Recorramos juntos el camino de la Cuaresma

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Recorramos juntos el camino de la
Cuaresma: conversión y liturgia.
¿QUE ES LA CUARESMA?
- La Cuaresma es el tiempo de 40 días que precede a la celebración anual de la
Pascua de Jesús.
- Es el tiempo de renovación de la vida de la Iglesia, toda la comunidad quiere
prepararse para renovar la alianza con el Padre por Cristo en la noche de Pascua.
- Es el tiempo por excelencia de preparación al bautismo de aquellos que lo
recibirán en la Noche de Pascua. Y también, el tiempo de preparación a la
solemne renovación del Bautismo en la Vigilia Pascual de todos los ya bautizados.
- Cada bautizado es responsable de tomar parte en este "trabajo de la comunidad
cristiana", participando activamente del ejercicio cuaresmal.
Cristo por nosotros vino al mundo: para anunciarnos el plan amoroso del
Padre; lo recibimos en la obediencia de la fe. Cristo, por nosotros murió y resucitó,
para darnos el perdón de los pecados y la vida eterna: lo recibimos creyendo en él
y dejando que obre en nosotros su salvación. Su obra salvadora Jesucristo,
muerto y resucitado, que está glorioso junto al Padre, la obra por medio de su
Iglesia, que es su cuerpo. Por eso, la acción salvadora de Cristo se actualiza para
nosotros por la predicación del Evangelio por parte de la Iglesia y por la acción
poderosa del Bautismo y los demás sacramentos.
La Cuaresma es un tiempo de gracia para volvernos hacia Cristo y su
Iglesia, para renovar la fe en Cristo y pedirle que reavive en nosotros la gracia del
bautismo: el perdón de los pecados, la vida nueva de santidad y gracia, la
incorporación a la Iglesia.
LA CUARESMA ES UN CAMINO
La vida humana es un camino. La cuaresma es el camino de la vida condensado
en unas semanas, para que lo vivamos con intensidad, para que dé frutos de
conversión de cambio de vida, de renovación.
Hay un arranque radical, que siempre debe ser renovado: la conversión.
Jesús nos dice: “conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc 1,15), crean en mi
palabra, en mi anuncio, como para jugarse la vida. Cambien de conducta y vivirán.
El que crea y sea bautizado se salvará.
Pero a ese cambio, conversión, sigue siempre el seguimiento de Jesús.
Este seguimiento es un camino de continua conversión, de continuo dejar la
voluntad propia y unirse a Cristo crucificado. Él nos llama: ven y sígueme. El
mismo nos dice cómo seguirlo: el que quiere ser mi discípulo, que venga tras de
mí, tome su cruz y me siga.
“Toma, pues, tu cruz y sigue a Jesús; así entrarás en la vida eterna. Te ha
precedido él mismo, llevando la cruz (Jn.19,17) y ha muerto por ti, a fin de que
también tú lleves tu cruz y desees ser también tu crucificado. De verdad, si mueres
con él, con él y como él vivirás. Si fueres su compañero en el sufrimiento, él será
también tu compañero en la gloria (Imitación de Cristo, L.2, c.12, n.2).
Esta conversión, producida por el anuncio del Evangelio: “Dios viene a
reinar en Jesús y darnos vida”, pide la humildad de reconocerse necesitado,
pecador y mortal. La imposición de la ceniza, nos recuerda que somos polvo, para
que con humildad y confianza busquemos la gracia del perdón de los pecados y la
vida eterna.
En la cuaresma este llamado a conversión: volvámonos a Cristo y a su
Iglesia y este camino es vivido y está pautado por las celebraciones cuaresmales
de la misma Iglesia.
El miércoles de cenizas el Señor llama a todos – grandes y chicos – a
unirse como un solo pueblo, como Iglesia, en el camino cuaresmal. Se nos invita a
escuchar juntos la palabra de Dios, que convierte los corazones y nos invita a este
momento de regalo de Dios, de gracia de Dios, que es la cuaresma.
Confiados en el amor de Dios, se nos invita al camino del ejercicio, del
trabajo cuaresmal.
Esquema de evangelios dominicales
Para que veamos la conducción del camino, atendamos a las lecturas de
los Santos Evangelios que se nos propondrán los 5 domingos de cuaresma.
