La Historia del Martini La Bala de Plata, El Cóctel más Sensual Cuando se alcanza la fama hay que aceptar una serie de condiciones, cumplir con requisitos y obligaciones, conocer hechos y leyendas, evaluar controversias y dogmas. Ese es el caso del Martini, el más gourmet, sensual, sutil, maravilloso, elegante, fashion, friendly, cool, grooby, chic, in, gagá, mítico, lleno de glamour, de buena presencia y podemos mencionar otros cien calificativos que hemos registrado en nuestros archivos para referirnos al Rey de los Cócteles. Durante la investigación encontramos muchas opiniones versadas y experimentadas, otras antojadizas y fantasiosas. Analizamos minuciosamente la sustancia y el periplo de este cóctel. Hablamos con muchos cantineros profesionales y “martinólogos” para poder separar la paja del trigo, es decir, el vodka del gin, al escribir esta historia del Martini. Los Orígenes. 1. El Doctor Franciscus de la Boe. En 1500 realiza experimentos en la Facultad de Medicina de la Universidad de Leiden, Holanda, su objetivo es obtener un elixir medicinal. Utiliza enebro y logra buenos resultados al destilar los zumos de bayas maceradas en aguardiente. Rápidamente el “Gin” del Dr. Boe consigue aceptación internacional como medicina y aguardiente. Se le llama “ginebra” por composición del término “enebro”. 2. Los Lenapos. En 1608 el gin ya está en América y protagoniza la historia. El célebre explorador Henry Hudson sirve ginebra a los nativos en la isla que ha descubierto. Se entusiasman y el encuentro se vuelve una alegre fiesta. Al día siguiente, los Lenapos, al recuperarse de la borrachera, bautizan el lugar como “Manhachtanienk”. Traducido expresa el concepto de “la isla de los bebedores”. Con el tiempo y natural evolución se denominaría sólo Manhattan. Y si ustedes hacen una interpretación más personal, la proyectan en el tiempo y con una clara tendencia de elegancia gourmet, Manhattan significaría, en el espíritu de los Lenapos, “la isla de los que toman Martini”. 3. Las mezclas en Europa. El gin, aguardiente frío y fuerte con mucha personalidad, fue ganando la aceptación de los bebedores. Sus mayores consumidores son hombres curtidos. Por desarrollo y sofisticación del mercado, se le asocia con licores para proporcionarle básicamente suavidad, aroma y sabor. Una de las combinaciones exitosas del gin, en el ámbito internacional, es el “Negroni” de Italia, donde se le junta con el vermut. La fórmula original contiene cuatro partes de ginebra por una parte de vermut dulce. Para darle un toque amargo utilizan Campari y como adorno una fina espiral de naranja, todo bien helado. 4. Origen italiano. Ya se mezcla exitosamente ginebra y vermut en Italia y allí brilla la marca “Martini & Rossi”, para el licor de hierbas. Es completamente natural que el cóctel preparado con ambas bebidas se llame Martini, en referencia y por contracción a uno de sus específicos ingredientes. 5. La Musa. Hemos encontrado una musa inglesa, rubia, lacia, delgada, etérea, con una tremenda fuerza interior, como un torrente. ¿Cómo se la llamaba? Pues nada menos que “Cocktail” y trabajaba de cantinera en el bar del Hotel Savoy en Londres. Su creatividad para mezclar aguardientes y licores elevó sus preparaciones a la categoría de arte. Lo descubrió todo, lo formuló todo, entonces es natural que cuando cruza el “charco” para dirigirse a Estados Unidos para liderar las barras de la ardiente época del mejor jazz, llevara en sus maletas la formula de su singular mezcla, el Martini. 6. El rifle Martini & Henry. Muchos ingleses afirman que el Martini adoptó el nombre, desde el primer sorbo (es decir, desde el primer culatazo), del famoso rifle utilizado por el ejército británico y que se caracterizaba por su fuerte retroceso y exactitud. El Martini es un cóctel contundente, poderoso, disuasivo, con un golpe seco, limpio, certero, impecable como una bala de plata disparada por un rifle Martini.& Henry. 7. El minero de Martínez. Otra de las leyendas acerca del origen del Martini relata que a fines del siglo XIX, en el bar de Julio Richelieu, en la localidad de Martínez, California, un minero rico ofreció una recompensa en oro a cambio del mejor cóctel. Por supuesto, él sería el único jurado calificador. Estuvo tres días con sus respectivas noches en plena evaluación y el ganador según su criterio fue una mezcla de tres partes de gin y una parte de vermut rojo, con una aceituna en su interior. Después de recuperarse de la saturación alcohólica y en consenso con sus invitados lo denominó “Martínez”, en honor al pueblo. 