la gran coalición contra el frente popular

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Taller 26
Del compromiso ideológico a la sociedad de consumo reconciliada: los intelectuales y
la Transición cultural española
Coordinadores: Olga Glondys (Universidad Autónoma de Barcelona) y
Giulia Quaggio (Universidad de Florencia)
quaggio.giulia@gmail.com
Textos aceptados (11)
26.1. Abelló Güell, Teresa (Universidad de Barcelona), “Los discursos de la CNT en los
años sesenta: confrontaciones internas y lucha contra el franquismo”…………………3
26.2. Albarrán, Juan (Universidad Autónoma de Madrid), “Cultura, mercado y
subjetividad: la cultura como escuela de socialización en la España transicional”……19
26.3. Cattini, Giovanni C. (Universitat de Barcelona), “El recuerdo de la República en el
Tardofranquismo. El papel cultural de los exiliados que vuelven en España”……… 35
26.4. De Haro García, Noemí (Universidad Autónoma de Madrid), “Diálogo y arte en la
televisión de la Transición”…………………………………………………………….55
26.5. Giordano, Enrico (Università La Sapienza Roma), “Las políticas culturales de
Enrique Tierno Galván en Madrid: libertad y participación ciudadana en la era de la
desideologización”……………………………………………………………………. 67
26.6. Granell Toledo, Mónica (Universitat de València), “¿Apuesta perdida? La
contracultura en la Transición española a través de la revista Ajoblanco (19741980)”…………………………………………………………………………………..87
26.7. Muñoz Bolaño, Roberto (Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado,
UNED),”El País de nunca jamás en el relato político de los intelectuales de la
generación perdida en la España democrática”………………………………………. 97
26.8. Santacana, Carles (Universitat de Barcelona), “La construcción de una cultura
light. El semanario Tele/Estel y los límites de una cultura oficial (1966-1970)”……..119
26.9. Sarría Buil, Aránzazu (Université Bordeaux Montaigne), “Cuando las revistas de
la Transición hacen historia. Algunas reflexiones sobre divulgación y conocimiento
histórico del exilio republicano”………………………………………………………135
1
26.10. Vélez Cipriano, Iván (Universidad Camilo José Cela e Investigador Asociado de
la Fundación Gustavo Bueno), “De la Ametlla a Toledo. Los encuentros CastillaCataluña, bases de la España federal”………………………………………………157
26.11. Zarategui, Jesús María (Universidad de Navarra), “Exilios interiores de los
“falangistas liberales” (c. 1956-1958). Alfredo Sánchez Bella, su enlace con el
franquismo”…………………………………………………………………………173
2
Los discursos de la CNT en los años sesenta:
confrontaciones internas y lucha contra el franquismo1.
Teresa Abelló Güell
Universidad de Barcelona
Dentro del marco de un proyecto de investigación más amplio, nos proponemos
profundizar en el discurso político-social de la CNT en estos años; analizar las
controversias y la evolución de sus planteamientos intelectuales es el objetivo del
trabajo, del que aquí se presenta una primera aportación.
En líneas generales, al comienzo de la década de los sesenta, con el régimen
franquista consolidado en España, la lucha obrera se orientaba irreversiblemente hacia
formas organizativas nuevas, que poco tenían que ver con las centrales sindicales
históricas suprimidas después de la Guerra civil. A pesar de las limitaciones y
prohibiciones impuestas por el régimen, en los centros de trabajo se imponía la figura
del, o de los, representantes elegidos por los obreros para solucionar los conflictos
laborales. A finales de los años cincuenta, en concreto en el mes de marzo de 1958, el
conflicto laboral desencadenado en la mina de La Camocha (La Felguera, localidad
próxima a Gijón), había alumbrado una forma nueva de organización, espontánea y
unitaria, en comisiones de obreros que se constituyó formalmente como organización a
partir de las huelgas en la minería asturiana del año 1962, el mayor conflicto laboral al
que se había enfrentado el régimen franquista hasta aquel momento, y que contó con la
adhesión y solidad de amplios sectores obreros. El nuevo sindicato, clandestino y
duramente reprimido, se expandió rápidamente por el País Vasco, Madrid, Cataluña y
El presente trabajo se inscribe dentro del proyecto “Los fundamentos del cambio cultural en España,
1960-1975”. HAR2014-52882-P”.
1
3
otras zonas industriales penetrando, a través de las elecciones sindicales organizadas por
el régimen, en las estructuras del sindicato vertical. Este nuevo sindicato seria quien
protagonizaría las principales movilizaciones obreras de la década de los sesenta, en
detrimento de las antiguas centrales sindicales.
Esta nueva realidad condicionaría el discurso y la trayectoria de las, ahora
débiles, organizaciones obreras con siglas históricas, que transitaban por la
clandestinidad impuesta por el franquismo con suerte y trayectorias diversas. Por lo que
respecta a la CNT, el sindicato anarcosindicalista objeto de este estudio, des del final de
la Guerra civil había pasado por situaciones complejas, marcadas por los
enfrentamientos internos -resultado, en gran medida, de las discrepancias respecto a la
actuación de la CNT en las últimas etapas de la Guerra civil- y por las diferencias sobre
el posicionamiento que el movimiento libertario debía adoptar acerca del gobierno
republicano en el exilio. Esto último provocó la aparición de un sector proclive a algún
tipo de participación en bloques antifascistas y otro radicalmente apolítico; estas
diferencias, agravadas por la realidad internacional que consolidó el final de la II Guerra
Mundial, abocaron ineluctablemente a la escisión, que se consolidó el año 1945.
Al finalizar la guerra civil, muchos militantes anarquistas, la inmensa mayoría,
permanecieron en España, sobre todo los que no se habían destacado en acciones
revolucionarias u organizativas y muchos de ellos acabaron, en aquellos años, ante
pelotones de ejecución o fueron condenados a muchos años en la cárcel. Así, des del
primer momento se había creado una doble dicotomía; la mayor parte de la militancia
cenetista se encontraba en España, mientras los cuadros dirigentes habían tomado la vía
del exilio lo que provocó que la reorganización en el interior no siempre se produjese en
harmonía con la dirección que estaba en el exterior2. Durante la década de los cincuenta,
la CNT, con unas estructuras enormemente frágiles no podida afrontar los costes
humanos de la clandestinidad y prácticamente dejó de existir en el interior3.
2
Una visión global de la emigración en Javier RUBIO: La emigración de la guerra civil de
1936-1939: historia del éxodo que se produce con el fin de la II República española, Madrid,
San Martín, 1977.
3
Al comenzar la década de los sesenta la vida clandestina seguía pasando factura a los
militantes de la CNT en el interior. Un ejemplo: el 5-041960 se celebró en Barcelona la vista
contra un grupo procesado por “impresión y organización clandestina”. Se trataba de los
militantes que “cayeron” cinco años antes al descubrirse una imprenta clandestina en la que se
4
Por su parte, la militancia en el exilio se mantuvo durante años dividida en dos
corrientes; los órganos de dirección habían quedado en manos del sector más ortodoxo,
a pesar que algunos de sus miembros se fueron distanciando del estricto purismo
ideológico. Con los años se fue constando el fracaso tanto de las vías colaboracionistas
con otras fuerzas antifascistas defendidas por los sectores reformistas, como de las
tentativas violentas defendidas por una ortodoxia tan dominante como inoperante.
Ambas corrientes participaban de un sentimiento de frustración no reconocido, pero los
intentos de acabar con la división interna habían fracasado sistemáticamente a lo largo
de los años4. Aquellos años la organización tuvo que hacer frente a problemas
recurrentes: unidad confederal, alianzas con otras organizaciones,…
regida por una
dirección en el exilio que seguía con la mirada puesta en la guerra civil y permanecía
ajena a los cambios que iba experimentado la sociedad española.
Al comenzar la década de los sesenta, la CNT se enfrentaba a la supervivencia
de la organización. La realidad política y social la obligaba a afrontar la adopción de
nuevos patrones de conducta. En este sentido cabe destacar diversos procesos que se
produjeron en paralelo, resultado de la asimilación de nuevos posicionamientos
ideológicos: la unificación del movimiento libertario, un proceso de convergencia
respecto a otras centrales sindicales con el objetivo común de la lucha antifranquista, y
la lucha por defender la ortodoxia en el nuevo plan de actuación planteado, lo que se
tradujo en la reunificación formal de las dos líneas existentes, y la aprobación, en
paralelo, de una dictamen llamado de “Defensa Interior” (DI).
Unificación y alianzas antifascistas
Al comenzar la década de los sesenta la sociedad española estaba experimentado
una transformación importante; este era un tema que afectaba a la CNT como
organización, y así lo entendían dirigentes destacados que abogaban por cambios
editaba, también clandestinamente el periódico Solidaridad Obrera. Véase: “Otro proceso
contra la C.N.T. en Barcelona”, CNT, Toulouse (15-5-1960).
4
Una síntesis en Teresa ABELLÓ: La CNT papers d’exili i clandestinitat, Catarroja-Barcelona,
Afers-CEHI, 2013. Un relato más pormenorizado en: Ángel HERRERIN LOPEZ: La CNT
durante el franquismo. Clandestinidad y exilio (1939-1975), Madrid, Siglo XXI Editores, 2004.
5
importantes en las actitudes de la Confederación, que debía luchar por la supervivencia,
pero no todo el exilio que no era consciente de los riesgos que comportaba el
inmovilismo. Como ya se ha dicho, la vida “orgánica” de la confederación estaba
sometida a periódicas fracturas, de laboriosa refundición, pero lograr un entendimiento
entre las distintas corrientes se veía aquellos años como imprescindible para afrontar los
nuevos retos.
La década de los sesenta empezaba con todos los desencuentros vigentes, sin
embargo la necesidad de visualizar un cambio de táctica era evidente5. A lo largo del
año 1960, en medios libertarios como el periódico CNT, se lleva a cabo una insistente
campaña en pro de la unificación6 con sucesivos llamamientos que se resumen en la
afirmación “Nuestra división ha terminado” como se reflejaba en la hoja de propaganda
difundida por el Secretariado Intercontinental de la CNT en el exilio con esta finalidad7.
El férreo control que el grupo afín a la pareja Esgleas-Montseny había mantenido
hasta aquel momento sobre la organización, y en parte seguiría manteniendo, era
cuestionado desde diversos sectores. Un militante histórico como Juan García Oliver, en
sus memorias, se refiere a las dificultades de poner fin a la escisión de forma
excesivamente simplificada, pero rotunda: “Los motivos, como siempre, eran más
aparentes que reales. Los grupos que encabezaba Federica Montseny quedaban
expresados en la terca actitud de ser inamovibles, ella y Germinal Esgleas, en sus cargos
en el periódico y en el Comité de Toulouse. Se consideraban nacidos para reinar y
pensaban realizarlo desde un Comité, un órgano que se parecía a un trono como una
gota de agua a otra gota de agua. Pero ambos alegaron un fondo ideológico a las
discrepancias. Aspirantes a ser tenidos por anarquistas puros, se confesaron
repetidamente arrepentidos de haber sido ella ministro del gobierno de la República
española y él consejero del gobierno de la Generalitat de Cataluña. Tales retracciones
arrastraban girones del prestigio de la CNT, de la FAI y del anarquismo español.
5
José Peirats en sus memorias visualiza esta realidad. José PEIRATS, De mi paso por la vida,
selección, edición y notas de Susana TAVERA y Gerard PEDRET: Barcelona, Flor del Viento
Ediciones, 2009, pp. 646-647.
6
CNT, Toulouse (4-9-1960), (18-9-1960).
7
“A los antifascistas en general y a los militantes y simpatizantes de la C.N.T. en particular”,
Hoja suelta. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO- 93/3.
6
El sector opuesto, que englobaba muchos buenos compañeros –como ocurría
también en el sector contrario- hizo de la defensa de los Comités nacionales del interior
el motivo material de su discernimiento, atrincherados tras los “Boletines de
Información” que recibían de España, órganos de expresión de los sucesivos Comités
nacionales, escritos en un estilo delirante y que daban cuenta de las gestiones pro
restablecimiento de la monarquía.
La escisión confederal, se produjo por el desgaste espiritual de la mayoría de los
refugiados, se mantenía apasionadamente entre las camarillas a que se iban reduciendo
los incondicionales”8
La unificación se inició en el congreso de Federaciones Locales (FFLL, en
acrónimo cenetista) celebrado en Limoges el mes de agosto del año 19609; continuó en
el que se celebró el año siguiente en la misma ciudad (Limoges, agosto 1961), y se
reafirmó en el que las FFLL celebraron el mes de octubre de 1963 en Toulouse. El
proceso de fusión iniciado a instancias de la FIJL de París –aunque dadas las
características del movimiento libertario en el exilio, sería más coherente hablar de
sucesivas “fusiones” en las distintas agrupaciones- se realizó en todo el exilio.
En Limoges, el año 1961, además de consolidar la reunificación, se tomó la
decisión de revitalizar la lucha antifranquista y se constituyó un nuevo Comité
Nacional, unitario, ampliamente representativo. Pero, en la práctica, el sector apolítico
controlaba la mayor parte de la militancia y absorbió al sector colaboracionista10. En
aquel congreso se adoptaron dos acuerdos estratégicos, dispares, en cierta medida
contradictorios, que eran el reflejo de la realidad del movimiento libertario: llevar a
cabo una alianza sindical entre la CNT y las centrales sindicales históricas con el
objetivo de recuperar la influencia entre el mundo laboral, y la creación de un grupo de
defensa de la ortodoxia y a acción, denominado “Defensa Interior” (DI).
Al tiempo que se llegaba a la reunificación de las dos corrientes cenetistas, se
producía un proceso de convergencia entre las formaciones anarcosindicalista y
8
Juan GARCIA OLIVER: El Eco de los pasos, Paris, Ediciones de Ruedo Ibérico, 1978, pp.
604-605. Una opinión similar es expresada por Luis Andrés EDO: La CNT en la encrucijada,
aventuras de un heterodoxo, Barcelona, Flor del Viento, 2006, pp. 150-151.
9
Postulados defendidos en el Congreso en: “La unidad confederal no es una ficción”, CNT (122-1961)
10
Una explicación detallada del proceso en A. HERRERIN: La CNT durante… pp. 218-225.
7
socialista, la UGT, que enlazaría también con el entendimiento entre grupos políticos
antifranquistas. Este proceso, planteado ya a mediados de la década anterior, recibió
presiones externas -por ejemplo de la Confederación Internacional de Organizaciones
Sindicales Libres- y se acabó concretando con la constitución a mediados de 1961 de
una Alianza Sindical entre la CNT, la Unión General de Trabajadores (UGT) y la
Solidaridad de Trabajadores Vascos (STV)11.
El congreso del año 1960 ya había dedicado varias sesiones, dos concretamente,
a estudiar las posibilidades de una alianza con la UGT “(…) y de acuerdo sobre bases
precisas y concretas con los demás sectores del antifascismo no totalitario”12; en este
redactado quedaba claro que se descartaba cualquier acuerdo con los sectores
comunistas. El congreso se pronunció claramente en favor de una alianza, y en la
manera en cómo se expresó se mezclaban viejas formas y nuevas necesidades: “El
Congreso estima: Que la Alianza Sindical CNT-UGT, tal como ya fue expresada en el
Congreso de Zaragoza de 1936, ha de tener un objetivo revolucionario (…) El congreso
propicia una Alianza circunstancial sobre puntos concretos entre la CNT y la UGT”. Se
considera que este un asunto que competía al interior, pero era la organización del
exterior la que establecía la alianza y marcaba las pautas: “El Congreso entiende que la
Alianza Sindical CNT-UGT, en sus líneas generales y con carácter de provisionalidad
hasta que ambas centrales obreras puedan reunirse normalmente en España, corresponde
a los organismos del interior establecerla”…. En definitiva se aprobó la creación de un
Frente Antifascista Español (FAE) para aunar esfuerzos e incrementar la lucha contra el
régimen, intensificar la propaganda en el extranjero con el régimen, establecer una
entente con las fuerzas anti totalitarias y antifascistas que en el interior luchan contra el
régimen. El objetivo era apoyar “la obra de la Resistencia activa y pasiva, interesando
en la misma a los trabajadores y al pueblo en general”, defender los intereses de la
emigración y los refugiados políticos; al mismo tiempo se exigía garantizar la
independencia de las diferentes organizaciones y especificaba: “Sólo podrán formar
parte de ese Frente, que se denominará Frene Antifascista Español, los partidos y
organizaciones exiliados no totalitarios que representen a los sectores tradicionalmente
Véase: Ángel HERRERIN: “La CNT y las alianzas sindicales durante la dictadura de Franco”,
Espacio, Tiempo y Forma, Seri V, Hª Contemporánea, 15 (2002) pp.474-494.
12
“La alianza con la U.G.T. y la entente antifascista”, CNT (4-9-1960).
11
8
conocidos de personalidad y características bien definidas en España antes de la
sublevación de julio de 1936, y no los grupos diversos desgajados o escindidos de
aquellos por competencias fraccionales, razones de oportunismo u otras”13
El dictamen sobre “Alianza Sindical” adoptado en el congreso intercontinental
del año siguiente ratificó el acuerdo adoptado en el mismo sentido el año anterior en la
misma localidad. El primer punto, que especifica quien forma parte de la alianza,
puntualiza: “Que las organizaciones en la misma representadas y de acuerdo con los
compañeros del Interior, extienden a España la Alianza Sindical, con carácter regional
en Euskadi (CNT-UGT-STV) y con carácter nacional en el resto del país (CNT-UGT),
destacando el papel de liderazgo que la CNT se reserva dentro de la Alianza Sindical14.
En enero de 1962, el Secretariado Intercontinental
daba noticia de la
constitución de la Alianza Sindical: “La alianza sindical ha sido constituida. La
integramos las organizaciones clásicas del sindicalismo –UGT, Confederación Nacional
del Trabajo, Solidaridad de Trabajadores Vascos- (…). Las puertas de la Alianza
sindical están abiertas a todos los trabajadores que quieran sumarse a la obra que la
Alianza se tiene impuesta…)”15. Pero en mayo del mismo 1962, La Secretaria General
expresaba su descontento por la evidente impotencia de la CNT,
ante las
movilizaciones obreras en Asturias y por las dificultades para recibir información del
interior16. Los desencuentros interior/exterior, irán en aumento en los meses siguientes;
el motivo es fundamentalmente la unión con otras fuerzas antifranquistas, sindicales o
no17.
La Alianza Sindical, pactada des del exterior, se mantuvo en Euskadi
(Solidaridad de Trabajadores Vascos, STV/ UGT y CNT); el año 196 los tres sindicatos
13
Ibid.
“Dictamen sobre Alianza Sindical” (1961), CRAI-Pav. Rep. DO 94-4.
15
Circular nº 10, del Secretariado Intercontinental. Secretaria General, Toulouse, 17 enero
1962. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO 96-4.
16
Circular nº 15, Toulouse 18-5-1962, “A los afiliados de FF.LL y Comisiones de Relaciones de
Núcleo de la Organización”, CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO 96-4.
17
“(…). El Pleno de Núcleos de la CNT de España en el Exilio, advierte que toda unión de
fuerzas de oposición que no defina claramente sus objetivos netamente antifascistas,
mediante una declaración expresa, no podrá contar con su participación activa. (…)”
Resolución adoptada en el Pleno Intercontinental de Núcleos, Toulouse, 27-8-1962”. CRAIBiblioteca Pavelló de la República, DO 95-1. Una explicación desde el seno del movimiento
libertario en: Octavio ALBEROLA y Ariane GRANSAC, El anarquismo español y la acción
revolucionaria, 1961-1974, Paris, Ruedo Ibérico, 1975, pp.31-50.
14
9
hicieron, todavía, un llamamiento conjunto a la movilización el 1 de Mayo de 1964,
reclamando libertad sindical: “Pide a las organizaciones sindicales internacionales y
movimientos democráticos, se solidaricen con este acto”18.
El anarquista José Borraz en sus Reflexiones en torno a la actual situación
española (1962) reconocía el fracaso de la Alianza Sindical Española: “(…) representó
en el momento de su creación una gran esperanza. … (Pero)… Su principal objetivo era
proyectarse en el interior. Este objetivo lo ha alcanzado en muy pequeña escala. Sólo en
ds regiones ha logrado la Alianza introducirse e implantarse; en Asturias, por las
características especiales de esta región, y en el País Vasco, gracias a la participación en
la Alianza de la S.T.V. (…). Si consideramos globalmente los resultados obtenidos por
la Alianza, puede decirse que ésta no ha logrado corresponder a las esperanzas que en
ella se pusieron, ni cubrir el más importante de los objetivos que tenía señalados. Y es
que para lograrlo se hacía imprescindible; que las iniciativas de Alianza partieran
directamente del interior; que su acción se desarrollara directamente en el interior,
directamente en los lugares de trabajo”19. La reflexión es acertada, pero en aquellos
momentos los lugares de trabajo estaban copados por nuevas dinámicas sindicales.
Confrontación Interior/exterior
En los años sesenta, en el interior, la CNT proseguía en la misma línea que había
caracterizado la década anterior; es decir, sin una estructura orgánica, sin actividad, y
con una multiplicidad de grupos que llevaban a cabo acciones individuales. Esta
precaria situación coincidía con el estallido de una dura actividad huelguística en
diversos lugares de España el año 1962 (Asturias, Cataluña,..) que significaban el inicio
de una etapa reivindicativa para la nueva clase trabajadora. Militantes cenetistas
participaron en las movilizaciones, pero la CNT, como sindicato, no ejerció ningún
papel. En aquellos años, la organización en el interior, estaba completamente derrotada
y desmoralizada por las sucesivas caídas, y vivía en una especie de exilio interior.
18
19
Circular de la Secretaria de Coordinación. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO-96.
José BORRAZ: Reflexiones en torno a la actual situación española, s.l, s.e, 1962?, p.19.
10
Subsistían diferentes grupos que se relacionaban entre si; por ejemplo en
Barcelona existían los grupos “Renacer”, “Los Pajaritos” (el nombre venia dado por el
bar donde se reunían sus miembros), “Sócrates” (conocido también como “Los
Andaluces”, por la procedencia de la mayoría de sus componentes) etc., la mayoría de
tendencia faista. El más activo era “Tendencia Ortodoxa” que mantenía un contacto más
regular con el Secretariado Intercontinental, cuya actividad principal consistía en
facilitar ayuda económica a los presos y sus familiares20.
El grupo “Renacer” fue el embrión del XVII Comité Nacional de la CNT,
después de meses de vacío organizativo. El nuevo comité introdujo una cierta
reactivación de la actividad sindical, y el mes de octubre de 1962 participó en la
constitución de un organismo aglutinador; La “Alianza Sindical Obrera” de Cataluña
(ASO). La ASO estaba formada por CNT, UGT y Solidaritat d’Obrers Cristians de
Catalunya (SOCC), un pequeño sindicato ligado a la organización “Joventut Obrera
Catòlica” (JOC). El acuerdo adoptado quedaba resumido en ocho puntos: coordinar las
acciones contra el franquismo, impulsar la lucha reivindicativa en aras a mejorar el nivel
de vida de los trabajadores, crear un frente antifranquista con acciones conspirativas
contra el régimen, apostar por una futura autonomía catalana, independencia de los
programas y doctrinas de cada sindicato, defendía establecer una nueva alianza con el
movimiento obrero internacional, y crear un clima de entendimiento orientado a la
creación de una única central sindical en Cataluña21. La ASO, constituida en clave
catalana, pretendía sumar las escasas fuerzas militantes, pero también presentarse como
algo nuevo, distanciándose de siglas históricas marcadas tanto por el recuerdo de la
guerra como por la represión. La ASO tuvo cierta influencia entre 1963 (el mes de
marzo consiguió publicar un boletín) y abril de 1965, cuando fueron detenidos cinco
militantes de la JOC y poco después la ASO se diluyó. La participación de la CNT en la
ASO suscitó muchas reticencias en el exilio, reticentes ante una acción unitaria en la
20
Informe reservado de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona (2 Febrero 1963). Archivo
Gobierno Civil de Barcelona, “Fondo de Actividades contra el Régimen”.
21
El papel de la CNT dentro de la ASO en: A. HERRERIN: La CNT durante…, p. 261-264, y A.
HERRERIN: “La CNT y las alianzas sindicales… “, pp.485-489.
11
que no veían garantizado el predominio cenetista22, y tampoco consiguió imponerse en
el resto del territorio español.
El año 1963 la alianza CNT UGT (ASO) en el interior era una realidad23: “ (…)
el Pacto de acción común de las organizaciones obreras CNT, UGT y SOCC en
Cataluña, tenemos la satisfacción de constatar el acierto de nuestras sindicales al forjar
un instrumento de unidad de la clase trabajadora como es la ASO. (…) Hoy, el camino
certero emprendido por la ASO en Cataluña; el trabajo constante en la aplicación de sus
puntos constitutivos, han logrado extender el campo de la unidad de acción. Hoy la
ASO, nacida en Cataluña, es una realidad en el resto de España”24.
Defensa Interior (DI)
La unidad interna fue obligada y circunstancial. En el mismo congreso
(Limoges, 1961) se aprobó, supuestamente en secreto, un dictamen inspirado por los
sectores más puristas del movimiento libertario en el exilio, llamado “Defensa Interior”
(DI)25; el objetivo era preparar cuadros de acción especializados en todos los aspectos
combatientes y combativos para dinamizar la lucha contra el régimen franquista, con o
sin la colaboración de otros. Historiadores militantes como Luis Andrés Edo, destacan
el carácter integrador de este organismo conspirativo que era DI26. La DI era
responsable de coordinar la lucha armada, y funcionó sin fisuras durante los años 19611962 para entrar posteriormente en crisis.
22
Los nombres de los integrantes eran
Estas reticencias quedan claramente reflejada en el informe elaborado por el núcleo de
Venezuela dela CNT: “Alianza o Unidad Sindical. Mensaje a los compañeros Villar, Herrera y
Santillan” Informe manuscrito, Caracas, 1965. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República, DO99/21.
23
Así lo evidencian los múltiples manifiestos publicados con motivo de la huelga de Hispano
Suiza de Barcelona, o en solidaridad con los obreros asturianos. CRAI- Biblioteca Pavelló de la
República, F.V. 1963/1.
24
Octavilla “Por la unidad sindical obrera. Por un sindicalismo libre y auténtico” (1969), CRAIBiblioteca Pavelló de la República, F.V. 1963/1. El año 1964 la ASO actuó de manera conjunta
ante el primero de Mayo. “Alianza Sindical Obrera. Primero de Mayo de 1964 i de 1965. A
todos los trabajadores: (…)”. Hoja suelta impresa. CRAI- Biblioteca Pavelló de la República,
F.V. 1964/1, y F.V. 1965/1.
25
La ponencia estaba integrada por Germinal Esgleas, Miguel Celma y Vicente Llansola, de la
fracción más “purista” de la CNT. Transcripción íntegra del dictamen en: Octavio ALBEROLA y
Ariane GRANSAC, El anarquismo español…, pp. 51-52, nota 26.
26
Luis Andrés EDO: La CNT en la encrucijada: aventuras de un heterodoxo, Barcelona, Flor
del viento, 2006, p. 154.
12
teóricamente secretos, pero estaba formada por Vicente Llansola, Germinal Esgleas,
Cipriano Mera, Juan García Oliver, Acracio Ruiz, Juan Jimeno Montalban, y Octavio
Alberola ( los tres primeros de la organización en Francia, y los otros representantes
confederales de América, Inglaterra, África del Norte y las Juventudes Libertarias,
respectivamente; los dos últimos desplazados des de México)27; la mayoría pero, no
dejaban de ser viejos dirigentes o jóvenes criados en el exilio; en cualquier caso todos
alejados de la realidad de la sociedad española del momento. Luis Andrés Edo, destaca
el carácter integrador de este organismo conspirativo que era DI. Aquellos años, y en
aquel entorno, se gestaron algunos intentos fallidos de atentar contra el dictador y/o el
régimen (secuestro del vicecónsul de España en Milán, asalto al buque Santa María,
Secuestro de Monseñor Usía, etc.…)28, que no siempre contaron con la aquiescencia de
todos los grupos, e incluso algunas se llevaron a cabo al margen de DI, o con la clara
oposición de algunos de sus miembros, cosa que visualizó nuevos enfrentamientos
internos.
La confrontación de posiciones provocó, ya el año 1963 dimisiones en el seno de
DI, auspiciadas por las Juventudes Libertarias, que se intentaron silenciar en un intento
de minimizar las tensiones que surgían de nuevo29;
un ejemplo de la fuerza que
adquirían los nuevos enfrentamientos internos son las críticas expresadas por Octavio
Alberola a la oposición de Germinal Esgleas y Vicente Llansola a algunas acciones
llevadas a cabo en nombre de D.I. que, por extensión visualizaron una oposición más
amplia a la gestión de Esgleas, al que acusaba de “(…) eludir el esclarecimiento de su
grave situación y llevar al Movimiento, por la aplicación de métodos bolcheviques de
imposición y corrupción burocrática, a su estado actual de desconfianza interna y
descomposición”, llegando hasta cuestionar toda su labor como dirigente de un sector
27
Luis Andrés Edo, menos estricto en su información, no cita a Vicente Llansola, Acracio Ruiz
y a Juan Jimeno, en cambio incluye el nombre de Florico Ocaña, que junto a Octavio Alberola,
representaba a las Juventudes Libertarias, en: Ibid., pp. 153-154.
28
Detalles de las acciones llevadas a cabo por DI en: Ibid., pp. 156-168.
29
Circular reservada del Secretariado Intercontinental de la CNT de España en el Exilio, “A las
CC. RR., Núcleos, Comités orgánicos, FF. LL. y compañeros afiliados a nuestra Organización”
(Toulouse, 20 agosto 1964). CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-96. Más
información sobre los enfrentamientos y recusaciones expresadas en el congreso de 1963 en
J. PEIRATS: De mi paso por la vida…, pp. 678-682.
13
de la CNT30. Las acusaciones sustentadas por Alberola fueron refutadas por la comisión
nombrada en el pleno intercontinental de Regionales (17 y 18 de octubre 1964) para
dilucidar sobre el tema31
Los impulsores de DI habían aceptado la unidad a regañadientes; pronto
empezaron a aparecer complots contra compañeros que ocupaban cargos representativos
dentro de la organización en aras a difusas referencias y acusaciones de desviacionismo,
reformismo, etc.; el año 1963 la unidad moral de la CNT estaba rota y las actividades de
DI paralizadas; las Juventudes Libertarias marginadas del conjunto orgánico; los
militantes críticos fueron expulsados de la organización. En agosto de 1965, en
Montpellier, un congreso ratificó las expulsiones, cosa que provocó la retirada de una
treintena de federaciones locales (entre las que se encontraban las dos más importantes:
Paris y Toulouse)32 .
Hacia nuevas fórmulas y viejas rupturas
Continua diciendo: “Por lo tanto: Impugno a G.E., secretario general del SI (Secretariado
Internacional) por las siguientes razones: Primera.- Por haber aceptado conscientemente el
cargo que hoy ocupa pese a que el comicio (sic) que lo designó aprobó la gestión de la
Sección DI de la cual él había dimitido con anterioridad por estar en contra de dicha gestión
(…). Segunda.- Por ser responsable de la mayor parte de problemas que impidieron la normal
coordinación de actividades en el seno de la misión delegada y por su propósito de torpedear
su funcionamiento (…). Tercera.- Por una actuación contraria a todas las normas de la ética
libertaria y de maniobrerismo (sic) bolchevique desde su cargo de secretario general del SI
(…). Cuarta.- Por ser el máximo responsable de la total paralización de los dictámenes de
1961 en materia conspirativa y por irresponsabilidad manifiesta por haber dejado a la misión
delegada completamente al garete durante más de medio año, sin hacer frente a nuestra
denuncia, presentada normativamente por medio de la CD y sin resolver sobre nuestra
situación posterior (…). Quinta.- Y por ser cómplice en la malversación de fondos (Fondo proEspaña), que son patrimonio de todo el movimiento, durante su actual gestión como secretario
general del SI (…)”. Carta de Ricardo Alberola al Comité de la F. L. de México de la CNT de
España en el exilio (11 de septiembre de 1964), remitida al Secretariado Intercontinental (SI)
de la CNT. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-95.
31
Las conclusiones a las que llegó la Comisión se expresaron de manera muy breve:” La
Comisión nombrada por el Pleno Intercontinental de Regionales de la F.A.I. (…) DECLARA A
LA ORGANIZACIÓN: 1º No haber encontrado irresponsabilidad alguna, sino cumplimiento de
una misión a llevar a cabo. 2º Constatamos que no ha existido ninguna malversación de
fondos, sino la inversión de los mismos en un trabajo a realizar. (…)”.CRAI - Biblioteca Pavelló
de la República, DO-110.
“Conclusiones a las que llegó la Comisión nombrada en el Pleno Intercontinental de
Regionales del 17 y 18 octubre 1964, dando la solución al documento presentado por la
Regional nº 11” (6 diciembre 1964).
32
Descripción detallada de las actividades de DI en Ángel HERRERIN: La CNT durante…, pp.
238-259.
30
14
En el interior la CNT seguía, al igual que en la década anterior, sin una estructura
orgánica, con escasa actividad, y con una proliferación de grupos que llevaban a cabo
diversas acciones individuales.
Coincidiendo con la enésima crisis confederal –Peirats manifiesta que la
contraofensiva a la unificación empezó inmediatamente después de producirse33militantes del interior y del exilio, conscientes del cambio que había experimentado la
sociedad española, empezaron a plantear nuevas estrategias para salir del inmovilismo
al que se consideraba había llevado a la CNT la dirección de Francia. Destacados
dirigentes en el exilio como el antiguo faista Pedro Herrera, Diego Abad de Santillán –
más poliédrico, y figura clave también del anarquismo en Argentina- i Manuel Villar,
que había dirigido diversas publicaciones cenetistas, en aquellos años instalado en
Argentina, se posicionaban a favor de un cambio de rumbo de la CNT y apostaban por
una estrategia similar a la que adoptarían, con un éxito rotundo, las nuevas Comisiones
Obreras: infiltrar-se en la CNS y utilizar el sindicato como plataforma para contactar
con el mundo obrero. La propuesta recibió furibundos ataques y rotundas
descalificaciones por parte de la CNT.
En Enero de 1965 el Comité Regional de Madrid, con el apoyo de Francisco
Royano –delegado del Comité Nacional en Madrid- hizo público el documento “La
CNT ante la realidad política española”. En el documento se hacía un llamamiento a la
reconciliación nacional; se expresaba la confianza en que el régimen evolucionase hacía
un régimen democrático y apostaba por un futuro estado liberal con la participación de
todas las fuerzas políticas y sociales. El documento fue combatido con contundencia,
especialmente des de Cataluña donde en aquellos momentos residía el Comité Nacional
encabezado por Cipriano Daminao. Damiano había dado su apoyo a la ASO, acuerdo
que, como ya se ha dicho, no tenía la aprobación de la dirección en Francia y en
consecuencia la dirección en el exilio no reconocía al Comité Nacional que Damiano
representaba.
Meses más tarde (abril, 1965) se produjo la caída del XVIII Comité; Damiano
consiguió huir e intentó controlar, inútilmente, la organización des de Francia. En el
interior, después de esta caída, la regional del Centro cogió las riendas en el interior.
33
José PEIRATS: De mi paso…, p. 670.
15
Francisco Royano se convirtió en secretario general del XIX y último Comité Nacional.
Con el apoyo de un grupo importante de viejos militantes con experiencia en la lucha
sindical y también con años de condena y cárcel a sus espaldas, Royano inició contactos
con José Solís Ruiz, ministro Secretario General del Movimiento, con el objetivo de
democratizar los sindicatos verticales. Este grupo recibió, inicialmente, el apoyo de
algunos exiliados (Abad de Santillán, Pedro Herrera, Manuel Villar, todos antiguos
miembros del grupo faista “Nervio”, y también de Jaime R. Magriñá y Juan López)
pero, en general, los sectores del exterior criticaron duramente esta acción34.
Estos contactos fueron el embrión de los llamados “Cinco puntos”, en referencia
al acuerdo firmado por representantes del sindicato vertical y los antiguos dirigentes de
la CNT-FAI; el experimento es conocido como “cincopuntismo”. El acuerdo preveía:
1) mantener una central sindical unida en la que todos los trabajadores estarían
automáticamente afiliados; 2) independencia de los sindicatos obreros respecto de la
administración, partidos y patronal; 3) participación de los sindicatos en las decisiones
de orden social y económico y el control de las empresas; 4) reconocimiento del
derecho de huelga, y 5) acciones en favor de las cooperativas de producción y consumo.
En definitiva, por parte de los sectores del régimen era una operación de maquillaje y ni
el franquismo la apoyó ni los sectores libertarios la tomaron en serio. Al hacerse
públicos los acuerdos a que habían llegado unos que se presentaban como
representantes del Comité Nacional en el interior con los jerarcas de los sindicatos
verticales, en el exterior los “ortodoxos” reaccionaron con dureza, iniciando una
campaña de depuración interna.
La CNT catalana reaccionó rápidamente negando cualquier posibilidad de
pacto35. En este sentido, a lo largo del mes de septiembre de 1965, se entabla una
“Alianza o unidad sindical. Mensaje a los compañeros Villar, Herrera y Santillán”, (Caracas,
1965) Manuscrito firmado por el militante anarquista Juan Campa, exiliado en Venezuela.
Campa alaba el planteamiento de la USO y evoca los planeamientos de figuras históricas de
la CNT, toda vez que impulsa a reflexionar sobre el posicionamiento de los tres militantes
citados. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-99/21.
35
“(…) La Regional Catalana de la C.N.T., ante la trascendencia y peligro que entraña este
ataque a la organización Confederal / INFORMA / que en ningún momento ha sido nadie
autorizado por la C.N.T. para pactos ni componenda alguna. La CNT no ha hipotecado ni
hipotecará jamás su independencia, su presencia ni su futuro. / SINDICATOS, SI, los
auténticos, los que de verdad representan a los trabajadores”. Octavilla “Fijando Posición”,
noviembre 1965. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República . DO-93.
34
16
polémica entre los militantes del interior, encabezados por Enrique Marco Nadal,
instalado en Madrid, y Cipriano Damiano, trasladado a Paris36 . El posicionamiento de
Marco irá en el sentido de negar cualquier tipo de sumisión al régimen, cuestionar la
posición crítica de los dirigentes formulada des de la comodidad del exilio y abogar por
un pacto que suavizase la represión que sufrían los sindicalistas en el interior37. En esta
misma polémica intervendrá Abad de Santillán mostrando su apoyo a los
planteamientos de Marco38.
En estos momentos la CNT en el exilio volvía a quedar dividida, y la sombra del
“cincopuntismo” se alargaría más allá de la finalización de la Dictadura39. Las
responsabilidades, que sobrepasaban de mucho al grupo que había participado en las
negociaciones con la CNS, se dilucidaron en el Pleno de Marsella de 1965, que
constituyó un auténtico consejo de guerra, marcado por las formas autoritarias, la
intransigencia y la falta de autocrítica. Al tiempo quedaba patente, una vez más, el peso
de la pareja Esgleas-Montseny, y el hecho de que cualquier desacuerdo con ellos era
interpretado como deslealtad y desacatamiento a la FAI (que no era otra cosa que un
doble nombre de la Juventudes Libertarias).
En este congreso empezó una etapa de expulsiones que se prolongaría hasta la
reunión de Burdeos de 1969, y que en definitiva no harían sino redundar en la debilidad
del movimiento.
36
Cartas cruzadas entre los protagonistas. CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO 93/4.
Carta de Enrique Marco a Cipriano Damiano (Madrid 30 Septiembre 1965). CRAI - Biblioteca
Pavelló de la República, DO-115.
38
“La lectura de vuestro examen de la realidad en que os encontráis y los planteos tácticos
que habéis hecho me han proporcionado una de las mayores satisfacciones, y han renovado
mi fe en el porvenir de un pensamiento que parecía haberse quemado las alas. (…). Si la
resolución que habéis tomado en favor del diálogo cordial con todas las corrientes de
pensamiento susceptibles de comprenderse y respetarse, las hubiésemos tomado treinta años
atrás, probablemente el destino de nuestro pueblo habría sido muy distinto. (…) Los que no
hayan comprendido todavía que hay que echar doble llave al espectro de la guerra civil y hay
que mirar la realidad tal como es, están perdidos para toda tarea constructiva y fecunda. Nos
apenan que la esterilidad de la emigración y serian peso muerto en España. (…)”. Carta
abierta de Diego Abad de Santillán a los “Queridos compañeros”, (Buenos Aires, 5 septiembre
1965). CRAI - Biblioteca Pavelló de la República, DO-115/7.
El posicionamiento de Abad de Santillán es destacado por Peirats en sus memorias. Véase J.
PEIRATS: De mi paso…, pp. 686-687.
39
Una explicación detallada sobre este episodio en: Ángel HERRERIN: La CNT durante…, pp.
266-292.
37
17
18
Cultura, mercado y subjetividad:
la cultura como escuela de socialización en la España
transicional*
Juan Albarrán Diego
Universidad Autónoma de Madrid
Resulta difícil hablar de cultura en el marco transicional español, especialmente
si tenemos en cuenta las transformaciones que, en esos mismos años, se estaban
produciendo en el campo cultural, dentro y fuera de nuestras fronteras. Quizás sea
pertinente pensar esos cambios —y, en especial, pensar su impacto social— tomando
como referencia algunas de las reflexiones acerca de las “guerras culturales” que Terry
Eagleton planteó en La idea de cultura (The Idea of Culture, 2000). Los
desplazamientos y cambios de paradigma que tuvieron lugar en el seno de la cultura
española durante los primeros años ochenta y que, en varios sentidos, cristalizaron en
ese complejo y escurridizo fenómeno que denominamos “movida” —sobre el que este
texto va a planear— pueden leerse en el marco de las guerras culturales que, grosso
modo y siguiendo a Eagleton, enfrentarían a los defensores del Canon —la Cultura
como universal— y a los partidarios de la baja cultura —cultura(s) como particulares
contrahegemónicos, ajenos al canon—, supuestamente marginada por la cultura
elevada1.
La irrupción del término postmodernidad — o postmodernismo, pues ambos se
emplearon aquí de manera intercambiable, sin apenas matices — tiene lugar en esta
*
Esta investigación se enmarca dentro del proyecto Larga exposición: las narraciones del arte
contemporáneo español para los “grandes públicos”, HAR2015-67059-P (MINECO/FEDER).
1
Terry EAGLETON: La idea de cultura. Una mirada política sobre los conflictos culturales, Barcelona,
Paidós, 2001.
19
coyuntura. A menudo, como vamos a ver, lo postmoderno aparece íntimamente
relacionado con ese magma cultural que denominamos movida. Un objeto de estudio de
difícil definición que ha despertado un considerable interés entre hispanistas franceses y
norteamericanos y que, por lo general, en España se ha mitificado de una manera un
tanto acrítica2. La popularización de estos conceptos y de los fenómenos que delimitan
se enmarcan en conflictos de legitimidad en que friccionaban tres formas diferentes de
entender la cultura: “Nuestras guerras culturales, pues, implican tres frentes: la cultura
como civilidad, la cultura como identidad, y la cultura como comercio o posmoderna,
(...) excelencia, ethos y economía”3.
En la España de finales de los setenta y principios de los ochenta, se produjeron
colisiones —y también, claro está, intercambios, trasvases— entre esos tres sentidos del
concepto: la alta cultura (“excelencia”) perdió su función crítica —existen interesantes
estudios sobre la crisis de las revistas políticas o las transformaciones del estatuto social
del intelectual4—;
las culturas nacionales —catalana, vasca y gallega, “ethos”—
pusieron en jaque la vertebración de una identidad cultural nacional-estatal5; ese
conjunto de prácticas que identificamos con las subculturas —otro “ethos”: modos de
vida no normativos, cultura popular, etc.— enfrentado a la cultura elevada, se convirtió
Véase, por ejemplo, Allison MAGGIN: “La España posmoderna: pasotas, huérfanos y nómadas”, en
Derek FLITTER (ed.): Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, vol. 5,
Birmingham, AIH, University of Birmingham, 1998; Susan LARSON: “La luna de Madrid y la movida
madrileña: un experimento valioso en la creación de la cultura urbana revolucionaria”, en Edward
BAKER y Malcolm Alan COMPITELLO (coord.): Madrid: de Fortunata a la M-40, un siglo de cultura
urbana, Madrid, Alianza, 2003; Luis GARCÍA-TORVISCO: “La Luna de Madrid: Movida,
posmodernidad y capitalismo cultural en una revista feliz de los ochenta”, MLN, 127:2 (2012); Anouk
CHIROL: Ouka Lele, Alberto García Alix, Miguel Trillo et Pablo Pérez Mínguez. Trajectoires de quatre
photographes issus de la movida (1975-2000), Saint-Etienne, Université Jean Monnet, 2004; Magali
DUMOUSSEAU LESQUER: La Movida. Au nom du Père, des fils et du Todo Vale, Marseille, Editions
Le mot et le Reste, 2012.
3
Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 115.
4
Javier MUÑOZ SORO: “La transición de los intelectuales antifranquistas (1975-1981)”, Ayer, 81
(2011); Juan PECOURT: Los intelectuales y la transición política. Un estudio del campo de las revistas
políticas en España, Madrid, CIS, 2008; Giulia QUAGGIO: La cultura en transición. Reconciliación y
política cultural en España, 1976-1986, Madrid, Alianza, 2014; Gregorio MORÁN: El cura y los
mandarines. Historia no oficial del Bosque de los Letrados. Cultura y política en España, 1962-1996,
Madrid, Akal, 2014.
5
Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 108: “Toda cultura nacional o étnica particular alcanza su
identidad propia exclusivamente a través del principio unificador del Estado, y no por sus propios
medios. Las culturas son intrínsecamente incompletas, y necesitan el suplemento del Estado para llegar a
ser verdaderamente ellas mismas. (...) Un Estado que abarca más de una cultura estaría abocado a no
poder hacer justicia a todas ellas”.
2
20
a gran velocidad en una suerte de main stream comercial, cultura lista para el consumo
de masas(“economía”).
Me gustaría citar un párrafo en el que Eagleton define con claridad esta dinámica
postmoderna que atrapa a alta y baja cultura para acogerlas en el mercado (industria
cultural), no como un argumento de autoridad, sino antes bien como una hipótesis de
trabajo que me permita explorar algunas de las peculiaridades de estos procesos en la
cultura española de los ochenta:
“Cuanto más se comercializa una cultura, mayor es el grado con el que la imposición
de la disciplina de mercado empuja a sus productores a abrazar los valores
conservadores de la prudencia, la resistencia a la innovación y el temor a producir alguna
alteración. El mercado es el mejor mecanismo para conseguir que una sociedad se sienta
más y más liberada, pero siga siendo profundamente reaccionaria. La cultura comercial,
en definitiva, respalda muchos de los valores de la cultura elevada a la que ella misma
tacha de elitista. Consigue envolver esos valores en un atractivo paquete anti-elitista,
cosa que no puede hacer la cultura elevada”6.
La baja cultura, sugiere Eagleton, parece responder a la cultura elevada, la
subsume en el mercado para negarla como tal, como elevada; pero al mismo tiempo la
baja cultura se equipara con ella e, incluso, fortalece algunas de sus dinámicas,
supuestamente elitistas y, a menudo, conservadoras. No hay que olvidar que, en estos
años, en el contexto español —también, a nivel internacional— se produce una crisis de
la vanguardia, anunciada —y estudiada— desde ámbitos y con sentidos muy distintos.
Durante la dictadura, la vanguardia cultural se había identificado claramente con el
antifranquismo. Se trataba de una cultura elevada, politizada y socialmente prestigiosa,
que trataba de resistirse a las dinámicas de la industria cultural, que no quería verse
reducida a un simple artículo de consumo de una clase media en expansión. A finales de
los setenta la noción misma de vanguardia —como proyecto emancipador, politizado,
experimental— entra en crisis. Los motivos son complejos. No podemos profundizar
6
Ibid., p. 127.
21
aquí en ellos, pero sí podemos detenernos en algunos casos de estudio, entendidos como
síntomas derivados de la crisis de esa cultura de resistencia.
En 1985 la revista La Luna de Madrid lanza el conocido lema “La vanguardia es
el mercado” (nº 15, 1985). Ese año, la revista monta un stand en ARCO —la feria se
había creado en 1982— que emulaba una frutería. En un documental producido por
RTVE y dirigido por María Pallier, ARCO cumple 30 (2011), se recuperaron unas
imágenes de archivo en las que un periodista entrevistaba a José Tono Martínez, uno de
los “padres” de La Luna, encargado de esa frutería postmoderna:
“Periodista-. ¿Esto de la postmodernidad qué es? José Tono Martínez-. Esto es el
comienzo de todo, así comenzó esta ciudad en realidad, con la postmodernidad. P-. El
nuevo eslogan es: la vanguardia es el mercado. JTM-. Desde hace tiempo estamos
trabajando la cuestión internacional de la revista. Tratar de llevar los productos fuera.
Creemos que esto es un mercado de arte, una feria, una frutería es la propia esencia del
mercado. El arte es lo de menos, lo más importante es meterse en los circuitos
internacionales”7.
La excelencia de la cultura de vanguardia —elitista, elevada— era así retada por
el mercado; la necesidad de reconocimiento internacional dejaba atrás el provincianismo
de la cultura de resistencia. La Luna de Madrid había nacido a finales de 1983 y, de
inmediato, se convirtió en altavoz de los discursos postmodernos más epatantes y
órgano de expresión de la movida madrileña. En el número 1 de La Luna su director,
Borja Casani, y su entonces jefe de redacción, José Tono Martínez, firmaban un
conocido artículo titulado “Madrid 1984: ¿la posmodernidad?”. Este texto constituye
una suerte de manifiesto —paradójicamente vanguardista— que marcará las líneas
maestras no sólo de los futuros contenidos de La Luna, sino también, en buena medida,
de una parte considerable de las producciones culturales del momento.En este caso, la
postmodernidad aparecía caracterizada como una superación de la vanguardia que
conlleva,
entre
otros
extremos,
la
necesaria
reafirmación
del
mercado.
Retrospectivamente, José Tono Martínez, al frente de la revista en el periodo
7
Disponible en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-arco-cumple-30anos/1024150/ (última consulta 24.03.2014).
22
comprendido entre la renuncia de Borja Casani (1985) y la llegada a la dirección de
Javier Tímermans (1988), explicaba su posición con estas palabras:
“Criticamos a las viejas vanguardias del siglo XX, creíamos que no tenían ya ningún
sentido, defendíamos que entrábamos en otra etapa, en la que creo que aún seguimos
(…). Hay que tener una cosa muy clara: las vanguardias, en España, habían sido elitistas
y minoritarias, además de muy débiles. Cuando hablamos de la generación del 27,
debemos recordar que al homenaje a Góngora en Sevilla asistieron treinta personas,
nadie se enteró de aquello. En los años ochenta, la alta cultura se acerca a la baja cultura.
Todo el mundo quería ser artista, los historietistas, los músicos, etc. Y nosotros les
dábamos un mensaje optimista: hazlo, coge la guitarra y toca”8.
Continúa José Tono Martínez:
“Nuestra relación con el mercado era muy importante. Éramos muy jóvenes, la primera
generación que empieza a trabajar en democracia. Rompemos con la generación anterior
(…). Nuestras influencias eran el pop-rock y el punk anglosajón. Sabíamos que teníamos
que sobrevivir en una España pobre, con poco dinero para la cultura. Teníamos que
buscarnos la vida en el mercado (…). El mercado nos daba una enorme libertad para no
depender de las instituciones, despreciábamos el clientelismo tradicional. Nosotros
defendíamos una cultura privada. El lema “la vanguardia es el mercado” responde a esos
intereses. (…) Ese era nuestro espíritu provocador y ejemplificador, opuesto al
clientelismo. (…). Desde el punto de vista de lo que luego se llamó la “industria
cultural”, creo que pudimos haber trabajado mejor ciertos aspectos. No sólo nosotros,
también otras revistas, las galerías, la gente del mundo de la música, etc. Tal vez porque
éramos demasiado “anarcoides”, un poco “punkis”, no supimos consolidar un mercado
más fuerte. En cualquier caso, creo que la batalla postmoderna, en el terreno de la
cultura, la hemos ganado, y eso sigue molestando”15.
Frente a una vanguardia minoritaria, elitista e ideológicamente beligerante con
respecto a la dimensión mercantil del trabajo artístico, La Luna proponía una
8
Entrevista con José Tono Martínez, Madrid, 10 de mayo de 2013.
23
democratización de las prácticas culturales en una dirección que nada tenía ya que ver
con los discursos que circulaban pocos años atrás en el seno de la prestigiosa cultura
antifranquista. El mercado, encarnación de la anti-utopía neoliberal —el aquí y ahora
del consumo— proveería a la cultura de un espacio supuestamente libre de injerencias
políticas, flexible y emancipador. Si la neovanguardia española de los setenta
contemplaba con reticencia la expansión del mercado artístico al tiempo que trataba de
fundamentar una sólida crítica marxista —en gran medida, anti-capitalista y, siempre,
dialéctica— de las relaciones entre cultura y capital, en el ideario postmoderno de La
Luna vanguardia y mercado iban a imbricarse en una fórmula tan provocadora como
poco original.
El mismo concepto de “industria cultural”, en su enunciación originaria por parte
de Adorno y Horkheimer (1944), mostraba, no sin ironía y con una enorme potencia
crítica, los peligros inherentes a la expansión de los mecanismos capitalistas de
valoración hacia las formas de producción y difusión de la cultura, un ámbito que,
tradicionalmente, se había caracterizado por un modo de funcionamiento, siguiendo a
José Tono Martínez, clientelista9. En nuestro territorio, no podemos dejar de incluir
dentro de esas formas de socialización y subjetivación capitalista —al fin y al cabo eso
era la industria cultural para Adorno: una herramienta totalizadora de socialización— un
amplio abanico de actitudes, modas y hábitos de consumo que, frecuentemente, se
vinculan con la movida y que podrían considerarse postmodernas por su tendencia al
pastiche, su apoliticismo nihilista, su renuncia a la originalidad y el experimentalismo,
etc.
En relación con la integración de cultura y mercado en los años de la movida,
puede ser problemático delimitar, como se ha venido haciendo, dos “momentos” en la
movida: un primer estadio contracultural y libertario —a finales de los setenta—, un
“afuera” de la industria cultural, anterior en todo caso a la instrumentalización política,
la popularización mediática y la comercialización del producto movida que llegaría —
9
Max HORKHEIMER y Theodor W. ADORNO: Dialéctica de la Ilustración, Madrid, Trotta, 2009;
Theodor W. ADORNO: “Resumen sobre la industria cultural”, en Crítica de la cultura y sociedad I,
Madrid, Akal, 2008.
