Factótum 14, 2015, pp. 1-21 ISSN 1989-9092 http://www.revistafactotum.com La austeridad económica en el sur de Europa durante la Gran Recesión Juan Jesús Duque Romero Universidad de Granada (España) E-mail: jjduqueromero@gmail.com Resumen: En este documento se ofrece una visión panorámica, interdisciplinar y sustentada en datos empíricos, de la austeridad económica vigente en los países periféricos de la Unión Europea, los PIIGS. Se emplea la epistemología como metodología aclaratoria que nos ayude a entender la realidad social europea durante la Gran Recesión. Primero, se explica qué son las políticas de austeridad económica y por qué se aplican; después, se presenta el neoliberalismo como ideología que defiende este tipo de políticas para afrontar una crisis económica; a continuación, se exponen dos antecedentes históricos que permiten un razonamiento inductivo básico; y, por último, se desarrolla propiamente la Gran Recesión en el sur del Viejo Continente. Este recorrido permite extraer una serie de conclusiones que podrían contribuir a despejar, al menos en parte, la confusión epistémica observable en múltiples aproximaciones al debate. Palabras clave: austeridad económica, epistemología aplicada, economía política, Gran Recesión, neoliberalismo, PIIGS. Abstract: This document provides an interdisciplinary and evidence-supported overview of the current economic austerity in the peripheral countries of the European Union, the PIIGS. Epistemology is used as an explanatory methodology that helps us to understand the social reality of Europe during the Great Recession. Firstly, the policies of economic austerity and the purpose of their application are explained; then, neoliberalism is presented as an ideology that defends these policies to confront an economic crisis; coming up next, two historical backgrounds are exposed which allow a basic inductive reasoning; and, finally, the Great Recession in southern Europe is properly developed. This tour will lead to several conclusions that could contribute to clear, at least in part, the epistemic confusion observable in multiples approaches to the debate. Keywords: economic austerity, applied epistemology, political economy, Great Recession, neoliberalism, PIIGS. Reconocimientos: Agradezco a Miguel Moreno Muñoz la ayuda prestada en la revisión de este artículo. 1. Introducción El presente artículo es un trabajo interdisciplinar, pues el estado de la cuestión es de economía política y la metodología es epistemología aplicada, además del necesario recurso a la historia. El problema fundamental es la extensión, al ser extremadamente reducida es muy difícil sortear un sesgo informativo. Pero, desde mi punto de vista, este obstáculo se supera al exponerse toda la información relevante en el análisis de la austeridad económica (datos micro y macroeconómicos y análisis sociales). De esta forma, las conclusiones pueden deducirse legítimamente del análisis precedente. RECIBIDO: 15-09-2015 ACEPTADO: 10-12-2015 Antes de entrar propiamente en el contenido, es necesaria una pequeña aclaración en lo que respecta a la metodología. En línea con otros trabajos de epistemología aplicada (Oreskes y Conway 2010; Coady 2012; Coady y Corry 2013), el presente artículo pretende emplear la filosofía como metodología de trabajo para abordar una problemática social. La epistemología es la rama de la filosofía que nos permite investigar cómo adquirir conocimiento y qué creencias están justificadas (y por tanto debemos creer). La pretensión de la epistemología aplicada es dejar a un lado el debate exclusivamente teorético y centrarse en aplicar la teoría a cuestiones, por ejemplo, de actualidad social. Esta aplicación puede implicar cambios teoréticos posteriores una vez Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 2 Juan Jesús Duque Romero comprendida la problemática —es un proceso en dos direcciones— (Coady y Corry 2013: 2). En mi caso no hare uso de ninguna teoría epistemológica concreta, simplemente me centraré en qué estamos justificados a creer y qué podemos saber sobre las medidas de austeridad económica. En los países del sur de Europa, en los que se han adoptado medidas políticas que afectan a toda la ciudadanía, la desinformación y la confusión epistémica dominan el debate. Se presentan cuestiones ideológicas como si fuesen técnicas y mucha gente no ve correlaciones que, con un mínimo estudio de la cuestión, les parecerían evidentes. Por tanto, se puede decir que se trata simplemente de aclarar la cuestión, sacando a luz las evidencias y siguiendo un hilo conductor que legitime unas conclusiones sólidas. Todo ello a través de la revisión bibliográfica pertinente y una búsqueda de datos empíricos. económica propiamente dicha se refiere exclusivamente a la aplicación de las medidas pertinentes para alcanzar el objetivo d). En lo que respecta a dichas medidas, el economista español puntualiza lo siguiente: 2. La austeridad económica David Stuckler y Sanjay Basu, entre otros, tienen varios trabajos de investigación sustentados en datos empíricos que muestran cómo la reducción del gasto público social unida a las condiciones socioeconómicas desfavorables de una crisis como la actual se relacionan directamente con el empeoramiento de ciertos indicadores en la salud pública (Stuckler et al. 2009; Stuckler 2009; Stuckler et al. 2010; Stuckler y Basu 2013). Entonces, ¿por qué los Estados querrían austeridad económica? Normalmente la aplicación de determinadas políticas de austeridad es el requisito indispensable que ciertas instituciones u organismos internacionales exigen a los gobiernos que les piden ayuda económica para dársela. La institución más habitual a la que los Estados piden este tipo de ayuda es el FMI. El Premio Nobel de Economía y ex vicepresidente del BM Joseph E. Stiglitz (2002/2003: 51-55) considera que el FMI, el BM y la OMC son las tres instituciones principales que gobiernan la globalización.1 Dos de estas instituciones (el FMI y el BM) se crearon para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial y para evitar las futuras crisis económicas. La misión concreta del FMI era asegurar la 2.1. ¿Qué son las políticas de austeridad? En economía la austeridad refiere al recorte en gasto público por parte de un Estado, una decisión política que se suele tomar en tiempos de crisis económica. El catedrático de economía aplicada Juan Torres López dice lo siguiente: Las llamadas políticas de ajuste estructural han sido los instrumentos utilizados para eliminar los bloqueos que afectaban a la iniciativa privada y para permitir que las empresas y los mercados recobrasen la flexibilidad en la organización de la producción y el empleo que era necesaria para recuperar la tasa de beneficios. […] Las políticas de ajuste que se han venido aplicando de manera generalizada han modificado los contenidos y los escenarios tradicionales de las políticas económicas y han procurado alcanzar, normalmente con tanto éxito como coste social, los siguientes objetivos: a) Flexibilización en el mercado de trabajo […]. b) Liberalización de los mercados financieros […]. c) Redefinición del tejido industrial […]. d) Reforma del papel del sector público y control del gasto […]. (Torres 2009: 437-439) Hay quienes al hablar de las políticas de austeridad se refieren a las políticas de ajuste estructural, pero la austeridad Los costes del sector público, la presión de las transferencias sociales y el objetivo de devolver al sector privado aquellos ámbitos de la actividad pública capaces de generar beneficios gracias a las modificaciones ocurridas en la base tecnológica del sistema productivo han sido los tres ejes de las políticas de ajuste respecto al sector público. (Torres 2009: 439) Esto es económica. 2.2. exactamente la austeridad Condiciones en las que un país aplica austeridad económica 1 Stiglitz (2002/2003: 50) define la globalización como “[…] la integración más estrecha de los países y los pueblos del mundo, producida por la enorme reducción de los costes de transporte y comunicación, y el desmantelamiento de las barreras artificiales a los flujos de bienes, servicios, capitales, conocimientos y (en menor grado) personas a través de las fronteras”. Si bien gran parte de los aspectos de la globalización son aceptados por todo el mundo como intrínsecamente buenos, la polémica está en torno a los aspectos económicos. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 estabilidad económica global, impidiendo una nueva depresión económica mundial como la que se dio en los años treinta del siglo XX, la Gran Depresión. Su estrategia inicial era ejercer presión internacional a aquellos países que no consumían y cuya economía se hundía, suministrándoles liquidez en forma de préstamos si fuera necesario. Por tanto, la fundación del FMI se basó en la idea de que los mercados no se autorregulaban, podían fallar y dar lugar a un paro masivo. Pero Stiglitz señala que tanto el FMI como el BM sufrieron un cambio radical en su ideario a partir de los años ochenta del siglo XX: Fundado en la creencia de que es necesaria una presión internacional sobre los países para que acometan políticas económicas expansivas —como subir el gasto, bajar los impuestos o reducir los tipos de interés para estimular la economía — hoy el FMI típicamente aporta dinero solo si los países emprenden políticas como recortar los déficits y aumentar los impuestos o los tipos de interés, lo que contrae la economía. (Stiglitz 2002/2003: 55) Es decir, que cualquier país que pida dinero a dichas instituciones en el siglo XXI tendrá que acometer obligatoriamente políticas de ajuste estructural. Parece evidente entonces que ningún gobernante honrado optaría por pedir dinero al FMI o al BM si no estuviese en una situación tan extrema como lo es una crisis económica. Pero lo cierto es que la austeridad económica no siempre es el requisito del prestamista, un Estado puede adoptarla por decisión propia para afrontar una crisis económica (ya sea para evitar pedir un préstamo, como Italia en la Gran Recesión, ya sea porque considera que es la mejor forma de paliar la crisis, como el Reino Unido en la Gran Recesión). Si las políticas de austeridad tienen como objetivo reformar el papel del sector público y controlar el gasto público —lo que obviamente consiguen—, la pregunta ahora es: ¿cumplen su propósito las políticas de ajuste estructural de las que forman parte? Para responderla haré lo mejor que se puede hacer en economía, mirar la historia y sacar conclusiones de ella.2 2 En el presente trabajo se defiende una concepción de la economía que viene expresada a la perfección en la conclusión de la obra El capital en el sigo XXI del economista francés Thomas Piketty: la economía no tiene ningún estatus superior frente al resto de las ciencias sociales, es más, para que sea útil debe estudiarse de forma interdisciplinar, defendiendo así una economía política e histórica —pues la historia es la principal fuente de conocimiento— (Piketty 2013/2014: 645-647). 