Nº197 Venado Tuerto, 03 de Setiembre de 2007.VISTO: Los presentes caratulados: “INCI-DENTE DE NULIDAD PLANTEADO POR J. C. M” -Expte. Nº 103/2007-, Y; CONSIDERANDO: Contra la Resolución nº 578 de fecha 18 de Abril de 2007, dictada por el Sr. Juez en lo Penal de Instrucción local, Dr. Hugo J. Perassi, por la que no hace lugar a las nulidades planteadas (Arts. 161 y sig. del C.P.P. a contrario sensu); interpone recurso de apelación la Defensa, el que es concedido a fs. 14 de autos. 1.- Al expresar agravios el Dr. Paul Krup-nik, por la defensa de Juan Cruz M, hace mención al plan-teo de nulidad del acta de allanamiento obrante a fs. 34 de los principales y 06 del presente incidente y del acta de secuestro de fs. 39 de los principales y 07 del incidente. En cuanto al primero de los planteos dice que al momento de materializarse la medida, no se solicitó la presencia de un testigo ni se la filmó y sobre el secuestro efectuado dice que tal acto es ilegítimo e ilícito, porque el personal policial ingresó a la morada y secuestró elementos de supuesto interés para la causa, cuando ya se había agotado la orden librada. Califica de disparate jurídico que se haya seccionado el allanamiento y que no se haya convocado testigos. Agrega que tenemos entonces, un primer a-llanamiento con un solo testigo y un segundo allanamiento o prolongación del primero, sin ningún testigo. Responsabiliza al A-quo de las procesales señaladas y del espantoso accionar policial. irregula-ridades Plantea que el Fiscal interviniente carece de legitimación activa para intervenir en la causa, ya que el fiscal natural es el Dr. Lago y la Fiscal de Cámaras sin atri-buciones legales lo desplazó. Afirma que la alusión del Dr. Godoy a “cau-ce independiente de investigación” es en realidad “fuente inde-pendiente”, es una de las excepciones de la exclusión de la prueba y que no tiene ninguna relación con el caso bajo exámen en el presente y respecto al fallo “Daray” también alegado por el Sr. Fiscal interviniente, dice que lo afirmado por el Fun-cionario Fiscal favorece en todo caso, a la postura de esa de-fensa ya que no advierte cuál es la fuente independiente de la presente causa a la que alude. Refiere como “primera cuestión” a los vi-cios de la secuencia de allanamientos efectuados a la vivienda de su pupilo. Cita el Artículo 218 del nuestro Código Procesal y advierte que la petición policial de orden de requisa carece de todo fundamento, no especifica el objeto de la medida, ni que materiales se pretendía secuestrar y considera una vaguedad alarmante para la administración de justicia, que la policía satisfaga el requisito de la norma procesal haciendo constar “elementos útiles”. Agrega que también es grave la omisión de motivos y decreto fundado del A-quo, que utiliza un formulario en el que no consta siquiera el domicilio a allanar, lo que avasalla una garantía constitucional elemental. Refiere al significado del término “fun-dar”, cita jurisprudencia y afirma que la debida fundamentación de los actos judiciales constituye una garantía del sistema republicano de gobierno, son el cimiento de un estado de dere-cho y los pilares de un sistema acusatorio y no inquisitivo. En síntesis plantea que no hay solicitud policial con fundamentos, no hay motivos fundados para allanar, no existe decreto fundado del juez y falta precisión en el con-tenido de la orden de allanamiento, violando todo ello, lo dis-puesto en el Artículo 218 del Código adjetivo. Como comisión policial a la segunda casa cuestión, de M para refiere al continuar retorno el de la allanamiento dispuesto. En tal sentido, afirma que el consen-timiento dado por Walter M no resulta válido ni eficaz y carece de legitimación para prestarlo ya que no vive en la morada allanada y se encuentra comprendido en la prohibición establecida en el Artículo 451 del C.P.P., de proveer supuestas pruebas en contra de su hermano. Destaca que Walter M no se resistió a la continuación de la medida porque entendió que dicho acto era legal y por ello es favorable al pedido de nulidad planteado, lo referido en la caso “Rayford” que cita el Sr. Fiscal ac-tuante y trata el efecto intimidante o el error que provoca la comisión policial requirente de autorización para ingresar a un ámbito privado, valorando la experiencia común de un ciudadano medio. Por lo que, cabe concluir que el consentimiento dado por el hermano de su pupilo, no resulta válido. Trae a colación lo dispuesto por la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación en la causa “D́Acosta” respecto a que por la orden de allanamiento el Juez no delega su imperium en un funcionario policial para que éste discre-cionalmente lo utilice, sino que es un mandato singular que se agota en el cumplimiento de la medida y que no habilita otras entradas. Afirma que el fallo citado por el Juez Ins-tructor “Zambrana Daza” no guarda ninguna relación con el pre-sente caso. Aclara por último, que la doctrina del fru-to del árbol envenenado se encuentra plenamente vigente en la doctrina de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Hace reserva de derechos de interponer los Recursos de Inconstitucionalidad previstos en la Ley 7055 de nuestra Provincia, como así también el Extraordinario del Art. 14 de la Ley 48 y la Cuestión Federal, para el supuesto caso que no se haga lugar a los planteos de nulidad formulados. Solicita en definitiva, se revoque la reso-lución recurrida y se declare la nulidad absoluta del allanamiento ordenado y su extensión posterior efectuada por la preventora. 