FUNCIÓN ADMINISTRATIVA PÚBLICA CAPÍTULO I – EL ESTADO El concepto de Estado Moderno hace referencia a una forma de organización política de origen relativamente reciente (Córdova, 1986: 22), que entendemos como un poder central supremo diferenciado de la sociedad civil y capaz del «monopolio de la coerción física legitima» sobre una población determinada y dentro de los límites de un territorio determinado (Colombo, 1990: 97). El marco institucional en el que se inscribe Bogotá como Distrito Capital de la República de Colombia, está definido por la forma y características de nuestro Estado, las cuales se encuentran resumidas en el Artículo 1º de la Constitución de 1991 de esta manera: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.” Art.1º. Título I El camino recorrido para llegar a esta forma de organización política ha sido amplio e interesante; las sociedades probaron múltiples formas de organización política e institucional para garantizar la agregación de los diversos intereses presentes en toda comunidad. Resultado de este aprendizaje político y social se consolidó la democracia moderna como sistema político y el Estado de Derecho como estructura fundamental. Con esto en mente, y para comprender el sentido de las estructuras y funciones de lo público a lo largo de la historia, este capítulo presenta en primer lugar una breve reseña de las principales formas de organización política previas a la constitución del Estado 2 moderno; luego revisa el propio concepto de Estado y de República como forma de Estado democrático; y finaliza con una introducción al tema de las funciones del Estado, enfatizando la función administrativa pública. 1.1. Formas de organización política antecesoras del estado La historia de las sociedades es también una historia de formas de organización política, entendida como la forma de administrar los múltiples intereses, individuales y colectivos, que las caracterizan. Según Valles (2000), estas van “desde elementales mecanismos de arbitraje y de presión para resolver disputas vecinales hasta la complejidad de las grandes organizaciones internacionales que se ocupan hoy de gestionar los grandes conflictos planetarios y que implican estados, empresas transnacionales, movimientos sociales y medios de comunicación” (p.74); dándose entre estos dos extremos una rica gama de formas de organización política, entre las que se identifican las siguientes: Sociedades acéfalas: el liderazgo colectivo, la más antigua de las organizaciones políticas, hizo presencia en sociedades de carácter nómada generalmente agrupadas en tribus, en las que ni la política ni el uso de la fuerza estaban reservadas a algún ente en particular. Si bien puede surgir un líder, su superioridad jerárquica no es permanente, y, en todo caso, sugiere acciones, más que ordenarlas. La polis: esta estructura surge a la par de la expansión de la agricultura y la sedentarización humana, es decir, entre el 8.000 a.C. y el 6.000 a.C. En los pequeños asentamientos iniciales de población –las primeras ciudades– se generaron excedentes de producción no experimentados hasta el momento, lo que produjo la necesidad de encontrar una manera adecuada de acumularlos y distribuirlos. Esta situación genera una incipiente estratificación social en la que las funciones económicas, religiosas y políticas se solapan pero cada vez es más notoria la diferenciación. El punto máximo de desarrollo de esta forma de organización política se daría en la Atenas del siglo V a.C. con una lealtad política de sus ciudadanos ligada a la ciudad –ya no a un grupo con el que se tienen relaciones de parentesco–, un territorio bien delimitado, y una fuerte profundización de la tendencia del uso privativo de la fuerza por parte de quien ostenta el poder político. El imperio: en este modelo hay una organización política que actúa sobre un territorio mucho mayor al de una ciudad. El control de la fuerza está ejercido por un dirigente claramente determinado (emperador, faraón, césar…). Normalmente se distinguen dos formas de imperio: “El Imperio Clientelar–patrimonial”: en este tipo de imperios el grupo conquistador tiene fuertes relaciones personales entre sí y su objetivo principal es ofrecer 3 protección a las ciudades a cambio de tributos y sumisión, estableciéndose una relación clientelar con los dominados. El Emperador delega parte de su poder a autoridades locales e interviene de manera tangencial las estructuras sociales y económicas de las comunidades conquistadas. En estas organizaciones el territorio es difuso en tanto sus delimitaciones son