CAPITULO I Proceso Hacia La Proscripción del Uso de la Fuerza en la Sociedad Internacional 1.1 Conferencia de Paz de La Haya de 1899 El primer antecedente de la proscripción del uso de la fuerza se encuentra en la Primera Conferencia de La Haya de 1899. Esta se realizó entre el 18 de mayo y el 29 de julio de 1899 a iniciativa del zar Nicolás II de Rusia,con la convocatoria oficial formulada por el Gobierno de los Países Bajos. Antokoletz señala que la Conferencia "tuvo por objeto reducir los armamentos y reglamentar la guerra, los buenos oficios, la mediación y el arbitraje". A esta conferencia asistieron 26 países. "Tomaron parte en ella 20 Estados europeos, 2 americanos (Estados Unidos y México) y 5 países asiáticos." Franz Von Liszt detalla: "Estuvieron representadas en ella las veintiséis naciones siguientes: Alemania, AustriaHungría, Bélgica, China, Dinamarca, España, los Estados Unidos, Méjico, Francia, Inglaterra, Grecia, Italia, Japón, Luxemburgo, Montenegro, los Países Bajos, Persia, Portugal, Rumania, Rusia, Servia, Siam, Suecia y Noruega, Suiza, Turquía y Bulgaria." El 29 de julio de 1899 se levantó un acta final aprobándose tres convenciones y tres declaraciones: "I. Convención para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales. II. Convención concerniente a las leyes y usos de la guerra terrestre. III. Convención para la aplicación a la guerra marítima, de los principios de la Convención de Ginebra del 22 de agosto de 1864. 1. Declaración concerniente a la prohibición de lanzar proyectiles y explosivos desde los globos o por otros nuevos medios parecidos. 2. Declaración concerniente a la prohibición de emplear proyectiles que tengan por único fin difundir gases asfixiantes o deletéreos. 3. Declaración concerniente a la prohibición de emplear balas que dilaten o se aplasten fácilmente en el cuerpo humano, tales como balas de cubierta dura que no envuelve enteramente el centro, o que está provista de incisiones". La Convención I para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales empieza diciendo: "Animados de la firme voluntad de concurrir al mantenimiento de la paz general, resueltos a favorecer con todos sus esfuerzos el arreglo amistoso de los conflictos...considerando las ventajas de una institución general y regular del procedimiento arbitral...". La Convención II relativa a las leyes y costumbres de la guerra terrestre fue celebrada "con el ánimo de servir los intereses de la humanidad y las exigencias siempre crecientes de la civilización, se inspiró en la Conferencia de Bruselas de 1874 y las potencias dejaron constancia que "...en los casos no comprendidos en las disposiciones reglamentarias adoptadas por ellas las poblaciones y los beligerantes quedan bajo la salvaguardia y el imperio del Derecho de Gentes, tales como resultan de los usos establecidos entre las naciones civilizadas, de las leyes de la humanidad, y de las exigencias de la conciencia pública". Esta es la llamada Cláusula Martens, de la que Oriol Casanovas y La Rosa destaca que refleja "...la primacía y universalidad de los principios jurídicos y humanitarios en los conflictos armados." Esta convención, en sus considerandos, resalta la importancia de trazar límites a las guerras para hacerlas menos rigurosas: "...revisar las leyes y costumbres generales de la guerra, sea con el objeto de definirlas con mas precisión sea a fin de trazar en ella ciertos límites destinados a restringir tanto como sea posible sus rigores..." Es decir que se acepta la guerra como un hecho, siendo el único afán el limitarla para reducir su severidad. Así, la Convención pretende disminuir los males de la guerra reglamentándola, mas no proscribiéndola. De esta forma se pretende limitar de alguna forma el uso de la fuerza en la guerra. El Anexo de la Convención trata en su primera sección de los beligerantes, definiendo a quienes son de aplicación las leyes, los derechos y los deberes de la guerra. El capítulo segundo reglamenta el tratamiento a los prisioneros de guerra, y el tercero respecto a los enfermos y heridos. Luego, en la segunda sección se reglamentan las hostilidades, estableciéndose en el primer capítulo de esta sección los medios de dañar al enemigo, los sitios y los bombardeos. El capítulo segundo de esta sección norma respecto a los espías, el tercero respecto a los parlamentarios, el cuarto respecto a las capitulaciones y el quinto, del armisticio. La sección tercera trata de la autoridad militar sobre el territorio del estado enemigo y finalmente la cuarta sección respecto de los beligerantes internados y de los heridos cuidados por neutrales. Esta convención fue un texto detallista que intentó normar la guerra, como un primer paso hacia la creación de un código de las leyes de la guerra. Si bien no proscribió el uso de la fuerza, sirvió como un antecedente importante en ese sentido, al intentar por primera vez reglamentarla para limitar sus excesos. 