. La nación Tallán tuvo un alto desarrollo social. Los curacazgos y parcialidades eran órganos de gobierno que permitían una ágil política social comunitaria. IV. ASPECTOS ECONÓMICOS.Diversificadas y múltiples fueron los aspectos determinantes que marcaron con tinta indeleble la economía Tallán, sustentada en la agricultura ganando tierra al desierto y aprovechando las aguas de sus ríos para cultivar la gleba. Las fuentes de producción estuvieron presentes en diferentes actividades económicas tales como la agricultura, ganadería, pesca, comercio, entre otras. Hay concierto de opiniones que nos permite aseverar que los Tallanes mediante el conocimiento de las técnicas hidráulicas dominaron la agricultura que se convirtió en la actividad principal del sustento de toda su población quedando aún excedente que se comercializaba con los pueblos vecinos. Al respecto es oportuno evocar al cronógrafo Miguel de Estete en sus acertadas apreciaciones sobre el particular. Veamos la cita: "Riegan la tierra con ellos y hay grandes llanuras y arboledas y frutales de diversas maneras; dan fruto dos veces al año, por que el sol es siempre de una manera y el agua por el pie nunca falta, la tierra nunca se cansa de producir". Existen rezagos de los canales de regadío que fueron construidos por nuestros antepasados a tajo abierto en la tierra, a modo de zanjas. Su origen de estos canales está a lo largo de los ríos Tumbes, Chira y Piura; se prolongaban a los campos de cultivo para conducir el líquido elemento e irrigar la tierra. Para la construcción de los canales y el cultivo de las tierras utilizaron sus propias herramientas y dentro de ellas la chahuana, lampa y huapalá. Siendo su fuerte el laboreo de la tierra aprovecharon la frontera agrícola compuesta en su mayor parte por tierras calientes. Frente a la escasez de agua se imponen a la naturaleza mediante la construcción de canales de regadío, como ya dijimos, los mismos que les permitió conducir el agua a los diferentes predios campesinos y en esta forma inteligente fomentar el cultivo de la gleba para convertir a la agricultura en un productivo quehacer económico. Insistimos que merced a las técnicas hidráulicas la agricultura creció en términos económicos. Para cubrir las necesidades primarias cultivaron el maíz utilizado en la alimentación popular así como el algodón que fue empleado en la confección de ropa para la población Tallán. El renglón de las frutas fue magnífico, destacándose guanábanas, guayabas, paltas, pepinos, lúcumas, etc. Abastecieron el consumo local. La ganadería en los Tallanes permitió no sólo la presencia de ganado apto para el transporte de carga sino además para aprovechar su carne en el consumo doméstico. Dentro de los auquénidos que alentó el rubro ganadero está la llama, de notoria existencia en la región Tallán. Destacada actividad productiva fue la pesca que se realizó en Sechura, Paita y Colán. Las especies marinas nutrieron la mesa del gran pueblo. Es bueno remarcar que el pescado, de preferencia el tollo, para comercializarlo en otros lugares fue previamente salado a fin de garantizar una larga conservación. En el proceso económico Tallán se advierte la presencia del trueque. Fue un medio efectivo y eficaz para el intercambio de productos tanto a escala local cuanto en la esfera de la exportación. V. LOS CACIQUES.Partimos de la premisa que la organización Tallán fue una nación, mas no un estado. Juan José Vega ha indicado que no hubo estado por cuanto "en el territorio que ocuparon los tallares coexistieron varios curacazgos locales, independientes. Aliados unas veces, en otras ocasiones se vieron enfrentados en guerras intestinas. Eran como ciudades-estado". Pese a su identificación nacional, los tallares no alcanzaron a formar una entidad regional", Pág. 290, Pizarro en Piura. Los tallanes, como nación, dentro de su sistema de gobierno político-militar tuvieron sus autoridades que se encargaron de la organización y dirección de sus dominios en esta región. Dentro de las diferentes provincias o pueblos del territorio Tallán los gobernantes tanto en el aspecto administrativo como castrense recibieron el nombre de cacique. La voz cacique es de origen mexicano y parece que los españoles conquistadores la oyeron por primera vez en las islas de Barlovento. El cacique fue un hombre principal, ilustre, esclarecido en nobleza, indígena de calidad. Fue además señor de vasallos y superior en la provincia o pueblo de autóctonos. Durante el año 1532 que Pizarro, con su hueste perulera, llegó a estos llanos verificó que el Tahuantinsuyo estaba dividido en cuatro regiones cada una de ellas administrada por un gobernador o humus que detentaba toda la autoridad. Por lo tanto el caciquismo en nuestro incario fue un sistema político inspirado exclusivamente en la voluntad del cacique. De otro lado el caciquismo como incontrovertible institución del Imperio del Sol, con advenimiento del conquistador, se prolongó a la colonia. La administración colonial para evitar que los caciques abusando de su autoridad recargasen a los indios con tributos y obligaciones, se excediesen en los servicios y vasallaje de los naturales, dictó una serie de normas jurídicas contenidas en la legislación indiana con el ánimo de proteger a los nativos. Hasta la fundación de San Miguel del Villar, en el actual asiento que ocupa la ciudad de Piura, ocurrida el 15 de Agosto de 1588, conservó sus cacicazgos establecidos entre Jayanca y Tumbes y desde la Punta Aguja hasta Paita. Dentro de la colonia en pleno siglo XVI se ubican las reducciones de indios de Colán, Guaura, Camacho y Bitonera. Cuando el recordado historiador Rafael Laredo preparó su obra Bocetos para la Nueva Historia del Perú, se hizo una relación casi completa de los cacicazgos que existieron en Piura durante los primeros años de la colonia española. Los caciques generalmente llevaron el nombre del lugar donde ejercieron sus funciones; el cargo fue hereditario de padres a hijos y así sucesivamente. Ahora tenemos al cacique de Puianca, que se desempeñó en Jayanca (actual Departamento de Lambayeque), el cacique de Centroilico, comprensión de Penachí en el mismo Departamento; el cacique Copéz cuyo campo de acción fue el sector de Tabaconas (entre Jaén y Huancabamba); el cacique de Serrán con dominio en el lugar del mismo nombre que hoy abarca la provincia de Morropón; después tenemos al cacique de Moscalá con 300 aborígenes encomendados; el de Pabur con radio de operaciones en el Alto Piura. Sigue el cacique de Chumala, encomendado con 100 indios tributarios de Xibraque, Picol, Malatacos y Comboco, con asiento en la sierra piurana. También está la Apullana del valle de Catacedos; el cacique Conchira con jurisdicción en Punta de Aguja; caciques Tanguacila, Xinaba, Motaxe, Colana en el valle del Chira. Otros caciques son: Chirma, Cocolan (Colán), la Apullana de Poechos, Tumbez, Pariña y el principal de Máncora. Esteban Puig, en su Breve Diccionario Folklórico Piurano considera a los curacas tallanes Colanacho, Conchira, Copez, Cotoy, Chira, Chumala, Drinacan, Guantanguador, Guiaya, Llansahuanga, Mec Non, Pavor, Quinquepe, Silpela, Tinguivia, Yapan, Págs. 245/ 246. Luego encontramos a los caciques de Ibarco (llamado Caibaco o Ayabaca); Cajas, Guancabamba, Guamian, Tomapara, Arocama, Unlliguamba, Quinquepe, ubicados en nuestra extensa serranía. Colanoche, Cochimacan, Iballe, Colineque son nombres de caciques piuranos. Finalmente tenemos los principales de Máncora, Cosegra, Olmos, Cantallicoia, Sexillo, Menonque, Paita, Lisilla. Podrán apreciar que los nombres al ser escritos por los españoles sufrieron alteraciones por cuestiones fonéticas, quedando adulterada su originalidad. Esteban Puig en su reciente trabajo que titula Breve Diccionario Piurano, inserta una relación de los caciques de la región que hemos creído conveniente presentarla dentro de este comentario. La relación por orden alfabética es la siguiente: Almotaxe, Colanacho, Conchira, Cotón, Copez, Cotoy, Chirma, Chumala, Chusís, Drinacán, Guantanguador, Guaya, Iballe, Ibarco, Lachira, Llacsahuanga, Maizabilca, Mec-Non, Napica, Sabor, Quinquepe, Serquén, Sique, Sulpela, Tangarará, Tinguivia, Yapán, Zarrán o Serrán. No podemos dejar de registrar un acto propio de la administración colonial en relación con los caciques piuranos de 1575. Un vetusto manuscrito que preserva el Archivo Regional de Piura nos prueba que el autor de la reedificación de San Miguel del Villar, Juan de Cadalzo Salazar, Capitán, Visitador de estos llanos por su majestad, de profundo espíritu religioso, acrisolados principios de moral cristiana, que instaló en el Perú "la devoción del Santo Cristo de Burgos", con fecha 7 de Setiembre de 1588, veintitrés días después de haber cumplido con el mandamiento de don Fernando de Torres y Portugal, Conde del Villar, puso de manifiesto su loable gesto de justicia mediante sentencia dictada a favor de don Pablo de la Chira, cacique de la encomienda del vecino español Francisco Cornejo, ordenando a los Caciques, Alcaldes Ordinarios y demás indios del pueblo de Catacaos, no se metan en los predios del nombrado don Pablo, denominados Cucumuer y Orotilán, que tienen acequias para labrarlos y cultivarlos en su condición de legítimo dueño. Según propio testimonio de don Pablo de la Chira, incuestionable descendiente del curaca Tallán que se levantó contra la expedición conquistadora, por el año 1575 abandonó su cacicazgo que tuvo en el valle chirense para instalarse con sus indios reducidos en Cucumuer y dedicarse a sus ancestrales faenas agrícolas, las que se veían limitadas por la intromisión abusiva del colonizador español. Advertimos que el espíritu justo del Capitán Cadalzo Salazar permitió que, con su oportuna administración de justicia, se reivindicara el derecho de Pablo de la Chira que había sido conculcado por la codicia y el abuso muy propio y común del sistema colonial establecido en estos llanos. Este documento excepcional en su género para la historia de Piura, clara y meridianamente nos informa que nuestro indio desde los inicios de la conquista a la que se sometió, hace más de 470 años, ha sido protagonista de su genuina tragedia. Tragedia que se resume en la permanente perturbación de la tenencia y conducción de la gleba que cuidó y cultivó con esmero y pasión desde tiempos inmemoriales por que ella fue, como hasta ahora lo es, fuente de su subsistencia y base de su bienestar social, económico y político. Drama que se patentiza en la invasión que dio nacimiento a la hacienda feudal y al indio propietario lo convirtió en esclavo de su problema que hasta hoy sigue esperando una perentoria solución económica y social. Difundir los nombres de los gobernantes de la Piura antigua equivale a revalorar la herencia de nuestros ancestros prehispánicos que, pese a la vigencia de la dominación castellana, mantuvieron su genuina forma de gobierno en estos llanos del Perú. VI. LAS CAPULLANAS.José Albán Ramos tiene escrito que "algunos investigadores entre ellos el piurano Héctor Cevallos Saavedra, han puesto en duda la existencia histórica de estas mujeres gobernantes o curacas; todo conduce a creer que si existieron y que el gobierno matriarcal fue una realidad entre los Tallanes o cuando menos y esto sería muy significativo, no negaban a la mujer su oportunidad de acceder al poder", pág. 35, Recuento Histórico Cultural del Departamento de Piura. Ahora pasamos al cronista conventual y religioso Reginaldo Lizárraga quien nos informa que el territorio piurano antes de la llegada de los españoles lo gobernaban "las mujeres, a quienes los nuestros llamaban capullanas, por el vestido que traen y traían a manera de capuces con que se cubren desde la garganta hasta los pies, i el día de hoy casi en todos los llanos usan las indias este vestido; unas les ceñían por la cintura otras la traen en banda. Estas capullanas que eran las señoras, en su infidelidad se casaban las veces que querían, por que no contentándolas el marido lo desechaban y casábanse con otro. El día de la boda el marido escogido se sentaba junto a la señora y se hacía la gran fiesta y borrachera; el desechado se hallaba allí, pero arrinconado, sentado en el suelo, llorando su desventura sin que nadie le diese una sed de agua. Los novios con gran alegría, haciendo burla del pobre". Germán Leguía se hace presente sobre las capullanas anunciando: "Tales cacicas eran nombradas capullanas o sayapullas. La de que hablamos era la Capullana Pariñas. Concordando las varias relaciones de los historiadores de Indias, se viene en la consecuencia de que fue esta Capullana de Pariñas la segunda de las princesas o sayapullas que, al regreso del Santa, dieron a Pizarro bondadoso hospedaje en la costa del Perú, y la misma, sin duda, que confió al caudillo español, para que en adelante le sirviesen de intérpretes a los indiezuelos Martín y Felipe...", pág. 164, Diccionario Geográfico, Histórico, Estadístico, etc. Volumen I. Interesante descripción de las apullanas o capullanas nos entrega el cronógrafo Antonio Vásquez (1629). Dice así: "Se visten con un saco grande de algodón negro las graves, o cacicas les arrastra una vara de cola por que tienen en aquello su autoridad". Una visión somera de nuestros Tallanes no puede dejar de considerar a las capullanas, definidas por Esteban Puig de la siguiente manera: "Mujeres, jefas norteñas que ejercían la autoridad tanto social como política. Usaban hermosos vestidos con faldas largas y elegantes, que arrastraban, ostentosamente, por la arena", Págs. 50/51, Breve Diccionario Folklórico Piurano. Para ratificar su aserto Esteban Puig registra una cita de Santa Clara del tenor siguiente: "Traían los cabellos sueltos por las espaldas sin trenzarlos y ponerse por aceites un poco bermellón o de almagre pintándose la cara de mil maneras". Ha investigado Reinaldo Moya Espinosa que las cacicas "... existían en algunos lugares de la costa ecuatoriana y de la costa norte del Perú, sobre todo en el Departamento de Piura y en menor grado en Lambayeque. Se les llamaba también sapullanas, o sallapuyas o sallapullas, pero los españoles les dieron el nombre de capullanas, por el ropaje que usaban y que las distinguían de las demás mujeres tallanas", Pág.95, Historia PRE-Hispánica de la región Grau. Dejamos constancia que la particularidad social Tallán está en que la mujer tuvo presencia en la vida política de la nación bajo sus dominios, contribuyendo de alguna manera al desarrollo social y económico, de sus curacazgos. Huelgan razones por las cuales las mujeres asumieron el mando del curacazgo. Podemos indicar las siguientes: 1) Por la falta de hijo varón en la sucesión dinástica; 2) Por la ausencia de hombre en edad de gobernar dentro de la sucesión; 3) Por la mortandad de hombres aptos y fuertes durante las guerras; y, por la resistencia ante la conquista inca. Dentro de la sociedad Tallán, Jacobo Cruz Villegas nos ayuda a solucionar lo relacionado al problema sucesorio cuando el cacique no tenía hijo hombre. Leámoslo: "El Señorío se extiende y por razón lógica que impone la política territorial, se crean nuevos curacazgos, cuyo jefe al morir, lega autoridad y da parte de bienes a su hijo mayor. No todos los curacas que gobiernan la nación Tallán, tienen herederos varones; pues, algunos sólo llegan a tener hijas mujeres, fenómeno social que obliga al curaca a designar a la que considera capaz de reemplazarlo en el gobierno del curacazgo", Pág. 40, Catac Caos. Transitorio fue el gobierno de las mujeres. No hubo sucesión de mujeres en el poder toda vez que la dicha sucesión no fue matrilineal, sino que estuvo alternada con el sistema patriarcal de los curacas. Las capullanas fueron curacas de sexo femenino. No sólo existieron en la costa sino también en la sierra, donde cumplieron un papel importante en el gobierno de sus curacazgos norte-andinos. Relevante es consignar que las evidencias arqueológicas, etnohistóricas tempranas y tardías, dan fe de la existencia de gobernantes mujeres. Germán Leguía y Martínez nos entrega excepcional información afirmando la existencia de un cementerio de capullanas que se descubrió en los cerros de Amotape. Oswaldo Fernández Villegas ha publicado una Relación de Capullanas que gobernaron durante los Siglos XVI al XVIII en los curacazgos de Muñuela, Simbilá, Puyuntalá, Sóndor, Sechura, Colán, Menón, Sócola, Narihualá, Ayabaca, Motupe, Huancabamba, Mecache, Catacaos, Paita, Copiz, valle del Chira, Mechato y Cucungará. En el tiempo registra que gobernaron en las finales de la época prehispánica y durante la colonia hasta 1781. Acciones y decisiones de los gobernantes Tallanes obligan a consignar su presencia dentro de la historia de la etnia que nos ocupa y sobre todo a destacar la participación de la mujer piurana en la antigüedad que a no dudarlo es de mucho interés difundir. VII. ARQUITECTURA TALLÁN.El distinguido historiador de la conquista José Antonio del Busto Duthurburu en cuanto al tópico tratado ha sentenciado: "Sobre la arquitectura hay que guardar muchas reservas a pesar de que Tumbes era una gran ciudad de murallas y torreones almenados, Templo del Sol y Acllahuasi, Palacio del Curaca y una hermosa fortaleza (que fue la admiración de los soldados españoles), también plazas y alamedas con aves multicolores, esta reserva obedece a que igual que en Poechos, Caxas y Huancabamba, los edificios fueron en gran parte construidos por los Incas. Otros centros urbanos parecen haberlo sido Chusís, Chulucanas y Aypate, este último en la sierra". Nuestros Tallanes fueron grandes constructores de edificaciones urbanas. Utilizaron el adobe. Sus construcciones se levantaron en diversos lugares del valle, hecho que lleva a pensar que los nativos piuranos vivieron dispersos y siempre cerca de la tierra que cultivó con pericia. Los conquistadores hispanos encontraron templos dedicados a sus afanes religiosos, residencias suntuosas de los jerarcas y cuarteles para los guerreros. Singular muestra de la arquitectura monumental Tallán hallamos en la fortaleza de Narihualá que en verdad fue un importante centro cultista - administrativo Tallán. La fortaleza está ubicada en las cercanías de la ciudad de Catacaos, que en lengua ancestral equivale a “llano grande y exuberante”, en el valle del Bajo Piura. Cieza de León según relata en su Crónica del Perú encontró por estos lares ruinosas habitaciones que habían sido derribadas por el conquistador español en afanosa búsqueda de tesoros. De otro lado, la ciencia de la arquitectura nos demuestra que nuestros ancestros básicamente tuvieron dos tipos de construcciones: 1. La monumental, formada por los templos o huacas, que fueron residencias curacales y edificios para las autoridades que ejercían la administración Tallán. En los monumentos se usaron como materiales de construcción el adobe para levantar anchos muros unidos con argamasa. En su conjunto formaban recintos o cuartos rectangulares. Se trabajaron por los constructores Tallanes con mucha técnica y arquitectura de la época presentando las obras visible orden y belleza arquitectónica. Algunos monumentos contaban con oficinas administrativas y además con servicios elementales de carácter doméstico. Se han ubicado los ambientes que siguen: cocina, depósitos, salas de audiencia. Generalmente los templos y residencias se construían basándose en terrazas o plataformas artificiales superpuestas, con largas y anchas murallas que se utilizaban como pasajes destinados a la defensa y comunicación. Los recintos internos se comunicaban entre sí, mediante un sistema de pasadizos anchos y angostos, debidamente tarrajeados. Los Tallanes mediante estos edificios tenían un excelente sistema de rampas para agilizar la comunicación en caso de la presencia de enemigos. 2. La popular, que en su totalidad la componía núcleos de viviendas para el pueblo. Su aspecto era rústico con paredes de quincha y se usaban materiales de construcción frágiles. Para protegerse del fuerte calor las viviendas tenían grandes espacios abiertos a fin de propender la ventilación total de la vivienda. Las viviendas del pueblo no mantenían orden alguno y estaban alejadas una de otra, no tenían calles sino pequeños callejones y se ubicaban muy cerca a los templos y recintos suntuosos de los curacas. Tenían techo en forma plana para dar sombra, proteger a los moradores del sol y los fuertes vientos que soplan en esta región y eventualmente de las lluvias. Los núcleos habitacionales fueron ocupados por la gran población Tallán que era la encargada de su edificación. Así mismo existieron viviendas populares alejadas de estos grupos nucleares, las mismas que se levantaron cerca de los campos de cultivo y en las cuales los agricultores pernoctaban para un mejor control y vigilancia de los campos de cultivo. Siendo así la arquitectura prehispánica regional está comprendida dentro de la organización Tallán que gobernó hasta la llegada de los conquistadores españoles al mando de Francisco Pizarro. VIII. RELIGIÓN TALLÁN.Todos los pueblos de la antigüedad han tenido su común denominador en creer y mantener vigente la existencia de un Ser Supremo que gobernó sus inquietudes espirituales y los guió en su desarrollo terrenal. Nuestra sociedad Tallán, como organización civilizada, no estuvo exenta de la concepción de creencias religiosas que las expresaron mediante ritos ceremoniales y rindieron culto a sus dioses. Registra la historia que tuvieron como deidad principal al Dios Walac que lo concibieron como un hombre de cabeza triangular con un solo ojo resplandeciente en la oscuridad. Se dice que Walac tenía en sus manos las riquezas naturales de la región. Su templo principal se ubicó en Narihualá, el mismo que en determinadas épocas se convertía en santuario y lugar obligado de peregrinación para los Tallanes. La dinastía de los Ñari que gobernó la nación Tallán en sus primeros momentos fue la que impuso este Dios. Dentro del artículo "Santuario y Fortaleza de Narihualá" se afirma que los Tallanes: "Creyeron en una divinidad superior. Walac, dios creador y conservador, origen y esencia de todo, y, fin de la existencia. Representaban a Walac como un hombre de cara triangular en la que lucía un sólo ojo que iluminaba con luz resplandeciente la noche haciendo huir las tinieblas", Carlos Robles Rázuri, El Tiempo del 18.07.76, Pág. 8. De otro lado los Tallanes tuvieron varios dioses y para venerarlos edificaron suntuosos templos. Adoraron al Sol y a sus ídolos de piedra, entre ellos Guatán, Piuhrac e imágenes de madera. Entre sus deidades figuran el remolino de viento y el polvo. La presencia de sacerdotes Tallanes vestidos de blanco que guardaban absoluta castidad es una prueba de las creencias religiosas en el pueblo. Dichos sacerdotes fieles a sus creencias encabezaban las procesiones. Su jerarquía religiosa les prohibía consumir ají y sal. Tenemos conocimiento que los sacerdotes fueron dados a sacrilegios cruentos de seres humanos y auquénidos. Tuvieron gran veneración por los muertos así como excesivo respeto por las sepulturas y por la conservación de las tumbas en los cementerios. Reiteradas búsquedas han demostrado que los Tallanes tuvieron sus manifestaciones religiosas y ritos propios de esa época. Francisco de Jerez en su crónica nos informa sobre los sacrificios religiosos de los Tallanes, que él observó mientras hacía de secretario del marqués Francisco Pizarro. Toda sociedad antigua realizó una serie de sacrificios tanto espirituales cuanto materiales a honra de sus dioses a quienes rendían reverente culto. Para realizar sus sacrificios religiosos u ofrendas a sus dioses los Tallanes edificaron sus "mezquitas, que son diferenciadas de las otras casas, cercadas de piedra y tapia, muy bien labradas, asentadas en lo más alto de los pueblos". Hubo además muchas fortalezas cercadas que nuestros antepasados, formados por gente pacífica, construyeron para diversos fines religiosos. Así mismo, el cronista Jerez puntualizó que los Tallanes "sacrifican cada mes a sus propios hijos, y con la sangre dellos, untan las caras a los ídolos y las puertas a las mezquitas, y echan della encima de las sepulturas de los muertos; y de los mesmos de quien hacen sacrificio se dan de voluntad a la muerte, riendo y bailando y cantando, y ellos la piden después que están hartos de beber, antes que les corten las cabezas; también sacrifican ovejas". La familia Tallán, fiel creyente y respetuosa de sus dioses, obedeciendo un mandato supremo puso de manifiesto su credo que fue practicado con toda regularidad. De esta forma nos ha dejado un claro testimonio religioso. IX. C0MERCIO.Los tallanes fueron eximios comerciantes. Dentro de los medios de comunicación que usaron están las vías marítima y terrestre, relacionándose con pueblos vecinos de la costa y sierra, como también del Ecuador, Colombia y de Centro América. Tuvieron tratos comerciales con mercaderes foráneos determinando la prosperidad de esta antigua colectividad piurana en el quehacer comercial. Al respecto nos ilustra Reynaldo Moya quien nos alcanza el dato siguiente: "A diferencia de otros pueblos de la costa, los tallanes no sólo hicieron el comercio por tierra, sino que avanzaron a cruzar largas distancias por mar. En cuanto a su comercio marítimo preincaico, los tallanes lo hicieron de preferencial por el norte con los pueblos ecuatorianos de la costa y se aventuraban hasta las costas colombianas", Págs. 118/19, Historia Prehispánica de la región Piura. Hildebrando Castro Pozo señala que en “la región del Norte practicaron un vivo tráfico en este sentido, ya que las salineras de Zarumilla, Bocapán, Colán, Sechura y Chuper han sido explotadas desde tiempo inmemorial”, Del Ayllu al Cooperativismo Socialista, Pág. 114. Nuestros antepasados utilizaron el trueque en sus transacciones. A propósito sobre trueque, Louis Budín nos da el siguiente concepto: "La moneda sigue las vicisitudes del comercio. En un país puramente socialista desaparece; en un país de "socialismo de Estado" juega un papel de poca importancia. Los modos de cambio anteriores a los incas se perpetuaron; el trueque era lo más frecuente empleado; la moneda - mercancía consistía en pimiento, pescado seco, cobre, algodón, maíz, chuño, plumas de ave, sal y coca; finalmente, la moneda - signo no era despreciada, como lo prueban las numerosas conchas que transportaba la balsa encontrada por el piloto Ruiz... (Conducida por tallanes, agregamos), Págs. 273/74, El Imperio Socialista de los Incas. Los Tallanes ejercieron un abierto intercambio comercial de carácter regional que servía para la adquisición de una serie de objetos utilitarios y ceremoniales que traían de las diversas naciones con la que mercaban su producción. Fue común el intercambio de productos costeños con productos de origen serrano y selvático. De la costa se llevaba pescado seco y salado, conchas, caracoles, sal, algodón, cerámica, metales preciosos (plata y oro), etc., que los truequeaban con minerales, llamas, plumas de aves exóticas, como el Guacamayo, madera de balsa, chonta, entre otros. El comercio terrestre se realizaba con la región serrana por la preferencia que tenían los Tallanes por el cactus San Pedro (Trichocereus panachoi) que lo empleaban los sacerdotes de esta nación en las grandes ceremonias de culto a los dioses. Una serie de rutas daban vida activa al comercio terrestre. Esas rutas permitían la permanente comunicación de los señoríos del litoral con los pueblos de los valles, la sierra y algunas comarcas alejadas de la selva. Estas rutas comerciales eran caminos construidos cerca a la ribera de los ríos y cruzaban grandes valles cultivables. Nos han legado los Tallanes fiel testimonio de su quehacer comercial que ahora tratamos de reconstruir con la información acopiada. X. CERÁMICA.Muy escasos son los trabajos pioneros realizados sobre la cerámica Tallán. Lathrop y Lannung (1957), Héctor Cevallos, Larco Hoyle y Sheele (1960-61) elaboraron estudios y nos han dejado sus conclusiones sobre la tipología de la cerámica existente en la costa norte y particularmente de la Tallán. La cerámica de los Tallanes nos comenta Jorge E. Moscol Urbina fue especial y "por utilizar las técnicas del horno abierto y cerrado, lograron cántaros rojos y negros. El cuerpo era globular, con gollete estribo en el que aparece encaramado y travieso el pequeño mono de cola prensil. La mayoría de los especimenes traen la movida figura del simio", Pág. 91, De los Vicús al Siglo XX. A mayor abundamiento la cerámica Tallán se inicia con la fase denominada Piura, la misma que se presenta una vez finalizada la fase "E" de Sechura, hacia el año 600 D. C. aproximadamente. Por esta época se produce el período de transición entre la cerámica Vicús y la naciente Tallán. Inobjetablemente puntualizamos que la presencia de algunos ceramios Piura, con elementos Vicús Tardíos es evidente junto con elementos locales costeros. Además observamos un típico color negro que luego se aprecia en la cerámica Tallán. Será el hallazgo de una gran cantidad de cerámica Sicán Medio o Lambayeque Temprano, la cual comparte algunas peculiaridades alfareras e iconográficas con la Tallán que nos permite agrandar el universo cerámico de estas culturas vecinas. La cerámica Tallán en su conjunto fue confeccionada por la gente del pueblo agrupada en un cuerpo especializado en este arte escultórico. Quizá la parcialidad de Simbilá contó con clanes familiares dedicados a esta artística actividad cuya herencia se mantiene hasta hoy. La técnica de manufactura predominante en la cerámica Tallán fue el moldeado cuyo estilo en el medio cultural costeño excepcionalmente fue una rareza. Enseguida pasamos a la técnica decorativa que se usó por el ceramista Tallán. Generalmente advertimos el paleteado, estampado y el alto relieve, que en su mayoría son moldeadas. Sigue la técnica pictórica que está presente y visible en la cerámica Tallán especialmente en bandas de color crema que hace contraste con los colores gris y negro lustroso utilizados frecuentemente por el ceramista. Rasgo peculiar que caracteriza la cerámica que examinamos es la presencia de un motivo zoomorfo escultórico. Nos referimos al perro "Viringo" de Sechura que está representado en varias poses. Este animal constituyó un elemento importante dentro de la cosmogonía y alimentación Tallán. Jacobo Cruz Villegas en relación con la actividad que nos ocupa tiene expuesto: "La cerámica es otra manifestación de la vida Tallán que principió con los objetos utilitarios incipientes, para llegar a la cerámica artística. Uno de estos núcleos sobrevive en Simbilá (del Tallán, Zombi Alca: Curaca femenino de trenzas muy largas)", pág. 30 Catac Caos. Moscol Urbina ha comentado algunos aspectos de la actual cerámica de Simbilá atribuyéndole la continuidad de sus antepasados los Tallanes. Veamos la cita textual: "De las antiguas costumbres y ocupaciones Tallanes, han quedado como recuerdo la cerámica de Simbilá y la elaboración de Chicha. Simbilá es un pueblo de alfareros y de chicherías, situado al margen, casi a la entrada de Catacaos, rodeado por un gran valle algodonero, que es uno de los más fructíferos, de los más ricos del Bajo Piura", pág.47, de la Ob. Cit. A su turno Miguel A. Seminario Ojeda comenta que "las muestras de la cerámica Tallán han sido inescrupulosamente saqueadas. Hasta hoy se conservan promontorios, en los que cavando se extraen preciosos ejemplares que dicen mucho de nuestros antepasados. Famosos por el número de muestras cerámicas Prehispánica son Sojo, Cálcala, Tangarará y Marcavelica entre otros lugares", Pág. 18, Historia de Sullana. También viene el caso, en cuanto a Colán, señalar con Edgar J. Seminario Coveñas, que “el cerro “La Barranca” constituye el principal sitio arqueológico del distrito. Desde San Lucas de Colán hasta la Tahona (la antigua) hallamos muestras de asentamientos humanos y vestigios arqueológicos. Encontramos en la superficie del cerro “La Barranca, ceramios fragmentados, montículos de conchas, y en una parte notamos actualmente tumbas saqueadas. Hasta la década del 80, del fenecido siglo XX, se creía que sólo Colán (la vieja) había sido el centro de antiguos pobladores, pero las quebradas a causa de las lluvias de 1983 dejaron al descubierto que en el actual Pueblo Nuevo y La Capilla fue espacio de asentamientos humanos en tiempos remotos a la llegada de los hispanos. El mayor descubrimiento en Pueblo Nuevo fue la quebrada situada en el lado norte”. “En la cerámica Colán encontramos dos fases: 1.- Cuatro estilos en la cerámica temprana: A: Cerámica con pintura negativa. B: Vasijas con engobe blanco cremoso. C: Cerámica con decoración pintada post cocción. D: Cuencos con decoración grabada sobre pasta dura”. “2.-Tres estilos de cerámica tardía: A. Cerámica del estilo Chimú difundido. En general corresponde a un alfar de color negro, bien pulido, con vasijas de formas comunes a toda la costa norte. B: Cerámica Chimú Inca. En estas piezas combinan rasgos morfológicos de estilo inca imperial, con elementos decorativos de la tradición Chimú-Lambayeque: pintura negra fugitiva, bandas de volutas, puntos postas, aves estilizadas, triángulos anchurados”. “C: Colán, estilo local de la cerámica impresa y paleteada, con decoración pintada de bandas de color blanco sobre fondo natural. En general son vasijas de uso doméstico y de manufactura local”; Colán Milenaria Tierra Norteña, Pág. 70. A manera de síntesis puntualizamos que la cultura Tallán plasmó en su cerámica todo un muestrario de vida que supo exhibir ante propios y extraños y que hoy debemos fomentar su conocimiento para una real valoración histórica por la gente de la región Piura. XI. EL COMPLEJO ARQUEÓLÓGICO DE NARIHUALÁ.Este complejo se encuentra enclavado en medio del caserío del mismo nombre, a cinco kilómetros al Sureste de Catacaos, dentro del ancho y amplio valle prodigioso del Bajo Piura. Robles Rázuri con su particular conocimiento del tema la bautizó con el nombre de “gran fortaleza de Narihualá” y advierte que es: "El máximo símbolo del arte castrense Tallán, la fortaleza de Narihualá, se edificó en una área de 40,000 metros cuadrados y constituía, realmente, un complejo arquitectónico en el que se incluía el gran templo al dios creador y conservador WALAC. La técnica empleada, como la que aplicaron en agricultura, fue avanzada y debió ser ejecutada por entendidos constructores auxiliados por centenares de obreros. Los materiales utilizados fueron el adobe y las maderas propias de la región", El Tiempo del 18.01.1976, Pág.8. Luis A. Chaparro Frías en su artículo titulado "Narihualá: Movimiento Arquitectónico Tallán”, publicado en Revista Época Nº 253, página 31, tiene precisado: "Narihualá es considerada como la más grande evidencia arquitectónica en adobe, representativa del mundo precolombino, registrada en el contexto de la Región Piura. María Rostworoswski, refiere: "En tiempo del Virrey Toledo, había en Piura 26 Repartimientos de indios, entre los que figuraban, Catacaos y Narihualá". En la actualidad, Narihualá se presenta como un montículo amorfo, con grandes agrietamientos, viene siendo destruido, por factores climatológicos y también por acción depredadora del hombre". La edición del diario El Tiempo de 29 de Junio de 1959, página 1, publicó una crónica bajo el titular: “Santuario histórico descubren a pocos kilómetros de Piura", con motivo de la visita por calificados estudiosos de nuestra arqueología. La expedición que llegó al complejo Narihualá estuvo presidida por el Dr. Eloy Linares Málaga, Catedrático de la Universidad de Arequipa. En el citado diario se registra la nota siguiente: "A pocos kilómetros de Piura, en la hacienda Narihualá se encuentra ubicado un importante santuario dedicado posiblemente por los antiguos peruanos pobladores de esta zona... Aún cuando es bastante aventurado especificar el contenido del santuario de Narihualá bien se puede afirmar la existencia de millares de piezas de gran valor arqueológico en su interior. Basta observar en la superficie la enorme cantidad de fragmentos de arcilla plateada o estampada de estilo típico para darse una idea de lo que en su seno pueda haber. En la expedición efectuada el día de ayer en compañía del Profesor Linares Málaga tuvimos la suerte de encontrar, aparte de infinidad de fragmentos, tres huacos íntegros. Representa uno a la Diosa de la Fertilidad con sus características de vientre abultado y trenzas caídas sobre la espalda. El otro es similar al descrito, tratándose el tercero de un silbato que emite notas al serle introducido aire con los labios". En opinión de José Albán Ramos "las ruinas de esta singular fortaleza atribuida al genio de los tallanes es una especial muestra de la inteligencia del hombre, que en el pasado vivió en nuestro suelo. Ñari Walac, de donde deriva NARIHUALÁ, significaría en lengua Tallán "ojo que avizora" o también "el que ve a través de la lejanía". I esto es precisamente lo que sugiere la fortaleza y el templo construido, en honor al dios Walac, formando un solo conjunto. En un primer acercamiento el conjunto arquitectónico, militar - religioso, semeja una loma o mejor todavía, un cerro para otear la planicie del Bajo Piura", pág. 37, Reencuentro Histórico Cultural del Departamento de Piura. No cabe la menor duda que el complejo estudiado constituye el centro religioso administrativo de los tallanes. Se ubicó y construyó sobre un área plana y baldía, en medio de un valle amplio con tierras de cultivo, las cuales se vienen utilizando desde tiempos inmemoriales. El origen de la construcción del complejo debió ocurrir a mitad y finales del Horizonte Medio y a comienzos del Tardío, aunque hasta el momento no existe una identificación arquitectónica con formas de construcción sureñas. Es posible que Narihualá haya alcanzado su apogeo a la mitad del Intermedio Tardío. Apogeo que al parecer fue corto con relación a la zona, pues la posterior influencia Chimú lo elevaría más como centro cultista - administrativo Tallán bajo el mando Chimú. Desde sus inicios Narihualá se fue transformando, poco a poco, en un ente cultista de gran influencia en la zona y los alrededores. Con el transcurrir del tiempo fue ampliando sus estructuras, adosando a las ya existentes otras de acuerdo a la necesidad poblacional de contar con más viviendas, altares y recintos para el culto y la administración de sus divinidades dentro de su ámbito geográfico. La arquitectura del complejo Narihualá está dada principalmente por recintos cuadrangulares conformados por muros con un espesor de 1.20 metros, las cuales dan formas a paredes con un acabado final de enlucido. Además, se encuentran pasadizos, pasajes, rampas, entre otros ambientes. Algunos de los muros presentan banquetas adosadas. La mayoría de sus estructuras, tales como muros, banquetas, rampas y plataformas que dan su original estilo al complejo que nos ocupa han sido construidas con adobes grandes de forma rectangular, hechos con molde y con materiales de procedencia local por nativos artesanos. La mayoría de las paredes del complejo presentan un acabado final de enlucido. Dicho acabado a parte de dar prestancia y elegancia suntuosa de los recintos pretendía además eliminar las uniones y huellas dejadas durante el proceso de construcción. Los pisos del complejo están conformados por un falso piso aplanado al parecer con las manos y/o los pies, colocándose en los bordes grandes los adobes que servían de contenedores. Bajo este falso piso, colocaban una capa de arena fina sedimentaría de río. Finalmente encima del falso piso se aplicaba una sutil capa de arcilla, la cual era nivelada y aplanada con un trozo de madera a modo de paleta. Versiones orales de los pobladores del caserío Narihualá demuestran la existencia de un centro de huaquería, que se ve concurrido cuando se celebra Semana Santa. Por esta fiesta religiosa vienen muchos "huaqueros" para extraer gran cantidad de "huacos" (cerámica), entre ellos, ollas, cántaros, platos, cuencos, botellas, etc., todos ellos en función utilitaria y ceremonial. Otro de los factores de su destrucción es el producido por algunos pobladores que se dedican a la fabricación de adobe utilizando la parte baja de este sitio arqueológico como cantera, donde destruyen los muros con el fin de sacar adobes y con ellos hacer nuevos adobes. La altura de este sitio arqueológico es de aproximadamente 15 metros siendo posible que la longitud pueda ser mayor. Este complejo es evidente cumplía la función de un centro de administración y culto, tal como lo tenemos aseverado. En la actualidad el Complejo Arqueológico Narihualá es un monumento histórico y como tal el Instituto Nacional de Cultura, Filial Piura le viene prestando atención técnica y todo el apoyo especializado necesario para poner en valor este santuario de la arquitectura Tallán que fue sede de la nación Tallán. Además con el apoyo de la Municipalidad distrital de Catacaos ha sido restaurado el monumento y puesto en servicio de la colectividad turística, lo que por cierto amerita su preservación más aún cuando se trata del único patrimonio Tallán que existe en la costa del departamento de Piura. XII. CONTRABANDO.Los tallanes, como toda sociedad inca, fueron muy severos para castigar el contrabando, figura jurídica del Derecho Penal que constituye un delito económico en agravio del Estado. Su práctica en nuestros tiempos es muy común así como su represión puesta de manifiesto con drásticas penas privativas de la libertad. Toda persona contrabandista en la sociedad Tallán al demostrarle que había perpetrado este condenable delito de inmediato se le aplicaba la pena de muerte. Para reprimir el contrabando tuvieron un eficiente sistema de control que era difícil vulnerar. A la vista tenemos la crónica Verdadera Relación de la Conquista del Perú, de Francisco de Jerez, pudiendo leer: "Ningún pasajero puede entrar ni salir por otro camino con carga, sino por do está la guarda, so pena de muerte". La policía Tallán fue inflexible y el infractor descubierto era castigado con arreglo a su código moral que establecía la máxima sanción, sin derecho a clemencia. Por ejemplo en Caxas, antes de entrar al pueblo, había una casa al principio de un puente custodiado por un guardia "que recibía el portazgo de los que van y vienen, y páganlo en la misma cosa que llevan; y ninguno puede sacar carga del pueblo sino la mete". Estaban exceptuados de este control los transportistas que ingresaban o egresaban alimentos para las tropas. Hubo un sistema tributario inflexible que obligaba al contribuyente a pagar sus impuestos para el sostenimiento de las obras públicas y milicias. El pago lo efectuaba con las mismas especies que transportaba. Abundando en el tópico tratado es bueno rescatar que los tallanes tuvieron su aparato judicial organizado y sus códigos que establecían los castigos que se debían aplicar a los infractores de la Ley Penal. El cacique era el que administraba justicia en forma recta y oportuna. Las penas eran azotes, prisión o muerte, esta última tuvo plena vigencia como lo comprobaron los españoles a su llegada a Caxas. XIII. LENGUAJE.Tenemos a la vista el cuadro de las lenguas habladas en los territorios que formaban parte de la geografía Inca a comienzos del siglo XVI, considerándose el SEC para los pueblos de Colán, Catacaos, Sechura, ubicados en la costa peruana entre 5º y 6º 30' de latitud meridional. Luis E. Valcárcel en su obra cumbre Historia del Perú Antiguo reseña las lenguas que se hablaron en el Imperio de los Incas y al referirse a la costa norte menciona el Mochila o Yunga, el SEC, el quingnam, el culli y la lengua pescadora. El área de la lengua Tallán fue clasificada por Alfredo Torero en 1987. Ratifica que "está conformada por los dialectos Colán y Catacaos; su uso se debió dar en el pueblo de Paita y Colán, en las Bahías de Paita, el pueblo de Catacaos, el curso medio del río Piura, todo el territorio del Valle del río Chira y el valle del medio Piura", pág.157, Los Incas y el Quechua en Piura, de Rudy A. Mendoza Palacios. Refiriéndose a la lengua Tallán Esteban Puig tiene precisado con claridad meridiana: "La Tallán, en la que se intentaría implantar, como elemento aglutinante, una lengua oficial y general, que se ha denominado el SEC. En nuestra opinión, y de conformidad con la realidad histórica, sería preferible llamar a la posible lengua común con el nombre de Tallán o Tallanca. En 1919, Otto Von Buchmid, transcribe 38 palabras recogidas por Ricardo Spruce en 1864 en Mórrope, Colán, Eten, Catacaos y Sechura, sin especificar que pertenecen al idioma SEC. En todo caso y según autorizada opinión de José Zevallos Quiñones, si existió una lengua SEC, sería el primitivo lenguaje que se hablaba sólo en Sechura", Págs. 18/19, Breve Diccionario Folklórico Piurano. Sobre la lengua Tallán Juan José Vega, quien ha investigado el tema histórico piurano durante el S. XVI con dedicación, empeño, esfuerzo y pasión, registra su singular punto de vista sustentado en fuentes quinientistas. Veámoslo: "De la lengua Tallán se sabe muy poco. El mejor testimonio se encuentra en los cientos de topónimos de la geografía piurana, empezando por la misma Piura, que es voz local y noquechua como se deduce de su fonética (final da) y de las relaciones del siglo XVI. Tallán es casi toda la toponimia piurana actual, incluyendo nombres de celebridad actual que encontramos en clásicos documentales Poechos, Sechura, Catacaos, Paita, Lachira y Pariñas. Tallán fue una de las muchas lenguas que se hablaron en el Imperio de los Incas, cientos según los sabios coloniales como Bernabé Cobo y Joseph de Acosta. Tenía el Tallán tres dialectos muy marcados y con sorprendentes diferencias, que parecen haber sido los de Sechura, Colán y Catacaos", pág.301, Pizarro en Piura. Sobre la supervivencia de vocablos tallanes hace singular referencia Jacobo Cruz Villegas. Pacientemente fueron reunidos por el Dr. Manuel Yarlequé Espinoza, señalando: “Octubre de 1922. Etimologías tallanes trasmitidas desde tiempo inmemorial que lego a mi pueblo desde las páginas de este libro que obsequio a la Sociedad Defensora de la Comunidad Indígena de Catacaos. Aquí parte de la relación: Catacaos, Narihualá, Tangarará, Wálac (Dios de los Tallanes), Simbilá, Tacalá, Lachira, Pulache, Chanduví, Namuche”, entre otros, Catacaos, Págs. 36/39. La lengua de los Tallanes fue por lo tanto el SEC, con la particularidad que había ostensibles variantes en su habla pues eran distintas las formas entre los habitantes de Sechura, Catacaos y el Chira. Por esta razón histórica se tiene determinado que una de las características que diferenciaba a la población Tallán de los vecinos del Gran Chimú fue el tener su propio lenguaje, especialmente de toponimias, cuya herencia hemos recibido a través de muchas palabras que aún su uso sigue vigente. Una relación de patronímicos o apellidos de origen Tallán nos alcanza Reynaldo Moya Espinosa, veamos: "Yarlequé, Sullón, Timaná, Adanaqué, Mechato, Chiroque, Sirlupú, Yesquén, Pasache, Chero, Lalupú, Pulache, Sócola, Ancajima, Ipanaqué, Icanaqué, Marcalupú, Rumiche, Namuche, Chanduví, Lupuche, Poicón y La Chira", pág.116, Historia Prehispánica de la Región Grau. Los Tallanes durante el tiempo que fueron sometidos al dominio del Tahuantinsuyo, es incuestionable, aprendieron y usaron el quechua como está demostrado con los lenguaraces tallanes que sirvieron de intérpretes a la hueste perulera de Francisco Pizarro. Para muestra de lo expuesto citamos a Felipillo, Martinillo, Francisquillo, entre otras lenguas Tallanes que gratamente los recuerda la historia de la conquista, y especialmente nosotros los piuranos evocamos esos nombres como muestra de reconocimiento a la grata existencia de la cultura prehispánica que nos ocupa. Por eso a la vista de los hechos a los lenguaraces tallanes se les ha calificado como personas hábiles y con gran facilidad para aprender y hablar idiomas. Fueron realmente políglotas, sin dejar de mostrar visible y espontánea capacidad y aptitudes enmarcadas dentro de los signos del progreso y superación. Se ha puntualizado que el código lingüístico llamado SEC tuvo una característica fonética muy singular. Se expresaba a través de un canto, cuya musicalidad aún subsiste. Ese hábito fue trasladado por los mestizos piuranos al idioma castellano que nos trajo la conquista española y que hemos heredado con mucha fidelidad dando lugar a que se diga que el habla piurana tiene una entonación inconfundible y que nos diferencia del resto del Perú. XIV. NOMBRES NATIVOS. Nombres nativos de nuestro suelo, correspondientes a pueblos, caciques, ríos, valles, objetos, son registrados en la crónica de Jerez, entre las paginas 43 á 47, que contiene los hechos inherentes a la acción de la conquista perulera a su paso por estos llanos. Con este motivo hemos hecho una relación de tales nombres que son: Almotaje, Caxas, Colán, Copiz, Gicabamba (Huancabamba), Lachira, Pabor, Piura, Puechio, Tangarará, Tumbez, Turicarami, Zarán. Además dentro del capítulo anotado se mencionan a Caxamarca, Cuzco, Chincha, Quito, Motupe, Guamachuco, Cinto, Atabalipa. Nótese que también se nombra reiteradamente la naciente ciudad de San Miguel. Su nombramiento a través de la imprenta se da a conocer al mundo civilizado el año 1534, al difundirse impresa la obra Verdadera Relación de la Conquista del Perú. En la Relación de Pedro Pizarro, capítulo 7, hemos encontrado algunos vocablos nativos que pertenecen a la toponimia Tallán y que los incluimos en este apartado. Ellos son: Tumbez, Pariña, Tangaralá, Poechos, Caxas, La Chira, Piura, La Huaca, Serrán; además son tallanes, guabas. Cruz Villegas publicó una relación de lugares nativos que subsisten hasta hoy y están considerados dentro de la toponimia regional. Ellos son: Catacaos, Tangarará, Mocará, Simbilá, Muñuela, Marcavelica, Poechos, Chapairá, Chalacalá, Pucusulá, Guangalá, Pelingará, Congorá, Yapatera, Amotape, Coscomba, Cucungará, Chato, Sinchao, Casaraná, Cumbibira, Yupita, Tacalá, Becará, Letirá, Llícuar, Pariñas, Narihualá, Macará, Tumbes", entre otros, Págs. 37/39, Catad Caos. Dentro de la Comunidad de Colán se ubican las toponimias: Vitonera, Guaura, Nisama, Camacho, Malacas, Sarana, Vichayal, entre otros, que aún se siguen usando, pero pertenecen a las lenguas ancestrales que se hablaron por estos llanos del Perú. Temas sobre patronímicos y toponimia piurana han sido poco investigados y por ende ponemos a consideración de los lingüistas vernaculares, especialistas en lenguas nativas, este grupo de palabras cuya semántica debe ahondarse. XV. COMUNICACIONES.Buscamos la identidad de América en sus propias raíces a fin de establecer el grado de relaciones y comunicaciones entre Tallanes y los pueblos andinos, esencialmente en el aspecto comercial que es el punto de partida de las vinculaciones que datan desde tiempos Prehispánicos. La integración de las culturas antiguas tanto en lo social cuanto en lo político fue principal preocupación de los tallanes a fin de conseguir un progreso efectivo y real acorde con los avances de la época. Se tiene registrado que básicamente los tallanes tuvieron relaciones y comunicaciones con culturas ecuatorianas y colombianas, las que utilizaron como positivos instrumentos de intercambio. Téngase presente que para el intercambio con las etnias vecinas, el viajero Tallán tenía que dominar las lenguas que en ellas se hablaba, por eso se tiene registrado que los tallanes fueron excelentes lenguaraces. En tiempos sin fronteras, la vecindad coterránea del Perú con Ecuador y Colombia ligan espiritualmente a estos pueblos hermanos desde el pasado inmemorial lo que justifica la existencia de permanentes relaciones y comunicaciones comerciales, de intercambio de quehaceres y experiencias técnicas y diferentes actividades económicas. Un vivo ejemplo de las relaciones y comunicaciones de los tallanes con sus vecinos se registra en la Relación Samano - Seres (1534), al describir la balsa tumbesina que allende el mar encontró la embarcación dirigida por Bartolomé Ruiz, en su segundo viaje descubridor del Perú. Aquí esta la cita textual: "Traían muchas piezas de plata y de oro para el adorno de sus personas para hacer rescate con aquellas con quien Iván a contratar...traían muchas mantas de lana y algodón y camisas y aluelas y alcázares... y otras muchas ropas todo lo mas de muy labrado de labores muy ricas, de colores de grana y carmesí y azul y amarillo y de todas otros colores de diversas maneras de labores y figuras de aves y animales y pescados y arboledas y traían unos pesos chiquitos de pesar oro como hechura de romana y otras muchas cosas...". Louis Budín sobre el párrafo glosado nos da el siguiente alcance: "El documento capital de que disponemos es la relación de Juan de Sámano, muy breve, pero que contiene la definición de una balsa de vela, procedente de la región de Tumbes, encontrada al Sur de Panamá por el español Bartolomé Ruiz que exploraba el Pacífico por orden de Pizarro. La balsa llevaba cierta mercancía: oro, plata, espejos, vasos, tejidos, piedras preciosas, conchas y era manifiestamente una embarcación de comercio. Como en esa época Tumbes estaba sometida al poder de los incas, hay que deducir de ello que éstos mantenían relaciones comerciales con los países extranjeros", Págs. 268/69, El Imperio Socialista de los Incas. En el aspecto de comunicaciones lo señala Juan José Vega, diciendo: “Paita empezó a usarse después cuando los españoles pudieron establecer un servicio regular del valle a Colán y de Colán a Paita, usando acémilas junto con cargueros”, Pizarro en Piura, Pág. 162. Recientes investigaciones de los arqueólogos Rosa Palacios y Juan Morales (Prospección Arqueológica en el Alto Piura: Provincia de Huancabamba), nos demuestran fehacientemente que: "La relación con las culturas del Ecuador y Colombia se da desde épocas tempranas y en forma constante; esta relación se percibe en el material cerámico (formas, iconografía, tratamiento, etc.), en el modelo de tumbas y (otros) objetos de intercambio o comercio", Arqueología Piurana, pág. 146. La arqueología, como ciencia de la excavación, tiene determinado que la cultura Tallán, asentada en la hoy región Piura, cuyos orígenes brotan a partir del Período Intermedio Tardío, probablemente hacia 900 ó 1,000 D. C, como núcleo cultural por el norte fue vecino de culturas prehispánicas ecuatorianas y colombianas manteniendo con ellas mutuas relaciones comerciales, las mismas que se acrecentaron por el uso y dominio de las vías marítima y terrestre. Carlos Robles Rázuri consideró que los Tallanes fueron eximios marinos del Pacífico, conocimiento que en gran medida abonó el crecimiento de las relaciones que comentamos. Ahora pasamos a leer la cita: "Los tallanes, nuestros antepasados, fueron extraordinarios marinos, habilidad que han heredado, hasta el presente, hechuras, paitenos, lambayecanos y guayaquileños, que también integraban el Reino del Gran Tallán. El dominio del mar era herencia ancestral y tenía sus orígenes bien fuertes en la Polinesia, en el Asia, o en Meso América, en la zona del Caribe, ya que los primitivos pobladores de lo que es hoy el sur de la costa ecuatoriana y del norte del Perú hasta Eten llegaron a estas tierras alrededor del siglo VII, según la versión histórica más aceptada. Los puertos principales de los tallanes eran Guayaquil, Tumbes, Sechura, Paita y Eten en los que se registraba gran actividad durante todo el año pues se realizaban transacciones que llegaban, por el norte, hasta la América Central, y, por el Sur, hasta la Patagona"; Revista Época Nº 132, Pág. 32. Hay abundante información en lo que concierne a las relaciones y comunicaciones de los Tallanes con sus vecinos. Reynaldo Moya Espinosa nos explica con la apreciación siguiente: "Fueron los Tallanes los mejores marinos del Perú y esa tradición se ha conservado a lo largo de los siglos en Colán, Paita y Sechura. Los Tallanes adquirían por trueque esmeraldas y perlas del norte de Ecuador y de Colombia. A cambio, llevaban tejidos, sal, artículos manufacturados en oro, plata y cobre, así como productos agrícolas", Pág. 119, Historia Prehispánica de la región Grau. La actividad marítima practicada por los hombres de mar del reino Tallán se orientó a la búsqueda y práctica de las buenas relaciones y comunicaciones con los pueblos vecinos a fin de poder juntos conseguir su desarrollo material y espiritual. XVI. HÉROES TALLANES.El valor espiritual como expresión de fuerza moral para defender nuestra soberanía es una virtud que desarrollaron en gran escala nuestros tallanes y que hoy nos proponemos evocar. El heroísmo Tallán, con auténtico reconocimiento histórico, por que está apoyado en las fuentes históricas, que ahora reclaman el reconocimiento legal emanado del Poder Público, lo vamos a precisar desde dos puntos de vista. Primero frente a los orejones del Cusco y después ante la presencia de los conquistadores ibéricos. Frente a los Orejones del Cuzco. Fue honrado y categórico Jerez al narrar el heroísmo Tallán del cacicazgo de PABOR forjado frente a los orejones del Cusco para defender su libertad. Los cuzqueños destruyeron 20 pueblos con la consiguiente matanza masiva de soldados tallanes, como lo hemos comentado ampliamente en nuestro tema: "Piura en la Crónica de Cieza". Rescató el cronista para la historia Tallán y la posterioridad el heroísmo del cacique PABOR (Pabur) y de su hermano que lo acompañó en el cogobierno del curacazgo alto piurano. Fueron dos personajes bajo la acción directriz de la gobernación local que tuvo como fundamental objetivo la optimización de la producción con fines de previsión social del primitivo poblador piurano. Veamos la cita del cronógrafo: "Supone que el cacique Pabor era gran señor, el cual al presente estaba destruido. Con todo este daño, tenía mucha gente, y junto con él está otro su hermano, tan gran señor como él". Nótese que Jerez calificó a los Pabor de grandes señores por que precisamente él con sus propios ojos verificó la importancia militar y social que tenían estos gobernantes tallanes y gracias a su relato los historiadores han podido reivindicar este importante personaje de la historia piurana que interesa a nuestra generación para valorar cabalmente nuestro glorioso pretérito. El galardonado historiador nacional Juan José Vega es uno de los más preocupados en difundir el heroísmo de Pabor, como lo demuestra la cita siguiente: "Avanzando por la vera del río llegaron a Pabor: aquí también los sobrevivientes de las guerras civiles incaicas...", alude claramente que los españoles en 1532 encontraron soldados tallanes y específicamente de Pabor que habían peleado contra los cusqueños; Pág. 30, La Guerra de los Viracochas. Conviene aseverar que en el territorio Tallán hubo muchos curacazgos siendo uno de ellos el de Pabor, tierra de héroes tallanes. De lo expuesto, brotan las siguientes connotaciones: 1. El heroico pueblo de Pabor, encabezado por su cacique había sido atacado y vencido por el ejército cuzqueño. 2. Pabor el año 1532 como consecuencia de las guerras civiles incaicas, estaba destruido y con latentes daños material y moral, por lo tanto requerían de una pronta rehabilitación. 3. El cacique Pabor convencido que Pizarro lo ayudaría en sus nobles propósitos, recíprocamente lo apoyó en su plan de conquista. Caso contrario, también, como los Amotape y La Chira se hubiera sublevado contra el invasor europeo. 4. Ante los Conquistadores Ibéricos. Forzando los hechos, ocultándolos también o acomodándolos al interés de su Gobernador, a fin de que el Rey ignorase sus excesos, Jerez no es tan claro por conveniencia cuando se refiere a la rebelión de los curacas tallanes que en evidente concierto militar actuaron contra el invasor que había usurpado su territorio y violado su libertad. Anotamos la cita de Jerez para luego compararla analíticamente con otros documentos. Dice así: "El Gobernador hizo información de los indios naturales, y halló que el cacique de Lachira con sus principios, y otro llamado Almotaje, tenían concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador envió secretamente a prender al cacique de Almotaje y los principales indios, y él prendió también al de Lachira y algunos de sus principales, los cuales confesaron el delito. Luego mandó hacer justicia, quemando al cacique de Almotaje y a sus principales e algunos indios y a todos los principales de Lachira: desde cacique de Lachira no fizo justicia, por que pareció no tener tanta culpa...". Lo expuesto nos refleja meridianamente lo siguiente: 1. En suelo piurano tiene su partida de nacimiento la administración de justicia hispana y se abre la historia del Poder Judicial peruano basado en la legislación castellana. Pizarro de acuerdo con la Capitulación de Toledo estaba investido de amplios poderes que abarcaban la judicatura. Con este motivo frente a la rebelión organizada por los caciques piuranos, Pizarro, en uso de las facultades de Juez, instauró proceso penal contra los que su gobernación consideró insurrectos. Es una información sumarísima levantada a partir de testigos parcializados de los españoles quejosos, reunió las "pruebas legales" que determinaron la máxima sanción contra quienes en ejercicio y defensa de sus legítimos derechos se alzaron contra el invasor exigiendo el respeto a sus fueros. En cumplimiento del mandato judicial fueron a la hoguera Almotaje, sus principales y colaboradores así como los hombres de confianza de La Chira. En esta forma se registra en el Perú conquistado el heroísmo de los tallanes, personificado en su cacique Almotaje y además en los anales judiciales de la etapa de la conquista española se anota el primer caso de la pena de muerte. El expediente que recogió la información, invalorable pieza archivística para la Historia de la Conquista del Perú, lamentablemente desapareció, pero la noticia quedó imperecedera y llega a nosotros fresca y nítidamente por la crónica de Jerez. 2. ¿Cuáles fueron las causas que determinaron tan drástica sanción? Respondemos con Cieza: "El cacique de Lachira con sus principales, y otro llamado Almotaje, tenía concertado de matar a los cristianos el día que llegó el Gobernador". Analicemos esta afirmación para comprobar su veracidad. Pedro Pizarro que también acompañó al capitán extremeño y fue amigo de Jerez, ha señalado: "...ciertos españoles que estaban en La Chira que venían de Tumbes, los indios de aquella provincia de Tangaralá acordaron de matallos, lo qual se descubrió por una india que Diego Palomino, el vezino de Piura, tenía", pág. 26, Relación del Descubrimiento y Conquista de los Reynos del Perú. I en otro acápite el paje Pizarro añade: "...hizo el marqués la ynformación y en ella halló ser cierto querer matar a los españoles y averse juntado para el efecto, y que si no fueran sentidos lo hizieran, por lo cual condenó a muerte treze caciques, y dándoles garrote, los quemaron; y hecho esto, el Marqués se partió para Tangaralá, adonde había acordado poblar un pueblo y así lo hizo y después se pasó a Piura...", Pág. 27 de la Ob. Cit. Naturalmente que la concertación que hicieron las tropas tallanes para eliminar a la hueste de Pizarro, como cuestión de fondo, se debió a que su presencia por estos llanos determinaba un evidente sometimiento que los naturales de plano inaceptaron. En síntesis la concertación entrañaba la posición atahualpista ostentada especialmente por el curaca Amotape que terminó cremado en el fuego. 3. ¿Quiénes fueron ajusticiados? El fallo condenatorio de la culpabilidad de los naturales procesados, dispuso: "...hacer justicia quemando vivo al cacique de Almotaje y a sus principales e algunos indios y a todos los principales de Lachira...". En principio se juzgó a los caciques de los predios de Almotaje y La Chira, que según la lengua Tallán significó "consejero anciano y mezquino" y "gran nadador", respectivamente; a su cuerpo principal de autoridades, consejeros y personas de confianza que prestaban eficientes servicios dentro de estos curacazgos. Todos, excepto La Chira, fueron condenados a terminar en el cadalso, por el único delito de haberse sublevado en clara muestra de amor a la libertad. Reynaldo Moya en su Breve Historia de Piura, entrega Nº 237, sobre el hecho estudiado, escribe: "Mártires de su paganismo son una muestra y símbolo del orgullo Tallán, y fueron los primeros que no murieron en combate, sino como una demostración de la cultura de occidente", Diario Correo, de Piura, edición del 12.08.1982. Tan cruel castigo y extrema pena terminó, según Pedro Pizarro, con 13 antepasados nuestros, pero que realmente el número de víctimas pudo ser mayor. Moya en el documento citado, dándole la razón a este cronista, ratifica: "Las trece antorchas vivientes, fueron los primeros peruanos, tallanes y piuranos, que prefirieron la muerte atroz para mantener sus principios y su soberbia antes que someterse a esas gentes extrañas...". 4. ¿Por qué se absolvió a La Chira? El mismo fallo comentado que Jerez sintetiza en su crónica, refiere: "...de este cacique de La Chira no fizo justicia, por que pareció no tener tanta culpa y ser apremiado de sus principales, y por que estas dos poblaciones quedaban sin cabezas; al cual apercibió...". Básicamente La Chira, de vocación huascarista, contrario a Almotaje que fue partidario de Atahualpa, le pidió su apoyo a Pizarro para combatir al inca quiteño, hecho que influyó en el ánimo de éste para levantarle el castigo. Pero, además le extendió su autoridad al curacazgo de Almotaje, que por muerte de su cacique vacó su gobierno. Obsérvese que convenía a los intereses del capitán extremeño ganar la confianza de La Chira, partidario como la mayoría Tallán del inca cuzqueño, Huáscar, para juntos combatir a Atahualpa. Juan José Vega, al respecto, nos auxilia con el siguiente dato: "La población de Poechos, adicta a Huáscar, no tardó en ofrecer su apoyo a los invasores, quienes siguieron a Cango, donde se enfrentaron a una fuerza de resistencia", pág. XV, Incas contra Españoles. Nuestro amigo Moya Espinoza, en su trabajo glosado, nos indica: "En el juicio que se le siguió al curaca La Chira no se le encontró mucha culpabilidad y por eso se le perdonó la vida...". El secreto de la absolución radicó en que Pizarro se informó que gran parte de los curacazgos tallanes eran de filiación huascarista, contrarios a Atahualpa a quien precisamente el conquistador extremeño tenía que vencer. Absolviendo a La Chira consiguió la protección de los pobladores de las comarcas de estos llanos piuranos. 5. Consecuencias de la ejecución del fallo. Están expresadas así: "Este castigo puso mucho temor en toda la comarca". La drástica medida de Pizarro creó desconcierto en el primitivo poblado de la cuenca del Chira. De manera, la junta de autoridades tallanes que habían preparado una entrevista con Pizarro, frente a su bárbaro proceder, la dejaron sin efecto. En la cuenca del Piura, los Pabor de filiación huascarista no hicieron resistencia a los conquistadores por que militarmente estaban desgastados. Más bien los apoyaron para que combatan contra el emperador quiteño, así lo asevera Juan José Vega. Veámoslo: "Por ello esos curacas de Pabor ofrecen socorrer con cuanto sea menester a la guarnición española de San Miguel de Piura, siempre y cuando se combata contra Atao Huallpa, quien había arrasado esos dominios", Págs.30/31, La Guerra de los Viracochas. Después de la matanza de los trece tallanes, en el paraje de Tangarará se levantó la ciudad de San Miguel y "desde entonces la fama terrible de estos "chapacochas" (poderosos del mar), o "suncasapas" (barbudos), se extendió rápidamente en las comarcas como sinónimo de muerte y destrucción", Pág. 31, Visión Peruana de la Conquista, por Edmundo Guillen. El conquistador español no cabe duda que en estos llanos encontró un pueblo de vigorosa cultura al que sólo pudo doblegar militarmente y por ser lugar estratégico para llenar sus objetivos fundó "la cibdad de Sant Miguel de la Nueva Castilla". Siglos después los piuranos recibimos como herencia de nuestros ancestros el heroísmo de los Señores Tallanes, cuyo valor y sacrificio debe destacarse en la Historia de Piura y la Historia Nacional y enseñarse obligatoriamente en todos los colegios de la región y del país para que nuestros educandos tomen conciencia de su rol protagónico frente a un pasado vigoroso, un presente difícil que debe labrar un futuro prometedor y por ende distinto y mejor al actual. CAPÍTULO II COLÁN HISPÁNICO Colán hispánico abre sus puertas a la historia de Piura, del Perú y de América, con la llegada de los españoles, encabezados por Francisco Pizarro en 1532, dando inicio a una dominación política y económica de casi tres siglos que terminó el año 1821 con la independencia del pueblo peruano. Exponemos referencias puntuales dentro de los primeros momentos del Perú español que dice así: “…principal Colán que en el pueblo de Paita, tenía sesenta yndios, están bacos. Este grupo seguramente de pescadores, pese a vivir en Paita no formaba parte de dicho señorío y no sabemos si representaba un enclave o si su presencia se debía a la territorialidad discontinua vigente en el ámbito andino” (Rostuorwski 1978:96). “Otro cacique de Colán, estaba encomendado en Pedro Gutiérrez de los Ríos y junto con la mitad de Chiparra en la sierra tenían en total 400 tributarios. No es raro encontrar que un encomendero poseyera un grupo de costeños y que también disfrute de otro de serranos”. “En una lista de encomenderos de Piura de 1549 figura un Baltasar de Carvajal con el repartimiento de “Yací y balle de Colán”, es posible que Yací y Lasilla fuese el pueblo de pescadores de Yasila, otorgado por cédula de Pizarro. Ambos rentaban 500 pesos al año”. “Estas noticias aunque tempranas no contribuyen a conocer los límites del cacicazgo de Colán, ni su organización sociopolítica, pero muestran hasta que punto los españoles de esta primera época desmembraron los grupos étnicos, repartiendo a los curacas entre diversos encomenderos. Su falta de conocimiento del país y la gran demanda de otorgamiento de encomiendas motivaron a Pizarro a proceder a divisiones con frecuencia arbitrarias. Cualquier cacique subalterno, jefe de pequeños grupos fue considerado como señor de mayor categoría y un curacazgo resultaba dividido entre varios españoles. El sistema de desarticular las etnias por caciques, aunque fuesen pequeñas, es decir, con un sentido demográfico, motivó posteriormente un sin número de juicios por tierras entre indígenas y entre encomenderos”. Otro documento (ADP Corregimiento, legajo 8, expediente 118, 1655) nos informa lo siguiente: “Acerca de Colán se tiene información que Bernardino Loayza por encargo de Toledo visitó Piura para establecer la tasa tributaria del mencionado pueblo que se hizo de la manera siguiente: “…hubo en el ciento noventa y seis personas, los cincuenta y un yndios tributarios casados, viudos y solteros de diez y ocho hasta cincuenta años útiles para pagar tasa y tres viejos de cincuenta años arriba y cuarenta y tres mozos y muchachos de diecisiete años para bajo y se saca uno para cacique y reserva para tributo y quedaron cincuenta tributarios a los cuales les fue tasado pagasen en todo un año lo siguiente…doscientos pesos ensayados en cada un año los ciento cincuenta y seis pesos y dos tomines en plata y los cincuenta y seis tomines de la dicha plata ensayada en cien aves de Castilla moderada cada una a seis granos, cave pagar a cada un indio en cada un año conforme a lo dicho cuatro pesos de la dicha plata y conforme a la dicha tasa paga cada uno tres pesos y un tomín en plata y los siete tomines restantes en cien tollos y dos aves de Castilla…al sacerdote que los doctrinase cuarenta y nueve pesos y tres tomines en plata ensayada los treinta y ocho y seis tomines de ellos en plata y los diez pesos y cinco tomines en cincuenta aves y mil tollos y para la fábrica de la iglesia de los dichos yndios…seis pesos…asimismo se saca en cada año…para salarios de las justicias veinte y cinco pesos…yten se saca para el cacique…ocho pesos de la dicha plata y los otros cuatro en cuatrocientos tollos y dieciséis aves de Castilla…” (Alcalá Sandoval: 1995-23). La célebre Paula Piraldo muy ligada a Colán, dentro de la obra antes referida, pág. 47, La Encomienda y Encomenderos de Piura, señala que la citada doña Paula “acumula en su poder los beneficios de 10 repartimientos, tanto en la sierra como en la Costa. Se traslada a la ciudad de Los Reyes donde va a residir y el cobro de sus tributos lo hará por medio de “cartas poder” desde la capital del Virreinato. Por ejemplo en el año 1644, revocó el poder dado al Licenciado Juan de Mori Alvarado, cura y vicario del pueblo de Catacaos quien cobraba en su nombre los tributos y nombró en su lugar a Antonio Gómez Buitrón, procurador de Causas del Número para que cobre de: “…su encomienda de Paita, Colán y Catacaos en los llanos y Huancabamba y los demás pueblos que le tocan en la sierra y así mismo generalmente para que cobre otras cantidades de pesos y bienes xéneros y cosas de hacienda…”. “Pese a la confusión de las noticias pueden postularse como hipótesis que Colán y Paita tuvieron en tiempos prehispánicos una hegemonía política, con varios caciques menores reunidos bajo el señor principal”. “A través de datos posteriores, sabemos que en 1718, el cacicazgo de Colán comprendía varios ayllus: el de Colán propiamente dicho, Camacho, Malacas, Nizama, Vitonera y unos mitmag o enclaves Guaura que, de acuerdo con los documentos de La Gasca, eran pescadores” (AGI, Audiencia de Lima 441). “Los Colán vivían sobre todo de la pesca, de la explotación de sus salinas y del pastoreo de ganado menor”. ANDRÉS DURAN.Hombre con vocación aventurera. Temerario como todos sus acompañantes en la hueste perulera. Valiente insigne a toda prueba. Nació en España el año 1484. Llegó a estas tierras del Perú secundando a Pizarro y Almagro en la acción conquistadora. Fue un amplio colaborador de ambos. Con ellos profundizó su amistad en Panamá. Fue soldado convicto de su causa, sabía leer y escribir, lo que no era tan común en los castellanos conquistadores. Vino de la ciudad de Panamá, en el tercer viaje, a la Conquista del Perú, pero previamente estuvo en Puerto Viejo, pacificando a los naturales de esa zona ecuatoriana. Llegó a Tumbes, luego a Poechos y después a Tangarará con el Gobernador extremeño, hallándose como testigo ocular en la fundación de nuestra ciudad de San Miguel. Don Andrés Durán es el segundo Alcalde Ordinario que tuvo la ciudad de San Miguel, primero fue Blas de Atienza, y cuyo cargo lo ejerció a partir del año 1534, según hemos podido verificar en las siguientes fuentes de consulta: Protocolo Ambulante o Libro Becerro de escrituras existente en el Archivo General de la Nación con sede en Lima; Información hecha a petición del Mariscal Almagro contra el Adelantado Pedro de Alvarado, por haberse introducido en esta Gobernación, que aparece en la Sección de Patronato, Legajo 185, ramo 1 del Archivo General de Indias; Palabras Iniciales del Libro del Cabildo de la ciudad de San Miguel de Piura Años 1737 a 1748, por Ricardo Vegas García; y, Gobernantes de San Miguel de Piura durante la Colonia, ensayo de Enrique del Carmen Ramos, publicado en el diario El Tiempo, de Piura, Edición Especial del 15 de Julio de 1982. No se sabe en que momento inició su labor cabildante, posiblemente desde que nació el ayuntamiento sanmiguelino, pero si con certeza el año 34. Siempre en compañía de Almagro viajó en 1534 a Quito donde no sólo presenció la edificación de la hoy Capital de la República del Ecuador sino que vio con sus propios ojos que el Mariscal envió al Capitán Francisco de Pacheco "con cierta gente a pacificar e poblar el dicho Puerto Viejo". Es conocido por la historia de la conquista que el Teniente Gobernador de San Miguel después de muchos sacrificios logró fundar la villa de Guayaquil. Estuvo perfectamente enterado de la invasión intentada por Pedro de Alvarado a quien según la propia manifestación de Durán conoció a éste en San Miguel y no estuvo de acuerdo con la vocación usurpadora del Gobernador de Nicaragua contra la Gobernación de Pizarro. Es certero que Durán marchóse hacia el Norte cuando ya desempeñaba el cargo de burgomaestre sanmiguelino, pues según un documento existente en el Archivo General de la Nación, con sede en Lima, fechado el 30 de Abril de 1534, ya figuraba como Alcalde de la ciudad de San Miguel, en su primer asiento de Tangarará. I si esto fuera poco en el asiento 158 del Libro Becerro de Escrituras, que reúne una serie de instrumentos notariales, aparece que en San Miguel el 26 de Mayo del 34 actúa como testigo instrumental "el Alcalde de la ciudad Andrés Durán", quien además firma "a ruego de Almagro" que como sabemos era iletrado. A mediados de Octubre del 34 después de retornar de Quito a San Miguel el Alcalde Durán registra su testimonio en el expediente sumario abierto a petición de Almagro contra el Adelantado Pedro de Alvarado. De ambos documentos se deduce el grado de confianza que sobre Durán depositaron los dos grandes hombres de la Conquista del Imperio Incaico y en gratitud a sus servicios se hizo merecedor a la encomienda de Posechos (Poechos) cuyo territorio, con indios tributarios, proporcionalmente perteneció a Juan de Santiago y Francisco de Lucena que también celebraron contratos que obran en dicho Libro Becerro de Escrituras y que es casi seguro presenciaron el nacimiento de la ciudad de San Miguel puesto que los repartos con preferencia se otorgaban a Conquistadores de probados méritos dentro de la acción conquistadora del Perú; Ver la Ordenanza de Tambos y Caminos Reales, expedida en el Cusco el 1º de Julio de 1543. El perulero que nos ocupa fue un distinguido conquistador con impecable fojas de servicio por eso se le designa la encomienda de Colán para su administración. Pues, hay evidencia que “También existían unos Colán pescadores” otorgados por cédula del marqués a Andrés Durán, uno de los primeros alcaldes de San Miguel y encomendero de Colán y de Maycabilca, quien además poseía por cédula de Vaca de Castro un cacicazgo de la sierra”. En 1549 Durán había fallecido y los naturales de su encomienda estaban vacos. El monto de su tributo ascendía a 300 pesos”. El año 1561 la encomienda estaba en poder de Juan Méndez. También hay otra referencia que corresponde a fines del siglo XVI, que dice así: “El pueblo de San Lucas de Colán que tiene 163 indios tributarios y 632 personas encomendados en diferentes personas”. No cabe la mínima duda que Almagro al partir definitivamente de la ciudad de San Miguel, en Octubre del 34, decidió trasladar como en efecto trasladó la naciente villa al Cerro de Pilán, donde la repobló con un grupo de hidalgos, la dejó establecida con su muy noble Teniente Gobernador don Juan de Coto y su Cabildo encabezado por Durán. Andrés Durán es un valeroso conquistador olvidado por nuestro pueblo que ahora a inicios del siglo XXI debe recordarlo. Es oportuno rescatemos su vida y su memoria por el gran significado histórico que, con legítimo derecho, le concede su condición de haber sido el segundo Alcalde de San Miguel de Piura, después de Blas de Atienza. Es obligación moral nuestra recordar su trabajo edil y perpetuar su nombre en el bronce imperecedero del recuerdo. LOS CAMINOS EN LAS ORDENANZAS DE 1588 La ciudad de Piura cumplió el 15 de Agosto de 2008, 420 años de su instalación en estos predios de El Chilcal. En su homenaje nos proponemos realzar esa fecha comentando un documento fundamental. Se trata de las Ordenanzas de 1588, producido por su Cabildo los primeros momentos de su fundación, relacionado con el renglón correspondiente a caminos, base y sustento espiritual del intercambio y desarrollo de los pueblos en todos los tiempos. Sabemos que el cuerpo de Ordenanzas que obligatoriamente cumplieron los vecinos y moradores, estantes y habitantes de la ciudad de San Miguel del Villar, "que de presente se ha fundado y poblado por orden y mandado del excelentísimo señor D. Fernando Torres y Portugal, conde del Villar, Virrey Gobernador y Capitán General en estos reinos y provincia del Perú", fue aprobado el 13 de Octubre de 1588. En su articulado presta especial consideración a los caminos de la región existentes desde antes de la llegada de los aventureros españoles. Por sobre todas las cosas debemos evocar el útil servicio que prestaron los caminos a la región desde tiempos inmemoriales. Durante el incanato existieron dos caminos reales que unieron Tumbes-Talca-Quito y Cuzco-Talca, con una extensión de diez mil kilómetros más o menos. Los caminos levantados en nuestro suelo geográfico aseguraron la unidad regional mediante un permanente trueque de bienes y servicios, culturales y materiales, que alentó el adelanto de sus pueblos. Aquí tenemos una breve relación de los caminos que hallaron los conquistadores hispanos y a través de ellos consolidaron la conquista del Perú. Veámoslo: PAITA-PIURA.La mudanza de la Piura trashumante y peregrina del Puerto de Paita a su actual emplazamiento a través de las Ordenanzas del cabildo piurano deja retrato imperecedero de los caminos de la región que ya existían en 1588, cuyo origen Tallán se pierde en la oscuridad del tiempo, y que ahora es bueno visualizar para tener una idea de la comunicación terrestre con los pueblos vecinos ocurrida hace más de cuatro centurias. Observamos en el numeral once una disposición terminante, para que los habitantes porteños "no tengan casa ni asiento en el Puerto de Paita, ni vivan en él más de las personas que quedan señaladas para que den recaudo y avivamiento a los navíos que llegaren a dicho Puerto...". Este mandato legal de perentorio cumplimiento determinó que en salvaguardia de sus vidas los paiteños, amenazados por los piratas, se vengan a vivir a suelo piurano donde, desde antes de 1588, ya había agrupaciones de familias procedentes del valle del Chira que se trasladaron por el camino que unía Paita con Piura, de origen prehispánico. PAITA-LOJA-JAEN.Para proteger el crecimiento urbano y fomento comercial de Piura el cuerpo de leyes en comento, art. 12, sabiamente puntualiza: "... para que la dicha ciudad vaya en aumento y en ella halla tanto comercio que es lo que se ha de pretender, y la ropa y mercaderías que lleguen al Puerto de Paita para Loja, Jaén y otras partes,... vengan a esta ciudad de San Miguel del Villar, y desde ella vayan su viaje para la parte y lugar donde les pareciere...". La ciudad de Loja actualmente está comprendida dentro de la república del Ecuador y hasta hoy se mantiene el comercio de importación por el Puerto de Paita, usando la vía terrestre por Suyo, Puente Internacional y Loja. El comercio de importación y exportación que se hacia por el Puerto necesariamente tenía que hacerse previo paso por este cercado de la mercadería que entraba o salía, prohibiéndose que "por ninguna vía ni manera vayan por otro camino, no lo usen ni continúen más que por lo que viene a esta dicha ciudad y de los que de ella salen". El incumplimiento de esta norma municipal determinaba se aplique al infractor la pena de doscientos pesos de plata ensayada para la Cámara de su Majestad, el Juez y denunciador por tercias partes. PAITA-COLÁN-AMOTAPE.La legislación analizada en materia de caminos dispuso también que los "señores de Requas" eviten utilizar los existentes entre el Puerto, Colán y Amotape”. El art. 14 a la letra dice: "Que de aquí en adelante los señores de Requas no sean osados a llevar con las dichas Requas, mercaderías ningunas por el camino que va de Paita a Colán y Amotape...". Se prohibió expresamente que por ningún motivo los comerciantes usen camino distinto al establecido para el tráfico comercial entre estos pueblos de innegable ascendencia Tallán. Literalmente se les exigió que para el ejercicio de sus actividades económicas hagan su viaje "por caminos que desde esta ciudad salen para Loja, Jaén, la Sierra y los llanos, pues este Valle es acomodado". A propósito de valle se consideró, con conocimiento de causa por el cabildo piurano de 1588, que el nuestro tenía buen pasto para el mantenimiento de las bestias que transportaban las mercaderías debidamente orientados por los arrieros, dependientes de los comerciantes. Queda claro en la norma legal glosada que la actividad comercial con la Sierra comprendió a los pueblos de Ayabaca y Huancabamba. I los llanos abarcó a todos los de la costa piurana, partiendo de del puerto de Paita, Colán y Amotape. El incumplimiento de esta regla jurídica, que enriquece las fuentes de la Historia del Derecho Municipal Peruano, traía consigo la sanción equivalente a multa de veinte pesos tanto para el arriero cuanto para el dueño de la mercancía, que se distribuía en tercias para obras públicas, Juez y denunciante. Apoyados en la fuente histórica entregamos otra estampa que enriquece la historia paiteña y colanera del siglo XVI en materia de caminos que son instrumentos vitales para el desarrollo material y espiritual de nuestros pueblos. IGLESIA DE COLÁN: TESTIMONIOS SINGULARES Ocuparse de la Iglesia de San Lucas de Colán constituye objetivar con espíritu regionalista un legítimo hecho historiográfico acaecido en estos arenales los primeros momentos del Perú español. Quehacer singular que por interesar a nuestra colectividad no puede faltar en las páginas históricas de Colán, Paita y Piura toda vez que en estos predios del señorío Tallán se levantó la primera Casa de Dios, que se mantiene vigente y pronto a celebrar cinco siglos de existencia. Tan especial acontecimiento ocurrió en los albores de la conquista española, dirigida por el trujillano Francisco Pizarro. EXORDIO.Es incuestionable que a consecuencia de la vocación ausente por la investigación social, es muy poco lo examinado en relación con el S. XVI piurano. Igualmente son escasos los avances operados en el área histórica de los pueblos que conforman la geografía de esta región. Pero aún más hasta hoy son remotos los estudios alrededor de Iglesias y Conventos en las centurias XVI y XVII, período que resalta en Piura un innegable florecimiento religioso y socio económico a raíz de que, como es público y notorio, por el puerto de Paita ingresaban las máximas autoridades del virreinato, personajes políticos, militares, hombres de empresa, vicarios de Cristo y aventureros europeos que venían a este suelo en busca de nuevos horizontes, de porvenir, fama y fortuna. Los viajeros de ultramar al concluir la vía marítima en Paita, después de un necesario descanso, continuaban obligatoriamente su viaje por la vía terrestre. La ruta por tierra se abría en Paita, luego los viajeros seguían a Piura, pasaban a Catacaos hasta llegar a Sechura. Enseguida marchaban a Motupe, avanzaban a Saña y el próximo pueblo al que arribaban era Trujillo, así sucesivamente y después de escalas intermedias, según relata Cieza de León, finalmente, entraban a la Ciudad de los Reyes. Utilizaban en estos viajes muchas jornadas por cierto agotadoras. De público conocimiento es que a lo largo de los pueblos indios de la costa peruana los españoles fueron levantando Iglesias y Conventos, verbigracia Paita, Colán, Piura, Catacaos, Sechura, situados dentro del territorio regional nuestro. Ahora tratamos y nos proponernos reseñar algunos testimonios históricos sobre la centenaria Iglesia de Colán que se levantó contigua a su convento, empezando por registrar algunos datos correspondientes a la hagiografía del santo Lucas. EL NOMBRE DE LA IGLESIA.