8. El Profesor. Es el apodo de Jerry Thomas, uno de los cantineros más emblemáticos de la historia de las barras norteamericanas. Alcanza él más alto nivel de la fama hacia 1880, en el bullicioso comedor del Hotel Occidental de San Francisco. Thomas da cátedra sobre cócteles, sabe todos los secretos para mezclar correctamente aguardientes, licores y jugos. Su creatividad no tiene límites. Entonces no puede quedar fuera de sus creaciones el primero, el último, el mejor, el cóctel por antonomasia, nos referimos al Martini. Los seguidores de esta teoría son los versados estudiosos de la obra de “El Profesor”. En la edición de 1887 del libro de recetas de Thomas, aparece la fórmula del cóctel Martínez: Vermouth, Old Tom Gin, algunas gotas de bitter y marrasquino. 9. La Hermosa San Francisco reclama la paternidad. Un barman anónimo tenía la costumbre de poner a sus creaciones un nombre relacionado con la persona para quien había preparado el cóctel. Un día, un cliente completamente satisfecho salió feliz de su cantina gracias a los efectos de una mezcla de ginebra con vermut. El cantinero sólo sabía que el sonriente cliente se dirigía al pueblo de Martinez. Cuando le preguntaron qué le había preparado para ponerlo tan contento, el cantinero respondió: “Martinez”, que pronunciado en inglés suena “Martini”. Pronto llega la historia al pueblo de Martínez, pequeña comunidad de la bahía de San Francisco. Sus hábiles habitantes reivindicarían la paternidad del combinado y todos los años en primavera celebran festejos en honor de su Dry Martini. 10. El Ferry. En plena fiebre del oro numerosos mineros y aventureros cruzaban la bahía, unos de Martinez en California, otros de San Francisco. Como paliativo para el calor y para el frío, como elixir para la soledad y la compañía, bebían abundante ginebra. Alguien, para quitarle el ardor, le añadió vermut y el saborizante de moda, bitter, el amargo de Angostura, que lo utilizaban para todo. Así nació el Martinez Cocktail, un californiano de pura cepa. 11. Desde Nueva York, presentamos otra clásica versión. El cantinero jefe en el hotel Knickerbocker, Martin di Arma di Taggia, en 1911, en su fase creativa, habría mezclado mitad de ginebra y mitad de vermut con unas gotas de naranja. Luego, cuentan, enfrió su formula y la sirvió en una copa triangular helada. Esa bebida, con el tiempo, habría derivado en la actual imagen elegante con una aceituna en su interior. El nombre del preparado fue puesto en honor del cantinero Martin. Algunos también señalan en este lugar la intervención del petrolero John D. Rockfeller, como mentor del Martini. Al parecer deja huella alcohólica este frecuente “habitúe” de los buenos bares de la gran manzana. 12. La conexión francesa. Ahora cambiamos la nacionalidad del cantinero, esta vez es francés. También se llama Martin, emplea el vermut Noilly-Prat fabricado en Marsella. También se le sitúa en Nueva York, en otro hotel, el Kilmanac. El profesional de la barra tiene que satisfacer a su cliente más rico y más famoso: el multimillonario Rockfeller. Se inspira en el cliente, lo retrata, le sirve su creación, obtiene plena aprobación. Le devuelven la delicadeza llamándolo Dry Martini y no “Ginrock” como lo ha propuesto. Existe desde 1992 en la ciudad de Nueva York un monolito donde se cuenta esta historia. La receta: ½ copa de London Dry Gin, ½ de vermut francés, golpes de orange bitter, twist de piel de limón y se le añade una aceituna verde. El duro Rockefeller dejó 25 centavos de propina y un apretón de manos. 13. El Hoffman House. En toda comunidad existen personajes minuciosos y en Nueva York los estudiosos. Papeles en mano, como probanza indiscutible, indican que la barra donde se formuló por primera vez este famoso cóctel fue la de la amigable taberna Hoffman House. 14. Nueva Orleáns. Nadie duda que esta criolla ciudad es muy especial, por muchos motivos. Hace tanto calor que necesitaban algo que los dejara “fríos”, entonces el Martini se inventó solo, por generación popular y espontánea. Recuerden que es la única ciudad donde está permitido y se alienta beberlo en las calles. Entonces se puede disfrutar del más seco de los Martinis en plena avenida y por supuesto escuchando las alegres melodías de la formidable música negra de Louisiana. El Periplo Mundial del Martini 15. En Barcelona. La historia y la posibilidad de controversia continúan viajando por todo el mundo. Por ejemplo, Salvador Sostres describe y elogia en su libro “Vivir en Barcelona” un especial local regentado por Javier de las Muelas, llamado “Dry Martini”, que según dice es uno de los bares más exitosos de España. Por supuesto, son especialistas en Martini. Esta elegante posibilidad fue iniciada en la Madre Patria, en junio de 1978, por un excelente profesional llamado Pedro Carbonell. 