escultura griega

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TEMA II: ESCULTURA GRIEGA.Para los griegos el arte era un oficio, esta concepción hace que los artistas prestaran
mucha atención a la realización técnica de las obras. Existía una colaboración muy
estrecha entre pintores y escultores. Otra característica importante es el trabajo en taller
bajo las directrices de un maestro; los discípulos respetaban las directrices del maestro,
aunque han aparecido obras firmadas.
Los artistas circulaban de una región a otra, y este intercambio explica la unidad del arte
griego por encima de las diferencias locales.
El arte griego estuvo sujeto (especialmente la escultura) a una triple influencia, la
nórdica (dorios), el viejo legado micénico y el influjo de los pueblos del Mediterráneo
oriental. Cronológicamente los períodos de la escultura se pueden dividir en:
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Arcaico (finales s. VIII – 480 a.C.)
Protoclásico (480 – 450 a.C.)
Clasicismo (s. V y s. IV a.C.)
Helenístico (325 a.C. – Época romana)
Escultura arcaica (finales s. VIII – 480 a.C.)
La época arcaica se caracteriza por su inestabilidad y a esta hay que añadirle cambios en
el mundo físico y de la condición humana (vejez, enfermedad) ante los que el hombre se
sentía impotente; por todo esto buscaban un orden universal, una explicación del
cosmos a través de un esquema permanente.
Las principales características del período arcaico son:
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Predominio de las figuras humanas sobre la representación animalística. La
escultura arcaica adoptó muy pocos tipos que se repiten constantemente (kouros,
koré, figura sedente). El kouros es un joven desnudo de tamaño natural casi
siempre, la koré es su equivalente femenino (vestida).
La escultura, ya sea en relieve, bulto redondo o exenta, se somete a los
convencionalismos del arte egipcio:
Frontalismo.
Hieratismo. Formas compactas y rígidas, manos pegadas al cuerpo y puños
cerrados.
Estatismo, ya que el desplazamiento del pie izquierdo es mecánico, no da
sensación de movimiento.
Representación anatómica tosca. Por ejemplo: el tórax excesivamente abombado
respecto al abdomen; las rodillas; las formas geométricas de los cabellos; los
ojos almendrados o la sonrisa arcaica.
En los relieves se representa la figura humana con la cabeza de perfil y el reto
del cuerpo de frente (templo de Artemisa en Corfú)
Los kouroi parece que fueron estatuas funerarias votivas que recordaban a los
hombres muertos jóvenes y se pensaba que tenían una existencia de héroe, como
por ejemplo Cleodis y Bitón.
El arte griego evoluciona rápidamente, y esto se aprecia comparando Cleodis y Bitón
con el kouros de Sunian. También en el Moscóforo y el jinete Raupin. Cada vez vemos
mayor número de detalles tallados en el cuerpo, la espalda y el tórax ganan en volumen,
la actitud se vuelve más natural, las partes del cuerpo están mejor coordinadas… En los
relieves el cuerpo humano se representa con mayor perfección de perspectiva, por
ejemplo El Tesoro de los Sifnios. Y las composiciones se adaptan al marco
arquitectónico, como por ejemplo el frontón del templo de Afaia en Egina.
Escultura protoclásica (480 – 450 a.C.)
Después de las Guerras Médicas la prosperidad económica y los progresos de la
democracia en ciudades como Atenas hicieron que los griegos recuperasen la confianza
en sí mismos y en su cultura. Hay una conciencia progresiva de que el cosmos tiene un
ordenamiento razonal y que es posible descubrirlo. Se comienzan a investigar las
emociones, los sentimientos, etc., y hay un convencimiento de que el hombre es el
responsable de su fortuna.
EL arte del período protoclásico se caracteriza por explorar las emociones y los distintos
estados de ánimo (frente al período arcaico). Los escultores de este período intentan
reflejar los ideales de la moderación sensata, el autodominio, el control de las
emociones frente al éxito o el fracaso, la alegría o el dolor. Por ejemplo: el Auriga de
Delfos y el Efebo de Critios.
