señores eduardo montealegre lynnet fiscal general

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SEÑORES
EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET
FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN
JORGE FERNANDO PERDOMO
VICE FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN
CIUDAD
RAD.: NOTICIA CRIMINAL N° 110016000102201400173
REF:. FORMULACÓN DE RECUSACIÓN
ÁLVARO URIBE VÉLEZ, identificado como aparece al pie de mi firma,
obrando en mi propio nombre y representación, de manera atenta me
permito por medio del presente formular en contra de ustedes Recusación
para conocer la noticia criminal de la referencia en la que se me ha citado
como testigo para rendir DECLARACIÓN JURADA, por carecer de garantías
procesales frente a su imparcialidad y objetividad, lo anterior, con base en
los siguientes:
I.
ANTECEDENTES
1. Rendí entrevista a La W radio, poniendo en conocimiento de la
opinión pública la información recibida a escasas horas de
diferencia que a mi juicio es creíble y que provino de diferentes
fuentes, según la cual, en la campaña presidencial del doctor JUAN
MANUEL SANTOS se estaría incurriendo en violaciones a los topes de
financiamiento y que se había recibido la suma de dos millones de
dólares (U$ 2.000.000) para pagar saldos de la campaña,
posiblemente provenientes de los doce millones de dólares (U$
12.000.000) que fueron pagados al señor J.J. RENDÓN por un proceso
de intermediación con los hermanos COMBA.
http://www.wradio.com.co/escucha/archivo_de_audio/alvarouribe-asegura-que-zuluaga-no-tenia-por-que-saber-que-tenia-unhacker-contratado/20140508/oir/2214386.aspx
Récord (00:19:00)
2. En cuanto a esta manifestación, la respuesta dada por los
responsables de la campaña a través del señor JOSÉ ROBERTO
PRIETO fue un anuncio en medios de comunicación según la cual se
iniciaría una denuncia en mi contra por los delitos de injuria y
calumnia. Al respecto, se puede ver por ejemplo lo publicado en los
siguientes medios de comunicación.
http://www.eluniversal.com.co/politica/campana-santos-denunciaraalvaro-uribe-por-injuria-y-calumnia-159072
http://www.vanguardia.com/actualidad/colombia/259166-demandarana-uribe-por-injuria-y-calumnia
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/roberto-prietodenunciara-por-injuria-y-calumnia-a-alvarouribe/20140508/nota/2215138.aspx
3. En caso, de existir esa noticia criminal y ante mi posible calidad de
incriminado en un proceso penal me cobijaría por la garantía de
guardar silencio, conforme a lo dispuesto en el artículo 81 de la Ley
906 de 2004.
1
“Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez adquirida la condición de imputado,
este tendrá derecho, en plena igualdad respecto del órgano de persecución penal, en lo que aplica
a:
a) No ser obligado a declarar en contra de sí mismo ni en contra de su cónyuge, compañero
permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad;
b) No autoincriminarse ni incriminar a su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del
cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad; El texto subrayado fue declarado
EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-029 de 2009, en el entendido
de que las mismas incluyen, en igualdad de condiciones, a los integrantes de las parejas del
mismo sexo.
c) No se utilice el silencio en su contra;
d) No se utilice en su contra el contenido de las conversaciones tendientes a lograr un acuerdo
para la declaración de responsabilidad en cualquiera de sus formas o de un método alternativo de
solución de conflictos, si no llegaren a perfeccionarse;
e) Ser oído, asistido y representado por un abogado de confianza o nombrado por el Estado;
f) Ser asistido gratuitamente por un traductor debidamente acreditado o reconocido por el juez, en
el caso de no poder entender o expresarse en el idioma oficial; o de un intérprete en el evento de
no poder percibir el idioma por los órganos de los sentidos o hacerse entender oralmente. Lo
anterior no obsta para que pueda estar acompañado por uno designado por él;
4. Igualmente se tiene como antecedente la entrevista dada por el
doctor EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET actual FISCAL GENERAL DE
LA NACIÓN a YAMID AMAT el domingo 11 de mayo del presente
año, en la que abiertamente se expresa opiniones de tilde político,
mismas que se encuentran vedadas a un funcionario de sus
calidades, que implica una postura objetiva e imparcial frente a los
hechos que sean puestos en su conocimiento como cabeza
nacional del ente acusador.
http://linkis.com/www.eltiempo.com/pol/8PlUq
5. Respecto de la actuación desplegada por el doctor JORGE
FERNANDO PERDOMO, dentro de la noticia criminal de la referencia,
se evidencias graves irregularidades, en primer lugar se me cita a
rendir una declaración jurada mediante oficio N° VFGN 0314 del 10
de mayo de 2014 (es decir, en día sábado), para llevar a cabo la
diligencia el día lunes 12 de mayo a las 8 de la mañana.
6. Frente a esta situación manifesté públicamente mi imposibilidad de
asistir debido a compromisos previos en la ciudad de Calí.
g) Tener comunicación privada con su defensor antes de comparecer frente a las autoridades;
h) Conocer los cargos que le sean imputados, expresados en términos que sean comprensibles,
con indicación expresa de las circunstancias conocidas de modo, tiempo y lugar que los
fundamentan;
i) Disponer de tiempo razonable y de medios adecuados para la preparación de la defensa. De
manera excepcional podrá solicitar las prórrogas debidamente justificadas y necesarias para la
celebración de las audiencias a las que deba comparecer;
j) Solicitar, conocer y controvertir las pruebas;
k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado, imparcial, con inmediación de las
pruebas y sin dilaciones injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o por
conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia, de ser necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos que puedan
arrojar luz sobre los hechos objeto del debate;
l) Renunciar a los derechos contemplados en los literales b) y k) siempre y cuando se trate de una
manifestación libre, consciente, voluntaria y debidamente informada. En estos eventos requerirá
siempre el asesoramiento de su abogado defensor.”
7. En este mismo sentido, mi abogado JAIME GRANADOS PEÑA, solicitó
el día lunes 12 de mayo a primera hora de la mañana se
reprogramara la diligencia, a fin de garantizar mi comparecencia y
comunicando que es de mi mayor interés dar cumplimiento a la
citación de la Fiscalía.
8. Mediante
correo
electrónico,
recibido
en
la
cuenta
jgpabogados@yahoo.com , perteneciente a mi abogado y en su
oficina se recibió en horas de la tarde del 12 de mayo, la respuesta
del Despacho del Vice Fiscal a mi solicitud, notificándome que la
diligencia se llevará a cabo el día martes 13 de mayo a las 8 de la
mañana citación por segunda vez, sin número de oficio.
9. Frente a estos hechos, emití el mismo lunes 12 de mayo, en horas de la
mañana desde la ciudad de Calí, un COMUNICADO DE PRENSA2,
haciendo una relación de los hechos relevantes en este caso y solicitando
a los doctores MONTEALEGRE y PERDOMO, se declararan impedidos,
teniendo en cuenta las desafortunadas manifestaciones efectuadas por el
doctor MONTEALEGRE en la prensa, según las cuales estaría incurriendo en
el delito de FRAUDE PROCESAL (sin que exista hasta el momento, acto
procesal alguno de mi parte), por haber manifestado que debe haber
investigación sobre violaciones de techos de financiación en las campañas
del Presidente Santos y sobre la contribución que habría hecho el señor JJ
Rendón para pagar saldos de la campaña de 2010, que podría estar en
conexión con los 12 millones de dólares que el narcotráfico expresa
haberle entregado a los señores Rendón y Chica, asesores del Presidente
de la República, por gestiones de intermediación, que efectivamente se
realizaron según lo ha reconocido el mandatario.
