Mujer, nacion y progreso en el discurso del exilio de

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Florida State University Libraries
Electronic Theses, Treatises and Dissertations
The Graduate School
2006
Mujer, Nacion y Progreso en el Discurso del
Exilio de Clorinda Matto de Turner y Juana
Manuela Gorriti
A#lvaro Torres-Caldero#n
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THE FLORIDA STATE UNIVERSITY
COLLEGE OF ARTS AND SCIENCES
MUJER, NACION Y PROGRESO EN EL DISCURSO DEL EXILIO DE
CLORINDA MATTO DE TURNER Y JUANA MANUELA GORRITI
By
ALVARO M. TORRES-CALDERON
A Dissertation submitted to the
Department of Modern Languages
in partial fulfillment of the
requirements for the degree of
Doctor of Philosophy
Degree Awarded:
Summer Semester, 2006
The members of the Committee approve the dissertation of Alvaro M. TorresCalderon defended on June 9, 2006.
__________________________
José Gomariz
Professor Directing Dissertation
__________________________
Robinson Herrera
Outside Committee Member
__________________________
Brenda Cappuccio
Committee Member
__________________________
Juan Carlos Galeano
Committee Member
Approved:
_______________________________________________
William Cloonan, Chair, Department of Modern Languages
_______________________________________________
Joseph Travis, Dean, College of Arts and Sciences
The Office of Graduate Studies has verified and approved the above named
committee members.
ii
A mis padres que sin su apoyo incondicional este proyecto no hubiera llegado a
ser realidad.
iii
ACKNOWLEDGEMENTS
In order to accomplish the finishing of this project I had the unconditional
support of many people, among professors and family, librarians, colleagues,
students and friends. Therefore, I express my sincere gratitude even though it
will not fulfill completely what I owe to them.
First of all, I am truly in debt with Dr. José Gomariz, the director of my
dissertation, chairman of the committee, and patient friend who inspired me to
continue with my research in literature at the end of the nineteen and beginning
of the twentieth century, for its transitional status and consequently its
complexity. We spent time sharing ideas, and most important I listened to his
advice regarding resource materials. To him, my infinite appreciations for helping
me develop my research.
Dr. Juan Carlos Galeano, both as a member of my doctoral committee
and as a friend played an important part during the process of my doctoral
studies. Our conversations about the jungle and mountains of Perú and its
borders helped me increase my perspective about identity.
I would also like to thank Dr. Cappuccio and Dr. Robinson Herrera for their
advice during the writing of this project and for serving as members of my
committee in spite of other obligations that requires their time and attention.
I would especially like to thank my father, Guillermo Torres-Calderón for
his unconditional support and words of encouragement which became a source
of tranquility and balance during this process. Likewise, I thank my mother
Soledad Cisneros who despite the distance, we talked over the phone about
many themes related to Gender Studies, Women and Society. Special thanks to
Maria José Cordero, who read the drafts of this project and made invaluable
suggestions that helped me being focused on the main theme. Our
conversations also improved the way to approach many sections of this project.
I truly thank Dr. Hildebrando Perez Grande, peruvian poet, professor and
chair of the Department of Literature at Universidad Mayor de San Marcos of
iv
Lima, who supported me with resource materials, libraries, and contacts. He was
very patient and had time for me considering his personal projects. I also want to
thank Dr. Elizabeth Toguchi from Instituto Raúl Porras Barrenechea, who
provided me of an invaluable material and information to continue with my further
research. I would like to thank Dr. Ricardo Cantuarias who helped me with the
historical background in Peru at the end of the XIX century, and some
observations and notes from Jorge Basadre’s texts.
Finally, I have an immense gratitude to the Department of Modern
Languages and Linguistics at Florida State University for supporting my studies
and projects during these four years.
v
RECONOCIMIENTOS
Para escribir este proyecto he tenido el apoyo incondicional de mucha
gente, entre profesores y familiares, bibliotecarios, colegas, estudiantes y
amigos. Por lo tanto, les expreso mi gratitud sincera y eterna aunque sé que ésta
resultará insuficiente.
Primero que todo, queda mi deuda infinita con el Dr. José Gomariz,
director de mi disertación, presidente del comité, y amigo paciente que me
inspiró a que continuara con mi investigación en literatura a finales del siglo XIX
y comienzos del siglo XX, periodo caracterizado por su estado transitorio y
complejo. Hemos compartido muchas ideas al respecto, y lo más importante de
aquellas pláticas fue su palabra animosa y su consejo respecto a los temas así
como los recursos de investigación para el desarrollo del proyecto. A él, mi
aprecio infinito por su invaluable calidad profesional y humana.
Agradezco al Dr. Juan Carlos Galeano como miembro de mi comité
doctoral y como amigo que forma parte importante durante el proceso de mis
estudios doctorales. Nuestras conversaciones sobre la selva y la sierra de Perú
y sus fronteras me ayudaron a aumentar mi perspectiva sobre identidad.
También quisiera agradecer a la Dra. Brenda Cappuccio y al Dr. Robinson
Herrera por sus consejos durante la escritura de este proyecto y por su
participación como miembros de mi comité considerando las obligaciones
propias de sus funciones que requieren de su tiempo y de su atención.
Quisiera especialmente agradecer a mi padre Guillermo Torres-Calderón
por su apoyo incondicional y palabras de aliento que fueron una fuente de
tranquilidad y equilibrio durante este proceso; a mi madre, Soledad Cisneros,
que a pesar de la distancia hablamos por teléfono sobre muchos temas
relacionados con los estudios de género así como su guía durante mi visita al
Ministerio de la Mujer del Perú. Asimismo, mis gracias especiales van
encaminadas a Maria José Cordero, quien leyó los bosquejos de este proyecto e
hizo las sugerencias inestimables que ayudaron a enfocarme y mantenerme en
vi
el tema principal. Nuestras conversaciones también contribuyeron en la manera
de acercarme a muchas secciones de este trabajo.
Agradezco sinceramente al Dr. Hildebrando Perez Grande, poeta
peruano, profesor y jefe del Departamento de Literatura de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos de Lima, quien me apoyó con materiales,
bibliotecas, y contactos necesarios para la continuación de la investigación.
Aprecio su paciencia y dedicación de tiempo tomando en cuenta lo atareado de
sus proyectos institucionales, profesionales y personales. De igual forma quiero
agradecer a la Dra. Elizabeth Toguchi del Instituto Raúl Porras Barrenechea,
quien me guió con textos importantes de lectura durante mis visitas, así como de
información adicional de instituciones relacionadas con los temas estudiados. Mi
agradecimiento también va dirigido al Dr. Ricardo Cantuarias quien, a través de
nuestra conversación, me ayudó con el fondo histórico del Perú a finales del
siglo XIX, y algunas observaciones y notas sobre los textos de Jorge Basadre.
Finalmente, tengo una inmensa gratitud al Departamento de Lenguas
Modernas y de Lingüística de Florida State University por apoyar mis estudios y
proyectos a lo largo de estos cuatro años.
vii
ÍNDICE DE MATERIAS
Abstract
x
INTRODUCCION
1
1. LA MUJER OBRERA INTELECTUAL A FINES DEL SIGLO XIX:
EL CASO DE JUANA MANUELA GORRITI Y CLORINDA MATTO
6
Juana Manuela Gorriti: el intelecto transnacional
7
Clorinda Matto de Turner: Obrera del pensamiento y
su proyecto de la nación latinoamericana
13
El imaginario feminista en la segunda mitad del siglo XX
23
La idea de nación y su diseminación en el proyecto integrador
latinoamericano
25
Poder y sexualidad: La nueva mujer a finales del siglo XIX
29
2. FRONTERAS INTERNAS Y EXTERNAS EN EL DISCURSO
PROGRESISTA DEL SIGLO XIX EN LATINOAMÉRICA
33
Breve introducción al pensamiento de frontera.
Los planes para América y la revolución intelectual secular 34
El proyecto modernizador de la Ilustración en Latinoamérica
38
La fronterización del pensamiento occidental con el amerindio en
Latinoamérica: la criollización cultural
41
La mujer fronteriza en la sociedad “occidental” americana.
Juana Manuela Gorriti, de la provincia a las ciudades
“civilizadas”
45
Una eterna peregrinación. Desencuentros y encuentros de
mujer
47
La modernidad y la autonomía financiera en Oasis en la
Vida
50
Juana Manuela Gorriti y la transnacionalidad
cultural y social: su punto de vista de la modernidad
viii
53
¿Ser feminista sin caer en el feminismo?
60
Juana Manuela y sus contemporáneos: en la intimidad y en los
compromisos sociales
64
3. LA POLÍTICA EN LA MUJER: LA INTEGRACIÓN AMERICANA
Y LA LABOR DE LA MUJER INTELECTUAL:
CLORINDA MATTO DE TURNER
El pensamiento liberal peruano a mediados del siglo XIX
Clorinda Matto de Turner y su discurso liberal
68
70
75
La nueva mujer en el discurso feminista contestatario
77
Entre lo amerindio y lo mestizo: la frontera interna
79
La integración Americana desde la complementariedad
de los discursos de la nación, el exilio y el género:
Clorinda Matto de Turner y José Martí
83
Clorinda Matto de Turner y el espacio político
a través del periodismo: El Perú Ilustrado
99
4. LAS ESCRITORAS SUDAMERICANAS Y GERTRUDIS GOMEZ DE
AVELLANEDA: PODER, SEXUALIDAD Y REBELDIA EN LA
CONSTRUCCION DE LA NACION
Estrategias del contradiscurso en Gómez de Avellaneda,
Gorriti y Matto
103
107
Dos mujeres: el viaje y el exilio como medio de autoreconocimiento 117
La mujer monstruo
121
El Álbum Cubano y la participación activa Gómez de Avellaneda
en lo público
124
CONCLUSIONES
127
OBRAS CITADAS
134
BIOGRAPHICAL SKETCH
141
ix
ABSTRACT
The reason for researching the narrative of Juana Manuela Gorriti and
Clorinda Matto de Turner is to understand the role they performed in a patriarchal
society at the end of the 19th century and how they are able to project through
their voice in pro of modernity not only in their respective countries, but also be
able to go beyond borders and visualized a ‘supranación’.
In chapter 2, Juana Manuela Gorriti is presented as a woman and
professional who creates differences in relation with other intellectuals of her time
by the force and exquisites poetic prose created by memories in combination
with fiction, moreover her autobiography is filled with its inventions, an original
style, that during her time was object of criticism.
On the other hand, Clorinda Matto de Turner has been studied as a
representative of the indigenist and naturalist Peruvian literature. As we will see
in chapter 3 her effort goes beyond being focused in one marginalized group.
Therefore, in order to rebuilt society a change is required, by the participation of
intellectuals in the more direct and aggressive approach. This change will also
imply a situation of survival that is reflected in their writings such as: essays,
discourses, dairies and chronicles.
At the end of their lives, both authors remained in Argentina, which was
the center of progress in Latin American during the last quarter of 19th century.
The Argentinean system was fervently following the ideas of the United States
industrialization and capitalism. However, the Latin-American woman continued
being a marginalized subject in that period which, according to the patriarchal
discourse a woman should be: a wife, a mother and a housewife. Both authors
write on ‘men affairs ' and doing it implies a dispute with the hegemonic
institutions as well as with their own colleagues of the profession. They pursue a
communion of ideas among the working intellectuals, for that we establish a
connection with José Martí’s thought who envisions a united America.
x
In order to analyze and to demystify certain categorizations established
by the literary canon, chapter 4 will be dedicated to power, sexuality and defiance
in relation to women.
In summary, there will be a review of the modern imaginary of the LatinAmerican society dominated by the male idea and the woman discourse or
“contradiscurso” will be included in the same level.
xi
INTRODUCCIÓN
El presente proyecto esta enfocado en la relectura de la prosa de Juana
Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner, cuyas vidas cubren buena parte del
siglo XIX y comienzos del XX, y de cómo expresan su identidad como mujeres y
como parte de una sociedad en proceso de transformación y dominada
secularmente por el sistema patriarcal. Sus vidas están conectadas por
circunstancias similares personales y profesionales. Al escribir expresan la forma
de pensar de la época, las ideologías en boga, los momentos de transición que
las hacen sujetos en transformación y por tanto se encuentran en constantes
fronteras que se intensificarán en la segunda mitad del siglo XIX. Queremos
acercarnos no sólo a sus textos de ficción sino también a documentos más
personales como el epistolario de Juana Manuela Gorriti con Ricardo Palma.
Gracias a la labor intensa de Graciela Batticuore, quien lo organizó y publicó,
podemos analizar la correspondencia entre ambos autores y complementar
datos respecto al pensamiento de la escritora argentina decimonónica. Igual
podemos decir lo mismo de Clorinda Matto de Turner que aunque no contamos
con un epistolario, tenemos sus editoriales del periódico El Perú Ilustrado así
como sus discursos durante el exilio en Argentina que dan una visión más
integral de su mensaje en cuanto a la participación de la mujer en la sociedad a
efectos de beneficiar y desarrollar la nación. En la escritura de Matto, la nación
traspasa fronteras geográficas y se construye como una supranación americana
unida. Ambas escritoras interesan al presente estudio por la idea de la
transnacionalidad cultural e intelectual como paso previo a la integración jurídica
de naciones que se desarrolló en el siglo XX y que aún se mantiene en proceso.
1
Asimismo se proyecta con estas escritoras una forma de feminismo que
no se manifiesta con protestas contra la opresión del patriarcado, ni huelgas, ni
discursos agresivos en los escaños del congreso por la erradicación y la
imposición de nuevas reglas que mejoren la condición de la mujer. Estas
mujeres cambian efectivamente la sociedad patriarcal a través de estrategias
diferentes que implican una subversión del mensaje de la hegemonía patriarcal
en un proceso intelectual constante. A través de ficciones como Misceláneas,
Oasis en la vida y Lo íntimo podemos ver que Juana Manuela Gorriti hace
participar a la mujer por diferentes voces además de la suya propia, refleja una
sociedad entre lo colonial y lo post colonial, impulsa el desarrollo de la nación a
través de la intelectualidad, pero siempre conciente de que los medios con los
que cuenta son delicados puesto que han sido por siglos privilegio de los
hombres: la educación y la pluma. De una manera más directa tenemos a Matto
de Turner que además de hablar de la situación del indígena en el Perú en
muchas de sus novelas, también refleja la situación de la mujer denunciando a
las instituciones de la sociedad peruana. Ambas escriben dando voz a los
marginados porque necesitan elevar de manera inteligente y sutil su reclamo
ante la hegemonía para reestructurar la nación y su consecuente desarrollo
basado en un progreso más justo para las partes.
Juana Manuela Gorriti se constituye como uno de los pilares de la literatura en
Hispanoamérica y especialmente estas décadas en que se hace una relectura
de sus textos, así como descubrimiento de otros documentos de la autora. En
ese sentido queremos participar de esta relectura para despojar a la escritora
argentina de mitos y olvidos que se han ido creando a lo largo de su vida y luego
de su muerte. Presentamos pues a una mujer que vive intensamente cada
momento y viaja en una constante transformación, en un constante exilio de
encuentros y desencuentros que nos muestra una persona compleja como todo
ser humano moderno. Escribe entre ficción y experiencia personal, entre
romanticismos, positivismos y modernismos, y mientras menos la podamos
categorizar mejor la podremos conocer y ella es conciente de ello cuando en Lo
íntimo incluye fragmentos de las cartas que escribió a Ricardo Palma, haciendo
2
de su vida una ficción y a la vez materializándola. Para el análisis de todos estos
documentos contamos con material de notables estudiosas como Francine
Masiello, Graciela Batticuore, Cristina Iglesia, Lea Fletcher, Susana Zanetti,
Mary Berg, entre otras que nos dan un enfoque sociológico e histórico de
nuestras escritoras, especialmente en la Argentina. En el caso de Matto de
Turner, no se han estudiado en detalle los textos que pertenecen a la época del
exilio de la escritora cuzqueña. Por eso consideramos que Boreales, miniaturas
y porcelanas, así como las Conferencias de América del Sur, sus editoriales en
El Perú Ilustrado, y otros textos posteriores a 1895 son de notable valía para
perfilar más efectivamente el pensamiento de Matto, y así continuar con la labor
que por ejemplo Francesca Denegri hizo en El abanico y la cigarrera, además de
la colaboración de las otras criticas mencionadas, que abrieron un camino más
dinámico y fluido que aquel lleno de prejuicios liderados por críticos varones de
fines del siglo XIX y principios del XX.
Nuestra visión es el estudio de la identidad de género en contextos
mutables propios de la experiencia personal de las escritoras y de los
personajes de sus textos de ficción y cómo la mujer se construye a sí misma al
escribir en oposición con la idealización hegemónica de la mujer: ángel del
hogar, madre, esposa abnegada, condenada a un espacio del que
posteriormente sacará provecho a través de la educación lo que permitirá su
paso al espacio público que amenaza a la sociedad machista. La idea de la
construcción de la nación comienza en la casa como diría Gorriti entre seriedad
y broma, pero para nosotros con mucha razón como veremos en el desarrollo de
este proyecto.
El proceso de constantes cambios a lo largo de las vidas de estas
mujeres las hace pisar el terreno de las fronteras en los diferentes espacios que
recorren. Es de gran importancia cómo a través de la historia la transformación
de las naciones se ha producido y como se producen zonas de encuentros y
desencuentros en diferentes sectores. Walter Mignolo en Local Histories/Global
Designs refleja en un mapa escrito estos cambios y así podemos situarnos en
los diferentes contextos que al mismo tiempo se dan en Norteamérica,
3
Centroamérica, Sudamérica, Europa y África, para lo que nos concierne en este
estudio. La transformación es a nivel geográfico, cultural, político, social,
económico e histórico, y nuestras intelectuales participan en cada uno.
Otro tema que es importante para este proceso de colonialidad y post
colonialidad es el tema del poder y cómo se asocia con la sexualidad
produciendo una transformación de los diferentes mensajes de los grupos que
forman una sociedad. Los trabajos de Picon Garfield, Brígida Pastor, Luce
Irigaray son importantes, sin embargo creemos que estas autoras se centran
más en el aspecto individual de la mujer misma y como se redefinen en la
sociedad. En este trabajo, además del aspecto individual lo asociamos con la
redefinición de la nación americana (Norte, Centro y Sur) en vías de progreso.
Para complementar esta perspectiva hacemos uso de algunas metodologías
como la del imaginario social de Iris Zavala y la construcción de la nación de
Homi Bhabha en cuanto a términos generales.
También utilizamos el análisis de los textos de las autoras bajo estudio,
análisis de tropos literarios e imágenes así como la técnica narrativa empleada.
Nuestro estudio esta estructurado en hacer en el primer capítulo una
aproximación general de los marcos teóricos e indicar con las biografías de las
intelectuales sudamericanas los espacios sociopolíticos, geográficos e históricos
por los que viajan, con especial énfasis en el periodo de su exilio, por eso el
análisis de los textos propuestos anteriormente. El capítulo segundo se centra
en Juana Manuela Gorriti y el desarrollo de la fronterización, complejidad,
transnacionalidad y concepto de progreso de la escritora argentina. El capítulo
tercero está dedicado a Clorinda Matto de Turner y el imaginario moderno de
fines de siglo XIX de la mujer en contraste y complemento con el imaginario de
intelectuales varones de la época, con especial énfasis en José Martí, quien
propone una idea híbrida para el futuro de la mujer latinoamericana. El capítulo
cuarto compara a las autoras sudamericanas con la perspectiva individual
feminista de Gertrudis Gómez de Avellanada, que si bien el denominador común
es el poder, sexualidad y rebeldía en estas mujeres, encontramos algunas
4
diferencias que se dan por las diferentes realidades coloniales y post coloniales
en las que se encuentran.
Finalmente presentamos nuestras conclusiones, concientes que el
embarque en este proyecto es de por sí enriquecedor ya que nuestras escritoras
llegan a escribir conocedoras de la crítica negativa de la sociedad de su tiempo y
posterior a ellas, por la cual necesitan usar el intelecto de manera constante
como obreras y dar su voz a conocer en una situación restringida y prejuiciosa.
Así mismo, aunque parezca que las escritoras no hablan directamente, a la
postre lo hacen cuando manipulan el discurso hegemónico y codifican su
contradiscurso, valiéndose de ciertas posiciones de poder, y por tanto el
mensaje es propio. Y es así que las escritoras en estudio se encuentran en
constante exilio, desencuentro y encuentro con la sociedad y consigo mismas, e
incluso excomulgadas, y atormentadas psicológica y verbalmente.
5
CAPÍTULO 1
LA MUJER OBRERA INTELECTUAL A FINES DEL SIGLO XIX: EL CASO DE
JUANA MANUELA GORRITI Y CLORINDA MATTO
Dos vidas que cubren el siglo XIX se cruzan a través del desarrollo
intelectual en la sociedad donde la labor femenina, de acuerdo a conveniencias
políticas o una apropiación de las ideas religiosas católicas, sólo estaba
destinada al cuidado del hogar, de los hijos y de los esposos. Juana Manuela
Gorriti y Clorinda Matto de Turner proponen otro rumbo a tomar y lo hacen
quizás por ser rebeldes naturales o por diversos factores que afectaron sus
vidas; pero lo que definitivamente es cierto es que su función doméstica se vio
complementada mediante su desarrollo profesional, intelectual y artístico. En
ellas descubriremos fronteras, puntos de contacto, anhelos y miedos.
El exilio, por otro lado, es parte de su destino y en este alejamiento de sus
tierras natales ambas llegan a desempeñarse con más libertad, abriendo otros
campos o puertas de interacción e interrelación con artistas, pensadores y
políticos. Su meta no era sólo el poder hacer otras labores fuera de las
tradicionales, sino también de sobrepasar las ficticias fronteras geográficas.
Buscan unir América Latina a través de la cultura y la educación, y proyectar a la
mujer como parte activa en el desarrollo de la sociedad, no detrás del hombre
sino al lado de él. Ese avance de la sociedad, o llamado también progreso por
Juana Manuela Gorriti, implica otros términos o significados en contraste con el
sentido de progreso de los sistemas que gobiernan a los países
hispanoamericanos de la época, recientemente independizados. La labor de
ambas fue muchas veces criticada, considerando que siempre pasaron ciertas
6
penurias económicas, y que la pluma no era un instrumento de lujo sino que era
un medio para poder sostenerse en forma independiente y sobrevivir. Sin
embargo, estando en una esfera intelectual, tuvieron la oportunidad de publicar
sus textos, ensayos o discursos, ya sea con su dinero o con el apoyo de
instituciones. Ambas escritoras son en buena medida luchadoras, profesionales
que lograron proyectar su voz dentro de la esfera elitista intelectual y muchas
veces censuradora a la que pertenecían.
Estas escritoras sudamericanas también representan, despojándolas de
cualquier etiqueta o corriente literaria, a la mujer moderna que busca salir de una
esfera doméstica limitada para abarcar otras áreas de desenvolvimiento
personal. No buscan romper con los moldes de la sociedad, es decir, no buscan
establecer o proclamar un feminismo extremo, sino una expansión de las
funciones de la mujer como miembro activo de una sociedad. Dichas mujeres así
como otras contemporáneas contribuyeron al enriquecimiento de las bibliotecas
americanas y europeas. Dentro de su imaginario se visiona una sociedad donde
el indígena, el negro, el mestizo y el blanco son una gran nación educada en la
que se enfatiza la función de la mujer obrera-intelectual.
Juana Manuela Gorriti: el intelecto transnacional
Juana Manuela Gorriti (Horcones- Salta, 1818), pertenece a una ilustrada
familia de propietarios de tierras, oficiales militares y clérigos, una familia de
dinero y prestigio procedentes del orden colonial abolido. Su padre, José
Ignacio Gorriti, fue gobernador de Salta a mediados de la década de los diez; sin
embargo, ante los cambios políticos de las ideologías entre Federalistas y
Unitarios (grupos políticos en pugna desde 1810), la familia termina por estar en
contra del federalista Juan Manuel de Rosas. Se produjo una pérdida inmensa
en el norte de Argentina, ganando así la política Federalista o también llamada
Rosista.
En 1831, la familia Gorriti tuvo que abandonar Salta y se mudó a Bolivia
residiendo en Chuquisaca. Juana Manuela conoce a Manuel Isidoro Belzú con
7
quien se casa en la ciudad de La Paz. Tuvo dos hijas con él, Edelmira y
Mercedes, y durante el golpe de estado de su esposo ella permaneció en
Arequipa y Lima (1847-1848). En 1848 Belzú toma el poder y en 1851 es elegido
presidente con el apoyo popular. La relación marital a partir de esos momentos
fue intermitente, pues se separaban y reconciliaban frecuentemente.
En los años cincuenta Gorriti, estando en Lima, dedicó parte de su tiempo
a la crianza de sus hijos de su segunda relación con Julián Sandoval aunque
hacía viajes esporádicos a Bolivia. Gorriti cumple con su función de madre y a la
vez de mujer intelectual, lo que le da mérito por su capacidad de poder llevar a
cabo ambas funciones en una sociedad patriarcal. En 1864 regresa a Bolivia,
tras la elección en el Perú de Juan Antonio de Pezet, enemigo declarado de
Belzú, y que por conflicto de intereses Gorriti no podía quedarse en el extranjero.
Al siguiente año, las luchas políticas eran tan continuas que culminaron en la
traición y el asesinato de éste por las fuerzas del General Melgarejo. Tras el
trágico suceso, Gorriti decide radicar en el Perú y dedicarse a la escuela para
señoritas que fundó en 1847.
En cuanto a su identidad pública como autora, ésta empieza
efectivamente en el Perú, aunque desde pequeña escribía en Salta, producto del
uso de una extensa biblioteca considerada una de las mejores del norte de
Argentina. Había recibido una instrucción privada y religiosa típica de las élites.
Su experiencia en diarios culturales y revisiones comienza en los 50 cuando
establece círculos literarios en Lima. En la ciudad donde vivió casi 40 años,
empezó a publicar en periódicos, diarios, y revistas como El Liberal, El Nacional
y La Revista de Lima. También publica en Chile, Argentina y Francia. Esto
significa un diálogo transnacional con el que Gorriti podía satisfacer sus deseos
de intercambiar estilos e ideas con escritores de las Américas y Europa. Cuando
se instala en Lima entra al centro mayor intelectual que se recupera de la
dominación colonial y mira hacia la modernización. La escritora atrajo la atención
de las élites culturales y usualmente de algunas mujeres que participaban en las
publicaciones peruanas literarias, como el caso de Clorinda Matto. En los
círculos literarios ella solía dar la lección inaugural recordando los problemas
8
significativos del día y llamando a los intelectuales a defender la causa de
progreso y del desarrollo de las naciones. Desde el comienzo, fomenta un
debate sobre el rol y el estatus de lo intelectual en la América independiente y
también animó la participación de las mujeres para mejorar la agenda de la
cultura nacional.
Además de la influencia de notables intelectuales como Ricardo Palma,
Gorriti buscó la conversación con importantes y exitosas mujeres de su
generación sin importar su origen nacional. Dichas autoras entre muchas otras
eran Mercedes Cabello de Carbonera, Carolina Freyre de Jaimes, Teresa
Gonzáles de Faning, Clorinda Matto de Turner, María Nieves y Bustamante, y
Manuela Villarán de Plascencia.
Como sostiene Francine Masiello en la introducción de Dreams and
Realities. Selected Fiction of Juana Manuela Gorriti (2003), estas mujeres
representaban diferentes ideas y géneros literarios así como también un rol
doméstico dividido entre
the constraints of a colonial and Catholic legacy that restricted
women’s role to the household, on the one hand, and training
children for future roles as citizens of the republic, on the other,
these women were not of a single political disposition nor were their
successes uniformly made apparent. (xxvi)
Masiello también menciona algunas de las ideas que estas intelectuales
proyectaron impactaron en una sociedad peruana caracterizada por la restricción
a ciertos grupos y por eso
some took on the anticlerical cause, following the initiatives of
Clorinda Matto de Turner, others, such as Mercedes Cabello de
Carbonera, addressed the impact of positivism in Peru and its
consequences for the lives of women; still others, such as Teresa
Gonzalez de Faning took up questions of curricular reform in order
to advance the interests of Peruvian girls among the nation’s
students. In effect, women’s limited access to formal education
became a topic of constant concern. (xxvii)
9
Sin embargo, hay que recalcar que si bien estas pensadoras que formaban los
círculos literarios de Lima tenían un ideal liberal republicano, no consideraban
los aspectos más radicales de la emancipación de la mujer. El trabajo femenino,
los derechos civiles y el rol de la mujer en la política no eran temas de
conversación del círculo literario. Más bien el feminismo doméstico y literario era
común de tratar en aquellas conversaciones, manteniendo los derechos de las
mujeres al espacio de las bibliotecas y la pluma como material de discusión.
En 1866, Gorriti continúa en Lima con sus labores literarias y también
desempeñando labores de enfermería en los hospitales de campaña durante el
ataque naval español, el cual terminó con sus ambiciones de reconquista y el
alejamiento definitivo de las flotas españolas a la Península Ibérica. Continúa
ofreciendo sus servicios ante la aparición de la fiebre amarilla.
En 1875, Gorriti es nombrada miembro del Club Literario de Lima.
También viaja a Argentina para tratar asuntos relacionados con la pensión
mensual correspondiente a los descendientes de los patriotas de la
independencia. La esposa del presidente Nicolás de Avellaneda la asiste a
conseguir tal objetivo. Colabora también en La ondina del Plata lo cual le vale el
mérito de la Palma literaria. Ese mismo año retorna a Lima y reinicia las
funciones de la escuela primaria.
En 1877, regresa a la Argentina. Gorriti entra al mundo literario argentino
consciente del renombre de dos escritoras argentinas como Juana Manso de
Noronja y Eduarda Mansilla de García. Publicó Misceláneas (1878) y otros libros
de ficción. En estos trabajos se concentra en el arte narrativo de explorar otros
temas como las aventuras andinas y otros temas sobre la melancolía, inspirados
en su propia situación de alejamiento y pérdida. Activamente, a su vez, entró al
mundo del periodismo argentino y a la emoción de sus publicaciones que dieron
a conocer noticias culturales a todo el continente hispanoamericano. Se mantuvo
en contacto con el equipo de La ondina del Plata, el cual tuvo una vasta
divulgación en Argentina y Perú. El periódico que ella fundó, La alborada del
Plata (1877-1878) y su nueva versión La alborada literaria del Plata (1880),
ofrecieron un punto de valor a los debates culturales de finales del siglo XIX,
10
revelando la preocupación con la alianza transnacional cultural así como un
programa de educación literaria asociada con los objetivos de modernización.
Quería alcanzar una audiencia internacional, una conexión con las otras
repúblicas americanas y propagar su progreso rápido, como indica Masiello:
Progress, modernity, and cosmopolitanism informed Gorriti’s
thinking as Argentina swept into the final decades of the centaur,
fresh with hope for liberal reform and progress. These ideals
accompanied enthusiastic discussion of fashion, theater, and the
arts, while literary culture occupied writers and readers. (xxxii)
Los lectores argentinos se informarían de textos y autores de Las Américas,
especialmente del trabajo de sus colegas peruanos. Sus viajes contribuyeron a
la cultivación de una red de contactos que le ayudarían a completar su trabajo
de revisión cultural. Ella propone un nexo entre la modernización con las
ventajas de la educación literaria siguiendo los pasos de muchos pensadores de
la Ilustración. Sin embargo, la originalidad en el proyecto reside en el
compromiso de los americanos de despertar una conciencia de unión
transnacional.
Se adelanta por una década los impulsos cosmopolitas del movimiento
literario modernista; acelera el intercambio de ideas que caracterizaron la
modernización en Latinoamérica en 1880. La publicación trata de complementar
el movimiento hacia la modernidad, mostrando que las mujeres son parte
integral del progreso intelectual de Latinoamérica. En este sentido, Masiello
indica que,
[i]n La alborada del Plata, Gorriti published essays on the value of
American literary and cultural independence from Spain, the need
to establish an intellectual autonomy free of foreign ties, the
advantages of bilingual study, and the merits of female participation
in public life; along with the value of travel, she celebrated the dawn
of an urban style. Moreover, she provided a strong reminder of the
role of women in public action. (xxxiii)
11
Sin embargo la idea inicial de sus periódicos pierde fuerza cuando ella se
encuentra en Lima sin poder regresar a Argentina, debido a la Guerra entre Perú
y Chile (1879-1880). Cuando regresa a Argentina en 1881 su impulso de
continuar la revisión cultural se había perdido.
En líneas generales hay una gran contribución femenina en la cultura
letrada durante esta época a través de los periódicos y revistas. Las mujeres
encontraron un camino hacia el debate nacional y también produjeron una red
de interlocutores, un lenguaje para grabar la elevación del liberalismo desde el
foco “no oficial” de la vida política. Con otras contribuciones transnacionales,
como por ejemplo La cocina ecléctica (1890), Gorriti promueve la unión de
inquietudes locales e internacionales de hablar de políticas públicas desde el
espacio de la domesticidad. Defendió así también la ética del contacto y por la
práctica del diálogo e intercambio cruzó las fronteras provincianas. Gorriti
muestra una preocupación por la integración como parte de lo que Mary Louise
Pratt en Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation (1992) ha llamado
“arte de la zona de contacto.” Esta integración constituye una meta difícil de
alcanzar debido al tema de la raza que es motivo de dificultades entre los grupos
de la nueva América independiente del siglo XIX. Este tema también permite la
reflexión en la identidad y la ciudadanía así como el de las mujeres de
descendencia europea de relacionar su destino o situación al de los subalternos.
Así, el interés de los trabajos de Gorriti estaba relacionado con el tema de la
identidad conectada con los asuntos de dinero.
Los últimos años de Gorriti, hasta el 6 de noviembre de 1892 en que
falleció, fueron dominados por la preocupación de búsqueda de fondos. Como
muchas escritoras, escribir no era considerado un lujo sino un recurso de
ingresos. El énfasis en ganarse la vida a través de la escritura no fue realmente
una característica exclusiva del modernismo de los 80. Esta “profesionalización”
del arte, era una necesidad que venía desde años antes. Así, las historias de
Gorriti están llenas de preocupaciones sobre las ganancias económicas; el robo
y el engaño forman la sustancia de sus aventuras. A partir de los años 90 se
muestra preocupada por el creciente materialismo, la avaricia y el deseo por las
12
cosas materiales y las traiciones de los amigos. Esto conlleva a una
preocupación también por el sistema de una república liberal que en vez de
producir integración como ella lo veía, crea más confusión y ambigüedad. La
república liberal redirigió el poder de las creencias populares y estableció
fórmulas para una memoria nacional; paradójicamente estableció principios de
exclusión.
En ese sentido la escritura de Gorriti representa esa paradoja, ejemplifica
la tensión entre conformidad y la libre voluntad, el conflicto de un lenguaje y otro,
lo real y la máscara. Finalmente los trabajos de Gorriti recaen en las
ambigüedades de un movimiento que construye una nación que conducirá a
Latinoamérica de un estado colonial a un estado moderno, y por tanto memoria y
progreso no pueden estar estancados sino como elementos en constante
dinamismo o revolución.
