L XI. CE A M E G. D P1 . I A 38D F. LA R M . 09- 03- 1 1 Conflictos armados y violencia de género Comité del Centr o de Es tudios par a el Adelanto de las ujeres y la Equidad de Género Conflictos armados y violencia de género O B J E T I V O P A R L A M E N T A R I O PRESENTACIÓN: En documento “Conflictos armados y su relación con la violencia de género” se desarrolla con el fin de dar cumplimiento al proyecto “Análisis jurídicos en materia de violencia contra las mujeres” del Programa Operativo Anual (poa) 2011. Se aportará un panorama sobre el marco jurídico internacional de los derechos humanos de las mujeres en tiempos de conflictos armados. El estudio tomará en cuenta el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, y de igual manera, abordará las normas jurídicas destinadas específicamente a la protección de las mujeres en tiempos de conflicto armado, es decir, las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario y un breve acercamiento a las disposiciones del Derecho Penal Internacional. Finalmente, se hará una reflexión sobre la importancia del establecimiento de la verdad como derecho, como una reivindicación de la sociedad que ha sufrido las secuelas de estos conflictos. OBJETIVO: Realizar un ejercicio de reflexión sobre la importancia del marco del dere- cho internacional de los derechos humanos, y del derecho internacional humanitario, para brindar una protección plena y efectiva a las mujeres en situación de un conflicto armado. UTILIDAD LEGISLATIVA: A través de este estudio las y los diputados contarán con elementos para reforzar la argumentación, implementación y cumplimiento de las disposiciones del derecho internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario para fortalecer los mecanismos protección de las mujeres que viven en situación de conflicto armados. OTROS DOCUMENTOS DEL CEAMEG SOBRE EL TEMA: El Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género (CEAMEG), además del presente documento pone a disposición de la lectora o lector el siguiente título del tema de violencia contra las mujeres, mismo que podrá ser consultado. Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género. (2011). Violencia de género en México. México. Versión electrónica disponible en: www3.diputadosgob.mx/camara/content/download/273094/846379/Violenci_Genero.pdf Comité del Centro de Estudios para el Adelanto de las ujeres y la Equidad de Género CENTRO DE ESTUDIOS PARA EL ADELANTO DE LAS MUJERES Y LA EQUIDAD DE GÉNERO Contenido Introducción 3 I. Marco teórico 5 1. Violencia de género 5 2. Dignidad humana 5 3. Derechos humanos 6 4. Conflictos armados 7 5. Delito internacional 8 6. Crimen internacional 8 II. Marco jurídico internacional 1. Derecho internacional de los derechos humanos de las 9 9 mujeres: panorama general 2. Derecho internacional humanitario y la protección de las 19 mujeres: una tarea pendiente III. El derecho a la verdad en el marco de los conflictos armados: 30 justicia o reconciliación Consideraciones finales 33 Referencias 35 2 Introducción “Una mañana llegaron los paramilitares a Mapiripán (...) pensábamos que eran militares. Permanecieron todo el día en el pueblo (...). Ellos hacían las cosas delante de la gente. A la fuerza se metían a las casas para que los atendieran, para que les dieran comida y les lavaran la ropa. A las mujeres las manoseaban, les gritaban cosas obscenas y a muchas las violaron y mientras hacían todo esto soltaban grandes risotadas”.1 Es recurrente que así comience el drama que desembocará en violaciones sistemáticas a los derechos humanos, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Una constante, tanto de los conflictos armados internacionales como los conflictos armados internos, es la posición de las mujeres en ese contexto pues son las víctimas más afectadas dentro de él. Según estimaciones de la ONU, aproximadamente el 70 por ciento de las bajas en los últimos conflictos han sido en su mayoría mujeres, niñas y niños. El cuerpo de las mujeres, como afirma la ONU, se ha convertido en parte del campo de batalla para quienes utilizan el terror como táctica de guerra. Ellas se convierten en víctimas de violaciones específicas y graves, tanto del derecho internacional de los derechos humanos como el derecho internacional humanitario; son violadas, raptadas, humilladas y sometidas a embarazos forzados, abusos y esclavitud sexual. Lo preocupante es que estos actos cometidos en contra de las mujeres no son aislados sino una práctica sistemática, concebida como una estrategia de guerra que tienen como objetivo o fin humillar a su oponente. Las estadísticas de Naciones Unidas señalan que 500,000 mujeres fueron violadas durante el conflicto de Rwanda en 1994. La cifra llegó a 60,000 en la guerra en Croacia y BosniaHerzegovina. Más de 64,000 mujeres han sufrido violencia sexual en estos contextos y las cifran siguen en aumento. Después del conflicto las mujeres 1 Testimonio de una mujer desplazada por la violencia en el Departamento del Meta en 1997. Recogido por la Asociación Juana de Arco, octubre de 2001. Informe sobre violencia sociopolítica contra las mujeres y niñas en Colombia. (2001:17) 3 continúan sufriendo las consecuencias de la violencia ejercida hacia ellas y que repercute en la posición que tienen frente a su familia, la sociedad y ante sí mismas. En algunas comunidades el hecho de que una mujer sea víctima de violencia sexual conlleva consecuencias como el aislamiento y rechazo en su comunidad. Las organizaciones no gubernamentales, los organismos internacionales y los Estados juegan un papel fundamental para que este fenómeno se pueda prevenir y sancionar. Para ello, es necesario que se visibilice la situación de desventaja que tienen las mujeres en este contexto. La presente investigación aportará un panorama sobre el marco jurídico internacional de los derechos humanos de las mujeres en tiempos de conflictos armados. El estudio toma en cuenta el Derecho Internacional de los derechos humanos y, de igual manera, aborda las normas jurídicas destinadas específicamente a la protección de las mujeres en tiempos de conflicto armado, es decir, las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario y un breve acercamiento a las disposiciones del derecho penal internacional. Finalmente, se hace una reflexión sobre la importancia del establecimiento de la verdad como derecho, como una reivindicación de la sociedad que ha sufrido las secuelas de estos conflictos. 4 I. Marco teórico 1. Violencia de género El reconocimiento de la violencia contra las mujeres como una violación a los derechos humanos fue producto de un proceso que demandó largos años de trabajo por parte de diversos actores, principalmente del movimiento de mujeres que realizó tareas de incidencia en múltiples espacios y, especialmente, ante los organismos internacionales de derechos humanos como las Naciones Unidas y la Organización de los Estados Americanos que serán abordados en la segunda parte. Para Johan Galtung (1969) la violencia tiene una triple dimensión: directa, estructural y cultural. La violencia directa es la más evidente y se manifiesta de manera física, verbal o psicológica. La violencia estructural se encuentra vinculada a los sistemas sociales, políticos y económicos mismos que gobiernan las sociedades, los estados y el mundo. Y la violencia cultural se refiere a aquellos aspectos de la cultura, en el ámbito simbólico que son utilizados para justificar o legitimar la violencia directa o estructural. 