Esta intención expresiva hace que la forma exterior sea austera, con poca
ornamentación. Se produce un cambio en el tipo físico ideal, el rostro se hace cuadrado,
los rasgos faciales muy apretados, los ojos pierden la forma almendrada y desaparece la
sonrisa arcaica. Hay una disminución del alargamiento de las proporciones y
simplicidad en el tratamiento de las superficies. Se consiguió plenamente la
representación del movimiento. El concepto sobre el que se articuló la nueva
reglamentación para la representación del movimiento es “ritmos” (planta, forma). Los
rhytmoi son manifestaciones aisladas de un movimiento continuo. Un solo ritmos bien
escogido podía expresar la naturaleza de un movimiento completo, por ejemplo: el
Discóbolo de Mirón. El interés por reflejar las emociones y los sentimientos se consigue
no sólo a través de la actitud y posición de la figura, sino también mediante la expresión
del rostro y los gestos, por ejemplo: estatuas del templo de Zeus en Olimpia. El material
usado con más frecuencia en esta fase es el bronce, se utilizaba el vaciado a la “cera
perdida” en estatuas de pequeño tamaño, o los moldes de arena y cera si las estatuas
eran de gran tamaño. El trabajo final era un minucioso acabado con cincel.
Escultura clásica (s. V y IV a.C.)
¾ Siglo V a.C.
El arte de este periodo se caracteriza por una búsqueda de equilibrio entre lo específico
y lo genérico, y procura una aguda conciencia de ambos al espectador. El arte clásico de
los siglos V y IV se esfuerza por representar tanto lo ideal como lo real ya que lo
genérico es la realidad última, el reino de las ideas, los dioses, etc., y lo específico es el
mundo de la propia experiencia inmediata, el mundo de lo que nace y muere. El análisis
de las formas en sus partes componentes la realiza el escultor griego desde una
perspectiva bien definida: la diversidad de formas lo es menos si se miran como
combinaciones de un número limitado de formas geométricas. El artista griego observa
la naturaleza, analiza cuales son los elementos que la constituyen y luego les da forma
según su concepción de cómo deben ser representados.
Las características generales del primer periodo del clasicismo son:
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Los escultores intentan plasmar en sus obras la belleza física ideal. Estudian
matemáticamente las proporciones que debería tener un cuerpo perfecto y lo
someten todo a ese canon.
El dominio acusado del naturalismo (no son copias exactas de la naturaleza, la
obra pasa primero por la mente del artista, que es el que abstrae el modelo
perfecto, estudia sus proporciones, las combina y luego lo plasma en la piedra o
el bronce). Podemos decir que el clasicismo pretende reproducir la naturaleza tal
como se ve pero corrigiéndola y mejorándola según las normas del pensamiento.
La belleza que se anhela no es sólo física, exterior, sino que ha de traslucir la
belleza interior, la espiritual. Intentan representar una humanidad superior,
equilibrada, perfecta, llena de ideales elevados.
Los temas representados pertenecen al mundo mítico de los dioses y los héroes
tratados con gran seriedad. Los escultores nos ofrecen un mundo de dioses
dignos, sublimes y de gran belleza.
Toda escultura en relieve y piedra estaba policromada, y las partes de “carne”
recibían una capa de cera, lo que daba gran realismo. Los bronces, que hoy están
muy oscurecidos, tenían un color dorado brillante, y los detalles trabajados a
buril se apreciaban con gran nitidez. La mayor parte de las obras que nos han
llegado de época clásica son copias de época romana de los originales griegos
que se han perdido.
La cima de la escultura clásica la constituyen Policleto y Fidias.
Policleto.Policleto es el máximo exponente del principio de simetría o conmensurabilidad entre
las partes. Formuló el canon en el que definía y justificaba este principio desarrollado en
sus obras. La idea básica era que una composición artística debía estar compuesta por
partes claramente definibles (formulación ya conocida en el arte griego). Ahora, en
cambio, iba a tener un sentido estético por la necesidad de expresar lo bello, lo bueno y
lo perfecto (influencia de Pitágoras).
En las esculturas del Doríforo (el que lleva la lanza) o el Diadumenos (el que se ciñe la
cinta a la cabeza) plasmó sus teorizaciones sobre las proporciones ideales del cuerpo
humano. La cabeza debía suponer una séptima parte del cuerpo; el rostro quedaba
dividido en tres partes iguales correspondientes a la frente, la nariz y la distancia de la
nariz al mentón.
En sus obras es fácil percibir un sistema arquitectónico. En el Doríforo de cualquier
forma que se midan sus proporciones existe una armonía palpable de fuerzas
contrapesadas. Lograba mediante una ordenación de las partes del cuerpo conforme a un
esquema quiástico: el contraposto (pierna derecha recta que sostiene el peso del cuerpo
está equilibrada por el brazo izquierdo doblado que sostiene la lanza, y la pierna
izquierda libre y flexionada tiene el contrapunto del brazo derecho, libre y recto. La
disposición de la cabeza y del torso también contribuyen a contrarrestar movimiento y
estabilidad). Es una visión idealizada del arquetipo juvenil.
