Florida State University Libraries Electronic Theses, Treatises and Dissertations The Graduate School 2006 Mujer, Nacion y Progreso en el Discurso del Exilio de Clorinda Matto de Turner y Juana Manuela Gorriti A#lvaro Torres-Caldero#n Follow this and additional works at the FSU Digital Library. For more information, please contact lib-ir@fsu.edu THE FLORIDA STATE UNIVERSITY COLLEGE OF ARTS AND SCIENCES MUJER, NACION Y PROGRESO EN EL DISCURSO DEL EXILIO DE CLORINDA MATTO DE TURNER Y JUANA MANUELA GORRITI By ALVARO M. TORRES-CALDERON A Dissertation submitted to the Department of Modern Languages in partial fulfillment of the requirements for the degree of Doctor of Philosophy Degree Awarded: Summer Semester, 2006 The members of the Committee approve the dissertation of Alvaro M. TorresCalderon defended on June 9, 2006. __________________________ José Gomariz Professor Directing Dissertation __________________________ Robinson Herrera Outside Committee Member __________________________ Brenda Cappuccio Committee Member __________________________ Juan Carlos Galeano Committee Member Approved: _______________________________________________ William Cloonan, Chair, Department of Modern Languages _______________________________________________ Joseph Travis, Dean, College of Arts and Sciences The Office of Graduate Studies has verified and approved the above named committee members. ii A mis padres que sin su apoyo incondicional este proyecto no hubiera llegado a ser realidad. iii ACKNOWLEDGEMENTS In order to accomplish the finishing of this project I had the unconditional support of many people, among professors and family, librarians, colleagues, students and friends. Therefore, I express my sincere gratitude even though it will not fulfill completely what I owe to them. First of all, I am truly in debt with Dr. José Gomariz, the director of my dissertation, chairman of the committee, and patient friend who inspired me to continue with my research in literature at the end of the nineteen and beginning of the twentieth century, for its transitional status and consequently its complexity. We spent time sharing ideas, and most important I listened to his advice regarding resource materials. To him, my infinite appreciations for helping me develop my research. Dr. Juan Carlos Galeano, both as a member of my doctoral committee and as a friend played an important part during the process of my doctoral studies. Our conversations about the jungle and mountains of Perú and its borders helped me increase my perspective about identity. I would also like to thank Dr. Cappuccio and Dr. Robinson Herrera for their advice during the writing of this project and for serving as members of my committee in spite of other obligations that requires their time and attention. I would especially like to thank my father, Guillermo Torres-Calderón for his unconditional support and words of encouragement which became a source of tranquility and balance during this process. Likewise, I thank my mother Soledad Cisneros who despite the distance, we talked over the phone about many themes related to Gender Studies, Women and Society. Special thanks to Maria José Cordero, who read the drafts of this project and made invaluable suggestions that helped me being focused on the main theme. Our conversations also improved the way to approach many sections of this project. I truly thank Dr. Hildebrando Perez Grande, peruvian poet, professor and chair of the Department of Literature at Universidad Mayor de San Marcos of iv Lima, who supported me with resource materials, libraries, and contacts. He was very patient and had time for me considering his personal projects. I also want to thank Dr. Elizabeth Toguchi from Instituto Raúl Porras Barrenechea, who provided me of an invaluable material and information to continue with my further research. I would like to thank Dr. Ricardo Cantuarias who helped me with the historical background in Peru at the end of the XIX century, and some observations and notes from Jorge Basadre’s texts. Finally, I have an immense gratitude to the Department of Modern Languages and Linguistics at Florida State University for supporting my studies and projects during these four years. v RECONOCIMIENTOS Para escribir este proyecto he tenido el apoyo incondicional de mucha gente, entre profesores y familiares, bibliotecarios, colegas, estudiantes y amigos. Por lo tanto, les expreso mi gratitud sincera y eterna aunque sé que ésta resultará insuficiente. Primero que todo, queda mi deuda infinita con el Dr. José Gomariz, director de mi disertación, presidente del comité, y amigo paciente que me inspiró a que continuara con mi investigación en literatura a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, periodo caracterizado por su estado transitorio y complejo. Hemos compartido muchas ideas al respecto, y lo más importante de aquellas pláticas fue su palabra animosa y su consejo respecto a los temas así como los recursos de investigación para el desarrollo del proyecto. A él, mi aprecio infinito por su invaluable calidad profesional y humana. Agradezco al Dr. Juan Carlos Galeano como miembro de mi comité doctoral y como amigo que forma parte importante durante el proceso de mis estudios doctorales. Nuestras conversaciones sobre la selva y la sierra de Perú y sus fronteras me ayudaron a aumentar mi perspectiva sobre identidad. También quisiera agradecer a la Dra. Brenda Cappuccio y al Dr. Robinson Herrera por sus consejos durante la escritura de este proyecto y por su participación como miembros de mi comité considerando las obligaciones propias de sus funciones que requieren de su tiempo y de su atención. Quisiera especialmente agradecer a mi padre Guillermo Torres-Calderón por su apoyo incondicional y palabras de aliento que fueron una fuente de tranquilidad y equilibrio durante este proceso; a mi madre, Soledad Cisneros, que a pesar de la distancia hablamos por teléfono sobre muchos temas relacionados con los estudios de género así como su guía durante mi visita al Ministerio de la Mujer del Perú. Asimismo, mis gracias especiales van encaminadas a Maria José Cordero, quien leyó los bosquejos de este proyecto e hizo las sugerencias inestimables que ayudaron a enfocarme y mantenerme en vi el tema principal. Nuestras conversaciones también contribuyeron en la manera de acercarme a muchas secciones de este trabajo. Agradezco sinceramente al Dr. Hildebrando Perez Grande, poeta peruano, profesor y jefe del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, quien me apoyó con materiales, bibliotecas, y contactos necesarios para la continuación de la investigación. Aprecio su paciencia y dedicación de tiempo tomando en cuenta lo atareado de sus proyectos institucionales, profesionales y personales. De igual forma quiero agradecer a la Dra. Elizabeth Toguchi del Instituto Raúl Porras Barrenechea, quien me guió con textos importantes de lectura durante mis visitas, así como de información adicional de instituciones relacionadas con los temas estudiados. Mi agradecimiento también va dirigido al Dr. Ricardo Cantuarias quien, a través de nuestra conversación, me ayudó con el fondo histórico del Perú a finales del siglo XIX, y algunas observaciones y notas sobre los textos de Jorge Basadre. Finalmente, tengo una inmensa gratitud al Departamento de Lenguas Modernas y de Lingüística de Florida State University por apoyar mis estudios y proyectos a lo largo de estos cuatro años. vii ÍNDICE DE MATERIAS Abstract x INTRODUCCION 1 1. LA MUJER OBRERA INTELECTUAL A FINES DEL SIGLO XIX: EL CASO DE JUANA MANUELA GORRITI Y CLORINDA MATTO 6 Juana Manuela Gorriti: el intelecto transnacional 7 Clorinda Matto de Turner: Obrera del pensamiento y su proyecto de la nación latinoamericana 13 El imaginario feminista en la segunda mitad del siglo XX 23 La idea de nación y su diseminación en el proyecto integrador latinoamericano 25 Poder y sexualidad: La nueva mujer a finales del siglo XIX 29 2. FRONTERAS INTERNAS Y EXTERNAS EN EL DISCURSO PROGRESISTA DEL SIGLO XIX EN LATINOAMÉRICA 33 Breve introducción al pensamiento de frontera. Los planes para América y la revolución intelectual secular 34 El proyecto modernizador de la Ilustración en Latinoamérica 38 La fronterización del pensamiento occidental con el amerindio en Latinoamérica: la criollización cultural 41 La mujer fronteriza en la sociedad “occidental” americana. Juana Manuela Gorriti, de la provincia a las ciudades “civilizadas” 45 Una eterna peregrinación. Desencuentros y encuentros de mujer 47 La modernidad y la autonomía financiera en Oasis en la Vida 50 Juana Manuela Gorriti y la transnacionalidad cultural y social: su punto de vista de la modernidad viii 53 ¿Ser feminista sin caer en el feminismo? 60 Juana Manuela y sus contemporáneos: en la intimidad y en los compromisos sociales 64 3. LA POLÍTICA EN LA MUJER: LA INTEGRACIÓN AMERICANA Y LA LABOR DE LA MUJER INTELECTUAL: CLORINDA MATTO DE TURNER El pensamiento liberal peruano a mediados del siglo XIX Clorinda Matto de Turner y su discurso liberal 68 70 75 La nueva mujer en el discurso feminista contestatario 77 Entre lo amerindio y lo mestizo: la frontera interna 79 La integración Americana desde la complementariedad de los discursos de la nación, el exilio y el género: Clorinda Matto de Turner y José Martí 83 Clorinda Matto de Turner y el espacio político a través del periodismo: El Perú Ilustrado 99 4. LAS ESCRITORAS SUDAMERICANAS Y GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA: PODER, SEXUALIDAD Y REBELDIA EN LA CONSTRUCCION DE LA NACION Estrategias del contradiscurso en Gómez de Avellaneda, Gorriti y Matto 103 107 Dos mujeres: el viaje y el exilio como medio de autoreconocimiento 117 La mujer monstruo 121 El Álbum Cubano y la participación activa Gómez de Avellaneda en lo público 124 CONCLUSIONES 127 OBRAS CITADAS 134 BIOGRAPHICAL SKETCH 141 ix ABSTRACT The reason for researching the narrative of Juana Manuela Gorriti and Clorinda Matto de Turner is to understand the role they performed in a patriarchal society at the end of the 19th century and how they are able to project through their voice in pro of modernity not only in their respective countries, but also be able to go beyond borders and visualized a ‘supranación’. In chapter 2, Juana Manuela Gorriti is presented as a woman and professional who creates differences in relation with other intellectuals of her time by the force and exquisites poetic prose created by memories in combination with fiction, moreover her autobiography is filled with its inventions, an original style, that during her time was object of criticism. On the other hand, Clorinda Matto de Turner has been studied as a representative of the indigenist and naturalist Peruvian literature. As we will see in chapter 3 her effort goes beyond being focused in one marginalized group. Therefore, in order to rebuilt society a change is required, by the participation of intellectuals in the more direct and aggressive approach. This change will also imply a situation of survival that is reflected in their writings such as: essays, discourses, dairies and chronicles. At the end of their lives, both authors remained in Argentina, which was the center of progress in Latin American during the last quarter of 19th century. The Argentinean system was fervently following the ideas of the United States industrialization and capitalism. However, the Latin-American woman continued being a marginalized subject in that period which, according to the patriarchal discourse a woman should be: a wife, a mother and a housewife. Both authors write on ‘men affairs ' and doing it implies a dispute with the hegemonic institutions as well as with their own colleagues of the profession. They pursue a communion of ideas among the working intellectuals, for that we establish a connection with José Martí’s thought who envisions a united America. x In order to analyze and to demystify certain categorizations established by the literary canon, chapter 4 will be dedicated to power, sexuality and defiance in relation to women. In summary, there will be a review of the modern imaginary of the LatinAmerican society dominated by the male idea and the woman discourse or “contradiscurso” will be included in the same level. xi INTRODUCCIÓN El presente proyecto esta enfocado en la relectura de la prosa de Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner, cuyas vidas cubren buena parte del siglo XIX y comienzos del XX, y de cómo expresan su identidad como mujeres y como parte de una sociedad en proceso de transformación y dominada secularmente por el sistema patriarcal. Sus vidas están conectadas por circunstancias similares personales y profesionales. Al escribir expresan la forma de pensar de la época, las ideologías en boga, los momentos de transición que las hacen sujetos en transformación y por tanto se encuentran en constantes fronteras que se intensificarán en la segunda mitad del siglo XIX. Queremos acercarnos no sólo a sus textos de ficción sino también a documentos más personales como el epistolario de Juana Manuela Gorriti con Ricardo Palma. Gracias a la labor intensa de Graciela Batticuore, quien lo organizó y publicó, podemos analizar la correspondencia entre ambos autores y complementar datos respecto al pensamiento de la escritora argentina decimonónica. Igual podemos decir lo mismo de Clorinda Matto de Turner que aunque no contamos con un epistolario, tenemos sus editoriales del periódico El Perú Ilustrado así como sus discursos durante el exilio en Argentina que dan una visión más integral de su mensaje en cuanto a la participación de la mujer en la sociedad a efectos de beneficiar y desarrollar la nación. En la escritura de Matto, la nación traspasa fronteras geográficas y se construye como una supranación americana unida. Ambas escritoras interesan al presente estudio por la idea de la transnacionalidad cultural e intelectual como paso previo a la integración jurídica de naciones que se desarrolló en el siglo XX y que aún se mantiene en proceso. 1 Asimismo se proyecta con estas escritoras una forma de feminismo que no se manifiesta con protestas contra la opresión del patriarcado, ni huelgas, ni discursos agresivos en los escaños del congreso por la erradicación y la imposición de nuevas reglas que mejoren la condición de la mujer. Estas mujeres cambian efectivamente la sociedad patriarcal a través de estrategias diferentes que implican una subversión del mensaje de la hegemonía patriarcal en un proceso intelectual constante. A través de ficciones como Misceláneas, Oasis en la vida y Lo íntimo podemos ver que Juana Manuela Gorriti hace participar a la mujer por diferentes voces además de la suya propia, refleja una sociedad entre lo colonial y lo post colonial, impulsa el desarrollo de la nación a través de la intelectualidad, pero siempre conciente de que los medios con los que cuenta son delicados puesto que han sido por siglos privilegio de los hombres: la educación y la pluma. De una manera más directa tenemos a Matto de Turner que además de hablar de la situación del indígena en el Perú en muchas de sus novelas, también refleja la situación de la mujer denunciando a las instituciones de la sociedad peruana. Ambas escriben dando voz a los marginados porque necesitan elevar de manera inteligente y sutil su reclamo ante la hegemonía para reestructurar la nación y su consecuente desarrollo basado en un progreso más justo para las partes. Juana Manuela Gorriti se constituye como uno de los pilares de la literatura en Hispanoamérica y especialmente estas décadas en que se hace una relectura de sus textos, así como descubrimiento de otros documentos de la autora. En ese sentido queremos participar de esta relectura para despojar a la escritora argentina de mitos y olvidos que se han ido creando a lo largo de su vida y luego de su muerte. Presentamos pues a una mujer que vive intensamente cada momento y viaja en una constante transformación, en un constante exilio de encuentros y desencuentros que nos muestra una persona compleja como todo ser humano moderno. Escribe entre ficción y experiencia personal, entre romanticismos, positivismos y modernismos, y mientras menos la podamos categorizar mejor la podremos conocer y ella es conciente de ello cuando en Lo íntimo incluye fragmentos de las cartas que escribió a Ricardo Palma, haciendo 2 de su vida una ficción y a la vez materializándola. Para el análisis de todos estos documentos contamos con material de notables estudiosas como Francine Masiello, Graciela Batticuore, Cristina Iglesia, Lea Fletcher, Susana Zanetti, Mary Berg, entre otras que nos dan un enfoque sociológico e histórico de nuestras escritoras, especialmente en la Argentina. En el caso de Matto de Turner, no se han estudiado en detalle los textos que pertenecen a la época del exilio de la escritora cuzqueña. Por eso consideramos que Boreales, miniaturas y porcelanas, así como las Conferencias de América del Sur, sus editoriales en El Perú Ilustrado, y otros textos posteriores a 1895 son de notable valía para perfilar más efectivamente el pensamiento de Matto, y así continuar con la labor que por ejemplo Francesca Denegri hizo en El abanico y la cigarrera, además de la colaboración de las otras criticas mencionadas, que abrieron un camino más dinámico y fluido que aquel lleno de prejuicios liderados por críticos varones de fines del siglo XIX y principios del XX. Nuestra visión es el estudio de la identidad de género en contextos mutables propios de la experiencia personal de las escritoras y de los personajes de sus textos de ficción y cómo la mujer se construye a sí misma al escribir en oposición con la idealización hegemónica de la mujer: ángel del hogar, madre, esposa abnegada, condenada a un espacio del que posteriormente sacará provecho a través de la educación lo que permitirá su paso al espacio público que amenaza a la sociedad machista. La idea de la construcción de la nación comienza en la casa como diría Gorriti entre seriedad y broma, pero para nosotros con mucha razón como veremos en el desarrollo de este proyecto. El proceso de constantes cambios a lo largo de las vidas de estas mujeres las hace pisar el terreno de las fronteras en los diferentes espacios que recorren. Es de gran importancia cómo a través de la historia la transformación de las naciones se ha producido y como se producen zonas de encuentros y desencuentros en diferentes sectores. Walter Mignolo en Local Histories/Global Designs refleja en un mapa escrito estos cambios y así podemos situarnos en los diferentes contextos que al mismo tiempo se dan en Norteamérica, 3 Centroamérica, Sudamérica, Europa y África, para lo que nos concierne en este estudio. La transformación es a nivel geográfico, cultural, político, social, económico e histórico, y nuestras intelectuales participan en cada uno. Otro tema que es importante para este proceso de colonialidad y post colonialidad es el tema del poder y cómo se asocia con la sexualidad produciendo una transformación de los diferentes mensajes de los grupos que forman una sociedad. Los trabajos de Picon Garfield, Brígida Pastor, Luce Irigaray son importantes, sin embargo creemos que estas autoras se centran más en el aspecto individual de la mujer misma y como se redefinen en la sociedad. En este trabajo, además del aspecto individual lo asociamos con la redefinición de la nación americana (Norte, Centro y Sur) en vías de progreso. Para complementar esta perspectiva hacemos uso de algunas metodologías como la del imaginario social de Iris Zavala y la construcción de la nación de Homi Bhabha en cuanto a términos generales. También utilizamos el análisis de los textos de las autoras bajo estudio, análisis de tropos literarios e imágenes así como la técnica narrativa empleada. Nuestro estudio esta estructurado en hacer en el primer capítulo una aproximación general de los marcos teóricos e indicar con las biografías de las intelectuales sudamericanas los espacios sociopolíticos, geográficos e históricos por los que viajan, con especial énfasis en el periodo de su exilio, por eso el análisis de los textos propuestos anteriormente. El capítulo segundo se centra en Juana Manuela Gorriti y el desarrollo de la fronterización, complejidad, transnacionalidad y concepto de progreso de la escritora argentina. El capítulo tercero está dedicado a Clorinda Matto de Turner y el imaginario moderno de fines de siglo XIX de la mujer en contraste y complemento con el imaginario de intelectuales varones de la época, con especial énfasis en José Martí, quien propone una idea híbrida para el futuro de la mujer latinoamericana. El capítulo cuarto compara a las autoras sudamericanas con la perspectiva individual feminista de Gertrudis Gómez de Avellanada, que si bien el denominador común es el poder, sexualidad y rebeldía en estas mujeres, encontramos algunas 4 diferencias que se dan por las diferentes realidades coloniales y post coloniales en las que se encuentran. Finalmente presentamos nuestras conclusiones, concientes que el embarque en este proyecto es de por sí enriquecedor ya que nuestras escritoras llegan a escribir conocedoras de la crítica negativa de la sociedad de su tiempo y posterior a ellas, por la cual necesitan usar el intelecto de manera constante como obreras y dar su voz a conocer en una situación restringida y prejuiciosa. Así mismo, aunque parezca que las escritoras no hablan directamente, a la postre lo hacen cuando manipulan el discurso hegemónico y codifican su contradiscurso, valiéndose de ciertas posiciones de poder, y por tanto el mensaje es propio. Y es así que las escritoras en estudio se encuentran en constante exilio, desencuentro y encuentro con la sociedad y consigo mismas, e incluso excomulgadas, y atormentadas psicológica y verbalmente. 5 CAPÍTULO 1 LA MUJER OBRERA INTELECTUAL A FINES DEL SIGLO XIX: EL CASO DE JUANA MANUELA GORRITI Y CLORINDA MATTO Dos vidas que cubren el siglo XIX se cruzan a través del desarrollo intelectual en la sociedad donde la labor femenina, de acuerdo a conveniencias políticas o una apropiación de las ideas religiosas católicas, sólo estaba destinada al cuidado del hogar, de los hijos y de los esposos. Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner proponen otro rumbo a tomar y lo hacen quizás por ser rebeldes naturales o por diversos factores que afectaron sus vidas; pero lo que definitivamente es cierto es que su función doméstica se vio complementada mediante su desarrollo profesional, intelectual y artístico. En ellas descubriremos fronteras, puntos de contacto, anhelos y miedos. El exilio, por otro lado, es parte de su destino y en este alejamiento de sus tierras natales ambas llegan a desempeñarse con más libertad, abriendo otros campos o puertas de interacción e interrelación con artistas, pensadores y políticos. Su meta no era sólo el poder hacer otras labores fuera de las tradicionales, sino también de sobrepasar las ficticias fronteras geográficas. Buscan unir América Latina a través de la cultura y la educación, y proyectar a la mujer como parte activa en el desarrollo de la sociedad, no detrás del hombre sino al lado de él. Ese avance de la sociedad, o llamado también progreso por Juana Manuela Gorriti, implica otros términos o significados en contraste con el sentido de progreso de los sistemas que gobiernan a los países hispanoamericanos de la época, recientemente independizados. La labor de ambas fue muchas veces criticada, considerando que siempre pasaron ciertas 6 penurias económicas, y que la pluma no era un instrumento de lujo sino que era un medio para poder sostenerse en forma independiente y sobrevivir. Sin embargo, estando en una esfera intelectual, tuvieron la oportunidad de publicar sus textos, ensayos o discursos, ya sea con su dinero o con el apoyo de instituciones. Ambas escritoras son en buena medida luchadoras, profesionales que lograron proyectar su voz dentro de la esfera elitista intelectual y muchas veces censuradora a la que pertenecían. Estas escritoras sudamericanas también representan, despojándolas de cualquier etiqueta o corriente literaria, a la mujer moderna que busca salir de una esfera doméstica limitada para abarcar otras áreas de desenvolvimiento personal. No buscan romper con los moldes de la sociedad, es decir, no buscan establecer o proclamar un feminismo extremo, sino una expansión de las funciones de la mujer como miembro activo de una sociedad. Dichas mujeres así como otras contemporáneas contribuyeron al enriquecimiento de las bibliotecas americanas y europeas. Dentro de su imaginario se visiona una sociedad donde el indígena, el negro, el mestizo y el blanco son una gran nación educada en la que se enfatiza la función de la mujer obrera-intelectual. Juana Manuela Gorriti: el intelecto transnacional Juana Manuela Gorriti (Horcones- Salta, 1818), pertenece a una ilustrada familia de propietarios de tierras, oficiales militares y clérigos, una familia de dinero y prestigio procedentes del orden colonial abolido. Su padre, José Ignacio Gorriti, fue gobernador de Salta a mediados de la década de los diez; sin embargo, ante los cambios políticos de las ideologías entre Federalistas y Unitarios (grupos políticos en pugna desde 1810), la familia termina por estar en contra del federalista Juan Manuel de Rosas. Se produjo una pérdida inmensa en el norte de Argentina, ganando así la política Federalista o también llamada Rosista. En 1831, la familia Gorriti tuvo que abandonar Salta y se mudó a Bolivia residiendo en Chuquisaca. Juana Manuela conoce a Manuel Isidoro Belzú con 7 quien se casa en la ciudad de La Paz. Tuvo dos hijas con él, Edelmira y Mercedes, y durante el golpe de estado de su esposo ella permaneció en Arequipa y Lima (1847-1848). En 1848 Belzú toma el poder y en 1851 es elegido presidente con el apoyo popular. La relación marital a partir de esos momentos fue intermitente, pues se separaban y reconciliaban frecuentemente. En los años cincuenta Gorriti, estando en Lima, dedicó parte de su tiempo a la crianza de sus hijos de su segunda relación con Julián Sandoval aunque hacía viajes esporádicos a Bolivia. Gorriti cumple con su función de madre y a la vez de mujer intelectual, lo que le da mérito por su capacidad de poder llevar a cabo ambas funciones en una sociedad patriarcal. En 1864 regresa a Bolivia, tras la elección en el Perú de Juan Antonio de Pezet, enemigo declarado de Belzú, y que por conflicto de intereses Gorriti no podía quedarse en el extranjero. Al siguiente año, las luchas políticas eran tan continuas que culminaron en la traición y el asesinato de éste por las fuerzas del General Melgarejo. Tras el trágico suceso, Gorriti decide radicar en el Perú y dedicarse a la escuela para señoritas que fundó en 1847. En cuanto a su identidad pública como autora, ésta empieza efectivamente en el Perú, aunque desde pequeña escribía en Salta, producto del uso de una extensa biblioteca considerada una de las mejores del norte de Argentina. Había recibido una instrucción privada y religiosa típica de las élites. Su experiencia en diarios culturales y revisiones comienza en los 50 cuando establece círculos literarios en Lima. En la ciudad donde vivió casi 40 años, empezó a publicar en periódicos, diarios, y revistas como El Liberal, El Nacional y La Revista de Lima. También publica en Chile, Argentina y Francia. Esto significa un diálogo transnacional con el que Gorriti podía satisfacer sus deseos de intercambiar estilos e ideas con escritores de las Américas y Europa. Cuando se instala en Lima entra al centro mayor intelectual que se recupera de la dominación colonial y mira hacia la modernización. La escritora atrajo la atención de las élites culturales y usualmente de algunas mujeres que participaban en las publicaciones peruanas literarias, como el caso de Clorinda Matto. En los círculos literarios ella solía dar la lección inaugural recordando los problemas 8 significativos del día y llamando a los intelectuales a defender la causa de progreso y del desarrollo de las naciones. Desde el comienzo, fomenta un debate sobre el rol y el estatus de lo intelectual en la América independiente y también animó la participación de las mujeres para mejorar la agenda de la cultura nacional. Además de la influencia de notables intelectuales como Ricardo Palma, Gorriti buscó la conversación con importantes y exitosas mujeres de su generación sin importar su origen nacional. Dichas autoras entre muchas otras eran Mercedes Cabello de Carbonera, Carolina Freyre de Jaimes, Teresa Gonzáles de Faning, Clorinda Matto de Turner, María Nieves y Bustamante, y Manuela Villarán de Plascencia. Como sostiene Francine Masiello en la introducción de Dreams and Realities. Selected Fiction of Juana Manuela Gorriti (2003), estas mujeres representaban diferentes ideas y géneros literarios así como también un rol doméstico dividido entre the constraints of a colonial and Catholic legacy that restricted women’s role to the household, on the one hand, and training children for future roles as citizens of the republic, on the other, these women were not of a single political disposition nor were their successes uniformly made apparent. (xxvi) Masiello también menciona algunas de las ideas que estas intelectuales proyectaron impactaron en una sociedad peruana caracterizada por la restricción a ciertos grupos y por eso some took on the anticlerical cause, following the initiatives of Clorinda Matto de Turner, others, such as Mercedes Cabello de Carbonera, addressed the impact of positivism in Peru and its consequences for the lives of women; still others, such as Teresa Gonzalez de Faning took up questions of curricular reform in order to advance the interests of Peruvian girls among the nation’s students. In effect, women’s limited access to formal education became a topic of constant concern. (xxvii) 9 Sin embargo, hay que recalcar que si bien estas pensadoras que formaban los círculos literarios de Lima tenían un ideal liberal republicano, no consideraban los aspectos más radicales de la emancipación de la mujer. El trabajo femenino, los derechos civiles y el rol de la mujer en la política no eran temas de conversación del círculo literario. Más bien el feminismo doméstico y literario era común de tratar en aquellas conversaciones, manteniendo los derechos de las mujeres al espacio de las bibliotecas y la pluma como material de discusión. En 1866, Gorriti continúa en Lima con sus labores literarias y también desempeñando labores de enfermería en los hospitales de campaña durante el ataque naval español, el cual terminó con sus ambiciones de reconquista y el alejamiento definitivo de las flotas españolas a la Península Ibérica. Continúa ofreciendo sus servicios ante la aparición de la fiebre amarilla. En 1875, Gorriti es nombrada miembro del Club Literario de Lima. También viaja a Argentina para tratar asuntos relacionados con la pensión mensual correspondiente a los descendientes de los patriotas de la independencia. La esposa del presidente Nicolás de Avellaneda la asiste a conseguir tal objetivo. Colabora también en La ondina del Plata lo cual le vale el mérito de la Palma literaria. Ese mismo año retorna a Lima y reinicia las funciones de la escuela primaria. En 1877, regresa a la Argentina. Gorriti entra al mundo literario argentino consciente del renombre de dos escritoras argentinas como Juana Manso de Noronja y Eduarda Mansilla de García. Publicó Misceláneas (1878) y otros libros de ficción. En estos trabajos se concentra en el arte narrativo de explorar otros temas como las aventuras andinas y otros temas sobre la melancolía, inspirados en su propia situación de alejamiento y pérdida. Activamente, a su vez, entró al mundo del periodismo argentino y a la emoción de sus publicaciones que dieron a conocer noticias culturales a todo el continente hispanoamericano. Se mantuvo en contacto con el equipo de La ondina del Plata, el cual tuvo una vasta divulgación en Argentina y Perú. El periódico que ella fundó, La alborada del Plata (1877-1878) y su nueva versión La alborada literaria del Plata (1880), ofrecieron un punto de valor a los debates culturales de finales del siglo XIX, 10 revelando la preocupación con la alianza transnacional cultural así como un programa de educación literaria asociada con los objetivos de modernización. Quería alcanzar una audiencia internacional, una conexión con las otras repúblicas americanas y propagar su progreso rápido, como indica Masiello: Progress, modernity, and cosmopolitanism informed Gorriti’s thinking as Argentina swept into the final decades of the centaur, fresh with hope for liberal reform and progress. These ideals accompanied enthusiastic discussion of fashion, theater, and the arts, while literary culture occupied writers and readers. (xxxii) Los lectores argentinos se informarían de textos y autores de Las Américas, especialmente del trabajo de sus colegas peruanos. Sus viajes contribuyeron a la cultivación de una red de contactos que le ayudarían a completar su trabajo de revisión cultural. Ella propone un nexo entre la modernización con las ventajas de la educación literaria siguiendo los pasos de muchos pensadores de la Ilustración. Sin embargo, la originalidad en el proyecto reside en el compromiso de los americanos de despertar una conciencia de unión transnacional. Se adelanta por una década los impulsos cosmopolitas del movimiento literario modernista; acelera el intercambio de ideas que caracterizaron la modernización en Latinoamérica en 1880. La publicación trata de complementar el movimiento hacia la modernidad, mostrando que las mujeres son parte integral del progreso intelectual de Latinoamérica. En este sentido, Masiello indica que, [i]n La alborada del Plata, Gorriti published essays on the value of American literary and cultural independence from Spain, the need to establish an intellectual autonomy free of foreign ties, the advantages of bilingual study, and the merits of female participation in public life; along with the value of travel, she celebrated the dawn of an urban style. Moreover, she provided a strong reminder of the role of women in public action. (xxxiii) 11 Sin embargo la idea inicial de sus periódicos pierde fuerza cuando ella se encuentra en Lima sin poder regresar a Argentina, debido a la Guerra entre Perú y Chile (1879-1880). Cuando regresa a Argentina en 1881 su impulso de continuar la revisión cultural se había perdido. En líneas generales hay una gran contribución femenina en la cultura letrada durante esta época a través de los periódicos y revistas. Las mujeres encontraron un camino hacia el debate nacional y también produjeron una red de interlocutores, un lenguaje para grabar la elevación del liberalismo desde el foco “no oficial” de la vida política. Con otras contribuciones transnacionales, como por ejemplo La cocina ecléctica (1890), Gorriti promueve la unión de inquietudes locales e internacionales de hablar de políticas públicas desde el espacio de la domesticidad. Defendió así también la ética del contacto y por la práctica del diálogo e intercambio cruzó las fronteras provincianas. Gorriti muestra una preocupación por la integración como parte de lo que Mary Louise Pratt en Imperial Eyes: Travel Writing and Transculturation (1992) ha llamado “arte de la zona de contacto.” Esta integración constituye una meta difícil de alcanzar debido al tema de la raza que es motivo de dificultades entre los grupos de la nueva América independiente del siglo XIX. Este tema también permite la reflexión en la identidad y la ciudadanía así como el de las mujeres de descendencia europea de relacionar su destino o situación al de los subalternos. Así, el interés de los trabajos de Gorriti estaba relacionado con el tema de la identidad conectada con los asuntos de dinero. Los últimos años de Gorriti, hasta el 6 de noviembre de 1892 en que falleció, fueron dominados por la preocupación de búsqueda de fondos. Como muchas escritoras, escribir no era considerado un lujo sino un recurso de ingresos. El énfasis en ganarse la vida a través de la escritura no fue realmente una característica exclusiva del modernismo de los 80. Esta “profesionalización” del arte, era una necesidad que venía desde años antes. Así, las historias de Gorriti están llenas de preocupaciones sobre las ganancias económicas; el robo y el engaño forman la sustancia de sus aventuras. A partir de los años 90 se muestra preocupada por el creciente materialismo, la avaricia y el deseo por las 12 cosas materiales y las traiciones de los amigos. Esto conlleva a una preocupación también por el sistema de