Adicionalmente, el Señor Fiscal General de la Nación –desconociendo mi
compromiso de colaboración con la justicia, ante la cual he comparecido en
2
Se puede ver siguiendo el link http://www.alvarouribevelez.com.co/es/content/comunicado-sobredeclaraciones-de-la-fiscalia
todas y cada una de las citaciones a las cuales he sido convocado desde el 7
de agosto de 2010–, ha efectuado señalamientos y amenazas en los medios
de comunicación (comunicado de prensa antecedido por declaraciones
políticas) relacionadas con el evento de mi inasistencia a una citación
evidentemente intempestiva e inusual.
Aunado a lo anterior, el doctor MONTEALEGRE, en su calidad de Fiscal General
de la Nación, ha descalificado y ofendido, en las mismas declaraciones de
prensa, en los términos que lo hace el Presidente Santos (Neo fascistas, ultra
derecha, asociación con Hitler) a quienes nos oponemos al proceso de
claudicación ante organizaciones terroristas. Como lo señalé en el
comunicado, dichas frases, expresadas por el Presidente, corresponden al
juicio político de la opinión ciudadana, pero pronunciadas por el Fiscal
General denotan animosidad, sesgo, falta de garantías de quien, por
encabezar un órgano de justicia, debe proceder de manera imparcial frente a
todos los colombianos, incluyéndome a mí.
10. En esta comunicación hago expresa mención de mi temor fundado
frente la posible violación de la confidencialidad por parte del ente
investigador, toda vez, que en oportunidad anterior al desplegar
total colaboración con la justicia en el caso de los ciudadanos
chinos y a pesar de tratarse de un tema de seguridad nacional,
fueron reveladas mis fuentes poniendo en grave riesgo su seguridad.
11. Así mismo, me preocupa sobremanera que no existan garantías para
rendir mi declaración toda vez, que la Fiscalía actualmente ha
desplegado su actividad punitiva en mi contra, ordenando la
reapertura de una investigación en mi contra con base en las
declaraciones de un paramilitar desmovilizado al que denuncié por
los delitos de injuria y calumnia proceso que en este momento está
activo y en etapa de juicio.
12. Frente a esta situación tengo que manifestar mi rechazo categórico,
pues, pese a haber prosperado una solicitud de pronunciamiento
inhibitorio desde el 20 de diciembre del año 2000, dentro del
expediente 13310-06 (noticia 2043) de la Fiscalía Octava delegada
ante la Corte Suprema de Justicia, el proceso fue reabierto sin existir
imputación real alguna en mi contra el día 2 de enero del año 2013,
es decir tres años después y sin que existan elementos materiales
probatorios que avalen la reapertura y continuidad de este proceso.
II.
LEGITIMIDAD
A propósito de la legitimación para interponer la presente recusación, no
sólo en mi calidad de ciudadano colombiano, sino también como testigo y
potencial indiciado en la denuncia que proclamó el señor JOSÉ ROBERTO
PRIETO iba a interponer en mi contra, me permito realizar las siguientes
consideraciones.
De acuerdo con los principios constitucionales y legales que deben regir la
actuación de los funcionarios de la Fiscalía General de la Nación en las
investigaciones que adelantan, en el presente caso se puede observar
cómo no se configuran algunos de estos principios, en primer lugar,
respecto de las as manifestaciones públicas que ha realizado señor Fiscal y
las actuaciones desplegadas por el señor Vicefiscal que han sido
reseñadas, además de la reapertura de un proceso en mi contra pese a
existir un inhibitorio y careciendo de elementos materiales probatorios que
avalen la continuidad del proceso, no se evidencia la garantía y respeto
de los principios de objetividad e imparcialidad, normas rectoras del
procedimiento penal, tal como se analizará en el presente escrito.
Por otra parte, según la Ley 906 de 2004, la objetividad no solo es exigible
del Juez de conocimiento, sino que resulta un deber de la Fiscalía en
cumplimiento de sus funciones legales y constitucionales. Así lo dispone el
artículo 115 del Código Adjetivo:
“ARTÍCULO 115. PRINCIPIO DE OBJETIVIDAD. La Fiscalía
General de la Nación, con el apoyo de los organismos
que ejerzan funciones de policía judicial, adecuará su
actuación a un criterio objetivo y transparente, ajustado
jurídicamente para la correcta aplicación de la
Constitución Política y la ley.”
III.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
3.1. DERECHO A SER JUZGADO POR UN JUEZ IMPARCIAL.
3.1.1. Marco normativo.
De entrada es importante precisar que el derecho a ser juzgado por un
juez imparcial, ha sido consagrado de antaño en múltiples y diversas
codificaciones, así como en cartas políticas e instrumentos internacionales
de derechos humanos.
Empero, curiosamente, la Constitución Política colombiana de 1991 no
hace una mención expresa a dicha garantía. Sin embargo, lo anterior no
significa que la misma no tenga pleno respaldo en el propio texto de la
norma superior, pues de lo contenido en los artículos 29, 229 y 230 se puede
concluir su presencia en la Constitución.
Así, precisamente, lo ha
3
concluido la Honorable Corte Constitucional :
-
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. (ART 29,229 Y 230).
“En efecto, a pesar de que en nuestra Constitución no existe
referencia expresa a la imparcialidad judicial, es obvio que
esta garantía surge del derecho de toda persona a acceder a
la administración de justicia para que se adelante el proceso
de acuerdo con las reglas de cada juicio y se resuelva el
conflicto bajo el imperio de la ley y la Constitución (artículos
29, 229 y 230 de la Carta). Es claro, entonces, que del conjunto
de las garantías procesales y sustanciales que rodea a la
administración de justicia se incluye el derecho a un juez
imparcial.”
-
3
BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD.
Sentencia C-396 de 2007. M.P Marco Gerardo Monroy Cabra.
De igual modo, el alcance de este derecho también se deriva de la
remisión que el artículo 93 de la Constitución Política hace a los tratados y
convenios internacionales, así:
“Los tratados y convenios internacionales ratificados por el
Congreso, que reconocen los derechos humanos y que
prohiben su limitación en los estados de excepción,
prevalecen en el orden interno.”
-
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE.
En efecto, es ahí donde con mayor riqueza se consagra y describe el
alcance de la garantía de la imparcialidad. En primer lugar, por su
importancia histórica, resulta ineludible acudir a la Declaración Universal
de los Derechos Humanos, adoptada por naciones unidas en París el 10 de
diciembre de 1948 mediante la resolución 217 A (III), la cual en su artículo
10 consagra dicha garantía en los siguientes términos:
“Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena
igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un
tribunal independiente e imparcial, para la determinación
de sus derechos y obligaciones o para el examen de
cualquier acusación contra ella en materia penal.”
-
PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS.
Así mismo, en este asunto se debe hacer referencia obligada al Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el cual se aprobó el 16 de
diciembre de 1996, en la ciudad de Nueva York, mediante la resolución
2200 A (XXI) de la Asamblea General de Naciones Unidas y fue
posteriormente ratificado por Colombia por medio de la ley 74 de 1968. En
lo relativo a la imparcialidad, es importante acudir a su artículo 14.1 el cual
establece:
“Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de
justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída
públicamente y con las debidas garantías por un tribunal
competente, independiente e imparcial, establecido por la
ley, en la substanciación de cualquier acusación de
carácter penal formulada contra ella o para la
determinación de sus derechos u obligaciones de carácter
civil. La prensa y el público podrán ser excluidos de la
totalidad o parte de los juicios por consideraciones de moral,
orden público o seguridad nacional en una sociedad
democrática, o cuando lo exija el interés de la vida privada
de las partes o, en la medida estrictamente necesaria en
opinión del tribunal, cuando por circunstancias especiales
del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los intereses de
la justicia; pero toda sentencia en materia penal o
contenciosa será pública, excepto en los casos en que el
interés de menores de edad exija lo contrario, o en las
actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela
de menores.”
