El laberinto del fauno España, 1944 La guerra civil ha terminado

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El laberinto del fauno
España, 1944
La guerra civil ha terminado.
Escondidos en las montañas, grupos armados siguen combatiendo al nuevo régimen
fascista que lucha para sofocarlos.
Cuentan que hace mucho, mucho tiempo…
En el reino subterraneo…donde no existen la mentira ne el dolor…
…vivía una princesa que soñaba con el mundo de los humanos.
Soñaba con el cielo azul…
…la brisa suave y el brillante sol.
Un día...burlando toda vigilancia, la princesa escapó.
Una vez en el exterior, la luz del sol la cegó…y borró de su memoria cualquier indicio
del pasado.
La princesa olvidó quién era, de dónde venía.
Su cuerpo sufrió frío, enfermedad, y dolor.
Y al correr de los años, murió. Sin embargo, su padre, el rey…sabía que el alma de la
princesa regresaría…quizá en otro cuerpo…en otro tiempo y en otro lugar.
Y él la esperaría hasta su último aliento…hasta que el mundo dejara de girar.
Madre: No entiendo para qué has traído tantos libros, Ofelia. Si vamos al campo, al
aire libre. Mm…Cuentos de hadas—Ya eres muy mayor para llenarte la cabeza…con
tantas zarandajas.
Di que paren el coche, por favor.
Ofelia, Ofelia, déjame un momento. Tu hermano no se encuentra muy bien.
Soldado: Señora, ¿se encuentra bien? Señora, ¿necesita algo? Agua. Agua para la
esposa del capitán. ¡Vamos, vamos!
Madre: ¿Ofelia? Ofelia, ven.
Ofelia: He visto un hada.
Madre: ¡Pero mira cómo te has puesto los zapatos! Vamos. Cuando lleguemos al
molino, quiero que saludes al capitán. Y quiero que lo llames padre. No sabes lo
bueno que ha sido con nosotras, hija. Es una palabra, Ofelia. No es más que una
palabra.
Soldado: ¡Capitán, ya vienen!
Capitán: Quince minutes tarde. Carmen. Bienenidos.
Carmen: No me hace falta, puedo andar perfectamente.
Capitán: El doctor Ferreiro prefiere que no hagas esfuerzos.
Carmen: No.
Capitán: Anda. Hazlo por mí.
Carmen: Gracias. Ofelia, sal. Saluda al capitán.
Capitán: Ofelia. Es la otra mano, Ofelia.
¡Mercedes! Que suban el equipaje.
Mercedes: Sí señor. Es un laberinto. Nada, un montón de piedras muy viejas que
han estado siempre ahí. Antes incluso que el molino. Mejor que ni te acerques, te
puedes perder.
Olivia: Gracias.
Mercedes: ¿Los has leído todos?
Soldado: ¡Mercedes! La llama el capitán.
Mercedes: Tu padre me necesita.
Ofelia: No es mi padre. El capitán no es mi padre. Mi padre era un sastre. Se perdió
al empezar la guerra. El capitán no es mi padre.
Mercedes: Me queda claro. ¿Vamos?
Ofelia: ¿Has visto a mi madre?
Mercedes: ¿A que es guapa?
Ofelia: Sí. Está enferma de niño. ¿Lo has notado?
Capitán: La guerrilla se ha echado al monte…y ahí es más difícil cazarlos. Esos
jodidos conocen el terreno mejor que nadie. Vamos a bloquear acceso al monte.
Comida y medecinas—Todo se racionará desde nuestra bodega. Hay que hacerlos
bajar de ahí que vengan a nosotros.
Quiero tres nuevos puestos de vigilancia. Aquí, aquí, y aquí.
Mercedes. Dígale al Dr. Ferreiro que baje a verme.
Mercedes: Sí, señor.
Doctor: Con esto dormirá usted toda la noche. No más de dos gotas antes de
acostarse. Dos gotas. Muy bien. Todo, todo. Bien
Carmen: Mm.
Doctor: No dude usted en llamarme si me necesita, de día o de noche. Usted o su
enfermera. Buenas noches.
Carmen: Anda, cierra la puerta y apaga la luz, cariño.
Mercedes: Tiene usted que subir a verlo. La herida no mejora. La pierna se le está
poniendo muy mal.
Doctor: No he podido conseguir más. Lo siento.
Mercedes: Vidal (el capitán) lo espera en su dispacho.
Carmen: Ofelia, ven aquí. Virgen Santísima, tienes los pies helados, mi amor.
¿Tienes miedo?
Ofelia: Un poco. ¿Qué es ese ruido?
Carmen: No es nada, hija. Es el viento. Las noches de aquí son muy distintas a las
noches de la ciudad. Allí se oyen los coches, los tranvías. Aquí las casas son viejas.
Gruñen. ¿A qué parece que hablan? Mañana te voy a dar una sorpresa, ya verás.
Ofelia: ¿Una sorpresa?
Carmen: Sí.
Ofelia: ¿Un libro?
Carmen: No. Algo mucho mejor.
Ofelia: ¿Por qué tenías que casarte?
Carmen: Estuvimos solas tanto tiempo.
Ofelia: Yo estoy contigo. No estabas sola. Nunca has estado sola.
Carmen: Algún día entenderás…que para mí tampoco ha sido fácil. Tu hermano está
un poc inquieto…anda, cuéntale uno de tus cuentos.
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