LOS RECURSOS AMBIENTALES: Una reflexión sobre su gestión en el desarrollo del Futuro Autor Dr. Roberto Gómez López Departamento de Economía Financiera y Contabilidad Universidad de Granada Departamento de Economía Aplicada de la UNED (Centro Asociado de la UNED en Málaga y Ronda) Profesor Telemático y en Red de la UNED Dirección: Paseo Marítimo Antonio Machado nº 64, bl3, 5º-2 29002 Málaga Tfno: 630109609 Email: rgomezl@ugr.es ; rgomez@malaga.uned.es Resumen: La gestión de los recursos naturales se puede plantear en términos de una acción discrecional y premeditada por parte de una autoridad o a través de mecanismos que creen incentivos en los propios mercados para resolver los problemas ambientales. La Economía está a favor de la segunda opción, puesto que la teoría económica demuestra que los incentivos son más eficientes, si minimizan el coste social de lograr un determinado objetivo ambiental, promueven la inversión en tecnologías limpias y no reducen la competencia empresarial, puesto que no suponen barreras de entrada adicionales. Pero la realidad demuestra el mayor uso de la primera y el papel de complementariedad de la segunda, aunque también es cierto que en algunos casos la única o la mejor alternativa es la intervención. La Política Ambiental, desarrollada por Gobiernos o autoridades políticas, es la encargada de diseñar tales acciones reguladoras, que eviten producir daños al medio ambiente. Palabras clave. Medio ambiente, recursos naturales, gestión ambiental, recursos ambientales, optimización económica y ambiental. CÓDIGOS JEL: áreas temáticas 7: Sostenibilidad y planificación territorial 1 1.- ASPECTOS PREVIOS. Si admitimos que la Economía es una ciencia social, que tiene como objetivo asignar eficientemente los recursos de que dispone la sociedad, teniendo en cuenta que estos son susceptibles de usos alternativos, podríamos afirmar en última instancia que se encarga de gestionar la naturaleza. Toda la actividad económica se centra en gran medida en modificar el estado de la naturaleza, es decir, en otras palabras, diríamos gestión de los recursos que ésta nos ofrece, pero con un fin claro que es proveer de bienestar a los individuos. La Economía de los recursos naturales se apoya en las preferencias de las personas, de forma que se pueda dotar de racionalidad a las medidas de gestión, sabiendo que todos los efectos que se deriven de éstas recaerán en última instancia sobre los propios individuos. Las preferencias se constituyen a partir de la valoración que aquellos hacen de los bienes ambientales. Los recursos ambientales constituyen activos sobre los que los individuos ejercen diversas demandas con el objetivo de obtener un nivel de bienestar, teniendo en cuenta que existen restricciones y límites. En términos generales, por tanto, podemos afirmar que la gestión de los recursos naturales estudia cuál debe ser el mejor comportamiento de los agentes sociales, en sentido amplio, respecto al uso, explotación, conservación o preservación de dichos bienes. Por tanto, es evidente que se trata de un planteamiento de carácter normativo, puesto que tiene que ver con lo que “debemos” hacer. 2.- LA PROBLEMÁTICA SURGIDA EN EL USO DE LOS RECURSOS NATURALES Desde un punto de vista económico, se plantea siempre una disyuntiva, es decir, hay que elegir entre distintas alternativas y no cabe defender a ultranza la conservación total de los recursos, ni tampoco la explotación masiva. Pero, ¿cuál es la solución final?, ¿qué criterios hay que utilizar para obtener una solución adecuada u óptima?, ¿quién tiene el poder de decidir?, ¿en nombre de quien hay que hacerlo?, etc. Todos estos interrogantes entrañan juicios de valor y es difícil obtener una respuesta rápida y compartida por todos. La Economía, en este sentido, no se va a pronunciar respecto a cómo se están gestionando los recursos, sino que va a dar las claves o los criterios para dar respuesta a preguntas concretas tales como: ¿cuánta agua se debe extraer de un acuífero?, ¿a qué edad se debe talar un árbol?, ¿qué cantidad de barcos pueden faenar 2 en un caladero?; u otras más generales del tipo: ¿a qué ritmo debe extraerse petróleo?, ¿cuántas emisiones de CO2 podemos permitirnos?, esto es, ¿cuál debe ser el grado de “explotación” de la atmósfera?; e incluso la más general de todas que sería ¿qué se