2. Dignidad humana Este concepto atraviesa los más altos valores de la humanidad. (Biox, 2006: 49). Si bien es cierto que la idea de dignidad no es igual para todo el mundo, podemos hablar de principios comunes en relación al derecho y que puedan permitir a las personas el acceso a mejores condiciones de vida. Por lo que nos encontramos que la definición de dignidad no es tan simple de elaborar, cualesquiera que sea su origen es necesario continuar con los debates sobre este tema y construir un marco teórico que nos permita hacer de la idea de dignidad humana algo más tangible para el derecho. Por ejemplo, en la Declaración Universal de Derechos Humanos encontramos que la idea de dignidad humana representa jurídicamente 5 el rechazo, la exclusión y la degradación de los seres humanos. (Konnick, 2005: 8). Esta concepción permanece constante en otros instrumentos internacionales de derechos humanos. Algunos autores conciben la dignidad humana en tres dimensiones: la primera es la función de aglutinar, que consiste en brindar una especie de homogeneización a la diversidad de los derechos humanos, es decir reducir los derechos fundamentales a un sistema. (Gutiérrez, 2005:102). Así, la dignidad puede ser considerada como un principio común a todos los derechos y al mismo tiempo un bien supremo que debe ser protegido a través de ellos; la segunda función es la delimitar el ejercicio de los derechos. Esta idea nos conduce una vez más a la característica de interdependencia de los derechos humanos, en la cual si existe una violación a un derecho es probable que esa violación cause, al mismo tiempo, violaciones a otros derechos humanos. (Gutiérrez, 2005: 105-107) Y la tercera es limitar los derechos, aquí la dignidad figura como el centro de todos los derechos y por lo tanto es la frontera del legislador (Gutiérrez, 2005: 108-109). 3. Derechos humanos La noción de derechos fundamentales corresponde a la afirmación de aquellos derechos inherentes al hombre en contra de los abusos del Estado, por parte de sus órganos y de igual manera para promover el establecimiento de condiciones adecuadas al pleno desarrollo de las personas que se encuentran dentro de su jurisdicción. Por ello, estas disposiciones se han plasmado en diversos instrumentos internacionales, para ser complementarios y coadyuvantes del orden interno de cada Estado. Los tratados o convenciones de derechos humanos integran el ius cogens que podemos encontrar en el artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, esto porque no se limitan a violaciones derivadas de tratados de tipo tradicional, sino que se hace extensivo a cualquier violación derivada de actos u omisiones de los Estados (Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Blake versus Guatemala. Sentencia 24 de enero de 1998, Voto Razonado de Cancado Trindade: 25). El maestro Hitters señala que: 6 “La función del ius cogens es proteger a los países y a sus habitantes de las Convenciones que se firmen en contra de intereses supremos de la sociedad internacional, de los Estados, que sean violatorios del orden público y cuya inobservancia perjudica la esencia misma del sistema jurídico internacional” (Hitters, Juan Carlos, 1991. p.190). En otras palabras, los tratados de derechos humanos crean obligaciones de protección de carácter objetivo sin restricción temporal. Esto como consecuencia de la evolución del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que pretende desarrollar las obligaciones erga omnes de protección a favor de los hombres, emanadas de una norma imperativa de derecho internacional que frenarían el sistema de reservas a los tratados o convenciones de derechos humanos. (Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Blake versus Guatemala. Sentencia 24 de enero de 1998, Voto Razonado de Cancado Trindade: 11 y 12). Este sistema ha sido un obstáculo para que los Estados protejan de manera integral los derechos consagrados en dichos instrumentos, como el caso de conflictos armados, ya sean internos o internacionales. 4. Conflictos armados Es una expresión general que se aplica a diferentes tipos de enfrentamientos que se pueden producir entre dos o más, entre un Estado y un grupo disidente, o bien entre dos o más grupos étnicos y un Estado (Verri, 1988:36). Los conflictos armados constituyen un fenómeno recurrente en diversos países por múltiples razones, entre ellas: el control de recursos económicos, la pobreza, la desigualdad social, la deficiente gobernabilidad y la ausencia de un sistema democrático. Algunos de estos supuestos hacen referencia a conflictos armados internos que generalmente comprenden conflictos identitarios o étnicos (CICR, 2004: 17). Diversos estudios señalan la existencia de cuatro etapas del conflicto; la primera, una fase prebélica o pre-conflicto, en donde hay una alta tensión y una paz inestable; la segunda es la fase del conflicto armado o bélico; la tercera es la fase 7 pos-bélica o proceso de resolución de conflictos y la última fase es de reconstrucción y reinserción (Byrne, 1996: 8). 5. Delito internacional Son aquellos actos u omisiones que, por incidir en auténticos bienes jurídicos de la comunidad internacional, deben recibir trato internacional en su proceso, juicio y sanción (Jiménez de Asúa, 1964:717). Por lo tanto son los que provienen de una fuente internacional, o sea de una codificación internacional, y que son impuestos, juzgados y sancionados por un organismo internacional o supranacional con o sin la voluntad de un Estado determinado, por que se genera una responsabilidad penal individual (Quintano Ripolés, 1955:11). 6. Crimen internacional La acción u omisión que sancionan las normas jurídicas internas o internacionales cuando hay de por medio una conducta de mayor gravedad que amerita una pena más severa porque se ha atentado contra normas jurídicas internacionales que preservan la paz, la seguridad, la autodeterminación de los pueblos, los derechos humanos y la salvaguarda del medio ambiente (Arellano, 1998:868). Es decir, aquellos delitos agravados que por su impacto atentan contra la existencia de la paz y seguridad en la comunidad internacional, así como contra los bienes jurídicos individuales, cuando son atacados en forma masiva o sistemática por el propio poder político o cuando simplemente no pueden ser protegidos por el orden social. Entre estos delitos se encuentran el genocidio, crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra, agresión y delitos contra la administración de justicia. 8 II. Marco jurídico internacional El régimen jurídico específico de protección de los derechos humanos de las mujeres ha evolucionado en dos grandes áreas: el derecho internacional de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario. 1. Derecho internacional de los derechos humanos de las mujeres: panorama general El derecho internacional de los derechos humanos comprende un conjunto de instrumentos internacionales, de acuerdo a la materia o titularidad, que pretenden proteger. En este punto se habla de la característica de especificidad de los derechos humanos de las mujeres, ya que requieren una protección de acuerdo al rol histórico-social que han experimentado. Por ejemplo, los diferentes tipos y modalidades de violencia que han sufrido y la discriminación y desigualdad latente en todas las sociedades. Por lo que, tanto las disposiciones contempladas en los instrumentos internacionales de derechos humanos, como del derecho internacional humanitario, ha evolucionado de manera paralela, bajo las exigencias sociales, ya sean nacionales o internacionales, con el fin de proteger los derechos humanos de las mujeres. Esta violencia, bajo sus diferentes tipos y modalidades, representa un problema de salud pública y una tarea pendiente de resolver. En este enfoque, es necesario señalar existen un conjunto de instrumentos para la prevención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres, esto por medio de la cooperación internacional. Estos se refieren a instrumentos en materia de trata y explotación sexual, esclavitud, etc. Estos tratados tienen un carácter universal que requieren una cooperación de todos los Estados para su aplicación. 