Actualizar el salario mínimo, vital y móvil Diario Clarín - Fecha : 5 de Agosto del 2004 La recomposición del ingreso ayudará a combatir contratos en negro, ampliar el mercado laboral formal y recuperar la cultura del trabajo. El trabajo en negro es uno de los determinantes de la exclusión social. Esto se refiere a quedarse fuera del sistema de obras sociales, el régimen provisional, las asignaciones familiares y todos los otros beneficios complementarios. El 75% de los hogares pobres no tienen ningún miembro con cobertura de seguridad social y entre los indigente este porcentaje se leva al 90%. La informalidad laboral está peligrosamente extendida ; en el sector privado alcanza al 47% de los asalariados. Es necesario, por consiguiente, luchar decididamente contra el empleo en negro. Ello por razones, básicas de equidad social, pero también para sustentar a largo plazo la competitividad de la encomia. Esta lucha exige una política, es decir un conjunto coordinado de instrumentos. En primer lugar , el cumplimiento de las normas laborales y de la seguridad social. El fortalecimiento del sistema de inspección del trabajo, dotándolo de recursos humanos y técnicos idóneos, dimensionados a la magnitud del problema debe ser una prioridad del Gobierno nacional y de las provincias. Es imprescindible recurrir también a herramientas de política económica del mercado de trabajo que desincentiven la contratación ilegal del personal. Para ello una herramienta potente es el salario mínimo, vital y móvil. Este fija no sólo un piso para las remuneraciones de los asalariados registrados, también induce un umbral para el sector informal. En otros términos; el salario mínimo vital y móvil determina el piso de la estructura de salarios de toda la economía. El deterioro de los ingresos de los trabajadores más desprotegidos ha estado relacionado con el congelamiento del salario mínimo vital y móvil desde mediados de los años 90. La baja del umbral salarial y el aumento de la brecha con los salarios medios de los trabajadores registrados constituyó un estimulo para el crecimiento del sector informal. El impacto negativo en la crisis y la devaluación, que produjo una caída muy marcada en el salario real, sólo comenzó a revertirse luego que se elevó el salario mínimo vital y móvil. Desde marzo de 2003, cuando el Gobierno quebró ese congelamiento (un aumento de $200 a $300 y uno adicional de $50 desde enero de este año), el índice de salarios de los trabajadores no registrados creció mas de 12% en términos reales, descontada la inflación. Esto contribuyó significativamente para que la pobreza y la indigencia disminuyeran 7% el año pasado, revirtiendo por primera vez la tendencia del desequilibrio social. Asimismo el la medida que el piso salarial se despegue claramente de los planes sociales, estimulan a que los beneficiarios se reinserten en el mercado laboral formal, recuperando al cultura del trabajo y dando un paso sustancial para la inclusión social.