24
en un segundo momento— avanzada la década de los ochenta10. Resultaríatan ingenuo
pensar en la posibilidad de conservar una pureza crítica —no contaminada por el
mercado— para el arte de vanguardia —infantilismo habitual en el ámbito de los
nuevos comportamientos artísticos de los setenta—, como adivinar en las estéticas de
las subculturas un potencial contrahegemónico desactivado por el mercado, o
vislumbrar en unos circuitos comerciales inmaduros la clave de una independencia
discursiva carente de objetivos —recordemos las palabras de José Tono Martínez, “el
arte es lo de menos, lo más importante es meterse en los circuitos internacionales”, o
sea, vender—.
Es indiscutible que las subculturas de los ochenta consiguieron articular “rituales
de resistencia” a través de ciertos hábitos de consumo que, a su vez, permitían a grupos
—muy reducidos— o individuos construir identidades no normativas. En ese sentido,
cabe reconocer el potencial liberador de algunos aspectos de la movida, siempre
equívoca y escurridiza ante los intentos de objetivación, como particular manifestación
del postmodernismo español. Como han apuntado algunos autores, no sería
descabellado interpretar “las subculturas —a las que bien podemos denominar protoqueer, feministas, punk y camp— como movimientos que desafían y resisten a través
del estilo a la hegemonía misógina y heterosexista imperante, en lugar de hacerlo
mediante articulaciones ideológicas directas”11. Pero, al mismo tiempo, no debemos
desestimar apresuradamente —como, a menudo, se ha hecho desde algunas parcelas de
los Estudios Culturales— la crítica adorniana, que nos puede —todavía hoy— ayudar a
pensar hasta qué punto la industria cultural, de la que también participan esas
subculturas y sus disruptivas formas de socialización, educa, disciplina y somete a esos
sujetos y colectivos, muy especialmente tras la desarticulación de cualquier alternativa
de izquierdas y el consecuente triunfo ideológico de un mercado que ya todo lo permea.
El sujeto de la postmodernidad española —es inevitable encontrar aquí claras
conexiones
entre
movida,
postmodernidad
e
industrias
culturales—,
aquel
Pablo CARMONA: “La pasión capturada. Del carnaval underground a La Movida madrileña marca
registrada”, en Pedro G. ROMERO (ed.): Desacuerdos 5, Barcelona, San Sebastián, Sevilla, MACBA,
Arteleku, UNIA, 2009; Magali DUMOUSSEAU-LESQUER, La Movida...
11
María José BELBEL: “Yes, we camp. El estilo como resistencia”, en Mar VILLAESPESA (ed.):
Desacuerdos 7. Feminismos, Centro José Guerrero, MACBA, Museo Reina Sofía, UNIA, Granada,
Barcelona, Madrid, Sevilla, 2012, p. 162.
10
25
postadolescente de espíritu libertario que desafiaba la hegemonía patriarcal
reapropiándose de unos hábitos de comportamiento —consumo— inasumibles por no
normativos, estaba siendo educado —incluso en sus costumbres ácratas y espontáneas,
y siempre y cuando no sucumbiese al sida o la heroína— para convertirse en el yuppie
postmoderno, individualista, ambicioso y descreído, que contribuiría al desarrollo
económico de un país que se veía obligado a arribar a un estadio postindustrial.
Parece necesario matizar una visión demasiado extendida —al menos, al abordar
el fenómeno movida— según la cual la baja cultura —divertida, popular, espontánea,
horizontal— es de suyo democratizadora y anti-elitista, mientras que la alta cultura
burguesa, identificada con el mantenimiento de una esfera relativamente autónoma para
lo artístico, implicaría tomas de posición conservadoras cuando no reaccionarias.
Ambas, la baja (ethos) y la alta (excelencia) cultura, son subsumidas por la industria
cultural (economía) cuando una sociedad diluye sus conflictos en la felicidad
consensual del mercado y supedita la potencia transformadora de la cultura a la
reproducción del orden de cosas existente. Así, sus productos culturales, que siempre
han incluido un momento comercial, quedan, cada vez más, reducidos a ese momento.
La reestructuración del mercado cultural que se produce en paralelo a la rápida
transformación social del país trajo consigo la aparición de nuevos sujetos, tipos
representativos de las nuevas dinámicas culturales y económicas, justo cuando las
fronteras que separaban estos dos ámbitos —cultura y economía— tendían a
difuminarse. Entre esos nuevos sujetos destaca la figura del yuppie: young urban
professional. A mediados de los ochenta, el fenómeno yuppie había llegado a España.
En una de las entregas de su sección El Librovisor, el programa de TVE La Bola de
Cristal ponía en escena una ácida crítica de la movida madrileña, que tanto había
contribuido a popularizar. Pablo Carbonell interpretaba a un yuppie postmoderno que,
preguntado por el domador de aquel “circo de la cultura” acerca del papel de los yuppies
en el “pastel” de la movida, afirmaba: “Bueno, yo diría, incluso, que la movida yuppie
es como nuestro norte, el ideal al que tienden todas las movidas actuales, las movidas de
la postmodernidad…”12.
12
El circo de la cultura: la movida madrileña, dentro de la sección El librovisor del programa La Bola de
Cristal,
emitido
el
2
de
enero
de
1988
en
TVE,
disponible
en:
26
En un artículo publicado algunos meses antes en El País, Vázquez Montalbán
llamaba la atención sobre la recepción del fenómeno yuppie en España:
“Los anglosajones llaman yuppi [sic] al joven o ex joven que antaño luchó contra el
sistema y su capacidad de integración, y que hoy, en cambio, lo asume con toda clase de
coartadas de racionalidad o de eficacia, aunque la palabra, exactamente venga de young
urban professionals(jóvenes profesionales urbanos). /La invasión de los yuppies ya ha
llegado a España y me temo que puede causar más estragos que una hipotética invasión
de marcianos. (…) Cada día hay más yuppies, efecto de un contagio de normalidad y
fatalidad ante las leyes inapelables de lo posible o lo conveniente. Hay dos clases de
yuppies. El yuppi sonriente y el yuppi crispado. (…) Tanto uno como otro tipo,
posmodernos al fin, no quieren aceptar que son víctimas de un proceso de contaminación
ideológica y biológica. (…) El yuppi actual monopoliza todas las fuentes de autenticidad
y gobierna éticamente por decreto. (…) Ayer se tenía que recitar el catecismo de Mao
hasta en el momento de practicar el salto del tigre, y hoy se tiene que hacer el salto del
tigre por el interés de España y Occidente”13.
El yuppie se había convertido en el sujeto por excelencia de la postmodernidad
española. Un joven individualista, nihilista, ávido de dinero fácil, apologeta del libre
mercado, carente de conciencia de clase, alguien que desprecia las luchas políticas que
habían librado sus padres durante el franquismo o, en ocasiones, él mismo —ya “ex
joven”—unos años atrás. El yuppie triunfará en la España gobernada por el PSOE, la
España que liberaliza su economía, el país del mundo en el que, como apuntaba el
Ministro Carlos Solchaga, es más fácil hacerse rico en poco tiempo. Los años de
hegemonía socialista se caracterizaron por un aumento espectacular del gasto en cultura
y unas medidas económicas que tenían poco de socialistas y bastante de liberales. Se ha
escrito mucho acerca del impacto que las políticas de modernización de los gobiernos
de Felipe González tuvieron en el tejido social desde principios de los ochenta. Sin
http://www.rtve.es/alacarta/videos/archivo-la-bola-de-cristal/bola-cristal-librovisor-circo-culturamovida-madrilena/611154/ (último visionado 24.03.2014). Sobre la relación entre La bola de cristal y la
movida, Lolo RICO: El libro de La bola de cristal, Barcelona Plaza Janés, 2003, pp. 79-96.
13
Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: “Yuppies”, El País, 24 de abril de 1986, disponible en:
http://elpais.com/diario/1986/04/24/ultima/514677604_850215.html (última consulta 22.03.2014). Véase
también, ÍD.: “El yuppie y el teólogo”, El País, 20 de marzo de 1987; ÍD.: La literatura en la
construcción de la ciudad democrática, Barcelona, Mondadori, 2001, pp. 98-116.
27
duda, uno de los informes más contundentes fue redactado en 1995 por el sociólogo
estadounidense James Petras tras un prolongado trabajo de campo en Barcelona14. A
través de una serie de entrevistas con trabajadores de varias generaciones, Petras
muestra cómo afectaron a la vida de las personas aquellas políticas dirigidas a
liberalizar la economía y flexibilizar el mercado laboral, en un momento en que España
debía integrarse en la “división europea del trabajo”15. Esos procesos de liberalización e
integración llevaban consigo el crecimiento de inversiones extranjeras —con el
consiguiente aumento de los niveles de endeudamiento—, la desindustrialización y
terciarización de la economía y la paulatina pérdida de conciencia de clase por parte de
los trabajadores. Durante la segunda mitad de los ochenta accedió al mercado laboral
una generación que, a diferencia de sus padres —incorporados al mundo del trabajo
durante el desarrollismo tardofranquista—, no tendrá derecho a contratos estables,
salarios dignos, beneficios complementarios y que ya no se sentirá representada por los
sindicatos de clase. Esa generación fue educada a finales de los setenta y principios de
los ochenta. Para que pudiesen aceptar la realidad laboral que se avecinaba, estos
sujetos necesitaban sentir que el dogma de la flexibilidad podía no ser tan terrible, que
la precariedad vital no era tal, que las nuevas industrias del ocio brindaban espacios de
libertad creativa que merecían ser explorados. Esa nueva libertad, basada en el consumo
y el hedonismo individualista, les iba a ayudar a olvidar la paulatina pérdida de calidad
en el empleo y las dificultades para construir un proyecto vital mínimamente estable.
No resulta difícil localizar productos culturales íntimamente relacionados con la
movida que fomentaban esa visión de la realidad, que ayudaban a sobrellevar e, incluso,
a ver el lado positivo de una cotidianidad avasalladora. La figura del yuppie aparece,
por ejemplo, en las primeras películas de Pedro Almodóvar —las películas más
underground, más “movida”—, productos exitoso de la “marca España” y auténticos
modelos de socialización. Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980), sin ir más
lejos, se abre con Pepi (Carmen Maura) “perdiendo el tiempo” en su casa, escuchando
música y cultivando marihuana. Avanzada la película, su padre amenaza con dejar de
pasarle dinero, por lo que Pepi decide convertirse en publicista. Poco después vemos a
James PETRAS: “Padres-hijos. Dos generaciones de trabajadores españoles”, Ajoblanco, 3 (1996).
Si en 1975 el paro en España alcanzaba al 4,3 % de la población activa, en 1985 el porcentaje se había
disparado hasta el 21,9, y en 1988 se situaba en el 19,9.
14
15
28
Pepi, devenida yuppie —por contagio, apuntaría Vázquez Montalbán—, dirigiendo
anuncios televisivos y exitosas campañas de publicidad. Pepi propone a su amiga Bom
(Alaska, Olvido Gara) la posibilidad de grabar un disco con su grupo punk, Bomitoni,
una trasposición fílmica del grupo de Alaska en la realidad, Kaka de Luxe. Al final de la
película, tras varias peripecias centradas en al vida conyugal de Luci, Pepi y Bom
emprenden una nueva vida juntas. Ésta última reflexiona sobre la posibilidad de dejar el
punk para convertirse en cantante de boleros16. Las actitudes ácratas, nihilistas, punkis y
subversivas se convierten de inmediato en convencionales, ofrecen un modelo de
socialización que se corresponde con las necesidades del país. A primera vista, el bolero
es un género musical más reaccionario que el punk, aunque igualmente popular, y
ambos son perfectamente integrables en la industria cultural que engulle alta y baja
cultura, que iguala arte, diversión y mercado.
Encontramos un segundo ejemplo de estas mismas dinámicas individualistas y
mercantiles en Laberinto de Pasiones (Pedro Almodóvar, 1982). El grupo de punk-pop
Ellos, en el que el príncipe Riza (Imanol Arias) empieza a cantar de manera casual, va a
grabar un disco. En la grabación, el cantante habitual del grupo —accidentado antes de
un concierto— será sustituido por Riza, no porque éste cante mejor sino porque su
imagen es más atractiva. Es la imagen —su ethos mercantil, no su excelencia— la que
le abre la puerta de la industria musical; es la subversión la que permite permear los
límites de la alta cultura. En paralelo, la película describe los itinerarios de
normalización sexual de los personajes. Riza era homosexual hasta que conoce a Maxi
(Cecilia Roth), quien, a su vez, era ninfómana hasta encontrar a Riza. Es decir, las
conductas desviadas, no normativas, son finalmente reconducidas hacia una vida de
pareja “convencional” gracias al amor y el mercado.
Monta tu banda, hazlo tú mismo —como animaban desde La Luna—, pero, sobre
todo, cultiva tu imagen y practica un individualismo radical, moviliza tus deseos de una
vida mejor y reproduce el orden de cosas existente: sé rebelde por un tiempo muy
Rafael LAMAS: “Zarzuela y restauración en el cine de Almodóvar”, en Eduardo SUBIRATS (ed.):
Intransiciones. Crítica de la cultura española, Madrid, Biblioteca Nueva, 2002, pp. 53-59; Mark
ALLINSON: “Alaska: Star of Stage and Screen Optimistic Punk”, en Jo LABANYI (ed.): Constructing
Identity in Contemporary Spain. Theoretical Debates and Cultural Practice, Oxford, Oxford University
Press, 2000, p. 227.
16
29
limitado, graba un disco, hazte rico y vuelve al redil. Los sujetos atravesados por las
dinámicas de la industria cultural no son en absoluto pasivos. Sus deseos han sido
configurados por los mecanismos de socialización de las democracias capitalitas.
Anhelan una vida mejor: mejor cantar boleros que malvivir tocando punk en un garaje,
pese a que para la industria cultural no hay diferencias entre visitar el Museo del Prado
un domingo por la mañana o asistir a un concierto de los Rolling Stones el sábado
noche. La socialización a través de la cultura no se impone desde fuera sino que se
funcionaliza en el interior mismo del individuo consumidor —y, eventualmente, de
manera profesional, productor— de cultura, convencido de que ésta le ha liberado, de
que el mercado le emancipa —de la alienante vida cotidiana, del paro estructural, de la
actualidad política, de las viejas militancias, de las estructuras patriarcales, del
paternalismo del Estado, como en el caso de los editores de La Luna—, sin poder tomar
consciencia de hasta qué punto está siendo educado para integrarse en un sistema que le
anula.
En este panorama postmoderno nos encontramos con una aparente contradicción.
Por una parte, la nueva cultura que quiere olvidar la vanguardia —elitista, politizada—
encuentra en el mercado un ámbito de libertad en el cual eliminar las barreras entre alta
y baja cultura, aunar excelencia y ethos. El mercado, como espacio neutral, no
ideologizado, es entendido como un vector democratizador, la cultura popular es
aceptada por ese mercado que da al pueblo acceso a sus propios productos. Sin
embargo, el Estado nunca abandona —ni aún hoy— su papel como principal mecenas
del arte y la cultura17. Ese mercado supuestamente libre, neutral, alejado de
clientelismos, se revela como un sistema fuertemente administrado, manejado desde
arriba, atravesado por las redes de poder de una partitocracia que todo lo anega. ARCO
sería un buen ejemplo de ello.
Al mismo tiempo, España accede a la deseada homologación, se integra en las
industrias culturales globales, tiene acceso a sus productos, los hace suyos, los imita
incluso —algo obvio en el ámbito de las artes visuales—; y aporta al mercado global
algo supuestamente diferente —productos como Almodóvar—. España es un país ya de
17
Jorge Luis MARZO: ¿Puedo hablarle con libertad, excelencia? Arte y poder en España desde 1950,
Murcia, CENDEAC, 2010.
30
primera, acaba con el aislamiento del franquismo, se integra en Europa, es reconocido
por las democracias occidentales, pero, al mismo tiempo, sus ciudadanos pasan a
convertirse en consumidores de productos —importados en su práctica totalidad— que
les socializan como sujetos18.
El sujeto de la movida, el joven que crece en la ciudad postmoderna de los
ochenta —hijo de la generación que había luchado por la ciudad democrática en los
sesenta y setenta—, se siente interpelado por esa nueva idea de cultura en la que
convergen los grandes fastos culturales, sólo posibles gracias al aumento del gasto
público en cultura, y los discursos que le invitan a convertirse en un joven empresario
urbano, tan individualista como creativo. La nueva identidad cultural española, en gran
medida
construida
desde
instancias
ministeriales,
contribuye
a
obtener
el
reconocimiento internacional, que, a su vez, como la mirada del otro necesaria para
configurar la identidad del sujeto, va a moldear la conciencia de lo propio. La cultura
española tendrá que olvidar una parte de su pasado inmediato —antifranquismo, cultura
de resistencia— e incorporarse a una postmodernidad caracterizada por una pérdida de
conciencia histórica.
Ese debilitamiento de la historicidad —recordemos a José Tono Martínez: “esto
es el comienzo de todo, así comenzó esta ciudad en realidad, con la postmodernidad”—
y la exaltación lúdica del presente —que bien podrían servir para definir a la movida—,
en último término, van a jugar en contra de los intereses de los productores culturales y
también, por supuesto, de sus públicos y del conjunto del sistema. No sólo por el
consecuente empobrecimiento de sus proyectos, desconectados de la historia y arrojados
a la vorágine de un mercado en absoluto “neutral”; también por la premura e
improvisación que va a regir la reconstrucción del sistema cultural en la España de la
Jo LABANYI, “Introduction. Engaging with Ghosts; or, Theorizing Culture in Modern Spain”, en Jo
LABANYI (ed.), Constructing Identity in Contemporary Spain. Theoretical Debates and Cultural
Practice, Oxford University Press, Oxford, 2000, p. 9: “Es importante no perder de vista el hecho de que
la hibridación cultural postmoderna no es, como la teoría liberal suele proclamar, un enorme centro
comercial que nos brinda total libertad de elección, sino que ésta está gobernada por las cada vez más
globalizadas industrias culturales que han ampliado y diversificado modos de consumo cultural
precisamente para constituir audiencias populares y, en consecuencia, inferiores. Si bien el acceso de
España a —o su dominio por parte de— los medios internacionales convierte a los españoles en
ciudadanos plenamente integrados en el orden neoliberal, esto también significa que, aunque ya no son
considerados ciudadanos de segunda clase con respecto a Europa y Estados Unidos, han pasado a formar
parte de un orden mundial en el cual casi todo el mundo es construido como ciudadano de segunda clase
por los mass media”.
18
31
postransición y las dificultades para articular una identidad cultural que se sigue
debatiendo entre la rentabilidad puntual de permanecer en la periferia —España sigue
siendo “different”— y la necesidad estratégica de resituarse en el ámbito internacional
en plena globalización triunfante —homologación y reconocimiento—. Pero, ¿cómo
integrar esa diferencia —cultura como “ethos”— en el mercado —cultura postmoderna
como “economía”—?19. Ante los problemas persistentes a la hora de definir o
problematizar una identidad para eso que denominamos cultura española, y por terminar
con Eagleton, parece lógico que el estado postransicional de la cultura Española
deviniese plenamente postmoderno. Al fin y al cabo, “si en Occidente no sabes quién
eres, el posmodernismo siempre está ahí para decirte que no tienes nada de qué
preocuparte”20.
Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: La literatura en la construcción..., p. 107: “Lo que sí cambió con
respecto al antes de Franco es que nos quedamos sin proyecto histórico peculiar, Español e intransferible.
Durante casi cuarenta años ese proyecto fue construir la ciudad democrática y, una vez evidenciada y
legitimada, descubrimos que el único proyecto histórico posible era dejar de ser diferentes. Teníamos que
desarmarnos de toda clase de peculiaridades, menos de las estructuralmente turísticas”.
20
Terry EAGLETON: La idea de cultura, p. 133.
19
32
33
34
El recuerdo de la República en el Tardofranquismo. El papel
cultural de los exiliados que vuelven a España
Giovanni C. Cattini
Universitat de Barcelona
El presente texto1 forma parte de una investigación más amplia que pretende
abarcar las actitudes, las cultures políticas de los exiliados republicanos, una vez que
volvieron a España, especialmente a partir del final de la Segunda Guerra cuando
rompió el sueño de que los aliados vencedores de la tiranía nazi fascista terminarían
también con la dictadura franquista. Esta decepción empujó a unos cuantos exiliados a
regresar a una España que, con la pretensión de distanciarse de sus ex-aliados, ahora
perdedores del conflicto mundial, prometía clemencia hacia aquellos republicanos que
no se hubiesen ensuciado las manos de sangre a lo largo de la Guerra Civil. En la
presente comunicación nos centraremos especialmente en algunos exponentes de los
sectores intelectuales, que habían participado y protagonizado la vida política de la
Segunda República, especialmente en algunos de los militantes de Acció Catalana
(Partit Catalanista Republicà). La trayectoria de esta formación política es muy
interesante porque siempre se quedó como una agrupación minoritaria, en la cual
sobraban cuadros políticos intelectuales mientras que faltaba el apoyo electoral de las
masas. A pesar de, o precisamente por, su condición de partido de los intelectuales, tuvo
una representación muy sobredimensionada en las instituciones de la Segunda
República española. Asimismo, durante los largos años de la dictadura y a pesar de no
conseguir un sujeto mayoritario del antifranquismo, algunos de sus intelectuales
Este texto se enmarca en el proyecto “Los fundamentos del cambio cultural en España (19601975)”, HAR2014-52882-P.
1
35
mantuvieron un papel de gran interés ya que por un lado trabajaron por la reconciliación
de los dos bandos enfrentados en la guerra civil, prefigurando con mucha antelación el
que sería el pacto de todas las fuerzas que permitieron la Transición, y por el otra
elaboraron un discurso cultural, o una narración de los hechos previos al régimen
franquista, que respondía a la historia de aquella tercera España que había sufrido la
represión de los revolucionarios durante la Guerra civil y luego la de los vencedores de
la guerra.
El franquismo y los exiliados
La presencia del exilio en la construcción de la democracia tras la muerte de
Franco es un tema de una gran complejidad que, como recordaba Jordi Gracia hace unos
años2, implica tener en cuenta que la mayoría de los exiliados tenían muy pocas
posibilidades de incidir en el cambio político tanto por razones de edad, como de
desfase histórico o político. Además, tal y como explicó Fernando Larráz 3, todos los
exponentes de la cultura republicana tuvieron que sufrir una campaña de erradicación
sistemática, manipulaciones y calumnias que llevaron a cabo los intelectuales del
franquismo para ocupar un espacio cultural y simbólico que no les correspondía por sus
capacidades y por la baja calidad de su producción. Si hay algo a lo cual se mantuvo
fiel el régimen franquista fue en condenar al exilio, primero, y luego al silencio a todos
los que habían sido representantes de la cultura de la Segunda Republica y de sus
valores4.
Tal y como ha explicado Carles Santacana, el régimen franquista consideraba a
los intelectuales como «los elementos más peligrosos porque se habrían aprovechado de
su preeminencia social para elaborar y difundir un discurso alejado de la realidad»5. En
2
Jordi GRACIA: A la intemperie. Exilio y cultura en España, Barcelona, Angrama, 2010, pp. 1617.
3
Fernando LARRÁZ: El monopolio de la palabra. El exilio intelectual en la España franquista,
Madrid, Biblioteca Nueva, 2009
4
Josefa BÁEZ RAMOS: «La capacidad social para tolerar una disonancia cognitiva: la
recuperación de los exiliados» en José María BALCELLS y José Antonio PÉREZ BOWIE (eds.): El
exilio cultural de la Guerra Civil, 1936-1939, Salamanca, Universidad de Salamanca, 2001.
5
El proyecto cultural franquista en Carles SANTACANA: «Pensar Cataluña desde el franquismo»
en Ferran ARCHILÉSeIsmael SAZ: Naciones y estado. La cuestión española¸ València,
36
este marco, el grado de rechazo de las autoridades de la dictadura iba in crescendo
según si éstos profesionales de la pluma habían defendido el punto de vista popular en
los conflictos de clase de los años de la República o habían argumentado en contra de la
que consideraban «la unidad de destino universal» de la nación española, defendiendo
un punto de vista regionalista-nacionalista alternativo. Si los primeros tenían una
atenuante por las evidentes contradicciones sociales, los segundos eran considerados los
peores enemigos de la España de Franco, por lo cual tenían que ser vilipendiados y
ridiculizados hasta el extremo. Es muy elocuente la sección “Fantasmones rojos”6 que
fue publicada por el diario falangista Solidaridad Nacional, a lo largo de 1939 y 1940.
La descalificación colectiva pretendía mostrar a los escritores, intelectuales y artistas
comprometidos con la República como personas de escasa talla profesional, una gente
mediocre que sólo podía subsistir apoyándose en la politización, razón por la cuál
hablaban del fracaso de la “pseudo intelectualidad catalana”, y se puede subrayar que
entre las formaciones políticas más odiadas fue precisamente la formación política de
Acció Catalana, el partido de los intelectuales creado en 1922 y conocido a lo largo de
la República como el Partit Catalanista Republicà, fundado en marzo de 1931 por la
confluencia de la misma Acció Catalana y de una escisión de esta Acció Catalana
Republicana7. En agosto de 1939, el director de Solidaridad Nacional, Miquel Utrillo,
no dudaba en afirmar: «Hay que decirlo de una vez para siempre: Acció Catalana fue
más funesta que la FAI» ya que «con los hombres de Acció Catalana, uno se encontraba
antes unos señores, aparentemente decentes, que, por medio y por el gran odio que
Publicacions de la Universitat de València, 2014, pp. 171-188, Ibid.: «Una lectura franquista de
la cultura catalana als anys quaranta» enCarles SANTACANA(coord..): Entre el malson i l’oblit.
L’impacte del franquisme en la cultura a Catalunya i les Balears (1939-1960), Catarroja, Afers,
2013, pp. 45-70; Olivia GASSOL: De la utopía mediterrània a la realitat provincial. El projecte
cultural de la diputació de Barcelona durant el primer franquisme, Barcelona, Fundació Pi i
Sunyer, 2011; Eulalia PÉREZ: La política cultural municipal de l’etapa de l’alcalde Miquel Mateu
i Pla (1939-1945), Barcelona, Fundació Pi i Sunyer, 2010 e ID.: Fantasmones rojos. La
venjança falangista contra Catalunya (1939-1940), Barcelona, A contravent, 2009; Frances
VILANOVA,F.: Una burgesia sense ànima. El franquisme i la traïció catalana, Barcelona,
Empúries, 2010, ID: Contra els catalans franquistas. Lletres de batalla de l’exili i la
clandestinitat (1939-1950), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2014. Josep
BENET: L’intent franquista de genocidi cultural contra Catalunya, Barcelona, Publicacions de
l’Abadia de Montserrat, 1995, y también por August RAFANELL:Notícies d’abans d’ahir. Lengua i
literatura catalana del segle XX, Barcelona, A Contravent, 2013.
6
Eulalia PÉREZ: Fantasmones rojos ... cit.
7
Cfr.Montserrat BARAS:Acció Catalana 1922-1936, Barcelona, Curial, 1984.
37
sentían hacia a España, encontraban a su vez decente, noble y patriótico a la mismísima
FAI, con la que convivían y gobernaban»8.
La revista Quaderns de Perpinyà y la cultura del antifraquismo
Precisamente fueron destacadas personalidades del exilio republicano, militantes
de Acció Catalana, que impulsaron una de las propuestas más interesantes entre las
revistas de cultura del exilio catalán, se trata de la experiencia de Quaderns d’estudis
polítics, econòmics i socials, que apareció en Perpiñán en enero de 1945 9. Las raíces de
ésta revista se encuentran en la exigencia de reorganización de la cultura política
catalana que pasaba por la creación de un grupo de estudios políticos, impulsado por
Ferran Cuito, yerno del prestigioso jurista Amadeu Hurtado y colaborador íntimo de
Lluís Nicolau d’Olwer desde los tiempos del primer Ministerio de Nicolau en Madrid.
En una carta al mismo Nicolau, Cuito le explicaba que había impulsado el grupo en
cuestión para superar el estilo comarcal y humanitario de la mayoría de publicaciones
catalanas. Asimismo le informaba que la cohesión del grupo estaba garantizada por los
lazos de amistad, especialmente representados por los casos de Eugeni Xammar,
Joaquim de Camps y Arboix y Claudi Ametlla, o de parentesco, como el caso de su
UTRILLO, M.: «Ramon Peypoch, “La Publicitat” y el asesinato de José María Planas. O el
catalanismo izquierdista por dentro», en Solidaritat Nacional, 30/VIII/1939 cit por Eulalia PÉREZ:
Fantasmones rojos, cit., pp. 213-214.
9
Sobre la revista Quaderns d’estudis polítics,econòmics i socials, Charles LESELBAUM: «Ferran
Cuito et la revue Quaderns», Iberica II, cahiers ibériques et ibéro-américains de l’Université de
Paris-Sorbonne, Paris, 1979, pp. 317-347, ID.: «Nature et fonction de la revue Quaderns dans
l’antifranquisme de l’après-guerre», AA.VV., Typologie de la presse hispanique, actes du
colloque, Rennes, Presse Universitaires de Rennes, 1984, pp. 186-193; Giovanni CATTINI:
«Cultura política i exili. L’ocàs del republicanisme català (1939-1948)», en Carles
SANTACANAcoord..): Entre el malson i l’oblit… cit., pp.215-243 y Joan SAFONT: «Els “Quaderns”
de Perpinyà, la darrera temptativa intel·lectual del catalanisme liberal a l’exili» Serra d’Or, 645
(2013), pp. 17-21. Breves informaciones sobre la revista también en Joan TORRENTy Rafael
TASIS:Història de la premsa catalana, Barcelona, Bruguera, 1966, Vol. II, p. 488, y en Albert
MANENT: Literatura catalana de l’exili, Barcelona, Curial, 1988, pp. 76-78. El trasfondo de la
revista se puede seguir en dos epistolarios de gran interés como el de Antoni Rovira Virgili y
sobretot el de Lluís Nicolau d’Olwer con Ferran Cuito: Antoni ROVIRA VIRGILI.: Cartes de l'exili :
1939-1949, (ed. Maria Capdevila), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2002, y
Lluís NICOLAU D’OLWER, Ferran CUITO I CANALS.:Epistolaris de l’exili francès, Barcelona, Curial
Edicions i Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003. Para enmarcar el contexto de las
revistas culturales catalanas cfr.Josep M. LLOMPART: Les Exilés catalans en France: histoire
d'une résistance culturelle (1939-1959), Paris, Université de Paris VIII-Vincennes à SaintDenis, 2006.
8
38
suegro Amadeu Hurtado10. La revista contó además con las colaboraciones de autores
de la valía de los políticos Nicolau d’Olwer, Josep Pallach, Carles Pi Sunyer, o de los
escritores y activistas culturales Antoni Rovira Virgili, Ramon Xuriguera, Nicolau
Maria Rubió; y también del médico Humbert Torres, del historiador Ferran Soldevila y
del historiador y etnólogo Josep Maria Batista Roca, entre otros11.
El grupo fundamental que animaba la revista estaba formado principalmente por
la gente de Acció Catalana que residía en Francia. El primer número apareció en enero
de 1945. La primera editorial llevó por título «Grup d’estudis polítics» y dejó claro que
su objetivo era ponerse al corriente «de los movimientos de opinión mundial y de las
fórmulas de todo orden que se plantean, para estudiars los unos y las otras en el interés
de Cataluña»12. De esta manera la revista quería convertirse en un puente de contactos
entre los catalanes exiliados y los del interior, sin querer representar un partido político
sino una agrupación ligada al mundo de la cultura y política catalana de manera
transversal.
La euforia, propia del final de la guerra, caracterizó los primeros números y fue
menguando a partir de enero de 1946, como se desprendía de la editorial del número 12
de la revista13. En enero de 1947, una nota de la redacción admitía que las esperanzas
del final del franquismo estaban lejos de cumplirse14 y, de hecho, el verano de ese año
saldría el que fue el último volumen de los Quaderns d’Estudis Polítics, Socials i
Econòmics.
Durante los dos años y medio en que salió la revista se publicaron veinticuatro
números. Los principales temas que se debatieron en la revista tenían que ver con el
«Carta de Ferran Cuito, Perpinyà 1 de setembre de 1944» en Lluís NICOLAU D’OLWER, Ferran
CUITO I CANALS:Epistolaris de l’exili francés…, p.199 .
11
Cfr. Charles LESELBAUM: «Ferran Cuito .…». ID.:«Nature et fonction de la revue Quaderns
dans l’antifranquisme de l’après-guerre», y Josep M. LLOMPART: Les Exilés catalans en
France…, pp. 141 i seg.
12
***, «Grup d’Estudis Polítics», a Quaderns d’Estudis Polítics, Econòmics i Socials [QEPES],
n. 1 (1945), p. 1. (En catalán en el original. Traducción del autor)
13
Este afirmaba lacónicamente que «en donar vida a la nostra publicació [...] volíem que fos
curta, contràriament als vots que solen saludar tota naixença. Descomptàvem que, imminent la
victòria del món damunt dels totalitarismes, la nostra no podia ésser una iniqua excepció. I en
la feliç eventualitat, que donàvem per certa, aquesta revista, nada exclusivament per combatre
la tirania franquista, no hauria ja tingut raó d’ésser», cfr. «“Quaderns” als seus amics» en
QEPES, n.12 (1946), pp. 1-2
14
Cfr. «Tercer any de “Quaderns” » en QEPES, n.22 (Gener - Febrer 1947), p. 4.
10
39
papel que debía tener Cataluña, una vez derribada la dictadura. A lo largo de los
diferentes números aparecieron los diferentes planteamientos autonomistas dentro de un
marco monárquico o republicano, incluyendo las tesis más rupturistas con la vieja
legalidad republicana como podían ser las tesis de Carles Pi Sunyer o Josep Maria
Batista Roca desde Londres.
Asimismo, hay que remarcar que, estudiando los veinticuatro números de la
revista, podemos relevar sus principales campos de interés: abundan las noticias
referentes al gobierno de la Generalitat, y también a la política catalana en el exilio y a
la necesidad de establecer puentes de unidad entre los diferentes sectores catalanistas
del exilio y con las más amplias familias del republicanismo español; del mismo modo
hubo una atención constante al estado de la cultura catalana después de la gran derrota
de 1939. Por otro lado, la revista dedicó diferentes artículos a seguir la realidad de la
España republicana y la franquista: seguía la política del Gobierno de la República, la
política española del exilio y las maniobras monárquicas de Juan de Borbón. También
ocupó un lugar destacado en las páginas de la revista la actualidad política y económica
del Estado franquista: Ferran Cuito escribió numerosos estudios para evaluar el estado
de la economía del régimen y conjuntamente con Camps Arboix y Claudi Ametlla, entre
otros, analizó la política de la dictadura española. En este apartado también había
espacio para comentar noticias de los sindicatos franquistas, de las políticas culturales
del régimen o las actuaciones diplomáticas del régimen. Finalmente había otro gran
apartado estaba dedicado al estudio de la política internacional en general -incluyendo la
denuncia de los horrores del nazismo y de los campos de exterminio-, y, concretamente,
a todo lo que podía tener que ver con el franquismo. La revista reflexionó
reiteradamente también sobre problemas políticos de primera magnitud y relacionados
con la dialéctica dictadura/democracia y las reivindicaciones de la democracia liberal en
contraposición a los totalitarismos15. Asimismo, tal y como hemos dicho más arriba, la
revista entró de lleno en los debates del encaje de Cataluña en España que se abrieron a
raíz del manifiesto autodeterminista de Carles Pi Sunyer de agosto de 1944. La
dirección de la revista se opuso a las tesis de Pi Sunyer, defendiendo el estatuto de
autonomía y la legalidad republicana anterior a la Guerra civil, así como la necesidad de
15
Hemos destacado este aspecto en Giovanni CATTINI: «Cultura política i exili… »
40
pensar el hecho catalán desde la perspectiva de la solidaridad con todos los republicanos
españoles y de considerar el pleito catalán indivisible de la lucha para el
derrumbamiento del régimen franquista en España16.
El exilio interior y la actividad clandestina del republicanismo catalán
Las circunstancias propias vitales de la mayoría del grupo de Perpiñán y la crisis
política que afligió a las instituciones catalanas en el exilio significaron la muerte de la
revista Quaderns d’Estudis Polítics, Econòmics i Socials, cuyo último número apareció
en el verano de 1947. En los meses siguientes, a causa de la gran decepción por la no
intervención de las democracias occidentales en el contencioso español y por el
relajamiento de la represión franquista que, con la ley de 7 de abril de 1948 derogaba la
emergencia nacional, o sea el estado de guerra17, muchos de los impulsores de la revista
volvieron en España: Rafael Tasis18 y Claudi Ametlla19 volvieron de el exilio en 1948,
Camps Arboix20 y Amadeu Hurtado21 en 1949.
Entre otros, Ametlla destacó por su activismo político, intentando conseguir la
unidad de todas las fuerzas hostiles a la dictadura. Tal y como ha explicado Albert
16
He insistido sobre estema tema en Giovanni CATTINI: «España y Cataluña. Pensando el
catalanismo desde el exilio. Los refugiados de Acció Catalana en Perpiñán (1945-1947)» en
Ferran ARCHILÉS, Ismael SAZ:Naciones y estado..., pp. 89-105.
17
Entre otros, cfr. Gutmaro GÓMEZ BRAVO, Jorge MARCO:La obra del miedo.Violencia y
sociedad en la España franquista, Madrid, Península, 2011.
18
En los últimos años, diferentes autores han vuelto a Tasis reivindicando su papel de activista
cultural polifacético, entre otros, Francesc Foguet i Montserrat Bacardí han impulsado la
edición de diferentes escritos, inéditos y otros muy poco conocidos, como del epistolario de
Rafael Tasis: Rafael TASIS, Lectures de postguerra, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de
Montserrat, 2016; ID.: El revulsiu del catalanisme, Valls, Cossetània, 2015; ID.: Estrictament
confidencial (epistolari Tarradellas-Tasis), Barcelona, Viena, 2014; ID: Les raons de l’exili,
Valls, Cossetània, 2012 o ID., Dietari íntim, Barcelona, A contravent, 2011.
19
El estudio más reciente sobre l’Ametlla se le debe a PLA, X.: «Ametlla, Cambó, Pla i el
catalanisme possibilista», prólogo a AMETLLA, C.:
Memòries politiquees. 1890-1917,
Barcelona, RBA, 2013, pp. 7-44.
20
Sobre Camps, Giovanni CATTINI:Joaquim de Camps i Arboix. Un intel·lectual en temps
convulsos, Barcelona, Fundació Irla, 2015.
21
Unas primeras aproximaciónes en JARDÍ E.: «Epíleg» a HURTADO, A.:Pensament polític i
social (1875-1950), Barcelona, Ariel, 1977 y PUIG ROVIRA, F.X.: «Amadeu Hurtado, jurista
(Vilanova, 1875-Barcelona, 1950)»,Miscel·ània Penedesenca, n. 18 (1994), pp. 450-501;
HURTADO, A.:Quaranta anys d’advocat. Història del meu temps 1894-1936, Barcelona, Ed. 62,
2011. (1956)
41
Balcells22, el primer comité de enlace del antifranquismo catalán había nacido en
Barcelona en 1944, en el despacho del abogado Sorribes, que provenía de Acció
Catalana y que permitió los primeros contactos en el interior de partidos diferentes
como Unió democràtica (con su representante Miquel Coll Alentorn), Esquerra
Republicana (Josep Pous Pagès) y de la Unió Socialista de Catalunya. A lo largo de
1945 estos contactos se materializaron en la formación del Consell Nacional de la
Democràcia Catalana, que fue presidido por el mismo Josep Pous Pagès, con el apoyo
de los partidos citados anteriormente más Estat Català. Faltaba el Front Nacional de
Catalunya de Joan Cornudella que aspiraba a su vez a unificar todas las fuerzas
republicanas y catalanistas que actuaban en el interior de Catalunya. A pesar de eso,
también el Front Nacional acabó incorporándose al Consell a finales de 1945, poniendo
en entredicho la misma función del Front y congelando su actividad23. En el mismo
período, el Moviment Socialista de Catalunya, nacido en 1945 y formado por la fusión
de lo que quedaba de la antigua Unió Socialista de Catalunya con gente que provenía
del POUM, acaba ingresando en el citado Comitè Pous Pagès24.
La actividad del Comitè Pous Pagès radicaba en poderse presentar como
interlocutor –si, como parecía en 1945, hubiera caído Franco- para influir en una
evolución democratizadora de España y su reforma en sentido federal. En el mismo
sentido, no querían contar con los comunistas ya que se oponían tanto a una dictadura
blanca como a una roja25. El Comité fue receloso del primer y único gobierno que creó
Josep Irla en 1947 y el 1948, con la consolidación de la Guerra Fría en el plano
internacional, se consolidó el anticomunismo con la intención de presentar a la opinión
pública internacional la existencia de unas fuerzas democráticas que, sin ser comunistas,
se oponían a la dictadura franquista. De la misma manera, el Comitè Pous Pagès era
receloso de las iniciativas de Josep Tarradellas de quererlos subordinar a sus directivas
mientras, por el contrario, exigía un trato de iguales que tenia que reconocer el
22
BALCELLS, A.:Miquel Coll i Alentorn. Historiografia i democràcia (1904-1990), Barcelona, Proa,
1999, pp. 217 y sig.
23
RUBIRALTA CASAS, F.:Joan Cornudella i Barberà. (1904-1985). Biografia política, Barcelona,
Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2003, pp. 193 y sig.
24
RUBIOL, G.:Josep Pallach i el Reagrupament, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de
Montserrat, 1995, pp. 26 y sig.
25
BALCELLS, A. :Miquel Coll i Alentorn… , p. 219.
42
protagonismo de la resistencia interior contra el franquismo26. Hay que remarcar que la
figura de Tarradellas suscitaba profunda suspicacias en la misma coyuntura de 1948.
Así lo explicaba Claudi Ametlla a la delegación del Partido Nacionalista Vasco, en
febrero de 1948, afirmando que Tarradellas era el responsable de todas las divisiones
del exilio catalán27.
Entre las iniciativas del Comitè Pous Pagès se podría recordar el pacto que esta
organización subscribió con los monárquicos del 4 de mayo de 1951, por el cual los
republicanos aceptarían una restauración de la monarquía siempre que esta permitiera el
retorno de las libertades públicas y un régimen provisional de descentralización para
Cataluña y el País Vasco, primer paso hacia una reforma federal del Estado. Además el
pacto preveía un gobierno de concentración nacional con la exclusión de falangistas y
comunistas. Este pacto, tal y como ha explicado Albert Balcells28, no tuvo más
trascendencia, pero fue el primero de una serie de pactos que culminaría en los de la
Transición de 1976.
El 1952 la muerte de Pous i Pagès determinó la disolución del Comité que fue
substituido por el Consell de Forces Democràtiques de Catalunya (CFDC), presidido
por Claudi Ametlla. El CFDC se conoció como Comitè Ametlla y se puede decir que
heredó la misma concepción de ser un amplio frente antifranquista, integrado por toda la
oposición liberal y democrática con la exclusión de comunistas y falangistas.
Muestra de sus planteamientos es una larga carta que el mismo Ametlla escribió
a Lluís Nicolau d’Olwer, a finales de 195929, en la cual el primero explicaba que
presidía un comité que agrupaba a gente de Esquerra Republicana y de Unió
Democràtica de Catalunya. La finalidad del comité era establecer lazos con
monárquicos antifranquistas y liberales para luchar conjuntamente contra el régimen
franquista y devolver la libertad al país bajo una restauración monárquica liderada por
Juan de Borbón. En la misma carta, Ametlla expresaba un juicio muy positivo alrededor
SANTACANA, C.: «Josep Tarradellas. L’exili (1939-1954)» prólogo a Els documents de l’arxiu
Tarradellas. L’exili (1939-1954), Barcelona, Dau, 2014, pp. 49 y sig.
27
Informe de la reunión con Claudi Ametlla, Paris 6 de febrer de 1948, citado por MORALES,
M:La Generalitat de Josep Irla i l’exili polític català, Barcelona, Ed. Base, 2008, pp. 778 y sig.
28
BALCELLS, A. :Miquel Coll i Alentorn…, p. 225.
29
Fons Lluís Nicolau d’Olwer, Institut d’Estudis Catalans, Epistolaris, «Carta de Ametlla a
Nicolau d’Olwer, Nadal de 1959». (En catalán en el original. Traducción del autor)
26
43
del democristiano catalanista Miguel Coll Alentorn y se sorprendía de que el barón de
Viver, antiguo primoderiverista, se hubiera convertido en monárquico liberal y los
apoyaba («por extraño que parezca, hemos encontrado siempre en este personaje y en
sus amigos una comprensión y una compenetración inesperadas»). Finalmente,
confesaba que las negociaciones habían fracasado por el momento entre otras cosas
porque el pretendiente a la corona mutaba a menudo de opinión según los diferentes
interlocutores. Además Ametlla detallaba la situación de todos los grupos y
organizaciones clandestinas que operaban en Cataluña, subrayando favorablemente
aquellos grupos de jóvenes catalanistas, o cristianos y también nacionalistas, que habían
empezado a movilizarse «más o menos bajo la inspiración de Montserrat, hoy fortaleza
del catalanismo». Continuaba recordando que los partidos del exilio que habían sido
activos durante la República ya no contaban para nada. De la misma manera explicaba
que tampoco el régimen era popular y nadie lo apoyaba, pero nadie –añadía Ametllaestaba dispuesto a mover un paso para hacerlo desaparecer.
Nicolau le contestó a principios de febrero de 196030, aprobando las gestiones de
Ametlla y compartiendo la idea que después de veinte años no tenía sentido añorar los
partidos republicanos. Además la Segunda Guerra Mundial, primero, y luego la Guerra
Fría habían alejado aún más a las nuevas generaciones de aquel pasado republicano. Por
el contrario, Nicolau expresaba que, a pesar de las dificultades para luchar por el retorno
de la libertad en España, tenía que ser prioritaria la lucha cultural para hacer sobrevivir
la lengua catalana. Nicolau d’Olwer moriría justo un año después, la vigilia de Nadal de
1961, pero su noticia no fue divulgada en Barcelona por la acción de la censura31.
Las acciones del Comité Ametlla se quedaron mayoritariamente en reuniones
para compartir informaciones entre diferentes fuerzas políticas que espaciaban desde los
republicanos y catalanistas hasta los monárquicos y liberales, incluyendo los jóvenes
activistas católicos, llegando a tener contactos con José María Gil Robles, Dioniso
Ridruejo, Manuel Jiménez Fernández, Pablo Martínez Almeida, etc. Albert Manent fue
uno de los jóvenes más activos y llegó a ser «secretario político» de Ametlla y con estas
30
Ídem, «Carta de Nicolau a Ametlla, 9 de febrero de 1960». (En catalán en el original.
Traducción del autor)
31
BALCELLS, A. : «Estudio introductori» a NICOLAU D’OLWER, L.: Democràcia contra dictadura.
Escrits polítics, 1915-1960, Barcelona, IEC, 2007, p. 80.
44
palabras trazó la personalidad de aquel: «un hombre de contactos, de gestión entre los
pasillos, de pluma más que de acción clandestina en un sentido puro que conlleva hojas
ilegales, participación en manifestaciones o alborotos de calle, al fin y al cabo de una
cierta violencia»32.
A pesar de todo, el Comité Ametlla tuvo un protagonismo en el nombrado
“Contubernio de Munich” ya que parece que fue José María Gil Robles a delegar en
Ametlla la lista de los catalanes que tenían que participar en la reunión del Movimiento
europeo que tuvo lugar en la capital de Bavaria, en junio de 1962. La delegación
catalana del interior y la del exterior fueron presididas por Rafael Tasis 33: le
acompañaban Marius Estartús pel Moviment Socialista de Catalunya, Jaume Serra
Gasulla por Esquerra Republicana de Catalunya, los monárquicos Antoni de Senillosa y
Cros, Francesc Sitjà y Josep Lluís Urruela, el democrático cristiano Felip Lagarriga, el
director del Instituto Europeo de Barcelona Jordi Ballester, los catalanistas
independientes monseñor Josep Sanabre y el poeta Marià Manent 34: a pesar de defender
el derecho del «reconocimiento de las peculiaridades lingüísticas, culturales, históricas e
jurídicas de los pueblos hispánicos», los delegados catalanes tuvieron que retroceder y
aprobar una moción que, junto con desear la vuelta de las libertades públicas y de las
instituciones democráticas, apoyaba un vago «reconocimiento de la personalidad de las
distintas comunidades naturales». También los socialistas se comprometieron a apoyar
la Restauración monárquica siempre y cuando ésta se acompañara de una implantación
de la democracia en España. La persecución del régimen a los que participaron al
Contubernio de Munich sirvió para multiplicar el eco del encuentro en toda España y en
el extranjero. Tal y como ha afirmado recientemente Jordi Amat35, la reunión de
Munich fue un paso muy importante respecto a la definición de un antifranquismo
liberal y moderado que quería superar las divisiones traumáticas de la Guerra Civil, así
como su visualización delante de la opinión pública internacional y su capacidad de
MANENT, A.: El Molí de l’Ombra. Dietari polític i retrats. 1946-1975, Barcelona, Ed. 62, 1986,
especialmente pp. 103-112. La cita en la p. 7 (En catalán en el original. Traducción del autor)
33
DE PILAR, P., SOLÉ, Q.: 30 anys d’història d’europeisme català. 1948-1976. El contuberni de
Munic, Barcelona, Editorial Mediterrània, 1999, pp. 104 y sig.
34
MANENT, A.: Marià Manent. Biografia íntima i literària, Barcelona, Planeta, 1995, pp. 189 y sig.
35
AMAT,J.:La primavera de Munich. Esperanza y fracaso de una transición democrática,
Barcelona, Tusquets, 2016.
32
45
bloquear las negociaciones entre la Comunidad Económica Europea y España. Por otro
lado, pero el congreso de Munich no consiguió materializar una oposición democrática
que pudiera poner en crisis el franquismo.
Desde el punto de vista de Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat de
Catalunya desde 1954, la reunión del Movimiento europeo en Munich representó un
retroceso de la causa catalana y la condenó con palabras muy contundentes, afirmando
que no tendría «efectividad en la lucha contra el franquismo», además consideró que
había sido una «acción negativa», cuyo único resultado tangible se había traducido en
«donar satisfacciones personales a aquellos que habían confundido nuestros deberes y
derechos con sus vanidades»
36
. No hay que olvidar que los recelos de Tarradellas se
explican también porque, en 1959, una amplia delegación, encabezada por el poeta
Carles Riba e integrada por intelectuales y fuerzas políticas del interior, que iban desde
Esquerra Republicana hasta Unió Democrática, incluyendo el Moviment Socialista de
Catalunya y Acció Catalana, había pedido la destitución del mismo Tarradellas como
presidente de la Generalitat y su substitución por una personalidad de consenso como el
reconocido músico Pau Casals. La iniciativa fracasó, pero originó el rechazo de
Tarradellas hacia las personas activas del interior, a las que consideraba más bien como
sus enemigas, a excepción de Rafael Tasis, su interlocutor privilegiado37.
El testimonio cultural y su legado en la Transición democrática
El activismo político clandestino de los exponentes de Acció Catalana, se tradujo
también en el despegue de políticas de intervención cultural y ciudadana. Entre las
primeras, destaca la Societat d’Estudis Jurídics, Econòmics i Socials (SEJES), nacida en
1947 y reconocida como filial del Institut d’Estudis Catalans en 1949. La SEJES nació
con el doble objetivo de hacer de agitadora y difusora de los idearios catalanistas y
democráticos. La sociedad reunía jóvenes universitarios y personas adultas del
heterogéneo mundo nacionalista catalán; entre sus filas militaron personalidades que
36
BENET, J.: El president Tarradellas en els seus textos, Barcelona, Empúries, 1992, pp. 91 y
sig..
37
Juntamente con la bibliografía citada anteriormente cfr: SAURET J.: L’exili polític català,
Barcelona, Proa, 1979, pp. 132 y sig.
46
provenían y militaban en fuerzas políticas muy heterogéneas desde la Lliga
Regionalista, Esquerra Republicana o Unión Democràtica de Catalunya. Entre otros,
había los citados Claudi Ametlla, Joaquim de Camps Arboix, o Francesc Maspons
Anglasel, Antoni M Borrell, Lluís Duran y Ventosa, Joaquim Carreras y Artau, Maurici
Serahima, Miguel Coll y Alentorn. Entre los jóvenes destacaban los abogados Josep
Benet o Enric Jardí38. Esta plataforma planteaba también su colaboración con toda
iniciativa ciudadana y corporativa cuya finalidad era difundir el antifranquismo. En el
marco de esta oposición hay que recordar la “Carta enviada a todos los profesores y a
todas las personas interesadas en la difusión de la cultura” (1960), en la cual se pedía el
restablecimiento de la enseñanza en catalán y de las instituciones culturales catalanas, el
“Documento dirigido por los intelectuales al Rector de la Universidad de Barcelona”
(1961) para pedir apertura en las actividades culturales universitarias, la “Campaña a
favor de la lengua catalana”, impulsada por Òmnium Cultural (1963), así como otras
iniciativas, como la carta que pedía explicaciones al Ministro Fraga Iribarne sobre las
torturas inflingidas a los huelguistas de Asturias (1965) y que fue firmada por un
centenar de intelectuales catalanes y españoles, o la carta enviada al Ministro Laureano
López Rodó en la cual se pedía, junto a los derechos sociales y democráticos para todos
los españoles, el reconocimiento de las diferentes «comunidades históricas y culturales
que constituían el Estado español» (1970)39.
En la producción cultural, merece la pena destacar la labor de autores menos
conocidos como Joaquim de Camps Arboix, que publicó diferentes obras a lo largo de
veinte años en que, de una manera sibilina y al paso de la lenta relajación de la censura,
defendía la necesidad de una conciliación entre españoles, la superación del régimen y
la implantación de un sistema liberal-democrático que tuviera en cuenta las necesidades
38
AINAUD DE LASARTE, J. M.: «Joaquim de Camps i Arboix. La terra i el dret», Món Jurídic n.
118 (septiembre/octubre 1994), pp. 37-40, ID.: «Miguel Coll i Alentorn i la Societat d’Estudis
Jurídics, Econòmics i Socials», en Miquel Coll i Alentorn. Miscel·lània d’homenatge en el seu
vuitantè aniversari, Barcelona, Fundació Jaume Primer, 1984, pp. 97-101; SERRAHIMA, M. :Del
passat quan era present, Vol. II (1948-1958), Barcelona, Publicacions de l’Abadia de
Montserrat, 2004, pp. 384 i seg..