entiende por desarrollo sostenible?. Es de vital importancia responder a todas estas preguntas, porque, por un lado, habríamos descubierto por que los mercados (economía positiva) fallan en la asignación eficiente de los recursos naturales o por que no tienen en cuenta los efectos externos (externalidades) que la explotación de los mismos genera, y por otro, estaríamos en disposición de pronunciarnos a cerca de las posibles soluciones de los problemas ambientales, otra parte fundamental objeto de estudio de la gestión de los recursos naturales. En resumen, las tres grandes cuestiones de las que se ocupa la gestión de los recursos naturales, desde una perspectiva económica, son las siguientes: 1. Cómo se deben explotar, conservar, etc. los recursos naturales (Gestión óptima). 2. Cuales son los problemas relacionados con el medio ambiente. 3. Cómo se pueden resolver dichos problemas. De entre todas las alternativas posibles que se planteen como respuesta a estas preguntas, la Economía de los recursos naturales o la Gestión de los mismos debe ser capaz de ordenarlas y elegir de acuerdo con un criterio de bienestar social. Para ello, será necesario tener información suficiente sobre los beneficios y costes de llevar a cabo cada opción y saber cuánto vale cada activo ambiental que se esté considerando. Las propias características intrínsecas de los recursos naturales hace que nos enfrentemos a los problemas de ineficiencia que plantea la existencia de bienes públicos, bienes de propiedad común, externalidades, etc. Sabemos que el funcionamiento de los mercados privados no se adecua a las exigencias de una asignación eficiente de recursos en esos casos, condición que toda sociedad demanda para maximizar su bienestar todo lo posible. Por ello, si no se ponen límites a las acciones individuales, los objetivos sociales de preservación, uso sostenible y conservación del medio ambiente son imposibles de alcanzar; digamos que el interés individual y el interés colectivo se muestran irreconciliables. 3 Ante esta situación, la gestión de los recursos naturales se puede plantear en términos de una acción discrecional y premeditada por parte de una autoridad o a través de mecanismos que creen incentivos en los propios mercados para resolver los problemas ambientales. En general, la Economía está a favor de la segunda opción, puesto que la teoría económica demuestra que los incentivos son más eficientes, minimizan el coste social de lograr un determinado objetivo ambiental, promueven la inversión en tecnologías limpias y no reducen la competencia empresarial, puesto que no suponen barreras de entrada adicionales. No obstante, la realidad demuestra el mayor uso de la primera y el papel de complementariedad de la segunda, aunque también es cierto que en algunos casos la única o la mejor alternativa es la intervención (prohibición del uso de sustancias tóxicas). Para describir brevemente una y otra, hay que decir que es la Política Ambiental, llevada a cabo por los Gobiernos o autoridades políticas, la encargada de diseñar tales acciones reguladoras, que obligan a los agentes económicos responsables de un daño al medio ambiente a cumplir determinadas normas. Estas pueden definir cómo deben desarrollarse los procesos productivos, cuáles y en qué cantidad tienen que utilizarse determinados recursos, posibles sistemas de depuración a instalar, controles de calidad, etc. Sin embargo, la segunda alternativa promueve la creación de un sistema de incentivos para que sea el propio mecanismo de mercado privado el que garantice la eficiencia social. Esto se traduce en medidas como el establecimiento de impuestos a la contaminación, mercados en los que se intercambien permisos de emisión de contaminantes, sistemas de compensaciones, etc. Aunque el criterio final utilizado en cualquier decisión en materia de gestión de recursos naturales es maximizar el bienestar social, no por ello resulta fácil la elección entre las distintas alternativas, ni siquiera la correcta definición de las mismas está garantizada. En primer lugar, resulta imprescindible esbozar los problemas relacionados con la escasez de recursos naturales que no son renovables o reemplazables. Entorno a esta idea existe una gran controversia, puesto que hacer una evaluación de la disponibilidad y escasez de recursos exige combinar