1.2 Conferencia de Paz de La Haya de 1907 El 18 de Octubre de 1907 tuvo lugar la II Conferencia de Paz de la Haya, aprobándose un convenio relativo a la limitación del empleo de la fuerza para el cobro de deudas contractuales, llamado Convenio Porter. Este convenio tuvo su antecedente en la doctrina planteada por Luis María Drago, en 1902, siendo Ministro de Asuntos Exteriores de la Argentina. Rousseau señala: "La doctrina Drago fue formulada con ocasión de la intervención colectiva realizada por Alemania, Inglaterra e Italia contra Venezuela en 1902 para forzarla a pagar las deudas contractuales con súbditos de aquellas tres potencias. En un mensaje de 3 de diciembre de 1901, el Presidente Th.Roosevelt había declarado que los Estados Unidos no obstaculizarían la acción coercitiva de que era objeto Venezuela y que sólo se oponían de antemano, a una de las posibles consecuencias de aquella acción: la adquisición territorial. La República Argentina intentó hacer valer una concepción diferente, fundada en la no responsabilidad del Estado deudor". Luego, el 29 de diciembre de 1902, el Ministro de Asuntos Exteriores argentino Luis María Drago dirigió una nota al Gobierno de los Estados Unidos, que luego se conocería como la doctrina Drago. "El elemento esencial de la doctrina es la prohibición de recurrir a la fuerza para hacer efectivo el cobro de deudas contractuales de los Estados. La nota de Drago repudia el empleo de la fuerza para constreñir a un Estado extranjero a cumplir sus compromisos y especialmente a liquidar los atrasos pendientes de pago de su deuda pública; declara que el empleo de la fuerza para obligar a un Estado a normalizar el pago de su deuda es generalmente contrario a los principios de derecho internacional". Drago planteaba la no utilización del cobro de deudas contractuales como pretexto para el uso de la fuerza que podría degenerar en ocupaciones territoriales, respecto de lo cual el gobierno de los Estados Unidos no formuló respuesta concreta. "En su nota de 17 de febrero de 1903 el secretario de Estado Hay, no expresaba ni asentimiento, ni disentimiento respecto a las concepciones expuestas en la nota argentina, limitándose a hacer una remisión a los mensajes anteriores del presidente TH.Roosevelt". Todos estos hechos sirvieron de antecedente para el II Convenio aprobado en la Segunda Conferencia de Paz de la Haya de 1907. "La Convención de La Haya no aceptó la Doctrina Drago en toda su integridad, pero consagró el principio fundamental de la misma, que es contrario al empleo de la fuerza para el cobro de deudas de un Estado". Esta Segunda Conferencia de Paz de La Haya contó con la asistencia de 44 estados: "... delegados de 44 Estados, entre ellos las Repúblicas de la América Latina. Lo mismo que en la primera Conferencia, la Santa Sede no fue invitada. Costa Rica, Honduras y Abisinia no enviaron representantes." Von Liszt precisa: "Estuvieron representados cuarentaicuatro Estados, entre los cuales figuraban los de América Central y del Sur. No asistieron Liechtenstein, Mónaco, San Marino, Honduras, Costa Rica, Corea, Afganistán, el Estado del Congo, Abisinia, Liberia y Marruecos." En esta Conferencia de Paz no se consigue la proscripción de la guerra en forma general, sino que tan solo se prohibe su empleo para el cobro de deudas contractuales. Sin embargo es considerada importante, al igual que la Primera Conferencia por la participación de numerosos Estados: "...ambas conferencias tienen una trascendencia inusitada pues constituyen importantes prolegómenos de una actividad legislativa a nivel supranacional con la participación de numerosos Estados lo que confiere gran validez a los acuerdos adoptados". Así la Convención de 1907 sobre solución pacífica de controversias internacionales dispone: "Para evitar en lo posible la apelación a la fuerza en las relaciones entre los Estados, las potencias contratantes convienen en emplear todos