una república liberal que en vez de producir integración como ella lo veía, crea más confusión y ambigüedad. La república liberal redirigió el poder de las creencias populares y estableció fórmulas para una memoria nacional; paradójicamente estableció principios de exclusión. En ese sentido la escritura de Gorriti representa esa paradoja, ejemplifica la tensión entre conformidad y la libre voluntad, el conflicto de un lenguaje y otro, lo real y la máscara. Finalmente los trabajos de Gorriti recaen en las ambigüedades de un movimiento que construye una nación que conducirá a Latinoamérica de un estado colonial a un estado moderno, y por tanto memoria y progreso no pueden estar estancados sino como elementos en constante dinamismo o revolución. Clorinda Matto de Turner: Obrera del pensamiento y su proyecto de la nación latinoamericana Con respecto a la escritora Clorinda Matto de Turner nos centraremos en su aspecto profesional, en cómo proyecta su voz para que su sonido alumbre a miles de mujeres que conforman el sentimiento y la identidad latinoamericana, sin importar clases sociales ni razas y se forje la idea de una supranación que va desde la Patagonia argentina hasta incluso las frías tierras del norte. Al igual que con Juana Manuela Gorriti, vamos a considerar algunos puntos biográficos fundamentales para desarrollar luego los espacios en los que la autora se expresa. Clorinda Matto nació en Cuzco el 11 de noviembre de 1852; su ascendencia procede tanto de Argentina como de la aristocracia de Cuzco. En Paisaje y obra, mujer e historia: Clorinda Matto de Turner (1949) de Manuel E. Cuadros se describe a Matto en una carta de su amiga Susana Pinelo como: locuaz, franca, comunicativa, le entusiasmaban las profesiones varoniles, especialmente fingirse en sus juegos, el ser subprefecto, 13 y tomaba tan decididamente su papel que diariamente hacía llegar a mis manos, oficios, pues ella me calificaba de su gobernador. … A veces, como para dar más sello a sus juegos de varón, se ponía bigotes, tongo y bastón, y era entonces, un ejemplar gallardo, de una autoridad adolescente, iluminada por el candor del ensueño, y de ideales, que recién germinaban en su cerebro como una promesa segura de una futura gloria. (129-30) Su infancia fue de normal tranquilidad donde hubo felicidad y que estuvo abrazada por los caminitos, cascadas, árboles individualmente determinados; y las alegres cabañas de los indios, todos estos recuerdos que producían en su alma una sensación profunda y deleitosa. En 1868 deja la escuela para dedicarse al cuidado de su padre y de sus dos hermanos menores, ya que su madre había muerto seis años antes. Durante las noches se dedicaba a sus ambiciones literarias. Estas dos arduas labores terminaron por complicarle la vista, la cual tenía que tratarse. Es así que conoce al Dr. José Turner, un médico inglés, que como consecuencia de las visitas al consultorio terminan enamorándose y posteriormente casándose el 27 de julio de 1871. Se muda a Tinta donde se entrega al estudio de un tema que se convierte en favorito: la emancipación de la mujer de sus preocupaciones, dándole una libertad espiritual en contra de la tiranía de los sacerdotes y a su vez adquiere una voz pública y posición. Al morir su esposo en 1881, se muda para Arequipa, centro de actividades revolucionarias durante el tiempo del conflicto bélico entre Perú y Chile. La escritora había tomado parte activa en muchas de estas actividades, manteniendo el entusiasmo patriótico y espíritu de sacrificio que la guerra demandaba. Cultivó el arte de la tradición iniciada por Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas, que fueron una suerte de historia-cuento que muestra anécdotas de ciertos personajes y que son contados con la picardía y el intimismo que caracterizó al escritor. Sin embargo, en el caso de Matto, sus 14 Tradiciones cuzqueñas (1883) fueron sobrias, sin mucho humor y más documentales, revestidas de mucha historia, mostrando situaciones de los nativos, criollos, mestizos y españoles. Críticos de la época como Ventura García Calderón y Alfredo Yepez Miranda manifestarán sus puntos de vista. Así García Calderón en Del romanticismo al modernismo dirá que en su estilo no hay “casi ninguna libertad en la fantasía; jamás, jamás la travesura. Esta mujer parece un hombre, y un hombre grave … Es el más perverso reproche que puedo hacerle” (330-31). Yepez en “Clorinda Matto de Turner” (1848) dirá, por otro lado, que “Clorinda Matto imitadora, servil, hubiera fracasado, porque aplicar a la tragedia histórica de la sierra peruana y la fuerza telúrica de su paisaje, la gracia, la picardía y la travesura limeña de la época colonial, era convertir la tragedia en comedia” (14). La explicación para la diferencia considerable entre Matto y su maestro es obvia por cuanto el hecho de ser provinciana y mujer la ponía en desventaja y una mujer buscando intimidad con el lector, o parodiando una situación en esa época, la pondrían en un nivel mucho menor o ligero frente a su maestro, además de ser considerado su trabajo como uno de plagio. Se agrega también que el mensaje es diferente puesto que la autora no quiere sólo entretener sino educar. Podría decirse asimismo que la escritora tiene que adaptarse a elementos adicionales para ser aceptada por la sociedad literaria en este caso. Finalmente, el otro punto es el pensamiento o filosofía de la cuzqueña respecto al gobierno y la iglesia, detrás de estas tradiciones. Gráficamente se ven sus diferencias ideológicas con respecto a las instituciones civiles y religiosas de la sociedad en su novela Aves sin nido (1889), ya que las critica no en su existencia pero sí en cómo son manejadas en perjuicio de un sector de la sociedad: los indígenas. Pero a su vez, el tema de la mujer está incluido en el mensaje porque ésta también es marginada por las autoridades de estas instituciones que se precian de ser justas y benevolentes, cuando en realidad son corruptas e insensibles. 15 Un ejemplo de aquella marginación fue la censura y el reproche de la mayoría de los medios de comunicación, además de otros miembros de instituciones civiles y eclesiásticas, por la publicación de un artículo controvertido en el periódico en el que ella ejercía de directora. Posteriormente escribe las novelas Herencia e Índole que no tienen la misma fuerza que la anteriormente señalada aunque se mantiene su protesta o queja respecto a la posición y actos de las instituciones que controlan la sociedad. Su posición especialmente es anticlerical y en pro de lo social en un primer momento. Otro ejemplo es el momento crucial del exilio en el cual ella se ve forzada a decidir en 1895. Boreales, miniaturas y porcelanas, publicado en Buenos Aires en 1902, exterioriza la obra intelectual e investigadora de una mujer que eligió vivir en carne propia la incomprensión del hombre y las instituciones impuestas por él. En estas páginas, Clorinda Matto impulsa y defiende la labor intelectual de las mujeres de su época por ser futuro de cambio de la sociedad; y asimismo critica a las instituciones civiles y eclesiásticas que al sentir la voz femenina, reprimida por siglos, la quieren olvidar, vedar, excomulgar, exiliar y hostigar. Considerando esta situación, su paso al exilio se va desarrollando desde los años “En el Perú” y “En Chile”, hasta llegar al destino final de su exilio voluntario “En la Argentina.” Desde allí, curtida por los avatares personales, propone a la mujer latinoamericana moderna, emancipada por la educación, y activa en la sociedad, no sólo por su capacidad de maternidad sino por su labor intelectual. En esta colección de artículos periodísticos, la autora se sirve de sus experiencias para reflejar las diferencias existentes entre los medios étnicos y socioeconómicos entre la mujer y el hombre y entre indígenas, mestizos y criollos. De esta forma su discurso será cercano al de una fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo para que el lector juzgue y falle. Ella experimenta las desventuras por las que se encuentra la mujer, especialmente la que quiere participar en el desarrollo de la sociedad. Relata la situación del Perú y la suya como intelectual luego de la guerra con Chile en 1879, sus simpatías con el Partido Constitucional que fue derrotado 16 posteriormente, producto de la invasión de las fuerzas de Nicolás de Piérola, y su exilio. Es necesario precisar que, después de la guerra con el país del sur, los peruanos se encontraban desmoralizados, con una situación económica apremiante, y necesitaban de un caudillo que los guiara a la recuperación y al desarrollo. Surge así la figura del general Andrés A. Cáceres, que combatió en el mencionado conflicto y resistió la invasión hasta el acuerdo de paz realizado por el presidente de turno en 1884. Cáceres toma el control del país luego de haber forzado una convocación a elecciones. En 1885 fue elegido legítimamente presidente y se estableció un período de aparente paz. En 1894, Cáceres iba a ser elegido presidente por exigencia de su partido frente al Congreso, ocasionando la protesta de otro caudillo y ex presidente, Nicolás de Piérola. Se produce así la revolución entre liberales y demócrata-cristianos. En este primer pasaje de la obra de Matto, se ve reflejado el dolor que siente al comentar los trágicos días de la invasión pierolista y las consecuencias de la misma le harán exclamar “[h]abríamos querido trazar una línea roja en este punto del original, pero, estamos narrando episodios históricos, es decir estamos fotografiando cuadros y la cámara ha copiado la pústula con la misma precisión con que se retrata un encaje” (Schneider 39). Sus interpretaciones están apoyadas en varios documentos que ella cuida muy bien de reproducir. En el primer artículo “En el Perú” discute los eventos relacionados con la Guerra del Pacífico y los posteriores años de una paz rota por las revoluciones civiles en 1894. La tregua posterior del gobierno a través de las palabras del presidente de la república (Cáceres), no es un acto de cobardía ni mucho menos, es una demostración de un fin más grande que el triunfo personal y se constituye como interés en la nación peruana. Es el mismo gesto que décadas atrás se ve reflejado en la Ultima proclama de Simón Bolívar el 10 de diciembre de 1830 cuando contempló el desmembramiento de Colombia y la lucha sangrienta y estéril de los pueblos independizados por él: “si mi muerte contribuye a la cesación de los partidos y al afianzamiento de la paz, yo bajaré tranquilo al sepulcro” (1). 17 La periodista y literata favorecía las ideas del general Cáceres, que dentro del círculo que frecuentaba causó algunas discrepancias, especialmente con el que llegó a ser su amigo y colaborador, el líder intelectual de la época, Manuel Gonzáles Prada. Ambos eran amigos, pero la cuestión política era motivo de discusión en la esfera literaria del momento. Así Gonzáles Prada escribiría en “Una profecía” que Cáceres era tan enemigo como Piérola. Cáceres era considerado por el intelectual como un ilegal, despótico constitucionalista, mientras que Piérola era un demócrata autocrático liberal (Crouse 83). En el primer artículo de Boreales, Matto nos da una explicación y defensa de sus ideas y actividades políticas: Si cometimos el pecado de mezclarnos en política, fue por el derecho que existe de pensar y de expresar el pensamiento. Lo hicimos por patriotismo sincero, […] y por último aceptando el camino del extranjero para buscar el pan que no podíamos hallar en aquel suelo cargado de venganzas, […] de la comandita del clericalismo con el pierolismo. (23-24) Aquellas líneas recuerdan los hechos acontecidos el día en que los rebeldes demócratas-católicos invaden el centro de Lima produciendo una encarnizada lucha civil, el derramamiento de sangre sin razón, y las angustias y temores de la propia Matto durante aquellos momentos de saqueo y tiroteos, en los que se vio obligada por las fuerzas coalicionistas pierolistas de hacer de enfermera junto con su marido doctor y el resto de su familia. Las consecuencias de aquella rebelión, como se manifiesta en la cita, fueron el exilio y la excomunión. El exilio es voluntario, pero la segunda fue decretada por José Macchi, amigo y colaborador de Piérola. Transcurridos los acontecimientos que ella vivió en carne propia en el Perú, se dirige a Chile y escribe el segundo artículo “En Chile” que apareció publicado en La Lealtad del 27 de abril de 1895. En este segundo artículo no sólo aprecia la bienvenida que le dan en el país sureño sino que habla de los factores que la condujeron a su salida de Perú. Uno de ellos fue la destrucción del taller donde se imprimía el periódico Los Andes, del que ella era fundadora. 18 Así dice “habíamos perdido la última fuente de la vida que nos quedaba para la honrosa labor de buscar el pan con el sudor de la frente” (57). La autora tiene sentimientos encontrados al estar en el país que invadió el suyo durante la Guerra del Pacífico, un país que era indirectamente responsable de la situación del Perú. Resulta cuestionable y curioso el recibimiento caluroso de los chilenos cuando por sus críticas contra la lucha civil, la iglesia y las relaciones de Piérola con Chile, se haya visto en la necesidad de dejar Lima. Hay que precisar que esta ambigüedad tiene sus antecedentes desde antes de la guerra entre dichos países, ya que Chile pretendía tomar posesión de las regiones peruanas del sur, ricas en salitre, a efectos de mejorar su economía, y el inicio de la guerra fue un buen pretexto para poseerlas luego de los tratados de paz. Posteriormente, la paz de reconstrucción del Perú (1886-1894) preocupaba e incomodaba sus intereses. Es así que iniciada la lucha civil, Chile se convierte en uno de los miembros de la Comisión Diplomática encargada de solucionar los conflictos surgidos entre los peruanos Andrés A. Cáceres y Nicolás de Piérola. Se puede decir que la solución del conflicto para los propósitos de Chile era avalar la toma de mando de Nicolás de Piérola, con el que mantuvieron relaciones más llevaderas. Por otro lado, Matto de Turner siente admiración por la labor de la mujer en Chile, y así escribirá en el libro mencionado: “La mujer es protegida en su trabajo con preferencia al varón. Los tranvías tienen mayorales, y en las oficinas, tanto de estado como particulares, se la emplea con gusto” (71). Así también resalta el desarrollo del diarismo que demuestra la altura intelectual de la población, fuera del progreso que alcanzan otras publicaciones específicas, los negocios y sus horas de atención, el trato de los periodistas y otros eventos encontrados durante su estadía en Valparaíso. En Santiago de Chile su experiencia fue grata cuando se entrevistó con los políticos Robinet y Guillermo Blest Gana. De igual manera, tuvo la oportunidad de saludar al escritor Pedro Pablo Figueroa, “un vigoroso duraznero que se rinde al peso de la fruta” (89). El tercer y último articulo de Boreales es sobre su experiencia en Argentina, que se inicia con su arribo a Buenos Aires en 1895 en compañía del 19 escritor Roberto J. Payró, entonces corresponsal de La Nación. Clorinda Matto es recibida con expectativa, así como ella esperaba este momento cuando dice “en realidad estaba, por fin, nuestro sueño acariciado desde la infancia, de visitar la patria de nuestro abuelo, don Juan José Usandivaras, la cuna de Juana Manuela Gorriti” (98). A su llegada, algo se agitaba en aquella gran ciudad: la guerra entre la Argentina y Chile. Como peruana quiso ver castigada la osadía del invasor; pero sobre ese anhelo legítimo se levantaba la voz de la razón, además consideraba en gran manera la labor del presidente argentino, general Julio A. Roca, quien sabía aquietar al pueblo. No oculta la admiración por ese pueblo que se caracteriza por la lucha y la resistencia, por el pueblo donde surge la libertad (considerando que el general José de San Martín inició la misión libertadora desde Argentina). Así, terminando la narración del viaje con llegada esperada y feliz, dice: “Buenos Aires: [¡] á ti que guardas la Libertad coronada de rosas que no marchitaron las auroras boreales, á ti que enalteces el trabajo en el templo de la Virtud, á ti que estimulas el patriotismo con el ejemplo de los mayores, en la etapa del viaje te saludo!” (104). Clorinda Matto se adapta muy bien a la sociedad bonaerense y frecuenta los círculos literarios, el Ateneo y la Unión Ibero-Americana, incluso es profesora en la Escuela Comercial de Mujeres en la Escuela Normal. Comparte sus discursos en diversos centros de la capital Argentina, dando a conocer su ideología. Consecuencia de esta actividad intelectual prolífica es la sección de Porcelanas, la tercera y última sección que está compuesta de ensayos de fervor político, de figuras literarias y heroínas. Es en esta tercera parte en que se consolida el tema de las obreras del pensamiento en América del Sur, tema que sería tratado en una conferencia en “El Ateneo” de Buenos Aires. Encierra todo por lo que ella ha luchado, la educación femenina y su participación activa en los factores que mueven la sociedad. 20 El texto trata de hallar las causas del porqué de la situación subalterna de la mujer dentro de la sociedad. Así dirá que los interesados en conservar a la mujer como instrumento de placer y la obediencia pasiva, acumulan el contingente opositor y no se fijan que la desigualdad entre ambos sexos produce el divorcio del alma y del cuerpo. El matrimonio pues, se transforma en una unión monstruo cuando no existe amor. Defiende la cultura en la mujer por reclamo de la naturaleza y de las condiciones sociales de la época, y también por una perfección de la sociedad. “Surgen también espíritus retemplados con el vigor de los cuerpos sanos, que, estudiando la naturaleza y condiciones sociales de la época, comprendieron que postergar la ilustración de la mujer es retardar la ilustración de la humanidad; y nobles, se lanzan como paladines de la cruzada redentora” (248). Resalta las virtudes de las mujeres en general que no sólo tienen la función de dar hijos sanos a la patria que las viera nacer, sino también la misión de desarrollar la sociedad con sus ideas, de cambiar la forma de pensar. Pide que se concentre la mirada hacia las repúblicas de sur y centro de América porque son las tierras que interesan a la raza que vive en ellas y para el enriquecimiento del idioma. Como parte de su discurso y antes de dar detalles sobre lo que sucede en Latinoamérica, menciona como punto de referencia a los Estados Unidos donde las mujeres tienen una posición más activa en su sociedad, algunas profesionales, otras desempeñando labores no menos admirables. Esta aproximación, por el tono de su pensamiento, es la idealización del papel de la mujer en la sociedad de principios del siglo XX. En su discurso empieza a nombrar a mujeres destacadas en el campo intelectual argentino como Juana Manuela Gorriti, y otros nombres de mujeres intelectuales de las provincias de Argentina, “…las que hoy forman la legión de honor en la patria de Alberdi y de Sarmiento, con la particularidad de que las más de ellas son de provincias, muy pocas de esta gran Buenos Aires, con propiedad llamada la Nueva York del Sur” (254). Con lo anteriormente señalado no se rechaza su discurso sobre la función trabajadora y abnegada de la mujer como género, ni tampoco critico su forma de 21 pensar respecto al concepto de educación relacionada con el término de civilización que en esos años se manejaba ya sea en Argentina como en Chile o Perú; sino tratar de entender que Matto de Turner sin desmerecer su labor intelectual, habla desde una posición privilegiada, habla para las mujeres de su misma condición, y que han pasado penurias para dar su voz a conocer. “La mujer escritora, […] será la más capacitada para definir su rol. […] El género ensayístico les sirvió a todas como un espacio desde el cual articular su posición en la sociedad” (Meléndez 574). Anteriormente, había escrito sobre las otras mujeres afectadas ya no sólo por el aspecto educacional, sino también por el asunto de la raza. Matto, dentro de la posición de la mujer que ella defiende, es firme y demuestra un encomiable afán por darles a sus voces la amplitud y alcance que merecen. Muestra objetividad y también elementos subjetivos en su discurso, que lo hacen ambiguo en algunos momentos; el tema principal es la mujer como persona activa de la sociedad, y para conseguir aquella meta se necesita educar. Es la luchadora del pensamiento que dio a conocer su voz, y como sostiene Mariselle Meléndez, [d]ebido a la inestabilidad y amenaza que acompañaba tal visibilidad de la mujer, […] sus posturas no pudieron desligarse del asunto de lo doméstico. […] funcionó para reformular la posición de la mujer no únicamente como guía de sus hijos sino como ser activo y pensante en la sociedad, como compañera y no como subalterna, como sujeto y no como objeto. (585) Se puede decir también que funcionó para reafirmar el concepto del que una contemporánea suya [Carolina Freire de Jaimes] había hecho una constante como el de la Mujer ilustrada, cuyas “labores intelectuales fortalecen las domésticas” (Castañeda 46). Se constituye como una de las verdaderas heroínas que tuvo que luchar contra “la calumnia, la rivalidad, el indiferentismo y toda clase de dificultades para obtener elementos de instrucción” (265). Tuvo que luchar contra las ideas de aquellos que consideraban la educación femenina como un defecto en vez de 22 ser otro ingreso más para la modernización de la sociedad. Es a través de ella y de otras de su condición que se siembra el germen de ejemplo para el resto de las mujeres, sin importar la situación social o económica, de raza o religión. Es ejemplo vivo de tesón, trabajo y haberse hecho escuchar. Así, nuestra heroína sostiene: “¡Ah, no es tan desgraciado el ciego de nacimiento, sin idea de luz y color, como aquel que, en hora triste, sintió hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas! Consideremos por este símil la situación de la mujer que está en lucha abierta, entre la ceguera, que amenaza y la luz que es preciso dilatar” (266). El imaginario feminista en la segunda mitad del siglo XX Desarrollando el contenido de la presente sección, empezaremos por mencionar la teoría del deseo, cuyo contenido estudiado por Jacques Lacán en psicoanálisis y psicología es llevado a términos también filosóficos puesto que es la lucha constante interior del individuo y también el contraste con su realidad. Aquella confrontación es necesaria para forjar en el individuo un sentimiento no de placer sino de goce, que para conseguirlo implica someterse a la injusticia o crueldad del Otro. Así como hemos mencionado, la viudez de Gorriti la sitúa fuera de la sociedad produciendo una pérdida en ella que busca recobrar a través de sus escritos. El ser viuda en Argentina y el no tener una relación formalizada es una situación que hace que la intelectual busque la forma de poder sobrevivir mediante su propio trabajo. Así mismo, en su prosa establece personajes que reflejan su propio sentir en cuanto a las dificultades económicas, relacionadas ya sea con la raza o con el género. Lo que produce controversia en Juana Manuela Gorriti es su feminismo no radical. Es decir, se centra en el desarrollo intelectual de la mujer además de sus obligaciones domésticas, pero no sale completamente de la esfera privada. Sin embargo, estuvo relacionada con la política pero no quiso involucrarse. No llega a activar los movimientos radicales que ya se daban en los Estados Unidos a partir del último cuarto de siglo. Aún la mujer latinoamericana estaba en la transición con miras a la 23 modernidad, relacionada con lo liberal republicano lo cual escapaba del conservadurismo católico pero no llegaba al anarquismo propuesto por otros pensadores de la época. Por otro lado, esa ambivalencia de conceptos le harán imaginar a través del deseo una atmósfera de intercambio cultural, donde la mujer se desarrolla plenamente, en cuanto a expresión intelectual y que confronta con la realidad al constituirse como un medio de sobrevivencia dentro del ámbito privado, por un lado, y la visión de formar una gran nación latinoamericana a través del dialogo constructivo de sus intelectuales. Iris Zavala en Colonialism and Culture: Hispanic Modernisms and the Social Imaginary propone, en conexión con la teoría mencionada, el imaginario modernista basado en el aspecto dialógico que implica una constante interrelación de significaciones y de perspectivas o voces. Dicho marco interesa a nuestra tesis porque estamos considerando la época en la que nuestras autoras viven y el exilio en el que se encuentran. El ambiente y la situación influyen para que las intelectuales se encuentren en una posición en la que visionen y traten de concretar una realidad diferente a la que experimentan, constituyéndose entonces el ideal o el imaginario. Para conseguir sus objetivos, necesitan enfrentarse al discurso dominante constituido por la tradición o el oficialismo mitificador. La situación de exilio ubica a las escritoras en una atmósfera de constante cambio por las observaciones que tienen en el país en el que viven diferentes al del de nacimiento. En consecuencia, el pensamiento se hace más amplio y absorbe las influencias o elementos que conforman una sociedad cambiante. Así, Matto en Cuatro conferencias sobre América del Sur (1808) nos muestra una imagen de Buenos Aires durante su exilio: “He vivido quince años en Buenos Aires ejerciendo el profesorado y periodismo a la vez, observando el movimiento industrial y la influencia del brazo obrero en el progreso del país y lo que al inmigrante le conviene…” (17). Matto está de observadora de una realidad que se construye en vías del progreso, y que está basada en la industrialización y la mano de obra. No especifica si hay discrepancias entre obrero y empleador, pero sí menciona que 24 en Argentina hay porvenir y que es propicia para el inmigrante asegurándose una vida mejor tanto para éste como para su familia. Surge la pregunta si la autora peruana olvidó que en Argentina la población mayoritaria es inmigrante y que la población indígena es casi inexistente. Creemos que no lo olvida, pero es práctica en cuanto a las opciones, porque resulta imposible repoblar las tierras con los pobladores originales. Ante una nación aun joven cabe poblarla para impulsar el desarrollo con el trabajo en la industria, la ganadería y agricultura y la educación. La mujer no está exenta en su imaginario; por el contrario, la mujer forma parte de este desarrollo, que si bien no habla de las trabajadoras de fábricas, hace énfasis en que el desarrollo de su imaginario depende mucho de la educación que reciba, la cual servirá para su participación con pleno conocimiento de su rol en la sociedad, y por otro lado que esta visión se expanda a lo largo de Latinoamérica, aliviando los factores que provocaron su exilio. Esto se resume a lo que Zavala sostiene como integración del ideologema, el cronotopo y lo dialógico: The integration of these categories will allow us to give particular attention to modernism as a historical poetics which prepared the groundwork for a dialogical social imaginary which monitors an imaginary “representation” of social relations based on a collectivity in solidarity with its values and its collective project. This dialogical social imaginary, which took shape at the turn of the century, provides the basis for two related problems: first, how a heterogeneous community organized itself into a collective “I” and “another”; second, how cultural texts forged a tentative wholeness through the discursive position of national and cultural identity. (14) La idea de nación y su diseminación en el proyecto integrador latinoamericano Usando las dimensiones de tiempo y espacio es que materializamos el deseo en el discurso de las autoras analizadas y cómo en ellos se forja la visión de una nación, y para ello nos basaremos en Homi Bhabha con el texto Nation 25 and Narration (1990) y la idea de la construcción de ésta, no como una continuación de un mito, sino precisamente lo contrario, la constante renovación de la idea de nación por las diferentes culturas que tratan de convivir haciéndola ambivalente o híbrida. No es una unidad basada en la oficialización de una sola cultura, sino la unidad basándose en una transformación interior. Esta ambivalencia emerge de una creciente concientización que, dejando de lado la certeza con la que los historiadores hablan sobre el “origen” de la nación como signo de la “modernidad”, la temporalidad cultural de la nación se inscribe como una realidad social más dinámica y transitoria. Esa realidad transitoria es considerada también ambivalente, lo que se constituye como el proyecto de la Nación y Narración: [To] explore the Janus-faced ambivalence of language itself in the construction of the Janus-faced discourse of the nation. This turns the familiar two-faced god into a figure of prodigious doubling that investigates the nation-space in the process of the articulation of elements: where meanings may be partial because they are in medias res; and history may be half-made because it is in the process of being made; and the image of cultural authority may be ambivalent because it is caught, uncertainly, in the act of ‘composing’ its powerful image. (3) Concretizando la teoría, la conformación de los estados nacionales latinoamericanos que se efectúa durante el siglo XIX respondía a las necesidades de los grupos dominantes -descendientes de los conquistadores y colonizadores europeos- en el marco de la constitución y desarrollo de un mercado mundial. Éste rompía las barreras económicas, favoreciendo el proceso de interdependencia entre las diversas sociedades humanas y, a la vez, construía nuevas barreras de dominación y de negación de las especificidades socio-culturales. Se producen cuatro momentos del proceso de construcción de las comunidades históricas llamadas “naciones”. Este proyecto, definido en el pensamiento de la Revolución Francesa referida a la nación como una e 26 indivisible, traía como correlato la subordinación de las etnias que integraban un territorio. En la lucha por la delimitación de sus fronteras, que estaba relacionada con la disputa por los mercados y las fuentes de obtención de recursos naturales y humanos, las etnias quedaron diseminadas y repartidas en varios estados "nacionales", movimiento que deriva en sucesivos procesos de "relocalización". Este enfoque se prolonga hasta el presente, con el fenómeno de la transnacionalización y las políticas multiculturales fomentadas por la globalización. Otra mirada que también da cuenta de la realización de ese proceso histórico es la de las mujeres. En este sentido nos centraremos en la producción de Juana Manuela Gorriti. Ella constituye, junto a otras mujeres escritoras, una generación de importancia clave para las embrionarias literaturas nacionales. La escritura de Juana Manuela Gorriti se va construyendo sobre su propia biografía, en la que se conjugan las incipientes historias nacionales de tres países: la Argentina andina, Bolivia y el Perú. En su producción es posible descubrir la forma en la que se creó un espacio femenino dentro de las comunidades de cada país, la historia de las representaciones nacionales formativas, el lugar de la literatura en las sociedades poscoloniales y la intimidad de las guerras independentistas en las que a la mujer le cupo un lugar fundamental. Juana Manuela Gorriti intenta reconstruir su tierra y su pasado. Una mujer disfrazada de hombre, viaja a pie por un denso bosque de un lugar no especificado pero que puede ser reconocido como el noroeste argentino, tierra natal de la autora, después de la Independencia. Esa narradora mujer, escondida detrás del ropaje masculino, no reproduce la imagen de la patria atravesada por la demanda hegemónica de territorialidad y dominio que caracteriza al discurso del período nacional-independentista. Juana Manuela se niega a interpretar el momento de la independencia simplemente como un nuevo comienzo, sino que sugiere que esta representación patriarcal impide la posibilidad de una verdadera descolonización de las relaciones sociales. Como sobreviviente del antiguo orden, su tarea es recuperar los fragmentos que quedan de éste después de un levantamiento 27 revolucionario. Su actividad se define, en términos de género, a partir de los rasgos de supervivencia y continuidad social que siempre han existido. El eje de comportamientos propuesto por el discurso progresista de la época, que pregonaba el derecho de la mujer a recibir formación y educación especializadas, se sustentaba fundamentalmente en el deseo de contrarrestar algunas características negativas de la naturaleza femenina y, a través de una preparación más sistemática, conseguir que las mujeres afrontaran con mayor responsabilidad sus roles históricos de hijas, esposas y madres. Coherente con este modelo, en las décadas republicanas comienzan a proliferar, tanto en Buenos Aires como en Lima o México, las revistas para mujeres. La preocupación por el rol femenino en las comunidades nacionales se traducía en un espacio cotidiano en el que la mujer era proclamada el "ángel del hogar". Así, en el prólogo de su libro culinario titulado Cocina ecléctica, Juana Manuela expresaba: “El hogar es el santuario doméstico, su ara es el fogón, su sacerdotisa y guardián natural, la mujer. Ella, sólo ella sabe inventar esas cosas exquisitas que hacen de la mesa un encanto... fruto de la ciencia más conveniente a la mujer” (2). Los textos de Juana Manuela Gorriti son representativos de los ideologemas femeninos del siglo XIX, aspecto que ha sido estudiado por Francine Masiello (1989), para quien aún en el caso de las mujeres conservadoras, los artefactos literarios operan con dispositivos mucho más porosos a la heterogeneidad etno-cultural y genérico sexual que en los textos escritos por los hombres del liberalismo. Todas estas perspectivas confluyen en la reflexión acerca de la centralidad del componente ficcional en el proceso de construcción de la nación. Según Benedict Anderson, la nación moderna suele representarse a sí misma como una "comunidad imaginada", en la que los miembros de una sociedad nacional se imaginan vinculados por lazos horizontales y fraternales. Así, los caracteres de la nación "discreta, soberana y autónoma" se integran al "estilo de imaginar" propio de la nación moderna. La novela y el periódico proveyeron los medios técnicos necesarios para la "representación" de las comunidades 28 imaginadas nacionales. En el siglo XIX se asiste a la aparición de una literatura y de un imaginario nacional que anunciaba las repúblicas. En ese contexto la mujer moderna antes de la ultima década del siglo XIX está en una transición, en un cambio puesto que las funciones que desempeña no son más las exclusivamente domésticas. Así también la nación que se imagina es una influenciada por los cambios o avances industriales, tecnológicos, sociales y políticos. Poder y sexualidad: La nueva mujer a finales del siglo XIX La gran mayoría de los estudios sobre la mujer en la segunda mitad del siglo XIX fueron hechos por hombres y pertenecen a un discurso patriarcal en el que se retrata a la mujer como ser inferior por su naturaleza física y moral, apta para sentir aunque no para pensar. Sin embargo aquel ser considerado inferior influye en el hombre y en la sociedad, por lo cual estamos entrando al debate de si el poder necesariamente está relacionado a la jerarquía, o la jerarquía se constituye como una mera creación por parte de aquel que domina y el poder es un elemento autónomo o que la sexualidad del llamado débil atrae al otro individuo de manera tal que el poder se invierte o se equilibra en ambos. Otros dirán que incluso la mujer tiene más poder pues se encarga de cumplir la misión divina de regenerar a una sociedad corrupta y materialista. Los estudios sobre la inferioridad de la mujer provienen de documentos que datan del siglo XVI que establecen el comportamiento de una mujer conforme a lo establecido por los cánones religiosos católicos en referencia al matrimonio, la pureza, la virginidad, y con la aprobación de la sociedad dominada por los hombres. Durante estos siglos, la mujer de manera ‘silenciosa’ ha venido transformando esta sociedad, que aunque aun se mantiene con rezagos de aquel patriarcado, ha conquistado importantes logros. Es importante ver que a finales del siglo XIX los cambios se vinieron dando en los Estados Unidos con respecto al sufragio de la mujer, los derechos laborales y el estudio en las universidades, el desempeño de cargos públicos y políticos. 