Clorinda Matto de Turner: Obrera del pensamiento y su proyecto de la nación
latinoamericana
Con respecto a la escritora Clorinda Matto de Turner nos centraremos en
su aspecto profesional, en cómo proyecta su voz para que su sonido alumbre a
miles de mujeres que conforman el sentimiento y la identidad latinoamericana,
sin importar clases sociales ni razas y se forje la idea de una supranación que va
desde la Patagonia argentina hasta incluso las frías tierras del norte.
Al igual que con Juana Manuela Gorriti, vamos a considerar algunos
puntos biográficos fundamentales para desarrollar luego los espacios en los que
la autora se expresa. Clorinda Matto nació en Cuzco el 11 de noviembre de
1852; su ascendencia procede tanto de Argentina como de la aristocracia de
Cuzco. En Paisaje y obra, mujer e historia: Clorinda Matto de Turner (1949) de
Manuel E. Cuadros se describe a Matto en una carta de su amiga Susana Pinelo
como:
locuaz, franca, comunicativa, le entusiasmaban las profesiones
varoniles, especialmente fingirse en sus juegos, el ser subprefecto,
13
y tomaba tan decididamente su papel que diariamente hacía llegar
a mis manos, oficios, pues ella me calificaba de su gobernador. …
A veces, como para dar más sello a sus juegos de varón, se ponía
bigotes, tongo y bastón, y era entonces, un ejemplar gallardo, de
una autoridad adolescente, iluminada por el candor del ensueño, y
de ideales, que recién germinaban en su cerebro como una
promesa segura de una futura gloria. (129-30)
Su infancia fue de normal tranquilidad donde hubo felicidad y que estuvo
abrazada por los caminitos, cascadas, árboles individualmente determinados; y
las alegres cabañas de los indios, todos estos recuerdos que producían en su
alma una sensación profunda y deleitosa.
En 1868 deja la escuela para dedicarse al cuidado de su padre y de sus
dos hermanos menores, ya que su madre había muerto seis años antes.
Durante las noches se dedicaba a sus ambiciones literarias. Estas dos arduas
labores terminaron por complicarle la vista, la cual tenía que tratarse. Es así que
conoce al Dr. José Turner, un médico inglés, que como consecuencia de las
visitas al consultorio terminan enamorándose y posteriormente casándose el 27
de julio de 1871.
Se muda a Tinta donde se entrega al estudio de un tema que se convierte
en favorito: la emancipación de la mujer de sus preocupaciones, dándole una
libertad espiritual en contra de la tiranía de los sacerdotes y a su vez adquiere
una voz pública y posición.
Al morir su esposo en 1881, se muda para Arequipa, centro de
actividades revolucionarias durante el tiempo del conflicto bélico entre Perú y
Chile. La escritora había tomado parte activa en muchas de estas actividades,
manteniendo el entusiasmo patriótico y espíritu de sacrificio que la guerra
demandaba.
Cultivó el arte de la tradición iniciada por Ricardo Palma en sus
Tradiciones peruanas, que fueron una suerte de historia-cuento que muestra
anécdotas de ciertos personajes y que son contados con la picardía y el
intimismo que caracterizó al escritor. Sin embargo, en el caso de Matto, sus
14
Tradiciones cuzqueñas (1883) fueron sobrias, sin mucho humor y más
documentales, revestidas de mucha historia, mostrando situaciones de los
nativos, criollos, mestizos y españoles.
Críticos de la época como Ventura García Calderón y Alfredo Yepez
Miranda manifestarán sus puntos de vista. Así García Calderón en Del
romanticismo al modernismo dirá que en su estilo no hay “casi ninguna libertad
en la fantasía; jamás, jamás la travesura. Esta mujer parece un hombre, y un
hombre grave … Es el más perverso reproche que puedo hacerle” (330-31).
Yepez en “Clorinda Matto de Turner” (1848) dirá, por otro lado, que
“Clorinda Matto imitadora, servil, hubiera fracasado, porque aplicar a la tragedia
histórica de la sierra peruana y la fuerza telúrica de su paisaje, la gracia, la
picardía y la travesura limeña de la época colonial, era convertir la tragedia en
comedia” (14).
La explicación para la diferencia considerable entre Matto y su maestro es
obvia por cuanto el hecho de ser provinciana y mujer la ponía en desventaja y
una mujer buscando intimidad con el lector, o parodiando una situación en esa
época, la pondrían en un nivel mucho menor o ligero frente a su maestro,
además de ser considerado su trabajo como uno de plagio. Se agrega también
que el mensaje es diferente puesto que la autora no quiere sólo entretener sino
educar. Podría decirse asimismo que la escritora tiene que adaptarse a
elementos adicionales para ser aceptada por la sociedad literaria en este caso.
Finalmente, el otro punto es el pensamiento o filosofía de la cuzqueña respecto
al gobierno y la iglesia, detrás de estas tradiciones.
Gráficamente se ven sus diferencias ideológicas con respecto a las
instituciones civiles y religiosas de la sociedad en su novela Aves sin nido
(1889), ya que las critica no en su existencia pero sí en cómo son manejadas en
perjuicio de un sector de la sociedad: los indígenas. Pero a su vez, el tema de la
mujer está incluido en el mensaje porque ésta también es marginada por las
autoridades de estas instituciones que se precian de ser justas y benevolentes,
cuando en realidad son corruptas e insensibles.
15
Un ejemplo de aquella marginación fue la censura y el reproche de la
mayoría de los medios de comunicación, además de otros miembros de
instituciones civiles y eclesiásticas, por la publicación de un artículo controvertido
en el periódico en el que ella ejercía de directora.
Posteriormente escribe las novelas Herencia e Índole que no tienen la
misma fuerza que la anteriormente señalada aunque se mantiene su protesta o
queja respecto a la posición y actos de las instituciones que controlan la
sociedad. Su posición especialmente es anticlerical y en pro de lo social en un
primer momento.
Otro ejemplo es el momento crucial del exilio en el cual ella se ve forzada
a decidir en 1895. Boreales, miniaturas y porcelanas, publicado en Buenos Aires
en 1902, exterioriza la obra intelectual e investigadora de una mujer que eligió
vivir en carne propia la incomprensión del hombre y las instituciones impuestas
por él. En estas páginas, Clorinda Matto impulsa y defiende la labor intelectual
de las mujeres de su época por ser futuro de cambio de la sociedad; y asimismo
critica a las instituciones civiles y eclesiásticas que al sentir la voz femenina,
reprimida por siglos, la quieren olvidar, vedar, excomulgar, exiliar y hostigar.
Considerando esta situación, su paso al exilio se va desarrollando desde los
años “En el Perú” y “En Chile”, hasta llegar al destino final de su exilio voluntario
“En la Argentina.” Desde allí, curtida por los avatares personales, propone a la
mujer latinoamericana moderna, emancipada por la educación, y activa en la
sociedad, no sólo por su capacidad de maternidad sino por su labor intelectual.
En esta colección de artículos periodísticos, la autora se sirve de sus
experiencias para reflejar las diferencias existentes entre los medios étnicos y
socioeconómicos entre la mujer y el hombre y entre indígenas, mestizos y
criollos. De esta forma su discurso será cercano al de una fotografía que
estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo para que el lector juzgue y falle.
Ella experimenta las desventuras por las que se encuentra la mujer,
especialmente la que quiere participar en el desarrollo de la sociedad. Relata la
situación del Perú y la suya como intelectual luego de la guerra con Chile en
1879, sus simpatías con el Partido Constitucional que fue derrotado
16
posteriormente, producto de la invasión de las fuerzas de Nicolás de Piérola, y
su exilio.
Es necesario precisar que, después de la guerra con el país del sur, los
peruanos se encontraban desmoralizados, con una situación económica
apremiante, y necesitaban de un caudillo que los guiara a la recuperación y al
desarrollo. Surge así la figura del general Andrés A. Cáceres, que combatió en el
mencionado conflicto y resistió la invasión hasta el acuerdo de paz realizado por
el presidente de turno en 1884. Cáceres toma el control del país luego de haber
forzado una convocación a elecciones. En 1885 fue elegido legítimamente
presidente y se estableció un período de aparente paz. En 1894, Cáceres iba a
ser elegido presidente por exigencia de su partido frente al Congreso,
ocasionando la protesta de otro caudillo y ex presidente, Nicolás de Piérola. Se
produce así la revolución entre liberales y demócrata-cristianos.
En este primer pasaje de la obra de Matto, se ve reflejado el dolor que
siente al comentar los trágicos días de la invasión pierolista y las consecuencias
de la misma le harán exclamar “[h]abríamos querido trazar una línea roja en este
punto del original, pero, estamos narrando episodios históricos, es decir estamos
fotografiando cuadros y la cámara ha copiado la pústula con la misma precisión
con que se retrata un encaje” (Schneider 39). Sus interpretaciones están
apoyadas en varios documentos que ella cuida muy bien de reproducir.
En el primer artículo “En el Perú” discute los eventos relacionados con la
Guerra del Pacífico y los posteriores años de una paz rota por las revoluciones
civiles en 1894. La tregua posterior del gobierno a través de las palabras del
presidente de la república (Cáceres), no es un acto de cobardía ni mucho
menos, es una demostración de un fin más grande que el triunfo personal y se
constituye como interés en la nación peruana. Es el mismo gesto que décadas
atrás se ve reflejado en la Ultima proclama de Simón Bolívar el 10 de diciembre
de 1830 cuando contempló el desmembramiento de Colombia y la lucha
sangrienta y estéril de los pueblos independizados por él: “si mi muerte
contribuye a la cesación de los partidos y al afianzamiento de la paz, yo bajaré
tranquilo al sepulcro” (1).
17
La periodista y literata favorecía las ideas del general Cáceres, que dentro
del círculo que frecuentaba causó algunas discrepancias, especialmente con el
que llegó a ser su amigo y colaborador, el líder intelectual de la época, Manuel
Gonzáles Prada. Ambos eran amigos, pero la cuestión política era motivo de
discusión en la esfera literaria del momento. Así Gonzáles Prada escribiría en
“Una profecía” que Cáceres era tan enemigo como Piérola. Cáceres era
considerado por el intelectual como un ilegal, despótico constitucionalista,
mientras que Piérola era un demócrata autocrático liberal (Crouse 83).
En el primer artículo de Boreales, Matto nos da una explicación y defensa
de sus ideas y actividades políticas:
Si cometimos el pecado de mezclarnos en política, fue por el
derecho que existe de pensar y de expresar el pensamiento. Lo
hicimos por patriotismo sincero, […] y por último aceptando el
camino del extranjero para buscar el pan que no podíamos hallar
en aquel suelo cargado de venganzas, […] de la comandita del
clericalismo con el pierolismo. (23-24)
Aquellas líneas recuerdan los hechos acontecidos el día en que los rebeldes
demócratas-católicos invaden el centro de Lima produciendo una encarnizada
lucha civil, el derramamiento de sangre sin razón, y las angustias y temores de
la propia Matto durante aquellos momentos de saqueo y tiroteos, en los que se
vio obligada por las fuerzas coalicionistas pierolistas de hacer de enfermera
junto con su marido doctor y el resto de su familia. Las consecuencias de aquella
rebelión, como se manifiesta en la cita, fueron el exilio y la excomunión. El exilio
es voluntario, pero la segunda fue decretada por José Macchi, amigo y
colaborador de Piérola.
Transcurridos los acontecimientos que ella vivió en carne propia en el
Perú, se dirige a Chile y escribe el segundo artículo “En Chile” que apareció
publicado en La Lealtad del 27 de abril de 1895. En este segundo artículo no
sólo aprecia la bienvenida que le dan en el país sureño sino que habla de los
factores que la condujeron a su salida de Perú. Uno de ellos fue la destrucción
del taller donde se imprimía el periódico Los Andes, del que ella era fundadora.
18
Así dice “habíamos perdido la última fuente de la vida que nos quedaba para la
honrosa labor de buscar el pan con el sudor de la frente” (57).
La autora tiene sentimientos encontrados al estar en el país que invadió el
suyo durante la Guerra del Pacífico, un país que era indirectamente responsable
de la situación del Perú. Resulta cuestionable y curioso el recibimiento caluroso
de los chilenos cuando por sus críticas contra la lucha civil, la iglesia y las
relaciones de Piérola con Chile, se haya visto en la necesidad de dejar Lima.
Hay que precisar que esta ambigüedad tiene sus antecedentes desde antes de
la guerra entre dichos países, ya que Chile pretendía tomar posesión de las
regiones peruanas del sur, ricas en salitre, a efectos de mejorar su economía, y
el inicio de la guerra fue un buen pretexto para poseerlas luego de los tratados
de paz. Posteriormente, la paz de reconstrucción del Perú (1886-1894)
preocupaba e incomodaba sus intereses. Es así que iniciada la lucha civil, Chile
se convierte en uno de los miembros de la Comisión Diplomática encargada de
solucionar los conflictos surgidos entre los peruanos Andrés A. Cáceres y
Nicolás de Piérola. Se puede decir que la solución del conflicto para los
propósitos de Chile era avalar la toma de mando de Nicolás de Piérola, con el
que mantuvieron relaciones más llevaderas.
Por otro lado, Matto de Turner siente admiración por la labor de la mujer
en Chile, y así escribirá en el libro mencionado: “La mujer es protegida en su
trabajo con preferencia al varón. Los tranvías tienen mayorales, y en las oficinas,
tanto de estado como particulares, se la emplea con gusto” (71). Así también
resalta el desarrollo del diarismo que demuestra la altura intelectual de la
población, fuera del progreso que alcanzan otras publicaciones específicas, los
negocios y sus horas de atención, el trato de los periodistas y otros eventos
encontrados durante su estadía en Valparaíso. En Santiago de Chile su
experiencia fue grata cuando se entrevistó con los políticos Robinet y Guillermo
Blest Gana. De igual manera, tuvo la oportunidad de saludar al escritor Pedro
Pablo Figueroa, “un vigoroso duraznero que se rinde al peso de la fruta” (89).
El tercer y último articulo de Boreales es sobre su experiencia en
Argentina, que se inicia con su arribo a Buenos Aires en 1895 en compañía del
19
escritor Roberto J. Payró, entonces corresponsal de La Nación. Clorinda Matto
es recibida con expectativa, así como ella esperaba este momento cuando dice
“en realidad estaba, por fin, nuestro sueño acariciado desde la infancia, de visitar
la patria de nuestro abuelo, don Juan José Usandivaras, la cuna de Juana
Manuela Gorriti” (98).
A su llegada, algo se agitaba en aquella gran ciudad: la guerra entre la
Argentina y Chile. Como peruana quiso ver castigada la osadía del invasor; pero
sobre ese anhelo legítimo se levantaba la voz de la razón, además consideraba
en gran manera la labor del presidente argentino, general Julio A. Roca, quien
sabía aquietar al pueblo. No oculta la admiración por ese pueblo que se
caracteriza por la lucha y la resistencia, por el pueblo donde surge la libertad
(considerando que el general José de San Martín inició la misión libertadora
desde Argentina).
Así, terminando la narración del viaje con llegada esperada y feliz, dice:
“Buenos Aires: [¡] á ti que guardas la Libertad coronada de rosas que no
marchitaron las auroras boreales, á ti que enalteces el trabajo en el templo de la
Virtud, á ti que estimulas el patriotismo con el ejemplo de los mayores, en la
etapa del viaje te saludo!” (104).
Clorinda Matto se adapta muy bien a la sociedad bonaerense y frecuenta
los círculos literarios, el Ateneo y la Unión Ibero-Americana, incluso es profesora
en la Escuela Comercial de Mujeres en la Escuela Normal. Comparte sus
discursos en diversos centros de la capital Argentina, dando a conocer su
ideología.
Consecuencia de esta actividad intelectual prolífica es la sección de
Porcelanas, la tercera y última sección que está compuesta de ensayos de
fervor político, de figuras literarias y heroínas. Es en esta tercera parte en que
se consolida el tema de las obreras del pensamiento en América del Sur, tema
que sería tratado en una conferencia en “El Ateneo” de Buenos Aires. Encierra
todo por lo que ella ha luchado, la educación femenina y su participación activa
en los factores que mueven la sociedad.
20
El texto trata de hallar las causas del porqué de la situación subalterna de
la mujer dentro de la sociedad. Así dirá que los interesados en conservar a la
mujer como instrumento de placer y la obediencia pasiva, acumulan el
contingente opositor y no se fijan que la desigualdad entre ambos sexos produce
el divorcio del alma y del cuerpo. El matrimonio pues, se transforma en una
unión monstruo cuando no existe amor.
Defiende la cultura en la mujer por reclamo de la naturaleza y de las
condiciones sociales de la época, y también por una perfección de la sociedad.
“Surgen también espíritus retemplados con el vigor de los cuerpos sanos, que,
estudiando la naturaleza y condiciones sociales de la época, comprendieron que
postergar la ilustración de la mujer es retardar la ilustración de la humanidad; y
nobles, se lanzan como paladines de la cruzada redentora” (248).
Resalta las virtudes de las mujeres en general que no sólo tienen la
función de dar hijos sanos a la patria que las viera nacer, sino también la misión
de desarrollar la sociedad con sus ideas, de cambiar la forma de pensar. Pide
que se concentre la mirada hacia las repúblicas de sur y centro de América
porque son las tierras que interesan a la raza que vive en ellas y para el
enriquecimiento del idioma. Como parte de su discurso y antes de dar detalles
sobre lo que sucede en Latinoamérica, menciona como punto de referencia a los
Estados Unidos donde las mujeres tienen una posición más activa en su
sociedad, algunas profesionales, otras desempeñando labores no menos
admirables. Esta aproximación, por el tono de su pensamiento, es la idealización
del papel de la mujer en la sociedad de principios del siglo XX.
En su discurso empieza a nombrar a mujeres destacadas en el campo
intelectual argentino como Juana Manuela Gorriti, y otros nombres de mujeres
intelectuales de las provincias de Argentina, “…las que hoy forman la legión de
honor en la patria de Alberdi y de Sarmiento, con la particularidad de que las
más de ellas son de provincias, muy pocas de esta gran Buenos Aires, con
propiedad llamada la Nueva York del Sur” (254).
Con lo anteriormente señalado no se rechaza su discurso sobre la función
trabajadora y abnegada de la mujer como género, ni tampoco critico su forma de
21
pensar respecto al concepto de educación relacionada con el término de
civilización que en esos años se manejaba ya sea en Argentina como en Chile o
Perú; sino tratar de entender que Matto de Turner sin desmerecer su labor
intelectual, habla desde una posición privilegiada, habla para las mujeres de su
misma condición, y que han pasado penurias para dar su voz a conocer. “La
mujer escritora, […] será la más capacitada para definir su rol. […] El género
ensayístico les sirvió a todas como un espacio desde el cual articular su posición
en la sociedad” (Meléndez 574). Anteriormente, había escrito sobre las otras
mujeres afectadas ya no sólo por el aspecto educacional, sino también por el
asunto de la raza.
Matto, dentro de la posición de la mujer que ella defiende, es firme y
demuestra un encomiable afán por darles a sus voces la amplitud y alcance que
merecen. Muestra objetividad y también elementos subjetivos en su discurso,
que lo hacen ambiguo en algunos momentos; el tema principal es la mujer como
persona activa de la sociedad, y para conseguir aquella meta se necesita
educar. Es la luchadora del pensamiento que dio a conocer su voz, y como
sostiene Mariselle Meléndez,
[d]ebido a la inestabilidad y amenaza que acompañaba tal
visibilidad de la mujer, […] sus posturas no pudieron desligarse del
asunto de lo doméstico. […] funcionó para reformular la posición de
la mujer no únicamente como guía de sus hijos sino como ser
activo y pensante en la sociedad, como compañera y no como
subalterna, como sujeto y no como objeto. (585)
Se puede decir también que funcionó para reafirmar el concepto del que una
contemporánea suya [Carolina Freire de Jaimes] había hecho una constante
como el de la Mujer ilustrada, cuyas “labores intelectuales fortalecen las
domésticas” (Castañeda 46).
Se constituye como una de las verdaderas heroínas que tuvo que luchar
contra “la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades
para obtener elementos de instrucción” (265). Tuvo que luchar contra las ideas
de aquellos que consideraban la educación femenina como un defecto en vez de
22
ser otro ingreso más para la modernización de la sociedad. Es a través de ella y
de otras de su condición que se siembra el germen de ejemplo para el resto de
las mujeres, sin importar la situación social o económica, de raza o religión. Es
ejemplo vivo de tesón, trabajo y haberse hecho escuchar.
Así, nuestra heroína sostiene: “¡Ah, no es tan desgraciado el ciego de
nacimiento, sin idea de luz y color, como aquel que, en hora triste, sintió
hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas! Consideremos por este símil
la situación de la mujer que está en lucha abierta, entre la ceguera, que
amenaza y la luz que es preciso dilatar” (266).
El imaginario feminista en la segunda mitad del siglo XX
Desarrollando el contenido de la presente sección, empezaremos por
mencionar la teoría del deseo, cuyo contenido estudiado por Jacques Lacán en
psicoanálisis y psicología es llevado a términos también filosóficos puesto que
es la lucha constante interior del individuo y también el contraste con su realidad.
Aquella confrontación es necesaria para forjar en el individuo un sentimiento no
de placer sino de goce, que para conseguirlo implica someterse a la injusticia o
crueldad del Otro. Así como hemos mencionado, la viudez de Gorriti la sitúa
fuera de la sociedad produciendo una pérdida en ella que busca recobrar a
través de sus escritos. El ser viuda en Argentina y el no tener una relación
formalizada es una situación que hace que la intelectual busque la forma de
poder sobrevivir mediante su propio trabajo. Así mismo, en su prosa establece
personajes que reflejan su propio sentir en cuanto a las dificultades económicas,
relacionadas ya sea con la raza o con el género. Lo que produce controversia en
Juana Manuela Gorriti es su feminismo no radical. Es decir, se centra en el
desarrollo intelectual de la mujer además de sus obligaciones domésticas, pero
no sale completamente de la esfera privada. Sin embargo, estuvo relacionada
con la política pero no quiso involucrarse. No llega a activar los movimientos
radicales que ya se daban en los Estados Unidos a partir del último cuarto de
siglo. Aún la mujer latinoamericana estaba en la transición con miras a la
23
modernidad, relacionada con lo liberal republicano lo cual escapaba del
conservadurismo católico pero no llegaba al anarquismo propuesto por otros
pensadores de la época. Por otro lado, esa ambivalencia de conceptos le harán
imaginar a través del deseo una atmósfera de intercambio cultural, donde la
mujer se desarrolla plenamente, en cuanto a expresión intelectual y que
confronta con la realidad al constituirse como un medio de sobrevivencia dentro
del ámbito privado, por un lado, y la visión de formar una gran nación
latinoamericana a través del dialogo constructivo de sus intelectuales.
Iris Zavala en Colonialism and Culture: Hispanic Modernisms and the
Social Imaginary propone, en conexión con la teoría mencionada, el imaginario
modernista basado en el aspecto dialógico que implica una constante
interrelación de significaciones y de perspectivas o voces. Dicho marco interesa
a nuestra tesis porque estamos considerando la época en la que nuestras
autoras viven y el exilio en el que se encuentran. El ambiente y la situación
influyen para que las intelectuales se encuentren en una posición en la que
visionen y traten de concretar una realidad diferente a la que experimentan,
constituyéndose entonces el ideal o el imaginario. Para conseguir sus objetivos,
necesitan enfrentarse al discurso dominante constituido por la tradición o el
oficialismo mitificador.
La situación de exilio ubica a las escritoras en una atmósfera de
constante cambio por las observaciones que tienen en el país en el que viven
diferentes al del de nacimiento. En consecuencia, el pensamiento se hace más
amplio y absorbe las influencias o elementos que conforman una sociedad
cambiante. Así, Matto en Cuatro conferencias sobre América del Sur (1808) nos
muestra una imagen de Buenos Aires durante su exilio: “He vivido quince años
en Buenos Aires ejerciendo el profesorado y periodismo a la vez, observando el
movimiento industrial y la influencia del brazo obrero en el progreso del país y lo
que al inmigrante le conviene…” (17).
Matto está de observadora de una realidad que se construye en vías del
progreso, y que está basada en la industrialización y la mano de obra. No
especifica si hay discrepancias entre obrero y empleador, pero sí menciona que
24
en Argentina hay porvenir y que es propicia para el inmigrante asegurándose
una vida mejor tanto para éste como para su familia. Surge la pregunta si la
autora peruana olvidó que en Argentina la población mayoritaria es inmigrante y
que la población indígena es casi inexistente. Creemos que no lo olvida, pero es
práctica en cuanto a las opciones, porque resulta imposible repoblar las tierras
con los pobladores originales. Ante una nación aun joven cabe poblarla para
impulsar el desarrollo con el trabajo en la industria, la ganadería y agricultura y la
educación. La mujer no está exenta en su imaginario; por el contrario, la mujer
forma parte de este desarrollo, que si bien no habla de las trabajadoras de
fábricas, hace énfasis en que el desarrollo de su imaginario depende mucho de
la educación que reciba, la cual servirá para su participación con pleno
conocimiento de su rol en la sociedad, y por otro lado que esta visión se
expanda a lo largo de Latinoamérica, aliviando los factores que provocaron su
exilio. Esto se resume a lo que Zavala sostiene como integración del
ideologema, el cronotopo y lo dialógico:
The integration of these categories will allow us to give particular
attention to modernism as a historical poetics which prepared the
groundwork for a dialogical social imaginary which monitors an
imaginary “representation” of social relations based on a collectivity
in solidarity with its values and its collective project. This dialogical
social imaginary, which took shape at the turn of the century,
provides the basis for two related problems: first, how a
heterogeneous community organized itself into a collective “I” and
“another”; second, how cultural texts forged a tentative wholeness
through the discursive position of national and cultural identity. (14)
La idea de nación y su diseminación en el proyecto integrador latinoamericano
Usando las dimensiones de tiempo y espacio es que materializamos el
deseo en el discurso de las autoras analizadas y cómo en ellos se forja la visión
de una nación, y para ello nos basaremos en Homi Bhabha con el texto Nation
25
and Narration (1990) y la idea de la construcción de ésta, no como una
continuación de un mito, sino precisamente lo contrario, la constante renovación
de la idea de nación por las diferentes culturas que tratan de convivir haciéndola
ambivalente o híbrida. No es una unidad basada en la oficialización de una sola
cultura, sino la unidad basándose en una transformación interior. Esta
ambivalencia emerge de una creciente concientización que, dejando de lado la
certeza con la que los historiadores hablan sobre el “origen” de la nación como
signo de la “modernidad”, la temporalidad cultural de la nación se inscribe como
una realidad social más dinámica y transitoria.
Esa realidad transitoria es considerada también ambivalente, lo que se
constituye como el proyecto de la Nación y Narración:
[To] explore the Janus-faced ambivalence of language itself in the
construction of the Janus-faced discourse of the nation. This turns
the familiar two-faced god into a figure of prodigious doubling that
investigates the nation-space in the process of the articulation of
elements: where meanings may be partial because they are in
medias res; and history may be half-made because it is in the
process of being made; and the image of cultural authority may be
ambivalent because it is caught, uncertainly, in the act of
‘composing’ its powerful image. (3)
Concretizando la teoría, la conformación de los estados nacionales
latinoamericanos que se efectúa durante el siglo XIX respondía a las
necesidades de los grupos dominantes -descendientes de los conquistadores y
colonizadores europeos- en el marco de la constitución y desarrollo de un
mercado mundial. Éste rompía las barreras económicas, favoreciendo el proceso
de interdependencia entre las diversas sociedades humanas y, a la vez,
construía nuevas barreras de dominación y de negación de las especificidades
socio-culturales.
Se producen cuatro momentos del proceso de construcción de las
comunidades históricas llamadas “naciones”. Este proyecto, definido en el
pensamiento de la Revolución Francesa referida a la nación como una e
26
indivisible, traía como correlato la subordinación de las etnias que integraban un
territorio. En la lucha por la delimitación de sus fronteras, que estaba relacionada
con la disputa por los mercados y las fuentes de obtención de recursos naturales
y humanos, las etnias quedaron diseminadas y repartidas en varios estados
"nacionales", movimiento que deriva en sucesivos procesos de "relocalización".
Este enfoque se prolonga hasta el presente, con el fenómeno de la
transnacionalización y las políticas multiculturales fomentadas por la
globalización.
Otra mirada que también da cuenta de la realización de ese proceso
histórico es la de las mujeres. En este sentido nos centraremos en la producción
de Juana Manuela Gorriti. Ella constituye, junto a otras mujeres escritoras, una
generación de importancia clave para las embrionarias literaturas nacionales. La
escritura de Juana Manuela Gorriti se va construyendo sobre su propia biografía,
en la que se conjugan las incipientes historias nacionales de tres países: la
Argentina andina, Bolivia y el Perú. En su producción es posible descubrir la
forma en la que se creó un espacio femenino dentro de las comunidades de
cada país, la historia de las representaciones nacionales formativas, el lugar de
la literatura en las sociedades poscoloniales y la intimidad de las guerras
independentistas en las que a la mujer le cupo un lugar fundamental.
Juana Manuela Gorriti intenta reconstruir su tierra y su pasado. Una mujer
disfrazada de hombre, viaja a pie por un denso bosque de un lugar no
especificado pero que puede ser reconocido como el noroeste argentino, tierra
natal de la autora, después de la Independencia. Esa narradora mujer,
escondida detrás del ropaje masculino, no reproduce la imagen de la patria
atravesada por la demanda hegemónica de territorialidad y dominio que
caracteriza al discurso del período nacional-independentista.
Juana Manuela se niega a interpretar el momento de la independencia
simplemente como un nuevo comienzo, sino que sugiere que esta
representación patriarcal impide la posibilidad de una verdadera descolonización
de las relaciones sociales. Como sobreviviente del antiguo orden, su tarea es
recuperar los fragmentos que quedan de éste después de un levantamiento
27
revolucionario. Su actividad se define, en términos de género, a partir de los
rasgos de supervivencia y continuidad social que siempre han existido.
El eje de comportamientos propuesto por el discurso progresista de la
época, que pregonaba el derecho de la mujer a recibir formación y educación
especializadas, se sustentaba fundamentalmente en el deseo de contrarrestar
algunas características negativas de la naturaleza femenina y, a través de una
preparación más sistemática, conseguir que las mujeres afrontaran con mayor
responsabilidad sus roles históricos de hijas, esposas y madres.
Coherente con este modelo, en las décadas republicanas comienzan a
proliferar, tanto en Buenos Aires como en Lima o México, las revistas para
mujeres. La preocupación por el rol femenino en las comunidades nacionales se
traducía en un espacio cotidiano en el que la mujer era proclamada el "ángel del
hogar". Así, en el prólogo de su libro culinario titulado Cocina ecléctica, Juana
Manuela expresaba: “El hogar es el santuario doméstico, su ara es el fogón, su
sacerdotisa y guardián natural, la mujer. Ella, sólo ella sabe inventar esas cosas
exquisitas que hacen de la mesa un encanto... fruto de la ciencia más
conveniente a la mujer” (2).
Los textos de Juana Manuela Gorriti son representativos de los
ideologemas femeninos del siglo XIX, aspecto que ha sido estudiado por
Francine Masiello (1989), para quien aún en el caso de las mujeres
conservadoras, los artefactos literarios operan con dispositivos mucho más
porosos a la heterogeneidad etno-cultural y genérico sexual que en los textos
escritos por los hombres del liberalismo.
Todas estas perspectivas confluyen en la reflexión acerca de la
centralidad del componente ficcional en el proceso de construcción de la nación.
Según Benedict Anderson, la nación moderna suele representarse a sí misma
como una "comunidad imaginada", en la que los miembros de una sociedad
nacional se imaginan vinculados por lazos horizontales y fraternales. Así, los
caracteres de la nación "discreta, soberana y autónoma" se integran al "estilo de
imaginar" propio de la nación moderna. La novela y el periódico proveyeron los
medios técnicos necesarios para la "representación" de las comunidades
28
imaginadas nacionales. En el siglo XIX se asiste a la aparición de una literatura y
de un imaginario nacional que anunciaba las repúblicas. En ese contexto la
mujer moderna antes de la ultima década del siglo XIX está en una transición, en
un cambio puesto que las funciones que desempeña no son más las
exclusivamente domésticas. Así también la nación que se imagina es una
influenciada por los cambios o avances industriales, tecnológicos, sociales y
políticos.
Poder y sexualidad: La nueva mujer a finales del siglo XIX
La gran mayoría de los estudios sobre la mujer en la segunda mitad del
siglo XIX fueron hechos por hombres y pertenecen a un discurso patriarcal en el
que se retrata a la mujer como ser inferior por su naturaleza física y moral, apta
para sentir aunque no para pensar. Sin embargo aquel ser considerado inferior
influye en el hombre y en la sociedad, por lo cual estamos entrando al debate de
si el poder necesariamente está relacionado a la jerarquía, o la jerarquía se
constituye como una mera creación por parte de aquel que domina y el poder es
un elemento autónomo o que la sexualidad del llamado débil atrae al otro
individuo de manera tal que el poder se invierte o se equilibra en ambos. Otros
dirán que incluso la mujer tiene más poder pues se encarga de cumplir la misión
divina de regenerar a una sociedad corrupta y materialista.
Los estudios sobre la inferioridad de la mujer provienen de documentos
que datan del siglo XVI que establecen el comportamiento de una mujer
conforme a lo establecido por los cánones religiosos católicos en referencia al
matrimonio, la pureza, la virginidad, y con la aprobación de la sociedad
dominada por los hombres. Durante estos siglos, la mujer de manera ‘silenciosa’
ha venido transformando esta sociedad, que aunque aun se mantiene con
rezagos de aquel patriarcado, ha conquistado importantes logros.
Es importante ver que a finales del siglo XIX los cambios se vinieron dando en
los Estados Unidos con respecto al sufragio de la mujer, los derechos laborales
y el estudio en las universidades, el desempeño de cargos públicos y políticos.
29
En Latinoamérica también se produce como lo demuestran nuestras autoras en
estudio, pero sin llegar al feminismo que ellas consideraban radical, aunque
producto del exilio van a ampliar su visión con respecto a otros roles de la mujer.
El discurso patriarcal condena a la mujer a la vez que la elogia, porque
por un lado la hace inferior, pero por otro la hace salvadora de la humanidad. Y
como sostiene Picon Garfield en Poder y Sexualidad: “[s]on muy profundas las
raíces de la mitología bíblica, fuente de esta ideología, en que nacen las tristes
figuras de Eva y María, manipuladas las dos al antojo del discurso hegemónico
patriarcal que las creó” (25).
Un caso concreto respecto a la función de la nueva mujer, que difiere de
la de Gómez de Avellaneda, es el de la mujer obrera en Argentina, porque se
garantiza la igualdad tanto al obrero como a la obrera. Matto escribe también en
Cuatro conferencias sobre América del Sur que “no hay por que imponer
sacrificio a nadie, sino pedir igualdad de procederes a ambas partes: patrones y
obreros” (53).