sus esfuerzos para asegurar el arreglo pacífico de las controversias internacionales". Fue trascendente pues, la situación en que se vio involucrado Drago, la cual quedó plasmada en esta Convención de La Haya. De acuerdo a Carlos Arellano García: "La doctrina de Luis María Drago tuvo una enorme proyección en el ámbito del Derecho Internacional pues dio lugar a una amplia investigación doctrinal practicada durante los años siguientes bajo los auspicios del Instituto de Derecho Internacional, e incluso Luis María Drago personalmente expuso su tesis en la Segunda Conferencia de la Paz, reunida en La Haya en 1907, la que adoptó la Segunda Convención de 18 de octubre de 1907 relativa a la limitación del empleo de la fuerza para el cobro de deudas contractuales. Esta Convención se denominó Porter". Esta Segunda Conferencia de La Haya se llevó a cabo entre el 15 de junio y el 18 de octubre de 1907. Se revisaron tres convenciones aprobadas en la primera conferencia y se aprobaron además otras diez. Sus resultados fueron dados en la siguientes convenciones y declaraciones: "1. Convención para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales. 2. Convención concerniente a la limitación del empleo de la fuerza para el cobro de deudas escrituradas. 3. Convención relativa al rompimiento de las hostilidades. 4. Convención concerniente a las leyes y usos de la guerra terrestre. 5. Convención concerniente a los derechos y deberes de las potencias y de las personas neutrales en caso de guerra terrestre. 6. Convención relativa al régimen que debe observarse con los buques mercantes enemigos al comenzar las hostilidades. 7. Convención relativa a la transformación de navíos de comercio en buques de guerra. 8. Convención relativa a la colocación de minas submarinas automáticas de contacto. 9. Convención concerniente al bombardeo, por fuerzas navales en tiempo de guerra. 10. Convención para la adaptación de los principios de la Convención de Ginebra a la guerra marítima. 11. Convención relativa a ciertas restricciones en el ejercicio del derecho de captura en la guerra marítima. 12. Convención relativa al establecimiento de una Corte Internacional de Presas. 13. Convención concerniente a los derechos y deberes de las potencias neutrales en caso de guerra marítima. 14. Declaración relativa a la prohibición de lanzar proyectiles y explosivos desde globos." Ellos son calificados por Von Liszt como de "...muy amplios, pero realmente poco definitivos..." En esta Segunda Conferencia de Paz, no se proscribió la guerra de manera absoluta sino que tan sólo se le reguló para efectos del cobro de deudas contractuales. La Segunda Convención únicamente limitó el empleo de la fuerza para el cobro de deudas escrituradas. De esta forma, se continuó aceptando el empleo de la fuerza como un medio legítimo para los Estados, ya que continuaba siendo válido su uso para otras formas que no fuesen las deudas contractuales. Sin embargo, a pesar de no lograrse la proscripción absoluta del uso de la fuerza, su uso se delimitó en un supuesto, el cobro de deudas contractuales, lo que constituyó un mínimo antecedente mas para su posterior proscripción definitiva. Cabe destacar que los convenios de La Haya de 1899 y 1907 siguen en vigor pero "...al ser muchas de sus disposiciones manifiestamente inadecuadas para las condiciones actuales, los estados se sienten inclinados a no cumplirlas." 1.3 Limitación al Uso de la Fuerza en el Pacto de la Sociedad de Naciones Con la creación de la Sociedad de Naciones en 1919, recién se establecen los primeros lineamientos para limitar el recurso a la guerra y por consiguiente el uso de la fuerza: "Hasta 1919, la guerra era un procedimiento lícito en derecho internacional. Sólo a partir del Pacto de la Sociedad de Naciones, el derecho positivo se orientó hacia la prohibición del uso de la fuerza." Podría decirse que estos primeros condicionamientos son una reacción a las consecuencias que trajo consigo la Primera Guerra Mundial. Conforme lo señala Pastor Ridruejo, la Primera Guerra Mundial dejó en claro que el uso de la fuerza de manera ilimitada debía de estar subordinado al mantenimiento de la paz: "...la Primera Guerra Mundial entre 1914 y 1918 dio a entender que era muy alto el precio de mantener un ius ad bellum ilimitado y por lo tanto el ideal de mantenimiento de la paz debía primar sobre la guerra como forma suprema de autotutela." De la misma forma, el