-
CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS.
Bajo esa misma línea, pasando del ámbito universal al continental, no
puede perderse de vista la trascendencia que, en este sentido, tiene la
Convención Americana de Derechos Humanos, también conocida como
el Pacto de San José, el cual se adoptó en noviembre de 1969 y fue
ratificado por nuestro país con la ley 16 de 1972. En lo pertinente, se debe
tener en cuenta el artículo 8.1, el cual reza:
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal
competente,
independiente
e
imparcial,
establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación
de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para
la determinación de sus derechos y obligaciones de orden
civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.”
Entonces, es claro que el bloque de constitucionalidad impone la
exigencia y el derecho, de todo ciudadano, a contar con un tribunal
imparcial. Ahora bien, está garantía también ha sido desarrollada en
distintos instrumentos aceptados internacionalmente que, aunque no son
vinculantes, desarrollan y dan importantes pautas interpretativas sobre la
imparcialidad.
-
Reglas de Mallorca.
Este, por ejemplo, es el caso del Proyecto de Reglas Mínimas de las
Naciones Unidas para el Procedimiento Penal, también conocido como las
Reglas de Mallorca, elaborado por importantes especialistas en derechos
humanos y derecho procesal penal. En dicho instrumento, en los numerales
1 y 2 de la regla cuarta, se establece:
“1) El enjuiciamiento y fallo, en material penal, estarán
siempre a cargo de jueces independientes sometidos
únicamente a la Ley.
2) Los Tribunales deberán ser imparciales. Las legislaciones
nacionales establecerán las causas de abstención y
recusación. Especialmente, no podrán formar parte del
Tribunal quien haya intervenido anteriormente, de cualquier
modo, o en otra función o en otra instancia en la misma
causa. ”
- ESTATUTO DEL JUEZ IBEROAMERICANO (2001)4
Así mismo, los propios jueces han reconocido la necesidad de instituir la
imparcialidad como uno de los principios rectores de su actividad, a tal
punto que así lo consignaron en el Estatuto del Juez Iberoamericano, el
cual se adoptó en La VI Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes
Supremas y Tribunales Supremos de Justicia, celebrada en Santa Cruz de
Tenerife, Canarias, España, los días 23, 24 y 25 de mayo de 2001.
Esta importante codificación, la cual recientemente fue incluida por la Sala
Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura5 como una guía ética
para los jueces colombianos, destaca en sus artículos 7 a 10 lo siguiente:
4
La VI Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes Supremas y Tribunales Supremos de
Justicia, celebrada en Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España, los días 23, 24 y 25 de mayo de
2001.
5
Efectivamente, en la página web de la Rama Judicial se hizo referencia al asunto en los siguientes
términos: “La Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura aprobó adoptar el Código
Iberoamericano de Ética Judicial como guía ética para todos los operadores judiciales de Colombia.
El Código no tiene fuerza vinculante formal pero sí autoridad moral, como norte de conducta para
todos los servidores judiciales,
“Art. 7. Principio de imparcialidad
La imparcialidad del juez es condición indispensable para el
ejercicio de la función jurisdiccional.
Art. 8. Imparcialidad objetiva
La imparcialidad del juez ha de ser real, efectiva y evidente
para la ciudadanía.
Art. 9. Abstencion y recusacion
Los jueces tienen la obligación de separarse de la
tramitación y conocimiento de asuntos en los que tengan
alguna relación previa con el objeto del proceso, partes o
interesados en el mismo, en los términos previstos en la ley.
Las abstenciones sin fundamento y las recusaciones
infundadas aceptadas por el juez, deben ser sancionadas
de conformidad con lo que disponga la ley.
Art. 10. Incompatibilidades
El ejercicio de la función jurisdiccional es incompatible con
otras actividades, a excepción de aquéllas admitidas por la
ley.”
-
PRINCIPIOS Y BUENAS PRÁCTICAS SOBRE LA PROTECCIÓN DE LAS
PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD EN LAS AMÉRICAS
En idéntico sentido, en los Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección
de las Personas Privadas de Libertad en las Américas, documento
adoptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
mediante la resolución 01 de 2008, este importante órgano del Sistema
Interamericano hace especifica referencia a la garantía del juez imparcial,
como contentiva del debido proceso legal que le asiste a las personas
privadas de la libertad, esto dentro del principio V de dicha declaración:
El Presidente de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, Magistrado Néstor
Raúl Correa Henao, destacó que sin perjuicio de la autonomía e independencia que tienen los
jueces de la República, deberán tener como guía este Código de Ética.”
“Toda persona privada de libertad tendrá derecho, en todo
momento y circunstancia, a la protección de y al acceso
regular a jueces y tribunales competentes, independientes e
imparciales, establecidos con anterioridad por la ley.”
Toda esta normatividad superior, recogida en el bloque de
constitucionalidad y en instrumentos internacionales, ha sido aterrizada por
el legislador nacional en las distintas codificaciones en las cuales se ha
regulado el procedimiento penal colombiano.
-
LEGISLACIÓN NACIONAL.
LEY 600 DE 2000.
A diferencia de la ley 906 de 2004, la cual implementó el sistema penal
acusatorio en Colombia, que dentro del acápite de los principios rectores
consagra en sus artículos 56 y 87 de manera clara y expresa el derecho a
contar con un juez imparcial, la ley 600 de 2000, al igual que la
Constitución, no hace mención expresa a la imparcialidad del juez.
Empero, del propio contenido de sus principios y reglas se desprende con
claridad que dicho procedimiento de enjuiciamiento penal se inspira
dentro de la idea o corolario máximo del juez imparcial.
Efectivamente, el artículo 1 de esta ley establece la dignidad humana
como criterio orientador dentro de la actuación:
6
Artículo 5º. Imparcialidad. En ejercicio de las funciones de control de garantías, preclusión y
juzgamiento, los jueces se orientarán por el imperativo de establecer con objetividad la verdad y
la justicia.
7
Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez adquirida la condición de imputado,
este tendrá derecho, en plena igualdad respecto del órgano de persecución penal, en lo que aplica
a:
k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado, imparcial, con inmediación de las
pruebas y sin dilaciones injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o por
conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los testigos de cargo y a obtener la
comparecencia, de ser necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos que puedan
arrojar luz sobre los hechos objeto del debate;
“Todos los intervinientes en el proceso penal serán tratados
con el respeto debido a la dignidad inherente al ser
humano.”
En concordancia y desarrollo del mandato anterior, el artículo 2 de la ley
600 de 20008, integra las garantías establecidas en el bloque de
constitucional, en donde, como arriba se señaló, se encuentra la de la
imparcialidad del juez. Pero más allá de esta remisión, también es cierto
que otros principios normativos consignados en este código respaldan este
derecho.
Uno de ellos, que tiene estrecha relación con el concepto de
imparcialidad, es el principio de igualdad, pues no se puede hablar de un
trato igualitario si el juzgador se encuentra parcializado respecto a una de
las partes. Este principio, está consagrado de manera expresa en el
artículo 5 de dicha codificación:
“Es deber de los servidores judiciales hacer efectiva la
igualdad de los intervinientes en el desarrollo de la
actuación procesal y proteger especialmente a aquellas
personas que por su condición económica, física o mental se
encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.”
Adicionalmente, el artículo 9 de la ley 600 de 2000, establece un mandato
que hace de la imparcialidad una obligación propia del juzgador. En
efecto, dicha norma indica:
“La actuación procesal se desarrollará teniendo en cuenta
el respeto a los derechos fundamentales de los sujetos
procesales y la necesidad de lograr la eficacia de la
administración de justicia en los términos de este código.”
