SEÑORES EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN JORGE FERNANDO PERDOMO VICE FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN CIUDAD RAD.: NOTICIA CRIMINAL N° 110016000102201400173 REF:. FORMULACÓN DE RECUSACIÓN ÁLVARO URIBE VÉLEZ, identificado como aparece al pie de mi firma, obrando en mi propio nombre y representación, de manera atenta me permito por medio del presente formular en contra de ustedes Recusación para conocer la noticia criminal de la referencia en la que se me ha citado como testigo para rendir DECLARACIÓN JURADA, por carecer de garantías procesales frente a su imparcialidad y objetividad, lo anterior, con base en los siguientes: I. ANTECEDENTES 1. Rendí entrevista a La W radio, poniendo en conocimiento de la opinión pública la información recibida a escasas horas de diferencia que a mi juicio es creíble y que provino de diferentes fuentes, según la cual, en la campaña presidencial del doctor JUAN MANUEL SANTOS se estaría incurriendo en violaciones a los topes de financiamiento y que se había recibido la suma de dos millones de dólares (U$ 2.000.000) para pagar saldos de la campaña, posiblemente provenientes de los doce millones de dólares (U$ 12.000.000) que fueron pagados al señor J.J. RENDÓN por un proceso de intermediación con los hermanos COMBA. http://www.wradio.com.co/escucha/archivo_de_audio/alvarouribe-asegura-que-zuluaga-no-tenia-por-que-saber-que-tenia-unhacker-contratado/20140508/oir/2214386.aspx Récord (00:19:00) 2. En cuanto a esta manifestación, la respuesta dada por los responsables de la campaña a través del señor JOSÉ ROBERTO PRIETO fue un anuncio en medios de comunicación según la cual se iniciaría una denuncia en mi contra por los delitos de injuria y calumnia. Al respecto, se puede ver por ejemplo lo publicado en los siguientes medios de comunicación. http://www.eluniversal.com.co/politica/campana-santos-denunciaraalvaro-uribe-por-injuria-y-calumnia-159072 http://www.vanguardia.com/actualidad/colombia/259166-demandarana-uribe-por-injuria-y-calumnia http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/roberto-prietodenunciara-por-injuria-y-calumnia-a-alvarouribe/20140508/nota/2215138.aspx 3. En caso, de existir esa noticia criminal y ante mi posible calidad de incriminado en un proceso penal me cobijaría por la garantía de guardar silencio, conforme a lo dispuesto en el artículo 81 de la Ley 906 de 2004. 1 “Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez adquirida la condición de imputado, este tendrá derecho, en plena igualdad respecto del órgano de persecución penal, en lo que aplica a: a) No ser obligado a declarar en contra de sí mismo ni en contra de su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad; b) No autoincriminarse ni incriminar a su cónyuge, compañero permanente o parientes dentro del cuarto grado de consanguinidad o civil, o segundo de afinidad; El texto subrayado fue declarado EXEQUIBLE por la Corte Constitucional mediante Sentencia C-029 de 2009, en el entendido de que las mismas incluyen, en igualdad de condiciones, a los integrantes de las parejas del mismo sexo. c) No se utilice el silencio en su contra; d) No se utilice en su contra el contenido de las conversaciones tendientes a lograr un acuerdo para la declaración de responsabilidad en cualquiera de sus formas o de un método alternativo de solución de conflictos, si no llegaren a perfeccionarse; e) Ser oído, asistido y representado por un abogado de confianza o nombrado por el Estado; f) Ser asistido gratuitamente por un traductor debidamente acreditado o reconocido por el juez, en el caso de no poder entender o expresarse en el idioma oficial; o de un intérprete en el evento de no poder percibir el idioma por los órganos de los sentidos o hacerse entender oralmente. Lo anterior no obsta para que pueda estar acompañado por uno designado por él; 4. Igualmente se tiene como antecedente la entrevista dada por el doctor EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET actual FISCAL GENERAL DE LA NACIÓN a YAMID AMAT el domingo 11 de mayo del presente año, en la que abiertamente se expresa opiniones de tilde político, mismas que se encuentran vedadas a un funcionario de sus calidades, que implica una postura objetiva e imparcial frente a los hechos que sean puestos en su conocimiento como cabeza nacional del ente acusador. http://linkis.com/www.eltiempo.com/pol/8PlUq 5. Respecto de la actuación desplegada por el doctor JORGE FERNANDO PERDOMO, dentro de la noticia criminal de la referencia, se evidencias graves irregularidades, en primer lugar se me cita a rendir una declaración jurada mediante oficio N° VFGN 0314 del 10 de mayo de 2014 (es decir, en día sábado), para llevar a cabo la diligencia el día lunes 12 de mayo a las 8 de la mañana. 6. Frente a esta situación manifesté públicamente mi imposibilidad de asistir debido a compromisos previos en la ciudad de Calí. g) Tener comunicación privada con su defensor antes de comparecer frente a las autoridades; h) Conocer los cargos que le sean imputados, expresados en términos que sean comprensibles, con indicación expresa de las circunstancias conocidas de modo, tiempo y lugar que los fundamentan; i) Disponer de tiempo razonable y de medios adecuados para la preparación de la defensa. De manera excepcional podrá solicitar las prórrogas debidamente justificadas y necesarias para la celebración de las audiencias a las que deba comparecer; j) Solicitar, conocer y controvertir las pruebas; k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado, imparcial, con inmediación de las pruebas y sin dilaciones injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o por conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia, de ser necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos que puedan arrojar luz sobre los hechos objeto del debate; l) Renunciar a los derechos contemplados en los literales b) y k) siempre y cuando se trate de una manifestación libre, consciente, voluntaria y debidamente informada. En estos eventos requerirá siempre el asesoramiento de su abogado defensor.” 7. En este mismo sentido, mi abogado JAIME GRANADOS PEÑA, solicitó el día lunes 12 de mayo a primera hora de la mañana se reprogramara la diligencia, a fin de garantizar mi comparecencia y comunicando que es de mi mayor interés dar cumplimiento a la citación de la Fiscalía. 8. Mediante correo electrónico, recibido en la cuenta jgpabogados@yahoo.com , perteneciente a mi abogado y en su oficina se recibió en horas de la tarde del 12 de mayo, la respuesta del Despacho del Vice Fiscal a mi solicitud, notificándome que la diligencia se llevará a cabo el día martes 13 de mayo a las 8 de la mañana citación por segunda vez, sin número de oficio. 