39
Foguet, F.: «Una legitimitat qüestionada» en Tarradellas, J., Tasis, R.: Estrictament
confidencial…, pp. 30 y sig, y BENET, J.: El president Tarradellas en els seus textos.., pp. 249275.
47
sociales de las clases subalternas40. Entre otras obras, en 1953 Camps Arboix publicó
Modernitat del dret català, en la cual reivindicaba el derecho como elemento
caracterizador de la morfología de los pueblos y que el derecho catalán con su
singularidad había delineado los rasgos diferenciales de Cataluña a lo largo de la
historia. Además, influido por una visión optimista del proceso y de la realidad histórica
del mundo rural catalán, reivindicaba el sistema solariego tal y como se había
vertebrado en Cataluña, porque había permitido una difusión de la propiedad gracias a
las figuras de la enfiteusis y de la aparcería. Así, reseguía los avatares que habían
acompañado la legislación agraria, llegando a subrayar la bondad de la Ley de Contratos
de Cultivos, aprobada por el Parlamento de Cataluña en 1934, según unos criterios
jurídicos que se enmarcaban en la escuela jurídica catalana41.
La reflexión sobre la República emergía entre las páginas de otro libro de Camps
i Arboix dedicado al estudio de los conflictos rurales del siglo XV catalán: Verntallat
cabdill de remences, publicado la vigilia de Sant Jordi de 195542. El protagonista del
libro, Francesc de Verntallat, había actuado en la Guerra Civil catalana de la segunda
mitad del siglo XV, apoyando el rey Juan en contra de alta nobleza catalana y la
Generalitat. Camps Arboix presentaba al protagonista como el campeón del
campesinado en contra de las pretensiones de la oligarquía de la nobleza catalana que se
había levantado en contra del rey Juan. En este marco, el autor del libro hacía un curioso
anacronismo histórico al comparar la revuelta de la Generalitat de 1462 con los Hechos
de Octubre de 1934, para llegar a la conclusión que tanto en un caso como en el otro se
habían perdido las libertades públicas. Y terminaba afirmando que «En la perspectiva
del tiempo y la experiencia global derivada de los veinte años transcurridos, el juicio de
los hechos de aquel seis de octubre tiene que ser severo y autoriza la rectificación de
criterios anteriormente favorables»43.
Estas y otras obras de Camps i Arboix planteaban una visión del pasado en la
cual se privilegiaba el pacto y el acuerdo con todos los españoles. Sus planteamientos
liberal-democráticos quedaban confirmados en una entrevista publicada en la revista
CATTINI, G.C:Joaquim de Camps i Arboix…, especialmente pp. 132-165.
CAMPS I ARBOIX, J.:Modernitat del dret català, Barcelona, Bosch, 1953.
42
CAMPS I ARBOIX, J.:Verntallat, cabdil dels remences, Barcelona, Editorial Aedos, 1955
43
ID., p. 125 (En catalán en el original. Traducción del autor)
40
41
48
Prèsencia de Girona44, cuando, en 1974, afirmó que veía el futuro con incertidumbre
pero consideraba que las grandes reformas planteadas por la República habían sido
aceptadas en el presente por sectores políticos que anteriormente las habían rechazado.
Asimismo, apostaba por una democracia social, una verdadera democracia basada en el
sufragio universal y en las libertades públicas, lejana a las derivas de los Estados
socialistas, pero capaz de detener a los grupos de presiones de siempre, el clero y la
plutocracia, y que garantizara la propiedad de la tierra siempre y cuando esta propiedad
realizara una función social.
Camps i Arboix murió justo unos meses antes que el dictador Francisco Franco.
Otros de sus correligionarios citados anteriormente habían desaparecido antes: Amadeu
Hurtado en 1950, Rafael Tasis en 1966 y Claudi Ametlla en 1968, pero su producción y,
especialmente, las propias autobiografías de Ametlla y de Hurtado fueron unos textos de
historia fundamentales para aquella generación de jóvenes que llegaban a la Transición
con el deseo de leer los testimonios de los vencidos de la Guerra Civil. Claudi Ametlla
pudo ver la publicación de su primer volumen de recuerdos, que llegaba hasta 1917. El
libro estrenó la colección de “Memòries” de la Editorial Pòrtic, creada en 1963 por
Josep Fornas con la complicidad de Rafael Tasis, Albert Manent, Josep Andreu Abelló
y Joan Sansa, y con el objetivo de fomentar el estudio del pasado y de las instituciones
catalanas. Se publicaron 2.960 ejemplares, que se agotaron en unos pocos meses45. La
publicación del libro coincidió con su octogésimo aniversario, que fue celebrado con
una comida de homenaje, impulsada por Rafael Tasis en un restaurante de Barcelona, y
que se convirtió, como ha recordado recientemente Xavier Pla, en un «acto apoteósico
de la catalanidad política, el primero que se había podido celebrar públicamente (sin
permiso gobernativo) en la capital catalana desde hacia más de veinticinco años»46. El
éxito del libro fue explicado por el mismo prologuista de la obra, Rafael Tasis, que
explicaba a los lectores de Serra d’Or47 que el volumen había sido leído ávidamente por
gente joven nacida después de la Guerra Civil así como por gente de la generación
44
CLARA RESPLANDÍS, J.: «Joaquim de Camps i Arboix testimoni privilegiat de la Girona
republicana», Presència, n. 350 (28/12/1974), pp. 13-16
45
SOPENA, M.:Editar la memòria. L’etapa resistent de Pòrtic (1963-1976), Barcelona,
Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 2006, pp. 13 y sig.
46
PLA, X.: «Ametlla, Cambó….», p. 44. (En catalán en el original. Traducción del autor)
47
TASIS, R.: «Les memòries polítiques de Claudi Ametlla» Serra d’Or, (enero 1965), pp. 22-23.
49
anterior, y que todos habían coincidido en la valoración positiva de las memorias. Aún
así, Tasis reconocía que el primer volumen trataba temas todavía lejanos en el tiempo y
que los siguientes tomos habrían levantado más pasiones. La reseña de Tasis fue
recortada por la censura ya que, como ha estudiado Carme Ferré, acababa con un elogio
de la política catalanista considerado inadmisible por las autoridades del régimen48.
Claudi Ametlla no pudo ver los siguientes volúmenes, que se publicaron póstumos, ya
que como explicó en su momento Josep Raimundo Bartrés49 la censura fue implacable.
En octubre de 1968 la prensa franquista anunció lacónicamente la muerte de Ametlla.
Una excepción fue el vice-director de la Vanguardia, Santiago Nadal, que escribió un
artículo en Destino elogiando al fallecido, del cual subrayaba que había sido «un
político de pies a cabeza» y un «periodista de cuerpo entero». Con un giro de palabras
rebuscadas, Nadal explicaba la evolución de Ametlla afirmando que éste había sido
capaz de mantenerse fiel a sus principios pero con una gran clarividencia porque quería
«ayudar a que las cosas [fueran] lo menos mal posible desde el punto de vista que el
profesaba»50. El monárquico Nadal hacía así un homenaje encubierto a sus
frecuentaciones del Comité Ametlla, y nos permite entender la proyección del mismo
Ametlla en ámbitos heterogéneos de la sociedad catalana de finales de los años
Sesenta51.
El otro correligionario del grupo que hemos analizado, Amadeu Hurtado, dejó
también escrita una autobiografía que se publicó póstuma en tres volúmenes en Méjico
(entre 1956 y 1967), y en España en una versión pasada por censura y en dos volúmenes
(1967-1968). Maurici Serrahima dedicó un amplio artículo a los libros de Hurtado en
Destino recordando la escasez de memorias políticas en la bibliografía catalana. En el
artículo, Serrahima subrayaba la deontología del abogado catalán que explicaba con
franqueza su visión de los acontecimientos vividos y que tanta polémica estaban
FERRÉ, C.:Intel·lectualitat i cultura resistent. «Serra d’Or». 1959-1977, Barcelona, Galerada,
2000, pp.74-75.
49
RAIMUNDO BARTRÉS, J.: «Pròleg» en AMETLLA, C. :Memòries politiquees 1918-1936, Vol. II,
Barcelona, Catalonia, 1979, pp. 7-16;
50
NADAL, S.: «Ametlla, o el político», Destino, n. 1620 (19 de octubre de 1968), p. 11.
51
MANENT, A.: El Molí de l’Ombra…, pp. 127-136.
48
50
generando entre las nuevas generaciones52. Por razones muy claras, el debate no podía
ser público a causa de la censura de la dictadura franquista, pero me parece interesante
subrayar la profunda animadversión que provocaron en Josep Tarradellas. El presidente
de la Generalitat consideró las memorias muy negativamente a causa de unas supuestas
falsedades y deslealtades, como se desprende de la lectura de una carta de Tarradellas a
Josep Alsina i Bofill. El presidente de la Generalitat afirmaba que leyendo la
autobiografía parecía que «Amadeu Hurtado fue el hombre que todo sabía, que lo hizo
todo y que los otros no sabían ni hicieron nada de nada. Tanta vanidad es
incomprensible en un hombre de su inteligencia, pero la pasión delante el fracaso de su
vida política ha sido más fuerte que la razón»53. Finalmente añadía la más feroz crítica a
las actividades políticas que habían hecho Hurtado y Ametlla en los años cuarenta y,
sobretodo, la tarea del Comité Ametlla: Josep Tarradellas afirmaba que «he manifestado
muy a menudo que desafortunadamente a muchos jóvenes de la generación de la
postguerra el pensamiento político y las actuaciones de Amadeu Hurtado y
principalmente de Claudi Ametlla les ha hecho mucho más daño que la propaganda
franquista»54
Estas consideraciones nos obligan a reflexionar sobre las divisiones y
animadversiones del exilio y que tienen en Tarradellas un ejemplo quizás demasiado
paradigmático. A pesar de ello, con la presente comunicación hemos intentado poner luz
sobre un sector minoritario burgués, republicano, liberal y demócrata que volvió a
España al final de los años cuarenta. Se trata de un exilio interior, poco conocido, con
muchas sombras y algunas luces, todavía por analizar, que consideramos que tiene su
interés porque se aleja de aquellos maestros celebrados que tanto influyeron en las
jóvenes generaciones "post 68", y que en una historia de los intelectuales durante el
franquismo han estado más analizados, como por ejemplo los casos de José Luis L.
52
SERRAHIMA, M.: «El político y las memorias», Destino, n. 1627 (7 de diciembre de 1968), p.
28-29.
53
«Carta de Josep Tarradellas a Josep Alsina Bofill, 9-11-1968», en Els documents de l’arxiu
Tarradellas. L’exili (1954-1977), Barcelona, Dau, 2015, p. 135 (En catalán en el original.
Traducción del autor)
54
Íbid., p. 138. (En catalán en el original. Traducción del autor)
51
Aranguren, Enrique Tierno Galvan, Manuel Sacristan o Alfonso Carlos Comín, entre
otros55.
En cambio, los personajes que hemos analizados representan otro recorrido, el de
una generación republicana que, sin abdicar de sus principios, trabajó por difundir un
pragmatismo político que se fundamentaba en la necesidad de alejarse de los opuestos
extremismos y de buscar en el pasado los elementos que podían permitir una mejor
convivencia hispánica. Estos personajes reconocieron los errores y hicieron autocrítica
sobre aquellos acontecimientos que habían contribuido al desgaste de la República y
que habían originado un clima de enfrentamientos recíprocos. Esta generación de
republicanos consideraba que su mejor legado estaba representado por la necesidad de
construir puentes de diálogo sobre los cuales levantar el país. Así lo entendía un joven
Jordi Pujol que, al escribir el prólogo del cuarto volumen de la biografía de Claudi
Ametlla, elogiaba el pasado liberal y democrático del autor de las memorias y lo que
había aprendido leyéndolas. En este sentido, Pujol terminaba diciendo que: «la
democracia y la convivencia no se improvisan: son el resultado de un esfuerzo largo y
continuado, basado en la esperanza de que los catalanes lo conseguiremos. Porque este
es mi firme propósito en acabar la lectura de éste libro: construir un país mejor que el
que nosotros encontramos. Un país donde sea imposible la inútil tragedia de la guerra
entre hermanos. Un país por el cual no se tenga que matar. Un país para el cual merezca
la
pena
55
vivir.»56
Para un estado de la cuestión cfr. F. MORENTE, «Más allá del páramo. La historia de los intelectuales
durante el franquismo» en F RÍAS, C.; LEDESMA, J. L.; RODRIGO, J. R: Reevaluaciones. Historias
locales y miradas globales. Actas del VII Congreso de Historia Local de Aragón, Zaragoza, Institución
Fernando el Católico, 2011, pp. 41-76.
56
PUJOL, J.: «Pròlegs», en Ametlla, C.: p.9. (En catalán en el original. Traducción del autor)
52
53
Diálogo y arte en la televisión
de la Transición
Noemi de Haro García
Universidad Autónoma de Madrid
“En nuestro país, el cine, la radio, la televisión, no están al servicio de la comunicación,
sino que cumplen un papel de incomunicación, represivo, etc.
(…) los medios de comunicación lo serían verdaderamente si no solo fueran capaces de
emitir sino también de recibir: si consiguieran que las masas NO SOLO ESCUCHARAN, SINO
QUE TAMBIÉN HABLARAN: que no quedaran aisladas sino relacionadas… irrealizables en el
presente orden social, pero realizables en otro, estas propuestas que son sencillamente la
consecuencia natural del desarrollo técnico, SON INSTRUMENTOS PARA LA
PROPAGACIÓN Y FORMACIÓN DE ESE OTRO ORDEN” (Bertolt Brecht) (…)
[Hoy] las clases populares están completamente excluidas de los medios de
comunicación e información, con lo que quedamos reducidos a simples receptores pasivos de
unos mensajes que tratan de embrutecernos y someternos a la inmovilidad y al silencio”.1
Estas eran algunas de las críticas a los medios de comunicación que se
publicaban en la revista de la UPA (Unión Popular de Artistas), agrupación de artistas
miembro del comité pro-FRAP, en los primeros años de la década de los setenta.
Precisamente unos años más tarde, durante la Transición, varias iniciativas en los
medios de comunicación parecían encaminadas a impulsar dinámicas que marcaran una
diferencia con los años anteriores, más incluyentes y abiertas a la participación. Éstas,
por supuesto, no respondían a las demandas de colectivos como la UPA, ni fueron
protagonizadas o celebradas por ellos. No obstante sí que dieron cabida a otros agentes,
muchos de ellos no habían aparecido en los medios de comunicación “oficiales” hasta
1
S.a.: “Por una comunicación popular”, Viento del pueblo, 2, diciembre 1972, pp. 14-15.
55
entonces aunque la mayoría sí que hubieran frecuentado otros ámbitos como, por
ejemplo, el de las florecientes (y pronto marchitas) revistas culturales. Por ello tiene
sentido pensar que las nuevas propuestas seguramente tenían que ver con críticas a los
medios vertidas desde otros ámbitos del campo el cultural. De hecho, la crítica (lógica)
a las intenciones manipuladoras de medios como TVE era un tema frecuentemente
debatido en la izquierda desde los años sesenta en adelante2.
Algunos especialistas han señalado la conexión entre la programación de
TVE de esos años y prácticas asociadas a la cultura democrática como el debate o el
diálogo: se ha hablado de “programas para el renacer de la democracia”3 o de TVE
como un nuevo foro de debate en esos años4. Al mismo tiempo, el papel de la cultura
durante la transición ha sido destacado en numerosas ocasiones. No en vano, se ha
llegado a decir que la transición fue “vivida como cultura” por la sociedad 5. Se ha
indicado igualmente que el gobierno de la UCD empleó la cultura como medio de
gobernanza, esto es, como un elemento para que los individuos asimilaran e hicieran
suyos los discursos del poder. De esta manera se hacía más efectivo el orden social que
se quería promover6. Por otra parte, son de sobra conocidos el lema y el manifiesto “Por
el cambio cultural” abanderados por el PSOE en 1982 así como sus encuentros con
diversos agentes del mundo de las artes y la cultura a lo largo de toda la campaña. Al
mismo tiempo, otros autores han señalado la existencia de continuidades entre las
políticas culturales del franquismo y las puestas en marcha en los años ochenta7.
Consideramos que explorar los años “intermedios”, anteriores a los entusiasmados
ochenta y los fastuosos (y descalabrados) noventa, quizá puedan ayudar a arrojar algo
de luz sobre cómo se produjo este proceso. Para ello analizaremos algunos ejemplos de
cómo fueron representados el arte, las dinámicas del campo artístico y algunos agentes
2
Un buen ejemplo de ello sería, Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN: El libro gris de la televisión
española, Madrid, Ediciones 99, 1973.
3
Manuel PALACIO: La televisión durante la Transición española, Madrid, Cátedra, 2012, p. 100.
4
Virginie PHILIPPE: Transition et télévision en Espagne. Le rôle de la TVE 1973-1978, París,
L’Harmattan, 2007, p. 47.
5
José Carlos MAINER: “La cultura de la transición o la transición como cultura”, en Carmen
MOLINERO (ed.): La Transición treinta años después. De la dictadura a la instauración y consolidación
de la democracia, Madrid, Península, 2006, p. 153.
6
Giulia QUAGGIO: “Política cultural y transición a la democracia: el caso del Ministerio de Cultura UCD
(1977-1982)”, Historia del Presente, 17 (2011), pp. 109-125.
7
Jorge Luis MARZO y Tere BADIA: Las políticas culturales en España (1985-2005), 2006. Recuperado
de internet http://www.soymenos.net/politica_espanya.pdf
56
destacados del sistema del arte en una selección de programas televisivos emitidos por
la segunda cadena de TVE entre 1976 y 1981. Nos centraremos concretamente en las
estrategias audiovisuales empleadas para mostrar en qué sentido el ámbito cultural
participaba de una renovadora cultura del diálogo. ¿Qué papel desempeñó el diálogo en
estos programas?, ¿qué formas adoptó en cada caso?, ¿en qué sentido se pueden
relacionar ambas cuestiones con el proceso de desideologización que se produjo en (los
sectores más visibles de) el campo artístico?
El arte y la cultura tuvieron un rol relevante en los medios de
comunicación desde muy pronto. Su contribución a la cristalización y difusión de una
imagen moderna del país es de sobra conocida. Para empezar, los primeros programas
televisivos dedicados específicamente al arte y la cultura comenzaron a emitirse a
finales de los años cincuenta: en el caso concreto de las artes plásticas comenzó en 1958
con Galería de Arte, patrocinado por la Galería Biosca8. El segundo canal de televisión,
el UHF, comenzó sus emisiones en 1966 y sería el que incorporaría una mayor oferta de
productos culturales. Todos los programas que analizaremos aquí fueron emitidos por el
UHF, un canal más minoritario y selecto que la Primera cadena.
Encuentros con las artes y las letras
El primer programa de Encuentros con las artes y las letras fue emitido
el 7 de mayo de 1976, tan sólo unos meses después de la muerte de Franco. Es habitual
señalar, al hablar de este programa, que esa misma semana nacieron dos de las
publicaciones más relevantes de esa época: el periódico El País y la revista Historia 16.
Ese mismo año también nacería Diario 16. El director y guionista de Encuentros con las
artes y las letras era Carlos Vélez. Él había sido el responsable de la creación, en enero
de 1976, de dos programas que siempre se asocian a la transición: La Clave y A fondo.
Vélez había sido director de Dramáticos en TVE en la apertura de febrero de 19749. Con
Manuel PALACIO: “Los intelectuales y la imagen de la televisión cultural”, en Antonio ANSÓN et al.
(eds.): Televisión y Literatura en la España de la Transición (1973-1982), Zaragoza, Institución Fernando
El Católico, 2010, p. 15.
9
José Ramón PÉREZ ORNIA: “Encuentros con las letras”, El País, 19 de junio de 1979. Recuperado de
internet http://elpais.com/diario/1979/06/19/agenda/298591201_850215.html
8
57
anterioridad había sido el responsable de la creación de destacadas revistas culturales en
las que habían encontrado un lugar los escritos de muchos intelectuales comprometidos
con el antifranquismo como fue el caso de la mítica Acento Cultural. Para poner en
marcha Encuentros con las artes y las letras Carlos Vélez se rodeó de un buen grupo de
especialistas entre los que se encontraban, ya en los primeros programas, Joaquín
Barceló, César Gil, Juan Antonio Méndez, Daniel Sueiro o Paloma Chamorro, entre
otros muchos.
La importancia del diálogo, o quizá, más bien, de la polifonía resultante
de la yuxtaposición y superposición de ámbitos distintos (la alta cultura y la cultura
popular, el aprendizaje dentro y fuera de las aulas, la tradición y lo moderno) se ponía
en imágenes y sonido en la misma cabecera del programa. Encuentros con las artes y
las letras dedicaría una diversidad de espacios al diálogo, ensayando distintos formatos
para propiciar la conversación. En algunos casos se trataba de mesas de debate con
muchos participantes como era el caso de la titulada “La crítica de arte contra la pared”
en la que Paloma Chamorro conversaba con Santiago Amón, Andrés Trapiello, Santos
Amestoy y Simón Marchán acerca de “las estupendas posibilidades y mediocres
realidades de la crítica de arte”10. Ya en el primer número de esta revista dedicada a las
artes y las letras –pues el modelo de este espacio televisivo no era otro que el de la
revista cultural en el que tanta experiencia tenía Carlos Vélez- se comenzaba
experimentando con un formato de entrevista denominado “El triángulo”. El
funcionamiento de este tipo de entrevista «triangular» que se estrenaba con «El
triángulo… teatral» en el que participaban Víctor Ruiz Iriarte, Francisco Nieva y Jesús
Campos era explicado así por Roberto Llamas:
“El modelo de entrevista que proponemos a continuación es, por decirlo así, la
entrevista pescadilla o, más correctamente, la entrevista triangular. La entrevista que se
muerde la cola. La entrevista de los tres ángulos. Verán que no hay en ella,
técnicamente, un entrevistador (…) Las personas que intervienen en la entrevista
triangular pertenecen al mismo campo profesional pero hay una separación generacional
entre ellos cuando menos y también acaso una distinta forma de entender esa misma
10
Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 25 de junio de 1976.
58
profesión que los tres ejercen. En contra de la entrevista clásica, aquí el entrevistado, el
que responde, toma sucesivamente el papel de entrevistador y también pregunta para
satisfacer su curiosidad a quien tiene a su lado en esta rotación de los tres ángulos del
triángulo. Tres generaciones artísticas. Ellos van a conocerse unos a otros y nosotros
vamos a conocer a los tres”11.
Nos parece evidente que este formato de entrevista pretendía no sólo que
los espectadores conocieran a distintos protagonistas del mundo de la cultura sino
también mostrar el pluralismo, la diversidad de dicho mundo. También demostraba que
era posible y fructífero que personas en distintos estadios de su carrera, pertenecientes a
generaciones distintas y con ideas muy diferentes se sentaran a una mesa a hablar. El
diálogo era posible. Muy pronto se dedicó uno de estos triángulos a las artes plásticas,
concretamente al ámbito del mercado artístico. En junio se emitió “El triángulo… de los
vendedores de arte” (resulta significativo, aunque no fuera una cuestión debatida en este
“triángulo”, que eligieran el término “vendedor de arte” en vez del de “galerista”) en el
que conversaban Juan Mas, Aurelio Biosca y Chiqui Abril acerca de su labor como
galeristas y su relación con el mundo del comercio artístico y los artistas.12
Trazos
En 1977 Encuentros con las artes y las letras se desdoblaba: apareció, de
una parte, Encuentros con las letras que se centraría en los libros y, de la otra, Trazos
dedicado a las artes plásticas. Inicialmente el director de este nuevo programa era
Ramón Gómez Redondo y su subdirectora Paloma Chamorro que, más adelante,
sustituiría a Gómez Redondo en el puesto de dirección. El “número 0” de Trazos se
emitió la noche del jueves 21 de abril de 1977 y consistió en una gran mesa redonda en
la que “una serie de buenos y viejos amigos (…) relacionados de un modo u otro con el
mundo del arte en la España de hoy”13 debatían acerca de qué era un programa de arte
en televisión y qué función debía cumplir. Junto con el director y la subdirectora del
11
Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 7 de mayo de 1976.
Encuentros con las artes y las letras, emitido por la Segunda cadena de TVE el 4 de junio de 1976.
13
Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 21 de abril de 1977.
12
59
programa se sentaban a la mesa seis artistas y críticos de arte de distintas disciplinas,
tendencias y edades: Eusebio Sempere, Gustavo Torner, Ignacio Gómez de Liaño, Juan
Manuel Bonet, Antonio Fernández Alba y Julio López Hernández.
De esta manera, Trazos comenzaba propiciando la reflexión y la
discusión explícitas sobre el propio formato del programa de arte en televisión. Las
fórmulas existentes no tenían por qué aceptarse, era la propia comunidad artística (o, al
menos, ciertos representantes de la misma) la que ahora era llamada a dar su opinión
sobre el tema para contribuir a forjar los nuevos modelos. La audiencia podía asistir a
la conversación, a cómo los responsables de los programas estaban escuchando a estos
agentes, a cómo éstos les pedían dar razón de sus posicionamientos y a cómo aquéllos
les respondían. El público podía también evaluar si después se llevaba a cabo lo
acordado o no. Hay que tener en cuenta que, seguramente, entre estos espectadores se
encontraban otros agentes del campo cultural, es posible que éstos se sintieran
representados por los invitados pero que también es probable que algunos se sintieran
ignorados.
El tema de esta primera conversación en Trazos encontraba su detonante
en lo que denominaban Principios generales. Filosofía y propósitos del proyecto. Se
trataba de unos puntos generales y programáticos elaborados por Gómez Redondo y
Chamorro en los que se recogían sus ideas acerca de qué criterios debía cumplir un
programa de arte emitido en televisión. Entre ellas se encontraban temas como qué
criterios emplear para elegir qué mostrar y qué no en el programa, o cómo resolver el
problema de cómo lidiar con los desafíos de la remediación, cómo presentar un medio y
un lenguaje a través de otro. Esto último es una buena muestra de hasta qué punto sus
responsables eran conscientes –quizá también quisieran concienciar a sus espectadoresde que la televisión era un lenguaje, un medio a través del cual se hablaría de y se
interpretaría otro medio, en este caso el de las artes plásticas. Igualmente se planteaban
también cuál debería ser el público al que se dirigieran (¿especializado o no?) y cómo
habían de hacerlo, si su objetivo era informar a los especialistas o enseñar a ver. Resulta
interesante observar los diferentes posicionamientos hacia la posible función educativa
del programa en relación con las artes. Finalmente, en consonancia con la conciencia de
tener que hablar de arte con un medio y un lenguaje concreto que era el de la televisión,
60
se señalaba que tenían la aspiración de dar un tratamiento a la información artística que
no rehuyera las leyes del espectáculo televisivo14.
En el programa “número 1” que se emitiría la semana siguiente, Dolores
Trueba advertía que ninguna de las ideas formuladas en ese “número 0”, habían caído
en saco roto. A partir de entonces, era el público el que tenía que “juzgar sobre el
sentido y la buena o mala marcha de esta aventura” puesto que no querían “otros jueces
que nuestra propia conciencia y el sentir público”15. El mismo director del programa
invitaba a los telespectadores a contribuir al programa informando acerca de
acontecimientos relevantes o criticando aquellos aspectos de la emisión que
considerasen susceptibles de mejora. En definitiva, se estaba invitando a la participación
indicándose los medios a través de los cuales evitar que la comunicación sólo se
produjera en una dirección.
La idea de que la existencia de debate era un síntoma positivo del buen
desarrollo del país en general y del mundo del arte en particular también estaba presente
en Trazos y en los encuentros y conversaciones que propició. A lo largo del programa
habría mesas de debate dedicadas a temas como, por ejemplo, los problemas del Museo
del Prado, la enseñanza del arte en España, cuestiones urbanísticas, o al Museo de Arte
Contemporáneo, etc. Sin embargo, ya no se trataba solamente de que el debate entre
posiciones distintas tuviera lugar en el plató del programa; en la emisión se informaba
acerca de momentos en los que el diálogo y el debate tenían lugar en foros distintos al
televisivo. Tal y como ya hemos analizado en otro lugar, resulta muy significativo el
modo y el momento en el que este programa informó acerca de las discusiones que se
produjeron en los cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo en el verano
de 1977. Como es bien sabido, en ellas se enfrentaron posiciones contrapuestas en
relación con el papel del arte en la sociedad y habitualmente se considera esta disputa
como uno de los puntos de inflexión en la historia del arte español de esos años. Estos
debates fueron interpretados como un signo de democracia, como una muestra del
avance de los tiempos y de la superación del franquismo. Una idea que, sin duda, había
de verse reforzada por el hecho de que este programa fuera emitido el 16 de junio de
14
15
Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 21 de abril de 1977.
Trazos, emitido por la Segunda cadena de TVE el 28 de abril de 1977.
61
1977, tan sólo un día después de haberse celebrado las primeras elecciones generales en
más de cuarenta años16.
Imágenes
El lugar de Trazos como programa dedicado a las artes visuales del
segundo canal televisivo sería ocupado a partir del 18 de octubre de 1978 por Imágenes.
La responsable de su dirección, del guión y de presentarlo era Paloma Chamorro. El
formato elegido para el nuevo programa no era ya el de la revista, tampoco el del
informativo con el que Trazos guardaba algunas similitudes (si bien se había presentado
como “revista”), sino más bien el de la sucesión de reportajes presentados por su
directora. Aunque en Imágenes seguiría habiendo espacio para las conversaciones,
resulta sintomático que el primer programa se planteara como una especie de solución
de compromiso entre las habituales mesas redondas de programas anteriores y las
entrevistas a personalidades reconocidas e individuales como ya había empezado a
suceder en Trazos.
En efecto, para ese primer programa de octubre de 1978 se habían
planteado una serie de cuestiones acerca del arte a varias personas y sus respuestas se
habían montado para agruparlas en función de la pregunta a la que respondían. Así se
creaba una especie de galería de retratos individuales intercalados. Esto permitía
comparar personalidades y respuestas pero, en cambio, impedía toda interactuación,
impedía el diálogo entre las personalidades elegidas. Asimismo la fórmula elegida
permitía tener un mayor control a los responsables del programa sobre el resultado final
y sobre el mensaje que se quería transmitir. Se podría decir que se dejaban menos
elementos al azar, había muy poco lugar para lo inesperado. Los protagonistas elegidos
para responder eran: José Miguel Ullán, Eduardo Úrculo, Ernesto Giménez Caballero,
Ángel González, Alfonso Pérez Sánchez, Antonio Gala, Fernando Zóbel, Fernando
Noemi DE HARO GARCÍA: “La historia del arte español de la transición: consecuencias políticas de
una representación”, en Juan ALBARRÁN (ed.): Arte y Transición, Madrid, Brumaria, 2013, pp. 225248.
16
62
Vijande, Maruja Mallo, Fernando Savater, Herminio Molero, Víctor Gómez Pin y
Salvador Dalí17.
Tanto los espacios en los que eran filmados como las cuestiones acerca
de las que se invitaba a pensar a los entrevistados parecían orientados a caracterizarles
como personajes y no tanto a llegar a conclusiones comunes o de un modo colectivo
(algo realmente imposible dadas las circunstancias de la grabación). Desde luego ya no
parecía que fuera necesario pensar cómo había de ser un programa de arte en televisión.
Es posible que los responsables de Imágenes ya no tuvieran estas dudas, también es
cierto que el lenguaje televisivo había ido cambiando con el tiempo y no podía ser ahora
como unos años antes. Tiene sentido pensar que esta forma de montar las entrevistas
permitía un mayor dinamismo, posibilitaba seleccionar respuestas e incluir a más
interlocutores, al tiempo que facilitaba el control de los tiempos en que aparecían
determinados contenidos. En todo caso resulta significativa la deriva que se puede
apreciar a través del análisis de estos tres programas sobre arte desde una apertura a
diversas posibilidades, haciendo énfasis en el valor de las conclusiones a las que se llega
tras el debate con otros, hacia una dinámica mucho más individualista y menos
participativa.
Manuel Palacio señala que tanto en Trazos como en Imágenes, y en
general en todos los programas de la época, “hay demasiado parloteo; al menos para las
costumbres del espectador de hoy día” pero también advierte en dichos programas un
deseo de “trabajar la representación audiovisual”18 y, añadiríamos nosotros, también es
posible encontrar en estos programas diversas propuestas acerca de cómo enseñar a
pensar, a mirar y a hablar de arte (una preocupación que no sería exclusiva del ámbito
televisivo español). Al mismo tiempo, no se puede perder de vista el hecho de que las
tres emisiones estaban proponiendo y participaban en formas y grados distintos de una
teatralización de estas fórmulas de diálogo, que de este modo se presentaban y
señalaban a la audiencia. Es decir, tiene sentido pensar que, del mismo modo que se
estaban haciendo apuestas acerca de cómo presentar el arte y la cultura a través del
medio televisivo, también se estaban lanzando propuestas acerca de cómo comunicar la
17
18
Imágenes, emitido por la Segunda cadena de TVE el 18 de octubre de 1978.
Manuel PALACIO: La televisión durante la Transición…, p. 276.
63
democratización de estos ámbitos y de cómo hacer que medios como el televisivo, al
que se había acusado incansablemente de ser el vocero del régimen, ya no formaban
parte de esa cultura antidemocrática. Como ha apuntado Palacio, la colaboración de los
intelectuales en la televisión entre los que habría que contar a artistas, críticos e
historiadores servía al medio para legitimar su actividad frente a las muy frecuentes
acusaciones de ofrecer productos zafios o exclusivamente interesados en lo comercial.
De hecho este autor considera que el caso de TVE “proporciona el modelo de estudio
más completo para hablar de los procesos de legitimación y [sirve] como corolario para
establecer las relaciones positivas entre intelectuales y televisión cultural”19.
Por otra parte, también hay que tener en cuenta que través de estos
programas televisivos se informaba al público general pero también se difundía y
legitimaba la labor de todas estas personalidades en el campo cultural de esos
momentos. Esto complementa la idea de que, como han afirmado algunos estudiosos, la
programación cultural televisiva estaba orientada hacia un sector altamente
especializado de escritores, artistas, actores, cineastas, etc. –entre los que habría que
añadir también a artistas, historiadores y críticos de arte. Éstos constituían su audiencia,
aquélla en la que pensaban los responsables de los distintos espacios cuando los
diseñaban20. También sería, en gran medida la audiencia que tenían en mente los
intelectuales cuando hablaban frente a la cámara.
Los contenidos y enfoques de estos programas no eran ajenos a las
preocupaciones e intereses políticos de sus responsables ni a las del público
especializado al que se dirigían que, en definitiva, también formaba parte del sector
cultural del momento. Tal y como ya hemos analizado en otro lugar, no cabe duda de
que para muchos de estos agentes la visibilidad en los medios de comunicación les
permitía incrementar su prestigio como intelectuales públicos y que esto les había de
permitir afianzar o encontrar su posición (como académicos, creadores, autores, etc.) en
un sistema del arte que se estaba reconfigurando en esos momentos. Ello no implica
necesariamente dudar de la sinceridad de estos agentes, seguramente historiadores y
críticos de arte se afanaron en desempeñar lo mejor posible su papel de intelectuales
Manuel PALACIO: “Los intelectuales y la imagen…”, pp. 14-15.
Francisco RODRÍGUEZ PASTORIZA: “La literatura en los programas culturales de la transición: una
cierta edad de plata”, en Antonio ANSÓN, et al. (eds.): Televisión y Literatura en la España…, p. 26.
19
20
64
(públicos) para, entre otras cosas, poder ubicarse en el panorama político que estaba
cambiando en esos años. No en vano lograr un lugar destacado como agente en el
campo cultural era condición fundamental para llevar a cabo el proyecto político y
cultural que cada uno de ellos tuviera en mente. Otra cuestión diferente que requeriría
un examen minucioso es si aquéllos que lograron afianzar su posición llevaron a cabo
sus proyectos iniciales o si éstos se perdieron o transformaron por el camino.
Las apariciones en los medios de comunicación y en emisiones como las
que se han estudiado aquí, así como la imagen que se daba en ellas tanto del arte como
de los agentes implicados en el campo, contribuyeron a construir y comunicar la idea de
que el campo artístico era democrático –o de que éste se había democratizado- antes
incluso de que se celebraran las primeras elecciones generales. La representación
audiovisual del arte en televisión seguramente tuvo mucho que ver con la intención de
contribuir a construir y difundir una tradición cultural que fuera la base de un país
democrático
en
esos
años
65
de
transición.
66
Las políticas culturales de Enrique Tierno Galván en Madrid:
libertad y participación ciudadana en la Era de la
desideologización*
Enrico Giordano,
Universidad “la Sapienza” de Roma
“Libertà è partecipazione”
Giorgio Gaber, 1972
Introducción
Por la tarde del 19 de abril de 1979 Don Enrique Tierno Galván salía de la
Casa de la Villa, aclamado por las cerca de cien personas espontáneamente reunidas en
la plaza1: después de cuarenta y seis años, era él el primer alcalde de la capital de
España a ser elegido regularmente en asambleas e instituciones democráticas. El pacto
que PCE y PSOE habían estipulado tras las elecciones municipales del 3 de abril había
permitido que el candidato de este último, aunque no había sido el más votado,
accediera a la alcaldía de la ciudad; otorgándole, además, una cómoda mayoría de 34
concejales sobre un total de 592.
*El origen del presente artículo se halla en el desarrollo de mi tesis de posgrado para la Universidad “la
Sapienza” de Roma, la que nace como investigación de campo durante mi experiencia de intercambio en
Madrid. Mis agradecimientos van a la doctora Quaggio y a los muchos que me han ayudado en este
trabajo.
1Anónimo: “Enrique Tierno, alcalde de Madrid: 'Desde mañana empezará la convivencia'”, El País, 20
de abril de 1979.
2La lista más votada de hecho fue la UCD, la cual contó con el 40.29% de las preferencias y obtuvo 25
concejales. El partido socialista se situó poco por debajo, al 39.49%; a sus 25 concejales se les sumaron
67
El país se hallaba en un período particularmente difícil: la crisis económica
avanzaba, el terrorismo seguía creando víctimas y sobre el proceso de Transición se
intensificaba el riesgo de involuciones antidemocráticas. Los españoles seguían
alejándose de la política, mientras que un sentimiento de “desencanto” se apoderaba de
los intelectuales y de una gran parte de la sociedad. Al mismo tiempo, la que entonces
se podía percibir como solidez del ejecutivo recién salido de las urnas (I legislatura, III
Gobierno Suárez), el clima de reconciliación política, el Rey y las nuevas instituciones
libres, amparadas por el joven texto constitucional, apostaban por un fortalecimiento de
la democracia española, mientras que el desarrollo del proceso autonómico absorbía las
instancias del sector más numeroso y menos violento de las así llamadas
“nacionalidades históricas”. En todo esto, el Estado español se daba cuenta del potencial
ofrecido por las políticas culturales con respecto a la democratización y regeneración
del país3.
Todo el país miraba con atención a la capital, en el medio de un proceso de
Transición política desarrollado en el seno de las mismas instituciones de un régimen
que del centralismo había hecho un ideal y una misión. Se miraba a Madrid porqué
representaba el eje decisional de la vieja y de la nueva política, pero también porqué de
esta ciudad se esperaba un ejemplo, una seña, una dirección para seguir. De tal manera,
a su tradicional función de núcleo privilegiado del poder la capital había visto
flanquearse otra: la de referente moral en una relación dialógica entre los diferentes
centros territoriales. En este nuevo contexto la elección de los primeros representantes
democráticos de todas las grandes ciudades, y en particular de Madrid, tenía una
relevancia fundamental.
Estas fueron las principales razones por las que la victoria de Tierno Galván
supuso un viraje decisivo en la política nacional. A las cuestiones presentadas, sin
embargo, hay que añadir otra: por la primera vez después de una larga dictadura eran
elegidos, en Madrid y en la mayoría de las grandes ciudades, personalidades que no
tenían nada a que ver con el pasado régimen, y que en algunos casos hasta habían
pertenecido a la resistencia. Era este, sin duda, la procedencia de Don Enrique:
los 9 del PCE, el cual había percibido el 14.69%
http://www.infoelectoral.interior.es/min/.
3Giulia QUAGGIO: La cultura en Transición, Madrid, Alianza, 2014.
68
de
los
votos.
Fuente:
catedrático de Derecho Político en las universidades de Murcia (1948 – 1953) y de
Salamanca (1953 – 1965), europeísta y pacifista, había sido expulsado tras liderar la
movilización estudiantil en contra de las políticas del general Franco. Hombre de
profunda cultura y amplia erudición, sus campos predilectos se desplegaban del
Derecho a las Letras, y de la Filosofía a la Sociología. Anarquista en la juventud, se
había convertido prontamente al socialismo. De regreso del autoexilio en la Universidad
de Princeton, en 1968, había fundado el Partido Socialista del Interior, que habría
cambiado su nombre en Partido Socialista Popular, para acabar incorporándose
finalmente al PSOE en 1979; fue con esta formación, en la que lo nombraron Presidente
de Honor y de la que defendió el carácter marxista, que se presentó a las elecciones para
la alcaldía de Madrid4.
Don Enrique era perfectamente consciente de la importancia y delicadeza de
su mandato. Por y a pesar de esto el “viejo profesor” actuó con determinación,
siguiendo las líneas teóricas y prácticas de su programa: “descongestionar la ciudad”5
heredada de veinte años de especulación desarrollista, reequilibrar su tejido
socioterritorial actuando sobre las diferencias entre los varios sectores urbanos,
potenciar la circulación en transporte público, democratizar la gestión de la res publica
madrileña, equipar los barrios con bibliotecas, salas de cultura y centros deportivos,
instruir a las clases populares para que todos los vecinos se dotaran de “capacidad
4La vida de Enrique Tierno Galván protagoniza muchos trabajos biográficos, cuyo número sigue
creciendo y de los que tenemos que limitarnos a señalar los más significativos. Obra imprescindible es la
de su discípulo Raúl MORODO: Tierno Galván y otros precursores políticos, Madrid, El País, 1987.
Preciosas informaciones se pueden extraer sin duda de la autobiografía del propio Don Enrique y de su
opera omnia: Enrique TIERNO GALVÁN: Cabos Sueltos, Barcelona, Bruguera, 1982, y Antonio
ROVIRA (ed.): Obras completas de Enrique Tierno Galván (7 vols.), Pamplona, Aranzadi – Civitas,
2006 - 2011. Otras fuentes de primera mano son las obras de Chamorro y Gómez Rufo, entre las que la
última destaca por su planteamiento apologético, que lo constituye como un verdadero lamento fúnebre:
Eduardo CHAMORRO: Enrique Tierno: el alcalde, Madrid, Cambio 16, 1986, y Antonio GÓMEZ
RUFO: Carta a un amigo sobre Don Enrique Tierno Galván, Madrid, Antonio Machado, 1986. Cabe
señalar, entre las diferentes tesis doctorales que tratan de su vida, el trabajo de Mario Ruiz, de la
Universidad Carlos III de Madrid: Mario RUIZ SANZ: Enrique Tierno Galván: aproximación a su vida,
obra y pensamiento, Madrid, Universidad Carlos III – Dykinson, 1997. En fin, disconforme es el
planteamiento de Alonso De Los Ríos, autor que intenta una operación de desmitificación de la figura
del “viejo profesor”: César ALONSO DE LOS RÍOS: La verdad sobre Tierno Galván, Madrid, Anaya &
Mario Muchnik, 1997.
5Estas son las palabras que él mismo utiliza en el vídeo (min. 3:30) que el PSOE hizo para la campaña
electoral,Vídeo de campaña del PSOE en las elecciones municipales de 1979. Recuperado de
internet(http://www.rtve.es/alacarta/videos/fue-noticia-en-el-archivo-de-rtve/video-campana-del-psoeelecciones-municipales-1979/464430/), consultado en abril de 2016.
69
crítica” y comprendieran “rectamente” los problemas, con el fin de actuar una verdadera
“revolución popular”6. Era un programa de ruptura, esencialmente urbanístico y
cultural, relativamente ideologizado: un proyecto que, a pesar de lo que habría dicho
una vez – que los programas electorales están hechos para no cumplirlos – ha sido
llevado a cabo en casi su totalidad.
Analizando su propuesta cultural, la cual se refleja profundamente en su
política urbanística, parece que sobresalgan dos fundamentos ideológicos sobre los que
esta ha sido construida: la libertad y la participación de los vecinos de la Villa. A estos
pilares teóricos y políticos hay que añadir toda una serie de planteamientos, ideas y
bases culturales: la recuperación de la identidad popular y tradicional de la ciudad, la
que junto a la proyección hacia lo innovador creaba una dialéctica original entre lo
antiguo y lo nuevo; la tutela de lo público y de lo común; el cuidado del medio
ambiente, del verde y de la ecología; la solicitud a las buenas y respetuosas relaciones
entre los vecinos; el amor para la cultura; la atención a la comunicación y a la presencia
de la clase política dentro de la sociedad civil; el fuerte impulso hacia la igualdad.
Era una planteamiento innovador, que en su realización práctica parecía muy
lejano de las retóricas que habían protagonizado el discurso político hasta aquel
momento. En todo esto no pudo no influir el contexto social que coincidía con los años
del mandato del “viejo profesor”: años, como hemos visto, caracterizados por un
repentino abandono de la política, sobre todo entre los jóvenes. Podemos entonces
avanzar la hipótesis que, en dicho contexto posideológico, la alcaldía de Tierno Galván
haya constituido una propuesta original, una alternativa práctica en la que eran
cultivados cuidadosamente los principios de libertad y participación ciudadana, para los
que era necesario el alcance de la igualdad entre los vecinos y con el fin de una
verdadera “revolución cultural”7. El conjunto de sus acciones, entonces, se podrá
atribuir a algo más complejo que un simple mandato electoral, y más profundo que una
6Ibid., min. 7:14-7:50.
7El argumento de la “revolución cultural”, la cual sería una de las vías privilegiadas al socialismo, ha
sido expuesto por primera vez por Gómez Rufo en 1986, constituyendo tema central de su libro: Antonio
GÓMEZ RUFO: Carta a un amigo... Ruiz Sanz le dedica un interesante párrafo: Mario RUIZ SANZ:
“Hacia una revolución cultural y moral”, en Enrique Tierno Galvan..., pp. 226-234. Así también Stapell:
Hamilton M. STAPELL: “Political and Philosophical Foundations: a Different Kind of 'Cultural
Revolution'”, en Remaking Madrid: Culture, Politics, and Identity after Franco, New York, Palgrave
MacMillan, 2010, pp. 40-45.
70
mera operación de propaganda para que cambiara y mejorara la imagen de la ciudad
frente al mundo y a sí misma: bosquejando, de hecho, la existencia de un preciso
proyecto de ciudad “tiernista”8.
Los instrumentos de los que tenemos que dotarnos en este análisis son varios.
Antes que todo una buena preparación bibliográfica, de la que en cuanto sea
estrechamente oportuno proveeremos a abastecer los nombres más relevantes.
Igualmente importante nos va a resultar la prensa escrita coeva, de la que podemos
recopilar diferentes pormenores sobre los eventos que nos interesan9. Existe, además,
una amplia serie de publicaciones relacionadas con el Ayuntamiento – y en algún caso
con la Comunidad – que van desde el opúsculo informativo hasta el periódico regular,
desde el libro técnico o de divulgación hasta la revista cultural, y que constituyen un
recurso precioso a fin de extrapolar un gran número de informaciones, adquirir una
mirada más profunda sobre las motivaciones detrás de las acciones emprendidas por la
Junta, y en fin indagar sobre la imagen que el mismo Ayuntamiento quería dar de sí a
los vecinos, en el cauce de aquella comunicación que, como ya hemos comentado, ha
sido uno de los pilares de la política del “viejo profesor”.
Entre las fuentes de archivo, las más importantes nos llegan ciertamente del
Archivo de la Villa de Madrid, como por ejemplo los Actas del Pleno municipal. Otros
archivos que nos han resultado útiles son el Archivo Regional de la Comunidad de
Madrid, el Centro de documentación del Museo Reina Sofía en Madrid y la Fundación
Pablo Iglesias, a los que tenemos que añadir la Hemeroteca Municipal de Madrid por lo
que se refiere a la prensa escrita. Discretamente importantes han sido las fuentes
audiovisuales, en particular las procedentes de RTVE y de la Filmoteca Española. En
fin una gran ayuda han sido las fuentes orales, constituidas en este caso por las
entrevistas que el mismo autor del artículo ha realizado a dos personalidades
relacionadas con el período objeto de estudio: Enrique Del Moral, concejal de Cultura,
8Vamos aquí a pedir prestadas las palabras del escritor Esteve García, el cual en un libro de divulgación
acuña la definición eficaz de “proyecto de ciudad tiernista”. Juan Pedro ESTEVE GARCÍA: El Madrid
de Tierno Galván, Madrid, La librería, 2011.
9Los periódicos sobre los que hemos concentrado nuestra atención son los que por calidad de
información, tirada y tradición de citas en ensayos históricos hemos retenido más oportunos y
fidedignos: en particular, los cotidianos ABC y El País.
71
Educación y Juventud de la Junta Tierno Galván, y Rafael Fraguas, periodista y
miembro fundador de El País10.
Las políticas culturales del alcalde Enrique Tierno Galván
Hamilton Stapell, en su estudio sobre la gran transformación que Madrid
protagonizó después del fallecimiento del general Franco11, sostiene que las
administraciones del Municipio y de la Comunidad, en su esfuerzo para regenerar la
ciudad, crear una nueva identidad y “expandir la movilización cultural”, han seguido
principalmente dos direcciones: la creación de infraestructuras y la promoción de
actividades culturales12. Antonio Gómez Rufo, que en aquellos años era director del
Aula de Cultura del Ayuntamiento y del Centro Cultural de la Villa de Madrid, escribe
que la cultura ha sido uno de los “pilares básicos” de la gestión municipal de Madrid13.
Las actividades culturales de la Junta Tierno Galván, además, son el tema privilegiado
de un gran número de artículos académicos, ensayos y libros14. Para que constatemos la
veracidad de estas afirmaciones y comprendamos el interés hacia esta cuestión, nos
resulta conveniente detenernos justo lo suficiente sobre el desarrollo de las políticas
culturales del Ayuntamiento de Madrid entre el 1979 y el 1986. ¿Qué hizo el alcalde
Don Enrique para la cultura? ¿En qué han consistido sus políticas?
Empecemos por lo más obvio e inmediato: el empeño hacia el crecimiento
cultural de los vecinos de la Villa. Este punto ha sido desarrollado en diferentes
maneras, respondiendo en esto a la pluralidad de necesidades de una ciudad tan
10Las entrevistas se han realizado en noviembre de 2015, en el ámbito de la investigación para la tesis de
posgrado del autor de este artículo. Por razones de espacio, no es posible transcribirlas en estas páginas.
11Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid...
12“With the idea of creating this 'new place to live', both the local and regional administrations enacted a
comprehensive and ambitious program to culturally mobilize Madrid between 1979 and 1986. These
efforts can be divided into two different categories: first, Madrid's political elite worked to improve the
region's cultural infrastructure to the benefit of all residents; second, new cultural activities were
officially sponsored that would lead to greater 'informal' public participation across the capital”. Ibid.,
pp. 81-82.
13Antonio GÓMEZ RUFO: Carta a un amigo..., p. 33.
14Cabe señalar, entre todos, el volumen que recoge las contribuciones del ciclo de conferencias
presentado por el Instituto de Estudios Madrileños sobre este mismo tema: Instituto de Estudios
Madrileños, Ayuntamiento de Madrid: 1977 - 2002. Veinticinco Años de Cultura Madrileña.
Conferencias, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 2003.
72
heterogénea como era la capital después de décadas de desarrollo desenfrenado. Una de
las acciones básicas y primarias fue la edificación de un importante número de institutos
de educación: desde el principio de la alcaldía se empezaron a dotar todos los barrios de
guarderías, escuelas, bachilleratos e institutos de Formación Profesional. Estos
establecimientos eran realizados en su mayoría en las áreas más necesitadas de la
ciudad, con lo que se seguía una política de inclusión social: prueba de ello sea también
el principio de accesibilidad por el que se elegía su localización, colocando los
inmuebles en lugares servidos por el transporte público. Completaba la actuación una
larga serie de instalaciones deportivas y sanitarias, de parques y de espacios recreativos,
cuyo número competía con el de las escuelas y realizados según los mismos criterios.
Se equipaban así todos los barrios con los servicios considerados primarios,
completando su remodelación a través de un complejo sistema de intervenciones del que
vamos a hablar a continuación. La dotación a la ciudad entera de estos centros
funcionales constituía uno de los puntos más importantes en el programa del Plan
General del 1985 y en sus discusiones preliminares, y era una de las encarnaciones más
evidentes de los principios que lo inspiraban. La propuesta, de todas formas, no había
nacido ex novo, sino que era el resultado de un conjunto de reivindicaciones
inicialmente demandadas por los movimientos vecinales, absorbidas posteriormente por
la nueva administración democrática15.
La construcción y la adaptación al uso de nuevas bibliotecas constituyó otro
recurso muy importante para el desarrollo educativo de la población madrileña. La
disposición de estas en el territorio municipal seguía los mismos principios de utilidad
social y accesibilidad que regularon la de los institutos de educación, mientras que el
alcalde, durante sus conversaciones radiofónicas con los vecinos, señalaba y defendía la
necesitad que de estas había en la ciudad16. En dirección análoga iba la fundación de
“casas de cultura de barrio” y de “salas de cultura popular”, ampliamente preanunciada
en las proclamas electorales: a este tipo de instituciones se refería Don Enrique cuando
15Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid, Madrid, Ayuntamiento
de Madrid, 1982, pp. 76-77.
16Los discursos de Don Enrique posteriormente fueron recompilados en un libro, editado por el
Ayuntamiento: Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio. Pronunciadas por el Alcalde de Madrid
D. Enrique Tierno Galván. Madrid, 1979 - 1980, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1981.
73
hablaba de “revolución popular” o “cultural”, para la que condición preliminar resultaba
ser la elevación intelectual de las clases menos instruidas.
El incremento de consumo cultural strictusensu fue otro reto de la Junta
Tierno Galván. Una feliz coyuntura política hizo que este objetivo coincidiera con las
políticas culturales del Estado17 y, más tarde, las regionales: sobre todo a partir de
cuando, con la elección de Joaquín Leguina a primer Presidente de la Comunidad de
Madrid en el 1983, las tres entidades territoriales con jurisdicción sobre la capital –
Estado, Comunidad y Ayuntamiento – estaban gobernadas por el mismo partido. Un
paso importante fue la institución de nuevos museos y el fortalecimiento de la oferta
cultural de los que ya existían18, en lo que los ministerios de cultura nacionales jugaron
un papel fundamental.