3 3. Antecedentes: breve recorrido histórico 3.1. El neoliberalismo Empleo el término ‘neoliberalismo’ para referirme a una ideología que aglutina a distintas corrientes económicas y políticas, la cual supone una vuelta a ciertas ideas de la economía neoclásica de principios del siglo XX y del liberalismo clásico de la Ilustración. A finales del siglo XIX, los economistas dejaron de acuñar el término ‘economía política’ para referirse a su disciplina y empezaron a hablar de “lo económico”. Su propósito era marcar distancia entre la economía y la política, concibiendo a la primera como una disciplina autónoma, con realidad propia, que no iba necesariamente unida al ámbito sociopolítico. Estos economistas neoclásicos son a su vez herederos del liberalismo y la economía clásica —un conglomerado de ideas políticas y económicas opuestas al absolutismo que se dieron principalmente durante los siglos XVII y XVIII—, cuyo principal exponente económico es Adam Smith. Como ya he dicho, la economía neoclásica trató de desvincular la economía de la política 3, considerando la escasez y la elección que esta genera como los principios económicos básicos. El mercado era concebido como un mecanismo perfecto que se autorregula, una suerte de entidad metafísica en la que no había que intervenir en absoluto. Fuertemente influenciados por el utilitarismo de Jeremy Bentham, los economistas neoclásicos se centraban desde una óptica individualista en buscar las condiciones para alcanzar la máxima utilidad a corto plazo — rechazando la búsqueda de leyes generales a largo plazo—. Consideraban que los desequilibrios del mercado, las crisis económicas, eran algo coyuntural que se solucionaba solo, e incluso que podían llegar a cumplir una “función saneadora”. Predicaban por tanto una política de no intervención, el tradicional laissez-faire. Destacan las ideas de los economistas Ludwig von Mises y su discípulo Friedrich Hayek. 3 Aunque obviamente hay una estrecha relación entre el liberalismo sociopolítico, el filosófico y el económico. Sus puntos comunes son: el individualismo, la igualdad (jurídica, no económica) y el derecho a la propiedad privada. Pero podemos encontrar posicionamientos que cogen ideas de un tipo de liberalismo y rechazan las de otro. Un ejemplo de ello son ciertos partidos políticos actuales que se autodefinen como socialmente conservadores (lo que supone, entre otras cosas, oponerse a la libertad negativa del liberalismo sociopolítico) y económicamente liberales. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 4 Con la Gran Depresión (que comenzó en 1929) y el empleo de las ideas del economista inglés John Maynard Keynes para paliarla, las ideas liberales de no intervención quedaron aparcadas momentáneamente. Las ideas keynesianas propugnaban la intervención estatal en la economía, el Estado del Bienestar —el gasto público cubre determinadas necesidades sociales— y la consideración de que el mercado no garantiza por sí solo el equilibrio. Pero en la segunda mitad del siglo XX se retomaron las ideas del libre mercado y de la no intervención.4 Milton Friedman encabezó una escuela monetarista 5 cuyas ideas fueron reforzadas tras las crisis de los años setenta y ochenta (provocadas, en parte, por algunas de las medidas keynesianas6), proclamando la recuperación del beneficio privado. Fue entonces cuando comenzó lo que se conoce como neoliberalismo. Este movimiento de privatización, liberalización de la economía y desregulación de los mercados se hizo cada vez más hegemónico, sobre todo tras el evidente fracaso de las economías planificadas soviética y china que comenzaba a vislumbrarse en los años setenta (Piketty 2013/2014: 155). Se puede decir por tanto que el neoliberalismo no es una teoría económica o política concreta, sino que es una ideología, en tanto que conjunto de ideas fundamentales que caracterizan una época o sociedad, abarcando lo económico, lo sociopolítico y lo moral. Ahora, de forma muy sumaria, señalaré tres acontecimientos paradigmáticos para el neoliberalismo. Juan Jesús Duque Romero 3.1.1. La Escuela de Chicago Se trata de la escuela de la Universidad de Chicago que, desde 1950 y durante casi toda la segunda mitad del siglo XX,7 estuvo ligada a las ideas del Premio Nobel de Economía Milton Friedman. También son conocidos como ‘los monetaristas’. Para ellos, la política fiscal —mantener la estabilidad económica a través del presupuesto del Estado, a saber, el gasto público y los impuestos— no es relevante y debe evitarse, pues lo que importa es la política monetaria —mantener la estabilidad económica a través de los medios de pago—. Pero su no intervencionismo va más allá: dentro de la política monetaria rechazan la discrecional —aquella en la que el banco central, basándose en sus percepciones económicas, modifica los tipos de interés o la oferta monetaria—, defendiendo tan solo una norma de política monetaria a la que debe ceñirse el banco central y que está basada en un crecimiento constante de la cantidad de dinero (Mochón 2009: 379-380). Es decir, deben ser los economistas los que fijen una norma que debe guiar la actuación del banco central, el único que puede jugar un mínimo papel en la economía (obedeciendo dicha norma). El resto es libre mercado. Cabe destacar que Friedman y la Escuela de Chicago jugaron un importante papel en las políticas económicas de las dictaduras latinoamericanas de los años setenta y ochenta, en la denominada como ‘Operación Cóndor’.8 Del mismo modo, sus ideas sustentan muchas de las actuales políticas del BM y del FMI. 3.1.2. La “revolución conservadora” 4 En lo que respecta a la teoría económica, fue entonces cuando se dio lo que se denomina como ‘la síntesis neoclásica’, a saber, tomar las ideas macroeconómicas de Keynes y suavizarlas de tal forma que comulguen con las ideas de la economía neoclásica, dejando la microeconomía enteramente neoclásica. A los posicionamientos resultantes de esta síntesis, los cuales dominan hoy en día el ámbito académico y político, se les conoce como ‘economía ortodoxa’. Todos ellos entran dentro de la definición de neoliberalismo aquí presentada. 5 Defendían que las variaciones en los precios se debían a los cambios en la cantidad de dinero en circulación (Torres 2009: 416). 6 El keynesianismo, que había surgido como medida excepcional para tiempos de crisis, se convirtió en la política económica vigente hasta los años setenta. La inflación —el aumento de los precios— se volvió crónica debido al aumento continuo del gasto público y de la oferta monetaria, lo que se consideró secundario mientras se lograse mantener elevado el nivel de empleo y de consumo. Pero con las crisis de los años setenta y ochenta surgió la “estanflación”, la presencia simultánea de inflación y desempleo en una economía estancada. Este fue el principal problema del keynesianismo, pero hubo más (Torres 2009: 429-431). Las políticas keynesianas que se llevaban aplicando desde la Segunda Guerra Mundial se cambiaron radicalmente bajo los gobiernos conservadores de Ronald Reagan en EEUU (1981-1989) y Margaret Thatcher en el Reino Unido (1979-1990). Las políticas de ambos estaban dirigidas a combatir la estanflación, poniendo un especial énfasis en acabar con la inflación y reducir el déficit público —cuando el gasto del Estado supera lo recaudado a través de impuestos—. Esto lo lograron con la reducción de impuestos (principalmente impuestos progresivos como 7 Actualmente, parte del Departamento de Economía de la Universidad de Chicago suscribe la denominada como ‘nueva macroeconomía clásica’, heredera de las ideas de la Escuela de Chicago. 8 Fueron economistas latinoamericanos —principalmente chilenos y argentinos— que habían hecho su posgrado en la Universidad de Chicago los que asesoraron a los distintos dictadores. Son conocidos como los Chicago Boys. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 el IRPF, pues el IVA subió) y el desmantelamiento del Estado del Bienestar, recuperando así el beneficio privado. Las políticas que marcaron la agenda de ambos mandatarios fueron: la desregularización del sector financiero, la flexibilización del mercado laboral, la privatización de gran parte del sector público y, especialmente en el caso de Thatcher, la lucha contra los sindicatos. Si bien lograron reducir considerablemente la inflación, el desempleo aumentó en gran medida y se redujeron la mayor parte de las coberturas sociales. Sus políticas de privatización generalizada se justificaron con las tres grandes razones neoliberales, a saber, la eficacia, la libertad y la necesidad de reducir los déficit públicos (Torres 2009: 436-437). Por último, se puede afirmar que Reagan y Thatcher son la clara expresión política del neoliberalismo económico. 3.1.3. El Consenso de Washington Se conoce como tal al conjunto de medidas que el economista inglés John Williamson (1989) consideró como las oportunas para todos aquellos países en desarrollo azotados por la crisis. El Consenso de Washington consistía en diez fórmulas que eran aceptadas y compartidas por el FMI, el BM y el DTEU (todos ellos con sede en Washington D. C.). Dichas medidas son resumidas por Vicenç Navarro y Juan Torres López (2012: 95-96) en tres grandes prioridades: “canalizar el mayor volumen posible de recursos disponibles hacia la actividad privada, establecer el mayor grado de libertad de movimientos en los mercados y abrir lo máximo posible las economías a los mercados exteriores”. Para terminar, es oportuno señalar que frecuentemente se emplean estas medidas para sintetizar la ideología neoliberal. 