29 En Latinoamérica también se produce como lo demuestran nuestras autoras en estudio, pero sin llegar al feminismo que ellas consideraban radical, aunque producto del exilio van a ampliar su visión con respecto a otros roles de la mujer. El discurso patriarcal condena a la mujer a la vez que la elogia, porque por un lado la hace inferior, pero por otro la hace salvadora de la humanidad. Y como sostiene Picon Garfield en Poder y Sexualidad: “[s]on muy profundas las raíces de la mitología bíblica, fuente de esta ideología, en que nacen las tristes figuras de Eva y María, manipuladas las dos al antojo del discurso hegemónico patriarcal que las creó” (25). Un caso concreto respecto a la función de la nueva mujer, que difiere de la de Gómez de Avellaneda, es el de la mujer obrera en Argentina, porque se garantiza la igualdad tanto al obrero como a la obrera. Matto escribe también en Cuatro conferencias sobre América del Sur que “no hay por que imponer sacrificio a nadie, sino pedir igualdad de procederes a ambas partes: patrones y obreros” (53). La equidad y justicia deben primar para los operarios, los enemigos que ayer estaban llenos de egoísmo e inhumanidad y quedaran hoy amigos, habitando la ciudad fraternal, ciudad de luz, donde no se conocen los ventisqueros que paralizan las sensaciones generosas del espíritu. Podríamos sostener que la mujer obrera mira los asuntos de igualdad social desde otro punto diferente al hombre, porque su propio natural observador la ha inclinado a su máquina de coser, dejándole la persuasión del trabajo, van a la perfección de la obra de costura; y en las grandes fábricas han observado cómo se llega a resultados perfectos mediante las funciones desiguales del huso y la lanzadera que aguardan la nutrición del cardador o cardadora. La doctrina de la evolución, síntesis del sistema spenceriano, tiene que aportar bienes incalculables a la causa de la mujer persona, sin traspasar los linderos de la razón hasta lo irrisorio de la igualdad absoluta entre el hombre y la mujer, porque existen funciones físicas imposibles de canjearse. En una de sus conferencias antes mencionadas insta a que observemos que “la educación y dirección de la mujer obrera como del precioso antídoto que hemos de ofrecer al 30 varón contra el veneno de las perturbaciones sociales, como gloriosa conquista de la civilización dentro de la industria” (57). Promueve en esta última parte de su vida (exilio) a la fundación de centros de instrucción recreativa y sociedades protectoras de los derechos de la obrera, sin los tumultos de las huelgas que mal se avienen con el carácter de la mujer. La mujer se establece independiente pero a su vez como complemento (al lado) del hombre, no importa que sea obrera mecánica u obrera del pensamiento, personaje o persona que vive del conflicto de poder y la sexualidad en carne propia como Matto y Gorriti. Sin embargo, dentro de su feminismo han sabido ser reconocidas por algunos y criticadas por otros, ya sea para interiorizarlas o para apropiarse de su discurso. Las intelectuales bajo análisis se encuentran en una posición en la que la construcción de la nación no es mítica o de continuación con lo que los estratos de poder establecen, sino que deconstruyen el mito con una nueva perspectiva o voz que produce el choque inevitable entre fuerzas hegemónicas y subalternas. Finalmente en aquel lento proceso se produce, no la inclusión de la nueva perspectiva, sino la transformación del todo. Y en su comparación con otros intelectuales de la época, que también comparten la situación de exilio, hay similitudes como también diferencias, las que enriquecen nuestra tesis. Ejemplos claros los vemos en Martí, quien siendo hijo de padres españoles y considerando que la situación entre metrópoli y periferia es irreconciliable, inicia la revolución de independencia de Cuba, aunque el escritor no llegue a ver la concretización del deseo. La otra visión del escritor era ver a América Latina unida, lo que se extiende a una idea de supranación, la misma que visionan Matto de Turner y Gorriti. Ambas escritoras entran al proceso de transformación, desmitificando lo que el estrato de poder quiere eternizar. Finalmente, con escritoras como Gómez, Matto y Gorriti, la transformación va más allá, puesto que el choque de fuerzas abarca una situación más específica aún, que no es la inclusión de la mujer como un elemento de la sociedad, sino su participación activa en ella, la cual para el discurso patriarcal es difícil de aceptar y si la acepta no es por autoría de la 31 mujer sino por la del hombre, atribuyéndosele un carácter masculino, y por tanto restándole méritos a la condición intrínseca de la mujer. Sin embargo, estas intelectuales así como muchas otras lograron proyectar un contradiscurso reinterpretando los símbolos utilizados por el sexo aparentemente “dominante.” 32 CAPÍTULO 2 FRONTERAS INTERNAS Y EXTERNAS EN EL DISCURSO PROGRESISTA DEL SIGLO XIX EN LATINOAMÉRICA Este capítulo se enfoca en los espacios fronterizos en los cuales nuestras escritoras se desenvuelven, así como en los puntos de conexión o similitudes en su discurso de resistencia. El esquema plantea los aspectos de género, el imaginario de ambas escritoras respecto a un orden que va de menor a mayor: sexualidad, poder, identidad-patria y supranación al igual que la teoría poscolonial. La travesía de las autoras por los diversos paisajes del Cono Sur y los Andes sudamericanos es un viaje de exilio como consecuencia de la expresión de sus ideas. Dicha peregrinación terminará de formar su carácter siempre inquieto por el saber y cuya materialización se da a través de su participación activa en puestos de dirección en círculos intelectuales, en revistas y periódicos. Las escritoras participarán en eventos importantes de aquellos países que les brindan techo, y se desarrollan como obreras manuales e intelectuales. Buscan usar el discurso patriarcal en su propio beneficio, es decir, estar dentro del grupo de poder para ejercer resistencia y contrarrestar el planteamiento del grupo hegemónico para darle mayor alcance a los objetivos que estas mujeres trazan. Llegado hasta este punto la visión es más amplia y se quiere proyectar a otras fronteras que ya no son las de Sudamérica sino las de Latinoamérica y finalmente América. Se mencionarán también las diferencias en ambas escritoras considerando que, dentro de la posición de lo subalterno, Gorriti viene de un 33 país cuyo gobierno impulsa el desarrollo industrial capitalista influenciado por Europa y los Estados Unidos; y Matto viene de un país que está saliendo de un periodo de acciones bélicas, una frente a España al iniciar la segunda mitad del siglo XIX y la otra a finales del mismo frente a Chile. Además se considera la diferente geografía y el cambio abismal que hay cruzando los Andes, que van transformando las emociones y perspectivas de las autoras que serán base para la elaboración de su prosa. Ayudados por el enfoque de Walter Mignolo, buscaremos respuestas en cuanto a la fronterización (border thinking) o “transculturación” de las autoras (social, política y culturalmente hablando) en los diferentes espacios donde participan. Breve introducción al pensamiento de frontera. Los planes para América y la revolución intelectual secular Para hablar de pensamientos fronterizos para los conceptos a los que nos referimos en este trabajo debemos partir de la idea de colonialidad y modernidad que como imposición de todo conocimiento se producen en todas partes, y al hablar de Latinoamérica, se producen fenómenos muy diversos que se mencionarán más adelante. Walter Mignolo en Local Histories-Global Designs menciona que hay dos etapas de modernidad que se dieron en lo que hoy llamamos América: el descubrimiento y la emancipación/descolonización. Pero a la vez mientras había descolonización se produce la colonización por los mismos grupos hegemónicos sobre India y África. Obviamente, las perspectivas y los motivos son diferentes en cuanto a la búsqueda de modernidad. Hay una gama variada y compleja que determinan el mapa de la colonialidad del poder, descolonización, y lucha con la diferencia colonial en América (128). Por ejemplo, Fausto Reinaga menciona que las repúblicas andinas (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina), surgen como consecuencia de aproximadamente 500 años de lucha quechua-aymara contra los invasores 34 españoles (Mignolo, 129). Así también lo podemos ver en México con la revolución de los zapatistas (finales del siglo XX), quienes comenzaron su declaración refiriéndose a 500 años de opresión (129). Estas revoluciones, entre otras, son el reflejo dinámico del concepto de la americanidad, el cual aún continúa en transformación. Sus comienzos fueron desde el descubrimiento y su consolidación después de la independencia en Nueva Inglaterra (1776), Nueva España, Perú y Nueva Granada (1810-1821), hablando en términos de emancipación, diferente del de una descolonización como se desarrolla en el siglo XX. La América hispana, se convirtió en una identificación territorial por los criollos (intelectuales o no) en el siglo XIX y por tanto en un proceso de autodefinición con las diferencias de razas y culturas. Previamente la situación era más dispersa, la relación de los indígenas con la tierra se había roto y se convirtieron en ajenos a ella y posteriormente se sintieron fuera de lugar al haberse introducido influencias de los colonizadores. Los españoles también estaban fuera de lugar puesto que estaban ajenos a lo cultural de aquellos pueblos indígenas (Mignolo, 130). En cuanto a la América anglosajona, su comienzo es un siglo después que el de la hispana, tiene un momento importante a mitad del siglo XVII donde se impulsa otra visión de lo moderno como un sistema mundial “moderno/colonial” basado en el cambio de los medios y protagonistas del comercio. El impulso de lo moderno (en la perspectiva hegemónica occidental) tiene alcance espacial y temporal, como por ejemplo el concepto de la “civilización y barbarie” en Latinoamérica (s.XIX-principios del XX), Japón 1868 y China 1930 (132). El nombre de “Latinoamérica”(133) no viene de los intelectuales de la ilustración latinoamericana sino que es producto de la nueva configuración de un campo imperial de fuerzas: España y Portugal en decadencia por un lado, y Francia e Inglaterra en su campo imperial hegemónico; así como los Estados Unidos con su perspectiva clara del “Destino Manifiesto”(134) y el proyecto de su poder imperial futuro. 35 “Latinoamérica” es el producto del doble discurso: el discurso imperial de identidad influyendo la sociedad civil, y el discurso de reubicación producido en los sectores de la sociedad civil (intelectuales, movimientos sociales) que discrepan del primer discurso. Es la imposición hegemónica vs. la resistencia al discurso opresivo. “Latinoamérica” es una identidad postcolonial, dentro de las fuerzas liberales dominantes en el sistema mundial moderno durante el siglo XIX. Las naciones post-independencia se articularon dentro de la ideología liberal del sistema mundial moderno. “Descolonización” como horizonte final no estaba disponible en el siglo XIX. El nacimiento de los dos grandes pueblos que habitaron este continente se concretizan con una marcada diferencia: Estados Unidos se constituyó independiente de un imperio naciente mientras que los países latinoamericanos se independizaron de dos imperios en decadencia. Entre 1820 y 1830 hubo dos eventos sintomáticos en el norte y sur del continente americano. Muchos países hispanos se independizaron entre 1810-21, y los Estados Unidos negociaban la posesión de Louisiana con Francia y entre 1812-19 la anexión de Florida. Esto sucedió mientras Bolívar en el sur planeaba un Congreso en Panamá para trabajar en la unidad legal de la confederación americana (todo el continente). Bolívar tenía la visión correcta del nuevo mundo cuando decidió sostener el congreso en Panamá. Vio la apertura del canal y varios canales que conectarían los dos océanos y convertirían a Panamá en el “center of the planet” ‘centro del planeta’ (Mignolo 134). La post-independencia no es otra cosa que un reajuste a la colonialidad del poder y el nacimiento de nuevos proyectos en tensión de conflicto con el diseño global (134). Al mismo tiempo que Bolívar, en Estados Unidos la Doctrina Monroe con la ideología del “Destino Manifiesto”, lo cual no le daba la originalidad a Bolívar en cuanto a lo del Canal de Panamá como punto estratégico. La visión de E.E.U.U. era una América unida con la hegemonía de éste (intención muy clara en la toma de territorio mexicano con el tratado de Guadalupe-Hidalgo en 1848 y la consigna de la doctrina llegando hasta Centroamérica, incluyendo el canal). El 36 conflicto es entre naciones emergentes y no entre un imperio emergente y un imperio decadente, como sí sucedió con Cuba y Puerto Rico en el último decenio del siglo XIX. La independencia de España no fue un movimiento social de los indígenas (amerindios) sino de los la población criolla indígena. La revolución francesa y la independencia de las colonias en Nueva Inglaterra fueron inspiración, pero no se menciona la revolución haitiana, que pudo ser modelo de los amerindios si es que estos hubieran estado en la posición de hacer una revolución después del fallido intento de Túpac Amaru. “¿Hay algún pensamiento que sea particularmente hispanoamericano?” – se preguntaba José Carlos Mariátegui en el ensayo del mismo título. Su respuesta es negativa y agrega que existió una manera de pensar alemana, una manera francesa pero no Hispano Americana (63). El espíritu hispanoamericano está en elaboración según Mariátegui, y sostiene que la civilización de la potencia se encuentra en Nueva York, en Londres y en Berlín, pero que debe haber un diálogo entre la América de Waldo Frank, Emerson, James y Whitman con la generación nueva iberoamericana, que es también adversaria del imperio de J. P. Morgan y del petróleo (Mariátegui, 369-70). Es así que está aún en diálogo porque los temas que fueron motivo de reforma desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días siguen siendo los mismos porque incluyen factores o intereses que varían dependiendo del espacio y del tiempo. Estos factores son necesarios porque responden a un fenómeno geopolítico, a una experiencia que en este caso es el americano en general, en el cual el método a utilizar debe ser el de la especulación para desarrollar una idea que en la práctica lleve acción con energía y significado ético. Esta idea siempre está ligada a un interés y como el interés es una cuestión de perspectivas y también de poder, hará que la idea sea transformante y se establezca, como sostiene Jürgen Habermas en “Conocimiento e interés” (1968), una dialéctica entre el conocimiento (idea) y el interés mismo (práctica). La constante disciplina de pensar y buscar la efectividad de la idea en la práctica 37 hace que se tomen los elementos históricos de un diálogo reprimido y se reconstruya con lo que se obvió. Esto gráficamente es traducido a diferentes discursos como ya se hizo referencia anteriormente: el discurso hegemónico y el discurso subalterno, uno que establece parámetros y el otro que los transforma porque no satisface los diferentes cambios que se producen en espacio y tiempo y que se requiere de un constante cuestionamiento. Más específico en el plano americano, lo que se estableció en la geografía que hoy llamamos América fue la imposición de un pensamiento, un planteamiento que era producto de un cuestionamiento geopolítico como era el del caso europeo, que buscaba la modernidad y ésta se pudo extender a nuevos territorios a través de la colonialización. Pero lo que se reprime del discurso aplicado a esta parte del hemisferio fue los otros discursos existentes más los que se agregaron posteriormente en el transcurso de la colonización además del discurso criollo/mestizo: el amerindio y el africano. Un punto que se discute también es la universalidad del interés y que posteriormente sirve para justificar el diseño global. Por ejemplo, la liberación del ser humano a través de la racionalización y la crítica en la Ilustración. Pero ese interés universal toma particularidades dependiendo de otros factores, por ejemplo geopolíticos. Anteriormente el interés estuvo basado en la filosofía cristiana, fundación del proyecto práctico de cristianizar el mundo. El conocimiento y la cristiandad ligados a Dios, pero con la secularización del mundo el conocimiento estará ligado a la razón y la teoría que funda la “misión civilizadora” de la Ilustración. El proyecto modernizador de la Ilustración en Latinoamérica Luego de las constantes luchas civiles que caracterizaron la primera y parte de la segunda mitad del siglo XIX en la mayoría de los pueblos independizados de Latinoamérica se busca una reorganización de los planes para dar paso a nuevas ideologías con miras al desarrollo impulsado por la modernización occidental. También convive la persistencia de códigos y 38 contextos socioculturales, vigentes desde la instauración del régimen colonial. Hay el temor de las clases dominantes por ceder su condición de élite, consagrada desde la Independencia, repercutiendo en la escisión del proyecto de nación. Son también la casta llamada a gobernar y la encargada de “civilizar” al país. Ante la inexistencia de un discurso que despierte la conciencia de una nacionalidad auténtica, la literatura adoptó la misión de integrar a aquellos sectores marginados como eran los del indígena y del negro, pero también el de la mujer. Un caso particular es el de Argentina que es el segundo país que ha recibido mayor inmigración europea en la centuria que abarca desde aproximadamente mediados del siglo XIX hasta mediados del XX. El plan de modernización en esta parte del continente era eliminar al gaucho, ante la casi inexistencia del amerindio. A partir de 1880 se implementa en Buenos Aires el proyecto modernizador que encuentra su fundamento en la europeización y apertura del país en la economía capitalista internacional como uno de los primeros productores agrícola/ganadero mediante el modelo agro- exportador, un modelo que experimentará su agotamiento en 1930 dando lugar al modelo de industrialización por sustitución de importaciones. Se había decidido cambiar el imaginario exterior, así como la idea que sus habitantes tenían del mismo. Tanto es así que Beatriz Sarlo dirá: El impacto de los procesos socioeconómicos, iniciados en la última década del S. XIX, alteró no sólo el perfil y la ecología urbana, sino el conjunto de sus experiencias de sus habitantes. Buenos Aires interesa como espacio físico y como mito cultural: ciudad y modernidad se presuponen porque la ciudad es el escenario de los cambios, los exhibe de manera ostensible y a veces brutal, los difunde y generaliza. (17) El proceso de modernización no sólo abarcó el paisaje urbano sino también los medios de comunicación, los usos y costumbres, etc., generando así, dentro del 39 círculo de importantes intelectuales profundos debates dirigidos a la formulación de dar respuestas a tal proceso. Buenos Aires, así como también lo podríamos aplicar a otras ciudades hispanoamericanas, carece desde su origen, de la estabilidad de las ciudades europeas con las que se las comparará. Hay una especie de modernización imaginada. De la misma forma, los deseos de cambiar la situación de los sectores marginados no pasa a ser más que un modelo ficticio de “protección” por el cual se integra al subalterno dentro de los códigos sobre los que se desarrolla el sujeto criollo con una participación restringida. La situación del indígena es deplorable y la institución del gobierno busca solucionarla a través de la manipulación de su destino como fenómeno de su renacimiento individual. Se presume a los códigos andinos como eje de la incapacidad y el deterioro de la sociedad peruana. “El sujeto indígena personificaría la degradación a la que ha llevado al desencuentro, en la medida en que no se ha adecuado a la modernidad” (Zevallos, 206). El discurso dominante con expectativas de progreso obvia los espacios fronterizos o elementos heterogéneos y busca la homogeneidad sociocultural a partir de su perspectiva. Restringir la participación del sujeto subalterno en los procedimientos de legitimación política suscitaba su integración definitiva en la búsqueda de una renovación nacional. Pero buscar esta comunión implicaba el abandono de toda memoria “arcaica y obsoleta” de sus orígenes, pues iba en contra de lo que era considerado moderno. El negro también se inserta dentro de la subalternidad, aunque incluso muchas veces por debajo de la situación del indígena donde la élite intelectual prefirió no prestarle atención, a excepción de aquellas sociedades latinoamericanas en donde el negro pasa a reemplazar la población indígena exterminada – la zona del Caribe específicamente. La mujer es también subalterna en la medida que se le asigna una misión limitada. Esto implica que la mujer no puede salir de casa a desempeñar otras funciones que no sean las relacionadas con el mantenimiento del ámbito doméstico. Su condición siempre acarrea un estigma doble si es que se le 40 adiciona el aspecto racial. La criolla, mestiza o blanca no escapan de los códigos impuestos por la sociedad patriarcal; sin embargo el ámbito de desarrollo es más amplio. Es por eso que muchas de estas aprovecharán para poder escribir y usar su condición doméstica para ir desarrollando el paso hacia su participación pública. La mujer intelectual es un ejemplo de lo fronterizo pues se proyecta al público en forma diferente desde el interior del grupo hegemónico. Muchas de ellas abren un nuevo espacio con el que superan las oposiciones binarias y promueven nuevas formas de subjetividad a través del rechazo de la individualidad del estado y sus instituciones que ha sido impuesta durante siglos. Están en un espacio fronterizo que se opone a la mitificación de la institución del estado y, como sostiene Elaine Showalter en Sexual Anarchy, “cuando se teme el retroceso y la degeneración, se intensifica el anhelo de controles estrictos de los limites de la definición de género y también de raza, clase y nacionalidad” (4). La fronterización del pensamiento occidental con el amerindio en Latinoamérica: la criollización cultural Debemos iniciar esta sección con la definición de cómo lo amerindio ingresa en el pensamiento criollo o mestizo. Así el movimiento liberal intelectual de la segunda mitad del siglo XIX, a efectos de contrarrestar las acciones de poder que tenía la Iglesia, reformula la perspectiva romántica de aquel individuo que, si bien idealizado, sólo quedaba como tal en la prosa y la lírica romántica, pero en la práctica seguía en la marginación. El indigenismo surge como producto de esa preocupación y se constituye como práctica cultural y política por los criollos intelectuales, así como organizaciones no amerindias en defensa y en alianza con los amerindios. El espectro que cubre es desde una integración a una posición radical que ven a las comunidades amerindias como el futuro de la revolución social. La crítica al movimiento liberal de aquella época con respecto a este tema y otros sociales es la tibieza de sus ideas y el sentimiento paternalista. No se produce aún el compromiso por intercambiar ideas entre las 41 dos cosmovisiones a efectos de buscar el común denominador del ser latinoamericano. Algunos hombres y mujeres intelectuales que comparten un aspecto geopolítico similar se verán influenciados grandemente por ambas ideologías, creando un nuevo espacio, un espacio fronterizo en el que se entienda ambos lados y a la misma vez se critiquen. Entradas las primeras décadas del siglo XX se va concretando el concepto de Indianismo, es decir, la creencia de que lo indio es caracterizado por su configuración pre-colombina. Esa creencia puede ser compartida por amerindios así como los no amerindios. Para los amerindios es su levantamiento contra el colonialismo interno y externo, una restitución simbólica del pasado con vistas a un futuro mejor. Sin embargo, en la actualidad el caso del Zapatismo es complejo y va más allá del indigenismo e indianismo. Es una visión transformada (la revolución teórica Zapatista). Sería, como señala Mignolo, “una doble traslación, del marxismo a la cosmología amerindia y lo amerindio a la cosmología marxista involucrando a los amerindios e intelectuales criollos urbanos” (traducción nuestra, 149). Los intelectuales americanos (criollos/mestizos) ven los límites del indigenismo e indianismo en las intersecciones de la globalización y el surgimiento de los intelectuales amerindios. El llegar a este punto requiere que desde ambas posiciones surja la voluntad de dialogar y educarse en la visión del otro, ya no por una cuestión social, ni geopolítica, sino por una re-evaluación de uno mismo como individuo que está modificado constantemente por diversos factores. Las intelectuales que estudiamos en este proyecto van a evaluar la situación del indio y otros puntos que interesan del ámbito social y público. Pero a efectos de que estas mujeres puedan expresarse, tienen que partir desde su propia experiencia condicionada por los parámetros impuestos por la hegemonía, ya sean social-geopolíticos, como el caso de Gorriti y Matto descendientes de europeos nacidas en provincias (convivencia con los amerindios), discrepantes con las ideologías que provocan su exilio- y 42 económico-culturales, donde el hombre es el encargado de mantener a la familia y en los que la mujer no podía ni estudiar, ni trabajar fuera de su espacio doméstico. La cuestión de la raza y del estado civil son factores que también afectan su desenvolvimiento. Por eso, muchas de las escritoras o intelectuales de la época desarrollarán un discurso a dos planos, el discurso individual y el discurso del progreso nacional/supranacional. La cuestión de fronterización en nuestras escritoras pudo ser similar al proceso que experimenta Rodolfo Kusch, a mitad del siglo XX cuando toma lo amerindio como energía para un pensamiento en vez de tomarlo como objeto de estudio. Al observar y escribir, lo hace de manera tal que disiente con el método antropológico que observa el objeto con ojos foráneos y sin intención de entender o formar parte de él. Para Kusch eran “ellos” y “nosotros” a la vez. “Ellos”, diferentes a su antecedente argentino urbano, “nosotros”, porque ellos como él son latinoamericanos. Y él mismo era su “otro” por los fragmentos de la tradición europea en una periferia colonial. Se percibió como miembro de la clase media y filósofo en las márgenes del Oeste, donde vio que la gente andina es central en la cultura americana desplazada por fuerzas económicas y políticas marginalizantes de la cultura occidental. El quechua y aymará se conectan con sus conocimientos a través de las tierras y montañas de Bolivia y Perú, con sus tradiciones más viejas de un poderoso y extenso imperio como el Inca. Kusch necesitaba entender a la gente indígena. En las observaciones hechas en América profunda se nota su sensibilidad como persona nacida y criada en un país de descendientes de españoles colonizadores y de inmigrantes europeos del siglo XIX que indica lo sucio y el olor inaguantable que identifica como el “hedor de América”. El se ve como asociado con lo limpio con sus ideas de progreso y civilización, América con dos lados. Su dialéctica es llamada “fagocitosis”, que es la absorción de “las cosas limpias” del oeste por las cosas de América, una suerte de equilibrio o reintegración de lo que es humano en estas tierras. 43 Para él América es una extensión (colonial) de Occidente que coexistió con lo amerindio que sobrevivió lo colonial y postcolonial (neocolonial). El intelectual hace cosas europeas fuera de Europa y lineamientos cognitivos amerindios interrumpidos por la gente e instituciones europeas en el remoto Oeste (Indias Occidentales). La sabiduría de América tiene dos vías de proceso. Mientras la civilización occidental fue transformada en los bordes por tradiciones amerindias, éstas fueron relegadas a un estatus secundario o terciario por la promoción hegemónica del “proceso de civilización” durante el periodo colonial y durante el periodo postcolonial de progreso y modernización. El intelectual postcolonial ha sido capaz de optar por promocionar la civilización/progreso/modernización o resistirse y enfrentarse a las complejidades de una tierra sin fondo. La fagocitosis de Kusch es similar a la transculturación de Fernando Ortiz que en 1940 con El contrapunteo cubano: el tabaco y el azúcar y basado en el pensamiento martiano mueve el discurso de razas a un discurso de culturas. Mariátegui asimismo ya había tomado un paso importante en Perú, juntando la pregunta etnoracial con la economía porque la cuestión de la raza “inferior” es uno de los trucos de las ideas imperialistas del occidente blanco para el proceso de conquista y expansión. También podemos mencionar a José María Arguedas y a Rigoberta Menchú. El primero aunque “criollo” vivió entre las comunidades Quechua en el Perú. Menchú pasó veinte años de su vida en una comunidad Maya Quiche en Guatemala. Arguedas hablaba dos lenguas pero la primera era español. Menchú también hablaba dos lenguas pero su primera lengua es el Maya Quiche. Lo que se quiere demostrar en este proyecto es que las escritoras que aquí presentamos, así como muchas otras mujeres intelectuales no representan ni el otro ni la comunidad del hablante, ellas son intervenciones culturales que pusieron su clamor en nuevos lugares desde dónde hablar. Así establecen una conciencia doble, un conocimiento de frontera restituyendo al subalterno una epistemología potencial de la que se le había despojado. El pensamiento dentro de la colonialidad del poder no es otra cosa que pensamiento de frontera. Pero 44 el aspecto de la cultura y lo geográfico no son los únicos elementos con el que opondrán resistencia a efectos de autodefinirse y revaluar su identidad. Francine Masiello en La mujer y el espacio público (1994) sostiene que las mujeres tienen una perspectiva de reacción frente al discurso impuesto: Critican, con frecuencia, el discurso nacionalista emergente y proponen […] una alianza entre los países de América Latina. Ponen un ojo crítico sobre las prácticas del nuevo estado, denuncian a los políticos corruptos, y especulan sobre posibles formas de inserción de la mujer en el espacio público. […] La defensa de la enseñanza laica no sólo permite a las escritoras denunciar los errores de la educación religiosa, también les abre un espacio discursivo para enaltecer la cultura argentina y latinoamericana frente a los modelos europeos. (8) Es así que las mujeres intelectuales abogan por una cultura autónoma con un currículo americano propio, si bien con influencias europeas y estadounidenses buscan la producción de libros nacionales para construir una literatura propia. La mujer intelectual toma la iniciativa y entra en los campos de la política y la cultura. La formación de una praxis democrática es materia de reflexión en las pequeñas revistas de la época. La participación de la mujer en esta discusión no se limita al pedido de derechos con respecto a la educación laica. El campo es más amplio pues es realmente la participación en los ámbitos de discusión de la época, es decir la ciencia, la crítica contra la religión, la defensa de la libertad de expresión femenina. Interesa pues hablar sobre los grises, de esas zonas o espacios agrietados que denotan o muestran su heterogeneidad y desacraliza lo que la historia muchas veces no cuenta. La mujer fronteriza en la sociedad “occidental” americana. Juana Manuela Gorriti, de la provincia a las ciudades “civilizadas” Aparece nuestra escritora, argentina de nacimiento, de una tierra virgen, la provincia de Salta, encauzada en colonia y donde la mujer tiene el “poder” en 45 el espacio doméstico de la casa. Recién comenzará su transformación – liberada – a mitad del siglo XIX donde se halla viajando exiliada, situación que la hace marginal y fronteriza desde donde se encuentre. Ejemplos de su fronterización son la salida de su tierra natal por motivos políticos (1831, período del general Rosas), su convivencia con las tradiciones amerindias teniendo una educación occidental, la educación avanzada que posee frente a los prejuicios de la sociedad patriarcal conservadora (incluye hombres y mujeres), la separación de su esposo, el vivir básicamente sola aunque ejerciendo su papel de madre, y el ser periodista y escritora en un círculo donde predominan los intelectuales varones. Incomprendida por muchos intelectuales de su círculo, fue valorada nuevamente en las últimas décadas del siglo XX y aún continuamos el estudio concienzudo de su labor primeramente de mujer, de madre, de esposa, de viajera, de escritora y de visionaria de una nación más propicia para el progreso. Se persigue pues presentarla y establecer las diferentes situaciones que conforman su persona y que a la vez la convierten en una mujer con un pensamiento fronterizo o transculturado. Alicia Martorell en Juana Manuela Gorriti y lo íntimo la describe como de “temperamento independiente – raro en una mujer de su época – extraña simbiosis de talento literario, patriotismo y trascendencia social, configuran la extraordinaria mujer que no pudo escapar hacia el silencio” (18-19). Esa combinación de elementos para descartar el silencio la hizo con mucha prudencia, considerando su época y los prejuicios. Es así que también actúa como consejera para otras mujeres que comparten la misma actividad y profesión, como cuando le escribe a Mercedes Cabello de Carbonera por la publicación de Blanca sol y que gracias a la compilación que hace Graciela Batticuore en Cincuenta y tres cartas inéditas a Ricardo Palma (2005) podemos citar: “El lodo hiede y ofende, tanto al que lo maneja, como a quien lo percibe. Además, se crea enemigos, si incómodos para un hombre, mortales para una mujer” (56). 46 El consejo que ella dirige a varias escritoras es porque “su prudencia” (énfasis nuestro) no es otra cosa que ejercer la libre expresión utilizando ya sea el ejemplo indirecto, las metáforas, el discurso del círculo al que le costó pertenecer y desde donde podía hacer cambios. Ella a través de este recurso va a ir minando la ideología de las instituciones culturales oficiales para presentar otra cara de la mujer (la presentada por una mujer y no un varón), dejando bien sentado el honor, la moral y la ética de la misma. Son figuras ausentes en los personajes literarios del final de nuestro siglo, pero en el siglo anterior resultan figuras de anclaje entre lo público y lo privado. Si para el hombre el honor se dirime y se ve siempre en lo público, incluso permitiéndosele una doble moral, de modo tal que una pueda ser el reverso de la otra; en la mujer el honor debe ser una clavija que establezca una zona de continuidad y de seguridad entre ambos mundos. Ella conoce los costos sociales de una mujer escritora y además los mecanismos de producción y de la literatura. Es decir, sabía que era conveniente algunas veces “huir del intolerable yo” (204), como lo llama ella en Lo íntimo (1898), y decidir qué puede escribirse y lo que no, incluso lo que puede ser dicho desde una primera persona o debe ser trasladado a otra. Separa porque sabe que cuando se lee un texto escrito por una mujer, la lectura va a buscar alguna conexión estrecha entre experiencia y narración. Por eso la honra debe ser resguardada doblemente: “el honor de su conducta; el honor de su pluma” (Batticuore 59). Una eterna peregrinación. Desencuentros y encuentros de mujer Martorell nos la describe “pensante, sin temores, esforzada por comprender e interpretar su mundo, por la necesidad de descubrirse…, con una personalidad tan decisiva, que pudo romper con toda una estructura social secular, y convertirse en la discutida Juana Manuela” (21). La idea mencionada sobre Gorriti nos habla mucho sobre un personaje heroico y romántico, idea que queremos desmitificar respecto a la autora, que 47 hasta incluso ella misma pudo haberse considerado como tal. No estamos desmereciendo sus logros pero queremos establecer que todo lo que haya hecho como mujer en su época no la convierten en uno más de sus personajes. Ella, para muchos, se convierte en una ficción y asumen que el personaje que refleja en varios relatos o leyendas es ella (referido al “Yo” utilizado en su prosa). La peregrinación que hace toda su vida es provocada por una serie de factores ajenos a su voluntad combinada con su sentido de independencia conseguida primeramente por la educación recibida y su disciplina de seguir instruyéndose e instruyendo al resto. Es una mujer que está llena de temores, porque en ella se produce un proceso del “ir siempre adelante” (Batticuore 27) pero es el mismo temor que la impulsa a tomar la decisión de ir adelante, más la prudencia que es su arma para ganar su propio espacio. Es un temor que no lo expresa en su trato externo, pero si los expresa en la intimidad con algunos intelectuales, como el epistolario que tiene con Ricardo Palma. Su temor es la actividad contrarreloj, por lo que decide siempre tomar pasos adelante para no dejarse alcanzar por aquel tiempo feroz. El temor que tiene a la vida de su época hace que ella a través de sus novelas y ensayos, así como en la práctica de la enseñanza, pueda menguarla. El temor que tiene de no ser reconocida en este mundo hace que ella siga escribiendo hasta que el mismo dolor físico de sus constantes neuralgias, bronquitis y finalmente pulmonía no la dejen avanzar. Termina de escribir sus proyectos pero deja uno sin publicar, Lo íntimo, que es otra vez Juana en su peregrinar del recuerdo para a través de su diario desenmascarar a la Juana creada por otros; pero no nos deja descubrirla en su dimensión completa y es a través de sus textos, ensayos y epistolarios que vamos descifrando sus enigmas, los cuales los ha dejado intencionalmente para ser recordada en “las regiones eternas” (Lo íntimo 260). 