Sin embargo, el verdadero símbolo de las políticas “tiernistas” es
representado por los centros culturales: de estas fundaciones fue abierto un gran
número, a menudo adaptando al uso o recuperando viejos edificios, y los que ya estaban
en función – como el Centro cultural de la Villa, verdadera punta de lanza de los
eventos artísticos relacionados con el Ayuntamiento en esos años19 – incrementaron su
actividad. La transformación de los viejos edificios, además, adquiría a veces un fuerte
valor simbólico: de hecho el uso original de algunos de estos establecimientos era de
tipo militar, o estaba relacionado con el pasado régimen. El caso más llamativo fue el
del cuartel del Conde Duque, que llegó a ser el otro eje principal de las manifestaciones
artísticas y culturales de la ciudad. Otros edificios fueron transformados en recursos
comunitarios o administrativos de género diferente20, exorcizando el espectro
franquista. En esta dirección iba también una de las primeras, más conocidas y más
controvertidas intervenciones del Ayuntamiento en ámbito urbanístico: el repentino
cambio del nombre de las calles intituladas a personas o hechos relacionados con la
17Giulia QUAGGIO: La cultura...
18Ayuntamiento de Madrid: Adquisiciones 1979-1983: Museo municipal. Exposición abril-junio 1983,
Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1983.
19Ayuntamiento de Madrid: Centro Cultural de la Villa: 1977-1987, diez años, Madrid, Ayuntamiento
de Madrid, 1987.
20Este fue el caso – entre otros – del monumento a los caídos de plaza de la Moncloa, que después de la
reforma pasó a ser la sede de la Junta Municipal de la Moncloa. Otro ejemplo se puede encontrar en una
instalación militar que se hallaba en Tetuán, en lugar de la que la administración realizó plaza de la
Remonta.
74
dictadura, las cuales en mayoría volvieron a su denominación original, cultivando así la
idea de un retorno a los orígenes21. Todo ello se inscribía en un complejo de operaciones
dirigido a la renovación de la identidad de la ciudad y de su imagen a los ojos del
mundo, del que hablaremos a continuación.
Las actividades culturales fueron desarrolladas e impulsadas con la misma
intensidad. Encuentros, exposiciones artísticas, conferencias: el Ayuntamiento había
asumido la función de generador, promulgador y patrón de eventos de todo tipo. Eran
impulsadas y valorizadas también las manifestaciones ya arraigadas, a veces de manera
informal y personalista: famosas, por ejemplo, las largas paradas que el mismo Don
Enrique solía hacer en cada tienda de la Feria del libro22. A esto se añadían proyectos
particulares, animados por los mismos principios que movían las demás actuaciones
municipales. Cabe destacar, entre todos, la iniciativa llamada “Universidad en los
barrios”: esta, que traía su orígen en un proyecto análogo empezado en 1920 y caído en
desuso bajo Franco, consistía en el llevar ciclos de clases celebrados por profesores de
la Universidad Complutense a las periferias y a los barrios populares. Los temas eran
seleccionados a través de cuestionarios enviados a la población, la cual era libre de
elegir y proponer los argumentos que más la interesaban: de la medicina a la literatura,
de la Historia a la higiene, de la educación sexual reivindicada como laica y científica –
a la política. Los encuentros eran diseñados en manera interactiva, para que estimularan
21El ex Concejal Enrique Moral Sandoval, tal vez el mayor propugnador de este conjunto de
intervenciones, en la entrevista – grabada por el autor en noviembre de 2015 – se ha prolongado mucho
en explicar las implicaciones de la resolución: desde las motivaciones más profundas, como la respuesta
a la espera y las expectativas de toda España hacia lo que iba a hacer la capital, hasta las varias amenazas
que – según dijo – los concejales recibieron por parte de extremistas de derechas. Estas intervenciones,
que en esta sede nos limitamos a mencionar por cuestiones de espacio, han sido también objeto de un
número destacable de artículos y ensayos. Uno de los autores que más ha tratado el tema es Aparisi
Laporta, gran estudioso de toponimia madrileña, especialmente en las páginas de los Anales del Instituto
de Estudios Madrileños. Entre otras contribuciones: Luis Miguel APARISI LAPORTA:
“Instrumentación política partidista de la toponimia. Períodos que se inician en los años 1931, 1939 y
1980”, Anales del Instituto de Estudios Madrileños, XXXVIII (1988).
22El detalle, que puede parecer una mera anécdota, puede ser útil para revelar algo sobre la actitud del
alcalde en público; lo que nos lleva a individuar dos de las características más relevantes de su figura
política, de las que hablaremos a continuación: la comunicación y la presencia, que fueron puntos de
fuerza de su relación con los vecinos. El hecho, ya bastante conocido, nos ha sido contado por Enrique
Moral Sandoval en la entrevista del noviembre del 2015.
75
la máxima participación del público. También en proyectos comos estos se reflejaba la
ambición de instruir a las clases populares23.
Las actividades impulsadas por el Ayuntamiento respondían también a otro
de los objetivos más importantes de la administración Tierno Galván, verdadero pilar de
sus políticas culturales: la recuperación de la relación entre los madrileños, su pasado 24
y su propia ciudad. Este último término tiene que entenderse en tres acepciones: a) el
lugar físico en su dimensión histórica, con sus palacios, sus monumentos y sus plazas;
b) la identidad de la ciudad, en su sentido más íntimo, tradicional y popular – casi
folclórico –, que para el “viejo profesor” había sido profundamente alterada y tenía que
ser recuperada; c) un lugar de agregación, intercambio y socialidad, función que la
capital había siempre ejercido, y que a la recuperación de la tradición sobreponía una
fuerte proyección hacia el futuro.
La profundización del conocimiento que los madrileños tenían de la ciudad
que les rodeaba fue un objetivo perseguido principalmente a través de dos tipos de
intervención: las actividades propiamente dichas y un amplio uso de la imprenta
municipal. Al primer caso se pueden atribuir proyectos como “Conozcamos Madrid”,
que consistía en una serie de visitas guiadas abiertas al público a monumentos de la
ciudad; organizado por la Delegación de Relaciones Sociales y Vecinales, la iniciativa
involucró un número copioso de vecinos25. En el segundo caso encontraremos una larga
serie de libros y revistas de carácter histórico-artístico, que trataban tanto de la ciudad
como de sus barrios. Uno de estos textos – Conocer Madrid – fue adjuntado incluso al
libro que ilustraba las líneas de actuación sobre las que se habría desarrollado el Plan
General de Ordenación Urbana del 1985, Recuperar Madrid26; con referencia a las
23El proyecto ha sido expuesto por el propio Don Enrique durante sus conversaciones radiofónicas:
Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio...
24La relación entre Don Enrique, su alcaldía y el uso del pasado y de la Historia es tratada en un
interesante artículo de Carmen Cayetano Martín. Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y
modernidad: la Historia en la Política del Ayuntamiento de Madrid. 1978-2002”, en Instituto de Estudios
Madrileños, Ayuntamiento de Madrid: 1977 - 2002. Veinticinco Años...
25Otra iniciativa interesante fue la denominada “Madrid para los niños”, la cual a una parte “turística”
añadía un importante proyecto de instrucción sobre los servicios e instituciones de la ciudad. Hamilton
M. STAPELL: Remaking Madrid..., p. 58-60.
26Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Conocer Madrid, Madrid, Ayuntamiento de
Madrid, 1982, y Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid...
76
publicaciones periódicas, sin embargo, espécimen era el conocido Villa de Madrid27.
Una abundancia de publicaciones parecidas, de todo modo, era producida también por la
recién nacida Comunidad28.
La recuperación de la identidad cultural de la ciudad ocupaba un lugar
igualmente importante en el programa de la Junta. Ello, sin embargo, no tiene que ser
interpretado como mera tendencia tradicionalista, sino que se puede atribuir a aquel
amor para las raíces culturales que ha protagonizado una parte conspicua de los
movimentos progresistas del segundo siglo XX europeo, al cual se añadía la
sensibilidad de un gran hombre de letras y de un agudo sociólogo. Este punto se
concretizó con un imponente plan para la revitalización de las fiesta populares 29 a través
de subvenciones, patrocinios, visibilidad en los órganos de prensa del Ayuntamiento30 y
de la presencia oficial o informal de las personalidades de la Junta, en particular del
mismo alcalde.
Los esfuerzos se concentraban en las grandes manifestaciones consideradas
más características del espíritu madrileño, tanto las laicas como las religiosas: San
Isidro, el Carnaval y la Navidad constituyeron el centro de una de las más grandes
operaciones culturales nunca realizadas en ámbito municipal en toda España. En
particular a la fiesta madrileña por excelencia, San Isidro, que se veía enriquecida y que
intentaba involucrar una masa de vecinos siempre más numerosa, se flanqueaba otra
igualmente importante: el Carnaval que, prohibido por las dos dictaduras del siglo XX,
se afianzaba ahora con toda su carga subversiva31. La atención hacia esta fiesta,
relanzada por Tierno Galván en 1980 – y que después de dos años podía por fin ser
celebrada con máscaras –, se percibe también en la cobertura mediática que la
27Villa de Madrid. Revista del Excmo. Ayuntamiento. Delegación de Cultura, editada por Artes Gráficas
Municipales. Nacida en 1958, tenía oficialmente cadencia trimestral, aunque a menudo su publicación
era irregular. No hay que confundir esta revista con la llamada Villa de Madrid: informativo, editada por
el mismo Ayuntamiento a partir del 1981 y con cadencia quincenal.
28Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid..., p. 58-63.
29Entre otros: Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”.
30Villa de Madrid: informativo es tal vez el periódico que dedica más espacio a los artículos sobre la
organización de los festejos, el programa de las manifestaciones, su importancia...
31Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”.
77
acompañó, tanto en el periódico Villa de Madrid como en las Charlas de radio32, hasta
la publicación de un libro sobre el tema a través de la imprenta municipal33.
Esta actitud hacia las fiestas no era exclusiva del Ayuntamiento de Madrid,
sino que reflejaba una tendencia que juntaba la mayoría de las instituciones públicas en
la España de la Transición, especialmente e nivel regional o municipal. La misma
Comunidad de Madrid se mostró particularmente prolífica bajo este aspecto: iniciativas
como la de “Madrid en fiestas”, rebautizada “Pueblos de Madrid en fiestas” en 1985,
testimonian el gran interés que la institución autonómica tenía hacia estas
manifestaciones populares, como su conciencia del papel que los nuevos órganos
democráticos jugaban en la promoción de la animación sociocultural tanto en sus
formas tradicionales como en las más modernas34. La fricción entre estas dos maneras
de entender las fiestas de pueblo, de todo modo, no parece resolverse en las diferentes
realidades locales de la Comunidad: podemos ver un indicio de esto en un documento
del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid relativo a la dicha campaña “Madrid
en Fiestas – 1984”, en el que se desvela el descontento de la administración regional
hacia la elección, hecha por los municipios más pequeños, de financiar esencialmente
cerimonias religiosas y tradicionales35. El Ayuntamiento de Madrid, en contrario,
32Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio... pp. 33-34.
33Julio GÓMEZ DE SALAZAR Y ALONSO: Madrid Carnaval, Madrid, Ayuntamiento de Madrid,
1986
34La organización de esta campaña ha dejado, en el Fondo Consejería de Cultura del Archivo Regional
de la Comunidad de Madrid, cajas y cajas de documentación: estudios preliminares, análisis,
correspondencia, contabilidad, papeles y libros informativos, descripciones de artistas, decisiones
administrativas y así siguiendo; además, una parte de estos documentos constituye un extenso y precioso
estudio sobre las fiestas tradicionales de los diferentes pueblos del entorno de Madrid. La campaña
“Madrid en Fiestas”, nacida en 1980, tenía cadencia anual, y consistía en la financiación y en el apoyo a
fiestas locales en todos los pueblos de la Comunidad por debajo de los cincuenta mil habitantes. Una lista
de artistas recomendados se hacía circular previamente, incluyendo espectáculos de teatro, orquestas,
música... De los papeles se infiere que uno de los objetivos principales fuera el de modernizar las fiesta
tradicionales de los pueblos pequeños, a través de la introducción de formas de entretenimiento que no
tuvieran connotación religiosa; en este sentido, destaca el análisis profundo realizado en torno a la
realidad sociopolítica del territorio y de dichos pueblos. Un documento accesible con facilidad es el libro
s.a.: Madrid en Fiestas. 1984. V campaña de animación cultural, Madrid, Comunidad Autónoma de
Madrid, 1984.
35Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, Fondo Consejería de Cultura, caja 28302/1: Informememoria de la campaña “Madrid en fiestas verano – 1.984”, firmado por un equipo técnico de la misma
Comunidad en Madrid en enero de 1985. El documento, que no es otro que una relación sobre la
actuación de la campaña del año anterior, es representativo de la utilización política del arte y de la fiesta
perpetuada por la mayoría de las administraciones durante la Transición y en los años inmediatamente
siguientes, come de la importancia que en este sentido se atribuía a los gobiernos locales: “Acercarse a la
comunidad global supone [...] contextualizarla en su núcleo natural: el Municipio”, p. 1; y a
78
parecía haber superado la cuestión: los presupuestos cubrían ampliamente las
manifestaciones religiosas36 como las laicas, y en la socialidad de la fiesta la Junta de
Don Enrique cultivaba una nueva imagen de la ciudad.
Madrid, entonces, como lugar de agregación, de intercambio y de socialidad:
esto el tercer rasgo de la ciudad que iba a ser promovido. De las fiesta tradicionales a las
en plaza el paso era breve, y a menudo coincidían. Las multitudes de jóvenes que
habitaban Madrid37 pedían diversión y libertad, y liberados de los primeros lazos de la
dictadura irrumpían ahora con su energía, su creatividad y con las ganas de dejarse atrás
los horrores y la desolación cultural del régimen. Había nacido la Movida madrileña38:
un fenómeno que en sus inicios se caracterizaba por una sustancial espontaneidad, y que
continuación: “Es importante destacar que las Fiestas locales desde los Ayuntamientos democráticos
deben inscribirse en un amplio proceso de animación sociocultural, donde el acceso y el disfrute de los
bienes culturales sea un objetivo prioritario, junto con el sentido de la fiesta como ocio recreativo y
lúdico. [...] Por eso podemos decir que las Fiestas son hoy un campo para la animación sociocultural y
para la participación ciudadana”, p. 3. Hacia el final del documento se desvelan algunos de los problemas
registrados en la relación entre la Comunidad y algunos de los Ayuntamientos: ante todo, algunos de
estos últimos no han mencionado la participación de la Comunidad en la organización; “En segundo
lugar, destaca la clara incidencia de algunas actividades tradicionales [...]. En tercer lugar, es interesante
destacar cómo se anuncian los días festivos de cada comunidad. Mayoritariamente se distribuyen entre
dos conceptos – que encierran connotaciones ideológicas: Fiestas Populares y Fiestas Patronales al
amparo de una advocación religiosa. La referencia de Fiesta patronal se da en la mayoría de los pueblos,
sobre todo en los de menor población, que mantienen a su vez un lenguaje tradicional que incluye un
saludo en las primeras páginas del programa del Cura Párroco de la localidad; mientras que en los
pueblos más numerosos aparece la referencia de Fiesta Popular y el saludo viene dado por el Sr.
Alcalde”, p. 15.
36Carmen CAYETANO MARTÍN: “Tradición y modernidad: la Historia...”.
37El gran número de jóvenes que, hijos del desarrollismo y de las políticas de natalidad, residían en la
ciudad entre el fin de los Setentas y el principio de los Ochentas, ha orientado en manera decisiva las
políticas culturales del Ayuntamiento de Madrid. El tema merecería estudios apropiados, aunque ya ha
sido tratado por algunos historiadores. En la entrevista a Enrique Moral Sandoval – noviembre de 2015 –
, fue el mismo ex-concejal a comentarnos cómo la primera motivación de gran parte de las políticas
municipales se pudiera encontrar en el número impactante – a nivel tan demográfico como electoral – de
chicos y chicas.
38La Movida, ampliamente tratada en la mayoría de las obras históricas e historiográficas sobre la
Transición, ha sido también objeto de numerosas monografías. Algunas de estas recogen los testimonios
preciosos de los protagonistas de la época; los ejemplos más destacados son el famoso José Luis
GALLERO: Sólo se vive una vez. Esplendor y ruina de la movida madrileña, Madrid, Ardora, 1991, y el
catálogo de la exposición organizada por la Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid
y que tuvo lugar en 2007 en Madrid: Blanca SÁNCHEZ (coord.): La Movida, Madrid, Comunidad de
Madrid, 2007. Un ejemplo de estudio monográfico es William J. NICHOLS, H. ROSI SONG (coords.):
Toward a Cultural Archive of La Movida, Madison - Teaneck, Fairleigh Dickinson University Press,
2014. Muchas informaciones se pueden encontrar también en Hamilton M. STAPELL: Remaking
Madrid... En el Centro de documentación del Museo Reina Sofía, además, se pueden encontrar los
fondos personales de algunos de los exponentes de este movimiento: en particular el Archivo Quico
Rivas, el Archivo Miguel Trillo y el Archivo Carteles de la sala Rock-Ola/Lorenzo Rodríguez.
79
sólo con el paso del tiempo habría sido absorbido, patrocinado, impulsado por las
administraciones locales.
El Ayuntamiento de Madrid hizo suyas estas reivindicaciones, y empezó a
apoyar y financiar un gran número de espectáculos, conciertos, iniciativas, festivales,
exposiciones. A menudo el mismo Don Enrique participaba en estos eventos: el carácter
presencial y participativo imprimido por el alcalde a este movimiento, junto a un nuevo
clima sereno, libre y tolerante39, lanzaba el mensaje de una administración que por la
primera vez se ponía abiertamente del lado de los jóvenes y de la libertad. La prensa del
municipio – en particular La Villa de Madrid – seguía con interés todo lo que estaba
relacionado con la Movida o con el mundo de los jóvenes, hasta la fundación de una
revista completamente dedicada a estos temas, subvencionada por la Concejalía de
Juventud: Madriz40. La ciudad venía equipada con nuevas instalaciones, con salas de
concierto pensadas para un público juvenil, como el Rockodromo de Casa de Campo.
Madrid, mientras tanto, devenía una de las ciudades con la oferta cultural más
interesante e innovadora. Ahora no solo absorbía las tendencias artísticas, sino que las
anticipaba también, llegando a ser una de las vanguardias globales que se hacían
portavoces del pasaje a la posmodernidad propio de los Ochentas. El cambio de imagen
se estaba logrando: la gris capital franquista había vuelto al centro del mundo como
ciudad libre y vibrante, irrumpiendo en un “estallido de color”41. Madrid había vuelto a
ser un lugar de encuentro y de experimentación. Es la coexistencia de lo antiguo y lo
moderno, de tradición y utopía, de identidad histórica y tensión hacia el futuro que ya
39“While it is clear that the Ayuntamiento played no direct part in inventing the movida, it is important
to recognize that the administration did indirectly aid the movement's development by creating a climate
of tolerance, openness, and free expression between 1979 and 1983. In this sense, Madrid's political elite
did not originally create the movida, but rather opened the space for the movement to develop through its
desire to culturally transform Madrid. In other words, the Ayuntamiento's emphasis on cultural
promotion and participation created the space for new cultural trends – common in other parts of the
country after the dictatorship – to become something greater in Madrid. […] Madrid's municipal
administration did more than simply tolerate free expression; it actively promoted and sponsored a wide
spectrum of cultural initiatives designed to increase participation and instill a sense of pride in the
residents of Madrid”, Hamilton M. STAPELL: Remaking Madrid..., pp. 104-105.
40Surgida en 1984, ya al principio de la fase descendente del fenómeno artístico y social que la había
animada, se inspiraba en el único género artístico reconocido comúnmente como propio de la Movida, o
sea la fanzine. Fuente de numerosas polémicas por parte de la oposición conservadora, la revista no
sobrevivió mucho a Don Enrique: una rápida decadencia llevó a su cierre en 1987.
41Pedimos prestadas las palabras de otro libro de divulgación: José Manuel LECHADO: La Movida y no
sólo Madrileña, Madrid, Sílex, 2013, p. 15.
80
hemos indicado como uno de los rasgos distintivos del pensamiento y sobre todo de las
acciones del “viejo profesor”. Él, constantemente y con todos los medios a su
disposición, repetía a toda la población su invito a salir de casa y a encontrarse, a no
tenerles miedo al terrorismo y a la criminalidad y a no dejarse oscurecer por los hechos
de sangre42.
Las razones del fuerte impulso que Tierno Galván dio a este movimiento son
variadas y matizadas. Era esta claramente una acción sociopolítica: aplastar en su
principio a lo que se habría llamado “franquismo sociológico”, abriendo las puertas a la
energía de los jóvenes y al libre circular de las ideas; transformar la Movida en
participación43, actuando sobre parte de su carácter individualista, y tal vez esperando
que se estuviera delante del florecimiento de la famosa “revolución cultural”. Hay que
tener presente, en esta interpretación, la sólida formación sociológica del “viejo
profesor”. La actitud del Ayuntamiento, de todo modo, tenía las características de una
grande operación de propaganda, con el fin, como hemos comentado, de cambiar la
imagen de la ciudad a los ojos del mundo – además de actuar sobre la misma identidad
de la sociedad madrileña –. Había con toda probabilidad también algún indicio de
populismo, sustantivo al que se ha recurrido a menudo para denigrar las políticas
culturales de la Junta Tierno Galván. Sin embargo, en esta conglomeración de
interpretaciones, las que en toda probabilidad no están en conflicto sino que son
42Emblemática, en esto, la “charla de radio” a la que se puso el nombre de Carnavales sin miedo. En ella
aparecen muchas de las temáticas ya mencionadas, junto a otras típicamente “tiernistas”: la buena
convivencia, la moderación, la felicidad de los vecinos... Estas las últimas frases: “De tal modo que, si
los vecinos de Madrid ayudan, si entendemos que vamos a hacer un esfuerzo más por entrar en la vía de
la tranquilidad y en la confianza de unos con otros; si con estos esfuerzos demostramos a quienes quieren
interrumpir nuestra convivencia tranquila, ordenada y libre, que no lo van a lograr y si reanudamos unas
fiestas que se echan de menos por todos nuestros visitantes, que pueden traer turismo a España, que
pueden darnos otra imagen al exterior, y que pueden ayudarnos a sentirnos más felices, más tranquilos –
por lo menos más contentos – sin creer que estamos en una ciudad en la que todo son sombras y todo es
peligro, tanto mejor. Vamos, pues, a celebrar los Carnevales. Confiemos. Van a salir bien y es un paso
más para volver a las viejas tradiciones, usos, costumbres, entretenimiento; y para ponernos al nivel de
alegría y festejos en que toda Europa está, y no recordemos los tiempos pasados en que la política no
dejaba que hubiera espontaneidad, diversión, entretenimiento y alegría. Vamos a hacer todo lo que
podamos”. Enrique TIERNO GALVÁN: Charlas de radio... pp. 34-35.
43En el marzo de 1986 Juan Barranco, entonces nuevo alcalde de Madrid después del fallecimiento de
Don Enrique, citaba a su predecesor en las columnas del periódico Villa de Madrid: “Como dijo el viejo
profesor: 'La ‘movida’ significa participación. Una articulación y una colaboración entre los órganos
culturales, administrativos y pueblo. Hemos pasado de formas institucionales y rígidas a una cultura en
buena medida espontánea, que se ha creado a través de la democracia y los esfuerzos municipales. En
este sentido, hemos rehecho Madrid'”. Juan BARRANCO: “La 'movida' de Madrid”, Villa de Madrid:
informativo, 15 de marzo de 1986.
81
integrantes, no hay que olvidarse de una característica de Don Enrique: su amor para la
libertad, en gran medida derivado por su pasado anarquista44.
La ciudad física y los vecinos. Otras características esenciales de la alcaldía de
Tierno Galván
De todo lo visto podemos deducir que la afirmación de Hamilton Stapell, por
la que los ejes de las políticas culturales de la administración local madrileña entre 1979
y 1986 se pueden encontrar en la creación de infraestructuras y la promoción de
actividades culturales, resulta sustancialmente fundada. Lo mismo se puede decir de la
de Gómez Rufo, cuando el autor interpreta la cultura como uno de los “pilares básicos”
del Ayuntamiento presidido por Enrique Tierno Galván. Sin embargo, hay otros
elementos para considerar, en el momento de analizar la actuación del “viejo profesor”
en calidad de alcalde de Madrid y extrapolar los principios que la animaban. Elementos
que, aunque queden fuera de nuestra investigación sobre las políticas culturales del
Ayuntamiento, necesitan por lo menos ser mencionadas.
Antes que todo la centralidad del urbanismo en su programa y en el complejo
de sus acciones. Un urbanismo que era esencialmente ideológico, a veces político, y que
reafirmándose como ciencia civil tenía el dúplice objetivo de acercar la Villa de Madrid
a su antiguo esplendor – una ciudad artística, noble, bella, verde, ordenada y decorosa –
y de eliminar los grandes desequilibrios sociales que se habían acumulado en las últimas
décadas. Gran parte de las líneas fundamentales de su operación de regeneración
urbanística pueden encontrarse en el libro Recuperar Madrid45, que en diez capítulos
explicaba a los vecinos el Plan General que habría sido aprobado en 198546, su
44Las primeras palabras que el periodista Rafael Fraguas pronunció en la entrevista del noviembre de
2015 fueron las siguientes: “Antes que todo, hay que recordar que Don Enrique tenía un pasado
libertario, que había sido anarquista. Sólo teniendo en cuenta esto podemos comprender las razones de su
política cultural y de su apoyo a la Movida”.
45
Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid...
46
Para el Plan y su presentación al público: Ayuntamiento de Madrid: Plan General de
Ordenación de Madrid, 1985. Memoria general, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985; ÍD.: Programa
de actuación. Plan General de Ordenación de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985. Para las
normas en concreto: Ayuntamiento de Madrid, Oficina Municipal del Plan, Normas Urbanísticas I. Plan
General de Ordenación urbana de Madrid 1985, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1985; ÍD.: Normas
Urbanísticas II. Plan General de Ordenación urbana de Madrid 1985, Madrid, Ayuntamiento de
82
necesidad y los principios que lo regulaban. Particularmente importante en nuestra
investigación es el prólogo, en el que el mismo Don Enrique hacía una reseña de los
problemas de Madrid y diseñaba, basándose en las soluciones propuestas, las bases de
una especie de proyecto de ciudad ideal47.
Los principios de su política urbanística eran diferentes. Ante todo la
resolución de los desequilibrios sociales entre los barrios: esto comportaba en primer
lugar la demolición de las chabolas y de las Unidades Vecinales de Absorción fruto de
la inmigración del período desarrollista; en segundo lugar, se seguía el objetivo de
reequilibrar el norte de la ciudad, privilegiado por la urbanización franquista y que tenía
su eje en el actual Paseo de la Castellana, y los barrios de periferia y del sur, a través de
la homogeneización de la oferta de equipamientos – de los que ya hemos hablado –, de
infraestructuras y de medios de transporte públicos. Otro de los principios
fundamentales era el de detener la tercerización del centro, parando la expulsión de las
clases populares de los barrios tradicionales y la edificación de edificios nuevos y de
lujo, y apostando por una regeneración del área central en un sentido histórico y
artístico. Muy importante era el tema del derecho a la vivienda, en el que tenía su origen
toda una serie de desequilibrios que estaban en el centro de las intervenciones
urbanísticas de la Junta.
Otros principios fundamentales eran el fomento al transporte público, la
descentralización administrativa48, el crecimiento de las áreas verdes, la racionalización
de la cuadrícula urbanística de los barrios más caóticos, el mantenimiento del uso
público de las áreas de propiedad municipal, mejorar la calidad del medio ambiente para
valorizar la imagen de la ciudad, establecer límites a la contaminación y peatonalizar
algunas calles, limitar la nueva edificación y establecer green belts para que la ciudad
no siguiera englobando el campo, organizar y controlar el crecimiento de la ciudad,
prevenir la especulación edilicia, garantizar el derecho a la vivienda también a los
Madrid, 1985. Una contribución posterior del entonces Concejal de Urbanismo Eduardo Mangada se
puede encontrar en: Eduardo MANGADA SAMAIN: “De la ideología al pragmatismo económico.
Recordando el Plan General de ordenación urbana de Madrid de 1985”, en Julio VINUESA et al.
(coords.): Reflexiones a propósito de la Revisión del Plan General de Madrid, Madrid, Grupo TRyS,
2013.
47
Ibid., pp. 6-7.
48
En esta dirección el alcalde había creado, en el interior del organigrama municipal, el Área de
Descentralización y Coordinación Territorial.
83
vecinos desalojados de las chabolas, reestructurar los edificios históricos y mejorar las
infraestructuras. El saneamiento del Manzanares49, proyecto heredado de los
administradores anteriores, se inscribía en el dúplice objetivo de dotar el cuadrante de
una importante área verde y de reequilibrar el norte y el sur de la ciudad, haciendo del
río el nuevo eje y centro de la Villa.
Un proyecto urbanístico, entonces, que tendía hacia la belleza y la igualdad,
pero no sólo ello: la participación ciudadana constituía su fundamento esencial. Una
primera intervención fue la democratización de las Juntas de Distrito – creadas en el
1963 con tareas administrativas y cerimoniales –, en el que un papel fundamental lo
jugaron los movimientos vecinales: el 28 de marzo del 1980 el Pleno aprobaba las
nuevas “Normas de Participación Ciudadana”, las cuales reformaban las Juntas y
ampliaban su función de representación sustancial y democrática; mientras tanto se
creaban numerosos Consejos de Distrito, con tareas que iban de la sanidad a la cultura.
Eran primeros pasos hacia la descentralización y la participación: la institución de
diferentes Jornadas sobre la Participación ciudadana a partir del noviembre de 1980 y
el ajuste de la legislación en esta dirección (“Normas Reguladoras de la Participación
Ciudadana”, Marzo 1982)50 completaron la operación. Mientras tanto, una vasta y larga
campaña de sensibilización conducida en las publicaciones municipales – especialmente
en La Villa de Madrid51 – animaba continuamente a los vecinos para que participaran en
la creación del nuevo Plan de la ciudad: una operación que llegó a incluir un número
destacable de cuestionarios directamente enviados a las casas de los vecinos, para que
los rellenaran con sus necesidades y sugerencias. Además, como ya hemos comentado,
la formulación del nuevo Plan General de Ordenación vio incluidas también las
reivindicaciones de los movimientos vecinales52, órganos que habían surgido
49
Enrique TIERNO GALVÁN, Heriberto QUESADA: El agua de Madrid. PSIM (Plan de
Saneamiento integral de Madrid), Barcellona, Lunwerg, 1985.
50
Hamilton M. Stapell: Remaking Madrid..., p. 70.
51
Se vea cualquier de las ediciones de los primeros años.
52Oficina Municipal del Plan del Ayuntamiento de Madrid: Recuperar Madrid..., pp. 76-77.
84
espontáneamente entre los vecinos durante el franquismo como vehículo de sus
exigencias de democratización sobre la administración de la ciudad y de los barrios 53.
Otro rasgo que hay que tener en cuenta para un análisis de la alcaldía de
Tierno Galván es la relación directa que él intentó establecer con los vecinos. Un
aspecto que asumía formas diferentes: antes que todo su papel de gran comunicador,
que él ejercía a través de una pluralidad de medios que iban de la radio a los periódicos,
de los libros a las manifestaciones de plaza, hasta sus famosos bandos54; un papel que él
ha siempre sentido como propio, en el que se reflejaban probablemente también su
procedencia catedrática y su pasado de tejedor de relaciones entre las oposiciones
antifranquistas. En segundo lugar, junto al tema de la comunicación está el de la
transparencia, que la administración Tierno Galván cuidaba particularmente,
informando continuamente a los vecinos sobre las operaciones del Ayuntamiento. En
tercer lugar, Don Enrique era un alcalde presente: en plaza, en las inauguraciones, en la
fiestas, los vecinos estaban acostumbrados a verlo junto a ellos; una revolución, después
de décadas de autoridades lejanas e inaccesibles55. Finalmente, no hay que olvidar el
carácter personalista que él imprimió a la gestión de la res publica municipal: en su
presencia pública, en su estilo directo y afectuoso de comunicación con los madrileños,
en las medidas tomadas para la ciudad, en las pacíficas intervenciones en el Pleno 56. Un
rasgo del que derivó que su propia imagen a veces se sobrepusiera con la de la Villa de
Madrid, y que hizo que más de un comentador lo acusara de comportarse como un
monarca.
53Entre los muchos ensayos de calidad sobre la historia de estos movimientos en Madrid, sigue
destacando el clásico escrito de Castells: Manuel CASTELLS:Ciudad, democracia y socialismo, Madrid,
Siglo XXI de España, 1977.
54Los “bandos del alcalde” de Tierno Galván, que han llegado a ser considerados un verdadero género
literario, han tenido también un gran éxito editorial postumo. En los textos se puede encontrar mucho del
carácter personalista de la alcaldía de Don Enrique: hilo directo de comunicación con los vecinos, ellos
constituyen un ejemplo de una tradición castiza arraigada, representada por su lenguaje puro, a la que se
le va a añadir un carácter sustancialmente experimental. Entre las muchas ediciones de los mismos:
Enrique TIERNO GALVÁN: Bandos del alcalde, Madrid, Tecnos, 1986. Interesante el estudio de
Galende Díaz: Juan Carlos GALENDE DÍAZ: “Los bandos municipales del alcalde Enrique Tierno
Galván: Diplomática contemporánea”, Madrid. Revista de arte, geografía e historia, 5(2002).
55Entrevista a Enrique Moral Sandoval, noviembre 2015.
56Archivo de la Villa de Madrid, Fondo Secretaría. Actas del Pleno 1979-1986.
85
Conclusión. ¿Un proyecto de ciudad “tiernista”?
Tenemos que ir atando los “cabos sueltos”. Por lo que hemos visto, la visión
que Don Enrique tenía de su mandato parecía sobrepasar los límites impuestos a un
alcalde. El “viejo profesor” tenía la imagen de un Madrid ideal, al que él tenía que
ayudar a nacer como un mayéutico, que tenía que formar como demiurgo: una ciudad
“tiernista”, plasmada a partir de la forma que él había trazado en los largos años de
estudio y de militancia política. Por un lado un indicio de su personalismo con un sabor
tal vez lejanamente monárquico; por el otro, la refinada construcción de un intelectual
militante. Esta ciudad ha sido enunciada en diferentes lugares: la podemos encontrar en
el prólogo del libro Recuperar Madrid, en la introducción al escrito Un paseo por
Madrid57, en sus innumerables llamamientos a los vecinos en los bandos, en las Charlas
de Radio, en los editoriales en el periódico Villa de Madrid, en sus artículos y
declaraciones de cada especie. En cualquier lugar venía trazada una ciudad equilibrada,
ordenada, justa, feliz, libre, democrática, participada, interesada, interesante; una ciudad
que en un juego de diálogo estimulara el intelecto de los vecinos y al mismo tiempo
fuera esculpida por ello; en la que la creatividad y la libertad coexistían con el respeto
mutuo y el orden.
La alcaldía de Tierno Galván tenía mucho de experimental: pero era una
experimentación en parte controlada, lejana de las improvisaciones y construida sobre
un profundo conocimiento catedrático de la filosofía, del pensamiento político y de la
sociología. Una sólida base teórica e ideológica que coexistía con una fuerte tensión
hacia el futuro y la utopía, dentro de un marco histórico y cultural que parecía rechazar
las primeras y parcialmente también las segundas, concentrando sus atenciones en un
presente que tenía que ser recuperado. Es en este contexto que la alcaldía de Don
Enrique afina su carácter de propuesta práctica: una propuesta de ruptura social, en la
que lo político ya no significaba división, miedo o sangre, volcando el tema franquista
de la paz bajo la sombra de la libertad y de la participación.
57Enrique TIERNO GALVÁN: “Una ciudad para todos”, en Luis CARANDELL: Un paseo por Madrid,
Barcellona, Lunwerg, 1985.
86
¿Apuesta perdida? La contracultura en la Transición
española a través de la revista Ajoblanco (1974-1980)
Mónica Granell Toledo
(Universitat de València)1
En la aproximación a la contracultura2 de los años setenta en España se hace
necesario el análisis de una de sus manifestaciones culturales más significativas: la
revista Ajoblanco (Barcelona, 1974-1980).3 En el contexto general de la Transición a la
democracia en este país, la particular evolución de esta revista es la que nos permite
hacer hincapié en un estudio comparado con la revista italiana Re Nudo (Milán, 19701980), dirigida por Andrea Valcarenghi, fundador y animador del Centro di
Controcultura Re Nudo. Al mismo tiempo, nos permite hablar de la posibilidad de
creación de un partido político similar al Partito Radicale italiano de Marco Pannella. A
través de estas cuestiones podemos analizar en paralelo la contracultura española, y todo
lo que de utópico y libertario planteaba, y su paso potencial a una estructura política
organizada, y el llamado “Movimento del ‘77” italiano, nacido principalmente en el área
de los grupos de la izquierda extraparlamentaria.
Si bien es cierto que en ciudades como Madrid, Sevilla o Valencia se produjeron
expresiones muy importantes, fue en Barcelona donde la contracultura contó con una
infraestructura adecuada desde el principio. Allí se encontraban las editoriales que la
La autora participa del proyecto de investigación “Derechas y nación en la España contemporánea.
culturas e identidades en conflicto” (HAR2014-53042-P), financiado por la Dirección General de
Investigación Científica y Técnica, del Ministerio español de Economía y Competitividad.
2
Theodore ROSZAK: El nacimiento de una contracultura, Barcelona, Kairós, 1970. Roszak acuñó el
término para referirse a la actividad rebelde de la juventud. Puede entenderse, entonces, y siguiendo sus
palabras, en dos sentidos. Por una parte, constituye una ofensiva contra la cultura predominante. Por otra,
es una “cultura a la contra” que permanece, al menos en un primer momento, a margen del mercado y los
medios de formación de masas.
3
José RIBAS: Los 70 a destajo. Ajoblanco y libertad, Barcelona, RBA, 2007.
1
87
publicaron y las redacciones de las revistas que le dieron difusión y que acabaron siendo
sus pilares. Además, fue la ciudad donde se produjo el progresivo renacimiento del
libertarismo que, como cultura política, se había transformado profundamente en los
años del tardofranquismo y la Transición. La capital histórica del movimiento
anarquista español se convertía, entonces, en escenario de las intensas alteraciones que
estaba sufriendo el mundo ácrata y libertario,4 y que volvían a situar este lenguaje
político en un primer plano tras los años del franquismo en los que, por muy diversas
razones, había quedado oscurecido. Pero este insospechado renacer se produjo en unos
términos muy distintos de los de su legado histórico, de manera que el libertarismo
acabó aproximándose a otras culturas y lenguajes que poco o nada tendrían que ver con
su pasado, como la contracultura y Ajoblanco, con su particular lectura de la misma.
Esto ocurre teniendo en cuenta que, en el mundo occidental, las energías
liberadas en 1968, y afianzadas por la contracultura, reavivaron la democracia
participativa y la acción directa, al tiempo que llevaban el desafío de la democracia a
nuevos territorios de la vida personal. Del “desorden” resultante surgieron diversos y
nuevos activismos que llevarían a cabo sus reivindicaciones fuera de las cámaras
políticas, cuyo estilo parecía exótico y sin importancia a la vieja izquierda socialista y
comunista: los feminismos, la política de los gays y lesbianas, la política de la
sexualidad en general, la sanidad y los movimientos relacionados con ella, la ecología
radical, los okupas y otros aspectos del ambiente alternativo, los movimientos
pacifistas, el antirracismo, el multiculturalismo y los festivales libres, entre otros. Estos
“movimientos” abrieron los programas políticos existentes; redefinieron los límites
entre lo público y lo privado, lo político y lo personal; y ampliaron el significado de la
acción política, al tiempo que modificaron radicalmente la categoría misma de “lo
político”. Así, en el caso de España, estas nuevas sensibilidades se articularían, por una
Margaret, TORRES RAYAN: “El anarquismo viejo y nuevo: la reconstrucción de la CNT, 1976-1979”,
en La oposición libertaria al régimen de Franco 1936-1975: Memorias de las III Jornadas
Internacionales de Debate Libertario, Madrid, Fundación Salvador Seguí, 1993, pp. 653-674. Joan
ZAMBRANA: La alternativa libertaria. Catalunya 1976-1979, Badalona, Fet a Mà, 2000. Gonzalo,
WILHELMI: El movimiento libertario en la transición. Madrid 1975-1982, Madrid, Fundación Salvador
Seguí, 2012.
4
88
parte, desde algunos sectores del movimiento estudiantil y desde grupos situados a la
izquierda de la izquierda y, por otra, desde la propia sociedad civil.5
Aunque el atractivo del PCE era indiscutible, así como lo venía siendo su
centralidad en buena parte de las luchas estudiantiles, era evidente que una gran parte de
los jóvenes se inclinaba mayoritariamente por opciones más radicales. Esta izquierda
radical se formó, en buena medida, a partir de las diferentes escisiones del PCE habidas
a raíz de los acontecimientos de 1968. Eran grupos bastante minoritarios, en ocasiones
con gran capacidad de movilización, y a menudo caracterizados por un fuerte activismo.
Pero también los movimientos anarquista y libertario en España, donde encaja ese
intento de reconstrucción de la CNT, que se fraguó sobre una ambigüedad que
desembocará en problemas internos y enfrentamientos ideológicos entre el sindicato
histórico y un movimiento libertario más amplio, que incluía a todas las fuerzas
combativas nuevas, engendradas con el desarrollo del capitalismo avanzado , también se
observaron otras manifestaciones que serían la expresión dinámica de ese libertarismo:
las comunas, los grupos autónomos, las federaciones y los colectivos y, en especial, los
ateneos libertarios. La CNT perdía el componente obrero y se nutría cada vez más de
concepciones culturalistas y vivenciales (contraculturales) .
A esta situación, ya de por sí conflictiva, se añadía la presencia de otros grupos
que pudieron encontrar en esta reconstruida CNT la organización más adecuada para
presentar sus reclamaciones ante la sociedad, atraídos por la parte más popular del
anarquismo, la libertad. La participación de todos ellos en las Jornadas Libertarias
Internacionales de Barcelona, organizadas justamente por la CNT y la revista
Ajoblanco, hará de 1977 el momento culminante del resurgir del libertarismo en
Cataluña.
Desde el principio, Ajoblanco manifestó su utopismo. La posibilidad de
vincular esta utopía de la revista con la acracia, a través de la anarquía, estaba presente
Para el caso de la sociedad civil en España, véanse, especialmente Ismael SAZ: “Y la sociedad marcó el
camino. O sobre el triunfo de la democracia en España (1969-1978)”, en Rafael QUIROSACHEYROUZE MUÑOZ (ed.): La sociedad española en la transición. Los movimientos sociales en el
proceso democratizador, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011, pp. 29-42; y Pamela RADCLIFF: Making
democratic citizens in Spain: civil society and the popular origins of the transition, 1960-1978,
Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2011. Véase, también, Álvaro SOTO: Transición y cambio en España
(1975-1996), Madrid, Alianza, 2005.
5
89
para algunos de los integrantes del equipo de redacción. En realidad, la revista se había
engendrado, vinculada al movimiento estudiantil, alrededor de 1973 en la Universidad
de Barcelona. Con la universidad cerrada, en 1974, la necesidad de hacer algo diferente
va surgiendo de un grupo de poetas “decepcionados ante el dirigismo de la izquierda
universitaria” de la Facultad de Derecho, que intentarán explotar “las partes más ocultas
de la sensibilidad y del subconsciente y decidirán “intervenir, sin dogmatismo, en la
vida cultural desde la más absoluta de las independencias”.
La idea original era hacer una revista de literatura (marginal), pero pronto fue
considerado un ámbito reducido. Para luchar de manera efectiva contra una cultura
dominante, Ajoblanco consideró necesario ampliar el campo de acción. Por esa razón,
no perderán de vista las corrientes internacionales más culturales: mayo del 68, los
situacionistas, Berkeley, el underground americano y las vanguardias europeas, que
tenían un ingrediente literario, pero contaban con muchos más elementos, como la
música, el teatro, el cine y el arte. Era ahora, claramente, una revista contracultural.
A partir de ahí, y cuando considere que el momento de la contracultura está
superado, la revista se irá politizando progresivamente y buscará un espacio propio al
margen de la izquierda “oficial” y sus valores; es decir, desde el anarquismo y al
margen de la izquierda comunista (el PSUC, el Partido
Socialista Unificado de
Cataluña). Resulta imposible entender la evolución de Ajoblanco sin tener en cuenta
esta pugna permanente, política y cultural, con los comunistas catalanes.
A partir de 1977 abandonará los planteamientos más rotundos de la etapa
anterior, haciendo del libertarismo su eje central y su vínculo directo con la política,
alcanzando una politización clara al convertirse en portavoz de esos colectivos que no
encontraban su espacio en el panorama político-cultural oficial vigente.
Por su parte, la revista Re Nudo (Milán, 1971-1980)6 aparecía en Italia a
principios de la década de los setenta, donde el contexto llevaba implícita la carga
política del obrerismo. Nacía con una periodicidad mensual y una tirada de 10.000
copias, siendo distribuida a mano en librerías y bibliotecas, como suplemento del
6
Alessandro, BERTANTE: Re Nudo. Underground e rivoluzione nelle pagine di una rivista, Rimini,
NdA press, 2005.
90
número 19 de Lotta Continua, con Marco Pannella como director responsable, sin carga
real de redacción.
El proyecto tomaba cuerpo a partir de una idea de Andrea Valcarenghi (militante
del grupo provos Onda Verde), como revista underground frente a la izquierda
burguesa, fijándose enormemente en la contracultura americana estudiada por Roszak.
Desde el principio se definió como una revista, pero también como “un proyecto
político, que recuperara las instancias contraculturales desde una óptica revolucionaria;
una herramienta que está diseñada para esos miles de trabajadores y estudiantes que no
podían encontrar un punto de referencia en toda la izquierda extraparlamentaria”.7
Una de las propuestas principales que planteaba era la denuncia orgánica de
las instituciones represivas del Estado: la fábrica, la escuela, la cárcel y las instituciones
mentales. Sobre la base de esta selección se publicarán en Re Nudo cartas y documentos
sobre las prisiones, de las que como de los manicomios, y como ocurría en el caso
español, se hará un discurso que se iniciará a partir de la negativa a considerar
criminales a los reclusos y a los locos hospitalizados en instituciones psiquiátricas.
Además, su objetivo también era ser capaces de proporcionar información sobre el
tiempo de la lucha en las fábricas, en los barrios y en las escuelas.
Todo ello suponía un enfrentamiento con la izquierda más dogmática (PCI), con
la que era necesario enfrentarse siempre, en la Italia de los anni di piombo, donde la
insatisfacción por la situación político-institucional se transformó en violencia callejera
y lucha armada.
Para la redacción de la revista, los revolucionarios debían tomar la inspiración
de la contracultura para desarrollar una política de clara separación con respecto a las
políticas oportunistas de los partidos comunistas europeos, cuestionando incluso el
concepto de “partido”. Según la intención de sus fundadores, Re Nudo no debía ser
exclusivamente el instrumento de la batalla política, sino un proyecto que debía
estimular al lector en campos diversos, entre los que tenían gran importancia el tiempo
libre, la música rock, las drogas ligeras y la sexualidad liberada. Una lectura que quería
ser interesante, comprensible y no dogmática, pero al mismo tiempo capaz de hablar de
las batallas más urgentes de la izquierda revolucionaria, consiguiendo ser un estímulo
7
Íd., p. 14.
91
para un crecimiento real de la sensibilidad social sin excluir las hipótesis más radicales
de lucha revolucionaria. Un medio para ayudar a que el proletariado de la ciudades
volviera a tener bajo control todos los servicios y las posibilidades de las metrópolis,
creando una vía para salir de la lógica del mercado y de la competencia, dentro de un
circuito de producción-cambio paralelo y alternativo al burgués.
La prensa underground tenía el deber de convertirse en la punta de lanza de
una revolución lenta e inexorable, basada en la liberación de cada momento de la vida
hasta alcanzar una voluntad real de cambio.
En realidad, no encontramos debate teórico dentro de la revista, no leemos
ninguna declaración de tintes políticos-revolucionarios que distingan o caractericen el
proyecto. Visto así, se intuía la incompatibilidad de la revista con la política de
Avanguardia Operaia, otro de los grupos extraparlamentarios post-68, pero con el nivel
de organización obrera más avanzado que se alcanza en ese momento.
El área de la contracultura, libertaria, existencial, transgresora, situacionista,
comenzaba a sentir fuertemente la propia marginación de la lucha política,8 separándose
de forma rápida hacia modos de lucha violentamente dogmáticos, encerrados en ámbitos
cada vez más restringidos y políticamente toscos, absolutamente inadecuados a los
cambios sociales y también, en este caso, estructurales de la Italia de los años setenta.
A pesar de esto, Re Nudo, como le pasó a Ajoblanco en España, siempre
representó el aspecto más politizado de todo el movimiento contracultural italiano, en el
sentido de que medió, desde un punto de vista creativo, a veces con mucho éxito, otras
veces con poco, entre la izquierda de clase (Lotta Continua, por ejemplo) y la izquierda
libertaria (incluyendo en esta todo el movimiento contracultural).
De este modo, la revista encontrará su nuevo espacio en el Movimento ’77.9
La nueva generación de este movimiento, que aparece en primer lugar en la escena
política milanesa a partir de 1975, es machaconamente crítica y sacrílega respecto de los
estereotipos ideológicos, los modelos, los ritos y los mitos de la tradición de la III
8
Un buen trabajo sobre la contracultura italiana: Pablo ECHAURREN y Claudia SALARIS:
Controcultura in Italia. 1967-1977. Viaggio nell’underground, Turín, Bollati Boringhieri, 1999.
9
Marco GRISPIGNI: 1977, Roma, Manifestolibro, 2006. Nanni BALESTRINI y Primo MORONI:
L’orda d’oro (1968-1977). La grande ondata rivoluzionaria e creativa, politica ed esistenziale, Milán,
Feltrinelli, 1997. Vincenzo MILIUCCI (et al.): Una sparatoria tranquilla. Per una storia orale del ’77,
Roma, Odradek, 2005.
92
Internacional,
que
eran
propios
de
los
cuadros
políticos
de
los
grupos
extraparlamentarios que nacieron después de 1968-1969.
Por lo tanto, la situación en la Europa democrática tenía dos varas de medir:
la que voceaban los partidos políticos y la de los nuevos movimientos sociales. Y
Ajoblanco encontrará un modelo a seguir en ese Movimento ’77. A partir ese momento,
vemos como la revista publica varios artículos, cada vez con mayor frecuencia,
haciendo referencia a este caso italiano concreto, por ejemplo a los indios
metropolitanos (el área más libertaria y creativa del Movimento, caracterizándose, de
hecho, por la protesta declarada contra el sistema de partidos políticos y sindicatos).
Desde mediados de los años setenta, los jóvenes del Movimiento que se reconocían en
la llamada “ala creativa” empezaron a reunirse en el parque Lambro de Milán (como se
reunirían en el Parc Güell los jóvenes ácratas en Barcelona, bajo la organización de
Ajoblanco), dando lugar a la gran fiesta del proletariado juvenil organizada, en este
caso, por Re Nudo.
Desde Ajoblanco se escribió un buen informe sobre aquella reunión10, y se hizo
referencia al fin del movimiento obrero, desde el punto de vista de una juventud
asfixiada por los sindicatos comunistas, la policía y las bandas fascistas de la extrema
derecha. Y es que para los redactores de Ajoblanco Italia era algo así como “un
hervidero futurista que alertaba de la situación que les tocaría vivir”.11
Señalábamos que, entre el 22 al 25 de julio de 1977, se celebraron en Barcelona
las Jornadas Libertarias Internacionales, organizadas por la CNT y la revista Ajoblanco,
con la colaboración de diversos ateneos libertarios y colectivos, bajo el lema “Por el
reencuentro de la vieja acracia”. Fueron el punto culminante (y el más festivo) del
resurgimiento del movimiento libertario en Cataluña, donde –bien por memoria
histórica, bien por ser una de las zonas de mayor conflictividad social a principios de los
años setenta– llegó a convertirse en una fuerza social muy significativa. De esta forma,
tuvo capacidad para descubrir y asumir parcelas de oposición al poder. Además,
consiguió aglutinar diferentes manifestaciones que se convirtieron en la expresión
Véanse, por ejemplo, Fernando MIR: “Salud, indianos, los que estamos en las praderas os saludamos”,
Ajoblanco, núm. 22 (mayo de 1977), pp. 4-9; y, Francesc BOLDÚ: “In Chile i carri armati, in Italia i
sindacati (Italia-77)”, Ajoblanco, núm. 22 (mayo de 1977), pp. 25-27.
11
José RIBAS: Los 70 a destajo, p. 473.
10
93
dinámica de ese libertarismo. Así, progresivamente y a través del mismo, nuevos grupos
presentaron sus reclamaciones ante la sociedad, los colectivos de gays y lesbianas, los
ecologistas, y otros grupos más marginales como los presos y los psiquiatrizados en
lucha.
Ajoblanco, a través del libertarismo, irá asumiendo y alzándose en portavoz
de estos muy incipientes movimientos sociales que ya se iban mostrando en los años de
la transición a la democracia, y llegará a comprometerse con sus reivindicaciones, que
no las veían reflejadas en los programas de los partidos políticos (ilegales, como hemos
dicho, durante prácticamente todo el periodo que nos ocupa). Todo ello le dio la
posibilidad de acceder a un espacio político concreto, el extraparlamentario. Pero
incluso, en algún momento, el éxito de las jornadas, llevará a los miembros de la
redacción de Ajoblanco a plantearse la posibilidad de crear un partido político al estilo
del Partito Radicale (Milán, 1955-1992).12
La historia del PR13 es la de un pequeño grupo, limitado y aislado, que no
había aceptado identificarse ni con la tradición cultural y política del movimiento obrero
ni con la católica. Basándose en la acción directa y desobediencia civil, para Ajoblanco
el partido de Marco Pannella era la “vedette” de las elecciones legislativas italianas de
1979. Sentó a dieciocho diputados y a dos senadores en el Parlamento, dispuestos a
“pasarse por la entrepierna” cualquier forma de compromiso histórico y a dar la batalla
por la ecología, el antimilitarismo o la homosexualidad como lo hacían a diario en la
calle junto a los a los demás radicales, y ello frente a la izquierda italiana post-68 que,
impregnada de obrerismo, consideraba temas secundarios. Un grupúsculo de 2.500
miembros con una estructura antiburocrática y la desobediencia civil como método
(porque, para ellos, el Estado es más fuerte y no pueden combatir con él en el terreno de
la violencia institucional, la violencia de la Ley), junto con la autogestión, como haría
Ajoblanco en el intento de cumplir su utopía. El PR siguió hasta 1992, pero el proyecto
de crear un partido político, en el caso de la revista española, finalmente se abandonó, y
“Partido Radical Italiano. Único en Europa, acostumbra a organizar el cisco en Italia. Algunos lo
querían importar. Casi no parece un partido, verás”, Ajoblanco (octubre de 1979).