diversas disciplinas como la física, la ciencia de los materiales, ingeniería y economía entre otras. Desde un punto de vista económico, podríamos afirmar que variables como los costes y los precios relativos reflejarían dicha escasez o abundancia. Sin embargo, los precios no sólo se determinan por la cantidad de recurso e incluso pueden recoger otras funciones de los bienes ambientales aparte de su 4 consumo directo o indirecto. Por tanto, se necesitaría un índice que recogiera, por un lado, (1) las reservas de recursos naturales existentes y, por otro, (2) las variaciones de la demanda prevista, (3) el efecto de la elevación de los precios reales sobre la demanda a través de una reducción en la misma, (4) el grado de sustitución de unos recursos por otros y la conservación en términos de menores necesidades de insumos por unidad de producto y (5) el efecto de los precios reales de los recursos sobre el reciclaje y los nuevos descubrimientos. Existen dos hipótesis respecto a la escasez que son: la Hipótesis de Escasez Generalizada, mantenida por los economistas ecológicos, y la Hipótesis de Escasez relativa, defendida por los ambientalistas. La primera, más pesimista, considera que el crecimiento económico es incompatible con la conservación de la naturaleza, ya que crea tal nivel de demandas de servicios y recursos que, según la evidencia proporcionada por el cumplimiento de las leyes físicas, no pueden ser atendidas. Por tanto, la gestión económica de los recursos desde esta perspectiva se concretaría en imponer una limitación cuantitativa al uso de los mismos y al crecimiento de la población. La segunda hipótesis, más optimista, mantiene que el problema de la escasez es un problema de desajuste o contradicción entre las demandas que puede satisfacer la naturaleza, es decir, se puede satisfacer la demanda de un determinado recurso ambiental, pero hay que hacerlo teniendo en cuenta todos los costes de oportunidad en los que se incurre, considerando los efectos que se generan. Se trata, por tanto, de una escasez relativa en tanto en cuanto la demanda de recursos está referida a los deseos de las personas, a la disponibilidad de otros recursos sustitutivos y a la tecnología del momento. La gestión económica, desde este punto de vista, tendría encomendado racionalizar las decisiones económicas sobre la base de un conjunto de precios sombra que recojan la demanda del recurso y los costes de oportunidad generados. De esta forma, se podría compatibilizar el crecimiento económico con las restricciones que impone la naturaleza. Actualmente, todavía no hay una respuesta clara al problema de la escasez, la evidencia empírica disponible no ha podido aún avanzar lo suficiente para proporcionarla, sin embargo, cada vez más se apoya más la Hipótesis de la Escasez Relativa. Quedándonos con esta idea de escasez relativa, la gestión económica de los recursos está rodeada de tres problemas importantes: 5 Se trata de recursos en su mayoría de libre acceso. Recursos como un banco de pesca, un bosque o un pastizal son bienes naturales sobre los que no hay un derecho de propiedad definido y, por tanto, son recursos de propiedad común a los que puede acceder cualquiera que lo desee. El problema que se plantea, por ejemplo, utilizando el caso de un pastizal es que el coste adicional que supone, en términos de alimento, incluir un animal más al rebaño no lo soporta íntegramente el dueño del mismo sino toda la comunidad. Por tanto, mientras no se llegue al nivel total de saturación del pastizal cualquier pastor estaría incentivado a seguir incrementando el número de animales y así buscar su propio beneficio, sin embargo, el resultado final sería un empobrecimiento de la comunidad y una sobreexplotación de los recursos. En realidad, se ha producido una externalidad, es decir, la explotación del recurso común ha generado unos efectos externos que no se tienen en cuenta (el hecho de introducir un animal más genera un coste para todos que no se imputan a la hora de vender el animal y obtener un beneficio) y, por tanto, el equilibrio final resulta ser una situación en la que cada pastor estará en un nivel de subsistencia. Debería de existir algún mecanismo que no fomentara el consumo del recurso cuando se está llegando a un nivel crítico de explotación. Para resolver este problema, las