3.2. Las políticas de ajuste estructural y sus resultados 3.2.1. La disolución de la URSS y la transición al capitalismo La transición del bloque soviético hacia una economía de mercado se precipitó con la caída del Muro de Berlín en 1989, pero ya había comenzado antes. Mijaíl Gorbachov (Secretario General del PCUS desde 1985) inició una reforma en la URSS encaminada a reestructurar el sistema económico socialista (la perestroika) y otra para liberalizar el sistema político (la glásnost). Su propósito 5 era una apertura gradual y parcial a la economía de mercado y a determinadas libertades democráticas para así reformar el socialismo. Pero, en agosto de 1991, la parte más ortodoxa del PCUS intentó un golpe de Estado que duró tres días. El golpe fracasó, pero debilitó al partido y precipitó la renuncia de Gorbachov, catapultando así a la parte más neoliberal del partido al poder, encabezada por Borís Yeltsin. Las distintas repúblicas socialistas fueron declarando su independencia de Moscú y en noviembre de 1991 se acordó disolver la URSS e ilegalizar el PCUS. La disolución formal de la URSS tuvo lugar el 25 de diciembre de 1991. Yeltsin, ahora presidente de la Federación de Rusia, aprobó la transición brusca al capitalismo que proponían los EEUU, pero esta no fue una decisión compartida por todos los líderes de las antiguas repúblicas socialistas. Se crearon dos escuelas sobre cómo llevar a cabo la transición a una economía de mercado y la principal disputa entre ambas giraba en torno a la velocidad de la reforma. Los “gradualistas” optaban por una transición lenta que no diera pie a la corrupción y a otros fallos económicos. En cambio, los partidarios de la “terapia de choque” preferían la privatización inmediata de todas las propiedades estatales argumentando que, cuanto antes se hiciera, menos posibilidades habría de una reversión al comunismo. Esta fue la opción que apoyó y recomendó encarecidamente el DTEU y el FMI (Stiglitz 2002/2003: 275). La terapia de choque pretendía aplicar políticas de ajuste estructural en un sistema de planificación centralizada en donde toda la propiedad pertenecía al Estado, el cual se encargaba de cubrir las necesidades sociales de los ciudadanos. Los tres elementos de la terapia fueron: la liberalización económica —el Estado tenía que dejar de controlar la economía—, la estabilización —austeridad y una política monetaria estricta que controlase la inflación— y la privatización. 9 Y todo ello en el menor tiempo posible. Para hacernos una idea de lo que esto suponía, David Stuckler y Sanjay Basu lo explican de la siguiente forma: Hasta entonces nadie había intentado privatizar una economía entera en un plazo tan breve. Para poner en perspectiva el plan de los terapeutas de choque, Margaret Thatcher, la gran privatizadora de la 9 No solo Lawrence Summers, quien fue jefe del DTEU, apoyó con fervor estas medidas, el propio Milton Friedman, inspirador de la terapia de choque, aconsejó a los países ex comunistas privatizarlo todo. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 6 Juan Jesús Duque Romero economía británica, privatizó unas veinte grandes empresas británicas de suministros a lo largo de los once años de su mandato como primera ministra. Los economistas de Harvard pretendían privatizar más de doscientas mil empresas soviéticas en menos de quinientos días. (Stuckler y Basu 2013: 63) El resultado de la aplicación de ambos ritmos de reformas (gradualismo-terapia de choque) en la tasa de mortalidad de los países que aplicaron uno y otro fueron: los países que pasaron bruscamente del comunismo al capitalismo, países como Rusia, Kazajistán, Letonia y Estonia, sufrieron un terrible aumento de la mortalidad, llegando a aumentar hasta un 35 % en el caso de Rusia. 10 En cambio, países como Polonia, Bielorrusia, Eslovenia y la República Checa, que tuvieron una transición gradual y mantuvieron sus sistemas de protección social, lograron disminuir la mortalidad —mejorando así la salud pública— (Stuckler y Basu 2013: 6061). En lo que respecta a la situación política de Rusia tras la disolución de la URSS, cabe mencionar que muchos miembros de la antigua nomenklatura —funcionarios del PCUS— ocuparon importantes cargos políticos y económicos en el nuevo capitalismo ruso, surgiendo una nueva clase de oligarcas y una importante mafia rusa. El nuevo sistema democrático y sus libertades civiles son bastante discutibles. 3.2.2. La crisis del Sudeste Asiático La década de 1980 y gran parte de la de 1990 en el Sudeste Asiático estuvieron marcadas por la inversión de capitales financieros procedentes del extranjero. Casi la mitad de las inversiones de todo el mundo iban a parar a estos países del Asia oriental. Los empresarios internacionales eran atraídos por las altas tasas de interés con las que podían especular obteniendo un considerable beneficio. Países en desarrollo como Tailandia, Malasia, Indonesia y Corea del Sur experimentaron altas tasas de crecimiento, la alfabetización de su población alcanzó máximos históricos y el Estado ofrecía coberturas sociales inexistentes hasta entonces. El BM lo denominó como ‘el milagro del este asiático’ (Banco Mundial 1993), pero hubo distintas lecturas en torno 10 Las causas fueron principalmente el desmantelamiento de los sistemas de protección social y el desempleo masivo que se generó, lo que hizo que gran parte de los varones rusos en edad de trabajar consumiesen alcohol con demasiada frecuencia. La esperanza de vida de los varones rusos bajó de los 64 hasta los 57 años entre 1991 y 1994 (Stuckler y Basu 2013: 52-53). a este periodo. El economista Paul Krugman advirtió un año después de que el milagro no era más que un mito, pues el crecimiento se debía al capital extranjero que de forma extraordinaria estaba entrando en los países, y no a una inversión realmente productiva — es decir, se trataba de una burbuja económica— (Krugman 1994). En cambio para Stiglitz sí que hubo milagro: los países ahorraron mucho e invirtieron bien sus fondos, lo que hizo que aumentasen las rentas y se redujera la pobreza. Y todo ello gracias a que las políticas gubernamentales hicieron caso omiso a las medidas del Consenso de Washington (Stiglitz 2002/2003: 184-189). Pero entonces estalló la burbuja y/o llegó la crisis. El Gobierno estadounidense, el FMI y el BM habían presionado a los países del Sudeste Asiático para que liberalizaran sus mercados de capitales —es decir, que abrieran sus economías al capital extranjero y a las inversiones—. Sus objetivos eran beneficiar a Japón facilitando sus inversiones y que los empresarios enriquecidos en Asia invirtieran en Wall Street. Los países asiáticos cedieron y la avalancha de dinero procedente del extranjero elevó los precios de las acciones y de la vivienda. Estos factores, entre otros, iniciaron una burbuja inmobiliaria que estalló a finales de 1997 y principios de 1998. En ese momento todo el capital extranjero huyó y los países entraron en una crisis económica: la construcción se abandonó, las monedas locales se devaluaron, el desempleó creció y los problemas sociales y la pobreza se agudizaron (Varoufakis 2012: 249-251). Justo entonces se pidió ayuda al FMI. La ayuda del FMI estaba condicionada a la puesta en marcha de políticas de ajuste estructural, el objetivo oficial era lograr un superávit presupuestario —más ingresos que gastos en las cuentas públicas—. Pero lo cierto es que la crisis había sido provocada por la especulación del sector privado —en esos países no había un gasto público excesivo ni tenían problemas de deuda—, por lo que no se requerían este tipo de medidas. Me centraré ahora en las medidas de austeridad y su repercusión en la salud pública: países como Tailandia, Indonesia y Corea del Sur, cuyos políticos aplicaron sin rechistar las políticas de austeridad del FMI, tuvieron consecuencias desastrosas en la salud pública. En cambio, en Malasia, donde los políticos no acataron dichas medidas y aumentaron la protección social, la recesión no fue tan desastrosa para la salud pública, de hecho no hubo ningún cambio evidente en la tasa de mortalidad (Stuckler et al. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 2009). Además, todos los países rescatados por el FMI aplicaron drásticos recortes presupuestarios y solo Malasia, que no aceptó dicho rescate ni recortó en gasto social, logró un superávit presupuestario (Stuckler y Basu 2013: 97). Con el tiempo, el FMI (2003) reconoció su error en la crisis del Sudeste Asiático. 11 Además de todas las innecesarias políticas de ajuste estructural, muchas veces sus propias predicciones sembraron el pánico en la banca y los inversores, funcionando a modo de profecías autocumplidas. 4. La Gran Recesión La confederación de ONG nacionales Oxfam, que estuvo presente en casi todas las crisis de la segunda mitad del siglo XX (y rechazó firmemente las políticas de ajuste estructural que se aplicaron), dice lo siguiente sobre la repuesta de los políticos europeos ante la Gran Recesión: Existen claras semejanzas entre la experiencia europea y las políticas de ajuste estructural impuestas en América Latina, el Este Asiático y África subsahariana en las décadas de 1980 y 1990. Los países de estas zonas recibieron rescates financieros del FMI y del Banco Mundial tras aceptar la adopción de una serie de medidas que incluían el recorte del gasto público, la nacionalización de la deuda privada, la reducción de los salarios y un modelo de gestión de la deuda en el que primaba el pago a los acreedores de la banca comercial sobre las medidas para garantizar la recuperación social y económica. Estas medidas fueron un fracaso; un tratamiento que pretendía curar la enfermedad matando al paciente. (Oxfam 2013: 4) Países como Grecia, Irlanda, España y Portugal se vieron forzados a aplicar austeridad económica, pues era el requisito indispensable de la Troika para desbloquear el rescate. Italia aplicó este tipo de medidas al verse a punto de tener que pedir un rescate financiero. Es más curioso el caso del Reino Unido, quien escogió voluntariamente este tipo de políticas al considerar que era la mejor forma de paliar la crisis.12 11 De hecho, en algunos lugares se conoció como ‘la crisis del FMI’. Más sobre el FMI y las crisis del siglo XX en las que estuvo involucrado en Michel Aglietta y Sandra Moatti (2000/2002). 