1892 es el año en que comenzamos a conocer a Gorriti, cuando comienza a vivir en otros mundos y cumple con su objetivo de ser reconocida. Su peregrinaje terrenal lo hizo ascendiendo la geografía americana para comenzar esa etapa dura del pan de todos los días, y es entonces cuando descubre que las necesidades prácticas son más conflictivas – estaba sola y mil 48 ojos la observaban inquisidores y dice “heme aquí, escollo solitario en medio del mar de generaciones nuevas, cuyo paso tal vez estorbo a través del tiempo y el espacio” (204). Ese tiempo y espacio la establecen en una frontera generacional que le da ese entendimiento en ambos lados, pero también la establecen en su condición de mujer que va más allá de lo que la sociedad y las instituciones públicas han impuesto. En la vida de Juana Manuela así como en su narrativa, la esfera privada se entreteje tan fina y estrechamente con la esfera pública que básicamente forman una. Ella crea un espacio que amenaza lo tradicional patriarcal, aunque de ideas liberales con tintes políticos. Como menciona Francesca Denegri en El abanico y la cigarrera, Juana Manuela Gorriti “minó la racionalidad positivista del discurso nacionalista dominante que suscribían sus compañeros de oficio tanto en […] su país de adopción [Perú específicamente], como, en su país de origen, al introducir la lógica más primitiva del fatum constituida por lo orínico, lo irracional y las voces plurales del orden Imaginario” (86). Ese Imaginario contiene las voces marginales de gauchos, indios y de mujeres al margen de la familia idealizada de las élites hegemónicas, y los mezcla con el sistema nacionalista dentro del cual produce su ficción. De tal forma demuestra la ficción del discurso oficial del patriarcado y el nacionalismo, y como Mariátegui lo identificaría también como un “truco”, pero más enfocado a la cuestión económica. Su viaje produce un desencuentro con su lugar de origen porque su perspectiva es mucho más amplia, el espacio en el que ella se mueve deja de ser geográfico, y se dibuja una patria nueva, una patria más tangible y que abarca lo local o regional, lo nacional y lo global como explicaremos más adelante. Ella así nos dice en Lo íntimo: “Al llegar como extranjera desconocida a las playas de mi patria, he sido recibida con la más generosa hospitalidad” (213). Gorriti encuentra la hospitalidad de la gente y de sus compañeros intelectuales en la Buenos Aires de 1875, mas el sistema en su país de origen la hace otra vez sentirse marginada, alienada del presente y busca el refugio del 49 recuerdo para continuar adelante, otro aliciente frente al temor y el desencuentro. El gobierno argentino es muy específico en cuanto al otorgamiento de una pensión a los descendientes directos de los defensores de la independencia, y en consecuencia prohíbe o restringe la salida del territorio geográfico. Gorriti busca dos espacios alternos, el espacio de su niñez y adolescencia con su padre, un militar patriota y decidido a luchar por el ideal de libertad, y Lima, una ciudad donde se desenvolvió con inteligencia dentro de una población muy arraigada en la tradición colonial. Así lo manifiesta en su diario: He aquí yo, que en la vejez, edad de reposo, para escapar al rudo trabajo de la enseñanza, voy peregrinando en busca de un pedazo de pan que mi país me echa como una limosna cacareado y dado en cara en pago de la inmensa fortuna que mi padre prodigó para darle independencia…Así andan estos [héroes como su padre], mendigando favor de los zánganos que ellos alimentaron con sus riquezas y su sangre (Lo íntimo 218-19). La modernidad y la autonomía financiera: Oasis en la Vida Francisco Dávila en La Babel argentina (1886) equipara el progreso de la ciudad con el de la mujer. Muestra a la mujer de la clase alta que impulsan los valores europeos y las mujeres de clase obrera, cuyo trabajo sostiene la economía nacional. Pero Dávila no piensa en la mujer profesional, que contribuye a la patria fuera de la faena doméstica. Ignora a la mujer soltera, cuyos esfuerzos por entrar en el mercado de trabajo, por alcanzar cierto estatus profesional, constituían una amenaza para la nueva sociedad emergente. Iba en contra del crecimiento de la nación; y por la necesidad de trabajar para vivir se la consideraba al margen del meretricio. La modernidad fuerza nuevas obligaciones que exigen de la mujer buscar los medios para subsistir, provocando que la emancipación femenina se vea como necesidad. El discurso liberal se reformula para explicar la problemática de la modernidad en relación con el trabajo y el vicio. Como sostiene Francine 50 Masiello en “Voces del Plata”, “[a]quí el protagonista es el dinero, su cómplice la mujer. Los textos canónicos de la generación del 80 (Cambaceres, Martel y Sicardi) ya representan la ‘maldad’ femenina ligada con los cambios sociales de la modernidad” (39). Gorriti entra también a formar parte de estas mujeres profesionales, algunas solteras, otras viudas, otras separadas. Pero esta situación se da también en otros países hispanoamericanos, al mismo tiempo que en los Estados Unidos. Temerosos de la mujer independiente, de la que defiende sus derechos al trabajo, al cuerpo, y al placer, los intelectuales de la generación del 80 forjan un discurso sobre los excesos femeninos, sobre el delito de la prostitución, y el cáncer de la delincuencia. De ahí que el cuerpo de la mujer moderna ocupe un lugar en los textos como objeto de las fantasías paranoicas de una clase dirigente amenazada; también se le designa como fuente de la mentira y de la productividad textual (“Voces del Plata” 39). Se repiensa el espacio público y privado. Actuar en el espacio público es posible en tanto aparezca como madre para orientar el proyecto nacional. Posteriormente la mujer pasará de madre-emblema de la patria a la mujerconsumidora como eje de la economía nacional. Gorriti y muchas otras estarán en la frontera de ambos lados. En Oasis en la vida (1888), Gorriti proyecta al dinero como la base de la producción del texto. Una síntesis de la novela es la historia de Mauricio Ridal, autor de folletines, que se ve obligado a modificar sus desenlaces tristes para captar el mercado de lectoras. En esta la mujer lectora como la narradora se juntan para controlar las acciones del supuestamente héroe. La vida de Mauricio necesita cambiar su suerte para ganarse la vida. Sólo con una póliza de seguros heredada alcanza la felicidad y modifica su triste suerte de escritor fracasado. El personaje de Mauricio vive escondido en una pensión que aloja mujeres, y este las espía. Las mujeres que viven aquí son trabajadoras que viven por su cuenta en la ciudad, capaces de ganarse la vida y 51 de reflexionar sobre el placer, sobre la política, dinero y vida social. El espacio privado sirve otra vez para expresar lo público en la literatura considerando que los que leerán no sólo son mujeres sino también hombres. Al respecto Masielo en “Voces del Plata” señala que “el espacio privado funciona como un microcosmos posible de la sociedad moderna; se observa a las mujeres en plena capacidad de trabajo y con proyectos sobre la política nacional futura” (45). La ley del padre se reemplaza por la del dinero. Y la ley de la herencia es el centro de la risa de Juana Manuela Gorriti, pues la herencia aquí es material, es el dinero heredado. El héroe de la novela es la Compañía de Seguros “La Buenos Aires”. Además la misma compañía auspicia la producción de la novela y le garantiza a Gorriti el pago por la escritura. En términos generales, se puede constatar que la obra se dedica al conflicto entre el honor patriótico y la avaricia personal. Gorriti pone énfasis en el mundo económico y la posibilidad de sobrevivencia en una época de valores materialistas. El oficio del escritor es el tema de la obra y su objeto principal es el de convencer a los lectores a que inviertan en los bancos de América y que compren pólizas de seguros. El positivismo aparece como modo de fomentar la industria. La pobreza se vence con la ayuda de las ciencias positivistas. Gorriti se apoya en estas ciencias que defienden la venta de libros como medio de acceso a la felicidad y la supervivencia. Mauricio, según Masiello, es “el confabulador de la ficción sobre la mujer, [que] aquí queda silenciado frente a una realidad femenina muy distinta de la ficticia, y que no tiene nada que ver con la imagen sentimental del folletín” (“Voces del Plata” 45). Gorriti con sus “nieblas” pasa al mundo de las finanzas y los negocios, probando no sólo los límites de género sino también los literarios. 52 Juana Manuela Gorriti y la transnacionalidad cultural y social: su punto de vista de la modernidad La visión o perspectiva de la escritora argentina va evolucionando desde su exilio y sobre todo durante la estancia en el Perú hasta su vuelta definitiva a Argentina. Uno de los textos que materializan el sentimiento transnacional de Gorriti son las famosas Veladas literarias de Lima 1876-1877 (1892), que comienzan con las palabras inaugurales de la escritora argentina quien agradece la presencia de los intelectuales reunidos a la primera sesión de estas veladas y cuyo objetivo es el de “estrechar los lazos de fraternidad que deben unir entre sí a los hijos de la inteligencia, llamados a desempeñar la misma misión de progreso y de grandeza en la vida de las naciones” (20). Se reconoce que es un grupo que se desarrolla y se caracteriza por la intelectualidad, es decir, un círculo donde sus miembros son cultos pero entre sí tenían una visión diferente a la nación y en su unidad básica, la sociedad. Por lo pronto podemos decir que quien inaugura estas veladas es una mujer y procedente de otro país llamando a la fraternidad de todos a través del arte y la ciencia. La literatura desempeña un importante rol en estas veladas pues conforme lo dice Mercedes Cabello de Carbonera en la primera velada, cuando cultivada por inteligencias claras y corazones bien intencionados, es la luz más pura y bienhechora, que puede llegar hasta la conciencia de un pueblo; es el mejor bruñidor de las malas costumbres y de los hábitos viciosos de una sociedad; el lenitivo más eficaz, para todos los dolores del alma, y la más valiosa herencia que una generación puede legar a la que va a sucederle. (23) Así la literatura es la actividad purificadora de mentes que influye en la construcción de un pueblo. No sugiere una mitificación sino más bien una constante transformación cuyas generaciones se encargarán de mantenerla constante. 53 Y prosigue con una visión patriótica exaltando la civilización de la misma así como la perspectiva de nación conformada por riqueza material de su suelo así como por la intelectualidad de sus hijos [hombres y mujeres]. Los escritores son “obreros del progreso” censurando la inactividad de las letras y promoviendo su actividad para conseguir la “aprobación y los aplausos del mundo civilizado” (26). El mundo civilizado para esta intelectualidad, y considerando la participación de la mujer, es definitivamente diferente de aquel hegemónico patriarcal dominado por varones que prefieren mantener dentro de su visión civilizadora a una mujer enfrascada en su espacio doméstico dedicada a la casa, esposo e hijos. Pues justamente para reforzar el enfoque de la sociedad civilizada desde la perspectiva de la mayoría de esta intelectualidad podemos citar a Abel de la E. Delgado quien esta misma velada hizo lectura de un ensayo respecto a la educación social de la mujer, quien está llamada a compartir el espacio público con el hombre y así señala que “La mujer es la gran palanca, la gran fuerza moral llevada al mundo de la política; su misión es encender el fuego el sentimiento en aquellas atmósferas heladas. ¡Ah! Demasiado tiempo ha sido la política una región de nieves, para que tengamos que asustarnos de hacer un poco de política de sentimiento” (43). Las veladas literarias son un conjunto de ensayos, poemas, himnos, canciones, cuentos cortos, tradiciones, etc. en donde la intelectualidad peruana así como internacional se confluyen en diez reuniones donde los temas son variados, pero siempre reforzando la idea de la familia tanto básica como la familia de naciones. El proyecto visionario de la participación de la mujer en Gorriti evoluciona desde lo más básico que es el ser humano, para luego enfocarse en la familia, que constituye ese espacio íntimo – más que privado - donde debe existir amor, de lo contrario no es posible la convivencia con felicidad y en que la mujer tenga los mismos derechos del hombre en cuanto a la educación, profesionalización y otros derechos civiles que, a diferencia de la ideología liberal de la época, incluían también sino los derechos políticos, la participación en el espacio 54 público. Incluso los más avanzados en sus ideas liberales mostraron rechazo sobre la participación de las mujeres en política. Esa situación realmente no se aplicaba a Juana Manuela, pues como viuda de un presidente, tuvo la influencia de la política, aunque ésta voluntariamente la rechazó y prefirió la participación pública desde la enseñanza que es una forma de influir en política, pues la mujer es madre y educadora y para eso la educación de la mujer tenía que ser la base para establecer la igualdad de la misma en la sociedad y su participación constituirse como la contribución efectiva, positiva y complementaria de la labor del hombre en la esfera pública. Su participación política no es a través de ocupar un escaño en el parlamento, ni desempeñar cargos relativos al poder estatal. Ella, como muchas otras, prefiere participar desde otros puntos de poder como los periódicos en el que ejercen su oficio de periodistas, a través de la enseñanza en escuelas, y sobre todo desde el espacio doméstico que no es un espacio reducido sino ampliado y reconfigurado por las mujeres, así como algunos intelectuales varones modernos. El constante intercambio intelectual entre hombres y mujeres en las veladas o círculos literarios afianza y confirma la persistencia, a fines de siglo XIX, de un sentimiento americanista. La situación de Gorriti es peculiar porque como consecuencia de la separación de su tierra natal se produce el arraigo a una tierra más grande, un sentimiento de nacionalidad que va más allá de los límites físicos geográficos. La separación produce dos planos en la perspectiva de la autora, el plano local y el plano global. Al respecto, María Gabriela Mizraje nos señala en forma más detallada las diferentes dimensiones de la transnacionalidad y el sentimiento americanista de Gorriti, como producto de su encuentro y desencuentro: Menos cerca de San Martín que de Belgrano, y menos de Belgrano que de Güemes o Bolívar. Güemes para el arraigo con su tierra natal, Bolívar para su afán sudamericanista. [Agregamos, americanista (norte, centro y sur América) que según el Libertador comprendía todo el continente y refuerza la transnacionalidad en Gorriti.] Güemes para la defensa de la veta “bárbara” en sus 55 relatos, Bolívar para la “civilizada”. Güemes para el sedentarismo más memorialista, Bolívar para el dinamismo que imprimen los periódicos […] o las veladas literarias. (50) En este itinerario algo se construye, lo que implica una pérdida y una ganancia, al final algo transformador, nuevo y fronterizo. Los personajes y narradoras de los textos de Gorriti para escribirse necesitan separarse de las familias. Coincidimos con lo que sostiene Nora Domínguez cuando indica que “[s]eparación, en su caso, no implica divergencia, sino sólo un lugar desde donde observar que la divergencia no es posible” (22). En el caso de su narrativa, ella también tiene personajes que coincidentemente tienen un proceso similar al de la autora, la escritora, la mujer. Laura, por ejemplo, en Peregrinaciones de un alma triste (1876), abandona el mundo familiar y las aventuras se conectan fluidamente, de modo que el yo narrador se define por prestarle la voz a los otros (la narradora, Laura, y otros personajes). El remedio para sus personajes así como para Gorriti es el viaje y también el escribir como lo vemos en Misceláneas y en Lo íntimo, donde la narradora fiscaliza, opina, ordena relaciones, temas literarios, un mundo dentro de un mundo. Gorriti es personaje literario y real del mundo que conocemos. Horcones se convierte en la escena más deseada y no congela el recuerdo del hogar feliz sino que se inscribe sobre la imagen de las ruinas del presente. Graciela Batticuore en “Historias cosidas, el oficio de escribir” señala que, La imagen de la ruina cifra el romanticismo de su época, es en el caso de Gorriti la figura que le permite superponer los dos tiempos, el remoto y el actual. La ruina de Miraflores deja entrever la monumentalidad original del castillo y simultáneamente testimonia la pérdida. Su tiempo es mítico, legendario pero persistente como el olor de las flores de la casa de la niñez. (30) El regreso a la tierra natal y la progresión de los recuerdos intentarán plasmarse en biografías, dándoles voz a rostros femeninos hasta entonces anónimos. La narración de viaje cuenta sobre conversaciones de terceros produciendo placer 56 de quien escucha y escribe aquello que es su material de trabajo. El regresar al lugar de origen es aparentemente mítico en la mente de la narradora que recuerda todo como si fuera ayer; sin embargo, ella ya ha cambiado, se ha transformado por el mismo hecho de viajar y escribir. El viaje al recuerdo y el viaje real de Buenos Aires a Salta, por ejemplo, en Misceláneas y en Lo íntimo, movilizan el relato histórico. Sobre ese mismo espacio, asistido por el arrullo materno, está escrita la historia, por tradición, masculina. En esa geografía no es más la geografía tradicional masculina, sino que en ella es posible leer la patria, durante la guerra civil entre unitarios y federales. Una historia dura, áspera combinada los arrullos de la nodriza, y perfuma el polvo de incienso, transgrediendo las leyes del género, yendo en contra de los cánones del siglo XIX. Los textos de Gorriti, así como su vida, afirman que es el cuerpo de la mujer, de madre, quien contiene la historia. Ella pertenece a una de las mujeres “que cruzan el umbral de la casa familiar para vivir ellas mismas las aventuras que, tradicionalmente, tienen un elenco estable de actores masculinos” (Batticuore 34). La historia de algunos de sus personajes tiene una marca femenina. Según Batticuore, “no reproducen la historia oficial, revelan en secreto la anécdota privada o el detalle cotidiano de la vida de los hombres públicos y las mujeres del lugar” (35). Por ejemplo Larguncha, que trabaja en la casa de la protagonista en La tierra natal(1889), le enseña un oficio. Como ella, que recibe por sus narraciones una paga, Gorriti vive de su profesión, y vende cada vez que puede su escritura como la venta anticipada de la novela Oasis de la vida por una compañía de seguros “La Buenos Aires”. La escritora argentina participa de los cambios de la modernidad finisecular, logrando vivir de las letras y construyendo al mismo tiempo un espacio cultural latinoamericano para sí misma, el de la escritora profesional. Cuando ya está instalada en Buenos Aires (1875), ciudad en la que nunca había vivido, luego de su exilio, la ve como un espacio nuevo, con un horizonte sombrío en contraste con su pasado de dicha y dolor. “¡Hoy! … recién llegada a mi patria, estoy sola en esta inmensa ciudad, donde dicen que tengo amigos. 57 ¡Amigos! ¡ah! ¡ah! ¡ah Goete tiene una horripilante frase que cabe muy bien aquí: ‘Extiendo el brazo para tocar a mi vecino y me estremezco al sentir que es de madera’” (Lo íntimo 212). El temor que experimentó en sus viajes anteriores y lo que le costó ubicarse en su espacio propio en cada lugar que adoptó como suyo vuelve a aparecer, pero sabe que tiene que seguir hacia adelante, su desencuentro inicial es otra vez aplacado poco a poco con su decisión de sobresalir y luchar por su plan original global. Su pasado es motor y fuerzas para el futuro. Ese futuro, se torna incierto sin embargo, en líneas generales porque vive en la transición de siglos, y nos comenta en su escritura los cambios que se van realizando no sólo de Argentina, sino también de Chile, España, Perú, Bolivia, Estados Unidos y otros países. Sus observaciones y sus compromisos son en gran número y a veces siente que su condición física no da para más y se apresura por dejar sus escritos listos para publicación, así como prólogos, crónicas, ensayos o discursos. Siendo ella testigo de lo que acontece en la nueva ciudad que la acoge, señala el cambio que produce la industrialización y el impulso capitalista en la vida moderna de Buenos Aires y, al escribirle a Palma en su carta del 23 de mayo de 1883, se lamenta del lujo frenético, las quiebras y los suicidios, que aumenta cada día y que está produciendo desastrosos efectos en frecuentes quiebras: “Hace poco, el suicidio era desenlace obligado de estos dramas, y de los de amor. Pero desde que la epidemia del revólver, el puñal y la disolución de fósforos se extendió al gremio de los cargadores y las cocineras, los caballeros y las señoras se han abstenido, y guardan sus bultos para días más felices” (9). Observamos que la situación ha producido una violencia generalizada sin discriminar clases, a tal punto que los de la clase alta tienen que desistir de esa “moda” para mantener diferencias y apariencias. Denuncia la frivolidad de la vida en la ciudad y añade que: “…deploro que los nuestros se entreguen a saraos y festines sobre los escombros de los pueblos y las ruinas de la patria; y aún más me duele ver en los diarios del extranjero, consignadas sobre esta profanación amargas reflexiones” (9). El futuro incierto sobre los aspectos sociales, económicos, políticos, de género y de raza producen dolor en la autora, un 58 sentimiento que posiblemente se torne insípido y produzcan un escepticismo en su pensar pues el hombre está cambiando su esquema mental y lo empuja a la decadencia moral, y si es así, la misión de la mujer es tomar las riendas para levantar al hombre y proseguir juntos en el camino del progreso nacional o dejándose llevar por el vicio, caiga en el lodo del que la intelectual reniega. La vida de ella y de las mujeres en general ya no encaja[n] en la rigidez de la estructura familiar que la vida en las ciudades impone hacia fines de siglo. […] cuenta así del difícil proceso de urbanización de la escritora desde los campos salteños de la infancia a los pequeños poblados bolivianos de la adolescencia, a la casa-escuela o casa-salón de Lima en la madurez, a la habitación de un hotel en Buenos Aires, en la vejez. (Iglesia, 19) Entre otras cosas que observa en la capital argentina y que la afligen destacan los distanciamientos que hay entre ciertos escritores, por la cuestión del origen, ya sea provinciano o de la capital, una cuestión muy arraigada en general pero con algunas excepciones. Esa angustia la produce la imposibilidad de diálogo con Eduarda Mansilla de García, otra de las escritoras importantes del siglo XIX. Su vida –y Gorriti lo intuye- “se parece más a las de las mujeres emancipadas de la Revolución Francesa […] en movimiento [proceso de búsqueda de un cambio constante y proclive a la fronterización], que al modelo de la escritora distinguida, amena, políglota y asentada [no necesariamente lo opuesto] que Eduarda impone en los círculos de París o Buenos Aires” (19). La escritora con su pluma prudente pero fuerte también escribe para referirse al Perú en sus páginas sobre Lo íntimo, y en él nuevamente deja plasmado su pensamiento sobre el americanismo en contraste con el americanismo de Estados Unidos y sus proyectos expansionistas modernos (económicos): El Perú comienza a esperar la proximidad de una paz no tan onerosa, como las que sus enemigos pensaban arrancarle. Esta esperanza se funda en la intervención norteamericana. Todo 59 puede ser; pero yo desconfío; no tengo fe en la filantropía yankee; o en su americanismo (énfasis nuestro), como se quiera llamarle. Admiro como nadie la grandeza de esa nación, hoy la primera en todo, pero de un egoísmo nacional superlativo. Todo para ellos, toda para ellos. La frase de Monroe tiene dos caras. Mucho temo que en la presente cuestión el asunto se reduzca a –Cuánto dás por dejar que ahorques? (224) Al final utiliza su mesura para en pro a su imaginario de América decir “[q]uiera el cielo que mis temores sean vanos y que los hechos me digan: -Mira, vieja suspicaz, cuál te desviabas en tu pesimista juicio. Inclínate ante la magnimidad de esa nación, grande en todo, desde las virtudes hasta las extravagancias” (212). Juego de palabras, ironía de la vida, la escritora ya tiene claro lo que lógicamente puede derivarse de la intervención del país del norte así como lo hace en Argentina, y deja a la voluntad suprahumana demostrarle lo contrario, reafirmando su posición escéptica y pesimista. ¿Ser feminista sin caer en el feminismo? El título resume una de las ideas de Alicia Martorell en su ensayo biográfico respecto de la vida de Juana Manuela Gorriti porque es una línea ambigua y a la vez acertada considerando su americanismo, su contexto y su propia fronterización entre hombres y mujeres y entre mujeres, así como con las otras formas de subalternización ya mencionadas (clase social, estado civil, raza, etc.) que, como se ha establecido, son creaciones y por tanto ficciones del grupo hegemónico. Aquí queremos mencionar que dentro de la aparente ambigüedad se encierra una perspectiva diferente, que quizá no se haya tomado en cuenta, sino hasta estas décadas respecto a las escritoras del siglo XIX. En el caso de Gorriti el título de este apartado puede sugerirse como “re-pensamiento latinoamericano desde el interior (intimidad) femenino para los latinoamericanos y el resto del mundo” (énfasis nuestro). Y es que el replanteamiento de la 60 expresión de Martorell nos surge para expresar primeramente que Juana Manuela comparte su experiencia personal física/intelectual y espiritual para darse a conocer como es, reconociendo muchas veces su rol subalterno pero produce la inversión del discurso buscando un espacio desde el cual hablará por ella, por otras mujeres y por otros subalternos con miras a la unidad social, cultural y luego política de América (y no Américas). Su mensaje en conjunto, curiosamente no está cubierto de nieblas, porque ella misma se constituye como mensaje de un cambio en la transición de los siglos XIX y XX, un mensaje que sigue en constante evaluación por lo humana y compleja que fue en vida terrenal y lo sigue siendo en lo intelectual para el resto de críticas y críticos. No es una feminista dentro de los términos impuestos por el varón de su época, en principio porque no se aproxima al modelo masculino de valores (considerando la cuestión moral, la intimidad y privacidad versus lo material, lo público y normativo) y, tomando los postulados de Debra Castillo y Marta Traba en Talking Back, se ha hecho una “insistente lectura errónea de los textos de mujeres, errores que se derivan de la aplicación de un conjunto específico de presupuestos culturales, ideológicos, y estéticos a un diferente grupo de textos como si sus valores fueran de corte universal” (traducción nuestra 5). En este aspecto, aclaramos lo que posiblemente quiso sostener Alicia Martorell en su ensayo biográfico sobre Gorriti y queda asimismo desmitificada la persona así como el pensamiento de la escritora y de otras mujeres que son feministas, pero con diferencias entre las mismas, promoviendo la constante evaluación del pensamiento ligados a los múltiples factores, a su vez cambiantes, en una determinada situación. Gorriti entonces tampoco es feminista dentro de la generalización de las mismas feministas que siguen los postulados de los países considerados “civilizados”, hoy “primer mundo”. Ella, como se dijo anteriormente, critica todos los perfiles, el positivista, el naturalista, el modernista, el romántico, el feminismo radical naciente, etc. La intelectual salteña busca un espacio conciliador en el que pertenezca a todos y a ninguno. 61 Un ejemplo concreto - sacado de Lo íntimo – sobre lo anteriormente dicho es cuando a Gorriti le piden unos intelectuales (Mhor y Llanos) su opinión sobre la fundación del Derecho de la Mujer, un decálogo publicado referente a los derechos sociales de la mujer, a lo cual ella respondió: [N]o edifiquéis sin cimientos. Decid a las mujeres: - Ilustraos cual lo hacen los hombres; estudiad, adquirid los conocimientos necesarios para usar de vuestros derechos, que nadie os contesta; y que cuando los queráis tomar, estén en vuestra mano. Pero desterrad de vuestra vida las fruslerías a que la consagráis; aprended, y heos entonces, sin el permiso de nadie, en la posesión y el goce de vuestros derechos. Derechos! – concluí riendo con aquellos jóvenes, que eran ya mis amigos. – Creen ustedes, hijos míos, que la mujer tiene para mandar el mundo necesidad de que se los declaren? Bah! Todos saben bien que desde el fondo de su alcoba, lactando a su hijo y arreglando el banquete para el esposo, ordena la confección de las leyes y la caída de los imperios. (227) Creemos que la intelectual resume mucho de su pensamiento sobre la mujer en estas líneas, puesto que se dan dos situaciones. La tangente o práctica, que se nota a través del don de palabra de Juana Manuela para con los dos jóvenes que la van a visitar. Dicha plática por lo que se escribe se torna amena y fructífera, a pesar de la enfermedad de ella. Con esto sólo ejemplifica lo que después va a aconsejar, que es el reclamo de muchas y muchos: la educación de la mujer. Y resulta lógico que para que la mujer se instruya tiene que comenzar por la concesión que se inicia por parte del varón. Es allí donde se inicia el proceso de mejoramiento de ambos sexos, en consecuencia del ser humano. Es verdad que la mujer tiene que buscar su identificación como tal a través de una educación completa, pero es también responsabilidad del hombre contribuir a aquello que él mismo en el pasado se la quitó. Una vez que la mujer tenga ese conocimiento necesario, no necesitará más cuestionarse sobre si tiene deberes y derechos. Por eso no se puede construir columnas sin una base sólida como la educación. También, nos muestra el espacio del hogar como el 62 punto de partida del cambio. El derecho comienza en casa y es allí que se proyecta a la organización y manejo de un país. Con eso Gorriti no ha dicho que la mujer no puede salir al espacio público. Esa es decisión de la misma mujer ya ilustrada, que puede participar de varias formas y como le convenga. Lo que ella condena es que la mujer no se instruya y sobre su ignorancia se cree letra muerta. Cuestiona la norma positiva, escrita sobre un sujeto que ni siquiera sabe que existe como una dimensión plenamente activa. Respecto a lo dicho sobre la actitud de la mujer que en su feminismo busca la igualdad de actos como los tiene el hombre, resulta en una apropiación de los valores o códigos masculinos, totalmente diferente de utilizarlos para revertir el mensaje subalterno. En ello coincidimos con lo que José Martí comentaría sobre la imitación grotesca de un hombre, que comentaremos en el siguiente capítulo, aunque también con algunas diferenciaciones de fondo. Juana Manuela Gorriti en su carta a Palma del 3 de julio de 1889 señala que “[l]a mujer debe ser mujer en todos los actos de su vida. Y si en una joven ostentar alguna vez los atributos del sexo fuerte, es una gracia, en la edad madura es la más ridícula de las ridiculeces” (68). Gorriti parece establecer cierto terreno en cuanto a la mujer y al hombre. En su época es consciente de que la mujer debe comportarse con honor dentro y fuera de la casa, cosa que el hombre, avalado por el pensamiento patriarcal, parece tener doble rostro en cuanto a esta situación. Sin embargo, no descarta el uso de lo viril además de lo femenino en ciertos momentos de la vida de una mujer. Es Gorriti, la mujer escritora, que a través de su viaje se independiza, a través de los momentos difíciles se reconoce y a través de su escritura se inmortaliza, sin necesidad de haberse comportado como un hombre. Su comportamiento a lo largo de su vida ha sido el de una mujer independiente, que gracias a su curiosidad, intelecto y voluntad de ser mujer, ha quebrado el lenguaje o codificación patriarcal. Ser feminista, dentro del esquema de Gorriti, no implica actuar como hombre, y ahí (aunque no gráfica) hace una diferencia entre lo masculino y viril y como contraparte entre lo femenino y femenil o feminidad. Citamos lo que sostiene Nora Domínguez en “Historia literaria de una 63 intimidad argentina” respecto a las relaciones personales “vinculados a los modos en que los sujetos pueden pensarse a sí mismos y pueden pensar su relación con el mundo y con los otros en determinadas condiciones históricoculturales” (22). “Hay que vencer el desaliento”, nos dice ella, en donde su feminismo tantas veces aludido es dar la acción debida a la vida, sobreponerse a los dolores físicos y morales y cubrir los sufrimientos con la serenidad que engañe a amigos y enemigos, para no entristecer a unos ni alegrar a otros. Lamentablemente, el ser humano en sí, por ser justamente tal puede entrar en un momento de escepticismo y pesimismo que tiene como aliados la vejez y la enfermedad. “Sólo soy envanecida de haber llegado al exacto, al profundo conocimiento de la humanidad, de sus grandezas, tan vacías, que más valen sus miserias. Será la cercanía de la muerte que da a mi mente esta clarividencia?” (Lo íntimo 240). Gorriti, como sobreviviente, trabaja a contrarreloj para hacernos pensar con el conjunto de sus textos, y es con el último, de publicación póstuma, que rechaza la autobiografía y elige el fragmento del diario íntimo para dispersar la ilusión de unidad de la novela de una vida. Con esta estrategia inteligentísima de la autora nos deja en la constante investigación sobre ella, y así consigue su objetivo final: “Quien no envidia la muerte que en vez del aniquilamiento y el olvido, es la apoteosis, la inmortalidad?” (238). Así la escritora termina fuera del encasillamiento de la novela, y se despoja de los mitos que se puedan crear sobre ella en sus textos como el de la viajera romántica decidida y siempre con espíritu desbordante. Gorriti deja la puerta abierta para la continua interpretación. Juana Manuela y sus contemporáneos: en la intimidad y en los compromisos sociales Para entender un poco más sobre la dimensión que abarca la escritora mostraremos, en el plano personal, sus espacios privados y públicos así como su relación con otros intelectuales de la época. Una semblanza de la autora la 64 tenemos en el prólogo que hace Abelardo Gamarra al libro publicado póstumamente, Lo íntimo, y en el que nos describe una mujer nacida para los afectos y los sentimientos generosos. Y que con frecuencia decía ““[p]ara que empujarnos, cuando todos cabemos?”, siempre que veía iniciarse en la prensa alguna polémica virulenta y de emulación innoble” (202). En el mismo prólogo se hace referencia a la persuasión que otro escritor le hace a Gorriti sobre no establecer las veladas literarias de 1876, a lo que ella respondió diciendo que los literatos son la gente más domesticable de la tierra en son de burla. De otro lado la escritora peruana Carolina Freyre de Jaimes destaca sus cualidades pero tampoco hace silencio de sus defectos: Era imposible conocer y escuchar a Juana Manuela Gorriti sin sentirse de pronto subyugada … por el encanto de su espíritu apasionado, aunque un tanto ligero, a pesar de sus cualidades intelectuales. [E]l carácter alegre, locuaz y expansivo de la escritora argentina, jamás sufrió alteraciones, [Gorriti entró al periodo de su escepticismo en los últimos años de su vida, de regreso a Argentina.] Este modo de ser especial de su carácter, que en ocasiones era, o frívolo y risueño, o romántico y apasionado, o tornadizo o voluble, pero siempre inclinado a la lisonja exagerada, le valió algunos detractores. [T]enía en secreto un culto que hábilmente disfrazaba: el culto a sí misma. Y no hubiera sido defecto si no la obligara a menudo a lisonjas inmerecidas y poco discretas, lo mismo con la pluma que con la palabra. (Martorell 40-41) Pensamos que en estas dos semblanzas de la escritora, una como motivo de su fallecimiento en 1892 y otra en vida tienen dos interpretaciones, una por ser el prólogo de un libro póstumo, el escritor no hace mención de defectos, no por no tenerlos sino por la costumbre en la escritura de los prólogos. De otro lado, es una descripción hecha por un hombre que guarda casi fielmente el formato de otros muchos leídos como el de Ricardo Palma a Clorinda Matto de Turner en 65 Tradiciones cuzqueñas. La exaltación de las virtudes de la mujer en lo domestico y en lo intelectual, la anécdota y finalmente la modestia literaria varonil como fórmula ya sea al inicio o final del escrito. En el segundo caso, más honesto, nos muestran una mujer que oculta sus miedos o temores, como ella bien lo menciona en su libro-diario, tanto para amigos como enemigos, como una suerte de heroína romántica por un lado, y por otro el manejo del código social. Asimismo, para algunos – no para la escritora peruana – el comportamiento de Gorriti resulta en uno de posiblemente falsedad. Pero sabemos por escritos de la misma escritora que su intención no era esa. Lo que sí es cierto es su afán por ser reconocida y creemos que es producto de rezagos de su infancia y juventud, respecto a su procedencia de clase e instrucción, y la vanidad natural del artista. Su pesimismo o escepticismo se mostrarán posteriormente, y más en la intimidad de su epistolario. La escritora del epistolario – cuyas cartas alimentan mucho de su libro póstumo también - contribuye a formar una idea más lograda sobre la mujer. En estas cartas se completan las narraciones que tenemos en sus obras, pues relata a su amigo Palma las situaciones por las que pasa de su viaje a Salta desde Buenos Aires, la vida en la ciudad en la que es considerada como una literata renombrada pero que realmente carece de amigos a su llegada, la industrialización, las finanzas, la bolsa y el capitalismo en Buenos Aires, las noticias desagradables que recibe sobre el Perú, su corrupción, luchas civiles y políticos incapaces, habla de lo mucho que Ricardo Palma es reconocido con sus Tradiciones en la capital argentina. También asume la posición de consejera, para muchos escritores, en especial Mercedes Cabello y Clorinda Matto. Critica las novelas o ensayos de muchos intelectuales, como el de Josefina Pelliza de Sagasti que, apropiándose de una frase de Palma, la califica de “Fecundo Disparatar!!!” Y en base a eso Gorriti dice en su carta del 28 de febrero de 1883: … Lleva por título Reforma de la Mujer… Nos dio, a mi primo Subiría y a mí, lectura del prólogo y dos capítulos, que nos dejaron yertos. ¿Creerá U. que allí hace la descripción de un parto, cual se 66 ve en un grabado de comadrón, sin que le falte un solo horror de sus fases, ni un tilde a sus frases y nombres técnicos? ¿Creerá U. que en otra página llama al feudalismo la época terciaria? (7) Las cartas de Gorriti hacia Palma nos hacen tener una idea más palpable de la Gorriti mujer, pero tanto por ella (de quedarse en el misterio) como el de su hijo Julio Sandoval, se convierte en una investigación o proyecto de búsqueda de años para seguir desmitificándola. Como señala Graciela Batticuore en la introducción al epistolario de la escritora, un intermediario fiscalizador es su hijo Julio Sandoval que tacha cuestiones que comprometen en lo personal el honor de su madre, así como asuntos que lo involucran o involucran a su esposa, y comentarios que hace la escritora respecto a asuntos de la vida social y política, como “los rotos” (término despectivo para referirse al chileno, y que la autora hace mención por la antipatía reciente respecto a la guerra entre Chile y Perú), “el mono brasilero”, los “salvajes unitarios” (como una mofa de los políticos de corte liberal que entran en discusiones encarnizadas, convirtiéndose en algo irónico por los acontecimientos histórico políticos de buena parte del siglo XX en Argentina) y hasta “un bestia chileno.” 