Los “procesos colaborativos” desde la perspectiva de los nuevos paradigmas científicos Por Gachi Tapia ∗ Publicado en “Mediadores en Red. L@ Revista”, Año IV, Nº 10, Septiembre 2006.- Quienes trabajamos en el ámbito de los conflictos públicos y sociales, nos enfrentamos con situaciones arraigadas en modelos y estructuras sociales que hacen muy frustrantes las intervenciones puntuales. Nuestro campo ha venido modificando sus supuestos y complejizando roles y prácticas de intervención, entendiendo que los conflictos sociales se dan en el marco de estructuras dinámicas complejas y cambiantes. Para ello, los mediadores debimos imperiosamente abordar distintas disciplinas de estudio, en la necesidad de encontrar nuevos significados para la aplicación de teorías y prácticas. En este sentido, el campo de la teoría y la práctica de la resolución de conflictos, y más tarde, la transformación de conflictos, es consecuencia de una evolución del pensamiento, que si bien se ha dado en el campo social, tiene bases en la revolución científica que se inició durante el siglo XX desde las denominadas “ciencias duras”. Viejos paradigmas “Cuanto más se estudian los principales problemas de nuestro tiempo, más se constata que los mismos no pueden ser entendidos aislada ni linealmente. Se trata de problemas sistémicos, lo que significa que están interconectados y son interdependientes” (Capra, 1998). Esta conclusión es relativamente reciente, resultado de los dramáticos cambios de pensamiento que tuvieron lugar a partir de los nuevos descubrimientos de la física a principios del siglo XX, y que han sido ampliamente discutidos por filósofos y científicos de distintas disciplinas a lo largo de los últimos 50 años. Esos cambios fueron tales que llevaron a elaborar la noción de “paradigma científico”, que Khun (1962) definió como “una constelación de conceptos, valores y teorías que, compartidos por una comunidad científica, conforman una particular visión de la realidad y desde ella son usados para definir problemas y soluciones que consideran legítimas”. Como remarcara Einstein, ningún problema puede ser resuelto con el mismo pensamiento que se creó. Los lentes desde lo cuales los seres humanos continuamos intentando resolver nuestros problemas, son los mismos lentes desde los cuales esos problemas fueron creados, construidos en nuestros procesos de pensamiento, durante siglos de prevalencia de viejos paradigmas, como el basado en el modelo social y político conocido como el “paradigma de la dominación” (Eisler, 1990). Efectivamente, esos problemas – amenaza de guerras nucleares, la devastación de nuestro medio ambiente, el hambre, la pobreza, la inequidad– se deben en gran medida a que los seres humanos seguimos basando nuestros conceptos y valores en una visión del mundo obsoleta, basada en estos viejos paradigmas que se apoyan en las siguientes ideas: una visión del mundo mecanicista y materialista, un concepto del cuerpo humano como una máquina, el concepto de la vida como una lucha competitiva por la existencia, la creencia de que el progreso depende del crecimiento de variables económicas y tecnológicas, y la convicción de que en una sociedad ∗ Gachi Tapia es abogada y mediadora. Fundadora y ex Directora Ejecutiva de la Fundación Cambio Democrático, actualmente a cargo de la Gestión de Conocimiento en dicha organización. E-mail: gtapia@cambiodemocratico.org es natural que la mujer esté sometida al hombre (Capra, 2003). Sin embargo, en las últimas décadas del siglo pasado, se inició una revisión de estos conceptos, a partir de los descubrimientos que movieron la base de todo el pensamiento científico occidental hasta ese momento. El paradigma Newtoniano A partir de la Teoría de la Gravedad, las ideas de Newton (1686) moldearon una concepción del universo que consideraba a la materia como base de la existencia y al mundo material como un conjunto de elementos ensamblados en una máquina. El sistema tan complejo de los fenómenos naturales se podía estudiar a partir de analizar sus partes o componentes básicos, y descubrir los mecanismo que los ponían en funcionamiento. Esta teoría se conoce como reduccionismo científico, y como herramienta intelectual redujo la naturaleza a procesos lineales que pudieran medirse. Sus conclusiones condujeron al mayor adelanto científico de la humanidad hasta ese momento, a tal punto que sus supuestos se aplicaron a todos los campos de la actividad humana y, en consecuencia, todavía hoy, la gente se mueve esperando resultados predecibles de sus acciones (Breslin, 2004) El paradigma de la dominación En cuanto al modelo social y cultural de organización, los viejos supuestos de pensamiento se basan en lo que se ha denominado el “paradigma de la dominación” (Eisler, 1990). Este modelo alude a un sistema filosófico-político, basado en valores como la expansión, la dominación de los más fuertes sobre los más débiles, las estructuras jerárquicas como modelos de gobernabilidad y de dominación de unos sobre otros, y la confrontación y la competencia como los modelos de interacción. 