Fidias.Es la figura que culmina el clasicismo del siglo V a.C., en sus obras se funden
equilibradamente el idealismo y el naturalismo griego. Realiza un gran número de obras
agrupables a efectos de clasificación en dos grandes apartados, estos son: estatuas de
bulto redondo y decoración del Partenón. Las estatuas de bulto redondo representan
diversas divinidades como Atenea y el Zeus de Olimpia, cuyos originales se perdieron
aunque han quedado como arquetipos de la representación de los dioses. En la
decoración del Partenón, en su disposición y temas, fue una obra de taller en la que
intervinieron numerosos colaboradores bajo la dirección de Fidias.
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El estilo: Utilización del alto-relieve, el medio-relieve o escultura exenta
dependiendo de la ubicación que tuvieron los elementos decorativos. El friso del
Partenón es un medio-relieve de gran calidad porque logra una gran corporeidad
de las figuras con tan sólo 5 cm. De profundidad.
El modelado de las figuras sigue la denominada técnica de paños mojados o
transparentes.
Los pliegues de sus ropajes son abundantes, equilibrados, pero no esquemáticos.
Los cuerpos no están formados por líneas, sino por una sutil ondulación de las
superficies que se definen mediante sombras.
Bajo los vestidos se adivinan formas sólidas y redondeadas.
Los juegos de luces y sombras en superficies son los instrumentos de una nueva
expresividad.
Todas las figuras, al margen del tiempo humano que representen, producen una
sensación de serena dignidad y de distanciamiento emocional.
La composición está llena de movimiento, utilizando múltiples recursos par ano
caer en la monotonía. Se desarrollan en un solo plano sobre un fondo liso
pintado de color oscuro para que resaltaran las figuras (friso del Partenón).
El ideal de belleza plasmado por Fidias es la expresión del más puro clasicismo.
Una representación del equilibrio físico y espiritual de la armonía del cuerpo y
del espíritu de una humanidad ideal y perfecta que avanza llena de serenidad y
paz interior porque lo que cada individuo quería para sí y lo que debía al ideal
estaban en perfecta armonía.
Asumir el sentido de la colectividad fue un factor esencial para el arte clásico griego.
Cuando esta creencia se rompe, el estilo artístico que sustentaba perdió también
cohesión. La atmósfera de autoconfianza fue el resultado de la conjunción de una serie
de elementos históricos:
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Legado psicológico de la victoria sobre los persas.
La filosofía griega con una clara inclinación antropocéntrica y preocupada,
consecuentemente, por la sociedad humana en los aspectos teóricos y de
organización.
La prosperidad y el poder que se concentraron en Atenas gracias a la Liga de
Delos.
¾ Siglo IV a.C.
Es lo que se conoce como segundo clasicismo griego y va desde el siglo IV hasta el
323 a.C. (muerte de Alejandro Magno). El arte griego clásico había asumido como
postulado básico que el ser humano podía perfeccionar su entorno mediante la
aplicación de un pensamiento racional. Fue un arte que exaltaba la comunidad, la
cultura y sus valores. La guerra del Peloponeso y los variados conflictos y luchas que se
sucedieron a lo largo del siglo IV quebrantaron ese estado de ánimo y sumieron a los
griegos en una situación de desilusión y renuncia. El arte de los siglos siguientes tendió
a reflejar las experiencias y valores del hombre como individuo y no como integrante de
la comunidad.
La frialdad, la indiferencia y el escepticismo respecto al valor de las instituciones
sociales encontraron ilustres intérpretes en el campo de la escultura. Los escultores más
importantes son Scopas, Praxíteles y Lisipo.
Las características generales del segundo clasicismo son:
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La preocupación por la experiencia y emoción personales en lugar de colectiva.
El resultado más evidente de esta preocupación fue la inquietud por reflejar
emociones humanas específicas (angustia, ternura, honor, amor, deseo,
persuasión, etc.)
Tratamiento más cotidiano e intimista de los temas religiosos en los que se
transluce también un creciente escepticismo.
Acentuación del realismo, manifestado en el cultivo más asiduo del retrato.
Perdura el idealismo clásico y los escultores buscan nuevos prototipos de belleza
ideal.