67 CAPÍTULO 3 LA POLÍTICA EN LA MUJER: LA INTEGRACIÓN AMERICANA Y LA LABOR DE LA MUJER INTELECTUAL: CLORINDA MATTO DE TURNER Hemos visto en los capítulos previos cómo los sujetos estudiados tienen que luchar en contra de varios factores para llegar a un punto en el que pueden expresar su intimidad pero a la vez que la expresan el espacio deja de ser íntimo para convertirse en uno público; además se adaptan a los códigos impuestos para a través de ellos ejercer resistencia desde círculos que eran de predominio masculino. Algunas, si bien mantuvieron una posición conservadora, no es porque no sepan los alcances de sus actividades en la sociedad, sino que toman una postura de acuerdo a su punto de vista moral y ético. Otras, las generaciones que se desarrollan después de 1880 aproximadamente, tomaron una postura en la cual expresan sus ideas y confrontan no sólo al estado y a las instituciones sino también a la sociedad en general. Estas posturas pueden ir desde el plano íntimo sexual hasta el plano nacional y político. De acuerdo a la fronterización del conocimiento, todos poseen diferentes niveles de acuerdo al grado de interacción con su espacio circundante. Las autoras contestatarias que estudiamos son aquellas cuyo espacio circundante ha estado en constante evolución o transformación por situaciones muy especificas como la separación, el divorcio, la viudez, el exilio, la política, la economía, etc. que las fuerzan a modificar y a adaptarse a una situación que en el proceso las hacen revaluar su identidad y a enriquecerla con la constante educación y escritura, así como la profesionalización. Llegan a un punto de poder, a través del cual escriben para ellas, para otros lectores y finalmente con una visión más global en busca de la 68 integración americana. Las mujeres bajo estudio saben utilizar el lenguaje como instrumento para moverse dentro de los espacios. Un ejemplo común entre ambas escritoras es el poder moverse dentro del pensamiento amerindio y el criollo o mestizo. Sin embargo, no lo desarrollan tan profundamente como lo van a desarrollar otros intelectuales en el siglo XX. Van a establecer una preocupación por la situación de la población indígena, van a denunciar el abuso de algunas autoridades de las instituciones eclesiásticas y civiles, van a mostrar una parte de la cosmovisión de los amerindios y su interacción con el de aquel descendiente de europeo nacido en esta parte del globo, el continente americano. Otra frontera que cruzan éstas mujeres es la de la situación civil en la cual la mujer soltera/separada/divorciada o viuda deja de estar en casa y tiene que solventar sus gastos a través de la escritura. Este tipo de mujer no es generalizado, pero será el punto de brote para el cambio. El pensamiento liberal de la época promoverá la participación de la mujer en ciertas actividades, restringiendo su espacio al doméstico y civil dejando de lado el político. Sin embargo, resulta irónico ver que aquellas mujeres escritoras participan en la política a través de los periódicos, semanarios y revistas que dirigen. Así mismo participaron en otras actividades, además del intelectual, como es el de enfermeras o mensajeras en tiempo de guerra. La nueva mujer se manifiesta cada vez más latente en la segunda mitad del siglo XIX, en diferentes espacios y niveles, asumiendo posiciones políticas o no, pero cada vez más conscientes del necesario cambio que se concretizará después de los años 60 en el siglo XX. En este capítulo tercero, tomamos a Clorinda Matto desde su posición de periodista y escritora mediante el cual, aprovechando su posición pública, pasa al campo público. Su preocupación local por el indígena y la mujer van a llegar a un punto global como es la integración americana y la labor de la mujer intelectual. Previamente, se establece el marco intelectual peruano en el que Matto se desenvolvía, su evolución y el mensaje integracionista que proyecta. Finalmente, nuestro objetivo es hacer una comparación entre el mensaje de Matto y el de de Martí y establecer su complementariedad y puntualizar algunas diferencias en base a los diferentes espacios que ocupa la subalternidad de 69 cada uno. Es preciso mencionar que la comparación con el pensador cubano no es una casualidad. Se toma específicamente a Martí por ser él uno de los intelectuales que insta a la integración latinoamericana con su ensayo “Nuestra América” de 1891, cuatro años antes de que Matto escriba “Obreras del pensamiento”. A través de estos dos discursos se cubre el proyecto de integración americana de manera más democrática. El pensamiento liberal peruano a mediados del siglo XIX El mejor representante del pensamiento liberal en aquella época era Francisco de Paula González Vigil, tacneño de nacimiento, excomulgado por el Papa por sus combates al celibato eclesiástico, y su defensa de la libertad de cultos y del matrimonio civil de los no católicos. Al ser también defensor de la libertad de prensa y de las garantías individuales, criticó el poder excesivo del estado, planteando como forma de gobierno a la Asamblea Representativa. En 1858, publicó Importancia de la educación del bello sexo, en el que se ofrece la posición liberal sobre la mujer, a favor de su educación y cuya fundamentación mostraba los avances del pensamiento liberal, sus límites y su alcance político. Vigil destaca la importancia de la función materna en la formación de los hijos y en relación al progreso social. Nadie, “absolutamente nadie, podrá compararse con la mujer en el influjo bienhechor que ejercerá en las sociedades” (27). Sin embargo como sostiene Maritza Villavicencio “…la preocupación de Vigil no es tanto sacudir la dependencia de la mujer, sino más bien a quienes les corresponde la dirección de su conciencia [donde] … la Iglesia y la religión católica se mantenían fuertes, y con las mujeres como su bastión social” (40). En sus argumentos incluye cuestiones como la consideración de la mujer en otras sociedades donde se les pedía consejo para los asuntos de la comunidad como la hindú, la celta o los mismos franceses del siglo XVIII en donde se requería de la presencia de las literatas en la inspiración de ardientes discursos. Más disminuye el poder de su perspectiva abierta al sostener que la mujer no debe participar en la política y así Vigil dice: 70 Lejos de nosotros el pensamiento de vindicar a la mujer el ejercicio de los derechos políticos… No: todo esto pertenece a los varones …a la mujer cumplen otros oficios… La mujer, en el campo de la política, quedaría degradada desde los primeros pasos; porque estaría expuesta a que los hombres le faltasen al respecto. Haría mucho mal a la mujer quien pretendiera darle lugar en los destinos políticos y sacarla del hogar doméstico, que es su recinto propio… (12). La propuesta liberal que partía del análisis de las necesidades de la sociedad se desencuentra con el sentir de las mujeres que emergía de la vida cotidiana, de su rol en ella. Más tarde encontrarán un terreno común con posturas más avanzadas y lúcidas. Otro intelectual, Mariano Amezaga en “Instrucción de la mujer” se refería en 1864 sobre la educación de la mujer para luego hablar sobre los problemas de su instrucción ya que las instituciones referían a la prosperidad del varón pero no consideraban a la mujer. A la mujer le correspondía una gran carga como la tutela bajo el techo paterno, la tutela de la unión conyugal, la tutela en la vida civil y política, la depresión, la coacción, la ignorancia, el servilismo, la impotencia, y la degradación. Pero además, como una crítica al derecho romano y al cristianismo, que mantenían la inferioridad de la mujer frente al varón, concluye en “La educación de la mujer” que la condición de ésta debe ser igual a la del hombre y que puede mejorarse con el concurso de los dos sexos. Con esto critica la actitud de los propios varones que se sienten “humillado[s] ante la superioridad intelectual y científica de las mujeres [porque] le[s] parece una usurpación […] porque si la mujer tomara en sus manos el doble cetro de la pasión y de la inteligencia, cree nuestro sexo que su inferioridad sería absoluta” (18). Dentro del planteamiento de Amezaga la mujer debe educarse porque desde ella sale la fuerza institutora de los hijos, desde ese espacio privado en el que se mueve la mujer – dado por el patriarcado y con la idea que se la limita – rige su poder para el futuro de una nación y del progreso. Pero como dijo no 71 depende sólo de ella sino también del varón, y que no se realiza una obra de caridad al reconocer su capacidad educativa sino que se satisface una “necesidad social” (20) que es lo que se busca finalmente dentro de los planes de desarrollo de una comunidad, desde lo más pequeño a lo más grande: la gran nación americana. Las mujeres solteras son punto de su discurso también porque “al ilustrarse serán estimadas cuando no puedan exigir amor; y aun para afrontar las futuras eventualidades de su difícil situación…” (21). La soltería de la mujer es una carga pesada con la que tiene que lidiar, ya que es vista como una amenaza a los planes de la reproducción y población o repoblación de las naciones latinoamericanas. No considera que el ser soltera la condene a ejercer actividades que la comparen con una prostituta, pero tampoco le parece bien la soltería de una mujer, de lo contrario no lo vería como una difícil situación. Sí reconoce ciertamente la dificultad que la condición de soltera requiere pero ciertamente debe pensar que la soltería de un hombre también lo es en otros aspectos sociales. La educación de las mujeres de las clases inferiores ocupa sus pensamientos: “[s]alvo algunas mujeres de color que se dedican a los trabajos del campo y algunas otras ocupadas en los talleres de costura que cuenta Lima, la clase de mujeres obreras no se conoce” (21). La crítica respecto a estas ideas avanzadas, sin embargo, es que la educación sólo contemplaba el nivel de los mandos medios en el trabajo y de la formación media técnica en la instrucción. La mujer tiene un panorama mucho más amplio sin importar la clase social y así la actividad intelectual será fructífera a partir del último cuarto del siglo XIX, cuyas mujeres reclamaron para sí dicho derecho. Posteriormente surgirán las posturas más radicales sobre las mujeres al inicio del siglo XX. La prensa escrita florece durante la época de 1872. Se incentiva la descentralización administrativa; aunque no llegarán a funcionar, se lleva a cabo el primer censo nacional y se da el Reglamento General de Instrucción Publica de 1876, aunque todavía inferior respecto de la educación que recibían los varones, es mejor dicho una figura decorativa. A esto se suma el fracaso de la 72 instrucción primaria gratuita que no contaba con los recursos necesarios por parte de las municipalidades y aunque legalmente las niñas tenían derecho a instruirse, en la práctica estaban marginadas. En el sector privado la educación femenina muestra otra realidad. Las únicas que pudieron acceder, incluso al mejoramiento de la enseñanza de otros cursos ya no decorativos, fueron las hijas de las familias aristocráticas, herederas de abolengos coloniales, y de aquel nuevo grupo que hizo su fortuna gracias a sus actividades comerciales. En una visión general de censo en el año de 1876 en la provincia de Lima, se nota a la población femenina con un alto grado de instrucción. “Del total de la población mayor de 6 años que sabía leer y escribir, las mujeres representaron el 52.4%; entre los que sabían leer pero no escribir, 4,276 eran mujeres, frente a 3,289 hombres, en cambio, había menos mujeres analfabetas: 18,434 frente a 23,881 analfabetos hombres” (Villavicencio 47). Sin embargo esta situación particular respecto a las mujeres se debe a que un gran número de asiáticos fueron traídos desde la China en condición contractual de esclavitud, destinados a trabajar en los yacimientos guaneros y en las haciendas de la Costa. En resumen, lo que se nota durante la época, y que va a enmarcar e influir la perspectiva de nuestras autoras, así como otras, es que las restricciones culturales e ideológicas coloniales aún persisten y cierran las puertas a la vida pública. A esto se va a agregar el malestar social e inquietud en las masas producto de la inestabilidad que se produce luego del asesinato del presidente Pardo en 1878 y la guerra con Chile (1879-1883). Las nuevas ideas que alimentaron a los intelectuales progresistas giraron en torno al positivismo. Con esta filosofía se ofreció la posibilidad de que el pensamiento filosófico rompiera con las ataduras que lo tenía convertido en un sistema de creencias y valores supeditado a la religión y a la Teología (mencionado en el cambio de la ideología moderna en la propuesta de Mignolo), así como se promueve la nueva actitud, más libre y crítica, en todos los sectores de la vida intelectual. El positivismo abarcará además áreas como la política, la 73 religión y la crítica literaria y artística. Esto permitirá que las mujeres que ya habían logrado una elevada preparación intelectual participen en la vida cultural del país, presentando su producción en tertulias, veladas literarias, clubes y en las páginas de los periódicos y revistas. Las mujeres expresaron sus opiniones y se manifestaron acerca de los problemas que aquejaban a la sociedad peruana de aquellos tiempos. El positivismo como corriente filosófica dentro de las ciencias y las artes ofrecía una perspectiva diferente, un cambio radical para salir del atraso del país. Se combatía a la Iglesia considerándola causa de los males existentes. La diferencia de estos pensadores modernos con los liberales de mediados de siglo es que los primeros, además de tomar la posta en la lucha contra el oscurantismo del clero, extendieron los cuestionamientos a la idiosincrasia limeña, ya sea católica, sensual, fatua, aristocrática y arribista, pero siempre criolla a medias tintas y obsecuente con el poder. Las intelectuales formarán parte de este cambio cultural aunque no aún estructural de la sociedad peruana. El cambio se va produciendo de a pocos, pero se reconoce el abandono de los seudónimos, de lo innombrable y fueron adquiriendo voz propia e identidad pública. Como todo cambio siempre habrá mutua resistencia entre lo que es mítico, hegemónico, y lo nuevo, que lucha por cambiar su situación marginal. En el caso práctico la mujer lucha con los prejuicios naturales que sobrevienen a esta revolución. Prejuicios que se dan por parte de los mismos hombres modernos, como los tradicionales, que no dejan el discurso patriarcal/paternal. Habrá mujeres que se sometan al criterio dominante de que la mujer no debe ser escritora, pero también habrá de las que no se someten y desarrollan una perspectiva fronteriza de las diferentes fuentes o espacios que absorben. La educación de la mujer fue defendida por muchos hombres, pero quizá pensaban que el hecho era imposible de realizarse y mucho menos sus consecuencias. La mujer intelectual que habla por todas la mujeres en este periodo de la centuria no espera el decreto que les confirme su derecho a dar un paso fuera de la casa, sencillamente se lo tomaron como bien lo había sostenido 74 Juana Manuela Gorriti, siendo ella misma ejemplo así como Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carbonera y muchas que formaban esta generación del 70. Ciertamente, las influencias literarias y filosóficas ejercen un gran poder en la manera de exponer sus ideas. Estas mujeres son las precursoras de una actitud contestataria frente a los prejuicios contra su sexo. Clorinda Matto de Turner y su discurso liberal El primer punto del que quisiéramos hablar sobre la perspectiva de Matto es la educación de la mujer y el ejercicio de la literatura, que es un tema con muchas barreras que le impidieron tomar posiciones audaces como lo hacían sus contemporáneas en Europa y en los Estados Unidos. El discurso de ésta como de otras escritoras tenía fuertes elementos defensivos y por tanto estaba ligado a definiciones que por siglos se habían dado sobre la mujer, así el discurso se conectaba al concepto de mujeres madres, esposas e hijas, por lo que su dedicación central debía ser su hogar y su familia. Sirve bien, considerando la idiosincrasia peruana en la segunda mitad del siglo XIX, porque el tema es utilizado no como una obediencia a lo establecido por el canon sino como un velo superficial para desde allí expresar sus ideas más íntimas y como consecuencia permitir la exteriorización o publicidad del mensaje. La prudencia de la que hablaba Gorriti no se utiliza como el fin del discurso femenino sino como el medio para cambiar las ideas primeramente de las mismas mujeres y también de los hombres. Incluso con la prudencia el discurso femenino no es tibio, pero si defensivo. El riesgo de usar aquella excusa para hablar es que de pronto la excusa se transformaba en verdad y terminaban por abandonar la idea de escribir y ejercer la intelectualidad. Por eso la situación de alguna manera que le permite a Matto su más alta connotación es la viudez, porque la obligó a asumir responsabilidades administrativas y económicas que ampliaban su espacio “naturalmente doméstico” y amenazaba el “espacio masculino”. Incluso, si no era por el mismo esfuerzo, la herencia otorgaba ampliación del espacio femenino. Con la 75 educación la mujer adquiere autonomía espiritual y con factores como la viudez así como la opción por la soltería le ofrecían autonomía económica. Matto entonces crea su propio espacio, en base a sus propios recursos y talentos, atrayendo a la intelectualidad masculina. Matto asumirá la dirección de varias revistas siendo una de las más importantes El Perú Ilustrado que era una revista al lector/a en general. Es clave que se sitúe en una doble dimensión de escritora y mujer porque primero centra su discurso en la problemática particular de intelectual escritora y luego lograr abordar eventualmente cuestiones generales sobre la condición social de la mujer. El espacio ganado en lo privado y en lo público es un hecho pero aún con muchos obstáculos por eludir y encontrar la equidad de la que tanto se anhela. Una vez que la mujer pueda hablar desde el punto en que puede ejercer poder, puede continuar la labor a un espacio más amplio dentro de lo público local y a anexar la voz a planteamientos estructurales sociales, culturales y políticos. Por eso es que las escritoras como Matto, como Gorriti, Cabello, Freire y otras, pueden hablar del concepto de progreso del que los liberales varones hacen uso, pero de una dimensión diferente. Así Felisa Moscoso de Carbajal, otra de las intelectuales de la época, en Ligeros pensamientos consagrados a la mujer sostiene que “la sociedad reclama imperiosamente la educación de la mujer como el más eficaz elemento de civilización y progreso [y que] […] la cultura de un país puede medirse por la de sus mujeres: en ella se refleja la de los hombres” (7-8). Cabello de Carbonera argumenta en la “Influencia de la mujer en la civilización” que “[l]a instrucción y la moralidad de las mujeres ha sido en todo tiempo el termómetro que ha marcado los progresos y el grado de civilización y virilidad de las naciones…tendrás en ella un motor poderoso y universal, para el progreso y la civilización del mundo; y una columna fuerte e inamovible en que cimentar la moral y las virtudes de las generaciones venideras” (89-90). Clorinda Matto también visiona a la mujer como partícipe del progreso y por eso en sus editoriales y ensayos critica a los hombres e incluso a algunas mujeres de protervos, porque en vez de convertir a la mujer como sujeto 76 autónomo y potencial de desarrollo, favorecen el convertirla en un instrumento de diversión y alegría de los demás, crítica que está dirigida tanto a los conservadores, como a los liberales que, apoyando la educación femenina, la mantenían restringida a ciertos conocimientos. Es curioso cómo los términos de civilización y barbarie se van a yuxtaponer en su discurso y diferenciar del discurso patriarcal respecto al progreso. De la misma manera opinaba Cabello de Carbonera cuando en sus planteamientos se refieren a la “educación bárbara” de la mujer, o cuando Gorriti habla de los “salvajes unitarios” en sus cartas a Ricardo Palma. La escritora de esta generación contestaria percibe que la mujer considerada inferior no es producto de la naturaleza sino del hombre y de la sociedad y busca la regeneración social de ésta y la reubicación que ciertamente por naturaleza le compete. Y no es sólo la labor de la mujer el buscar su espacio, sino también la del hombre en colaborar a que se resuelvan las cosas a su punto original. El proyecto reformador tomaría mucho tiempo en ser una realidad, y aún en nuestros días lo es porque Clorinda Matto así como Mercedes Cabello lo prevén. Como sostiene Maritza Villavicencio en Del silencio a la palabra, las reformas “no se resolvían por decretos, ni por revoluciones, pues tenían que ver directamente con ese campo olvidado por la política, que era el espacio privado, lo cotidiano, la cultura, la costumbre” (69). La nueva mujer en el discurso feminista contestatario La propuesta surge por la lógica reacción de las mujeres ilustradas al modelo de la mujer heredado de la Colonia, que ofrecía unas alternativas muy penosas como la de ser “poco menos que beatas o en suntuosas ignorantes” (Villavicencio 76). Las mujeres no debían trabajar porque era indigno para ellas y amenazaban la “hombría y virilidad” de los hombres. Ciertamente, esta ideología es producto de una interpretación basada en la Biblia por largos años errónea y 77 que se mantiene en nuestras sociedades y por consecuencia la actualidad del tema. Sobre esta reacción hay tres posturas: los liberales, las conservadoras y las contestatarias; y dos tópicos sobre los cuales circularon las ideas de los grupos: el matrimonio y la familia. Los liberales varones proponían que el matrimonio y la familia son instituciones sociales y que eran “esferas de la vida privada que constituyen eslabones de un engranaje mayor, que es la sociedad civil” (78). El punto débil de aquella ideología era la exclusión o la disolución del espacio cotidiano. El discurso era el uno a nivel político y táctico. Por eso, algunos como González Vigil plantearon la unión matrimonial de los no católicos o entre estos y católicos a través de una legislación y de esta forma también mermar la autoridad de la Iglesia. Los aspectos personales, subjetivos y emocionales quedan fuera del planteamiento, porque desde el punto de vista liberal masculino, el espacio familiar era siempre visto como el campo que deparaba felicidad a las mujeres. Su preocupación es reivindicar e incorporar a la mujer a la vida ciudadana pero no se preocupan por la cuestión interna de la familia. La realidad demuestra que la felicidad no es siempre tal en la familia y tampoco en la sociedad donde la mujer no puede cometer errores, de lo contrario le cae la crítica más cruel. Para las conservadoras el tema iba más a lo espiritual siendo el matrimonio por amor el ideal porque iba de acuerdo al “deber ser” y el plano afectivo cumple un rol comprometedor en la mujer y por tanto moral y ético. “el Estado y las leyes poco o nada tenían que ver con la cuestión familiar y con la posición de cada uno de sus miembros en su interior” (78). Las contestatarias también compartían la idea de las conservadoras en cuanto a la relación privada, íntima, espiritual y de amor porque lo que buscan las escritoras y en nombre de las demás mujeres, son los matrimonios por conveniencia, erradicar el medievalismo existente en las vísperas del siglo XX. La visión es feminista pero también justa para los hombres que también sufren al casarse con alguien sin amor, lo que devendría en un engaño mutuo, aunque de alguna manera perdonable para los ojos de la sociedad patriarcal decimonónica. 78 Las contestatarias plantean su punto desde la realidad, viendo las relaciones entre hombres y mujeres más allá de la institución matrimonial. A través de sus novelas, recogieron diversidad de uniones o relaciones familiares. Así por ejemplo Clorinda Matto va a combatir el celibato sacerdotal a través de su novela Aves sin nido (1889), además de las cuestiones indígenas estudiadas por otros críticos. El matrimonio sin amor se constituía en un contrato de partes que negociaban sus intereses y una forma de preservar los privilegios de una clase social. Las ideas de las contestarias a medida que se entraba al siglo XX se tornaban más racionales y eróticas deviniendo en una cuestión más de convivencia y el cuestionamiento de la indisolubilidad del vínculo matrimonial. Entre lo amerindio y lo mestizo: la frontera interna No vamos a profundizar sobre lo amerindio para Matto, ni sus encuentros con la influencia occidental de su pensamiento, porque la crítica se ha encargado especialmente de estudiarla y a considerarla como precursora del indigenismo en el Perú. Concordamos con la consideración que se le hace a la escritora; sin embargo como señalamos en este estudio, su labor y proyección con sus textos en conjunto van más allá del tema del amerindio o indígena americano. Incluimos esta sección porque es fundamental para la construcción de su imaginario, como lo va a ser para algunos pensadores como José Martí, quien en “Nuestra América” considera que la identidad y el futuro liderazgo de los americanos se forma por el reconocimiento de su propia historia, la de América, desde los Incas hasta el presente, aunque se dé sólo un vistazo a la historia de Grecia. Matto conoció a los indios íntimamente y no era amistad superficial de niña privilegiada y amable con indígenas sumisos y respetuosos, sino que se produjo una absorción cultural mutua. Ella dominó el quechua común y culto. Estudió la etnología quechua en sus Leyendas y Recortes (1893) y explica el origen del grupo quechua, proporcionando información de carácter académico pero también personal, usando palabras de ambas lenguas, estableciendo 79 aproximación de ambos lados hasta llegar a un punto común. Así la escritora peruana dice: “No hallo fuera de sitio señalar que el quechua es la base de la civilización en diferentes naciones sud-americanas” (97). Para ella el quechua fue “lengua madre,” según Francisco Carrillo en Clorinda Matto de Turner y su indigenismo literario, el vínculo de unión de la raza peruana, fundamental para el historiador y para el escritor. Clorinda Matto por otro lado se lamentaba que escritores peruanistas no sepan el quechua, entre ellos González Prada. Una semblanza de 1887 nos muestra a la Clorinda fronteriza, que se mueve en dos mundos y crea uno nuevo. El autor de aquella semblanza en su libro Clorinda Matto de Turner es Joaquín Lemoine y señala que “… cuando la palabra española falta o no responde a la idea indica, rebelándose así triunfante el pasado contra el presente, piensa en quechua, y emplea la palabra de este idioma, y salva la dificultad” (27). Escribe tradiciones y ama la cultura indígena; en Aves sin nido (1889) ante las injusticias que se producen con los amerindios en el Perú, se arma de fuerzas para escribir en su proemio los siguiente: “Amo con amor de ternura a la raza indígena, por lo mismo que he observado de cerca sus costumbres, encantadoras por su sencillez, y la abyección a que someten esa raza aquellos mandones de villorrio, que, si varían de nombre, no degeneran siquiera del epíteto de tiranos” (51). Clorinda escribe lo que observa y cuentan en sus Tradiciones cuzqueñas, que se diferencian grandemente con las de Ricardo Palma, lo que produjo una crítica dura contra la escritora al sugerir una mala imitación. La intención de la escritora es explotar las tradiciones del Cuzco que Palma no tuvo la ocasión de ver de cerca así como de los momentos históricos con referencia al indio, que el escritor dejó casi intacto. Ella apunta los abusos contra el indio. Ataca al mal cura, a la mala autoridad civil, no pretende ser pícara ni graciosa. Del otro lado de la frontera, la escritora demuestra su occidentalismo europeo, cuando usa el término de ‘salvajismo’ en el discurso del personaje omnisciente de Aves sin nido. La juventud y la mujer son parte del progreso. La 80 ciudad frente al campo también. Cuestiona al peruano a efectos que reaccione y proteja a uno de los suyos y se denuncien los abusos. El amerindio es presentado al lector como víctima que necesita protección, la protección de la ciudad, donde la mujer indígena se educará y buscará la honra en su vida. La posición asumida es innovadora pero paternalista. A través de ella, conocemos ciertas costumbres de las poblaciones de la sierra, de gran influencia indígena (no solamente incaica, sino de otras civilizaciones indígenas), pero no las llegamos a aplicar ni a comprender completamente, porque Matto busca más la adaptación del amerindio a las pautas de la ciudad y muestra pesimismo en cuanto al desarrollo del campo que representa la barbarie, aunque no del indio per se sino de la autoridad corrupta que lo mantiene ignorante. Su pensamiento se muestra ambiguo sobre el tema y no lo desarrollará detalladamente luego de su exilio. Lo que no proyectó Matto fue que a través de promover la educación del indígena (hombre y mujer), así como la oposición de la ciudad al campo, estaba promoviendo la expansión del espacio del indígena, así como de sus costumbres y lenguas. No se va a producir la síntesis de los mejores elementos de ambas perspectivas (la nueva ciudad), sino que se produce una síntesis del todo y creación más natural que artificial. Esto va a convertirse en un tema muy arraigado en el Perú del siglo XX como es la migración de la gente de la sierra a la costa, específicamente la capital. Aunque importante fue la contribución de Matto, además de sus conocimientos e identificación con la cultura andina, su espacio no era totalmente de “ahí” sino más de “aquí” (refiriéndose) a la perspectiva occidental. Y no es que la intelectual no haya comprendido la cosmovisión del espacio en el que desarrolló su niñez y adolescencia, sino que su posición de observadora, estudiosa, posteriormente periodista y escritora, la van a separar de ese mundo subalterno y formará parte de su propio espacio subalterno (mujer-provinciana) entrando al espacio hegemónico (intelectuales-la mayoría limeños), estando siempre en constante transformación mientras los otros también estarán en constante cambio. De esta manera se demuestra la idea de Gayatri Spivak en “Can the Subaltern Speak?” en la que el subalterno no puede hablar de la manera que 81 implique cualquier suerte de autoridad o significado para nosotros sin alterar las relaciones de poder/conocimiento que lo constituyen como subalterno en primer lugar. El hacerlo de esa manera lo separan de aquel grupo y la respuesta de este es de silencio estratégico. La perspectiva de vulnerabilidad sobre el indígena en Matto sólo se da en la manera que ella haya tomado autoridad para hacerlo y la ponen en un estado de élite desde donde habla. El punto débil del planteamiento de Matto fue el considerar al grupo subalterno (los indígenas que viven en el campo) como seres pasivos e ignorantes. La pregunta obvia es la pasividad e ignorancia frente a qué parámetro o límite. Como se mencionó anteriormente, esa oposición de espacios va a situar al sujeto en una posición de migrante, que aplicará sus propias costumbres, no es una adaptación pasiva, es como John Beverly sostiene en Subalternity and Representation (1999) concordando con lo que Antonio Cornejo Polar piensa respecto al fenómeno migratorio de la gente de los Andes (mayormente indígena): “The migrant also impones himself or herself