¿Por qué se dio el nombre de San Lucas a la Iglesia de Colán y quien fue este personaje cristiano? La historia religiosa confirma que el evangelista “Lucas fue uno de los amigos predilectos de San Pablo, y con razón, no solamente por su celo apostólico sino también por otros dos motivos particulares. Era San Lucas médico de profesión, y por este motivo tuvo muchas ocasiones de asistir con su caridad y su arte al Apóstol en sus frecuentes enfermedades; así le llama San Pablo “Lucas el médico queridísimo” (1). Luego, fue deseo de los primeros conquistadores que en Colán se perennice definitivamente la obra cristiana, apostólica y romana de San Lucas a través de un Templo que ahora tiene casi medio milenio de existencia ininterrumpida. De otro lado se trata, pues, del templo cristiano que ha sido el punto de partida para abrir en el mundo andino la prédica cristiana que empieza en estos arenales del Perú, por el año 1532, que por fortuna ha resistido la acción del tiempo y aún existe debidamente restaurado con la categoría de Monumento Nacional del Perú que ha merecido especial atención por parte del Poder Ejecutivo en la protección y conservación del TEMPLO. Colán y Paita, que dentro de la geopolítica regional nacen como distritos de la Provincia Litoral de Piura los primeros años de la república, son pueblos ancestrales y coloniales que en estos últimos tiempos han merecido la atención de investigadores acuciosos del tema histórico social piurano que con exhaustivo análisis han dado claras luces sobre su trayectoria histórica. No podemos dejar de señalar que en 1861, 30 de Marzo, al crearse el Departamento de Piura por Ley dictada en el gobierno del Mariscal Ramón Castilla, en su artículo tercero categóricamente se establece: “La provincia de Paita, tiene por capital, la ciudad de este nombre y consta de los distritos siguientes: Paita, Colán, Tumbes, Amotape, La Huaca, Sullana y Querecotillo”. Necesario es registrar el conocido refrán antiquísimo que se refiere a la luna de Paita y al sol de Colán, que es demostración objetiva y palmaria que ambos siempre están juntos. Respecto a la primera resplandece mucho por la transparencia de la atmósfera; y, en cuanto al sol convierte a Colán en un horno reverbero por el terreno arenoso y el reflejo nítido. Hay suficientes motivos de carácter histórico, geográfico, cultural, social para unir ahora con fuerza anímica, en el siglo XXI, espiritualmente hablando, a los prehispánicos pueblos de Colán y Paita que además juntos se conciben y nacen dentro del credo cristiano. TESTIMONIOS HISTÓRICOS.El año 1528 se abrió el tráfico marino entre Panamá con Paita y viceversa. En la Relación Sámano Xerez se establece que Pizarro procedente del Istmo llegó por primera vez al Perú (2). También se ha determinado que en Colán estaba el puerto de indios de Tangarará en el que se afirma desembarcó la expedición española que dirigida por el capitán extremeño tuvo su primer contacto con suelo piurano (3). Así mismo en crónicas quinientistas reiteradamente se afirma que en este puerto Tallán se quedó Alonso de Molina para buscar leña mientras el Gobernador con su embarcación avanzaba hacia el Sur del Perú (4). Es muy probable que los extranjeros visitantes de inmediato llevaran el nombre de Colán a suelo panameño y en grato recuerdo al pueblo visitado lo perennizaron en el Istmo. Así se explica con toda lógica la existencia de Colán ubicado como caserío añejo de la República de Panamá, provincia de los Santos, distrito de Pocrí, que aún existe hasta hoy (5). Según investigaciones autorizadas hubo pueblos desdoblados en población interna y puerto externo. Creemos que este es el caso de San Miguel de Tangarará que desde 1532 su población interna se levantó “en la desembocadura del Chira, aguas abajo” y el puerto externo se estableció en Colán sirviendo como “puerta de entrada y enlace de su conquista con Panamá por el mar” (6). EDIFICACIÓN DE LA PRIMERA IGLESIA.El puerto de Colán, como entidad viva y activa, por donde entraban y salían los conquistadores del Perú, lo primero que levantó fue la Iglesia como signo indeleble de la llegada de los cristianos a estos llanos del Perú. Al respecto hay una cita elocuente. Se ha dicho recogiendo información de terceros, pero sin arribar a la evidencia, lo siguiente: “Don Manuel Gómez Laines, el amanuense del Municipio de Paita en 1877, asegura que después de la fundación de San Miguel llegaron de Nicaragua los dominicos Indalecio Astorga y Bonifacio Escoquis, los que en el año 1536 empezaron la construcción de la Iglesia y Convento de Colán. En esa época el pueblo tenía cierta importancia y había allí una reducción de indios. El edificio, sigue diciendo Gómez Laines, fue construido “con cantera de piedra caliza, sacada del cerro cercano, a espalda del templo, con frente a la plaza”. Luego expresa “este templo fue ornamentado suntuosamente con altares y retablos dorados, por obreros españoles, en fina madera de cedro y roble, que abunda en las florestas de Centro América”. Decía que la Iglesia aún existía en 1888 en estado ruinoso y que en ese año un incendio destruyó el Convento” (7). Tal como ha sucedido con todas las edificaciones que desde luego no son eternas sino que tienen un ciclo vital, como toda obra humana, es de suponer que la Iglesia de Colán y su Convento tuvo su primera construcción a partir de 1536, afirmación que por lo menos es aceptable desde el punto de vista cronológico quedando pendiente la evidencia documental una vez que se encuentre el testimonio escrito en el Archivo General de Indias. Entre tanto es un dato sujeto a descarte mientras no se convierta en prueba objetiva. CONSTRUCTOR DE LA IGLESIA.No cabe la menor duda que “la iglesia ha sido edificada sobre un montículo prehispánico, correspondiente a una parte del asentamiento de la época Chimú-Inca, estabilizado mediante un muro de contención frontal y dos laterales. La estructura inicial del templo data de mediados del siglo XVI y se levantó en el mismo lugar en el que actualmente se halla” (8). Desde su origen se mantiene hasta hoy en el mismo lugar, jamás fue cambiada de ubicación. A mayor abundamiento “el templo San Lucas de Colán, se ubica tal como se ha señalado anteriormente, sobre un conchal prehispánico al sur de la actual población, a la vera de la carretera que ingresa al pueblo. Como expresa Gómez Lainez el templo está construido con cantera de piedra caliza, sacada del cerro cercano a la espalda del templo, con frente a la plaza. Este monumento tiene un área de 1100 m2. Sus características arquitectónicas externas de este templo son similares a los pequeños templos de la región. Su fachada y altar mayor tienen carácter barroco. Este templo fue ornamentado suntuosamente con altares y retablos dorados por obreros españoles, en fina madera de cedro y roble que abundan en las florestas de Centro América” (9). Por ahora ofrecemos la constancia escrita verdadera y cierta más remota, que data de hace 400 años, la misma que nos da testimonio incuestionable del autor del trabajo de la Iglesia de Colán. Se trata de Dn. Martín de Beas, maestro de carpintería, vecino morador del puerto de Paita, jurisdicción de San Miguel de Piura. Este maestro carpintero en la primera década del siglo XVII, por escritura pública que celebró con el “gobernador e cacique” de Colán, por ante Francisco de Morales, escribano del puerto de Paita, se encargó de ejecutar la obra correspondiente a la Iglesia del pueblo colanero. La obra se pactó en la suma de 800 patacones de los cuales recibió 640. Pero el carpintero Martín documentalmente señala “…por mi enfermedad no he acabado la dicha yglesia y que la obra que en ella tengo echa se tasen por oficiales que lo entiendan… (10). Don Martín de Beas realizó la obra contratada con la ayuda de “un oficial y mi negro”. En esta Iglesia cuyos trabajos de carpintería se hicieron abierto el siglo XVII, conforme a la costumbre de la época, predominó como material de construcción la madera y por eso el constructor puntualiza que “don Miguel Chunga, difunto cacique que fue del pueblo de Sechura” le dio en venta media viga de palo amarillo que se valorizó en 30 patacones y que la utilizó en la obra de la Iglesia de Colán”. El constructor del templo cristiano celebró el contrato de la obra con el “gobernador e cacique” de Colán. Este dato inédito, singular para el caso que nos ocupa, nos permite plantear formalmente que el contratante no identificado fue Don Luis de Colán dada la cercanía en el tiempo del contrato de obra que es primero y el testamento de éste que otorgó con fecha posterior, pero muy próxima (11). DON LUIS DE COLÁN.En el referido testamento, cuyo cuerpo literal ha sido publicado, Don Luis se califica así: “cacique principal y gobernador del pueblo de Colán”. En ambos casos, contrato de obra y testamento, documentos públicos escriturados de naturaleza jurídica distinta, hay identidad del cargo en la persona natural que interviene con la calidad de contratante y el testador. No cabe la menor duda que es la misma que interviene en los dos escritos referidos. Pero si esto fuera poco para demostrar y ratificar lo expuesto agregamos que fue voluntad postrimera de Don Luis que su cuerpo fuera sepultado en la Iglesia Mayor de San Lucas de Colán “enfrente del altar mayor a un lado del Evangelio y acompañen mi cuerpo el cura e sacristán con cruz alta doble de campanas…” (12). Por manifestación excepcional del testador verificamos sin lugar a equívocos que el año 1622 estaba existente la Iglesia Mayor que construyó, en parte, el carpintero Beas. Orgulloso Don Luis de haber sido pionero de la construcción de la Iglesia de Colán fue su decisión testamentaria dejar para que se continúe la fábrica de la misma 600 pesos, en tanto se consideró mayordomo de la Iglesia por mucho tiempo. La presencia de esta cláusula nos hace inferir que el carpintero Martín no pudo concluir la obra por motivos de enfermedad con posible muerte y que el edificio de la Iglesia quedó inconcluso por algunos años, lo que como es natural preocupó al “gobernador e cacique”. Por eso fue que dejó un legado para que la fábrica se termine con su directo y personal apoyo económico. Casi al finalizar el codicilo, documento complementario del testamento, Don Luis, con solemne espíritu cristiano, generosidad de buen católico a toda prueba y con manifiesta fuerza de lealtad a su estirpe y a la cofradía de dicho pueblo de Colán, le dejó por concepto de manda 500 pesos para con ellos cubrir cualquier deuda que él le tuviera pendiente de pago. MARIO SICALA EN COLÁN.Por el año 1767, vale decir dieciséis años antes que desde Trujillo del Perú nos visitará el Obispo Baltasar Martínez de Compañón, Colán tuvo la importante presencia del religioso MARIO SICALA quien con motivos de estudio vino por estos arenales en nombre de la Compañía de Jesús cuya sede era la ciudad de Quito. Sobre el casco urbano de Colán, que conoció con sus propios ojos, gratamente expresó: “Sobresale grandemente la magnífica y soberbia Iglesia que se levanta en el centro de la población. Los recursos del curato superan los tres mil escudos” (13). Importante es destacar que los testimonios sobre este aposento cristiano son elocuentes y nos permite inferir que se trató de una edificación fuera de lo común. Durante el primer semestre de 1783, el ancestral pueblo de Colán recibió apoteósicamente al Obispo de Trujillo del Perú, Martínez de Compañón quien además estuvo en Paita, Amotape y demás pueblos ubicados en el valle del Chira. No cabe la menor duda que el Obispo Martínez fue otro de los tantos prelados que visitó durante la colonia la histórica Iglesia San Lucas de Colán. IGLESIA APOSENTO DE LA LIBERTAD.Hay uniformidad de información que nos lleva a la evidencia para afirmar que la Iglesia de Colán, que nos ocupa, institucionalmente sirvió para promover el grito libertario de este antiguo pueblo ubicado en la geografía provincial de Paita. Dejamos constancia que en los Estados de las Parroquias de la Provincia de Piura que se levantó por mandato del Excelentísimo Señor Obispo de Trujillo Ilustrísimo José Carrión y Marfil para responder a la Real Orden de 7 de Setiembre de 1814, dentro de la Parroquia de San Francisco de Paita en su parte final leemos lo siguiente: “La otra población es San Lucas de Colán: 1,637 almas; 1 Iglesia. Dos clérigos seculares: cura e inter; 1,200 pesos de congrua. Era Cura Párroco Gregorio Alba” (14), a quien años después lo ubicamos en el proceso de nuestra independencia política de España. Por la acción del tiempo el reducto de la Iglesia de Colán en comento, como todas las del Perú Independiente, fue escenario patriótico y desde su interior el cuerpo de fieles colaneros alentó la emancipación nacional (15). De la Iglesia de Colán el año 1823 se tomó plata labrada para proseguir la campaña independentista por un equivalente de 306 marcos. Fue la más alta colaboración después de la que hizo Piura mediante un registró de 619 marcos. En la razón de cupo asignado por la Junta Eclesiástica a los Curas de la Provincia de Piura, emitida el 9 de Marzo de 1824, Paita y Colán, que siempre estuvieron, están y seguirán estando juntos, se anotaron con 80 pesos mensuales que totalizan al año 960. También fue la más alta contribución, le siguió Sechura con 50 pesos al mes, o sea 600 anual (16). FRANCES LESSON EN COLÁN.El año 1824 el viajero francés René Lesson, de paso por Paita, visitó la Iglesia de Colán quien de visu constató lo siguiente: “Colán posee una Iglesia bastante grande, que fue derrumbada en parte por un terremoto, hace alrededor de 10 años. La fachada destruida en su mitad, ha sido construida de madera, cubierta de yeso, en el que se han aplicado molduras y toscas pinturas. El edificio tiene un techo de cañas en planos inclinados. El interior es más rico de lo que acostumbra ordinariamente una iglesia de aldea, notándose sobre todo en ella dos pequeñas estatuas ecuestres (San Jacobo y San Felipe) vaciados en plata maciza, cada una de las cuales pesa más de una arroba o alrededor de 30 libras. Estos santos han sido cuidadosamente conservados en la sacristía y no aparecen sino los días de gran solemnidad. Entonces los indios son llamados indistintamente para adornar la Casa del Señor, y trabajan sobre la supervivencia de los ancianos” (17). COLÁN VISTO A INICIOS DEL SIGLO XX.Colán según elocuentes relatos de inicios del siglo XX tuvo dos atractivos el primero fue la Iglesia y el segundo el balneario que se calificó de excelente por tener una “bahía amplia, de aguas apacibles y limpias, descenso suave a la playa, y fondo marítimo arenoso, sin piedras y sin peligros”. Estos dos atractivos turísticos ahora son motivos singulares para ser visitado especialmente por gente de Piura, del Perú y el exterior. Respecto a la Iglesia de Colán veamos la cita siguiente: “El único vestigio de su pasada prosperidad es el TEMPLO, edificio que, en medio de tal soledad y de tanto escombro, es para el turista una agradable sorpresa, si no por la belleza y por el arte, por las dimensiones, reñidas con el resto de la pequeña población, toda de triste y desolador aspecto: es de piedra y se halla intacto, aunque viejo” (18). BALNEARIO LA ESMERALDA.A raíz de la edificación del balneario “La Esmeralda”, levantado en el área geográfica de Colán, iniciada por Gaspar Augusto Yarlequé el año 1926, se elaboró una crónica de carácter histórico que sobre la Iglesia materia de esta nota dice lo siguiente: “Colán era floreciente. Sus pobladores amantes del fervor católico, celebran con unción religiosa el 18 de Octubre la fiesta de “San Lucas”, Patrón del Pueblo, en su importante Iglesia levantada en los albores de la Colonia, divisándose desde Paita la silueta de su viejo campanario, con la natural alegría del pueblo trabajador. Así era Colán hace 300 años; pródiga en la agricultura, orillas reverdecidas por la humedad de sus ríos, extensas plantaciones de algarrobos para la manutención del ganado, presagiando un eterno porvenir. Empero la felicidad no fue completa. En 1876 dos incendios se sucedieron y el pueblo en escombros sufrió las consecuencias inmigratorias, abandonando el lar nativo, para guarecer a sus familias en otros caseríos. Así se fundó San Lucas de Colán, cuya capital, Pueblo Nuevo, está casi a las orillas del río. El desamparo fue completo, porque apenas se quedaron 170 habitantes” (19). Se sabe con certeza que el viejo campanario de la Iglesia de Colán fue adquirido a partir del acuerdo del Cabildo de Colán que consta en el acta levantada el 1° de Febrero de 1830, siendo Alcalde Don José Agustín Macharé. Su procedencia fue vía donación hecha generosamente por el ciudadano Don Francisco Helguero, de la vecindad de Piura. El texto del documento es el siguiente: “Compareció D. Francisco Helguero, de la vecindad de Piura para hacerle presente a esta Honorable Corporación y al vecindario, que era su gusto, y espontánea voluntad, dar de limosna a esta Santa Iglesia una campana para la torre, y una campanilla para el servicio del altar, todo a beneficio del pueblo” (20). El citado don Francisco fue un empresario próspero de esta plaza. Hijo de doña Juana Josefa Carrión e Yglecia y Joaquín de Helguero y Gorgolla quien tiene ostensible presencia política y económica en el partido de Piura, pues de ésta fue Juez Diputado de Comercio (21) y ha dejado como testimonio de su actividad pública “El Informe Económico de Piura – 1802”. EL INC – PIURA.El Instituto Nacional de Cultura (INC) – Piura, conforme a sus atribuciones culturales reguladas por imperio de expresas normas legales de carácter cultural y administrativo, se preocupó con mucho empeño por la restauración de este monumento correspondiente a la colonial arquitectura eclesiástica. Fue esta institución pública que por intermedio del Arq. Oscar Barrantes Campos levantó una memoria descriptiva del templo San Lucas de Colán, confiriéndole a la obra un carácter histórico. Por esta memoria podemos anotar que la construcción se hizo de piedra en todo su perímetro, encerrando un área aproximadamente de 1,100 m2; está levantada al costado del camino en la parte alta. El profesional Arquitecto advierte que el templo es de una característica arquitectónica muy singular. Su fachada se adorna con matices barrocos lo mismo que su altar mayor hecho de madera contrasta con la sencillez del interior, o sea de la nave, que contiene una limpieza de líneas formada por columnas muy esbeltas de madera que en número de veinte sostienen un tejado a dos aguas de armazón formando una nave principal y dos laterales (22). Realizado el respectivo inventario sobre el patrimonio mueble de la Iglesia San Lucas de Colán se registró dentro de “las imágenes y esculturas que hay son las siguientes: Del Señor Crucificado en un lindo altar, es la que concita mayor devoción. La escultura es una verdadera obra de arte. La escultura del Señor de Ramos. La escultura del Señor de la Justicia. La Escultura de San Andrés. El Altar de las Ánimas con un lienzo. La escultura de la Virgen del Carmen. El retablo de la Virgen del Rosario, donde en lugar de la Virgen hay un lienzo de la Santísima Trinidad. La escultura del Señor de las 7 caídas. La escultura de San José. La escultura de la Virgen del Tránsito. La escultura del señor de la Buena Muerte. La escultura de la Virgen de Mercedes. La escultura de la Santísima Cruz. El lienzo de San Jacinto. La escultura del Sagrado Corazón de Jesús” (23). Últimamente se ha expuesto que “para conocer el contexto donde se ubica la iglesia San Lucas de Colán y gracias al financiamiento proporcionado por el Comité Pro-Reconstrucción y la Municipalidad de Colán, el Instituto Nacional de Cultura-Filial Piura realizó un interesante reconocimiento arqueológico, cuyos materiales culturales y resultados obtenidos aún no han sido expuestos ante la comunidad científica. Las excavaciones dirigidas por Juan Morales (INC 1987: 89 ms.) revelaron que fue construida sobre un montículo de ocupación Chimú. Esta inferencia se debe a la presencia de cerámica paleteada y con decoraciones impresas “piel de ganso”. Para el estudio se dividió el montículo en cinco sectores, excavados mediante trincheras, solamente excavaron una o dos unidades, excepto en el sector 5, donde aparecieron las cabeceras de unos muros. Desenterraron diversos ataúdes, restos alimenticios, cerámica, vértebras de pescado, restos de madera y cerámica vidriada. En el área interna de la iglesia efectuaron dos cortes, uno a la entrada y el otro en el Altar Mayor, recuperando osamentas humanas, cerámicas y moluscos petrificados en contexto disturbado. En el área que ocupa la población actual se observan otros montículos naturales y artificiales (“conchales”). En el montículo sur son visibles muros de adobes unidos con mortero de barro que conservan su enlucido. La Iglesia ha sido construida con piedra o roca de origen marino, labrada a manera de adobes color amarillento, unidos con argamasa de barro. Originalmente estuvo techada con paja, con paramento de caña guayaquil, presentando doble caída. Infieren que las hileras de cimentación ubicadas en la parte exterior de la iglesia podrían corresponder a un convento (INC, 1987). Futuras excavaciones sistemáticas y estudios etnohistóricos respaldarán esta inferencia” (24). Ha sido el apoyo incondicional que ha otorgado el Comité Por – Reconstrucción de la Iglesia de Colán y la decidida protección del INC-Piura, que han permitido que esta joya de la arquitectura colonial haya recobrado gran parte de su prestancia como calificado monumento histórico del Perú. MONUMENTO NACIONAL.En el gobierno del Arquitecto Fernando Belaúnde Terry mediante Resolución Suprema Nº 027-83-ED, de 20 de Enero de 1983, siendo Ministro de Educación don José Benavides Muñoz, la Iglesia de San Lucas de Colán adquiere la categoría de Monumento Nacional por su trascendencia y significado histórico y social que tiene desde los primeros años de la conquista española. Medulares considerandos determinan la decisión legal del Poder Ejecutivo para reconocer el valor que tiene esta joya eclesiástica considerada la primera que se levantó en el Perú. Al abrirse la Resolución Suprema señalada hay suficiente motivación, pues se considera que “la Iglesia de San Lucas de Colán ubicada en el Departamento de Piura, cuenta con importantes valores Históricos Artísticos que deben ser preservados; que es deber del Estado propiciar la protección y conservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Nación; de conformidad con el Decreto Ley N° 19033; SE RESUELVE: 1°.- Declarar Monumento Nacional a la Iglesia San Lucas de Colán ubicada en la provincia de Paita; 2°.- Encárguese a la Corporación Departamental de Desarrollo de Piura para que asigne en su presupuesto correspondiente a 1983 la partida necesaria para la restauración y puesta en valor del conjunto arquitectónico. 3º.-El Instituto Nacional de Cultura, queda encargado de la ejecución de las obras de Conservación y Restauración y de realizar el inventario y registro de las obras de arte y de la Iglesia de San Lucas de Colán, así como de impartir las disposiciones complementarias para el cumplimiento de la presente Resolución” (25). Ahora que hemos entrado al siglo XXI, considerando además que en el 2032 se cumple 500 años de la fundación de la ciudad de San Miguel en su primer asiento de Tangarará por el marqués Francisco Pizarro, es grato afirmar que la Iglesia San Lucas de Colán se constituye en el aposento cristiano más antiguo del área andina por cuya razón mediante expreso dispositivo legal emanado del Poder Ejecutivo se ha convertido en Monumento Nacional, hecho que definitivamente enriquece las páginas de nuestra historia. NOTAS.(1)Enciclopedia Universal Ilustrada Europea Americana; tomo 31, Pág. 45. Dice además: “No fue San Lucas judío, ni menos uno de los 70 discípulos del Señor, o uno de los discípulos a quienes se apareció Jesús camino de Emaús, sino de origen gentil. Nació en Antioquia de Siria; parece haber sido uno de los primeros gentiles que en dicha ciudad se convirtieron al cristianismo poco después de la muerte de San Esteban. En Antioquia conoció a San Pablo, cuyo discípulo quiso ser y a cuyas expediciones apostólicas se asoció en Tróade hacia los años 50 ó 51, cuando el Apóstol iba a entrar por primera vez en Europa durante su segundo viaje (50-53). Asistió y colaboró con San Pablo a la fundación de la primera Iglesia europea en la colonia romana de Felipos, y parece haber quedado para consolidar la obra del Apóstol, mientras éste continuó su viaje hacia Atenas y Corinto. (2)Raúl Porras Barrenechea; Las Relaciones Primitivas de la Conquista del Perú. (3)Juan G. Paz Velásquez; Historia de la Independencia de Piura. (4)Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo Americana; tomo 13, página 1396. (5)Enciclopedia citada; tomo 13, Pág. 1397. (6)Demetrio Ramos Pérez; Benalcázar y la Primera Piura. En la Pág. 25 ha establecido la hipótesis que leemos así: “Uno es el puerto, la entidad viva y activa, otro es el pueblo indígena, donde quedan al cuidado de quienes fueron sus garantes”. (7)Reynaldo Moya Espinoza; Historia de Payta, Pág. 40. (8)Pina Zúñiga de Riofrío; Ponencias y Conclusiones I Semana de Identidad Cultural 1992-Piura, pág. 163/165. (9)Edgar J. Seminario Coveñas; Colán: Milenaria Tierra Norteña, Pág. 39. (10)Archivo Regional de Piura – Serie Documentos Históricos S. XVII. Sección Protocolos Escribano Pedro Marqués Botello, Legajo Nº 38, Años 1603-1612.Testamento de Martín de Beas otorgado en San Miguel de Piura el 17 de Setiembre de 1611 (11)Archivo Regional de Piura – Protocolos Notariales. Legajo 29, testamento del 18 de Marzo de 1622. (12)Archivo Regional de Piura – Testamento antes citado de Don Luis de Colán. (13)Mario Cicala; Descripción Histórico Topográfica de la Provincia de Quito, Págs. 555/60. (14)Miguel Justino Ramírez; Homenaje de Piura al VI Congreso Eucarístico Nacional, Pág. 24. (15)Juan G. Paz Velásquez; Ob. Cit. (16)Archivo de la Iglesia Catedral de San Miguel de Piura; Libro de Elecciones 1813-16, Colección de Documentos Inéditos. (17)El Perú Visto por Viajeros; tomo I, Impresiones de Paita. Biblioteca Peruana, Ediciones PEISA. (18)Germán Leguía y Martínez; Diccionario Histórico, Geográfico, Histórico, Estadístico, etc. del Departamento de Piura, Volumen I, Pág.228. (19)Vicente Rázuri Cortés; Evocaciones Norteñas, Pág. 23. (20)Archivo Regional de Piura; Libro de Cabildo de Colán. (21)Archivo Regional de Piura; Testamento de Joaquín de Helguero de 31.07.1820. (22)INC-PIURA; Papeles sobre la Iglesia de Colán. (23)Reynaldo Moya Espinoza, Historia de Payta, Págs. 42/43. (24)Oswaldo Fernández Villegas; Conflictos por el poder en Colán, Siglos XVII-XVIII, Pág.31. (25)INC-PIURA; Informe San Lucas de Colán, anexo parte final. UBICACIÓN GEOGRÁFICA DEL CURACAZGO DE COLÁN Dentro de la obra “Conflictos por el Poder en Colán Siglos XVII y XVIII”, del arqueólogo piurano don Oswaldo Fernández Villegas, publicada el año 1998, por la Cámara de Comercio y Producción de Piura, con excelente prólogo de Lorenzo Huertas Vallejos, está el capítulo: Ubicación Geográfica del Curacazgo Colán, que nos permitimos insertar en estE capítulo referido a la colonia para destacar la vida colonial de los habitantes del milenario pueblo de Colán. Veamos: “Colán fue un antiguo curacazgo situado en la margen izquierda del río Chira, en el valle del mismo nombre, unos cincuenta kilómetros al noroeste de la ciudad de Piura. Desde épocas prehispánicas el valle del Chira fue ocupado por tempranas entidades socio-políticas, tales como Vitonera, Camacho, Malacas, Nisama, Vichayal, El Arenal, Tamarindo, Nomara, La Huaca, Sojo, Jivito, Querecotillo, Amotape y Yacila. Durante el período Intermedio Tardío (900-1200 d.C.), Colán fue anexado al estado Chimu cuando ocuparon la costa extremo norte. Posteriormente durante la ocupación inca, arribaron diversos mitmas procedentes de apartados sitios del Tahuantinsuyo, como es el caso del grupo mitma Guaura de la costa central. Estas fases de ocupación modificaron la composición étnica y la organización que presentaba Colán. Parte del pueblo de Colán se sienta sobre un extenso conchal prehispánico, bajo el barranco del tablazo de Paita, 12 m.s.n.m., frente al moderno balneario La Esmeralda. Varios asentamientos arqueológicos han sido registrados por Edwars Lannig (1965) y Rogger Ravines (1986-87), Comunicación personal, 1986. Sus antiguos ocupantes explotaron la pesca a gran escala desde épocas tempranas. El cronista Antonio Vásquez de Espinoza (1942: 420) menciona que tanto en Paita como en Colán, había una gran cantidad de pescado fresco entre ellos lisas, atún, tollos, almacenados en grandes botijas de cerámica pulida. La producción intensa de pescado seco y salado no sólo fue a nivel local, sino también era comercializada a diversos sitios del Alto Piura: restos marinos han sido hallados en contextos arqueológicos en los sitios de Pabur, Gualdas, Huancabamba, Sondorillo, Ayabaca, Huarmaca, Olmos y fue transportada a través de camélidos. Los indios del curacazgo de Colán tenían su lengua autóctona. Al sol le denominaban Turinap, al cielo, Catuc nap, al agua, Nag. Las estrellas, Chupuchup, al viento Cuiñap y al fuego, Huyur: El obispo Jaime Baltasar Martínez de Compañón (1978) dejó una lista de 43 palabras de la lengua Colán, que aún se hablaba en pleno siglo XVIII y que las reproducimos más adelante. Estas voces estaban emparentadas (86.66% de lexemas comunes) con la lengua Catacaos, que según Alfredo Torero (1987) ambas conformaban el grupo lingüístico Tallán. La actividad agrícola se desarrolló en menor escala que en los sitios situados valle adentro, debido a la escasez de recursos hídricos. Generalmente cultivaban en los lechos y vegas del río Colán, a través del sistema de huachaques. Del río Colán llevaban agua almacenada en botijas a través de balsas de palos hasta el puerto de Paita. Las viviendas, como actualmente se puede observar en los poblados del valle del Bajo Piura, estaban ubicadas en forma dispersa. Vásquez de Espinoza (Ibíd.) relata que las casas eran construidas de cañas hincadas y las paredes externas eran enlucidas con capas de barro. Estaban techadas con esteras de carrizo, sobre la cual aplicaban un enlucido de barro mezclándolo con estiércol de camélidos. Una antigua casa de este tipo aún se conserva al frente de la iglesia San Lucas. Características similares aún mantiene el patrón arquitectónico de los poblados rurales del Bajo Piura, como el caso de Narigualá. CONFLICTOS POR LA TOMA DEL ASIENTO DE MANDO.- El pleito se produce en 1680 entre don Miguel de Rivera, uno de los indios principales de Colán contra el curaca Domingo Nisama, señor del curacazgo Nisama, por la posesión de un “duho” o asiento ubicado en la iglesia de San Lucas. Don Miguel de Rivera había heredado el asiento de su padre, don Felipe Colupú. Durante las investigaciones del caso, por la parte de Rivera se presentó su yerno Diego Pablo, quien llevó hasta Colán cuatro testigos: don Juan Nore, indio procedente del curacazgo Camacho; don Lorenzo Lequesnaqué, originario de Malacas; don Juan Llongo, del mismo Colán y don Juan Chagnaqué, indio de la parcialidad de Guaura. Los tres últimos indicaron ser aproximadamente de sesenta años. Los informes de los testigos coinciden en los datos acerca de los antiguos dueños del mencionado asiento. Ambos conocieron que el curaca Felipe Colupú y sus hermanos se sentaban en un banco, ubicado cerca del banco del curaca don Diego Nisama. Después del fallecimiento del anciano Colupú, el asiento fue heredado por su hijo Miguel de Rivera. Este y sus hijos, entre ellos don Simón de Rivera, lo tuvieran varios años hasta cuando el vicario de la iglesia, don Francisco de Otiniano, quitó todos los asientos y escaños debido a los constantes conflictos que rivalizaban los alcaldes contra los indios. Después de muchos días, los curacas ganaron una provisión real y nuevamente fueron restituidos. El corregidor ordenó otorgar asientos no sólo a don Miguel de Rivera, sino también a otros curacas y unos “naturales”. Así don Miguel obtuvo un asiento ubicado junto al del curaca Diego Nisama. Posteriormente en 1679 fue desplazado hacia un sitio más abajo cuando el curaca Domingo Nisama, al obtener el cargo de alcalde, introdujo su escaño en la parte media. Don Juan Nore, uno de los testigos, expresó dudas en que los Nisama tuviesen dos bancos. A raíz del incidente, Rivera elevó un memorial ala Audiencia de Lima y rápidamente el 27 de febrero de 1680. Tres meses después se llevaron a cabo las investigaciones por orden del corregidor de Piura, Pedro de Sadavalles. Este juicio terminó con la restitución que gana Miguel de Rivera. La ceremonia de posesión se realizó en la iglesia San Lucas el 3 de junio de ese mismo año, siendo dirigida por el teniente de Paita, don Pedro de Vayo. Aunque los curacas don Gonzalo y don Luis Nisama se opusieron al hecho, se quitó el asiento de ellos y se ubicó nuevamente el asiento de Rivera, sentándose su yerno Diego Pablo. Participaron también en la ceremonia, don Cristóbal Niarlupú. Don Luis Cornejo y los curacas Carlos Colán, Luis Guanlupú y don Miguel Camacho. EL CASO ENTRE LOS NIZAMA EN 1700.Diez años más tarde se produjo otro conflicto en Nisama, un curacazgo prehispánico reducido en Colán. Igual que el caso anterior, se vinculaba a intereses políticos y actividades religiosas de los curacas. Don Juan Nisama, uno de los curacas étnicos más antiguos del curacazgo de Nisama, nació a inicios del siglo XVII. Son escasos los datos acerca de este personaje, pero se sabe que tuvo cuatro hijos varones: Diego, Luis, Alonso y Gonzalo Nisama. La sociedad indígena de Nisama y otros curacazgos quedaron controlados bajo el sistema colonial. Sin embargo, la sucesión de curacazgos durante la época colonial, producida por muerte o avanzada edad del curaca, se regía no sólo por la primogenitura hispana, sino también de antiguos sistemas políticos de origen andino. Cuando murió el curaca Juan Nisama, sucedió en el gobierno, su hijo primogénito llamado Diego. A la muerte de éste subió al poder su hermano Luis Nisama, posiblemente porque don Diego no dejó descendientes. Don Luis ejerció el mando hasta mediados del siglo XVII. Le sucedió su hijo Juan Nisama el mozo. Como éste curaca tampoco dejó herederos, inmediatamente el curacazgo Nisama fue heredado por don Alonso Nisama, uno de los hermanos de don Diego. Don Alonso Nisama tuvo dos hijos. Uno se llamaba Domingo y el otro Francisco Nisama. A su muerte, el primero de ellos sucedió la jefatura. Durante la hegemonía del curaca Domingo, el rango de “segunda persona” fue desempeñado por su hermano, don Francisco, quien además, tenía a cargo la administración de tributos en los curacazgos de Nisama y Vitonera. Esta distribución de cargos políticos refleja la vigencia aún en el siglo XVII del sistema dual andino en la estructura jerárquica de Colán, común en otros curacazgos de los Andes Centrales y ampliamente documentado por María Rostworowski (1961, 1982, 1983). Este conflicto fue protagonizado por Gonzalo Nisama el mozo, Bartolomé y Joseph Ramón, hijos de don Gonzalo el viejo, contra don Francisco Nisama. También se disputaban la posesión que debían tomar de un asiento ubicado en la iglesia San Lucas. Aunque la literatura etnohistórica del documento no menciona la voz equivalente en la extinta lengua Colán, se trataba evidentemente de un “duho”, llamado “tiana” en lengua quechua. El asiento estaba ubicado junto al Altar Mayor, cerca del “evangelio” y de los asientos de los curacas don Pedro Alarcón y Simón Rivera. Para los curacas de Colán y otros curacazgos del valle del Chira, el conflicto por el mencionado asiento tenía relevante importancia dado que significaba un emblema prehispánico de mando, de jerarquía sobre los súbditos. Allí se sentaba el curaca y no sólo participaba de los ritos católicos que realizaban en la iglesia, sino también administraba diversas actividades cotidianas de curacazgo. Durante el siglo XVII algunos curacas siguieron usando no sólo duhos como símbolos de poder, sino también el llautu, el suntur páucar; la mascaipacha, la chipana o bastón de mando, collares de chaquiras, plumas, túnicas y sandalias. Simultáneamente, debido al acomodamiento en el régimen colonial, usaban elementos de nobleza hispana como el escudo de armas, pergaminos y estandarte. Durante la sucesión del curacazgo, se otorgaba a los herederos todos los bienes materiales; tierras agrícolas, pastos, ganados, casas, vasallos, así como los emblemas de mando, entre ellos el asiento de mando del señor fallecido. Cuando se produjo el litigio cogobernaban Domingo y Francisco Nisama; el asiento fue ocupado violentamente por Gonzalo el mozo, un principal de Colán, primo de los curacas antes referidos. Gonzalo el mozo basaba su derecho al asiento alegando que su padre, don Gonzalo el viejo también había sido principal. A fines de 1700 un escribano indígena, miembro del cabildo, llamado Pablo Puchulán, otorgó el asiento a los hermanos Gonzalo, Bartolomé y Joseph Ramón Nisama, por orden del corregidor de Piura, Juan de Sojo Cantoral, según establecía una provisión real otorgada con anterioridad por el virrey Melchor Portocarrero. El acto ceremonial se efectuó en la Iglesia San Lucas, el domingo 12 de diciembre. Asistió el alcalde Francisco Changanaqué, en reemplazo del otro alcalde Domingo Lequesnaqué, que se hallaba postrado en cama a causa de una enfermedad desconocida. Como testigos acudieron tres españoles, Francisco Pérez, Pedro Ruiz y Salvador Argüelles, además asistieron todos los indios del curacazgo. Luego que Gonzalo el mozo y sus hermanos tomaron posesión, rápidamente don Francisco Nisama presentó un memorial al corregidor, alegando que el asiento le pertenecía porque era descendiente del curaca Alonso Nisama y sucesor legítimo de su hermano Domingo, con quien gobernaba el curacazgo de Colán, Gonzalo el mozo en cambio, descendía del hijo menor de don Juan de Nisama el viejo; vale decir don Francisco y Gonzalo el mozo eran primos hermanos. Para probar sus argumentos, don Francisco presentó ocho testigos, entre ellos dos españoles y seis “indios notables”. Ambos coincidieron en los datos concernientes con la genealogía y problema sucesorio. Don Luis Parasa, indio de Colán, de sesenta años de edad, expuso que al morir don Alonso, la herencia del curacazgo fue transferida a su hermano Luis Nisama, quien administró la jefatura hasta que falleció anciano. Tras la muerte de don Luis, sucedió su hijo Juan, quien falleció sin dejar descendientes. Posteriormente la herencia pasó a don Alonso, el tercer hijo del curaca don Juan Nisama el viejo. El anciano Parasa observó que los tres hermanos, don Diego, don Luis y don Alonso, siempre se sentaban juntos, en cambio don Gonzalo el viejo no estaba al lado de los curacas porque en aquellos años aún era joven para participar en las funciones políticas y administrativas de los curacas, además los menores de edad estaban descartados de estos menesteres. Sin embargo, recordó que también don Gonzalo el viejo, ocasionalmente ocupaba el asiento dado que su hermano Alonso lo invitaba como un gesto de generosidad y amistad, así como también a veces lo invitaban sus sobrinos cuando optaron el rango de curacas. Pablo Gutiérrez, indio procedente de la parcialidad de los mitmas Guauras, de sesentiun años de edad, reveló conocer a don Alonso cuando había sido curaca principal de la parcialidad de Nisama. A la muerte de don Alonso sucedió su hijo Domingo. El fiscal Juan Francisco, de cuarenta y siete años, dijo que don Gonzalo el viejo también tuvo un asiento según una cédula del gobierno español. Sin embargo al no corresponder el sitio que pretendía, nunca llegó a usarlo, por lo que más tarde ocupó el asiento don Diego Guangalla, curaca procedente de un curacazgo cuyo nombre se desconoce. Don Simón de Rivera, nieto del curaca don Felipe Colupú, aseguró que Gonzalo el viejo poseía un asiento ubicado después del suyo. Por otro lado, el sacerdote Juan de Céspedes recordó las conversaciones que sostuvo con Eugenio Ramírez, durante su último viaje al pueblo de Trujillo donde mencionaron que don Gonzalo el viejo obtuvo el asiento por las gestiones que hizo en Lima. El curaca Rivera y el sacerdote Céspedes informaron esto a favor de Gonzalo el mozo. Según el testigo Gutiérrez y otros informantes que presentó don Francisco, después del fallecimiento de don Alonso, sucedió su hijo Domingo. Recordaron haber visto como Domingo y Francisco Nisama se sentaban juntos en el duho. Cuando don Francisco acudía diariamente al coro para tocar “bajón”, su hermano Domingo se quedaba ocupado el asiento. Luego, cuando Domingo Nisama asumió el rango de curaca principal de Nisama, pasó a sentarse en los asientos ubicados en la parte superior, según la cédula real que obtuvo en 1668 de Francisco de Borja, un obispo de Trujillo. Entonces, don Francisco de Nisama y sus hijos quedaron ocupando el asiento de abajo, vale decir el que anteriormente poseía Domingo. El testigo Luis Parasa aseguró que cuando Domingo se desempeñaba como curaca de Colán y Nisama, junto a él se sentaba su hermano Francisco, con el rango de segunda persona. Otro testigo refirió que aún ocupando el asiento, don Francisco invitaba a su tío Gonzalo el viejo a sentarse juntos, solo en algunas ocasiones. Por su parte, don Pablo Esna, anciano de noventa y dos años; don Juan Tangre, de setenta y cinco años; don Juan Ytache, de setenta; Salvador Argüelles, originario de Nisama, de cincuenta y cuatro años y don Diego Balta, procedente del curacazgo de Malacas, manifestaron similares datos. Señalaron que don Gonzalo el viejo no fue curaca porque era menor de edad y consideraban dudoso afirmar que haya ocupado el asiento en forma permanente. Posteriormente, que don Francisco presentara los informes, el corregidor solicitó que Gonzalo el mozo exhibiese los títulos referentes al mencionado duho. Fue notificado por Pablo Puchulán en presencia del alcalde Francisco Changanaqué. Luis de Saavedra, protector de naturales que participó en el juicio en defensa de Gonzalo Nisama el mozo, solicitó que éste no fuese despojado. Por su parte, Gonzalo mencionó que los títulos otorgados por diversos religiosos y visitadores, se le extraviaron cuando Colán fue invadido por el pirata inglés Peralta. Sólo recordaba que su padre don Gonzalo el viejo obtuvo un documento de Juan Ortiz de Zúñiga, vicario de ese pueblo. Después que revisara los informes de los testigos, el corregidor citó a los litigantes para determinar la posesión legítima, según la tradición, “como tuvieron sus padres con precedencia que deban gozar los mayores a los menores”, es decir conservando la primogenitura hispana en las herencias materiales del poder. Don Francisco Nisama alegó que la posesión obtenida por su primo Gonzalo el mozo fue ilegal con el propósito de despojarlo, porque aquella época cogobernaba como segunda persona de su hermano Domingo, curaca principal. Sostuvo también que el duho de su tío se ubicaba al lado del de Domingo y era el mismo que pretendía Gonzalo el mozo. Con respecto a los documentos extraviados, don Francisco dudaba que allí se indicara la distribución especial de los tronos. Sostuvo que era necesario fabricar una ”banca grande” para que su tío Gonzalo el viejo se sentara e intuía que el duho de éste estaba situado después del suyo, en diferente ubicación. Finalmente por sus continuas quejas don Francisco fue restituido el 19 de diciembre de ese mismo año. Asistieron al ritual de mando los indios notables, don Pedro Colona, don Juan Malacas, don Diego Martín y toda la población indígena. La ceremonia estuvo dirigida por el anciano don Alonso Nisama, quien en señal de posesión, tomó de la mano a don Francisco Nisama y lo sentó en un duho. Después que escucharon la misa mayor; los ancianos curacas preguntaron a todos los indios si estaban de acuerdo con la posesión otorgada a don Francisco. La totalidad consideraron conforme dado que se trataba del duho que antiguamente ocupaba su hermano. Así pusieron silencio a su primo Gonzalo, prohibiéndole fomentar conflictos entre los curacas. El escribano Pablo Puchulán disertó el dictamen en su contra, difundiéndolo a todos los habitantes del poblado”. TESTAMENTO DE DON LUIS DE COLÁN: Curaca en 1622 Valioso ensayo histórico bajo el titular del rubro es el que apareció en la Revista del Museo Nacional – XLVI, editada en Lima, Perú, Año 1984, dentro de las páginas 507/537, firmado por doña María Rostworowski de Diez Canseco. La publicación de tan valioso material bibliográfico, que abona la parcela de la historia social del distrito de Colán, época colonial, no hace más que confirmar a la vista de la prueba emanada del primer escalón del conocimiento histórico, que tan antiguo pueblo sustenta su pasado en valiosos acaecimientos. Aquí viene el texto: “El Señorío de Colán.Los testamentos de los señores andinos de los siglos XVI y XVII son documentos sumamente valiosos por la amplia gama de información que suministran. En dichos testimonios se observa el ambiente en el que se desarrollaba la vida de tal o cual cacique, sus bienes y herencias con ciertos rezagos de costumbres indígenas, pese al fuero castellano impuesto por los españoles. Un estudio comparativo de este tipo de documentos muestra el mayor o menor grado de aculturación de los personajes, según las regiones, el número de sus propiedades y participación en la vida económica del lugar. CURACAZGO DE COLÁN.Sin embargo, antes de entrar en el estudio del testamento en sí, es necesario situar el curacazgo de Colán en su contexto socio político. La etnohistoria de la región de Piura ha sido poco trabajada y muchos son los puntos que aún se ignoran. Uno de los temas a dilucidar es la composición étnica de sus habitantes y la extensión territorial de los varios señoríos que ocupaban la región. No parece haber existido en los valles Chira-Piura una unidad política que reuniese ambas cuencas en un solo jefe. Todo hace suponer que durante el Período Intermedio Tardío la región estuvo dividida en varios curacazgos, sin una marcada hegemonía. Además la población mostraba una diversidad étnica que se reflejaba en la pluralidad de lenguas en uso en los dos valles. La Relación de San Miguel de Piura, escrita entre 1571 y 1585, menciona la existencia en la zona de tres “naciones” indígenas diferentes, con idiomas distintos, sin proporcionar mayor información (Jiménez de la Espada 1885, Tomo II). En1651 el entonces obispo de Trujillo señalaba la necesidad de que los sacerdotes conocieran las lenguas locales empleadas en las doctrinas para la catequización de los neófitos. El religioso manifestaba la presencia de cuatro lenguas norteñas aparte de la general del Inca. Eran la de Olmos, la de Sechura, la lengua de Catacaos y Paita, además de la lengua hablada en los valles de Trujillo que los españoles llamaban Mochica (AGI, Lima 55, fol. 6; Rostworowski: 226). En la lista de las diversas lenguas del norte confeccionada por orden del Obispo Martínez Compañón, figuran como idiomas distintos unos de otros el Sechura, el Colán y el Catacaos. Lequanda en 1793, decía que: “se observa una variedad digna ciertamente de admiración los más de los pueblos, aunque sean confinantes e cercanos, tienen su diferente lenguaje, guturación y distinciones, que aunque los que no los entienden, lo conocen al oír hablar” (Lequanda 1793: 175). Poca distancia separa efectivamente el hábitat de los Sechura de los Colán o de los Catacaos. Desgraciadamente no sabemos casi nada sobre estos idiomas, salvo una cuantas palabras de cada uno de ellos (Ramos 1950). Es posible que la lengua Sechura hablada por grupos dedicados a la pesca y al trueque del pescado salado fuese un argot o lengua franca, al igual que lo era la “pescadora”, antiguo dialecto en uso entre los grupos de pescadores del litoral del actual departamento de la Libertad. En la visita pastoral realizada en 1593 por el Arzobispo Toribio de Mogrovejo (1920: 242) se mencionan los sacerdotes que en cada doctrina conocían las diversas lenguas indígenas. Uno de ellos era Bartolomé de Vargas de Santo Domingo, nombrado como “gran lenguaraz” en las lenguas pescadoras, palabras que indican la existencia de una pluralidad o variantes locales del dicho argot. De ahí el gran interés en comparar las posibles relaciones entre la lengua “pescadora” y la de Sechura, hablada más al norte por grupos igualmente pescadores. Si escasean las noticias sobre las diversas hablas del norte, también son poco numerosas las referencias a los grupos étnicos. En temprana fecha, es decir en 1533, Diego de Molina escribía: “Hay en cada provincia una lengua a quassi un trage, esto por los llanos e costa de la mar. En el río que llaman de la Pira, ques a treynta leguas passado Tumbez, donde primero se pobló Sanct Miguel, hay una lengua llamanse Tallanes. Andan arrebozados los hombres todos con una tocas de muchas vueltas é assí traen las cabezas muy grandes con aquellos rebozos, é a los cabos sus repacejos colgados que parescen barbas” (Fernández de Oviedo, Tomo XII). En la relación de Sámano-Xerex (Porras Barrenechea 1937: 71) hay mención de la llegada de Francisco Pizarro al valle de Tangarará y sobre el lugar se dice que: “Cerca del cual hay muchos pueblos y aldeas de indios y cerca del río está una casa grande y hermosa hecha de piedra a manera de fortaleza, cerca de la casa hay una grande y hermosa ciudad”. Sus caciques dieron la bienvenida a Pizarro quien, por encontrar el valle fértil, decidió fundar en él el primer pueblo de españoles llamándole San Miguel. Cieza de León (Crónica del Perú 1941: 192) describe el río Poecho, que por otro nombre decían Maicabilca, valle muy poblado y donde había grandes y numerosos edificios, casi totalmente destruidos cuando pasó el cronista por aquel lugar. Cabello de Balboa (1951: 326 y 467) cuenta que los naturales del valle de Poechos, en las riberas del río Chira, y los de Tangarará, así como los habitantes de Piura y Catacaos decían ser Tallanes y proceder de la sierra. También los pobladores de Olmos, aunque de idioma y modos de vivir muy distintos a sus vecinos, afirmaban tener un origen serrano. En el estado actual de nuestros conocimientos es muy difícil definir los grupos étnicos que se hallaban por entonces establecidos en dichos valles. En cuanto a la población española, la primera fundación de un asentamiento hispano en tierras andinas fue la de San Miguel en Tangarará, en 1532, en el valle del río Chira pero, por encontrar posteriormente el lugar poco salubre quedó trasladado, un año más tarde, por Diego de Almagro al alto Piura, en el Monte de los Padres, lugar conocido actualmente con el nombre de Piura la Vieja. La segunda migración de la ciudad de San Miguel data de 1578 y se efectuó al puerto de Paita, pero el saqueo e incendio a manos del corsario inglés Thomas Cavendisch, el 30 de marzo de 1587, puso de manifiesto la poca seguridad del lugar. Además la falta de agua, de leña y de tierras de cultivo dificultaba el desarrollo de la ciudad. El tercero y definitivo traslado de San Miguel se efectuó en 1588, al sitio denominado por los naturales como Chilcal, en las cercanías del río Piura (Eguiguren 1894: 157). Las encomiendas de Piura no fueron en su tiempo consideradas como ricas y se observa una división bastante arbitraria de los cacicazgos. Hecho similar ocurría en otros lugares y hacía decir a Fray Domingo de Santo Tomás, en una carta dirigida al rey, en el Consejo de Indias, y fechada el 1º de julio de 1550, que los naturales recibían gran perjuicio y daño por el modo de dividir los repartimientos entre los encomenderos, sin tomar en cuenta a los curacas y principales y a las jerarquías existentes entre los indígenas (Lisson y Chávez 1943, Vol. 1, Nº 4: 195-196). Sobre estos primeros repartos tenemos algunas noticias en los papeles del Licenciado Pedro de la Gasca de 1549. Dichas encomiendas fueron otorgadas ya sea por Francisco Pizarro, Vaca de Castro o el propio La Gasca (en preparación: Rostworowski. El tributo indígena en la primera mitad del siglo XVI). Aquí solamente mencionaremos lo que sabemos sobre Colán por ser el tema del presente trabajo y limitado a uno de sus caciques, aunque en las demás encomiendas encontramos la misma caprichosa división. Así hallamos a un “principal Colán ques en el pueblo de Payta, terná sesenta yndios, están bacos”. Este grupo seguramente de pescadores, pese a vivir en Paita no formaba parte de dicho señorío y no sabemos si representaba un enclave o si su presencia se debía a la territorialidad discontinua vigente en el ámbito andino (Rostworowski 1978: 96). “También existían unos “Colán” pescadores otorgados por cédula del marqués a Andrés Durán, uno de los primeros alcaldes de San Miguel y encomendero de Colán y de Maycabilca, quien además poseía por cédula de Vaca de Castro el curacazgo de Colna en la sierra. En 1549 Durán había fallecido y los naturales de su encomienda estaban vacos. El monto de su tributo ascendía a 300 pesos”. Otro cacique de Colán estaba encomendado en Pedro Gutiérrez de los Ríos y junto con la mitad de Chaparra en la sierra tenía en total 400 tributarios. No es raro encontrar que un encomendero poseyera un grupo de costeños y que también disfrutara de otro de serranos. En una lista de encomenderos de Piura de 1549 figura un Baltasar de Carvajal con el repartimiento de “yací y balle de Colán”, es posible que Llasy o Lasilla fuese el pueblo de pescadores de Yasila, otorgado por cédula de Pizarro. Ambos rentaban 500 pesos al año. Estas noticias aunque tempranas no contribuyen a conocer los límites del cacicazgo de Colán, ni su organización sociopolítica, pero muestran hasta que punto los españoles de esta primera época desmembraron los grupos étnicos, repartiendo a los curacas entre diversos encomenderos. Su falta de conocimiento del país y la gran demanda de otorgamiento de encomiendas motivaron a Pizarro a proceder a divisiones con frecuencia arbitrarias. Cualquier cacique subalterno, jefe de pequeños grupos fue considerado como señor de mayor categoría y un curacazgo resultaba dividido entre varios españoles. El sistema de desarticular las etnías por caciques, aunque fuesen pequeñas, es decir con un sentido demográfico, motivó posteriormente un sinnúmero de juicios por tierras entre indígenas y entre encomenderos. Pese a la confusión de las noticias, puede postularse como hipótesis que Colán y Paita tuvieron en tiempos prehispánicos una hegemonía política, con varios caciques menores reunidos bajo un señor muy principal. A través de datos posteriores, sabemos que en 1718 el cacicazgo de Colán comprendía varios ayllus: el de Colán propiamente dicho, Camacho, Malacas, Nizama, Vitonera y unos mitmaq o enclaves Guaura que, de acuerdo con los documentos de La Gasca, eran pescadores (AGI, Audiencia de Lima 441). Según Leguía y Martínez (1914) los pueblos y caseríos relacionados con el curacazgo que nos interesa eran los siguientes: Colán, la antigua capital del distrito y cercana al mar; La Capilla; el nuevo Colán o San Lucas, creado después de la destrucción del pueblo viejo por dos incendios, siendo entonces que sus pobladores decidieron mudar la aldea al lugar que ocupa actualmente, desde el litoral, a un asentamiento más cercano a los campos de cultivo, demuestra un cambio en el interés económico de sus pobladores. Las restantes aldeas son Sarana, Guayaquil, La Bocatoma y Malpaso. Los Colán vivían sobre todo de la pesca, de la explotación de sus salinas y del pastoreo del ganado menor. Un novelesco episodio conmovió, en 1615, la vida un tanto apacible de los Colán. Entonces el corsario holandés Jorge Spilberg pasó con siete naves el estrecho de Magallanes, con la intención de atacar el puerto del Callao. Enterado el virrey, marqués de Montesclaros, de la presencia en aguas peruanas de la flota enemiga, salió a darle el encuentro cerca de Cerro Azul, en Cañete. Después de una incierta victoria, retornó el virrey al Callao a reponerse de los daños sufridos, mientras el corsario hacía lo propio tras la isla de San Lorenzo. Spilberg no se atrevió a asaltar el puerto de Lima y tomó rumbo al norte, incendiando Huarmey y hubiera hecho lo mismo con Paita, a no ser por la valerosa encomendera de Colán, doña Paula de Piraldo y Herrero de Colmenero, quien juntó y armó a su gente y al frente de una columna marchó a Paita y ocupó los puestos estratégicos del lugar. Su ánimo dio fuerza a los presentes y el corsario quedó rechazado ante la inesperada defensa del puerto (Leguía y Martínez 1914: 229). EL PERSONAJE Y SUS BIENES (ADP – PROTOCOLOS NOTARIALES ESCALANTE OSORIO, Antonio, leg. 29). Es interesante comprobar a través de las cláusulas testamentarias, la riqueza que disfrutaba y el alto rango social que ostentaba, en 1622, el entonces cacique de Colán. Se trataba de un hombre totalmente aculturado, hecho no sólo a los usos y costumbres impuestos por los españoles, como se le nota en su desenvoltura y conocimientos económicos del mundo de entonces. Está muy lejos de ser uno de esos seres humillados o abatidos después de la pérdida de su anterior situación social. Todo lo contrario sucedía con don Luis quien, en ningún momento, tomaba un tono plañidero o hacía referencia al pasado prehispánico. No conocemos la edad de don Luis al tiempo de redactar su testamento. Es posible que naciera los años de 1560 ó 70 pues a pesar de ser un hombre mayor llevaba una vida ocupada en sus negocios y en la administración de sus bienes. Don Luis fue hijo de don Juan Yunchere, cacique principal del repartimiento de Colán y de Isabel Macazcachire. Siendo muy joven casó con doña María, mujer principal de Paita, que murió poco después sin dejar descendencia y nuestro personaje aclaraba “para que conste” que no se volvió a casar. Pese a las presiones y prohibiciones de los curas doctrineros que predicaban contra el “amancebamiento” de los naturales, don Luis tuvo varias mujeres, según costumbre de los señores andinos, pero sin aclarar si vivían todas ellas en su casa. En el testamento declaraba a sus hijos, haciendo la salvedad que “yo no estoy cierto de ello”. La mayoría de sus concubinas pertenecían a su propio ayllu, salvo una mujer de los mitmaq Guaura, una de Catacaos y otra sin indicación del lugar de su procedencia. Don Luis mantenía relaciones comerciales con españoles destacados de Piura. Por ejemplo formó compañía con el capitán Hernando Troche de Buitrago para fomentar la crianza de ganado menor. Los Buitrago eran vecinos de Piura y encomenderos de Tangarará (Vegas García 1939). Constaba en el documento que los pastores indígenas nunca fueron pagados por los dos socios y sólo ante la cercanía de la muerte manifestó don Luis su deseo de que sus albaceas cancelaran la deuda. La base de los negocios de nuestro curaca consistía en la comercialización de la sal, extraída de las salinas de Colán. En segundo lugar procedía de la pesca y pescado seco y salado y por último de sus hatos de cabra y ovejas. Las innumerables cuentas, cartas de pago, libros donde llevaba su contabilidad, notas sobre ventas que realizaba don Luis ante escribano, lo señalan como activo negociante, sobre todo con diversos españoles, vecinos o mercaderes no sólo de Paita y Piura, sino de Guayaquil y Quito. En menor escala tenía cuentas pendientes con otros caciques de la región. Entre las cláusulas testamentarias referentes a los tratos de la sal hay mención a don Gonzalo, cacique gobernador de la Isla de la Puná, que debía un saldo de 170 pesos de a ocho reales por varios envíos de sal. Otra disposición indicaba la deuda hacia el maestro de campo Antonio de Salinas, vecino de Guayaquil, por la compra que hizo don Luis de dos esclavas, al precio de 672 fanegas de sal. A un tratante de Quito, Juan González, había enviado don Luis por “flete de balsa” a Guayaquil una remesa de sal que no había sido cancelada. A otro español, el general Juan de Andrade, le compró dos esclavas, comprometiéndose a entregar por ambas setecientas fanegas de sal que aún debía. Es posible que don Luis negociara una cantidad de sal mayor a la extracción realizada por sus propios indios y que se viera obligado a recurrir a otros caciques. Es así que vendió una esclava al curaca de Malacas por el precio de 250 fanegas de sal. Todas estas cuentas muestran que el precio de una esclava equivalía de 200 a 350 fanegas de sal y que tal trueque era bastante frecuente. El segundo renglón de las actividades comerciales de don Luis era el pescado seco. Se menciona una deuda de dos mil cachemas, pescado muy estimado en el norte, y otra de 158 pesos de a ocho reales por “pescado y otras cosas” que le debía el capitán Cristóbal Fernández. En un tercer artículo declaraba el cacique que el general Juan de Andrade, caballero del hábito de Santiago, le compró 2,000 tollos y le pagó al contado, pero él no había remitido a sus indios la parte que les correspondía y pedía a sus albaceas arreglar cuentas con ellos. Aunque no sean numerosas las menciones y referencias al trueque o venta de pescado, sabemos gracias a otro documento que la principal tarea de los tributarios de Colán era la pesca del tollo, e inclusive el tributo era abonado en pescado seco, hecho que motivó un largo juicio con los encomenderos que deseaban dinero en efectivo (AGI, Lima 441). Si bien la sal y la pesca fueron los productos tradicionales de Colán, después de la conquista y de la introducción del ganado caprino, los rebaños no tardaron en transformarse en una fuente de transacción comercial, a nivel de los encomenderos, caciques y hombres del común. Se ha mencionado ya la compañía formada entre don Luis y Hernando Troche de Buitrago para la crianza de cabras y ovejas. También estableció otro tanto con Diego Moreno, en esa ocasión el aporte del cacique fue de “poco ganado”, es decir 184 cabezas que dos años después se incrementaron a 500. Aparte de estos negocios mayores, don Luis también comerciaba con harina, que compraba a un morador de Piura por la suma de 455 pesos. El vino fue igualmente un elemento de negocio y son mencionadas varias cuentas pendientes por la compra de varias botijas. Quizá una de las noticias más sorprendentes del testamento que analizamos es el hecho que don Luis poseía un capital importante en bienes raíces. En efecto, había adquirido siete casas en el puerto de Paita que alquilaba cada una a razón de 50 pesos de a ocho reales al año, sin contar con la casa de Colán en que habitaba. Este capital transformaba a nuestro cacique en un rentista urbano y es importante hacer hincapié que en el testamento no hay mención en ningún momento a haciendas o chacras, no sólo que no heredó tierras sino que no se preocupó de comprarlas y prefirió invertir su dinero en inmuebles. Las casas debieron ser buenas pues sus inquilinos fueron españoles destacados del lugar, como el teniente de corregidor o el cura. Estas noticias prueban que el cacique de Colán no era agricultor ni existió esta tradición entre él y su gente, puesto que en su mayoría eran pescadores y salineros. En cambio tenía un indudable talento para el trueque. La fortuna de don Luis se hace patente en su lujoso vestuario, no sólo para un señor indígena, sino para cualquier noble español de la época, sin contar con las alhajas, joyas y muebles. El testamento da cuenta detallada de la ropa que poseía. Se trata de vestidos compuestos por jubón, calzón y manta de finas telas importadas, eran terciopelos anaranjados, carmesí, azules o verdes con pasamanería de oro y flecos de seda. Ricos jubones de raso y damasco de China y México, con calzones de raso labrado y listado. Otras prendas eran negras de “gorgorán guarnecido de molinillos de oro”, mantas y calzones de terciopelo verde. Varios cortes de ricas telas, medias de seda de todos los colores, ligas de tafetán con punto de oro, madejas de seda para bordar, gruesas de botones de plata y de seda, madejas de oro fino de Milán”…etc. Es posible que don Luis comerciara también con valiosas telas, pues mencionaba a un fulano de la gobernación de Salinas a quien remitió, para su venta, dos piezas de damasco, una pieza de raso, ambos labrados y una de tafetán, todo importado de la China. Las joyas comprendían cadenas de oro, crucifico, sortijas de oro, muchas de ellas con esmeraldas, doblones, escudos, petacones de oro y plata, cintillos brazaletes, etc. y todas dichas”menudencias” se hallaban en un escritorio mediano. La platería era también lujosa y se componía, entre otras cosas de 24 platillos de plata, uno mediano y otro grande de plata, jarras, saleros, candelabros, cubiletes, jarrones, cucharones, cucharas, tijeras y hasta un tenedor de plata. Haremos notar que entre todas estas prendas y joyas no se mencionaban vestimentas o adornos indígenas. Al enumerar los bienes de don Luis, no podemos dejar de nombrar a los esclavos de los que hace una relación detallada, indicaba el lugar de origen de cada uno de los siete que poseía; los había de Angola, Focupo, Berbessi, Arara y sólo un pequeño era criollo. A continuación menciona “once o doce mulas e machos de carga” mansos con sus aparejos y “una mula de caballería de camino”. En pocas palabras describe don Luis su casa en Colán. Debió ser una buena vivienda de dos pisos, con el piso alto de madera con balcones y ventanas. No hay un inventario de sus muebles y se refiere a todo lo que pertenecía a la casa como un conjunto. Sin embargo, unos datos sueltos indican algunos muebles, varías escribanías, una de ellas “tachuelada con tintero e sellada de plata”. Un escritorio grande dorado, cajas grandes y pequeños bufetes, sillas, escaños, una imagen de madera. En el codicilo que sigue al testamento aumentaba uno que otro inmueble, nombrando también cuatro cuadros. LA HERENCIA.- Al no tener don Luis hijos legítimos según la ley castellana, la herencia del señorío le venía de derecho a su hermano don Domingo de Colán, decisión respaldada por el fuero indígena. Con toda solemnidad decía: “Ytem declaro que el cacicazgo que yo a el presente tengo e poseo de mi parcialidad de Colán después de yo fallecido, es y pertenece a mi hermano don Domingo de Colán como mi hermano legítimo “. Además de decidir a quien dejaba el señorío, don Luis especificaba en detalle las diversas herencias que hacía, siendo los hijos los menos favorecidos. Principiando con ellos, otorgaba a cada uno la suma de 50 pesos de a ocho reales, excepto a su hija doña Luisa Pariña que recibí 150. A su sobrino don Sancho, hijo de don Domingo Colán le tocó 100 pesos y un segundo sobrino, hijo de su hermana Juana, recibía como los hijos 50 pesos. Además del señorío, don Domingo y otra hermana llamada Luisa recibía cada una el valor de la venta de la venta de un esclavo. También a su mismo hermano otorgada 200 cabezas de ganado caprino, con un mitayo de Colán para su guarda. ¿La preferencia por el hermano y los sobrinos no demuestra acaso una filiación de parentesco indígena que prestaba más derechos al hijo o hija del hermano o de la hermana que a los propios hijos? En otra cláusula aflora quizá el afecto de don Luis, sin poder decir a que fuero se inclinaba. En efecto, la mayoría de sus demás bienes, es decir el usufructo de sus casas y un pequeño esclavo llamado Antonillo, legaba el viejo cacique a su nieto don Pheliz Temocha, niño de unos diez años, hijo de su hijo don Juan de Colán y de doña Isabel Temocha, cacica principal que fue del repartimiento de Sechura. Recomendaba nuestro cacique que las casas permanecieran siempre “en pie, enhiestas e vien paradas” y que no las vendiesen. Sin embargo, de la renta los albaceas deben remitir cien pesos de por vida, al común de su curacazgo, para el pago de sus tributos. OBRAS PÍAS.En su testamento don Luis designaba diversas sumas para misas, obras pías y donativos a la iglesia o a las cofradías. Al iniciarse la lectura del testamento mencionaba su deseo de que se dijera una misa cantada de cuerpo presente y vigilia, cien misas rezadas, más 25 para las almas de sus padres. Después de tratar con sus confesores, don Luis decidió las limosnas que hacía: al comendador del convento de la Merced de Paita dejaba 200 pesos para la redención de cautivos y otros 200 a la Santa Cruzada. Para la fábrica de la iglesia de Colán otorgaba 600 pesos de a ocho reales, por haber sido muchos años su mayordomo y a las cofradías de Nuestra Señora de la Veracruz, Ánimas del Purgatorio y Santísimo Sacramento daba en conjunto la suma global de 500 pesos. El número de misas equivalía a la suma de 200 pesos, cincuenta de ellas a decirse en el Convento de la Merced de Paita y otras cincuenta a cargo del padre vicario de Maynas. Las restantes serían dichas por los religiosos y “clérigos chapetones que pasan por el dicho puerto”. Recomendaba don Luis que sus albaceas dieran para toda carta de pago, su espíritu comercial se manifestaba en esos detalles. Por último cuatro doncellas pobres recibirían cada una 50 pesos para ayudarlas en su casamiento. Es sorprendente que los donativos a las jóvenes pobres fuesen una suma igual a la otorgada a sus hijos. En el codicilo adjunto al testamento, ampliaba las limosnas al convento de la Merced de Paita en 12 pesos y se ratificaba en la donación a las cofradías de Colán. Además dejaba prendas de ropa basta a unos cuantos huérfanos y niños que habían permanecido en su casa. A Juana, la mayordoma de su casa, le otorgaba, 50 pesos, con la recomendación de que viera por su nieto y a una mujer a su servicio le legaba un capuz morado”. COLÁN EN LA VISIÓN DE LOS VIAJEROS Hay valiosos testimonios escritos producidos durante la época colonial peruana, por viajeros de diferentes partes del mundo, particularmente de EUROPA, que después de haber observado los pueblos de Paita y Colán, han registrado para la posterioridad las impresiones que les han causado desde diferentes puntos de vista. Sus escritos ahora nos sirven para dar contextura a la historia social de Colán en el período de la colonia. I.- FRAGMENTO DE NOTICIAS SECRETAS DE AMÉRICA.La mirada del viajero europeo que pasó por estos llanos, produce una literatura que ahora apoya las fuentes históricas de la conquista. Aquí está el fragmento que se extrae de la obra “Noticias Secretas de América”, que cronológicamente hablando aparece en 1748. Es una edición facsimilar de la publicada por David Barry, Londres 1826. Madrid, Turner, 1982, 707, páginas. De ella trasladamos el trozo que sigue: “De Jorge Juan y Antonio de Ulloa. El puerto de Paita viene a ser una rada abierta con buen fondeadero, y abrigada de los vientos Sures. Los navíos grandes quedan como un cuarto de legua apartados de la población, porque más adentro no tienen fondo suficiente, y la rada es de bastante capacidad. A este puerto llegan todos los navíos que hacen viaje de Panamá al Callao, ya sean en armada de galeones, ó en cualquiera otro tiempo. Allí descargan todo lo que consiste en mercancías que pueden averiarse en la mar, para que vayan por tierra a Lima; y sólo los artículos de mucho volumen ó muy pesados quedan á bordo para llevarlos en los mismos navíos al Callao. La población de Paita consiste de una calle algo larga, la cual se compone de ranchos de cañas, que hay del uno y e1 otro lado, y en ellos habitan indios, mestizos y algunos mulatos. Antes que el almirante Anson la destruyese, sólo tenía una casa formal hecha de cantería, donde asistía alternativamente uno de los oficiales reales de Piura, á cuyo corregimiento pertenece Paita, y un fuertecillo muy pequeño, donde se montaban seis o siete cañones de corto calibre. Esta población carece enteramente de agua dulce, y se suple de la que necesita de un pueblo nombrado Colán, que está en la misma ensenada, á cuatro leguas de Paita, situado en la desembocadura del río de la Chira, que es el que corre por el pueblo de Amotape. Los indios vecinos de este pueblo de Colán están obligados á llevar á Paita todos los días una balsa cargada de agua; y teniendo el vecindario hecha asignación de una porción de ella, se reparte á cada uno la que le toca pagando un tanto por botija según está arreglado. Los navíos que necesitan reemplazar su aguada hacen ajuste con los indios de Colán para que los provean de la que necesitan”. NOTA.(1)Juan, Jorge y Ulloa, Antonio de; Noticias secretas de América. Madrid: Editorial América, 1918. II.-DECRIPCIÓN DE PIURA.Las notas que Antonio de Alcedo aporta respecto a cuestiones de geografía, historia, etnología, climatología, etc. del continente americano, son de gran valor no sólo por la información fidedigna que contienen, sino también por ofrecer la visión que sobre estas cuestiones tenía un ilustrado español de la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente de Piura, Paita, Colán. “Fragmento de Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales o América. De Antonio de Alcedo. PIURA, Provincia y Corregimiento del Reyno del Perú en el Obispado de Truxillo, confina por el N E con la de Loxa del Reyno de Quito, por el E con la de Jaén de Bracamoros del mismo, por el S E con el partido de los Huambos de la de Caxamarca, por el O con el mar del Sur, y por el N O con la ensenada de Guayaquil; tiene de largo 66 leguas N S incluyendo el despoblado de Sechura, y 14 de ancho; su temperamento es como el de las otras de la Costa, de no muy intenso calor, y de moderado frío, pero sano, á excepción de la parte que mira á la sierra en que se siente algo mas, pero no tanto como en la Cordillera de la parte meridional del Reyno, por no ser tan elevada desde Conchucos hácia el N como en otras por donde pasa; es muy abundante de maiz, algodón, azúcar que fabrican allí de excelente calidad, pita, trigo, alverjas, frixoles, melones, membrillos y otras frutas de Europa, pero su principal comercio consiste en xabon y cordobanes que llevan á las demás Provincias del Reyno, y á las de Quito, y embarcan para Panamá; hay también mucho ganado cabrio que sale en gran parte para la Provincia de Saña, y de cuyo sebo hacen el xabon: en los bosques se crían muchas fieras, los hay espesísimos de árboles de diferentes maderas, pero los que mas abundan son algarrobos, que es muy fuerte, pesada é incorruptible, y los puentes del río de Lambayeque y los de otros están fundados sobre horcones de esta madera, y duran desde la conquista del Reyno; con el fruto de este árbol engordan las cabras. Cerca del Pueblo de Amotape hácia la Costa hay una mina de ñapita ó copé negro y duro como el asfalto, que sirve para carenar las embarcaciones en lugar de alquitrán, aunque comúnmente lo usan mezclado con este. Riegan esta Provincia algunos ríos que solo son considerables en los meses que llueve en la sierra: los principales son el de Tumbez hácia el N, el de Chira al medio de la Provincia, y el que pasa por la Capital; los dos últimos tienen su nacimiento en la Cordillera hácia la Provincia de Loxa, y desaguan en el mar del Sur; el último cerca del Pueblo de Sechura: en las playas del contorno se coge gran cantidad de tollo que es el bacalao del Perú y Quito; tiene un Puerto bastante bueno llamado Paita, donde fondean las embarcaciones que vienen de Panamá y de otras partes. Los habitantes de esta Provincia llegan á 11 repartidos en 26 Pueblos: el Corregidor tenia de repartimiento señalados 50 pesos fuertes, y pagaba cada año de alcabala 400. La Capital tiene el mismo nombre con la advocación de San Miguel, la primera Población que fundó en el Perú Don Francisco Pizarro el año de 1532, y donde se fabricó el primer templo en que se dió culto al verdadero Dios en la América Meridional; su primera situación fué en la llanura de Targasala, de donde se trasladó poco después al parage en que está hoy en una espaciosa llanada de arena, porque el otro era mal sano, cuyo defecto no tiene este, que es de hermoso clima, y de ayres puros y benignos, particularmente para los que adolecen del mal venereo, que se cura con facilidad en su Hospital, y para ello vienen de las demás Provincias por el beneficio del clima, y de las aguas del río que corre entre bosques de zarzaparrilla; su territorio es muy fértil, y produce mucho algodón, azúcar, pita, maiz y frutas: tiene mas de siete mil almas de vecindario, y entre ellas muchas familias nobles y acomodadas; Conventos de Religiosos de San Francisco, la Merced, y Hospital de PP. Betlehemitas; la Iglesia de nuestra Señora del Carmen estaba destinada para los Regulares de la extinguida Compañía de la Provincia de Quito, que habían fundado Colegio allí: es residencia del Corregidor, y de la Tesorería ó Arcas Reales, y sus Ministros, que residen á temporadas en ella, y en el Puerto de Paita: padeció mucho esta Ciudad en un terremoto el año de 1619: está 202 leguas de Lima, 89 al N de Truxillo, de quien depende en lo Eclesiástico, y no de Quito, como dice Mr. La Martiniere en la voz San Miguel; 25 de Paita, y 7 á Levante del mar; nunca llueve en ella, y se halla en 5 gr. 11 min. 2 seg. de lat. aust. Los Pueblos de que se compone su Corregimiento son los siguientes: Piura. La Punta. Morropón. Saipira. Catacaos, Sechura, Paita, Colán. Asiento de Chirán. Tumbes. Amotape. Olmos. Motupe. Salas. Penachi. Cañares. Cañares. Huarmacas. Huancabamba. Ayabaca. Sondorillo. Sondor. Chocán. Pacaipampa. Asiento de Chalacos. Frías. Cumbicos. Tiene el mismo nombre el río que hemos referido; baxa de los montes de Guanca-bamba á Levante, y recoge en su curso las aguas de los de Gualcas, Sauri, Morropón y Frías corriendo al N O, luego tuerce al Poniente hasta el parage que llaman Corral Quemado, y desde allí endereza al S O; baña la Capital que está en su orilla occidental, y á quien ha hecho muchos daños con sus corrientes: en el Verano casi no lleva agua, y corre por baxo de tierra, haciendo pozos para sacarla: después desemboca á el mar en el golfo de Sechura por la parte austral en 5 gr. 34 min. de lat. aust. Nota.(1)Alcedo, Antonio de; Diccionario geográfico-histórico de las Indias occidentales o América. 5 vols. Madrid: Imprenta de Benito Cano, 1786-1789. III.-DESCRIPCIÓN DEL REINO DEL PERÚ.Ahora tenemos a Tadeo Haenke quien fue un calificado “naturalista alemán”. Formó parte de la expedición Malaspina, a la que sin embargo sólo alcanzó en América. Se afincó en Cochabamba donde logró una vasta producción científica a partir de sus notas de viaje además de reunir varias colecciones de plantas. En la “Descripción del Reino del Perú” caracteriza y describe sucintamente las diferentes Intendencias del Reino del Perú”, relatando sucintamente las diferentes intendencias de este virreinato; entre ellas, la de Trujillo cuya segunda parte se refiere al partido de Piura” (1). Fue el año 1799 el cronista Tadeo Haenke quien efectuó un relato sobre el Partido de Piura (2). Nos presenta el perfil espiritual de lo que era la bahía paiteña en esa época. Apunta el cronógrafo: “El puerto principal de donde gira todo el comercio marítimo es el de Payta, situado a catorce leguas de Piura en latitud de 5º5’S. Su población consiste en una calle algo larga, formada de ranchos de caña a uno y otro lado en los cuales habitan los indios y mestizos y algunos mulatos. Carece enteramente de agua dulce, y la facilita la provisión necesaria el pueblo de Colán, situado a cuatro leguas de Payta, en la desembocadura del río de la Chira. Los indios de este pueblo están obligados a llevar diariamente a Payta una balsa cargada de agua de la cual tiene cada vecino una porción que se le reparte, pagan un tanto por botija, según está arreglado. Esta carencia de agua y la falta de lluvias, son causa de que su territorio sea árido y estéril, por cuya razón se provee del mismo pueblo de Colán de verduras y carnes. Hay en este puerto una administración de renta unida, con su resguardo, cuyos sueldos suben a 7,800 pesos. El puerto de Payta viene a ser una rada abierta de bastante capacidad, con buen fondeadero abrigado de los vientos del Sur. Los navíos grandes quedan como a unas cuatro leguas apartadas de la población, por falta de fondo suficiente para internarse más. Conócese el puerto cuando se llega a la costa por una montaña bien alta que hay inmediata a la población y que tiene la figura de una silla, cuyo nombre le dan, siendo lo restante del terreno bajo e igual. Se cogen, en la ensenada, muchos y muy sabrosos peces, entre los cuales es grande la cantidad de tollos que se pescan a su tiempo, ocupándose en este ejercicio los indios vecinos de Colán y otros pueblos de la costa. También se emplean algunos en la marinería, y se nota entre esta gente la particularidad de que tan pronto son marineros como arrieros y labradores, hermanando admirablemente estos ejercicios al parecer tan opuestos, por que cuando están vacantes en el de la mar, por no tener viajes ni pesquerías, se aplican a algunos de los de tierra, por cuya razón jamás se encuentran ociosos. Los vientos que generalmente se experimentan en Payta son de la parte del S. y de estos se haya resguardada aquella rada por la montaña de la silla. Los del N. que son las brisas, no recalan hasta allí; y si alguna vez sucede, al cabo de algunos años, es con irregularidad. Desde Noviembre hasta Marzo, que es la estación de verano en todas aquellas costas, suelen experimentarse algunos terrales, que son vientos por el E. y E. S. E. pero muy flojos, y al fin pasan a entablarse al S. E. y S. S. E. Goza este puerto el privilegio particular de que basta para su defensa un pequeño fuerte como el que tenía construido, que monte seis u ocho cañones con las municiones correspondientes, y armas de mano para que los defienda la gente que habita en él cuando sea atacado por los enemigos. Y aunque el año 1741 el Vice Almirante Jorge Handson entró en este puerto, invadió y quemó su población, por no hallar en ella las riquezas que buscaba, fue por que carecía enteramente de armas y municiones con que poder jugar la artillería del fuerte”. A la vista de esta información concluimos así: 1.-Expresamente consigna el viajero que el puerto de Paita con la calidad de principal es por donde giró “todo el comercio marítimo” del Perú colonial. 2.-El relato sobre la ciudad que hace Tadeo Haenke es similar al consignado por los viajeros científicos Antonio Ulloa y Jorge Juan, en cuanto a que “su población consiste en una calle algo larga, formada de ranchos de caña”, donde habitan los indios, mestizos y mulatos. Hay error al considerarse 14 leguas de distancia entre Piura y Paita cuando son 10. 3.-Uno de los graves problemas que ha tenido Paita es la falta de agua dulce, la misma que era traída en balsas de Colán. Ambos pueblos tienen una tradición y vecindad que se pierde en la oscuridad del tiempo. 4.-Notó Haenke que en Paita también hay ausencia de lluvias por cuyo motivo “su territorio es árido y estéril”, proveyéndose de verduras y carnes procedentes de Colán. 5.-En el informe que nos ocupa se destaca en el puerto la administración de rentas unidas a cargo de personal con sueldos de 7,800 pesos anuales. Esto significa que era un puerto con creciente demanda de embarcaciones nacionales y extranjeras que traían y llevaban mercaderías y pasajeros. 6.-Hay convencimiento en que los indios vecinos de Colán son excelentes pescadores y calificados trabajadores en las áreas de arrieraje y labranza, “pues jamás se encuentran ociosos”. 7.-A propósito del arrieraje durante la colonia que nos reseña Haenke el partido de Piura tuvo fama por sus mulas que a cargo de arrieros transportaban mercaderías a los pueblos vecinos, entre ellos Loja, Quito, por el Norte; y, Chiclayo, Trujillo y Lima por el Sur. Así mismo los arrieros colanes eran solicitados por su competencia para este quehacer. Bueno es agregar que las mulas de esta región fueron de rendimiento excepcional en el transporte de productos diversos (3) y por su calidad óptima se comparaban a las de Salta (Argentina). 8.-Ratifica Haenke lo expuesto por otros viajeros en cuanto a que Paita por su ubicación gozaba de un “privilegio particular” para su defensa en caso de ataque enemigo. Así pues, Paita en la Visión de Haenke, nos trae una estampa histórica del centenario puerto piurano y por añadidura del pueblo de Colán que nos permite conocer el rostro que presentó ambos a fines del siglo XVIII. NOTAS.