Educación Social Revista de Intervención Socioeducativa Mayo - agosto 2014 www.peretarres.org/revistaeducacionsocial 57 1 Educación Social Mayo/agosto 2014 nº 57 www.peretarres.org/revistaeducacionsocial Educación Social Revista de Intervención Socioeducativa nº 57 Editorial Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social................................................... 5 Comité científico José Antonio Caride: Universidad de Santiago de Compostela Carles Armengol: Fundación Escuela Cristiana de Catalunya Anna Berga: Universidad Ramon Llull Ferran Casas: Universidad de Girona Jaume Funes: Universidad Ramon Llull Josep Gallifa: Universidad Ramon Llull Angel Gil: Institut Guttmann José Miguel Leo: Representante del Colegio de Educadores/as Sociales de Catalunya Rafael López Arostegui: Fundación EDE (Bilbao) Ramon Nicolau: Ayuntamiento de Barcelona Carme Panchón: Universidad de Barcelona Rafael Ruiz de Gauna: Fundación Pere Tarrés Rosa Santibáñez: Universidad de Deusto Equipo de dirección Editor: Paco López Director de publicaciones: Jesús Vilar Comunicación: Isabel Vergara Administración: Jesús Delgado Coordinación del monográfico Txus Morata Diseño y Composición Sira Badosa Tratamiento de textos, corrección y traducción Núria Rica Traducción inglés Graham Thomson La revista está indexada en Carhus plus+ 2010, MIAR, DICE, INRECS, RACO, Latindex, REDINED, DIALNET, CIRC, PSICODOC, ISOC, CIRC. Reconocimiento - NoComercial (by-nc): Se permite la generación de obras derivadas siempre que no se haga un uso comercial. Tampoco se puede utilizar la obra original con finalidades comerciales. Editada por la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés Universidad Ramon Llull Santaló, 37 08021 Barcelona Tel. 93 415 25 51 Fax: 93 218 65 90 Redacción: jvilar@peretarres.org Subscripciones / publicidad: mreyes@peretarres.org Publicidad: drodriguez@peretarres.org Impresión: ALPRES Depósito legal: 8.932/1995 ISSN 2339-6954 La revista se publica en dos ediciones: en catalán y en castellano La publicación no comparte necesariamente las opiniones expresadas en los artículos Opinión La nueva ley de educación (LOMCE) y el abandono escolar prematuro................ 6 Participación social para la igualdad de oportunidades.......................................... 9 Monográfico Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Pedagogía Social Comunitaria: un modelo de intervención socioeducativa integral, Txus Morata..............................................................................................13 La Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona, un nuevo modelo penal de reinserción social, Jordi Enjuanes, Faustino García y Begoña Longoria....................................................................................................33 Exclusión social, medio abierto e incorporación social en la Asociación Bizitegi: un modelo de intervención socioeducativa en programas de reinserción social desde la Pedagogía Social Comunitaria, Héctor Alonso, Pablo Ruiz, Jonatán Sánchez y Ricardo Oficialdegui................................................................48 Participación, ciudadanía y exclusión social, Imanol Zubero.................................67 Programa de prevención del consumo de alcohol y otras drogas con alumnos de secundaria en la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona, Eva Palasí, Jesús Valverde y Elisabet Santpere..............................81 Otra prisión es posible, Marta Nomen y Txus Morata............................................96 Iniciativa social y voluntariado en centros penitenciarios. Una experiencia de transformación social en el marco de la Pedagogía Social Comunitaria: asociación Presons pel Canvi, Jan Garrido y Oriol Vinyals..................................106 Obra Social Santa Luisa de Marillac: un programa de reinserción social, David Vázquez..................................................................................................... 112 Prisión, drogas y educación social, Marta Ruiz y Rosa Santibáñez ................... 118 Intercambio La afectación de salud mental en la población infantil y adolescente en situación de riesgo en Cataluña, Violeta Quiroga y Carmen Guasch..................137 Prevalencia y perfil sociodemográfico del maltrato psíquico, físico y sexual en las pacientes de urgencias en la región de Murcia, Natalia González, Gloria García e Inmaculada Brando.....................................................................156 Libros recuperados La descolonización del niño.................................................................................177 Publicaciones Conversación entre Teresa Forcades y Esther Vivas. Sin miedo....................... 180 Libros recibidos................................................................................................... 182 Propuestas 2 Próximos números monográficos........................................................................ 183 3 Educación Social 57 Editorial Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social El monográfico que ahora empiezan a leer tiene por objetivo abrir una reflexión sobre formas de trabajo alternativas al modelo represivo, dentro del contexto del mundo penitenciario. Implícitamente, se asocia prisiones a control y, también de forma implícita y a menudo inconsciente, se descarta la posibilidad de plantear formas de trabajo que realmente pongan a la persona en situación de cambio y progreso hacia una incorporación social satisfactoria. La Pedagogía Social Comunitaria abre nuevas posibilidades de trabajo. Su filosofía descansa en la inclusión, la construcción conjunta, la creación de tejido social y en el desarrollo de procesos de cambio basados en la intervención educativa, desde el respeto de los derechos básicos y la dignidad de las personas atendidas. No es fácil trasladar estos principios al mundo cerrado de las prisiones, pero desde hace unos años se están desarrollando experiencias positivas en el Estado español que demuestran que otras formas de trabajo son posibles y viables y que dan resultados esperanzadores en los procesos de inclusión social. En este monográfico se presentan varias experiencias que ilustran esta filosofía de trabajo, así como otros artículos de fondo que reflexionan sobre qué representa la pedagogía comunitaria trasladada al mundo penitenciario. También se presentan otros temas clave sobre prisiones y exclusión social. El resultado es un conjunto de textos que nos deben permitir reflexionar con más creatividad y desde una perspectiva socioeducativa sobre un escenario tan complejo y lleno de contradicciones y dilemas éticos. 4 5 Opinión Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Editorial Opinión La nueva ley de educación (LOMCE) y el abandono prematuro Desde el día 30 de diciembre de 2013, está en vigor en el Estado español la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). Más que una nueva ley, es, más bien, un texto que modifica sustancialmente, pero sin derogarla, la anterior ley educativa de carácter general, la LOE, lo que la hace difícil de seguir. Si bien los procesos de elaboración de todas las grandes leyes educativas de la democracia han estado envueltos de polémica y ninguno ha logrado el consenso de los grupos parlamentarios mayoritarios en el Congreso de los Diputados, la LOMCE ha sido, posiblemente, la que ha generado más rechazo. Los motivos de controversia o de oposición son muchos y variados: una brutal y en absoluto disimulada recentralización de las competencias educativas a favor del Estado y, en consecuencia, un vaciado de las comunidades autónomas; el retorno de las reválidas o exámenes finales de etapa preceptivos para obtener la titulación correspondiente; el tratamiento de las lenguas cooficiales; la pérdida de la comprensividad en la secundaria obligatoria, el tratamiento de determinadas materias… Desde un punto de vista socioeducativo, cabe subrayar otro cambio significativo. La LOMCE sustituye los Programas de Cualificación Profesional Inicial (PQPI) por un nuevo nivel de formación profesional denominado Formación Profesional Básica (FPB). No es tan solo un cambio de nombre, sino de concepción de cómo abordar el abandono escolar prematuro en la educación secundaria obligatoria. Los PQPI son programas pensados para aquellos alumnos que llegan o superan los dieciséis años sin posibilidad de obtener el graduado de secundaria obligatoria (ESO) y que, per su perfil reticente a la dinámica escolar, no es recomendable que repitan curso. En muchos casos, ya han repetido alguno previamente en su trayectoria escolar. Los PQPI son programas de un año de duración que pretenden una aproximación al mundo laboral con materias de carácter estrictamente profesional y orientadas a una inserción laboral inmediata. De forma optativa, los alumnos que lo deseen pueden completar esta formación con materias más académicas y optar, en este caso, a la obtención del graduado. 6 La FPB se dirige a alumnos de quince años hacia arriba; por lo tanto, se les aparta de la ESO antes de lo que lo hacían los PQPI. Se prevén con una duración mínima de dos años y con módulos profesionales, pero también con una importante presencia de materias de carácter más académico (comunicación y sociedad y ciencias aplicadas). No se prevé el acceso al graduado de secundaria obligatoria (salvo que el alumno quiera encarar la prueba final de la ESO, para la que la FPB no le prepara), pero sí el acceso automático a los Ciclos Formativos de Grado Medio, así como la creación de los títulos específicos de FPB. Los PQPI no daban acceso a ninguna titulación, pero sí a una cualificación profesional. La creación de títulos de FPB, que no se contemplaba en los primeros borradores de la LOMCE, puede ser una operación meramente cosmética a efectos estadísticos, ya que se pretende considerar estos títulos de nivel postobligatorio. Un contrasentido, ya que serán alumnos sin el graduado de secundaria obligatoria y con cualificación profesional de nivel uno, igual que los que ahora superan un PQPI. El borrador de currículum contempla catorce títulos diferentes de FPB, según las familias profesionales, y esta cifra todavía se podría incrementar si es necesario abrir todas las familias que actualmente contempla el sistema de formación profesional. Pese a tener, aún, muchas incógnitas sobre su desarrollo, la FPB parece apuntar más a un tipo de itinerario alternativo a la ESO (que se añadiría a los dos en que se desdobla el 4º de ESO, de acuerdo a la LOMCE), que a un recurso excepcional para determinado alumnos, como lo era el PQPI. Más allá de la dinámica segregadora que puede comportar esta arquitectura, genera muchas dudas la idoneidad del diseño curricular de esta FPB en relación con el perfil del alumnado que debe atender. Hasta donde se conocen los borradores, se trata de un diseño demasiado académico y formal para alumnos que ya han mostrado ampliamente la inadaptación a este modelo de educación. Sin embargo, si se trata de seguir con una importante formación académica, ¿para qué sacarles de la ESO y excluirlos de esta titulación? 7 Opinión Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Editorial Opinión Participación social para la igualdad de oportunidades Por otro lado, otorgar a este alumnado el acceso directo a los Ciclos de Grado Medio de la formación profesional es volver a una concepción de esta formación como itinerario de segunda categoría y no como una opción propia y de valor. Ahora que quizás se estaba superando este estigma de la formación profesional, parece que volvemos de nuevo a ello de forma clara. De los muchas aspectos en los que la LOMCE puede cambiar la educación, este de la FPB no es menor, aunque tal vez no se ha destacado demasiado. Según el calendario de aplicación de la ley, este cambio (supresión de los PQPI e implantación de la FPB) debe producirse en el próximo curso escolar (2014-2015). Por lo tanto, la implantación de los títulos de FPB es uno de los primeros cambios que habrá que aplicar en virtud de la LOMCE. Pero también es un cambio que no ven nada claro varias comunidades autónomas, que son las que en última instancia deberán ponerlo en marcha. Algunas ya dicen que es imposible aplicarlo el próximo curso. La incertidumbre está servida en un sector que no deja de ser una de los eslabones débiles de nuestro sistema educativo. Carles Armengol Pedagogo Secretario general adjunto de la Fundació Escola Cristiana de Catalunya La participación ciudadana en la vida política de una sociedad, entendida como la implicación individual y colectiva de la ciudadanía en la gestión de los asuntos públicos y en los procesos de toma de decisiones de las administraciones, es un espejo de buen funcionamiento democrático. En un momento como el actual, en un contexto de reducción del gasto público, que afecta a la configuración de los servicios de las administraciones públicas, la participación activa de las personas es, más que nunca, esencial. Es un objetivo y una herramienta y, sobre todo, es un derecho; un derecho que hay que poder ejercer con todas las garantías. Y para hacerlo es preciso tener al alcance toda la información sobre las decisiones que se toman. Reconocido por el Estatuto de autonomía de Catalunya y por la Constitución española, el derecho de participación en los asuntos públicos está estrechamente vinculado al derecho de acceso a la información pública, que es garantía de una opinión pública libre, indisolublemente unida al pluralismo político del estado democrático. Acceder a la información es, por lo tanto, un requisito para la participación de los ciudadanos. Así, el derecho a una participación bien informada, basada en el reconocimiento y en el análisis de la información pública, debe permitir a las personas tomar una posición activa en las actuaciones y resoluciones que la Administración adopte, participar en los procesos de toma de decisiones de los poderes públicos, y también debe hacer posible que los ciudadanos puedan exigirles que rindan cuentas de su actuación. La experiencia del Síndic en la defensa del derecho de acceso a la información ha permitido captar las dificultades a la hora de facilitar el acceso a quien lo solicita y a la hora de difundir la información de forma entendedora. La falta de transparencia de las administraciones dificulta el ejercicio del derecho de participación. No obstante, ante la realidad económica actual y las políticas públicas de contención, que hacen tambalear los fundamentos del estado del bienestar, la implicación y la participación de la ciudadanía catalana es más necesaria que nunca. La crisis financiera y las políticas públicas poco proteccionistas que se han adoptado han comportado una situación especialmente cruel para los colectivos más desprotegidos. Así, el sobreendeudamiento familiar y los 8 9 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Opinión Editorial desahucios consiguientes o los fenómenos de la pobreza energética o de la malnutrición infantil son una realidad que hemos constatado en el Síndic a partir de las quejas y actuaciones que llevamos a cabo. En el 2013, por ejemplo, casi el 40% de quejas que hemos tramitado han estado relacionadas con políticas sociales, y esta es una realidad que no podemos ignorar. El derecho de participación implica el derecho a quejarse. Así, como dice el Estatuto, todas las personas deben poder ejercer peticiones y plantear quejas, en la forma y con los efectos que establecen las leyes, a las instituciones y la Administración de la Generalitat. El derecho de queja es un ejercicio democrático que permite consolidar derechos y solucionar agravios. En este sentido, presentar una queja al Síndic de Greuges, sea de forma colectiva o individual, sobre una situación personal o sobre una problemática general, es un acto de participación a partir del cual se puede solucionar un problema individual, pero también colectivo o que afecte a una comunidad. Desdichadamente, el acto democrático de denunciar transgresiones de derechos todavía no lo ejerce suficiente gente. En otras palabras, el Síndic sigue siendo poco conocido. El Síndic y, en general, las instituciones de defensores, internacionalmente conocidos como ombudsman, son, por lo tanto, canales de participación al servicio de todas las personas. Por desgracia, las instituciones de ombudsman en el Estado español también están sufriendo las políticas de contención presupuestaria. A pesar de la resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de potenciar las instituciones de ombudsman en Europa, la racionalización de organismos públicos aplicada por el Gobierno español ya ha comportado la supresión de cuatro defensorías autonómicas. No podemos obviar el peligro que comportan decisiones de este tipo y debemos ser conscientes de que es necesaria la complicidad de toda la ciudadanía para afrontar obstáculos y, sobre todo, para denunciar cualquier lesión de derechos sociales. Rafael Ribó i Massó Síndic de greuges de Catalunya 10 Foto: Fotolia.com En nuestra sociedad, especialmente en el momento actual, hay grandes desigualdades y entre todos debemos defender el derecho a la igualdad de oportunidades para poder superarlas. 11 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Resumen Txus Morata Pedagogía Social Comunitaria: un modelo de intervención socioeducativa integral La actual situación de inestabilidad social y económica que vive nuestra sociedad ha evidenciado la existencia de grandes bolsas de personas que viven en situación de marginación o exclusión social. Las políticas sociales han dado respuesta a situaciones concretas, pero no han articulado un tejido social fuerte que permita incorporar de forma efectiva a la persona excluida, ni prevenir dichos procesos. Se presenta en este artículo un modelo de intervención socioeducativa denominado Pedagogía Social Comunitaria que centra su acción en dos objetivos: la mejora de la calidad de vida y el bienestar subjetivo de las personas, especialmente aquellas que se encuentran en situación de exclusión social; y el fomento de la cohesión social. Dichas finalidades se operativizan mediante el incremento de la participación, el empoderamiento individual y comunitario, la corresponsabilidad y la sensibilización social. Palabras clave: Exclusión social, Pedagogía Social Comunitaria, Incorporación social, Cohesión, Participación, Corresponsabilidad, Sensibilización, Acompañamiento psicosocial y educativo, Animación sociocultural, Trabajo comunitario Pedagogia Social Comunitària: un model d’intervenció socioeducativa integral Community Education: a comprehensive model of pedagogical intervention L’actual situació d’inestabilitat social i econòmica que viu la nostra societat ha evidenciat l’existència de grans bosses de persones que viuen en situació de marginació o exclusió social. Les polítiques socials han donat resposta a situacions concretes, però no han articulat un teixit social fort que permeti incorporar de manera efectiva la persona exclosa, ni prevenir aquests processos. Es presenta en aquest article un model d’intervenció socioeducativa anomenat Pedagogia Social Comunitària que centra la seva acció en dos objectius: la millora de la qualitat de vida i el benestar de les persones, especialment d’aquelles que es troben en situació d’exclusió social; i el foment de la cohesió social. Aquestes finalitats s’operativitzen mitjançant l’increment de la participació, l’empoderament individual i comunitari, la coresponsabilitat i la sensibilització social. The current situation of social and economic instability affecting our society has revealed the existence of large pockets of people living in conditions of disadvantage or social exclusion. Social policies have responded to specific situations, but have not articulated a strong social fabric capable of effectively integrating the excluded or preventing these processes. This article presents the model of pedagogical intervention known as community education, which focuses on two key objectives: improving people’s quality of life and subjective sense of well-being, especially for those in a situation of social exclusion; and promoting social cohesion. These goals are made operational through increased participation, the empowerment of individuals and communities, co-responsibility and social awareness. Paraules clau: Exclusió social, Pedagogia Social Comunitària, Incorporació social, Cohesió, Participació, Coresponsabilitat, Sensibilització, Acompanyament psicosocial i educatiu, Animació sociocultural, Treball comunitari Keywords: Social exclusion, Community education, Social inclusion, Cohesion, Participation, Co-responsibility, Awareness, Psychosocial and educational support, Socio-cultural animation, Community work Cómo citar este artículo: Morata, Txus (2014). “Pedagogía Social Comunitaria: un modelo de intervención socioeducativa integral”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 13-32 ISSN 2339-6954 12 13 Editorial y EducaciónEducación Social 57 Social 57 La crisis del estado del bienestar pone de manifiesto la incapacidad de la administración para dar respuesta a las problemáticas sociales generadas por la actual individualización social y por las políticas de corte neoliberal. Los derechos y los privilegios alcanzados por unos estratos sociales determinados a lo largo de las últimas décadas no se quieren perder, siendo las bolsas marginales cada vez más visibles en el entorno social pero también más invisibles en las políticas sociales. No se pueden entender las actuales políticas sociales sin entender la historia social de nuestro país. Estos cambios van muy vinculados a los cambios económicos, históricos y políticos. Cambios que han traído nuevas formas de entender el trabajo socioeducativo dirigido a las personas más vulnerables, pero que también han abocado a la marginación a grupos y estratos sociales preservados hasta el momento. La actual situación de crisis social lleva a la necesidad de recuperar elementos presentes pero inactivos en la acción social como es el trabajo comunitario, como elemento con una importancia capital en el proceso de incorporación. En este artículo, tras un breve análisis sobre los procesos de exclusión social en nuestras sociedades y las nuevas formas de trabajo educativo que se requieren, se presenta un modelo de intervención socioeducativa orientado a la mejora de la calidad de vida y el bienestar subjetivo de las personas y a fomentar la cohesión social de la comunidad. En los diferentes apartados del artículo se presentan los objetivos de dicho modelo así como las metodologías que se proponen para llevarlo a cabo. Punto de partida: la exclusión social y las nuevas formas de trabajo educativo La exclusión social es un proceso por el que determinadas personas viven en situaciones de precariedad, inestabilidad y fragilidad El final de la Segunda Guerra Mundial supone el inicio de la “época dorada” del estado de bienestar y la proliferación de políticas de reconstrucción moral, política y económica de una sociedad rota y carente de recursos. Entre estas políticas se encuentran la proliferación de programas sociales que se llevan a cabo en la Europa bienestarista, bajo la idea de que todas las clases sociales, no solo aquellas que no podían incorporarse al mercado laboral, podían ser susceptibles de convertirse en vulnerables a procesos de pobreza y exclusión social. Este hecho pone de manifiesto la necesidad de activar los principios de igualdad, solidaridad y universalidad en la aplicación de los programas sociales (González, 2002) mediante los cuales todos los ciudadanos podrían ser objeto de atención en caso de necesidad. La exclusión social es un proceso por el que determinadas personas de nuestra sociedad viven en situaciones de precariedad, inestabilidad y fragilidad respecto a situaciones laborales y también a la carencia de apoyos sociales (Subirats, 2004). Estos procesos pueden llegar, en su forma más pronuncia- 14 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial da, cómo define Castel (1990), a la zona de marginación o exclusión, llegando a retirarse de forma completa del mundo laboral, extinguiendo cualquier forma de participación social y haciendo a dichas personas incapaces de poder salir adelante por si solas (Subirats, 2004; Hills, Legrand y Piachaud, 2002). Son grupos que tradicionalmente han sido beneficiarios de asistencia social, dado que su reducido volumen no ha sido relevante para mantener un cierto orden social. La actual situación social de segregación ha ido en aumento y ya no podemos hablar de una situación económica como efecto segregativo en la población (González, 2002), sino más bien de efectos múltiples. La persona ya no es capaz de poder salir por sí sola del proceso de aislamiento social. Es en estos procesos en los que se necesita de la ayuda de otros agentes sociales para poder iniciar procesos de inclusión social (Subirats, 2004; Hill, Le Grand y Piachaud, 2002). Los incluidos defienden sus derechos y ven como amenaza las bolsas de población excluida, que ponen en riesgo, en situaciones de crisis y momentos de debilidad económica, todo lo conseguido hasta el momento (Garland, 2005). Aumentan las políticas sociales que no muestran voluntad por el cambio y, la propia administración social, bajo la voluntad de defensa de los derechos de los incluidos, establece también estrategias exclusoras. En los últimos tiempos, la restricción en la tarjeta sanitaria, los Centros de Internamiento para Emigrantes, el recorte a la ayuda a la dependencia, etc., son ejemplos claros de estas políticas. Este cambio de concepción además ha ido acompañado de nuevas maneras de proteger la sociedad. La sociedad del riesgo y la primacía de la seguridad ciudadana han aparecido en las políticas penales y, por tanto, en los procesos de exclusión (Diez Ripollés, 2005). La persona excluida es considerada un individuo con voluntad de autoexcluirse y con capacidad para atentar contra los beneficios de aquellos que son parte de la sociedad incluida (Hill, Le Grand y Piachaud, 2002). Desde esta perspectiva, la exclusión es la negación o la inobservancia de los derechos sociales que además repercute en el deterioro de los derechos políticos y económicos de la ciudadanía. Incorporación social desde la Pedagogía Social Comunitaria: objetivos y métodos Frente a la perspectiva social que hemos señalado y fruto de investigaciones en el ámbito social, se propone un modelo de intervención socioeducativa al que hemos denominado Pedagogía Social Comunitaria. Este modelo pedagógico pretende la mejora de calidad de vida y el bienestar subjetivo de las personas, a la vez que el fomento de cohesión social por parte de todos los agentes de la comunidad. Busca el empoderamiento de las personas y su participación. La corresponsabilidad en todo el proceso educativo resulta clave para posibilitar mayores cuotas de reinserción social, desarrollando acciones de sensibilización y prevención en la comunidad. 15 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pasamos a continuación a detallar los principios y características de dicho modelo de intervención a partir del siguiente esquema (Figura 1): Figura 1. Modelo de la Pedagogía Social Comunitaria PEDAGOGÍA SOCIAL COMUNITARIA Finalidades Calidad de vida Metodologías Empoderamiento Acompañamiento psicosocial y educativo Agentes Entidades Profesionales Desarrollo comunitario Trabajo comunitario Administraciones públicas Participación/ Ciutadanía Coresponsabilidad Reinserción social Prevención Sensibilitzación social Programas Objectivos Cohesión social Animación sociocultural Familia Usuarios/ internos Fuente: Elaboración propia Incorporación social y calidad de vida: el empoderamiento como motor de cambio Mejorar la calidad de vida de las personas es el objetivo prioritario de la acción de los gobiernos y de las sociedades Distintas disciplinas científicas utilizan concepciones diversas sobre este término, siendo notorio, en algunas ocasiones, el desacuerdo especialmente entre expertos de diferentes disciplinas como, por ejemplo, entre economistas y psicólogos sociales (Casas, 1999). Considerar la calidad de vida como una función conjunta entre el entorno material y el entorno psicosocial de las personas permite abordar la realidad de las mismas en toda su amplitud y complejidad. Las personas que se encuentran en situación de exclusión social son sujetos conocedores de su realidad y se hallan también comprometidos con las dinámicas sociales y las políticas democráticas, participativas y promotoras de los derechos hu- 16 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial manos. La calidad de vida, desde la perspectiva que estamos abordando en este trabajo (Blanco, 1985; Casas, 1989; 1996), reconoce la existencia de dos dimensiones en el desarrollo de las personas: una, de carácter objetivo y otra, de tipo subjetivo. En la primera se incluyen los bienes materiales y los servicios básicos a los que cualquier persona puede acceder, mientras la segunda se refiere a las valoraciones que un sujeto realiza sobre su propia vida y su contexto, aproximación que remite al concepto de bienestar subjetivo. Tener en cuenta ambas dimensiones cobra importancia en la medida en que diferentes investigaciones han mostrado que los indicadores objetivos y subjetivos no siempre se encuentran correlacionados y que cada dimensión agrega información relevante respecto a la calidad de vida (Matijasevic, Ramírez y Villada, 2010). Entender el bienestar subjetivo como el resultado del balance global que hace la persona de sus oportunidades vitales, del curso de los acontecimientos a los que se enfrenta y de la experiencia emocional que se deriva de ello (Blanco y Díaz, 2005) es un aspecto importante en y para la intervención educativa. El componente cognitivo, relacionado con la satisfacción de la propia vida y su sentido representa la discrepancia percibida entre las aspiraciones y los logros del sujeto y su percepción de autorealización. El componente afectivo, por su parte, asociado con la felicidad, se refiere a los sentimientos, las emociones y los estados de ánimo experimentados por la persona (García, 2002). La calidad de vida reconoce la existencia de dos dimensiones en el desarrollo de las personas: una, de carácter objetivo y otra, de tipo subjetivo Centrándonos en el ámbito de las políticas sociales y de la intervención social, la perspectiva de la calidad de vida se convierte en un elemento incómodo para ciertos profesionales y gestores ya que dota de gran valor la opinión de la persona usuaria de servicios y considera importante la participación y la proactividad de las propias personas en sus procesos y planes de trabajo. Esta perspectiva requiere de procesos de trabajo interdisciplinar e integral, aspectos que requieren aún de avances significativos en la práctica profesional. Solidificar un proceso de incorporación social requiere trabajar por la mejora sistemática y continuada de la calidad de vida de las personas y su bienestar subjetivo, aspectos ambos que se concretan en la capacidad de empoderamiento individual y comunitario. El concepto de empoderamiento, según Zimmerman (2000), se entiende como el proceso mediante el cual las personas, organizaciones y comunidades ganan control y poder sobre sus vidas. Es, por tanto, una orientación válida para trabajar con la comunidad y con las personas y un modelo teórico que permite comprender e interpretar los procesos y las consecuencias de los esfuerzos que supone ejercer control e influir en las decisiones que afectan a la vida de las personas, así como también el funcionamiento organizacional de las estructuras sociales y, en última instancia, la calidad de la vida comunitaria. 17 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 El empoderamiento individual es el primer paso hacia un posterior empoderamiento organizacional y comunitario (Zimmerman, 2000). Se basa en la metodología del Empowerment Institute (Gershon y Straub, 1989) el cual entiende el empoderamiento como la expansión de la capacidad personal para crear un cambio positivo de comportamiento mediante el trabajo directo con las visiones y objetivos personales (Hess y Straub, 2011). El empoderamiento es la clave del éxito en el proceso de reinserción de las personas, especialmente de las más vulnerables. Supone un proceso de concienciación mediante el cual el sujeto construye y fortalece su identidad, potenciando sus capacidades para transformarse y transformar su contexto (Labonté, 1994). Hacer posible procesos de cohesión social y posibilitar el bienestar subjetivo y la calidad de vida de las personas desde el modelo pedagógico que estamos planteando, se hace posible mediante la aplicación de tres objetivos prioritarios: a) la participación y la construcción de ciudadanía como elementos clave en la lucha contra la exclusión, b) la corresponsabilidad como red que genera ciudadanía y c) sensibilización y cambio social. El empoderamiento organizacional hace referencia a la creación de estructuras que activan y motivan la participación y estimulan la efectividad organizacional. Por último, el empoderamiento comunitario supone la realización de acciones colectivas que ayudan a mejorar las condiciones de vida de las comunidades locales y las conexiones que se establecen entre organizaciones sociales y entre estas y otras instancias o agencias. Desde esta perspectiva, una comunidad es competente cuando sus integrantes poseen las habilidades, deseos y recursos para implicarse en actividades que mejoran la vida de la propia comunidad, transformándola (Zimmerman, 1995). La participación social es un elemento clave para entender la interacción social entre las personas y grupos en clave de desarrollo humano sostenible. Es también un elemento sustentador de políticas públicas que permitan generar impacto e influencia en los procesos de inclusión social, así como en la lucha contra la exclusión (Subirats, 2004). Incorporación y cohesión social: un binomio necesario Es aceptado que no se puede vivir en sociedad sin unos acuerdos sociales mínimos. La cuestión, sin embargo, es saber qué sectores de la población participan en la elaboración de esta moral social reflejada en el contrato social propuesto (Solé et alt., 2011). La actual distribución desigual de la autoridad entre los grupos y las clases sociales es un elemento clave en la formación de subculturas sociales y la generación de conflictos, impidiendo, de esta forma, procesos óptimos de cohesión social. Entendemos la cohesión social como aquel proceso mediante el cual la ciudadanía desarrolla un instinto de unidad, pertenencia e inclusión, participa activamente en la vida social y goza de una relativa equidad en un contexto donde instituciones públicas y privadas son reconocidas entre sí legítimamente (Morata, 2010). La cohesión social garantizará la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos 18 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial La cohesión social garantizará la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos en el acceso a los recursos, interviniendo sobre las causas y los factores que generan los procesos de exclusión social (Generalitat de Catalunya, 2010). Trabajar para el fomento de la cohesión social requiere la utilización de estrategias y programas de prevención y de atención a los colectivos más vulnerables, realizar actuaciones transversales e integrales, cooperar entre todos los agentes que actúan en el territorio y evaluar adecuadamente el fenómeno de la exclusión; requiere también planificar y evaluar adecuadamente para poder transferir los conocimientos generados e incidir en el cambio y la mejora de las políticas de inclusión. a) La participación y la construcción de ciudadanía como elementos clave en la lucha contra la exclusión social La participación social como acción dirigida a influir de forma directa o indirecta en las políticas públicas (Pastor, 2004) y como un derecho fundamental de la ciudadanía, se convierte en elemento esencial para el desarrollo humano de las personas, y más si hablamos de colectivos vulnerables. En los casos de riesgo o exclusión social es más necesario, si cabe, profundizar en este trabajo socioeducativo de aprendizaje y práctica de la participación. Es a través de la participación social que generamos participación y creación de nuevos modelos de ciudadanía. Es también a partir de la participación social que creamos espacios y lugares que fortalecen la integración entre diferentes culturas, orígenes y religiones encaminadas todas ellas al asentamiento de un proceso de convivencia y no únicamente de coexistencia (Romero, 2002). La Pedagogía Social Comunitaria considera y promueve este modelo de participación, entendida como un proceso y no una realidad estática que requiere de aprendizajes (Gaitán, 2003). Para que se produzca es necesario construir y consolidar contextos, estructuras adecuadas y climas educativos de proximidad y confianza que ofrezcan oportunidades y estímulos para el desarrollo de las capacidades y las habilidades participativas. Este proceso es conveniente poderlo definir y diseñar a medio y largo plazo, ya que los cortoplacismos, en este sentido, generan acciones puntuales que no llegan a conseguir un efecto transformador. Es importante valorar, por tanto, el proceso por encima del resultado del ejercicio de la participación. Es durante el proceso, y en el tiempo, donde se consiguen trasladar esos beneficios de la participación social, no siendo asumibles desde ópticas resultadistas (Romero, 2002). Para que la participación sea un instrumento de empoderamiento, de desarrollo humano y de justicia social es necesario que sea relevante, significativa, viable y práctica; ha de poder vincular a todos los agentes, marcando las diferencias pero sincronizando roles. Realizar abordajes educativos para la incorporación social requiere diseñar y desarrollar programas donde se 19 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 estructuren y se creen espacios de participación significativos y donde los sectores invisibles de nuestra sociedad, “los excluidos”, tengan voz y puedan decidir sobre sus vidas y sus contextos. La participación es un objetivo del ser humano en sí mismo, así como un medio para llegar a conseguir el progreso y el desarrollo de las sociedades (Pastor, 2006). Una de las tareas clave de la Pedagogía Social Comunitaria será promover procesos y estructuras participativas, incidir y poner en diálogo a las administraciones públicas y las organizaciones sociales para influir en las decisiones que implican a la ciudadanía (Morata, 2009). b) La corresponsabilidad como red que genera ciudadanía La corresponsabilidad requiere de la implicación de técnicos, políticos y ciudadanos para que las políticas sociales sean realmente eficaces y se apliquen sobre la base del respeto mutuo, ejerciéndose desde roles y responsabilidades diversas por parte de cada uno de los agentes que intervienen (Luengo y Moreno, 2006). La corresponsabilidad requiere superar la compartimentación organizativa La corresponsabilidad en la práctica comunitaria requiere superar la compartimentación organizativa existente en el trabajo comunitario (salud, educación, servicios sociales, cultura, etc.). Requiere también de la participación de todos sus agentes (políticos, técnicos y ciudadanía) y del trabajo integral que se aplique de forma sistémica. Se presenta así como la única forma de poder dar respuesta a los retos socioeducativos complejos y como garantía de sostenibilidad social (Civís, Longàs, Longàs y Riera, 2007). La cogestión será el método más adecuado a través del cual se corresponsabiliza la gestión de un espacio, proyecto, dinámicas y normas en las que los participantes son los principales protagonistas. Algunos ejemplos de esta práctica serán las asambleas, en las que se deciden horizontalmente proyectos y acciones; también se puede hablar de cogestión cuando un espacio es gestionado y dinamizado conjuntamente entre los profesionales y los destinatarios. Cuanto más se impliquen de forma directa los participantes en la gestión y el uso de los espacios y las acciones, más se vincularán y más se sentirán pertenecientes a los mismos. De igual modo, al crear unos espacios de relación horizontal, donde la gestión es compartida y se corresponsabiliza a todos los agentes que intervienen en la acción o programa, se consigue un aumento de motivación hacia la participación y se puede llegar a construir un mayor grado de ciudadanía. Los procesos educativos que la Pedagogía Social Comunitaria lleva a cabo para incrementar la corresponsabilidad y la cogestión requieren de un trabajo educativo intenso que capacita para el empoderamiento y la autonomía de los participantes, formando y entrenando a los protagonistas en su uso y sus potencialidades. 20 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial c) Sensibilización y cambio social La sensibilización social, entendida como un conjunto de acciones pedagógicas y comunicativas encaminadas a generar cambios y modificaciones en el imaginario social, permitirá avanzar hacia situaciones sociales más satisfactorias para las personas (Carmona y Rebollo, 2009). Estas acciones favorecerán en las personas la adquisición de nuevos conocimientos sobre la realidad personal y social, una revisión de valores y la modificación de hábitos y conductas desde el respeto a la diversidad. Hablar de sensibilización social desde el modelo de Pedagogía Social Comunitaria significa que todos los agentes de la comunidad (familias, ciudadanía, políticos, técnicos, organizaciones sociales, vecindad) son y se convierten en participantes y responsables en ejercerla, especialmente cuando nos referimos a trabajar en procesos de construcción de ciudadanía y en acciones de denuncia contra la exclusión social. Es necesario que las personas que se encuentran en situación de riesgo o conflicto social puedan contar con el apoyo y el soporte social necesario y próximo como elementos de la red que pueden sostener y acompañar los procesos de incorporación social de las personas más frágiles (Del Pozo y Añaños-Bedriñana, 2013). La red social es fundamental en los procesos de inclusión. Ante situaciones de crisis se hace necesaria la proximidad, el apoyo y el contacto emocional y físico con otras personas. La red social, el entramado de relaciones más o menos densas y profundas que poseen las personas, constituye la estructura del apoyo social básico para la mejora de la calidad de vida de las personas (Farpón, Menéndez y Triguero, 2007). Para que la red pueda construirse y permanecer es necesario poder llevar a cabo procesos de sensibilización que ayuden a la ciudadanía a comprender las necesidades y la realidad cotidiana de las personas que se encuentran en situación de riesgo o conflicto social. Únicamente desde un conocimiento real y próximo será posible construir procesos de ayuda, facilitadores de incorporación social (Farpón, Menéndez y Triguero, 2007). Metodologías de la Pedagogía Social Comunitaria Las metodologías fundamentales mediante las que la Pedagogía Social Comunitaria lleva a cabo su acción son: el acompañamiento psicosocial y educativo, la animación sociocultural y el trabajo comunitario. Estas metodologías consideran a la persona (desde su individualidad) y a la comunidad (como interacción) los agentes protagonistas de las acciones y los proyectos. Entienden que la aplicación de estas metodologías requiere contemplar, de igual manera, la dimensión tecnológica y la dimensión sociopolítica en sus actuaciones. Se requiere de la complementariedad de ambas para conseguir cambios estructurales eficaces en sociedades complejas y diversas. 21 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 a) El acompañamiento psicosocial y educativo El acompañamiento psicosocial y educativo como forma de entender la relación educativa considera a la persona un sujeto activo y autónomo, capaz de reiniciar y reconducir sus procesos de construcción de identidad y de socialización; una persona que está inmersa en procesos vitales de cambio y que necesita ayuda para reconstruir su itinerario personal (Morata, 2009). En los procesos de incorporación social es importante iniciar la intervención a partir de la movilización de las capacidades del propio sujeto y del reconocimiento de sus limitaciones, para poder así transformar su realidad y salir de la situación de vulnerabilidad en la que se halla inmerso (González, 2002; Paugman, 1996). El profesional será un estimulador de procesos inclusores en los que la propia persona es considerada sujeto activo de cambio (Alonso y Funes, 2009). A este proceso de impulso hacia el cambio es lo que llamamos acompañamiento psicosocial y educativo. Las personas en situación de vulnerabilidad social necesitan acompañamiento para poder reconducir su vida hacia formas de relación con la comunidad más eficaces, que les permita establecer un vínculo positivo con otros grupos y personas, a la vez que puedan tener una presencia activa en su entorno social. Este método se aplica mediante diversas fases: a) acogida, b) acuerdo del plan de trabajo, c) desarrollo y seguimiento del plan y d) final del proceso. Todas ellas son importantes y necesarias. Si bien es importante en cualquier ámbito pedagógico la acogida incondicional a la persona con la que se establecerá el vínculo educativo, pocos son los profesionales que dedican el tiempo necesario a esta fase del proceso. En la intervención con personas en situación de exclusión social es de vital importancia una ajustada planificación de esta fase, que le permita la creación de un vínculo de apego seguro con el profesional y con la comunidad (Janowitz, 1995; Hirschi, 1969). También será necesario que el proceso de cambio o de desistimiento de la conducta antisocial, delictiva o exclusora sea evidenciada, entendida y verbalizada por el propio sujeto, en un proceso de narrativa y voluntad de cambio (McWhirter, Florenzano y Soublette, 2002; Laub y Sampson, 2001). Toda acción educativa empieza cuando existe certeza por parte del propio sujeto de necesitar dicha ayuda, y esto solo puede ser posible a través del estímulo que crea la comunidad y el profesional referente y la evidencia, por parte del sujeto, de la necesidad de cambiar el rumbo de sus actuaciones, reclamando la ayuda necesaria para poder conseguirlo. En la segunda fase del proceso de acompañamiento se establecen los planes de trabajo, en los que las personas son agentes activos. Esta construcción conjunta permite establecer un diálogo para la planificación de las acciones, a partir de la narración del propio sujeto. Prochaska y DiClemente en su mo- 22 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial delo transteórico (1982), o más recientemente con las evidencias demostradas por el proyecto Círculos Of soporte and accountability1, y por García y Soler (2013) en Cataluña, en el tratamiento de penados por delitos sexuales, demuestran la importancia del apoyo y acompañamiento de los profesionales en generar el ambiente adecuado para el reconocimiento y expresión de la necesidades de cambio por parte de la persona. Esta planificación consensuada es el mapa de ruta con el que se va a trabajar, siendo está la tercera de las fases del proceso de acompañamiento. Destacamos en este punto la importancia de revisar los planes de trabajo, ya que la realidad es cambiante y se requiere de una adaptación constante a las necesidades de las personas y de los contextos. En esta fase del trabajo educativo es importante tener en cuenta y considerar las recaídas y los retrocesos como oportunidades para la toma de consciencia y la necesidad del trabajo terapéutico-educativo permanente. En la fase de ejecución del plan de trabajo entra en juego un elemento especialmente importante como es la comunidad. Esta se entiende no únicamente como proveedora de recursos asistenciales o económicos sino que intentará dar respuesta a las causas que producen la exclusión. La falta de vínculos sociales es uno de los elementos de fragilidad en los procesos de exclusión social (Subirats, 2004; González, 2002). Por ello, es importante que la comunidad pueda garantizar y asegurar vínculos afectivos seguros que favorezcan procesos de incorporación social efectivos y que se den a través de espacios de participación reales para las personas. Estos espacios facilitarán que la persona en situación de exclusión no solo pueda conseguir su estatus como ciudadano y ser considerado sujeto de derechos y deberes, sino que vaya un poco más allá, posibilitando niveles superiores de ciudadanía, donde ya no solo se preocupe desde una perspectiva legal sino que se convierta en un ciudadano solidario, que contribuye a la mejora del sistema social transformándolo, a la vez que genera debate social para concienciar a la ciudadanía de la importancia de fomentar valores de inclusión e implicación social (Trilla, 2010). Es importante que la comunidad pueda garantizar y asegurar vínculos afectivos seguros La última de las fases del proceso de acompañamiento contempla la necesidad de derivar a la comunidad los procesos de incorporación. Para que la comunidad pueda establecer vínculos sociales se requiere que la práctica comunitaria favorezca una serie de experiencias como: a) la construcción de un vínculo de apego seguro con personas prosociales del entorno; b) un mejor conocimiento de las propias emociones y las de los demás, posibilitando así procesos de mayor autoncontrol en el cumplimiento de las normas sociales, a partir de la participación activa con la comunidad; c) favorecer espacios de construcción de normas compartidas y comunes; d) la participación del sujeto en actividades y acciones de dinamización social y educativas, que ayuden a gestionar de forma correcta su tiempo de ocio y su participación comunitaria. El proceso de acompañamiento psicosocial y educativo permitirá ofrecer recursos a las personas, restablecer valores morales aceptados y generar procesos de concienciación y sensibilización por parte de la comunidad. 23 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 b) La animación sociocultural El valor educativo de la animación sociocultural (ASC) como una metodología eficaz para el desarrollo de la participación y la construcción de ciudadanía tanto en sectores normalizados como para personas en situación de riesgo y/o conflicto social, se con­firma por diferentes hechos. El primero de ellos, por la diversidad geográfica donde se ha aplicado dicha metodología y los efectos de mejora sociocultural que ha producido; también por su permanencia en el tiempo ya que se sigue aplicando en la actualidad –aunque ha ido adquiriendo denominaciones diversas (desarrollo comunitario, dinami­zación sociocultural, acción comunitaria, entre otros). También porque siguen vigentes los mismos principios y fundamentos teóricos originarios (Morata y Palasí, 2012). La ASC se puede aplicar desde dos perspectivas complementarias: como una tecnología social y como una praxis sociocultural La ASC, según Trilla (1997), se define como “el conjunto de acciones realizadas por individuos, grupos o instituciones sobre una comunidad (o un sector de la misma) y en el marco de un territorio concreto, con el propósito principal de promover en sus miembros una actitud de participación activa en el proceso de su propio desarrollo tanto social como cultural”. Se lleva a cabo mediante la aplicación de métodos, técnicas y actividades que se pueden aplicar desde dos perspectivas complementarias: a) como una tecnología social, esta orientación hace referencia especialmente al paradigma tecnológico de la ASC (Ucar, 2002; Merino, 1997); b) como una praxis sociocultural que incide en la dimensión sociopolítica de la cultura y de la educación, y que configura su actividad bajo un paradigma dialéctico o sociocrítico (Ander-Egg,1989; Caride, 2005; Pérez Serrano.; Pérez de Guzmán, 2006; Morata, 2011). Ambos paradigmas, el tecnológico y el sociocrítico, es necesario que puedan combinarse en sus prácticas y orientaciones, ya que su complementariedad es la que permite que se produzcan procesos significativos de transformación social. En el marco del modelo de la Pedagogía Social Comunitaria que estamos presentando, nos interesa, especialmente, destacar la vertiente más “emancipadora”, “crítica” o “liberadora” de la ASC, aquella que busca la transformación de la realidad a través de la concienciación, el pensamiento crítico y la participación activa de los ciudadanos, como elemento clave para el desarrollo integral de la ciudadanía. Esta perspectiva asocia sus estrategias a la desaparición de la brecha cultural que reproduce los desequilibrios y las desigualdades sociales. Sin embargo, aunque la pedagogía social comunitaria incide especialmente en este aspecto, sin su aplicación tecnológica no podríamos garantizar un correcto desarrollo de la misma (Morata, 2009). La animación sociocultural se aplica en diversidad de contextos, grupos, instituciones, etc. Trabajar desde la ASC permite que las personas y grupos se activen de forma colectiva, se desarrollen procesos de participación social y se produzca así un mayor enriquecimiento cultural en las actuaciones que se desarrollan (Soler, 2011). Un ejemplo específico de su aplicación lo 24 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial podemos observar en los centros penitenciarios y en los programas de reinserción social. Mediante esta metodología se puede potenciar la autoestima y el autoconocimiento, la capacidad de ayuda mutua, la gestión pacífica de conflictos y nuevas formas de vivir el ocio y la cultura, entre muchos otros aspectos. A partir de la participación en programas y actividades socioeducativas y culturales se podrá mejorar la convivencia en las instituciones penitenciarias y en los recursos dirigidos a personas en situación de exclusión social. Las personas usuarias y participantes podrán desarrollarse de forma integral (educativa, social y culturalmente) e interesarse por las cosas positivas que le rodean. A través de una correcta planificación, con objetivos bien definidos y con un adecuado trabajo en red entre las instituciones públicas y privadas de los territorios, la animación sociocultural podrá favorecer una mejora en los aprendizajes que realicen las personas durante el tiempo de institucionalización que, posteriormente, podrán también transferir a otros espacios y tiempos. c) El trabajo comunitario Cualquier experiencia de trabajo que se lleve a cabo en un territorio o comunidad no se puede ver aislada del trabajo que desarrollan las organizaciones, instituciones y sectores de la comunidad. La coordinación e integración de los esfuerzos y de las acciones es un elemento imprescindible para obtener resultados efectivos. A continuación mostramos una breve síntesis sobre las características del Trabajo Social Comunitario que algunos de los autores más significativos han abordado sobre esta temática2. Barbero y Cortés (2005) • Definición: Actividades y procesos grupales que pretenden la organización de las poblaciones y de los grupos sociales. • Objetivos: - Favorecer la construcción de una sociedad democrática. - Abordar situaciones de conflicto desde la reciprocidad y desde la igualdad (Morata, 2009). • Ideas clave: - Abordar situaciones sociales colectivas. - Fases de intervención: constitución y mantenimiento de un grupo alrededor de un proyecto colectivo de mejora. - Grupo: estrategia para activar la vida social, dinamizar la comunidad, fomentar la participación y la implicación activa de los individuos. 