partes implicadas, personas o países, obtendrían mejores resultados si cooperasen entre sí. Los acuerdos serán más fáciles de conseguir cuanto menor número de individuos estén implicados y cuanto mejor se conozcan. En este sentido además, en aquellas sociedades donde el interés de todos está muchas veces por encima de la libertad individual se hará más fácil la cooperación, que en aquellas otras, donde la ley y los derechos individuales están por encima de todo. Segundo problema, cuando utilizamos y explotamos los recursos, tenemos que tener en cuenta que estamos tomando decisiones que tienen que ver con las distintas posibilidades que existen de hacer lo mismo en diferentes momentos del tiempo. Esto significa que si elegimos explotar el recurso hoy hay que descontar lo que hubiera implicado explotarlo en un futuro, es decir, calcular el valor presente de los costes o beneficios derivados en el futuro. Teóricamente, la tasa de descuento a utilizar debería ser igual al coste de oportunidad marginal del capital, esto es, la tasa de rendimiento que se obtendría al invertir el mismo capital en la mejor de las alternativas posibles. Sin embargo, no es una cuestión fácil de resolver cuando se está tratando con recursos naturales. Si se elige una 6 tasa de descuento elevada, esto equivaldría a sacrificar consumo futuro por consumo presente, es decir, bienestar futuro por bienestar de las generaciones presentes y esto conduciría a una explotación intensa y rápida de los recursos. Así, por ejemplo, si un determinado proyecto de inversión, como la explotación forestal de un bosque, implica un perjuicio alto al medio ambiente a largo plazo, pero sus beneficios actuales son muy elevados, una tasa de descuento suficientemente alta llevaría a dar luz verde al proyecto. La razón está en que su rentabilidad en términos netos se ha hecho positiva, puesto que los beneficios de invertir los capitales resultantes están por encima de los costes del proyecto; digamos que interesa porque la tasa del rendimiento del capital crece más deprisa de lo que lo hace la población de árboles. El resultado final, por tanto, de elegir tasas de descuento muy altas en proyectos que tienen que ver con la explotación de recursos naturales es que pueden llevarnos a acabar con ellos rápidamente y a olvidarnos de las generaciones futuras. Impediría una explotación sostenible de los recursos renovables. Y, en tercer lugar, cualquier decisión que tenga que ver con la gestión de los recursos naturales está rodeada de incertidumbre, en el sentido de que no hay certeza absoluta sobre cómo evolucionará a lo largo del tiempo el crecimiento biológico de animales o plantas, los precios o los costes de las materias primas, las consecuencias últimas de actividades que tengan que ver con el medio ambiente o incluso los niveles de stocks existentes de determinados recursos renovables y no renovables. A todo esto además habría que añadir el componente del riesgo de catástrofes naturales o de accidentes imprevisibles producidos sobre el medio ambiente. Por ello, cuando se tratan conjuntamente el riesgo y la incertidumbre la tasa de descuento resultante suele ser más alta por el componente de riesgo que ya de por sí tiene asociado el futuro. Por otro lado, la irreversibilidad de determinadas acciones como, por ejemplo, la construcción de una carretera, implica consecuencias sobre los recursos naturales que nunca más se van a poder corregir. Y esto supone otro problema añadido a la gestión de los recursos naturales, ya que aparecen conflictos entorno a dejar o no abiertas todas las posibilidades de explotación en el futuro, además del reconocimiento de derechos de propiedad a generaciones presentes o a generaciones futuras. 7 3.