on the city, remaking it in his or her image of a nostalgia past” (63). Esto vendría a conformar el triunfo de un mensaje de resistencia. Ese triunfo, en el caso de la mujer no es a través del otorgamiento de derechos o expedición de normas. Eso se traduce a una formalidad, que incluso a veces es limitante. El triunfo de la mujer para estas precursoras como Matto y Gorriti se da a través del manejo de códigos, la educación y la toma de conciencia por parte del mismo grupo resistente. La influencia indigenista de Matto fue olvidada por José Carlos Mariátegui a inicios del siglo XX, creemos que por la perspectiva paternalista o no tan desarrollada en sus novelas, pero sin justificar la posición del peruano, ya que para desarrollar el mensaje indo-americano que el proyecta necesitaba partir de la propuesta y denuncia de un problema. ¿Eran necesarias y más completas las denuncias de Matto además de la preocupación y pensamiento liberal de González Prada? Por lo expuesto, creemos que sí. Finalmente, después de 1930 Aida Cometta Manzini y Concha Meléndez (fuera del Perú) la sitúan con justicia como iniciadora del indigenismo moderno en América, y hoy se continúa interpretando el mensaje de Matto respecto al tema. 82 La integración americana desde la complementariedad de los discursos de la nación, el exilio y el género: Clorinda Matto de Turner y José Martí Partimos en esta nueva etapa de la escritora desde 1895 como fecha de su exilio a Argentina. Sus posteriores ensayos y crónicas periodísticas nos demuestran la evolución de su perspectiva, el pensamiento anticolonial en busca de una identidad nacional y más aún, el encontrarse fuera de su país que le hace visionar una supranación que incluye a las mujeres en su labor de madres y esposas, pero también de intelectuales y obreras, en el momento de transición de finales del siglo XIX y principios del XX, llevando el estandarte de progreso. Es un pensamiento de resistencia frente a los estamentos civiles y militares de la época que persisten en un sistema machista, gamonalista, feudal, donde los marginados son los indios, los negros y, para los intereses de la periodista y literata, las mujeres. Así, se pretende demostrar que su periodo de exilio influye considerablemente para convertirla en una de las precursoras de una visión más moderna en el Perú, al lado de Mercedes de Carbonera y Manuel González Prada, y que posteriormente servirán en el trabajo de Ciro Alegría, José Santos Chocano y José Carlos Mariátegui. Analizamos la tercera sección de su libro publicado en 1902, Boreales, miniaturas y porcelanas, que son un conjunto de artículos y crónicas escritos durante su exilio. El principal documento que proporciona la base de esta sección es “Obreras del pensamiento” donde los símbolos y el discurso utilizado, aunque con sus marcadas diferencias mencionadas más adelante, es el ya usado por el intelectual cubano José Martí en “Nuestra América.” En él realza la labor de las intelectuales de su época que van transformando el pensamiento colonial dominante. Entre otros artículos de análisis se utilizan: “Guillermina”, “Espíritu y Materia”, y finalmente “Azules”, apreciándose el pensamiento impulsor de cambio del papel femenino y la idea de nación a través de un discurso de tendencia modernista, un lenguaje nuevo en el que la autora combina arte y oficio como la mayoría de los intelectuales que se adaptaban a los cambios del 83 mundo moderno. Estas ideas alumbraron como gran luz su camino penoso del exilio. En “Obreras del pensamiento” leída por la autora el 14 de diciembre de 1895 en el Ateneo de Buenos Aires, hace una fusión de conceptos, como el de la obrera, término común del sistema industrial moderno de fines de siglo con el de intelectual y así no sólo habla de las mujeres que hacen labores manuales sino de las que ejercen labores de periodistas, escritoras, filósofas, doctoras, etc., y cuyo “rol de la ilustración […] alcanzado en los postrimeros días del siglo llamado admirable, será un grano de incienso depositado en el fuego sacro que impulsa el carro del progreso, y, […] , el dará, siquiera, la blanquecina espiral que perfuma el santuario” (246). Su mensaje desde el inicio se manifiesta revolucionario y trata de romper con las ideas tradicionales sobre la posesión del conocimiento y así también agrega “[l]os obscurantistas, los protervos y los egoístas interesados en conservar a la mujer como instrumento del placer y de obediencia pasiva, acumulan el contingente opositor; la cámara obscura para lo que ya brilla con luz propia, sin fijarse en que, de la desigualdad absoluta entre el hombre y la mujer, nace el divorcio del alma y del cuerpo en lo que llaman matrimonio, esa unión monstruo cuando no existe el amor. La lucha se inició” (247). Algunos comprendieron que “postergar la ilustración de la mujer es retardar la ilustración de la humanidad” (248) y se continuó con esa lucha demostrándose que las mujeres “… no sólo dan hijos a la patria, sino, prosperidad y gloria” (250). Matto no niega que la mujer sea esposa ni tampoco madre (como ya lo mencionamos en el capítulo segundo), pero además es un ser pensante, e intelectual que forma parte activa de la sociedad. Aquí es cuando comparamos el motor que impulsa el discurso de Matto con el de José Martí en “Nuestra América” (1891) y en general con su pensamiento, que compartiendo la misma idea de integración, también tienen ciertas diferencias, confirmando otra vez el desarrollo del conocimiento impulsado por el interés. Aunque los dos comparten un mismo ideal, parecen 84 diferir en cuanto a los roles de hombre y mujer para alcanzar la integración americana. En todo caso, hay ambigüedad del pensador cubano en cuanto al rol activo de la mujer. Nosotros proponemos buscar los puntos comunes que hacen que los discursos se complementen. El primer tema en el que encontramos una conexión entre ambos intelectuales es el tema del indio y de la india. Martí los menciona cuando en “Nuestra América” se dirige a los latinoamericanos “nacidos en América, que se avergüenzan porque llevan delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma y la dejan sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿Quién es el hombre?, ¿el que se queda con la madre, a curadle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean …” (2). Matto, como se trató anteriormente, toca el aspecto de los indios, pero en “Obreras” más específicamente el aspecto de madre. Ambos asocian la figura de la madre con la de raíz-nación, surgiendo el binomio madre-tierra. Y los protervos, obscurantistas, de los que habla la peruana, son las autoridades civiles y militares que aspiran a la perpetuación de la tradición patriarcal, los mismos que cercenaron la tierra del hermano vencido y se la quitaron, según el discurso martiano. El tema de la naturaleza sobre la artificialidad es un punto en común porque está relacionado con el abuso (humano) que impide el normal desenvolvimiento de las leyes de ésta. Matto sostiene que “todo tiene que regirse por las leyes de la Naturaleza; por ellas el débil busca la protección del fuerte, […] La mujer necesitaba el concurso del cerebro masculino para que, sirviéndole de guía, la condujera a la meta anhelada” (249) mientras que Martí dirá que “el gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país” proclamando el triunfo “del hombre natural sobre los letrados artificiales” (3). Matto los llama obscurantistas. El equilibrio de los elementos naturales, del hombre y mujer natural es la base de un buen gobierno, de una sociedad-nación en vías de progreso donde, según la peruana, “el trabajo con libertad, dignifica [mientras que] el trabajo con esclavitud, humilla” (249). Matto de Turner aboga por el espacio social dentro de 85 la sociedad y el estado en el cual la mujer sea apreciada con la misma igualdad que el hombre. Esa igualdad que le consienta observarse como un ser pensante e intelectual que forma parte activa de la sociedad alegando que las mujeres “… no sólo dan hijos a la patria, sino, prosperidad y gloria” (250). Martí en su discurso dice que el hombre natural está “dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la susceptibilidad o le perjudica el interés” (3). Basados en las citas anteriores podemos decir que Matto busca la participación conjunta, en la cual la mujer es un sujeto que contribuirá positivamente al desarrollo de un proyecto, en este caso político, con la participación del hombre que la instruya al comienzo. El planteamiento resulta lógico, considerando que es el varón quien obstaculizó y nubló el conocimiento de la mujer por siglos. La mujer, además adquiere protagonismo, porque con eliminar las barreras al conocimiento de la mujer, ésta tomará las decisiones que le convengan, y naturalmente denunciará y tomará lo que por naturaleza le pertenece. En cuanto al tema del matrimonio, Matto como Martí lo consideran como una participación de voluntades válida mientras que el amor y la cooperación mutua persistan, mientras que el matrimonio basado en la atracción física y subsecuentemente sostenida por convención o conveniencia no es beneficioso y más bien es un contrato oneroso. El quinto tema que podemos observar es la entereza o fortaleza. Continúa la autora de “Obreras” mencionando que la semilla de esa lucha es ya el árbol fuerte en “tierra fértil de nuestra América. […] bajo cuya fronda trabajan millares de mujeres productoras …” (250). De la misma forma Martí menciona a los árboles como cimientos fuertes en fila en “Nuestra América.” La idea que se mantiene en ambos símbolos es el de resistencia frente a la adversidad. Los troncos son fuertes y originales. La sociedad que Matto busca es la “sociedad que se perfecciona. […] la humanidad que se completa” (251). Llama a dirigir la mirada a las repúblicas de México, Sudamérica y Centroamérica, dejando de lado a la patria de Washington “el lago plácido para beber las noticias sobre el progreso intelectual de la mujer 86 americana”, y enfoca su discurso a las mujeres porta-estandartes de la legión empeñada en la gran evolución social: las mujeres que escriben. Es entendible que particularice el discurso porque la involucran a ella, ya no sólo como mujer sino como periodista y persona que tiene la oportunidad de educar mediante sus escritos al resto de las demás mujeres y también hombres, y así menciona a otras intelectuales que como ella se dedican a esta actividad de obreras del progreso femenino. En ese sentido se puede hacer extensivo el poema de Martí, “Hierro”, que comienza “Ganado tengo el pan: hágase el verso” (Versos libres, 103) refiriéndose a los tiempos modernos de fines del siglo XIX en los que el artista ya no podía vivir del arte sino de otros oficios como el de periodista o maestro de escuelas o universidades, y qué mejor que fusionar ambos talentos para observar la realidad que les rodea, denunciar y tratar de cambiar las lacras que aquejan al mundo moderno. La labor de Matto es de obrera del sacrificio, de la lectura y de la lucha social en situación de exilio que será la suerte de muchos intelectuales que expresan sus observaciones. Es justo mencionar las diferencias que existen entre intelectuales varones y mujeres, puesto que la mujer no solamente lucha en contra de los protervos que acogen las ideas feudales colonialistas sino también contra los ilustrados que aún conservan el machismo, la selectividad del conocimiento en cuanto a género y afrontarán éstas la calumnia, la rivalidad, la indiferencia y la ignorancia frente al “otro”. Por estos motivos ella enfatiza en aquel discurso: “¡Ah, no es tan desgraciado el ciego de nacimiento, su idea de luz y color, como aquel que, en hora triste, sintió hundirse en la noche eterna la vida de las pupilas!” (266). Incluso José Martí, de pensamiento liberal basado en la justicia y el derecho, mantiene sus reservas y ansiedad en cuanto a ciertos roles que se basan en el conocimiento y la condición física. Durante su exilio en Nueva York, Martí continúa usando la polaridad entre lo “viril” y lo “femenino” asociado al sexo; sin embargo, por los diferentes contextos en los que escribe mantiene una ambigüedad, una frontera, una observación que deja inconclusa. En ese sentido Oscar Montero en su libro José Martí indica que: 87 A pesar del peso de los roles convencionales de género en la producción martiana, hay sin embargo instancias de remarcada flexibilidad, ambigüedad y ansiedad en los limites de las polaridades de género, particularmente como un recurso de imaginería para enmarcar y comprender la condición humana. En Martí, Eva o Adán sobre ese asunto, no tendrán la última palabra.1 (47) Por ejemplo en “Vindicación de Cuba” el aspecto femenino complementa lo viril, donde lo femenino es estético pero el accionar es viril. La poesía o la prosa martiana es delicada, artística, hermosa, características relacionadas con la feminidad, pero también son viriles, con ímpetu y fuerza masculina para derribar al enemigo sietemesino, al enajenado, al tigre, al pulpo, o al gigante de botas de siete leguas. Sin embargo, cuando lo viril complementa lo femenino parece tomar reservas. Martí apunta la igualdad de hombre y mujer en que la sexualidad queda en un segundo plano ligado al poder, pero además la mujer pierde sus atributos naturales o al menos los que contempla el ideal del intelectual cubano. En sus Obras completas Martí observa también que la participación de la mujer va a importar en la política y “el voto [que] ha crecido tanto, con la ayuda de las mujeres[…] Las mujeres acaban de ser en Kansas y en Texas las vencedoras[…] que sólo la gracia y el vestido pudieran revelar en ellas el distinto sexo […] Así ha llegado la ciudad de Siracusa […] a tener su Ayuntamiento de mujeres” (11:257). Continúa escribiendo: “… en Kansas, tiene por mayor a una buena casada, Mrs. Salters, de veintisiete años y con cuatro hijos, criados por ella tan de cerca que nunca, hasta que la eligieron, tuvo sirviente en su casa […] el marido es el abogado del pueblo y ella es mayor” (11:258). Y aunque algunos (varones) la habían propuesto como alcalde en forma de burla, ya que ella renegaba de los defensores de licor, los adversarios, en su mayoría mujeres, votaron por ella. Y cuando la vida en el país norteño se torne más agresiva y 1 Traducción nuestra 88 viril, la mujer, que a pesar de los “derechos” concedidos es engañada y usada, se va a transformar en flor de piedra y ahí si “¿Qué será de los hombres, el día en que no puedan apoyar su cabeza en un seno caliente de mujer?” (11: 392). Este tipo de mujer que Martí observa en Nueva York pierde su sexualidad y se transforma en una figura grotesca del hombre mismo. Escapa de la figura de mujer que pretende proyectar en Latinoamérica pero la menciona como prevención de lo que puede pasar en caso de que la vida frívola de la gran ciudad norteña continúe y sacrifique a todos sus pobladores. Martí observa en Estados Unidos a las solitarias mujeres trabajadoras, sobrevivientes, defensoras de los derechos de las mujeres. José Martí, no llega a resolver estas paradojas para su inclusión en su república ideal. Se mantiene una “posición voluntariosa de escuchar lo que las mujeres defensoras de sus derechos tienen que decir”2 (Montero 56). Martí es la voz de afuera, el observador que informa respecto del otro y específicamente se fija en el desarrollo de “la nueva mujer” en los Estados Unidos, que será, en aquel país, el equilibrio necesario, la dosis de espíritu que falta en hombres y mujeres. Sólo ella posee la virtud para compensar los desórdenes de poder, y rudeza de la vida, a que parece el hombre americano (estadounidense) encaminado. La nueva mujer estará presente en todos los estamentos sociales, desde las obreras que trabajan en el ambiente agresivo de Nueva York hasta la hermana del presidente de los Estados Unidos. Ya en 1882, en una carta a la Opinión Nacional de Venezuela menciona que en esta tierra nueva hay gran premura por dar a la mujer medios honestos y amplios de su existencia lo cual le asegurará la dicha, “porque enalteciendo su mente con sólidos estudios, vivirá a par del hombre como compañera y no a sus pies como juguete hermoso, y porque, bastándose a sí, no tendrá prisa en colgarse del que pasa, como aguinaldo del muro, sino que conocerá y escogerá, y desdeñara al ruin y engañador, y tomará al laborioso y sincero” (9: 287). En la misma carta señala que en algunos estados como Massachussetts se permite a la mujer abogar como letrado, y en nueve de los Estados de la 2 Traducción nuestra. 89 Unión puede abogar en casos criminales y civiles. Martí reforzara la crónica al indicar que “ ¿Quién ha de ser mejor guía para las mujeres extraviadas que una dama buena?” (288) También la mujer es catedrática y estudiante en las universidades como la de Harvard, Cornell y Columbia, y Martí no oculta el agrado con que la mujer desarrolla sus facultades y las proyecta como una cosa a seguir en los países de Latinoamérica, como ese deseo de integrar al hombre y mujer en un solo elemento positivo que contribuya al progreso, aunque también es consciente de sus limitaciones lo que se refleja en un deseo o querer ser: Cosas pueden ser estas, para quien viva en otras riberas, singulares: mas si es verdad que ese ir y venir por cátedras y calles, pudiera parecer en nuestros países como echar flores débiles al viento, no ha de verse el modo de enseñar ni a que sea de hombre el instituto en que se enseñe, sino que se ha de proveer, en forma que concierte con nuestras costumbres a la urgentísima necesidad de esa enseñanza. (289) Por otro lado la mujer latinoamericana idealizada en Martí es aquella que representa lo sagrado, como un ser celestial por un lado pero también como la madre y esposa, la que tiene la tarea abnegada y admirable de educar a sus hijos y apoyar al marido, imagen que se relaciona con el deber ser de la latinoamericana, con imágenes de abnegación y sacrificio de la mujer que se pueden apreciar en Abdala, o el de la pureza de Sol del Valle, en contraposición con el ímpetu y los celos de Lucía Jerez en su novela Amistad funesta (Lucía Jerez). En sus crónicas de Nueva York, incluye mujeres de admiración al que va observando, y como ejemplo menciona a la hermana del presidente Cleveland, o a la novia del mismo cuyo nombre es Miss Folsom, y la describe en sus Obras completas de rostro claro y bello, sin esos enrejados sobre la frente que en Venezuela llaman “pollina”, y encubren lo mejor del rostro y del alma: dicen que es de tez blanca y pelo castaño, y que sus dos 90 grandes ojos reposan en sus anchas cuencas como dos huevos de paloma en sus nidos […] Tienen esas mujeres una majestad sobria […] llevan sobre el cuello blanco la cabeza bien torneada, que no invita al pecado, no, sino al saludo. (10: 428) El tercer tipo de mujer es la contraposición de su idealización, escapa del imaginario martiano (y del de la nueva mujer también), representando la frivolidad de aquella mujer que pretende ser moderna pero que devela su superficialidad y critica la “desvergonzada y odiosa avaricia de la neoyorquina moderna, que cuando se la toca, como esos maniquíes de ladrones llenos de campanillas, suena toda a moneda” (429). Por las imágenes que Martí proyecta sobre la mujer, logra identificarse con el lector que considera sagrado el papel tradicional de la mujer, frágil virgen o casera fecunda. Pero él presenta el nuevo papel de la mujer en la metrópolis norteña como producto de circunstancias sociales específicas, que no deben ser juzgadas según los preceptos de la cultura latina. Asimismo al escribir como corresponsal para periódicos latinoamericanos como La Nación, La República, La Opinión Nacional y El Partido Liberal, reconoce que las ideas de la América Latina van por el mismo camino y que la mujer por lo tanto cambiará como parte del proceso natural de progreso, sintetizando la época de cambios de la modernidad, la industrialización y la intelectualidad. Así pues, estableciendo diferencias entre Martí y Matto respecto a este asunto podemos decir que hay un vacío en el punto de vista martiano respecto de aquellas mujeres latinoamericanas que por diversos factores han tenido que cambiar su situación de dependencia a una de independencia económica, además de intelectual. La mujer idealizada en Martí no entra al mundo público donde el hombre por su carácter diferente puede afrontar la agresividad de otros. La mujer que traspasa esa frontera asume atributos masculinos y pierde su condición esencial de mujer. La mujer para Matto asume un papel más protagónico, pues maneja los códigos de la sociedad patriarcal y puede traspasar la frontera que delimita lo privado y lo público. Lo hace por independencia y por necesidad, por una cuestión inherente humana y por una 91 cuestión económica que exige el tiempo moderno agresivo. De otro lado, el hecho de que la mujer se mueva en estos dos espacios no le da atributos masculinos (apropiación que hace la hegemonía del discurso subalterno). Es decir, si una mujer es llamada hombre por el acto de escribir sobre política y denunciar la corrupción del país, entonces se le quita en principio el derecho de opinión del ser humano, y en segundo lugar, la alienación o relegación de la mujer, que aunque escriba, forma parte de una excepción y no de una generalidad. Esta es la diferencia saltante para la mujer intelectual que trata de cambiar su situación, la de otras mujeres que no son intelectuales y la de la sociedad. Es de remarcar también que la mujer materialista o coqueta queda juzgada por la mujer, al igual que Martí lo hace en sus poesías. Esta mujer es diametralmente opuesta a la mujer que “debe ser” tanto para hombres como mujeres. Pero no es una cuestión de sexo sino de honor, y en el caso de las mujeres de la época es un doble honor que tienen que proteger. Mencionemos la otra diferencia que en ambos intelectuales se produce, y es Estados Unidos. Martí hace la advertencia necesaria ante las intenciones del país norteño de querer dominar todo el continente americano en detrimento de la libertad del resto de repúblicas hispanoamericanas. Esto no quiere decir que no reconozca los grandes cambios que produce este país, en cuanto a progreso tecnológico y en cuanto a cambios sociales. El no está en contra del progreso ni mucho menos Clorinda Matto de Turner. Sin embargo, Matto no hace referencia al colonialismo externo político y se centra en el tema femenino latinoamericano que implica una lucha más interna, aunque ambos hablan de la nación. Hay que considerar el contexto en el que se encuentra la escritora ya que estando en la Argentina “patria de Alberdi y de Sarmiento” y más aún en su capital Buenos Aires “con propiedad llamada la Nueva York del Sur” (Matto 254). Esto no quiere decir que la escritora y periodista comulgue necesariamente con las ideas de “los civilizadores” argentinos, pero sí defiende la verdadera civilización, basada en la razón natural y no una erudición falsa, en la igualdad y la formación de una nación, en el caso del Perú, que incluya a la mujer no importe el origen racial o cultural, 92 separándose del pensamiento de algunos librepensadores como González Prada, quien según Alberto Tauro en Clorinda Matto de Turner y la novela indigenista: “redujo la emancipación de la mujer a una lucha de hombres contra sacerdotes por el control de las almas y mentes de las mujeres” ( 307 ), o José Carlos Mariátegui, quien no la incluyó en sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana quizá por una “subestimación o sentimiento de desdeño por las contribuciones de las mujeres a la cultura peruana dentro de las contribuciones de intelectuales a final de siglo” (307). Es importante indicar, como se mencionó al inicio del presente trabajo, que Matto desarrolló un pensamiento más amplio acerca de la nación, sus problemas y sus esperanzas. El inicio de su labor fue quizá la controversia de su novela Aves sin nido (1889) en la que criticó a la iglesia y el estado y, entre otras razones, a su apoyo al presidente Cáceres, quien fue derrocado por Nicolás de Piérola durante el sangriento golpe de estado acontecido en 1895, motivando el exilio de la escritora. Ya en Argentina, a diferencia de pensadores como Sarmiento, Alberdi y Echeverría, la novelista andina busca modelos para el Perú en su propia historia. Subraya que los horrores de la conquista y la colonia “prepararon el camino de Bolívar” (Matto 61). Como se sabe, el sueño de Bolívar fracasó por el egoísmo político. Por esta misma razón se frustró la unidad peruana en la primera mitad del siglo XIX. A esta debilidad nacional se puede atribuir la derrota en la guerra del 79 y el baño de sangre que vino con el golpe del 95. La idea de “peruanizar”, que implica armonizar, le es fundamental. Se anticipa de este modo a Mariátegui. Sus instrumentos son la tierra, y también el idioma, la literatura, la cultura, la enseñanza, y la justicia. La noción de patria de Matto no sólo es política y cultural, también es feminista y aquí el periodismo es una actividad valiosísima. En un discurso de 1899, que forma parte de Porcelanas, pronunciado en Buenos Aires en la Escuela Comercial de Mujeres, vio los orígenes del Nuevo Mundo en términos de Juan Díaz de Solís y Francisco Pizarro. Estas dos figuras representan dos encuentros con el Nuevo Mundo, el primero en el Río de la 93 Plata, el segundo en Cajamarca. Al comentar a los dos conquistadores, deja a un lado a las culturas indígenas (según su contexto social: Buenos Aires), y elabora una especie de panamericanismo, entre la Argentina y el Perú. Aparentemente podría decirse que se olvida de los indígenas; sin embargo está en la Argentina y esta le dio auxilio en un momento que su país le había fallado. Agradece “el techo hospitalario de la República Argentina” (56) y hace una pausa en parte sobre los problemas del Perú. Esta segunda Clorinda Matto, la “porteña”, tiene que comprenderse como feminista dentro de esta tendencia internacionalista. En la misma conferencia que ofreció en la Escuela Comercial, su panamericanismo se verifica cuando atestigua lo siguiente: Yo no me siento extranjera entre vosotros; porque vuestra patria y la mía, son dos ramas de laurel de un solo tronco, con sus mismas flores rojas, cuyas corolas revientan con el calor de mi padre Sol, hacia el espacio azulino, pregonando la hermosa libertad invocada el 25 de mayo de 1810, jurada el 9 de julio de 1816, alcanzada el 9 de diciembre de 1824. (306) Con fechas argentinas y peruanas, a decir de Thomas Ward en “La ideología nacional de Clorinda Matto de Turner”, “[se] supera el sencillo nacionalismo, llegando a vincularse a la Argentina, en la libertad tanto del hombre como de la mujer, en el trabajo y en la vida. Como los sueños de Bolívar y Cáceres, de acuerdo con los preceptos del mestizaje cultural y de la liberación de la mujer, Matto busca la fraternidad armónica de todos los latinoamericanos (413). Clorinda Matto de Turner no sólo da a conocer su plan en forma directa, buscando una nación o una supranación completa e informada, lo hace con ejemplos y es por eso que en esta sección de Porcelanas se pueden encontrar artículos que no están aparentemente relacionados con su proyecto y sin embargo son un ejemplo más palpable de lo que la mujer que ejerce el oficio de periodista puede mezclar su talento informativo con el arte, asimismo educa al lector particularmente femenino sobre el acontecer fuera de los límites latinoamericanos y contribuye con la participación femenina activa en la 94 sociedad. Este es el caso de “Guillermina” en el que en un estilo fresco y preciosista como si fuera un cuento modernista rubendariano o una crónica de Julián del Casal relata los acontecimientos del reinado de Guillermina I de Holanda, hija del rey Guillermo III de Holanda y de Emma de Waldeck-Pyrmont. En 1898 comienza a reinar de forma personal y en 1901 contrae matrimonio con el alemán Enrique de Mecklemburg-Pyrmont. Ella reinará hasta 1948, año en que abdica en su hija Juliana. Pero la autora de la crónica no da fechas sino que sitúa la vida de la joven reina en un plano aparentemente atemporal, aunque se puede deducir la época por el año de publicación de Boreales, Miniaturas y Porcelanas. Matto comienza este cuento en forma alegre, pero también pasional cuando indica “Sobre terso marfil recamado de oro, venía escribiéndose con tinta azul y pluma de cisne, tajada por las musas, una historia parecida a la de la rosa blanca codiciada por el clavel encarnado y adorada por todos los floricultores del reino” (267). Más tarde ese clavel encarnado sería representado por Enrique. Ese idilio se ve simbolizado por “las más suavecitas plumillas del pechillo de los ruiseñores, las gasas mas tenues de la urdimbre de las hadas, los pimpollos más frescos de los limoneros, […] bajo un cielo sin nubes, sobre un trono de topacio y zafir” (269). Por otro lado traduce e informa lo que lee de una revista respecto de las diversiones favoritas: montar a caballo y guiar, el color favorito blanco, el uso de una “amazona de paño de dicho color, con la cual aparece siempre que pasa revista a sus tropas. Es en extremo sencilla, apenas si usa joyas. […] Su lujo casi único consiste en las pieles. […] El pueblo holandés se entusiasma grandemente cuando la ve así vestida” (269). Matto presenta así el contexto de esta reina que existe pero como si fuera un cuento de hadas, pero también en el que muestra a la mujer occidental mitad bárbara mitad civilizada, a la mujer que toma las riendas de un gobierno monárquico, una mujer que no es la simple delicada que espera la llegada del galán, es una mujer que pasa revista a sus tropas pero a la vez se viste elegante. 95 El punto de éxtasis es cuando se muestra a la reina embarazada y se piensa que es varón y el color azul será distintivo para mostrar la virilidad del futuro heredero al trono. Toma otra vez a un medio periodístico como el portavoz de lo que acontece y señala lo que lee: “rubio como el sol, tendrá los ojos azules como el cielo y las campanillas silvestres, será blanco cual los armiños; fornido como los cedros de Líbano; llevará en el cerebro el jugo de Salomón, amará a su pueblo y será buen bebedor de cerveza” (271). Y esto despierta un interés entero por el pueblo holandés, en el que un comité femenino trabaja intensamente para presentar un objeto destinado al príncipe, valioso y artístico creando así una “competencia [que] dará por resultado una magnifica exposición de la maravillosa industria flamenca” (271). Matto a través de los medios que lee va construyendo esta imagen de la sociedad holandesa donde hay campo y ciudad, donde hay agricultura e industrialización, donde los estamentos sociales, a pesar de las diferencias que pudieran tener, están aparentemente unidos por un acontecimiento que la historia no confirma, la llegada de un varón al trono holandés. Pero la imagen de la mujer esta ahí, asumiendo varios roles, en una sociedad industrial y burguesa. Al final se produce un giro tremendo cuando a través de la “frialdad” del cable llegan las malas noticias de que el esposo Enrique resultó ser un hombre osco, celoso, pendenciero, consumidor de líquidos inflamables y endeudado, causando la conmoción general; pero más conmoción y desesperanza causa cuando el artículo muestra a la reina como “La avecilla de las plumillas blancas [que] está mustia y callada. La reina Guillermina ha tenido un alumbramiento prematuro, de príncipe en embrión, y tristes y calladas están las buenas burguesas de Holanda, buscando un remedio, bajo la sombra de los tilos” (273). La periodista otorga un tono triste a esta crónica cuento no para criticar directamente a la burguesía o a la sociedad holandesa en general, sino para resaltar la figura de la mujer que asume roles en la sociedad y las asume con valentía frente a la indiferencia del resto que crea una ilusión para satisfacer sus propios sueños y al envilecimiento del hombre, causándole tristeza. También muestra a la Holanda de fines de siglo, burgueses, industriales, algunos frívolos, 96 la tecnología y su frialdad, las actividades de los burgueses y la nobleza. Guillermina aparece quizá como la excepción, quien a pesar de lo sucedido luego tendría hijas, siendo Juliana la que tome las riendas posteriormente, siendo Holanda gobernada más de un siglo con acierto por mujeres, surcando las agitadas aguas del siglo XX, a través de dos catastróficas guerras mundiales y de los tremendos cambios sociales de la época. En “Espíritu y materia” Matto a través de un lenguaje detallado y codificado establece la diferencia entre el amor puro y el amor carnal, entre la mujer ideal y la mujer objeto, entre el amor en matrimonio y la satisfacción de una necesidad fuera de él. Se muestra a Adriana quien ve el “altar” que “ostentaba los refinamientos del arte y la pulcritud femenina, en sus sábanas vaporosas y el acolchado purpúreo. […] Y las lámparas parpadeaban menudamente” (275) y continúa y le dice a Alfredo “voy a sacrificarte el corderillo blanco de las ilusiones queridas! Dime si no te parece un ataúd” (276). El miedo que tiene Adriana respecto a la fuga de la ilusión es tal que termina por no concluir aquel rito de sacrificio en vías de hacer crecer el amor. Por otro lado, se ve la reacción del hombre frente esa fortaleza de mujer, a esa ilusión, terminando por caer en lo carnal y para ello pone como escenario no lo sublime ni natural sino la ciudad, la “Avenida de Mayo” por la que Alfredo “se agarraba la cabeza con ambas manos, las sienes le pulsaban con rapidez febril, sus labios estaban secos, su cerebro era presa de fantasmas, y arrastrado por la fuerza de la materia, que es poder, dirigió sus pasos a una casa patentada …” (277). Aquí se verán dos clases de mujeres, aquellas sacrificadas, que ejercen el oficio de meretrices y que “pululan [en la mente de Alfredo] como sepultureros en tiempo de epidemia” (277), mientras que por otro lado está la mujer ideal, la “ilusión querida” que vive como “ser alado”. Son las mismas mujeres que Martí hará referencia en “Amor de ciudad grande” y José A. Silva en De sobremesa. Finalmente en “Azules” es un agradecimiento por el que completa su proyecto fino de Porcelanas. Es el agradecimiento azul como el cielo y como el color de la bandera de la patria que la alberga en sus momentos difíciles del 97 exilio. Resalta los nombres de algunos colaboradores como el de Luis Cometti y su familia que adopta la imagen de “oasis en medio de la caliente arena, tuvo frescuras para mi pecho y verdor frondoso para mi frente” (313) así también “Horas azules pasadas bajo el techo hospitalario de la familia Blanco” (315) y muchos otros amigos argentinos que iluminaron su senda y le dieron “flores y perfumes en verano, calor de la chimenea en invierno, libros y música en los momentos de tristeza” (317) pasando a ser realidad y literatura por siempre. En conclusión, el proyecto de Clorinda Matto de Turner pasa desde un ámbito particular a uno más amplio e integral, desde su preocupación por el indio y la india a su visión de participación de mujer en una sociedad que si bien cambiante aún es machista. Su proyecto ya no es acerca de la sociedad peruana, sino de la sociedad latinoamericana constituyendo una supranación que fue ideada por Bolívar, por Bello, por Martí, y otros pero que olvidaban u otorgaban un papel secundario a la mujer. Matto le otorga la igualdad que junto con el hombre son elementos naturales y activos para llevar el estandarte del progreso, entendido como libertad de pensamiento, de acción para llevar a cabo los retos o metas trazadas. Es entendible que hable más de la mujer pues habla desde el punto de vista del “otro” pero también hace uso del lenguaje de la época para dar voz a su pensamiento y al del resto de mujeres que comparten la misma labor intelectual. Así como sus fuentes Garcilaso de la Vega, “El lunarejo”, Sor Juana Inés de la Cruz, y Sigüenza y Góngora, utiliza el discurso aún colonialista para expresar el cambio, y adaptándose también a los diferentes estilos a medida que amplía sus conocimientos. Así en Porcelanas, se puede notar más una tendencia modernista, no sólo en el estilo sino en los temas que dominan a finales del siglo XIX y entrada de los XX. Se nota siempre un romanticismo en sus ideas, pero de románticos también eran los modernistas, que buscan el cambio y recordando a Octavio Paz en Los hijos del limo, el verdadero romanticismo se produce en Hispanoamérica con el Modernismo y su búsqueda constante de la ruptura. Es por eso que Clorinda Matto de Turner puede ser considerada como mujer de fronteras, que es testigo del cambio del 98 rol de la mujer y lo impulsa a