(1)Bruno Revesz y otros; Piura: Región y Sociedad, Derrotero Bibliográfico para el Desarrollo, Pág.145. (2)Tadeo Haenke; Intendencia de Trujillo: Partido de Trujillo y Piura, Págs.241/242. (3)Javier Tord, Carlos Lazo; Hacienda, Comercio, Fiscalidad y Luchas Sociales (Perú Colonial), Pág.139. CATÁLOGO SOBRE PATRIMONIO DOCUMENTAL Buena oportunidad, comentando temas porteños y colanes, nos da este espacio para referirnos a documentos manuscritos que no sólo constituyen patrimonio documental de Paita sino que son calificadas fuentes para conocer dentro de la verdad histórica los principales aspectos sociales, económicos, políticos, culturales, religiosos de Paita y Colán. Para Guillermo Cabanellas, catálogo es la “memoria, relación, inventario o lista de personas; cosas o hechos debidamente clasificados u ordenados”, Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomo II, página 104. También se dice que es la “memoria o lista ordenada de objetos, temas, documentos, etc. que describe de manera individual cada uno de los objetos o documentos de que se trata. Los más usuales son los de biblioteca…”, Gran Diccionario Enciclopédico Océano, tomo 4. Bueno es precisar que el catálogo también se extiende al Archivo y en verdad tal catálogo es el auxiliar descriptivo más importante de los fondos que preservan las instituciones archivísticas. Para este caso el catálogo es la memoria que contiene una lista ordenada cronológicamente de los documentos públicos que custodia por imperio de la ley. De otro lado, partiendo siempre del concepto que nos ocupa, en el Archivo Regional de Piura figura la descripción vía catálogo de un nutrido patrimonio histórico de Paita que de alguna manera se debe rescatar y poner en servicio para conocer con mayor visión y en su justa medida el pasado de Paita. Vamos a describir someramente algunas piezas documentales correspondientes al siglo XVII que conforman el Patrimonio Documental de Paita. Veámoslo: Del Catálogo Nº 1 correspondiente al Cabildo Colonial, Causas Civiles 1587 – 1800, que tenemos a la vista, vamos a sentar la descripción de algunos documentos que forman parte del Patrimonio Histórico de Paita y Colán. 1.-Dentro del Legajo Nº 1, expediente Nº 1, consta la pretensión promovida en San Francisco de Buena Esperanza del Puerto de PAITA, el 17 de Enero de 1587, que siguió “Don Juan de Cárdenas contra el señor Alcalde Ordinario Don Gabriel de Miranda sobre el embargo de una cantidad de pesos de oro que tenía destinados para la compra de mercaderías en la Nueva España. Fojas útiles 6. Completo”. Se trata nada menos que del proceso judicial más temprano que custodia el repositorio piurano, generado cuando la ciudad de Piura se aposentó en suelo porteño. Se advierte que la edificación de la actual Piura, según acta, ocurrió el 15 de Agosto de 1588, por lo que es fácil verificar que el documento citado tiene data anterior. 2.-Sigue la causa Nº 2 que contiene la acción instaurada por “Rui López Calderón curador y tutor de Diego Farfán (hijo de Catalina Prado Canales y Diego Farfán, (difunto) contra Don Bartolomé Carreño, segundo marido de Catalina Prado Canales sobre rendición de cuentas por pago de tributos que los indios de PAITA, Yasila, Amotape hacían a favor del indicado menor quien sucedió a su padre. Piura, 29 de Agosto de 1591 que concluyó el 9 de Setiembre del mismo año. Fojas 15, Incompleto”. 3.-También está a la vista el expediente civil N° 100 “seguido por Don Juan Mathias Rodríguez de las Varillas en vos y nombre del Capitán Don Gerónimo de Córdova contra Don Juan Navarro sobre el pago de empeño de las tierras llamadas la Rinconada de Cabrera (PAITA). Piura 11 de Junio de 1762. Concluido el 22 de Junio de 1769. Fojas 33. Completo”. Del Cabildo Colonial, Catálogo N° 2, de la justicia civil, administrativa y criminal, que comprende el período entre 1622 a 1820, conviene registrar algunas causas relacionadas con el suelo geográfico de Paita y Colán. Ellas son: 4.-Aparece en el Legajo N° 13, Cabildo causas administrativas – civiles, en el expediente N° 237, “seguido por el Procurador de Naturales del pueblo de San Lucas de COLAN, Don Diego Andrés y otros contra Don Bartolomé de Colán alcalde ordinario sobre el delito de abuso de autoridad en el mencionado pueblo. Piura, 24 de Setiembre de 1666. Concluido el 24 de Febrero de 1667. Fojas útiles 17. Está Completo”. 5.-Con el N° 258 se ubica el expediente civil administrativo, producido por el Cabildo Colonial de Piura. Fue “seguido por la Junta Municipal de Propios de esta ciudad, sobre el remate de arrendamiento por término de 2 años de la Sisa de ganado vacuno que por razón de abasto entra en los lugares de Piura, Catacaos, Sechura, Puerto de PAITA, Pueblo de Colán, Amotape, La Huaca, La Punta, Querecotillo y todo el río Chira y Tumbes. Piura, 23 de Junio de 1817. Concluido el 8 de Agosto de 1817. Fojas útiles 8. Completo”. 6.-Viene el expediente N° 260, “seguido por la Junta Municipal de Propios de esta ciudad, sobre arrendamiento por el término de 2 años del Ramo de Sisa del ganado vacuno, que por razón del abasto entra en la ciudad, Puerto de PAITA, Pueblo de Colán, Amotape, La Huaca, La Punta, Querecotillo, Tumbes y otros. Piura 5 de Junio de 1819. Concluido el 21 de Julio de 1819. Fojas útiles 7. Completo”. El Archivo Regional de Piura emitió el Catálogo N° 3, que abarca en el tiempo desde 1592 hasta 1683, en el que describe las causas civiles bajo la dirección de la institución denominada Corregimiento que tuvo a su cargo el renglón de la administración de justicia. Sobre Paita podemos anotar las descripciones siguientes: 7.-Veamos el legajo N° 1, expediente N° 14, que contiene la causa relacionada “con el inventario de bienes dejados por Don Diego Fernández Barredas Picoto, sobre testamento. Puerto de PAITA, 8 de Abril de 1609. Concluido el 9 de Abril de 1609. Fojas útiles 12. Completo”. 8.-Luego, está el expediente N° 16, Legajo N° 2, derivado de “la testamentaría de Don Francisco de La Torre, corre testamento. Puerto de PAITA, 20 de Setiembre de 1611. Concluido el 27 de Julio de 1613. Fojas útiles 231. Incompleto”. 9.-Aquí describimos el expediente N° 26, “relacionado con la testamentaría de Don Gaspar de la Fuente, corre testamento e inventario de bienes. Puerto de PAITA, 23 de Setiembre de 1616. Concluido el 16 de Noviembre de 1616. Fojas útiles 53. Incompleto”. 10.-Más expedientes sobre Paita. Bajo N° 37, Legajo N° 3, nos informamos sobre la “denuncia de barcos enemigos en el Puerto de Manta con rumbo al de PAITA, se previene a la población para que protejan sus bienes y haciendas retirándolos a un lugar seguro, para evitar el saqueo de los piratas. Puerto de Paita, 5 de Marzo de 1628. Concluido el 18 de Marzo de 1628. Fojas útiles 39. Completo”. 11.-Otro expediente que lleva N° 40 es el que se abrió “con motivo de la testamentaria de Don Pedro Antonio Baquiano, corre testamento e inventario de bienes. Puerto de PAITA, 10 de Noviembre de 1628. Concluido el 29 de Julio de 1629. Fojas útiles 14. Completo”. 12.-Bajo N° 95 está el expediente incorporado en el Legajo N° 7, cuya descripción a la letra dice: “Seguido por Don Miguel Ruiz de la Vega, Alférez, sobre haber trasladado los presos del Puerto de PAITA a esta ciudad. Paita, 9 de Agosto de 1651. Concluido el mismo mes. Fojas útiles 12. Completo”. 13.-Nuevos datos para la historia de Paita y Colán apreciamos en el Legajo N° 8, expediente N° 116, cuya descripción a la letra dice: “Causa relacionada con las diligencias sobre el remate de Carnicería del Puerto de PAITA, correspondiente a los propios de dicho puerto e intervención del Protector de Naturales de Colán, oponiéndose a ceder mitayos para realizar trabajos en dicha carnicería. Puerto de Paita – San Miguel de Piura 25 de Abril de 1655. Concluido el 2 de Mayo de 1667. Fojas útiles 57. Completo. 14.-En el Legajo N° 13, se registra el expediente civil administrativo N° 0235, abierto el 24 de Setiembre de 1666, “seguido por el Procurador de Naturales del pueblo de San Lucas de Colán don Diego Andrés y otros contra don Bartolomé de Colán, alcalde ordinario, sobre el delito arbitrario de abuso de autoridad en el mencionado pueblo. Concluido el 24 de Febrero de 1667. Fls. 17”. 15.-Otro expediente civil administrativo signado con el N° 0252, que se inició el 25 de Octubre de 1808, “seguido por el Sargento Francisco Camacho y Cabo Juan de la Asunción Palacio, arrendadores del Ramo de Propios de esta ciudad, en el bienio 1807-1808, sobre el pago de Ramo de Mojonazgo, por el ingreso en el Puerto de PAITA de botijas de aguardiente por don Tomás Cabieses. Concluido el 17 de Diciembre de 1808. Fls. 8”. 16.-Causa civil administrativa bajo N° 0253, promovido en PAITA el 27 de Enero de 1813, cuyo contenido descriptivo dice así: “En el Puerto de San Francisco de PAITA, se reunieron los señores del Ilustre Ayuntamiento don Agustín Lastra, Alcalde Ordinario como Presidente, don José Vía, Regidor Decano don Manuel Gómez, José Gabino Gómez, José Baltazar Guadlupo, Regidores y con asistencia del Síndico Procurador don Diego de Escardon, con el fin de acordar la entrega de tierras a los vecinos de ese lugar, que carezcan de ella y puedan fabricar sus casas, según acta adjunta de fecha 4 de Setiembre de 1814; entregándole posesión con arreglo al Plan aprobado por el Caballero Subdelegado Jefe Político del Partido de Piura. Concluido el 4 de Setiembre de 1814. Fls. 28”. 17.-Con fecha 23 de Junio de 1817 se promovió la causa N° 0256, de carácter civil administrativo, “seguida por la Junta Municipal de Propios de esta ciudad, sobre el remate de Arrendamiento por término de dos años de la Sisa de ganado vacuno que por razón de abasto entra en los lugares de Piura, Catacaos, Sechura, Puerto de PAITA, Pueblo de COLAN, AMOTAPE. LA HUACA, La Punta, Querecotillo y todo el río Chira y Tumbes. Concluido el 8 de Agosto de 1817. Fls. 8”. 18.-El 5 de Junio de 1819 se inicia el proceso N° 0258 que contiene el litigio civil administrativo, “seguido por la Junta Municipal de Propios de esta ciudad, sobre arrendamiento por término de 2 años del Ramo de Sisa del ganado vacuno, que por razón del abasto entra en la ciudad, Puerto de PAITA, Pueblo de COLAN, AMOTAPE, LA HUACA, La Punta, Querecotillo, Tumbes y otros. Concluido el 21 de Julio de 1829. Fls. 7”. 19.-Transcribimos el asiento correspondiente al expediente N° 249, Legajo 14. Su texto dice así: “Relacionado con la pérdida del Chinchorro nombrado “San Bautista” de propiedad de Joseph Morales y Medrano. Puerto de PAITA, 13 de Noviembre de 1678. Concluido el 10 de Diciembre de 1678. Fojas útiles 16. Completo”. 20.- Ahora está el expediente N° 257, producido en el Corregimiento piurano “seguido por Don Juan Domínguez, indio de la parcialidad de Vitonera (COLAN) en nombre de los demás indios solicitando no se dé preferencia a Don Juan Farfán de que no realice trabajos en la mitad de dicho pueblo. San Miguel de Piura 4 de Marzo de 1680. Fojas útiles 5. Completo”. 21.-Finalmente nos ocupamos del Expediente N° 258, promovido “por el Protector de Naturales en nombre de Don Diego Pablo hermano de Don Miguel de Rivera, del pueblo de COLAN pidiendo cumplimiento de una real provisión despachada por el Superior Gobierno que consta de un asiento para los nombrados. San Miguel de Piura, 17 de Mayo de 1680. Concluido el 3 de Junio de 1680. Fojas útiles 9. Completo”. A la vista está otro Catálogo 1587 – 1820, que contiene información de la serie colonial Cabildo, publicado por el Archivo Regional de Piura el año 1996, que nos da cuenta de la existencia de otros testimonios porteños y colanes. Veámoslo: 22.- Expediente civil N° 0044, iniciado el 6 de Marzo de 1706 “seguido por el señor Joan de Isuaquiza, Cura Vicario del Puerto de PAITA, COLAN, Juez Eclesiástico de ellos y Tumbes y AMOTAPE, en nombre del Gobernador don Martín de Pucheta contra un heredero del fallecido Capitán Martín Izquierdo Ximenez de Cisneros, sobre el pago de 6,000 pesos y sus intereses que adeudaba dicho Izquierdo. Fls. 7”. 23.-Hay otro expediente civil bajo N° 100, promovido el 11 de Junio de 1762 “por don Juan Mathias Rodríguez de las Varillas, en voz y nombre del Capitán don Gerónimo de Córdova, contra don Juan Navarro, sobre el pago de empeño de las tierras llamadas la Rinconada de Cabrera (PAITA). Concluido el 19 de Junio de 1769”. 24.-Aquí sigue Expediente civil N° 0157, iniciado el 24 de Noviembre de 1796, “seguido por el Sub Teniente don Miguel Vargas Machuca, apoderado de doña María Serrano, albacea de don Agustín Delfín, vecino de PAITA, solicitando la aprobación de inventario de sus bienes con intervención de don Sebastián Barreto, defensor nombrado para sus menores hijos. Concluido el 10 de Octubre de 1801. Fls. 55”. 25.-Se describe el expediente criminal N° 0320, iniciado el 25 de Enero de 1704, “seguido por don Joseph de Córdova, vecino del pueblo de PAITA, en representación de su suegra doña Magdalena de Morales de Sotomayor, contra Antonio de Soxo, negro esclavo del Corregimiento y Justicia Militar, por el delito de robo de alhajas y otras especies. Fls. 4”. 26.-Está a continuación el expediente criminal N° 0336, abierto el 20 de Enero de 1777, “seguido por el Capitán de Infantería y receptor del Real Ramo de Alcabalas del Pueblo de COLAN don Francisco Zaleta, al celebrar la festividad de su Santo Patrono, a la cual asistieron la familia del capitán don Juan Joseph Sobrino, compuesto por su legítima mujer e hijos y doncella Manuela Sobrino, contra don Fernando García y Baldivieso, Teniente Corregidor del Pueblo de Colán por maltrato e insulto a la mencionada doncella. Fls. 16. A fs. 8 corre el título de Capitán de la segunda Compañía de Regimiento de Caballería”. 27.-Vemos enseguida el expediente administrativo N° 0377, iniciado el 13 de Enero de 1818, “seguido por Santiago Panta y Edmeregildo Chumo, Alcalde de Indios del Puerto de PAITA en el Partido de Piura contra José María Casariego, Comandante de Armas de dicho Puerto, por el delito de abuso de autoridad. Fls. 4”. Para mejor referencia, amigos lectores, los datos expuestos son elocuentes en materia de patrimonio documental de Paita que está apto para la consulta en el Archivo Regional de Piura y en ese original y valioso patrimonio cultural los investigadores del tema histórico y social paiteño pueden escudriñar, estudiar y luego divulgar las huellas de su grandioso pretérito histórico. APORTES HISTÓRICOS.Los documentos archivísticos antes glosados constituyen un valioso y efectivo aporte histórico de la provincia de Paita. De verdad se trata de una idónea fuente que está apta para la consulta y poder escribir con sentido crítico la historia de nuestro primer puerto. Pero, geográficamente hablando nos referimos al ámbito provincial por que la documentación glosada se refiere además del puerto a sus distritos, entre ellos Amotape, Colán, La Huaca, tanto durante la colonia cuanto en la independencia y república. Las fuentes que la sustentan son precisamente documentos manuscritos que enriquecen el patrimonio histórico del suelo porteño que estamos divulgando para su conocimiento y aprovechamiento en nuevas investigaciones histórico sociales. Aquí registramos un apretado comentario al respecto que tiene el ánimo de reivindicar la esencia y espiritualidad del ancestral pueblo de Paita que se mantiene vigente al inicio del siglo XXI que empezamos a vivir. CAPÍTULO III COLÁN FRENTE A LA INDEPENDENCIA Nos proponemos dejar huella imperecedera de la grata e histórica presencia del pueblo de Colán en el proceso de su independencia política del yugo español que en la costa piurana ocurrió durante el mes de enero de 1821. Su presencia singular en los actos patrióticos habla en voz alta del calificado patriotismo de este pueblo ancestral piurano. Ante la elocuencia de la prueba escrita consultada en el Archivo Regional de Piura, que nos presenta manifiesta evidencia de su arraigado patriotismo, observamos el comportamiento cívico de los habitantes de San Lucas ce Colán frente a la libertad, su cabildo frente a las elecciones municipales una vez instaurada la República y el incuestionable valor documental del Libro que contiene estas elecciones que es una fiel muestra de la vocación republicana de sus habitantes. I.- Colán Frente a la Independencia. II.- Libro de Elecciones de San Lucas de Colán. III.- El valioso Libro Colanero. I.-COLÁN FRENTE A LA INDEPENDENCIA Colán hace su propia historia dentro del proceso de nuestra Independencia Política. I lo hace con dosis de patriotismo y amor sublime por la patria chica, la patria nuestra, que amamos todos los días de nuestra existencia terrenal. Escribimos esta nota histórica con el propósito de forjar entre nosotros el ánimo para que nazcan y renazcan los sentimientos cívicos y tener la entereza suficiente para creer que vale la pena cualquier esfuerzo por nuestra querida patria chica. Ahora que hablamos de la independencia política de los pueblos de la provincia de Paita, empezamos por el aspecto concerniente a su Geografía. Colán no sólo tiene una cercanía geográfica con Paita sino un profundo vínculo afectivo, cultural, social e histórico que los hermana desde tiempos muy lejanos, inmemoriales. Ambos pueblos con inocultable vocación patriótica trabajaron juntos y fuertemente en la lucha por la gran causa de nuestra libertad política durante la guerra de la independencia nacional. COLAN HISTORICO.Colán tiene una historia muy exquisita que debe escribirse para destacar y enaltecer su pasado, revalorar su presente y proyectar su futuro dentro del contexto histórico del Departamento de Piura y la Región del mismo nombre. En la obra “Les Langues du monde” del Dr. Paúl Rivet, pág. 639, corre el cuadro de las lenguas habladas en los territorios que formaron el otrora Imperio de los Incas, a comienzos del S. XVI. El estudioso de la lingüística incaica ubica dentro de los hablantes del Sec a los habitantes de Colán, Catacaos y Sechura, situándolos entre los 5º y 6º 30’ de latitud, es decir en la denominada región de los yungas. Colán es un pueblo Tallán muy antiguo al que llegaron los conquistadores europeos después de usar la comunicación marítima. La evangelización española sentó aquí, en suelo colanero, sus bases espirituales evidenciadas con el levantamiento físico de la histórica Iglesia, aún considerada la más antigua del Perú, que hasta hoy se preserva debidamente restaurada con calidad de monumento histórico, según disposición legal emanada del Instituto Nacional de Cultura. Esta reliquia de la arquitectura eclesiástica es una joya que debe mantenerse bien conservada a fin de exhibir ante propios y extraños nuestros templos coloniales. Cuando la ciudad de San Miguel de Piura tuvo su tercer asiento en San Francisco de Buena Esperanza sus habitantes eran abastecidos con bienes de primera necesidad por el pueblo colanero. Así lo asevera el estudioso y hombre de letras Enrique López Albújar con los siguientes términos: “Además Paita no era entonces, como todavía no lo es hoy, fácil para la vida. El agua, la leña y los víveres había que traerlos de Colán, por mar y con gran trabajo y riesgo, haciendo su adquisición más costosa”, Pág.141, Los Caballeros del Delito. Sobre la historia de nuestra región hay mucho por escribir y por lo tanto tenemos una tarea perentoria que nos compete cumplir. En nuestro juicio cada Distrito del Departamento de Piura debe editar su monografía. De Colán hay referencias fragmentarias que es necesario unirlas orgánicamente para conocerlas y evaluarlas en su conjunto. Instalada la conquista pronto Colán se convirtió en Doctrina, cultivando la doctrina cristiana, y revistiendo peculiar importancia por sus condiciones adecuadas como puerto proveedor de la armada española. En la Pág. 1396, Tomo 13, de la Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpé, sobre Colán nos informa: “Fue antiguamente una población de indios que ocupaba la bahía de Paita, visitada varias veces por los conquistadores. En 1750 era un puerto muy concurrido para el abastecimiento de víveres en el largo trayecto que hacían los buques entre Acapulco, Panamá y Lima. En este lugar se cree estaba el puerto indio de Tangarará, donde desembarcó Alonso de Molina en 1528 para buscar leña, y se quedó en tierra mientras Pizarro continuaba su viaje de descubrimiento. La Capullana o señora de aquel pequeño Estado agasajó mucho a los españoles. Data, pues, esta población del tiempo de los incas, y lleva ventaja a Paita por sus alrededores no tan áridos. Los indios conservan la pureza de la raza y casi todas sus costumbres por que no permite que se establezcan entre ellos elementos extraños...”. En la obra de investigación correspondiente a la pluma de César Espinoza Claudio, intitulada “Terratenientes y Campesinos en Piura: Ss. XVI-IX (Comunidades de Colán y Amotape), pág. V, expone que: “Colán en el siglo XVI era un pueblo de agricultores, salineros y pescadores que se había instalado en estas tierras desde épocas inmemoriales; su radio de relaciones y comunicaciones abarcaba hasta Guayaquil por el Norte y casi toda la costa peruana por el Sur, principalmente con el pueblo indígena de Eten (Lambayeque). Todavía en el siglo XIX mantenía estas mismas características, pero su economía campesina se encontraba entonces vinculada al movimiento mercantil regional piurano pues ya se habían producido los primeros fraccionamientos de sus tierras al lado norte (El Arenal)”. Durante la administración colonial se ha producido una serie documental que preserva el Archivo Regional de Piura y que sirve para reconstruir dentro de los cánones del método histórico gran parte del pretérito de Colán. Por el año 1666 surge un conflicto judicial promovido por el Procurador de Naturales del pueblo de San Lucas de Colán, don Diego Andrés y otros indígenas que agraviados emplazaron a Bartolomé de Colán quien en su condición de alcalde ordinario abusaba y atropellaba los derechos de los nativos consagrados por la legislación indiana que les dio amplia protección legal y social. Concretamente el proceso se siguió por abuso de autoridad. Otro documento inédito que capturamos en el Archivo Regional de Piura datado en 1800, nos permite aseverar que las autoridades edilicias de Piura con vocación de servicio y sentido de solución se preocuparon mucho por mejorar la paupérrima vida de este pueblo milenario. Veamos la cita: “...por el sumo atraso y deterioro en que se halla su comercio y demás ramos de yndustria y agricultura, por la escasez de agua que padece; y especial y señaladamente a los Pueblos de Yndios de Paita, Colán, Amotape y la Huaca, vecinos de la citada Mina de Amotape y en proporcionarles este ramo de trabajo, como en la venta de víveres, y conducción de dicha Brea, desde la expresada Mina al Puerto de Payta...”. Este mineral lo llevaban generalmente al puerto del Callao para utilizarlo en fines industriales en la capital virreinal. Las autoridades del cabildo de Piura obtuvieron ingresos por las explotaciones de las minas de Amotape y la venta del producto cuyos dividendos revertieron en favor de los pueblos de indios ya señalados. En la Pág. 602, t. I, de Historia de la Emancipación del Perú: el Protectorado, Germán Leguía y Martínez, autor de la obra, al hacer un enfoque historiográfico de la independencia dice: “...que Colán fue un lugarejo en que por cierto no existía a la sazón ninguna heroína capaz de exclamar el honor y la osadía de aquellos provincianos, cual dos siglos atrás hiciéralo la celebrada y valerosa dama límense doña Paula de Piraldo y Herrera de Colmenero”. I al final el mismo autor agrega: “Pueblo, un tiempo importante y populoso, hoy solitario y decadente, distante dos leguas del puerto y ciudad de Paita, y unos ochocientos metros del mar; y emplazado casi a la desembocadura del caudaloso Chira”. En medio de esta historia Colán y su capital distrital, Pueblo Nuevo, pacientemente, sigue esperando su desarrollo urbano y rural así como el progreso material y espiritual al que tiene legítimo derecho. COLÁN EN LA INDEPENDENCIA.Es una verdad inconcusa que el territorio correspondiente al Distrito de Colán siempre ha estado y está ligado geográfica y políticamente hablando a la provincia de Paita, puerta principal de entrada y salida para los acaecimientos que rodearon el separatismo del partido de Piura. En el período de nuestra independencia Colán y su gente prestaron amplio apoyo económico y moral a la gran causa libertaria. Por la desaparición de sus libros de Cabildo, Colán desconoce con certeza el día de enero de 1821 en que su Ilustre Ayuntamiento con evidente sentido patriótico, en memorable manifestación pública, es decir, con asistencia del pueblo en pleno y sus autoridades, se sumó entusiasta y cívicamente al movimiento independentista peruano. No debemos olvidar que en el transcurso del mes y año citados todas las Doctrinas de Piura, entre ellas Sechura, Catacaos, Amotape, Colán, La Huaca, Querecotillo, incluyendo a Tumbes, que en aquella época estaban comprendidas dentro de esta jurisdicción, sistemática y alternativamente, procedieron a declarar su libertad política. Con habilidad cirujana, zurciendo originales datos emanados de la fuente primaria, hemos conseguido rescatar y reunir los nombres de algunas autoridades de Colán que en 1821 ejercieron diferentes cargos públicos. Ellos son: el cura vicario Gregorio Alba, de nacionalidad española, quien fuera trasladado antes de 1823 a la ciudad de Piura debido a “su procedimiento conocidamente antipatriótico”; el capitán Francisco Rivas, el comandante militar Félix de Olazábal y el teniente de ejército Bernardo Sofía. Pese a nuestros esfuerzos no hemos podido conseguir documento del Cabildo y los nombres de su cuerpo edilicio correspondiente a 1821 para agregar el nombre de las autoridades edilicias colaneras que con alma patriótica dirigieron el grito libertario de Colán. En el expediente criminal instaurado el 26 de febrero de 1823, ante el gobernador político militar, Miguel Jerónimo Seminario y Jaime, secretario Manuel Rebolledo, contra Cipriana García, “por atribuirse ser contra nuestra independencia”, ésta nos da una versión singularísima que por su importancia histórica insertamos a continuación: “Con la pérdida de nuestro exército (frente al general realista Canterac que había ganado una batalla a los patriotas en Moquegua) que lo sentí y lo sentiré, pues he jurado el sistema de la yndependencia de Colán en unión de todo el pueblo y no puedo arrebatar el sagrado juramento... para mí es lo más duro, y primero moriré antes que faltar a él...”. Este testimonio escrito, singular por cierto, es incontrovertible y único en su género que por ser prueba indubitable es palmaria para hacer certeza de que Colán en pleno se pronunció por su independencia política en Enero de 1821, como lo hicieron todos los pueblos del Partido de Piura. Nótese que quien evacuó el testimonio no fue una dama distinguida de ese momento, sino una mujer colanera de la clase popular identificada cien por cien con nuestro separatismo. El 8 de Junio de 1821, a pocos meses de haber ocurrido el acto declarativo de nuestra libertad, Manuel Diegues, destacado hombre público y sobre todo importante personaje del Ayuntamiento piurano en su condición de representante de la Junta de Arbitrios del Partido de Piura, dirige un documento al venerable cura de Colán, Gregorio Alva, a fin de que proporcione la cantidad de 1,000 pesos en calidad de préstamo a favor del Estado que se necesitaba para perfeccionar la obra emancipadora de nuestro Perú. En la comentada comunicación múltiple, cursada por Diegues a los Párrocos del Partido para que obligatoriamente den al gobierno una cuota de dinero aparentemente prestada, se deja cimentado un transparente sentido patriótico y perentorio afán de abolir de una vez por todas el sistema humillante de la dependencia española, al que nos ligó casi tres siglos. MANUSCRITO HISTÓRICO.Por considerar de interés historiográfico el manuscrito tratado que preserva el Archivo Regional de Piura insertamos su texto que a la letra dice: “La grandiosa obra de nuestra libertad que solamente hemos proclamado y jurado no puede perfeccionarse, sino es a costa de grandes sacrificios. Hartos ha hecho el gobierno para no hacerlos gravar a los ilustres habitantes del Partido en su fin las grandes urgencias del Estado han hecho llegar el caso de adoptar las medidas que la Junta de Arbitrios de esta ciudad ha propuesto como recurso más pronto y legal para socorrerlos siendo uno de ellos es que se abra un empréstito forzoso entre los señores párrocos, señalando a cada uno aquella quota que conforme a haberes o parecidos proporcionados, cuando había el gobierno no se atrevió a deliberar sin primero consultarlo con el Señor Presidente del Departamento y que señor se sirviere en materia al señor gobernador eclesiástico del obispado para el primer allanamiento de los mismos señores Párrocos por considerarse directa sobre ellos se ha designado aprobar el plan primero en estos por la Junta ordenando lo lleve a execución y asegurándome con fecha Catorce del corriente que por la jurisdicción eclesiástica ya se daban las provisiones oportunas en la materia cometidas a la vicaria por la que también se me ha hecho ver haberse circulado este mandato. En esta vecindad y habiéndose fijado avisos por la indicada Junta la cantidad de mil pesos, se servirá hacerlo entrega en el acto, y sin demora ni pretexto alguno a Don José María Muñoz quien pasa a ese con este sólo efecto, en inteligencia de que han de servir dichos mil pesos para los auxilios de la tropa que el día de mañana ha de salir para la ciudad de Trujillo que el mismo Don José María a vuestro recibo provisional ínterin por este gobierno se da vuestro el correspondiente documento que le sirva de resguardo y acredite este empréstito que le será religiosamente satisfecho de los fondos propios del Estado luego que se logre como lo esperamos la libertad de la Capital del Perú. No es sólo este Gobierno quien garantiza este íntegro que siempre se mirará como un crédito sagrado por el mismo Excelentísimo señor capitán general en jefe del exército libertador Don José de San Martín quien así lo ofrece en su Superior decreto dado en el cuartel general de Huaura a primero de marzo del corriente año. Omite este gobierno recomendar a vosotros la necesidad de este importante servicio y la obligación en la que estamos todos de hacerlo en las actuales circunstancias por que bien persuadido de que hubiere demasiado penetrado de sus deberes teme ofender al acendrado patriotismo, el de Ud. y demás señores sus Concuras y él, tenida la más firme esperanza de que como verdaderos hijos de la patria, la aliviarán con lo que de presente se les pide a sus hombres, bajo el seguro concepto de que colocada ella en la plenitud de sus derechos injustamente usurpados tan largo tiempo sabrá recompensar con magnificencia al mérito, y a la virtud de sus propios hijos, entre quienes tiene Ud. la gloria de numerarse. Dios guarde a Ud. muchos años. Piura Independiente, 8 de Julio de 1821. Firmado Manuel Diegues.- Al señor Don Gregorio Alba, Cura y Vicario de Paita y Colán”. Don Gregorio Alba responde a la comunicación cursada por Miguel Diegues en misiva del 7 de Julio de 1821 y le hace conocer que dentro de su escasez pecuniaria en el mes de Febrero del mismo año había franqueado 1,200 pesos y que pese a todo se esforzaría a proporcionar 500 pesos dentro de un mes, a parte del libramiento de igual cantidad que se llegó a materializar; le expuso que además de estos aportes había entregado a los Comandantes Militares Félix de Olazábal y Bernardo Sofía 100 pesos a cada uno. CONTRIBUCIÓN MONETARIA.Hay abundante documentación que nos prueba objetiva y elocuentemente la contribución monetaria que hizo Piura y sus doctrinas, dentro de ellas la de Colán, a favor de la Independencia Política nacional que por su quantum la ponen a la cabeza de los pueblos del Norte del Perú. Al respecto Rubén Vargas Ugarte nos da la ilustración siguiente: “A partir del mes de Enero de 1821 comenzaron a influir reclutas y doblones al cuartel general. Piura envió 100,000 pesos, Trujillo 80,000, Lambayeque tanto o más, de modo que la penuria del ejército libertador se disipó”, Historia General del Perú, Tomo VI, Pág. 131. En el caso de la doctrina de Colán, solamente su jurisdicción eclesiástica, aportó 3,400 pesos. El padre Alba, cura de Colán, no soportó la exigencia de los empréstitos forzosos, a la que lo sometió la Junta de Arbitrios y se resistió a cumplir con esta disposición eminentemente patriótica. Esta negativa al parecer infundada y omisa a los urgentes requerimientos de la patria de inmediato se puso en conocimiento del Presidente (Prefecto) Torre Tagle, quien desde Trujillo en documento emitido el 14 de Julio dispuso que se devuelva el expediente “al gobernador de Piura a efecto de que por todo rigor de la vía ejecutiva cumpliese el venerable cura de Colán a la exhibición de los mil pesos que se le señalaron por la Junta de Arbitrios, sin admitirse excusa ni pretexto, pues consta notoriamente que tiene demasiadas proporciones para verificarlo”. No obstante, de ser requerido el cura Alba con los apercibimientos del caso rehusó entregar el empréstito que se le solicitó, por cuyo motivo don Manuel Diegues investido de la suficiente autoridad ordena al Capitán de Colán, Francisco Rivas, proceda a trabar embargo de los bienes existentes en la casa parroquial en los términos siguientes: “En esta oportunidad y de la prevención que en la materia hace a vosotros el Señor Comandante Militar de este partido por habérselo yo así pedido, espere que vosotros acepte y cumpla con toda exactitud que corresponde la comisión que ese gobierno le confiere y no duda surta el efecto a que se dirige mediante el celo patriótico de vosotros, y el ynterés con que mira todo aquello que conduce el alivio, y mejor servicio del Estado y que evacuada la comisión me de vosotros estos con el expediente para darla yo a la Superioridad”. Otro manuscrito inédito nos permite puntualizar: “En Colán Yndependiente, Agosto 1º de 1821”, el capitán Rivas apremió a don Gregorio Alba haciéndole saber que va a proceder a la execución y embargo de sus bienes conforme a lo mandado por el señor gobernador del Partido. El día 3, ante la negativa reiterada del cura Alba, se ejecuta la medida precautoria en las especies que siguen: un candelero de plata, un jarro de plata, dos baúles vacíos, una mesa vieja, dos escaños, dos chaquetones de gamuza, dos de lana, un libro que intitula El Sabio Instruido en la Gracia, una zamba vieja nombrada María del Carmen; entre otras cosas insignificantes, todo lo qual queda en poder de don José Aniceto Nisama como Depositario nombrado por mí, para proceder a las demás diligencias de estilo”. El día 5 se deja sin efecto el embargo por que el cura Alba había cumplido con otorgar el empréstito de los 1,000 pesos requeridos forzosamente por el Estado para utilizarlos en la guerra emancipadora. El Gobierno Político Militar encargado de reunir los recursos militares y económicos para consolidar nuestra Independencia Política, con generosidad admirable extendió su ayuda a través de la Junta de Arbitrios que organizó “un contingente militar de 600 hombres dispuestos a libertar las provincias de Loja y Cuenca del Ejército Realista acantonado en la provincia de Quito. De acuerdo al Reglamento todo peruano desde los 18 hasta los 60 años de edad debería contribuir con un día de salario al mes. Los curas, hacendados y comerciantes 10 pesos”. “La Junta de Arbitrios. Noviembre 22, de 1821. Plan que esta Junta de Arbitrios ha formado para la contribución mensual, que deben hacer las parroquias de este Partido de Piura con respecto a la población de comercio y demás circunstancias de que cada una goza, y la Junta ha tenido presente. “La de Piura 1,000 pesos. La de Catacaos 300 pesos. La de Sechura 225 pesos. La de Paita 200 pesos. La de Colán 250 pesos. La de Amotape 100 pesos. La de la Huaca 100 pesos. La de la Punta 300 pesos. La de Querecotillo 100 pesos. La de Tumbes 100 pesos. La de Tambogrande 100 pesos. Las de Yapatera y Morropón 300 pesos. La de Salitral 80 pesos. La de Chalaco 150 pesos. La de Huancabamba 300 pesos. Las de Sondor y Sondorillo 50 pesos. La de Huarmaca 200 pesos. La de Congoña 50 pesos. La de Frías 150 pesos. La de Ayabaca 400 pesos. La de Olmos 60 pesos. La de Motupe 125 pesos. La de Salas 150 pesos. Total aporte mensual 4,790 pesos. Firman El Marqués de Salinas. Doctor Tomás Dieguez. Ignacio Checa. Santiago de León y Valdivieso. Pedro de León, Mariano García, Secretario” (ARP; Legajo 12, Exp. 218, Año 1822). Este cuadro referencial que se sustenta en inéditos documentos archivísticos nos da pautas objetivas y veraces sobre el incondicional apoyo económico y moral prestado por la comunidad patriótica de Colán a la justa causa de nuestra libertad política. Es necesario advertir que tanto al Estado cuanto al pueblo el movimiento de la independencia peruana y de América les significó cuantiosos egresos de dinero a parte del inevitable sacrificio humano, soporte moral, que el mundo americano prestó permanentemente a todas las acciones correspondientes a la gesta separatista. OTROS MANUSCRITOS SOBRE COLÁN.Son muchos los documentos manuscritos existentes en los repositorios de nuestra región que hemos consultado respecto a la época de la independencia de Piura con sus pueblos y por su contenido muy original aconsejamos deben ser reproducidos en ediciones históricas para conocimiento de las generaciones de hoy, mañana y siempre. Ahora nos vamos a referir a un tipo de documentación oficial producida por la corporación edilicia colanera. Para el caso concreto de Colán existe una joya archivística que atañe a su vida independiente. Nos referimos al Libro de Elecciones generado por el Cabildo de San Lucas de Colán, el único existente en el Departamento, cuyo contenido es necesario divulgar editorialmente. Por el mes de Junio de 1982 en Piura tuvimos la grata visita del Presidente de la Academia Nacional de la Historia, Dr. Félix Denegri Luna, quien hizo obsequio de un Libro de Elecciones correspondiente al cabildo de San Lucas de Colán, generado en el período de la libertad y es el único en su género que hemos podido consultar en el Archivo Regional de Piura, que es el que lo custodia y preserva, habiéndonos permitido capturar preciosos datos de carácter histórico. Consta en dicho libro que el año 1822 “juntos los ciudadanos electores, procedió el teniente gobernador don José de los Santos Alemán, a saber: el licenciado Joaquín de Villalta y Valdivieso, Presbítero de Cura de este dicho pueblo, don José Antonio de Payta, don Manuel Sánchez, don José Remigio y don Pedro José Yruni”, realizando el juramento de estilo que puntualizaba el Reglamento Provisional, por ante el Secretario don Manuel Ydrovo, se procedió a la elección del cuerpo cabildante, constituido por el alcalde ordinario, regidores, alcalde de campo y síndico procurador. De acuerdo con el “uso y costumbre en este referido pueblo y leídas y examinadas las cinco cédulas extraídas del cántaro resultaron electos: alcaldes ordinarios don José Antonio de Payta, por quatro votos, de primera nominación; de segunda don Luis Chunga, por cinco votos; el síndico procurador general don Manuel Sánchez por quatro votos; por alcalde de campo don Manuel Vitonera con cinco votos; regidores primero don Juan Sánchez con cinco votos; segundo don Domingo Remigio con cuatro; tercero don Vicente Macharé con cinco; cuatro don Antonio Nisama con cinco; fiscal don Manuel Panta con cinco votos”. La elección de este ayuntamiento, que ejerció sus funciones cabildantes el año 1823, terminó con el canto del Te Deum Laudamos en la Yglesia Parroquial. Si tomamos el concepto jurídico de elección como la acción y efecto de escoger mediante el sufragio obligatorio, universal y secreto al ciudadano que ha de representar a una comunidad ante los poderes públicos o gobiernos locales y que es un acto ejercido por un pueblo libre y soberano, tenemos que convenir que el hecho eleccionario antes referido es garantía de una vocación demócrata practicada por los países civilizados, entre los que se alinea el Perú a través del ilustre pueblo ancestral de Colán. II.-LIBRO DE ELECCIONES DE SAN LUCAS DE COLÁN Los orígenes de la democracia en el Perú para instalar el sistema liberal de gobierno democrático se inician el año 1821, especialmente, a partir del 28 de Julio que el Generalísimo José de San Martín proclamó la Independencia Política del Perú y por ende los pueblos peruanos de la costa, sierra y selva, con espíritu independiente y afanes patrióticos enardecidos por el flamante proceso separatista, empiezan a elegir libremente sus autoridades locales y centrales. Con este motivo el Protector y Libertador José de San Martín dicta una serie de disposiciones legales tendientes a organizar la administración pública del naciente Estado. Como regla jurídica para instituir el ordenamiento legal de la República se expide el Reglamento Provisorio de Huaura con fecha 12 de Febrero de 1821. Posteriormente Torre Tagle por Decreto del 27 de Abril de 1822 convocó a elecciones de Diputados en número de 51 en el ámbito nacional, de ellos 15 fueron para Trujillo, dentro de éste se ubica Piura, a fin de formar el Congreso Nacional que debía reunirse el 28 de Julio del mismo año, en Lima, pero que recién se inauguró el 20 de Setiembre. En el pueblo de San Lucas de Colán, según testimonios escritos que tenemos a la mano, tuvo participación directa en la elección de Diputados para el Congreso Nacional del 22. Su gente puso de manifiesto las inquietudes inquebrantables de todo pueblo civilizado que goza del derecho a que los ciudadanos pueden elegir y ser elegidos, facultad inherente a los países soberanos que democráticamente gobiernan sus destinos sin la intromisión de influencias externas o extrañas. El Libro de Elecciones del Cabildo Colanero, donado por la Academia Nacional de la Historia al Archivo Regional de Piura, que lo custodia, contiene las actas manuscritas celebradas en el pueblo de Colán con motivo de la elección de Diputados propietarios y suplentes. La primera fue celebrada: “A los 19 días del mes de Julio de 1822, tercero de la Independencia, bajo la presidencia del gobernador ciudadano don José de los Santos de Alemán, con los adjuntos Alexo Macharé, Salvador Silba y Juan Alexo Leytón, Secretario, tomando la voz el referido don José de los Santos de Alemán, dijo, Colanes: El genio protector que os ha dado la independencia quiere restituirnos a la libertad que os dio naturaleza, y os usurpó la tiranía por más de 300 años”. Enseguida agrega el gobernador Alemán: “Los os llama a que tengáis en la decisión del gobierno que os ha de dirigir y a formar las leyes que sostengan vuestros derechos y conserven vuestra igualdad. A continuación se eligió el Comité de Escrutadores, cuyos cargos recayeron en los ciudadanos que siguen: Don Francisco de Porras, presidente; Domingo Vivas, José Remigio, Ermeregildo Chapin y José Trumi, escrutadores; y, Manuel Hidrogo y José Payta, Secretarios. A consecuencia de los positivos resultados de la Independencia Política que se cristalizó el 28 de Julio de 1821, como candidatos para Diputados Propietarios por Piura postularon el Dr. Tomás Diéguez, Don Pedro de León y Valdés, Dr. Manuel Arrunátegui, el Marqués de Salinas Don Francisco Javier Fernández de Paredes, Don José de Lama, Don Juan Antonio Taboada, Don Santiago León, Don Juan José Carrasco. En la lista de Diputados Suplentes por Piura está Manuel Diéguez, Juan Antonio Távara, Tomás de Aquino Vásquez; por Paita: José María León, Jacinto de Otoya, Manuel Pizarro; por Colán: Francisco de Porras, José Santos de Alemán, Joaquín Villalta y Tomás de Alemán. Todo lo que indica, sin lugar a la más mínima duda, que la comunidad de Colán fue un pueblo con transparentes decisiones ciudadanas y poder político ejercido en la jurisdicción del Partido de Piura. Fueron 326 ciudadanos de Colán que concurrieron libre y espontáneamente a las urnas con sus votos, para cumplir con su sagrado deber, en la forma y manera reglamentaria y al concluirse el acto electoral y realizarse el escrutinio respectivo “se volvieron a congregar los mismos a son de campaña para que se eligiese el Diputado o Apoderado a efecto de quien presentase esta elección en la Presidencia del Departamento con sede en Trujillo”. Examinados los votos emitidos por la mayoría para elegir el cargo de Diputado Propietario fue alcanzada por “el Doctor Don Manuel Arrunátegui, Cura y Vicario de la doctrina de Frías residente en la ciudad de Trujillo, a quien con esta acta testimoniada de su elección se remite para que usando conforme al Reglamento de este poder de razón de la última calificación que según el impreso debe hacerse en la capital de dicha presidencia”. Como Diputado Suplente salió elegido don Manuel Diéguez, según aparece del citado Libro de Elecciones, único en su género que existe en nuestros repositorios y su consulta es útil para conocer aspectos históricos inéditos sobre la elección de Diputados de nuestra región al instalarse la República. El infolio tratado es una pieza documental manuscrita de mucho valor informativo para la reconstrucción de la Historia de la Independencia de Colán y por ende de todo el actual Departamento de Piura. III.-EL VALIOSO LIBRO COLANERO Colán, conocido asiento prehispánico de la geografía piurana, tiene una historia muy exquisita que debe escribirse para destacar y enaltecer su ayer, revalorar su hoy y proyectar su mañana con luz verde, a fin de que su colectividad aporte lo mejor de su energía vital en bien del desarrollo organizado de nuestros pueblos. Colán es asentamiento Tallán antiquísimo al que llegaron los conquistadores después de usar la comunicación marítima. La evangelización española sentó aquí sus sólidas bases levantando en esta tierra la Iglesia, aún considerada la más antigua del Perú colonial, que hasta hoy se conserva con la calidad de monumento nacional, según disposición legal emanada del Instituto Nacional de Cultura. Esta reliquia de la arquitectura eclesiástica es una perla que debe preservarse a fin de exhibir ante propios y extraños nuestros templos coloniales en fiel expresión de que conociendo lo nuestro lo amamos e incluso con acierto lo consideramos un lugar atractivo para fomentar el turismo regional. Hace más de 180 años el cabildo de Colán, en manuscrito original, ratificando su vocación patriótica, expresó: “Desde el establecimiento de la Independencia ha trabajado sin tregua en el sostén de esta su distinción común, sin tener en cuenta sexos ni edades como ha sido necesario en los apuros del Puerto de Paita, al que cercanamente está inmediato. Así oportunamente ha proveído de agua y víveres a las embarcaciones del Estado, y con sus recuas ha internado las tropas y pertrechos necesarios para la continuación de la guerra, primero con los españoles destruidos en Junín y Ayacucho, y después desgraciadamente con nuestra hermana República de Colombia”. Más claro no pudo haber sido el pronunciamiento del ayuntamiento que por sí solo refleja el aporte de Colán a la Independencia del Perú. Ahora el bagaje histórico de Colán, período de la República, se ve incrementado con el hallazgo del Libro de Elecciones de Cabildo de Colán, que afortunadamente hizo el Doctor Félix Luna Denegri, Presidente de la Academia Nacional de la Historia. La actitud espontánea de este preclaro historiador es merecedora de nuestro aplauso toda vez que sin ser piurano, pero si con manifiesta conciencia archivística y amante del Patrimonio Documental de la Nación, donó el vetusto Libro al Archivo Regional de Piura, donde se conserva hasta la fecha y esta al servicio de los investigadores que deseen consultarlo. Destacamos que el Libro que analizamos como fuente auxiliar de consulta, por los datos históricos que contiene, que son de primera mano, se convierte sin lugar a duda en un instrumento basilar para escribir la historia separatista de Colán que está hermanada a la de los pueblos circundantes, entre ellos, Piura, Paita, Amotape, La Huaca, La Punta, Querecotillo, entre otros. En nuestro artículo publicado en CORREO del 28.10.83, expresamos: “El Infolio tratado es una pieza documental de mucho valor histórico para la metodológica reconstrucción del pasado colanero”. El códice señalado es la única pieza generada por la institución del Cabildo de Colán que existe hasta hoy, convertida en la más antigua amén del profundo significado histórico y social que guarda en las entrañas de sus páginas. Por el momento no hay otro más en la región, porque han desaparecido de los archivos de las municipalidades probablemente por efectos de manos alevosas y depredadoras de nuestro patrimonio cultural. Remarcamos su singular significación y trascendencia archivística e histórica como fuente única para empaparnos de hechos singulares de los primeros momentos que vivió Colán dentro de la República. Luis Chaparro en su nota el Libro de Cabildo de Colán, aparecido en Revista Época N° 236, Pág. 32, tras descubrir una importante comunicación oficial, expresó: “En el Archivo Departamental de Piura se custodia el Libro de Cabildo de Colán, con documentación desde 1823 a 1857, entre la comunicación leída figura uno de significativas connotaciones históricas del pueblo de Colán para las actuales generaciones, data de 1830, dirigido a uno de los Libertadores de la Patria Americana”. En el voluminoso infolio, según hemos apreciado cuando lo consultamos, están “las Actas celebradas en Colán con motivo de la elección de diputados propietarios y suplentes. La primera fue celebrada a los 19 días del mes de Julio de 1822, tercero de la Independencia, bajo la presidencia del gobernador ciudadano Don José de los Santos Alemán, con los adjuntos Alexo Macharé, Salvador Silba y Juan Alexo Letón, secretario, tomando la voz el referido Don José de los Santos Alemán, gobernador, dixo: “ El genio protector que os ha dado la independencia quiere también restituirnos a la libertad que os dio naturaleza y os usurpó la tiranía por más de 300 años” (1). NOTA.(1)Juan G. Paz Velásquez; Historia de la Independencia de Piura, Pág. 161. LIBRO HISTÓRICO.- Han pasado 187 años que el pueblo de Colán representado por sus autoridades, en plena aurora separatista, abrió un Libro histórico que afortunadamente se conserva en buen estado el mismo que fue sustraído del Archivo Municipal por ilustres desconocidos. La oportuna y patriótica intervención del Dr. Luna Denegri, hace 17 años, han permitido que ese Libro regrese al Archivo Regional de Piura donde hasta hoy celosamente es guardado y está apto para la consulta. Pero teniendo en consideración que la entidad productora que generó la archivalía en comentario fue el Cabildo de Colán, ahora con el rango de Distrito de la Provincia de Paita, con su capital Pueblo Nuevo, concluimos que, histórica y jurídicamente, es éste el legítimo dueño del Libro de Elecciones y por lo tanto de hecho y de derecho debe rescatarlo por simbolizar para sus habitantes de hoy, mañana y siempre un testimonio singular que los motivará a rendir permanente culto a la tierra que los vio nacer, la patria chica. Al tomar esta legítima postura el Concejo Distrital de Pueblo Nuevo de Colán, supérstite heredero de los bienes y tradiciones que le legaron sus mayores, no sólo estaría llenando un vacío de responsabilidad cívica frente a su patrimonio documental, sino además recogiendo el sentido patriótico expresado por los hijos de Colán al instaurarse la Independencia del Perú y que a su vez, permanentemente, debe ser transmitido por los Profesores a los educandos colaneros a fin de que, con sentido realista, se forjen un mañana mejor. PAITA Y COLÁN OBSERVADOS EN EL SIGLO XIX Inicialmente conviene acotar que durante la centuria decimonona el Perú cronológicamente hablando tiene dos décadas de presencia colonial y ocho consagradas a la estación de la república en la que es evidente la presencia de una serie de acontecimientos que particularmente en esta región norteña tratamos de registrar brevemente en este apartado. Abierto el siglo XIX el Perú ingresaba por la puerta grande a la consolidación de su emancipación del yugo español, que afectó de alguna manera a los grupos de poder que manejaron, en abierta armonía con sus directos intereses, nuestra economía, pudiéndose afirmar “que en el último tramo de la vida colonial peruana, los hacendados en Piura, Ayabaca, Frías, Huancabamba, se mantuvieron como el sector social con mayor poder económico, social, político, militar, eclesiástico y vecinal. Es cierto que en Piura se observa el declinar de algunas familias de raigambre hacendaria pero surgen otras que van ocupando su lugar y, por tanto, como sector social se mantienen conformando la elite dominante regional” (1). Pasamos a registrar algunos hechos de personajes de nuestra historia que desde su óptica, incluyendo el periodismo nos han dejado su mensaje puntual con objetivos puntos de vista sobre Paita y Colán que nos es grato registrar y comentar a renglón seguido. NOTA.(1)Alejandro Reyes Flores; Hacendados y Comerciantes: Piura – Chachapoyas – Moyobamba – Lamas – Maynas (1770 – 1820), Pág. 16. JOAQUIN DE HELGUERO Ya estamos a inicios del siglo XIX que hace arder las ideas emancipadoras que alientan el separatismo del yugo español. Este accionar de los primeros años correspondientes a la justa causa americana determina que legítimamente se le llame la centuria de la independencia de América. En función del tiempo transcurrido nos ocupamos de la obra de Joaquín de Helguero que dígase de paso apoyó el grito libertario piurano. Lo hacemos en relación con Paita y Colán, ahora después de más de 200 años, que a la vista de papeles oficiales nos permite apreciar que Helguero puso de manifiesto su vocación de servicio que la desplegó durante muchos lustros en esta comunidad. Su paso trascendente lo realiza en el ámbito de la administración colonial desde el cargo de Diputado de Comercio por el Partido de Piura que ejerció con dedicación y entereza como si fuera su propia tierra. Conviene destacar que en el Perú, particularmente en este suelo piurano, Helguero y Gorgolla se convierte en un hombre público afamado. Con su prolongada presencia piurana, llena de vicisitudes propias de la vida humana, hasta poner fin a sus días llenos de trabajo familiar, empresarial y social, por méritos propios alcanza el sitial de importante ciudadano español que amó a Piura a la que adoptó como su propia tierra, hasta convertirla en cuna de la familia de este patronímico que hasta hoy se mantiene con obras concretas de proyección y protección a la colectividad departamental. TESTAMENTO Y PODER PARA TESTAR.¿Quién fue Joaquín de Helguero y Gorgolla? Es fundador en Piura del apellido Helguero de notable trayectoria social en este medio que se ha prolongado hasta nuestros días. En el Archivo Regional de Piura existen el poder para testar y el testamento otorgado por Joaquín de Helguero y Gorgolla, Juez Diputado de Comercio, por intermedio de su cónyuge Juana Josefa Carrión e Iglesia, según escrituras públicas extendidas en San Miguel de Piura del Villar, de 31 de Julio de 1820, 20 de Abril de 1830 y 30 de Marzo de 1831, en los oficios de los Escribanos Miguel de Armestar, además Regidor Alférez Real del Ilustre Ayuntamiento de Piura, la primera y Manuel Rebolledo, además Secretario del Ilustre Ayuntamiento, las dos restantes (1). De acuerdo con esta documentación oficial hasta 1820 ejercía el cargo de “Juez Diputado de Comercio, natural del lugar de Limpias, Señora de Vizcaya, en el Reino de España, vecino de esta ciudad (Piura), hijo legítimo de Don Francisco Antonio de Helguero y Serna y de Doña María Teresa de Gorgolla y Rivero, estando en pie” (2). Su consorte Doña Juana Josefa fue hija de Don Miguel de Carrión y Valdivieso y de Doña María Isabel Iglesia. Durante su vida conyugal procrearon doce hijos de los cuales al momento de otorgar poder para testar Don Joaquín vivían ocho que se llamaron “Manuela, Juan, Paula, Francisco, Gregoria, Rosa, Juliana y Josefa”, seis mujeres y dos varones” (3). Formó parte de la herencia según declaración de doña Juana Josefa Carrión, el “aporte con Dote estimado en la cantidad de 29,435 pesos con cinco tres cuartillos reales como así mismo 8,908 pesos cuatro y medio reales que hube y heredé de mi finado tío Presbítero Dr. Dn. Silvestre de Carrión y 819 pesos uno y medio reales que por donación de dicho mi tío antes de nuestro casamiento aporté al matrimonio y que dichas cantidades como la de 1,000 pesos que la legó su tío el finado Presbítero Don Buenaventura Ribón, que la entregó su albacea y heredero finado Don Vicente de Valdivieso” Don Joaquín falleció el 22 de Agosto de 1830 en “Monte la Rinconada, sito en la jurisdicción del Distrito de la Huaca” y fue sepultado el día siguiente ”en público y de Mayor en la Iglesia del Pueblo de Amotape fue amortajado su cadáver con el hábito de nuestro padre San Francisco, se celebró para su ánima misa de cuerpo presente, y en esta ciudad se le hicieron honras el día 2 de Setiembre del mismo año”. Ejercitó el citado don Joaquín la actividad comercial que lo convierte en un distinguido propietario de tierras en esta región. Fue casado con Juana Josefa Carrión e Iglesia “rica heredera de una familia de hacendados” (4). Su prosperidad mercantil hace de Helguero, a fines de la colonia e iniciada la república, un hombre notable de Piura. “Su giro comercial lo llevó a comprar, en compañía de Manuel de los Heros, el bergantín Rosita que en 1813 lo vendió al comerciante trujillano Gerónimo de Lama en 3,500 pesos: surto y anclado en Payta con sus velas, anclas, cables y demás pertrechos. Helguero se convierte en un comerciante que compra y vende mercaderías de Lima, sur quiteño, Panamá, Trujillo y de la región piurana” (5). INFORME ECONÓMICO DE 1802.Tenemos a la vista el Informe Económico de Piura 1802 (6) que constituye “un ejemplo más de la geografía política y administrativa desarrollada por el Estado Colonial español”. Su autor es Joaquín de Helguero, diputado en Piura del Tribunal de Consulado del Perú, instituto económico-social al cual la corona le encargó la coordinación general de los Informes que hoy son fuentes valiosas y de primera mano para reconstruir nuestro pretérito a la luz de la prueba escrita. El manuscrito al otorgarnos una visión global de la economía regional, específicamente sobre el puerto de Paita nos entrega la objetiva apreciación que sigue: “Los del Puerto de Payta y Colán; por la mayor distancia de cuatro leguas; en que excede este camino, al de Sechura y el piso arenoso, que lo hace más dilatado; no tiene desde luego; la proporción de conducir el Pege fresco para su venta; pero tiene la Pesca del tollo, que abunda en toda esa costa, y de un gusto tierno y delicado que se hace apreciable en toda la carrera hasta la Capital de Lima. Desde allí lo solicitan como en esta misma Provincia los Partidos de ella, y especialmente los de sierra para suplir la falta del pescado. Y efectivamente pudiera este Ramo solo; costear una hermosa entrada de dinero, como también el Pege Salado, que venden por arrobas a diez y doce reales y corre con el mismo aprecio, este otro renglón del Puerto. Igualmente hay algunas mulas de requa corriente entre estos indios, y ya sea porque son afamados por su conocimiento de caminos, y destreza en el Arrieraje; o ya por que en este, como en todo Puerto, hay necesidad de trasladar efectos de Embarque, o desembarque; siempre son solicitados para darles carga y fletar sus requas; y no obstante: que se les paga sin repugnancia el precio que ponen sin arancel, y a su advitrio en muchas veces que advierten la urgencia; tienen gusto en perderlo útil por perjudicar al cargador, escondiéndose en el día señalado de la partida, o fomentando una falsedad y quimera a que son propensos generalmente todos los de aquellos pueblos Colán y Payta, y tanto que en lo más sencillo y natural faltan a la verdad sin poderles rechazar su término porque, se insolentan con la soberbia que les es también propia. Así pues, ni gira el comercio, ni el público sirve, ni estos indios gozan de lo que pudieran percibir por los efectos de su mismo país, y siempre endrogados sin sobrante para pagar después de consumido lo poco que adquieren en su escaso sustento que por lo regular en esos puertos lo hacen de Pege, Rayas y Cangrejos, sin extrañar otros alimentos más nobles, y diferentes, aunque los reciben, y toman con agrado, cuando graciosamente se les da por alguno, sin exigirles paga”. No podemos dejar de aseverar que “en respuesta a la Real Ordenanza de 1802 solicitando informaciones geográficas, se elaboró este informe por el diputado de comercio de Piura. Fue escrito en 1804, saliendo recién de una década de sequías, la puntual caracterización de la “calidad y naturaleza” de cada partido de la provincia, de su producción agrícola, ganadera e “industrial” así como los estimados de su valor y los problemas para su desarrollo, está teñida de la esperanza por el futuro” (7). De otro lado conviene dejar constancia en cuanto a las recuas que puntualiza Helguero se usaron para la industria del transporte. En efecto las bestias formaban las piaras o recuas utilizadas para trasladar los abastos y otros productos, ejemplo la quina que traían desde Loja y que en muchos casos llevaban hasta Lima (8), por el puerto de Paita que fue el principal eje de nuestra economía de exportación que tuvo auge hasta después de instalada la república. Lo expuesto por Joaquín Helguero sobre Paita nos lleva a opinar así: 1.-Su apreciación paralela sobre los habitantes del puerto de Payta y de Colán nos da una clara idea sobre el apego histórico, cultural, social entre ambos pueblos que aún se mantiene intacto. 2.-La autoridad colonial destaca la riqueza ictiológica de Payta ocupándose de dos actividades vitales, la pesca y comercialización de “pege fresco, pege salado y tollo”, que sirvió como producto básico para atender la mesa popular de la región. 3.-La comercialización de los productos agroindustriales producidos en la cuenca del Chira dio ocupación a las recuas conducidas por los arrieros colanes. Generaron trabajo a los arrieros y rentabilidad a los dueños de las recuas. 4.-Helguero reseña la importancia del puerto en los servicios de embarque y desembarque de mercaderías que se reflejaron en el movimiento comercial de la época. 5.-Puntualizó que los moradores del lugar gozan de las bondades del mar en cuanto sirve no sólo para pescar sino para el transporte que en realidad fue frecuente entre Paita, Panamá, España, entre otros lugares que mantuvieron fructíferas relaciones comerciales con nuestra región. Paita y Colán están retratados espiritualmente a la vista del Informe Económico de 1802 con datos frescos emanados en ese momento y recogidos de las fuentes oficiales de la administración pública colonial que gozan de absoluta fidelidad a toda prueba. Ahora transcurridos dos siglos la información glosada sirve para tener una cabal idea del real estado económico y social de la ciudad porteña y su Distrito de Colán, que a fines de la colonia y hasta inicios de la república tuvieron notorio movimiento en el comercio de las exportaciones. NOTAS.(1)Archivo Regional de Piura; Protocolos Notariales. (2)Archivo Regional de Piura; Protocolos Notariales. (3)Archivo Regional de Piura, Protocolos Notariales. (4)Alejandro Reyes Flores; Hacendados y Comerciantes: Piura - Chachapoyas – Moyobamba – Lamas – Maynas (1770 – 1820), Pág. 110. (5)Alejandro Reyes Flores, Ob. Cit. pág.102. (6) Joaquín de Helguero; Informe Económico de Piura 1802, Págs.47/49. (7) Bruno Revesz y otros; Piura: Región y Sociedad, derrotero Bibliográfico para el desarrollo. (8)Juan G. Paz Velásquez; Muestra de la Sociedad Colonial Piurana (S. XVIII); ponencia presentada a la III Semana de Identidad Cultural, organizada por el INC-Piura, en 1994. RENEE P. LESSON.Con este personaje, Renée P. Lesson, viene el primero que registra Paita dentro del Perú republicano. Notable es la presencia en el norte peruano del marino y científico Renée P. Lesson. Con razón se afirma que “la época histórica en que escribe el viajero influye también preponderantemente en el espíritu y los gustos de éste. Cada época tiene sus viajeros típicos; las luchas de la Emancipación traen al oficial de marina británico, americano o francés llámase Cochrane, Miller, Basilio Hall, Lafond o Lesson; el siglo XIX hace circular a un conjunto de aventureros, hombres de ciencias, funcionarios, delegados de instituciones científicas, marinos británicos y franceses y magnates desposeídos o despreocupados” (1) Impenitente viajero franco-peruano (1794-1849) fue Renée Lessón que conoció gran parte del Perú. Se trata de un personaje muy distinguido tanto como marino cuanto en su calidad de científico. Formó parte de la expedición llegada a las costas peruanas en la corbeta “La Coquille”, en 1822. Se ha comentado que el trabajo “Impresiones de Paita: 1824”, (2) es un “extracto del libro “Voyages autour du Monde”. El autor, farmacéutica a bordo de la citadina corbeta La Coquille, comandada por Duperrey, describe amenamente su visita al pueblo de Colán y subraya la desenvoltura de las mujeres en los salones de Paita durante su escala en este puerto” (3). Su libro Voyage autour du monde (París, 1839) contiene páginas valiosas sobre el Perú. En 1824 estuvo de paso por Paita y sobre ella escribió: “IMPRESIONES DE PAITA 1824.La población de Paita está compuesta casi exclusivamente de peruanos descendientes de antiguas familias incaicas, o de mestizos, producidos por el cruce con negros trasplantados de África. Los españoles están allí en escaso número, formando una casta privilegiada que profesa un menosprecio soberano por el pueblo, que tiene todos los vicios de ella. La administración de la región está sometida a un gobernador que tiene bajo su jurisdicción al capitán del puerto y a los diversos empleados del fisco. Por lo demás, no dispone de ninguna fuerza armada, no obstante, de que un decreto dispone que se forme una compañía de guardia nacional con todos los hombres en edad de llevar armas. No era muy grande la aptitud de la población para el servicio militar como para que esta milicia tratase siquiera de reunirse bajo estandartes. Todo lo que queda del sistema de defensa establecido por el gobierno español, es el emplazamiento del viejo fuerte. Los cañones que coronaban las alturas se los llevó la escuadra de Lord Cochrane. Los antiguos reglamentos de los virreyes, cuyo propósito público era impedir que la población indígena fuera capaz de un levantamiento, exceptuaban a los peruanos de origen, del servicio militar. El resultado para las personas de esta raza, es una tal sumisión y docilidad, que hasta el rostro de un blanco para inspirarles terror y mantenerlos en los límites de la obediencia pasiva. Sin embargo, no por eso dejan de tener lacerado el corazón contra sus dominadores, quienes se reservaron el oro y el ocio, legándoles el trabajo y la miseria. Y estos indios soportan el yugo bajo el cual agachan la cabeza desde hace largos años, lo que los republicanos no han aliviado en absoluto. Es así como de la metrópoli, que le ofrecía garantías para la venta de sus cosechas, a la par que encontraban reposo y seguridad, cosas que el permanente estado de guerra, debido al nuevo orden de cosas, había comprometido. Las costumbres de Paita tienen un color de localidad mucho más marcado que en todas las demás partes. El aislamiento de las familias en un punto desfavorable, la infecundidad del suelo, la falta de industrias y recursos comerciales, imprime en el tipo humano un sello que nada tiene de halagador. En todas las bocas no hay sino una palabra: la plata; el dinero es el dios de los europeos trasplantados a esta miserable aldea: todas las ideas están concentradas en los medios de procurárselo, cualesquiera que fueren. La clase rica, o por lo menos la que es tenida por tal, no tiene ninguna instrucción, ningún sentimiento de dignidad. Ofende su ignorancia de los usos y de la elemental cortesía; es chocante su tacañería. Mendigando presentes, sin cesar, solicitar invitaciones a comer a bordo de los barcos, pero apenas ofrecerían al extranjero que desembarca, un vaso de agua para refrescar su sed. Las mujeres se mueren por la toilette, y todos sus sentidos se ponen en juego en cuanto ven algún objeto preparado en Europa por los más famosos modistos. Nuestros vaudevilistas pintan a la cachemira como el talismán ante el que no pueden resistir muchas parisienses fashionables; pero en Paita no existe quizás ni una sola señorita que no sucumba ante el ofrecimiento de un vestido de seda. Es así como las damas demuestran una disposición inaudita por las sederías, los crespones, los encajes y las blondas que allí desembarcan los americanos y los ingleses. Desde este punto de vista, su traje es rico, sin duda, por mucho que las telas que buscan sean más bien tejidos bonitos en apariencia que notables por su valor intrínseco. Su tez tostada, la gordura precoz que recarga la corpulencia de las madres, no concurren en nada a dar a alas damas de Piura ni la gracia, ni la frescura que cautivan los ojos. Sus encantos, rápidamente ablandados por la influencia de una temperatura cálida, no se muestran por obra de una pañoleta indiscreta, sino que, al contrario, se exhiben ampliamente, sin velos, tranquilamente. Su cabellera trenzada en las mechas flotantes en la espalda, y amarradas con nudos, apenas si está adornada con algunas flores artificiales o las suaves corolas de un mongorium que se llama margaritas rayas, cuya blancura contrasta con el negro azabache de aquella. Las criollas se destacan más por la pequeñez de sus pies y por el color y longitud de sus cabellos; esos son sus encantos innegables, aunque ellos los malogran frotándolos con excesiva abundancia con pomadas perfumadas que los cubren de un barniz craso. Esta pequeñez del pie, tan estimado por los españoles, constituye el objeto principal de la coquetería de una criolla, de donde el más fino calzado, la forma más perfecta, viene a ser para cada mujer el resultado de estudios y cuidados; y para hacer sus conquistas, es en la delicadez de esta parte en la que todas fundan sus pretensiones. No es, pues, raro encontrar damas cuyas extremidades, lejos de haber sido favorecidas por el cielo, sean pesadas y toscas, pese a lo cual están apretadas y ahogadas en un zapato del que desborda la piel por todas las costuras. Las que de tal modo se martirizan, apenas si pueden caminar, con lo que recuerdan a las chinas, que llevan sus pretensiones de los pies al extremo de doblar los dedos bajo las plantas, a fin de recortar sus pantuflas en esa proporción. Es cierto que no hay que disputar en lo relativo a los usos y el arte de agradar; pero lo que por lo menos es positivo, es que cada pueblo, cada gran familia, se ha hecho un tipo relativo de atractivo, del que sería difícil apartarla. En los capítulos precedentes ya he hablado de la extrema desenvoltura de las mujeres de Chile y del Perú. Las de Paita y del Perú, a las que tuvimos ocasión de ver en reuniones en danzas, les llevaban gran ventaja todavía por no se qué de impávido en el momento, que está por debajo de la gracia, y que más bien es voluptuosidad. Las criollas y de origen español, como carecen en absoluto de prejuicios morales, y entre las más devotas y sin cultura intelectual, estas mujeres entregadas al ocio y a la influencia de una temperatura que excita a los placeres de los sentidos, no sueñan, no piensan, no respiran sino para el amor. De modo que han adoptado las bellas maneras de Guayaquil, que consiste en balancearse valsando de la manera más libre. Su conversación no resiste la gracia, y la decente timidez de un hombre bien educado, viene a parecer sólo una necedad ridícula. Sus gestos, sus ocurrencias, son ligeros arrumacos. Se concibe que costumbres tan familiares sean del gusto de los marinos que llegan navegando a esas playas, en la que su permanencia debe de ser de corta duración; y aunque la belleza sea allí rara, la facilidad de los contactos, un abandono sin exigencias, una conversación ardiente, tienen un encanto para esta clase cosmopolita, que no podría ser compensado por otras ventajas. Hay una costumbre, que ojalá no la adopten jamás nuestras elegantes parisienses, que es observada universalmente por el bello sexo peruano, al menos en la provincia de Piura. Hay que imaginarse una sala de baile llena de mujeres de toda edad, y con los trajes más rebuscados: cabezas coronadas con flores; cuerpos apenas cubiertos por telas sutiles; gargantas completamente desnudas, tanto como los brazos. Más en vano la vista intenta contemplar el conjunto de las cuadrillas; todas las bailarinas, desde la niña más infantil hasta la abuela, sentadas como en tapicería en torno del departamento, exhalan con deleite columnas de humo que ascienden lentamente hacia el cielo. Una atmósfera de tabaco, que impregna con su nauseabundo olor los tejidos, intercepta el rayo visual y embota el olfato. Cada boca blande un cigarro, el fuego del cual, al paso de cada danzarina, es como una centella que surge y se cruza en todos sentidos. ¡Es evidente que los amorosos no tendrían por qué espantarse al ver que los labios bermejos dejan una hoja de tabaco enrollado para dar o recibir un beso! La vida de una mujer de la clase acomodada, transcurre, pues, en la siesta, el parloteo, la hamaca o el ocio más completo; y, aparte del sueño, el cigarro no deja a la boca en otro momento. Pero si las muchachas bien educadas no fuman sino veinte al día, las mujeres no se contentan con menos de cuarenta. Estos cigarros, de tabaco bastante dulce, tienen una forma semejante a los de Francia. Se les lleva generalmente metidos en una especie de estuche muy adornado, que se coloca en medio del seno. En cambio los hombres no fuman sino los cigarrillos de papel. En cuanto a las mujeres ellas tenían antaño una costumbre todavía más chocante, la que no se ha extinguido aún del todo, ya que yo he visto a varias damas que la practicaban diariamente, no siendo esta costumbre otra que la de mascar el tabaco en rollo, tal como lo practican los marineros europeos, llamándole a esto chiqué. Una bolsita elegantemente adornada y suspendida a la cintura, guardaba esta preparación, tan poco apropiada para la boca de una muchacha. La moda que se observa por lo general en el vestido de las mujeres, consiste en un traje tan descotado como sea posible, y sin mangas, el que se sostiene en los hombros por un conjunto de cintas, de manera que el brazo está desnudo hasta la axila; envolver las formas de la belleza con un velo oficioso, aviva la imaginación que les presta sus prestigios. El no tener nada que desear, los extingue completamente. De modo, pues, que esta desnudez no tiene nada favorable para el bello sexo, con raras excepciones. Las mujeres maduras, casi todas abundantes en grasa, debido a su vida muelle e indolente, por obra de una alta temperatura, son de una flacidez desagradable. He dicho que la hamaca móvil, suspendida en medio del departamento, era algo permanente. Sirve para hacer la siesta y para abreviar, gracias a sus dulces ondulaciones, las horas demasiado largas del día. Es allí donde exhiben sus encantos, en posturas que no son dictadas por la decencia. De allí se conversa, extendida junto a un caballero favorito, a quien los pliegues de la hamaca lo presionan con fuerza contra la hija de familia, dueña de sus actos, ya que los padres y las madres no encuentran nunca cómo oponerse a las preferencias, a las atenciones, así no viniese el matrimonio a ser el resultado presumible de intimidad tan grande. Los hombres son jugadores y libertinos. La residencia del comandante del puerto, era un garito en el que gran número de personas, de la calaña más vil, jugaban grandes apuestas, noche y día, sin descanso, pareciéndome que los más encarnizados de la banda eran capuchinos y aduaneros, con más fondos, probablemente, que sus coasociados. Las damas ricas de Piura vienen cada año a Paita para tomar baños de mar. Allí se dan cita para dar satisfacción a este placer, con lo que esta aldea resulta entonces animada por los visitantes. Los bañistas de uno y otro sexo se meten al agua a esos de las nueve de la mañana y a las cuatro de la tarde, pero sin ceremonia y sin grandes preocupaciones. Se toman los baños en la playa arenosa, ante todo el mundo, hombres y mujeres reunidos. Los primeros conservan un calzón, y las últimas se envuelven con una simple falda de lana. Si la gente de la clase más distinguida no hace ningún melindre, es de concebirse qué libertades se tomará el populacho, aunque nada llama la atención de esta gente: su fisonomía es fea y marchita por la miseria. La aldea de Colán, construida en medio de una llanura arenosa muy vasta, se extiende al norte de Paita, más o menos a una distancia de tres leguas. Toda la verdura que percibe el ojo en la abrasada superficie de un suelo arenoso y movedizo, son unas mimosas de torcidos tallos y de débiles hojas. Los indígenas han sido obligados a transportar sus cabañas a este lugar para evitar los efluvios de los pantanos que los destruía cada año, y estar, así, a las orillas de un arroyo, allí donde habíase establecido primitivamente la aldea. Los alrededores de este río, cubiertos de légamo, son muy fértiles, siendo pues allí que los habitantes de Colán han hecho sus cultivos, cuyos productos alimentan Paita, en parte. Sin embargo, aunque la permanencia de la población sea temporal en este lugar, y que los cultivadores no van allí sino para los sembríos y las cosechas de los productos que dan a estas propiedades, se advierte que la mayor parte de las familias ofrecen un estado sanitario poco satisfactorio, y que las fiebres hacen grandes estragos en ellas. La población de Colán está formada por peruanos de raza pura. El gobierno español les permitía que nombrasen un cacique, una especie de jefe cuya jurisdicción tiene un gran parecido con la de las funciones de alcalde de nuestras comunidades rurales. Con todo, este jefe no puede ser nombrado sino por un tiempo limitado, y tampoco puede ser reelegido sino después de haber permanecido fuera de la función. Estos apacibles americanos, convertidos por los misioneros, desde las primeras conquistas españolas en el Nuevo Mundo, aislados en un punto, desde donde las comunicaciones con el interior son raras, y nulas, casi, con el extranjero, son de una gran simplicidad de costumbres. Para ellos sólo existen dos clases: los pobres, que se consagran a la pesca, y sacan del mar su subsistencia, y los agricultores, que poseen las tierras regadas por el río de la Chira o están situadas en los valles y las gargantas de las montañas que se extienden a algunas leguas al norte de Colán. Los peruanos de la sierra casi todos vinculados con los de Colán tienen todavía menos oportunidades que éstos para renovar sus ideas estacionarias y pasivas desde hace siglos. Es de Colán o de Lambayeque que los habitantes de Paita traen, valiéndose de mulas, no solamente las legumbres frescas, la leche y las provisiones diarias, sino, asimismo, el agua que sirve para beber, que es reclamada para el servicio usual de los hogares. Dos o tres familias de origen europeo, y a causa de ellos muy orgullosas de este título, viven en Colán, donde son rodeados con gran respeto por los nativos, aunque evitan con mucho cuidado contraer alianza con ellos. Los peruanos de este distrito forman entre ellos una tribu, el número de cuyos miembros aumenta sin cesar, porque la ley los exime de todo trabajo militar. Yo visité Colán uno de esos ardientes días de los trópicos. El calor, que ninguna brisa templada, reverberaba con extraordinario poder en la superficie de esta parte de la costa. El termómetro marcaba cuarenta y seis grados centígrados, y el suelo estaba tan recalentado, que un perro embarcado en Francia, mi fiel compañero de viaje, expresaba con sus quejidos toda la incomodad que experimentaba al caminar sobre esta quemante arena. Al llegar a Colán, me encontré al medio de una población fuertemente impregnada de los caracteres típicos de su raza. Los peruanos que yo examinaba, no eran, ciertamente, aquellos a quienes había vencido Pizarro con el fierro y el fuego; pero por mucho que los frailes fanáticos, e ignorantes hayan desnaturalizado su fisonomía moral, hay en ellos esa expresión de bondad y de dulzura que convirtió a sus antepasados en fácil presa del degollador. El cacique Matcharé fue mi guía: este anciano de fisonomía grave y austera, me recibió en su propiedad con una benevolencia y una alegría que mi agradecimiento no bastaría suficientemente para expresar mi recuerdo. Yo permanecí al medio de su numerosa familia, con un placer infinito; y es allí que yo me he formado una idea perfecta del respeto de que gozaba el jefe de una familia, en la unión que reinaba entre parientes, en la época de los patriarcas de las primeras edades del mundo. El venerable Matcharé no tenía nada de los tiempos modernos por sus maneras graves y obsequiosas, por su hospitalidad, y hasta por el tono sentencioso de sus palabras. Recibió él la visita de todos nuestros oficiales, los que se apresuraron a visitar a este anciano en su aldea, siguiendo lo que yo les había contado a mi regreso. El Sr. Capitán Duperrey, deseando que este hombre conservase un recuerdo afectuoso de nuestra nación, se apresuró a recibirlo a bordo con distinción, y de entregarle una de las medallas acuñadas en conmemoración de nuestra expedición. El estado mayor añadió algunos objetos a esto, útiles de hierro y diversos objetos más cuya utilidad podría apreciar él. Nosotros éramos los primeros franceses cuyo nombre resonaba en los oídos de estos peruanos. Legos para los grandes asuntos de Europa, sin grandes comunicaciones con los republicanos del Perú, habitando un país pobre y poco cultivable, la vida de ellos transcurre en una estrecha esfera; y su horizonte político se limita a las relaciones que exigen de ellos las autoridades de las ciudades del contorno. De suerte que los indios de Colán son dulces, tímidos, inofensivos, en tanto que los de Paita, enviciados por los europeos y por el contacto de los desembarcos comerciales, son interesados, resueltos y turbulentos. DESCRIPCIÓN DE COLÁN.Colán es una aldea más grande y más poblada que Paita, calculando que llega a dos mil el número de sus habitantes. Sus calles son bastante rectas, sus casas están alineadas regularmente, y delante de la iglesia que está situada al sur, se ha dejado sin construir un espacio que constituye una plaza regular y vasta, al medio de la cual se alza una cruz. Al nivel del techo de las casas, hay esteras apoyadas sobre postes, con lo que se protege el contorno de la acción del sol. Todas las cabañas son de esteras hechas con delgadas cañas, que se apoyan sobre una estaca elevada en tierra. Las paredes laterales se mantienen por cañas semejantes a las de Provence. Algunos gruesos bambúes de guayaquil forman los cabrioles sobre los que se extienden las esteras, o mejor, pequeños manojos de cañahejas o de juncos, que se recogen en los pantanos del río Colán. Es fácil concebir que aspecto miserable debe ofrecer esta aglomeración de chozas, y que aspecto salvaje y repelente les dan las arenas errantes del contorno. Una vasta extensión de terreno en torno de Colán es de una espantosa esterilidad, no percibiéndose algunos vegetales sino a tres leguas hacia el norte, en los contornos del río, que toma en este lugar, y perdiéndose en el mar por varios arroyos, el nombre de Río de Colán. Este pequeño río tiene su fuente en la cadena de montañas de la costa, que se llama Guanguabamba (Huancabamba N. de T.), pasa a un pueblo que se llama Punta, situado a nueve leguas del mar, y con mil habitantes, y en seguida a Laguay, riega Amotape, Chira, donde cambia su nombre; y al terminarse, no tiene sino de cinco a seis pies de profundidad. Este río provee de agua que se bebe en las aldeas circunvecinas y particularmente en Paita, a donde la llevan en calabazas, a lomo de burro, siendo vendida en ellas a precio caro, tanto como el vino de Francia. Esta agua terrosa, conteniendo muchas sales en disolución, es malsana, de difícil absorción y ocasiona diversas enfermedades. La gente un poco acaudalada no la bebe sino después de haberla filtrado a través de una piedra de alcantaras, especie de tierra arcillosa, muy permeable al agua, la que se insinúa a través de las porosidades de su superficie. Se asegura que muchos caimanes viven en este río, y los señores d´Urville y Gubert que pasaron una noche en una habitación, creen haberlos oído. Una vegetación activa debida a la humedad y al calor, recubre los lugares pantanosos que deben su existencia a sus desbordes, contrastando por su frescura con el contorno de la bahía seca. IGLESIA DE COLÁN.Colán posee una iglesia bastante grande, que fue derrumbada en parte por el terremoto, hace alrededor de diez años. La fachada, destruida en su mitad, ha sido construida en madera, cubierta de yeso, en el que se han aplicado molduras y toscas pinturas. El edificio tiene un techo de cañas en planos inclinados. El interior es más rico de lo que acostumbra ordinariamente una iglesia de aldea, notándose sobre todo en ella dos pequeñas estatuas ecuestres (San Jacobo y San Felipe) vaciada en plata maciza, cada una de las cuales pesa más de una arroba o alrededor de treinta libras. Estos santos han sido cuidadosamente conservados en la sacristía y no aparecen sino los días de gran solemnidad. Es entonces que los indios son llamados indistintamente para adornar la casa del Señor, y trabajan bajo la supervigilancia de los ancianos; estos habitantes dedican al culto el caudal que pueden adquirir. Las funciones sacerdotales corren a cargo de tres curas, quienes han contribuido no poco en mantener a la población en la superstición y un fervor poco común. Los hombres y las mujeres llevan amuletos al cuello, los que consisten en collares en que van colgadas pequeñas bolsitas de cuero, embellecidas, en las que van guardados sagrados apuntes que trasuntan versículos de las sagradas escrituras. A estos amuletos se les atribuye toda clase de virtudes, los que curan enfermedades, preservan de maleficios, etc. COSTUMBRES.Las costumbres de los naturales de Colán tienen la influencia de la vecindad del estado primitivo, y aunque dulces y benevolentes, muestran en los peruanos esta facilidad y ese estado de abandono que reprueban nuestros usos y la moral. Pero hay que confesar también que su ambición está movida por el deseo de poseer insignificantes bagatelas sin valor en sí; pero que para ellos son riquezas de gran valor. Muchas veces he tenido la oportunidad de hacer felices a muchos de una familia, dando a los niños y frecuentemente a los padres y a las madres, collares de vidrio, espejos, cuchillos, pañuelos; y más de uno de los de la tripulación obtuvieron por ellos un pago no confesado. Insaciables pedigüeños, uno podría despojarse realmente de todos sus objetos, sin extinguir el deseo de pedir, que da de las espuelas a estos sencillos hombres , a quienes les causa envidia todo lo que poseemos. Pero es justo decir, por lo menos, que su agradecimiento parece sincero, y que no insisten cuando se les hace comprender la imposibilidad de desprenderse de los objetos que los halaga, entre los que están, sobre todo, los vestidos de paño y los tejidos de tela. Una virtud profundamente enraizada en el corazón de los indios, es el respeto filial. Yo he admirado a menudo la veneración de que era objeto el viejo Matcharé, dentro de su ambiente familia, donde se le trataba como a un patriarca; “Yo he educado a su juventud –me decía él- y ellos a su vez, deben velar por mi vejez”. Y, en efecto, todo lo hacía sólo por sus consejos y cuando previamente se había obtenido su asentimiento. Su hijo mayor Kossé (José), de cuarenta años de edad, casado y padre de varios niños, no quiso sentarse a la mesa, a pesar de mi súplica, un día en que yo comía con su padre. Y no tomó asiento sino cuando el padre le dijo: “Don Tomás (tal era el nombre que yo adoptaba en mis correrías) lo permite. Siéntate, hijo mío”. Las mujeres por ejemplo, consideradas como criaturas de un nivel inferior, no son nunca admitidas allí. Sus funciones se limitan a preparar la comida y a servirla. En una comida que el capitán ofreció al cacique Matcharé y a sus hijos, yo reencontré con ellos, y seguí con interés los movimientos del anciano, que imitaba, lo mejor posible, nuestros gestos y acciones para beber y comer, y que ordenaba; luego, a sus hijos para que hiciesen lo mismo. Lo que lo ocupó principalmente durante toda la comida, fue el retrato de Luis XVIII, bello grabado hecho por M. Sauvé. “El me mira –decía él-, y sus rasgos respiran la bondad, y ya no me asombra que tenga hijos tan buenos. Es porque se parecen a su padre”. LA FISONOMÍA.La fisonomía general de cada peruana parece haber salido de un mismo molde. Los rasgos de semejanza que he advertido entre todos los hombres que he visto, eran asombrosos, y uno estaría tentado frecuentemente a vincular a una misma familia a los individuos que uno encuentra aislados aquí y allá. Su talla es ordinariamente mediocre, y apenas si pasa de cinco pies y dos o tres pulgadas. Sus miembros, pocos formados, generalmente son débiles y redondeados. Su color es el de bronce ligeramente claro o de cobre rojizo. Su rostro es oval, la nariz ligeramente aguileña y muy rara vez achatada. Las narices son dilatadas, los labios un poco gruesos y la boca hendida; en conjunto, todos sus rasgos son bastante regulares y revelan una gran dulzura de carácter. Su cabellera, larga y lacia, es trenzada a la española en trenzas que caen sobre la espalda. Por lo general, las mujeres son inferiores a los hombres; todas tienen una talla pequeña, la cara es abocardada en el sentido transversal, lo que da a sus rasgos formas irregulares y masculinas. Apenas si vi yo dos o tres que podían pasar por bonitas, a pesar de que estaban todavía en la época de la pubertad, en el momento de la floración de la vida. Los hombres andan vestidos a la europea, y aunque bajo la influencia de un vivo calor como consecuencia de su proximidad a la línea ecuatorial, están cubiertos de chalecos y de pantalones de grueso casimir azul, que consiguen en Paita. Como tocado, usan un ancho sombrero de paja y caminan con los pies desnudos. El arreglo de las mujeres es muy sencillo. Consiste en una amplia sotana negra, de anchas mangas, que flota sobre el cuerpo sin ceñirlo y al que protege sin necesidad de ropa interior o cualquier otra tela. Las más pendientes adornan solamente la gorguera con una especie de camiseta bordada con hilos rojos o azules. No se conoce el uso del calzado, y la cabeza, casi siempre descubierta, a veces suele estar envuelta con un retazo de tela negra. El tejido que se dedica a la confección del traje, es de algodón y se fabrica en el país. He visto a muchas mujeres ocupadas en tejer, mediante procedimientos muy sencillos, pero al mismo tiempo muy largos, esta tela que se tiñe de negro con las vainas de una leguminosa que se llama chiaran, y que crece en las montañas, tinte de un bello negro y muy fino. Los niños van completamente desnudos, expuestos al ardor del sol. He visto chicas de doce años, época en que son núbiles en los países cálidos, que no llevan traje alguno en el cuerpo, y que no tienen, en la inocencia de las costumbres primitivas, ninguna idea de incidencia por esta desnudez. OCUPACIONES.Todos los indios de Colán saben, por lo general, leer y escribir en la lengua española, y hay una escuela levantada por eclesiásticos, que es frecuentada por todos los muchachos de la región. Los peruanos de la clase más pobre se dedican especialmente a la pesca; los más acomodados crían sus ganados o cultivan sus propiedades situadas en las montañas. Allí viven los miembros de la familia que envían a Colán el ganado y las cosechas destinadas al aprovechamiento de la población de Paita. No tienen industria particular alguna, como no sea la de hilar el algodón y la de tejer con ese hilo su tela. Su mobiliario se limita a algunos utensilios labrados en los frutos de la calabaza. Los niños de tierna edad se acuestan en hamacas en fibras de pita, mientras sus padres duermen en esteras tendidas en el suelo. Sus comidas son simples, no conocen el uso del pan; comen maíz tostado toscamente machacado, al que le agregan mandioca y camote. Les gusta la carne de puerco, seca al sol o en salazón. Eso es para ellos un regalo, pero para cocer la carne, ellos no conocen sino la ebullición en una marmita de fierro. Su bebida ordinaria, es el agua pura, a la que suelen agregarle a menudo, al final de la comida, la chicha, líquido obtenido por la fermentación del maíz, y que tiene propiedades muy embriagadoras. He probado esta bebida, cuyo sabor pastoso se confunde con un sabor agrio no desagradable. Tiene una consistencia que se asemeja a la del café con leche, del que también tiene el color. En la preparación de la carne casi siempre le agregan ají largo, y comen crudo una especie de ají muy pequeño y redondo, acre y picante, de cáscara de un blanco ligeramente rosáceo. En la época de mi permanencia, eran allí abundantes los plátanos, principalmente los higos bananas, así como los guineos. Los primeros, de pequeños frutos, llenos de una pulpa dulce y fundente; y los segundos, llamados platana, de frutos largos y estrechos, que no se comen sino cocidos y sazonados con azúcar. LA PLAYA DE COLÁN.La playa de Colán no es abordable para las embarcaciones corrientes, hasta la entrada del río, a causa de una fuerte resaca que se deja sentir en estas playas planas y en declive. Tampoco pueden llegar a ella las embarcaciones de los navíos, sin exponerse a riesgos. Los habitantes, para facilitar entonces el comercio por mar, han adoptado el uso de medios simples de navegación, pero apropiados a las localidades. Han construido balsas, semejantes a los que en la India se llaman catimarons, balsas formadas con tablones juntos, unidos en los extremos por travesaños sólidamente amarrados entre sí. Estos tablones forman un primer plano por encima del agua y soportan cuatro o cinco filas de tablones dispuestos como los prime4ros y que terminan en una plataforma sobre la que se extienden las mercaderías. Un mástil asegurado por algunas cuerdas, se levantan al centro, permitiendo manejar con la vela esta tosca embarcación o más bien balsa, que poco teme a las encalladuras. También se sacan muchas ventajas de las balsas o cueros inflados de aire, reunidos por una plataforma, las que son manejadas fácilmente por dos hombres, Es así como se transporta la sal gema a lo largo de la costa, que tanto abunda en Sechura, en Cataké, en el camino a Piura, cuyos productos constituyen la rama más viva del comercio exterior de este punto del Perú. Sin embargo, los pescadores llaman también balsas a toscas almadías en las que se aventuran muy lejos de la orilla para echar sus redes, no componiéndose éstas sino de tres o cuatro troncos de árboles no desbastados, los que están fuertemente amarrados entre sí por cortezas filamentosas y tenaces de passayas. Correhuelas torcidas de pieles de buen hacen las veces de cuerdas, y en cuanto a sus redes, no difieren absolutamente por su textura y su forma de las de los pescadores europeos. A este respecto, no puedo pasar en silencio una observación que, aunque insignificante de primera intención, puede, no obstante, por la reflexión, ofrecer una prueba moral de más a nuestras ideas sobre el hombre considerado como un ser creado. Y es que en todos los pueblos más alejados y más distantes, las razas más opuestas por sus costumbres, los más separados por la coloración de la piel, tanto entre el hombre civilizado como entre los que calificamos de salvajes, digo que por todas partes, las redes tienen la misma forma, y prueban, a mi juicio, que la primera industria del hombre, fue buscar su subsistencia, extrayéndola del fondo del mar, cuando él vivía en las orillas, o conquistándola mediante la caza y el cultivo, cuando se hallaba en el interior de las tierras. NOTAS.