La equidad y justicia deben primar para los operarios, los enemigos que
ayer estaban llenos de egoísmo e inhumanidad y quedaran hoy amigos,
habitando la ciudad fraternal, ciudad de luz, donde no se conocen los
ventisqueros que paralizan las sensaciones generosas del espíritu. Podríamos
sostener que la mujer obrera mira los asuntos de igualdad social desde otro
punto diferente al hombre, porque su propio natural observador la ha inclinado a
su máquina de coser, dejándole la persuasión del trabajo, van a la perfección de
la obra de costura; y en las grandes fábricas han observado cómo se llega a
resultados perfectos mediante las funciones desiguales del huso y la lanzadera
que aguardan la nutrición del cardador o cardadora.
La doctrina de la evolución, síntesis del sistema spenceriano, tiene que
aportar bienes incalculables a la causa de la mujer persona, sin traspasar los
linderos de la razón hasta lo irrisorio de la igualdad absoluta entre el hombre y la
mujer, porque existen funciones físicas imposibles de canjearse. En una de sus
conferencias antes mencionadas insta a que observemos que “la educación y
dirección de la mujer obrera como del precioso antídoto que hemos de ofrecer al
30
varón contra el veneno de las perturbaciones sociales, como gloriosa conquista
de la civilización dentro de la industria” (57).
Promueve en esta última parte de su vida (exilio) a la fundación de
centros de instrucción recreativa y sociedades protectoras de los derechos de la
obrera, sin los tumultos de las huelgas que mal se avienen con el carácter de la
mujer. La mujer se establece independiente pero a su vez como complemento
(al lado) del hombre, no importa que sea obrera mecánica u obrera del
pensamiento, personaje o persona que vive del conflicto de poder y la
sexualidad en carne propia como Matto y Gorriti. Sin embargo, dentro de su
feminismo han sabido ser reconocidas por algunos y criticadas por otros, ya sea
para interiorizarlas o para apropiarse de su discurso.
Las intelectuales bajo análisis se encuentran en una posición en la que la
construcción de la nación no es mítica o de continuación con lo que los estratos
de poder establecen, sino que deconstruyen el mito con una nueva perspectiva o
voz que produce el choque inevitable entre fuerzas hegemónicas y subalternas.
Finalmente en aquel lento proceso se produce, no la inclusión de la nueva
perspectiva, sino la transformación del todo. Y en su comparación con otros
intelectuales de la época, que también comparten la situación de exilio, hay
similitudes como también diferencias, las que enriquecen nuestra tesis. Ejemplos
claros los vemos en Martí, quien siendo hijo de padres españoles y
considerando que la situación entre metrópoli y periferia es irreconciliable, inicia
la revolución de independencia de Cuba, aunque el escritor no llegue a ver la
concretización del deseo. La otra visión del escritor era ver a América Latina
unida, lo que se extiende a una idea de supranación, la misma que visionan
Matto de Turner y Gorriti. Ambas escritoras entran al proceso de transformación,
desmitificando lo que el estrato de poder quiere eternizar.
Finalmente, con escritoras como Gómez, Matto y Gorriti, la
transformación va más allá, puesto que el choque de fuerzas abarca una
situación más específica aún, que no es la inclusión de la mujer como un
elemento de la sociedad, sino su participación activa en ella, la cual para el
discurso patriarcal es difícil de aceptar y si la acepta no es por autoría de la
31
mujer sino por la del hombre, atribuyéndosele un carácter masculino, y por tanto
restándole méritos a la condición intrínseca de la mujer. Sin embargo, estas
intelectuales así como muchas otras lograron proyectar un contradiscurso
reinterpretando los símbolos utilizados por el sexo aparentemente “dominante.”
32
CAPÍTULO 2
FRONTERAS INTERNAS Y EXTERNAS EN EL DISCURSO PROGRESISTA
DEL SIGLO XIX EN LATINOAMÉRICA
Este capítulo se enfoca en los espacios fronterizos en los cuales nuestras
escritoras se desenvuelven, así como en los puntos de conexión o similitudes en
su discurso de resistencia. El esquema plantea los aspectos de género, el
imaginario de ambas escritoras respecto a un orden que va de menor a mayor:
sexualidad, poder, identidad-patria y supranación al igual que la teoría
poscolonial. La travesía de las autoras por los diversos paisajes del Cono Sur y
los Andes sudamericanos es un viaje de exilio como consecuencia de la
expresión de sus ideas. Dicha peregrinación terminará de formar su carácter
siempre inquieto por el saber y cuya materialización se da a través de su
participación activa en puestos de dirección en círculos intelectuales, en revistas
y periódicos. Las escritoras participarán en eventos importantes de aquellos
países que les brindan techo, y se desarrollan como obreras manuales e
intelectuales.
Buscan usar el discurso patriarcal en su propio beneficio, es decir, estar
dentro del grupo de poder para ejercer resistencia y contrarrestar el
planteamiento del grupo hegemónico para darle mayor alcance a los objetivos
que estas mujeres trazan. Llegado hasta este punto la visión es más amplia y se
quiere proyectar a otras fronteras que ya no son las de Sudamérica sino las de
Latinoamérica y finalmente América.
Se mencionarán también las diferencias en ambas escritoras
considerando que, dentro de la posición de lo subalterno, Gorriti viene de un
33
país cuyo gobierno impulsa el desarrollo industrial capitalista influenciado por
Europa y los Estados Unidos; y Matto viene de un país que está saliendo de un
periodo de acciones bélicas, una frente a España al iniciar la segunda mitad del
siglo XIX y la otra a finales del mismo frente a Chile. Además se considera la
diferente geografía y el cambio abismal que hay cruzando los Andes, que van
transformando las emociones y perspectivas de las autoras que serán base para
la elaboración de su prosa.
Ayudados por el enfoque de Walter Mignolo, buscaremos respuestas en
cuanto a la fronterización (border thinking) o “transculturación” de las autoras
(social, política y culturalmente hablando) en los diferentes espacios donde
participan.
Breve introducción al pensamiento de frontera. Los planes para América y la
revolución intelectual secular
Para hablar de pensamientos fronterizos para los conceptos a los que nos
referimos en este trabajo debemos partir de la idea de colonialidad y modernidad
que como imposición de todo conocimiento se producen en todas partes, y al
hablar de Latinoamérica, se producen fenómenos muy diversos que se
mencionarán más adelante.
Walter Mignolo en Local Histories-Global Designs menciona que hay dos
etapas de modernidad que se dieron en lo que hoy llamamos América: el
descubrimiento y la emancipación/descolonización. Pero a la vez mientras había
descolonización se produce la colonización por los mismos grupos hegemónicos
sobre India y África. Obviamente, las perspectivas y los motivos son diferentes
en cuanto a la búsqueda de modernidad. Hay una gama variada y compleja que
determinan el mapa de la colonialidad del poder, descolonización, y lucha con la
diferencia colonial en América (128).
Por ejemplo, Fausto Reinaga menciona que las repúblicas andinas
(Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina), surgen como consecuencia de
aproximadamente 500 años de lucha quechua-aymara contra los invasores
34
españoles (Mignolo, 129). Así también lo podemos ver en México con la
revolución de los zapatistas (finales del siglo XX), quienes comenzaron su
declaración refiriéndose a 500 años de opresión (129).
Estas revoluciones, entre otras, son el reflejo dinámico del concepto de la
americanidad, el cual aún continúa en transformación. Sus comienzos fueron
desde el descubrimiento y su consolidación después de la independencia en
Nueva Inglaterra (1776), Nueva España, Perú y Nueva Granada (1810-1821),
hablando en términos de emancipación, diferente del de una descolonización
como se desarrolla en el siglo XX.
La América hispana, se convirtió en una identificación territorial por los
criollos (intelectuales o no) en el siglo XIX y por tanto en un proceso de
autodefinición con las diferencias de razas y culturas. Previamente la situación
era más dispersa, la relación de los indígenas con la tierra se había roto y se
convirtieron en ajenos a ella y posteriormente se sintieron fuera de lugar al
haberse introducido influencias de los colonizadores. Los españoles también
estaban fuera de lugar puesto que estaban ajenos a lo cultural de aquellos
pueblos indígenas (Mignolo, 130).
En cuanto a la América anglosajona, su comienzo es un siglo después
que el de la hispana, tiene un momento importante a mitad del siglo XVII donde
se impulsa otra visión de lo moderno como un sistema mundial
“moderno/colonial” basado en el cambio de los medios y protagonistas del
comercio. El impulso de lo moderno (en la perspectiva hegemónica occidental)
tiene alcance espacial y temporal, como por ejemplo el concepto de la
“civilización y barbarie” en Latinoamérica (s.XIX-principios del XX), Japón 1868 y
China 1930 (132).
El nombre de “Latinoamérica”(133) no viene de los intelectuales de la
ilustración latinoamericana sino que es producto de la nueva configuración de un
campo imperial de fuerzas: España y Portugal en decadencia por un lado, y
Francia e Inglaterra en su campo imperial hegemónico; así como los Estados
Unidos con su perspectiva clara del “Destino Manifiesto”(134) y el proyecto de su
poder imperial futuro.
35
“Latinoamérica” es el producto del doble discurso: el discurso imperial de
identidad influyendo la sociedad civil, y el discurso de reubicación producido en
los sectores de la sociedad civil (intelectuales, movimientos sociales) que
discrepan del primer discurso. Es la imposición hegemónica vs. la resistencia al
discurso opresivo.
“Latinoamérica” es una identidad postcolonial, dentro de las fuerzas
liberales dominantes en el sistema mundial moderno durante el siglo XIX. Las
naciones post-independencia se articularon dentro de la ideología liberal del
sistema mundial moderno. “Descolonización” como horizonte final no estaba
disponible en el siglo XIX.
El nacimiento de los dos grandes pueblos que habitaron este continente
se concretizan con una marcada diferencia: Estados Unidos se constituyó
independiente de un imperio naciente mientras que los países latinoamericanos
se independizaron de dos imperios en decadencia. Entre 1820 y 1830 hubo dos
eventos sintomáticos en el norte y sur del continente americano. Muchos países
hispanos se independizaron entre 1810-21, y los Estados Unidos negociaban la
posesión de Louisiana con Francia y entre 1812-19 la anexión de Florida. Esto
sucedió mientras Bolívar en el sur planeaba un Congreso en Panamá para
trabajar en la unidad legal de la confederación americana (todo el continente).
Bolívar tenía la visión correcta del nuevo mundo cuando decidió sostener el
congreso en Panamá. Vio la apertura del canal y varios canales que conectarían
los dos océanos y convertirían a Panamá en el “center of the planet” ‘centro del
planeta’ (Mignolo 134). La post-independencia no es otra cosa que un reajuste a
la colonialidad del poder y el nacimiento de nuevos proyectos en tensión de
conflicto con el diseño global (134).
Al mismo tiempo que Bolívar, en Estados Unidos la Doctrina Monroe con
la ideología del “Destino Manifiesto”, lo cual no le daba la originalidad a Bolívar
en cuanto a lo del Canal de Panamá como punto estratégico. La visión de
E.E.U.U. era una América unida con la hegemonía de éste (intención muy clara
en la toma de territorio mexicano con el tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848 y
la consigna de la doctrina llegando hasta Centroamérica, incluyendo el canal). El
36
conflicto es entre naciones emergentes y no entre un imperio emergente y un
imperio decadente, como sí sucedió con Cuba y Puerto Rico en el último
decenio del siglo XIX.
La independencia de España no fue un movimiento social de los
indígenas (amerindios) sino de los la población criolla indígena. La revolución
francesa y la independencia de las colonias en Nueva Inglaterra fueron
inspiración, pero no se menciona la revolución haitiana, que pudo ser modelo de
los amerindios si es que estos hubieran estado en la posición de hacer una
revolución después del fallido intento de Túpac Amaru.
“¿Hay algún pensamiento que sea particularmente hispanoamericano?” –
se preguntaba José Carlos Mariátegui en el ensayo del mismo título. Su
respuesta es negativa y agrega que existió una manera de pensar alemana, una
manera francesa pero no Hispano Americana (63).
El espíritu hispanoamericano está en elaboración según Mariátegui, y
sostiene que la civilización de la potencia se encuentra en Nueva York, en
Londres y en Berlín, pero que debe haber un diálogo entre la América de Waldo
Frank, Emerson, James y Whitman con la generación nueva iberoamericana,
que es también adversaria del imperio de J. P. Morgan y del petróleo
(Mariátegui, 369-70).
Es así que está aún en diálogo porque los temas que fueron motivo de
reforma desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días siguen siendo
los mismos porque incluyen factores o intereses que varían dependiendo del
espacio y del tiempo. Estos factores son necesarios porque responden a un
fenómeno geopolítico, a una experiencia que en este caso es el americano en
general, en el cual el método a utilizar debe ser el de la especulación para
desarrollar una idea que en la práctica lleve acción con energía y significado
ético. Esta idea siempre está ligada a un interés y como el interés es una
cuestión de perspectivas y también de poder, hará que la idea sea transformante
y se establezca, como sostiene Jürgen Habermas en “Conocimiento e interés”
(1968), una dialéctica entre el conocimiento (idea) y el interés mismo (práctica).
La constante disciplina de pensar y buscar la efectividad de la idea en la práctica
37
hace que se tomen los elementos históricos de un diálogo reprimido y se
reconstruya con lo que se obvió. Esto gráficamente es traducido a diferentes
discursos como ya se hizo referencia anteriormente: el discurso hegemónico y el
discurso subalterno, uno que establece parámetros y el otro que los transforma
porque no satisface los diferentes cambios que se producen en espacio y tiempo
y que se requiere de un constante cuestionamiento. Más específico en el plano
americano, lo que se estableció en la geografía que hoy llamamos América fue
la imposición de un pensamiento, un planteamiento que era producto de un
cuestionamiento geopolítico como era el del caso europeo, que buscaba la
modernidad y ésta se pudo extender a nuevos territorios a través de la
colonialización. Pero lo que se reprime del discurso aplicado a esta parte del
hemisferio fue los otros discursos existentes más los que se agregaron
posteriormente en el transcurso de la colonización además del discurso
criollo/mestizo: el amerindio y el africano.
Un punto que se discute también es la universalidad del interés y que
posteriormente sirve para justificar el diseño global. Por ejemplo, la liberación del
ser humano a través de la racionalización y la crítica en la Ilustración. Pero ese
interés universal toma particularidades dependiendo de otros factores, por
ejemplo geopolíticos.
Anteriormente el interés estuvo basado en la filosofía cristiana, fundación
del proyecto práctico de cristianizar el mundo. El conocimiento y la cristiandad
ligados a Dios, pero con la secularización del mundo el conocimiento estará
ligado a la razón y la teoría que funda la “misión civilizadora” de la Ilustración.
El proyecto modernizador de la Ilustración en Latinoamérica
Luego de las constantes luchas civiles que caracterizaron la primera y
parte de la segunda mitad del siglo XIX en la mayoría de los pueblos
independizados de Latinoamérica se busca una reorganización de los planes
para dar paso a nuevas ideologías con miras al desarrollo impulsado por la
modernización occidental. También convive la persistencia de códigos y
38
contextos socioculturales, vigentes desde la instauración del régimen colonial.
Hay el temor de las clases dominantes por ceder su condición de élite,
consagrada desde la Independencia, repercutiendo en la escisión del proyecto
de nación. Son también la casta llamada a gobernar y la encargada de “civilizar”
al país.
Ante la inexistencia de un discurso que despierte la conciencia de una
nacionalidad auténtica, la literatura adoptó la misión de integrar a aquellos
sectores marginados como eran los del indígena y del negro, pero también el de
la mujer.
Un caso particular es el de Argentina que es el segundo país que ha
recibido mayor inmigración europea en la centuria que abarca desde
aproximadamente mediados del siglo XIX hasta mediados del XX. El plan de
modernización en esta parte del continente era eliminar al gaucho, ante la casi
inexistencia del amerindio. A partir de 1880 se implementa en Buenos Aires el
proyecto modernizador que encuentra su fundamento en la europeización y
apertura del país en la economía capitalista internacional como uno de los
primeros productores agrícola/ganadero mediante el modelo agro- exportador,
un modelo que experimentará su agotamiento en 1930 dando lugar al modelo de
industrialización por sustitución de importaciones. Se había decidido cambiar el
imaginario exterior, así como la idea que sus habitantes tenían del mismo. Tanto
es así que Beatriz Sarlo dirá:
El impacto de los procesos socioeconómicos, iniciados en la última
década del S. XIX, alteró no sólo el perfil y la ecología urbana, sino
el conjunto de sus experiencias de sus habitantes. Buenos Aires
interesa como espacio físico y como mito cultural: ciudad y
modernidad se presuponen porque la ciudad es el escenario de los
cambios, los exhibe de manera ostensible y a veces brutal, los
difunde y generaliza. (17)
El proceso de modernización no sólo abarcó el paisaje urbano sino también los
medios de comunicación, los usos y costumbres, etc., generando así, dentro del
39
círculo de importantes intelectuales profundos debates dirigidos a la formulación
de dar respuestas a tal proceso.
Buenos Aires, así como también lo podríamos aplicar a otras ciudades
hispanoamericanas, carece desde su origen, de la estabilidad de las ciudades
europeas con las que se las comparará. Hay una especie de modernización
imaginada.
De la misma forma, los deseos de cambiar la situación de los sectores
marginados no pasa a ser más que un modelo ficticio de “protección” por el cual
se integra al subalterno dentro de los códigos sobre los que se desarrolla el
sujeto criollo con una participación restringida. La situación del indígena es
deplorable y la institución del gobierno busca solucionarla a través de la
manipulación de su destino como fenómeno de su renacimiento individual. Se
presume a los códigos andinos como eje de la incapacidad y el deterioro de la
sociedad peruana. “El sujeto indígena personificaría la degradación a la que ha
llevado al desencuentro, en la medida en que no se ha adecuado a la
modernidad” (Zevallos, 206). El discurso dominante con expectativas de
progreso obvia los espacios fronterizos o elementos heterogéneos y busca la
homogeneidad sociocultural a partir de su perspectiva. Restringir la participación
del sujeto subalterno en los procedimientos de legitimación política suscitaba su
integración definitiva en la búsqueda de una renovación nacional. Pero buscar
esta comunión implicaba el abandono de toda memoria “arcaica y obsoleta” de
sus orígenes, pues iba en contra de lo que era considerado moderno.
El negro también se inserta dentro de la subalternidad, aunque incluso
muchas veces por debajo de la situación del indígena donde la élite intelectual
prefirió no prestarle atención, a excepción de aquellas sociedades
latinoamericanas en donde el negro pasa a reemplazar la población indígena
exterminada – la zona del Caribe específicamente.
La mujer es también subalterna en la medida que se le asigna una misión
limitada. Esto implica que la mujer no puede salir de casa a desempeñar otras
funciones que no sean las relacionadas con el mantenimiento del ámbito
doméstico. Su condición siempre acarrea un estigma doble si es que se le
40
adiciona el aspecto racial. La criolla, mestiza o blanca no escapan de los códigos
impuestos por la sociedad patriarcal; sin embargo el ámbito de desarrollo es más
amplio. Es por eso que muchas de estas aprovecharán para poder escribir y
usar su condición doméstica para ir desarrollando el paso hacia su participación
pública. La mujer intelectual es un ejemplo de lo fronterizo pues se proyecta al
público en forma diferente desde el interior del grupo hegemónico. Muchas de
ellas abren un nuevo espacio con el que superan las oposiciones binarias y
promueven nuevas formas de subjetividad a través del rechazo de la
individualidad del estado y sus instituciones que ha sido impuesta durante siglos.
Están en un espacio fronterizo que se opone a la mitificación de la institución del
estado y, como sostiene Elaine Showalter en Sexual Anarchy, “cuando se teme
el retroceso y la degeneración, se intensifica el anhelo de controles estrictos de
los limites de la definición de género y también de raza, clase y nacionalidad”
(4).
La fronterización del pensamiento occidental con el amerindio en Latinoamérica:
la criollización cultural
Debemos iniciar esta sección con la definición de cómo lo amerindio
ingresa en el pensamiento criollo o mestizo. Así el movimiento liberal intelectual
de la segunda mitad del siglo XIX, a efectos de contrarrestar las acciones de
poder que tenía la Iglesia, reformula la perspectiva romántica de aquel individuo
que, si bien idealizado, sólo quedaba como tal en la prosa y la lírica romántica,
pero en la práctica seguía en la marginación. El indigenismo surge como
producto de esa preocupación y se constituye como práctica cultural y política
por los criollos intelectuales, así como organizaciones no amerindias en defensa
y en alianza con los amerindios. El espectro que cubre es desde una integración
a una posición radical que ven a las comunidades amerindias como el futuro de
la revolución social. La crítica al movimiento liberal de aquella época con
respecto a este tema y otros sociales es la tibieza de sus ideas y el sentimiento
paternalista. No se produce aún el compromiso por intercambiar ideas entre las
41
dos cosmovisiones a efectos de buscar el común denominador del ser
latinoamericano. Algunos hombres y mujeres intelectuales que comparten un
aspecto geopolítico similar se verán influenciados grandemente por ambas
ideologías, creando un nuevo espacio, un espacio fronterizo en el que se
entienda ambos lados y a la misma vez se critiquen.
Entradas las primeras décadas del siglo XX se va concretando el
concepto de Indianismo, es decir, la creencia de que lo indio es caracterizado
por su configuración pre-colombina. Esa creencia puede ser compartida por
amerindios así como los no amerindios. Para los amerindios es su levantamiento
contra el colonialismo interno y externo, una restitución simbólica del pasado con
vistas a un futuro mejor.
Sin embargo, en la actualidad el caso del Zapatismo es complejo y va
más allá del indigenismo e indianismo. Es una visión transformada (la revolución
teórica Zapatista). Sería, como señala Mignolo, “una doble traslación, del
marxismo a la cosmología amerindia y lo amerindio a la cosmología marxista
involucrando a los amerindios e intelectuales criollos urbanos” (traducción
nuestra, 149).
Los intelectuales americanos (criollos/mestizos) ven los límites del
indigenismo e indianismo en las intersecciones de la globalización y el
surgimiento de los intelectuales amerindios. El llegar a este punto requiere que
desde ambas posiciones surja la voluntad de dialogar y educarse en la visión del
otro, ya no por una cuestión social, ni geopolítica, sino por una re-evaluación de
uno mismo como individuo que está modificado constantemente por diversos
factores.
Las intelectuales que estudiamos en este proyecto van a evaluar la
situación del indio y otros puntos que interesan del ámbito social y público. Pero
a efectos de que estas mujeres puedan expresarse, tienen que partir desde su
propia experiencia condicionada por los parámetros impuestos por la
hegemonía, ya sean social-geopolíticos, como el caso de Gorriti y Matto descendientes de europeos nacidas en provincias (convivencia con los
amerindios), discrepantes con las ideologías que provocan su exilio- y
42
económico-culturales, donde el hombre es el encargado de mantener a la familia
y en los que la mujer no podía ni estudiar, ni trabajar fuera de su espacio
doméstico. La cuestión de la raza y del estado civil son factores que también
afectan su desenvolvimiento. Por eso, muchas de las escritoras o intelectuales
de la época desarrollarán un discurso a dos planos, el discurso individual y el
discurso del progreso nacional/supranacional.
La cuestión de fronterización en nuestras escritoras pudo ser similar al
proceso que experimenta Rodolfo Kusch, a mitad del siglo XX cuando toma lo
amerindio como energía para un pensamiento en vez de tomarlo como objeto de
estudio. Al observar y escribir, lo hace de manera tal que disiente con el método
antropológico que observa el objeto con ojos foráneos y sin intención de
entender o formar parte de él.
Para Kusch eran “ellos” y “nosotros” a la vez. “Ellos”, diferentes a su
antecedente argentino urbano, “nosotros”, porque ellos como él son
latinoamericanos. Y él mismo era su “otro” por los fragmentos de la tradición
europea en una periferia colonial. Se percibió como miembro de la clase media y
filósofo en las márgenes del Oeste, donde vio que la gente andina es central en
la cultura americana desplazada por fuerzas económicas y políticas
marginalizantes de la cultura occidental.
El quechua y aymará se conectan con sus conocimientos a través de las
tierras y montañas de Bolivia y Perú, con sus tradiciones más viejas de un
poderoso y extenso imperio como el Inca. Kusch necesitaba entender a la gente
indígena. En las observaciones hechas en América profunda se nota su
sensibilidad como persona nacida y criada en un país de descendientes de
españoles colonizadores y de inmigrantes europeos del siglo XIX que indica lo
sucio y el olor inaguantable que identifica como el “hedor de América”. El se ve
como asociado con lo limpio con sus ideas de progreso y civilización, América
con dos lados. Su dialéctica es llamada “fagocitosis”, que es la absorción de “las
cosas limpias” del oeste por las cosas de América, una suerte de equilibrio o
reintegración de lo que es humano en estas tierras.
43
Para él América es una extensión (colonial) de Occidente que coexistió
con lo amerindio que sobrevivió lo colonial y postcolonial (neocolonial). El
intelectual hace cosas europeas fuera de Europa y lineamientos cognitivos
amerindios interrumpidos por la gente e instituciones europeas en el remoto
Oeste (Indias Occidentales). La sabiduría de América tiene dos vías de proceso.
Mientras la civilización occidental fue transformada en los bordes por tradiciones
amerindias, éstas fueron relegadas a un estatus secundario o terciario por la
promoción hegemónica del “proceso de civilización” durante el periodo colonial y
durante el periodo postcolonial de progreso y modernización.
El intelectual postcolonial ha sido capaz de optar por promocionar la
civilización/progreso/modernización o resistirse y enfrentarse a las
complejidades de una tierra sin fondo. La fagocitosis de Kusch es similar a la
transculturación de Fernando Ortiz que en 1940 con El contrapunteo cubano: el
tabaco y el azúcar y basado en el pensamiento martiano mueve el discurso de
razas a un discurso de culturas. Mariátegui asimismo ya había tomado un paso
importante en Perú, juntando la pregunta etnoracial con la economía porque la
cuestión de la raza “inferior” es uno de los trucos de las ideas imperialistas del
occidente blanco para el proceso de conquista y expansión. También podemos
mencionar a José María Arguedas y a Rigoberta Menchú. El primero aunque
“criollo” vivió entre las comunidades Quechua en el Perú. Menchú pasó veinte
años de su vida en una comunidad Maya Quiche en Guatemala. Arguedas
hablaba dos lenguas pero la primera era español. Menchú también hablaba dos
lenguas pero su primera lengua es el Maya Quiche.
Lo que se quiere demostrar en este proyecto es que las escritoras que
aquí presentamos, así como muchas otras mujeres intelectuales no representan
ni el otro ni la comunidad del hablante, ellas son intervenciones culturales que
pusieron su clamor en nuevos lugares desde dónde hablar. Así establecen una
conciencia doble, un conocimiento de frontera restituyendo al subalterno una
epistemología potencial de la que se le había despojado. El pensamiento dentro
de la colonialidad del poder no es otra cosa que pensamiento de frontera. Pero
44
el aspecto de la cultura y lo geográfico no son los únicos elementos con el que
opondrán resistencia a efectos de autodefinirse y revaluar su identidad.
Francine Masiello en La mujer y el espacio público (1994) sostiene que
las mujeres tienen una perspectiva de reacción frente al discurso impuesto:
Critican, con frecuencia, el discurso nacionalista emergente y
proponen […] una alianza entre los países de América Latina.
Ponen un ojo crítico sobre las prácticas del nuevo estado,
denuncian a los políticos corruptos, y especulan sobre posibles
formas de inserción de la mujer en el espacio público. […] La
defensa de la enseñanza laica no sólo permite a las escritoras
denunciar los errores de la educación religiosa, también les abre
un espacio discursivo para enaltecer la cultura argentina y
latinoamericana frente a los modelos europeos. (8)
Es así que las mujeres intelectuales abogan por una cultura autónoma con un
currículo americano propio, si bien con influencias europeas y estadounidenses
buscan la producción de libros nacionales para construir una literatura propia.
La mujer intelectual toma la iniciativa y entra en los campos de la política
y la cultura. La formación de una praxis democrática es materia de reflexión en
las pequeñas revistas de la época. La participación de la mujer en esta discusión
no se limita al pedido de derechos con respecto a la educación laica. El campo
es más amplio pues es realmente la participación en los ámbitos de discusión de
la época, es decir la ciencia, la crítica contra la religión, la defensa de la libertad
de expresión femenina. Interesa pues hablar sobre los grises, de esas zonas o
espacios agrietados que denotan o muestran su heterogeneidad y desacraliza lo
que la historia muchas veces no cuenta.
La mujer fronteriza en la sociedad “occidental” americana. Juana Manuela
Gorriti, de la provincia a las ciudades “civilizadas”
Aparece nuestra escritora, argentina de nacimiento, de una tierra virgen,
la provincia de Salta, encauzada en colonia y donde la mujer tiene el “poder” en
45
el espacio doméstico de la casa. Recién comenzará su transformación – liberada
– a mitad del siglo XIX donde se halla viajando exiliada, situación que la hace
marginal y fronteriza desde donde se encuentre. Ejemplos de su fronterización
son la salida de su tierra natal por motivos políticos (1831, período del general
Rosas), su convivencia con las tradiciones amerindias teniendo una educación
occidental, la educación avanzada que posee frente a los prejuicios de la
sociedad patriarcal conservadora (incluye hombres y mujeres), la separación de
su esposo, el vivir básicamente sola aunque ejerciendo su papel de madre, y el
ser periodista y escritora en un círculo donde predominan los intelectuales
varones.
Incomprendida por muchos intelectuales de su círculo, fue valorada
nuevamente en las últimas décadas del siglo XX y aún continuamos el estudio
concienzudo de su labor primeramente de mujer, de madre, de esposa, de
viajera, de escritora y de visionaria de una nación más propicia para el progreso.
Se persigue pues presentarla y establecer las diferentes situaciones que
conforman su persona y que a la vez la convierten en una mujer con un
pensamiento fronterizo o transculturado.
Alicia Martorell en Juana Manuela Gorriti y lo íntimo la describe como de
“temperamento independiente – raro en una mujer de su época – extraña
simbiosis de talento literario, patriotismo y trascendencia social, configuran la
extraordinaria mujer que no pudo escapar hacia el silencio” (18-19). Esa
combinación de elementos para descartar el silencio la hizo con mucha
prudencia, considerando su época y los prejuicios. Es así que también actúa
como consejera para otras mujeres que comparten la misma actividad y
profesión, como cuando le escribe a Mercedes Cabello de Carbonera por la
publicación de Blanca sol y que gracias a la compilación que hace Graciela
Batticuore en Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma (2005) podemos
citar: “El lodo hiede y ofende, tanto al que lo maneja, como a quien lo percibe.
Además, se crea enemigos, si incómodos para un hombre, mortales para una
mujer” (56).
46
El consejo que ella dirige a varias escritoras es porque “su prudencia”
(énfasis nuestro) no es otra cosa que ejercer la libre expresión utilizando ya sea
el ejemplo indirecto, las metáforas, el discurso del círculo al que le costó
pertenecer y desde donde podía hacer cambios. Ella a través de este recurso va
a ir minando la ideología de las instituciones culturales oficiales para presentar
otra cara de la mujer (la presentada por una mujer y no un varón), dejando bien
sentado el honor, la moral y la ética de la misma. Son figuras ausentes en los
personajes literarios del final de nuestro siglo, pero en el siglo anterior resultan
figuras de anclaje entre lo público y lo privado. Si para el hombre el honor se
dirime y se ve siempre en lo público, incluso permitiéndosele una doble moral,
de modo tal que una pueda ser el reverso de la otra; en la mujer el honor debe
ser una clavija que establezca una zona de continuidad y de seguridad entre
ambos mundos.
Ella conoce los costos sociales de una mujer escritora y además los
mecanismos de producción y de la literatura. Es decir, sabía que era
conveniente algunas veces “huir del intolerable yo” (204), como lo llama ella en
Lo íntimo (1898), y decidir qué puede escribirse y lo que no, incluso lo que
puede ser dicho desde una primera persona o debe ser trasladado a otra.
Separa porque sabe que cuando se lee un texto escrito por una mujer, la lectura
va a buscar alguna conexión estrecha entre experiencia y narración. Por eso la
honra debe ser resguardada doblemente: “el honor de su conducta; el honor de
su pluma” (Batticuore 59).
Una eterna peregrinación. Desencuentros y encuentros de mujer
Martorell nos la describe “pensante, sin temores, esforzada por
comprender e interpretar su mundo, por la necesidad de descubrirse…, con una
personalidad tan decisiva, que pudo romper con toda una estructura social
secular, y convertirse en la discutida Juana Manuela” (21).
La idea mencionada sobre Gorriti nos habla mucho sobre un personaje
heroico y romántico, idea que queremos desmitificar respecto a la autora, que
47
hasta incluso ella misma pudo haberse considerado como tal. No estamos
desmereciendo sus logros pero queremos establecer que todo lo que haya
hecho como mujer en su época no la convierten en uno más de sus personajes.
Ella, para muchos, se convierte en una ficción y asumen que el personaje que
refleja en varios relatos o leyendas es ella (referido al “Yo” utilizado en su prosa).
La peregrinación que hace toda su vida es provocada por una serie de factores
ajenos a su voluntad combinada con su sentido de independencia conseguida
primeramente por la educación recibida y su disciplina de seguir instruyéndose e
instruyendo al resto. Es una mujer que está llena de temores, porque en ella se
produce un proceso del “ir siempre adelante” (Batticuore 27) pero es el mismo
temor que la impulsa a tomar la decisión de ir adelante, más la prudencia que es
su arma para ganar su propio espacio. Es un temor que no lo expresa en su
trato externo, pero si los expresa en la intimidad con algunos intelectuales, como
el epistolario que tiene con Ricardo Palma. Su temor es la actividad contrarreloj,
por lo que decide siempre tomar pasos adelante para no dejarse alcanzar por
aquel tiempo feroz. El temor que tiene a la vida de su época hace que ella a
través de sus novelas y ensayos, así como en la práctica de la enseñanza,
pueda menguarla. El temor que tiene de no ser reconocida en este mundo hace
que ella siga escribiendo hasta que el mismo dolor físico de sus constantes
neuralgias, bronquitis y finalmente pulmonía no la dejen avanzar. Termina de
escribir sus proyectos pero deja uno sin publicar, Lo íntimo, que es otra vez
Juana en su peregrinar del recuerdo para a través de su diario desenmascarar a
la Juana creada por otros; pero no nos deja descubrirla en su dimensión
completa y es a través de sus textos, ensayos y epistolarios que vamos
descifrando sus enigmas, los cuales los ha dejado intencionalmente para ser
recordada en “las regiones eternas” (Lo íntimo 260). 1892 es el año en que
comenzamos a conocer a Gorriti, cuando comienza a vivir en otros mundos y
cumple con su objetivo de ser reconocida.