tratadista Arbuet señala como uno de los factores determinantes para la formación de la Sociedad de Naciones, a la Primera Guerra Mundial: "...la conmoción que significó la Primera Guerra Mundial después de 100 años de relativa calma, la afirmación de Estados no europeos gravitando en las relaciones internacionales (EE.UU. y Japón) y la aparición de nuevas ideas y tendencias que determinaron que al firmarse los Tratados de Paz y como parte integrante de ellos se pensara en crear una Organización Internacional con vocación universal: la Sociedad de Naciones.". Así, durante el conflicto de la Primera Guerra Mundial surgieron las primeras iniciativas tendientes a crear esta Organización Internacional con vocación universal. -En primer lugar el Vizconde de Brays en 1915 propone crear una liga para abolir la guerra. En el mismo año se funda la Asociación para Obtener la Paz, impulsada por el ex presidente estadounidense Williams Taft. - Luego en 1916, el programa de la Liga para consolidar la Paz de Marbuerg y los esfuerzos de León Bourgeois en Francia. La propuesta mas trascendente surgió del entonces Presidente estadounidense Woodrow Wilson, quien el 8 de enero de 1918, sugirió: "Una sociedad general de Naciones, debe crearse por medio de tratados formales con el objeto de proporcionar garantías recíprocas para la independencia política y territorial de las pequeñas y grandes potencias". Ello se hizo realidad y así la Sociedad de Naciones, con sede en Ginebra, se fundó después de la Primera Guerra Mundial. Su pacto fundacional de 26 artículos que abarca la sección primera de los tratados de paz de 1919 fue el primer intento de organización de la comunidad internacional. Se dice que, en sentido formal, fue la primera constitución de la Comunidad Internacional y fue creada teniendo como finalidad la de mantener la paz mundial y fomentar la cooperación internacional. En el preámbulo del Pacto de la Sociedad de Naciones las partes contratantes se declararon dispuestas a "...aceptar ciertas obligaciones de no recurrir a la guerra..." que se concretaron en los artículos del 11 al 15". Arbuet advierte que entre los objetivos de la Sociedad de Naciones se halló el de no recurrir a la guerra sino en ciertas circunstancias: "...la Sociedad de Naciones procuró la estabilidad internacional partiendo de la idea de la indivisibilidad de la paz, intentando desarrollar la cooperación entre los Estados, respaldando la solución pacífica de controversias y obligando a sus miembros a no recurrir a la guerra sino en ciertas circunstancias". De tal forma que en el Pacto de la Sociedad de Naciones solo se procuró limitar el uso de la fuerza. Igualmente, Antokeletz señala: "El Pacto de la Sociedad de Naciones, de 28 de junio de 1919, declaró que, para desenvolver la cooperación entre las naciones y garantizar la paz y la seguridad del mundo, es menester aceptar de común acuerdo la obligación de no recurrir a la guerra y mantener relaciones internacionales basadas en la justicia y el honor...". Sin embargo, en el Pacto de la Sociedad de Naciones no se logró la proscripción absoluta del Recurso de la Guerra. Pastor Ridruejo señala al respecto: "Es una renuncia parcial y no total al jus ad bellum ya que del conjunto resultaba que los Estados miembros de la Sociedad de Naciones quedaban en libertad de recurrir a la guerra si el Estado adversario se negaba a acatar una sentencia arbitral o judicial o un informe del Consejo adoptado por unanimidad o en los casos en que este órgano no adoptase un acuerdo unánime o en aquellos en que un Estado parte pretendiese y el Consejo reconociese que la desavenencia recaía sobre una cuestión que el Derecho Internacional dejaba a la competencia exclusiva de esa parte." En buena cuenta era una moratoria para el ejercicio del Derecho de Guerra, como lo señala el propio Pastor Ridruejo. Rousseau señala a este respecto: "El artículo 15 del Pacto no prohibía la guerra, sino que se limitaba a subordinar su iniciación al empleo de ciertos procedimientos previos de solución pacifica de los conflictos (moratoria de guerra). Los Estados miembros quedaban en libertad de recurrir a la guerra a la expiración de un plazo de tres meses (art.12) siempre que a) el Consejo se pronunciase sobre la solución del conflicto por simple mayoría, con exclusión de los votos de las partes en conflicto (artículo 15 apartado 7) o b) el conflicto se refiriese a una cuestión que el