(1) Raúl Porras Barrenechea; Fuentes Históricas Peruanas, página 313. (2) Renée P. Lesson; Impresiones de Paita 1824, Págs.126/143; El Perú Visto por Viajeros, tomo I. (3) Bruno Revesz y otros; Piura: Región y Sociedad, Derrotero Bibliográfico para el Desarrollo, Págs.164/165. MIGUEL SATURNINO ZAVALA.Miguel Arturo Seminario Ojeda nos ha presentado la obra Caminos y Pueblos de la Antigüedad Piura, 1847 (1) cuya existencia se debe al tesonero esfuerzo del Mayor Miguel Saturnino Zavala “que no limitó su trabajo a lo estrictamente encomendado, sino que, al lado del informe económico, dejó un indeleble retrato social de la Piura del tiempo de su visita”. Originales y valiosas resultan a inicios del siglo XXI las ideas de Miguel Saturnino Zavala para concebir y alumbrar la obra que nos ocupa por que a través de ella nos demuestra como fueron los caminos de herradura de mediados del siglo XIX que sirvieron posteriormente para levantar las carreteras que existen hasta hoy. En consecuencia hay una ostensible unidad en materia de caminos entre el pretérito y el presente que con sentido progresista se proyectan al futuro. Ha registrado para las generaciones venideras el itinerario de la ciudad de Piura al puerto de Paita y al pueblo de Colán, capitales de distrito, en los términos siguientes: “JORNADA PRIMERA. 5 leguas de la ciudad de Piura al Tambo de Congorá. lra. Legua. Camino ancho, piso de arena suelta a la legua y 13 cuadras atraviesa el camino real, otro que sale de la villa de Catacaos y se dirige al río La Chira. 2da. Legua. Abarca 16 cuadras antes de llegar al sitio llamado El Horcado; camino ancho, piso de arena menos flojo que la anterior legua. 3ra. Legua. Camino ancho, piso de arena suelta. 4ta. Legua. La primera y ½ legua es sobre médanos de arena muy floja y la restante de piso duro de cascajo grueso. 5ta. Legua. En el Tambo de Congorá, camino de piso algo duro de cascajo con algunos espacios de arena floja. El Tambo de Congorá es el primer establecimiento de su clase en cuanto a comodidad, aseo y ornato, que se conoce en la República. Consta su local de una espaciosa ramada de sala, cuadra y de 3 dormitorios independientes entre sí, fueron de la hacienda que ocupa el tambero. Dichas piezas tienen seguras puertas y grandes ventanas de fierro hacia la parte de afuera, quedando vista a todo lado que comunican gran claridad y frescura. Los pisos están perfectamente entablados y las paredes empapeladas y adornadas con sus cuadros históricos, sofás de moda, lámparas, hamacas y todo, más el ajuar concerniente a la decencia y comodidad, encuentra el viajero en medio de un desierto que la naturaleza quiso hacer inhabitado, pero que un gobernador de espíritu público convirtiólo en un agradable descanso que hace olvidar al caminante las molestias impresiones de esta jornada abrasadora. Como dicho establecimiento es de muy reciente plantación, no ofrece al presente los recursos en que a de ofrecer más tarde; sin embargo en la actualidad sirven desayuno, almuerzo y comida, algún pasto y agua para las bestias. JORNADA SEGUNDA. 5 leguas del Tambo de Congorá al puerto de Paita. 1ra. y 2da. Leguas, camino ancho, piso duro de cascajo. 3ra. Legua. Marcada en el sitio llamado Hoyada Honda; piso duro sobre terreno undoso. 4ta. Legua. Camino ancho y de piso duro, con terreno de caliche y algunas piedras. 5ta. Legua. Piso duro de cascajo grueso con alguna pequeña piedra. El camino de estas 2 jornadas, es decir, desde Piura hasta Paita, se cubre de pasto en los meses de marzo y abril, en cuya época es agradable ya por las perspectivas que presenta con sus entendidísimos horizontes, ya porque entonces los días son serenos y nublados. El puerto de Paita cuya latitud es la de 5º5’Sur, está formado por una gran ensenada que entra en tierra en la dirección de N. O. a S. E., y se halla comprendida entre la punta llamada La Silla y la lengua de tierra que se interna al mar por el pueblo de Colán. Describe un arco elíptico como de 200 grados, y toda su extensión con pocas excepciones locales puede considerarse como buen ancladero. Sin duda este puerto es el mejor, el más abrigado y seguro, el más pacífico y hermoso de cuantos posee la costa occidental de la América del Sur. Concurre a perfeccionar su belleza, su nuevo muelle concluido y bendecido el 31 de mayo del año 1846; tiene 192 pies castellanos de largo y 33 de ancho en su medianía. Si bien carece de una gran extensión, y de aquella completa comodidad que se deseara para los objetos de embarco y desembarco, su construcción es firme y de elegante perspectiva, formando su todo la figura de una flecha. La población está situada al N. O. de Piura en una estrecha arca que se prolonga de naciente a poniente sobre la orilla del mar. Sus calles corren en la misma dirección, siendo 4 las principales en el orden siguiente: la del muelle, la de La Merced, la calle Real y la de San Francisco. A más de estas forman... cómodas, decentes y de valor, se... y la de La Paz que son algo importantes por la calidad de sus habitaciones y por la mala situación de los declives a la barranca que valla en el puerto (2), unas y otras son estrechas por la escasez del terreno especialmente los transversales que no merecen llamarse otra cosa que pasadizos, pues apenas exceden de 1 vara de ancho. Tiene 2 iglesias, La Merced en obra, y La Merced en servicio (3), ambas de común construcción. Aquella está edificada en una plaza de regular extensión donde se marcan diariamente las provisiones de mesa que son de buena calidad, a saber, carne, pescado, yucas, menestras, hortalizas y verduras, frutas de varias clases, así de la provincia como de Guayaquil y diferentes otros artículos de mantenimiento. Dos fondas de hospedaje de regular servicio y decente comodidad, es el primer principal recurso con que cuentan los forasteros que carecen de relaciones con el país. La población de Paita consta de poco más de 2,000 habitantes de los cuales la mitad son indígenas. Aparte de este número de patricios hay un crecido vecindario de extranjeros de diferentes naciones que forman el comercio de dicho puerto, único ramo de su industria pues no conocen la agricultura respecto a carecer absolutamente de agua, tráenla ésta para los usos domésticos del río La Chira, distante 4 leguas por la parte más inmediata, es decir por el lugar..., les ha sido posible a los marinos hacer aguada es por razón de la constante braveza de las mareas de dicho puerto; esta circunstancia ha motivado la industria que los pueblos de Colán, Amotape y La Huaca, tienen en la conducción diaria del agua al puerto, venderlo a 2 reales carga de 2 barriles de 9 galones cada uno. El frecuente tráfico que el comercio promueve hace que pocas veces falten bestias de silla y carga, estas se mantienen en dicho puerto con alguna hierba que traen del río La Chira, especialmente con algarrobos y zapallos. Como Paita es capital del distrito de su nombre, residen en él, el gobernador, dos jueces de paz y un síndico. El cura regularmente está en el pueblo de Colán cuya iglesia es anexa. JORNADA TERCERA.2 leguas 12 cuadras del puerto de Paita al pueblo de Colán capital del distrito de su nombre. lra. Legua. Marcada en el sitio llamado Cunuz. Las primeras 8 cuadras de la salida del puerto, son de subida por el tendido declive del barranco que lo encierra; lo restante es de camino llano y muy ancho, piso duro cubierto de cascajo suelto y alguna piedra. Poco antes de llegar al lugar donde termina esta legua, abre a la derecha del camino real otro que se dirige en derechura a la villa de Suyana. 2da. Legua. Arcada en la cima de la cuestecilla de Colán; camino igual al anterior. Cuadras antes de la conclusión de esta legua, abre también camino Real otro a la derecha que en rectitud se dirige al pueblo de La Huaca, el cual sigue paralelo al de Colán y son sólo la distancia de una cuadra hasta el punto donde desciende la cuesta. Esta es corta y tendida pero de piso flojo de arena. El pueblo de Colán está situado al E. del puerto de Paita, y 8 cuadras distantes de las orillas del mar. Sus habitaciones son miserables y su vecindario consta de 160 mestizos y 1300 indígenas. Estos vienen en la población en los días festivos únicamente; lo restante del tiempo lo emplean en sus labores agrícolas... a orillas de la embocadura de....a. Los sembríos comunes son el maíz, los camotes, las cebollas y el ají cuyas cosechas exceden las necesidades de consumo, cuando el río crece hasta el punto de inundar las tierras de cultivo; el sobrante lo exportan a los demás pueblos de la provincia, pero las cebollas para venderlas con más estimación y provecho, se van para el puerto de Guayaquil, así como los camotes a los buques balleneros. El ramo positivo de la industria de los colanes y el que verdaderamente forma su subsistencia, es la conducción diaria del agua por mar y tierra al puerto de Paita a donde la venden a dos reales carga, es decir, 2 barriles de a 9 galones cada uno. Ejercítanse también en pesca, y las mujeres en la fábrica de tejidos burdos de algodón que emplean en sus vestuarios. El temperamento de Colán se ha hecho insalubre de algunos años a esta parte y se atribuye esta perniciosa variación a las exhalaciones corrompidas de los pequeños esteros o depósitos de agua sin comunicación que el mar deja en sus crecientes extraordinarias, sobre algunas bajas localidades de aquella parte de la costa vecina. Dicho pueblo carece absolutamente de agua dulce en las inmediaciones, por consiguiente es un lugar árido (sic) y enteramente desnudo de vegetación, hasta la distancia de cerca de 2 leguas hacia el N ¼ al N. O., en que están las chacras a orillas del río La Chira, próximas al desembocadero, como ya se dijo adelante. La carne de vaca es sumamente escasa y de poco consumo por no tenerla de esta clase el distrito, sino pequeñas crías de ganado cabrío y lanar, pero el pescado es abundante y constituye la parte principal del mantenimiento de los vecinos. El pan es igualmente de muy poco consumo y solamente lo amasan en los días sábados. Se encuentran algunas bestias de silla, la mayor parte de los bagajes de carga son burros. No hay otro pasto que el algarrobo, cañas de maíz, en su mayoría son yerbas silvestres. Resumen de estos itinerarios de la ciudad de Piura hasta el puerto de Paita y Colán capitales del distrito. JORNADAS (5) lra. de la ciudad de Piura al Tambo de Congorá 2da. de Congorá al puerto de Paita LEGUAS 5 5 TOTAL 10 3ra. de Paita al pueblo de Colán 2”. Tan singular trabajo de Zavala ha sido destacado por diversos estudiosos del tema histórico social de la región. Al respecto se tiene expresado “para 1845, concluida la etapa caudillista, el naciente Estado peruano ordenó la elaboración de itinerarios que permitieran conocer la situación de los caminos y la topografía del Perú. El texto, introducido por M. A. Seminario O., reproduce el informe del mayor Zavala, encargado de realizar este trabajo para Piura” (4). POBLACIÓN DE COLÁN EN 1847.El mismo Miguel S. Zavala, nos da un dato fidedigno sobre la población de Colán en 1837, que se establece a través del censo que se hizo en la Provincia Litoral de Piura el mismo año, registrando la cantidad de 70,367 habitantes entre indígenas y castas. El mismo Zavala considera que por datos juiciosos de la época, en 1847, es decir diez años después entre el censo poblacional y su obra en comentario (1837-1847) la población se calculó en más de 75 mil habitantes. Veamos el cuadro de POBLACIÓN: DISTRITOS INDÍGENAS CASTAS TOTAL Piura 1341 4742 6083 Ayabaca 3178 2870 6048 Frías 2613 1084 3679 54 3638 3692 Cumbicus 1267 813 2080 Huancabamba 3683 2138 5821 Catacaos 7886 269 8155 Sechura 5954 137 6091 COLÁN 1298 166 1464 Amotape 462 1761 2223 La Huaca 206 1607 1813 1138 2806 3944 Querecotillo 125 1763 1888 Tumbis 110 1470 1580 3796 758 4554 9 885 894 995 1383 2378 Tambogrande 1914 1052 1966 Paita 1085 1040 2125 396 1815 2211 33 507 540 37633 32704 70367 Chalaco Sullana Huarmaca Salitral Yapatera Morropón Suyo TOTAL: CONTRIBUCIONES DE COLÁN EN 1846.El siguiente cuadro de contribuciones corresponde a los pueblos de la Provincia Litoral de Piura, según matrícula del año 1846. Aquí viene el cuadro DISTRITOS INDUSTRIAS CONTRIBUCIONES PREDIAL INDUSTRIAL Piura 6693 25466 Ayabaca 37141 655 Frías 24241 1534 322 1356 Cumbicus 11394 644 Huancabamba 51523 9466 Catacaos 90024. ½ Chalaco 114 Sechura 7138 127 COLÁN 15436 95 Amotape 3344. 1.2 282 La Huaca 1005 964 Sullana 5293 2102 174 72 Tumbis 1135 1184 Huarmaca 3376 2494 Salitral -.- 794 Yapatera 630 1904 Tambogrande 9712 864 Paita 7595.1/2 773 Morropón 2405 205 Suyo 1182 267 Querecotillo TOTAL: 385074.1/2 Reales 87066 Reales. La lectura de la obra de Zavala nos permite a la luz del examen respectivo registrar estas reflexiones: 1.-Nos da con precisión datos relacionados con los viajes que entre Piura y Paita se hacían en dos jornadas, cada una de cinco leguas; y, una tercera de Paita a Colán que cubría una distancia de dos leguas. 2.-El viajero de estos arenales peregrinaba por un camino llamado real, por ser el oficial para el transporte, arenoso y cansado. Lo hacía a pie o lomo de bestia lo que determina que debía llevar ciertas provisiones sin perjuicio de que en la primera jornada terminaban en el Tambo de Congorá donde encontraba ciertos bastimentos e incluso podía descansar si lo deseaba. El tambo tenía las indispensables comodidades y estaba considerado como “el primer establecimiento de su clase en cuanto a comodidad, aseo y ornato que se conoce en la República”. 3.-Nos informa Zavala que el puerto de Paita “está formado por una gran ensenada que entra en tierra” presentando un atractivo paisaje que el turismo debe explotar promocionando la visita de foráneos a este histórico asentamiento. 4.-Zavala con conocimiento de causa y elocuencia que convence destacó la belleza del muelle concluido y bendecido el 31 de mayo de 1846, cuya obra determina la atención que le deparó el gobierno central de la época, en plena aurora republicana. Desde entonces Paita adquirió mayor interés turístico por parte de viajeros, comerciantes y autoridades. 5.-Hace un relato entretenido sobre aspectos urbanos de Paita, menciona sus calles levantadas de materiales rústicos que corren del “naciente al poniente sobre la orilla del mar”. Señaló cuatro calles principales, es decir, la del Muelle, Merced, Real y San Francisco. Reseñó las edificaciones de las dos Iglesias de Paita: San Francisco y Merced, que aún existen debidamente remodeladas hasta hoy. 6.-Se refirió con acierto al consumo de los alimentos por la población paiteña que acorde con sus hábitos determinó una creciente demanda por las hortalizas, verduras, yucas, menestras, frutas, pescado y carnes rojas que no faltaron en la mesa popular. Estos productos eran de origen costeño y provenían del valle del Chira y en otros casos de Guayaquil. 7.-De acuerdo con los censos calculó la población de Paita en 2,000 habitantes y de ellos la mitad de extracción indígena, así como la presencia de “un crecido vecindario extranjero de diferentes naciones que forman el comercio de dicho puerto”. 8.-Se hacen puntuales referencias sobre Colán y su producción agrícola que abastecía a los pueblos de la región y la cebolla que producía en parte se exportaba a Guayaquil. Se destaca el consumo de pescado por la población y la utilidad de los burros para el transporte de carga. NOTAS.(1) Miguel Saturnino Zavala, Caminos y Pueblos de la Antigüedad Piura, 1847, Págs. 39/41. (2) Esta elevada barraca (sin duda diluviona) delinea la figura del puerto según lo ya descrito. La cima presenta planicie de ángulos entrantes, que mirando hacia el centro del fondeadero, son muy aparentes para la construcción de ventajosos fines. (3) Son dignas de mención las dos conchas de mar que a la entrada de esta Iglesia sirven de pilas o depósitos de agua bendita. Su extraordinaria magnitud arrebata necesariamente la arquitectura, pues medidas por el lado conexo tienen 5/4 de largo y...de ancho, con el espesor de 2 1/ 2 a 3 pulgadas. Lástima que estas notabilidades de la naturaleza no ocupen su lugar en el Museo Nacional. (4) Bruno Revesz y otros; Piura: Región y Sociedad, Derrotero Bibliográfico para el Desarrollo, Pág.234. (5)Guillermo Cabanellas; Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, t. IV, Pág.9. Sobre el término jornada nos indica que es el “camino real que suele andarse en un día. En los Fueros Juzgo y Real y en la Novísima Recopilación se calculaba en 10 leguas (algo más de 50 Km.); pero el otras leyes del último cuerpo legal se reducen a 8 leguas (poco más de 40 Km.) DISTRITOS DE LA PROVINCIA LITORAL EN 1859 Con fecha 20 de Febrero de 1859, faltando dos años para crearse el Departamento de Piura, circuló el N° 1 del periódico EL IRIS DE PIURA, cuya distribución gratuita, permitió informarse a la colectividad piurana que la Provincia Litoral por ese momento contaba con 23 distritos. Para la debida organización, las unidades distritales tenían su Comisión de Estadística formada por cinco representantes; 18 estaban presididas por religiosos y 5 por civiles. La crónica bajo el título Estadística de la Provincia, difundida por el Prefecto, don Juan Antonio Egusquiza, es la Circular que éste envió a los Miembros agrupados en la Comisión Central de Estadística de la Provincia, cuyo cuerpo literal a la letra dice: “Anhelando la Prefectura el bienestar de esta hermosa Provincia, ha pensado que es imposible obtenerlo o acelerarlo, mientras se desconozcan las causas que impiden o retardan el desarrollo de los poderosos elementos que encierran en su seno. Y como este conocimiento lo suministra la Estadística, ha resuelto llevar enérgicamente a cabo su formación, contando con la cooperación de sus ilustrados y patriotas habitantes. Para facilitar esta importante labor, la Prefectura ha nombrado una Comisión Central encargada de dirigir y reasumir los trabajos y Comisiones Especiales que formarán la Estadística de cada distrito. Y ha prevenido además a las autoridades eclesiásticas, civiles, políticas y militares, que franqueen a las Comisiones todos los datos que les pidieren. Y como la Prefectura tiene formada la más alta idea de la capacidad de usted, ha tenido a bien nombrarle “Miembro de la Comisión Central de la Estadística de la Provincia” compuesta de los Señores Ignacio Escudero, Francisco García, Carlos Antonio del Valle, Pedro Mendoza, Ernesto Declosset, José Pablo Escobar, José Clemente Peralta, Baltasar León, Félix Manzanares, no dudando un instante que por el interés que lo anima a favor de esta Provincia, se apresurará usted a realizar tan benéfico proyecto”. Ahora tenemos a la vista el Cuadro que contiene las Comisiones Central y Especiales a nivel distrital relacionado con la Estadística de la Provincia Litoral. Conformaron la Comisión Central los siete ciudadanos antes nombrados y las Comisiones Especiales por el distrito de Piura la integraron Francisco Helguero, Juan José Escudero, Pedro José Valdivieso, Benito Guerrero e Ignacio García. Por el distrito de Castilla estuvo Fernando Vegas, Pedro Pablo Ruesta, José Antonio Mújica, Francisco Meneses, Guillermo Ruidías. Los distritos de Catacaos, Sechura, Tumbes, Paita, Colán, Huaca, Sullana y Querecotillo fueron presididas las Comisiones por los sacerdotes Fermín Seminario, José Mercedes Rojas, Miguel Granda, Manuel Corcuera representó a Paita y Colán, José Ignacio Machuca, Juan Arellano y José M. Silva, respectivamente. Siguen los sacerdotes presidiendo las comisiones distritales de Tambogrande, Yapatera, Salitral, Huarmaca, Sóndor, Huancabamba, Chalaco, Frías, Ayabaca y Suyo, que se registran con los nombres de Francisco Solórzano, Francisco Villar, Juan Lizano, Juan Blanco, Ramón Porras, Manuel Ibáñez, Julián Hidalgo, José E. Carnero, José Simeón Carnero y Julián Morales. Presidieron las comisiones de Amotape, Morropón y Cumbicus, los ciudadanos Diego Lama, José María Seminario y Váscones, Alejandro Cortés. De alguna manera estos cuadros directrices de los 23 distritos de Piura, cuando ésta tenía la categoría política y constitucional de Provincia Litoral, contribuyeron en forma efectiva a que el gobierno de Ramón Castilla dictara la ley de creación de nuestro Departamento. ANTONIO RAIMONDI EN PAITA Y COLÁN.Sabemos por la historia que a inicios de la segunda mitad del S. XIX, lanzado desde Europa por un vendaval absolutista, contra el que luchó infructuosamente, llegó a lares nuestros un italiano brillante que sirvió a esta tierra como pocos de los extranjeros a los que el Perú ha brindado y brinda su hospitalidad. Leamos un singular comentario: “Ni creyó que éramos inferiores a los habitantes de Europa ni que merecíamos ser esclavizados por pretendidos pueblos elegidos. Ese hombre, un sabio y un hombre de bien, se llamó Antonio Raimondi, muerto en San Pedro de Lloc, pero vivo en el recuerdo de los peruanos hasta que se extinga el sentimiento de peruanidad. Raimondi viajó por el Perú. Estuvo en todos sus meridianos. Estuvo en todos sus paralelos. En 1868 visitó el Departamento de Piura. En su libro El Perú consigna los datos sobre este Departamento” (1). Bueno es recordar que Raimondi sentó el punto de partida de los estudios de las ciencias naturales en el Perú y estuvo ligado, con este motivo, al científico cataquense Dr. Cayetano Heredia. El sabio europeo sobre éste sentenció: “...Padre de la juventud peruana. El estado actual de las ciencias naturales en el Perú, se debe casi todo a su beneficio protector, al Dr. Cayetano Heredia. Para recordar a la memoria de todos los que se consagran al estudio de las ciencias naturales, el nombre de uno de sus más decididos protectores he dedicado al Dr. Heredia, la más bella especie de genciana que he encontrado en todas mis peregrinaciones en el interior del Perú, la que lleva el nombre de Gentiane Herediana” (2). No podemos dejar de registrar la inteligente opinión del Maestro Basadre sobre la presencia en el Perú y el trabajo de investigación que realizó el italiano Antonio Raimondi. Dice: “Quiso, sobre todo, ser el constructor de un nuevo Perú. Trabajó por dar a este país conciencia de su propia fuerza. Conciencia material haciéndole ver la multiplicidad y excelencia de sus riquezas potenciales. Conciencia espacial, despertándolo para tener lucidez sobre sus derechos y raíces en regiones entonces remotas o inaccesibles incluyendo la Amazonía. Conciencia moral porque predicó la urgencia del trabajo. Por eso aconsejó a los jóvenes: dar tregua a la política y consagrarse a hacer conocer el Perú y los inmensos recursos que tiene”. En el diario La Industria, de Piura, edición del martes 28 de Julio de 1942, se publicó el relato que, a su pasó por estos arenales en 1868, fines de setiembre, hizo don Antonio Raimondi. Con la voz autorizada del sabio italiano presentamos el escenario paiteño que vio con sus propios ojos y escribió para la posterioridad. Veamos: “PUERTO DE PAITA.Demoré dos días en este laborioso pueblo (Catacaos 27.09.1868, agregamos) y después seguí mi marcha hacia el puerto de Paita que dista cerca de doce leguas. El camino se exceptúa el tambo de Congorá, enteramente despoblado y llano. La vegetación en algunos trechos desaparece completamente, pero luego aparece alguna escasa mata de Bichayo (Capparis) que es un arbusto del desierto, pues vive en lugares enteramente privados de agua, al menos en la superficie. El tambo de Congorá se halla situado como en la mitad del camino y sirve para los que trafican entre Paita y Piura, hallándose en este lugar algunos recursos para los pasajeros y algarroba para las bestias. Ojalá que en todos los lugares despoblados del Perú se hallase un hospicio de esta naturaleza; pero desgraciadamente estos establecimientos no pueden sostenerse por el poco tránsito, y aún el de Congorá apenas pueden cubrir sus gastos; puesto que si es verdad que no faltan transeúntes diariamente, estos son casi todos arrieros que no gastan nada en el tambo. Sólo en los días de vapor tocan allí algunos pasajeros, los que con dificultad pueden pagar los gastos que tiene el tambo para traer el agua desde el río Chira y las demás provisiones de Piura. Para evitar el gasto de traer el agua se ha excavado un pozo y en efecto se encontró agua a la profundidad de veinticinco varas, pero tan salobre que era completamente inservible. Se profundizó el pozo, para ver de encontrar otra capa de agua mejor, entablando el interior para aislar el agua salobre, pero aún a la profundidad de sesenta y cinco varas no se halló agua potable, pues el agua del pozo es tan cargada de sales que no puede servir ni para los animales. Después de tres horas de descanso en el tambo de Congorá continúe la marcha hacia Paita. Ya en la cercanía de este puerto termina de golpe la meseta llana sobre la que se marcha, que se conoce con el nombre de Tablazo, y se presenta a los pies, al nivel del mar, la población de Paita, a la cual se baja por un camino sinuoso. Entré a Paita, puerto notable por su hermosa y segura bahía, abrigada por el lado del Sur, de donde soplan los vientos más constantes: Pero si Piura escasea de agua. Paita carece totalmente de este indispensable elemento. Faltando el agua, falta de consiguiente también la vegetación que da vida al paisaje. La población tiene sus calles longitudinales de regular anchura, pero las transversales son tan angostas que parecen corredores o pasadizos y no calles. La Aduana es el edificio más notable, pues es toda de fierro, tiene dos pisos y un mirador que domina toda la población. Esta Aduana y el almacén han sido construidos en Europa. El agua que sirve para el consumo de la población se trae desde el río de la Chira y se vende en Paita a dos reales la carga, formada de dos barrilitos que contendrán una arroba y media de agua cada uno. Ya muchas veces se ha pensado en dar agua al puerto de Paita, trayéndose desde el río de la Chira, pero solamente ahora se ha venido a realizar el proyecto, hallándose esta obra en actual construcción. Es fácil imaginar cuanto ganará el puerto de Payta con tener agua constante, pues con ella podrá tener también cultivos y de consiguiente forraje para las bestias, el que se trae actualmente desde las orillas del río de la Chira que dista de seis a siete leguas”. RAIMONDI PARTE A COLÁN.“Hechas las observaciones necesarias, en el puerto de Paita emprendí mi marcha hacia el pueblo de Amotape, viendo de paso la población de Colán, la que es enteramente de indígenas que se dedican a la pesca. El pueblo de Colán dista de Payta dos leguas y media, de camino casi enteramente llano. En cuanto al agua potable, Colán es más favorecido que Payta, puesto que además de hallarse más cerca del río de la Chira, en los años que este último tiene bastante agua, sale un brazo que pasa inmediato al pueblo y entonces, aún la población de Payta se provee de esta agua que se halla mucho más cerca. Continuando la marcha de Colán a Amotape, después de dos leguas, llegué al pueblo de Arenal, cuyo nombre basta para indicar que la arena no escasea en este lugar” (3). Se trata de la versión textual emitida por un sabio que vivió en el Perú y lo supo amar entrañablemente. Nos referimos al napolitano Antonio Raimondi que estuvo recorriendo estos predios en plan de estudios el año 1868, por segunda vez. Ahora nos permitimos puntualizar que “Antonio Raimondi estuvo radicado desde la década del 50 en el Perú. No era la primera vez que Raimondi llegaba a Piura; en 1858 llegó a Paita acompañado del ingeniero Mario Ayllón, para reconocimiento de la mina del carbón, de paso recorrieron el litoral desde Punta Aguja hasta Tumbes” (4). A manera de complemento sobre la biografía del ilustre italiano, Interesante resulta registrar que “Antonio Raimondi (1826-1890) es no sólo el gran explorador y viajero inventariador del inmenso territorio peruano, el Cieza del siglo XIX, el descubridor de la riqueza de la región amazónica y de su íntima relación con el Perú, el autor de la mayor obra geográfica que se ha escrito sobre el Perú y del Atlas más renombrado, sino, también, el más cabal historiador de la geografía peruana, que de él recoge sus mejores tradiciones” (5). Dentro del relato del napolitano encontramos vocablos vernaculares que merecen destacarse. Están entre ellos Amotape, Bichayo, Colán, Congorá, Chira, Paita y Piura. En esta oportunidad precisamos que Congorá es una palabra comprendida dentro del código lingüístico Tallanca (6). Fue un tambo que nos es presentado así: “Sitio intermedio, en el camino terrestre de Paita a Piura, a siete leguas, de cada una de esas poblaciones, respectivamente. Era en un tiempo famoso por el tambo de su nombre, hoy ruinoso, pero que prestó utilísimos servicios en la época precedente a la construcción del ferrocarril. Su inconveniente mayor fue entonces la falta de agua” (7). I sobre lo expuesto por Raimondi alrededor de Paita, que visitó en dos oportunidades, y Colán hacemos el comentario siguiente: 1.-Se estableció que la distancia entre Piura y Paita era de “cerca de doce leguas”. 2.-El camino de herradura que unía Piura-Paita en algunos tramos estaba cubierto de “alguna escasa mata de Bichayo”. 3.-La presencia del tambo Congorá “situado en la mitad del camino” permitió que los caminantes se aposentaran en sus ambientes para descansar y alimentar con algarroba a sus bestias. 4.-Fue notoria la escasez de agua en el lugar. Pues se traía del río Chira con alto costo por el transporte. Se intentó sacar agua del subsuelo pero resultó salinosa que no fue posible su uso para el consumo humano. 5.-Resulta cierta la apreciación que mientras en Piura escasea el agua en Paita carecía totalmente de este líquido elemento. 6.-Raimondi ante sus ojos captó la Paita urbana y miró “sus calles longitudinales de regular anchura, pero transversales angostas que parecen corredores y no calles”. 7.-Raimondi fue impresionado por el edificio de la aduana construido de fierro importado de Europa, que sirvió de mirador de la ciudad. 8.-Observó el visitante que Paita carecía de agricultura y propuso aprovechar las aguas del río Chira para el cultivo de forrajes que sirva de alimento a las bestias en razón de que éstas eran útiles para el transporte de pasajeros y alimentos. 9.-El viajero y científico italiano, Antonio Raimondi, estuvo de paso por el pueblo de Colán estableciendo que su población “es enteramente indígena, que se dedican a la pesca”. NOTAS.(1)Diario La Industria de Piura, Pág. 15 del 28.07.1942. (2)Antonio Raimondi; El Perú, Parte Preliminar, Pág. 25. (3)Diario La Industria de Piura, citado. (4)Miguel Arturo Seminario Ojeda; Historia de Sullana, Tomo I, Pág. 246. (5)Raúl Porras Barrenechea; Fuentes Históricas Peruanas, Pág. 356. (6)Esteban Puig; Breve Diccionario Folclórico Piurano, Pág.245. (7)Germán Leguía y Martínez; Diccionario Histórico Geográfico Estadístico, etc. Pág. 238/39. COLÁN TIERRA DE AGRICULTORES El Archivo Regional de Piura preserva y ha puesto en servicio buena cantidad de testimonios públicos que están aptos para la consulta y apoyar a los estudiosos de las ciencias sociales en la composición de la historia regional debidamente sustentada en el primer escalón del conocimiento histórico, dentro del real concepto de las fuentes históricas (1). Respecto a las tierras agrícolas de Colán “están a la orilla izquierda, aguas debajo de la garganta de Amotape, está formada por la parte del delta del valle Chira propiamente, cuyos montículos de arena han colmatado toda la zona comprendida entre un cordón de cunas vivas y el acantilado muerto del tablazo de Paita. Sólo la parte media, al pie del espolón de El Arenal, está cultivada, dejándose al norte a veces 2 a 3 kilómetros de ancho, como al lecho de inundación siendo el sur aún inundable por las aguas marinas. Un canal riega por gravedad este sector, pero el conjunto de los pedazos de terraza media, dominante el alto nivel de las crecidas “normales” de 1.50 m. a 2.50 m. Los terrenos más altos están abastecidos por canales con obligación con obligación de subir el agua por bombeo para regar los campos. Se distingue por lo tanto: Las tierras regadas por gravedad donde 2,776 Has., están explotadas por 388 agricultores de los cuales 253 Has., sólo corresponden a los 112 comuneros de San Lucas de Colán. Las tierras regadas por bombeo donde en las 331.5 Has., concernidas, se cuenta 58 explotaciones de 1 a 4.9 Has. (86 Has.), 8 de 5 a 20 Has. (59 Has.), una de 45 y una de 142. La vieja reducción de Colán guardaba, en 1967, un aspecto colonial por el número de yanaconas, de los cuales 122 de los 185 se encontraban en la vieja hacienda Santa Helena y por la persistencia de un fuerte porcentaje de cultivos alimenticios con un 30% junto al algodón 60%. En cuanto al arroz, sin estar ausente, no ha prendido en esta zona de difícil regadío” (2). A propósito de El Tablazo, comprendido dentro de la provincia de Paita y del distrito de Colán “es muy fértil gracias al regadío. En éste se desarrolla la típica agricultura a lo largo de la vega del río Chira, con algodón. Los recursos forestales están muy mermados; de los algarrobos se fabrican vigas, alimentos reconstituyentes para el consumo humano y ganado caprino” (3). Efectivamente el Tablazo de Colán, se incorpora a la frontera agrícola debido a la manifiesta exigencia de la explotación organizada de sus recursos naturales que se implementan con las técnicas modernas propias del quehacer agropecuario que promueven sus conductores con espíritu de trabajo para facilitar su medio de vida mediante las faenas propias del campo y la atención de su familia. El líquido elemento que proporciona el río Chira ha permitido que los quehaceres agropecuarios que se practican en Colán tengan buenos resultados económicos. Obsérvese que el año 1963 “los ingenieros Sterling y Mardon instalan bombas a vapor en los alrededores de Amotape y en la hacienda Santa Lucía. En el año siguiente adquieren bombas las haciendas Rinconada de A. Blacker, Paredones de J. Woodhouse. El río la Chira corre por terrenos bajos que no permiten sacar el agua por medio de acequias y regar los hermosos terrenos situados a pocas varas de elevación. Para esto se han establecido cerca de Amotape algunas máquinas de vapor con el objeto de elevar por medio de bombas, el agua del río y conducir las acequias sobre los terrenos cultivables. La primera máquina, empezando de la desembocadura del río, es la del Señor Woodhouse establecida en la hacienda Paredones (sic) en la que se cultiva cochinilla” (4). Aspectos paisajísticos de la naturaleza del territorio de Colán también han sido detallados así: “Claramente el paisaje se divide entre campos de haciendas, desnudos pero rodeados de setos vivos de tamariscos o adelfas, al sur del delta, y el boscaje de las chacras, plantado pero no obstante menos confuso que el de Miramar, estando los árboles más amenazados por las crecidas que en la orilla norte. Esta repartición esquemática se complica con el cruce de las haciendas del gran brazo muerto, el ”río de los cocoteros”, largo reguero de pantanos y de húmedas praderas, y por un terreno de chacras de la comunidad de Colán, enclavado en pleno centro” (5) A la vista de inéditos documentos públicos de carácter notarial hay certeza que durante la segunda mitad del siglo XIX y durante la fenecida centuria número veinte, el distrito de Colán, provincia de Paita, agrupó en sus diferentes pueblos o caseríos familias completas de agricultores que se fueron sucediendo de padres a hijos, haciendo de la agricultura su medio principal de vida. Nótese que hasta las mujeres consideraron como su principal actividad económica las labores en el campo demostrando que también ejecutaban trabajos propios del esposo. De otro lado cabe destacar que en los contratos escriturados se consigna como unidad de medida para las tierras transferidas el almud. Hemos verificado que el almud es una antigua medida de áridos y a veces de líquidos, de valor variable, según las épocas y las regiones. Esta medida fue llevada de España a nuestra América y por ende al Perú que ya no la preserva por que fue desplazada por la hectárea correspondiente al sistema decimal que tiene su unidad en el metro. Otro concepto nos informa que el almud es el espacio en que cabe media fanega de sembradura, lo que nos traslada e saber qué se entiende por fanega. Hecha la averiguación señalamos que es una “medida agraria que, según el marco de Castilla contiene 576 estadales cuadrados y equivale a 64,596 áreas” (6). Esta cifra varía según las regiones donde se utiliza. Pero que es el estadal, como medida de longitud. Según el diccionario tiene cuatro varas, equivalente a 3,334 mm”. Hay más al respecto, en un contrato de compraventa de los que siguen a continuación se establece que en Colán se fijó que cada almud consta de cien varas de frontera por 150 varas de fondo, equivaliendo a quince mil varas cuadradas que multiplicado por 83.6 que tiene cada vara da un aproximado de 12,540.00 m2. Esto significa a la luz de la aritmética que cada almud tuvo la extensión de hectárea un cuarto, con 40 m2, según la fórmula que aplicaban los colanes en el contrato reseñado. NOTAS.(1)Archivo Regional de Piura; Protocolos Notariales de Paita. (2)Claude Collin Delavaud; Las Regiones Costeñas del Perú Septentrional, Pág. 305. (3)Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta, 2005. (4)Anne Marie Hocquenghem; Para Vencer la Muerte, Pág. 307. (5)Claude Collin Delavaud; Obra y página citadas. (6)Diccionario de la Real Academia de la Lengua, 2005. DOCUMENTOS HALLADOS.Tras una ardua búsqueda, hoja por hoja en los infolios que custodia el Archivo Regional de Piura, se hace factible que aquí tengamos varios documentos que abonan el tema de investigación expuesto, sobre todo rescatar los apellidos del siglo XIX, pues algunos aun perviven en el Distrito de Colán así como también reseñar nombres propios de la toponimia local que es bueno averiguar si aún subsisten o se extinguieron por la acción del tiempo y la costumbre. En primer término está la escritura pública de 14 de diciembre de 1885, celebrada ante el Escribano Público de Paita don Manuel Mendoza, por don Manuel Inocente Macharé, el vendedor, y doña Flora Cornejo, la compradora, naturales y vecinos del Distrito de Colán, agricultores, mayores de edad, viudo el primero y soltera la segunda. Se trata de la transferencia del lote de pan sembrar de dos almudes y medio situado en los predios de Guayaquil (Colán). Son sus límites por el Este con terrenos de don Matías Baca, por el Oeste con los de don Raimundo Chinga, don Pedro de Arismendi, don Florentino Ayala y don Santos Zavalú; por el norte con terreno de los herederos de don Custodio Macharé y por el Sur con propiedad de don Manuel Nisama (1). Otro acto se registra en Paita el 8 de enero de 1886. Contiene la compraventa de un terreno agrícola, que hace don Juan Manuel Chapín a favor de don José Oviedo, vecinos de Colán, mayores de edad, agricultores, viudo el primero y soltero el segundo, ambos indígenas. Se trata de un terreno de pan sembrar ubicado en el sitio de Quil, jurisdicción del mismo Distrito. Son sus linderos al poniente con tierra de Comunidad, al sur con propiedad de don José Félix Nisama, al norte con terreno agrícola de don Francisco Pimentel y al oriente, que es su fondo, con tierras de doña Teodora Cornejo (2). Con fecha 14 de enero, siempre en Paita, se levanta testimonio escriturado referido al contrato de donación “de un terrenito ubicado en el sitio Sarana, que celebran don Dámaso Chuna, en calidad de donante a favor de los donados, sus menores hijos Eleuterio e Isidoro Chuna, naturales y vecinos de Colán. El predio rústico está valorizado en 24 soles de plata boliviana y mide 74 varas de frontera al lado de Colán por 204 varas al lado de la “Brea”; y, por el otro costado 120 varas. Linderos: Por el oriente con terreno de los Olaya, por el oeste con propiedad de don Pablo Julián, por el sur con el terreno de don Brígido Puculán y por el norte con el inmueble rural de doña Candelaria Colán (3). En Paita, el 4 de febrero, ante el Escribano Público don Manuel Mendoza, se levantó la escritura de compraventa que otorgó don Pedro Caballero a favor de don Miguel Garrido, en el precio de se sesenta soles de plata por un almud de terreno de pan sembrar, “que poseo en el sitio la Capilla, jurisdicción del distrito de Colán. Son sus linderos: Al norte con callejón Real y terreno de don Juan Manuel Arévalo, por el sur con otro del mismo vendedor; por el este con los de doña Juana Chávez y por el oeste con terreno de don Dámaso Queneche (4). Aquí viene la escritura de poder general para pleitos que ante el mismo Escribano Público, en Paita, con fecha 20 de marzo, extendió la Municipalidad Distrital de Colán, representada por sus Síndicos de Rentas y Gastos, señores Matías Baca y Miguel Isaac Garrido, vecinos de este Distrito, de profesión agricultores, mayores de edad, a favor de don Victorio Negrini, para que en su nombre y representación, defienda ante los Juzgados y Tribunales de la República o ante cualesquiera autoridades o corporaciones inclusive ante el soberano Congreso, en cuanto asunto tenga relación con los intereses de dicho pueblo de Colán, de quienes somos personeros legales, concediéndole con tal objeto todas las facilidades de ley (5). Ahora sigue el contrato público levantado el 29 de mayo, relacionado con la compraventa de dos terrenos rurales sitos en Colán, por el precio de sesenta soles plata boliviana, que hizo don Manuel López a favor de don Franco Atalaya, ambos agricultores, mayores de edad, indígenas, vecinos del Distrito. Son terrenos de pan sembrar ubicados en los lugares llamados Infiernillo y Quil, dentro de la jurisdicción de Colán (6). Dentro de este protocolo notarial corre la escritura extendida en Paita el 7 de octubre, referida a la compraventa de un terreno, que hizo don Ignacio Vitonera a favor de don Francisco Ayala, por el precio de 32 soles de plata corriente boliviana. El terreno es de pan sembrar, ubicado en Sarana, jurisdicción del Distrito de Colán, con una extensión de sesenta varas de frontera por 250 varas de fondo. Son sus linderos: Por el este y el sur con propiedad de don José A. Garrido; por el oeste con tierras de don Manuel Lequernaqué y por el norte con terreno de don E. Martínez (7). En el documento que sigue, leemos que el 22 de diciembre se lleva adelante el contrato de compraventa de un terreno sito en Colán. Son los contratantes, doña Asunción Benites, agricultora, a favor de don Toribio Benites, ambos vecinos de El Arenal. Se transfiere el predio de pan sembrar que la vendedora compró a don Julio Ponce y su esposa doña Francisca Peña. Mide 50 varas de frontera por 300 varas de fondo, ubicado en el sitio denominado Santa Lucía, comprensión del Distrito de Colán. Son sus linderos, por la frontera con el callejón Real de por medio y terreno de don Fermín Ramírez, por el oriente o espalda con tierras de don Baltasar Cevallos; por el sur con terreno del mismo don Baltasar y por el norte con propiedades del comprador (8). Pasamos al año 1887, escritura pública fechada el 20 de setiembre, que contiene el acto jurídico de compraventa de un terreno sito en Colán, por el precio de quinientos soles plata corriente boliviana. Los contratantes son doña María Asunción Nisama viuda de Sánchez, indígena y vecina de Colán, vendedora, y don Miguel Checa, comprador. La pequeña parcela transferida es de pan sembrar, ubicado a orillas del río Chira, en el sitio denominado “Paredones”, jurisdicción del distrito de Colán, que tiene 16 almudes de terreno y cada almud consta de 100 varas de frontera por 150 varas de fondo equivalente a quince mil varas cuadradas. Son sus linderos, por el sur al lado de Colán, con terreno de don Agustín Nisama; al norte con la Brea, con terreno de la hacienda Paredones, propiedad del comprador don Miguel Checa y de don Manuel Salazar; al este con tierras de los herederos Urbina; por el oeste con callejón Real de por medio (9). Por mandato judicial contenido en la resolución de 4 de febrero de 1889, emanado de la autoridad judicial de la provincia de Paita, a cargo del Dr. Hernández, el día 22 del mes y año citados, se protocolizó el respectivo acto jurídico en la Escribanía Pública a cargo de don Manuel Mendoza. En consecuencia se formalizó la escritura imperfecta de la cesión en pago de un terreno agrícola situado en el Distrito de Colán, que hizo don Andrés Camacho a favor de don Jorge Woodhouse. Se trata del terreno cedido y ubicado en la sección “Tiopaira”, en cancelación de una deuda ascendente a 223 soles plata corriente boliviana (10). A la vista del acto contractual fechado por el Escribano Público don Manuel Mendoza, el 11 de abril, verificamos que en Paita se lleva adelante el contrato de compraventa que celebran de una parte, doña Pascuala Saldarriaga viuda de Padilla; y de la otra, don Manuel Natividad Canales, indígena de Colán, y su esposa doña María Tomasa Bernal. En efecto la primera vende al segundo el terreno de potrero algarrobal en el sitio de Huaritoldo del Distrito de Colán. Son sus medidas: frontera con 200 varas y fondo con 250 varas, que dan en total tres almudes. Siguen los linderos del predio transferido. Por su frente con tierras de don Idelfonso Rumiche, por la derecha con propiedad de los compradores, por la izquierda o lado de la Brea con propiedades de don Miguel Checa y doña María Salazar y por el fondo con terreno perteneciente a la vendedora, de oficio agricultora (11). También está el contrato escriturado celebrado en Paita, en el mismo oficio escribanil del señor Manuel Mendoza, el primero de junio. Se trata de la compraventa que, sobre un terreno agrícola comprendido dentro del Distrito de Colán, hizo don José Gregorio Codarlupo, indígena, vecino de Colán, agricultor, en representación de su madre doña María Cutivalú viuda de Codarlupo, indígena, a favor de don José Pablo Vásquez. La venta se realizó por el precio de 96 soles de plata corriente boliviana. Se trata de un terreno de pan sembrar, levantado a la orilla izquierda del río Chira, en el sitio denominado Tiopaira. Son sus linderos: al Sur con propiedad de don José María Camacho; al norte con tierra de doña Paula Santiago, al este con tierras de don Diego Aguilar y por el oeste con predios de don José R. Vásquez (12). Con fecha 12 de octubre de 1891, autorizado por el mismo Escribano Público don Manuel Mendoza, aparece el contrato de compraventa de un terreno ubicado en Colán. Fueron presentes los señores, Dr. Rafael García, natural de España, viudo, abogado, quien vende a favor del comprador, don Manuel S. Albújar, quien lo hace a nombre de su padre político don Matías Baca, un terreno de cuatro almudes y medio, situado en el distrito de Colán, específicamente en el caserío de Guayaquil, por el precio de cien soles plata boliviana, dedicado a pan sembrar. Está comprendido entre los terrenos de don Sacramento Colán, don Francisco Ayala, don Miguel Cruz, don Guillermo Miñán, don Manuel Ascensión Macharé (13). También aparece el acto de protocolización del 25 de junio de 1901, que hizo el Escribano Público don Manuel Mendoza, que legaliza la compraventa de un lote de terreno de pan sembrar, con una extensión de tres almudes, ubicado en el sitio nombrado “Guayaquil”, dentro de la jurisdicción del Distrito de Colán. La venta mediante documento imperfecto, originalmente se hizo el 28 de octubre de 1882. ante el Juez de Paz de Nominación del citado Distrito, a cargo de don Francisco Pimentel. Fue el vendedor don José Ignacio Macharé y el comprador don Andrés Camacho, ambos indígenas, por el precio de 24 soles de plata y 125 soles en billetes de banco. La protocolización por mandato judicial la dispuso el Juez de Primera Instancia de Paita, a cargo del Dr. Felizandro Montenegro (14). Por escritura pública fechada en Paita el 28 de enero de 1897, levantada por el mentado Notario, los contratantes don Juan Bitonera da en venta real y enajenación perpetua a favor del comprador don Mateo Ayala, vecinos de Colán, agricultores, solteros, mayores de edad, “un almud de terreno de cultivo ubicado en Quil, jurisdicción del distrito de Colán, de donde somos indígenas, el cual consta de setenta y cinco varas de frontera por doscientas varas de fondo. Linderos: por el norte con terrenos de propiedad del vendedor y de don Luis Ramírez; por el sur con terreno que dejó doña Isabel Martínez; por el oriente con terreno del comprador y por el poniente con el predio rural de la familia Canales. Precio: Cuarenta y seis soles enteros de plata que han sido pagados por el comprador” (15). Aquí incorporamos el contrato de compraventa que en Paita celebraron ante el Notario ya nombrado, el 23 de marzo de 1897, respecto a la transferencia de un terreno, actuando como vendedor don Manuel Lequernaqué y como compradora doña María Olivos, ambos naturales y vecinos del Distrito de Colán. Se trata de un terreno de pan sembrar y monte radicado en el sitio Guarinapirá, que está dentro de dicho Distrito. El precio pactado es de 209.60 soles enteros de plata. El terreno mide 40 varas de frontera por 750 varas de fondo. Linderos: Por el oriente y norte con propiedad del vendedor; por el occidente y sur con herederos de don Manuel León y Seminario, lindando también por este último lado, con terrenos de la comunidad de Colán (16). En el pueblo del Arenal, el 25 de mayo de 1897, ante el referido Notario Mendoza, se hacen presentes don Miguel I. Garrido, vecino de Paita y don José Asunción Maldonado, vecino de Querecotillo, “el primero es propietario exclusivo del antiguo fundo Antomira de la jurisdicción del Distrito de Colán, que hubo por compra a su señor padre don José Antonio Garrido, según escritura otorgada ante usted el 3 de setiembre de 1889, lo da en venta efectiva y perpetua enajenación a la señora Dominga Duarte de Maldonado, transfiriéndole en consecuencia todos los derechos de que goza como tal propietario de aquel terreno, con usos, costumbres, servidumbres y demás derechos y acciones anexas sin reserva alguna”. “El predio rural materia de la venta los constituyen terrenos de cultivo y pan sembrar, midiendo la masa 25 almudes de quince mil varas cada uno. Está radicado en el sitio Sarana del Distrito de Colán y a la actualidad la mayor parte de sus tierras están a la orilla izquierda del río y una pequeña porción en la banda opuesta. El precio pactado de común acuerdo que ha sido pagado a satisfacción del comprador es de tres mil quinientos soles enteros de plata” (17). Sigue el contrato de compraventa celebrado por el Notario porteño, don Manuel Mendoza, con fecha 27 de julio de 1897. Don José Antonio Alemán y don Toribio Benites, vecinos del Distrito del Arenal, el primero como vendedor y el segundo en calidad de comprador, se transfiere “un lote de terreno de cultivo, radicado en el Distrito de Colán, en el sitio denominado Punta Lagarto”. “Por manera que el terreno que vendo, consta de tres y medio almudes”. Son sus límites: por el norte con terrenos de los herederos de don José María Zeballos; por el sur con propiedad de los herederos de don Manuel Salazar; por el oriente con tierras de don Mercedes Clavijo y por el poniente con terrenos de la hacienda Paredones, propiedad de don Manuel Checa. El precio de venta pactado y pagado es de ciento cincuenta soles enteros de plata” (18). El 2 de noviembre de 1898, en la ciudad de Paita, ante el oficio notarial de don Manuel Mendoza se pasó la escritura pública de compraventa, en la que intervienen doña Apolonia Querevalú viuda de Rivas a favor de don Mariano y doña Carmen Lachira, domiciliados la primera en La Huaca y los últimos en Colán. Dice la vendedora: “he dado en venta efectiva y perpetua enajenación a los hermanos don Mariano y doña Carmen Lachira un almud de terreno de pan sembrar, radicado en el sitio de Sarana del Distrito de Colán, el que tiene cien varas de frontera por ciento cincuenta varas de fondo. Son sus límites: por el sur con terrenos de don Francisco Julián, por el norte con propiedad de los herederos de doña Santos Vargas; por el este con tierras de don Pablo Julián; por el oeste también con tierras de Pablo Julián y don Mercedes Bolo. El precio pactado y pagado es de cien soles enteros de plata” (19). Ubicamos en documento emitido en Paita, 3 de mayo de 1899, la escritura pública sobre compraventa de unos terrenos agrícolas que celebran los señores Jorge Cornejo, comprador, y Mariano Vivas, Manuel de los Santos Macharé y Manuel Leiton, indígenas de Colán, como compradores. Los terrenos se acumulan en uno que está ubicado en la Capilla, jurisdicción del Distrito de Colán. Por eso se dice, el “terreno forma un solo cuerpo y consta en su frontera al oriente de 100 varas, en el lado opuesto 66 varas, en el lado norte o de la Brea 378 varas, al lado sur una línea quebrada que mide de ancho 120 varas y queda dicho punto saliente, continúa la línea angostando el terreno progresivamente, hasta terminar mide esta recta 358 varas. Son sus linderos, por el norte con los terrenos de don Dámaso Chuna, don Dionisio Arica y del comprador con quien colinda también por el lado oeste; por el este y sur con terrenos del mismo don Dionisio Arica” (20). Con fecha 22 de agosto de 1899, ante el nombrado Notario, se levantó el instrumento público de compraventa de un terreno de pan sembrar (temporal). Son los vendedores don Nazario, don José, don Manuel Cruz y doña Rafaela Lachira, quienes venden a favor de don Pedro A. Pardo el citado terreno radicado en el sitio “Jerón”, del Distrito de Colán. Tiene 300 varas de frontera por 1,200 varas de fondo, que dan 36,000 varas cuadradas. Son sus límites: por su frente, que da al occidente, con propiedad de don José Alejandro Caliche y don José Mercedes Narlupo, por el este y sur con tierras de la Comunidad y por el Norte, camino Real de por medio, con propiedad de don Félix Martínez. El precio de venta es de 204 soles enteros de plata fuerte que los vendedores declaran haber recibido a su entera satisfacción (21). Nuevamente en Paita el 17 de febrero de 1900, en el protocolo notarial a cargo de don Manuel Mendoza, se levantó la escritura de compraventa que hizo doña María Nolasco viuda de Lupú y don Manuel Lupú a favor de don Matías Flores, referente a un almud de terreno con un área de quince mil varas cuadradas, sito en el lugar de Guayaquil, jurisdicción del Distrito de Colán. El precio de venta pactado de común acuerdo y debidamente pagado por los compradores fue de 75 soles plata fuerte, quedando su frontera al poniente y su fondo de oriente a poniente. Son sus límites por el sur con callejón Real de por medio, con tierras de los herederos de don Santos Zavala y por el oriente con los herederos de don Matías Baca” (22). Otro documento de carácter notarial que corre dentro del legajo a cargo del funcionario de fe pública don Manuel Mendoza, esta fechado el 13 de enero de 1900. Se refiere a la compraventa que hizo don Cayetano Colán a favor de don Pedro V. Baca, de un lote de terreno “de mi exclusiva pertenencia que heredé de don Andrés Colán. Se trata de tierras de pan sembrar que se ubican en el sitio “Cocal”, distrito de Colán. Mide 100 varas de frontera por 150 varas de fondo. Son sus límites por el sur con terreno de don Andrés Canales, por el norte con herederos de don Matías Baca. Al este y oeste con tierras de Comunidad. Su precio de venta debidamente pagado es de 50 soles enteros de plata boliviana (23). NOTAS.(1)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 1, fojas 1 vuelta, legajo 1. (2)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 2, fojas 2, legajo 1. (3)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 4, fojas 4 vuelta, legajo 1. (4)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 9, fojas 9 vuelta, legajo 1. (5)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 27, fojas 31, legajo 1. (6)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 33, fojas 39 vuelta, legajo 1. (7)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 116, fojas 140 vuelta, legajo 1. (8)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 152, fojas 164, legajo 1. (9)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 117, fojas 88, legajo 2. (10)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 24, fojas 23, legajo 3. (11)ARP, Notario Manuel Mendoza, acto 42, fojas 35 vuelta, legajo 3. (12)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 70, fojas 57 vuelta, legajo 3. (13)ARP, Notario Manuel Mendoza, acto 110, fojas 155 vuelta, legajo 4. (14) ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 128, fojas 129, legajo 7. (15)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 10, fojas 11 vuelta, legajo 7. (16)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 52, fojas 54, legajo 7. (17)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 122, fojas 142, legajo 7. (18)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 394, fojas 453 vuelta, legajo 7. (19)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 486, fojas 548, legajo 7. (20)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 88, fojas 97, legajo 8. (21)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 162, fojas 172 vuelta, legajo 8. (22)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 277, fojas 258, legajo 8. (23)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 264, fojas 273, legajo 8. DOCUMENTOS DE PUEBLO NUEVO.Siempre tras la búsqueda de papeles notariales llegamos al documento escriturado, que fue emitido en Paita por el Notario porteño don Manuel Mendoza, que acredita el 21 de octubre de 1895, se legalizó la compraventa de un terreno, sito en el distrito de Colán”. Dice así: “Don Florentino Barreto, natural de Piura, vecino de Paita transfiere a favor de don José Luna Olarte y su esposa doña Carmen Mogollón, vecinos de La Huaca, un lote de terreno de cultivo y monte, radicado a orillas del río Chira, en el sitio “Pueblo Nuevo”, jurisdicción del Distrito de Colán, el mismo que hube –dice el vendedor- por compra hecha a don Francisco Macharé con fecha 2 de enero de 1871, según escritura pública extendida ante el Escribano Público de Piura don Manuel Rebolledo. Dicha terreno consta de sesenta almudes poco más o menos, de cien varas de frente por ciento cincuenta varas de fondo cada una, o sea noventa cuadras cuadradas. “Son sus límites, al norte o lado del río de la Chira con los terrenos de los herederos de don Pablo Miñán, los de doña Juana Paula Santiago y don José Arévalo; por el sur con el camino real de Colán; al oeste con tierras de los herederos de doña Teresa y doña Mercedes Vivas y don Dámaso Chuna y por el oeste con propiedad de los herederos de don Abelardo Garrido y don Pascual Villegas. El inmueble se transfiere por el precio de seis mil soles fuertes de plata. Se deja constancia que carece de toda clase de gravámenes” (1). A mayor abundamiento hemos verificado en la fuente primaria que efectivamente existe la escritura extendida por el Escribano Público de Piura, don Manuel Rebolledo, que corre en el protocolo de su propósito, que lleva como fecha el citado 2 de enero de 1871. Dice así: “Sírvase usted extender en su registro de contratos públicos, escritura de compraventa que yo Francisco Macharé, natural y vecino de Colán, mayor de edad, casado y agricultor, otorgo a favor de don Florentino Barreto, natural de Piura y vecino de Paita, mayor de edad, casado y de ejercicio comerciante, de una suerte de tierras sitas a orillas del río de la Chira, Distrito de Colán, constantes de sesenta almudes, de cien varas de frontera por ciento cincuenta varas de fondo cada almud, que componen todos ellos noventa cuadras cuadradas; y lindan por el norte al lado del río con tierras de don Pablo Miñán, doña Juana Paula Santiago y don José Arévalo; por el sur con el camino Real, por el oeste con tierras de doña Teresa y doña Mercedes Vivas y don Manuel de Dios; y, por el este con tierras de doña Manuela Arévalo, doña Pascual Villegas, doña Mariana Ayala y don Francisco Chinga. La venta se hace en la cantidad de cinco mil pesos”. También se deja constancia literal en el documento reseñado, sobre la procedencia de la suerte de tierras. Su texto es como sigue: “El vendedor adquirió las tierras de sus anteriores dueños: doña María Nisama, doña Mercedes Arévalo de Remigio, don Félix Nisama, doña Mercedes Vivas y otros, según escritura pública” (2). Nos llama mucho la atención leer dentro del contrato precedente respecto al bien inmueble transferido, al que designan, conforme a costumbres de la época, bajo la denominación “suerte de tierras” que significa “parte de la tierra de labor, separada de otra u otras por sus lindes” (3). También es necesario advertir que al 2 de enero de 1871, fecha del contrato reseñado, no existía ni como caserío la actual capital distrital de Colán, me refiero a Pueblo Nuevo, pues de acuerdo con las averiguaciones hechas éste recién se erige la última década del siglo XIX. Además el documento notarial citado, unido a los anteriores, nos sirve para ubicar las familias que se afincan en Colán desde tiempos inmemoriales y que llegan hasta nuestros días, dentro de ellos están los Arévalo, Ayala, Chinga, Chuna, Lecarnaqué, Macharé, Nisama, entre otros. Con fecha mayo 9 de 1901 se registra por el Notario porteño don Manuel Mendoza, el contrato escriturado que celebraron don José Lecarnaqué en su condición de vendedor y don Carlos Canales en calidad de comprador, ambos indígenas y vecinos de Colán, de profesión agricultores. Leemos en el documento: “Conste que yo don José Lecarnaqué, doy en venta real y perpetua enajenación a don Carlos Canales, un lote de terreno de cultivo y potrero algarrobal de mi exclusiva pertenencia, ubicado en el sitio de Guarinapira del Distrito de Colán. Son sus dimensiones, por el oriente 108 varas, al poniente 200 varas, al norte 489 varas y al sur 498 varas. Son sus linderos, por el oriente con terrenos de don Carmen Estrada, por el por el poniente con el camino Real y terrenos de la Comunidad, por el lado norte con herederos de mi hermana doña Petrona Lecarnaqué; y por el sur con terrenos de don Servando Guerrero. El inmueble transferido según expresión del vendedor carece de gravámenes y el precio convenido y recibido es de trescientos soles fuertes de plata” (4). NOTAS.(1)ARP: Notario Manuel Mendoza, acto 517, fojas 484, legajo 8. (2)ARP; Escribano Manuel Rebolledo, acto 2, fojas 1 vuelta, año 1871. (3)Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Año 2005. (4)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 96, fojas 10, legajo 10. AGUA POTABLE DE COLÁN.Los predios de Colán han sido favorecidos por la naturaleza, con un fabuloso sol que hace posible acuñar la frase sempiterna “La luna de Paita y el sol de Colán”. Colán es un paraíso bendecido por Dios que en su poética playa acoge a miles de bañistas que llegan a sofocar el insoportable calor propio de esta nuestra región, sobre todo en la estación veraniega. Con asidero se ha señalado que los bañistas de diferentes lugares del país y aún del Ecuador vienen en los meses de verano a la playa de Colán a disfrutar de sus aguas refrescantes y a contemplar la puesta del sol, que es una atracción maravillosa que nos recrea el espíritu. Con sentido poético se puntualiza que “la belleza y resplandor de la luna de Paita y el sol de Colán que termina de esconderse tras los amarillos cerros, confirman el dicho de Carletti. Las aguas frías del mar de Colán, el paseo por la playa, el baño, tirado en la ardiente arena, las 6 y 40, comienza la puesta del sol y el cielo se prende de mil luces y colores, predominando el rojonaranja-ocre y oro, y el plomo-celeste-violeta y lila, es cautivante y hermoso contemplar con deleite y placer esta maravilla. ¡Es un encanto!, hasta espectar el último rayo que despide el sol y termina de hundirse en los cerros” (1). El agua para uso doméstico es otra bendición de Dios que le ha dado fama a Colán desde tiempos inmemoriales, pues desde 1532, con la llegada de los españoles hay noticias que el líquido elemento se transportaba a Paita para su consumo por la población toda vez que la existente en el puerto es de mala calidad. Sabemos que la última década del siglo XIX se estableció la “Empresa de Agua Potable de Paita y Colán” que con fines comerciales trasladaba de Colán al puerto el agua para su comercialización y utilización por los usuarios paiteños. Fue su gerente don Nicolás J. Taimán y este empresario realizó una serie de actividades para brindar un servicio con calidad. Tenemos a la vista el contrato público que la mentada Empresa celebró el 14 de junio de 1897 con el ciudadano Marco Antonio Herrera. Se trata de una declaración jurada que hace el Sr. Taimán a favor del Sr. Herrera. En su cláusula principal, dice así: “Conste que yo Nicolás J. Taimán en mi carácter de Gerente de la Empresa de Agua Potable de Paita y Colán, declaro: que habiéndose celebrado la sociedad referida bajo la base de la concesión que me hizo el Supremo Gobierno y el arriendo que por escritura pública tenía celebrado con el señor Marco Antonio Herrera, de la lancha de acero ocupada en el acarreo del agua; es de la exclusiva responsabilidad de la Empresa dicho contrato, cuyo gasto está considerado y aprobado en el presupuesto, como aparece de los libros de aquella” (2). Por escritura pública de julio 5 de 1898, datada en Paita por el Notario, señor Mendoza, se acredita la cancelación del contrato de arrendamiento antes referido que celebraron la Empresa de Agua Potable de Paita y Colán con don Marco Antonio Herrera. Se deja constancia que la Empresa entrega al señor Herrera la cantidad de 135 acciones emitidas por la cita Empresa, cada una por el valor de diez soles plata peruana. Con esta entrega de acciones el señor Herrera se da por cancelado en forma definitiva y total “de los arriendos pendientes de cancelación por la lancha que para el acarreo de agua de Colán a Paita fue materia del contrato que llega a su fin, según consta en la escritura pública de 5 de abril de 1896, pasada ante usted, señor Notario” (3). A fines del siglo XIX seguía operando la Empresa materia de este comentario. Pues, según documento contractual sobre arrendamiento de un predio, extendido en Paita por el Notario Mendoza, el 17 de marzo de 1899, consta el arrendamiento de un terreno que celebran de una parte doña Juana Felicia Hynes viuda de Guedes y de la otra don Nicolás J. Taimán, en representación y con el cargo de Gerente de la Empresa de Agua Potable de Paita y Colán El terreno está situado en el distrito del Arenal y el plazo contratado es de cinco años forzosos por una renta anual de cuarenta soles enteros de plata que se cancela por adelantado la primera y las siguientes al vencimiento de cada año. Dicho terreno tiene 125 varas de frontera por 150 varas de fondo, del cual una parte está ocupada por el cauce del río de la Chira. Son sus límites por el lado de arriba con tierras de don Matías Sobrino, por el de abajo con propiedad de doña Rosa María Damas y por sus salidas con el cerro. El objeto del arrendamiento fue para dedicar el área del terreno a la agricultura, establecer las instalaciones de las maquinarias de la referida Empresa u otros usos que el arrendatario tuviere a bien dedicarlos (4). NOTAS.(1)Vidal Rivas Castillo, El Folklore, mayo 2003, Pág. 2. (2)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 122, fojas 142, legajo 7. (3)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 394, fojas 453 vuelta, legajo 8. (4)ARP, Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 46, fojas 49, legajo 9. ARRENDAMIENTO DE LAS SALINAS DE COLÁN.Debemos demostrar que la actividad de la explotación salinera en Colán fue un quehacer económico debidamente organizado bajo la dirección de la Municipalidad del Distrito que, bajo la égida del Provincial de Paita, se encargó de celebrar los respectivos contratos. Nótese que por estos documentos se sabe que el año 1890 era Alcalde accidental de Colán don José Ignacio Macharé. En cambio los Síndicos Municipales fueron Mariano Ayala y Ascensión Chinga. Consta en escritura pública del protocolo notarial de don Manuel Mendoza, de la ciudad de Paita, que con fecha 3 de febrero de 1891, se celebró el contrato de arrendamiento de las Salinas de Colán. Intervienen en el acto contractual de una parte los Síndicos Municipales del Distrito de Colán, señores Manuel Coronado y Mercedes Prieto, vecinos del señalado Distrito, agricultores; y, de la otra, don Baltasar Pallete, de este comercio y vecindario, casados, mayores de edad, los dos primeros proceden a nombre del ente municipal y el tercero por derecho propio. Legalmente, “contratan el arrendamiento del uso y aprovechamiento natural de las salineras de este Distrito de Colán, situadas en la margen derecha e izquierda del río y todas las demás que se descubran en el citado Distrito por la merced conductiva, tiempo y condiciones constantes de las bases insertas en el expediente cuya certificación literal acompañamos para que se agregue al registro y se inserte en testimonio, con más las especialmente contenidas en la Ley Orgásmica Municipal que damos por reproducidas”. “Aviso Municipal: De orden del Honorable Concejo Municipal del Distrito se pone en conocimiento del público que el 15 de noviembre próximo tendrá lugar la subasta de arrendamiento de las salinas de esta comunidad bajo las bases siguientes: 1.-La subasta del arrendamiento se efectuará en la capital de este distrito ante la Junta de Almonedas, bajo la base de 32 soles fuertes mensual. 2.-El arrendamiento será por el término de cinco años forzosos para ambas partes, contados desde el día en que se extiende la respectiva escritura. 3.-El arrendamiento se adjudicará al postor que ofrezca mayor suma mensual sobre la base propuesta. 4.-Para ser admitido como postor, debe presentar a la Junta de Almonedas un certificado de Tesorería del Concejo Provincial que acredite haber depositado en ella en monada efectiva la cantidad de doscientos soles fuertes. Este depósito se constituye en garantía de que el subastado firma el contrato y lo perderá a beneficios del Concejo sino se verificase en el término perentorio de cinco días. El rematista queda sometido al Poder Judicial de la República en cualquier cuestión que pudiera dar origen al cumplimiento de ese contrato y en caso de ser extranjero, renuncia a toda reclamación diplomática”. Otra cláusula, la número once, dice: “Todas las construcciones fijas para el laboreo y beneficio de las salinas quedarán a favor del Municipio sin costo alguno, a la expiración del contrato. Las herramientas y aparatos movibles podrán ser llevados por el conductor libremente en la propia ocasión” (1). El negocio de sal fue creciente y rentable, lo que motivó que en Colán se estableciera una oficina para la mejor atención de los comerciantes de este mineral de uso doméstico. Hay noticia que la Compañía Salinera del Perú tuvo la siguiente nómina de empleados en la Oficina de Colán, compuesta por el Jefe de Vigilancia y Recaudador don José D. Cañote; en el cargo de Recaudador en Paita, don Enrique Campos. Vigilantes fueron don Moisés Garrido, don Epifanio Guerra, don Ramón León y León; don Pedro Guevara y don Francisco Espinosa (2). Como ocurre siempre en los asientos mineros, algunas personas quisieron obtener el producto químico en forma ilícita y al respecto encontramos las noticias siguientes: “Contrabando de sal. Se ha encontrado en poder de José Dolores Tume un contrabando de 380 kilos de sal; habiéndose constatado que ha vendido 69 kilos más. Al infractor se le aplicarán las penas establecidas en la ley” (3). Al día siguiente, demostrando que los depredadores de lo ajeno continuaban en la indebida y dolosa extracción de sal, hay esta crónica: “Contrabando de sal. Una y van dos. La sal es una sustancia preciosa e indispensable para la vida, pero tiene la virtud de ser cosa peligrosa y de difícil manejo cuando se coje clandestinamente. Entonces constituye lo que se llama contrabando, falta gorda contra el Estado y contra la Compañía Salinera del Perú, en la que acaba de incurrir otro prójimo llamado Heriberto Sánchez, a quien han cojido con 212 de los 396 que se le acusó haber contrabandeado” (4). NOTA.