9. Frente a estos hechos, emití el mismo lunes 12 de mayo, en horas de la mañana desde la ciudad de Calí, un COMUNICADO DE PRENSA2, haciendo una relación de los hechos relevantes en este caso y solicitando a los doctores MONTEALEGRE y PERDOMO, se declararan impedidos, teniendo en cuenta las desafortunadas manifestaciones efectuadas por el doctor MONTEALEGRE en la prensa, según las cuales estaría incurriendo en el delito de FRAUDE PROCESAL (sin que exista hasta el momento, acto procesal alguno de mi parte), por haber manifestado que debe haber investigación sobre violaciones de techos de financiación en las campañas del Presidente Santos y sobre la contribución que habría hecho el señor JJ Rendón para pagar saldos de la campaña de 2010, que podría estar en conexión con los 12 millones de dólares que el narcotráfico expresa haberle entregado a los señores Rendón y Chica, asesores del Presidente de la República, por gestiones de intermediación, que efectivamente se realizaron según lo ha reconocido el mandatario. Adicionalmente, el Señor Fiscal General de la Nación –desconociendo mi compromiso de colaboración con la justicia, ante la cual he comparecido en 2 Se puede ver siguiendo el link http://www.alvarouribevelez.com.co/es/content/comunicado-sobredeclaraciones-de-la-fiscalia todas y cada una de las citaciones a las cuales he sido convocado desde el 7 de agosto de 2010–, ha efectuado señalamientos y amenazas en los medios de comunicación (comunicado de prensa antecedido por declaraciones políticas) relacionadas con el evento de mi inasistencia a una citación evidentemente intempestiva e inusual. Aunado a lo anterior, el doctor MONTEALEGRE, en su calidad de Fiscal General de la Nación, ha descalificado y ofendido, en las mismas declaraciones de prensa, en los términos que lo hace el Presidente Santos (Neo fascistas, ultra derecha, asociación con Hitler) a quienes nos oponemos al proceso de claudicación ante organizaciones terroristas. Como lo señalé en el comunicado, dichas frases, expresadas por el Presidente, corresponden al juicio político de la opinión ciudadana, pero pronunciadas por el Fiscal General denotan animosidad, sesgo, falta de garantías de quien, por encabezar un órgano de justicia, debe proceder de manera imparcial frente a todos los colombianos, incluyéndome a mí. 10. En esta comunicación hago expresa mención de mi temor fundado frente la posible violación de la confidencialidad por parte del ente investigador, toda vez, que en oportunidad anterior al desplegar total colaboración con la justicia en el caso de los ciudadanos chinos y a pesar de tratarse de un tema de seguridad nacional, fueron reveladas mis fuentes poniendo en grave riesgo su seguridad. 11. Así mismo, me preocupa sobremanera que no existan garantías para rendir mi declaración toda vez, que la Fiscalía actualmente ha desplegado su actividad punitiva en mi contra, ordenando la reapertura de una investigación en mi contra con base en las declaraciones de un paramilitar desmovilizado al que denuncié por los delitos de injuria y calumnia proceso que en este momento está activo y en etapa de juicio. 12. Frente a esta situación tengo que manifestar mi rechazo categórico, pues, pese a haber prosperado una solicitud de pronunciamiento inhibitorio desde el 20 de diciembre del año 2000, dentro del expediente 13310-06 (noticia 2043) de la Fiscalía Octava delegada ante la Corte Suprema de Justicia, el proceso fue reabierto sin existir imputación real alguna en mi contra el día 2 de enero del año 2013, es decir tres años después y sin que existan elementos materiales probatorios que avalen la reapertura y continuidad de este proceso. II. LEGITIMIDAD A propósito de la legitimación para interponer la presente recusación, no sólo en mi calidad de ciudadano colombiano, sino también como testigo y potencial indiciado en la denuncia que proclamó el señor JOSÉ ROBERTO PRIETO iba a interponer en mi contra, me permito realizar las siguientes consideraciones. De acuerdo con los principios constitucionales y legales que deben regir la actuación de los funcionarios de la Fiscalía General de la Nación en las investigaciones que adelantan, en el presente caso se puede observar cómo no se configuran algunos de estos principios, en primer lugar, respecto de las as manifestaciones públicas que ha realizado señor Fiscal y las actuaciones desplegadas por el señor Vicefiscal que han sido reseñadas, además de la reapertura de un proceso en mi contra pese a existir un inhibitorio y careciendo de elementos materiales probatorios que avalen la continuidad del proceso, no se evidencia la garantía y respeto de los principios de objetividad e imparcialidad, normas rectoras del procedimiento penal, tal como se analizará en el presente escrito. Por otra parte, según la Ley 906 de 2004, la objetividad no solo es exigible del Juez de conocimiento, sino que resulta un deber de la Fiscalía en cumplimiento de sus funciones legales y constitucionales. Así lo dispone el artículo 115 del Código Adjetivo: “ARTÍCULO 115. PRINCIPIO DE OBJETIVIDAD. La Fiscalía General de la Nación, con el apoyo de los organismos que ejerzan funciones de policía judicial, adecuará su actuación a un criterio objetivo y transparente, ajustado jurídicamente para la correcta aplicación de la Constitución Política y la ley.” III. FUNDAMENTOS DE DERECHO 3.1. DERECHO A SER JUZGADO POR UN JUEZ IMPARCIAL. 3.1.1. Marco normativo. De entrada es importante precisar que el derecho a ser juzgado por un juez imparcial, ha sido consagrado de antaño en múltiples y diversas codificaciones, así como en cartas políticas e instrumentos internacionales de derechos humanos. Empero, curiosamente, la Constitución Política colombiana de 1991 no hace una mención expresa a dicha garantía. Sin embargo, lo anterior no significa que la misma no tenga pleno respaldo en el propio texto de la norma superior, pues de lo contenido en los artículos 29, 229 y 230 se puede concluir su presencia en la Constitución. Así, precisamente, lo ha 3 concluido la Honorable Corte Constitucional : - CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA. (ART 29,229 Y 230). “En efecto, a pesar de que en nuestra Constitución no existe referencia expresa a la imparcialidad judicial, es obvio que esta garantía surge del derecho de toda persona a acceder a la administración de justicia para que se adelante el proceso de acuerdo con las reglas de cada juicio y se resuelva el conflicto bajo el imperio de la ley y la Constitución (artículos 29, 229 y 230 de la Carta). Es claro, entonces, que del conjunto de las garantías procesales y sustanciales que rodea a la administración de justicia se incluye el derecho a un juez imparcial.” - 3 BLOQUE DE CONSTITUCIONALIDAD. Sentencia C-396 de 2007. M.P Marco Gerardo Monroy Cabra. De igual modo, el alcance de este derecho también se deriva de la remisión que el artículo 93 de la Constitución Política hace a los tratados y convenios internacionales, así: “Los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, que reconocen los derechos humanos y que prohiben su limitación en los estados de excepción, prevalecen en el orden interno.” - DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE. En efecto, es ahí donde con mayor riqueza se consagra y describe el alcance de la garantía de la imparcialidad. En primer lugar, por su importancia histórica, resulta ineludible acudir a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por naciones unidas en París el 10 de diciembre de 1948 mediante la resolución 217 A (III), la cual en su artículo 10 consagra dicha garantía en los siguientes términos: “Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.” - PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS. Así mismo, en este asunto se debe hacer referencia obligada al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el cual se aprobó el 16 de diciembre de 1996, en la ciudad de Nueva York, mediante la resolución 2200 A (XXI) de la Asamblea General de Naciones Unidas y fue posteriormente ratificado por Colombia por medio de la ley 74 de 1968. En lo relativo a la imparcialidad, es importante acudir a su artículo 14.1 el cual establece: “Todas las personas son iguales ante los tribunales y cortes de justicia. Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas garantías por un tribunal competente, independiente e imparcial, establecido por la ley, en la substanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada contra ella o para la determinación de sus derechos u obligaciones de carácter civil. La prensa y el público podrán ser excluidos de la totalidad o parte de los juicios por consideraciones de moral, orden público o seguridad nacional en una sociedad democrática, o cuando lo exija el interés de la vida privada de las partes o, en la medida estrictamente necesaria en opinión del tribunal, cuando por circunstancias especiales del asunto la publicidad pudiera perjudicar a los intereses de la justicia; pero toda sentencia en materia penal o contenciosa será pública, excepto en los casos en que el interés de menores de edad exija lo contrario, o en las actuaciones referentes a pleitos matrimoniales o a la tutela de menores.” - CONVENCIÓN AMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Bajo esa misma línea, pasando del ámbito universal al continental, no puede perderse de vista la trascendencia que, en este sentido, tiene la Convención Americana de Derechos Humanos, también conocida como el Pacto de San José, el cual se adoptó en noviembre de 1969 y fue ratificado por nuestro país con la ley 16 de 1972. En lo pertinente, se debe tener en cuenta el artículo 8.1, el cual reza: “Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter.” Entonces, es claro que el bloque de constitucionalidad impone la exigencia y el derecho, de todo ciudadano, a contar con un tribunal imparcial. Ahora bien, está garantía también ha sido desarrollada en distintos instrumentos aceptados internacionalmente que, aunque no son vinculantes, desarrollan y dan importantes pautas interpretativas sobre la imparcialidad. - Reglas de Mallorca. Este, por ejemplo, es el caso del Proyecto de Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Procedimiento Penal, también conocido como las Reglas de Mallorca, elaborado por importantes especialistas en derechos humanos y derecho procesal penal. En dicho instrumento, en los numerales 1 y 2 de la regla cuarta, se establece: “1) El enjuiciamiento y fallo, en material penal, estarán siempre a cargo de jueces independientes sometidos únicamente a la Ley. 2) Los Tribunales deberán ser imparciales. Las legislaciones nacionales establecerán las causas de abstención y recusación. Especialmente, no podrán formar parte del Tribunal quien haya intervenido anteriormente, de cualquier modo, o en otra función o en otra instancia en la misma causa. ” - ESTATUTO DEL JUEZ IBEROAMERICANO (2001)4 Así mismo, los propios jueces han reconocido la necesidad de instituir la imparcialidad como uno de los principios rectores de su actividad, a tal punto que así lo consignaron en el Estatuto del Juez Iberoamericano, el cual se adoptó en La VI Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes Supremas y Tribunales Supremos de Justicia, celebrada en Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España, los días 23, 24 y 25 de mayo de 2001. Esta importante codificación, la cual recientemente fue incluida por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura5 como una guía ética para los jueces colombianos, destaca en sus artículos 7 a 10 lo siguiente: 4 La VI Cumbre Iberoamericana de Presidentes de Cortes Supremas y Tribunales Supremos de Justicia, celebrada en Santa Cruz de Tenerife, Canarias, España, los días 23, 24 y 25 de mayo de 2001. 5 Efectivamente, en la página web de la Rama Judicial se hizo referencia al asunto en los siguientes términos: “La Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura aprobó adoptar el Código Iberoamericano de Ética Judicial como guía ética para todos los operadores judiciales de Colombia. El Código no tiene fuerza vinculante formal pero sí autoridad moral, como norte de conducta para todos los servidores judiciales, “Art. 7. Principio de imparcialidad La imparcialidad del juez es condición indispensable para el ejercicio de la función jurisdiccional. Art. 8. Imparcialidad objetiva La imparcialidad del juez ha de ser real, efectiva y evidente para la ciudadanía. Art. 9. Abstencion y recusacion Los jueces tienen la obligación de separarse de la tramitación y conocimiento de asuntos en los que tengan alguna relación previa con el objeto del proceso, partes o interesados en el mismo, en los términos previstos en la ley. Las abstenciones sin fundamento y las recusaciones infundadas aceptadas por el juez, deben ser sancionadas de conformidad con lo que disponga la ley. Art. 10. Incompatibilidades El ejercicio de la función jurisdiccional es incompatible con otras actividades, a excepción de aquéllas admitidas por la ley.” - PRINCIPIOS Y BUENAS PRÁCTICAS SOBRE LA PROTECCIÓN DE LAS PERSONAS PRIVADAS DE LIBERTAD EN LAS AMÉRICAS En idéntico sentido, en los Principios y Buenas Prácticas sobre la Protección de las Personas Privadas de Libertad en las Américas, documento adoptado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos mediante la resolución 01 de 2008, este importante órgano del Sistema Interamericano hace especifica referencia a la garantía del juez imparcial, como contentiva del debido proceso legal que le asiste a las personas privadas de la libertad, esto dentro del principio V de dicha declaración: El Presidente de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, Magistrado Néstor Raúl Correa Henao, destacó que sin perjuicio de la autonomía e independencia que tienen los jueces de la República, deberán tener como guía este Código de Ética.” “Toda persona privada de libertad tendrá derecho, en todo momento y circunstancia, a la protección de y al acceso regular a jueces y tribunales competentes, independientes e imparciales, establecidos con anterioridad por la ley.” Toda esta normatividad superior, recogida en el bloque de constitucionalidad y en instrumentos internacionales, ha sido aterrizada por el legislador nacional en las distintas codificaciones en las cuales se ha regulado el procedimiento penal colombiano. - LEGISLACIÓN NACIONAL. LEY 600 DE 2000. A diferencia de la ley 906 de 2004, la cual implementó el sistema penal acusatorio en Colombia, que dentro del acápite de los principios rectores consagra en sus artículos 56 y 87 de manera clara y expresa el derecho a contar con un juez imparcial, la ley 600 de 2000, al igual que la Constitución, no hace mención expresa a la imparcialidad del juez. Empero, del propio contenido de sus principios y reglas se desprende con claridad que dicho procedimiento de enjuiciamiento penal se inspira dentro de la idea o corolario máximo del juez imparcial. Efectivamente, el artículo 1 de esta ley establece la dignidad humana como criterio orientador dentro de la actuación: 6 Artículo 5º. Imparcialidad. En ejercicio de las funciones de control de garantías, preclusión y juzgamiento, los jueces se orientarán por el imperativo de establecer con objetividad la verdad y la justicia. 7 Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez adquirida la condición de imputado, este tendrá derecho, en plena igualdad respecto del órgano de persecución penal, en lo que aplica a: k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado, imparcial, con inmediación de las pruebas y sin dilaciones injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o por conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia, de ser necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos que puedan arrojar luz sobre los hechos objeto del debate; “Todos los intervinientes en el proceso penal serán tratados con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.” En concordancia y desarrollo del mandato anterior, el artículo 2 de la ley 600 de 20008, integra las garantías establecidas en el bloque de constitucional, en donde, como arriba se señaló, se encuentra la de la imparcialidad del juez. Pero más allá de esta remisión, también es cierto que otros principios normativos consignados en este código respaldan este derecho. Uno de ellos, que tiene estrecha relación con el concepto de imparcialidad, es el principio de igualdad, pues no se puede hablar de un trato igualitario si el juzgador se encuentra parcializado respecto a una de las partes. Este principio, está consagrado de manera expresa en el artículo 5 de dicha codificación: “Es deber de los servidores judiciales hacer efectiva la igualdad de los intervinientes en el desarrollo de la actuación procesal y proteger especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental se encuentren en circunstancias de debilidad manifiesta.” Adicionalmente, el artículo 9 de la ley 600 de 2000, establece un mandato que hace de la imparcialidad una obligación propia