25 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Bachmann y Simonin (1981) • Definición: Modalidad de trabajo que permite activar relaciones en un medio social fragmentado. • Objetivos: - Superar la fractura social. - Favorecer el empoderamiento de las personas y de los grupos. • Ideas clave: - Abordar la complejidad de la necesidad. - Actuar desde la perspectiva de la integralidad de la intervención. Lillo y Roselló (2001) • Definición: Proceso de desarrollo que cuenta con la participación directa y activa de la comunidad. • Objetivos: Abordar las problemáticas de forma interdisciplinar. • Ideas clave: - Participación de los agentes en todas las fases: detectando los factores, causas y efectos en una dinámica circular. Visibilidad: conocimiento, reflexión y debate en torno a la intervención. Creemos importante señalar la coincidencia que los autores muestran al enumerar los tres objetivos que orientan el TSC: a) el empoderamiento comunitario Straub, 2011; Montero M., 2004); b) la participación (Pastor, 2004; Morata, 2009; Gaitán 2003); c) la cohesión social (Tironi, 2006, Cantard, 2009, CEPAL, 2007; Morata, 2009). No entraremos en su descripción ya que son conceptos trabajados en otros apartados de este artículo. En cuanto a los agentes que pueden intervenir en este modelo de trabajo, tal como nos aporta Marchioni (1999), como mínimo, hay que contar con tres tipos de agentes: a) los responsables políticos de las administraciones; b) los profesionales y técnicos de los servicios: c) la población y sus organizaciones sociales. Para Carmona, Céspedes y Vegué (2003) hay una serie de retos que el trabajo comunitario debe afrontar en la diversidad de espacios y contextos en los que actúa. • En relación con la voluntad y con el reconocimiento político: - Cambio en las políticas públicas, desde la concepción asistencialista a la promoción social. 26 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial • En relación con los servicios: - Trabajar desde una perspectiva global e integral y dirigida a la totalidad de la comunidad. - Activación de programas y de servicios comunitarios. • En relación con los objetivos: - Que hagan referencia a la promoción social. • En relación con el sujeto de la intervención: - Trabajo conjunto de los servicios públicos con la ciudadanía. - Considerar al ciudadano como sujeto activo y corresponsable. • En relación con el método: - Organización grupal como proceso educativo. - Articulación de espacios de trabajo conjunto entre e intra administraciones y servicios públicos. - Flexibilidad y creatividad como aspectos esenciales del trabajo comunitario. En la actualidad el factor esencial de la lucha contra la exclusión social pasa por la recuperación de los destinos vitales por parte de las personas y los colectivos afectados por estas dinámicas o procesos de exclusión social. Por ello es necesario que desde las administraciones públicas, entidades del Tercer Sector y la misma ciudadanía se incentiven procesos colectivos que faculten el acceso para formar parte del tejido de actores sociales (Subirats, 2004). Se requiere de mecanismos de respuesta de carácter comunitario, que construyan autonomía personal y faciliten la construcción de relaciones de carácter interpersonal y social. Se requiere de mecanismos de respuesta de carácter comunitario A continuación aportamos una breve descripción de algunas metodologías relacionadas con el trabajo comunitario y que son clave desde la perspectiva del trabajo pedagógico que estamos abordando desde el modelo de Pedagogía Social Comunitaria. Concretamente nos referimos al trabajo en red, el trabajo cooperativo y el trabajo interdisciplinar3. • Trabajo en red: - Requiere de participación de diferentes profesionales que vayan incorporando sus perspectivas profesionales: educadores y trabajadores sociales y psicólogos comunitarios, entre otros (Morata, 2012). - Integración de instituciones y actores en un plano de igualdad, unidos por el interés común, para compartir el análisis de los casos y los proyectos y coordinar la acción socioeducativa (Morata, 2009). • Trabajo cooperativo: - Trabajo conjunto en el que se comparte equitativamente la carga de trabajo mientras se progresa hacia resultados de aprendizaje previsto (Barkley; Cross; Howll, 2007). 27 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 - Triple función: eleva el rendimiento de todos los miembros del grupo, establece relaciones positivas entre ellos y pone las condiciones para conseguir un desarrollo social, psicológico y cognitivo saludable (Johnson, Johnson y Holubec, 1999). - Educación entre iguales (Peer Education System)4: sistema basado en una estrategia social flexible. Sistema de prevención e intervención temprana eficaz en su aplicación con población de alto riesgo. • Trabajo interdisciplinar: - Forma de trabajo que supone una conceptualización y una metodología integral para abordar los problemas y las situaciones socioculturales y comunitarias (Rugarcía, 1996). - Es preciso que todos los agentes y entidades asuman como propios los resultados del trabajo conjunto y que exista un conocimiento previo de las diferentes disciplinas. - La interdisciplinariedad sólo puede conseguirse a través de equipos en los que haya representantes de diversas disciplinas, reunidos en una tarea a largo plazo, que posibilite la conceptualización, la práctica y la creación de un lenguaje común. Algunos apuntes a modo de síntesis En momentos de complejidad social como el actual se requieren respuestas socioeducativas y culturales integrales que conecten redes y que miren y aborden la comunidad como un espacio de incorporación, de acogida y de acompañamiento a las personas, especialmente las más vulnerables y frágiles. Con el presente artículo mostramos el valor que puede aportar la aplicación de la Pedagogía Social Comunitaria como un modelo de intervención socioeducativa, de carácter integral, que dirige especialmente su mirada hacia las personas excluidas, haciéndolas protagonistas de sus cambios y considerándolas sujetos de derechos. Este modelo pedagógico pretende estimular la confianza y la reciprocidad entre profesionales, instituciones públicas, organizaciones sociales y la propia ciudadanía para generar cambios en las personas, especialmente las más desfavorecidas; centra su mirada y objetivos en la comunidad como referente de este cambio. Desde la perspectiva del trabajo comunitario no solo deben mejorarse las competencias y habilidades en la persona excluida, sino que deben crearse sistemas y comunidades sensibles, fuertes y comprometidas con la protección de sus miembros, mediante acciones que contribuyan al desarrollo de la participación social y al fomento de la cohesión social. Una cohesión que ayude a mejorar las redes y evite procesos exclusores, con la creación de sistemas de apoyo eficaces y sistemas legales que no rechacen sino que incorporen y fomentando actitudes integradoras y acogedoras por parte de la ciudadanía. 28 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial El siglo xxi y el fin del estado bienestarista requiere avanzar hacia nuevos modelos de trabajo comunitario que mejoren los lazos sociales y donde los agentes de la comunidad apuesten por crear sociedades más inclusoras y más humanas. Es momento de revisar los antiguos conceptos de la ilustración y releerlos de nuevo, proponiendo modelos de ciudadanía inclusiva donde se ofrezcan a todos los ciudadanos oportunidades de formar parte del sistema. Las normas de todos deben ser participadas por todos. Txus Morata Doctora en Pedagogía Profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés (URL) Investigadora principal del equipo de investigacion GIAS tmorata@peretarres.org Bibliografía Alonso, I.; Funes, J. (2009). “L’acompanyament social en els recursos socioeducatius”. En: Educació Social. Revista d’Intervenció Socioeducativa, núm. 42, p. 27-45. Ander-Egg, E. (1989). La animación y los animadores. Madrid, Narcea. Blanco, A.; Díaz, D. (2005). “El bienestar social: su concepto y medición”. En: Psicothema 17 (4): 582–589. Cantard, A. (2009). “La cohesión social continuidades y rupturas”. En: II encuentro de rectores Universia. Guadalajara 2010. Caride, J. A. 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Harvard School of Public Health http://www.hsph.harvard.edu/peereducation/pe_overview.html (última visita: 05/12/13). EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Jordi Enjuanes Faustino García Begoña Longoria Resumen Editorial La Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona, un nuevo modelo penal de reinserción social Nuestra sociedad estructura las relaciones sociales a través del riesgo. El miedo a la posible pérdida de nuestros bienes sociales protegidos nos ha llevado a un cambio en el paradigma de la intervención penal. Pasamos de modelos de responsabilidad a modelos de seguridad ciudadana y a la identificación del delincuente como enemigo social. Sin embargo, la gestión eficiente del riesgo por parte de la administración penitenciaria pasa por posibilitar procesos de reeducación y reinserción efectivos. La Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona se ha erigido como uno de los modelos penales que permiten conseguir los ideales constitucionales. Su trabajo de reeducación efectiva y el diseño de propuestas de reinserción, teniendo como eje de la acción al propio interno como sujeto activo de su proceso resocializador, aseguran un modelo penal que reduce la tasa de reincidencia y construye una sociedad más cohesionada y participativa. Palabras clave: Prisión, Reinserción, Resocialización, Sistema penal, Comunidad, Participación La Unitat Terapèutica i Educativa del Centre Penitenciari de Villabona, un nou model penal de reinserció social The Therapeutic and Educational Unit at Villabona prison, a new penal model of social rehabilitation La societat estructura les relacions socials a través del risc. La por de la possible pèrdua dels nostres béns socials protegits ens ha portat a un canvi de paradigma en la intervenció penal. Passem de models de responsabilitat a models de seguretat ciutadana i a la identificació del delinqüent com a enemic social. Tanmateix, la gestió eficient del risc per part de l’administració penitenciària passa per possibilitar processos de reeducació i reinserció efectius. La Unitat Terapèutica i Educativa del Centre Penitenciari de Villabona s’ha erigit com un dels models penals que permeten aconseguir els ideals constitucionals. La seva tasca de reeducació efectiva i el disseny de propostes de reinserció, tenint com a eix de l’acció el mateix intern en tant que subjecte actiu del seu procés resocialitzador, asseguren un model penal que redueix la taxa de reincidència i construeix una societat més cohesionada i participativa. Our society structures social relations by way of risk. Fear of the possible loss of our protected social assets has resulted in a change of paradigm in the nature of penal intervention. There has been a shift from models of responsibility to models of public safety and the identification of the offender as social enemy. However, efficient risk management by the prison administration enables processes effective rehabilitation and rehabilitation. The Therapeutic and Educational Unit at Villabona prison has emerged as one of the penal models that is managing to achieve constitutional ideals. The Unit’s work of effective re-education and design of rehabilitation proposals, with the axis of the action being the prisoners themselves as active subjects of their process of re-socialization, ensure a penal model that significantly reduces recidivism and builds a more cohesive and participative society. Paraules clau: Presó, Reinserció, Resocialització, Sistema penal, Comunitat, Participació Keywords: Prison, Rehabilitation, Resocialization, Penal system, Community, Participation Cómo citar este artículo: Enjuanes, Jordi; García, Faustino; Longoria, Begoña (2014). “La Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona, un nuevo modelo penal de reinserción social”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 33-47 ISSN 2339-6954 32 33 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 y La gestión del riesgo y el sistema penal, hacia un puerto equivocado Nuestra moderna sociedad ha hecho del riesgo uno de los pilares en los que se asienta y funciona Nuestra sociedad es una compleja estructura de relaciones sociales que influyen unas sobre las otras, y nuestra moderna sociedad ha hecho del riesgo uno de los pilares en los que se asienta y funciona (García, 2005). El riesgo, entendido como la medida del peligro potencial que acumula nuestro entorno global, aparece como el resultado de multiplicar la probabilidad de que suceda un hecho determinado por la gravedad o impacto en los bienes jurídicos protegidos por nuestras leyes (Bourg y Schlegel, 2001). Por tanto, no cabe olvidar que el constructo en el que se asienta nuestra sociedad actual y en el que se organizan sus leyes, es decir, todo aquello que configuramos, instituimos e imaginamos como riesgo está indisolublemente ligado a la manera sobre cómo pensamos y cómo tejemos estos entramados y complejos sistemas sociales (García, 2005). A lo largo de nuestra modernidad tardía han proliferado riesgos, derivados tanto del progreso tecnológico como de la misma complejidad de la organización social (Beck, 1992) y, fruto de esta proliferación de potenciales peligros que acosan a nuestros bienes jurídicos más preciados, hemos generado y permitido una serie de reajustes políticos y culturales modificando la manera de pensar y de reaccionar de los gobiernos y ciudadanos con respeto al crimen y, a los criminales, en concreto. Esta manera de entender el delito nos lleva a un cambio en el paradigma de intervención penal. Pasamos de un modelo basado en la responsabilidad, y atendiendo al proceso reinsertador del interno como eje de la intervención, a un modelo penal y social abocado al control y la exclusión de aquellos que ponen en riesgo los beneficios conquistados a lo largo del welfarismo social de final del siglo pasado (Garland, 2005). El riesgo potencial de que se cometan nuevos delitos no es soportable y se ve necesario apartar y segregar a quienes ponen en duda el sistema social establecido. Se otorga una importante preeminencia a la intervención penal en detrimento de otros instrumentos de control social informal eficaces (Na y Paternoster, 2012); y la contundencia y capacidad socializadora del derecho criminal se valora como más eficaz que la prevención de tales conductas (Diez Ripollés, 2005). Este outsourcing generalizado, característico de nuestra época, es producto de unas estrategias de externalización y socialización del riesgo, por las cuales determinados grupos sociales descargan sobre cada uno de los individuos del resto de la sociedad costes que también se habían convertido en carga obligada para ellos tras haber suscrito implícitamente el contrato social keynesiano (Noya Miranda en García, 2005). El delito deja de ser responsabilidad o consecuencia de una organización social deficitaria y toma de nuevo fuerza la idea economicista del homo economicus, donde el individuo actúa por intereses propios y motivado hacia las recompensas que le aportan las acciones (Henrich et alt., 2001); de esta forma, el comportamiento antisocial responde a una manera de ser que pone en cuestión la estabilidad social, siendo el delito el fruto de una intervención humana activa y responsable que incide directamente en la sociedad como amenaza. 34 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Esta nueva visión del hombre hace aparecer afirmaciones doctrinales en las que se atestigua un cambio en el modelo de intervención penal para dar respuesta a una, cada vez más creciente, inseguridad ciudadana. Se integra paulatinamente en el discurso del riesgo social de las grandes amenazas tecnológicas y de los macro-cambios sociales una sensación de inseguridad entre los ciudadanos a ser víctimas de delitos en el desempeño de las actividades cotidianas, junto a un discurso ya consolidado desde los años setenta en las críticas al modelo penal: el nothing works (Cullen y Gendreau, 2001). Las cárceles y el sistema penal no funcionan y nuestras calles están llenas de delincuentes, la ciudadanía observa el fenómeno con expectación y miedo a que los agentes responsables de su externalización en el problema de la inseguridad actúen. Esta realidad hace que los ciudadanos se sientan vulnerables ante la gran cantidad de riesgos de los que pueden ser víctimas, y este miedo hace delegar las responsabilidades hacia los poderes legislativos y penales, a los que se les pide que les protejan y eliminen el conflicto. Es en este momento que empiezan a proliferar afirmaciones doctrinales en las que se evidencia un cambio con una expansión del derecho penal en una expansión securitaria (Diez Ripollés, 2005), apareciendo nuevas formas de combate del crimen en la que el infractor es el enemigo de la sociedad y al que no es necesario preservar todas sus garantías y derechos como ciudadano activo (Gracia, 2005; Jakobs y Meliá, 2003; Silva, 2001). La clase política, en muchos casos, busca dar respuesta a una realidad de inseguridad que le permita nuevos réditos electorales y que, ayudados por unos medios de comunicación que enfatizan la singularidad, convirtiéndola en alarma pública debido a su inexactitud, poco plural y adulterando la realidad (Giménez, 1992; Fuentes, 2005), será la que les lleve a tomar medidas populistas, que no efectivas, en cuanto a la reinserción y a la lucha contra el crimen. Desde la aparición del nuevo Código Penal en 1995 se ha denotado un endurecimiento paulatino de las penas privativas de libertad y un reclamo generalizado entre la comunidad científica hacia una revisión, modificación y cambio en el sistema de pena y la política penal actual (Diez Ripollés, 2012; Cid, 2008; Diez Ripollés, 2006). España es en la actualidad el país europeo con un mayor índice de personas encarceladas por cada cien mil habitantes (Walmsley, 2011) y, en cambio, estos datos no coinciden con el descenso paulatino de los delitos acaecidos en nuestro país. La aplicación de constantes reformas del Código Penal ha llegado a su extremo más álgido, por el momento, con la presentación del proyecto de ley en el Congreso de los Diputados con propuestas que presentan una clara vulneración de derechos protegidos por el texto constitucional (Roig, 2013; Fernández, 2013). Podemos decir que nuestro país está girando hacia doctrinas más próximas al Derecho Penal del Enemigo (Jakobs y Meliá, 2003) que a aquellas que se deben desprender del mandato legal reflejado en el artículo 25.2 de la Constitución Española, donde se pide a los poderes públicos que las “medidas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la 35 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 reeducación y la reinserción social”. Este mandato constitucional insta a la institución pública penitenciaria a que todas sus acciones deben ir encaminadas a crear, mantener, revisar y fortalecer políticas penales y instituciones que orienten su acción a la mejora de los procesos de reinserción del preso en la comunidad, sin menoscabo, claro está, de la necesaria atención que debe prestarse a las víctimas de los delitos (United Nations, 2010), ni que dichas medidas vayan en detrimento de la custodia efectiva que también se le pide a la institución penitenciaria, aspectos todos ellos posibles y que no son, ni deben ser, antagónicos en su cumplimiento. No es racional que las propuestas se centren en el sujeto como único responsable moral del delito La institución penitenciaria debe gestionar de forma efectiva y correcta el peligro de la comisión de nuevos delitos mediante la prevención, tratamiento y resocialización de la población reclusa, reduciendo así el riesgo efectivo de reincidencia penitenciaria –cabe destacar la poca trasparencia en este dato de las administraciones españolas, disponiendo tan solo de datos generales en Catalunya (Capdevila y Ferrer, 2009) y algunos estudios aislados– permitiendo que exista una mayor sensación de seguridad ciudadana, aunque este proceso no deben ni pueden hacerlo solo las instituciones penitenciarias. Los sistemas de control social informal son parte fundamental en el éxito del proceso resocializador (Evans et alt., 1997). La comunidad científica ha evidenciado la ineficacia de los modelos punitivistas, desde el Marqués de Beccaria con sus tesis humanistas (1764) hasta recientes estudios sobre los factores de éxito en los programas de intervención (Redondo, Martínez y Pueyo, 2011). Se hace necesario, por tanto, una relectura del modelo penal español buscando aquellas acciones que den alas al something works y la percepción que el sistema penal sí funciona. El modelo penal debe ser aquel que conduzca a enmendar el conflicto entre delincuente y comunidad, permitiendo un proceso resocializador mediante procesos socializadores terciarios (Petrus, 1992). No es racional, sin embargo, que las propuestas se centren en el sujeto como único responsable moral del delito, y menos que estas sean incapacitadoras. La insistencia pedagógica en el proceso resocializador debe recaer también sobre el medio, facilitando con la acción educativa una comunicación normalizada entre medio y sujeto. La Unidad Terapéutica y Educativa del Centro penitenciario de Villabona (Asturias), un oasis en el desierto El año 1992 se germina en la Prisión Provincial de Oviedo una de las apuestas más atrevidas, más inclusoras y no siempre valoradas del sistema penal español (Diario.es, 2013). Lo que más tarde se conocerá como Unidad Terapéutica y Educativa tiene sus inicios en una apuesta de profesionales que entienden y creen que el objetivo del sistema penitenciario es crear modelos, intervenciones y propuestas adecuadas que faciliten los procesos de reinser- 36 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial ción. Para ello, se empieza a trabajar con un reducido número de jóvenes con problemas de toxicomanías en la mencionada prisión. Las drogas, debido a la expansión en los años ochenta del consumo de opiáceos, es una realidad presente en las cárceles españolas y pasa a ser el centro de la vida en todos los patios de dichas prisiones. La preocupación que genera esta nueva situación, y los constantes conflictos que acontecen en las cárceles, implanta dentro del sistema penitenciario un modelo de persecución del consumo importado de las políticas públicas de mano dura y tolerancia cero iniciadas en Estados Unidos (Wacqant, 2000) a la reconquista de un espacio robado por la droga y caracterizado por la implantación de una subcultura carcelaria (Valverde, 1997) que genera ya no solo una doble penalización al interno, sino que convierte la cárcel en un espacio no de tratamiento sino de suplicio en sí mismo (Crespo y Bolaños, 2009). Esta realidad afianza más el conflicto dentro de las prisiones, generando procesos refractarios a las propuestas de intervención tratamental. La separación de poderes dentro de los profesionales penitenciarios es una realidad y se evidencia en una infrautilización de los recursos humanos que dispone el sistema, en especial con la no participación en el proceso reinsertador del preso de los funcionarios de vigilancia, figura considerada clave en la promoción de la participación del interno (Giménez Salinas, 1990). Partiendo de esta compleja realidad, un educador, Faustino García, y una trabajadora social, Begoña Longoria, de la Prisión Provincial de Oviedo inician lo que vendrá a ser la propuesta de un nuevo modelo de prisión en España, un espacio de intervención dirigido a dar respuesta al principio constitucional de reinserción del preso. Dos años después de iniciar esta andadura, el 1994 se crea un “espacio libre de drogas” en el Centro Penitenciario de Villabona, a sabiendas que el consumo dentro de las cárceles, como hemos denotado, es uno de los principales frenos en el tratamiento y resocialización del interno. Los resultados satisfactorios tanto en la creación de climas sociales adecuados para la intervención, como en la mejora de la participación de los internos en el tratamiento y de la posterior reinserción, consolidan este modelo como alternativo al actual sistema penitenciario. En 1998 se le da el actual nombre de Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Centro Penitenciario de Villabona (Ministerio del Interior, 2005). A lo largo de los siguientes años, la UTE gana terreno en la intervención penal y en el propio Centro Penitenciario de Villabona, se liberan más módulos para aplicar el modelo de la UTE como estrategia de intervención, así como diferentes cárceles españolas apuestan por este modelo alternativo al actual. Dicho proyecto ofrece índices de reinserción mayores, con diferencias que llegan a rebajar en más de veinte puntos las cifras europeas de reinserción –recordamos que en España no existen cifras ni estudios nacionales de este tipo– (Rodríguez, Bringas, Perez y Eguizabal, 2014). La UTE supera la intervención individual y clínica con el interno, a la vez que deja de un lado modelos basados en el condicionamiento operante, para ofrecer un modelo ambiental donde la corresponsabilidad en el diseño de la intervención es una 37 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 pieza clave en todo el proceso. Cualquier elemento que exista en el universo penitenciario se convierte en un espacio tratamental que busca generar cambios positivos en el interno con miras a su posterior reinserción (Morata, Palasí y Enjuanes, 2013). La intervención socioeducativa de la UTE se circunscribe dentro de la Pedagogía Social Comunitaria, modelo que trabaja para la consecución de dos grandes finalidades: la mejora de la calidad de vida de las personas, haciendo fuerza en el bienestar subjetivo de la persona y su empoderamiento integral, y el fomento de la cohesión social como forma de articulación social. Ambos objetivos, aplicados con rigor en la UTE, empoderando al interno y mejorando así su bienestar subjetivo, a la vez que motivando la participación de la comunidad, pretenden: a) generar un cambio en la concepción del riesgo; b) considerar al interno como parte del tejido social; c) considerar a los ciudadanos y a las entidades sociales como parte del proceso de inclusión. Todo ello es posible a partir de la implementación de diversas metodologías: el acompañamiento psicosocial y educativo, la animación sociocultural y el trabajo comunitario (Morata et alt., 2013). La acción centrada en el vínculo social comunitario es el que permitirá a la UTE evidenciar que otro modelo de prisión es posible La acción centrada en el vínculo social comunitario es el que permitirá a la UTE evidenciar que otro modelo de prisión es posible. Se pide al interno un compromiso personal en su proceso de tratamiento, a la vez que debe ser capaz de reconocer sus errores y buscar alternativas que permitan un mejor proceso de reinserción en la comunidad. Para ello debe participar en la elaboración, creación y gestión de su propio proceso terapéutico y el del grupo. La creación de vínculos sociales dentro de la propia prisión se evidencia en la construcción de un tejido de redes de ayuda y colaboración entre todos los agentes implicados, consolidando también entornos de protección en el medio externo que permitan gestionar de forma eficaz las recaídas y aumentando así las competencias en autocontrol (Hischi, 1969; Hirschi 2003; Na y Paternoster, 2012). La comunidad se erige como un puntal en el proceso de mediación delante del conflicto una vez el interno sale de prisión (García y Soler, 2013). Para ello, es necesario crear y compartir un sistema de creencias comunes. La UTE se define como un espacio libre de drogas y de violencia (Morata et alt., 2013; Ministerio del Interior, 2005) y así es interiorizado por parte de todos los agentes sociales implicados. Para asegurar una eficacia real en la reinserción es necesario que el interno entienda, comprenda y se sienta parte del sistema. El profesional debe establecer vínculos de apego seguro con el interno, que se siente acompañado, y permitir así una derivación y la construcción de vínculos sociales ya en la fase final de la pena. Si bien, como hemos dicho, la intervención de la UTE es ambiental, por lo que todos los espacios y agentes dentro del sistema penal permiten una incidencia directa en el cambio y aseguran la transmisión de competencias y habilidades que le permitan un correcto proceso resocializador (Petrus, 1992), el análisis permite diferenciar espacios y momentos diversos, que en la práctica se dan de forma más o menos simultánea (Morata et alt., 2013): 38 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial a)Voluntad de cambio Una de las premisas importantes en la UTE y clave en el éxito del tratamiento es la narrativa o la voluntad de cambio expresada por el propio interno. El mismo Reglamento Penitenciario, en el título V capítulo primero, se recoge la importancia de la voluntariedad en el proceso tratamental, así como evidencia que este no tiene sentido si no existe participación por parte del propio interno. Se afirma, por tanto, el derecho y la libertad del interno a no acogerse a dicho tratamiento pero alienta especialmente a las instituciones penitenciarias a estimular la participación de los reclusos. La promoción del cambio debe ser tarea de los profesionales del ámbito penitenciario, creando espacios, estrategias y procedimientos que estimulen a ello. Todo proceso educativo debe comprender un estadio de contemplación donde el interno elabore un discurso de voluntad real de cambio y se comprometa a participar en su proyecto terapéutico y educativo (Prochaska, Velicer, DiClemente y Fava, 1988), para formalizarla a través de procesos de narrativa desistora (Cid, 2011). El desistimiento en la conducta delictiva es, y debe ser, el objetivo de toda intervención en el marco penitenciario, y este se inicia a través de pequeños cambios en el entorno vital del individuo que permiten afianzar sus ideas y motivaciones hacia el cambio (Laub y Sampson, 2001). Es evidente que los actos de disuasión de la reiteración en conductas delictivas tienen mayores éxitos que los propiamente incapacitadores (Abrams, 2012). La UTE así lo entiende, y por ello debe ser el propio interno que, por iniciativa personal, o a instancias de los profesionales de otras unidades, solicite su ingreso en la unidad, formalizando este hecho con la firma de un contrato terapéutico. Este es un “documento que vincula a los internos con la Unidad en cuanto compromiso, el ejercicio de derechos y el cumplimiento de los deberes establecidos” (Ministerio del Interior, 2005). Esta formalización permite compartir el sistema de normas de la Unidad, asegurando un primer paso en la construcción del discurso de voluntad de cambio. Junto a este compromiso, el interno debe elaborar una carta de presentación al grupo en la que narre los hechos exógenos y endógenos que le han llevado a la comisión del acto delictivo. El objetivo esencial de la sentencia es la recuperación personal y social del acusado, por lo que la intervención va más allá del delito juzgado y se centra en el análisis de los factores de protección y riesgo presentes, tanto dinámicos como estáticos y en su historia de vida (Valverde, 1998). Esta carta permite ser el punto de inicio del trabajo a desarrollar con el interno. Se pasa de un sistema clínico y de valoración del riesgo a una intervención que parte de la visión del propio interno y de su realidad penal y social. Los acuerdos de intervención parten del diálogo y de la participación por parte de todos los agentes (Alonso y Funes, 2009). No es un proceso fácil y entraña cierta dificultad para el interno plasmar y evidenciar una historia de vida de fracasos y abandonos. Los profesionales, pero especialmente otros internos, son los encargados de acompañar en todo momento al interno y mostrar apoyo. Este aspecto se convierte en uno de los puntos clave del tratamiento: la aceptación de sus límites y la firma de la voluntad de cambio. 39 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 b)El profesional como facilitador de cambio Una de las características esenciales que define a la UTE es su capacidad para incorporar a todos los profesionales de la prisión en el proceso educativo y terapéutico. Como se señalaba en el punto anterior, el Reglamento Penitenciario, en su artículo 111.2, recoge la necesidad de que para que se desarrollen adecuadamente las actividades, debe contarse con la colaboración de todos los profesionales del ámbito penitenciario, incluidos, evidentemente, los funcionarios de vigilancia. El sistema penal español ha tendido a la división de funciones recayendo sobre los funcionarios de vigilancia tareas de orden y disciplina dentro del sistema penal, olvidando atribuirles roles de mediación y acompañamiento con los internos, dejando al azar el poder ser o no un “buen” funcionario, entendido como tal el que desarrolla, también, tareas de corte educativo (Giménez Salinas, 1990). La UTE incorpora al profesional de vigilancia (se cambia el nombre tradicional de “funcionario de vigilancia” por uno de tipo genérico, de cara a romper estereotipos subculturales propios de otros centros penitenciarios y permitir igualar las funciones de todos los profesionales que trabajan dentro de la UTE, entendiendo el trabajo de forma transdisciplinar). Esta figura profesional realizará tareas de tutoría, y se pasa a considerarlo de vigilante a educador. El vínculo con el interno permite establecer sistemas de control social informal (Evans et alt., 1997; Cohen, 1988) que ayudan en las tareas de vigilancia sin que estas se vivan como una imposición del sistema penal (Ministerio del Interior, 2005). El profesional participa de las acciones de tratamiento, seguimiento y coordinación como un miembro más. c)El grupo como eje de la intervención Los internos son sujetos activos en su proceso personal 40 La participación de los internos en todo el proceso y la gestión coordinada de todas sus acciones es otro de los sellos de identidad de la UTE. Los internos no son sujetos pasivos necesitados de tratamiento sino que son sujetos activos en su proceso personal, pero, a la vez, en la gestión de los procesos grupales de cambio. Este punto, si bien es signo identitario en la UTE, ya que apuesta por nuevos modelos de intervención, es fruto de una relectura del Reglamento Penitenciario hacia un horizonte más acorde al mandato constitucional. En el artículo 112 del Reglamento Penitenciario queda claramente especificado que el legislador insta a las instituciones públicas a estimular la participación del interno en la planificación y ejecución de su tratamiento, pero es significativo la dedicación que se le da a la participación como eje del proceso de tratamiento en el Capítulo VI del título II, en la que insta a la dirección de los centros penitenciarios a estimular la participación de los internos en la organización de tareas de tipo regimental y tratamental dentro del centro penitenciario. Este proceso de participación favorece una mejora EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial en la cohesión social del grupo, ya que permite a los miembros del grupo la identificación de pertenencia a un proyecto común y unos objetivos compartidos, eliminando así trazos subculturales que pueden aparecer y entorpecer el proceso educativo (Sole, 2011). No es posible vivir en sociedad sin unos acuerdos mínimos, sin un contrato social, pero lo importante es saber quién establece estos mínimos. La imposición de normas y objetivos puede llevar a la división de estratos y roles, tal y como nos encontramos en muchos de los centros penitenciarios. Compartir valores y normas consensuadas entre los miembros del grupo social permite una reducción del conflicto y un vínculo entre sus miembros que conducirá al establecimiento de funciones corresponsabilizadas entre todos los agentes. La UTE, a través de los espacios de diálogo, como son las asambleas y grupos de representantes, estimula a la participación de los internos en la construcción de un proyecto común. Se crea el grupo de apoyo, formado por aquellos internos que han adquirido un cierto nivel de concienciación e implicación en su proceso terapéutico, y se constituye como el primer paso del compromiso terapéutico. Estos internos permiten hacer llegar el discurso y los valores institucionales y generar diálogo con los internos, construyendo un sistema normativo común (Ministerio del Interior, 2005). A su vez, los propios internos realizan el acompañamiento entre iguales durante la estancia en el centro penitenciario. Además de los grupos de apoyo encontramos los grupos de representantes, internos que ya destacan en el proceso y que tienen un nivel superior de implicación en el proceso, y las comisiones de trabajo, como instrumento de seguimiento y control de bloques determinados, en las que los internos pueden mantener un diálogo permanente con la institución, bien sea por temas de intervención educativa, bien sea por temas de gestión más regimental. d)Las actividades como espacio de trabajo Las actividades son el eje central del proceso educativo y terapéutico. A la intervención ambiental, a partir de los procesos de concientización y de participación, se le une la gestión de espacios de intervención más centrada en dar respuesta a las necesidades de tipo criminógeno, educativo y social que presentan los internos. El grupo terapéutico o grupo de autoayuda se conforma como el eje central de este proceso de intervención. Está dirigido por un profesional y es un espacio de ayuda para trabajar las carencias competenciales y de habilidades que presentan los internos. La incidencia en factores de riesgo y la potenciación de los factores protectores permite generar cambios una vez el interno salga en libertad. Los espacios de autoayuda permiten establecer vínculos de apoyo entre la microcomunidad así como dar respuesta a la realidad criminógena que puede generar riesgo en la reincidencia. Es de vital importancia la institucionalización de programas de tratamiento específico, ya que este tipo de intervención permite reducciones en reincidencia significativas (Redondo, Sánchez-Meca y Garrido, 2001). 41 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Otro de los espacios que dota de singularidad a la UTE como contexto de trabajo educativo es el que se realiza en la escuela. Definida como uno de los pilares de la UTE, su función dentro de la prisión supera los esquemas tradicionales convirtiéndose en un medio estimulante, atractivo y dinámico que permite llegar a conseguir el nivel de concienciación y normalización del interno (Ministerio del Interior, 2005). Tradicionalmente la escuela ha sido un espacio de frustración y fracaso para muchos de los internos. El fracaso escolar es uno de los factores de riesgo presentes en la casi totalidad de los internos (Heredia y Pablos, 2010) y el sistema penitenciario debe proponer modelos y metodologías diferentes a las propuestas en la educación formal. Mantener los mismos sistemas supone apostar por la reiteración en el fracaso. La escuela en la UTE es un espacio de enseñanza pero es también un espacio de educación para la ciudadanía, un espacio de prevención en las conductas de riesgo y un espacio de trabajo comunitario a través de campañas y acciones que permitan dar a conocer la realidad penal y prevenir en jóvenes y adultos conductas delictivas. Cabe destacar el trabajo que se realiza con institutos asturianos en la prevención del consumo de alcohol y sustancias adictivas. Se invitan a institutos a la cárcel para posibilitar espacios de diálogo entre jóvenes e internos e incidir en la prevención (Morata, López y Enjuanes, 2011). Este trabajo permite conseguir un doble objetivo: ratificar en el proceso de narrativa desistora de los propios internos, a la vez que, mediante acciones de justicia restauradora a la comunidad, los propios internos se vuelven sujetos activos en acciones de prevención comunitaria con los alumnos. Estas acciones permiten devolver a la comunidad el apoyo que se les brinda en la UTE. e)Compromiso con y para la ciudadanía Es necesario que el interno participe de forma libre de las propuestas de la comunidad/sociedad 42 El éxito de la reinserción estriba en la vinculación de todos los principios y finalidades de la institución penitenciaria hacia la conquista de la ciudadanía responsable, participativa y democrática (Pozo y Añaños, 2013; Trilla, 2010), y para ello es necesario que el interno participe de forma libre de las propuestas de la comunidad/sociedad. Es por ello que desde la UTE se entiende que la fase final del proceso penitenciario debe desarrollarse toda, o en parte, dentro de la comunidad. Las salidas terapéuticas o dirigidas a los procesos de reinserción están contempladas en el Reglamento Penitenciario, permitiendo los beneficios de otros grados penitenciarios en su proceso de reinserción, como así se refleja en el 100.2 del citado reglamento, como ejemplo. Las entidades sociales participan dentro de la UTE para facilitar, potenciar y mejorar la relación y el vínculo. Serán estas organizaciones sociales las que, una vez salgan los internos bien sea en tercer grado o en libertad condicional, puedan mantener el proceso de acompañamiento y reinserción que se requiere. El apoyo social es vital para asegurar los procesos incorporadores (Garcia y Soler, 2013). EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Cabe destacarse también la participación de las familias en todo el proceso. La UTE entiende la familia como uno de los pilares del éxito de la incorporación social. Establecer vínculos seguros con el entorno, especialmente con el entorno inmediato, es de vital importancia. Por ello se crea la Escuela de Familias como espacio de capacitación, formación y acompañamiento de los familiares (Ministerio del Interior, 2005) posibilitando un impacto menor en la llamada victimización terciaria, y posibilitando, de esta manera, el aprendizaje de competencias básicas para poder gestionar los conflictos del día a día. A modo de conclusión, atisbando tierra en el horizonte La construcción del riesgo social es un constructo subjetivo que la sociedad ha ido formando a lo largo de los años. Esta realidad, si bien permite niveles mayores de prevención que reduce las oportunidades, se ha centrado en la motivación del delincuente y en la implementación de sistemas incapacitadores que, contraviniendo lo que dice nuestro mandato constitucional, no favorecen los procesos inclusores y genera bolsas cada vez mayores de excluidos. Existen en nuestra práctica penitenciaria modelos penales que sí funcionan y demuestran su éxito en la incorporación social. La UTE del Centro Penitenciario de Villabona es uno de los ejemplos claros y un estandarte de lo que funciona y lo que debe ser una cárcel: un espacio de resocialización que permita la reinserción de forma efectiva. Es necesario que políticos, legisladores, científicos y sociedad civil unamos nuestros esfuerzos en crear una sociedad cada vez más cohesionada y humana. Pero, para ello, es imprescindible el uso de modelos de ejecución penal adecuados, en los que la finalidad no sea la gestión del riesgo dentro del propio centro penitenciario sino la construcción de la práctica de ciudadanía que llevan a cabo los propios internos y todos los agentes que intervienen. Entendemos, por tanto, que el modelo de Pedagogía Social Comunitaria (Morata et alt., 2013), aplicado en la UTE del Centro Penitenciario de Villabona se convierte en un modelo pedagógico eficaz, el cual permite conseguir el ideal rehabilitador planteado en el Reglamento Penitenciario. Este modelo se fundamentará de forma especialmente significativa en la implicación personal del interno y de todos los profesionales que participan en los procesos de tratamiento, así como de la familia y de la comunidad. Un modelo pedagógico, por tanto, que se orienta a producir cambios: a) en los internos, en cuanto a la mejora de sus competencias psicosociales y ciudadanas; b) en las comunidades sociales próximas, en cuanto acompañantes de los internos, 43 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 dentro y fuera de la prisión, de forma especial a la salida en libertad; c) en la sociedad, para que se sienta sensibilizada y corresponsable de la participación efectiva de los internos y de su incorporación social. Jordi Enjuanes i LLop Educador social del CP Els Lledoners Miembro del equipo de investigación GIAS Universidad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés – URL jenjuanes@gencat.cat Faustino García Zapico Educador social, responsable de la UTE del CP de Villabona tino.zapico@gmail.com Begoña Longoria Trabajadora social, responsable de la UTE del CP de Villabona begonalongoria@hotmail.com Bibliografía Abrams, D. S. 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Londres: ICPS. 47 Editorial Resumen Héctor Alonso Pablo Ruiz Jonatán Sánchez Ricardo Oficialdegui EducaciónEducación Social 57 Social 57 Exclusión social, medio abierto e incorporación social en la Asociación Bizitegi: un modelo de intervención socioeducativa en programas de reinserción social desde la Pedagogía Social Comunitaria Este artículo pretende dar a conocer la asociación Bizitegi, que lleva trabajando desde 1980 en el barrio de Otxarkoaga de Bilbao, ofreciendo programas de atención y reinserción social a personas con problemas de drogodependencias, alcoholismo, enfermedad mental y/o sin hogar que se encuentran en grave situación de exclusión social. En los estudios sociales sobre marginación hemos pasado de hablar de pobreza a hablar de exclusión social, concepto más amplio y con más dimensiones. También se reflexiona sobre el trabajo de calle y los procesos de incorporación social, elementos clave en el trabajo de Bizitegi. Se defiende la idea de que Bizitegi trabaja desde el modelo de la Pedagogía Social Comunitaria, desplegando varias acciones y proyectos que justifican esta relación clave. Palabras clave: Pobreza, Exclusión, Medio abierto, Incorporación social, Reinserción social, Participación social, Bizitegi Exclusió social, medi obert i incorporació social a l’associació Bizitegi: un model d’intervenció socioeducativa en programes de reinserció social des de la Pedagogia Social Comunitària Social exclusion, open environment and social inclusion in the Asociación Bizitegi: a model of educational intervention in rehabilitation programmes based on community education Aquest article pretén donar a conèixer l’associació Bizitegi, que porta treballant des del 1980 al barri d’Otxarkoaga de Bilbao, oferint programes d’atenció i reinserció social a persones amb problemes de drogodependències, alcoholisme, malaltia mental i/o sense llar que es troben en una greu situació d’exclusió social. En els estudis socials sobre marginació hem passat de parlar de pobresa a parlar d’exclusió social, concepte més ampli i amb més dimensions. També es reflexiona sobre el treball de carrer i els processos d’incorporació social, elements clau en el treball de Bizitegi. Es defensa la idea que Bizitegi treballa des del model de la Pedagogia Social Comunitària, desplegant diverses accions i projectes que justifiquen aquesta relació cabdal. This article seeks to draw attention to the work of the Bizitegi association, which has been active since 1980 in the Otxarkoaga neighbourhood of Bilbao, running social care and rehabilitation programmes with people with problems of substance abuse, alcoholism, mental illness and/or homelessness who find themselves in situations of serious social exclusion. There has been a shift in the social study of social deprivation from talking about poverty to talking about social exclusion, a broader concept with more dimensions. The article also reflects on outreach and street work and processes of social inclusion, key elements in the Bizitegi approach, and sustains that Bizitegi works on the basis of a community education model, deploying various actions and projects that justify this key relationship. Paraules clau: Pobresa, Exclusió, Medi obert, Incorporació social, Reinserció social, Participació social, Bizitegi Keywords: Poverty, Exclusion, Open environment, Social incorporation, Social rehabilitation, Social participation, Bizitegi Cómo citar este artículo: Alonso, H.; Ruiz, P.; Sánchez, J.; Oficialdegui, R. (2014). “Exclusión social, medio abierto e incorporación social en la Asociación Bizitegi: un modelo de intervención socioeducativa en programas de reinserción social desde la Pedagogía Social Comunitaria”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 48-66 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y La asociación Bizitegi lleva trabajando desde 1980 en el barrio de Otxarkoa- ga de Bilbao, ofreciendo programas de atención y reinserción social a personas con problemas de drogodependencias, alcoholismo, enfermedad mental y/o sin hogar que se encuentran en grave situación de exclusión social. Bizitegi cuenta con un modelo de intervención cuyo objetivo es facilitar procesos de inclusión y cohesión social, potenciando a la persona para que adquiera el mayor grado de autonomía posible y de participación social. Los diferentes programas de la asociación Bizitegi ofrecen un espacio de confluencia de recursos y usuarios que avanza en un proyecto vital bio-psico-social-comunitario, integral y de continuidad de cuidados, adaptado a las necesidades de los usuarios. Este espacio responde a las diferentes necesidades, según el momento del itinerario vital de cada persona. Su intervención educativa se basa en la aplicación del modelo de acompañamiento psicosocial y educativo (Alonso y Funes, 2009), que aplica en los diversos proyectos terapéuticos y comunitarios, de cara a facilitar procesos de incorporación social para que las personas adquieran el mayor grado de autonomía y los mejores niveles de calidad de vida posibles. En la actualidad existen todavía pocos estudios1 en los que se incorpore el paradigma del trabajo comunitario y la participación de las personas en los procesos de reinserción social. La recuperación, en los años ochenta, de la idea de comunidad, como eje vertebrador de la intervención social, pone de manifiesto la importancia de la implicación de los sujetos sociales en la defensa de su propio entorno, infiriendo una definición de sociedad global, donde se toma como referencia la base local. Una comunidad que no se entiende sin la existencia de unos mínimos niveles de solidaridad y de intercambio de significados (Caride en Petrus, 1997; Gurrutxaga, 1993). Se evidencia la necesidad de redescubrir un nuevo orden comunitario, en cuanto que esta nueva organización social, fruto del estado moderno, reúne algunos requisitos imprescindibles para generar cohesión social. Se requiere inventar una nueva comunidad fundada en base al individuo (Caride en Petrus, 1997). Un nuevo modelo social que nos conduce a comunidades que generan encuentros entre los individuos y su mundo privado, no como un fin en sí mismo, sino como forma de apoyo colectivo (Gurrutxaga, 1993). La idea de comunidad, como eje vertebrador de la intervención social, pone de manifiesto la importancia de la implicación de los sujetos sociales en la defensa de su propio entorno El presente artículo se centrará, en primer lugar, en la profundización y reflexión sobre algunos temas relevantes del trabajo llevado a cabo por la asociación Bizitegi como son el trabajo comunitario con personas que sufren procesos de exclusión social y de extrema pobreza, el trabajo desde el medio abierto o la educación de calle y la tarea de incorporar socialmente a estos colectivos tan vulnerables. En un segundo momento, se detallarán algunas acciones o proyectos que consolidan el modelo de participación, de cohesión social y de mejora de la calidad de vida de las personas, mediante el que trabaja Bizitegi y que se enraíza en el modelo de la Pedagogía Social ISSN 2339-6954 48 49 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Comunitaria (de ahora en adelante PSC). Queremos validar, en última instancia, dicha relación clave para deducir que gracias a la intervención desde ese modelo se está generando un impacto y unos efectos positivos en sus contextos de trabajo. De pobreza a exclusión social Bizitegi, desde sus inicios hasta la actualidad, ha trabajado con personas pobres, vulnerables, excluidas, enfermas, drogodependientes… Pero ha percibido una creciente evolución en el fenómeno de la desigualdad social. Y no solo Bizitegi sino toda la sociedad está viviendo nuevas formas de desigualdad que no se definen desde el concepto de pobreza, que tradicionalmente hemos utilizado, y que por lo tanto merece un especial trato y reflexión. Necesitamos evolucionar la mirada que ejercemos sobre los fenómenos de desigualdad social. Hemos de ampliar el concepto de pobreza, para llegar a una concepción más compleja, dinámica y rica donde haya más variables y más concreciones. Este concepto nos llevaría a hablar de exclusión social, como idea más amplia, donde encontraremos el déficit económico, pero también otros déficits, como el de formación, vivienda, condiciones de salud, red social… La noción de pobreza tradicionalmente se ha construido en función a los ingresos medios que percibían algunos sectores de la población en un momento concreto y también teniendo en cuenta la dimensión geopolítica, es decir, la situación territorial. Estábamos manejando un concepto relativo no absoluto, basado en el nivel medio de los ingresos, el ámbito territorial y el momento concreto en el que se realiza la captación de la información. A este parámetro, con el tiempo, se le han ido añadiendo otras dimensiones para acoger el dinamismo y el cambio propio de la evolución de las sociedades, como son, aparte de los ingresos medios, el gasto o el consumo… (Barnes, 2002; Subirats, 2004). En la actualidad, se sigue teniendo muy en cuenta la desigualdad económica, pero no es el único indicador que se utiliza para operativizar el concepto de desigualdad social. Ante la crisis global, acuciante y agravada en España por características internas derivadas de la construcción y del mundo de las finanzas, no se puede seguir relacionando la desigualdad social solamente con la pobreza, sino que hay que empezar a considerar otras dimensiones o situaciones, como la situación administrativa que sufren las personas inmigrantes que están en situación irregular, o las malas condiciones de salud, la sobrecarga doméstica y familiar, el desempleo de larga duración, la precariedad laboral, la vivienda digna, los problemas educativos y formativos, la ruptura de los lazos y vínculos familiares (Adelantado, 2000). 