(1)ARP; Notario Manuel Mendoza, acto 15, fojas 20, Legajo 4. (2)ARP; El Registro Oficial del Departamento de Piura Nº 1, Enero 7 de 1903. (3)ARP: diario El Sol, edición Nº 1541, de 21 de setiembre de 1910. (4)ARP; diario El Sol, edición Nº 1542, de 22 de setiembre de 1910. CAPÍTULO I V CENTENARIO DE PUEBLO NUEVO DE COLÁN Dentro de un mismo contexto geográfico y centenaria vecindad, Pueblo Nuevo es la sucedánea histórica y social de Colán, este último establecido desde tiempos inmemoriales, habiendo edificado un exquisito bagaje cultural que agranda la personalidad moral y espiritual del Departamento de Piura, creado por Ley de la República de 30 de marzo de 1861, promulgada por el Mariscal don Ramón Castilla. Después de tres años (1837) de creada la Provincia Litoral de Piura, por Decreto Supremo que extendió el 8 de octubre de 1840 con su autógrafa el General Gamarra se creó el Distrito de Colán. Éste, geográficamente hablando, es el punto de partida que con la prolongación del tiempo va a dar lugar a la ampliación urbana distrital en un lugar cercano al río Chira y ocurre con la fundación del caserío de Pueblo Nuevo a fines del siglo XIX y en 1908 empieza a ejercer la capitalidad distrital que mantiene hasta hoy con un legado que merece un amplio comentario. Pueblo Nuevo, con ejemplar actividad ante sus vecinos, desde hace un siglo por Ley de 1908, 14 de noviembre de 1908, que promulgara don Augusto B. Leguía, Presidente de la República del Perú, es la capital del Distrito de Colán, que con la pujanza de sus hijos contribuye al merecido crecimiento material e intelectual de la región. BREVES REFERENCIAS.Apréciese que desde la llegada de los españoles a estos llanos del Perú, producida el año 1532, las ciudades que se fueron fundando o los pueblos ya establecidos, llevaban un nombre nativo o hispano, que era precedido por el de un Santo en fiel muestra de su vocación cristiana, así podemos mencionar en nuestro medio a Santa Ana de la Huaca, San Felipe de Vichayal, San Francisco de la Buena Esperanza de Paita, San Juan de Catacaos, San Martín de Sechura, San Fernando de Chalaco, Virgen del Pilar de Ayabaca, San Miguel de Piura, San Lucas de Colán, etc. Hay evidencia que en pleno siglo XIX “Colán era floreciente. Sus pobladores amantes del fervor católico, celebran con unción religiosa el 18 de octubre la fiesta de “San Lucas”, Patrón del Pueblo, en su imponente iglesia levantada en los albores de la Colonia, divisándose desde Paita la silueta de su viejo campanario, con la natural alegría del pueblo trabajador” (1). Esta realidad inobjetable determina que “la religiosidad heredada de los conquistadores españoles, que llegaron a estas tierras en 1536, era profunda entre los pobladores colanes; 300 años después se crea el Distrito y por razones de mejoría de sus habitantes, en su mayoría se convierten en fundadores de Pueblo Nuevo, luego que San Lucas fuera prácticamente devastado por dos grandes incendios. En las postrimerías de 1898 el nuevo asentamiento ubicado en las proximidades del río Chira era ya un poblado próspero que había superado a San Lucas” (2). Hay noticia documentada que Pueblo Nuevo se erige en “un barranco”, como lo están San Lucas, Paita y Talara. Al respecto se constata en el contrato escriturado de 23 de mayo de 1891, que contiene la compraventa de un terreno en Colán, entre el vendedor Andrés Camacho y el comprador Matías Baca y su consorte Petronila Saavedra de Baca. Textualmente dice: “un terreno en el sitio de “Barranco”, de dicho Distrito, constante de tres almudes, de los cuales dos y medio almudes tienen de frontera 125 varas por un fondo de 300 varas y medio almud, para llenar la cantidad expresada; tiene de frontera 50 varas y de fondo 150 varas. Linderos: Oriente, con herederos de Vicente Chunga y Juan B. Meléndez; poniente: con el vendedor y los compradores, por el lado de la Brea con Marcelino Coronado hoy del mismo comprador, herederos de don Eusebio Herna, familia Garrido y el vendedor, y camino a Colán con los ya citados compradores. Dicho terrenos se venden por 31.50 soles plata boliviana” (3). Pero dentro del mismo sitio de Barranco hay otro documento que pasamos a insertar: “Paita, mayo 20 de 1901. En el caserío de La Capilla se hacen presentes doña Mercedes Paraza viuda de Camacho y doña María Camacho viuda de Lachira; y, de la otra don Pedro V. Baca”. Se trata de la transferencia de dos lotes de terreno de cultivo, con un área total de siete almudes, que son de nuestra exclusiva pertenencia”, dicen las vendedoras. Afirman así mismo las vendedoras, que dichos lotes “están radicados en el sitio de Barranco de la jurisdicción de este Distrito de Colán”. El precio pactado y pagado por el comprador a las vendedoras ha sido satisfecho por aquél y éstas declaran estar satisfechas, ascendente a 175 soles fuertes de plata, es decir a razón de 25 soles por cada almud por hallarse actualmente en estado de incultos”, es decir no cultivados (4). Tenemos a la vista el contrato escriturado de compraventa que se dató en Paita el 4 de enero de 1895 por el mentado Notario don Manuel Mendoza, constatándose la intervención de doña Mercedes Olaya viuda de Barrientos y don Manuel Yacila, vecinos del Distrito de El Arenal. En efecto la primera vende al segundo en forma real y enajenación perpetua, un lote de terreno cultivado “de mi propiedad”, dice la vendedora, “que poseo en el sitio de Malpaso de la jurisdicción de Colán, el cual consta de un almud y medio, lindando por el oriente, callejón de por medio, con terreno de don Manuel Salinas, al poniente con don Plácido Farro; al lado de la Brea con doña Luisa Castillo y al lado de Colán con propiedad de don Mercedes Prieto y de los herederos de don Avelino Clavijo. Mide en su frontera por el callejón 37 y ½ varas, al medio 70 varas, más al centro 77 y ½ y a la espalda, por el poniente 50 varas; al lado de la Brea por su fondo 340 varas y al lado de Colán 376 varas” (5). ORIGEN URBANO DE PUEBLO NUEVO.El origen urbano de Pueblo Nuevo ocurre sin lugar a equívoco la última década del siglo XIX. No cabe la menor duda que se escogió por los fundadores el más conveniente espacio geográfico, con suelo poco accidentado, para edificar tras sacrificado impulso el asentamiento humano que hoy es orgullo de los moradores nacidos y afincados en Pueblo Nuevo que honran el espíritu abnegado de sus mayores. Ahí donde está hoy, efectivamente, con denodado esfuerzo y entusiasmo singular puesto de manifiesto por los primeros pobladores, se erigió el casco urbano de Pueblo Nuevo, a partir de 1890. Durante los primeros años se denominó caserío y a partir de 1908 se convierte por imperio legal en capital del Distrito de Colán. Es el añorado rincón que se convierte en el lugar sublime de sus moradores y por ende en la gran patria chica que veneran con unción patriótica. Está ubicado en una barranca, como ya se dijo, con buena agua para el consumo humano y el regadío del campo rústico, tiene cercanía al río, buenos pastos para el ganado y tierras aptas para la actividad agrícola, buena leña de algarrobo que constituyó una industria del combustible para la cocina. Además hay caminos expeditos a fin de lograr el intercambio con pueblos vecinos bañados por las permanentes aguas del río Chira, y acceso al mar pacífico para ejercer la ancestral labor de pesca, son factores positivos que determinan su pronta urbanización que data de hace más de cien años. El casco urbano de Pueblo Nuevo que se extiende aceleradamente a consecuencia de la incontenible explosión demográfica, en este palpitante siglo XXI no sólo da asidero real y documental a la historia local y regional, social y humana, económica y política, cultural y educativa, sino que acorde con los documentos archivísticos que custodia el Archivo Regional de Piura es posible reconstruir su glorioso pretérito. Por ellos y con ellos nos vamos a referir brevemente a una de las primeras edificaciones que dan origen a la actual centenaria ciudad capitalina. Bajo la denominación de minuta, viene a ser el escrito más temprano que se refiere directa y expresamente al asentamiento urbano que nos ocupa, es decir, Pueblo Nuevo, pues fue datado en “Paita, diciembre 15 de 1894” y, dos años después, el 15 de diciembre de 1896 se elevó a escritura pública, por el Escribano Público don Manuel Mendoza. Dice así: “Declaratoria de propiedad de una casa que celebran don José Mendoza a favor de su esposa doña Rosalía Benites de Mendoza y la intervención de su progenitor don Buenaventura Benites, vecinos de Pueblo Nuevo de Colán, mayores de edad, casados, hábiles para contratar”. Acuerdan lo siguiente: “Registre usted un instrumento público por el cual conste que yo José Mendoza, vecino de Pueblo Nuevo de Colán, declaro: que la casita que poseo en el caserío, lugar de mi residencia está fabricada con dinero de mi esposa doña Rosalía Benites de Mendoza, procedente de algunas especies que aportó al matrimonio y que el área en que se edificó le fue donada por el padre de ella, don Buenaventura Benites. Por consiguiente debe constar que la referida finca es de exclusiva propiedad de dicha esposa. “La finca relacionada es de tabiques de caña (cogollo) con techo de totora, embarrada; mide diez varas de frontera por dieciséis varas de fondo; y linda por el lado de arriba con el solar del ya nombrado mi padre político; por el de abajo, callejón de por medio, con casa de don Francisco Pimentel; por la frontera calle de por medio, con la de don José María Roa Salinas; y, por la parte opuesta con solar también de don Buenaventura Benites. Su valor está estimado en setenta y cinco soles” (6). Hay otro documento contractual que contiene el acto jurídico de compraventa de una casita en el caserío de Pueblo Nuevo de Colán. Está datado en Paita, 18 de enero de 1897 por el Notario de esa plaza don Manuel Mendoza. Se hace presente la vendedora doña María Vargas autorizada dice ella “por mi esposo don Daniel López”, y la compradora doña Mariana Damas, vecinas de Pueblo Nuevo de Colán, soltera ésta, agricultores, mayores de edad. Se trata de la transferencia de “una casita de mi propiedad –dice la vendedora- edificada en el solar que se le concedió a mi esposo en el Caserío de Pueblo Nuevo de Colán. Está situado frente a la casa de don Pablo Coronado, calle de por medio, por un costado, callejón de por medio con la de don Buenaventura Benites; por el otro, con el barranco del Tablazo; y, por su fondo, con casa de don Ángel Castillo. Mide dieciséis varas de frontera por dieciocho varas de fondo. El precio pactado y pagado es de sesenta soles enteros de plata que hemos recibido de la compradora a nuestra entera satisfacción” (7). Por escritura pública de 25 de abril de 1901, observamos que “yo don Manuel Otero, vecino de Pueblo Nuevo de Colán, doy en venta real y perpetua enajenación a don Cleto Marcelino Castillo, una casa de mi exclusiva pertenencia, situada en la calle Real del caserío de mi domicilio la cual he edificado con dinero propio en el solar que en unión de mi hermano don Benjamín Otero y en doble extensión, nos adjudicó a censo reservativo el Municipio de Colán como aparece de la posesión que nos dio el 3 de octubre de 1897, de cuyo expediente doy copia certificada al comprador”. El predio mide siete varas de frontera por cincuenta de fondo. Limita por el frente, la dicha calle de por medio, con casa de don Juan Ortega, por el lado derecho con casas de don Pascual Floriano, don Camilio Alejos, don Serapio Dioses, don Octavio Dioses y don Fidel Medina; por el lado izquierdo con la parte que le tocó a mi citado hermano don Benjamín y que vendió a don Florentino Seminario; y por el respaldo, calle también de por medio, con casa de mi propiedad”. Declaró el vendedor que “la casa no tiene ningún gravamen y el precio pactado de trescientos soles fuertes de plata me han sido pagados por el comprador a mi entera satisfacción”. Por su parte el citado comprador dio conformidad a este acto jurídico de compraventa y tomó posesión del bien comprado (8). Hay puntual mención del asentamiento que nos ocupa en su espacio agrícola. Así lo pasamos a demostrar. En enero 3 de 1901, el Notario ya nombrado, en su oficio notarial, extendió la escritura pública de cesión y traspaso de un predio rústico que celebraron don Domingo Alaniz, como vendedor, con doña Paula y don Fidel C. Miñán, en calidad de compradores, sobre el terreno de pan sembrar que está radicado en el caserío de Pueblo Nuevo de Colán, con una extensión de un almud con tres cuartos de almud. Señala por sus límites, al sur con propiedad de los mentados compradores y de su hermano don Fidel; por el oriente y el norte con tierras de don José Luna Olarte; y, por el occidente, callejón de por medio, con terreno de los herederos de quien fue don Ignacio Arévalo (9). Otro documento público establece que con fecha 22 de marzo de 1902, se levanta la escritura pública acreditando que don Juan Olaya transfiere a título oneroso “un terreno ubicado en Pueblo Nuevo de Colán a favor de don Ramos Talledo”. Se indica en la cláusula primera: “Conste la venta real y perpetua enajenación de un lote de terreno de cultivo de mi exclusiva pertenencia ubicado en Pueblo Nuevo de Colán, que está situado a inmediaciones del caserío de Pueblo Nuevo”. “Es de forma irregular con una capacidad de veinticinco cuadras cuadradas más 144 varas cuadradas. Da su frente o ancho al sur y se extiende su largo de sur a norte, escalonado… Son sus límites, por la frontera o lado sur, callejón de por medio, con terrenos de don Mercedes Arévalo, don Buenaventura Benites y herederos de don Abelardo Garrido; por el este con doña Peto Chunga; y, por el oeste con herederos de don Abelardo Garrido, ya nombrado, con don Félix Nisama y don Miguel Nisama; por el norte con tierras de doña Andrea Chinga y don Fidel Miñán, los Leiton y doña Asunción Macharé. El precio de venta convenido es de un mil quinientos soles fuertes de plata, que el vendedor declara haber recibido del comprador a su entera satisfacción y sin lugar a reclamo por lesión” (10). Un documento escriturado en 1906, otorgado por el Notario Público de Paita, don Manuel Mendoza, acto 704, fojas 863, determina que el año 1899 no sólo se acredita la existencia de Pueblo Nuevo, que estaba en proceso de formación, sino que además organizadamente ejecutaba su plan urbano mediante la venta de terrenos por parte del Concejo Distrital y el levantamiento de viviendas a cargo de sus flamantes vecinos. Al respecto leamos el texto que sigue: “En Sullana el 22 de diciembre de 1906, yo el Notario de la Provincia de Paita, protocolicé en cumplimiento del auto de 17 del mes en curso, expedido por el Juez de Primera Instancia de la Provincia de Paita, Dr. César A. Reina, la copia certificada del acto de posesión y demás actuados sobre adjudicación que el Concejo Municipal del Distrito de Colán confirió a favor de don José Rosendo Correa de un solar baldío ubicado en el caserío de Pueblo Nuevo del expresado Distrito, adjudicación que se hizo en decreto de 16 de octubre de 1899 y se le confirió la posesión el 19 del mismo mes y año. Como comprobante, agregó lo actuado con ocho fojas útiles, inclusive la certificación de alcabala y de un reintegro al lugar respectivo del protocolo, bajo número noventa y ocho” (11). LAS CALLES DE PUEBLO NUEVO.Las calles de una ciudad constituyen el alma colectiva bañada cotidianamente por el paso y peso de los años de existencia urbana. En las calles se anidan una serie de hechos humanos y sociales que dan personalidad histórica a la urbe, toda vez que por ellas a través del tiempo y el espacio desfilaron sus habitantes durante toda su vida y los transeúntes que procedentes de otros lugares llegaron a conocerla. Durante los primeros meses de 1909, Pueblo Nuevo siguió denominándose caserío, lo que está reflejado en documentación pública de carácter notarial. Sin embargo su expansión urbana fue organizada desde un inicio por sus autoridades municipales y en estos momentos tiene un extenso plano urbano que se agranda cotidianamente. Hemos averiguado que la acepción “caserío” significa un “conjunto urbano formado por un número reducido de casas. Caserío no sólo es la vivienda tradicional; en las áreas rurales constituye la unidad básica de producción, en torno a la cual se articula la actividad económica de sus moradores” (12). La primera calle de Pueblo Nuevo se llamó, acorde con los hábitos de la época, REAL, siguiendo la tradición española que desde la colonia designó en documentos públicos las denominaciones “camino Real”, “callejón Real” o “calle Real”, que eran los más importantes de los asentamientos humanos. Según el diccionario real significa “perteneciente o relativo al Rey o realeza”. También señala: “fijarse o domiciliarse en un lugar real”. Luego, fue creciendo el casco urbano del caserío Pueblo Nuevo y al obtener por ley la capitalidad del Distrito de Colán, el año 1908, sucesivamente, se bautizan sus primeras arterias con nombres de los fundadores de la Independencia Política de América, verbigracia Bolívar, San Martín, Sucre, La Mar. Con arraigado amor cívico-patriótico en la ciudad de Pueblo Nuevo de Colán no puede faltar la denominada calle y la plaza Grau en honor al Héroe del Milenio y también perpetuar a los héroes de la guerra con Chile, destacándose las arterias urbanas denominadas Bolognesi, una de las más antiguas de esta capital distrital, siguen Alfonso Ugarte, Leoncio Prado. También se honra a través de las calles de Pueblo Nuevo la memoria de Ramón Castilla quien por Ley de 30 de marzo de 1861 creó el Departamento de Piura y dentro de éste la provincia de Paita y con ella se incorpora en la geografía provincial el Distrito de Colán, creado en 1840. I así, sucesivamente, producto de la incontenible explosión demográfica, lentamente se fue extendiendo y agrandando el plano de la ciudad cuyas calles tienen nombre propio, obedeciendo a costumbres establecidas por la civilización y ordenanzas municipales. Conviene advertir que la fuente primaria que nos ha permitido recoger tales nombres está en el Archivo Regional de Piura, específicamente en los Registros Civiles producidos por la Municipalidad de Pueblo Nuevo, que contienen las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción, en las que se consignan los respectivos domicilios de los declarantes y testigos que asisten a servirse de los servicios públicos que presta esta Oficina de Registros Civiles. LAS PRIMERAS FAMILIAS.De lo que estamos seguros es que los pueblos están formados por un conjunto de familias que le dan el perfil social, político, económico, cultural, por que es la familia como célula importante de la sociedad la que se encarga de fomentar a través de sus miembros las diferentes actividades humanas que establece en todas sus manifestaciones el progreso local, provincial, regional, nacional e internacional. Téngase presente que la familia es el fin supremo de la sociedad y está protegida por el Estado y defendida su integridad física, intelectual y moral a través de la Constitución Política Nótese que gracias a la familia organizada es posible el desarrollo social y humano de los pueblos. En un documento público datado en Pueblo Nuevo perteneciente a su Comunidad Campesina hemos encontrado empadronados a todos los comuneros o cabezas de familia que han apostado por el progreso de su localidad, a través de su actividad fundamental que es la agricultura, a la que se han dedicado y dedican con fuerza. Se ha expuesto que “la familia debe ser para el Derecho y la sociedad, aún cuando falten a veces el efecto y la jerarquía que se destacan, los fines de perpetuación humana. Sánchez Román la define como “institución ética, natural, fundada en la relación conyugal de los sexos, cuyos individuos se hayan ligados por lazos de amor, respeto, autoridad y obediencia; institución necesaria para la conservación, propagación y desarrollo, en todas las esferas de la vida, de la especie humana”. “Según Díaz de Guijarro se está ante la “institución social, permanente y natural, compuesta por un grupo de personas ligadas por vínculos jurídicos emergentes de la relación intersexual y de la filiación”. Los Mazeaud se inclina por definir la familia como ”la colectividad formada por las personas que, a causa de sus vínculos de parentesco consanguíneo o de su calidad de cónyuges, están sujetas a la misma autoridad: la del cabeza de familia”. Resulta de ello que la familia no comprende más que al marido, a la mujer y a aquellos de sus hijos sometidos a su autoridad; es decir, sus hijos menores, solteros y no emancipados, porque la autoridad paterna cesa con la mayoría de edad, el matrimonio y la emancipación del hijo” (13). Dentro de las primeras familias que están presentes en la fundación y luego se afincan en el caserío Pueblo Nuevo y continúan viviendo cuando éste alcanza en 1908 la jerarquía capitalina del Distrito de Colán, de acuerdo con los documentos glosados en este capítulo, podemos señalar a Buenaventura Benites, Rosalía Benites de Mendoza y su esposo José Mendoza. También registramos a Francisco Pimentel, José María Roa Salinas, María Vargas y su consorte Daniel López, Marina Damas, Pablo Coronado, Ángel Castillo, Benjamín Otero, Manuel Otero, Cleto Marcelino Castillo, Juan Ortega, Pascual Floriano, Camilo Alejos, Serapio y Octavio Dioses, Fidel Medina, Florentino Seminario, Domingo Alaniz, Paula y Fidel C. Miñán. Sigue José Luna Olarte, Ignacio Arévalo, Juan Olaya, Ramos Talledo, Abelardo Gamarra, Peto Chunga, José Leiton, Asunción Macharé, José Rosendo Correa, Gregorio Jiménez, José Nisama, Juan López, Mercedes Miñán de Mesones, Juan Ascaritas, Rosendo Mogollón, Juan Martínez, Miguel García, Carmen Pulache, Alejo Prieto, Candelaria Sánchez, Pedro A. Pardo, Dionisio Arica, Juan Camacho, Ventura Chinga, Jacinto Bolo, Pablo Reyes Macharé, José Ignacio Macharé, este último de inconfundible origen ancestral. OTROS PREDIOS URBANOS DE PUEBLO NUEVO.Ahora veamos el instrumento público de 7 de febrero, otorgado por el Notario don Manuel Mendoza, que dice así: “en el pueblo de La Huaca, comparecieron los señores Cleto Marcelino Castillo, vecino del caserío de Pueblo Nuevo de Colán, agricultor, en calidad de vendedor, a favor de los señores “Agustín Figallo en Liquidación”, una casa situada en dicho caserío, y de un terreno de cultivo ubicado a inmediaciones del mismo lugar, todo por la cantidad de novecientos soles fuertes de plata. Doscientos soles por la casa y setecientos soles por el terreno agrícola”. Dice el vendedor, “la casa la hube por compra a don Manuel Otero, según escritura pasada ante usted, señor Notario, en 1901, está radicada en la calle Real del expresado caserío. Mide siete varas de frontera por cincuenta de fondo. Limita por su frente con calle de por medio, con casa de don Gregorio Jiménez; por el respaldo, calle también de por medio, con propiedad del ya nombrado don Manuel Otero; por el lado sur con casa de don Floro Seminario; y por el opuesto o lado del río con las casas de don Pascual Floriano, don Camilo Alejos, don Serafín y don Octavio Dioses y don Juan López”. También declara el vendedor que el terreno rural “lo compré a doña Mercedes Miñán V. de Mesones, según escritura pública otorgada el 4 de abril de 1901ante el Notario Público de Piura, don Isidoro Bustamante. Su extensión consta de seis y un cuarto almudes, como se expresa en la referida escritura y colinda por el Sur con terreno de don Fidel C. Miñán, por el Este, callejón de por medio, con propiedad del mismo señor Miñán; por el Norte con tierras de los herederos de don Juan Ascaritas y doña Rosenda Mogollón y hermanos; por el Oeste con la hacienda Cubingas de los herederos Vásquez” (14). Con el mismo Notario porteño, a la vista de la prueba, se corrobora que “en Sullana el 4 de marzo de 1913” se inserta el contrato escriturado que dice así: “Extienda usted una escritura pública de venta real y traspaso de dominio perpetuo que yo don Carlos Mogollón Paraza, natural de Piura y vecino de PUEBLO NUEVO, he efectuado a favor de don Santiago Enrique Ruiz, natural de la República de la China, domiciliado en dicho caserío, de una casa de mi propiedad que poseo en el mismo lugar y que he construido en el área de la que me vendió doña Carmen Guzmán viuda de Torres, según escritura de 24 de agosto de 1903 por ante el entonces Juez de Paz de La Huaca, don Alejandro Guzmán”. “Su área es siete varas de frontera por veintiséis varas de fondo, confinando por su frente, con calle Real de por medio la casa de don Santiago Damas, por el respaldo con casa de don Gregorio Jiménez; por el lado derecho calle también de por medio con casa de don Pascual Floriano, y por el lado izquierdo con propiedad de don José Sócola”. “Las paredes divisorias son propias de la finca que se vende y está construida de madera con techo de paja, con sala, cuarto y corral. Sui precio de venta es de doscientos soles fuertes de plata, que los he recibido –dice el vendedor- del comprador a mi total satisfacción” (15). Nótese que el año 1913, en documentos públicos, como el citado, primando la fuerza de la costumbre, aún se le seguía llamando caserío a Pueblo Nuevo, no obstante que desde hacía cinco años legalmente era la capital del distrito de Colán y tenía instaladas las instituciones que le corresponden, entre ellas la Municipalidad y la Gobernación Política. Téngase en consideración que conforme a las costumbres de la época las edificaciones urbanas en Pueblo Nuevo eran a base de materiales rústicos del lugar, como madera, paja, adobe, barro. De otro lado hay certeza que aún el año 1913, Pueblo Nuevo era un centro poblado de una sola calle, la principal, llamada Real. NOTAS.(1)Vicente Rázuri; Evocaciones Norteñas, Pág. 23. (2)Marco Orlando Agurto; El Templo de Pueblo Nuevo de Colán, Pág. 4. (3)Archivo Regional de Piura; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 220, fojas 277 vuelta. (4)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 103, fojas 107, legajo 10. (5)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 2, fojas 1 vuelta, legajo 5. (6)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 517, fojas 484, legajo 6. (7)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 7, fojas 8 vuelta; legajo 7. (8)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 80, fojas 83 vuelta, legajo 10. (9)ARP, Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 3, fojas 2, legajo 10. (10)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 346, fojas 363 vuelta, legajo 10. (11)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, Protocolo del año 1906. (12)Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Año 2005. (13)Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, tomo III, Págs. 331/32. (14)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 48, fojas 54 vuelta, legajo 11. (15)ARP: Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 34, fojas 43, legajo 21. DESCRIPCIÓN DEL CERCADO URBANO.Nos vamos a referir someramente a la descripción del actual cercado urbanístico de Pueblo Nuevo, ciudad capital del distrito de Colán, que fue creado en 1840, hace 168 años, registrando en tan dilatado tiempo hechos valiosos que le han permitido ver nacer a fines del siglo XIX algunos caseríos y dentro de ellos el que es materia de esta descripción de su casco urbano. Dejamos expresa constancia que su plano urbano se trazó por gente conocedora del urbanismo de la época por que planificó la edificación de la ciudad acorde con los lineamientos técnicos básicos, sobre todo frente a un terreno de superficie plana que cuenta con su Plaza de Armas, Edificio Municipal, Iglesia, rodeados por las casas de los vecinos notables. Nótese que en la escritura pública de 22 de noviembre de 1939, extendida en Piura por el Notario Félix S. García Carrasco, se acredita que don Pedro Griceldo Murillo Ordóñez vendió a doña Zoila Baca Saavedra de Albújar el inmueble que a su vez adquirió por compraventa el año 1896 de su otrora dueño don Manuel Arcaya, ubicado con frente a la PLAZA DE ARMAS, lo que confirma que al edificarse Pueblo Nuevo de Colán se hizo ordenadamente con una planificación previamente establecida. I en otra escritura pública imperfecta de 1899 celebrada por el Concejo del Distrito de Colán con José Rosendo Correa se registra como lindero la Capilla, después Iglesia Matriz. El caserío de Pueblo Nuevo gracias a sus atractivos naturales, básicamente la agricultura y ganadería, rápidamente ha evolucionado por los caminos democráticos y la jerarquía política que le ha permitido convertirse en 1908 en capital del Distrito de Colán, que desde hace un siglo consecutivo mantiene hasta hoy. Ahora en el 2008 su casco urbano presenta un extenso plano que es preocupante para los gobernados y gobernantes que se interesan por el consiguiente ordenamiento a fin de conseguir un crecimiento planificado, pues una simple y panorámica observación le da visos de ciudad en continuo cambio y expansión. A propósito ciudad es el “conjunto de edificios y calles, regidas por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas” (1). Ciudad es también el “centro de población organizado como comunidad. La palabra proviene del vocablo latino civitas, que se refería a una comunidad autogobernada. Una de las características del desarrollo urbano moderno es el crecimiento de las zonas suburbiales, que dependen económicamente del núcleo de la ciudad. Gran parte de esta creciente población de las ciudades modernas se aloja en el extrarradio” (2). Geográficamente hablando, de acuerdo con el mapa respectivo, la ciudad que nos ocupa está bañada por las aguas del río Chira y tiene cercanía e influencia del Océano Pacífico. Ambas fuentes naturales propician las canteras de trabajo para sus habitantes que se dedican a los quehaceres agropecuarios y a la pesca artesanal, que generan la industria del transporte que es fluido entre Paita y Piura. También esta rodeada de los vecinos pueblos de Yasila, Paita, El Tablazo, La Ransa, Salinera de Colán, Cara de Gato, San Pedro, La Granja Algarrobillo, Tamarindo, San Felipe de Vichayal, Soledad, Clavijo, La Huaca y Nomara. Entre ellos hay un permanente intercambio material y espiritual con directos e indirectos beneficios para todos (3). De acuerdo con nuestras averiguaciones hemos ubicado en el Archivo Regional de Piura, el primer Libro de Registros Civiles del año 1910, lo que hace suponer que recién este año se estableció la Casa Consistorial de Pueblo Nuevo, en su local situado en la Avenida Bolívar, siendo su Alcalde Accidental don José Ignacio Macharé y Síndicos del Municipio don Pedro A. Pardo y don José Pablo Vásquez. Fue esta Municipalidad la encargada de dirigir el gobierno local para que la ciudad se organice, desarrolle y llegue hasta nuestros días, siempre vistosa y atractiva (4). La Comunidad Campesina San Lucas de Colán, añeja expresión comunitaria de Pueblo Nuevo, tiene su oficina en la calle Salaverry, donde su personal atiende a los comuneros que por diversos trámites administrativos acuden a ella para conseguir los servicios inherentes a la ancestral institución comunitaria. Prueba del auge de la ciudad, tanto en población cuanto en su actividad económica, es que desde hace varios años se instala también en la Avenida Bolívar, arteria principal de Pueblo Nuevo, el Banco de la Nación para atender a los usuarios que requieren de los servicios bancarios a fin de facilitar sus operaciones mercantiles a través de giros o transferencias, cuentas corrientes y de ahorros, pago de impuestos, cobro de sueldos, entre otros servicios. Cuenta la ciudad con establecimientos de educación y salud a fin de brindar a la población estudiantil y a las personas con malestares físicos o psicológicos los correspondientes y básicos servicios educativos y de atención médica que requieren para su buena formación intelectual, moral, física y mental. De otro lado existen los servicios de la Justicia de Paz a fin de solucionar los conflictos de intereses de mínima cuantía que se producen entre los moradores de Pueblo Nuevo. Así mismo tiene su Teniente Gobernador que sirve de enlace para los trámites vinculados al Poder Ejecutivo. Estas autoridades se nombran periódicamente. Es ostensible el servicio social que brindan las religiosas agrupadas en la Congregación Religiosa Hijas de Santa Ana, con establecimiento desde hace varios años en Pueblo Nuevo, que con espíritu cristiano se proyectan a la comunidad para promover la ayuda al prójimo mediante una eficiente orientación y ayuda espiritual y material. El urbanismo como herramienta de la arquitectura, la sociología, la ingeniería civil, en el siglo XXI juega un papel preponderante dentro de las perspectivas de imagen que se utiliza en actividades productivas vale precisar el turismo. Los nativos de Pueblo Nuevo deben tratar de mantener la originalidad de su casco urbano por que es el sello indeleble de su rastro arquitectónico que, como todo acto humano, ha venido evolucionando y debemos mejorarlo sin alterar su estilo tradicional. Se destaca dentro de los bienes públicos su antigua iglesia, capilla en un inicio, que constituye un genuino monumento histórico por sus orígenes arquitectónicos y sus murales internos, por su tradición cristiana y sobre todo por que desde hace más de cien años alberga las almas de los lugareños que acuden a ella en fiel expresión de amor a Dios, en afán de oración, para recibir los servicios espirituales que necesita nuestra cristiandad. El edificio municipal erigido en pleno corazón de la ciudad, Avenida Bolívar, ornamenta su perfil urbano dándole prestancia y vistosidad. Se trata de la casa del pueblo a donde todos los habitantes locales, anexos y foráneos acuden básicamente por servicios de partidas, licencias municipales, trámites sobre declaración de auto avalúo, para el pago de tributos, entre otras gestiones de carácter personal, familiar y social. Su Plaza de Armas es un altar del habitante de este cálido aposento donde está retratado el desarrollo de su vida desde la niñez. Llegar a ella es encontrarse con un álbum de recuerdos imperecederos. Hay que cuidarla para que se mantenga bella, acogedora y albergue con amor a quienes acuden a su cuadrilátero en pos de meditación, sosiego, en busca de consuelo y esperanza. Las tertulias están a la orden del día y los amigos se reúnen para recordar pasados tiempos, alimentar su presente y proyectarse a un mañana con felicidad. Los bienes culturales que se levantan dentro del casco urbano en cuestión, sirven de sano esparcimiento al hombre común y corriente que desde el punto de vista anímico, se alimenta espiritualmente hablando. Dejamos constancia que la Municipalidad de Pueblo Nuevo, a través de sus autoridades, siempre debe estar preocupada por concebir dentro de su capacidad económica un programa que su práctica permita el crecimiento de la familia, que es la célula social, pues promueve la prosperidad y grandeza de nuestra ciudad. NOTAS.(1)Diccionario de la Real Academia de la Lengua, año 2005. (2)Biblioteca de Consulta Encarta, año 2005. (3)Biblioteca de Consulta Encarta, año 2005. (4)ARP; Registros Civiles de Pueblo Nuevo, Año 1910. MÁS PREDIOS AGRÍCOLAS.Demostrando la vocación agrícola de los moradores del Distrito de Colán se verifica una serie de contratos celebrados en diferentes puntos de sus caseríos, que fueron elaborados por el Notario de Paita don Manuel Mendoza. Viene la compraventa escriturada que suscriben en Paita el 28 de febrero de 1896, ante la notaría dirigida por Manuel Mendoza, don Juan Martínez, “indígena de Colán, agricultor”, en calidad de vendedor, y don Miguel García, a nombre de doña Carmen Pulache, como comprador según el correspondiente poder, de un almud de terreno de cultivo radicado en Sarana, jurisdicción del Distrito de Colán, mide 59 varas de frontera por 256 varas de fondo. Son sus linderos, por el oriente con Alejo Prieto, por el poniente con terreno de su hermana Juana Martínez, por el norte con terreno de mi esposa Candelaria Sánchez y por el sur o lado de Colán, con tierras de la familia Leiton” (1). Hay otro singular testimonio escrito de fines del siglo XIX, que ahora nos es útil para poner de manifiesto que “en Pueblo Nuevo de Colán, el 25 de febrero de 1897” a consecuencia de su creciente desarrollo tenía su Juez de Paz de Nominación que era el ciudadano Pedro A. Pardo, quien a falta de notario, celebró la escritura pública imperfecta de compra venta que otorgó “don Vicente Rojas, casado, agricultor, natural de La Huaca y don Dionisio Arica, natural del mismo pueblo y de la misma vecindad y dijeron que el primero vende al segundo un terreno de siembra, ubicado en el sitio La Capilla, jurisdicción de Colán, en la cantidad de cien soles plata nacional, que declara haber recibido el vendedor por parte del comprador a su entera satisfacción” (2). Por el año 1901, 21 de marzo, es el Notario Mendoza, en la plaza de Paita, el encargado de elevar a escritura pública certificando textualmente que actúa como vendedor don Manuel Leiton y como compradores don José Cornejo e hijos, indígenas, vecinos del Distrito de Colán, agricultores. Se trata de la venta del inmueble rústico radicado en Sarana, jurisdicción del expresado Distrito. Tiene 55 varas de de ancho o frontera por 234 varas de fondo. Son sus límites, por el sur, callejón de por medio, con terreno de herederos de quien fue don Juan Camacho; por el norte con tierras de mi hermano don Ascensión Leiton; por el oriente con el predio de don Ventura Chinga; por el poniente con terrenos de don Agustín Leiton. Es de forma cuadrilonga, no tiene gravamen alguno. El precio convenido y pagado por el comprador a mi entera satisfacción, dice el vendedor, es de cincuenta soles de plata fuertes (3). También el Notario porteño, don Manuel Mendoza, expide la escritura de 9 de abril de 1901, sobre la compra de un terreno ubicado en el Distrito de Colán, que celebran en calidad de vendedor don Pablo Reyes Macharé y como comprador don Jacinto Bolo, indígenas de Colán, agricultores. Se trata del lote de terreno de cultivo “de mi pertenencia”, dice el vendedor, “situado en el sitio de Guayaquil de la misma jurisdicción, compuesto de medio almud. Mide de frente cincuenta varas por ciento cincuenta varas de fondo. Son sus límites, por el oriente, callejón Real de por medio, con tierras de don Juan Chinga, alías “Síndico”, por el poniente con las de propiedad de don Manuel Lizama, por el norte con las de mi propiedad que me reservo y por el sur con el predio de los herederos del fallecido don Matías Baca. El precio pactado y que ha sido cancelado es de cuarenta soles plata fuerte (4). Téngase presente que el envejecimiento de San Lucas de Colán, ajeno a la remodelación y crecimiento urbano propio del modernismo, determina que se hable de Pueblo Viejo de Colán (5) mientras nacía Pueblo Nuevo a las finales del siglo decimonono que a inicios del XX tuvo mucha gravitación dentro del desarrollo de la provincia de Paita. Vemos ahora la escritura pública que se levantó en Paita el 6 de julio de 1903 por el Notario Manuel Mendoza, que contiene la compraventa que hizo don Casimiro Nisama, quien dice: “doy en venta perpetua a favor de don Pedro V. Baca un lote de terreno de mi propiedad, situado en el lugar “Barranco de Sarana“, Distrito de Colán, que consta de un almud y medio”. Son sus linderos por el norte con terrenos de don Luis Ramírez y don Juan Astorguiza, por los otros tres lados con propiedad de los herederos de quien fue don Matías Baca. El precio pactado y pagado por el comprador a satisfacción del vendedor es de treinta soles fuertes de plata, que el vendedor ha recibido a su entera satisfacción y por ende renuncia a todo reclamo futuro sobre lesión (6). Tenemos a la vista el documento escriturado que se otorgó en Paita el 2 de noviembre de 1903, ante el nombrado Notario, referido a la compraventa de un terreno rústico. Son los contratantes don Juan Pablo Cornejo y don Francisco Cornejo Caballero, en calidad de vendedores; y, don Dionisio Arica Carmen en condición de comprador, “de un lote de terreno de pan sembrar radicado en el sitio La Capilla, de la jurisdicción de Colán. Por el lado oeste mide 222 varas y linda por ese mismo lado, callejón Real de por medio, con terreno de doña María Camacho; por el oriente con tierras de los herederos de quien fue doña Juana Balta y herederos del finado don Dámaso Queneche, por el norte con propiedad rural de don Juan C. Urbina, por el sur con terrenos de los herederos de quien fue don Pasión Bruno. Consta el terreno de tres almudes y cinco mil varas cuadradas. Declaran los compradores haber recibido el precio del terreno fijado en doscientos soles fuertes de plata, dándose por cancelados sin lugar a reclamo posterior por lesión” (7). Según el documento escriturado celebrado ante el notario nombrado, con fecha junio 28 de 1909, tomamos conocimiento de la compraventa que celebraron en el fundo San Peón, jurisdicción de Colán, doña Teresa Morante viuda de Quezada en calidad de vendedora y don Manuel S. Albújar, en condición de comprador. Consta en el referido documento público que la vendedora “da en venta real y traspaso de dominio perpetuo al comprador, ambos vecinos del distrito, un lote de terreno de cultivo (temporal), radicado en el sitio Infiernillo, Sarana, de este distrito, el que forma parte del lote de mayor extensión que compré a doña Toribia Quezada desde hace más de cuarenta años. No tiene gravamen de ninguna clase y consta de un almud y medio (22,500 varas cuadradas) y tiene las siguientes dimensiones y linderos: Su forma es la de un cuadrilátero que por el lado norte mide 128 varas y confina con la parte de terreno de mi propiedad –dice la vendedora- que me reservo; por el sur mide 123 y ½ varas y limita con terrenos de los señores Hilbck y Sommerkamp que han comprado a don Leonardo Pardo; por el este con 200 varas y limita con el que ya tengo vendido hace fecha a los señores Hilbck y Sommerkamp; por el oeste con 200 varas y confina con propiedades de don José F. Buscal y herederos de quien fue don Manuel Cruz. El precio convenido y pagado es de 30 soles por cada almud, o sea, 45 soles por el lote que ha recibido el adquiriente en efectivo a su entera satisfacción” (8). Hallamos la escritura pública extendida por el Notario de Paita, don Manuel Mendoza, el 27 de setiembre de 1909, por la misma que don Santiago Chuna Cornejo, natural y vecino de Colán, quien actúa en calidad de vendedor: “transfiere a don Miguel Ruesta Benites, el dominio perpetuo de un terreno de cultivo que de mi exclusiva propiedad he poseído en el sitio Guayaquil, de Colán, margen derecha del río de la Chira”. “Mide su área cien varas de frontera por un fondo de sur a norte de ciento cincuenta varas, o sea, un almud, actual medida del país, que forma un cuadrado, colindante por el norte con terrenos de la comunidad; por el sur con tierras de los herederos de quien fue don Pedro Arismendi; por el este con el inmueble rústico de don Juan Pablo Chinga; por el poniente con propiedad de don Rosendo Chiroque. El precio convenido por las partes y pagado por el comprador es de cien soles, que me ha entregado en efectivo”, dice el vendedor (9). A la vista tenemos el instrumento notarial fechado en Paita el 26 de octubre de 1909, que está referido al traspaso de acciones y derechos hereditarios del fundo Cubingas, situado en el distrito de Colán, propiedad de quien fue don José Rudesindo Vásquez y su esposa doña Tomasa Agurto de Vásquez, a quienes le han sucedido sus ocho hijos legítimos y únicos herederos. La primera es doña Rosa Vásquez viuda de Benites quien por haber fallecido la suceden sus hijos Abraham, Alfredo y Rosa María Benites Vásquez, sigue doña Juana M. Vásquez de Maldonado, don José Pablo Vásquez, doña Rosa Flores viuda de Vásquez, doña Tomasa Vásquez de Rentería, señorita Rosa Mercedes Vásquez, doña Feliscar Vásquez viuda de Artadi y doña Gertrudis Vásquez de Rodríguez. Los hermanos Benites Vásquez traspasan a sus tíos las acciones y derechos de su progenitora doña Rosa. El fundo fue valorizado en 3,000 libras peruanas de oro sellado y está libre de gravámenes (10). Ahora tratamos de un acto singular, registrado el 26 de febrero de 1913 por el Notario porteño ya citado, que contiene la protocolización de las escrituras imperfectas de compra venta de terrenos radicados en Colán, que vendieron don Vicente Rojas y otros a favor de don Dionisio Arica en calidad de comprador. El Juez de Primera Instancia de Paita, doctor Domingo Castro L., actuario Modesto Ramos, mediante Resolución del día 20 del mes indicado, se protocoliza en una sola cuerda siete escrituras imperfectas y una privada sobre compromiso de venta de varias porciones de terrenos de cultivo que componen dos lotes ubicados en los sitios La Capilla y Sarana del distrito de Colán otorgadas a su favor por las personas que siguen: 1.-El 25 de febrero de 1897, en Pueblo Nuevo, ante el entonces Juez de Paz don Pedro A. Pardo, vendió don Vicente Rojas un lote de terreno en La Capilla, por el precio de cien soles de plata fuerte. 2.-El 29 de mayo de 1897, ante el entonces Juez de Paz, don José David Vásquez, vende don Manuel Fiestas dos lotes de terreno en La Capilla por cuarenta soles de plata fuerte. 3.-El 14 de julio de 1897, en Colán, ante el entonces Juez de Paz don Isidro Espinosa, se vende por doña María Nicolasa Fiestas, un terreno ubicado en el sitio La Capilla, por el precio de 22 soles de plata fuerte. 4.-El 10 de setiembre de 1897, en Pueblo Nuevo, ante el entonces Juez de Paz don Isidoro Espinosa, don Pedro Ayala vende el predio rústico sito en La Capilla, por el valor de treinta soles de plata fuerte”. 5.-El 26 de abril de 1898, ante el Juez de Paz don José David Vásquez, en Colán, se produce la transferencia de un lotecito de terreno agrícola radicado en La Capilla, que hace doña María Puchulán y sus hijos Eduardo y Juan de Mata Benites, a favor de don Dionisio Arica por el valor de diez soles de plata. 6.-El 26 de abril de 1898, ante el Juez de Paz, don José David Vásquez, venden don Pedro Ayala y don Vicente Rojas, un terreno ubicado en el sitio La Capilla por veintisiete soles. 7.-El 14 de mayo de 1898 ante el mismo Juez, por documento privado don Eduardo y don Juan de Mata Benites, venden un terreno en el sitio La Capilla por el precio de diez soles de plata. 8.-El 13 de setiembre de 1904, ante el entonces Juez de Paz, don Manuel Queneche, en Colán, vende doña Paula Faya viuda de Farías, un terreno en el sitio Sarana, por el precio de cien soles de plata. Todos los predios están ubicados en el distrito de Colán (11). Con fecha 15 de agosto de 1913 se levanta el instrumento notarial que dice así: “Extienda usted en su Registro una escritura pública de la venta real y traspaso de dominio perpetuo que yo don José Florentino Yarlequé Córdova, vecino de Piura, he efectuado a favor de don Nicanor Morán Vargas de un lote de terreno de mi propiedad que poseo en el sitio de Malpaso del distrito de Colán y que hube por herencia de mi señora madre doña Antonia Córdova viuda de Yarlequé, según división practicada con mis demás hermanos y coherederos”. “El terreno que vendo hoy es una zona de diez y media varas de ancho o frontera hacia el río Chira, o poniente, con trece y dos tercios de varas; al otro extremo al oriente un largo de trescientas varas. Son sus linderos por el norte con una sección igual que la he vendido a don Cristóbal Morán por escritura imperfecta del 2 del mes en curso otorgada en San Lucas de Pueblo Nuevo, ante el Juez de Paz de Colán, don José Santos Baca; por el costado sur con la porción adjudicada a mi hermano Tomás Yarlequé; por la cabecera o frontera del poniente con propiedad de los herederos de don Esteban Yarlequé, abuelo mío. Este terreno de pan sembrar lo he vendido por 56 soles plata 25 centavos que el comprador me ha satisfecho en dinero en efectivo y en lo sucesivo nada tengo que reclamar.” (12). En Sullana el día trece de noviembre de 1913, vía notarial, mediante escritura pública se verifica que “comparecieron los señores Ángel Alburqueque Morán, vecino de Pueblo Nuevo de Colán, agricultor, manifestando la ratificación de la compraventa a favor de don Juan Borasino, residente en La Huaca, dejando constancia: 1.-Alburqueque ratifica la venta que tiene hecha a don Juan Borasino de un lote de terreno de cultivo, situado en Tiopaira, en los suburbios de Pueblo Nuevo, jurisdicción de Colán, conforme se puntualiza en la segunda parte de la escritura respectiva. 2.-Borasino, equitativamente y de manera graciosa, ha abonado al vendedor Alburqueque, además del precio de dicha venta la cantidad de cuatrocientos cincuenta soles de plata, por concepto de mejoras que ha implantado en el terreno sin estar obligado a esa indemnización pecuniaria” (13). NOTAS.NOTAS.(1)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 289, fojas 257, legajo 6. (2)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, año 1901. (3)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 52, fojas 55 vuelta, legajo 10. (4)ARP: Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 63, fojas 65 vuelta, legajo 10. (5)Germán Leguía y Martínez; Diccionario Geográfico, Histórico, Estadístico, Etc. del Departamento de Piura, Pág. 224. (6)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 125, fojas 159 vuelta, legajo 7. (7)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 189, fojas 257 vuelta, legajo 7. (8)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 152, fojas 179 vuelta, legajo 12. (9)ARP, Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 237, fojas 291, legajo 12. (10)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 264, fojas 325 vuelta, legajo 12. (11)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 32, fojas 41, legajo 21. (12)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 183, fojas 227, legajo 21. (13)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, acto 272, fojas 353, legajo 21. DESCRIPCIÓN DEL DISTRITO DE COLÁN.El distrito de Colán asentado dentro de la provincia de Paita, también a inicios del fenecido siglo XX, presenta la descripción geográfica siguiente: “El Chira lo atraviesa de E. á O., dividiéndolo en dos partes, llamadas del Norte y del Sur. Esta última es mayor. Limita, al norte, con una extensión de seis leguas, más o menos, con la hacienda de Pariñas, jurisdicción del distrito de Máncora; por el Sur, con terrenos pertenecientes a Paita, capital de la provincia; por el oriente, con Amotape y el Arenal; línea divisoria con éste último es la quebrada de Tahona; y por el poniente, con el mar, en una extensión de cuatro leguas. La población es de 4,020 habitantes: 1720 en la zona norte, y 2,300 en la zona sur. Aquella encierra dos caseríos: 1º. El novísimo, y sin embargo muy importante y alegre, de Vichayal, que ya cuenta con 880 habitantes y es, por tanto, el lugar más poblado del distrito; y 2º. El de Quil. Cerca de Vichayal se hallan la estancia de Vista Florida y la hacienda Paredones. Próximas a Quil se encuentran las estancias de Las Arenas y La Bocana. Resumen de la zona norte: Vichayal 880 habitantes; y, Quil: Las Arenas con 650 y La Bocana con 190, que hacen el total de 1,720 habitantes. Los caseríos de la zona sur son seis: 1º. Colán, antigua capital del distrito, con 170 habitantes. 2º. La Capilla, en que se contiene la hacienda de Cubingas, con 500. 3º. Pueblo Nuevo de Colán con 800. 4º.Sarana, en que se halla la hacienda de San Pedro, con 200. 5º. Guayaquil con 80. 6º.La Bocana con 200 y 7º. Malpaso, con la hacienda La Tahona, con 350, que hacen el total de 2,300 habitantes. Los principales fundos son: Sarana, Quil, Vichayal y Pueblo Nuevo (cuyas tierras subdivididas en pequeños lotes, pertenecen a multitud de propietarios) y las haciendas de San Pedro, Cubingas, Paredones, Infiernillo, la Tahona, y Monte Carmelo. Dos son las industrias del distrito: la agrícola y la salinera; ésta ha desaparecido por consecuencia del estanco; aquella florece (aunque en pequeño, por falta de capitales) gracias a las abundantes corrientes del Chira, sus arboledas laterales, chacras sonrientes, dulces remansos, poéticas canoas e islotes esmeraldinos. Las salinas son varias: la de Colán, a la cabecera sur de la que fue capital del distrito; Jerón, no distante del río, a la margen izquierda de éste, en el caserío de Sarana; una y otra, en la zona meridional; Pozo Cerrado, una legua distante del caserío de Quil, con dirección poniente; y Vichayal, dos leguas y media después, rumbo N. O.; éstas dos últimas, en la zona N., o sea a la derecha del Chira” (1). Así mismo en el distrito de Colán “al llegar el 900 en su suelo no se desarrollaron obras públicas por la ausencia de entereza en sus autoridades. En efecto un categórico informe sostiene: “En este distrito no han podido llevarse a efecto las obras que por indicación de US. debían hacerse, por la desatención del Alcalde, y mala voluntad de servir los intereses del pueblo, a pesar de la buena intención que anima tanto al Gobernador como a los vecinos del lugar, quienes han manifestado su desagrado por los procedimientos del Alcalde, según se informará US. por el oficio que en copia acompaño, pasado por este Despacho al Provincial”. Original contenido tiene el oficio de 28 de Julio de 1900 que Fidel C. Miñán, Alcalde de la Municipalidad de Colán, remitió al Prefecto de Piura, coronel Zapata, que contiene el acuerdo siguiente: “Que en este día se le obsequiase a US. como la mejor manera de consagrar un recuerdo de los elevados conceptos que US. ha sabido inspirar, una tarjeta de oro que a la vez sirva de conmemoración de esta gloriosa fecha, la que US. se servirá admitir juntamente con la copia del acuerdo que la ordenó como prenda de la perdurable y grata memoria que deja US. en este Distrito” (2). En la literatura piurana COLÁN se ubica en la visión de López Albújar como un asentamiento urbano importante por su agua y productos agropecuarios que abastecía a la ciudad porteña. Leamos la cita: “La vida paiteña tenía que ser para el piurano una vida de guarnición, de clausura, mezcla de cuartel y presidio, de privación y disciplina. Además Paita no era entonces como todavía no lo es hoy, fácil para la vida. El agua, la leña y los víveres había que traerlos de Colán, por mar y con gran trabajo y riesgo, haciendo su adquisición más costosa” (3). Por el año 1906 el agua para abastecer a los pobladores de la provincia de Paita se traía de Colán, pero por motivos diversos la calidad del líquido elemento iba de más a menos, lo que preocupó a los usuarios, que dan motivo a que en un periódico porteño se difunda esta crónica: “Agua potable de Colán. Por la carta que se nos ha remitido de este distrito, nos hemos informado de que el agua que se expende en aquel lugar es mala, pésima, o mejor dicho puro lodo, y esto pasa debido a la falta de aseo y lavado de los depósitos. Que tome nota la nueva empresa para que subsane esta falta” (4). También iniciado el año 1906, en sesión de la Honorable Junta Departamental de Piura, cuya acta obra a fojas 187, presidida por Genaro Campos, en la sección “Dictamen 3”, hay la siguiente disposición administrativa: “De la Municipalidad Provincial de Paita, en el expediente sobre tala de montes pertenecientes al Municipio de Colán.- SE ACORDÓ: que el Concejo de Paita requiera al distrital de Colán para que cumpla sus ordenanzas respecto a la tala de los montes pertenecientes a ese Municipio, procediendo contra las personas que los destruyan, sin perjuicio de que el expresado Provincial dicte las medidas más eficaces sobre el particular” (5). Otro documento oficial emana de la Junta Departamental, presidida por el señor Juan Palma, su fecha 30 de enero de 1906, obrante en el Libro de Actas, fojas 199, que en la Sección Dictámenes, registra el texto que se inserta a renglón seguido: “Pasaron a orden del día los siguientes: 2.-Del Inspector de Municipalidades y del Ministerio Fiscal, en el expediente de revisión del Concejo Provincial de Paita, respecto a la personería del Síndico del distrital de Colán, para representarla en juicio. “Orden del día. Declaráronse insubsistentes los acuerdos de dicho Concejo, sobre la personería del Síndico del distrito de Colán, don Cleto Marcelino Castillo, así como sin objeto la revisión interpuesta, acordándose que el expresado Provincial debe limitarse a emitir el informe pedido por el Juez de Primera Instancia de esa Provincia, en el sentido de que el referido Castillo ejercía el cargo o no” (6). El documento público más tardío que se refiere al caserío de Pueblo Nuevo, en vísperas de ser declarada capital del distrito de Colán se produce en la sesión de 20 de julio de 1908, corriente a fojas 509 del libro de actas de la H. Junta Departamental de Piura, presidida por Antenor García, Sección Oficios, Nº 1, que dice así: “Del señor Prefecto del Departamento, trascribiendo uno del señor Subprefecto de la Provincia de Paita, en el que le comunica haberse presentado la epidemia de viruela en los caseríos de “Pueblo Nuevo” y “Vichayal” del distrito de Colán” (7). NOTAS.(1)Germán Leguía y Martínez; Obra Citada, Págs. 223/24. (2)Juan G. Paz Velásquez; Piura en el Novecientos, Pág. 176. (3)Enrique López Albújar; Los Caballeros del Delito, Págs. 141/42. (4)ARP; Sección Hemeroteca, Año 1906. (5)ARP; El Registro Oficial Nº 8, febrero 24 de 1906. (6)ARP; El mismo Registro Nº 11, 17 de marzo de 1906. (7)ARP: El Registro Oficial citado, Nº 35, setiembre 19 de 1908. LA CAPITAL DEL DISTRITO DE COLÁN.Se ha expuesto que las causas del nacimiento de Pueblo Nuevo, hoy centenaria capital del Distrito de Colán, se deben a hechos siniestros que sufrió la ciudad distrital. Más elocuente no puede ser la cita que sigue a renglón seguido: “Destruido Colán por dos grandes incendios, su población emigró a los caseríos próximos; gran parte de ellos construyó el Pueblo Nuevo de Colán”. En otras palabras y a través del tiempo “en 1876 dos incendios se sucedieron y el pueblo en escombros sufrió las consecuencias inmigratorias, abandonando el lar nativo, para guarecer a sus familias en otros caseríos. Así se fundó San Lucas de Colán, cuya capital, Pueblo Nuevo, está casi a las orillas del río. El desamparo fue completo por que apenas se quedaron 170 habitantes” (1). Pueblo Nuevo, conocido e importante caserío del Distrito de Colán, a fines del siglo XIX ya era un asentamiento urbano próspero que organizadamente albergaba a muchos integrantes de la Comunidad de Indígenas de Colán, dedicados en su mayoría a la actividad agrícola. La verdad se abre paso con un documento de insoslayable valor histórico, pues dice así: “En Pueblo Nuevo de Colán, a diez y nueve días del mes de octubre de 1899, el Inspector de Obras Públicas que suscribe, asociado del señor Síndico de Rentas y el Secretario Municipal, nos constituimos en este CASERÍO y dimos posesión al señor José Rosendo Correa de un área de terreno, la que contiene de frente doce varas hacia el occidente y linda con la plaza de este CASERÍO, a su costado derecho mide cuarenta varas y linda con casa de don José Nisama; a su costado izquierdo con un pedazo sobrante de solar, que linda con la IGLESIA del referido caserío; a su espaldar hacia el oriente linda con calle Real y dándose por recibido el expresado señor Correa del área (480 varas cuadradas, agregamos) mencionada de terreno, firmó con nosotros de que certifico. Manuel Coronado, Síndico de Rentas. José N. Sánchez, Secretario Municipal del Distrito de Colán. José R. Correa, adjudicatario”, quien pagó por el predio urbano adquirido el precio de veinte y cuatro soles de plata fuerte. Durante 68 años (1840-1908) el Distrito de Colán tuvo como capital la misma ciudad de Colán. Motivos siniestros, como ya se expuso, y de expansión urbana, desde las postrimerías del siglo XIX, obligan y permiten que se organicen sus pobladores para buscar un nuevo asentamiento que les posibilitara desarrollar con más intensidad sus labores agrícolas. Es así como se afincan en un atractivo asentamiento en el que trazan su casco urbano, que sus autoridades y habitantes celebrando el acto fundacional bautizan con el nombre de Pueblo Nuevo, que se mantiene inalterable, iniciando de inmediato la edificación de esta centenaria capital distrital (2). Tenemos a la mano el texto de la Ley Nº 819, que fue “dada en la sala de sesiones del Congreso en Lima, a los 25 días del mes de octubre de 1908, firmándola Agustín Gamarra, Presidente del Senado. Juan Pardo, Diputado Presidente. José Manuel García, Senador Secretario. Mario Sosa, Diputado Secretario”. En poder del Presidente de la República, don Augusto B. Leguía, con fecha 14 de noviembre de 1908, al referido texto legal, “se puso el cúmplase a la Ley Nº 819 por el Congreso de la República Peruana”, procediendo en acto histórico a su promulgación que designa la capital del distrito de Colán. Su artículo único a la letra dice: “Trasládase la capital del distrito de Colán, en la provincia de Paita, al lugar denominado “Pueblo Nuevo”, que en lo sucesivo se llamará San Lucas” (3). No fue como no podía ser ni fácil ni inmediata la instalación del cabildo y autoridades de carácter político, judicial, educativo, entre otras, en la flamante capital distrital. Pues si bien es cierto la precedente Ley Nº 819, disponía el traslado de dicha capital de Colán a PUEBLO NUEVO, materialmente se necesitaba de una básica infraestructura que requería de un presupuesto económico para edificaciones de establecimientos públicos, que frente al centralismo y la ausencia de rápidos medios de comunicación (nótese que hablamos del año 1908, que el transporte era por vía marítima) que demoró su materialización sin considerar los conflictos sociales y legales de carácter administrativo que se suscitaron entre los pobladores con motivo de la elección del cuerpo edil presidido por José Mercedes Camacho y las reclamaciones efectuadas ante la Municipalidad Provincial de Paita, la H. Junta Departamental de Piura y el Ministerio de Gobierno en Lima, que aprobó la Resolución de 12 de Enero de 1909, evacuada por la citada Municipalidad porteña, declarando válidas las elecciones cabildantes. Entre tanto durante el año 1909, las autoridades siguieron trabajando en Colán, capital primigenia del distrito, y que lo fue desde 1840 hasta después de 1908 por mandato legal. Obsérvese que finalizando el referido 1908, recién la Junta Departamental de Piura, presidida por el señor Gabriel Seminario, con asistencia de los delegados señores Alfageme, Echeandía, Arellano y Camino, en su sesión del 17 de diciembre de 1908, que se registra a fojas 509 del Libro de Actas, leemos lo siguiente: “Punto 6.- Del señor Prefecto, trascribiendo un oficio de la Dirección de Gobierno relativo a la Resolución Suprema que traslada la capital del distrito de Colán al lugar denominado “Pueblo Nuevo”, de la Provincia de Paita”. (4). Tenemos a la vista el texto de la sesión de 16 de febrero de 1909, correspondiente a la Honorable Junta Departamental que en la sección Contribuciones, dice así: “de la Provincia de Paita, Industrial de Colán. Se rebajó a la cuota mínima de S/.5 semestrales la de S/.7.50, fijada a don José Rosendo Correa como comerciante, sin reintegro de lo pagado. Se desechó por extemporánea la solicitud de don Matías Guzmán por la que pide se le exonere de la contribución de S/.5 acotada como camalero” (5). Ahora veamos lo que acontece en la sesión de 5 de marzo de 1909, llevada a cabo en la Honorable Junta Departamental de Piura, y contenida en el Libro de Actas, fojas 547, resolviéndose la apelación elevada por la Municipalidad Provincial de Paita, expone: “Orden del Día. Desaprobáronse las elecciones municipales del Distrito de Colán practicadas en el mes de diciembre último, quedando en consecuencia REVOCADO lo resuelto sobre el particular por el Concejo Provincial de Paita, de conformidad con el dictamen del señor Inspector de Municipalidades, no así con el del señor Fiscal que opina por la aprobación de dichas elecciones” (6). Continuó el conflicto de intereses entre las autoridades municipales de Pueblo Nuevo que no se podían instalar, pues ante la citada Junta Departamental, en la sesión del día 15 de abril, Libro de Actas a fojas 551, leemos: “Expediente. 1.- Enviado por el Concejo Provincial de Paita a mérito de la reconsideración solicitada por el Ditsrital de Colán de lo resuelto por la H. Junta sobre elecciones Municipales del mencionado distrito y caso de denegatoria interpone revisión para ante el Supremo gobierno” (7). Seguimos con el desarrollo de los tediosos trámites administrativos que llegan hasta la capital de la República, según se acredita con la Resolución Suprema de setiembre 30 de 1909, que emana del Ministerio de Gobierno y Policía, Dirección de Gobierno, que trascribimos: “Visto el expediente, relativo a las elecciones municipales practicadas en diciembre próximo pasado para renovar el Concejo distrital de Colán; y. Teniendo en consideración. Que son extemporáneas las tachas opuestas a dichas elecciones, consistentes en defectos del registro de electores municipales, de los que debió reclamarse oportunamente y antes de que comenzara el acto electoral; y Que la circunstancia de haberse visto obligadas las mesas receptoras de sufragio a suspender sus funciones en el tercero de la elección por brevísimo tiempo, para sustraerse a la agresión de que amenazase hacerlas objeto un grupo del pueblo, no es motivo suficiente para anular sus actos en los primeros días, ni se ha comprobado que la suspensión en el tercer día, de la que se dejó constancia en las actas obedeciera al propósito de alterar la votación; Que de acuerdo con lo informado por el oficial primero de la Dirección de Gobierno y con lo expuesto por el Fiscal de la Excelentísima Corte Suprema; SE RESUELVE: REVOCAR el acuerdo de la Junta Departamental de Piura ANULATORIO de las expresadas elecciones, quedando en consecuencia aprobado el del Concejo Provincial de Paita, de 12 de Enero del año en curso, corriente a fojas 59. Regístrese, comuníquese y publíquese. Rúbrica de Su Excelencia, Augusto B. Leguía. Villanueva” (8). Pasados estos tediosos litigios administrativos, continuó vigente la citada norma legal, en la que se expresó: “Colán, hasta hace poco, capital del distrito, ha sido suplantado por una ley que traslada esa capital al llamado Pueblo Nuevo de Colán, bautizado en la misma ley, con el flamante nombre de San Lucas“ (9). La extensión geográfica del distrito que nos ocupa se ve mermada al crearse el distrito de Vichayal, pues “se divide en dos el distrito de Colán, ratificándose como capital del mismo a Pueblo Nuevo, suprimiéndose el nombre de San Lucas” (10). Consecuentemente por imperio de la norma jurídica a Pueblo Nuevo se le suprime el nombre de San Lucas, que ahora definitivamente ya no lo usa en su correspondencia y documentación oficial y privada. Hubo conmoción en el Departamento de Piura el 18 de julio de 1914 frente al siniestro incendió con cuantiosas pérdidas materiales que ocurrió en Colán que terminó con lo poco de prestancia que le quedaba como capital distrital que ostentó desde 1840 y había perdido desde 1908 al trasladarse dicha capital a Pueblo Nuevo. Gran parte de los pobladores colaneros se mudaron para irse a radicar en otros pueblos, entre ellos Paita y Pueblo Nuevo. Una nota dice así: ”El 18 de Julio de 1914 estalló un voraz incendio en Colán que prácticamente consumió a todo el pueblo. Las autoridades de Piura y Paita como medida de emergencia proporcionaron carpas para alojar a la gran cantidad de damnificados y luego se hizo una colecta en toda la provincia” (11). NOTAS.(1)Vicente Rázuri; Evocaciones Norteñas, Pág. 23. (2)ARP, Expedientes Protocolizados de 1906, Notario de Paita, Manuel Mendoza. (3)Germán Leguía y Martínez; Obra Citada, Págs. 227/228. (4)ARP, El Registro Oficial del Departamento de Piura, edición Nº 46, diciembre 12 de 1908. (5)ARP, El Registro citado, edición Nº 23, de junio 19 de 1923. (6)ARP, El Registro Oficial del Departamento de Piura, edición Nº 20, de mayo 22 de 1908. (7)ARP, El Registro glosado, edición Nº 24, de junio 26 de 1908. (8)ARP, El Registro citado, edición Nº 30, de 6 de agosto de 1909. (9)ARP, El mismo Registro, edición Nº 36, de setiembre 30 de 1909. (10)José Albán Ramos; Recuento Histórico Cultural del Departamento de Piura, Pág. 323. (11)Reynaldo Moya Espinosa; Historia de Payta, Pág. 249. COLÁN Y VICHAYAL.Mediante Ley Regional Nº 316, dada en la ciudad de Chiclayo, sede del Congreso Regional del Norte, su fecha 12 de Julio de 1920, se crea el Distrito de Vichayal, siendo Presidente de la República don Augusto B. Leguía Salcedo. Es elocuente el texto legal que pasamos a insertar: “Ley Regional Nº 316. El Presidente de la República. Por cuanto el Congreso Regional del Norte, ha dado la ley siguiente: El Congreso Regional del Norte. CONSIDERANDO: Que el Distrito de Colán, de la Provincia de Paita, se ha desarrollado de tal modo que los diversos pueblos de Paita y caseríos que lo constituyen, han de menester imperiosamente una división atinada para continuar su marcha evolutiva; Que la naturaleza se ha ocupado de establecer esa división por estar cortado el Distrito de Este a Oeste, en partes iguales, por el río Chira, no quedando por lo tanto, otra cosa al Poder Legislativo que consagrarla. Ha dado la siguiente Ley: Art. 1º.- Divídase en dos Distritos el actual de Colán, que se denominarán: Distrito de Colán, con su capital Pueblo Nuevo; y Distrito de Vichayal, con su capital de San Felipe de Vichayal. Art. 2º.-El Distrito de Colán, ubicado en la margen izquierda del río Chira, tendrá los siguientes pueblos y caseríos: Pueblo Nuevo, La Capilla, Colán, Sarana, Mal Paso y Guayaquil, con los límites actuales de esta sección territorial. Art. 3º.-El Distrito de Vichayal, ubicado en la margen derecha del mismo río tendrá así mismo los siguientes pueblos y caseríos: San Felipe de Vichayal, Quil, Las Arenas, Salitral y Paredones, también con sus límites actuales. Art. 4º.-Señálase como límites divisorios entre los dos Distritos, el río Chira, que los separa de E. a O., en dirección de las aguas hacia el mar. Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su cumplimiento. Dado en la sala de sesiones del Congreso Regional del Norte, en Chiclayo, a los 12 días del mes de julio de 1920” (1). Aparece en la página 1, del Registro Oficial del Departamento de Piura, edición Nº 30, “PiuraPerú, Enero 15 de 1920”, el corpus documental de la Resolución Ministerial, fechada el 9 del mes y año citados, que leemos así: “Nómbrese Comisario Rural ad-honorem de Colán, La Huaca y Amotape, en la Provincia de Paita del Departamento de Piura a don Alfredo Valdez, en lugar de don Francisco J. Contreras. Regístrese, comuníquese y anótese. Germán Leguía y Martínez” (2). EL PORQUÉ DE SAN LUCAS.En Pueblo Nuevo de Colán, capital distrital, desde 1908 hasta 1920, por mandato legal durante doce años se llamó San Lucas y aquí en el corazón de su suelo se estableció una importante población que a base del trabajo tesonero de sus hijos viene desarrollando sus objetivos materiales y espirituales. A la luz de las observaciones realizadas, conviene advertir que Pueblo Nuevo heredó el nombre de San Lucas del Distrito de Colán que fue antecedido por el del Santo citado, desde la aurora de la conquista española. Pero concretamente nos planteamos la pregunta ¿el porqué a la capital distrital se le dio el nombre de San Lucas?, que lo ostentó durante algunos años, haciendo honor a la vida cristiana de tan abnegado soldado de Cristo que con su obra bíblica, en su momento contribuyó al crecimiento del cristianismo. Veamos una breve referencia sobre tan magnificó personaje. “La nominación del distrito San Lucas de Colán es un homenaje del pueblo colanero a un distinguido representante de los primeros momentos del cristianismo”. En efecto “San Lucas existió el siglo I d.C., y se indica en el Nuevo Testamento, fue compañero de san Pablo y, al parecer, su fiel amigo durante el encarcelamiento del apóstol (Rom. 16,21; II Tim. 4,11). Según la tradición de la Iglesia, fue médico y autor del libro de los Hechos de los Apóstoles y del tercer Evangelio sinóptico (véase Evangelio según San Lucas). Nada se sabe sobre su lugar de nacimiento ni sobre las circunstancias de su muerte. Es probable que fuera un gentil, pues Pablo le distingue de sus colaboradores judíos (Col. 4,10-14). Pudo haber sido Lucio de Cirene (He. 13,1), es decir, un habitante de Cirenaica, en el noreste de Libia. Como parece indicar el uso de la primera persona del plural en los Hechos de los Apóstoles 16,10-17, y si el autor de los mismos fue el hombre de Macedonia (He. 16,9), Lucas se reunió con Pablo en Tróade, la principal ciudad de la provincia romana de Asia (en la actual Turquía) y, más tarde, le acompañó en su segundo viaje misionero hasta la antigua ciudad Macedonia de Filipos. Allí permaneció Lucas varios años mientras Pablo viajaba por Grecia y Macedonia. Ambos se reunieron de nuevo cuando el apóstol pasó por Filipos en su viaje hacia Jerusalén (He. 20,5-6). A partir de entonces seguramente permaneció con él y es muy probable que le acompañara durante su último encarcelamiento (Flm. 1,24). Es el patrón de médicos, artistas, fabricantes de cerveza y carniceros. Su festividad se celebra el 18 de octubre. El Evangelio según San Lucas fue escrito fundamentalmente para su difusión entre los gentiles. El objetivo declarado del evangelista es el de ser universal, ya que Lucas -más que Mateo y Marcos- intenta situar a la persona y ministerio de Jesús dentro del tiempo y del mundo. Su genealogía de Jesús destaca la importancia universal de Cristo. Los pequeños toques que salpican la totalidad del texto mantienen constantemente este motivo de universalidad ante el lector. Sólo en Lucas puede leerse que llegaron soldados (seguramente gentiles) a ser bautizados por Juan (3,14); ningún otro evangelista mostró preocupación por los samaritanos (9,51-56; 17,1119); y su Evangelio espera el día en que la palabra de Dios sea escuchada y prevalezca entre “todas las naciones” (24,47). También característico de Lucas es su preocupación por las relaciones sociales justas, en especial entre el rico y el pobre; su interés por los pecadores y los parias sociales; y su compasión por la mujer, única entre los evangelistas (7,11-17; 7,36-50; 8,13)” (3). PUEBLO NUEVO Y SUS ANEXOS.Desde hace una centuria Pueblo Nuevo es capital del distrito de Colán, pero por mandato expreso de la Ley Regional Nº 316, su fecha 12 de julio de 1920, sus pueblos y caseríos fueron seis. Ahora invocamos su artículo segundo, cuyo texto a la letra dice: “El Distrito de Colán, ubicado en la margen izquierda del río Chira tendrá los siguientes pueblos y caseríos: Pueblo Nuevo, La Capilla, Colán, Sarana, Malpaso y Guayaquil”. Son los pueblos que definitivamente han hecho y hacen la historia social del centenario Distrito. Por ello, hoy resulta necesario difundir sus nombres para que se conozcan mejor en nuestra colectividad regional. También los nombres de los que se han creado posteriormente como acreditada exigencia del vecindario que carece de vivienda o requiere tenerla más cerca de su centro de trabajo. A partir del año 1920 estos pueblos y caseríos se incorporan desde el punto de vista municipal al gobierno local de Pueblo Nuevo de Colán. Pero por efecto de las leyes naturales en todo tiempo los pueblos también mueren y generalmente se siguen multiplicando. En el caso que nos ocupa ocurre el primer efecto de incremento con el nacimiento de La Esmeralda, que se gesta por su poética playa convertida desde hace más de ocho décadas en atractivo turístico de Colán. Dejamos constancia que el vocablo pueblo en su concepto aplicable a esta cuestión “es la población de menor categoría compuesta por un conjunto de personas de un lugar o gente común y humilde de una población, en este caso del Distrito de Colán”. También es aplicable el término “anexo, que significa unido o agregado a otra cosa” (4). Efectivamente, noveles pueblos se inscriben y están dentro del mapa geográfico de Colán en fiel expresión del crecimiento distrital. Refiriéndonos a Pueblo Nuevo y Colán, dos poblaciones distintas unidas por un común destino, respecto a su desarrollo histórico-social, acotamos que en este capítulo se dice todo lo saltante hasta quedar ambos esculpidos con tinta indeleble a través del tiempo, como legítima obra de sus hijos. Sin embargo, estímese que Colán, por imperio del numeral 191 de nuestra Carta Política de 1993, posee bajo su dirección la municipalidad delegada como instrumento público de su gobierno local con facultades establecidas en la Ley Orgánica de Municipalidades. Por lo tanto tiene el deber de promover la solución de sus propias necesidades aprovechando sus propios recursos a fin de propender su genuino desarrollo material e intelectual en base a sus prioritarias y perentorias obligaciones sociales armonizadas con las posibilidades de su pueblo y la voluntad de sus dirigentes. No podemos dejar de mencionar el caserío La Capilla y puntualizar que se trata de un añejo asentamiento humano colanero que se abre paso por su vecindad luchadora dedicada a las faenas agropecuarias, que trae como resultado la contribución directa y efectiva de sus comuneros que la convierten en un interesante pueblo que gracias a la iniciativa de crecimiento que fomenta su gente ha logrado prosperar y establecer una objetiva línea de planificación urbana y social que disfruta de los servicios públicos básicos. Tenemos información objetiva de la primera década del siglo XX, que dice así: “La Capilla. Caserío del Distrito de Colán, Provincia de Paita. Se halla emplazado a la orilla izquierda del Chira, a la falda inferior del cerro de la Barranca. Corresponde a la zona sur del distrito mencionado. Sus casas se levantan, todas, a la sombra de una dilatada arboleda; circunstancia que imprime en él indefinible encanto. Su temperatura es sana y agradable”. “Es émulo de los caseríos de Pueblo Nuevo (hoy San Lucas) y Vichayal, y está, como ellos, llamado a un porvenir brillante. Tiene 500 habitantes. Su comercio es limitado. Posee una escuela mixta, de local y material escolar insuficiente. En su comprensión radica la hacienda de Cubingas. No faltan otras propiedades de apreciables dimensiones, y existe una faja extensa de ejidos comunales, que permanecen improductivos por consecuencia de una sequía que dura ya veintidós años. Hay, sin embargo en esta región, densos algarrobales, que dan pasto suficiente para el ganado, y aún para la exportación, y que suministran leña en abundancia”. “La región de la Capilla de Colán (que así se la nombra, para distinguirla de sus homónimas) produce, como todas las secciones bañadas por el Chira, maíz, camotes, yucas, en cantidad considerable, plátanos, tumbos, mangos, guanábanas y, en especial, algodón, todo de superior calidad. Tierras anexas al caserío pertenecen a sus dueños Juan P. Chinga, Pablo Julián, Mariano Vivas, Vicente Rojas, Santiago Garrido, Teodoro Miñán, Agapito Farías, Dionisio Arica y herederos de Marcelino Benites” (5). Como genuina explicación de su cristiandad y ostensible espíritu religioso, el caserío mentado tiene uno de los más antiguos templos del Distrito, ya centenario por cierto, pues muchas de las parejas matrimoniales afincadas en La Capilla que se casaban vía civil en la Municipalidad de Pueblo Nuevo, por ejemplo el año 1910, ya se habían casado en la vía canónica en el templo de La Capilla. Sarana, queda claro, como vocablo tiene ascendencia vernacular, vinculado a la toponimia tallán, pues está filiado dentro de las voces que formaron los dialectos tallanes en tiempos prehispánicos. Los lingüistas del Perú ancestral tienen en estos vocablos una labor investigativa por realizar y difundir. Sarana como caserío de Pueblo Nuevo tiene capital importancia por su antiquísima actividad agrícola que objetivamente demuestran sus habitantes, según numerosos testimonios que se citan en este capítulo, dieron la vida al duro trabajo de sus tierras, aprovechando el agua del río Chira. Malpaso y Guayaquil, son pueblos que agrandan la geografía de Colán, pues su existencia reiterada está en documentos públicos que preserva el Archivo Regional de Piura, especialmente en contratos de transferencia de tierras a título oneroso y arrendamiento de las mismas para su producción. La historia los registra como genuinos asentamientos que con el esfuerzo de sus habitantes han hecho posible el crecimiento de la frontera agrícola de la provincia de Paita. A propósito en este capítulo hay reiteradas citas de Malpaso y Guayaquil. Pero con el devenir del tiempo, después de 1920, los anexos van naciendo como expresión del crecimiento demográfico del Distrito de Colán trayendo como resultado que ahora existan a su alrededor nuevos asentamientos humanos en diversos lugares geográficos atendiendo al principio científico que en la vida nada se detiene, la acción dinámica de la sociedad se encamina en proyección geométrica determinando la multiplicidad de hombres y pueblos, sin dejar de considerar que mientras unos nacen otros mueren. Advertimos que seguirán viniendo nuevos asentamientos que incrementaran la relación de los pueblos de Colán. En primer término conviene destacar el nacimiento de La Esmeralda el año 1927 que se convierte en el primer agrupamiento vecinal que se afinca en la famosa e histórica playa conocida en el Departamento, el Perú y el extranjero. No se puede negar que la playa bautizada con el nombre de La Esmeralda, que se levanta majestuosamente en las playas de Colán, es un balneario con su original trazo urbano de incuestionable trascendencia nacional y por que no americana, debido a su espectacular belleza marina. Singularmente destacamos que desde hace más de ochenta años, de muchas maneras tiene palpitante accionar en la vida económica y social de Pueblo Nuevo, la capital del distrito, lo que repercute en su trayectoria cronológica. A través de una serie de apreciaciones objetivas, que emanan de documentos producidos entre 1927 al 30, hay singular testimonio de los residentes veraneantes en Colán, que pasamos a insertarlos para demostrar el nivel social que por esa época presentó el balneario La Esmeralda. Aquí está la relación de los vecinos que se afincaron en la playa durante los meses de verano. Ellos son: Arturo, Ernesto y Fernando García Wicks, tres hermanos, tres familias piuranas cien por cien, que individualmente, llenos de entusiasmo, cada uno de ellos o juntos, levantaron sus viviendas con materiales rústicos de la época, pudiendo señalarse básicamente: madera y caña, incluyendo paredes, puertas y ventanas que fueron revestidas con yeso. También figuran Gabriel Seminario, Miguel Checa, Francisco Guzmán Paz, Gaspar Augusto Yarlequé, Calixto Romero. Hay tres familias de Catacaos que se afincan en La Esmeralda y son: Feijoo, Carrión y Fiol, éste de origen español, que aparecen desde los primeros momentos de la instalación de la playa en calidad de moradores. De otro lado se ubican dentro de los vecinos veraneantes: Manuel Espinosa, Roberto Carrión Pérez. Sigue Juan Helguero y su esposa Ignacia Seminario de Helguero, Rodolfo Bast Schaefer, Francisco Hilbck, Sócrates Balarezo Delta, Guillermo Artaza Pérez, Ernesto Arens Ostendorf, Francisco Urteaga. Históricamente estas familias fundadoras del balneario La Esmeralda de Colán tienen especial presencia y objetiva gravitación dentro de la vida cultural, económica, política y social del Distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo (6). Producto también de la explosión demográfica con efecto manifiesto en el distrito de Colán se alinean nuevos asentamientos que le dan mayor robustez geopolítica. Vamos a precisar a manera de importante complemento de la cara espiritual de Pueblo Nuevo los flamantes espacios que han dado origen al levantamiento de centros urbanos que abonan la creciente presencia de flamantes asentamientos humanos ahora ya constituidos formalmente, permitiéndonos citar a Las Arenas, La Bocana, Nuevo Paraíso, Puerto Pizarro. Sobre Las Arenas, es otro espació geográfico que va creciendo con su población urbana. Se debe remarcar que fue un ámbito agrícola muy floreciente a inicios del siglo XX, pero luego de los años se ha poblado dando lugar a un nuevo caserío del distrito de Colán. Su gente es eminentemente agrícola que se describe así: “Estancia perteneciente al distrito de Colán. Está el caserío en un magnífico plano sobre la zona de médanos. Se cultiva en gran cantidad el algodón, lo mismo que el ricino o higuerilla, cuyo aceite, según se ha dicho, prefieren los tejedores de paja para el trabajo nocturno. La agricultura, como queda expresado, está bastante desarrollada en esta región; y, aunque faltan terrenos de particulares, la mayoría de los que se hallan en cultivo son de propiedad municipal” (7). Respecto a La Bocana de Colán se ha dicho que es “caserío de la zona sur del distrito de Colán, fronterizo al del mismo nombre de la zona norte. Tiene 200 habitantes” (8). De esta objetiva apreciación fluye con claridad meridiana que hay otro caserío La Bocana que está fronterizo a la zona norte, dentro del mismo Distrito. El paso de los años nos promueve al siglo XXI y La Bocana como próspero caserío del mentado Distrito incrementa los lugares urbanos que se levantan en la geografía colanera. Además nos trae agradables estampas que adornan los centros poblados que se alinean en los festejos del centenario de Pueblo Nuevo ostentando el rango capitalino del distrito de Colán. No menos grata, hay que decirlo, es la presencia dentro del mapa distrital de las poblaciones de Nuevo Paraíso y Puerto Pizarro que dan mayor cobertura geográfica a Colán, lo que indudablemente lleva por añadidura la preocupación del Gobierno Local para atender los justos y apremiantes reclamos que formulan sus habitantes para ser atendidos en petitorios razonables y encuadrados dentro de los deberes de la Municipalidad de Pueblo Nuevo. Téngase en consideración que “el cordón de dunas, al sur de la desembocadura, está ocupado por tres caseríos de pescadores o peones de hacienda, según la época y las ofertas de empleo: La Bocana (400 habitantes), Arenas (220 habitantes) y Puerto Pizarro (2,180 habitantes). Colán separado del mar por los terrenos y el cordón de dunas no alberga más de veinte pescadores, a la sombra de su antigua iglesia, pero perpetua, en el siglo XX el nombre de una de las más prestigiosas reducciones indígenas del virreynato, y más allá, del pueblo tallán. Finalmente, en el cordón mismo, los piuranos han construido unos cien chalets” (9). Estos pueblos individualmente y juntos se constituyen en soportes de los habitantes del distrito de Colán que obliga a su capital Pueblo Nuevo, a través de su organismo municipal, a velar por su planificación del “desarrollo urbano y rural de circunscripciones, y ejecutar los planes y programas correspondientes, participando en la gestión de las actividades y servicios inherentes al Estado”, conforme lo puntualiza la vigente Constitución del Estado, artículo 192, incisos 5 y 6. Estimamos que la perseverancia de los gobernantes y gobernados, de pueblos y autoridades en forma conjunta y concierto de voluntades, tendrán que seguir exponiendo sus cuadros de urgentes necesidades, sus metas sociales y la gestión municipal efectiva para el logro de acariciados objetivos en bien de la población. La Isla y La Tahona, son pueblos que se levantan dentro del mapa geográfico del distrito de Colán y en documentos que citamos a los largo de este capítulo se encontrarán a ambos siempre en las actividades agrícolas, que sus hijos fomentan con espíritu de trabajo para buscar el desarrollo material y espiritual de su gente. Con los mejores términos saludamos a todos los asentamientos poblacionales que desde hace un siglo se levantan dentro de la geografía del distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo, augurándole a todos un feliz centenario que les permita mirar el camino del futuro y con trabajo efectivo buscar el bienestar de su familia y por ende del distrito. NOTAS.