9 En el contexto de un conflicto armado, estos fenómenos sociales se agravan y las mujeres son las más afectadas dentro del mismo. Esta situación se manifestó en la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos en Viena en 1993. En su informe final, los Estados participantes hicieron referencia a las violaciones masivas de los derechos humanos y que toman la forma de genocidio, la limpieza étnica y la violación sistemática de las mujeres en tiempos de guerra (Cancado, 2008:79-81). Estas violaciones son el origen de éxodos masivos y de desplazamientos de personas. De igual manera, los Estados expresaron su preocupación concerniente a las violaciones de derechos humanos en tiempos de conflicto armado que dañan a la población civil y, en particular, a las mujeres, niñas y niños, ancianos y personas con discapacidad. Se exhortó a los Estados y todas las partes en un conflicto armado a respetar el derecho internacional humanitario enunciados en los Convenios de Ginebra de 1949 y los estándares mínimos de protección de los derechos humanos. Finalmente se señaló que las violaciones a los derechos humanos de las mujeres en tiempos de conflicto armado contravienen la dignidad humana y su libertad personal, y los principios del derecho internacional humanitario. Todas las violaciones de esta naturaleza comprenden, en particular, la muerte, la violación sistemática, la esclavitud sexual, embarazo forzado, entre otros, por lo que exigen medidas específicas y eficaces. Otro paso importante para la creación de un conjunto de medidas coherentes para la lucha contra la violencia hacia las mujeres en tiempos de conflictos armados es la cuarta Conferencia Mundial sobre las Mujeres, que finalizó con la firma de la Declaración de Beijing el 15 de septiembre de 1995. Los Estados firmantes expresaron que si bien es cierto que los países enteros sufren de las consecuencias de los conflictos armados, las mujeres y las jóvenes son particularmente afectadas por razón de su estatus dentro de la sociedad y de su sexo. Los miembros de las fuerzas armadas de cada una de las partes en conflicto violan a las mujeres bajo el beneficio de la impunidad, utilizando a veces las 10 violaciones sistemáticas como una estrategia de guerra y terrorismo hacia la población. El impacto de la violencia contra las mujeres y las violaciones a sus derechos humanos en este tipo de situaciones son sufridas por las mujeres de todas las edades. Esta Declaración viene acompañada de un Plan de Acción que indica las medidas de protección de las mujeres en casos de conflicto armado: Incrementar la participación de las mujeres en la solución de los conflictos a niveles de adopción de decisiones y proteger a las mujeres que viven en situaciones de conflictos armados o de otra índole o bajo ocupación extranjera Reducir los gastos militares excesivos y limitar la disponibilidad de armamentos Promover formas no violentas de solución de conflictos y reducir la incidencia de las violaciones de los derechos humanos en las situaciones de conflicto Promover la contribución de la mujer para el logro de una cultura de paz Proporcionar protección, asistencia y capacitación a las mujeres refugiadas, a otras mujeres desplazadas que necesitan protección internacional y a las desplazadas internamente Es importante hacer referencia a la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres, adoptada el 18 de diciembre de 1979, este tratado internacional esta conformado por un preámbulo y 30 artículos, dicho documento es fundamental para la protección de los derechos de las mujeres. Se debe tener en cuenta que al momento de la redacción de este instrumento aún no se había planteado el problema de la violencia contra la mujer. No obstante, años después vieron que era necesaria su incorporación, por lo que se redactó la Recomendación General N° 19, donde se plantea que la violencia es una consecuencia de la discriminación contra las mujeres y por lo tanto los Estados no sólo deben eliminar las causas de discriminación sino su síntoma más doloroso, la violencia. 11 Esto lo señaló el Comité de la CEDAW en su Recomendación General N° 19: “La violencia contra la mujer es una forma de discriminación que impide gravemente que goce de derechos y libertades en pie de igualdad con el hombre”. La CEDAW supone la consagración, en el ámbito internacional, del concepto específico de “discriminación contra la mujer” (Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Recomendación General N° 19, Párr. 1 y 4. ). Además planteó que: El artículo 1° de la Convención define la discriminación contra la mujer. Esa definición incluye la violencia basada en el sexo, es decir, la violencia dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada. Incluye actos que inflingen daños o sufrimientos de índole física, mental o sexual, amenazas de cometer esos actos, coacción y otras formas de privación de la libertad (Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Recomendación General N° 19, Parr.6. 1992). Este instrumento tiene el mérito de atraer la atención sobre la condición de las mujeres, sus necesidades e intereses específicos. Inspirados en estas iniciativas, los sistemas regionales de protección de los derechos humanos adoptaron medidas para salvaguardar el derecho de las mujeres a vivir en un ambiente libre de violencia. En el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, del 9 de junio de 1994, de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos adopta la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, llamada también Convención Belém do Pará por ser esta ciudad brasileña la sede. Entró en vigor el 5 de marzo de 1995 y es el primer instrumento internacional de naturaleza vinculante que se ocupa del tema de la violencia contra las mujeres. Si bien es cierto que estos instrumentos internacionales se dan en un contexto de paz, estos sirvieron para que se diera una mayor interpretación a los derechos consagrados en instrumentos interamericanos. Recordemos que al entrar en funcionamiento la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el contexto en 12 América Latina era violento y en constantes conflictos sociales, dictaduras, golpes de estado, desapariciones forzadas y violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Por lo que es notoria la jurisprudencia desarrollada por este órgano en relación a estos temas. Casos emblemáticos como Velázquez Rodríguez, Paniagua Morales, Loayza Tamayo, entre otros, han contribuido a la evolución en su labor interpretativa. Por lo que la Corte IDH no quedó exenta de revisar y de interpretar casos en donde las mujeres eran víctimas directas o indirectas de violencia en tiempos de conflictos armados internos, uno de ellos es el Paniagua Morales, que fue desaparecida por agentes del Estado. En este caso aún no se vislumbraban los efectos que podrían tener las mujeres en estos casos. El 6 de febrero de 1993 la Sra. María Elena Loayza Tamayo fue detenida por la División Nacional contra el Terrorismo de la Policía Nacional del Perú, incomunicada, torturada, violada y juzgada por jueces sin rostro en el fuero militar por el delito de traición a la patria. Fue exhibida en medios de comunicación como terrorista, sin haber sido procesada ni condenada. La Sra. Loayza seguía privada de la libertad en la fecha en que la Corte Interamericana emitió la resolución el 17 de septiembre de 1997. En la sentencia se probó que el Estado de Perú violó el derecho a la libertad personal, integridad física y psíquica y al debido proceso legal. La Corte, en este caso, afirmó que: “La infracción del derecho a la integridad física y psíquica de las personas es una clase de violación que tiene diversas connotaciones de grado y que abarca desde la tortura hasta otro tipo de vejámenes o tratos crueles, inhumanos o degradantes cuyas secuelas físicas y psíquicas varían de intensidad según los factores endógenos y exógenos que deberán ser demostrados en cada situación concreta” (Corte Interamericana de Derechos Humanos Caso Loayza Tamayo versus Perú. Sentencia 17 de septiembre de 1997). 