establecidas en función de la ubicación de las comunidades incorporadas al imperio y su centro se encuentra en donde esté el Emperador; la delimitación del grupo social encargado de ejercer la política es mediana y el ejercicio de la fuerza es bastante disperso a pesar de la figura del emperador. Ejemplos de esto son el Imperio Mongol o el Carolingio. “El Imperio Burocrático – territorial”: en este tipo de imperios, las intenciones superan las de extracciones de rentas y, en cambio, se busca la anexión de cada vez más territorios, materializada en la implantación de elementos religiosos, legislativos, culturales, etc., de los imperios conquistadores en los territorios conquistados, de tal forma que las relaciones entre comunidades conquistadoras y conquistadas superan las de tipo protección – tributo. Para poder ejecutar este proyecto, los imperios cuentan con un aparato burocrático importante que les permite gestionar de forma adecuada sus recursos monetarios, el aparato militar, las comunicaciones, entre otros múltiples factores que deben funcionar correctamente para poder si quiera pensar en iniciar un proyecto de la envergadura del mencionado. Así, en este tipo de imperio el ámbito de la política está mucho más delimitado que en el anterior, así como las atribuciones, del de ejercicio de la fuerza, jurídicas, judiciales, etc., de las personas que se desenvuelven en este ámbito. Este tipo de Imperio se puede promover desde la conquista cultural, política, etc., hasta la conquista por la fuerza e imposición de las preferencias del conquistador sobre el dominado. Ejemplos de este tipo de imperio son el de la Roma Imperial, el Inca, o el español. Poliarquías feudales: en este tipo de organización política hay varios centros de poder fundamentados en la fuerza militar y unidos entre sí por pactos de protección, en donde cada uno de estos centros cuenta con sus propias formas de coacción como la fuerza armada o la imposición de tributos. A su vez, en cada feudo y entre los feudos, la capacidad política está íntimamente ligada a la posesión de tierras, principal factor de producción en la época, por lo que no es fácil distinguir entre el poder político y el económico. Monarquías estamentales: en esta estructura cobran un importante papel los colectivos, estamentos, reconocidos en la época, como la nobleza hereditaria, la incipiente burguesía, los jerarcas de la iglesia, entre otros. En el surgimiento de este entramado de estamentos tiene mucho que ver el crecimiento de las ciudades; es en 4 este espacio en donde es posible una relación más horizontal que las que se venían dando en los feudos por las múltiples relaciones comerciales y económicas, sobre todo, que tienen lugar en el contexto urbano. Asimismo, la relación entre los dirigente de las ciudades, antiguos señores feudales y naciente burguesía, y de estos con el Rey no se basa en el establecimiento de lazos personales, y el Rey toma una posición más importante en términos políticos si bien debe dar determinados privilegios a algunas ciudades para poder obtener de ellas los recursos que necesita para ejercer su autoridad. Según Norberto Bobbio (1989), en esta estructura ya hay una institucionalización mucho mayor de los contrapoderes al Rey (materializada en el reconocimiento de los estamentos), las relaciones dejan de ser entre personas para ser entre instituciones (entre el Rey y las asambleas de cada estamento en su estado más avanzado, por ejemplo). Si se quieren clasificar las anteriores formas de organización política en función de la autonomía institucional y la capacidad de coacción que tenga el grupo de individuos en el poder, se puede obtener un diagrama como el presentado en la clasificación basada en Valles (2000). En esta clasificación, el punto mínimo en autonomía institucional (el más cercano al origen) será aquel en el que la política no se distingue de otras actividades colectivas como las relaciones familiares, económicas o de conocimiento, y el máximo en el que ésta es ejercida por una porción de la población especializada, dentro de un espacio y unas reglas claras. En el caso de la capacidad de coacción, el punto mínimo se daría cuando la capacidad de gestionar la coacción es ejercida por múltiples actores, y el punto máximo cuando el uso de la fuerza es monopolizado por un único agente. 