(1)Archivo Regional de Piura; Hemeroteca, año 1920. (2)Biblioteca de Consulta Microsoft Encarta 2005. (3)Archivo Regional de Piura; Referencias periodísticas. (4)Diccionario de la Real Academia de la Lengua, Año 2005. (5)Germán Leguía y Martínez; Diccionario citado, Pág. 162/63. (6)Compendio de Legislación Peruana, Tomo II. (7)Germán Leguía y Martínez; Diccionario citado, Pág. 76. (8)Germán Leguía y Martínez; Diccionario citado; Pág. 125. (9)Claude Collin Delevaud, Las Regiones Costeñas del Perú, Pág. 305. DOCUMENTOS SOBRE PUEBLO NUEVO DE COLÁN Siguiendo los lineamientos de la investigación histórica, sustentada en documentos archivísticos, después de la respectiva búsqueda realizada en el Archivo Regional de Piura, procedemos a registrar algunos documentos públicos producidos alrededor de los momentos aurorales de Pueblo Nuevo de Colán. Conviene señalar que entendemos por documento “la carta, relación u otro escrito que ilustra acerca de algún hecho principalmente de los históricos” (1), como en el caso que nos ocupa. DOCUMENTOS HISTÓRICOS (2).Conforme existen publicaciones de materiales bibliográficos que ilustran y orientan a los estudiosos de la Historia del Departamento de Piura también hay aunque muy escasamente ediciones de documentos históricos que por estar sustentadas en fuentes primarias permiten al investigador obtener una inapreciable ayuda en sus investigaciones historiográficas que concluyen en la búsqueda y hallazgo de la verdad. Nos vamos a referir a las ediciones de fontanales históricos en nuestro medio geográfico por tratarse de una actividad poco practicada que ya es tiempo de promover y difundir para establecer el progreso de las ciencias históricas en la Región Piura. Es importante que en futuras ediciones de documentos históricos se ponga en práctica, acorde con los rigores y preceptos que norman la profesión de archivero, la fidelidad de la trascripción que como norma básica exige transcribir el texto correcto tal como está concebido y puesto en el papel. Este principio de fidelidad garantiza la utilización científica de las fuentes históricas tempranas y es básica para el estudio crítico de la historia. Ya nos podemos imaginar que un documento que se ha trascrito con errores y al margen de las reglas paleográficas no brinda ninguna garantía para enfocar y reconstruir los hechos pasados con criterio técnico científico. Conviene remarcar que la trascripción literal copiada fielmente a la letra paleográfica, anhela acercarse cuanto más a una fotocopia en sus detalles. Es la más usada en las ediciones de las últimas décadas del siglo XX. La emplean muchos historiadores, institutos históricos, archivos y bibliotecas. DOCUMENTOS SOBRE COLÁN.En nuestra región conocemos tres ediciones de documentos históricos referidos a Colán. Los observamos en forma cronológica. 1.- Bajo el titular: “El Testamento de Don Luis de Colán. Curaca en 1622”, cuya autora es la eminente historiadora nacional, María Rostworowski de Diez Canseco, se publica este original trabajo en la Revista del Museo Nacional Nº XLVI, Lima, Año 1984, que incluye literalmente la postrimera voluntad testamentaria del citado curaca; Págs. 507/37. Al empezar la trascripción paleográfica del testamento, dice así: “Testamento: don Luis de Colán. Fecho para los albaceas, fecho para los autos 24”. Archivo Regional de Piura – Protocolos notariales. Legajo 29. Escribano: Escalante Osorio Antonio. Fecha: 18 de marzo de 1622, corre de fojas 402 a 417 vuelta. Empieza así: “En el nombre de Dios Todo Poderoso amén sepan quantos esta carta vieren como yo don Luis de Colán, cacique principal y Gobernador del pueblo de Colán estando enfermo en la cama y en mi libre juicio y entendimiento natural creyendo como firmemente creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas en un solo Dios verdadero y en todo aquello que tiene, cree y confiesa la Santa Madre Iglesia Católica de Roma, en cuya fe y creencia protesto vivir e morir e tomando como tomo por mi intercesora e abogada a la sacratísima Virgen de el Rosario, Madre de Dios y Señora Nuestra y a todos los Santos de la corte del cielo para que rueguen a su precioso hijo sea servido perdonar mis pecados deseando poner mi ánima en carrera de salvación temiéndome de la muerte que es cosa natural a toda criatura viviente hago e ordeno mi testamento en la forma e manera siguiente”. Ahora viene la parte final: “-Ytem demás de los albaceas que deja nombrados por el dicho su testamento nombra también por su albacea con lo demás a el presente Francisco Ruiz presbítero beneficiado de el pueblo de Payta el qual con los demás ynsolidum debajo de la dicha mancomunidad pueda usar el dicho albaceazgo e le pide lo acepte por amor de Dios las quales dichas cláusulas por vía del codicilo o en aquellas vía forma que aya lugar de derecho quiere se guarden e cumplan con las del dicho su testamento porque anssi es su voluntad e lo firmo siendo testigos Pedro Marmolejo, Diego Moreno e Juan Matheos, residentes en este dicho pueblo –e mando su, su, su, el, dice y testado yo, yo, yo- en la cama…(Rúbricas)”. Se trata de un documento notarial del año 1622, que aún se preserva en el Archivo Regional de Piura, que ahora publicado tiene la categoría de histórico y está referido al añejo distrito de San Lucas de Colán, de existencia milenaria. 2.-Dentro de la obra “Conflictos por el poder en Colán, Siglos XVII-XVIII”, de Oswaldo Fernández Villegas, hallamos en las páginas 44/64 interesantes procesos judiciales relacionados con la vida de los caciques de Colán. Se tramitaron en el pueblo de San Lucas de Colán. 2.1.-En primer término se describe el “expediente seguido por el Protector de Naturales en nombre de don Diego Pablo, hermano de don Miguel, de una real provisión despachada por el Superior Gobierno que consta de un asiento para los nombrados. San Miguel de Piura 17 de mayo de 1680. Concluido el 3 de junio de 1680”. Se advierte las testimoniales de los nativos que deponen en la causa. Ellos son: Juan Nore, indio de la parcialidad de Camacho; Lorenzo Lequernaque, indio de la parcialidad de Malacas; Juan Llongo, indio de Colán; Juan Chagnaqué, de la parcialidad de Guaura. Fuente: Archivo Regional de Piura (ARP). Serie Corregimiento, Causas Ordinarias. Legajo 14, Expediente Nº 258. Año 1680. Versión paleográfica: Oswaldo Fernández Villegas. 2.2.-Vienen los “autos de don Gonzalo Nisama contra don Francisco Nisama sobre el asiento de la Iglesia de Pueblo de Colán. Fuente: Archivo Regional de Piura (ARP). Serie: Corregimiento, Causas Ordinarias. Legajo 19 Nº 369. Año 1700. 40 folios útiles. Versión paleográfica: Oswaldo Fernández Villegas. Se advierte que formula la petición “don Luis de Saavedra, Protector de Naturales desta ciudad y su jurisdicción en nombre de don Gonzalo Nisama, don Ramón y don Bartolomé Nisama, hijos legítimos y herederos de los derechos y acciones de don Gonzalo Nisama, quien gozó siempre en la iglesia del dicho pueblo de asiento en un banco él y los dichos sus hijos…, ynmediato y sucesivo al de don Domingo Nisama, Cacique de las parcialidades de Vitonera y Nisama…”. Se enumeran las testimoniales de Gonzalo Nisama, Pablo Gutiérrez, Luis Parasa, Juan Francisco, Thomás Arévalo. Juan Ytache, Juan Tangre, Pablo Esna y Salvador Argüelles, todos vecinos de San Lucas de Colán. 2.3.-Un tercer proceso, denominado “Expediente seguido por don Santiago Parasa sobre que se le otorgue títulos de una casa casical en el pueblo de Colán dejado por el difunto de su padre don Baltasar Parasa Cacique Gobernador de Colán. San Miguel de Piura. Fuente: Archivo Regional de Piura (ARP). Serie: Intendencias, Causas Ordinarias, Legajo 7, Expediente Nº 114. Año 1790, 13 folios útiles. Versión paleográfica: Oswaldo Villegas Fernández. Estos documentos son fuentes que están ubicadas dentro del primer escalón del conocimiento histórico. Luego, por expreso imperio de la Ley de Defensa, Conservación e Incremento del Patrimonio Documental de la Nación, los preserva el Archivo Regional de Piura. 3.-El Concejo Provincial de Piura, expresión democrática de la voluntad popular, el año 1973, con motivo de celebrar la ciudad el 441 aniversario de su fundación hispánica, ocurrida en 1532, a través de la Inspección de Cultura y Civismo en la XXI “SEMANA DE PIURA”, editó bajo el titular “DOCUMENTOS HISTÓRICOS”, sustanciales manuscritos de los pueblo de la región. 3.1.-Colán: Jura guardar la Constitución. En las páginas 32/33 corre el acta de Jura de la Constitución, que dice así: “En la ciudad de San Miguel de Piura, a dos de enero de 1827, en conformidad de lo resuelto en el art. 8 del Supremo Decreto de 30 de noviembre último, y de lo mandado por esta Vicaria, se reunieron en ella los señores Curas Rector de la Iglesia Matriz de esta ciudad, D. Casimiro de la Sota, D, Francisco de la Sota, Cura de Tumbes, D. José Mercedes Espinosa, Cura de Morropón, Presbítero D. Fernando Salazar, Juez Eclesiástico de la Provincia, Presbíteros D. Carlos Cáceres y D. Francisco Javier del Villar y los RR. PP. Prelados Fr. Juan Orno, Guardián de San Francisco, Fr. Martín Cárdenas, Presidente del Convento de la Merced y Fr. Francisco de la Natividad, Vicepresidente del Convento-Hospital de Belén, y habiendo el Sr. Vicario hecho entender el motivo porque habían sido congregados, prestó el mismo Sr. Vicario el juramento, que yo el presente Notario le recibí, y lo hizo poniendo la mano derecha sobre el libro de los Santos Evangelios en esta forma. ¿JURÁIS A DIOS Y POR LOS SANTOS EVANGELIOS, GUARDAR LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA PERUANA, que ha sancionado la Nación y obedecer al Gobierno? Si así lo hiciereis Dios os premie, y sino os lo demande, y seréis responsable conforme a las leyes. El juramentado, respondió: SI JURO. Y en seguida dicho Sr. Vicario les recibió el juramento a los Sres. Curas Prelados y demás Eclesiásticos, expresándoles en la propia forma. Concluido este acto, pasaron a la Iglesia Matriz a la misa de gracias, firmando esta acta. Firmaron los sacerdotes Tomás Dieguez y demás citados”. “Sigue el acta de juramento hecho en Colán por el Párroco, José María Arrunátegui, en presencia del Alcalde, José Aniceto Nizama y el Notario, Juan Alejos Leyton, el 13 de enero del mismo año”. 3.2.-Sigue en la página 35, la carta del texto literal que insertamos: “Trujillo, Marzo de 1830. Al Señor Vicario de la Provincia de Piura. Por el último correo de la capital recibí la orden suprema del tenor siguiente: República Peruana – Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores – Casa de Gobierno de Chorrillos a 22 de Febrero de 1830. He tenido el honor de presentar a S. E. el Presidente la nota de V. S. 12 del que rige en que manifiesta las inculpaciones que le ha hecho el Prefecto de ese Departamento, relativamente a la entrega que Fr. José María Robira debió hacer al Cura de PAITA Y COLÁN de la iglesia y casa-hospicio supreso de dicho pueblo, e impuesto de ella y del expediente que la acompaña, me han mandado S. E., después de haber aprobado las medidas tomadas por aquella Prefectura sobre la materia, asegurar a V. E. que distante de tener motivo alguno para dudar de su puntualidad en cumplir las órdenes supremas, queda satisfecho de la acrisolada pureza de conducta de V. S.- Dios guarde a V. S. Firmado: J. M. Pando”. COMENTARIOS.Los testimonios glosados son la fiel expresión de los documentos históricos de Colán que han sido difundidos a nivel local, provincial, departamental, nacional e internacional que permiten conocer puntuales aspectos de sus ayeres centenarios, obedeciendo el principio de literalidad, es decir, tal como se escribieron en su momento y que ahora en el siglo XXI sirven a los estudiosos del pretérito nuestro para amparar a la luz de la investigación histórico-social nuevas facetas del tema regional. También son estudiados por los profesores de la región, alumnos de los colegios y universitarios que acceden a su consulta y lectura para conocer nuestro pretérito histórico y formular sus puntos de vista en cumplimiento de sus tareas pertinentes. Los dos primeros tienen sus fuentes en el Archivo Regional de Piura y el tercero en el Archivo Eclesiástico que administró la Iglesia Matriz de Piura y ahora lo custodia el Arzobispado de Piura, en su Archivo Central. En estos repositorios se preservan para su protección decenas de papeles archivísticos de origen colonial y republicano, que los investigadores pueden consultar, examinar y descubrir nuevas fuentes archivísticas referidas al Distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo y proceder a la respectiva publicación, que es el fin supremo de la investigación histórica social. NOTAS.(1)Diccionario de la Real Academia, Año 2005. (2)Juan G. Paz Velásquez; Ediciones de Documentos Históricos, Revista Época Nº 167, Pág. 21. PRIMEROS REGISTROS CIVILES DE PUEBLO NUEVO Siempre alimentados en el ámbito de las fuentes primarias, me refiero al Archivo Regional de Piura, hemos consultado documentos inherentes a los Registros Civiles del distrito de Colán que nos han permitido conocer información producida por la Municipalidad de la capital distrital, que afectuosamente con sus moradores celebra cien años de tradición familiar y social engalanados con un hondo mensaje cívico y paralelamente con un marcado progreso que lo ubica como uno de los distritos más importantes de la provincia de Paita, del Departamento de Piura y del norte peruano, amén de su centenaria categoría política de Distrito del Perú. La consulta de esta fuente manuscrita que hemos escudriñado tesoneramente nos dan la satisfacción del deber cumplido, toda vez que ha hecho posible tener una mejor visión documental que orienta positivamente la misión que nos hemos propuesto desarrollar, la misma que está plasmada a través de esta encomiable tarea investigativa. Es nuestro propósito, partiendo de esta premisa, es alcanzar resultados objetivos y por ende útiles a la posterioridad histórica regional, sobre todo ahora que son necesarias a Pueblo Nuevo al celebrar un siglo de su designación legal como capital del distrito de Colán. Bien sabemos que los Registros Civiles son fuente basilar para la estadística de los pueblos así como para la genealogía, la historia, la economía y otras ciencias sociales, que nos permite conocer a través de los libros de nacimientos, las personas nacidas en una ciudad y sus ascendientes, en suma la familia como base de la sociedad. De otro lado estas fuentes son útiles para establecer una serie de criterios de orden social, económico, cultural, moral, verbigracia observar con exactitud la cantidad de hombres y mujeres que nacen en ella, a fin de que los gobernantes preparen básicamente ambientes en los que se van a educar y atender médicamente a estos nuevos habitantes y de esta manera lograr la formación de una sociedad capacitada física, síquica y moralmente y por ende apta primero para la educación y educada contribuir a la producción económica y desarrollo sostenido. De esta manera, los habitantes gozando de buena salud, desarrollarán materialmente con conocimiento intelectual que les hará posible estar capacitados para trabajar al servicio de su comunidad, dando lo mejor de si mismo para contribuir al progreso de su pueblo. También están los libros de matrimonio civil que sirven para reflejar las nuevas familias que se van constituyendo dentro del marco legal en las ciudades que, acorde con los lineamientos de orden jurídico, dan origen a un cuadro de necesidades para la nueva colectividad que plantea justas soluciones, más aún cuando esas necesidades se van incrementando y modernizando en concordancia con la tecnología que vive el mundo. El crecimiento familiar que se inicia con el matrimonio y luego se integran los hijos plantea la necesidad de vivienda para la nueva familia que es necesario satisfacer por que la formación de ella, desde todo punto de vista exige privacidad para su mejor conducción evitando la injerencia de familiares y amigos que muchas veces resultan perjudiciales. De esta forma van creciendo las ciudades, como es el caso de Pueblo Nuevo que como caserío se inicia con la calle Real y ahora tiene decenas de calles y miles de casas. Los libros de defunción son aquellos en los que se registran el fallecimiento de las personas de una comunidad que se fueron a mejor vida. Estos documentos son estudiados y analizados en estadística para saber de que enfermedad mueren, la edad, sexo, estado civil, profesión u ocupación, entre otros datos básicos de interés social que establecen nuevos derroteros para contribuir a la seguridad social de los pueblos. PARTIDAS DE NACIMIENTO.Ubicamos el Libro de Nacimientos Nº 1, escoltado por el acta que leemos así: “En San Lucas de Colán a primero de Enero de mil novecientos diez, el Alcalde Accidental Don José Ignacio Macharé, con asistencia de los Señores Síndicos del Municipio, Don Pedro A. Pardo y Don José Pablo Vásquez y de los cuatro testigos vecinos de la localidad se procedió a abrir este Libro de Registro de Nacidos para el año de mil novecientos diez, en conformidad con la ley. En fe de lo cual se sentó la presente acta que firmaron el señor Alcalde Accidental, Síndicos y testigos. Un sello que dice: Concejo Municipal del Distrito Colán.- San Lucas”. Bueno es considerar que el mentado Alcalde Accidental, don José Ignacio Macharé ejerció el cargo de burgomaestre hasta junio de de 1912, siendo reemplazado a partir del mes y año ya citados por don Pedro V. Baca. La partida bajo número uno, presenta el cuerpo literal siguiente: “En San Lucas de Colán, siendo las once de la mañana del día 16 de enero de 1910, ante esta Alcaldía Municipal, se presentó don Carlos Manuel Luna, de 25 años de edad, soltero, comerciante, natural de La Huaca, domiciliado en la calle principal, casa sin número y manifestó un niño nacido el día 29 de noviembre de 1909, a las dos de la mañana en el lugar expresado, llamado Juan de la Cruz Luna Carrasco, hijo natural del recurrente que conforme a ley expresa su voluntad de reconocerlo; y de doña Mercedes Carrasco, de 30 años de edad, soltera, costurera, natural de La Huaca. Presentó como testigos a Don Floro Zapata, de 28 años de edad, casado, agricultor y a Don Ernesto Guerra, de 20 años de edad, soltero, agricultor. En fe de lo cual firmaron el Alcalde, el declarante y los dos testigos”. Pasamos a la partida Nº 97, de fecha 23 de diciembre de 1910, que consigna los datos de rigor para registrar la de nacimiento que corresponde a Diego Martínez. Siendo el “declarante don Miguel Segundo Martínez, de 36 años de edad, casado, agricultor, natural de Loja, Ecuador, quien manifestó un niño nacido el día 23 de noviembre de 1910, a las 6 de la mañana, en el sitio Quil, Colán…hijo legítimo del declarante y de doña Eloísa Buscal, natural del lugar, casada, costurera”. Ahora citamos el Libro Nº 2, pasando a registrar la partida de nacimiento Nº 64, que dice: “En San Lucas de Colán a las 8 de la mañana del día cuatro de enero de mil novecientos doce, se presentó ante esta Alcaldía del Concejo Municipal de Colán a cargo de don José Ignacio Macharé, don Ezequiel Cruz, de 37 años de edad, soltero, de profesión agricultor, natural de este Distrito, domiciliado en la calle de esta capital sin número; quien manifestó un varón nacido el día 24 de noviembre próximo pasado a las doce del día en la calle de esta capital, llamado Carlos, hijo natural del declarante, vecino de este distrito y de doña Abelarda Arévalo”. Llegamos a la partida Nº 60, que tiene el tenor literal siguiente: “En San Lucas de Colán a 2 de julio de 1912, ante esta Alcaldía, a cargo del Alcalde señor Pedro V. Baca, compareció don Manuel Reyes, natural de Sullana y residente en este lugar, de 23 años de edad, soltero, sastre y manifestó: un varón nacido el 12 de junio último, a las doce de la noche, en esta capital de distrito, llamado José del Carmen, hijo legítimo del declarante y de doña Isabel Ramírez, de 18 años de edad, natural de Sullana, soltera, costurera. Fueron padrinos don Nicolás Yarlequé y Tomasa Zapata. Presentó como testigos a don Gregorio Jiménez, de 48 años de edad, casado y comerciante y a don Luis Beltrán Guevara, de 39 años de edad, soltero, comerciante. En fe de lo cual firmaron conmigo el Alcalde, el declarante y testigos”. Sírvanse apreciar, estimados lectores, que también fue costumbre de la época consignar en las partidas de nacimiento los padrinos del niño o niña inscrita que acredita habían sido bautizados dentro de la fe cristiana, es decir, y por ende al registrar su natalicio ya habían adquirido el sacramento bautismal. Sigue la Nº 194 de este Libro del año 1912, que se abre así: “En Colán a 28 de octubre de 1912, se presentó ante esta Alcaldía del Concejo Municipal de Colán, Don Dionisio Arica, de 43 años, natural de La Huaca y domiciliado en La Capilla, declaró que el 6 de setiembre último, nació la niña llamada María Regina, hija legítima del declarante y de doña Clementina Dioses”. Tenemos a la mano el Libro de Nacimiento correspondiente al año 1920, que nos permite registrar la Nº 131, bajo el texto siguiente: “Hoy a la diez y media de la mañana del día 10 de diciembre de 1920, se presentó en esta sección de Registro del Estado Civil y Estadística del Concejo Distrital de San Lucas de Colán, don Luis de la Cruz, natural de Colán, de profesión agricultor y manifestó un niño nacido el día 4 de setiembre del año en curso, llamado José de la Rosa de la Cruz Arguello, hijo del declarante y de doña Trinidad Arguello. Testigos: Manuel Medrano y Francisco Yamunaqué. Alcalde: Pedro G. Murillo. Dentro del folio 143 obra la partida de nacimiento bajo este mismo numeral de la que obtenemos esta información: “Concejo Distrital de San Lucas de Colán, se registra la partida de nacimiento sentada el 31 de diciembre de 1921, por don Ramón Pasache, natural de Catacaos, y manifestó una niña nacida el 26 de diciembre de 1921, llamada Macaria, hija del declarante y de Guadalupe Imán. Testigos: José María Rivas y Andrés A. Colán. Alcalde: Pedro G. Murillo”. Hay otra partida que corresponde al año 1923. Se trata de la Nº 7, levantada: “En San Lucas de Colán, a las 4 de la tarde del día 31 de enero de 1923, se presentó ante el Concejo Distrital de San Lucas de Colán, don Juan Pablo Urbina y manifestó una niña nacida el día 23 del presente en La Capilla, llamada Rosa Elena Urbina Zapata, hija del declarante y de doña Julia Zapata Macharé. Testigos: Lizandro Bruno e Isaac Vargas. Alcalde: Felipe S. Vargas. Aquí está el Libro de Nacimientos del año 1931. Veamos: “En San Lucas de Colán a primero de enero de 1931, reunidos en esta Casa Municipal de este Distrito, yo Pedro A. Luna, Alcalde del H. Concejo asociado de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos para dejar abierto el presente Libro Registro Duplicado de Nacimientos para el año en curso. En fe de lo cual firmaron conmigo los citados señores Síndicos y testigos. Un sello: Concejo Municipal del Distrito de Colán”. Veamos el Folio 1, partida Nº 1: “Hoy a las nueve de la mañana del día 15 de enero de 1931, se presentó ante esta Alcaldía del Concejo Distrital de Pueblo Nuevo, de la Provincia de Paita, Piura (Perú), don Pedro Dioses, natural de Sechura, domiciliado en Pueblo Nuevo de Colán y manifestó un varón nacido el día 7 del actual mes y año, llamado Félix, hijo del declarante y de Sebastiana Dioses. Testigos: Trinidad Yovera y Floro Zapata. Alcalde: Pedro A. Luna. Ahora insertamos el acta de cierre que ubicamos en la página final del Registro Civil en cuestión, correspondiente al Concejo Distrital de Pueblo Nuevo. “En San Lucas de Colán a 31 de diciembre de 1931, reunidos en el Concejo Distrital, yo Pedro A. Luna, Alcalde del Concejo Distrital, asociado de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos y vecinos notables del lugar, se procedió a extender la presente acta para dejar cerrado este Libro Registro Duplicado de Nacimientos el cual consta de 153 folios o partidas útiles y 48 en blanco. En fe de lo cual firmaron conmigo los señores Síndicos y testigos”. El año 1951, con fecha 7 de enero, siendo burgomaestre de Pueblo Nuevo don José M. Leyton Morán y Teniente Alcalde don Ruperto Rojas; los Síndicos de Gastos y Rentas don Santiago Piedra y don Francisco Ayala Nizama, se reúnen a fin de registrar el acta de su propósito que acredite queda abierto el Duplicado del Libro de Nacimientos del año 1951. La partida Nº 1, también lleva fecha 7 de enero y consigna el nacimiento de don Luciano Floriano, hijo de don P. Floriano y Matilde Castillo. Testigos: don Matías Chunga Villegas y don Pablo Gómez Canales. Alcalde: J. M. Leyton Morán. Pasamos al año 1952, cuya acta de apertura del Duplicado del Libro de Nacimientos Nº 32, se hizo con fecha 7 de enero, siendo alcalde el mismo señor Leyton Morán. La partida de nacimiento Nº 396, de 30 de diciembre de 1952, corresponde a don Gabino Namuche Imán, siendo sus progenitores don Juan Namuche V. y doña Margarita Imán. Actúan como testigos don Manuel Leyton Ruidías, domiciliado en calle Sucre; y, don Máximo Leyton R., residente en la misma calle. Con el Libro de Nacimientos de los Registros Civiles de la Municipalidad de Pueblo Nuevo de Colán, correspondiente al año 1954, siendo Alcalde don Carlos Palacios Castillo, se advierte la Partida Nº 1, que pertenece al ciudadano don Vicente Flores Pardo, nacido el día 5 de enero. Fueron sus padres don Sebastián Flores y doña Etelbina Pardo. Intervienen en calidad de testigos los señores Julio Carrasco Castillo, afincado en la calle Bolívar, y Máximo Leyton R., residente en calle San Martín, de este cercado”. El Libro de Nacimientos Nº 43, es el que se utilizó el año 1959, siendo Alcalde de Pueblo Nuevo de Colán, don Juan Francisco Lippe Zapata, que según acta de apertura se abrió el día 7 de enero. La primera partida que se inscribió está fechada el día 8 y corresponde a doña Ceverina Martínez Alvines. Son sus progenitores don Andrés Martínez Saavedra y doña Baltazara Alvines Morales. Se anotan como testigos los vecinos y hermanos Cristóbal y Andrés Camacho de la Cruz, residentes en la calle Sucre. El acta de cierre del libro en mención, la firman el día 31 de diciembre el mentado burgomaestre y los Síndicos de Gastos y de Rentas, señores Ruperto Rojas y José L. Correa. PARTIDAS DE MATRIMONIO.Conforme a las costumbres de la época, por mandato expreso de la legislación vigente en ese entonces, a nivel nacional, el matrimonio canónico a parte que era obligatorio y primero que el civil, tenía valor jurídico para aspectos familiares incluyendo deberes y derechos de los cónyuges, obligaciones con los hijos, derecho alimentario, herencia, etc. Conviene destacar que durante el año 1910 se registran seis matrimonios civiles por parejas que previamente habían registrado su matrimonio canónico. Por eso advertimos que en las partidas de matrimonio civil que pasamos a registrar, los contrayentes ya habían contraído el religioso. Así queda demostrado con la verificación que hacemos en las partidas que siguen: Libro de Partidas de Matrimonio Nº 1, Año 1910. Pueblo Nuevo de Colán. Registro Duplicado de Matrimonios del Concejo Municipal del Distrito de Colán. Se abre con el acta fechada “el primero de enero de 1910, levantada en San Lucas de Colán, que al igual que en el Libro de Nacimientos, interviene el Alcalde Accidental, don José Ignacio Macharé, con asistencia de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos de esta Municipalidad y de los cuatro testigos mayores y vecinos de la localidad…”. Aquí está la partida de matrimonio Nº 1, que empieza así: “En San Lucas, capital del Distrito de Colán, siendo las cuatro de la tarde del día 16 de abril de 1910, ante mi el Alcalde Accidental del H. Concejo Distrital, don José Ignacio Macharé, fueron presentes Don Fernando Espinoza, de 24 años deidad, hijo natural de Don Santiago Espinoza y de Doña Benedicta Arévalo, natural del lugar, vecino y domiciliado en Quil de este Distrito y de profesión agricultor; y, Doña Teresa Eufemia Sánchez, de 22 años de edad, hija legítima de Don José Nicolás Sánchez, y de Doña Rosa Panta, natural del lugar, domiciliada en Quil, de este Distrito, y de profesión institutriz de Instrucción Primaria; manifestaron que el día 10 del presente contrajeron matrimonio conforme al rito católico en la Iglesia de San Lucas, ante el Reverendo Padre Agustín María Godoy: sirviendo de padrinos el Señor José Nicolás Sánchez y su esposa Rosa Panta. Testigos: Jorge Nisama y Francisco García y firmaron, el Alcalde, los contrayentes y los testigos”. La partida Nº 2, como podemos apreciar, se registra el 8 de agosto de 1910, en San Lucas, capital del Distrito de Colán entre Juan Manuel Queneche Codarlupo y Mercedes Panta Savalú, que sirve para demostrar que en la Iglesia Matriz de Pueblo Nuevo se casaron vía eclesiástica el 22 de abril de 1906, que es prueba fehaciente para exponer que desde esta fecha, hace más de un siglo, ya en el citado templo cristiano se celebraban matrimonios canónicos. Viene la Partida Nº 3, su texto aquí está: “En San Lucas de Colán, capital del Distrito de Colán el 18 de agosto de 1910, se casaron don Pedro Andrés Luna, de 30 años de edad, de profesión agricultor, natural de Amotape, hijo legítimo de don José Luna Olarte y doña Carmen Mogollón; y doña Felicia Peralta, de 20 años de edad, natural de La Huaca, hija de don José Lino Peralta y doña Juana Oballe; quienes manifestaron que el doce del presente mes se casaron en la Iglesia de esta capital ante el Reverendo Padre Fray Agustín María Godoy. Fueron Padrinos: Pedro Murillo y su esposa”. Pasamos a insertar la partida Nº 4, que acredita “el día 20 de agosto de 1910, en la Casa Municipal de San Lucas de Colán, capital distrital, fueron presentes don Pedro García Sócola, natural de Tangarará-Sullana y Catalina Chamba Cuenca, natural de Pózol, Ecuador, se casaron en la vía civil y el canónico el día 5 de febrero de 1910 en la Iglesia de esta Capital, ante el Reverendo Padre Fray Agustín María Godoy. Fueron Padrinos don Juan Manuel Queneche y doña Anastasia Olaya”. Presentamos el texto que corresponde a la partida de matrimonio civil Nº 5. Leamos: “En San Lucas, capital del Distrito de Colán, el 8 de octubre de 1910, ante el Alcalde Accidental del Honorable Concejo Distrital, fueron presentes don Manuel Quirino Bruno Queneche y doña Francisca Castillo, quienes dejaron constancia que se casaron el 2 del presente en la Iglesia del Caserío de La Capilla, de este Distrito, ante el Cura Señor Evaristo Pérez Santos. Fueron Padrinos: Juan Manuel Queneche y su esposa Mercedes Panta de Queneche”. Enseguida insertamos el corpus literal de la partida matrimonial Nº 6. Veamos su contenido textual: “En San Lucas de Colán el 21 de octubre de 1910, ante el Alcalde Accidental del Honorable Concejo Distrital, fueron presentes, don José Alberto Chiroque More; y doña Teófila de la Cruz Leyton, quienes contrajeron matrimonio en la Iglesia de Colán ante el Cura Doctor Evaristo Pérez Santos. Fueron los padrinos: Leonardo Pardo y su esposa Isidoro Crisóstomo. Ahora ingresamos al documento final del Libro que es el Acta de Cierre, que tiene el cuerpo textual siguiente: “En San Lucas, capital del Distrito de Colán, a los 31 días del mes de diciembre de 1910, el Alcalde señor José Ignacio Macharé con asistencia de los Síndicos de Rentas y de Gastos, los señores Pedro A. Pardo y José Pablo Vásquez, respectivamente, y los testigos de la localidad, se procedió a cerrar el presente Libro Duplicado de Registro de Matrimonios de este Honorable Concejo Distrital, en el cual constan desde la foja número uno a la foja número seis, registradas seis partidas matrimoniales. En fe de lo cual se dispuso la remisión de este duplicado, al Honorable Concejo Provincial, en conformidad con la ley, sentada la presente para constancia y firmaron”. Tenemos en mano el Registro de Partidas de Matrimonio que corresponde al año 1928. El acta de apertura es la siguiente: “En San Lucas de Colán a primero de enero de 1928, reunidos en la Casa Municipal de este Distrito, yo Miguel Correa, Alcalde del Honorable Concejo, asociado de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos y vecinos notables del lugar; y se procedió a extender la presente acta para dejar abierto este Libro Registro Duplicado de Partidas de Matrimonio, para el año en curso. En fe de lo cual firmaron conmigo los señores Síndicos y testigos”. La partida Nº 1 que aparece en el folio primero, dice lo que sigue: “Hoy a las 9 de la mañana del día 3 de junio de 1928, se presentó ante esta Alcaldía del Concejo Distrital de Pueblo Nuevo, de la Provincia de Paita, Piura, (Perú), Don Fausto del Castillo Arellano, natural de Paita, hijo de Fausto y Victoria, domiciliado en la calle Junín Nº 20; y, doña Carmen María Luna Mogollón, hija de José Luna Olarte y Carmen Mogollón; y, manifestaron que el día dos del presente contrajeron matrimonio, cuyo acto lo celebraron en la Iglesia de este pueblo a cargo del párroco de Paita, Dr. Virgilio Santa Navarro. Testigos: Arturo Pallete H. y Emilio Ginocchio, vecinos de Paita”. Veamos la partida Nº 2, que contiene el matrimonio civil celebrado entre Ricardo Dioses Alzamora y Petronila Carrillo Panta, celebrado el 28 de junio de 1928. Se registran como testigos a los señores Moisés Coronado y Nicanor Morán. La partida Nº 3, nos informa del matrimonio habido entre Isaac Nisama Codarlupo y Francisca Bruno Rojas, celebrado el 30 de junio de 1928, siendo testigos los señores: Matías Chunga y Félix Bienvenido Urbina. Sigue la partida Nº 4, que acredita la unión matrimonial sostenida entre Félix Aponte Ortega con Mercedes León Lequernaqué y manifestaron que el día 22 de octubre de 1928, a las 11 de la mañana contrajeron matrimonio, cuyo acto cristiano lo celebró en la Iglesia de Colán, el párroco doctor Virgilio Santa Navarro. Testigos señores: Santos Ortega y Mario Luis Llerena. El libro se cerró en San Lucas de Colán el 31 de diciembre de 1928, en la Casa Municipal del Distrito, en fe de lo cual firmaron el señor Alcalde, los Síndicos de Rentas y de Gastos y los testigos: José A. Masías, Vicente Rojas Roca y Antonio Otero. Frente al Libro del año 1932 que contiene los Registros de Matrimonios Civiles del Concejo Distrital que nos ocupa, en Pueblo Nuevo, siendo Alcalde primero don Pedro A. Luna y después don Vicente Rojas Roca, se inscribieron los realizados por las parejas: José Pablo Lavalle, de 70 años de edad, hijo de Salvador Lavalle y de Juana Arismendiz, con Eleodora Romero, quienes se casaron en vía canónica el día 16 de setiembre de 1914, siendo testigos Pedro Murillo y Ricardo Bruno Queneche. Esta partida se inscribió por mandato judicial el 22 de setiembre de 1932, por cuanto la contrayente había fallecido el año 1924. Sigue el matrimonio del 23 de febrero, entre Eulogio Zapata Chiroque y Margarita Sandoval Villegas, siendo Alcalde don Vicente Rojas Roca. El día 29 de julio lo hacen Flavio César Gallo con María Rosa Monzón. Luego, viene el de Damacio Queneche Panta con Paula Prieto Codarlupo, el 30 de julio. Pasamos al registrado por los esposos Ruperto Mendoza Zapata con Flora Chiroque Ipanaqué el 5 de octubre. También están los realizados por los consortes Miguel Ayala Canales y Paula Liberta Chiroque; José Nicolás Carrillo Panta con María Santos Girón Dioses; Eugenio Prieto Chinga con Jesús Ayala Codarlupo; Felipe Pardo de la Cruz con Maximina Baca Julián. El año 1933, según el Registro de Matrimonios Civiles del Concejo Distrital de Colán, en su capital Pueblo Nuevo, que preserva el Archivo Regional de Piura, y siendo su Alcalde el ciudadano don Vicente Rojas Roca, se unieron legalmente once parejas que plasmaron su vínculo matrimonial que con el paso de los años dan origen a muchas de las actuales familias de esta centenaria capital distrital. Para mejor conocimiento de los lectores pasamos a registrarlos: Primero fue: Teófilo Rafael Lachira Zapata con María Inés Chiroque Zapata, el 11 de junio; Guillermo Duque Prieto con Carmen Elena Flores Macharé, el 22 de junio; Santiago Prado Crisóstomo con Estaurofila Silva Ayala el día 30; Juan Manuel Juárez Vilchez con Angelita Juárez Ipanaqué el día 3 de julio. Sigue Gregorio Medina Huertas con Narcisa Castillo Villegas, el día 7 de julio. Luego, viene Julio César Camacho Colán con Juana Julián Morán el 22 de julio. Lorenzo Prieto Codarlupo con María Magdalena Remigio Ayala, el 23. Baltasar Olaya Garcés con Laura Rosa María Reyes Ramírez el 29 de agosto. Manuel Macalupú Chiroque con María Inocente Cárcamo More el 29 de noviembre. Leonor Leyton Morán con Delia Cristina Abad Saldarriaga el 10 de diciembre; y Baltasar Yovera Lalupú con María Zeta Bruno el 24 de diciembre. Pasamos a comentar el contenido del Registro de Matrimonio Civil que corresponde a 1937. Hay un sello en sus páginas que a la letra dice: “Concejo Distrital de Pueblo Nuevo de Colán. Alcaldía”. Durante este año se nota a través de las partidas la actuación sucesiva de tres burgomaestres. Don Vicente Rojas y Roca, alcalde del distrito, celebró los contraídos, el primero por José Julio Mendoza Zapata con María Evaristo Paico Huertas el día 17 de febrero; y, el segundo fue el 27 de marzo contraído por Inocente Gutiérrez Alburqueque con Ángela Colán Prieto. Con fechas 29 de marzo y 4 de abril se unieron matrimonialmente las parejas: Emilio Yacila Rugel con Santos Julia Nores Torres; y, Vicente Ayala Canales con Teresa Coveñas Arcela. En el primero interviene el alcalde don José Mendives Escobar y en el segundo el citado don Vicente Rojas y Roca. El tercer alcalde que actúa es don Miguel Franco, quien legaliza cuatro matrimonios: Andrés Martínez Saavedra con Baltazara Martínez Morales, el 30 de agosto. Moisés de Malta Colán Chuna con Julia Macharé Arévalo, el 12 de setiembre. Pedro Chinga Chinga con Mercedes Vitonera Paico, el 28 de octubre. José Baltasar Sullón con Carmen Emérita Queneche Julián, el 21 de diciembre”. Total en el año se registran ocho matrimonios en vía civil. El acta de cierre del Libro precedente es como sigue: “En Pueblo Nuevo de Colán, a 31 de diciembre de 1937, reunidos en el Concejo Distrital, yo Miguel Franco y vecinos notables del lugar se procedió a extender la presente acta para dejar cerrado el presente Libro Registro Duplicado de Matrimonios el cual consta de ocho folios útiles y uno en blanco. En fe de lo cual firmaron conmigo, los citados señores Síndicos y testigos”. Ingresamos al Libro de Matrimonios de Pueblo Nuevo de Colán Nº 21, que fue usado por esta Municipalidad el año 1956, con un total de diecinueve partidas. Se abre dicho libro con el acta de apertura producida el 8 de enero, siendo alcalde de la capital distrital don César a Murillo Olaya. El Acta de Matrimonio Nº 1, contiene el matrimonio civil fechado el 7 de enero y que celebraron los contrayentes Nemesio Ipanaqué Paico y Eufemia Huertas Benites, vecina de calle La Mar. Actuaron en calidad de testigos los señores Pedro Purisaca, vecino de la calle Buenos Aires, con Leonardo More, domiciliado en calle Sucre. La última partida con la que se cierra el Libro, tiene fecha 31 de diciembre de 1956. Son los contrayentes don Dolores Farfán Dioses, con domicilio en calle Sucre Nº 12; y, doña Francisca Távara Balladares, con el mismo domicilio. Intervienen atestiguando don Zacarías Távara Rumiche, quien vive en calle Sucre y don José Yarlequé Rosado, residente en calle Sucre. Alcalde: Juan Francisco Lippe Zapata. El acta de cierre que pone fin al libro en mención, ocurre el último día del año y en señal de conformidad la firman el Alcalde, Sr. Zapata Lippe y los Síndicos de Gastos y Rentas, don Ruperto Rojas P. y doña Leonor de Vargas”. Nos vamos al año 1960 y examinamos el Duplicado del Libro de Matrimonios Nº 23, siendo Alcalde de Pueblo Nuevo de Colán, don Juan Francisco Lippe Zapata y Teniente Alcalde don Eulogio Flores. El Libro contiene 22 partidas. Se inicia con el acta de apertura fechada y rubricada el 2 de enero de 1960. La primera acta de matrimonio fue levantada “en Pueblo Nuevo, el día 15 de febrero de 1960, corresponde a los contrayentes don Félix Ayala Silva y doña Feliciana Silva Morales, ambos domiciliados en las Arenas. Fueron testigos don Edmundo Palacios Castillo con domicilio en la calle San Martín; y, don José Chunga Remigio, residente en la calle Bolognesi. La partida Nº 22, se confeccionó el 22 de diciembre de 1960, registrando la asistencia de los contrayentes, don Carlos Alberto Masías Nizama y doña Adela Chiroque Zeta, domiciliada en calle Piura. Se anotan por testigos don Juan Francisco Ayala Nizama, domiciliado en calle Libertad y don Teódulo Lachira Zapata, quien reside en calle Bolívar. Alcalde Juan Francisco Lippe Zapata. PARTIDAS DE DEFUNCIÓN.Nos corresponde tratar ahora sobre las partidas de muertos que también registra anualmente en el libro respectivo la Municipalidad de Pueblo Nuevo de Colán. Nos ocupamos del Libro Duplicado que preserva el Archivo Regional de Piura, el mismo que se abre con el acta correspondiente y que insertamos a renglón seguido: “En San Lucas de Colán, a 1º de Enero de 1927, reunidos en la casa Municipal de este Distrito; yo Miguel Correa, Alcalde del Honorable Concejo, asociados de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos y vecinos notables del lugar, se procedió a extender la presente acta para dejar abierto el presente Libro Registro Duplicado de Defunciones para el presente año. En fe de lo cual firmaron conmigo los citados señores Síndicos y testigos. En el folio 1, corre la partida Nº 1, que dice así: “Hoy a las nueve de la mañana del día cinco de Febrero de 1927, se presentó en esta sección de Registro del Estado Civil y Estadística del Concejo Distrital de Pueblo Nuevo (Colán-Perú), don Nicolás Otero Zavala, de 74 años de edad, casado, agricultor, natural de La Huaca, domiciliado en Malpaso de Colán y manifestó que había fallecido el día de ayer una adulta, en Malpaso, de enfermedad HIDROPESÍA, llamada Felipa Otero Roca, natural de La Huaca. Fueron testigos: Ruperto Rojas y Juan M. Rodríguez”. Observemos el cuerpo que corresponde al acta de cierre del libro en mención. Leamos: “En San Lucas de Colán a 31 de diciembre de 1927, reunidos en la Casa Municipal, asociado de los señores Síndicos de Rentas y de Gastos, y vecinos notables del lugar, se procedió a extender la presente acta para dejar cerrado este Libro de Registro Duplicado de Defunciones el cual consta de diez folios útiles. En fe de lo cual firmaron conmigo los citados señores Síndicos y testigos. Un sello: Concejo Municipal del Distrito de Colán“. RELACIÓN DE DOCUMENTOS OFICIALES Los documentos oficiales que emanan de las autoridades establecidas dentro del ordenamiento propio de la administración pública, se convierten en evidencias para afirmar hechos concretos relacionados en este caso con la historia del centenario distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo. Tales documentos tras paciente búsqueda los hemos hallado trascritos dentro de los periódicos piuranos, específicamente de El Registro Oficial del Departamento de Piura y en el semanario paiteño El Comercio. Estos papeles de orden público son valederos dentro de las fuentes históricas, por cuya razón nos permitimos incorporarlos en este apartado. Ahora, ellos nos sirven para dar sustento ante nuestra comunidad regional de los hechos notables acontecidos dentro de la actividad pública que desarrolló la ciudad de Pueblo Nuevo, que desde hace un siglo es la capital del Distrito de Colán, en la provincia de Paita. El Comercio de Paita, semanario dirigido por Juan Manuel Lazo, en su edición Nº 35, Año I, del sábado 23 de mayo de 1908, informa sobre un acto oficial en el que es partícipe el Distrito de Colán. Su texto es el que sigue: “La Junta del Registro Provincial, pone en conocimiento de los ciudadanos inscritos en el Registro Electoral de la Provincia que existiendo en ella los distritos que deben votar ante las comisiones receptoras siguientes, elegidas conforme a ley: Distrito de Colán.- Primera Comisión: Señores Manuel Rodríguez, Darío León y Juan Urbina. Segunda Comisión: Señores José Santos Baca, Santiago Chuna y Manuel Albújar (hijo). Se hace saber también a los ciudadanos que las indicadas comisiones se instalarán el 25 del presente mes, que las elecciones son para los siguientes cargos: Presidente de la República, Primer y Segundo Vicepresidente. Paita, 10 de Mayo de 1908. F. P. López. G. A. Guerra, Secretario”. La Prefectura del Departamento de Piura, informa que el Poder Legislativo, desde Lima el 20 de noviembre de 1908, le ha remitido el Oficio Nº 183, que tiene fecha 14 del mismo mes y año, para que se informe a la colectividad regional que “SE HA DISPUESTO el cúmplase a la Ley Nº 819”, que es precisamente la que designa a Pueblo Nuevo, capital del Distrito de Colán. Luego inserta el texto de la Ley, que al final dice: “Dado en la Casa de Gobierno, en Lima, a los 14 días del mes de Noviembre de 1908. Augusto B. Leguía Salcedo, Presidente de la República. Miguel A. Rojas”. RESOLUCIONES DEL SECTOR EDUCACIÓN.Para conocer los primeros momentos de Pueblo Nuevo, flamante capital del distrito de Colán, nos vamos a referir brevemente a las resoluciones referidas al sector educativo por tratarse de un instrumento vital para el desarrollo de toda sociedad organizada. 1.- Tenemos a la vista la Resolución Suprema, dictada en Lima, el 12 de octubre de 1909, que dice así: “Visto el oficio del Inspector de Instrucción Primaria de la Provincia de Paita, para que se traslade al caserío de Vichayal la Escuela de Varones Nº 128 que se mandó a establecer en Sullana y CONSIDERANDO: 1.-Que la referida Escuela Nº 128, no ha funcionado y que es innecesaria en Sullana, en donde funcionarán las números 124, 126, 129 y 130 también de varones. 2.-Que el caserío de Vichayal, Distrito de Colán, de la Provincia de Paita, careciendo de Escuela, a pesar de su importancia agrícola y de tener una población en edad escolar de 239 niños, según el censo escolar de 1902; y 3.-Que en los lugares que halla una sola Escuela debe ser mixta a fin de que pueda atender a la enseñanza de alumnos de ambos sexos, en armonía con el artículo 4º de la Ley Nº 162. De acuerdo con lo informado por la Sección de Estadística de la Dirección General de Instrucción Primaria; SE RESUELVE: TRASLADAR con el carácter de mixta al caserío de Vichayal la Escuela Nº 128. Regístrese y comuníquese. Rúbrica de Su Excelencia, Augusto B. Leguía. León”. 2.- Aparece en la edición Nº 10, de El Registro Oficial, marzo 12 de 1910, que el día 29 de enero se dictó la Resolución Suprema que sigue: “El Presidente de la República. Ha acordado y decreta: Que, el servicio escolar de la provincia de Paita, durante el presente año se sujete al siguiente presupuesto”. “Servicio Escolar. Sueldos del personal docente al mes y al año: Distrito de Colán”. Agregamos que en la parte resolutiva se considera los sueldos mensuales de los cinco profesores de las cinco Escuelas Elementales del citado Distrito. Aquí registramos los cinco Profesores del Distrito de Colán, en las Escuelas que siguen: “8.-Para el Preceptor de la Escuela Elemental Nº 102, en San Lucas, 4 libras, al año 48 Lp. 9.-La Preceptora de la Escuela Elemental Nº 103, en San Lucas, 4 libras, al año 48 Lp. 10.-La Preceptora de la Escuela Elemental Mixta Nº 105, en Colán, 3 libras, al año 36 Lp 11.-El del Preceptor de la Escuela Elemental Mixta Nº 109, de Quil, 3 libras, al año 36 Lp. 12.-La Preceptora de la Escuela Elemental Mixta Nº 110, en La Capilla, 3 libras, al año 36 Lp.”. 3.- Consta en el Registro Oficial Nº 27, de julio 16 de 1910, que Don Juan Ignacio Seminario, Prefecto del Departamento de Piura, con fecha 4 de julio de 1910, en cuanto al Sector Educación, emite una Resolución, y parte de ésta se relaciona con el Distrito de Colán. Pues, dice: “…y en cuanto al procedimiento empleado por dicha institución, a cargo del Inspector Departamental de Instrucción Primaria, de haber trasladado a la Escuela Nº 106, de Negritos, a la Preceptora Eleodora Coronado, el 27 de Junio, de la Escuela Fiscal Nº 110 de La Capilla; y, para llenar la vacante que ésta dejó, traslada a doña Teresa Sánchez de Espinoza, Preceptora de la Escuela Fiscal Nº 109, de “Quil”, Distrito de Colán…; apruébese por estar arreglada al Reglamento”. 4.- Tenemos información oficial procedente de la Dirección General de Instrucción, con sede en Lima. Según aparece en El Registro Oficial, edición Nº 38, octubre 10 de 1910, nos informamos que “la Resolución Ministerial Nº 184 del 4 de marzo último, RESUELVE: 1.-Designar la Escuela Nº 109, de Quil, Distrito de Colán, Provincia de Paita, para que en ella cumpla la Preceptora Normalista doña María Isabel Escudero, la obligación que le corresponde, conforme al art. 142 de la Ley Orgánica de Instrucción. 2.-Elevar a 5 libras peruanas (LP. 5.0.00) mensuales, el haber de dicha Maestra de acuerdo con lo preceptuado en la Ley. Regístrese y comuníquese”. PRIMERAS AUTORIDADES DE PUEBLO NUEVO.Consignamos en este apartado el correspondiente cuadro de las autoridades políticas y judiciales que se nombraron por el Estado para la mejor organización social del distrito que nos ocupa. Lo hacemos a partir del año en que Pueblo Nuevo deja de ser caserío para convertirse en capital distrital de Colán, por su eficiente organización, creciente trabajo agrícola, bien ganados méritos ciudadanos e imperio de la ley. Consultado el Registro Oficial del Departamento de Piura Nº 1, su fecha 7 de enero de 1903, nos informa que el Gobernador de Colán para este año fue don Pedro V. Baca, fundador de Pueblo Nuevo de Colán, del que fue su alcalde el año 1912. Los Juzgados de Paz de Primera y Segunda Nominación para Colán fueron desempeñados por los ciudadanos don Juan M. Queneche y don Mateo Lequernaqué. En efecto, datos consignados en periódicos piuranos nos permiten presentar algunas autoridades del añejo distrito de San Lucas de Colán. El año 1908, según el Registro Oficial del Departamento de Piura, desempeñaron los cargos de Jueces de Paz de Primera y Segunda Nominación, los vecinos notables: Pedro V. Baca y Daniel Luna. Siempre en el Registro oficial, edición Nº 7, de febrero 22, sección Departamental, página 3, hay este papel: “Prefecto del Departamento de Piura, Febrero 20 de 1908. Visto el oficio que precede, del Subprefecto de la Provincia de Paita, así como el que se acompaña, del Gobernador del Distrito de Colán don José P. Lavalle, en que hace renuncia del cargo por las justas razones que expone:- SE RESUELVE: Acépase dicha renuncia; y, para reemplazarlo, nómbrase al propuesto en primer lugar de la respectiva terna, don JOSÉ LUNA OLARTE, que reúne los requisitos de ley.- Dése cuenta a la Dirección del ramo, regístrese, comuníquese, publíquese y archívese. Firmado: Elías. A. Quintín Oballe, Secretario”. El mismo periódico en su edición Nº 46, de diciembre 12 de 1908, en la sección Departamental nos entrega esta resolución: “Prefectura del Departamento de Piura, Diciembre 5 de 1908. Visto el oficio del señor Subprefecto de la provincia de Paita, elevando la renuncia que hace don Manuel S. Albújar al cargo de Gobernador del distrito de Colán, y estando a lo expuesto por esta autoridad:- SE RESUELVE:- Acéptese la renuncia que hace el Gobernador don Manuel S. Albújar de la Gobernación de Colán y inconsecuencia procédase por el Subprefecto a formar la terna respectiva para proveerla. Comuníquese, regístrese, publíquese y archívese. Juan Ignacio Seminario, Prefecto. Felipe S. Portocarrero, Secretario”. Para el año 1909, informa el Registro Oficial citado edición Nº 4, de enero 23, que han sido nombrados para ejercer los cargos de Jueces de Paz de Colán, de Primera y Segunda Nominación, los ciudadanos: José Santos Baca y José Pablo Lavalle. Luego nos informa el Registro Oficial, edición Nº 21, de junio 5 de 1909, que la Ilustrísima Corte Superior de Piura, el 13 de abril, según oficio Nº 194, se dirige al señor Prefecto del Departamento y le informa: “Tengo el honor de comunicar a US. que este Superior Tribunal, en acuerdo de 7 del presente, ha nombrado Juez de Paz de Segunda Nominación del Distrito de Colán, con residencia en Vichayal, al ciudadano Don Manuel del Carpio, en reemplazo de Don Jerónimo Vilela, que ha renunciado al cargo. Dios guarde a US. Pedro Castro Araujo, Presidente”. De otro lado, EL SOL, diario piurano, en su edición de 8 de junio, informa que en el cargo de Teniente Gobernador del pueblo de San Lucas de Colán, ha nombrado al ciudadano Don Gregorio Jiménez. Para el año 1910 el cuadro de autoridades de carácter político es el siguiente: Gobernador de Colán, con sede en Pueblo Nuevo: Sr. Pedro V. Baca. Tenientes Gobernadores: Vichayal: Sr. José Santos Vargas; Sarana: Sr. Pablo Reyes Macharé. Colán: Sr. Manuel López Espinoza. San Lucas: Sr. Gregorio Jiménez. Malpaso: Sr. Vicente Seminario. La Capilla: Sr. José Esteban Gómez”. Otro documento se refiere a la aceptación de la renuncia al cargo de Gobernador. “Prefectura del Departamento de Piura, enero 27 de 1910. Acéptese la renuncia que del cargo de Gobernador del Distrito de Colán, Provincia de Paita, formula don Juan F. Guzmán, por no residir en la respectiva capital y nómbrese en su reemplazo al ciudadano don Pedro V. Baca, propuesto en primer lugar de la correspondiente terna. Expídasele el título al nombrado. Comuníquese, regístrese, publíquese y archívese. Seminario, prefecto. M. J. Hidalgo, Secretario”. Pedro Vaca frente a una gestión aceptada por la mayoría, mereció dura crítica de algunos vecinos de Pueblo Nuevo, que está reflejada en la crónica que inserta el semanario porteño “El Comercio”, edición Nº 214, del viernes 20 de octubre de 1911, que bajo el titular “Gobernador de Pueblo Nuevo”, dice así: “Tenemos conocimiento que este buen señor, quien parece tiene instrucciones reservadas del Padre Agustín María Godoy, se ha propuesto hostilizar a los firmantes del remitido que vio la luz en nuestra edición anterior, amenazándoles y haciéndoles creer que los va a tomar como conscriptos. Como este procedimiento, encarna un abuso, esperamos que tome cartas en el asunto, averiguando que hay de cierto sobre el particular; sin menoscabo que por nuestra parte hagamos la indagaciones del caso”. Importante para el caso es verificar que hasta octubre de 1911, aún el Padre Godoy continuaba en Pueblo Nuevo frente a la conducción de la Iglesia Sagrado Corazón de Jesús que se inauguró en junio del mismo año. Hay constancia escrita, diario piurano: El Deber, de 26 de octubre de 1912, que la autoridad política, Prefecto de Piura, nombró en el cargo de Gobernador de Colán al ciudadano José Rosendo Correa uno de los primeros pobladores de Pueblo Nuevo que según documentos públicos se registra como fundador de la ciudad capital distrital, en la que se afinca desde el año 1899, en su calidad de propietario de un solar rematado por el cabildo colanero. El Registro Oficial del Departamento de Piura, edición Nº 17, febrero 28 de 1919, contiene la Circular Nº 151 producida por la Subprefectura de Paita, dirigida al Prefecto de Piura, el día 12 del mes y año citados, que dice así: “Elevo a ese superior Despacho la renuncia que del cargo de Gobernador del distrito de Colán hace don José Rosendo Correa, con el carácter de irrevocable. Dios guarde a Ud. Carlos Eloy G. Tizón”. La carta de renuncia presenta el texto que sigue: “Colán, a 10 de febrero de 1919. Señor Subprefecto de la provincia de Paita. Teniendo que ausentarme próximamente a la capital de la República, por motivos de mi poca salud, me veo precisado a elevar a su Despacho mi renuncia la que hago con el carácter de irrevocable. Dios guarde a Ud. José R. Correa”. Sigue la Circular Nº 152, con el cuerpo literal siguiente: “Paita, febrero 12 de 1919. Señor Prefecto del Departamento de Piura. Por renuncia que del cargo de Gobernador del distrito de Colán, ha elevado a este Despacho don Rosendo Correa, tengo el agrado de adjuntar al presente la terna respectiva, para que se sirva proveer el cargo. Vicente Rojas, Juan G. Urbina, José Luna Olarte. Dios guarde a Ud. Carlos Eloy G. Tizón”. Ahora viene el nombramiento hecho por la “Prefectura de Piura, a 20 de febrero de 1919. Visto el presente oficio del señor Subprefecto de la provincia de Paita, al que acompaña la renuncia que del cargo de Gobernador del distrito de Colán, formula don Rosendo Correa y en vista de la terna adjunta; SE RESUELVE: Acéptase la renuncia dándosele las gracias a don Rosendo Correa por los servicios prestados y nómbrase en su reemplazo al ciudadano don Vicente Rojas que figura en primer lugar en la aludida terna. Comuníquese, regístrese, publíquese y expídase al nombrado el título respectivo. César A. Bustamante”. EN EL RAMO IRRIGACIÓN AGRÍCOLA.Proveniente del Ministerio de Fomento, Dirección de Obras Públicas e Irrigación, son las Resoluciones que pasamos a insertar por estar vinculadas a la historia económica y social del distrito de Colán. Veamos: 1.- “Lima, Febrero 27 de 1908. Oficio Nº 301. Señor Prefecto del Departamento de Piura. Con fecha de hoy se ha expedido la Suprema Resolución que sigue: “Visto este expediente organizado por don Felipe y don Carlos Seminario Aramburu a fin de obtener concesión para irrigar con aguas del río Chira unos terrenos eriazos comprendidos en los distritos de El Arenal y Colán de la provincia de Paita del departamento de Piura. “Habiéndose presentado los agricultores propietarios en los distritos de El Arenal y Colán oponiéndose a la concesión solicitada fundándose en sus derechos de propiedad sobre los terrenos que se pretende irrigar y expresando además el propósito de llevar a cabo esa obra por si mismos; “CONSIDERANDO: “Que los recurrentes no han exhibido título de dominio sobre extensión alguna en los distritos de El Arenal y Colán; “Que es preferente el derecho de los propietarios para regar por si mismos sus tierras eriazas y no puede obligárseles a desistirse de su ejecución cediéndola en provecho de terceros; “De acuerdo con el informe del departamento de Piura y lo expuesto por la sección del ramo: “SE RESUELVE: 1º.-No ha lugar a la concesión solicitada y en consecuencia devuélvase a los recurrentes el certificado de depósito número 264 otorgado por la Caja de Depósitos y Consignaciones por la imposición de quinientas libras nominales en oro sellado hecha en esta institución; 2º.-Los agricultores propietarios de los distritos de El Arenal y Colán organizarán en forma debida su expediente para obtener la concesión de irrigación de sus tierras que pretenden conforme a lo dispuesto en el artículo 265 del Código de Aguas. Regístrese, comuníquese y publíquese.- Rúbrica de Su Excelencia. Vidalón”. Que trascribo a US. para su conocimiento y fines consiguientes. Dios guarde a US. Espinosa”. 2.- Ingresamos a otra Resolución contenida en el documento que pasamos a insertar: “Ministerio de Fomento. Dirección de Obras Públicas e Irrigación. Lima, Febrero 17 de 1908. Oficio Nº 287. Señor Prefecto del Departamento de Piura. Con fecha 14 de los corrientes se ha expedido la Suprema Resolución que sigue: “Vista la solicitud de don Maximiliano Frías, a nombre de los propietarios de las haciendas Chalacalá, Piedra Rodada, Huangalá, Huaiquiquirá, Montenegro y Pueblo Nuevo, para que se prorrogue en seis meses de el plazo señalado en la Resolución de 27 de noviembre último a dichos hacendados, con el fin de ejecutar el estudio de irrigación de sus fundos con el agua excedente del río Chira. SE RESUELVE: prorrogar por el término solicitado el plazo determinado en la Resolución de 27 de noviembre del año próximo pasado. Regístrese y comuníquese para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a US. A. Espinosa”. 3.- Aparece en la página 1, de El Registro Oficial del Departamento de Piura, Octubre de 1908, edición Nº 37, sección Ministerio de Fomento, Dirección de Obras Públicas e Irrigación, el documento con el tenor literal que se inserta a continuación: “Lima, 18 de setiembre de 1908. Oficio Nº 278. Señor Prefecto del Departamento de Piura. Con fecha de hoy se ha expedido la resolución suprema que sigue: VISTOS los estudios presentados por don Maximiliano Frías para la irrigación de los fundos “Chalacalá”, “Piedra Rodada”, “Huangalá”, “Huaiquiquirá”, “Montenegro” y “Pueblo Nuevo”, ubicados en la margen izquierda del río Chira y para lo cual se acordó autorización por resolución de 9 de agosto de 1907. Estando a lo informado por el ingeniero adscrito a la Sección de Aguas e Irrigación: SE RESUELVE: 1º.- Acordar un plazo de seis meses contados desde la fecha para que conforme lo indica el ingeniero mencionado y con sujeción a las prescripciones reglamentarias de obras públicas se rectifiquen y complementen los estudios practicados; y, 2º.- Publíquense los avisos correspondientes en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 268 del Código de Aguas. Regístrese, comuníquese y publíquese. Rúbrica de S. E. POLO. Que trascribo a US. para su inteligencia y demás fines. Dios guarde a US. A. Espinosa”. 4.- Ahora lo que sigue es un aviso de interés público en materia de irrigación de tierras, relacionado con el documento anterior que por su origen de procedencia está ubicado dentro del sector agropecuario, que incorporamos en este cuerpo documental: “AVISO. Don Maximiliano Frías, en su nombre y representación de los propietarios de las haciendas de Chalacalá, Piedra Rodada, Huangalá, Huaiquiquirá, Montenegro y Pueblo Nuevo ubicadas en la margen izquierda del río de la Chira, de la provincia de Paita, se ha presentado ante el Supremo Gobierno, pidiendo se le autorice a construir un canal; cuya bocatoma estará situada en terrenos de Chalacalá, y que tomando 1,500 litros de agua por segundo del mencionado río de la Chira, estará destinado a la irrigación de 2,000 hectáreas de tierra de los seis fundos antes citados; debiendo terminar dicho canal en la hacienda Montenegro, con once kilómetros más o menos de longitud. Según lo indica el peticionario, el canal quedará ubicado en terrenos de las haciendas indicadas, excepto una faja de 923 metros de largo por 40 de ancho, a partir de la bocatoma, que será necesario expropiar a don Salmón Seminario, dueño del fundo Chalacalá. Lo que pone en conocimiento del público en cumplimiento del Supremo Decreto de 14 de marzo de 1902, para que las personas que se crean con algún derecho lo deduzcan, dentro del plazo de 30 días, conforme a ley. Lima, Diciembre 16 de 1908. Arturo Pérez Figueroa”. 5.- “Lima, 6 de Marzo de 1909. Siendo necesario determinar los terrenos de propiedad fiscal que existen en el Distrito agrícola de Colán como así mismo los de comunidad y particulares; SE RESUELVE: Que, por el Ministerio de Fomento se mande hacer un plano catastral que comprenda todos los terrenos del Distrito Agrícola de Colán, con especificación de sus respectivos propietarios. El gasto que demande este trabajo se aplicará a la partida Nº 88 del presupuesto general vigente, destinada a extraordinarios del ramo de Fomento. Regístrese y comuníquese. Rúbrica de Su Excelencia, Augusto B. Leguía. Alayza Paz Soldán”. 6.- La edición Nº 14 del Registro Oficial, “Piura, Abril 10 de 1909, nos entrega el documento público que contiene la Resolución Suprema extendida en “Lima, 6 de febrero de 1909. Vista la solicitud de don Maximiliano Frías en representación de las haciendas Chalacalá, Piedra Rodada, Huangalá, Huaiquiquirá, Montenegro y Pueblo Nuevo, ubicadas a la margen derecha del río Chira, pidiendo concesión para construir un canal derivado de dicho río y sacar del mismo una dotación de agua de un metro cúbico quinientos litros por segundo, para la irrigación de dichas haciendas en una extensión aproximada de dos mil hectáreas. Habiendo presentado el recurrente en su oportunidad los estudios de la obra que se trata, los mismos que han sido aprobados por Resolución Suprema de 13 de noviembre de 1908; y no habiéndose presentado oposición alguna a la concesión que se solicita. De acuerdo al informe del Jefe de la Sección de Aguas e Irrigación, SE RESUELVE: 1.-Otórgase concesión a los propietarios de las haciendas arriba mencionadas, para la irrigación de sus tierras en una extensión de dos mil hectáreas aproximadamente, con aguas derivadas del río Chira y en la proporción de un metro cúbico 500 litros por segundo. 2.-Los referidos propietarios construirán el canal de riego, en conformidad con los estudios modificados por el Gobierno, y comenzarán los trabajos un mes después de la fecha de esta Resolución; debiendo quedar concluidos un año después. Regístrese, comuníquese y publíquese. Rúbrica de Su Excelencia, don Augusto B. Leguía. Alaiza Paz Soldán”. 7.- “Resolución Ministerial. Lima 28 de Abril de 1909. Estando a lo dispuesto en la Suprema Resolución de 5 de marzo último, que ordena el levantamiento de un plano catastral que comprende todos los terrenos del distrito de Colán, con especificación de sus respectivos propietarios; La Contaduría de este Ministerio girará un libramiento a favor del referido Ingeniero Don Ricardo A. Deustua, por la suma de sesenta y cinco Libras Peruanas (65.0.00), correspondiendo a la primera mensualidad, debiendo el Ministerio de Hacienda disponer lo conveniente para que la Tesorería Fiscal de Piura le abone en adelante, quincenalmente y por partes iguales, la referida suma de sesenta y cinco Libras Peruanas, aplicándose el gasto a la partida Nº 88, pliego extraordinario del mismo presupuesto general vigente. SE RESUELVE: Comisiónese al Ing. Don Ricardo A. Deustua para efectuar dicho trabajo, debiendo percibir por toda remuneración, la suma de cuarenta libras (Lp. 40.0.00) mensuales y vótense además veinticinco libras (Lp. 25.0.00) al mes para gastos de personal auxiliar, movilidad, útiles de escritorio y dibujo y demás que sean necesarios para el desempeño de esa comisión. El Ingeniero comisionado rendirá mensualmente cuenta documentada de los gastos que verifique. Regístrese y comuníquese. Rúbrica de Su Excelencia, Augusto B. Leguía. Alayza Paz Soldán”. 8.- “Ministerio de Fomento. Dirección de Obras Públicas e Irrigación. Lima, 24 de junio de 1909. Oficio Nº 24”. Resolución Suprema: “Lima, 28 de mayo de 1909. Visto el recurso de don Maximiliano Frías por los propietarios de los fundos Chalacalá, Piedra Rodada, Huangalá, Huaiquiquirá, Montenegro y Pueblo Nuevo, en que piden el plazo señalado en la Resolución de 5 de febrero último para dar comienzo a los trabajos de irrigación de sus fundos, no corra hasta que se lleve a cabo la expropiación de la faja de terreno necesaria para la construcción de la bocatoma del canal de riego; estando ya iniciado el expediente de expropiación de la faja de terreno a que hace referencia; SE RESUELVE: Acordar a los recurrentes un plazo de tres meses contados a partir de la fecha para dar comienzo a los trabajos de construcción del canal de riego”. Regístrese y comuníquese. Rubrica de Su Excelencia. Alaiza Paz Soldán. 9.- Siempre en el Registro Oficial señalado, edición Nº 22, “Piura, junio 12 de 1909 se inserta el oficio Nº 2470 que tiene esta información: “Señor Prefecto del Departamento de Piura. Con fecha 15 del presente mes, se ha expedido la Resolución Suprema que sigue”: “Estando declarada de utilidad pública por Resolución de 5 de febrero último, y conforme a lo prescrito en el art. 204 del Código de Aguas, la obra de irrigación de las haciendas Chalacalá, Piedra Rodada, Huangalá, Huaiquiquirá, Montenegro y Pueblo Nuevo, ubicadas en la margen izquierda del río Chira, y para lo cual necesita un área de terreno especificada en el plano acompañado conducir por ella el canal de riego; y Estando a lo informado por la sección de aguas e irrigación; SE RESUELVE: Que el Ministerio de Fomento disponga inconveniente al incumplimiento de los artículos 9º y 10º de la Ley de expropiación de 12 de noviembre de 1900. Regístrese, comuníquese y publíquese. Rúbrica de Su Excelencia. Alaiza Paz Soldán. Que trascribo a US para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a US. Por ausencia del señor Director. Lizandro Cáceres”. 11.-La Honorable Juan Departamental en su sesión de 25 de enero de 1910, bajo la presidencia del Dr. Federico Augusto Arrese, en la Sección OFICIOS, punto 2) leemos lo siguiente: “Del Señor Director de Gobierno, Lima, transcribiendo una resolución suprema por la que se declara sin lugar una petición del Concejo de Colán para carbonizar los montes comunales, con el fin de destinar su producto a la construcción de un canal de irrigación”´. 12.- El Ministerio de Gobierno y Policía a través de la Dirección de Gobierno, produce este documento público que sigue: “Lima, 23 de diciembre de 1909. Oficio Nº 262. Sr. Prefecto de Piura. Con fecha 20 del actual se ha expedido la Suprema Resolución que sigue: “Visto este expediente en el que el Concejo Distrital de Colán, solicita autorización para carbonizar los montes comunales, destinando el producto que se obtenga a la construcción de un canal de irrigación; y, teniendo en cuenta: que la petición referida es contraria al Supremo Decreto de 20 de noviembre de 1908, dictado con el propósito de proteger la conservación y propagación de las arboledas. SE RESUELVE: NO HA LUGAR a dicha petición. Regístrese y comuníquese. Rúbrica de Su Excelencia. Firmado: Villanueva. Lo que transcribo a US. para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a usted. Benjamín Huamán de los Heros”. DOCUMENTOS DE CÁRACTER AGROPECUARIO Procedente de las fuentes primarias son los documentos que conforman este acápite que hemos ubicado en el Archivo Regional de Piura y que nos da una referencia objetiva sobre aspectos puntuales vinculados a la empresa agropecuaria que ha sido la base económica para el sostenimiento del poblador de este centenario distrito de Colán. CONTRATO DE ARRENDAMIENTO.Sabemos por el contrato notarial autorizado por el Notario Público de Paita, don Manuel Mendoza, que “el 14 de enero de 1909, en la ciudad de Sullana, fueron presentes los señores Pedro Rimbaldo quien da en arrendamiento a favor de don Manuel S. Albújar, vecino de Colán, el fundo “Antomira”, situado en la jurisdicción del distrito de Colán”. Según la cláusula primera “el término de arrendamiento es por ocho años consecutivos, los cuatro primeros son forzosos para ambos contratantes y los otros cuatro son voluntarios y corren a partir del 1º de enero de 1909. Conforme a la cláusula segunda la merced conductiva es de quinientos soles de plata por cada año, durante los cuatro primeros y seiscientos soles de plata por los otros cuatro. Se advierte en la tercera cláusula que el fundo consta de cincuenta almudes, según sus títulos. Se faculta al arrendatario para que pueda establecer en el fundo cualquier trabajo de agricultura, ganadería, etc., hacer canales de riego, surcos a su costa, siempre que tiendan a mejorar la dicha finca, pero le es prohibido facilitar el agua para que rieguen los vecinos, bajo ningún pretexto. El terreno arrendado está actualmente dividido por el río, ocupando parte de él, y confina con propiedades de Mario y Ambrosio Macharé y otros por el norte; por el sur, con tierras de los herederos de quien fue don Matías Baca, el arrendatario, don Gertrudis Gómez y otros; por el este con propiedad rural de don Pedro Murillo, los herederos de don Ventura Chinga y otros; por el oeste con terrenos de don José Buscal y otros”. CONTRATO DE COMPRA VENTA.Ubicamos en el acto 47 de fojas 61 vuelta, su fecha 25 de febrero de 1911, protocolo 21 del Notario de Paita, don Manuel Mendoza, el contrato de compraventa que celebran de una parte don Patrocinio Avilés, de este domicilio de Amotape, quien declara “tengo vendido, a don Román Benites y Arcela, una zona de terreno de pan sembrar en el sitio VISTA FLORIDA del Distrito de Colán, compuesta de tres cuartas partes de almud, o sea, once mil doscientos cincuenta varas cuadradas que se medirán a continuación de la zona de ocho almudes que le vendí en unión de mis hermanos Salvador y María Avilés a doña Santos Arcela viuda de Benites en 4 de diciembre de 1905, por escritura extendida ante usted mismo, debiendo ser una zona que comenzando en el camino Real de Amotape a Vichayal, termine en el extremo opuesto con un largo de poco más o menos veinte cuadras y el ancho respectivo que se fijará al tomar la posesión que le ministraré enseguida. Dicha zona confina por el norte con el camino Real y las barrancas; por el sur con terreno de don Domingo B. Pardo; por el este con terreno que le he vendido últimamente como ya se ha dicho; y, por el oeste con la masa de terreno que pertenece a los herederos del padre común don Custodio Avilés en la cual soy accionista. El precio de venta pactado es de ochenta y seis soles de plata con veinticinco centavos, que tengo recibidos del comprador a mi entera satisfacción”. CONTRATO DE COMPRAVENTA.En el archivo del mentado Notario de Paita, corre en el acto 144, fojas 189, su fecha 18 de junio de 1911, el contrato de compraventa que se levantó en el pueblo del Arenal, que acreditan “comparecen los señores Domingo B. Pardo Aguayo y Luis Vargas García; el primero dice: “Extienda usted un instrumento público por el cual conste que yo Domingo B. Pardo Aguayo, de este vecindario, he dado en venta real y traspaso de dominio perpetuo a don Luis Vargas García un lote de terreno de mi exclusiva propiedad, que poseo en el sitito TAHONA, llamado antes La Noria, del distrito de Colán, y que hube por herencia de mi finado señor padre don Silvestre Pardo y posterior división con mis hermanos Josefa y Rosa Pardo Aguayo. Consta su área de medio almud, o sea, siete mil quinientas varas cuadradas, de forma rectangular, que mide de frontera al oriente cincuenta varas y de largo o fondo ciento cincuenta varas. Confina por el oriente o frontera con terreno que el comprador compró también a don José de Lama, y por los otros tres lados con propiedad de don Polo Hidalgo. El precio de venta es de ciento veinte soles de plata, que me los ha entregado en efectivo a mi entera satisfacción”. CONTRATO DE COMPRAVENTA.Con fecha 23 de agosto de 1913, bajo acto 193 corriente a fojas 243, se registra por el Notario de Paita, don Manuel Mendoza, quien en La Huaca, materializa el contrato que otorgan los herederos de quienes fueron don Matías Baca y doña Petronila Saavedra de Baca, por intermedio de don Pedro V. Baca Saavedra y don Manuel S. Albújar, vecinos del distrito de Colán, en calidad de VENDEDORES; a favor de los señores Agustín A. Figallo, nativo de Génova, Italia, y de doña Manuela Sarango, ambos del comercio de La Huaca, como COMPRADORES que acredita “el traspaso absoluto de dominio de los fundos San Pedro y San Pablo, de nuestra pertenencia, que poseemos en ambas márgenes del río Chira, en el Distrito de Colán”. “El fundo San Pedro correspondió a los esposos Baca-Saavedra por haberse adquirido durante el matrimonio. El fundo San Pablo lo adquirió doña Mercedes Baca de su matrimonio con Pedro García, según consta de escritura imperfecta y después de la muerte de su esposo lo vendió al actual dueño su hermano Pedro V. Baca. Son sus herederos de éste sus hijos Dolores María, Carmen Emilia, Maximina, Petra Cristina, Pedro V., José Santos, Melitón E. y Matías Baca”. “Hay en los terreno del fundo San Pedro, ubicado en ambas márgenes del Río Chira, chacaríos bajos, parte alta cultivada, parte sin cultivo, de pan sembrar y potrero algarrobal, con una superficie total de 251 y ¾ hectáreas”. “El fundo Pablo se encuentra en la banda derecha del río Chira y consta de trece y media cuadras cuadradas con una parte de tierras verdes, otras de cultivo y una porción ocupada por el río. El precio de venta pactado por ambos fundos es de 3,640 libras peruanas de oro”. CONTRATO DE ARRENDAMIENTO.Ante el Notario Público de Paita, don Emiliano Otero, por escritura pública de 26 de diciembre de 1915, acto 149, fojas 242, corre el contrato de arrendamiento celebrado por la propietaria de la “Hacienda Cubingas de Colán”, doña Felixcar Vásquez viuda de Artadi, en calidad de arrendadora favor del arrendatario, su hijo don Ricardo Artadi Vásquez, por la renta anual de 2,500 soles de plata. El contrato fue por el plazo de seis años, desde el 1º de enero de 1916 que vencieron el 31 de diciembre de 1921. El conductor quedó autorizado para hacer uso de la hacienda materia del contrato pero se estableció prohibición de cortar los árboles del monte que está al otro lado con la obligación de conservación intactos. De otro lado se registró en el contrato que los capitales de la hacienda: animales, útiles de labranza los tomará el conductor en la cantidad que crea conveniente y a precio de tasación a la fecha, agregando que “la propietaria, cláusula sétima, se reserva el derecho de recoger los frutos de algodón y maíz hasta el 15 de marzo de 1916, fecha en que se vencerá definitivamente esta condición reservativa”. C A P Í T U L O V LA MUNICIPALIDAD DE PUEBLO NUEVO La Municipalidad de Pueblo Nuevo, capital del Distrito de Colán, es la fiel expresión democrática de la voluntad popular y se crea por imperio de la ley Nº 819, promulgada el 14 de noviembre de 1908, pero continuó funcionando en San Lucas de Colán hasta 1909, conforme se acredita con los estudios y documentos expuestos en el capítulo anterior. Dentro de la cronología de la historia local, la Municipalidad de Pueblo Nuevo es la prolongación de la de Colán que existió desde la colonia, avanzó durante el proceso de nuestra Independencia política en 1821, se fortalece en plena aurora de la República hasta alcanzar la categoría de Distrito por dispositivo legal de 8 de octubre de 1840 que se extendió hasta el año 1908 en que se traslada la capital distrital al flamante caserío de Pueblo Nuevo, que desde hace un siglo es la cabecera del Distrito de Colán. Jurídicamente hablando “las Municipalidades son los Órganos del Gobierno Local, que emanan de la voluntad popular. Son personas jurídicas de derecho público con autonomía económica y administrativa en los asuntos de su competencia. Les son aplicables las leyes y disposiciones que, de manera general y de conformidad con la Constitución, regulen las actividades y funcionamiento del Sector Público Nacional”. Acorde con la vigente Constitución Política del Perú 1993, en su cardinal 191 acota: “Las municipalidades provinciales y distritales, y las delegadas conforme a ley, son los órganos de gobierno local. Tienen autonomía política, económica y administrativa en los asuntos de su competencia. Corresponde al Concejo las funciones normativas y fiscalizadoras; y a la alcaldía, las funciones ejecutivas”. “Los alcaldes y regidores son elegidos por sufragio directo, por un período de cinco años. Pueden ser reelegidos. Su mandato es revocable pero irrenunciable. Gozan de las prerrogativas que señala la ley”. Bajo esta normativa de carácter jurídico, sea constitucional o legislación especial, se desenvuelve la actual Municipalidad Distrital de Colán. PRIMER CABILDO PERUANO.Históricamente hablando, el primer cabildo peruano se estableció en la ciudad de San Miguel de Tangarará, después de la fundación de ésta. Territorialmente estuvo muy cerca del casco urbano de Pueblo Nuevo, en el mismo valle del Chira. Conviene tener presente que la conquista española significó, en estos predios tallanes, la organización de la vida local mediante la introducción del municipio como fórmula de dominio y colonización, legalizado por el estudio de carácter jurídico hispano que permitió orientar la estructura social y conseguir el poder económico que requería, en esos momentos, el reino español. La fundación del primer cabildo peruano ocurrió en 1532, después que el capitán extremeño Francisco Pizarro levantara la primera ciudad en el área andina. El cabildo de San Miguel se instaló en los predios de Tangarará, compuesto por dos Alcaldes con jurisdicción civil y criminal, cuatro regidores, un procurador y un escribano, el mismo que al amparo legal de las ordenanzas de 1525, citadas por Toribio Esquivel Obregón, incorporó a la organización Tallán al marco Municipal español y fue punto de partida para la fundación de otras ciudades en el Perú conquistado y la creación de municipios españoles en el mundo andino. Su primer alcalde de San Miguel de Tangarará, repetimos asentamiento cercano a Pueblo Nuevo, fue don Blas de Atienza, insigne conquistador español, quien posteriormente se convierte en el burgomaestre número uno de Trujillo del Perú al fundarse el año 1535. ASPECTOS JURÍDICOS DE LA MUNICIPALIDAD.Nutridos son los comentarios jurídicos sobre la institución de la Municipalidad que en esta oportunidad citamos para enriquecer nuestro conocimiento en la materia. En primer término está el nacimiento del MUNICIPIO que según ilustrada opinión señala que “el origen de la sociedad municipal es el mismo origen del Estado, pues es muy difícil distinguir en los comienzos de la vida social, cuando la primera de aquellas sociedades se separa de la segunda. El Estado – Municipio o el Estado – Ciudad que caracteriza la organización del Estado y la del Municipio durante mucho tiempo” y entre los romanos el Municipio fue la “ciudad principal y libre que se gobernaba por sus propias leyes y cuyos vecinos podían obtener los privilegios y gozar los derechos de la ciudad de Roma. Conjunto de vecinos de una población, representado por su ayuntamiento” (1). José Pareja Paz Soldán, excelente constitucionalista nacional, puntualiza que el Municipio es la persona jurídica necesaria, la más antigua y persistente de las organizaciones administrativas y la entidad territorial autárquica. Tiene el carácter de sociedad natural. Ella precede al Estado, que no la crea sino que simplemente la organiza jurídicamente. La Ley política la encuentra, no la hace. La institución municipal es un órgano más social que político, más histórico que constitucional, más natural que jurídico, más humano que democrático. Al igual que el Estado la base territorial le es indispensable. Representa una institución esencial para la vida democrática y para la organización administrativa de un país, porque es el gobierno de los vecinos. Es también la célula primigenia de la cultura cívica de los ciudadanos y su tarea, el Bien Común de la Comunidad. Luis Felipe Villarán, ilustre compatriota, con sentido académico, ha señalado que "después de la familia, el Municipio es la institución que más amamos. Allí nos encontramos colectivamente los que nos conocemos individualmente. Estamos ligados a nuestro pueblo por el triple lazo del interés, del corazón y del espíritu; y por ello, después de la familia nada más querido que el lugar donde hemos nacido. El Municipio es la continuación de la familia". I ahora viene Friedrich Karl Savigni (1779-1861), el eminente jurista, fundador de la escuela histórica del Derecho, quien con criterio filosófico encuadrado dentro de la ciencia política, nos enseña que la Municipalidad "es la escuela primaria de la libertad y de la democracia"; los que la gobiernan son los mandatarios de los vecinos que con su participación permanente resuelven los problemas vecinales. Desde el punto de vista del derecho los tratadistas del tema aconsejan que la creación de las municipalidades exige como requisitos legales que cuenten con población, territorio y riqueza bastante para sostener los servicios municipales obligatorios y con los recursos y fondos que las leyes autorizan crear obras para el pueblo. Para mejor constancia estamos plenamente convencidos que los municipios son una gran escuela de formación cívico – política por que enseñan a gobernar la ciudad a fin de lograr establecer una convivencia armoniosa y eficaz con nuestros propios vecinos. De otro lado los gobiernos locales durante las primeras décadas del siglo XX, guiaron y desarrollaron sus funciones cabildantes, que son de carácter público, al amparo de la Constitución del Estado que el Mariscal Ramón Castilla promulgó el 13 de Noviembre de 1860, que en su Título XV, Artículo 18, sobre Municipalidades decía: “Habrá Municipalidades en los lugares que designe la Ley; la cual determinará sus funciones, responsabilidad, calidades de sus miembros y el modo de elegirlos”. Añadimos que esta Constitución derogada por el coronel Mariano Ignacio Prado, fue restablecida después de su caída en 1878. Bajo este imperio constitucional nace la Ley de Municipalidades, promulgada el 14 de Octubre de 1892 por el Presidente Constitucional de la República, Don Remigio Morales Bermúdez, que consta de IX Capítulos que contienen 158 artículos. Ellos son: De los Concejos, De las Elecciones Municipales, De los Concejos Provinciales; De los Alcaldes, Tenientes-Alcaldes e Inspectores de los Concejos Provinciales; De los Empleados de los Concejos Provinciales; De las Rentas y Gastos Provinciales; De los Concejos de Distrito; De las Facultades que Competen a los Concejos Respecto de la Instrucción Primaria; y, Disposiciones Transitorias. En el primer cardinal de esta última ley jurídicamente se estableció: “La Administración Municipal de la República se ejerce por los Concejos Provinciales y de Distrito con arreglo a esta ley”. El numeral 29 puntualiza: “Las elecciones municipales se practican por sufragio directo y gozan del derecho de ejercerlo: 1°) Todos los vecinos peruanos y extranjeros de 21 años, o casados, que, a más de saber leer y escribir, ejerzan alguna profesión o industria, o tengan alguna propiedad raíz; 2°) Los alumnos de las Universidades, siempre que sean mayores de 21 años; 3°) Para usar del derecho de votar en las elecciones municipales, es indispensable estar inscrito en el correspondiente “Registro de Electores de Municipalidades”. I seguimos con los artículos 73 y 74 que acotan: “Los Concejos de capital de Provincia se compondrán de 12 miembros; los de capital de Departamento de 16”; debiendo elegirse al mismo tiempo que los propietarios 4 suplentes para los primeros y 5 para los segundos. “Los Concejos de Provincia elegirán anualmente el 1° de Enero de cada año: Alcalde, Teniente de Alcalde, dos Síndicos y los siguientes Inspectores: de Policía, de Instrucción Primaria, de Estado Civil, de Mercados, de Aguas, de Obras, de Espectáculos Públicos, de Lugares de Detención, de Higiene, de Beneficencia; y, uno para cada Distrito de la Capital de la Provincia”. A propósito de Alcalde, según el inciso 8 del artículo 8, “Los Alcaldes son los ejecutores de las resoluciones de los Concejos Provinciales” y dentro de sus funciones se estipuló la de “Presentar una Memoria anual sobre los distintos ramos y servicios municipales, exigiendo la que, previamente, deben presentarles los respectivos Inspectores”. Acto singular de las Municipalidades fue la que se encargó del control directo de la Instrucción Primaria, para cuyo efecto se amparaban en los cardinales 148 y siguientes de la Ley invocada, por la misma que “Los Concejos Provinciales y de Distrito cuidarán de que en las respectivas escuelas de su dependencia, no se cobre emolumento alguno por la admisión de los alumnos, ni por los libros y útiles de enseñanza; que debiendo suministrar gratuitamente dichos objetos a los hijos de padres notoriamente pobres”. Otro de sus deberes fue que “no podrán confiar las escuelas sino a maestros competentes y calificados, según las leyes y reglamentos de la materia”. Como podemos observar se apostó, con responsabilidad cívica y claridad meridiana, por una educación gratuita que real y efectivamente se mantuvo y hoy se trata de mantener con mucha dificultad pero con malos resultados en cuanto a calidad educativa. La parte económica que sustentaban las rentas y gastos municipales y los Concejos sujetaban sus actividades institucionales al presupuesto que formulaba el Alcalde de la Provincia “que comprenderá un bienio económico a partir del 1° de Julio”, al 30 de Junio y para que esto suceda dicho “presupuesto se discutirá y votará por el Concejo, previo informe de ambos Síndicos, antes del 1° de Diciembre”; arts. 107 y 108 de la Ley de Municipalidades. Dentro de las Disposiciones Transitorias se ordenó: “Inmediatamente después de promulgada esta ley, los actuales Concejos Municipales procederán con sujeción a las prescripciones en ella contenidas; y hasta el 1° de Febrero de 1893, día en el cual dichos registros quedarán cerrados, continúan inscribiéndose en ellos a las personas que reúnan las calidades requeridas para ser elector municipal”, art. 152. NOTA.