13 Esta interpretación invisibilizaba la violencia que sufrió Loayza Tamayo de acuerdo a su condición de género, ya que esto fue alegado por los representantes de la víctima pero no fue tomado en cuenta (Dondé Matute Javier, La jurisprudencia de la Corte IDH y su relevancia en el Derecho Penal Internacional, 2006:102). Es probable que con esta interpretación la Corte tratara de subsanarlo. No obstante, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el Caso Mejía contra Perú, realizó un avance en la interpretación de la violación sexual. El 15 de junio de 1989 un grupo de militares con los rostros cubiertos con pasamontañas y portando ametralladoras irrumpieron en la casa del Sr. Fernando Mejía y la Sra. Raquel Martín Mejía. Lo golpearon y lo subieron a una camioneta, los hechos fueron presenciados por su esposa. Quince minutos más tarde, otro grupo de militares se presentaron nuevamente en el domicilio de los Mejía. Uno de ellos ingresó a la casa solicitando a la Sra. Raquel Martín los documentos de identidad de su esposo. En el momento que ella buscaba esos documentos en su recamara, la acusó de pertenecer al movimiento y la violó. Aproximadamente 20 minutos más tarde regresó la misma persona a la casa de los Mejía con intención de comunicarle que su esposo sería trasladado a Lima. Luego la arrastró al cuarto y nuevamente la violó. La Comisión afirmó que: “La violación causa sufrimientos físicos y psicológicos en la víctima. Además de la violencia sufrida al momento del hecho, las víctimas son habitualmente lesionadas y, en algunos casos, pueden quedar embarazadas. El hecho de haber sido objeto de abusos de esta naturaleza también causa un trauma psicológico que se origina, por una parte, en la humillación y daños sufridos, y por otra, en la posible condena de sus propias comunidades si denuncian lo ocurrido”(Caso Fernando y Raquel Mejía vs. Perú, Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe N°5/96, Caso N° 10970 del 1° de Marzo de 1996:186). 14 Ahora bien, recientemente la Corte Interamericana, en dos casos emblemáticos Rosendo Cantú y Fernández Ortega contra México, hizo una interpretación evolutiva y humanitaria con respecto a la violación sexual. Recordemos que estos hechos se llevaron a cabo en un contexto de fuerte presencia militar dirigida a reprimir grupos delictivos. En ambos casos, tanto la Sra. Valentina Rosendo Cantú como la Sra. Inés Fernández Ortega, fueron víctimas de violencia sexual perpetrada por militares que irrumpieron en su domicilio, interrogándolas por presuntos delincuentes, al no responder favorablemente, estás fueron golpeadas y violadas por varios militares. En este sentido, la Corte interpretó la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la Convención Belém do Pará, para emitir un criterio sobre el tema. Y recordó lo consagrado en la Convención Belém do Pará, al señalar que: “la violencia contra la mujer no sólo constituye una violación de los derechos humanos sin que es una ofensa a la dignidad humana y una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres, que trasciende todos los sectores de la sociedad independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura, nivel educacional, edad o religión y afecta negativamente sus propias bases” (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Fernández Ortega versus México. Sentencia 30 de agosto de 2010. Párr. 106). Y agrega que; La violación sexual constituye un acto de tortura ya que concurren tres elementos: la intencionalidad, la severidad del sufrimiento y la finalidad del acto. (Corte Interamericana de Derechos Humanos., Caso Fernández Ortega versus México. Sentencia 30 de agosto de 2010. 2010, Párr. 116/ Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Rosendo Cantú versus México. Sentencia 31 de agosto de 2010.Párr. 83). 15 Finalmente, la violación sexual supone no solo la afectación a la integridad física, psíquica y moral de la víctima, sino el menoscabo a su dignidad, ya que invade una de las esferas más íntimas de su vida, su espacio físico y sexual y la despoja de su capacidad para tomar decisiones respecto de su cuerpo conforme a su autonomía, es decir, con quien tener relaciones sexuales perdiendo el control total sobre su decisiones más personales e íntimas y sobre funciones corporales físicas (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Fernández Ortega versus México. Sentencia 30 de agosto .2010. Párr. 120/ Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Rosendo Cantú versus México. Sentencia 31 de agosto 2010. Párr. 91). Este acto tiene raíces discriminatorios, como bien señala la Corte, basado en estereotipos de género, pues esta dirigido a restarle valor como mujer por la agresión de la que fue objeto. (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Rosendo Cantú versus México. Sentencia 31 de agosto de 2010. Párr. 84). Y esto se agrava, por su condición indígena, por desconocimiento del idioma (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Fernández Ortega versus México. Sentencia de 30 de agosto .2010. Párr. 90). Por lo que, en un estado de impunidad, se somete a las víctimas a un nivel de violencia, peligro, miedo y restricciones de sus actividades. (Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Rosendo Cantú versus México. Sentencia 31 de agosto de 2010. Párr. 123). El Sistema Europeo de protección de los Derechos Humanos, conformado por la Convención Europea de Derechos Humanos y una Carta Social Europea. En sus inicios, contaba con un órgano de conciliación, político de decisión, y un órgano jurisdiccional. El primero se refiere a una Comisión, el segundo al Comité de Ministros y al tercero a la Corte Europea. Todos velaban por la defensa y protección de los derechos y libertades fundamentales plasmadas en el Convenio Europeo (Sudre, 1999:78). No obstante, a raíz de la adopción del protocolo 11 el Sistema Europeo se transforma, al unificar las funciones de la Comisión y la Corte en un solo órgano permanente. 16 Al igual que en el Sistema Interamericano, se presentaron casos ante la Corte Europea sobre violencia y tortura a personas en tiempos de conflictos armados internos. En 1997 la Corte Europea de Derechos Humanos resolvió el caso de la Sra. Sükran Aydin, ciudadana turca que fue torturada y violada por agentes del Estado. En la época que se presentaron los hechos, Turquía vivía d una situación de emergencia por los graves enfrentamientos al Sureste del país, entre las fuerzas de seguridad y miembros del Partido de trabajadores de Kurdistán. El 29 de junio de 1993, un grupo de personas que formaban parte de los policías del pueblo y del gendarme llevaron a la casa de sus padres, los interrogaron preguntando por los miembros del Partido de Trabajadores de Kurdistán, los amenazaron y los llevaron a la gendarmería. Llegando ahí, fueron separados, su padre, su cuñada y ella. A ella la llevaron a un cuarto que ella denominó “el cuarto de tortura”. Ahí fue golpeada durante una hora, amenazada y violada por militares (Corte Europea de Derechos Humanos. Caso Aydin versus Turquía. Sentencia de 25 de septiembre de 1997. p. 21). El 2 de julio de 1993 fueron liberados y llevados al bosque para luego separarlos (Caso Aydin versus Turquía. Sentencia de 25 de septiembre de 1997. Párr. 22). La Corte resolvió el caso el 25 de septiembre de 1997. En este sentido afirmó que: La violación de una detenida por parte de un agente del estado debe considerarse como una forma especialmente grave y repugnante de maltrato, dada la facilidad con que el agente puede abusar de la vulnerabilidad y débil estado de su víctima. Más aún, la violación deja profundas cicatrices psicológicas que no responden al paso del tiempo con la misma rapidez que otras formas de violencia física o mental. La recurrente experimentó además el agudo dolor físico de una penetración forzosa, lo cual la debe haber dejado sintiéndose ultrajada y violada física y emocionalmente (Caso Aydin versus Turquía. Sentencia de 25 de septiembre de 1997. Párr. 83). Visto lo anterior, la Corte concluyó que: “la acumulación de actos de violencia física y mental cometidos en contra de la recurrente, y el acto especialmente cruel de violación a que se vio sometida, son constitutivos del delito de tortura penado en el Artículo 3 de la Convención” (Caso Aydin versus Turquía. Sentencia de 25 de septiembre de 1997. Párr. 86). 