50 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial La quiebra o crisis del estado de bienestar y los efectos de la globalización económica neocapitalista han generado una alarmante desprotección de sectores de la población española cada vez más generalizada. El profesor Subirats (2004) señala tres principales cambios que se han producido en el sistema económico y social de España y que causan los nuevos escenarios de desigualdad social. El primero es la fragmentación de la sociedad desde unas características que hacen mucho más complejo y diverso nuestro espacio social. Temas como la inmigración, con su consiguiente choque cultural, pero también el aprendizaje reciproco, el envejecimiento progresivo que desapuntala la sostenibilidad económica de las pensiones, sanidad, nuevas formas de convivencia familiar, etc., generan nuevos grupos sociales con dificultades de inclusión social. El segundo, relativo al impacto de la nueva economía post-industrial sobre el mercado de trabajo, ha generado una transición basada más en la información y el conocimiento que en la producción mercantil. Se ha impuesto un modelo capitalista menos regulado y más mundializado. De este cambio surge el problema de la inserción de los jóvenes cualificados en el mercado laboral español. Y, en tercer lugar, cómo la flexibilidad en los procesos de producción que tienen lugar en ese nuevo marco económico de la información ha originado la creación de empleo de menor calidad y más precario. Todo ello sumado al significativo déficit de las políticas públicas y sociales agrava las desigualdades sociales y produce una creciente y emergente sensación de vulnerabilidad social y de injusticia social (Gallego, Gomá y Subirats, 2002). Debido a dichos factores, el concepto de exclusión social amplía el espectro de la pobreza a otros nuevos escenarios de desigualdad social. Esta constatación nos parece intensamente útil para trabajar y reflexionar sobre aquellas situaciones en las cuales, unido a la privación económica, encontramos una merma de los derechos vinculados al concepto de ciudadanía, es decir, de los derechos y libertades básicas de las personas, sea cual sea su cultura o nacionalidad (Arriba, 2002; Subirats, 2004). Esta realidad cambiante, donde nos situamos desde la lucha contra la exclusión social y no solo desde la pobreza, ha sido asumida y corroborada por los profesionales de Bizitegi. Y no solo por parte de los profesionales sino también por las personas destinatarias, los cuales han visto cómo se amplían las desigualdades y, por lo tanto, los sectores de exclusión. Este hecho ha contribuido a empatizar y normalizar su situación, aunque la suya fuera, en buena medida, una denominación que podríamos catalogar como la de los excluidos históricamente, no los nuevos excluidos que ha producido la crisis y la mala gestión de dicha crisis. El concepto de exclusión social amplía el espectro de la pobreza a otros nuevos escenarios de desigualdad social 51 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Trabajar desde el medio abierto Algunas consideraciones en torno a los procesos de reinserción e incorporación social: Bizitegi trabaja en diversidad de contextos y en distintas tipologías de destinatarios: en centros de día, residencias, pisos de reinserción, espacios terapéuticos, etc., aunque requiere especial atención el trabajo de calle o en medio abierto que dicha asociación lleva a cabo, desde la perspectiva de la PSC. La reinserción social se define como un proceso que busca conseguir la incorporación social de aquellos ciudadanos que, por distintas causas, han permanecido al margen de las normas sociales. Toda acción de reinserción debe contar con la colaboración y la voluntad de la propia persona excluida (Petrus, 1992). La educación de calle se ha valorado como una actuación muy necesaria dentro de la acción social en contextos marginados (Miquel, 1999, 2002; Petrus, 1997), pero es difícil definir qué es la educación de calle, ya que muchos profesionales se ven envueltos en diferentes ámbitos de la animación, la educación, la educación social, el trabajo social, etc. (Urbano, 2008). Para superar esta limitación se suele definir qué es educador de calle, el cual toma la calle desde la crítica como un espacio educativo siendo una figura de referencia para los jóvenes u otros sectores de población (Costa Cabanillas, 1995). El educador de calle articula su intervención desde los contenidos de comunicación con el entorno comunitario, promoviendo la motivación de los usuarios, su participación activa como ciudadanos, el aprendizaje de habilidades básicas, la normalización de sus vidas y la asunción de la norma social (Dalmau, Miquel y Pélaez, 2000). En esta línea, Urbano (2008) destaca como principales características de la educación de calle: a) el contacto directo con la realidad desde lo cotidiano; b) el trabajo con los jóvenes y adultos más desfavorecidos promoviendo procesos educativos que posibiliten el crecimiento personal y la inserción crítica en la sociedad; c) proporcionando medios; y d) movilizando a la comunidad y trabajando con ella. Los educadores de calle de Bizitegi trabajan en el día a día con los más vulnerables, entran en casas a detectar nuevos destinatarios, realizan un trabajo in situ, en sus espacios cotidianos con aquellas personas que están en un proceso agudo de degradación personal y social, con el objetivo de intentar incorporarlos socialmente y ayudarles en los procesos de reinserción. Incorporar socialmente y reinsertar en la sociedad Incorporar o reincorporar socialmente a los más vulnerables ha sido siempre un objetivo claro y preciso en la labor socioeducativa de Bizitegi. Esta lucha, que defiende Bizitegi, contra las desigualdades y contra la exclusión social se materializa de forma positiva consiguiendo crear espacios de reinserción social y, finalmente, incorporando a la sociedad a aquellos que por distintas circunstancias estuvieran excluidos de la misma. 52 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Las funciones del proceso de reinserción social se concretan en asumir unos correctos esquemas normativos; adquirir la cultura o culturas de la sociedad en la que se vive; adquirir hábitos conductuales normalizados; comprender la dimensión social y los códigos de relación con el grupo social; facilitar la participación del individuo en los bienes del grupo; posibilitar una actividad profesional; comprender la racionalidad de las medidas adoptadas. El proceso de reinserción social de las personas excluidas, antes, durante y después del retorno a la comunidad, debe asegurar el acceso a las actividades educativas, culturales y recreativas y tener en cuenta la participación activa de las personas, como elementos significativos para asegurar el éxito de la participación (United Nations, 2006; Hills, Le Grand y Piachaud, 2002). El proceso de la incorporación social se define en función de la cantidad y calidad de participación de una persona en un entorno más o menos amplio (Funes y Raya, 2001). También nos referimos a la incorporación social como un proceso de ayuda y acompañamiento en el desarrollo de competencias personales, sociales y laborales que sitúan a la persona en un espacio favorable para ejercer sus derechos de ciudadanía en igualdad de oportunidades (UNAD, 2005; Corera, 2004). El proceso de incorporación social no implica solo un abandono de la conducta anterior, sino que en el proceso influirán otras situaciones problemáticas a las que hay que prestar atención. Esa es la labor del acompañante y del educador, dedicarle atención a todo tipo de problemas que puedan surgir en dicho proceso (ENLACE, 1999). El proceso de la incorporación social se define en función de la cantidad y calidad de participación de una persona en un entorno más o menos amplio Según Subirats (2004) existen una serie de indicadores y temáticas en relación a los procesos de reinserción e incorporación de las personas que se encuentran en situación de exclusión social. Dichos indicadores son los siguientes: a)Vivienda El acceso a una vivienda digna y normalizada es un derecho de todas las personas y un mecanismo de acceso a otros servicios y recursos. La ausencia de vivienda o la imposibilidad de acceder a ella limita, en gran medida, la intervención con personas que no están afincadas a un territorio, incidiendo negativamente en la promoción personal, familiar y social (Farpón, Menéndez y Triguero, 2007). 53 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 b)Inserción laboral La falta de acceso al mercado laboral es la principal y más inmediata causa de pobreza y de exclusión social (Alós-Moner [coord.], 2011). Todo programa de inserción laboral debe tener en consideración los siguientes aspectos (Bushway, 2003): La finalidad del sistema educativo es el de asegurar la equidad, accesibilidad y calidad con el fin de asegurar la práctica de una ciudadanía democrática, responsable, libre y crítica. Todas las personas deben adquirir competencias en ciertas habilidades y comportamientos que son relevantes, significativos y funcionales en los escenarios sociales en los que se mueve, promoviendo resultados socialmente importantes para la persona (Jiménez, Luengo y Taberner, 2009). • Que las personas excluidas no tienen un historial y memoria de rutina en el trabajo. • Que los programas tienen que tener una relevancia exitosa en cuanto a salidas profesionales. • Que se requiere un proceso de acompañamiento en la transición exclusión/inclusión y en el proceso de acceso al mercado laboral (Alós-Moner [coord.], 2011). • Que se necesita una motivación para el cambio. e)Participación cívica c)Red social La participación se aprende y se practica y para ello se requieren mecanismos, estructuras y climas educativos que lo favorezcan y lo hagan posible. Toda persona necesita de una red de apoyo y de relaciones sobre las que cimentar sus trayectorias personales (Rodríguez et alt., 2006; Hernández, Pozo, Alonso y Martos, 2005; Castro, Campero y Hernández, 1997). La acción colectiva y comunitaria, de base territorial o de soporte social (de ayuda mutua), puede significar una apuesta necesaria que genere redes participativas, y que siga la tradición metodológica del desarrollo comunitario. Este tipo de acción, que fortalece las redes sociales y comunitarias, entiende que la propia comunidad es protagonista tanto de la priorización de sus necesidades, como de las acciones que, en colaboración con otros agentes, planificará y desarrollará posteriormente (EAPN, 2010). La red social es el entramado de relaciones más o menos densas que poseen las personas y constituyen la estructura de su apoyo social (Farpon, Menéndez y Triguero, 2007). Es importante el papel del entorno familiar como red social básica (Farpon, Menéndez y Triguero, 2007; Valverde, 2002). e)Educación/Formación La educación centra su atención en la eliminación de las barreras que impiden el acceso a los procesos de incorporación social de la persona, transformando la cultura educativa y entendiéndola ésta como un todo (Blanco, 2006). 54 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial La familia, pero también especialmente la red social más amplia junto a todo el tejido social de solidaridad (movimiento vecinal, sindical, ONGs, voluntariado…), apoya a las personas en proceso de socialización, o resocialización (Petrus, 1992), en la interiorización de las normas de convivencia así como en las situaciones de las crisis vitales, facilitando espacios de relación y participación en los que se construye una ciudadanía participativa y activa (Trilla, 2010). f)Salud El acceso a la salud, la sensibilización y toma de conciencia sobre los autocuidados y el adecuado tratamiento de las enfermedades… son aspectos que en numerosas ocasiones van a aparecer ligados a otras problemáticas, por lo que su intervención debe ser multidimensional (De Andrés et al., 2002). Bizitegi y la PSC Bizitegi no nació como una iniciativa planificada, sino como un ejercicio práctico de solidaridad entre individuos que formaban parte de una misma comunidad. En un vecindario en el que había personas con muchas dificultades (económicas, personales, relacionales, de salud…), alguien fue capaz de ver que también existían grandes fortalezas. Y vio que, adecuadamente agrupadas, podían configurar redes de apoyo mutuo que resultaban funcionales y resolvían de manera efectiva muchos de los problemas del colectivo: así nacieron “los Bizitegis”. Eran pequeñas unidades convivenciales (Bizitegi en castellano significa “lugar de vida”), en la que cada uno ponía lo que tenía y todos salían beneficiados. 55 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pronto esta realidad se volvió más compleja. Y la necesidad de contar con atención profesional y especializada, unida al crecimiento de la financiación pública para los programas de inclusión social, permitió crear una red de servicios profesionales diversos como centros de día, equipos de intervención socioeducativa en medio abierto, servicios residenciales, equipos multidisciplinares con perfiles sociosanitarios… Creció diversificándose, profesionalizándose, mejorando técnicamente, negociando la atención de las personas con las instituciones públicas… Y este tránsito le hizo ser un poco menos vecino. En otras palabras: pasar de “ser de la comunidad” a “estar en la comunidad”. En este momento ha encontrado el punto medio entre tener una red de servicios fuerte y diversa, y mantener una relación de vecindad en los entornos comunitarios. Ha pasado de dar respuesta a los vecinos que tenían problemas a conseguir que las personas a las que atiende se conviertan en vecinos que aporten valor añadido a los barrios en los que viven. La aplicación del modelo de PSC en las comunidades vecinales y en las personas en situación de exclusión social ha permitido poder realizar este proceso de desarrollo comunitario. La PSC es entendida como una metodología y una praxis pedagógica que trabaja esencialmente para la mejora de la cohesión social y la mejora de la calidad de vida. Basa su acción en la práctica de la participación social y en la construcción de ciudadanía (Caride, 2005; Úcar y Llena, 2006; Pérez Serrano y Pérez Guzmán, 2006; Trilla, 1997). Es considerada, tanto por los profesionales como por las entidades sociales, un método idóneo para el trabajo con población que está inmersa en procesos de exclusión social. El modelo de la PSC y Bizitegi Bizitegi sostiene su acción pedagógica en la construcción de ciudadanía y en el trabajo comunitario 56 Bizitegi sostiene su acción pedagógica en la construcción de ciudadanía y en el trabajo comunitario, así lo explicitan los orígenes de la asociación. Al asentarse el trabajo educativo en este principio de actuación ha sido fácil y coherente iniciar acciones concretas en este sentido. Otro punto fuerte de esta actuación es la clara apuesta por la participación activa, autónoma y decidida de los usuarios como agentes principales en estos programas. A continuación destacamos algunas acciones que realiza Bizitegi y que consideramos relevantes a la hora de mostrar cómo la intervención de Bizitegi se lleva a cabo desde el modelo de la PSC. Presentamos diversas acciones y algunos de los planteamientos que dan sentido a este modelo de intervención. EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Ikusezinak. Asamblea de los Invisibles La Asamblea de los Invisibles se crea por las personas usuarias del Centro de Día del barrio de Rekalde (Bilbao). Su objetivo es denunciar situaciones de injusticia: recortes sociales, recortes públicos, casos de desahucios, fallecimientos de personas en la calle. Describen su función como la de informarse e informar. Su metodología se basa en reuniones informativas/debate sobre temas sociales de actualidad y en la participación en convocatorias públicas para denunciar situaciones de injusticia social, desahucios, fallecimiento de personas en la calle... Bizitegi durante un encuentro de EAPN Euskadi habla de la Asamblea de los Invisibles, definiéndola y concretando sus fortalezas y debilidades. De este discurso analizado se extraen las siguientes valoraciones. Se identifica como una gran fortaleza que esta acción busque que la asamblea sea autónoma. De hecho la Asamblea de los Invisibles tiene una entidad propia e independiente de Bizitegi, aunque apoye su desarrollo mediante un profesional. De esta forma se aumenta la corresponsabilidad y la participación social de los usuarios como agentes activos de la sociedad y de sus organizaciones. La Asamblea de los Invisibles empezó desde una red de encuentro con otras realidades, con otras personas de otros colectivos (viudas, discapacitados, enfermos mentales…). Desde esa red se fue creando entidad y sentido de pertenencia, en función de los temas de riesgo y exclusión, que eran comunes a todos los perfiles. Y desde ese intenso trabajo se lanza la idea de hacer la Asamblea de los Invisibles queriendo, desde el principio, desmarcarse de la acción corporativa de Bizitegi. Se potencia así la autoconcienciación de las personas que, al interaccionar con otros perfiles en riesgo, empatizan y generan una base ideológica común de intervención (lo que un educador llama discurso propio). Mediante estas acciones se aumenta la autonomía grupal y, por último, se lleva a cabo la denuncia social y la participación ciudadana mediante acciones reivindicativas. Reivindicación que hace sistematizar las necesidades de los colectivos que las configuran y que son necesidades comunes. Para llegar a esta situación se requiere un primer ejercicio de introspección personal que construye una toma de consciencia del momento en el que están y, por otra parte, se genera una lucha contra la ansiedad y el aislamiento y la impotencia de ver cómo no se cumplen sus derechos, ya que al protestar inician una acción encaminada a “poner encima de la mesa” de los políticos sus problemas. 57 Editorial Merece la pena protestar cuando los media se hacen eco de ello EducaciónEducación Social 57 Social 57 Se resalta la alta incidencia mediática de las acciones, sobre todo de las iniciales. Este hecho refuerza la continuidad de la asamblea, entendiendo que merece la pena protestar cuando los media se hacen eco de ello. Este hecho relacionado con acciones concretas (como se verá en el apartado de acciones) confluye en un escenario creado por la Asamblea de Invisibles con una apuesta clara por la incidencia política y la denuncia social. El poder defender sus derechos y ser escuchados es un paso en la escalera, también, de la reinserción y de la participación social. Se relaciona la exclusión y la crisis, haciéndose ver que ahora está más normalizada la percepción de exclusión. Ahora es más usual ver gente “normal” en la calle, desahuciada. Los usuarios tienen una apreciación de que su situación tampoco es tan extrema y radical, sino que normaliza las situaciones de exclusión y pobreza. Acción que hace disminuir el estigma social de los usuarios de Bizitegi. Hoy en día los Invisibles se han disuelto. Han percibido que su acción podía perjudicar a Bizitegi y no desean producir ese efecto. Taponada. Asamblea de tapones Esta acción se define como “Personas con dificultades que ayudan a personas con dificultades”. Su objetivo es crear y desarrollar iniciativas para la recolección de tapones de plástico para la Asociación Garmitxa (familias de niños con dificultades de alimentación). Desde la implicación del barrio, la participación voluntaria, democrática y de manera activa se genera una cadena de solidaridad para ayudar a los usuarios de Garmitxa. Su base metodológica se vertebra desde la participación activa, voluntaria y democrática y desde la implicación de centros de día, comercios y vecinos. Un gran potencial de esta acción solidaria entre los propios usuarios que se encuentran en situación de exclusión consigue nutrir y hacer crecer la red y la participación social de los usuarios de Bizitegi. También se consigue implicar al barrio. Además de informar e interesarse por las personas en situación de dificultad social se genera una acción de ayuda que tiene efectos muy positivos en el ayudado y en el ayudante. Generar proceso de ayuda empática con otras personas tiene unos efectos muy positivos en sí mismo (Freire, 1970). Esta actividad es una de las más significativas desde el punto de vista de la participación, por su carácter cooperativo ya que pone en juego la parte más solidaria de las personas que se encuentran en situaciones desfavorecidas. De manera asamblearia deciden qué acciones emprender, cómo van a ejecutarlas y a quién van a beneficiar. 58 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Jabones artesanales Esta acción se basa en unas experiencias dirigidas al cuidado del medio ambiente más allá del reciclaje, y centrándose en la reutilización. Se consigue una interacción con los vecinos, que aportan su aceite usado al centro y se les informa de cómo se elaboran los jabones. Se obsequió con jabones a la comunidad en una Jornada de juegos en la plaza del Centro. Se detecta que desde esta acción de jabones artesanales se incluye el tema del respeto al medio ambiente, así como la sensibilización acerca de la reutilización. Su gran aportación es la de generar interés en los participantes por cuidar el medio ambiente como una acción que genera concienciación ciudadana e implicación social. También desde Jabones artesanales se integra el trabajo con la vecindad y con la utilidad social de Bizitegi, de cara a los vecinos del barrio. Feria de asociaciones de Rekalde y Feria de vecindad de Urribarri Estas ferias nacen con el objetivo de abrir Bizitegi al barrio y darse a conocer: quiénes somos, qué hacemos, dónde estamos… La actividad central es la exposición de casetas en las que se ofrece información de los objetivos y servicios que se desarrollan como entidad. Así mismo, se lleva a cabo un taller de cuero en el que se enseña a los vecinos cómo elaborar piezas de cuero: carteras, llaveros, fundas para gafas… y se obsequian. Su metodología se vertebra mediante la participación en grupos de trabajo, también desde las mesas atendidas por usuarios y/o profesionales en las se informa de la actividad asociativa, así como desde varios talleres de artesanía, dinamizados por usuarios, en los que se enseñan los productos realizados a los vecinos. Desde la acción de Feria de asociaciones de Rekalde y Feria de la vecindad de Uribarri se quiere recuperar la esencia de barrio que tenía Bizitegi –un educador así lo explicaba en una charla en EAPN Euskadi. Es decir, abrir Bizitegi y lo que hace Bizitegi a la vecindad. Auzolan Este proyecto es creado por diferentes grupos, colectivos y asociaciones de Uribarri. Su objetivo es unirse para hacer frente a las necesidades del barrio en cuestiones de mejora de infraestructuras, vivienda, urbanismo, injusticias sociales... 59 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Su metodología se fundamenta en el trabajo en red de los agentes sociales del barrio y en la participación activa de usuarios en diversas comisiones para el desarrollo de acciones. Se valora muy positivamente que este proyecto se centre en el trabajo comunitario y en la construcción de ciudadanía de cara a la mejora de infraestructuras, de servicios, de vivienda y de urbanismo. Todo ello con el objetivo de seguir luchando contra determinadas injusticias sociales. Es importante añadir en la lucha contra la desigualdad el tema geopolítico y de urbanismo. Korrika. Nuestra cultura Korrika es una marcha a favor del euskara que se organiza cada dos años, y recorre todos los territorios de Euskal Herria. Su objetivo es impulsar la concienciación del euskara. Alrededor de la marcha se organizan una serie de eventos. Bizitegi ha promovido varias flash mob (traducido literalmente del inglés como ‘multitud instantánea’ (flash: ‘destello, ráfaga’; mob ‘multitud’). Es una acción organizada en la que un gran grupo de personas se reúne de repente en un lugar público, realiza algo inusual y luego se dispersa rápidamente. Suelen convocarse a través de los medios telemáticos (móviles e Internet) y pueden tener fines políticos o reivindicativos. Se constata positivamente que los usuarios que están en situaciones de extremo riesgo puedan interesarse por defender su propia lengua. Esta relación tiene un efecto muy positivo ya que consigue reforzar su sentido de pertenencia a su lugar de origen, le enraíza a una cultura, le convierte en ciudadano y le permite circular por dicha cultura. Teatro. ¡La vida es puro teatro! En Bizitegi se valora mucho el trabajo desde las artes escénicas. Dentro del taller de teatro los participantes viven experiencias únicas, que les sirven para seguir incorporándose como ciudadanos. Su metodología se basa en representaciones abiertas al barrio, realizadas en el centro cívico y en colegios de Bilbao, así como en un reparto de tareas/roles según intereses y capacidades y siempre asumiendo el teatro como herramienta de rehabilitación psicosocial. El teatro –se constata a través de evaluaciones e investigaciones llevadas a cabo con personas en situación de exclusión social– ayuda a expresar dificultades y deseos, la pertenencia a un grupo, la orientación dentro de la escena y el incremento de autoestima a través del aplauso (Boal, 2004). Aquellas personas que no quieren actuar ayudan con la escenografía, vestuario, etc., convirtiendo esta acción en una actividad grupal que genera cohesión. 60 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Se observa que es necesario seguir trabajando en el desarrollo de este tipo de acciones con intencionalidad artística y educativa y difundir en más espacios el producto (la calle, los teatros, en sedes de las entidades, etc.) y complementar el trabajo desde el teatro como herramienta educativa con otros metodologías teatrales como el teatro del oprimido, el teatro invisible, teatro de calle y las perfomances. Acciones de Bizitegi A continuación desplegamos una relación en la que se detallan las acciones de participación, de denuncia y comunitarias que Bizitegi ha llevado a cabo en los años 2012 y 2013. Bizitegi. Participación comunitaria 2012 y 2013 • Participación en días internacionales: Anualmente organizamos y participamos en actos internos y externos que se celebran para conmemorar distintas acciones. Contra la Pobreza, Día Mundial de los Sin Techo, Salud Mental, Derechos Humanos, Día Mundial Sin alcohol. • Participación en el encuentro intercultural de Harresiak Apurtuz: Encuentro que anualmente organiza esta plataforma, a la que pertenecemos, y que busca defender los derechos de las personas inmigrantes. • Concentraciones de Beste Bi: Es una plataforma de entidades organizada para defender los derechos de las personas sin hogar de Bizkaia. Celebramos dos concentraciones anuales fijas. Nos concentramos en el centro de Bilbao cada vez que una persona sin hogar muere en las calles de alguna población de Bizkaia. • Participación en ferias vendiendo productos elaborados en nuestros talleres: Los venden las propias personas que los elaboran. Hay varias ferias fijas: Feria de Artesanía de Bilbao, Festival de Folk de Getxo y Feria de Urkiola. • Taponada. Personas con dificultades que ayudan a personas con dificultades: Un grupo de personas usuarias de Bizitegi diseñan (de modo asambleario) y llevan a cabo (a lo largo de todo el año) una actividad encaminada a obtener fondos para ayudar a colectivos con necesidades, en este caso niños con una enfermedad poco común. 61 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 • Uribarri Eguna y Feria de Asociaciones de Rekalde: Un día al año, diferentes colectivos que participan en estos dos barrios de Bilbao se unen para salir a la calle y organizar una jornada de conocimiento y apertura al barrio. • Fiestas de Uribarri y Otxarkoaga: En ambos barrios colaboramos cada año con las fiestas, participando en la comisión popular de fiestas y responsabilizándonos de diferentes actividades del programa festivo. • Olentzero y jornadas infantiles de Otxarkoaga: Organizamos actividades para ambos encuentros festivos en este barrio. • Comida de “arroces del mundo”: Iniciativa que pretende fomentar la interculturalidad y la participación social. Comida popular en una plaza de Bilbao, con la participación de muchos cientos de personas. • Participación en Korrika: Carrera de promoción del euskera que cada dos años recorre toda Euskal Herria. Junto con vecinos del barrio de Uribarri organizamos diferentes actos de apoyo, como flashmob, videos, decoración de calles, etc. • Kuskurrum teatro: Grupo de teatro de Bizitegi que anualmente representa sus obras en diferentes lugares de Bilbao y Bizkaia. • Encuentros de participación social organizados por EAPN: Las personas usuarias de Bizitegi presentan en ellos sus acciones de participación comunitaria. • Acciones de denuncia: Numerosas personas usuarias de Bizitegi participan en diferentes acciones de denuncia relacionadas con los recortes de derechos sociales: prestaciones sociales, desahucios, etc. • Exposición de pinturas: En diferentes centros cívicos de Bilbao exponemos pinturas realizadas por usuarios de Bizitegi. • Diferentes acciones solidarias: Con personas mayores del barrio, protectoras de animales, etc. 62 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Conclusiones El modelo de trabajo de la asociación Bizitegi tiene grandes similitudes con el paradigma pedagógico de la PSC relatado en el artículo. Estas semejanzas parten de las finalidades comunes entre dicho modelo pedagógico y la actividad que lleva a cabo la asociación Biztegi, como son la cohesión social y el desarrollo de la calidad de vida de las personas que participan en los recursos y también de la propia comunidad. Bizitegi también se vertebra desde muchas acciones, proyectos, espacios y metodologías de participación social, donde se trabaja, sobre todo, la generación de cohesión social y la lucha por desestigmatizar las etiquetas añadidas al tipo de población a la que se dirige. Es por tanto Bizitegi un programa y una entidad social donde, a través de un modelo de desarrollo comunitario basado en la participación social y la construcción de ciudadanía, se persigue intensamente el aumento del bienestar subjetivo de las personas participantes y la generación de cohesión social, en el territorio más cercano y en el entorno ciudad. Otro elemento destacable que reafirma la idea de que Bizitegi desarrolla y genera acción educativa es la promoción de la participación, de la iniciativa social, la movilización ciudadana y la sensibilización social. Bizitegi ha apoyado e impulsado diversas acciones que se direccionan hacia la movilización ciudadana, la iniciativa social de sus participantes, la autonomía y el empoderamiento como grupo social y la sensibilización social en las calles, en la prensa y en la opinión pública. Cabe destacar, en este sentido, el proyecto de la Asamblea de los Invisibles que representa muy bien, como se ha podido comprobar en este artículo, este tipo de acciones de promoción ciudadana. Se resalta la importancia de que personas que han estado en situación de extrema exclusión puedan volver o puedan, por primera vez, sentirse ciudadanos en sus espacios sociales. La Pedagogía Social Comunitaria basa su actuación en los grupos y las comunidades, entendiendo la comunidad como el vínculo que se establece entre las personas y los grupos, y Bizitegi también basa su actuación en estos principios comunitarios, y más teniendo en cuenta su origen claramente comunitario, de respuesta de unas necesidades sociales y grupales concretas que generan una acción ciudadanía, vecinal y autogestionada, y cómo ese proceso lleva a la creación de estructuras y profesionales especializados. Entendemos que esta especialización básica para trabajar con este tipo de perfiles no ha ido en detrimento de las lógicas comunitarias y de participación social en las que se basaron en sus orígenes. Las prácticas inclusivas de Bizitegi responden a las cualidades y atributos propios de la PSC así como sus objetivos: la participación social y la construcción de ciudadanía, la corresponsabilidad, la reinserción social, la sensibilización, la prevención y el empoderamiento. 63 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Los principales retos de cara al futuro, expresado por los propios participantes (profesionales, voluntarios y usuarios de los servicios), pasan, por un lado, por mantener un equilibrio adecuado entre la reivindicación de los derechos de las personas en situación de exclusión y la prestación de servicios financiados por las administraciones públicas. Y por otro, por seguir insistiendo y convencernos plenamente de que la participación debe ser el principal objetivo de la acción educativa. Los nuevos proyectos y programas deberán seguir los principios y acciones que, desde sus inicios, han inspirado a Bizitegi: su fuerza para movilizar capacidades comunitarias y ser denuncia y voz de los invisibles. Héctor Alonso Martínez Sociólogo y educador de calle Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés – URL halonso@peretarres.org Pablo Ruiz Errea Psicólogo y coordinador técnico de la asociación Bizitegi pruiz@bizitegi.org Jonatán Sánchez Rico Sociólogo y miembro del equipo de investigación GIAS Universidad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés – URL jonatansanri@gmail.com Ricardo Oficialdegui Iriarte Educador social y presidente de la asociación Bizitegi roficialdegui@bizitegi.org Bibliografía Adelantado, J. (Ed.). (2000). Cambios en el Estado del Bienestar: políticas sociales y desigualdades en España (Vol. 159). Icaria Editorial. Alonso, I.; Funes, J. (2009). “El acompañamiento social en los recursos socioeducativos en Educación Social”. 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EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Imanol Zubero Resumen Editorial Participación, ciudadanía y exclusión social Si entendemos las políticas públicas como la asunción institucional de la responsabilidad de afrontar problemas sociales que, previamente, han sido definidos como problemas públicos, un cuestión fundamental a la que hoy se enfrentan las políticas sociales es la de encontrar para las mismas apoyos ciudadanos que vayan mucho más allá de los intereses y las necesidades de los colectivos sociales directamente concernidos por dichas políticas. Palabras clave: Ciudadanía, Políticas públicas, Participación, Solidaridad, Movilización social Participació, ciutadania i exclusió social Participation, Citizenship and Social Exclusion Si entenem les polítiques públiques com l’assumpció institucional de la responsabilitat d’afrontar problemes socials que, prèviament, han estat definits com a problemes públics, una qüestió fonamental a la qual avui s’enfronten les polítiques socials és la de trobar per a aquestes polítiques suports ciutadans que vagin molt més enllà dels interessos i les necessitats dels col•lectius socials directament concernits per aquestes. If we think of public policies as the institutional assumption of responsibility for addressing social problems that have previously been defined as public problems, one of the fundamental questions that face social policy today is how to find broader public support that goes beyond the interests and needs of those social groups directly affected by the policies in question. Paraules clau: Ciutadania, Polítiques públiques, Participació, Solidaritat, Mobilització social Keywords: Citizenship, Public policy, Participation, Solidarity, Social mobilization Cómo citar este artículo: Zubero, Imanol (2014). “Participación, ciudadanía y exclusión social”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa 57, p. 67-80 ISSN 2339-6954 66 67 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 y De los problemas sociales a las políticas públicas Es bien conocida la distinción de Gusfield (1981, 1989) entre problemas sociales y problemas públicos, advirtiendo que no todos los problemas sociales se transforman necesariamente en problemas públicos. Según este autor, los problemas públicos son aquellos problemas sociales que, una vez planteados como tales en el seno de la sociedad civil, se convierten en objeto de debate en el interior de un determinado espacio político-administrativo. Esta primera distinción nos permite plantear una segunda, entre problema público y política pública: “Toda política pública apunta a la resolución de un problema público reconocido como tal en la agenda gubernamental. Representa pues la respuesta del sistema político-administrativo a una situación social juzgada políticamente como inaceptable” (Subirats, Knoepfel, Larrue y Varone, 2008). Debemos empezar diferenciando entre problemas sociales y políticas públicas Así pues, debemos empezar diferenciando entre problemas sociales y políticas públicas. Los primeros han sido siempre objeto de reivindicación y lucha por parte de diversos actores sociales. Las segundas, en cambio, han sido propias de actores políticos, particularmente de actores estatales. Sin embargo, entre unos y otras existe una estrecha relación, pudiéramos decir que constitutiva: la reivindicación ciudadana es la que, en la mayoría de las ocasiones, permite la transformación de un problema social en un problema público, primero, para a continuación reclamar su introducción en la agenda de las políticas públicas. La participación ciudadana es, por tanto, esencial: sin esta, muchas situaciones sociales problemáticas jamás pasarían a considerarse como problemas sociales susceptibles de ser contemplados como objeto de las políticas públicas (Ziccardi, 2004; Acuña y Vacchieri, 2007). Desde esta perspectiva, resulta sencillo visualizar el papel de los actores sociales en la fase de reconocimiento, primero, y de conversión, después, de una determinada situación social problemática en un problema social. También es fácil pensar en el importante papel que la acción ciudadana juega en el momento de transformar los problemas sociales en problemas públicos. Pero, ¿qué ocurre cuando un problema social se ha convertido ya en objeto de las políticas públicas? ¿Cuál es, a partir de ese momento, el papel que juega la participación ciudadana? 68 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Figura 1. De las situaciones sociales problemáticas a las políticas públicas Situaciones sociales problemáticas PROBLEMA SOCIAL Problema público No reconocimiento social (inexistencia o insuficiencia de movilización social) No tematización política (no inclusión en la agenda política) No intervención pública (no se adopta ninguna política pública en relación a ese problema social) POLÍTICA PÚBLICA Fuente: Subirats, Knoepfel, Larrue y Varone, 2008 A la hora de afrontar esa cuestión considero conveniente diferenciar entre dos situaciones: a) cuando quienes sufren una situación problemática en concreto son quienes lideran el proceso de su conversión en problema social/problema público, hasta lograr la intervención pública reclamada, las posibilidades de que ese sujeto social siga de cerca la implementación de las políticas públicas en cuestión, vigilando su aplicación, son muy elevadas (interés material); b) cuando no es este el caso, cuando el actor social que ha protagonizado el proceso de politización de un determinado problema social lo hace movido por alguna forma de interés ideal, la tendencia a desentenderse del mismo una vez que el problema entra a formar parte de las políticas públicas es mayor. No niego, todo lo contrario, la posibilidad de que las personas se comprometan en acciones colectivas guiadas por motivaciones alejadas, en ocasiones muy alejadas, de intereses inmediatos y materiales. Lo único que digo es que cuanto menos fundada está la acción colectiva en motivaciones ligadas a modelos de racionalidad individual (elección racional), más costoso resultará mantenerla en el tiempo, y más fácil desentenderse de esa acción en el momento en que una institución pública decida ocuparse de la problemática social que está en su origen. Este desentendimiento o desresponsabilización individual tiene una lectura positiva, desde el momento en que permitiría una cierta autonomización y automatización de las políticas sociales, que pasarían a formar parte de la agenda de la administración pública. Esta era la perspectiva desde la que Atkinson defendía hace años para el Reino Unido el establecimiento de una línea oficial de pobreza a partir de la cual pudiera justificarse la intervención pública dirigida a mejorar las condiciones de vida de las personas que se encontraran por debajo de la misma, y hacerlo con el compromiso de los dos grandes partidos británicos, que dejarían tal intervención fuera de cualquier debate partidario o electoralista: 69 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Supongamos que las personas tienen diversos niveles de preferencias: superiores e inferiores. Una determinada tendencia más noble puede presentarse como preocupación por los pobres, mientras que otra parte del yo, menos reflexiva y más impulsiva, puede preocuparse simplemente por su propio interés. Cuando llega una elección uno puede que tenga en cuenta solamente el interés propio. Al reconocer nuestras debilidades, puede que en estas circunstancias prefiramos, de acuerdo con las mejores intenciones de nuestro yo, vernos comprometidos previamente con una política que se preocupe por la pobreza. Dicho de otra manera, la existencia de una línea oficial de pobreza puede limitar la diversidad de las políticas que se presentan al electorado. Los votantes no se ven expuestos a la tentación (Atkinson, 2000). Desde esta perspectiva, lo mejor sería que, una vez transformada una situación social problemática en objeto de las políticas públicas, no fuese preciso preocuparse más de ello. O, al menos, no tener que hacerlo “de la misma manera”. Interesarse por sus resultados, hacer un seguimiento de su implementación, pedir cuentas…, sí, pero no mucho más, y no con demasiada intensidad. Al fin y al cabo, ya hemos hecho lo más difícil: sacar un problema social del rincón oscuro de la irrelevancia pública y obligar al Estado a asumirlo como objeto de sus políticas. ¿O no es esto lo más difícil? La despolitización de las políticas sociales El desarrollo del estado de bienestar supuso una desmercantilización de determinados derechos sociales, al convertirlos en derechos de ciudadanía 70 Es bien conocido que el desarrollo del estado de bienestar supuso una desmercantilización de determinados derechos sociales, al convertirlos en derechos de ciudadanía. No somos igualmente conscientes de que el desarrollo del estado de bienestar ha supuesto también una despolitización de esos mismos derechos. En la medida en que el Estado ha ido asumiendo en sus políticas más y más problemáticas sociales, responsabilizándose de poner los medios necesarios para su superación y convirtiendo esta actuación en un derecho ciudadano, hemos ido perdiendo de vista el carácter procesual de la construcción y desarrollo de las políticas sociales, y la importancia que en ese desarrollo ha tenido la acción colectiva. Esta despolitización es, desde un cierto punto de vista, un indicador del éxito de la política democrática en lo que se refiere al afrontamiento de los problemas sociales. Si desde una perspectiva de derechos civiles y políticos la democracia es aquel sistema en el que, según dijo Winston Churchil, si llaman a tu puerta a las seis de la mañana puedes confiar en que será el lechero, desde la perspectiva de los derechos sociales y económicos la democracia sería aquel sistema en el cual si ves alguna manifestación de pobreza o exclusión social en tu entorno puedes confiar en que hay alguien que ya está trabajando en ello, en el marco de una institución pública sostenida económicamente con tus impuestos. Bajo las condiciones del estado de bienestar las personas EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial individuales y los grupos sociales hemos optado por desentendernos de muchas situaciones sociales problemáticas, pero no de cualquier manera, sino de la manera que creíamos más digna y eficiente: pagando vía impuestos a otros para que se hagan cargo de esos problemas sociales y haciendo que, en la medida en que ese encargo se encomendaba preferentemente a entidades públicas dependientes del Estado (y no a organizaciones privadas), la atención a ese bienestar colectivo pudiera concebirse como una cuestión de derechos sociales. De esta manera, bajo las condiciones del denominado estado de bienestar, la cuestión social ha dejado de ser un problequé para convertirse en un problecómo: asunto de gestión, de técnica, de eficiencia, profesional. Cuando nos aproximamos a cualquier cuestión problemática resulta esencial diferenciar entre el qué y el cómo de la misma. Cuando preguntamos “cómo” estamos planteando una reflexión orientada hacia la práctica. Pensamos en medios, en modos, en herramientas, en instrumentos, en procesos, en metodologías, en instituciones, en recursos de todo tipo... Ya sabemos que tenemos que afrontar el problema en cuestión, esto es algo que ni se plantea; incluso sabemos, mejor o peor, qué tenemos que hacer. De lo que se trata es de buscar la mejor manera de hacer eso que sabemos que tenemos que hacer porque nos corresponde hacerlo, porque no podemos pasarle la responsabilidad a nadie. Pero en demasiadas ocasiones nos planteamos problemas aparentemente técnicos (aparentemente son “cómos”) que, en realidad, encubren problemas sustantivos (realmente son “qués”). Parecen problecómos, pero en realidad son problequés. O probleporqués. Cuando ocurre esto, lo que en realidad estamos preguntándonos es: “¿Por qué tenemos que afrontar ese problema? ¿De verdad es nuestra responsabilidad?”. Y cuando nos preguntamos esto, es porque ya tenemos la respuesta rondándonos la mente y el corazón: “¿Por qué mantener un sistema de ayudas sociales cuando la mejor integración se produce a través del empleo?”; o cuando “genera parasitismo”, o cuando “desanima la empleabilidad”, o cuando… En definitiva: ¿Merece la pena? ¿Sirve para algo? O incluso: ¿De verdad tenemos que hacerlo? ¿Por qué razón? La cómoda levedad moral de las políticas sociales Esta es, en mi opinión, la paradoja fundamental del estado de bienestar: su desarrollo ha sido compatible con una desaparición creciente de cualquier justificación de su existencia soportada tanto sobre alguna forma de interés material privado (más allá de un etéreo “por si vienen mal dadas”) como de cualquier referencia a la actuación desinteresada (deber, obligación). El conjunto de las políticas sociales se han convertido en un simple “problecómo”. Hace ya mucho tiempo la filósofa Agnes Heller (1991) advertía del 71 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 espejismo de solidaridad que las instituciones del bienestar estarían generando en las sociedades desarrolladas, cuyo funcionamiento no sólo no habría fortalecido los compromisos personales hacia los demás, sino que los estaría reduciendo: “No es necesaria ninguna demostración de ética personal para mantener esas organizaciones en buen estado de funcionamiento. […] Pero imaginemos que un día, por una u otra razón, estas organizaciones desaparecen repentinamente y, sin embargo, la disposición moral para actuar con justicia, cuando sea necesaria, ha desaparecido. En ese caso, ¿no dejarán las personas que otras mueran ante sus ojos sin siquiera pestañear?”. Hay llamamientos a la responsabilización personal contra la exclusión y la desigualdad que pueden servir para legitimar la desresponsabilización estatal Por supuesto, no se trata de cuestionar ni mucho menos de rechazar la institucionalización política del bienestar, pues solo estas instituciones públicas son garantía de derechos; por el contrario, más en las actuales circunstancias, resulta fundamental el fortalecimiento y la estabilización de estas instituciones que simbolizan y objetivan las obligaciones del Estado social de derecho, más en un contexto de privatización como el actual. Tiene razón, en este sentido, Antonio Madrid (1998) cuando señala que “las organizaciones sociales de solidaridad no deben convertirse en los pilares del bienestar social, ya que podrían reproducir, con la mejor voluntad, estructuras benéficas en las que el principio de la autonomía de la voluntad (la libre decisión de cada individuo) prevaleciese sobre el contenido obligacional de la dimensión social del estado”. En una situación de cuestionamiento de los principios e instituciones del estado de bienestar como los que vivimos en la actualidad hay llamamientos a la responsabilización personal contra la exclusión y la desigualdad que pueden servir para legitimar la desresponsabilización estatal. Pero, ¿no es igual de cierto que, en una situación en la que cada vez está más claro que nos enfrentamos al reto de repartir solidariamente recursos escasos, los llamamientos a la responsabilización estatal pueden resultar insuficientes para combatir procesos de desresponsabilización personal? En situaciones de normalidad tendemos a dar por supuestas las bases culturales sobre las que se asientan las instituciones económicas, sociales y políticas y llegamos a pensar que tales instituciones gozan de una relativa autonomía respecto a las orientaciones cognitivas y valorativas de la sociedad. Pero en situaciones de crisis o de incertidumbre esta suposición manifiesta su futilidad. “Que las estructuras se mantengan o se modifiquen –señala Pérez-Díaz– depende entonces de la definición que los sujetos hagan de la situación, de cómo la expliquen y cómo la valoren, qué alternativas vean, qué consecuencias prevean a los diferentes cursos de acción, qué decisiones tomen, qué recursos morales movilicen para apoyar una u otra decisión. Estos sujetos son, en último término, sujetos individuales, ya que las propias organizaciones, en tales circunstancias, están obligadas a confiar en el compromiso que los individuos mantengan con ellas: porque tampoco las organizaciones, ni su identidad ni su estrategia, pueden ser ya dadas por supuesto” (Pérez-Díaz, 1987). 