- GESTIÓN ÓPTIMA DE RECURSOS NATURALES Hablamos de adecuación óptima de recursos naturales para referirnos a pautas de comportamiento en las que cualquier acción de uso o explotación de dichos recursos implica un objetivo de maximización del bienestar social, bajo una serie de condiciones económicas (nivel tecnológico dado o grado de sustitución de un bien natural por otro) o naturales (ritmos de crecimiento biológico, cantidad de reservas, etc.). Por tanto, cualquier modelo básico de gestión incluirá un problema de optimización de una función de bienestar dada, con una serie de restricciones. De aquí obtendremos una forma óptima de gestionar un recurso que puede traducirse concretamente en un ritmo de extracción de mineral, en un turno forestal óptimo o en un patrón de capturas para un caladero. A continuación estudiaremos desde un punto de vista teórico la gestión óptima de recursos no agotables o renovables. Estos recursos tienen dos características básicas: 1. los stocks o existencias no son fijos, sino que varían a lo largo del tiempo, pudiendo aumentar o disminuir 2. tienen la capacidad de regenerarse a través de un proceso biológico, sin embargo, esta capacidad no es ilimitada, sino que viene dada en función de la capacidad de sustentación del ecosistema al que pertenecen. De esta manera, pueden ocurrir dos cosas: una primera es que el recurso se explote en la cuantía equivalente al incremento potencial de las existencias que se vaya produciendo, de forma que, si las condiciones naturales no varían, estaría garantizada una explotación indefinida; la segunda, es que el recurso natural acabe desapareciendo, porque se sobreexplote, es decir, se extraiga recurso a un nivel por encima del que marca su ritmo de crecimiento natural (no se estaría dejando que las existencias se reprodujesen lo suficiente), porque las reservas caigan por debajo de un nivel crítico que ya no sea posible su regeneración (por ejemplo la extinción de algunas especies de animales o vegetales), por catástrofes naturales que destruyan sus hábitats, etc. Por otro lado, se suele distinguir entre recursos renovables biológicos (peces, animales de caza, madera, etc...) y no biológicos (agua, energía solar, con la característica adicional de que es de flujo continuo, capacidad de la atmósfera para 8 reciclar la contaminación, etc...); y dentro de los biológicos, aquellos que presentan un crecimiento espontáneo que no puede variarse artificialmente (bancos de peces en alta mar) y los que sí son susceptibles de ver influenciado su crecimiento (árboles de un bosque). Los recursos renovables más importantes y que han sido objeto de una mayor atención teórica por parte de la literatura económica son los bosques y las pesquerías. A continuación desarrollaremos un modelo de gestión óptima forestal, dejando como anexo 1 un caso práctico de explotación de recursos pesqueros desarrollado por Manuel M. Varela Lafuente y Juan C. Surís Regueiro (1994) sobre la pesquería de sardina en las zonas costeras del Mar Cantábrico y Océano Atlántico de la Península Ibérica. En el caso de los bosques, existe gran controversia respecto a cuál debe ser el objetivo que debe perseguirse con la gestión de este tipo de recursos. Uno de los motivos más evidentes es la distinta procedencia de las opiniones y, por tanto, los diversos valores y usos que se le puede asociar a un bosque. Por un lado, los técnicos e ingenieros forestales están más preocupados por la edad de rotación, por conseguir un rendimiento sostenido del recurso, etc...; por otro lado, los economistas disponen de una formación que les hace inclinarse más por temas de eficiencia en la asignación de recursos, rentabilidad económica, descuento del futuro, etc. No obstante, existe un denominador común entre ambos puntos de vista sobre la gestión forestal que es la producción maderera, olvidándose de otros aspectos que tienen que ver con la conservación del bosque (servicios recreativos, turismo, hábitats natural, etc.) o con su destrucción (erosión, pérdida de biodiversidad, catástrofes naturales, etc.) y que han sido tratados normalmente fuera de la gestión y como externalidades. Aún así, los ingenieros se han mostrado más conservacionistas que los economistas, de forma que los criterios económicos de gestión forestal se están considerando como los causantes de los graves problemas de desaparición de bosques en el mundo. A continuación presentaremos las características de los modelos de gestión técnicos y económicos, profundizando más en estos últimos y en sus avances. Cuando se trata de descubrir cuál es la gestión óptima a llevar a cabo en una plantación forestal, la pregunta a la que se trata de responder es ¿cuál debe ser el turno forestal óptimo?, es decir, ¿cuál es el momento óptimo de cortar un árbol o una masa forestal?. En este sentido, turno óptimo forestal se define como la vida óptima de la plantación. El caso que hemos escogido es el analizado por Carlos Romero (1994) para 9 las choperas de la provincia de León, el cuál iremos describiendo a partir de los diferentes desarrollos teóricos, desde los más simples a los más complejos. 