Desde el punto de vista formal los esquemas de composición y las formas de
representación siguen la herencia del siglo V, aunque hay rasgos propios de esta
nueva época: mayor profundidad del relieve, acentuación de las líneas en zigzag
del ropaje, proporciones más alargadas, novedades en la representación del
cabello y la musculatura, el chitón ceñido más arriba, etc. Todos estos puntos de
insistencia en lo expresivo vinculan el arte del siglo IV con el helenismo.
Scopas.Trabajó en las décadas centrales del siglo IV y conocemos pocas obras suyas, entre ellas
estacan la Ménade danzante y las Cabezas de Heracles y Telefos.
Scopas acentuaba la expresión facial para generar excitación y tensión psicológica, se
servía de recursos como rehundir los ojos de las figuras, un arco ciliar protuberante para
intensificar la mirada, volvía el cuello y la cabeza hacia un lado, inclinaba la cabeza,
entreabría los labios, etc.
Praxíteles.Muestra en dos de sus esculturas más famosas notables diferencias respecto al siglo V,
Hermes y el niño Dionisos (le muestra un racimo de uvas) y el Apolo Sauróctono (mata
a un lagarto que está en un tronco de un árbol) en ambos ofrece unas representaciones
de dioses como hermosos seres humanos de formas graciosas y desprovistas de la
majestad y seriedad de periodos anteriores. Antes hubiera sido impensable la mezcla de
ternura, de afectos personales, de juego y hasta de humor que se percibe en esta
escultura.
Ningún artista ha tenido un papel más destacado que Praxíteles en el cultivo del
atractivo sensual, duna gracia lánguida y falta de energía, una atmósfera soñadora tiñe la
mayoría de sus obras. Lo consiguió gracias a un desdibujamiento de la estructura y al
pulido de la superficie del mármol, en especial en algunos puntos como los ojos y las
cejas de las figuras. También es importante la composición desequilibrada: curva
praxiteliana (necesita ayuda de un soporte). De todas sus obras, la que mayor efecto
causó fue la Afrodita de Cnido, es una figura femenina que sale del baño. Esta escultura
hubiera tenido un eco escaso en el siglo V porque las condiciones sociales no
fomentaban la visión sensual de la mujer.
Lisipo.Un escultor de carrera larga, activa y variada, sus primeras obras pertenecen a la década
del 360 a.C. y se realizaron para Esparta, Atenas y demás polis cuando estas aún tenían
poder y vigencia. Las últimas se realizaron en el contexto de las monarquías helenísticas
y suponen un nexo entre el mundo clásico y el del helenismo inaugurado por la muerte
de Alejandro Magno.
Lisipo creó un nuevo canon de belleza masculina, más esbelto que el de Policleto. La
cabeza suponía una octava parte del cuerpo, las piernas eran más alargadas y los
cuerpos en conjunto eran más delgados y prietos, eran obras de mayor elegancia.
Mostró una gran preocupación por el problema de la simetría, pero no de las
proporciones reales, sino de las aparentes. Su obra era un reflejo más del interés del
siglo IV por las experiencias personales, su interés por la experiencia óptica se reflejó
también en su forma de plantear la composición del espacio, el espectador debía
encontrar en la obra los mismos efectos (superposiciones, escorzos, etc.) que se
presentaban en la experiencia óptica cotidiana. Rompía con la rigidez espacial de
Policleto, todos estos aspectos de la estética de Lisipo se aprecian en sus obras
principales como el Agias de Delfos o el Apoxiomenos (joven que se rasca con una
estrígila).
En el Apoxiomenos la torsión del tronco y la audacia con la que el brazo derecho invade
lo que podríamos considerar el espacio del espectador proclama la independencia
espacial de la escultura. La frontalidad ha sido rota por completo y la escultura nos
incita a movernos por el espacio y buscar diversos ángulos de visión para entenderla
plenamente. El Apoxiomenos no es la representación arquetípica de una juventud
idealizada, sino el intento por reflejar la realidad de un atleta y las tensiones y esfuerzos
que conlleva la práctica deportiva. En los retratos se aleja también de la idealización del
personaje, ya sea de destacados hombres de la intelectualidad griega de su tiempo
(Demóstenes, Aristóteles, etc.) o en un género menos importante como el de la
iconografía cortesana.
El realismo hace acto de presencia también en las representaciones divinas (Ares
Ludovisi). En el Ares Ludovisi, al igual que en el Apoxiomenos, es tan importante el
espacio que llena el mármol como el vacío marcado por el tronco, los brazos y la rodilla
izquierda.