1 Este modelo ha sido la base de los sistemas políticos, económicos y sociales de nuestro tiempo y de ello dan cuenta sistemas y teorías: el patriarcado, el capitalismo de mercado, el comunismo, el imperialismo, el racismo, etc. Como describo más adelante, a este paradigma se opone el denominado paradigma de la articulación o de la asociación (partnership) La caída de los viejos paradigmas y la emergencia de las nuevas ciencias de la complejidad A partir de los descubrimientos de Einstein y quienes lo sucedieron en el estudio de la nueva física, los supuestos científicos newtonianos perdieron su base. La teoría de la relatividad y la física subatómica (o mecánica cuántica) desestabilizaron todos los conceptos principales de la teoría newtoniana sobre el mundo. Así, cayeron las nociones de espacio y tiempo absolutos, las partículas sólidas elementales, la naturaleza estrictamente causal de los 1 Políticos, militares, corporaciones e instituciones se estructuran jerárquicamente. Quienes ocupan estos lugares llegan a identificar sus posiciones jerárquicas como parte de su imagen y personalidad, con lo cual, modificar estos valores es una amenaza a su propia identidad. fenómenos físicos y el ideal de una descripción objetiva de la naturaleza. Con la introducción, por parte de Heisemberg (1971), del principio de incertidumbre, se sentaron las bases para el descubrimiento de las teorías del caos y la complejidad. La teoría del caos desafía la idea de que el cambio es siempre gradual y predecible, y la noción de complejidad desafía la idea que considera que las cosas se entienden mejor si se dividen en partes más pequeñas. Desde entonces, la atención científica comenzó a virar del estudio de partículas cada vez más pequeñas hacia cuestiones sobre sus relaciones, sus interacciones y la forma en que funcionan los “sistemas” que constituyen estas partículas. La atención dejó de prestarse a las “estructuras” para focalizarse en los “procesos”. La teoría de los sistemas fue un punto crucial en el desarrollo científico. Antes de los años 40 los términos “sistema” y “pensamiento sistémico” habían sido utilizados por varios científicos, pero fue Bertalanffy quien, con su concepto de sistema abierto y su Teoría General de Sistemas, contribuyó a constituir el pensamiento sistémico como un movimiento científico mayor. Asimismo, los intentos de desarrollar máquinas auto-conducidas (los ordenadores, las computadoras), llevaron al despliegue de un campo totalmente nuevo, que, inspirado en Norbert Weiner, tomó el nombre de “cibernética”, disciplina que se transformó en un poderoso movimiento intelectual. La cibernética se concentra en el estudio de “patrones de comunicación”. Sus conclusiones condujeron a los conceptos de retroalimentación, autorregulación y autoorganización. Vale la pena considerar algunas de las características que representan al cambio del pensamiento mecanisista al pensamiento sistémico. En primer lugar las propiedades del sistema no se reducen a las propiedades de sus componentes, eso configura un primer cambio de foco, de las “partes” al “todo”, y, por ende, el estudio se concentra no en las “partes”, sino en las relaciones entre ellas. En última instancia, como fue demostrado por la nueva física, ya no se puede hablar de “partes elementales”, sino de “patrones de interacción”. En la visión sistémica vemos que los objetos o agentes constituyen redes de relación inmersas en redes mayores. Los estudios del caos se concentran en los denominados sistemas complejos, sistemas no lineales donde el todo no puede reducirse meramente a la suma de sus componentes. La teoría del caos puede entenderse como un gran campo de investigación abierto, que abarca diferentes líneas de pensamiento. El caos está entendido no como ausencia de orden, sino como cierto tipo de orden de características impredecibles, pero