17 Cabe señalar que el delimitar o definir el nivel de sufrimiento propio de la tortura es objeto de debates internacionales en diferentes organismos. Este órgano toma en cuenta dos criterios: el carácter interno, que hace referencia a circunstancias concretas del asunto en cuestión, y por lo cual se puede definir el contexto, la duración y la manera con la cual el tratamiento en cuestión ha tenido lugar, así como sus efectos psicológicos. El segundo criterio toma en consideración las características personales de la víctima: edad, sexo, estado de salud (Corte Europea de Derechos Humanos. Caso Irlanda versus Reino Unido, Voto separado del Juez Zequia. Párrafo A). En caso de mujeres que se encuentran en el contexto de un conflicto armado, ya se interno o internacional, existen una conducta sistemática de los cuerpos o grupos armados que las privan de su libertad, las mantienen incomunicadas, les inflingen tratos crueles, daños psicológicos y físicos, todo esto antes de ser privadas de su vida. La privación de la libertad personal ocupa un lugar importante dentro de la normatividad internacional de protección de los derechos humanos, ya que frecuentemente esta se convierte en un medio para atentar o violentar otros derechos humanos, como la integridad personal, el derecho a la vida, entre otros. Recientemente el 7 de abril de 2011, el Comité de Ministros del Consejo de Europa, adoptó un nuevo instrumento: “Convención para prevenir y combatir la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica”. Esta Convención fue firmada el 11 de mayo de 2011 en Estambul. Actualmente sólo 13 países se han adherido al Convenio. Este instrumento prevé medidas de prevención, de asistencia, y protección en procesos civiles y penales. La Convención define diversas formas de violencia contra las mujeres, el matrimonio forzado, mutilaciones genitales, el acoso sexual, violencia física, psicológica y sexual. 18 2. Derecho internacional humanitario y la protección de las mujeres: una tarea pendiente El derecho internacional humanitario confiere a las mujeres, en tiempo de conflicto armado, el mismo estatus que los hombres, ya sean civiles, combatientes o personas fuera de combate. Esto basado en el principio de no discriminación contemplado en las Convenciones de Ginebra y sus protocolos adicionales. En este sentido, tomando en cuenta la especificidad de los derechos humanos de las mujeres, encontramos en el Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas en campaña, 1949; en su artículo 12, párrafo 4, señala que en la protección, trato y asistencia se tratará a las mujeres con todas las consideraciones debidas a su sexo. Este párrafo lo encontramos también, en el artículo 12 párrafo 4, del Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos, los enfermos y los náufragos de las fuerzas armadas en el mar de 1949. De igual manera, encontramos en el Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra, 1949, en su artículo 27 párrafo 2: “Las mujeres serán especialmente protegidas contra todo atentado en su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada y todo atentado a su pudor”. El derecho internacional humanitario, que contiene disposiciones específicas para la protección en casos de conflictos armados, se debe complementar con el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, esto para darle una protección y defensa más integral a las mujeres. La mayoría de las normas específicas referentes a la situación de las mujeres tienen dos vertientes: la mujer como parte de la población civil y las mujeres privadas de su libertad. Así, como mencionamos el artículo 12 párrafo 4 del Convenio de Ginebra para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos 19 de las fuerzas armadas en campaña, establece el principio fundamental en el cual en tiempos de conflicto armado, las mujeres deberán ser tratadas con todas las consideraciones particulares de su sexo. Ahora bien, en materia de seguridad personal, los artículos 14 y 15 del Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra; estipula que las partes en el conflicto podrán crear zonas neutralizadas o de seguridad destinadas a proteger de los efectos de la guerra a la población civil, y esto comprende a las mujeres embarazadas y madres de niños de menos de 7 años de edad, entre otros. Algunas disposiciones aseguran ciertas condiciones mínimas de vida para la población civil y las personas más vulnerables. Así, el artículo 70 párrafo 1 del Protocolo I Adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados de 1977, señala que cuando la población civil de una parte del conflicto armado esté insuficientemente dotada, situación en la cual, las acciones de socorro de carácter humanitario e imparcial y no serán consideradas como injerencia en el conflicto ni como acto hostil. En la distribución de envíos de socorro se dará prioridad a los niños, mujeres embarazadas, madres lactantes y las parturientas. Asimismo en el artículo 14 del Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra de 1948, señala que las partes en el conflicto podrán designar en el propio territorio o en otro, zonas y localidades sanitarias y de seguridad que protejan contra las efectos de la guerra a los heridos, enfermos, inválidos, ancianos, niños menores de quince años, a las mujeres embarazadas y las madres de niños menores de 7 años. Y el artículo 23 del mismo instrumento establece la obligación de las Partes en el conflicto autorizar el libre paso de todo envío de medicamentos y de material sanitario, así como de objetos necesarios para el culto, destinado únicamente a la población civil de otra Parte Contratante, aunque sea enemiga. Esto incluye el libre paso de 20 víveres indispensables, ropa, tónicos reservados a niños menos de quince años y para las mujeres embarazadas. Por otra parte, en materia de salud, encontramos el artículo 16 del Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra, dicho convenio prevé que los heridos, enfermos, los inválidos y las mujeres embarazadas serán objeto de protección y respeto particulares. Por su parte, el artículo 17 establece que las Partes en conflicto harán el esfuerzo para concretar acuerdos para la evacuación desde una zona sitiada o cercada de niños, heridos, enfermos, inválidos, ancianos, y mujeres embarazadas y autorizar el paso de ministros de religiosos, personal y materia sanitaria con destino a esa zona. En este sentido, el artículo 8° del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de la víctimas de los conflictos armados internacionales, incluye en la definición de heridos y enfermos a las mujeres embarazadas, los recién nacidos y demás personas que podrán tener necesidad de medicación inmediata. En lo que concierne las normas de protección relativas a mujeres detenidas o internadas, por razones ligadas a un conflicto armado, se encuentran reglas específicas en este tema. El artículo 14 del Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra de 1949; enuncia el principio según el cual las mujeres prisioneras de guerra deben ser tratadas con todas las consideraciones debidas a su sexo, y en todo caso, se beneficiarán de un trato tan favorable como el que reciban los hombres. En materia de vivienda y condiciones de vida; el artículo 75, párrafo 5 del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales; señala que las mujeres 21 privadas de su libertad por razones relacionadas con el conflicto armado serán custodiadas en locales separados