2) La Sra. Fiscal de Cámaras, Dra. Graciela Mastrocésare, manifiesta que el A-quo desde los primeros mo-mentos de la investigación estuvo presente en el lugar del he-cho y tomó decidida y activa participación, conocimiento de practicando. Lo todas que es y decir, cada explica que que una de tuvo las acabado me-didas segura-mente, sabía e que los demandaban el allanamiento al mo-mento de librar la orden. inmediato se fueron motivos que Agrega que sabiendo el domicilio del im-putado, era obvio que los elementos personales de éste y relacionados con el hecho ocurrido debían encontrarse allí; ya que los utilizados para ultimar a la víctima ya habían sido encontrados en el escenario del crimen. Que el objetivo era constatar la presencia de manchas de sangre humana en las pren-das y/o calzado del victimario y no otro tipos de elementos que no fueran propios de un homicidio. Afirma que el allanamiento se practicó un día con altas temperaturas y humedad y a las 15.15 hs., no siendo usual en el barrio donde vive la familia M que hubiese mucho tránsito en la vía pública, con esas condiciones climáticas y en ese horario. Lo que explicaría la presencia de un solo testigo al momento de la requisa. Sostiene que el testimonio de Walter M demuestra que el allanamiento se practicó con la total anuencia del propietario del inmueble, el Sr. Omar M, a quien se le solicitó la llave de ingreso y se le explicó los motivos del procedimiento y además -añade- deja en claro que fue él mismo quien hizo entrega de las ojotas del imputado al personal policial, las que casualmente se encontraban entre calzados de mujer. Afirma que no surge de la causa elementos que permitan inferir medió algún tipo de coacción para ingregar u obtener la autorización de ingreso al inmueble allanado.- Manifiesta que será relevante el resultado de las pericias ordenadas sobre las ojotas del imputado y eso explica el tesón defensista en neutralizar tal prueba, que no es la única que incrimina a M, sino que tal como lo expuso en la causa principal, hay en la causa muchas otras medidas que demuestran que Juan Cruz M fue el homicida de Alba Di-giuni. Solicita en definitiva, se rechacen los agravios planteados por el apelante y se confirme íntegramente el resolutorio alzado por resultar conforme a derecho.- 3) A solicitud de la Defensa de Juan Cruz M, la Presidencia de este Cuerpo ordena la incorporación de las actuaciones pertinentes al presente incidente y que fue-ran elevadas por el Juzgado en lo Penal de Instrucción local, y respecto a dicha incorporación se corre traslado al Dr. Paul Krupnik. 4) El Sr. Defensor de Juan Cruz M, Dr. Paul Krupnik, manifiesta que se remite in totum a su memorial de expresión de agravios obrante a fs. 19/26. Respecto a la prueba agregada dice que la declaración brindada por el Comisario Baptista refuerza su pe-tición de nulidad respecto a que se constituyó en el domicilio de M por una supuesta versión respecto al calzado de éste y dá explicaciones que no justifican la violación al domicilio de su pupilo. Destaca asimismo que el Comisario Baptista reconoce que quienes diligenciaron el ilegal allanamiento fue-ron él y otro policía y no como figura en el acta. Solicita se instruya causa al Comisario Baptista por el delito de Falsificación de Instrumento Pú-blico.Respecto a la justificación del accionar policial que hace la Sra. Fiscal de Cámaras, dice que si la policía hubiera querido obtener testigos a la hora del alla-namiento -15.15- los hubieran traído de otro lugar de la ciu-dad, hubiera tocado timbre en algún vecino y exige la colabo-ración que manda la norma. Que ésta disposición sólo autoriza la excepción cuando el acto se practica en zona de villa de emergencia o de alta peligrosidad, no a las tres de la tarde en pleno casco urbano. Advierte también que teniendo el A-quo conocimiento acabado e inmediato de todas y cada una de las medidas que se practicaban, debió dejar constancia de los motivos que justificaban el allanamiento, ya que a la orden la impartió en forma verbal. Deja planteadas reservas de recurrir por ante las Cortes Supremas de Justicias de la Provincia y/o de la Nación, por vía de los Recursos de Inconstitucionalidad, ante la supuesta violación de las garantías y derechos constitu-cionales de inviolabilidad del domicilio, garantía del Juez imparcial y Defensa en juicio. Solicita en definitiva, se revoque la reso-lución recurrida y se declare la nulidad absoluta del alla-namiento ordenado y de la extensión posterior efectuada por la Preventora, alcanzando a los objetos secuestrados en tal con-dición. Asimismo peticiona se instruya causa al Comisario Ovi-dio Baptista por Falsedad Instrumental del acta de proce-dimiento policial. 