13
Véanse: Massimo TEODORI; Piero IGNAZI y Angelo PANEBIANCO: I nuovi Radicali 1955-1977,
Milán, Mondadori, 1977; y Guido AGHINA y Claudio JACCARINO: Storia del Partito Radicale,
Gammalibri, 1977.
12
94
en ella, como en gran parte de la sociedad española (tras los Pactos de la Moncloa, en
octubre de 1977) acabará instalándose el llamado “desencanto” hacia el final de la
década de los setenta.
La progresiva normalización de la vida política se traducirá en decepción para
una parte de la izquierda, especialmente la izquierda que había apostado por las
propuestas más radicales, más utópicas. Fue el caso del mundo contracultural y
libertario, cuyas expectativas parecían encajar cada vez menos en el contexto en el que
se estaban desarrollando, ya en la década de los ochenta.
95
El País de nunca jamás el relato político de los intelectuales
de la generación perdida en la España democrática
Roberto Muñoz Bolaños
Doctor en Historia Contemporánea (UAM)
Universidad Camilo José Cela
Universidad Francisco de Vitoria
Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado (UNED)
“Fuimos y somos falangistas. Probablemente, en el Frente de Juventudes, en las
Falanges Juveniles de Franco se dio, como en ningún otro tiempo, ese modo de ser, ese estilo
que José Antonio exigió para quienes le siguieran. O, lo que es igual: allí se conoció una
Falange Española íntegra, joven, fervorosa y entusiasta, fecundada por la sangre de quienes
hicieron posible nuestra paz”.
Antonio Izquierdo y Juan Blanco
Introducción
En el año 2013, Julio Gil Pecharromán publicó una obra titulada El Movimiento
Nacional. En ella, distinguía tres generaciones en el Partido Único del franquismo. La
tercera estaba integrada por hombres nacidos en las postrimerías de la Guerra Civil,
forjados en el Frente de Juventudes y en los colegios mayores del Sindicato de
Estudiantes Unificado (SEU). La crisis de 1956 fue el punto de inflexión político clave
para esta generación, que pronto se escindió en dos grupos contrapuestos.
97
El primero, al que se le puede aplicar con rigor el término de “generación del
Príncipe”, estuvo formado por jóvenes falangistas escasamente ideologizados: Adolfo
Suárez González, Rodolfo Martín Villa, Gabriel Cisneros, Josep Meliá o José Miguel
Ortí Bordas. Sobre este núcleo se forjaría el grupo reformista de la élite política
franquista1, que a partir de 1976 y en un proceso auténticamente revolucionario,
desplazaría a las dos generaciones políticas anteriores –la que había hecho la Guerra
Civil (primera) y la formada por los hombres nacidos en los años veinte (segunda)–,
para dirigir el proceso de transición a la democracia.
El segundo, muy minoritario, constituiría la llamada “generación pérdida”2,
integrada por todos los jóvenes falangistas fuertemente ideologizados, formados en el
Frente de Juventudes y en diferentes centros de enseñanza como la Academia Nacional
de Mandos “José Antonio”, bajo la dirección del argentino nacionalizado español José
Antonio Elola-Olaso e Idiacaiz –delegado nacional del Frente de Juventudes (19401955)– y sus colaboradores, con el objetivo de crear los cuadros necesarios para ocupar
cargos de responsabilidad, para renovar el régimen desde sus esencias3. Sin embargo, la
llegada al poder de los tecnócratas -vinculados en su mayoría con el instituto seglar
Opus Dei- impidió que alcanzasen esos empleos4, convirtiéndose así en una generación
política “perdida”.
A este grupo pertenecieron Antonio Izquierdo y Juan Blanco –nacidos
respectivamente en 1932 y 1934– que durante el periodo de transición y consolidación
democrática, actuaron como paladines de la generación perdida; creando un relato del
franquismo y de la Transición propios. Así, la dictadura se presentó como un proyecto
truncado, al no haber podido culminar la “revolución pendiente” prometida por José
Antonio Primo de Rivera. Esa postura les distinguió de otros intelectuales franquistas,
como Gonzalo Fernández de la Mora que hicieron una lectura positiva de la dictadura
como régimen institucionalizado. Por su parte, la Transición fue considerada una
1
Julio GIL PECHARROMÁN: El Movimiento Nacional (1937-1977), Barcelona, Planeta, 2013, pp. 3839.
2
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía por la generación pérdida, Madrid, Dyrsa, 1985, p. 7.
3
Ibid., pp. 7-9.
4
Antonio IZQUIERDO: Yo, testigo de cargo, Madrid, Planeta, 1981, pp. 177-178.
98
“traición histórica” que había sido posible gracias al vaciamiento ideológico del
régimen, iniciado a partir de 1957, cuando los tecnócratas llegaron al poder.
El objetivo de esta investigación es precisamente explicar la visión del
franquismo y de la Transición que Izquierdo y Blanco desarrollaron en sus obras. Las
fuentes que utilizaremos son fundamentalmente las obras de ambos escritores, así como
los artículos de prensa que escribieron; así como la abundante bibliografía que existe
sobre el proceso de transición a la democracia. Por último, en su estructura distinguimos
dos partes. La primera, se centrará en la obra de Izquierdo en torno a la “generación
pérdida”; mientras que en la segunda, estudiaremos las de Blanco sobre diversos
episodios de la Transición.
La España que pudo ser y no fue: Antonio Izquierdo y la tragedia de la generación
perdida de la Falange
Algunos años antes de que aparecieran las grandes obras académicas que
explicaron el año 1957 como punto de inflexión del franquismo5, Izquierdo ya lo había
dejado escrito en 19786:
“¿Qué fue el régimen? Ya lo he dicho: Franco vivo; José Antonio, muerto… Un
estadista y una instancia política. Pragmatismo y evocación. Se movía en dos
direcciones: naturalidad de las vías representativas, con la superación de las luchas
partidistas y tribales y la exaltación de España como entidad nacional indivisible.
Superación de las pugnas entre las clases, a través de un nuevo entendimiento del
binomio capital-trabajo y de la configuración de un Estado que era juez y no parte:
ejecutor y no espectador.
¿Fue esto? Lo intentó ser, cuanto menos. Lo fue en la medida en que lo era aquello que
la sociedad otorgaba a Franco en cada circunstancia. La historia del Estado del 18 de
julio se divide en dos etapas: 1936-1957 y 1957-1973… la voluntad de su creador fue
5
Véase Stanley G. PAYNE y Jesús PALACIOS: Franco: Una biografía personal y política, Madrid,
Espasa Calpe, 2014; Paul PRESTON: Franco: Caudillo de España, Barcelona, Grijalbo, 1994, Ismael
SAZ CAMPOS: Fascismo y Franquismo, Valencia, Universitat de Valencia, 2004; Javier TUSELL: La
dictadura de Franco, Madrid, Alianza, 1996.
6
Antonio IZQUIERDO: El Año Siguiente: “acta notarial” de una traición histórica, Madrid, Vassallo de
Mumbert, 1977, p. 127
99
invariable respecto a los objetivos, pero no así la voluntad de las fuerzas que movía en
cada instante. Trató de superar las viejas grescas aplicando a la filosofía la práctica de
Pasteur. Por extremar las dosis, aniquiló acaso, los gérmenes vitales y el Régimen, por
esto y por la enemiga de los viejos conspiradores, se murió con Francisco Franco”.
A partir de este análisis y periodización del franquismo, el escritor falangista
desarrolló el hilo argumental de la mayor parte de su obra literaria7: la historia de la
“generación pérdida” de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva
Nacional Sindicalista (FET y de las JONS), la de los hombres que nacieron en las
postrimerías de la guerra civil, y que el narró a partir de una tesis llena de nostalgia8:
“No ha sido una generación heroica, pero si fue una generación ejemplar: vivió bajo el
signo de unas hazañas en las que no participó y cuyos héroes épicos mantuvieron su
legítimo privilegio hasta la misma linde del tiempo vital de la existencia, y cuando
aquella generación victoriosa inició su ocaso, otra más joven, más fuerte, menos ingenua
y menos ardorosa irrumpía en la vida con un empuje de capital importancia. Quisimos
entender a nuestros padres o hermanos mayores y queremos entender a nuestros hijos,
pero ni aquellos ni estos, generacionalmente considerados, nos entendieron del todo a
nosotros (…).
Su destino era otro. Pero no le dejaron alcanzarlo.
Es una historia triste, pero humanísima, ésta de la generación que perdió sus paso por
los caminos del tiempo”.
Esta historia comenzó en la guerra civil, de la que Izquierdo tenía un recuerdo
trágico9. No obstante, sería en los años cuarenta, cuando esta generación se gestó en una
de las instituciones más importantes del Franquismo: el Frente de Juventudes10. Esta
organización, considerada por el dictador “la obra predilecta del Régimen”11, tuvo su
7
En todas las obras ya citadas se recoge la tesis de la generación pérdida. No obstante, es en la novela
Los pasos sin huellas, publicada en Madrid por DYRSA en 1983, la que tiene un carácter más humano e
intimista.
8
Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, pp. 12-13.
9
Ibid., pp. 62-63.
10
Sobre el Frente de Juventudes, véase Juan SÁEZ MARÍN: El Frente de Juventudes: Políticas de
juventud en la España de la Posguerra (1937-1960), Madrid, Siglo XXI, 1988.
11
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 99.
100
origen en el impulso de un grupo de jóvenes falangistas, encabezados por Enrique
Sotomayor Gippini12. Bajo la dirección de Elola-Olaso13, en sus locales, campamentos y
marchas, cientos de miles de jóvenes españoles se formaron en el ideario falangista, y
en la conciencia de que el futuro les pertenecía. Un futuro que estaría marcado por la
culminación de la “revolución pendiente” falangista, de la que surgiría una España
nacional-sindicalista sin vencedores ni vencidos, sin conflictos de clase y sin diferencias
socioeconómicas, tal como había soñado José Antonio Primo de Rivera14.
Sin embargo, esa ilusión comenzó a desvanecerse con la derrota del Eje en la
segunda guerra mundial (1939-1945). Los jóvenes falangistas más idealistas ya habían
asumido, en 1941, que el futuro de la “revolución pendiente” dependía del resultado del
conflicto mundial, alistándose en la División Azul para combatir y derrotar al
comunismo, y cayendo muchos de ello en la lucha como el mismo Sotomayor. Por eso,
tras la derrota de Hitler y Mussolini, que supuso la derrota de Europa15 frente a los dos
materialismos: el capitalista y el comunista16; Franco se vio obligado a realizar un
proceso de desfascistización del régimen para asegurar su supervivencia. Así lo
reconoció el propio Izquierdo17:
Juan SÁEZ MARÍN: El Frente…, pp. 59-63.
La figura de Elola-Olaso tuvo un enorme prestigio durante toda su vida entre los falangistas. Véase
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, pp. 7-8; José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la
memoria no me falla, Barcelona, Planeta, 1994, p. 162; José UTRERA MOLINA: Sin cambiar de
bandera, Barcelona, Planeta, 1989, p. 198.
14
El carácter revolucionario del Frente de Juventudes aparece reflejado en los manuales que editaron para
impartir la asignatura de “Formación del Espíritu Nacional”. Así, en sus páginas podía leerse: “En la
España que queremos, el hijo del labrador o del zapatero no tendrá que ser por fuerza labrador o
zapatero, valga mucho o valga poco, ni el hijo del médico o del ingeniero será, valga o no, médico o
ingeniero, sino que el hijo del labrador si vale y es trabajador, podría llegar a ser médico o ingeniero,
mientras que el hijo del ingeniero o del médico, sino vale o no quiere esforzarse en trabajar, por mucho
dinero que posea su familia, se quedara en zapatero o labrador; pero no llegará a ser médico o ingeniero.
Habrá igualdad de oportunidades para todos”. Formación del Espíritu Nacional, Almería, Frente de
Juventudes, 1950. Y más adelante: “¿En qué consiste el problema de los latifundios? El problema de los
latifundios consiste en que al lado de estos grandes propietarios (latifundistas) existen multitud de
familias campesinas que no tienen tierras que labrar. La solución de este problema es la expropiación
forzosa, debidamente indemnizada por el Estado de estos latifundistas y dárselas a estas familias
campesinas que carecen de tierras, para que las exploten colectivamente”. Ibid., p. 100.
15
El mito de Europa fue una característica del fascismo tras la segunda guerra mundial. Véase Xavier
CASALS: Neonazis en España: De las audiciones wagnerianas a los skinheads (1966-1995), Barcelona,
Grijalbo, 1995.
16
Antonio IZQUIERDO: Una luz tras el ocaso, Madrid, Dyrsa, 1984, p. 132.
17
Antonio IZQUIERDO: El año…, p. 58.
12
13
101
“La crisis de julio de 1945 marcaba la frontera del giro –“¡vista a la derecha!”– del
Gabinete del Caudillo había desaparecido, como por arte de magia, ¡cosa de meigas!
seguro, la Secretaría General de FET y de las JONS como cartera ministerial”.
Y en otra obra escribe18:
“El 1 de abril había desfilado por última vez la Falange Española en la conmemoración
de la Victoria, a la que contribuyó con ciento veinte mil voluntarios. La impermeable
sagacidad de Franco movía las piezas del ajedrez político con una maestría alucinante”.
En esta nueva situación, y con España aislada internacionalmente, la Falange
fue sustituida por otrafamilia, la católica, como bastión político del régimen. Pues, su
imagen “neutra” resultaba más adecuada para buscar la amistad con el bloque occidental
en un mundo nuevo que comenzaba a dividirse como consecuencia del inicio de la
Guerra Fría. Los camisas viejas de Falange comprendieron inmediatamente el
significado de ese giro, que uno de ellos, tal vez el más brillante e irónico, Agustín de
Foxá, definiócon un término mítico “nacionalseminarismo”. La culminación de esta
política desfascistizadora tendría lugar con la aprobación de la Ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado –quinta ley fundamental– en 1947, que convertía a España en un
“reino”, y la entrevista con don Juan de Borbón en 1948, donde se acordó que el hijo del
pretendiente monárquico, Juan Carlos, se educase en España19.
A la vez que estos hechos tenían lugar, los integrantes del Frente de
Juventudes –niños en 1940– se habían convertido en hombres a comienzos de la
siguiente. Muchos de ellos habían culminado ya su formación, simultaneando sus
aprendizajes en las escuelas del mando falangistas con estudios universitarios en las
licenciaturas de Derecho, Ciencias Económicas, Ciencias Políticas o Filosofía y
Letras20, y empezaban a reclamar su lugar en el régimen; mostrándose muy críticos con
su acercamiento a las democracias occidentales21.
Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, p. 91.
Paul PRESTON: Franco…, pp. 702-74020
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 8.
21
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 158.
18
19
102
Ante esta tesitura, y tras el reconocimiento internacional de facto de su
régimen, Franco decidió resucitar el cargo de ministro-secretario general del
Movimiento en 1951. Para ocuparlo, nombró a Raimundo Fernández Cuesta, un
dirigente histórico del falangismo –era el mejor amigo y uno de sus albaceas
testamentarios22–, pero con una personalidad muy débil23. La decisión del dictadorsólo
puede entenderse de dos formas: o por su deseo de buscar de nuevo un equilibrio dentro
del Gobierno o porque quería institucionalizar su régimen de acuerdo con la ideología
de Falange. Lo cierto fue que no sólo restauró la Secretaria General del Movimiento,
sino que además tomó una decisión de enorme trascendencia: se reunió con Elola-Olaso
y le pidió una lista de nombre de jóvenes falangistas formados que deberían ocupar
empleos públicos en ayuntamientos, la organización sindical, las Cortes, los Gobiernos
civiles y las Direcciones Generales, comenzándose así la renovación del régimen 24. Para
Elola-Olaso, según Izquierdo25:
“…aquella solicitud remataba su propia y espléndida obra: había preparado a unos niños
para ser hombres y a unos hombres para servir a España: la primera promoción iba a
verificar su ingreso triunfal en los establecimientos del Sistema. Confeccionó, con el
asesoramiento y la asistencia de sus colaboradores, la relación o relaciones que Franco
había solicitado. Pero… ¡siempre hay un “pero”!, cuando la noticia llegó a la Jerarquía
del Movimiento esa Jerarquía consideró absolutamente improcedente la actitud de José
Antonio Elola, a quien, por cierto, se le prohibió despachar con el Jefe del Estado sin
utilizar los conductos o laberintos reglamentarios”.
Así fue. Fernández Cuesta se indignó cuando tuvo conocimiento de la reunión
entre Elola-Olaso y Franco, teniendo un fuerte enfrentamiento con el primero, al que
prohibió que volviese a reunirse a solas con el dictador26. Esta decisión impidió el
comienzo del relevo generacional en la élite del régimen, y ayudó, más si cabe, a la
rebeldía en los grupos falangistas juveniles, favorecida por cuatro hechos sucesivos.
22
Raimundo FERNÁNDEZ-CUESTA: Testimonio, recuerdos y reflexiones, Madrid, Dyrsa, 1985, p. 17.
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162.
24
Antonio IZQUIERDO: Yo…, pp. 176-177; José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p.
162.
25
Antonio IZQUIERDO: Yo…, p. 177.
26
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162.
23
103
El primero, la aparición de una nueva familiaen el horizonte político,
lostecnócratas, que representaba la “Tercera Fuerza”27, y cuyo objetivo era la
instauración de una monarquía neotradicionalista28 que haría imposible la culminación
de la “revolución pendiente”.
El segundo, el choque de los falangistas con las fuerzas de seguridad. El 26
de enero de 1954, se organizó una manifestación para protestar contra el viaje que la
reina Isabel II iba a realizar al peñón de Gibraltar. Al pasar la marcha –que agrupaba a
más de 25.000 estudiantes– por la Plaza de Santa Cruz –donde se encuentra la sede del
Ministerio de Asuntos Exteriores– fueron arengados por el ministro Martín Artajo,
haciendo oficial así la movilización. Sin embargo, los manifestantes jamás pudieron
llegar a la calle Fernando el Católico, donde se encontraba la sede de la embajada
británica. Una gran fuerza de la Policía Armada interceptó la marcha y apaleó a los
manifestantes, obligándoles a disolverse. Como escribió Girón de Velasco: “No fue un
enfrentamiento. Fue un escarmiento absurdo, injusto y hasta cruel”29, que supuso la
ruptura entre el régimen y sus seguidores más jóvenes.
El tercero, el choque del propio Franco con los miembros del Frente de
Juventudes en el acto conmemorativo del fusilamiento de Primo de Rivera el 19 de
noviembre de 195530. Franco asistió a la ceremonia celebrada en El Escorial, vestido
con el uniforme de capitán general y no con el de jefe nacional del Movimiento –
guerrera, pantalón y corbata negra, boina roja y camisa azul mahón–. Desde el inicio de
la ceremonia, los miembros del la organización juvenil gritaron eslóganes como “¡No
queremos reyes idiotas!”. Cuando finalizó, y en medio de un griterío ensordecedor, los
miembros de la segunda centuria de la Guardia de Franco –los “montañeros”– se
giraron 180º cuando Franco la revisaba, dándole ostensiblemente la espalda. Según
Girón de Velasco: “El Caudillo no se inmutó. Con el mismo paso solemne, caminó a lo
27
Así la definió Fernández Cuenta en un discurso que dio el 29 de octubre de 1953. Antonio
IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 115.
28
Véase Laureano LÓPEZ RODÓ: La larga marcha hacía la monarquía, Barcelona, Noguer y Caralt,
1978.
29
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 158.
30
Véase Luís SUÁREZ FERNÁNDEZ: Francisco Franco y su tiempo. Tomo V, Madrid, Azor, 1984, pp.
239-243.
104
largo de todo el patio hasta salir de la lonja y subir al automóvil”31. Este incidente
produjo una verdadera conmoción en la élite militar y política del régimen. Los
tenientes generales Francisco Franco Salgado-Araujo –primo del dictador– y Antonio
Barroso Sánchez-Guerra –militar de la máxima confianza de Franco– tacharon a los
falangistas protagonistas de los hechos de “imbéciles”32; mientras que Elola-Olaso –que
se encontraba en Alicante en ese momento– fue cesado como responsable último de los
hechos. Para sustituirlo, se nombró a otrocamisa vieja, Jesús López-Cancio Fernández.
Para Izquierdo33:
“Ese día empezaba el declinar de la generación perdida, del Frente de Juventudes, de las
Falanges Juveniles de Franco, de todo el arrollador impulso joven que durante la década
de los cuarenta y los cinco primeros años siguientes mantuvo en pie de ilusión a la
juventud”.
El cuarto hecho fueron los incidentes que tuvieron lugar los días 7, 8 y 9 de
febrero de 1956, durante la conmemoración del asesinato del falangista Matías Montero,
y que culminaron con el tiro en la cabeza del falangista de 19 años Miguel Álvarez, en
el bulevar de la calle de Alberto Aguilera esquina con la de Guzmán el Bueno. Un
excelente médico, el doctor Obrador, “en una operación que parecía prácticamente
imposible” le salvó la vida aunque “quedó para siempre señalada por las gravísimas
deficiencias motoras que le originó el proyectil que atravesó su cerebro”34.
Tras este último incidente, Franco decidió cesar al ministro de Educación, el
católico Joaquín Ruiz Giménez y al falangista Fernández Cuesta, que fue sustituido por
otro camisa vieja, José Luis de Arrese. El nuevo ministro secretario general del
Movimiento, con el apoyo de José Antonio Girón de Velasco y de Elola-Olaso, realizó
el último intentó de institucionalizar el régimen de acuerdo con la ideología falangista35.
El dictador inicialmente le apoyó, pero cuando comprobó que los otros dos pilares del
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 162.
Francisco FRANCO SALGADO-ARAUJO: Mis conversaciones privadas con Franco, Barcelona,
Planeta, 1976, p. 148.
33
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 111.
34
Ibid., p. 116.
35
Véase José Luis de ARRESE: Una etapa constituyente, Barcelona, Planeta, 1982
31
32
105
régimen –la Iglesia católica y las Fuerzas Armadas– se oponían a este proyecto y eso
podría debilitar su posición, decidió abandonarle36.El 25 de febrero de 1957, Franco
hizo una crisis de Gobierno que tendría dos importantes consecuencias. La primera, la
entrada de los tecnócratas en el Ejecutivo como familia dominante37. La segunda, el
cese de Arrese como ministro secretario general del Movimiento, pasando al Ministerio
de la Vivienda para que se “enfriara”38. El significado de este cambio fue sintetizado
por Izquierdo y Blanco en un párrafo esclarecedor39:
“La crisis de enero de 1957 —¡once meses después de los disturbios juveniles!— marcó
para siempre de forma indeleble la enorme y trágica frontera del Régimen de Franco, y
clausuró, sin proponérselo entonces, cualquier posibilidad continuadora tras la muerte de
Francisco Franco, acaecida en 1975”.
No obstante, en este acontecimiento existió un elemento desconocido de gran
importancia. Franco aceptó el cese de Arrese como consecuencia de la presión ejercida
por la jerarquía católica, la élite militar y el subsecretario de la Presidencia del
Gobierno, capitán de navío Luis Carrero Blanco. Sin embargo, no estaba dispuesto a
prescindir de los camisas viejas en la gobernación del Estado. Pues, no sólo quería
evitar nuevas tensiones con el Frente de Juventudes, sino también mantener el equilibrio
entre las diferentes familias del régimen. Por eso intentó que Elola-Olaso fuera el
sucesor de Arrese en la Secretaria General del Movimiento. Pero, la oposición de
Carrero Blanco y de Laureano López Rodó, líder de los tecnócratas, lo impidieron,
argumentando que su posición contraria a la monarquía podría ser un factor de tensión
en el nuevo Gobierno40. En su lugarse eligió a un neofalangista, José Solís Ruiz, cuyo
nombramiento significó el fin definitivo del proyecto falangista, como reconoció Girón
de Velasco41.
Paul PRESTON: Franco…, pp. 821-824. Stanley. G. PAYNE y jesús PALACIOS: Franco…, pp. 390391
37
Ibid., pp. 828-838.
38
Ibid.p. 830.
39
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 115.
40
Laureano LÓPEZ RODÓ: Memorias, Barcelona, Plaza & Janés, 1990, pp. 93-94.
41
José Antonio GIRÓN DE VELASCO: Si la memoria…, p. 173.
36
106
Para los miembros de la generación pérdida, el fracaso de Arrese y la
imposibilidad de que fuera sustituido por Elola-Olaso, significó el fin de una ilusión: la
de la “revolución pendiente”, que estaba ligada a un proyecto político: el del control del
Estado por la Falange42. De hecho, a partir de ese momento, la organización juvenil
comenzó a desintegrarse, llevando a algunos de sus miembros a buscar un nuevo ideal
en las ideologías de izquierdas –socialismo y comunismo–43. Otros, como Izquierdo
siguieron creyendo en el proyecto falangista, aunque cuando entró a trabajar en el diario
de FET y de las JONS Arriba, su entonces director, el camisa vieja Rafael García
Serrano le dijo: “Muchacho, te has embarcado en un barcoque hace aguas por todos los
sitios”44. Desde este periódico, donde coincidió con Blanco, asistió al vaciamiento
doctrinal del franquismo por los tecnócratas45, y al intento del ministro secretario
general del Movimiento, José Utrera Molina (1974-1975) –antiguo miembro del Frente
de Juventudes– de regresar “a una aurora en la que él creía, a la que era necesario
volver a creer”46. Fue este político quien le nombróy le cesó como director de Arriba,
tras un incidente con el entonces presidente del Gobierno Carlos Arias Navarro a
propósito del primer aniversario del famoso discurso del “Espíritu del 12 de febrero”, al
que Izquierdo no dio ninguna importancia en las páginas del periódico que dirigía 47. Del
Arriba pasaría a El Alcázar, narrando en sus páginas el desmontaje del régimen
franquista que siempre consideró “una traición histórica”48:
“Francisco Franco lo tenía previsto todo menos el desenlace de su vida y de su obra de
estadista, dinamitada, en última instancia y lejos de la conspiración inicial, por un fiscal
Arias Navarro; por un catedrático, Fraga Iribarne; por un conde, Areilza y por el
licenciado Suárez, el muchacho de Cebreros que inauguraría el Palacio de la Moncloa
como residencia del Presidente del Gobierno”.
Antonio IZQUIERDO: Los pasos…, p. 181.
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p. 8.
44
Antonio IZQUIERDO: El Año…, p. 87.
45
Antonio IZQUIERDO: Yo…, p. 27.
46
Antonio IZQUIERDO: Yo…, p., 179.
47
El Alcázar (Madrid), 12 de mayo de 1975. Carlos Luis ALVÁREZ: Memorias prohibidas, Barcelona,
Círculo de Lectores, 1995, p. 288.
48
Antonio IZQUIERDO: El Año…, p. 87.
42
43
107
No obstante como otros nostálgicos del Franquismo, esperaba que el Ejército
cambiase la situación mediante un golpe de Estado, colaborando activamente a
provocarlo desde las páginas del diario que dirigía, mediante la puesta en marcha de una
“estrategia de la tensión”49. El fracaso del golpe de Estado del 23-F50 puso fin a estas
esperanzas. Izquierdo comprendió entonces que la democracia se había consolidado de
forma irreversible; asumiendodefinitivamente su carácter de “perdedor”, lo que le llevó
a escribir que desde su “personal adscripción ideológica” sólo cosechó “derrotas,
simples derrotas que no fueron ni siquiera gloriosas”51.
No obstante, en 1984 pareció recuperar sus antiguas ilusiones, escribiendo
una obra titulada Una luz en el ocaso52, donde presentaba una tesis absurda: el
falangismo, simbolizado en España, podría ser “el tercero el discordia”53 en un mundo
dominado por el capitalismo y el comunismo.
Pero, esta ilusión tuvo corta vida. Un año después, junto a Blanco, decidió
certificar el fin de la generación pérdida y de lo que representaba54:
“Las Falanges Juveniles de Franco fueron reciamente joseantonianas y, lógicamente,
franquistas, aunque, como sucede entre padres e hijos, no siempre estuvieran de acuerdo
los muchachos con las decisiones del hombre que les regía y que había volcado gran
parte de su preocupación por la juventud en aquella voluntariosa avanzadilla del Frente
de Juventudes. Ese análisis se escapa, sin embargo, a la intención de este libro, al que
invito a los lectores a seguir sin otro ánimo que el de la curiosidad, porque nada grande
se descubre en él: imágenes y palabras tienen, como he dicho, un solo destino: la
evocación, la remembranza, la nostalgia, si se quiere; pero también el remover en el
ingente acervo de los recuerdos acumulados, aquella vivencia para defenderla, cuando
menos, frente a la planificación rigurosa de la perversión juvenil en que hoy parecen
ejercitarse muchos de nuestros hombres públicos”.
José Luis RODRÍGUEZ JIMÉNEZ: “La prensa de extrema derecha en la transición del franquismo a la
democracia (1973-1982)”, El Argonauta español, 9 (2012), pp. 22-23 y 30.
50
Izquierdo escribió una obra justificando esta operación golpista. Antonio IZQUIERDO: Claves de un
día de febrero, Barcelona, Planeta, 1982.
51
Antonio IZQUIERDO: Yo…, pp. 100-101.
52
Antonio IZQUIERDO: Una luz tras el ocaso, Madrid, Dyrsa, 1984.
53
Ibid., p. 143.
54
Antonio IZQUIERDO y Juan BLANCO: Elegía…, p.9.
49
108
Ajustando cuentas con la democracia: Juan Blanco y las “memorias históricas”
Si las obras de Izquierdo, escritas en los años setenta y ochenta del siglo XX,
reflejaron una mirada nostálgica del franquismo, de un pasado idealizado que
entroncaba con su juventud; las de Juan Blanco, escritas en los noventa y en la primera
década del siglo XXI, se caracterizaron por su visión crítica de la España democrática y
de sus “memorias históricas”; centrándose en dos de los acontecimientos más
importantes de este periodo: el golpe de Estado del 23-F, que supuso la legitimación
popular y democrática de la Corona y de su titular, y el fin del intervencionismo militar
en nuestro país, y la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y
amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o
violencia durante la guerra civil y la dictadura55, conocida como “Ley de la Memoria
Histórica”, que había aprobado el Gobierno del Partido Socialista Obrero Español
(PSOE), presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, y que había supuesto la ruptura
del consenso establecido en la Transición con la Ley 46/1977, de 15 de octubre, de
Amnistía56, cuyo objetivo había sido borrar el pasado “de una vez para siempre” en el
“que nos habíamos estado matando los unos a los otros”, en palabras del dirigente del
Partido Comunista de España (PCE) Marcelino Camacho57.
Sobre la operación golpista, Blanco escribió una obra titulada23-F. Crónica fiel
de un golpe de Estado anunciado58. Suobjetivo fue desmontar la versión oficial de este
acontecimiento, que había sido establecido entre 1981 y 198259, y que se basaba en
cuatro ideas60.
La primera, que el origen ideológico del golpe de Estado estuvo en determinados
sectores de la derecha y la extrema derecha extraparlamentarias –Gonzalo Fernández de
la Mora, Federico Silva Muñoz, José María de Oriol y Urquijo, Jesús Fueyo, etc.–.
55
BOE, 27 de diciembre de 2007,
BOE, 17 de octubre de 1977.
57
Diario de sesiones del Congreso de los Diputados, 14 de octubre de 1977, p. 960.
58
Juan BLANCO: 23-F: Crónica de un golpe de Estado anunciado, Madrid, Fuerza Nueva, 1995.
59
Véase Roberto MUÑOZ BOLAÑOS: “Un análisis incompleto de un acontecimiento excepcional: la
historiografía sobre el golpe de estado del 23F (1981-2014)”, Historiografía, revista de historia y teoría,
9 (2015), pp. 85-86.
60
Ricardo CID CAÑAVERAL el al.: Todos al suelo: La conspiración y el golpe, Madrid: Punto Crítico,
1981, pp. 24-30.
56
109
La segunda, que la prensa de extrema derecha, particularmente el diario El
Alcázar –del que Blanco era subdirector en ese momento–, había sido un colaborador
necesario y consciente en el proyecto golpista.
La tercera, que ninguna institución importante del Estado -incluidos los
partidos políticos y la Corona-, tuvieron participación alguna en los hechos.
La cuarta, que el rey Juan Carlos I había hecho fracasar el golpe de Estado
con su discurso en Radio Televisión española (RTVE) y con su enfrentamiento con los
golpistas.
Esta versión de los acontecimientos se había construido con la finalidad
salvaguardar y también legitimar a las élites políticas que habían dirigido el proceso de
transición a la democracia, ysobre todo a la institución que lo había arbitrado, la
Corona. Es decir, con la intención de fortalecer el nuevo régimen que había sustituido al
franquismo. De hecho, fueron el rey y los partidos políticos los grandes vencedores tras
el fracaso del golpe de Estado. Frente a esta versión, que fortalecía el sistema
democrático; Blanco escribió una obra cuya finalidad era debilitarlo, centrándose en el
papel del monarca en el golpe de Estado.
Para ello planteó una nueva hipótesis sobre el 23-F: este golpe de Estado había
sido auspiciado por Juan Carlos I a través de su hombre de confianza, el general de
división Alfonso Armada Comyn, su antiguo secretario, y su objetivo era convertir a
este militar en presidente de un gobierno de concentración nacional en el que
participaban todos los partidos políticos del arco parlamentario, salvo lo de ideología
nacionalista; contando con el aval también de la élite militar y los partidos políticos, que
apoyando esta operación intentaban evitar un golpe de Estado dirigido por un grupo de
coroneles, que de llevarse a cabo, supondría el fin de la monarquía y la democracia.
Para desarrollar su tesis, Blanco utilizó como fuente fundamental partesdel
sumario, el acta de la vista oral y las sentencias de la Causa 2/81, que se había instruido
tras el fracaso de la operación golpista, y que constituyen la base documental
fundamental para conocer este acontecimiento. No obstante, el periodista falangista no
manejo estas fuentes de acuerdo con la metodología propia de la Historia, pues solo
tomó aquellos documentos que le permitieran justificar su tesis. Por el contrario, su obra
se caracterizó por tres aspectos.
110
El primero, una estructura desordenada, pues no siguió un criterio cronológico
para explicar el golpe de Estado.
El segundo, un estilo agresivo contra todos los autores que habían escrito
anteriormente sobre el tema –especialmente José Oneto, Pilar Urbano, Rosa Villacastín
y María Beneyto61– y también contra el general Armada, cuya negativa a reconocer
cualquier participación en los hechos, impidió conocer el verdadero alcance de la
operación.
El tercero, que se centró de forma inteligente en los aspectos más débiles de la
versión oficial; destacando en este sentido dos: la grabación del mensaje del Jefe del
Estado para RTVE y el intento de Armada de proponerse como presidente del Gobierno
ante los diputados retenidos por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero
Molina.
Sobre el primero de estos hechos históricos, Blanco realizó un excelente análisis,
manejando de forma precisa todas las fuentes disponibles para demostrar que ese
mensaje estaba grabado y en la sede de RTVE en Prado del Rey antes de las 23:00 horas
del 23 de febrero, aunque la orden para su emisión no llegase hasta pasadas las 01:00
horas del 24. Con esta conclusión, derribaba uno de los pilares fundamentales de la
versión oficial, pues todos los autores que habían defendido la versión oficial del 23-F,
siempre afirmaron que el mensaje se había emitido nada más grabarse, y constituyó el
punto de inflexión del golpe de Estado y la expresión máxima de la oposición del
monarca al mismo62.
Si la demostración de la tardanza en la emisión del mensaje Real debilitaba la
versión oficial del 23–, el análisis que Blanco realizó sobre el intento del general
Armada de proponerse como presidente del Gobierno ante los diputados, tuvo mayor
trascendencia. Se trataba sin duda del episodio más oscuro del golpe de Estado: Este
militar se había trasladado sobre las 00:00 horas al edificio de la Carrera de San
Jerónimo con el objetivo de proponerse “a título personal” como presidente del
Gobierno ante los diputados. Tanto las autoridades civiles como militares, así como el
Jefe del Estado conocieron esta propuesta, y no la habían impedido. Dada la
61
62
Juan BLANCO: 23-F…, pp. 314-321.
Ibid., pp. 313-336
111
importancia de este hecho, que ponía en tela de juicio la actuación del monarca durante
el golpe de Estado; los autores que defendían la versión oficial habían elaborado una
nueva tesis: el general Armada solo fue autorizado para ir al Congreso de los Diputados
a negociar exclusivamente la liberación de los diputados, y no para proponerse como
presidente del Gobierno. Si el militar tomó esta decisión fue bajo su exclusiva
responsabilidad, y sin haber informado previamente a ninguna autoridad y sin estar
tampoco autorizado para hacerlo63. Blanco, manejando las fuentes judiciales, demostró
que Armada si fue autorizado por el Jefe del Estado y por la cúpula militar para
presentar su candidatura como presidente del Gobierno ante los diputados. Esta
autorización fue conocida y aceptada también por los políticos que integraban la
comisión de subsecretarios y secretarios de Estado –presidida por Mariano SánchezHarguindey–, que actuaba como ejecutivo interino. Si la propuesta del militar no salió
adelante no fue, por tanto, porque las autoridades se lo impidiesen; sino por la oposición
de Tejero, que se negó a aceptar un gobierno del que formaban parte políticos del PCE y
del PSOE. Pero, el periodista no sólo desmontó la tesis de los seguidores de la versión
oficial sobre este hecho; sino que además abrió las puestas de una hipótesis que podía
ser muy negativa para la imagen de la Corona:Si el objetivo del golpe de Estado era
convertir al general Armada en presidente de un gobierno de concentración nacional, y
Juan Carlos I le dio la oportunidad de culminarlo, autorizándole a presentarse ante los
diputados para que le votaran como jefe del Ejecutivo, eso sólo podría significar que el
rey conocía con anterioridad el diseño de la operación golpista64.
Por tanto, Blanco fue capaz de demostrar, con el análisis de estos dos hechos, la
debilidad de la versión oficial. Sin embargo, su propósito final, que era deslegitimar la
imagen de Juan Carlos I como salvador de la democracia, no pudo alcanzarse porque ni
su nombre ni el de la editorial que publicó su libro –Fuerza Nueva– tenían prestigio en
los medios académicos y en la opinión pública más allá de los círculos de extrema
derecha en los que se movía.
Si en su obra sobre el 23-F, su objetivo era desmontar la versión oficial del golpe
de Estado y deslegitima la figura del Jefe del Estado, en la que escribió catorce años
63
64
Véase José ONETO: La noche de Tejero, Barcelona, Planeta, 1981, pp. 162-163.
Juan BLANCO: 23-F…, pp. 223-286.
112
después sobre el Valle de los Caídos65 su pretensión era defender la dictadura
franquista, su sistema penitenciario y ese monumento religioso frente a las críticas de
los medios académicos66 y la opinión pública de izquierdas, y además criticar la“Ley de
Memoria Histórica”. Así lo reflejaba en la introducción de su obra67:
“Los buscadores de tumbas, los sembradores de odios, políticos de guardarropía,
sermoneadores vengativos, jornaleros de la pluma, periodistas disfrazados de
historiadores e historiadores disfrazados de reporteros han logrado hasta hoy lo que a un
observador imparcial, a un visitante profano en materia de construcción les parece
increíble: que todo aquel conjunto haya sido obra de presos políticos; y es que cuando
mayor es el disparate, más creíble resulta; el resto se da por añadidura: que fueron
20.000 los reclusos políticos forzados a trabajar en el Valle desde 1940 hasta 1959, que
eran “esclavos por la patria”, juzgados con rigor por Tribunales Militares, según el
Código de Justicia Militar, que su alimentación era escasísima, sus condiciones
higiénicas pésimas y sus barracones dormitorio, espantables; que el Estado les robaba la
mayor parte del mísero salario que percibían… y que un gran número de aquellos presos
dejaron su sangre –muertos y heridos– sobre las piedras del Guadarrama”.
Para desmontar esta tesis, y a la vez, criticar el concepto de “Memoria
Histórica”, Blanco manejó un conjunto de fuentes muy rico68, aunque sin citarlas en
notas, a diferencia de lo que si había hecho en su obra sobre el 23-F. Sobre esta base,
construyó su visión de lo que fue la construcción del Valle de los Caídos a partir de las
siguientes ideas.
La primera, que la represión franquista estaba justificada por las matanzas
realizadas en la zona republicana. Así escribe69:
“¿Qué había ocurrido durante los tres últimos años en España para que los Tribunales
Militares condenaran a muerte a millares de personas y, a otros militares, a penas de
65
Juan BLANCO: Valle de los Caídos, ni presos políticos, ni trabajos forzados, Madrid, Fuerza Nueva,
2009.
66
Especialmente crítico es con la obra de Rafael TORRES MULAS: Los esclavos de Franco, Madrid,
Oberón, 2006. Ibid., p. 16.
67
Ibid., p. 11.
68
Ibid., p. 33.
69
Ibid., p. 36.
113
prisión mayor y menor? La novela de Agustín de Foxá, Madrid de Corte a checa, recoge
fielmente aquellos años de resentimiento y furia, azuzadas las masas por los partidos
políticos unidos en el Frente popular. Y no espanta recordar aquellos años de total
oscuridad, de regreso a las cavernas, sólo por el número jamás cuantificado de asesinatos
y delitos de toda índole cometidos contra las personas y sus bienes, sino también por la
crueldad y refinamiento utilizado por unos y otros asesinos, los e los paseos y las
checas”.
Es curioso que utilizase para justificar sus ideas la novela de Foxá, escrita en
1938 como obra de propaganda70. Las cifras que manejó para justificar las matanzas
realizadas por los republicanos fueron las dadas por Emilio Álvarez Gallego, deán de la
catedral de Valladolid y rector del Santuario Nacional de la Gran Promesa, que
ascendían a 119.960 muertos71. Esta cifra ha sido aceptada por historiadores
conservadores como Ricardo de la Cierva72, que publicó un libro con todos los nombres
de los muertos; pero no por los historiadores progresista73, ni algunos conservadores74.
La segunda, que, a diferencia de lo ocurrido en la zona republicana, el régimen
franquista trató a los presos “por delitos políticos no comunes y prisioneros de guerra”
como “personal militarizado”, estando “sujetos en su consecuencia al Código de Justicia
Militar y Convenio de la Convención de Ginebra de fecha 27 de julio de 1929”75. Este
planteamiento aparecía recogido en el Decreto número 281, de 28 de mayo de 1937, que
concedía el derecho al trabajo a los prisioneros de guerra y presos por delitos no
comunes76, que Blanco definía como una norma jurídica “más progresista y
revolucionario imposible”77, y de la que se podrían extraer las siguientes conclusiones78:
70
Agustín de FOXA: Madrid de Corte a checa, Salamanca, Península, 1938.
Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 36.
72
Ricardo de la CIERVA: 113.178 caídos por Dios y por España…, Madrid, Fénix, 2009.
73
Véase Santos JULIA (coord.): Víctimas de la guerra civil, Madrid, Temas de Hoy, Madrid, 1999;Paul
PRESTON: El holocausto español: Odio y exterminio en la Guerra Civil y después, Madrid, Debate,
2011, y VV. AA.: España en guerra: la represión en zona republicana, Madrid, Foro de la Memoria,
2010.
74
Véase Ángel David MARTÍN RUBIO: Los mitos de la represión en la guerra civil, Madrid, Graafite,
2005 y Ramón SALAS LARRAZABAL: Los datos exactos de la guerra civil, Madrid, Rioduero, 1980
75
Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 12.
76
BOE, 1 de junio de 1937.
77
Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, p. 12.
78
Ibid., p. 14.
71
114
a) Que los prisioneros de guerra y personal asimilado podrán ser utilizados en
trabajos para los cuales estén preparados.
b) Que los prisioneros de guerra y personal asimilados podrán ser utilizados por
las instituciones del Estado o por individuos privados, es decir, empresas privadas.
c) Que estos prisioneros de guerra y personal asimilado recibirán una paga
(salario) por su trabajo, del cual se les retendrá una parte no especificada, y se les
entregará la otra al terminar su cautividad.
d) Que la Convención de Ginebra prohibía la utilización de estos prisioneros en
tareas relacionadas con la industria militar y transporte de material de guerra, incluido
cualquier tipo de mercancía para las unidades combatientes.
La tercera, que la redención de penas, que estuvo organizada por la Orden del
Ministerio de Justicia de 7 de octubre de 193879, se articuló en el “Patronato Central
para la Redención de Penas por el Trabajo” que según Blanco –el primer autor que
manejó las actas de esta institución80– desarrolló una “labor humanitaria”, “de profunda
inspiración cristiana”, favoreciendo en todo momento la situación de los presos81:
“… libertades condicionales, acortamiento de penas, quizás excesivos, por el trabajo,
fomento de la cultura en las cárceles, creación de talleres, granjas y modernas
penitenciarias, inspecciones rigurosas para asegurar el buen trato y la comida, y la
protección a ultranza de las mujeres y los hijos de los reclusos. Más de once mil niños
disfrutaban en 1944 de internados en colegios, en su mayoría religiosos, o ayudas en
comidas y becas”.
79
BOE, 11 de octubre de 1938.
Véase Alberto BARCENA PÉREZ: La redención de penas en el Valle de los Caídos, Madrid,
Universidad San Pablo SEU, 2012, p. 108. El tema de la redención de penas por trabajo fue estudiado
anteriormente por el letrado y profesor universitario Francisco Bueno Arus en su tesis doctoral.
Francisco BUENO ARUS: La redención de penas por el trabajo en el ordenamiento jurídico español,
Tesis doctoral leída en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense el 23-II-1973. Un extracto
de la misma puede verse en Francisco BUENO ARUS: La redención de penas por el trabajo en el
ordenamiento
jurídico
español
http://www.mjusticia.gob.es/cs/Satellite/Portal/1292344052202?blobheader=application[consultado el 5
de junio de 2016]. Desde el punto de vista historiográfico, véase Gutmaro GÓMEZ BRAVO: La
redención de penas. La formación del sistema penitenciario franquista. 1936-1950, Madrid, Los libros
de la Catarata, 2007.
81
Juan BLANCO: Valle de los Caídos…, pp. 20-21.
80
115
La cuarta, que jamás trabajaron 20.000 reclusos en las obras del Valle de los
Caídos, sino sólo entre 2.000 y 2.500, y que todos los trabajadores fueron voluntarios y
cobraron un salario idéntico al de un obrero libre de su nivel profesional. En este
sentido, presentaba como ejemplo la cuenta corriente del recluso Ramón Lidueña
Rodríguez, cuyos ingresos quincenales de 541 pesetas máximo, resultaban
“inalcanzables para muchos obreros en aquel tiempo”82.
La quinta, que los obreros vivían en un régimen de semilibertad83, y estaban muy
bien alimentados. Blanco, sin embargo, no encontró ningún menú para los presos del
Valle de los Caídos, pero si de otros destacamentos penales, del que destacamos el de
Gaverney (Lerida), correspondiente al 2 de enero de 1942, que llamaba la atención por
su composición84:
 Desayuno: Café.
 Comida: Sopa, bistec con patatas, salsa de pimientos, pan y vino.
 Cena: Potaje de patatas con carne, calabaza y col. Pescado con salsa de
tomate y pan. Ibidem, p. 11.
A propósito de estos menús, Blanco escribió un párrafo que resumía el sentido y
la intención de su obra85:
“Insisto: A las mesas de muchas familias españolas no llegaban la mitad de calorías de
que disfrutaban los menús de los Destacamentos y, por otra parte, también muchos de
los reclusos trabajadores de los destacamentos –braceros del campo, jornaleros de todo
tipo, campesinos pobres de tierras de secano, y peones de oficios–, jamás habían comido
tan copiosa y variadamente como en sus años de reclusión”.
82
Ibid., p. 206.
Ibid., pp. 235-258.
84
Sobre estos menús, no da ninguna referencia documental. Ibid., p. 194.
85
Ibid., p. 195.
83
116
Conclusión
Antonio Izquierdo falleció en Madrid el 20 de enero de 1999, víctima de un
enfisema pulmonar. Juan Blanco lo hizo trece años después, el 6 de febrero de 2012, en
la misma ciudad, como consecuencia de un cáncer. En ambos casos, lo hicieron en un
casi completo olvido, más allá de los círculos de la extrema derecha franquista a la que
nunca dejaron de pertenecer; aunque en el caso de Blanco, su influencia también
alcanzaba a la historiografía académica contraria al consenso progresista-marxista sobre
el franquismo, especialmente la localizada en el Centro de Estudios Universitario San
Pablo. No obstante, a pesar de que sus obras no hayan sido consideradas como una
fuente importante por el resto de la historiografía académica, no hay duda de que tienen
un cierto valor. Pues, en el caso de las de Izquierdo, plasmaron la visión de un sector del
franquismo que fue doblemente perdedor –en 1957 y 1975–, desarrollando el concepto
de “generación pérdida” de la Falange, aún no estudiado por los profesionales de la
Historia, y que resulta extraordinariamente importantepara comprender la evolución de
este régimen y las luchas de poder que tuvieron lugar en el mismo, y para conocer el
papel de personajes de cierta importancia como Elola-Olaso, que todavía hoy carece de
una biografía académica. Igualmente, resulta muy útil para entender el proceso de
transición a la democracia y las causas que lo hicieron posible, desde postulados
falangistas.
De similar trascendencia fue la obra de Blanco, especialmente su libro sobre el
golpe de Estado del 23-F, que rompió el consenso existente sobre este acontecimiento
histórico, planteando nuevas hipótesis para su investigación, que han sido de utilidad
para los profesionales de la Historia que han estudiado este acontecimiento.
Por tanto, más allá del anacronismo ideológico que caracterizó a ambos hasta el
final de sus ideas, no hay duda de que el estudio de sus obras ayuda a conocer mejor la
evolución de España en el tiempo presente.
117
118
La construcción de una cultura light. El semanario Tele/estel y
los límites de una cultura oficial (1966-1970)1
Carles Santacana
Universitat de Barcelona
No hay duda de que la prensa y el mundo de la edición fueron elementos
fundamentales para ir construyendo los diversos relatos que se abrían paso en la década
de 1960. Al margen de algunas panorámicas generales, disponemos de estudios sobre
revistas que tomaron una gran significación cultural-ideológica, como el ejemplar
trabajo ya clásico de Javier Muñoz Soro en relación a Cuadernos para el Diálogo, las
diversas aproximaciones a Triunfo; o el fundamental estudio de Carme Ferré sobre
Serra d’Or, vital para el caso catalán. Como sucede en el campo editorial, las
investigaciones han privilegiado el análisis de las propuestas más rupturistas2, dejando
en un segundo plano las publicaciones que siguieron planteamientos más oficialistas y
aquellas otras de dilatada trayectoria que experimentaron evoluciones más lentas 3.
También es cierto que en ocasiones el estudio de la prensa en lo que se ha llamado
tardofranquismo ha privilegiado unos análisis en que periódicos y revistas se consideran
sobre todo desde la perspectiva más estrictamente política, mientras que los aspectos
Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “Las bases del cambio cultural en España (19601975)”, HAR2014-52882-P.
2
Una excepción reciente es el volumen coordinado por Jesús Martínez, que analiza al mismo tiempo las
propuestas más connotadas ideológicamente, aunque minoritarias en términos de consumo, junto a las
que lograban una mayor cuota de mercado. Véase Jesús MARTÍNEZ: Historia de la edición en España
1939-1975, Madrid, Marcial Pons, 2015.
3
En el caso barcelonés el semanario Destino sí ha sido analizado por diversos investigadores, aunque su
dilatadísima trayectoria (1938-1976) dificulta un estudio pormenorizado. En cualquier caso, sí que
existen algunas aproximaciones. Véase Carles GELI y Josep M. HUERTAS, Las tres vidas de Destino,
Barcelona, Anagrama, 1991. Y la reciente tesis doctoral de Ramon CIVIT: Destino i la cultura catalana
a les acaballes del franquisme (1966-1975), Universitat de Barcelona, 2012.
1
119
culturales quedan en un plano más secundario. No se trata de una crítica, simplemente
de una constatación4
El trabajo que se presenta es un avance de una investigación que pretende incidir
en este territorio, a saber, el del papel de la prensa en la conformación de un discurso
cultural e ideológico adaptado a los debates de la década de 1960, tanto los que se
dilucidan en clave interna como aquellos que tienen que ver con la revolución
sociocultural que describió Hobsbawm para el mundo occidental. Es evidente que las
diferentes tipologías de prensa permiten abordar cuestiones distintas y enfoques
marcadamente contrastados. En este sentido, si analizamos preferentemente una
determinada cabecera lo hacemos motivados por la necesidad de encontrar respuestas a
preguntas específicas. En el caso del texto que presentamos hemos elegido una fuente
muy poco conocida que presenta unas características muy concretas en virtud sobre todo
de un espacio y tiempo perfectamente delimitados y dotados de una significación muy
precisa, y vamos a dedicar una parte sustancial de nuestra atención a mostrar porqué es
útil su estudio, y sobre todo cuáles son las preguntas historiográficamente importantes
que puede ayudarnos a responder.
La publicación en cuestión es Tele/Estel, un semanario nacido en el verano de
1966 al calor de la ley de prensa; en realidad, fue el fruto inesperado de las diversas
gestiones fracasadas para promover la edición de un diario en catalán5. No podemos
ahora detallar el episodio, pero el resultado es que finalmente el ministro Fraga
consideró menos inconveniente la autorización de un semanario en catalán que la
autorización de un diario o de un suplemento de un diario. De ese modo, y
aprovechando que así también compensaba algunas decisiones desafortunadas en el
diario Tele/eXpres, Fraga accedió a la publicación del semanario Tele/estel. No hay
duda que la aparición de la publicación supuso en aquel momento un hito importante,
pero sin embargo no ha merecido la atención de los investigadores, más allá de una
4
Véase, por ejemplo, el buen trabajo de Carmen CASTRO:La prensa en la transición española 19661978, Madrid, Alianza, Madrid, 2010.