16. En Lima. La moda de beber este cóctel en el Perú se populariza recién en la ultima década del siglo pasado, casi exclusivamente por elegantes damas entre 30 y 40. Beben una mezcla ya aculturizada por la onda gourmet, es decir, con la presencia de vodka y licores de fruta. Los preferidos son el Apple Martini y el Cosmopolitan. Antes, el consumo del clásico Dry Martini había sido reservado a un pequeño grupo de conocedores, especialmente entre los miembros de las colonias norteamericanas e inglesas. Los más famosos Dry Martini se servían en la década de 1960, en el “Grill Bolívar”, el más elegante bar de Lima. Era natural asistir en traje de etiqueta para escuchar a la banda de Chano Scotty con su bella vocalista Nadia Milton y por supuesto disfrutar del más seco de los Martinis de la costa del Pacifico Sur. 17. En Copenhague. El hermoso bar del hotel Radisson se hizo famoso por anunciar en su carta el aperitivo más caro del mundo, el “Royal Cocktail”. Sólo a los muy ricos no se les frunce el ceño a la hora de pagar la cuenta. En una copa muy fina se presenta la bebida que contiene básicamente champagne y otros ingredientes secretos, acompañado con caviar iraní. A la hora de diversificar su menú y después de minucioso trabajo de investigación del mercado, se decidió que a la altura del Royal sólo podría estar un súper seco Martini. Se esmeraron, compararon y ahora dicen que también tienen al mejor de los Martini de toda Europa. 18. En Venecia. Una terraza especialmente romántica es la del lujosísimo Hotel Gritti. Se encuentra frente a la iglesia de la Salute y muy cerca de la plaza de San Marcos. Cuando fue “descubierta” por Ernest Hemingway, la adoptó y calificó como un lugar absolutamente confortable y pasaba tardes enteras meditando y parloteando sobre el placer, mientras disfrutaba de memorables Martinis. 19. En Londres. Dicen los especialistas que el mejor Martini se sirve en el bar del Hotel Lansborough. En su condición de “catedral” del cocktail, exhibe una arquitectura muy cuidada, con paredes forradas de fina madera. Como un monumento al calor de la amistad, destaca en el centro una gigantesca chimenea. El servicio es impecable, silencioso, fino, rápido y manifiestan que siempre tienen detrás de la barra a un “gurú”, que entre sus cualidades profesionales tiene el poder preparar el mejor Dry Martini de Inglaterra. De las Recetas y la Preparación. 1. La clasificación. Ahora los Martinis pueden clasificarse por familias. Dry: los verdaderos, es decir secos, gin, vermut y aceituna. Gibson: gin, vermut y cebolla perla. Manhattan: whisky, vermut, bitter y guinda marrasquino. Vodkatini: vodka, vermut y rodaja de limón. Fashion: vodka y licor de frutas. 2. Los aguardientes y licores. Las características singulares de los favoritos entre los gin (Old Tom, Tanqueray, Gordons, Beefeaters, Bombay Sapphire), entre los vodka (Absolut, Smirnoff, Stolichnaya, Ketel One, Stoli, Finlandia, Danzka), los diferentes vermuts (Martini & Rossi, Cinzano, Noilly-Prat, Gancia,) y otras nuevas marcas de calidad que existen en el mercado, permiten obtener muchas variaciones. 3. La evolución permanente. La creatividad y atrevimiento no tienen límites, las nuevas generaciones lo toman de muchas maneras. Por ejemplo, Martini con hojas de coca, kiwi, ralladuras de jengibre o almendras. 4. La receta perfecta. Esta ha sido la pregunta más común durante la fase de investigación de esta crónica. La respuesta con mayor sustancia es el Martini preparado en un mezclador de plata, lleno de cubitos muy fríos de hielo limpio, con una proporción de seis partes de ginebra helada y una parte de vermut seco. Se lo agita suavemente hasta notar el frío en la mano, entonces se sirve colado en una copa triangular previamente helada y le añadimos una aceituna verde con pepa, sin relleno y de adorno una pequeña piel de limón. 5. La ceremonia. El lugar, la compañía y la vestimenta son importantes. También hay que tener una predisposición especial para tomar Martini, poniendo énfasis en el primer sorbo, ¡sublime! y el anterior antes de comer la aceituna, ¡sensacional! 