5) La Sra. Fiscal de Cámaras, Dra. Graciela Mastrocésare, ratifica sus dichos de fs. 39/40 vlta., afirma que el decreto del 22.05.2007 tiene una redacción muy poco feliz del A-quo, pero aún así dice que dicha medida pierde toda trascendencia desde el momento que fue solicitada por la Defensa de Lussenhoff. Afirma que los dichos de Baptista coinciden con el relato de Walter M, respecto al regreso al domi-cilio de sus padres y el secuestro del calzado, lo que demues-tra que se trató de una entrega voluntaria de Walter M y que se contaba con la autorización expresa del propietario. Sostiene que el acta redactada en el allanamiento es defectuosa pero no tipifica ningún delito, ya que no falsea ningún dato; que seguramente quien redactó el ac-ta demostró una impericia profesional que es merecedora de un llamado de atención o apercibimiento, pero que el imputado re-sultó beneficiado al no poderse realizar exámen de ADN por la humedad de las sandalias u ojotas secuestradas. Concluye en que estamos ante un acta defec-tuosa pero no ante una falsedad documental, por lo que la nulidad perseguida no puede prosperar y así lo solicita. En consecuencia, pide se rechazan los agravios planteados y su ampliación y se confirme la resolución apelada. II) Corresponde en las presentes actua-ciones dilucidar el planteo de nulidad formulado por la defensa del imputado Juan Cruz M con respecto al acta que acredita el allanamiento llevado a cabo por la preventora a fs. 34 en el domicilio de Omar René M ubicado en calle La Rioja 354 de esta ciudad, el día 19/03/2007, y asimismo del acta que a fs. 39 acredita otro procedimiento realizado el mismo día, en el mismo domicilio antes indicado y aproximadamente dos horas des-pués de ocurrido el mencionado en primer término. De acuerdo a la resolución obrante a fs. 12/13 el titular del Juzgado en lo Penal de Instrucción de esta ciudad dispone desestimar las nulidades planteadas. El magis-trado actuante menciona que de acuerdo a lo normado en el art. 190 V inc. 7º del Código de forma las actas prevencionales pueden llevarse a cabo con la presencia de un solo testigo, sin que se altere su valor probatorio. Con respecto al segundo planteo trae a colación lo resuelto por la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación en el caso “Zambrana Daza”, en el cual se deja establecido que no existió coacción por parte del personal policial en un procedimiento y que fue en cumplimiento de lo establecido en el Código de Procedimiento correspondien-te; el Dr. Perassi analógicamente se refiere a que en el proce-dimiento llevado a cabo en el domicilio de la familia M nadie forzó a Walter M y por lo tanto no hay objeciones que formular, agregando que en el acto efectuado en segundo término fue posterior al allanamiento. El Dr. Paul Krupnik comparece en primer término a fs. 19/26 y se agravia en la Alzada de lo resuelto por el a-quo en la forma antes indicada, se refiere que al mar-gen de la necesidad de haberse filmado el procedimiento cuando se allana el domicilio de M, no se ha justificado porqué motivo se obvió la presencia de un testigo. Agrega que con res-pecto a la actitud de la autoridad policial de volver nueva-mente al mismo configurar domicilio un donde ilícito, se pues había se efectuado secuestraron el allana-miento, su-puestos puede elementos de interés a la causa, y que ya estaba ago-tada la orden de allanamiento que se había utilizado, que re-sulta un disparate jurídico admitir que las órdenes de allana-miento se puedan seccionar en el tiempo y a criterio de la prevención actuante, pero que aunque así se admitiera tampoco se cumplió con el requisito de convocar a testigos. Se remite a la doctrina y jurisprudencia invocada por el Sr. Defensor General quien lo había precedido en el ejercicio de la defensa técnica del imputado Juan Cruz M. Seguidamente se encarga de rebatir las argumentaciones utilizadas por el Sr. Fiscal Dr. Adrián Godoy en autos. A continuación sostiene que se ignora el motivo mediante el cual la preventora solicita al Magistrado una orden para allanar el domicilio de su defendido, y que esto tiene que ver precisamente con la razonabilidad o no de un acto estatal que lisa y llanamente aniquila una garantía consti-tucional como la inviolabilidad del domicilio. Se remite a lo dispuesto en el art. 218 del C.P.P. que exige para requisar un domicilio: “motivos fundados” y “decreto fundado”. Sostiene que la preventora no fundamentó la solicitud del allanamiento, o sea que no informó al magistrado cuáles son los detalles, datos, investigaciones o pesquisas que se habían reunido para dicha petición, ni cuál era el objeto de la medida pues no se especifica