72 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial El Estado son los otros En relación con esto resulta de interés analizar el Barómetro de septiembre de 2011 del Centro de Investigaciones Sociológicas (Estudio 2.911) en el que se preguntaba por la opinión de la sociedad española ante el estado de bienestar. Según este estudio, el 67,1% de los españoles consideraban que el Estado es el responsable de garantizar el bienestar del conjunto de la ciudadanía y que por ello está obligado a ayudar a todas las personas a solucionar sus problemas, frente a un exiguo 7,9% que, al contrario, pensaban que cada persona es responsable de su propio bienestar y debe valerse por sí misma, y un 21,3% que limitaba la obligación del Estado a ayudar sólo a las personas más desfavorecidas. En coherencia con esta opinión mayoritaria, cuando se preguntaba por las acciones que deberían centrar la actuación del Gobierno, el 35% señalaba la de “garantizar un nivel de vida mínimo para todas las personas”, y el 29,4% optaba por “tratar de asegurarse de que haya igualdad de oportunidades para salir todas las personas adelante”. Junto a estas opiniones, con apoyos muy parecidos, el 16,7% escogía “promover el crecimiento económico, independientemente de que algunas personas se beneficien más que otras”, y el 15,4% prefería “reducir las diferencias de ingresos entre las personas ricas y las personas pobres”. Sin embargo, resulta disonante con todo lo anterior la opinión que la sociedad española expresaba en relación a la fiscalidad. Así, aunque el 41,3% se mostraba de acuerdo con la idea de que “es preferible gastar más en prestaciones sociales y servicios públicos, aunque eso signifique pagar más impuestos”, un porcentaje similar, el 39,5%, consideraba que “es preferible bajar los impuestos, aunque esto signifique gastar menos en prestaciones sociales y servicios públicos”. Pero si a la hora de contribuir se piensa que el Estado son los otros, ¿no existe el riesgo de que en determinadas circunstancias se extienda la idea de que también son los “otros” (y no uno mismo y “los suyos”) quienes se benefician de las políticas sociales? Crisis del fundamento normativo de las políticas sociales “La socialdemocracia –escribía Habermas (1993)– se ha visto sorprendida por la específica lógica sistémica del poder estatal, del que creyó poder servirse como un instrumento neutral, para imponer, en términos de estado social, la universalización de los derechos ciudadanos. No es el estado social el que se ha revelado como una ilusión, sino la expectativa de poder poner en marcha con medios administrativos formas emancipadas de vida”. En efecto, la historia nos ha enseñado, sobre todo en los últimos años, que no hay posibilidad alguna de animar “por decreto” propuestas emancipatorias. 73 Editorial No hay institución social que pueda sostenerse contra la corriente de los comportamientos personales EducaciónEducación Social 57 Social 57 Estas propuestas, estas formas emancipadas de vida, sólo tienen sentido en la medida en que surgen de las posibilidades que la misma realidad ofrece. de los ojos de la gente feliz, tiene que arreglárselas como pueda”. Ciento cincuenta años después, Salvatore Veca (1996) vuelve a recordárnoslo: No hay institución social que pueda sostenerse contra la corriente de los comportamientos personales. Como señala Gray (1998), “una de las principales flaquezas del pensamiento socialdemócrata está en su espejismo constitucionalista: creer que simplemente por instaurar instituciones jurídicas deja de ser necesario proseguir con la negociación del equilibrio entre los intereses en conflicto y con la definición política del modus vivendi entre las distintas comunidades. El verdadero quehacer político consiste, más allá de las reformas constitucionales, en buscar el esquivo hilo de la convivencia en el laberinto de unos intereses y de unos ideales irremediablemente opuestos”. Esta es la cuestión: ¿Interesa o no la solidaridad? ¿Entendida cómo? ¿En qué condiciones? ¿Con qué limitaciones? Más en concreto, ¿hasta qué punto están dispuestos los ciudadanos y ciudadanas que participan de la sociedad de la satisfacción modificar su modus vivendi con el fin de alcanzar un nuevo equilibrio, mucho más inclusivo, del que puedan formar parte plenamente los excluidos? Deberían ser tenidos en cuenta, pero no pueden hacer oír su voz. Excluidos de la comunidad de los argumentos, tales personas son extranjeros. Excluidos de la reciprocidad de las miradas, son invisibles. Excluidos de la “comunicación” pública, son mudos. Incluir a los excluidos, convertir en visibles a los invisibles, facilitar el uso de la palabra a quien social o institucionalmente está sancionado como áfono o afásico se cuentan entre los primeros deberes que se desprenden de nuestro genérico y precioso ideal de igualdad. Los rostros de la exclusión, de la invisibilidad y de la afonía social son múltiples. Se identifican con los numerosos rostros del sufrimiento socialmente evitable. La maximización de la atribución y de la salvaguarda universalista de los derechos exige paralelamente el compromiso a favor de la minimización del sufrimiento socialmente evitable generado por la multiforme exclusión. Las conquistas de derechos que tienen que ver con la expansión de la libertad negativa (derechos civiles y políticos) son, básicamente, juegos de suma positiva, es decir, situaciones en las que los beneficios obtenidos por una de las partes en términos de conquista de derechos no implican la pérdida de derechos de las otras partes concernidas. Por el contrario, las conquistas de derechos que tienen que ver con la expansión de la libertad positiva (derechos sociales y económicos) se manifiestan, en la mayoría de los casos, como juegos de suma cero: en estas situaciones las partes entran en negociación convencidas de que van a pelear por un producto final constante, de manera que lo que una parte consiga será a costa de la otra. Porque, finalmente, es de eso de lo que estamos hablando: de la utilización de recursos escasos que deben ser distribuidos entre individuos y colectivos con muy distinto poder de negociación a la hora de decidir los criterios para la distribución de esos recursos. Pero, ¿cuáles son los intereses representados en las mesas de negociación en las que se toman las decisiones relativas a esa distribución? Los excluidos son seres sin voz, seres solitarios, agru­pados sólo estadísticamente cuando las administraciones o alguna organización social los cuentan. Pero los excluidos no se movili­zan, no protestan, no se manifiestan, no se juntan ni se organizan. Son invisi­bles. Y si se muestran, lo hacen como asaltantes de la coti­dianidad en una esquina o en un semáforo; pocas veces ya, como ocurría antes en los pueblos y barrios, alcanzan siquiera a mendigar puerta por puerta. Y como todo lo que rompe con nuestra normalidad, molestan: en nuestras socie­dades el pobre -como el enfermo, como el viejo, como el muer­to- debe ser apartado de nuestra vista. Como dejó escrito Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra (1980, e.o. 1845): “A menudo, a decir verdad, la miseria habita en calle­juelas escondidas, junto a los palacios de los ricos; pero, en general, tiene su barrio aparte, donde, desterrada 74 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Por primera vez en la historia, ha aparecido un grupo humano que, en palabras de Bauman (2000), “no tiene nada que ofrecer a cambio del desembolso realizado por los contribuyentes”; son, lisa y llanamente, absolutamente prescindibles y, por ello, su presencia en el seno de las sociedades opulentas sólo provoca molestia y preocupación. Inútiles, sí, pero peligrosos. Fundamento de una nueva industria de la vigilancia y la seguridad, amenazador espejo en el que nos miramos quienes algo tenemos para así valorar nuestra situación, esta underclass (moderno lumpenproletariado) está constituida por un heterogéneo agrupamiento de jóvenes madres solteras, desertores escolares, inmigrantes ilegales, sintecho, etc., compartiendo un mismo rasgo: “Los demás no encuentran razón para que existan; posiblemente imaginen que estarían mejor si ellos no existieran”, concluye Bauman. Están de sobra. Pero si ellas y ellos no pueden (porque en efecto están individualmente imposibilitados o porque se encuentran estructuralmente desposeídos) convertir sus situaciones sociales problemáticas en problemas sociales, primero, en problemas públicos, después, y finalmente en políticas públicas, ¿quién lo hará? El estado de bienestar como proyecto de comunidad Comparto plenamente la idea, propuesta por Bauman (2010) de que el Estado social ha sido la última encarnación de la idea de comunidad, es decir, “la materialización institucional de esa idea en su forma moderna de ‘totalidad imaginada’, forjada a partir de la conciencia y la aceptación de la dependencia recíproca, el compromiso, la lealtad, la solidaridad y la confianza”. Esa idea de comunidad, ese proyecto de totalidad imaginada, es el que ha entrado en crisis. 75 Editorial Hay diferencias de renta que en realidad son diferencias de oportunidades vitales 76 EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial En noviembre de 2005 el semanario Le Nouvel Observateur publicaba un extenso reportaje sobre la fortuna, poder y estilo de vida de los “nuevos aristócratas” del capitalismo francés: los altos ejecutivos de las empresas que cotizan en el CAC 40 de la Bolsa de París, el equivalente del IBEX 35 español. El reportaje comenzaba así: “Les banlieus flambent, le CAC 40 grimpe... Tout est dit. Rarement une élite conomique a été aussi déconnectée de la culture de son pays. Pour ces ‘aristocacs’, la seule chose qui compte, cést le monde” [“Los suburbios arden, el CAC 40 sube… Todo está dicho: raramente una élite económica ha estado tan desconectada de la cultura de su país. Para estos ‘aristocacas’ la única cosa que importa es el mundo”]. En efecto, coincidiendo con las revueltas de las periferias urbanas francesas a finales de 2005, mientras los coches ardían y la policía comandada por el entonces ministro de Interior, Sarkozy, tomaba los suburbios, la Bolsa no dejaba de subir. ¿Qué sociedad cabe imaginar que puedan compartir los “aristocacs” y la “racaille”, la chusma suburbial con la que Sarkozy prometió acabar a manguerazos? confianza comienza a desmoronarse, la libertad lleva pronto a situaciones arcaicas, a la guerra de todos contra todos” (2006). Es cierto, pero con una matización que considero importante: la competencia global, la globalización, supone sin duda un contexto nuevo al que todas las instituciones, especialmente las estatales, deben adaptarse; pero lo determinante es la perspectiva desde la que esta adaptación se realiza. Es muy difícil distinguir entre todo esto cuando nuestras políticas sociales han ido deslizándose desde el espacio ético de los problequés al espacio técnico de los problecómos. Como advierten Richard Wilkinson y Kate Pickett en su imprescindible libro Desigualdad, “la calidad de las relaciones sociales se construye sobre cimientos materiales” (2009). Y hay diferencias de renta –que en realidad son diferencias de oportunidades vitales– que socavan gravemente esos cimientos. Como documentan estos dos investigadores, existe una evidente correlación entre la igualdad/desigualdad existente en un país con los problemas sociales, de salud física y mental; las sociedades más igualitarias presentan los valores más positivos en relación a todos esos problemas. También son sociedades con mejores datos de capital social y confianza ciudadana, más cooperativas, más solidarias, con un mejor estatus para la mujer, con mayor esperanza de vida, con menos fracaso escolar, tasas más bajas de maternidad adolescente, menos homicidios, menos población presa o mejores datos de movilidad social. De ahí su conclusión: “Los problemas de los países ricos no son la consecuencia de que estas sociedades no sean lo suficientemente ricas –tampoco de que lo sean demasiado–, sino de que las diferencias materiales entre las personas, dentro de cada sociedad, son excesivamente grandes. Lo que importa es qué posición ocupamos en relación con los demás, dentro de nuestra propia sociedad”. En 1987 Margaret Thatcher pronunció su más famosa y definitoria sentencia: “La sociedad no existe. Sólo existen los individuos, hombres y mujeres, y las familias”. En la actualidad su más conspicuo heredero político, David Cameron (Evans, 2010), enarbola la bandera de la Big Society, la “gran sociedad”. No hay ninguna contradicción. Lo que tanto una como otro afirman es que tanto los individuos como las familias deben asumir que se encuentran solos en una sociedad cada vez más frágil; que no hay nada parecido a un bien común o a unos bienes públicos de cuya protección deba responsabilizarse ninguna instancia gubernamental. ¿Estado mínimo? Ni mucho menos. Estado manco, si queremos, con su mano izquierda (redistributiva) amputada, pero con un hipermusculado brazo derecho. Estado centauro, lo ha llamado Löic Wacquant (2010: 82): “Guiado por una cabeza liberal montada en un cuerpo autoritario, aplica la doctrina del laissez-faire y laissez-passer cuando se trata de las desigualdades sociales y de los mecanismos que las genera (el libre juego del capital la escasa aplicación de derecho laboral y la desregulación del trabajo, la retracción o la eliminación de las protecciones colectivas), pero es brutalmente paternalista y punitivo cuando se trata de hacer frente a sus consecuencias en el día a día”. Las instituciones del bienestar han sido, por encima de todo, un proyecto de vida en común. “El estado de bienestar –señala Bauman (2010)– era un modo de evitar la tendencia a desintegrar las redes formadas por los vínculos humanos y a socavar los fundamentos sociales de la solidaridad humana”. Pero la caída del muro de Berlín puso fin a este proyecto de comunidad. “Las exigencias de la competencia global combinadas con la desintegración social –advierte un liberal honesto e inteligente como Dahrendorf– no son propicias para la constitución de la libertad. La libertad y la confianza van juntas (confianza en uno mismo, confianza en las oportunidades que ofrece el entorno, confianza en la capacidad de la comunidad política en la que uno vive, ciertas reglas básicas para garantizar el imperio de la ley). Cuando esta Porque hay consecuencias, claro que sí. La Organización Internacional del Trabajo ha constatado en varios de sus documentos que durante toda la década de los noventa una palabra clave ha sido inseguridad: no sólo en los países en desarrollo, donde la inmensa mayoría de la población ha vivido y vive en una situación crónica de inseguridad, también en los países desarrollados muchas personas viven preocupadas e inseguras de sus derechos en el trabajo y en la sociedad, sintiéndose expuestas a una evolución económica y social que parece haber escapado a su control. Hay consecuencias. Y hay individuos, mujeres y hombres, que las sufren. Y que cuando las sufren, a falta de instituciones que propongan intervenciones desde la perspectiva de los derechos y la igualdad, sucumben a las promesas de una derecha populis- Las ideas mueven el mundo. Que nadie lo dude. Su importancia a la hora de orientar las políticas públicas y, en concreto, las políticas sociales y económicas de los gobiernos, está ampliamente contrastada. No por sí solas. Es preciso un determinado contexto social e institucional. Pero las ideas configuran marcos (frames) que delimitan en un momento dado el espacio de lo pensable y de lo impensable, de lo posible y de lo imposible, de lo deseable y de lo indeseable. 77 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 ta que se ha apropiado de la bandera del bienestar existencial y que procesa los miedos de las sociedades para transformarlos en ira contra los gobiernos y contra los grupos sociales más vulnerables. ¿A quién le interesan las políticas sociales? En 1992 John Kenneth Galbraith nos advertía frente a la aparición y consolidación creciente en las sociedades más desarrolladas de una cultura de la satisfacción que, en su opinión, estaba laminando la base electoral sobre la que se había construido el estado de bienestar. La notoria asimetría entre quienes pagan los servicios sociales y quienes se benefician de estos empezaba a operar como un obstáculo fundamental para el mantenimiento de tales servicios: “Los afortunados del sistema se encuentran con que pagan con sus impuestos el coste público de la subclase funcional, y, con la reacción más previsible, se resisten a ello. Y de eso nace una resistencia muy comprensible a todo impuesto”. Los nuevos pobres acaban desterrados del universo de la empatía y la solidaridad. Se extiende la idea del pobre como víctima, sí, pero víctima de sí mismo (de sus adicciones, de su amoralidad, de su estulticia) o de sus circunstancias (de su entorno familiar, de su fracaso escolar). La falta de trabajo y de dinero no es la causa, sino la consecuencia del modo de vida de esta nueva clase de marginados. La proclamada crisis económica de las instituciones del bienestar es un perfecto ejemplo de profecía autocumplida Y como esta relectura se hace desde quien tiene poder económico y político para hacerla, la proclamada crisis económica de las instituciones del bienestar es un perfecto ejemplo de profecía autocumplida. ¿Cuánto hay de “real” en las afirmaciones que sobre dicha crisis se hacen? “Al responder a ésta pregunta –advierte Offe (1990)–, debemos tener presente que la posición de poder de los inversores privados incluye el poder de definir la realidad. En otras palabras, lo que consideren una carga intolerable será una carga intolerable que, de hecho, conducirá a una propensión decreciente a invertir”. Y concluye: “El debate relativo a saber si el estado del bienestar está realmente exprimiendo beneficios es por eso puramente académico, porque los inversores están en posición de crear la realidad –y los efectos– de semejante cosa”. Volvemos al problequé. Aunque aparentemente se discute sobre la “viabilidad” (problecómo) de las políticas sociales, en realidad hay un cuestionamiento de la política social misma. Cada vez más las políticas sociales se constituyen en torno a unas problemáticas y unas necesidades que no tienen nada que ver con los intereses materiales de quienes las sostienen económica y electoralmente. Salvo en iniciativas de autoayuda, las víctimas, los excluidos, los sufrientes, aquellos que son los destinatarios de la reivindicación y la acción solidaria, no son los protagonistas activos de la movilización. Quienes pueden comprometerse con las políticas de igualdad no son las víctimas de la situación. Los logros que puedan obtenerse a través de su acción no tienen ninguna relevancia 78 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial práctica para ellos. No obtienen ningún beneficio material de su participación: porque no son excluidos, en nada se benefician materialmente de una mejora en las rentas mínimas de inserción, o de las ayudas de emergencia social, o de la apertura de más servicios para víctimas de los malos tratos. Al contrario, asumen que para que otros sean más iguales ellos deberán ser, muchas veces, menos desiguales. La solidaridad necesaria sólo puede construirse contra una cultura que sitúa la satisfacción del interés propio, entendida esta en su sentido más material, como horizonte de toda acción, ya sea individual o colectiva. Nada de esto será posible si no tenemos en cuenta que la política de igualdad contra la exclusión ha de ser, antes que nada, una red de complicidad cultural y ética. “Hay que insistir en los valores de solidaridad para hacer de ellos un elemento de opinión pública que pueda pesar en la elección y en las decisiones de los gobernantes”, dicen Arbós y Giner (1993). Sólo si quienes podemos hacemos lo que debemos la voz de las personas excluidas adquirirá peso político y cultural. Sólo si somos capaces de pensar y construir la democracia y los derechos humanos no en abstracto, sino en función y desde la perspectiva de quienes están en la práctica excluidos y excluidas de ésta democracia, superaremos esa tentación, permanentemente presente en nuestra organización política, de funcionar desde un concepto restringido de ciudadanía, tomando por buena aquella afirmación de Aristóteles: “Lo cierto es que no hay que elevar al rango de ciudadano a todas las personas que necesitan de la ciudad para existir”. Imanol Zubero Grupo de investigación CIVERSITY Departamento de Sociología y Trabajo Social Universidad del País Vasco - Euskal Herriko Unibertsitatea imanol.zubero@ehu.es Bibliografía Aristóteles (1978). La política. Espasa-Calpe, Madrid: 13ª ed. Arbós, Xabier; Giner, Salvador (1993). 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EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Eva Palasí Jesús Valverde Elisabet Santpere Resumen Editorial Programa de prevención del consumo de alcohol y otras drogas con alumnos de secundaria en la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona El consumo de sustancias toxicas por parte de los jóvenes es un fenómeno social muy presente. Desde la administración pública y también desde entidades sociales y del tercer sector se llevan a cabo diversidad de campañas e iniciativas orientadas a la prevención de estos consumos con orientaciones y objetivos diversos. En este artículo presentamos un programa de prevención que se desarrolla en la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona, en el que participan las personas internas, los profesionales de la unidad y estudiantes de centros de educación secundaria de Asturias. Su principal herramienta de concienciación y de prevención es la historia de vida narrada en primera persona por los propios internos, centrada en su historia de consumo y en las consecuencias personales, de salud, relaciones y sociales. A través de estas experiencias los jóvenes se acercan a la realidad más dura del consumo de drogas y tienen la oportunidad de valorar sus posibles consecuencias. Palabras clave: Prevención drogodependencias, Adolescentes, Jóvenes, Centro penitenciario, Escuela Programa de prevenció del consum d’alcohol i altres drogues amb alumnes de secundària a la Unitat Terapèutica i Educativa del Centre Penitenciari de Villabona Alcohol and Other Drugs Prevention Programme with Secondary School Students in the Therapeutic and Educational Unit at Villabona Prison El consum de substàncies tòxiques per part dels joves és un fenomen social molt present. Des de l’administració pública i també des d’entitats socials i del tercer sector es duen a terme diversitat de campanyes i iniciatives orientades a la prevenció d’aquests consums amb orientacions i objectius diversos. En aquest article presentem una programa de prevenció que es desenvolupa a la Unitat Terapèutica i Educativa del Centre Penitenciari de Villabona, en el qual participen les persones internes, els professionals de la unitat i estudiants de centres d’educació secundària d’Astúries. La seva principal eina de conscienciació i de prevenció és la història de vida narrada en primera persona pels mateixos interns, centrada en la seva història de consum i en les conseqüències personals, de salut, relacionals i socials. A través d’aquestes experiències els joves s’apropen a la realitat més dura del consum de drogues i tenen l’oportunitat de valorar-ne les conseqüències. The consumption of toxic substances by young people is a very widespread social phenomenon. The public authorities and social organizations and the third sector are conducting a variety of campaigns and initiatives aimed at preventing this consumption with a range of guidelines and objectives. In this paper we present a prevention programme developed in the Therapeutic and Educational Unit at Villabona prison, which involved prisoners, unit staff and students from secondary schools in Asturias. The main instrument for fostering awareness and prevention is the life stories told in the first person by the inmates themselves, emphasizing their history of toxic substance consumption and the implications of this in terms of life chances, health, and personal and social relationships. By way of these experiences the young people are introduced to the harsh reality of drug use and have the opportunity to assess the possible consequences. Paraules clau: Prevenció drogodependències, Adolescents, Joves, Centre penitenciari, Escola Keywords: Preventing substance abuse, Adolescents, Young people, Correctional facility, School Cómo citar este artículo: Palasí, Eva; Valverde, Jesús; Santpere, Elisabet (2014). “Programa de prevención del consumo de alcohol y otras drogas con alumnos de secundaria en la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 81-95 80 ISSN 2339-6954 81 Editorial y EducaciónEducación Social 57 Social 57 El uso de las drogas ha sido un hecho habitual en todas las sociedades (Escohotado, 2008) aunque, en la mayoría de ocasiones, el contexto hacía improbable un uso destructivo de éstas. Las problemáticas actuales asociadas a dichos consumos vienen dadas por la aparición de usos, y especialmente abusos, fuera del marco de referencia social. Así pues, la droga, en cuanto sustancia, no es el problema, o al menos no es sólo el problema. La forma de uso, los motivos que llevan a iniciar un abuso de la sustancia y la pérdida de autonomía en la relación con las sustancias psicoactivas son los elementos primordiales a tener en cuenta cuando se trabaja con personas potencialmente consumidoras de drogas. Adolescencias y consumo Uno de los colectivos en los que se centran la mayoría de las acciones preventivas es el juvenil, por ser el momento del primer contacto con el consumo de sustancias, situándose la edad de inicio entre los trece y los dieciséis años (ESTUDES, 2012/13). El marcado individualismo de nuestra sociedad y las propuestas sociales, donde cada uno debe satisfacer sus objetos de deseo, marcan una nueva forma de relación donde las sustancias psicoactivas juegan un papel importante en la vida del adolescente-joven (Tizio, 2005). Si bien no podemos hablar de adolescencia en singular, sino de adolescentes fruto de su historia, contexto y proceso educativo (Funes, 2005), ésta es una edad en la que la crisis de identidad produce la necesidad de iniciarse en un mundo adulto que es deseado y desconocido. Este paso implica necesariamente el desarrollo de un nuevo rol social, como adulto, y por tanto, la búsqueda de esa nueva identidad que puede llevarle a prácticas de riesgo y, en ocasiones, como oposición a actitudes y discursos de sus referentes familiares. Se abre la necesidad, por tanto, de experimentar, conocer lo no conocido y sentir y vivir sensaciones que le son desconocidas (Funes, 2005). La adaptación y el reconocimiento del grupo son dos elementos claves en la vida del joven adolescente que marcará gran parte de sus acciones. El ofrecimiento del consumo puede ser una de las puertas de entrada a la aceptación del grupo, especialmente en las drogas legales, y es cada vez más común el uso de estas sustancias como elementos socializadores entre el grupo de iguales (Govern Illes Balears, 1999). A lo largo de la última década, el aumento del consumo excesivo de alcohol en los jóvenes crece año tras año, así como el de tabaco y cannabis. En el 2012 se observa que el consumo de cannabis frena la tendencia descendente iniciada en 2004 (ESTUDES, 2012/13). La necesidad de probar el cuerpo, las reacciones de confrontación con los adultos o la búsqueda de la aprobación por parte del grupo de iguales son algunas de las causas que llevan al joven a realizar su primer consumo, más 82 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial allá de los efectos propios de la sustancia, desconocidos por la mayoría de ellos. Llevar su vida al límite (Funes, 2005) y el cambio físico les lleva a la necesidad de buscar los límites de su “nuevo organismo”, apareciendo actitudes de riesgo como la velocidad, la violencia y también el consumo de sustancias (Govern Illes Balears, 1999). Campañas de prevención: ¿qué estrategias? El aprendizaje en el uso de una sustancia favorece el aprendizaje del uso de otras sustancias, y cuanto más interiorizado sea este consumo y antes sea la edad iniciática, mayor es el riesgo de contacto con drogas adictivas cada vez más potentes (Govern Illes Balears, 1999), y más difícil es generar acciones saludables de deshabituación. Se hace necesario, por tanto, iniciar y proponer campañas o acciones de prevención, entendiendo la prevención como el intento de evitar o retrasar la aparición de una conducta que puede ser perjudicial para la salud de la persona (www.msps.es). Así pues, retrasar la edad de inicio del consumo es uno de los objetivos de estas acciones, a la vez que reducir el impacto que tienen las sustancias psicoactivas en las personas. Es notable destacar que el consumo inicial de alcohol en España en chicos de catorce años es de más del 60%, llegando a ser del 90% a los diecisiete años, y en el caso del tabaco, más de la mitad de los jóvenes fuman a los dieciséis años (PNSD, 2008). Nadie es toxicómano en un día, para ello es necesario un proceso, como hemos dicho anteriormente, en el que además de las sustancias influyen también otros factores de riesgo y de protección personal que le ofrece el entorno. Serán todos estos aspectos los que marcaran el proceso escalonado de consumo (Govern Illes Balears, 1999). Una droga será peligrosa o no, no tan solo por sus efectos, sino por su modo de uso, por el riesgo que socialmente se le atribuya y por su posición y tolerancia en la comunidad. La drogadicción, y más en concreto su prevención, serán el resultado de la interacción de los efectos de la sustancia, del sujeto consumidor y el entorno concreto. Todos los niveles influirán en los itinerarios vitales de la persona, de forma más o menos directa e interrelacionándose entre sí (www.fad.es). El entorno social es el que marcará, en la mayoría de las ocasiones, la puerta de acceso al consumo y el contacto con sustancias psicoactivas, por lo que será éste un espacio clave para la prevención. Diversos autores coinciden en la necesidad de que las campañas de prevención centren su acción en el entorno social del joven, como espacio decisivo para el inicio del consumo, como se destaca en la teoría del aprendizaje social, desarrollada en los años sesenta por Bandura (Bandura,1982) y ampliada en los noventa, en el ámbito específico de las drogas (Botvin et al., 1990; Catalano et al, 1996; 1999; Becoña 2002). 83 Editorial El consumo de drogas ha de ser contemplado como un hecho multicausal EducaciónEducación Social 57 Social 57 Teniendo en cuenta las variables socioculturales, el consumo de drogas ha de ser contemplado como un hecho multicausal, por lo que las acciones preventivas deben encaminarse hacia acciones multidimensionales y pluridisciplinarias (Generalitat de Catalunya, 2008). Estas acciones pretenden ser una respuesta a los factores de riesgo y potenciar los factores de protección. Esta propuesta preventiva apuesta por un trabajo transversal, a lo largo de la vida, promoviendo, entrenando y capacitando a las personas para desarrollar habilidades cognitivo-conductuales, adaptadas a cada edad. De esta forma es posible trabajar valores de promoción y de respeto a la salud, las habilidades sociales y para la vida y los conocimientos para corregir ideas erróneas o mitos. Para ello, la participación directa del joven, así como el uso de métodos interactivos, es vital para conseguir los objetivos propuestos. El adulto debe ir hacia el joven, entenderlo y trabajar desde su visión, y no traerlo a su experiencia, lejana a la realidad del joven. Será a través del diálogo terapéutico, entendido como comprensión para marcar las pautas de actuación (Valverde, 2014), donde el adolescente/joven descubra y ponga en práctica los aprendizajes recibidos. Acciones que deben llevarse a cabo desde la cotidianidad de los espacios vitales del joven. El diálogo terapéutico tan solo será posible si el adulto acompañante utiliza el mismo lenguaje, conecta con los intereses y necesidades de los jóvenes y aplica correctamente los procesos de escucha activa (Valverde, 2014), recordando que la educación no es posesión ni construcción (Meirieu, 1998). La intervención con jóvenes adolescentes pasa por un diseño de campañas de prevención que, en general, tienen como objetivo evidenciar los aspectos de riesgo, así como potenciar los de protección, para permitir retrasar al máximo la edad de inicio, a la vez que detectar los factores de riesgo que producen un uso abusivo de sustancias psicoactivas (Consejo de Europa, 2004). Son pocas las campañas y acciones de prevención que van más allá de la alerta sobre los efectos inmediatos de las drogas, no siendo notables los resultados en cuanto a que el consumo no disminuye sino que, en algunos casos, aumenta y, año tras año, la edad iniciática es menor. Muestra de ello es la recomendación del Consejo de Europa en la necesidad de mejorar la eficacia de las acciones centradas en la reducción de la demanda (Consejo de Europa, 2004). Es necesario que un diseño adecuado para una campaña o acción de prevención, en el ámbito de las drogodependencias, presente una exhaustiva y profunda valoración de la realidad del consumo y de los usos que se llevan a cabo en el territorio, como elemento facilitador o protector del mismo. Basándonos en el modelo Precede-Proceed (Generalitat de Catalunya, 2008), desarrollado durante los años ochenta, las acciones preventivas deben basarse en las premisas de participación, cooperación y determinación por parte de la persona como agente generador de cambio. Pero además deben generarse acciones de cambio que tengan en cuenta diversos factores para desarrollar propuestas de carácter preventivo, tales como: a) el diagnóstico epidemiológico y problemas relacionados con las drogas en un marco social 84 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial concreto; b) el diagnóstico de comportamientos y los entornos donde se produce el consumo; c) los condicionantes (factores de riesgo) que predisponen, refuerzan y facilitan el consumo. Además, es importante tener en cuenta el imaginario social sobre la percepción del peligro de las drogas así como los usos socialmente aceptados. Nos encontramos en un momento en que el consumo de drogas legales en nuestro país es un elemento normalizador en todos los aspectos y en que existe una cierta facilidad de acceso a determinadas sustancias, por lo que, además del discurso educativo y del entrenamiento en habilidades, se hace necesario un cambio de concepción social sobre el uso de las diferentes sustancias psicoactivas (Govern Illes Balears, 1998). La prevención, como ya hemos visto, debe ser transversal, se produce a lo largo de la vida de la persona y debe centrarse en activar y desarrollar habilidades sociales antes de los primeros consumos y, de forma adecuada, según las edades de cada grupo de población y el entorno en el que la persona se sienta más cómodo y seguro. Los impactos puntuales en las campañas preventivas tienen unos resultados de baja intensidad, debido a la poca perdurabilidad en el tiempo, la poca incidencia en el riesgo esporádico, a la vez que, en ocasiones, la población diana no es la adecuada (Gobierno Vasco, 2010). Tres aspectos marcan el proceso de prevención en el ámbito de las drogas: la continuidad en el tiempo, es decir, cómo los impactos permiten captar la atención pero el entorno y la búsqueda de satisfacción inmediata diluyen su incidencia. Esta primera captación debe mantenerse en el tiempo generando acciones informativas y formativas que potencien y permitan cambios educativos (Meirieu, 1998). En segundo lugar, la transversalidad como eje vertebrador de la acción. La prevención no es materia de una asignatura. El entreno en habilidades sociales debe ser transversal e integral, ya sea en la escuela, en los medios de comunicación, en la familia y en los espacios de ocio. Hay que seguir la premisa de que no toda la información genera cambios educativos, pero para generar cambios educativos es necesario dar y repetir información. Y por último, la intersectorialidad e interdisciplinariedad de las acciones preventivas. De nada sirve el entreno en habilidades si no va acompañado de cambios en el imaginario social y en los usos y costumbres del entorno inmediato (Generalitat de Catalunya, 2008). Cobra especial relevancia la educación emocional como un factor de protección fundamental, por su impacto formativo a largo plazo y porque es clave para el desarrollo de las habilidades comunicativas y socio-relacionales del joven, así como para la gestión y control de sus emociones. Todos estos aspectos, en la mayoría de los casos, son la causa de los primeros consumos de drogas (Govern Illes Balears, 2008). La realidad asturiana presenta ciertas peculiaridades con respecto a la media del consumo de drogas en España. Destaca el consumo de alcohol en la población asturiana, llegando a estar 10 puntos por encima de la media española, aumentando los fines de semana, donde el consumo habitual de alcohol sobrepasa el 70% de la totalidad de la comunidad, (Principado de 85 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Asturias, 2010), consumo que sigue en aumento desde los años noventa. La edad media de inicio al consumo de alcohol es a los 13,8 años, es similar para ambos sexos y está estabilizada desde el año 20001. Un año más tarde (14,8) comienza el consumo semanal con iguales características (Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16). En cuanto al consumo de tabaco la edad de inicio media son los 13,1 años, similar para ambos sexos y estable en la última década y lo mismo puede decirse para la edad media de consumo diario situada en los 14,2 años (Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16). Finalmente, en relación con el consumo de cannabis, la edad media de inicio es la más temprana de las drogas ilegales, situándose próxima a los 14 años (14,4 años), siendo un poco antes en los chicos que en las chicas. No se aprecian variaciones significativas respecto a otros años (Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16). Esta realidad pone de manifiesto la necesidad de realizar programas de prevención del consumo abusivo de alcohol. Dichos programas pueden ser liderados por la administración y/o por entidades del tercer sector. EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Centro Penitenciario, que va más allá de la propia intervención sobre drogodependencias, planteándose un verdadero modelo alternativo de prisión, basado en la cogestión del módulo por los propios internos e internas junto con el personal de prisiones (Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16). Tabla 1: Actividades de intervención en drogodependencias en el CP de Villabona 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Desintoxicaciones por año 220 220 240 266 275 219 256 228 Intercambio de jeringuillas (kits entregados) 347 1456 1815 2526 1934 2477 644 621 Dispensación de metadona (presentes a 31 de diciembre) 306 309 308 274 273 278 228 256 - 33 48 35 37 45 122 69 178 183 190 185 283 294 404 483 (presentes a 31 de diciembre) 4 - 16 17 7 17 19 - Derivacions terapèutiques 47 44 32 24 45 55 54 87 552 284 587 731 - 84 1513 2263 Intervención psico-social (presentes a 31 de diciembre) Actividades en módulo terapéutico (deshabituación) Droga y centro penitenciario Existen propuestas que buscan preparar al interno a través de procesos educativos integrales concienciándolo de sus actos 86 Por su parte, la realidad penitenciaria no debe ser ajena a la realidad social. Según el informe realizado en el año 2000 por Instituciones Penitenciarias, cerca de la mitad de la población reclusa (46,2%) consumía heroína y/o cocaína en el mes anterior al ingreso y el 22% lo hacían por vía intravenosa (ADVP). Estos datos nos dan una dimensión del problema de la drogadicción en el ámbito penitenciario en cuanto a número y prácticas de riesgo y problemas de salud derivados de dichas prácticas (VIH, VHC, etc.) (Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16). No existen datos específicos de Asturias, que en principio no tienen porque ser diferentes de los generales. La institución penitenciaria se concibe como un espacio de reinserción social del preso, más que un espacio de castigo (Valverde, 1997), pero podemos llegar a decir que, más que conseguir su objetivo, la institución se ha convertido en un medio tranquilizador para la sociedad, llegando a ver la reinserción social como un mito (Ayuso, 2000). Aún así, existen propuestas que buscan preparar al interno a través de procesos educativos integrales concienciándolo de sus actos, para continuar su reinserción en recursos externos (UTE Villabona, 2008). Este es el caso del Centro Penitenciario de Villabona, donde se llevan a cabo programas asistenciales (dispensación de metadona), de reducción de riesgos (intercambio de jeringuillas) y de educación para la salud, así como programas de intervención sobre colectivos específicos como es el caso de las personas integradas en el Centro de Inserción Social (CIS). En estos programas colaboran, de diversas maneras, un número importante de ONGs. También existen conexiones con distintos dispositivos externos como centros de día o pisos de inserción. Pero es especialmente destacable el desarrollo del Programa de Módulos Libres de Drogas, coordinado por la Presents a 31 de desembre Actividades de educación para la salud Fuente: Plan sobre drogas del Principado de Asturias, 2010/16 El programa de prevención del consumo de alcohol y otras drogas con alumnos de secundaria en la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona Desde la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) del Centro Penitenciario de Villabona se propone a los centros escolares de Asturias un programa de prevención del consumo de drogas dirigido a estudiantes de entre 15 y 17 años de los centros de educación secundaria de Asturias y a los propios internos. El programa, que se lleva a cabo desde 1994 y en el que han participado más de diecisiete mil estudiantes, presenta una doble finalidad: a) ofrecer una respuesta educativa en relación al consumo de alcohol y otras drogas a los jóvenes en la sociedad asturiana; b) ofrecer una propuesta de trabajo dirigida a internos que les permita responsabilizarse de su propio proceso de reinserción social, a través de la prevención de drogodependencias, consolidando procesos de construcción de ciudadanía y de participación social. En este artículo nos centraremos en el primer objetivo. Aportamos en los siguientes apartados algunos datos orientados a presentar dicho programa. 87 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Objetivos del programa con relación a los jóvenes • Sensibilizar y concienciar a los alumnos, a través de los testimonios y diálogos con los internos, en la prevención del consumo de alcohol y otras drogas. • Aportar a la comunidad y a la sociedad elementos de reflexión con relación a la prevención en el consumo de drogas. • Acercar la prisión al medio escolar, desmitificando estereotipos negativos, aportando una dimensión más humana a las situaciones de exclusión social y fomentando actitudes de solidaridad de los adolescentes y jóvenes. Participantes Alumnos de 4º de la ESO de los centros escolares de Asturias, así como profesores y familiares de los alumnos. Metodología Seguidamente detallamos las ocho fases mediante las cuales se desarrolla el programa de prevención de consumo de alcohol y otras drogas de la Unidad Terapéutica y Educativa del Centro Penitenciario de Villabona con los alumnos de secundaria de los centros educativos asturianos. 1. Elaboración del calendario para los encuentros • Los maestros de la UTE elaboran un calendario de los encuentros con el alumnado. 2. Relación de los centros escolares que visitarán la UTE • Abertura del plazo de solicitudes (1 septiembre). • Adjudicación de una fecha en función de las preferencias de cada centro. • Elaboración de la relación definitiva para su aprobación por el Equipo Multidisciplinar de la UTE. • Comunicación a los órganos directivos del Centro Penitenciario. 3. Visita a la UTE por parte del profesorado • Planificación de la actividad entre los profesionales penitenciarios que coordinan la actividad y los profesores de los centros que realizaran las visitas. 4. Requisitos previos a la visita • El centro escolar debe facilitar a la UTE la relación del alumnado, profesores/as y padres que participarán en la visita, certificando que los alumnos cuentan con la autorización de sus padres. 88 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial 5. Lugar y horario del encuentro • La experiencia se desarrollará en la UTE 1 de las 10 a las 13 horas. 6. Fases de la actividad • Grupo de encuentro (la duración de esta primera fase es de 1 hora) Participan los alumnos/as de secundaria, un número similar de internos/as, el profesorado, los profesionales de la UTE y, si lo solicitan, también los padres de los alumnos/as. Finalizadas las presentaciones y la explicación de la dinámica de la visita, algunos de los internos compartirán su experiencia de vida a través de sus testimonios personales, centrándose en las consecuencias físicas, psíquicas y sociales que conlleva a corto y largo plazo el consumo y abuso de alcohol y otras drogas. • Grupos de trabajo alumnos y miembros del colectivo interno se separan en grupos, sin la presencia de los docentes, para poder establecer una comunicación desde la naturalidad, franqueza y confidencialidad sobre la problemática del consumo y abuso del alcohol y otras drogas. Los grupos están moderados por profesionales del Equipo Multidisciplinar de la UTE. • Puesta en común Esta fase la coordinan los maestros de la UTE y cuenta con la presencia de profesionales penitenciarios que han participado en los pequeños grupos y los profesores de los estudiantes. Se valora la actividad y se comparten datos que ayuden a la reflexión y a la educación preventiva. Los alumnos/as, acompañados de los internos, visitan las instalaciones de la UTE 1 para conocer los espacios y actividades que allí se realizan. 7. Finalización de la visita A las 13 horas finaliza la actividad y los alumnos y profesores de los centros abandonan la UTE. 8. Evaluación Los centros escolares enviarán a la UTE las conclusiones y los trabajos elaborados por el profesorado y el alumnado a partir de la visita y la actividad realizada en el CP de Villabona. Abordaje de la prevención La UTE plantea la intervención con los estudiantes de secundaria como un espacio de diálogo y narrativa propia, donde se posibiliten cambios significativos en las narrativas de los jóvenes para facilitar, de este modo, una conducta desistora en el consumo inicial de sustancias tóxicas. 89 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Abordaremos es este apartado del artículo la intervención que se lleva a cabo desde este programa a partir del modelo transteórico de Prochaska y DiClemente (1982). Dicho modelo centra la acción en el cambio intencional de la conducta adictiva (Santos Diez et alt., 2001). La narrativa y voluntad de cambio por parte de la persona con problemas de adicción es parte central en el proceso terapéutico. Así lo evidencian Laub y Sampson (2001) cuando describen los elementos que propician la conducta desistora a través de un discurso y una narrativa del propio sujeto centrada en el cambio de factores de tipo endógeno y, mayoritariamente, de tipo exógeno. La evidencia de riesgos para su correcto desarrollo social y la mejora de los vínculos sociales con la comunidad (Bouffard y Petkovsek, 2013) son dos de los aspectos centrales en el proceso desistor. El modelo transteórico explica el cambio espontáneo o inducido del comportamiento de los individuos según cinco variables o constructos teóricos intervinientes: a) etapas de cambio, b) procesos de cambio, c) balance decisorio, d) tentación, e) autoeficacia. Figura 1. Estadios de la rueda del cambio 90 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial ción en medios de comunicación masivos. De modo general, los estudios han mostrado que las campañas contra el consumo/abuso de sustancias han tenido un mayor impacto en cuanto a aumentar el conocimiento y la toma de conciencia, pero un éxito modesto en cuanto a afectar las actitudes y las conductas (García Averasturi, 2010). Volviendo al programa llevado a cabo en la UTE, en la primera fase de los encuentros entre las personas internas en la UTE y los estudiantes, los internos narran en primera persona los riesgos de estos consumos y los resultados que a medio o largo plazo generan dichas conductas de consumo, a partir de sus propias experiencias. Se trata de alertar al joven y de evidenciar una realidad, no determinada, pero muy probable. Estas narraciones permiten mejorar el vínculo entre los dos colectivos (internos y estudiantes). Consideramos que son diversos los motivos que facilitan esta conexión: a) son personas con experiencias vitales similares y que iniciaron el consumo en edades no muy distantes a las de los alumnos; b) las intervenciones de los internos e internas ofrecen su fracaso, sin hacer de la actividad una “pedagogía del miedo”; c) las dinámicas son muy activas, creándose un buen clima de participación y espontaneidad, así como una gran empatía; d) se promueve una metodología que posiciona al alumnado como protagonista de su propio aprendizaje. Este vínculo genera procesos de credibilidad mayores que los que se pueden generan dentro del espacio formal del aula. Fuente: Elaboración propia a partir de Prochaska y DiClemente, 1982 En un segundo momento y, tras el proceso de narración de las historias de vida por parte de las personas internas, el encuentro se centra en los jóvenes. Es el momento de narrar sus experiencias iniciales en relación al consumo de sustancias. En este discurso, y después de haber escuchado los testimonios de los internos, los propios jóvenes advierten conductas de riesgos en aquellas situaciones que hasta ese momento no eran de su interés o no consideraban de riesgo. La etapa contemplativa de Prochaska y DiClemente (1982) se centra en que el propio sujeto se dé cuenta de los riesgos de sus conductas. En ningún caso los presos de la UTE rechazan, critican o censuran las actitudes de los jóvenes, sino que, son ellos quienes, cuando se les pregunta por su opinión sobre las propias actitudes que están narrando, elaboran un discurso de necesidad de cambio o de evidencia de conductas de riesgo. Censurar un acto no permite el proceso de concienciación. El principal objetivo de esta segunda fase del encuentro es la construcción de un discurso narrativo desistor, desde la interiorización de nuevas necesidades y realidades, hasta el momento no percibidas por los jóvenes. Siguiendo el modelo transteórico citado anteriormente, es necesario un primer estadio de precontemplación donde, en este caso, el joven, desconoce o no asume ciertas conductas como problemáticas. En los inicios del consumo de sustancias, estas aportan beneficios en cuanto que generan los efectos esperados por el consumidor, sin que aparezcan efectos perjudiciales, que suelen manifestarse a medio o largo plazo. Por este motivo el joven suele mostrarse reactivo a dichos efectos, eje central de las campañas de preven- La intervención con los escolares a través del programa de prevención de la UTE Villabona finaliza con el primer paso en el tratamiento del consumo de sustancias tóxicas: la determinación. Se trata de establecer pequeños cambios de los jóvenes en su vida diaria, como muestra de su voluntad de mejora y/o cambio. Esta etapa es necesaria para que sea el sujeto el que elabore su propio discurso y busque cambios significativos en su proceso de vida. Uno de los elementos clave definidos por la Asociación Americana de Psiquiatría respecto a la adicción de sustancias tóxicas es la imposibilidad de reducir Las campañas contra el consumo han tenido impacto en cuanto a aumentar el conocimiento pero un éxito modesto en cuanto a afectar las actitudes 91 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 intentos infructuosos del abandono del consumo. Estos pequeños cambios o pactos que se realizan entre internos y alumnos evidencian al joven consumidor que necesita ayuda externa para controlar y reducir el consumo de drogas, posiblemente no en el momento de la actividad, pero sí en un período no muy lejano. En el caso de los estudiantes que en el momento de participar en este programa no tienen claros problemas de dependencia con dichas sustancias, les permite también mejorar el discurso desistor, a la vez que generan discurso social de riesgo en torno al consumo de drogas en el que los propios jóvenes se comprometen al final de las visitas. Conclusiones En este apartado resumiremos algunas conclusiones que se desprenden de la experiencia presentada y que consideramos aportan elementos de éxito para el trabajo preventivo con jóvenes con relación al consumo de sustancias adictivas. a) Los programas de prevención requieren de referentes adultos que acompañen procesos. • Se requieren referentes adultos (familiares, profesores, educadores, etc.) que acompañen, siendo el diálogo terapéutico individual y grupal la estrategia educativa más significativa. • Es importante considerar en el trabajo preventivo-educativo el reconocimiento de las múltiples causas que pueden ser las determinantes en el consumo abusivo de drogas. • Los programas de prevención que abordan aspectos emocionales intensos, siempre que se realicen con el acompañamiento socioeducativo adecuado, pueden favorecer la ruptura de estereotipos sociales • Es necesario aplicar programas y acciones que permitan optimizar aspectos que ayuden a que los adolescentes y jóvenes incrementen niveles de conciencia en relación a los riesgos en el consumo de las drogas. b) El entorno sociocultural de los adolescentes es determinante para alcanzar niveles óptimos de prevención. • La prevención se abordará con todo el entorno social que configura la vida de los jóvenes, y los programas de prevención es necesario que consideren la multicausalidad del uso y abuso de las drogas. • Abordar aspectos como el análisis riguroso del espacio sociocultural donde viven los adolescentes y jóvenes, los hábitos sociales en el uso de drogas de la población adulta con la que conviven y la presión social y mediática es esencial para ajustar lo mejor posible los programas y las acciones a la realidad de los adolescentes-jóvenes y a sus contextos socioculturales. • En cuanto a los adultos referentes, es importante: a) crear climas y espacios de confianza donde los adolescentes y jóvenes puedan comunicarse con transparencia y libertad; b) realizar un cambio de actitudes y de com- 92 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial petencias profesionales en clave de apertura, confianza y horizontalidad; c) formarse como profesores y padres para el dominio y entrenamiento de las competencias sociales en el abordaje de estas temáticas. c) La prevención requiere de un trabajo continuado, transversal y globalizador por parte de todos los agentes. • El entrenamiento en habilidades sociales y fomento de actitudes saludables debe ser anterior a la edad de inicio del consumo de drogas. • Aunar esfuerzos entre los diferentes agentes socializadores permite una mayor incidencia en el adolescente-joven. • El mensaje debe ser claro y directo y el adulto se mostrará cercano y respetuoso. • La gestión de un ocio saludable es responsabilidad de todos, y especialmente de los adultos y responsables técnicos y políticos de nuestra sociedad. d) La educación emocional es la base del trabajo educativo para la prevención de drogas y otras substancias. • Las experiencias de impacto permiten trabajar desde las emociones, fuera de la distancia del aula. • Las emociones permiten captar la atención y es el momento de reiterar el discurso de prevención desde todos los ámbitos y agentes. • El discurso debe ser cercano y vivencial, que permita ver e interiorizar el riesgo de ciertas conductas y actitudes. Tal y como se recoge en la introducción de este artículo, los programas y acciones dirigidas a la prevención de las drogodependencias deben plantearse desde la globalidad e integralidad de la persona a la que se dirigen. Dicha globalidad comporta plantear acciones orientadas al trabajo bio-psico-social y requiere de la implicación activa de la persona con la que se quiere trabajar, así como de su entorno (família, educadores, recursos comunitarios). De esta forma se garantiza que será posible dar una respuesta acertada y concreta a la diversidad de motivaciones que conducen al consumo de sustancias tóxicas. Eva Palasí Luna Diplomada en Educación y Trabajo Social Miembro del equipo de investigación GIAS Facultad de Educación social y Trabajo Social Pere Tarrés – URL epalasi@peretarres.org Jesús Valverde Molina Profesor emérito Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid valverdegenilla@gmail.com Elisabet Santpere Baró Licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración y en Periodismo Miembro del equipo de investigación GIAS Facultad Educación social y Trabajo Social Pere Tarrés – URL elisabetsantpere@gmail.com 93 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Bibliografía Ayuso, A. (2000). “La intervención socioeducativa en el tratamiento penitenciario”. En: Pedagogía Social. Revista interuniversitaria, 6-7, 73-99. Bandura A. (1982). Teoría del aprendizaje social. Madrid: Espasa-Calpe. Becoña E. (2002). Bases científicas de la prevención de las drogodependencias. Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Ministerio del Interior. Madrid Botvin G. 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Santos Diez, P.; González Martínez, G.; Fons Brines, M. R.; Forcada 94 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Chapa, R.; Zamorano García, C. (2001). “Estadios y procesos de cambio en drogodependientes en tratamiento ambulatorio”. En: Adicciones, vol.13, núm. 2, p. 147/152. Servicios de Investigación Social. Análisis de los anuncios televisivos de las campañas de prevención de drogodependencias y su incidencia en la población adolescente y juvenil, 2010. Gobierno Vasco. Tizio, H. (2005). “El uso de las drogas en la adolescencia”. En: Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 29, 33-38. Unidad Terapéutica Educativa: www.utevillabona.es [Consulta: 8 de marzo de 2014]. Valverde, J. (2014). Exclusión Social. Bases teóricas para la intervención. Editorial Popular. Madrid. Valverde, J. (1997). La cárcel y sus consecuencias: la intervención sobre la conducta desadaptada. Ed. Popular. Madrid. 1 Anteproyecto de ley de Atención Integral en Materia de Drogas que contempla subir la edad para poder consumir alcohol a los dieciocho años (aprobado por el Consejo de Gobierno del Principado de Asturias, febrero 2014). 95 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y El Grup 33 y su misión Resumen Marta Nomen Txus Morata Otra prisión es posible El artículo presenta los objetivos y las acciones que lleva a cabo el Grupo 33. Es una plataforma ciudadana creada en el 2008 por un grupo de personas que, tras conocer el modelo penitenciario catalán, decidieron unirse para trabajar juntos para la mejora del modelo de gestión penitenciaria en Cataluña. El Grupo 33, junto con otras entidades y agentes sociales catalanes, trabaja para lograr un modelo penitenciario que posibilite una mayor reinserción social de las personas internas, con los consiguientes beneficios sociales que aporta un crecimiento en el índice de reinserción para la propia sociedad. Se inspiran en modelos ya existentes que se llevan a cabo tanto en España como en Europa. Se presentan en el artículo los principios básicos del nuevo modelo penitenciario que se propone desde esta entidad, así como los beneficios individuales y sociales que aporta su aplicación. Palabras clave: Movimientos sociales, Centro penitenciario, Reinserción social Una altra presó és possible Another Prison is Possible L’article presenta els objectius i les accions que porta a terme el Grup 33. És una plataforma ciutadana creada l’any 2008 per un grup de persones que, després de conèixer el model penitenciari català, van decidir unirse per treballar plegats per a la millora del model de gestió penitenciària a Catalunya. El Grup 33, conjuntament amb altres entitats i agents socials catalans, treballa per assolir un model penitenciari que possibiliti una major reinserció social de les persones internes, amb els conseqüents beneficis socials que aporta un increment en l’índex de reinserció per a la mateixa societat. S’inspiren en models ja existents que es porten a terme tant a Espanya com a Europa. Es presenten en l’article els principis bàsics del nou model penitenciari que es proposa des d’aquesta entitat, així com els beneficis individuals i socials que aporta la seva aplicació. The article presents the objectives and the actions carried out by Grup 33, a public platform created in 2008 by a group of people who, having experienced the Catalan prison model at first hand, decided to work together to improve the way prisons are run in Catalonia. Grup 33, together with other Catalan institutions and social partners, is working towards a correctional model capable of improving the possibility of social rehabilitation of former offenders, with the consequent social benefits of an increase in the rate of rehabilitation to society as a whole. The inspiration here is existing initiatives being conducted both in Spain and elsewhere in Europe. The article sets out the basic principles of the new prison model proposed by this public platform and the individual and social benefits that would result from its implementation. Paraules clau: Moviments socials, Centre penitenciari, Reinserció social Keywords: Social movements, Prison, Social rehabilitation Cómo citar este artículo: Nomen, Marta; Morata Txus (2014). “Otra prisión es posible”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 96-105 Creer que las cosas pueden cambiar i actuar para que así sea ha sido siempre el mensaje que hemos querido dar desde el Grup 331. Somos una plataforma social ciudadana, que nace del voluntariado en las prisiones catalanas y que cree en la rehabilitación de las personas internas. A partir de la experiencia de voluntariado en centros penitenciarios catalanes, un grupo de personas anónimas nos interesamos en conocer iniciativas exitosas que se llevaban a cabo en otras prisiones del Estado español: Unidades Terapéuticas Educativa (UTE), Departamentos de Atención Especializada y Módulos de respeto. El Grup 33 es una plataforma social de referencia, promotora de la mejora del modelo de gestión penitenciario en Cataluña. Pretende potenciar un ambiente de colaboración entre los principales agentes sociales y políticos, con la finalidad de mejorar la incorporación social de las personas que han sido privadas de libertad. Este motor de cambio social y de toma de conciencia por parte de toda la población se basa en dos grandes principios: a) El análisis de la realidad actual de las prisiones. Nos comprometemos a trabajar para la transformación de las prisiones catalanas y a compartir estos cambios con el resto de prisiones del Estado español y con todos los países que estén interesados. b) La búsqueda de un papel activo de la sociedad en su transformación. Queremos impulsar un cambio en la demanda social. Es preciso que la sociedad dé una giro en su concepción del sistema penal. Buscamos un modelo penal justo, que responda a las finalidades constitucionales de la pena. El castigo y la retribución sin acciones de prevención especial positiva no es la herramienta. Proponemos un modelo penal rehabilitador, fuente de herramientas y mecanismos que faciliten los procesos de reinserción social efectivos. Nuestra misión no es otra que actuar para generar cambios: buscar experiencias innovadoras y exitosas, reflexionar sobre la posibilidad de su implantación, difundir los resultados obtenidos, en definitiva, apostar por otra forma de entender y considerar la prisión. Las prisiones no deben ser eternamente espacios herméticos y estáticos, ni el paradigma del suplicio, sino espacios donde las personas puedan reconciliarse con su pasado, donde puedan aprender a hacer que las heridas no duelan, donde aprendan otras formas de hacer y de ser y sean el primer paso de una nueva vida. Un entorno que acompañe en el proceso de reflexión sobre la trayectoria de vida y permita reaccionar para afrontar el futuro. A menudo, cuando vamos a hacer charlas a universidades y entidades sociales interesadas en el ámbito penitenciario, nuestra finalidad no es otra que transmitir que el cambio de modelo es posible y que este tan solo se dará si trabajamos juntos para conseguirlo. La sociedad es Las prisiones no deben ser eternamente espacios herméticos y estáticos sino espacios donde las personas puedan reconciliarse con su pasado ISSN 2339-6954 96 97 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial una parte importante y vital del proceso de reinserción y esta responsabilidad no es tan solo de las prisiones y de quien trabaja en ellas sino que es, principalmente, de la sociedad. Características y principios básicos de un nuevo modelo penal Desde el Grup 33 optamos por la solidaridad con las personas desfavorecidas privadas de libertad y, junto con ellas y la sociedad civil, queremos promover la participación como motor del cambio social y la promoción de la justicia social. La implicación de los agentes sociales, pero también de los propios internos como agentes activos de cambio en el proceso reinsertador es una de las claves del éxito. La prisión debe ser un espacio de aprendizaje y de participación para la vida en sociedad y esta no es posible si el interno tan solo tiene un rol pasivo en el tiempo de su condena. Desde el Grupo 33, tras un proceso de reflexión a cerca de los pilares básicos que debe sustentar este nuevo modelo penal, se pudieron definir siete principios que inspiran nuestro trabajo y que deben permitir la mejora del modelo penitenciario catalán. Un modelo que creemos que debe apostar por la reinserción de las personas privadas de libertad. Desde nuestros inicios, en el año 2008, hemos estado al lado de varias instituciones y de la administración penitenciaria, lo que ha favorecido la implantación de un nuevo modelo de intervención en dos módulos del centro penitenciario de Lledoners en el año 2009. Es un modelo que manifiesta la forma de pensar del Grup 33. Entendemos, sin embargo, que no basta con esto y queremos ir más allá. Queremos conseguir que la implementación de módulos de responsabilidad sea una realidad en todas las prisiones de Cataluña. Por este motivo, es primordial poder trabajar junto con todos los actores implicados y contagiar el entusiasmo de todas las personas que formamos el Grup 33. Creemos que las prisiones pueden ser diferentes, más educativas y más humanas. Pero, ¿cómo podemos hacer este cambio dentro del modelo penitenciario? • Hay que impulsar un giro de la demanda social en relación con el fin de la pena. Para superar esta sensación de inseguridad hay que reducir las tasas de reincidencia que nuestro sistema presenta. • Hay que apoyar un nuevo modelo de intervención en las cárceles que está naciendo en Cataluña y que debe ser el modelo del sistema penal. La responsabilidad de los internos y la participación social y de los agentes implicados son dos de los ejes más importantes. • Hay que incidir en los cambios en política penal y animar al poder ejecutivo y legislativo para que cambien el modelo de ejecución penal en las prisiones. 1. Ausencia de droga y violencia: Rechazo de los factores que generan la comisión de las conductas antisociales y delictivas. Los internos participan activamente para proteger el módulo de la presencia de drogas y de actitudes violentas, haciendo posible un cambio de ambiente que favorezca el cambio personal. 2. Funcionarios como referentes: Los vínculos seguros mejoran el proceso de cambio. Los profesionales acompañan al interno en todo su proceso de reinserción. Así pues, se propicia una relación de respeto, confianza mutua, cooperación y solidaridad. 3. Proceso personal: Importancia de la toma de conciencia de las dificultades y necesidades personales por parte de los internos. Este proceso se inicia a partir del reconocimiento del recorrido vital y de asumir la historia personal, como puntos de partida básicos para la construcción de un nuevo futuro. 4. Participación en la gestión: Como punto central del cambio de modelo. Fomentar la participación de los internos en toda la organización de la vida en el centro penitenciario, proponiendo iniciativas en el equipo multidisciplinario, para que se tomen decisiones consensuadas con los internos. 5. Voluntariedad para acceder al proceso y oportunidad para todo el mundo: Cualquier interno que lo desee de verdad puede entrar en el proceso sin ningún tipo de exclusión. Además, si es posible, es mejor hacerlo desde el primer día de entrada en la prisión. 6. Implicación familiar y comunitaria: Recuperar el entorno familiar y la relación con la sociedad son aspectos vitales para el proceso de reinserción de la persona interna. El entorno social es elemento básico en la prevención de recaídas. 7. Finalidad terapéutica y educativa: Todas las actividades y experiencias que se desarrollan deben tener un carácter terapéutico y educativo, tanto las que se hacen en el marco de la escuela, como de los talleres y formación ocupacional. 98 99 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Este modelo de prisión no es teoría sino que queremos que sea una realidad. Por eso el Grup 33, como representación de la sociedad civil con una mirada más humanista hacia sus miembros y siendo consciente de que el modelo de ejecución penal de Cataluña no acaba de dar respuesta a los ideales de reeducación y reinserción, queremos hacernos oír. Creemos que es la sociedad quien debe evidenciar estas carencias y pedir un modelo penal más justo. Hay que trabajar para que las prisiones sean espacios que hagan posible la incorporación social de las personas en situación de riesgo o exclusión social y no prisiones de la miseria, tal y como describe magistralmente Wacqant (2003). Comunidad, reinserción y redes de apoyo social Existen datos que sustentan que el modelo penitenciario que mejor está funcionando es aquel que garantiza una reducción de la reincidencia substancial, el que replica las condiciones de la comunidad y el que apuesta por una red personal de apoyo fuerte y activa. Un modelo penitenciario que retorna la dignidad a las personas, ofreciendo un espacio donde asumir compromisos y responsabilidades. La aplicación de este modelo ha demostrado que es posible equilibrar seguridad ciudadana y reinserción, ya que reduce la reincidencia al 16% (Rodríguez, Bringas, Pérez, Eguizabal, 2014) frente al 40,3%, actual índice de reincidencia en Cataluña. También existen estudios europeos (Mcguire, 2012) que muestran que las personas que se acogen a programas de rehabilitación durante el cumplimiento de su pena reinciden menos. Desde el Grup 33 entendemos que “la rehabilitación es el proceso que lleva a una persona que ha tenido una determinada carrera delictiva a percibir la delincuencia como una conducta no compatible con su identidad actual” (Capdevila y Ferrer, 2009). La reincidencia es considerada como la nueva entrada en prisión tras la comisión de un delito una vez acabado el cumplimiento de una medida penal de prisión o medio abierto. El marco constitucional marca claramente que la finalidad de la pena es la reeducación y la reinserción de los penados. Pero sorprende comprobar que las medidas del Código Penal se calculan en tiempo de privación de libertad sin que tenga cabida la aplicación exclusiva de programas de rehabilitación. El Reglamento Penitenciario, por su parte, si bien especifica la importancia del tratamiento, se considera voluntario. Entendemos, como hemos dicho anteriormente, que la voluntad de cambio debe estar narrada por el propio interno y no se puede obligar a nadie a participar en programas educativos, ya que así la posibilidad de fracaso es mucho más elevada. Es en este punto donde los modelos que favorezcan el cambio, reduciendo el comportamiento subcultural dentro de la prisión y favoreciendo la implicación de los profesionales, especialmente los profesionales de interior, en el proceso y cambio terapéutico, y favoreciendo la participación social, en lugar de los modelos de ejecución penal 100 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial que tenemos actualmente en nuestras prisiones, permitirán generar procesos desistores y de cambio y la participación del propio interno en los programas de tratamiento penitenciario. Son varios los motivos por los que desde el Grup 33 creemos en la rehabilitación y el tratamiento penitenciario. En primer lugar, por la efectividad, dado que sirve para reducir la probabilidad de reincidencia. En segundo lugar, por la justicia, ya que ofrece nuevas oportunidades en clave rehabilitadora a personas internas, que muy probablemente han presentado muchos déficits en su trayectoria vital y que han llevado a cabo conductas desadaptadas y antisociales abocándoles a la comisión de delitos. Y en última instancia, por humanidad, ya que está orientada a la reducción de los efectos colaterales de los castigos y la denominada victimización terciaria (en la propia persona, en las familias y en la sociedad en general) (Travis, 2005). Para una intervención de calidad, presentamos algunos de los ejes básicos que pueden contribuir a la mejora de la calidad de vida de los internos y que también son beneficiosos para la sociedad: a) La voluntariedad del interno/a como elemento imprescindible en el proceso de cambio personal y rehabilitación Este aspecto hace referencia a la toma de conciencia, por parte del interno, de su historia de vida, a partir del reconocimiento del recorrido vital como punto inicial del proceso de cambio personal. Creemos que la intervención ambiental es necesaria, pero no es suficiente para propiciar la introspección personal y dar paso al crecimiento personal progresivo. Es totalmente prioritario que la persona reflexione y tome conciencia de las consecuencias de sus decisiones y de cómo estas afectarán a su día a día. La voluntariedad en el inicio de este proceso y de las acciones educativas y terapéuticas que hay que llevar a cabo son imprescindibles para el éxito del proceso. Algunos elementos que serán de vital importancia son la motivación, la implicación personal y la participación activa y responsable en la construcción de su propio itinerario de vida. Un itinerario basado sobre una nueva escala de valores y un nuevo modelo de relación. Desde este principio de actuación se da un cambio de rol de los internos y internas. Estos pasan de ser sujetos pasivos y receptores de servicios y normativas a una rol activo y responsable durante su proceso de tratamiento. Los internos se sienten corresponsables de sus procesos de recuperación; este sentimiento de utilidad les empodera y esto hace aumentar la autoestima, la autovaloración y la valoración del otro. Los internos se sienten corresponsables de sus procesos de recuperación 101 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Es imprescindible la voluntariedad del sujeto para participar en este tipo de tratamiento, para facilitar que las prisiones se mantengan como espacios libres de drogas y de violencia. b) Priorizar el trabajo de las adiciones en los centros penitenciarios Un 80% de las personas privadas de libertad presentan problemáticas de consumo de sustancias aditivas. Eliminar los factores de riesgo que favorecen el consumo de estas sustancias y a la vez favorecer y potenciar los factores protectores que eviten procesos de recaída garantiza una disminución de los delitos. c) Importancia del trabajo de dentro para seguirlo fuera El trabajo en red es un herramienta fundamental para desarrollar acciones educativas y terapéuticas integrales y para dar continuidad al trabajo iniciado dentro del centro penitenciario, una vez la persona interna finaliza el cumplimiento de la condena. Iniciar un proceso de trabajo conjuntamente con entidades y agentes sociales del territorio permite vincular a las personas internas, a los profesionales y a los voluntarios de la red para dar continuidad a dichos procesos. El trabajo en red y la corresponsabilidad dentro y fuera de la prisión se entienden desde una perspectiva sistémica, con un papel clave y esencial de las entidades y de las familias durante el proceso de cambio del sujeto. Las entidades sociales son consideradas parte del proceso terapéutico y educativo en la prisión, en las salidas terapéuticas y en la salida definitiva de la prisión (como continuación del tratamiento). Trabajar en red y de forma corresponsable incrementa el capital social, aumenta la sensibilización social, rompe con los estereotipos y favorece la capacidad de reinserción en la sociedad. d) Tener presente que existen casos de éxito Cabe tener presente los procesos de éxito de personas que han llevado a cabo el cumplimiento de la condena en módulo de participación o similar y que se han incorporado y rehabilitado de forma exitosa a la vida normalizadora fuera del centro penitenciario. 102 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Entendemos que la rehabilitación pasa necesariamente por un trabajo educativo terapéutico basado en modelos comunitarios y críticos (en contraposición a modelos basados en el control y en paradigmas únicamente tecnológicos). Se da el cambio de la subcultura y las prisiones pasan de ser un espacio de justificación del delito y de consolidación de roles penitenciarios a un espacio de participación e implicación comunitaria. e) Podemos mejorar la tasa de reincidencia Con los recursos disponibles hay que trabajar para conseguir mejores niveles de éxito y disminuir los costes sociales y económicos que generan las prisiones. Si el modelo penitenciario logra elevados niveles de rehabilitación se garantizará una sociedad más cohesionada y más segura, con un coste económico y social sustancialmente inferior. Un cambio de modelo penal como el que presentamos el Grup 33 no aporta tan solo beneficios sociales sino que también favorece un modelo penitenciario con balances económicos favorables. Ante una sociedad en la que las intervenciones educativas se calculan en proporción al beneficio social y económico, es importante tener presente este aspecto. La reducción en la reincidencia implica directamente la reducción de la población interna. Cuanto menos personas hay en los centros penitenciarios menor es la inversión de la administración en estas instituciones. Si reducimos al 12% la reincidencia actual, podríamos estar hablando de un ahorro de 6’5 millones de euros actuales. Para que este aspecto se haga realidad hay que orientar la ejecución penal a la reeducación y la reinserción social. También hay que velar por el cambio de políticas basadas en el control, la retribución y la reconducción del miedo social en políticas que realmente trabajen para la reducción del delito y la reinserción social. Sabemos que es posible equilibrar seguridad y rehabilitación, tan solo es preciso que nos pongamos a trabajar para cambiar la cultura penitenciaria de todos los agentes que participan (profesionales y sociales) y apostar por alternativas ya existentes que demuestran su eficacia, basada en modelos de participación y convivencia. El éxito del sistema lo mediremos a partir de la dimensión de la tasa de encarcelamiento como consecuencia de un trabajo efectivo en las prisiones (actualmente España es el país europeo con más internos por cada cien mil habitantes) y de la disminución de la reincidencia, como dato que nos permi- 103 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 tirá decir que el trabajo educativo y terapéutico que se lleva a cabo en estas instituciones es el adecuado. Tan solo así se podrá recuperar la confianza en la eficacia de las instituciones penales públicas. Marta Nomen Brotons Educadora social Directora de la Associació Plataforma Ciutadana Grup 33 Cofundadora de UpSocial Cofundadora de Social Innovation for Communities, UpSocial marta@grup33.org EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial ción de la UTE, un modelo alternativo. Otra prisión es posible. Universidad de Oviedo. Travis, J. (2005). But they all come back. Facing the challenges of prisoner reentry. Whasington: The Urban Institute. Wacquant, L. (2003). Les presons de la misèria. Edicions 1984. Barcelona. 1 http://www.grup33.org/ Txus Morata Doctora en Pedagogía Profesora de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés (URL) Investigadora principal del equipo de investigación GIAS tmorata@peretarres.org Bibliografía Capdevila, M.; Ferrer, M. (2009). Tasa de reincidencia penitenciaria 2008. Centre d’Estudis Jurídics i Formació Especialitzada. Generalitat de Catalunya. Dobash, R. (2005). “Efectividad de los programas penales de tratamiento de maltratadores”. En: Cid, J.; Larrauri, E. (coords.). La delincuencia violenta. ¿Prevenir, castigar o rehabilitar? Tirant lo Blanch. Valencia. Maruna, S. (2001). Making good. How ex-convicts reform and rebuild their lives. Washington: American Psychological Association. McGuire, J. “El renacimiento de la rehabilitación en medio abierto”. En: Cid, J.; Larrauri, E. (coords.). La delincuencia violenta. ¿Prevenir, castigar o rehabilitar? Tirant lo Blanch. Valencia. Morata, T.; Alonso, H.; Enjuanes, J.; Palasí, E.; Santpere, E.; Sánchez, J. (2013) Informe investigación: La Pedagogía Social Comunitaria en centros penitenciarios y en programas de reinserción social. Facultad de Educación social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL [No publicado]. Redondo, S. (2012). El tratamiento psicológico de los delincuentes. Ed. Pirámide. Madrid. Redondo, S.; Sánchez-Meca, J.; Garrido, V. (2001). “Treatment of offenders and recividivism: assessment of the effectiveness of programmes applied in Europe”. Psychology in Spain, vol. 5, núm. 1, pàg. 47-62. Rodríguez, F. J.; Bringas, C.; Pérez, B.; Eguizabal, J.; (2014). Evalua- 104 105 Editorial Resumen Jan Garrido Oriol Vinyals EducaciónEducación Social 57 Social 57 Iniciativa social y voluntariado en centros penitenciarios. Una experiencia de transformación social en el marco de la Pedagogía Social Comunitaria: asociación Presons pel Canvi La iniciativa social y el voluntariado se presentan hoy como experiencias consolidadas para promover el diálogo entre personas, entidades y la administración y para la construcción de una sociedad más justa, igualitaria y sensible con los colectivos en situación de riesgo y exclusión social. La asociación Presons pel Canvi se crea a partir de la experiencia nacida de la mano de estudiantes y docentes de la Facultad de Educación Social y Trabajo social Pere Tarrés-URL, el Grup 33 (plataforma de sensibilización y movilización social) y el centro penitenciario Lledoners. La asociación trabaja de forma voluntaria para la reinserción de las personas privadas de libertad y hacia un sistema penitenciario más rehabilitador, haciendo de nexo y construyendo espacios de diálogo entre las diferentes partes que conviven en el sistema penitenciario y la comunidad. Palabras clave: Diálogo social, Transformación social, Rehabilitación, Iniciativa social, Vínculo educativo Iniciativa social i voluntariat en centres penitenciaris. Una experiència de transformació social en el marc de la Pedagogia Social Comunitària: associació Presons pel Canvi Social Initiative and Volunteering in Prisons. An experience of social transformation in a community education framework: the Presons pel Canvi [Prisons for Change] association La iniciativa social i el voluntariat es presenten avui com a experiències consolidades per promoure el diàleg entre persones, entitats i l’administració i per a la construcció d’una societat més justa, igualitària i sensible amb els col•lectius en situació de risc i exclusió social. L’associació Presons pel Canvi es crea a partir de l’experiència nascuda de la mà d’estudiants i docents de la Facultat d’Educació social i Treball social Pere Tarrés-URL, el Grup 33 (plataforma de sensibilització i mobilització social) i el centre penitenciari Lledoners. L’associació treballa de manera voluntària per a la reinserció de les persones privades de llibertat i cap a un sistema penitenciari més rehabilitador, fent de nexe i construint espais de diàleg entre les diferents parts que conviuen en el sistema penitenciari i la comunitat. Social initiatives and volunteering are accepted today as consolidated strategies for promoting dialogue between individuals, organizations and the public authorities and for building a society that is more just, equitable and responsive to groups at risk of and experiencing social exclusion. The Presons pel Canvi association was created on the strength of the experiences of students and teachers of the Pere Tarrés-URL Faculty of Community Education and Social Work, Grup 33 (a platform for social awareness and mobilization) and the Lledoners prison. The association works on a voluntary basis to assist in the rehabilitation of former offenders and to foster a more rehabilitative prison system, providing a link and creating spaces for dialogue between the different parties who interact in the prison system and in the community. Paraules clau: Diàleg social, Transformació social, Rehabilitació, Iniciativa social, Vincle educatiu Keywords: Social dialogue, Social transformation, Rehabilitation, Social initiative, Educational link Cómo citar este artículo: Garrido, Jan; Vinyals, Oriol (2014). “Iniciativa social y voluntariado en centros penitenciarios. Una experiencia de transformación social en el marco de la Pedagogía Social Comunitaria: asociación Presons pel Canvi”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 106-111 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y La asociación Presons pel Canvi lleva a cabo un trabajo voluntario desde el año 2010, sensibilizada y comprometida con el modelo penitenciario actual. La asociación pretende dar respuesta y movimiento a la fractura social actual a cerca de las prisiones catalanas. Si bien tenemos un modelo penitenciario actualizado, con nuevos programas y recursos, todavía nos encontramos con una realidad en cifras de rehabilitación que nos preocupa y con un fuerte estigma social hacia el colectivo de internos. La asociación entiende que el bienestar y la cohesión social es responsabilidad de todas las personas que viven en la sociedad y, por lo tanto, hay que llevar a cabo un ejercicio de compromiso social y no responsabilizar únicamente a la administración pública de la situación actual ante la exclusión. Es aquí donde las asociaciones y las personas que las forman pueden ejercer su deber como ciudadanos e intervenir activamente en la propia comunidad, como miembros activos en la toma de decisiones, dentro de los espacios de participación (mesas sociales, administración, etc.), para la construcción conjunta del conocimiento sobre el sistema penitenciario y en la construcción de puentes entre las diferentes partes: entidades, administración y la sociedad en general. El bienestar y la cohesión social es responsabilidad de todas las personas que viven en la sociedad Para llevar a cabo un cambio de modelo penitenciario y social la asociación realiza una serie de actividades y talleres, espacios de formación, sensibilización y difusión dentro y fuera de la prisión y en colaboración con diferentes entidades y colectivos. Este conjunto de elementos se orienta hacia cuatro líneas de acción. En primer lugar, es un voluntariado donde el objeto de intervención y los principales protagonistas son los propios internos. Se llevan a cabo proyectos y actividades dentro de la prisión encaminados a crear espacios saludables, libres de violencia y drogas, capacitando al interno en la toma de decisiones del propio espacio. En segundo lugar, es un voluntariado donde el propio voluntario asume un compromiso hacia su proceso de aprendizaje y de participación como miembro activo dentro de la sociedad, capacitándose para generar cambios y para tomar decisiones. En tercer lugar, es un voluntariado que actúa con acciones hacia la sociedad estableciendo funciones de diálogo entre el discurso social y la institución penitenciaria. Y, por último, la asociación también trabaja al lado de los profesionales del centro, ofreciendo una visión crítica a la vez que respetuosa, generando espacios de construcción conjunta. Acción de la asociación hacia los internos El escenario de relación del voluntariado se basa en una relación de igual a igual. O lo que es lo mismo, se produce el encuentro entre ciudadanos privados de libertad y ciudadanos que deciden intervenir activamente en la sociedad. Ambos ciudadanos como personas que ejercen su voluntariedad para compartir y construir un espacio. Este factor humano de reconocimiento mutuo permite un encuentro de igual a igual, permite el respeto hacia el otro ISSN 2339-6954 106 107 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 y hacia su historia vital y permite generar un vínculo positivo no estigmatizado. Este es el vínculo necesario para restablecer, reconciliar y reconstruir la relación entre los miembros de una sociedad fracturada. Tanto los internos como los voluntarios acuden a la actividad de forma voluntaria. No hay otro interés que el de compartir lo que nazca y se construya en la actividad, taller o proyecto. Por lo tanto, y esto queda muy bien establecido desde el inicio de la actividad, todo el mundo sacará lo que dé. Este valor sitúa a los miembros en una posición activa dentro del espacio, como nos gustaría que fuera en la sociedad. De esta forma, el interno y el voluntario se legitiman como sujetos de derecho. Ambos deciden utilizar el tiempo destinado a este espacio de encuentro en beneficio mutuo. Desde Presons pel Canvi se considera que este es un aspecto esencial que determina el tipo de relación entre el interno y el voluntario y la forma en que estos construirán el espacio y el contexto de relación. Se piensa que este escenario puede contribuir a que el interno sienta progresivamente que se cree en él y que tiene un lugar dentro de la sociedad, que es capaz de vincularse y generar cambios beneficiosos en él y en los demás. La actividad que se llevará a cabo será el medio, lo que irá uniendo al grupo hacia el objetivo común. En los diferentes años se han llevado a cabo actividades de dinámicas de grupo, talleres autobiográficos, obras de teatro, actividades de deporte, manualidades, etc. Con la característica común de realizar actividades de tiempo libre por parte de los internos. Los propios internos tienen la oportunidad de decidir aspectos del proceso de la actividad, de la normativa y de la convivencia mediante el diálogo. Es así como finalmente se consigue realizar una obra de teatro para las familias, exponer un video en contra de las drogas, realizar una gincana de juegos o compartir las experiencias autobiográficas, siendo conscientes de que más allá del resultado palpable hay algo más importante e invisible: su proceso de cambio y la vinculación hacia los compañeros y los voluntarios. Esta es la semilla que irá construyendo puentes y podrá restablecer la cohesión de la comunidad. Con todo esto, se quiere contribuir y se constatan avances hacia el restablecimiento de lazos afectivos saludables y de consecución de la vivencia de ciudadanía activa tanto por parte de los internos como de los propios voluntarios, familias y el centro penitenciario como institución. Hacia los voluntarios Los voluntarios se sitúan en un lugar de gran movilización personal. No es fácil ponerse ante personas que han sufrido historias muy duras en su vida, situaciones de marginalidad, pobreza y realidades complejas. No es fácil 108 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial hacerlo de una forma neutra o imparcial, sin juzgar ni poniéndose en un rol paternal. La sociedad tiende a mostrarse ciega ante las adversidades, las situaciones ásperas, las desgracias ajenas, victimizando a los colectivos en riesgo y poniéndolos en una inevitable situación de inferioridad. El voluntario de prisiones acompaña al interno sin juzgarlo, se da un espacio personal para vivir y sentirse movilizado y vinculado. Se compromete a sufrir cambios profundos en las formas de mirar, analizar y en las formas de situarse socialmente. Este es el gran avance, la creación de un espacio de encuentro donde nadie juzga a nadie, donde las personas que participan se tratan de tú a tú, donde todo el mundo es válido y capaz y donde todo el mundo se comprometerá a hacer un proceso de cambio. El voluntario de la asociación Presons pel Canvi, como se ha dicho, se movilizará y generará conocimiento y discurso procedente de la práctica y la vivencia y se capacitará para dialogar con el entorno: su familia, los amigos, los colectivos, los espacios docentes, etc. El voluntariado, por lo tanto, tiene una clara dirección de cambio hacia el propio voluntario haciéndole activo dentro del proyecto y capacitándole socialmente. El voluntario, a parte de ser el responsable de diseñar y dinamizar el grupo de internos y evaluar la tarea, también se responsabiliza de ser miembro activo dentro del propio grupo de voluntarios, generando acompañamiento y conocimiento, junto con los otros voluntarios de la asociación. Se valora con especial relevancia la necesidad de formación permanente del propio voluntariado, mediante sesiones y jornadas formativas. Esta formación ayuda a debatir, reflexionar y compartir roles, funciones y la propia tarea educativa que se lleva a cabo dentro y fuera de la prisión. Hacia la sociedad Vivimos en un momento social donde es necesario generar espacios de convivencia, de participación y diálogo entre todas las personas, especialmente las más vulnerables. Todos, en pequeña o gran medida, participamos o formamos parte de colectivos sin ánimo de lucro para cubrir la necesidad de pertenecer a un grupo significativo, para dar sentido a nuestra vida y sobre todo para sentirnos vinculados y pertenecientes para con alguien. Los diferentes colectivos, entidades y grupos de voluntariado forman parte de esta red que configura la comunidad. Hay que tener presente que el interno de prisión sufre, a lo largo de su paso por el centro y por la condición de estar privado de libertad, un progresivo deterioro en sus vínculos familiares y sociales. Así pues si, como dice la constitución, el reglamento penitenciario y las líneas de intervención del Departamento de Justicia, los centros penitenciarios deben ser espacios rehabilitadores, es preciso restablecer y promover vínculos hacia la sociedad, mediante espacios concretos, entida- Es preciso restablecer y promover vínculos hacia la sociedad 109 Editorial Las entidades que hacen voluntariado dentro de las prisiones ocupan un lugar clave en la recuperación del vínculo y en el aprendizaje de la convivencia EducaciónEducación Social 57 Social 57 des y proyectos con personas concretas. De esta forma, reconociendo que el vínculo de una persona con la sociedad ha sido dañado puede existir una recuperación y una nueva vinculación durante el proceso que vive el interno hacia su reinserción. rio, se pretende tomar partido y responsabilizar a la sociedad de sus prisiones y de las personas que cumplen medidas privadas de libertad, asumiendo que la rehabilitación de los internos y los factores de pobreza social que conducen a las personas a delinquir es responsabilidad de la sociedad en conjunto. Las entidades que hacen voluntariado dentro de las prisiones ocupan un lugar clave en la recuperación del vínculo y en el aprendizaje de la convivencia. No existe ninguna persona que pueda aprender todo lo que configura una nueva forma de vincularse socialmente sino es en la práctica. La participación se aprende participando. La convivencia se aprende conviviendo. Y ser miembro activo dentro de la sociedad se aprende siéndolo realmente. Hacia los profesionales que trabajan en los centros Desde la asociación Presons pel Canvi apostamos por un modelo de voluntariado que promueva pequeños espacios de convivencia que se conviertan en pequeñas prácticas de vinculación social con un grupo de personas y con un objetivo común. Se pretende, mediante la práctica del tiempo libre educativo, dar voz y hacer participar. Poniendo al interno como protagonista del proceso dentro de la actividad se favorece que éste decida lo que quiere hacer durante su tiempo libre. De esta forma el voluntariado ejerce la función comunitaria y construye puentes de diálogo explicitando que los internos de las prisiones catalanas también forman parte de la sociedad. Por otro lado, la asociación ejerce la función de sensibilización social en los diferentes espacios de formación y difusión. En primer lugar y muy importante, existe la vivencia del voluntario, que participando del voluntariado vivirá un cambio en su visión de la prisión y del interno tan estigmatizada que repercutirá en su vida y como miembro activo dentro de la sociedad. Este primer efecto del voluntariado es sutil pero muy importante ya que repercutirá positivamente en su entorno. En segundo lugar, la asociación participa de formaciones y espacios docentes donde trabaja para difundir y explicar la experiencia. Este binomio teoría-práctica ayuda a fortalecer las líneas educativas del voluntariado al mismo tiempo que se lleva a cabo un trabajo formativo con diferentes entidades donde es posible la construcción del conocimiento a cerca del sistema penitenciario. I, en último lugar, la asociación promueve la difusión de la experiencia hacia la sociedad en general, mediante canales de comunicación como internet, radio y prensa. De esta forma se da voz y se hace público lo que pertenece a todo el mundo: el conocimiento de la realidad penitenciaria. Este punto es clave ya que haciendo pública una experiencia se sitúa al voluntariado en un lugar de transparencia, supervisión y altavoz, tres valores necesarios para recuperar y construir un espacio que pertenece a la sociedad en general: sus prisiones. En esta línea la asociación lucha en contra de la tendencia social de esconderse y no mirar lo que sucede, delegando la responsabilidad, y en contra de las malas prácticas que puede hacer la administración. Al contra- 110 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial Llevando a cabo el voluntariado se trabaja junto con los profesionales, educadores, personal de vigilancia y mandos en diferentes espacios donde se diseña y se realiza el proyecto y se hace el seguimiento. Es en estos espacios donde se produce el intercambio de visiones y formas de trabajar, y donde conjuntamente se trabaja y se lleva a cabo la acción educativa. Así, cuidando el vínculo con los profesionales y asumiendo que en algunos aspectos habrá discrepancias y visiones diversas y/o complementarias, se produce el diálogo. En este sentido, las personas que llevan a cabo el voluntariado dentro de las prisiones tienen un lugar óptimo para apoyar el trabajo que se está haciendo y también para dialogar y mejorar la tarea que se realiza. La asociación Presons pel Canvi trabaja hacia un modelo más rehabilitador, preocupados por la realidad penitenciaria actual y conscientes de que el cambio hay que hacerlo conjuntamente entre las entidades, los profesionales, la administración pública y la ciudadanía. La asociación, consciente de su aportación de análisis crítica hacia la sociedad y las instituciones, desarrolla un aprendizaje de cómo hay que ir cuidando los vínculos con las personas, las entidades y la administración. Este proceso de aprendizaje capacita a la entidad para poder mejorar las relaciones y los tejidos y caminar hacia el cambio conjuntamente. Cabe remarcar, para acabar, la voluntad de la asociación de responsabilizar y dar su lugar a todas las personas con las que trabaja, comprometiendo a todo el mundo en el espacio y en la función que desarrolla y capacitando en la toma de decisiones dentro de la comunidad. Jan Garrido Montblanch Coordinador de la asociación Presons pel Canvi correudenjan@gmail.com Oriol Vinyals Deulofeu Coordinador de la asociación Presons pel Canvi oriolvinyals@hotmail.com 111 Editorial Resumen David Vázquez EducaciónEducación Social 57 Social 57 Obra Social Santa Luisa de Marillac: un programa de reinserción social La Obra Social Santa Luisa de Marillac es un programa de integración social dirigido a personas sin recursos en situación de exclusión social. El objetivo general de la entidad es promover procesos de reinserción social mediante la atención, la prevención y la promoción individual, así como conseguir la sensibilización de la sociedad. Ubicado en el barrio de La Barceloneta, depende de la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y desde sus orígenes ha tenido como finalidad principal la atención a los más desfavorecidos. Palabras clave: Reinserción social, Prevención, Exclusión social, Obra social Obra Social Santa Lluïsa de Marillac: un programa de reinserció social Obra Social Santa Luisa de Marillac: a social rehabilitation programme L’Obra Social Santa Lluïsa de Marillac és un programa d’integració social adreçat a persones sense recursos en situació d’exclusió social. L’objectiu general de l’entitat és promoure processos de reinserció social mitjançant l’atenció, la prevenció i la promoció individual, així com aconseguir la sensibilització de la societat. Ubicat al barri de La Barceloneta, depèn de la Companyia de les Filles de la Caritat de Sant Vicenç de Paül i des dels seus orígens ha tingut com a finalitat principal l’atenció als més desfavorits. The Obra Social Santa Luisa de Marillac social integration programme is aimed at people with no resources who find themselves in situations of social exclusion. The overall objective of the organization is to promote social rehabilitation processes by means of individual care, prevention and support and to foster awareness of the issues within society as a whole. Located in the Barceloneta neighbourhood, the programme is run by the Company of the Daughters of Charity of St. Vincent de Paul and since its inception has been oriented primarily towards caring for the most disadvantaged. Paraules clau: Reinserció social, Prevenció, Exclusió social, Obra social Keywords: Social rehabilitation, Prevention, Social exclusion, Social work Cómo citar este artículo: Vázquez Villamor, David (2014). “Obra Social Santa Luisa de Marillac: un programa de reinserción social”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 112-117 ISSN 2339-6954 112 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y La compleja y moderna maquinaria que genera tanta pobreza no tiene un rostro. En una ciudad como Barcelona no hay un prototipo de persona que duerme en la calle. La vida en la calle está en el extremo de una espiral hecha de rupturas y pérdidas. La conciencia y el respeto se despiertan desde la mirada atenta1. La Obra Social Santa Luisa de Marillac2 es un programa de integración social dirigido a personas sin recursos en situación de exclusión social. El objetivo general de la entidad es promover procesos de reinserción social mediante la atención, la prevención y la promoción individual, así como conseguir la sensibilización de la sociedad. Ubicado en el barrio de La Barceloneta (Barcelona), depende de la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y desde sus orígenes ha tenido como finalidad principal la atención a los más desfavorecidos. El próximo mes de noviembre, se celebrará el 35º aniversario de la puesta en marcha del primer proyecto de intervención que, al mismo tiempo, configura y pone la primera piedra a lo que hoy en día conocemos como la Obra Social. La vida en la calle está en el extremo de una espiral hecha de rupturas y pérdidas El edificio de la Obra Social consta de cuatro plantas que ofrecen diferentes proyectos: el Servicio de Acogida y Orientación (SAO), el servicio de entrega de alimentos (Banco de Alimentos), el centro de día, el equipo de acompañamiento en centros penitenciarios, el Centro de Estancia Limitada (CEL) y los pisos de inclusión social. El Servicio de Acogida y Orientación (SAO) está orientado a personas en situación de exclusión social con problemáticas de adiciones, enfermedad de SIDA/VIH u otras que, además, presentan otras situaciones: sin hogar, excarceladas o internas en centros penitenciarios, con graves dificultades de inserción laboral y con dificultades en el entorno familiar. El SAO ofrece atención social, acogida en un espacio de descanso, desayuno, servicio de ducha, ropero, una valoración psicológica y derivación a centros terapéuticos de rehabilitación, alojamiento, alimentos y ayudas económicas puntuales y acompañamiento en centros penitenciarios. El centro de día es un servicio de atención diurno dirigido a personas que han iniciado un proceso de mejora, desde el SAO o derivadas de la red de servicios sociales de la ciudad de Barcelona. Ofrece seguimiento de apoyo y orientación de la persona en un espacio de descanso y recuperación, con una supervisión de la medicación pautada, ofreciendo comedor, así como talleres y actividades muy variadas. El Centro de Estancia Limitada (CEL) es el servicio residencial para hombres convalecientes sin hogar. En el CEL se da prioridad a la promoción de los hábitos saludables, el cuidado del propio cuerpo y la mejora de calidad de vida a partir de la incorporación y responsabilización de las pautas fijadas en el tratamiento médico y el seguimiento. Paralelamente a la dimensión sanitaria se trabaja en aspectos del área personal (habilidades y recursos) y, 113 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 