Clonación humana y células troncales

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Clonación humana y células troncales
Ricardo Tapia
Investigador Emérito, Instituto de Fisiología Celular, UNAM
Integrante del Consejo Consultivo de Ciencias de la Presidencia de la República
Lejos de haberse resuelto, la discusión sobre la clonación y el uso de las células troncales
embrionarias humanas para fines de investigación y posible uso terapéutico continúa. En
los últimos meses se publicaron dos artículos, de investigadores de la Universidad de
Kyoto y de la Universidad de Wisconsin, que demuestran que es posible reprogramar
células de la piel de humanos adultos para que se desdiferencien, es decir, se conviertan
en el equivalente a un estado embrionario, mediante la introducción de ciertos genes.
Además, se demostró que estas células son realmente pluripotentes, en el sentido de que
pueden diferenciarse en varios tipos celulares, algunos de ellos en forma de teratomas
(tumores malignos). Por esta razón, a estas células se les ha llamado células
pluripotentes inducidas.
Como era de esperarse, los grupos más conservadores de Estados Unidos que se
oponen a la clonación terapéutica —la creación de embriones humanos por clonación
(transferencia nuclear de células somáticas) para de ellos obtener las células troncales
con fines terapéuticos— aprovecharon estos hallazgos para reivindicar la prohibición que
desde 2001 estableció el presidente Bush para financiar con fondos federales la
investigación de las células troncales embrionarias humanas. En un artículo publicado en
el Washington Post el 27 de noviembre de 2007, titulado “Vindicación de las células
troncales”, se elogia desmedidamente a Bush como un presidente que estableció con
dicha prohibición una política equilibrada, basada en pertinentes dudas morales,
desafiando las previsibles críticas por parte de la comunidad científica, que por supuesto
ocurrieron y no han cesado. Este elogio se basa en que, según Krauthammer, el autor de
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este artículo —quien no por casualidad fue miembro del Consejo de Bioética que nombró
Bush para estos fines—, estas nuevas investigaciones son el “Santo Grial” que acaba
para siempre con la necesidad de la clonación terapéutica, resolviendo de tajo los
problemas éticos que ésta presenta. Puesto que la clonación consiste en transferir el
núcleo de una célula adulta a un óvulo previamente enucleado, y cultivar este producto
para generar un blastocisto (estructura de aproximadamente 120 células), del cual se
obtienen las células troncales embrionarias contenidas en su interior, y según Bush y los
grupos sociales y religiosos que piensan como él los blastocistos son personas, el
problema ético consiste en que este procedimiento mata personas. Por la misma razón,
ya no habría necesidad de utilizar los óvulos fecundados sobrantes de la fertilización in
vitro, que son la otra fuente disponible de células troncales embrionarias humanas. Por si
estas afirmaciones fueran poco, el artículo sugiere además que la prohibición de Bush
estimuló e inspiró a los científicos para realizar los experimentos exitosos descritos arriba,
y concluye: “Aun los más obstinados investigadores se verán inclinados a dejar por la paz
a los embriones humanos”.
Pero no, resulta que los investigadores, obstinados o no, no piensan así. Por lo
menos no James Thomson, el investigador principal de uno de los trabajos mencionados,
y Alan Leshner, ejecutivo principal de la American Association for the Advancement of
Science, editora de la revista Science, donde se publicó el trabajo. Por cierto, Thomson
fue el primer científico que creó células troncales embrionarias humanas, en 1998, justo
un año después de la clonación de la oveja Dolly. Leshner y Thomson publicaron el 3 de
diciembre, también en el Washington Post, un artículo en el que refutan la defensa de
Bush y de su prohibición. Dicen estos investigadores: “Lejos de reivindicar la restricción
de los fondos federales para investigar con células troncales embrionarias que salvarían
muchas vidas, los trabajos recientes describen un avance muy importante logrado a pesar
de las restricciones políticas. De hecho, el trabajo de los equipos japoneses y
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norteamericanos que reprogramaron células de la piel dependió enteramente de las
investigaciones realizadas previamente con células troncales embrionarias. […] Estos
recientes avances están muy lejos de ser el Santo Grial y aunque son hallazgos de
enorme importancia potencial, son sólo el primer paso en el camino hacia eventuales
terapias. El argumento central de Krauthammer, de que los resquemores del presidente
sobre la investigación con células troncales inspiró alternativas innovadoras, está también
fundamentalmente equivocado, ya que los científicos de todo el mundo —como lo prueba
el hecho de que uno de los trabajos fue hecho en Japón— están siguiendo un amplio
espectro de opciones.”
