no todo vale en la lucha contra el fraude

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Economía • 27
LA RAZÓN • Martes. 15 de mayo de 2012
LA DEMANDA DE
GAS SE ESTANCA
El gas consumido en España en los tres primeros meses del año fue de 110.408
gigavatios hora, un nivel similar al del ejercicio pasado. El mercado convencional
creció un 6,5%, mientras que la generación descendió un 17%.
6,5%
creció el
mercado
convencional
Efe
Perjuicio
económico
El CGPJ no sólo criticó la
intención de permitir que
la Hacienda pública
pueda continuar con el
proceso recaudatorio en
paralelo con la tramitación del proceso penal.
También cargó de forma
contundente contra el
aumento del plazo de
prescripción de los
delitos fiscales. En marzo
de 2009, Gabriela Bravo,
portavoz del órgano de
gobierno de los jueces,
aseguró que «aumentar
el plazo de prescripción
[de los delitos fiscales]
perjudicaría al sistema
económico de nuestro
país porque a las
empresas las dejaríamos
en un limbo de inseguridad jurídica».
Curiosamente, en la
enmienda que el Partido
Popular, ahora defensor
de la medida, redactó
entonces para rechazar la
propuesta del Partido
Socialista se aseguraba
que prolongar los citados
plazos «dificultaría y
alargaría los procedimientos con la consecuencia
de un grave perjuicio
material para la Hacienda
pública», es decir, un
impacto para la recaudación del Estado.
posible responsabilidad civil en el
auto de apertura del juicio oral por
delito fiscal».
En tercer lugar, el órgano de
gobierno de los jueces aseguraba
que «el deseo de compatibilizar
los procedimientos administrativo y judicial penal presenta problemas prácticos de difícil solución. Es evidente que la deuda
tributaria que pueda liquidar la
Administración Tributaria por su
cuenta no puede vincular al órgano judicial, ni siquiera en lo que a
la responsabilidad civil derivada
de delito se refiere. Esto abre la
puerta a una posible duplicidad
de deudas por importes distintos
decididas por distintos órganos
del Estado», concluía.
Recomendación
Para evitar toda esta serie de inconvenientes, el CGPJ recomendaba que la deuda tributaria pudiera ser reclamada en la vía administrativa por el procedimiento
de apremio pero una vez hubiera
recaído sentencia condenatoria
firme en el orden penal.
no todo vale en la lucha
contra el fraude
Santiago Milans
del Bosch
E
l Consejo de Ministros
ha acordado modificar
el Código Penal en materia de delito fiscal
creando un subtipo agravado
para las conductas más graves,
cuando la cuantía de la cuota
defraudada exceda de 600.000
euros o cuando la defraudación
se haya cometido en el seno de
una organización criminal así
como cuando se utilicen negocios, entes o territorios que dificulten u oculten la identidad del
obligado tributario o la cuantía
defraudada (en clara referencia
a los testaferros y a los paraísos
fiscales), que tendrá previsto una
pena de prisión de dos a seis años
(en vez de uno a cinco). Frente a
anteriores iniciativas que pretendían, con mero afán recaudatorio, ampliar para el delito fiscal
la prescripción de 5 a 10 años (en
vez de aplicarle el propio, según
la pena prevista para el delito) la
de ahora sólo lo amplia para los
supuestos del subtipo agravado.
En este particular es una buena
medida en la lucha contra el
fraude fiscal y, desde el punto de
vista técnico, bien articulada.
Preocupa, sin embargo, que
junto a la anterior medida se
confiera a la administración tributaria la facultad de no paralizar un procedimiento recaudatorio pese a la existencia de un
proceso penal; es decir, mientras
un juez está investigando si existe o no delito fiscal y ello pese a
que, como ordenan el Tribunal
Supremo, la Ley General Tributaria y la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, sólo es competente
para determinar esa cuota defraudada el juez que conoce del
delito –y no la administración–
cuyos hechos declarados proba-
dos, como en todos los procedimientos sancionadores, vinculan al órgano administrativo. La
reforma, en este punto, atenta, a
mi juicio, claramente la división
de poderes, el derecho a la presunción de inocencia, el principio de prejudicialidad penal y, en
suma, los derechos de los ciudadanos.
Adviértase que se está hablando de un delito –que no de un
acto administrativo sancionador
de naturaleza económica–, por
lo que permitir que la poderosa
Agencia Tributaria –estatal, autonómica, foral o local– pueda
«La reforma atenta
contra la división de
poderes y los derechos
de los ciudadanos»
«Las forzadas
judicializaciones
desincentivan la
regularización»
exigir la recaudación de un asunto «sub judice», adelantándose
a cobrar lo que constituye «responsabilidad civil derivada del
delito» (la cuota más los intereses
de demora) sin que el delito se
haya siquiera enjuiciado (pudiendo concluir, tras el correspondiente juicio con todas las
garantías, en sobreseimiento,
absolución o en la determinación de una cuota defraudada
menor a la previamente recaudada por la administración, incluso por la vía de apremio) es un
atentado a la Ley, a la Justicia y
al sentido común.
Quizá habría que acometer,
para mayor eficacia en esta lucha
contra el fraude, regular las muchas veces inoperante sistemática remisión a la fiscalía, para su
presentación como denuncia o
querella al juzgado de instrucción, de cuotas no ingresadas
superiores a los 120.000 euros sin
atender al elemento «defraudatorio» que tantas veces se olvida
como diferenciador del delito
con la infracción tributaria, o las
forzadas remisiones que se llevan a cabo para interrumpir (o
ampliar) plazos de prescripción,
llevando a muchos contribuyentes a sufrir una pena de banquillo, sin importar el daño reputacional que pueda ocasionar, a
sabiendas de que su calificación
como delito es improsperable, o,
por último, la remisiones al juzgado para citar como imputado
a quien de forma voluntaria ha
regularizado antes de haberse
iniciado actuaciones de comprobación, como viene ocurriendo
con tanta frecuencia, pese a ser
una excusa absolutoria. Aquí se
advierte que se anda un poco
«perdido», pues las referidas
forzadas judicializaciones desincentivan la regularización –algo
siempre bueno– y hará impracticable lo querido por la llamada
«amnistía fiscal», quebrando
otro bien jurídico: la seguridad
jurídica.
Como recuerda el Tribunal
Supremo, a propósito de la sentencia de 9 de febrero de 2012, «la
búsqueda de la verdad, incluso
suponiendo que se alcance, no
justifica el empleo de cualquier
medio. La justicia obtenida a
cualquier precio termina no
siendo Justicia», porque la lucha
contra el crimen (también el
fraude fiscal) tiene en un Estado
de derecho sus límites y garantías infranqueables, entre otros,
el sometimiento al poder judicial
que conoce de un delito, único
competente para enjuiciar la
responsabilidad penal y la civil
derivada del mismo.
Socio de
Cuatrecasas, Gonçalves Pereira
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