descriptibles en forma concreta y precisa. Es decir, un tipo de orden de movimiento impredecible. El fenómeno que encontramos en el corazón de esta teoría es que en los sistemas no lineales, pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a resultados impredecibles y de enorme impacto. Éste es el caso del principio que suele llamarse “efecto mariposa”, propuesto por primera vez por Ed Lorenz: en meteorología, la naturaleza no lineal de la atmósfera ha llevado a afirmar a muchos científicos que es posible que el aleteo de una mariposa en determinado lugar y momento, pueda ser la causa de un terrible huracán varios meses más tarde en la otra punta del globo. Si bien, durante las tres últimas décadas, se ha producido una nueva orientación científica hacia estos estudios, lamentablemente, esta toma de conciencia acerca de la necesidad de cambiar drásticamente nuestro pensamiento no es algo que haya alcanzado aún una masa crítica de lideres –políticos, sociales, corporativos o académicos- que hoy manejan el planeta. “En su gran mayoría, los líderes son incapaces de percibir la interconexión de los distintos problemas, y tienden a seguir utilizando un pensamiento lineal (causa-efecto) para describir los conflictos y sus correspondientes soluciones” (Capra, 2003) El abordaje tradicional para analizar y resolver los problemas desde marcos lineales no da cuenta de los fenómenos que evidencian las nuevas ciencias. Por ende, las soluciones fracasan, porque suelen ser resultado de los análisis efectuados desde perspectivas individuales o sectoriales, y no desde el cuadro más abarcativo de la compleja realidad sistémica que abarcan. Del paradigma de la dominación al paradigma de la articulación Además del viejo paradigma de Newton, también la permanente prevalencia del paradigma de la dominación por sobre el paradigma de la articulación parece contribuir a la ineficacia en la resolución de los problemas más acuciantes del planeta y de nuestras comunidades. El paradigma de la articulación pone énfasis en el pensamiento intuitivo, holístico, no lineal, y en valores como la cooperación, la conservación y la asociación. A diferencia del modelo dominador, en el modelo articulador, la manera de estructurar el ejercicio del poder no se basa en las jerarquías. La estructura para el ejercicio del poder desde esta perspectiva es la estructura de red. El cambio de paradigma incluye, por lo tanto, el cambio del sistema de jerarquías al sistema de redes en la organización social (Capra, idem) Las estructuras sociales están dando cuenta de estos cambios. La creciente participación ciudadana en la toma de decisiones políticas da cuenta de la crisis de gobernabilidad de los sistemas representativos puros, y, por otra parte, las constituciones políticas comienzan a incorporar mecanismos que promueven decisiones basadas en las voces que provienen de las comunidades, siendo así cada vez más realistas. Sin embargo, aún esos mecanismos suelen tener la dificultad de generar polarizaciones y confrontación, como dan cuenta, por ejemplo, los mecanismos de referéndum y plebiscitos, ya que no contemplan la posibilidad de transformar dinámicas confrontativas en dinámicas de colaboración y consenso. Los sistemas humanos como sistemas complejos adaptativos Los presupuestos epistemológicos mencionados anteriormente como viejos paradigmas están tan profundamente enraizados en nuestras culturas, educación y cosmovisión, que ni siquiera nos damos cuenta de ellos. Estos presupuestos hacen difícil comprender la complejidad. Incluyen la idea de que cada efecto observado tiene una causa, que todos los fenómenos pueden comprenderse a través del análisis de sus componentes y que el análisis de los eventos pasados permite predecir eventos futuros. Como ya se ha mencionado, si bien estos preconceptos fueron extraordinarios para comprender un aspecto del mundo físico, no han servido para comprender cómo interactúan las comunidades humanas. Entre los descubrimientos científicos más impactantes de las nuevas ciencias que tienen consecuencias en el campo del manejo de conflictos, están los que dan cuenta de considerar a las comunidades como sistemas vivos abiertos y adaptativos. Estos sistemas humanos han demostrado ser equiparables a cualquier sistema vivo del planeta y, como tales, objeto de aplicación de conclusiones derivadas de las teorías del caos y la complejidad. Un sistema es aquel conjunto de partes puestas juntas para