12 Desde que llegó al poder en 2010, el gobierno conservador de David Cameron aplicó políticas de austeridad económica para acabar con el déficit presupuestario y disminuir la deuda pública. Esto ha supuesto enormes recortes en coberturas sociales, especialmente graves en sanidad. Ver Paul Krugman (2015a). 7 4.1. El estallido de la burbuja norteamericana y la crisis de las hipotecas subprime A principios del siglo XXI el banco central de los EEUU inició una política monetaria extremadamente permisiva —incluso llegando a tipos de interés reales negativos en los que el prestamista perdía dinero—, política que fue seguida por el BCE y el BI. Un exceso de liquidez a nivel mundial promovió el endeudamiento, lo que se vio auspiciado por los bancos comerciales, los bancos de inversión y los nuevos activos financieros que prometían alta rentabilidad y cero riesgos. Esto generó una burbuja financiera mundial que aseguraba la financiación a prácticamente cualquier proyecto. Se concedieron hipotecas a gente poco solvente con la esperanza de que los precios de las viviendas siguieran subiendo (hipotecas subprime). Aparte de eso, se pusieron en circulación gran variedad de bonos “tóxicos” —activos financieros que tenían un alto riesgo de impago y eran imposibles de transformar en líquido—, los más comunes fueron los CDO —activos de papel que agrupaban porciones de deuda—. Básicamente se trataba de los bancos vendiendo las hipotecas que daban. Al mismo tiempo, los propios bancos veían muy rentable comprar CDO puesto que el dinero empleado para comprarlos aparecía como si permaneciese en el banco, esquivando así la restricción que les obliga a tener un determinado monto de capital para casos de emergencia. Las agencias de calificación de riesgos calificaron los CDO con triple A (la máxima nota), alimentando así la espiral de riesgo, pues cada vez se emitían y se compraban más CDO. Cuando explotó la burbuja inmobiliaria en 2007 todo se vino abajo: el precio de las viviendas bajó, se dejaron de pagar gran parte de las hipotecas y el precio de los bonos se hundió. Además, la desconfianza hizo que los propios bancos aumentasen el precio del dinero que se prestan entre sí y prácticamente todas las entidades financieras tuvieron problemas (Mochón 2009: 545-546). En EEUU, el colapso de la burbuja inmobiliaria en el 2006 provocó al año siguiente la crisis de las hipotecas subprime, considerada como el detonante de todo. En abril de 2007 quiebra la primera empresa encargada de emitir estas “hipotecas basura”, a partir de ahí todo iría cayendo. Un gran número de bancos empezaron a afirman haber perdido enormes sumas de dinero en CDO garantizados por hipotecas. Los dos mayores proveedores de hipotecas Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 8 Juan Jesús Duque Romero de EEUU son rescatados por el Gobierno norteamericano con una suma que es en torno a una décima parte del PIB anual de todo el planeta (dos meses después serán nacionalizados oficialmente). El 18 de septiembre de 2008 Lehman Brothers, una de las mayores compañías de servicios de inversiones del mundo, se declaró en bancarrota. Puesto que Lehman Brothers había sido uno de los principales generadores de CDO, que a su vez habían sido asegurados por CDS —promesas de pago en caso de impago de una deuda, por ejemplo, de una CDO— comprados por prácticamente todas las instituciones financieras del mundo, el efecto dominó se volvió imparable. Entonces se suceden multitud de rescates bancarios en EEUU y Europa por parte de los Gobiernos correspondientes. En octubre EEUU y Gran Bretaña entran oficialmente en recesión —la recesión técnica se sitúa en los dos trimestres consecutivos de caída económica —. Al mes siguiente será la eurozona 13 la que anuncie que se encuentra en recesión. En esos momentos los tipos de interés están por los suelos en todo Occidente y lo que empezó siendo una crisis financiera es ahora una crisis de la economía real —aquella que produce cosas tangibles— (Varoufakis 2012: 197-207). Ejemplos de ello son las bancarrotas de Chrysler y General Motors entre abril y junio de 2009. El entonces recién elegido presidente norteamericano Barack Obama decidió poner en marcha el Plan Geithner-Summers, consistente en inyectar un billón de dólares a los bancos que habían sufrido enormes pérdidas por la compra de CDO. Básicamente era un rescate bancario con el dinero de los contribuyentes, haciendo que los bancos se libraran de estos activos tóxicos con dinero público (Stiglitz 2009; Young 2009). Los rescates financieros a los países del sur de Europa se basaron en el Plan Geithner-Summers. La creación de la EJE en 2010, que luego sería el FEEF y el MEEF, sirvió para tener una institución que se encargase de dar líneas de crédito a los países de la UE con serias dificultades económicas (pero no a ellos propiamente, sino a sus bancos). Lo más sorprendente es que el MEEF consigue el dinero de los rescates emitiendo bonos garantizados por los Estados de la eurozona, cada porción de un bono determinado tendrá un tipo de interés distinto dependiendo de la solvencia 13 La Unión Económica y Monetaria de la UE (también llamada eurozona o zona euro) está formada por los países de la UE que comparten mercado y moneda. La política monetaria de estos países es común y viene dictada por el BCE. del país que lo garantice, lo mismo que sucedía con las porciones de deuda que conformaban las CDO. Además, los especuladores pueden comprar CDS apostando por que el país rescatado no podrá pagar, lo que sube los tipos de interés que dicho país debe pagar por nuevos créditos (Varoufakis 2012: 227-230). Es decir, es otra vez lo mismo. La intervención estatal fue constante por todo el mundo, el principio fundamental del neoliberalismo se dejó a un lado, aunque siempre en beneficio de la banca privada, cuya deuda se hizo pública. A grandes rasgos, la crisis fue básicamente el producto de la financiarización del capitalismo contemporáneo —es decir, del predominio de la especulación sobre la producción, tratando de convertir cualquier cosa o idea concebible en un instrumento financiero intercambiable—, principalmente de la financiarización del ingreso personal —por gastos en vivienda mayormente, pero también en educación, salud, pensiones y seguros— (Lapavitsas 2009/2011: 48). 4.2. La crisis llega a Europa Como ya he dicho, lo que comenzó en EEUU acabó extendiéndose por todo el globo, haciendo un especial destrozo en la vieja Europa.14 La crisis golpeó también a los países del norte, pero los que más la sufrieron (y la siguen sufriendo) fueron los países del sur (o periféricos), en los que una nefasta gestión que fue engordando burbujas económicas y el posterior desmantelamiento de sus Estados del Bienestar hicieron que las consecuencias sociales hayan sido desastrosas. En su tercer informe sobre el impacto de la crisis económica en los países de la UE, Cáritas Europa (2015) pone sobre la mesa los preocupantes índices de pobreza y desigualdad en Chipre, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, Rumania y España. Pero, por cuestiones de espacio, me centraré en los países denominados despectivamente como ‘PIIGS’ (pig es cerdo en inglés), a saber, Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España. Todos ellos forman parte de la UE-15.15 4.2.1. Irlanda La economía irlandesa entró en recesión en septiembre de 2008 a causa del estallido 14 Hay quienes llaman a la Gran Recesión ‘la crisis de los países desarrollados’. 15 A partir de aquí los datos e indicadores económicos cuya fuente no aparezca explicitada vienen de www.datosmacro.com. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 de su burbuja inmobiliaria. Durante todo el 2009 el Ejecutivo elabora presupuestos de emergencia que implican serios ajustes presupuestarios y ayudas a la banca, mientras tanto las agencias de calificación de riesgos le van rebajando la nota al país. La reunión del Eurogrupo16 de noviembre de 2010 se centró en presionar a Irlanda para que aceptase un rescate financiero, ante lo que el Gobierno del país, a pesar de la negativa inicial, acabó cediendo. El diario The Irish Times (2014) sacó a la luz la carta secreta que Jean-Claude Trichet había enviado cuatro años antes a Brian Lenihan, por aquel entonces ministro de finanzas de la República de Irlanda. En la carta, el entonces presidente del BCE advierte al ministro de finanzas y al primer ministro irlandés que, si quieren recibir liquidez para las entidades financieras nacionales, deben aceptar y llevar a cabo las siguientes cuatro condiciones: 1) Mandar una petición de apoyo financiero al Eurogrupo. 2) Emprender acciones decisivas en las áreas de consolidación fiscal, reformas estructurales y reestructuración del sistema financiero, de acuerdo con la Troika. 3) La reestructuración del sistema financiero debe incluir la provisión del capital necesario para los bancos irlandeses que lo necesiten, dicho capital se obtendrá de los recursos financieros europeos e internacionales dados al Gobierno de Irlanda, de los medios financieros del propio Gobierno y del dinero de sus reservas. 4) El reembolso de este fondo de liquidez debe estar completamente garantizado por el Gobierno irlandés si se producen impagos por parte de las entidades receptoras. El motivo que Trichet alega para forzar al Gobierno irlandés a tomar estas medidas si no quiere que sus bancos quiebren es que en la política monetaria de la institución está la prohibición de financiar a los Estados. Sin embargo, un rescate oficial ya no se considera como tal. La respuesta del Gobierno irlandés fue un rotundo sí a todo. En diciembre de 2010 16 Reuniones informales en las que se reúnen los ministros de economía y finanzas de los países miembros de la eurozona, el presidente del BCE, el comisario de la CE y un presidente electo. Su estatus jurídico es muy discutido, pues es un órgano institucionalizado que toma decisiones cruciales mientras tiene un carácter informal. 