Fisher: la primera síntesis Introducción: Para hablar de historia de lo que hoy llamamos Genética de Poblaciones es preciso partir cuando menos de la segunda mitad del siglo XIX, pues es en esta época cuando aparecen dos trabajos fundamentales para el ulterior desarrollo de la Biología y de la ciencia en general. Se trata de la publicación, en 1859, del libro ''El Origen de las Especies...'' por Charles Darwin, y la presentación del reporte ''Experimentos de Hibridación en Plantas'' por Gregor Mendel en el año de 1865, ante la Sociedad para el Estudio de las Ciencias Naturales de Brün, Austria (hoy Brno, República Checa). La ciencia biológica anterior a la segunda mitad del siglo XIX estuvo enfocada principalmente hacia introducir cierto orden en la clasificación de plantas y animales; había muy poca teoría cuantitativa y muy poca especulación cualitativa sobre las causas de la enorme variabilidad observada de formas y especies: es por esta razón que, aunque pueda perfectamente trazarse la historia del estudio de la Genética y de los conceptos estadísticos y matemáticos en la Biología con mucha anterioridad a las dos fechas mencionadas arriba, pueda abordarse con legitimidad -para el objetivo de este ensayo- la historia de la Genética Matemática a partir de estos dos fundamentales y exitosos intentos de aplicación de los conceptos matemáticos en la teoría biológica. En efecto, las leyes de la herencia, tal y como fueron enunciadas por Mendel, constituyen el prototipo de teoría cuantitativa en Biología; el experimento mismo y el reporte final son ejemplos sorprendentes de un magnífico diseño experimental y de una habilidad no común en aquel tiempo para la inferencia estadística. Por otro lado, el trabajo de Charles Darwin, meditado y preparado durante casi veinte años, ofrece un ejemplo de una experiencia fascinante de observación, acopio de datos, síntesis, inferencia y especulación cualitativa teórica sin igual hasta entonces en la historia de la Biología, a excepción, por supuesto, del trabajo de Lyell en Geología y del trabajo paralelo de Wallace que llevó a éste a concebir, independientemente de Darwin, a la selección natural. Es precisamente en la concepción del fenómeno de la selección natural donde la especulación teórica se ve claramente recompensada por la influencia del pensamiento matemático -o estadístico-, fundado en una tradición filosófica contraria al vitalismo y al esencialismo: el ver a las especies o grupos de seres vivos, no como formas o tipos únicos, sino como poblaciones cuyos miembros presentan gran variabilidad, aunado al razonamiento lógico matemático, basado en la observación de que los seres vivos se reproducen a tasas constantes, de modo tal que, en condiciones ideales, las poblaciones crecerían explosivamente (exponencialmente, o ''geométricamente'', según las palabras de Malthus), lleva a Darwin a inferir correctamente como puede admirarse en el capítulo III de su libro- que la razón de que esto no suceda se debe a una mortandad diferencial (o reproducción diferencial, en sentido positivo) debida a la competencia por el alimento, la capacidad diferencial de huir del depredador, etc., aptitudes variables de individuo a individuo correlacionadas con la variabilidad de formas, lo que implica que, en promedio, ''los más aptos sobrevivan''. Es claro entonces que ''selección natural'' es un concepto estadístico: las poblaciones de seres vivos se enfrentan a la vida en un medio ambiente en el cual algunos tienen mayores probabilidades que otros de dejar descendencia. Mendel y el mendelismo Desde un siglo antes de Mendel se habían hecho ya experimentos sobre hibridación en plantas, destacando los trabajos de Koelreuter, quien explicaba las diferencias encontradas entre las generaciones F1 y F2 en términos químicos, quizá influido por el mecanicismo reduccionista de la época, motivado por el éxito de los métodos de Descartes y Newton; llegó a demostrar un par de hechos importantes: que la hibridación no produce nuevas especies y que las contribuciones genéticas de ambos progenitores -padre y madre- son iguales, refutando así las afirmaciones de Linneo y sus seguidores, quienes suponían cosas distintas a partir de resultados de cruzas que nunca llevaron más allá de las generaciones F1. Otros dos investigadores anteriores a Mendel fueron Naudin y Gaertner, quienes redescubrieron la segregación en la generación F2, consistente en los tres tipos: dos parentales y un híbrido, pero no pusieron atención a las proporciones y vieron en sus resultados sólo una reversión de los híbridos a las especies progenitoras. Quizá la contribución más importante de Gaertner fue probar un gran número de especies, mostrando que algunas eran más susceptibles que otras para la investigación genética, lo que debió facilitar a Mendel el elegir a los famosos chícharos (Pisum sp.) para sus experimentos, pues este género es excepcionalmente adecuado para estos propósitos. En efecto, se sabe que Mendel poseía una copia del libro de Gaertner y que lo estudió cuidadosamente, haciéndole posible no sólo seleccionar esmeradamente su material experimental, sino también el plantearse las preguntas correctas que desembocarían en una interpretación exitosa, completamente diferente, de los resultados. Mendel realizó sus experimentos en un destartalado jardín de 40 m. de largo por unos 7 m. de ancho que se hallaba junto a la biblioteca de su monasterio en Brün. Antes de convertirse en monje había estudiado Filosofía en Olmütz y, ya en el monasterio, el prelado le dio oportunidad no sólo de estudiar Botánica y hacer experimentos en el jardín, sino de ir a Viena a estudiar Física, Matemáticas y Zoología en la Universidad. Estuvo allí casi dos años bajo la tutela de eminentes físicos y zoólogos. Su profesor de Botánica, Franz Unger, le enseñó no sólo Anatomía y Fisiología, sino que lo introdujo en los entonces modernos campos de la Citología y la Embriología vegetales. Unger había adoptado la Teoría de la Evolución y había expresado la opinión de que las variantes aparecen en las poblaciones naturales y dan lugar a variedades y subespecies hasta que finalmente las más diferentes alcanzan el nivel de especies distintas. Aparentemente, Mendel quiso probar la hipótesis de Unger y tuvo que fijarse en variantes y variedades en vez de hacerlo en la ''esencia de la especie'', como había sido hecho por sus predecesores. Además de los resultados expresados en las leyes, una contribución fundamental de Mendel fue su método, consistente en la contabilidad cuidadosa y sistemática de las clases observadas y en el cálculo de las razones numéricas. Mendel tuvo una excelente educación en Física y Matemáticas y llevó cursos en Viena con el famoso físico Doppler, sirviendo incluso como ayudante en el Instituto de Física de la Universidad de Viena por un tiempo. Así, debió aprender mucho de la Teoría de Probabilidades que se estudiaba en aquel tiempo, sobre todo los modelos binomial, de Poisson y normal diseñados por los matemáticos Bernoulli, Poisson y Gauss, quienes eran muy famosos en las principales universidades alemanas; debió aprender también a llevar registros cuidadosos de sus observaciones y a obtener generalizaciones numéricas. Mendel, en contraste con los primeros hibridadores, se había construido una hipótesis de trabajo definida antes de comenzar sus experimentos con Pisum; tal vez su primer modelo fue puramente matemático y sólo después obtuvo razones numéricas definidas que fueron las que lo llevaron a