constituir un todo. Parece claro el concepto cuando pensamos en máquinas, pero también existen los sistemas vivos; el cuerpo humano, las galaxias y las ciudades. De esta manera, casi todo constituye un sistema, pero no todos los sistemas tienen las mismas características, y por ello se dividen y clasifican, en función de sus distintas propiedades, en cerrados y abiertos, vivos y no vivos, complejos y no complejos, determinados y adaptativos, lineales y no lineales, etc. Los sistemas vivos (organismos, sistemas sociales y ecosistemas) son sistemas complejos que no pueden ser comprendidos desde el análisis reduccionista newtoniano, las propiedades de las partes sólo pueden entenderse desde una comprensión del todo mayor, y su comportamiento no es lineal. Sus componentes no pueden actuar de forma independiente, y las acciones de uno afectan al resto mediante una “red de conexiones”. Es importante diferenciar entre los sistemas “complejos” y los sistemas “complicados”. Un sistema complejo es un sistema compuesto por varias partes interconectadas o entrelazadas, cuyos vínculos entre ellas contienen información adicional y oculta al observador. El sistema complicado, en contraposición, también esta formado por varias partes, pero las conexiones entre éstas no añaden información adicional. Nos basta con saber cómo funciona cada una de ellas para entender al sistema. En un sistema complejo, en cambio, existen variables ocultas cuyo desconocimiento nos impide analizar el sistema con precisión. Así pues, un sistema complejo, posee más información que la que proporciona cada parte independientemente. Para describir un sistema complejo hace falta no sólo conocer el funcionamiento de las partes, sino conocer cómo se relacionan entre sí. Wendell Jones (2003) ilustra la diferencia entre los sistemas “complicados” y los “complejos”: “En los sistemas que no son complejos, como las máquinas, los elementos y las relaciones entre ellos son igualmente importantes y pueden ser comprendidos desde perspectivas reduccionistas en el sentido del principio de causalidad”. Por ejemplo, en un Boeing 747, todos los componentes del avión y las conexiones entre ellos son críticos para operar la máquina de modo correcto. Además, reglas simples producen respuestas predecibles. La palanca del avión lo sube o lo baja según la dirección en que se opere. La respuesta de cada componente y de todo el sistema del avión está completamente determinada. Por más que el avión parezca un sistema complicado de operar, técnicamente no se considera un sistema complejo. “En cambio, en los sistemas complejos, las conexiones son críticas, pero no lo son las partes o los agentes individuales”. Por ejemplo, en una bandada de pájaros, las conexiones entre ellos son clave, pero si un pájaro se lesiona y se cae no afecta al resto de la bandada. Ellos se rigen por algunas reglas simples (como no chocarse o volar a una distancia promedio entre ellos) que resultan en complejos sistemas de respuestas que no son predecibles. Cada uno de los agentes tiene la libertad de elegir una respuesta, pero siempre enmarcada por las reglas básicas con las cuales se mueven. De modo que su comportamiento individual no está determinado de modo exacto, como lo están en sistemas determinados lineales. Pero estos sistemas vivos no son solamente complejos sino, además, adaptativos. Tienen la capacidad de cambiar: procesan la información, aprenden, se adaptan, autorregulan y organizan 2 . 2 La idea de la autorregulación de los sistemas abiertos de Bertalanffy fue redefinida en los años 70 por Ilya Prigogine, en términos de autorregulación de estructuras disipativas. La autoorganización emerge con un poderoso concepto que se desarrollo 30 años después de las discusiones de los primeros cibernéticos. Para comprender la importancia de la autoorganización, hay que comprender la importancia de la noción de “patrón”. Desde el punto de vista sistémico, la comprensión de la vida comienza con la comprensión del patrón. Para entender un sistema, no es lo mismo preguntarse “de que está hecho” que preguntarse cual es su “patrón”. Un “patrón” es una configuración de relaciones que caracteriza un determinado sistema. En su última obra, La trama de la Vida, Fritjof Capra (1998) expresa: “Entiendo que la llave de una teoría completa de los sistemas vivos radica en la síntesis de estos planteamientos tan dispares, el estudio de la “sustancia” o “estructura” y el estudio de la “forma” o