9 se considera efectiva la bancarrota de Irlanda, lo que ya se sabía desde hace dos años, y comienza la aplicación de las políticas recomendadas por el BCE. Pero todas estas políticas de ajuste estructural no eran nada nuevo para Irlanda, pues el país llevaba años cumpliendo rigurosamente las recomendaciones del FMI: bajos impuestos sobre el capital, flexibilización del mercado laboral, liberalización de la economía y privatizaciones. Irlanda era el gran ejemplo neoliberal. Pero, mientras se prestaba atención al espectacular incremento del PIB nacional, se desatendió el aumento de la pobreza y la desigualdad (Torres 2010). El país que más fielmente aplicó las políticas neoliberales fue el primero de la eurozona en entrar en recesión y, para salir de ella, aplicó más de lo mismo. La Troika puso en marcha un programa de rescate para Irlanda que duró tres años (2010-2013) y consistió en 85.000 millones de euros para la banca irlandesa (reestructurada) a cambio de más recortes y la consolidación fiscal —que el país no gaste más de lo que ingresa—. El fin del programa llegó en 2013 y la Troika lo reivindicó como un éxito absoluto de sus medidas estructurales, pero lo cierto es que, en gran parte, el retorno a la financiación del mercado irlandés se debió al compromiso del BCE de comprar bonos de deuda pública de los países rescatados (Healy et al. 2014: 3032). En julio de 2011, los bonos de la deuda pública irlandesa fueron calificados como ‘bonos basura’ por la agencia de calificación de riesgos Moody's y, catorce meses después, Mario Draghi (el nuevo presidente del BCE) anunció que, de ser necesario, pondría en marcha un programa de compra sin límites de bonos soberanos en el mercado secundario —el mercado dedicado a la reventa de valores, como acciones u obligaciones, que ya han sido emitidos—. Este programa nunca se estrenó, pero sirvió para calmar la crisis de la deuda soberana. El país vivió desde 2009 una emigración masiva y un fuerte aumento del desempleo y la pobreza (Healy et al. 2014: 112-120). Actualmente los datos macroeconómicos irlandeses son ligeramente positivos —con el paro en el 9,7 % de la población activa y la deuda pública en el 109,7 % del PIB—, el conflicto lo encontramos a la hora de sacar conclusiones en torno a esos datos. Vincenç Navarro (2015) saca a relucir el debate existente en el mundo anglosajón sobre la eficacia de las políticas de austeridad en la recuperación económica: a un lado encontramos posturas como la del historiador escocés Niall Ferguson, quien Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 10 defiende que sí que han sido eficaces; al otro, posturas como la de Robert Skidelsky, quien opina que dichas políticas solo han retrasado el crecimiento económico mientras causaban (y causan) el sufrimiento de gran parte de la ciudadanía. Es decir, la polémica es si la recuperación económica que se empieza a vislumbrar en algunos de los países afectados por la Gran Recesión es ‘gracias a’ o ‘a pesar de’ las políticas de austeridad. Este debate es especialmente relevante en los casos de Irlanda, España y Portugal. 4.2.2. España La Gran Recesión tuvo una serie de particularidades en España que la agravaron considerablemente: el estallido de la burbuja inmobiliaria, la crisis bancaria de 2010 y la crisis sociopolítica que comenzó. Durante el gobierno de Felipe González se desmanteló el tejido industrial español y durante el gobierno de José María Aznar se fue engordando una burbuja inmobiliaria que estallaría al comienzo de la Gran Recesión, durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Fue entonces (en julio de 2008) cuando, tras varios meses de síntomas evidentes, el entonces presidente Zapatero mencionó por primera vez la palabra ‘crisis’. Tras aprobar un plan de choque y con la segunda mayor caída histórica de la bolsa, el país entra en recesión a finales de diciembre de 2008. Comienza la reestructuración del sistema financiero y se aprueban medidas de austeridad económica, recortando el sueldo a los funcionarios y congelando las pensiones. Para que entendamos la situación de la élite del poder económico español por aquel entonces, cabe señalar que dicha élite, compuesta por el 0,0035 % de la población, formaba (y forma) una red interconectada de grupos financieros y grandes empresas que controlaba el equivalente al 80,5 % del PIB español de 2006 (Castroviejo 2008: 14). En agosto de 2011 el PSOE y el PP pactan rápidamente y sin previo debate una reforma de la Constitución que modifica el artículo 135 de tal forma que hay un techo de déficit que el Estado no podrá sobrepasar. Según el antiguo artículo 135, el Estado español podía emitir deuda pública para financiarse sin mayores problemas, pero con la nueva modificación la emisión de la deuda está supeditada a las condiciones de déficit estructural de la UE, priorizando ante todo su pago. El argumento de Zapatero fue que se requería de tal reforma por los difíciles tiempos que corrían y su Juan Jesús Duque Romero Gobierno aseguró no haber recibido presiones internacionales. Pero resultó ser mentira. Unos días antes de la propuesta de reformar la Constitución, Jean-Claude Trichet había enviado una carta al entonces presidente español en la que instaba al Gobierno a acometer políticas de ajuste estructural, haciendo especial hincapié en la flexibilización del mercado laboral (Zapatero 2013: 405-408). Inmediatamente después de la reforma constitucional, el BCE empezó a comprar deuda pública española en el mercado secundario. En noviembre de 2011 el PP ganó las elecciones. Se anunciaron nuevos recortes y, después de que el nuevo presidente Mariano Rajoy negase a toda costa que fuese a producirse ningún rescate, el Gobierno conservador pidió (en junio de 2012) una “línea de crédito” al Eurogrupo. El dinero empleado para el rescate financiero fue un total de 41.300 millones de euros, teniendo lugar la última fase de la reestructuración del sistema financiero español (comenzada en 2009 con la creación del FROB). En dicha reestructuración hubo un gran número de fusiones y absorciones de entidades financieras, cuyo resultado fue la práctica desaparición de las cajas de ahorro: de las 59 entidades financieras comerciales (45 cajas y 14 bancos) importantes en el sistema financiero español, a mediados de 2013 ya solo quedaban 18 (con solo 2 cajas). Las cajas de ahorro pasaron de representar el 50 % del volumen total de negocio del sistema financiero español (en 2009) a prácticamente desaparecer (Climent 2013: 137). Pero los intereses de los pequeños ahorradores no se tuvieron en cuenta en esta reestructuración, un claro ejemplo de ello es el caso de los preferentistas de Caja Madrid. Además, las medidas penales adoptadas contra los banqueros y políticos implicados en las tramas de las entidades financieras fueron ridículas (o simplemente nulas). Ahora resumiré la realidad social española. La irresponsabilidad de los banqueros hizo que gran parte de los trabajadores (directos e indirectos) de la construcción se endeudaran en un país que fomentaba la compra por encima del alquiler, por lo que al estallar la burbuja inmobiliaria los desahucios se convirtieron en el día a día —en 2012 se llevaron a cabo 101.034 desahucios acordados por los juzgados, una media de unos 276,8 diarios, según datos del Consejo General del Poder Judicial (2013)—. El drama de los desahucios fue unido a uno mayor, el de los Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 suicidios de gente que lo había perdido todo.17 El oligopolio energético18 y los recortes en sanidad y educación agravan todavía más situación. La crisis sociopolítica ha estado marcada, entre otras muchas cosas, por la corrupción, las protestas ciudadanas encabezadas por el 15-M, la abdicación del antiguo rey Juan Carlos I,19 el clientelismo político (respondido desde el sector privado con las “puertas giratorias”), la ausencia de una separación real de poderes (siendo especialmente grave la politización de la justicia) y lo que parece ser el fin del bipartidismo. Los dos grandes partidos del país están implicados en casi todas las grandes tramas de corrupción del mismo (el Caso Gürtel, los papeles de Bárcenas, las tarjetas black de Caja Madrid, los ERE de Andalucía, el Caso Palma Arena, el Caso Pokemon, la Operación Púnica y el “caso Rato” principalmente). Actualmente el PP no para de repetir datos macroeconómicos que, después de casi seis años bajando estrepitosamente, se estabilizan o se recuperan parcialmente en 2015. El nivel de paro español es de los más altos de Europa, en ocasiones sobrepasando el cuarto de población activa (en 2012 y 2013). El desempleo juvenil gira en torno al 50 %, los jóvenes y los inmigrantes abandonan el país y el leve descenso en el paro general es a costa de la precarización laboral (INE 2015b). Por tanto, si bien la variación interanual del PIB ha crecido un 3,1 % en el segundo trimestre de 2015, la realidad social española sigue siendo muy mala (pobreza y desigualdad). 4.2.3. Grecia El caso de Grecia es posiblemente el más grave de la eurozona, su crisis económica y social ha llegado a tales extremos que bien puede ser catalogada como crisis humanitaria. Cuando Grecia ingresó en la UE en enero de 2001 tuvo 17 El suicidio es la principal causa de muerte violenta en España, por encima de los accidentes de tráfico. En 2012 se quitaron la vida 3.539 personas, la tasa más alta desde 2005 (INE 2014: 7). Pero en 2013 se registró una cifra aún más alta, 3.870 personas (INE 2015a: 5). Parece evidente que este incremento guarda una correlación con la difícil situación económica que vive el país. 18 La ONG española FACUA-Consumidores en Acción ha denunciado que en los últimos diez años (2005-2015) el recibo de la luz ha subido un 76 % para el usuario medio (https://www.facua.org/es/noticia.php?Id=9594). 