de los ocupados por los hombres. Su vigilancia estará a cargo de mujeres. Las familias detenidas o internadas serán alojadas, siempre que sea posible, en un mismo lugar como unidad familiar. Este mismo principio se encuentra en el artículo 97 de la Convenio de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, 1949; y artículo 97 del Convenio de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra, 1949. En materia de salud, higiene y asistencia médica el artículo 29 del Convenio III de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra de 1949 hace referencia a los campamentos en los cuales se encuentran los prisioneros de guerra, y establece que la Potencia detenedora tendrá la obligación de tomar las medidas de higiene para garantizar la limpieza y salubridad en los mismos. Y en su segundo párrafo señala que los campamentos donde se encuentren prisioneras de guerra se reservarán instalaciones separadas. El artículo 91 del Convenio IV de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra prevé que cada lugar de internamiento tenga una enfermera adecuada; las mujeres embarazadas, los internos que padezcan alguna enfermedad grave o cuyo estado requiera un tratamiento especial deberán ser admitidos en todo establecimiento para su atención y tratamiento, que no será inferior al que se otorga al conjunto de la población. Por su parte, el artículo 85 del mismo instrumento señala que cada vez que sea necesario, como medida excepcional, se alojará a mujeres internas que no pertenezcan a un grupo familiar en el mismo lugar de internamiento que los hombres, y deberá ser obligatorio que las habitaciones e instalaciones sanitarias se encuentren separadas entre sí. En el artículo 89 párrafo 5, señala que las mujeres embarazadas y lactantes, así como los niños menores de quince años recibirán suplementos de alimentación proporcionados a sus necesidades fisiológicas. Por lo que, ni los internos 22 enfermos, heridos o inválidos y las mujeres embarazadas no serán trasladadas mientras su salud corra peligro a causa del viaje, de conformidad con el artículo 127 párrafo 3 del instrumento mencionado. En el caso de la liberación y repatriación, las partes en conflicto deberán concretar acuerdo con el fin de liberar, repatriar el regreso de domicilio o de hospitalización en país neutral de ciertas categorías de internados y, en particular, niños, mujeres embarazadas y madres lactantes o con hijos de corta edad, heridos y enfermos o internados que hayan estado mucho tiempo en cautiverio, establecido en el artículo 132 párrafo 2 del instrumento. En el caso de las garantías judiciales a favor de las mujeres detenidas, el artículo 88 del Convenio III de Ginebra relativo al trato debido a los prisioneros de guerra, señala que en ningún caso podrán ser condenadas las prisioneras de guerra a castigos más severos, ser tratadas con mayor severidad que los hombres pertenecientes a las fuerzas armadas de la Potencia detenedora. Por su parte, en el artículo 76 fracción 2 del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, señala que serán atendidos con prioridad absoluta los casos de mujeres embarazadas y madres con niños de corta edad a su cargo, que sean arrestadas, detenidas o internadas por razones relacionadas con el conflicto armado. En la fracción 3 se establece que las partes en conflicto procurarán evitar la imposición de la pena de muerte a mujeres embarazadas o las madres de niños de corta edad a su cargo por delitos relacionados con el conflicto armado. Ahora bien, el aspecto más sensible relativo a la situación de las mujeres en tiempos de conflicto armado es la violencia sexual que sufren durante este período. Este fenómeno tiene una práctica sistemática en los tiempos de guerra o conflictos armados. La humillación y el miedo son experimentados tanto por las mujeres, como por la comunidad a la cual pertenecen. La violencia sexual es utilizada como un arma de guerra, muchas mujeres son violadas frente a sus 23 familias. El delito de violación es un mecanismo de control históricamente dominante, pero en gran medida ignorado y al mismo tiempo defendido por el sistema patriarcal y las relaciones desiguales de poder que fomentan la dominación masculina y el sometimiento femenino (Brownmiller, 1975:256). Sin embargo, la comunidad internacional ha ignorado por mucho tiempo esta realidad. Y es a partir de 1992 con la movilización de organizaciones de defensa de derechos humanos de las mujeres que visibilizaron ante la opinión pública los actos cometidos durante el conflicto armado de la ex Yugoslavia. Es importante señalar que el reconocimiento de actos de violencia sexual a nivel internacional, es una contribución del derecho penal internacional y, es reciente. Por otra parte, es necesario recordar que los Convenios de Ginebra de 1949 y sus protocolos adicionales hacen referencia a los actos de violencia sexual como crímenes, pero no son enumerados entre las violaciones graves contempladas en estos instrumentos. Así, el artículo 27 del Convenio IV de Ginebra relativo a la protección debida a las personas civiles en tiempos de guerra de 1949, prevé que las mujeres serán especialmente protegidas contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada y todo atentado a su pudor. Este artículo ha sido criticado, ya que clasifican a la violación como un atentado a su honor y eso no refleja la seriedad para abordar la violencia sexual como mecanismo de control históricamente dominante, que refuerzan la dominación masculina y el sometimiento femenino. En el artículo 76 del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales de 1977; señala que las mujeres serán objeto de un respeto especial y protegidas en particular contra la violación, la prostitución forzada y cualquiera otra forma de atentado al pudor. 24 El artículo 3° común a los cuatro Convenios de Ginebra no menciona, de manera explícita, la violación, ni otras formas de violencia sexual, sólo hace referencia de manera general a los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y degradantes. Como señala Rhonda Copelon, estos convenios identifican la violación como atentando al honor o dignidad de la mujer pero es muy problemático. El honor de las mujeres ha sido tradicionalmente equiparado con la virginidad y castidad. Por lo que, la pérdida del honor implica también la pérdida de su estatus o respeto, reforzando la idea de que la violación es deshonesta o un acto de impudicia. (Copelon, 1994:201). Esto se reflejó en los estatutos de los Tribunales Internacionales de Nuremberg y Tokyo, los cuales invisibilizaban disposiciones relativas a la violencia sexual como crímenes de guerra. Como mencionamos anteriormente, a partir de los sucesos ocurridos durante el conflicto armado en Yugoslavia y posteriormente en Rwanda, que implicaron una violencia sistemática hacia las mujeres, surgió una movilización de organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y organismos internacionales para exigir al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la creación de un tribunal ad hoc para juzgar crímenes de guerra, con el argumento de que dichas actos constituían una amenaza para la paz internacional. En primer lugar el Consejo aprobó la Resolución 798/1992, en la cual expresó su consternación por las detenciones y violaciones sistemáticas cometidas en contra de miles de mujeres, por lo que se exigió que se cerraran los campamentos de detención. Un año más tarde, el 22 de febrero de 1993, el Consejo aprobó la Resolución 808/1993 la cual provocó una evolución normativa, para el reconocimiento de la 25 violencia sexual en tiempo de conflictos armados, con el establecimiento del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia. Este tribunal cumple tres funciones importantes: el primero, enjuiciar crímenes de Derecho Internacional cometidos por individuos durante el conflicto en la Yugoslavia; desarrollar el derecho