4.- CRITERIO TÉCNICO EN LA GESTIÓN FORESTAL Desde un punto de vista estrictamente técnico se trataría de conseguir, a partir de la función de producción de madera, el momento de corta que maximiza el rendimiento de la tecnología que implícitamente está contenida en dicha función. En este sentido, una forma de obtenerlo sería calculando el máximo de la producción media de madera. Sea Q = f (t) [1] la función que relaciona la producción de madera con el tiempo, donde Q representa la cantidad de madera (m3/ha. ó m3/árbol) y t es la variable que recoge el tiempo (años, por ejemplo). Gráficamente, sabemos por la evidencia empírica, que dicha función se representa así: FIGURA 3: Función de producción temporal de madera. Q (m3/ha) Máximo técnico Qmax Ε Qt = 1 Q* Ε Qt > 1 0 < Ε Qt < 1 Ε Qt < 0 Qo α to t* tmax t (años) 10 Según la teoría de la producción, la esta función presentaría las siguientes propiedades: 1. f´(t) ≥ 0 ⇒ la productividad marginal es positiva hasta un momento del tiempo determinado, es decir, conforme se incrementa el tiempo en un año más se genera producción adicional de madera hasta llegar a tmax, a partir de aquí las variaciones de madera adicionales son negativas. 2. f´´(t) ≤ 0 ⇒ la función es cóncava hasta to y después se vuelve convexa, es decir, muestra productividades marginales crecientes hasta un momento del tiempo a partir del cual los incrementos de producción son cada vez más pequeños. Con estos elementos ya estaríamos en disposición de señalar cuál sería el momento óptimo de corta de la madera, estableciendo cuando se hace máxima la productividad media: Q = f (t ) / t Max Q ⇔ ∂Q ∂ f (t ) f ´(t )t − f (t ) = = =0 ∂t ∂t t t2 [2] t Operando se obtiene que el turno óptimo (t*) desde un punto de vista técnico es aquel en el que se cumple: f ´(t*) = f (t*) = Q (t*) t* [3] Es decir, donde la productividad marginal de la madera coincide con la productividad media. Geométricamente este punto se obtiene trazando un radio vector que sea tangente a la curva de producción de madera, de forma que la tg α (Figura 3) mida a la vez la pendiente de la curva en dicho punto (producción marginal) y el valor medio de la función que resulta máximo (productividad media). Concretamente sería el punto (t*, Q*) el que nos da el turno técnicamente óptimo. t* también recibe los nombres de edad de culminación o de rotación, de forma que si se divide el bosque en parcelas iguales de cada grupo de edad de los árboles, cada una se talaría al cumplirse los t* años. Así, se podría extraer un flujo uniforme de madera proporcional a Q (t*) , al que se le denomina rendimiento máximo sostenible. 11 Esta situación óptima también nos va a permitir extraer algunas conclusiones a través del concepto de elasticidad de la producción con respecto al tiempo Ε Qt , cuya expresión viene dada por: Ε Qt = ∂Q t f ´(t ) ⋅ t ⋅ = f (t ) ∂t Q [4] La elasticidad de la producción con respecto al tiempo mide, en términos porcentuales, el incremento que se produce en Q con motivo de una variación del tiempo en un 1%. Es decir, Ε Qt nos permite saber la intensidad con la que va variando la cantidad producida de madera a través del tiempo. Justo en el punto donde obtenemos el turno técnicamente óptimo la elasticidad vale 1, ya que: Ε Qt (t*) = f ´(t*) ⋅ t * Q (t*) = =1 f (t*) f (t*) / t * [5] Por debajo de t*, la intensidad con la que crece la producción de madera a través del tiempo cada vez es mayor, por tanto, es la zona elástica de la función (Figura 3) que indica un aprovechamiento cada vez mejor de la tecnología. Lo contrario ocurre a partir de t*, en el tramo inelástico de la función, donde a partir del máximo técnico la producción de madera ya no tiene sentido. 5.