derecho internacional considera de la exclusiva competencia de los Estados (artículo 15 apartado 8). Por el contrario, cuando para resolver una controversia el Consejo adoptaba una recomendación unánime-con exclusión por supuesto del voto de los Estados interesados- los miembros de la Sociedad de Naciones se comprometían a no recurrir a la guerra contra ninguna potencia que se conformara a las conclusiones del informe adoptado por el Consejo (art.15 apartado 6) bajo pena de incurrir en una violación del Pacto y exponerse a las sanciones del artículo 16". Así pues, el Pacto de la Sociedad de Naciones no suprimió del todo el derecho de los Estados de recurrir a la guerra. A pesar de ello, se le considera importante ya que se declara que las guerras interesan a la Sociedad y que ella tomaría medidas para cautelarla. Como señala Linares respecto a la no supresión del recurso de la guerra, el Pacto de la Sociedad de Naciones "...hizo lo posible por restringir el uso discrecional...". Arbuet considera que la falta de una condena absoluta al recurso de la guerra en la Sociedad de Naciones, condujo a la celebración del Pacto Briand-Kellog: "...las carencias en esta materia determinaron que en 1928 se condenara el recurso a la guerra en un instrumento bilateral, el Pacto Briand-Kellog y se aprobara el Acta General de Arbitraje, instrumentos que tampoco solucionaron el problema". El Pacto de la Sociedad de Naciones solamente prohibió la guerra formal. Como lo señala Rousseau, el Pacto de la Sociedad de Naciones no contempló otros supuestos fuera de lo que es la guerra formal: "...el Pacto de la Sociedad de Naciones sólo prohibía-en el caso del articulo 15 apartado 6- el recurso a la guerra en sentido formal, dejando fuera de sus estipulaciones todas aquellas hipótesis en que los Estados emplean la fuerza sin beligerancia previa, tales como el bloqueo pacífico, la ocupación militar pacífica, las medidas coercitivas o las represalias". La Sociedad de Naciones no logró la proscripción absoluta del uso de la fuerza, siendo éste uno de sus principales defectos, además de la carencia del apoyo de las grandes potencias. Verdross opina que la Sociedad de Naciones fue un organismo truncado, al afirmar que no pertenecieron a ella los EE.UU. y Alemania. Italia y Japón ingresaron, para luego volver a salirse. Igualmente lo señala Arbuet como una de las causas del fracaso del intento llamándolo "...la no acabada concreción de la vocación universal por la ausencia de las grandes potencias". También Charles de Visscher es del mismo parecer: "...ni las debilidades ideológicas del Pacto ni las insuficiencias de su organización constitucional hubieran impedido, sin duda, que la Liga laborase por el progreso de la seguridad internacional si la abstención de los Estados Unidos no la hubiese privado, desde sus primeros pasos, de todas sus posibilidades de acción. Fue por ello vano que posteriormente se intentara realizar por medios puramente jurídicos lo que solo se hubiese podido conseguir por la acción concertada de las Potencias.". Oppenheim considera que la Sociedad de Naciones fracasó en aplicar medidas económicas de manera efectiva. Verdross afirma que el Pacto de la Sociedad de Naciones contenía solamente prohibiciones aisladas en cuanto al uso de la fuerza, llegando a permitir la guerra como un medio de realizar el derecho y la justicia al fracasar el procedimiento ante el Consejo. Remiro Brotons ha señalado que el Pacto de la Sociedad de Naciones "moratoria de guerra y un catálogo restringido de guerras ilegales". estableció una Señala igualmente que habían guerras legales, siendo estas las situaciones en las cuales al no conformarse una de las partes con la sentencia arbitral o judicial o con el dictámen unánime o mayoritario del Consejo o, cuando no era emitido por reconocer el Consejo, a petición de parte, que el desacuerdo versaba sobre una cuestión que el Derecho Internacional dejaba a su competencia exclusiva. Este tratadista tambien apunta que el Pacto de la Sociedad de Naciones aceptaba el empleo de cualesquiera otras manifestaciones de fuerza que no implicaran la beligerancia previa. Oppenheim refiere que en cuanto a sanciones económicas y militares no toda violación del pacto ipso facto ponía en juego las sanciones de la Sociedad de Naciones, sino solamente lo hacía el recurso a la guerra. Igualmente nos dice que una vez determinada la violación, todos los miembros