El Helenismo (325 – época romana)
El imperio de Alejandro Magno y la instalación de los grandes reinos helenísticos
trastornaron el orden político y económico de la civilización griega e instauraron en
todo el mundo conocido una comunidad cultural en la que se fundían las aportaciones
de las grandes civilizaciones asiáticas bajo el signo dominante de la cultura helenística;
surgen importantes focos culturales como Atenas, Antioquia, Alejandría y Pérgamo
bajo el gobierno de unos reyes que cifraban gran parte de su prestigio en la amplitud de
su mecenazgo cultural y artístico. Esta actitud protectora de las artes desbordó el marco
de la esfera oficial para invadir la privada y así vemos surgir desde finales del siglo IV
una pasión coleccionista que llevó a las obras de arte a la decoración de las viviendas de
las clases acomodadas. El arte pasó a desempeñar un papel que le era totalmente ajeno
en el mundo griego donde siempre había sido algo oficial y público.
Desde el punto de vista político los estados, de dimensiones muy superiores a las polis,
tienen como forma de gobierno una monarquía y su clase dominante está constituida por
una oligarquía (mercaderes y artesanos). La ciudad deja de ser el centro de la actividad
política, pero sigue siendo la sede de las funciones de gobierno y económicos.
A nivel ideológico el cambio fundamental es la desaparición de la religión cívica,
sustituida por el culto al rey correspondiente (estos reyes llevan los títulos de
benefactor, justiciero y divino). Esta religión no satisfacía las necesidades espirituales y
surgen cultos de origen oriental (surgen cultos tan importantes como el de la diosa
Fortuna). Es, por tanto, una ideología donde confluyen elementos de la religión griega
tradicional, creencias herméticas y mágicas de procedencia oriental, la búsqueda de
soluciones sobre problemas cotidianos y un deseo de trascender el marco de las polis
para llegar al cosmopolitismo.
La filosofía (estoicos, epicúreos y escépticos) tienen como fin esencial la búsqueda de
normas de vida para que el individuo alcance su felicidad; se separa lo privado de lo
público y se valora al individuo, que ya no participa activamente en la política pero se
perfecciona individualmente para cooperar en la perfección de la humanidad.
Esta nueva concepción de la vida va a dar lugar a que en las artes figurativas se
representen temas muy variados: escenas, cotidianas, bucólicas, exaltación de los
sentimientos, de género, de la naturaleza, a veces mezclados con significados
moralizantes y científicos o bajo forma simbólica de alegoría.
En escultura existen características comunes a los grandes centros creadores. Estas son:
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Compositivamente se prefieren las formas piramidales y movimientos
desarrollados en espiral que obligan al espectador a efectuar un giro a su
alrededor para poderla captar en su totalidad.
Temáticamente las novedades son importantes dentro del realismo que se
impone frente al idealismo clásico anterior:
Temas sagrados de la vida cotidiana, amables y que presentan al mundo de la
infancia o de los ancianos.
Los retratos reflejan la personalidad y hay un tipo de iconografía regia para los
reyes helenísticos.
Composiciones alegóricas como la lucha titánica en Pérgamo que simbolizaban
fuerzas cósmicas elementales (fuentes de la luz, los cielos, la tierra, las aguas)
dirigidas a un sector de espectadores con cultura. El artista helenístico al
proyectar una obra que fuera a estar expuesta el público tenía que esforzarse por
sorprender y asombrar al espectador, para captar su atención mediante alguna
proeza técnica que por sí misma le impresionara fuera culto o no. De ahí que
esta estatuaria pretendiera estimular la curiosidad y el pensamiento del
espectador.
Hay una producción de estatuas voluntariamente clasicista cuyo exponente es la
Venus de Milo.
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Hay otras producciones que son más realistas, patéticas y barrocas cuyo mayor
exponente es el Laoconte.
Praxíteles y Lisipo son los más imitados en esta época.
Hay tres escuelas muy importantes en el periodo helenístico:
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Escuela de Pérgamo: Desarrolla con frecuencia temas políticos y heroicos. Por
ejemplo: monumento a Atolo I (280 a.C.) con sus galos moribundos, o el gran
friso del altar de Zeus en Pérgamo con las escenas de gigantomaquia.
Escuela de Alejandría: Produce obras de estilo y temática agradables como la
Afrodita de Cirene o obras alegóricas de corte académico como la Alegoría del
Nilo.
Escuela de Rodas: Crea una escultura barroca cuyas obras más características
son la Victoria de Samotracia (190 a.C.), los grupos escultóricos del Toro
Farnesio y el Laoconte (50 a.C.).
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