qué materiales se pretendían secuestrar, y no re-sulta suficiente a su entender que se pretenda otorgar Previamente a dicho remi-tirse mérito a a las doctrina palabras del Dr. “elementos Eduardo útiles”. Jautchen y a jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sostiene que las razones que se den con fundamento a un registro domiciliario deben guardar minuciosa correspondencia con las pautas permi-sivas de la norma. Que la debida fundamentación de los actos de los jueces, constituye una garantía del sistema republicano de gobierno, son el cimiento del estado de Derecho y los pilares de un sistema acusatorio y no inquisitivo basado en el ocul-tismo. Indica que la integridad judicial se vería menoscabada de aceptarse que procedimientos cumplidos en violación a normas legales puedan servir de base a una condena criminal. Seguida-mente indica que más allá que el consentimiento de ingreso a la morada que supuestamente habría otorgado Walter Omar M, no resulta válido ni eficaz, ya que el mismo tiene domicilio en calle Moreno 496 de esta ciudad y agrega que se obliga al her-mano a quien alcanza la prohibición de declarar tal cual surge del art. 451 del C.P.P. y a proveer supuestas pruebas en contra del mismo. Trae a colación los fallos del más alto tribunal de la Nación –“Cichero y Fiorentino”- en los que se sostiene que la ausencia de reparos no es equiparable a una autorización válida para el ingreso a un domicilio. Sostiene que Walter Mun-ger no tuvo otra opción de dejar pasar al personal policial, que se hace presente en el domicilio de su padre cuando ya su hermano estaba detenido y sospechado de cometer un homicidio de la esposa de un juez. Sostiene que por lo tanto el consen-timiento brindado no es válido. Agrega que en el caso “D’ Acosta” la Corte Suprema de Justicia constituye de un la acto Nación por sostuvo el cual que el la Juez orden de allanamiento no delegue su imperium un en funcionario policial y que pueda ser utilizado discrecionalmente por éste, sino que se trata de un mandato singular que se agota con el cumplimiento de la orden y que no habilita nuevas entradas. Por último sostiene que el caso “Zambrana Daza” –mencionado por el a-quo- no tiene relación con la cuestión debatida en autos. Al ampliar expre-sión de agravios el presentado Dr. a fs. Krupnik, 19/26. se En remite relación en a primer la nueva término prueba al memorial incorporada, advierte que la declaración brindada por el comi-sario Mario Baptista refuerza la petición de nulidad, pues ad-mite que se constituye en el domicilio de M porque habría surgido una versión en relación al calzado, pero no pudo pre-cisar el origen de la misma. También sostiene que el titular de la Comisaría local pretendió esbozar una esforzada explicación en relación a por qué motivo no se requirió una nueva orden de allanamiento ni testigo presenciales. Agrega que el mismo Co-misario Baptista ha declarado que él mismo junto a otro policía fueron quienes diligenciaron el ilegal allanamiento, y no el subcomisario Genessi y el sargento Luna oportunidad. como erróneamente Sostiene que de cons-ta esta manera en el el acta labrada mencionado en la policial ha cometido el delito de falsifi-cación de instrumento público y solicita que se instruya causa penal a su respecto. A continuación rebate el criterio de la Sra. Fiscal de Cámaras, sosteniendo que si la policía hubiese querido obtener testigos cuando se llevó a cabo el procedi-miento -15.15 hs.- no hubiese tenido inconvenientes en encon-trarlos. Por último solicita que se revoque la resolución del juez de Instrucción y se declare la nulidad absoluta del alla-namiento ordenado y de la extensión posterior efectuada por la preventora, alcanzando los objetos secuestrados en tal condi-ción. Partimos de la base que el art. 18 de la Constitución Nacional establece que: “el domicilio es invio-lable como así también la correspondencia epistolar y los papeles privados y una ley determinará en qué casos y con qué justificativos podrá proceder a su allanamiento y ocupación”; de este lenguaje cabría inferir que nuestros constituyentes entendieron que una ley específica dictada por el Congreso Nacional determinaría los requisitos y condiciones para que un allanamiento pueda ser considerado ilegal. Esa reglamentación, sin embargo, ha sido llevada a cabo por medio de diversos actos legislativos y, en particular, por los distintos códigos proce-sales dictados en el país los que contienen disposiciones re-lativas a los requisitos para practicar allanamientos (CARRIÓ, Alejandro, Garantías Constitucionales en el Proceso Penal, pág. 89). El allanamiento se muestra como un acto de coerción real limitativo de una garantía constitucional, consiste en el franqueamiento compulsivo de un lugar cerrado, en contra de la voluntad de quien está protegido por esa garantía, cumplido por autoridad policial con fines procesales y legitimado solamente cuando se han satisfecho las formalidades impuestas por la ley