6. La conversación. Hay que considerar, como un buen consejo, intercalar siempre una frase destinada al Martini en medio de una conversación fina e inteligente. Como por ejemplo: “Su misma complejidad reside en su enorme sencillez”. 7. La minuciosidad. Para preparar y tomar Martini hay que ser precisos. En algunas ocasiones es necesario ser intransigente, no hacer concesiones, nunca hay que bajar la guardia en la búsqueda permanente de la sequedad absoluta. Hay algunas narraciones extremas que cuentan como algunos “exigentes” devuelven al cantinero ginebra pura, diciendo que ese Martini, no estaba lo suficientemente seco. 8. La contaminación. Hay que luchar con denuedo contra cualquier tipo de perturbación. En las personas, que deben estar predispuestas. En el ambiente, que debe ser elegante. Y en los ingredientes, la contaminación más peligrosa. Debemos cuidar la calidad del hielo, verificar que la aceituna esté “limpia”, es decir, que no tenga vinagre y menos rellenos de ají o anchoas y por supuesto verificar la calidad de los aguardientes y licores. 9. La firmeza. Se recomienda mirar fijamente, con mucha seriedad, autoridad y convicción, a los ojos del cantinero o mesero al momento de pedir un Martini y recalcar la necesidad de que sea seco, impecable, helado. 10. El detalle. Existen algunos elementos que pudieran pasar desapercibidos y que un buen bebedor de Martini no debe dejar pasar. Como por ejemplo, la forma de pinchar la aceituna y el tipo de palito utilizado. Hay que coger a la aceituna justo al medio del lugar donde estuvo unida al olivo. 11. El Cosmopolitan. Cada cóctel de la familia del Martini tiene su historia. En este caso el afrodisíaco Cosmopolitan, sin duda un gran triunfador, fue creado en Nueva York en la década de los 80, con la inspiración del sex-appeal y la pasión de la súper estrella Madonna, la reina del “Cosmo”. Este cóctel se hizo popular internacionalmente gracias a la serie de televisión “Sex and the City” donde se le califica como la bebida erótica por excelencia. 12. El Bronx. Es otro cóctel de la familia del Martini. Adoptó el nombre en el famoso barrio neoyorquino, que tiene una marcada personalidad. Entonces, ¿cómo no tener su propio Martini? En el Bronx se prepara con la formula clásica: 6 partes de ginebra y 1 de vermut a la que se añade una parte de refrescante jugo de lima natural. 13. El Manhattan. Otro ilustre hijo del Martini, esta vez cargado de nacionalismo fashion. Hay que cambiar la ginebra por la bebida alcohólica del lugar, el whisky de centeno y también remplazamos la aceituna por “algo” más elegante. ¿Qué puede ser? Sin lugar a dudas una cereza, con un coqueto rabito y listo. Manhattan ya tiene su propio y peculiar Martini. 14. El Brooklyn. Definitivamente uno de los barrios más especiales de Nueva York, allí también tienen su propia versión del Martini. Utilizan la fórmula clásica 7/1 pero suprimen la aceituna, porque dicen que no hace más que quitar espacio a la ginebra. 15. El Blue Martini. Nueva York tiene varias catedrales, una de ellas, la del cóctel fashion, es el Blue Bar del Hotel Algonquin. Un sitio tan singular debe tener sus propios instrumentos de comunión. En este caso, presentan el Blue-on-Blue Martini: 6 partes de vodka, 1 parte de curasao azul, un toque de amargo de angostura, todos muy helados. Dicen que se reconoce a un “príncipe azul” por la forma de tomar esta bebida. 16. El Gibson. Es otro de los clásicos de la dinastía Martini. En 1910 brillaban en Norteamérica las “Chicas Gibson”, el sensacional grupo de chicas de calendario ilustradas por el artista gráfico Charles Dana Gibson. La característica especial de estas bellezas de papel con cimbreantes curvas de reloj de arena, era que lucían adecuadamente los pechos: emblemáticos, redonditos, brillantes, debajo de una misteriosa sonrisa. Muchos bares adornaban sus paredes con los dibujos de Gibson y era más que justo hacerles un homenaje. Se cambió la aceituna del Martini por dos “riquísimas” cebollitas. Luego surgió el concepto de la medida ideal de los “senos gourmet”, que no deberían ser ni más grandes ni más pequeños que una copa de Martini. 17. In and Out. Esta es una receta muy popular, “dentro y fuera”, es decir que a la copa vacía y helada del Martini se le añade unas gotas de vermut seco, luego es removido y desechado. Después se rellena la copa con ginebra helada y se adorna con una aceituna. El Martini y los Famosos. 