del juzgador. En efecto, dicha norma indica: “La actuación procesal se desarrollará teniendo en cuenta el respeto a los derechos fundamentales de los sujetos procesales y la necesidad de lograr la eficacia de la administración de justicia en los términos de este código.” Lo anterior, es así en tanto que de acuerdo a la jurisprudencia de la Honorable Corte Constitucional9 la imparcialidad del juez, como garantía, constituye un derecho fundamental: 8 Dicho artículo reza: “En los procesos penales se aplicarán las normas que en materia de garantías se hallan consignadas en la Constitución Política y en los Tratados y Convenios internacionales ratificados por el Estado Colombiano” 9 Sentencia C-095/03. M.P. Rodrigo Escobar Gil. “La doctrina procesal considera que la garantía de la imparcialidad, constituye no sólo un principio constitucional, sino también un derecho fundamental conexo con el derecho al debido proceso. Ello porque en un Estado Social de Derecho, la imparcialidad se convierte en la forma objetiva y neutral de obediencia al ordenamiento jurídico. En efecto, el derecho de los ciudadanos a ser juzgados conforme al Derecho, es decir, libre e independiente de cualquier circunstancia que pueda constituir una vía de hecho (C.P. Artículos 29 y 230), exige de forma correlativa el deber de imparcialidad de los jueces (C.P. artículos 209 y 230), ya que solamente aquél que juzga en derecho o en acatamiento pleno del ordenamiento jurídico, puede llegar a considerarse un juez en un Estado Social de Derecho. Entonces, como derecho fundamental que le asiste a las partes deberá ser respetado dentro de la actuación en cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 9 de la ley 600 de 2000. Así mismo, en plena concordancia con lo expuesto, el respeto al debido proceso como exigencia del artículo 1010 de esta ley refuerza la idea de la imparcialidad como principio rector de este sistema procesal. Tampoco, puede pasarse por alto, la regulación expresa que desde el artículo 99 al 111 de la ley 600 de 2000, se hace de los impedimentos y las recusaciones, institutos que, como se sabe, están orientados a salvaguardar la imparcialidad del juzgador. - LEY 906 DE 2004 Artículo 5º. Imparcialidad. En ejercicio de las funciones de control de garantías, preclusión y juzgamiento, los jueces se 10 Norma que señala: “El Estado garantizará a todas las personas el acceso efectivo a la administración de justicia en los términos del debido proceso.” orientarán por el imperativo de establecer con objetividad la verdad y la justicia. Artículo 8º. Defensa. En desarrollo de la actuación, una vez adquirida la condición de imputado, este tendrá derecho, en plena igualdad respecto del órgano de persecución penal, en lo que aplica a: k) Tener un juicio público, oral, contradictorio, concentrado, imparcial, con inmediación de las pruebas y sin dilaciones injustificadas, en el cual pueda, si así lo desea, por sí mismo o por conducto de su defensor, interrogar en audiencia a los testigos de cargo y a obtener la comparecencia, de ser necesario aun por medios coercitivos, de testigos o peritos que puedan arrojar luz sobre los hechos objeto del debate; Así, siendo claro que el ordenamiento jurídico colombiano, en la constitución, en el bloque de constitucional y en los sistemas penales de enjuiciamiento vigentes, establece como principio rector y garantía fundamental la imparcialidad del juez, debe entonces precisarse cuál es el alcance y las manifestaciones del mismo. La imparcialidad del juez, en contraposición a la parcialidad de las partes, ha sido definida por Piero Calamandrei de la siguiente manera: "Imparcial debe ser el juez, que es uno, por encima de los contendientes; pero los abogados están hechos para ser parciales, no sólo porque la verdad se alcanza más fácilmente escalándola desde dos partes, sino porque la parcialidad del uno es el impulso que engendra el contraimpulso del adversario, el empuje que excita la reacción del contrario y que, a través de una serie de oscilaciones casi pendulares, de un extremo al otro, permite al juez hallar lo justo en el punto de equilibrio. Los abogados proporcionan al juez las sustancias elementales de cuya combinación nace en cierto momento, en el justo medio, la decisión imparcial, síntesis química de dos contrapuestas parcialidades. Deben ser considerados como "par" en el sentido que esta expresión tiene en mecánica: sistema de dos fuerzas equivalentes, las cuales, obrando sobre líneas paralelas en dirección opuesta, engendran el movimiento, que da vida al proceso, y encuentra reposo en la justicia". - DESARROLLO JURISPRUDENCIAL INTERNACIONAL No obstante, es importante precisar que no existe un concepto o una manifestación univoca de imparcialidad. Todo lo contrario, la jurisprudencia y la doctrina moderna, se han orientado por una concepción dualista de la imparcialidad, dividiendo su alcance en dos dimensiones distintas; la subjetiva y la objetiva. Esta particular concepción viene dada por la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, siendo recogida también por la Corte Interamericana de Derechos humanos y en el ámbito nacional por la Corte Constitucional y la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia. Efectivamente, sobre este punto múltiple ha sido la jurisprudencia desarrollada por el Tribunal de Estrasburgo –Corte Europea de Derechos Humanos–. Sin duda alguna, un referente indiscutido es el reconocido caso Piersack contra Bélgica, en donde la Corte, en la sentencia del 1º de octubre de 1982, expuso el contenido de dicha garantía de la siguiente manera: “Si la imparcialidad se define ordinariamente por la ausencia de prejuicios o parcialidades, su existencia puede ser apreciada, especialmente conforme al artículo 6.1 del Convenio, de diversas maneras. Se puede distinguir así entre un aspecto subjetivo, que trata de averiguar la convicción personal de un juez determinado en un caso concreto, y un aspecto objetivo, que se refiere a si éste ofrece las garantías suficientes para excluir cualquier duda razonable al respecto. (…) Sin embargo, no es posible reducirse a una apreciación puramente subjetiva. En esta materia incluso las apariencias pueden revestir una cierta importancia (Sentencia Delcourt de 17 enero 1970 (TEDH 1970, 1), serie A núm. 11, pg. 17, ap. 31). Como observó el Tribunal de casación belga en su Sentencia de 21 febrero 1979 (apartado 17, supra), todo juez en relación con el cual pueda haber razones legítimas para dudar de su imparcialidad debe abstenerse de conocer ese caso. Lo que está en juego es la confianza que los tribunales deben inspirar a los ciudadanos en una sociedad democrática. (…) En cualquier caso, importa poco saber si, como cree el Gobierno, el señor Piersack ignoró estos hechos en aquel momento. Como tampoco es necesario tratar de medir la extensión precisa del papel jugado por el señor Van de Walle, realizando otras investigaciones en orden a determinar, por ejemplo, si recibió o no la nota de 4 de febrero de 1977 o si discutió el caso con la señora del Carril y el señor De Nauw. Es suficiente constatar que la imparcialidad del «tribunal» al que incumbía decidir sobre «el fondo de la acusación» podía ser sometida a duda.” El contenido de este precedente, de casi 30 años de antigüedad, mantiene hoy plena vigencia. Muestra de ello es la reciente jurisprudencia de dicho tribunal en el caso Gómez De Liaño Y Botella contra España, en donde dicho tribunal, en la sentencia del 22 de julio de 2008, reiteró este criterio: “El Tribunal recuerda que a los fines del artículo 6 § 1, la imparcialidad debe apreciarse desde un aspecto subjetivo, tratando de determinar la convicción y el comportamiento personales de tal juez en tal ocasión y también desde un aspecto objetivo conducente a asegurar que existen garantías suficientes para excluir toda legítima duda a este respecto. (ver, entre otras, las sentencias Hauschildt c. Dinamarca, antes citada, § 46, y Thomann c. Suiza de 10 de junio de 1996, Repertorio 1996-III, p. 815, § 30). 