(1)Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa; tomo 37, Págs. 325/33. LOS ALCALDES DE PUEBLO NUEVO.Los alcaldes son personeros legales de las Municipalidades del Perú, presiden el ayuntamiento de una ciudad o término municipal, encargado de ejecutar sus acuerdos, dictar ordenanzas para el buen orden, salubridad y limpieza de la población y cuidar todo lo relativo a la seguridad ciudadana, planificar el desarrollo urbano y rural de sus circunscripciones y ejecutar los planes y programas correspondientes, participar en la gestión de las actividades económicas, educativas, sociales y servicios inherentes al Estado, conforme a ley, tal como está dispuesto y previsto en la Constitución Política del Perú 1993, Capítulo XIV, artículos 191 al 196 y la Ley Orgánica de Municipalidades. Efectuada una rápida visión de los Libros correspondientes a los Registros Civiles de Pueblo Nuevo de Colán, ahora nos son útiles para extraer la relación de los Alcaldes o Tenientes Alcaldes, titulares de la Municipalidad que intervinieron en la gestión municipal y actuaron para legalizar bajo sus autógrafas las partidas de nacimientos, matrimonios civiles y defunciones que han ocurrido a partir de 1910 hasta 2008. Está en primer término el año 1910, que aparece en condición de encargado de la alcaldía, don José Ignacio Macharé, hombre probo, que con amor terrígena siempre estuvo sirviendo a su pueblo en diferentes cargos públicos amén de su inocultable espíritu de servicio a la colectividad colanera, perteneció a la Comunidad de Indígenas de Colán. Con su trabajo efectivo hizo alto honor a sus antepasados de raíz Tallán. Su capacidad de trabajo y visible sentido emprendedor le dieron personalidad social que lo hizo acreedor al respeto del vecindario y a honrarlo como su Alcalde. Él, con amoroso afán humano y ausente de todo interés personal sirvió al pueblo demostrando que los intereses generales están por encima de los personales, o lo que es lo mismo el pueblo manda y el ciudadano obedece sirviendo a sus mandantes. Dentro de la segunda década de la fenecida centuria en la alcaldía distrital se registran los señores Pedro V. Baca Saavedra, José Mercedes Camacho, Manuel S. Albújar y Pedro Griceldo Murillo Ordóñez, nativo de Loja-Ecuador, nacionalizado peruano, conocidos agricultores y comerciantes de incuestionable trayectoria social que apostaron por el progreso de Pueblo Nuevo en los inicios de vida municipal. Don Pedro V. Baca Saavedra, nació en Paita, el año 1872. Fueron sus padres don Matías Baca y doña Petra Saavedra. Es uno de los alcaldes más tempranos que registra Pueblo Nuevo. Llegó a desempeñarse en la Casa Municipal en 1912. En la Iglesia de Colán por el Vicario y Foráneo, Cura de Paita, se llevó a cabo el matrimonio canónico de don Pedro V. con la dama María Ynocenta Balarezo Coronado, vecina de Pueblo Nuevo y natural de La Huaca, según consta en el Libro Nº 3, fojas 43, partida Nº 18, el 27 de abril de 1900. Testigos matrimoniales fueron los vecinos de Pueblo Nuevo: José Rosendo Correa, Pedro Murillo y Leonardo Pardo. Padrinos: Ramos Talledo y Matilde Balarezo. Falleció en Talara el 23 de diciembre de 1942, de miocarditis crónica, de 70 años de edad, de profesión comerciante. Dejó para sus once hijos, un terreno en Cara de Gato, un terreno en Sarana, otro en el Cocal así como un predio rústico en Guayaquil, todos dentro del distrito de Colán. Don Manuel S. Albújar, es otro de los fundadores de Pueblo Nuevo de Colán, fue casado con doña Zoila Baca Saavedra, en quien tuvo a su hijo Manuel. El burgomaestre se afincó en su hogar familiar que levantó en calle San Martín sin número. Aquí vivió con su esposa e hijos y trabajó un terreno agrícola situado en Sarana. Hombre trabajador que legó su vida ejemplar a la vecindad del pueblo que lo cobijó con mucho afecto. Entre 1921 a 1930 podemos citar a los burgomaestres Felipe Santiago Vargas, Miguel Correa, Pedro A. Luna, nativos de Pueblo Nuevo que estuvieron atentos, con fervor cívicopatriótico trabajando por el crecimiento ordenado tanto material cuanto espiritual de la capital distrital y sus anexos. Han dejado a la posterioridad además de su ejemplo humano su obra social escrita en impecable foja de servicio a la colectividad que ahora, a inicios del siglo XXI, debemos practicar imitándola, mejorándola de ser posible acorde con los avances de este tiempo. Además debemos nutrirnos de la sabia enseñanza que nos dejaron a través de su imperecedero quehacer. Fueron notables agricultores y comerciantes que haciendo empresa dirigieron sus tierras y su comercio con eficiente producción agropecuaria y abastecimiento de los bienes de consumo. Con igual empeño e identificados con las necesidades de su Distrito con mentalidad y actividad positivas hicieron frente a la dirección del gobierno local. Prendiendo mágicamente la luz de su espíritu solidario alumbraron el camino de su amado y entrañable pueblo para que se aparte del sendero de las tinieblas y se alinee al lado de los suyos a fin de dar sus energías a los que las necesitan. Fueron aplaudidos alcaldes que no escatimaron esfuerzo alguno a fin de prestar su efectivo concurso para la mejor dirección de la ciudad. Dejaron a las futuras generaciones su ejemplo que ahora se debe imitar. Mención especial merece don Pedro Andrés Luna Mogollón, nacido en La Huaca el año 1879 y fallecido en Lima el 23 de diciembre de 1962, en la Clínica Angloamericana, a la edad de 83 años, de profesión comerciante, quien se casó en la Iglesia de Pueblo Nuevo el 18 de agosto de 1910, con doña Felicia Peralta Ovalle. No tuvo hijos según señala en su testamento que otorgó el 17 de marzo de 1960 en Piura, ante el Notario don Telésforo León Vilela. En cambio producto de su trabajo organizado e idóneo en la actividad comercial le permitió adquirir la casa que le sirvió de morada en Pueblo Nuevo, calle Grau donde estableció su negocio de abarrotes y mercaderías en general; otra casa ubicada en la Plaza Principal del mismo cercado urbano, ocupada en ese momento por la Escuela Fiscal de Varones. Dejó también en Pueblo Nuevo dos casitas levantadas en el solar comprado a doña Genoveva V. de Vargas, por escritura extendida ante el mismo Notario León Vilela; el terreno agrícola denominado San José en el distrito de Colán con un área de cuarenta i cuatro i media cuadras cuadradas que adquirió de don José Pablo Lavalle y Nazario Morán y otro terreno de cinco cuadras cuadradas de extensión comprados a don Federico R. Bolognesi y otros bienes. Por mandato testamentario disfrutaron de sus bienes su consorte Felicia Peralta, sus hermanas María Julia, María Isabel Luna; Rosario Luna de Ginocchio y Carmen Luna viuda de Castillo. Pasamos a los años 1931 a 1940, destacándose la presencia en el cabildo de Pueblo Nuevo sus alcaldes, Vicente Rojas Roca, Miguel Franco, José Mendives Escobar, Enrique Pizarro Mori, procedente de Chachapoyas, y Teodoro Burneo. Don Enrique Pizarro Mori es el primer profesional Ingeniero que radicando en Pueblo Nuevo de Colán por sus actividades agrícolas forma su familia y por méritos propios se convierte en su Alcalde. Falleció de tifoidea cuando contaba con 46 años de edad, relativamente joven, en el Hospital de Belén de Piura, según su partida de defunción, el 18 de julio de 1943. Fueron sus padres Rosendo Pizarro y Aurora Mori. Son sus hijos Enrique Guillermo Pizarro Feijoo, Armando, Rosa Aurora, Luz Estela y Blanca Pizarro Pichuele; y, Martha Susana y Jaime Guillermo Pizarro Bruno. Es la década que se empieza a dar los nombres y numeración a las calles de Pueblo Nuevo. Estos personajes también se desempeñaron como Teniente Alcalde o en los cargos de Síndicos de Rentas y Gastos, y Concejales. Para 1941 al 50, aparecen desempeñándose en el cargo de burgomaestres de Pueblo Nuevo, los ciudadanos Carlos Palacios Castillo, Melchor Castillo Coronado, Raúl Vargas Barrientos, Marco A. Coronado y José M. Leyton Morán. Posteriores estudios reconocerán su obra sólida dedicada al reordenamiento urbano de Pueblo Nuevo y la eficiente administración de los bienes y rentas del organismo municipal. Nuevamente en la sexta década del pasado siglo XX, Carlos Palacios Castillo es alcalde del Ayuntamiento de Pueblo Nuevo. Le siguen César Augusto Murillo Olaya, Juan Francisco Lippe Zapata y Eulogio Flores Olaya. Los Libros de Sesiones del Cabildo son los documentos más idóneos para establecer con autenticidad la obra que éstos hicieron. Dentro de los años 1961 a 1970, pasaron por el sillón del Cabildo de Pueblo Nuevo de Colán, los señores alcaldes Salvador Espinosa Ríos, Juan Manuel Rodríguez O., Antonio Otero Castillo, José Mendives Dioses quienes actuaron con la satisfacción del deber cumplido el encargo que le hizo la ciudadanía. Durante un largo período en el Gobierno Militar de Velasco Alvarado, estuvo en la alcaldía el ciudadano Antonio Otero Castillo quien llegó hasta 1975, luego lo reemplazó Sadot Ruiz Canales, y siguieron Pedro G. Macharé Yacila y Ángel Sánchez Lequernaqué. La materialización de la Reforma Agraria cambió el rumbo de la historia del Distrito de Colán que mucho ha preocupado y preocupa a sus habitantes, toda vez que siempre fue un asentamiento agropecuario que hoy ha dejado de serlo. Viene la década de 1981 a 1990, y aparecen en la alcaldía de Pueblo Nuevo el profesor Sebastián Coronado Garrido quien, como es público y notorio, tuvo en dos oportunidades dirigiendo los destinos del Distrito, pues gobernó la ciudad de 1981 a 1983 y por segunda vez de 1987 al 89. Se le recuerda gratamente por su decidido y permanente apoyo para restaurar la Iglesia de Pueblo Nuevo que ahora constituye una joya de la arquitectura eclesiástica regional y nacional, como se destaca en este capítulo. Así mismo aparece Salvador Espinosa Ríos, en dos períodos, el primero de 1984 al 86 y el segundo de 1890 al 92. Cerrando el siglo, continuando los períodos municipales de tres años, por mandato expreso de la Constitución Política de 1979, está en la alcaldía Rómulo Camacho Peralta de 1993 al 95. Viene de 1996 al 98 Pascual Vilchez Cárcamo, actualmente, pro segunda vez, alcalde de Pueblo Nuevo. Del año 1999 a 2001 fue burgomaestre Rómulo Camacho Peralta. En la primera década de la flamante centuria que vivimos, siguen los alcaldes Ismael Macharé Peralta, Reymundo Dioses Guzmán y nuevamente Pascual Vilchez Cárcamo quien actualmente rige los destinos municipales de Pueblo Nuevo, centenaria capital distrital. ALCALDE ECUATORIANO.El ciudadano Pedro Griceldo Murillo Ordóñez notable vecino de Pueblo Nuevo de Colán fue de origen ecuatoriano. Nació en Loja, República del Ecuador, el año 1848. Fueron sus progenitores Juan Raimundo Murillo y Josefa Ordóñez. Falleció en Piura “de Cardiopatía senil, el 6 de julio de 1941, a la edad de 93 años, de profesión comerciante, natural de Loja, casado con María Coronado”, reza su partida de defunción. Sus fundadas ilusiones e inquietudes aventureras, en plena juventud, cuando contaba con 24 años de edad, lo traen al Perú en busca de nuevos horizontes. Llegó a Paita el año 1872 donde inicia sus actividades laborales y posteriormente tratando de crecer se alinea dentro de los fundadores del naciente Pueblo Nuevo de Colán en el que formó su familia y se afincó definitivamente, dejando gratos recuerdos a la posterioridad. Demostrando amor a esta tierra peruana don Pedro Griceldo decide legalmente nacionalizarse. Efectivamente inicia los trámites de rigor en la Municipalidad Provincial de Paita y se nacionalizó peruano. El acto jurídico que cristalizó su nacionalidad peruana quedó plasmado en la Resolución de 10 de mayo de 1911, que remitió su señor Alcalde porteño don Humberto Artadi a la Prefectura del Departamento. Dice así: “Se han inscrito como ciudadanos peruanos en el respectivo Registro Cívico de 19 de noviembre de 1861, don Pedro Murillo, ecuatoriano, de 57 años de edad, comerciante, residencia 33 años; Federico Murillo, ecuatoriano, 50 años, carpintero, residencia 38 años. Lo que me es grato comunicar a usted. Firmado: Humberto Artadi, Alcalde”. Conforme consta en la escritura pública de 22 de noviembre de 1939, que extendió el Notario Público de Piura, don Félix S. García Carrasco, se acredita que don Pedro Griceldo vendió a doña Zoila Baca Saavedra viuda de Albújar el inmueble que detallamos. En la cláusula primera declara el vendedor: “soy propietario de una casa ubicada en Pueblo Nuevo de Colán que adquirí por compra a don Manuel Arcaya, en el año 1896 y a las hermanas Roa en 1926. La casa tiene veinticinco y media varas que de frontera a la Plaza de Armas i veintiocho varas en la frontera Oeste, por que comprende un martillo que adquirí a un señor Bayona; el fondo de la finca es de cuarenta i seis varas y linda al Norte, con la viuda de Vargas; al Sur, con propiedad de doña Francisca viuda de Guzmán i la calle donde da el martillo; y por el Este, frente a la Plaza de Armas; i por el Oeste calle de por medio con herederos del señor Olarte”. Ante el Notario de Paita, don Telésforo León Vilela, “el 18 de agosto de 1939, en Pueblo Nuevo de Colán, de la jurisdicción de Paita, con los testigos Pedro Andrés Luna Mogollón, don Francisco Peralta Ovalle y don José R. Camacho Colán, nos constituimos en la casa signada con el número ciento doce de la calle San Martín. Declara el testador ser nacionalizado peruano, casado, comerciante, vecino de Pueblo Nuevo de Colán. Declara el testador fue casado en primeras nupcias con doña Mercedes Medina en quien tuvo dos hijos: Roberto y Juan Murillo Medina, ambos vivos. Declara el testador contrajo segundas nupcias con su esposa María Coronado Hurtado en quien tuvo a sus hijos Rosa, Felicia y Juan Murillo Coronado fallecidos y sólo Rosa dejó un hijo llamado Pedro Rosales Murillo. Declaró por sus bienes la casa de su propiedad ubicada en calle San Martín números 108, 110, 112 i 114, mide 30 varas de frontera por un fondo aproximado de treinta i cinco varas entre las calles San Martín y la Mar. Son sus linderos: por el Norte, con calle La Mar, de por medio con el fundo “Monte Carmelo”; por el Sur, su frente, con calle San Martín de por medio, con la Plaza Principal; por el Este, con propiedad de los herederos de quien fue don Felipe Vargas; i por el Oeste con casa de José Benites. Designo por mi albacea testamentario a mi hijo Juan Murillo Medina”. Don Pedro Griceldo Murillo Ordóñez dejó como legado a la posterioridad de Pueblo Nuevo de Colán su impecable foja de servicio que ahora nos enseña a practicar el amor a la tierra donde se vive llevando a la praxis el bien común. Además entregarle como él le entregó lo mejor de sí a la tierra que se ama y mejor hacerlo como lo hizo con desinterés, patriotismo y civismo. Recordemos que Don Pedro Griceldo fue fundador de Pueblo Nuevo de Colán y cooperador para la edificación de la centenaria Iglesia Matriz, que la dirigió su coterráneo el Padre Godoy, ambos nacionalizados peruanos. Evoquemos también que se estableció en esta prodigiosa tierra a fines del siglo XIX. La quiso como propia, formó su familia que se perpetuó en esta capital distrital y realizó sus públicas actividades productivas que lo hacen acreedor a desempeñar la alcaldía que la historia jamás podrá olvidar. De esta manera Murillo Ordóñez se convierte en el primer alcalde extranjero que ocupó el sillón de la Casa Municipal de Pueblo Nuevo que ahora en el centenario de su creación capitalina lo recuerda en su galería de burgomaestres. Hoy públicamente expresamos el profundo reconocimiento de Pueblo Nuevo a la memoria de su dignísimo Alcalde Pedro G. Murillo, además mostramos respeto y consideración a su dignísima familia peruana y todos sus descendientes peruanos. NUESTRO FERVOROSO HOMENAJE.No puede estar ausente nuestro fervoroso homenaje a los alcaldes y cuerpos de regidores que dentro de la historia política de Pueblo Nuevo han puesto su esfuerzo e imaginación para darle con su organizado accionar personalidad histórica a esta institución centenaria. Por ello estamos registrando a Pascual Vilchez Cárcamo quien es además autor de la iniciativa para elaborar y publicar esta obra histórica, cuya investigación ha demandado un año de permanente y tediosa búsqueda hoja por hoja en los infolios que preserva el Archivo Regional de Piura, amén de la consulta bibliográfica y elaboración de texto. Como calificado docente y buen vecino considera que la historia de un pueblo es el mejor vehículo para exhibir a propios y extraños el pasado del pueblo que alimenta su presente para preparar y promover con visión orgánica un nutrido futuro que va a sostener el bienestar de sus habitantes. De las decenas de alcaldes citados que infatigablemente han desfilado por la Casa Municipal de Pueblo Nuevo, la mayoría brotaron de las entrañas de su tierra y otros llegaron a su terruño. Han actuado acorde con su manifiesta sensibilidad social y capacidad de servicio. Fueron formados en las actividades comerciales, agrícolas, pecuarias, empresariales, hacendarias, docentes, profesionales. Igualmente procedieron del ámbito dirigencial de la Comunidad de Indígenas de Colán que formó líderes que conocían y conocen las necesidades de su Distrito y sus debidas soluciones. Loa alcaldes accionaron dentro de un proyecto organizativo que en su momento ejecutaron a través de la organización y administración de los servicios públicos que presta la Municipalidad. Los burgomaestres que registra la historia municipal de Pueblo Nuevo forman parte principal de la historia local y distrital. Por ello es bueno recordar sus nombres ya consignados y sus obras ya expuestas por que de alguna manera, objetiva y real, han contribuido tesoneramente al desarrollo social del Distrito de Colán. Los recuerda Pueblo Nuevo en fiel muestra de pleitesía por que gran parte de sus alcaldes obraron con entereza y lealtad. Desinteresadamente se entregaron a servir a los demás, al prójimo en expresión cristiana. Con mayor razón se evoca a los cuerpos cabildantes que por imperio de la ley sus integrantes, Alcalde y Regidores, sin percibir remuneración alguna, solamente pensando en un mañana mejor para Pueblo Nuevo y el Distrito de Colán, trabajaron ardorosa y afanosamente sin tregua actuaron primero y siempre a favor de su vecindario y la familia colanera, que está por encima de todo. Es una obligación de ineludible cumplimiento por parte de los habitantes del Distrito de Colán conocer, recordar y homenajear la memoria de los Alcaldes y Concejales que se dieron íntegros a su causa, respetando la voz del pueblo que es la voz de Dios. Lo menos que podemos hacer ahora al recordar el histórico centenario del traslado de la capital distrital de Colán a Pueblo Nuevo, es insertar sus nombres en este apartado con letras mayúsculas. De esta manera, válida por cierto, procedemos a registrar con tinta indeleble la efectiva expresión de nuestra gratitud que no puede estar ausente y por el contrario retratada con tinta indeleble en las páginas de este documento histórico-social. COLÁN EN LOS REGISTROS NOTARIALES Los registros notariales en nuestro medio regional datan desde la colonia, toda vez que el NOTARIADO es una institución jurídica hispanoamericana, que se traslada de España a nuestro territorio desde los primeros momentos del Perú español, concretamente a partir del año 1532, con el Protocolo Ambulante, que llevaba el Escribano Público que formaba parte de la hueste perulera dirigida por Francisco Pizarro. Así mismo los registros notariales están conformados por documentos escriturados y por ende de carácter público que, además de gozar de la fe notarial, constituyen objetivas pruebas del derecho civil y sirven para demostrar palmariamente los hechos de carácter particular donde intervienen instituciones y personas particulares. Sobre el Distrito de Colán hay una serie de documentos producidos durante los primeros años del siglo XX, con la intervención del notario de la Provincia de Paita, don Manuel Mendoza. Pasamos a dar credibilidad de lo expuesto. CONTRATOS SOBRE EXPLOTACIÓN DE ARBITRIO.Desde el punto de vista jurídico se entiende por arbitrios “ciertos medios, ordinarios o extraordinarios, que se conceden generalmente a los municipios, y en ocasiones a las provincias, para arbitrar o allegar recursos con que cubrir sus atenciones”; y arbitrio es la “facultad de resolver eligiendo entre varias decisiones posibles. Facultad, poder, autoridad para obrar” (1). Bajo el concepto de “medios que se conceden generalmente a los municipios para allegar recursos con que cubrir sus atenciones”, el Concejo Municipal de Pueblo Nuevo de Colán celebró algunos contratos con vecinos del Distrito para agenciarse de medios económicos con que atender sus propias atenciones. Así ocurre con el contrato público celebrado “En San Lucas de Colán el veinte y uno de noviembre de 1913, ante mi el Notario y testigos, fueron presentes los señores Manuel de Lama y Pedro A. Luna, Síndicos de Rentas y Gastos del Concejo de este Distrito; y, don José Ignacio Macharé, vecino de la jurisdicción de este Distrito, por sí y como apoderado de don Manuel de los Santos Macharé, según poder que presenta para su inserción”. Los contratantes nombrados han celebrado contrato sobre explotación del arbitrio municipal de CANOA en el paraje ubicado entre San Lucas de Colán y Sarana, en virtud de haberse adjudicado a este último en remate público por el término de un años y la merced conductiva mensual de quince soles con cincuenta centavos de plata, dando garantía real suficiente como hipoteca o fianza, bajo las siguientes condiciones: En cuanto al cobro del impuesto, deberá sujetarse estrictamente a la tarifa aprobada el 27 de agosto último que es del tenor siguiente: 1.-Por pasajero, cinco centavos. 2.-Por cada bestia grande, tres centavos. 3.-Por cabra, oveja o chancho, dos centavos. 4.-Por cada res, diez centavos. 5.-Por cada bulto con peso de 150 a 200 libras, cincuenta centavos. 6.-Por cada quintal de harina, dos centavos. 7.-Por cada cajón de kerosene, dos centavos. Los aperos de los animales grandes o chicos no pagarán por ser directos a los animales. En tiempo de creciente el impuesto se cobrará el doble. De otro lado se estableció que la duración del contrato es por el término de un año contado desde el día que se firme la escritura pública. También se pactó que la renta mensual es pagadera por quincenas adelantadas. La renta es inalterable y no se aceptarán reclamos de rebaja por error del rematista, sequía del río. Hubo una cláusula de penalidad que “por cada día de demora que dejaré de entregar su quincena adelantada como parte de la merced conductiva pactada, el rematista pagará como multa cinco soles diarios, los que serán cubiertos con la fianza que para garantía del contrato constituye el rematista”. Contractualmente quedó establecido “que el rematista se sujetará a la tarifa en vigencia, siéndole absolutamente prohibido alterarla, bajo la pena de multa que a juicio de la alcaldía se le impusiere, no pudiendo exceder de una libra peruana de oro”. En la misma fecha y ante el mismo notario público del puerto de Paita se constituyó, con los testigos de ley, y extendió la escritura que empieza así: “En San Lucas de Colán, 21 de noviembre de 1913, los Síndicos de Rentas y Gastos ya nombrados, y don Francisco Remigio, agricultor, vecino de este Distrito, celebran contrato escriturado sobre la explotación del arbitrio municipal de canoa en el paraje situado entre San Lucas de Colán y Vichayal, en virtud de habérsele adjudicado a este último en remate público por la merced conductiva mensual de 36 soles con 40 centavos de plata. Las demás condiciones, deberes y derechos de los contratantes, son iguales a las indicadas en el contrato anterior que tuvo vigencia durante un año (2). DOS CONTRATOS MÁS EN 1915.En San Lucas de Colán el 3 de setiembre de 1915, ante el Notario don Manuel Mendoza y testigos de ley, “comparecen los señores Leonardo Pardo y Pedro V. Baca, Síndicos de Rentas y de Gastos, respectivamente, del Honorable Concejo Municipal de San Lucas de Colán; y, don José Dioses, por sí, quienes han celebrado un contrato sobre explotación del arbitrio municipal de CANOA en el paraje ubicado entre San Lucas de Colán y Vichayal, en virtud de haberse adjudicado a este último en remate público por la merced conductiva mensual de 60 soles plata con 40 centavos. Las demás cláusula del contrato son iguales a las ya expuestas en la escritura primigenia. Dos días después, el 5 de setiembre de 1915, al señalado Concejo Municipal de San Lucas de Colán, por intermedio de sus personeros; y, don José Pío Macharé Chinga, por sí, han celebrado un contrato sobre explotación del servicio municipal de CANOA, en el paraje situado entre Sarana y Quil, de este Distrito, en virtud de habérsele adjudicado a éste último por la renta mensual de 18 soles de plata fuerte con 25 centavos. Necesario es repetir que ambos contratos estuvieron sujetos a las cláusulas establecidas en los similares contratos celebrados el año 1913, antes comentados (3). PODER PARA JUICIOS.“En San Lucas de Colán, a veinte y uno de noviembre de 1913, comparecen ante mí el Notario y testigos de ley, los señores Manuel de Luna Y José Ignacio Macharé, Síndicos de Gastos y Rentas, del Concejo de este Distrito, quienes en representación de éste, otorgan poder general para juicios a don S. Eloy Ayala, vecino de Paita, para que represente y defienda los derechos de nuestro representado en toda clase de juicios, ya sean civiles, criminales o privativos”. “Al efecto le conferimos las facultades que personalmente pudiéramos ejercer en defensa de dicho Municipio, como interponer demandas, aceptarlas, interponer toda clase de recursos, para desistirse, declinar de jurisdicción, transigir con las restricciones que la ley establece al respecto a bienes municipales, sustituir el poder y cuantas veces más fueren menester a la completa representación” (4). NOTAS.(1)Guillermo Cabanellas; Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Tomo I, Pág.352. (2)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, Protocolo del año 1913 (3)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, Protocolo del año 1915. (4)ARP; Notario de Paita, Manuel Mendoza, Protocolo del año 1913. LA COMUNIDAD CAMPESINA DE COLÁN La Comunidad de Indígenas de Colán y desde 1968 Comunidad Campesina de Colán, por Ley del Presidente de la República, Juan Velasco Alvarado, es una institución jurídica que tiene origen prehispánico, que se respetó en la Colonia y se ratificó en la República mediante leyes especiales. Todas las Constituciones del Perú sucesivamente la han reconocido como tal y la han defendido y defienden con evidente espíritu de amparo a la propiedad comunal que detenta hace siglos. La Comunidad Campesina de Colán, con motivo de la conquista española, tiene mas de 450 años de ininterrumpida existencia real y legal, formando parte sus comuneros de la historia regional, toda vez que con su quehacer tesonero ha contribuido al crecimiento social de los pueblos que la circundan. Es una institución con dilatado accionar según testimonian documentos que custodia el Archivo Regional de Piura. Tiene entre su más connotado defensor al eminente indigenista, Dr. Hildebrando Castro Pozo, a través de su obra cumbre: “Nuestra Comunidad Indígena”. Luego, incuestionablemente, se trata de una organización campesina que aprovechando la tierra comunal se dedica a proteger a sus asociados campesinos que trabajan la tierra como base del sustento familiar y bienestar social. Castro Pozo, en la obra citada, con profunda visión sobre el tema, ha señalado que “Sobre la base étnica de las tribus primitivas que poblaron el antiguo Tahuantinsuyo y dentro de la circunscripción territorial que estas abarcaban existen actualmente, con caracteres peculiares y definidos, pequeños grupos de indios almacigados en las faldas o cumbres de los cerros o, en los grandes valles, alrededor de las lomas que por su altura, no han podido dedicar al cultivo” (1). Ahora el problema social del comunero tiene fundamentalmente carácter educativo para que se forme y alcance el conocimiento cabal de su realidad comunera a fin de mejorarla organizadamente mediante un plan económico. Hay que educar a la familia comunera con un programa acorde con sus necesidades materiales y espirituales, para que tenga un real y efectivo sentido de su proyecto de superación comunal y considere con conocimiento de causa que lo económico es vital para la vida humana, y de esta manera con respaldo del Estado logre alcanzar el desarrollo sostenido de sus hijos que son continuadores de su tradición. Con acierto se ha expuesto que “el reconocimiento de las comunidades y sus costumbres económicas por las Leyes de Indias, no acusa simplemente sagacidad realista de la política colonial sino se ajusta absolutamente a la teoría y la práctica feudales. Las disposiciones de las leyes coloniales sobre la comunidad, que mantenían sin inconveniente el mecanismo económico de ésta, reformaban, en cambio, lógicamente, las costumbres contrarias a la doctrina católica y tendían a convertir la comunidad en una rueda de su maquinaria administrativa y fiscal” (2). Debemos destacar que han pasado tantos años, pues llegamos a la primera década del siglo XXI, y se abandona la tradición comunal milenaria absorbida por las nuevas formas económicas imperantes en el mundo globalizado. Ahora “la comunidad cada día se integra más al sistema capitalista, permaneciendo fuera de él sólo las ubicadas en regiones muy aisladas, y los comuneros cada vez son más individualistas, por la influencia de la estructura económica-social predominante en el país” (3). Desde el punto de vista jurídico constitucional la Comunidad de Indígenas en la Constitución Política del Perú del año 1932, fue contemplada como institución ancestral en el título XI, dentro de los artículos 207 al 212. Se estableció que “Las comunidades de indígenas tienen existencia legal y personería jurídica. El Estado garantiza la integridad de la propiedad de las comunidades. La ley organizará el catastro correspondiente”. “La propiedad de las comunidades es imprescriptible e inajenable, salvo el caso de expropiación por causa de utilidad pública, previa indemnización. Es, así mismo inembargable. El Estado procurará de preferencia dotar de tierras a las comunidades de indígenas que no las tengan en cantidad suficiente para las necesidades de su población y podrá expropiar con tal propósito tierra de propiedad particular, previa indemnización” (4). Antes de promulgarse esta Carta Política, en la Asamblea Constituyente, sesión del 2 de setiembre de 1932, el afamado peruanista Víctor Andrés Belaúnde expresó: “El dictamen de mayoría ha consagrado ya el reconocimiento jurídico de las comunidades indígenas y ha aceptado el principio en mi concepto inconcuso sobre la propiedad colectiva, expresando el propósito olvidado de cien años de vida independiente, de dar para el indígena una legislación que reemplazara a la antigua. La Constitución reconoce la autoridad de los funcionarios indígenas elegidos en la forma en que acostumbran las poblaciones campesinas. Si estamos de acuerdo en que la legislación debe colocar al indio en pie de igualdad, no encuentro inconveniente para que se diga que aceptamos la personería de las comunidades de indígenas y que la Constitución reconoce la autoridad de los funcionarios indígenas elegidos en la forma en que acostumbran las poblaciones campesinas …” (5). La Constitución Política Peruana de 1979, en su cardinal 89, acota: “Las Comunidades Campesinas y Nativas tienen existencia legal y son personas jurídicas. Son autónomas en su organización, en el trabajo comunal y en el uso y libre disposición de sus tierras, así como en lo económico y administrativo, dentro del marco que la ley establece. La propiedad de sus tierras es imprescriptible, salvo en el caso de abandono previsto en el artículo anterior. El Estado respalda la identidad cultural de las Comunidades Campesinas y Nativas”. (6). Cabe advertir que en la actualidad, conforme al artículo 89 de la vigente Constitución Política del Perú, “Las Comunidades Campesinas y las Nativas tienen existencia legal y son personas jurídicas. Son autónomas en su organización, en el trabajo comunal y en el uso de la libre disposición de sus tierras, así como en lo económico y administrativo, dentro del marco que la ley establece. La propiedad de sus tierras es imprescriptible, salvo en el caso de abandono previsto en el artículo anterior. El Estado respeta la identidad cultural de las Comunidades Campesinas y Nativas” (7). Finalmente téngase en consideración que las Comunidades Campesinas se rigen de acuerdo a lo dispuesto en la Ley Nº 24656. PRIMERA RESOLUCIÓN.Son cuatro las instituciones de comuneros que en el trayecto colonial, obtienen muy temprano su reconocimiento legal y son las primeras de este suelo geográfico en perfeccionar su organización que agrupó a los campesinos de la región. Bajo la denominación “Primera Resolución” se conoce la que se dictó el 9 de mayo de 1544, por Blasco Nuñes Vela, a su paso por el Cabildo de Piura La Vieja, que luego fue perfeccionada en su forma por otra que evacuó Francisco de Toledo el 13 de abril de 1578, en la Asamblea Inquisitorial de Lima, por la misma que se registra el reconocimiento de “su autonomía absoluta” de las Comunidades ancestrales de San Lucas de Colán, San Francisco de Paita, San Juan de Catacaos, San Martín de Sechura y Santo Domingo de Olmos. La historia social de las Comunidades Campesinas de Piura tiene su partida de nacimiento hispánico en el documento de carácter jurídico glosado. En él encontramos evidencias sobre sus orígenes incaicos y su ratificación institucional por los conquistadores hispanos, con plena vigencia hasta hoy en las leyes de la República. Testimonio de tales documentos coloniales por orden del Primer Juzgado Civil de Piura se mandaron a preservar en el Protocolo del Notario Público piurano don Félix García Carrasco, mediante acta elaborada con fecha 17 de noviembre de 1934 y ahora se custodian en el Archivo Regional de Piura. Se ubican bajo la denominación de “Títulos de formación de las Comunidades de Catacaos, Sechura, Olmos, Paita y Colán, año 1550, presentados por los indios: José Prado Vilchez (Catacaos) y Benito Quiroga (Sechura), en el litigio contra don Manuel Gregorio León, hacendado de Huápalas y otros por límites y calificación de una palabra que dice: “Hacia o hasta el mar”. Expediente Corte Superior de Justicia Año 1934”. “Tierras de Santo Domingo de Olmos, San Juan de Catacaos y San Martín de Sechura y las propiedades del lado norte. Conforme ala costumbre, en el centro de toda propiedad fijaban tres cauces, para acreditar las líneas rectas y divisorias. Pasando también una cruz en el “Cabo Verde” y un hito en la cúspide este lomo de altura muerta. Así se reconocerán en todo el perímetro del terreno; la extensión, medición del área y sitios que se les nombrarán correspondientes a las cuatro secciones de tierras sobrantes dejadas a los indios que hoy se les divide a los moradores, propietarios imperecederos de los pueblos de San Lucas de Colán con San Francisco de Paita, San Juan de Catacaos, San Martín de Sechura y Santo Domingo de Olmos”. Texto de la primera resolución: “VISTOS: en atención a lo dictaminado: “Resolución: El Inquisidor Don Pedro de la Gasca, Presidente de Audiencias de los Reyes, facultado por su Majestad El Emperador Carlos V para perdonar débitos, con daño de tercero, aún los de lesa Majestad, dar encomiendas, proveer oficios, otorgar otros premios, suspender las residencias, castigar a los culpables, declarar la guerra a los rebeldes, revocar ordenanzas en olvido de lo pasado y cuanto creyere necesario para el establecimiento legal y conciliación del orden en el Perú”. “A los Caciques, Encomenderos y Corregidores del Norte, hace saber: Que, haciendo justicia de las reclamaciones traídas en una solicitud presentada por don Cristóbal Pablo Inca, en nombre de los caciques y demás indios naturales de Sechura y Santo Domingo, está probada la condición y demás como tiene pagado a el Real Tesoro, el precio de tierras, tributo, mitas y quintos personales, liquidación comparada y corregida conforme se haya revisado por el Escribano Avendaño y por el Contador Cáceres, nombrados por su Majestad”. “Vistos: en atención a lo dictaminado por el ex Virrey Don Blasco Nuñes Vela en audiencia del 9 de mayo de 1544, que les reconoció propiedad a los indios poseedores de esas tierras, ordeno y mando que se inserte el contenido de esta solicitud con la providencia, a el título provisional que se expedita a el encomendado recurrente con la del tenor siguiente”: “Resolución Confirmatoria. Don Francisco de Toledo, Quinto Virrey del Perú, facultado para organizar el Virreynato a los moradores del pueblo del Norte. Hace saber: Que en Resolución de las solicitudes pendientes, presentadas por los indios de esos pueblos, la audiencia de hoy ha resuelto dejarles establecido, reconociéndoles su autonomía absoluta con el nombre propio: San Lucas de Colán, San Francisco de Paita, San Juan de Catacaos, San Martín de Sechura y Santo Domingo de Olmos”. “Conforme a esta Audiencia Inquisitoria ha determinado y resuelto las providencias correspondientes con el objeto de sostener los principios de la Iglesia campeona del catolicismo para hacer reinar sobre la tierra el orden más perfecto que ninguna ley se sustraiga los dominios divinos a su autoridad absoluta de Dios, el Sumo Pontífice y Felipe. En Lima, trece de abril de mil quinientos setenta y ocho” (8). COMUNEROS DE COLÁN.Según documento público que se inserta en la escritura sobre mandato otorgado por los comuneros de Colán que otorgaron a favor de su Presidente don José Cayetano Colán y el doctor en leyes don Manuel Yarlequé, registrada por el Notario Público de Paita don Manuel Mendoza, el 24 de octubre de 1915, hay interesantes datos sobre la Comunidad señalada. En primer término, dentro de dicha escritura se inserta la relación de los vecinos del distrito de Colán, con su capital Pueblo Nuevo, que estaban incorporados en la Comunidad de Indígenas. Se trata de los vecinos que heredaron de sus antepasados la calidad de comuneros. Ellos son: “Ascensión Leyton, Juan Leyton, José María Cornejo, Jorge Nisama, Pedro L. Codarlupo, Guadalupe Vivas, Lizandro Bruno, Manuel A. Bruno, Florentino A. López, Aurelio Ayala, Manuel de Paita, Juan Sabalú, Gregorio Sabalú, Manuel Camacho, José Leonardo Prieto, Manuel López Espinoza, Gil Chumo, José León Arguello, José Mateo Ayala, Ramos Ayala”. “José Lino Leyton, Santiago Chumo Cornejo, Agustín Leyton, Darío Martínez, Manuel F. Martínez, Francisco Remigio, José Froilán Sánchez C., Antonio Ayala, Manuel de la Cruz Prieto, José Lucas de la Cruz, Manuel Eche Nisama, Ángel Lachira, Juan Antonio Arévalo, Leonardo Camacho, Francisco Yamunaqué, Juan Ponce”. “Ricardo Bruno Queneche, Mateo Lequernaque, Calixto Lequernaque, Manuel S. Colán, José Cayetano Colán, Pedro P. Chinga, Matías Chinga, Manuel Codarlupo, José Antonio Chinga, Francisco Chinga y Caballero, Casimiro Canales, José Ignacio Macharé, José L. Ayala, José Itache Cruz, Cruz Ayala”. “Estanislao Ramírez, José Pío Macharé, Manuel Macharé, Nazario Lachira, José Puchulán, Dámaso Yamunaqué, Octavio Ponce, Andrés Canales, Julio Nisama”. Según sus propias declaraciones todos ellos son “indígenas oriundos y vecinos de este Distrito, agricultores, mayores de edad, unos de estado civil casados, otros solteros y algunos viudos, hábiles para contratar conforme lo requiere la ley civil y a quienes doy fe –dice el señor Notario de Paita, don Manuel Mendoza- proceden por su propia cuenta y me presentan una minuta para elevarla a instrumento público” (9). MANDATO NOTARIAL.Consta en el acto Nº 243, del bienio correspondiente a los años 1915/16, su fecha 24 de octubre de 1915 el poder que otorga la Sociedad de Comuneros Indígenas de Colán a su Presidente don José Cayetano Colán y al Dr. Manuel Yarlequé, vecino de Lima, que insertamos a renglón seguido: “En el pueblo de San Lucas de Colán, capital del Distrito de Colán, a los 24 días del mes de octubre de 1915, ante mí el Notario y testigos, fueron presentes los comuneros Ascensión Leyton, Juan Leyton y otros, indígenas oriundos y vecinos de este Distrito; conforme lo requiere la ley y a quienes doy fe de conocer, proceden por su propia cuenta y me presentan una minuta para elevarla a instrumento público”: “Señor Notario. Extienda usted una escritura pública por la que conste que nosotros los Comuneros de Colán, con la mitad más uno de nuestra Junta Directiva, otorgan poder general para pleitos con las facultades especiales del artículo diez del Código de Procedimientos Civiles y las especiales para enajenar y vender, hipotecar, transigir o afectando de alguna manera nuestras propiedades constituidas por los terrenos llamados de Comunidad del Distrito de Colán, pudiendo ejercer este poder su Presidente o Vicepresidente con acuerdo de la Junta Directiva de la Sociedad Comuneros de Colán”. “El mismo poder con las facultades especiales referidas damos al doctor don Manuel Yarlequé, nuestro abogado y condómino en nuestros terrenos de comunidad. El doctor Yarlequé ejercerá personalmente y por si sólo este poder, inclusive para formar sociedades, compañías o empresas para irrigación de nuestras tierras comunes o de comunidad, adquiridos y poseídos desde nuestros antepasados, afectándolos o enajenándolos en garantía o para seguridad de los capitales que se comprometen en las obras inclusive para los gastos de las gestiones y ejercicios del poder, teniendo en cuenta el bienestar y prosperidad de nosotros los comuneros y estipulando que conservaremos los terrenos que actualmente cultivamos y habitamos para lo que se nos proporcionará agua gratis con preferencias para nuestros trabajadores”. “Pueden sustituir este poder solo para el efecto de los juicios a presentación ante los Poderes del Estado, pero sin las facultades especiales. Agregue usted señor Notario, las demás cláusulas de estilo. Colán, Octubre 5 de 1915” (10). VENTA DE ARBOLEDA.Aparece en el acto 222, fojas 400 del protocolo notarial a cargo del Notario Público de Paita, don Emiliano Otero, que el 29 de abril de 1916, se produce la compraventa de arboleda de la Comunidad de Colán, representada por su Presidente, don José Cayetano Colán, a favor de don Pedro B. Raygada, que pasamos a transcribir: “En Pueblo Nuevo de Colán, abril 29 de 1916, ante mí el notario y testigos instrumentales, comparecieron don José Cayetano Colán, mayor de edad, indígena de Colán y vecino del mismo, casado, procede en representación y como Presidente de la Sociedad de Comuneros de Colán, según el poder de 24 de octubre de 1915, otorgado ante el Notario don Manuel Mendoza; y, don Pedro B. Raygada, bajo las condiciones siguientes. En la cláusula primera José Cayetano Colán dice “doy en venta pura a favor de don Pedro B. Raygada toda la arboleda habida en los terrenos de la Comunidad Distrital de Colán, comprendida en el otro lado del río Chira, en la margen de Vichayal, que principia a contarse desde el límite con Amotape hasta la Bocatoma, en toda su longitud y los cultivos que legalmente esta sustentada por los títulos de propiedad”. Pasando a la segunda cláusula hay constancia que el vendedor proceded a “la venta de esta arboleda, que se hace sin ninguna reserva, se verifica en la suma de veinte mil soles de plata, que se recibe en esta forma: mil soles a treinta días de la fecha de esta escritura, es decir, el 21 de mayo próximo; y, el resto de diez y nueve mil soles los recibiré por mensualidades de mil soles cada una, principiando desde el 21 de junio de este año 1916. Conviene reseñar la cláusula cuarta que dice así: “La carbonización la hará precisamente el comprador tan luego como se firme este contrato teniendo para esto de la carbonización el plazo de dos y medio años forzosos al fiel cumplimiento de este contrato por ambas partes, que principian a correr desde la fecha que suscribe la escritura de venta”. No menos interesante es presentar el texto de la sexta cláusula con el tenor literal siguiente: “Esta venta de la arboleda que verifico en representación de la comunidad, en virtud del poder amplio de que hago uso, no tendrá inconvenientes de ninguna clase; y en este concepto legal, el comprador queda solidarizado a la defensa de los intereses de la Comunidad respecto a las tierras de que son dueños por título fehaciente, legalmente adquirida. Pueblo Nuevo de Colán, Abril 21 de 1916” (11). NEGOCIADO DE COLÁN.En el piurano diario La Industria, edición Nº 703, del martes 31 de agosto de 1920, bajo el titular “Negociado de Colán”, relacionada con actuaciones irregulares de los comuneros indígenas de ese distrito, se registra una novedosa carta que firma el abogado don José Larrea, dirigida el día 26 del mes y año citados, a la Prefectura del Departamento. Pasamos a insertar su texto, que dice así: “Que denuncié ante el Poder Judicial sobre los terrenos fiscales del Distrito de Colán en la Provincia de Paita, con el objeto de beneficiarme con la prima de ley. Los Síndicos de la Municipalidad de Colán se opusieron a mi denuncia, alegando que los terrenos eran propiedad de ese Municipio. Se siguió con tal motivo un juicio en el que se resolvió por el Tribunal Superior y luego de la Corte Suprema que debía esperar para tramitar mi denuncia la autorización del Gobierno. En este estado de cosas, el doctor Manuel Yarlequé, natural del Distrito de Catacaos, de esta provincia, formó una sociedad que llamó de “Comuneros de Colán”, sin más objetos que apropiarse de los terrenos denunciados. En efecto, a viva fuerza, pretendió usurparlos y para cohonestar su mal procedimiento pidió garantías al Ministerio de Gobierno, fallando su propósito, por que el Prefecto de este Departamento en esa fecha don Jorge García Irigoyen emitió un informe manifestando que los terrenos no eran de los titulados comuneros ni estaban poseídos por ellos, siendo litigiosos entre la Municipalidad de Colán y el Fisco. El expediente fue elevado a la Dirección de Gobierno en 2 de marzo de 1916, signado con la letra Y, y bajo Nº 1. El citado doctor Yarlequé se hizo otorgar poder de algunos indígenas de Colán, que se titularon comuneros, ante el Notario de la Provincia de Paita, don Manuel Mendoza, en 24 de octubre de 1915, en el cual se le facultaba para vender estos terrenos comunales o fiscales, pero no así los que fueron propios de sus poderdantes: “Estipulamos que conservaremos los terrenos que actualmente cultivamos y habitamos por lo que se nos proporcionará agua gratis, con preferencia para nuestros trabajadores”, dice textualmente el poder en referencia. Usando de este poder el referido doctor Yarlequé, ha vendido en la ciudad de Lima a don Pablo Nosiglia, Diputado Nacional por la Provincia de Cañete, los terrenos municipales o fiscales a que hago referencia en la suma de diez mil libras oro sellado, encontrándose el cheque girado a favor del citado Nosiglia y endosado por este a favor del citado doctor Manuel Yarlequé, actualmente depositado en la Oficina del Banco Perú y Londres en esta ciudad. No cabe duda que los terrenos vendidos son fiscales o municipales, puesto que sólo el Municipio de Colán se opuso a mi denuncia y aparte de esto existe la Resolución Suprema de 6 de Marzo de 1909 mandando hacer el plano catastral del Distrito Agrícola de Colán para señalar los terrenos fiscales y comunales; y, la Resolución Suprema de 28 de Abril del mismo año, encargando la ejecución de dicho plano al Ing. Don Ricardo A. Deustua. Se ha vendido pues, consciente y deliberadamente, terrenos fiscales y municipales, que sólo pueden venderse en remate público, no por individuos sin ningún derecho para hacerlo, usando de poder maliciosamente otorgado con ese fin, incurriendo tanto el doctor Yarlequé, como sus poderdantes que lo autorizaron para la fraudulenta operación que ha realizado, en la responsabilidad del artículo 348 del Código Penal” (12). TEXTO DE LA DENUNCIA PENAL.“Señor Agente Fiscal de Piura. El Concejo Distrital de Colán, que me honro en presidir, ha acordado en sesión de ayer, hacer ante usted la denuncia respectiva por los delitos de robo, concusión y dolo contra los señores que forman la Sociedad Anónima Territorial de Colán; don José Mercedes Camacho y otros que en el curso de este juicio irán apareciendo como cómplices y encubridores. Los hechos materia de esta denuncia se han realizado de la siguiente forma: Desde tiempo inmemorial el Concejo Distrital de Colán entró en posesión de una extensa zona de terreno situada en ambas márgenes del río Chira de su jurisdicción y que desde entonces se les llamó comunidades. Estos terrenos como es consiguiente, producen desde entonces una renta fija al Concejo Provincial de Paita y con cuya renta podía este Concejo atender los servicios comunales eficientemente; pero uno de sus alcaldes, el famoso don José Mercedes Camacho, creyó más conveniente beneficiarse él y no el pueblo que representa y poniéndose de acuerdo con el ya extinto doctor Manuel Yarlequé fraguaron un plan que indudablemente les dio resultados favorables, ya que contaban con la indiferencia de las autoridades y hasta el apoyo concupiscente cuando había de por medio un leguiísta prominente. Camacho en Colán fundó la denominada Sociedad Comunera de Colán e hizo elegir como Presidente de esas Comunidad a un nonagenario, don Cayetano Colán, que como hechura de él, era su más ciego instrumento y el primer acto de la flamante sociedad fue pedir al Concejo, que regía Camacho la devolución de las tierras que el Concejo, según ella las había estado administrando. El Concejo de Colán aceptó la solicitud y en la primera sesión quedó acordada la devolución de las mencionadas tierras; pero al dar cuenta al Concejo Provincial, éste conminó al distrital para que reconsiderando su acuerdo continuase cobrando la renta de que graciosamente se desprendía, tanto por que la Sociedad Comunera de Colán, ni estaba reconocida oficialmente, ni había acreditado convenientemente sus derechos sobre las tierras que reclamaban; pero ni Camacho ni los posteriores Concejos acataron las disposiciones del provincial, ni éste tampoco tomó medida enérgica alguna, para hacer cumplir sus mandatos. La Sociedad Comunera en posesión de estas tierras así usurpadas, entró de lleno en la subsiguiente faz del negocio, lo que se relacionaba con la venta de las tierras; para esto simulaba Camacho la elección de una nueva directiva y como es consiguiente se hace elegir presidente de ella, encargando al doctor Yarlequé la oferta en Lima al capitalista más influyente. Yarlequé cumple con el encargo y ofrece al señor Pablo Nosiglia, Diputado por Cañete en esa época, los enormes lotes de tierra que comprende la escritura antiquísima de la época del coloniaje y que según la Sociedad era la que les da derecho sobre ellas. Nosiglia acepta la propuesta y conviene en que hay que repartir dinero entre los que sin ser de la Sociedad han cooperado a la finiquitación del negocio; pero el reparto tenía que suscitar disgustos y así sucedió: Yarlequé y Camacho pelearon y por los periodiquillos de aquel entonces en Paita, Igualdad y Comercio, se tuvo conocimiento del disgusto; pero como este estado de cosas no podía subsistir ya que el uno necesitaba del otro y viceversa se reconciliaron ante el asombro general. Entonces es que lleva adelante la venta de las llamadas comunidades de Colán en la suma de cien mil soles, conviniendo el comprador en pagar además, gastos anexos a toda especulación, es decir, gratificaciones efectivas a todos los que habían ayudado eficazmente, en primer lugar: doctor Yarlequé, José M. Camacho y los concejales que apoyaron la devolución de las tierras. La escritura original que les ha servido de base a la negociación tiene como linderos, los mismos que tenía geográficamente el distrito antiguo de Colán y que hoy se ha dividido en dos: Colán y Vichayal; por consiguiente la venta hecha a don Pablo Nosiglia, o sea a su representada, la Compañía Anónima Territorial de Colán abarca a distritos completos, que se han mencionado y no las tierras excedentes como se ha engañado al pueblo. La venta, señor Agente Fiscal, celebrada entre la Sociedad Anónima Territorial de Colán y la Sociedad Comunera del mismo nombre, es un perfecto robo, con el agravante de que sus autores se han dado cuenta perfectamente que lo era, no de otra manera se explica el que se haya repartido dinero graciosamente entre los que intervinieron y que llegado el caso citaremos los nombres. La Compañía Anónima pensó sacar grandes provechos de este negociado, pero fracasó en sus experiencias y ha traspasado sus derechos a la firma inglesa Alexander Eclast. Este negociado priva al Concejo que represento y al de Vichayal de la renta proveniente del arrendamiento de tierras ya que siempre hay resistencia de parte de los arrendatarios, alegando que tienen instrucciones de sus verdaderos patrones; además, ni siquiera Nosiglia pagó los cien mil soles estipulados, ni los que recibieron sumas de dinero a cuenta de supuestos derechos lo han acreditado en ningún momento. En efecto, ¿cómo pueden los actuales indígenas, probar que son descendientes legales de los primitivos compradores de estas tierras, desde hace más de dos centurias? Es entendido que sólo se acredita derecho de sucesión, con el testamento legal que así lo declare o con el juicio de intestado; y ni una ni otra cosa, pueden presentar los que percibieron dinero; ni los compradores han cumplido con las cláusulas del contrato, que estipula que ellos harán a su costa, locales para escuelas, iglesias, etc. Esta venta es pues perfectamente nula, desde que no se concibe que unos cuantos indígenas pueden vender dos distritos; desde que aún siendo propietarios de las tierras de Colán los vendedores, este derecho de propiedad lo tienen perdido por prescripción legal desde que hace más de cuarenta años la Municipalidad percibe arrendamientos de estas tierras y por último que aún en el supuesto de que la Sociedad Comunera tuviera derechos de propiedad, la venta es nula, desde que las Comunidades o mejor dicho sus bienes son bienes de menores y no se pueden vender sino en subasta pública con autorización judicial y este requisito indispensable no se ha llenado. Por todo lo expuesto: A Ud. pido que se sirva dar a esta denuncia la tramitación de conformidad con lo que dispone el Decreto Ley de 28 de octubre del presente año y demás leyes comprendidas en nuestro Código, toda vez que se trata de un delito grave en contra del patrimonio del Estado. Es justicia que este Concejo espera alcanzar en nombre de nuestra Nación soberana. San Lucas de Colán, diciembre 30 de 1930. Pedro A. Luna, Alcalde”. DENUNCIA AL TRIBUNAL DE SANCIÓN.El precedente escándalo administrativo derivó el respectivo proceso judicial que siguió su trámite oficial y de rigor, conforme a lo estipulado en las normas legales de su propósito y después de más de una década hay noticias. El año 1931 se aprecia dentro del titular periodístico: “Denuncia al Tribunal de Sanción por la usurpación de terrenos cometida por una Compañía en la que Leguía tenía parte”. A mayor referencia hay el documento cuyo texto a la letra dice: “Piura, 16 de Enero de 1931. Señor Presidente del Tribunal de Sanción Nacional. Lima. Nº 39. Me es grato elevar al conocimiento del Tribunal de su Presidencia, las denuncias que los municipios de los distritos de Colán y Vichayal han formulado ante mi Despacho. Ambas se concretan a una misma cuestión: usurpación de los vastos terrenos que desde época inmemorial vienen poseyendo y usufructuando los respectivos Concejos. Estas corporaciones tienen acreditado su derecho de dominio sobre las tierras en referencia por la innegable posesión a que aluden los denunciantes y que se halla evidenciada por el “margesí” de sus bienes; con las consecutivas partidas que figuran en sus presupuestos anuales, aprobadas por el Concejo Provincial de Paita, partidas provenientes de los arriendos que percibían de los locatarios, y por la existencia de un juicio de deslinde efectuado en 1886, entre los terrenos de estos Concejos y los de particulares colindantes. Estos hechos constituyen título suficiente para aceptar y tramitar las denuncias hechas contra la Compañía Anónima Territorial de Colán y José M. Camacho, Melitón Baca, Ventura Garrido, Miguel Talledo y otros. La compra que han hecho los denunciados si bien data desde hace más de diez años (1920) no se ampara en la prescripción, por que entre los adquirientes o socios figuran el ex Presidente de la República, Augusto B. Leguía, y los ex diputados Mariátegui, Emilio Pró y Nosiglia y otros como consta por el periódico que adjunto, lo que por si solo revela maquinaciones y coacción que se habrán ejercido para consumar la detentación , y por consiguiente la aplicación del Decreto Ley de 8 de noviembre último, sobre suspensión del término prescriptorio; y, además, porque quienes pretenden ampararse en un contrato de tal origen, jamás puede asistirles justo título ni buena fe. Por la copia de la escritura de venta inserta se acredita que sólo sesenta indígenas, comuneros de Colán, varios de ellos analfabetos, otorgan poder al doctor Manuel Yarlequé para que se haga enajenación por cien mil soles, suma que repartiría a los indicados comuneros. El apoderado doctor Yarlequé figura como condómino con los comuneros de Colán, siendo así que fue nativo de Catacaos que pertenece a la provincia de Piura y no a la de Paita. A más del engaño, que es fácil de apreciar y de que los cien mil soles nunca se repartieron basta apreciar el reducido número de comuneros mandatarios, en relación a la densa población de muchos pueblos que comprenden los distritos de Colán y Vichayal, para evidenciar la inexistencia legal del poder conferido y consiguientemente la nulidad de la escritura de venta. Esta reivindicación de ejercerse en el fuero común resultaría ilusoria, porque daría margen a un complicado, dispendioso e interminable juicio entre partes de posición muy desiguales. Por tales consideraciones y porque no es posible que con subterfugios de apariencias legales, se convierta a miles de ciudadanos libres y propietarios en siervos o mendigos, y especialmente por conceptuar que el comerciante de estos hechos corresponden al Tribunal de sanción, es que haga usted la remisión aludida. Dios guarde a usted. Jaime Andrés Benites Temoche, Agente Fiscal de Piura” (13). Finalmente conviene incorporar el texto de la Resolución Suprema, expedida en la ciudad de Lima el 11 de marzo de 1940, cuyo texto literal a la letra dice: “Visto este expediente, relativo al reconocimiento e inscripción de la Comunidad de Indígenas de “San Lucas de Colán”, del distrito de Colán, de la provincia de Paita, del departamento de Piura; CONSIDERANDO: Que en la tramitación del expediente se han cumplido las prescripciones contenidas en el artículo 6º del Decreto Supremo de 24 de junio de 1938; Estando a lo informado por las secciones del Ramo y a lo opinado por el Director de Asuntos Indígenas; de conformidad con el artículo 207 de la Constitución del Estado; SE RESUELVE: 1º) Reconócese la existencia legal y personería jurídica de la Comunidad de Indígenas de “San Lucas de Colán” e inscríbase en el Registro de la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio de Salud Pública, Trabajo y Previsión Social; 2º) La presente Resolución no afecta los derechos que otras comunidades o particulares pudieran tener sobre la propiedad de las tierras que se encuentren comprendidas dentro de las zonas consideradas por la mencionada Comunidad como de su exclusivo dominio. Regístrese y comuníquese” (14). NOTAS.(1)Hildebrando Castro Pozo; Nuestra Comunidad Indígena, Pág. 15. (2)José Carlos Mariátegui; 7 Ensayos de interpretación de la Realidad Peruana, Pág. 63. (3)Carlos Malpica S.S.; El Problema de la Tierra, Pág.295. (4)Constitución Política del Perú, Año 1931. (5)Víctor Andrés Belaúnde; El Debate Constitucional, Pág. 255. (6)Constitución Política del Perú, Año 1979. (7)Constitución Política del Perú, Año 1993. (8)ARP; Protocolo Notarial de Félix García Carrasco, de Piura, año 1934. (9)ARP; Protocolo Notarial de Manuel Mendoza, año 1915. (10)ARP; Protocolo Notarial de Manuel Mendoza, año 1915. (11)ARP; Protocolo Notarial de Emiliano Otero, año 1916. (12)ARP; Sección Hemeroteca, año 1920. (13)ARP; Sección Hemeroteca, La Industria, año 1931. (14)ARP; Sección Comunidades de Indígenas, año 1940. LA IGLESIA DE PUEBLO NUEVO Originalmente, finalizando el siglo XIX, existió el casco urbano denominado Pueblo Nuevo, con la calidad de caserío perteneciente al distrito de Colán, ancestral aldea de pescadores que se levanta dentro de la centenaria provincia de Paita del departamento de Piura. Desde el punto de vista eclesiástico en 1899 ya existía en Pueblo Nuevo la capilla, posteriormente convertida en Matriz, donde los fieles de este lugar asistían dominicalmente a escuchar la sagrada misa y recibían los sacramentos empezando por el bautismo que los cristianizaba, cobijándolos en el amor a Dios y a su hijo Jesús de Nazaret. Téngase presente que esa capilla gracias a la tesonera labor del dominico Godoy se transforma en Iglesia Matriz, adornada en su interior con excelentes pinturas murales que constituyen un atractivo para quienes la visitan, especialmente la población cristiana de Pueblo Nuevo de Colán y los visitantes de diferentes puntos del Perú. Ratificando lo expuesto, en esta oportunidad, paralelamente al fervor religioso, conviene destacar que “en el siglo XVI Colán era un pueblo de agricultores, salineros y pescadores que se habían instalado en estas tierras desde épocas inmemoriales, su radio de relaciones y comunicaciones abarcaba hasta Guayaquil por el norte y casi todo la costa peruana por el sur, principalmente con el pueblo indígena de Eten”, hoy territorio del departamento de Lambayeque. Por la importancia histórica y artística la Iglesia reseñada fue declarada Monumento Histórico Nacional, al amparo de la Resolución Jefatural Nº 214-88 INC, extendida el 25 de abril de 1988 por el Poder Ejecutivo y se integra al circuito religioso monumental con la de San Lucas de Colán, considerada como la primera que se erigió en la costa del Pacifico Sur, el año 1537. La Iglesia en cuestión, iniciada como capilla, fue edificada a partir de los últimos años de la década del siglo XIX, siendo su gestor pionero Fray Agustín María Godoy, nativo de Loja Ecuador, e inaugurada oficialmente el 24 de junio de 1911. El pueblo de estos años recordaba con mucho cariño y admiración al religioso Agustín María Godoy, por “su fervor religioso que en esos buenos habitantes despertó con su voz y su ejemplo este ilustre dominico que en vez de consagrar la noche para su descanso natural, exigido por las faenas diarias, mas bien las dedicaba a labrar piedras para los cimientos del nuevo templo protegido por la esplendorosa luz de la luna”. De lo expuesto, con claridad meridiana se infieren dos connotaciones históricas, primero nace la capilla en el caserío de Pueblo Nuevo y, segundo, rápidamente apoyada por sus fieles se transforma en Iglesia Matriz en la ciudad que asciende a capital del distrito de Colán el año 1908. Consecuentemente, con un pasado de cien años la ciudad de Pueblo Nuevo y su Iglesia forman dos sólidas instituciones sólidas que se fusionan en un todo unitario registrando elevados actos que apuestan por el bienestar de la colectividad incluyendo sus poblados anexos. Frente a esta halagadora realidad categórica, en la celebración del centenario de la creación política de Pueblo Nuevo, como capital del Distrito de Colán, la comunidad que agrupa dicha Iglesia forma parte indisoluble y congénita de las tradiciones de esta próspera colectividad. Por eso siempre están juntas recibiendo el apoyo incondicional de su gente. CONSTRUCCIÓN DE RÚSTICO ORATORIO.Todo en la vida, en materia de edificación, tiene un inicio y lo primero que se registra en el caso que nos ocupa es la elección de un terreno para la Iglesia en el flamante caserío de Pueblo Nuevo, que conforme al plano urbano de la futura ciudad se ubicó en sitio principal. Por razones de presupuesto bajo ese terreno se dio paso a un rústico oratorio, que luego se sustituyó por la Capilla que se mantuvo los dos últimos años del siglo XIX y cinco primeros del XX y después, rápidamente, se construyó la Iglesia inaugurada en 1911 que hasta hoy existe debidamente restaurada. Providencial fue la llegada del Fray Agustín María Godoy a la Capilla de Pueblo Nuevo, allá por el año 1906. Procedente de la ciudad de Piura, se reúne con las autoridades, adultos, damas y varones, entre los que se puede mencionar a José Peralta Ovalle, Pedro Murillo, Vicente Rojas Roca, Benjamín Otero, Juan Rodríguez Olaya, Andrés Luna Mogollón, Buenaventura Benites, Pedro Luna, Manuel Albújar, José Columbos, José Mercedes Camacho, entre muchos otros, sin faltar los curiosos niños que por primera vez observaban a un sacerdote con todos sus atuendos. El representante de Cristo, con sencillas palabras explicó el motivo de la reunión, hubo alegría y entusiasmo y el tácito compromiso de apoyo de toda la comunidad. Un momento decisivo y que caló en el corazón y sentimiento del sacerdote fue la unanimidad con que los concurrentes levantaron el brazo en señal de aprobación (1). LA CAPILLA DE PUEBLO NUEVO.El dato más temprano que nos permite sostener y demostrar palmariamente la existencia de la capilla de Pueblo Nuevo a las finales del siglo XIX, objetivamente descansa en el documento público que preserva el Archivo Regional de Piura, cuyo texto pasamos a insertar: “José Nicolás Sánchez, Secretario del H. Concejo Municipal del Distrito de Colán, CERTIFICA: que en la secretaría del mismo se encuentra un expediente de solares, a censo reservativo, que su tenor dice: Señor Alcalde Municipal:- José Rosendo Correa, de esta vecindad y comercio. Ante Ud. digo: Que existiendo un solar vacante en la plaza de este caserío, el cual mide de frontera doce varas y por el respectivo fondo de cuarenta varas, poco más o menos, lindando a su frente con la citada Plaza, a su costado derecho linda con casa de José Nisama, a su costado izquierdo el callejón que da al lado de LA CAPILLA, de este caserío y a su espalda calle Real; y, deseando ocuparlo para fabricar en él una casa, para habitarla, vengo en solicitar se me ceda la posesión del expresado solar. Pueblo Nuevo de Colán, Setiembre, 25 de 1899. Firmado: José Rosendo Correa. Un sello: Concejo Municipal de Colán. Octubre 2 de 1899. Según lo acordado en sesión de 30 de setiembre de 1899, por el Concejo Distrital, informe la Sindicatura de Rentas. Firmado: Señor. Miñán. Señor Alcalde: El área que solicita el recurrente señor José Rosendo Correa, está vacante; opino: se ceda al solicitante, salvo mejor acuerdo” (2). José Rosendo Correa se convirtió en un vecino notable de Pueblo Nuevo, pues el año 1912 ejercía el cargo de Gobernador, mediante nombramiento contenido en documento oficial. Desempeñó el cargo conforme corresponde (3). La capilla de Pueblo Nuevo regularmente celebró los matrimonios eclesiásticos de los flamantes esposos de este apacible lugar del distrito de Colán. Posteriormente se transformó en Iglesia Matriz. Al respecto la evidencia se ubica en el Libro de Matrimonio Nº 1 del Concejo Municipal del Distrito de Colán, correspondiente al año 1910, siendo Alcalde Accidental don José Ignacio Macharé. La partida matrimonial Nº 2, nos informa que “en San Lucas de Colán se celebró el matrimonio civil de Juan Manuel Queneche Codarlupo y Mercedes Panta Savalú, el 8 de Agosto de 1910”, dejándose constancia escrita que ellos contrajeron matrimonio canónico el 22 de abril de 1906 en la Iglesia Matriz del Pueblo de Colán, ante el Reverendo Padre Fray Agustín María Godoy. Fueron los padrinos don Pedro Murillo y doña Buenaventura Arévalo” (4). A propósito de Iglesia Matriz, a solicitud de las autoridades de Pueblo Nuevo, el Ministerio de Fomento a través de la Dirección de Fomento, con fecha 6 de agosto de 1909, emitió la Resolución, cuyo texto literal a la letra dice: “Vista la anterior solicitud en que se manifiesta que se ha construido en Pueblo Nuevo de Colán de la Provincia de Paita, un templo en honor del Corazón de Jesús, y que falta para terminar la obra el pavimento de mosaico, que se solicita del Gobierno en un área de ochocientos metros cuadrados. SE RESUELVE: Autorizase al Ministerio de Fomento para adquirir los ochocientos metros cuadrados mencionados de mosaico nacional; debiendo disponerse lo conveniente para que ese material sea remitido a Paita y puesto a disposición del Prefecto del Departamento de Piura, quien queda encargado de hacer la entrega referida, aplicándose el gasto que ocasione el cumplimiento de esta resolución a la partida Nº 35 del pliego extraordinario de Fomento. Regístrese, comuníquese y publíquese. Rúbrica de Su Excelencia, Augusto B. Leguía. D. Matto” (5). NOTAS.(1)Archivo Regional de Piura; Expedientes Protocolizados de Paita, Año 1899. (2)Marco Orlando Agurto; la Capilla Sextina de Piura, Pág. 5. (3)Archivo Regional de Piura; El Deber, edición del 26 de octubre de 1912. (4)Archivo Regional de Piura; Registros Civiles Duplicados de Colán. (5)Archivo Regional de Piura; El Registro Oficial Nº 30 de 14 de agosto de 1909. LA IGLESIA DE PUEBLO NUEVO.Incuestionablemente, los habitantes de Pueblo Nuevo de Colán, con un nutrido programa religioso en Noviembre de 2008 evocarán el I Centenario de la creación de la Capital Distrital y el 14 de junio de 2011 recordarán que hace un siglo se inauguró la edificación de su Monumental Templo Sagrado Corazón de Jesús, que según testimonio expuesto ya para el año 1906 tenía la jerarquía de Iglesia Matriz. De otro lado siempre estará en el alma del pueblo la fiesta patronal del Sagrado Corazón que es justificado motivo de algarabía para los católicos de Pueblo Nuevo de Colán que debidamente organizados se congregan para celebrar las festividades en su hogar cristiano y sobre todo la festividad de su patrono el Sagrado Corazón de Jesús. Conviene recordar y repetir siempre que Pueblo Nuevo, capital del Distrito de Colán y su capilla primero y después Iglesia Matriz están abrazados por una común historia y debidamente marcados por el incesante trabajo de sus hombres que poblaron la zona desde tiempos inmemoriales y han hecho reverdecer la fe cristiana desde hace más de 450 años. Los visitantes verificarán que después de llegar a Pueblo Nuevo, capital del distrito de Colán, sienten un profundo afecto por esta cálida tierra que alberga en sus playas marinas a miles de veraneantes. Así mismo los visitantes observaran desde el cerro que le llaman el Gólgota o de las Tres cruces, un hermoso infinito que les permite apreciar el paisaje que nos regala nuestra madre naturaleza a través de la obra de Dios. Qué admiración nos causa confundirnos en el verde valle cubierto de vegetación abundantemente irrigado por el caudaloso río Chira; y, embellecido por las aguas del mar que con el sol de Colán nos regalan un poema esculpido en esmeraldas que se impregna de por vida en nuestro sublime ser y es grato Señor: leerlo bajo la luna de Paita. REFERENCIAS HISTÓRICAS.Necesario deviene señalar que el religioso Agustín María Godoy tuvo mucha acogida en el flamante asentamiento cristiano de Pueblo Nuevo, pues así lo confirma el año 1906 esta elocuente noticia: “Pueblo Nuevo de Colán. Como fruto de las misiones dadas en ese lugar por el R. P. Agustín M. Godoy, sigue levantándose el hermoso Templo erigido en honor del Corazón de Jesús; parece que se concluirá antes de un año. Al mismo tiempo se dan los pasos necesarios para hacer un canal que, saliendo del Arenal, irrigue los hermosos valles de Pueblo Nuevo, La Capilla y Colán, lugares privilegiados por su reconocida fecundidad. Esto hará ganar al comercio en general y al Departamento entero. Nuestras felicitaciones a Pueblo Nuevo y al Misionero Dominico” (1). Tenemos a la vista la Resolución Suprema de 11 de Enero de 1908 que respecto a la incansable gestión del padre Godoy, encargado de la construcción del templo, dice así: ”Siendo equitativo acceder a la anterior solicitud; SE RESUELVE:- Conceder a Fray Agustín M. Godoy, un auxilio de cincuenta libras (Lp.50.0.00) a fin de contribuir a la construcción del Templo de Pueblo Nuevo de Colán, que corre bajo su dirección; debiendo abonarse dicha suma con cargo a la partida número 59 del Pliego Extraordinario del Presupuesto General” (2). Así se demuestra que por esa fecha la Iglesia centenaria se encontraba bastante avanzada en su edificación que exigía su pronta terminación con la ayuda pecuniaria del Estado y el pueblo. Rastreando documentos en el Archivo Regional de Piura para conocer los autores de las pinturas que preserva la Iglesia de Pueblo Nuevo, nos dan negativos resultados. Sin embargo hay un aviso periodístico aparecido en Paita el sábado 7 de noviembre de 1908, que a la letra dice: “ESTUDIO DE PINTURA. Pintores académicos, ofrecen sus servicios al público en este ramo: como retratos al óleo, acuarela pastel, crayón y pluma del natural, y copias de fotografías, siempre que tengan posición artística y estudio de luz. Foto miniatura al óleo para dijes y relojes, iluminaciones al óleo de fotografías y aplicaciones. Cuadros históricos, místicos, mitológicos y plásticos. Paisajes, marinas y fantasías para bimbos, abanicos y objetos; pinturas en seda, felpa y damasco. Decoraciones estilo renacimiento Italiano, Francés, Alemán, Rokoko, Imperio Luis XIVXV arte nuevaus según Mucha, Odmán, Hruby Haukelom. Frescos alegóricos sobre todo tema. Esmero, prontitud y precios módicos. Calle Bolívar Nº 40” (3). Lo curioso es que este aviso apareció en el mismo semanario porteño y en la misma edición que se publica una crónica a manera de aclaración que lleva por título “Pintura Alegórica en la Iglesia Matriz” a fin de poder desvanecer las apreciaciones destructivas que daban algunos vecinos. Como podrán observar, se trata pues de un elocuente texto que confirma eran pintores afamados que venían del extranjero a ofrecer sus servicios por esta tierra peruana. Además serían indudablemente los artistas GISMONDI que hicieron los trabajos en el templo cristiano que nos ocupa y en los que registraron sus apellidos en calidad de autores de las obras plásticas. Por el expresivo texto del aviso glosado no cabe duda que se trataba de un ”Estudio de Pintura”, compuesto por competentes y calificados profesionales del arte pictórico, que venían del exterior, como era común en esa época ingresaban por el puerto de Paita y se afincaban en la ciudad para brindar su arte al público usuario. El aviso y la crónica aclaratoria comentados se publicitaron en noviembre de 1908, pero los avisos se prolongaron hasta el siguiente mes de diciembre, saliendo por lo menos hasta en tres oportunidades. NOTAS.(1)Archivo Regional de Piura; diario El Sol, edición Nº 171, setiembre 1º de 1906. (2)El Registro Oficial del Departamento de Piura, Nº 14, de abril 11 de 1908, Pág. 2. (3)Archivo Regional de Piura; Semanario El Comercio, edición Nº 60, Paita 23/11/1908. CRÍTICAS A LA PINTURA ALEGÓRICA.En un semanario porteño de 1908, ubicamos un comentario que a nuestro parecer corresponde al monumento histórico tratado y que bajo el título “Pintura Alegórica en la Iglesia Matriz”, (1) nos entrega el comentario que leemos a renglón seguido: “Hemos oído con mucha sorpresa, algunas malas apreciaciones sobre la pintura decorativa que actualmente se está haciendo en nuestra Iglesia parroquial; y prescindiendo del punto de vista de cada cual, y sujetándonos únicamente a las reglas del arte, nos parecen que esas críticas, si merecen tal calificativo aventurero, se dicen sin fundamento alguno sobre todo si tomamos en consideración las palabras del académico francés Picois Chavannes quien con sobrada razón afirma que el 95% de la humanidad no entiende de arte. Los que creen que el pie de Nuestro Señor en la alegoría de la Ascensión pintada en la bóveda de la Iglesia, es grande y tosco, no han tenido la atención de preocuparse por entender la obra. Veamos las siguientes razones: 1º) Cuál ha sido el punto de vista que ha tomado el pintor para su obra, atendiendo desde luego las irregularidades arquitectónicas del templo; y que por esta razón es imposible ver bien la alegoría de todos los lados, como sucede en las grandes capitales de ciudades donde se levantan hermosas iglesias, donde los arquitectos han procedido a ejecutar la obra de arte después de haberla estudiado con el fin especial de dar facilidades y luz para la pintura alegórica. 2º) No han observado seguramente que la figura está escorzada, y que por esta razón es imposible que exista proporción en las figuras de una alegoría como si fuera un cuadro de caballete. Esto nos los enseña la perspectiva; pues si se para a un hombre en el techo y se le ve de abajo, tiene que ser el pie más grande a proporción de los otros miembros a medida que se va alejando del punto de vista del observador. 3º) Tomando en cuenta todas estas cosas: la rapidez del trabajo original de la obra y poca remuneración, así como está la encontramos sobria; y aunque tenga algunos defectos técnicos, representa el quíntuplo del valor que se paga a los artistas actuales, por obra de esta naturaleza, teniendo además la particularidad, de ser la primera Iglesia en el Perú que se ha decorado de una manera tan seria como original. Recomendamos a los artistas continuar en sus trabajos y sujetarse siempre a las reglas prescritas por sus maestros, prescindiendo de las malas apreciaciones de la gente ignorante, que lejos de servir de norma pretenden hacer de un artista de escuela un pintor cualquiera”. NOTA.(1)Archivo Regional de Piura; Semanario La Igualdad (Paita) 7 de noviembre de 1908. CENTENARIO TEMPLO DE PUEBLO NUEVO.No es fácil hacer una descripción objetiva del templo centenario que se erige en Pueblo Nuevo, para demostrar y satisfacer a propios y extraños de la valía de esta joya propia de la arquitectura eclesiástica correspondiente a inicios del siglo XX. “Desde que se ingresa al templo, a golpe de vista nos impactan las pinturas, comenzando por la Reina del Santísimo Rosario que está en la techumbre y al abrir puertas interiores aparece la nave central que nos muestra dos naves laterales de cinco columnas cada una, totalmente decoradas hasta el techo, incluyendo los vitrales, por eso se le llama la Pequeña Sixtina. Con el ingreso de los rayos solares, las pinturas iluminadas resplandecen nuestro espíritu. Hasta 1983, año de torrenciales lluvias, nadie sabía que existían pinturas murales en el interior del templo, y gracias a este fenómeno diluvial que lo deterioró internamente, se pidió la intervención del Instituto Nacional de Cultura para su inmediata restauración, sorprendiéndonos un grato descubrimiento. En uno de los altares se encuentra bien resguardada la pequeña imagen de María Santísima Bambina o la Virgen Niña, desconocida para los pobladores, nunca celebrada en alguna festividad religiosa. Esta envuelta en una manta o pañal atravesado por una cinta, así como se envolvían a los bebes en épocas de nuestras abuelas. Nuestros mayores pregonaron siempre: “De parte de nuestros abuelos nos dijeron que vino con la imagen pero nunca hemos celebrado una Misa o una Procesión. Tenemos poca información sobre esta imagen”, dice Antonia Zapata Benites, tesorera de la comisión organizadora del Corazón de Jesús, que la preside el alcalde Raymundo Dioses, Martín Coronado, Secretario; Elena Valdivieso Talledo, de Relaciones Públicas; y, Nancy Mena, de la Comisión de Aniversario”. “La imagen nos une en una Misa de fiesta, de confraternidad para rescatar la fe católica y también de los pueblonovinos que llegan para esta fiesta cuyo día central es el 24 de Junio”, continua manifestando Antonia Zapata. La imagen esta siendo restaurada por los restauradores Oswaldo Seminario y Percy Lazo del Instituto Nacional de Cultura de Piura. En este año han descubierto que la parte del manto tiene debajo la pintura original en pan de oro. En el templo usted puede observar enormes murales hasta de seis metros de altura”. LA PINTURA MURAL.Desde el punto de vista artístico y para tener un concepto elemental sobre el tema en cuestión, entendemos que el muralismo es la “pintura mural, decoración de muros o techos mediante diferentes técnicas, con fines ornamentales, religiosos o didácticos. Tradicionalmente se ha utilizado en los interiores de edificios públicos, especialmente las iglesias, y aborda temas religiosos, históricos, alegóricos o patrióticos significativos para el público. La principal característica de la pintura mural es su gran formato. Está estrechamente ligada a los planos arquitectónicos y decorativos y puede servir para dar realce al diseño del interior o para transformarlo, por medio del trampantojo, o trompe l´oeil, con el fin de producir un efecto de dimensiones espaciales diferentes. La última cena, de Leonardo da Vinci (c. 1495-1497), en la iglesia de Santa Maria delle Grazie de Milán, es una de las pinturas religiosas más famosas de Leonardo da Vinci. La obra sufrió serios deterioros debido a la mala adherencia de la mezcla de óleo y pintura al temple utilizada por el artista”. “Las técnicas de pintura mural abarcan la encáustica, el fresco, el óleo y el temple; de hecho, el término fresco se emplea de forma alternativa al de mural. Otras técnicas que se emplean son la cerámica y, más recientemente, los silicatos líquidos, la pintura acrílica y los esmaltes de porcelana al fuego, así como la fotografía, que entra en la composición de muchos murales modernos. Los mosaicos, utilizados con profusión en la ornamentación de paredes y techos, constituyen un género aparte” (1). NOTA.(1)Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005. MURALES MAYORES.“Fray Agustín, con sensibilidad pedagógica y espíritu artístico, elaboró un programa que permitía evangelizar a los fieles a través de las pinturas, ya que los temas centrales están vinculados con la vida de Jesús y a los católicos asistentes a la misa se les hacia fácil entender el evangelio cuando se vinculaba a uno de los personajes expuestos en los murales. La icnográfica está en los murales, techumbre, en las columnas y arquerías. Han sido plasmadas por calificados plásticos venidos de Europa. “Hay 12 murales de mayores dimensiones colocadas en diversas posiciones. En primer término hay cinco pinturas de 7 metros de largo por 2 de ancho como la de Cristo Rey ubicada en los arcos del Presbiterio, La Ascensión de la Virgen, Resurrección de Cristo y Ascensión de Cristo en la Nave Central, La Virgen del Rosario en coro, Santo Dominico, Pentecostés y Natividad, a lado de la epístola También la Sagrada Familia, Cristo Crucificado, Descendimiento de la Cruz en el lado del evangelio y aparición de Cristo, en el coro. Así mismo se puede apreciar con singular belleza las pinturas, retratos de Santos de la Iglesia. Seguimos por el lado del Evangelio o la Nave del Evangelio lugar en el están los Santos Pedro, Teresa, Juan Bautista, Agustín, Tomás, Rosa de Lima, San Francisco, Domingo, Juan Evangelista y Cristo Crucificado. En la Nave de la Epístola podemos admirar pinturas del Ángel Custodio, Virgen del Carmen, Santa Cecilia, María Magdalena, Inés, Catalina, José, Catalina de Sena, Jacinto, Ana y el Cordero de la Paz. El restaurador Carlos del Mar Pacheco considera que la “Pintura mural de estilo Rococó determina un valor histórico e intrínseco por ser únicas en su género que se encuentran decorando las paredes laterales, columnas, coro alto y techumbre del templo, con temas puramente religiosos enmarcados con vistosas decoraciones de magnífica factura, y que fueron firmadas por el artista J. Gismundi en el año 1918”. Las pinturas tenían como fin servir en el proceso de catequizar a los fieles en forma didáctica explicándoles la ordenada distribución de los motivos religiosos y atributos que posee cada Santo”. En octubre de 1987 cuando era Párroco David Pavlich comunicó al INC Piura la existencia de las pinturas y solicitó una evaluación para la cual vino el restaurador Carlos del Mar, quien además puso en valor artístico los murales que vistosos se exhiben actualmente. Luego se firmó un convenio entre el INC-Piura, representado en ese entonces por el abogado don Luis Vicente Altuna Sandoval y la Municipalidad Distrital representado por el Alcalde Prof. Sebastián Coronado Garrido. La supervisión del proyecto estuvo a cargo del restaurador Carlos del Mar Pacheco y la participación de Arturo Quispe, Percy Lazo Reyes, Jimmy Amaya y Víctor Rivas Farroñay. Es con estos trabajos de restauración que se descubre que el templo estaba totalmente decorado con murales que habrían sido pintados por el Italiano J. Gismondi quien habría dejado su firma en una de las pinturas ubicadas en el mural con fecha 1905 y también se ha detectado otra firma variando de letra E. Gismondi en 1909”. EL RELIGIOSO GODOY.