1. Winston Churchill. (1874-1965) Gran estadista inglés, de figura inconfundible, lo recordamos con su cigarro puro y un clásico sombrero, es uno de los grandes protagonistas de la historia del siglo XX. Pero lo que nos interesa en este caso es su gran afición al Martini. Según su propia definición era un experto preparándolo y describía entusiasmado su receta. Su secreto era enfriar bien la ginebra junto con las copas. Escogía escrupulosamente la aceituna y tenía cerca una botella del mejor vermut seco. Luego de servir la ginebra y adornarla con la aceituna miraba fijamente la botella del fino vermut que tenía al costado de su copa de Martini, se concentraba por un momento y enseguida estaba listo su Dry Martini. Se dice que el General Patton (1885-1945) tenía la misma costumbre, sólo que dirigía su vista hacía Italia, a diferencia de Churchill que miraba hacia Francia. 2. Franklin D. Roosevelt. (1882-1945) Nacido en Hyde Park, Nueva York, llegó a ser uno de los presidentes más queridos en una época muy difícil para los Estados Unidos. Le tocó enfrentar la absurda ley seca norteamericana, que duró desde el 16 de enero de 1920 hasta mediados de 1933 en que el Presidente Roosevelt la derogó. El país entero festejo la derogatoria y el Presidente brindó públicamente con un Martini. Tiempo después se conocería que como cantinero, el jefe de estado era bastante informal ya que le añadía a sus Martinis un toque de anís en unos casos y en otros un chorrito de jugo de naranja. Roosevelt, en la histórica reunión de Teherán, durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943, ofreció a Stalin un Martini que él mismo preparó. El comentario del jerarca ruso fue: “está bien, me gusta, pero es algo frío y fuerte para el estómago”. 3. Cole Porter. (1891-1964) Nació en Peru, pero no en la nación andina, sino en una ciudad de ese nombre del estado de Indiana. Es uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, sus éxitos son innumerables. Para el Martini tiene elegida una adecuada música de fondo, clásica, inolvidable, estamos hablando del jazz y del blues. Este gran creador escribió bellas canciones muy adecuadas para el ritual del bar, como: “Make It Another Old-fashion, Please”, “Say It with Gin”, “Absinthe Drip”, “Cocktail Time” o “Drink, Drink, Drink”. Y si usted desea añadir una cereza o aceituna especial, que la melodía de Porter la interprete la exquisita Julie London. 4. William Faulkner. (1897-1962) Escritor norteamericano nacido en New Albany, tiene una importancia capital en la literatura mundial. Se hizo famoso al escribir en 1929 la novela “El Ruido y la Furia”. Luego viene un torrente de éxitos hasta que en 1949 obtuvo el Nóbel de Literatura. “Una fábula”, es una de sus últimas novelas, fue publicada en 1954 y con ella obtuvo el premio Pulitzer. Amaba los whiskey sours y los Martinis que terminaron por matarle, pero era incapaz de escribir sin antes tomarse unas copas: “Cuando bebo el primer Martini me siento más grande, más sabio y más alto. Cuando bebo el segundo, me siento superlativo. Cuando tomo alguno más, ya nada puede detenerme”. 5. Bernard de Voto. (1897-1955) Reconocido escritor y periodista norteamericano. Por su excelente ensayo histórico “Across the wide Missouri” ganó el Premio Pulitzer en 1948. Buen bebedor de Martinis, como todo escritor que se aprecie, acuñó una famosa frase: “Este cóctel es el regalo supremo norteamericano a la cultura mundial”. En otra de sus odas al buen beber señala: “No puedes mantener un Martini en el refrigerador más de lo que mantendrías un beso. La apropiada unión del gin y el vermut es una gran y súbita gloria, es uno de los matrimonios más felices en la Tierra y uno de los más breves”. Ante estas palabras no podemos más que disfrutarlo con ciertas reglas y mucho respeto a la ceremonia. Por ejemplo, no se toman Martinis estando despeinados, transpirados o en zapatillas. 6. Joseph Pla. (1897-1981) Periodista y escritor español, nació en la localidad gerundense de Palafrugell el 8 de marzo de 1897 y falleció en Mas Pla de Llofriu, el 23 de abril de 1981. En alguna ocasión manifestó que formaba parte “de una pequeña tribu catalana”, cuyo paisaje y gentes contribuyeron a forjar su carácter. Así, con su punto de vista singular, dejó como legado una representación de la realidad catalana y se convirtió en un auténtico punto de referencia de la cultura de su época. Su obra completa publicada por la Editorial Destino, llena una colección de 45 tomos. Resulta para nosotros especialmente interesante el libro de cocina de Pla, “El que hem menjat” (1972). Más producción. imposible. Joseph Pla era un gran admirador del Martini, del que se consideraba