(VIC) SE APrEnDE A EmbutIr fuEt, quE unA VEZ CurADo tE

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P
Pere se dedica a observar el tiempo y a seguir su
intuición basada en 30 años de experiencia. Tres
veces al día acude a un secadero de salchichones en
Vic, se pasea sobre un entramado de madera construido en 1852 que permite una ventilación perfecta
y decide si abre o cierra esta o aquella ventana. Así,
igual que hace más de 150 años, se controlan hoy en
día las condiciones idóneas para que el curado artesano de los embutidos no se altere por la humedad
excesiva de la niebla, la fuerza de la tramontana o la
incluso, se puede aprender a fabricarlos. Ca La Teresona (Argenters, 4) es una charcutería de larga tradición –se fundó en 1837– que innova constantemente
para dar a conocer el patrimonio gastronómico local
de la forma más divertida. Abajo venden embutidos,
quesos y otras delicias envasadas, y arriba se ha instalado el restaurante Tresona XXI y un obrador en el
que Santi, el propietario, enseña a embutir butifarras
y fuet, que una vez curados te puedes llevar a casa,
etiquetados con tu nombre, tras controlar a través de
Post scriptum
En ca la teresona (vic) se aprende a embutir fuet,
que una vez curado te puedes llevar a casa
sequedad del sol. Y es que en Casa Riera Ordeix (Plaça
Màrtirs, 14, Vic; casarieraordeix.com) se toman muy
en serio el proceso de fabricación de su producto
estrella –el salchichón de Vic–, del que muestran
todos los detalles a los visitantes que se acercan a
conocer su historia. Allí se puede ver cómo se selecciona la carne –de hembra de cerdo, la más roja– y
se adereza con sal marina y pimienta negra, cómo
se embute en tripa natural, cómo se cura entre tres y
seis meses en el secadero... todo un proceso natural
hecho a mano que termina con el empaquetado,
realizado por dedos expertos en doblar el papel
certeramente y a la velocidad del rayo.
En Vic hay una catedral cuyo estilo navega desde el
románico al neoclásico, con unas pinturas murales
que Josep Maria Sert realizó en el siglo XX; también
un Museo Episcopal –con una gran colección de arte
medieval catalán; museuepiscopalvic.com–, y hasta
un templo romano del siglo II que se asoma inesperado entre las fachadas. No obstante, para muchos
visitantes los verdaderos monumentos son sus embutidos –la
longaniza (que cuenta con Indicación Geográfica Protegida,
I.G.P.), la butifarra en todas sus
versiones, así como la somalla,
La Feria de los
el fuet...–, de justificada fama
Embutidos de
dentro y fuera de Cataluña. Para
Olot reúne cada
año, a mediados
comprarlos hay muchas tiendas
de marzo, lo
donde elegir a lo largo y ancho
mejor de los
productores
del casco histórico, y en algunas,
locales en el
Passeig d’en Blay
una webcam el proceso de secado de la pieza desde
su página web (calateresona.com).
Los martes, y sobre todo los sábados, son días
importantes en Vic, pues es cuando la plaza Major
vic, maridaje de embutidos y cerveza
ARRIBA: secadero de salchichones de Casa Riera
Ordeix, artesanos del embutido desde mediados del
siglo XIX. ABAJO: Jordi y Eloi brindan con una de sus
cervezas frente al Molí de Llobet, sede de Vic Brewery.
D.O. Pla de Bages: Bodegas Abadal
E
visita a bodegas abadal
DCHA.: botella de Abadal Picapoll y
puerta de la bodega de barricas de
vino rancio. ABAJO: maquinaria que
rememora la vinificación de antaño.
n Santa Maria d’Horta d’Avinyó, unos 30 km al
oeste de Vic, se encuentra Bodegas Abadal (tel.
938 743 511; es.abadal.net; cat.abadal.net), emblema
de la Denominación de Origen (D.O.) Pla de Bages,
una tierra de antifua tradición vinícola cuyo nombre
hace referencia a Baco, el dios romano del vino. Una
de las singularidades de la región es que conserva las
tinas y barracas construidas en piedra seca, un legado
arquitectónico que hoy se puede apreciar a través de
una de las visitas que propone la bodega para conocer
el trabajo de los viticultores que en los siglos XVIII
y XIX vinificaban la uva junto a las viñas. Bodegas
Abadal ha cuidado con mimo su propio pasado
vinícola en una masía original del siglo XII, donde se
conservan los antiguos lagares, prensas y botas de
vino rancio donde todavía envejecen algunos vinos
muy especiales. Junto a ella, la moderna bodega ha
recuperado la variedad autóctona blanca, la picapoll,
que junto a uvas de otras procedencias es la principal
responsable de la personalidad de sus vinos. Destacan
los blancos Abadal Picapoll (monovarietal y pionero
en presentar esta uva al mercado) y Abadal Nuat
(complejo y profundo, de crianza sobre lías), así como
los tintos Abadal 3.9 y Abadal Selecció.
acoge el mercado más importante de la comarca.