19 Su abdicación (el 2 de junio de 2014) se debió a los múltiples escándalos que llevan salpicando a la monarquía española durante los últimos años. Los más sonados fueron: la millonaria cacería del rey en Botsuana en plena crisis económica y la imputación (ahora acusación formal) del yerno del rey Iñaki Urdangarín por el Caso Nóos. 11 lugar un espectacular crecimiento económico auspiciado por fondos de la UE e inversiones extranjeras, con altas tasas de crecimiento. Pero la realidad era que, bajo ese crecimiento que permitía a Grecia financiar proyectos, el Estado acumulaba un déficit del 5 % anual. El gasto excesivo y la reducción de los tipos impositivos a las grandes empresas habían hecho que el Estado griego no solo no ahorrase nada, sino que quedase endeudado en épocas de bonanza económica. Y esto pasó factura cuando en 2008 los bancos estadounidenses comenzaron a caer (Stuckler y Basu 2013: 136-137). Además, a finales de 2009 y comienzos de 2010, salió a luz la auténtica situación económica griega, descubriendo que era mucho peor de lo que habían pensado los auditores de la UE: los dirigentes griegos del partido conservador Nueva Democracia habían pagado a Goldman Sachs20 —uno de los mayores grupos de banca de inversión y valores del mundo— cientos de millones de dólares para organizar transacciones que camuflasen el endeudamiento de Grecia con la UE en la década anterior, permitiendo así que Grecia ingresase en la eurozona. Mario Draghi, el presidente del BCE, había sido vicepresidente para Europa de Goldman Sachs en el periodo en el que el banco ocultó el déficit del Estado heleno (de 2002 a 2006). Este fue el punto de partida de la denominada ‘crisis de la deuda soberana griega’. Tras las elecciones de 2009, el nuevo Gobierno socialista de Yorgos Papandreu, con la ayuda de las autoridades europeas — ELSTAT y Eurostat “maquillaron” juntos las estadísticas—, falsificó el déficit público y la deuda pública aumentando sucesivamente la estadística oficial. El propósito era convencer a la opinión pública para que apoyara el rescate, presentando una crisis bancaria como si fuese una crisis de la deuda soberana. Entonces, en 2010 (con la deuda pública en torno al 146 % del PIB), la Troika desbloquea un rescate de 110.000 millones de euros para Grecia. Pero, aunque los motivos oficiales fuesen otros, dicho préstamo iba dirigido a los acreedores privados y a los bancos, pues la caída de los bonos griegos habría hecho perder mucho dinero a bancos franceses —60.000 millones — y alemanes —35.000 millones— (Comité 20 Goldman Sachs tiene su propia historia de escándalos y manipulación del mercado internacional, saliendo siempre indemne de todos ellos (o con una penalización ridícula para lo facturado) por sus estrechos vínculos con los poderes políticos. Más sobre esto en Vincenç Navarro y Juan Torres López (2012: 194-200) y, más extensamente, en Marc Roche (2010). Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 12 de la Verdad sobre la Deuda Pública 2015: 19). En 2011 dimite Papandreu y, tras dos breves “Gobiernos técnicos transitorios” (no elegidos por la ciudadanía), se formó un nuevo Ejecutivo presidido por Antonis Samarás. Las políticas de ajuste estructural que exigía la Troika para el nuevo rescate se habían llevado a cabo rigurosamente, pero la recesión fue a peor y las agencias de calificación de riesgos habían catalogado la deuda griega como ‘bono basura’. El segundo rescate tuvo lugar en febrero de 2012 (unos meses antes de la llegada de Samarás al poder) y consistió en un préstamo de 130.000 millones de euros que fue diseñado para minimizar las pérdidas del sector financiero. Se reestructuró la deuda griega en beneficio de la banca y el BCE compró bonos griegos en el mercado secundario. La crisis política y social empezó el mismo mes que el Gobierno socialista del PASOK aceptó el primer rescate, en mayo de 2010. Pronto, lo que comenzaron siendo protestas pacíficas, se convirtieron en disturbios. La huelga general del 5 de mayo acabó con un saldo de tres muertos cuando los manifestantes incendiaron una sucursal bancaria, desde entonces se han sucedido multitud de huelgas y protestas de todo tipo. Entre 2009 y 2011, con los desahucios al máximo, el número de personas sin hogar aumentó en un 25 %, y los homicidios se duplicaron entre 2010 y 2011. El FMI había solicitado expresamente la reducción del gasto público en medicamentos, exigiendo recortes significativos en los presupuestos hospitalarios (se redujo un 40 % el gasto público sanitario): las empresas farmacéuticas dejaron de cobrar —o tuvieron que hacer frente a tantos retrasos en los pagos que ya eran insostenibles—, las listas de espera se llegaron a triplicar y empezaron a escasear medicamentos primarios como la insulina. La demanda de la sanidad pública aumentó porque mucha gente ya no podía pagarse la privada y, al mismo tiempo, 35.000 médicos y funcionarios de la salud pública fueron despedidos. Esto desembocó en un sistema sanitario (todavía más) ineficaz y corrupto. Además, el consumo de drogas (especialmente heroína) aumentó considerablemente y hubo un brote de VIH (Stuckler y Basu 2013: 135-149). El peso del ajuste estructural se repartió de forma injusta, recayendo sobre los más vulnerables —pobres, pensionistas, mujeres, niños, discapacitados e inmigrantes—; y todo ello para hacer frente a una deuda pública ilegítima, odiosa, ilegal e insostenible Juan Jesús Duque Romero (Comité de la Verdad sobre la Deuda Pública 2015: 38-56). Hay quienes no ven una forma de paliar las tremendas crisis griegas (económica, sociopolítica y humanitaria) que no pase por el Grexit, la salida de Grecia de la eurozona, o que simplemente lo consideran lo mejor posible (Krugman 2015b; Lapavitsas 2015a, 2015b; Bellod 2015). Este dilema dividió al partido que ganó las elecciones de enero de 2015, la coalición izquierdista Syriza, que acabó comulgando con las políticas de ajuste estructural de la Troika, desbloqueando así el tercer rescate. El primer ministro Alexis Tsipras, tras más de cinco meses de duras negociaciones con el Eurogrupo, acabó aceptando las condiciones que le exigían y convocando unas elecciones anticipadas que volvió a ganar. Tsipras aceptó, entre otras, las siguientes medidas: tocar prácticamente todas las denominadas ‘líneas rojas’, a saber, las pensiones, el mercado laboral y el IVA; privatizaciones, entre las que destaca la red eléctrica del país; y la creación de un fondo de activos privatizables griegos por valor de 50.000 millones de euros que sirve como aval a los socios del Eurogrupo. En el acuerdo no hay nada calificable como éxito griego, aparte de una promesa no detallada de reestructuración (que no quita) de la deuda pública y la permanencia de Grecia en la eurozona, lo que para algunos es un error. 4.2.4. Portugal En 2010, el entonces primer ministro socialista José Sócrates, presentó una serie de medidas anticrisis que incluían la reducción del gasto público, el aumento de los impuestos (del IVA), la bajada del salario de los funcionarios y privatizaciones de bienes públicos. Las agencias de calificación de riesgos bajaron la nota de la deuda portuguesa y de los grandes bancos del país y, el 6 de abril de 2011 y después de haberlo negado varias veces, Sócrates pide ayuda financiera al MEEF y al FMI. La ayuda recibida es de 78.000 millones de euros. En junio hay elecciones anticipadas por la dimisión de Sócrates y el nuevo mandatario, el conservador Pedro Passos Coelho, continúa con la austeridad económica. Robert Fishman (2011) considera que Portugal tuvo una economía fuerte en la década de los 90 y que se estaba recuperando favorablemente de la Gran Recesión, por lo que no necesitaba el rescate. Para él, el préstamo sirvió para salvar a los compradores de bonos soberanos lusos y por una cuestión ideológica, a saber, tratar de acabar con el Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 modelo de economía mixta portugués — empresas estatales, apoyo a las pequeñas empresas, políticas keynesianas de vivienda, ayudas a los pobres, etc.—. Fishman concluye que las agencias de calificación jugaron un papel fundamental en socavar la recuperación económica de Portugal y en la crisis económica y política que vive el país. Lo que está claro es que fue justo después del rescate, en mayo de 2011, cuando el país luso entró en recesión, la más larga que haya vivido Portugal en democracia. Los bonos de deuda pública perdieron considerablemente su valor cuando, a principios de 2012, los intereses sobrepasaron el 17 %. Al año siguiente la crisis económica se suavizó, pero el Gobierno conservador de Passos Coelho se vio en un apuro cuando, en julio de 2013, dimitieron el ministro de finanzas y el ministro de asuntos exteriores. En 2014 se llevaron a cabo más políticas de austeridad (recortando las pensiones) y los inspectores de la Troika, que llevaban casi tres años vigilando de cerca al Gobierno portugués, dieron por finalizada su función. Ahora los datos macroeconómicos son ligeramente positivos, registrando un incremento del 1,5 % del PIB anual en el primer trimestre de 2015, pero el país luso ha salido enormemente empobrecido y con los funcionarios y los pensionistas en una muy mala situación por haber cargado con la peor parte de los recortes. En lo que respecta a la crisis social, destacaron las huelgas generales convocadas durante el periodo de 2010 a 2014, muchas de ellas con cifras históricas de seguimiento. Las privatizaciones que el Gobierno luso puso en marcha para cumplir con los objetivos marcados por la Troika incluyen empresas públicas que, aparte de cubrir necesidades sociales, eran un símbolo importante para el pueblo portugués. Destacan las siguientes: la empresa de correos CTT, la gestora aeroportuaria ANA, la participación estatal en la compañía eléctrica EDP, Caixa Seguros, la mitad de la transportadora energética REN y la aerolínea lusa TAP. La crisis política vino marcada por el común denominador de los países mediterráneos, la corrupción. El antiguo primer ministro José Sócrates entró en prisión el 21 de noviembre de 2015 acusado de fraude fiscal. Del mismo modo, el antiguo presidente del Banco Espírito Santo —el más importante de Portugal, ahora reestructurado como Novo Banco—, Ricardo Salgado, fue acusado en julio de 2014 de blanqueo de capitales, fraude, abuso de confianza y falsificación. La caída del Grupo 13 Espírito Santo, perteneciente a una de las familias más ricas y poderosas de Portugal, fue consecuencia del que se considera como el escándalo financiero más grave del país luso en democracia. Algunos de los resultados de todo esto son: robos millonarios de las arcas públicas, subidas en el precio de la luz y el gas, una sanidad pública deficiente y de pago, un pésimo estado de los edificios lusos, una justicia corrupta y politizada, infraestructuras y servicios que ya no están al alcance de todos los portugueses y una ciudadanía harta de la corrupción (el índice de percepción de la corrupción es de los más altos de la UE-15). 