sometían al Estado culpable a sanciones económicas, y que no existía una obligación en cuanto a las sanciones militares. De otro lado, Pastor Ridruejo señala entre los defectos del Pacto de la Sociedad de Naciones la interpretación restrictiva que se dio al concepto de guerra, la cual se circunscribió únicamente a la contienda armada entre dos Estados en la que había existido previa declaración de guerra. El mismo Pastor Ridruejo cita como ejemplos el ataque de Japón a Manchuria, el cual no se consideró una guerra porque no había sido precedido de una declaración formal. De igual manera fueron excluidos los bloqueos pacíficos o las represalias armadas como actos de fuerza, tal como fue el bombardeo que Italia efectuó a la isla Griega de Corfú. De Visscher va mas allá y señala como una de las causas del fracaso de la Sociedad de Naciones la falta de convencimiento en la opinión pública de la necesidad de un sistema de mantenimiento de la paz mundial: "Ni la seguridad colectiva, ni el interés común de todas las naciones en el mantenimiento de una paz indivisible, ni la puesta de la guerra fuera de la ley-objetivos todos ellos muy elevados fueron capaces de provocar en la opinión pública esa súbita iluminación racional, mejor dicho, esa brusca irrupción de sentimientos que, penetrando en las capas mas profundas de la sociedad, ampliase los horizontes y llevase a los hombres el convencimiento de las nuevas exigencias de la vida internacional. Fue necesario admitir que el mantenimiento de la paz, en tanto que problema general y humano, despertaba en muy pocos hombres la conciencia de los sacrificios necesarios para su defensa y organización." De todas maneras, la Sociedad de Naciones fue un avance notable en el camino de la proscripción del uso de la fuerza. Así lo considera Diez de Velasco: "Es cierto que un gran avance, aunque imperfecto, se da a partir del año 1919. La Sociedad de Naciones y la Organización Internacional del Trabajo, como principales, representan una experiencia notable que habría de tener influencia muy positiva en el incremento y planteamiento de las nuevas organizaciones nacidas en la Segunda Pos-Guerra Mundial". Igualmente Charles de Visscher resalta como aspectos positivos de la Sociedad de Naciones el haber situado a la paz y su mantenimiento como objetivo común de los gobiernos: "No obstante sus debilidades hay que reconocer que la Sociedad de Naciones ha señalado una etapa decisiva en la organización del mundo. Ante todo, tuvo el mérito sin igual de haber colocado el problema de la organización de la paz fuera del terreno de las especulaciones, para situarlo en el punto central de las preocupaciones gubernamentales, y de haber convertido el mantenimiento de la paz en un objetivo común y público de la política de los Gobiernos. En este aspecto el Pacto respondía exactamente a las aspiraciones de la época que le vio nacer.". Sin embargo aunque la Sociedad de Naciones significó un avance en cuanto a una organización mundial con el fin de mantener la paz, su aporte a la proscripción del uso de la fuerza fue limitado, al no proscribirla de manera absoluta restringiendo la prohibición a los supuestos de la guerra formalmente declarada. 1.3.1 El Consejo de la Sociedad de Naciones La Sociedad de Naciones fue básicamente similar en su organización interna a la de la Organización de Naciones Unidas ya que contaba con dos órganos principales. El primero de ellos, era la Asamblea que estaba integrada por representantes de todos los Estados miembros. Esta Asamblea estaba facultada para discutir todas las cuestiones relativas a la paz del mundo y podía formular recomendaciones, por unanimidad. Asimismo estaba facultada a invitar a los miembros a que procediesen a la revisión de los Tratados antiguos. De igual manera, la Sociedad de Naciones tenía una Secretaria Permanente con el Secretario General de la Sociedad a la cabeza. Otro de sus órganos principales fue el Consejo, permanentes y de no permanentes. el cual tenía miembros en condición de Como refiere Von Liszt: "De miembros permanentes: representantes de las cuatro `potencias principales' y de aquellas potencias que acuerde el Consejo con el voto de la mayoría de las asamblea de la sociedad.