A las afueras de Vic, en un idílico recodo del río
No es el mejor día para apreciar los detalles de las
Gurri, Vic Brewery (vicbrewery.com) se ha instalado
fachadas modernistas que miran a la plaza; la vista
en un antiguo molino de harina para elaborar sus
está demasiado distraída con cientos de elemencervezas artesanas. El Molí de Llobet, que a printos que llaman poderosamente la atención: hay
cipios del siglo XX utilizaba la fuerza del río para
puestos de ropa, de calzado, de artilugios práctimachacar el grano, acoge ahora maquinaria traída
cos para la casa, pero también de verduras y
de Londres, la más idónea para seguir el método
hortalizas frescas recién extraídas de
de infusión simple –el sistema tradiciola tierra, de legumbres y de setas
nal inglés de maceración–, del que
en temporada. Aquí aparecen
Jordi y Eloi son firmes defensola cebolla vigatana, las judías
res. Sus criaturas han nacido
Camprodon
del Collsacabra, las patatas
del mimo y de una cuidada
Sant Joan de les Abadesses
Olot Besalú
del bufet (que se cultivan
selección de ingredienRipoll
Sta. Pau
en el vecino pueblecito
tes, desde el lúpulo a los
Vic
de Orís, que celebra su
condimentos naturaHorta d'Avinyó
propio mercado de la
les para obtener todos
patata todos los dominlos aromas. Desde la
gos de octubre), el querubia –ligera, cítrica y
so azul, la miel... en un
con un toque tropical–,
espectáculo de abundana la negra, con mayor
cia que habla por sí solo de
graduación alcohólica, su
los ricos suelos de la plana
gama abarca seis tipos de
* Consulta el detalle de
de Vic y la comarca de Osona.
cervezas, con una sorpresa:
la zona 1 en el mapa
completo de la página 14.
el sello de una tradición
La silueta del puente medieval de Camprodon es
la estampa que identifica las cajas de las galletas
Birba, el bocado más dulce de El Ripollès.
Románico de
altos vuelos
ARRIBA: pórtico con
esculturas románicas
del siglo XII y claustro
del monasterio de
Santa Maria, en Ripoll.
ABAJO: en su basílica
están enterrados los
condes de Besalú, entre
ellos Guifré el Pilós.
la Porter ‘Choc Infested’, con un delicioso gusto a
cacao. Para probarlas todas organizan ocasionalmente cenas con maridaje en una de las antiguas
salas del molino, el lugar perfecto para conocer la
elaboración y degustar sus resultados.
Un salto de 40 kilómetros hacia el norte nos sitúa en
Ripoll, capital de otra comarca, El Ripollès, marcada
por una cocina de montaña en la que las recetas
reflejan el huerto y el bosque, con gran protagonismo de las setas, la trufa, los quesos, la caza y la carne
de ternera y cordero de raza autóctona. Los embutidos de cerdo, elaborados en las masías y los obra-
dores a la manera tradicional, tienen gran presencia
también en esta comarca, y prácticamente no hay
tienda de productos gastronómicos que no cuente
con una suculenta sección cárnica. El pueblo de
Camprodon, que ofrece una pintoresca estampa de
casas de piedra apiñadas junto al puente medieval
sobre el río Ter, es una estupenda parada para abastecer la despensa de productos locales, pues cada
dos portales hay una charcutería, un colmado o una
licorería apetecibles. Cal Xec (Isaac Albéniz, 1; calxec.
com) vende embutidos y patés de elaboración propia desde 1870, además de quesos, miel, merme-
ladas caseras o ratafía de distintos productores.
También es un buen lugar para adquirir las famosas
galletas artesanas de la fábrica Birba de Camprodon
(birba.es), que se identifican rápidamente por las
cajas metálicas o de cartón –las clásicas son las amarillas–, que asoman en los escaparates de todo el
pueblo. En Camprodon se encuentra el monasterio
románico de Sant Pere, construido en el siglo X para
la orden benedictina, que nos introduce en un viaje
rumbo a la Edad Media que requiere otras dos grandes paradas. Una ineludible es Ripoll, cuyo monasterio de Santa Maria, también benedictino, es una de las
joyas románicas de Cataluña. Los enigmáticos capiteles decorados de su claustro y el conjunto escultórico de su pórtico, con el Pantocrátor, el Tetramorfos,
escenas del Apocalipsis y del Antiguo Testamento,
dan fe del legado artístico que dejó Guifré el Pilós
(Wifredo el Velloso), heredero de varios condados
catalanes en el siglo IX. Si el monasterio de Ripoll
lo fundó para su hijo Radulf, para su hija Emma
mandó construir el de Sant Joan de les Abadesses, el
segundo monumento esencial del románico en la
zona, que tuvo que ser restaurado tras sufrir algunos daños en el terremoto de 1428.
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