Lo anterior, es así en tanto que de acuerdo a la jurisprudencia de la
Honorable Corte Constitucional9 la imparcialidad del juez, como garantía,
constituye un derecho fundamental:
8
Dicho artículo reza: “En los procesos penales se aplicarán las normas que en materia de
garantías se hallan consignadas en la Constitución Política y en los Tratados y Convenios
internacionales ratificados por el Estado Colombiano”
9
Sentencia C-095/03. M.P. Rodrigo Escobar Gil.
“La doctrina procesal considera que la garantía de la
imparcialidad, constituye no sólo un principio
constitucional, sino también un derecho fundamental
conexo con el derecho al debido proceso. Ello porque
en un Estado Social de Derecho, la imparcialidad se
convierte en la forma objetiva y neutral de obediencia
al ordenamiento jurídico. En efecto, el derecho de los
ciudadanos a ser juzgados conforme al Derecho, es
decir, libre e independiente de cualquier circunstancia
que pueda constituir una vía de hecho (C.P. Artículos
29 y 230), exige de forma correlativa el deber de
imparcialidad de los jueces (C.P. artículos 209 y 230), ya
que solamente aquél que juzga en derecho o en
acatamiento pleno del ordenamiento jurídico, puede
llegar a considerarse un juez en un Estado Social de
Derecho.
Entonces, como derecho fundamental que le asiste a las partes deberá ser
respetado dentro de la actuación en cumplimiento de lo dispuesto en el
artículo 9 de la ley 600 de 2000. Así mismo, en plena concordancia con lo
expuesto, el respeto al debido proceso como exigencia del artículo 1010
de esta ley refuerza la idea de la imparcialidad como principio rector de
este sistema procesal.
Tampoco, puede pasarse por alto, la regulación expresa que desde el
artículo 99 al 111 de la ley 600 de 2000, se hace de los impedimentos y las
recusaciones, institutos que, como se sabe, están orientados a
salvaguardar la imparcialidad del juzgador.
-
LEY 906 DE 2004
Artículo 5º. Imparcialidad. En ejercicio de las funciones de
control de garantías, preclusión y juzgamiento, los jueces se
10
Norma que señala: “El Estado garantizará a todas las personas el acceso efectivo a la
administración de justicia en los términos del debido proceso.”
orientarán por el imperativo de establecer con objetividad la
verdad y la justicia.
Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez
adquirida la condición de imputado, este tendrá derecho,
en plena igualdad respecto del órgano de persecución
penal, en lo que aplica a:
k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado,
imparcial, con inmediación de las pruebas y sin dilaciones
injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o
por conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los
testigos de cargo y a obtener la comparecencia, de ser
necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos
que puedan arrojar luz sobre los hechos objeto del debate;
Así, siendo claro que el ordenamiento jurídico colombiano, en la
constitución, en el bloque de constitucional y en los sistemas penales de
enjuiciamiento vigentes, establece como principio rector y garantía
fundamental la imparcialidad del juez, debe entonces precisarse cuál es el
alcance y las manifestaciones del mismo.
La imparcialidad del juez, en contraposición a la parcialidad de las partes,
ha sido definida por Piero Calamandrei de la siguiente manera:
"Imparcial debe ser el juez, que es uno, por encima de los
contendientes; pero los abogados están hechos para ser
parciales, no sólo porque la verdad se alcanza más
fácilmente escalándola desde dos partes, sino porque la
parcialidad del uno es el impulso que engendra el
contraimpulso del adversario, el empuje que excita la
reacción del contrario y que, a través de una serie de
oscilaciones casi pendulares, de un extremo al otro, permite
al juez hallar lo justo en el punto de equilibrio. Los abogados
proporcionan al juez las sustancias elementales de cuya
combinación nace en cierto momento, en el justo medio, la
decisión imparcial, síntesis química de dos contrapuestas
parcialidades. Deben ser considerados como "par" en el
sentido que esta expresión tiene en mecánica: sistema de
dos fuerzas equivalentes, las cuales, obrando sobre líneas
paralelas en dirección opuesta, engendran el movimiento,
que da vida al proceso, y encuentra reposo en la justicia".
-
DESARROLLO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL
No obstante, es importante precisar que no existe un concepto o una
manifestación univoca de imparcialidad. Todo lo contrario, la
jurisprudencia y la doctrina moderna, se han orientado por una
concepción dualista de la imparcialidad, dividiendo su alcance en dos
dimensiones distintas; la subjetiva y la objetiva.
Esta particular concepción viene dada por la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, siendo recogida también por la Corte
Interamericana de Derechos humanos y en el ámbito nacional por la
Corte Constitucional y la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de
Justicia.
Efectivamente, sobre este punto múltiple ha sido la jurisprudencia
desarrollada por el Tribunal de Estrasburgo –Corte Europea de Derechos
Humanos–. Sin duda alguna, un referente indiscutido es el reconocido
caso Piersack contra Bélgica, en donde la Corte, en la sentencia del 1º de
octubre de 1982, expuso el contenido de dicha garantía de la siguiente
manera:
“Si la imparcialidad se define ordinariamente por la ausencia
de prejuicios o parcialidades, su existencia puede ser
apreciada, especialmente conforme al artículo 6.1 del
Convenio, de diversas maneras. Se puede distinguir así entre
un aspecto subjetivo, que trata de averiguar la convicción
personal de un juez determinado en un caso concreto, y un
aspecto objetivo, que se refiere a si éste ofrece las garantías
suficientes para excluir cualquier duda razonable al
respecto.
(…)
Sin embargo, no es posible reducirse a una apreciación
puramente subjetiva. En esta materia incluso las apariencias
pueden revestir una cierta importancia (Sentencia Delcourt
de 17 enero 1970 (TEDH 1970, 1), serie A núm. 11, pg. 17, ap.
31). Como observó el Tribunal de casación belga en su
Sentencia de 21 febrero 1979 (apartado 17, supra), todo juez
en relación con el cual pueda haber razones legítimas para
dudar de su imparcialidad debe abstenerse de conocer ese
caso. Lo que está en juego es la confianza que los tribunales
deben inspirar a los ciudadanos en una sociedad
democrática.
(…)
En cualquier caso, importa poco saber si, como cree el
Gobierno, el señor Piersack ignoró estos hechos en aquel
momento. Como tampoco es necesario tratar de medir la
extensión precisa del papel jugado por el señor Van de
Walle, realizando otras investigaciones en orden a
determinar, por ejemplo, si recibió o no la nota de 4 de
febrero de 1977 o si discutió el caso con la señora del Carril y
el señor De Nauw. Es suficiente constatar que la
imparcialidad del «tribunal» al que incumbía decidir sobre «el
fondo de la acusación» podía ser sometida a duda.”
El contenido de este precedente, de casi 30 años de antigüedad,
mantiene hoy plena vigencia. Muestra de ello es la reciente jurisprudencia
de dicho tribunal en el caso Gómez De Liaño Y Botella contra España, en
donde dicho tribunal, en la sentencia del 22 de julio de 2008, reiteró este
criterio:
“El Tribunal recuerda que a los fines del artículo 6 § 1, la
imparcialidad debe apreciarse desde un aspecto subjetivo,
tratando de determinar la convicción y el comportamiento
personales de tal juez en tal ocasión y también desde un
aspecto objetivo conducente a asegurar que existen
garantías suficientes para excluir toda legítima duda a este
respecto. (ver, entre otras, las sentencias Hauschildt c.
Dinamarca, antes citada, § 46, y Thomann c. Suiza de 10 de
junio de 1996, Repertorio 1996-III, p. 815, § 30).