61. Respecto al primer aspecto, el Tribunal siempre ha considerado que la imparcialidad personal de un magistrado se presume hasta que se pruebe lo contrario (Kyprianou c. Chipre [GC] de 15 de diciembre de 2005, no 73797/01, § 119). Incluso si en ciertos casos puede resultar difícil proporcionar pruebas que permitan volcar la presunción, la exigencia de imparcialidad objetiva, proporciona y conviene recordarlo, una garantía adicional importante. (Pullar c. Reino Unido, sentencia de 10 de junio de 1996, Repertorio 1996-III, p. 793, § 32). En otras palabras, el Tribunal reconoce la dificultad de establecer la existencia de una violación del artículo 6 por parcialidad subjetiva. En este caso no ha apreciado ningún elemento susceptible de poner en duda la imparcialidad personal del magistrado B. Las alegaciones del demandante referentes a la amistad cercana del magistrado en causa, con el abogado de uno de los querellantes, aun suponiendo que pudiesen ser consideradas como probadas, no se tendrían en cuenta. De todos modos, el Tribunal no estima necesario resolver esta cuestión puesto que constata la existencia de una violación del artículo 6, por falta de imparcialidad objetiva, por los motivos que se expondrán (Belukha c.Ucrania, no 33949/02, 9 de noviembre de 2006, § 51). 62. Respecto al segundo aspecto, nos lleva a preguntarnos, si cuando una jurisdicción colegiada está en causa, independientemente de la actitud personal de uno de sus miembros, ciertos hechos verificables autorizan a dudar de la imparcialidad de la misma. En la materia, incluso las apariencias pueden revestir importancia. De ahí resulta que para pronunciarse, en un asunto concreto, sobre el hecho de que una jurisdicción adolezca de falta de imparcialidad, el punto de vista del interesado se tiene en cuenta pero no juega un papel decisivo. El elemento determinante consiste en saber si los temores de aquel pueden considerarse objetivamente justificados. (Lindon, Otchakovsky-Laurens y July c. Francia [GC], nos 21279/02 y 36448/02, § 77, CEDH 2007-...).” Siguiendo esa línea, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, también ha resaltado la dualidad de la imparcialidad, resaltando el rol del aspecto objetivo. Así, por ejemplo dicho Tribunal, en la sentencia del 2 de julio de 2004, dentro del caso Herrera Ulloa Vs. Costa Rica, señaló: “La Corte considera que el derecho a ser juzgado por un juez o tribunal imparcial es una garantía fundamental del debido proceso. Es decir, se debe garantizar que el juez o tribunal en el ejercicio de su función como juzgador cuente con la mayor objetividad para enfrentar el juicio. Esto permite a su vez, que los tribunales inspiren la confianza necesaria a las partes en el caso, así como a los ciudadanos en una sociedad democrática.” Una descripción más precisa sobre el concepto de la imparcialidad objetiva, lo da la Corte en la sentencia del 22 de noviembre de 2005, dada en el caso Palamara Iribarne Vs. Chile: “146.La imparcialidad del tribunal implica que sus integrantes no tengan un interés directo, una posición tomada, una preferencia por alguna de las partes y que no se encuentren involucrados en la controversia. 147. El juez o tribunal debe separarse de una causa sometida a su conocimiento cuando exista algún motivo o duda que vaya en desmedro de la integridad del tribunal como un órgano imparcial. En aras de salvaguardar la administración de justicia se debe asegurar que el juez se encuentre libre de todo prejuicio y que no exista temor alguno que ponga en duda el ejercicio de las funciones jurisdiccionales.” Así también lo señaló la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dentro del caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú, en la Sentencia de 30 de mayo de 1999, en donde acudió a criterios netamente objetivos para cuestionar un juzgamiento de justicia penal militar peruana: “El juez encargado del conocimiento de una causa debe ser competente, independiente e imparcial de acuerdo con el artículo 8.1 de la Convención Americana. En el caso en estudio, las propias fuerzas armadas inmersas en el combate contra los grupos insurgentes, son las encargadas del juzgamiento de las personas vinculadas a dichos grupos. Este extremo mina considerablemente la imparcialidad que debe tener el juzgador. Por otra parte, de conformidad con la Ley Orgánica de la Justicia Militar, el nombramiento de los miembros del Consejo Supremo de Justicia Militar, máximo órgano dentro de la justicia castrense, es realizado por el Ministro del sector pertinente. Los miembros del Consejo Supremo Militar son quienes, a su vez, determinan los futuros ascensos, incentivos profesionales y asignación de funciones de sus inferiores. Esta constatación pone en duda la independencia de los jueces militares. Este Tribunal ha señalado que las garantías a que tiene derecho toda persona sometida a proceso, además de ser indispensables deben ser judiciales, “lo cual implica la intervención de un órgano judicial independiente e imparcial, apto para determinar la legalidad de las actuaciones que se cumplan dentro del estado de excepción”11. Idéntica consideración hizo la corte interamericana, en el caso Cantoral Benavides vs. Perú, resuelto en la sentencia de 18 de agosto de 2000: “Estima la Corte que los tribunales militares del Estado que han juzgado a la presunta víctima por el delito de traición a la patria no satisfacen los requerimientos de independencia 11 El hábeas corpus bajo suspensión de garantías (arts. 27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra nota 86, párr. 30 y Garantías judiciales en estados de emergencia (arts. 27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos), supra nota 86, párr. 20. e imparcialidad establecidos en el artículo 8.1 de la Convención. La Corte considera que en un caso como el presente, la imparcialidad del juzgador resulta afectada por el hecho de que las fuerzas armadas tengan la doble función de combatir militarmente a los grupos insurgentes y de juzgar e imponer penas a los miembros de dichos grupos.” Empero tal vez la descripción más precisa sobre el concepto dualista de la imparcialidad, dentro del sistema interamericano, ha sido dada por la Corte Interamericana dentro del caso Apitz Barbera y otros (“Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”) vs. Venezuela, en la sentencia del 5 de agosto de 2008, en donde señaló: “56. En cambio, la imparcialidad exige que el juez que interviene en una contienda particular se aproxime a los hechos de la causa careciendo, de manera subjetiva, de todo prejuicio y, asimismo, ofreciendo garantías suficientes de índole objetiva que permitan desterrar toda duda que el justiciable o la comunidad puedan albergar respecto de la ausencia de imparcialidad12. La Corte Europea de Derechos Humanos ha explicado que la imparcialidad personal o subjetiva se presume a menos que exista prueba en contrario13. Por su parte, la denominada prueba objetiva consiste en determinar si el juez cuestionado brindó elementos convincentes que permitan eliminar temores legítimos o fundadas sospechas de parcialidad sobre su persona14. Ello puesto que el juez debe aparecer como actuando sin estar sujeto a influencia, aliciente, presión, 12 Cfr. Pullar v. the United Kingdom, judgment of 10 June 1996, Reports of Judgments and Decisions 1996-III, § 30, y Fey v. Austria, judgment of 24 February 1993, Series A no. 255-A p. 8, § 28. 