Su peregrinaje terrenal lo hizo ascendiendo la geografía americana para
comenzar esa etapa dura del pan de todos los días, y es entonces cuando
descubre que las necesidades prácticas son más conflictivas – estaba sola y mil
48
ojos la observaban inquisidores y dice “heme aquí, escollo solitario en medio del
mar de generaciones nuevas, cuyo paso tal vez estorbo a través del tiempo y el
espacio” (204).
Ese tiempo y espacio la establecen en una frontera generacional que le
da ese entendimiento en ambos lados, pero también la establecen en su
condición de mujer que va más allá de lo que la sociedad y las instituciones
públicas han impuesto. En la vida de Juana Manuela así como en su narrativa, la
esfera privada se entreteje tan fina y estrechamente con la esfera pública que
básicamente forman una. Ella crea un espacio que amenaza lo tradicional
patriarcal, aunque de ideas liberales con tintes políticos. Como menciona
Francesca Denegri en El abanico y la cigarrera, Juana Manuela Gorriti “minó la
racionalidad positivista del discurso nacionalista dominante que suscribían sus
compañeros de oficio tanto en […] su país de adopción [Perú específicamente],
como, en su país de origen, al introducir la lógica más primitiva del fatum
constituida por lo orínico, lo irracional y las voces plurales del orden Imaginario”
(86). Ese Imaginario contiene las voces marginales de gauchos, indios y de
mujeres al margen de la familia idealizada de las élites hegemónicas, y los
mezcla con el sistema nacionalista dentro del cual produce su ficción. De tal
forma demuestra la ficción del discurso oficial del patriarcado y el nacionalismo,
y como Mariátegui lo identificaría también como un “truco”, pero más enfocado a
la cuestión económica.
Su viaje produce un desencuentro con su lugar de origen porque su
perspectiva es mucho más amplia, el espacio en el que ella se mueve deja de
ser geográfico, y se dibuja una patria nueva, una patria más tangible y que
abarca lo local o regional, lo nacional y lo global como explicaremos más
adelante. Ella así nos dice en Lo íntimo: “Al llegar como extranjera desconocida
a las playas de mi patria, he sido recibida con la más generosa hospitalidad”
(213).
Gorriti encuentra la hospitalidad de la gente y de sus compañeros
intelectuales en la Buenos Aires de 1875, mas el sistema en su país de origen la
hace otra vez sentirse marginada, alienada del presente y busca el refugio del
49
recuerdo para continuar adelante, otro aliciente frente al temor y el
desencuentro. El gobierno argentino es muy específico en cuanto al
otorgamiento de una pensión a los descendientes directos de los defensores de
la independencia, y en consecuencia prohíbe o restringe la salida del territorio
geográfico. Gorriti busca dos espacios alternos, el espacio de su niñez y
adolescencia con su padre, un militar patriota y decidido a luchar por el ideal de
libertad, y Lima, una ciudad donde se desenvolvió con inteligencia dentro de una
población muy arraigada en la tradición colonial. Así lo manifiesta en su diario:
He aquí yo, que en la vejez, edad de reposo, para escapar al rudo
trabajo de la enseñanza, voy peregrinando en busca de un pedazo
de pan que mi país me echa como una limosna cacareado y dado
en cara en pago de la inmensa fortuna que mi padre prodigó para
darle independencia…Así andan estos [héroes como su padre],
mendigando favor de los zánganos que ellos alimentaron con sus
riquezas y su sangre (Lo íntimo 218-19).
La modernidad y la autonomía financiera: Oasis en la Vida
Francisco Dávila en La Babel argentina (1886) equipara el progreso de la
ciudad con el de la mujer. Muestra a la mujer de la clase alta que impulsan los
valores europeos y las mujeres de clase obrera, cuyo trabajo sostiene la
economía nacional. Pero Dávila no piensa en la mujer profesional, que
contribuye a la patria fuera de la faena doméstica. Ignora a la mujer soltera,
cuyos esfuerzos por entrar en el mercado de trabajo, por alcanzar cierto estatus
profesional, constituían una amenaza para la nueva sociedad emergente. Iba en
contra del crecimiento de la nación; y por la necesidad de trabajar para vivir se la
consideraba al margen del meretricio. La modernidad fuerza nuevas
obligaciones que exigen de la mujer buscar los medios para subsistir,
provocando que la emancipación femenina se vea como necesidad.
El discurso liberal se reformula para explicar la problemática de la
modernidad en relación con el trabajo y el vicio. Como sostiene Francine
50
Masiello en “Voces del Plata”, “[a]quí el protagonista es el dinero, su cómplice la
mujer. Los textos canónicos de la generación del 80 (Cambaceres, Martel y
Sicardi) ya representan la ‘maldad’ femenina ligada con los cambios sociales de
la modernidad” (39).
Gorriti entra también a formar parte de estas mujeres profesionales,
algunas solteras, otras viudas, otras separadas. Pero esta situación se da
también en otros países hispanoamericanos, al mismo tiempo que en los
Estados Unidos.
Temerosos de la mujer independiente, de la que defiende sus
derechos al trabajo, al cuerpo, y al placer, los intelectuales de la
generación del 80 forjan un discurso sobre los excesos femeninos,
sobre el delito de la prostitución, y el cáncer de la delincuencia. De
ahí que el cuerpo de la mujer moderna ocupe un lugar en los textos
como objeto de las fantasías paranoicas de una clase dirigente
amenazada; también se le designa como fuente de la mentira y de
la productividad textual (“Voces del Plata” 39).
Se repiensa el espacio público y privado. Actuar en el espacio público es posible
en tanto aparezca como madre para orientar el proyecto nacional.
Posteriormente la mujer pasará de madre-emblema de la patria a la mujerconsumidora como eje de la economía nacional. Gorriti y muchas otras estarán
en la frontera de ambos lados.
En Oasis en la vida (1888), Gorriti proyecta al dinero como la base de la
producción del texto. Una síntesis de la novela es la historia de Mauricio Ridal,
autor de folletines, que se ve obligado a modificar sus desenlaces tristes para
captar el mercado de lectoras. En esta la mujer lectora como la narradora se
juntan para controlar las acciones del supuestamente héroe.
La vida de Mauricio necesita cambiar su suerte para ganarse la vida. Sólo
con una póliza de seguros heredada alcanza la felicidad y modifica su triste
suerte de escritor fracasado. El personaje de Mauricio vive escondido en una
pensión que aloja mujeres, y este las espía. Las mujeres que viven aquí son
trabajadoras que viven por su cuenta en la ciudad, capaces de ganarse la vida y
51
de reflexionar sobre el placer, sobre la política, dinero y vida social. El espacio
privado sirve otra vez para expresar lo público en la literatura considerando que
los que leerán no sólo son mujeres sino también hombres. Al respecto Masielo
en “Voces del Plata” señala que “el espacio privado funciona como un
microcosmos posible de la sociedad moderna; se observa a las mujeres en
plena capacidad de trabajo y con proyectos sobre la política nacional futura”
(45).
La ley del padre se reemplaza por la del dinero. Y la ley de la herencia es
el centro de la risa de Juana Manuela Gorriti, pues la herencia aquí es material,
es el dinero heredado. El héroe de la novela es la Compañía de Seguros “La
Buenos Aires”. Además la misma compañía auspicia la producción de la novela
y le garantiza a Gorriti el pago por la escritura. En términos generales, se puede
constatar que la obra se dedica al conflicto entre el honor patriótico y la avaricia
personal. Gorriti pone énfasis en el mundo económico y la posibilidad de
sobrevivencia en una época de valores materialistas. El oficio del escritor es el
tema de la obra y su objeto principal es el de convencer a los lectores a que
inviertan en los bancos de América y que compren pólizas de seguros.
El positivismo aparece como modo de fomentar la industria. La pobreza
se vence con la ayuda de las ciencias positivistas. Gorriti se apoya en estas
ciencias que defienden la venta de libros como medio de acceso a la felicidad y
la supervivencia. Mauricio, según Masiello, es “el confabulador de la ficción
sobre la mujer, [que] aquí queda silenciado frente a una realidad femenina muy
distinta de la ficticia, y que no tiene nada que ver con la imagen sentimental del
folletín” (“Voces del Plata” 45).
Gorriti con sus “nieblas” pasa al mundo de las finanzas y los negocios,
probando no sólo los límites de género sino también los literarios.
52
Juana Manuela Gorriti y la transnacionalidad cultural y social: su punto de vista
de la modernidad
La visión o perspectiva de la escritora argentina va evolucionando desde
su exilio y sobre todo durante la estancia en el Perú hasta su vuelta definitiva a
Argentina. Uno de los textos que materializan el sentimiento transnacional de
Gorriti son las famosas Veladas literarias de Lima 1876-1877 (1892), que
comienzan con las palabras inaugurales de la escritora argentina quien
agradece la presencia de los intelectuales reunidos a la primera sesión de estas
veladas y cuyo objetivo es el de “estrechar los lazos de fraternidad que deben
unir entre sí a los hijos de la inteligencia, llamados a desempeñar la misma
misión de progreso y de grandeza en la vida de las naciones” (20).
Se reconoce que es un grupo que se desarrolla y se caracteriza por la
intelectualidad, es decir, un círculo donde sus miembros son cultos pero entre sí
tenían una visión diferente a la nación y en su unidad básica, la sociedad. Por lo
pronto podemos decir que quien inaugura estas veladas es una mujer y
procedente de otro país llamando a la fraternidad de todos a través del arte y la
ciencia.
La literatura desempeña un importante rol en estas veladas pues
conforme lo dice Mercedes Cabello de Carbonera en la primera velada,
cuando cultivada por inteligencias claras y corazones bien
intencionados, es la luz más pura y bienhechora, que puede llegar
hasta la conciencia de un pueblo; es el mejor bruñidor de las malas
costumbres y de los hábitos viciosos de una sociedad; el lenitivo
más eficaz, para todos los dolores del alma, y la más valiosa
herencia que una generación puede legar a la que va a sucederle.
(23)
Así la literatura es la actividad purificadora de mentes que influye en la
construcción de un pueblo. No sugiere una mitificación sino más bien una
constante transformación cuyas generaciones se encargarán de mantenerla
constante.
53
Y prosigue con una visión patriótica exaltando la civilización de la misma
así como la perspectiva de nación conformada por riqueza material de su suelo
así como por la intelectualidad de sus hijos [hombres y mujeres]. Los escritores
son “obreros del progreso” censurando la inactividad de las letras y promoviendo
su actividad para conseguir la “aprobación y los aplausos del mundo civilizado”
(26).
El mundo civilizado para esta intelectualidad, y considerando la
participación de la mujer, es definitivamente diferente de aquel hegemónico
patriarcal dominado por varones que prefieren mantener dentro de su visión
civilizadora a una mujer enfrascada en su espacio doméstico dedicada a la casa,
esposo e hijos. Pues justamente para reforzar el enfoque de la sociedad
civilizada desde la perspectiva de la mayoría de esta intelectualidad podemos
citar a Abel de la E. Delgado quien esta misma velada hizo lectura de un ensayo
respecto a la educación social de la mujer, quien está llamada a compartir el
espacio público con el hombre y así señala que “La mujer es la gran palanca, la
gran fuerza moral llevada al mundo de la política; su misión es encender el fuego
el sentimiento en aquellas atmósferas heladas. ¡Ah! Demasiado tiempo ha sido
la política una región de nieves, para que tengamos que asustarnos de hacer un
poco de política de sentimiento” (43).
Las veladas literarias son un conjunto de ensayos, poemas, himnos,
canciones, cuentos cortos, tradiciones, etc. en donde la intelectualidad peruana
así como internacional se confluyen en diez reuniones donde los temas son
variados, pero siempre reforzando la idea de la familia tanto básica como la
familia de naciones.
El proyecto visionario de la participación de la mujer en Gorriti evoluciona
desde lo más básico que es el ser humano, para luego enfocarse en la familia,
que constituye ese espacio íntimo – más que privado - donde debe existir amor,
de lo contrario no es posible la convivencia con felicidad y en que la mujer tenga
los mismos derechos del hombre en cuanto a la educación, profesionalización y
otros derechos civiles que, a diferencia de la ideología liberal de la época,
incluían también sino los derechos políticos, la participación en el espacio
54
público. Incluso los más avanzados en sus ideas liberales mostraron rechazo
sobre la participación de las mujeres en política. Esa situación realmente no se
aplicaba a Juana Manuela, pues como viuda de un presidente, tuvo la influencia
de la política, aunque ésta voluntariamente la rechazó y prefirió la participación
pública desde la enseñanza que es una forma de influir en política, pues la mujer
es madre y educadora y para eso la educación de la mujer tenía que ser la base
para establecer la igualdad de la misma en la sociedad y su participación
constituirse como la contribución efectiva, positiva y complementaria de la labor
del hombre en la esfera pública. Su participación política no es a través de
ocupar un escaño en el parlamento, ni desempeñar cargos relativos al poder
estatal. Ella, como muchas otras, prefiere participar desde otros puntos de poder
como los periódicos en el que ejercen su oficio de periodistas, a través de la
enseñanza en escuelas, y sobre todo desde el espacio doméstico que no es un
espacio reducido sino ampliado y reconfigurado por las mujeres, así como
algunos intelectuales varones modernos. El constante intercambio intelectual
entre hombres y mujeres en las veladas o círculos literarios afianza y confirma la
persistencia, a fines de siglo XIX, de un sentimiento americanista. La situación
de Gorriti es peculiar porque como consecuencia de la separación de su tierra
natal se produce el arraigo a una tierra más grande, un sentimiento de
nacionalidad que va más allá de los límites físicos geográficos. La separación
produce dos planos en la perspectiva de la autora, el plano local y el plano
global.
Al respecto, María Gabriela Mizraje nos señala en forma más detallada
las diferentes dimensiones de la transnacionalidad y el sentimiento americanista
de Gorriti, como producto de su encuentro y desencuentro:
Menos cerca de San Martín que de Belgrano, y menos de Belgrano
que de Güemes o Bolívar. Güemes para el arraigo con su tierra
natal, Bolívar para su afán sudamericanista. [Agregamos,
americanista (norte, centro y sur América) que según el Libertador
comprendía todo el continente y refuerza la transnacionalidad en
Gorriti.] Güemes para la defensa de la veta “bárbara” en sus
55
relatos, Bolívar para la “civilizada”. Güemes para el sedentarismo
más memorialista, Bolívar para el dinamismo que imprimen los
periódicos […] o las veladas literarias. (50)
En este itinerario algo se construye, lo que implica una pérdida y una ganancia,
al final algo transformador, nuevo y fronterizo. Los personajes y narradoras de
los textos de Gorriti para escribirse necesitan separarse de las familias.
Coincidimos con lo que sostiene Nora Domínguez cuando indica que
“[s]eparación, en su caso, no implica divergencia, sino sólo un lugar desde
donde observar que la divergencia no es posible” (22).
En el caso de su narrativa, ella también tiene personajes que
coincidentemente tienen un proceso similar al de la autora, la escritora, la mujer.
Laura, por ejemplo, en Peregrinaciones de un alma triste (1876), abandona el
mundo familiar y las aventuras se conectan fluidamente, de modo que el yo
narrador se define por prestarle la voz a los otros (la narradora, Laura, y otros
personajes). El remedio para sus personajes así como para Gorriti es el viaje y
también el escribir como lo vemos en Misceláneas y en Lo íntimo, donde la
narradora fiscaliza, opina, ordena relaciones, temas literarios, un mundo dentro
de un mundo. Gorriti es personaje literario y real del mundo que conocemos.
Horcones se convierte en la escena más deseada y no congela el
recuerdo del hogar feliz sino que se inscribe sobre la imagen de las ruinas del
presente.
Graciela Batticuore en “Historias cosidas, el oficio de escribir” señala que,
La imagen de la ruina cifra el romanticismo de su época, es en el
caso de Gorriti la figura que le permite superponer los dos tiempos,
el remoto y el actual. La ruina de Miraflores deja entrever la
monumentalidad original del castillo y simultáneamente testimonia
la pérdida. Su tiempo es mítico, legendario pero persistente como
el olor de las flores de la casa de la niñez. (30)
El regreso a la tierra natal y la progresión de los recuerdos intentarán plasmarse
en biografías, dándoles voz a rostros femeninos hasta entonces anónimos. La
narración de viaje cuenta sobre conversaciones de terceros produciendo placer
56
de quien escucha y escribe aquello que es su material de trabajo. El regresar al
lugar de origen es aparentemente mítico en la mente de la narradora que
recuerda todo como si fuera ayer; sin embargo, ella ya ha cambiado, se ha
transformado por el mismo hecho de viajar y escribir. El viaje al recuerdo y el
viaje real de Buenos Aires a Salta, por ejemplo, en Misceláneas y en Lo íntimo,
movilizan el relato histórico. Sobre ese mismo espacio, asistido por el arrullo
materno, está escrita la historia, por tradición, masculina. En esa geografía no es
más la geografía tradicional masculina, sino que en ella es posible leer la patria,
durante la guerra civil entre unitarios y federales. Una historia dura, áspera
combinada los arrullos de la nodriza, y perfuma el polvo de incienso,
transgrediendo las leyes del género, yendo en contra de los cánones del siglo
XIX. Los textos de Gorriti, así como su vida, afirman que es el cuerpo de la
mujer, de madre, quien contiene la historia.
Ella pertenece a una de las mujeres “que cruzan el umbral de la casa
familiar para vivir ellas mismas las aventuras que, tradicionalmente, tienen un
elenco estable de actores masculinos” (Batticuore 34).
La historia de algunos de sus personajes tiene una marca femenina.
Según Batticuore, “no reproducen la historia oficial, revelan en secreto la
anécdota privada o el detalle cotidiano de la vida de los hombres públicos y las
mujeres del lugar” (35). Por ejemplo Larguncha, que trabaja en la casa de la
protagonista en La tierra natal(1889), le enseña un oficio. Como ella, que recibe
por sus narraciones una paga, Gorriti vive de su profesión, y vende cada vez que
puede su escritura como la venta anticipada de la novela Oasis de la vida por
una compañía de seguros “La Buenos Aires”. La escritora argentina participa de
los cambios de la modernidad finisecular, logrando vivir de las letras y
construyendo al mismo tiempo un espacio cultural latinoamericano para sí
misma, el de la escritora profesional.
Cuando ya está instalada en Buenos Aires (1875), ciudad en la que nunca
había vivido, luego de su exilio, la ve como un espacio nuevo, con un horizonte
sombrío en contraste con su pasado de dicha y dolor. “¡Hoy! … recién llegada a
mi patria, estoy sola en esta inmensa ciudad, donde dicen que tengo amigos.
57
¡Amigos! ¡ah! ¡ah! ¡ah Goete tiene una horripilante frase que cabe muy bien
aquí: ‘Extiendo el brazo para tocar a mi vecino y me estremezco al sentir que es
de madera’” (Lo íntimo 212).
El temor que experimentó en sus viajes anteriores y lo que le costó
ubicarse en su espacio propio en cada lugar que adoptó como suyo vuelve a
aparecer, pero sabe que tiene que seguir hacia adelante, su desencuentro inicial
es otra vez aplacado poco a poco con su decisión de sobresalir y luchar por su
plan original global. Su pasado es motor y fuerzas para el futuro. Ese futuro, se
torna incierto sin embargo, en líneas generales porque vive en la transición de
siglos, y nos comenta en su escritura los cambios que se van realizando no sólo
de Argentina, sino también de Chile, España, Perú, Bolivia, Estados Unidos y
otros países. Sus observaciones y sus compromisos son en gran número y a
veces siente que su condición física no da para más y se apresura por dejar sus
escritos listos para publicación, así como prólogos, crónicas, ensayos o
discursos. Siendo ella testigo de lo que acontece en la nueva ciudad que la
acoge, señala el cambio que produce la industrialización y el impulso capitalista
en la vida moderna de Buenos Aires y, al escribirle a Palma en su carta del 23
de mayo de 1883, se lamenta del lujo frenético, las quiebras y los suicidios, que
aumenta cada día y que está produciendo desastrosos efectos en frecuentes
quiebras: “Hace poco, el suicidio era desenlace obligado de estos dramas, y de
los de amor. Pero desde que la epidemia del revólver, el puñal y la disolución de
fósforos se extendió al gremio de los cargadores y las cocineras, los caballeros y
las señoras se han abstenido, y guardan sus bultos para días más felices” (9).
Observamos que la situación ha producido una violencia generalizada sin
discriminar clases, a tal punto que los de la clase alta tienen que desistir de esa
“moda” para mantener diferencias y apariencias. Denuncia la frivolidad de la vida
en la ciudad y añade que: “…deploro que los nuestros se entreguen a saraos y
festines sobre los escombros de los pueblos y las ruinas de la patria; y aún más
me duele ver en los diarios del extranjero, consignadas sobre esta profanación
amargas reflexiones” (9). El futuro incierto sobre los aspectos sociales,
económicos, políticos, de género y de raza producen dolor en la autora, un
58
sentimiento que posiblemente se torne insípido y produzcan un escepticismo en
su pensar pues el hombre está cambiando su esquema mental y lo empuja a la
decadencia moral, y si es así, la misión de la mujer es tomar las riendas para
levantar al hombre y proseguir juntos en el camino del progreso nacional o
dejándose llevar por el vicio, caiga en el lodo del que la intelectual reniega. La
vida de ella y de las mujeres en general
ya no encaja[n] en la rigidez de la estructura familiar que la vida en
las ciudades impone hacia fines de siglo. […] cuenta así del difícil
proceso de urbanización de la escritora desde los campos salteños
de la infancia a los pequeños poblados bolivianos de la
adolescencia, a la casa-escuela o casa-salón de Lima en la
madurez, a la habitación de un hotel en Buenos Aires, en la vejez.
(Iglesia, 19)
Entre otras cosas que observa en la capital argentina y que la afligen destacan
los distanciamientos que hay entre ciertos escritores, por la cuestión del origen,
ya sea provinciano o de la capital, una cuestión muy arraigada en general pero
con algunas excepciones. Esa angustia la produce la imposibilidad de diálogo
con Eduarda Mansilla de García, otra de las escritoras importantes del siglo XIX.
Su vida –y Gorriti lo intuye- “se parece más a las de las mujeres emancipadas de
la Revolución Francesa […] en movimiento [proceso de búsqueda de un cambio
constante y proclive a la fronterización], que al modelo de la escritora
distinguida, amena, políglota y asentada [no necesariamente lo opuesto] que
Eduarda impone en los círculos de París o Buenos Aires” (19).
La escritora con su pluma prudente pero fuerte también escribe para
referirse al Perú en sus páginas sobre Lo íntimo, y en él nuevamente deja
plasmado su pensamiento sobre el americanismo en contraste con el
americanismo de Estados Unidos y sus proyectos expansionistas modernos
(económicos):
El Perú comienza a esperar la proximidad de una paz no tan
onerosa, como las que sus enemigos pensaban arrancarle. Esta
esperanza se funda en la intervención norteamericana. Todo
59
puede ser; pero yo desconfío; no tengo fe en la filantropía yankee;
o en su americanismo (énfasis nuestro), como se quiera llamarle.
Admiro como nadie la grandeza de esa nación, hoy la primera en
todo, pero de un egoísmo nacional superlativo. Todo para ellos,
toda para ellos. La frase de Monroe tiene dos caras. Mucho temo
que en la presente cuestión el asunto se reduzca a –Cuánto dás
por dejar que ahorques? (224)
Al final utiliza su mesura para en pro a su imaginario de América decir “[q]uiera
el cielo que mis temores sean vanos y que los hechos me digan: -Mira, vieja
suspicaz, cuál te desviabas en tu pesimista juicio. Inclínate ante la magnimidad
de esa nación, grande en todo, desde las virtudes hasta las extravagancias”
(212). Juego de palabras, ironía de la vida, la escritora ya tiene claro lo que
lógicamente puede derivarse de la intervención del país del norte así como lo
hace en Argentina, y deja a la voluntad suprahumana demostrarle lo contrario,
reafirmando su posición escéptica y pesimista.
¿Ser feminista sin caer en el feminismo?
El título resume una de las ideas de Alicia Martorell en su ensayo
biográfico respecto de la vida de Juana Manuela Gorriti porque es una línea
ambigua y a la vez acertada considerando su americanismo, su contexto y su
propia fronterización entre hombres y mujeres y entre mujeres, así como con las
otras formas de subalternización ya mencionadas (clase social, estado civil,
raza, etc.) que, como se ha establecido, son creaciones y por tanto ficciones del
grupo hegemónico.
Aquí queremos mencionar que dentro de la aparente ambigüedad se
encierra una perspectiva diferente, que quizá no se haya tomado en cuenta, sino
hasta estas décadas respecto a las escritoras del siglo XIX. En el caso de Gorriti
el título de este apartado puede sugerirse como “re-pensamiento
latinoamericano desde el interior (intimidad) femenino para los latinoamericanos
y el resto del mundo” (énfasis nuestro). Y es que el replanteamiento de la
60
expresión de Martorell nos surge para expresar primeramente que Juana
Manuela comparte su experiencia personal física/intelectual y espiritual para
darse a conocer como es, reconociendo muchas veces su rol subalterno pero
produce la inversión del discurso buscando un espacio desde el cual hablará por
ella, por otras mujeres y por otros subalternos con miras a la unidad social,
cultural y luego política de América (y no Américas). Su mensaje en conjunto,
curiosamente no está cubierto de nieblas, porque ella misma se constituye como
mensaje de un cambio en la transición de los siglos XIX y XX, un mensaje que
sigue en constante evaluación por lo humana y compleja que fue en vida terrenal
y lo sigue siendo en lo intelectual para el resto de críticas y críticos. No es una
feminista dentro de los términos impuestos por el varón de su época, en principio
porque no se aproxima al modelo masculino de valores (considerando la
cuestión moral, la intimidad y privacidad versus lo material, lo público y
normativo) y, tomando los postulados de Debra Castillo y Marta Traba en Talking
Back, se ha hecho una “insistente lectura errónea de los textos de mujeres,
errores que se derivan de la aplicación de un conjunto específico de
presupuestos culturales, ideológicos, y estéticos a un diferente grupo de textos
como si sus valores fueran de corte universal” (traducción nuestra 5).
En este aspecto, aclaramos lo que posiblemente quiso sostener Alicia
Martorell en su ensayo biográfico sobre Gorriti y queda asimismo desmitificada
la persona así como el pensamiento de la escritora y de otras mujeres que son
feministas, pero con diferencias entre las mismas, promoviendo la constante
evaluación del pensamiento ligados a los múltiples factores, a su vez
cambiantes, en una determinada situación.
Gorriti entonces tampoco es feminista dentro de la generalización de las
mismas feministas que siguen los postulados de los países considerados
“civilizados”, hoy “primer mundo”. Ella, como se dijo anteriormente, critica todos
los perfiles, el positivista, el naturalista, el modernista, el romántico, el feminismo
radical naciente, etc. La intelectual salteña busca un espacio conciliador en el
que pertenezca a todos y a ninguno.
61
Un ejemplo concreto - sacado de Lo íntimo – sobre lo anteriormente dicho
es cuando a Gorriti le piden unos intelectuales (Mhor y Llanos) su opinión sobre
la fundación del Derecho de la Mujer, un decálogo publicado referente a los
derechos sociales de la mujer, a lo cual ella respondió:
[N]o edifiquéis sin cimientos. Decid a las mujeres: - Ilustraos cual lo
hacen los hombres; estudiad, adquirid los conocimientos
necesarios para usar de vuestros derechos, que nadie os contesta;
y que cuando los queráis tomar, estén en vuestra mano. Pero
desterrad de vuestra vida las fruslerías a que la consagráis;
aprended, y heos entonces, sin el permiso de nadie, en la posesión
y el goce de vuestros derechos. Derechos! – concluí riendo con
aquellos jóvenes, que eran ya mis amigos. – Creen ustedes, hijos
míos, que la mujer tiene para mandar el mundo necesidad de que
se los declaren? Bah! Todos saben bien que desde el fondo de su
alcoba, lactando a su hijo y arreglando el banquete para el esposo,
ordena la confección de las leyes y la caída de los imperios. (227)
Creemos que la intelectual resume mucho de su pensamiento sobre la mujer en
estas líneas, puesto que se dan dos situaciones. La tangente o práctica, que se
nota a través del don de palabra de Juana Manuela para con los dos jóvenes
que la van a visitar. Dicha plática por lo que se escribe se torna amena y
fructífera, a pesar de la enfermedad de ella. Con esto sólo ejemplifica lo que
después va a aconsejar, que es el reclamo de muchas y muchos: la educación
de la mujer. Y resulta lógico que para que la mujer se instruya tiene que
comenzar por la concesión que se inicia por parte del varón. Es allí donde se
inicia el proceso de mejoramiento de ambos sexos, en consecuencia del ser
humano. Es verdad que la mujer tiene que buscar su identificación como tal a
través de una educación completa, pero es también responsabilidad del hombre
contribuir a aquello que él mismo en el pasado se la quitó. Una vez que la mujer
tenga ese conocimiento necesario, no necesitará más cuestionarse sobre si
tiene deberes y derechos. Por eso no se puede construir columnas sin una base
sólida como la educación. También, nos muestra el espacio del hogar como el
62
punto de partida del cambio. El derecho comienza en casa y es allí que se
proyecta a la organización y manejo de un país. Con eso Gorriti no ha dicho que
la mujer no puede salir al espacio público. Esa es decisión de la misma mujer ya
ilustrada, que puede participar de varias formas y como le convenga. Lo que ella
condena es que la mujer no se instruya y sobre su ignorancia se cree letra
muerta. Cuestiona la norma positiva, escrita sobre un sujeto que ni siquiera sabe
que existe como una dimensión plenamente activa.
Respecto a lo dicho sobre la actitud de la mujer que en su feminismo
busca la igualdad de actos como los tiene el hombre, resulta en una apropiación
de los valores o códigos masculinos, totalmente diferente de utilizarlos para
revertir el mensaje subalterno. En ello coincidimos con lo que José Martí
comentaría sobre la imitación grotesca de un hombre, que comentaremos en el
siguiente capítulo, aunque también con algunas diferenciaciones de fondo.
Juana Manuela Gorriti en su carta a Palma del 3 de julio de 1889 señala que “[l]a
mujer debe ser mujer en todos los actos de su vida. Y si en una joven ostentar
alguna vez los atributos del sexo fuerte, es una gracia, en la edad madura es la
más ridícula de las ridiculeces” (68).
Gorriti parece establecer cierto terreno en cuanto a la mujer y al hombre.
En su época es consciente de que la mujer debe comportarse con honor dentro
y fuera de la casa, cosa que el hombre, avalado por el pensamiento patriarcal,
parece tener doble rostro en cuanto a esta situación. Sin embargo, no descarta
el uso de lo viril además de lo femenino en ciertos momentos de la vida de una
mujer. Es Gorriti, la mujer escritora, que a través de su viaje se independiza, a
través de los momentos difíciles se reconoce y a través de su escritura se
inmortaliza, sin necesidad de haberse comportado como un hombre. Su
comportamiento a lo largo de su vida ha sido el de una mujer independiente, que
gracias a su curiosidad, intelecto y voluntad de ser mujer, ha quebrado el
lenguaje o codificación patriarcal. Ser feminista, dentro del esquema de Gorriti,
no implica actuar como hombre, y ahí (aunque no gráfica) hace una diferencia
entre lo masculino y viril y como contraparte entre lo femenino y femenil o
feminidad. Citamos lo que sostiene Nora Domínguez en “Historia literaria de una
63
intimidad argentina” respecto a las relaciones personales “vinculados a los
modos en que los sujetos pueden pensarse a sí mismos y pueden pensar su
relación con el mundo y con los otros en determinadas condiciones históricoculturales” (22).
“Hay que vencer el desaliento”, nos dice ella, en donde su feminismo
tantas veces aludido es dar la acción debida a la vida, sobreponerse a los
dolores físicos y morales y cubrir los sufrimientos con la serenidad que engañe a
amigos y enemigos, para no entristecer a unos ni alegrar a otros.
Lamentablemente, el ser humano en sí, por ser justamente tal puede
entrar en un momento de escepticismo y pesimismo que tiene como aliados la
vejez y la enfermedad. “Sólo soy envanecida de haber llegado al exacto, al
profundo conocimiento de la humanidad, de sus grandezas, tan vacías, que más
valen sus miserias. Será la cercanía de la muerte que da a mi mente esta
clarividencia?” (Lo íntimo 240). Gorriti, como sobreviviente, trabaja a contrarreloj
para hacernos pensar con el conjunto de sus textos, y es con el último, de
publicación póstuma, que rechaza la autobiografía y elige el fragmento del diario
íntimo para dispersar la ilusión de unidad de la novela de una vida. Con esta
estrategia inteligentísima de la autora nos deja en la constante investigación
sobre ella, y así consigue su objetivo final: “Quien no envidia la muerte que en
vez del aniquilamiento y el olvido, es la apoteosis, la inmortalidad?” (238). Así la
escritora termina fuera del encasillamiento de la novela, y se despoja de los
mitos que se puedan crear sobre ella en sus textos como el de la viajera
romántica decidida y siempre con espíritu desbordante. Gorriti deja la puerta
abierta para la continua interpretación.
Juana Manuela y sus contemporáneos: en la intimidad y en los compromisos
sociales
Para entender un poco más sobre la dimensión que abarca la escritora
mostraremos, en el plano personal, sus espacios privados y públicos así como
su relación con otros intelectuales de la época. Una semblanza de la autora la
64
tenemos en el prólogo que hace Abelardo Gamarra al libro publicado
póstumamente, Lo íntimo, y en el que nos describe una mujer nacida para los
afectos y los sentimientos generosos. Y que con frecuencia decía ““[p]ara que
empujarnos, cuando todos cabemos?”, siempre que veía iniciarse en la prensa
alguna polémica virulenta y de emulación innoble” (202).
En el mismo prólogo se hace referencia a la persuasión que otro escritor
le hace a Gorriti sobre no establecer las veladas literarias de 1876, a lo que ella
respondió diciendo que los literatos son la gente más domesticable de la tierra
en son de burla.