internacional humanitario y conmemorar acontecimientos de la historia moderna (Moreyra, 2007:65). Así, el estatuto del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en su artículo 5 inciso g) dictamina que el delito de violación es considerado como un crimen contra la humanidad en caso de que sea cometido en forma generalizada o sistemática, fundado en motivos políticos, sociales o religiosos y que sean destinados contra la población civil. Esta disposición permite ampliar la protección de las mujeres en tiempos de guerra, ya que el delito de violación es concebido como un crimen y su dinámica cambia (De Vito, 2009:30). En 1994 Rwanda vivió un conflicto armado genocida, donde miles de mujeres fueron mutiladas, violadas y prostituidas. En este sentido, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó el 8 de noviembre de 1994 la resolución 955, la cual estableció el Tribunal Penal Internacional para Rwanda, para el enjuiciamiento de los presuntos responsables del genocidio y violaciones cometidas en ese territorio (Moreyra, 2007:66-67). Por lo que en el artículo 3 inciso g) del Estatuto del Tribunal Internacional para Rwanda enumera los crímenes cometidos en contra de la humanidad, y en ellos se encuentran las violaciones dirigidas contra cualquier población civil en razón de su nacionalidad o pertenencia a un grupo político, étnico, racial o religioso. Cabe señalar que cuatros años más tarde se dictó sentencia en caso de Akayesu, un funcionario local que fue declarado culpable por instigar en las matanzas de la región y actos de violación como forma de genocidio. Por lo tanto, se reconoce a la violación como un acto cometido en contra de un individuo, en este caso, las 26 mujeres, así como en contra del grupo al cual pertenecían denominado tutsi. Esta sentencia es paradigmática por cuatro razones: dio una definición clara y progresiva del delito de violación que no había existido antes en los instrumentos internacionales; fue el primer caso en el que se involucraba la prosecución del delito de violación como un componente de genocidio; contribuyó a generar discusiones sobre la violencia sexual en situaciones de guerra y disertar acerca de su rol para prevenir futuros abusos de las mujeres en las zonas en conflicto. Un avance importante, se definió la violación como una invasión física de carácter sexual cometida contra una persona bajo circunstancias coercitivas (Case N° ICTR-96-4-T. The Prosecutor or the Tribunal against Jean-Paul Akayesu. 02 September 1998. Párr. 597). Y la violencia sexual, entre la cual se incluye la violación, es considerada como cualquier acto de naturaleza sexual que se comete contra una persona bajo circunstancias coercitivas (International Criminal Tribunal for Rwanda. Case N° ICTR-96-4-T. The Prosecutor or the Tribunal against JeanPaul Akayesu. 02 September 1998. Párr. 599). En este sentido, el Tribunal constata que no es necesario que las circunstancias coercitivas se manifiesten por medio de un acto de fuerza física. Las amenazas, la intimidación, la extorsión y otras formas de compulsión que hace presa del miedo o la desesperación también constituyen coerción. Finalmente, el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial, debe interpretarse como incluyente de métodos de destrucción por los cuales el hecho no mata en el acto a los integrantes del grupo, pero a través de los cuales, en definitiva, busca su destrucción física (Case N° ICTR-96-4-T. The Prosecutor or the Tribunal against Jean-Paul Akayesu. 02 September 1998. Párr. 505). Más tarde se da una evolución mayor en la materia al adoptarse el Estatuto de Roma el 17 de julio de 1998 y en consecuencia, la creación e instalación de una Corte Penal Internacional, de carácter independiente, permanente y vinculada con el Sistema de Naciones Unidas, que tendrá competencia para conocer de los 27 crímenes de mayor trascendencia para la comunidad internacional. Entró en vigor el 1° de julio de 2002. Por primera vez los actos de violencia sexual son enumerados de manera distinta dentro de los crímenes de lesa humanidad, en el artículo 7° inciso g) del Estatuto de la Corte Penal Internacional que define al crimen de lesa humanidad como cualquiera de los actos siguientes; cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra la población civil y con conocimiento de dicho ataque: la violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable. Esta incorporación se debe al trabajo de diversas organizaciones de derechos humanos de las mujeres, que llevaron a cabo a fin de asegurar que los actos violencia sexuales fueron enumerados y entendidos como crímenes en sí mismos y no constitutivos de otros (Moreyra, 2007:184). Esto también se refleja en el artículo 8° párrafo 2.b, inciso XXII que enumera los crímenes de guerra y señala: “Otras violaciones graves de las leyes y usos aplicables en los conflictos armados internacionales dentro del marco del derecho internacional, a saber, cualquiera de los siguientes actos, el cometer actos de violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada y cualquier otra forma de violencia sexual que constituya violación grave a los Convenios de Ginebra”. Estas disposiciones se refuerzan con el reconocimiento del derecho que tienen las víctimas a participar en todas las etapas de procedimiento y a que sus observaciones y opiniones sean escuchadas (artículo 68.3 Estatuto Penal Internacional); el derecho a ser protegidas (artículos 68.1 y 43.6) y a solicitar reparación por los daños causados durante el conflicto armado (artículo 75 del Estatuto de la Corte Penal Internacional). De igual manera, aportan una nueva perspectiva sobre la violencia hacia las mujeres en tiempos de conflicto armado, 28 ofreciendo informaciones o criterios amplios sobre la gravedad del fenómeno, esto es gracias a los testimonios de las mujeres víctimas de estos hechos. El reconocimiento a nivel internacional de actos de violencia contra las mujeres, cometidos durante conflictos armados y paralelamente la creación de jurisdicciones internacionales encargadas de juzgar los responsables de esos crímenes, representa un elemento central para el fortalecimiento del sistema de protección de los derechos humanos de las mujeres. 29 III. El derecho a la verdad en el marco de los conflictos armados: justicia o reconciliación Al realizar un primer acercamiento a la situación de las mujeres en tiempos de conflicto armado, observamos el papel fundamental de las organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales para exponer la problemática que viven las mujeres y exigir a los Estados el respeto de las disposiciones del Derecho Internacional Humanitario y el Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Visibilizar la violencia diferenciada que viven las mujeres en este contexto es importante para las víctimas, sus familias y también para toda la sociedad conocer la verdad de lo sucedido. Las víctimas indirectas, las familias, amigos y la comunidad disponen de un derecho a la verdad que podrá ser definido como el derecho que tiene toda persona de saber los motivos, las circunstancias y todos los hechos concernientes a la violación de sus derechos humanos. El establecimiento de este derecho es objetivo esencial en un proceso penal, en particular, los relacionados con los crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Todo ello, como una expresión de la denominada justicia retributiva y en general, como un mecanismo de restablecimiento del orden y el acercamiento al proceso de reconciliación con la sociedad (Prieto, 1999:174). La Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostiene que el derecho a la verdad tiene un carácter colectivo, que conlleva el derecho de la sociedad a “tener acceso a información esencial para el desarrollo de los sistemas democráticos”, y un carácter particular, como derecho de los familiares de las víctimas a conocer lo sucedido con su ser querido, lo que permite una forma de reparación. Siguiendo esta interpretación, la Comisión afirmó que “este es un derecho que tiene la sociedad y que surge como principio emergente del derecho internacional bajo la interpretación dinámica de los tratados de derechos humanos” (Caso Bámaca Velázquez. 