el “patrón”...lo que se destruye cuando un sistema es disecado es su patrón, sus componentes siguen allí, pero la configuración de las relaciones entre ellos, “el patrón”, ha sido destruida, y en consecuencia, el organismo muere.... Si bien es cierto que todos los organismos vivos están hechos en última instancia de átomos y moléculas, son algo más que eso, existe algo más en la vida, algo inmaterial e irreducible, el “patrón de organización”. Efectos de las nuevas ciencias en la práctica del abordaje de conflictos sociales Desde el punto de vista de la gobernabilidad democrática, con los lentes de las nuevas ciencias, las políticas públicas son intervenciones en sistemas humanos, no lineales y complejos. La visión de los nuevos paradigmas y su impacto en las ciencias sociales avanza muy lentamente. Sin embargo, nuestra práctica está profundamente anclada en ellos. Las metodologías del campo de la resolución de conflictos –al promover la toma de decisión por parte de quienes serán impactados por ella, y transformar las dinámicas confrontativas y dominantes en interacciones de articulación y colaboración– están a la vanguardia de la caída de los paradigmas de la dominación. Sin embargo, lo que sucede con herramientas como la mediación interpersonal aún esta lejos de ser promovido a escala social. La nueva visión no es la visión general de quienes articulan las políticas con ambiciosos proyectos que se imponen desde “arriba”, y su transformación, como toda transformación social, será lenta. Para quienes ejercen el poder resulta más difícil comprender el significado de los nuevos descubrimientos que se focalizan en las “relaciones” y en los “procesos” antes que en las estructuras. Es interesante destacar que en el ámbito de las políticas de desarrollo existen experiencias pioneras que ponen en práctica la nueva visión acerca del desarrollo, consistente en enfatizar la capacidad de la gente para articularse y gestionar colaborativamente los recursos, más que poner le foco en proveer asistencia económico-financiera solamente. Esta concepción incluye la visión de las nuevas ciencias 3 . Por ejemplo, las agencias de desarrollo que promueven esta visión han tomado conciencia de que la asistencia financiera promueve cambio, y como cualquier cambio, también genera dinámica de caos y conflictividad. Por ende, están incorporando la cultura de instalar capacidades en sus donatarios para la prevención y resolución de conflictos y el fortalecimiento de redes (interconexiones) y asociaciones colaborativas. “Si dejáramos de pensar en el desarrollo como un proceso lineal, uno de los primeros elementos en desaparecer sería la ilusión de control inherente a proyectos 3 Éste es el caso de la Fundación Interamericana y su concepto de desarrollo de base. Fundación Cambio Democrático está trabajando para implementar un proyecto para instalar capacidad en sus donatarios para el manejo constructivo de sus conflictos. diseñados desde arriba... El control es poder, y las metáforas emanadas de los estudios del caos y la complejidad indican que el poder debe cederse y dispersarse hacia abajo para dar paso al comportamiento adaptativo y al surgimiento de nuevos patrones” (Breslin, 2004). ¿Qué significa mirar los conflictos a través de los lentes de los sistemas adaptativos? La conclusión más importante parece ser la de comprender que nuestro estudio solo puede proveernos “posibilidades” que puedan llevar a las soluciones. El principio de incertidumbre se aplica aquí en toda su dimensión. Por lo tanto, nuestro trabajo no podrá producir formulas o recetas o un kit determinado y exacto para resolver las cuestiones. Por otro lado, está claro que ya no se puede sostener la creencia de que los terceros somos realmente “neutrales”. Como cualquier observador (los científicos mirando sus experimentos) nuestra mirada afecta al sistema y está condicionada por nuestra propia “caja” o “cosmovisión”. No hay una sola realidad objetiva que describa al sistema en conflicto y nosotros lo significamos basados en nuestros sistemas cognitivos. Por lo tanto, como cualquier otro actor que entra en el sistema desde cualquier rol, nos convertimos en parte del sistema. Esto no necesariamente significa que nuestras intervenciones son infructuosas o inútiles, pero sí implica –como marca Wendell Jones (2003)– que no podemos manejar un sistema en conflicto como si fuera un Boeing 747. Lo que debemos comenzar a investigar como nuevo campo de acción