planes más universales, y por tanto representante del modernismo latinoamericano. Clorinda Matto de Turner y el espacio político a través del periodismo: El Perú Ilustrado Brevemente, señalamos uno de los antecedentes más gráficos sobre la participación activa en el campo intelectual y político en el Perú como lo es La Bella Limeña donde las escritoras que lo publican forman un grupo compacto, y estaban unidas por el eje mujer-hogar-familia-amor-desamor, bajo un tratamiento cristiano profundamente moralista” (Castañeda-Toguchi 111). Lo curioso del asunto es que aparece el nombre de la escritora Juana Manuela Gorriti, aunque no firma ninguna colaboración. Además, el director en este caso no es mujer sino un hombre, y las ediciones y revisiones estaban bajo la mirada masculina, pero para el director Abel de la E. Delgado mencionar a esta autora en la primera numeración era un recurso para probar que cuenta con un plantel de intelectuales importantes. No se mencionan en la lista de colaboradores, pero también publican ensayos escritoras románticas españolas como Faustina Sáez de Melgar, Ángela Gras y María del Pilar Sinúes de Marco. El interés de estas mujeres es la mujer y hay coincidencia, por ejemplo, con lo que esta última afirma diciendo: “creo que la mujer […] es el apoyo moral, la consolación y la dicha de todos los que la aman; creo que la esfera de acción de la mujer es tan extensa como la del hombre, pero completamente diferente” en Un libro para las damas, estudios acerca de la educación de la mujer (1876). El aporte de La Bella Limeña radica no en lo novedoso enfoque del semanario sino en el espacio abierto a las mujeres. Compartieron con los hombres el derecho de participar públicamente en la vida cultural del país. En el caso de Clorinda Matto, ese espíritu por aprender y ampliar horizontes hace que desde joven funde periódicos como el del Cuzco llamado El Recreo, que era un semanario de educación, literatura, artes y ciencias, al igual 99 que La Bolsa de Arequipa que también fundó posteriormente. Ya en Lima, ella tomará la dirección de El Perú Ilustrado en 1889. En aquel periódico analiza la situación del indígena pero también otros temas de interés político nacional, como la situación misma de la profesionalización de la mujer que su editorial del número 176 de 1890 es felicitada a través de mujeres que consiguieron terminar sus carreras: Hoy nos toca […] ocuparnos de una respetable matrona que, hallándose viuda y sin medios de subsistencia honrada, supo inspirarse en las sublimes irradiaciones de una índole educada en la ley evangélica, que tiene por mandato el sacrificio propio por el bien ajeno […] Ana S. viuda de MacSorley, la primera en el Perú que […] ha optado el diploma de Cirujano Dentista […] Aplaudimos la constancia de la Sra. Viuda de MacSorley, felicitándola […] pero también le damos la voz de cuidado. Entre nosotros, la mujer que sobresale es como la oropéndola de vistoso plumaje: todos los moscones van a picarla, todas las miradas devoran su belleza y pocos, muy pocos, perdonan el grave delito de ¡no ser nada! (758) Matto, en cuanto a la condición de mujer, habla para sí y el resto de los lectores y en una nota más frontal presenta sus reflexiones en un trabajo filosófico-moral para las madres de familia. Su planteamiento en El Perú Ilustrado de 1889 es antesala de lo que Mercedes Cabello después escribirá: “No simpatizo con la mujer que […] quiere hacerse varón, y siento tristeza por la beata, así como por la mujer incrédula, que es un libro en blanco […] pues una y otras eluden el cumplimiento de sus deberes sociales” (814). Lo curioso de sus mensajes o editoriales por estos años es que son de corte político al igual que el discurso de los pensadores liberales que buscaban la inclusión de la mujer como una estrategia de gobierno en contra de la autoridad eclesiástica. Matto no puede evitar de escribir con tono fuerte sobre muchos temas, pero estos se dan a través de un contexto principal como es el de la nación, la maternidad y justificación de la intelectualidad de la mujer dentro de la esfera privada familiar. Las consideraciones que tiene Matto sobre la 100 política son de las más negativas porque implica bullicio, engaño y genuflexiones de la diplomacia; sin embargo, desde donde escribe se sitúa en un campo político aunque no desempeñe un rol en el parlamento. Ejercer poder y escribir desde un periódico le va a costar profundas críticas en una sociedad fanática donde la política está íntimamente ligada a la religión, y posteriormente la excomunión y el exilio. En cuanto a la excomunión, ésta fue producida en 1890, luego que se publicara un cuento del escritor brasileño Enrique Coelho Netto llamado “Magdala”, que sugería una atracción sexual entre Jesús y María Magdalena. La directora del periódico argumentó que ella se encontraba enferma el día que se editó y que no tenía conocimiento del cuento en su publicación, pero no sirvió de nada pues la excomunión se hizo efectiva por aquella publicación pero creemos además que por las críticas que hizo en Aves sin nido. Más tarde, ante las promesas del dueño del periódico, Pedro Bacigalupi, en controlar o vigilar más estrechamente el material a publicarse, dicha excomunión quedó retirada (7 de julio de 1891). Pero durante los meses anteriores de aquel año la escritora deja en claro el “hipócrita idiotismo” de la prensa en el Perú y la desigualdad que hay con la mujer en la sociedad peruana en su editorial del 24 de enero: A excepción de un diario y un semanario de la localidad, y otro diario del vecino puerto, todos, comenzando por el venerable decano, se prosternaron de rodillas y con las manos empalmadas repitieron la fórmula de maldición contra el periódico dirigido por un brazo débil por su naturaleza, bien que sin fijarse en que las creaciones de la mente carecen de sexo, y que por tanto la directora perseguida ha sabido dar muestras de esa fortaleza superior que Dios manda a las conciencias honradas, como el talismán sagrado para contrarrestar la hipocresía que pretende confundirse con la virtud […] [Ahora] hoy se levantan los señores periodistas para defender los fueros de un periódico, como no lo hicieron con el nuestro […] tal vez porque ellos no encuentran correcto el que una mujer se consagre a la noble tarea del 101 periodismo, cuando en la capital la mujer tiene tanto recurso de que vivir honradamente. (1480) En este editorial resume una parte de su pensamiento, que después de las penurias pasadas va a seguir con más fuerzas su labor educadora e informativa. Ella renuncia a la dirección de aquel periódico el 11 de julio de 1891, pero deja un trabajo enriquecedor, iluminador para los lectores en general, que como bien dijo no se distingue por el sexo, y que el trabajo ejercido lo hizo una mujer que, de acuerdo a la época moderna, tiene que sobrevivir y ganarse la vida con su escritura en los periódicos. 102 CAPITULO 4 LAS ESCRITORAS SUDAMERICANAS Y GERTRUDIS GOMEZ DE AVELLANEDA: PODER, SEXUALIDAD Y REBELDIA EN LA CONSTRUCCION DE LA NACION El tema del poder, sexualidad y rebeldía se ha desarrollado ampliamente por la crítica pero el objetivo en esta investigación es analizar y comparar el pensamiento de nuestras autoras con el de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Aún perteneciendo a épocas diferentes, proponen la idea de resistencia de la mujer frente a la sociedad patriarcal donde el hombre siente la necesidad de protegerla contra la sociedad y sí misma pero irónicamente esta mujer “inferior” es la que tiene la misión de regenerar a una sociedad corrupta y materialista. En ese sentido la resistencia es doble, contra la cara hegemónica que la subyuga por su inferioridad y debilidad y contra la reverencia como salvadora del mundo (la maternidad desde el punto de vista masculino). Utilizando las teorías que conectan el poder y la sexualidad se encuentran muchas similitudes dentro del aspecto de género, aunque tomando en cuenta los antecedentes, la ubicación geopolítica, las de costumbres y de identidad podemos también ver algunas diferencias. Se busca asimismo desmitificar ciertas categorizaciones establecidas por el canon literario, ya que estas clasificaciones incurren en una limitación de lo que dichas mujeres quieren dar a conocer. Sus novelas, ensayos, discursos, notas o diarios revelan el deseo de rompimiento de estructuras, con un ánimo de modernidad en el cual la mujer se inserta en la sociedad o nación con una identidad propia y entre ellas se acercan a ese objetivo universal por diferentes caminos. 103 Comenzando con Gertrudis Gómez de Avellaneda, podemos sostener que su vida es una constante búsqueda de emancipación, como lo trata de hacer con los personajes de sus novelas. Para ella la ley suprema rige la razón; la razón guía el libre albedrío; el libre albedrío controla las pasiones; y la voz divina se manifiesta en la conciencia humana. Fue criticada porque no se ajustaba al canon masculino de expresión que determinaba el comportamiento de la mujer y que la usaba de acuerdo a sus intereses sociales y políticos. La forma de escribir de la intelectual cubana propició las más duras críticas (de intelectuales varones) porque de acuerdo a sus evaluaciones, estas consideraban que el tono de su prosa como el de su poesía carecía de la belleza y feminidad propias de su sexo. Así por ejemplo tenemos a José Zorrilla en “Gertrudis Gómez de Avellaneda” de Recuerdos del tiempo viejo (1880), quien considera que la inteligencia y el talento en una mujer es un defecto más que una virtud: Su escritura briosamente tendida sobre el papel, y los pensamientos varoniles […] con que reveló su ingenio, revelaban algo viril y fuerte en el espíritu encerrado dentro de aquella voluptuosa encarnación mujeril, y de mujer atractiva: ni coloración subida en la piel, ni espesura excesiva en las cejas, ni bozo que sombreara su fresca boca, ni brusquedad en sus maneras: era una mujer; pero lo era sin duda por un error de la naturaleza, que había metido por distracción un alma de hombre en aquella envoltura de mujer. (501) También encontramos la opinión de Martí respecto a la poesía de la cubana en “Poetisas americanas” de la Revista Universal del 28 de agosto de 1875, y dice: “No hay mujer en Gertrudis Gómez de Avellaneda, [es] su poesía ruda y enérgica […] era algo así como una nube amenazante. [Los dolores de Avellaneda] son fierezas” (Obras completas 8: 311). Al poeta cubano le va a molestar la extrema virilidad que hay en la expresión de Gómez de Avellaneda, así como también la extrema feminidad en el poeta, al que llamará “hembras débiles” en su prólogo al “Poema al Niágara.” 104 Conviene extendernos un poco en los conceptos del pensador cubano respecto a la feminidad y virilidad en la escritura trasladada al plano real. Estos conceptos van a experimentar un proceso de transformación en la expresión artística, considerando que su comentario sobre la poetisa es previo a su exilio en Nueva York. Martí considera que hay parámetros estéticos que están relacionados con la feminidad de la expresión de la poesía, así como también la virilidad. En Martí podemos ver la conjunción de ambos elementos en Ismaelillo o en Versos sencillos, y un tono enérgico, fuerte y rudo en su prosa que insta al despertar del cubano y en general del americano frente al colonialismo y aletargamiento interno y el colonialismo externo imperial. Con sus observaciones en Nueva York, y las influencias de pensadores y poetas norteamericanos como Emerson y Whitman, su concepto estético sobre la poesía va a tomar un cariz más rico, más completo, con una tendencia al origen del todo, donde los sexos no se separan, la aspiración a la totalidad del universo, lo que es natural. He ahí la agonía de influencia romántica y a la vez modernista de la poesía martiana, en busca de la musa ideal, “un erotismo cerebral, mítico y cósmico, identificado en la figura de la mujer hermafrodita […] y los ángeles celestiales que es consustancial a las corrientes estéticas del siglo XIX” (Camacho, 77). En el plano de la realidad tangible se mantiene en la ambivalencia y quizá otorgue más licencia al varón para la expresión literaria que a la mujer en la sociedad, molestándole la virilización de ésta y formando parte de la tradición patriarcal aunque en proceso transformante en los últimos años de su vida. La femme nouvelle o la nueva mujer que proviene de la burla europea cambia de una caricatura a una mujer real que actúa de una manera diferente a la ideal por las transformaciones de la industrialización y el capitalismo norteamericanos. Como se mencionó en el capítulo anterior, esa visión sobre la mujer quedaba en una posición de expectativa respecto a la situación del ideal de “su América” en esa época. Volviendo a Gómez de Avellaneda y las críticas que recibió, algunas incluso daban la impresión de cierta mofa que podría interpretarse como la 105 amenaza que siente el varón frente a la entrada de la mujer en un espacio que por años fue de exclusividad masculina. Es la entrada de la mujer con la pluma en mano como herramienta de expresión y creación de un espacio. Bretón de los Herreros llegó a decir de la cubana “es mucho hombre esta mujer” (308), sin embargo, ella continuaba con su forma de expresión porque la consideraba propia. Con esa forma podía sentir cierta libertad, aunque sea en el espacio de su privacidad. Si bien algunas atribuciones hechas por intelectuales varones tienen tono divertido, el trasfondo indica en palabras de Evelyn Picon Garfield “una apropiación masculinizante de la creatividad del sexo femenino, [es decir] intenta incorporar, de este modo mecánico y superficial, la voz de Gómez de Avellaneda a la suya, con el fin de neutralizar y re-autorizar su discurso en vez de comprenderlo por su diferencia” (16). De igual forma se puede aplicar esta cita a las escritoras sudamericanas que estudiamos cuando por ejemplo Ricardo Palma se refiere a Juana Manuela Gorriti en La bohemia de mi tiempo: “La Gorriti, sin escribir versos, era una organización altamente poética. Los bohemios la tratábamos con la misma llaneza que a un compañero, su casa era para nosotros un centro de reunión” (1297). Aunque a simple vista pareciera que hay igualdad entre intelectuales varones y mujeres, el hecho de llamarla un compañero, le está borrando la esencia de lo que Gorriti es en realidad, una mujer intelectual con la misma capacidad que sus colegas varones. No existe aún en el universalismo del discurso masculino el reconocimiento de la mujer como tal. Se nota un sentido de aceptación pero restringida. Críticas de mal gusto también son las que hizo el literato peruano Pedro Paz Soldán (Juan de Arona) que no son de apropiación del discurso sino más bien una misoginia extrema bajo la sátira, en la que expresa realmente molestia y envidia por la participación cultural de la mujer. La burla más conocida es la que hace a Mercedes Cabello de Carbonera cambiándole su nombre por “Mierdeces Caballo de Cabrón era” (Perú en trance de novela 44), o también cuando se refiere a Clorinda Matto de Turner como “Clorenda” mofándose del acento de la Sierra, dado que ella había nacido en el Cuzco. 106 Todas estas criticas no hacen más que confirmar la amenaza que siente la hegemonía patriarcal, y las mujeres intelectuales buscan la forma de expresar sus voces, no importando las creencias morales y éticas que tengan, es decir, no importa si estas mujeres asumen una posición conservadora y actúan hasta cierto punto cómplices del discurso patriarcal, o si son contestatarias y buscan un cambio de actitud frente a la mujer intelectual y obrera. Estrategias del contradiscurso en Gómez de Avellaneda, Gorriti y Matto Partamos por lo que dice Michael Foucault respecto al discurso en Historia de la sexualidad: “el discurso puede, a la vez, ser instrumento y efecto de poder, pero también obstáculo, tope, punto de resistencia y de partida para una estrategia opuesta. El discurso transporta y produce poder; lo refuerza pero también lo mina, lo expone, lo torna frágil y permite detenerlo” (I: 123). Así lo que hacen estas escritoras es proponer un discurso que en contraposición al que quieren resistir lo hace lógicamente un contra discurso, el discurso deconstructor (Derridá) de la mujer vs. el discurso hegemónico patriarcal. Gómez de Avellaneda, según Brígida Pastor y su libro Fashioning Feminism in Cuba and Beyond, usa su primera novela Sab como un vehículo para expresar sus ideas femeninas. Usa un lenguaje codificado para poder infringir el canon y poder hablar de la represión de la mujer, siendo el personaje del mulato el conflicto entre los principios masculinos y femeninos en la cultura. De la misma forma actúa Matto de Turner cuando publica Aves sin nido, en la cual usa el problema del indio como vehículo para representar la situación de la mujer que es doblemente subyugada por raza y género. Posteriormente a sus primeras novelas, las dos van a enfrentar el canon con más decisión respecto de los problemas de género. Decimos con más decisión porque ya no van a tomar a otro grupo marginado para cuestionar la hegemonía patriarcal. Siguen manipulando el discurso pero usan alternativas para proyectar su propia voz y tratar de hablar desde el centro del discurso. 107 Susan Kirkpatrick en Las Románticas (1989) examina el trabajo de Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado y Cecilia Bohl de Faber durante el periodo romántico y las primeras olas de la reforma liberal en España. Según ella, Avellaneda stands out among the Romantics, especially in her definition of the self, by making the issue of gender a central component of her creative writing. The rhetorical strategies that she is forced to use in defining her feminine identity are evidence of the obstacles that a woman faced in expressing simultaneously her gender and an authoritative poetic voice. (134) En Poder y sexualidad: El discurso de Gertrudis Gómez de Avellaneda (1993), Evelyn Picon Garfield remarca las conexiones y puntos de convergencia entre Avellaneda y el pensamiento feminista moderno. Gómez de Avellaneda reconstruye estrategias en su escritura para reapoderarse de la voz previamente silenciada y dislocada transformando su marginalización en un recurso de creatividad. El discurso que Avellaneda va a emplear es el que Luce Irigaray llama parler-femme (Pastor 6). Escribir sobre sus emociones, su amor, sentimientos y deseos representan un acto transgresivo convirtiéndose en una táctica para desafiar el orden simbólico. Avellaneda en su Autobiografía y cartas presenta sus estrategias discursivas a una persona que no la ama, inafecta a éstas, y en todo caso temeroso, aterrorizado de los sentimientos de ella y su superioridad. Ella se presenta como positivo pero tiene dos roles: el activo para rebelarse contra las imposiciones sociales y el pasivo que usa en el epistolario para revelar sus preocupaciones, ansiedades y miedos. En sus cartas se simboliza su propio espejo y medios de afirmar su subjetividad autónoma representando sin lugar a dudas un acto de trasgresión encomiable en contra de las normas patriarcales. Es un lenguaje más abierto y fluido en contraste con el metalenguaje formalizado, normativo y estructural masculino. La mujer con esta forma de discurso puede expresar pensamientos y sentimientos de una manera más 108 abstracta y femenina. Se resiste a cualquier forma establecida. Refleja asimismo el dilema que las mujeres experimentan cuando son forzadas a una forma de ser que no es más que la de un mero objeto en el orden falocéntrico. Permite a la mujer hacerse un espacio para ellas mismas. Le permite articular su ambivalencia en la cultura y dentro del imaginario cultural masculino, de lo contrario produciría una histeria. Muchos de los personajes de Avellaneda reflejan reacciones histéricas ante la incapacidad de superar la represión de las normas patriarcales. El dilema y la histeria se canalizan a través de la escritura para producir un respiro en la escritora que poco a poco va redefiniéndose por sí misma. Sin embargo, mientras ésta quede como un bien o mercancía ante la sociedad dominada por la cultura masculina, su alivio va a ser parcial. “La lucha continúa” como dice Matto de Turner en sus “Obreras del pensamiento”, la lucha por convertirse en sujetos hablantes por propio derecho. En el caso de las escritoras sudamericanas la forma de lucha varía con respecto a Gómez de Avellaneda, primeramente por el tiempo que les toca vivir, aunque Gorriti es casi de la misma generación que la escritora cubana, también les diferencia el espacio. Un espacio recientemente independizado que por cuestiones de políticas internas la intelectual argentina tiene que exiliarse y convertirse en una mujer viajera toda su vida. En el caso de la intelectual cubana, si bien está entre dos fronteras (la cubana y la española) ella se encuentra bajo un sistema colonial estricto y a la vez decadente. Gorriti y Matto, luego de pasar por las situaciones mencionadas en los previos capítulos, tratan de sobrevivir con su escritura además de su independencia y voluntad de autodefinición o encuentro con ellas mismas. A finales de siglo, la modernización hace que todo sea mercancía, el talento o el arte se paga, no se protege. Lo vimos cuando Gorriti escribió su novela Oasis en la vida a cambio de un porcentaje de ganancias por una aseguradora. En Matto, tenemos sus editoriales en los periódicos y revistas a los que dirigió y con los que colaboró. Gómez de Avellaneda lo hace por su condición de mujer con albedrío conseguido por la constante lectura y su vocación autodidacta. Es consciente de los cambios que se producen en la segunda mitad del siglo XIX, 109 aunque no influyen considerablemente en su escritura. También es testigo de la rigidez de la sociedad española aunque existe mucha más censura en su tierra natal. Ella sabe que el patriarcado es una construcción histórica y por ende está sujeto a cambios. Irigaray sostiene que para que el cambio ocurra en este orden y para que el imaginario femenino encuentre su voz, el imaginario masculino necesita primeramente reconocer el femenino como diferente, y como entidad igualmente válida. Es decir, que para que la mujer sea igual, el hombre debe devolver lo que le quitó a través de la historia. Resulta una cuestión lógica que había sido sostenida por Gorriti, Matto y Cabello en sus respectivos discursos, quienes consideraban que ese avance de la mujer debía hacerse con la participación del hombre de mente abierta, de aquel que tenga visión de desarrollo de una nación. Su derecho ya estaba otorgado por la naturaleza, las mujeres con la educación y la colaboración del hombre sólo debían tomarlo. Estas autoras desde los márgenes van a ganar su libertad de las restricciones socioculturales. Ahora bien, las mujeres intelectuales se van a valer de estrategias para materializar el discurso. Una de las estrategias que usa Avellaneda es la doble sintaxis que permite liberar al lenguaje convencional masculino de su estática, parcialización, y estructura sintáctica en donde el sujeto masculino y objeto femenino están en una relación arreglada que aparentemente constituye una verdad universal. Con esta estrategia se las arregla la mujer para causar sentido, sensación y para crear contenido. El “intercambio amoroso” (Irigaray) es otra estrategia que es un medio lingüístico de expresión de una relación fértil entre compañeros iguales en una reciprocidad amorosa y creativa. Tanto hombre como mujer son sujetos de deseo, y la mujer no es un bien. Como resultado el hombre también reconoce a su contraparte femenina y consecuentemente su parte femenina en él mismo. Lo podemos ver por ejemplo en las mismas cartas de Avellaneda a Cepeda. En una lo invita a leer para compartir ideas, e incluso menciona a una autora interesante dentro del gran número de autores varones, Madame de Stäel. No es una posición pasiva la que utiliza Avellaneda sino que más bien invita a participar al 110 otro (miembro de la sociedad patriarcal) para con el pretexto de necesitar su mejor juicio siendo hombre, pueda estar con él. En Dos mujeres, vemos el intercambio entre Carlos y Catalina, y además Carlos reconoce su lado femenino aunque la costumbre patriarcal interviene en sus pensamientos constantemente para posicionarse fuertemente. En Gorriti, se puede apreciar este diálogo cuando le escribe a Palma y le menciona que siempre habla de él cada vez que los literatos se reúnen en su casa para una velada literaria o cuando se encuentra con amigos por la calle. Gorriti además de la amistad que tiene con Palma, sabe que también es una carta que le permite tener un crédito adicional entre sus colegas argentinos. Pero efectivamente Palma gozaba de mucha popularidad en Buenos Aires durante los 80 y Gorriti se empeñó en su labor embajadora para con el peruano. En Matto y sus “Obreras” vemos ese “intercambio amoroso” cuando se dirige a los hombres intelectuales, “el concurso del cerebro masculino para que, sirviéndole de guía, la condujera a la meta anhelada” (249). La mímesis, es otra estrategia por la cual el sujeto femenino del discurso concientemente adopta el rol asignado en su cultura. Los estereotipos misóginos del hombre respecto de la mujer son apropiados por la mujer sólo para ser repetidos y parodiados evidenciándose la verdadera perspectiva de ésta. Dos caminos diferentes de percibir el mundo: el racional masculino, restrictivo de un sólo lado y el fluido femenino, instintivo y recíproco. En Gómez de Avellaneda, la mujer posteriormente se inscribe en el centro del discurso patriarcal y desde ahí habla en vez de hablarse a sí misma desde los márgenes. Así por ejemplo, Catalina en Dos mujeres representa la mujer que llega a posicionarse en el centro del discurso pero lo parodia para sacar a flote su propio ser, aunque con el elemento romántico introducido por Avellaneda se da otro giro al desenlace. Catalina es el personaje que irónicamente lee, alentada por su esposo. El leer hace que vaya descubriéndose y busque un espacio dónde escapar, que es lo mismo que sucede con Avellaneda también y que producto de su lectura y estudio la hacen más libre pero al mismo tiempo le hacen crear miedos respecto al matrimonio, a tal punto que dice en su 111 Autobiografía y cartas, “![c]uántas [veces] envidié la suerte de esas mujeres que no sienten ni piensan … y a las cuales el mundo llama mujeres sensatas” (61). La lucha por escapar del estereotipo de mujer como ángel y monstruo representa un importante paso hacia el desarrollo de la conciencia femenina, pero es severamente penalizada por la cultura dominante, causando sufrimiento. Sin embargo esa angustia y envidia que se ve en la cita anterior no es que niegue el dolor que produce la independencia en una sociedad limitante, pero tampoco le da un término serio a lo expresado, en todo caso, parodia a la sociedad patriarcal cuando ella misma se refiere a las sensatas de la sociedad por no llamarlas mujeres-objeto. Otro ejemplo que ella menciona es cuando “ridiculizaban […] mi afición al estudio y me llamaban la Doctora” (72). La sociedad española era muy tradicional en cuanto a la función de la mujer, y los parientes de su padrastro consideraban que ella no podía hacer lo que toda buena mujer debía. No podía planchar, cocinar, tejer, hacer camas o limpiar cuartos. El contexto de “Doctora” es entonces una atribución peyorativa al que sin embargo la intelectual no le daba mucha importancia y por el contrario hacía que se refugiara en los libros y tomara un respiro dentro de la cápsula social. También critica al sistema educativo que ofrecía una educación mediocre. Así la tacha de “brillante”, de la misma forma como las intelectuales sudamericanas la consideraban debido a que las materias que enseñaban limitaban a la mujer a ser un entretenimiento de los hombres y no contribuyentes activas y efectivas de una sociedad. Las autoras usan la mimesis para subvertir los valores de la hegemonía. De otro lado, Avellaneda menciona que su madre la tacha de “salvaje” por estar sola alejada de la sociedad y circundada por libros. Esa soledad según Torres-Pou en “La ambigüedad del mensaje feminista…” es “profundamente influenciada por los ideales románticos y por la realidad de una sociedad donde tales ideales no tenían cabida” (58). Debemos recalcar que la autora siempre nos recuerda que lo que leemos es de carácter literario y que la relevancia dada a la descripción de leer durante la juventud de la autobiógrafa “works like a self- 112 reflecting strategy that confirms the textual nature of the autobiographical exercise, reminding us of the book behind it” (Molloy 143). De la misma manera en el caso de Gorriti se aprecia una literaturización de ella misma. Ella es un personaje más y hay muchos “yo”s que se identifican con su creador, pero el personaje de Gorriti se va construyendo cada día hasta que al final de la vida de la escritora nos deja con muchas incógnitas al intimarse con el lector a la vez que se despoja de mitos. Las que escriben autobiografías juegan y ejercen poder literario que muchas veces no es visto por el lector, hombre o mujer. Además, el espíritu crítico de estas autoras y su pasión por la literatura es un tipo de lenguaje que no es comprendido por la sociedad que dice practicar la religiosidad, cuya literatura en el caso de España es la autoridad de Juan Luis Vives (La instrucción de la mujer cristiana, 1528) y de Fray Luis de León (La perfecta casada,1583) y su experiencia es más supersticiosa que real. Gómez de Avellaneda recuerda lo que le decían los parientes de su padrastro: “me decían que yo era atea, y la prueba que daban era que leía las obras de Rousseau” (72). Estas ideas que iban en contra de lo establecido por un sistema patriarcal restringido no podían ser aceptadas por el liberalismo que infundían. Sin embargo, las ideas del pensador francés eran a nuestro parecer estratégicamente convenientes en los intereses político-sociales de los hombres, de la sociedad patriarcal. La democracia y demás conceptos rusonianos son vistos desde una sola perspectiva y ve el equilibrio de las fuerzas como algo natural para mantener la raza. Pero ese equilibrio realmente es una ficción que funciona de un sólo lado y en beneficio de los varones. Según Rousseau en Emile ou de l’éducation (1762) para que persista el equilibrio natural de los sexos, la mujer tiene que ser débil, obediente o pasiva y para deleitar al hombre. Si es fuerte debe ser fuerte para el hombre y no como el hombre, porque esa fuerza se transmite para el hijo varón, que será buen marido y padre. En definitiva, y como sostiene Picon Garfield sobre el discurso social hispánico “se afirman los conceptos rusonianos que la mujer reina obedeciendo, y que se constituye por naturaleza en madre cuya virtud salva de la extinción a la raza 113 humana” (24). Como contradiscurso de Rousseau está lo que afirma Mary Wollstonecraft en Vindication of the Rights of Woman (1792) que dice “si la mujer es en general débil en cuerpo y entendimiento, se debe menos a su naturaleza que a su educación” (Picon 25). La educación, el estudio, la escritura son las armas para enfrentar heroicamente a la sociedad patriarcal. Comparando lo anterior con el pensamiento de Matto, la concepción respecto a la religiosidad es clara. Es creyente y practica los preceptos católicos, y tiene a Dios como creador de las cosas pero también es libre de interpretar símbolos por el alcance de su conocimiento y no tiene una fe sin cuestionamientos. Sabe que la religión así como tiene sus adeptos que cumplen fielmente con sus reglas también tiene sus detractores y que se ocultan bajo el disfraz de la hipocresía y la corrupción. Así la intelectual peruana denuncia a las autoridades civiles y eclesiásticas sobre el trato del indio en su novela indigenista Aves sin nido y va a mostrarse partidaria del matrimonio de los sacerdotes en vez de tener relaciones sexuales a escondidas. Las críticas no se hicieron esperar. Las autoridades esperaron cualquier situación para juzgarla hasta su excomunión, producto de la publicación de Magdala de Coelho Netto en El Peru Ilustrado. Ella misma aludirá a que no fue a trabajar el día en que se pasó por alto dicha publicación. Quizá permitió la publicación pero la presión que tuvo luego hizo que creara una excusa. Luego de su exilio la autora llegó a visitar al autor brasileño pero sin saber exactamente cual era su posición sobre la situación general. Creemos que se mantiene al margen de dicha idea porque no cuestiona el precepto religioso, lo cual en ese aspecto no la convierte en una feminista radical, pero sí cuestiona el manejo de los preceptos por parte de la iglesia, lo cual tampoco hace que la podamos ubicar como cómplice del discurso hegemónico que tomaba el cristianismo como estandarte de la fe ciega. En “Obreras del pensamiento” (1895), ella hace mención del cristianismo y la aparición de Jesús que enseña a la mujer sin dejarla postrarse ante él y luego dice [e]l filósofo Dios de la dulce mirada y de túnica inconsútil, patrocina los derechos de la mujer, destinada a ser la compañera del varón, 114 y, como la llama Jacolliot, descanso del trabajo; consuelo de la desgracia. Su causa, empero, ¿quedaba triunfante al pie del árbol simbólico donde cayeron, como perlas de Oriente, las lágrimas de la enamorada de Magdala? - ¡No! Los obscurantistas […] los interesados en conservar a la mujer como instrumento del placer y de obediencia pasiva [no se fijan que] nace el divorcio del alma y del cuerpo en lo que llaman matrimonio, esa unión monstruo cuando no existe el amor. (247) Es interesante como deja en suspenso la imagen del árbol simbólico (origen de la vida y la fuerza) que puede representar Jesús y la enamorada de Magdala (María Magdalena). No profundiza al respecto ni positiva ni negativamente, pero como lo mencionamos en líneas previas, la autora queda al margen quizá intencionalmente para que el lector/a saque sus propias conclusiones. Más curioso aún es cuando podemos conectar esta idea con la propuesta del Código Da Vinci (2003) de Dan Brown. Y continúa la autora, después de ese suspenso para decir que la causa no triunfa porque “los obscurantistas”, “los protervos” están interesados en conservar a la mujer como instrumento, en esconderla aunque ya saben que brilla con luz propia, negando el amor de una pareja cuyo fin es justamente estar al mismo nivel e iguales para la consecución del proyecto modernizador. El mensaje se muestra realmente innovador en cuanto a que Jesús no es el que re-instaura un pensamiento patriarcal como sucedía antes de su aparición. Pero es el mismo hombre que se encarga de no continuar con el nuevo mensaje de igualdad. Con Juana Manuela Gorriti el tema de la religiosidad también es importante, y se puede deducir que ella es menos flexible en cuanto a los pensamientos sobre la divinidad de Dios. Una prueba al respecto es su comentario en la carta que hace a Ricardo Palma el 2 de octubre de 1890 en relación a lo que sucedió con la excomunión de Matto todo por “la más destartalada, tontamente sacrílega, y desviada de todo objeto, de las producciones literarias extravagantes que pululan en esta área. [Un] 115 mamarracho […] y solo forzada a ello por ajena voluntad, había podido Clorinda darle cabida en el elegante Perú ilustrado” (énfasis nuestro, 99). Es evidente que la autora argentina es más estricta, sin embargo también es observadora y sabe que por ejemplo en el Perú, especialmente en Lima, [el] fanatismo resta aún […] pegado a los muros de los conventos, y diseminado entre ilusos, deploramos la situación en que se hallara esta querida criatura estigmatizada por los frailes y las beatas, y aun por los que no son frailes y las que no son beatas, y ven una puerta abierta para saciar envidias y otros malos afectos (99). La religión en estas autoras se vive de manera diferente al de la mayoría de las personas. Ellas ejercen una religiosidad consciente o racional, convienen en una religiosidad que no va en contra de los preceptos universales pero si contra los vicios de las instituciones encargadas. Continuando con el dilema de Avellaneda en su rol de escritora y en su necesidad de escribirse dentro del discurso dice en Autobiografía “mi gran defecto es no poder colocarme en el medio y tocar siempre los extremos” o “yo me contradigo” (47 y 54), lo cual no significa una autodestrucción, es en todo caso una fronterización que abre su perspectiva. Para Brígida M. Pastor es una estrategia retórica que permite expresar su identidad de una manera indirecta, resultando en la posibilidad de una contradicción significativa y una oposición interna