61. Respecto al primer aspecto, el Tribunal siempre ha
considerado que la imparcialidad personal de un
magistrado se presume hasta que se pruebe lo contrario
(Kyprianou c. Chipre [GC] de 15 de diciembre de 2005, no
73797/01, § 119). Incluso si en ciertos casos puede resultar
difícil proporcionar pruebas que permitan volcar la
presunción, la exigencia de imparcialidad objetiva,
proporciona y conviene recordarlo, una garantía adicional
importante. (Pullar c. Reino Unido, sentencia de 10 de junio
de 1996, Repertorio 1996-III, p. 793, § 32). En otras palabras, el
Tribunal reconoce la dificultad de establecer la existencia de
una violación del artículo 6 por parcialidad subjetiva. En este
caso no ha apreciado ningún elemento susceptible de
poner en duda la imparcialidad personal del magistrado B.
Las alegaciones del demandante referentes a la amistad
cercana del magistrado en causa, con el abogado de uno
de los querellantes, aun suponiendo que pudiesen ser
consideradas como probadas, no se tendrían en cuenta. De
todos modos, el Tribunal no estima necesario resolver esta
cuestión puesto que constata la existencia de una violación
del artículo 6, por falta de imparcialidad objetiva, por los
motivos que se expondrán (Belukha c.Ucrania, no 33949/02, 9
de noviembre de 2006, § 51).
62. Respecto al segundo aspecto, nos lleva a preguntarnos,
si cuando una jurisdicción colegiada está en causa,
independientemente de la actitud personal de uno de sus
miembros, ciertos hechos verificables autorizan a dudar de la
imparcialidad de la misma. En la materia, incluso las
apariencias pueden revestir importancia. De ahí resulta que
para pronunciarse, en un asunto concreto, sobre el hecho
de que una jurisdicción adolezca de falta de imparcialidad,
el punto de vista del interesado se tiene en cuenta pero no
juega un papel decisivo. El elemento determinante consiste
en saber si los temores de aquel pueden considerarse
objetivamente justificados. (Lindon, Otchakovsky-Laurens y
July c. Francia [GC], nos 21279/02 y 36448/02, § 77, CEDH
2007-...).”
Siguiendo esa línea, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, también
ha resaltado la dualidad de la imparcialidad, resaltando el rol del aspecto
objetivo. Así, por ejemplo dicho Tribunal, en la sentencia del 2 de julio de 2004,
dentro del caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica, señaló:
“La Corte considera que el derecho a ser juzgado por un
juez o tribunal imparcial es una garantía fundamental del
debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez o
tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente
con la mayor objetividad para enfrentar el juicio. Esto
permite a su vez, que los tribunales inspiren la confianza
necesaria a las partes en el caso, así como a los ciudadanos
en una sociedad democrática.”
Una descripción más precisa sobre el concepto de la imparcialidad objetiva, lo da
la Corte en la sentencia del 22 de noviembre de 2005, dada en el caso Palamara
Iribarne Vs. Chile:
“146.La imparcialidad del tribunal implica que sus integrantes
no tengan un interés directo, una posición tomada, una
preferencia por alguna de las partes y que no se encuentren
involucrados en la controversia.
147.
El juez o tribunal debe separarse de una causa
sometida a su conocimiento cuando exista algún motivo o
duda que vaya en desmedro de la integridad del tribunal
como un órgano imparcial. En aras de salvaguardar la
administración de justicia se debe asegurar que el juez se
encuentre libre de todo prejuicio y que no exista temor
alguno que ponga en duda el ejercicio de las funciones
jurisdiccionales.”
Así también lo señaló la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dentro del
caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, en la Sentencia de 30 de mayo de 1999, en
donde acudió a criterios netamente objetivos para cuestionar un juzgamiento
de justicia penal militar peruana:
“El juez encargado del conocimiento de una causa debe ser
competente, independiente e imparcial de acuerdo con el
artículo 8.1 de la Convención Americana. En el caso en
estudio, las propias fuerzas armadas inmersas en el combate
contra los grupos insurgentes, son las encargadas del
juzgamiento de las personas vinculadas a dichos grupos.
Este extremo mina considerablemente la imparcialidad que
debe tener el juzgador. Por otra parte, de conformidad con
la Ley Orgánica de la Justicia Militar, el nombramiento de los
miembros del Consejo Supremo de Justicia Militar, máximo
órgano dentro de la justicia castrense, es realizado por el
Ministro del sector pertinente. Los miembros del Consejo
Supremo Militar son quienes, a su vez, determinan los futuros
ascensos, incentivos profesionales y asignación de funciones
de sus inferiores.
Esta constatación pone en duda la
independencia de los jueces militares.
Este Tribunal ha señalado que las garantías a que tiene
derecho toda persona sometida a proceso, además de ser
indispensables deben ser judiciales, “lo cual implica la
intervención de un órgano judicial independiente e
imparcial, apto para determinar la legalidad de las
actuaciones que se cumplan dentro del estado de
excepción”11.
Idéntica consideración hizo la corte interamericana, en el caso Cantoral
Benavides vs. Perú, resuelto en la sentencia de 18 de agosto de 2000:
“Estima la Corte que los tribunales militares del Estado que
han juzgado a la presunta víctima por el delito de traición a
la patria no satisfacen los requerimientos de independencia
11
El hábeas corpus bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana
sobre Derechos Humanos), supra nota 86, párr. 30 y Garantías judiciales en estados de emergencia
(arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra nota 86, párr. 20.
e imparcialidad establecidos en el artículo 8.1 de la
Convención. La Corte considera que en un caso como el
presente, la imparcialidad del juzgador resulta afectada por
el hecho de que las fuerzas armadas tengan la doble
función de combatir militarmente a los grupos insurgentes y
de juzgar e imponer penas a los miembros de dichos
grupos.”
Empero tal vez la descripción más precisa sobre el concepto dualista de la
imparcialidad, dentro del sistema interamericano, ha sido dada por la
Corte Interamericana dentro del caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera
de lo Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, en la sentencia del 5 de
agosto de 2008, en donde señaló:
“56.
En cambio, la imparcialidad exige que el juez que
interviene en una contienda particular se aproxime a los
hechos de la causa careciendo, de manera subjetiva, de
todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías suficientes
de índole objetiva que permitan desterrar toda duda que el
justiciable o la comunidad puedan albergar respecto de la
ausencia de imparcialidad12. La Corte Europea de Derechos
Humanos ha explicado que la imparcialidad personal o
subjetiva se presume a menos que exista prueba en
contrario13. Por su parte, la denominada prueba objetiva
consiste en determinar si el juez cuestionado brindó
elementos convincentes que permitan eliminar temores
legítimos o fundadas sospechas de parcialidad sobre su
persona14. Ello puesto que el juez debe aparecer como
actuando sin estar sujeto a influencia, aliciente, presión,
12
Cfr. Pullar v. the United Kingdom, judgment of 10 June 1996, Reports of Judgments and
Decisions 1996-III, § 30, y Fey v. Austria, judgment of 24 February 1993, Series A no. 255-A p. 8, §
28.
13
14
Cfr. Daktaras v. Lithuania, no. 42095/98 (Sect. 3) (bil.), ECHR 2000-X – (10.10.00), § 30.
Cfr. Piersack v. Belgium, judgment of 1 October 1982, Series A no. 53, y De Cubber v. Belgium,
judgment of 26 October 1984, Series A no. 86.
amenaza o intromisión, directa o indirecta15, sino única y
exclusivamente conforme a -y movido por- el Derecho.”
