REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 17 de Mayo de 2015 La Ascensión del Señor (Ciclo B) Lectura del santo evangelio según San Marcos 16:15-20 En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.” Después de hablarles, el Señor Jesús subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron a pregonar el Evangelio por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban. Comentario breve: Los evangelios y el libro de los Hechos de los Apóstoles, tanto como otros textos del Nuevo Testamento, expresan el testimonio y experiencia primitivo cristiano, que el Señor Jesucristo, crucificado y gloriosamente resucitado, fue exaltado “a la diestra del Padre como Señor, y su reino no tendrá fin.” Llegando a la conclusión del tiempo de cincuenta días de Pascua, conmemoramos dos grandes eventos divinos que establecerán la Iglesia y la fortalecerán para su misión futura: la Ascensión del Señor y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Siguiendo su resurrección, Jesús se apareció a sus discípulos (María Magdalena, los apóstoles, Santiago, y cientos de discípulos hombres y mujeres) en numerosas ocasiones. Estas experiencias de la revelación del Señor resucitado profundamente impactaron y transformaron, inspiraron y confirmaron, estas comunidades de tal manera que su mensaje florecería y se extendiese a través del Medio Oriente, África, el Mediterráneo y Europa a penas de unas cuantas décadas. Dos mil años después la experiencia del Señor resucitado poderosamente nos toca y afecta a nuestro mundo a través de su Cuerpo, la Iglesia, en sus sacramentos y escrituras, en la oración y en la comunidad, en su misión y en el pobre y sufriente. Ciertamente, el cristiano es el que puede exclamar con María de Magdala, “¡He visto al Señor!” En nuestra experiencia de la gracia de Dios en Jesucristo, experimentamos la presencia poderosa y vivificadora del Señor que nos viene a cada uno. Y esta presencia universal del Señor es el resultado de su exaltación, su ascensión, su retorno al Padre del cual procedió por el bien de todo ser humano. Por su ascensión el Señor Jesucristo esta plenamente presente a todos. Las palabras finales de Jesús en los cuatro evangelios, así como en el libro de los Hechos, todos atestiguan a un Jesús que envía a sus discípulos en misión “hasta los confines de la tierra.” En el evangelio de hoy, Jesús describe una Iglesia intrépida y audaz, valiente y confiada en cual en continuara su misión salvífica y poderosa en todo el mundo. Esta Ascensión y Pentecostés, la Iglesia apostólica es confirmada en su misión, incluyendo cada una de sus diócesis y parroquias, familias y miembros. Esta es una misión que toma lugar dentro de la comunidad parroquial en sus múltiples ministerios, y una misión hacia nuestros vecinos, a la sociedad y al mundo. La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: Desde su resurrección y ascensión Jesús se apareció a muchos discípulos para que la Iglesia y su misión fuese fundada en la fundación inquebrantable y testimonio de su gloriosa resurrección. Por su ascensión, su exaltación a la diestra del Padre, el Señor Jesucristo esta presente a toda la Iglesia y a cada uno de sus miembros. El esta presente a cada ser humano, ofreciendo a cada uno su gracia salvadora. Antes de su ascensión Jesús confirmo a las primeras comunidades y las envió a todo el mundo con la misión de vivir y proclamar su Evangelio. La buena nueva cristiana es la buena nueva de Jesucristo y la buena nueva sobre Jesucristo. Nuestras comunidades tienen que ser misioneras. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cómo he experimentado el Señor resucitado en mi vida? ¿Dónde veo la faz y la presencia de Jesús en el mundo? ¿Cuál es mi misión cristiana? ¿Cómo puedo participar en, y contribuir a, la misión de mi parroquia y diócesis? Lecturas recomendadas:Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 651-58, 659-67