(art.4) De miembros elegidos (seis por la asamblea de la sociedad, primitivamente sólo cuatro) por tres años, de los cuales deben renovarse anualmente la tercera parte." El Consejo fue considerado un órgano permanente de mediación respecto a todos los litigios internacionales y disponía de la facultad de adoptar medidas preventivas encaminadas al mantenimiento de la paz, según el artículo 11 del Pacto de la Sociedad de Naciones. Sin embargo en ausencia de un mandato imperativo, estas medidas preventivas encaminadas al mantenimiento de la paz solo podían manifestarse en amonestaciones y propuestas. De acuerdo al artículo 10 del Pacto de la Sociedad de Naciones, los miembros de la Sociedad se obligaban a garantizar la integridad territorial y la independencia política de los demás Estados miembros. Tanto la Asamblea como el Consejo sólo podían tomar acuerdos con la votación unánime de todos los miembros presentes y votantes. Sin embargo, también había excepciones a este principio. Tal era el caso del acuerdo para la admisión de miembros que requería los 2/3 de los votos, pero por lo general las cuestiones de procedimiento se adoptaban por mayoría de votos. De haber un litigio, las partes de este, no tenían derecho de voto. A diferencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Consejo de la Sociedad de Naciones no tenía poder coercitivo. Así, en el caso de producirse una guerra que contraviniera alguna disposición del pacto, el Consejo de la Sociedad de Naciones se limitaba a hacer recomendaciones para que los Estados Miembros contribuyeran con fuerzas para hacer respetar los compromisos de la Sociedad, conforme lo dispuso el inciso 2 del su artículo 16. Los Estados miembros de manera individual, tenían la obligación de tomar medidas económicas y financieras de carácter coercitivo, conforme lo disponía el inciso 1 del articulo 16 del Pacto,contra un miembro que atacara a otro en violación del pacto. También tenían la obligación, de manera individual, de autorizar el paso por su territorio de la tropas que tomaran parte en una acción militar, conforme lo disponía el inciso 3 del artículo 16 del Pacto, que Remiro Brotons llama "pseudo sancionadores". Así, si un miembro de la Sociedad emprendía una guerra ilegal, era considerado como autor de un acto de guerra contra todos los demás miembros de la Sociedad. Sin embargo, esta calificación quedaba en manos de cada Estado. Oppenheim, refiere que el procedimiento de sanciones estaba descentralizado ya que cada miembro de la Sociedad debía determinar por sí mismo si es que había sucedido una violación del pacto o no. Si ello sucedía, se imponía la ruptura inmediata de relaciones financieras, comerciales y personales con el trasgresor. Como refiere Remiro Brotons: "...las sanciones militares eran facultativas, teniendo el Consejo únicamente el deber de recomendar a los gobiernos interesados los efectivos militares con que contribuir a las fuerzas armadas destinadas a hacer respetar los compromisos de la Sociedad..." El Consejo de Seguridad de la Sociedad de Naciones unicamente podía decidir, y por unanimidad, excluir de su organización al trasgresor. 1.4 Pacto Briand Kellog o Pacto contra la Guerra de 1928 (o Tratado de Renuncia a la Guerra) El fracaso de la Sociedad de Naciones en proscribir de manera absoluta el uso de la fuerza, determinaron que se suscribiera el instrumento bilateral llamado Pacto Briand-Kellog también llamado Pacto contra la Guerra de 1928 o Tratado de Renuncia a la Guerra. Este pacto plantea por primera vez la posibilidad de proscribir el uso de la fuerza, cubriendo los defectos de su predecesora, llamados las "...grietas del Pacto...". "Este instrumento jurídico tuvo su origen en un mensaje que Aristides Briand, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, dirigió al pueblo norteamericano, con ocasión del décimo aniversario de la entrada en guerra de los Estados Unidos (6 de Abril de 1927). En él aparecía por primera vez, la fórmula de poner la guerra fuera de la ley". El Pacto Briand Kellog fue firmado en París por representantes de 15 gobiernos el día 27 de Agosto de 1928 a iniciativa de Francia y los Estados Unidos. Este pacto llegó a entrar en vigor entre mas de 60 Estados incluyendo las grandes potencias, lo que debe ser considerado un éxito en su momento, como lo señala Rousseau al resaltar el gran número de países que se adhirieron al Pacto: "...el Pacto General de Renuncia a la Guerra (Pacto Briand-Kellog, Pacto de París o Pacto Contra la Guerra) fue firmado en París el 27 de Agosto de 1928, entre quince Estados, invitándose a todas las Potencias no signatarias a que se