a su género. Parece oponer lo que en su discurso ella articula como iluso e inocente, imitando exactamente la posición de una mujer como locutora dentro del discurso masculino. “Yo no conocía ni al mundo ni a los hombres: era tan inocente como el día que nací” (56). Avellaneda muchas veces imita su identidad en la cultura como sin voz, subyugada al hombre, sin saber de las normas del hombre, parece identificarse con la capacidad idealizada femenina por el compromiso de autosacrificarse a un esposo e irónicamente atribuye su decisión a la “funesta debilidad de mi carácter” (estereotipo patriarcal sobre la mujer) (70). Esta estrategia parece ser una prueba dura pues Avellaneda se da cuenta que Ricafort (con el que estaba a punto de casarse) no es capaz de tener una 116 relación fértil y creativa con ella porque aquella superioridad que él suponía de ella era realmente una carencia de integridad en su personalidad que no la reconoce a Gomez de Avellaneda como igual. El matrimonio estaba destinado a la desunión. En conclusión, el placer y satisfacción del deseo son las marcas del imaginario femenino, una subjetividad dinámica, fuera de la normatividad masculina. Las escritoras usan el lenguaje experimental del parler famme como algo fluido y flexible, constituye un intento de articular los deseos y sentimientos de una mujer en su escritura. Al mismo tiempo es un lenguaje que muestra su ambivalencia, que encapsula el lenguaje del cuerpo, del goce, del miedo, decepciones y la represión que experimenta como mujer. Se ven las estrategias que ella usa en sus cartas como base para sus técnicas de subversión que también usó en sus novelas, a tal punto que irrumpe en la narrativa dominante con gran efecto. Reconoce y reivindica el poder de la palabra como medio de expresión de soberanía de la mujer. Como sostiene Aileen Schmidt en “La construcción del sujeto en dos cronistas de viajes cubanas del siglo XIX” y que también es aplicable para nuestras dos escritoras sudamericanas en el exilio, “la escritura de la autobiografía [diarios] es un vehículo para articular la historia personal y privilegiar así la trayectoria de la imaginación y del deseo de las mujeres” (141). Dos mujeres: el viaje y el exilio como medio de autoreconocimiento El triángulo amoroso es un vehículo para exponer a los personajes femeninos y masculinos en busca de su propia identidad. Así Avellaneda nos presenta a Carlos, un muchacho que aparentemente es determinado en la vida pero nos damos cuenta prontamente que está maniatado por las reglas de la casa curiosamente manejada por una mujer. Decimos curiosamente porque si bien la mujer está destinada a este espacio por el patriarcado, no tiene movilidad (la reina que no gobierna) y el hombre figura como la autoridad para los efectos públicos, es decir, pasando del umbral de la puerta a la calle. Esta autoridad no 117 existe realmente en la figura del hombre, sino en la de la mujer. Esta figura no es tampoco la maternal, la figura de la madre no existe en Carlos porque murió después de nacer él. La figura de autoridad la representa una substitución de la figura de la madre. El padre, Don Francisco, desaparece y Avellaneda lo describe como de corazón bueno y generoso, alma cándida, carácter vivo, un poco caprichoso pero fácil de dominar pasado el primer impulso. No era la prudencia su cualidad más sobresaliente y solía tomar las resoluciones más extravagantes y peligrosas con una ligereza que los años no habían podido destruir y hacían resaltar. (20) En cambio estaba Doña Leonor, la tía de Carlos, que era “devota, rígida, severa […] era una mujer de cuya virtud la misma envidia no se atrevió a dudar en ningún tiempo. Tenía toda la prudencia que faltaba a su hermano, era tan reflexiva […] sabía sostenerlas [resoluciones] con más tesón” (22). Leonor asume la voz patriarcal y Carlos entra pues en este viaje de la norma o código. El también es víctima, oprimido y tiene que suprimir los sentimientos de su lado femenino como se aprecia en el cuadro que ve al entrar a la casa de Luisa, el Prendimiento de Jesús y la Asunción de María (53). El y Luisa se miraban y callaban, se esquivaban los ojos. Es un momento en que se encuentran después de largo tiempo y Carlos tenía que ejercer el rol de hombre que se le había enseñado y hecho memorizar para casarse con su prima. El joven se sentía cautivado o prendido de la belleza de Luisa que representa la sublimidad de la virgen María. A la vez está atado a las reglas sociales patriarcales, no puede escapar de ellas y trata de sacrificar sus dudas. Cuando Carlos va a Madrid y se encuentra con otra realidad y principios diferentes de los enseñados por Doña Leonor, comienza su batalla entre su masculino y su femenino oculto. Avellaneda se muestra más directa en su crítica enmascarando este contenido subversivo bajo el formato del folletín romántico, es decir, utilizando la estrategia del apoderamiento de las reglas hegemónicas literarias y sociales para una vez dentro convertirlo en contradiscurso. Susan Kirkpatrick apunta que Avellaneda y su prestigio creciente es un factor que le 118 permite explícitamente hablar en esta novela. Careciendo de una voz propia y de un sistema de representación feminista, la mujer escritora se apropia de voces que el canon aprueba, pero por el simple hecho de enunciar un “yo” femenino su escritura exitosamente se va a diferenciar de la hecha por un escritor. Gómez de Avellaneda manipula el discurso a tal punto que habla a través de su personaje Carlos, revelando su deseo de romper estereotipos determinados por los sexos. Carlos busca su otra identidad, la femenina, que es censurada por la cultura de su sociedad y que impiden el desarrollo completo del que es capaz. Las dos heroínas, Luisa y Catalina, están en constante conflicto con las leyes de la sociedad patriarcal, especialmente las relacionadas con la institución del matrimonio. Así, según Brígida Pastor, los personajes reflejan un proceso de crecimiento que representa una búsqueda por una relación armoniosa y equitativa entre lo masculino y femenino en sus vidas y en su discurso. Por otro lado es constante la búsqueda de la mujer en Avellaneda para llegar a su propia definición (autodefinición). La escritora cubana trata de inventar y definir a “la nueva mujer.” Las escritoras sudamericanas también tienen la visión de la nueva mujer latinoamericana, así mismo Martí, basado en las influencias europeas sobre la noveau femme, que era caricaturizada; aunque en Martí se mantiene más como expectativa de desarrollo conforme a las causas de la industrialización y el capitalismo en Estados Unidos y desarrollándose en “nuestra América.” Gorriti, por su parte, expresa otra voz femenina en busca de su propia definición; ella posee la voz de viajera que va recogiendo (apropiación y transformación) la voz de lo hegemónico como de otros grupos marginados para expresar una voz diferente y única. Su encontrarse es la búsqueda de la totalidad unificadora a través de la diferencia; con o sin miedos, cruza las diferentes fronteras y forma parte de la nueva mujer latinoamericana. Pero así como Gorriti lo es también Matto con una perspectiva diferente y, recogiendo una de las ideas de Showalter en su libro A Literature of their Own (1977), concordamos que si bien hay temáticas comunes, su estudio reconoce la necesidad de deshacerse de muchas de las presunciones actuales sobre la 119 mujer y sobre la escritora para comenzar a cuestionar algunas de las frases claves en que estas presunciones se fundamentan (7). La nueva mujer es la ruptura de los esquemas rígidos de lo que el discurso patriarcal pretendía evitar y que irónicamente con la negación de ésta le da existencia. Este tipo de mujer contrasta con la imagen estereotípica (la mujer histérica, la monstruo, la loca) que es reproducida en la novela de Gómez de Avellaneda, pero luego trata de deslumbrar al lector y a la lectora con la caída de aquel disfraz puesto a la mala y ven su humanidad. La novela profesa ideas liberales que en aquella época no son populares. Surge la “ansiedad de la autoría” de Gilbert y Gubar que es común en las escritoras de la época, que la construyen de complejos y miedos de esa autoridad que parece inapropiada a toda mujer. Sin embargo la asume. Hablamos por ejemplo de la “prudencia” de Gorriti o del tema de la “debilidad” de la mujer en Matto. Gómez de Avellaneda también adopta la forma masculina del discurso sólo para luego discretamente proyectar su lógica de resistencia. Con el estilo indirecto puede expresar en Dos mujeres desilusión o decepción sobre sus críticos, así puede dirigirse a ellos como “público indulgente” que le dé una “benévola acogida” a su “obrita”. Inicialmente usa el tono irónico para luego cambiarlo y hacerlo más directo cuando se refiere a “críticos” y “obra literaria” (Prólogo 6-7). Después de la apropiación del discurso patriarcal hay una transformación en el discurso, como lo mencionamos, y según Elain Showalter la fase que continúa en el proceso de escritura de una escritora es la protesta contra los estándares y valores, y la defensa por los derechos de la minoría demandando autonomía. En ese respecto, Dos mujeres presenta una trasgresión de imágenes de ángel y monstruo que el canon patriarcal había generado para ella. Varias veces ella trata de matar al ángel en la casa y tiene éxito hasta cierto punto en hacer colapsar al monstruo. 120 La mujer monstruo Catalina es considerada por Doña Leonor como una “extranjera” por el hecho de haber nacido en Francia y por lo tanto heredera de la tradición liberal de ideas que discrepan con las normas de la sociedad conservadora española. Esa situación la ponen al margen de la sociedad en la que se encuentra: la madrileña. El equilibrio en el que ella se encuentra es debido al conocimiento adquirido de forma dolorosa pero vital. Catalina fue víctima de un matrimonio arreglado, lo mismo que está sucediendo entre Luisa y Carlos. La condesa ve al matrimonio como un negocio en donde se intercambia el cuerpo por la posición social. El proceso por el que pasa es el de la ignorancia inicial y el deslumbramiento por las riquezas que “embriagaban a un corazón tan joven” (85), pero estas no lograron dar felicidad a ninguno de los dos. Su esposo tenía una actitud fría en cuanto al amor y carecía de movilidad remarcando su desarrollo paralizado. Una persona amable y complaciente no es lo mismo que una persona que ama a otra y por eso el esposo no puede llenar las necesidades interiores de la mujer. Catalina encuentra refugio (exilio) en el campo, en la naturaleza que simboliza el derecho o estado natural de la mujer en cuanto a su rol. En su retiro al campo desarrolla mejor su propia conciencia y renace. El refugio natural es también escenario de su desarrollo intelectual, porque comienza a leer a Rousseau y a Goethe. Lo curioso es que el esposo le proporcionaba dichas lecturas. La animaba a la lectura de esas “páginas de fuego.” Expandió su conocimiento de esa manera con información que el esposo no era capaz de reconocer como fundamentalmente importante para el crecimiento interno de Catalina, quien empezó a expresar su rebeldía contra el papel social prescrito y circunscrito. Es la imagen de la mujer aprendiendo el lenguaje del hombre y aplicándolo a su situación, transformándolo y subvirtiendo como resistencia contra las ideas patriarcales. La misma idea la proyecta Calibán quien habla con poder rudo de su nueva herramienta, o Guamán Poma quien enfrenta al poder con la realidad del desposeído, o en términos más 121 globales, el americano frente a los imperios europeos. La colonización se muestra en distintos niveles. El hombre subyuga a la mujer por creer que es “débil e ignorante” por lo tanto la familia no se desempeñará normalmente y el retroceso está garantizado por las luchas internas y externas de una nación. En el caso de Gómez de Avellaneda, “la escritura desde la Colonia [o desde la periferia], enfrenta y ha enfrentado problemas de similar configuración en el camino hacia la recuperación de contenidos históricos suprimidos por los sistemas establecidos” (Castro-Klarén 42). Con el código de la hegemonía, Juana Manuela Gorriti, al igual que Catalina, es rebelde y busca hacer desaparecer el monstruo que el otro ve por la amenaza del espacio. Gorriti es rebelde y prosigue durante toda su vida el camino como viajera y como extranjera ante los demás ojos mas para ella es un viaje intenso y triste a la vez y al igual que su personaje Laura en Peregrinaciones se libera no sólo de su enfermedad mortal sino de toda expectativa social y tiene que estar en movimiento, en constante viaje para evitar la reaparición de sus síntomas (14). El exilio es el tema común en muchos personajes de Gorriti, todos están fuera de lugar en el viaje de la vida y además ejercen una profunda observación sobre la condición humana. Algunos caminos llevan a la muerte pero es imposible saber de antemano, mientras llegue ese final uno puede estimular las memorias y viajar solo eludiendo muchos peligros. Y como menciona en “Impresiones y paisajes” de Misceláneas, “paseamos el alma de decepción en decepción; de nostalgia en nostalgia; a menos de encontrar un país cuyo miraje guarde la mente; y cuyos recuerdos, siquiera sean dolorosos, existan vivos en el corazón” (239). Volviendo a la novela de Gómez de Avellaneda, Catalina que también es viajera, comienza su camino a su propio descubrimiento como persona independiente sabiendo de la trasgresión que representa en contra de los códigos jerárquicos masculinos. Es monstruo dentro de los estereotipos hegemónicos porque se ubica en los márgenes en la busca de su propia identidad. 122 La voz narrativa sugiere que las cualidades de la mujer son superiores a las de los hombres y que por el castigo inmerecido que han sufrido se las debería elevar por encima de su oposición oprimida. Esa elevación para Catalina es la imagen de la muerte que es como la restauradora de la totalidad de la vida. Así dice “La muerte me reconciliaría conmigo misma y con el cielo” (139). Su deseo por la muerte constituye la evolución de la subjetividad femenina, regresando a su alma femenina y a un encuentro con su propia feminidad, maternal divina, de la que fue sacada. El yo narrativo en Gorriti también llega a decir lo siguiente: “[a]nhelamos partir, hallarnos donde no estamos; cual los horizontes del porvenir, transponer también los del espacio” (Misceláneas 238), para posteriormente después de la lucha ardua por mantenerse en la sociedad patriarcal con su propia voz, y estando enferma y vieja dirá: Vamos a buscar lo que hay en otros mundos. Según nuestro perfeccionamiento, habremos de habitar en mundos superiores o inferiores. Yo he procurado hacerme muy buena, sobre todo en mis últimos años, y aunque algunas veces se me destiñe, Dios en su misericordia hará la vista gorda a estos pecadillos, y me dirá: pasa, mujer, pasa. (Lo íntimo, 260) Gorriti continúa con su perspectiva viajera incluso fuera de los términos tangibles y reclama su presencia en mundos superiores, el de la inmortalidad, aunque utiliza la modestia literaria así como la dispensa del lector con cierto sarcasmo al decir que procuró “hacerse buena” y que busca el perdón de Dios a “sus pecadillos”, que interpretamos como sus escritos. Como hemos visto a lo largo de esta sección, estas mujeres llegaron a usar la pluma, instrumento que había sido exclusividad del hombre, para encontrarse con ellas mismas, para cambiar la dirección del discurso hegemónico, para transgredir inteligentemente el poder y gozar de él a través de la escritura íntima o pública, confirmando que el poder no tiene la exclusividad de un sexo, ni de un pensamiento, pero su obtención es a través de la utilización de diversas estrategias de creación que van a materializar dicho abstracto. 123 Las escritoras estudiadas invierten la óptica del poder patriarcal que lo ejerce sobre el cuerpo femenino reduciéndolo al objeto de su discurso hegemónico. Esa inversión se traduce a un discurso semántico o somático, localizando el cuerpo político masculino, reduciéndolo y descubriéndolo de modo risible, incluso jactándose de la audacia y astucia. El álbum cubano y la participación activa Gómez de Avellaneda en lo público Así como señalamos la participación de las sudamericanas en el ámbito público a través de los periódicos y revistas, en el cono norte caribeño también hay actividad femenina periodística. El tema resulta extenso considerando que la creación y apertura de varios semanarios, periódicos y revistas sólo en la América Latina del siglo XIX es cuantiosa ya que así como surgían a la vida como brote epidémico, también expiraban por falta de interés o la presión del sistema opresor patriarcal, a ello considérese la situación particular de las tierras del Caribe, que aún estaban bajo el imperio decadente español, además del temor por insurrecciones y los efectos económicos catastróficos que podían surgir. La información que se tiene al respecto, será objeto de un proyecto futuro. Sin embargo, en esta breve sección queremos mencionar que Gómez de Avellaneda también participa en el ámbito público en el que dirigió una revista quincenal llamada “El álbum cubano”, entre febrero y agosto de 1860. En sus páginas se promulgan normas de los tratados de conducta social para la mujer hispánica, pero su discurso fue en efecto el de subvertir el discurso hegemónico. Su vida fue efímera por muchos factores económicos y políticos. Uno de ellos como lo menciona Menocal y García Carranza, es que la mayoría de la población isleña era analfabeta y sólo una élite y burguesía reducida era el público lector. El precio era muy caro y muchos amigos las compartían. La subvención de éstas muchas veces era por la editorial misma porque no se permitían anuncios pagados. El gran obstáculo como dice Picon Garfield es la 124 censura real. Los directores de revistas y periódicos y los dueños de las casas editoriales tenían que proporcionar a los censores un prospecto detallado sobre el título, la editorial, los directores, editores y contribuidores, la ideología, las selecciones literarias, el formato, el impresor, y una proyección de cuantos números y con que frecuencia pensaban publicar una revista. Toda esta documentación podía quedarse sobre el escritorio del censor durante dos meses o dos años antes de lograr la aprobación del Capitán General o el Gobernador. (21) Gómez contribuye en el periódico con diez artículos sobre mujeres célebres, tres en defensa de la superioridad y el talento de la mujer, tres leyendas, ocho poemas y unas reseñas. Va a clamar la participación de la mujer más allá del hogar y de los papeles de virgen, esposa y madre. En ese sentido ella sostiene en uno de sus artículos que “en las naciones en que es honrada la mujer, en que su influencia domina en la sociedad, allí de seguro hallareis civilización, progreso, vida pública. En los países en que la mujer está envilecida, no vive nada que sea grande: la servidumbre, la barbarie, la ruina moral es el destino inevitable a que se hallan condenados” (Picon 44). Como se puede ver, los postulados de estas tres escritoras confluyen en un denominador común que es el desarrollo de la nación y para ello se requiere del apoyo de la mujer, pero este apoyo no es el de la ‘reina que gobierna sentada’ que bajo la excusa del discurso masculino patriarcal sobre su belleza y delicadeza no la quieren hacer bajar del pedestal. Tampoco es la mujer que habiendo estudiado no puede hacer otra cosa que formar a los hijos (varones) para los planes de la nación y para ello necesita del conocimiento. A pesar de las diferencias generacionales, el grado de censura en los conos de América, los factores personales, estas “obreras intelectuales” se alzan de manera inteligente probando efectivamente aquello que llaman civilización y progreso. La civilización y progreso que prueban no es la misma perspectiva liberal política propuesta a mediados del siglo XIX, porque excluía la participación pública política de las mujeres y su intención era utilizarla para fines estratégicos a sus 125 intereses políticos. La mujer tenía que salir del ambiente privado o íntimo para demostrar que también puede abrir perspectivas en lo público, como efectivamente lo hizo con estrategias prudentes algunas, más avezadas otras, tomando de a pocos el derecho que estaba escrito por fuerza natural y no necesitaba de otra cosa que el poder del discurso y su previa educación para saltar el gran pie del “obscurantista” que impedía su paso al otro lado del camino. Asimismo el matrimonio es sagrado siempre y cuando mantenga ese amor puro de la pareja que más que una cuestión religiosa es también un asunto natural, donde la mujer no es anexo del Hombre sino es Mujer y están juntos en el camino de la vida, diferentes e iguales a la vez. Estas escritoras al margen de las estrategias usadas, son obreras, que poco a poco van completando el puente que une esa gran revolución de la ilustración con los tiempos modernos del siglo XX. 126 CONCLUSIONES Lo que hemos notado en este proyecto es que los planteamientos sociales hegemónicos se apoyan en concepciones de género que los lleva a suponer o sostener una línea fronteriza que divide al espacio público del privado. En el primero el varón aparece como único protagonista, actor económico y ciudadano libre, gracias a la existencia del otro espacio: el privado, donde las mujeres, al igual que los subordinados o esclavos en la sociedad griega tienen responsabilidad de las labores de crianza, tareas domésticas y cuidado de dependientes, etc. Esto asegura al hombre en una sociedad patriarcal la participación libre en los asuntos públicos. Así las relaciones de los varones son más “dinámicas y agresivas” que las de las mujeres y que el espacio privado resulta ser de naturaleza no pública y, por ende, no política. El feminismo decimonónico entonces se encarga de reflexionar (y reformar) acerca del Estado de corte liberal y positivista desde otro enfoque. Según la visión de la mayoría de las feministas liberales, el Estado debería ser un árbitro neutral capaz de resolver de manera racional los conflictos repartiendo equitativamente los bienes sociales. Sin embargo, admite la persistente desigualdad de las mujeres en el plano legal, educativo, laboral y político, fenómenos que atribuye a la influencia de una ideología sexista en todos los ámbitos de la sociedad y que impide a las mujeres alcanzar su condición de verdaderas ciudadanas. Ante ello, su propuesta consiste en incrementar la participación de las mujeres en posiciones de poder e influir en las instituciones públicas y en los puestos de trabajo reservados para los hombres, impulsando políticas y programas que les aseguren iguales oportunidades. Su tendencia es reformista y no radical como posteriormente se dará a comienzos del siglo XIX. Y aunque la lucha es dura, 127 como Matto de Turner menciona, a través de la crítica de la sociedad patriarcal se valida el fin de estas mujeres al entrar en el espacio público, y finalmente se produce el reconocimiento de hecho y de derecho en el que las mujeres son un colectivo social con demandas propias y derechos y recursos que las protegen de las expresiones más abusivas del poder patriarcal en el ámbito privado. Lo que se produce a mediados del siglo XIX es una revolución intelectual que va a beneficiar al género femenino de toda clase, raza y pensamiento político y económico en el siglo XX. Por ejemplo, en el área de la educación, vemos la discriminación de la mujer cubriendo el aspecto de su invisibilidad, estereotipo y subordinación en el sistema, además del trato que se brinda a niñas y niños en la escuela pero también se demuestra la capacidad femenina en el rendimiento, expectativas, opciones profesionales. Su objetivo fundamental era asegurar a ambos géneros un acceso igualitario al conocimiento de la realidad, estimulando la racionalidad, la capacidad de opción y la habilidad para integrarse a un mundo que necesita de todos los recursos humanos para el desarrollo productivo, cultural y social. Y aunque muchas mujeres se encuentran, en palabras de John Stuart Mill, “en un estado crónico de soborno e intimidación”, otras, como nuestras escritoras sudamericanas, sostienen que cada mujer recibe lo que es suyo por derecho y potencialmente, puede combinarse con otras mujeres “obreras” para articular sus demandas. Lo primordial como sostiene Gorriti La acción política tiene lugar colectivamente en el terreno público y no detrás de la puerta cerrada de la casa en la que cada mujer debe apoyarse en su propia fuerza y recursos. Ahora, a más de un siglo de la participación de estas mujeres intelectuales (enfrentamiento desde el centro) y las posteriores luchas o manifestaciones femeninas (enfrentamiento frontal desde abajo) del siglo XX en Latinoamérica, aún seguimos con la misma preocupación de género, identidad, progreso y nación y preguntándonos como introducir la preocupación en el Estado por la equidad social y de género, el reconocimiento de la diversidad cultural y la relevancia de la participación ciudadana, además de cómo continuar abriendo brechas dentro del discurso cuando actualmente el sistema nos lleva a la 128 subordinación del hombre y mujer a las grandes corporaciones globalizadoras. Definitivamente la transnacionalización de nuestras escritoras del siglo XIX no tiene la misma perspectiva de la de nuestros días. La idea de las escritoras es la de una transculturación y previa a un proceso de mundialización. Por eso hemos tomado el ejemplo de estas dos escritoras porque sin ser de la misma generación, estilos literarios y conceptos feministas, tienen un ideal en común que produce su unidad en vez de una disociación. Se reconoce en ellas la unidad a través de la diferencia. La sexualidad de la mujer se constituye, como hemos visto en la escritura de Gertrudis Gómez de Avellaneda, Matto de Turner, Gorriti, así como los personajes de estas, en un poder que escapa a la cultura racionalista y estructurada del sistema patriarcal que desvigoriza su supremacía y la virilidad como una de las causas esenciales de su dominio. Para la sociedad hegemónica patriarcal es visto como el signo de lo peligroso, lo perverso, lo ocultable, o bien aceptada con fines reproductivos o para la satisfacción de las necesidades masculinas. El poder del que hablamos se traduce en cómo la mujer subvierte el discurso para adaptarlo a sus intereses y busca un espacio donde se movilice más libremente. El lenguaje resulta modificado y se intensifica la lucha por una expresión de auto representación personal y nacional. A esto cada perspectiva, femenina o masculina, le llamó progreso. Si el progreso significó modernización, entonces los intelectuales hispanoamericanos se vieron forzados a considerar cuánto necesitaban de este progreso, y si las naciones no estaban cumpliendo con aquel deseo o imaginario, trataron de buscar origen del error. Así para los varones el tema de la herencia colonial, la iglesia y la mujer eran temas importantes para resolver la falta de desarrollo. En el caso específico de la mujer quisieron usarla para incrementar el número de adeptos en contra de lo clerical, pero la mantuvieron al margen del plan político pues debía permanecer en el espacio privado. La mujer en un afán de complementar y colaborar buscaba su inclusión para hablar realmente de un plan liberal civilizador. Los nuevos patrones de la sexualidad son percibidos como una agregación, la ampliación 129 del viejo modelo, y no su sustitución por otro que lo invalide o supere: una suerte de cambio en la continuidad. La frontera entre lo adecuado y lo ilícito se ha difuminado, se hace más flexible, más fluctuante. El origen del lenguaje usado para discutir esta problemática se encuentra en la Ilustración. La metáfora de maduración a través de varios pasos intermedios e influencias se convierte en el tropo inverso central de degeneración y decadencia y luego en uno de enfermedad. Las políticas y programas basados en esta manera de pensar, según Michael Aronna, “permeated the private and public spheres, rigidifying and antagonizing relations between the sexes, social classes and ethnic groups” (11). Así pues como primer paso de la subversión del discurso, las escritoras estudiadas se encargan de proyectar su voz dando voz a otro sujeto subalterno como es el amerindio o indígena, y al hacerlo también incluyen a la mujer indígena. En ese sentido dentro de su posición subalterna, aunque atenuada por el espacio en el que escriben, representan a otra voz subalterna que se ve subyugada por su condición de mujer y además de raza, lo cual implica más de una carga con la que tiene que enfrentarse. Las escritoras ponen así una redefinición de su identidad, de su condición y de su inclusión de manera más eficaz en la sociedad, a pesar de la oposición de algunos intelectuales varones. En estas representaciones hay un proceso de fronterización o encuentros de ideologías en donde las escritoras se desenvuelven como parte de la trama indígena y como observadoras, o como diria Rodolfo Kusch “ellos” y “nosotros” a la vez. Un ejemplo lo vemos en “El chifle del indio” de Gorriti de su novela Misceláneas donde nos revela ambos mundos, el indígena y el criollo, y su transculturación como la del padre de Lauracha que “nada poseía sino la exigua cosecha de su terrenito […] y comía un puñado de maíz y dormía […] sin más abrigo que la fronda de los chirimoyos [mientras que] en el rancho había para Lauracha un lecho con mullidos colchones, finísimas sábanas y cobertores de sedosa vicuña…” (255) Así también “[n]adie podía quejarse de su integridad; y en cuanto a su conducta como cristiano, si su devoción no se manifestaba cual 130 la de los indios acaudalados, con misas y oblaciones, ofrecíala a Dios como los pobres: en lágrimas y plegarias” (256) Así como vemos la figura del padre de Lauracha pobre dentro del mundo occidental, también vemos al padre en un mundo poderoso y antiguo cuando con el que mantiene contacto y “es un santuario vedado a un blanco, y nuestras riquezas un misterio que no deben contemplar sus ojos” (265). Por otra parte Lauracha se viste de ropas finas y anhela ir a la capital “¡Lima! anhelo de toda mi vida! Muy luengo, rodeada de todos los esplendores de la dicha …” para luego decir que Arturo, limeño al cual amaba, “dudaba de mí” (265). Las imágenes nos revelan también la transculturación de la escritora narradora que sabe de los dos mundos y el proceso de dolor y alegría que se produce en él. En Clorinda Matto, el tema del indio también es medio para expresar la voz de la mujer como escritora y periodista denunciando los abusos en las provincias por parte de las instituciones civiles y eclesiásticas. También se nota la transculturación o puntos de encuentro o frontera en su escritura, la idea de la ciudad y el pueblo, los nombres de los indígenas, la unión de las creencias populares prehispánicas y las creencias religiosas europeas. En el plano artístico literario, lo femenino es asimilado a lo irracional como también la debilidad y la inmadurez. Sin embargo el Modernismo en la segunda parte del siglo XIX se convierte en la voz excluida que abre la puerta a las posibilidades de lo irracional y lo espiritual, como también lo bello, lo artístico, lo anti-utilitario. La inclusión de las referencias sexuales o “estética femenina” en su contra discurso resulta, en un principio, contradictorio cuando artistas varones del género no admiten la participación de la mujer con un tono opuesto al asignado (por el varón mismo) a su sexo. Basados en eso, creemos que los géneros literarios y sus filosofías quedan al margen de lo que el círculo intelectual, dominado por varones, profesa respecto de la participación de la mujer en la poesía y en la prosa. Es importante recordar que la opción de las historias y el imaginario del deseo sexual para rebelarse o reafirmar las convenciones sociales han operado consistentemente a lo largo del tiempo. 131 Según Octavio Paz en Los hijos del limo, la exaltación del orden natural de las cosas se convirtió en el medio por el cual los románticos formularon una crítica moral y política de civilización. Por este motivo, la adaptación del modernismo a una incorporación de imágenes eróticas y cargadas de lenguaje sexual proveen una mirada en sus múltiples y complejas metas, algunas de las cuales son espirituales y otras son políticas. En consecuencia, Juana Manuela Gorriti así como Clorinda Matto de Turner, por la época en que viven, por la agresividad de su discurso, la independencia en sus perspectivas, el exilio como representación de voz excluida, marginada, así como el viaje, serían también modernistas. Incluso yendo más allá, estas escritoras son todo a la vez, lo cual las hacen fronterizas o híbridas en cuanto a las categorizaciones del canon. Son mujeres que en el plano personal y público se adaptan a los cambios en espacio y tiempo por opción, es decir, con voz propia. Para escritoras como Juana Manuela Gorriti y Clorinda Matto de Turner el modelo o la influencia más cercana de los cambios respecto a la mujer son Los Estados Unidos, que dependiendo de la perspectiva que tenga cada una puede ser la guía ilustrada como el demonio inspirado. Matto de Turner reconoce y apoya las ideas que vienen de Estados Unidos. El factor que influye en aquel reconocimiento es su exilio y permanencia en Argentina cuyo sistema en proceso de cambio aplica ideas provenientes del país del norte y Europa, así también promueve la inmigración de gente de aquellos lugares. Al margen de la posición política que cada individuo tome, lo importante es mantener la base americana. En ese sentido, ella si bien se encuentra en un país donde la población indígena es casi inexistente, su mensaje es global porque se proyecta a una nación que va más allá de la división geográfica de países. Ella desarrolla dos imágenes que tienen que ver con la memoria y sus experiencias en el exilio: una nación local y una latinoamericana. Ella establece su participación activa a través de periódicos siendo el Búcaro americano el último que fundó y en el que dirigió y escribió, además de ser directora de la Escuela Comercial de Mujeres. Ella nombra los Estados Unidos como un paradigma o modelo a un punto específico que es el desarrollo de la mujer en la sociedad, y aplaude los logros 132 de las mujeres latinoamericanas. En “Obreras del pensamiento” (publicado en El Búcaro americano y parte del libro Porcelanas, Matto hablar de Estados Unidos como el lago plácido para beber las noticias sobre el progreso intelectual de la mujer americana; que allá todo es grandioso: más de cuatro mil empleadas en el servicio civil del gobierno; más de tres mil periodistas, escritoras y traductoras; cerca de cuatro mil empleadas en las notarías, en los bancos y casas comerciales, todo el cuerpo docente educacionista del estado, fuera de las que ejercen la cirugía y la medicina....[E]l puente levadizo, que cerraba la entrada de la mujer al palacio encantado del saber, del trabajo y de la fortuna, ha caído derribado para siempre por las exigencias de la época y la protección de los hombres.3 (250-51) El sentimiento americanista en cuanto al progreso intelectual parece no tener reservas e incluye dentro de su imaginario al país del norte. Se propone desarrollar más adelante las discrepancias que hay entre estas escritoras y otros ámbitos del progreso estadounidense. Finalmente, consideramos que este proyecto ha logrado su objetivo primordial de demostrar la redefinición de mujer y el sentimiento integracionista de estas escritoras; así también su preocupación en alcanzar las metas en beneficio de una gran nación americana tratando de ampliar la visión progresista de nuestros países en cuanto a los individuos que la conforman. Pero es sólo el primer paso o nuestra primera piedra para contribuir a la relectura del pasado y sacar a la luz las ideas de otras escritoras que reforzarán cada vez más ese sentimiento de cooperación latinoamericana y que tienen la función de mantener la historia y nuestro presente en constante transformación. 3 Enfasis nuestro. 133 OBRAS CITADAS Amezaga, Mariano. “Instrucción de la mujer”. Problemas de la educación peruana. Lima: U.N.M.S.M., Facultad de Educación. 1952. Anderson, Benedict. 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In 2002 he earned a Master of Arts in Spanish at University of Memphis and in 2006 he earned a Doctor of Philosophy in Spanish, also at Florida State. He has been appointed Assistant Professor of Spanish at Northern Georgia College and State University in Dahlonega, Georgia. 141