si el nivel de autonomía lo permite, en el área formativa/ocupacional, dirigida a la inserción social y/o laboral. En colaboración con los trabajadores sociales externos de referencia aseguramos la cobertura de las necesidades básicas, la recepción de prestaciones económicas suficientes, el alojamiento, el asesoramiento jurídico y la disponibilidad de la documentación necesaria, como requisititos previos a la salida de la persona del centro. En los casos que se considere oportuno, en función del plan de trabajo y de acuerdo con el trabajador social referente, se posibilita la continuidad en el centro de día. Las viviendas de inclusión social representan una acogida temporal a personas dadas de alta del CEL, SAO o centro de día, sin hogar y sin recursos o con recursos insuficientes y comportan la posibilidad de disponer de un recurso intermedio entre el centro y el acceso a una vivienda más estable. Según los casos atendidos, se puede convertir en una vivienda de corta, media o larga estancia. Para algunos residentes, la inclusión social puede facilitar el proceso de aprendizaje para la autonomía y la convivencia que les capacite hacia el paso a una vivienda compartida más estable, puede facilitar también un proceso de aprendizaje para la autonomía y la convivencia para que puedan dar el paso a la inserción social y laboral. Una buena forma de entender la filosofía y el ideario de la Obra Social es a través del dibujo que ilustra este texto y que es también el logotipo del centro. Tres bloques y un tejado3. En la parte inferior de la imagen y cerca del suelo encontramos el tono grisáceo del asfalto, como símbolo de entrada de las personas que han llegado a una situación límite y que a menudo hemos descrito con la expresión ‘tocar fondo’. En seguida podemos observar unas grandes puertas abiertas que representan el SAO, la acogida incondicional que se convierte al mismo tiempo en el proyecto que da todo el sentido a la casa. Al SAO llegan personas directamente de la calle, sin derivación previa 114 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y pretende dar una primera atención y respuesta a una necesidad siempre básica. El SAO se alimenta del espacio donde se ofrece un desayuno completo y por el que pasan diariamente entre cuarenta y cincuenta personas distintas. Representa el primer bloque de la casa, la base y los fundamentos de la misma. En el segundo bloque de la casa, predomina un gran sol que representa el centro de día. Ubicado en la segunda planta del edificio, el sol simboliza sobre todo el proceso que hace la persona cuando llega a la Obra Social tras encontrarse, tal y como decíamos antes, en una situación de exclusión importante. El proceso puede ser invisible (no proceso) o espectacular. Es la luz que se abre o se cierra en función del momento o la evolución de cada persona. El centro de día atiende alrededor de cincuenta personas diarias que vienen derivadas del SAO o de los servicios de atención primaria de Barcelona. En la parte de arriba encontramos el tercer bloque que representa el CEL, ilustrado con una ventana de la que sale una gaviota que simboliza la autonomía, a través del verbo volar. La gaviota como símbolo del barrio marítimo de La Barceloneta. La gaviota que vuelve a volar por sí misma, tras cruzar la puerta de la Obra Social y hacer el proceso, o tras recuperarse de una convalecencia de la salud y, casi siempre también, emocional. En el CEL residen treinta y cuatro personas diferentes de forma temporal que son derivadas principalmente desde el servicio de trabajo social de todos los hospitales y centros de salud de la ciudad de Barcelona, así como de los servicios sociales básicos de atención primaria de la misma. En la Obra Social conocemos de cerca cómo ha ido cambiando la exclusión y los perfiles de las personas sin hogar. Sin embargo, no ha cambiado tanto como podemos llegar a imaginar. En los primeros años los servicios sociales no estaban desarrollados como los conocemos hoy en día y las personas con las que se intervenía venían después de pasar años de marginalidad y precariedad tanto en lo que afecta a la vivienda como al trabajo, con situaciones de sinhogarismo crónico de años e incluso décadas de evolución. Ha habido largos períodos de inestabilidad y también el fenómeno de la inmigración del resto del Estado. Se han vivido situaciones de grave deterioro físico que eran especialmente visibles, por ejemplo, en el ámbito de la higiene. Hoy en día y, especialmente tras el impacto de la crisis en la que actualmente estamos inmersos, las personas llegan de una situación más normalizada, donde todavía están presentes y recientes los momentos de estabilidad que implicaba el tener una familia, un piso, un vehículo, que ahora han quedado atrás. Trabajamos a nivel socioeducativo para que las personas atendidas que llegan de la calle puedan salir adelante Trabajamos a nivel socioeducativo para que las personas atendidas que llegan de la calle, que han estado viviendo en la calle o que están actualmente en una situación de exclusión importante, puedan salir adelante, afrontando su realidad y ofreciéndoles todas las herramientas que tenemos al alcance para superar esta etapa. Algunas de estas situaciones reflejan claramente la 115 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial exclusión social, la pobreza extrema, la marginación, la violencia y el aislamiento, entre otras características. Hablamos de los residuos de un sistema que el propio sistema genera, de la desembocadura de la tubería, de una sociedad que no acaba de funcionar del todo bien. El objetivo siempre es el mismo: que la persona no vuelva a la calle, tras haber compartido la oportunidad de vivir de una forma digna con todas las necesidades básicas cubiertas. o su integración en el país a través del aprendizaje de la lengua. Aprovechar la oportunidad o aprovecharse del recurso es una cuestión esencial, como lo es el creer que cualquier persona está capacitada para hacer cambios, a diferentes niveles, pero que para llevarlos a cabo necesita el acompañamiento de alguien que la oriente desde la proximidad y el respeto a su historia, que le ofrece los puntales que le dan apoyo y la mantienen en pie, la muleta que simboliza el centro de convalecientes (CEL). Desde nuestra experiencia, sabemos que las personas a las que atendemos, por el hecho de haber sufrido una situación de exclusión no dejan de tener unas capacidades; las tienen, pero también sabemos y vemos que solas no pueden hacer frente a las circunstancias de su entorno y necesitan apoyo. Este apoyo puede ser puntual o se puede alargar en el tiempo; pero si ponemos los elementos adecuados, la persona es capaz de superar las dificultades adversas y, en definitiva, es capaz de superarse. A veces este apoyo es tan simple como la mirada (horizontal), la escucha (activa), el contacto (con tacto) o tan inmediato como el acompañamiento al médico. En definitiva, hablamos del vínculo, el mismo vínculo que representa la línea que separa la gaviota de la ventana en el dibujo de la casa y que representa el lugar de referencia. En otra escala, encontramos otros ejemplos de apoyos como sería disponer de una renta básica suficiente para vivir de forma autónoma. Como educadores/as sociales, trabajadores/as sociales, integradores/as, psicólogos, técnicos, voluntarios/as o auxiliares, nuestra función pretende, además, no perder la perspectiva de ser adaptables y flexibles como el dibujo de la casa de la Obra Social, con la intención de transformar y mejorar el contexto social, como agentes sociales de cambio que somos. Ser creativos, generando alternativas. La realidad la conocemos bastante bien y partimos de una premisa reciente: casi la mitad de la riqueza mundial está en manos del 1% de la población más rica, mientras que la otra mitad se reparte entre el 99% restante4. Podemos ayudar a las personas a las que atendemos de muchas formas, pero el equipo de profesionales y voluntarios/as de la Obra Social somos más partidarios de utilizar el verbo acompañar cuando nos referimos a aquel sector de la población al que tendemos a invisibilizar o menospreciar, en lugar de apoderar y traspasar responsabilidades, con la finalidad de que se convierta en el protagonista de su propio proceso, porque sin la implicación y dejando claro que el papel de protagonista lo tiene la propia persona, no llegaremos a la autonomía. La gaviota nunca volverá a volar. A menudo, la distancia que separa el querer del saber y del poder es frágil. Es como una línea roja que es tan frágil y delgada que puede llegar a parecer invisible. En este sentido, intervienen múltiples factores como, por ejemplo, el nivel de concienciación de cada persona, el estado cognitivo o mental, su momento vital o su historia de vida, el peso de su mochila y el contenido de la misma, sus habilidades, recursos, etc. David Vázquez Villamor Educador Social Miembro del equipo técnico de la Obra Social Santa Luisa de Marillac dvazquez@osmarillac.com Exclusió social. Dels marges al cor de la societat. Col·lecció Observatori dels Valors. Fundació Lluís Carulla i ESADE. Barcelona 2008. 2 Obra Social Santa Luisa de Marillac. www.osmarillac.org 3 El dibujo y logotipo son en color. Véase la web referenciada en la nota 2. 4 Informe Governar per a les elits: segrest democràtic i desigualtat econòmica. Oxfam Intermón, 20 de enero de 2014. 1 En la Obra Social, algunos vuelven a volar, algunos aprenden de lo vivido y algunos se quedan estancados. Los diferentes proyectos socioeducativos se convierten en instrumentos que nos permiten medir el grado de aprovechamiento del recurso por parte de la persona que participa en los mismos. Otra herramienta muy evidente son las diversas actividades que se llevan a cabo por parte de los propios educadores o de los y las voluntarios/as. Ya sean las clases de informática o las clases de castellano, cualquiera de las dos actividades nos pueden dar pistas en el momento de trabajar la implicación de la persona a la hora de realizar una búsqueda laboral a través de internet 116 117 Editorial Resumen Marta Ruiz Rosa Santibáñez EducaciónEducación Social 57 Social 57 Prisión, drogas y educación social Este artículo se aproxima a la realidad penitenciaria y su relación con las drogas desde una perspectiva educativa. Comienza con la presentación de la realidad actual de las prisiones a nivel europeo y a nivel estatal: las cifras y el perfil de la población penitenciaria, la problemática de las drogas y los consumos, así como las consecuencias o problemáticas asociadas. En el segundo apartado se describen los programas en activo en nuestro entorno próximo para, finalmente, abordar el papel de la educación social en el mismo. Esta última parte destaca la importancia de una intervención socioeducativa cualificada que contemple la reeducación y la reinserción de las personas privadas de libertad como fin primordial. Que incorpore el acompañamiento desde la vida cotidiana en el proceso de afrontamiento de la adicción como punto de partida dentro de los centros penitenciarios pero que camine hacia el trabajo en red y la intervención comunitaria como principales estrategias que pueden garantizar la inclusión social real. Palabras clave: Prisión, Drogodependencias, Intervención socioeducativa, Educación social Presó, drogues i educació social Aquest article s’aproxima a la realitat penitenciària i a la seva relació amb les drogues des d’una perspectiva educativa. Comença amb la presentació de la realitat actual de les presons a nivell europeu i a nivell estatal: les xifres i el perfil de la població penitenciària, la problemàtica de les drogues i els consums, així com les conseqüències o problemàtiques associades. En el segon apartat, es descriuen els programes en actiu en el nostre entorn proper per a, finalment, abordar el paper que hi desenvolupa l’educació social. Aquesta última part destaca la importància d’una intervenció socioeducativa qualificada que contempli la reeducació i la reinserció de les persones privades de llibertat com a finalitat primordial. Que incorpori l’acompanyament des de la vida quotidiana en el procés de l’addicció com a punt de partida dins dels centres penitenciaris però que camini cap al treball en xarxa i la intervenció comunitària com a principals estratègies que poden garantir la inclusió social real. Paraules clau: Presó, Drogodependències, Intervenció socioeducativa, Educació social Prison, Drugs and Social Education This article addresses the reality of prison life, and the role within it of drugs, from an educational perspective. It begins with the presentation of the current state of prisons at both the European and the Spanish level: the numbers and profile of the prison population, the problem of drugs and their consumption, and the consequences or associated problems. The second paragraph profiles active programmes in our immediate environment and goes on to look at the role of social education in this setting. This second section emphasizes the importance of professional social educational intervention in the rehabilitation and reintegration of former offenders as a primary objective, incorporating support in day-to-day life in the process of dealing with addiction as a starting point within prisons but oriented towards networking and community involvement as key strategies capable of ensuring genuine social inclusion. EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial y En la última década, la población penitenciaria se ha incrementado en el conjunto de los países de la Unión Europea (EMCDDA, 2012a). En España, este ascenso ha sido especialmente pronunciado. En tan sólo dos décadas, de 1990 a 2009, la población penitenciaria ha crecido en más del doble, pasando de 33.035 internos en 1990 a 75.774 en 2009 (EMCDDA, MSPSI y DGPNSD, 2011). Y junto a este ascenso en las cifras de la población penitenciaria hemos asistido a diversos cambios en la configuración de este colectivo, aumentando los perfiles considerados de baja peligrosidad (Almeda, 2010). El consumo de drogas se encuentra estrechamente relacionado con el mundo Aunque el artículo 25.2 de la Constitución Española de 1978 afirme que el penitenciario El consumo de drogas se encuentra estrechamente relacionado con el mundo penitenciario. Según indican Zurholds, Haasen y Stöver (2005), alrededor de la mitad de la población reclusa europea ha consumido sustancias ilícitas en algún momento de su vida. Incluso un 10-48% de hombres y un 30-60% de mujeres han sido considerados drogodependientes en los meses anteriores a su entrada en prisión (Fazel, Bains y Doll, 2006). fin primordial de la pena privativa de libertad, y por extensión del cumplimento de la misma en los centros penitenciarios, es la reeducación y reinserción social de las personas internadas, resulta cuanto menos una paradoja, si no un gran reto su logro, puesto que las instituciones totales ante todo estigmatizan, segregan y favorecen la discriminación y el aislamiento (Goffman, 1994). Este artículo se aproxima a esta realidad desde una perspectiva educativa y se basa en dos trabajos previos sin publicar (Ruiz-Narezo, 2010; 2011). Se organiza en tres apartados comenzando con la presentación, de manera fotográfica, de la realidad actual de las prisiones a nivel europeo y a nivel estatal: las cifras y el perfil de la población penitenciaria, la problemática de las drogas y los consumos, así como las consecuencias o problemáticas asociadas. Esta descripción sirve para identificar las necesidades más específicas en relación a los consumos y adicciones a sustancias. En el segundo apartado se describen los programas en activo en nuestro entorno próximo para finalmente abordar el papel de la educación social en el mismo, las funciones a desempeñar en el interior de los centros penitenciarios, el enfoque o modelo educativo y la orientación hacia el trabajo en red con el entorno comunitario. Keywords: Prison, Drug addiction, Community education intervention, Social education Cómo citar este artículo: Ruiz Narezo, Marta; Santibáñez Gruber Rosa (2014). “Prisión, drogas y educación social”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 118-134 ISSN 2339-6954 118 119 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Drogas y prisión: una realidad compleja y en constante cambio/evolución En este primer apartado se presentan los datos ofrecidos por fuentes oficiales, referidos a las principales tasas de consumos, las sustancias, los perfiles de las personas consumidoras y las consecuencias que esta problemática conlleva en el interior de los centros penitenciarios con una perspectiva comparada a nivel europeo. El consumo de drogas dentro de los centros penitenciarios ha experimentado un importante incremento durante la última década (EMCDDA, MSPSI y DGPNSD, 2011). A nivel internacional, se calcula que entre 180.000 y 600.000 personas consumidoras de drogas entran en prisión en el conjunto de la Unión Europea (Drogomedia, 2010). En otras palabras, aproximadamente la tercera parte de los hombres adultos privados de libertad en la Unión Europea, consumen drogas dentro de prisión. En España, esta cifra asciende hasta alcanzar el 50%. Respecto al modo de consumo de las drogas, la inyectada es la vía menos utilizada en las prisiones españolas pero, dado el entorno cerrado de las mismas, donde el acceso a la sustancia y al instrumental necesario para su consumo es más difícil, las probabilidades de compartir el instrumental y como consecuencia, de potenciar las enfermedades de transmisión aumentan. De hecho, se calcula que cerca de un 50% de las personas privadas de libertad también padece enfermedades relacionadas con el consumo de las drogas, siendo las más comunes, la hepatitis C, seguida por el VIH, la tuberculosis y el SIDA (UNAD, 2008), lo cual exige una importante aportación tanto de recursos humanos como económicos para atender dicha situación. La relación entre las variables drogas, delincuencia y prisión lleva propiciando un debate complejo y poliédrico como reflejan diversos autores (Goldstein, 1985; Santamaría y Chait, 2004; Stevens et al., 2005). Existen distintas explicaciones que sitúan el consumo de drogas como origen del delito, mientras que otras conceptualizan el consumo como una conducta desviada más, producto de una estructura vital caracterizada por la exclusión y la falta de oportunidades. En lo que sí parece existir consenso es en la constatación de una realidad: la existencia de muchas personas dependientes de la droga entre aquellas que toman contacto con el medio judicial y/o penitenciario a lo largo de su vida. Algunas cometen delitos bajo los efectos de las drogas, otras, en cambio, cometen los delitos para obtener las sustancias o el dinero necesario para adquirirlas. En definitiva, resulta complicado establecer el vínculo o el tipo de relación existente entre el consumo de drogas y la comisión de delitos (EMCDDA, 2012a). El Informe Mundial sobre Drogas (UNODC, 2009) dedicó un apartado completo para tratar la vinculación existente entre las drogas y el delito. En dicho apartado, se explicitaba que aunque esta relación no tiene porqué ser directa, sí reconoce la existencia de muchas personas que cometen un delito bajo los efectos de las drogas o con la clara intención de financiar su consumo. Pese a todo, la relación en algunos 120 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial casos, como por ejemplo en los delitos de posesión, venta, distribución, importación o exportación, así como en los consumos y el tráfico de drogas, indican que la vinculación puede ser también directa. En este sentido, desde la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco (2007), se indica que el 46,5% de las personas privadas de libertad ya contaban con problemas de toxicomanías con anterioridad a su entrada en prisión. Frente a este dato, encontramos que entre un 3% y un 25% del colectivo reconoce haber iniciado su consumo dentro de las instituciones penitenciarias y un 9% de los internos continua tomando sustancias ilegales de manera asidua dentro de la prisión (MSSSI, 2006). Las prisiones pueden ser consideradas, en cierta medida, un reflejo de la sociedad exterior donde poder observar determinadas problemáticas pero de manera aumentada y matizada (EMCDDA, 2012b). Los resultados de la Encuesta Estatal sobre Salud y Drogas en Internados en Instituciones Penitenciarias (MSSSI, 2011) revelan que los centros penitenciarios cuentan con un porcentaje de personas consumidoras muy superior al de la población general. Aunque el consumo de cocaína y heroína no sea tan accesible dentro de las instituciones penitenciarias, el cannabis y los tranquilizantes se convierten en las drogas más utilizadas dentro de las mismas. En el momento actual, la mayoría de las personas toxicómanas son policonsumidoras de sustancias como la heroína, la cocaína y el alcohol, acompañados de psicofármacos y cannabis. Al ingresar en prisión desciende la prevalencia de consumo de estas drogas, quedando únicamente equiparadas a los datos del exterior, los relativos a los consumos de tranquilizantes y cannabis. En relación a las drogas o sustancias consumidas, el EMCDDA (2012b) señala el cannabis como la droga ilícita más consumida dentro de las prisiones europeas con una prevalencia de vida que varía entre el 12% y el 70% entre las personas privadas de libertad que afirman haberla consumido al menos alguna vez en su vida frente a una prevalencia en la población general de entre un 1,6% y un 33%. La cocaína se situaría como la segunda droga ilícita más consumida, seguida por las anfetaminas y otras sustancias volátiles, hipnóticas y sedativas (EMCDDA, 2012a). En cuanto a la heroína, indicar que mientras que menos de un 1% de la población general reconoce haberla consumido, los niveles de prevalencia entre los presos europeos son mucho más altos, contando con los datos aportados por ocho de los trece países incluidos en el estudio y situándose entre el 15% y el 39%. Las prisiones pueden ser consideradas un reflejo de la sociedad exterior donde poder observar determinadas problemáticas pero de manera aumentada y matizada Acercándonos al perfil sociodemográfico y penal/penitenciario de estas personas (tabla 1), los datos aportados en el informe elaborado por EMCDDA, MSPSI y DGPNSD (2011), indican que la mayoría de las personas privadas de libertad en España son hombres (92%), en una franja de edad de 31 a 60 años (66%), de origen español (64%) aunque con un importante incremento de personas extranjeras, penados (78%) por delitos relacionados tanto con la propiedad (39%) como con la salud pública (28%). La mayoría de ellos provienen de un estrato social y económico desfavorecido. 121 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Tabla 1. Perfil sociodemográfico y penal/penitenciario de la población reclusa española Año 2009 Sexo Edad Origen Situación Penal* Delito Hombres 92.0% 31-40 años 34.88% Extranjeros 35.7% Sentenciados 78.23% Contra la propiedad 39.2% 31-60 años 66% Contra la salud pública 27.7% Fuente: EMCDDA, MSPSI y DGPNSD (2011). * Porcentaje de la población condenada en virtud de la Ley Orgánica 10/1995 revocada del Código Penal. A este respecto es importante recordar que a mediados de los años noventa los patrones de consumo y el perfil de los consumidores de drogas experimentaron algunos cambios entre la población general, lo que a su vez repercutió en los consumos realizados dentro de los centros penitenciarios, incorporándose el consumo de otras sustancias ilícitas, principalmente la cocaína, así como el medio de consumo que evoluciona de la inyectada a la esnifada o fumada. Identificación de un nuevo grupo denominado drogadictos integrados refiriéndose a personas usuarias de drogas que no responden al “perfil habitual” 122 Siguiendo con esta comparativa entre sociedad general y población penitenciaria, resulta también de interés tener en cuenta los cambios producidos respecto a la percepción social de las drogas y la evolución en el perfil del consumo en la sociedad en general. Mientras que hace varias décadas los consumidores habituales se asociaban a un grupo de personas en alto grado de exclusión social, actualmente las drogas son utilizadas también en entornos de ocio y diversión por personas de diversos estratos sociales. La droga está adquiriendo una visión de carácter más lúdico incluso llegando a ser utilizada como eje central de la socialización dentro de lo que se ha denominado consumo recreativo (EMCDDA, 2002). Todo ello ha aumentado el número de personas que pueden verse afectadas por la droga, al entenderse como algo más “normalizado”, extendido o frecuente a nivel social y que no únicamente afecta a las personas en situación o en riesgo de exclusión social. En esta línea se enmarca el trabajo desarrollado por Leganés (2010) con la identificación de un nuevo grupo o perfil al que denomina drogadictos integrados refiriéndose a una persona usuaria de drogas que no responde al perfil considerado hasta el momento como “perfil habitual”. Nos presenta a un hombre, de entre 30 y 40 años de edad, que vive generalmente con su familia y con sus hijos e incluso trabaja. En definitiva, nos encontramos ante un nuevo perfil vinculado al consumo recreativo de drogas. En este grupo encontramos a personas “integradas socialmente” que comienzan con una importante problemática de drogas, principalmente cocaína, y que pueden llegar a delinquir cometiendo pequeños robos o estafas dentro de su entorno laboral. EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial El fenómeno de las drogas, además de su problemática vinculada a las conductas delictivas y a un perfil cada vez más diverso, conlleva una serie de dificultades y consecuencias asociadas entre las que nos encontramos enfermedades de transmisión como la hepatitis, el VIH y la SIDA, y más recientemente la ya conocida patología dual. Los datos referidos al VIH y SIDA resultan en España alarmantes, aunque estas cifras si bien han sido facilitadas por fuentes oficiales, encuentran importantes contradicciones. Según el EMCDDA (2012b), entre los cinco países que proporcionan datos sobre la infección del VIH entre consumidores de drogas intravenosas en las prisiones entre 2005 y 2010, la prevalencia del VIH osciló entre el 0% y el 7,7% en cuatro países, mientras que España, siendo el quinto país, registró una prevalencia de 39,7%1. También la patología psiquiátrica en general y dual en particular, entendida como la coexistencia de un trastorno psiquiátrico y otro causado por los abusos de sustancias, afecta de manera muy elevada a las personas privadas de libertad en España (PRECA, 2011; Torrens, 2008), y se recalca la gravedad clínica, psicopatológica, médica y social de este trastorno. Según el estudio PRECA (2011, p. 11), la prevalencia de enfermedad mental entre el colectivo privado de libertad es cinco veces mayor que la registrada en la población general. En concreto, cerca de un 80% de la población penitenciaria ha sufrido en algún momento de su vida un trastorno mental y cerca de un 40% lo presenta en la actualidad, incluyéndose aquí el consumo de drogas. En palabras de Leganés (2010, p. 515) un 50% de las personas con enfermedad mental tienen al mismo tiempo un uso abusivo de las drogas (generalmente cannabis, alcohol y cocaína, seguido de psicofármacos). Esta situación se ve agravada con la entrada en prisión, ya que se añade a las consecuencias físicas, sociales y psicológicas derivadas de un internamiento de este tipo en una institución total (Goffman, 1994). Una revisión sistemática de 62 estudios que abarcan unas 23.000 personas privadas de libertad de 12 países de todo el mundo mostró que cerca de un 65% de las personas privadas de libertad presentan un trastorno de salud mental, que puede ir desde un trastorno de personalidad (42-65%, sobre todo el trastorno antisocial) a la depresión (10-12%) o enfermedades psicóticas (4%, incluyendo esquizofrenia, episodios maníacos y trastorno delirante). Estos trastornos representan un serio factor de riesgo para el suicidio. Todos estos datos más “objetivos”, de diagnóstico externo, se consolidan con la percepción y vivencia personal de los internos cuando casi un 66% de la población penitenciaria percibe su estado de salud como peor que cuando estaba en libertad (MSSSI, 2011). Tal y como se indica desde la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP y SGCSP, 2013), en el año 2012 se produjeron en las prisiones españolas 166 óbitos, es decir, tuvo lugar una muerte cada dos días. Un 96% de los fallecidos fueron varones con una edad media de 46 años. 123 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Sin embargo, y siguiendo las mismas fuentes oficiales, tan sólo un 18,7% de éstas son consideradas muertes violentas por drogas2 y el 5,4% como muertes naturales derivadas del VIH o el SIDA3. En relación a fallecimientos y sobredosis indicar que en el periodo inmediatamente posterior a la excarcelación aumenta la probabilidad de muerte por sobredosis tal como ilustran diversos estudios longitudinales (OEDT, 2011). Resulta de máximo interés mantenerse atentos no sólo a los cambios producidos en torno a la sustancia sino al perfil de las personas afectadas En definitiva, y tras repasar los datos ofrecidos por fuentes oficiales, podemos concluir que las prisiones reproducen ciertas tendencias sociales en lo relativo a los consumos pero con sus peculiaridades y matizaciones. Porcentualmente, un mayor número de personas privadas de libertad cuentan con una relación problemática con las sustancias con anterioridad y durante su estancia en prisión. Si se alude, sin embargo, a la cantidad que dichas personas consumen, se observa que ésta disminuye principalmente por las dificultades de acceso a las sustancias. Esta disminución global es más acentuada en el caso de la heroína y la cocaína. En otras palabras, el internamiento en prisión parece forzar a la persona a dejar o reducir los consumos, aunque también parece existir un porcentaje pequeño de población reclusa que afirma haberse iniciado en el mundo de las drogas con su ingreso en prisión. Las sustancias más consumidas en el interior son también aquellas de más fácil acceso. Por último, aunque no menos importante, si queremos poder articular una intervención socioeducativa en un contexto tan adverso, resulta de máximo interés mantenerse atentos no sólo a los cambios producidos en torno a la sustancia sino al perfil de las personas afectadas por esta problemática así como a la diversidad de consecuencias asociadas. Intervención y tratamiento Tras aproximarnos a la realidad de los consumos en prisión, nos adentramos aquí en las respuestas articuladas a través de los distintos programas de intervención que se llevan a cabo en el entorno penitenciario. Resulta paradójico pero real que muchas de estas personas no han recibido asistencia ni tratamiento en su vida en el exterior. Se calcula que tan sólo un cuarto de la población penitenciara, más en concreto el 28% de los internos, habían realizado tratamiento estando en libertad (Drogomedia, 2010; MSSSI, 2011). La toxicomanía produce importantes desestabilizaciones y problemas de desestructuración personal debido a la gravedad de las consecuencias tanto físicas como psíquicas y sociales que lleva asociadas. No podemos olvidar aquí que el fin primordial de la pena privativa de libertad, según la Constitución Española (1978) en su artículo 25.2., es la reeducación y reinserción social. Junto a esta finalidad, la Administración Penitenciaria es responsable de velar por la vida, la integridad y la salud de las personas ingresadas en sus centros. En la actualidad las prisiones españolas cuentan con diferentes programas dirigidos al tratamiento de las toxicomanías dentro de los propios centros penitenciarios, atendiendo a la especial gravedad de esta situación y a la necesidad de contar con actividades terapéuticas y reinsertadoras para todas 124 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial aquellas personas consumidoras activas o en proceso de deshabituación y desintoxicación. Desde Instituciones Penitenciarias se constata una doble necesidad, por un lado la de reducir la oferta y, por otro, la de contar con programas de intervención dirigidos a la población penitenciaria que se vea afectada por esta problemática, para reducir, a su vez, la demanda. La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP, 2012), estructura la intervención en base a tres áreas fundamentales: la prevención, la asistencia y la reincorporación social. Desde la prevención se intenta intervenir con la población penitenciaria mediante programas, servicios y actividades dirigidas a la sensibilización y al entendimiento y comprensión de los efectos y consecuencias del consumo de drogas. Dichos programas tienen la clara intención de favorecer la educación para la salud mediante el cambio de actitudes y percepciones de los presos frente a las drogas, basando dicha intervención en el empoderamiento de las personas para que éstas sean capaces de decir que no a los consumos así como para favorecer una adecuada inserción social. Desde la vertiente más asistencial, se realiza una intervención sobre los propios consumos desde un enfoque biopsicosocial con la intención de lograr la mejora de la calidad de vida de las personas privadas de libertad drogodependientes, tratando en la medida de lo posible de lograr la deshabituación y desintoxicación o en los casos que no sea posible favorecer la reducción de riesgo y daños; para ello existen los Programas de Intercambio de Jeringuillas (PIJ) y los Programas de Tratamiento con Metadona. Entre los primeros se incluyen todos los programas de deshabituación que se orientan a la abstinencia. Para ello, es necesario en un primer momento realizar una intervención de carácter sanitario seguida por una intervención de carácter psicosocial: • Intervención sanitaria o desintoxicación (primera fase), siendo éste un programa en el que se elimina la dependencia física a las sustancias adictivas mediante el tratamiento puramente farmacológico. Este proceso deberá ir acompañado de otras acciones de apoyo, como por ejemplo la intervención psicosocial. • Intervención psicosocial o deshabituación (segunda fase), en la que tiene lugar la eliminación de la dependencia psicológica, siendo éste un proceso mucho más largo y complejo, en el que será necesario facilitar diferentes elementos, estrategias y pautas de intervención que empoderen a la persona y le capaciten para afrontar la adicción. A su vez, este tipo de intervenciones podrán realizarse con carácter ambulatorio o mediante el ingreso de la persona privada de libertad en un módulo terapéutico. Los internos pueden aquí desarrollar actividades terapéuticas dentro de los diferentes programas que vayan creando. Por otro lado, se sitúan los módulos terapéuticos que son aquellos módulos independientes en los que conviven los internos que se encuentran dentro del programa integral de drogodependencias, siendo éste un espacio libre de las interferencias 125 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 propiciadas por la droga, con un marcado carácter terapéutico y socioeducativo en el que impulsan actitudes, valores y hábitos basados en la normalización y la reincorporación social. Dentro de los programas clasificados de la reducción de riesgo y daños que tienen como fin principal la evitación de los contagios y las infecciones así como el impedir el deterioro de la salud y la reducción de la actividad delictiva y los consumos de sustancias, pueden situarse principalmente los dos programas siguientes: • El programa de intercambio de jeringuilla (PIJ) se inicia atendiendo a la alta tasa de enfermedades y mortalidad propiciada por el consumo de drogas por vía inyectada mediante jeringuillas ya utilizadas previamente. El objetivo del PIJ se basa en la intención de preservar la salud de los consumidores de drogas por vía inyectada y promover el uso de instrumental esterilizado. Según los datos de la Encuesta sobre Salud y Consumo de Drogas en Internados en Instituciones Penitenciarias (MSSSI, 2011), tres de cada cuatro inyectadores son positivos para VHC (hepatitis C) y uno de cada tres inyectadores son positivos para VIH, existiendo un 30,5% de coinfectados para VIH y VHC. Todavía hoy, uno de cada cinco internos está en la creencia de que compartir utensilios de inyección no conlleva riesgo de contagio, según las mismas fuentes. • El programa de tratamiento con metadona, entendido como un programa de tratamiento de la dependencia que contempla múltiples beneficios no sólo para el propio interno sino también para el entorno que le rodea, ya que favorecerá la disminución del consumo de drogas, la evitación del consumo por vía parenteral y la mejora del estado físico y mental así como el descenso de la conflictividad. Cuando el tratamiento con metadona se asocia a una intervención con carácter psicosocial y desde un enfoque reinsertador, prepara a la persona para su normalización y para su inclusión social. Añadir aquí los datos relativos a la participación y valoración por parte de los internos con respecto a estos programas de intervención (MSSSI, 2011). Un 26% de los internos con problemas de adicción a sustancias han recibido tratamiento durante su estancia en prisión; un 40% en programas de deshabituación y un 51% en programas de sustitución (tratamiento por metadona). De ambos programas, la deshabituación recibe una mejor valoración por los propios internos que el tratamiento con metadona con un 76,2% frente a un 71,3%. Por último, se contempla una última área de intervención, la reincorporación social de las personas privadas de libertad drogodependientes, comprendida como la última fase o momento del proceso. Los programas de reincorporación social tienen como objetivo lograr el adecuado desenvolvimiento personal, familiar, social y psicológico por parte de la persona. La intervención se centra en las diferentes áreas de la vida personal para ofrecer posibilidades de éxito en su nuevo periodo de libertad y su proceso de inclusión social. 126 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial En este sentido, el Reglamento Penitenciario vigente (RP), aprobado por Real Decreto 190/1996 de 9 de febrero, recoge las diferentes modalidades en las que puede tener lugar el régimen abierto en los artículos 80 y siguientes. Es importante no olvidar que el régimen abierto acoge únicamente a personas privadas de libertad clasificadas en tercer grado penitenciario. Junto a ello nos encontramos con dos programas específicos para las personas internas con problemáticas de drogodependencias. Aquí se contemplan aquellas, que de manera específica, se orientan a la reincorporación social de las personas presas drogodependientes: • Las unidades dependientes para el tratamiento de los internos clasificados en tercer grado (art. 165 y art. 167) son unidades arquitectónicas ubicadas fuera del recinto penitenciario que ofrecen servicios y prestaciones formativas, laborales y tratamentales y son gestionados por entidades no penitenciarias pero en coordinación estrecha con la Administración Penitenciaria. • Las unidades extrapenitenciarias destinadas también para internos clasificados en tercer grado que necesiten tratamiento de deshabituación de sustancias con entidades colaboradoras con la Administración Penitenciaria (art. 182). En resumen, la realidad presentada en el primer apartado necesita de una respuesta que al menos dé comienzo en el interior de los centros penitenciarios. Si bien es evidente que el contexto penitenciario no es un entorno ideal para el tratamiento, puede constituir el inicio de una intervención que vaya conectando a la persona con su propio medio y con los recursos comunitarios. El papel de los profesionales de la educación social Si bien el contexto penitenciario no es un entorno ideal para el tratamiento, puede constituir el inicio de una intervención Desde el inicio de este artículo venimos analizando los paralelismos y matices entre la sociedad general y la población penitenciaria. La intervención en toxicomanías se realiza en el exterior desde unas coordenadas que debieran poder trasladarse al interior de los centros penitenciarios en la medida de lo posible. El papel de los equipos de tratamiento, pero en nuestro caso más concreto, el de los profesionales de la educación social se erige como uno de los más relevantes. Esta intervención se basa en diversos principios jurídicos y de intervención socioeducativa. 1. La reeducación y reinserción social como fines primordiales de la pena privativa de libertad. No podemos olvidar que la Carta Magna (Constitución, 1978) establece estos dos aspectos, individual (reeducación) y social (reinserción), como los fines primordiales a los que debe 127 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 estar orientada la ejecución de las penas privativas de libertad. Sin embargo, ya se ha defendido con anterioridad que el entorno penitenciario no constituye un entorno óptimo para el aprendizaje, con la incorporación y generalización de los mismos al bagaje personal. Entre los elementos más negativos para ello se encuentran el entorno o contexto cerrado de la prisión, considerada una institución total con todas las consecuencias y problemáticas asociadas, así como la vivencia por parte de las personas privadas de libertad de este entorno como un castigo impuesto. La consciencia de esta situación nos debe animar a hallar soluciones estructurales alternativas a la prisión pero, a la vez, a no olvidar a las personas que se encuentran en estos momentos ingresadas en los centros penitenciarios y a poner en primera línea de nuestra intervención los objetivos marcados por la ley junto a los principios de voluntariedad e individualización (art. 112 y art. 102.1 del Reglamento Penitenciario). Los programas de intervención deben estar dirigidos a la disminución de los factores de riesgo 128 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial defiende también en todo itinerario educativo (Funes, 2009). Aunque la aplicación del mismo, en toda su extensión, es difícilmente trasladable al interior de la prisión puede comenzarse en la misma abordando los ámbitos biológicos y psicológicos, para articular posteriormente la incorporación social y la participación comunitaria. Desde esta aproximación, no sólo mejora la calidad de vida, con la desintoxicación y la prevención de otras patologías asociadas, sino que se aportan herramientas para la deshabituación de las sustancias. Caride (2010) nos recuerda que el objetivo es lograr que las personas, además de tener conciencia de su medio, sean capaces de reflexionar y actuar críticamente sobre él, con la intención de transformarlo y, por tanto, mejorarlo. 2. La elección de un modelo de intervención: Parece necesario realizar un cambio en los modelos actuales de intervención basados en ideas correctivas, punitivas y sancionadoras y tratar de caminar hacia un modelo de acción socioeducativa que promueva el empoderamiento, la transformación, la participación y el conocimiento. Tal como indica Gil (2010) la intervención en prisión necesita de acciones pedagógicas desarrolladas por profesionales cualificados y necesita ser un espacio de actividad y no un espacio de vacío. 3. El acompañamiento en vida cotidiana entendido como el establecimiento de una relación estable, de confianza y significativa en la que la persona se convierta en protagonista de este proceso. Para el establecimiento de esta relación se respetarán los tiempos o momentos de la misma; acogida; compromisos y planificación; avances y retrocesos; y punto y final, propuestos por Alonso y Funes (2009). El acompañamiento puede ser también operativizado en la presencia. La presencia es una herramienta de gran poder de influencia en el medio comunitario pero aplicable a espacios cerrados (Santibáñez, 2004). Tan sólo estar presente, estar ahí, disponible, puede ser utilizado en distintas direcciones: como cercanía y proximidad, como medio para acortar distancias y convertirse en mediadores en una sociedad más horizontal y participativa, e incluso como denuncia y oposición (García-Roca 2000). Por último, tan solo la presencia puede ser utilizada como apoyo para afrontar las dificultades personales y la reconstrucción de la identidad. Los educadores y educadoras sociales acompañan tanto psicológicamente como físicamente a la persona privada de libertad en sus primeros momentos de estancia en prisión, en la evaluación inicial, en actividades formativas, laborales y lúdicas o culturales realizadas en el propio centro así como en los tratamientos específicos de toxicomanías y en definitiva en la incorporación de unos hábitos de vida más saludables. Los programas de intervención con las personas privadas de libertad deben estar dirigidos a la disminución de los factores de riesgo, tanto los que tengan lugar dentro de la prisión como los factores de riesgo propios de cada uno de los internos y será necesario tratar de aumentar y fortalecer los factores de protección. Todo ello es un proceso tremendamente complicado ya que, como indica Del Pozo (2008), tanto la pedagogía social como la educación social, a pesar de los avances experimentados, siguen estando relegadas a un segundo plano. El papel de los y las profesionales de la Educación Social puede ser de gran valor en este entorno hostil. En relación al ámbito específico de la intervención con personas con problemas de adicciones, la intervención se basa en la Teoría General de Sistemas (Bertalanffy, 1976) y en modelos de carácter ecológico (Bronfenbrenner, 1987) o aproximación biopsicosocial, según la cual el foco de atención no es tanto la sustancia sino la persona en toda su complejidad y sus relaciones con la sustancia y los diversos escenarios sociales en los que participa. Desde esta aproximación, la intervención se dirige a todos esos elementos personales (biológicos, psicológicos) y sociales (familia, relaciones interpersonales, entorno laboral) así como a las relaciones e interacciones que se establecen entre los mismos. La traducción de esta complejidad a la práctica ha pasado por la secuenciación del tratamiento en diversas fases y su ajuste a procesos individualizados, tal y como se Este acompañamiento se desarrolla en la vida cotidiana. La vida cotidiana cumple una serie de condiciones importantes: Es compartida por todas las personas, es compleja, ofrece múltiples contextos de aprendizaje y está llena de sentido para las personas. Toda persona de cualquier clase social y condición posee vida cotidiana, por lo que es un elemento igualador en sí mismo. Es imposible privar a alguien de su vida cotidiana. Si bien es cierto que las diferencias entre el contenido de la vida cotidiana de unos difiere mucho de la de otros, la cotidianeidad puede ser utilizada como herramienta de intervención socioeducativa básica: para trabajar los hábitos y el estilo de vida, los valores, las relaciones interpersonales, la resolución de conflictos, las habilidades sociales, la autoestima, la organización de los tiempos y la autonomía, entre otros. La vida cotidiana, 129 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Editorial además, es compleja pues, por una parte, aúna sistematicidad, habitualidad, repetición y rutina, y por otra, imprevisión, azar y caos. Todos los días son iguales y, sin embargo, cada día es único e irrepetible. Esta complejidad facilita la intervención integral que se acaba de defender puesto que existen múltiples tiempos y contextos en donde intervenir. Por último, la vida cotidiana posee significado y aporta sentido a las personas. Los aprendizajes que en ella se producen son construidos por y desde la persona y, sobre todo, proporcionan el poder a cada persona de controlar y dirigir desde ella su propia vida. Hay que implicar a la comunidad para que llegue a configurar una sociedad que incorpore y acoja 4. La intervención comunitaria y el trabajo en red como fase en la que articular la transición y salida de los centros penitenciarios. Esta fase se inicia con la participación de distintas entidades que acceden a prisión y se desarrolla con la salida de las personas privadas de libertad, de manera más puntual al inicio y de forma más estable en los últimos momentos. Existen posibilidades de acceder a tratamientos específicos de drogodependencias utilizando la red de recursos comunitarios. Además añadir la necesidad de continuar la intervención y comunicación entre todos los profesionales implicados en el proceso de la persona, pero no únicamente dentro del propio centro penitenciario. Es preciso también entender y apoyar la necesidad de una intervención comunicativa que trabaje las consecuencias negativas producidas en la persona derivada de la estancia en el medio carcelario, mediante la potenciación de capacidades y habilidades sociales y comunicativas adecuadas y positivas que favorezcan la reincorporación social. Es necesario abandonar las ideas individualistas y centrarnos en ideas de carácter comunitario que contemplen no sólo a la persona, sino también al entorno en el que va a reinsertarse posteriormente (familia, entorno laboral, sociedad, etc.). La realidad sistémica y compleja de las problemáticas sociales requiere de los distintos focos de saber o agentes socioeducativos que confluyen en el territorio (entendido desde una perspectiva relacional y antropológica) en forma de redes. Las redes han de contar con el máximo número de agentes significativos de la comunidad y trabajar de forma complementaria y colaborativa para crear respuestas realmente efectivas y sólidas. Hay que implicar a la comunidad para que llegue a configurar una sociedad que incorpore y acoja, basada en patrones de confianza y solidaridad, que reduzca la vulnerabilidad individual, humanice el entorno vital colectivo y ofrezca oportunidades de realización personal. La prioridad es, en definitiva, construir estructuras donde cada persona puede desarrollar y construir su humanidad (Vilar, 2008). en la vida de las personas privadas de libertad, pero queremos recalcar que estas personas no son profesionales especializados en pedagogía social o en la educación social. Mientras que el educador social, en palabras de Moran (2007, p. 2), “es un técnico de la intervención socioeducativa preparado para desarrollar su actividad laboral con un colectivo que presenta unas necesidades específicas, formado en las técnicas de animación, gestión y planificación de programas, y con una sólida formación para la adaptación a nuevos ámbitos y formas de intervención”, el educador social penitenciario se nombra por primera vez en el año 1968. Son nombrados como educadores sociales penitenciarios en su mayoría funcionarios del denominado Cuerpo Especial de Instituciones Penitenciarias (grupo B) y posteriormente se añadirán a esta función del Cuerpo de Ayudantes (grupo C), tras realizar un curso de especialización en la Escuela de Estudios Penitenciarios de Madrid. Parece que este curso capacita a estas personas para ejercer la profesión de educador social, pese a que en su mayoría son personas que han cursado estudios relacionados con las ciencias jurídicas, criminología, magisterio o trabajo social y pese a que la titulación de Educación Social existe desde 1991. A modo de conclusión, recalcar la importancia de una intervención cualificada que contemple la reeducación y la reinserción de las personas privadas de libertad. Que incorpore un adecuado acompañamiento en el proceso de afrontamiento de la adicción como punto de partida dentro de los centros penitenciarios pero que camine hacia el trabajo en red y la intervención comunitaria como principales estrategias que pueden garantizar la inclusión social real. Marta Ruiz Narezo Educadora social Investigadora Doctoranda en Educación Universidad de Deusto - Bilbao marta.ruiznarezo@deusto.es Rosa Santibáñez Gruber Catedrática de Pedagogía social Universidad de Deusto - Bilbao rosa.santibanez@deusto.es 5. La necesidad de profesionales especializados y cualificados en el entorno penitenciario. Se habla habitualmente de la intervención socioeducativa realizada por educadores penitenciarios y la importancia de éstos 130 131 Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 Bibliografía Almeda, E. (2010). Privación de libertad y mujeres extranjeras. Viejos prejuicios y nuevas desigualdades. En: F. T. Añaños (Coord.). Las mujeres en las prisiones. 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Estas importantes diferencias pueden ser debidas al sistema de valoración o tal vez si, por error, pudiesen incluirse en el primer porcentaje la prevalencia de la hepatitis C. 2 Se contabilizan los fallecimientos que han tenido como causa la reacción adversa a drogas. 3 Se incluyen aquí los fallecimientos de personas infectadas por VIH y por patologías relacionadas con éste. 4 EMCDDA – European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction. 5 MSPSI – Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. 6 DGPNSD – Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. 7 MSSSI – Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. 8 OEDT – Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. 9 SGIP – Secretaria General de Instituciones Penitenciarias. 