De otro lado la escritora peruana Carolina Freyre de Jaimes destaca sus
cualidades pero tampoco hace silencio de sus defectos:
Era imposible conocer y escuchar a Juana Manuela Gorriti sin
sentirse de pronto subyugada … por el encanto de su espíritu
apasionado, aunque un tanto ligero, a pesar de sus cualidades
intelectuales. [E]l carácter alegre, locuaz y expansivo de la
escritora argentina, jamás sufrió alteraciones, [Gorriti entró al
periodo de su escepticismo en los últimos años de su vida, de
regreso a Argentina.] Este modo de ser especial de su carácter,
que en ocasiones era, o frívolo y risueño, o romántico y
apasionado, o tornadizo o voluble, pero siempre inclinado a la
lisonja exagerada, le valió algunos detractores. [T]enía en secreto
un culto que hábilmente disfrazaba: el culto a sí misma. Y no
hubiera sido defecto si no la obligara a menudo a lisonjas
inmerecidas y poco discretas, lo mismo con la pluma que con la
palabra. (Martorell 40-41)
Pensamos que en estas dos semblanzas de la escritora, una como motivo de su
fallecimiento en 1892 y otra en vida tienen dos interpretaciones, una por ser el
prólogo de un libro póstumo, el escritor no hace mención de defectos, no por no
tenerlos sino por la costumbre en la escritura de los prólogos. De otro lado, es
una descripción hecha por un hombre que guarda casi fielmente el formato de
otros muchos leídos como el de Ricardo Palma a Clorinda Matto de Turner en
65
Tradiciones cuzqueñas. La exaltación de las virtudes de la mujer en lo domestico
y en lo intelectual, la anécdota y finalmente la modestia literaria varonil como
fórmula ya sea al inicio o final del escrito. En el segundo caso, más honesto, nos
muestran una mujer que oculta sus miedos o temores, como ella bien lo
menciona en su libro-diario, tanto para amigos como enemigos, como una suerte
de heroína romántica por un lado, y por otro el manejo del código social.
Asimismo, para algunos – no para la escritora peruana – el comportamiento de
Gorriti resulta en uno de posiblemente falsedad. Pero sabemos por escritos de la
misma escritora que su intención no era esa. Lo que sí es cierto es su afán por
ser reconocida y creemos que es producto de rezagos de su infancia y juventud,
respecto a su procedencia de clase e instrucción, y la vanidad natural del artista.
Su pesimismo o escepticismo se mostrarán posteriormente, y más en la
intimidad de su epistolario.
La escritora del epistolario – cuyas cartas alimentan mucho de su libro
póstumo también - contribuye a formar una idea más lograda sobre la mujer. En
estas cartas se completan las narraciones que tenemos en sus obras, pues
relata a su amigo Palma las situaciones por las que pasa de su viaje a Salta
desde Buenos Aires, la vida en la ciudad en la que es considerada como una
literata renombrada pero que realmente carece de amigos a su llegada, la
industrialización, las finanzas, la bolsa y el capitalismo en Buenos Aires, las
noticias desagradables que recibe sobre el Perú, su corrupción, luchas civiles y
políticos incapaces, habla de lo mucho que Ricardo Palma es reconocido con
sus Tradiciones en la capital argentina. También asume la posición de
consejera, para muchos escritores, en especial Mercedes Cabello y Clorinda
Matto. Critica las novelas o ensayos de muchos intelectuales, como el de
Josefina Pelliza de Sagasti que, apropiándose de una frase de Palma, la califica
de “Fecundo Disparatar!!!” Y en base a eso Gorriti dice en su carta del 28 de
febrero de 1883:
… Lleva por título Reforma de la Mujer… Nos dio, a mi primo
Subiría y a mí, lectura del prólogo y dos capítulos, que nos dejaron
yertos. ¿Creerá U. que allí hace la descripción de un parto, cual se
66
ve en un grabado de comadrón, sin que le falte un solo horror de
sus fases, ni un tilde a sus frases y nombres técnicos? ¿Creerá U.
que en otra página llama al feudalismo la época terciaria? (7)
Las cartas de Gorriti hacia Palma nos hacen tener una idea más palpable de la
Gorriti mujer, pero tanto por ella (de quedarse en el misterio) como el de su hijo
Julio Sandoval, se convierte en una investigación o proyecto de búsqueda de
años para seguir desmitificándola.
Como señala Graciela Batticuore en la introducción al epistolario de la
escritora, un intermediario fiscalizador es su hijo Julio Sandoval que tacha
cuestiones que comprometen en lo personal el honor de su madre, así como
asuntos que lo involucran o involucran a su esposa, y comentarios que hace la
escritora respecto a asuntos de la vida social y política, como “los rotos” (término
despectivo para referirse al chileno, y que la autora hace mención por la
antipatía reciente respecto a la guerra entre Chile y Perú), “el mono brasilero”,
los “salvajes unitarios” (como una mofa de los políticos de corte liberal que
entran en discusiones encarnizadas, convirtiéndose en algo irónico por los
acontecimientos histórico políticos de buena parte del siglo XX en Argentina) y
hasta “un bestia chileno.”
67
CAPÍTULO 3
LA POLÍTICA EN LA MUJER: LA INTEGRACIÓN AMERICANA Y LA LABOR DE
LA MUJER INTELECTUAL: CLORINDA MATTO DE TURNER
Hemos visto en los capítulos previos cómo los sujetos estudiados tienen
que luchar en contra de varios factores para llegar a un punto en el que pueden
expresar su intimidad pero a la vez que la expresan el espacio deja de ser íntimo
para convertirse en uno público; además se adaptan a los códigos impuestos
para a través de ellos ejercer resistencia desde círculos que eran de predominio
masculino. Algunas, si bien mantuvieron una posición conservadora, no es
porque no sepan los alcances de sus actividades en la sociedad, sino que toman
una postura de acuerdo a su punto de vista moral y ético. Otras, las
generaciones que se desarrollan después de 1880 aproximadamente, tomaron
una postura en la cual expresan sus ideas y confrontan no sólo al estado y a las
instituciones sino también a la sociedad en general. Estas posturas pueden ir
desde el plano íntimo sexual hasta el plano nacional y político. De acuerdo a la
fronterización del conocimiento, todos poseen diferentes niveles de acuerdo al
grado de interacción con su espacio circundante. Las autoras contestatarias que
estudiamos son aquellas cuyo espacio circundante ha estado en constante
evolución o transformación por situaciones muy especificas como la separación,
el divorcio, la viudez, el exilio, la política, la economía, etc. que las fuerzan a
modificar y a adaptarse a una situación que en el proceso las hacen revaluar su
identidad y a enriquecerla con la constante educación y escritura, así como la
profesionalización. Llegan a un punto de poder, a través del cual escriben para
ellas, para otros lectores y finalmente con una visión más global en busca de la
68
integración americana. Las mujeres bajo estudio saben utilizar el lenguaje como
instrumento para moverse dentro de los espacios. Un ejemplo común entre
ambas escritoras es el poder moverse dentro del pensamiento amerindio y el
criollo o mestizo. Sin embargo, no lo desarrollan tan profundamente como lo van
a desarrollar otros intelectuales en el siglo XX. Van a establecer una
preocupación por la situación de la población indígena, van a denunciar el abuso
de algunas autoridades de las instituciones eclesiásticas y civiles, van a mostrar
una parte de la cosmovisión de los amerindios y su interacción con el de aquel
descendiente de europeo nacido en esta parte del globo, el continente
americano. Otra frontera que cruzan éstas mujeres es la de la situación civil en
la cual la mujer soltera/separada/divorciada o viuda deja de estar en casa y tiene
que solventar sus gastos a través de la escritura. Este tipo de mujer no es
generalizado, pero será el punto de brote para el cambio. El pensamiento liberal
de la época promoverá la participación de la mujer en ciertas actividades,
restringiendo su espacio al doméstico y civil dejando de lado el político. Sin
embargo, resulta irónico ver que aquellas mujeres escritoras participan en la
política a través de los periódicos, semanarios y revistas que dirigen. Así mismo
participaron en otras actividades, además del intelectual, como es el de
enfermeras o mensajeras en tiempo de guerra. La nueva mujer se manifiesta
cada vez más latente en la segunda mitad del siglo XIX, en diferentes espacios y
niveles, asumiendo posiciones políticas o no, pero cada vez más conscientes del
necesario cambio que se concretizará después de los años 60 en el siglo XX.
En este capítulo tercero, tomamos a Clorinda Matto desde su posición de
periodista y escritora mediante el cual, aprovechando su posición pública, pasa
al campo público. Su preocupación local por el indígena y la mujer van a llegar a
un punto global como es la integración americana y la labor de la mujer
intelectual. Previamente, se establece el marco intelectual peruano en el que
Matto se desenvolvía, su evolución y el mensaje integracionista que proyecta.
Finalmente, nuestro objetivo es hacer una comparación entre el mensaje de
Matto y el de de Martí y establecer su complementariedad y puntualizar algunas
diferencias en base a los diferentes espacios que ocupa la subalternidad de
69
cada uno. Es preciso mencionar que la comparación con el pensador cubano no
es una casualidad. Se toma específicamente a Martí por ser él uno de los
intelectuales que insta a la integración latinoamericana con su ensayo “Nuestra
América” de 1891, cuatro años antes de que Matto escriba “Obreras del
pensamiento”. A través de estos dos discursos se cubre el proyecto de
integración americana de manera más democrática.
El pensamiento liberal peruano a mediados del siglo XIX
El mejor representante del pensamiento liberal en aquella época era
Francisco de Paula González Vigil, tacneño de nacimiento, excomulgado por el
Papa por sus combates al celibato eclesiástico, y su defensa de la libertad de
cultos y del matrimonio civil de los no católicos. Al ser también defensor de la
libertad de prensa y de las garantías individuales, criticó el poder excesivo del
estado, planteando como forma de gobierno a la Asamblea Representativa. En
1858, publicó Importancia de la educación del bello sexo, en el que se ofrece la
posición liberal sobre la mujer, a favor de su educación y cuya fundamentación
mostraba los avances del pensamiento liberal, sus límites y su alcance político.
Vigil destaca la importancia de la función materna en la formación de los hijos y
en relación al progreso social. Nadie, “absolutamente nadie, podrá compararse
con la mujer en el influjo bienhechor que ejercerá en las sociedades” (27). Sin
embargo como sostiene Maritza Villavicencio “…la preocupación de Vigil no es
tanto sacudir la dependencia de la mujer, sino más bien a quienes les
corresponde la dirección de su conciencia [donde] … la Iglesia y la religión
católica se mantenían fuertes, y con las mujeres como su bastión social” (40).
En sus argumentos incluye cuestiones como la consideración de la mujer
en otras sociedades donde se les pedía consejo para los asuntos de la
comunidad como la hindú, la celta o los mismos franceses del siglo XVIII en
donde se requería de la presencia de las literatas en la inspiración de ardientes
discursos. Más disminuye el poder de su perspectiva abierta al sostener que la
mujer no debe participar en la política y así Vigil dice:
70
Lejos de nosotros el pensamiento de vindicar a la mujer el ejercicio
de los derechos políticos… No: todo esto pertenece a los varones
…a la mujer cumplen otros oficios… La mujer, en el campo de la
política, quedaría degradada desde los primeros pasos; porque
estaría expuesta a que los hombres le faltasen al respecto. Haría
mucho mal a la mujer quien pretendiera darle lugar en los destinos
políticos y sacarla del hogar doméstico, que es su recinto propio…
(12).
La propuesta liberal que partía del análisis de las necesidades de la
sociedad se desencuentra con el sentir de las mujeres que emergía de la vida
cotidiana, de su rol en ella. Más tarde encontrarán un terreno común con
posturas más avanzadas y lúcidas.
Otro intelectual, Mariano Amezaga en “Instrucción de la mujer” se refería
en 1864 sobre la educación de la mujer para luego hablar sobre los problemas
de su instrucción ya que las instituciones referían a la prosperidad del varón pero
no consideraban a la mujer. A la mujer le correspondía una gran carga como la
tutela bajo el techo paterno, la tutela de la unión conyugal, la tutela en la vida
civil y política, la depresión, la coacción, la ignorancia, el servilismo, la
impotencia, y la degradación.
Pero además, como una crítica al derecho romano y al cristianismo, que
mantenían la inferioridad de la mujer frente al varón, concluye en “La educación
de la mujer” que la condición de ésta debe ser igual a la del hombre y que puede
mejorarse con el concurso de los dos sexos. Con esto critica la actitud de los
propios varones que se sienten “humillado[s] ante la superioridad intelectual y
científica de las mujeres [porque] le[s] parece una usurpación […] porque si la
mujer tomara en sus manos el doble cetro de la pasión y de la inteligencia, cree
nuestro sexo que su inferioridad sería absoluta” (18).
Dentro del planteamiento de Amezaga la mujer debe educarse porque
desde ella sale la fuerza institutora de los hijos, desde ese espacio privado en el
que se mueve la mujer – dado por el patriarcado y con la idea que se la limita –
rige su poder para el futuro de una nación y del progreso. Pero como dijo no
71
depende sólo de ella sino también del varón, y que no se realiza una obra de
caridad al reconocer su capacidad educativa sino que se satisface una
“necesidad social” (20) que es lo que se busca finalmente dentro de los planes
de desarrollo de una comunidad, desde lo más pequeño a lo más grande: la
gran nación americana.
Las mujeres solteras son punto de su discurso también porque “al
ilustrarse serán estimadas cuando no puedan exigir amor; y aun para afrontar
las futuras eventualidades de su difícil situación…” (21). La soltería de la mujer
es una carga pesada con la que tiene que lidiar, ya que es vista como una
amenaza a los planes de la reproducción y población o repoblación de las
naciones latinoamericanas. No considera que el ser soltera la condene a ejercer
actividades que la comparen con una prostituta, pero tampoco le parece bien la
soltería de una mujer, de lo contrario no lo vería como una difícil situación. Sí
reconoce ciertamente la dificultad que la condición de soltera requiere pero
ciertamente debe pensar que la soltería de un hombre también lo es en otros
aspectos sociales.
La educación de las mujeres de las clases inferiores ocupa sus
pensamientos: “[s]alvo algunas mujeres de color que se dedican a los trabajos
del campo y algunas otras ocupadas en los talleres de costura que cuenta Lima,
la clase de mujeres obreras no se conoce” (21). La crítica respecto a estas ideas
avanzadas, sin embargo, es que la educación sólo contemplaba el nivel de los
mandos medios en el trabajo y de la formación media técnica en la instrucción.
La mujer tiene un panorama mucho más amplio sin importar la clase
social y así la actividad intelectual será fructífera a partir del último cuarto del
siglo XIX, cuyas mujeres reclamaron para sí dicho derecho. Posteriormente
surgirán las posturas más radicales sobre las mujeres al inicio del siglo XX.
La prensa escrita florece durante la época de 1872. Se incentiva la
descentralización administrativa; aunque no llegarán a funcionar, se lleva a cabo
el primer censo nacional y se da el Reglamento General de Instrucción Publica
de 1876, aunque todavía inferior respecto de la educación que recibían los
varones, es mejor dicho una figura decorativa. A esto se suma el fracaso de la
72
instrucción primaria gratuita que no contaba con los recursos necesarios por
parte de las municipalidades y aunque legalmente las niñas tenían derecho a
instruirse, en la práctica estaban marginadas.
En el sector privado la educación femenina muestra otra realidad. Las
únicas que pudieron acceder, incluso al mejoramiento de la enseñanza de otros
cursos ya no decorativos, fueron las hijas de las familias aristocráticas,
herederas de abolengos coloniales, y de aquel nuevo grupo que hizo su fortuna
gracias a sus actividades comerciales.
En una visión general de censo en el año de 1876 en la provincia de
Lima, se nota a la población femenina con un alto grado de instrucción. “Del total
de la población mayor de 6 años que sabía leer y escribir, las mujeres
representaron el 52.4%; entre los que sabían leer pero no escribir, 4,276 eran
mujeres, frente a 3,289 hombres, en cambio, había menos mujeres analfabetas:
18,434 frente a 23,881 analfabetos hombres” (Villavicencio 47).
Sin embargo esta situación particular respecto a las mujeres se debe a
que un gran número de asiáticos fueron traídos desde la China en condición
contractual de esclavitud, destinados a trabajar en los yacimientos guaneros y
en las haciendas de la Costa.
En resumen, lo que se nota durante la época, y que va a enmarcar e
influir la perspectiva de nuestras autoras, así como otras, es que las
restricciones culturales e ideológicas coloniales aún persisten y cierran las
puertas a la vida pública. A esto se va a agregar el malestar social e inquietud en
las masas producto de la inestabilidad que se produce luego del asesinato del
presidente Pardo en 1878 y la guerra con Chile (1879-1883).
Las nuevas ideas que alimentaron a los intelectuales progresistas giraron
en torno al positivismo. Con esta filosofía se ofreció la posibilidad de que el
pensamiento filosófico rompiera con las ataduras que lo tenía convertido en un
sistema de creencias y valores supeditado a la religión y a la Teología
(mencionado en el cambio de la ideología moderna en la propuesta de Mignolo),
así como se promueve la nueva actitud, más libre y crítica, en todos los sectores
de la vida intelectual. El positivismo abarcará además áreas como la política, la
73
religión y la crítica literaria y artística. Esto permitirá que las mujeres que ya
habían logrado una elevada preparación intelectual participen en la vida cultural
del país, presentando su producción en tertulias, veladas literarias, clubes y en
las páginas de los periódicos y revistas. Las mujeres expresaron sus opiniones y
se manifestaron acerca de los problemas que aquejaban a la sociedad peruana
de aquellos tiempos.
El positivismo como corriente filosófica dentro de las ciencias y las artes
ofrecía una perspectiva diferente, un cambio radical para salir del atraso del
país. Se combatía a la Iglesia considerándola causa de los males existentes. La
diferencia de estos pensadores modernos con los liberales de mediados de siglo
es que los primeros, además de tomar la posta en la lucha contra el
oscurantismo del clero, extendieron los cuestionamientos a la idiosincrasia
limeña, ya sea católica, sensual, fatua, aristocrática y arribista, pero siempre
criolla a medias tintas y obsecuente con el poder.
Las intelectuales formarán parte de este cambio cultural aunque no aún
estructural de la sociedad peruana. El cambio se va produciendo de a pocos,
pero se reconoce el abandono de los seudónimos, de lo innombrable y fueron
adquiriendo voz propia e identidad pública.
Como todo cambio siempre habrá mutua resistencia entre lo que es
mítico, hegemónico, y lo nuevo, que lucha por cambiar su situación marginal. En
el caso práctico la mujer lucha con los prejuicios naturales que sobrevienen a
esta revolución. Prejuicios que se dan por parte de los mismos hombres
modernos, como los tradicionales, que no dejan el discurso patriarcal/paternal.
Habrá mujeres que se sometan al criterio dominante de que la mujer no debe ser
escritora, pero también habrá de las que no se someten y desarrollan una
perspectiva fronteriza de las diferentes fuentes o espacios que absorben.
La educación de la mujer fue defendida por muchos hombres, pero quizá
pensaban que el hecho era imposible de realizarse y mucho menos sus
consecuencias. La mujer intelectual que habla por todas la mujeres en este
periodo de la centuria no espera el decreto que les confirme su derecho a dar un
paso fuera de la casa, sencillamente se lo tomaron como bien lo había sostenido
74
Juana Manuela Gorriti, siendo ella misma ejemplo así como Matto de Turner,
Mercedes Cabello de Carbonera y muchas que formaban esta generación del
70. Ciertamente, las influencias literarias y filosóficas ejercen un gran poder en la
manera de exponer sus ideas. Estas mujeres son las precursoras de una actitud
contestataria frente a los prejuicios contra su sexo.
Clorinda Matto de Turner y su discurso liberal
El primer punto del que quisiéramos hablar sobre la perspectiva de Matto
es la educación de la mujer y el ejercicio de la literatura, que es un tema con
muchas barreras que le impidieron tomar posiciones audaces como lo hacían
sus contemporáneas en Europa y en los Estados Unidos. El discurso de ésta
como de otras escritoras tenía fuertes elementos defensivos y por tanto estaba
ligado a definiciones que por siglos se habían dado sobre la mujer, así el
discurso se conectaba al concepto de mujeres madres, esposas e hijas, por lo
que su dedicación central debía ser su hogar y su familia. Sirve bien,
considerando la idiosincrasia peruana en la segunda mitad del siglo XIX, porque
el tema es utilizado no como una obediencia a lo establecido por el canon sino
como un velo superficial para desde allí expresar sus ideas más íntimas y como
consecuencia permitir la exteriorización o publicidad del mensaje. La prudencia
de la que hablaba Gorriti no se utiliza como el fin del discurso femenino sino
como el medio para cambiar las ideas primeramente de las mismas mujeres y
también de los hombres. Incluso con la prudencia el discurso femenino no es
tibio, pero si defensivo. El riesgo de usar aquella excusa para hablar es que de
pronto la excusa se transformaba en verdad y terminaban por abandonar la idea
de escribir y ejercer la intelectualidad.
Por eso la situación de alguna manera que le permite a Matto su más alta
connotación es la viudez, porque la obligó a asumir responsabilidades
administrativas y económicas que ampliaban su espacio “naturalmente
doméstico” y amenazaba el “espacio masculino”. Incluso, si no era por el mismo
esfuerzo, la herencia otorgaba ampliación del espacio femenino. Con la
75
educación la mujer adquiere autonomía espiritual y con factores como la viudez
así como la opción por la soltería le ofrecían autonomía económica.
Matto entonces crea su propio espacio, en base a sus propios recursos y
talentos, atrayendo a la intelectualidad masculina. Matto asumirá la dirección de
varias revistas siendo una de las más importantes El Perú Ilustrado que era una
revista al lector/a en general. Es clave que se sitúe en una doble dimensión de
escritora y mujer porque primero centra su discurso en la problemática particular
de intelectual escritora y luego lograr abordar eventualmente cuestiones
generales sobre la condición social de la mujer.
El espacio ganado en lo privado y en lo público es un hecho pero aún con
muchos obstáculos por eludir y encontrar la equidad de la que tanto se anhela.
Una vez que la mujer pueda hablar desde el punto en que puede ejercer poder,
puede continuar la labor a un espacio más amplio dentro de lo público local y a
anexar la voz a planteamientos estructurales sociales, culturales y políticos. Por
eso es que las escritoras como Matto, como Gorriti, Cabello, Freire y otras,
pueden hablar del concepto de progreso del que los liberales varones hacen
uso, pero de una dimensión diferente. Así Felisa Moscoso de Carbajal, otra de
las intelectuales de la época, en Ligeros pensamientos consagrados a la mujer
sostiene que “la sociedad reclama imperiosamente la educación de la mujer
como el más eficaz elemento de civilización y progreso [y que] […] la cultura de
un país puede medirse por la de sus mujeres: en ella se refleja la de los
hombres” (7-8).
Cabello de Carbonera argumenta en la “Influencia de la mujer en la
civilización” que “[l]a instrucción y la moralidad de las mujeres ha sido en todo
tiempo el termómetro que ha marcado los progresos y el grado de civilización y
virilidad de las naciones…tendrás en ella un motor poderoso y universal, para el
progreso y la civilización del mundo; y una columna fuerte e inamovible en que
cimentar la moral y las virtudes de las generaciones venideras” (89-90).
Clorinda Matto también visiona a la mujer como partícipe del progreso y
por eso en sus editoriales y ensayos critica a los hombres e incluso a algunas
mujeres de protervos, porque en vez de convertir a la mujer como sujeto
76
autónomo y potencial de desarrollo, favorecen el convertirla en un instrumento
de diversión y alegría de los demás, crítica que está dirigida tanto a los
conservadores, como a los liberales que, apoyando la educación femenina, la
mantenían restringida a ciertos conocimientos. Es curioso cómo los términos de
civilización y barbarie se van a yuxtaponer en su discurso y diferenciar del
discurso patriarcal respecto al progreso. De la misma manera opinaba Cabello
de Carbonera cuando en sus planteamientos se refieren a la “educación
bárbara” de la mujer, o cuando Gorriti habla de los “salvajes unitarios” en sus
cartas a Ricardo Palma.
La escritora de esta generación contestaria percibe que la mujer
considerada inferior no es producto de la naturaleza sino del hombre y de la
sociedad y busca la regeneración social de ésta y la reubicación que ciertamente
por naturaleza le compete. Y no es sólo la labor de la mujer el buscar su
espacio, sino también la del hombre en colaborar a que se resuelvan las cosas a
su punto original.
El proyecto reformador tomaría mucho tiempo en ser una realidad, y aún
en nuestros días lo es porque Clorinda Matto así como Mercedes Cabello lo
prevén. Como sostiene Maritza Villavicencio en Del silencio a la palabra, las
reformas “no se resolvían por decretos, ni por revoluciones, pues tenían que ver
directamente con ese campo olvidado por la política, que era el espacio privado,
lo cotidiano, la cultura, la costumbre” (69).
La nueva mujer en el discurso feminista contestatario
La propuesta surge por la lógica reacción de las mujeres ilustradas al
modelo de la mujer heredado de la Colonia, que ofrecía unas alternativas muy
penosas como la de ser “poco menos que beatas o en suntuosas ignorantes”
(Villavicencio 76). Las mujeres no debían trabajar porque era indigno para ellas y
amenazaban la “hombría y virilidad” de los hombres. Ciertamente, esta ideología
es producto de una interpretación basada en la Biblia por largos años errónea y
77
que se mantiene en nuestras sociedades y por consecuencia la actualidad del
tema.
Sobre esta reacción hay tres posturas: los liberales, las conservadoras y
las contestatarias; y dos tópicos sobre los cuales circularon las ideas de los
grupos: el matrimonio y la familia.
Los liberales varones proponían que el matrimonio y la familia son
instituciones sociales y que eran “esferas de la vida privada que constituyen
eslabones de un engranaje mayor, que es la sociedad civil” (78). El punto débil
de aquella ideología era la exclusión o la disolución del espacio cotidiano. El
discurso era el uno a nivel político y táctico. Por eso, algunos como González
Vigil plantearon la unión matrimonial de los no católicos o entre estos y católicos
a través de una legislación y de esta forma también mermar la autoridad de la
Iglesia. Los aspectos personales, subjetivos y emocionales quedan fuera del
planteamiento, porque desde el punto de vista liberal masculino, el espacio
familiar era siempre visto como el campo que deparaba felicidad a las mujeres.
Su preocupación es reivindicar e incorporar a la mujer a la vida ciudadana
pero no se preocupan por la cuestión interna de la familia. La realidad demuestra
que la felicidad no es siempre tal en la familia y tampoco en la sociedad donde la
mujer no puede cometer errores, de lo contrario le cae la crítica más cruel.
Para las conservadoras el tema iba más a lo espiritual siendo el
matrimonio por amor el ideal porque iba de acuerdo al “deber ser” y el plano
afectivo cumple un rol comprometedor en la mujer y por tanto moral y ético. “el
Estado y las leyes poco o nada tenían que ver con la cuestión familiar y con la
posición de cada uno de sus miembros en su interior” (78).
Las contestatarias también compartían la idea de las conservadoras en
cuanto a la relación privada, íntima, espiritual y de amor porque lo que buscan
las escritoras y en nombre de las demás mujeres, son los matrimonios por
conveniencia, erradicar el medievalismo existente en las vísperas del siglo XX.
La visión es feminista pero también justa para los hombres que también sufren al
casarse con alguien sin amor, lo que devendría en un engaño mutuo, aunque de
alguna manera perdonable para los ojos de la sociedad patriarcal decimonónica.
78
Las contestatarias plantean su punto desde la realidad, viendo las relaciones
entre hombres y mujeres más allá de la institución matrimonial. A través de sus
novelas, recogieron diversidad de uniones o relaciones familiares. Así por
ejemplo Clorinda Matto va a combatir el celibato sacerdotal a través de su
novela Aves sin nido (1889), además de las cuestiones indígenas estudiadas por
otros críticos.
El matrimonio sin amor se constituía en un contrato de partes que
negociaban sus intereses y una forma de preservar los privilegios de una clase
social. Las ideas de las contestarias a medida que se entraba al siglo XX se
tornaban más racionales y eróticas deviniendo en una cuestión más de
convivencia y el cuestionamiento de la indisolubilidad del vínculo matrimonial.
Entre lo amerindio y lo mestizo: la frontera interna
No vamos a profundizar sobre lo amerindio para Matto, ni sus encuentros con
la influencia occidental de su pensamiento, porque la crítica se ha encargado
especialmente de estudiarla y a considerarla como precursora del indigenismo
en el Perú. Concordamos con la consideración que se le hace a la escritora; sin
embargo como señalamos en este estudio, su labor y proyección con sus textos
en conjunto van más allá del tema del amerindio o indígena americano.
Incluimos esta sección porque es fundamental para la construcción de su
imaginario, como lo va a ser para algunos pensadores como José Martí, quien
en “Nuestra América” considera que la identidad y el futuro liderazgo de los
americanos se forma por el reconocimiento de su propia historia, la de América,
desde los Incas hasta el presente, aunque se dé sólo un vistazo a la historia de
Grecia. Matto conoció a los indios íntimamente y no era amistad superficial de
niña privilegiada y amable con indígenas sumisos y respetuosos, sino que se
produjo una absorción cultural mutua. Ella dominó el quechua común y culto.
Estudió la etnología quechua en sus Leyendas y Recortes (1893) y explica el
origen del grupo quechua, proporcionando información de carácter académico
pero también personal, usando palabras de ambas lenguas, estableciendo
79
aproximación de ambos lados hasta llegar a un punto común. Así la escritora
peruana dice: “No hallo fuera de sitio señalar que el quechua es la base de la
civilización en diferentes naciones sud-americanas” (97).
Para ella el quechua fue “lengua madre,” según Francisco Carrillo en
Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario, el vínculo de unión de la raza
peruana, fundamental para el historiador y para el escritor. Clorinda Matto por
otro lado se lamentaba que escritores peruanistas no sepan el quechua, entre
ellos González Prada. Una semblanza de 1887 nos muestra a la Clorinda
fronteriza, que se mueve en dos mundos y crea uno nuevo. El autor de aquella
semblanza en su libro Clorinda Matto de Turner es Joaquín Lemoine y señala
que “… cuando la palabra española falta o no responde a la idea indica,
rebelándose así triunfante el pasado contra el presente, piensa en quechua, y
emplea la palabra de este idioma, y salva la dificultad” (27).
Escribe tradiciones y ama la cultura indígena; en Aves sin nido (1889) ante
las injusticias que se producen con los amerindios en el Perú, se arma de
fuerzas para escribir en su proemio los siguiente: “Amo con amor de ternura a la
raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres,
encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos
mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del
epíteto de tiranos” (51). Clorinda escribe lo que observa y cuentan en sus
Tradiciones cuzqueñas, que se diferencian grandemente con las de Ricardo
Palma, lo que produjo una crítica dura contra la escritora al sugerir una mala
imitación. La intención de la escritora es explotar las tradiciones del Cuzco que
Palma no tuvo la ocasión de ver de cerca así como de los momentos históricos
con referencia al indio, que el escritor dejó casi intacto. Ella apunta los abusos
contra el indio. Ataca al mal cura, a la mala autoridad civil, no pretende ser
pícara ni graciosa.
Del otro lado de la frontera, la escritora demuestra su occidentalismo
europeo, cuando usa el término de ‘salvajismo’ en el discurso del personaje
omnisciente de Aves sin nido. La juventud y la mujer son parte del progreso. La
80
ciudad frente al campo también. Cuestiona al peruano a efectos que reaccione y
proteja a uno de los suyos y se denuncien los abusos.
El amerindio es presentado al lector como víctima que necesita protección, la
protección de la ciudad, donde la mujer indígena se educará y buscará la honra
en su vida. La posición asumida es innovadora pero paternalista. A través de
ella, conocemos ciertas costumbres de las poblaciones de la sierra, de gran
influencia indígena (no solamente incaica, sino de otras civilizaciones indígenas),
pero no las llegamos a aplicar ni a comprender completamente, porque Matto
busca más la adaptación del amerindio a las pautas de la ciudad y muestra
pesimismo en cuanto al desarrollo del campo que representa la barbarie, aunque
no del indio per se sino de la autoridad corrupta que lo mantiene ignorante. Su
pensamiento se muestra ambiguo sobre el tema y no lo desarrollará
detalladamente luego de su exilio. Lo que no proyectó Matto fue que a través de
promover la educación del indígena (hombre y mujer), así como la oposición de
la ciudad al campo, estaba promoviendo la expansión del espacio del indígena,
así como de sus costumbres y lenguas. No se va a producir la síntesis de los
mejores elementos de ambas perspectivas (la nueva ciudad), sino que se
produce una síntesis del todo y creación más natural que artificial. Esto va a
convertirse en un tema muy arraigado en el Perú del siglo XX como es la
migración de la gente de la sierra a la costa, específicamente la capital. Aunque
importante fue la contribución de Matto, además de sus conocimientos e
identificación con la cultura andina, su espacio no era totalmente de “ahí” sino
más de “aquí” (refiriéndose) a la perspectiva occidental. Y no es que la
intelectual no haya comprendido la cosmovisión del espacio en el que desarrolló
su niñez y adolescencia, sino que su posición de observadora, estudiosa,
posteriormente periodista y escritora, la van a separar de ese mundo subalterno
y formará parte de su propio espacio subalterno (mujer-provinciana) entrando al
espacio hegemónico (intelectuales-la mayoría limeños), estando siempre en
constante transformación mientras los otros también estarán en constante
cambio. De esta manera se demuestra la idea de Gayatri Spivak en “Can the
Subaltern Speak?” en la que el subalterno no puede hablar de la manera que
81
implique cualquier suerte de autoridad o significado para nosotros sin alterar las
relaciones de poder/conocimiento que lo constituyen como subalterno en primer
lugar. El hacerlo de esa manera lo separan de aquel grupo y la respuesta de
este es de silencio estratégico. La perspectiva de vulnerabilidad sobre el
indígena en Matto sólo se da en la manera que ella haya tomado autoridad para
hacerlo y la ponen en un estado de élite desde donde habla. El punto débil del
planteamiento de Matto fue el considerar al grupo subalterno (los indígenas que
viven en el campo) como seres pasivos e ignorantes. La pregunta obvia es la
pasividad e ignorancia frente a qué parámetro o límite. Como se mencionó
anteriormente, esa oposición de espacios va a situar al sujeto en una posición
de migrante, que aplicará sus propias costumbres, no es una adaptación pasiva,
es como John Beverly sostiene en Subalternity and Representation (1999)
concordando con lo que Antonio Cornejo Polar piensa respecto al fenómeno
migratorio de la gente de los Andes (mayormente indígena): “The migrant also
impones himself or herself on the city, remaking it in his or her image of a
nostalgia past” (63). Esto vendría a conformar el triunfo de un mensaje de
resistencia. Ese triunfo, en el caso de la mujer no es a través del otorgamiento
de derechos o expedición de normas. Eso se traduce a una formalidad, que
incluso a veces es limitante. El triunfo de la mujer para estas precursoras como
Matto y Gorriti se da a través del manejo de códigos, la educación y la toma de
conciencia por parte del mismo grupo resistente.
La influencia indigenista de Matto fue olvidada por José Carlos Mariátegui a
inicios del siglo XX, creemos que por la perspectiva paternalista o no tan
desarrollada en sus novelas, pero sin justificar la posición del peruano, ya que
para desarrollar el mensaje indo-americano que el proyecta necesitaba partir de
la propuesta y denuncia de un problema. ¿Eran necesarias y más completas las
denuncias de Matto además de la preocupación y pensamiento liberal de
González Prada? Por lo expuesto, creemos que sí. Finalmente, después de
1930 Aida Cometta Manzini y Concha Meléndez (fuera del Perú) la sitúan con
justicia como iniciadora del indigenismo moderno en América, y hoy se continúa
interpretando el mensaje de Matto respecto al tema.