13 14 Cfr. Daktaras v. Lithuania, no. 42095/98 (Sect. 3) (bil.), ECHR 2000-X – (10.10.00), § 30. Cfr. Piersack v. Belgium, judgment of 1 October 1982, Series A no. 53, y De Cubber v. Belgium, judgment of 26 October 1984, Series A no. 86. amenaza o intromisión, directa o indirecta15, sino única y exclusivamente conforme a -y movido por- el Derecho.” La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el otro órgano que hace parte de este sistema de protección, también ha hecho referencia a estos aspectos, dentro del Informe No. 5 / 96, caso 10.970., del 1º de Marzo de 1996: “La imparcialidad supone que el tribunal o juez no tiene opiniones preconcebidas sobre el caso sub judice y, en particular, no presume la culpabilidad del acusado. Para la Corte Europea, la imparcialidad del juzgador se compone de elementos subjetivos y objetivos.[132] La imparcialidad subjetiva del juez en el caso concreto se presume mientras no se pruebe lo contrario. A diferencia, la imparcialidad objetiva exige que el tribunal o juez ofrezca las suficientes garantías que eliminen cualquier duda acerca de la imparcialidad observada en el proceso.[133]” - DESARROLLO JURISPRUDENCIAL NACIONAL CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Ya en el ámbito judicial, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del 27 de febrero de 2009, dentro del radicado 31198, M.P. Yesid Ramírez Bastidas, profundizó sobre el alcance de este concepto: “La imparcialidad como principio y garantía en orden a la equidad, es una realidad teórico-práctica que se debe aceptar, defender y por sobre todo practicar por tradición y por convicción. Pero a la par de este postulado fundamental, puede decirse que más que una categoría jurídica es un estado de ser del alma o si se quiere del espíritu en el que se deben neutralizar las cargas subjetivas de afecto, desafecto o ideológicas, que al hacerse preponderantes se constituyen en un factor que atenta contra los ejercicios de la equidad y la transparencia en la funcionalidad de la jurisdicción y 15 Principio 2 de los Principios Básicos de las Naciones Unidas, supra nota 59. como elemento negativo se transmutan en preconceptualizaciones, pues se entra a definir situaciones jurídicas con criterios preconcebidos o elaborados con elementos de juicio y valoración dados por fuera de los debidos imperativos legales, es decir, por fuera del imperio de la ley.” Estas consideraciones y las ampliamente referidas a nivel internacional, de tiempo atrás también han sido recogidas por la jurisprudencia de Corte Constitucional, un claro ejemplo de ello es la sentencia C-095 de 2003, en donde se distingue entre el criterio subjetivo y el objetivo: “A partir de las citadas consideraciones, la doctrina procesal ha concluido que la imparcialidad requiere de la presencia de dos elementos. Un criterio subjetivo y otro objetivo. El componente subjetivo, alude al estado mental del juez, es decir, a la ausencia de cualquier preferencia, afecto o animadversión con las partes del proceso, sus representantes o apoderados. El elemento objetivo, por su parte, se refiere al vínculo que puede existir entre el juez y las partes o entre aquél y el asunto objeto de controversia - de forma tal - que se altere la confianza en su decisión, ya sea por la demostración de un marcado interés o por su previo conocimiento del asunto en conflicto que impida una visión neutral de la litis. (Énfasis suplido) “… lo cierto es que la valoración de la imparcialidad, no se realiza a partir de las posiciones morales, éticas o psicológicas de los jueces, sino a través de su postura intersubjetiva. Es decir, la apreciación de la imparcialidad del juez se concreta, en un juicio exterior derivado de la interrelación del juzgador con las partes y la comunidad en general. En efecto, el hecho de que una misma autoridad - en primera y en segunda instancia - conozca de lo actuado, conduce a que, independientemente de su actitud personal, su decisión pueda ser razonablemente considerada como carente de objetividad y neutralidad, con lo cual se produce irremediablemente la perdida de credibilidad y legitimidad de las decisiones públicas, en perjuicio de la estabilidad del ordenamiento jurídico. En consecuencia, la garantía de la imparcialidad se convierte no sólo en un elemento esencial para preservar el derecho al debido proceso, sino también en una herramienta idónea para salvaguardar la confianza en el Estado de Derecho, a través de decisiones que gocen de credibilidad social y legitimidad democrática.” En igual sentido, la Corte Constitucional en su sentencia C-396 de 2007, indicó: “Pues bien, nuestro ordenamiento jurídico diseñó varias garantías institucionales e individuales en el proceso penal que permiten contar con órganos jurisdiccionales que dan confianza y seguridad de que los problemas con relevancia penal serán decididos por autoridades que no tiene relación directa con el litigio y que, por consiguiente, mantendrán una posición objetiva al momento de resolverlos, desligándose de intereses directos con la decisión, o con preconceptos que le interfieren en la neutralidad judicial. En tal virtud, la imparcialidad de los jueces implica que la resolución judicial de cualquier clase de proceso se adopte sin opiniones anticipadas sobre la forma en que los conducirán ni sobre el resultado de los mismos ni con presiones o influencias externas al proceso. Así, la imparcialidad tiene como fin último proteger la efectividad del derecho a un proceso con todas las garantías y a la administración de justicia objetiva. En este mismo sentido, el Tribunal Constitucional Español [30], siguiendo al Tribunal Europeo de Derechos Humanos[31], dijo que hay dos formas de apreciar la imparcialidad judicial, a saber: una vertiente subjetiva, que se refiere a la convicción personal de un juez determinado respecto al caso concreto y a las partes y, otra objetiva, que incide sobre las garantías suficientes que debe reunir el juzgador en su actuación respecto al objeto mismo del proceso. En otras palabras, como bien lo advierte la doctrina española[32], la imparcialidad judicial no sólo se garantiza con las reglas tendientes a retirar del proceso a quien, por circunstancias subjetivas, podría afectar la igualdad de trato jurídico (impedimentos, recusaciones y objeción de conciencia), sino también mediante la consagración de instrumentos propios del proceso que concretan la realización de la justicia. De esta forma, el juez debe separarse de una causa sometida a su conocimiento cuando exista algún motivo o duda que vaya en desmedro de la integridad del tribunal como un órgano imparcial, puesto que, como lo ha advertido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en múltiples decisiones, en la imparcialidad judicial no sólo es importante serlo sino parecer imparcial, por lo que los jueces de los que pueda temerse legítimamente una falta de imparcialidad, deben separarse del proceso.” En otro de sus pronunciamientos, sentencia C-762 de 2009, la Corte Constitucional, reseñó: “Con todo, junto a ella, se debe asegurar la imparcialidad objetiva[8], esto es, sin contacto anterior con el thema decidendi, “`de modo que se ofrezcan las garantías suficientes, desde un punto de vista funcional y orgánico, para excluir cualquier duda razonable al respecto’”[9]. No se pone con ella en duda la “’rectitud personal de los Jueces que lleven a cabo la instrucción’” sino atender al hecho natural y obvio de que la instrucción del proceso genera en el funcionario que lo adelante, una afectación de ánimo, por lo cual no es garantista para el inculpado que sea éste mismo quien lo juzgue[10]”. De ahí que en dicha providencia se concluye que la “garantía del debido proceso o del juicio justo, referente al derecho a un juez imparcial, como actualmente es considerado, ha sido entonces adicionada por paulatina evolución doctrinal foránea, para no circunscribirse ahora únicamente a la parcialidad intencional del funcionario, por tener o haber tenido un vínculo que le lleve hacia el favorecimiento o animadversión; también apunta hoy en día al apego competencial a preconceptos que humanamente vayan siendo asumidos y consolidados, llegando a percibirse externamente como inmodificables, que pudieren obstaculizar la confianza que