- CRITERIO ECONÓMICO PARA LA GESTIÓN DE MAXIMIZACIÓN FORESTAL Desde un punto de vista privado, no basta con conocer solamente la tecnología, con la que se produce la madera, para establecer una gestión óptima del recurso, que logre maximizar el rendimiento económico. La decisión se toma a partir de otra serie de variables como son los precios de la madera, los tipos de interés del mercado, etc... que nos darán el turno óptimo desde un punto de vista económico (edad de madurez financiera). Los economistas que primero se ocuparon de resolver esta cuestión fueron Fisher y Hotelling, cuyo planteamiento fue averiguar el turno óptimo para el que se maximiza el valor actual de los ingresos netos obtenidos con la inversión realizada en el bosque. Analíticamente el problema se plantearía en los siguientes términos: Max VAN = P ⋅ f (t ) ⋅ e −δt − C [6] 12 donde P es el precio de la madera, δ es la tasa de descuento (refleja el coste de oportunidad del capital) y C representa los costes de la inversión forestal (unidades monetarias por ha.). Max VAN ⇔ ∂VAN = Pf ´(t ) − δ Pf (t ) = 0 ∂t [7] operando se obtiene: condición 1er orden: [8] f ´(t ) =δ f (t ) [9] condición 2º orden: ∂ VAN = [P f ´´(t ) − δ ⋅ P ⋅ f ´(t )] < 0 ∂t 2 2 la inecuación [9] se cumple puesto que f´(t) es positiva hasta el máximo técnico (zona de la función de producción con racionalidad), f´´(t) es negativa debido a que la producción va creciendo pero cada vez menos y P y δ son estrictamente positivos. Por tanto, según el criterio económico de Fisher y Hotelling, un empresario que tenga que gestionar una explotación forestal actuará de la siguiente manera: 1. Si f ´(t ) <δ f (t ) ⇒ significará que el crecimiento relativo de la producción de madera es inferior al coste de oportunidad del capital o tipo de interés (tasa de descuento) y, por tanto, estará incentivado a talar la explotación. Es lógico, puesto que así su ganancia al final del período en el que corta sería mayor que si no lo hiciera: Stock de riqueza al final del período si corta Valor acumulado = P f(t) + δ P f(t) = Stock de riqueza al final del período si no corta de la madera Intereses financieros + de ese valor maderero Valor acumulado = P f(t) + P f´(t) = de la madera Valor del incremento + de producción El primer sumando es mayor que el segundo, puesto que hemos supuesto que f´(t) < f(t) δ. 13 f ´(t ) >δ f (t ) 2. Si ⇒ significará que el crecimiento relativo de la producción de madera es superior al coste de oportunidad del capital y, por tanto, su decisión será no talar la explotación y esperar expectante a la evolución de δ. La justificación de este comportamiento se haría igual que en el caso anterior. 3. Si f ´(t ) =δ f (t ) ⇒ significará que el crecimiento relativo de la producción de madera es igual a la tasa de descuento y, por tanto, el empresario se mostrará indiferente a talar o a esperar. Esta es la situación de equilibrio o de estabilidad para él, ya que el coste adicional de no cortar en el último período, expresado en términos financieros (δPf(t)), coincide con el incremento de valor de la producción que experimenta en dicho período (Pf´(t)). El momento del tiempo (t*) en el que se cumpla esta condición se denomina turno económicamente óptimo. Este análisis es el más sencillo que se puede realizar, sin embargo, no sería muy difícil introducir supuestos menos restrictivos como precios de la madera variables con el tiempo (con precios crecientes el turno de corta se alargaría), pagos del empresario en concepto de explotación forestal (reducirían los turnos de corta). Antes de proseguir con el caso práctico, resulta de interés comparar el turno técnicamente óptimo (1) con el turno óptimo al que llegan Fisher y Hotelling (2). (1) f (t ) f ´(t ) = = Q (t ) t (2) f ´(t ) =δ f (t ) ambos coincidirán cuando: f ´(t ) 1 = =δ f (t ) t Es decir, el turno técnico óptimo será igual al económico cuando la tasa de descuento coincida con la inversa del turno técnico. A efectos prácticos esto implica que cuando los árboles tienen un crecimiento lento (turnos elevados), la igualdad exigirá tipos de interés muy bajos (lo que es poco corriente en la realidad), por lo que en este caso el turno técnico superará al turno económico. Por ello, este tipo de bosques si son gestionados bajo criterios económicos, exclusivamente, están abocados a ser talados antes de que hayan llegado a su máxima productividad media de madera. 14 6.- REFERENCIAS BIBILIOGRÁFICAS AZQUETA D. Y PEREZ, L. (1996). Gestión de espacios naturales: la demanda de servicios recreativos. Mc Graw-Hill. Madrid, 1996. AZQUETA, D. (1994). Valoración Económica de la Calidad Ambiental. Mc Graw-Hill. Madrid, 1997. AZQUETA, D. Y FERREIRO, A. (Eds.) (1994). 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