ritual. Es coerción real porque recae sobre el obstáculo material –efectivo o potencial- que delimita el ambiente cerrado, cuya transposición es compulsiva ante las circunstancia de no ser consentida, sin necesidad de que medie resistencia efec-tiva. Debe cumplirlo la autoridad policial, sea directamente el Juez o un delegado suyo. En este último caso, expresamente se requerirá previstas la orden la autoridad para salvo situaciones policial. Pero excepcionales para que el allanamiento no constituya un atentado contra la libertad, debe estar debi-damente legitimado. Para ello se requiere que con él se persiga un fin expresamente previsto en la ley y se cumplan las condi-ciones y formalidades que la misma describe. La resolución debe ser fundada, debe indicar la orden de allanamiento, el nombre de la persona autorizada para el cumplimiento del acto, la in-dividualización del lugar a allanar, la facultad para allanar-lo, la cumplirse la di-ligencia, o indicación en su de caso, día se y hora hará en constar que debe que su realización no admite demora. El allanamiento sin orden significa una limita-ción aún más profunda a la garantía constitucional. Está redu-cida a su justo campo y aplicada en función del criterio de la estricta necesidad, se estará dentro de los límites regla-mentarios que no la afectarán en grado de alteración. Por lo general los códigos procesales enumeran en forma taxativa los casos en los cuales procede el allanamiento por los auxiliares de la policía judicial o de seguridad (CLARIÁ OLMEDO, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, Tomo V, págs. 416 y sgtes.). Ya nos hemos expedido en la Alzada en el sentido que no cabe dudas que un proceso penal fundado en ideas garantizadoras se preocupa por proteger no sólo al individuo directamente de la posible arbitrariedad en la aplicación ge-neral del Estado, sino que procura también proteger aquellos ámbitos ligados directamente con su intimidad, como es, por ejemplo, el domicilio. La protección que ofrece al respecto el proceso penal es una protección de segundo nivel. Ya no se trata de una protección absoluta que impida por completo la búsqueda de información en el domicilio de una persona, sino que la protección que ofrece el proceso reside en que no será posible buscar información en tal fuente sino media una deci-sión del Juez y su autorización expresa cuando delega el re-gistro. Ello enmarca en el delicado equilibrio que exige nues-tro ordenamiento constitucional y legal entre el interés social de perseguir los respetando limitaciones delitos las o y el garantías inequívoco interés individuales, restricciones basadas las en su de que que ello soportan razonabi-lidad. ocurra ciertas En este sentido, se ha dicho que tanto las normas de libertad como las llamadas normas limitadoras, se integran en un único ordenamiento inspirado por los principios en el que, en último término, resulta ficticia la contraposición entre el interés particular subyacente a las primeras y el interés pú-blico que en ciertos supuestos aconseja su restricción. Antes, al contrario, tanto los derechos individuales como sus limita-ciones, en cuanto a éstas derivan del respeto a la ley y los derechos de los demás, son igualmente considerados en la Cons-titución, como fundamento del orden político y de la paz social (Tribunal Constitucional Español, 81/1998, 02/04/1998). Doctrinariamente también se ha señalado que el respeto por la condición humana, el reconocimiento y la ne-cesaria tutela jurídica de un ámbito de privacidad infran-queable, cuya inviolabilidad se encuentra constitucionalmente amparada, en conjunción con la consideración del afianzamiento de la justicia por medio de la represión del delito, tornan de absoluta necesidad reglamentar en qué casos y de qué manera la garantía de inviolabilidad el domicilio con fundamentos axioló-gicos en los valores libertad y seguridad, puede excepcio-nalmente declinar. En cuanto a su naturaleza jurídica, se trata de un medio de coerción auxiliar, que posibilita al juez la comprensión de otros medios de prueba. Para cierta doctrina, el consentimiento del interesado declinando la garantía hace in-necesario la orden de registro, opinión que no es unánime. En este punto la jurisprudencia se viene haciendo eco de fallos de tribunales federales y de la Corte Suprema de Justicia de la Nación de la década de los años ’80, que requieren un consen-timiento prestado en condiciones de libertad o ausencia de coacción, excluyendo el consentimiento tácito como convalidante del registro sin orden judicial, y valorando como experiencia común del ciudadano medio el efecto intimidante o el error que provoca la comisión policial requirente de autorización para ingresar a un ámbito privado. Toda esta cuestión tiene im-portantes consecuencias prácticas, en razón que el registro domiciliario, como medida de coerción auxiliar, destinada a lo-grar la detención de los imputados o bien el secuestro de cosas relacionadas