preguntarse qué factores dentro de los organismos podrían explicar la ocurrencia tan precisa, definida y predecible de tales cocientes. Quizá fue entonces que propuso -y probó una y otra vez- la hipótesis de que una planta produce dos clases de células huevo y dos clases de polen para cada uno de sus caracteres. En aquella pequeña parcela Mendel plantó cientos de plantas de chícharos de varios tipos: de flores violetas y de flores blancas, altas y enanas, de semillas lisas y de semillas rugosas, de color amarillo y de color verde, etc., y durante siete años realizó cientos de experimentos de cruce. De entre los caracteres elegidos que cumplían con los requisitos elegidos por él mismo (que fuesen caracteres diferenciantes constantes), elegiremos dos para seguir sus experiencias y razonamientos: la textura del tegumento de la semilla, que podía ser liso o rugoso, y el color del mismo, que podía ser amarillo o verde. Cada par de los correspondientes caracteres diferenciantes mencionados fue unido por fecundación cruzada; para la textura se hicieron 60 fecundaciones con 15 plantas; para el color, 58 fecundaciones con 10 plantas: posteriormente observó que, de estos cruces, las plantas hijas (F1) no eran de carácter intermedio, sino igual al de alguno de los progenitores, siendo el carácter manifiesto siempre el mismo, al que por ello Mendel llamó dominante, y recesivo al otro puesto que ''espera'' a manifestarse hasta la segunda generación, como vio después. De los caracteres que aquí hemos elegido para mostrar el razonamiento de Mendel, los dominantes eran: para la textura del tegumento, el liso; para el color, el amarillo. El reporte de Mendel procede a describir las cruzas de los híbridos entre sí, manteniendo aislados a los grupos de cada carácter; apunta que los descendientes obtenidos de esta cruza (generación F2 para nosotros) son de dos tipos: exactamente los de los individuos de las estirpes parentales y que se hallan presentes en la proporción 3:1 ''en promedio'' (sus palabras); esto es, 3/4 de los individuos poseen el carácter dominante y 1/4 el recesivo. Inmediatamente subraya que ''no se observaron formas de transición en ningún experimento''. Los resultados que registra (omitimos otros caracteres que no sean textura del tegumento y color de la semilla) son los siguientes: Experimento 1: Textura.- Se obtuvieron 7324 semillas de 253 híbridos; 5474 lisas y 1850 rugosas. Proporción: 2.96:1 Experimento 2: Color.- Se obtuvieron 8023 semillas de 258 híbridos; 6022 amarillas y 2001 verdes. Proporción: 3.01:1 Mendel hace notar que el carácter dominante ''puede tener doble significado: parental o híbrido'' (homócigo o heterócigo, diremos nosotros), mientras que aquellas plantas con carácter recesivo producen progenie constante con ese carácter en todas las generaciones sucesivas. El siguiente experimento trata de confirmar que, de los dominantes, un tercio es con carácter dominante constante (como en los recesivos) y los dos tercios restantes se comportan como híbridos (dan progenie de dos tipos en la proporción 3:1) y apunta que ''aparece determinada con certeza la razón media de 2:1'' y que ''queda claro ahora que los híbridos forman semillas que tienen uno u otro de los caracteres diferentes y que de éstos una mitad se desarrolla de nuevo en forma híbrida, mientras que la otra mitad da plantas que permanecen constantes y que reciben en igual cantidad los caracteres dominante o recesivo''. Mendel procede entonces a elaborar un modelo matemático representando con mayúsculas a los caracteres dominantes y con minúsculas a los recesivos, conviene en que el símbolo Aa se refiere a los híbridos y las letras solas A y a se refieren a los caracteres constantes y postula que ''la expresión A + 2Aa + a representa los términos de la serie de la progenie de los híbridos de dos caracteres diferenciantes...'' que se hallan en las proporciones 1:2:1. Registra enseguida los experimentos sobre progenie de híbridos con varios caracteres diferentes asociados y concluye que ''la progenie de los híbridos en los que hay combinados caracteres esencialmente distintos presenta los términos de una serie de combinaciones en las que están unidas las series evolutivas de cada par de caracteres diferentes'', haciendo ver que en el mismo experimento se concluye que ''la relación de cada par de caracteres diferentes de la unión híbrida es independiente de las otras diferencias de las dos razas paternas originales'' y concluye esta parte del reporte diciendo que ''queda demostrado prácticamente que los caracteres constantes que aparecen en las distintas variedades de un grupo de plantas pueden obtenerse en todas las asociaciones que sean posibles según las leyes [matemáticas] de combinación mediante fertilización artificial repetida...''. Por último, en el capítulo final del reporte, redondea y da forma a su teoría postulando la manera en que los caracteres se hallan presentes en las células germinales, llamando ''factores'' a los entes responsables (''genes'' para nosotros) y es capaz de predecir con absoluta precisión los resultados de diversas cruzas en las que se hallan involucrados dos caracteres. Siguiendo su nomenclatura (y con los caracteres que elegimos arriba) denota como A - lisas, a - rugosas; B - amarillas, b - verdes, y realiza los siguientes experimentos de fecundación: 1.- híbridos con polen de AB 2.- híbridos con polen de ab 3.- AB con polen de híbridos 4.- ab con polen de híbridos y dice: ''Si la teoría fuese correcta, debería cumplirse en las células huevo y polen de los híbridos la presencia de las formas AB, Ab, aB y ab y se combinarían: 1.- células huevo AB}, Ab}, aB y ab con polen AB 2.- células huevo AB, Ab, aB y ab con polen ab 3.- células huevo AB con polen AB, Ab, aB y ab 4.- células huevo ab con polen AB, Ab, aB y ab y resultarían solamente las siguientes formas: 1.- AB, ABb, AaB, AaBb 2.- AaBb, Aab, aBb, ab 3.- como en 1 4.- como en 2'' y apunta, después de explicar su razonamiento: ''La cosecha colmó plenamente estas esperanzas. Se obtuvo: - En el primer experimento: 98 semillas exclusivamente lisas y amarillas - En el segundo: 31 semillas lisas y amarillas, 26 lisas verdes, 27 rugosas y amarillas, 26 rugosas verdes - En el tercero: 94 semillas exclusivamente lisas y amarillas - En el cuarto: 24 semillas lisas y amarillas, 25 lisas verdes, 22 rugosas amarillas y 27 rugosas verdes. ...por tanto, queda confirmada experimentalmente la teoría de que los chícharos híbridos forman células polen y huevo que, en su constitución, manifiestan en números iguales todas las formas constantes que resultan de la combinación de los caracteres unidos por fertilización.'' Es en ese momento cuando nace la primera teoría matemática en Biología: la Genética Mendeliana. El principal resultado de esta fascinante investigación fue el descubrimiento de que ciertos caracteres paternos son transmitidos sin variación, ''sin atenuación ni fusión'' (Huxley, J.) porque son transportados por cierta unidad distintiva o partícula. Desde un principio Mendel pudo ver la necesidad de determinar ''el número de formas distintas bajo las que aparecen los descendientes de los híbridos'', ''sus relaciones estadísticas'' y ''sus proporciones numéricas''. Este énfasis en la definición precisa, cuantitativa, es lo que distingue sus métodos y sus resultados, así como la correcta interpretación de aquéllos, de todos sus predecesores y de los investigadores posteriores (antes de 1900) imbuidos todavía por el pensamiento esencialista. Del