UNA RESEÑA DE MI VIDA Esta historia de Vida fue redactada en conjunto con la Licenciada en Trabajo Social, Sierra Natacha Silvina, Matricula Profesional 424, que se desempeña en la Residencia Geriátrica antes mencionada a través de entrevistas y charlas con el residente Luis se logró el siguiente relato, el cual fue supervisado por el actor principal de la historia. Y así comienza…. Para empezar a contar mi experiencia de vida comenzaré diciendo que nací en la Provincia de Mendoza, en Luján de Cuyo, allí viví junto con mi madre, padre y hermana. Lamentablemente con mi padre no pude vivir demasiados momentos ya que él falleció cuando yo tenía 3 años de edad. Lo que recuerdo de él es que jugábamos mucho los dos, y algo que puede causar gracias es que jugaba con el ojo de vidrio que tenía mi padre. Esos son los pocos recuerdos que tengo en mi memoria. Yo era mayor que mi hermana y junto con ella y mi madre comenzamos una nueva etapa sin mi padre, luego de muchas luchas cotidianas logramos tener nuestra casa y allí comenzamos una nueva familia los tres. Tuvimos una infancia linda. Recuerdo que en Luján de Cuyo tuve mi primer novia, ella con 12 años de edad y yo 14, era rubia de ojos azules increíbles, con esas miradas nos conquistamos, pero ella no fue mi esposa, tuvimos desencuentros y nos dejamos de ver. Allí en esa localidad culminé mis estudios primarios y secundarios, bueno, en esa época no era lo mismo que ahora, creo que eran menos años. Bueno, allá por 1929 me casé con una señora que me costó mucho conquistar, ella era de familia de dinero, estudiaba lenguas en la facultad, yo era jugador de jockey en la selección de Mendoza, yo la veía en los partidos en la tribuna, se me hizo más fácil cuando pude conocer a la familia, la madre de ella me quería mucho. Si no mal recuerdo yo tenía alrededor de 22 años de edad, jugué como siete años en la selección. Ella era socia del club, y había otro chico que la pretendía y en ese momento me di cuenta que debía hacer algo, así es que la enfrente y ella me eligió también. Me casé con ella con 29 años, en Mendoza, fue una fiesta maravillosa con muchas amistades y familiares, además éramos muy compinches con mi hermana y su esposo, quienes fueron mis padrinos junto con mis suegros. Antes de casarme, estudiaba de noche tecnicatura en construcción en una Academia dependiente de la Universidad. Con ese título pude ingresar a la Facultad de Arquitectura, con 36 años apróximadamente. Empecé esos estudios en la provincia de San Juan, viajaba todas las semanas, porque en Mendoza la facultad era privada. Viajaba en compañía de los que eran mis profesores, también oriundos de allí. El primer año lo hice prácticamente libre y me fue muy bien. Un día un profesor me dijo, que cómo iba a hacer con los años siguientes ya que cada vez iba a ser más difícil. Así es que en ese momento tuvimos que tomar la decisión junto a mi esposa de abandonar la carrera o vivir en la provincia de San Juan. Ante esta decisión mi esposa me dijo ¡qué estamos esperando! Ella era incondicional. En eso mi esposa y familia me apoyaron inmediatamente. La carrera era muy difícil y dura de cursar y de aprobar, aquellos profesores eran exigentes y estaba bien que lo fueran. Así es que vendimos nuestra casita en Mendoza y con ese dinero compramos una en San Juan para poder brindarles a nuestros dos hijos un techo donde vivir. Por suerte en San Juan había sembrado amistades y conocidos lo que nos permitió encontrar trabajo en escuelas para mi esposa, que era Profesora de Inglés en la escuela Boero y el Nacional. Mientras ella daba sus clases, paralelamente, trabajaba fuertemente en la creación de una sucursal del Colegio Nacional en el Departamento de Pocito, así es que su nombre está en la placa como fundadora. Era un orgullo para mí. En lo que respecta a mi, en segundo año de la carrera de