Diario DPI Suplemento Derecho Civil, Bioética y Derechos Humanos Nro 12 – 07.06.2016 Los progenitores adolescentes y el ejercicio de la responsabilidad parental Federico Notrica1 Para efectuar un análisis del tema que se nos presenta, cabe recordar a qué nos referimos cuándo decimos “responsabilidad parental”. Este nuevo término en el Código Civil y Comercial -en adelante CCyC-, vino a reemplazar al vetusto concepto de “patria potestad” que se encontraba en la letra del Código Civil derogado. Ese concepto anacrónico le reconocía al padre un poder sobre sus hijos, efectuando una mirada patriarcal y poniendo a los niños como objetos de protección. Es dable destacar que este instituto del derecho de las familias debía ser modificado porque las realidades actuales son otras y, desde el punto de vista jurídico, porque el llamado proceso de constitucionalización del derecho privado, a partir del ingreso de los Tratados Internacionales y de la doctrina de los derechos humanos en la faz infraconstitucional, produjo un gran movimiento en el derecho privado, generando distintos principios jurídicos que no pueden desatenderse en un Estado constitucional de derecho. Estos principios que derivan de los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, y además como antecedente interno, de la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes, obligaron a considerar a éstos como sujetos de derecho, garantizándoles el respeto por su interés superior en cada caso concreto, en cada momento de su vida, y el derecho a ser oídos en las cuestiones que los atañen directamente. Es que “la noción parental de patria potestad comienza a mutar al advertirse que los padres ejercen en realidad una función dirigida a posibilitar y asistir a sus hijos en el ejercicio de sus derechos, a acompañarlos para la adquisición de su plena autonomía.”2 Dicho esto, se puede vislumbrar que el ejercicio de la responsabilidad parental, tal como lo establece el artículo 641 del CCyC corresponde, en caso de que los progenitores convivan o no, a ambos, teniendo como excepción a esas reglas la posibilidad de atribuírsele a uno de ellos en situaciones en las cuales pueda ser beneficioso para el hijo; o establecer distintas modalidades, en interés del hijo. 1 Abogado (UBA), Maestrando de la Maestría de Familia, Infancia y Adolescencia, con tesis en elaboración (UBA). Docente de Familia y Sucesiones (UBA) y de Derecho de Familia (UP).Miembrodel Proyecto de Investigación “El derecho a la Defensa Técnica de los niños, niñas y adolescentes en los procesos judiciales de familia: la figura del abogado del niño” Programa PIM, (UBA). Miembro del Proyecto de Investigación UBACyT “Hacia una ley especial sobre técnicas de reproducción humana asistida. Bioética, derechos humanos y familias” (UBACyT - UBA). 2 Herrera, Marisa, “Manual de Derecho de las Familias”, AbeledoPerrot, 2015, p. 599. Ahora bien, estas reglas no se aplican para el caso de que los progenitores de un niño o niña sean adolescentes, es decir, que los progenitores tengan entre trece y dieciocho años de edad, porque justamente, de manera especial, el CCyC, en su art. 644, determina un régimen distinto para estos casos. Antes de la reforma del CCyC, es necesario expresar que el Código Civil derogado determinaba que quienes ejercían la responsabilidad parental -o en términos de aquel plexo normativo la patria potestad- de esos niños, eran los padres de los progenitores menores de edad, es decir, los abuelos de aquel. Esta idea subyacía bajo la consideración de que, si estos menores de edad estaban a cargo de sus padres, no resultaba posible que ellos, a su vez, puedan ejercer sus funciones respecto de sus hijos. Pero ahora, cabría hacerse una pregunta fundamental. ¿Cuánto se confía en los progenitores adolescentes? ¿Por qué no otorgarles la responsabilidad si justamente son ellos los progenitores de sus hijos? Cabe recordar que al estar incorporado el principio de autonomía progresiva, es decir, a mayor edad y grado de madurez, menos representación de los padres, se le otorga confianza a los adolescentes y la ley determina que sean ellos los verdaderos protagonistas y principales responsables de la crianza de