trabajo se desprenden dos conclusiones fundamentales (las ''leyes de Mendel''): En cada individuo los genes se encuentran formando pares, los genes contenidos en esos pares, ya sean dominantes o recesivos, son entidades independientes ''que emergen separadas y sin cambio en los gametos para cooperar en el zigoto'' (primera ley); cuando las células sexuales maduran, los pares se disuelven y los genes se separan unos de otros; esta separación da la oportunidad de que se combinen caracteres diferentes porque los miembros de cada par de genes se separan independientemente de los otros pares -durante la gametogénesis- y se mezclan y distribuyen también independientemente de los otros pares al momento de la formación del zigoto (segunda ley). Así pues, ''sin ningún conocimiento de citología cromosómica, sin los análisis teóricos de Weismann, y sin el beneficio de muchos otros descubrimientos seminales hechos entre 1865 y 1900, él [Mendel] descubrió una nueva manera de ver la herencia expresándola en términos del comportamiento de caracteres unitarios y usó ese interés para llegar a generalizaciones de largo alcance. Su éxito fue uno de los más brillantes en toda la historia de la ciencia'', como resalta Mayr (1973) su admiración por el inspirado trabajo de Mendel; sin embargo, este mismo autor apunta que la contribución más significativa de Mendel no fue -contrariamente a lo que muchos biólogos suponen- el demostrar la realidad de una teoría corpuscular o discreta de la herencia, sino su insistencia en que ''cada carácter está representado en un zigoto por sólo dos factores, uno derivado del padre y el otro de la madre'', lo que ''fue la idea que revolucionó la Genética'' (Mayr, 1973). Esta pertinente aclaración de Mayr es importante pues, desde el mismo Darwin y en los trabajos de Weismann -e incluso en los de De Vries y Bateson anteriores a 1900- se sostenía que existían numerosos factores idénticos determinantes para un carácter dado, en cada célula (teoría de los pangenes o Pangénesis). Según la Pangénesis, cada célula del cuerpo producía un ''germen'' que se instalaba en las células gaméticas con el fin de reproducir el fragmento del futuro individuo que cada una representaba en la generación siguiente. Una vez refutada por Mendel esta hipótesis -aunque habría que esperar hasta el siguiente siglo para su conocimiento universal- era necesario el trabajo minucioso en Citología para sentar las bases materiales de la nueva Genética Mendeliana. Otra característica significativa de su trabajo es que la Estadística, con Mendel, entra a jugar un papel esencial en la Biología, del modo en que, con Boltzmann, lo hizo en la Física. No es el desarrollo de un individuo y el comportamiento de sus características hereditarias en relación a sus ancestros lo importante, sino es el comportamiento de tales características en las poblaciones, entre una y otra generaciones, lo que ofrece ante los nuevos científicos una fenomenología susceptible de ser cuantificada. Esta actitud, con la que Mendel se adelantó a su época, es la que a finales del siglo comienza a ser adoptada y rápidamente extendida (y no es casual entonces que en diversos lugares e independientemente se comience a trabajar con ella), siguiendo la misma metodología experimental de procesamiento de datos e inferencia estadística para llegar finalmente a las mismas conclusiones, ''redescubriendo'', así, en Alemania, en Holanda, en Austria, los resultados del trabajo de Mendel. Son hibridadores de nuevo, De Vries, Correns, Tschermark, quienes independientemente llegan, al mismo tiempo, a las mismas conclusiones no tan casualmente; la comunicación de los resultados se propaga con rapidez y todos ceden el honor del descubrimiento original al monje austriaco fallecido sin pena ni gloria años atrás. Simultáneamente, los avances hechos en Citología por Fleming, Waldeger, Van Beneden, etc., habían llevado a los naturalistas a proponer una drástica separación entre ''soma'' y ''germen'' y a los citólogos a identificar el papel central del núcleo celular primero, y luego definitivamente de los cromosomas -por Boveri- como responsables de la transmisión de los caracteres hereditarios. Así , Weismann afirma que las células germinales pueden dar origen a células somáticas y germinales, mientras que las somáticas sólo dan origen a células somáticas; esto último tiene una implicación importante: las alteraciones sufridas por las células somáticas no tienen nada que ver con la herencia, ''todos los cambios debidos a influencias exteriores son pasajeros y desaparecen con el individuo'', lo que refuta definitivamente la teoría lamarkiana y será la pauta para rechazar eventualmente toda hipótesis sobre ''herencia suave'' que se relacionaba con la pangénesis original adoptada por Darwin. Confluyen en este momento tres tendencias distintas en la Biología: los estudios estadísticos sobre la herencia, la búsqueda de la sustancia responsable de la estabilidad de las especies y de la variabilidad dentro de las poblaciones, y los trabajos de laboratorio en Citología, que apuntaban hacia los cromosomas como los entes idóneos para sustentar las bases materiales de los factores mendelianos y cuya variación en distribución u ordenamiento fueran responsables de las fluctuaciones observadas en las poblaciones reales sobre las que actuaría la selección natural. No fue, sin embargo, tan inmediato y directo el camino que llevaría a esta síntesis de la ciencia evolutiva, que habría de esperar todavía cuarenta años; hubo un sinnúmero de confusiones y malentendidos que analizaremos brevemente. En cuanto al camino que trazaron los hibridadores primero, y luego los genetistas de laboratorio, puede decirse que, aun cuando en un principio éstos siguieron los métodos mendelianos, la falla en uno de los pasos fundamentales -el elegir a los especímenes adecuados- llevó a los mendelianos a proponer como primordial -si no única- causa directa y creadora del proceso evolutivo a los eventuales cambios, azarosos y bruscos (mutaciones) en el contenido factorial (o ''genético'', según Johannsen) de las especies. Así , por ejemplo, De Vries afirma que las mutaciones se dan al azar, tanto progresivas como regresivas, ''en todas direcciones, unas útiles y otras perjudiciales, la mayoría neutras'', de modo que proporcionan ''un material considerable para la actuación de la selección natural'', la que se convierte en una fuerza ''meramente pasiva, sin dirección'' (Bateson). Esta actitud, contraria a la sostenida por los naturalistas darwinistas, llevó a discusiones acres y violentas, durante mucho tiempo, entre mendelianos y naturalistas y biómetras. Las razones principales fueron la incapacidad de los mendelianos de pensar en términos poblacionales -pues, contradictoriamente a la tradición estadística que pretendían heredar de Mendel, casi todos ellos pensaban en las especies como ''tipos'' o ''formas'' dadas, invariables y únicas-, por un lado, y la reticencia inicial de los biómetras y naturalistas a ver en la dinámica mendeliana el complemento -y sustento genético- de la necesaria variabilidad y estabilidad sobre las que actuase la selección natural. El concepto de ''mutación'' sería poco a poco modificado por los investigadores posteriores en Genética, como Müller y Morgan -sobre todo este últimohasta admitir mutaciones que cambian sólo ligeramente la composición (fenotípica) de los individuos, haciendo posible así la conciliación entre la Genética mendeliana y la Biometría de Galton y