1) el Domingo I, el próximo: oiremos y contemplaremos cómo Jesús fue
tentado, probado y venció la tentación, entregándose a la obediencia del Padre
(Mt. 4,1-11). Nos muestra nuestro camino como un combate, en el que somos
tentados, y en el que vencemos sólo si nos unimos a Cristo.
Este combate que comenzó en las tentaciones, culmina en la pasión y
muerte, en la agonía de Jesús. Así que nuestro camino también será de combate:
no huyamos, sino seamos fuertes y valientes de corazón los que confiamos en el
Señor.
2) el II Domingo de Cuaresma, se nos proclamará la transfiguración del
Señor Jesús en el monte santo. Jesús, transfigurado, vuelto luz, señalado por el
Padre como Hijo a escuchar, nos da la confianza del triunfo y se nos muestra
como guía de nuestro camino (Mt.17, 1-9). Con su luz, tenemos la esperanza de la
vida eterna, y la fuerza para oír y obedecer la palabra de Dios.
En el camino de la vida, en el que estamos rodeados de oscuridad y
tinieblas, la transfiguración de Jesús es un anticipo de la luz, la gloria de la
resurrección, de la luz total en es Dios y en la que esperamos ser iluminados el día
de la segunda venida de Cristo.
3) Los otros tres Domingos nos proclaman a Cristo que salva y que nos
hace partícipes de la salvación en el bautismo. Son evangelios bautismales, que
ayudan a los catecúmenos a prepararse hacia el bautismo en la noche pascual y
que llevan a todos los bautizados a atender y querer reavivar la gracia del
bautismo y ser fieles a él.
El Domingo III, Jesús se presenta como fuente de la vida, que a la
Samaritana le ofrece el agua que da vida verdadera, que salta hasta la vida eterna:
el agua de la fe, de la vida del Espíritu Santo, en la que renacemos en el bautismo
(cfr Jn. 4,5-42).
El Domingo IV, Jesús se presenta como luz del mundo y abre los ojos del
ciego de nacimiento. Así obra Cristo en el bautismo, que es iluminación, que nos
rescata de las tinieblas, para que andemos como hijos de la luz, para vivamos con
transparencia a la luz del Señor (cfr Jn. 9,1-41).
El Domingo V, Jesús se presenta como la resurrección y la vida. Haciendo
que Lázaro recupere la vida, Cristo aparece como vencedor de la muerte y como
quien nos hace participar de la vida inmortal, de la vida propia de Dios. En el
bautismo pasamos de muerte a vida y somos hechos ciudadanos del cielo y
partícipes de la vida de Dios (cfr Jn.11,1-45).
De esta forma el camino cuaresmal es el de Cristo y el de nosotros
siguiéndolo y uniéndonos a él. Nos llama a la conversión, que es dejar que Dios
obre en nosotros, nos reconcilie, nos perdone, y nos mueve a ser mejores, a ser
semejantes a él.
Así la liturgia de la Cuaresma nos conduce hacia la celebración de la pasión
del Señor y su gloriosa resurrección. En la Vigilia de la Santa Pascua, serán
bautizados los nuevos cristianos, y todos vamos a renovar las promesas del
bautismo y a gozar de la nueva vida, que comenzó en nuestro bautismo y que se
hace camino hasta la vida eterna.
¿QUÉ ES EL EJERCICIO DE LA CUARESMA?
- Los hombres, porque somos libres, vamos siendo aquello que elegimos ser. Pero
esa elección debe trabajarse por el ejercicio repetido, consciente, querido.
- Así hacemos "ejercicios" para aprender los idiomas, para aprender a usar el
cuerpo en los deportes.
- Cuando tuvimos alguna operación para restablecer la salud, es necesario luego
hacer ejercicios, terapias, fisioterapias, para lograr el buen uso de nuestro cuerpo.
También al perdón de los pecados dado por Cristo en el bautismo y en la
confesión, siguen unos ejercicios, una terapia cristiana, para ser mejores
seguidores de Cristo, para andar livianos por el camino de la salvación.
- La vida que Cristo nos regala se hace nuestra por "los ejercicios" de la vida
cristiana.
- La Cuaresma es un "entrenamiento" fuerte en la vida cristiana, que hacemos en
equipo, en Iglesia.