82
La integración americana desde la complementariedad de los discursos de la
nación, el exilio y el género: Clorinda Matto de Turner y José Martí
Partimos en esta nueva etapa de la escritora desde 1895 como fecha de
su exilio a Argentina. Sus posteriores ensayos y crónicas periodísticas nos
demuestran la evolución de su perspectiva, el pensamiento anticolonial en busca
de una identidad nacional y más aún, el encontrarse fuera de su país que le
hace visionar una supranación que incluye a las mujeres en su labor de madres
y esposas, pero también de intelectuales y obreras, en el momento de transición
de finales del siglo XIX y principios del XX, llevando el estandarte de progreso.
Es un pensamiento de resistencia frente a los estamentos civiles y
militares de la época que persisten en un sistema machista, gamonalista, feudal,
donde los marginados son los indios, los negros y, para los intereses de la
periodista y literata, las mujeres. Así, se pretende demostrar que su periodo de
exilio influye considerablemente para convertirla en una de las precursoras de
una visión más moderna en el Perú, al lado de Mercedes de Carbonera y
Manuel González Prada, y que posteriormente servirán en el trabajo de Ciro
Alegría, José Santos Chocano y José Carlos Mariátegui.
Analizamos la tercera sección de su libro publicado en 1902, Boreales,
miniaturas y porcelanas, que son un conjunto de artículos y crónicas escritos
durante su exilio. El principal documento que proporciona la base de esta
sección es “Obreras del pensamiento” donde los símbolos y el discurso utilizado,
aunque con sus marcadas diferencias mencionadas más adelante, es el ya
usado por el intelectual cubano José Martí en “Nuestra América.” En él realza la
labor de las intelectuales de su época que van transformando el pensamiento
colonial dominante.
Entre otros artículos de análisis se utilizan: “Guillermina”, “Espíritu y
Materia”, y finalmente “Azules”, apreciándose el pensamiento impulsor de
cambio del papel femenino y la idea de nación a través de un discurso de
tendencia modernista, un lenguaje nuevo en el que la autora combina arte y
oficio como la mayoría de los intelectuales que se adaptaban a los cambios del
83
mundo moderno. Estas ideas alumbraron como gran luz su camino penoso del
exilio.
En “Obreras del pensamiento” leída por la autora el 14 de diciembre de
1895 en el Ateneo de Buenos Aires, hace una fusión de conceptos, como el de
la obrera, término común del sistema industrial moderno de fines de siglo con el
de intelectual y así no sólo habla de las mujeres que hacen labores manuales
sino de las que ejercen labores de periodistas, escritoras, filósofas, doctoras,
etc., y cuyo “rol de la ilustración […] alcanzado en los postrimeros días del siglo
llamado admirable, será un grano de incienso depositado en el fuego sacro que
impulsa el carro del progreso, y, […] , el dará, siquiera, la blanquecina espiral
que perfuma el santuario” (246).
Su mensaje desde el inicio se manifiesta revolucionario y trata de romper
con las ideas tradicionales sobre la posesión del conocimiento y así también
agrega “[l]os obscurantistas, los protervos y los egoístas interesados en
conservar a la mujer como instrumento del placer y de obediencia pasiva,
acumulan el contingente opositor; la cámara obscura para lo que ya brilla con luz
propia, sin fijarse en que, de la desigualdad absoluta entre el hombre y la mujer,
nace el divorcio del alma y del cuerpo en lo que llaman matrimonio, esa unión
monstruo cuando no existe el amor. La lucha se inició” (247).
Algunos comprendieron que “postergar la ilustración de la mujer es
retardar la ilustración de la humanidad” (248) y se continuó con esa lucha
demostrándose que las mujeres “… no sólo dan hijos a la patria, sino,
prosperidad y gloria” (250).
Matto no niega que la mujer sea esposa ni tampoco madre (como ya lo
mencionamos en el capítulo segundo), pero además es un ser pensante, e
intelectual que forma parte activa de la sociedad.
Aquí es cuando comparamos el motor que impulsa el discurso de Matto
con el de José Martí en “Nuestra América” (1891) y en general con su
pensamiento, que compartiendo la misma idea de integración, también tienen
ciertas diferencias, confirmando otra vez el desarrollo del conocimiento
impulsado por el interés. Aunque los dos comparten un mismo ideal, parecen
84
diferir en cuanto a los roles de hombre y mujer para alcanzar la integración
americana. En todo caso, hay ambigüedad del pensador cubano en cuanto al rol
activo de la mujer. Nosotros proponemos buscar los puntos comunes que hacen
que los discursos se complementen.
El primer tema en el que encontramos una conexión entre ambos
intelectuales es el tema del indio y de la india. Martí los menciona cuando en
“Nuestra América” se dirige a los latinoamericanos “nacidos en América, que se
avergüenzan porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan,
¡bribones!, de la madre enferma y la dejan sola en el lecho de las enfermedades!
Pues, ¿Quién es el hombre?, ¿el que se queda con la madre, a curadle la
enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean …” (2). Matto, como se
trató anteriormente, toca el aspecto de los indios, pero en “Obreras” más
específicamente el aspecto de madre. Ambos asocian la figura de la madre con
la de raíz-nación, surgiendo el binomio madre-tierra. Y los protervos,
obscurantistas, de los que habla la peruana, son las autoridades civiles y
militares que aspiran a la perpetuación de la tradición patriarcal, los mismos que
cercenaron la tierra del hermano vencido y se la quitaron, según el discurso
martiano.
El tema de la naturaleza sobre la artificialidad es un punto en común
porque está relacionado con el abuso (humano) que impide el normal
desenvolvimiento de las leyes de ésta. Matto sostiene que “todo tiene que
regirse por las leyes de la Naturaleza; por ellas el débil busca la protección del
fuerte, […] La mujer necesitaba el concurso del cerebro masculino para que,
sirviéndole de guía, la condujera a la meta anhelada” (249) mientras que Martí
dirá que “el gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del
país” proclamando el triunfo “del hombre natural sobre los letrados artificiales”
(3). Matto los llama obscurantistas.
El equilibrio de los elementos naturales, del hombre y mujer natural es la
base de un buen gobierno, de una sociedad-nación en vías de progreso donde,
según la peruana, “el trabajo con libertad, dignifica [mientras que] el trabajo con
esclavitud, humilla” (249). Matto de Turner aboga por el espacio social dentro de
85
la sociedad y el estado en el cual la mujer sea apreciada con la misma igualdad
que el hombre. Esa igualdad que le consienta observarse como un ser pensante
e intelectual que forma parte activa de la sociedad alegando que las mujeres “…
no sólo dan hijos a la patria, sino, prosperidad y gloria” (250). Martí en su
discurso dice que el hombre natural está “dispuesto a recobrar por la fuerza el
respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés” (3).
Basados en las citas anteriores podemos decir que Matto busca la
participación conjunta, en la cual la mujer es un sujeto que contribuirá
positivamente al desarrollo de un proyecto, en este caso político, con la
participación del hombre que la instruya al comienzo. El planteamiento resulta
lógico, considerando que es el varón quien obstaculizó y nubló el conocimiento
de la mujer por siglos. La mujer, además adquiere protagonismo, porque con
eliminar las barreras al conocimiento de la mujer, ésta tomará las decisiones que
le convengan, y naturalmente denunciará y tomará lo que por naturaleza le
pertenece.
En cuanto al tema del matrimonio, Matto como Martí lo consideran como
una participación de voluntades válida mientras que el amor y la cooperación
mutua persistan, mientras que el matrimonio basado en la atracción física y
subsecuentemente sostenida por convención o conveniencia no es beneficioso y
más bien es un contrato oneroso.
El quinto tema que podemos observar es la entereza o fortaleza. Continúa
la autora de “Obreras” mencionando que la semilla de esa lucha es ya el árbol
fuerte en “tierra fértil de nuestra América. […] bajo cuya fronda trabajan millares
de mujeres productoras …” (250). De la misma forma Martí menciona a los
árboles como cimientos fuertes en fila en “Nuestra América.” La idea que se
mantiene en ambos símbolos es el de resistencia frente a la adversidad. Los
troncos son fuertes y originales.
La sociedad que Matto busca es la “sociedad que se perfecciona. […] la
humanidad que se completa” (251). Llama a dirigir la mirada a las repúblicas de
México, Sudamérica y Centroamérica, dejando de lado a la patria de Washington
“el lago plácido para beber las noticias sobre el progreso intelectual de la mujer
86
americana”, y enfoca su discurso a las mujeres porta-estandartes de la legión
empeñada en la gran evolución social: las mujeres que escriben. Es entendible
que particularice el discurso porque la involucran a ella, ya no sólo como mujer
sino como periodista y persona que tiene la oportunidad de educar mediante sus
escritos al resto de las demás mujeres y también hombres, y así menciona a
otras intelectuales que como ella se dedican a esta actividad de obreras del
progreso femenino. En ese sentido se puede hacer extensivo el poema de Martí,
“Hierro”, que comienza “Ganado tengo el pan: hágase el verso” (Versos libres,
103) refiriéndose a los tiempos modernos de fines del siglo XIX en los que el
artista ya no podía vivir del arte sino de otros oficios como el de periodista o
maestro de escuelas o universidades, y qué mejor que fusionar ambos talentos
para observar la realidad que les rodea, denunciar y tratar de cambiar las lacras
que aquejan al mundo moderno. La labor de Matto es de obrera del sacrificio, de
la lectura y de la lucha social en situación de exilio que será la suerte de muchos
intelectuales que expresan sus observaciones.
Es justo mencionar las diferencias que existen entre intelectuales varones
y mujeres, puesto que la mujer no solamente lucha en contra de los protervos
que acogen las ideas feudales colonialistas sino también contra los ilustrados
que aún conservan el machismo, la selectividad del conocimiento en cuanto a
género y afrontarán éstas la calumnia, la rivalidad, la indiferencia y la ignorancia
frente al “otro”. Por estos motivos ella enfatiza en aquel discurso: “¡Ah, no es tan
desgraciado el ciego de nacimiento, su idea de luz y color, como aquel que, en
hora triste, sintió hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas!” (266).
Incluso José Martí, de pensamiento liberal basado en la justicia y el
derecho, mantiene sus reservas y ansiedad en cuanto a ciertos roles que se
basan en el conocimiento y la condición física. Durante su exilio en Nueva York,
Martí continúa usando la polaridad entre lo “viril” y lo “femenino” asociado al
sexo; sin embargo, por los diferentes contextos en los que escribe mantiene una
ambigüedad, una frontera, una observación que deja inconclusa.
En ese sentido Oscar Montero en su libro José Martí indica que:
87
A pesar del peso de los roles convencionales de género en la
producción martiana, hay sin embargo instancias de remarcada
flexibilidad, ambigüedad y ansiedad en los limites de las
polaridades de género, particularmente como un recurso de
imaginería para enmarcar y comprender la condición humana. En
Martí, Eva o Adán sobre ese asunto, no tendrán la última palabra.1
(47)
Por ejemplo en “Vindicación de Cuba” el aspecto femenino complementa lo viril,
donde lo femenino es estético pero el accionar es viril. La poesía o la prosa
martiana es delicada, artística, hermosa, características relacionadas con la
feminidad, pero también son viriles, con ímpetu y fuerza masculina para derribar
al enemigo sietemesino, al enajenado, al tigre, al pulpo, o al gigante de botas de
siete leguas.
Sin embargo, cuando lo viril complementa lo femenino parece tomar
reservas. Martí apunta la igualdad de hombre y mujer en que la sexualidad
queda en un segundo plano ligado al poder, pero además la mujer pierde sus
atributos naturales o al menos los que contempla el ideal del intelectual cubano.
En sus Obras completas Martí observa también que la participación de la mujer
va a importar en la política y “el voto [que] ha crecido tanto, con la ayuda de las
mujeres[…] Las mujeres acaban de ser en Kansas y en Texas las
vencedoras[…] que sólo la gracia y el vestido pudieran revelar en ellas el distinto
sexo […] Así ha llegado la ciudad de Siracusa […] a tener su Ayuntamiento de
mujeres” (11:257).
Continúa escribiendo: “… en Kansas, tiene por mayor a una buena
casada, Mrs. Salters, de veintisiete años y con cuatro hijos, criados por ella tan
de cerca que nunca, hasta que la eligieron, tuvo sirviente en su casa […] el
marido es el abogado del pueblo y ella es mayor” (11:258). Y aunque algunos
(varones) la habían propuesto como alcalde en forma de burla, ya que ella
renegaba de los defensores de licor, los adversarios, en su mayoría mujeres,
votaron por ella. Y cuando la vida en el país norteño se torne más agresiva y
1
Traducción nuestra
88
viril, la mujer, que a pesar de los “derechos” concedidos es engañada y usada,
se va a transformar en flor de piedra y ahí si “¿Qué será de los hombres, el día
en que no puedan apoyar su cabeza en un seno caliente de mujer?” (11: 392).
Este tipo de mujer que Martí observa en Nueva York pierde su sexualidad y se
transforma en una figura grotesca del hombre mismo. Escapa de la figura de
mujer que pretende proyectar en Latinoamérica pero la menciona como
prevención de lo que puede pasar en caso de que la vida frívola de la gran
ciudad norteña continúe y sacrifique a todos sus pobladores.
Martí observa en Estados Unidos a las solitarias mujeres trabajadoras,
sobrevivientes, defensoras de los derechos de las mujeres. José Martí, no llega
a resolver estas paradojas para su inclusión en su república ideal. Se mantiene
una “posición voluntariosa de escuchar lo que las mujeres defensoras de sus
derechos tienen que decir”2 (Montero 56). Martí es la voz de afuera, el
observador que informa respecto del otro y específicamente se fija en el
desarrollo de “la nueva mujer” en los Estados Unidos, que será, en aquel país, el
equilibrio necesario, la dosis de espíritu que falta en hombres y mujeres. Sólo
ella posee la virtud para compensar los desórdenes de poder, y rudeza de la
vida, a que parece el hombre americano (estadounidense) encaminado.
La nueva mujer estará presente en todos los estamentos sociales, desde
las obreras que trabajan en el ambiente agresivo de Nueva York hasta la
hermana del presidente de los Estados Unidos. Ya en 1882, en una carta a la
Opinión Nacional de Venezuela menciona que en esta tierra nueva hay gran
premura por dar a la mujer medios honestos y amplios de su existencia lo cual le
asegurará la dicha, “porque enalteciendo su mente con sólidos estudios, vivirá a
par del hombre como compañera y no a sus pies como juguete hermoso, y
porque, bastándose a sí, no tendrá prisa en colgarse del que pasa, como
aguinaldo del muro, sino que conocerá y escogerá, y desdeñara al ruin y
engañador, y tomará al laborioso y sincero” (9: 287).
En la misma carta señala que en algunos estados como Massachussetts
se permite a la mujer abogar como letrado, y en nueve de los Estados de la
2
Traducción nuestra.
89
Unión puede abogar en casos criminales y civiles. Martí reforzara la crónica al
indicar que “ ¿Quién ha de ser mejor guía para las mujeres extraviadas que una
dama buena?” (288)
También la mujer es catedrática y estudiante en las universidades como
la de Harvard, Cornell y Columbia, y Martí no oculta el agrado con que la mujer
desarrolla sus facultades y las proyecta como una cosa a seguir en los países de
Latinoamérica, como ese deseo de integrar al hombre y mujer en un solo
elemento positivo que contribuya al progreso, aunque también es consciente de
sus limitaciones lo que se refleja en un deseo o querer ser:
Cosas pueden ser estas, para quien viva en otras riberas,
singulares: mas si es verdad que ese ir y venir por cátedras y
calles, pudiera parecer en nuestros países como echar flores
débiles al viento, no ha de verse el modo de enseñar ni a que sea
de hombre el instituto en que se enseñe, sino que se ha de
proveer, en forma que concierte con nuestras costumbres a la
urgentísima necesidad de esa enseñanza. (289)
Por otro lado la mujer latinoamericana idealizada en Martí es aquella que
representa lo sagrado, como un ser celestial por un lado pero también como la
madre y esposa, la que tiene la tarea abnegada y admirable de educar a sus
hijos y apoyar al marido, imagen que se relaciona con el deber ser de la
latinoamericana, con imágenes de abnegación y sacrificio de la mujer que se
pueden apreciar en Abdala, o el de la pureza de Sol del Valle, en contraposición
con el ímpetu y los celos de Lucía Jerez en su novela Amistad funesta (Lucía
Jerez).
En sus crónicas de Nueva York, incluye mujeres de admiración al que va
observando, y como ejemplo menciona a la hermana del presidente Cleveland, o
a la novia del mismo cuyo nombre es Miss Folsom, y la describe en sus Obras
completas
de rostro claro y bello, sin esos enrejados sobre la frente que en
Venezuela llaman “pollina”, y encubren lo mejor del rostro y del
alma: dicen que es de tez blanca y pelo castaño, y que sus dos
90
grandes ojos reposan en sus anchas cuencas como dos huevos de
paloma en sus nidos […] Tienen esas mujeres una majestad sobria
[…] llevan sobre el cuello blanco la cabeza bien torneada, que no
invita al pecado, no, sino al saludo. (10: 428)
El tercer tipo de mujer es la contraposición de su idealización, escapa del
imaginario martiano (y del de la nueva mujer también), representando la
frivolidad de aquella mujer que pretende ser moderna pero que devela su
superficialidad y critica la “desvergonzada y odiosa avaricia de la neoyorquina
moderna, que cuando se la toca, como esos maniquíes de ladrones llenos de
campanillas, suena toda a moneda” (429).
Por las imágenes que Martí proyecta sobre la mujer, logra identificarse
con el lector que considera sagrado el papel tradicional de la mujer, frágil virgen
o casera fecunda. Pero él presenta el nuevo papel de la mujer en la metrópolis
norteña como producto de circunstancias sociales específicas, que no deben ser
juzgadas según los preceptos de la cultura latina. Asimismo al escribir como
corresponsal para periódicos latinoamericanos como La Nación, La República,
La Opinión Nacional y El Partido Liberal, reconoce que las ideas de la América
Latina van por el mismo camino y que la mujer por lo tanto cambiará como parte
del proceso natural de progreso, sintetizando la época de cambios de la
modernidad, la industrialización y la intelectualidad.
Así pues, estableciendo diferencias entre Martí y Matto respecto a este
asunto podemos decir que hay un vacío en el punto de vista martiano respecto
de aquellas mujeres latinoamericanas que por diversos factores han tenido que
cambiar su situación de dependencia a una de independencia económica,
además de intelectual. La mujer idealizada en Martí no entra al mundo público
donde el hombre por su carácter diferente puede afrontar la agresividad de
otros. La mujer que traspasa esa frontera asume atributos masculinos y pierde
su condición esencial de mujer. La mujer para Matto asume un papel más
protagónico, pues maneja los códigos de la sociedad patriarcal y puede
traspasar la frontera que delimita lo privado y lo público. Lo hace por
independencia y por necesidad, por una cuestión inherente humana y por una
91
cuestión económica que exige el tiempo moderno agresivo. De otro lado, el
hecho de que la mujer se mueva en estos dos espacios no le da atributos
masculinos (apropiación que hace la hegemonía del discurso subalterno). Es
decir, si una mujer es llamada hombre por el acto de escribir sobre política y
denunciar la corrupción del país, entonces se le quita en principio el derecho de
opinión del ser humano, y en segundo lugar, la alienación o relegación de la
mujer, que aunque escriba, forma parte de una excepción y no de una
generalidad. Esta es la diferencia saltante para la mujer intelectual que trata de
cambiar su situación, la de otras mujeres que no son intelectuales y la de la
sociedad. Es de remarcar también que la mujer materialista o coqueta queda
juzgada por la mujer, al igual que Martí lo hace en sus poesías. Esta mujer es
diametralmente opuesta a la mujer que “debe ser” tanto para hombres como
mujeres. Pero no es una cuestión de sexo sino de honor, y en el caso de las
mujeres de la época es un doble honor que tienen que proteger.
Mencionemos la otra diferencia que en ambos intelectuales se produce, y
es Estados Unidos. Martí hace la advertencia necesaria ante las intenciones del
país norteño de querer dominar todo el continente americano en detrimento de la
libertad del resto de repúblicas hispanoamericanas. Esto no quiere decir que no
reconozca los grandes cambios que produce este país, en cuanto a progreso
tecnológico y en cuanto a cambios sociales. El no está en contra del progreso ni
mucho menos Clorinda Matto de Turner.
Sin embargo, Matto no hace referencia al colonialismo externo político y
se centra en el tema femenino latinoamericano que implica una lucha más
interna, aunque ambos hablan de la nación. Hay que considerar el contexto en el
que se encuentra la escritora ya que estando en la Argentina “patria de Alberdi y
de Sarmiento” y más aún en su capital Buenos Aires “con propiedad llamada la
Nueva York del Sur” (Matto 254). Esto no quiere decir que la escritora y
periodista comulgue necesariamente con las ideas de “los civilizadores”
argentinos, pero sí defiende la verdadera civilización, basada en la razón natural
y no una erudición falsa, en la igualdad y la formación de una nación, en el caso
del Perú, que incluya a la mujer no importe el origen racial o cultural,
92
separándose del pensamiento de algunos librepensadores como González
Prada, quien según Alberto Tauro en Clorinda Matto de Turner y la novela
indigenista: “redujo la emancipación de la mujer a una lucha de hombres contra
sacerdotes por el control de las almas y mentes de las mujeres” ( 307 ), o José
Carlos Mariátegui, quien no la incluyó en sus Siete ensayos de interpretación de
la realidad peruana quizá por una “subestimación o sentimiento de desdeño por
las contribuciones de las mujeres a la cultura peruana dentro de las
contribuciones de intelectuales a final de siglo” (307).
Es importante indicar, como se mencionó al inicio del presente trabajo,
que Matto desarrolló un pensamiento más amplio acerca de la nación, sus
problemas y sus esperanzas. El inicio de su labor fue quizá la controversia de su
novela Aves sin nido (1889) en la que criticó a la iglesia y el estado y, entre otras
razones, a su apoyo al presidente Cáceres, quien fue derrocado por Nicolás de
Piérola durante el sangriento golpe de estado acontecido en 1895, motivando el
exilio de la escritora.
Ya en Argentina, a diferencia de pensadores como Sarmiento, Alberdi y
Echeverría, la novelista andina busca modelos para el Perú en su propia historia.
Subraya que los horrores de la conquista y la colonia “prepararon el camino de
Bolívar” (Matto 61). Como se sabe, el sueño de Bolívar fracasó por el egoísmo
político. Por esta misma razón se frustró la unidad peruana en la primera mitad
del siglo XIX. A esta debilidad nacional se puede atribuir la derrota en la guerra
del 79 y el baño de sangre que vino con el golpe del 95.
La idea de “peruanizar”, que implica armonizar, le es fundamental. Se
anticipa de este modo a Mariátegui. Sus instrumentos son la tierra, y también el
idioma, la literatura, la cultura, la enseñanza, y la justicia. La noción de patria de
Matto no sólo es política y cultural, también es feminista y aquí el periodismo es
una actividad valiosísima.
En un discurso de 1899, que forma parte de Porcelanas, pronunciado en
Buenos Aires en la Escuela Comercial de Mujeres, vio los orígenes del Nuevo
Mundo en términos de Juan Díaz de Solís y Francisco Pizarro. Estas dos figuras
representan dos encuentros con el Nuevo Mundo, el primero en el Río de la
93
Plata, el segundo en Cajamarca. Al comentar a los dos conquistadores, deja a
un lado a las culturas indígenas (según su contexto social: Buenos Aires), y
elabora una especie de panamericanismo, entre la Argentina y el Perú.
Aparentemente podría decirse que se olvida de los indígenas; sin embargo está
en la Argentina y esta le dio auxilio en un momento que su país le había fallado.
Agradece “el techo hospitalario de la República Argentina” (56) y hace una
pausa en parte sobre los problemas del Perú.
Esta segunda Clorinda Matto, la “porteña”, tiene que comprenderse como
feminista dentro de esta tendencia internacionalista. En la misma conferencia
que ofreció en la Escuela Comercial, su panamericanismo se verifica cuando
atestigua lo siguiente:
Yo no me siento extranjera entre vosotros; porque vuestra patria y
la mía, son dos ramas de laurel de un solo tronco, con sus mismas
flores rojas, cuyas corolas revientan con el calor de mi padre Sol,
hacia el espacio azulino, pregonando la hermosa libertad invocada
el 25 de mayo de 1810, jurada el 9 de julio de 1816, alcanzada el 9
de diciembre de 1824. (306)
Con fechas argentinas y peruanas, a decir de Thomas Ward en “La ideología
nacional de Clorinda Matto de Turner”, “[se] supera el sencillo nacionalismo,
llegando a vincularse a la Argentina, en la libertad tanto del hombre como de la
mujer, en el trabajo y en la vida. Como los sueños de Bolívar y Cáceres, de
acuerdo con los preceptos del mestizaje cultural y de la liberación de la mujer,
Matto busca la fraternidad armónica de todos los latinoamericanos (413).
Clorinda Matto de Turner no sólo da a conocer su plan en forma directa,
buscando una nación o una supranación completa e informada, lo hace con
ejemplos y es por eso que en esta sección de Porcelanas se pueden encontrar
artículos que no están aparentemente relacionados con su proyecto y sin
embargo son un ejemplo más palpable de lo que la mujer que ejerce el oficio de
periodista puede mezclar su talento informativo con el arte, asimismo educa al
lector particularmente femenino sobre el acontecer fuera de los límites
latinoamericanos y contribuye con la participación femenina activa en la
94
sociedad. Este es el caso de “Guillermina” en el que en un estilo fresco y
preciosista como si fuera un cuento modernista rubendariano o una crónica de
Julián del Casal relata los acontecimientos del reinado de Guillermina I de
Holanda, hija del rey Guillermo III de Holanda y de Emma de Waldeck-Pyrmont.
En 1898 comienza a reinar de forma personal y en 1901 contrae matrimonio con
el alemán Enrique de Mecklemburg-Pyrmont. Ella reinará hasta 1948, año en
que abdica en su hija Juliana. Pero la autora de la crónica no da fechas sino que
sitúa la vida de la joven reina en un plano aparentemente atemporal, aunque se
puede deducir la época por el año de publicación de Boreales, Miniaturas y
Porcelanas. Matto comienza este cuento en forma alegre, pero también pasional
cuando indica “Sobre terso marfil recamado de oro, venía escribiéndose con
tinta azul y pluma de cisne, tajada por las musas, una historia parecida a la de la
rosa blanca codiciada por el clavel encarnado y adorada por todos los
floricultores del reino” (267). Más tarde ese clavel encarnado sería representado
por Enrique. Ese idilio se ve simbolizado por “las más suavecitas plumillas del
pechillo de los ruiseñores, las gasas mas tenues de la urdimbre de las hadas, los
pimpollos más frescos de los limoneros, […] bajo un cielo sin nubes, sobre un
trono de topacio y zafir” (269).
Por otro lado traduce e informa lo que lee de una revista respecto de las
diversiones favoritas: montar a caballo y guiar, el color favorito blanco, el uso de
una “amazona de paño de dicho color, con la cual aparece siempre que pasa
revista a sus tropas. Es en extremo sencilla, apenas si usa joyas. […] Su lujo
casi único consiste en las pieles. […] El pueblo holandés se entusiasma
grandemente cuando la ve así vestida” (269).
Matto presenta así el contexto de esta reina que existe pero como si fuera
un cuento de hadas, pero también en el que muestra a la mujer occidental mitad
bárbara mitad civilizada, a la mujer que toma las riendas de un gobierno
monárquico, una mujer que no es la simple delicada que espera la llegada del
galán, es una mujer que pasa revista a sus tropas pero a la vez se viste
elegante.
95
El punto de éxtasis es cuando se muestra a la reina embarazada y se
piensa que es varón y el color azul será distintivo para mostrar la virilidad del
futuro heredero al trono. Toma otra vez a un medio periodístico como el portavoz
de lo que acontece y señala lo que lee: “rubio como el sol, tendrá los ojos azules
como el cielo y las campanillas silvestres, será blanco cual los armiños; fornido
como los cedros de Líbano; llevará en el cerebro el jugo de Salomón, amará a
su pueblo y será buen bebedor de cerveza” (271). Y esto despierta un interés
entero por el pueblo holandés, en el que un comité femenino trabaja
intensamente para presentar un objeto destinado al príncipe, valioso y artístico
creando así una “competencia [que] dará por resultado una magnifica exposición
de la maravillosa industria flamenca” (271).
Matto a través de los medios que lee va construyendo esta imagen de la
sociedad holandesa donde hay campo y ciudad, donde hay agricultura e
industrialización, donde los estamentos sociales, a pesar de las diferencias que
pudieran tener, están aparentemente unidos por un acontecimiento que la
historia no confirma, la llegada de un varón al trono holandés. Pero la imagen de
la mujer esta ahí, asumiendo varios roles, en una sociedad industrial y burguesa.
Al final se produce un giro tremendo cuando a través de la “frialdad” del
cable llegan las malas noticias de que el esposo Enrique resultó ser un hombre
osco, celoso, pendenciero, consumidor de líquidos inflamables y endeudado,
causando la conmoción general; pero más conmoción y desesperanza causa
cuando el artículo muestra a la reina como “La avecilla de las plumillas blancas
[que] está mustia y callada. La reina Guillermina ha tenido un alumbramiento
prematuro, de príncipe en embrión, y tristes y calladas están las buenas
burguesas de Holanda, buscando un remedio, bajo la sombra de los tilos” (273).
La periodista otorga un tono triste a esta crónica cuento no para criticar
directamente a la burguesía o a la sociedad holandesa en general, sino para
resaltar la figura de la mujer que asume roles en la sociedad y las asume con
valentía frente a la indiferencia del resto que crea una ilusión para satisfacer sus
propios sueños y al envilecimiento del hombre, causándole tristeza. También
muestra a la Holanda de fines de siglo, burgueses, industriales, algunos frívolos,
96
la tecnología y su frialdad, las actividades de los burgueses y la nobleza.
Guillermina aparece quizá como la excepción, quien a pesar de lo sucedido
luego tendría hijas, siendo Juliana la que tome las riendas posteriormente,
siendo Holanda gobernada más de un siglo con acierto por mujeres, surcando
las agitadas aguas del siglo XX, a través de dos catastróficas guerras mundiales
y de los tremendos cambios sociales de la época.
En “Espíritu y materia” Matto a través de un lenguaje detallado y
codificado establece la diferencia entre el amor puro y el amor carnal, entre la
mujer ideal y la mujer objeto, entre el amor en matrimonio y la satisfacción de
una necesidad fuera de él. Se muestra a Adriana quien ve el “altar” que
“ostentaba los refinamientos del arte y la pulcritud femenina, en sus sábanas
vaporosas y el acolchado purpúreo. […] Y las lámparas parpadeaban
menudamente” (275) y continúa y le dice a Alfredo “voy a sacrificarte el corderillo
blanco de las ilusiones queridas! Dime si no te parece un ataúd” (276). El miedo
que tiene Adriana respecto a la fuga de la ilusión es tal que termina por no
concluir aquel rito de sacrificio en vías de hacer crecer el amor.
Por otro lado, se ve la reacción del hombre frente esa fortaleza de mujer,
a esa ilusión, terminando por caer en lo carnal y para ello pone como escenario
no lo sublime ni natural sino la ciudad, la “Avenida de Mayo” por la que Alfredo
“se agarraba la cabeza con ambas manos, las sienes le pulsaban con rapidez
febril, sus labios estaban secos, su cerebro era presa de fantasmas, y arrastrado
por la fuerza de la materia, que es poder, dirigió sus pasos a una casa patentada
…” (277).
Aquí se verán dos clases de mujeres, aquellas sacrificadas, que ejercen
el oficio de meretrices y que “pululan [en la mente de Alfredo] como sepultureros
en tiempo de epidemia” (277), mientras que por otro lado está la mujer ideal, la
“ilusión querida” que vive como “ser alado”. Son las mismas mujeres que Martí
hará referencia en “Amor de ciudad grande” y José A. Silva en De sobremesa.
Finalmente en “Azules” es un agradecimiento por el que completa su
proyecto fino de Porcelanas. Es el agradecimiento azul como el cielo y como el
color de la bandera de la patria que la alberga en sus momentos difíciles del
97
exilio. Resalta los nombres de algunos colaboradores como el de Luis Cometti y
su familia que adopta la imagen de “oasis en medio de la caliente arena, tuvo
frescuras para mi pecho y verdor frondoso para mi frente” (313) así también
“Horas azules pasadas bajo el techo hospitalario de la familia Blanco” (315) y
muchos otros amigos argentinos que iluminaron su senda y le dieron “flores y
perfumes en verano, calor de la chimenea en invierno, libros y música en los
momentos de tristeza” (317) pasando a ser realidad y literatura por siempre.
En conclusión, el proyecto de Clorinda Matto de Turner pasa desde un
ámbito particular a uno más amplio e integral, desde su preocupación por el
indio y la india a su visión de participación de mujer en una sociedad que si bien
cambiante aún es machista. Su proyecto ya no es acerca de la sociedad
peruana, sino de la sociedad latinoamericana constituyendo una supranación
que fue ideada por Bolívar, por Bello, por Martí, y otros pero que olvidaban u
otorgaban un papel secundario a la mujer. Matto le otorga la igualdad que junto
con el hombre son elementos naturales y activos para llevar el estandarte del
progreso, entendido como libertad de pensamiento, de acción para llevar a cabo
los retos o metas trazadas. Es entendible que hable más de la mujer pues habla
desde el punto de vista del “otro” pero también hace uso del lenguaje de la
época para dar voz a su pensamiento y al del resto de mujeres que comparten la
misma labor intelectual. Así como sus fuentes Garcilaso de la Vega, “El
lunarejo”, Sor Juana Inés de la Cruz, y Sigüenza y Góngora, utiliza el discurso
aún colonialista para expresar el cambio, y adaptándose también a los diferentes
estilos a medida que amplía sus conocimientos. Así en Porcelanas, se puede
notar más una tendencia modernista, no sólo en el estilo sino en los temas que
dominan a finales del siglo XIX y entrada de los XX. Se nota siempre un
romanticismo en sus ideas, pero de románticos también eran los modernistas,
que buscan el cambio y recordando a Octavio Paz en Los hijos del limo, el
verdadero romanticismo se produce en Hispanoamérica con el Modernismo y su
búsqueda constante de la ruptura. Es por eso que Clorinda Matto de Turner
puede ser considerada como mujer de fronteras, que es testigo del cambio del
98
rol de la mujer y lo impulsa a planes más universales, y por tanto representante
del modernismo latinoamericano.
Clorinda Matto de Turner y el espacio político a través del periodismo: El Perú
Ilustrado
Brevemente, señalamos uno de los antecedentes más gráficos sobre la
participación activa en el campo intelectual y político en el Perú como lo es La
Bella Limeña donde las escritoras que lo publican forman un grupo compacto, y
estaban unidas por el eje mujer-hogar-familia-amor-desamor, bajo un
tratamiento cristiano profundamente moralista” (Castañeda-Toguchi 111).