25 de noviembre de 2000. Párr. 197). 30 Este derecho se impone como estándar de respeto hacia los vivos y muertos. (Caso Bámaca. Voto razonado del Juez Antonio A. Cancado Trindade. Párr. 7-13). Por lo que es imperativo para todos los Estados, garantizarlo, de lo contrario esto supone que el Estado no posee de un sistema de protección capaz de garantizar la identificación y la eventual sanción a los responsables de violaciones de los derechos humanos y otros crímenes también graves. Las familias de las víctimas directamente afectadas por esas violaciones a los derechos humanos y la sociedad en general, merecen estar informados. Este derecho se vincula con la segunda dimensión de la libertad de expresión, es decir, el derecho a la información, consagrado en diversos instrumentos internacionales como nacionales. En este sentido, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala lo siguiente: Independientemente del problema de las eventuales responsabilidades, las que, en todo caso, deberán ser siempre individuales y establecidas después de un debido proceso por un tribunal preexistente que utilice para la sanción la ley existente al momento de la comisión del delito. Toda sociedad tiene el irrenunciable derecho de conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el futuro. A la vez, nada puede impedir a los familiares de las víctimas conocer lo que aconteció con sus seres más cercanos. Tal acceso a la verdad, supone no coartar la libertad de expresión (Informe N° 136/99 / caso N° 10/488. Ignacio Ellacuría, SJ; 22 diciembre 1999, párrafo 226). Garantizar este derecho permite conocer, de manera precisa, las circunstancias históricas, sociales y políticas en las cuales el conflicto se desarrolló. Y al mismo tiempo evidencia aquellas prácticas que no podrán ser nuevamente admitidas (Pietro, 1999:174). Así los responsables de esos crímenes pueden iniciar un proceso de reivindicación con la sociedad y las víctimas. Finalmente, es conveniente recordar que el derecho a la verdad es parte integrante del derecho a la justicia, y también en determinadas circunstancias el 31 derecho a la verdad puede ser aplicado en un proceso penal para darle transparencia, y lo conduce a la observancia de todas las garantías para un juicio justo. Esta reflexión busca calmar ciertos prejuicios que existen en torno a las Comisiones de la Verdad, consideradas como la expresión de una actitud de reivindicación, o por lo menos de estabilidad que nos llevará a la paz. 32 Consideraciones finales A nivel internacional, la protección de los derechos humanos de las mujeres se encuentra cubierto por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos que rige en tiempos de paz y que puede ser complementario en situaciones excepcionales, como los conflictos armados. Los Convenios de Ginebra establecen disposiciones para dar una protección a las mujeres en tiempos de guerra. No obstante, estas son englobadas con los niños, niñas, ancianos, personas con discapacidad, heridos, etc. Estas no atienden la problemática, necesidades e intereses estratégicos de las mujeres que sufren estos conflictos. Sólo son vistas como parte del grupo “vulnerable”, es por ello que las normas en ocasiones se vuelven neutras y tal parece que sólo esas necesidades son las únicas que deben ser respetadas o protegidas por los Estados. Un claro ejemplo es el artículo 3° común de los Convenios de Ginebra. A partir de la instalación de los Tribunales ad hoc en ex Yugoslavia y Rwanda, como consecuencia de violencia sistemática hacia la población en tiempo de conflictos armados, se visibiliza la violencia sexual como crimen contra la humanidad y se dio un acercamiento a nivel internacional para su sanción. Otro avance fue la adopción del Estatuto de Roma, ya que por primera vez los actos de violencia sexual serían enumerados de manera distinta, estos dentro de los crímenes de lesa humanidad. Los órganos del Sistema Interamericano y el Sistema Europeo de protección de los Derechos Humanos han interpretando sus instrumentos y utilizando de manera complementaria el derecho internacional humanitario, para sancionar violaciones graves a los derechos humanos de las mujeres en tiempos de conflicto armado interno. 33 Los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos, integran el ius cogens, se debe utilizar como criterio de interpretación, no sólo para prevenir violaciones graves a los derechos humanos, sino para resolver de forma favorable a la víctima cuando esta ha sido vulnerada en su dignidad humana. Otro aspecto importante es la emergencia del derecho a la verdad como derecho humano que reforzará el proceso de reconstrucción en una sociedad violentada. En tiempo de conflictos armados, tanto internacionales como nacionales, todas las partes deberán imponer sanciones disciplinarias contra toda forma de violencia contra las mujeres. Es importante que se despierte la conciencia internacional y nacional sobre este fenómeno que ha quedado en un silencio vergonzoso durante años. Los Estados y otros actores internacionales deberán tomar medidas para permitir a las misiones especiales de paz el respeto de su mandato, y proteger a las mujeres contra toda forma de violencia y en caso de que ocurra tales actos, brindar protección a las víctimas, testigos, asistencia psicológica y físicas a las sobrevivientes de este violencia. Promover un proceso de reconstrucción por medio de la comisión de la verdad, que impliquen el apoyo a las mujeres victimas de estos actos de violencia. 34 Referencias Arellano García, C. (1998), Segundo curso de derecho internacional publico, 2ª edición, Porrúa. Biox, X. 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Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales1977. Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional, 1977. Protocolo III adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la aprobación de un signo distintivo adicional 2005. Convención para eliminar toda forma de discriminación contra la mujer (Cedaw). Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, Belém do Pará. Convention du Conseil de l’Europe sur la prévention et la lutte contre la violence á l’égard des femmes et la violence domestique. Estatuto de la Corte Penal Internacional. Convención de Viena sobre el derecho de los Tratados. Sitio web • Naciones Unidas :http://saynotoviolence.org/es/el-tema/datos-y-cifras 38 Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género CEAMEG Cámara de Diputados LXI Legislatura 2011 www3.diputados.gob.mx/camara/CEAMEG ceameg@congreso.gob.mx / 50-36-00-00 Ext. 59216 Comité del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género Dip. Mirna Lucrecia Camacho Pedrero Presidenta Dip. María Elena Pérez de Tejada Romero Dip. O. Magdalena Torres Abarca Secretarias Dip. Jaime Fernando Cárdenas Gracia Dip. Rosa Adriana Díaz Lizama Dip. Margarita Gallegos Soto Dip. Diva Hadamira Gastélum Bajo Dip. Marcela Guerra Castillo Dip. Elvia Hernández García Dip. Elsa María Martínez Peña Dip. Juan Carlos Natale López Dip. Adela Robles Morales Dip. Enoé Margarita Uranga Muñoz Integrantes Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la Equidad de Género Mtra. María de los Ángeles Corte Ríos Directora General Mtra. Nuria Gabriela Hernández Abarca Directora Interina de la Dirección de Estudios Jurídicos de los Derechos Humanos de las Mujeres y la Equidad de Género Mtra. Adriana Medina Espino Directora Interina de la Dirección de Estudios Sociales de la Posición y Condición de las Mujeres y la Equidad de Género Mtra. Lesley Alexia Ramírez Medina Elaboró Mtra. María de los Ángeles Corte Ríos Revisión Final 39