El futuro del pino radiata en el País Vasco

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BASOGINTZA FORESTAL
El futuro del pino radiata
en el País Vasco
texto y fotografías Alejandro Cantero,
Ingeniero de Montes, Hazi Fundazioa
En 2013 se cumplió el primer centenario de
una histórica conferencia impartida por
Mariano Adán de Yarza, dedicada al pino
radiata y a la repoblación forestal de los
montes vascos. Es un buen momento para
reflexionar sobre el pasado y el futuro de la
principal especie forestal del País Vasco.
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Un poco de historia
La conocida tesis de Mario Michel sobre la
introducción por el pino radiata en los montes
vascos cuenta muy bien la historia. Hacia la
década de 1850 Carlos Adán de Yarza (18121863) introdujo ejemplares de la especie
Pinus radiata D. Don en los jardines del
Palacio de Zubieta, en Ispaster, junto a
Lekeitio (Bizkaia). A partir de 1870 su hijo
Mario Adán de Yarza (1846-1920), visto el crecimiento de ese pino, lo plantó en diversos
montes de Bizkaia. Ese fue el comienzo del
éxito de la especie en la reforestación de los
montes vascos. El 29 de julio de 1913 su
sobrino Mariano Adán de Yarza impartió una
interesante conferencia en el Centro Musical
de Tolosa (Gipuzkoa) bajo el título “La repoblacion forestal en el Pais Vasco”. En dicha
conferencia, luego publicada, este técnico
formado con estudios forestales en Suiza
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En algunos casos, el eucalipto nitens sustituye al pino radiata en el interior de Bizkaia. Valle de Trucios, con el Parque Natural de
Armañón al fondo (página anterior). En esta página, pinar viejo, de más de 40 años, en el monte público Betayo, en Trucios (Bizkaia).
estableció dos principios novedosos:
1. la repoblación forestal no se debía
basar sólo en las especies indígenas o
“dendrológicas”, es decir en aquellas
que espontáneamente vegetan en cada
región
2. la Administración no debería ser la
única impulsora de la repoblación forestal.
Hay que tener en cuenta que Vicente
Laffitte, cargo electo de la Diputación
Foral de Gipuzkoa, fue el presentador del
conferenciante, pero defendía las tesis
contrarias a las de Mariano Adán de
Yarza. Laffitte impulsó el recién creado
Servicio de Montes de la citada
Diputación y fomentó la repoblación de
los montes públicos. Sin embargo, opinaba que pretender transformar el paisaje forestal, introduciendo especies exóticas, resultaba “costoso, arriesgado e
imprudente”.
El caso es que en los años posteriores a
1913, que coincidieron con el estallido
de la Primera Guerra Mundial y con un
aumento de la demanda de madera,
comenzó una lenta escalada en cuanto a
la superficie reforestada con pino radiata
en los montes públicos y privados.
Tras el parón de la Guerra Civil, se generalizaron las plantaciones de pino en la
vertiente cantábrica, a la vez que iban
aumentando las industrias consumidoras
de esa madera. Al cortarse entonces con
turnos bajos (20-25 años), la mayor parte
de la madera era de pequeño diámetro.
Catástrofes como las heladas de 1956
en Gipuzkoa y los incendios de 1989 en
Bizkaia trajeron consigo importantes
superficies coetáneas de nueva plantación. Los turnos medios de corta de los
pinares iban aumentando con el tiempo,
en paralelo al volumen total de cortas y al
porcentaje de esas cortas que se destinaba a aserrado.
En años más recientes, han sido los vientos catastróficos ocurridos en Aquitania
(1999 y 2009) los más determinantes en
el mercado de la madera de pino, al
poner en circulación enormes volúmenes de madera a bajo precio. El más
reciente de ellos ha coincidido, además,
con la crisis económica y la práctica
desaparición de la demanda de madera
gruesa procedente de mercados exteriores.
En la actualidad, el pino radiata sigue
prestando su característico color verde
oscuro al paisaje vasco. Según los distintos Inventarios Forestales realizados, la
superficie ocupada por el pino radiata va
disminuyendo, año a año, desde el máximo de 163.000 ha de 1986, a razón de
unas 1.000 ha anuales de media. Sin
embargo, en cuanto a existencias maderables totales, nunca como hasta la
fecha ha habido tanta madera en pie en
los pinares vascos, ya que el reciente
Inventario Forestal de 2011 cuantifica
unas existencias maderables totales de
30 millones de m3 de pino radiata y un
promedio de 216 m3/ha. En el primer
Inventario Forestal de 1972 se midieron
15 millones de m3 y un promedio de 94
m3/ha.
El futuro
En los últimos 40 años, nunca se habían
registrado niveles tan altos de madera de
pino radiata en nuestros montes y ello
coincide con un importante bache en la
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demanda de madera. Se calcula que el
crecimiento anual de estos pinares
alcanza los 1,8 millones de m3, frente a
una demanda actual de las industrias
comprendida entre 1 y 1,5 millones de
m3 cada año.
Sólo el 15% de la superficie de pino
radiata se ubica en montes públicos.