10 SGCSP – Subdirección General de Coordinación de Sanidad Penitenciaria. 11 UNAD - Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente 12 UNODC - Oficina de Naciones Unidas contra Drogas y Delitos 135 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Resumen Violeta Quiroga Carmen Guasch La afectación de salud mental en la población infantil y adolescente en situación de riesgo en Cataluña Este estudio se encuadra dentro de la asignatura de Investigación Aplicada a la Intervención, del Grado de Trabajo Social de la Universidad de Barcelona, en el marco del aprendizaje de servicios en colaboración con la Federación de Entidades de Atención y de Educación a la Infancia y la Adolescencia (FEDAIA). El objetivo general del estudio es identificar el grado de afectación de la salud mental en el colectivo de infancia y adolescencia en riesgo a nivel psicosocial en Cataluña partiendo de la mirada de los profesionales del ámbito social. La investigación puede ofrecer unos conocimientos de utilidad dentro del ámbito de la atención a la infancia y la adolescencia en salud mental, especialmente para aquellas personas que intervienen desde las diferentes especialidades del campo social, con la esperanza de enriquecer la práctica profesional y mejorar la calidad de vida de este colectivo. Palabras clave: Atención a la infancia, Atención a la adolescencia, Salud mental, Trabajo social, Situación de riesgo L’afectació de salut mental en la població infantil i adolescent en situació de risc a Catalunya The presence of mental health issues in children and adolescents at risk in Catalonia Aquesta recerca s’enquadra dins l’assignatura d’Investigació Aplicada a la Intervenció, del Grau de Treball Social de la Universitat de Barcelona, en el marc de l’aprenentatge de serveis en col•laboració amb la Federació d’Entitats d’Atenció i d’Educació a la Infància i l’Adolescència (FEDAIA). L’objectiu general de l’estudi és identificar el grau d’afectació de la salut mental en el col•lectiu d’infància i adolescència en risc a nivell psicosocial a Catalunya partint de la mirada dels professionals de l’àmbit social. La recerca pot oferir uns coneixements d’utilitat dins l’àmbit de l’atenció a la infància i l’adolescència en salut mental, especialment per aquelles persones que hi intervenen des de les diferents especialitats del camp social, amb l’esperança d’enriquir la pràctica professional i millorar la qualitat de vida d’aquest col·lectiu. This study belongs within the context of the course in Research Applied to Intervention, as part of the degree in Social Work at the University of Barcelona, in the context of service training in partnership with the FEDAIA federation of entities involved in the care and education of children and adolescents. The overall objective of the study is to identify the degree of impact on mental health in the group of children and adolescents at psychosocial risk in Catalonia, on the basis of the perceptions of social work professionals. The research promises to provide useful knowledge in the field of attention to the mental health of children and adolescents, especially for those involved from the different branches of social care, with a view to enhancing professional practice and improving the quality of life of the target group. Paraules clau: Atenció a la infància, Atenció a l’adolescència, Salut mental, Treball social, Situació de risc Keywords: Care of children, Care of adolescents, Mental health, Social work, Risk situation Cómo citar este artículo: Quiroga, Violeta; Guasch, Carmen (2014). “La afectación de salud mental en la población infantil y adolescente en situación de riesgo en Cataluña”. Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 137-155 ISSN 2339-6954 136 137 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 y Presentación Cada vez es más frecuente el aumento de casos de personas que sufren alguna enfermedad mental, y cada vez lo es más en la edad infantil y adolescente. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011) ya alertaba que en España una de cada cuatro personas pueden sufrir una enfermedad mental a lo largo de su vida, que las enfermedades mentales suponen un 40% de las enfermedades crónicas y que un 9% de la población española sufre una enfermedad mental. En relación con la población menor de quince años, un 12,8% tiene un riesgo más elevado de sufrir trastornos mentales. De los casos visitados en Cataluña el 2011 (33.729 niños/as y jóvenes), un 10,03% estaban diagnosticados con trastorno mental grave (Generalitat de Catalunya, 2012). Para los profesionales que intervienen en esta población estos datos son muy cercanos. Cada vez denuncian más las dificultades que tienen para prevenir y minimizar el aumento de las patologías mentales en los niños/as y adolescentes. Y entre los diferentes actores sociales preocupados está la Federación de Entidades de Atención y Educación a la Infancia y la Adolescencia (FEDAIA), responsable de la demanda de esta investigación. Esta investigación se encuadra dentro de la asignatura de Investigación Aplicada a la Intervención, en el Grado de Trabajo Social de la Universidad de Barcelona, en el marco del aprendizaje de servicios, en colaboración de la FEDAIA. El objetivo general del estudio ha sido identificar el grado de afectación de la salud mental en el colectivo de infancia y adolescencia en riesgo a nivel psicosocial en Cataluña a partir de la mirada de los profesionales del ámbito social. Creemos que esta investigación puede ofrecer unos conocimientos de utilidad dentro del ámbito de atención a la infancia y adolescencia en salud mental, especialmente, para aquellas personas que intervienen desde diferentes especialidades del campo social, con la esperanza de enriquecer la práctica profesional y de los propios servicios, y mejorar la calidad de vida de este colectivo. que en ella se intenta recoger datos en diferentes momentos de los últimos cinco años. En cuanto a la profundidad de la investigación podemos argumentar que se basa en un enfoque descriptivo y explicativo. Las fuentes utilizadas han sido mixtas y su naturaleza ha sido documental y empírica. Cabe decir que una de las características de esta investigación es que ha sido participativa en todo el proceso. Entre el mes de julio y diciembre de 2012, hay reuniones entre la dirección de la FEDAIA, su comisión de salud mental y el equipo del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales de la Universidad de Barcelona, para enmarcar el tema de investigación, preparar su ejecución y realizar el trabajo de campo en las cuatro demarcaciones. Una vez terminado el análisis y el informe de la investigación, se hace un retorno de los resultados a la comisión de salud mental (febrero del 2013) y se enmienda el documento. En los meses de abril y mayo de 2013, se hacen dos reuniones de trabajo (equipo UB y comisión) para reelaborar las conclusiones y recomendaciones. A la vez, se planifica y se ejecuta la difusión de la investigación, entre ellas el documento que tienen en las manos. La población diana son los profesionales que trabajan con niños/as y adolescentes que presentan alguna patología relacionada con salud mental en el territorio catalán. El tipo de muestreo ha sido de carácter no probabilístico intencional. Las técnicas utilizadas han sido la entrevista grupal exploratoria, dirigida a la comisión de salud mental de la FEDAIA, y los grupos de discusión, como herramienta principal. Lo que se intentaba era profundizar en el análisis de datos subjetivos. En total, se realizaron cuatro talleres con seis grupos de discusión en las cuatro demarcaciones catalanas; dos en Barcelona (28 profesionales), dos en Girona (26 profesionales), uno en Tarragona (14 profesionales) y uno en Lleida (10 profesionales). En conjunto participaron 78 profesionales del territorio catalán. Estos dos grupos estaban formados por profesionales de diferentes disciplinas (pediatras, psiquiatras, psicólogos, educadores sociales, maestros y trabajadores sociales) que debían tener más de cinco años de experiencia profesional en este ámbito. Metodología Resultados de la investigación El diseño de la investigación ha sido básicamente de carácter cualitativo. Este informe se define como una investigación social con finalidad básica y aplicada, y su alcance es temporal, diacrónico y de tipo retrospectivo dado Algunos datos estadísticos En este trabajo han participado, además de las dos autoras del artículo, once investigadores/as más (estudiantes de tercero de la asignatura Investigación Aplicada a la Intervención): Cristina López, Meritxell Puig, Marina Castillo, Cristina Chalá, Melania Estaire, Javier Hernando, Ana Isabel Ibáñez, Jennifer Lemos, Andrea Martí, Anna Rius y Jennifer Ruiz. Y como equipo asesor de la FEDAIA: David Ruiz, Marta Garcia y Jordi Boza. 138 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Para conocer la evolución del perfil y características de los niños/as y adolescentes en el ámbito de la salud mental en los últimos cinco años, haremos referencia a datos cuantitativos del colectivo. 139 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 En Cataluña, en el año 2007, hubo 459 contactos hospitalarios relacionados con la salud mental, un 45,3% de los cuales eran chicos y un 54,6%, chicas (Generalitat de Catalunya y Departament d’Acció i Ciutadania, 2009). El mismo año hay un total de 4.067 menores tratados por los diferentes Centros de Salud Mental para Infancia y Jóvenes (CSMIJ); concretamente, un 7,8% de los pacientes tenían entre 0 y 5 años, un 47,1% se situaban entre 6 y 11 años y un 45,2% estaban entre los 12 y 17 años (Generalitat de Catalunya y Departament d’Acció i Ciutadania, 2009). Según datos del Plan Integral de Atención a las Personas con Trastornos Mentales y Adicciones de la Generalitat de Catalunya (2010), la demanda de atención en los centros especializados en salud mental muestra una clara y constante tendencia al aumento. En los centros de salud mental se percibió un aumento de casos de trastornos de salud mental durante el periodo 20032008; los casos de los adultos aumentaron un 35%. Pero durante el mismo tiempo, el número de niños y adolescentes con trastornos mentales graves (TMG) atendidos se cuadruplicó (380%). Para acabar este apartado, la Generalitat de Catalunya (2012) indicaba que el número de niños/as y jóvenes atendidos era de 54.028, cuyo promedio de edad ha sido entre 11 y 12 años, dato que nos habla de edades muy tempranas. Por otro lado, en la demarcación de Barcelona, los profesionales entrevistados alertan de un aumento de problemas de salud mental en niños/ as de entre 3 y 8 años. Pobreza y exclusión social en salud mental La pobreza, entendida como concepto material, se define por la falta de bienes o servicios materiales, es decir, como el conjunto de privaciones sufridas durante un periodo de tiempo. La pobreza, para Spicker (2009), no se limita a una única dimensión de la vida sino que se manifiesta en otros aspectos como la vivienda, la educación o la salud. Así, las necesidades concretas siguen siendo claramente indicadores primordiales de pobreza. La perpetuación de estas en el tiempo se puede considerar como situación de pobreza. La pobreza tiene algo multidimensional dado que existe un amplio abanico de definiciones de este concepto y hacen referencia a ella a través de diez dimensiones interrelacionadas: estilo de vida precario, áreas excluidas, problemas físicos, relaciones de género, problemas en las relaciones sociales, falta de seguridad, abuso de poder, instituciones desempoderadoras, organizaciones comunitarias débiles y limitaciones en las capacidades de los pobres. Al final de la década de los ochenta, aparece un nuevo concepto que quiere marcar algunas diferencias con los términos de pobreza y privación. La exclusión social quiere poner énfasis en los aspectos dinámicos que encontra- 140 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio mos en la base de la pobreza y construir un concepto menos unidimensional en relación con la pobreza económica (Berghman, 1996). Subirats (2004: 19), sin embargo, sitúa el nacimiento del concepto mucho antes, a mediados de los setenta, con las primeras aproximaciones porcentuales que la administración francesa llevó a acabo sobre la población excluida y de donde proceden las primeras políticas específicas para su reinserción. Varias instituciones y autores señalan que la exclusión social es un concepto superior al de pobreza, ya que no tan solo se refiere a un término económico, sino que agrupa un conjunto más amplio de participación de la sociedad. Las causas de la exclusión social son multidimensionales y están agrupadas en un proceso donde el individuo sufre una pérdida de integración o participación en la sociedad en la que vive. Una de las más completas es la que nos aporta Subirats, señalando que es “una situación concreta fruto de un proceso dinámico de acumulación, superposición y/o combinación de varios factores de desventajas o vulnerabilidad social que pueden afectar a personas o grupos, generando una situación de imposibilidad o dificultad intensa de acceder a los mecanismos de desarrollo personal, de inserción sociocomunitaria y a los sistemas preestablecidos de protección social”. Según Renés, Lorenzo y Chahín, de la Fundación Luís Vives (2007), tres son los ámbitos más destacables a la hora de hablar de exclusión: el económico (estructura la sociedad mediante la riqueza, y de su mala distribución derivarán el racismo, la discriminación, los entornos degradados, etc.); el político-legal (garante de una participación igualitaria en derechos: vivienda, educación, etc.) y el socio-relacional (vinculado a la pérdida o inexistencia de relaciones sociales que desembocan en una condición de vulnerabilidad y que, a la vez, pueden derivar en situaciones de violencia, maltrato o abuso). Antes de la crisis, se situaba la tasa de pobreza infantil en Cataluña en un 17,6% (Pineda y Tarrés, 2011: 7). En estos momentos, según el informe de la FEDAIA (mayo 2012) existe un 23,7% de niños/as que viven bajo el umbral de la pobreza. Actualmente, sufrir pobreza infantil no significa que estos menores no accedan a tener cobertura de las necesidades básicas (como la educación o la sanidad) sino que, al no hacerlo de forma plena y en buenas condiciones, existe más posibilidades de que sufran problemas de salud o de que fracasen en el itinerario escolar. Así, podemos observar cómo la pobreza infantil está muy condicionada por el fenómeno de la ocupación de los progenitores, que en estos momentos se ve afectado por las altas tasas de desempleo. De ahí que la situación en términos de salud mental haya empeorado ya que queda demostrada la influencia que tiene las situaciones de pobreza y exclusión social en la salud mental de los colectivos más jóvenes. En este sentido, es destacable que, en Cataluña, los niños/as que pertenecen a grupos sociales menos favorecidos tengan seis veces más de probabilidad de tener problemas de salud mental (11,1%) que los de grupos más favorecidos (1,8%), según datos del Síndic de Greuges (2012). La pobreza infantil está muy condicionada por el fenómeno de la ocupación de los progenitores 141 Intercambio Editorial Este proceso de desatención y empobrecimiento puede derivar en problemas de salud y psicológicos 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 La actualidad, y de rebote de la crisis económica y de sus efectos sobre muchos sectores de la sociedad, hace que las familias más vulnerables, aquellas que no pueden satisfacer todas las necesidades por falta de recursos, acaben extrapolando la situación a sus niños/as, que pueden acabar sufriendo riesgo, desatención y empobrecimiento en la atención que se les da. Y este proceso de desatención y empobrecimiento puede derivar en problemas de salud y psicológicos. La pobreza afecta a la salud mental ya que una situación de este tipo comporta una mayor prevalencia a sufrir trastornos de salud, que afecten especialmente a los colectivos más vulnerables: niños/as y adolescentes, y también mujeres en núcleos monoparentales. Según la FEDAIA (2012), los trastornos que más sufre este colectivo de niños/as y jóvenes son los de tipo emocional, derivados del estrés que vive la familia, y los de conducta o de hiperactividad. Y hay que tener muy presente que ese estado de salud condiciona negativamente las capacidades y oportunidades que tiene como niño/a (Síndic de Greuges, 2012), y puede tener más tendencia a padecer más patologías que un niño/a que no ha sufrido ningún tipo de pobreza. Este año, los profesionales ponen sobre la mesa un nuevo sesgo; la clase media se ve, también, afectada por la crisis. Señalan que, en estos momentos, llegan a los servicios sociales familias que nunca habían estado en contacto con este tipo de recurso, ya que el perfil atendido durante años anteriores era, básicamente, el de menores de familias desestructuradas, con pocos o con ningún recurso económico, sin formación y muchos otros factores que les acercaban a la exclusión social. Actualmente el perfil ha hecho un giro: son familias que se encuentran en situación de riesgo por primera vez y terminan por priorizar la subsistencia, dejando a un lado otros aspectos que antes habían sido atendidos, como por ejemplo el cuidado emocional de sus hijos. Son negligencias inconscientes de los padres, desbordados por otras situaciones, y que acaban comportando mucha ansia y mucha rabia en los niños/as porque no entienden qué está sucediendo, además de generarles sentimientos de frustración y de culpabilidad. Si hasta ahora el número más importante de población atendida era de origen inmigrante, en estos momentos el perfil ha virado hacia la población autóctona, a menudo vinculada al consumo de estupefacientes. Las familias de los menores que desarrollan enfermedades relacionas con salud mental no tan solo son familias de escasos recursos económicos, sino que también son familias con un nivel alto de poder económico. La actual crisis ha trastocado muchas familias que, ante una mengua económica, han visto cómo su situación adquisitiva y social ha cambiado. Esta situación afecta directamente a los hijos, que acaban desarrollando problemas psicológicos y de dependencia a tóxicos en repuesta al estrés vivido. Así, podemos decir que la actual situación económica ha hecho emerger enfermedades mentales que se detectan a través de un aumento de los trastornos de ansiedad, pero también un consumo de cannabis en edades cada vez más jóvenes y otros tipos de sustancias en la adolescencia (disolventes, drogas sintéticas, cocaína...), datos que hacen que los profesionales hablen, también, de patologías mentales 142 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio vinculadas a malos comportamientos fruto de posicionamientos parentales pasivos o con pocas herramientas para actuar sobre sus hijos. A pesar de la estabilización del número de casos, los profesionales señalan el incremento producido en los últimos tiempos. Varias razones confluyen en explicar este aumento. Destacan que, a pesar de la actual coyuntura económica, venimos de una época de bonanza en el campo de la salud; se han invertido muchos recursos en la creación de servicios, ya sea para mejorarlos o para crear nuevos servicios. Así, la situación económica ha actuado de revulsivo a la hora de detectar casos de enfermedad mental. Con la pérdida de recursos se ha producido un efecto estabilizador. Por otro lado, se señalan los últimos progresos en este campo, sobre todo en cuanto a categorías de trastorno mental y a una especificidad en la medicación. La eficacia de algunos medicamentos en los casos más graves se ha extrapolado a casos más leves, convirtiendo el tratamiento con estimulantes en un atajo al alcance de todo el mundo, un camino para mejorar el comportamiento del niño, dejando de lado los riesgos que comporta, a la larga, para la salud. Verdaderamente, existe una publicidad positiva de los medicamentos por parte de las farmacéuticas, pero también una presión a la hora de tener un diagnóstico. El afán por establecer un diagnóstico hace que los niños lleguen con “etiquetas” a los servicios. Son etiquetas que tranquilizan a los profesionales que conviven con el menor (maestros, educadores…), pero sobre todo a los padres (en algunos casos, un diagnóstico significa el acceso a una prestación económica). Existe una necesidad de explicar qué le sucede al menor, de saber cómo hay que actuar. Cabe recordar que un diagnóstico no es, únicamente, una serie de reconocimientos médicos. Para una correcta valoración y diagnosis, es necesario conocer la historia familiar y social del menor y hacer un seguimiento puntual para observar la evolución antes de dar una diagnóstico definitivo. Lo que sucede es que, a menudo, tras la diagnosis médica se olvida el resto, dado que existe una presión a la hora de diagnosticar por lo que se ve y no por lo que envuelve al menor. Los profesionales señalan la necesidad de no presionar para tener un diagnóstico ya que, para que este sea correcto, se necesita un trabajo largo que ayudará a articular, de forma correcta, sintomatología e historia personal, dado que frecuentemente la clave está en tener en cuenta que el menor convive en un entorno concreto. El afán por establecer un diagnóstico hace que los niños lleguen con “etiquetas” a los servicios Es preciso pensar en actuaciones de carácter integral, a pesar de que en estos momentos no se están dando. El trato psiquiátrico debe ir de la mano de un tratamiento psicológico, pero no tan solo al menor, también un trabajo a todo el entorno. A pesar de estas observaciones, en estos momentos, las actuaciones no se hacen efectivas hasta llegar a circunstancias límite. Algunos profesionales señalan que, en el caso de los menores tutelados, estos llegan muy medicados y con poco seguimiento psicológico, hecho que se añade al desconocimiento de la temática por parte de los profesionales que conviven con ellos. No obstante, concluyen que, a la hora de atender a este 143 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 colectivo, los servicios están más pendientes y se detectan antes las necesidades emocionales que tienen los menores. Los profesionales ponen sobre la mesa la necesidad de hacer un trabajo preventivo en relación con la atención de este colectivo, para no atender a los niños en el último momento. Perfiles de los niños/as y adolescentes La etapa infantil es fundamental para el desarrollo de los niños ya que les permite construir su propia personalidad, adquiriendo experiencias y favoreciendo su socialización. Es un momento clave a la hora de construir su desarrollo emocional que, junto con las características personales, su entorno inmediato, comunitario y social, constituirán, o no, un riesgo de déficit o de distorsión de las condiciones adecuadas para desarrollar los recursos que necesitará en su etapa adulta. El perfil más predominante abarca de los 3 o 4 años hasta los 18 años. Predomina, entre los más pequeños, la falta de estimulación, los problemas de aprendizaje y aquellos que derivan de la desatención. Es destacable reseñar que los menores cada vez llegan con problemas más serios, muy vinculados a situaciones de violencia en el núcleo familiar. Esta desatención puede venir provocada, entre otras razones, por la falta de apoyo social: el no disponer de red social que dé soporte puede desembocar en situaciones de riesgo social para el menor. De los 7 a los 12 años, se habla de TDA/H (Trastornos por Déficit de Atención con Hiperactividad), conductas desafiantes y problemas de tóxicos, sin dejar de lado la desatención. Preocupa mucho el aumento del diagnóstico de TDA/H, que hace que los profesionales se replanteen si realmente se hace un buen trabajo desde los servicios. Para minimizar los riesgos de los que hemos hablado, se necesita apoyo emocional adecuado, con vínculos fuertes, que ayuden a crear buenas condiciones para que el menor pueda enfrentarse al mundo. La estabilidad y la previsibilidad en el vínculo con los referentes adultos le permitirán construir una relación de afección segura. Si estas bases se rompen puede ser que, en un futuro, pueda aparecer algún problema de salud mental. En todas las demarcaciones se destaca la pobreza emocional como uno de los problemas más tratados en las consultas y la dificultad de abordaje cuando las dificultades emocionales son tan grandes. Los profesionales se encuentran ante unos menores que reclaman mucha atención, con necesidades específicas de atención mental, con problemas emocionales serios que no saben cómo enfocar ya que, hasta ahora, las problemáticas tratadas eran “previsibles” (malos tratos, consumo de tóxicos por parte de los progenitores o de los hijos, violencia doméstica), pero ahora se enfrentan a problemas nuevos, resultado de los procesos migratorios, de la crisis económica y social, de la falta de valores, etc. Podemos coincidir en que las situaciones familiares son más complejas que en épocas anteriores dado que existen muchos más problemas de salud mental a nivel familiar, junto con los de la pobreza social y socioeconómica. 144 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Otro aspecto coincidente que cabe destacar es la falta de pautas familiares. En términos generales, debemos decir que el rol que desarrollan los padres hacia los hijos es de vital importancia. El establecimiento de normas y límites en el contexto familiar supone uno de los factores de protección más significativos para reducir la probabilidad de aparición de conductas de riesgo, tanto en la infancia como en la adolescencia. Los límites ofrecen seguridad y protección. A nivel general en Cataluña los grupos de discusión han coincidido en destacar las nuevas estructuras familiares; los jóvenes y adolescentes no se sienten seguros en el núcleo familiar. Además de la diversidad de núcleos familiares, existe una falta de pautas por parte de los padres que repercute negativamente sobre los hijos y que empeora a medida que los menores crecen. Todos los profesionales coinciden en la necesidad de trabajar con todo el núcleo familiar; la mayoría de los problemas de estos adolescentes y jóvenes están vinculados a la familia; las nuevas estructuras familiares tienden a estresarles. De ahí parte la necesidad de las escuelas de padres. A menudo, los progenitores no saben cómo abordar determinadas patologías y/o necesidades de los hijos, por lo que se precisan procesos de acompañamiento a la familia. Los progenitores no saben cómo abordar determinadas patologías y/o necesidades de los hijos, por lo que se precisan procesos de acompañamiento a la familia Necesidades y dificultades En relación con las necesidades de esta población, y en el marco de la salud mental, se observa que existe una división a la hora de detectar las carencias, ya sean propias de los niños/as y adolescentes, de las familias o de las instituciones y los recursos que tiene cada uno. Los diferentes profesionales destacan: 1. La necesitad de una detección y prevención precoz, asociada a las necesidades y recursos de estas familias. Fomentar la prevención precoz entre los niños/as más pequeños evitaría o ayudaría a paliar el aumento de enfermedades mentales. Se pone el acento en la necesidad de romper con recursos intermedios que, en este momento, no existen, y que ayudaría a cubrir todas las necesidades de todas las franjas de edad. Como ejemplo de esta carencia podemos citar el problema de menores que pasan de la UCA (Unidad de Crisis de Adolescente) directamente al Centro de Día, sin un recurso intermedio que ayude a prepararles para hacer una vida normal. O, en el caso de los más pequeños, el escaso o nulo seguimiento de los menores (0-5) que, una vez salen del CDIAP (Centro de Desarrollo infantil y Atención Precoz), pasan a manos del CSMIJ (Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil). 2. La necesidad de un referente claro, así como de un acompañamiento emocional por parte de su familia. Cuando hablamos de referente claro, nos referimos a una, o unas personas adultas, con herramientas para sostener, acompañar, vincular y saber establecer límites. Ya hemos seña- 145 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 lado en páginas anteriores la importancia de los referentes en momentos vitales de crecimiento del menor. Esta necesidad aumenta, según València (2007), cuando este sufre algún tipo de trastorno mental, por eso las familias necesitan herramientas concretas para afrontar situaciones de crisis y poder resolver problemas. 3. Una tercera necesidad fundamental que se expone es el trabajo con las familias. Se considera que debería ser de obligado cumplimiento la intervención en las familias, y de forma simultanea, con los menores que sufren algún tipo de trastorno. A pesar de la dificultad de esta tarea, que choca con las resistencias familiares, no debe dejarse de lado y es preciso trabajar de forma específica en esta dirección ya que la familia es un elemento clave a la hora de enfocar una recuperación. En esta misma línea, Bardón (2004) afirma que, en la intervención específica con los familiares de niños/as y adolescentes con trastornos mentales graves, es fundamental sostener, apoyar y ayudar en todo momento, sobre todo si hay separación del hijo. Hay que trabajar en la línea de una atención personalizada 4. Otra necesidad que se detecta está relacionada con las anteriores: la atención especializada, individualizada y a diferentes niveles (nivel de salud, educación y aprendizaje, socioemocional y psicológico). Hay que trabajar en la línea de una atención personalizada, teniendo en cuenta las necesidades y características individuales de cada menor; teniendo en cuenta edad, género, etnia, pertenencia familiar y el tipo de trastorno mental, sin olvidar que una parte de este colectivo necesita añadir a estas necesidades básicas la seguridad y la estabilidad que, en este momento de su vida, les falta. 5. Por último, destacar la importancia de la coordinación entre profesionales para ofrecer un acompañamiento, una vinculación y un soporte tanto en recursos materiales como emocionales en la familia y al menor, para favorecer que las familias aprendan a vivir las reacciones de sus hijos y poder facilitar el proceso de tratamiento de estos, además de trabajar en una única línea hacia un diagnóstico claro. En relación con las dificultades con las que se encuentran los profesionales a la hora de llevar a cabo su trabajo, se observa, de forma subyacente, una preocupación especial y unos posicionamientos muy cuidadosos a la hora de hablar de los niños/as y adolescentes con conflictos y problemáticas mentales. Todos muestran una especial sensibilidad a la hora del abordaje. Entre las dificultades con las que se encuentran en su día a día, destacan las siguientes: 1. El exceso de diagnóstico y medicación. Un exceso se traducen en una “marca” de la sociedad hacia el menor que, a menudo, degenera en una estigmatización que les perjudica en el funcionamiento cotidiano y social. Ciertamente, los diagnósticos son necesarios para poder trabajar en 146 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio una dirección concreta y para buscar una mejora, pero los profesionales no acaban de definir cuál es el límite entre el exceso de diagnóstico y el diagnóstico adecuado. Como ya se ha dicho, el incremento de la medicación para tratar los síntomas de las enfermedades contribuye a la aparición de nuevos trastornos o conductas que antes no existían, perjudicando gravemente el comportamiento de niños/as o adolescentes (esto se ve muy fácilmente en niños diagnosticados con TDA/H y medicados que, en realidad, no lo son sino que sufren un problema causado por una cuestión psicológica o emocional). A la vez, en algunas ocasiones se acaba dando un nombre de enfermedad, a diagnosticar, para tranquilizar a familiares y profesionales, y se medica para reducir las conductas disruptivas de los menores. Justificando este hecho, García y Domínguez (2012) afirman que, en el Estado español, en los últimos veinticinco años, se ha pasado de un infradiagnóstico del TDAH a un sobrediagnóstico, lo que acabará por causar problemas potencialmente graves. Este problema llega a unas dimensiones muy elevadas, como corrobora la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Fondo de Naciones Unidas por la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). 2. Detectar un trastorno mental si este no está asociado a una trastorno del aprendizaje o a un comportamiento exterior, ya que, a veces, si el trastorno mental no lleva asociado un trastorno de aprendizaje es difícil de detectar; se necesitan síntomas visibles: para diagnosticar a un niño/a con dificultades de aprendizaje, se necesita una discrepancia entre su nivel de inteligencia y sus resultados. Es muy complicado detectar algunos trastornos mentales, ya que muchos de ellos no vienen derivados de una dificultad de aprendizaje, sino del funcionamiento cerebral y cognitivo. 3. Afrontar y concienciar de la enfermedad, hecho que se agrava con la disponibilidad de recursos y no en las dificultades que se observan en sí mismas. Hay colectivos para los que la enfermedad mental todavía sigue siendo tabú. Muchas de estas experiencias suelen darse a causa de una falta de conocimiento o por miedo a lo desconocido, o porque no saben cómo salir adelante ante este tipo de enfermedad. Contrariamente, también encontramos familias que presionan para tener diagnóstico y otras que, sencillamente, aceptan la situación de los hijos, que recibirán un trato adecuado. La sociedad tiene una idea estigmatizada de las personas con enfermedades mentales, lo que provoca miedo y rechazo a los tratamientos; evitando el rechazo social se consigue que la persona afectada pueda tener un equilibrio en su funcionamiento cotidiano. La dificultad a la que se enfrenta el profesional ante estos casos de reticencia por parte del referente o de los menores es doble. El hecho de no pedir ayuda y de no reconocer la enfermedad de un hijo provoca consecuencias directas con unos efectos negativos a la hora de acceder a recursos y de ejercer sus derechos y desarrollarse como persona. 147 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Los profesionales muestran su preocupación ante el abordaje de la situación. La escasez actual de recursos, a pesar de venir de épocas más prósperas, impide que se pueda llevar a cabo una asistencia continuada y completa para cubrir las necesidades integrales de los menores y de sus familias. Como se ha dicho, existe una tratamiento psiquiátrico y farmacológico, pero ambos deben ir necesariamente acompañados de un apoyo terapéutico y psicológico periódico. Servicios y recursos El Plan Director de Salud Mental y Adicciones (PDSMiA) del 2010 identificó que en la Atención Primaria de Salud (APS) de Cataluña existen más casos de problemas de salud mental, más derivaciones a especialistas con patologías que precisan una atención especializada y menos atención psicológica, tanto en la APS como en la especializada, respecto a Europa. Por tanto, tiene como objetivo el incremento de la atención a los Trastornos Generalizados del Desarrollo (TGD), pero también el aumento de la participación de los CSMIJ porque afecta especialmente la detección y atención avanzada de los trastornos autistas y de los TDAH, dado el importante incremento que han experimentado los CDIAP (Generalitat de Catalunya, 2010:11). Existe una falta de red asistencial y de recursos que afecta a los niños/as y adolescentes con trastornos mentales Para Jiménez (2004), en la actualidad nos encontramos ante una falta de recursos, sobre todo de dispositivos intermedios de asistencia infanto-juvenil, y con jóvenes en una situación cronificada a pesar de su edad. Por este motivo, pone énfasis en una actuación preventiva tanto en el ámbito de la salud como en la detección y atención precoz de los problemas mentales, relacionando este aspecto con los riesgos psicosociales que sufren los niños/ as y adolescentes y corroborando que existe una falta de red asistencial y de recursos que afecta a los niños/as y adolescentes con trastornos mentales y esto impide su recuperación. En esta investigación se ha realizado una representación gráfica de las cuatro demarcaciones catalanas, donde se observa el gran número de servicios con los que cuenta la ciudad de Barcelona y su área metropolitana en comparación con el resto. Girona y Tarragona son las demarcaciones con menos servicios. Todos los profesionales estuvieron de acuerdo con que, dependiendo del territorio, podrán acceder a unos recursos u otros. Los servicios de Barcelona triplican los servicios en las otras demarcaciones. No obstante, cabe remarcar que la asignación de servicios se hace según los cánones de población. Con los mapas también se puede ver de forma clara y entendedora la distancia que hay entre los diferentes servicios en algunas demarcaciones. En Lleida, por ejemplo, vemos que los servicios están muy lejos unos de otros. 148 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio El recurso más utilizado es el CSMIJ, donde la distribución de los centros es heterogénea. Es decir, que están distribuidos por todo el territorio catalán, por lo que el paciente acudirá al más cercano, ya que el acceso está garantizado con equipos de consultas periféricas (Servei Català de Salut, Generalitat de Catalunya, 2012). La región de Barcelona cuenta con un CSMIJ para cada distrito de Barcelona, y diecisiete en cercanías. Tarragona tiene dos (en Tarragona y Tortosa). Y Lleida y Girona tienen uno, respectivamente. Los CSMIJ están desbordados ante la gran cantidad de demanda y las pocas plazas existentes. Todos coinciden en que la frecuencia y el tratamiento de la población no se adecua a las necesidades. No obstante, algunos profesionales alertaban de que esta progresión en el aumento de demanda y de visitas programadas no repercute en el aumento de trabajadores para atender al colectivo, llegando incluso a disminuir el número de profesionales. En el caso de las Unidades de Referencia Psiquiátrica Infantil y Juvenil (URPI), se demanda que se aumenten las plazas en cada demarcación, dado que hay un número muy reducido, especialmente en aquellas demarcaciones que no es Barcelona. Los profesionales también alertan del aumento de la demanda de los servicios de salud mental de la pequeña infancia, lo que ha supuesto mejoras en el CDIAP, que realizan un proceso de valoración y prevención tanto con niños/ as (de 0-3 años) como con las familias. En los CRAE, donde conviven menores en situación de riesgo social que no están con sus familias, ha aumentado la demanda de valoraciones en casos de salud mental. Algunas demarcaciones se están encontrando con muchos diagnósticos difusos por parte del CSMIJ de chicos/as multiproblemáticos, por diferentes causas y con problemas de salud mental. No tienen ningún recurso y el CSMIJ no ofrece una asistencia integral, dado que no existe seguimiento psicológico. Para terminar, en relación con la cartera de servicios, llegada la mayoría de edad, en Girona hay cuatro pisos tutelados y en Tarragona y Lleida no hay ninguno, mientras que en Barcelona hay catorce. En cuento a la atención a jóvenes mayores de edad, en Girona Lleida y Tarragona no hay pisos terapéuticos ni asistidos para chicos/as que necesiten trabajar la autonomía, en cambio, en el caso de Barcelona hay once (Guia de serveis per a persones amb malaltia mental, 2008). En todos los grupos de discusión, se ha puesto de relieve una serie de carencias en los recursos: 1. Involución en recursos especializados y un aumento en las listas de espera, además de una dificultad de acceso a los servicios. 149 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 2. Aumento de niños/as con dificultades de salud mental de entre 3 y 8 años atendidos por el CSMIJ en la demarcación de Barcelona, a pesar de que estos niños/as necesiten otro tipo de recurso (CDIAP), lo que provoca que el servicio se desborde. 3. Diagnósticos tardíos, dado el colapso de los servicios especializados, traducidos en un agravio de los casos. 4. Una falta de tiempo y recursos por parte de los profesionales, junto con la burocratización de los protocolos, hace aumentar el estrés de estos por no poder atender adecuadamente, ni por cantidad ni calidad. 5. Una diferencia significativa con los CRAE, sobre todo en la demarcación de Barcelona, que cada vez reciben una atención más terapéutica. 6. Falta de tratamiento psicológico en los diferentes servicios. 7. Apoyo a las familias a la hora de trabajar la prevención para que no empeore el trastorno. 8. La falta de plazas en la URPI obliga a tratamientos ambulatorios. 9. No hay servicios específicos para jóvenes mayores de 18 años, o son insuficientes, como en el caso de Barcelona. Se está fomentando la coordinación y el trabajo en red entre los profesionales Los recortes económicos han afectado a este colectivo en cuanto a programas, convenios y recursos; los profesionales han tenido que utilizar la creatividad y, en muchos casos, la buena voluntad. Para minimizar estos déficits se está fomentando la coordinación y el trabajo en red entre los profesionales, realizando, en la medida de lo posible, un trabajo preventivo desde los servicios. Conclusiones El concepto de pobreza ha evolucionado a raíz de la crisis económica. Se ha podido comprobar que, en toda Cataluña, aparecen diferentes tipos de pobreza, como la económica, que pueden condicionar la presencia de problemas de salud mental a uno de los colectivos más vulnerables, el de niños/as y adolescentes, que, si no se detectan a tiempo, pueden agravarse de forma irreversible. 150 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Durante toda la investigación, se ha constatado una evolución en cuanto al número de casos y en el perfil de niños/as y adolescentes. El número de casos atendidos en los últimos cinco años se ha visto aumentado considerablemente por la situación de crisis en la que se ve inmersa la sociedad catalana. La atención dirigida al colectivo de infancia y adolescencia ha evolucionado hacia una especialización de los servicios por el crecimiento de la demanda y las particularidades de los trastornos que han aparecido. En cuanto al perfil de niños/as y adolescentes hay varios aspectos a destacar. El primero, la edad de los niños/as que llegan a los servicios: lo hacen cada vez más pronto y con diagnósticos más graves. Otro aspecto a destacar es el consumo de tóxicos; los profesionales señalan que este consumo se da en cantidades cada vez más elevadas, sobre todo el consumo de cannabis, y cada vez en edades más jóvenes. Este abuso de sustancias repercute proporcionalmente en la gravedad de las enfermedades que presentan. Por otro lado, en cuanto a la pequeña infancia, existe un exceso de medicalización de los menores, sobre todo en los casos de TDAH. Los profesionales, que reconocen parte de culpa en esta diagnosis, creen que hay que acabar con esta mala praxis y que hay que tomar medidas alternativas y explorar más cada caso para poder ofrecer otro tipo de tratamientos como el seguimiento psicológico. Las personas de referencia son un pilar fundamental para el desarrollo psicosocial de los niños/as, pero sobre todo de los adolescentes, ya que si no existe este pilar se corre el riesgo de desarrollar un trastorno mental. A su vez, cuando un niño/a o adolescente ya está diagnosticado, es de vital importancia su figura, ya que marcará el acompañamiento, seguimiento y recuperación del menor dentro, siempre, de las posibilidades de mejora del trastorno. En relación con las necesidades y las dificultades, hemos constatado que hay que fundamentar la prevención precoz sobre todo en el colectivo de pequeña infancia, ya que permitirá reducir la aparición y evitar que se agraven posibles trastornos que se puedan desarrollar. La situación de crisis ha provocado un incremento de los niños/as y adolescentes atendidos en los servicios de salud mental de las cuatro demarcaciones catalanas. Este hecho ha sacado a la luz muchas situaciones precarias, que en la época de bonanza económica quedaban invisibilizadas, como podían ser las enfermedades mentales de los progenitores de estos menores y las situaciones de riesgo en las que estos menores se encontraban. Para que la tarea sea eficaz y eficiente, hay que trabajar de forma integral, realizando un acompañamiento en las familias, dando seguimiento y continuidad en su entorno familiar. Trabajando con la familia también se conseguirá detectar situaciones de riesgo que permitan encontrar las posibles causas del malestar del menor realizando una atención especializada, individualizada y a diferentes niveles. La crisis, sin embargo, no tan solo ha hecho que el número de usuarios fuera mayor, sino que ha potenciado el recorte de servicios y profesionales que trabajaban en ellos. Es por ello, también, que los profesionales no disponen de recursos para poder cubrir las necesidades de los usuarios/as, por lo que demandan la implantación de servicios específicos e intermedios en todas las demarcaciones. Si nos fijamos, ahora, en las dificultades que presenta este colectivo, podemos señalar que en todas las demarcaciones catalanas se está produciendo un exceso de diagnóstico y una sobremedicalización de los niños/as y adolescentes. Esto se debe, en la mayoría de casos, a una necesidad por parte de la familia de poder poner nombre a los síntomas que presenta su hijo/a y de 151 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 esta forma poder calmar sus angustias. A la vez, los profesionales tienden a diagnosticar, sin tener en cuenta las repercusiones que puede suponer a nivel psicológico para el niño/a o adolescente. Una repercusión muy clara es el etiquetaje, que supone un estigma para toda la vida, de cara a la sociedad y para los propios niños/as o adolescentes. Otra dificultad con la que se encuentra este colectivo es el poder detectar un trastorno mental cuando no está asociado a un trastorno del aprendizaje o a una comportamiento exterior. Este hecho comporta que tenemos diferentes trastornos invisibilizados, con el consiguiente crecimiento de riesgo social. Otro aspecto a destacar, tras el análisis exhaustivo realizado sobre el mapa de servicios en el territorio de Cataluña, es que se observa que cada uno de los servicios catalanes ha evolucionado de diferente modo. En primer lugar, hay que fijarse en el aumento de demandas que reciben los CSMIJ en número y perfil de usuarios y en cómo se ha agravado la situación por el recorte de profesionales. En cuanto a los CDIAP, se observa una mejora y una especialización en el trabajo realizado, sobre todo referente a la detección de trastornos en salud mental desde los primeros años de vida y que se traduce en tareas de prevención y contención. El fracaso escolar ha provocado un aumento de los usuarios de las UEC, saturándose el servicio. La crisis también ha producido la extinción de algunos servicios especializados que podrían cubrir las necesidades específicas de este colectivo. Servicios que existen en la cartera de servicios y que no son implementados de igual modo en todo el territorio. Las grandes carencias, sin embargo, que presenta el mapa de servicios varían según las demarcaciones, ya que, dependiendo del territorio, existe un mejor acceso a unos recursos u otros. El trabajo en red se ha convertido en una herramienta primordial ante los recortes sociales Finalmente, cabe destacar que en este contexto de crisis, los profesionales han tenido que hacer resurgir prácticas sociales alternativas como respuesta a estas necesidades, recuperando formas de intervención ajenas a lo que se estaba realizando hasta ahora. El trabajo en red se ha convertido en una herramienta primordial ante los recortes sociales. Es en este punto en el que el trabajo en red sí es efectivo. Los profesionales pueden recurrir a la ayuda y al apoyo de otros profesionales y conseguir una mejora en su bienestar. No obstante, reclaman que este trabajo en red se impulse desde los entes con poder, para llevarlo a cabo de forma general e igualitaria en las cuatro demarcaciones. Recomendaciones Estas son algunas de las propuestas para paliar las necesidades y dificultades de los niños/as y adolescentes con problemas de salud mental. 152 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio 1. Abordar una intervención basada en un enfoque familiar y del entorno del niño/a y/o adolescente, dando herramientas y fomentando habilidades a las familias para poder afrontar la problemática. 2. Dar más voz y participación al individuo afectado para paliar su situación: un compromiso, una implicación y una motivación mayor por parte del afectado es sinónimo de una intervención más eficaz. 3. Combinar la medicación adecuada a la enfermedad mental, junto con un seguimiento terapéutico, seguido y cuidadoso. Esto implica una coordinación exhaustiva entre profesionales de diferentes ámbitos, un uso de estrategias prácticas y de acompañamiento para llevar a cabo el seguimiento del menor, enfatizando en los aspectos positivos tanto del menor como de la familia. 4. Diagnosticar con el tiempo y recursos necesarios cada caso. La atención integral y de calidad necesita un estudio más amplio de cada caso, teniendo en cuenta sus particularidades. 5. Realizar una atención integral y de calidad trabajando desde la horizontalidad y la transversalidad. 6. Formar a los profesionales del ámbito social y sanitario para conseguir un reciclaje continuo, para poder dar una respuesta más ajustada a las necesidades de cada caso y a los nuevos perfiles que vayan surgiendo. 7. Incentivar el trabajo en red para estipular protocolos de intervención y programas que ayuden a mejorarlos, trabajando de forma integral cada caso, desde los diferentes criterios profesionales. 8. Mantener un papel igualitario entre las diferentes disciplinas profesionales, para tratar al individuo desde una perspectiva bio-psico-social y no desde un marco tan solo médico. 9. Restituir la imagen del enfermo mental evitando los estereotipos. El etiquetaje puede ser útil, pero también contraproducente. 10.Valorar si la cartera de servicios está ofreciendo servicios que responden a las necesidades con las que se encuentran los profesionales o si, simplemente, se ofrecen los servicios según las necesidades de cada momento. 11.Aumentar los recursos económicos en los servicios de atención a la salud mental infantil-juvenil para poder ofrecer una atención más personalizada, sobre todo en centros educativos y familias. En lo que concierne a la cartera de servicios, se propone: 1. Invertir más recursos económicos en la prevención y en el trabajo con familias para evitar llegar a situaciones irreversibles. 2. Crear un recurso informativo por demarcaciones, donde aparezcan todos los recursos existentes y sus especificidades. 3. Crear URPI con más plazas en todas las demarcaciones. 4. Aumentar plazas de CSMIJ en todas las demarcaciones para cubrir las necesidades de la población. 153 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 5. Aumentar los recursos preventivos destinados a la pequeña infancia, ya que el único servicio que da respuesta es el CDIAP, completamente insuficiente. 6. Crear recursos para mayores de dieciocho años, que hagan el acompañamiento en la transición hacia la etapa adulta y en la adquisición de autonomía. 7. Aumentar la ratio de profesionales para evitar que el aumento de la demanda colapse los servicios. Violeta Quiroga Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales Universidad de Barcelona violetaquiroga@ub.edu Carmen Guasch Departamento de Educación Social Universitat Oberta de Catalunya cguaschvalls@gmail.com Bibliografía Bardón, C. 