con el delito, posibilita el despliegue de otros medios probatorios y el ingreso al proceso de diferentes medios de prueba, razón por la cual la irregularidad inicial, en el registro domiciliario, puede ser pasible de una declaración jurisdiccional de exclusión probatoria y de sus consecuencias: declaración de nulidad del registro domiciliario y de las prue-bas por él obtenidas, más las otras evidencias por tratarse de actos procesales consecutivos o conexos. La norma establece el límite a la arbitrariedad del Juez al exigir indicios o motivos suficientes para disponer el allanamiento de morada, y al mismo tiempo tutela al ciudadano su garantía constitucional. Cuando el registro sea solicitado por la policía se labrará acta de procedimiento en la que deberán constar todas las exigencias que dispone el art. 190 V del C.P.P. (JAUTCHEN, Eduardo, Co-mentarios sobre el Código Procesal Penal de Santa Fe, Editorial Rubinzal-Culzoni, págs. 298 y sgtes.). De acuerdo a lo establecido en el art. 190 V del C.P.P. –según reforma Ley 12.162 del año 2003- surge que en aquellas actas policiales que acrediten aprehensiones, se-cuestros, requisas, allanamientos o registros domiciliarios, deberán contener –entre otros requisitos- la presencia de dos testigos mayores de 18 años, hábiles y que no pertenezcan a la repartición, se agrega que si por las especiales circunstancias del caso no fuera posible la presencia de dos testigos, el acta tendrá valor con la intervención de uno solo y por último se destaca que si ello fuera absolutamente posible, de cuyas causales deberán dejarse constancia explicativa, darán fe dos funcionarios actuantes. En el sub-lite nos encontramos con la impugnación formulada por la defensa del imputado Juan Cruz M, contra las actas que acreditan el procedimiento llevado a cabo en dos momentos temporales distintos del día 19/03/2007. Comenzando a dilucidar el allanamiento llevado a cabo por autoridad policial a fs. 34 del principal, se observa que a las 15.15 hs. se hace presente una comisión policial en el domicilio de Omar René M –progenitor de Juan Cruz- ubicado en calle La Rioja 354 de esta ciudad munidos de una orden de allanamiento expedida por el Dr. Hugo Perassi, quien había hecho lugar a la petición policial, delegando las diligencias correspondientes en el titular de la Comisaría II de esta ciu-dad y/o personal que el mismo designara al efecto. Con respecto al cuestionamiento de la recurrente cuando hace mención a que el Magistrado no fundamentó los motivos por los cuales hizo lugar a la solicitud policial para liberar la correspondiente orden de allanamiento, en base a lo establecido en el art. 218 del C.P.P. y que la petición policial que se agrega a fs. 32 del principal tampoco daría respuesta a los requisitos legales exigidos, o sea, especificar cuál era el objeto de la medida y qué materiales se pretendía secuestrar. Advierto que en la nota que se agrega a fs. 32 del principal el Comisario Principal Mario Baptista se presenta mediante nota ante el Dr. Hugo Perassi, solicitando expida orden de allanamiento para con el domicilio ubicado en calle La Rioja 354 de esta ciudad, a fin de inspeccionar el mismo en la procura del secuestro de elementos útiles a la causa. Es cierto que se trata de una solicitud escueta, que podría haber mencionado datos más con-cretos acerca de la medida solicitada. Pero también hay que reconocer –como lo ha indicado la Sra. Fiscal de Cámaras- que el Dr. Hugo Perassi se había constituido desde el primer momen-to en el lugar del hecho, que estaba al tanto de las hipótesis que se manejaban en materia investigatoria del hecho criminal acaecido. Es por este motivo, que la autoridad policial y el Magistrado actuante sabían que se estaba procurando localizar las prendas de vestir y/o calzados de Juan Cruz M a fin de establecer si estaban o no impregnadas de sangre humana. Debo agregar que en la vorágine que se evidencia en los primeros momentos de ocurrido un hecho grave como el investigado en au-tos, tanto la autoridad policial como los órganos judiciales correspondientes tratan de llevar a cabo con urgencia las medi-das que consideran urgentes para tratar de obtener la verdad real de lo sucedido. Es en este entendimiento, que puede justi-ficarse la no observancia de ciertas formalidades procesales, claro está, que no lleguen a vulnerar las garantías constitu-cionales del debido proceso y de la defensa en juicio del im-putado, el agravio se rechaza. Con respecto al tema consistente en que el Dr. Krupnik cuestiona que solamente en el procedimiento llevado a cabo a las 15.15 hs. en el domicilio de calle La Rioja 354 de esta ciudad, solamente se convocó la presencia de un testigo –señor Angel Serrano- y no de dos testigos como indica la ley procesal reformada, debo señalar que no por ello se puede lle-gar a considerar que el procedimiento es inválido. Esto es así, porque si bien la autoridad policial no ha mencionado los motivos por los cuales solamente