Tomando una cifra aproximada de 20.000
propietarios privados, se obtiene una
superficie media de 5,6 ha de pinares por
cada propietario; en muchas ocasiones,
además, repartidas en varias parcelas no
colindantes.
La madera de pino radiata, que hasta
hace pocos años era la única especie
que aportaba volúmenes importantes de
aprovechamiento forestal, coexiste con
la oferta procedente de otras masas
forestales que van aumentando su
superficie año a año. Como ejemplo, los
eucaliptos (15.000 ha), el abeto Douglas
(6.500 ha) o el pino laricio (13.700 ha) van
complementando de forma creciente la
oferta de madera vasca. En ciertas zonas
costeras y en montes de suelos pobres
o arenosos el pino radiata ha ido dejando
sitio a los eucaliptos. En cuanto a la altitud como factor limitante para el pino
radiata, en laderas de cota superior a 500
m, suele plantarse abeto Douglas en
suelos profundos y fértiles o pino laricio
de Córcega en suelos más pobres o con
mayor riesgo de viento o nieve.
La superficie total ocupada por coníferas
en los montes vascos han pasado de
suponer en 1972 más del 62% del total
de la superficie arbolada a, 40 años después, ser menos del 50%. Sin embargo,
más del 60% del total de las existencias
maderables vascas se sigue concentrando en dichas masas de coníferas.
Con un volumen global de 63 millones
de m3 y una media de 158 m3/ha, el País
Vasco supone en cierto modo una “isla
de madera”, pues está rodeado de terri-
torios forestales extensos, pero que no
concentran volúmenes medios tan altos
como los nuestros.
No hay que olvidar tampoco que, en un
contexto de necesidades energéticas
crecientes, la obtención de bioenergía es
una posible salida para la madera, leña u
otro tipo de materia vegetal de los montes vascos. Muchas entidades locales
vascas son propietarias de montes y
podrían ser autónomas en materia energética con unas pequeñas inversiones
iniciales.
Otro factor que nos suele diferenciar de
otros macizos próximos es la calidad de
la madera. El pino radiata, al igual que
otras especies de nuestros bosques, es
capaz de aportar grandes volúmenes de
madera susceptibles de ser usados en
construcción o en otros usos de alto
valor añadido, debido a sus buenas cualidades y dimensiones. Cuando se oye
hablar de nuevos usos de la madera (tratamiento térmico o químico, biomateriales, tableros contralaminados, …), inmediatamente suelen aparecer las buenas
condiciones del pino radiata para esos
usos. La madera de pino radiata puede
tener infinidad de usos, como es bien
sabido en Europa, y los montes vascos
concentran las masas más extensas de
esta especie en todo el Hemisferio
Norte.
Tengamos en cuenta que muchas veces
la calidad de la madera no basta para
vender. Hará falta continuar con las
actuales medidas dedicadas a la comercialización internacional de las maderas
vascas para aumentar sus mercados, a la
certificación en gestión forestal sostenible, a la correcta clasificación y a la caracterización estructural.
Los problemas existentes para movilizar
nuestra madera son conocidos, Unos
problemas son de tipo socio-económico,
relacionados con el minifundismo, el
coste de la mano de obra, el abandono
de la gestión forestal por edad o por cansancio o las restricciones legales para la
corta y la saca. En ocasiones, también
existen limitaciones físicas en muchos
montes vascos, como la ausencia de una
red viaria en condiciones, fuertes pendientes medias, riesgos erosivos o climatología adversa.
Los riesgos forestales seguirán estando
presentes: vendavales, nevadas, anomalías climáticas, incendios, plagas y enfermedades. La magnitud de los daños económicos suele estar en relación al valor
del bien en peligro, por lo que situaciones como la actual, con arbolados que
cada vez presentan mayores volúmenes
de madera en pie, estarán afectadas por
unos riesgos crecientes. Dicho de otro
modo, bosques cada vez más envejecidos y concentrando más madera en pie
presentarán mayor vulnerabilidad ante
agentes causantes de daños, por lo que
hará falta adoptar medidas preventivas.
Hasta hace pocas décadas, poseer pinares era un signo de riqueza. Hoy en día,
disponer de árboles en cantidad y calidad
puede ya no ser una garantía de riqueza
económica inmediata, pero sí de riqueza
en sentido amplio para la Sociedad, tanto
en forma de biodiversidad como de posibles materias primas de interés. Y si además contamos con industrias locales
capaces de transformar esas materias
primas, como es nuestro caso, esa
garantía de riqueza es aún mayor.
Los propietarios y gestores forestales,
públicos y privados, son optimistas por
naturaleza. Sólo así se explica que arriesguen su dinero y su esfuerzo para conseguir, en un horizonte temporal desconocido, una rentabilidad decreciente o un
beneficio final indeterminado y sujeto a
diversos riesgos. Aprendamos de ellos y
tratemos de ver la luz de las oportunidades en el túnel de esta crisis.
Pinares jóvenes en Mendaro (Gipuzkoa). Valle de Aramaio (Álava).
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