Pearson. Sólo añadimos, a manera de anécdota, que en lo que falló De Vries en elegir adecuadamente los sujetos experimentales- lo consiguió Morgan exitosamente al hallar a la famosa mosca de la fruta (Drosophyla sp.) como sujeto idóneo. Así entonces, uno de los conceptos por revisar con detalle (con Fisher) es el que desacreditó a los mendelianos (ante los naturalistas darwinianos) durante años: el de mutación. La Escuela Biométrica Inglesa En la última parte del siglo XIX los estudios de Genética se concentraron en la cruza de plantas (principalmente Horticultura) y los investigadores se veían abrumados por las innumerables sutilezas y variaciones manifiestas en los caracteres cuantitativos, pero estaban intrigados por los cambios en las frecuencias de rasgos continuos tal y como se transmiten a través de generaciones sucesivas en las poblaciones humanas. Francis Galton (primo de Darwin) y Karl Pearson (un protegido de Galton, originalmente economista) desarrollaron los fundamentos de la Biometría, precursora de la ciencia bioestadística moderna -a la que legaron conceptos fundamentales como los de covarianza y correlaciónmotivados principalmente por problemas planteados por la Teoría de la Evolución y la Eugenesia. Durante los primeros años del siglo XX el campo de la Biología Evolutiva se hallaba en un estado de controversia (como hoy) y desorden. Los encuentros personales entre sus protagonistas exacerbaron las ya de sí profundas divisiones sobre las cuestiones relevantes de la evolución y no alcanzaba a verse la posibilidad de una conciliación. La causa principal, como hemos dicho, fue el redescubrimiento de las leyes de Mendel, lo que reforzó una previa división entre los biólogos acerca de la naturaleza de la evolución, ya que cuando fue publicado ''El Origen de las Especies...'', aparte de las controversias de índole no científica que provocó, puso a los científicos en posiciones encontradas con respecto a varios aspectos de la teoría. El hecho de que la evolución ocurriese no fue, en general, cuestionado; lo más controvertido fue la aseveración de que el agente que la llevaba a cabo fuese la selección natural e, incluso dentro de los seleccionistas, la controversia estaba en la forma en que debía darse el cambio evolutivo. El punto de vista de Darwin fue el ''gradualista'', consistente en postular que los cambios en la naturaleza de los organismos en las poblaciones son graduales y por incrementos. Curiosamente, algunos de quienes defendieron la teoría de Darwin, como T.H. Huxley y Francis Galton, fueron, sin embargo, ''saltacionistas''; esto es, pensaban que los cambios evolutivos ocurrían más frecuentemente ''a saltos'' de magnitud no despreciable. Se desarrollaron, por tanto, dos escuelas de pensamiento a partir de estos puntos de vista, cuyos argumentos intentaremos describir brevemente. Siendo desconocido el mecanismo de la herencia antes de 1900, existía una visión común acerca de ella, consistente en pensar que las características de un individuo son -o tienden a ser- una mezcla de las de sus padres. Esta hipótesis ''mezcladora'' atrajo quizá la más sustancial objeción científica a la teoría de Darwin. Es fácil ver que, ante la hipótesis de apareamientos aleatorios, la varianza de una característica en una población, bajo la herencia mezcladora, decrecería en un medio en cada generación. La consecuente uniformidad de características que rápidamente se obtendría no dejaría lugar a la variación sobre la cual actuase la selección natural. Esa tasa de decremento tan rápida en la varianza se modificaría sólo muy ligeramente ante hipótesis de apareamientos no aleatorios. Puesto que tal uniformidad no se observa en las poblaciones reales, el argumento queda incompleto y, dado que el grado de variación observado sólo puede explicarse entonces postulando la existencia de otros factores de notable efecto que hiciesen que las características de la progenie se desviasen de las de sus padres, entonces no se podría argumentar razonablemente que los padres favorecidos positivamente por la selección produjesen descendencia que se les pareciese cercanamente y que por ello fuese también favorecida por la selección. Este argumento fue reconocido por Darwin como un gran obstáculo para su teoría de la evolución mediante selección natural y resulta interesante el notar que las versiones posteriores a 1859 de ''El Origen...'' se vieron claramente influenciadas por dicho argumento. Galton jugó un papel ambiguo en la controversia entre gradualistas y saltacionistas. Por un lado, él mismo era un convencido de la teoría de los saltos y esto debió inducirle a llegar a proponer a Darwin, en una carta que escribió a este último en 1875, una teoría de herencia en mucho similar a la mendeliana y basada solamente en especulaciones y razonamiento abstracto. No obstante, tenía una relación intelectual y personal muy cercana con Darwin y, debido a ella, intentó cuantificar el proceso de la evolución gradualista; esto lo llevó a introducir los conceptos estadísticos de correlación y de regresión, que se convirtieron pronto en las principales herramientas del grupo de científicos después conocidos como biómetras, quienes fueron en cierto sentido los herederos de la teoría gradualista darwiniana. El trabajo de investigación matemática de este grupo comenzó en 1890 bajo el liderazgo de W.F.R. Weldon y Karl Pearson. Al mismo tiempo, los saltacionistas ganaron muchos adeptos, entre los que sobresale William Bateson, y la disputa entre estos dos grupos llegó, en el final del siglo, a un clímax. Habiéndose redescubierto el mendelismo en 1900, la naturaleza particular de esta teoría fue, por supuesto, muy atractiva para los saltacionistas. Muchos biólogos comenzaron a pensar en un proceso no darwiniano de evolución a través de saltos mutacionales. Por otro lado, los biómetras continuaban convencidos por la teoría darwiniana de evolución gradual mediante selección natural y estaban, por ello, reacios a creer en el mecanismo mendeliano de herencia, o por lo menos a pensar que éste fuese de importancia fundamental para la evolución. Incluso los argumentos brillantes de Yule (1902), basados en un análisis matemático del sistema mendeliano, acerca de que el mendelismo y el darwinismo podrían conciliarse, fueron largamente ignorados. Sin embargo, como veremos, no solamente fue esta conciliación posible, sino inmensamente fructífera para la Teoría de la Evolución en la forma de lo que llamamos la Genética Matemática de Poblaciones. La Ley de Hardy-Weinberg Considérese una población monoica que se reproduce formando parejas al azar, lo suficientemente grande (infinita, en teoría) como para que las frecuencias génicas puedan determinarse de modo exacto y sin desviaciones debidas a ''errores de muestreo''; céntrese la atención en un locus génico dado donde pueden presentarse dos alelos, digamos A1 y A2. Supóngase que en cualquier generación las proporciones de los tres genotipos: A1A1, A1A2, A2A2, son d, h y r, respectivamente. Debido a la hipótesis de apareamientos aleatorios, la frecuencia de los apareamientos A1A1 × A1A1 es d2, la de A1A1 × A1A2 es 2rh, la de A1A1 × A2A2 es 2dr, etc. Ahora considérense los resultados de estos apareamientos. Si se ignora la muy pequeña probabilidad de mutación, y si no hay diferencias en adecuación para estos genotipos, las elementales reglas mendelianas indican que el resultado del primer apareamiento debe ser progenie tipo A1A1 en el cien por ciento, que la mitad de la progenie del