5
El proyecto del diario Migdia y otras iniciativas están explicadas en el artículo de Josep Faulí citado en
la nota 6. El contexto de los movimientos en el mundo periodístico barcelonés de aquella coyuntura se
pueden seguir con detalle en el libro de Jaume GUILLAMET: Premsa, franquisme i autonomía. Crònica
catalana de mig segle llarg (1939-1995), Barcelona, Flor del Vent edicions, 1996.
120
pequeña aproximación realizada por uno de sus redactores6. En el momento de
aparición, en julio de 1966, Tele/estel adquiría diversas significaciones. La cuestión que
más lo definía era la lengua de publicación. Era el primer semanario de quiosco en
lengua catalana, con vocación de dirigirse a un público amplio. Hasta ese momento la
única publicación íntegramente en catalán era el mensual Serra d’Or, que editaba la
Abadía de Montserrat, iba dirigida a un público culto y se distribuía por suscripción. En
este sentido, el planteamiento de Tele/estel era muy distinto, y en aquel momento era
una novedad absoluta. La cuestión lingüística lo singularizaba, pero como veremos más
adelante no en una única dirección.
Por qué analizar Tele/estel
Sería fácil presumir que el solo hecho de tratarse de la primera publicación legal
no eclesiástica en lengua catalana habría convertido a Tele/estel en una icona de la
prensa catalana, o como mínimo de los análisis que ponen el énfasis en el vigor del
catalanismo en la sociedad catalana a pesar de la acción de la dictadura franquista. No
obstante, eso no es así, y el semanario ha quedado en el más absoluto olvido. En
realidad, es muy significativo que esta publicación no haya sido analizada, con la
excepción de un pequeño capítulo escrito por uno de sus redactores, Josep Faulí, en una
obra colectiva sobre revistas catalanas del final del franquismo. Probablemente ello se
deba a su origen y su final, pero también a las nuevas hegemonías culturales surgidas a
finales de los sesenta, que en gran medida quisieron dejar de lado los productos que no
siguieron el auge del marxismo en los medios intelectuales de la época7. El origen es el
de una publicación nacida al calor de la ley de prensa y de las componendas entre el
gobierno y personalidades franquistas catalanas con intereses en el mundo de la
Josep FAULÍ: “Tele/estel (1966-1970). Història d’una frustració”, en Josep FAULÍet al.: Tele/estel,
Arreu, Oriflama, Canigó i Presència. Cinc revistes catalanes entre la dictadura i la transició, Barcelona,
Collegi de Periodistes de Catalunya, 1987, pp. 11-32. De otro lado, es significativo el papel que ocupa la
revista en un cierto canon histórico de las revistes en catalán. Véase Carme FARRÉ y Jordi FINESTRES
(eds.): Un país de revistes. Història dels magazins en català, Barcelona, APECC, 2009.
7
En este sentido es muy interesante el análisis de Giaime Pala sobre la relación entre intelectualidad
marxista y nacionalista en su artículo “La batalla de las ideas. Apuntes para una historia de los
intelectuales catalanes en los años sesenta”, Cercles. Revista d’Història Cultural, 16 (2013), pp. 147170.
6
121
comunicación. En ese contexto se autorizó la publicación del diario en castellano
Tele/eXprés8 en 1964, antes de la promulgación de la Ley, pero ya con Fraga como
ministro. Tele/eXprés era la primera cabecera privada autorizada en Barcelona desde
1939. Sus promotores querían editar un suplemento en catalán, que no fue autorizado
pero se convirtió en semanario. Sus promotores, que tenían como objetivo principal el
diario (y no el semanario) eran gentes del régimen, bien relacionadas en las esferas del
poder. El empresario promotor era Jaume Castell Lastortras, pero los nombres de
referencia que posicionaban Tele/eXprés eran Ignacio Agustí y Carlos Sentís, dos
periodistas que de jóvenes habían simpatizado con el catalanismo moderado pero que
habían abrazado el franquismo de forma absolutamente decidida. Agustí había
protagonizado un incidente en mayo de 1966 precisamente en Tele/eXprés, cuando
publicó un artículo muy duro contra los sacerdotes que se manifestaron por las calles de
Barcelona para protestar contra las torturas a un joven dirigente estudiantil. El incidente
se saldó con la caída del director del periódico, Andreu Avel·lí Artís, que firmaba
habitualmente con el pseudónimo de Sempronio9. Finalmente, Fraga autorizó la
aparición del nuevo semanario, condicionada a que tratase exclusivamente temas de
literatura y folklore, y accediendo a que Sempronio ocupase la dirección, seguro de que
Agustí y Sentís ejercerían una tutela suficiente sobre el veterano periodista.
Nacida de esta peculiar manera, ¿qué interés tiene estudiar la publicación o
utilizarla para aproximarse a algunas cuestiones clave de su época? Creo que la primera
clave para constatar el interés de su estudio es precisamente que no haya tentado a nadie
hasta ahora. No se trata de poner el énfasis en una aproximación por el simple hecho de
que sea inédita, sino en el hecho significativo de que nadie a posteriori haya reclamado
su vínculo con aquella iniciativa. ¿Por qué? Si ningún agente cultural o ideológico ha
reclamado posteriormente su pasado en Tele/estel es quizás porque el semanario no
representó el punto de partida de nada. Y si fuese así, ¿era más bien el final de un
8
Sobre el papel de este periódico en el panorama comunicativo de la época véase Jaume GUILLAMET:
Premsa, franquisme i autonomía…. De otro lado, Tele/eXpres es uno de los pocos diarios de los que se
ha analizado su discurso cultural. Véase Alberto CABELLO: Tele/eXprés, cultura y crítica literaria,
Alcalá la Real, Zumaque, 2015.
9
Un repaso a su trayectoria periodística en la entrevista que le hizo Jaume Fabre en Periodistes sota
censura. De la fi de la Guerra Civil a la Llei de Premsa, Barcelona, Col·legi de Periodistes, 1999, pp. 715.
122
recorrido? Creo que es una cuestión interesante a explorar, y que no merma en ningún
caso el interés de su estudio. En realidad, quizás ni los que la hicieron posible tuvieron
interés en reivindicarla porque deberían asumir su fracaso. Al margen de estas
consideraciones no podemos obviar que el lanzamiento público del semanario tuvo un
gran impacto, tanto por su campaña de difusión, que la presentaba como una revista
“innovadora, informativa, amena, divertida”, como por sus 70.000 ejemplares del
primer número, que en 1966 suponía inundar los quioscos con la nueva publicación.
Óbviamente, también vale la pena sumergirse en sus páginas para explorar hasta
qué punto las limitaciones temáticas impuestas por las autoridades fueron respetadas, y
también si aspiraban o se propusieron formular un nuevo canon cultural. Sabemos que
en el caso de las publicaciones catalanas esta vocación era muy nítida en Serra d’Or, y
también en la clandestina pero influyente Nous Horitzons10. En relación a la primera
cuestión vale la pena recordar que desde diversas instancias franquistas se estaba
sopesando desde principios de los 60 si era conveniente la autorización de un diario o
un semanario en catalán. En las reuniones secretas del Consejo Nacional del
Movimiento el profesor Martí de Riquer11 propuso que se autorizase una publicación en
catalán, limitándola a contenidos sin interés. El resultado previsto sería su fracaso, y con
ello el régimen conseguiría que la oposición catalanista no pudiese argüir la
reivindicación de prensa en catalán. Para algunos analistas los pronósticos del profesor
se cumplieron en el caso de Tele/estel. Si la cuestión lingüística era tan relevante ¿hasta
que punto condicionaba a Tele/estel el hecho de ser la única publicación de periodicidad
semanal en lengua catalana? Esta circunstancia podía ser un plus para la minoría
activista catalanista, pero también conllevaba dos hándicaps. El primero era la dificultad
técnica para tener y mantener un volumen importante de lectores en catalán, máxime
cuando hacía prácticamente treinta años que había desaparecido la enseñanza regular de
la lengua catalana y su presencia pública. La segunda, y quizás aún más relevante: ser el
único semanario forzaba a buscar un equilibrio temático que quizás no conseguía
contentar a nadie.
Véase Carme CEBRIÁN y Marià HISPANO: Nous Horitzons, l’optimisme de la voluntat. Revista
teòrica i cultural del PSUC, Barcelona, El Viejo Topo, 2011.
11
Véase Carles SANTACANA: El franquisme i els catalans. Els informes del Consejo Nacional del
Movimiento, 1962-1971, Catarroja, Afers, 2000.
10
123
Todas estas cuestiones se desarrollan en una cronología intensa y fluida, entre
1966 y 1970, que presenta muchos momentos de interés, y en que se condensa la
irrupción de una nueva generación de escritores e intelectuales. Incluso desde la
perspectiva de los vínculos entre relevo generacional, compromiso intelectual y
oposición antifranquista, el lapso de tiempo mencionado se corresponde (casualmente)
con dos hitos de la protesta antifranquista en Cataluña. En 1966 la Caputxinada y en
1970 el encierro de intelectuales en el monasterio de Montserrat. Son unos años en que
se produce una acelerada definición no sólo de proyectos culturales e ideológicos, sino
sobre todo de la definición de culturas militantes y del compromiso intelectual
antifranquista.
De otro lado, también tiene interés abordar el análisis de la redacción y los
colaboradores más habituales del semanario. Ciertamente, su director a lo largo de los
cuatro años de existencia, Sempronio, marcó notablemente el espíritu de la publicación.
Nacido en 1908 era un veterano periodista que había comenzado su carrera antes de la
Guerra Civil en publicaciones culturales catalanistas. Como ya se ha dicho, en 1964 fue
nombrado director de Tele/eXprés. Coincidiendo con su etapa de director de Tele/estel
fue candidato de un grupo renovador a la Asociación de la Prensa de Barcelona,
derrotado por la candidatura oficialista. Junto a Sempronio fueron colaboradores
habituales diversos periodistas retornados del exilio, como Jaume Miravitlles (director
del Comissariat de Propaganda de la Generalitat durante la Guerra Civil y activo soporte
del gobierno republicano en el exilio cerca del gobierno de los Estados Unidos); Josep
Maria Lladó (director de La Humanitat, periódico de ERC durante la República),
Domènec Guansé, Joan Alavedra (secretario personal de Francesc Macià y de Pau
Casals) y Josep Maria Poblet (dirigente de ERC en el exilio), todos ellos nombres muy
significados en las empresas periodísticas próximas a Esquerra Republicana antes de la
Guerra Civil. Muchos de ellos retomaron justamente en ese momento sus
colaboraciones regulares en Barcelona. Junto a estos veteranos republicanos sobresalían
nombres propios más jóvenes muy vinculados a la oposición democrática, como Rafael
Pradas, Josep Faulí o Josep Maria Huertas Claveria, que formaban parte del clandestino
124
Grup Democràtic de Periodistes12, que se creó precisamente en 1966. Y también
opinadores incisivos, especialmente Manuel de Pedrolo, Baltasar Porcel y Terenci
Moix, que fueron pilares del semanario en sus inicios, pero que también tienen en
común que rompieron más tarde con la publicación.
Ciertamente, entre los impactos que produjo la aparición de Tele/estel no
podemos obviar algunos comentarios críticos procedentes de un catalanismo que
quedaba desubicado por la autorización gubernativa. Fueron escasas, pero significativas.
Una de ellas fue la del cosmopolita y viejo periodista Eugeni Xammar desde la revista
Mirador, que se publicaba en el exilio de París. Es una crítica dura con el semanario
pero que refleja un cierto desconcierto, puesto que si bien ponía el énfasis en la
adscripción franquista de los promotores del semanario, al que continuamente tildaba de
“semanario franquista”, lo cierto es que reconocía que los articulistas no tenían nada de
franquistas, aunque seguía considerando que la publicación sí que lo era. En sus propias
palabras: “La veritat, de la qual sóc més amic que de Plató mateix, m’obliga però a
reconèixer que la majoria dels escriptors, periodistes, poetes, cronistes, etc., que
escriuen a Tele-estel no són franquistes; diré encara més, no tenen res de franquistes.
Tanmateix, aquests periodistes, articulistes, economistes, etc. donen els seus treballs, les
seves firmes i el seu prestigi, a una publicació autènticament franquista”13. En su
extenso artículo más adelante afirmaba que “confesso que aquesta barreja de no
franquistes i de franquistes, de tovallons nets i d’eixugamants bruts a mi em desconcerta
una mica, bastant, molt, massa” (..) “El franquisme de “Tele-estel” es autèntic però
clandestí, sincer però secret, real però ocult, present però invisible. És evident que sense
aquesta clandestinitat els franquistes catalans no tindrien més remei que escriure a
“Tele-estel” tots sols i, com deia un pagès catalanista amic meu, la feina seria “llur””.
En cualquier caso, la prohibición de publicaciones en catalán desde 1939 había
producido una identificación de esa lengua proscrita del ámbito público con la
oposición a la dictadura franquista. Por eso causaba sorpresa para un republicano
catalanista irredento como Xammar que a la altura de mediados de los sesenta se
autorizase un semanario en catalán. De otro lado, Xammar insistía en argumentar que la
Joaquim ROGLAN, El Grup Democràtic de Periodistes (1966-1976). Crònica d’un periodisme
esperançat, Barcelona, Col·legi de Periodistes, 1992.
13
Eugeni XAMMAR: “Fent volar el Tele-estel”, Mirador, 4 (invierno 1967-68), pp. 14-15.
12
125
revista había sido autorizada con la condición de no tratar cuestiones políticas, lo cierto
es que muchos creyeron que las limitaciones en sus contenidos podrían convertir la
publicación en un producto más bien folklórico. No obstante, creo que el análisis de los
contenidos obliga a buscar explicaciones más complejas, y sobre todo que la
publicación es un buen observatorio para seguir diversos de los debates de esa
coyuntura.
La elección de los contenidos en un contexto cultural muy dinámico
La revista vivía una coyuntura muy especial, tanto a nivel internacional como en
el plano español. La segunda mitad de los sesenta el mundo occidental vive con la
sensación de grandes cambios, desde los de índole material (extensión del uso de
electrodomésticos, televisión, …) hasta los de tipo social y político, entre los que se
debe resaltar no sólo el impacto del mayo del 68 francés y la rebelión universitaria, sino
el protagonismo de la juventud como grupo social, con enormes efectos en las
propuestas culturales y en las formas de vida. Ese era un eje informativo que no podía
olvidar ninguna cabecera periodística que quisiera conectar con la juventud. En este
sentido, la revista se ocupó en cada número de la actualidad política internacional más
convencional (la guerra fría, la descolonización) gracias al concurso de Jaume
Miravitlles (al que muchos consideraban un agente de la CIA), y también siguió con
atención los aspectos más llamativos de esos transformaciones estructurales,
especialmente todo lo relacionado con las protestas juveniles.
De otro lado, como decíamos más arriba, la singularidad de ser la primera revista
autorizada en catalán condicionaba en gran manera su orientación, en el sentido que se
consideraba que debía prestar una atención preferente a la realidad catalana. En este
sentido, debería decidir qué tipo de realidad iba a mostrar y con qué enfoque. ¿Una
realidad del presente o una realidad histórica? Fuese o no su propósito, y teniendo en
cuenta el contexto periodístico del país, la cuestión es si sería inevitable el cultivo de
una cierta nostalgia del pasado. Y, obviamente, qué pasado iba a privilegiar. Fuese o no
cierto, la sensación que transmitía la revista era la de una nueva epifanía periodística
126
(“ens trobem tot just a la sortida d’un túnel llarguíssim, on tot ho vèiem molt negre” 14),
con todo lo que ello comporta. La percepción de su director se reflejaba perfectamente
cuando la publicación celebró su primer aniversario. Afirmaba que las opiniones
recibidas de los lectores se dividían a partes iguales entre “aquells que ens atribueixen
una mena de nostàlgia del passat, ensems que cert esperit casolà, i aquells altres que
voldrien, al revés, que el setmanari dediqués atenció preferentíssima, gairebé exclusiva,
a la divulgació de les tradicions, a l’exaltació dels valors nostrats” 15. Así las cosas, los
contenidos se movían entre las temáticas locales y las preocupaciones del mundo
occidental. En primer lugar debemos destacar la gran atención que prestó a la
recuperación de un pasado cultural que en muchas ocasiones tomaba cuerpo a través de
personajes concretos. A través de entrevistas o de reportajes se daban a conocer
escritores como Salvador Espriu o Carles Soldevila, artistas como Antoni Tàpies o
Picasso, protagonistas de la resistencia cultural como Ramon Aramon o Rafael Tasis,
personajes polémicos como Eugeni d’Ors, o el abat Escarré con motivo de su muerte al
volver del exilio. Precisamente, en esta nómina destaca la presencia del mundo del
exilio. Es una presencia que se percibe en múltiples aspectos, desde la elección de
personajes sobre los que se realizan reportajes, pero también entre la nómina de
entrevistados, así como en los libros que son reseñados. Es una constante en la que
incluso se especializan dos de los periodistas que firman más artículos, Joan Alavedra y
Josep Faulí. Como decíamos más arriba, si la revista se centraba en el mundo cultural
catalán y quería recuperar su pasado inmediato, era muy difícil eludir la producción del
exilio, o la etapa de exilio de muchos de los que regresaron en los años cincuenta o
sesenta. En cualquier caso, se trataba de obviar o no esa consecuencia directa de la
guerra civil. Con motivo de la primera Navidad con el semanario en los quioscos se
publicó un número con una sección especial compuesta por tres artículos dedicada al
recuerdo de las navidades en el exilio. Jaume Miravitlles escribía el primero explicando
su experiencia en Nueva York con un título muy significativo: “Una cadira buida”16,
que iba acompañado por un texto de Joan Alavedra que recordaba las celebraciones en
SEMPRONIO: “Carta oberta del segon aniversari”, Tele/estel, n. 105, p. 3
SEMPRONIO: “Carta als amics desconeguts”, Tele/estel, 53, p. 3
16
Tele/estel, n. 23 (23 diciembre 1966).
14
15
127
el exilio francés de Prada y otro de Xavier Berenguel sobre Chile. Otros notables
exiliados, como Margarida Xirgu, Pompeu Fabra, August Pi i Sunyer, Jaume Carner,
Ambrosi Carrion o Agustí Bartra también fueron tratados con generosidad. En relación
a los personajes que protagonizaban los contenidos de la revista debemos señalar que la
inmensa mayoría eran catalanes, y que la presencia de intelectuales madrileños fue muy
escasa, con excepciones notables como las de José Luis L. Aranguren o Julián Marías, y
muy pocas más.
Más allá de los personajes, los estrenos teatrales y las reseñas bibliográficas, la
revista intentó conectar con cuatro tipos de temáticas. De un lado, las cuestiones
sociales, especialmente las derivadas del caótico crecimiento que experimentaba el área
barcelonesa en esos años de desarrollismo. Fueron muchos los reportajes e incluso las
encuestas a personas relevantes que se ocuparon de los problemas de la inmigración
interior, las condiciones de vida de lo que denominaban suburbios y muy especialmente
de los déficits en la escolarización. De otro, fueron muchos los artículos que explicaban
la eclosión del fenómeno de la Nova Cançó, que incluso contaba con una sección
propia. Pero lo más interesante no era la cobertura puramente informativa, sino el cruce
de opiniones de articulistas e incluso lectores que discutían sobre la calidad artística de
este fenómeno y se interrogaban si en él prevalecía la consideración de producto
cultural o en cambio se estaba convirtiendo en una producción puramente comercial. El
debate es interesante porque deviene un ejemplo de las dudas e inseguridades que
generaba precisamente una propuesta cultural que conseguía un cierto éxito, como si los
que teóricamente debían estar satisfechos no estuviesen preparados para asimilarlo.
Dicho de otra manera, y aunque la publicación nunca lo explicitó así, las
contradicciones que presentaban los productos encaminados a una cultura de masas. De
hecho, esta misma consideración se repetía en ocasiones en relación al teatro, y
especialmente a las obras protagonizadas por el humorista Joan Capri, de gran éxito
popular, pero consideradas despectivamente por algunos como teatro de consumo. El
tercer eje temático sería el que tiene que ver con la definición del catalanismo, cuestión
en la que se llegaba a escribir en términos más allá del horizonte cultural, señalando las
distintas tradiciones conservadoras e izquierdistas que había tenido en el pasado, e
incluso dejando entrever las corrientes más presentes en aquellos años (en este caso, sin
128
referirse a organizaciones, pero si citando a nombres suficientemente representativos).
Por último, una cuarta temática recurrente en las páginas de Tele/estel tenía como objeto
de atención a los jóvenes. La mirada respecto de la juventud tenía un doble enfoque. De
una parte, con una atención importante a los movimientos contestatarios juveniles de la
época; de la otra, con el trasfondo del debate generacional entre la tradición cultural
catalanista y los elementos de renovación e incluso ruptura que podían aportar los
jóvenes que despuntaban en aquellos momentos. Creo que este es un de los aspectos del
debate cultural de la época respecto del cual Tele/estel puede aportar materiales más
interesantes.
Para muestra un botón: la polémica sobre las generaciones
Como ya vimos en su declaración de intenciones, para los promotores del
semanario era muy importante la recuperación de la historia de la cultura catalana
contemporánea. El propio Sempronio, director de la publicación, abundó en diversas
ocasiones en esta cuestión, reivindicando la Renaixença del siglo XIX, a la que otorgaba
el mérito de la recuperación culta del catalán. Consideraba que esas generaciones
pretéritas habían hecho grandes aportaciones, y por eso las tildaba de “generacions de
gegants”17. Situados en 1970, estas afirmaciones deben entenderse por el creciente
cisma generacional18 que se estaba produciendo, o como mínimo, como era percibido
por la mayor parte de las plumas de los colaboradores. Por eso se quejaba de que “certa
joventut somia en un foc de Sant Joan a cada cantonada i tot l’any, per a cremar-hi els
mites, els valors i les obres que s’han trobat a casa”19. El escritor Pere Calders también
intervino en diversas ocasiones a propósito de ello y en un sentido parecido. En tono
irónico, Sempronio se quejaba de que “la vida m’ha estafat”, porque se encontraba
huérfano de generación. El veterano periodista señalaba que las generaciones tomaban
carta de naturaleza a posterori, cuando eran vistas con perpectiva temporal. Utilizaba
ese argumento para poner en tela de juicio a los jóvenes –sobre todo escritores- que se
SEMPRONIO: “Una vista panorámica”, Tele/estel, 162, p. 11.
He planteado una reflexión sobre esta cuestión en Carles SANTACANA: “Sobre las rupturas y las
continuidades en los años sesenta”, Cercles. Revista d’Història Cultural, 16 (2013), pp. 31-52.
19
Ibid.
17
18
129
autodefinían como de una nueva generación. Se preguntaba “què diantre passa amb
aquests minyons d’ara que, amb la trentena encara no complerta i pràcticament inèdits,
tenen tanta pressa a constituir-se en generació?”20. A Sempronio le parecía exagerado
proclamar unos abismos generacionales que consideraba inexistentes. Y ponía como
ejemplo que favorecía su argumento la edad de muchos de lo que él calificaba como
ídolos de los jóvenes de la cultura: Buñuel, 69 años; Marcuse, 71, McLuhan, 57; LevisStrauss, 61. Por otro lado, Sempronio acusaba a los jóvenes escritores de llevar adelante
batallas sin riesgo. Afirmaba que no combatían a los poderosos, sino a la cultura local
más tradicional: “L’espectador de bona fe trova que aquesta fúria juvenil, aquest
ímpetu, estarien molt millors esmerçats en la denuncia de la injusticia, en l’envestida de
les situacions coaccionadores. Però, ah, fillets!, aquestes fan pupa, o poden fer-ne.
Mentre que els pairals i nostrats, que diuen ells, són un blanc fàcil i còmode, car
romanen incapacitats de reaccionar. Així, per poc preu, sense córrer el més petit risc,
aquest sector juvenil que distribueix patents de joventut, fa espiritual brometa,
fatxendeja de valent”21.
Es obvio que tras la crítica de Sempronio se escondía una pregunta de calado:
¿hasta qué punto era aceptable la crítica a una tradición cultural que había sido
postergada por la dictadura? ¿Estaban en condiciones los que intentaban recuperar el
curso de la evolución cultural para al mismo tiempo ser críticos con la misma? Con
otras palabras, el director teatral Frederic Roda planteaba esos dilemas dando respuestas
distintas a las de Sempronio, afirmando que la capacidad de autocrítica era privativa de
las colectividades (y culturas) fuertes, mientras que las débiles se caracterizaban por el
triunfalismo y la autosatisfacción. A partir de esas premisas avanzaba la hipótesis que
quizás la cultura catalana era suficientemente fuerte para segregar autocrítica. Para Roda
parecía que en los albores de los setenta se podía dar ya el paso definitivo. Por eso se
preguntaba si “¿No ens hem acostumat massa a la confortable incomodidat de les
catacumbes?”22. Y también consideraba que la cuestión tenía que ver con el signo de los
tiempos, y había que asumirla con naturalidad: “La civilització de consum,
culturalment, també vol dir això: treure partit dels valors de la cultura ara i aquí. Ja no
SEMPRONIO: “Jo, ai!, no he tingut generació”, Tele/estel, 161, p. 11
Ibid.
22
Frederic RODA, “La capacitat d’autocrítica”, Tele/estel, 166, p. 13
20
21
130
és pensable que una generació se sacrifiqui per una altra. I això no és bo ni dolent: és
així malgrat que pugui semblar trist o ingrat”23. Por eso concluía en un tono positivo:
“No menyspreem la nostra capacitat crítica malgrat que pugui semblar-nos fins i tot
excesiva: ella és l’única forma de convertir un folklore en una cultura i d’anar-ho fent
dia a dia. I de revestir aquesta cultura d’una cuirassa (humor, sàtira, relativitat,
humanisme en fi) invisible però indestructible”24.
La intersección entre distancia generacional y capacidad de autocrítica tuvo un
episodio especialmente llamativo a propósito de la novela La torre dels vicis capitals
(1968) de Terenci Moix, aderezado con un enorme impacto periodístico. A raíz de esta
circunstancia se publicaron algunas reflexiones de fondo. Una de ellas era la del filósofo
Octavi Fullat25, que se refería al “cofoisme” (complacencia), que creía minoritario, pero
suficiente para alejar a los jóvenes escritores: “A més, ens hem recreat massa en el
pretèrit –feina, aquesta, propia dels vells-, perdent futur. Aquesta darrera modalitat de
“cofoisme esclerosat” ha estat causa especialment que la gent jove catalana no es
reconegués en tal cultura, la qual responia a uns plantejaments d’”abans de la guerra”
però que desconeixia l’esdevenidor”26. Fullat consideraba que era lógica una actitud
cofoista e incluso narcisita en los años de la posguerra; se trataba simplemente de una
actitud de autodefensa. Ahora empezaba algo nuevo, y el autor creía que era el
momento de “posar-nos a elaborar una cultura adulta, emprenedora, autocrítica, i
llançada a l’esdevenidor. Cofoisme i narcissisme poden ésser reduïts molt fàcilment a
folklore”27.
Estas consideraciones son una pequeña muestra de las decenas de artículos que se
vertieron en Tele/estel sobre las generaciones y que se referían preferentemente al
binomio continuidad/ruptura entre las minorías del ámbito intelectual y artístico. No
obstante, en ocasiones esas polémicas se entrecruzaban con las apreciaciones acerca de
la aparición de esa juventud que parecía devenir un nuevo grupo social, hasta el punto
23
Ibid.
Ibid.
25
Fullat acababa de publicar el libro La joventut actual, el nostre futur, Nova Terra, Barcelona, 1968.
26
Octavi FULLAT, “Final o començament de les lletres catalanes”, Tele/estel, 171, p. 22
27
Ibid., p. 23.
24
131
de que había quién se interrogaba si constituía una nueva clase social. La irrupción de
los hippies y los beatniks sería otro tema ampliamente tratado.
Sobre esta cuestión, a la mayoría de articulistas les parecía bien que la juventud
hiciese patente su inconformismo social, aunque solían anteponer dos consideraciones.
La primera sería sobre la supuesta novedad de esa contestación juvenil, frente a la que
oponían la idea de que esas formas de contestación se producían cíclicamente, y que en
consecuencia no se trataba de un fenómeno nuevo, a pesar de que sí tomase formas de
representación nuevas. Otra consideración era a propósito de la efectividad social y
política de algunos de los movimientos contestatarios, especialmente en relación a los
hippies, que eran los que concentraban una mayor atención. Uno de los artículos más
ponderados, con más voluntad analítica que de opinión lo escribió el joven periodista
Josep Maria Huertas Claveria, en que intentaba analizar las características del fenómeno
y finalmente señalar lo que consideraba aspectos positivos y elementos negativos. Entre
los primeros consideraba que aportaban mucho al concepto comunitario de la vida y a la
crítica al materialismo, así como la supresión de muchos prejuicios sociales. Entre los
segundos señalaba la ingenuidad de creerse fuera del mundo, el uso de la drogas si su
finalidad era la evasión de la realidad social. Huertas ponía el énfasis en que los hippies
provenían de la clase media o alta, nunca de la clase obrera. E incidía en que, a pesar de
la radicalidad estética, su peligrosidad para el establisment era muy limitada. Así,
exponía que ver a hippies vendiendo medallones o anillos “causa una trista sensació, la
sensació que viure fora del món és només una il·lusió amb la qual no es fa mal a ningú,
això és cert; però amb la qual tampoc no es fa cap bé”28. Finalmente, Huertas concluía
con una clara contraposición con la juventud militante: “Només serà una llàstima total si
la societat acaba per veure –com fa la impressió- que són més inofensius que altres
joves dels qui es parla menys però que se la juguen més, i llavors, sense haver-ho
volgut, es converteixen en una mena de folklore apte per a tothom, i acaben
d’Il·lustració en un opuscle turístic”29.
28
29
Josep Maria HUERTAS CLAVERIA, “Han perdut la flor?”, Tele/estel, 156, p. 17
Idem
132
Mínima reflexión final
En definitiva, las páginas precedentes han pretendido poner de relieve un par de
cuestiones que deberían ayudarnos a plantear el análisis de la construcción cultural
desde parámetros amplios, en que deben ser observadas tanto las formulaciones más
militantes y vanguardistas como aquéllas que tienen un mayor impacto en términos de
consumo cultural. Naturalmente, estos esquemas más complejos son más difíciles de
elaborar, pero reflejan mejor la realidad histórica. En este sentido, no podemos obviar
productos que optaron por fórmulas aparentemente light para adaptarse a las
circunstancias, máxime porque cuando los analizamos en ocasiones encontramos una
mayor profundidad en determinados debates de la que habríamos previsto. La presente
investigación, todavía en fase muy incipiente, pretende contribuir con un caso concreto
a
esta
reflexión
133
general.
134
Cuando las revistas de la Transición hacen historia.
Algunas reflexiones sobre divulgación y conocimiento
histórico del exilio republicano
Aránzazu Sarría
Buil
Université Bordeaux Montaigne
Relatar el pasado colectivo siempre es tarea que resulta de la necesidad del ser,
en su doble dimensión humana y social, de conocer su historia. El actual interés que una
sociedad como la nuestra expresa por comprender el pasado más reciente responde a
una situación de búsqueda de sentido en el contexto de crisis de los grandes paradigmas
que caracteriza nuestra época. El vacío que estos han dejado y la insatisfacción
provocada por discursos hegemónicos carentes de perspectiva e incapaces de aportar
herramientas para hacer frente a los cambios de las últimas décadas, ha generado una
demanda de nuevas narrativas en el espacio público. A menudo formulada como
exigencia social, esta demanda se ha visto acompañada de una diversidad de usos del
pasado1 acorde con una multiplicidad de actores, que viene a confirmar la pérdida de
exclusividad del historiador, en tanto que miembro de un grupo profesional, a la hora de
producir saberes y construir discursos sobre tiempos acabados. Una situación que desde
el ámbito académico ha sido entendida como una disminución de la influencia de la
1
François HARTOG y Jacques REVEL (dirs.): Les usages politiques du passé, Paris, EHHSS, 2001.
Gonzalo PASAMAR: “Los historiadores y el «uso público de la historia»: viejo problema y desafío
reciente”, en Ayer, 49 (2003), pp.221-248. Carlos FORCADELL ALVAREZ: “Los usos públicos de la
historia actual”, en Gonzalo CAPELLAN DE MIGUEL y Julio PEREZ SERRANO (eds.), Sociedad de
masas, medios de comunicación y opinión pública, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 2008. pp.3555.
135
historia, aunque la clave de su explicación no se encuentre en un menor interés de la
ciudadanía sino más bien en la capitalización del mismo por los medios de
comunicación.
No obstante, son esas mismas sociedades en las que el desarrollo de la
comunicación mediática ha alterado la percepción que el individuo tiene de su relación
con el tiempo y el espacio, las que reclaman opiniones expertas en el conocimiento del
pasado, lo que pone sobre la mesa la cuestión del papel social del historiador. Voz
autorizada y vector de una nueva cultura contemporánea de masas, su reclamo ha sido
interpretado como el intento de anclaje en un mundo en el que los referentes temporales
se están moviendo2. Parece por ello pertinente preguntarse por la relación que
mantienen los historiadores con la sociedad de la que forman parte y por el tipo historia
que escriben cuando el interlocutor no es el propio ámbito académico. Ello invita a
reflexionar sobre los vínculos entre divulgación y especialización historiográfica y a
valorar la incidencia que la cuestión de la receptividad social tiene en el estado de salud
y afianzamiento de la historia como disciplina. Estos mismos interrogantes trasladados a
un período ya pasado son los que motivan la escritura de este texto.
Nos interesamos por la relación que mantuvieron los historiadores profesionales
de los años setenta con la sociedad que se estaba configurando en el tránsito de la
dictadura de Franco al proceso de transición hacia la democracia. Se trata de un intento
de analizar en qué medida fueron capaces de conectar los intereses que orientaban su
propia producción con las necesidades y expectativas sociales de la época, esto es,
valorar su intervención pública a través de los relatos históricos que pusieron al servicio
de la sociedad. Pero también si esa tarea de vulgarización hizo posible que el
conocimiento del pasado se convirtiera en una herramienta útil para generar
pensamiento y proponer categorías con las que hacer frente al escenario de cambio
político que caracterizó el proceso transicional. Dicho de otra manera, su contribución a
la elaboración de un nuevo discurso nacional en un período en el que lo que se dirimía
era la legitimidad del que se había hererado del franquismo.
Henry ROUSSO: La dernière catastrophe. L’histoire, le présent, le contemporain, Paris, Gallimard,
2012. p.172.
2
136
Para ello presentaremos el tipo de dispositivo que les permitió introducir su
actividad de historiar en el medio social, esto es, la tribuna desde la que crearon un
espacio destinado a divulgar conocimiento histórico. Hemos decidido centrarnos en dos
publicaciones mensuales que comparten además del objeto de estudio, el haber sido
ideadas y dirigidas por periodistas: Tiempo de Historia (1974-1982) e Historia 16
(1976-2008), dos experiencias editoriales que surgen en el panorama de la prensa
periódica de la época y cuyas trayectorias dan cuenta de las transformaciones del
universo mediático en el último cuarto del siglo XX y en los umbrales del XXI.
Considerando la importancia que en la tarea divulgativa adquiere el momento y la
modalidad en que se enuncia el relato, abordaremos los orígenes de estas dos empresas
desde una perspectiva a su vez doble: insertándolas en el cambiante mercado editorial
de los años setenta, en un contexto de afirmación del periodismo crítico con el régimen
y de emergencia de la opinión pública; y teniendo en cuenta el momento de renovación
historiográfica por el que atraviesa la disciplina y que supone la creciente influencia del
enfoque epistemológico y metodológico de la historia económica y social.
A la hora de elegir las temáticas abordadas por los historiadores en su vínculo
con las expectativas sociales de esos años, y dadas las limitaciones formales de este
trabajo, hemos evocado muy brevemente el tratamiento que ambas revistas hicieron del
exilio español de 1939. Por ser uno de los aspectos más determinantes en la
construcción de ese discurso nacional en ciernes que entronca con el trauma de la guerra
civil, comprender cómo se divulga el estado de los estudios de la diáspora republicana
nos parece decisivo. Pero además porque el tiempo del análisis coincide con el
momento natural de cierre del ciclo que supone el retorno de los exiliados y con ellos el
rescate de la memoria de la vivencia desterrada. Este presupuesto temporal que subyace
a la escritura de la historia conlleva la irrupción de la experiencia del tiempo en el
discurso histórico. Dos razones que nos llevan a proponer unas breves reflexiones a
partir de una selección de artículos publicados entre la aparición de cada una de las
revistas y diciembre de 1978, cuando la aprobación del texto constitucional define la
monarquía parlamentaria como forma de Estado, poniendo así fin a la cuestión de la
legitimidad republicana en la afirmación de un estado democrático de derecho. Además
en su artículo 20.d. la Constitución recoge « el derecho a comunicar o recibir libremente
137
información veraz por cualquier medio de difusión », un logro que abría la puerta a la
liberalización del mercado español de la comunicación al tiempo que redefinía el papel
del Estado que normalizaba sus relaciones con los medios. Tras casi cuarenta años de
ausencia de libertad de prensa ponía fin a su protagonismo en el control del sistema para
privilegiar la regulación del mismo3.
Un periodismo interesado en la historia
Las dos publicaciones que constituyen el objeto de este estudio son el resultado
de proyectos editoriales pensados y realizados en el seno de empresas periodísticas.
Empresas que apostaron por la elaboración de semanarios de contenido político y crítica
al régimen aun cuando por motivos de control informativo se vieron obligadas a
mostrarse como revistas de información especializadas en otros ámbitos. Recordemos
que el nuevo marco creado por la Ley de prensa de 1966 hacía de las suspensiones y los
secuestros el arma más temida entre la profesión por lo que la búsqueda de un equilibrio
en la relación entre fondo y forma se había convertido en un desafío permanente. Si el
uso del lenguaje significaba una exigencia en las redacciones con las consecuentes dosis
de autocensura, el formato de revista parecía ser una modalidad del ejercicio
periodístico más acorde que el diario con las necesidades del momento. En efecto, la
frecuencia semanal o mensual favorecía la práctica de un periodismo crítico con
artículos de mayor extensión y más elaborados, pero también permitía que la
publicación estuviera menos expuesta a las consecuencias económicas de las posibles
dificultades que la aplicación de la ley pudiera ocasionar.
Tiempo de Historia surge de una idea del periodista José Angel Ezcurra que fue
madurando durante su actividad como director en el semanario de información general
Triunfo. Esta publicación que había comenzado su itinerario en Valencia en febrero de
1946 como una revista dedicada a los espectáculos, al deporte y a la información taurina
–según el oficio de la Delegación Nacional de Prensa– había emprendido una segunda
Antonio LAGUNA PLATERO y Francesc-Andreu MARTINEZ GALLEGO, “De la dictadura al
mercado: la transición de los medios de comunicación en España o dónde quedó la responsabilidad
social de los medios”, Trípodos, 32 (2013), pp. 171-184, esp.p.176.
3
138
vida tras la fundación en marzo de 1962 de Prensa Periódica S.A (Prensaper)4. Se
trataba de una etapa en la que Triunfo evoluciona hacia posiciones cada vez más críticas
con respecto a la política del régimen, alcanzando su « época de las luces » entre el año
70 y el año 76. A lo largo de esta década la actividad periodística del equipo de
colaboradores pretendió responder al objetivo de afirmarse como un medio de expresión
en el que las ideas primasen sobre los condicionantes económicos. Como relata su
fundador: «Triunfo sería una tribuna desde la que, como designio ideológico, se
estimularía la libertad de crítica, el libre examen […], utilizaría preferentemente las vías
culturales para explicar la libertad»5. La práctica de estos principios hicieron del
semanario una publicación legendaria del período final de la dictadura, por su capacidad
de representar un tipo de periodismo de calidad que sin sacrificar la pluralidad de
opiniones conseguía hacer las veces de frente de oposición antifranquista.
Por su parte, la revista Historia 16 pertenece a la empresa editora Información y
Publicaciones S.A (Inpulsa), sociedad creada en mayo de 1971 por un grupo de
dieciseis socios bajo el impulso del periodista Juan Tomás de Salas. El principal
objetivo de la empresa que abarcaba tanto la labor periodística como la editorial no era
otro que desmarcarse de la práctica del periodismo de entonces albergando otra forma
más moderna y actual6. El resultado de tal propósito será el semanario de información
económica y social, Cambio 16 cuyo primer número saldrá a la calle en noviembre de
1971 para convertirse en pocos años en una de las experiencias editoriales más
valoradas de la época: exitosa en término de ventas, significativa de un tipo de práctica
periodística que rompía con la de la prensa oficial, e influyente por su contenido político
que, sobre todo a partir de 1974, resultó decisivo en la conformación de una opinión
pública favorable al proceso de modernización y de cambio. Una posición de liderazgo
que ha sido explicada por la inteligencia del semanario para ser el reflejo de una
José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño dificultoso”, en Alicia ALTED y Paul AUBERT,
Triunfo en su época, Madrid, Casa de Velázquez-Ediciones Pléyades, 1995, pp.369 y 389.
5
José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño…”, pp.506-507.
6
José María DIAZ DORRONSORO: “Los orígenes del semanario político Cambio 16 (1971-1974)”, en
Comunicación y Sociedad, 2, Vol. XXIII (2010), p.55. Por la influencia de modelos extranjeros (The
Economist y Time) y la diversidad de experiencias recabadas en el medio periodístico, resulta muy
interesante la exposición de la trayectoria de Salas donde se pueden encontrar publicaciones que pueden
ser consideradas como antecedentes de Cambio 16: el semanario España Económica, la revista SP y los
intentos periodísticos impulsados desde el Frente de Liberación Popular (FLP) del que fuera militante.
pp.50-51.
4
139
sociedad cambiante7, aunque entendemos que quizás sea más acertado considerar su
papel como agente de socialización política pues el acierto estuvo en la capacidad de
articular un discurso con el que un sector de la población pudo identificarse y que
terminó haciendo suyo.
Los estudios dedicados a la prensa de la época y de manera más general la
importante historiografía sobre la transición no ha dudado en destacar el papel
desempeñado por ambas publicaciones en favor de la democracia8. Se entiende así el
protagonismo de estos equipos de periodistas que apostando por un distanciamiento del
régimen no se limitaron a plasmar un sentir social sino que anticiparon y fueron
precursores del proceso de alejamiento con respecto al franquismo experimentado por
una parte importante de la sociedad española a lo largo de la década de los setenta. En
esa tarea pionera los semanarios Triunfo y Cambio 16 comparten aspectos esenciales
que hacen de ellos referencias de la prensa de la época. Ambos son considerados
ejemplares en el ejercicio de un periodismo de calidad surgido bajo control ministerial
y, sin embargo, reconocido por la capacidad de desarrollar estrategias discursivas, la
calidad informativa de sus artículos y el prestigio de sus firmas. Por ello son
expresiones ineludibles de una concepción del periodismo crítico que se representa a sí
mismo como terreno de batalla contra la dictadura y espacio de reivindicación de
libertades. Pero además, ambos consiguieron imponer su estilo en el panorama
mediático en el que fueron concurrentes, lo que significa que contaban con un lector que
al compartir una línea editorial definida se posicionaba ideológicamente contra el
régimen en un país sin garantías constitucionales. La tirada de cada uno de los
semanarios muestra la acogida de este tipo de desafíos periodísticos que respondían a la
7
« Ser reflejo de la calle en los años de la transición ». Tesis doctoral de Juan Andrés GARCIA
MARTIN, La Transición española a través de Cambio 16, bajo la dirección de Luis Palacio Bañuelos,
Madrid, Universidad Rey Juan Carlos, 2013, pp.1329-1331.
8
Isabelle RENAUDET, Un parlement de papier: la presse d'opposition au franquisme durant la dernière
décennie de la dictature et la transition démocratique, Madrid, Casa de Velázquez, 2003.
Rafael QUIROSA-CHEYROUZE y Rafael MUÑOZ, Prensa y democracia. Los medios de
comunicación en la Transición, Madrid, Biblioteca Nueva, 2009.
140
asfixia informativa, proponiendo órganos de expresión innovadores en la forma y en el
fondo donde poder diferenciar noticia y opinión9.
Lo que resulta interesante es que, a pesar de sus diferencias, el recorrido de estas
dos aventuras editoriales llevó a que sus fundadores se preguntaran por el lugar que en
ese mismo presente debía ocupar el pasado más reciente. En ese momento la oferta
editorial en materia de divulgación de estudios históricos era más que limitada, pues se
reducía a una publicación semanal creada en 1968 en Barcelona, Historia y Vida, filial
de Gaceta Ilustrada y vinculada al grupo de prensa catalán La Vanguardia. Dirigida
entonces por el periodista Néstor Luján, la revista no descarta el tratamiento de temas
delicados, como la Segunda República y la Guerra civil, aunque lo hace en el respeto de
las aportaciones de la historiografía franquista y del marco de las restricciones
impuestas por la Ley Fraga10.
Prensaper, la empresa dirigida por José Angel Ezcurra, fue la primera en
introducirse en esta nueva brecha en diciembre de 1974, a la que seguirá Inpulsa en
mayo de 1976. Una distancia de casi año y medio separa la aparición de las dos revistas,
lo que evidentemente tiene una clara repercusión en las condiciones de preparación,
constitución de colaboradores y enfoque, tal y como queda reflejado en las intenciones
formuladas por los dos editoriales: en la línea combativa antifranquista propia del final
de la dictadura en la primera, como medida para evitar el riesgo de adanismo en la
sociedad transicional en la segunda. En ambos casos, un conocimiento hecho necesidad
en la tarea de la construcción democrática, como veremos a continuación.
De la actualidad al pasado: declaración de intenciones
Los orígenes del proyecto TdH están directamente asociados a la trayectoria de
Triunfo y al estado de finanzas de Prensa Periódica, como lo estarán las circunstancias
de su cierre, pues las dos publicaciones dejaron de existir en el mismo momento y por
9
TdH no solicitó el control de la OJD, sí en cambio H16 a partir de 1977. En ese año la tirada fue de
80589 y la difusión de 53699 ejemplares; en 1978 la tirada disminuyó a 59037 y la difusión a 40097
ejemplares (promedios mensuales anuales).
10
Los premios Historia y Vida entregados en Madrid el 12 de marzo de 1975 con motivo del concurso de
relatos de la Guerra Civil Española contó con un jurado compuesto, entre otros, por el historiador oficial
del régimen Ricardo de la Cierva y el periodista próximo ideológicamente Luis Romero.
141
las mismas razones. José Angel Ezcurra precisa la importancia de un contexto
económico favorable a la empresa editora para explicar la gestación de la nueva idea de
revista a partir de la acumulación en la redacción de Triunfo de originales relacionados
con temas históricos. La llegada de este material respondía, según el director, a una
tendencia fomentada por la propia revista desde mediados de los sesenta que consistía
en recurrir a determinados hechos del pasado para ejercer una crítica ideológica del
presente11. Ese valor metafórico de la historia que respondía a la dinámica opositora de
la publicación tenía en el periodista Eduardo Haro Tecglen a uno de sus principales
valedores, interesado en escribir sobre el período de la República y la guerra civil en un
intento de rescatar del silencio y la deformación estos episodios de la historia de
España. El primer número de TdH salía a la calle en diciembre de 1974 bajo su
dirección.
La nueva revista de historia aparecía con un título inspirado en la emblemática
novela de Luis Martín Santos, Tiempo de silencio (1962), una portada compuesta en su
mayor parte por una fotografía de legionarios entrando en el centro de Oviedo durante la
represión de la revolución de Asturias, y con el convencimiento de responder a una
necesidad, la de ofrecer un tratamiento del pasado distinto al propuesto por la versión
oficial de la historia. En la presentación de Haro Tecglen la reflexión aludía
indudablemente a la historia del siglo XX español y al uso político que el régimen había
hecho de ella. Sin esperar la desaparición física del dictador, había llegado la hora de
divulgar los resultados de la práctica crítica del ejercicio de historiar, consistente en
cuestionar el monopolio narrativo y desmontar mitos, fundamentos sobre los que
reposaba la historia oficial12. Tras treinta y cinco años de dictadura las repercusiones de
la manipulación del pasado eran incuestionables: un régimen carente de legitimidad se
había servido de la propaganda y vaciado de rigor científico la narrativa histórica. La
había alejado del respeto del principio de verdad imponiendo un carácter maniqueo a la
explicación de los hechos y una arbitrariedad que respondía a la búsqueda de
José Angel EZCURRA: “Crónica de un empeño… ”, p. 608. Un ejemplo de la interpretación del
pasado para expresar un rechazo del presente en el tratamiento que la revista hace de España en tanto que
fracaso histórico, en la reflexión de Gabriel PLATA: La razón romántica. La cultura política del
progresismo español a través de Triunfo (1962-1975), Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, pp.124-128.
12
Eduardo HARO TECGLEN: “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre 1974, p.4.
11
142
acontecimientos gloriosos en los que asentar el relato nacional13. Frente a tales prácticas
con fines doctrinales resultaba necesario volver al arsenal propio del historiador en el
ejercicio de su actividad por lo que era necesario apropiarse de métodos, investigar
nuevas fuentes, apostar por la reflexión teórica, contrastar hipótesis, favorecer
interpretaciones críticas sin que todo ello supusiera una reivindicación de la objetividad
a ultranza. Es más, la propuesta de aproximación al pasado de TdH incorpora el
componente humano inherente a la escritura de la historia, por lo que se hace explícita
la renuncia a privilegiar un concepto único de historia en favor de un enfoque amplio
que, sin desestimar la historia positivista, abarque las corrientes emergentes en el
ámbito de las ciencias sociales.
« El propósito único de la fundación de esta revista es el de dar más voces a la Historia:
más plurales, más diversas, más nuevas. Es también el de enfocar la Historia con una
óptica lo más generosa posible, lo más amplia posible: cabe en ella desde la historia de
los reinos y las batallas a la de la economía (o los conceptos económicos), desde la de las
artes a la de las costumbres. […] No deseamos ponernos más límites que los que nos
pongan: nuestros colaboradores serán libres con respecto a nosotros, y lo más libres que
puedan con respecto a sí mismos y al tiempo en que están inscritas sus vidas y sus
obras. »14
Historiografía, filosofía de la historia y ficción histórica eran bienvenidas en las
páginas de la revista. Se trataba de una apertura acorde a la evolución de la disciplina
pues se hacía eco del peso de la historia económica, enfoque que entronca con la
reflexión epistemológica de la Escuela de Annales y cuyos métodos habían llegado a
España a través de las aportaciones de historiadores como Jaume Vicens i Vives15. Por
13
Un examen de algunas prácticas sociales y carencias epistemológicas que convirtieron la imagen de la
contemporaneidad española en una retrospectiva de los afanes antiliberales y antidemocráticos de
franquismo en Gonzalo PASAMAR e Ignacio PEIRO: Historiografía y práctica social en España,
Zaragoza, PUZ, 1987, pp.78-79.
14
Eduardo HARO TECGLEN, “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre de 1974, p.5.
15
Sobre la voluntad crítica del historiador catalán y su paso del medievalismo al contemporaneísmo en
Vicens Vives, Miquel À. MARIN GELABERT: A través de la muralla. Jaume Vicens Vives y la
modernización del discurso histórico, Barcelona, Editorial Vicens Vives, 2010. Sobre el retraso español
en el ámbito de la historiografía con respecto a otros países europeos –Francia, Alemania, Gran Bretaña,
Italia– donde el tratamiento de la historia había sido objeto de un desigual debate teórico pero que había
143
su parte, la alusión a esas nuevas voces permite una lectura en clave política, pues se
entiende una voluntad de recuperar a través de ellas esa historia silenciada por el
régimen, pero también en clave metodológica pues corresponden a las de los nuevos
sujetos históricos –obreros, campesinos, mujeres, movimientos sociales– que emergen
como objetos de estudio conforme se introducen en España las premisas de una historia
social16. Tras esas intenciones de apertura debemos entender asimismo el deseo de
garantizar tanto la libertad de expresión de los colaboradores como la independencia
política de la revista, precisamente en un período en el que los partidos buscaban
posicionarse más allá del término antifranquismo, denominador común que perdía
fuerza tras su primigenio carácter federador, ante la necesidad de definirse y de formular
proyectos políticos de salida de la dictadura. La pluralidad en nombre de la libertad se
convertía así en una exigencia para evitar toda forma de dogmatismo, la gran amenaza
que había minado desde su interior a la historiografía militante: « Tratamos de llegar a
una conjunción de opiniones, investigaciones, análisis o síntesis de la mayor diversidad
y pluralidad, y que su único punto de contacto sea el de la libertad »17. Reconocemos el
mismo principio editorial que había otorgado una identidad a la revista Triunfo, esto es,
unalista de colaboradores que participan de una cultura progresista y crítica hacia la
dictadura, pero caracterizada por la heterogeneidad en lo relativo a la pertenencia
generacional, la formación, el recorrido profesional y, en consecuencia, a la diversidad
de enfoques y objetos de estudio.
permitido asentar las bases de una historia económica y social, Julián CASANOVA: La Historia social y
los historiadores, ¿Cenicienta o princesa ?, Barcelona. Crítica, 1991, pp.159-166. Un análisis de la
renovación de la historiografía contemporánea debido a la influencia de los grandes paradigmas que han
recorrido los siglos XIX y XX así como su agotamiento y la crisis experimentada a partir de finales de la
década de los 90 en Julio AROSTEGUI: La investigación histórica: teoría y método, Barcelona, Crítica,
1995, pp. 96-128 y pp.128-148, respectivamente. José Alvarez Junco y Santos Juliá consideran que la
capacidad de renovación de la historia económica está relacionada con el número de investigadores en
este ámbito que pasaron largas estancias fuera de España en contacto con otras corrientes: José
ALVAREZ JUNCO y Santos JULIA: “Tendencias actuales y perspectivas de investigación en historia
contemporánea”, Madrid, Tendencias en Historia, Madrid, Encuentros en la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo, 1988, p.57.
16
Sobre algunos fenómenos que han acompañado la constitución de la historia social (simbiótica relación
con el marxismo académico en las etapas fundacionales de la disciplina, diferente camino seguido por la
historia económica respecto de la historia social, avance minado por el recelo de los historiadores
políticos hacia sus objetivos y métodos) en Jesús IZQUIERDO MARTIN y Pablo SANCHEZ LEON
(comps.), “Introducción. Conocimiento, poder e identidad en los historiadores sociales españoles”, en
Clásicos de historia social de España. Una selección crítica, Valencia, Fundación Instituto Historia
Social, 2000, pp.7-49.
17
Eduardo HARO TECGLEN, “Presentación”, TdH, 1, diciembre de 1974, p.5.