es el atributo de los sistemas complejos, que tiene que ver con la propiedad no lineal de “autoorganización”. Esto significa, como se describe en el famoso “efecto mariposa” de Edgard Lorenz, que un pequeño input puede producir grandes resultados de cambio. Esto puede ser tan alentador como desalentador, pero en la visión optimista, sugiere que pequeños inputs pueden producir efectos impredecibles de enorme escala. Nuestro desafío es operar en estos sistemas con pequeños inputs, pero atentos a la propiedad adaptativa. Si un resultado probable no es aparente de inmediato, puede ser que suceda más tarde. Muchas veces, estos cambios iniciales no producen una reorganización significativa del sistema, pero pueden haber cambios que resulten en reorganizaciones dentro del sistema que, aparentemente insignificantes, resulten beneficiosas. Uno puede diseñar pequeños cambios como, por ejemplo, traer nueva información, cambiar un equipo de expertos, hacer una declaración en los medios, etc., pero no será posible asegurar cuál de los cambios genere el efecto. En definitiva, promover soluciones no será consecuencia de los mejores “análisis” reduccionistas del sistema, conducidos con la esperanza de diseñar y desarrollar una intervención definitiva. Sin embargo, si nos comprometemos a explorar mucho más profundamente la naturaleza de los sistemas adaptativos complejos y las posibilidades sorprendentes que residen en la autoorganización para promover el cambio constructivo, no deberíamos desalentarnos tanto. La naturaleza más profunda que subyace en forma de valores a los “proceso colaborativos” (mediación, diálogo, construcción de consenso) parece ser claramente la consecuencia natural de la evolución que promueven los cambios de paradigmas. Existe una conexión interesante entre la forma en que los mediadores hablamos de los procesos colaborativos para la gestión de los conflictos complejos y la manera en que los científicos hablan de la evolución de sistemas complejos: “En lugar de diseñarse desde arriba –tal como lo haría un ingeniero humano– los sistemas vivientes parecen surgir siempre desde abajo, de una población de sistemas mucho más simples” (Waldop, 1992) Los procesos participativos colaborativos para el abordaje de conflictos entienden que las comunidades humanas tienen esa característica: la misma capacidad de autoorganización que los científicos ven en todos los sistemas adaptativos complejos. Por lo tanto, consideran que cuando los ciudadanos son provistos de la información y de habilidades específicas que fomenten, por un lado, el fortalecimiento de sus interacciones de modo no confrontativo, y por el otro lado, la complejidad sistémica de los problemas que abordan, éstos son capaces de vislumbrar soluciones novedosas e impredecibles de antemano. El “éxito” de estos procesos no reside sólo en resultados cuantitativos, sino también en resultados intangibles, tales como las mayores capacidades humanas para comprender que todos los miembros de una comunidad están interconectados en una vasta red de relaciones, donde el comportamiento de cada uno de sus miembros depende y afecta el comportamiento de otros 4 . Una comunidad humana sostenible es conciente de las múltiples relaciones entre sus miembros, y nutrir estas relaciones equivale a nutrir a la comunidad. Referencias bibliográficas Khun, T’uri. The structure of scientific revolutions. Chicago, University of Chicago Press, 1962. Capra, Fritjof. La Trama de la Vida. España, Anagrama, 1998. Capra, Fritjof. El Tao de la Física. España, Editorial Sirio, 1995. Breslin, Patrick. “Al margen de Newton: Metáforas para el desarrollo de base”. Desarrollo de Base, Revista de Fundación Interamericana, Vol. 25, Pág. 1, EEUU, Fundación Interamericana, 2004. Eisler, Rianne. El Cáliz y la Espada. Chile, Editorial Cuatro Vientos, 1990. Heisenberg, Werner. Physics and Beyond. New York, Harper, 1971. Jones, Wenderll. Complex Adaptative Systems. Octubre de 2003, en www.beyonditractability. Prigogine, I. y P. Glansdorff. Thermodynamic Theory of Structure, Stability and Fluctuation. NY, Wiley, 1971. Mitchell, M. Waldrop. Complexity, the Emerging Science at the Edge of Order and Chaos. Nueva York, Simon & Schuster, 1992. 4 Un caso real sobre el impacto de estos procesos, que hemos conducido desde Fundación Cambio Democrático, puede ser consultado en nuestra página web: www.cambiodemocratico.org-Mesa de Diálogo Colaborativo por las 2000 has., de Puerto Iguazú.