segundo apareamiento debe ser de tipo A1A1 y la otra mitad de tipo A1A2, que toda la progenie del tercer apareamiento debe ser de tipo A1A2, etc., con resultados similares para el resto de los apareamientos posibles. Entonces, puesto que la progenie A1A1 sólo puede obtenerse de apareamientos A1A1 × A1A1 (con frecuencia 1 para tales apareamientos), de apareamientos A1A1 × A1A2 (con frecuencia 1/2) y de apareamientos A1A2 × A1A2 (con frecuencia 1/4), y puesto que las frecuencias de tales apareamientos son: d2, 2dh, h2, respectivamente, la frecuencia d’ de A1A1 en la siguiente generación es: d’ = d2 + ½ (2dh) + ¼ h2 = d2 + dh + ¼ h2 = (d + ½ h) 2 … (1) Consideraciones similares dan las frecuencias h’ de A1A2 y r’ de A2A2 como: h’ = ½ (2dh) + ½ h2 + 2dr + ½ (2rh) = 2(d + ½ h) (r + ½ h) … (2) r’ = ¼ h2 + ½ (2rh) + r2 = (r + 1/2 h)2 … (3) Las frecuencias d’’, 2h’’, r’’ para la siguiente generación se encuentran remplazando d’, h’, r’ por d’’, h’’, r’’ y d, h, r por d’, h’, r’, teniéndose: d’’ = (d’ + ½ h’) = ((d + ½ h))2 + (d + ½ h)(r + ½ h))2 = = ((d + ½ h)((d + ½ h) + (r + ½ h)))2 = = ((d + ½ h)(d + h + r))2 = ((d + ½ h)(1))2 = (d + ½ h)2 = d’ … (4) De manera similar se encuentra que h’’ = h’, r’’ = r’. Por tanto, las frecuencias genotípicas establecidas en la segunda generación se mantienen en la tercera y consecuentemente en todas las generaciones subsecuentes. Nótese que las frecuencias que tienen esta propiedad pueden caracterizarse por satisfacer la relación h’2 = 4d’r’ … (5) Claramente, si esta relación se da desde la primera generación, de modo que h2 = 4dr … (6) entonces no sólo no habría cambios en las frecuencias genotípicas entre la segunda y la tercera generaciones, sino que estas frecuencias también serían las mismas que las de la primera generación. Las poblaciones para las cuales la relación (6) se cumple, se dice que tienen sus frecuencias genotípicas en equilibrio Hardy-Weinberg. Puesto que d + h + r = 1, sólo dos de las frecuencias d, h, r, son independientes. Si, además, la relación H-W (6) se cumple, sólo una de las frecuencias es independiente. Un breve análisis de las relaciones (1) - (3) nos lleva a que la cantidad más conveniente para considerarla como independiente es p = d + ½ h ; esto es, la frecuencia (gamética) del alelo A1. Los resultados de arriba pueden resumirse en la forma de un teorema: Teorema (Hardy-Weinberg).- Bajo las hipótesis establecidas, una población con frecuencias genotípicas d (de A1A1), h (de A1A2) y r (de A2A2) alcanza, después de una generación de apareamientos aleatorios, las frecuencias genotípicas estables p2, 2pq y q2, donde p = d + ½ h, q = r + ½ h = 1 - p . Si las frecuencias iniciales d, h, r están en la forma p2, 2pq, q2, entonces éstas serán estables en todas las generaciones. Castle (1905) -quien posiblemente conocía el teorema en toda su generalidad- proporcionó ejemplos numéricos, así como Yule (1906) y Pearson (1904). La primera prueba general fue publicada por Hardy (1908) y por Weinberg (1908), y es por ello que el teorema lleva el nombre de estos últimos. Este teorema es importante por dos razones diferentes, una meramente técnica, la cual ha oscurecido su valor principal. La razón técnica consiste en que, si la relación (6) es verdadera, entonces el comportamiento matemático de la población puede examinarse en términos del parámetro p, en vez del vector (d,r), lo cual es en efecto muy conveniente, pero no fundamentalmente importante. La parte realmente importante del teorema yace en el comportamiento de equilibrio estable: si no actúan fuerzas externas, no hay ninguna tendencia intrínseca para que las variaciones presentes en la población desaparezcan (variaciones dadas por la existencia de diferentes genotipos). Esto indica inmediatamente que la principal crítica al darwinismo, esto es, el hecho de que la variación decrece rápidamente bajo la teoría mezcladora, no se aplica con la herencia mendeliana. Es claro a partir de la Ley de Hardy-Weinberg que, bajo un sistema mendeliano de herencia, la variación tiende a mantenerse. (Claro que la acción de la selección a menudo tiende a destruir tal variación, y esto es importante, pero ya se verá que el grado de disminución de la variación bajo cualquier esquema mendeliano realista es mucho menor que bajo cualquier esquema mezclador también realista) La Ley de H-W muestra que, lejos de ser incompatible, el darwinismo y el mendelismo son casi inseparables. Sería difícil pensar en un proceso hereditario diferente del esquema ''cuántico'' mendeliano en el cual la selección natural pudiese actuar con tal eficiencia, mientras que, por otro lado, las diferencias en adecuación entre los genotipos generalmente darán por resultado cambios en las frecuencias genotípicas y por tanto evolución. La Ley de Hardy-Weinberg puede ser generalizada de muchas maneras. En este momento histórico comenzaba a quedar claro que no sólo era posible una reconciliación entre darwinismo y mendelismo, sino que de hecho era inevitable. En 1911 esto era muy aparente para un joven estudiante de matemáticas que en ese año dio una conferencia sobre ''Herencia'' en la Sociedad de Eugenesia de la Universidad de Cambridge, en la cual subrayaba la necesidad de tal reconciliación. Se requería interpretar, con base en principios mendelianos, el gran número de datos recopilados por los biómetras acerca de la correlación entre parientes para varias características físicas. Varios años después, este joven, Ronald Aylmer Fisher, escribió un artículo seminal en Genética de Poblaciones en el cual se estableció dicha reconciliación. Antes ya habían sido tratados casos especiales de tales correlaciones por Pearson y Yule, pero el artículo de Fisher fue el primero en considerar el problema con un alto grado de generalidad. Consideraremos entonces su aproximación al problema pues muchas de las cantidades que juegan un papel clave en su argumentación han resultado ser de importancia fundamental para consideraciones evolutivas. La Correlación entre Parientes Considérese cualquier carácter cuantitativo medible, digamos m, que esté determinado enteramente por un locus A en donde puedan hallarse los alelos A1 o A2. Supóngase que todos los individuos A1A1 tienen medida m11, todos los individuos A1A2 tienen medida m12 y todos los individuos A2A2 tienen medida m22. Supóngase de momento que no hay ninguna contribución ambiental a este carácter, por lo que, conociendo el genotipo, puede conocerse de inmediato el fenotipo (el valor de esta medida). Supóngase también que, con respecto a este carácter, los apareamientos son aleatorios y que las frecuencias de A1A1, A1A2 , A2A2 son, inicialmente: p2, 2pq, q2, respectivamente. Entonces el valor medio de m es: m = p2m11 + 2pqm12 + q2m22 … (7) y la varianza: σ2 = p2(m11 -m) + 2pq(m12 -m) + q2(m22 -m) … (8) ¿Cuál es la covarianza entre padre e hijo con respecto a esta medida? Supóngase que el padre es A1A1; entonces el hijo será A1A1 (con probabilidad p) o A1A2 (con probabilidad q); el padre es A1A1 con probabilidad p2, etc. De este modo es posible construir una tabla con las probabilidades asociadas a las varias combinaciones padre-hijo y, por tanto, del carácter medido entre ellos: GENOTIPO PADRE A1A1 A1A2 A2A2 FENOTIPO m11 m12 m22 A1A1 m11 p3 p2q 0 HIJO A1A2 m12 p2q pq pq2 A2A2 m22 0 pq2 q3 La covarianza entre la medida del padre y la del hijo, suponiendo que no hay cambio en la frecuencia de A1 entre las dos generaciones es entonces: p3m112 + 2p2qm11m12 + pqm122 + 2pq2m12m22 + q3m222 = = pq(pm11 + (p - q)m12 -qm22)2 … (9) La correlación entre las dos medidas, que es el cociente de la covarianza entre la varianza (ya que la varianza es la misma en ambas generaciones, tanto para padres como para hijos), es entonces: pq(pm11 + (p - q)m12 - qm22)2/σ2 … (10) Considérese ahora cuáles serían los cambios en el carácter m si se hiciese el reemplazo de un alelo A1 por uno A2. El efecto de esto depende de si el reemplazo se hace en un individuo A1A1 o en un individuo A1A2. En el primer caso este efecto sería m12 - m11, mientras que en el segundo sería m22 - m12, y éstos, en general, no tienen por qué ser iguales. Para hallar una expresión que describa este efecto, supóngase que los valores m11, m12, m22 pueden aproximarse mediante expresiones de la forma µ + 2α1, µ + α1 + α2, µ + 2α2, respectivamente, con la restricción: pα1 + qα2 = 0 (pues pensamos que los valores α son desviaciones de un hipotético valor medio µ y que corresponderían al efecto de cada alelo). Si derivamos la expresión: S(µ, α1, α2) = p2(m11 - µ - 2α1)2 + 2pq(m12 - µ - α1 - α2)2 + q2(m22 - µ - 2α2)2 (que se interpreta como un tipo particular de varianza) con respecto a µ, hallamos que el valor mínimo para µ es µ = m. Diferenciando ahora la expresión lagrangiana: S(m, α1, α2) - 4λ(pα1 + qα2) = = p2(m11 - m - 2α1)2 + 2pq(m12 - m - α1 - α2)2 + q2(m22 - m - 2α2)2 - 4λ(pα1 + qα2) con respecto a α1 y a α2 (siendo λ el ''multiplicador'' del método lagrangiano), obtenemos: α1 = p(m11 - m) + q(m12 - m) … (11) α2 = p(m12 - m) + q(m22 - m) y podemos entonces definir al efecto promedio de sustituir a A1 por A2 como: α2 - α1 = p(m12 - m11) + q(m22 - m12) … (12) El valor mínimo para S es: σD2 = p2q2(2m12 - m11 - m22)2 … (13) Ahora bien, regresando a la expresión para la varianza σ2 , si a esta última (la suma de cuadrados) restamos el término recién obtenido σD2 (la suma de cuadrados residual), se tiene: σ2 - σD2 = σA2 = 2pq(pm11 + (q - p)m12 - qm22)2 … (14) Entonces, puesto que σA2 ha resultado ser un término de la varianza total, siendo el otro la suma de los residuales, se le llama varianza génica aditiva, ya que viene a ser la parte de la varianza total en cuanto al carácter medido que puede achacarse a los efectos promedio de los alelos A1 y A2, mientras que a σD2 -la suma de residuales- se le denomina varianza de dominancia; esta denominación proviene de la forma específica en que aparecen en ella la medida de los caracteres fenotípicos (nótese que para una dominancia completa, digamos de A1, se tendría que m12 = m11 y σD2 = p2q2(m11 -m22)2, mientras para una ausencia completa de dominancia, esto es, para m12 = ½ (m11 + m22), se tendría σD2 = 0.). Ahora bien, recordando el resultado (9), podemos escribir, para la correlación entre padre e hijo: corr(padre, hijo) = ½ (σA2 /σ2) = ½ ρ2 … (15) y decir que la correlación entre padres e hijos es la mitad del cociente entre la varianza genética aditiva y la varianza total, denotando a dicho cociente por ρ2. Esta correlación siempre es no negativa, y sólo tomaría el valor cero cuando p = (m12 - m22)/(2m12 - m11 m22), una posibilidad que puede darse sólo si m12 > m11, m22, o m12 < m11, m22. Se debe enfatizar el hecho de que esta correlación ha sido hallada basando todos los cálculos en la naturaleza mendeliana del proceso hereditario. Puede hacerse una tabla análoga a la anterior para el caso de hermanos de padre y madre y mostrar que, bajo las mismas condiciones de arriba: corr(hermano, hermano) = ½ ρ2 + ¼ δ2 … (16) donde δ2 = σD2 /σ2. Consideraciones similares usando tablas mendelianas de asociación también similares -aunque más complicadas- nos llevarían, bajo las mismas hipótesis, a que: corr(tío, sobrino) = ¼ ρ2 … (17) corr(primos dobles) = ¼ ρ2 + 1/16 δ2 … (18) y así. Con estos resultados, Fisher consideró situaciones más complejas, en particular casos con más de dos alelos por locus, donde los caracteres son determinados por alelos en varios loci, y casos donde se suponen apareamientos preferenciales. En cuanto al caso de alelos múltiples, Fisher mostró que las fórmulas de correlación (15), (16), (17) y (18) permanecen inalteradas si es que las varianzas aditiva y de dominancia se definen de la manera natural a través del procedimiento de mínimos cuadrados descrito arriba. El problema de los caracteres determinados por muchos loci es en principio más complejo puesto que deben tomarse en cuenta los efectos interactivos o epistásicos. En el caso de un carácter relacionado con la adecuación, es muy difícil determinar cuán importantes pueden ser estos efectos. Si el carácter no está correlacionado con la adecuación, puede suponerse razonablemente que frec(AiAjBkBl....) = frec(AiAj) × frec(BkBl) × .... … (19) donde Ai, Aj, ... son los alelos posibles en el A que determinan parcialmente ese carácter, Bk, Bl , ... son los posibles alelos en el locus B que también determina parcialmente ese mismo carácter, etc. (Hablando en sentido estricto, suponemos que ninguno de estos alelos tiene efectos en la adecuación). La ecuación (19) implica que la frecuencia de cualquier cromosoma puede escribirse como el producto de las frecuencias de sus alelos constituyentes. En este caso puede hallarse la varianza aditiva τ2 simplemente sumando las varianzas aditivas de cada uno de los loci individuales (τ2 = ∑ σA2 ), con un resultado similar para la varianza total (ϖ2 = ∑ σ2 ). Entonces, suponiendo que (19) es cierta, la correlación entre padres e hijos en el carácter medido sería: corr(padre, hijo) = ½ (τ2 / ϖ2) … (20) que es la generalización natural de (15), teniéndose también valores similares para las otras relaciones en este caso. Es muy posible que, mientras estos resultados son estrictamente verdaderos (bajo las hipótesis dadas), sólo cuando el carácter en cuestión, y los alelos que lo determinan, no están correlacionados con la adecuación, puede demostrarse que estos valores darían una aproximación satisfactoria aun cuando existiese tal correlación (Ewens, 1980). Hasta ahora no hemos tomado en cuenta a la varianza ambiental. En la práctica esto es extremadamente difícil, debido a la muy alta correlación ambiental para padres e hijos, hermanos, etc. (esto es, no se encuentran dispersos al azar, sino que, en general, viven juntos, en el mismo ambiente, al menos una buena parte de su vida). Ignorando la correlación ambiental, Fisher usó las fórmulas de arriba en conjunción con las correlaciones observadas para estimar las varias componentes de la varianza en cualquier carácter. Bajo estos supuestos simplificadores, el componente genético de la correlación entre parientes está dado en términos de dos parámetros y los patrones de correlación concuerdan -para los datos usados por Fisher- razonablemente bien con los observados, por lo que puede decirse que Fisher comenzó una significativa síntesis entre la biometría y la genética mendeliana y por tanto la fusión de éstas en una sola disciplina. A partir de entonces, la Genética de Poblaciones Teórica comenzó con una base firme, siendo fundamentales las variables usadas por Fisher en esta síntesis para una cuantificación del proceso evolutivo. Evolución Veamos ahora las consecuencias evolutivas de la dinámica genética mendeliana. Los hitos de la teoría darwiniana de la evolución son la variación y la selección natural; la variación es dada, bajo el sistema mendeliano, en última instancia por la mutación: en todas las poblaciones naturales la mutación provee de una fuente continua de variación genética. Puesto que los diferentes genotipos creados de