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el otro órgano que
hace parte de este sistema de protección, también ha hecho referencia a
estos aspectos, dentro del Informe No. 5 / 96, caso 10.970., del 1º de Marzo
de 1996:
“La imparcialidad supone que el tribunal o juez no tiene
opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice y, en
particular, no presume la culpabilidad del acusado. Para la
Corte Europea, la imparcialidad del juzgador se compone de
elementos subjetivos y objetivos.[132] La imparcialidad subjetiva
del juez en el caso concreto se presume mientras no se
pruebe lo contrario. A diferencia, la imparcialidad objetiva
exige que el tribunal o juez ofrezca las suficientes garantías
que eliminen cualquier duda acerca de la imparcialidad
observada en el proceso.[133]”
-
DESARROLLO JURISPRUDENCIAL NACIONAL
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
Ya en el ámbito judicial, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema
de Justicia, en sentencia del 27 de febrero de 2009, dentro del radicado
31198, M.P. Yesid Ramírez Bastidas, profundizó sobre el alcance de este
concepto:
“La imparcialidad como principio y garantía en orden a
la equidad, es una realidad teórico-práctica que se
debe aceptar, defender y por sobre todo practicar por
tradición y por convicción. Pero a la par de este
postulado fundamental, puede decirse que más que
una categoría jurídica es un estado de ser del alma o si
se quiere del espíritu en el que se deben neutralizar las
cargas subjetivas de afecto, desafecto o ideológicas,
que al hacerse preponderantes se constituyen en un
factor que atenta contra los ejercicios de la equidad y
la transparencia en la funcionalidad de la jurisdicción y
15
Principio 2 de los Principios Básicos de las Naciones Unidas, supra nota 59.
como elemento negativo se transmutan en preconceptualizaciones, pues se entra a definir situaciones
jurídicas con criterios preconcebidos o elaborados con
elementos de juicio y valoración dados por fuera de los
debidos imperativos legales, es decir, por fuera del
imperio de la ley.”
Estas consideraciones y las ampliamente referidas a nivel internacional, de
tiempo atrás también han sido recogidas por la jurisprudencia de Corte
Constitucional, un claro ejemplo de ello es la sentencia C-095 de 2003, en
donde se distingue entre el criterio subjetivo y el objetivo:
“A partir de las citadas consideraciones, la doctrina
procesal ha concluido que la imparcialidad requiere de
la presencia de dos elementos. Un criterio subjetivo y
otro objetivo. El componente subjetivo, alude al estado
mental del juez, es decir, a la ausencia de cualquier
preferencia, afecto o animadversión con las partes del
proceso, sus representantes o apoderados. El elemento
objetivo, por su parte, se refiere al vínculo que puede
existir entre el juez y las partes o entre aquél y el asunto
objeto de controversia - de forma tal - que se altere la
confianza en su decisión, ya sea por la demostración
de un marcado interés o por su previo conocimiento
del asunto en conflicto que impida una visión neutral de
la litis. (Énfasis suplido)
“… lo cierto es que la valoración de la imparcialidad,
no se realiza a partir de las posiciones morales, éticas o
psicológicas de los jueces, sino a través de su postura
intersubjetiva. Es decir, la apreciación de la
imparcialidad del juez se concreta, en un juicio exterior
derivado de la interrelación del juzgador con las partes
y la comunidad en general. En efecto, el hecho de que
una misma autoridad - en primera y en segunda
instancia - conozca de lo actuado, conduce a que,
independientemente de su actitud personal, su
decisión pueda ser razonablemente considerada como
carente de objetividad y neutralidad, con lo cual se
produce irremediablemente la perdida de credibilidad
y legitimidad de las decisiones públicas, en perjuicio de
la estabilidad del ordenamiento jurídico.
En consecuencia, la garantía de la imparcialidad se
convierte no sólo en un elemento esencial para
preservar el derecho al debido proceso, sino también
en una herramienta idónea para salvaguardar la
confianza en el Estado de Derecho, a través de
decisiones que gocen de credibilidad social y
legitimidad democrática.”
En igual sentido, la Corte Constitucional en su sentencia C-396 de 2007,
indicó:
“Pues bien, nuestro ordenamiento jurídico diseñó varias
garantías institucionales e individuales en el proceso penal
que permiten contar con órganos jurisdiccionales que dan
confianza y seguridad de que los problemas con relevancia
penal serán decididos por autoridades que no tiene relación
directa con el litigio y que, por consiguiente, mantendrán
una posición objetiva al momento de resolverlos,
desligándose de intereses directos con la decisión, o con
preconceptos que le interfieren en la neutralidad judicial. En
tal virtud, la imparcialidad de los jueces implica que la
resolución judicial de cualquier clase de proceso se adopte
sin opiniones anticipadas sobre la forma en que los
conducirán ni sobre el resultado de los mismos ni con
presiones o influencias externas al proceso. Así, la
imparcialidad tiene como fin último proteger la efectividad
del derecho a un proceso con todas las garantías y a la
administración de justicia objetiva.
En este mismo sentido, el Tribunal Constitucional Español [30],
siguiendo al Tribunal Europeo de Derechos Humanos[31], dijo
que hay dos formas de apreciar la imparcialidad judicial, a
saber: una vertiente subjetiva, que se refiere a la convicción
personal de un juez determinado respecto al caso concreto
y a las partes y, otra objetiva, que incide sobre las garantías
suficientes que debe reunir el juzgador en su actuación
respecto al objeto mismo del proceso. En otras palabras,
como bien lo advierte la doctrina española[32], la
imparcialidad judicial no sólo se garantiza con las reglas
tendientes a retirar del proceso a quien, por circunstancias
subjetivas, podría afectar la igualdad de trato jurídico
(impedimentos, recusaciones y objeción de conciencia),
sino también mediante la consagración de instrumentos
propios del proceso que concretan la realización de la
justicia. De esta forma, el juez debe separarse de una causa
sometida a su conocimiento cuando exista algún motivo o
duda que vaya en desmedro de la integridad del tribunal
como un órgano imparcial, puesto que, como lo ha
advertido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en
múltiples decisiones, en la imparcialidad judicial no sólo es
importante serlo sino parecer imparcial, por lo que los jueces
de los que pueda temerse legítimamente una falta de
imparcialidad, deben separarse del proceso.”
En otro de sus pronunciamientos, sentencia C-762 de 2009, la Corte
Constitucional, reseñó:
“Con todo, junto a ella, se debe asegurar la imparcialidad
objetiva[8], esto es, sin contacto anterior con el thema
decidendi, “`de modo que se ofrezcan las garantías
suficientes, desde un punto de vista funcional y orgánico,
para excluir cualquier duda razonable al respecto’”[9]. No se
pone con ella en duda la “’rectitud personal de los Jueces
que lleven a cabo la instrucción’” sino atender al hecho
natural y obvio de que la instrucción del proceso genera en
el funcionario que lo adelante, una afectación de ánimo,
por lo cual no es garantista para el inculpado que sea éste
mismo quien lo juzgue[10]”.
De ahí que en dicha providencia se concluye que la
“garantía del debido proceso o del juicio justo, referente al
derecho a un juez imparcial, como actualmente es
considerado, ha sido entonces adicionada por paulatina
evolución doctrinal foránea, para no circunscribirse ahora
únicamente a la parcialidad intencional del funcionario, por
tener o haber tenido un vínculo que le lleve hacia el
favorecimiento o animadversión; también apunta hoy en día
al apego competencial a preconceptos que humanamente
vayan siendo asumidos y consolidados, llegando a
percibirse externamente como inmodificables, que pudieren
obstaculizar la confianza que deben inspirar los jueces,
tribunales y, en general, toda la administración de justicia,
en una sociedad democrática (…)”[11].