144
A los pocos meses de su aparición, TdH da cuenta en sus páginas de la salida al
mercado de la revista Historia internacional en abril de 1975, dirigida por José Antonio
Martínez Soler, exredactor de Cambio 16, y que compartía en la voluntad de « hacer un
esfuerzo divulgativo para facilitar al mayor número posible de lectores datos del pasado
para una mejor comprensión de la España y del mundo de hoy » apoyándose para ello
en tres puntos esenciales « la viveza y actualidad de los temas el rigor científico y la
claridad expresiva »18. Un año después, en mayo de 1976, se hacía eco de la aparición
de una nueva revista, Historia 16 cuya primera portada era reproducida. La alusión a la
competencia entre ambas resulta inevitable: « En formato casi idéntico a Tiempo de
Historia y similar número de páginas, Historia 16 es la cuarta de las revistas
especializadas en el tema que hoy está en el mercado… »19.
La nueva revista también apuesta por la historia contemporánea del siglo XX
para inaugurar su colección, pues lo hacía con una portada que anuncia como temática
principal « Berlín: salvad a José Antonio » en la que aparece una fotografía del
fundador de la Falange en primer plano, ante un paisaje marítimo de fondo y una
bandera con la esvástica nazi ondeando en el cielo. La alusión al exilio aparece a través
de un destacado rótulo que indica « Rodolfo Llopis: memorias políticas », así como por
la aparición de la firma de Manuel Tuñón de Lara, único autor que aparece en portada
para anunciar un artículo dedicado a « La sublevación de Jaca ». Historia y memoria se
daban cita en un mismo proyecto cultural tal y como confirmaba el explícito editorial
titulado « La historia perdida », una declaración de intenciones que hacía estado de los
efectos producidos por el tratamiento al que había sido sometida la disciplina durante la
dictadura. En tanto que proyecto periodístico, no es de extrañar que la reflexión que
pauta esos primeros pasos tenga como punto de partida la actualidad y la necesidad de
comprender el presente. En la presentación del primer número de la colección podemos
leer:
« Cuando tanto monumento de la antigüedad hispana y tanta ciudad bellísima de siglos
han sido sustituidos por cajones verticales baratísimos, sin cultura, sin gusto y sin
18
19
TdH n°6, mayo de 1975, p.129.
TdH n°19, junio de 1976, p. 127.
145
pretexto, se diría que la historia española se ha esfumado, que somos un pueblo
tercermundista nacido ayer. Recorriendo el país o siguiendo día a día la actualidad, uno
llega a pensar que España, o esta cosa donde vivimos, nació ayer y no sabemos muy bien
si durará hasta mañana. […] Confiamos en que nuestros lectores encuentren en estas
páginas una amena y significativa resurrección de su propia historia. »20
En la expresión de una concepción lineal del tiempo, queda recogido el temor a
que el protagonismo de la actualidad del proceso transicional terminara condenando de
nuevo al silencio el legado de la historia, confirmando así la ruptura con un parte del
pasado mantenida por el franquismo. Para ello el conocimiento de ese pasado se hacía
urgente: la tradición liberal y las corrientes de pensamiento que acompañaron los
movimientos sociales del primer tercio de nuestro siglo XX debían dejar de ser tanto un
lastre como el objeto de un cierto desinterés que podía terminar invitando al olvido. No
había lugar para el fatalismo en el transcurso de los hechos, ni un factor casual al que
achacar los episodios más trágicos de la historia, sino que los procesos tenían sus
argumentos explicativos. Una comparación con la imagen del país a través de sus
cambios urbanísticos que le otorgaban una apariencia « ladrillesca y burda » hacía de
recurso para alertar que en el proceso de transición a la democracia la historia reciente
corría el riesgo de formar parte de lo que debía quedar al margen del discurso político.
No se trataba, no obstante, de una novedad, pues este temor había sido tempranero y
expresado por una revista de relevante capacidad crítica como Cuadernos para el
Diálogo que, apenas a un año de la desaparición del dictador, había publicado un
artículo con el clarividente título « Franco, operación olvido »21. En el propósito de
divulgación quedaba incorporado el cometido de elaborar un nuevo discurso nacional
para el que resultaba indispensable acceder a un legado que era valorado como
necesario para la construcción del presente.
Editorial “Historia perdida”, H16 n°1, mayo 1976, p.7.
Coinciendo con los actos de homenaje en la Plaza de Oriente y en el Valle de los Caídos en el primer
aniversario de la muerte de Franco. José Luis PEREZ CEBRIAN: “Franco, operación olvido”,
Cuadernos para el Diálogo, Segunda época, 168, del 20 al 26 de noviembre de 1976, pp.30-31, en Javier
MUÑOZ SORO: Cuadernos para el Diálogo (1963-1976). Una historia cultural del segundo
franquismo, Madrid, Marcial Pons Historia, 2006. p.159 y Elena PEDREIRA SOUTO: “Cuadernos para
el Diálogo: los años del semanario. El principio del fin”, Aportes, 80, Año XXVII (3/2012), p.65.
20
21
146
De los colaboradores al lector, una historia hecha de legados y memorias
Hemos aludido a la heterogeneidad como uno de los rasgos definitorios de los
colaboradores reunidos en TdH. Nacidos entre los años veinte y los años cincuenta
encarnan el diálogo que la revista desea establecer entre historia reciente y memoria a
través de una confluencia de miradas hacia el pasado: la del periodistas atraidos por el
conocimiento histórico que desean poner las herramientas de su profesión al servicio de
la divulgación de una disciplina hasta entonces asociada a un marcado elitismo y a un
distanciamiento de cualquier compromiso de cambio; y la de los universitarios que
aceptan participar en un nuevo canal de expresión y dotar a sus contribuciones
académicas de un nuevo marco de difusión. La enumeración es larga. Entre los primeros
encontramos además de Eduardo Haro Tecglen, firma que incorporaba acontecimientos
de historia internacional, Víctor Márquez Reviriego, que rememoraba personajes
históricos y proponía lecturas a través de reseñas de una gran diversidad temática,
Enrique Miret Magadalena, especialista en temas de teología y ética y representante de
una visión progresista católica, Eduardo de Guzmán, militante anarcosindicalista
conocedor de la República y la guerra civil, que rescató las voces de los movimientos
sociales, José Monleón y Juan Antonio Hormigón, críticos especializado en teatro,
Diego Galán y Fernando Lara para alimentar la sección dedicada al cine. Por su parte,
del mundo académico, los entonces jóvenes investigadores en historia económica y
social Antonio Elorza, Manuel Pérez Ledesma, José Alvarez Junco, Albert Pérez Baró o
José Luis García Delgado encuentran en las páginas de TdH una tribuna pública para
sus trabajos de investigación, mientras que historiadores ya reconocidos como el
catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma Miguel Artola, el
exiliado Manuel Tuñón de Lara desde Pau o los hispanistas Pierre Vilar, Marcel
Bataillon ou Edward Malefakis dan su acuerdo a la publicación de capítulos o
fragmentos de sus obras. Se trataba de una invitación intergeneracional para relatar el
pasado que se apoya en la complementariedad entre las dos profesiones y en el
necesario conocimiento de marcos interpretativos generados fuera de las fronteras.
Por su parte, Historia 16 en su empeño de recuperar memoria e historia se
apoyaba sobre profesionales, « historiadores nacionales y extranjeros de una valía
147
indudable [que] han dado un espaldarazo a esta aventura para acompañarnos en la
búsqueda de la personalidad perdida»22. Esa doble procedencia era, más que
sintomática, paradigmática de la recepción de la historiografía internacional y del papel
determinante que los hispanistas estaban desempeñando en favor del conocimiento del
pasado reciente del país. En lo que respecta al ámbito académico español, ese respaldo
tan imprescindible venía de la emergente historia social y económica a través de unos
historiadores que representaban una disciplina en proceso de renovación tanto
institucional como historiográfica: creación de nuevas plazas de historiador en las
secciones de Ciencias Políticas o Económicas, por un lado, y apertura hacia las ciencias
sociales e influencia de la teoría marxista entre los más jóvenes, por otro23. Reflejo del
período de transición que caracterizó la universidad de los años setenta, sobre todo en el
ámbito de la historia contemporánea, el consejo reunía a dos generaciones de
historiadores cuyos trabajos en sus diferentes disciplinas representaban una refundación
de la historiografía. En el grupo de los veteranos nacidos en el primer tercio del siglo,
encontramos aquellos que habiendo ejercido su disciplina bajo la dictadura se habían
ido distanciando en el curso de los cincuenta de los ya irreconciliables principios
nacionalcatolicistas y falangistas para adoptar posiciones liberales. Es el caso del ya
citado Miguel Artola o de José Antonio Maravall, catedrático de Historia de
Pensamiento Político Español y presidente de la Asociación de Historiadores
Españoles24. Ambos fueron pioneros en la incorporación de procedimientos
epistemológicos y metodológicos de la historia económica y social francesa de la
segunda generación de Annales y han sido caracterizados como re-identificadores en la
medida en que « generaron las condiciones para la configuración de un público nuevo y,
con el tiempo, de la comunidad de historiadores sociales. Su rasgo común era
esencialmente la demanda de espacios de expresión y tolerancia civil consolidados en la
Europa circundante »25. En el mismo grupo de veteranos incluimos al antropólogo Julio
22
Editorial « La Historia perdida », H16 n°1, mayo 1976, p.7.
Ignacio PEIRO MARTIN: Historiadores en España. Historia de la Historia y memoria de la profesión,
Zaragoza, PUZ, 2013, pp.78-79.
24
Su trayectoria en la voz del Diccionario Akal de historiadores contemporáneos (1840-1980) de Ignacio
PEIRÓ MARTÍN y Gonzalo PASAMAR ALZURIA, Madrid, Akal, 2002, pp.87-89 y 384-386
respectivamente.
25
Jesús IZQUIERDO MARTIN y Pablo SANCHEZ LEON: “Introducción…”, p.36-37.
23
148
Caro Baroja, « lobo solitario » a quien debemos la desacralización del mito del carácter
nacional español en un momento en el que el poder seguía reclamando la operatividad
del mismo26. Y por último, a historiadores cuyas trayectorias profesionales se inscribían
en procesos de disidencia que les habían llevado al compromiso político desde posturas
de oposición al régimen, como Manuel Tuñón de Lara que, tras haber realizado estudios
de Derecho en Madrid se había exiliado en París en 1946 donde terminó sus estudios de
historia en la Ecole Pratique des Hautes Etudes iniciando un camino que le llevó a
obtener una cátedra en la universidad de Pau en 196427. Incluimos en la generación más
joven a los nacidos en la década de los treinta, como Gonzalo Anes, catedrático de
Historia Económica en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
Complutense, Miguel Martínez Cuadrado, profesor de Derecho Político en la
Complutense, Luis González Seara, catedrático de Sociología, y ejerciendo fuera de
España, Nicolás Sánchez Albornoz, catedrático de Historia en la Universidad de
Rosario (Argentina). A todos ellos hay que sumar los extranjeros, Raymond Carr,
catedrático de Historia Contemporánea en el Saint Antony’s College de Oxford, Guy
Hermet, profesor de la Sorbonne y miembro del Centre d’Etude de Relations
Internationales, Gabriel Jackson, profesor de Historia de la Universidad de La Jolla de
San Diego (California), Edward Malefakis, profesor de Historia en la Universidad de
Columbia (NY), Hugh Thomas, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad
de Reading, y Pierre Vilar, catedrático de Historia en la Sorbonne y director de la Ecole
des Hautes Etudes de París. En definitiva, historiadores o hispanistas cuyas
contribuciones estaban siendo inestimables para el estudio de nuestro siglo XX28.
26
Calificativo leído en Ignacio Peiró quien lo toma prestado de Carmelo Romero Salvador. Su trayectoria
en la voz del Diccionario Akal de historiadores contemporáneos (1840-1980), pp.165-167.
27
Voz del Diccionario…, pp. 637-639. Paul AUBERT y Jean-Michel DESVOIS: Bulletin d’Histoire
Contemporaine de l’Espagne. « Dedicado a Manuel Tuñón de Lara », 26 (diciembre de 1997), CNRS.
Université de Provence, pp. 27-373. Patricia CIREZ MIQUELEIZ, “Un camino sin tregua: aproximación
a las aportaciones de los exiliados e hispanistas al desarrollo de la historiografía española de los años 60”
en Miguel Angel RUIZ CARNICER y Carmen FRIAS CORREDOR (coords.), Nuevas tendencias
historiográficas e historia local en España. Actas del II Congreso de Historia Local de Aragón (Huesca,
7 al 9 de julio de 1999), Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2001, pp. 417-433. La revista
ofrece un índice de autores primero en los números 7 (nov. 1976), 13 (mayo 1977) y 20 (diciembre de
1977) y a partir del n°24 de abril de 1978 anuncia su aparición cada cuatro números en agosto y
diciembre. El índice de los extras en el último de cada año.
28
Completaban el consejo asesor de la revista el catedrático de griego de la Complutense Luis Gil, el de
Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Barcelona Juan Maluquer de Montes, el Catedrático de
Medieval de la Universidad de Salamanca José Luis Martín, Julio Valdeón también medievalista en la
149
El marco periodístico al servicio de la escritura de la historia buscaba a través de
la calidad de estas firmas constituir su propio público. En la medida en que se trata de
proyectos editoriales que requieren una rentabilidad debemos preguntarnos por el papel
atribuido al lector al que intentan fidelizar a través de un sistema de suscripciones. Si la
función social del historiador no respondía a una actitud iluminista, el lector tampoco
podía quedar reducido a una simple figura difuminada en un público pasivo o relegado
al consumo de un alejado discurso histórico. La exigencia de calidad y la invitación al
diálogo entre autores y lectores eran premisas que imperaban en ambos proyectos como
anticipan ambas redacciones.
« Estamos orgullosos de este propósito de llegar a los más posibles, fuera del círculo de
especialistas y de iniciados –los cuales, por su conveniencia, no deberían estar tampoco
ajenos a nuestra publicación– y sin considerar nunca que por ello deba circunscribirse a
lo fácil, al lenguaje gris, al tema chillón, o al simple relato de historia de puñales y
veneno. Al dedicar esta publicación al público lo hacemos sin ningún desprecio del
público, sin intención de « acercamiento »: nunca se ha creído en la editorial que emite
esta revista en la pretendida inferioridad del público, sino en todas las posibilidades de
entendimiento y captación que el público tiene, y la realidad confirma esa idea de
partida. »29
De hecho, el aprecio de TdH a ese público queda reflejado en « Los lectores
escriben », espacio en el que estos reaccionan a los artículos publicados e intercambian,
cuestionan y discuten ideas con los colaboradores30. Por su parte, es revelador indicar
que en el primer número de H16 tras la página dedicada al sumario, un mensaje titulado
« Cartas » antecede la lista del consejo asesor. En él se destaca la importancia que la
redacción concede al lector al que invita a desempeñar una función activa en la
elaboración de la revista. Más allá del contenido propio de lo que suele ser una sección
Universidad de Valladolid y Marcelo Vigil, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de
Salamanca.
29
Eduardo HARO TECGLEN: “Presentación”, TdH, 1, 1 de diciembre de 1974, p.5. En ese momento la
editorial contaba además del ya legendario semanario Triunfo la revista satírica Hermano Lobo, dirigida
por el dibujante Chumy Chúmez.
30
Ejemplos de correo de lector e intercambio con los colaboradores en la rúbrica “Debate”, con ”Carta
abierta a Edward Malifakis” en TdH, 10, 1 de septiembre de 1975, pp. 125-129 o TdH, 12, 1 de
noviembre de 1975.
150
periodística habitual que permite una comunicación a distancia, la revista expresa el
deseo de « convertir sus CARTAS en documentación histórica » otorgándole el estatus
de fuente pues tras ellas reconoce la autoría del investigador anónimo, «a auténticos
especialistas en cuestiones que pueden pasar desapercibidas para el gran público, en
asuntos de carácter local, en pequeñas cosas quizá, pero no por ello resultan menos
interesantes »31. Suelen ser tres las páginas que la revista dedica a ese apartado
nutriendo el intercambio con los exigentes lectores.
Es precisamente en la preocupación por mantener ese estrecho vínculo donde
queremos a modo de ejempo insertar el tratamiento que ambas revistas hacen de la
diáspora republicana que siguió a la guerra civil pues abordan el tema desde la
pertinencia y la necesidad, como un imperativo del paso del tiempo ante el
desconocimiento de la inmensa mayoría de españoles de las dimensiones de tal éxodo.
« Y es que a medida que el franquismo era superado por sus propias contradicciones
internas y el pueblo español irrumpía como protagonista, como una fuerza dinámica a
tener en cuenta, la necesidad de recuperar y reconstruir el pasado histórico ha sido cosa
obligada. Que en esta hora se encuentren y den la mano la España echada de casa y la
aherrojada en tierra propia, no es de maravillar »32. Que estas palabras del profesor de
literatura Francisco Caudet valgan de ejemplo para reflejar la reflexión sobre el espíritu
de reconciliación que caracterizó a este período.
En la tarea de apropiarse de un pasado silenciado, las colaboraciones responden a
dos enfoques complementarios. Por un lado, la recuperación de la memoria plural de la
« España peregrina », lo que permite al lector el acceso a fuentes inéditas y abre la vía
del testimonio a través de voces e imágenes –fotografías en su mayor parte– que vienen
a dar forma a lo que había sido un pasado traumático. Hombres y mujeres cuyas ideas o
actos les convertían en protagonistas de la historia, militantes y responsables políticos
Manuel Azaña, Eduardo Pons Prades, Fernando Claudín, Victoria Kent, Dolores
Ibárruri, Federica Montseny o Julian Gorki en las páginas de TdH, José Bergamín,
Rodolfo Llopis, Diego Abad de Santillán en las de H16, cuyos relatos venían a echar luz
31
32
“Cartas”, H16, 1, mayo de 1976, p.4
Francisco CAUDET, “Crónica del exilio español”, TdH, 3, 1 de mayo de 1977, p.116.
151
sobre las sombras del pasado más reciente33. Por otro, el interés de valorar un legado del
exilio que incorporase la dimensión cultural y el balance político como un referente en
el proceso de reconstrucción democrática. En este sentido podemos destacar la
contribución del escritor exiliado en México Juan Marichal, que recuperaba la condición
de la Numancia errante formulada por Luis Araquistain pero para afirmar que el exilio
español podía « enorgullecerse de haber sabido legar a su patria una continuidad
ideológica, una consistencia espiritual y hasta una simple ética, que son inseparables
para las tareas reconstructoras de la España democrática que viene»34.
Considerando este doble enfoque, 1977 se convierte en un año bisagra en la
medida en que la actualidad pautada por la celebración de las primeras elecciones
generales y los simbólicos retornos que personificaron la experiencia vital del
desterrado, activó la reflexión sobre la cuestión de la legitimidad democrática, invitando
a volver sobre el período de la segunda República y de sus instituciones en el exilio.
Desde la necesidad de dar respuesta a los desafíos del acontecer presente, las dos
revistas contribuyeron a crear un marco interpretativo del fenómeno del exilio
republicano que pasaba por inscribirlo en la trayectoria de emigraciones de la historia
contemporánea, señalar sus especificidades y hechos diferenciales, recodar sus
vinculación entre cultura y política, proponer un estado de la cuestión de los estudios
sobre el mismo y proponer líneas de investigación para su tratamiento histórico35. Al
calificarlo de democrático, autores como José Luis Abellán, Manuel Andújar, Tuñón de
Lara, Eduardo Pons Prades, estaban poniendo los cimientos para la elaboración de un
discurso nacional que pusiera fin a la identificación entre republicanismo y radicalidad
que de manera tan obtusa había impregnado la conciencia colectiva de los españoles.
Un estudio más detallado de la publicación en Aránzazu SARRIA BUIL: “Tiempo de Historia, entre la
mémoire et l’histoire” en Nicole FOURTANE et Michèle GUIRAUD: Mémoire et culture dans le monde
luso-hispanophone, Vol. I, Nancy, Presses Universitaires de Nancy, 2008. pp.101-117.
34
Juan MARICHAL, “36 años de exilio. Las fases políticas del destierro español (1939-1975) ”, H16,
año I, 5, septiembre de 1976, p.41. El legado de Azaña.
35
Destacar el coloquio sobre el exilio organizado por H16 que reunió a los siguientes periodistas e
historiadores: José Luis Abellán, Manuel Andújar, Laura Olmo, Eduardo Pons Prades y Manuel Tuñón
de Lara. “El exilio. La España desgajada (1939-1975), H16, 19, noviembre de 1977.
33
152
Conclusiones
En el verano de 1982 las condiciones económicas hacían decantar las trayectorias
de las dos revistas. Mientras TdH anunciaba su cierre y se despedía del lector, H16
publicaba un artículo titulado « Historia y divulgación », reflejo de la conciencia del
equipo de redacción de la responsabilidad social que implicaba la tarea emprendida.
Firmado por Asunción Domenech, coordinadora de la revista, recogía las conclusiones
de las « Jornadas sobre la divulgación de la Historia » celebradas en la sede de la casa
de Velázquez de la Ciudad Universitaria de Madrid, que habían reunido de nuevo a
profesionales de la historia y del periodismo españoles y franceses. En el transcurso de
las mismas Tuñón de Lara destacaba el papel fundamental del historiador « en la
formación de la conciencia cívica en las sociedades democráticas y su obligación de
ofrecer respuestas a los ciudadanos que se interrogan por su pasado, por las
circunstancias que han hecho posible los cambios sociales y políticos, es necesario
aprender de dónde venimos para saber quiénes somos y entrever adónde vamos. »36
El papel de los medios durante la Transición como agentes de socialización
queda así puesto de manifiesto en la labor realizada por revistas como Tiempo de
Historia e Historia 16, que ocuparon un espacio relevante en el espacio público
configurado a finales de los setenta. Reunir a una serie de plumas que apostaran por la
divulgación del conocimiento histórico era entender el pasado reciente como
preocupación y herramienta de análisis del presente de sus conciudadanos. Una
colaboración entre periodistas e historiadores que daba forma a un uso público de la
historia más traumática del siglo XX español al dar cuenta del legado y memoria del
exilio del 39, y otorgarle un valor innegable como referente del proceso de construcción
democrática en ciernes.
Por el recorrido personal de los colaboradores y la valía de los contenidos, las
páginas de ambas revistas son el testimonio del encuentro con la experiencia política, la
producción cultural y la experiencia vital del exilio, punto de llegada del proceso
desmitificador de las dos Españas. De ahí la necesidad de destacar la intervención
pública de historiadores cuyas trayectorias son reflejo de un tiempo y expresión de una
36
Asunción DOMENECH: “Historia y divulgación”, H16, Año VII, 76, agosto 1982, pp.7-10.
153
confluencia de ideas, de transferencias culturales y corrientes de pensamiento que
contribuyeron a la consolidación académica de la historia contemporánea. Sus
aportaciones nos remiten a un tiempo crítico, de cuestionamiento del discurso histórico
que llevó al historiador a franquear las puertas de la academia para ocupar un espacio en
el medio periodístico a través del cual llegar al gran público. En él hizo las veces de
analista distanciado pero también de observador y actor social en un contexto mediático
en proceso de transformación, lo que inaugura una nueva etapa en las relaciones entre
historia y sociedad al tiempo que contribuye a redefinir la función del saber histórico.
154
155
De la Ametlla a Toledo. Los encuentros Castilla-Cataluña, bases
de la España federal
Iván Vélez Cipriano
Universidad Camilo José Cela
Entre el 17 y el 23 de junio de 1952 se celebró el I Congreso de Poesía de
Segovia1, integrado en unos Cursos de Verano cuyo director fue Joaquín Pérez
Villanueva, a quien un año antes Joaquín Ruiz-Giménez había nombrado Director
General de Enseñanza Universitaria y a quien se debió la designación de Antonio Tovar
como rector de la Universidad de Salamanca y de Pedro Laín Entralgo de la de Madrid.
La convocatoria, en la cual se hacía referencia a Bécquer, Rubén Darío, Antonio
Machado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y Juan Maragall, la firmaron Aleixandre,
Dámaso Alonso, Dionisio Ridruejo, Eduardo Carranza, Gerardo Diego, Agustín Foxá,
Leopoldo Panero, José María Pemán, Carlos Riba, Luis Rosales y Rafael Santos
Torroella y vino precedida de la edición de un Boletín en el que figuran las adhesiones,
entre otros, de: José Luis Cano, Bousoño, José Hierro, José Antonio Muñoz Rojas,
Carlos Edmundo de Ory y Luis Felipe Vivanco. El Congreso recibió además el apoyo
del premio Nobel T. S. Elliot.
El título escogido fue: «Validez ideal y vigencia social del poeta en nuestro
tiempo» y su puesta en marcha tuvo como arranque una exposición, «Medio siglo de
publicaciones de Poesía en España», en la Sala de Manuscritos de la Biblioteca
Nacional, desde donde partió la poética comitiva, que pernoctó en el segoviano Gran
Hotel Las Sirenas.
1
Hemos tomado los datos que siguen de la publicación: I Congreso de la Poesía. Cursos para extranjeros
de Segovia, Estudios Segovianos, Tomo IV, Segovia 1952.
157
Al día siguiente, 17 de junio, el clérigo melómano Federico Sopeña Ibáñez,
ofició una misa en la iglesia de la Trinidad tras la cual los poetas rindieron honores al
monumento a los caídos en la plaza que recibía tal nombre. Después fueron recibidos en
el Palacio de la Diputación por las máximas autoridades de la ciudad, ceremonia en la
que se hizo un brindis por el Jefe del Estado.
El Congreso fue presidido por Pérez Villanueva, y contó con la presencia de
Eugenio D`Ors, quien pronunció un discurso sobre el fondo y la forma de la poesía. En
él participaron, además de los españoles, poetas británicos, belgas, suizos e
hispanoamericanos, y a los discursos se añadieron excursiones e incluso un concierto de
Joaquín Rodrigo.
Entre las conclusiones a las que se llegó, cabe destacar el acuerdo de que la
tramitación de las ponencias corriera a cargo de Mariano Manent, Eduardo Carranza y
Torroella, que se pidiera el Premio Nobel para Menéndez Pidal, y que se solicitara la
creación de casas de la poesía en diversas ciudades españolas, empeño en el que
destacaron Leopoldo de Luis, Torroella y Cano, a quienes se unieron, formando una
comisión, Ridruejo y Riba.
Asimismo, se tuvo en consideración la invitación del belga Vanderkamenn para
asistir a los Encuentros Internacionales de Poesía en Knokke.
Cabe, por último, señalar que en la clausura, Riba, que acompañó a Machado en
su salida de España para regresar en 1943, recitó los versos de la Oda a España de
Maragall:
“Escucha, España, - la voz de un hijo
que te habla en lengua - no castellana…”
El Congreso fue comentado por Camilo José Cela y por el semanario barcelonés
Revista, patrocinado por el industrial textil Alberto Puig Palau. Revista, Semanario de
información, artes y letras, fue un proyecto de Ridruejo que había cristalizado ese
mismo año gracias al mecenazgo de Puig y al apoyo de Pérez Villanueva y RuizGiménez. A pesar de que su vida fue corta, ello no impidió que algunos trabajos de
158
Ridruejo en ella aparecidos, fueran publicados en Cuadernos Hispanoamericanos 2. Las
páginas de Revista sirvieron también para que muchos autores catalanes, entre ellos
Castellet y los Manent, publicaran sus trabajos.
El Congreso segoviano tuvo continuidad en los encuentros poéticos que se
celebraron en la universidad madrileña durante el siguiente curso académico –
rememorado por Ridruejo en La Ametlla recordando la gran acogida tributada a Riba y
Rubió- e incluso sirvió como punto de partida para dar forma a otro proyecto: Tiempo
Nuevo, centro de reuniones propiedad de la Delegación de Cultura del Movimiento
dirigido por el falangista Gaspar Gómez de la Serna3, miembro del consejo redactor de
la Revista de Estudios Políticos y fundador de la revista Clavileño, que hay que
relacionar con los disturbios de 1956. En definitiva, bajo el distinguido manto de la
lírica, comenzaron a cohesionarse grupos contestatarios al franquismo oficial que
encontraron en la poesía un discreto e impreciso vehículo para manifestar sus críticas
con el lenguaje críptico y la metáfora como principales recursos.
Doce años después del congreso segoviano acaecerán los hechos que vamos a
analizar, si bien es en esta cita castellana donde comienzan a cobrar relevancia algunos
de los convocados en La Ametlla4. Será también en la siguiente década cuando algunos
de los literatos que desfilan por Segovia se polaricen en dos grupos pretendidamente
representativos de Castilla y Cataluña.
Dos años antes de la cita segoviana, se había fundado el Congreso por la
Libertad de la Cultura, institución que pondría los ojos en algunos de los citados. Tras
los primeros contactos, en 1959 se celebra el Congreso de Lourmarin, al que asisten
Marías, Aranguren, Cela, Laín, José Luis Cano y Castellet. Ridruejo no acudirá por
carecer de pasaporte. En el caso de Riba, pese a la relevancia que tuvo en Segovia, su
muerte el 12 de julio de 1959 impidió la probable colaboración en esta y las ulteriores
actividades que vamos a relatar. Como es sabido, tras el IV Congreso del Movimiento
Europeo, comenzará a tomar cuerpo la Comisión española del Congreso por la Libertad
2
Véase Manuel PENELLA, Dionisio Ridruejo. Biografía, Barcelona, Barcelona 2013, pp. 338-339.
Ibid., p. 346.
4
En 1964, editado por Fontanella, aparecerá el libro de Sergio VILAR, Manifiesto sobre arte y libertad.
Encuesta entre los intelectuales y artistas españoles (Las Américas Publishing Co., New York 1962; y
Barcelona, Editorial Fontanella, 1964), elaborado entre el 1 de abril de 1961 y el mismo día del año
siguiente. En el libro aparecen muchos de los que comparecerán en La Ametlla.
3
159
de la Cultura, organización que financia la reunión de La Ametlla, cuyos preparativos
fueron, más o menos los que siguen:
En febrero de 1964, el secretario de la Comisión, Pablo Martí Zaro, escribe a
Marià Manent, para comenzar a organizar la reunión del Coloquio Cataluña-Castilla. El
intercambio epistolar acabará situando como organizadores a Manent por la parte
catalana y a Pedro Lain por la castellana. En este último caso, los primeros en ser
propuestos para participar –carta de Martí Zaro a Manent del 4 de abril de 1964 tras su
reunión con Lain- son: Ruiz Giménez, Sampedro, Artola, Lain, Aranguren y Ridruejo5.
Mientras se perfila la selección de personalidades, los primeros catalanes en ser
seleccionados son: Jordi Rubió, Antonio María Badia y Margarit, Rafael Tasis y Jordi
Carbonell, y se sopesa la posibilidad de celebrar la reunión en un hotel de Sitges.
El 31 de julio, Joaquín Ruiz Giménez escribe a Martí Zaro6 y le aconseja lo
siguiente, acaso con la intención de que la línea democristiana que él representaba –
durante el XVII Congreso de Pax Romana celebrado en septiembre de 1939 en
Washington fue nombrado Presidente Internacional- no se viera excluida de la
organización:
“Convendría que el Coloquio no apareciese directamente vinculado al Congreso por la
Libertad de la Cultura, sino que se movieran en una órbita mucho más amplia y que
cooperaran a ello otras tendencias y sectores de Cataluña y Castilla”.
Sugiere también la inclusión de nombres como: Menéndez Pidal, Rafael Lapesa,
José María Valverde, Luis Rosales, Maravall, Díez del Corral y Truyol. Por la parte
catalana, recomienda invitar al financiero católico Félix Millet Maristany y al filólogo y
ex miembro del Tercio de Montserrat, Martín de Riquer. También propone que el
coloquio se celebre en un ámbito más piadoso: el Monasterio de Poblet.
Pese a todo, un mes más tarde –carta de Ruiz-Giménez a Martí Zaro fechada en
Madrid el 31 de agosto de 1964-, el ex Ministro de Educación, ahora volcado en su
revista Cuadernos para el Diálogo, le comunica que debe partir hacia Alemania
5
Jordi AMAT, Els coloquios Cataluña-Castilla, 1964- 1971: debat sobre el model de l´Espanya
democrática, Barcelona, Publicacions de l´Abadia de Montserrat, 2010, p. 28.
6
Ibid., p. 30.
160
«invitado por los católicos de aquella Nación para hablar a nuestros obreros españoles
en Stuttgart», viaje del que regresará para preparar los exámenes de la Universidad.
Ruiz-Giménez confirmará su definitiva ausencia del Coloquio en una carta escrita el 28
de noviembre, a su vuelta de una estancia de tres semanas en Roma, si bien manifiesta
su: «plena adhesión al noble propósito de intensificar la comprensión recíproca y el
diálogo entre hombres de Cataluña y de Castilla, y contribuir a la defensa y al cultivo de
los comunes valores espirituales». Añadiendo lo siguiente: «A mi modesto juicio ese
esfuerzo ha de hacerse sin enfeudarlo en ninguna actitud política de grupo o de partido,
puesto que está por encima de las contingencias políticas».
En septiembre, Martí Zaro viajará a Barcelona para ir concretando aspectos
organizativos. Por Castilla se elige a: Chueca Goitia, Tierno, Lain, Aranguren, Ruiz
Giménez, Artola y Maravall, con Brú, Valdeavellano y Buero Vallejo como suplentes.
Por Cataluña: Castellet, Gomis, Manent, Carbonell, Millet, Valverde, Benet, Badia,
Tasis y Raventós. Hecha la selección, y al no poder utilizarse, por razones de agenda, la
masía que Alberto Puig tenía próxima a Palamós7, se elige la mansión que Félix Millet
y Maristany, estrechamente relacionado con Ruiz Giménez y Lain, posee en La Ametlla
del Vallés. A mediados de la década de los 60, la terna de franquistas transitaba ya por
caminos que no pasaron inadvertidos para los observadores de la situación política
española.
Conviene en este punto, detenerse en Millet, pues, como veremos, su papel no se
limitó al de un generoso anfitrión. Muy al contrario, el fundador de Benéfica Minerva y
Banca Catalana, un par de meses antes de la reunión, publicó en el diario ABC -día 24
de octubre de 1964- un artículo titulado «Lengua y cultura catalana», en el cual afirma,
con evidente abuso cuantificador, pues pareciera que tal conjunto ignorara el
conocimiento del idioma español, que hay 6 millones de españoles que hablan el catalán
antes de aludir a las manifestaciones que Manuel Fraga, Ministro de Información y
Turismo, había hecho en su pregón de la Feria del Libro de Barcelona de ese mismo
año, en el cual señaló la necesidad de promover la literatura en lengua catalana negando
al uso de las lenguas regionales operatividad política: «La unidad de la patria no puede
verse amenazada por el cultivo del idioma vernáculo».
7
Carta de Pablo Martí Zaro a Roselyne Chenu fechada en Madrid el 30 de septiembre de 1964.
161
Millet interpretará, en la línea del miembro de la Lliga y posterior benefactor del
Opus Dei, Fernando Valls y Taberner, a la que se acoge, el catalanismo como un efecto
del olvido oficial de la lengua y cultura catalanas. El empresario presentará al catalán
como una lengua española y aludirá a Menéndez Pelayo y al propio José Antonio Primo
de Rivera para dar lustre castellano a su afirmación.
En ese artículo se citan otros dos situados en una línea reivindicativa similar.
Meses antes que Millet, en ABC apareció un artículo de Vicente Gállego Burgos,
fundador en 1940 de la revista Mundo, que en 1967 pasó a manos del miembro del
Opus Dei Sebastián Auger posteriormente envuelto en un gran escándalo tras el cual
huiría de España acusa de estafa, a quien el diario madrileño cede el 12 de marzo su
célebre tercera para dar cabida a su artículo de elocuente título, «Cataluña y la Real
Academia Española», en el cual se pide una mayor presencia de catalanes en tal
institución, medida que debería acompañarse de la entrada en la misma de «lenguas
distintas». También anterior al de Millet es el artículo de Rafael Calvo Serer: «El
Catalanismo Nacional», fechado el 18 de junio de 1964, que supone un homenaje del
también miembro del Opus Calvo Serer a Valls, del cual destaca una visión de la
Historia de España «tan llena de hechos diferenciales», expresión que volverá a emplear
al describir una reunión neoyorkina entre catalanes, vascos y valencianos que se sentían
«diferencialmente
españoles».
A
juicio
de
Calvo
Serer,
el
problema
regionalista/nacionalista, se superará por elevación, disolviéndolo en las grandes
estructuras económicas y culturales.
Tanto Auger como Calvo Serer tendrán un relevante papel en el establecimiento
de puentes con el PCE, en concreto con Santiago Carrillo. La fotografía de la Junta
Democrática de España ilustrará en 1974 esta relación que se fue fortaleciendo con el
tiempo antes de hacerse pública en París.
Si el ABC dio cobijo a tales articulistas, La Vanguardia se hizo eco de los
mismos. El 27 de marzo de 1964 ve la luz un editorial titulado «Cataluña y la
Academia», en la que se elogiaba la incitativa del Ministro Lora Tamayo, de eliminar la
exigencia de residir en Madrid para ingresar en la Academia. Días más tarde, con la
firma de M. aparece la columna titulada «Lengua española y lenguas españolas» en la
cual se afirma el sinsentido de que las lenguas regionales, españolas evidentemente, se
162
incorporen a una academia consagrada al español. El autor subraya el común error en el
que cae Gállego, un error, y esto lo decimos nosotros, persistente que es empleado hasta
nuestros días de forma calculada con objetivos ajenos a la filología.
Hechas esta contextualización, es momento de regresar a los preparativos del
coloquio de La Ametlla. Finalmente, los que concurren en diciembre a la mansión de La
Ametlla son: Badia, Lluc Beltrán, Benet, Castellet, Cuito, Gomis, Hurtado, Manent,
Millet, Raventós, Rubió, Tasis y Valverde, junto a los castellanos Aranguren, Caro
Baroja, Maravall, Martí Zaro y Ridruejo tras las bajas, por diversos motivos, de Laín –
que casua baja por tener que asistir a un tribunal universitario en Salamanca el 5 de
diciembre-, Marías, Chueca, Ruiz-Giménez o Artola. Gil-Robles, Saénz de Bujanda,
Valdeavellano, Garagorri y Vivanco fueron nombres que Martí Zaro consideró, para
desestimarlos después. Algunos de ellos se alojaron en la propia masía, mientras otros
lo hicieron en el hotel del Balneario Blancafort. El presupuesto del que se dispuso
ascendió a 39.815 pesetas, y sirvió para cubrir los habituales gastos, las cintas
magnetofónicas en que se grabó, las flores para la señora de Millet o el ejemplar de
Llengua i cultura als Països Catalans (Publicacions de l'Abadia de Montserrat) recién
publicado por Badia, que recibieron los participantes.
El Coloquio arrancó con una larga intervención de Badia mientras que la
segunda jornada la abrió Ridruejo, con un tono más político8. A grandes rasgos se puede
decir que los más exaltados de la reunión son los catalanes más jóvenes: Benet,
Carbonell y Castellet, mientras que por la parte castellana es notoria la asunción de la
mayoría de los postulados catalanistas que, partiendo desde el terreno de la lingüística,
se adentran en lo político empleando subterfugios como el del estado plurinacional o
planteando directamente la secesión, con el modelo federal y europeísta del CLC como
trasfondo.
El discurso de Badia, del que contamos con los apuntes manuscritos que tomó
Martí Zaro, arrancó con el repaso a los hitos más importantes en relación con la lengua
catalana, sus acciones reivindicativas e instituciones destinadas a su conservación y
fomento, comenzando con los juegos florares de 1888, que contaron con la destacada y
políticamente ingenua participación de Menéndez Pelayo. Después aludió al I Congreso
8
Las intervenciones pueden consultarse en http://filosofia.org/mon/cul/clc_a64.htm
163
Internacional Llengua Catalana de 1906, en el que participó Menéndez Pidal, la
fundación por Prat de la Riba del Institut de Estudis Catalans en 1907 e incluso el II
Congreso Universitario Catalán de 19189.
A continuación, Badia estableció una maniquea distinción entre dos culturas en
difícil convivencia por «la represión idiomática» y «la represión espiritual», no sin
señalar un camino: «el normal para aportar algo cultura es que los catalanes se expresen
según lengua y espíritu catalán». En lo concerniente al tratamiento de lo que él llama
«inmigración», también tiene recetas: la asimilación de la segunda generación, más
dificultosa en las ciudades que en campo por el menor uso urbano del idioma regional.
En relación con la escuela, por desarrollarse en la «lengua oficial», los efectos
para Badia son nada menos que la «perturbación normal del desarrollo psicológico
niño», peligro ante al que propone una dosificación por edades, comenzando por
emplear la lengua materna en parvulario, medida que allanaría las, para él, indudables
ventajas del bilingüismo, que darán como resultado «hombres psicológicamente
normales».
Si esta es la presentación de la parte catalana, tan presente, por otra parte, con
tres representantes en el arranque de la Comisión española del Congreso por la Libertad
de la Cultura, los catalanes pondrán sobre la mesa la posibilidad de un manifiesto
favorable a su causa que podría contar con el apoyo del periódico ABC. El manifiesto,
al cabo confeccionado por católicos –Millet había presidido la organización Jóvenes
Cristianos de Cataluña- pretendía, a su vez, acogerse a la encíclica de Juan XXIII Pacem
in terris, en la que se prestaba especial atención a las minorías étnicas y a sus aspectos
culturales, -«que los gobernantes se consagren a promover con eficacia los valores
humanos de dichas minorías, especialmente en lo tocante a su lengua, cultura,
tradiciones, recursos e iniciativas económicas»- asunto este que los catalanistas
católicos, desde el abad Escarré a las organizaciones seglares, instrumentalizarán. El
texto sirvió para que la Conferencia Episcopal, estableciera que en España las culturas y
lenguas fueran al menos cuatro, con sus respectivas lenguas: castellano, catalán,
gallego, vascuence. En el caso que nos ocupa, entiéndase el empleo exclusivo del
9
Como complemento a estos acontecimientos e instituciones, sugerimos la lectura de la entrada: El
Presupuesto Extraordinario de Cultura y la Institución de Cultura Popular (1908) del Ayuntamiento de
Barcelona, incluida en el Proyecto de Filosofía en Español: http://filosofia.org/mon/cul/pecbarna.htm
164
catalán en la liturgia, éste fue ascendente, en el sentido de que su implantación siguió un
camino que partió de las parroquias rurales a las urbanas10.
Por el bloque castellano el escurridizo Aranguren reconocerá el hecho
diferencial catalán, llegando a proponer potenciar las diferencias.
Maravall, uno de los más moderados, disolverá el «problema catalán» en el
«problema español», que no es otro que la falta de libertad, la propia del franquismo al
que se suman cargas heredadas del pasado como puedan ser las provenientes del
carlismo. Avanzado el debate, antes de criticar a Sánchez Albornoz por practicar una
suerte de «menendezpelayismo» y reivindicar el pensamiento de Pi y Margall,
propondrá:
“… evitar en lo posible toda referencia, que yo creo que hoy resulta ineficaz y hasta
perturbadora, a unos conceptos y hasta a los sentimientos derivados de ellos que,
indudablemente, en nuestro tiempo aparecen erosionados. Es decir, los conceptos no
diríamos ya de soberanía, sino el mismo concepto de nación. Yo confieso que no me
gusta nunca oír ya en estas cosas y en general en muchas otras, la palabra nacional,
porque creo que es una palabra, hoy por hoy, en nuestro momento, más bien
perturbadora en todos los órdenes”.
Julio Caro, muy apreciado por Ridruejo, extenderá el problema más allá del
territorio catalán, haciendo una cerrada defensa del vascuence, más amenazado que el
catalán aunque todavía recuperable. Llega a apuntar la posibilidad de que Portugal «en
un momento más o menos próximo, empiece a pensar en la necesidad de integrarse en
una situación peninsular por causas urgentes de su situación económica. Fíjense en lo
que esto supondría para los países más ricos de la península.»
Por la parte catalana, las manifestaciones oscilaron entre la formal suavidad de
Valverde o de Tasis, a la agria irritabilidad de un Benet capaz de afirmar que Cataluña,
sociedad distinta a la española y aún enfrentada con ésta, había sido ocupada, razón por
la cual, como mínimo habría que ir a un estado plurinacional o separar a Cataluña de él.
10
Para ampliar esta información, consúltese la entrada dedicada a Ramón Piñeiro confeccionada por
Gustavo
Bueno
Sánchez
en
el
Proyecto
de
Filosofía
en
Español:
http://www.filosofia.org/ave/001/a072.htm
165
Castellet, tan destacado dentro de la Comisión, extenderá el problema lingüístico a
vascos y gallegos y se mostrará favorable a trabajar la franja de edades inferior a los 40
años. Por su parte, Gomis se plantea la posibilidad de ser catalán sin ser catalanista.
Vayamos ahora con Ridruejo. Los fragmentos de sus intervenciones que a
continuación reproducimos tendrán la suficiente elocuencia como para que el lector
pueda calibrar en qué posiciones ideológicas se situaba uno de los letristas del Cara al
sol a mediados de los años 60. Su arranque pondrá el énfasis en la Universidad de
Barcelona, en la que, a su parecer, se da «un cierto complejo de colonización» causado
por la presencia de «profesores de habla no catalana». El soriano afirmará entender el
«problema catalán» como «un problema de la vida española». Sin embargo, a medida
que el coloquio avanza, abrazará las posiciones catalanistas con mayor claridad.
“… ninguno de los que estamos aquí tenemos derecho a ignorar que el problema
concreto de la pluralidad nacional del Estado español es un problema de enorme
gravedad en cuanto a las posibilidades de su presentación táctica en una situación
básica. Es decir, es evidente que en un problema de fuerza reactiva tremenda. Por
ejemplo y para hablar claro nos decía Millet antes lo que dos generales del ejército11
piensan sobre el asunto. Bueno, estamos en una situación de hecho y es que este país
está ocupado por el ejército español. No Cataluña, Cataluña está ocupada como
territorio enemigo, pero como territorio propio está ocupada la totalidad del país”.
Ridruejo se muestra cómodo manejando la idea de una España plurinacional que
ya tenía hondas raíces dentro de los ambientes nacionalistas fraccionarios. Su discurso,
atravesado por un indisimulado aventurerismo político, incorporará un recurso
relativamente moderno, el de los Derechos Humanos promulgados poco después del fin
de la II Guerra Mundial:
“[…] si nosotros podemos presentar un problema de derechos humanos violados y
presentarlo enérgica intensa y numerosamente con adscripción de todas las gentes que
en el país puedan asentir a algo tan razonable como eso, es evidente que lo que nosotros
11
Uno de ellos es Agustín Muñoz Grandes, quien estuvo al frente de la 250ª División de Voluntarios
españoles, o División Azul. Como es sabido Ridruejo estuvo a sus órdenes en el frente antisoviético.
166
tenemos que preparar esa estrategia con toda celeridad y con toda frialdad. Sin perjuicio
de que sepamos perfectamente a dónde va la aventura. En este sentido creo que también
habría una coincidencia. Hay que agradecerle mucho a Caro que nos haya ilustrado
sobre el vasco; porque evidentemente yo he dado aquí una muestra de ligereza
interpretativa sobre este fenómeno. Y la culpa de esa ligereza interpretativa sobre ese
fenómeno la tiene principalmente D. Miguel de Unamuno. A cada uno su
responsabilidad”.
Ridruejo explicará su evolución ideológica respecto del asunto catalán
recordando el momento en el que conoce el hecho diferencial catalán durante su
confinamiento en tales tierras y empleará una expresión «español inmediato»
entendiendo por tal a alguien incapaz de comprender el complejo problema que
envuelve a Cataluña.
A ese español que se cree español inmediato y que de pronto se encuentra con
que vio no puede serlo, con que eso de España es problemático y además de
problemático es complejo y que además una cosa que es nacionalismo parcial, la
primera impresión que eso le produce es de incomodidad porque es un obstáculo a su
esquema mental.
También aprovechará la circunstancia para dejar entrever la idea que de España,
pero sobre todo de Castilla, tiene, apoyándose, entre otros, en Menéndez Pidal y
apelando a la revuelta comunera para trazar los perfiles de una Castilla independentista:
No digo de sea exacta, pero lo cierto es que hubo una Castilla primaveral -cuya
última manifestación pasa por la Celestina y el Poema de Mio Cid- muy liberal, muy
democratizada, en sus formas internas, muy independentista. Menéndez Pidal ha
demostrado que el primer separatismo lingüista fue el castellano. La parte enemiga del
Imperio y que resistió a Carlos V, independientemente de Valencia, fué Castilla y quien
defendió la tradición austriaca fué Cataluña, a cada uno lo suyo. Bien, lo cierto es que
hay una Castilla posible, postulable, con una mitología nacional más o menos libertaria,
más o menos corporativa, más o menos municipalista y, en cierto modo, más o menos
separatista; y que esa Castilla ha sido grata a ciertos historiadores que interpretaban la
historia para desembocar en un pensamiento federalista.
167
De donde deducirá una consecuencia política a su juicio evidente que deberá
contar con un trabajo previo a cargo de unos intelectuales entre los cuales él se
encuentra:
Aquí vamos a tratar los supuestos normales para que haya donde tiene que haber
una negociación política. Evidentemente el grupo intelectual tiene que preparar el
terreno para que los políticos negocien.
El «terreno» tendría la forma de un escrito, en el que colaborarían él mismo y
Aranguren, y que sería útil del siguiente modo:
“Creo que entonces habría que comenzar por requerir la firma de las personas
objetivamente prestigiosas (Menéndez Pidal, Aleixandre, Laín). Inmediatamente
después recabaríamos unas cuantas firmas de la derecha, y llamo a la derecha en este
caso no a la derecha genuina, sino a10 Pemanes, a algunas personas del Opus incluso,
en fin, a personas que estén en zonas próximas al Régimen. E inmediatamente después
firmaríamos unas cuantas personas de lo que podríamos llamar en términos relativos la
izquierda…”
Por último, Ridruejo lanza una idea; la creación de «una especie de Instituto para
el estudio del pluralismo español», algo que dará como fruto el diseño de una
Asociación de Culturas Peninsulares –la palabra «españolas» se omite cuidadosamenteque debería tener centros en Madrid, Castilla-León (con Extremadura), País Vasco,
Asturias, Cataluña, Mallorca, Valencia, Galicia, Andalucía y eventualmente Canarias y
de las que el centro de madrileño sería el foco de convergencia de una tal federación.
El Coloquio lo cerrará Pablo Martí Zaro haciendo un balance positivo del
mismo. Martí Zaro, que emplea la expresión «nacionalidad catalana», pedirá eludir en
lo posible el tono político y, sobre todo, el término «imperialismo», pues a su juicio:
“La nacionalidad catalana y otras nacionalidades se sienten oprimidas por esta
concepción unitaria de la península. Pero esto realmente no es un imperialismo, esto es
el fenómeno que se da en todos los estados europeos…”
168
Lo cual no será obstáculo para adherirse a las tesis de Benet sobre la lucha de
pueblos e incluso incorporar el término etnia en una de sus intervenciones: «Yo salvo la
mejor opinión de los que están presentes, difiero un poco de la propuesta que ha
formulado Ridruejo en el sentido de incorporar ya a la próxima reunión representantes
de otras etnias». Paralelamente a sus afirmaciones, pondrá sobre la mesa propuestas
como la de Fernando Sáenz de Bujanda, hombre cercano a Julián Marías y Joaquín
Garrigues12, quien se comprometió a hacer un estudio monográfico sobre la política
fiscal y la administración provincial.
Junto a los proyectos antes citados, también se acordó desarrollar estudios
sociológicos del lenguaje para conocer la realidad de la situación de las lenguas en
Cataluña, a lo que se acompañará la petición de Badia de proveer de una bolsa de libros
para desarrollar tales trabajos. El propio Badia, junto a Baroja, se comprometió a
preparar una investigación de antropología social que sirviera como base de un Instituto
para el estudio de la pluralidad española.
Por último, se acordó organizar regularmente conferencias hechas por catalanes
en Madrid y otras ciudades «de lengua castellana», y poner en marcha proyectos que
pudieran favorecer la traducción al castellano de libros en catalán e igualmente en el
terreno de la crítica. También se apostó por el mantenimiento de estrechos lazos entre
los grupos castellano y catalán, comenzando por una reunión en Madrid en primavera y
se consideró la necesidad de incorporar a los coloquios a vascos y gallegos.
Como detalle curioso está la solicitud al CLC de dos ejemplares de La
democracia en América, de Tocqueville y uno de La Europa de las Etnias -acaso el
título inspiró las palabras de Martí Zaro- de Guy Heraud, editado por Presses d`Europe.
Hay que añadir que el entusiasmo con que salieron gentes como Manent del
Coloquio, contrasta con la cierta preocupación que Marías le transmite a Martí Zaro, de
la cual se habla en una carta que éste dirige a Pierre Emmanuel el 14 de diciembre de
196413
12
Sáenz de Bujanda dirigió el Seminario de Derecho Tributario que organizó la Sociedad de Estudios y
Publicaciones con la ayuda de la Fundación Ford.
13
Archivo personal, sin catalogar, de Pablo Martí Zaro custodiado en la Fundación Pablo Iglesias.
169
“Pablo Martí Zaro
Apartado 13.175 Madrid
Madrid le 14 Décembre, 1.964
M. Pierre Emmanuel
61, rue de Varenne
Paris VII. —
Cher Ami,
Mon entretien avec Julian Marías a eu lieu cet après-midi. Comme d´habitude la
conversation a été très cordiale. Il s'interesse toujours très serieusement à nos activités.
Je lui ai fait une discrète allusion à la lettre qu'il vous a adressée. Il a repris tout de suite
le fil de cette lettre et m'a parlé en termes très généraux des griefs qu'il a, à l'encontre du
Cónité. D'après ce qu'il ma dit, ce n'est rien de bien important. I'l s'agit, d'une part, de
cette espèce de bloc que les membres catalans forment en face des membres non
catalans et qu'il voudrait voir se dissoudre, et d' autre part du manque de tension
polémique à l'interieur du Comité. Je l'ai invité, une fois de plus, à expliciter ses
discrepances et ses critiques dans nos réunions et à prendre une part plus active dans
toutes les initiatives et prises de décission du Comité. Il a acquiescé à tout ce que je lui
ai dit et m'a exprimé de nouveau son adhesion inconditionée à notre entreprise.
Après´quoi je l´ai informé sur les résultats de la rencontre Catalogne-Castille, et il s'est
engagé à assister au prochain colloque. Nous avons parlé aussi du Programe d'Activitas
pour 1.965, et il s´est mostré enormement interessé aux differentes possibilités d'action
culturelle que je lui ai presentée. Mon impression, en somme, c'est que ríen n'a changé
chez M. Marías par rapport à nous, et qu'il continuara à´être un membre loyal et
inconditionel de notre Comité.