tal modo tendrán diferentes adecuaciones (diferirán en viabilidad, éxito reproductivo y fertilidad), la selección natural podrá actuar. El objetivo de Fisher era cuantificar este proceso, y su trabajo realizado durante las décadas de los 1920 y 1930 (paralelamente al de Haldane y Wright) estaba encaminado en esa dirección. Tal cuantificación implicó una descripción científica de la teoría darwiniana en términos mendelianos. Como un primer paso, es necesario hacer una serie de suposiciones y aproximaciones acerca de los procesos evolutivos considerados. Por ello, aunque hemos dicho que la mutación es esencial para la evolución, y puesto que las tasas de mutación son normalmente muy pequeñas, entonces, para ciertos problemas específicos puede ignorársele. Además, aunque la adecuación de un individuo está determinada de un modo complejo por su acervo genético completo (y aun así diferirá de un ambiente a otro), se supondrá, como una primera aproximación, que su adecuación depende de su genotipo en un solo locus, o que al menos puede hallarse ''sumando'' las contribuciones de varios loci a la adecuación. También es difícil el trabajar con la componente de la adecuación que se relaciona con la fertilidad, y se harán suposiciones especiales acerca de esto. Supóngase entonces que las adecuaciones de los tres genotipos A1A1, A1A2, A2A2, en cierto locus A, están dadas por: genotipo adecuación frecuencia A1A1 ω11 p2 A1A2 ω12 2pq A2A2 ω22 q2 Nótese que se han escrito las frecuencias de estos genotipos en la forma apropiada a la suposición de apareamientos aleatorios. Las frecuencias Hardy-Weinberg se aplican sólo en el momento de la concepción puesto que a partir de entonces las viabilidades diferenciales alteran las frecuencias genotípicas de su forma H-W. Por esta razón contamos a la población al momento de la concepción en cada generación y por tanto también se está haciendo implícitamente la suposición extra de un modelo de generaciones ''separadas''. La cuestión más interesante es el comportamiento de la frecuencia p del alelo A1 bajo la selección natural. Puesto que se piensa que la unidad fundamental del proceso evolutivo es el reemplazo de un alelo ''inferior'' por uno ''superior'', esta cuestión es esencial para la comprensión del proceso evolutivo. Esta cuestión fue atacada por primera vez, en ciertos casos específicos, por Norton y después, con mayor detalle, por Haldane. Se considerarán aquí sólo los casos más simples. Antes, nótese que se requiere de explicar dos fenómenos aparentemente contradictorios. Por un lado debe poder explicarse el proceso dinámico de la sustitución de un alelo por otro y, por otro lado, debe explicarse la existencia observada de polimorfismo génico considerable, aparentemente estable. La primera cuestión es hallar la frecuencia p’ de A1 en la siguiente generación. Considerando las adecuaciones de cada individuo y todos los apareamientos posibles, se encuentra fácilmente que p’- p = (pq(ω11p + ω12(q - p) - ω22q)) / (ω11p2 + 2ω12pq + ω22q2) … (21) La iteración de la relación de recurrencia (21) da los valores sucesivos que toma la frecuencia de A1. Desafortunadamente no siempre es posible dar expresiones explícitas (como funciones dependientes del tiempo) y sólo puede contarse con aproximaciones. Antes, nótese que p’ depende de los cocientes de las adecuaciones ωij , más que de sus valores absolutos, por lo que p’ permanecerá sin cambio si se multiplica a cada ωij por alguna constante. Por tanto, es posible escalar a las ωij en cualquier forma conveniente. Diferentes escalas son convenientes para diferentes propósitos, como se verá. Abajo se indican dos escalas alternativas para los valores de adecuación: A1A1 ω11 1+s 1 – s1 A1A2 ω12 1 + sh 1 A2A2 ω22 1 1 – s2 … (22) Normalmente se supone que, excepto en casos extremos (tal vez implicando letalidad) los diferenciales de adecuación s, sh, s1, s2, son pequeños, tal vez del orden del 1 %. En este caso se ignorarán términos de orden superior en estos parámetros. Usando el esquema (22)(3er renglón), en la relación de recurrencia (21) puede escribirse, con suficientemente buena aproximación: p’ – p = spq(p + h(q - p)) … (23) además, si se mide el tiempo en unidades de una generación, esta ecuación puede aproximarse por la ecuación diferencial: dp/dt = spq(p + h(q - p)), o mejor: dp / dt = sp(1 - p)(p + h(1 - 2p)) …(24) Si se denota por t(p1, p2) al tiempo requerido para que la frecuencia de A1 cambie del valor p1 al valor p2, entonces: t(p1, p2) = ∫12 (sp(1 - p)(p + h(1 - 2p)))-1dp … (25) Aun cuando es posible obtener una expresión explícita para t(p1, p2), es más conveniente usar la expresión (25) directamente. Supóngase primero que s > sh > 0; entonces, de (24), la frecuencia de A1 se incrementará hasta valer 1. Sin embargo, cuando esta frecuencia se aproxima a la unidad, el tiempo requerido para incluso pequeños cambios será muy grande, debido al factor 1 - p en el denominador del integrando en (25). Este comportamiento es aun más marcado en el caso h = 1 (A1 dominante con respecto a A2 en adecuación), ya que entonces el integrando contiene un término (1 - p)-2. Esta tasa muy lenta de incremento se debe al hecho de que una vez que p está cerca de la unidad, la frecuencia del genotipo A2A2 (en contra del cual actúa la selección) es extremadamente baja. En el caso particular h = ½ (no dominancia en adecuación), la ecuación (25) toma la forma: t(p1, p2) = ∫12 (½ (sp(1 - p))-1 dp … (26) A partir de las ecuaciones (25) y (26) es posible evaluar los tiempos requeridos para cualesquiera cambios en la frecuencia de A1 (ver tabla abajo). Los tiempos mostrados en la tabla apoyan las conclusiones dadas y, mientras actúa la selección hasta que la variación es destruida, los tiempos requeridos son usualmente muy largos, mucho más de los que se requieren bajo la teoría mezcladora de la herencia. rango 10-3 – 10-2 10-2 – 10-1 0.1 – 0.5 0.5 – 0.9 0.9 – 0.99 0.99 0.999 h ½ 1 462 232 480 250 439 309 439 1020 480 9240 462 90631 – Se puede esperar observar un polimorfismo genético considerable en las poblaciones aun cuando estén sujetas a selección natural direccional: los artículos de Haldane ofrecen valores análogos a los de la tabla en condiciones cada vez más complejas (p. ej. endogamia, adecuaciones diferenciales dependientes del sexo, etc.) Este procedimiento cuantifica, aunque sea aproximadamente, al proceso unitario microevolutivo del reemplazo de un alelo por otro. Es claro que si s < sh < 0, sucederá un proceso paralelo al anterior, con el alelo A2 reemplazando al alelo A1. Este proceso es la imagen especular del anterior y no requiere más comentario. Un comportamiento completamente diferente sucede cuando la adecuación ω12 del heterócigo es mayor que las adecuaciones de los dos homócigos. Este caso puede tratarse de manera más conveniente usando el esquema (22) (4º renglón) con s1, s2 >0. Aquí la relación de recurrencia (21) puede ser reescrita, con suficiente aproximación, como: p’ – p = p(1 - p)(s2 - p(s1 + s2)) … (27) Es claro que no habrá cambio en la frecuencia p de A1 si p toma el valor particular p* = s2 / (s1 + s2) = (ω22 - ω12) / (ω11 + ω22 - 2ω12) … (28) Nótese además que si p < p*, entonces p < p’ < p*, mientras que si p > p*, entonces p* < p’ < p. Por tanto, p* es un punto de equilibrio estable y, cualquiera que sea su valor inicial, la frecuencia p de A1 se aproximará a p*. No es difícil ver que si s1 < 0, s2 < 0, entonces p* sigue siendo un punto de equilibrio del sistema de recurrencia (20), pero en este