De igual modo, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ha recogido
todas las consideraciones anteriores, en el auto del 14 de noviembre de de
200716:
“Dichas causales, no obstante, tienen como propósito
común el de garantizar la eficacia del derecho a ser juzgado
por un juez imparcial, consagrado en el artículo 10 de la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948,
el artículo 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos de 1966, el artículo 8.1 de la Convención Americana
de Derechos Humanos de 1968 y el artículo 5 de la ley 906 de
2004, entre otras disposiciones.
Al respecto, si bien la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha orientado la
mayoría de sus decisiones a la necesidad de proteger este
derecho cuando tribunales militares han juzgado a civiles
dentro de su jurisdicción17, los informes de la Comisión
Interamericana lo han perfilado en el sentido de que “[l]a
imparcialidad supone que el juez no tiene opiniones
16
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL. M. P. JULIO ENRIQUE
SOCHA SALAMANCA. AUTO DEL 14 DE NOVIEMBRE DE 2007. RAD. 28633.
17
Cf., entre otras, caso Loaiza Tamayo vs. Perú, sentencia de 17 de septiembre de 1997; y caso
Palamara vs. Chile, sentencia de 22 de noviembre de 2005.
preconcebidas en el caso sub iúdice y, en particular, no
presume la culpabilidad del acusado”18.
No obstante, también ha precisado la Comisión que “[l]o
decisivo no es el temor subjetivo de la persona interesada
con respecto a la imparcialidad que debe tener el Tribunal
que se ocupa del juicio, sino el hecho de que en las
circunstancias pueda sostenerse que sus temores se justifican
objetivamente”19 y que “[l]a imparcialidad subjetiva del juez
en el caso concreto se presume mientras no se pruebe lo
contrario”20.
Por su parte, la jurisprudencia del Tribunal Europeo de
Derechos Humanos (que, aunque no tiene incidencia alguna
en el ordenamiento jurídico colombiano, no sólo ha
desarrollado sus conceptos en forma armónica con las
decisiones adoptadas por la Comisión Interamericana y la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que
además ha sido tanto referente como receptor dentro de la
evolución de los mismos) precisó acerca del derecho a ser
juzgado por un juez imparcial lo siguiente:
“La imparcialidad debe apreciarse de modo subjetivo,
tratando de determinar la convicción y el comportamiento
personales de tal juez en tal ocasión, e igualmente de un
modo objetivo para asegurar que ofrece las garantías
suficientes para eliminar cualquier duda legítima […].
”En cuanto al carácter objetivo, nos conduce a
preguntarnos si, independientemente de la conducta del
juez, ciertos hechos verificables permiten sospechar la
imparcialidad de este último. Incluso las apariencias pueden
revestir importancia. Los tribunales de una sociedad
democrática deben inspirar confianza al justiciable. Resulta
que para pronunciarse sobre la existencia, en un asunto
concreto, de una razón legítima para temer de un juez la
18
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, CIDH), caso Martín de Mejía vs.
Perú, 1996.
19
CIDH, caso Gómez López vs. Venezuela, 1996
20
CIDH, caso Martín de Mejía vs. Perú, 1996
falta de imparcialidad, hay que tener en cuenta la opinión
del acusado, pero ésta no juega un papel decisivo. El
elemento determinante consiste en saber si se pueden
considerar
las
aprensiones
del
interesado
como
21
objetivamente justificadas” .
Ahora bien, un ejemplo reciente en donde se da plena aplicación al
criterio objetivo de la imparcialidad, es el auto del 28 de junio de 2011 de
la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, en donde resolvió el
impedimento planteado por la ex Fiscal General de la Nación, doctora
Viviane Morales Hoyos, para investigar a la doctora Sandra Morelli Rico,
Contralora General de la República, en dicha ocasión esta Corporación
precisó:
“Ahora bien, de acuerdo con el inciso segundo del artículo
58 de la mencionada Ley 906 de 2004, del numeral 5º del
artículo 23 de la ley 938 de 2004, así como el 116.1 de la ley
600 de 2000, el llamado a continuar con la investigación
sería el señor Vicefiscal General de la Nación, como así lo
venía disponiendo esta Corporación en cumplimiento de
tales preceptos. Una nueva revisión del tema, a partir del
principio del juez natural, de la finalidad del instituto de los
impedimentos y de la necesidad de garantizar
efectivamente la imparcialidad judicial, obliga a la Corte a
replantear su postura, con fundamento en los razonamientos
que a continuación pasan a esbozarse.
(…)
Ya frente a la independencia y a la imparcialidad con las
que el Vicefiscal General de la Nación pudiera realizar una
investigación en relación con la cual su jefe ya adelantó la
conclusión mediante una opinión periodística, igualmente
hay que decir que se encuentran seriamente cuestionadas.
Esto, porque también frente a estas expectativas
constitucionales, se presenta una tensión entre los principios
21
Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante, TEDH), caso Perote Pellón vs. España,
2002, 31.
constitucionales de la independencia e imparcialidad
judicial, y la preceptiva legal mencionada, toda vez que con
tales
disposiciones
no
se
garantizan
efectiva
y
concretamente las máximas de optimización incorporadas
en el texto superior, dada la condición de subordinado que
frente a la Fiscal General de la Nación, osenta el Vicefiscal, a
tal punto que de acuerdo con el mismo artículo 23 de la ley
938, es su asesor (numeral 1º), representante (numeral 2º) y
delegado (numerales 6º y 7º); además de ser de su libre
nombramiento y remoción (artículo 59 literal a).
La independencia depende fundamentalmente de la
capacidad de no ser dependiente, lo cual se le garantiza al
Fiscal General de la Nación con un período constitucional en
el cual ejerce su función, sin consideración adicional,
situación que no se puede predicar del Vicefiscal,
funcionario que pende simplemente de un acto
administrativo discrecional.
Así pues, la Corte inaplicará las normas legales antes citadas,
no sin antes advertir que si bien el artículo 116 de la ley 600
de 2000 fue declarado exequible mediante la sentencia C873 de 2003, los cargos atendidos y resueltos en dicha
providencia no incluyeron los razonamientos aquí
propuestos; ni los mismos tampoco han sido valorados por la
Corte Constitucional en la relación con el artículo 23.5 de la
ley 938 de 2004 ni frente al inciso segundo del artículo 58 de
la ley 906 de 2004; razón por la cual no tiene restricciones
para apartarse de dichos cánones.
De acuerdo con lo expuesto y considerando que es deber
constitucional de las autoridades públicas, incluidas las
jurisdiccionales, realizar los fines esenciales del estado, entre
ellos el de garantizar la efectividad de los principios,
derechos y deberes consagrados en la Carta Política –
Artículo 2º-, la primacía de los derechos fundamentales de la
persona –articulo 5º- y aplicar la Constitución en caso de
incompatibilidad con la ley u otra norma jurídica –artículo 4º, no cabe duda alguna que frente al impedimento de la
Fiscal General de la Nación, el asunto debe ser asignado a
un Fiscal ad hoc, designado mediante un procedimiento
que garantice la independencia, imparcialidad y
objetividad del funcionario en la investigación del caso en
concreto; vale decir, con el mismo procedimiento dispuesto
para la elección del Fiscal General de la Nación.”
Como puede apreciarse, en este caso, a pesar de no estar en discusión la
imparcialidad subjetiva, del funcionario que para ese entonces ostentaba
el cargo de Vicefiscal General de la Nación, lo cierto es que la Corte
cuestiono que la imparcialidad podía estar severamente cuestionada,
esto por las características propias de su cargo y la relación funcional
existente con su superior jerárquico, el Fiscal General de la Nación, lo cual,
así no se diga expresamente en la providencia, es una clara aplicación del
criterio objetivo de imparcialidad.
IV.