Lo curioso del asunto es que aparece el nombre de la escritora Juana
Manuela Gorriti, aunque no firma ninguna colaboración. Además, el director en
este caso no es mujer sino un hombre, y las ediciones y revisiones estaban bajo
la mirada masculina, pero para el director Abel de la E. Delgado mencionar a
esta autora en la primera numeración era un recurso para probar que cuenta con
un plantel de intelectuales importantes.
No se mencionan en la lista de colaboradores, pero también publican
ensayos escritoras románticas españolas como Faustina Sáez de Melgar,
Ángela Gras y María del Pilar Sinúes de Marco. El interés de estas mujeres es la
mujer y hay coincidencia, por ejemplo, con lo que esta última afirma diciendo:
“creo que la mujer […] es el apoyo moral, la consolación y la dicha de todos los
que la aman; creo que la esfera de acción de la mujer es tan extensa como la
del hombre, pero completamente diferente” en Un libro para las damas, estudios
acerca de la educación de la mujer (1876).
El aporte de La Bella Limeña radica no en lo novedoso enfoque del
semanario sino en el espacio abierto a las mujeres. Compartieron con los
hombres el derecho de participar públicamente en la vida cultural del país.
En el caso de Clorinda Matto, ese espíritu por aprender y ampliar
horizontes hace que desde joven funde periódicos como el del Cuzco llamado El
Recreo, que era un semanario de educación, literatura, artes y ciencias, al igual
99
que La Bolsa de Arequipa que también fundó posteriormente. Ya en Lima, ella
tomará la dirección de El Perú Ilustrado en 1889. En aquel periódico analiza la
situación del indígena pero también otros temas de interés político nacional,
como la situación misma de la profesionalización de la mujer que su editorial del
número 176 de 1890 es felicitada a través de mujeres que consiguieron terminar
sus carreras:
Hoy nos toca […] ocuparnos de una respetable matrona que,
hallándose viuda y sin medios de subsistencia honrada, supo
inspirarse en las sublimes irradiaciones de una índole educada en
la ley evangélica, que tiene por mandato el sacrificio propio por el
bien ajeno […] Ana S. viuda de MacSorley, la primera en el Perú
que […] ha optado el diploma de Cirujano Dentista […] Aplaudimos
la constancia de la Sra. Viuda de MacSorley, felicitándola […] pero
también le damos la voz de cuidado. Entre nosotros, la mujer que
sobresale es como la oropéndola de vistoso plumaje: todos los
moscones van a picarla, todas las miradas devoran su belleza y
pocos, muy pocos, perdonan el grave delito de ¡no ser nada! (758)
Matto, en cuanto a la condición de mujer, habla para sí y el resto de los lectores
y en una nota más frontal presenta sus reflexiones en un trabajo filosófico-moral
para las madres de familia. Su planteamiento en El Perú Ilustrado de 1889 es
antesala de lo que Mercedes Cabello después escribirá: “No simpatizo con la
mujer que […] quiere hacerse varón, y siento tristeza por la beata, así como por
la mujer incrédula, que es un libro en blanco […] pues una y otras eluden el
cumplimiento de sus deberes sociales” (814).
Lo curioso de sus mensajes o editoriales por estos años es que son de
corte político al igual que el discurso de los pensadores liberales que buscaban
la inclusión de la mujer como una estrategia de gobierno en contra de la
autoridad eclesiástica. Matto no puede evitar de escribir con tono fuerte sobre
muchos temas, pero estos se dan a través de un contexto principal como es el
de la nación, la maternidad y justificación de la intelectualidad de la mujer dentro
de la esfera privada familiar. Las consideraciones que tiene Matto sobre la
100
política son de las más negativas porque implica bullicio, engaño y genuflexiones
de la diplomacia; sin embargo, desde donde escribe se sitúa en un campo
político aunque no desempeñe un rol en el parlamento. Ejercer poder y escribir
desde un periódico le va a costar profundas críticas en una sociedad fanática
donde la política está íntimamente ligada a la religión, y posteriormente la
excomunión y el exilio.
En cuanto a la excomunión, ésta fue producida en 1890, luego que se
publicara un cuento del escritor brasileño Enrique Coelho Netto llamado
“Magdala”, que sugería una atracción sexual entre Jesús y María Magdalena. La
directora del periódico argumentó que ella se encontraba enferma el día que se
editó y que no tenía conocimiento del cuento en su publicación, pero no sirvió de
nada pues la excomunión se hizo efectiva por aquella publicación pero creemos
además que por las críticas que hizo en Aves sin nido. Más tarde, ante las
promesas del dueño del periódico, Pedro Bacigalupi, en controlar o vigilar más
estrechamente el material a publicarse, dicha excomunión quedó retirada (7 de
julio de 1891). Pero durante los meses anteriores de aquel año la escritora deja
en claro el “hipócrita idiotismo” de la prensa en el Perú y la desigualdad que hay
con la mujer en la sociedad peruana en su editorial del 24 de enero:
A excepción de un diario y un semanario de la localidad, y otro
diario del vecino puerto, todos, comenzando por el venerable
decano, se prosternaron de rodillas y con las manos empalmadas
repitieron la fórmula de maldición contra el periódico dirigido por un
brazo débil por su naturaleza, bien que sin fijarse en que las
creaciones de la mente carecen de sexo, y que por tanto la
directora perseguida ha sabido dar muestras de esa fortaleza
superior que Dios manda a las conciencias honradas, como el
talismán sagrado para contrarrestar la hipocresía que pretende
confundirse con la virtud […] [Ahora] hoy se levantan los señores
periodistas para defender los fueros de un periódico, como no lo
hicieron con el nuestro […] tal vez porque ellos no encuentran
correcto el que una mujer se consagre a la noble tarea del
101
periodismo, cuando en la capital la mujer tiene tanto recurso de
que vivir honradamente. (1480)
En este editorial resume una parte de su pensamiento, que después de
las penurias pasadas va a seguir con más fuerzas su labor educadora e
informativa. Ella renuncia a la dirección de aquel periódico el 11 de julio de 1891,
pero deja un trabajo enriquecedor, iluminador para los lectores en general, que
como bien dijo no se distingue por el sexo, y que el trabajo ejercido lo hizo una
mujer que, de acuerdo a la época moderna, tiene que sobrevivir y ganarse la
vida con su escritura en los periódicos.
102
CAPITULO 4
LAS ESCRITORAS SUDAMERICANAS Y GERTRUDIS GOMEZ DE
AVELLANEDA: PODER, SEXUALIDAD Y REBELDIA EN LA CONSTRUCCION
DE LA NACION
El tema del poder, sexualidad y rebeldía se ha desarrollado ampliamente
por la crítica pero el objetivo en esta investigación es analizar y comparar el
pensamiento de nuestras autoras con el de Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Aún perteneciendo a épocas diferentes, proponen la idea de resistencia de la
mujer frente a la sociedad patriarcal donde el hombre siente la necesidad de
protegerla contra la sociedad y sí misma pero irónicamente esta mujer “inferior”
es la que tiene la misión de regenerar a una sociedad corrupta y materialista. En
ese sentido la resistencia es doble, contra la cara hegemónica que la subyuga
por su inferioridad y debilidad y contra la reverencia como salvadora del mundo
(la maternidad desde el punto de vista masculino).
Utilizando las teorías que conectan el poder y la sexualidad se
encuentran muchas similitudes dentro del aspecto de género, aunque tomando
en cuenta los antecedentes, la ubicación geopolítica, las de costumbres y de
identidad podemos también ver algunas diferencias. Se busca asimismo
desmitificar ciertas categorizaciones establecidas por el canon literario, ya que
estas clasificaciones incurren en una limitación de lo que dichas mujeres quieren
dar a conocer. Sus novelas, ensayos, discursos, notas o diarios revelan el deseo
de rompimiento de estructuras, con un ánimo de modernidad en el cual la mujer
se inserta en la sociedad o nación con una identidad propia y entre ellas se
acercan a ese objetivo universal por diferentes caminos.
103
Comenzando con Gertrudis Gómez de Avellaneda, podemos sostener
que su vida es una constante búsqueda de emancipación, como lo trata de
hacer con los personajes de sus novelas. Para ella la ley suprema rige la razón;
la razón guía el libre albedrío; el libre albedrío controla las pasiones; y la voz
divina se manifiesta en la conciencia humana. Fue criticada porque no se
ajustaba al canon masculino de expresión que determinaba el comportamiento
de la mujer y que la usaba de acuerdo a sus intereses sociales y políticos.
La forma de escribir de la intelectual cubana propició las más duras
críticas (de intelectuales varones) porque de acuerdo a sus evaluaciones, estas
consideraban que el tono de su prosa como el de su poesía carecía de la belleza
y feminidad propias de su sexo. Así por ejemplo tenemos a José Zorrilla en
“Gertrudis Gómez de Avellaneda” de Recuerdos del tiempo viejo (1880), quien
considera que la inteligencia y el talento en una mujer es un defecto más que
una virtud:
Su escritura briosamente tendida sobre el papel, y los
pensamientos varoniles […] con que reveló su ingenio, revelaban
algo viril y fuerte en el espíritu encerrado dentro de aquella
voluptuosa encarnación mujeril, y de mujer atractiva: ni coloración
subida en la piel, ni espesura excesiva en las cejas, ni bozo que
sombreara su fresca boca, ni brusquedad en sus maneras: era una
mujer; pero lo era sin duda por un error de la naturaleza, que había
metido por distracción un alma de hombre en aquella envoltura de
mujer. (501)
También encontramos la opinión de Martí respecto a la poesía de la
cubana en “Poetisas americanas” de la Revista Universal del 28 de agosto de
1875, y dice: “No hay mujer en Gertrudis Gómez de Avellaneda, [es] su poesía
ruda y enérgica […] era algo así como una nube amenazante. [Los dolores de
Avellaneda] son fierezas” (Obras completas 8: 311). Al poeta cubano le va a
molestar la extrema virilidad que hay en la expresión de Gómez de Avellaneda,
así como también la extrema feminidad en el poeta, al que llamará “hembras
débiles” en su prólogo al “Poema al Niágara.”
104
Conviene extendernos un poco en los conceptos del pensador cubano
respecto a la feminidad y virilidad en la escritura trasladada al plano real. Estos
conceptos van a experimentar un proceso de transformación en la expresión
artística, considerando que su comentario sobre la poetisa es previo a su exilio
en Nueva York. Martí considera que hay parámetros estéticos que están
relacionados con la feminidad de la expresión de la poesía, así como también la
virilidad.
En Martí podemos ver la conjunción de ambos elementos en Ismaelillo o
en Versos sencillos, y un tono enérgico, fuerte y rudo en su prosa que insta al
despertar del cubano y en general del americano frente al colonialismo y
aletargamiento interno y el colonialismo externo imperial. Con sus observaciones
en Nueva York, y las influencias de pensadores y poetas norteamericanos como
Emerson y Whitman, su concepto estético sobre la poesía va a tomar un cariz
más rico, más completo, con una tendencia al origen del todo, donde los sexos
no se separan, la aspiración a la totalidad del universo, lo que es natural. He ahí
la agonía de influencia romántica y a la vez modernista de la poesía martiana, en
busca de la musa ideal, “un erotismo cerebral, mítico y cósmico, identificado en
la figura de la mujer hermafrodita […] y los ángeles celestiales que es
consustancial a las corrientes estéticas del siglo XIX” (Camacho, 77).
En el plano de la realidad tangible se mantiene en la ambivalencia y quizá
otorgue más licencia al varón para la expresión literaria que a la mujer en la
sociedad, molestándole la virilización de ésta y formando parte de la tradición
patriarcal aunque en proceso transformante en los últimos años de su vida. La
femme nouvelle o la nueva mujer que proviene de la burla europea cambia de
una caricatura a una mujer real que actúa de una manera diferente a la ideal por
las transformaciones de la industrialización y el capitalismo norteamericanos.
Como se mencionó en el capítulo anterior, esa visión sobre la mujer quedaba en
una posición de expectativa respecto a la situación del ideal de “su América” en
esa época.
Volviendo a Gómez de Avellaneda y las críticas que recibió, algunas
incluso daban la impresión de cierta mofa que podría interpretarse como la
105
amenaza que siente el varón frente a la entrada de la mujer en un espacio que
por años fue de exclusividad masculina. Es la entrada de la mujer con la pluma
en mano como herramienta de expresión y creación de un espacio. Bretón de
los Herreros llegó a decir de la cubana “es mucho hombre esta mujer” (308), sin
embargo, ella continuaba con su forma de expresión porque la consideraba
propia. Con esa forma podía sentir cierta libertad, aunque sea en el espacio de
su privacidad. Si bien algunas atribuciones hechas por intelectuales varones
tienen tono divertido, el trasfondo indica en palabras de Evelyn Picon Garfield
“una apropiación masculinizante de la creatividad del sexo femenino, [es decir]
intenta incorporar, de este modo mecánico y superficial, la voz de Gómez de
Avellaneda a la suya, con el fin de neutralizar y re-autorizar su discurso en vez
de comprenderlo por su diferencia” (16). De igual forma se puede aplicar esta
cita a las escritoras sudamericanas que estudiamos cuando por ejemplo Ricardo
Palma se refiere a Juana Manuela Gorriti en La bohemia de mi tiempo: “La
Gorriti, sin escribir versos, era una organización altamente poética. Los
bohemios la tratábamos con la misma llaneza que a un compañero, su casa era
para nosotros un centro de reunión” (1297). Aunque a simple vista pareciera que
hay igualdad entre intelectuales varones y mujeres, el hecho de llamarla un
compañero, le está borrando la esencia de lo que Gorriti es en realidad, una
mujer intelectual con la misma capacidad que sus colegas varones. No existe
aún en el universalismo del discurso masculino el reconocimiento de la mujer
como tal. Se nota un sentido de aceptación pero restringida.
Críticas de mal gusto también son las que hizo el literato peruano Pedro
Paz Soldán (Juan de Arona) que no son de apropiación del discurso sino más
bien una misoginia extrema bajo la sátira, en la que expresa realmente molestia
y envidia por la participación cultural de la mujer. La burla más conocida es la
que hace a Mercedes Cabello de Carbonera cambiándole su nombre por
“Mierdeces Caballo de Cabrón era” (Perú en trance de novela 44), o también
cuando se refiere a Clorinda Matto de Turner como “Clorenda” mofándose del
acento de la Sierra, dado que ella había nacido en el Cuzco.
106
Todas estas criticas no hacen más que confirmar la amenaza que siente
la hegemonía patriarcal, y las mujeres intelectuales buscan la forma de expresar
sus voces, no importando las creencias morales y éticas que tengan, es decir,
no importa si estas mujeres asumen una posición conservadora y actúan hasta
cierto punto cómplices del discurso patriarcal, o si son contestatarias y buscan
un cambio de actitud frente a la mujer intelectual y obrera.
Estrategias del contradiscurso en Gómez de Avellaneda, Gorriti y Matto
Partamos por lo que dice Michael Foucault respecto al discurso en
Historia de la sexualidad: “el discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto
de poder, pero también obstáculo, tope, punto de resistencia y de partida para
una estrategia opuesta. El discurso transporta y produce poder; lo refuerza pero
también lo mina, lo expone, lo torna frágil y permite detenerlo” (I: 123).
Así lo que hacen estas escritoras es proponer un discurso que en
contraposición al que quieren resistir lo hace lógicamente un contra discurso, el
discurso deconstructor (Derridá) de la mujer vs. el discurso hegemónico
patriarcal.
Gómez de Avellaneda, según Brígida Pastor y su libro Fashioning
Feminism in Cuba and Beyond, usa su primera novela Sab como un vehículo
para expresar sus ideas femeninas. Usa un lenguaje codificado para poder
infringir el canon y poder hablar de la represión de la mujer, siendo el personaje
del mulato el conflicto entre los principios masculinos y femeninos en la cultura.
De la misma forma actúa Matto de Turner cuando publica Aves sin nido, en la
cual usa el problema del indio como vehículo para representar la situación de la
mujer que es doblemente subyugada por raza y género. Posteriormente a sus
primeras novelas, las dos van a enfrentar el canon con más decisión respecto de
los problemas de género. Decimos con más decisión porque ya no van a tomar a
otro grupo marginado para cuestionar la hegemonía patriarcal. Siguen
manipulando el discurso pero usan alternativas para proyectar su propia voz y
tratar de hablar desde el centro del discurso.
107
Susan Kirkpatrick en Las Románticas (1989) examina el trabajo de
Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado y Cecilia Bohl de Faber durante el
periodo romántico y las primeras olas de la reforma liberal en España. Según
ella, Avellaneda
stands out among the Romantics, especially in her definition of the
self, by making the issue of gender a central component of her
creative writing. The rhetorical strategies that she is forced to use in
defining her feminine identity are evidence of the obstacles that a
woman faced in expressing simultaneously her gender and an
authoritative poetic voice. (134)
En Poder y sexualidad: El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda
(1993), Evelyn Picon Garfield remarca las conexiones y puntos de convergencia
entre Avellaneda y el pensamiento feminista moderno. Gómez de Avellaneda
reconstruye estrategias en su escritura para reapoderarse de la voz previamente
silenciada y dislocada transformando su marginalización en un recurso de
creatividad.
El discurso que Avellaneda va a emplear es el que Luce Irigaray llama
parler-femme (Pastor 6). Escribir sobre sus emociones, su amor, sentimientos y
deseos representan un acto transgresivo convirtiéndose en una táctica para
desafiar el orden simbólico. Avellaneda en su Autobiografía y cartas presenta
sus estrategias discursivas a una persona que no la ama, inafecta a éstas, y en
todo caso temeroso, aterrorizado de los sentimientos de ella y su superioridad.
Ella se presenta como positivo pero tiene dos roles: el activo para rebelarse
contra las imposiciones sociales y el pasivo que usa en el epistolario para
revelar sus preocupaciones, ansiedades y miedos. En sus cartas se simboliza su
propio espejo y medios de afirmar su subjetividad autónoma representando sin
lugar a dudas un acto de trasgresión encomiable en contra de las normas
patriarcales.
Es un lenguaje más abierto y fluido en contraste con el metalenguaje
formalizado, normativo y estructural masculino. La mujer con esta forma de
discurso puede expresar pensamientos y sentimientos de una manera más
108
abstracta y femenina. Se resiste a cualquier forma establecida. Refleja asimismo
el dilema que las mujeres experimentan cuando son forzadas a una forma de ser
que no es más que la de un mero objeto en el orden falocéntrico. Permite a la
mujer hacerse un espacio para ellas mismas. Le permite articular su
ambivalencia en la cultura y dentro del imaginario cultural masculino, de lo
contrario produciría una histeria. Muchos de los personajes de Avellaneda
reflejan reacciones histéricas ante la incapacidad de superar la represión de las
normas patriarcales. El dilema y la histeria se canalizan a través de la escritura
para producir un respiro en la escritora que poco a poco va redefiniéndose por sí
misma. Sin embargo, mientras ésta quede como un bien o mercancía ante la
sociedad dominada por la cultura masculina, su alivio va a ser parcial. “La lucha
continúa” como dice Matto de Turner en sus “Obreras del pensamiento”, la lucha
por convertirse en sujetos hablantes por propio derecho.
En el caso de las escritoras sudamericanas la forma de lucha varía con
respecto a Gómez de Avellaneda, primeramente por el tiempo que les toca vivir,
aunque Gorriti es casi de la misma generación que la escritora cubana, también
les diferencia el espacio. Un espacio recientemente independizado que por
cuestiones de políticas internas la intelectual argentina tiene que exiliarse y
convertirse en una mujer viajera toda su vida. En el caso de la intelectual
cubana, si bien está entre dos fronteras (la cubana y la española) ella se
encuentra bajo un sistema colonial estricto y a la vez decadente.
Gorriti y Matto, luego de pasar por las situaciones mencionadas en los
previos capítulos, tratan de sobrevivir con su escritura además de su
independencia y voluntad de autodefinición o encuentro con ellas mismas. A
finales de siglo, la modernización hace que todo sea mercancía, el talento o el
arte se paga, no se protege. Lo vimos cuando Gorriti escribió su novela Oasis en
la vida a cambio de un porcentaje de ganancias por una aseguradora. En Matto,
tenemos sus editoriales en los periódicos y revistas a los que dirigió y con los
que colaboró. Gómez de Avellaneda lo hace por su condición de mujer con
albedrío conseguido por la constante lectura y su vocación autodidacta. Es
consciente de los cambios que se producen en la segunda mitad del siglo XIX,
109
aunque no influyen considerablemente en su escritura. También es testigo de la
rigidez de la sociedad española aunque existe mucha más censura en su tierra
natal. Ella sabe que el patriarcado es una construcción histórica y por ende está
sujeto a cambios. Irigaray sostiene que para que el cambio ocurra en este orden
y para que el imaginario femenino encuentre su voz, el imaginario masculino
necesita primeramente reconocer el femenino como diferente, y como entidad
igualmente válida. Es decir, que para que la mujer sea igual, el hombre debe
devolver lo que le quitó a través de la historia. Resulta una cuestión lógica que
había sido sostenida por Gorriti, Matto y Cabello en sus respectivos discursos,
quienes consideraban que ese avance de la mujer debía hacerse con la
participación del hombre de mente abierta, de aquel que tenga visión de
desarrollo de una nación. Su derecho ya estaba otorgado por la naturaleza, las
mujeres con la educación y la colaboración del hombre sólo debían tomarlo.
Estas autoras desde los márgenes van a ganar su libertad de las restricciones
socioculturales.
Ahora bien, las mujeres intelectuales se van a valer de estrategias para
materializar el discurso. Una de las estrategias que usa Avellaneda es la doble
sintaxis que permite liberar al lenguaje convencional masculino de su estática,
parcialización, y estructura sintáctica en donde el sujeto masculino y objeto
femenino están en una relación arreglada que aparentemente constituye una
verdad universal. Con esta estrategia se las arregla la mujer para causar
sentido, sensación y para crear contenido.
El “intercambio amoroso” (Irigaray) es otra estrategia que es un medio
lingüístico de expresión de una relación fértil entre compañeros iguales en una
reciprocidad amorosa y creativa. Tanto hombre como mujer son sujetos de
deseo, y la mujer no es un bien. Como resultado el hombre también reconoce a
su contraparte femenina y consecuentemente su parte femenina en él mismo. Lo
podemos ver por ejemplo en las mismas cartas de Avellaneda a Cepeda. En una
lo invita a leer para compartir ideas, e incluso menciona a una autora interesante
dentro del gran número de autores varones, Madame de Stäel. No es una
posición pasiva la que utiliza Avellaneda sino que más bien invita a participar al
110
otro (miembro de la sociedad patriarcal) para con el pretexto de necesitar su
mejor juicio siendo hombre, pueda estar con él. En Dos mujeres, vemos el
intercambio entre Carlos y Catalina, y además Carlos reconoce su lado femenino
aunque la costumbre patriarcal interviene en sus pensamientos constantemente
para posicionarse fuertemente.
En Gorriti, se puede apreciar este diálogo cuando le escribe a Palma y le
menciona que siempre habla de él cada vez que los literatos se reúnen en su
casa para una velada literaria o cuando se encuentra con amigos por la calle.
Gorriti además de la amistad que tiene con Palma, sabe que también es una
carta que le permite tener un crédito adicional entre sus colegas argentinos.
Pero efectivamente Palma gozaba de mucha popularidad en Buenos Aires
durante los 80 y Gorriti se empeñó en su labor embajadora para con el peruano.
En Matto y sus “Obreras” vemos ese “intercambio amoroso” cuando se dirige a
los hombres intelectuales, “el concurso del cerebro masculino para que,
sirviéndole de guía, la condujera a la meta anhelada” (249).
La mímesis, es otra estrategia por la cual el sujeto femenino del discurso
concientemente adopta el rol asignado en su cultura. Los estereotipos misóginos
del hombre respecto de la mujer son apropiados por la mujer sólo para ser
repetidos y parodiados evidenciándose la verdadera perspectiva de ésta.
Dos caminos diferentes de percibir el mundo: el racional masculino, restrictivo de
un sólo lado y el fluido femenino, instintivo y recíproco.
En Gómez de Avellaneda, la mujer posteriormente se inscribe en el centro
del discurso patriarcal y desde ahí habla en vez de hablarse a sí misma desde
los márgenes. Así por ejemplo, Catalina en Dos mujeres representa la mujer que
llega a posicionarse en el centro del discurso pero lo parodia para sacar a flote
su propio ser, aunque con el elemento romántico introducido por Avellaneda se
da otro giro al desenlace. Catalina es el personaje que irónicamente lee,
alentada por su esposo. El leer hace que vaya descubriéndose y busque un
espacio dónde escapar, que es lo mismo que sucede con Avellaneda también y
que producto de su lectura y estudio la hacen más libre pero al mismo tiempo le
hacen crear miedos respecto al matrimonio, a tal punto que dice en su
111
Autobiografía y cartas, “![c]uántas [veces] envidié la suerte de esas mujeres que
no sienten ni piensan … y a las cuales el mundo llama mujeres sensatas” (61).
La lucha por escapar del estereotipo de mujer como ángel y monstruo
representa un importante paso hacia el desarrollo de la conciencia femenina,
pero es severamente penalizada por la cultura dominante, causando sufrimiento.
Sin embargo esa angustia y envidia que se ve en la cita anterior no es que
niegue el dolor que produce la independencia en una sociedad limitante, pero
tampoco le da un término serio a lo expresado, en todo caso, parodia a la
sociedad patriarcal cuando ella misma se refiere a las sensatas de la sociedad
por no llamarlas mujeres-objeto.
Otro ejemplo que ella menciona es cuando “ridiculizaban […] mi afición al
estudio y me llamaban la Doctora” (72). La sociedad española era muy
tradicional en cuanto a la función de la mujer, y los parientes de su padrastro
consideraban que ella no podía hacer lo que toda buena mujer debía. No podía
planchar, cocinar, tejer, hacer camas o limpiar cuartos. El contexto de “Doctora”
es entonces una atribución peyorativa al que sin embargo la intelectual no le
daba mucha importancia y por el contrario hacía que se refugiara en los libros y
tomara un respiro dentro de la cápsula social. También critica al sistema
educativo que ofrecía una educación mediocre. Así la tacha de “brillante”, de la
misma forma como las intelectuales sudamericanas la consideraban debido a
que las materias que enseñaban limitaban a la mujer a ser un entretenimiento de
los hombres y no contribuyentes activas y efectivas de una sociedad. Las
autoras usan la mimesis para subvertir los valores de la hegemonía.
De otro lado, Avellaneda menciona que su madre la tacha de “salvaje” por
estar sola alejada de la sociedad y circundada por libros. Esa soledad según
Torres-Pou en “La ambigüedad del mensaje feminista…” es “profundamente
influenciada por los ideales románticos y por la realidad de una sociedad donde
tales ideales no tenían cabida” (58). Debemos recalcar que la autora siempre
nos recuerda que lo que leemos es de carácter literario y que la relevancia dada
a la descripción de leer durante la juventud de la autobiógrafa “works like a self-
112
reflecting strategy that confirms the textual nature of the autobiographical
exercise, reminding us of the book behind it” (Molloy 143).
De la misma manera en el caso de Gorriti se aprecia una literaturización
de ella misma. Ella es un personaje más y hay muchos “yo”s que se identifican
con su creador, pero el personaje de Gorriti se va construyendo cada día hasta
que al final de la vida de la escritora nos deja con muchas incógnitas al intimarse
con el lector a la vez que se despoja de mitos. Las que escriben autobiografías
juegan y ejercen poder literario que muchas veces no es visto por el lector,
hombre o mujer.
Además, el espíritu crítico de estas autoras y su pasión por la literatura es
un tipo de lenguaje que no es comprendido por la sociedad que dice practicar la
religiosidad, cuya literatura en el caso de España es la autoridad de Juan Luis
Vives (La instrucción de la mujer cristiana, 1528) y de Fray Luis de León (La
perfecta casada,1583) y su experiencia es más supersticiosa que real. Gómez
de Avellaneda recuerda lo que le decían los parientes de su padrastro: “me
decían que yo era atea, y la prueba que daban era que leía las obras de
Rousseau” (72). Estas ideas que iban en contra de lo establecido por un sistema
patriarcal restringido no podían ser aceptadas por el liberalismo que infundían.
Sin embargo, las ideas del pensador francés eran a nuestro parecer
estratégicamente convenientes en los intereses político-sociales de los hombres,
de la sociedad patriarcal. La democracia y demás conceptos rusonianos son
vistos desde una sola perspectiva y ve el equilibrio de las fuerzas como algo
natural para mantener la raza. Pero ese equilibrio realmente es una ficción que
funciona de un sólo lado y en beneficio de los varones. Según Rousseau en
Emile ou de l’éducation (1762) para que persista el equilibrio natural de los
sexos, la mujer tiene que ser débil, obediente o pasiva y para deleitar al hombre.
Si es fuerte debe ser fuerte para el hombre y no como el hombre, porque esa
fuerza se transmite para el hijo varón, que será buen marido y padre. En
definitiva, y como sostiene Picon Garfield sobre el discurso social hispánico “se
afirman los conceptos rusonianos que la mujer reina obedeciendo, y que se
constituye por naturaleza en madre cuya virtud salva de la extinción a la raza
113
humana” (24). Como contradiscurso de Rousseau está lo que afirma Mary
Wollstonecraft en Vindication of the Rights of Woman (1792) que dice “si la
mujer es en general débil en cuerpo y entendimiento, se debe menos a su
naturaleza que a su educación” (Picon 25). La educación, el estudio, la escritura
son las armas para enfrentar heroicamente a la sociedad patriarcal.
Comparando lo anterior con el pensamiento de Matto, la concepción
respecto a la religiosidad es clara. Es creyente y practica los preceptos católicos,
y tiene a Dios como creador de las cosas pero también es libre de interpretar
símbolos por el alcance de su conocimiento y no tiene una fe sin
cuestionamientos. Sabe que la religión así como tiene sus adeptos que cumplen
fielmente con sus reglas también tiene sus detractores y que se ocultan bajo el
disfraz de la hipocresía y la corrupción. Así la intelectual peruana denuncia a las
autoridades civiles y eclesiásticas sobre el trato del indio en su novela
indigenista Aves sin nido y va a mostrarse partidaria del matrimonio de los
sacerdotes en vez de tener relaciones sexuales a escondidas. Las críticas no se
hicieron esperar. Las autoridades esperaron cualquier situación para juzgarla
hasta su excomunión, producto de la publicación de Magdala de Coelho Netto
en El Peru Ilustrado. Ella misma aludirá a que no fue a trabajar el día en que se
pasó por alto dicha publicación. Quizá permitió la publicación pero la presión que
tuvo luego hizo que creara una excusa. Luego de su exilio la autora llegó a
visitar al autor brasileño pero sin saber exactamente cual era su posición sobre
la situación general. Creemos que se mantiene al margen de dicha idea porque
no cuestiona el precepto religioso, lo cual en ese aspecto no la convierte en una
feminista radical, pero sí cuestiona el manejo de los preceptos por parte de la
iglesia, lo cual tampoco hace que la podamos ubicar como cómplice del discurso
hegemónico que tomaba el cristianismo como estandarte de la fe ciega.
En “Obreras del pensamiento” (1895), ella hace mención del cristianismo
y la aparición de Jesús que enseña a la mujer sin dejarla postrarse ante él y
luego dice
[e]l filósofo Dios de la dulce mirada y de túnica inconsútil, patrocina
los derechos de la mujer, destinada a ser la compañera del varón,
114
y, como la llama Jacolliot, descanso del trabajo; consuelo de la
desgracia. Su causa, empero, ¿quedaba triunfante al pie del árbol
simbólico donde cayeron, como perlas de Oriente, las lágrimas de
la enamorada de Magdala? - ¡No! Los obscurantistas […] los
interesados en conservar a la mujer como instrumento del placer y
de obediencia pasiva [no se fijan que] nace el divorcio del alma y
del cuerpo en lo que llaman matrimonio, esa unión monstruo
cuando no existe el amor. (247)
Es interesante como deja en suspenso la imagen del árbol simbólico (origen de
la vida y la fuerza) que puede representar Jesús y la enamorada de Magdala
(María Magdalena). No profundiza al respecto ni positiva ni negativamente, pero
como lo mencionamos en líneas previas, la autora queda al margen quizá
intencionalmente para que el lector/a saque sus propias conclusiones. Más
curioso aún es cuando podemos conectar esta idea con la propuesta del Código
Da Vinci (2003) de Dan Brown. Y continúa la autora, después de ese suspenso
para decir que la causa no triunfa porque “los obscurantistas”, “los protervos”
están interesados en conservar a la mujer como instrumento, en esconderla
aunque ya saben que brilla con luz propia, negando el amor de una pareja cuyo
fin es justamente estar al mismo nivel e iguales para la consecución del proyecto
modernizador. El mensaje se muestra realmente innovador en cuanto a que
Jesús no es el que re-instaura un pensamiento patriarcal como sucedía antes de
su aparición. Pero es el mismo hombre que se encarga de no continuar con el
nuevo mensaje de igualdad.
Con Juana Manuela Gorriti el tema de la religiosidad también es
importante, y se puede deducir que ella es menos flexible en cuanto a los
pensamientos sobre la divinidad de Dios. Una prueba al respecto es su
comentario en la carta que hace a Ricardo Palma el 2 de octubre de 1890 en
relación a lo que sucedió con la excomunión de Matto todo por “la más
destartalada, tontamente sacrílega, y desviada de todo objeto, de las
producciones literarias extravagantes que pululan en esta área. [Un]
115
mamarracho […] y solo forzada a ello por ajena voluntad, había podido Clorinda
darle cabida en el elegante Perú ilustrado” (énfasis nuestro, 99).
Es evidente que la autora argentina es más estricta, sin embargo también
es observadora y sabe que por ejemplo en el Perú, especialmente en Lima,
[el] fanatismo resta aún […] pegado a los muros de los conventos,
y diseminado entre ilusos, deploramos la situación en que se
hallara esta querida criatura estigmatizada por los frailes y las
beatas, y aun por los que no son frailes y las que no son beatas, y
ven una puerta abierta para saciar envidias y otros malos afectos
(99).
La religión en estas autoras se vive de manera diferente al de la mayoría de las
personas. Ellas ejercen una religiosidad consciente o racional, convienen en una
religiosidad que no va en contra de los preceptos universales pero si contra los
vicios de las instituciones encargadas.