- La ciudad de Piura fue el escenario que despertó y acarició las ilusiones que trajo a estos predios del calor el flamante Fray Agustín María Godoy. Procedente del exterior, se instala en esta ciudad el mentado sacerdote lleno de proyectos para concebir los mejores y desarrollar un arduo plan de trabajo dentro de los cánones cristianos. Insigne orador sagrado, con sensible talento empieza a proyectarse a la comunidad católica y ganarse el respeto y consideración de la misma que le brindó su desinteresada cooperación. Su espíritu solidario lo convierte en defensor del prójimo que lo demuestra con obra espiritual de apoyo moral para los presos del penal piurano a fin de que accedan al credo cristiano y superen sus malestares propios de la prisión. En Pueblo Nuevo de Colán a partir de 1906 hay noticias que el padre Godoy se aboca con integridad a la edificación de su Iglesia Matriz que lo ha perpetuado en el eco del tiempo y la historia de las grandes obras regionales. El pueblo siempre agradecido le expresa eternamente su gratitud. Apréciese así mismo que el Padre Godoy encontró en Pueblo Nuevo a un obsecuente colaborador de su Iglesia que fue nada menos que su paisano don Pedro Griceldo Murillo Ordóñez, pues ambos fueron de Loja, Ecuador, y terminaron adoptando esta tierra como suya mediante la correspondiente nacionalización que fue muy comentada por los vecinos de la ciudad. De otro lado, es fácil advertir que el 27 de octubre de 1905, en la sesión llevada a cabo por la Honorable Junta Departamental de Piura, que se inserta en el libro de actas a fojas 173, se advierte el siguiente dato: “Sección solicitudes. Punto 2: De Fray Agustín M. Godoy, manifestando la necesidad de nombrar un capellán a los presos de la cárcel de esta ciudad. A orden del día: Por último se acordó tener presente el pedido de Fray Agustín M. Godoy, para cuando llegue el caso de formar el presupuesto de 1907, se considere una partida destinada al fin que se indica” (1). Pueblo Nuevo, su capital Colán, la provincia de Paita y el Departamento de Piura, le deben un conjunto homenaje póstumo al ilustre sacerdote peruano por amor y de corazón, que por su espontánea voluntad decidió que este afecto quede registrado para siempre en la Municipalidad Provincial de Piura, a través del acto de nacionalización. De esta manera don Agustín María, con grata presencia en los predios de Pueblo Nuevo durante muchos años administrando la oración sagrada y los sacramentos cristianos a los moradores de diferentes localidades, nos demuestra con claridad meridiana que entrañablemente sirvió y quiso al Perú. Por ello, con obra tangible y perdurable, expresó su reverencia a este pueblo que no siendo el suyo lo amó mejor que nosotros. La obra imperecedera que de paso lo inmortalizó es la Iglesia Matriz de Pueblo Nuevo que él con tesonero e inigualado esfuerzo edificó y entregó a la posterioridad. Se trata de un arquitectónico edificio engalanado con murales, que por su calidad artística, ha sido declarado por mandato legal valioso monumento histórico de nuestra región. Su exquisito legado espiritual expresa en voz alta que en vida se preocupó por pastorear en las viñas de Jesús las almas de los habitantes de Pueblo Nuevo, a fin de que desarrollen espiritualmente dentro del concepto de la fe cristiana, que mantienen desde hace más de cien años. El documento histórico de nacionalización, por su origen, tiene la calidad de público y por ende es incuestionable e incontrovertible para afirmar con prueba instrumental a la vista la decisión expresa de la peruanidad del Padre Godoy, que seguramente le dio muchas satisfacciones personales. Se trata de la Resolución de Alcaldía emitida por el Honorable Concejo Provincial de Piura y firmada por su alcalde, don Manuel Helguero, en mayo 9 de 1910. Leamos su texto: “Señor Prefecto del Departamento. Oficio Nº 500. En sesión del 4 de este mes el H. Concejo de mi presidencia acordó aceptar la petición de nacionalidad que han hecho los individuos, antes ecuatorianos, que se expresan a continuación, habiéndose seguido los respectivos expedientes, llenando todos los trámites y requisitos legales, los mismos que con fecha 6 de los corrientes quedan inscritos bajo su forma en el respectivo Registro. Los nacionalizados son los siguientes: Don Juan Flores Aguirre, de 27 años de edad, de Loja. Don Eliseo Altamirano, de 32 años de edad, de Ambato. Don Ambrosio Jiménez, de 34 años de edad, de Cariamanga. Don Manuel Riofrío, de 23 años de edad, de Quito. Reverendo Padre Agustín M. Godoy, de 49 años de edad, de Loja. Que pongo en conocimiento de US. para los fines consiguientes. Dios guarde a US. Firma el Alcalde: Manuel Helguero” (2). Por la edad que declara el religioso Godoy, el año 1910, aritméticamente se establece que nació en Loja, el año 1861. Muchos años de su vida los dedicó a Pueblo Nuevo de Colán, impregnando con tinta indeleble su amorosa entrega a los pobladores del centenario distrito porteño que jamás debe olvidar y por el contrario recordar perennemente. Otro de los méritos del religioso Godoy es haber mediado sus buenos oficios cristianos ante las autoridades de la época para conseguir la Promulgación el 15 de noviembre de 1910 de la Resolución Legislativa Nº 1317, por la misma que en su artículo único se declara “exonerada de pago de derechos de importación un reloj y una pila para Paita, y diversos artículos de culto para la Iglesia de Pueblo Nuevo en Colán” (3). Tales artículos que llegaron en 1911 a la citada Iglesia se incorporaron a ella para darle presentación ornamental que repercutió en el acto inaugural y sirvió en el desarrollo espiritual de la región. Se agranda la obra del Padre Godoy por su incuestionable fomento en la proyección a la comunidad de su feligresía a la que apoyó en su desarrollo social. En efecto, cundido por su espíritu de peruanidad y atendiendo a la naturaleza humana propia de su credo, se puso de lado de “el vecindario de La Capilla, unido a los de Pueblo Nuevo, el Arenal y Vichayal, impulsados por el inagotable entusiasmo del R. P. dominico Fr. Agustín María Godoy, han solicitado y obtenido del gobierno autorización para abrir un canal de irrigación, que, derivando las aguas del Chira, de poder productor a esas tierras, cuya fertilidad ha sido suficientemente comprobada” (4). NOTA.(1)ARP; El Registro Oficial del Departamento de Piura, edición Nº 4, de enero 27 de 1906. (2)ARP; El Registro Oficial, edición Nº 19, de mayo 21 de 1910. (3)Compilación de la Legislación Peruana, Tomo I, Pág. 75. (4)Germán Leguía y Martínez; Diccionario citado, Págs. 162/63. INAUGURACIÓN DEL TEMPLO.Se trata de una versión de carácter histórico que publicó el diario EL SOL en su edición Nº 1768, del sábado 1º de julio de 1911. Su título: “El Templo de Pueblo Nuevo de Colán”, que su texto dice así: “De EL COMERCIO de Paita, tomamos el siguiente acápite sobre la inauguración el 14 de junio de 1911 del templo de Pueblo Nuevo de Colán y su construcción que vienen a completar los detalles que nos suministró oportunamente nuestro corresponsal”. “Terminada la bendición del templo como a las 6 y ½ pm. el señor Obispo dirigió desde el atrio del templo, una elocuentísima alocución, con florido lenguaje y viveza apoyada en conocimientos, desarrollando los siguientes puntos: 1º) Magistralmente se presenta en el templo, su universo arquitectónico que es grandioso, en el que se entona diariamente, por la variedad de seres y elementos, himno de gloria y alabanza al Creador. 2º) Los Templos Católicos, son obras de progreso y Centros de Instrucción, educación y moralización. I terminó argumentando para Pueblo Nuevo días de ventura, y que llegaría a ser como un santuario, concurrido y visitado de muchas personas de todas partes. Habló después el señor Prefecto con no menos elocuencia, indicando que, tenía del Jefe de la República, el noble concepto que se formaba de los Templos Católicos, como centros donde el espíritu se deshaga comunicándose con Dios, y se da verdadera y sana educación a los hombres, terminando con entusiasta felicitación al Padre Godoy, a cuyos trabajos y tenacidad inquebrantable se debe la obra. Lo mismo el señor Obispo que el señor Prefecto, fueron justamente aplaudidos y avivados por la concurrencia. En la misa pontifical, oficiaron con el señor Obispo, dos padres redentoristas, un dominico y los sacerdotes, señor Vicario de Paita, señor Cura de Amotape y señor Presbítero Manuel Espinosa. Predicó el R. P. Godoy tomando como tema “el Sagrado Corazón conjunto de todas las riquezas” que desarrolló bien y con efusivo sentimiento. El Templo estaba flamante, por que todo era nuevo; edificio nuevo, imágenes nuevas, ornamentos nuevos, candelabros con una muy agradable impresión. Es de paredes robustas y bien blanqueado por fuera. La fachada por su excesiva sencillez, en forma de triángulo escueto, que no sube un dedo por encima del techo del edificio, desdice del conjunto y más del interior. Es de unos cuarenta metros de largo por quince de ancho. Consta de tres naves, sostenida la central por cinco gruesas columnas apoliganadas de cada lado. Calcúlanse los gastos del Templo hasta la fecha, en sesenta mil soles. Una pieza buena, la mejor de todas, es el altar mayor, toda de cedro construido con elegante sobriedad, es una obra bella del estilo del Renacimiento. En el cuerpo principal, desde la base hasta el cornisamento, predomina el estilo jónico. El frontis quebrado rematando en globo que representa al mundo, recuerda a Churriguera y a Barroco. Después de medio día el señor Obispo administró el sacramento de la confirmación a más de setecientas personas entre criaturas y adultos”. Pronto esta Iglesia que forma parte del Patrimonio Cultural de la Región, el año 2011, cumplirá una centuria de su inauguración y se mantiene en buen estado de conservación. Hay que cuidar de su preservación por tratarse de una joya arquitectónica centenaria. C A P Í T U L O V I DOCUMENTOS En esta sección insertamos documentos bibliográficos escritos en tiempos diferentes y autores diversos que dan una sustancial imagen histórica de la trascendencia sociocultural del distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo. Este último cumple un centenario que por mandato del Poder Legislativo adquiere el estado capitalino y que mantiene hasta hoy con ostensible incremento en su gestión local, que lo ubica como un distrito próspero de nuestra región y que debe seguir creciendo más con la inteligencia de sus hijos ilustres y el arduo trabajo de sus habitantes. COLÁ N Bajo el título COLÁN ubicamos el texto que sigue a continuación, en la obra DICCIONARIO Geográfico, Histórico, Estadístico, Etc. del Departamento de Piura, Volumen I, cuyo autor es el Dr. Germán Leguía y Martínez. Tal Diccionario, el primero en su género que se refiere al Departamento de Piura, fue elaborado a partir de 1905 y publicado en parte en el piurano diario EL SOL dirigido por dicho autor don Germán, y publicado en Lima el año 1914. De él se extrae el texto sobre el vocablo COLÁN, que se ubica en las páginas 222 a 232, insertándose datos muy antiguos y hasta el primer lustro del fenecido siglo XX. Leamos: “Colán dista dos legua del puerto de Paita y unos 800 m. de la ribera del Pacífico. Está muy próximo a las orillas del caudaloso Chira, que allí desemboca en el océano, después de recorrer quinientos kilómetros, a lo menos. El pueblecito queda al extremo sur del delta que el río forma en la desembocadura, recostado sobre el barranco, en terreno seco, arenoso y relativamente alto. Su viejo campanario se ve desde Paita, ciudad que sus habitantes proveen de verduras y hortalizas, sembradas en las tierras que poseen a la margen izquierda del río. Al sur están las salinas. Aquellas tierras miden unas 8,330 hectáreas (Archimbaud), de las que 3,500 son de comunidad, 2,000 de particulares y 2,830 pertenecen a eriazas. Solo 500 de las primeras y 350 de las segundas están debidamente cultivadas; no tienen más riego que el que les proporciona la humedad del río. Con lo expuesto, no hay que decir que las únicas industrias actuales de los colanes son la pesca y la agricultura. Tenían antes la explotación de sus salinas; pero esta ventaja ha desaparecido con el estanco. La mayoría son pescadores. En Colán funciona una escuela mixta. Sobre el cerro cercano a la población y a poca distancia del cementerio, brota de la falda una vertiente; el pozo formado por ésta es de una cuarta de profundidad y de cuatro o cinco metros cuadrados de superficie: el agua, sulfurosa, es muy buscada por sus propiedades terapéuticas: se le extrae y vende en barriles, y no son pocos los que prefieren bañarse en ella dentro del pozo mismo. Tal pozo es conocido con el nombre de Baños de Colán. Una de las grandes ventajas de este posible balneario, cuyos pobladores son todos indios, y que sólo en el verano frecuentan muy pocas familias de Paita, Amotape o Piura, es el agua potable que en él abunda, no sólo por hallarse cerca del Chira, sino porque, en las avenidas de éste, despréndese un brazo que pasa demasiado vecino al pueblo. El vecindario de Paita, antes de establecerse la empresa Taiman, se proveía de allí, por ser el agua menos lejana del puerto. El camino entre éste y el pueblecito de que tratamos es completamente llano; muchos padres de familia, allí refugiados durante las recrudescencias de la peste bubónica, hacían ese camino, mañana y tarde, cómodamente a pie. Las coordenadas de Colán, según Raimondi, son: 5º 02´12´´ de latitud austral; 83º 30´´ de longitud occidental de París: y 81º 09´51´´ de longitud occidental de Greenwich. Esas coordenadas, según Melo, tomadas para la playa desde el pueblo, son: 5º 01´20´´ de lat. S.; y 81º 01´20´´ de long. O. de París. En el sistema de acueductos ideado por la Comisión Hidrológica Departamental para irrigar la margen izquierda del Chira, Colán es término del 4º canal, el cual partiría del Arenal, con bocatoma de las llamadas de fábrica, en una extensión de diecisiete kilómetros, con pendiente de quince milímetros por kilómetro y un costo insignificante de 3,500 Lp. Según datos publicados últimamente, algunos de ellos por el buzo diplomado don Domingo Echegaray, es probable que los bancos de perlas de Sechura alcancen hasta Colán; por eso, la Compañía Perlífera del Perú Ltda., que, hechos los reconocimientos debidos, solicitó la concesión consiguiente, obtuvo del gobierno que los límites de ésta última comprendiesen toda la zona inclusa entre los paralelos 5º (caleta de Colán) y 6º (Punta Falsa de Aguja). Desgracia ha sido que desapareciese don Pablo Emilio Llona, organizador de la enunciada compañía; circunstancia que, en nuestro concepto, aplazará indefinidamente la explotación de los bancos de perlas existentes en la región, y que tan brillantes resultados prometen, así para los explotadores como para ésta. Es Colán lugar muy antiguo y, en cierto tiempo, revistió peculiar importancia; fue puerto proveedor de la armada española, y sus habitantes, como los actuales de Paita, eran los preferentemente elegidos para la marinería de los buques. Colán figura ya, como parroquia independiente, en la carta relación dirigida, en 18 de mayo de 1627, a Felipe IV, por el Obispo de la Diócesis de Trujillo, doctor don Carlos Marcelo Corni. En la relación jurada de tributos de 1759, presentada, en veinticinco de enero de 1762, por el corregidor de Piura don Cristóbal Guerreros, aparece Colán rindiendo la suma de 103 pesos 2 ¼ reales. Ocupa, así, el tercer lugar en la nómina de los pueblos tributarios del corregimiento, con las parcialidades que de él entonces dependían, algunas de las que, como es notorio, no existen a la fecha, tales eran: Camacho, Guaura, Malacas, Nisama y Victoria. Destruido por dos grandes incendios, su población emigró a los caseríos próximos; gran parte de ella constituyó el Pueblo Nuevo de Colán. En 1876 ya no tenía sino 417 habitantes, cifra que, según se acaba de ver es uno de los resúmenes precedentes, ha descendido a la insignificante de 170, y el Colán de otros tiempos es hoy una caleta miserable, un hacinamiento de casas en ruina, casi todas deshabitadas; es apenas la sombra de un pueblo, que, a pesar de todo, bien pudiera rehabilitarse y florecer, por ser un excelente balneario, ya que posee una bahía amplia, de aguas apacibles y limpias, descenso suave a la playa, y fondo marítimo arenoso, sin piedras y sin peligros, a no ser alguna manta que por allí aparece procelosa de vez en cuando. El único vestigio de su pasada prosperidad es el templo, edificio que, en medio de tal soledad y de tanto escombro, es para el turista una agradable sorpresa, sino por que la belleza y por el arte, por las dimensiones, reñidas con el resto de la pequeña población, toda de triste y desolador aspecto; es de piedra y se halla intacto, aunque viejo. Es célebre en nuestra historia el heroísmo de la encomendera de Colán, doña Paula de Piraldo y Herrera de Colmenero, defensora de Paita contra la invasión pirática del temido y famoso Jorge Spilberg, Sabida es la entrada de éste en el Pacífico por el estrecho de Magallanes, en mayo de 1615, con siete buques de guerra ( Gran Sol, nace capitana; Luna, buque almirante, Eolo, Laro, Ámsterdam, Venatoria y Lucero); escuadra que su jefe llamaba con el pomposo nombre de “La Victoria”. Era Spilberg holandés, y venía, como los otros piratas, a ejercitar en nuestra costa, a la vez que su gran valor, sus depredaciones y latrocinios. Apresuróse el Virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, a formar una flota, que salió al encuentro del corsario y en 17 de julio le presentó combate delante de CerroAzul. El denuedo de los limeños -muchos de los cuales, y de los más nobles, perecieron en aquella jornada- dejó en ésta la victoria indecisa, a pesar de su inferioridad de fuerzas. La flota peruana se regresó al Callao; la holandesa púsose a repararse tras la Isla de San Lorenzo. Spilberg, sin atreverse a entrar en la bahía, hizo rumbo al norte, incendió a Huarmey y pretendió hacer igual cosa en Paita; pero el Corregidor de Piura y las autoridades del puerto hallábanse apercibidos a la defensa, si bien la escasez de gente y de recursos no prometía favorable éxito. Doña Paula, que a la sazón se hallaba en Colán, llamó su gente a las armas, equipóla a sus expensas, y, puesta ella misma a la cabeza de la numerosa columna, presentóse en Paita, ocupó los puestos de mayor peligro, dio con ello el más varonil ejemplo, reconfortó el espíritu de sus improvisados conmilitones, y coadyuvó, con su semejante heroica conducta, al pavor infundido en el ánimo del invasor, que levó anclas con rumbo a las Filipinas, islas en que dio buena cuenta de él, el gran almirante hispano don Antonio de Ronquillo. Como era natural, doña Paula fue anclada y venerada por nuestro pueblo. Cantó su heroísmo el conde de la Granja, en su poema a Santa Rosa (que en esa oportunidad supo exaltar el patriotismo de los limeños); y el rey Felipe III, en 15 de octubre de 1618, no desdeñó escribirle de su puño, para expresarle la estimación en que tenía sus servicios y la gratitud que merecía por ellos. La heroína que recordamos era, a la vez, un alma generosa y creyente. Fue donación suya la del terreno donde levantarónse, en Lima, la iglesia y el convento –hoy colegio- de Belén. -Tierras pertenecientes al consejo municipal del distrito. Se hallaban en ambas zonas fluviales. Poseen algarrobales amplísimos y terrenos de cultivo de calidad superior. Abundan asimismo los esteros, jagüeyes o ciénegas. Formarían un fundo extenso y notablemente productivos si llegasen a cultivarse unidas. Su arrendamiento, en la parte fácilmente utilizable, apenas si da el pequeño fruto que es de esperar de conductores pobres e infelices. Con todo, producen renta anual suficiente para los limitados egresos del modesto municipio. Hemos dado detalles en el artículo precedente. -Seno emplazado cuatro millas al sur de la desembocadura del Chira. Es caleta habitada, y pertenece, con sus similares de Zorritos o Malpaso, Máncora, Sechura, Salinas de Sechura y Bayóvar, a la jurisdicción aduanera de Paita. Se halla al abrigo de la punta de este último nombre. Es abierta, y tiene buen fondo de arena, a un cable o cable y medio de tierra. Por ella se hacen algunos embarcos de leña y carbón. -Punta existente, al E. de la bahía de Paita, en la proximidad sur del pueblo y salina de Colán. Es un barranco que se adelanta hacia occidente, formando el extremo N. del puerto de Paita. Esta punta, y al sur la Puntilla o Punta Telégrafo (así llamada por el semáforo en ella instalado para anunciar el surgimiento o aparición de las naves procedentes de la cuerda en que se aconcha la rada interna del puerto de Paita. De una a otra punta, y medida por la mencionada cuerda, hay una distancia de cuatro y media millas marinas máximun. Punta Colán está a 5º 1´20´´ de lat. S., y a 83º 21´20´´ long. Occidental de Paris (Paz Soldán). -Salina ubicada a 120 m. del mar, 500 (hacia el Sur) del pueblo de Colán, y cuatro kilómetros, más o menos, al N. E. de Paita. Abarca varias pozas, todas pequeñas. Su sal es intermitente, en grano y de buena calidad. De ella se abastecen Paita y la región del Chira, y se dedica, principalmente, a la salazón del pescado que en abundancia se extrae de Colán y Paita. Alguna cantidad se exporta también a Colombia y el Ecuador. La proximidad del mar hace fácil su embarco. Rinde esta salina unos 300 quintales al año. Es inagotable. Persona respetable nos ha referido que, con el fin de extirpar el contrabando, se determinó enterrarla; pero que, al contrario de lo que se pretendía, el yacimiento brotó siempre, a través de la tierra, con intensidad mayor y extraordinaria abundancia”. LA ESMERALDA No puede haber sido mejor la idea de los fundadores del balneario La Esmeralda al darle este nombre pues se conjuga con su belleza marina y sus poéticos atardeceres que se adornan con la algarabía de los miles de veraneantes que llegan a ella, procedentes de Piura, el resto del país y Ecuador. Sus aguas al medio día con el sol abrasador nos presentan una joya natural, un hermoso paisaje marino, es decir, una esmeralda que nos cautiva y que es digno destacar dentro de los atractivos turísticos de Colán con su capital Pueblo Nuevo. Dentro de las páginas 21 a 31 de la obra Evocaciones Norteñas, publicada el año 1964, del celebrado costumbrista don Vicente Rázuri Cortés, hallamos dos títulos: “La Esmeralda y “La Iglesia de Colán” que tienen el común denominador de presentarnos dos atractivos singulares de la geografía colanera. Aquí tenemos el texto de la primera estampa “La Esmeralda” que es toda una recopilación histórica que va desde los saltantes aspectos históricos de Colán hasta los fundadores del mentado balneario. “Bajo las ruinas de una preincaica civilización se está levantando un aristocrático balneario a las orillas del mar Pacífico, en una extensión de tres kilómetros y en una herradura que corre paralela al barranco, marginada por el río Turicarami como se le llamaba en la gentilidad y que en la Colonia se le bautizara por “La Chira”, nombre de un cacicazgo vecino de Poechios. Pues bien, nos atrevemos a señalar como preinca la civilización Colán, que se supone integrante de los tallanes, por el ejemplo de la lengua yunga que se extendía por la costa, y que, ni Pachacutec ni Huaina Cápac pudieron imponer el uso del habla quechua o aymará, por la indocilidad de los yungas producto de su ardiente temperamento de rebeldía. El incanato con Manco Cápac inició su gobierno en el siglo X a las orillas del Titicaca, los que le sucedieron iniciaron sus campañas en el siglo XIII, extendiendo sus costumbres en las planicies más altas, o sea, en las serranías, desde Puno hasta Cajamarca, conquistando a los collas, no así a las tribus de la costa por indomables y de otras razas. A los collas les impusieron, a unos el aymará y a otros el quechua, según fuera el ejército de ocupación en esas comarcas. El cronista del siglo XVI, Miguel Cabello Balboa, deja constancia que en la época remota llegó a las playas del norte y en la desembocadura de un río llamado Faquisllanga, que hoy debe ser Lambayeque, una flota de embarcaciones, piraguas tripuladas por numerosos y desconocidos hombres, en una larga caravana cuyo jefe era Naymlap, esparciendo a varios de sus componentes por la costa y otros hacia el sur, los que se cree iban en busca de otros aventureros venidos de lejanas playas bañadas por los mares de oriente, a quienes el sabio alemán don José Kimmich los considera como razas procedentes del Asia, de la región de los coolles, en los que se ha mezclado no sólo las costumbres sino la lengua yunga en un entrevero sorprendente, con la Mochica, perdidos en las inmensidades del tiempo. Así dice el sabio Kimmich, autoridad en la materia, quien en Piura ejerció la Dirección del Colegio Nacional de San Miguel. Según Humboldt en su “Historia de la Geografía del nuevo Continente”, hace hincapié sobre la venida de grandes inmigraciones asiáticas por el estrecho de Behering, las que se fueron extendiendo de norte a sur y propagando su civilización como puede comprobarse por la Historia, desde Paramonga hasta Olmos, por lo que no es extraño que cuando Pachacutec excursionó por el norte venciendo al Gran Chimú, que a su vez éste había vencido a los yungas y mochicas, se encontrara tribus nómades a orillas de los ríos como los de Nec, Eten y Colán, razones por las que nos permitimos señalar a Colán como civilización preincaica. APRECIACIÓN DE LOS CRONISTAS.Francisco de Jerez y Pedro Sancho de la Hoz, Secretarios de Pizarro en la Conquista, están de acuerdo en señalar que cuando Bartolomé Ruiz desembarcó en el Cabo de San Francisco de la Buena Esperanza, hoy Paita, había una extensa comarca a dos leguas de este puerto poblada de indios dedicados a la agricultura y a la pesca. Esto ya era Colán. Hay cronistas que afirman haber existido tribus nómades a orillas de ríos con escaso caudal de agua, situados en las desembocaduras hacia el mar, las que adoraban a la luna por cederles agua y al mar por donarles alimentos, consiguiendo así abundante pesca y esto más en Colán, por la agricultura a orillas de su río y las minas de sal que tenían en la altura. Colán fue en la Conquista una colectividad organizada por una Capullana, que posteriormente recibiera el nombre de “Encomendera” una mujer superior en la comunidad, con autoridad suficiente sobre los habitantes. Se comprueba la eficacia de la autoridad de la dama mencionada, porque según investigaciones acuciosas y verídicas realizadas por el notable historiador Dr. Ricardo J. Pastor C., la encomendera colana Paula de Piraldo Herrera de Colmenero, prestó al puerto de Paita importantísima ayuda, al rechazar la invasión del pirata holandés en 1615, Jorge Spilberg, que había sufrido una derrota de parte de la escuadra del virrey Juan de Mendoza y Luna en Cerro Azul, emprendiendo la fuga hacia el norte, incursionando en Huarmey, al que incendió. De este puerto se dirigió a Paita. El pueblo que estaba sobre aviso recibió al bravío contingente de doña Paula y sus colanes, infringiéndole vergonzosa derrota, huyendo así el filibustero a las Filipinas. Doña Paula de Piraldo, la valiente encomendera, fue aclamada por los habitantes de Paita y los colanes le rindieron su más fervoroso pleitesía. El poeta español Conde de la Granja en su poema “A Santa Rosa” cantó el heroísmo de la encomendera doña Paula y el Rey Felipe III el 15 de octubre de 1618 no desdeñó escribirle de su puño y letra para expresarle la estimación en que la tenía por sus servicios y la gratitud que merecía por ellos. EN LA REPÚBLICA Colán, pueblo grande y trabajador, raza indómita y valiente, fue olvidado por los Poderes Públicos; recién durante el Gobierno del General Gamarra, el 8 de octubre de 1840 por Decreto Supremo, fue creado el distrito al igual que Paita, teniendo en consideración el embarque de sal doméstica, leña, carbón y ser proveedor de pan llevar a los distritos aledaños, por lo que se le invistió con el carácter de caleta y funcionario de Resguardo dependiente de la aduana de Paita. Colán era floreciente. Sus pobladores amantes del fervor católico, celebran con unción religiosa el 18 de octubre la fiesta de “San Lucas”, Patrón del Pueblo, en su imponente iglesia levantada en los albores de la Colonia, divisándose desde Paita la silueta de su viejo campanario, con la natural alegría del pueblo trabajador. Así era Colán hace 300 años; pródiga en la agricultura, orillas reverdecidas por la humedad de sus ríos, extensas plantaciones de algarrobos para la manutención del ganado, presagiando un eterno porvenir. Empero la felicidad no fue completa. En 1876 dos incendios se sucedieron y el pueblo en escombros sufrió las consecuencias inmigratorias, abandonando el lar nativo, para guarecer a sus familias en otros caseríos. Así se fundó San Lucas de Colán, cuya capital, Pueblo Nuevo, está casi a las orillas del río. El desamparo fue completo, porque apenas se quedaron 170 habitantes. MINAS DE SAL.Las minas de sal habían sido clausuradas, con la implantación del estanco y poco a poco se ahuyentaron los moradores que habían asistido a los embates de la mala suerte; empero ya no había la encomendera de antaño, ni los viejos vecinos que animaban el entusiasmo del pueblo, sólo quedaba como un rezago de la grandeza de Colán, una mujer respetable, doña María Servellona Achutegui y Garavito, que, poseída de condiciones humanitarias, aprovechaba las aguas sulfurosas de una fuente que brotaba a las faldas del cerro, con las que curaba el reumatismo y enfermedades de la piel. La señora en referencia, recogiendo yerbas medicinales en las orillas, preparaba una maceración la que producía un líquido que mezclándolo con papaya y miel de abeja, le llamaban zarza milagrosa. Después de sumergir las piernas del paciente en la vertiente del cerro, obligaba al bondadoso cliente a apretarse un vaso de su particular remedio. Sea que la curación era acertada o el enfermo ponía mucha fe, el hecho es que muchos que sufrían tal enfermedad afirmaban que iban donde la Servellona a tomar “la zarza milagrosa”. Cerradas por el Gobierno las puestas de la caleta, clausuradas las minas de sal, olvidada la bocana del Turicarami, pocos, muy pocos eran los desdichados vecinos que tomaban el sol calcinante de los veranos o que en las noches claras y serenas veían brillar con lejana majestad la luna de Paita y aún pensaban en el viejo refrán que decía: “Gozar de la luna de Paita y el sol de Colán”. Hoy día lo repetimos, bajo las ruinas de una civilización preinca y en medio de la pobreza del viejo pueblo, del que sólo han quedado como mudo testigo, la iglesia de piedra y su viejo campanario, como índice que señala el abandono en que se encuentra. FUNDACIÓN DE LA ESMERALDA.Es de esperar que la aristocracia piurana que ha edificado tantas residencias majestuosas, tiendan una mirada de consuelo a la casa de Dios y restituyan al Corán de la leyenda su auge y desarrollo que le caracterizó. La Esmeralda tiene su historia en el grato recuerdo de los que forjaron su fundación. Podríamos señalar sin temor a equivocarnos, porque no reza el apotegma que consignáramos en un libro nuestro y que la receta se daba para el que quisiera ser buen mentiroso y es como sigue: “”Mentir lejos, poner de testigos a los muertos y tener buena memoria”. Con esta fórmula de receta, no le falla ni una mentira a nadie y es por esto que al emprender el pequeño trabajo de reseñar la fundación de la Esmeralda, podemos evocar los gratos nombres de sus fundadores como: Gaspar Augusto Yarlequé y después Trinidad Eyzaguirre, el Dr. Juan Velasco, Artidoro Balarezo, Ricardo V. Calderón y José María Cerro, los que compraron en la Casa Romero un camión marca Reo para excursionar en la playa durante el verano en busca del agua fresca y un mar tranquilo y el corretear sobre la arena sin perjuicio alguno. Los fundadores, como se propusieron lo realizaron; y empujando así al camión a trechos largos sobre el arenoso camino, los encontró un buen día Ernesto y Arturo García que noticiados del proyecto de los expedicionarios, quería conocer las playas del viejo Colán y empujando el carro en mutua ayuda llegaron a las faldas del barranco y al contemplar la desembocadura del río Turicarami, conocido hoy como río Chira, se entusiasmaron tanto que sólo pensaron en proyectos sobre la construcción de cuartos para baños; empero el entusiasta Gaspar Augusto, maestro de energía y dinámico por temperamento, llevó madera, cuartones y tablas, clavos, martillo y calamina, siendo el primero que construyó una modesta habitación para tenerla como natural comodidad para un nuevo establecimiento de baños. La iniciativa de Gaspar Augusto fue seguida por Ernesto García, así como su hermano Arturo que cifraba las esperanzas de que algún día no lejano, Colán fuera un balneario. Los hermanos García animaron a Carlos Arrese, quien en la semana siguiente se constituyó con un carpintero de Yayares, clavos y madera comenzando con rapidez hasta terminar su propia vivienda. Más allá Artidoro Balarezo siguió la ruta de los entusiastas nuevos pobladores con modernas construcciones, esto ocurría en 1926. Un buen día algunas familias de Piura, como la del Dr. Guillermo Gulman, la señora Juana Rosa Mendizábal de Rosemberg, Rebeca Fuentes excursionaban por el olvidado Colán, ocupando las abandonadas casas de la pasada grandeza y hasta las playas tranquilas llegaban los automóviles que compartían en amable camaradería el fiambre que aportaban los concurrentes. Entusiasmado don Emilio Hilbck Seminario con la alegría de la antigua caleta, ordenó la construcción de una residencia veraniega, de modesto confort, con una comodidad digna de sus costumbres. ACTA DE FUNDACIÓN.Muchas eras las familias que concurriendo los días domingos y feriados, hacia la tranquila playa de Colán las que señalaran terrenos apropiados para la construcción de chalets de verano, empleándose así a diseñar sobre el plano las más importantes calles residenciales, todas con camino directo hacia las aguas marinas y llegada la temporada de 1927, reunidos en complaciente algarabía se formuló el acta de fundación que es como sigue: “En la playa de Colán, a los seis días del mes de febrero de 1927 se reunieron los infrascritos y decidieron establecer un nuevo balneario que llevará el nombre de La Esmeralda. Quedan comprometidos en hacer propaganda activa y a contribuir en la medida de sus fuerzas al engrandecimiento y a la prosperidad del nuevo balneario. Apadrinaron la ceremonia de la inauguración y bautizo los señores Manuel Helguero y su esposa, la señora María Victoria de Helguero por aclamación de los concurrentes y firmaron: Manuel Helguero; Graciela de Checa; A. Woodman; María C. de Woodman; E. García Wicks; Alicia W. de García; Roberto Riveros; Rosa Julia de Riveros; Arturo García Wicks; María V. de García; Gabriel Tudela; Julio C. Ginocchio; María de Ginocchio; Pepita Checa; Samuel B. Pérez; Carmen Pérez; Francisco García; Julia S. de García; Carmen Seminario; Luzmila Augusto; María Isabel Augusto; Graciela Adrianzén; Clara Hilbck; Victoria Seminario H., Clara R. Agurto; Luisa E. León; Victoria Ginocchio; J. Reich; Vicente Checa; Reinaldo Hilbck; Samuel Morante; J. E. Morante; Gaspar Augusto; Alicia C. de Augusto; Belisario Cortés; E. Burmester; José Augusto; Enrique Checa; Carlos Lama; Oswaldo Otoya; Luis Cerro Cebrián; ; Héctor Velázquez; Blanca Fossa; Francisco Burmester; Beatriz Guzmán; B. Alfageme; Bertha Caminatti; María C. de Zapata; Violeta Távara; M. A. Fossa; E. Hilbck; Carlos Enrique Zapata; Eudoxia de Vargas; Juana Rosa de Risemberg; Josefa de Palma; Rosa de Calderón; Carmen de Eyzaguirre; Ricardo Calderón; Ricardo Palma; Angélica de Montalbán; Pierre de Montalbán; María V. de Artadi; María Teresa Ginocchio; O. Quiroga; Roberto Palma; Jorge Checa; P. A. Wilson; Estela Artado; Chas W. Flawer; Sofía Ginocchio; María de Saona; Manuela de Caminatti; Dolores de Ohelert; Aurelio R. Seguín; Enrique Vega; Manuel Torres. EDIFICACIONES.Datos recogidos de vecinos que organizaron la fundación del balneario Esmeralda, están de acuerdo en señalar que las primeras construcciones las llevó a cabo don Gaspar Augusto Yarlequé; los hermanos Arturo y Ernesto García W., luego Artidoro Balarezo. En 1927 procedió a construir su casa Carlos Arrese, en 1926 el padrino de la Esmeralda don Manuel Helguero, en 1929, Ernesto Arens, el Ing. Eduardo Elejalde Chopitea, Manuel Checa Eguiguren, también en este mismo año don Enrique García W. construyó una magnífica y buena finca veraniega, vendiendo la que tenía a su hermano don Fernando, que se constituyó en un nuevo propietario. En las fiestas colectivas en que tomaban parte toda la colonia de La Esmeralda, se contemplaba desde la residencia, las verdes orillas del Chira, de ese Turicarami que encontraron los españoles en la Conquista y celebrando el nombre de Esmeralda, como se había bautizado al balneario, la señora María Victoria G. de Helguero, señalando la ribera izquierda del río Chira bordeada por el esmeraldino color de la esperanza dijo ante el recuerdo de la preincaica civilización que debería llamarse “Esmeralda de Colán”. Crepitantes aplausos y múltiples felicitaciones sellaron las palabras de la dama distinguida y es justo que en el devenir de los tiempos, no se olvide el histórico nombre de la vieja caleta, de la comunidad que sólo supo con su valor defender a los demás y hacer respetar su historia. Numerosas son las casas edificadas en ese altivo balneario como cerrada herradura, cuyos caminos bifurcan el mar donde las mansas olas arrullan con cariño las playas arenosas y que en medio de ese sincero torbellino de la más completa familiaridad, tres damas distinguidas, dignas de todo respeto y consideración, han establecido, para refrigerio de los habitantes y muy especialmente para los que llevados de la curiosidad y entusiasmo, detienen sus vehículos al frescor del aire puro y vivificador del histórico mar paiteño, un establecimiento veraniego denominado “Las Gaviotas” cuyo rango está en conformidad con la sociedad piurana. Este nombre puede referirse bien a la alegría de las gaviotas, que sienten por el éxito de un fructífero resultado económico, o bien a la derrota de un ideal forjado. Es por ello que el poeta Ezequiel Gonzáles Cáceda dijera: El canto de las gaviotas ¿Será risa o será llanto? ¿Qué dirán con ese canto? ¿Qué dirán con esas notas Las gaviotas…? Con hilos de risa y llanto Amarré mis alas rotas Y busqué playas remotas Para curar mi quebranto; Por eso tiene mi canto El ritmo de aquellas notas -Mezcla de risa y de llanto-, Que repiten tanto y tanto Las gaviotas. LA IGLESIA DE COLÁN “HISTORIA Y TRADICIÓN.- LEYENDA Y REMEMBRANZAS DE UN PASADO PINTORESCO Viejos moradores del Colán Antiguo, que han recogido de sus antepasados las leyendas de su comunidad, han venido regando, a través del tiempo, hermosas leyendas de aquella región, en donde se fundara el bello balneario de ”La Esmeralda”, que ha venido a sustituir a las playas de Paita. Paita fue desde sus inicios, allá por 1532, una pequeña caleta, a la que acudían, en verano numerosas familias de tierra adentro. A poco de fundada por don Francisco Pizarro la ciudad de San Miguel, quedó, en cierto modo relegada a segundo plano. Paralelamente el propio Pizarro la fundó en Tangarará. Ya en 1588, 15 de agosto, don Fernando Torres de Portugal, Conde del Villar don Pardo, fundó la Piura actual. Por entonces, Paita tenía población limitada, pese a que, como he dicho, acudían, en los días de calor a sus playas, connotadas familias de estas zonas inmediatas. Los bañistas disponían de amplio espacio para sus deportes favoritos. Hoy, naturalmente, con el apreciable aumento de su población, estas playas resultan estrechas. De ahí que considero la conveniencia de que sea “La Esmeralda”, el aristocrático balneario del porvenir. Acaso hoy, en la actualidad, sea “La Esmeralda”, para orgullo del Perú el balneario de más limpias y hermosas orillas. Así, de este modo, Colán, en cuya jurisdicción se ha fundado “La Esmeralda”, volverá a ostentar el título de Distrito que le confirió en 1840, el 8 de octubre, el gobierno del Mariscal don Agustín Gamarra. La religión católica esta representada en Colán o “La Esmeralda”, por un monumento histórico, que tal es la Iglesia de San Lucas de Colán. Según la tradición, esta Casa de Dios fue levantada sobre cimientos de piedra, y claro, los ventisqueros nada han podido contra ella; pero, por desventura, casi todo el templo se encuentra sepultado por la arena. Cuenta la leyenda que fue desde esa Iglesia que la encomendera doña Paula de Piraldo, arengó a los colanes para que resistieran a los piratas, en 1615. Asimismo, se refiere que desde ese mismo templo se hizo conocer a los fieles la comunicación del Rey Felipe III de su puño y rúbrica. En tal nota real, la Corona de España rendía tributo a doña Paula por su encomiada labor en defensa de los derechos y la responsabilidad de Su Majestad. Esto fue en 1618. El 18 de octubre es la fecha consagrada a la Iglesia de San Lucas de Colán. Algo misterioso (fruto acaso de la fantasía de los moradores de la comarca) señala la única torre que aún se ve de esta Iglesia, como una impetración a los fieles para que demanden, en sus oraciones y plegarias, al Ser Supremo, defienda al templo y lo restaure definitivamente, eslabonando, así la tradición y el presente, vale decir uniendo “La Esmeralda” a las orillas de Turicarami, con ese mar tranquilo, que bien pudiese ser considerado el mejor balneario del Perú. El Comité Pro-Progreso de San Lucas que dirigen los señores Presidente don José Macharé y el Secretario Leopoldo Prieto Canales, así lo han solicitado al Presidente de la República, Fernando Belaúnde Terry. Ojalá que unida a las actividades de los ocupantes del balneario “La Esmeralda” y la vieja comunidad de Colán, recuperen para San Lucas la casa que le señalara la religión, posiblemente en el siglo XVII. TERRATENIENTES Y CAMPESINOS EN PIURA Ss. XVI-XIX (COMUNIDADES DE COLÁN Y AMOTAPE) César Espinoza Claudio, con prólogo de Manuel Burga, ayer estudiante y hoy docente de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos-Programa Académico de Ciencias Sociales, el año 1981 publicó el trabajo titulado “Terratenientes y Campesinos en Piura: Ss. XVI-XIX (Comunidades de Colán y Amotape) producto de una exhaustiva investigación de campo que ahora es muy útil para sustentar la historia social del distrito de Colán con su capital Pueblo Nuevo, desde hace una centuria, según ley promulgada el 14 de noviembre de 1908. En la introducción de la obra reseñada se consignan hechos referidos a la historia de Colán sobre todo en el aspecto agrario que presentamos en esta sección a fin de poder dejar demostrado que son muchos los estudiosos del país que han dedicado su talento a escudriñar en las fuentes primarias el pretérito del distrito que nos ocupa. Veamos lo que dice el autor en el apartado Introducción, dentro de las páginas I a XVIII: “En noviembre de 1978 un grupo de veinte intrépidos estudiantes de Sociología de la UNMSM bajo la asesoría y dirección del profesor Bernardino Ramírez Bautista arribamos a la ciudad de Sullana (Piura) con el objetivo inmediato de concretar nuestro Proyecto de Investigación Rural sobre el agro del valle de La Chira. La práctica de campo duraría apenas un mes, y desde un comienzo nuestras actividades se hicieron complejas a intensivas. Particularmente integré el equipo de trabajo Nº 4 con destino a la zona baja del valle: La Comunidad Campesina de San Lucas de Colán. Completaban mi grupo los compañeros Luis Rodríguez Carty, Rita Atarama Aspajo y Georgina Cabrera Fernández; todos reunidos accidentalmente pero con la firme voluntad de trabajar colectivamente el objeto de estudio que se nos encargó a última hora. A pesar de algunas diferencias iniciales el grupo se mantuvo monolítico durante el transcurso del trabajo de campo hasta su regreso a Lima. Nuestra mayor satisfacción consistió en obtener una línea de trabajo disciplinada; cualquier problema se discutía y enseguida se tomaban conclusiones finales prácticas y objetivas. El hermoso valle de Colán se halla ubicado en la desembocadura del río de La Chira. En su raleada campiña recorren varios canales troncales y acueductos secundarios que riegan las minúsculas parcelas de los comuneros y las tierras que conforman (1980) la Empresa Comunal que ha introducido la Ley de Reforma Agraria Nº 17716. Actualmente la capital del distrito de Colán es Pueblo Nuevo; principal sede urbana que emergió dinámicamente gracias al cultivo intenso del algodonero desde fines del siglo XIX. Al lado izquierdo se encuentra otro núcleo urbano muy importante en la vida agrícola del valle: LA CAPILLA, sede principal de la mayoría de los comuneros parcelarios que se dedican al cultivo mercantil (algodonero-pan llevar) y del semi proletariado rural. El crecimiento poblacional ha unido prácticamente a estos dos pueblos costeños que han recibido en su seno a una gran cantidad de inmigrantes provenientes de Catacaos y Sechura, y otro grupo menor llegado desde las bases petroleras de Talara. Antiguamente la sede principal estaba centralizada en Colán (La Vieja), comunidad urbana cerca de Paita y hoy subordinada al balneario de “La Esmeralda”, que se ha convertido en la playa de recreo y descanso favorito de los grandes terratenientes y agentes mercantiles de las sucursales imperialistas. El antiguo pueblo indígena de Colán está desapareciendo, porco a poco, por la acción desintegradora de los vientos y la fuerza incontenible de la arena, el sol y el mercantilismo de Pueblo Nuevo y Miramar. Precisamente, este último reducto poblacional se halla ubicado al otro extremo del río y antiguamente estaba bajo control del distrito de Colán (con el nombre: QUIL), hoy pertenece al distrito de Vichayal y sus tierras prácticamente son cultivadas con algodón y pan-llevar que comercializan en Talara, Paita, Sullana y Piura. Cualquier viajero podría identificarlo por la abundancia de molinos de viento (útiles a su práctica agrícola) que lo hace más pintoresco y deslumbrante al ponerse el sol cotidiano. Su reconocimiento legal, con la categoría de Comunidad Campesina (Indígena), se debe en mucho a las acciones del líder cataquense don Leonardo Chiroque Yarlequé y a la movilización constante de sus comuneros y un valiente grupo de familias instaladas como consecuencia de su despido y expulsión de los centros petroleros de Talara por las empresas imperialistas yanquis. Representa en la zona a una de las más combativas Comunidades costeñas que ha hecho morder el polvo de la derrota a los terratenientes algodoneros y agentes serviles de la IPC; sobresalen, especialmente, por su organización clasista y movilización constante en defensa del campesinado y la propiedad comunal de sus tierras; acciones férreas y decididas de las masas rurales que se ha desencadenado heroicamente durante las últimas décadas de este infernal siglo XX. El área geográfica de Colán ha tenido la siguiente evolución demográfica en su historia colonial y republicana. De primera instancia, si bien notamos un proceso de crecimiento poblacional a partir del siglo XVIII, por otro lado, tenemos que la Comunidad madre de Colán se fraccionará innumerosas sub-unidades agrícola-urbanas que servirán posteriormente de asiento a las principales familias campesinas y terratenientes nativas y foráneas. Este es el caso, por ejemplo, del pueblo de “El Arenal” (hoy distrito), Vichayal, Miramar, Máncora, Talara, todos antiguos, “asientos” o “parcialidades” indígenas independientes del Cabildo de Indígenas de Colán. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DEL VALLE DE COLÁN (PIURA) SIGLOS: XVI-XX. =========================================================================== AÑO TOTAL HABITANTES 1569 1225 1583 965 1688 7 1732 1495 1777 1922 1785 1900 1792 2100 1820 2000 1862 1729 1876 1934 1972 9697 Fuentes: AGN: Tributos; ADP: Visitas; Censos Nacionales: 1876, 1940, 1972, etc. En resumen, de las cifras expuestas, concluimos que si la curva poblacional sigue un curso dinámicamente creciente entre los siglos XVI-XX, para este mismo período histórico de larga duración, las tierras de Colán se fraccionarán y reducirán para caer finalmente bajo las garras de los terratenientes algodoneros y las principales empresas petroleras extranjeras, como es el caso de la London Petroleum y la I.P.C., y por el contrario, el “común de indígenas” sólo mantendrá un estrecho espacio territorial reducido a la margen izquierda del río de la Chira y los montes de arena por su lado este. Colán en el siglo XVI era un pueblo de agricultores, salineros y pescadores que se habían instalado en estas tierras desde épocas inmemoriales; su radio de relaciones y comunicaciones abarcaba hasta Guayaquil por el norte, y casi toda la costa peruana por el sur, principalmente con el pueblo indígena de Eten (Lambayeque). Todavía en el siglo XIX mantenía estas mismas características, pero su economía campesina se encontraba entonces vinculada al movimiento mercantil regional piurano pues ya se habían producido los primeros fraccionamientos de sus tierras por el lado norte (El Arenal). En consecuencia, entre Colán (La Vieja) y la frontera norte de Malacas (hoy Talara), todo este amplio espacio territorial, se hallaba ocupado casi en su mayor parte por el campesinado parcelario que entonces estaba recibiendo los primeros golpes de los grandes terratenientes que se habían instalado en las tierras de Pariñas, Máncora, Amotape y La Huaca; especialmente, este conjunto de núcleos urbanos coloniales habían emergido y fortalecido por la temporal coyuntura de explotación y exportación de la brea desde mediados del siglo XVIII. La República crea el distrito de Colán por decreto supremo de 8 de octubre de 1840; se inicia así la división territorial y el reparto de las tierras indígenas en beneficio de los “vecinos notables”; éstos en su mayoría lo integraban antiguas familias criollas que usufructúan el poder político. Casi inmediatamente se enlazan con los terratenientes y comerciantes instalados en Paita y Piura convertidos entonces en las principales sedes político-administrativas del poder gamonal republicano que se vio reforzado con la llegada de un contingente de inmigrantes ingleses, franceses, alemanes e italianos que rápidamente se apoderan del comercio y las finanzas locales, para luego, dedicarse a la agricultura del algodonero con el apoyo del capital extranjero. A mediados del siglo XIX don José María Ayala comanda un tumulto popular que busca defender las tierras comunales ante la feroz penetración de los terratenientes algodoneros dependientes del imperialismo inglés. Todavía para esta época, el pueblo de Colán (La Vieja) mantenía su privilegio de capital política y de concentrar y centralizar en su “urbe” a las principales familias campesinas, casas comerciales, pesca marina y el control de la agricultura y la ganadería que se practicaba en esta micro región costeña. La explotación de las salineras había pasado a control del Estado pero esto no impedía la práctica cotidiana del contrabando, etc. Lentamente, este estancado mundo rural costeño, se va derrumbando por el impulso del cultivo del algodonero en todo lo ancho del valle de la Chira, y particularmente en los alrededores de La Capilla y las tierras cercanas a los ramales secundarios del río. Este crecimiento del cultivo del algodonero se hará intensivo a partir de mediados del siglo XIX a instancias de las necesidades del mercado internacional y los grandes monopolios imperialistas que provocaran un intensivo fraccionamiento y reconcentración de tierras, favoreciendo en última instancia el poder gamonal terrateniente piurano. Nuevamente la propiedad comunal de Colán se verá agredida por los campesinos ricos y los poderosos terratenientes, quienes amparados en el legalismo administrativo del Municipio local, van a empezar a repartirse y traficar con las “tierras municipales” (en realidad tierras de la Comunidad de Colán) que les ha concedido la ley republicana. En efecto, esta ley burguesa no reconoce la propiedad de las tierras de las Comunidades Indígenas y por el contrario busca su desaparición favoreciendo absolutamente a la expansión mayor de los latifundios costeños a costa de las tierras de pequeños campesinos parcelarios y los “éxodos” comunales reconocidos por la legislación española. Desde esta época histórica (1850) hasta los primeros años de la década del setenta del presente siglo todo ha sido engaño, estafas, burlas humillantes y la vergonzante explotación masiva de miles de comuneros parcelarios por parte de un reducido grupo de grandes terratenientes, el imperialismo norteamericano (representado por la I.P.C.) y aún sus agentes mercantiles intermediarios. En 1939 la contradicción latifundio-minifundio que regía la estructura agraria de este valle, estaba representada por las siguientes cifras porcentuales que mostramos en el cuadro siguiente. Entonces abarcaba las extensas pampas de tierras cultivables ubicadas en ambas márgenes de la desembocadura del río de la Chira. De las cifras expuestas tenemos que solamente un puñado de terratenientes (que suman en total ocho) usufructuaba el 58% del total de tierras disponibles bajo la forma de lotes cultivables, eriazos, pastizales y las playas de los ramales secundarios que se desprendían del río de la Chira por el lado norte, y por tanto permitían controlar el reparto de las aguas a otras unidades rurales. Antiguamente todas estas extensiones de tierras estaban bajo posesión y explotación de los comuneros de Colán. Hoy, una parte de ellas han “revertido” a su seno y otras le han sido “adjudicadas” por efectos de la ley de Reforma Agraria, medidas políticas que solo han profundizado el proceso de proletarización y pauperización del campesinado de Colán y valles vecinos. EL RÉGIMEN DE TENENCIA DE LA TIERRA EN EL VALLE DE COLÁN LATIFUNDIO Y MINIFUNDIO (1939). GRUPOS PROPIETARIOS UNIDADES Nº -% SUPERFICIE (HÁS.) % Campesinos 304 97.4% 1355.21 42.1% Hacendados 8 2.6% 1863.50 57.9% Fuente: Libro Catastral: 1939; Ministerio de Agricultura. Pueblo Nuevo: Sección Aguas. Centraremos nuestra atención principalmente en la acción de los principales propietarios terratenientes que se habían introducido “legalmente” en las tierras de Colán por estos años; veamos algunos nombres y las extensiones de tierras que explotaban (véase el cuadro siguiente). El nacimiento, su evolución histórica y la situación actual de estas grandes propiedades rurales algodoneras y arroceras serán expuestas en otra oportunidad. En realidad, este conjunto de dominios territoriales abarcaban muchas hectáreas más de las que figuraban corrientemente en los libros catastrales, informes del Comité de Regantes y los datos hallados en el Municipio de Pueblo Nuevo de Colán. Este fenómeno es un hecho innegable, principalmente en aquellas unidades que estaban siendo explotadas por las compañías extranjeras. Por tanto, esta es la única explicación que encontramos sobre las cifras contenidas en los cuadros y los datos que presentamos provisionalmente, y que muchas veces no cuadran por la diferencia de datos e informes técnicos. GRAN PROPIEDAD DE TERRATENIENTES EN EL VALLE DE COLÁN (1939) Nombre del Propietario y/o conductor Superficie (Has.) -Cesáreo Balarezo 68.90 -Hda. Paredones (Seminario) 93.00 -Pedro Luna Hermanos 109.80 -Alexander Eccles 810.30 -Cía. La Territorial 839.70 -International Petroleum Company 224.80 -Bruno Aberasturi 223.80 Fuente: Archivo de la Empresa Comunal San Lucas de Colán; Sección: Promedios y fundos afectados: 1973. Finalizada la Primera Guerra Mundial, se constituyen las primeras “Negociaciones Agrícolas” en la región de Piura. El desplazamiento del capital inglés por el norteamericano se ve favorecida por la presencia directa de la IPC en la explotación del petróleo y la acción directa de las casas y entidades financieras públicas y privadas que controlan la economía del algodonero fundamentalmente. Desde mediados de la década del cincuenta (1955) se refuerzas las “Sociedades Agrícolas” con la inversión productiva de sus capitales y el cultivo intensivo del algodonero. Este fenómeno trae consigo nuevas concentraciones de tierras, adquisición de modernas maquinarias agrícolas, mayor intensidad de trabajadores asalariados (particularmente se nota la utilización masiva y temporal de inmigrantes campesinos provenientes de Catacaos, los cuales llegan en condición de enganchados); también se nota la modernización del equipo técnico-administrativo, y en consecuencia, una mayor colonización de la economía agrícola regional al capital extranjero que penetra y subyuga su movimiento y reproducción anual vía los préstamos otorgados por las organizaciones internacionales dependientes del capital norteamericano, o vía el Estado a través de sus centros y sucursales bancarias, y las recomendaciones “infaltables” de los dirigentes miembros de la Sociedad Nacional Agraria, la Liga Departamental Agrícola y Ganadera de Piura, la Asociación de Agricultores del valle de la Chira y el Comité Técnico de Defensa del Algodón, organismos regionales que se encontraban controlados por los principales terratenientes y burgueses agrarios piuranos. Es indudable que el capital penetra en el campo e impone sus leyes de la ganancia al interior del valle de la Chira a través de la explotación de la mano de la obra campesina y del semiproletariado agrícola. Este proceso histórico se intensifica entre los años 1950 y 1970. Aquí se reformulan los modelos y tipos de explotación agrícola algodonera, y emerge la burguesía agraria y una gran masa de proletarios que buscan un salario en los centros industriales de Paita, Talara y las haciendas algodoneras del Alto Chira y Piura. La lucha entre las fracciones de la clase terratenientes es intensa por el control del comercio, las finanzas, el transporte, las comunicaciones. Particularmente, casi la totalidad de los organismos públicos y las comisiones técnicas de colonización e irrigación se encuentran concentrados por estas fracciones de la clase dominante que se hallan vinculados y dependientes del mercado internacional y del sistema de precios impuesto a la producción algodonera por los grandes monopolios imperialistas. En efecto, los hechos son concretos y contundentes en el valle de Colán; bajo estas condiciones materiales se encuentra todo el conjunto de unidades terratenientes que se han establecido hasta la década del sesenta, que enseguida pasamos a exponer: HACIENDAS Y NEGOCIACIONES AGRÍCOLAS EN EL VALLE DE COLÁN AÑO 1969 Nombre de la Hda. y/o Superficie Propietario-conductor (Has.) -Sociedad Agrícola La Esperanza S.A. 518.73 -Hda. Chuyma (Martha A. de Aberasturi) 207.75 -Hda. La Tahona (Ofelia de Balarezo) 142.60 -Hda. Cubingas (Orlando Balarezo Calle) 187.30 -Hda. Antomira (Juan Pizarro Mori) 94.23 -Hda. Monte Carmelo (María Julia Luna) 88.25 -Hda. Las Delicias (César Espinoza A.) 54.50 -Hda. San Silvestre (Arrendam. Alberto Temple S.) 45.00 -Hda. Uno-Dos Cocos (Zoila de Albújar) 37.00 -Hda. San Miguel (Alberto Cueva) 65.30 -Hda. San Gerardo (Carlos Palacios) 33.00 Fuente: Libro Catastral y Ministerio de Agricultura PNC; Archivo de la Empresa Comunal de San Lucas de Colán Según los resultados definitivos del Censo Nacional de 1972 el distrito de Colán contaba con 9697 habitantes de ambos sexos, ocupando así el segundo lugar –después de Paita- en cuanto se refiere a volumen poblacional en el área geográfica del bajo Chira. Para esta fecha cuenta con una superficie total de 3,632.22 Has., donde se han censado solamente 1062 unidades agrícolas; estos gruesos datos estadísticos permiten obtener una imagen representativa sobre el régimen de tenencia de la tierra en el valle de Colán, dividido en diez categorías indicativas tal como puede observarse en el cuadro siguiente: RÉGIMEN DE TENENCIA DE LAS UNIDADES AGRÍCOLAS: NÚMERO Y SUPERFICIE EN EL DISTRITO DE COLÁN (1972) Forma de conducción Nº U. A. Superficie (Has.) -Propietario 224 1291.88 -A modo de propietario 1 1.00 -Adjudicatario 2 261.00 -Precario 8 13.63 -Arrendatario 164 391.03 -Feudatario 2 2.00 -Comunero 381 833.00 -Otra 5 10.00 -Más del 50% de la propiedad 112 783.44 -Formas mixtas 163 44.97 -No declarado --------TOTAL 1062 3632.22 Sobre esta realidad agraria cerca del 80% de las unidades agrícolas (848) y del 79% de la superficie (2884 Has.) total representan las áreas dedicadas a “tierras de labranza” y “cultivos transitorios” (arroz, algodón y pan llevar); la diferencia, está dedicada al cultivo de pastos y los más son bosques de algarrobales y montes de arena desértica. APROVECHAMIENTO DE LA TIERRA; NÚMERO Y SUPERFICIE EN EL DISTRITO DE COLÁN: 1972 Modalidades de cultivo Nº U. A. Superficie (Has). TIERRAS DE LABRANZA Total 848 3036.65 Cultivos transitorios 813 2884.04 Barbecho 66 105.22 Descanso 41 47.39 TIERRAS CON CULTIVOS PERMANENTES Cultivos forestales 26 ¿? Pastos cultivados 15 7.48 Bosque y montes ---En lo que se refiere al nivel técnico de producción alcanzado tenemos algunas cifras numéricas que nos proporcionan el mencionado censo; las cifras aquí consignadas nos ayudan a compartir la idea que tenemos sobre la mecanización del campo en esta micro-región, cuyo carácter y naturaleza falta estudiarlo detenidamente y en relación a otros indicadores complementarios (Véase el cuadro siguiente). De lo expuesto, tenemos que el grado de tecnología alcanzada hasta esta fecha es intensiva en comparación a las primeras décadas del siglo XX y a la década del 50, lo que obliga necesariamente a disponer de un equipo de técnicos y empleados asalariados y la ampliación de la división del trabajo en las unidades agrícolas empresariales algodoneras. También destaca el hecho de que cerca del 50% de los pequeños productores parcelarios prácticamente no disponen de este conjunto de modernos equipos tecnológicos y por tanto, se encuentran en completo estado de abandono y dependencia de los terratenientes algodoneros y sus agentes mercantiles, quienes les imponen precios y condiciones usurarias en la provisión de insumos y servicios unitarios y/o en conjunto, que incluso pueden tomar la forma de cooperativas de servicios. MAQUINARIA Y TECNOLOGÍA POR UNIDADES AGRÍCOLAS EN EL DISTRITO DE COLÁN: 1972 Existencia de Tractores I.-Arados y Maquinaria diversa Productor: De oruga De rueda Total: II.-Arados de Pd. Del Productor Nº Nº 2 15 17 24 26 Nº Nº -Accionados por Energía humana -De tiro animal -De tiro por tractor: - Rejas -Discos -Total: -Gran Total: III.-Existencia de Maquinaria -Maquinarias Fijas -Productor de Energía -Combustión interna -Molinos de viento -Ruedas hidráulicas -Generadores eléctricos -No tienen energía -No declararon Fuente: ONEC: 1972; Piura. 1 480 2 577 3 12 15 491 6 20 26 603 81 83 42 34 2 3 812 162 44 34 2 3 --- Otro indicador importantísimo en la vida económica del valle de Colán lo representan la población vacuna, equina, caprina que albergan en sus fronteras las haciendas y/o unidades campesinas parcelarias; veamos como se presenta el paisaje para esta época: POBLACIÓN VACUNA Y EQUINA EN EL DISTRITO DE COLÁN: 1972 Tipo de ganado Nº de U. A. Nº de Cabezas I.-Ganado equino: -Caballos 482 702 -Mulas 116 186 -Asnos 665 1082 II.-Ganado vacuno: -Hembras menos de 1 año 482 702 -Mulas 116 186 -Nº de Unidades agrícolas con Vacunos 227 ---Total cabezas --891 -Bueyes --5 -Vacas --403 El caballo y el buey han sido elementos importantes en cualquier parte del mundo e instrumentos esenciales en el progreso de la agricultura y el comercio. En este caso, tanto el caballo como los bueyes participan activamente en la actividad productiva de las unidades campesinas y terratenientes. Las cifras del cuadro nos muestran un mayor porcentaje del ganado equino sobre la población vacuna. Faltaría desagregar estos datos sobre la pertenencia a las unidades de producción actuantes en el valle para medir su importancia y el carácter de su función en cada uno de los sectores económicos respectivos, tarea que será asumida en posteriores informes monográficos. A modo de anécdota podemos señalar que en nuestro viaje en 1980 era difícil de encontrar caballos para transportarnos al interior de las unidades empresariales pues estos animales habían sido consumidos por los campesinos en su alimentación. O la venta y desaparición por la falta de pastos. Ahora bien, con este conjunto de datos estadísticos a la mano nos hacemos las siguientes preguntas a responder sistemáticamente en otra oportunidad. ¿Cuál ha sido la vía de evolución capitalista que ha atravesado esta región costeña? ¿Se ha impuesto como rasgo dominante el régimen de producción capitalista en la agricultura del algodonero? ¿Cuál ha sido la respuesta del campesinado ante la agresión de los terratenientes y la burguesía agraria? ¿De qué manera ha sobrevivido la producción parcelaria que jurídicamente representa la Comunidad Indígena de San Lucas de Colán? ¿Cómo es que la máxima organización del campesinado parcelario que jurídicamente representa la Comunidad de Colán desde los años de 1940 haya resistido la agresión despótica de los gamonales terratenientes y las compañías petroleras imperialistas? ¿Específicamente cual ha sido el proceso histórico de la articulación del capitalismo y pre-capitalista? ¿Cuáles han sido las etapas históricas de la transición de un régimen de agricultura tradicional (feudal) a otro de carácter capitalista? ¿Han desaparecido como rasgo predominante las relaciones pre-capitalistas de producción? ¿Cuál ha sido el rol del capital comercial? ¿Ha revolucionado las relaciones sociales de producción la penetración del capital imperialista en el campo piurano? ¿Los proyectos de irrigación y colonización han contribuido de alguna manera a impulsar algún tipo de desarrollo agrícola o crecimiento económico regional? Estas y muchas preguntas más, constituyen el conjunto de hipótesis que en forma organizada han sido planeados para su desarrollo y explicación sobre la coyuntura actual que atraviesa este valle y que oportunamente entregaremos. Esta vez solamente nos ceñiremos a esbozar algunos apuntes brevísimos sobre la situación de Colán en diciembre de 1978. En efecto, en 1972, en aplicación de la ley de Reforma Agraria Nº 17776, se inician las primeras acciones de afectación, expropiación y adjudicación de las principales haciendas que han sido denunciadas por los dirigentes y comuneros de Colán al Tribunal Agrario. En marzo de 1975, la Zona Agraria I informa, que a la Comunidad Campesina de San Lucas de Colán se le ha adjudicado un área total neta de 1236 hectáreas, de las cuales les han revertido 640 hectáreas que pasan a formar parte de la Empresa Comunal. Todo esto, en cuanto se refiere a la afectación de los propietarios terratenientes y burgueses agrarios. En el caso de la pequeña propiedad parcelaria campesina, los funcionarios de SINAMOS y del Ministerio de Agricultura nada hicieron por modificar este decrépito sistema de tenencia de la tierra campesina que se reflejaba con el minifundismo pulverizador de las tierras comunales que sólo enriquecían a determinado grupo de campesinos ricos de la zona. El objetivo de la política agraria de la dictadura militar era concreto: solamente buscaba concentrar las tierras de los exhacendados para ponerlos nuevamente en funcionamiento bajo la lógica del capital y de la ley de la ganancia, en este caso, tomando como base los préstamos usurarios concedidos por el Banco Agrario con hipoteca de la cosecha algodonera y del sorgo, todo en beneficio de los monopolios imperialistas y de sus agentes intermediarios que no habían sido afectados y por el contrario estaban ampliamente abiertas las puertas a su voracidad saqueadora que exprimía la sangre y el sudor del trabajador rural y urbano. En efecto, por un lado existía la “Empresa comunal” que aglutinaba en su interior a las ex haciendas algodoneras y junto a ella coexistía el minifundio parcelario campesino y la mediana propiedad agrícola algodonera conducida por campesinos ricos, medianos comerciantes y algunos arrendatarios capitalistas que buscaban sobre todo obtener pingues ganancias dedicándose principalmente al cultivo del algodonero. Demagógicamente los funcionarios oficiales del Estado llamaron a los trabajadores que laboraban en la Empresa Comunal” Comuneros Asociados, los cuales en su mayoría estaban conformados por los antiguos trabajadores asalariados de las haciendas expropiadas, quienes previa calificación dirigida y vigilada por los funcionarios estatales decidían quienes debían y quienes no debían ser incorporados al seno de la Comunidad Campesina. De otro lado estaban aquellos que laboraban permanentemente en las tierras de la empresa y disponían de sus propias parcelas agrícolas, unas veces incrementadas por arriendos de tierras vecinas y muchas veces incorporaban su área agrícola con las tierras que se repartían anualmente previa asamblea comunal; estos eran denominados COMUNEROS DIRECTOS y representaban por tanto a la mayoría del campesinado de Colán. El primer grupo social aparte del salario que le abonaba la empresa, disponían por ley de un cuarto de hectárea de tierra explotable al interior de las unidades de producción que se denominaba “huerta familiar”; este reducido lote agrícola muchas veces representaba la parcela que antiguamente le entregaba el patrón terrateniente a los campesinos y que era utilizado eficientemente como un mecanismo de adscripción a la tierra de mano de obra indígena barata y otras veces, como salario en especie, que permitían la subsistencia mísera del obrero agrícola. En el polo opuesto, o sea al interior de la masa campesina comunera indígena existe concretamente un profundo proceso de diferenciación campesina que refleja la concentración de grandes extensiones de tierras por un puñado de campesinos ricos vinculados principalmente al cultivo del algodonero y del sorgo, quienes desde comienzos del siglo XX han controlado el poder político regional asumiendo en la práctica la dirección del Municipio de Pueblo Nuevo, la Junta Directiva de la Comunidad Campesina, los Juzgados de Paz, las Cooperativas de Servicios, el Comité de Regantes, el transporte, la venta de fertilizantes y pesticidas y los excedentes de pan llevar generados por los pequeños y medianos agricultores. En otras palabras, han ampliado y monopolizado, en alianza con los terratenientes, todas estas instancias públicas, representando el papel de intermediarios y sirvientes del gamonalismo terrateniente y al capital extranjero que cada vez más les aprieta el cuello conforme avanza la penetración del capital en el valle. Las contradicciones en el mundo rural costeño son cada vez más intensas conforme avanza el siglo XX. El terrible enfrentamiento con el poder terrateniente y los gamonales costeños se ha hecho presente antes y después de su reconocimiento legal en marzo de 1940. Veamos esta vez los sucesos ocurridos en la década del 70. Para esta época las contradicciones sociales se manifiestan y agudizan cada vez que se realizan elecciones de dirigentes y el cambio de sus juntas directivas. Efectivamente, la primera campaña agrícola (1972-73) había proporcionado buenas utilidades pero cuyo reparto desigual causó hondo desagrado y malestar en la mayoría de los comuneros, obreros estables y eventuales. En esta oportunidad a los comuneros directos solamente se les hicieron promesas de solucionar sus problemas de carreteras, escuelas, postas médicas, etc. ¿Entonces quiénes dirigían y administraban la empresa comunal? Pues nada menos que don Pedro Macharé y algunos dependientes y arrendatarios de los terratenientes algodoneros y las empresas petroleras. La alternativa demagógica del Gobierno Militar: ni capitalismo ni comunismo había ilusionado al campesinado del valle de Colán que estaba fuertemente influenciado por el aprismo y la democracia cristiana quienes controlaban la mayoría de las bases laborales de la región. Utilizando numerosos recursos legales, los cuales fueron presentados a la Zona Agraria I, se iniciaban las primeras acciones de fuerza y se golpea a los terratenientes, quienes coléricos voceaban que nadie los iba a mover de sus tierras pero que sigilosa y sagazmente iban desmantelando sus maquinarias y las instalaciones mecánicas para trasladarlos a lugares donde podían utilizarlos en su conveniencia personal. La documentación administrativa y la correspondencia contable prácticamente fueron desaparecidas por el fuego y el arrojo de muchos informes a los canales de regadío para su inutilización. Luego de los resultados obtenidos en la primera campaña agrícola emergen nuevo problemas y contradicciones agudizados por la crisis económica nacional e internacional. Los funcionarios del gobierno se disputan internamente por orientar e implantar el modelo de organización más “conveniente” al campesinado y a los trabajadores asalariados que laboraban en el valle de Colán. Por tanto, su política agraria con el campesinado no se aleja del espíritu de las leyes que norman la novísima “reestructuración” de la Comunidad Indígena. A pesar de las discrepancias, SINAMOS y el Ministerio de Agricultura actúan conjuntamente y buscan por todos los medios posibles imponer, cada uno por su lado, la cooperativización de las haciendas o de lo contrario la consolidación de “empresa comunal”. Esta vez, en verdad las alternativas presentadas son falsas para los intereses del campesinado y del pueblo en su conjunto, pues la situación de miseria y explotación se agudizará aún más mientras prosiga la actual estructura económica dependiente del capital imperialista y de los grandes monopolios, quienes en última instancia determinan los precios del algodonero, principal producto que se cultiva en tierras campesinas y las conducidas “empresarialmente”, así como también del arroz, sorgo y pan llevar. Luego de algunos choques, tomas de tierras, despido de trabajadores rurales y múltiples ajetreos judiciales, en los Ministerios, Prefecturas, bancos, etc., triunfa finalmente la fórmula de la EMPRESA COMUNAL, que desde 1974 hasta el año 1978 –fecha de nuestra primera llegadasólo ha obtenido pérdidas en los sucesivos ejercicios productivos y que se han acumulado en el orden de cerca de los cien millones de soles en deudas y pagos retenidos principalmente el Banco Agrario. La persistente actitud antidemocrática y represiva de los dirigentes comunales, quienes han llegado al extremo de expulsar y despedir a un grupo de trabajadores y comuneros que cuestionaban la política administrativa implantada por las oficinas de Reforma Agraria y que fielmente aplicaba don Pedro Macharé, máximo representante del Consejo de Administración de la Empresa Comunal de San Lucas de Colán, habían inflamado los ánimos del campesinado y agregado leña a la situación crítica del agro piurano. La respuesta de la dictadura militar en el caso de Querecotillo en 1974 fue la de intervenir directamente en la Comunidad. Las condiciones en Colán eran otras. La situación político-social hasta fines de noviembre de 1978 es profundamente convulsiva; muchos obreros agrícolas estables y eventuales se hallan impagos de varios meses atrás; los comuneros asociativos responden a esta situación con el trabajo a desgano y prefieren atender sus pequeñas parcelas y así obtener de ellas sus alimentos y algún excedente monetario que le permita sobrevivir elementalmente. Muchos mueren sin atención médica, otros prefieren resistir lentamente sus males; la crisis económica pauperiza y proletariza al campesinado de Colán. La situación de los comuneros directos es desesperante; con la explotación de sus cortas extensiones de tierras disponen de mínimos ingresos para subsistir humanamente, pero su situación en el caso de los campesinos medios y pobres es cada vez más duro cuando se trata nuevamente de invertir algunos pequeños ingresos monetarios en la siguiente campaña agrícola. Quienes practican eficientemente y conducen la agricultura del algodonero y el cultivo masivo de productos de pan llevar con destino a los mercados de Paita y Sullana son un reducido grupo de campesinos ricos que han monopolizado las mejores tierras y mantienen el control político de la Comunidad de San Lucas de Colán y sus unidades empresariales. Pueblo Nuevo de Colán en diciembre de 1978. Don Pedro Macharé Y. ocupa la alcaldía del Municipio local y un extraño y curioso grupo de “carismáticos” rezan al cielo para que la tormenta no estalle. Esta vez las elecciones comunales enfrentan a dos listas que reflejan las tensiones y contradicciones sociales al interior de este pequeño mundo rural costeño. Aparentemente, el grupo de mayor fuerza lo representa la lista roja que “discretamente” apoya a Macharé; este es un grupo adicto a la política agraria que impone la dictadura militar y también cuenta con el apoyo del APRA. El sector contrario se encuentra representado por la lista verde encabezada por el comunero don Demetrio Ayala Bruno, quien bajo la consigna de “ABAJO EL CACIQUISMO” cuenta con el apoyo de la mayoría de los pequeños y medianos propietarios comuneros y un gran volumen de comuneros directos (muchos de ellos semi-proletarios rurales) que hasta este momento no han recibido beneficio alguno y la limpia de canales y bajos precios a sus cosechas. Las elecciones fueron supervisadas por funcionarios de agricultura y algunos representantes de las autoridades político-militar. Al conocerse los primeros cómputos y declararse ganador a la lista verde de don Demetrio Ayala, la desesperación y sorpresa de los miembros de la lista roja fue escandalosa. En efecto, el voto de los comuneros directos fue decisivo. Los resultados, por supuesto, no fueron aceptados por los dirigentes y maniobraron ilegalmente con el Comité Electoral. Nuevamente se da inicio a la vieja herencia colonial española que consiste en presentar largos memoriales y la denuncia, con el compromiso de proseguir juicio ante las autoridades judiciales que representan a las clases dominantes. Es decir, se apela a los poderes del Estado en busca de legitimidad en el poder político local ante el repudio del pueblo con tanto entreguismo y servilismo a la dictadura militar de Morales Bermúdez. Si esto acontecía por el lado del sector social reaccionario, en el campo popular por el contrario todo era alegría. El júbilo de los campesinos y proletarios que viven en el sector de La Capilla fue desbordante, pues del caciquismo local y el cuestionamiento a toda política continuista de la dictadura militar que sólo había traído hambre y miseria a la mayoría del campesinado del valle de Colán. Las fiestas navideñas fueron motivo concreto para conocer y recorrer estos dos emergentes poblados semi-urbanos (Pueblo Nuevo de Colán y La Capilla) y poder comprobar las profundas diferencias que existen como consecuencia de la penetración del capital en la agricultura y la acción destructora de la crisis económica que azota con mayor fuerza a la población rural. Al final y en los primeros meses de 1979, los nuevos dirigentes elegidos realizan constantes asambleas, consultas y deciden finalmente tomar la dirección y el control de la empresa comunal. Ocupan las oficinas administrativas y echan adelante su programa de trabajo para proseguir la campaña agrícola. Una de las primeras medidas que se puso en práctica fue la de mantener un constante contacto con los funcionarios del Banco Agrario y las autoridades respectivas del Ministerio de Agricultura; también se hizo efectiva la reposición inmediata de los trabajadores despedidos injustamente como es el caso de don Estanislao Nizama Bruno. La cosecha obtenida de la campaña agrícola 1978-79, rindió buenos excedentes debido al cultivo masivo del sorgo y a su comercialización casi independiente del control estatal que permitió obtener buenos precios; estos resultados permitieron generar en la masa trabajadora una mayor confianza y también en las entidades financieras estatales. Es evidente, por la práctica cotidiana, que todas estas medidas aplicadas son parte de un programa reformista que busca estabilizar la dirección y organización de la empresa comunal, que en última instancia es cuestionada por sus bajos rendimientos y la naturaleza de su constitución al margen de la voluntad del campesino de Colán. Hoy, diciembre de 1980, tenemos nuevas noticias favorables. Los resultados de las elecciones municipales han señalado como legítimo ganador a un representante de la Izquierda Unida (IU); se trata del profesor Sebastián Coronado Garrido, nuevo alcalde del distrito de Colán elegido por esta mayoritaria fuerza que tumbó al caciquismo local pro-terrateniente. No cabe duda, que el pueblo de Colán en su conjunto ha emprendido un nuevo camino histórico en busca de mayor pan, justicia y democracia popular. La primera parte de esta larga lucha, fue la expulsión de los terratenientes algodoneros y a sus agentes serviles; más tarde, en diciembre de 1978 se consigue derrotar (temporalmente) del mando político local a los caciques, directos descendientes de la “antigua aristocracia indígena” de Colán; ahora en 1980 se inicia la segunda parte de esta heroica lucha histórica del campesinado. El primer paso ha sido tomar el poder municipal y la propagandización del programa democrático reparticipación real y verdadera de las masas campesinas y el proletariado agrícola, profesores y empleados, pequeños comerciantes y estudiantes en la toma de decisiones, y así enrumbar objetivamente su destino futuro en la búsqueda de una sociedad más justa. En verdad, las masas han ingresado a la lucha política por conseguir mayor justicia en este pequeño mundo de explotados y explotadores bajo nuevas formas organizativas. El pueblo ha entrado en acción y su avance será incontenible COLOFÓN.Hasta aquí, hemos expuesto un conjunto de problemas y la situación actual por la que atraviesa el valle y Comunidad de Colán ante el avance incontenible del capitalismo. Es a partir de esta constatación, que nos hemos visto precisados a rastrear su trayectoria histórica a lo largo de más de cuatrocientos años de dominación y control español, inglés y norteamericano, de la vida interna y externa de la Comunidad Campesina de San Lucas de Colán. La defensa intransigente de sus tierras ha sido el denominador común de la acción de sus miembros integrantes, descendientes directos de los heroicos yungas tallanes que se enfrentaron valiente y decididamente contra los conquistadores españoles que al igual que los ingleses y norteamericanos de hoy en día, sólo buscan enriquecerse a costa del trabajo, el sudor y la sangre del campesinado y el proletariado agrícola. En el siglo XVI estaba presente directamente el invasor español, hoy también lo está el norteamericano que a través de su personificación en el capital busca solamente saquear nuestra economía agrícola y succionar la sangre del pueblo trabajador que hoy en día lucha por mejores salarios y el respeto a los derechos humanos. El informe monográfico que presentamos a continuación abarca dos realidades rurales continuas en el espacio y en el tiempo: Amotape y Colán desde el siglo XVI hasta comienzos del siglo XIX. Previamente hemos creído conveniente esbozar algunas ideas tentativas sobre el señorío Tallán con los datos que pudimos recolectar apresuradamente. También nos ocupamos casi detalladamente de Colán y sigue más adelante Amotape. Nuestra propuesta obedece directamente al problema de la tierra y su vinculación histórica con la Comunidad campesina costeña, y a su largo y decidido enfrentamiento con la gran estancia terrateniente, tema que ha sido estudiado elementalmente. Analizando el factor tierra no descuidamos en presentar algunos apuntes referidos a la situación del campesinado indígena que labora su propia parcela comunal como aquella que tiene en posesión por entrega de los grandes propietarios rurales. En algunos casos hemos creído conveniente incluir pequeñas anotaciones anexas a otras regiones, y la descripción un poco detallada de la explotación de la brea y su influencia en el medio rural del valle de la Chira por ejemplo. También incluimos pequeños apuntes sobre el papel de algunos propietarios terratenientes y comerciantes quienes a su vez le disputaban el poder político colonial a la aristocracia terrateniente piurana (1810-1824), como es el caso de los enfrentamientos de las familias Seminario-Vascones y los de La Cruz-Navarrete. Finalmente nos queda señalar que al término de cada tema se halla la bibliografía elemental consultada y las fuentes manuscritas analizadas en Lima y Piura. Debo advertir que el presente trabajo monográfico es parte de un proyecto mayor sobre la historia rural colonial de la región piurana que busca sistematizar la realidad estructural e histórica, con el fin último de obtener las bases firmes de un análisis e investigación objetivo de la coyuntura actual que atraviesa esta región norteña. Por tanto los comentarios y las críticas serán bienvenidas en tanto sean objetivos y ayuden a mejorar muchos aspectos de este primer informe de los cuales somos conscientes. Queremos dejar constancia de nuestro profundo agradecimiento a don Juan Olaya (Miramar), Leonardo Chiroque Yarlequé; Estanislao Nizama Bruno, Leonardo More, Vicente Abad (Las Esmeraldas); Gregorio Chunga, Dionisio Coronado, Rolando Coronado, etc., por la ayuda prestada a nuestro trabajo de campo en 1978. También a nuestros asesores Dr. Waldemar Espinoza Soriano y al Licenciado Bernardino Ramírez Bautista por sus consejos y sugerencias; por recomendaciones metodológicas del Profesor Manuel Burga y el apoyo moral de mis compañeros de estudio, todo ello ha contribuido a presentar estos primeros esbozos de la historia regional piurana”.