A continuación Leshner y Thomson insisten en la necesidad de seguir investigando
con células troncales embrionarias humanas, en especial aprovechando los cientos de
miles de embriones humanos congelados que se han generado en las clínicas de
reproducción asistida a lo largo de muchos años y que no pueden usarse (al menos con
fondos federales) por la prohibición de Bush. Esta posición fue reforzada y avalada por
varios científicos, quienes acaban de declarar (Science, 1º de febrero de 2008) que la
transferencia nuclear de células somáticas sigue siendo prioritaria para obtener células
troncales embrionarias humanas y estudiar los mecanismos del desarrollo embrionario y
sus alteraciones, y para estos fines las células pluripotenciales inducidas no son útiles.
Como frecuentemente sucede en ciencia cuando se investigan temas en la
frontera del conocimiento, casi al mismo tiempo que sucedía todo lo anterior aparecieron
dos trabajos sumamente importantes sobre la clonación de primates. El primero,
publicado en noviembre de 2007, fue la clonación de monos, hasta la etapa de
blastocisto, lograda mediante la transferencia del núcleo de una célula de la piel de un
mono adulto, a un óvulo. Además, en este trabajo se demostró que las células troncales
de los blastocistos así obtenidos eran capaces de diferenciarse en diversos tejidos. El
segundo trabajo, publicado electrónicamente el 17 de enero de 2008 por investigadores
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de California y de Michigan en la revista Stem Cells, es aún más relevante, pues describe
la obtención de blastocistos humanos por un procedimiento muy similar al realizado con
los monos, transfiriendo el núcleo de una célula de la piel de un hombre adulto a un óvulo
obtenido de una mujer joven (en realidad fueron tres donadoras, quienes cedieron sus
óvulos sin retribución económica alguna y siguiendo todas las normas éticas aplicables).
Así, este trabajo representa la primera clonación de humanos a partir de un adulto,
aunque los autores del mismo no pretendieron, ni pretenden, implantar estos blastocistos
en el útero de una mujer para generar un nuevo organismo humano completo, lo que
constituiría la clonación reproductiva. Lo que sí quieren hacer es obtener y probar las
células troncales de estos blastocistos como fuente de diversos tejidos para usarlas con
fines terapéuticos en muchas enfermedades degenerativas, como la diabetes, el
Parkinson, el Alzheimer y muchas otras.
Esta clonación de humanos tiene el gran mérito de demostrar que efectivamente
es posible dicha clonación, lo cual se había puesto en duda cuando se descubrió que la
supuesta primera clonación humana, publicada por el grupo de Hwang en Corea del Sur
hace poco más de un año y que conmocionó al mundo científico y a la sociedad en
general, era producto de un fraude. El trabajo recientemente publicado en Stem Cells
contiene información cuidadosamente analizada e interpretada que indica —salvo alguna
sorpresa— que esta vez la clonación humana es real. Sin duda representa un logro
extraordinariamente relevante para el progreso de la investigación con células troncales
con fines terapéuticos, conjuntamente con los hallazgos de reprogramación de células
adultas mencionados al inicio de este artículo. Además, tiene trascendentes implicaciones
para entender la naturaleza humana en un contexto biológico, pues demuestra que se
pueden crear embriones humanos por medios diferentes a la habitual fertilización del
óvulo por el espermatozoide, lo cual desacraliza el concepto de “dignidad humana” del
embrión, tan defendido por las ideas religiosas. En México, esto debería tener importantes
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repercusiones en el debate actual sobre la despenalización del aborto en la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
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