una autoridad. Sin lugar a dudas al “Maestro” hay que creerle todo. 7. Humphrey Bogart. (1899-1957) Nació en el seno de una prominente familia de New York. Su padre fue Forest Bogart, médico de Manhattan, y su madre, Maud Humphrey, brillante pintora. Ambos alcohólicos. De su cuna se explica su nombre y sus genes para la bebida. Logró su primer éxito cinematográfico en “El bosque petrificado” (1936), de Archie Mayer, interpretando al gángster Duke Mantee, gran bebedor de Martini, bebida indispensable para todo jefe de la mafia. Pero fueron dos producciones las emblemáticas para la historia del Martini: “El halcón maltés” (1941), de John Huston, en la que encarnó al explosivo y bebedor detective Sam Spade, y por supuesto la eterna “Casablanca” (1942), de M. Curtís. Le concedieron el Oscar por su papel en “La Reina de Africa” (1951), de John Huston. Se casó en 1946 con la actriz Lauren Bacall con la que tuvo dos hijos. Falleció el 14 de enero de 1957 de cáncer de garganta en Los Ángeles, California. Se le atribuyen decenas de frases relacionadas al beber y a la bebida, pero nos quedamos con sus supuestas últimas palabras, en el lecho mortal: “No debí cambiar del Scotch a los Martinis”. Si existe un paraíso, en él nos imaginamos al gran Bogie sentado a la barra del Rick´s Café sosteniendo un Martini doble en la mano derecha, escuchando los acordes de Sam al piano y recordando París. 8. Ernest Hemingway. (1899-1961) Gran escritor y periodista norteamericano nacido en Oak Park, Illinois y fallecido en Ketchum, Idaho. Fue testigo de las dos grandes guerras del Siglo XX. Existen muchas anécdotas sobre la liberación de París en la segunda Guerra Mundial y muchas de ellas han sido llevadas al cine, pero una de nuestras preferidas se refiere al Martini y al escritor, entonces corresponsal de la prensa aliada, específicamente el Toronto Star. En plena liberación, irrumpió en el elegante Hotel Ritz en la Plaza Vendome, en ese instante vacío pues había sido desocupado por las fuerzas alemanas y “tomó por asalto” el elegante bar. Los todavía asustados cantineros le preguntaron qué necesitaba y Ernest respondió “¡Cincuenta Martinis!” para él y su tropa. A Hemingway le gustaba en su Martini la proporción de quince medidas de gin por una de vermut y de cariño le decía “Montgomery”, en alusión al controvertido militar británico, jefe aliado durante la segunda guerra, de quien se decía no entraba en combate si su ventaja no era de quince a uno con respecto al enemigo. 9. Luis Buñuel. (1900-1983) El famoso director español, adoptado por México en el 49, tenía siempre en su refrigeradora una botella de ginebra inglesa con la que llenaba una fina copa triangular helada. La colocaba a trasluz junto a una botella de vermut Noilly Prat y dejaba atravesar la botella y la copa por un rayo de luz y listo. De esta forma su Martini adquiría la suficiente cantidad del licor de hierbas francés. Esta costumbre no dejaba de impresionar a sus buenos amigos de la Universidad de Madrid, Salvador Dalí y Federico García Lorca. La vasta producción fílmica de Buñuel está coronada por joyas surrealistas, como “Los Olvidados” (1950), “Nazarín” (1958), “Viridiana” (1961), “Tristana” (1970) y muchas otras más. 10. Richard Nixon. (1913-1994) Controvertido abogado norteamericano, trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos, nació en Yorba Linda California y falleció en Nueva York. Tuvo una importante participación en la radical campaña anticomunista del senador McCarthy. Años más tarde renunció a su cargo de Jefe de Estado por el escándalo de la ilegal interceptación telefónica, llamado el caso Watergate. Pero “Dick” tuvo también su “Martinigate”. Según una leyenda popular, el aún presidente Richard Nixon diluyó sus penas en múltiples Martinis durante el espinoso proceso que terminaría en su expulsión de la Casa Blanca. 