caso se trata de un equilibrio inestable y por ello es de poco interés. La frecuencia de A1 caerá a cero si su valor inicial es menor que p* y subirá a uno si es mayor que p*. Todas estas consideraciones muestran que una condición necesaria y suficiente para que exista un equilibrio estable de la frecuencia de A1 en el intervalo (0,1) es que el heterócigo tenga una mayor adecuación que los dos homócigos. Este hecho tan importante fue establecido por Fisher en 1922 y brinda una posible explicación para la ocurrencia de frecuencias alélicas estables en las poblaciones. Puede decirse que en la década de 1920 ya se habían dado los primeros grandes pasos para explicar y cuantificar en términos mendelianos las que quizá sean las dos principales propiedades de las poblaciones biológicas: su capacidad de evolucionar y su capacidad de mantener la variación por lapsos muy largos. Ahora será conveniente considerar brevemente el efecto de la mutación. Se supondrá que A1 muta a A2 a una tasa µ y que A2 muta a A1 a una tasa ν. Entonces es fácil ver que, si no hay selección, p’ = p(1 - µ) + ν(1 - p) … (29) y que se alcanza un equilibrio estable cuando p = p* = ν /(µ + ν) … (30) Supóngase ahora que se dan ambos fenómenos, mutación y selección; teniendo en cuenta que las diferencias selectivas son del orden del 1 % mientras que las tasas de mutación son del orden de 10-5 o 10-6. Considérese primero el caso en el que exista una ventaja selectiva para el heterócigo, de modo que, con sólo selección y mutación, habrá un nuevo equilibrio estable que diferirá sólo trivialmente del dado por (29). No se considerará este caso, por tanto, más allá. Usando el esquema (22) (3er renglón) con s > sh > 0, es claro que habrá un punto de equilibrio estable para cuando la frecuencia de A1 se encuentre cerca de la unidad. Más exactamente, encontramos la fórmula aproximada p* = 1 - (µ / (s - sh)) … (31) mientras que si s > 0, h = 1 (A1 dominante sobre A2) la fórmula correspondiente es: p* = 1 - √(µ / s) … (32) Fórmulas paralelas se aplican cuando s < sh < 0; en tal caso, para el equilibrio: p* = ν / sh … (33) mientras que para s < 0, h = 1: p* = √(ν / s) … (34) Todas estas fórmulas fueron obtenidas durante los años 1920; nótese que ellas implican una segunda forma en que la variación genética puede mantenerse en una población; esto es, por el ''balance entre selección y mutación''. Sin embargo, la frecuencia de uno u otro alelo será muy pequeña para cualquiera de los equilibrios arriba descritos, aunque la frecuencia del alelo menos frecuente es menos pequeña si la dominancia es completa, así que cuando s = 0.01, µ = 10-6, la frecuencia de A2 en equilibrio será de 0.01 cuando h = 1 (dominancia completa) y de 0.00002 cuando h = 1/2 (no dominancia). Ya se había hecho notar antes que el sistema mendeliano de herencia permite cuantificar, al menos a una primera aproximación, la tasa de sustitución alélica en un proceso evolutivo: ¿Es posible llegar a principios generales, derivados del sistema mendeliano, que cuantifiquen a las dos principales características de un proceso evolutivo a través de la selección natural darwiniana: el requerimiento de la variación y el ''mejoramiento'' alcanzado por esta población? . En su Teorema Fundamental de la Selección Natural, Fisher (1930) intentó encontrar ambos principios. Su derivación original no está claramente basada en un modelo explícito acerca del modo en que una frecuencia alélica cambia en el tiempo, y por ello se da aquí una derivación basada en un modelo explícito que lleva efectivamente a las mismas conclusiones a las que llegó Fisher. Considérese una población para la cual la adecuación de cada individuo depende sólo de su constitución genética en un sólo locus A. Supóngase que dos alelos, A1 y A2, son posibles en este locus y que las adecuaciones de los tres posibles genotipos están dadas como en (22). Se supone que la población se reproduce en generaciones separadas de modo que se aplica la ecuación (7), con ω en vez de m. En cada generación podemos definir la adecuación media ϖ de la población en esa generación como ϖ = ω11p2 + 2ω12pq + ω22q2 … (34) donde p es la frecuencia de A1 y q la de A2 en esa generación. La frecuencia p’ de A1 en la siguiente generación puede hallarse a partir de (21) y por tanto la adecuación media ϖ’ en esa otra generación puede computarse como ϖ = ω11p’2 + 2ω12p’q’ + ω22q’2 … (35) Considérese el cambio ∆ϖ = ϖ’ - ϖ en adecuaciones medias entre estas dos generaciones. No es difícil mostrar, usando (21), que ∆ϖ = 2pq(ω11p + ω12(q - p) - ω22q)2(ω11p2 + (ω12 + ½ ω11 + ½ ω22)pq + ω22q2) / ϖ2 … (36) Claramente ∆ϖ es no negativa, de modo que podemos concluir que la selección natural actúa de modo que incrementa, o al menos mantiene, la adecuación media de la población. Esta es la primera parte del Teorema Fundamental de la Selección Natural, y es claramente una cuantificación en términos genéticos del concepto darwiniano de que ha habido un ''mejoramiento'' (''adaptación'', se puede decir) en la población, debido a la selección natural. También podemos usar (36) para cuantificar la segunda parte del principio darwiniano en cuanto a que la variación (en este caso la variación genética) es necesaria para que actúe la selección natural. Claramente, ∆ϖ es cero si p = 0, o si p = 1; esto es, si no hay variación genética en la población. Una aseveración más fuerte que ésta es posible: nótese que si las ωij son todas cercanas a 1, puede escribirse, con buena aproximación: ∆ϖ = 2pq(ω11p + ω12(q - p) - ω22 q)2 … (37) Ahora, la ecuación (14) muestra inmediatamente que la varianza genética aditiva en adecuación es: σA2 = 2pq(ω11 p + ω12 (q - p) - ω22 q)2 … (38) y podemos entonces cuantificar en términos genéticos al segundo mayor elemento de la teoría darwiniana: la tasa de incremento de la adecuación media es esencialmente igual a la componente aditiva de la varianza genética en adecuación}. Si los diferenciales en adecuación no son pequeños, se ha encontrado (Seneta, 1973) una fórmula diferente. Inicialmente puede pensarse que la varianza total en adecuación, esto es: σ2 = ω11p2 + 2ω12pq + ω22q2 - ϖ2 … (39) en vez de la sola componente aditiva de la varianza, deberíaa estar relacionada con el incremento en la adecuación media. Existen al menos dos argumentos por los cuales esto no es así. Primero, si los valores de adecuación son de la forma (22) con s1, s2 > 0, y si la población está en el punto de equilibrio (28), entonces la varianza total en adecuación será positiva y, aun así, debido a que la población está en equilibrio, no habrá incremento en la adecuación media. Segundo -y más importante- la componente aditiva de la varianza genética es aquella porción explicada por los alelos mismos liberados, tanto como sea posible, de desviaciones debidas a dominancia. Puesto que, en el modelo considerado, los cambios en las frecuencias alélicas son los componentes fundamentales de la evolución, la tasa de incremento de la adecuación media puede esperarse que esté relacionada con aquella componente de la varianza genética total que es explicada por los alelos mismos. BIBLIOGRAFÍA Fisher, Ronald Aylmer. 1958. The Genetical Theory of Natural Selection. New York. Dover. Hardy, Godfrey Harold. 1908. “Mendelian proportions in a mixed population”. Science, 28, 49 Mendel, Gregor. 1965. Experiments in Plant Hybridisation. J. H. Bennett (e.), London, Oliver & Boyd Seneta, Eugene. 1973. Non-negative Matrices: an introduction to Theory and Application, London, Allen & Unwin