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Los resultados indican que un 54,3% de las mujeres que acuden a urgencias llevan encubierta al menos una situación de maltrato. Además, ser divorciada aumenta la probabilidad en las pacientes de estar relacionada con una situación de maltrato físico y sexual. En definitiva, los resultados nos permiten calibrar la intensidad de la violencia de género y identificar los grupos de riesgo para poder diseñar medidas de protección más eficaces. Palabras clave: Violencia de género, Mujer, Maltrato físico, psicológico, sexual, Urgencias, Perfil sociodemográfico Prevalença i perfil sociodemogràfic del maltractament psíquic, físic i sexual en les pacients d’urgències a la regió de Múrcia Prevalence and socio-demographic profile of mental, physical and sexual abuse in emergency patients in the region of Murcia La violència de gènere és un fenomen parcialment visible en la societat del segle XXI. Amb aquest estudi es pretén determinar la prevalença de violència de gènere en dones que van a urgències per altres patologies i relacionar la presència del maltractament psicològic, físic i sexual amb diferents variables sociodemogràfiques per establir el perfil de la dona víctima del maltractament encobert en l’escenari estudiat. Per fer-ho, 151 dones, pacients de l’Hospital General Universitari Morales Meseguer de Múrcia, han participat en la investigació a través d’una enquesta anònima i autoadministrada. Els resultats indiquen que un 54,3% de les dones que acudeixen a urgències porten encoberta almenys una situació de maltractament. A més, ser divorciada augmenta la probabilitat en les pacients d’estar relacionada amb una situació de maltractament físic o sexual. En definitiva, els resultats ens permeten calibrar la intensitat de la violència de gènere i identificar els grups de risc per poder dissenyar mesures de protecció més eficaces. Gender violence is a partially visible phenomenon in the 21st century. This study aims to determine the prevalence of domestic violence among women attending emergency departments for other causes and to relate the incidence of psychological, physical and sexual abuse with a range of socio-demographic variables to establish the profile of women who suffer undisclosed ill-treatment in the scenario studied. To this end, 151 women, patients of the Hospital General Universitario Morales Meseguer in Murcia, have participated in the research by way of an anonymous, self-administered questionnaire. The results indicate that 54.3% of women attending emergency departments are concealing at least one unreported situation of abuse. Furthermore, divorced women have an increased the likelihood of being involved in a situation of physical and sexual abuse. In short, the results allow us to gauge the intensity of domestic violence and identify risk groups with a view to designing more effective protection measures. Paraules clau: Violència de gènere, Dona, Maltractament físic, psicològic, sexual, Urgències, Perfil sociodemogràfic Keywords: Domestic violence, Women, Physical abuse, Psychological abuse, Sexual abuse, Emergency department, Socio-demographic profile Cómo citar este artículo: González Morga, N.; García Guillamón, G.; Brando Asensio, I. (2014). “Prevalencia y perfil sociodemográfico del maltrato psíquico, físico y sexual en las pacientes de urgencias en la región de Murcia” Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, 57, p. 156-173 156 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 ISSN 2339-6954 y En la sociedad del siglo xxi, caracterizada por profundas transformaciones sociales y una incesante lucha por los derechos sociales e individuales, existe un fenómeno que acontece con demasiada frecuencia: la violencia de género (VG). Según el diccionario de Acción Humanitaria, se define a la violencia de género como todos los actos que ponen en peligro la vida, el cuerpo, la integridad personal y/o la libertad de las mujeres, con especial empeño en la importancia del gravamen cultural que este tipo de violencia comporta en el ámbito privado y público, ya que se trata de la manifestación del poder y el control masculino (Murguialday y Vázquez, 2006). Si partimos de esta definición, la violencia de género es un hecho que repercute negativamente en la salud de la mujer y que atenta, por consiguiente, contra los principios de una sociedad justa y democrática (OMS, 2007; Ruiz Pérez, Plazaola y Del Río, 2007), que pone de manifiesto la necesaria participación y compromiso de organismos nacionales e internacionales que garanticen dichos principios (Corvo, Dutton y Chen, 2008; Ross y Babcock, 2010; Stark, 2010). La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1980 fue el primer organismo internacional que creó una Unidad de Salud de la Mujer con la tarea de recopilar información sobre la incidencia del problema y su impacto en la salud de las mujeres. En la 49ª Asamblea Mundial de la Salud, en su resolución WHA 49.25, se reconoció a la violencia de género como un problema de salud pública a escala mundial y como un fenómeno social transversal que afecta a mujeres de todas las edades, culturas y clases sociales (OMS, 1996). Este reconocimiento puso de manifiesto la necesidad de llevar a cabo programas específicos de salud pública y servicios sociales dirigidos a prevenir la violencia y suavizar sus efectos, no solo para colectivos vulnerables, sino para toda la población desde edades tempranas. En el Estado español, estudios e informes realizados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2013) sobre la prevalencia de VG nos permiten calibrar la intensidad de este fenómeno. Concretamente, en el año 2013, un total de 48 mujeres fueron víctimas mortales a causa de VG, de las cuales tan solo un 10% denunciaron a su agresor. Tras la revisión de los datos de VG a nivel estatal, se analizaron los expedientes tramitados al juzgado por VG en los años 2008-2013 del Hospital General Universitario Morales Meseguer de la Región de Murcia, donde se aprecia un aumento de mujeres maltratadas año tras año. Echarte et al. (2010) y Arredondo-Provecho et al. (2010) consideran el ámbito sanitario como lugar privilegiado de atención a mujeres maltratadas, pues muchas de ellas padecen algún tipo de maltrato físico, psicológico y/o sexual, y acuden a los servicios sanitarios con demandas distintas, no manifestando esa situación concreta, es decir, con una realidad encubierta de violencia por su pareja. Por tanto, estos autores reflejan la importancia de El ámbito sanitario como lugar privilegiado de atención a mujeres maltratadas, pues muchas acuden a los servicios sanitarios con demandas distintas, con una realidad encubierta de violencia 157 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 mejorar la calidad asistencial de las mujeres que acuden a los servicios de urgencias para la detección precoz de VG. Ante esta realidad, este trabajo se plantea un doble objetivo interrelacionado; por una parte determinar la prevalencia de VG en mujeres que acuden al servicio de urgencias del Hospital General Universitario Morales Meseguer por otras patologías en función del tipo de maltrato que presentan; y por otra, identificar las características sociodemográficas de la mujer protagonista de esta situación de maltrato, al igual que en los estudios de Trias et al., (2013), Menéndez, Pérez, y Lorence, (2013), Fontanil (2005), para elaborar, como Vives-Cases et al. (2009), su perfil sociodemográfico en el escenario estudiado. El avance de esta investigación se encuentra en la definición del perfil sociodemográfico en función del tipo de maltrato. Pensamos que estos perfiles contribuyen a identificar los grupos de riesgo y, en consecuencia, a incorporar las medidas de protección necesarias hacia estos colectivos más vulnerables, con el fin de mejorar la detección precoz de la situación de maltrato en las mujeres que acuden al servicio de urgencias de este hospital y evitar que la VG, cuando se detecte, esté en fases muy avanzadas o sea demasiado tarde. Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Tabla 1. Características sociodemográficas de las mujeres participantes Variables sociodemográficas N Entre 18-30 50 33,1 Entre 31-50 66 43,7 Entre 51-75 35 23,2 Sí 51 33,8 No 91 66,2 Española 116 76,8 Extranjera 35 24,0 115 76,2 36 23,8 Casada 59 39,1 Soltera 49 32,5 Hijos Nacionalidad Nacionalidad de la pareja Española Extranjera Estado civil Viuda Método La investigación se realizó en el Hospital General Universitario Morales Meseguer de la Región de Murcia durante 2011-2013. Este estudio se aborda desde un enfoque metodológico cuantitativo, con un diseño de investigación transversal y descriptivo. 3 2,0 Pareja de hecho 21 13,9 Divorciada 10 6,6 Separada 9 6,0 Activa 67 44,4 Parada 25 16,6 Jubilada 9 6,0 29 19,2 21 13,9 Situación laboral Estudiante Ama de casa 158 % Edad Nivel de estudios Participantes Sin estudios 23 15,2 Primarios 40 26,5 El total de participantes fue de 151 mujeres con una edad media de 39 años. El resto de características sociodemográficas de las mujeres quedan recogidas en la tabla 1. Los criterios de inclusión de la muestra fueron mujeres que acuden al servicio de urgencias, de edades comprendidas entre los 17 y 75 años; permanecer en situación física y mental adecuada para cumplimentar el cuestionario de este estudio; haber tenido una relación sentimental a lo largo de su vida; presentar una patología urgente sin riesgo distinta a malos tratos por la pareja y aceptar realizar el cuestionario en privado. Secundarios 43 28,5 Universitarios 45 29,8 Instrumento y procedimiento de recogida de información En el proceso de recogida de información se utilizó como instrumento un cuestionario estructurado en tres partes. En primer lugar, una breve introducción donde se informó a las pacientes sobre los objetivos y fines del estudio y se le solicitaba su colaboración. En segundo lugar, el conjunto de variables sociodemográficas (tabla 1); y por último la denominada escala de malos tratos a mujeres de Delgado et al. (2006), elaborada a partir de preguntas adaptadas del instrumento Index of Spouse Abuse (ISA). 159 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Tabla 2. Ítems de la escala de malos tratos a mujeres (Delgado et al., 2006) Maltrato psicológico Maltrato físico Maltrato sexual 1. ¿Respeta sus sentimientos? 2. ¿La ha insultado, avergonzado o humillado? 3. ¿Les ha amenazado a usted o a sus hijos/as o alguna otra persona querida? 4. ¿Ha roto alguna de sus cosas o algún objeto de la casa? 5. ¿Ha intentado controlar su vida y sus movimientos? 6. ¿Le ha pegado? 7. ¿Ha llegado a producirle heridas? 8. ¿La ha amenazado con un arma? 9. ¿Ha llegado a herirla con un arma o con otro objeto? 10. ¿La ha obligado ha mantener relaciones sexuales sin querer usted? El cuestionario auto-administrado consiste en una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta (1, casi siempre; 2, bastantes veces; 3, algunas veces; 4, casi nunca; 5, nunca). Además, esta encuesta fue validada en los centros de salud de Granada, y muestra una estructura bifactorial en el estudio de validación, con un Alfa de Cronbach de 0.87 para el maltrato psíquico y de 0.71 para el maltrato físico (Delgado et al., 2006). Para confirmar que el cuestionario se ajustaba a las características de nuestra investigación se realizó un juicio de expertos para comprobar su adecuación al contexto de urgencias del hospital en el que se desarrolló este estudio y un pilotaje con un total de 30 mujeres. Posteriormente, se realizó la recogida de información en el área del servicio de urgencias, en una de sus consultas polivalentes por la accesibilidad que presentaba a los informes de los pacientes, siempre en colaboración con los profesionales sanitarios y previo consentimiento informado de las pacientes. Análisis de los datos La información recogida fue analizada con el paquete estadístico SPSS v.19. Para ello se recurrió a un análisis descriptivo (media, desviación típica, frecuencias y porcentajes); al cálculo de las diferencias significativas entre variables mediante el modelo de regresión lineal, ANOVA, asumiendo como nivel de significatividad p<0.05. Por último, se realizó un análisis de regresión logística binaria para determinar la asociación entre la presencia de maltrato (variable dependiente, VD) y las variables sociodemográficas (variable independiente, VI) con un intervalo de confianza (IC) 95%. 160 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Resultados Los resultados que se presentan a continuación son datos iniciales de la primera fase de recogida de información de la investigación. Estos resultados se presentan con relación a los objetivos planteados: Objetivo 1. Determinar la prevalencia de maltrato a la mujer en las pacientes que acuden al servicio de urgencias por otras patologías. El 55% de las mujeres que acuden al servicio de urgencias por patología leve, distinta a malos tratos, manifiestan una situación encubierta de violencia por su pareja o expareja. En concreto, el 54.3% del total de mujeres encuestadas ha sufrido o sufre MP, el 19.9% MF y el 17.9% MS, como se aprecia en el tabla 3. En la interpretación de estos porcentajes hay que tener en cuenta que las mujeres pueden manifestar ser víctimas de varias formas de maltrato a la vez. Tabla 3. Prevalencia de maltrato a la mujer en el Hospital General Universitario Morales Meseguer Maltrato Sí No Psíquico (MP) Sí No Físico (MF) Sí No Las mujeres que acuden al servicio de urgencias por patología leve, distinta a malos tratos, manifiestan una situación encubierta de violencia Sexual (MS) Sí No Frecuencia (n) 83 68 82 69 30 121 27 124 Porcentaje (%) 55,0 45,0 54,3 45,7 19,9 80,1 17,9 82,1 Objetivo 2. Relacionar la presencia de maltrato psicológico, físico y sexual a la mujer con diferentes variables sociodemográficas. A continuación, se presenta el análisis descriptivo de las mujeres que han experimentado una situación de maltrato y las diferencias significativas (p≤0.05) resultantes de la prueba estadística ANOVA, para cada uno de los tipos de maltrato y en función de las características sociodemográficas estudiadas. 161 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Tabla 4. Características sociodemográficas de las mujeres maltratadas por su pareja según tipo de maltrato Mujeres maltratadas Psíquico (MP) n % Físico (MF) Sexual (MS) n n % % Edad 17-30 años 19 23.2 6 26.7 6 22.2 31-50 años 39 47.6 16 53.3 14 51.9 51-75 años 24 29.3 8 26.7 7 25.9 F=4.6 p=.012 F=1.47 p=.234 F=0.88 p=.415 No 26 31.7 6 20 5 18.5 Sí 56 68.3 24 80 22 81.5 F=4.92 p=.028 F=6.26 p=.013 F=6.36 p=.013 Española 55 67 19 63,3 15 55.5 Extranjera 27 33 11 36,6 12 44.4 F=10.1 p=.002 F=3.87 p=.051 F=8.72 p=.004 Española 54 65.8 19 63.3 13 48.1 Extranjera 28 34.2 11 36.6 14 51.9 F=11.13 p=.001 F=8.15 p=.005 F=15.47 p=.000 Hijos Nacionalidad mujer Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Edad de la mujer La mayoría de las mujeres con MP (47.6%), MF (53.3%) y MS (51.9%) se distribuye en el intervalo de edad de 31 a 50 años, con una edad media de 41.9 + 14.785, 42.6 14.328, 42.6 + 14.328, respectivamente. Tras analizar la edad de las mujeres que sufren o han sufrido malos tratos, comprobamos que en el MF y MS no existen diferencias significativas, sin embargo entre las mujeres con MP sí que existen diferencias estadísticamente significativas (F=4.6, p=0.012) como muestra la tabla 4. Tener hijos De forma general, existe una mayor prevalencia de malos tratos en aquellas mujeres que tienen hijos. Los porcentajes más elevados corresponden al maltrato físico (80%) y sexual (81.5%), como se aprecia en la tabla 4. Con relación a esta variable, existen diferencias significativas entre las mujeres con MP (F=4.92, p=0.028), MF (F=6.26, p=0.013) y MS (F= 6.36, p=0.013). Nacionalidad pareja Estado civil Casada 32 39 10 33.3 10 37 Soltera 27 32,9 9 30 7 25.6 Pareja de hecho 7 8,5 1 3.3 2 7.4 Divorciada 9 11 7 23.3 6 22.2 Separada 7 8,5 3 10 2 7.4 F=2.3 p=.043 F=4.70 p=.001 F=3.04 p=.012 Activa 31 37.8 9 30 11 40.7 Parada 24 29.3 9 30 6 22.2 Estudiante 13 15.9 4 13.3 3 11.1 Ama de casa 14 17 8 26.7 7 26 F=1.99 p=.1 F=2.07 p=.088 F=1.25 p=.293 Sin estudios 16 19,5 9 30 7 25,9 Primarios 26 31,7 13 43,3 13 48,1 Secundarios 19 23,2 4 13,3 6 22,2 Universitarios 21 25,6 4 13,3 1 3,7 F=2.32 p=.077 F=5.72 p=.001 F=5.91 p=.001 82 54.3 30 19.9 27 17.9 Situación laboral Nivel de estudios Total 162 Nacionalidad de la mujer Los resultados obtenidos en los tres tipos de maltrato en función de la variable nacionalidad de la mujer son: el 67% (MP), el 63.3% (MF) y el 55.5% (MS) son mujeres autóctonas. Tras el análisis inferencial, se han detectado diferencias significativas entre la nacionalidad de las mujeres maltratadas psíquica (F=10.1, p=0.002) y sexualmente (F=8.72, p=0.004). Sin embargo, no se han detectado estas diferencias en el MF (F=3.87, p=0.051), por consiguiente la nacionalidad de las mujeres de nuestra investigación no es una variable influyente para la presencia de MF, no obstante, como hemos visto anteriormente, sí lo es para los otros dos tipos de maltrato. Nacionalidad de la pareja En relación con la variable nacionalidad de la pareja, la distribución de las respuestas de las mujeres que han sufrido o sufren malos tratos por su pareja son muy similares al estudio de la variable anterior. En este sentido, se manifiestan diferencias significativas en los tres tipos de maltrato (MP, F=11.13, p=0.001; MF, F=8.15, 0.005; MS, F=15.47, p=0.000). Sin embargo en este caso, el porcentaje de mujeres víctimas de MS con pareja extranjera es más elevado (51.9%) que el porcentaje de mujeres agredidas sexualmente con pareja autóctona. 163 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Estado civil Por otro lado, también existen diferencias significativas en el estado civil de la mujer con MP (F=2.354; p=0.043), MF (F=4.69, p=0.001) y MS (F=3.037, p=0.012), siendo las mujeres casadas las que llevan encubierta, en mayor medida, una situación de malos tratos. En concreto, el 39% de las mujeres encuestadas que reconocen sufrir o haber sufrido MP están casadas y el 33.3% de las que han experimentado una situación de MF y el 37% de las que presentan MS se encuentran en esta misma situación. Del mismo modo, también se aprecia un alto porcentaje de mujeres divorciadas que dicen sufrir o haber sufrido maltrato por su pareja (MP=11%, MF=23.3% y MS=22.2%). Nivel de estudios En relación con el nivel de estudios, aquellas mujeres con estudios primarios son las más propensas a padecer una situación de malos tratos. Las diferencias encontradas son estadísticamente significativas en el MF (F=5.723, p=0.001) y MS (F=5.912, p=0.001), sin embargo no lo son en las mujeres con MP (F= 2.323, p=0.079), como muestra la tabla 4. Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio • Maltrato psicológico a la mujer Según los datos recabados, ninguna de las variables estudiadas se asocia con una mayor probabilidad de experimentar MP, en comparación con las categorías de referencia (tabla 5). Sin embargo, tener entre 17-31 años es un factor protector ante el MP (OR: 0.055, 0.01-0.36), es decir, reduce la probabilidad de que las pacientes de estas edades presenten MP. • Maltrato físico a la mujer Por otro lado, con relación al MF, las mujeres que tienen pareja de nacionalidad extranjera (OR: 39.58, 1.13-1389,92), no tienen estudios (OR: 10.495,1.13-79.0) o tienen estudios primarios (OR: 7.165, 1.170-43.89) y son divorciadas (OR: 18.219, 1.45-228.6), son factores de riesgo que aumentan la probabilidad de que las pacientes presenten una situación de MF. • Maltrato sexual a la mujer Por último, una situación muy similar a la anterior se obtiene para el MS. Aquellas características que se asocian a la presencia de este tipo de maltrato en la mujer son tener pareja de nacionalidad extranjera (OR: 22.116, 1.12-438.11); no tener estudios (OR:33.841, 2.29-499.46), tener estudios primarios (OR: 33.563, 2.67-421.36) o estudios secundarios (OR: 16.926, 1.27-224.99); y ser divorciada (OR: 14.793, 1.17-186.72). Situación laboral Por último, aun siendo la mujer en activo la que reconoce una mayor presencia de MP (37.8%), MF (30%) y MS (40.7%) por su pareja o expareja, no se han detectado diferencias significativas en la situación laboral de la mujer en ninguna de las tipologías de maltrato descritas en esta investigación. Factores sociodemográficos de riesgo en la mujer para el maltrato por la pareja En un segundo análisis, centrado en aquellas variables donde existen diferencias significativas, se quiso indagar en cuáles de ellas aumentan la probabilidad de presencia de maltrato en la mujer. Para ello, recurrimos a la regresión logística binaria con el propósito de determinar las características o factores que se asocian con la probabilidad o riesgo de presentar una situación de malos tratos en las pacientes de urgencias, como aparece reflejado en la tabla 5. 164 165 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Tabla 5. Riesgo de padecer diferentes tipos de maltrato en la mujer usuaria de urgencias hospitalarias Variables sociodemográficas M. Psicológico (MP) OR IC M. Físico (MF) OR M. Sexual (MS) IC OR IC Edad 17-30 años 0.055 0.010.36 - - 31-50 años 2.19 0.4410.8 - - 51-75 años* 1 - - Hijos No 1.45 Sí* 0.297.25 0.555 1 0.055.79 0.324 1 0.033.63 1 Nacionalidad mujer Extranjera 1.800 Española* 0.2214.84 - 1 0.214 - 0.014.10 1 Nacionalidad pareja Extranjera 4.384 Española* 0.4839.65 39.58 1 1.131389,92 22.116 1 1.12438.11 1 Estado civil Casada 0.468 0.073.05 0.240 0.031.70 0.547 0.074.22 Soltera 3.218 0.2639.49 1.567 0.1417.53 0.547 1.534 0.074.22 Pareja de hecho 0.635 0.066.81 0.108 0.012.45 0.433 0.033.63 Divorciada 5.398 0-3291.20 18.219 1.45228.6 14.793 1.17186-72 Separada* 1 1 1 Nivel de estudios Sin estudios - 10.495 1.1379.0 33.841 2.29499.46 Primarios - 39.58 1.1271389.92 33.563 2.67421.36 Secundarios - 1.705 0.2910.12 16.96 1.27224.99 Universitarios* - 1 1 * Categoría de referencia en el análisis de regresión logística binaria (OR). Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Concusión y discusión La respuesta a la pregunta de cuántas mujeres son víctimas de malos tratos infringidos por sus parejas o exparejas en España y más concretamente en Murcia, tiene que ser necesariamente muy cautelosa. No obstante, disponemos de investigaciones e información relevante que puede aportar claves sobre este fenómeno. Los resultados obtenidos en esta investigación señalan una prevalencia superior de VG a la cuantificada en el Hospital General Universitario Morales Meseguer de Murcia. Se ha detectado que un 55% de las mujeres que acuden a urgencias hospitalarias presentan una situación encubierta de malos tratos por su pareja o expareja, como ya demostraron otros estudios nacionales, como Fontanil et al. (2005), que detectaron un porcentaje de 20.2% de mujeres maltratadas. Estos resultados también contrastan con resultados de investigaciones internacionales, como Mooney (1999), que advierten de un 30% de mujeres víctimas de malos tratos por su pareja. No obstante, estos estudios indican una prevalencia de violencia de género menos elevada que los resultados obtenidos en esta investigación. La comparativa con otros trabajos debe realizarse con cautela dado que existen diferencias en el procedimiento seguido para obtener los datos y en la muestra recogida. En este caso, se trata de una muestra no representativa de la población general. A pesar de las limitaciones que acabamos de plantear, y las consiguientes precauciones con las que deben considerarse los datos disponibles, creemos que existe cierta tendencia a medir la VG únicamente con datos sobre la violencia física en detrimento de otras formas de maltrato (Campbell, Martin, Moracco, Manganello, Macy, 2006). Por ello, si tenemos en consideración solo los datos de MF y MS de esta investigación, el porcentaje se reduce al 20% y 17% de las mujeres encuestadas, siendo los porcentajes equiparable a otros estudios (Bosch y Ferrer, 2003; Echeburúa et al., 2008; Ferrer y Bosch, 2005; Labrador et al., 2010; Sarasua, Zubizarreta, Echeburúa y Corral, 2007), donde este tipo de violencia aparece en torno al 10-30% de las mujeres maltratadas. No obstante, el MP es el que presenta una mayor presencia en dicho hospital, al igual que ocurre en otro estudios realizados previamente (Coker et al., 2000; Richardson, 2002; Harwell, Moore, Spence, 2003; Ruiz-Pérez et al., 2006). Además, esta situación no es exclusiva de este país, sino que Richardson et al. (2002) encontraron que el MP era más frecuente que el MF en mujeres que acudían a centros de atención primaria en la ciudad Londres (UK). Por tanto, los resultados de este trabajo reflejan un importante número de usuarias de urgencias hospitalarias relacionadas con la VG, una situación que precisa de la intervención de los profesionales de la salud por encontrarse en una situación privilegiada para detectar este grave problema de salud pública. 166 167 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Con la pretensión de ayudar en la detección de la VG y atención a la mujer se han identificado los colectivos de mujeres más vulnerables para sufrir VG por su pareja en el hospital que concierne a este estudio. Si bien es cierto que las características sociodemográficas de la mujer maltratada han sido definidas de forma general por otras investigaciones, como Vives-Cases et al. (2009), Labrador, Fernández-Velasco, Rincón (2010), Menéndez, Pérez, Lorence (2013), son menos aquellas que lo han definido en función del tipo de maltrato. En este sentido, tras los análisis realizados, podemos determinar que ninguna de las variables sociodemográficas estudiadas supone un factor de riesgo para la violencia psíquica. Sin embargo, se ha detectado una menor probabilidad de sufrir o haber sufrido esta situación de maltrato en las mujeres más jóvenes, quizás debido a su corta experiencia en relación de pareja o al encontrase en una situación de noviazgo. Algunas investigaciones han puesto de manifiesto cómo la convivencia con la pareja agrava el problema de VG. En concreto, según Fontanil et al. (2005), el 81.1% de los agresores han sido o son esposos o compañeros convivientes y el 18.9% restante novios. Por consiguiente, en esta investigación, ser joven es un factor protector para sufrir MP. No ocurre lo mismo en la situación de MF y MS donde esta situación se encuentra indistintamente en las mujeres de todas las edades, del mismo modo que afirma Fontanil et al. (2005). No obstante, la edad media de la mujer maltratada gira en torno a 42 años, un dato similar al de Menéndez, Pérez y Lorence (2013) y la IV Macro-encuesta de Violencia de Género con una media de en torno a 45 años. Por otro lado, el perfil de la mujer que ha sufrido o está sufriendo una situación de MF y/o MS es muy similar en esta investigación. En ambos casos, la mujer maltratada se asocia con una situación de divorcio, tener pareja de procedencia extranjera y un nivel de estudios bajo; siendo, estos tres últimos, factores de riesgo para sufrir una situación de maltrato por la pareja. Además, podemos determinar según los resultados de este estudio, que el MF se da independientemente de la nacionalidad de la mujer y de su situación laboral. Sin embargo no ocurre lo mismo en la violencia sexual, donde la nacionalidad extranjera de la víctima es una variable influyente en la situación de maltrato, al igual que en el MP, sin llegar a ser factor de riesgo. Del mismo modo, las mujeres víctimas de malos tratos en las tres tipologías son en su mayoría mujeres con hijos. Una vez analizado el perfil de la mujer maltratada nos encontramos datos muy similares a los estudios de Gage, Hutchinson, Power (2006); Ackerson, Kawachi, Barbeau, Subramanian (2008); Vives-Cases C, et al. (2009); Labrador, Fernández-Velasco, Rincón (2010), Menéndez, Pérez y Lorence (2013), donde la violencia de la pareja se manifiesta con mayor intensidad en los colectivos de mujeres con menor nivel educativo, con hijos a su cargo y extranjeras. Sin embargo en esta investigación se refleja cómo la influencia de estas variables depende del tipo de maltrato. 168 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Por otro lado, se destaca la asociación encontrada entre el estado civil y ser víctima de malos tratos físicos o sexuales. Según los resultados hallados, las mujeres divorciadas tienen una mayor probabilidad de sufrir o haber sufrido malos tratos, que se erige como una de las causa de ruptura del matrimonio, como ya avanzaban otros estudios (Jacobson y Gottman, 2001; Fontanil et al., 2005; Labrador, Fernández-Velasco, Rincón, 2010). Como afirma Fontanil et al. (2005), este es un segmento de la población que recibe escasa atención en las investigaciones, sin embargo son muchos los casos de mujeres que informan de su situación de agresiones de su expareja a pesar de no convivir con el agresor. Por último, y retomando la asociación existente entre la nacionalidad de la mujer maltratada y de su pareja con la situación de maltrato, consideramos que es preciso reflexionar sobre estos datos. Según nuestro estudio, tener pareja extranjera es un factor de riesgo para sufrir violencia física y sexual. Además, estudios como Casas y Rodríguez, (2009) han analizado las características de los agresores e identificado un mayor porcentaje de denuncias en varones de nacionalidad extranjera, por ser los responsables de infligir malos tratos a mujeres. En esta misma dirección, apuntan los estudios de Echeburúa et al. (2008) y Lila (2009) que un 30% de agresores son originarios de otros países (especialmente, latinoamericanos y africanos) y un 43% de agresores inmigrantes, respectivamente. Por otro lado, autores como Vives-Cases et al. (2008), afirman que el riesgo de morir por VG de una mujer extranjera en España es 5.3 veces mayor que el de una autóctona. En la misma línea, la prevalencia encontrada en la IV Macro-encuesta de Violencia de Género entre las mujeres inmigrantes que residen en España es del 30%, por tanto, consideran que las mujeres extranjeras residentes en España son un colectivo especialmente vulnerable (Echeburúa et al., 2008; Gracia, Herrero, Lila y Fuente, 2009; 2010). Según nuestro estudio, ser extranjera se asocia en mayor medida con el maltrato sexual, siendo una variable influyente pero no factor de riesgo en el resto de maltratos. Sería pertinente analizar las medidas existentes contra la VG para mejorar la detección y atención de los Según lo argumentado, sería pertinente analizar las medidas existentes con- grupos vulnerables Quizás la posición desfavorable en la estructura social del extranjero, caracterizada por una heterogeneidad de situaciones socioeconómicas y personales, o bien, la etnia y los valores aprehendidos durante su historia social y personal, puedan ser aspectos determinantes en la forma de vivir y convivir con la pareja. Además, las dificultades de acceso a los servicios sanitarios y sociales en comparación con las mujeres autóctonas son aspectos fundamentales que debieran abordarse con vistas a una mejora de la calidad de vida de estas mujeres con relaciones sentimentales más saludables. tra la VG para mejorar la detección y atención de los grupos vulnerables en función del tipo de maltrato. Un hecho que supondría una mejora en la pre- 169 Intercambio Editorial 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 vención e intervención en los casos de VG (Arredondo-Provecho et al., 2012 y Echarte Pazos et al., 2010) y una respuesta de los profesionales sanitarios más acorde con las necesidades del contexto. Como limitaciones de este estudio encontramos la dificultad para generalizar los resultados, si bien es cierto que se reúne un importante número de casos, estos corresponden al servicio de urgencias de un hospital y ciudad determinada. Se debe considerar en la interpretación de los datos que la muestra de este estudio no es representativa de la población general. Por tanto, sería conveniente realizar un estudio más prolongado (longitudinal) y obtener una muestra mayor para seguir profundizando y redefiniendo el perfil de la mujer maltratada según tipo de maltrato. Para concluir, los resultados obtenidos han sido compartidos con los distintos hospitales y centros de salud de la Región de Murcia, para dar constancia de la necesidad de mejorar la detección, atención y sensibilización de la VG en el sistema sanitario. Además, este estudio ha tenido una serie de repercusiones en la mejora del protocolo de atención a los casos de VG en el área VI Vega Media del Segura a la que pertenece este hospital. Se ha diseñado a nivel regional un registro informático específico para los casos atendidos por VG en los servicios de urgencias hospitalarios, atención especializada de salud, con la pretensión de unificar y mejorar la elaboración de los informes realizados, posibilitando a su vez, el establecimiento de cauces formales de coordinación entre atención primaria y especializada, garantizando una mejor detección, atención, ayuda a la mujer. Natalia González Morga Facultad de Educación. Campus universitario de Espinardo Universidad de Murcia natalia.gonzalez@um.es Gloria García Guillamón Facultad de Medicina. Campus universitario de Espinardo Universidad de Murcia gloria.garcia2@um.es Inmaculada Brando Asensio Depto. de Trabajo social Hospital General Universitario Morales Meseguer Miembro del Comité Asistencial de Ética y Comisión Técnica del Plan de Formación en Violencia de Género Región de Murcia inmaculada.brando@carm.es 170 Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio Bibliografía Ackerson, L. K.; Kawachi, I.; Barbeau, E. M.; Subramanian, S. V. (2008). “Effects of individual and proximate educational context on intimate partner violence: a popluation-based study of women in India”. En: American Journal of Public Health, 98, 507-514. Arredondo-Provecho, A. B.; Broco-Barredo, M.; Alcalá-Ponce, de León T.; Rivera-Álvarez, A.; Jiménez Trujillo, I.; Gallardo-Pino C. (2012). “Profesionales de Atención Primaria de Madrid y violencia de pareja hacia la mujer en el año 2010”. 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(2008). “Mortalidad por violencia del compañero íntimo en mujeres extranjeras residentes en España (1999-2006)”. En: Gaceta Sanitaria, 22, 232-235. 173 174 Libros recuperados, publicaciones, propuestas Educación Social Pedagogía Social Comunitaria y exclusión social Social 57 Editorial EducaciónEducación Social 57 57 Intercambio 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Foto: Carlo Süßmilch - Fotolia.com Intercambio Editorial 175 Libros recuperados Editorial EducaciónEducación Social 57 Social 57 EducaciónEducación Social 57 Social 57 Libros recuperados Editorial La descolonización del niño Gerard Mendel Barcelona: Ariel, 1974 Un título provocador para quien lo era por acción u omisión: Gerard Mendel (1930–1974), psiquiatra y antropólogo francés, figura clave en las primeras derivas intelectuales del análisis institucional, al que debemos la elaboración y difusión del “sociopsicoanálisis”. Una corriente de pensamiento y un método de trabajo en el que lo psíquico y lo social confluyen poniendo de relieve la transcendencia de los conflictos para la vida en sociedad. El fenómeno de la autoridad será uno de sus principales artífices. La autoridad, diría, como un tema-problema crucial para entender las relaciones humanas, las crisis generacionales o los fracasos de la educación en todos sus recorridos, filogenéticos y ontogenéticos. No hemos de buscar muy lejos: el origen de las prácticas autoritarias es inherente al psiquismo humano y a los modos de articularse jerárquicamente las sociedades, perpetuadas por las instituciones socio-culturales que las reproducen modelando el alma colectiva según el “estilo” cultural de cada época. En esta misión, la escuela y la familia no pueden ocultar la influencia que ejercen sobre el desarrollo psicoafectivo de los individuos, ya desde su primera infancia. De ahí la necesidad de interrogarlas y cuestionarlas para desvelar todas las contradic- 176 ciones psico-sociológicas, económicas, políticas, etc. que las alimentan, convirtiéndolas en un campo de fuerzas tan antagónicas como pasionales: casi nada les resulta ajeno en las tensiones que emergen de la lucha entre la imposición y la autogestión, el cautiverio y la liberación, un superior que domina y un inferior que se somete. Para Mendel, que ejercía como psicoanalista en el Hospital Psiquiátrico del Sena cuando estalla el Mayo francés del 68, los acontecimientos que encarnan la rebeldía juvenil de los colectivos estudiantiles son una muestra de cómo los poderes establecidos pueden ser interpelados, combatidos, socavados Como sucedería con otros intelectuales franceses y europeos (Beauvoir, Sartre, Foucault, Lacan, Derrida, Fromm, Habermas, etc.), las dudas que se generan en torno a la noción de autoridad legítima dejarán una profunda huella en su ideario filosófico, del que son buena muestra algunas de sus obras más emblemáticas: La révolte contre le père: une introduction à la sociopsychanalyse; La crise de générations: étude sociopsychanalytique; Le manifeste éducatif; o Pour décoloniser l’enfant: Sociopsychanalyse de l’autorité. En todas ellas, Mendel transita entre la antropología y la política, la sociología y la pedagogía, la psiquiatría y la psicología, el pasado y el porvenir. De hecho, su enfoque educativo es sustancialmente transaccional: comienza por invitarnos a 177 Libros recuperados Editorial estudiar los aspectos biopsíquicos y socioculturales; más tarde a analizar la crisis de civilización en la que se desenvuelve el hombre contemporáneo; posteriormente, a sentirnos partícipes de la mirada antropológica del sociopsicoanálisis como alternativa al devenir humano en general, y al quehacer de la educación y de la escuela en particular, en su irrenunciable misión de protagonizar el «aprendizaje de la libertad individual y social». Con estos supuestos, la ruptura sociopolítica, institucional y educativa que propugnaría Gerard Mendel tiene en La descolonización del niño uno de sus baluartes más firmes, que no obvia que el logro de un nuevo consenso social nacerá de la institucionalización del conflicto, un estado natural del hombre y de las sociedades. La revolución pedagógica, dirá, lo es «ante todo, porque para aprender a convivir con los conflictos conservando los ojos bien abiertos es necesario un aprendizaje que debe comenzar lo antes posible. Y no hay nada que vaya tan en contra de esta maduración como la sombra proyectada sobre la infancia» (pág. 17-18). Una revolución que se concreta en propuestas, entonces y aún hoy, «revolucionarias» en las que hemos dado en llamar sociedades avanzadas: derecho al voto a los 12 años, coeducación conflictual entre clases de edad, la infancia como un estado específico a desarrollar y preservar durante la vida paralelamente al estado adulto, la supresión de programas y no- 178 EducaciónEducación Social 57 Social 57 tas. En definitiva: «un nuevo estatuto de igualdad entre el niño y el adulto», sobre el que se dedica a argumentar en la tercera parte del libro. Aludimos, en todo caso, a una obra cuya edición original se publica en 1971, cuando los diagnósticos acerca de la crisis mundial de la educación (Coombs), de su incapacidad para afrontar las desventajas socioculturales y las desigualdades sociales (Bernstein, Bowles, Coleman, Jencks, Young) o su contribución inequívoca a fomentar la distinción y a la reproducción social (Bourdieu y Passeron) animan a los organismos internacionales a moverse, tratando de darle un nuevo rumbo al desarrollo educativo, que tendrá en el informe Aprender a ser: la educación del futuro (1972), dirigido por Edgar Faure, uno de sus más claros exponentes. En esta tarea renovadora colaboraría Gerard Mendel, con un trabajo sobre la autoridad –dos de sus ensayos son la primera y segunda parte de La descolonización del niño», por invitación del entonces director de la Sección de Juventud de la UNESCO, el profesor iraní Ehsan Naraghi. Volver a leer, treinta años después, a quien nos ha ayudado a entender la condición humana, ya desde sus infancias, nos sitúa ante una oportunidad grandiosa: observar con otra mirada lo que antes no pudimos o supimos ver. O acaso, sencillamente, lo que no teníamos capacidad para explicar e interpre- EducaciónEducación Social 57 Social 57 tar en todos sus significados. Puede que en esto resida bastante de lo que tiene recuperar este libro para su lectura hoy, dándonos la posibilidad de admirar la audacia con la que Mendel anunciaba sus tesis sobre la infancia en tanto que clase de edad y sobre la lucha de clases de edad como un complemento de la lucha de clases sociales. Pero, sobre todo, de reencontrarnos con lo que a muchos nos ha llevado a militar académica y profesionalmente en la pedagogía y en la educación como prácticas liberadoras: pensar que «la revolución de nuestra época será pedagógica o, simplemente, no será», aunque con ello «añade» no queramos decir «que deba ser solamente pedagógica, sino que, si no trae consigo una profunda modificación de la condición del niño, cualquier otro progreso, cualquier otra innovación, sea cual fuere su interés o su amplitud, se malograrán” (pág. 172). La revolución social, matizará Mendel en una nota al pie de la página 225, es la que hace «o haría» posible tal revolución pedagógica, admitiendo que difícilmente podrá tener lugar un progreso político sin que esta revolución pedagógica se dé, precediendo o acompañando la social. En ello estamos en la educación, sean cuales sean sus apellidos, dentro y fuera de las escuelas. También en la educación social: albergando esperanzas e ideales, aunque las realidades contradigan reiteradamente sus afanes. En relación a el- Libros recuperados Editorial las, como catalizador de las tomas de conciencia colectivas, siendo a la vez un método de conocimiento y de intervención, el sociopsicoanálisis, en palabras de Mendel, debe ser consciente de sus límites, ya que en el fondo puede que no haga mucho más que desencadenar una posibilidad. Él la situaba en una utopía realista: que la infancia pueda ser un estado y una clase sociopolítica independiente de los adultos. Para conseguirlo, la función de las instituciones escolares y, por extensión de la educación, sería múltiple (pág. 231-232): lograr la plenitud del estado de infancia; preparación para el estado adulto; ayuda institucional destinada a hacer soportable el conflicto sin recurrir a los pretextos tradicionales fundamentados en la proyección y la idealización; aprendizaje del conocimiento de sí mismo y de los otros, sobre todo en sus modalidades inconscientes. Como los niños no están solos en la institución ni pueden crear solos su clase institucional, sino que están acompañados y necesitan ayuda, Mendel invoca la importante responsabilidad que en su descolonización deben tener los profesores y los educadores. En tiempos de ataduras y dependencias como los que vivimos, una invitación explícita a aclararnos de qué lado y con quién estamos. José Antonio Caride Catedrático de Pedagogía Universidad Santiago de Compostela 179 Libros recuperados Editorial Publicaciones Publicacions EducaciónEducación Social 57 Social Educació Social57 xx EducaciónSocial Socialxx 57 Educación Social 57 Educación Educació Social 57 LibrosPublicaciones recuperados Editorial Publicacions Conversación entre Teresa Forcades y Esther Vivas. Sin miedo Teresa Forcades y Esther Vivas Barcelona: Icaria Editorial, 2013 No queda clara la autoría del mensaje sobradamente conocido de “Piensa globalmente, actúa localmente” pero en todo caso podría ser uno de los múltiples subtítulos de este libro y, por supuesto, un concepto que define, en parte, a sus autoras. El concepto se identifica claramente con un modelo de profesiones sociales que vayan más allá de las planificaciones y del diseño de acciones concretas en un tiempo determinado. El texto invita a pensar en profesiones que sepan posicionarse también desde parámetros globales. Las dos autoras son activistas convencidas de que el cambio del modelo social y político actual puede llegar a ser posible. Sin miedo, se dirigen y, además, se enfrentan de manera continuada al “discurso único”, a aquellos parámetros en los que nos basamos sin preguntarnos el porqué desde que nos levantamos por la mañana hasta que vamos a dormir. Aquellos sobre los que nos han hecho creer que no hay alternativas. Y no debe ser fácil mantener este discurso con viento en contra, pero cada una de las diferentes partes del libro habla de manera abstracta del sistema o “circo global” en el que participamos, pero 180 también concretan de manera detallada cuáles son los “números circenses” que más nos deslumbran despistando así nuestra posibilidad de ser críticos. Este circo global está garantizando el mantenimiento de las diferencias sociales tanto en contenido, como en forma y en organización. De hecho, algunas de estas desigualdades tienen una relación directa con la pobreza y pobreza extrema y, por supuesto, con las estadísticas de mortalidad infantil en algunas partes del planeta. A nadie le tendría pasar por alto que la repercusión de este modelo es que en el tiempo que va a tardar el lector en leer este escrito habrán muerto dos niños de menos de cinco años solo por no haberse podido lavar las manos con jabón. Uno cada minuto, 63 cada hora, 1.500 cada uno de los días del año (datos de Unicef, 2013). Tan solo conseguimos tener el día mundial del lavado de manos cada 15 de octubre. El contenido de las decisiones globales son más que dudosas, pero el planteamiento de las reglas del juego mundial y también local todavía lo son más y se ponen en duda en el libro. Desde el fácil discurso de que la democracia no es acercarse al ciudadano cada cuatro años, hasta las sugerencias de gestión desde el bien común, son algunas de las propuestas que podemos encontrar en el texto. Si seguimos las trayectorias de las dos activistas descubriremos que propuestas no les faltan, eso sí, muchas de ellas sin cuadrar con las carpas mediáticas y políticas actuales. Oscar Martínez Rivera Profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés Universidad Ramon Lllull La organización mundial, que ha sucumbido a las demandas del capital y en la que sólo toman decisiones una minoría con “el poder”, no es capaz de generar oportunidades entre una gran parte del planeta y una gran parte de personas supuestamente con los mismos derechos. Los más perjudicados por este sistema también viven en nuestras ciudades. 181 Libros recuperados Editorial Publicaciones Publicacions EducaciónEducación Social 57 Social Educació Social57 xx Libros recibidos EducaciónSocial Socialxx 57 Educación Educació Social 57 Educación Social 57 Libros recuperados Publicacions Propuestas Editorial Propuestas Próximos números monográficos Galceran, M. (2014). Crisi, vulnerabilitat i pedagogia social. Barcelona: UOC. Pastor, E. (2014). Trabajo social en el siglo xxi. Madrid: Grupo 5. Turró, G. (2014). La pedagogia esportiva de la Federació de Joves Cristians de Catalunya (1931-1936). Barcelona: Claret. Sanz Jiménez, N. (2014). Gritando al mundo. Madrid: CCS. Diversidad funcional Uno de los campos de trabajo donde más ha evolucionado el discurso durante los últimos años es el de las personas con diversidad funcional y la cuestión de la discapacidad. La crisis del modelo biomédico como única forma de explicar el fenómeno ha permitido incorporar otras referencias teóricas que dan nuevas perspectivas de análisis. Esto ha hecho avanzar tanto las miradas como los discursos y el lenguaje, que es el reflejo de los implícitos y de los supuestos con los que leemos las realidad. Todo ello ha experimentado cambios sustanciales: en poco tiempo se ha pasado de hablar de “minusvalía”, “persona con disminución” o “discapacidad” hasta llegar al concepto de “diversidad funcional”. El cambio de paradigma y el protagonismo de la vida independiente indudablemente debe hacer cambiar los diseños de los proyectos sociales y educativos vinculados a esta cuestión. En este monográfico se presenta el estado actual del discurso teórico y profesional sobre este campo. 182 183 Libros recuperados Propuestas Publicacions Editorial Educación Educació Social Social57 57 xx EducaciónEducación Social 57 Social Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria Nº 22. Julio/ July/ julho– diciembre/ December / dezembro 2013 Pautas generales para la presentación de originales Sumario No 22 (2013) Educación Social en prisiones / Social education in prision / Educaçao Social em prisão Educación Social. Revista de intervención socioeducativa, a través de la sección “Intercambio”, está abierta a las aportaciones de experiencias, trabajos e investigaciones de los diversos ámbitos de la intervención socioeducativa. Se dará prioridad a aquellos artículos que hagan aportaciones significativas para la práctica profesional o traten aspectos innovadores respecto a los campos de intervención o a los modelos y métodos de trabajo. Presentación / Presentatio / Apresentaçao 1 Los artículos deberán ser inéditos. 2 La extensión máxima de los artículos para la sección de intercambio será de entre 36.000 y 39.000 caracteres (con espacios). También se pueden aportar reseñas bibliográficas para la sección “Publicaciones” y crónicas o informaciones de interés profesional para la sección “Propuestas”. En estos casos la extensión máxima será de 2.500 caracteres. 3 Los trabajos pueden presentarse en castellano o catalán, indistintamente. La presentación de los artículos tendrá que ser por correo electrónico, en un archivo de Word. 4 Indicaciones: • Las tablas y gráficos se presentarán en un archivo aparte y se indicará el lugar donde hay que colocarlos en el artículo. • Las anotaciones a pie de página se numerarán por orden de aparición y se presentarán al final del texto. • Las referencias bibliográficas se presentarán al final del texto y por orden alfabético de autores. 5 Los artículos tendrán que ir acompañados en un documento aparte de los datos básicos del autor/es: nombre y apellidos, 184 dirección electrónica y postal, teléfono, fax, profesión, cargo y puesto de trabajo. 6 El consejo de redacción escogerá los trabajos para publicar de entre los aceptados por el comité científico y comunicará a los autores la decisión tomada. 7 No se devolverán los originales de los trabajos no publicados. 8 Los textos que se publican en esta revista están sujetos a las condiciones de una licencia Creative Commons de Reconocimiento-No comercial-con obras derivadas. Así pues, se autoriza al público en general a reproducir, distribuir y comunicar y generar obras derivadas de la obra siempre que se reconozca la autoría y la entidad que la publica y no se haga un uso comercial . Los autores/as que quieran publicar en Educación social. Revista de intervención socioeducativa aceptan estas condiciones. Los artículos o colaboraciones hay que enviarlos a: intercanvires@peretarres.org Revista Educación Social (redacción) | Educación Social en prisiones / Social education in prision / Educaçao Social em prisão Fanny T. Añaños Bedriñana Monográfico / Monograph / Monográfico | | | | Aproximación a los contextos en prisión. Una perspectiva socioeducativa Approach to the context in prison. Socio educational perspective Abordagem do contexto em prisão. Perspectiva social e educacional Fanny T. Añaños-Bedriñana, María del Pilar Fernández Sánchez, Juan José Llopis LLácer | | | | La educación puesta a prueba en un espacio de reclusión Education Put to the Prison Test A educaçao face à detençao Gilles Chantraine, Nicolas Sallée | | | | El ambiente en prisión: La atención recibida por las reclusas y las relaciones intramuros The || nvironment in prison: the care provided to the women prisioners and intramural relations. O ambientea prisão: o atendimento prestado às mulheres presas e as relações intramuros Mª del Mar García-Vita, Miguel Melendro Estefanía | | | | Los programas de tratamiento con mujeres: Actuación socioeducativa y sociolaboral en prisiones Treatment with women: action socio educational and for the employment in prisons Tratamento de mulheres: actuação sócio-educativa e sócio-trabalhista em prisões Francisco José del Pozo Serrano, Francisco Jiménez Bautista, Ángel Manuel Turbi Pinazo Investigación /Research / Pesquisa | | | | Exigencias profesionales del animador/a: Competencias clave Professional requirements for a sociocultural animator: key competences Requisitos profissionais para um animador sociocultural: competências básicas Mª Luisa Sarrate Capdevila, José Luis García Llamas, Gloria Perez Serrano | | | | Ciudadanía y participación en contextos de fractura y exclusión social Citizenship and participation in the context of social exclusion and fracture Cidadania e participação em contextos de exclusão fratura e social Enrique Pastor Seller | | | | Estrategias eficaces de intervención socioeducativa con adolescentes en riesgo social Effective strategies of socio-educational intervention with adolescents in social risk situation Estratégias eficazes de intervenção sócio-educativa com adolescentes em situação de risco Miguel Melendro, Ángel Luis Gonzalez Olivares, Ana Eva Rodríguez Bravo 185 | | | | | | | | | | | | Viviendas supervisadas para personas con trastorno mental severo en Asturias: ¿ambiente restrictivo o abiertas a la comunidad? Supervised housing for people with severe mental illness in Asturias: restrictive environment or open to the community? Moradas supervisionadas para pessoas com doença mental grave em Astúrias: ambiente restritivo ou aberto para a comunidade? Omar Garcia-Perez Programa de Desarrollo de Competencias para el Aprendizaje a lo Largo de la Vida para Estudiantes de Educación Superior Lifelong Learning Competences Development Program for Higher Education Programa de Desenvolvimento de Competências para a Aprendizagem ao Longo da Vida de Estudante do Ensino Superior Catalina Martinez Mediano, Susan M. Lord, Nuria Rioperez Losada Análisis del bienestar psicológico, estado de salud percibido y calidad de vida en personas adultas mayores Analysis of psychological well-being, perceived health status and quality of life in older adults Análise de bem-estar psicológico, estado de saúde e qualidade de vida em adultos mais velhos Ángel De-Juanas Oliva, María Rosario Limón Mendizábal, Enrique Navarro Asencio Informaciones/ information/ informações | | | | | | 186 Reseñas bibliográficas / Reviews/ Resenhas bibliográficas Resumen de Tesis / Thesis abstract/ Resumos de teses Actividades Pedagógicas / Educational Activities/ Atividades Educacionais Colaboran en este número / Constributions to this Issue/ Colaborar Nesta Edição Normas de redacción / Guidelines for author(s)/ Normas de redação Boletín de suscripción / Newsletter Subscription/ Assinatura