11. Frank Sinatra. (1915-1998) Nos descubrimos para presentar al hijo predilecto de Hoboken, New Yersey, el más reverenciado e influyente entertainer masculino de toda la historia, famoso por su cristalina interpretación y su hedonismo. Con Dean Martin como patrocinador, todo el clan de Frank Sinatra hace suyo el Martini como una carta de presentación, teniendo como costumbre invitar cientos de ellos en los clubes de moda. La “Voz” y sus amigos Sammy Davis Jr., Peter Lawford, Ava Gardner, Humphrey Bogart y Elizabeth Taylor, entre otros, fueron grandes embajadores de esta mezcla que fluyó como un río al recibir Sinatra un Oscar por su actuación en el film “De aquí a la Eternidad”(1953) y al ser nominado a otro, a Mejor Actor, por “El Hombre del Brazo Dorado” (1955). Activista en contra de la segregación racial, icono de Las Vegas, Católico practicante, amigo de los Kennedy y de los grandes capos de la Mafia, legó al mundo incontables éxitos musicales que influenciaron la cultura popular: “Fly me to the Moon”, “Strangers in the Night”, “My Way”, “New York, New York”. ¡Imposible escoger una! 12. Dean Martin. (1917-1995) En 1945, un cómico de 18 años llamado Jerry Lewis conoce en Las Vegas a un cantante de cabaret, Paul Dino Crocetti, nueve años mayor, de nombre artístico Dean Martín. Actúan juntos, el seductor Martin y el alocado payaso Lewis triunfan. El espectáculo gusta, tienen vendidas sus funciones por años de adelanto, ganan una fortuna. Los diseñadores de imagen sugieren poner en forma permanente una copa de Martini en la mano de Dino. Le cae perfecto, hasta el nombre. Con el tiempo sería una de sus características más reconocidas. Debe ser el personaje que más Martinis ha tomado en su vida. 13. Truman Capote. (1924-1984) Célebre escritor nacido en Nueva Orleáns, Louisiana. Nos cuenta su infancia: “Mi madre, mujer excepcionalmente inteligente, era la chica más guapa de Alabama. Todo el mundo lo decía, y era verdad. A los dieciséis años se casó con un hombre de negocios de veintiocho que provenía de una buena familia de Nueva Orleáns. El matrimonio duró un año. Ella era demasiado joven tanto para ser madre como para ser esposa; era además demasiado ambiciosa: quería ir a la universidad para tener una carrera. De modo que dejó a su marido; y, por lo que a mí se refiere, me puso al cuidado de su numerosa familia de Alabama”. Según confesión propia, comenzó a escribir para paliar el aislamiento en el que transcurrió su infancia. Escribió mucho, todo bien, llegó a ser muy famoso, ganó todos los premios y siempre los acompañó con su infaltable Martini. “Un árbol de noche y otros cuentos” (1949), “El arpa de hierba” (1951), “Se oyen las musas” (1956) y “Desayuno en Tiffany's” (1958) son parte de su producción, pero indudablemente su novela más famosa es “A sangre fría” (1966). Capote nos dice: “Los escritores, cuando menos aquellos que corren auténticos riesgos, que están dispuesto a jugarse el todo por el todo y llegar hasta el final, tiene en común con otra casta de hombres solitarios: los individuos que se ganan la vida al billar, dando cartas y tomando Martinis”. 14. Johnny Carson. (1925-2005) Nacido en Corning, Iowa, es el creador de un estilo en la televisión que hasta ahora muchos intentan imitar. Su humor es una mezcla de astucia, ingenuidad y malicia que resultó siempre muy simpática. Considerado una de las figuras más legendarias de la pequeña pantalla, Carson cobró fama con sus críticas mordaces a políticos y otras personalidades del mundo social internacional. Este famoso cómico y presentador norteamericano inmortalizó una frase relacionada al Martini, cuando intentaba definir el concepto de la felicidad perfecta. Entonces dijo: “La felicidad es encontrar dos aceitunas en el Martini, cuando tienes hambre”. En 1992, recibió la Medalla Presidencial a la Libertad, la condecoración más destacada a la que puede aspirar un civil en su país y que le fue entregada porque “con decencia y clase, hizo pensar y reír a los Estados Unidos”. Falleció el 23 de enero de 2005 a los 79 años en su casa de Malibú (California) de un enfisema pulmonar. 15. James Bond. En la película “Otro día para morir” (2002) James Bond recibe una elegante copa de Martini que le ofrece una linda aeromoza en plena turbulencia. “Por suerte me gusta revuelto” responde el espía seductor. Más adelante ordena un Vodka Martini en la fortaleza congelada del villano de turno “con bastante hielo”, evidentemente. En la cinta “Nunca Digas Nunca Jamás” (1983) un maduro Sean Connery con bisoñé acaba de ser salpicado por la sexy y mortal Barbara Carrera. “Pero mi Martini aún está seco. Mi nombre es James”, es su oportuna respuesta. Ya sea en un casino en Tánger, o una suite de lujo en Río de Janeiro, un Martini “revuelto y no batido” es una pieza de equipo casi tan importante para el agente 007 como su inseparable Walther PPK o cualquiera de los artilugios de Q, y es la única bebida que puede hacerle competencia al Champagne Bollinger, otro de los favoritos de Bond. Ian Fleming, creador del célebre personaje, describió claramente (en el capítulo siete, para ser exactos) el Martini favorito del Doble Cero en su primera