1.2. El estado: sus orígenes y características principales 1.2.1Definición y orígenes del estado Con relación al origen del Estado, existe cierto consenso en cuanto a que este “nace de la disolución de la comunidad primitiva basada en vínculos de parentesco, y de la formación 5 de comunidades más amplias derivadas de la unión de muchos grupos por razones de sobrevivencia interna (la sustentación) y externas (la defensa)” (Bobbio, 1989, p.98), de tal forma que, a excepción de la organización política propia de las sociedades tribales, todas las formas mencionadas podrían calificarse como Estados. Sin embargo, el llamado Estado Moderno, presenta una serie de características, aceptadas por la mayoría de autoridades en el tema, que lo diferencian de las formas de organización política explicadas en los párrafos anteriores. Estos elementos son causa de la ubicación del Estado Moderno en la figura anterior: en la posición más alta de los dos ejes. En primer lugar, un importante factor dentro de la constitución de los Estados como los conocemos hoy es la población. Es claro que ninguna organización política tiene sentido si no existe una determinada población cuyos intereses deban ser agregados. Sin embargo, a diferencia de las formas organizativas precedentes, en el contexto del Estado Moderno es más difícil determinar cuál es la población que pertenece a determinada entidad política; ya no es el linaje el parentesco o el vínculo vasallo–señor lo que establece la pertenencia de un individuo a un Estado. El segundo elemento característico del Estado Moderno, es el territorio. Para verificar la importancia que este factor tiene al día de hoy, baste con recordar las múltiples reacciones ante el fallo de la Haya con relación a la disputa entre el país y Nicaragua sobre la posesión de los territorios marítimos ubicados en el Mar Caribe1; o la polémica que se generó con el descubrimiento del fenómeno de compra masiva de tierras nacionales por parte de extranjeros2. Estos hechos ilustran la importancia que el territorio tiene en la definición del Estado; valor que se relaciona con el concepto de soberanía. La noción de soberanía establece básicamente que todo poder existente en el interior de un Estado se somete de manera voluntaria a poder su poder, el del Estado mismo, y que todo poder existente fuera de sus fronteras lo reconoce. Hay una relación de supraordenación frente a la cual todos los demás poderes aparecen como subordinados. Lo anterior se manifiesta en términos prácticos principalmente en la facultad única que deben tener los Estados para realizar la producción de normas y la gestión de la violencia física: para que un Estado sea tal solo él puede producir leyes y manejar elementos como ejércitos, organizaciones policiales y sanciones físicas o pecuniarias. Estado y soberanía. Nota crítica. En el caso del Estado colombiano, a pesar de que tiene una trayectoria histórica de más de 200 años, su soberanía todavía se enfrenta a desafíos que la ponen en duda, como el que representa la existencia de múltiples actores armados al margen de la ley, los cuáles desconocen el monopolio de la fuerza como privativo del Estado. Una noticia de Todelar Ver http://www.semana.com/nacion/articulo/el-fallo-la-haya-triunfo-nicaragua-cuento-chino/341394-3 Ver http://www.elespectador.com/noticias/nacional/articulo-312951-colombia-entre-paises-masvulnerables-delmundo-compra-y-venta-d 1 2 6 mencionaba que las BACRIM dominan algunas zonas urbanas; en Medellín, por ejemplo, “la banda criminal los Urabeños ya tiene el poder del 70% del territorio de esa comuna [la 13]”3 y en un momento dado cobraba por el acceso a la escalera eléctrica instalada por el gobierno de la ciudad en la mencionada comuna, un bien público construido para facilitar la accesibilidad y el transporte de la población de la zona. Hay pues una diferencia fundamental entre el Estado Moderno y las formas políticas previas, y es que, además de los dos elementos mencionados, población y territorio, se requiere además una forma de organización colectiva para lograr los objetivos comunes: una institucionalidad. Esta forma de organización se expresa en las leyes, que son los acuerdos fundamentales sobre el deber ser en una determinada comunidad política. A partir de las leyes se establece una clara división entre gobernantes y gobernados, así como se confiere legitimidad a la relación política entre unos y otros. Las leyes además despersonalizan el poder y promueven la institucionalización y la profesionalización de los agentes políticos. De una manera general, entonces, el Estado puede definirse como la organización en la que confluyen tres elementos: la soberanía, la población y el territorio. 