Continuando con el dilema de Avellaneda en su rol de escritora y en su
necesidad de escribirse dentro del discurso dice en Autobiografía “mi gran
defecto es no poder colocarme en el medio y tocar siempre los extremos” o “yo
me contradigo” (47 y 54), lo cual no significa una autodestrucción, es en todo
caso una fronterización que abre su perspectiva. Para Brígida M. Pastor es una
estrategia retórica que permite expresar su identidad de una manera indirecta,
resultando en la posibilidad de una contradicción significativa y una oposición
interna a su género. Parece oponer lo que en su discurso ella articula como iluso
e inocente, imitando exactamente la posición de una mujer como locutora dentro
del discurso masculino. “Yo no conocía ni al mundo ni a los hombres: era tan
inocente como el día que nací” (56). Avellaneda muchas veces imita su identidad
en la cultura como sin voz, subyugada al hombre, sin saber de las normas del
hombre, parece identificarse con la capacidad idealizada femenina por el
compromiso de autosacrificarse a un esposo e irónicamente atribuye su decisión
a la “funesta debilidad de mi carácter” (estereotipo patriarcal sobre la mujer) (70).
Esta estrategia parece ser una prueba dura pues Avellaneda se da cuenta
que Ricafort (con el que estaba a punto de casarse) no es capaz de tener una
116
relación fértil y creativa con ella porque aquella superioridad que él suponía de
ella era realmente una carencia de integridad en su personalidad que no la
reconoce a Gomez de Avellaneda como igual. El matrimonio estaba destinado a
la desunión.
En conclusión, el placer y satisfacción del deseo son las marcas del
imaginario femenino, una subjetividad dinámica, fuera de la normatividad
masculina. Las escritoras usan el lenguaje experimental del parler famme como
algo fluido y flexible, constituye un intento de articular los deseos y sentimientos
de una mujer en su escritura. Al mismo tiempo es un lenguaje que muestra su
ambivalencia, que encapsula el lenguaje del cuerpo, del goce, del miedo,
decepciones y la represión que experimenta como mujer. Se ven las estrategias
que ella usa en sus cartas como base para sus técnicas de subversión que
también usó en sus novelas, a tal punto que irrumpe en la narrativa dominante
con gran efecto. Reconoce y reivindica el poder de la palabra como medio de
expresión de soberanía de la mujer.
Como sostiene Aileen Schmidt en “La construcción del sujeto en dos
cronistas de viajes cubanas del siglo XIX” y que también es aplicable para
nuestras dos escritoras sudamericanas en el exilio, “la escritura de la
autobiografía [diarios] es un vehículo para articular la historia personal y
privilegiar así la trayectoria de la imaginación y del deseo de las mujeres” (141).
Dos mujeres: el viaje y el exilio como medio de autoreconocimiento
El triángulo amoroso es un vehículo para exponer a los personajes
femeninos y masculinos en busca de su propia identidad. Así Avellaneda nos
presenta a Carlos, un muchacho que aparentemente es determinado en la vida
pero nos damos cuenta prontamente que está maniatado por las reglas de la
casa curiosamente manejada por una mujer. Decimos curiosamente porque si
bien la mujer está destinada a este espacio por el patriarcado, no tiene movilidad
(la reina que no gobierna) y el hombre figura como la autoridad para los efectos
públicos, es decir, pasando del umbral de la puerta a la calle. Esta autoridad no
117
existe realmente en la figura del hombre, sino en la de la mujer. Esta figura no es
tampoco la maternal, la figura de la madre no existe en Carlos porque murió
después de nacer él. La figura de autoridad la representa una substitución de la
figura de la madre. El padre, Don Francisco, desaparece y Avellaneda lo
describe como de
corazón bueno y generoso, alma cándida, carácter vivo, un poco
caprichoso pero fácil de dominar pasado el primer impulso. No era
la prudencia su cualidad más sobresaliente y solía tomar las
resoluciones más extravagantes y peligrosas con una ligereza que
los años no habían podido destruir y hacían resaltar. (20)
En cambio estaba Doña Leonor, la tía de Carlos, que era “devota, rígida, severa
[…] era una mujer de cuya virtud la misma envidia no se atrevió a dudar en
ningún tiempo. Tenía toda la prudencia que faltaba a su hermano, era tan
reflexiva […] sabía sostenerlas [resoluciones] con más tesón” (22). Leonor
asume la voz patriarcal y Carlos entra pues en este viaje de la norma o código.
El también es víctima, oprimido y tiene que suprimir los sentimientos de su lado
femenino como se aprecia en el cuadro que ve al entrar a la casa de Luisa, el
Prendimiento de Jesús y la Asunción de María (53). El y Luisa se miraban y
callaban, se esquivaban los ojos. Es un momento en que se encuentran después
de largo tiempo y Carlos tenía que ejercer el rol de hombre que se le había
enseñado y hecho memorizar para casarse con su prima. El joven se sentía
cautivado o prendido de la belleza de Luisa que representa la sublimidad de la
virgen María. A la vez está atado a las reglas sociales patriarcales, no puede
escapar de ellas y trata de sacrificar sus dudas.
Cuando Carlos va a Madrid y se encuentra con otra realidad y principios
diferentes de los enseñados por Doña Leonor, comienza su batalla entre su
masculino y su femenino oculto. Avellaneda se muestra más directa en su crítica
enmascarando este contenido subversivo bajo el formato del folletín romántico,
es decir, utilizando la estrategia del apoderamiento de las reglas hegemónicas
literarias y sociales para una vez dentro convertirlo en contradiscurso. Susan
Kirkpatrick apunta que Avellaneda y su prestigio creciente es un factor que le
118
permite explícitamente hablar en esta novela. Careciendo de una voz propia y de
un sistema de representación feminista, la mujer escritora se apropia de voces
que el canon aprueba, pero por el simple hecho de enunciar un “yo” femenino su
escritura exitosamente se va a diferenciar de la hecha por un escritor. Gómez de
Avellaneda manipula el discurso a tal punto que habla a través de su personaje
Carlos, revelando su deseo de romper estereotipos determinados por los sexos.
Carlos busca su otra identidad, la femenina, que es censurada por la cultura de
su sociedad y que impiden el desarrollo completo del que es capaz. Las dos
heroínas, Luisa y Catalina, están en constante conflicto con las leyes de la
sociedad patriarcal, especialmente las relacionadas con la institución del
matrimonio. Así, según Brígida Pastor, los personajes reflejan un proceso de
crecimiento que representa una búsqueda por una relación armoniosa y
equitativa entre lo masculino y femenino en sus vidas y en su discurso. Por otro
lado es constante la búsqueda de la mujer en Avellaneda para llegar a su propia
definición (autodefinición). La escritora cubana trata de inventar y definir a “la
nueva mujer.” Las escritoras sudamericanas también tienen la visión de la nueva
mujer latinoamericana, así mismo Martí, basado en las influencias europeas
sobre la noveau femme, que era caricaturizada; aunque en Martí se mantiene
más como expectativa de desarrollo conforme a las causas de la
industrialización y el capitalismo en Estados Unidos y desarrollándose en
“nuestra América.”
Gorriti, por su parte, expresa otra voz femenina en busca de su propia
definición; ella posee la voz de viajera que va recogiendo (apropiación y
transformación) la voz de lo hegemónico como de otros grupos marginados para
expresar una voz diferente y única. Su encontrarse es la búsqueda de la
totalidad unificadora a través de la diferencia; con o sin miedos, cruza las
diferentes fronteras y forma parte de la nueva mujer latinoamericana. Pero así
como Gorriti lo es también Matto con una perspectiva diferente y, recogiendo
una de las ideas de Showalter en su libro A Literature of their Own (1977),
concordamos que si bien hay temáticas comunes, su estudio reconoce la
necesidad de deshacerse de muchas de las presunciones actuales sobre la
119
mujer y sobre la escritora para comenzar a cuestionar algunas de las frases
claves en que estas presunciones se fundamentan (7). La nueva mujer es la
ruptura de los esquemas rígidos de lo que el discurso patriarcal pretendía evitar
y que irónicamente con la negación de ésta le da existencia.
Este tipo de mujer contrasta con la imagen estereotípica (la mujer
histérica, la monstruo, la loca) que es reproducida en la novela de Gómez de
Avellaneda, pero luego trata de deslumbrar al lector y a la lectora con la caída de
aquel disfraz puesto a la mala y ven su humanidad. La novela profesa ideas
liberales que en aquella época no son populares. Surge la “ansiedad de la
autoría” de Gilbert y Gubar que es común en las escritoras de la época, que la
construyen de complejos y miedos de esa autoridad que parece inapropiada a
toda mujer. Sin embargo la asume. Hablamos por ejemplo de la “prudencia” de
Gorriti o del tema de la “debilidad” de la mujer en Matto. Gómez de Avellaneda
también adopta la forma masculina del discurso sólo para luego discretamente
proyectar su lógica de resistencia. Con el estilo indirecto puede expresar en Dos
mujeres desilusión o decepción sobre sus críticos, así puede dirigirse a ellos
como “público indulgente” que le dé una “benévola acogida” a su “obrita”.
Inicialmente usa el tono irónico para luego cambiarlo y hacerlo más directo
cuando se refiere a “críticos” y “obra literaria” (Prólogo 6-7).
Después de la apropiación del discurso patriarcal hay una transformación
en el discurso, como lo mencionamos, y según Elain Showalter la fase que
continúa en el proceso de escritura de una escritora es la protesta contra los
estándares y valores, y la defensa por los derechos de la minoría demandando
autonomía. En ese respecto, Dos mujeres presenta una trasgresión de
imágenes de ángel y monstruo que el canon patriarcal había generado para ella.
Varias veces ella trata de matar al ángel en la casa y tiene éxito hasta cierto
punto en hacer colapsar al monstruo.
120
La mujer monstruo
Catalina es considerada por Doña Leonor como una “extranjera” por el
hecho de haber nacido en Francia y por lo tanto heredera de la tradición liberal
de ideas que discrepan con las normas de la sociedad conservadora española.
Esa situación la ponen al margen de la sociedad en la que se encuentra: la
madrileña.
El equilibrio en el que ella se encuentra es debido al conocimiento
adquirido de forma dolorosa pero vital. Catalina fue víctima de un matrimonio
arreglado, lo mismo que está sucediendo entre Luisa y Carlos. La condesa ve al
matrimonio como un negocio en donde se intercambia el cuerpo por la posición
social. El proceso por el que pasa es el de la ignorancia inicial y el
deslumbramiento por las riquezas que “embriagaban a un corazón tan joven”
(85), pero estas no lograron dar felicidad a ninguno de los dos. Su esposo tenía
una actitud fría en cuanto al amor y carecía de movilidad remarcando su
desarrollo paralizado. Una persona amable y complaciente no es lo mismo que
una persona que ama a otra y por eso el esposo no puede llenar las
necesidades interiores de la mujer. Catalina encuentra refugio (exilio) en el
campo, en la naturaleza que simboliza el derecho o estado natural de la mujer
en cuanto a su rol. En su retiro al campo desarrolla mejor su propia conciencia y
renace. El refugio natural es también escenario de su desarrollo intelectual,
porque comienza a leer a Rousseau y a Goethe. Lo curioso es que el esposo le
proporcionaba dichas lecturas. La animaba a la lectura de esas “páginas de
fuego.” Expandió su conocimiento de esa manera con información que el esposo
no era capaz de reconocer como fundamentalmente importante para el
crecimiento interno de Catalina, quien empezó a expresar su rebeldía contra el
papel social prescrito y circunscrito. Es la imagen de la mujer aprendiendo el
lenguaje del hombre y aplicándolo a su situación, transformándolo y subvirtiendo
como resistencia contra las ideas patriarcales. La misma idea la proyecta
Calibán quien habla con poder rudo de su nueva herramienta, o Guamán Poma
quien enfrenta al poder con la realidad del desposeído, o en términos más
121
globales, el americano frente a los imperios europeos. La colonización se
muestra en distintos niveles. El hombre subyuga a la mujer por creer que es
“débil e ignorante” por lo tanto la familia no se desempeñará normalmente y el
retroceso está garantizado por las luchas internas y externas de una nación.
En el caso de Gómez de Avellaneda, “la escritura desde la Colonia [o
desde la periferia], enfrenta y ha enfrentado problemas de similar configuración
en el camino hacia la recuperación de contenidos históricos suprimidos por los
sistemas establecidos” (Castro-Klarén 42).
Con el código de la hegemonía, Juana Manuela Gorriti, al igual que
Catalina, es rebelde y busca hacer desaparecer el monstruo que el otro ve por la
amenaza del espacio. Gorriti es rebelde y prosigue durante toda su vida el
camino como viajera y como extranjera ante los demás ojos mas para ella es un
viaje intenso y triste a la vez y al igual que su personaje Laura en
Peregrinaciones se libera no sólo de su enfermedad mortal sino de toda
expectativa social y tiene que estar en movimiento, en constante viaje para evitar
la reaparición de sus síntomas (14). El exilio es el tema común en muchos
personajes de Gorriti, todos están fuera de lugar en el viaje de la vida y además
ejercen una profunda observación sobre la condición humana. Algunos caminos
llevan a la muerte pero es imposible saber de antemano, mientras llegue ese
final uno puede estimular las memorias y viajar solo eludiendo muchos peligros.
Y como menciona en “Impresiones y paisajes” de Misceláneas, “paseamos el
alma de decepción en decepción; de nostalgia en nostalgia; a menos de
encontrar un país cuyo miraje guarde la mente; y cuyos recuerdos, siquiera sean
dolorosos, existan vivos en el corazón” (239).
Volviendo a la novela de Gómez de Avellaneda, Catalina que también es
viajera, comienza su camino a su propio descubrimiento como persona
independiente sabiendo de la trasgresión que representa en contra de los
códigos jerárquicos masculinos. Es monstruo dentro de los estereotipos
hegemónicos porque se ubica en los márgenes en la busca de su propia
identidad.
122
La voz narrativa sugiere que las cualidades de la mujer son superiores a
las de los hombres y que por el castigo inmerecido que han sufrido se las
debería elevar por encima de su oposición oprimida. Esa elevación para Catalina
es la imagen de la muerte que es como la restauradora de la totalidad de la vida.
Así dice “La muerte me reconciliaría conmigo misma y con el cielo” (139). Su
deseo por la muerte constituye la evolución de la subjetividad femenina,
regresando a su alma femenina y a un encuentro con su propia feminidad,
maternal divina, de la que fue sacada.
El yo narrativo en Gorriti también llega a decir lo siguiente: “[a]nhelamos
partir, hallarnos donde no estamos; cual los horizontes del porvenir, transponer
también los del espacio” (Misceláneas 238), para posteriormente después de la
lucha ardua por mantenerse en la sociedad patriarcal con su propia voz, y
estando enferma y vieja dirá:
Vamos a buscar lo que hay en otros mundos. Según nuestro
perfeccionamiento, habremos de habitar en mundos superiores o
inferiores. Yo he procurado hacerme muy buena, sobre todo en mis
últimos años, y aunque algunas veces se me destiñe, Dios en su
misericordia hará la vista gorda a estos pecadillos, y me dirá: pasa,
mujer, pasa. (Lo íntimo, 260)
Gorriti continúa con su perspectiva viajera incluso fuera de los términos tangibles
y reclama su presencia en mundos superiores, el de la inmortalidad, aunque
utiliza la modestia literaria así como la dispensa del lector con cierto sarcasmo al
decir que procuró “hacerse buena” y que busca el perdón de Dios a “sus
pecadillos”, que interpretamos como sus escritos.
Como hemos visto a lo largo de esta sección, estas mujeres llegaron a
usar la pluma, instrumento que había sido exclusividad del hombre, para
encontrarse con ellas mismas, para cambiar la dirección del discurso
hegemónico, para transgredir inteligentemente el poder y gozar de él a través de
la escritura íntima o pública, confirmando que el poder no tiene la exclusividad
de un sexo, ni de un pensamiento, pero su obtención es a través de la utilización
de diversas estrategias de creación que van a materializar dicho abstracto.
123
Las escritoras estudiadas invierten la óptica del poder patriarcal que lo
ejerce sobre el cuerpo femenino reduciéndolo al objeto de su discurso
hegemónico. Esa inversión se traduce a un discurso semántico o somático,
localizando el cuerpo político masculino, reduciéndolo y descubriéndolo de modo
risible, incluso jactándose de la audacia y astucia.
El álbum cubano y la participación activa Gómez de Avellaneda en lo
público
Así como señalamos la participación de las sudamericanas en el ámbito
público a través de los periódicos y revistas, en el cono norte caribeño también
hay actividad femenina periodística. El tema resulta extenso considerando que la
creación y apertura de varios semanarios, periódicos y revistas sólo en la
América Latina del siglo XIX es cuantiosa ya que así como surgían a la vida
como brote epidémico, también expiraban por falta de interés o la presión del
sistema opresor patriarcal, a ello considérese la situación particular de las tierras
del Caribe, que aún estaban bajo el imperio decadente español, además del
temor por insurrecciones y los efectos económicos catastróficos que podían
surgir. La información que se tiene al respecto, será objeto de un proyecto
futuro. Sin embargo, en esta breve sección queremos mencionar que Gómez de
Avellaneda también participa en el ámbito público en el que dirigió una revista
quincenal llamada “El álbum cubano”, entre febrero y agosto de 1860. En sus
páginas se promulgan normas de los tratados de conducta social para la mujer
hispánica, pero su discurso fue en efecto el de subvertir el discurso hegemónico.
Su vida fue efímera por muchos factores económicos y políticos. Uno de ellos
como lo menciona Menocal y García Carranza, es que la mayoría de la
población isleña era analfabeta y sólo una élite y burguesía reducida era el
público lector. El precio era muy caro y muchos amigos las compartían. La
subvención de éstas muchas veces era por la editorial misma porque no se
permitían anuncios pagados. El gran obstáculo como dice Picon Garfield es la
124
censura real. Los directores de revistas y periódicos y los dueños de las casas
editoriales tenían que
proporcionar a los censores un prospecto detallado sobre el título,
la editorial, los directores, editores y contribuidores, la ideología,
las selecciones literarias, el formato, el impresor, y una proyección
de cuantos números y con que frecuencia pensaban publicar una
revista. Toda esta documentación podía quedarse sobre el
escritorio del censor durante dos meses o dos años antes de lograr
la aprobación del Capitán General o el Gobernador. (21)
Gómez contribuye en el periódico con diez artículos sobre mujeres célebres, tres
en defensa de la superioridad y el talento de la mujer, tres leyendas, ocho
poemas y unas reseñas. Va a clamar la participación de la mujer más allá del
hogar y de los papeles de virgen, esposa y madre. En ese sentido ella sostiene
en uno de sus artículos que “en las naciones en que es honrada la mujer, en que
su influencia domina en la sociedad, allí de seguro hallareis civilización,
progreso, vida pública. En los países en que la mujer está envilecida, no vive
nada que sea grande: la servidumbre, la barbarie, la ruina moral es el destino
inevitable a que se hallan condenados” (Picon 44).
Como se puede ver, los postulados de estas tres escritoras confluyen en
un denominador común que es el desarrollo de la nación y para ello se requiere
del apoyo de la mujer, pero este apoyo no es el de la ‘reina que gobierna
sentada’ que bajo la excusa del discurso masculino patriarcal sobre su belleza y
delicadeza no la quieren hacer bajar del pedestal. Tampoco es la mujer que
habiendo estudiado no puede hacer otra cosa que formar a los hijos (varones)
para los planes de la nación y para ello necesita del conocimiento. A pesar de
las diferencias generacionales, el grado de censura en los conos de América, los
factores personales, estas “obreras intelectuales” se alzan de manera inteligente
probando efectivamente aquello que llaman civilización y progreso. La
civilización y progreso que prueban no es la misma perspectiva liberal política
propuesta a mediados del siglo XIX, porque excluía la participación pública
política de las mujeres y su intención era utilizarla para fines estratégicos a sus
125
intereses políticos. La mujer tenía que salir del ambiente privado o íntimo para
demostrar que también puede abrir perspectivas en lo público, como
efectivamente lo hizo con estrategias prudentes algunas, más avezadas otras,
tomando de a pocos el derecho que estaba escrito por fuerza natural y no
necesitaba de otra cosa que el poder del discurso y su previa educación para
saltar el gran pie del “obscurantista” que impedía su paso al otro lado del
camino. Asimismo el matrimonio es sagrado siempre y cuando mantenga ese
amor puro de la pareja que más que una cuestión religiosa es también un asunto
natural, donde la mujer no es anexo del Hombre sino es Mujer y están juntos en
el camino de la vida, diferentes e iguales a la vez. Estas escritoras al margen de
las estrategias usadas, son obreras, que poco a poco van completando el
puente que une esa gran revolución de la ilustración con los tiempos modernos
del siglo XX.
126
CONCLUSIONES
Lo que hemos notado en este proyecto es que los planteamientos
sociales hegemónicos se apoyan en concepciones de género que los lleva a
suponer o sostener una línea fronteriza que divide al espacio público del privado.
En el primero el varón aparece como único protagonista, actor económico y
ciudadano libre, gracias a la existencia del otro espacio: el privado, donde las
mujeres, al igual que los subordinados o esclavos en la sociedad griega tienen
responsabilidad de las labores de crianza, tareas domésticas y cuidado de
dependientes, etc. Esto asegura al hombre en una sociedad patriarcal la
participación libre en los asuntos públicos. Así las relaciones de los varones son
más “dinámicas y agresivas” que las de las mujeres y que el espacio privado
resulta ser de naturaleza no pública y, por ende, no política. El feminismo
decimonónico entonces se encarga de reflexionar (y reformar) acerca del Estado
de corte liberal y positivista desde otro enfoque. Según la visión de la mayoría de
las feministas liberales, el Estado debería ser un árbitro neutral capaz de
resolver de manera racional los conflictos repartiendo equitativamente los bienes
sociales. Sin embargo, admite la persistente desigualdad de las mujeres en el
plano legal, educativo, laboral y político, fenómenos que atribuye a la influencia
de una ideología sexista en todos los ámbitos de la sociedad y que impide a las
mujeres alcanzar su condición de verdaderas ciudadanas. Ante ello, su
propuesta consiste en incrementar la participación de las mujeres en posiciones
de poder e influir en las instituciones públicas y en los puestos de trabajo
reservados para los hombres, impulsando políticas y programas que les
aseguren iguales oportunidades. Su tendencia es reformista y no radical como
posteriormente se dará a comienzos del siglo XIX. Y aunque la lucha es dura,
127
como Matto de Turner menciona, a través de la crítica de la sociedad patriarcal
se valida el fin de estas mujeres al entrar en el espacio público, y finalmente se
produce el reconocimiento de hecho y de derecho en el que las mujeres son un
colectivo social con demandas propias y derechos y recursos que las protegen
de las expresiones más abusivas del poder patriarcal en el ámbito privado. Lo
que se produce a mediados del siglo XIX es una revolución intelectual que va a
beneficiar al género femenino de toda clase, raza y pensamiento político y
económico en el siglo XX. Por ejemplo, en el área de la educación, vemos la
discriminación de la mujer cubriendo el aspecto de su invisibilidad, estereotipo y
subordinación en el sistema, además del trato que se brinda a niñas y niños en
la escuela pero también se demuestra la capacidad femenina en el rendimiento,
expectativas, opciones profesionales. Su objetivo fundamental era asegurar a
ambos géneros un acceso igualitario al conocimiento de la realidad, estimulando
la racionalidad, la capacidad de opción y la habilidad para integrarse a un mundo
que necesita de todos los recursos humanos para el desarrollo productivo,
cultural y social. Y aunque muchas mujeres se encuentran, en palabras de John
Stuart Mill, “en un estado crónico de soborno e intimidación”, otras, como
nuestras escritoras sudamericanas, sostienen que cada mujer recibe lo que es
suyo por derecho y potencialmente, puede combinarse con otras mujeres
“obreras” para articular sus demandas.
Lo primordial como sostiene Gorriti La acción política tiene lugar
colectivamente en el terreno público y no detrás de la puerta cerrada de la casa
en la que cada mujer debe apoyarse en su propia fuerza y recursos. Ahora, a
más de un siglo de la participación de estas mujeres intelectuales
(enfrentamiento desde el centro) y las posteriores luchas o manifestaciones
femeninas (enfrentamiento frontal desde abajo) del siglo XX en Latinoamérica,
aún seguimos con la misma preocupación de género, identidad, progreso y
nación y preguntándonos como introducir la preocupación en el Estado por la
equidad social y de género, el reconocimiento de la diversidad cultural y la
relevancia de la participación ciudadana, además de cómo continuar abriendo
brechas dentro del discurso cuando actualmente el sistema nos lleva a la
128
subordinación del hombre y mujer a las grandes corporaciones globalizadoras.
Definitivamente la transnacionalización de nuestras escritoras del siglo XIX no
tiene la misma perspectiva de la de nuestros días. La idea de las escritoras es la
de una transculturación y previa a un proceso de mundialización. Por eso hemos
tomado el ejemplo de estas dos escritoras porque sin ser de la misma
generación, estilos literarios y conceptos feministas, tienen un ideal en común
que produce su unidad en vez de una disociación. Se reconoce en ellas la
unidad a través de la diferencia.
La sexualidad de la mujer se constituye, como hemos visto en la escritura
de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Matto de Turner, Gorriti, así como los
personajes de estas, en un poder que escapa a la cultura racionalista y
estructurada del sistema patriarcal que desvigoriza su supremacía y la virilidad
como una de las causas esenciales de su dominio. Para la sociedad
hegemónica patriarcal es visto como el signo de lo peligroso, lo perverso, lo
ocultable, o bien aceptada con fines reproductivos o para la satisfacción de las
necesidades masculinas.
El poder del que hablamos se traduce en cómo la mujer subvierte el
discurso para adaptarlo a sus intereses y busca un espacio donde se movilice
más libremente. El lenguaje resulta modificado y se intensifica la lucha por una
expresión de auto representación personal y nacional. A esto cada perspectiva,
femenina o masculina, le llamó progreso. Si el progreso significó modernización,
entonces los intelectuales hispanoamericanos se vieron forzados a considerar
cuánto necesitaban de este progreso, y si las naciones no estaban cumpliendo
con aquel deseo o imaginario, trataron de buscar origen del error. Así para los
varones el tema de la herencia colonial, la iglesia y la mujer eran temas
importantes para resolver la falta de desarrollo. En el caso específico de la mujer
quisieron usarla para incrementar el número de adeptos en contra de lo clerical,
pero la mantuvieron al margen del plan político pues debía permanecer en el
espacio privado. La mujer en un afán de complementar y colaborar buscaba su
inclusión para hablar realmente de un plan liberal civilizador. Los nuevos
patrones de la sexualidad son percibidos como una agregación, la ampliación
129
del viejo modelo, y no su sustitución por otro que lo invalide o supere: una suerte
de cambio en la continuidad. La frontera entre lo adecuado y lo ilícito se ha
difuminado, se hace más flexible, más fluctuante.
El origen del lenguaje usado para discutir esta problemática se encuentra
en la Ilustración. La metáfora de maduración a través de varios pasos
intermedios e influencias se convierte en el tropo inverso central de
degeneración y decadencia y luego en uno de enfermedad. Las políticas y
programas basados en esta manera de pensar, según Michael Aronna,
“permeated the private and public spheres, rigidifying and antagonizing relations
between the sexes, social classes and ethnic groups” (11).
Así pues como primer paso de la subversión del discurso, las escritoras
estudiadas se encargan de proyectar su voz dando voz a otro sujeto subalterno
como es el amerindio o indígena, y al hacerlo también incluyen a la mujer
indígena. En ese sentido dentro de su posición subalterna, aunque atenuada por
el espacio en el que escriben, representan a otra voz subalterna que se ve
subyugada por su condición de mujer y además de raza, lo cual implica más de
una carga con la que tiene que enfrentarse. Las escritoras ponen así una
redefinición de su identidad, de su condición y de su inclusión de manera más
eficaz en la sociedad, a pesar de la oposición de algunos intelectuales varones.
En estas representaciones hay un proceso de fronterización o encuentros de
ideologías en donde las escritoras se desenvuelven como parte de la trama
indígena y como observadoras, o como diria Rodolfo Kusch “ellos” y “nosotros” a
la vez.
Un ejemplo lo vemos en “El chifle del indio” de Gorriti de su novela
Misceláneas donde nos revela ambos mundos, el indígena y el criollo, y su
transculturación como la del padre de Lauracha que “nada poseía sino la exigua
cosecha de su terrenito […] y comía un puñado de maíz y dormía […] sin más
abrigo que la fronda de los chirimoyos [mientras que] en el rancho había para
Lauracha un lecho con mullidos colchones, finísimas sábanas y cobertores de
sedosa vicuña…” (255) Así también “[n]adie podía quejarse de su integridad; y
en cuanto a su conducta como cristiano, si su devoción no se manifestaba cual
130
la de los indios acaudalados, con misas y oblaciones, ofrecíala a Dios como los
pobres: en lágrimas y plegarias” (256) Así como vemos la figura del padre de
Lauracha pobre dentro del mundo occidental, también vemos al padre en un
mundo poderoso y antiguo cuando con el que mantiene contacto y “es un
santuario vedado a un blanco, y nuestras riquezas un misterio que no deben
contemplar sus ojos” (265).
Por otra parte Lauracha se viste de ropas finas y anhela ir a la capital
“¡Lima! anhelo de toda mi vida! Muy luengo, rodeada de todos los esplendores
de la dicha …” para luego decir que Arturo, limeño al cual amaba, “dudaba de
mí” (265). Las imágenes nos revelan también la transculturación de la escritora
narradora que sabe de los dos mundos y el proceso de dolor y alegría que se
produce en él.
En Clorinda Matto, el tema del indio también es medio para expresar la
voz de la mujer como escritora y periodista denunciando los abusos en las
provincias por parte de las instituciones civiles y eclesiásticas. También se nota
la transculturación o puntos de encuentro o frontera en su escritura, la idea de la
ciudad y el pueblo, los nombres de los indígenas, la unión de las creencias
populares prehispánicas y las creencias religiosas europeas.
En el plano artístico literario, lo femenino es asimilado a lo irracional como
también la debilidad y la inmadurez. Sin embargo el Modernismo en la segunda
parte del siglo XIX se convierte en la voz excluida que abre la puerta a las
posibilidades de lo irracional y lo espiritual, como también lo bello, lo artístico, lo
anti-utilitario. La inclusión de las referencias sexuales o “estética femenina” en su
contra discurso resulta, en un principio, contradictorio cuando artistas varones
del género no admiten la participación de la mujer con un tono opuesto al
asignado (por el varón mismo) a su sexo. Basados en eso, creemos que los
géneros literarios y sus filosofías quedan al margen de lo que el círculo
intelectual, dominado por varones, profesa respecto de la participación de la
mujer en la poesía y en la prosa. Es importante recordar que la opción de las
historias y el imaginario del deseo sexual para rebelarse o reafirmar las
convenciones sociales han operado consistentemente a lo largo del tiempo.
131
Según Octavio Paz en Los hijos del limo, la exaltación del orden natural de las
cosas se convirtió en el medio por el cual los románticos formularon una crítica
moral y política de civilización. Por este motivo, la adaptación del modernismo a
una incorporación de imágenes eróticas y cargadas de lenguaje sexual proveen
una mirada en sus múltiples y complejas metas, algunas de las cuales son
espirituales y otras son políticas. En consecuencia, Juana Manuela Gorriti así
como Clorinda Matto de Turner, por la época en que viven, por la agresividad de
su discurso, la independencia en sus perspectivas, el exilio como representación
de voz excluida, marginada, así como el viaje, serían también modernistas.
Incluso yendo más allá, estas escritoras son todo a la vez, lo cual las hacen
fronterizas o híbridas en cuanto a las categorizaciones del canon. Son mujeres
que en el plano personal y público se adaptan a los cambios en espacio y tiempo
por opción, es decir, con voz propia.
Para escritoras como Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner el
modelo o la influencia más cercana de los cambios respecto a la mujer son Los
Estados Unidos, que dependiendo de la perspectiva que tenga cada una puede
ser la guía ilustrada como el demonio inspirado. Matto de Turner reconoce y
apoya las ideas que vienen de Estados Unidos. El factor que influye en aquel
reconocimiento es su exilio y permanencia en Argentina cuyo sistema en
proceso de cambio aplica ideas provenientes del país del norte y Europa, así
también promueve la inmigración de gente de aquellos lugares. Al margen de la
posición política que cada individuo tome, lo importante es mantener la base
americana. En ese sentido, ella si bien se encuentra en un país donde la
población indígena es casi inexistente, su mensaje es global porque se proyecta
a una nación que va más allá de la división geográfica de países. Ella desarrolla
dos imágenes que tienen que ver con la memoria y sus experiencias en el exilio:
una nación local y una latinoamericana. Ella establece su participación activa a
través de periódicos siendo el Búcaro americano el último que fundó y en el que
dirigió y escribió, además de ser directora de la Escuela Comercial de Mujeres.
Ella nombra los Estados Unidos como un paradigma o modelo a un punto
específico que es el desarrollo de la mujer en la sociedad, y aplaude los logros
132
de las mujeres latinoamericanas. En “Obreras del pensamiento” (publicado en El
Búcaro americano y parte del libro Porcelanas, Matto hablar de Estados Unidos
como
el lago plácido para beber las noticias sobre el progreso intelectual
de la mujer americana; que allá todo es grandioso: más de cuatro
mil empleadas en el servicio civil del gobierno; más de tres mil
periodistas, escritoras y traductoras; cerca de cuatro mil empleadas
en las notarías, en los bancos y casas comerciales, todo el cuerpo
docente educacionista del estado, fuera de las que ejercen la
cirugía y la medicina....[E]l puente levadizo, que cerraba la entrada
de la mujer al palacio encantado del saber, del trabajo y de la
fortuna, ha caído derribado para siempre por las exigencias de la
época y la protección de los hombres.3 (250-51)
El sentimiento americanista en cuanto al progreso intelectual parece no tener
reservas e incluye dentro de su imaginario al país del norte. Se propone
desarrollar más adelante las discrepancias que hay entre estas escritoras y otros
ámbitos del progreso estadounidense.
Finalmente, consideramos que este proyecto ha logrado su objetivo
primordial de demostrar la redefinición de mujer y el sentimiento integracionista
de estas escritoras; así también su preocupación en alcanzar las metas en
beneficio de una gran nación americana tratando de ampliar la visión progresista
de nuestros países en cuanto a los individuos que la conforman. Pero es sólo el
primer paso o nuestra primera piedra para contribuir a la relectura del pasado y
sacar a la luz las ideas de otras escritoras que reforzarán cada vez más ese
sentimiento de cooperación latinoamericana y que tienen la función de mantener
la historia y nuestro presente en constante transformación.
3
Enfasis nuestro.
133
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BIOGRAPHICAL SKETCH
Alvaro M. Torres-Calderón was born in Lima, Perú in 1975. He earned
Bachelor’s degree and Juris Doctor in Law and Political Sciences from
Universidad de Lima in 1998, and spent almost 2 years working as an
administrative and legal advisor in the General Department of Air Transportation
of Perú. In 2002 he earned a Master of Arts in Spanish at University of Memphis
and in 2006 he earned a Doctor of Philosophy in Spanish, also at Florida State.
He has been appointed Assistant Professor of Spanish at Northern Georgia
College and State University in Dahlonega, Georgia.
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