Bien cordialement, votre ami”
En cualquier caso, la celebración del Coloquio barcelonés fue el inicio de una
serie de encuentros interregionales que se fueron desarrollando en diversos escenarios,
comenzando por el celebrado un año más tarde en la casa toledana de Chueca Goitia, al
que se sumó un mayor número de integrantes, entre ellos, algunos de los que no
170
comparecieron en Barcelona, probablemente ya tranquilizados tras comprobar la segura
viabilidad de tales reuniones.
Por su parte, la masía de Millet, cuya figura fue glosada por Albert Manent en
Fèlix Millet i Maristany: líder cristià, financer, mecenes catalanista (Ed. Proa, Barcelona
2003), sirvió para establecer otro tipo de contactos de más concreto y local alcance. La
finca se convirtió en un lugar de encuentro para las diferentes familias del catalanismo
en las que tanto peso tuvieron empresarios y banqueros, como pone de relieve Manuel
Sacristán en un informe –firmado bajo el nombre de Ricardo- elaborado a finales de
enero de 1966, y en el que se da cuenta de una reciente reunión mantenida por gentes
como Pujol, Benet o Carulla, que daba continuidad a toda una serie en la que
participaron Castellet, Bohigas, Carbonell, etc. En dichos encuentros discretos, a los
cuales no se invitó a representantes del PSUC o el MSC, se diseñó el panorama político
futuro de Cataluña sin descuidar el relevante campo de la cultura, hasta el punto de
plantear ayudas a los intelectuales que acabarían por convertirse en orgánicos al
incorporarse a instituciones diseñadas ad hoc.
Por lo que respecta a los protagonistas de la reunión de 1964, el CLC, en su
versión española, se ocupó de recompensar sus esfuerzos. Tras la entrega del premio de
1964 a Julio Caro, un año después, el 5 de noviembre de 1965, el jurado decide otorgar
el Premio de los Escritores Europeos, instituido por la editorial Ínsula y por el propio
Comité d´Ecrivains et d´editeurs pour une entra´aide europeenne a Maravall por su obra
El mundo social de La Celestina, galardón dotado con 15.000 pesetas.
Un año después de la reunión en casa de Félix Millet, la Comisión española del
Congreso por la Libertad de la Cultura organizó un nuevo y discreto encuentro que se
celebró en Toledo, en casa del arquitecto Fernando Chueca Goitia, del viernes 26 al
domingo 28 de noviembre de 1965. Dos de las sesiones más comentadas fueron la
ponencia del joven economista Ernest Lluch sobre la balanza comercial y fiscal de
Cataluña respecto del resto de España, y la presentación que el filólogo catalanista
Antonio Badia Margarit -catedrático entonces, por cierto, de Gramática histórica de la
lengua española- realizó de una encuesta que mostraba la pérdida de importancia de la
lengua catalana en la cada vez más castellanizada ciudad de Barcelona. Repitieron la
mayor parte de los asistentes a la tenida de 1964, y se incorporaron otros nuevos: por
171
ejemplo Sergio Vilar Báguena por la parte catalana, el gallego Domingo García Sabell,
Rafael Lapesa Melgar, Enrique Tierno Galván, o el valenciano Vicente Ventura Beltrán.
Más allá de los premios y los escenarios de los coloquios, más allá, incluso, de
los beneficios obrados en las biografías de los mentados, estos encuentros tuvieron
indudables efectos políticos, pues es evidente que muchos de los materiales ideológicos
constitutivos de la España postfranquista cristalizaron en tales ambientes. Medio siglo
después, las intervenciones de La Ametlla y Toledo continúan siendo útiles para cotejar
su importancia en relación al armazón ideológico en que se apoyó la España autonómica
tanto en el plano cultural como en el político. Cuando el régimen franquista se
desmoronó tras la muerte de quien le dio nombre, en determinadas regiones había
arraigado con fuerza la idea de ser una comunidad diferenciada, por emplear la fórmula
de Tierno, cuya evolución debía tender a configurarse como nación política marcada por
unas señas de identidad concretas. La vía federal, objetivo primero de los Estados
Unidos para la Europa de la posguerra mundial, se presentaba como fin ineludible de
una nación, España que tras la Segunda Transición hoy invocada por determinadas
corrientes y líderes políticos, debería configurarse como un estado federal.
172
Exilios interiores de los “falangistas liberales” (c. 1956-1958).
Alfredo Sánchez Bella, su enlace con el franquismo
Jesús María Zarategui
(Universidad de Navarra)
El grupo de los intelectuales falangistas de Burgos sería uno de los que se
inscriben en la generación de 1936. Así debió entenderlo Dionisio Ridruejo cuando en
sus memorias hace un repaso de los que frecuentaban las tertulias de su despacho
burgalés: “El erudito Tovar, el ensayista Laín, los universitarios Uría y Conde, los
poetas Rosales y Vivanco, los novelistas Zunzunegui y Agustí (…)”, y algunos más
(Torrente, Escassi, Caballero) que “anticipábamos ya lo que, con algunas ampliaciones,
constituiría el grupo de Escorial pocos años más tarde”1.
En efecto, la intelectualidad falangista, a la que pertenece el “grupo de Burgos”
se encontrará a partir de noviembre de 1940 en la revista Escorial, editada por la
Delegación de Prensa y Propaganda de la Falange unificada del franquismo.
Escorial sufrió prácticamente las mismas crisis que Falange en el seno del franquismo,
hasta su desaparición en 1950, después de un periodo de silencio entre 1947 y 1949, en
unos años en que Escorial no sólo no servía ya a los fines propagandísticos del Estado
franquista, sino que a éste le resultaba un lastre en su reivindicación ante los aliados
vencedores en la II Guerra Mundial.
Su director en la primera época (hasta octubre de 1942) fue Dionisio Ridruejo,
Jefe Nacional de Propaganda de FET y de las JONS; y su subdirector, Pedro Laín,
director de la Editora Nacional, era el responsable de la Sección de Ediciones del mismo
1
Dionisio RIDRUEJO: Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1977, p. 275.
173
Servicio. Junto a Ridruejo y Laín colaboraron en su fundación y desarrollo quienes
habían de ser reconocidos nombres de la cultura de posguerra, y que eran militantes
falangistas responsables de diversas áreas de la propaganda2. A ellos se unirían en
sucesivas “ampliaciones”, Sánchez Bella, Ruiz-Giménez y Martín Artajo, todos ellos
vinculados a la ANC de P y procedentes del Instituto de Cultura Hispánica, creado en
diciembre de 1945, como una corporación de derecho público, destinada a fomentar las
relaciones entre los pueblos hispanoamericanos y España3. Joaquín Ruiz-Giménez,
presidente de Pax Romana, sería su primer presidente, y le sucederá Alfredo Sánchez
Bella en 1948 cuando aquel es nombrado embajador ante la Santa Sede, cargo en el que
permanece hasta 1951, cuando vuelve para ocupar el Ministerio de Educación4.
Será a partir de 1951 cuando confluyan los dos afluentes (falangistas de Burgos,
y acenepistas) en el gran río del Ministerio de Educación. Nombrado por Franco a golpe
de decreto, Ruiz-Giménez hizo de la necesidad, virtud, abandonando el paraíso romano
para adentrarse en el infierno madrileño5. Para desarrollar esta labor de apertura
intrarégimen contará con Laín, Tovar, Sintes, Pérez Villanueva, Fernández Miranda y el
propio Fraga, subdirector hasta entonces del ICH, a quien generosamente prestó su
superior Sánchez Bella. Estos nuevos aires (la revolución desde arriba) que traía RuizGiménez, encontraban concreción el 18 de julio de ese mismo año (1951) cuando
proclamó su “lealtad insobornable” a Franco, citándolo “al alimón” con Ortega y
Unamuno6. De acuerdo con su aspiración de abrir la enseñanza universitaria, de hacerla
más comprensiva y liberada de esquemas dogmáticos, optó por nombrar tres rectores
nuevos (Laín en Madrid, Tovar en Salamanca, y Díaz Caneja en Valladolid), además de
unos cuantos directores generales.
La tímida apertura iniciada por el nuevo equipo de falangistas y acenepistas
encontrará la frontal oposición del grupo tradicionalista que liderado por Rafael Calvo
Serer y sus colaboradores inmediatos en la revista Arbor (Pérez Embid, Fontán)
2
Diego GRACIA: Voluntad de comprensión. La aventura intelectual de Pedro Laín Entralgo, Madrid,
Triacastela, 2010, p. 221.
3
Antonio CAÑELLAS: Alfredo Sánchez Bella. Un embajador entre las Américas y Europa, Gijón, Trea,
2015, p. 67.
4
Javier TUSELL: Franco y los católicos. La política exterior española entre 1945-1957, Madrid, Alianza,
1984, p. 55.
5
Salvador PÁNIKER: Conversaciones en Madrid, Barcelona, Kairos, 1969, p. 232.
6
Mª Paz PANDO: Ruiz-Giménez y Cuadernos para el diálogo, Salamanca, Cervantes, 2009, p. 21.
174
acusarán a Ruiz-Giménez de practicar una política de mano tendida hacia el
pensamiento heterodoxo de intelectuales de izquierda7. Le exigen la condena de las
obras de Ortega y Unamuno. En la controversia producido en 1953 al publicar Laín su
España como problema, Sánchez Bella desde las páginas de Mundo Hispánico se
alineará con el aragonés en contra de las tesis de Calvo Serer. La relación entre ambos
se reforzó a partir del nacimiento en 1948 de Cuadernos Hispanoamericanos, revista
dirigida por Laín, y que venía a respladar desde una perspectiva más intelectual la línea
trazada por MH. Las dos revistas compartían la voluntad de orientar la política
conforme a los principios cristianos, como bien había dispuesto Ruiz-Giménez en los
trabajos preparatorios para la publicación de la revista8. De hecho, Laín tomó las riendas
de Cuadernos en respuesta a la invitación cursada por Sánchez Bella en nombre del
ICH.
Una nota del círculo Carrero/López Rodó advertía en enero de 1956 del
enrarecido clima universitario acusando al equipo del ministro de Educación Nacional
(Ruiz-Giménez) de ser causante por dejación de tal estado de cosas. Tras la desafiante
actitud de Ridruejo en los cursos de Santander, el clímax llegó con motivo de los actos
realizados tras la muerte de Ortega. El Frente de Juventudes parecía “un hervidero de
demagogia y de rebeldía”. Las reuniones de falangistas con socialistas (Zaragoza) y
anarquistas (Barcelona) sugerían una conversión de la OSE en remedos de la UGT y la
CNT. El Congreso de Jóvenes Escritores, la publicidad de la película “Muerte de un
ciclista” de Bardem. En definitiva, “pasan como franquistas, pero sin Franco” 9. Tras el
intento de celebrar un congreso de escritores, los disturbios estudiantiles de febrero de
1956 precipitaron la caída del ministro. Y con él de todo su equipo. Corrieron peor
suerte los mal llamados falangistas liberales (el grupo de Burgos): Laín y Tovar dejaron
sus rectorados, Pérez Villanueva la dirección general de universidades, Francisco
Yndurain el vicerrectorado de la universidad de Zaragoza (era discípulo de Unamuno,
con el que se había formado en Salamanca). Antonio Jiménez-Landi escribía en febrero
a Pablo Beltrán de Heredia que corren por Madrid “vientos revolucionarios. La
7
Raymond CARR: Juan Pablo FUSI: España de la dictadura a la democracia, Barcelona, Planeta, 1979,
p. 14
8
Antonio CAÑELLAS: Alfredo Sánchez Bella. Un embajador entre las Américas y Europa, p. 119.
9
Anónimo. “La situación política española al comenzar 1956”, enero 1956 (AGUN/LLR/462)
175
supresión de las revistas Índice e Ínsula ha motivado una carta de Ridruejo a Martín
Artajo en la que trata con dureza al régimen del que dice que ya no puede esperarse
nada”. Ridruejo fue expulsado del partido al considerarlo inspirador intelectual de las
algaradas.
También salió Sánchez Bella, no tanto por la crisis sino por sus desavenencias
con el ministro Blas Pérez, deja el ICH, en el que le sustituye el notario Blas Piñar, para
ocupar la embajada de Santo Domingo. Martín Artajo seguía rumiando su cese de 1951,
que le había llevado a un distanciamiento de su sucesor Ruiz-Giménez, aunque a la
altura de 1956 se puede encontrar a ambos compartiendo proyectos culturales.
1956 será el año clave para un progresivo desenganche del régimen de todo el
grupo aunque con ritmos distintos. El único que cerrará filas con el régimen es Sánchez
Bella y, desde su forzoso exilio en Santo Domingo, intentará en los años siguientes
mantener una cierta cohesión entre ellos, evitando que se conviertan en “otros Dionisios
Ridruejos”. En este artículo, nos centramos en la evolución de Ruiz-Giménez, con
algunas referencias a Laín y Tovar, durante el periodo 1956-1958. A través de la
correspondencia cruzada podemos detectar las señales del progresivo distanciamiento, a
pesar de los esfuerzos de Sánchez Bella por mantenerlos en el redil franquista. Este es
un aspecto al que literatura apenas ha prestado atención.
El ejemplo y el estigma de Dionisio Ridruejo
No se entendería el camino que siguieron algunos de estos falangistas sin
considerar el papel que Ridruejo había jugado en la conformación y desarrollo del
“grupo de Burgos”10. Desde comienzos de la década de los 50 su desafección con el
régimen se fue convirtiendo en oposición abierta, aunque tolerada, lo que no le ahorraría
multas, prohibición de publicar en España, e incluso, algunos meses de cárcel, etc. Su
ascendencia moral y paternal (era el mayor del grupo) se manifestaba en una
ambivalente relación de distancia y simpatía, más acusada la primera en Sánchez Bella,
y la segunda en Laín y Ruiz-Giménez. El embajador en Santo Domingo había tirado la
toalla en sus intentos de reintegrar a Ridruejo al redil franquista, y ahora concentrará sus
10
Francisco MORENTE: Dionisio Ridruejo. Del fascismo al antifranquismo, Madrid, Síntesis, 2006.
176
esfuerzos en contolar los daños sobre el grupo, en una suerte de operación profiláctica
de aislamiento del elemento enfermo. El informe que Ridruejo elevó en abril de 1956 a
la SGM fue el último clavo de su ataúd político.
Ese verano de 1956 se produce los primeros contactos formales de Ridruejo con
comunistas. Lo recordaba Semprún con motivo de la muerte de Ridruejo en junio de
197511. Se lo presentó Javier Pradera que ejerció esa misma labor de acercamiento con
Gil Robles y con Giménez Fernández. Pradera fue además el conducto para presentar a
Semprún a casi todos los contactos del PCE en España: Bustelo y Girbau (ASU), Cerón
(FLP), Barros de Lis y Cortezo (IDC). Ridruejo se refería a este cambio de estrategia a
partir de 195612. El error de los exiliados habría sido esperar todo de un cambio en los
gobiernos occidentales respecto el franquismo, porque eso impidió que esos sectores
prestos a ayudar “llegasen a hacerse una composición de lugar realista, aceptando que
entre el viejo problema de defender la República y el de liberar a España ha habido una
larga sucesión de continuidad y que este último esfuerzo no puede parecerse a “la
segunda parte” de una representación suspendida”. Situación que comenzó a cambiar en
1951 cuando algunos vienen a España o reanudan la correspondencia con opositores del
interior.
En marzo de 1957 Ridruejo publicará un duro artículo en la revista Bohemia, en
el que acusaba a Franco de haber ordenado la muerte de Juan Bautista Sánchez.
Contrario al régimen, se define como liberal, partidario de las reformas sociales, y hace
una llamada al PSOE para que se regenere y escuche la petición de la mayoría social
que dice representar13. Poco después, el mismo medio recogía declaraciones de una
mesa redonda de la oposición democrática que pedía la restauración de don Juan. La
reacción del régimen fue fulminante: Ridruejo cae detenido (13/IV), y luego viene la
gran redada entre opositores. Fue condenado a 20 meses que no cumple por la amnistía
de Juan XXIII.
En estas fechas, el distanciamiento entre Ridruejo y Sánchez Bella es total. En
carta del embajador a su ministro Castiella, reprocha la actitud de Ridruejo. “Alguna
11
Jorge SEMPRÚN: Autobiografía de Federico Sánchez, Barcelona, Planeta, 1977, pp. 295-297.
Dionisio RIDRUEJO: Escrito en España, Madrid, CEPC, 2008, pp. 227-229.
13
Abdón MATEOS: El PSOE contra Franco. Continuidad y renovación del socialismo español, 19531974, Madrid, Editorial Pablo Iglesias, 1993, p. 69.
12
177
gente floja y desmayada se inclina por una política de mano tendida, haciéndose
ilusiones sobre la posibilidad de una “reconciliación nacional” en la que participen los
exilios”14. Sánchez Bella adjunta unas declaraciones publicadas en Bohemia por
Madariaga y Araquistaín hechas a Luis Ortega-Sierra, “el mismo periodista que publicó
las conocidas declaraciones de Dionisio Ridruejo y a quien la autoridad judicial cubana
acaba de procesar bajo la acusación de calumnias contra el Jefe del Estado español.
Dato interesante: el Sr. Ortega ha sido expulsado recientemente de la democrática
Francia por unas informaciones sobre Argel”.
Tras unos meses en la cárcel, Ridruejo salió en septiembre de 1957 con la
obligación de presentarse ante el juez cada 15 días15. A raíz de este hecho, el falangista
Valdés Larrañaga, embajador en Caracas, aconsejaba al ministro Alonso Vega forzar el
exilio de Ridruejo, así se acaba la oposición (tiene que comer): “el exilio de los políticos
españoles es un auténtico pudridero para su personalidad”16. Ajeno a ello, Ridruejo
aprovechaba todos los cenáculos de oposición tolerada existentes en Madrid. Entre
otros, era asiduo de las “reuniones de Maldonado”, en la casa de los jesuítas, donde se
reunían unas 30 personas, bajo la tutela de los clérigos Iturrioz, Ceñal, y Díez Alegría,
para desentrañar los problemas que tenía planteados el hombre cristiano. Asistían
personas como Lucas Oriol, Ridruejo, Aranguren, Laín, Tovar, Garrigues, Valdecasas,
Corral, Maravall, Marías, Millán, Gamero. Solo para hombres, con gran enfado de Lily
Álvarez, que se lo hizo saber por escrito al P. Ceñal.
Ridruejo había seguido ese camino tras constatar que las críticas más profundas
al régimen se hacían en publicaciones de Falange y otras de tipo católico. Él se
consideraba sin filiación política: democracia, monarquía arbitral y simbólica. Dirá en
sus memorias: “Bastó un año de vida en Madrid, de convivencia con los centros
políticos que yo había perdido de vista diez años atrás, para convencerme de que el
Régimen estaba condenado a ser idéntico a sí mismo hasta su muerte. Era
inmodificable”17. Pero el cambio tan brusco era una sorpresa hasta para sus amigos, que
14
Sánchez Bella a Castiella, 3 de julio de 1957 (AGUN/ASB/003/459). Las referencias a archivos
privados depositados en la Universidad de Navarra (AGUN) se indicarán con las iniciales del archivo:
Alfredo Sánchez Bella (ASB), Manuel Valdés Larrañaga (MVL), Laureano López Rodó (LLR)
15
Dionisio RIDRUEJO: Escrito en España, pp. 249-251.
16
Valdés Larrañaga a Alonso Vega, 13 de septiembre de 1957 (AGUN/MVL/014)
17
Dionisio RIDRUEJO: Casi unas memorias, p. 361.
178
se preguntaban cómo pudo militar en Falange un liberal progresista (en expresión de F.
Chueca Goitia). lo explicaba Ridruejo: “en un principio sentí el desgarro que me
producía ver a mi Patria dividida y despedazada, sentí que la doctrina unitaria y
justiciera de la Falange podría remediarlo, pero pronto advertí que la Falange se dejaba
fuera lo mejor de España, su mejor tradición intelectual y sus mejores hombres,
Unamuno, Baroja, Machado”.
En este contexto se observa ya una crítica firme del régimen, aunque en la
mayoría de los casos se trata de una oposición más académica que real, y que el
gobierno podía tolerar. También en contacto con estos ambientes encontramos a Joaquín
Ruiz-Giménez.
El hombre de la “política de mano tendida”
En entrevista de Vilar Ruiz-Giménez justifica su apoyo a Franco tras la II GM
por su habilidad para no meternos en ella, luego todos los países reconocieron a Epaña
(“el régimen no era tan antidemocrático”) y, sobre todo, el régimen lo habían hecho
realmente los católicos18. Pero el examen más profundo en Roma durante el concilio de
estos hechos “me llevó a la crisis”. Su crisis de conciencia política se produjo a partir de
1952-3
“cuando en el ejercicio de mi cargo de ministro, me pongo en contacto con las
realidades de casi todas las provincias españolas, de los pueblos españoles; cuando me
encuentro con la imposibilidad de aumentar las escuelas porque carezco de fondos;
cuando me doy cuenta de que hay una gran insensibilidad en los sectores más
importantes del sistema para dedicar a educación nacional las cantidades necesarias para
hacer una auténtica política de educación de todo el mundo; cuando veo que hay
cerrazón por parte de sectores tradicionales para realizar una enseñanza media lo más
igualitaria posible; cuando me tropiezo con que desde el punto de vista de las
Universidades y mi deseo de incorporar de nuevo a elementos valiosos que estaban
exiliados, se produce una campaña que poco a poco va minando mi crédito y mi
prestigio dentro del gobierno”19.
18
Sergio VILAR: La oposición a la dictadura: Protagonistas de la España democrática, Barcelona,
Aymá, 1976, pp. 456-467.
19
Sergio VILAR: La oposición a la dictadura: Protagonistas de la España democrática, p. 458.
179
Liborio Hierro destaca el carácter radical de las convicciones de Ruiz-Giménez
durante
“los años de Salamanca” (1956-1960) dentro de la paulatina pero fuerte
evolución experimentada por él a partir de entonces (“moderado en las formas y
moderado en los medios, pero ha sido radical en las convicciones”)20. El propio RuizGiménez confirma que esos años “fueron decisivos para mi profundo cambio, no de mis
creencias religiosas básicas, como también en mi enfoque de la Filosofía del Derecho,
para enraizarla en el terreno sustancial de los derechos humanos fundamentales y de la
organización democrática de los poderes públicos”21. Clima de diálogo que se establece
con los colegas de docencia por encima de diferencias ideológicas, especialmente con
Tierno Galván, “merced al esfuerzo de comprensión recíproca y de diálogo sin
veladuras, sobre el duro pasado, el difícil presente y el incitante futuro, logramos pasar
de una patente animadversión, por no decir hostilidad, a una estimulante cooperación;
él, desde su marxismo doctrinal, nunca tergiversado, y su agnosticismo religioso, pero
con delicado respeto al creyente, y yo desde mi fe cristiana y mi ya firme voluntad de
acción democrática, hasta lograr una sincera sintonía en nuestras perspectivas”.
También allí se reconcilia con Giménez Fernández con motivo de una conferencia
impartida por el canonista sevillano sobre Fray Bartolomé de las Casas.
Esta actitud de mano tendida será recriminada años después por Serrano Súñer
cuando acuse a Ruiz-Giménez de contradictorio porque cortejaba a la vez a Franco, a
Juan XXIII y al PCE. “Pero la lucha contra el régimen al que había servido antes, eso le
honra”22. La oposición que más daño hizo a Franco fue la estudiantil, “no eran hijos de
rojos sino de clases medias”.
Son momentos en los que pese a la cercanía de la herida de su salida del
gobierno, aún mantiene su conexión vital con el falangismo, uno de cuyos mayores
exponentes, el embajador en Caracas, Valdés Larrañaga, le escribía en junio de 1956
para recordar “un viaje a esa ciudad [Salamanca] con José Antonio, en la que el
Fundador me decía a la vista de aquellos días de lucha, lo agradable que sería abandonar
Elías DÍAZ: “Joaquín Ruiz-Giménez: un camino hacia la democracia”, Sistema, n. 158, 2000, pp. 3-14.
Joaquín RUIZ-GIMÉNEZ: El camino hacia la democracia. Escritos en “Cuadernos para el diálogo”
(1963-1975), t. II. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, pp. 38-41.
22
Heleno SAÑA: El franquismo sin mitos: conversaciones con Serrano Suñer, Barcelona, Grijalvo, 1982,
pp. 323-325.
20
21
180
todo y dedicarse a explicar una cátedra en esa maravillosa Universidad (…) le hubiera
gustado mucho más explicar sus ideas desde una cátedra que en los caminos de España,
con la dialéctica de los puños y las pistolas”23. A lo que contestaba el hoyense: “después
de lo que me ha pasado esas palabras de Jose Antonio tienen para mí valor de consigna;
no se entiende la Falange sin la universidad, en ese ambiente nació y debe restablecerse
el diálogo entre las dos”.
Es evidente que a la altura de 1956 no puede considerarse “fuera del sistema” a
Ruiz-Giménez. Seguía formando parte del Consejo Nacional del Movimiento, aunque
retrospectivamente haya explicado que su creciente decepción le impedía participar de
forma activa en la vida política, pero que no quería que pensaran que estaba resentido
por su salida del Gobierno24. En todo caso esta ambigüedad se iría aclarando.
La crisis de gobierno de febrero de 1957 provoca una reanudación de la amistad
entre Ruiz-Giménez y Sánchez Bella. Escribe el ex ministro una larga misiva desde
Madrid al embajador ponderando las consecuencias políticas del cambio de gobierno, en
el que habían perdido peso los sectores falangistas a los que ambos pertenecían.
Sánchez Bella responde que “por el completo informe que remites de la crisis intuyo
que te has recuperado de la caída política”. Pasa a hablar de su común amigo Ridruejo:
“lo que ha escrito en Bohemia no tiene nombre”. Es una “supina insensatez y traición”,
lo que justificaría el enfado de Franco. “Dionisio ha transgredido las reglas del juego y
me temo mucho va a sufrir las consecuencias. Por favor, tratemos de evitar que otros
amigos próximos, por padecer similar miopía, puedan caer en los mismos errores (…)
Si Dionisio se cree equivocado, lo menos que puede hacer hoy es callarse; cualquier
otra posición, desde aquí, en donde la batalla se observa bien visible, se estima fuera de
juego”25. Ruiz-Giménez lamenta el episodio Ridruejo del que distingue su amistad y la
salida de tono de las declaraciones, que él no comparte, por mucho que algunas sean
ciertas. Ha tenido una larga entrevista con Carrero a raíz de la publicación de un
documento anónimo en el que se le incluía entre personas desafectas con el régimen.
Sigue a la espectativa ante el nuevo gabinete, aunque detecta “una tónica de pasividad,
23
Valdés Larrañaga a Ruiz-Giménez, 13 de junio de 1956 (AGUN/MVL/04/037 y 038)
Mª Paz PANDO: Ruiz-Giménez y Cuadernos para el diálogo, p. 31.
25
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 2 de mayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01). El Archivo RuizGiménez está depositado en la Universidad Carlos III de Madrid. A partir de ahora: UC3M/ARG
24
181
de mero buen orden administrativo, parece reinar en otros Departamentos, incluso en
tres tan necesariamente políticos como la Secretaría General, Gobernación y Trabajo”.
Por lo que respecta a él mismo, su actitud espiritual sigue siendo de “expectación
benévola ante la acción del Gobierno, deseando que acierten, pero dispuesto a no pasar
por injusticias, y, al mismo tiempo, a probar que nuestra lealtad sigue firme; pero que
lealtad no es estupidez ni blandenguería’26. Quiere hacer una “empresa de pensamiento,
bien enlazada con el Instituto de Estudios Políticos”, en la que estarían Artajo, Larraz,
Oriol, Girón, Piñar, Otero, Garrigues, y elementos jóvenes de Alférez y Alcalá. Se
trataría de editar “una serie de libros breves, un poco como realizó Acción española en
su tiempo, u hoy la Biblioteca del Pensamiento Actual, sólo que con una orientación
ideológica consecuente con el sentido unificador, realista y constructivo que importa
proyectar hacia el futuro”.
A ese estado de ánimo de Ruiz-Giménez se refiere Martín Artajo cuando
aconseja a Sánchez Bella cuidar al ex ministro: “debiera desentenderse de las picardías
con que tratan de mortificarle y no poner demasiado empeño en rectificar la posición
que le atribuyen. Un día puede aprovecharle; y puede aprovechar al interés nacional”27.
En relación con el escrito que le hiciera correr al despacho de Carrero. Martín Artajo
dice estar siguiendo el consejo que le diera Sánchez Bella, de mantenerse dentro del
juego.
Pocos días más tarde Sánchez Bella, que ya ha recibido el artículo que provocó
tantos sudores en Joaquin, sale al paso indignado de un suelto aparecido con el artículo
en el que se atacaba a Laín, Ruiz-Giménez, Blas Piñar y a él mismo. El embajador ve la
mano de Calvo Serer detrás de ese libelo y se enfada porque “estos de la Tercera no
estuvieron en el 36 dando su sangre, sino que en el 45 estaban en Lausana preparando
manifiestos y formulando terceras posiciones; decir que son contrarios al régimen
Tovar, Laín o Ruiz-Giménez es una canallada”28.
Mientras, Sánchez Bella había movido los hilos para organizar un acto de
desagravio en honor de Ruiz-Giménez. La ocasión fue la imposición de la beca de
honor y un Víctor de oro del SEU, el 28 de mayo, en el Colegio Mayor Santa María del
26
Ruiz Giménez a Sánchez Bella, 10 demayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
Martín Artajo a Sánchez Bella, 21 de mayo de 1957 (AGUN/ASB/103-I)
28
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 27 de mayo de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
27
182
que era rector Fernando Suárez. Echan el resto desde SGM para recuperar al perdido:
abrazos de Solís (estoy de acuerdo contigo en todo), de Pilar Primo de Rivera, Fraga,
Maravall, Gómez Arboleya, el Jefe Nacional del SEU, Miguel Ángel García (enfrentado
con el nuevo ministro de Educación). Excusan su asistencia Láin, de viaje a Nueva
York, y Jorge Jordana, también alejado del actual ministro. Su conferencia sobre “La
política, deber y derecho del hombre” marcaba, en efecto, una vuelta a la actividad
política de Joaquín tras un año de ostracismo. Se muestra contrario a los partidos
políticos: “serán rechazados en cuanto quebranten el principio mínimo de unidad y de
concordia indispensables para la conservación y el progreso de la comunidad política”,
así como a los nuevos tecnócratas que parecían detentar todo el poder en el gobierno:
“No es el experto o “técnico” en economía, en administración, en logística, en arte
bélico o en cualquiera de las otras disciplinas que contribuyen al bienestar colectivo, el
que debe dirigir la vida de la comunidad, sino solo quien realmente posea la ciencia y la
capacidad arquitectónicas y ordenadoras del verdadero político”29. Arriba y Ya publican
crónicas encomiásticas. El Instituto de Estudios Políticos le pide el texto para
publicarlo. A los pocos días le invitan Blas Piñar y el rector al C. M. Guadalupe: nuevo
baño de multitudes, aunque no habla. Su postura: “ni inmovilidad suicida ni traiciones,
sino evolución desde dentro, con autenticidad y con fidelidad a todas las creencias
esenciales del año 36 (…) hablé desde dentro del Movimiento”30.
El ambiente estaba enrarecido con manifestaciones muy concretas: el escrito
falangista de la Vieja Guardia de Madrid; el número de junio de la revista Signo que
tanta irritación había provocado en las alturas; el espectáculo de las dos ramas dinásticas
enzarzadas tras la proclamación en Montejurra de Carlos Hugo como Príncipe de
Asturias. Pero no es eso lo que debe preocuparnos –afirma Ruiz-Giménez– sino “la
29
Acaba con su Decálogo del Político: 1º Amar a Dios y a su pueblo sobre todos las cosas; 2º no mezclar
el santo nombre de Dios en vano; 3º santificar desde dentro, no en fórmula el vivir diario de su pueblo; 4º
respetar, honrar y estimular los grupos naturales de convivencia, sin exagerar el argumento en contra de
los partidos cuando los sucedáneos tratan de ejercer el papel de ello sin su gallardía; 5º respetar la vida no
solo material sino espiritual y de la dignidad humana; 6º asegurar un clima de limpieza moral, sin
pretender, asumiendo el papel de la Iglesia, conseguir también el perfeccionamiento individual; 7º
someter la economía a la ética; 8º proclamar la verdad como deber, teniendo en cuenta que una libertad
responsable puede contribuir a la paz social; 9º dejar a la Iglesia en su sitio, no desearla para apoyar con
su prestigio una gestión temporal y afrontar valientemente todas las situaciones; 10º respetar los márgenes
lícitos de autonomía personal (UC3M/ARG/11/148-01)
30
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 1 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
183
reagrupación de todos los hombres del 18 de julio y la vigorización de las instituciones
del Régimen en el sentido de hacerlas flexibles y permeables al diálogo entre la Nación
y el Gobierno (…) Que nos quede la conciencia tranquila de haber visto una ruta por
donde todavía pueden salvarse muchas sustanciales cosas”.
Sánchez Bella seguía buscando una salida airosa para Laín y Tovar. Del
primero, que se encontraba en Estados Unidos, invitado por dos meses por el
Departamento de Estado, le hace el elogio a Antonio Cova, director del Instituto
Venezolano de Cultura Hispánica: “Pedro Laín, el extraordinario catedrático de Historia
de la Medicina, filósofo, historiador, antropólogo y, sin duda alguna, el nuevo Ortega
español, querría dictar un curso en Caracas. Su elegancia de expresión, el rigor
conceptual de sus escritos, lo colocan hoy a la cabeza de los intelectuales españoles”31.
Para prevenir posibles rumores venidos de España sobre una desviación de Laín, le da
seguridades Sánchez Bella de que “su posición política es absolutamente neutra; no
quiere saber nada de nada que no sea lo estrictamente intelectual. Esa es precisamente la
razón por la cual incluso ni en España ahora quiere residir, para evitar ser instrumento
de ningún juego de nadie”. El embajador hace partícipe a Ruiz-Giménez de la gestión
para buscar una salida a Laín. Se alegra de que no se deslice hacia el error, y le ha
escrito a Estados Unidos para sacarlo de él. Puede que lo contraten en Venezuela, y a
Tovar puede colocarlo en Colombia cuando quiera. “Pienso, como tú, que lo mejor para
ellos es que estén un tiempo alejados de España y que miren la vida madrileña con la
suficiente perspectiva y serenidad de juicio (…) de este modo no realizarán ningún acto
irremediable que los arroje fuera de juego. Esto sería verdaderamente lamentable y
hasta catastrófico para ellos en primer lugar y también para su generación que
ciertamente les necesita”32. También le da noticia de la oferta que su hermana Aurora,
miembro del Opus Dei, ha hecho a Martín Artajo para comprar la editorial EDICUSA, a
la que se ha opuesto de plano: sería absurdo entregar algo a quienes aun siendo afines,
“siguen siendo nuestros más encarnizados enemigos”.
Sánchez Bella se fija como objetivo evitar que la “maniobra liberal-masónicoprotestante” use como peones a sus amigos falangistas desencantados. El tono
31
32
Sánchez Bella a Antonio Cova, 15 de junio de 1957 (AGUN/ASB/103-II)
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 27 de junio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
184
conspiranoide que transmite a Castiella se refleja en los datos que aporta sobre la trama
que él cree ver contra España: su cuartel general, New York; sus objetivos: el mundo
hispanoamericano; sus medios: 15 millones de la Fundación Ford entregados al judío
Litsupz, presidente del Fondo de la República para la Defensa de la Libertad y de la
Democracia, y las cuestaciones en Estados Unidos. Pasos de la maniobra:
derrocamiento de Perón (Argentina) y de Rojas Pinilla (Colombia), así como Cuba y
Venezuela. Se valen de artículos en Time y en New York Times alabando a los grupos
enemigos. En España están tratando de “ganar al mayor número de intelectuales que sea
posible, incluso adulándolos y a prominentes núcleos eclesiásticos”. Así se introducen
en el Ejército, la Universidad y la Iglesia. Antes de los sucesos de febrero de 1956,
“Pedro Laín era un pobre y semi-analfabeto intelectual fascista; bastó que pareciera que
estaba frente al régimen para que inmediatamente se le consagrara como figura cumbre,
llena de equilibrio y sabiduría. Si más tarde hiciera falta, lo cubrirían nuevamente de
ridículo. Dionisio Ridruejo era para ellos, hasta fecha muy reciente, uno de los más
despreciables ejemplares de la fauna nipo-nazi-falangista; ahora en cambio se le cita
como hombre animoso, valeroso, inteligente e inmarcesible poeta. Si mañana triunfaran,
volvería a encarcelársele y posiblemente lo fusilarían, pero mientras tanto les habría
servido y lo habrían utilizado a fondo”33.
Con respecto al régimen, pretenden repetir la misma argumentación que usaron
para traer la República, y “para conseguir arrojar al gran enemigo que es, como siempre,
sin ningún género de dudas, Franco, y en esto no dejan de tener razón”. Sánchez Bella
se queja de que es tarea imposible dar una buena imagen de España en el exterior si lo
único que llega son noticias de huelgas, inflación, etc. Pide que no se menosprecie a
Bohemia ya que tira 320.000 ejemplares y es una máquina de hacer dinero. Solo se
puede responder con otra publicación similar. Informa a Castiella que cuenta con el
capital para sacarla adelante en Cuba. Pretende reunir a plumas brillantes que están
ahora dispersas: Herráiz en Viena, Echarri en Lisboa, Penella en Chile. También Rafael
García Serrano y Manuel Aznar. Es necesario contrarrestar en Colombia a los artículos
semanales en El Tiempo de Madariaga y Prieto.
Luis Tovar se había movido para irse a Tucumán (Argentina) donde estará entre
1958 y 1960. La noticia inquieta a Sánchez Bella: “Ya puedes imaginar la preocupación
33
Sánchez Bella a Castiella, 10 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-II)
185
con la que sigo toda noticia que de vosotros llega”; no le gusta esta salida que tiene todo
el aspecto de una huída causada por la nueva situación política española. Para el
embajador “lo que importa es no aceptar el juego del enemigo que intenta desplazarnos
de un régimen que es mucho más nuestro que suyo. Ellos incesantemente quisieran
tildar a todos cuantos les molestan de izquierdistas y hasta de rojos. Importa mucho (…)
estar en condiciones un día de volver a retornar las cosas allí donde quedaron”34. Y traza
el programa de acción futura para el grupo: “si en España continúa habiendo un equipo
con ambición lúcidamente creadora que una y otra vez insiste en caminar y evolucionar
desde dentro, sin romper nada de lo que hay y superando continuamente deficiencias,
acabará por imponerse y triunfar”. Y en lo personal: “Tú eres uno de esos escasos
hombres de limpia ejecutoria. Insiste, una y otra vez, ante el Pardo con tus notas, tus
cartas y tus recomendaciones. Muestra tu lealtad, tu espíritu de servicio y la honradez de
tus intenciones, desenmascara la acción de los que ahora quieren pasar como los
campeones de la esencia del Movimiento y puedes estar seguro que antes o después, las
aguas volverán a su cauce y se impondrá el buen criterio”. Tovar no le hizo mucho caso
pues siguió adelante con sus planes de exilio temporal camuflado en tierras argentinas.
Unos días después le contestará desde Oslo, donde asiste a un congreso: “De España es
mejor no hablar. Ya sabrás que a los detenidos de Barcelona el juez les ha preguntado
por sus relaciones con Joaquín y su grupo. Es evidente que a don Francisco le gustan los
Arias, Esteban Bilbao, Arrese, Ibáñez, Suanzes y demás. Con ellos le entierren, más tres
gotas de Vigón. Punto y aparte”35. No quería saber nada del régimen y ponía tierra de
por medio.
El puntal con el que contaba Sánchez Bella en Madrid para mantener unido al
grupo era Martín Artajo. Tras hacerle partícipe de las quejas de Otto de Habsburgo,
presidente del CEDI, por las continuas injerencias en el Centro de los hombres de Calvo
Serer, le pide que cuide a Ruiz-Giménez como él procura hacerlo: “trato continuamente
de animarlo. Su conferencia en el Colegio César Carlos fue muy buena, pero tal vez
peque de excesivo teoricismo; de falta de picardía y de una cierta ingenuidad. No se
34
35
Sánchez Bella a Tovar (Salamanca), 9 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-III)
Tovar a Sánchez Bella, 8 de agosto de 1957 (AGUN/ASB/103-III)
186
puede pretender contentar a todo el mundo porque se corre el riesgo de no satisfacer a
nadie”36.
En efecto, con un día de diferencia escribía a Ruiz-Giménez para transmitirle su
valoración de esa conferencia. Le ha gustado aunque merecería “unas cuantas gotas de
vinculación con el régimen y un justo y generoso reconocimiento de algunos de los
evidentes logros que ha alcanzado, hubiera sido necesario para dar así mayor fuerza al
esquema, de que se intenta servir y evolucionar desde adentro sin la menor concesión al
enemigo”. También echa en falta que se quede en proclamar la vigencia de los
principios del pasado, sin entrar en la realidad del presente. Ha escrito a Tovar; y a Laín
en tono fuerte al saber que va a Puerto Rico sin pasar por S. Domingo: “esa posición me
parece sencillamente ridícula y fuera de tono. Sería muy triste que por falta de sentido
una vez más los intelectuales españoles, como en tiempos de la dictadura o de la
República, no estuvieran a la altura de lo que la ocasión de ellos demanda y por
soberbia o despecho hicieran traición, aún sin saberlo, a la sociedad en que viven y a la
patria en que nacieron. Pretender olvidar que todavía la guerra continúa es pura
necedad. Basta venir unos días a cualquier país de América para poder comprobarlo”37.
Y a ello se aplica el embajador que encontraba en el norteamericano P. Thorning,
director de las revistas The Americas y World Affairs, alguien que vibraba en la misma
longitud de onda conspiranoide. De profundas convicciones anticomunistas, era un
defensor de Franco y su régimen ante los católicos de su país. Vino a España en varias
ocasiones para impulsar misiones de rezo del rosario, evangelización. Ahora se halla en
tratos con su amigo Sánchez Bella ya que a través de su mutuo amigo José L. Herrero
ha sabido que hay 21 profesores izquierdistas españoles en la Universidad de Puerto
Rico. Pide al embajador sus nombres para hacerlos llegar a las autoridades. Según él, el
obstáculo era Luis Muñoz, el gobernador de Puerto Rico, un agnóstico asociado con
Rómulo Betancourt y otros elementos izquierdistas38. Sánchez Bella adjunta la lista y
una pequeña biografía de los más significados: Segundo Serrano Poncela, Alfredo
Matilla (catedrático Derecho Internacional), Francisco Ayala (es el principal consejero
36
Sánchez Bella a Martín Artajo, 10 de julio de 1957 (AGUN/ASB/103-III)
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 11 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
38
P. Thorning a Sánchez Bella, 28 de agosto de 1957 (AGUN/ASB/095-III)
37
187
del rector de la UPR), Sebastián González (decano de Humanidades), Fernández
Granell, Vázquez Díaz (escultor, hijo del pintor).
La solemne ceremonia anual del 18 de julio en los jardines de la Granja fue el
escenario para el regreso a la luz política de dos ausentes: Ruiz-Giménez y Girón. El
hoyense hace partícipe a Sánchez Bella de la alegría de los falangistas al verle y la
sonrisa de Franco al saludarle. “¡Dios quiera que hayan podido entender el sentido
último de mi presencia allí: una presencia que es lealtad y servicio, pero no lisonja ni
acatamiento ciego de lo que resulta erróneo en la acción de los ejecutores de la política
nacional. También en aquellos jardines me abrazó José Antonio Girón de modo muy
efusivo”39. Ese mismo día escribía Girón una carta lisonjera alabando el que no hubiera
cedido a la fácil tentación del brillo, se ha centrado en empresas del espíritu y en
Salamanca. A los dos les cogió el terremoto de febrero, hubo una conspiraron [del Opus
Dei] para derribarle pero “esa empresa les va a salir muy mal. Se han equivocado
sustancialmente porque creen de verdad que están en el Poder. Y en el Poder tú y yo
sabemos quién está ¿Verdad?”40 [En Franco, por eso acudieron los dos a La Granja].
También responde a los reproches que Sánchez Bella le hiciera por su alocución
en el C. M. Santa María, ‘tenía que mantenerme en el plano de lo doctrinal para no caer
en la tentación del mitin (…) tengo intención de sacar un libro donde se extraigan, con
objetividad y de modo constructivo, algunas consecuencias para nuestra presente
realidad social y política”. Y marca, una vez más, las líneas entre las que se mueve su
accionar político, alejado de dos actitudes que considera negativas: la inmovilidad y la
deserción. La suya es “una actitud superadora: la transformación desde dentro, con
rigurosa autenticidad (…) para conseguir victorias sustanciales para nuestro Régimen.
Es, además, el único remedio contra la tentación del desaliento y del juego a cartas
futuras en que ya están, por desdicha, muchas gentes que un día lucharon en las filas del
Movimiento Nacional. De todo esto hablé largamente con Alberto [Martín Artajo]
yendo el otro día hacia la Granja”. También ha estado con Laín, al que “la carta tuya le
ha sabido fuerte pero comprende lo que quieres decirle, y pide que se comprenda sus
puntos de vista” (se nota el progresivo distanciamiento con Sánchez Bella).
39
40
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 20 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
Girón a Ruiz-Giménez, 18 de julio de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
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La respuesta del embajador trasluce la alegría porque los dos cesantes (RuizGiménez y Martín Artajo) hayan asistido a la fiesta de La Granja41. Y se extiende en las
quejas sobre la inacción de Castiella respecto a sus proyectos de poner en marcha un
seminario y una agencia de noticias. Ya había conseguido el respaldo de la agencia
alemana DPA pero con tanto retraso se ha coordinado con la INS: todo lo que se diga en
Hispanoamérica a partir de ahora procederá de fuentes alemanas: ellos han hecho
exactamente lo que yo proyectaba. Respecto a la revista: “El liberalismo, maritainismo,
y toda clase de ismos, se han metido en los católicos americanos y no saben cómo
desprenderse de toda esa quincalla demagógica. No se acierta a plantear ningún
problema vivo con criterio católico”. Le sugiere que mire Enterprise que podría ser un
buen modelo. Sánchez Bella sigue preocupado por la actuación de intelectuales
españoles en América, extraída de artículos del periódico El Mundo de Puerto Rico.
“Qué pena me dan estos intelectuales nuestros. Están foscos y hostiles en España,
criticando todo y no perdonando nada, y en cambio, por un plato de lentejas dan su
nombre y su pluma para adular a instituciones y a personas nada recomendables”42,
aludiendo sin citarlos a Laín y Tovar. Aunque se emplea a fondo con los profesores
españoles exiliados que dan clase en la Universidad de Puerto Rico, “una universidad
laica y sectaria en donde campan por sus respetos nuestros compatriotas los profesores
del exilio”. Está pensando en enviar al ministro de la Gobernación la lista de los
profesores sospechosos.
En los meses siguientes, Ruiz-Giménez procurará calmar las inquietudes del
fogoso embajador dándole puntual noticia de sus actuaciones dentro del régimen que
sabe le van a gustar43. A la vuelta del verano tiene varias conversaciones con Carrero y
visita a Castiella para pedir permiso para un viaje a Roma invitado por Santa Sede. El
ministro le ofrece toda clase de facilidades y plantea relanzar (a través de Sánchez
Bella) la política en Hispanoamérica. “Verás que sin apartarme de mi línea sustancial de
trabajar en mi óptica universitaria no caigo en la tentación de desertar de mis deberes
como español”, concluye. A su regreso de Roma le hace saber que ha vuelto
impresionado del congreso de laicos en Roma y reforzada su necesidad de conocer a
41
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 8 de agosto de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 14 de septiembre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
43
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 12 de septiembre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
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fondo la realidad social, económica y política de su tiempo, a la luz de la fe. “Esa misma
experiencia me obliga a acelerar los proyectos de edición de unos “Cuadernos” donde se
recoja el fruto de nuestros coloquios’, anunciando su futuro proyecto de Cuadernos para
el diálogo. Ve necesario adoptar “una actitud creadora y de conquista hacia el futuro, en
vez de meras posiciones defensivas”44. En encuentros con amigos romanos “me
mantuve en una línea de lealtad sustancial, pero señalando matices, rectificaciones
convenientes y perspectivas” [ya se ve que va marcando distancias]. Asiste la familia a
una entrevista con el Papa al que comunican que su hija Mercedes allí presente ingresa
en Teresianas, emoción, bendición del Santo Padre.
A comienzos de 1958, Ruiz-Giménez informa al embajador de la lastimosa
situación del Instituto de Cultura Hispánica, en el que Sánchez Bella dejó a Blas Piñar
cuando marchó a Santo Domingo. Piñar dedica mucho tiempo a su notaría y poco al
Instituto. Faltan medios ya que Castiella no tiene demasiado interés en las actividades
del Instituto: hay poco dinero para becas; reducción de los alumnos hispanoamericanos
por sospecha de subversión. No hay coordinación de organismos: es una pena que no
saliera el Consejo Supremo que ambos diseñaron con Martín Artajo, ahora se arrepiente
de no haberlo puesto en marcha. Su diagnóstico de la situación española es claro:
“El problema español no es fundamentalmente de carácter económico, sino más
bien social (reajuste de estructuras y mayor permeabilidad entre nuestros distintos
estratos sociales) y político (vitalización de instituciones con carácter orgánico, pero
seriamente representativas y con establecimiento de cauces para un diálogo responsable
entre la nación y las instituciones o fuerzas vivas del país; preparación de minorías
dirigentes para el futuro, en línea de fidelidad a los principios fundamentales del
Movimiento, pero con apertura de horizontes hacia el mañana; forja de ilusiones y de
esperanzas que permitan re-aglutinar a los hombres de nuestra generación e incorporar a
gentes más jóvenes a una gran empresa nacional). Por desgracia, de todo esto se hace
poco”45.
El bache económico se ha suavizado al retirarse los artículos más duros de la
Ley de Presupuestos y la próxima ampliación de la ayuda americana; hay mayor
44
45
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 19 de octubre de 1957 (UC3M/ARG/11/148-01)
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 11 de enero de 1958 (UC3M/ARG/11/148-01)
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confianza en medios financieros. Pero es necesario “no descuidar los aspectos menos
materiales –normas de justicia en la distribución de la renta nacional, fomento de las
enseñanzas técnicas en su más amplio sentido, estímulo al esfuerzo y a la iniciativa, con
un margen de libertad responsable– pues solo así habrá (…) verdadera elevación del
nivel de vida de los españoles”. La preocupación social siempre presente en el hoyense.
El tiempo iba pasando, Ruiz-Giménez seguía con sus clases, el proyecto de
revista estaba muy adelantado, pero Sánchez Bella se impacientaba. “Ya va siendo hora
de que salgas de tu escondrijo y te pongas a actuar”46, le espeta a comienzos de 1959.
Ruiz-Giménez no se daría por aludido. Aclara al embajador –a propósito de un artículo
de prensa sobre una conferencia en Pax Romana– que él no dijo que Pío XII se inclinara
por la democracia inorgánica. Todo menos “abroquelarse en el inmovilismo”. Reitera
que “mi posición sigue siendo la misma que tantas veces te he dicho: ni
anquilosamiento, ni deserción, sino evolución desde dentro, con serenidad, pero con una
cierta alegría y esperanza si no queremos que se nos vayan definitivamente quienes
vienen detrás”47. Sánchez Bella contesta al día siguiente y se alegra de sus
intervenciones “dentro” del régimen, su colaboración con Solís. Le sugiere que forme
equipo con los amigos leales48. “Sigo creyendo que la vuelta a los partidos políticos
sería un verdadero desastre” pero hace falta ir a un régimen verdaderamente
representativo a través de la familia-sindicato-municipio. “Estamos, como tú dices muy
bien, en una vaga, falsa y peligrosa situación intermedia, que la cubre la autoridad moral
de un Jefe de Estado, pero debemos aprovechar precisamente su presencia (…) para que
su obra creadora se asiente sobre pilares más firmes”. Eso exige lealtad, “trabajando
desde dentro, no desde fuera. Si la circunstancia no nos permite trabajar desde un
Ministerio, que es lo que habría que desear, también desde la periferia se pueden hacer
muchas cosas”. Le parece bien que cuide su despacho y su cátedra, “pero no puedes
olvidar que toda nuestra generación tiene una misión de servicio a la comunidad que no
puede ser abandonada, porque eso significaría ni más ni menos que el fracaso de nuestra
propia vocación”. Le da noticias también de Pedro Laín que le había escrito “una carta
muy cariñosa y simpática, pero un poco triste. Me apena verlo tan aislado y tan
46
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 29 de enero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01)
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 17 de febrero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01)
48
Sánchez Bella a Ruiz-Giménez, 18 de febrero de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01)
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ensimismado en sus propios pensamientos. Vamos a ver, si cuando yo vaya en
primavera lo animo y sobre todo si consigo traérmelo aquí, con motivo del III Congreso
de Academias de la Lengua”.
La preocupación por Laín aparece en la carta que escribía poco después Sánchez
Bella a D. Antonio Rodilla, Rector del Seminario de Moncada: “Me imagino seguirá
manteniendo frecuente contacto con Pedro Laín. Este es el caso que más me preocupa,
porque es el que más necesitamos que no se deje seducir por el juego de otros frentes y
resista todas las tentaciones”49. Su vocación crece sólo en el ambiente en que se creó y
fue creciendo, “salirse de ahí sería una catástrofe para todos (…) El campo en que él
debe moverse, es el de los puros principios”, y no en la política de cada día.
Ruiz-Giménez, por el contrario, reforzaba sus convicciones con su presencia
entusiasta en el traslado de los restos de José Antonio a Cuelgamuros, que “borra de
golpe cualquier malentendido que en fecha bien aciaga pudo haber existido”. Escribe
una carta llena de emoción a Sánchez Bella:
“Pilar y Miguel [Primo de Rivera] me pusieron una carta expresándome su hondo
agradecimiento; y luego en las Cortes, en la sesión de hace pocos días, me abrazaron
con verdadero cariño. Realmente fue un espectáculo impresionante y mis dos hijos
mayores –Joaquín y José–, que llevaron también un rato el féretro a hombros por la
carretera, “descubrieron” hacia el pasado una realidad de que no tenían, lógicamente,
experiencia, y se dieron cuenta de que lo nuestro fue una cosa muy seria”50.
49
50
Sánchez Bella a D. Antonio Rodilla, 11 de marzo de 1959 (AGUN/ASB/108-III)
Ruiz-Giménez a Sánchez Bella, 16 de mayo de 1959 (UC3M/ARG/11/148-01)
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