novela, “Casino Royale” (1953): Tres medidas de gin, una de vodka y media de vermut. Agitar hasta que esté bien frío y luego servir con una generosa cáscara de limón. A esta mezcla le puso “Vesper”, en honor a la bella doble agente de la historia. ¿Por qué James Bond, un gran conocedor de vinos y licores, prefiere su Martini revuelto y no batido? Es la pregunta que frecuentemente recorre los bares de todo el mundo y que podría tener su respuesta en que cuando un Martini se revuelve con hielo, la bebida termina transparente porque los elementos se mezclan delicadamente. En cambio, batido mantiene un efecto nebuloso, pues el hielo se rompe en pedazos más pequeños y el frío se reparte más rápido pero en forma descontrolada. ¿Probablemente Bond se cubría así de un potencial envenenador? Sin embargo, es probable que un bebedor experimentado no pueda diferenciar entre uno y otro. Lo que sí parece sorprendente, y que explicaría el inacabable vigor de Bond, es que un equipo de biotecnólogos descubrió recientemente que las naturales propiedades antioxidantes del gin y del vermut se incrementan al ser mezclados, y más aún, al ser agitados, éstas se elevan poderosamente. 16. Kim Cattrall. (1956) La rubia actriz británica que da vida a la desinhibida Samantha Jones en la famosa serie “Sex and the City” (1998-2004) ha escrito un exitoso y polémico libro titulado “Sexual Intelligence” en el que describe sus encuentros amorosos con todo tipo de hombres: “Jóvenes, maduros, millonarios, granjeros, bomberos, modelos, etc.”, pero lo único que tenían en común era que todos disfrutaban de un buen Dry Martini. “¿Es Martini puro o tiene una mezcla?” es la pregunta que en una ocasión le hace Samantha a su amiga Carrie Bradshaw al querer averiguar si el hombre que acababa de conocer, y que aún las escuchaba, era heterosexual o gay. 17. El Cine y la Tevé. Cómo estarán de emparentados el Séptimo Arte y el Rey de los Cócteles que la última toma del día en los estudios cinematográficos se denomina “toma Martini”, refiriéndose a que cuando se apaguen las luces y la película se almacene en sus latas, el personal de producción irá en busca del bar más cercano en pos de su bebida favorita. Incontables litros de Martini han discurrido por la pantalla de plata y para el lector podría ser un pasatiempo muy divertido catalogarlos uno por uno. Sin contabilizar al ya mencionado James Bond (el embajador cinematográfico número uno del Martini), nos gustaría mencionar algunas representaciones inusuales, como la de la película “Hitch” (2005), en la que el experto en citas personificado por Will Smith maneja la indispensable habilidad de adivinar la “accesibilidad” de las damas con solo observar cómo toman su Martini. En la disparatada cinta que mezcla acción en vivo con animación “Looney Tunes: Back in Action” (2003), Bugs Bunny se sirve un Martini a la mejor usanza de los espías y lo decora con una mini zanahoria, en vez de la proverbial aceituna. En la comedia clásica de crimen y misterio “The Thin Man” (1934), el detective Nick Charles (William Powell) filosofa musicalmente sobre cómo preparar el Martini ideal: “Lo importante es el ritmo. Siempre revuélvelo con ritmo. Revuelve el Manhattan a ritmo de fox-trot, el Bronx a paso doble, y el Martini seco revuélvelo siempre a ritmo de vals”. En cuanto a la pantalla chica, no cabe duda que “Sex and the City” puso de moda el Martini para el nuevo milenio, sobre todo entre las damas sofisticadas. Pero no queremos dejar dar crédito a Brian, el perro genio y hablador de la irreverente comedia animada “Padre de Familia” (1999), siempre haciendo comentarios existenciales con su copa en la mano. Maxwell Smart, el entrañable “Súper Agente 86” (Get Smart, 1965-1970), tuvo que enfrentar uno de sus más estrafalarios desafíos cuando un radio receptor de KAOS, camuflado como una inocente aceituna, va a parar al Martini y posteriormente al estómago de Carol Burnett. Finalmente, merecen un reconocimiento especial los cirujanos militares de la serie M*A*S*H (1972-1983) que ironizaban sobre la guerra y la condición humana sorbiendo sendos Martinis que preparaban con el gin destilado por ellos mismos en plena jungla durante el conflicto armado en Corea, que dicho sea de paso duró mucho menos que el longevo programa. En un capítulo de la primera temporada, el capitán “Ojo de Halcón” Pierce declara haber encontrado la fórmula del más perfecto y seco Martini del mundo: le pones seis medidas de gin y te lo tomas mirando una foto del inventor del vermut.