arquitectura, gané un concurso como ayudante de cátedra y gracias a esos trabajos subsistíamos como familia. Tuvimos dos hijos, Marta y Luis, ellos eran chiquitos cuando vinimos a San Juan, tenían entre 2 y 4 años de edad. Luego de algunos años me recibí, con 40 años si no me equivoco. Decidí concursar por Cargos de Profesor y es así como recalé en la Docencia en las Cátedras de Diseño Arquitectónico. Desde entonces no abandoné la Universidad hasta que me jubilé. En esa época con mi señora jugábamos al tenis y teníamos un grupo muy lindo de amigos, ellos son los que me prepararon un almuerzo el día que me recibí, habían alrededor de 100 personas, fue maravilloso. Yo continuaba con mi contrato en la facultad de arquitectura, tenía muchos alumnos, con los que me llevaba muy bien. Luego comencé con mi trabajo independiente. Mis años como docentes fueron muy buenos, respetaba mucho a mis alumnos, tenia buenas relaciones con ellos, haciéndoles ver que yo solo era un nexo entre ellos y el conocimiento que había adquirido. Otra de las grandes experiencias que tuve fue la de ser el Primer Presidente del Colegio de Arquitectos de la provincia de San Juan allá por el año 1990. Al poco tiempo de recibirme, mi señora se enfermó mucho, enfermedad que la llevó a su muerte en noviembre de 2003. Yo estuve con ella mientras estaba internada en terapia intensiva del Hospital Público. Todavía tengo el recuerdo de ella en ese cajón, era tan hermosa. A partir de ese momento tuvimos que seguir con nuestras vidas, junto a mis hijos, ellos se casaron, tuvieron sus propios hijos. Mi hijo, Luis, vive en la casa que yo construí, luego de vender la casita que compramos a penas llegamos a la provincia cuyana. Luego de un tiempo de fallecida mi querida esposa, tuve varias enfermedades que me hicieron perder mis piernas, cada vez veía menos con mis ojos. Y es en esos momentos difíciles, y luego de estar en casa con enfermeras y cuidados especiales permanentes, cuando mis hijos deciden traerme a este hogar en el que estoy desde hace dos años apróximadamente. Acá llegué en sillas de ruedas, conocí a un kinesiólogo muy trabajador con quien llegué a acuerdos. Acuerdos relacionados a dejar de lado esa silla de ruedas y poder caminar. Esa persona me ayudó incansablemente, y a los 5 meses de trabajo me paré de la silla y empezar con un andador a caminar por la residencia y seguimos trabajando y a los dos o tres meses pasé a caminar con la ayuda de un bastón. En esas instancias tuve la necesidad de hacer algo con mi vida, de poder contactarme con gente con la que había perdido contactos. Así es que la Asistente Social, en ese tiempo logró contactar con una señora que trabajaba en la facultad de sociales, por eso pudo contactarla fácilmente y me vino a visitar. Fue un momento inolvidable, pero el tiempo llevó a no verla más, ella vino a despedirse de mi porque se iba de viaje al Perú y nunca más volvió a verme, eso me puso triste al no saber de su vida. Lo bueno que pudimos vernos después de tanto tiempo. Puedo decir, que en mi vida tuve muchos momentos buenos y también difíciles, cuesta lágrimas recordar a mi esposa, quien era “la mujer” que cualquier hombre desearía tener. Sigo la vida acompañado de mi hija y mi hijo, quienes me brindaron mis seis nietos y ellos a mis dos bisnietos. Esta es una etapa muy dolorosa de mi vida, también, relacionado a mi nieto, hijo de mi hija, quien luego de un tiempo largo me confesó que había perdido a mi querido nieto…el dejo una nota y se decidió tomar un camino al cielo, decidir su destino. Recordar estos momentos dolorosos me hace llorar, tratar de pensar que fue lo que pasó, y seguir viviendo, como se puede. Y continuar con la familia que tenemos, con los que tengo almuerzos lindos en sus casas, me viene a visitar al hogar y eso me mantiene vivo. Gracias por permitir contar parte de mi vida….. Luis Bearzi