1.2 Tipos de estado Existen diversos criterios para clasificar los Estados, pero sin duda un criterio fundamental es el grado de concentración del poder. A partir de este criterio, se identifican dos formas dominantes, los Estados Absolutistas, cuya forma de gobierno más común son las Monarquías; y los Estados representativos, Repúblicas, cuya forma de Gobierno más común es la democracia. Una segunda clasificación hace referencia al tipo de división política de los entes territoriales en un Estado, dado lugar a su vez a dos formas de Estado, el Estado Unitario y el Estado Federado. Estado absoluto (Monarquías absolutistas) El término monarquía proviene del griego μονος (mónos): ‘uno’, y αρχειν (arjéin): ‘gobierno’, traducible por gobierno de uno solo. A ese único gobernante se le denomina monarca o rey (del latín rex) aunque las denominaciones utilizadas para este cargo y su tratamiento protocolario varían según la tradición local, la religión, la estructura jurídica o territorial del gobierno. Mientras que en las Monarquías estamentales algunos colectivos como el clero, los propietarios libres o los incipientes burgueses gozaban de participación en la esfera política y la relación entre estos y el monarca se vuelve más horizontal, en las Monarquías absolutistas la relación entre gobernados y gobernantes se torna completamente vertical, de tal forma que “La relación política básica es la que se establece entre el soberano – Ver http://www.terra.com.co/todelar/articulo/html/tod34692-bacrim-cobran-peaje-en-las-escalerasmecanicas-publicas-de-medellin.htm 3 7 dotado de la capacidad política última–y el súbdito –resignado a prestar una sumisión total a cambio de la seguridad que el soberano debe ofrecerle” (Valles p. 90). Esta forma de organización es propiamente la de un Estado entre otras por los procesos simultáneos de concentración y centralización del poder; por concentración se entiende el que el Rey tuviera la potestad jurídica y de facto de dictar leyes, imponer tributos, usar la fuerza en el interior y el exterior y hasta, en algunos casos, decretar costumbres: “las costumbres son consideradas derecho válido sólo cuando por una ficción jurídica se presumen aceptada y toleradas por el Rey que no las ha abrogado directamente” (Bobbio, 1989, p.161). Por centralización, se hace alusión al hecho de que en este tipo de Estado los ordenamientos jurídicos inferiores como ciudades, corporaciones o sociedades particulares, existen ya sea por la autorización o la tolerancia del Rey, ya no como sociedades autónomas. Aquí el Estado es el monarca, si hay individuos o grupos con ciertas atribuciones políticas excepcionales es solo porque el Rey así lo ha dispuesto, de tal forma que la Monarquía desempeña todas las funciones políticas y las autoridades que ejercen competencias en campos como el militar, judicial, económico, etc., lo hacen “como meros vicarios o representantes del monarca. Así se hace constar todavía –ahora como mera forma ritual– en algunas monarquías, en las que (…) [algunas] disposiciones estatales son publicadas ‘en nombre del Rey’” (Valles, 2000, p. 90). Estado representativo (Repúblicas) La República (del latín res pública, “la cosa pública, lo público”) es en sentido amplio un sistema político caracterizado por basarse en la representación de toda su estructura mediante el derecho a voto. El electorado constituye la raíz última de su legitimidad y soberanía. Los antecedentes históricos que dan nacimiento a este tipo de Estado son: la Revolución Gloriosa de 1688 en Inglaterra, la expedición de la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica en 1787, y la Revolución Francesa de 1789. En la República o Estado representativo los gobernados no toman la forma de colectivos (clero, gremios, burgueses…) sino de individuos; de esta manera se da el reconocimiento de que “el individuo es primero que el Estado; el individuo no es para el Estado sino el Estado para el individuo” (Bobbio, 1989, p.163); en este cambio de paradigma juega un papel fundamental la declaración de los derechos del hombre y el ciudadano, realizada en el marco de la Revolución Francesa. La individualización de la relación gobernantes – gobernados es “el reconocimiento de la igualdad natural de los hombres; todo hombre cuenta por sí mismo y no en cuanto miembro de éste o aquel grupo particular” (Bobbio, 1989, p.163). En ese particular momento histórico, el nacimiento de la individualidad política representaba un avance significativo, si bien como menciona Robert Dahl (1999), al menos la mitad del constituyente primario se quedó por fuera del modelo ideal, haciendo referencia a la ausencia de las mujeres del derecho al voto. 8 Hay un