Los actos principales de este entrenamiento son:

la oración, en sus distintas formas. Una oración "de Iglesia", intensa, frecuente, profunda, perseverante. Hay diferentes formas de oración: la personal
y la comunitaria. La de escucha de la Palabra de Dios y la de súplica y acción
de gracias. Todas son buenas y todas hay que ejercitarlas. Por encima de todo,
la principal oración es la Santa Misa, que Jesús mismo nos mandó celebrar en
su memoria.

la penitencia, que son los actos libres de desprendernos de todo lo que nos
impide seguir a Jesús: en primer lugar del pecado; pero también de realidades
buenas, pero que nos atan. Por la penitencia nos unimos a la Cruz de Jesús.

la caridad, el amor al prójimo en sus distintas formas: perdonando, dando de
nuestro tiempo y de nuestro dinero; sirviendo a los hermanos por amor al
Padre.
EL EJERCICIO CUARESMAL LO HACEMOS EN COMUNIDAD.
CADA UNO DEBE HACER SU PLAN DE EJERCICIOS, oración, penitencia y
caridad.
EJEMPLO DE PLAN DE EJERCICIO CUARESMAL
1. Oración.
La oración diaria de cada cristiano debe ser a la mañana y al atardecer, Si se
puede acompañando a la Iglesia, con el rezo de Laudes y Vísperas. Si no, buscar
alguna forma de hacer oración al comienzo y al fin de la jornada.
También es sumamente provechoso que cada día escuchemos algún pasaje
de la Palabra de Dios y nos quedemos un tiempo guardándolo en el corazón. Para
ello, sirve mucho el método de la lectio divina. En lo posible hay que leer aquellas
lecturas que la Iglesia lee cada día en el tiempo de Cuaresma. De esa forma
nuestro camino cuaresmal, día a día, es guiado por la Palabra de Cristo y por la
Iglesia que elige oír ese pasaje.
La principal oración es la oración litúrgica, es decir, la oración que la Iglesia
unida a Cristo hace en su conjunto.
Por eso, el centro de la oración del cristiano, y más en este tiempo de
Cuaresma, es la oración comunitaria del día Domingo, día del Señor. Tenemos que
hacer lo imposible por participar de la santa Misa dominical (sea el sábado, a las
vísperas del domingo, sea el domingo de mañana y de tarde). La Plegaria y Oración
central de la Misa, la dicen Cristo y la Iglesia por boca del sacerdote y a ella nos
unimos con el Amén. Es la misma oración y sacrificio del Señor.
También quien quiera más puede participar diariamente del pan de la
palabra divina y de la mesa del Señor, en la Misa diaria.
En la participación de la oración litúrgica, ha de incluirse preparar una buena
confesión para este tiempo de Cuaresma, en la que recibamos el perdón de Cristo,
por la oración de la Iglesia.
* La Cuaresma tiene su verdad y plenitud en la celebración parroquial del Domingo
de Ramos y del Santo Triduo Pascual: es su culminación y el centro de todo el año
de la vida de la Parroquia.
2. La penitencia. Hay un mínimo de penitencia comunitaria: el ayuno del
miércoles de cenizas y del viernes santo (una comida, aunque puede agregarse
algo a la mañana y a la hora de la otra comida) y la abstinencia de carne todos los
viernes de cuaresma.
A ello hay que agregarle la renuncia a los pecado personales que a uno lo afectan
más (hay que hacer un buen examen de conciencia y, quizás, una buena
confesión). También la renuncia voluntaria a algo (a la bebida, o a diferentes
gustos).
La penitencia voluntaria tiene un triple significado: unirnos con la ofrenda de Cristo
por la salvación del mundo; hacernos más libres para seguir a Jesús y hacer la
voluntad del Padre; dar a los pobres (por eso no tiene sentido una abstinencia, para
comer el pescado más exquisito; además hay que dar a los pobres o a la Iglesia, lo
que ahorramos por una vida más austera).
3. la caridad. La vida de Cristo en nosotros crece por la participación en el amor
de Cristo al Padre y a los hermanos. El ejercicio cuaresmal nos pide buscar las
formas concretas de vivir la caridad: a) perdonando y reconciliándonos; b) mejorando la vida comunitaria, muriendo a nuestros egoísmos, evitando lo que molesta
al prójimo; c) visitando enfermos, ancianos, atendiendo a quienes nos necesitan;
d) sirviendo a los pobres.
Dios todopoderoso,
concédenos que por la práctica anual de la Cuaresma,
progresemos en el conocimiento de Cristo,
y vivamos en conformidad con él.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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