deben inspirar los jueces, tribunales y, en general, toda la administración de justicia, en una sociedad democrática (…)”[11]. De igual modo, la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia ha recogido todas las consideraciones anteriores, en el auto del 14 de noviembre de de 200716: “Dichas causales, no obstante, tienen como propósito común el de garantizar la eficacia del derecho a ser juzgado por un juez imparcial, consagrado en el artículo 10 de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948, el artículo 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos de 1968 y el artículo 5 de la ley 906 de 2004, entre otras disposiciones. Al respecto, si bien la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha orientado la mayoría de sus decisiones a la necesidad de proteger este derecho cuando tribunales militares han juzgado a civiles dentro de su jurisdicción17, los informes de la Comisión Interamericana lo han perfilado en el sentido de que “[l]a imparcialidad supone que el juez no tiene opiniones 16 CORTE SUPREMA DE JUSTICIA SALA DE CASACIÓN PENAL. M. P. JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA. AUTO DEL 14 DE NOVIEMBRE DE 2007. RAD. 28633. 17 Cf., entre otras, caso Loaiza Tamayo vs. Perú, sentencia de 17 de septiembre de 1997; y caso Palamara vs. Chile, sentencia de 22 de noviembre de 2005. preconcebidas en el caso sub iúdice y, en particular, no presume la culpabilidad del acusado”18. No obstante, también ha precisado la Comisión que “[l]o decisivo no es el temor subjetivo de la persona interesada con respecto a la imparcialidad que debe tener el Tribunal que se ocupa del juicio, sino el hecho de que en las circunstancias pueda sostenerse que sus temores se justifican objetivamente”19 y que “[l]a imparcialidad subjetiva del juez en el caso concreto se presume mientras no se pruebe lo contrario”20. Por su parte, la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (que, aunque no tiene incidencia alguna en el ordenamiento jurídico colombiano, no sólo ha desarrollado sus conceptos en forma armónica con las decisiones adoptadas por la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sino que además ha sido tanto referente como receptor dentro de la evolución de los mismos) precisó acerca del derecho a ser juzgado por un juez imparcial lo siguiente: “La imparcialidad debe apreciarse de modo subjetivo, tratando de determinar la convicción y el comportamiento personales de tal juez en tal ocasión, e igualmente de un modo objetivo para asegurar que ofrece las garantías suficientes para eliminar cualquier duda legítima […]. ”En cuanto al carácter objetivo, nos conduce a preguntarnos si, independientemente de la conducta del juez, ciertos hechos verificables permiten sospechar la imparcialidad de este último. Incluso las apariencias pueden revestir importancia. Los tribunales de una sociedad democrática deben inspirar confianza al justiciable. Resulta que para pronunciarse sobre la existencia, en un asunto concreto, de una razón legítima para temer de un juez la 18 Comisión Interamericana de Derechos Humanos (en adelante, CIDH), caso Martín de Mejía vs. Perú, 1996. 19 CIDH, caso Gómez López vs. Venezuela, 1996 20 CIDH, caso Martín de Mejía vs. Perú, 1996 falta de imparcialidad, hay que tener en cuenta la opinión del acusado, pero ésta no juega un papel decisivo. El elemento determinante consiste en saber si se pueden considerar las aprensiones del interesado como 21 objetivamente justificadas” . Ahora bien, un ejemplo reciente en donde se da plena aplicación al criterio objetivo de la imparcialidad, es el auto del 28 de junio de 2011 de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, en donde resolvió el impedimento planteado por la ex Fiscal General de la Nación, doctora Viviane Morales Hoyos, para investigar a la doctora Sandra Morelli Rico, Contralora General de la República, en dicha ocasión esta Corporación precisó: “Ahora bien, de acuerdo con el inciso segundo del artículo 58 de la mencionada Ley 906 de 2004, del numeral 5º del artículo 23 de la ley 938 de 2004, así como el 116.1 de la ley 600 de 2000, el llamado a continuar con la investigación sería el señor Vicefiscal General de la Nación, como así lo venía disponiendo esta Corporación en cumplimiento de tales preceptos. Una nueva revisión del tema, a partir del principio del juez natural, de la finalidad del instituto de los impedimentos y de la necesidad de garantizar efectivamente la imparcialidad judicial, obliga a la Corte a replantear su postura, con fundamento en los razonamientos que a continuación pasan a esbozarse. (…) Ya frente a la independencia y a la imparcialidad con las que el Vicefiscal General de la Nación pudiera realizar una investigación en relación con la cual su jefe ya adelantó la conclusión mediante una opinión periodística, igualmente hay que decir que se encuentran seriamente cuestionadas. Esto, porque también frente a estas expectativas constitucionales, se presenta una tensión entre los principios 21 Tribunal Europeo de Derechos Humanos (en adelante, TEDH), caso Perote Pellón vs. España, 2002, 31. constitucionales de la independencia e imparcialidad judicial, y la preceptiva legal mencionada, toda vez que con tales disposiciones no se garantizan efectiva y concretamente las máximas de optimización incorporadas en el texto superior, dada la condición de subordinado que frente a la Fiscal General de la Nación, osenta el Vicefiscal, a tal punto que de acuerdo con el mismo artículo 23 de la ley 938, es su asesor (numeral 1º), representante (numeral 2º) y delegado (numerales 6º y 7º); además de ser de su libre nombramiento y remoción (artículo 59 literal a). La independencia depende fundamentalmente de la capacidad de no ser dependiente, lo cual se le garantiza al Fiscal General de la Nación con un período constitucional en el cual ejerce su función, sin consideración adicional, situación que no se puede predicar del Vicefiscal, funcionario que pende simplemente de un acto administrativo discrecional. Así pues, la Corte inaplicará las normas legales antes citadas, no sin antes advertir que si bien el artículo 116 de la ley 600 de 2000 fue declarado exequible mediante la sentencia C873 de 2003, los cargos atendidos y resueltos en dicha providencia no incluyeron los razonamientos aquí propuestos; ni los mismos tampoco han sido valorados por la Corte Constitucional en la relación con el artículo 23.5 de la ley 938 de 2004 ni frente al inciso segundo del artículo 58 de la ley 906 de 2004; razón por la cual no tiene restricciones para apartarse de dichos cánones. De acuerdo con lo expuesto y considerando que es deber constitucional de las autoridades públicas, incluidas las jurisdiccionales, realizar los fines esenciales del estado, entre ellos el de garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Carta Política – Artículo 2º-, la primacía de los derechos fundamentales de la persona –articulo 5º- y aplicar la Constitución en caso de incompatibilidad con la ley u otra norma jurídica –artículo 4º, no cabe duda alguna que frente al impedimento de la Fiscal General de la Nación, el asunto debe ser asignado a un Fiscal ad hoc, designado mediante un procedimiento que garantice la independencia, imparcialidad y objetividad del funcionario en la investigación del caso en concreto; vale decir, con el mismo procedimiento dispuesto para la elección del Fiscal General de la Nación.” Como puede apreciarse, en este caso, a pesar de no estar en discusión la imparcialidad subjetiva, del funcionario que para ese entonces ostentaba el cargo de Vicefiscal General de la Nación, lo cierto es que la Corte cuestiono que la imparcialidad podía estar severamente cuestionada, esto por las características propias de su cargo y la relación funcional existente con su superior jerárquico, el Fiscal General de la Nación, lo cual, así no se diga expresamente en la providencia, es