sus hijos.3 Es así que se regula el ejercicio de la responsabilidad parental en cabeza de ellos, con limitaciones para cuestiones determinantes para la vida de los niños, hijos de estos adolescentes. El art. 644 establece que “Los progenitores adolescentes, estén o no casados, ejercen la responsabilidad parental de sus hijos pudiendo decidir y realizar por sí mismos las tareas necesarias para su cuidado, educación y salud. Las personas que ejercen la responsabilidad parental de un progenitor adolescente que tenga un hijo bajo su cuidado pueden oponerse a la realización de actos que resulten perjudiciales para el niño; también pueden intervenir cuando el progenitor omite realizar las acciones necesarias para preservar su adecuado desarrollo. El consentimiento del progenitor adolescente debe integrarse con el asentimiento de cualquiera de sus propios progenitores si se trata de actos trascendentes para la vida del niño, como la decisión libre e informada de su adopción, intervenciones quirúrgicas que ponen en peligro su vida, u otros actos que pueden lesionar gravemente sus derechos. En caso de conflicto, el juez debe decidir a través del procedimiento más breve previsto por la ley local. La plena capacidad de uno de los progenitores no modifica este régimen.” 3 Kemelmajer de Carlucci, Aída, Herrera, Marisa, Lloveras, Nora, Tratado de Derecho de Familia según el Código Civil y Comercial de 2014, Rubinzal Culzoni, Tomo IV, 2015, p. 67. Como se observa, el artículo propuesto, merece un análisis pormenorizado dada las variables que otorga en estos casos. En primer término, cabe considerar que los progenitores adolescentes van a ejercer la responsabilidad parental de sus hijos, pudiendo decidir cuestiones relativas al cuidado, la educación y la salud de ellos, actos de la vida cotidiana, que son innumerables y que hacen a la vida diaria de la funcionalidad de los integrantes de esta familia. En segundo lugar, la norma no deja de tener en cuenta que estos adolescentes, no tienen plena capacidad, sino que tienen una capacidad o autonomía progresiva, por eso, el CCyC les pone un límite, autorizando a los adultos, es decir, a los progenitores de los adolescentes, a oponerse a la realización de actos o para intervenir ante la omisión del adolescente, en razón del interés superior del niño, siendo que esta acción u omisión podría ser perjudicial para ese hijo.4 En tercer lugar, aparece un régimen doble para actos trascendentales para la vida del niño, es por ello que se determina que, para cualquier decisión de esa índole, no basta con el consentimiento del progenitor adolescente, sino que se requiere de la integración del asentimiento de cualquiera de sus propios progenitores, teniendo en cuenta que estos actos podrían ser decisivos para la vida del niño. En este sentido, el CCyC enumera distintos supuestos de manera enunciativa, por ejemplo, la entrega del niño con fines adoptivos. En última instancia, se establece que la plena capacidad de uno de los progenitores, es decir cuando uno alcanza la mayoría de edad, este régimen no se modifica, porque el principio es el ejercicio compartido de la responsabilidad parental, y si en el caso, tenemos un progenitor mayor y otro menor de edad, ese ejercicio no podría aún ser llevado a cabo de esa manera, por ende, se requiere que ambos sean mayores de edad para modificar este régimen. Por lo cual, si este fuera el caso, el progenitor mayor de edad ejercería sus derechos en forma plena, pero el menor de edad mantiene la supervisión y oposición de sus representantes legales. En caso de conflicto entre los adolescentes y/o los adultos, el juez resolverá teniendo en miras el mejor interés para el hijo. En definitiva, esta normativa busca que los progenitores adolescentes ejerzan su responsabilidad respecto de sus hijos, teniendo los padres de los adolescentes un rol de intervención ante determinadas situaciones, pero fundamentalmente, se hace eco de la capacidad progresiva, otorgándoles a los adolescentes mayor autonomía para ejercer el cuidado de sus hijos. 4 Chechile, Ana María, Derecho de Familia. Conforme al nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, AbeledoPerrot, 2015, p. 507.