se registró la presencia de un testigo que corrobore el considero que procedimiento tiene entidad llevado a suficiente cabo, como la pre-sencia para avalar del el mismo proceder policial que culminó con el secuestro de elementos que podrían ser útiles a la causa en el domicilio donde reside el imputado M. En realidad, de la lectura del artículo 190 V inc. 7º del C.P.P., considero que es dable deducir que la norma en principio requiere la presencia de dos testigos mayores de 18 años y que no pertenezcan a la repar-tición policial, se agrega que si por especiales circunstancias del caso no fuera posible la presencia de dos testigos el acta tendrá valor con la intervención de uno solo. Quiere decir, que no se puede forzar la interpretación de la ley en este caso, en el sentido de determinar que la presencia de dos testigos con-validantes del procedimiento se torna requisito insoslayable. Esto es así, porque expresamente se menciona que puede haber especiales circunstancias del caso para no contar con los dos testigos y en tal situación el acta tendrá valor con la in-tervención de uno solo, como ocurre en el caso de autos. Es claro, que la preventora debió mencionar expresamente por qué causa no se localizó la presencia de otro testigo, pero no por ello estimo que se puede fulminar la eficacia del acto impugnado. Sí es cierto, que el a-quo debe instruir a la preventora cual es la manera correcta y prolija en que debe actuar en caso como el presente. Por lo demás, el agravio se rechaza. De esta manera, en relación al planteo de nulidad del acta que acredita el allanamiento efectuado a las 15.15 hs. del día 19/03/2007 en la vivienda de calle La Rioja 354 de esta ciudad y que se a-grega a fs. 34 del principal, considero que debe desestimarse dicho planteamiento por considerar que no existen elementos suficientes para que se disponga la nulidad impetrada. A mi entender, es distinta la situación que se plantea con respecto a la nulidad solicitada contra el acta que acredita el secuestro llevado a cabo por la preventora a fs. 39 del principal. En este caso, de acuerdo a lo consignado en el acta mencionada, los funcionarios policiales actuantes consignan que siendo las 17.30 hs. se procede a “continuar” con el allanamiento ordenado en la vivienda de calle La Rioja 354 de esta ciudad y que culmina con el secuestro preventivo de un par de ojotas color negro marca Tuner, las que serían propiedad del llamado Juan Cruz M, entregadas de conformidad por Walter Omar M –hermano del imputado en autos- y no se men-ciona que estuviera presente el propietario de la vivienda o sea el Sr. Omar René M. A este panorama debe agregarse que al comparecer a prestar declaración testimonial el comisario principal Mario Baptista –fs. 44/47- dice que habló con el Sr. Omar M y éste dijo que no tenía problemas en que fueran a secuestrar algún calzado de su hijo, que en realidad el nombrado no lo acompañó a la casa sino que lo hizo el otro hijo llamado Walter M; al margen de cómo se llevó a cabo el procedimiento, agrega el declarante que si bien participó en el procedimiento a las 17.30 hs., no consta su intervención en el acta de fs. 39 y considera que se trata de un error de quien confeccionó el acta. Aquí se discute, si se requería o no otra orden de allanamiento para volver a ingresar al domicilio de calle La Rioja 354 de esta ciudad, si por ejemplo continuaba vigente todavía la orden judicial al respecto y además también surge el tema de la validez del acta que acredita el proce-dimiento mencionado y que se agrega a fs. 39 del principal. En principio debo señalar que a mi entender la orden de allanamiento que el a-quo había dictado con respec-to a la procura de localizar elementos útiles para la inves-tigación, en el domicilio de calle La Rioja 354 de esta ciudad, ya había sido utilizada por la preventora de acuerdo al acta que se agrega a fs. 34 del principal y por otra parte se había logrado el secuestro de prendas de vestir presuntamente perte-necientes al imputado Juan Cruz M. Si la autoridad poli-cial vuelve a la misma escena donde se había llevado a cabo el allanamiento mencionado, pretendiendo contar con la autoriza-ción del propietario de la vivienda, debió como mínimo concu-rrir con el Sr. Omar M que en ese momento se hallaba declarando en la Comisaría 2da. de esta ciudad o sino, para evitar ulteriores consecuencias solicitar nueva orden de alla-namiento al magistrado competente. La defensa consigna acertadamente el fallo “D’Acosta” emanado de la Corte Suprema de Justicia de la Nación consistente en que la autoridad policial, luego de practicar una orden de allanamiento, retornó a las horas para continuar secuestrando elementos en el mismo domi-cilio; el más alto Tribunal de la Nación señaló que la orden de allanamiento no constituye un acto por el cual el Juez delegue su imperium en un funcionario policial y que éste utilice en forma discrecional dicha orden sino que se trata de un mandato singular que se