acuerdo entre quienes estudian las formas de gobierno, en que la más adecuada para realizar los ideales de la República es la democracia; sin embargo las nacientes repúblicas no podían implementar este debido principalmente a dos retos: el ejercicio político de una población significativamente amplia, y las implicaciones potencialmente negativas que podía traer la concentración del poder, aún el delegado por el pueblo. Para dar respuesta al primer problema, se establece la delegación del poder soberano a un reducido grupo de individuos encargado de tomar las decisiones relevantes al conjunto de la población, con cada Estado tomando la forma de elección de estos individuos que más se adecue a sus particularidades. Para dar respuesta al segundo problema, se establece que la razón de ser del Estado representativo es garantizar los derechos fundamentales del pueblo soberano, y a este propósito deben dedicarse las leyes que él promulga, ya no a satisfacer los deseos del gobernante. Así, el Estado ya no solamente hace las reglas sino que se somete a ellas volviéndose Estado de derecho. La Constitución como expresión del pacto social será instrumento fundamental para garantizar los límites del Estado; así como la creación de las tres ramas del poder, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Thomas Paine, uno de los líderes de la independencia de Estado Unidos afirmaba sobre la Constitución que “es algo que precede al gobierno y el gobierno es únicamente una creación de la Constitución. La Constitución de un país no es un acto de su gobierno sino del pueblo que constituye un gobierno” (Paine, 1821). Tal como menciona Enterría (2002), “La Constitución, por una parte, configura y ordena los poderes del Estado por ella construidos; por otra, establece los límites del ejercicio del poder y el ámbito de libertades y derechos fundamentales, así como los objetivos positivos y las prestaciones que el poder debe de cumplir en beneficio de la comunidad” (p.48). En esta medida, es claro como las constituciones son marcos que delimita el campo de acción del Estado y referentes fundamentales del acuerdo entre gobernantes y gobernados. En Colombia, el Artículo 4 de la Constitución establece: “La Constitución es norma de normas. En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales. Es deber de los nacionales y de los extranjeros en Colombia acatar la Constitución y las leyes, y respetar y obedecer a las autoridades”. 9 Modelo ideal. Nota crítica. Es claro que la distancia entre los modelos ideales y su ejercicio real, es inevitable, pero también la importancia de tener un modelo orientador de nuestras acciones. En el caso de las repúblicas, la relación gobernantes – gobernados no se ha dado con todos los gobernados: en principio solo quienes tenían propiedades, eran letrados y hombres podían votar; en Colombia, por ejemplo, las mujeres tan sólo adquirieron el derecho al voto en 1957. Como se mencionó, una segunda clasificación hace referencia al tipo de división política de los entes territoriales en un Estado, dando lugar a dos formas de Estado, que se explican brevemente a continuación: El Estado Unitario es aquel en donde un solo centro de poder político extiende su accionar a lo largo de todo el territorio del respectivo Estado. En consonancia con lo anterior cuenta con un solo poder legislativo que legisla para todo el país, un poder judicial que aplica el derecho vigente a todo el territorio, incluye una Corte Suprema de Justicia que tiene jurisdicción a nivel nacional, un solo poder ejecutivo que está conformado por todos los gobernantes (presidente, gobernadores y alcaldes), y además cuenta con una sola Constitución Política que rige en todo el territorio y a la cual se hallan sometidas todas las autoridades y habitantes de ese Estado. El Estado Federado, por su parte, consiste en la unión entre unidades políticas autónomas, soberanas e independientes, las cuales deciden y pactan integrarse y conformar una unidad política compleja mediante la federalización. Dicho pacto se expresa en una única Constitución Política, en la que se establecen las competencias de los miembros de la federación. El federalismo clásico considera dos órdenes de gobierno en los que se distribuyen las competencias: un orden general que representa al todo nacional ante el exterior, y un orden federal que sirve como elemento ordenador del heterogéneo conglomerado de los estados, no en términos de superioridad jerárquica, sino como entes que surgen de la voluntad política de las partes. 