una clara aplicación del criterio objetivo de imparcialidad. IV. CASO CONCRETO Teniendo como fundamentos los antecedentes fácticos reseñados y la amplia jurisprudencia tanto nacional como internacional y las normas rectoras de nuestro proceso penal, formulo recusación en contra de los doctores EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET y JOSE FERNANDO PERDOMO, en su calidad de Fiscal General de la Nación y Vice fiscal General de la Nación respectivamente, atendiendo la gravedad de las situaciones que se han venido presentado y que deben entenderse en el marco del pesado clima que actualmente se percibe en el ambiente, tales como las declaraciones dadas a YAMID AMAT, la negativa del aplazamiento a la citación que se me hizo para rendir diligencia de declaración jurada y la reapertura de un proceso en mi contra. (Tal como se explicó ampliamente en el acápite de antecedentes) Cabe resaltar, que esta solicitud la elevo de la manera más respetuosa y destacando que mi postura no reta la administración de justicia o se erige como un desacato a las decisiones de la autoridad judicial, sino a mi preocupación como ciudadano colombiano, testigo en este proceso y posible incriminado en otra actuación, considerando que en el presente no se me están brindando las garantías necesarias y obligatorias, por lo que acudo ante ustedes para poner de presente esas circunstancias actuales y solicitar que se dé el trámite de ley a la presente,. V. CAUSALES PARA PEDIR LA RECUSACIÓN El artículo 56 de la ley 906, señala las siguientes causales de impedimento que se aplican también para la recusación: “Son causales de impedimento: (…) 4. Que el funcionario judicial haya sido apoderado o defensor de alguna de las partes, o sea o haya sido contraparte de cualquiera de ellos, o haya dado consejo o manifestado su opinión sobre el asunto materia del proceso.” (Énfasis suplido) De igual manera la codificación penal establece el trámite que debe seguirse para resolver el impedimento, en el artículo 57: “Artículo 57. Trámite para el impedimento. Modificado por el art. 82, Ley 1395 de 2010. Cuando el funcionario judicial se encuentre incurso en una de las causales de impedimento deberá manifestarlo a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia o a la sala penal del tribunal de distrito, según corresponda, para que sea sustraído del conocimiento del asunto.” En el caso particular, frente a la recusación en contra del doctor EDUARDO MONTEALEGRE LYNNET, debemos seguir los preceptos del artículo 58 del actual Código de Procedimiento Penal, que trata del impedimento del Fiscal General de la Nación: “Artículo 58. Impedimento del Fiscal General de la Nación. Si el Fiscal General de la Nación se declarare impedido o no aceptare la recusación, enviará la actuación a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, para que resuelva de plano.” Respecto a la recusación planteada en contra del doctor JOSÉ FERNANDO PERDOMO, está reglada por el artículo 63 de la Ley 906, en los siguientes términos: “Artículo 63. Impedimentos y recusación de otros funcionarios y empleados. Las causales de impedimento y las sanciones se aplicarán a los fiscales, agentes del Ministerio Público, miembros de los organismos que cumplan funciones permanentes o transitorias de policía judicial, y empleados de los despachos judiciales, quienes las pondrán en conocimiento de su inmediato superior tan pronto como adviertan su existencia, sin perjuicio de que los interesados puedan recusarlos. El superior decidirá de plano y, si hallare fundada la causal de recusación o impedimento, procederá a reemplazarlo. Cuando se trate de impedimento o recusación de personero municipal, la manifestación se hará ante el procurador provincial de su jurisdicción, quien procederá a reemplazarlo, si hubiere lugar a ello, por un funcionario de su propia dependencia o de la misma personería, o por el personero del municipio más cercano. En los casos de la Procuraduría General de la Nación, Fiscalía General de la Nación y demás entidades que tengan funciones de policía judicial, se entenderá por superior la persona que indique el jefe de la respectiva entidad, conforme a su estructura. En estos casos no se suspenderá la actuación.” En cuanto al procedimiento al interior de la Fiscalía General de la Nación para la reasignación del conocimiento de las investigaciones, debemos acudir a la Resolución 0689 del 2012, expedida por la doctora MARTHA LUCIA ZAMORA ÁVILA en calidad de Fiscal General de la Nación ( e ), especialmente los artículos 5 y 6, que establecen las causales de asignación de un Fiscal Especial o la reasignación, señalando que éstas corresponden a las señaladas legalmente para el cambio de radicación: Artículo 5°. Causales. La orden de asignar especialmente el conocimiento de una investigación a un fiscal determinado, así como de reasignar o desplazar el conocimiento de un proceso en curso a otro fiscal, deberá sustentarse en razones objetivas calificables como excepcionales, que impliquen una afectación al normal desarrollo de la actuación y que no pueden ser superadas a través de otros procedimientos o instituciones previstos en la ley. Artículo 6°. Procedencia. El trámite descrito en la presente resolución es de carácter excepcional y sólo procede por razones objetivas calificables como excepcionales, especialmente los casos en los procede el cambio de radicación y siempre que esas circunstancias no puedan ser subsanadas a través de los mecanismos procesales previstos en la legislación vigente. Aquellas solicitudes de asignación especial o de reasignación en las que se invoquen otras figuras procesales, deberán ser remitidas de plano al fiscal de conocimiento para adelantar el trámite que corresponda según su contenido. Esta remisión será informada al interesado. 5.1. De la necesidad de acoger favorablemente la petición formulada. Como se extrae de los hechos y de los fundamentos jurídicos hasta ahora expuestos, resulta sumamente grave para mis intereses y derechos que sea alguno de ustedes doctor MONTEALEGRE y doctor PERDOMO quien se encargue de conocer el presente asunto, ya que con su actuar en calidad de representantes de la Fiscalía implica la no garantía de los principios de imparcialidad y objetividad. VI. CONSECUENCIAS DE LA RECUSACIÓN En primer lugar, el artículo 62 consagra como consecuencia de la recusación se SUSPENDERÁ DE LA ACTUACIÓN, esto en los siguientes términos: “Desde cuando se presente la recusación o se manifieste el impedimento del funcionario judicial hasta que se resuelva definitivamente, se suspenderá la actuación. Cuando la recusación propuesta por el procesado o su defensor se declare infundada, no correrá la prescripción de la acción entre el momento de la petición y la decisión correspondiente.” En segundo término, el artículo 64 señala de manera categórica que cuando un funcionario es relevado del conocimiento de una causa, NO PODRÁ RECUPERAR SU COMPETENCIA: “En ningún caso se recuperará la competencia por la desaparición de la causal de impedimento.” VII. PETICIÓN PRIMERO: Solicito se dé el trámite correspondiente a la presente formulación de recusación en los términos de Ley, frente al doctor MONTEALEGRE LYNNET. SEGUNDO: Solicito se dé el trámite correspondiente a la presente formulación de recusación en los términos de Ley y reglamentarios, respecto a la reasignación de la investigación frente al doctor PERDOMO TORRES. TERCERO: Como consecuencia de lo anterior, solicito se suspenda la actuación y se me cite nuevamente a rendir la diligencia de declaración jurada, una vez se verifiquen la existencia de todas las garantías procesales para rendirla, principalmente de objetividad e imparcialidad, a través de la designación de persona distinta a los señores Fiscal General de la Nación y Vice Fiscal General de la Nación para el conocimiento de este proceso. Atentamente, ÁLVARO URIBE VÉLEZ C.C.