4.2.5. Italia Con esa particularidad que caracteriza a Italia de tener gobiernos breves, con Ejecutivos que caen a la primera de cambio, el país ha tenido cuatro primeros ministros desde que empezó la Gran Recesión (en menos de una legislatura y media). La situación económica en Italia empeoró considerablemente desde el inicio de la crisis, pero antes de esta tampoco estaba muy bien. El país transalpino ya registraba un déficit comercial en el periodo 2004-2007 (alcanzando el -1,32 % del PIB en la balanza comercial de 2006) y en 2008, cuando empezó la Gran Recesión, su deuda pública ya superaba el 100 % del PIB. La agencia de calificación de riesgos Moody's rebaja la nota de la deuda italiana y, a finales de 2011, el bono italiano a 10 años sobrepasó el 7 % de interés en el mercado secundario —lo que significa un empeoramiento de la crisis de la deuda soberana del país—. Para entonces, el Ejecutivo italiano llevaba tiempo recibiendo presiones por parte del Eurogrupo, principalmente de Angela Merkel (la canciller alemana) y Nicolas Sarkozy (el entonces presidente de Francia), para que implementase la receta habitual de ajuste estructural. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi había aprobado una ley de austeridad y trató de llevar a cabo algunas de las políticas de ajuste estructural exigidas por la UE, pero sus socios en el Gobierno, la Liga Norte —un partido político euroescéptico de extrema derecha—, se negaron a ello. El 5 de agosto de 2011 llegó una carta a Berlusconi firmada por los que en aquel momento eran el presidente del BCE, JeanClaude Trichet, y el gobernador del Banco de Italia, Mario Draghi (quien, tres meses después, sustituiría a Trichet en el cargo). En la carta recomiendan las siguientes medidas: la plena liberalización de los Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 14 servicios públicos locales, privatizaciones a gran escala, una reforma laboral, recortes en el gasto público (pensiones y funcionarios), control de los gastos de los gobiernos regionales y locales y una gran reforma de la administración pública. Todo esto recomiendan hacerlo antes de septiembre de 2011 a través de decretos-leyes y/o una reforma constitucional —como la que haría el Gobierno de España ese mismo mes tras recibir, ese mismo día, una carta parecida— (Corriere della Sera 2011). Pero Berlusconi se negó a acatar estas medidas que le exigían desde Bruselas y los empresarios y las patronales italianas empezaron a presionarle para que comulgase con ellas. Tras aprobarse la Ley de Presupuestos para el 2012, hecha en consonancia con tales reformas estructurales, Berlusconi dimitió. Entonces, el que era presidente de la República Italiana (Giorgio Napolitano), en vez de convocar elecciones anticipadas, decide formar un Gobierno de transición encabezado por Mario Monti. 21 El nuevo Ejecutivo, no elegido por la ciudadanía y formado principalmente por tecnócratas, es aprobado en el Parlamento por mayoría simple —centroizquierda, derecha y democristianos, los grandes partidos, votaron a favor—. El “Gobierno técnico”, que empezó a gobernar el 16 de noviembre de 2011, tenía como propósito llevar a cabo las políticas de ajuste estructural exigidas por la UE. Su balance de gobierno, que duró menos de un año y medio, fue el siguiente: la reforma del mercado laboral, la modificación del sistema de pensiones, una mayor presión fiscal (aumento del IVA y reintroducción del IBI para la primera vivienda) y la reducción del gasto público en sanidad y educación. El principal mérito que se le atribuye a Monti es el de haber evitado un rescate italiano. Durante todo su mandato la deuda pública y el paro continuaron aumentando y el país continuó en recesión, siendo los funcionarios y los pensionistas los principales afectados por las reformas. A finales de 2012, el partido de Berlusconi retira su apoyo al Gobierno técnico y Monti dimite. El nuevo Gobierno formado después de las elecciones generales de febrero de 2013 está compuesto por una coalición liderada 21 Monti, entre otros cargos relevantes, había sido director europeo de la Comisión Trilateral, un lobby neoliberal fundado por David Rockefeller; miembro de la directiva del Grupo Bilderberg, grupo encargado de organizar las reuniones anuales de las consideradas como las personas más influyentes del mundo; presidente de Bruegel, un think tank neoliberal ahora presidido por Jean-Claude Trichet; y asesor de Goldman Sachs durante el periodo en el que el banco falseó las cuentas griegas. Juan Jesús Duque Romero por el centroizquierdista PD.22 El primer ministro fue Enrico Letta, quien, debido a un voto de castigo de su propio partido, duraría en el cargo apenas diez meses. Matteo Renzi (el denominado como ‘Toni Blair italiano’ por su escasa ideología izquierdista) le sustituye como jefe del Ejecutivo, poniendo como nuevo ministro de economía y finanzas a Pier Carlo Padoan, ex director ejecutivo del FMI para Italia, Grecia y Portugal. El marcado sesgo neoliberal de las políticas del nuevo Gobierno (flexibilización del mercado laboral y privatizaciones) ha puesto a los sindicatos en su contra. La actividad económica del país transalpino se contrajo un 0,4 % y, como efecto de la prolongada recesión, el PIB de 2014 se situó por debajo de los niveles de 2000, y el PIB per cápita, por debajo de los niveles registrados en 1997 (Istat 2015a: 1). A pesar de ello, el Istat (2015a: 2) señala que hay indicios de una posible recuperación futura por tres factores internacionales: la caída del precio del petróleo, la depreciación del euro y la política monetaria del BCE.23 Como es habitual, hay una gran diferencia norte-sur en lo que respecta a la pobreza en Italia (Istat 2015b). 4.3. Balance sobre la situación actual de los PIIGS Antes de nada cabe señalar que no todo fueron políticas de ajuste estructural durante la Gran Recesión en Europa. El Plan Europeo de Recuperación Económica fue la respuesta de la Comisión Europea (2008: 2-3) ante la crisis, dicho plan tuvo como objetivos la creación de empleo, aumentar la protección social y una mayor inversión económica. El problema fue la cifra tan ridícula que se destinó para ello, 200.000 millones de euros para toda la UE (1,5 % del PIB de la UE). Para hacernos una idea: el plan de estímulo duró entre 2008 y 2010, y entre los años 2008 y 2011 la CE aprobó la concesión de 4,5 billones de euros en rescates a las entidades financieras (36,7 % del PIB de la UE). Por tanto, la inmensa mayoría de la deuda de la UE se debe a los rescates 22 Aunque el partido más votado, sin coaliciones posteriores, fue el Movimiento 5 Estrellas de Beppe Grillo. 23 El programa de QE que en enero Mario Draghi anunció (https://www.ecb.europa.eu/press/pr/date/2015/html/pr150122_1. es.html). Consiste en la compra de deuda soberana en los mercados secundarios de la eurozona en la misma proporción en la que participan los bancos centrales nacionales en el capital del BCE y con el 80 % de las posibles pérdidas asumidas por dichas entidades nacionales. Esto parece que aliviará (aunque muy parcialmente) el peso de la deuda en países como España, Italia o Portugal (no en Grecia), siendo Alemania la principal beneficiada. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 15 bancarios (Oxfam 2013: 7-8). Además, en 2013 la CE aprobó un Paquete de Inversión Social que no llegó a materializarse en nada concreto. La CE envía un mensaje a los Gobiernos del sur de Europa para que prioricen las cuestiones macroeconómicas, dejando en un segundo plano las políticas dirigidas a combatir directamente la pobreza y reduciendo así su responsabilidad social (Cáritas Europa 2015: 14). La pobreza y la desigualdad que actualmente hay en los PIIGS marcan una enorme brecha con los países del norte de Europa. Los siguientes gráficos ilustran esto con claridad: Fuente (derecha): Equipo de Análisis Económico de la FEC a partir de datos de Eurostat. El índice de Gini mide la desigualdad (en la renta disponible), cuanto más se acerque al 100 más desigual es el país. El siguiente enlace muestra de forma actualizada los datos del índice de Gini en Europa: http://appsso.eurostat.ec.europa.eu/nui/s how.do?dataset=ilc_di12 Fuente (abajo): AFP a partir de datos de Eurostat. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 16 Juan Jesús Duque Romero Fuente (arriba): GfK —compañía de investigación de mercados alemana— El mapa muestra coloreado el poder adquisitivo europeo en 2014 por provincias/regiones: si tomamos en consideración la UE-28, observamos el índice de poder adquisitivo más bajo en los países del este de reciente incorporación a la UE (azul oscuro, azul, verde). Pero si consideramos la UE-15 se ve claramente el contaste norte-sur, los PIIGS tienen el índice de poder adquisitivo más bajo (verde, verde claro, amarillo). Este contraste se ve incluso dentro de los PIIGS, pues en algunas regiones norteñas el índice es mayor (amarillo, naranja, e incluso rojo). La pobreza en los PIIGS ha aumentado muy significativamente desde el comienzo de la Gran Recesión, destacando los alarmantes datos de pobreza infantil (UNICEF 2014); y los mayores índices de desempleo se registran en las regiones mediterráneas (Eurostat 2014: 98). Fernando García Quero saca a relucir los grupos de poder (BCE, agencias de evaluación, multinacionales, bancos, FMI, BM) que, bajo el supuestamente neutro y abstracto calificativo de ‘los mercados’, han Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 influido a su favor en el rumbo político de las democracias. El resultado es el aumento de las desigualdades y la pérdida de soberanía de los Estados. En el caso concreto de los PIIGS, las medidas adoptadas para paliar la crisis han desembocado en un enorme retroceso en los derechos humanos de segunda generación (económicos, sociales y culturales). Desmantelar el Estado de Bienestar supone una involución en los derechos humanos, y esto es precisamente lo que ha ocurrido en el sur de Europa (García-Quero 2014: 460-466). Todos estos resultados eran evidentes desde la filosofía, pues un razonamiento inductivo básico nos muestra que de episodios históricos similares (observaciones particulares) podemos inducir un resultado similar (conclusión general). Hay otras formas más fuertes de definir la inducción, pero aquí me refiero a ella simplemente como criterio epistemológico que nos permite sacar conclusiones generales, para lo que es necesario concebir la economía como economía política e histórica, pues las observaciones particulares nos las proporciona la historia. Es decir, solo hace falta leer la sección 3.2. para saber qué iba a pasar en el sur de Europa en la Gran Recesión. Por último, un breve comentario sobre el papel jugado por el FMI: si bien la institución ya acumulaba un alto número de errores anteriormente, el FMI no ha acertado en prácticamente ninguna de sus predicciones durante la Gran Recesión. Teniendo en cuenta que en la institución trabajan economistas de bastante prestigio, posiblemente el objetivo de estas predicciones no sea más que tratar de generar confianza en los inversores y funcionar a modo de profecías autocumplidas. El propio Oliver Blanchard (Blanchard y Leigh 2013), economista jefe del FMI, admitió que la austeridad es mala para el crecimiento económico. 5. Conclusiones En la anécdota que cuenta Yanis Varoufakis (2012: 23) los mejores economistas neoliberales no vieron venir la crisis porque cometieron el error de creerse su propia teoría (la carga teórica de la observación), pero posiblemente los jugosos beneficios que se llevaban cosechando durante años en las finanzas internacionales y en las distintas burbujas inmobiliarias también jugaron un importante papel a la hora de acallar a empresarios, economistas y políticos ante la evidencia del riesgo 17 inminente. La ideología neoliberal se olvida de antiguos objetivos políticos como el pleno empleo y la redistribución de la renta para obsesionarse con la lucha contra la inflación.24 Si bien la inflación es un fenómeno muy importante a tener en cuenta, centrarse exclusivamente en combatirla responde a objetivos no declarados de los más pudientes, a saber, reducir el dinero en circulación y flexibilizar el mercado laboral (Navarro y Torres 2012: 96-98). Queda claro que, en esta lucha antiinflacionaria, es indiferente el impacto social de las medidas adoptadas. Es cierto que las políticas de austeridad se pueden emplear para racionalizar el gasto público del Estado —de hecho, se pueden lograr los mismos (o mejores) resultados con un menor gasto mejorando la eficiencia, lo que es especialmente necesario en sistemas corruptos e incompetentes—, pero es evidente que tienen unas consecuencias sociales nefastas si no se logra tener éxito en dicho proceso de mejora. A lo largo del artículo hemos podido ver claramente estas consecuencias, siendo especialmente grave la relación entre la austeridad económica y ciertos problemas en la salud pública. La conclusión obvia es que este tipo de políticas debería ser la última opción de un Gobierno, sobre todo si tiene otras. Y de hecho hay alternativas para salir de la crisis que no pasan por la austeridad económica, las cuales están planteadas desde un diagnóstico distinto al oficial —en el que las causas de la crisis son las políticas (y actitudes) neoliberales, por lo que sería absurdo seguir haciendo lo mismo si se busca el bien común—. Estas otras alternativas proponen reforzar el sistema de coberturas sociales y controlar la especulación financiera (Navarro et al. 2011; Oxfam 2013; EconoNuestra 2014; Healy et al. 2014; García-Quero 2014). Pero obviamente el verdadero objetivo de las políticas de ajuste estructural no es superar la crisis, sino seguir la hoja de ruta marcada por el Consenso de Washington (es una cuestión ideológica). Se trata de cambiar las 24 Es en esto, en luchar contra inflación, en lo que centra su política monetaria el BCE. Aunque puede ser prestamista de última instancia para la banca, no puede serlo en los mercados primarios —los mercados en los que se emiten los valores— de deuda pública. Esto es para algunos un gran error (De Grauwe 2010). Pero lo cierto es que el BCE sí que ha comprado deuda pública en el mercado secundario en contadas ocasiones, ejemplos de ello son las compras de deuda soberana de los PIIGS de 2010-2012 y el programa de QE de 2015. Es decir, que el BCE no puede (por restricción de su propia normativa) comprar deuda pública directamente a los Estados, pero sí que puede comprársela (con mayores intereses y de segunda mano) a bancos e inversores privados que la han adquirido en el mercado primario. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) 18 Juan Jesús Duque Romero democracias europeas de tal forma que respondan al beneficio de los más ricos (Lapavitsas 2013; Gorraiz 2015; El Confidencial 2015). Como conclusión final, la idea de que el dinero es simplemente un instrumento de cambio, neutro y totalmente apolítico, no es más que un mito. Este mito, que constituye el relato oficial de la denominada como ‘economía ortodoxa’, consiste en decir que el dinero es exclusivamente un instrumento surgido para superar la fase del trueque y facilitar los intercambios comerciales, por lo que tiene un carácter apolítico. Pero el dinero sí que tiene una naturaleza política que otorga poder a quien lo crea,25 a quien controla su valor y a quien decide a quién dárselo (Navarro y Torres 2012: 65-67). Sin entrar en conclusiones muy polémicas para los escasos datos presentados a su favor, considero oportuno señalar que la política monetaria es una de las partes más importantes del poder político y que por ello debe responder al interés de la mayoría social. Hemos visto cómo los Gobiernos del sur de Europa caían por no responder favorablemente a las demandas del BCE, y en su lugar colocaban a “técnicos independientes”. Además, instituciones como el BCE y el FMI, las cuales tienen la posibilidad de prestar dinero (ya sea porque lo emitan, ya sea porque lo consiguen a través de cuotas u otros mecanismos), son las que ponen las condiciones del préstamo, condiciones políticas a Estados soberanos. En el caso del BCE, esto desmonta el dogma neoliberal de “la independencia del banco central” —para controlar correctamente la inflación, el banco central ha de ser un organismo público exclusivamente técnico e independiente del Estado y de sus decisiones —: en los PIIGS el BCE ha funcionado (y funciona) a modo de Gobierno no elegido democráticamente. BM Banco Mundial CDO Collaterized Debt Obligation CDS Credit Default Swap CE Comisión Europea DTEU Departamento del Tesoro de los Estados Unidos EEUU Estados Unidos EJE Entidad Jurídica Especial ELSTAT Autoridad Helena de Estadística ERE Expediente de Regulación de Empleo Eurostat Oficina Europea de Estadística FACUA Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía FEC Fundación por la Europa de los Ciudadanos FEEF Fondo Europeo de Estabilidad Financiarea FMI Fondo Monetario Internacional FROB Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria GfK Gesellschaft für Konsumforschung IBI Impuesto sobre Bienes Inmuebles INE Instituto Nacional de Estadística (España) IRPF Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas Istat Istituto Nazionale di Statistica (Italia) IVA Impuesto sobre el Valor Añadido MEEF Mecanismo Europeo de Estabilidad Financiarea OMC Organización Mundial del Comercio ONG Organización No Gubernamental PASOK Movimiento Socialista Panhelénico 6. Índice de abreviaturas PCUS Partido Comunista de la Unión Soviética En el siguiente listado aparecen todas las abreviaturas utilizadas en este artículo: PD Partido Democrático PIB Producto Interior Bruto AFP Agence France-Presse PP Partido Popular BCE Banco Central Europeo PSOE Partido Socialista Obrero Español BI Banco de Inglaterra QE Quantitative Easing Syriza Coalición de la Izquierda Radical UE Unión Europea UE-15 Los 15 países de la UE con un mayor desarrollo económico 25 Un factor decisivo en la crisis fue la posibilidad de la banca privada de crear dinero fiduciario —dinero creado sobre una promesa de pago; en este caso, de un banco privado al emitir una línea de crédito o dar un préstamo—. Por eso, en marzo de 2015, el Gobierno islandés (Sigurjonsson 2015) puso sobre la mesa la propuesta de restringir la creación de dinero al banco central. Licencia CC BY-NC-SA 3.0 ES (2015) Factótum 14, 2015, pp. 1-21 19 UE-28 Los 28 países miembros de la UE URRS UNICEF United Nations International Children's Emergency Fund Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas VIH Virus de Inmunodeficiencia Humana Referencias Aglietta, M. y Moatti, S. (2000/2002) El FMI: del orden monetario a los desórdenes financieros. Madrid: Akal. Banco Mundial (1993) The East Asian Miracle: Economic Growth and Public Policy. New York: Oxford University Press. Bellod, J. F. (2015) Grecia: o Salónica o el euro. Público, 6 de marzo de 2015 (diario digital). Blanchard, O. y Leigh, D. (2013) Growth Forecast Errors and Fiscal Multipliers. Washington: IMF Working Paper No. 13/1. Cáritas Europa (2015) Poverty and Inequalities on the Rise: Just Social Models Needed as the Solutions! Bruselas: Crisis Monitoring Report 2015. Castroviejo, I. S. (2008) Una aproximación a la red social de la élite del poder económico en España. XI Jornadas de Economía Crítica (Bilbao). 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