1.3 Las ramas del poder público y sus funciones La división de poderes, en realidad división de funciones, ya que el poder es uno, también es un elemento crucial en el surgimiento de las Repúblicas. Con esta se buscaba garantizar que las principales funciones estatales no estuvieran reunidas en un solo agente –el Rey o Presidente, por ejemplo– sino distribuidas entre varios con el fin de que estos se equilibren y se controlen entre sí. Así, mientras que en los Estados de tipo absolutista el monarca tenía la capacidad de ejecutar todas las funciones del Estado –y con esto la libertad para formular las leyes, hacerlas cumplir y revisar decisiones tomadas en cuanto a 10 aplicación de dichas leyes por órganos inferiores–, en el Estado de Derecho el dirigente ya no tiene potestad ni de realizar leyes ni de revisar fallos, solamente se puede dedicar a hacerlas cumplir. Es por ello que hoy en día se habla de las tres ramas del poder: la legislativa que ejecuta la función del mismo nombre, la judicial que realiza la función homónima, y la ejecutiva que lleva a cabo la función administrativa. A continuación se hace una breve introducción a estas. 1. Función legislativa Con esta función se hace referencia a la obligación que tiene el Estado de realizar las leyes bajo las cuales tendrían que actuar todos sus ciudadanos, incluyendo aquellos que realizan directamente esta función y las otras. Las leyes, como ya se mencionó, deben preservar el espíritu de la Constitución. Corresponde a rama legislativa además ejercer el control político sobre el gobierno y la administración. En el país, el Senado y la Cámara de Representantes son los principales órganos legislativos. 2. Función jurisdiccional Esta función tiene que ver con la administración de la justicia, o en otros términos, con “la decisión de cuestiones jurídicas controvertidas mediante pronunciamientos que adquieren fuerza de verdad definitiva”4. Esta función es ejercida por la rama judicial del poder público, cuyo funcionamiento es desconcentrado y autónomo, y cuya organización está dividida en jurisdicciones según el ramo específico en el cual se ejerza dicha administración. A esta rama pertenecen dos órganos que no tienen jurisdicción: la Fiscalía General de la Nación y el Consejo Superior de la Judicatura. 3. Función Administrativa El fin de esta función es “traducir en hechos los mandatos contenidos en las normas cuando necesitan ejecución material”5, corresponde al Ejecutivo implementar los mandatos de la Nación, expresados en leyes y en políticas públicas, para cumplir el fin último del Estado que es garantizar el ejercicio pleno de los derechos a sus ciudadanas y ciudadanos. La rama ejecutiva está constituida por el Presidente de la República, los ministros de despacho y los directores de departamentos administrativos, las superintendencias, los establecimientos públicos, las empresas industriales o comerciales del Estado, el Contador General, y la fuerza pública, compuesta por las fuerzas militares y la Policía Nacional, además de las gobernaciones y las alcaldías. Antes de continuar vale la pena aclarar que pese a que la rama ejecutiva, es decir el gobierno, y en específico sus altos funcionarios son los encargados de dictar las políticas 4 5 Ver http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/funciones_estado.html Ibíd. 11 para llevar a cabo la función administrativa, en últimas son los funcionarios públicos, en otras palabras la burocracia, quienes en realidad prestan directamente los bienes y servicios que materializan la razón de ser de la función administrativa. Así, aquella funcionaria que con su trabajo ayuda a que determinada institución del Estado funcione correctamente, o el empleado público que recibe las quejas de las personas no satisfechas con la prestación de sus servicios públicos, desempeñan un papel de suma importancia en las Repúblicas ya que con su trabajo contribuyen a que las personas gocen de sus derechos de la mejor forma posible. También es pertinente mencionar que en el marco de los cambios políticos contemporáneos surgen nuevas funciones estatales además de las tres mencionadas, las cuales demandan en algunos casos una nueva institucionalidad, y en otros recaen fundamentalmente en la sociedad civil. Entre estas nuevas funciones se pueden mencionar “la función electoral, la función de control, (…) la función reguladora”,6 entre otras. Dado que esta función, la administrativa, es la que compete de manera directa a este módulo, de aquí en adelante este será el tema a desarrollar. 12 6 Ver http://docencia.udea.edu.co/derecho/constitucion/funciones_estado.html