adhirieran a él. Entrando en vigor el 24 de julio de 1929, el Pacto era de aplicación en 1939,entre 63 Estados, cifra raramente alcanzada por un tratado de esta importancia". El Pacto Briand Kellog en su preámbulo considera la evolución que ha tenido la proscripción del uso de la fuerza, consignando lo siguiente: "Persuadidos de que ha llegado el momento de proceder a una franca renuncia a la guerra como instrumento de política nacional, a fin de que las relaciones pacíficas y amistosas que existen entre sus pueblos puedan ser perpetuadas". Así se reconoce que anteriormente el recurso a la guerra era permitido y se plantea como una de las metas del Pacto el renunciar a ella como instrumento de política nacional. El articulo 1 del Pacto declara lo siguiente: "Artículo 1.- Las altas partes contratantes en nombre de sus respectivos pueblos declaran solemnemente que condenan el recurso a la guerra para la solución de las controversias internacionales y que renuncian a él como instrumento de política nacional en sus relaciones mutuas". De tal forma, la guerra como una medida lícita expresamente prohibida. del derecho internacional pasó a quedar Fue un compromiso internacional suscrito con la finalidad de evitar las guerras y procurar que la solución a las controversias sean halladas de una manera pacífica. De esta manera, en el artículo 2 del Pacto se reconoce que "...el arreglo o la solución de todas las controversias o conflictos cualesquiera sea su naturaleza u origen, que pudiera surgir entre ellos, no deberá buscarse sino por medios pacíficos..." La mayoría de tratadistas halla en el Pacto Briand Kellog tanto virtudes como defectos. Camargo resalta la importancia de la proscripción del uso de la fuerza en el Pacto Briand Kellog calificándolo como "...la conquista mas importante del derecho internacional...". Pastor Ridruejo, señala entre las virtudes el que el Pacto Briand Kellog sirvió de base para el castigo de criminales de guerra culpables de haber iniciado una guerra de agresión por los tribunales de Nuremberg y Tokio. Como fallas del Pacto, el mismo Pastor Ridruejo señala la ausencia de un mecanismo de reacción capaz de desembocar en la imposición de sanciones sobre el Estado que iniciase una guerra en violación de sus disposiciones. Es decir, que se renunció a la guerra como un instrumento de política nacional, pero no se previó las sanciones para aquel Estado que violase lo pactado. Por ello, el Pacto no pasó de ser una mera declaración de renuncia al uso de la fuerza. Igualmente señala Pastor que el Pacto no dejaba claramente establecido que se aplicaría a represalias armadas o al uso de la fuerza no precedido de una declaración formal de guerra. Pero lo que es mas grave, como lo señala Verdross, es que finalmente no impidió que entre 1939 y 1945 ocurriera de Segunda Guerra Mundial. Verdross afirma que el Pacto Briand Kellog prohibe en principio el recurso a la fuerza pero no pasa de prohibir la guerra como instrumento de política nacional dejando subsistir otras medidas de autotutela violenta. Respecto a las fallas del Pacto, Rousseau señala: "Para ser verdaderamente eficaz el Pacto Kellog, hubiera exigido una inmediata readaptación del Pacto de la Sociedad de Naciones, al objeto de eliminar la contradicción del mantenimiento en el Covenant, de las disposiciones que admitían el recurso a la guerra en ciertos casos extremos (hipótesis llamada de la guerra tolerada o de la guerra permitida)". Antokoletz advierte respecto del Pacto Briand Kellog: "...condena la guerra como instrumento de política nacional y establece su reemplazo por soluciones pacíficas, sin sanciones." En buena cuenta, el Pacto Briand-Kellog no previó sanciones para la violación de sus disposiciones, ni tampoco contempló los supuestos de guerra permitidos por la Sociedad de Naciones. Como señala Remiro Brotons: "...la guerra de agresión quedó fuera de la ley, pero en el caso que ésta se produjese en circunstancias que según el texto constitutivo de la Sociedad de Naciones daban pie a una guerra legal,ningún mecanismo institucional estaba dispuesto a reaccionar ante la infracción". Finalmente, su cumplimiento no fue viable, desatándose durante su vigencia la Segunda Guerra Mundial. Por ello, podemos considerar que el Pacto Briand-Kellog fue en realidad una mera declaración de proscripción del uso de la fuerza, careciendo de mecanismos que garantizaran y respaldaran su cumplimiento.