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Diario Comercial, Económico y Empresarial Nro 60 – 03.02.2016
Comentario al artículo 151 CCyC
Por Martín Augusto Cortese*
Con la sanción del Código Civil y Comercial de la Nación (Ley N° 26.994 y mod.) se reguló el “nombre”
como uno de los atributos de la personalidad jurídica (v. arts. 151 a 155 CCyC). A través del artículo 151 del Código
se establece que la persona jurídica -PJ- debe tener un nombre que la identifique como tal, junto al aditamento
indicativo de la forma jurídica adoptada. Si la PJ se encuentra en liquidación, debe aclararlo en la utilización de su
nombre. Asimismo, la norma establece -en lo que más nos interesa- que el nombre debe satisfacer recaudos de
veracidad, novedad y aptitud distintiva -que llamaremos requisitos positivos-, tanto respecto de otros nombres, como
de marcas, nombres de fantasía u otras formas de referencia a bienes o servicios, se relacionen o no con el objeto de
la PJ. Por último, aclara que no puede contener términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público o las
buenas costumbres ni inducir a error sobre la clase u objeto de la PJ; y, que la inclusión en el nombre de los
pertenecientes a personas humanas requiere la conformidad de éstas, que se presume si son miembros, pudiendo sus
herederos oponerse a la continuación del uso, si acreditan perjuicios materiales o morales.
Cabe recordar que, el artículo 141 CCyC define a las PJ como todo ente con aptitud para adquirir derechos y
contraer obligaciones para el cumplimiento de su objeto y los fines de su creación, de conformidad con el
ordenamiento jurídico. En consecuencia, el Código distingue entre PJ públicas o privadas (art. 145 CCyC),
enumerando cada una de ellas (arts. 146, 148 y cc. CCyC).
Por su parte, el texto actual de la Ley General de Sociedades -N° 19.550 y mod.- prevé como requisito, del
instrumento constitutivo de una Sociedad Comercial, la razón social o la denominación (conf. art. 11 inc. 2 LSC),
dependiendo del tipo societario de que se trate (v. arts. 126, 134, 142, 147, 164, 317 LSC), también es requisito de la
publicación prevista en el artículo 10 LSC. Mientras que, la Resolución IGJ N° 7/15, en su artículo 59, además de
reiterar los requisitos positivos del artículo 151 LSC, afirma que no se inscribirán sociedades cuya denominación
contenga términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público o las buenas costumbres, o sea igual o similar a
otras ya existentes o en trámite de inscripción. Tampoco podrán inducir a error sobre la naturaleza, persona, objeto o
características de la sociedad o confundirse con las denominaciones de entidades de bien público o PJ públicas. Por
el artículo 60, se afirma que el control de legalidad puede extenderse a supuestos de notoriedad, que lleguen a
conocimiento de la Inspección General de Justicia; y, por el artículo 61, se aceptan denominaciones con elementos
comunes con otras sociedades, si todas pertenecen al mismo grupo, debiéndose modificar tal denominación si la PJ
deja de pertenecer al grupo en cuestión. Adicionalmente, se prohíbe el uso de términos como “nacional”,
“provincial”, “municipal”, “estatal”, “oficial” o similares o derivados, salvo que estén especialmente autorizados (art.
62); en forma similar sucede con el uso de las palabras “Argentina” o “Mercosur” (art. 63).
Para las Asociaciones Civiles y Fundaciones, encontramos normas de contenido similar (v. arts. 364, 365,
367, 368 entre otros); y, luego de la modificación introducida por la Resolución IGJ N° 9/15, a su similar N° 7/15, se
dispuso para esas entidades que la inclusión en la denominación del nombre de una persona humana, ya sea completo
o parcial, con alcance suficiente para determinar su identidad, requiere su conformidad; y, si se trata de una persona
fallecida, la autorización debe ser dada por sus herederos, salvo que esa hubiera alcanzado notoriedad y
reconocimiento público generalizados en vida, conservando sus herederos el derecho a oponerse a la inclusión del
nombre en la denominación de la entidad si los objetivos de ésta no guardan relación suficiente con las actividades o
circunstancias de las cuales aquella notoriedad o reconocimiento se derivan, o si de algún modo desvirtúan tales
cualidades (art. 366).
Ahora bien, entendemos que los requisitos exigidos por el artículo 151 CCyC, deben ser analizados a la luz
de la frondosa doctrina y jurisprudencia en materia de marcas y demás signos distintivos. Así, en cuanto a la
veracidad, primero de los requisitos positivos, entendemos que su inclusión responde a evitar denominaciones
sociales que induzcan a error en el público, como sucedería en el caso de “marcas engañosas”, prohibidas por el
artículo 3°, inciso d), de la Ley N° 22.362 y mod. -Marcas y Designaciones-; y, en forma más amplia, por el artículo
5° de la Ley 22.802 y mod. -Lealtad Comercial-. En tanto que, respecto de la novedad, la misma debe ser relativa como sucede para las marcas-; asimismo, tal novedad debe combinarse con el requisito de aptitud distintiva, es decir,
que evite la confundibilidad con otras denominaciones, como busca evitar la referida LMD con los incisos a) y b) de
su artículo 3°.
Es menester señalar que, resulta confusa la referencia al “nombre de fantasía” cuando la LMD se refiere a
ellos como “designación de actividad” (v. arts. 3° inc i, 5°, 20, 26/31, 34 y 35 LMD).
En tal sentido, la denominación elegida debe cumplir con los requisitos negativos, y así evitar que la misma
contenga tener términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público o las buenas costumbres, como tampoco
debe inducir a error respecto de la PJ. Ya nos hemos analizado la necesidad de evitar el error en el público, pero con
relación a los demás requisitos, estos tienen su correspondencia con los incisos e), f), g) y h) del artículo 3° LMD,
como, asimismo, con el artículo 279 CCyC.
Para finalizar este brevísimo análisis normativo, diremos que, la norma en comentario resulta apropiada en
tanto destaca la importancia de las marcas -y demás signos distintivos- en el comercio, receptando con jerarquía de
Ley aquello que previamente estaba regulado mediante un Reglamento1; ello, sin perjuicio de la jurisprudencia
existente en casos de conflictos entre marcas y denominaciones sociales2. No obstante lo cual, entendemos que la
norma pudiera haber estado dotada de mayor precisión, en cuanto a su redacción, si se hubiera hecho uso de la vasta
jurisprudencia y doctrina en materia marcaria -signo distintivo comercial por excelencia-, así como de sus reglas de
cotejo para determinar si dos términos resultan o no confundibles, es decir, si existe aptitud distintiva. Por todo ello,
tratándose de una norma de reciente creación, y siendo aún más reciente su reglamentación en sede administrativa,
solo la experiencia en su utilización y el paso del tiempo nos dirán acerca de la eficacia de la misma.
*Abogado (UBA). Magister en Derecho Comercial y de los Negocios (UBA). Doctorando en Derecho (UBA). Docente e Investigador del
Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (UBA).
1
Recordamos que la Resolución IGJ 7/05 disponía en su artículo 58 -de redacción similar al actual artículo 59 de la Resolución IGJ N° 7/15-,
que las denominaciones debían satisfacer recaudos de veracidad, novedad e inconfundibilidad, y no contener términos o expresiones contrarios
a la ley, el orden público o las buenas costumbres, o que indujeran a error.
2
Ver Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, sala E; Agencia Marítima Multimar S.A. c. Multimar S.A., 03/05/2007; entre otros.
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