agota con el cumplimiento de la orden y que no habilita a nuevas entradas. Se podrá discutir si en realidad el procedimiento llevado a cabo a las 17.30 hs. en calle La Rioja 354 de esta ciudad, constituyó un verdadero allanamiento o en su caso un ingreso de personal policial autorizado por el mo-rador de la vivienda. Pero en realidad, considero que existe un elemento más que directamente nos lleva a tener que resolver la nulidad en el sentido peticionado, sin tener que dirimir la cuestión antes indicada. Se trata, de lo que surge de la propia declaración del titular de la seccional policial local, Comisario Principal Mario Baptista, quien ha declarado que intervino junto a otro policía en el procedimiento de las 17.30 hs., y que no lo llevaron a cabo ni el subcomisario Genessi y tampoco el sargento Luna como en forma errónea se consigna en el acta que se agrega a fs. 39 del principal. Con este panorama considero que no queda otra alternativa que hacer lugar al planteo de nulidad solicitado por la defensa del imputado Juan Cruz M con respecto al acta que acredita el procedimiento llevado a cabo en el domicilio de calle La Rioja 354 de esta ciudad y que culminó con el secuestro de un calzado pre-sumiblemente perteneciente a Juan Cruz M. El art. 161 del C.P.P. establece que los actos procesales serán nulos cuando no se hubiesen observado las disposiciones expresamente prescriptas bajo sanción de nulidad o violado u omitido las formas sustanciales dispuestas a su respecto por este Código. La noción de nulidad comprende tanto al vicio por el que está afectado el acto como a su san-ción consecuente. Como excepción al principio de que las posibilidad de nulificación son sólo las taxativamente consagradas expresamente por la ley, se consagra la sancionabilidad de las nulidades sustanciales; en consecuencia, aún contra disposición que rige el acto no conmine expresamente su irrelevalidad con nulidad, ésta debe imponerse cuando el vicio afecta por su omi-sión o violación de las formas sustanciales del mismo (JAUT-CHEN, Eduardo, ob. cit., pág. 191/192). Por lo demás, el art. 164 también del C.P.P. establece que la nulidad deberá ser de-clarada, aún de oficio, en cualquier estado y grado del proceso cuando implique violación de normas constitucionales o lo establezca expresamente la ley, siempre que la cuestión no hubiere pasado notoriedad de cosa juzgada. Con respecto a la solicitud formulada por el Dr. Paul Krupnik en el sentido que se ordene instruir causa penal por presunta comisión del delito de Acción Pública contra el Comisario Mario Baptista, considero que la Alzada sólo puede limitarse –en homenaje a no vulnerar la doble instancia- a poner en conocimiento de dicha petición al titular de la Fis-calía local que se encuentra actuando en tal carácter en Primera Instancia. En virtud de los argumentos ut supra men-cionados, propongo al Acuerdo: a) se desestime la petición de nulidad formulada por la defensa con respecto al acto de alla-namiento de morada arribada que se acredita mediante acta que obra a fs. 34, por los motivos antes indicados; b) se haga lu-gar a la nulidad planteada por el Dr. Paul Krupnik con respecto al procedimiento policial que se llevó a cabo en el domicilio de calle La Rioja 354 de esta ciudad y que se acredita mediante acta de fs. 39 del principal, por los motivos anteriormente citados; c) se haga saber al titular de la Fiscalía de Primera Instancia que interviene en la presente causa, la petición expresa acumulada por el Dr. Paul Krupnik solicitando que se instruya causa penal contra el Comisario Principal Mario Bap-tista por la presunta comisión de delito de acción pública; d) se inste al A-quo a que haga saber a la Preventora que debe respetar lo normado en el Art. 190 V inc. 7º del C.P.P.Por lo expuesto, la Cámara de Apelación en lo Penal de esta ciudad, RESUELVE: 1) Desestimar la petición de nulidad formulada por la defensa con respecto al acto de alla-namiento de morada arribada que se acredita mediante acta que obra a fs. 34, por los motivos antes indicados; 2) Hacer lugar con respecto al a la nulidad planteada por el Dr. Paul Krupnik procedimiento policial que se llevó a cabo en el domicilio de Causa Nº 103/07: “INCIDENTE DE NULIDAD PLANTEADO POR JUAN CRUZ M” calle La Rioja 354 de esta ciudad y que se acredita mediante acta de fs. 39 del principal, por los motivos anteriormente citados; 3) Hacer saber al titular de la Fiscalía de Primera Instancia que interviene en la presente causa, la petición ex-presa acumulada por el Dr. Paul Krupnik solicitando que se ins-ruya causa penal contra el Comisario Principal Mario Baptista por la presunta comisión de delito de acción pública; 4) Instar al A-quo a que haga saber a la Preventora que debe respetar lo normado en el Art. 190 V inc. 7º del C.P.P.Insértese, hágase saber y bajen. Fdo: Dres. Gustavo D.I. García Méndez, Juan Rodolfo Rosso y Marta Burrone de Juri: Vocales de Cámara y Dr. Abel G. Furno: Secretario Subrogante.-