CASO CONCRETO
Teniendo como fundamentos los antecedentes fácticos reseñados y la
amplia jurisprudencia tanto nacional como internacional y las normas
rectoras de nuestro proceso penal, formulo recusación en contra de los
doctores EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET y JOSE FERNANDO PERDOMO,
en su calidad de Fiscal General de la Nación y Vice fiscal General de la
Nación respectivamente, atendiendo la gravedad de las situaciones que
se han venido presentado y que deben entenderse en el marco del
pesado clima que actualmente se percibe en el ambiente, tales como las
declaraciones dadas a YAMID AMAT, la negativa del aplazamiento a la
citación que se me hizo para rendir diligencia de declaración jurada y la
reapertura de un proceso en mi contra. (Tal como se explicó ampliamente
en el acápite de antecedentes)
Cabe resaltar, que esta solicitud la elevo de la manera más respetuosa y
destacando que mi postura no reta la administración de justicia o se erige
como un desacato a las decisiones de la autoridad judicial, sino a mi
preocupación como ciudadano colombiano, testigo en este proceso y
posible incriminado en otra actuación, considerando que en el presente
no se me están brindando las garantías necesarias y obligatorias, por lo
que acudo ante ustedes para poner de presente esas circunstancias
actuales y solicitar que se dé el trámite de ley a la presente,.
V.
CAUSALES PARA PEDIR LA RECUSACIÓN
El artículo 56 de la ley 906, señala las siguientes causales de impedimento
que se aplican también para la recusación:
“Son causales de impedimento:
(…)
4. Que el funcionario judicial haya sido apoderado o
defensor de alguna de las partes, o sea o haya sido
contraparte de cualquiera de ellos, o haya dado consejo o
manifestado su opinión sobre el asunto materia del proceso.”
(Énfasis suplido)
De igual manera la codificación penal establece el trámite que debe
seguirse para resolver el impedimento, en el artículo 57:
“Artículo 57. Trámite para el impedimento. Modificado
por el art. 82, Ley 1395 de 2010. Cuando el funcionario
judicial se encuentre incurso en una de las causales de
impedimento deberá manifestarlo a la Sala Penal de la
Corte Suprema de Justicia o a la sala penal del tribunal
de distrito, según corresponda, para que sea sustraído
del conocimiento del asunto.”
En el caso particular, frente a la recusación en contra del doctor EDUARDO
MONTEALEGRE LYNNET, debemos seguir los preceptos del artículo 58 del
actual Código de Procedimiento Penal, que trata del impedimento del
Fiscal General de la Nación:
“Artículo 58. Impedimento del Fiscal General de la
Nación. Si el Fiscal General de la Nación se declarare
impedido o no aceptare la recusación, enviará la
actuación a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, para que resuelva de plano.”
Respecto
a la recusación planteada en contra del doctor JOSÉ
FERNANDO PERDOMO, está reglada por el artículo 63 de la Ley 906, en los
siguientes términos:
“Artículo 63. Impedimentos y recusación de otros
funcionarios
y
empleados.
Las
causales
de
impedimento y las sanciones se aplicarán a los fiscales,
agentes del Ministerio Público, miembros de los
organismos que cumplan funciones permanentes o
transitorias de policía judicial, y empleados de los
despachos judiciales, quienes las pondrán en
conocimiento de su inmediato superior tan pronto
como adviertan su existencia, sin perjuicio de que los
interesados puedan recusarlos. El superior decidirá de
plano y, si hallare fundada la causal de recusación o
impedimento, procederá a reemplazarlo.
Cuando se trate de impedimento o recusación de
personero municipal, la manifestación se hará ante el
procurador provincial de su jurisdicción, quien
procederá a reemplazarlo, si hubiere lugar a ello, por un
funcionario de su propia dependencia o de la misma
personería, o por el personero del municipio más
cercano.
En los casos de la Procuraduría General de la Nación,
Fiscalía General de la Nación y demás entidades que
tengan funciones de policía judicial, se entenderá por
superior la persona que indique el jefe de la respectiva
entidad, conforme a su estructura.
En estos casos no se suspenderá la actuación.”
En cuanto al procedimiento al interior de la Fiscalía General de la Nación
para la reasignación del conocimiento de las investigaciones, debemos
acudir a la Resolución 0689 del 2012, expedida por la doctora MARTHA
LUCIA ZAMORA ÁVILA en calidad de Fiscal General de la Nación ( e ),
especialmente los artículos 5 y 6, que establecen las causales de
asignación de un Fiscal Especial o la reasignación, señalando que éstas
corresponden a las señaladas legalmente para el cambio de radicación:
Artículo 5°. Causales. La orden de asignar
especialmente el conocimiento de una investigación a
un fiscal determinado, así como de reasignar o
desplazar el conocimiento de un proceso en curso a
otro fiscal, deberá sustentarse en razones objetivas
calificables como excepcionales, que impliquen una
afectación al normal desarrollo de la actuación y que
no pueden ser superadas a través de otros
procedimientos o instituciones previstos en la ley.
Artículo 6°. Procedencia. El trámite descrito en la
presente resolución es de carácter excepcional y sólo
procede por razones objetivas calificables como
excepcionales, especialmente los casos en los procede
el cambio de radicación y siempre que esas
circunstancias no puedan ser subsanadas a través de
los mecanismos procesales previstos en la legislación
vigente. Aquellas solicitudes de asignación especial o
de reasignación en las que se invoquen otras figuras
procesales, deberán ser remitidas de plano al fiscal de
conocimiento para adelantar el trámite que
corresponda según su contenido. Esta remisión será
informada al interesado.
5.1.
De la necesidad de acoger favorablemente la petición
formulada.
Como se extrae de los hechos y de los fundamentos jurídicos hasta ahora
expuestos, resulta sumamente grave para mis intereses y derechos que sea
alguno de ustedes doctor MONTEALEGRE y doctor PERDOMO quien se
encargue de conocer el presente asunto, ya que con su actuar en
calidad de representantes de la Fiscalía implica la no garantía de los
principios de imparcialidad y objetividad.
VI.
CONSECUENCIAS DE LA RECUSACIÓN
En primer lugar, el artículo 62 consagra como consecuencia de la
recusación se SUSPENDERÁ DE LA ACTUACIÓN, esto en los siguientes
términos:
“Desde cuando se presente la recusación o se manifieste el
impedimento del funcionario judicial hasta que se resuelva
definitivamente, se suspenderá la actuación.
Cuando la recusación propuesta por el procesado o su
defensor se declare infundada, no correrá la prescripción de
la acción entre el momento de la petición y la decisión
correspondiente.”
En segundo término, el artículo 64 señala de manera categórica que
cuando un funcionario es relevado del conocimiento de una causa, NO
PODRÁ RECUPERAR SU COMPETENCIA:
“En ningún caso se recuperará la competencia por la
desaparición de la causal de impedimento.”
VII.
PETICIÓN
PRIMERO: Solicito se dé el trámite correspondiente a la presente
formulación de recusación en los términos de Ley, frente al doctor
MONTEALEGRE LYNNET.
SEGUNDO: Solicito se dé el trámite correspondiente a la presente
formulación de recusación en los términos de Ley y reglamentarios,
respecto a la reasignación de la investigación frente al doctor PERDOMO
TORRES.
TERCERO: Como consecuencia de lo anterior, solicito se suspenda la
actuación y se me cite nuevamente a rendir la diligencia de declaración
jurada, una vez se verifiquen la existencia de todas las garantías procesales
para rendirla, principalmente de objetividad e imparcialidad, a través de la
designación de persona distinta a los señores Fiscal General de la Nación y
Vice Fiscal General de la Nación para el conocimiento de este proceso.
Atentamente,
ÁLVARO URIBE VÉLEZ
C.C.
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